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SEMINARIO

PSICOANÁLISIS Y CRIMINALIDAD DESDE LA


TEORÍA DEL SUJETO DE JACQUES LACAN

CASO CLÍNICO
“EL CHACAL DE NAHUELTORO”

PRESENTA
FELIPE IGNACIO SILVA ESPINOZA

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Nombre del caso: Chacal de Nahueltoro

1. DESCRIPCIÓN
A continuación, se relatan los aspectos más relevantes para la construcción del caso del
Chacal, este análisis de caso es proveniente del seminario “Psicoanálisis y criminalidad
desde la teoría del sujeto de Jacques Lacan”. Se formalizará desde la teoría lacaniana.
1.1 Comentarios sobre el caso
Jorge del Carmen Valenzuela Torres (San Fabián de Alico, 1922- Chillán, 30 de abril de
1963) fue un campesino chileno de escasas condiciones sociales y económicas, reconocido
por el asesinato de su conviviente y las cinco hijas de esta; se hizo conocido en prisión,
donde se convirtió al cristianismo, aprendió a leer y a escribir, fue condenado a muerte en
1963. Nació al interior rural de la zona centro-sur de Chile, específicamente en el fundo
"Lo Bórquez", ubicado 24 kilómetros al interior de Chillán (urbe principal de la zona).
Sobre su familia nuclear no hay mucha información, se sabe que estaba conformada por su
madre, Malvina Torres Mella y su padre José Valenzuela. Al morir el padre por causas
desconocidas, Jorge aun siendo un infante (3-5 años aproximadamente) se muda junto a su
madre y hermanastro (hijo del padre) a una localidad/fundo cercano. La madre de
Valenzuela, al fallecer su esposo, cayó en el alcoholismo.
A la temprana edad de 9 años Valenzuela huye de aquel hogar, abrumado por las diarias
golpizas que caían sobre su espalda a mano de su madre.
Al abandonar su hogar comenzó a vagar por la zona, algo que continuó durante gran parte
de su vida, actividad que lo hacía en solitario. Se sabe que habitó conventos de la zona, de
los cuales al poco tiempo se fugaba. Desde temprana edad trabajó como gañan en los
fundos del sector. Tuvo una vida solitaria desde el abandono de su hogar, no hay registro de
que haya entablado algún tipo de relación afectiva con alguien.
En los sectores marginales de la provincia de Ñuble, era conocido como “El Trucha”, “El
Campana” y, más comúnmente, como “El Canaca”. Se desconoce el origen de dichos
apodos. Quienes lo conocieron lo describían de anchos hombros y sucios cabellos,
tirillento, descuidado y barbudo.
Cabe recalcar que él también adquirió el alcoholismo desde muy temprana edad, por lo que
sus ingresos iban destinado a dicha práctica, aquellos hechos no fueron penados. Se cuentan
ciertos roces con la ley durante su vida adulta debido a pequeños robos y hurtos al interior
de casas, ninguno de estos actos fue violento. En julio de 1960, con 38 años, apareció en el
fundo "Las Encinas"; fue entonces cuando conoció a la viuda campesina Rosa Elena Rivas
Acuña. La mujer que se desempeñaba como cocinera del Fundo Muticura de Galo Bustos

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cedió rápidamente en una relación de convivencia, al ver que Valenzuela ayudaba con el
hacer diario.
Rivas vivía con sus cinco pequeñas hijas las cuales fluctuaban entre los 8 y 11 años, cerca
de las casas del fundo. Su esposo había muerto en una riña, por lo que ella se convirtió en
el sostén del hogar.
Ya establecidos como convivientes, todo transcurría normalmente, hasta que un día Galo
Bustos (Patrón del Fundo Maticura), cansado de los permanentes estados de ebriedad de
Valenzuela, los echó del fundo junto con Rosa y sus hijas, con el engaño de que les
trasladarían a otra locación, el Fundo Chacayal. En la ruta acamparon en la orilla del rio
Ñuble en el Fundo Nahueltoro ya que se les atardeció, en ese lugar permanecerían por más
de tres meses.
Bajo un frondoso quillay, Valenzuela construyó una casa pequeña, allí Rosa criaba gallinas
y lavaba ropa de casas cercanas. Cabe recalcar que Valenzuela, por su parte, siguió
viviendo de la forma que estaba acostumbrado, trabajando esporádicamente y bebiendo,
ahora en compañía y en parte financiado por Rivas.
Sobre la vida de ella abunda el desconocimiento. Como en la mayoría de los campesinos de
la época, se puede deducir que vivió toda su vida en fundos de la localidad y que al casarse
se asentó junto con su esposo, donde tuvieron a todas sus hijas. Como mencionamos en el
apartado de “contexto social”, la vida de los campesinos chilenos de la época, estaba
marcada por vicios y precariedad. El alcoholismo era común, junto con el analfabetismo.
Eran individuos que entablaban relaciones entre ellos y la mayor parte del tiempo, al
casarse, se asentaban en algún fundo donde trabajaban la tierra. Como se comenta en el
apartado de “comentarios del caso”, a la vista de los demás ciudadanos, los habitantes
rurales eran vistos casi como salvajes, seres de instintos animales y de vicios varios. Era un
hecho, incluso el día de hoy, un desamparo del Estado Chileno y la nula intervención de
políticas públicas, causas de las paupérrimas condiciones.
1.2 Crimen
Asesinato de su pareja a raíz de una discusión. El acto ocurre con un Valenzuela ebrio
donde se le niega dinero para comprar más alcohol, fue un crimen esporádico que surgió
de la falta de consciencia del ejecutor y el nulo control de la ira. Acto no premeditado.
La segunda parte del acto criminal fue el asesinato de las cinco hijas de Rosa Rivas. En
esta secuencia, Valenzuela se encontraba ganando lucidez con el pasar del tiempo. Se
puede deducir la entrada en operación de sentimientos de culpa, enunciado por el mismo
Valenzuela. Dio muerte a cada una de las hijas de Rivas de distintas maneras, desde el
ahorcamiento, lapidación y patadas. Las hijas se encontraban presas de la angustia,
corriendo de un lado para otro, sólo la menor que bordeaba el año, dormía, A ella se le
pisoteó.
No se califica derechamente como un acto filicida, ya que Valenzuela no era el padre ni el
padrastro, sin embargo, queda abierto el cuestionamiento de qué clase de relación entabló

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con las hijas de Rivas, si fue de cercanía, amor, odio o indiferencia. Por lo visto, presentó
una cierta identificación en ellas, como alteridad, en el sentido de llegar a argumentar que
les dio muerte para que no sufrieran por falta de su madre. Esta declaración la
trabajaremos más adelante.
1.3 Delito
Homicidio Doloso. “Jorge Valenzuela buscó intencionadamente dar muerte de las víctimas,
se agrega un juicio moral sobre el individuo, argumentando el haber vivido en la
precariedad toda su vida y carente de respeto a la ley, un anormal.”
Por otra parte, que no fue agregado en el reporte oficial, pero para este análisis agregamos
que el acto también constituye un filicidio, delito que consiste en atentar contra la vida y
que es cometido por un genitor (padre/madre) hacia un hijo propio; esto se encuentra en el
acto de asesinar a las hijas de su conviviente.
1.4 Participantes del caso
Jorge del Carmen Valenzuela Torres (actor del crimen).
Rosa Rivas y sus hijas Jovina, Alicia, Judith, Rosina y un bebé (víctimas del crimen).
1.5 Narración del acto
El 20 de agosto de 1960, en la localidad de Nahueltoro, Jorge se enmaraña en una discusión
con su pareja Rosa Rivas, a raíz de que ésta no cobrara la pensión de viudez por una serie
de problemas burocráticos, ambos en estado de ebriedad, esto significó que Jorge
careciera de dinero para comprar alcohol. Armándose con una guadaña, dio muerte a su
pareja y, acto seguido, en circunstancias que no están del todo clarificadas, dio muerte a las
hijas de Rivas. Se conoce que una de las hijas fue ahorcada y el bebé fue pisoteado,
provocándoles la muerte, dice haber tardado alrededor de tres horas en cometer el total de
asesinatos. Posterior al acto, Valenzuela tapó los cadáveres con piedras y huyó del lugar.
1.6 Contexto social
Chile en los años 50` y 60`, específicamente el sur del país se encontraba plagada de
“fundos” o “haciendas”, realidad totalmente diferente a la de la ciudad principal, Santiago.
En estos fundos la principal actividad era la ganadería y la agricultura. Tenían la
particularidad que los trabajadores vivían dentro del territorio que abarcaba el fundo, donde
habitaban en pequeñas casas con sus respectivas familias, era común el estar destinado a la
misma forma de vida de los padres. En el contexto rural de Chile abundaban problemas
educacionales como analfabetismo, llegando al 60% de la población. Las principales
instituciones encargadas de impartir formación a los ciudadanos eran las escuelas normales,
reformatorios y cárceles, a su vez, existía un problema profundo de alcoholismo entre los
campesinos.
El caso conmovió a toda la zona sur del país, fue masiva la asistencia del público local al
momento de detención de Valenzuela, donde se le gritaba juicios e insultos, fue calificado

