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Interpretación bíblica en la realidad del México actual:

Del contexto del texto al contexto de lectura

JESÚS CAOS HUERTA RODRIGUEZ


jhuertar@edubc.mx
CANO

Resumen: La interpretación bíblica no se realiza en un contexto aislado, ni tampoco es un


mero asunto de aplicación de determinadas reglas. La hermenéutica implica hacer una
elección y tomar una postura frente al horizonte sociocultural que se habita. El presente
documento intenta situar el contexto del lector como el factor principal para la
interpretación de las Escrituras Cristianas. El argumento central para sostener dicha idea
radica en el desplazamiento del sentido que se ha dado al momento de realizar cualquier
interpretación. Desde esta perspectiva la hermenéutica bíblica no es ajena a las
consideraciones vigentes en el escenario actual de las humanidades.

Palabras claves: Historicismo, estructuralismo, hermenéutica filosófica, desplazamiento de


sentido, deconstrucción.

Introducción
La interpretación bíblica comparte el mismo recorrido que ha seguido la hermenéutica
dentro del ámbito de las humanidades y las ciencias sociales. En este sentido no se puede
hablar actualmente de una hermenéutica bíblica alejada o desvinculada de un horizonte
filosófico, pues todo ejercicio de interpretación de las Escrituras Cristianas supone una
mirada procedente de un marco epistemológico proporcionado por una visión filosófica de
la realidad. Así, en su momento, cualquier actividad hermenéutica sobre la Biblia es una
tarea realizada desde una matriz epistémica particular y concreta que le brinda significado a
la práctica interpretativa del sujeto que la efectúa.
Actualmente, la labor hermenéutica sobre la Biblia no se sustrae de las inquietudes
presente en otras áreas de las humanidades. El lenguaje común de la filosofía, y de las
humanidades en general, es la Hermenéutica. Vattimo (1992: 55-72) se refiere a la
hermenéutica como la “nueva koiné”, pues al igual que Heidegger (2000) asume que la
hermenéutica es la actividad primordial del ser humano. Desde esta perspectiva no hay
espacio humano que no implique una mirada hermenéutica sobre algún aspecto de la
realidad sometido a la interpretación.
La interpretación bíblica no ha escapado de este “giro hermenéutico” de la realidad.
Durante los últimos siglos ha habido una reconfiguración de la “metodología” de la
interpretación en la cual también ha participado la hermenéutica de los textos bíblicos.
Desde esta perspectiva existe un desplazamiento con referencia a dónde ubicar el sentido de
un escrito. En un principio, se consideraba que el sentido se localizaba en el contexto de
producción de un texto; posteriormente, el sentido se ubicaba en las relaciones internas del
texto con independencia del contexto de enunciación; por último, ahora el sentido se halla
en el contexto desde el cual se realiza la lectura de un texto, en otras palabras, es la mirada
del sujeto que lee la que le confiere sentido al ejercicio hermenéutico sobre el texto.
La idea central de la presente exposición es precisamente dar cuenta de ese
desplazamiento del sentido en la actividad hermenéutica al momento de interpretar las
Escrituras Cristianas. Con la intención de cumplir con dicho propósito se ha organizado la
disposición del contenido en dos grandes unidades de significado. En principio se aborda el
tema del desplazamiento del sentido. Luego, una vez establecido el contexto de recepción
como primordial para la actividad hermenéutica, se explora en la conclusión algunos rasgos
de la situación sociocultural del México actual desde la mirada del pensamiento crítico y
decolonial. La finalidad última de todo este recorrido es ampliar y situar la mirada desde la
cual el intérprete de los textos bíblicos realiza su práctica hermenéutica.

