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(2010).Contemporary Psychoanalysis. 46(1):32-47.

Relaciones de Objeto en el Psicoanálisis Contemporáneo:


Contrastando Puntos de Vista.
Harold P. Blum, M.D.

Las perspectivas de las relaciones de objeto tienen un peso fuerte en el


concepto contemporáneo de proceso analítico bipersonal, incluso frente a
psicoanalistas tradicionales. Con el reconocimiento de la intersubjetividad, la
idea caricaturizada de un analista sin afectos y neutral ha sido reemplazada por
el modelo de un analista con empatía, interés terapéutico y suficiente neutralidad
y objetividad. También, las teorías de relaciones de objeto, han sido importantes
en la cambiada comprensión de la contratransferencia, pasando de ser un punto
ciego focal a una influencia ubicua que puede lograr el avance del proceso
analítico. “Tomando el espacio en cuenta” {“Minding the gap”} entre las
diferentes escuelas, describo y comento de forma breve las visiones
contrastantes de las teorías y prácticas relativamente tradicionales o populares,
y las de las relaciones de objeto. Discuto el cambio de un enfoque de proceso
analítico unipersonal en los conflictos intrapsíquicos del paciente, a un proceso
analítico tanto unipersonal como bipersonal. Considero la transferencia, así
como la contratransferencia; el énfasis en las relaciones analíticas de “el aquí y
el ahora” {here-and-now}; el cambio analítico efectuado a través de la
interpretación y el insight, contra el cambio a través de relaciones de objeto
diádicas y la experiencia; y el analista como objeto real, siendo a su vez un
objeto transferencial. Desde una perspectiva teórica, me dirijo a las relaciones
de objeto, como precursores y fundaciones necesarias para la formación de la
estructura psíquica dentro de la teoría de la estructura tripartita, así como los
contrastes y contribuciones de la teoría de las relaciones de objeto a la misma.
También se discutirán los temas de relaciones de objeto contra la teoría del
impulso instintivo, las nociones de relaciones con objetos externos contra el self
inconsciente, al igual que las representaciones de objeto y las relaciones con
objetos internalizados.
El psicoanálisis siempre ha incluido una teoría de relaciones de objeto, por
ejemplo, en la comprensión del desarrollo y de la psicopatología. De forma paralela al
desarrollo de la teoría analítica, el rol y el significado de la relación analítica en el
proceso analítico ha sido siempre considerado. La importante división del psicoanálisis
entre la teoría tradicional y las teorías de las relaciones de objeto se ha vuelto aún más
pronunciada en el siglo XXI. Las relaciones de objeto han tomado el centro del
escenario en las discusiones y publicaciones psicoanalíticas, retando conceptos
teóricos previos, y el rol técnico de la abstinencia, la neutralidad y la objetividad en el
proceso analítico. Sugerir el abandono de la neutralidad técnica podría fácilmente
desviar las propias asociaciones del paciente, gratificar demandas transferenciales
infantiles y promover un acting out conjunto.
Freud (1915) notó que el impulso tiene un objeto al que es atraído y una meta,
la cual es el acto por el cual el impulso suele conseguir gratificación con el objeto. Para
él, el primer objeto es esencialmente un cuidador maternal humano, incluso si el objeto
pudiese ser altamente variable en su búsqueda por la satisfacción del impulso.
Freud (1940) en sus últimos comentarios incisivos, anticipó y en general aceptó
formulaciones contemporáneas respecto al desarrollo de las relaciones de objeto: “La
madre, a lo largo de la vida, se establece como el primer y más fuerte objeto de amor,
el prototipo de todas las posteriores relaciones amorosas para ambos sexos.” Debe
considerarse que la definición de objeto y sus variaciones conceptuales depende del
marco analítico y el contexto. Los términos de objetos parciales y objetos completos
necesitan objetos satisfactorios; los objetos narcisistas, objetos del self, objetos
escindidos y la constancia de objeto no han sido empleados con consistencia o con un
significado consensuado. Por ejemplo, objeto del self es definido dentro del marco de la
psicología del self, pero se utiliza de un modo más suelto y general. Por el bien de la
claridad, utilizo el término relación de objeto para connotar relaciones con otros y el
término relaciones de objeto para connotar la teoría y la práctica de los diferentes
marcos teóricos de las relaciones de objeto.
En cuanto al proceso analítico, discuto el cambio que va desde un enfoque
unipersonal a los conflictos intrapsíquicos del paciente, y su paso a una visión tanto
unipersonal como bipersonal en el proceso analítico. Considero la contratransferencia,
así como la transferencia; las relaciones analíticas que enfatizan “el aquí y el ahora”
que brindan poca importancia al pasado genético y a la infancia; el cambio analítico
efectuado a través de la interpretación y el insight contra el cambio mediante la relación
diádica y experiencias con el objeto; y el analista como un objeto nuevo y real, así
como el analista modo de objeto transferencial. En el psicoanálisis contemporáneo la
experiencia compartida entre analista y paciente es complementaria a la interpretación
y al insight. Para los pacientes muy infantiles, pacientes con déficits del yo, y pacientes
severamente regresionados, la experiencia de intimidad con el analista, la empatía, la
atención, y el ser escuchados puede ser más importante con el paso del tiempo que la
asimilación de un insight. Ni las personalidades fronterizas ni las narcisistas, pasan
forzosamente a ser neuróticos analizables a consecuencia de psicoterapia
psicoanalítica prolongada.