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de “bestial” e “inhumano”, de ahí el apodo de “chacal”. Se deja ver el total juicio de la
población que atraviesa estratos sociales, desde periódicos que lo llaman “bestia”, hasta los
mismos campesinos que asistieron a su detención. Algo a recalcar es su posterior
reinserción, dentro de la cárcel, donde la población empieza ver cierto cambio en las
conductas y discurso de Valenzuela, convirtiéndose en un hombre de fe, que sabe leer y
escribir y está completamente arrepentido de su acto criminal.
1.7 Descripción
El caso de Jorge Valenzuela es el triste relato de alguien abandonado por diversas figuras,
partiendo del Estado como individuo político. No es posible culpabilizar a ningún individuo
de la trama, ya que todos son víctimas de las diversas redes de poder fuertemente arraigadas
de la sociedad chilena del siglo XX, pero partamos del caso específico de Valenzuela.
Como vimos, fue desde temprana edad alguien a quien se le descuidó, no tuvo acceso a la
educación ni contacto fuera del núcleo familiar, su único contacto con la civilización eran
los vehículos y camiones que pasaban por la carretera Panamericana a 12 kilómetros del
lugar. Hay datos que no tenemos registro, pero que resultarían de total importancia, como la
relación de los padres, de Jorge y su hermanastro, etc. Aun así, podemos recalcar un
quiebre importante a la muerte del padre.
Se podría deducir una ruptura en la estructura familiar, donde la madre pasa a ser el sostén
del hogar, sin embargo, la historia dista de la ocupación de dicho rol o reestructura de la
organización familiar. La madre comenzó a padecer el duelo y se refugió en el alcohol, al
cual lo hemos catalogado como un vicio común de la época. La violencia tras el
fallecimiento de su padre parece ser algo común dentro de su familia. El vagabundaje y el
nulo interés de Jorge por entablar relaciones con terceros pareciera producto de esta
infancia complicada. Heredando el vicio del alcohol, sin detallar los efectos de éste,
podemos destacar la pérdida de conciencia.
Se puede decir que la vida rural es ruda, difícil y demandante físicamente en sus labores. En
Valenzuela la falta de sostén en un otro resultó en un debilitamiento del yo (moi).
Valenzuela parece que no “aguantó” o encontró cierta adaptación para tomar con
naturalidad la realidad establecida, por lo que se refugió, justamente, en la falta de
consciencia de realidad, en la evitación de la realidad vía alcohol. Algo a destacar es la
humanización de Jorge en la cárcel, pareciera que se rehabilitó encontrando un sostén en la
religión y en las relaciones interpersonales. Los registros de la época narran la visión del
recinto de reclusión en el que cumplió condena Valenzuela:
“Allí el Alcalde a cargo del recinto penitenciario era don Alfonso Piedra Ortega, quien
fuera un guía y un testigo directo de la rehabilitación de Valenzuela. Cuando este asumió
su cargo en Chillan, hizo pintar unas letras en las puertas del recinto que demostraban su
visión sobre la recuperación social de los delincuentes. En la primera puerta se leía la
frase `Sean estas cuatro murallas manantiales de reforma y de fe´, en la segunda `Redimir
no reprimir´.”

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Según recuerda don Patricio Piedra, su padre se preocupó de que Valenzuela durante su
presidio recibiera ayuda para que aprendiera a leer y escribir, lo que a través del tiempo fue
cambiando la conciencia del detenido dándose cuenta de las barbaridades cometidas y
demostrando un total arrepentimiento. Así se lo hizo saber en una carta que le dirigiera al
Alcalde Piedra escrita antes de ser fusilado, consignándose los agradecimientos por las
oportunidades dadas por todo el personal local mediante sus apoyos y comprensiones para
tomar conciencia valórica entre lo bueno y lo malo.
Este comentario es fundamental para tomar el peso de la situación en la que se encontraba
Valenzuela durante gran parte de su vida, por si quedaban dudas, fue un individuo fuera de
los márgenes ético-morales que le adjudicamos al ideal en el actuar de los individuos en
Occidente. Piedra recuerda también la labor espiritual del Padre Eloy Parra quien convirtió
a Valenzuela en la fe. Abrazando la religión, el Sacerdote fue su guía espiritual, su confesor
y su amigo, según declaraciones posteriores del Padre Eloy estaba convencido del real
arrepentimiento que Valenzuela tuvo de sus hechos delictivos, el personal administrativo
llegó a ver en él un caso excepcional de conversión.
Elevaron el informe al Presidente Don Jorge Alessandri, en él se daban a conocer los
cambios profundos de conciencia y los buenos comportamientos, más el hecho de aprender
a leer y escribir que, a juicio y opinión del Alcalde, ponían en conocimiento al Presidente
de la República a fin de obtener el indulto presidencial para el condenado a muerte. No se
logró el indulto y Valenzuela fue fusilado. Aun así, da la impresión de un análisis
superficial respecto a las críticas que se pueden formular; como empezó este apartado, al
rol del Estado en los estratos más bajos de la población no es mencionado en alguna crónica
de la época ni tampoco en el caso de Valenzuela. La responsabilidad jurídica está en el
mismo nivel de la responsabilidad moral y ética en el juicio a Valenzuela. En psicoanálisis
diríamos que la responsabilidad subjetiva toma lugar en la prisión gracias a las experiencias
con la religión.

2. ANÁLISIS

Una vez descrita de manera breve la narrativa en la que se desenvuelve el texto del caso,
procederemos a un segundo apartado que corresponde al análisis del mismo. Para ello
usaremos la técnica del análisis del discurso, tomando como principal referencia la teoría
del psicoanálisis de Lacan, principalmente bajo dos principios: “el inconsciente está
estructurado como un lenguaje” y “el inconsciente está en la superficie”. A continuación, se
desglosa el análisis del contenido significante que provee el caso, mismos que se muestran
en su rigurosidad lógico-formal a la que nos remite la teoría del sujeto de Lacan, es por ello
que se trabajará bajo el término de sujeto y se precisará la determinación de su estructura
perversa.

2.1 Prohibiciones fundamentales, ¿Cómo operaron?

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Tratándose de un análisis del caso clínico de un criminal, es preciso comenzar a abordarlo
desde este apartado, pues comienza a entrar a escena el respeto a la ley y su violación, la
prohibición y la transgresión. A nivel estructural, una de dos, o bien la prohibición entra en
juego o bien lo prohibido no entra en juego.
La verdad de las prohibiciones es la clave de nuestra actitud humana […] Esto nos aparece así
en la angustia, en el momento en que transgredimos la prohibición, sobre todo en el momento
suspendido en que esa prohibición aún surte efecto, en el momento mismo en que, sin embargo,
cedemos al impulso al cual se oponía (Bataille, 1957, pág. 27).