I. Acercamiento historicista
Dentro del desplazamiento de sentido, propuesto en el ejercicio hermenéutico del texto
bíblico, se pueden distinguir claramente tres paradigmas a seguir: el método histórico-
crítico y disciplinas afines; el estructuralismo; la hermenéutica filosófica-fenomenológica.
En cada uno de estos tres momentos ha habido un cambio radical en la manera de entender
dónde se localiza el sentido de un texto al momento de interpretarlo. A continuación, se
abordan por separado cada uno de estos tres acercamientos hermenéuticos mediante una
breve explicación y ejemplos que ilustran la secuencia metodológica con la que proceden.
El acercamiento historicista es el más común y tradicional, pues supone una metodología
acorde con las ciencias bíblicas y literarias. Esta perspectiva hermenéutica aloja un gran
número de planteamientos metodológicos tales como el método histórico crítico, el método
histórico gramático, la crítica literaria, la crítica de redacción, la crítica textual, la crítica de
formas, la crítica de fuentes, la crítica canónica y actualmente la crítica mimética, entre
otras metodologías de interpretación. A pesar de la diversidad de matices todas estas
propuestas metodológicas parten del mismo supuesto y comparten el mismo objetivo. La
tarea fundamental es reconstruir el contexto de producción del texto; es decir, se pretende
situarse en el contexto de origen con la finalidad de alcanzar la tan anhelada “objetividad”
exigida por el discurso de la ciencia positivista.
Desde este enfoque, se busca la interpretación “correcta” del texto. La única manera de
evitar la distorsión del sentido del texto es a partir de reconocer las huellas del contexto
original en el texto. En otras palabras, se persigue el ideal de recrear las condiciones de
lectura de la audiencia original a quien el texto fue dirigido. Así mismo, se busca también
situar las marcas de la época presentes en el texto que ayuden a comprender las causas por
las cuales el escritor dio origen a dicho escrito. De manera específica se considera que el
sentido del texto subyace bajo el contexto en el cual se generó. Indagar esas condiciones de
producción, conocer las causas de su escritura y precisar la audiencia son elementos
fundamentales que evitan que el texto “diga cualquier cosa”. La interpretación “objetiva”
mediante los procedimientos adecuados permite “anclar” el texto dentro un universo de
significados que da certeza al sentido del relato bíblico.
Bajo estas premisas la interpretación bíblica se reduce a una cuestión de método. La
hermenéutica termina siendo equiparable a la aplicación de ciertas “reglas” para el ejercicio
adecuado de la interpretación. El problema hermenéutico es cuestión de método. Al igual
que el discurso científico tradicional, las denominadas “ciencias bíblicas”, tienen como
prioridad establecer la objetividad de la producción de su saber. Una interpretación bíblica
se sostiene a partir de dar cuenta del contexto, pues un “texto fuera de contexto es un
pretexto”. Este acercamiento hermenéutico comparte la misma matriz epistémica de la
ciencia tradicional.
Con la finalidad de ilustrar este tipo de acercamiento metodológico al texto bíblico se
recupera el texto de Mt. 8.14-15. Este verso bíblico representa una pequeña unidad literaria
compacta que brinda la posibilidad interpretación desde diversos ángulos. El pasaje bíblico
dice los siguiente:
Texto griego1 Transliteración Traducción2
14
Καὶ ἐλθὼν ὁ Ἰησοῦς εἰς 14
Kaí elthón ho Iesous eis 14
Y al llegar Jesús a la casa
τὴν οἰκίαν Πέτρου εἶδεν τὴν tén oikían Petrou eíden tén de Pedro vio a su suegra
πενθερὰν αὐτοῦ pentherán autoú postrada y con fiebre. 15Y
βεβλημένην καὶ Bebleménen kaí tocó su mano y se le quitó
πυρέσσουσαν· 15καὶ ἥψατο piréssousan. 15Kaí épsato la fiebre, y se levantó y le
τῆς χειρὸς αὐτῆς, καὶ tés jeirós autés, kaí sirvió.
ἀφῆκεν αὐτὴν ὁ πυρετός, aphéken autén ho piretós,
καὶ ἠγέρθη καὶ διηκόνει kaí eguérthe kaí diekónei
αὐτῷ auto.