Desde una perspectiva teórica, considero el tema de las relaciones de objeto
como precursor y fundamento de la formación de la estructura psíquica dentro de la
teoría estructural tripartita, contrastada y enriquecida por la teoría de las relaciones de
objeto.También se discuten los temas de relaciones de objeto contra la teoría del
impulso instintivo, las nociones de relaciones con objetos externos contra el self
inconsciente al igual que las representaciones de objeto y las relaciones con objetos
internalizados.
Lamentablemente, a través de los años ha habido pocos foros y conferencias,
en las que se puedan contrastar las teorías de las relaciones de objeto dentro de la
teoría psicoanalítica tradicional; las teorías de las relaciones de objeto han
evolucionado de otras escuelas de psicoanálisis. La escasez de los encuentros y la
ausencia de cualquier encuentro entre las mentes se ha compuesto a lo largo de los
años por el hecho de que hay dos líneas de trabajo. La psicoanalítica tradicional y las
de otras escuelas de análisis fueron separándose y creciendo cada una en relativo
aislamiento de las demás.
Se han pasado por alto algunas de las influencias positivas importantes que la
teoría de relaciones de objeto tiene sobre el psicoanálisis tradicional. Se descartó el
modelo de las ciencias naturales del analista objetivo, que observa las asociaciones
libres del paciente, de moda durante los primeros diez o veinte años posteriores a la
Segunda Guerra Mundial. Las viejas metáforas idealizadoras del analista como un
lienzo en blanco o espejo que refleja acertadamente sólo la psique del paciente, sin
influencia del analista o la situación analítica, como un cirujano operando en un medio
estéril sin respuesta afectiva alguna proveniente de sí mismo, han sido abandonadas.
El analista ya no es frío, impersonal, un científico desapegado o un autómata silencioso
con cara de piedra que de vez en cuando suelta insights mediante una interpretación
finamente formulada. El analista y el paciente están emocionalmente involucrados y
perceptivos a las reacciones y el carácter del otro. El analista sí es un observador
participativo (Sullivan, 1953), una presencia que es percibida en una variedad de
formas. Los teóricos de las relaciones de objeto han enfatizado particularmente la
naturaleza interpersonal e intersubjetiva del proceso y la situación analítica.
Las teorías de las relaciones de objeto han contribuido significativamente a un
cambio en el ambiente y la atmósfera de la situación psicoanalítica. Críticos a cualquier
insinuación de ortodoxia rígida, los teóricos de las relaciones de objeto promueven una
actitud no dogmática y benevolente, enfatizando una técnica flexible que reconoce la
inevitable transmisión proveniente del analista de las esperanzas y expectativas que
tiene del paciente, del proceso y los resultados del tratamiento. La presunta actitud
autoritaria del analista tradicional aplica a algunos analistas, sin embargo no era lo
usual. De hecho, muchos “analistas tradicionales” se han inclinado desde hace ya
tiempo a una técnica flexible, que en ocasiones incluye consejos, educación y humor,
así como instrucciones urgentes. El analista es una autoridad, pero no una
personalidad autoritaria, sin ser un fanático de la terapia, tiene un interés definitivo en el
bienestar del paciente y su beneficio terapéutico.
Los analistas de las relaciones de objeto que abogan por la igualdad y simetría
en el trabajo analítico tienden a exagerar la posición analítica putativa previa de
superioridad agrandada. La situación analítica es asimétrica: el analista aprende sobre
los pensamientos y emociones privadas del paciente pero al paciente no se le informa
de las asociaciones libres del analista o sus reflexiones privadas. El analista tiene
especialización técnica y conocimiento analítico, y es competente para clarificar e
interpretar las asociaciones libres del paciente. El concepto superficialmente atractivo
de un proceso analítico democrático y amigable, deja de lado el gran conocimiento que
tiene el analista de la conducta del proceso analítico adquirido a partir de su propia
educación analítica, análisis personal y capacidad de autoanálisis. ¿Por qué un
paciente habría de pagar un tratamiento con un analista que carece de especialización
y entendimiento de los conflictos y problemas? Esta crítica a una clínica democrática no
implica una preferencia por la autoridad idealizada, ni tiene la intención de sugerir una
falta de consideración y respeto a la personalidad única de cada paciente, sus valores
o aspiraciones. Los acercamientos técnicos varían con cada diada analítica y se
vuelven más específicos con el incremento de la comprensión del diagnóstico, la
personalidad, fortalezas, vulnerabilidades y déficits.
