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Universidad de Panamá

Facultad de Ciencias de la Educación


Escuela de Formación Pedagógica
Licenciatura en Preescolar

Asignatura:
Historia de Panamá en Relación con los Estados Unidos
6607

Estudiante:
Bélgica Gómez - 8-850-1800

Facilitadora:
Edilcia Agudo

Asignación:
Reseña Critica sobre el libro
Un camino entre dos mares. La creación del Canal de Panamá. (1870-1914).

Fecha de entrega:
20 de diciembre de 2022
RESEÑA CRITICA
UNIÓN DE DOS ÓCEANOS

McCullough, David (2012). Un camino entre dos mares. La creación del Canal de Panamá.
Madrid, Editorial: Espasa Calpe ISBN: 978- 84-670-1434-7, N.º páginas: 550. Autora de la reseña
critica: Bélgica Gómez.
David McCullough es historiador, profesor, escritor y conferenciante. Ha recibido
numerosos galardones, entre otros el premio Pulitzer (2 veces), el National Book Award (2 veces,
una de ellas por este libro). Entre sus obras destacan: The Johnstown Flood, The Great Bridge,
Mornings of Horseback, Brave Companions, Truman, John Adams, 1776 y The greater Journey.
Resumen
La construcción del canal interoceánico que debía unir las aguas de las aguas del Atlántico
y el Pacifico es uno de los sueños y también de las empresas más relevantes de la Historia Moderna
y Contemporánea, como fue antes, incluso, su propia búsqueda, cuando en tiempos remotos, tras
el encuentro de América o más bien del espacio geográfico que hoy se denomina América, por la
expedición que capitaneaba Cristóbal Colón y otras posteriores. Aquellos hombres de finales del
siglo XV y principios del XVI creyeron que había un paso natural que permitiría llegar a Asia a
través de las tierras recién descubiertas por los europeos, o al menos se afanaron en hallarlo.
La historiografía ha sido fiel y coherente con la importancia del problema. Se han escrito
obras monográficas y desde múltiples perspectivas acerca del citado sueño y de su materialización
en la construcción del Canal de Panamá, y antes en los primeros ferrocarriles transoceánicos que
se planearon y tendieron, la mayoría de las líneas proyectadas, o no se abrieron finalmente hicieron
cuando ya se había inaugurado una ruta de comunicación, terrestre o marítima en los istmos de
Tehuantepec, Centroamérica y Panamá.
También se ha brindado el necesario espacio al problema en estudios más generales de la
Historia Universal, de América, o de países que directa o indirectamente estuvieron implicados en
dicho sueño: los Estados Unidos, México, Colombia, todas las naciones ribereñas del Caribe y del
Golfo de México y algunas europeas, Francia y Gran Bretaña especialmente, que participaron en
las referidas empresas ferroviarias o canaleras.
La obra de David McCullough: Un camino entre dos madres. La creación del Canal de
Panamá es una de las muchas que componen el acervo historiográfico referido, pero no una más,
sino la más clásica. Seguramente es posible hallar trabajos que expliquen el proceso con mayor
rigor, sobre todo concebidos y construidos con criterios más científicos. Seguramente, también,
hay un buen número de investigaciones que abordan el tema con mayor amplitud de miras y
ofrecen una perspectiva más global de los múltiples significados que tuvo, primero el sueño, y
luego la materialización de la comunicación naval entre el Pacifico y el Atlántico. No obstante,
centrado en los propios hechos, en la épica de hechos concretamente, se puede afirmar sin esperar
que lluevan voces en contra y abusando de la literalidad, que el mencionado libro es la Biblia
canalera.
Por su mencionado valor, en esta época en la que el canal ha sido transferido finalmente a
la administración de Panamá, un país que se dice nació debido a él, la editorial Espasa-Calpe ha
reeditado en castellano Un Camino entre dos mares, publicado originalmente en inglés en 1977
por Simón & Schuster en Nueva York con el título Path Between The Seas: The Creation of the
Panama Canal, 1870-1914, rápidamente convertido en un bestseller y merecedor de los
prestigiosos premios National Book Award for History, Francis Parkman Prize, Samuel Eliot
Morison Award y Cornelius Ryan Award (este último al mejor libro del afio sobre international
Tales distinciones supusieron, además, el primer reconocimiento importante de un escritor
(periodista e historiador), David McCullough que, entre otros muchos honores, ha ganado el
Pulitzer Prize 1993 por su biografía del presidente estadounidense Harry Truman y, dirige la serie
de la PBS Television, The American Experience.
Un camino entre dos mares es, como decimos, un relato épico. Por eso y por la profesión
y vocación de David McCullough, en mi opinión, periodista y publicista antes que historiador,
cede en el rigor de que dice y argumenta en aras de facilitar la lectura y la comunicación y solo
refiere documentalmente en un breve apartado final. No obstante, en él puede el lector encontrar
la cita precisa de las fuentes que ha empleado el autor en cada una de las partes de la obra.
Así concebido, el libro de McCullough es un clásico por la coherencia y relevancia de sus
contenidos, pero también por la manera combinada, ensayística y novelada (a pesar de que dice no
hay necesariamentecontradicci6n entre ambos géneros) con que está escrito, y la brillantez con que
el autor domina la lengua y el len guaje. A ello acompaña, claro está, una buena traducción al
castellano realizada por Francisco Gurza Irazoqui y revisada por Carmen Martínez Gimeno y,
como no, una estupenda edici6n en dicha última lengua a cargo de Espasa Calpe, que compensan
copioso de su contenido y sus más de quinientas páginas.
Un Camino entre dos mares se estructura en tres grandes apartados llamados libros y
veintidós capítulos agrupados en ellos, más un breve prólogo, un corto epilogo y el mencionado
apartado de fuentes y bibliografía.
En el primero de los mencionados libros, "Los umbrales", se aborda la historia del periodo
1870-1894, los antecedentes del plan de construcción la materialización de frustrado primer
proyecto. En el segundo, "Barras y estrellas para siempre (1890-1904)"se cuentan los albores de
la épica de la empresa norteamericana, finalmente exitosa, y que al cabo se detalla en el tercero
acápite,