Un acercamiento hermenéutico desde este tipo de mirada pondrá énfasis en la


reconstrucción del contexto histórico del pasaje. Así, por ejemplo, una primera línea de
interpretación bien pudiera situarse en torno al personaje de Pedro y su condición de vida.
Se resaltaría el hecho: a) de que el Apóstol tenía casa, lo cual probablemente contrasta con
la imagen del llamado que recibió; b) se abordaría la relación familiar de Pedro, su
matrimonio y su vínculo con la suegra.
Bajo esta perspectiva de interpretación cualquier descubrimiento arqueológico sería de
gran ayuda, pues permitiría fijar las posibles condiciones físicas las casas en aquella época
y particularmente la Pedro.3 Tener claridad sobre este asunto permitiría hacer una
interpretación adecuada sobre la situación de vida del apóstol, además también ayudaría a
determinar con mayor precisión su trasfondo socioeconómico con la finalidad de explicar
mejor las circunstancias de su vida. Lo mismo puede señalarse con referencia al rol e
imagen de la suegra en aquella época. Conocer las pautas sociales, las responsabilidades
familiares de ese tiempo podrían explicar tal vez la razón por la cual no se menciona la
esposa, sino a la suegra.
Un segundo elemento dentro de esta línea de interpretación historicista ubicaría la
recreación del contexto sobre las implicaciones de padecer una enfermedad en la

1
El texto griego es retomado de la versión de Nestle-Aland (2015: 21).
2
La traducción al castellano está retomada en parte de Fernández Marcos, Spottorno Díaz-Caro – Cañas
Reíllo (2020: 54).
3
Al respecto el siguiente comentarista puede ilustrar muy bien la perspectiva que se está planteando:
“Curiosamente, en 1968 se acometieron excavaciones en un enclave del que se decía tradicionalmente que era
la verdadera casa de Pedro. Al examinar los vestigios de las iglesias centenarias, los excavadores llegaron a lo
que originalmente fue una casa, edificada en torno al 63 A.C. Todas las pruebas históricas y arqueológicas
han conducido a la mayoría de los eruditos a concluir que se trataba realmente del hogar original de Pedro en
Capernaúm durante el ministerio de Jesús. La excavación de una sinagoga cercana es coherente con los
relatos de Marcos y Lucas que dan a entender que la sinagoga estaba cerca de la casa de Pedro” (Wilkins,
2016: 438).
Antigüedad. Así, dentro de esa sociedad, cuáles eran las posibilidades de sobrevivir a una
situación como la descrita. En muchas ocasiones, para aquella época, la fiebre era la
antesala de la muerte (Evans, 2012: 191). Para un acercamiento de esta naturaleza resulta
indispensable ubicar el tratamiento que se le daba a la enfermedad, la interpretación cultural
de un padecimiento y la visión clínica del mismo. El conocimiento de todo este contexto
facilita realizar una interpretación objetiva, libre de prejuicios, correcta y pertinente. Omitir
estos detalles puede dar pie a la realización de lecturas erróneas o distorsionadas. El
contexto sociocultural permite fijar la interpretación a un marco estable para que texto sea
leído de la manera adecuada, tal y como lo entendió la audiencia original.
Dentro de esta misma línea de interpretación historicista existen otros tipos de
acercamientos más especializados que van más allá de la determinación del contexto
sociocultural. Una de las cuestiones más importantes para una correcta interpretación radica
en disponer el texto original exacto. En el caso de los versos analizados, en la última frase
del relato existe una discrepancia notable entre los manuscritos y testigos que transmiten el
texto concerniente a Mt. 8.15. Algunos textos emplean el pronombre personal en singular
(auto, a él); mientras que otro conjunto de manuscritos transmiten el pronombre en forma
plural (autois, a ellos). La situación no queda clara, pues no se puede establecer cuál de las
dos lecturas es la “original”. Una comparación entre las diferentes traducciones ilustra la
dificultad para establecer la objetividad del texto:

NVI DHH RV 60 LBLA TLA


luego ella se así que ella se y ella se y ella se Entonces ella se
levantó y levantó y levantó, y les levantó y le levantó y le dio
comenzó a comenzó a servía servía. de comer a
servirle atenderlo Jesús