Entre las diferentes escuelas analíticas se reconoce la comunicación bilateral
inconsciente, la identificación proyectiva así como las mutuas influencias entre analista
y analizado. La técnica analítica se ha vuelto más flexible y orientada a una exploración
amigable y conjunta, con menor énfasis en derribar las resistencias del paciente y del
analista. Para estar seguros, estas tendencias formaban parte del psicoanálisis de hace
50 años, como se observa en las formulaciones de Spítz (1956) sobre la actitud
diatrófica, en Stone (1961) y la neutralidad benevolente, en Gitelson (1962) y el soporte
anaclítico, y en Winnicott (1965) con el ambiente sostenedor. Formulaciones
posteriores de la alianza de trabajo (Greenson, 1956) fueron construidas sobre las
formulaciones freudianas (1913) de transferencia positiva afectiva, rapport apropiado, y
“todo lo que un analista debe hacer en un sentido positivo” (p.252). El pacto analítico de
Freud (1940) podría ser mantenido aún en la presencia de una transferencia negativa
llevando al paciente a la búsqueda de un significado afectivo a partir de los datos
analíticos. Freud (1905), en el proceso del descubrimiento y comprensión de la
transferencia en el caso Dora, se preguntó si había dicho o hecho algo para evocar las
reacciones transferenciales de la joven. Por lo tanto, el proceso analítico bipersonal, en
lugar de enfocarse únicamente a los conflictos y fantasías intrapsíquicos del paciente,
tuvo muchas fuentes tempranas dentro y fuera del psicoanálisis tradicional. Un proceso
de dos personas tomando en cuenta la influencia interpersonal bilateral había sido
considerado en varias ocasiones en la literatura por varios autores, incluyendo a Balint
y Balint (1939), Winnicott (1965), Klein (1957), y más recientemente a Renik (1998) y
a Gill (1994). Kohut (1977) enfatizó la importancia de la empatía analítica, y
actualmente hay apreciación de sintonización {Attunement} tanto en el psicoanálisis del
desarrollo y el clínico.
Es imposible hacer justicia a todas las contribuciones de las teorías de las
relaciones de objeto actuales, y en particular al rol importante de la contratransferencia
en el psicoanálisis. A medida que el psicoanálisis fue evolucionando, la
contratransferencia cobró mayor importancia, hasta llegar a la par del crítico rol del
análisis de la transferencia. Lejos de la noción original de la contratransferencia como
punto ciego focal del analista, ahora es reconocida como ubicua, universal y
potencialmente ventajosa para el proceso analítico (Hermann,1950; Racker, 1968). De
forma similar, el considerar al analista como objeto real y como objeto nuevo (Loewald,
1960) surgió en teorías de las relaciones de objeto respecto a lo interpersonal e
intersubjetivo del proceso psicoanalítico. Si un paciente alega que su analista está
siendo crítico o insensible, puede ser que el paciente haya percibido correctamente la
actitud real del analista. La transferencia debe distinguirse de la realidad y la
transferencia dirigida al analista, de la desplazada a otros objetos. La postura extrema
de considerar únicamente la transferencia devalúa las relaciones de objeto externas y
fomenta la diada analítica narcisista (por ejemplo, la admiración mutua) especialmente
en un análisis prolongado (Blum, 1983). La influencia e interpretación
extratransferencial puede ser muy significativa. Una diada narcisista es representante
de una complicidad inconsciente en el trabajo analítico; la complicidad puede tomar
otras formas sutiles. En la psicoterapia psicoanalítica la relación de objeto diádica tiene
gran importancia pues el análisis del conflicto inconsciente tiene muchas limitaciones.
Al escuchar presentaciones y discusiones de material clínico sobre relaciones de
objeto por exponentes de dichas teorías, se evidencian las fuertes diferencias
relacionadas a la práctica y la teoría respecto al psicoanálisis tradicional. La falta de un
esquema de desarrollo en las teorías de relaciones de objeto, deja la noción de que la
relación de objeto es algo muy cercano a un modelo no modificado de la relación
diádica temprana. Esta formulación toma poco en cuenta el desarrollo del objeto desde
el primer objeto libidinal o de amor, el apego al objeto primario hasta el momento del
desarrollo de la constancia del self y de objeto al concluir el proceso de separación e
individuación (Mahler, 1971). La separación e individuación es suprimida por los
objetos edípicos tríadicos de la fase edípica del desarrollo, pero la constancia de objeto
es necesaria para el desarrollo completo y la consolidación del complejo de Edipo. La
progresión del desarrollo, con consideración a ambas continuidades y
transformaciones, es crucial para los conceptos comunes de self y representación de
objeto.
