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Hermeneutica Bíblica (Ponencia)
Hermeneutica Bíblica (Ponencia)
Introducción
La interpretación bíblica comparte el mismo recorrido que ha seguido la hermenéutica
dentro del ámbito de las humanidades y las ciencias sociales. En este sentido no se puede
hablar actualmente de una hermenéutica bíblica alejada o desvinculada de un horizonte
filosófico, pues todo ejercicio de interpretación de las Escrituras Cristianas supone una
mirada procedente de un marco epistemológico proporcionado por una visión filosófica de
la realidad. Así, en su momento, cualquier actividad hermenéutica sobre la Biblia es una
tarea realizada desde una matriz epistémica particular y concreta que le brinda significado a
la práctica interpretativa del sujeto que la efectúa.
Actualmente, la labor hermenéutica sobre la Biblia no se sustrae de las inquietudes
presente en otras áreas de las humanidades. El lenguaje común de la filosofía, y de las
humanidades en general, es la Hermenéutica. Vattimo (1992: 55-72) se refiere a la
hermenéutica como la “nueva koiné”, pues al igual que Heidegger (2000) asume que la
hermenéutica es la actividad primordial del ser humano. Desde esta perspectiva no hay
espacio humano que no implique una mirada hermenéutica sobre algún aspecto de la
realidad sometido a la interpretación.
La interpretación bíblica no ha escapado de este “giro hermenéutico” de la realidad.
Durante los últimos siglos ha habido una reconfiguración de la “metodología” de la
interpretación en la cual también ha participado la hermenéutica de los textos bíblicos.
Desde esta perspectiva existe un desplazamiento con referencia a dónde ubicar el sentido de
un escrito. En un principio, se consideraba que el sentido se localizaba en el contexto de
producción de un texto; posteriormente, el sentido se ubicaba en las relaciones internas del
texto con independencia del contexto de enunciación; por último, ahora el sentido se halla
en el contexto desde el cual se realiza la lectura de un texto, en otras palabras, es la mirada
del sujeto que lee la que le confiere sentido al ejercicio hermenéutico sobre el texto.
La idea central de la presente exposición es precisamente dar cuenta de ese
desplazamiento del sentido en la actividad hermenéutica al momento de interpretar las
Escrituras Cristianas. Con la intención de cumplir con dicho propósito se ha organizado la
disposición del contenido en dos grandes unidades de significado. En principio se aborda el
tema del desplazamiento del sentido. Luego, una vez establecido el contexto de recepción
como primordial para la actividad hermenéutica, se explora en la conclusión algunos rasgos
de la situación sociocultural del México actual desde la mirada del pensamiento crítico y
decolonial. La finalidad última de todo este recorrido es ampliar y situar la mirada desde la
cual el intérprete de los textos bíblicos realiza su práctica hermenéutica.
I. Acercamiento historicista
Dentro del desplazamiento de sentido, propuesto en el ejercicio hermenéutico del texto
bíblico, se pueden distinguir claramente tres paradigmas a seguir: el método histórico-
crítico y disciplinas afines; el estructuralismo; la hermenéutica filosófica-fenomenológica.
En cada uno de estos tres momentos ha habido un cambio radical en la manera de entender
dónde se localiza el sentido de un texto al momento de interpretarlo. A continuación, se
abordan por separado cada uno de estos tres acercamientos hermenéuticos mediante una
breve explicación y ejemplos que ilustran la secuencia metodológica con la que proceden.
El acercamiento historicista es el más común y tradicional, pues supone una metodología
acorde con las ciencias bíblicas y literarias. Esta perspectiva hermenéutica aloja un gran
número de planteamientos metodológicos tales como el método histórico crítico, el método
histórico gramático, la crítica literaria, la crítica de redacción, la crítica textual, la crítica de
formas, la crítica de fuentes, la crítica canónica y actualmente la crítica mimética, entre
otras metodologías de interpretación. A pesar de la diversidad de matices todas estas
propuestas metodológicas parten del mismo supuesto y comparten el mismo objetivo. La
tarea fundamental es reconstruir el contexto de producción del texto; es decir, se pretende
situarse en el contexto de origen con la finalidad de alcanzar la tan anhelada “objetividad”
exigida por el discurso de la ciencia positivista.