La idea de la crítica textual intenta aproximarse a la probable lectura “original”. Con la


intención de lograr este cometido se fija una serie de pasos o reglas para determinar de
manera “científica” la certeza de la lectura de un texto. La prioridad está en recrear no el
contexto sociocultural del texto, sino determinar el propio texto en sí. La idea que sigue
prevaleciendo es llegar a poseer el texto que los destinatarios tuvieron a su disposición,
pues se asume que la interpretación pertinente está ligada al contexto original de
producción y lectura. El sentido correcto de interpretación se vuelve a ubicar en el
escenario de la primera audiencia.
Un ejemplo más, dentro de este enfoque historicista, puede ser dado a partir de la
determinación del Sitz im Leben (“contexto vital”) desde dónde se generó y leyó esta
historia. Este acercamiento también presupone un cierto grado de especialización y una
visión particular en la conformación de los relatos bíblicos. Una breve comparación del
relato dentro de la tradición sinóptica muestra que la historia de la narración de esta
curación se ubica por lo menos en dos momentos diferentes en el ministerio de Jesús. De
esta perspectiva, realmente cuál es el contexto histórico “original” donde efectuó la
sanidad. Muy probablemente esa pregunta sea imposible responder, pero tal vez sí se pueda
establecer en qué contextos de la predicación de la iglesia primitiva se empleó esta perícopa
de historia milagrosa. Desde este enfoque, entonces lo que interesa es determinar el sentido
que la primera comunidad de creyentes le otorgó al relato y qué contexto dentro de la vida
cúltica fue retomado. Precisar ese contexto vital, permite situar el sentido inicial que se le
confirió a tal narrativa.

II. Acercamiento estructuralista


Dentro de la perspectiva estructuralista existe un desplazamiento del sentido con respecto
al enfoque historicista. El sentido del texto ya no se ubica en la determinación del contexto
histórico de producción, sino dentro de las propias relaciones internas de significado del
relato. La recreación de las condiciones históricas “originales” resulta imposible, pues no es
posible acceder a esa primera audiencia originaria a la cual fue dirigida el texto. Tampoco
es factible reproducir las condiciones históricas en la cual el autor originario emitió su
escrito, pues no hay certeza plena ni de las intenciones o motivos a partir de los cuáles el
texto fue redactado. En otras palabras, no existe ninguna garantía de que la recreación
histórica que se haga sobre un texto corresponda puntualmente con las características del
sujeto-autor ni con el sujeto o sujetos destinarios iniciales. Todo lo que se diga del texto
finalmente es una reconstrucción, hasta cierto punto arbitraria, producto de la metodología
que emplea el sujeto al momento de leer el texto. Es el propio lector quien introduce su
necesidad de sustento histórico dentro de su hermenéutica del texto.
Ante esta situación, una hermenéutica estructuralista, renuncia a la posibilidad de
encontrar un sujeto o sujetos dentro del texto. Al no existir un “sujeto” histórico que buscar,
este tipo de interpretación se centra en las relaciones y estructura de composición interna
del relato. Las huellas o pistas de interpretación se localizan en el mismo texto con
independencia al contexto histórico. Así, lo único “objetivo” que se tiene es el texto mismo
y dentro de él se ubican las claves hermenéuticas para su lectura. No hace falta conocer al
autor original ni el contexto de producción como tampoco a los dentinarios originales
porque el texto tiene sentido en sí mismo. El significado real no se localiza en la recreación
del contexto histórico, sino dentro del contexto gramatical del relato.
El acercamiento estructuralista también tiene sus matices y variantes. La metodología
del estructuralismo es totalmente sincrónica,4 dentro de ella predominan las propuestas
semánticas y semióticas. Un acercamiento de esta naturaleza trata de enfocarse en el
significado que las palabras y términos tienen dentro del propio contexto del escrito en
general. Así, retomando el texto de Mt. 8.14-15, se puede decir que desde una perspectiva
semántica esta no es la única ocasión dentro del evangelio que Jesús “toca” a alguien. De
hecho, la acción de tocar tiene un sentido particular dentro de la narrativa del evangelio, es
una acción que se repite en Mt. 8.3; 9.29; 17.7; 20.34 (Evans, 2012: 191). 5 Por
consiguiente, lo que hay que indagar es el campo semántico del término, es decir, cómo
entiende el texto en sí mismo dicha acción.
Desde esta perspectiva resulta irrelevante identificar el sentido que tenía el término
“tocar” en la época de Jesús. Lo verdaderamente importante es ubicar el uso de la palabra
dentro del propio contexto narrativo del evangelio de Mateo. Resulta improcedente tratar de
averiguar el sentido de dicho término fuera de la narración mateana. No es pertinente
revisar el uso de tal palabra en los evangelios de Marcos o Lucas porque cada texto en sí
mismo es un contexto semántico particular. Por lo tanto, es un error definir el término con
las ideas del evangelio de Juan o incluso con otros textos del NT, pero aún más impreciso
sería definir la palabra “tocar” con las categorías de algún escrito del AT.
Otro ejemplo más tomado de Mt. 8.14-15 dentro de esta línea de interpretación puede
darse a partir del uso del término “fiebre” (puretos). La raíz de esta palabra procede del

