Hurgé en el otro bolsillo y sacé un pequeiio receptacul
en el cual guards el disco blanco. Se sintié contento. Estabi
seguro de que ninguno de sus compaiieros exploradore:
presentarfa una muestra tan asombrosa. Tal vez los Libro:
de Experiencia conservaran recuerdos de materias idénticas
y pudieran reconstruir la escena en el momento que si
inmoviliz6 dentro de este recinto.
Habia algo en los atomos de polvo, en la piedra de la:
paredes y sus columnas, en el silencio que pendia com
un eco doloroso venido de los siglos, que le recordaba la:
asambleas de sus semejantes, todos ellos reunidos alrededor
del estrado desde donde la Mente Excelsa impartia sus
instrucciones, su saber y su justicia.
Pudo ser que en este sitio se reunieran ellos, los que aqui
habitaron y esos monticulos de cenizas que él echara a volai
habian sido ellos, congregados a recibir reconocimiento 0
castigo. O tal vez a demostrar su amor a su Mente Excelsa,
Porque sin duda también debieron tener un Ser Superior a
ellos a quien rendian culto.
20 es que no lo habian tenido y por eso ta tromba de
fuego no encontré vallas que la contuvieran?
Pobres seres de la Tierra si asi hubiera sido.
Dejé de pensar en ellos.
Necesitaba salir pronto del lugar, de otro modo quedai
asimilado al planeta. Y era un planeta inhéspito, envenenado,
inerte.
Rapidamente junté todo el oro. Estiré un filamento del
interior de su brazo izquierdo y empezé a fundir el metal
dandole la forma de medio casco que luego ajusté ala parte
superior de su cabeza. Unos cuantos toques més y el dai
quedé reparado. t
Ya podia volver a buscar su nave y emprender el viaje
de regreso.
258
Nostalgia
(a969)
‘Adan salié a la veranda de su cuadra y buscé su traje
espacial. Se vistié lentamente, distraido, casi sin pensar
en lo que hacia.
Luego abrié una de las salidas y se encontré semiflotando
enel vacio.
La ciudad satélite habia sido planeada en forma
‘cuadrangular, de calles anchas y rectas. Las gigantescas
plantas en Jos cuatro extremos no cesaban de lanzar sobre
ella sus chorros de oxigeno, de modo que sus habitantes no
necesitaban ir premunidos de tubos de gas para movilizarse
de un punto a otro. Si los necesitaban cuando querian cruzar
sus lindes. y
‘Adan se sentia confuso, desde que comenzara a germinar
en él un sentimiento extrafio, un deseo inexplicable de
aventura.
Como sus padres y antepasados desde la décima
generacién, habia nacido en la ciudad satélite y hasta hacia
poco no previd otro fin que morir en ella. Disponia alli de
cuanto necesitaba para su subsistencia, su vestuario, su
diversidn y su cultura. ¢Por qué, entonces, este creciente
desasosiego, como si algo o alguien lo llamara en voz muy
baja pero insistente?
No debieron ponerle a cargo del Archivo del Pasado. Si su
curiosidad no le hubiera llevado a hurgar en los kilémetros
de hilos que conservaban la historia, no solo de su ciudad
sino de los hombres que pattieron a la Tierra a fundarla,
no sentiria esta recurrente inquietud. Cémo eran los
hombres que una vez poblaron la Tierra? {Qué sentian?
Qué pensaban? gQué hacian?
259Sabia que podian caminar y recorrer largas distancias ¢
el solo poder de sus piernas. Que podian quitarse las rop;
.y .
Ella dijo:
—No soy del todo feliz. Me roe una desazén extraiia. De
que en el Observatorio sigo la trayectoria de la Tierra anhel
ir alli. Tal vez pronto el Estado me permita ir a explorarl
—4Qué haces?
—Estudio los astros. Trabajo en el Observatorio.
—Feliz deberias sentirte si puedes acercarlos cuand
quieras —dijo é1—. Lo que es y
3st?
—Paso el tiempo hundido en cdmaras secretas custodian
el pasado. Soy recopilador.
—También ta deberfas alegrarte de poder llegar al fond
de nuestra historia. Cuéntame, équé sabes de ellos?
{De quignes?
—De nuestros antepasados, los que llegaron de la Tier
y construyeron esta ciudad. ;Cuéntame, cuéntame!