Las discusiones entre colegas de escuelas de relaciones de objeto tienden a no
tomar en cuenta el pensamiento de proceso primario inconsciente, conflicto
inconsciente, y las fantasías conscientes y preconscientes. Se pone atención al
consciente y lo interpersonal, la formación de influencia intersubjetiva entre el paciente
y el analista de forma mutua. Se tiende a pensar en los problemas actuales cuando se
escucha, selecciona, formula, clarifica e interpreta la relación analítica. Se ayuda al
paciente a identificar verbalmente, a comunicar, clarificar, reflexionar y a resolver estos
problemas y los conflictos actuales. Se pasan por alto la interpretación y el insight de
los conflictos inconscientes del paciente, las fantasías inconscientes así como las
reacciones transferenciales inconscientes. En su lugar, se enfatizan la ruptura y
reparación de la relación, la matriz de la relación, el canal de comunicación y la
articulación de pensamientos y emociones no formuladas en el proceso analítico. El
cambio analítico es efectuado mediante la experiencia de la relación mas no a través
del insight, el trabajo del conflicto inconsciente y el trauma. Tampoco hay un intento
sistemático de analizar determinantes genéticos de los conflictos inconscientes
infantiles del paciente. La infancia del paciente recibe atención mínima, mientras que la
importancia de la experiencia de la niñez, las fijaciones, y la fantasía de la personalidad
adulta son fuertemente abordadas.
Dada la diversidad que existe tanto en el psicoanálisis tradicional como en las
diferentes escuelas de relaciones de objeto, estoy impresionado por cómo se
minimizan el conflicto inconsciente y la fantasía. Un enfoque de las relaciones de objeto
que se reduce al aquí y el ahora presta poca atención a la repetición de traumas
pasados y perturbaciones del desarrollo subsecuentes, así como a los movimientos
regresivos y progresivos del proceso analítico. Los adeptos a las escuelas de
relaciones de objeto tienden a priorizar el trabajo analítico en el consciente sobre el
inconsciente, el presente sobre el pasado, la realidad sobre la fantasía. Se deja de lado
lo que Freud (1912) definió como el uso del “inconsciente del doctor” {“Doctor’s
unconscious”} para reconstruir “ese inconsciente que determina las asociaciones libres
del paciente” (p.116). En lugar de tal reconstrucción, los conflictos conscientes actuales
así como los preconscientes son elaborados dentro de la diada analítica, mediante la
influencia modeladora relativamente realista entre los dos participantes. La
reconstrucción, también devaluada por el actual énfasis analítico en el aquí y el ahora,
se torna en construcción. En los marcos de las relaciones de objeto, se considera que
la transferencia, contratransferencia y el campo analítico son co-construidos. La co-
construcción del proceso analítico está conceptualmente entrelazada con un énfasis
excesivo en el aquí y el ahora mientras se deja de lado la dinámica infantil
inconsciente. La historia de vida del paciente tiende a ser eliminada de la realidad, ya
sea que se reduzca a un mito personal o sea tratada como casi irrelevante. Las
dimensiones históricas clásicas y genéticas del psicoanálisis son reemplazadas por un
nuevo énfasis en una narrativa analítica construida. De forma paralela a la inatención a
la fantasía inconsciente, el rol de las pulsiones sexuales y agresivas son devaluadas o
desechadas (Rangell, 2004). Las relaciones de objeto han sustituido en gran medida
los conceptos de pulsiones y defensas. Contrario a algunas escuelas de relaciones de
objeto, el psicoanálisis contemporáneo dominante reconoce la importancia e
interrelación de las pulsiones sexuales y agresivas, y las relaciones de objeto.
Desde el principio, Freud empleó conceptos relacionales en la teoría y la
práctica del psicoanálisis (Breuer y Freud, 1895). La existencia de una división entre
las teorías de relaciones de objeto y la pulsional es artificial puesto que ambas están
entrelazadas en la teoría del desarrollo psicoanalítico (Mills, 2005). Las pulsiones y los
afectos tienen una base biológica, elementos esenciales del desarrollo humano innatos
para la vinculación con los objetos. Me parece que ignorar las pulsiones y los afectos
de origen biológico en pos de las relaciones de objeto es una sobre simplificación. La
relación de objeto primaria y el proceso de apego y separación e individuación no
pueden evolucionar de forma normal sin una gratificación oral y del hambre, así como
una comunicación y regulación de afectos del infante por parte de su guardián. La
teoría psicoanalítica predominante conceptualiza la interacción de la pulsión, el afecto y
relaciones de objeto en el desarrollo de la estructura psíquica.
La teoría del afecto ahora toma en cuenta la diferenciación, modulación,
regulación, y comunicación recíproca, en lugar de fenómenos de descarga. En la teoría
dominante, la motivación y el ímpetu para la acción implican pulsión y afecto dentro del
contexto de las relaciones de objeto. El objeto intrapsíquico y las representaciones del
self ya no se consideran como estáticas, sino como evolucionando en conjunción con la
pulsión, el afecto, la memoria y los procesos cognitivos. Los conceptos del self y la
representación de objeto son interdependientes, de forma que esas dos
representaciones pueden ser conceptualizadas como relaciones de objeto
internalizadas e investidas de afecto (Kernberg, 2004). La mayoría de los
psicoanalistas contemporáneos afirman la importancia de la ‘realidad psiquica’
inconsciente y de la realidad externa en el desarrollo y el trastorno. Clínicamente y
hasta cierto punto teóricamente, dos perspectivas extremas del proceso analítico han
aparecido. En un extremo, sólo la fantasía inconsciente y el significado inconsciente
son considerados; en el otro polo, sólo las influencias interpersonales y realistas son
reconocidas. La primera descuida la realidad, y la otra el inconsciente. Ningún aspecto
de esta dicotomía hace justicia a la complejidad de las representaciones intrapsíquicas
del objeto en el desarrollo ulterior y en el psicoanálisis clínico.