4
Para una distinción entre métodos sincrónicos y diacrónicos ver a Piñero – Peláez (1995: 333-492).
5
También habría que considerar que no solamente Jesús es quien realiza la acción de tocar. El evangelio
registra que Jesús es “tocado” por la gente: 9.20, 21; 14.36.
griego pur equivalente a “fuego”. La fiebre se menciona dos veces en este mismo pasaje.
Es esa la causa por la cual la suegra de Pedro no puede servir a Jesús, pues se encuentra
contagiada de “fiebre-fuego”. Dentro de la narrativa del evangelio el fuego es mencionado
tres veces en el discurso de Juan el Bautista como parte del castigo divino 3.10,11,12.
Desde esta perspectiva semántica “la suegra representa pues, el grupo humano al que Pedro
se ha vinculado libremente y que profesa la concepción mesiánica propia de Juan el
Bautista. La de un Mesías reformista violento, que ejercía inmediatamente un juicio sobre
los malvados o pecadores” (Mateos – Camacho, 1981: 83). Para realizar este tipo de
análisis no se requiere tener en cuenta el horizonte histórico de la “fiebre” ni de la
enfermedad. Tampoco es necesario indagar sobre la “casa” o “suegra” de Pedro. La
relevancia consiste en precisar el uso de fuego dentro del propio evangelio Mateo y con ello
interpretar la fiebre dentro del pasaje.
Un acercamiento distinto a este mismo pasaje, pero dentro de la metodología
estructuralista todavía, es el concerniente a la estructura de composición. Tal vez este tipo
de análisis sea el extremo del estructuralismo, pues prácticamente desaparece cualquier
noción de contexto histórico e incluso deja de lado el contexto semántico. La ubicación del
sentido se ubica dentro de la propia estructura interna del relato. A continuación, se
presenta la narrativa desde el punto de vista de la estructura de composición. La secuencia
del contenido está organizada en una estructura quiásmica (Luz, 2001: 39):
Y al llegar Jesús a la casa de Pedro vio a su suegra:

postrada y con fiebre Y tocó su mano y se le quitó la y se levantó y


fiebre le sirvió.
A B C B’ A’
Situación inicial Elemento Situación final
“antes” central “después”

El recuadro ilustra claramente la disposición en forma de quiasmo 6 de la secuencia


narrativa. La estructura es fundamental para interpretar de manera acertada el pasaje, pues
el texto comunica de manera evidente su intención. No es necesario definir el contexto

