La lixiviación de minerales es un proceso en el que se extraen metales o
compuestos de los minerales mediante la disolución selectiva en un medio acuoso. Este proceso se utiliza ampliamente en la minería para recuperar metales preciosos como oro y plata, así como otros metales como cobre, zinc y níquel.
El proceso de lixiviación comienza con la trituración del mineral, que se coloca
en un tanque y se mezcla con una solución química llamada lixiviante. El lixiviante puede ser ácido, alcalino o neutro, dependiendo del tipo de mineral que se esté procesando y del metal que se esté extrayendo.
Una vez que el mineral y el lixiviante están en contacto, el metal se disuelve en
la solución y forma un complejo metálico soluble. La solución se separa del mineral y se lleva a un tanque de recuperación, donde se realiza una serie de procesos químicos para separar el metal de la solución. El metal se recupera y se purifica para su uso posterior, mientras que la solución restante se descarga o se recicla para su uso en el proceso de lixiviación.
La lixiviación puede ser un proceso costoso y tiene ciertos riesgos ambientales
asociados, como la liberación de sustancias químicas tóxicas en el medio ambiente. Sin embargo, se considera una técnica efectiva para la extracción de metales y es ampliamente utilizada en la industria minera.