En consecuencia, se experimenta, en el momento de la transgresión, la angustia sin la cual


no existiría lo prohibido: es la experiencia del pecado, que conduce a la transgresión
lograda que, manteniendo lo prohibido como tal, lo mantiene para gozar de él. La
experiencia del crimen requiere de quien la realiza una sensibilidad no menor a la angustia
que funda lo prohibido, que al deseo que lleva a transgredir, las prohibiciones iniciales
afectan, la primera, a la muerte, y la otra, a la función sexual.
▪ Prohibición de dar muerte
Siguiendo la lógica de Bataille, dar la muerte es un aspecto particular de la prohibición
global de la violencia, hay una relación complementaria que une a la prohibición con unos
impulsos de transgresión que la liberan y aparece el deseo de matar. El propio actor del
crimen, al volver a un estado de lucidez y darse cuenta de su acto, mostro arrepentimiento y
desesperación; como se mencionó, Valenzuela era un individuo que tenía sus códigos por
fuera del margen de lo ético-moral de la época. No porque era un ávido criminal que no
respondía a los mandatos de la ley, sino porque nunca estuvo inserto en dichos códigos,
Valenzuela fue criado a lo largo de su vida sin ningún tipo de conciencia respecto al bien y
el mal, la ira y posteriormente los rezagos de la culpa fue la justificación para dar muerte.
▪ Prohibición del incesto
El caso no presenta indicios de crímenes sexuales, por tanto, este apartado parece no tener
mayor relevancia, se desconoce la relación de Valenzuela con las hijas de su conviviente,
pero no hubo señales de violación. Por otra parte, Valenzuela dio una justificación
característica de Filicidio, donde se argumentó la evitación de un sufrimiento posterior en la
vida de las niñas huérfanas.

2.2 Teoría del sujeto en Jacques Lacan


En lo que sigue, realizaremos un pequeño análisis del caso tomando como referencia la
teoría del sujeto, tal como se presenta en el psicoanálisis de Lacan, asimismo, integraremos
sus principales formalizaciones teóricas y lógico-formales.

▪ El sujeto en immixión de Otredad

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Una de las principales diferencias de la teoría de Lacan con el individualismo moderno
reside en que la estructura del sujeto es bidimensional, con ello nos traslada al plano
topológico donde se puede ilustrar que el sujeto está en immixion de Otredad, estructura
en su universo simbólico. La immixion es una mezcla homogénea entre el sujeto y el
Otro, no hay sujeto sin Otro, el sujeto es efecto del lenguaje, del Otro y del lazo social;
topológicamente, podemos ilustrar haciendo uso de los círculos de Euler (figura 1), ya

S a A

referenciados por Lacan.


Figura 1. Sujeto en immixion de Otredad

Donde:

S=Jorge Valenzuela A=Madre , Padre

Al no contar con información detallada sobre la familia de Jorge, resulta difícil inferir a
otros inmixionados, lógicamente la inmixion se encuentra bajo la lógica del significante y
no de un sujeto en específico. Es decir, que ciertas causas del alcoholismo, por ejemplo, no
radican en la madre en tanto sujeto, sino en el significante madre, aunque este significante
tome un cuerpo (registro imaginario) en la realidad, en tanto anudamiento del alcohol en la
madre.
Sin embargo, en este caso tomaremos la inmixion de los significantes “madre”, “padre”,
“hijo”, “alcoholismo” y “muerte”. Siguiendo la lógica de Lacan en La Carta Robada,
respecto de los signos que denotan ausencia (-) y presencia (+), la Madre como encarnadura
del Otro se caracteriza por su presencia atormentante en la vida de Valenzuela; mientras
que el Padre se caracteriza por su ausencia, debido a su muerte, temprana en la vida de
Jorge. Sin embargo, no por ello deja de jugar un papel importante en la subjetividad del
caso.
Posteriormente, agregaremos al cura Eloy Parra, ya que fue el encargado, en el último
tramo de vida del Chacal, en introducirlo en la fe cristiana; este último personaje terminó
operando como Otro, en tanto introdujo el significante Dios. A este, Jorge le da devoción y
arrepentimiento (como demanda justamente la religión cristiana), adoptando una posición
sumisa y sintiendo culpa, ya no de estar en acto constantemente sino de lo realizado.
Aunque el Estado, en este caso, el Estado Chileno, cuenta con sus dispositivos, no
consideramos como un agente de inmixion, ya que para nuestra perspectiva funciona como
“campo” con sus respectivas codificaciones, donde los individuos se estructuran o son
estructurados. Desde luego que el Estado y sus codificaciones tiene sus implicancias en la
vida de las personas, pero funciona como agente limítrofe y referencial.

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▪ El sujeto como efecto del significante
Siguiendo a Lacan, el efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto y es el orden
significante en particular lo que se debe colocar en posición de su causa. En primer
término, para definir el sujeto tomaremos el axioma lacaniano de que “un sujeto es lo que
representa un significante para otro significante”, por tanto, el sujeto es la derivación de, al
menos, dos significantes (figura 2).

$ S
S1 2

Figura 2. Bucle significante del sujeto.

Ahora bien, Lacan también nos menciona que:


Con la segunda propiedad del significante de componerse según las leyes de un orden
cerrado, se afirma la necesidad del sustrato topológico del que da una aproximación el
término de cadena significante que yo utilizo ordinariamente: anillos cuyo collar se sella en
el anillo de otro collar hecha de anillos (pág. 469).

Así, la cadena significante de S1 a S5 se desarrolla de la siguiente manera (figura 3):

Muerte Madre Hijo Alcoholismo Padre

Figura 3. Cadena significante

Donde:

S1=Muerte S2=Madre S3=Hijo S4 = AlcoholismoS5=Padre

Explicación:
S1=Muerte

Hemos tomado como significante amo la muerte, puesto que, si bien la cadena significante
en su lógica no opera como huella mnémica freudiana, es decir, no hay un tiempo lineal
donde se van inscribiendo los significantes, aquí el primer significante en inscribirse
coincide con acontecimientos tempranos en la vida de Jorge. Hace aparición en acto cuando

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comete el crimen, como realizador o representante de la muerte, da muerte, de manera
simbólica, a una imagen especular de la madre y de las hijas, siguientes significantes en la
cadena.
S2=Madre

Tras el significante muerte se anuda el significante madre, este último, en sentido


retroactivo, está íntimamente enlazado con el anterior, no en lógica lineal recordemos, sino
en una lógica del significante. En el acto y en la vida temprana de Jorge, la madre o las
madres se relacionan con la muerte del padre (último en la cadena), la condición de este
significante es pasar por una muerte del padre, otorgando significación al hijo y al alcohol.
S3=Hijo

El tercer significante en la cadena es el hijo, este íntimamente relacionado con la madre,


cuyo sentido sería “vivir en codependencia”; se podría decir que Jorge se identificaba y
operaba bajo este significante de acuerdo al posicionamiento de sumisión ante la madre,
durante toda su vida hasta el acto. A este significante le sigue el significante alcoholismo.
S4 = Alcoholismo

El alcoholismo es tomado como actividad que anuda la relación del hijo y la madre,
posteriormente del padre, el alcohol viene a suplir esa falta de relación madre-hijo,
permitiendo una continuidad en la vida de ambos pues Valenzuela, al salir de casa de
madre, al intentar huir de ese hostigamiento, cae en lo mismo; a su vez le otorga
significación al significante padre.
S5=Padre

Último en la cadena, este significante viene a reintroducir de manera retroactiva con el


significante amo, la muerte; se podría decir que este significante opera por su falta en la
realidad o en un plano imaginario: no existían representaciones de un padre, sino hasta el
final de su vida cuando llega el Padre Eloy Parra. Anterior a ello, este significante estuvo
fuertemente anudado al alcoholismo como causa de muerte y relación de madre con el
resto de la cadena; el padre en última instancia es desconocido para Jorge, es un
significante sin representación en la realidad, se puede deducir que nunca llegó a un grado
de identificación con este significante, sino que toda su vida operó como hijo. Sin embargo,
la ausencia del significante estuvo presente en cada uno de sus actos y síntomas.
▪ Lo real del sujeto en la raíz cuadrada de menos uno y la lógica del crimen
En matemáticas, los números complejos existían desde hacía mucho, pero los matemáticos
no habían querido trabajar con ellos hasta que se vieron obligados por la necesidad de
resolver todas las ecuaciones cuadráticas, lo cual implicaba los números negativos. Todo
número complejo consta de dos partes o componentes llamadas parte real y parte
imaginaria, la definición de un número complejo es la siguiente,
z=a+bi (1)

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En la ecuación (1), z es el número complejo, a y b son números reales e i es un símbolo que
expresa la unidad imaginaria. Cuestión sumamente estudiada por Lacan (1962),
Si ustedes definen como número complejo a todo número compuesto por un número real a
al cual está añadido un número imaginario […] hecho del producto de √ −1 con b, si
ustedes definen a esto número complejo, podrán hacer con este número complejo, y con el
mismo éxito, todas las operaciones que pueden hacer con números reales […] √ −1, que no
es un número real, se comprueba, desde el punto de vista operatorio, que tiene una potencia
singularmente más pasmosa, si puedo decir, que todo aquello de lo que ustedes han
dispuesto hasta entonces limitándose a la serie de los números reales. Esto para
introducirles lo que es esta i minúscula (pág. 159).