6
El quiasmo es una figura literaria que consiste en “repetir expresiones iguales, semejantes o antitéticas,
redistribuyendo las palabras, las funciones gramaticales y/o los significados en forma cruzada y simétrica, de
manera que, aunque se reconozcan los sonidos como semejantes, o las posiciones sintácticas como
equivalencias contrapuestas, ofrezcan una disparidad de significados que resulte antitética, pues el cambio del
orden de las palabras influye en el sentido” (Beristáin, 1992: 410).
histórico, ni el campo semántico de los términos, porque la estructura interna posee el
sentido propio de la narración. Al ubicar todo el sentido dentro de la estructura la
consideración del sujeto y de la audiencia originales pierde absoluta relevancia. El sentido
básico de la interpretación estructuralista del pasaje mateano es que sin Jesús hay una
situación de enfermedad, pero con el “toque” de Jesús la situación inicial es totalmente
trastocada (Patte, 1987: 116). El sujeto como autor desaparece completamente del texto, no
se requiere contexto ni audiencia, pues la estructura es la que contiene todo el sentido de la
narración. La interpretación bíblica consiste en identificar esas estructuras internas
mediante las cuales se organiza el sentido y significado de los textos. El sentido del texto
no reside en el contexto histórico, sino en las estructuras de composición. La objetividad de
la interpretación subyace en la identificación de la estructura la cual es evidente en sí
misma.

