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MAGI SUBir-CAP5
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picarla.
—¿Por qué?
cambiado.
finalmente la prueba.
—¿Es positivo?
Se frotó la frente.
Ada no podía estarse quieta, así que se levantó y comenzó
a dar vueltas por el pequeño cuarto de baño como un león
enjaulado. Notaba como si mil hormigas corretearan por su
cuerpo.
—No quiero tener nada que ver con ese tío… —dijo.
un bebé al mundo?
Maggie suspiró.
Se miraron.
a pedo.
Pensó que, con la cantidad de tías que se tenía que tirar ese
hombre, y tenía que ser precisamente ella la que se había
quedado embarazada. ¿Le había tocado el condón defectuoso?
¿O era un sortilegio de magia negra lo que habría obrado entre
ellos?
Ada no entendía nada.
—No tienes que darme las gracias por nada, cariño. Estoy
contigo a muerte —reafirmó Maggie.
—Tranquila, lo entiendo.
—Te iré a ver después —dijo Maggie.
Le dio un escalofrío.
Un milagro.
El milagro de la vida.
plenamente.
Pero también tenía algo muy claro, y era que no iba a abortar.
—Hola.
oreja a oreja.
Se fueron al salón.
sofá.
—Voy a prepararlo.
—Más pronto que tarde. Las ventas van fatal, lo único que
están teniendo los últimos meses son perdidas. —Ada vertió
en las tazas un poco de café—. No tengo ni puta idea de lo que
voy a hacer si me quedo sin trabajo. Con el sueldo de la tienda
—atajó Ada.
trabajo.
Ada sonrió.
Maggie.
biberón.
CAPÍTULO 6
precio.
—Lo sé, se nota, sin embargo es un modelo anticuado. La
tecnología avanza a pasos agigantados cada día y este portátil
se ha quedado obsoleto.
¿Es que no iba a tener suerte para nada? ¿La había mirado un
daría en el acto.
mano.
—Pasa.
Maggie se echó a un lado y Ada entró.
las penurias que había pasado con ella ese último mes.
suelo del hotel el día que Enzo Callagan y ella se liaron. ¡Qué
casualidad que se la guardara en la chaqueta! Como si ya
tenía.
con él iba a ser más difícil que pedir audiencia con el papa.
La lista tenía que ser más larga que la Ruta 66. Al ritmo que
parecía llevar se iba a gastar todos los millones que ganaba en
línea de teléfono.
Ada.
Su voz era seria. Quizá fue ese tono lo que hizo que Enzo
—Sí.
que le ofreciera.
—Adiós.
Todo encajaba.
Todo se sosegaba.
discordante.
dijo a Teo.
CAPÍTULO 8
meses?
15 de agosto.
no podría negárselos.
buen humor.
encima.
Santo.
—Sí.
verdad.
—Sí —respondió.
su mesa.
—Gracias.
Ada cruzó las piernas por los tobillos y cogió aire para
—¿No me recuerdas?
Estuvimos juntos.
Enzo se movió en el sillón sin dejar de mirarla.
preguntó.
indignada.
tirársela a la cabeza.
como una puta, por muy Enzo Callagan que fuera. Ella no era
como él, que se tiraba a todo lo que se movía. Le daba igual
suficiente.
seco.
Responder a eso era casi más difícil que decirle que tenía
un hijo.
un imbécil.
minuto más.
girarse.
—Casi.
cada día.
churumbel.
—¿Tú crees?
—¿Por qué?
padre.
escuchó.
—¿Sí?
mentira.
lo mejor esa sí que era la forma que tenía de arreglar las cosas.
Pero esa chica se lo había callado y ahora había un niño de
nueve meses de por medio.
desagradable.
—Pasa —dijo.
—Teo.
cómo sonaba.
conservar la calma.
que abortara.
ti.
hipopótamo.
que lo sea.
de voz.
desbordaba la voz.
semblante imperturbable.
pausa—. Yo soy quien manda ahora aquí, Ada —dijo con una
fría seguridad—, y vas a tener que estar de acuerdo con todas
y cada una de mis órdenes. —La miró fijamente—. Tienes dos
días para tomar una decisión —concluyó.
Ada palideció. Ya no cabía duda de que Enzo Callagan
estaba hablando en serio. Sacudió la cabeza de un lado a otro
como si lo necesitase para poner en orden sus ideas, que
viraban a mil revoluciones por su cerebro.
indignada.
león», se dijo.
—¿Y qué dejas aquí? Has dicho que no tienes trabajo —le
preguntó Enzo. Una duda lo asaltó—. ¿Acaso tienes pareja?
¿Por eso no quieres dejar Nueva York? ¿Tienes novio o…?
número de Maggie.
—Vale.
Sonó el timbre.
—Joder.
salir de él.
—No hay mejor cosa que tener dinero —se burló Ada ante
el ingente despliegue de medios.
—Iré a verte.
—¿Me lo prometes?
—Lo prometo.