¿Qué significado se le puede dar a una raíz cuadrada de un número negativo? ¿Por qué no
dejar de lado esta dificultad y aceptar que este tipo de ecuación no tiene solución? Más aún,
se acepta el símbolo √ −1 como una entidad matemática nueva, la unidad imaginaria que
cumple con la condición,
2
i =−1 (2)
O bien,
i=√−1 (3)
Esta es una forma de escribir matematizadamente el sujeto, “es por esto que √−1 no es
nada más que un algoritmo, pero es un algoritmo que sirve” (Ibidem, pág. 158), la raíz
cuadrada de menos uno es imposible porque todo número elevado al cuadrado se positiviza,
de allí Lacan (1966) formuló que la derivación de dicho algoritmo es lo imposible para el
sujeto, “es lo que falta al sujeto para pensarse agotado por su cogito, a saber, lo que es
impensable” (pág. 779). Noción fuertemente articulada a ese centro ideal del sujeto que se
llama ideal del yo, la √−1 {phi minúscula} connota la función imaginaria del falo.
i=φ (4)
Para esclarecer el símbolo (φ) en la teoría de Lacan, habrá que repasar brevemente las
nociones de Demanda y deseo, en su proceso de estructuración sobre la metáfora paterna
(5).
S $'
∙ →S
$' x
I
S () (5)

En el seminario IX aborda la identificación del sujeto al significante mediante la privación,


frustración y castración, donde vincula la función de la cuenta, el sujeto y la función del (-
1), es decir, del sujeto como falta, para situar este ser de falta del sujeto. Según el
procedimiento, expone el algoritmo del signo lingüístico acorde a su teoría, pero esta vez
con el minucioso cuidado de articularlo con la raíz cuadrada de menos uno.

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S (significante )
=s ( el enunciado ) , con S=(−1 ) , (6) tenemos,
s (significado)

s= √−1 , (7)
s(elenunciado )=√−1 (8)
Esto quiere decir que en las vueltas de la Demanda (figura 4) que resultan de la cadena
significante hay un error de cuenta (6), (7) y (8), siempre habrá una vuelta en más o una
vuelta en menos, allí es donde aparece en ese error alguna función del sujeto (figura 6).
Este error es el significante de la falta del Otro, S ( Ⱥ ) , que aparece como lo impronunciable
en la cadena significante y, por tanto, su soporte conceptual es √−1

Figura 4 Figura 5 Figura 6

Para ubicar los intercambios ingenuos que se producen entre deseo y Demanda, recordemos
que ésta proviene de un universo de discurso, o sea, del lugar del Otro, que intenta obtener
no la satisfacción de su Demanda sino pediría el objeto de su deseo, en esta articulación de
las vueltas es justamente lo que escapa a la Demanda, lo que no puede demandarse (figura
5). Si no hay común medida, se requiere un médium entre la Demanda y el deseo, el falo
imaginario (φ) ya que, desconocido el deseo del Otro, hay angustia, pero se conoce el
instrumento, el falo, y el sujeto se puede identificar con él.

Figura 7 Figura 8

Si a estos toros entrelazados (figura 7) los ubicamos como la relación del sujeto al Otro, nos
permitirá mostrar la relación de la Demanda y el deseo, misma que se esquematiza
produciendo un corte para dar cuenta de la identificación a la imagen especular (figura 8).
En la intersección, el objeto a no hace medida entre Demanda y deseo (D+d), por tanto, el
sujeto hace ‘clic’ con una imagen especular que es imaginaria, pues proviene del Estadio

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del Espejo, se posiciona en ( φ ). La operación seguida apela a la ley de incompletitud, ni el
sujeto ni el Otro son completos, angustia de castración, el falo está negativizado en su lugar
en la imagen especular en cuanto parte faltante de la imagen deseada, por eso es igualable a
√−1.
(−φ )(−φ )=Φ (9)
Esta ecuación multiplica la angustia de castración de ambas partes, sujeto y Otro,
El paso del (–φ) (fi minúscula) de la imagen fálica de uno a otro lado de la ecuación, de lo
imaginario a lo simbólico, lo hace positivo en todo caso, incluso si viene a colmar una falta.
Por muy sostén que sea del (–1), se convierte allí en Φ (Fi mayúscula), el falo simbólico
imposible de hacer negativo, significante del goce (Lacan, 1966, pág. 783).

Como resultado, el sujeto sustituye la falta del Otro, S ( Ⱥ ) , por la consistencia del lugar del
gozo, (Φ ), es un paso de lo imaginario a lo simbólico; el sujeto, en lo más esencial de sí, no
sabe, sino que goza, aunque ese gozo no sea el suyo. Diríamos, pues, que aparece un
axioma: el gozo es gozo del Otro; así, la imposibilidad del sujeto sería saciar este gozo.
En el caso de Valenzuela de acuerdo al relato que nos provee la historia y al análisis
que podemos realizar de ello hemos conjeturado lo siguiente: en lo que respecta a la
Demanda y el deseo no queda muy esclarecido debido a que falta información de su vida
personal, sin embargo, de manera general se elucida que la Demanda de la madre era que
sus hijos fuesen proveedores y cuidadores de ella en cuanto su alcoholismo, lo cual, en una
operatoria estructural para el sujeto, éste queda posicionado como falo imaginario (φ),
objeto de deseo del Otro (Figura 8) a través del alcoholismo, de lo cual reniega pero a la
vez se apropia.
Nuestro análisis resulta más preciso a partir de la lógica del crimen que propone Lacan
(1932) en el caso Aimée, recordemos que ella sufría de un delirio de psicosis paranoica que
culminó en un intento de homicidio a una prestigiosa actriz, acto que Lacan denominó
como producto de una identificación a la imagen especular de su hermana, a quien no podía
alcanzar por situarse como ideal del yo, misma que Aimée deseaba aniquilar y por ello su
delirio persecutorio desplazado hacia otras figuras femeninas que le representaban a la
misma, como se muestra a continuación.

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Ataque
Identificación en
la imagen especular Actrices, amigas,
mujeres poderosas.

Metonimia

Figura 9. Esquema del caso Aimée.

Así, siguiendo la formalización que se propone, en el caso de Valenzuela, en un primer


momento el primer pasaje al acto es una lógica parricida pues su primera víctima fue su
esposa, quien, podríamos decir que es un acto de dar muerte a la imagen especular materna,
acto parricida que habilita un siguiente acto filicida, al dar muerte a las hijas aniquila su
propia imagen de especular de hijo, en esa relación conflictiva sujeto-Otro o, mejor dicho,
Valenzuela-su Madre.
(−φ )(−φ )=Φ (9)
Cumpliéndose la operatoria de la ecuación (9), la angustia de la madre en la violencia
ejecutada (−φ ) y su propia angustia como espectador y víctima de la misma (−φ ) dan como
resultado la consistencia del gozo del Otro (Φ ¿ , en sus crímenes estaba haciendo consistir a
su madre para velar su falta, pues él está petrificado como objeto y no puede devenir sujeto.
Pasaje al acto esquematizando de la siguiente manera (figura 10).

Crimen
Identificación en
la imagen especular Madre e hijas
que aniquila.