III. Acercamiento hermenéutico filosófico


Este tercer tipo de acercamiento desplaza el sentido del texto fuera de las pautas de la
supuesta objetivad. Se asume que el sentido final, en el ejercicio de la interpretación de un
texto, reside plenamente el sujeto que realiza la lectura. Tanto la mirada historicista como la
estructuralista introducen al texto las preocupaciones del lector. En otras palabras, la
necesidad de situar el contexto histórico es una presuposición del lector y no del texto en sí.
Lo mismo sucede con la noción de estructura, pues es una categoría que radica en el
horizonte de comprensión del lector y no del texto en sí. Todo sentido del texto está
determinado por el contexto de lectura desde el cual el intérprete realiza su ejercicio.
La interpretación no radica en la aplicación de alguna metodología, sea historicista o
estructuralista, sino en las inquietudes, preguntas y supuestos mediante los cuales se acerca
a un texto. El contexto desde el cual se comprende un texto no es el contexto de origen ni el
contexto semántico, más bien es el contexto del lector. Así, el texto en realidad refleja las
inquietudes del lector; de ahí, que la pregunta hermenéutica central de este enfoque es “por
qué se lee el texto como se lee”. Desde esta perspectiva toda interpretación termina
proyectado el horizonte de lectura, incluso las metodologías que atesoran la “objetividad”
como premisa de interpretación, en realidad son una “aportación” del lector al texto.
Bajo este enfoque se renuncia a la objetividad como tal. Por consiguiente, se asume que
el texto está siempre en un proceso de “actualización” abierto a las nuevas posibilidades de
lectura que emergen de los horizontes de comprensión de una determinada época. El
sentido último de la práctica interpretativa se origina en el contexto del lector, pues la
interpretación es una actividad fundamental del ser humano no limitada únicamente a los
textos, sino que es la característica esencial del sujeto. El otorgamiento de sentido es un
aspecto constitutivo de lo humano que abarca todos los ámbitos de la existencia.
Con la intención de ejemplificar esta postura puede señalarse los siguientes casos.
Sobre la base del mismo texto de Mt. 8.14-15 un comentarista señala lo siguiente: “La
fuerte estilización del relato y la falta de un contexto histórico permiten que se pueda
trasponer y actualizar sin ningún problema a cualquier tiempo” (Grilli – Langner, 2011:
210). Al renunciar al contexto histórico cualquier lectura es posible, pues el horizonte de
interpretación queda abierto a las condiciones particulares de la época en la que se lee el
texto. Por esta razón “Al lector le resulta fácil encontrarse a sí mismo en un relato que se
limita a lo esencial: la acción pura y el ‘mutismo’ facilitan la identificación, y como
modelos para esta están a su disposición la mujer y Jesús” (Grilli – Langner, 2011: 210).
Es a partir de estos “modelos” de Mujer, implícitos en el lector, la manera en la cual el
texto cobrará sentido. Si se asume una visión tradicional androcéntrica y machista el texto
solo confirmará esa visión donde la función esencial de la mujer es estar al servicio del
hombre. La mujer es sanada con la intención de servir a los hombres; es decir, se da por
implícito que los hombres Pedro, Jesús y los demás no pueden servirse a sí mismos, sino
que se requiere la ayuda de una mujer. No podían ser servidos como se requería porque la
mujer encargada de ello estaba indispuesta. Además, también se confirma ese “modelo” de
servicio en la propia mujer, pues ella asume inmediatamente esa función que culturalmente
ya tiene interiorizada.
Este mismo texto bajo un modelo de mujer diferente proporciona un horizonte distinto.
Si se asume una lectura con una intención clara de perspectiva de género el resultado de la
interpretación es radicalmente opuesto a la lectura tradicional. Así, por ejemplo, otro
comentarista afirma acerca de este pasaje lo siguiente: “Jesús ha cruzado los límites de la
pureza (8:1-4) y las barreras étnicas (8:5-13), y en su tercer milagro de sanidad rompe los
límites de género para curar a una mujer, otra persona con frecuencia marginada en algunos
círculos del judaísmo” (Wilkins, 2016: 438). Aquí claramente el lector introduce la
categoría de “género”, la cual no está ni el texto ni en el horizonte cultural del contexto
original. La perspectiva de género es un concepto que procede desde el espacio cultural
contemporáneo. Bajo este enfoque el texto adquiere un sentido diferente, pues el modelo de
mujer no se acota al ejercicio de su supuesto rol, sino a su condición de ser humano. Desde
esta perspectiva hay un Jesús “feminista” que viene a visibilizar la condición de postración
de las mujeres. Existe un reconocimiento de la dignidad de todas las personas y la sanidad
se convierte en un acto de justicia social y de lucha contracultural.
Esta última lectura “feminista” solo es posible realizarla bajo el actual horizonte
cultural. Difícilmente lectores de otras épocas pudieran llegar con tal claridad a interpretar
el texto en este sentido. Esta interpretación solo adquiere sentido en nuestro tiempo cuando
la perspectiva de género es una categoría plenamente instalada en el escenario
contemporáneo. Cada vez más el modelo “tradicional” de mujer, sustentado en una visión
androcéntrica, es socavado y cuestionado, por lo que una interpretación “machista” del
texto estaría fuera de lugar. Por consiguiente, observar las implicaciones de género dentro
de este texto resulta más familiar e inspirador, incluso tal vez, se puedan comenzar a
implicar miradas que permitan desarrollar una “nueva masculinidad” en el proceder de
Jesús. El texto ha sido y seguirá siendo el mismo, pero lo que cambia es el horizonte de
nuestra comprensión. La interpretación adquiere y adquirirá diversos sentidos, todos ellos
vinculados al contexto de lectura. Al parecer siempre ha sido así, pero hasta hoy nos
comenzamos a dar cuenta de esa realidad.
La necesidad, o mejor dicho “necedad”, por la objetividad puede ser superada. A
cambio, hay un verdadero encuentro con nuestro contexto, es decir, con las condiciones de
vida que nos determinan como sujetos. Por ello resulta vital, al interpretar la Biblia,
preguntarse por qué se lee el texto de esa manera. Esta última interrogante es la que da
sentido a todo el ejercicio hermenéutico y es cuando la palabra divina se encarna en nuestra
época y brinda oportunidades infinitas de actualizarse a nuestro horizonte. Una
hermenéutica desde esta perspectiva termina develando nuestros supuesto y prejuicios,
visibiliza nuestras creencias y expone nuestras inquietudes; en pocas palabras, una lectura
de la Biblia desde este enfoque realmente confronta al lector con su época, pues le lleva
cuestionarse seriamente por sus propias condiciones de vida que le hace leer las Escrituras
de determinada manera.

