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    Julio Culajay
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    Este poema describe el sufrimiento de Jesús mientras es coronado con espinas y golpeado por los pecadores. A pesar del dolor, Jesús perdona a sus atacantes con una mirada de compasión. El poeta desea consolar a Jesús lavando su rostro santo y curando Sus heridas con lágrimas de amor y devoción.

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    Mi buen Jesus, en silencio soportas,

    La vil injuria de los pecadores


    Cubierto en carmesi de dolores
    Coronado en espinas de burlas

    Por mi culpa, deja el Padre que sufras


    Por mi culpa te gritan mil horrores.
    En tu dulce rostro, golpes feroces,
    Y sobre ti alzan terribles sombras.

    Tu mirada de perdon parte el alma,


    La sangre de tu faz, provoca el llanto
    Sufres y callas, con imperial calma

    Yo quiero hoy, lavar tu rostro santo


    Quiero ser quien de corazon te ama
    Y lavar tus heridas con mi llanto

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