Metonimia

Figura 10. Esquema del caso de Valenzuela.

Con esto se cumple también la función metonímica de la elección de las víctimas,

14
f ( S… S') S ≅S ¿ (10)
La ecuación (10) expresa que la función metonímica del significante es congruente con el
significante menos el significado, es decir, la elección de las víctimas, al devenir
metonimia, no produce sentido pues simplemente se trata de un desplazamiento que resulta
en la consistencia del gozo del Otro pues, si bien Valenzuela expresa en su discurso un odio
profundo por la violencia sufrida por su madre alcohólica, ello insiste de manera
significante en sus crímenes al violentar a su concubina en cuanto es una madre donde se
identifica a la imagen especular ocupando un lugar de hijo, significante amalgamado en su
historia.
Se puede deducir que, en el acto criminal, Valenzuela da muerte a dos imágenes
especulares, la propia del lugar de hijo y la de la madre. No es casualidad que no haya sido
un suicidio, la lógica temporal es de suma importancia, Valenzuela tiene que dar muerte a
la imagen de la madre para luego aniquilar su propio lugar, de otro modo no sería posible
ya que, si no es pasando al acto de dar muerte, el significante y las imagos hubieran
permanecido.
Por otro lado, encontramos el símbolo fálico (Φ ¿ que hace semblante en la falta del Otro,
S ( Ⱥ ) , el alcohol o más precisamente el alcoholismo. Valenzuela constantemente está en
gozo, el cual no es el suyo, lejos de una lógica biologicista, del placer orgánico,
“semblantea” su propia falta y la del Otro, en el mismo acto. La operación aquí es lógica y
no de otro orden, es decir, previo al crimen, le es negado el alcohol, se devela la falta (ya
que era lo único que la velaba) en el Otro, por ende, su propia falta, la angustia aparece y se
da un pasaje al acto, el acto criminal, dar muerte.
▪ El sujeto en el enlace borromeo.
El inconsciente es la dit-mansion donde opera el psicoanálisis, Real, Simbólico e
Imaginario son las 3 dit-mansiones del espacio habitado por el parlêtre, en cuya nueva
geometría el punto se determina por el calce de las 3 cuerdas, punto que figura de un mejor
modo el agujero subsistente donde ubicar el objeto a; el enlace borromeo el enlace
borromeo (figura 11) constituye un soporte de la estructura del decir que habilita una mejor
operación de escritura, de lectura y de interpretación. A continuación, se pretende realizar
un breve análisis de los componentes RSI que participan de la comisión del crimen en el
caso ya relatado.

Figura 11. Enlace borromeo.

15
Componente imaginario. El delirio de excepcionalidad es un componente esencial
que participa en la comisión del crimen, darse una razón para actuar es lo principal, “es
toda una concepción del mundo la que tiene aquí su relieve imaginario, el esplendor que
responde a la imagen del yo. ¿Cómo puede la acción calificarse de delictiva si responde a
una misión de justicia digna de encomio?” (Orozco, 1990, pág. 60). Desde Freud (1916)
encontramos alusión al carácter de excepción en su inscripción dentro de una estructura
paranoica, donde opera cierta organización del significante que viene desde el Otro, el
sujeto siente que lo han perjudicado, lo han dañado o se le ha hecho sufrir privaciones o
injusticias.
Desde Lacan, este delirio de perjuicio se inserta en una trama de resarcimiento del yo
mediante la concesión de privilegios, el sujeto focaliza su tensión en una vivencia de
injusticia cometida sobre su persona como una exacerbación, mediante argumentaciones el
criminal alega una excepción: ¿acaso no le hizo un bien a la sociedad? ¡por qué se le va a
castigar! “El factor dominante, que influye directamente en delincuencia y en el proceso de
asumirla, es la sensibilidad ante la injusticia sufrida” (Ibidem, pág. 61).
Cuando aparece el delirio de excepcionalidad, el criminal siempre tiene una razón para
justificar su crimen; analizando este término, de acuerdo a la teoría del Lacan del enlace
borromero RSI, se puede notar que donde el acto de Valenzuela encuentra argumentación
es en el propio discurso. Es decir, se vale de su alcoholismo para arremeter el primer acto y
teniendo éste como base, justifica el segundo acto donde da muerte a las hijas de Rivas. Si
bien estar bajo la influencia del alcohol no justifica su acto, agregó estar preso de la cólera;
el derecho de matar a las hijas viene de la premisa de que su madre está muerta, por ende,
cualquier hijo o hija que no tenga madre sufrirá1, aparentemente la justificación es que dio
muerte a las hijas para evitarles el sufrimiento.
Componente simbólico. La trama discursiva que compone la cadena significante
resulta un discurso amo donde opera un mandato sacrificial de dar muerte al otro, mismo
que viene del Otro; es decir, es el Otro en su estatuto de Soberano Bien el que emite un
mandato de muerte del cual el sujeto, suspendido a su gozo, adviene como el ejecutor.
Recordemos que esto es posible a través del atravesamiento de la metáfora paterna, cuya
característica, en el caso de las perversiones, es la inversión del fantasma neurótico.

S $'
∙ →S
$' x
I
S ()
=( a   ♢  $ ) (11)

Resultado de la ecuación (11), el sujeto se aliena al significante y se petrifica ante la falta


del Otro, hay un mandato de muerte que empuja al acto del crimen, la paradoja es que estos
actos categorizados como malos adquieren el estatuto de buenos: provienen del bien y
producen bienestar en el sujeto. El crimen, en su estatuto del bien, se convierte en una
máxima.
S1 S2
↑ ↓ (12)
$∥ a
1
Justificación de los filicidios.

16
En la ecuación (12), S1 es el significante amo, S2 es el significante saber o lugar del
esclavo, a es el objeto a como plus de gozar y $ es el sujeto barrado. En esta lógica, el Otro
como lugar y emitidor del discurso amo, se apropia de un saber que es del esclavo, posición
del sujeto, es decir, del crimen. En esta lógica, el crimen o la práctica de actos malvados no
son considerados a partir de sus efectos o de su resultado final, con tal que las órdenes o
mandatos para ejecutarlos provengan de estamentos superiores, del Otro.
En nuestro caso, la Demanda que proviene del Otro no es criminal en tanto tal, toma ese
estatuto cuando adviene en lo imaginario. Sin embargo, S1 establece el saber al cual
responde el sujeto, Valenzuela, encolerizado por la falta del alcohol donde justamente
quien no le satisface esta demanda es su pareja, Rivas en posición de “madre” es la que
simbólicamente se juega en este registro, mas allá de las singularidades del imaginario o la
realidad. El pasaje al acto se efectúa al develarse la falta, la cual viene a dividir al sujeto.
Componente real. En el seminario X, Lacan termina de formalizar el objeto a
planteándolo como un resto que cae de la operación de la constitución del sujeto, es decir,
que el sujeto pasa a existir simbólicamente. Hay algo que no termina de ser incluido en la
simbolización y tampoco es imaginable, por tanto, es un Real residual presentado como un
resto algebraico, producto de la operación de constitución del sujeto en el campo del Otro
del significante.

Figura 12. Esquema de la división subjetiva.

Luego de operar la metáfora paterna (11) se atraviesa por la división subjetiva (figura 12)
que provoca angustia en el sujeto y estructura su fantasma, los resultados de accionar como
salida de la angustia por la presencia del objeto a comprenden tres alternativas: la
formación del síntoma, el acting out y el pasaje al acto.
El pasaje al acto está, si ustedes quieren, en el fantasma, del lado del sujeto en tanto que
aparece borrado al máximo por la barra. Es en el momento del más grande embarazo que,
con la adición comportamental de la emoción como desorden del movimiento, *que* el
sujeto, si podemos decir, se precipita, de ahí donde está… del lugar de la escena donde,
como sujeto fundamentalmente historizado, solamente, puede mantenerse en su estatuto de
sujeto …que bascula esencialmente fuera de la escena. Esa es la estructura misma, como
tal, del pasaje al acto (Lacan, El seminario X, pág. 268, versión RRP).