Desde este enfoque, se busca la interpretación “correcta” del texto. La única manera de
evitar la distorsión del sentido del texto es a partir de reconocer las huellas del contexto
original en el texto. En otras palabras, se persigue el ideal de recrear las condiciones de
lectura de la audiencia original a quien el texto fue dirigido. Así mismo, se busca también
situar las marcas de la época presentes en el texto que ayuden a comprender las causas por
las cuales el escritor dio origen a dicho escrito. De manera específica se considera que el
sentido del texto subyace bajo el contexto en el cual se generó. Indagar esas condiciones de
producción, conocer las causas de su escritura y precisar la audiencia son elementos
fundamentales que evitan que el texto “diga cualquier cosa”. La interpretación “objetiva”
mediante los procedimientos adecuados permite “anclar” el texto dentro un universo de
significados que da certeza al sentido del relato bíblico.
Bajo estas premisas la interpretación bíblica se reduce a una cuestión de método. La
hermenéutica termina siendo equiparable a la aplicación de ciertas “reglas” para el ejercicio
adecuado de la interpretación. El problema hermenéutico es cuestión de método. Al igual
que el discurso científico tradicional, las denominadas “ciencias bíblicas”, tienen como
prioridad establecer la objetividad de la producción de su saber. Una interpretación bíblica
se sostiene a partir de dar cuenta del contexto, pues un “texto fuera de contexto es un
pretexto”. Este acercamiento hermenéutico comparte la misma matriz epistémica de la
ciencia tradicional.
Con la finalidad de ilustrar este tipo de acercamiento metodológico al texto bíblico se
recupera el texto de Mt. 8.14-15. Este verso bíblico representa una pequeña unidad literaria
compacta que brinda la posibilidad interpretación desde diversos ángulos. El pasaje bíblico
dice los siguiente:
Texto griego1 Transliteración Traducción2
14
Καὶ ἐλθὼν ὁ Ἰησοῦς εἰς 14
Kaí elthón ho Iesous eis 14
Y al llegar Jesús a la casa
τὴν οἰκίαν Πέτρου εἶδεν τὴν tén oikían Petrou eíden tén de Pedro vio a su suegra
πενθερὰν αὐτοῦ pentherán autoú postrada y con fiebre. 15Y
βεβλημένην καὶ Bebleménen kaí tocó su mano y se le quitó
πυρέσσουσαν· 15καὶ ἥψατο piréssousan. 15Kaí épsato la fiebre, y se levantó y le
τῆς χειρὸς αὐτῆς, καὶ tés jeirós autés, kaí sirvió.
ἀφῆκεν αὐτὴν ὁ πυρετός, aphéken autén ho piretós,
καὶ ἠγέρθη καὶ διηκόνει kaí eguérthe kaí diekónei
αὐτῷ auto.
1
El texto griego es retomado de la versión de Nestle-Aland (2015: 21).
2
La traducción al castellano está retomada en parte de Fernández Marcos, Spottorno Díaz-Caro – Cañas
Reíllo (2020: 54).
3
Al respecto el siguiente comentarista puede ilustrar muy bien la perspectiva que se está planteando:
“Curiosamente, en 1968 se acometieron excavaciones en un enclave del que se decía tradicionalmente que era
la verdadera casa de Pedro. Al examinar los vestigios de las iglesias centenarias, los excavadores llegaron a lo
que originalmente fue una casa, edificada en torno al 63 A.C. Todas las pruebas históricas y arqueológicas
han conducido a la mayoría de los eruditos a concluir que se trataba realmente del hogar original de Pedro en
Capernaúm durante el ministerio de Jesús. La excavación de una sinagoga cercana es coherente con los
relatos de Marcos y Lucas que dan a entender que la sinagoga estaba cerca de la casa de Pedro” (Wilkins,
2016: 438).
Antigüedad. Así, dentro de esa sociedad, cuáles eran las posibilidades de sobrevivir a una
situación como la descrita. En muchas ocasiones, para aquella época, la fiebre era la
antesala de la muerte (Evans, 2012: 191). Para un acercamiento de esta naturaleza resulta
indispensable ubicar el tratamiento que se le daba a la enfermedad, la interpretación cultural
de un padecimiento y la visión clínica del mismo. El conocimiento de todo este contexto
facilita realizar una interpretación objetiva, libre de prejuicios, correcta y pertinente. Omitir
estos detalles puede dar pie a la realización de lecturas erróneas o distorsionadas. El
contexto sociocultural permite fijar la interpretación a un marco estable para que texto sea
leído de la manera adecuada, tal y como lo entendió la audiencia original.