Una cuestión concerniente al carácter fantaseado de las representaciones de
objeto primario es, por ejemplo, el dividirlas todas en completamente buenas y
completamente malas, objetos idealizados y persecutorios objetos u objetos parciales.
En el psicoanálisis tradicional, las representaciones del self y de los objetos tienen
componentes derivados de la fantasía y la realidad. El mundo representacional
intrapsíquico es por lo tanto algo diferente del mundo objetal externo, real, aunque se
derive parcialmente de los objetos externos. De aquí la necesidad de usar el término
“objeto” en lugar de “persona". En el desarrollo, la diferenciación del self y del objeto
intrapsíquicos se presenta de forma gradual, se va consolidando, integrando, volviendo
realista, madurando. Sin embargo, las formulaciones iniciales de la pulsión de objeto
psicoanalítica, no tomaron en cuenta de forma suficiente los atributos reales del objeto
y la identificación con el objeto real. Además, el término objeto libidinal ya no puede ser
equiparado a objeto de amor; el amor abarca mucho más que investidura libidinal.
Actualmente, los psicoanalistas consideran la internalización de las relaciones
del self y de los objetos en lugar de las representaciones del self y objetos per se
(Sandier y Sandier, 1998). Estas deseadas y temidas relaciones de self y objeto,
“relaciones de objeto internalizadas”, mutuamente determinadas por conflictos
inconscientes, aparecen en las fantasías de transferencia y contratransferencia del
paciente y el analista. Las representaciones intrapsíquicas del self y objeto, la relación
entre ellos, y los afectos asociados son componentes importantes que funcionan como
bloques para la construcción del yo. El mundo de relaciones de objeto internalizadas
coexiste y contribuye a otras funciones del yo, tales como la diferenciación, integración,
regulación afectiva, y adaptación a la realidad. Técnicamente, la fantasía inconsciente
reprimida, con el importante componente de relaciones de objeto internalizadas, ha
sido el enfoque del trabajo analítico con los sueños, la transferencia y el acting out. Con
el debilitamiento de la psicología del yo americana, hay un mayor interés en las
defensas primitivas. El trabajo con pacientes fronterizos y severamente traumatizados
ha llevado a un nuevo énfasis en la disociación, división y fragmentación. Por ejemplo,
memorias y fantasías asociadas al abuso infantil traumático pueden ser reprimidas o
disociadas. El self dividido también puede mantenerse en el desconocimiento de otras
relaciones. La división es similar a la negación del yo y el reconocimiento simultáneo
del trauma. La duda de la realidad del abuso suele asociarse a la identificación con el
agresor y con la negación y las mentiras del agresor. En otra forma de disociación,
representaciones de un self u objeto idealizado o denigrado pueden ser mantenidas en
la consciencia sin un conocimiento completo, o sin un sentido de contradicción e
incompatibilidad. Estas relaciones de self y objeto incompatibles pueden alternarse
rápidamente en la transferencia fronteriza. El analista puede representar de forma
alternante el self y objeto del paciente o su objeto narcisista (Kernberg, 2004).
El deseo de actualizar la fantasía inconsciente en el aquí y el ahora de la
transferencia analítica (así como en la contratransferencia) y el reconocimiento de los
actos inconscientes en ambos lados de la diada analítica han contribuido a la
formulación contemporánea de la construcción del proceso analítico. La historia de vida
del analizado es vista similarmente como construcción. Creo que los elementos de co-
contrucción son ubicuos, pero hay límites definitivos a la misma. La co-oconstrucción
tiende a pasar por alto la evocación del carácter y fantasías inconscientes
transferenciales preexistentes del paciente. La fantasía transferencial inconsciente, sin
embargo, contiene elementos de la realidad actual, análogos a los residuos del día de
un sueño.

Ilustraciones Clínicas
Considere el caso de una mujer obesa cuya obesidad precede por mucho al ser
paciente analítica. ¿Fueron co-construidos sus desórdenes alimenticios y demás
síntomas? No sólo su obesidad estaba ya presente mucho antes de su análisis, sino
que ella tenía una personalidad propia; desorden de carácter, tendencias depresivas y
masoquistas en su personalidad también precedían su psicoanálisis.