Searrimé a él, casi infantil en su instancia yl, stibitament
se sintié grande, sabio, expandido, audaz, Descubrié que
necesitaba ir donde el sabio U. Pudo confiar sus mas intimos
pensamientos con esta muchacha y ella le comprendié.
Le conté de aquellos pequeiios seres indefensos en
si, pero que unidos en grandes bandos terminaron por
26
isl
destruirse y envenenar la Tierra, salvandose solo los que,
por previsién, habian establecido una gran plataforma
internacional, aunando los conocimientos técnicos y
acopiando los materiales necesarios para subsistir un largo
periodo, hasta que lograron autoabastecerse y adaptarse a
las nuevas condiciones.
‘A través de la mascara transparente él ve borrosamente sus
facciones juveniles. El uso de mascaras durante generaciones
habia aplanado los rasgos, achatando pémulos y narices,
pero esta nifia era hermosa para él.
—iCémo te llamas? —le pregunté en una interrupcién.
—Ayesha. Siempre hubo una Ayesha en mis antepasados.
ey ta?
—Adn, pero es un nombre que me puse yo. Lo encontré
en una crénica terraquea y me gusté. Quiere decir «nacido
en la Tierra».
Ella le contemplé unos instantes, pensativa. Luego dijo:
—Todo lo que deseas en este momento es conocer ese
planeta, iverdad?
Flasintié.
—En este momento y siempre. Ahora que lo confieso me
siento liberado. He encontrado la raz6n de mi inquietud. Es
el ancestro. La nostalgia de la Tierra que me llama.
—iHas tratado de incorporarte a la cuadra de
interplanetarios?
—Me rechazaron, Dicen que mi cerebro fue especializado
para recordar y clasificar y que llegaréa ser Recopilador Uno.
—Eso significa que serds incluido en el Consejo del
Estado. Qué honor haberte conocido.
—Preferiria ser aprendiz de explorador interplanetario
con la esperanza de poder acompajiarte cuando empieces
a viajar.
263,Ayesha se puso de pie. Se habia hecho la calma en
plazoleta vacia ya de muchachos y solo figuras adultas
deslizaban lentamente a través de ella 4
—Vamos al Observatorio —dijo—. Tal vez nuesti
instructor te acepte como aprendiz... a pesar de tu edad,
Atravesaron la plazoleta y doblaron hacia la derecha. En’
penumbra, los trajes metdlicos de las gentes se distingut
como exhalaciones luminosas. Era el intervalo de descan:
después de una jornada de trabajo y los satelitarios I
aprovechaban en hacer ejercicios.
El instructor de Ayesha era pequeiito, calmado y, debid
a su magra estatura, sus pupilas miraban siempre haci
arriba, dando la impresién de que nunca cerraba los parpados
—Puedo permitirte que te inscribas como aprendiz
te conseguiré permiso para que practiques fuera de tu
deberes habituales, pero no te prometo que seras aceptad
por el Estado.
—Por ahora me basta —dijo Adan.
—Tu trabajo ser4 duro. Recuerda que todos nuestros
expertos han sido seleccionados desde nifios.
—No importa —replicé—. Si no logro realizar mi desea
yo mismo, lo realizard
Se detuvo y cogiendo la mano de Ayesha, continué:
—...nuestro hijo, 0 el hijo de nuestro hijo. Pero algun¢
de mis descendientes legard a la Tierra, caminaré por el
a pie desnudo, conoceré los rios, respirara libremente, sin_
‘mascara y, sobre todo, verd mas cercana la luz del sol.
Puso tanta emocidn en sus palabras que el instructor se
sintié perturbado. 1
—Te ayudaré cuanto pueda—. Eso fue todo lo que dijo,
pero los jévenes percibieron el asomo de idéntico anhelo
en los ojos del anciano y se despidieron de él seguros de
‘su apoyo,
264
—
Yaen la calle, Adan no pudo reprimirse, Cogid a Ayesha
de ambas manos, produciendo un shock eléctrico que les
hizo elevarse en el espacio. Cuando descendieron relan, coh
la risa limpia de los felices y los esperanzados.
Llevaria mucho, mucho tiempo. Seguramente Ayesha iria
alaTierra primero que él, pero volveria trayendo elegido el
lugar donde habitarian: la montafia més alta desde donde
después bajarian, cuando se adaptaran ala atmésfera terrena.
Pero irian. De ello no le cabia duda alguna.
Y la Tierra volveria a ser poblada.
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