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Introduccién al constructivismo radical” por Ernst von Glasersfeld Los diases poseen la certeza, pero a nosotros como hombres 1s ha sido dado s6lo conjeturar. ‘Aleme6n® Adyertencia En el marco de un solo capitulo no se puede fundamentar circunstancia~ damente, claro est4, un modo de pensamiento no convencional, pero quiz se ‘puedan exponer sus rasgos caracteristicos y fijar aqu y allé algunos puntos. De esta manera corre uno ciertamente el peligro de ser mal interpretado. En el ca~ so del constructivismo se agrega la circunstancia de que, lo mismo que ocurre con el escepticismo con el cual tiene algunas cosas en comiin, se lo rechace por Considerérsclo demasiado frfo y cftico 0 sencillamente porque repugna al “sa- ‘no” entendimiento humano. Es evidente que cuando se rechaza sin més ni mas ‘una corriente de pensamiento, ese repudio es explicado por el representante de la comriente en cuestién de manera diferente de aquella en que lo explican sus crticos y detractores. Desde mi punto de vista comprometido es asf como con- sidero la resistencia que encontré en el siglo XVIII el primer genuing construc- Livista, Giambattsta Vico, y la resistencia que encontraron en un pasado reciente Silvio Ceccato y Jean Piaget, no tanto porque su argumentacién presen- tara lagunas o incongruencias sino més bien a causa de la justficable sospecha de que el constructivismo pretende enterrar una parte demasiado grande de ta cosmovisién tradicional. — ‘No se necesita penetrar muy profundamente en el pensamiento construe tivista para comprender con claridad que esa posiciGn conduce inevitablemen- te a hacer del hombre pensante el tinico responsable de su pensamiento, de su. ‘conocimiento y hasta de su conducta. Hoy en dia, cuando los conductistasx- intentan asignar toda la responsabilidad al medio ambiente y los sociobidlogos | ‘se complacen en atribuir buena parte de ella a los genes, resulta poco simpati- / ‘ca una teorfa que sostiene que el mundo en el que parecemos vivir lo debemos | slo a nosotros mismos. Esto es en siltima instancia lo que quiere afirmar el) -? + Contin orginal. re 20 ‘constructivismo. y en su intento de hacezlo pone de manifiesto aspectos de la teoria del conocimiento que de otra manera pasarian inavertidos. ‘Aqui es fundamental la tesis de que_el mundo que experimentamos Jo ‘construimos aitométicamente nosotros mismos porque no reparamos —y cier tamente no sabemos— en c6mo realizamos ese acto de construccin. Tal igno- rancia en modo alguno es necesaria. El constructivismo radical sostiene, andlo- ‘gamente a lo que sostiene Kant en su Critica, que podemos en gran medida infer las operaciones con las cuales organizamos el mundo de nuestra expe- riencia, y que la conciencia de ese operar, que Ceccato Ilam6 tal bellamente en | italiano consapevolezza operativa, puede aywlarnos a hacer las cosas de ma- nera diferente y tal vez. mejor. ‘Como ya dij, mi introduccién se limita'a unos pocos puntos. La prime- +a seccién versa sobre la relacién entre el conocimiento y esa realidad “absolu- ta” que supuestamente es independiente de toda experiencia y muestra que ‘nuestro conocimiento ha de interpretarse, no como imagen del mundo real, sino tan s6lo como una lave que nos abre caminos posibles (véase el fragmento de ‘Alcmeén). La segunda seccién describe a grandes rasgos los comienzos del escep- ticismo, agrega el punto de vista kantiano segin el cual, precisamente porque tenemos nuestros propios modos de ver las cosas, no podemos representamnos ‘un mundo que no hayamos experimentado: Iuego delinea algunos aspectos del pensamiento constructivista de Vico. La tercera seccién intenta explicar algunos rasgos fundamentales del andlisis conceptual constructivista. De las miltiples ideas y pensamientos que tomé tanto de Piaget como de Ceccato, s6to indicaré unas pocas con escasa re- ferencia bilbiogréfica. En la década de 1970, la obra de Piaget me influy6 y estimulé poderosamente; por lo demés, quince afios de trabajo en colaboracién con Ceccato dieron a mi pensamiento tna cierta orientacién e innumerables puntos de vista. Pero como para los constructivistas toda concepeién, todo sa~ ber y toda comprensién es siempre construccién ¢ interpretacién del sujeto vi- viente, no puedo sino asumir yo mismo en definitiva toda la responsabilidad de lo que se dice en este capitulo, La historia de la filosofia es una confusién de ismos. Idealismo, raciona- Jismo, nominalismo, realismo, escepticismo y docenas mAs de 1smi.