Dimensiones críticas de su historia de vida, tales como obesidad familiar o
predisposición a la diabetes, eran factores importantes, los cuales genéticamente y de
forma experiencial le influenciaron significativamente su propia obesidad y
vulnerabilidad diabética. Uno de sus primeros sueños fue que se le alimentaba con
comida de perro. ¿Nos sorprende que una mujer obesa sueñe que está siendo mal
alimentada? ¿Co-creó el analista el sueño, o fue el “no ser bien alimentada” un hilo rojo
a lo largo de su vida? Este sueño fue co-creado hasta el punto en el que la
transferencia fue influenciada por la auto revelación de la falta de experiencia del
analista con trastornos de alimentación, ofreciendo a la paciente una tarifa reducida
para hacer posible el análisis. La paciente sospecha de los motivos del analista y se
preocupa por la posibilidad de recibir un tratamiento pobre.
Para ella, un tema importante del análisis era ser bien o mal alimentada,
nutrición o inanición, banquete o carencia. En un punto, para tranquilizar al analista, a
quien sintió devaluar y a quien fantasea que le podría dejar en inanición o abandonarle,
le trajo como regalo panqués hechos en casa. Revirtiendo roles, ahora ella era la
madre que alimentaba, nutriendo al self vacío del analista. Su necesidad de recursos
narcisistas y alimento emocional se extendía a su esposo e hijos. Estaba
inevitablemente decepcionada y descontenta porque ni su familia actual ni su familia de
origen le proveía los recursos narcisistas y orales de los cuales siempre se sintió
despojada. La deprivación le dejó particularmente vulnerable a la sobreestimulación
seductiva traumática. Estos patrones de interacción de mostrarse en necesidad y ser
demandante, por un lado, y ser demasiado indulgente y emocionalmente
sobrealimentante por el otro, precedían al análisis y continuaron durante éste. Su
hambre por el amor incestuoso estaba condensada dentro de su avaricia oral. Era
incapaz de efectuar una regulación de impulsos y era propensa a comportamientos
episódicos impulsivos. Presionaba al analista para que fuera nutricio y conversador,
usándolo como un representante del superyó que proveería los controles que a la
paciente le faltaban. Cuando se sentía particularmente vacía, la paciente buscaba una
relación emocionalmente nutritiva, un bocadillo desesperadamente necesitado, que
también servía como una fantasía de gratificación edípica. Ella deseaba un
reaseguramiento de no represalias por su hambre oral y edípica de amor y su ira ante
la decepción y frustración. La neutralidad y la objetividad del analista estaban siendo
puestas a prueba, y la paciente temía y quería la indulgencia y el castigo del analista.
Una situación tal, en mi opinión, no requiere el abandono de la neutralidad
analítica y la objetividad sino mantener tanta actitud analítica y objetividad como sea
posible. Idealmente, la contratransferencia no debería de actuarse, sino analizarse y
modularse. Complican el panorama los problemas de salud, tales como restricciones
dietéticas debidas a la obesidad y la tendencia a la diabetes, así como envidia por la
aparente buena salud y peso normal del analista. El estigma social asociado a la
obesidad no es material primario de la co-construcción analítica; es una situación que
puede sutilmente entrar a la transferencia y contratransferencia. El contexto es siempre
importante, así como lo pueden ser complicaciones que deban recibir tratamiento
médico. Con el paso del tiempo, en la relación de la diada paciente-analista, pasarán
desapercibidas actuaciones sutiles, menores. Aun así, las mayores facetas de la
psicopatología del paciente están determinadas genéticamente por las experiencias
tempranas del paciente y su vida previa a la adultez. Sus conflictos estarán presentes
sin importar quién sea su analista, aunque serán coloreados por la intersubjetividad.
Mucho de la teoría tradicional sobre técnica ha sobrepasado el paso del tiempo. Estoy
de acuerdo con la técnica tradicional en la que el analista debe minimizar sus
influencias subjetivas. La intrusión mínima del analista, la no interferencia en la
situación de vida del paciente y la neutralidad técnica permiten a los pacientes entender
sus propios síntomas, carácter, comportamiento y fantasía de vida, tomando
responsabilidad de éstos.
En otro caso, una madre emocionalmente desapegada y deprimida, en efecto,
empujó a su hija (ahora paciente adulta), en efecto, hacia un padre incestuosamente
seductor. En la infancia la paciente no fue sólo sometida a abuso sexual y presenció
abuso físico sino que, también, sufrió abuso verbal a modo de obscenidades toscas y
comunicaciones agresivas vívidamente eróticas. La niña también fue expuesta a las
infidelidades extramaritales de sus padres.
Con una paciente así, además de interpretar la transferencia y
contratransferencia, son esenciales la comprensión analítica de la psicogénesis y la
reconstrucción psicoanalítica. La niña y adolescente seducida puede temer la
seducción y sin embargo comportarse de manera seductora, decepcionándose pero
aliviándose de que el analista no sea seducido. La experiencia de la infancia es
repetida en la elaboración de la fantasía de la transferencia aunque más o menos
disfrazada. El silencio del analista, su fracaso al interpretar, las fallas en la
interpretación y el entusiasmo o desaprobación inconsciente de los enactments del
paciente pueden contribuir a la co-construcción del proceso analítico. Pero las
cuestiones básicas son mayoritariamente determinadas por las fantasías infantiles
inconscientes, fijaciones infantiles y perturbaciones del desarrollo en el contexto de las
relaciones sociales y familiares, y experiencias abusivas en la vida de la paciente.
