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El principio de la interdicción de la arbitrariedad

El principio de la interdicción de la arbitrariedad tiene como fin


garantizar que los poderes públicos tengan afinidad con los
mandatos constitucionales, es decir que sus funcionarios y su
personal cumplan con la ley, que en este caso es la constitución, de
manera que no intervengan su voluntad y no se contravenga la ley
ante un posible capricho o decisión personal en el desarrollo de sus
gestiones.

Con este principio se garantiza que las acciones adoptadas por los
organismos y poderes públicos tengan fundamentos jurídicos y
constitucionales, los cuales aseguren funciones y desenvolvimientos
transparentes que enaltezcan la credibilidad de la institucionalidad
y de la gobernabilidad.

El principio de la arbitrariedad, acaece principalmente en los


espacios de administración publica. Este principio puede ser
relacionado perfectamente con el exceso de poder, interpretado
normalmente como corrupción. Dentro del plano latinoamericano
sobresalen gestiones que corrompen y conspiran contra lineamientos
institucionales sobreponiendo el interés sobre la ley. La constante
transgresión a este principio incrementa las posibilidades de
presenciar una tiranía y posible inestabilidad política, social,
económica e institucional.

La interdicción de la arbitrariedad no esta preescrita textualmente


dentro de las cartas de estado, pero desde que las mismas se
conciben suponen las características de supremacía y legitimidad,
por lo tanto es imperante la fidelidad ante sus estatutos. Abraham
Lincoln dijo una vez: No interfiera con nada de la Constitución. Ésta
debe mantenerse, porque es la única salvaguardia de nuestras
libertades.

Carla Marie Patricio


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