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Ilustraciones Clínicas
Considere el caso de una mujer obesa cuya obesidad precede por mucho al ser
paciente analítica. ¿Fueron co-construidos sus desórdenes alimenticios y demás
síntomas? No sólo su obesidad estaba ya presente mucho antes de su análisis, sino
que ella tenía una personalidad propia; desorden de carácter, tendencias depresivas y
masoquistas en su personalidad también precedían su psicoanálisis.
Dimensiones críticas de su historia de vida, tales como obesidad familiar o
predisposición a la diabetes, eran factores importantes, los cuales genéticamente y de
forma experiencial le influenciaron significativamente su propia obesidad y
vulnerabilidad diabética. Uno de sus primeros sueños fue que se le alimentaba con
comida de perro. ¿Nos sorprende que una mujer obesa sueñe que está siendo mal
alimentada? ¿Co-creó el analista el sueño, o fue el “no ser bien alimentada” un hilo rojo
a lo largo de su vida? Este sueño fue co-creado hasta el punto en el que la
transferencia fue influenciada por la auto revelación de la falta de experiencia del
analista con trastornos de alimentación, ofreciendo a la paciente una tarifa reducida
para hacer posible el análisis. La paciente sospecha de los motivos del analista y se
preocupa por la posibilidad de recibir un tratamiento pobre.
Para ella, un tema importante del análisis era ser bien o mal alimentada,
nutrición o inanición, banquete o carencia. En un punto, para tranquilizar al analista, a
quien sintió devaluar y a quien fantasea que le podría dejar en inanición o abandonarle,
le trajo como regalo panqués hechos en casa. Revirtiendo roles, ahora ella era la
madre que alimentaba, nutriendo al self vacío del analista. Su necesidad de recursos
narcisistas y alimento emocional se extendía a su esposo e hijos. Estaba
inevitablemente decepcionada y descontenta porque ni su familia actual ni su familia de
origen le proveía los recursos narcisistas y orales de los cuales siempre se sintió
despojada. La deprivación le dejó particularmente vulnerable a la sobreestimulación
seductiva traumática. Estos patrones de interacción de mostrarse en necesidad y ser
demandante, por un lado, y ser demasiado indulgente y emocionalmente
sobrealimentante por el otro, precedían al análisis y continuaron durante éste. Su
hambre por el amor incestuoso estaba condensada dentro de su avaricia oral. Era
incapaz de efectuar una regulación de impulsos y era propensa a comportamientos
episódicos impulsivos. Presionaba al analista para que fuera nutricio y conversador,
usándolo como un representante del superyó que proveería los controles que a la
paciente le faltaban. Cuando se sentía particularmente vacía, la paciente buscaba una
relación emocionalmente nutritiva, un bocadillo desesperadamente necesitado, que
también servía como una fantasía de gratificación edípica. Ella deseaba un
reaseguramiento de no represalias por su hambre oral y edípica de amor y su ira ante
la decepción y frustración. La neutralidad y la objetividad del analista estaban siendo
puestas a prueba, y la paciente temía y quería la indulgencia y el castigo del analista.
Una situación tal, en mi opinión, no requiere el abandono de la neutralidad
analítica y la objetividad sino mantener tanta actitud analítica y objetividad como sea
posible. Idealmente, la contratransferencia no debería de actuarse, sino analizarse y
modularse. Complican el panorama los problemas de salud, tales como restricciones
dietéticas debidas a la obesidad y la tendencia a la diabetes, así como envidia por la
aparente buena salud y peso normal del analista. El estigma social asociado a la
obesidad no es material primario de la co-construcción analítica; es una situación que
puede sutilmente entrar a la transferencia y contratransferencia. El contexto es siempre
importante, así como lo pueden ser complicaciones que deban recibir tratamiento
médico. Con el paso del tiempo, en la relación de la diada paciente-analista, pasarán
desapercibidas actuaciones sutiles, menores. Aun así, las mayores facetas de la
psicopatología del paciente están determinadas genéticamente por las experiencias
tempranas del paciente y su vida previa a la adultez. Sus conflictos estarán presentes
sin importar quién sea su analista, aunque serán coloreados por la intersubjetividad.