Experiencias de la vida actual y del análisis pueden evocar o provocar
reacciones transferenciales que pueden incluir la reactivación de una experiencia
traumática del pasado.
Consideremos el caso de un veterano marcado por la guerra que
sobrerreacciona ante una alarma de incendio o una sirena policiaca. Las siguientes
asociaciones fueron obtenidas en el aquí y el ahora de un hombre joven. El paciente
verbaliza pensamientos y emociones sobre la educación pública y el problema de
poder conectar a profesores sean dedicados a enseñar, con alumnos que realmente
quieran aprender. De ahí, pasó a discutir la voluntad de pagar por una educación fina,
pero notó que encontrar buenos profesores es difícil, y que normalmente les falta
entrenamiento y experiencia suficiente. Sobre la educación pública, comentó que los
profesores comúnmente tienen la dificultad de manejar una gran cantidad de
estudiantes en salones sobresaturados. Esto llevó al paciente a tener pensamientos
sobre salones sobresaturados, anticonceptivos y control de población. Demasiados
hijos en una familia, virtualmente garantizaría ignorancia e indigencia.
Las reacciones transferenciales relativamente obvias del paciente fueron
disparadas por su percepción inconsciente del embarazo de su analista. Ella había
elegido no anunciar su embarazo y así permitir que las respuestas de su paciente ante
su embarazo fueran emergiendo espontáneamente mientras su embarazo era cada vez
más obvio. La analista tenía sus propias reacciones conscientes e inconscientes a su
propio embarazo, pero las reacciones transferenciales espontáneas difícilmente
habrían podido ser simplemente co-construidas. Las reacciones transferenciales del
paciente estaban basadas en la rivalidad y los celos infantiles, así como en el enojo
hacia su madre por su embarazo y por haber parido y traído a su hermano a la familia.
A pesar de ser un adulto psicológicamente maduro en algunas áreas de su
personalidad, su reacción ante el embarazo de su analista fue difícilmente agradable.
No le felicitó, ni dio asociaciones agradables. Las asociaciones del paciente fueron
ampliamente endógenas y similares a muchas otras reacciones de pacientes frente al
embarazo de su analista.
Las asociaciones de este paciente evocan el descubrimiento de Freud de sus
propias reacciones frente al nacimiento de un hermano en su autoanálisis. Freud le
escribió a Fliess sobre cómo lloró, como niño pequeño, cuando observó el embarazo
de su madre y luego la llegada de un nuevo hermano (Masson, 1985, Carta del 15 de
octubre 1897). Su madre intentó consolarle pero, por supuesto, no entendía los
miedos de abandono o la ira que le causaba el nacimiento del hermano a Freud.
Probablemente, su autoanálisis completo condensaba los embarazos sucesivos de su
madre y los nacimientos de sus demás hermanos. Los sueños de Freud indicaban su
deseo inconsciente repudiado de eliminar a todos los rivales hermanos. Freud pensó
que había recuperado la envidia de su hermano mayor Philip, a quien él mantenía
como el responsable del embarazo de su madre, celos que había desplazado desde su
padre. Freud, como el pequeño Hans y muchos primogénitos reaccionó al embarazo de
su madre y al parto con celos intrafamiliares, rivalidad, y ansiedad de pérdida de objeto
y del amor del objeto amado.
Para regresar al caso analítico anterior (con la analista embarazada) hubo
indicaciones de fantasías transferenciales y contratransferenciales no analizadas, en
las que el paciente había embarazado a la analista. Sin embargo, el conceptualizar las
asociaciones del paciente y las reacciones transferenciales como primariamente co-
construidas con la analista es evitar la reacción transferencial del paciente y convertir el
análisis en un encuentro a-histórico. El embarazo de la analista sería significativo sólo
en el aquí y el ahora, evitando el crucial análisis de la fantasía inconsciente, con sus
componentes de memorias, pensamientos, afectos, deseos, y demás. La transferencia
entonces no sería transferida del pasado a la situación analítica presente, sino que
sería un concepto alterado basado en la relación presente de analista y paciente. Las
raíces genéticas de la transferencia y los conflictos inconscientes con padres y
hermanos, serían dejados sin analizar en gran medida. El paciente difícilmente
entendería cuanto su experiencia infantil y sus fantasías influyen en su vida actual,
dentro y fuera del análisis. Este paciente fue particularmente competitivo y celoso con
sus colegas, patrón que no fue simplemente co-construido en el análisis, sino que
preexistía desde antes de su llegada al tratamiento. Ser propenso a estar ansioso o
enojado, fue una de sus razones por las que buscó tratamiento. Otra razón por la que
anticipaba abandono era el hecho de que reconocía que su analista podría muy
probablemente tomar incapacidad por maternidad, sintiéndose inseguro respecto a
cuando volvería. Mientras tanto, su amor y atención estarían centradas en su bebé y no
en él. El paciente sentía como si él debiese haber sido su único, si no es que preferido
hijo. A mi forma de ver, la transferencia puede anclarse, entrelazarse o validarse en la
realidad. Sin embargo, es fundamentalmente una formación de compromiso derivada
de la fantasía y trauma inconsciente infantil, unido a residuos diurnos y experiencia
intersubjetiva.
