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Clase 2908
Clase 2908
Para complejizar un poco las cosas, cultura tiene, además, al menos otros dos
términos intrínsecamente asociados a él: etnia y civilización, así como un
tercero que representaría todo lo opuesto: naturaleza. Aunque esto último quizá
deba ser relativizado, ya que, en la actualidad, naturaleza y cultura no resultan
tan tajantemente antitéticos. En el lenguaje cotidiano, a veces ambos aparecen
formando una misma unidad, como en el caso del suplemento cultural del diario
La Nación, titulado ADN Cultura. O como en el de un concurso televisivo
lanzado en 2007, denominado El gen argentino, en el que los participantes
debían dilucidar con qué figura (viva o muerta) se identificaba más la sociedad
local (y cuyo formato, dicho sea de paso, había sido comprado a la cadena
inglesa BBC).
Parece que ya podemos afirmar con bastante certeza que cultura es uno de los
conceptos fundamentales de las ciencias sociales, así como también uno de
los aspectos más trascendentales de la condición humana. Quizá por ello sus
significados sean tan heterogéneos y refieran a múltiples usos posibles. Para
comenzar a desenredar esta madeja de acepciones, conviene delimitar al
menos tres ámbitos principales: el del lenguaje cotidiano, el de las ideologías y
el de la ciencia. Exceptuando quizás el ámbito cotidiano, cada uno de los otros
dos presenta sus propias tensiones y disputas internas.
A veces, separar los usos cotidianos de los usos científicos resulta una tarea
menos sencilla de lo que parece, puesto que varias de las acepciones
provenientes de esos ámbitos ya se han volcado al lenguaje cotidiano y son
usadas con total naturalidad, como se ve en el ejemplo antes citado del jugador
de Estudiantes de La Plata, o en aquel otro del empresario que hablaba sobre
el legado paterno. En el primer caso, por “cultura pincha”, el jugador parece
referirse a cierta identidad colectiva, mientras que el empresario cuyo padre le
había legado la “cultura del trabajo” seguramente aludía a un conjunto de
valores. Estas ideas acerca de la cultura como identidad o como un conjunto de
valores provienen, como veremos, del significado científico de nuestro
concepto.
Sin que corresponda aquí tomar postura por ninguno de los dos modelos, cabe
señalar que ambos ya han mostrado, históricamente, algunos de sus pros y
contras. Al modelo de la civilización puede objetársele que esa civilización
ideal, que debería servir de guía para el progreso del resto de la humanidad, no
ha sido consensuada democráticamente, sino más bien impuesta de forma más
o menos prepotente desde las altas esferas del poder. Por su parte, la Kultur, si
bien parecería dispuesta a preservar un patrimonio humano polícromo y
diverso, contenido en las distintas lenguas, religiones, tradiciones y formas de
organización social de las seis mil culturas conocidas, también ha llevado a
territorios oscuros, como aquellos poblados por nacionalismos extremos, donde
fueron corrientes la xenofobia y los delirios de perfeccionamiento racial.
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Pero, aun así, había que brindar una explicación razonable acerca de por qué
una criatura con un cerebro muy similar desarrolló formas de vida tan
diferentes. Si observamos cualquier otra especie animal, notaremos que la
forma de vida es muy parecida, aun cuando se tratase de poblaciones muy
distantes entre sí. Es decir, que uno no espera que una manada de
chimpancés que habita en el centro de África difiera radicalmente en su
conducta y en su organización social de otra que habita en Birmania ¿Por qué
con los seres humanos esas diferencias son prácticamente la norma?
Nuevamente, para los primeros antropólogos se debía a la cultura, no a
diferencias en la composición del cerebro.
Sin embargo, más allá de esas diferencias, el punto de llegada sería similar
para todos. Todas las culturas irían evolucionando desde las formas de vida
más simples hacia las más complejas, de modo que la dirección a la que se
encaminaban era siempre la misma: la civilización. Ese recorrido tenía,
además, otras dos etapas o estadios bien definidos, el salvajismo y la barbarie.
El primero se refiere a seres humanos que apenas han dejado de lado su
animalidad, que recién comienzan a andar el camino de la cultura. Salvaje es
un animal que aún no ha sido domesticado, es decir, culturizado. Barbarie es el
período intermedio, en el que ya aparecen formas más sofisticadas de producir
la vida material, como la agricultura.
Por otra parte, cabe señalar que, si el evolucionismo había tomado su nombre
de la gran teoría biológica del siglo XIX, el relativismo hizo lo propio con la
física de Einstein, quien a comienzos del siglo XX propuso que la teoría del
movimiento newtoniano era relativa: distintos lugares del universo tenían sus
propias lógicas, irreconciliables entre sí.
Boas fundamentaba su teoría del siguiente modo. Primero: cuando los seres
humanos pensamos, lo hacemos utilizando el lenguaje. Por ejemplo, si pienso
"esta noche me gustaría comer una milanesa con papas fritas", lo hago con
esas mismas palabras. Es decir, no necesito visualizar la milanesa y las papas
usando una imagen mental. Segundo: el lenguaje que usamos viene de afuera,
es decir, de la cultura. Si yo quisiera sentarme en un restorán y pedirle al mozo
que me traiga una milanesa, deberé usar la palabra preestablecida por la
cultura, es decir, milanesa. Si, en cambio, le digo "señor, por favor tráigame un
cuchuflito", no nos vamos a entender (o quizá me traiga un huevo frito).
Tercero: si pensamos con palabras y las palabras vienen de la cultura,
entonces, la cultura determina nuestro pensamiento. Esta idea va en línea con
la filosofía empirista, que proponía que la mente conoce el mundo a partir de
las experiencias. El mundo es algo externo, que existe en sí mismo, y que la
mente capta a través de los sentidos.
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Desde el punto de vista ideológico existe una tensión entre dos posturas:
la universalista, que enfatiza las capacidades del Hombre para
adaptarse al rigor de la naturaleza mediante la ciencia y la razón,
produciendo un constante progreso; y la particularista, relacionada con
las identidades de los distintos pueblos, encarnadas en sus símbolos y
sus mitos