Mucho de la teoría tradicional sobre técnica ha sobrepasado el paso del tiempo. Estoy
de acuerdo con la técnica tradicional en la que el analista debe minimizar sus
influencias subjetivas. La intrusión mínima del analista, la no interferencia en la
situación de vida del paciente y la neutralidad técnica permiten a los pacientes entender
sus propios síntomas, carácter, comportamiento y fantasía de vida, tomando
responsabilidad de éstos.
En otro caso, una madre emocionalmente desapegada y deprimida, en efecto,
empujó a su hija (ahora paciente adulta), en efecto, hacia un padre incestuosamente
seductor. En la infancia la paciente no fue sólo sometida a abuso sexual y presenció
abuso físico sino que, también, sufrió abuso verbal a modo de obscenidades toscas y
comunicaciones agresivas vívidamente eróticas. La niña también fue expuesta a las
infidelidades extramaritales de sus padres.
Con una paciente así, además de interpretar la transferencia y
contratransferencia, son esenciales la comprensión analítica de la psicogénesis y la
reconstrucción psicoanalítica. La niña y adolescente seducida puede temer la
seducción y sin embargo comportarse de manera seductora, decepcionándose pero
aliviándose de que el analista no sea seducido. La experiencia de la infancia es
repetida en la elaboración de la fantasía de la transferencia aunque más o menos
disfrazada. El silencio del analista, su fracaso al interpretar, las fallas en la
interpretación y el entusiasmo o desaprobación inconsciente de los enactments del
paciente pueden contribuir a la co-construcción del proceso analítico. Pero las
cuestiones básicas son mayoritariamente determinadas por las fantasías infantiles
inconscientes, fijaciones infantiles y perturbaciones del desarrollo en el contexto de las
relaciones sociales y familiares, y experiencias abusivas en la vida de la paciente.
Experiencias de la vida actual y del análisis pueden evocar o provocar
reacciones transferenciales que pueden incluir la reactivación de una experiencia
traumática del pasado.
Consideremos el caso de un veterano marcado por la guerra que
sobrerreacciona ante una alarma de incendio o una sirena policiaca. Las siguientes
asociaciones fueron obtenidas en el aquí y el ahora de un hombre joven. El paciente
verbaliza pensamientos y emociones sobre la educación pública y el problema de
poder conectar a profesores sean dedicados a enseñar, con alumnos que realmente
quieran aprender. De ahí, pasó a discutir la voluntad de pagar por una educación fina,
pero notó que encontrar buenos profesores es difícil, y que normalmente les falta
entrenamiento y experiencia suficiente. Sobre la educación pública, comentó que los
profesores comúnmente tienen la dificultad de manejar una gran cantidad de
estudiantes en salones sobresaturados. Esto llevó al paciente a tener pensamientos
sobre salones sobresaturados, anticonceptivos y control de población. Demasiados
hijos en una familia, virtualmente garantizaría ignorancia e indigencia.
Las reacciones transferenciales relativamente obvias del paciente fueron
disparadas por su percepción inconsciente del embarazo de su analista. Ella había
elegido no anunciar su embarazo y así permitir que las respuestas de su paciente ante
su embarazo fueran emergiendo espontáneamente mientras su embarazo era cada vez
más obvio. La analista tenía sus propias reacciones conscientes e inconscientes a su
propio embarazo, pero las reacciones transferenciales espontáneas difícilmente
habrían podido ser simplemente co-construidas. Las reacciones transferenciales del
paciente estaban basadas en la rivalidad y los celos infantiles, así como en el enojo
hacia su madre por su embarazo y por haber parido y traído a su hermano a la familia.
A pesar de ser un adulto psicológicamente maduro en algunas áreas de su
personalidad, su reacción ante el embarazo de su analista fue difícilmente agradable.