Dentro de esta misma línea de interpretación historicista existen otros tipos de
acercamientos más especializados que van más allá de la determinación del contexto
sociocultural. Una de las cuestiones más importantes para una correcta interpretación radica
en disponer el texto original exacto. En el caso de los versos analizados, en la última frase
del relato existe una discrepancia notable entre los manuscritos y testigos que transmiten el
texto concerniente a Mt. 8.15. Algunos textos emplean el pronombre personal en singular
(auto, a él); mientras que otro conjunto de manuscritos transmiten el pronombre en forma
plural (autois, a ellos). La situación no queda clara, pues no se puede establecer cuál de las
dos lecturas es la “original”. Una comparación entre las diferentes traducciones ilustra la
dificultad para establecer la objetividad del texto:
4
Para una distinción entre métodos sincrónicos y diacrónicos ver a Piñero – Peláez (1995: 333-492).
5
También habría que considerar que no solamente Jesús es quien realiza la acción de tocar. El evangelio
registra que Jesús es “tocado” por la gente: 9.20, 21; 14.36.
griego pur equivalente a “fuego”. La fiebre se menciona dos veces en este mismo pasaje.
Es esa la causa por la cual la suegra de Pedro no puede servir a Jesús, pues se encuentra
contagiada de “fiebre-fuego”. Dentro de la narrativa del evangelio el fuego es mencionado
tres veces en el discurso de Juan el Bautista como parte del castigo divino 3.10,11,12.
Desde esta perspectiva semántica “la suegra representa pues, el grupo humano al que Pedro
se ha vinculado libremente y que profesa la concepción mesiánica propia de Juan el
Bautista. La de un Mesías reformista violento, que ejercía inmediatamente un juicio sobre
los malvados o pecadores” (Mateos – Camacho, 1981: 83). Para realizar este tipo de
análisis no se requiere tener en cuenta el horizonte histórico de la “fiebre” ni de la
enfermedad. Tampoco es necesario indagar sobre la “casa” o “suegra” de Pedro. La
relevancia consiste en precisar el uso de fuego dentro del propio evangelio Mateo y con ello
interpretar la fiebre dentro del pasaje.
Un acercamiento distinto a este mismo pasaje, pero dentro de la metodología
estructuralista todavía, es el concerniente a la estructura de composición. Tal vez este tipo
de análisis sea el extremo del estructuralismo, pues prácticamente desaparece cualquier
noción de contexto histórico e incluso deja de lado el contexto semántico. La ubicación del
sentido se ubica dentro de la propia estructura interna del relato. A continuación, se
presenta la narrativa desde el punto de vista de la estructura de composición. La secuencia
del contenido está organizada en una estructura quiásmica (Luz, 2001: 39):
Y al llegar Jesús a la casa de Pedro vio a su suegra:
6
El quiasmo es una figura literaria que consiste en “repetir expresiones iguales, semejantes o antitéticas,
redistribuyendo las palabras, las funciones gramaticales y/o los significados en forma cruzada y simétrica, de
manera que, aunque se reconozcan los sonidos como semejantes, o las posiciones sintácticas como
equivalencias contrapuestas, ofrezcan una disparidad de significados que resulte antitética, pues el cambio del
orden de las palabras influye en el sentido” (Beristáin, 1992: 410).
histórico, ni el campo semántico de los términos, porque la estructura interna posee el
sentido propio de la narración. Al ubicar todo el sentido dentro de la estructura la
consideración del sujeto y de la audiencia originales pierde absoluta relevancia. El sentido
básico de la interpretación estructuralista del pasaje mateano es que sin Jesús hay una
situación de enfermedad, pero con el “toque” de Jesús la situación inicial es totalmente
trastocada (Patte, 1987: 116). El sujeto como autor desaparece completamente del texto, no
se requiere contexto ni audiencia, pues la estructura es la que contiene todo el sentido de la
narración. La interpretación bíblica consiste en identificar esas estructuras internas
mediante las cuales se organiza el sentido y significado de los textos. El sentido del texto
no reside en el contexto histórico, sino en las estructuras de composición. La objetividad de
la interpretación subyace en la identificación de la estructura la cual es evidente en sí
misma.