"Los constructores (1904-1914)", análisis de la construcción del canal y de su inauguración


a mediados de la segunda década del siglo XX y el mismo año en qué se firmó el armisticio de la
Primera Guerra Mundial.
El drama humano, con su representación máxima en el fallecimiento de al menos unas
25.000 personas, según los cálculos del autor, es que más interesa a David McCullough y que
ocupa el centro de su relato. La lucha contra la malaria y la fiebre amarilla, que acabaron con la
vida de la mayoría de esas personas, descrita en el contexto de una aventura que se llevó a cabo en
una de las tierras más inh6spitas e insalubres del mundo, por su geografia y, especialmente, su
clima lluvioso, que da lugar a terrenos pantanosos, contra los que durante mucho tiempo fue
imposible luchar, y a los que, además, fue preciso llevar todos los materiales, todos los equipos y
toda la mano de obra que requirió el canal y que procedió de diversos lugares del planeta.
La política, las relaciones internacionales, la parte empresarial de la construcción también
tienen cabida en la obra de David McCullough. Todos los avatares, todos los acontecimientos que
rodearon a la construcci6n del canal merecen la atenci6n del autor, y aunque su análisis se ubica
en un segundo plano de su interés, también constituyen aspectos más cuestionables del trabajo.
Es cierta la afirmación de que el Canal de Panamá es una de las obras más grandiosas de la
historia de la humanidad, sobre todo teniendo en cuenta los medios con que se contaba en la época
en que se realizó. También es, sin duda, una de las más útiles y, además, se hizo con tal mesura y
cui- dado que básicamente permanece y funciona en la actualidad como se ideó. Su obra, frente a
la de Suez, no requirió solo la apertura de una brecha en el terreno, sino que preciso erigir un
puente de agua que, mediante un sistema de esclusas, eleva los barcos por propulsión hidráulica
hasta un lago artificial, del que luego salen, tras haberlo surcado, empleando idéntico
procedimiento.

La tecnología usada en el Canal de Panamá y la propia concepción de la empresa fue