Sería apropiado que la analista comparta sus planes de incapacidad por
maternidad por adelantado, de forma que el paciente tenga oportunidad de prepararse
para la interrupción del análisis y por lo menos trabajar parcialmente sus conflictos
acerca de su embarazo y maternidad. En esta situación, la analista confirmó más tarde
su embarazo y su preocupación sobre las emociones de dolor y enojo del paciente. Sin
embargo, la cuestión permanece, ¿compartir la información es para beneficio del
paciente o del analista?
Aquí la auto revelación de la analista fue indicada para el beneficio de ambos, el
paciente y la analista. Compartir información sobre enfermedades, errores y
actuaciones que puedan afectar el análisis son eventos importantes que puede ser
necesario que se divulguen para facilitar el proceso analítico y preservar los valores del
psicoanálisis. No hay reglas simples o formas de auto revelación, como es evidente en
la variada literatura sobre las afecciones del analista. Si las auto revelaciones del
analista son utilizadas para propósitos narcisistas, exhibicionistas o sadomasoquistas,
la divulgación impedirá o estorbará en el proceso analítico, y normalmente representa
una forma de actuación contratransferencial (Abend, 2003). Si el analista revela que se
ha recuperado de alcoholismo, o que era un delincuente juvenil, puede inspirar al
paciente a intentar dominar dicho problema. Sin embargo, también se gratifique la
omnipotencia narcisista del analista mientras se defiende de su propio miedo a la
vulnerabilidad. Revelaciones sobre los actings out del analista pueden dar como
resultado una aprobación o estimulación cuasi-inconsciente de los acting out del
paciente. Revelaciones altamente eróticas por parte del analista son una actuación
contratransferencial y pueden invitar seductivamente a villar el encuadre.
El aseverar que la auto revelación es una intervención analítica altamente útil, es
simplificar y minimizar de modo drástico las posibles consecuencias negativas. Las
reacciones transferenciales ante las auto revelaciones inapropiadas o radicales del
analista pueden ser muy difíciles de analizar y de diferenciar de las respuestas
realistas. Estas asociaciones libres del paciente pueden ser cooptadas al servicio de
las problemáticas del analista, y la escucha de ambas partes puede organizarse
selectivamente alrededor de la contratransferencia fuertemente cargada y la radical y
real intrusión de los conflictos propios del analista a la situación analítica.
La importancia de la transferencia que se transfiere del pasado a la relación
actual tiende a perderse cuando la relación psicoanalítica es entendida principalmente
en términos de sus dimensiones interpersonales e intersubjetivas. El amor y odio en la
transferencia pueden ser acentuados en la relación analítica interactiva si ésta es
malentendida. Como Freud (1905) notó tempranamente, el encontrar un objeto es el
reencuentro con éste (p. 222). En este sentido, el objeto nunca es sólo un objeto
nuevo, sino una nueva edición de representaciones de objeto y relaciones del self de la
infancia. La transferencia tiene un núcleo esencial de repetición, y ambas relaciones
transferenciales, eróticas y agresivas, engloban relaciones de objeto infantiles
internalizadas además de restos diurnos y experiencia intersubjetiva actual analítica.
El enamorarse es el reencuentro con los seres queridos propios mezclado con
los atributos reales del objeto amado. Nuestros objetos originales viven dentro de
nosotros en memoria y en fantasías conscientes e inconscientes. Esto significa que no
hay persona que esté libre de la transferencia hacia personas e instituciones externas;
las realidades de la vida siempre son coloreadas por la fantasía transferencial y por
intentos de actualizar la fantasía, aunque sea sólo de forma secundaria. Somos
incapaces de percibir nuestras relaciones de objeto de forma completamente realista,
de la misma manera en la que estamos limitados para vernos a nosotros mismos de
forma objetiva y como otros nos ven. De cualquier manera, debemos intentar ser tan
objetivos como podamos tanto en el trabajo analítico con pacientes como en nuestro
autoanálisis. La neutralidad técnica facilita el reconocimiento y la apreciación de la
transferencia, pero también la apreciación de las cualidades reales y actitudes de cada
díada participante-observador. Al mantener una actitud analítica, con una neutralidad
suficientemente buena, objetividad y sintonía es posible hacer un trabajo analítico
competente y apropiado aún con las imperfecciones, incertidumbres y limitaciones del
proceso analítico. La relación analítica es continuamente golpeada por conflictos
inconscientes que pueden ser actualizados en la situación analítica y poner a prueba el
mantenimiento de las limitaciones terapéuticas. Idealmente, la historia y variedad de las
relaciones de objeto internalizadas se reviva en el psicoanálisis mientras trabajamos
hacia relaciones de objeto gratificantes en niveles más altos de desarrollo y madurez.

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