Conclusiones
Todo este recorrido acerca de la hermenéutica ha servido para ubicar la importancia del
contexto desde el cual se realiza cualquier práctica de interpretación. La lectura de la
Biblia no es ajena a este desplazamiento del sentido hacia el contexto del lector. Por esta
razón, cuando se intenta abordar la “interpretación bíblica en la realidad del México actual”
es primordial ubicar el ángulo desde dónde se lee la “realidad del México actual”. No hay
una posición objetiva desde la cual enfocar la mirada del escenario actual en nuestro país,
pues toda lectura que se realice siempre implicará la postura del “sujeto”. Por consiguiente,
cuando se intenta hacer una interpretación bíblica con respecto a la realidad mexicana vale
la pena visibilizar el lugar desde dónde se lee. De ahí, que toda interpretación sobre la
condición mexicana tiene que implicar la pregunta “por qué se lee de esa manera el texto
bíblico”; es decir, qué supuestos, prejuicios, estereotipos, inquietudes son las que
determinan esa mirada particular.
Las posibilidades de lectura de esa realidad denominada “México actual” son enormes.
Sin embargo, no todas conducen a los mismos escenarios. Habrá algunas miradas
conservadoras, tradicionales o fundamentalistas que intentarán retener, restringir y cosificar
la libertad humana, las condiciones de existencia y el encuentro con lo diferente. En
cambio, también es posible acuñar miradas liberadoras que faciliten el diálogo con la
diferencia y la diversidad, que permitan el encuentro con el otro, y que promuevan
condiciones de justicia. Ambas miradas, la conservadora y la liberal, podrán encontrar
sustento bíblico para reafirmar el sistema de creencias que la sostienen. Por consiguiente, la
interpretación bíblica en la realidad del México actual implica asumir una postura sobre el
tipo de sociedad que se pretende construir. Interpretar la Biblia termina posicionando al
lector frente a un proyecto social, político y económico, será tarea de la hermenéutica hacer
evidente esa mirada.
Para el caso de la realidad mexicana sería conveniente transitar hacia nuevos espacios de
encuentro y diálogo. La deconstrucción de la mirada fundamentalista arropada con textos
bíblicos resulta una tarea vital importancia. Si realmente se desea situar la actualidad de la
realidad mexicana dentro de la interpretación bíblica, entonces habría que mirar el texto
bíblico con una perspectiva diferente para realizar lecturas distintas. La práctica
interpretativa de la Biblia nunca es neutral, sino que siempre termina asumiendo un
horizonte cultural y justificando un proyecto social cualquiera que sea. La objetividad en la
interpretación es una “ilusión” que sirve a los intereses de un grupo en el poder, pues bajo
la premisa de una interpretación objetiva se esconde una mirada sociocultural que pretende
descalificar lo que en su opinión no concuerda con el texto bíblico. La supuesta lectura
“objetiva” de la Biblia olvida que su interpretación finalmente también corresponde a un
horizonte cultural; lo trágico es el ocultamiento que se realiza apelando a un ficticio
contexto histórico del pasado para legitimar sus prejuicios culturales presentes.
Así, lo más pertinente y honesto sería hacer evidente los supuestos desde los cuáles se
interpreta el texto bíblico. De esta manera, la hermenéutica bíblica se convierte en una
cuestión de elección, interpretar se convierte en sinónimo de elegir. Hay una implicación
evidente del sujeto que lee con la forma con la percepción de su propia realidad. Por eso a
la par que se educa en los “métodos” de interpretación bíblica, también es conveniente
educar la mirada. No basta con saber leer el texto bíblico, también es importante saber leer
la realidad sociocultural, pues esta última, sin duda, encausará la práctica interpretativa de
la Biblia.
Finalmente, esa realidad denominada “México actual” puede tener muchas lecturas,
pero las propuestas liberadoras y de justicia social son las que deberían de prevalecer. Así,
toda perspectiva de deconstrucción de los intereses de clase, género o raza, o bien, todo
aquello que cuestione el colonialismo, el sistema patriarcal y el capitalismo (De Sousa
Santos, 2017), son intentos alternativos de lecturas diferentes a la mirada fundamentalista.
El fundamentalismo no es un acercamiento presente a lo largo del cristianismo. La mirada
religiosa de la sociedad siempre ha estado presente en la historia de la humanidad; sin
embargo, lo realmente novedoso y desconcertante es la mirada fundamentalista de la
religión.
Referencias bibliográficas