ejemplo y antecedente, como sucede en el caso de todos los grandes proyectos, de casi todas las
obras de comunicación y transporte realizadas posteriormente. Las técnicas e instrumentos
ideados, adaptados, modificados y utilizados en su construcción tuvieron múltiples y diversas
aplicaciones. Hallazgos colaterales, como los instrumentos eficaces para luchar contra la malaria
y la fiebre amarilla que azotó a los trabajadores, representaron avances significativos en la
medicina. Además, en general, el empeño y su éxito fueron un símbolo de la nación estadounidense
y de su proyección hacia el exterior, que se transformaría en hegemónica en esos años, a la altura
de 1914, tras la finalización de la Primera Guerra Mundial. En su valoración excesivamente
positiva y simbólica del significado ecuménico del Canal de Panamá y como símbolo de progreso
y expresión de estadounidense es, sin embargo, donde la Obra de David McCullough resulta menos
objetiva y más discutible, hasta contradictoria incluso con el relato del inmenso drama humano
que supuso su construcción. Tales defectos, sin embargo, no desmerecen la calidad de un
magnífico libro que cualquier interesado por sus temas debería obligatoriamente leer, y además
con gran placer.
1914 es para la historia el año de una de las mayores catástrofes de la humanidad, el del
inicio de la Primera Guerra Mundial. Pero fue también el de un acontecimiento que cambió el
mundo para bien y que tuvo una trascendencia que superó a cualquier otra en los tiempos
modernos. Fue el año de inauguración del Canal de Panamá, el paso que acortaría las distancias
de la tierra de manera decisiva y que iba a permitir comunicar por mar los dos grandes océanos, el
Atlántico y el Pacífico sin necesidad de rodear las peligrosas aguas del estrecho de Magallanes.
En la época del desarrollo del comercio, cuando los viajes se hacen más habituales y necesarios
que nunca, la apertura del Canal de Panamá iba a abrir una nueva era en las comunicaciones.
Un camino entre dos mares cuenta justamente esta hazaña que ha quedado olvidada y que
resulta una aventura propia de una novela. Cuenta la hazaña y la pone en contexto para destacar
su importancia, su enorme complejidad y las dificultades de todo orden que hubo que vencer
(financieras, políticas, diplomáticas…) para llevarse a cabo.
Quinientas páginas son muchas páginas. Pero McCullough no las plantea como las de un
libro de historia sino como las de un relato de intriga, un relato de intriga minucioso porque apuesta
por la biografía y los detalles personales para crear en el lector las sensaciones que rodearon al
proyecto y sin las cuales su importancia quedaría desdibujada.
Todo lo que tiene que ver con el Canal lo aborda McCullough, que da muestras de un
conocimiento enciclopédico porque son muchos los ángulos desde los que observa y es muy
compleja la época de la que habla. Estamos en el momento de la gran industrialización de las
potencias europeas y norteamericana, de la euforia que genera el progreso ligado al desarrollo
tecnológico, estamos en el período de inestabilidad en Europa que crean las luchas sociales y los
enfrentamientos que preceden a la Gran Guerra y en la época de replanteamiento estratégico de las
potencias para repartirse la influencia en el mundo. Muchos asuntos y todos ellos con derivadas
importantes que condicionan lo que puede parecer que no es más que una obra de ingeniería.
La creación de un canal por Centroamérica era en realidad una idea antigua. La posibilidad
de ahorrar miles de millas de navegación se había hecho evidente y se había convertido en
necesaria. ¿Necesaria para quién? Para todos los países que vivían del comercio, pero muy
principalmente para China y los Estados Unidos. Por ello, los proyectos se fueron sucediendo a lo
largo del tiempo y culminaron después de la experiencia exitosa de abrir el Canal de Suez. No era
suficiente con querer abrir un ca1nal. Había que tener extraordinarios medios técnicos y también
financieros. El canal de Panamá era la mayor obra emprendida nunca en la historia y las
dificultades enormes. Hubo que inventar máquinas, hubo que dominar la geografía, hubo que
organizar a decenas de miles de trabajadores, hubo que modernizar el transporte, hubo que prestar
una atención masiva a la sanidad y hubo que involucrar a la ingeniería más avanzada para poder
emprender el proyecto.