Conclusiones
Todo este recorrido acerca de la hermenéutica ha servido para ubicar la importancia del
contexto desde el cual se realiza cualquier práctica de interpretación. La lectura de la
Biblia no es ajena a este desplazamiento del sentido hacia el contexto del lector. Por esta
razón, cuando se intenta abordar la “interpretación bíblica en la realidad del México actual”
es primordial ubicar el ángulo desde dónde se lee la “realidad del México actual”. No hay
una posición objetiva desde la cual enfocar la mirada del escenario actual en nuestro país,
pues toda lectura que se realice siempre implicará la postura del “sujeto”. Por consiguiente,
cuando se intenta hacer una interpretación bíblica con respecto a la realidad mexicana vale
la pena visibilizar el lugar desde dónde se lee. De ahí, que toda interpretación sobre la
condición mexicana tiene que implicar la pregunta “por qué se lee de esa manera el texto
bíblico”; es decir, qué supuestos, prejuicios, estereotipos, inquietudes son las que
determinan esa mirada particular.
Las posibilidades de lectura de esa realidad denominada “México actual” son enormes.
Sin embargo, no todas conducen a los mismos escenarios. Habrá algunas miradas
conservadoras, tradicionales o fundamentalistas que intentarán retener, restringir y cosificar
la libertad humana, las condiciones de existencia y el encuentro con lo diferente. En
cambio, también es posible acuñar miradas liberadoras que faciliten el diálogo con la
diferencia y la diversidad, que permitan el encuentro con el otro, y que promuevan
condiciones de justicia. Ambas miradas, la conservadora y la liberal, podrán encontrar
sustento bíblico para reafirmar el sistema de creencias que la sostienen. Por consiguiente, la
interpretación bíblica en la realidad del México actual implica asumir una postura sobre el
tipo de sociedad que se pretende construir. Interpretar la Biblia termina posicionando al
lector frente a un proyecto social, político y económico, será tarea de la hermenéutica hacer
evidente esa mirada.
Para el caso de la realidad mexicana sería conveniente transitar hacia nuevos espacios de
encuentro y diálogo. La deconstrucción de la mirada fundamentalista arropada con textos
bíblicos resulta una tarea vital importancia. Si realmente se desea situar la actualidad de la
realidad mexicana dentro de la interpretación bíblica, entonces habría que mirar el texto
bíblico con una perspectiva diferente para realizar lecturas distintas. La práctica
interpretativa de la Biblia nunca es neutral, sino que siempre termina asumiendo un
horizonte cultural y justificando un proyecto social cualquiera que sea. La objetividad en la
interpretación es una “ilusión” que sirve a los intereses de un grupo en el poder, pues bajo
la premisa de una interpretación objetiva se esconde una mirada sociocultural que pretende
descalificar lo que en su opinión no concuerda con el texto bíblico. La supuesta lectura
“objetiva” de la Biblia olvida que su interpretación finalmente también corresponde a un
horizonte cultural; lo trágico es el ocultamiento que se realiza apelando a un ficticio
contexto histórico del pasado para legitimar sus prejuicios culturales presentes.
Así, lo más pertinente y honesto sería hacer evidente los supuestos desde los cuáles se
interpreta el texto bíblico. De esta manera, la hermenéutica bíblica se convierte en una
cuestión de elección, interpretar se convierte en sinónimo de elegir. Hay una implicación
evidente del sujeto que lee con la forma con la percepción de su propia realidad. Por eso a
la par que se educa en los “métodos” de interpretación bíblica, también es conveniente
educar la mirada. No basta con saber leer el texto bíblico, también es importante saber leer
la realidad sociocultural, pues esta última, sin duda, encausará la práctica interpretativa de
la Biblia.
Finalmente, esa realidad denominada “México actual” puede tener muchas lecturas,
pero las propuestas liberadoras y de justicia social son las que deberían de prevalecer. Así,
toda perspectiva de deconstrucción de los intereses de clase, género o raza, o bien, todo
aquello que cuestione el colonialismo, el sistema patriarcal y el capitalismo (De Sousa
Santos, 2017), son intentos alternativos de lecturas diferentes a la mirada fundamentalista.
El fundamentalismo no es un acercamiento presente a lo largo del cristianismo. La mirada
religiosa de la sociedad siempre ha estado presente en la historia de la humanidad; sin
embargo, lo realmente novedoso y desconcertante es la mirada fundamentalista de la
religión.

Referencias bibliográficas

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Wilkins, J. M. (2016). Comentario bíblico con aplicación NVI: Mateo. Nashville: Ed. Vida.

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