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1. Drones más asequibles.

Esta es una apuesta bastante segura, especialmente si atendemos al precio de los drones de
mayor calidad del mercado por su proyección de cara a su uso de manera profesional. Mientras
que actualmente el DJI Phantom 2 Vision + es uno de los drones de gama alta más baratos con
un precio algo inferior a los 1.000 euros, el mercado aún no ofrece muchas alternativas de gran
calidad que no bajen de los 1.500 e incluso 2.000 euros.

Es por ello que la cada vez mayor apertura del mercado hará que aparezcan más y más
fabricantes con soluciones competitivas, aumentando la rivalidad y dando lugar a una bajada
del precio que acabará beneficiando no solamente a los futuros compradores, sino a toda la
industria

2. Un mayor número de complementos

El futuro auge de la industria hará que sean cada vez más los fabricantes que traten de
diferenciar a sus productos de los de la competencia, teniendo en los periféricos su mayor
baza. Si a día de hoy ya muchos se pueden controlar desde un iPhone o un teléfono Android,
cada vez serán más los drones podrán interactuar con todo tipo de dispositivos, como las
Oculus Rift, Google Glass e incluso el Apple Watch.

Los pilotos de un dron no quieren tener que esperar a sacar sus tarjetas de memoria o a que se
procese el vídeo para disfrutar de las vistas aéreas de sus dispositivos, sobre todo cuando ya es
posible usar un teléfono o un juego de gafas que permitan ver en primera persona lo que graba
la cámara, algo en lo que el Bebop Drone de Parrot es pionero.

3. Las leyes de vuelo serán más estrictas

A día de hoy cualquier usuario particular puede hacerse con el modelo más avanzado del
mercado, pudiendo alcanzar altitudes que no necesita en absoluto. Pero el problema con las
diferentes leyes que comenzarán a regular el uso de los drones es que el tamaño, las
capacidades y los lugares de vuelo estarán cada vez más limitados. Del mismo modo las
compañías deberán llevar un registro de sus clientes en el caso de cualquier problema.

Tanto para su uso como un hobby o de manera comercial las leyes contemplarán duras penas
en caso de accidente, como en el estado norteamericano de Ohio, donde se prohíbe volar
cerca de aeropuertos y si algún dron choca contra un avión su piloto podría enfrentarse a una
condena de entre 7 y 11 años de cárcel.

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