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CORAZÓN DE PIEDRA

Recordar la obra y la fidelidad de Dios es el procedimiento


espiritual que nos salva del síndrome de corazón duro

15 Jesús les encargaba diciendo: «¡Tengan cuidado!


Cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura
de Herodes». 16 Y ellos discutían entre sí que no tenían
panes. 17 Dándose cuenta Jesús, les dijo: «¿Por qué
discuten que no tienen panes? ¿Aún no comprenden ni
entienden? ¿Tienen el corazón endurecido? 18 Teniendo
ojos, ¿no ven? Y teniendo oídos, ¿no oyen? ¿No
recuerdan 19 cuando partí los cinco panes entre los
cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos
recogieron?». «Doce», le respondieron. 20 «Y cuando
partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas
canastas llenas de los pedazos recogieron?». «Siete», le
dijeron. 21Entonces les dijo: «¿Aún no entienden?». —
Marcos 8:15-21 (NBLA)

En la medicina, existe una complicación que se llama


«corazón de piedra». El síndrome de corazón de piedra es
una complicación muy rara que se produce en pacientes
sometidos a una cirugía de baipás cardiopulmonar donde una
parte del corazón se contrae fuertemente inhabilitando al
corazón llenarse de sangre y así eventualmente produciendo
la muerte.
El corazón endurecido

La Biblia habla del endurecimiento del corazón, pero en un


sentido diferente. Por ejemplo, el libro de Éxodo habla del
faraón de Egipto quien «endureció su corazón» para describir
su terquedad en no querer afirmar la obra de Dios y dejar salir
a los israelitas de Egipto. Más adelante en el libro de
Ezequiel, Dios habla de corazones de piedra que tienden a la
desobediencia y que les impide ser parte del pueblo de Dios.
Ezequiel 11:19-20 dice: «Yo les daré un solo corazón y
pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su
carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,
para que anden en Mis estatutos, guarden Mis ordenanzas y
los cumplan. Entonces serán Mi pueblo y Yo seré su Dios».

Pero lo más revelador se encuentra en lo que Jesús dice a


Sus discípulos en Marcos 8:15-21. Cuando Jesús les advirtió
a Sus discípulos de tener cuidado de la levadura de los
fariseos y Herodes, los discípulos pensaron que Jesús estaba
hablando sobre el hecho de que no tenían panes preparados
para el camino, a pesar de haber acabado de ver dos
milagros: la alimentación de los cinco mil y luego de los
cuatro mil. En los versículos 17-19, Jesús les dice: «¿Por qué
discuten que no tienen panes? ¿Aún no comprenden ni
entienden? ¿Tienen el corazón endurecido? Teniendo ojos,
¿no ven? Y teniendo oídos, ¿no oyen? ¿No recuerdan
cuando partí los cinco panes entre los cinco mil?»

Lo que es interesante acá es que Jesús conecta el corazón


endurecido con la falla para recordar. Esto debería
sorprender aún a los cristianos en la misma manera que les
sorprendió a los discípulos de Jesús. Corazones endurecidos
no son síntomas que presentan solo los incrédulos; también
son síntomas que podemos sufrir los discípulos de Cristo
porque tendemos a olvidar las obras de fidelidad de Dios en
nuestras vidas.

Recordar, el remedio para un corazón endurecido

Recordar la obra y la fidelidad de Dios es el remedio para


nuestros corazones que tienden a endurecerse. Como seres
humanos en cuerpos caídos y pecaminosos, tendemos a
olvidar las cosas que hemos experimentado y aprendido.
Olvidamos la capacidad infinita del perdón de Dios y por eso
sentimos que Dios no nos puede perdonar. Solemos olvidar la
última vez cuando Dios nos proveyó milagrosamente y por
eso nos sentimos preocupados por nuestra situación
financiera. Solemos olvidar que Dios está a solo una oración
de distancia y por eso sentimos soledad. Solemos olvidar que
Dios es soberano y por eso nos preocupamos de nuestro
futuro. Solemos olvidar que Dios nos tiene una riqueza
increíble preparada en el Reino de Dios y por eso dirigimos
nuestros corazones hacia las riquezas del mundo. Solemos
olvidar la belleza eterna que se encuentra en el mundo
perfecto de Dios y por eso buscamos la belleza del mundo.
Solemos olvidar que Dios es el Creador de la satisfacción y
por eso buscamos las satisfacciones menores del mundo.

Recordar es el procedimiento espiritual que nos salva del


síndrome de corazón apóstata. Esta es una de las razones
por la cual la iglesia se ha reunido cada semana para
escuchar la misma Palabra de Dios y así poder recordar la
obra y la fidelidad de Dios. Por esto diariamente leemos la
Biblia y oramos a Dios en el Espíritu de acuerdo con lo que
dijo David: «Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides
ninguno de Sus beneficios». Amén.

No te olvides de Dios Versiculo


“cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de
Egipto, de casa de servidumbre” (Deuteronomio 6:10-12). A
través de las dispensaciones del evangelio, otros Profetas
demostraron tener la misma preocupación que Moisés con
respecto a su pueblo.

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