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Era una noche fría y solitaria.

Carlos estaba sentado en su silla favorita, mirando por la ventana


mientras reflexionaba sobre su vida. De repente, su puerta se abrió y entró una misteriosa mujer. Ella
sonrió, y sus dientes parecían perlas brillando en la oscuridad.

La misteriosa mujer se presentó como una viajera del tiempo, y le ofreció al Carlos la oportunidad de
ver su futuro, bajo la condición de que le diera 2 millones de euros. Desafortunadamente, cuando
Carlos comprobó su cuenta bancaria, se dio cuenta de que estaba a cero. Pues, la mujer ordenó a
Carlos que le entregara su collar de oro. Lo aceptó sin pensar dos veces, ansioso por saber lo que le
deparaba el destino.

La mujer lo llevó a través de un portal temporal y se encontró en un futuro lejano. La ciudad estaba
llena de tecnologías avanzadas y los edificios eran altos y futuristas. Fue impresionante ver cómo
había cambiado el mundo en el futuro.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había algo que no estaba bien. La gente parecía triste y
vacía, sin pasión ni propósito en la vida. Se dio cuenta de que, a pesar de todas las maravillas de la
tecnología, habíamos perdido algo valioso: la conexión humana y la emoción de vivir.

La mujer entendió su preocupación y lo llevó de vuelta a su tiempo presente. Le recordó que el


tiempo es oro y que debemos aprovecharlo al máximo mientras estamos aquí. Le dijo que debía vivir
su vida con pasión y propósito, para evitar caer en la tristeza y la vacuidad del futuro.

Se despidió de ella agradecido, con una nueva perspectiva sobre la vida. A partir de ese día, comenzó
a vivir cada día como si fuera su último, sabiendo que el tiempo es valioso y debemos aprovecharlo al
máximo.

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