No le felicitó, ni dio asociaciones agradables. Las asociaciones del paciente fueron
ampliamente endógenas y similares a muchas otras reacciones de pacientes frente al
embarazo de su analista.
Las asociaciones de este paciente evocan el descubrimiento de Freud de sus
propias reacciones frente al nacimiento de un hermano en su autoanálisis. Freud le
escribió a Fliess sobre cómo lloró, como niño pequeño, cuando observó el embarazo
de su madre y luego la llegada de un nuevo hermano (Masson, 1985, Carta del 15 de
octubre 1897). Su madre intentó consolarle pero, por supuesto, no entendía los
miedos de abandono o la ira que le causaba el nacimiento del hermano a Freud.
Probablemente, su autoanálisis completo condensaba los embarazos sucesivos de su
madre y los nacimientos de sus demás hermanos. Los sueños de Freud indicaban su
deseo inconsciente repudiado de eliminar a todos los rivales hermanos. Freud pensó
que había recuperado la envidia de su hermano mayor Philip, a quien él mantenía
como el responsable del embarazo de su madre, celos que había desplazado desde su
padre. Freud, como el pequeño Hans y muchos primogénitos reaccionó al embarazo de
su madre y al parto con celos intrafamiliares, rivalidad, y ansiedad de pérdida de objeto
y del amor del objeto amado.
Para regresar al caso analítico anterior (con la analista embarazada) hubo
indicaciones de fantasías transferenciales y contratransferenciales no analizadas, en
las que el paciente había embarazado a la analista. Sin embargo, el conceptualizar las
asociaciones del paciente y las reacciones transferenciales como primariamente co-
construidas con la analista es evitar la reacción transferencial del paciente y convertir el
análisis en un encuentro a-histórico. El embarazo de la analista sería significativo sólo
en el aquí y el ahora, evitando el crucial análisis de la fantasía inconsciente, con sus
componentes de memorias, pensamientos, afectos, deseos, y demás. La transferencia
entonces no sería transferida del pasado a la situación analítica presente, sino que
sería un concepto alterado basado en la relación presente de analista y paciente. Las
raíces genéticas de la transferencia y los conflictos inconscientes con padres y
hermanos, serían dejados sin analizar en gran medida. El paciente difícilmente
entendería cuanto su experiencia infantil y sus fantasías influyen en su vida actual,
dentro y fuera del análisis. Este paciente fue particularmente competitivo y celoso con
sus colegas, patrón que no fue simplemente co-construido en el análisis, sino que
preexistía desde antes de su llegada al tratamiento. Ser propenso a estar ansioso o
enojado, fue una de sus razones por las que buscó tratamiento. Otra razón por la que
anticipaba abandono era el hecho de que reconocía que su analista podría muy
probablemente tomar incapacidad por maternidad, sintiéndose inseguro respecto a
cuando volvería. Mientras tanto, su amor y atención estarían centradas en su bebé y no
en él. El paciente sentía como si él debiese haber sido su único, si no es que preferido
hijo. A mi forma de ver, la transferencia puede anclarse, entrelazarse o validarse en la
realidad. Sin embargo, es fundamentalmente una formación de compromiso derivada
de la fantasía y trauma inconsciente infantil, unido a residuos diurnos y experiencia
intersubjetiva.
Sería apropiado que la analista comparta sus planes de incapacidad por
maternidad por adelantado, de forma que el paciente tenga oportunidad de prepararse
para la interrupción del análisis y por lo menos trabajar parcialmente sus conflictos
acerca de su embarazo y maternidad. En esta situación, la analista confirmó más tarde
su embarazo y su preocupación sobre las emociones de dolor y enojo del paciente. Sin
embargo, la cuestión permanece, ¿compartir la información es para beneficio del
paciente o del analista?
