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BIOGRAFÍA
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BIOGRAFÍA
- Álvaro Arreola, Nació el 19 de octubre de 1923.
Uruguay. Es el menor de 2 hermanos, proveniente de
una familia de recursos económicos moderados muy
devota de la religión cristiana de manera que Álvaro
desde muy pequeño fue inducido a participar de las
actividades religiosas de su comunidad. Su niñez fue
cómoda pues siendo un estudiante promedio pasaba la
mayor parte de sus ratos libres organizando partidos de
futbol y generalmente ganándolos con su equipo, era
una actividad que disfrutaba mucho y en la que
destacaba de manera particular. No fue hasta la edad
de 14 años que Álvaro, junto a su padre, en una de las
actividades comunitarias de su iglesia viaja con los
voluntarios a una de las zonas más pobres de su región
con el objetivo de brindar ayuda y predicar la palabra de
Dios. Esa experiencia que duró 3 días amedrentó
violentamente el paradigma que Álvaro tenía de la
realidad. Ya de regreso al cuarto día parecía una
persona diferente, con un moretón en el rostro, menos
elocuente, con cierto recelo de su familia, alejado de sus
amigos e incluso con poco interés en patear un balón.
Su padre lo obligó a ir al confesionario, aunque nadie
sabía exactamente por qué. Una vez frente al sacerdote
en aquella sala oscura y silenciosa Álvaro confesó:
He pecado, padre. No pude ser parte de lo que se
supone debo ser parte. No pude entender que es lo que
pasaba allí y con todo el miedo en mí, cuestioné. ¿Qué
es la iglesia? ¿qué es Cristo? ¿Qué somos nosotros? Y
no hubo respuesta, no me la dieron. Lo que hacíamos
en ese pueblito no era lo que predicamos y parece que
eso está bien. ¿Por qué nos quedamos nosotros con lo
que les habíamos llevado y solo les dimos las sobras de
lo que comimos y bebimos? La comida, la ropa, las
donaciones, ¿Por qué no se las dimos? No cumplimos
la misión. Nos repartimos todo entre nosotros. La
primera noche hicimos un banquete con todo lo que
habíamos llevado y solo el vocero de esa comunidad fue
invitado ¿y los demás? Vi a mi padre ebrio ocultar una
de las cajas de ropa bajo la cama y le pregunté por qué,
dijo que eso le pertenecía a él que era su trabajo y no se
lo va a dar a unos miserables ¿pero no fuimos eso a
hacer, a tratar de que ya no fueran tan miserables? Los
otros días no podía mirar a los ojos a esos niños flacos y
descalzos que querían jugar, me daba pena, aun así, yo
estaba usando los zapatos y comiendo la comida que
era para ellos. ¿Para eso fuimos?
Entonces me aparté. Y robé, robé lo que quedaba, la
carne, los vegetales, las sobras. Cogí todo lo que pude
a escondidas y se lo di a algunas personas y también lo
deje algunas puertas. Mi papá me descubrió sacando la
caja debajo de su cama, lo único que me llevé fue la
huella de su puño en la cara. Y eso vengo a confesar.
La enfermedad que siento al no poder entender las
palabras y acciones que nos encomienda Dios. Actué en
contra de lo que hacían los demás en nombre de Cristo,
sentí miedo, pero creo que era lo correcto. No sé. No sé
qué debo hacer. Debe haber una respuesta, una
solución, me siento enfermo ¿así se siente ser hacer el
bien?
No sé si me estoy alejando o acercando a Dios, pero,
cómo podría usted saberlo…