.+
Y a pesar de ello, el primer intento fracasó. Fracasó por deficiencias en el planteamiento
técnico, por dificultades sobrevenidas ante la imposibilidad de asentar el terreno, de extraer
millones de toneladas de piedra, de vencer a las enfermedades y de conseguir el dinero necesario
para afrontar tanta tarea. El proyecto francés, con Lesseps a la cabeza –el mismo que había
triunfado en el canal de Suez-, con Eiffel desarrollando las esclusas y con la flor y la nata de la
ingeniería europea terminó en fracaso. Y culminó en una investigación parlamentaria que
McCullough cuenta con detalle, que se convirtió en un escándalo de gran alcance político y que
resultó una crisis de alcance nacional en la que grandes y pequeños ahorradores perdieron cuanto
tenían. El capitalismo salvaje y fuera de control de los grandes grupos financieros - ¿les suena la
música? - movilizó el disgusto del país entero y puso las piedras para el desarrollo de un
nacionalismo en Francia que terminaría en asuntos tan turbios como el Dreyfuss.
Pero la historia del primer fracaso es sólo la introducción de esta aventura prodigiosa.
Detrás de Francia estaban los Estados Unidos que veían ya Latinoamérica como su patio trasero y
que trabajaban desde hacía tiempo en cimentar las bases políticas que les permitiera abrir el canal
y asegurar la soberanía sobre él. Por un lado, una obra ingente de ingeniería acompañó la
realización del proyecto, además de un diseño que aprovecharía todo lo aprendido del fracaso
francés. Pero por otro, y nunca reconocido oficialmente, un terremoto político afectó a Colombia,
que vivió la amputación de parte de su territorio para la creación del nuevo estado de Panamá por
el que debía pasar el canal.
Es conocida la ambigua frase del presidente Truman sobre la intervención de los Estados
Unidos en este episodio estratégico para sus intereses en el dominio de las rutas comerciales. Los
Estados Unidos, vino a decir, nunca necesitaron fomentar la revuelta militar que supuso a
Colombia la pérdida de las tierras de Panamá. Bastó con levantar la bota que hasta el momento
mantenía viva la disciplina del ejército colombiano para que las cosas discurrieran a favor de los
intereses norteamericanos.
Tal vez McCullough se extienda demasiado en sus divagaciones, tal vez se aproxime en
exceso al género de novela histórica para quitar hierro a un relato tan extenso y hacerlo más vivo
y agradable a la lectura. Pero el hecho es que cuenta con detalle y con interés para el lector uno de
los hechos más relevantes del siglo XX, la construcción de una obra que cambió el mundo, que
condicionó el futuro de Centroamérica y que resulta, para el lector de hoy, una aventura de lo más
apasionante.
En las páginas de este libro, como dice la sinopsis, vamos a encontrar el relato de una de
las construcciones más complejas y fascinantes de la historia. No sólo por su dificultad técnica,
sino por las condiciones humanas, sanitarias, políticas, sociales, etc., de toda una época, la de
finales del siglo XIX, y principios del XX. Además, todos estos condicionantes se dan en países
tan dispares como Estados Unidos, Colombia, Francia, Nicaragua, Panamá (en origen, una
provincia de Colombia), y otros con papeles más secundarios. Asimismo, es el relato de la vida y
obra de las gentes que vivieron aquella época, que se empeñaron en pasar a ser parte de la historia
colaborando, en mayor o menor medida, a esta colosal obra; personajes como Ferdinand de
Lesseps –el impulsor original de la obra- el presidente Roosevelt, Philippe Bunau-Varilla, William
Nelson Cromwell, el Doctor Manuel Amador (primer presidente de Panamá), John Stevens, el
Doctor Gorgas, y decenas –si no cientos- de personajes políticos, técnicos, militares, juristas,
trabajadores en general, etc., involucrados en la titánica tarea, un viejo sueño de más de 400 años,
de unir los océanos Pacífico y Atlántico.
Aunque las primeras misiones de investigación y exploración fueron llevadas a cabo por
los EE. UU., intentando encontrar un paso que, supuestamente, existía según viejas crónicas de
varios exploradores y viajeros, el paso definitivo vino de mano de los franceses, recién salidos de
una guerra, y deseosos de mostrar al mundo que estaban más fuertes que nunca. Ferdinand de
Lesseps, ministro, político, y un hombre con un carisma especial, decidió dedicarse a la tarea
después de finalizar con éxito la construcción del Canal de Suez. Toda esta aventura, que se detalla
en la primera parte del libro, La Visión 1870-1894, en la que también se nos detalla los primeros
pasos dados por los norteamericanos, es un apasionante relato, casi de aventuras, del estilo de,
digamos, Cinco Semanas en Globo, de Julio Verne (que admiraba a De Lesseps), o los Viajes del