> pugnaron ‘mAs 0 menos ininterrumpidamente y vivamente durante veinticinco siglos, es decir; desde que aparecieron los primeros testimonios de pensamiento occiden- tal. A menudo son diffcites de distinguir las escuclas, las corrientes y los mo- vvimientos. Pero en un aspecto, todo ismo que se tome en serio debe apartarse de lo ya establecido: debe aportar por lo menos una nueva malla a la teorfa de conocimiento. Con frecuencia la novedad no es mds que una reagrupacién de vviejos materiales ya conocidos o un desplazamiento del punto de partida o la di vision de un concepto corriente. E1 problema epistemol6gico —es decir, cémo a kb adquirimos conocimiento de la realidad y si ese conocimiento es también segu- roy “verdadero"— ocupa el pensamiento de los fildsofos actuales no menos {que ocupaba el de Platdn. Cierto es que el modo y los medios modo de buscar soluciones se han diversificado y complicado, pero la cuestiGn bisica, salvo al- unas pocas excepciones, continda siendo la misma. El modo de plantear el problema al principio hacia imposible contestar Ia pregunta, y los intentos més recientes no podrian ni acercarse a la solucién del problema. EL fil6sofo norteamericano de ta ciencia Hilary Putnam ha formulado re- cientemente la cuestiOn asf: “Desde los presocréticos a Kant no hay ningén {il6sofo que en sus principios elementales, irreductibles, no haya sido un rea- lista metafisico”.® Putnam explica esta afirmacién aduciendo que si, bien los fil6sofos estaban en desacuerdo durante e505 dos mil afios sobre lo que realmen- {e existe, estaban sin embargo siempre de acuerdo en cuanto al concepto dé la ‘verdad, que todos ellos vinculaban con el concepto de la validez objetiva.* Un ‘ealista metaffsico es, pues, quien sostiene que sélo tenemos derecho a llamar verdad” solo alo que corresponde con una realidad independiente y “objetiva’’ 'En términos generales, esta posicién no se modificé ni siquiera después de Kant, Verdad es que uno pocos intentaron tomar seriamente la critica de la raz6n para, pero la presién de la tradici6n filos6fica era abrumadora. A pesar de Iatesis de Kant de que nuestra mente no crea sus leyes partiendo de la naturaleza sino que se las impone", la mayor parte de los cientificos actuales se sienten atin hoy como"“descubridores” que sacan alla luz los misterios de lanaturaleza y am- plian lenta pero seguramente el dominio del saber humano; ¢ innumerables fil6sofos se dedican hoy a la tarea de asignar a este saber trabajosamente alcan- zado la imprescindible seguridad que todo el mundo espera de la verdad “au téntica”, Lo mismo que antes, domina hoy la concepeién de que el saber séle es saber si permite conocer el mundo tal como éste ¢s.°* Por cierto, no es posible exponer y describir cumplidamente Ia historia de Jatcorfa del conocimiento occidental en unas pocas paginas. Por eso, en este at- ticulo sumamente condensado debo contentarme con tratar un punto capital en cl cual el constructivismo, que yo represento, se aparta radicalmente de los de- ‘mAs ismos del mundo conceptual tradicional. La diferencia radical estéen la re- lacién entre saber y realidad, Mientras la concepein tradicional de Ia teorfa del conocimiento, asi como de Ia psicologia cognitiva, consideran esta relacién ‘Siempre como un acuerdo o correspondencia grafica (icénica), el constructi~ vismoradzal ve ddicha relacién como una adaptaciOn o ajuste en el sentido fun- cional. Enel inglés cotidiano puede percibirse con bastante claridad esta diferen- cia conceptual en ciertas circunstancias cuando se cotejan las palabras match (Gorresponder) y fit (encajar). El realist metafisico busca conocimiento que + “Bnel primer paso del conocimiento end Ia enestin dea verdad, Su intreduccion