Lo real del pasaje al acto es lo que se llama la fuga, en el sujeto colocado en posición
infantil que se arroja a ella como salida de la escena que estructura al fantasma. “El
fantasma no es el marco a partir del cual se observa la realidad, sino que es la realidad
misma” (Bonoris, 2019; p. 163). Si bien desconocemos los detalles de la vida temprana de

17
Valenzuela, podemos decir que la dura infancia marcada por las agresiones de su madre y
la ausencia de Padre, en todo sentido, ya sea el de la realidad o alguien que haya cumplido
simbólicamente.
Diremos que hay atravesamiento de la metáfora paterna, sin embargo, el alcohol como
significante petrifica el lugar de hijo, hace el único vínculo con Otro encarnado y a la vez
lo aliena a la posición de perverso. La muerte como intento de borrar o destruir la propia
posición en la que se encontraba, es decir, como hijo preso del alcohol y su madre,
atormentado por el fantasma del padre, al ser una fantasía la operación de dicho
significante pues en la realidad el padre no operó, el fantasma paterno cierra la cadena
significante uniendo en retorno al significante muerte.
Podríamos plantear la hipótesis de la imposibilidad (registro de lo real) con la vida misma,
si la muerte pertenece a lo simbólico y el cuerpo a lo imaginario.
 El sujeto en su dualidad onda-partícula
Tal como era de esperar respecto de cuestiones científicas fundamentales, a Lacan no se le
escapó en su permanente estudio y articulación del psicoanálisis con las ciencias formales y
físicas modernas, esta sorprendente concepción sobre el experimento de la doble rendija.
La división del sujeto es algo muy distinto. Si “Donde no es, piensa”, y “Donde no piensa,
es”, es precisamente porque está en los dos lugares. Diría incluso que esta fórmula de la
Spaltung es impropia. El sujeto participa de lo real precisamente en lo siguiente, en que es
imposible aparentemente, mejor dicho, si tuviera que emplear una figura que no aparece
aquí por azar, diría de él como del electrón: ahí donde se nos propone a nosotros, en la
confluencia entre la teoría ondulatoria y la teoría corpuscular y ahí vemos obligados a
admitir que el electrón que pasa al mismo tiempo por dos agujeros separados, pasa como el
mismo electrón (Lacan, seminario 17).

El sujeto es así planteado por Lacan en función de una de las propiedades más
sorprendentes y anti-intuitivas del electrón, tal como afirma la física cuántica en relación a
la dualidad onda partícula: un electrón “es una partícula” o “es una onda” y eso depende del
observador. El sujeto será según se lo plantee: una partícula (corpúsculo) o una onda
(movimiento), en el primer caso ocupará un lugar del espacio y poseerá masa, y en el
segundo, se interferirá con otras ondas que se superpondrán siempre y serán entes sin masa
(con otros sujetos); a su vez y en este caso, estaría en el mismo instante en dos lugares
separados.
Esta teoría es coincidente con la forma en que debe ser planteado el modo de existencia de
los sujetos, no como objetos sustanciales individuales (derivados del cuerpo biológico) e
investidos de energía sino como entes que, sin perder su condición particular, existen sólo
en superposición, interferencia e inmixión con los otros, una “vibración” significante.
Integrar una refutación sobre el cuerpo biológico de Valenzuela en lo que respecta a su
alcoholismo, es decir, cómo éste en lo simbólico y no en lo biológico, digamos no es
“hereditario” biológico sino simbólico.

18
El alcoholismo es tomado en su forma significante. Descartamos cualquier teoría
genética (causa hereditaria) y/o pulsional en el sentido orgánico o de goce, antecesor al
significante. Si partimos del desarrollo lacaniano del sujeto, como efecto del
significante, así como la concepción canónica de la pulsión como “el eco en el cuerpo
del hecho de que hay un decir” (Seminario 23, pág. 18), es imposible concebir, en el
caso de Valenzuela específicamente, una causa hereditaria o de goce ontológico para el
alcoholismo. Sostenemos que el cuerpo se ve afectado por el significante, le es sensible
en mayor o menor medida. El significante “hace cuerpo”. En la cadena significante
que hemos establecido, alcoholismo corresponde al 4to significante, antecedido por
hijo y precedido por padre (véase pagina 9 y 10). Diremos que el biologismo que se
descarta, aporta sustancia que es lo contrario al plantear que el ser del sujeto está
vacío y articulado a la falta del Otro. Diego Paschetta en su libro “La conjetura del
sujeto, vol. I” pagina 52, dice “en el nivel de la presentación se sitúa toda la discusión
sobre el ser (ontología) de sujeto. Este tiene dos propiedades: ´es´ una falta (ontología
sustractiva) y ´es´ relacional (articulado a la falta del Otro). Ambas propiedades son
indisociables. (…) falta-en-ser. En este nivel el sujeto carece de sustancia, es a-
sustancial.” Es decir, el sujeto no es en sí mismo, el alcoholismo en Valenzuela no le
nace en tanto tal, sino que opera en relación a otros significantes, Valenzuela se ve
significado, como síntoma por la cadena significante que lo conforma y que a su vez el
significante lo “presenta” como falta.

2.3. Formalización de la estructura perversa


Las perversiones se pueden definir como el conjunto que comprende el exhibicionismo,
voyerismo, sadismo y masoquismo, las relaciones perversas se leen de forma invertida,
puesto que son el negativo de la neurosis. La génesis de la perversión es planteada como la
relación entre una maniobra de la encarnadura del A, que funciona como oferta y que
consiste en ser tomado como objeto con carácter de falo (φ) que obtura la falta del Otro y,
en el horizonte, la del A. Mediante ello, hay una operatoria por la cual queda anudado
sujeto del inconsciente y acto: la posición del sujeto queda definida por el acto, pero éste es
significante, es decir, quiere comunicar algo, así se estructura su fantasma.
( a  ♢  $ ) (13)
El fantasma perverso (13) se caracteriza por la inversión en la posición del sujeto: mientras
que en las neurosis el sujeto se coloca en el fading frente a su objeto, en las perversiones el
sujeto se coloca en el lugar del objeto a, posición que quiere ocupar en relación con el $ y
el Otro-A. Para proseguir con dicha lógica, hay que remitir a la peculiaridad del Otro en las
estructuras perversas, donde su soberana Voluntad produce como consecuencia la
anulación del sujeto, el perverso colocado en la posición de querer gozar responde
petrificándose como instrumento de gozo, la Voluntad se acomoda allí donde el deseo no
tiene lugar.

19
En Kant con Sade, Lacan aborda una peculiaridad del A fundamentado en el Soberano Bien
(Kant) y el Soberano Mal (Sade): “el Otro de las dos alteridades del sujeto”. En este punto,
A produce dos tensores que describen de modos diferentes el bien y el mal, estos dos
tensores son simétricos pues persiguen el mismo fin: el desvanecimiento del sujeto.
“Ambos extremos presentan entre sí al sujeto concebido como un instrumento, la
bipolaridad con que se instaura la Ley moral no es otra cosa que esa escisión del sujeto que
se opera por toda intervención del significante” (pág. 732). Este es el Otro que immixiona
al sujeto perverso (figura 1).
En la figura 15 se escribe una ecuación tensorial que muestra el estatuto del sujeto en la
estructura perversa, en esta hay un sistema de relaciones donde el Otro de las dos
alteridades del sujeto puede escribirse tomando del álgebra lacaniano la letra A que ya
hemos explicado. Del lado izquierdo situamos el A como Soberano Bien que encuentra una
presencia (+) de Otro encarnado emitidor del discurso amo (12) que dirige la cadena
significante (figura 3) cuyo S1 es la muerte. El Soberano Bien se impone como superior por
su valor universal, la función de la belleza y la soberana completud están ahí para velar un
horror fundamental, es que enuncia un mandato de muerte2 (+) que empuja al acto del

crimen.
Figura 15. El estatuto del sujeto en la estructura perversa.