Aquí la auto revelación de la analista fue indicada para el beneficio de ambos, el
paciente y la analista. Compartir información sobre enfermedades, errores y
actuaciones que puedan afectar el análisis son eventos importantes que puede ser
necesario que se divulguen para facilitar el proceso analítico y preservar los valores del
psicoanálisis. No hay reglas simples o formas de auto revelación, como es evidente en
la variada literatura sobre las afecciones del analista. Si las auto revelaciones del
analista son utilizadas para propósitos narcisistas, exhibicionistas o sadomasoquistas,
la divulgación impedirá o estorbará en el proceso analítico, y normalmente representa
una forma de actuación contratransferencial (Abend, 2003). Si el analista revela que se
ha recuperado de alcoholismo, o que era un delincuente juvenil, puede inspirar al
paciente a intentar dominar dicho problema. Sin embargo, también se gratifique la
omnipotencia narcisista del analista mientras se defiende de su propio miedo a la
vulnerabilidad. Revelaciones sobre los actings out del analista pueden dar como
resultado una aprobación o estimulación cuasi-inconsciente de los acting out del
paciente. Revelaciones altamente eróticas por parte del analista son una actuación
contratransferencial y pueden invitar seductivamente a villar el encuadre.
El aseverar que la auto revelación es una intervención analítica altamente útil, es
simplificar y minimizar de modo drástico las posibles consecuencias negativas. Las
reacciones transferenciales ante las auto revelaciones inapropiadas o radicales del
analista pueden ser muy difíciles de analizar y de diferenciar de las respuestas
realistas. Estas asociaciones libres del paciente pueden ser cooptadas al servicio de
las problemáticas del analista, y la escucha de ambas partes puede organizarse
selectivamente alrededor de la contratransferencia fuertemente cargada y la radical y
real intrusión de los conflictos propios del analista a la situación analítica.
La importancia de la transferencia que se transfiere del pasado a la relación
actual tiende a perderse cuando la relación psicoanalítica es entendida principalmente
en términos de sus dimensiones interpersonales e intersubjetivas. El amor y odio en la
transferencia pueden ser acentuados en la relación analítica interactiva si ésta es
malentendida. Como Freud (1905) notó tempranamente, el encontrar un objeto es el
reencuentro con éste (p. 222). En este sentido, el objeto nunca es sólo un objeto
nuevo, sino una nueva edición de representaciones de objeto y relaciones del self de la
infancia. La transferencia tiene un núcleo esencial de repetición, y ambas relaciones
transferenciales, eróticas y agresivas, engloban relaciones de objeto infantiles
internalizadas además de restos diurnos y experiencia intersubjetiva actual analítica.
El enamorarse es el reencuentro con los seres queridos propios mezclado con
los atributos reales del objeto amado. Nuestros objetos originales viven dentro de
nosotros en memoria y en fantasías conscientes e inconscientes. Esto significa que no
hay persona que esté libre de la transferencia hacia personas e instituciones externas;
las realidades de la vida siempre son coloreadas por la fantasía transferencial y por
intentos de actualizar la fantasía, aunque sea sólo de forma secundaria. Somos
incapaces de percibir nuestras relaciones de objeto de forma completamente realista,
de la misma manera en la que estamos limitados para vernos a nosotros mismos de
forma objetiva y como otros nos ven. De cualquier manera, debemos intentar ser tan
objetivos como podamos tanto en el trabajo analítico con pacientes como en nuestro
autoanálisis. La neutralidad técnica facilita el reconocimiento y la apreciación de la
transferencia, pero también la apreciación de las cualidades reales y actitudes de cada
díada participante-observador. Al mantener una actitud analítica, con una neutralidad
suficientemente buena, objetividad y sintonía es posible hacer un trabajo analítico
competente y apropiado aún con las imperfecciones, incertidumbres y limitaciones del
proceso analítico. La relación analítica es continuamente golpeada por conflictos
inconscientes que pueden ser actualizados en la situación analítica y poner a prueba el
mantenimiento de las limitaciones terapéuticas. Idealmente, la historia y variedad de las
relaciones de objeto internalizadas se reviva en el psicoanálisis mientras trabajamos
hacia relaciones de objeto gratificantes en niveles más altos de desarrollo y madurez.