capitán Cook, por citar algunos ejemplos. Pero, por otro lado, la fuerte personalidad de De Lesseps,
la admiración que provocaba hizo que se tomaran por parte del resto de las implicadas decisiones
muy equivocadas, tanto en el aspecto técnico como en el empresarial y en el político, siguiendo
las ideas, a veces muy alejadas de la realidad, de De Lesseps. Finalmente, después de años
intentando construir un canal a nivel del mar, de miles de trabajadores muertos, de disputas
territoriales, todo acabó en un escándalo en Francia, con juicios por sobornos, estafas a los
accionistas, etc.
La obra se paralizó, y sólo quedó alguna pequeña empresa dedicada a que no se rompiera
el tratado si se paralizaban las obras.
Entramos en la segunda parte, Barras y Estrellas Para Siempre (1890-1904), en la que
entran en escena los EE. UU. que, por temas militares, económicos, y políticos, deciden retomar
la idea de unir ambos océanos. Dudando entre Nicaragua y Colombia, creando varias comisiones
y subcomisiones para tratar dicho tema, reuniéndose con los representantes de la empresa francesa
y con los representantes de Nicaragua, Colombia, y la región de Panamá, se toman decisiones, se
abandonan, se vuelven a tomar otras… en fin, finalmente se decide comprar la parte construida del
canal y la maquinaria a la compañía francesa, y, “bajo manga”, ayudar a la independencia de
Panamá de Colombia, lo que era de mayor interés socio/económico/político que negociar
directamente con Colombia.
Entramos así en la tercera parte, Los Constructores (1904-1914) en la que EE. UU. entra
definitivamente en la construcción del canal, aprovechando el trabajo realizado por los franceses
décadas antes, y asombrándose por lo conseguido por estos con los medios con los que contaban.
Afortunadamente, los norteamericanos prestan mucha más atención a las condiciones de los
trabajadores, a la sanidad, a la lucha contra las enfermedades, a que tuvieran una verdadera “vida”
alejados de sus hogares, y la obra avanza como nunca lo hizo en la época de los franceses. Aun
así, es una época no exenta de problemas, enfrentamientos, discusiones, que amenazaron con
volver a paralizar la obra. Sin embargo, cuando se decide poner a su cabeza a ingenieros militares,
es cuando todo progresa; pero, como se comenta, no es una obra regida por los militares, sino
dirigida por técnicos que, casualmente son (o han sido) militares.
Y llegamos al final, el cúlmen de una de las obras más “faraónicas” realizada por el hombre,
con métodos que aún en día nos asombran, y que décadas después fascinan por lo adelantado que
fueron a su tiempo.
El libro culmina con una extensa lista (siete páginas) donde se citan las fuentes que el autor
ha utilizado para la elaboración de este, lo que da idea del enorme trabajo, y lo detallado del mismo.
Entre esas fuentes se encuentra material gráfico, diarios personales de los principales implicados
en todas las fases del proyecto, periódicos, entrevistas de la época, etc. Además, el libro incluye
varias fotografías, que van desde los principales implicados en todas las épocas, a escenas de la
vida cotidiana de los trabajadores, la maquinaria, los estragos provocados por la selva, jornadas de
trabajo, etc. Sólo echo en falta algún mapa/plano más de la zona y del avance de la construcción,
para seguir más al detalle la obra.
Valoración
El mejor capitulo para mi concepto es donde se menciona a la separación entre Panamá y
Colombia, que no tiene desperdicio alguno. Las únicas bajas fueron un chino y un asno, víctimas
de la salva solitaria que largó el buque colombiano anclado en Colón antes de hacer mutis por el
foro. La avaricia colombiana y la determinación estadounidense hicieron posible el nacimiento de
un nuevo país y el advenimiento de una de las vías de comunicación más importantes del mundo,
ahora en fase de ampliación para triplicar el flujo de mercancías. A destacar en el relato el
personaje de Bunau-Varilla, verdadero eje sobre el que pivotó la materialización del proyecto de
Lesseps.
Conclusión
En resumen, una excelente crónica, con abundancia de detalles, personajes, anécdotas, etc.,
que, gracias al estilo del autor, casi se convierte en una novela de aventuras.
Este es un libro apasionante, imposible de soltar, erudito y lleno de referencias, pero sin
dejar por ello de ser ameno. Es cierto que en la historia del Canal se mezclan ingeniería, finanzas,
política e intriga, pero no estoy para nada de acuerdo en eso de que el autor “se extienda demasiado
en sus divagaciones, tal vez se aproxime en exceso al género de novela histórica”.

Bibliografía
• McCullough, D. (2012): ¨Un camino entre dos mares. La creación del Canal de
Panamá. (1870 – 1914) ¨ Editorial: Espasa Calpe Libros. Barcelona ISBN: 978- 84-670-1434-7,
N.º páginas: 550.

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