El Soberano Bien se corrompe para fungir como Soberano Mal, es el objeto a como plus de
gozar aquel mismo que inicia la experiencia sadiana, que Lacan concibe como el Ser-
supremo-en-maldad donde opera el imperativo sadiano que “se deduce de la voluntad de
sacrificar al otro, ordena el gozo para satisfacer la voluntad del Otro en su fantasma”. El
nervio del factum está dado en la máxima que propone su regla al gozo, insólita en tomar su
derecho a la moda de Kant por plantearse como regla universal. Esta Ley del Otro no se
trata de la ley común sino de una Ley llevada hasta el extremo del bien y del mal.
Del lado derecho, el signo negativo indica ausencia (-) porque en este caso el sujeto se
entrega a la experiencia sadiana, atendiendo a la demanda de su amo, momento de la
2
“Nos es indicado por la experiencia que tenemos de oír dentro de nosotros mandatos, cuyo imperativo se
presenta como categórico, dicho de otra manera, incondicional” (Lacan, 1966, pág. 728).

20
descarga significante puesta en un acto sádico de ejecución del crimen. En geometría, las
líneas curvas que forman alternando entradas y salidas constituyen una línea llamada
sinuosa, esta formalización Lacan la presenta como un recorrido vectorial que realiza el
sujeto en la experiencia sadiana; la línea sinuosa (figura 16) inscribe la cadena que permite
un cálculo del sujeto, está orientada, constituye un orden donde la aparición de objeto a en
el lugar de causa se ilumina con lo universal de su relación con la categoría de causalidad.

Figura 16. La línea sinuosa

Donde:
d = ley del deseo sádico
a = objeto a causa agente
V = Voluntad de gozo
$ = sujeto de la razón práctica
S = sujeto patológico
La experiencia sadiana es un pasaje al acto que comienza con la ley del deseo sádico que
comanda en una relación de implicación al agente, objeto a, causa del recorrido vectorial;
→ gozo
en la primera línea que se traza hasta V hay una primera división que alcanza el
placer
agente del tormento (el sujeto en cuestión) como una separación absoluta entre la víctima y
el sí mismo, operando la apatía no se deja perturbar por lo que siente el otro ni por lo que
siente él. Partiendo de la premisa que da inicio al pasaje al acto, el desanudamiento de los
tres registros, Valenzuela, calidad de objeto a, es decir, causa agente del crimen.
En el momento en que se entrega al crimen no hay gozo, esto es clave y se comprueba en la
argumentación que da Valenzuela, dice haber estado ebrio durante el asesinato de Rivas y
durante el asesinato de las hijas de Rivas, pareciera estar cumpliendo una misión,
justificado en la idea de evitarles un sufrimiento por falta de la madre. La culpa adviene
después del crimen, durante el acto criminal Valenzuela pareciera estar en un estado de
esclavitud, sin pensar ni gozar. En un estado de muerte simbólica, da muerte justamente a
su imagen especular. La primera división se encuentra entre el gozo y el placer, se
desdibuja y la división cae sobre el sujeto.

21
Acto seguido, el objeto a determina la Voluntad de gozo imponiendo la máxima que
domina todo el asunto, evocando la reunión de lo que divide (el velo de la alienación). El
recorrido vectorial continúa y la voluntad de gozo se impone, no basta con dar muerte a su
pareja porque no se ha llegado al límite, sino hasta dar muerte a las hijas.
Explicar cuál fue la máxima del sujeto en el crimen y por qué hasta ahí encuentra su
límite…

En el recorrido hacia $ el sujeto se dispone como agente del tormento, ignora que está
causado y que él no es más que un mero instrumento de la Voluntad del Otro, es más,
intenta responder a la pregunta ¿qué quiere el Otro de mí? mediante lo que hará $ con S.
Este símbolo algebraico designa el sujeto tachado de la razón práctica, tachadura llevada
hasta el extremo debido a la Ley regida por lo incondicional del mandato, en este punto el
sujeto está en afanisis, desaparece. El sujeto, en este momento, está siendo gozado como
sujeto de la razón práctica Kantiana, no siente.
El límite es la concatenación de los actos, justamente en la lógica donde se le ordena el
gozo para satisfacer la voluntad del Otro en su fantasma, si el dar muerte es el inicio de
una seria de actos, la máxima en este caso es el dar muerte a las hijas de Rivas.
Sabemos que el inicio del conflicto empezó con un Valenzuela en estado de ebriedad,
tras una nula contención del enojo provocado por no tener que beber comete el
primer acto, los actos posteriores, que duraron aproximadamente 3 horas, con un
Valenzuela cada vez más lúcido pero en un estado de “transe”. A este estado le
corresponde la máxima Sadiana del sujeto, donde este es tomado como instrumento de
gozo del Otro y la creencia es puesta en los otros en calidad de derecho, “tengo
derecho a gozar de tu cuerpo”. Valenzuela, como por inercia, acaba con la vida de
todas las niñas presente, con la única justificación de que estas iban a sufrir.
Valenzuela necesitaba esa seguridad, un saber sobre el otro que justificara su acto.
Nunca está en duda dicho saber que las niñas iban a sufrir por falta de madre, ahí
radica el derecho que se da para intervenir en los otros.
Explicar cómo Valenzuela, como sujeto, se borra en su momento de ejecutar el crimen. Una
de las características de la experiencia sadiana es cuando el sujeto desaparece en su propio
crimen… a ese punto es al que debes llegar con este análisis. Puedes remitirte al apartado
“narración del acto”.
El sujeto de la experiencia sadiana es anulado, cae en un fading del mismo. Debemos
estos términos a la potencia de la palabra instrumento. Cuando se dice que el el sujeto
es el instrumento del Otro, es que se ha perdido cualquier facultad de
cuestionamiento, el mandato es dado y acatado. En el caso de Jorge Valenzuela, más
allá del placer y del dolor, la falta es apabullante. El mandato de dar muerte converge
con las ramificaciones significantes que constituyen al sujeto. Hablamos de Valenzuela
pero no está, sabiendo que no hay ser desde el principio, pero en el acto, tampoco hay

22
sujeto. Para que el crimen se complete, en el asesinato de Rivas y sus hijas, es
necesario que no haya sujeto que ponga límites, que en el momento no haya culpa ni
remordimiento, solo así el sujeto desaparece en el crimen.
Sabemos por la narración y las crónicas de la época, que Valenzuela es carcomido por
la culpa cuando “vuelve” en sí, cuando tapa los cadáveres y huye lo más lejos posible
de cualquier imagen que le recuerde su crimen, el sujete aparece de vuelta y es
devorado por la ley. Antes no había nada, solo instrumento en la bola de nieve que es
la experiencia sadiana.

Por último, en el recorrido hacia S sucede una segunda división para el torturador entre el
sujeto del placer y el sujeto de la razón práctica debido al contacto con la víctima,
quedando escindida y produciéndole angustia. La víctima culmina como sujeto patológico
bruto del placer, lugar que consiste a la monotonía de la relación del sujeto con el
significante, otra paradoja sadiana donde el perverso queda identificado en el lugar del
desecho, sujeto patológico. Enunciemos la máxima sadiana que opera:
Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré,
sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana
saciar en él (pág. 730).

El recorrido vectorial continua su curso, casi completando la línea sinuosa, aparece la


angustia de la víctima, en este caso de las hijas de Rivas. Recordemos que: “Las hijas se
encontraban presas de la angustia, corriendo de un lado para otro. Solo la menor, que
bordeaba el año, dormía. A ella se le pisoteo”.
Finalmente, aparece el sujeto patológico producto del placer. El acto criminal llega a su fin,
ya no hay víctimas, están en calidad de desechos.
Tras este pasaje al acto, Valenzuela cae en cuenta y huye.
Explicar cómo se identifica con sus víctimas, en sí, el resultado de su recorrido por la
experiencia del crimen no sólo son las víctimas como desecho sino también él, es éste como
producto (patológico) donde se produce la identificación al significante. Eso es lo que
debes de explicar.
La inminente descarga significante en la experiencia del crimen se da en relación de
Valenzuela con Rivas y las hijas. Ambos significantes “madre” e “hijo” forman parte
de la cadena que hemos establecido. Sacando la mitología edipica freudiana, tenemos
la identificación con el significante en cada sujeto. La cronología de la experiencia es
simbólica sin embargo los actos tienen su consecuencia en lo Real. Valenzuela da
muerte, desde su lugar de hijo a una madre proveedora de alcohol en este caso,
teniendo esta sustancia sus ramificaciones significantes correspondiente como la falta
de lucidez, la evitación del dolor, la ausencia de control, etc. Siguiendo con el acto,

23
Valenzuela que permanece las causes del significante “hijo”, da muerte a las hijas de
Rivas.
Como ya lo hemos explicado anteriormente, y esta vez sumando la noción de
“desecho”, aquí la angustia es clave. Cuando Valenzuela sigue la voluntad de gozo,
llega al punto de afanisis al cual procese una segunda división, la de la víctima. Los
gritos de las niñas son el eco de esta angustia. El resultado es el sujeto patológico o
bruto del placer. Esto se observa cuando Valenzuela da muerte a todas las hijas, una
por una, donde el sujeto bruto del placer podría localizarse con la muerte final,
cuando pisotea al bebe. No se trata de otros, no están en calidad humana. Se pierde
dicha calidad, se juega la descarga significante de “hijo” y se actúa sobre “desechos”,
Valenzuela tomado como uno más.
Ahora veamos la línea sinuosa de acuerdo a su estructura, el primer escalón (figura 17)
satisface el orden del fantasma en cuanto éste soporta la utopía del deseo.

Figura 17. Fantasma perverso en la línea sinuosa.

El fantasma perverso está invertido del neurótico como respuesta a la ley de castración, el
deseo (d) en la perversión sostiene la inversión de sentido, es la posición o encarnadura de
una modalidad utópica del deseo parecida a un “hombre de fe” en el perverso, en cuanto
sostiene el gozo en un intento de reconstituir a ($), manifestación de la falta de A
introducida bajo una modalidad especial por la falla del Otro. El deseo brinda la apariencia
de ser agente o ejecutor del efecto deseado.
d →a (a ♢ $)

El perverso en cuanto hablanteser se posiciona en la escena referenciada a su Otro y


demandada por él como en (a), el losange (♢) fallidamente es sostén del deseo de la
división del paternaire; el fantasma sadiano intenta demostrar cómo (a) divide a ($)
mediante la escena perversa, donde se pretende que el efecto del sujeto dividido es
contingente y no estructural, un intento renovado de demostrar que el efecto de división es
causado cada vez y no el indicador de una falta estructural del ( Ⱥ ) vehiculizada por las
fallas del Otro, cuyo principal falla es hacer equivaler el sujeto y (φ).
Explicar en qué momento Valenzuela queda “petrificado” como objeto y deja de operar
como sujeto, cuál fue el “desencadenante” de que el fantasma neurótico (que hasta entonces
venía operando) se invirtiera a fantasma perverso, deviniendo sus primeros pasajes al acto
en los hurtos hacia la ley, los robos, etc. es decir antes de que asesinara (tómese en cuenta
el apartado “narración del acto” y “descripción”).

24
Tomando la sucesión de los actos, podemos decir que el crimen de Valenzuela es el
asesinato de su conviviente y las hijas de esta. Sin embargo, la historia de Valenzuela
comienza desde su juventud; “Se cuentan ciertos roces con la ley durante su vida adulta
debido a pequeños robos y hurtos al interior de casas”. Si hablamos que no hay placer
en los actos que se imponen como voluntad de gozo, la aparición de conductas
delictivas a temprana edad, sin ahondar en ellas y el contexto que tuvieron, denotan
cierta voluntad. Un saber cristalizado, que petrifica al sujeto y deja a este a merced
del mandato del Otro. Sabemos la furia que desencadeno la negación de la
oportunidad de alcohol en Valenzuela por parte de su conviviente, pero ¿Cómo se
llega de hurtos y robos pequeños al asesinato deliberado de su conviviente? Si bien, un
estado de ebriedad no es justificación, pero puede darnos la pista de una desaparición
del sujeto. Si las actitudes y vicios de Valenzuela apuntaban a “no estar” consiente la
mayor parte del tiempo, hablamos de que era tomado por un gozo (del Otro) de no
existencia o no conciencia de sí. Creemos que Valenzuela vio una prohibición de su
gozo por parte de Rivas, en el acto de no cederle dinero para que comprara alcohol,
Valenzuela vio un obstáculo, vio a Rivas como la persona que le negaba su modo de
existencia. Ahí, Valenzuela deja de “ser”, la petrificación es un hecho y el sujeto
comienza el recorrido de la experiencia sadiana. En ningún momento hubo placer en
la concatenación del crimen, solo un sórdido obedecimiento a un mandato ajeno.
En el escalón de arriba (figura 18), la Voluntad fracasa porque tiene su propio límite -el
fantasma indica hasta qué punto puede llegar el crimen- el perverso no sabe al servicio de
qué gozo ejerce su actividad, hay una oferta de estructura: la perversión es, en suma, la
exploración privilegiada de una posibilidad existencial de la naturaleza humana,
desgarramiento interno, hiancia, a través de lo que el mundo de lo simbólico pudo penetrar.

Figura 18. Escalón del Otro en la línea sinuosa.

Explicar cómo el Otro queda satisfecho con la comisión del crimen… y cómo para el sujeto
toda la experiencia sadiana es un engaño donde él cree dominar, sin darse cuenta que él es
el dominado.
Hablamos de que Valenzuela es tomado por una voluntad de gozo, por un mandato
del Otro. Donde se cree gozar, en este caso aniquilando a las personas que
obstaculizan el gozo. Rivas opera como una prohibición, las hijas completan la
experiencia sadiana, no hay vuelta atrás. El sujeto de la razón práctica sirve a esta

25
voluntad, obedece a la máxima del crimen, la voluntad de gozo. Es un engaño total
creer que el criminal goza del acto, Valenzuela se ve encandilado por un mandato que
no le corresponde, sin embargo, es ciego a este. El alcohol da el puntapié en la
experiencia, pero este no es el epicentro, es la orden del Otro, el gozo al cual le es
obediente. Valenzuela no siente, esto se ve claramente cuando Valenzuela termina de
dar muerta a Rivas sigue con las hijas. A estas se le da muerte casi automáticamente,
una por una, Valenzuela parece hipnotizado y no precisamente por el alcohol, el cual
queda en un segundo plano.
Tomando la fórmula del fantasma en la perversión, su inversión, decimos que
Valenzuela intenta asignarse como objeto causa de deseo, dejando a Rivas y a sus
hijas en un lugar de barredura, de falta. Primero a Rivas como la que no le dio la
oportunidad de beber alcohol y después a las hijas cuando asume que les faltara su
madre que previamente había asesinado. Valenzuela es entonces, en su lógica
fantasmatica, quien completa la falta, quien redime el sufrimiento, pero como un
emisario del Otro, su instrumento para que ese gozo sea realizado.

CONCLUSIONES
Valenzuela era un individuo que tenía sus códigos por fuera del margen de lo ético-
moral de la época, de Occidente mismo. La cultura en la que nace es una cultura
nómada, escasamente civilizada, en un país latino donde en las grandes urbes se
imponía la iglesia, el derecho y la policía. En el mundo del hampa se vivía en
machismo, vicios y “salvajismo”.
Destacamos la labor de inserción a la sociedad de los centros penitenciarios de la
época. Jorge Valenzuela fue víctima de un Estado no benefactor, abandonado desde
muy pequeño por las figuras esenciales de introducción a la cultura, carente de amor
y educación. Su paso por la penitenciaria fue un respiro y a la vez un insulto por parte
de un Estado que condeno el actuar de una persona después de nunca haberse
preocupado por este.
Destacamos también la labor del cura Eloy Parra quien no figura en la cadena
significante ya que aparece en los últimos años del Chacal, una vez consumado el acto,
pero de suma importancia en sus últimos años.
Por otra parte, el análisis clínico llevado a cabo recopilo la mayor información que se
pudo del crimen y vida de Valenzuela. Creemos que la estructura de Jorge es perversa
y posteriormente pasa a un plano plenamente neurótico. Esto es claro en la evolución
que tuvo en la cárcel donde abrazando la religión, Valenzuela acepta la culpa y sus
faltas, se vuelve un sujeto “civilizado” y estable.

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