convier~ te el conocimientohumano en un problema gnoteolégico se "Gpimerofrecunn excelente rete general sobre ot pensndresy arguments qu han = be et comer oe in enida eid documenta la bancarrets general de at ‘ori del conocimiento convencional 2 corresponde com la realidad de la misma manera que uno busca pintura para dye Corresponda con Ta pintura con que esté pintada la pared que tenemos que frreglar. En el caso del epistem6logo 10 es, claro, el color lo que lo ocupa, So ars etase de “homomorfia” es decir, una equivalencia de relaciones. Dicho de Siro modo, él puede considerar “lo mismo” porque s6lo entonces él podria decir que su conocimieino es del mundo. ‘Por ouo lado, si decimos de algo que “encaja”, tenemos en mente wa relacign diferente. Una Tlave “encaja” en la cerradura cuando la abre. Ese fncajar describe una capacidad de la Tlave, pero no de fa cerradura. Por les Tadrones de profesin sabemos demasiado bien que existe una gran caruidad de Haves con formas diferentes de las nuestras pero que no por eso dejan de abrit nuestras pueras. Esta podré ser una metafora muy grosera, pero sirve para is trarel punto capital y hacerlo un poco mas comprensible. Desde el punto de is tajel eonstructivisino radical todos nosotros —hombres de ciencia, hlsofos, Tegos, escolares, animales, seres vivos de todas as espocies— estamos fron tango eircundante como un bandido ante una cerradura que debe abrir para adueftarse del botin. Ea este sentido a palabra “encajat” corresponde entonces a la vor ingle sa ft de la teorfa evolutiva darwinista y neodarwinisla. Desgraciadamen's propio Darwin emplea laexpresién survival ofthe test, Conesto Darw tt abri6 Fo eine 2 1a absurda idea de que sobre la base de su teorfa se podia ampliat ! 4 ——_an_na mamas leoncepto de ines (el mas apto) y encontrar entre los organismos due sete aaacneyredio organismos“ mds” ajustados que ots y entre ellos hasta todavia os-"mds ajustados” de todos.* Pero en una teorfaen la cual la supervivendia cb AT nico eriterio para Ia seleccién de las especies hay s6lo dos posibilidades: bien tna especie encaja con su medio o bien no encaja; es decir, sobrevive 0 ‘vere. S6lo.un observador situado en el exterior que utiice expresamente oMf0s riterios adicionales ademés de la mera supervivencia —por ejemplo, econe fala, simplicidad o elegancia det modo de sobrevivir— postin hablar, sob la tase de estos criterios agregados a a escala de valores ms all de los de super Nivencia podria abrir juicio acerca de los elementos que ya manifestaron su “encaje” por su supervivencia. ( Tin este respecto coincide el principio fundamental de la teoria de} cone cimiento constructivista radical con el principio fundamental de Ia teria des carer: ast como el medio pone limites a los seres vivos (estructuras org fous) y elimina varianies que transereden las posibilidades de vida dentro ¢) ( espacio as limilado, de la misma manera el mundo de la experiencia, ya st Wife Ge aexperiencia cotidiana o dela experiencia del Inboratori, constituye apie dra de voque para nuestra ideas (etructuras cognitivas), Esto se apie eh lca ‘so de las primeras regularidades que establecen los niios en su experiencia wing apenas dferenciada, se aplica en el caso de las reglas con cuya ayuda Jos aul ree tratan de regular la vida diaria y se aplica en el caso dc tas hipotesis, ce lq * C.F. wom Weizatcker ‘enla incruant eopecializada alemana » menodo se tradoce fit por icing (caps) 10 mente lleva a hablar de "los ms capaces™ forante un simporio celebrado en Bremen (1979), me hino not que ur ¢ ‘ " 4 ‘eorlas y de las Ilamadas “leyes de la naturaleza” que formulan los hombres de Ciencia en su afén de procurar estabilidad y orden perdurables a un mundo de la experiencia lo més amplio posible. Las regularidades, las reglas y las tcorf- 1s serevelan como seguras.o no ala luz de la posterior experiencia (a menos que intgoduzcamos el concepto de la probabilidad, en cuyo caso abandonamos ex- Dresamente ta condicién de que el conocimiento debe ser cierto) En la teorfa de la evolucién asi como en la historia del conocimiento se hha hablado de “adaptacién”, con lo cual vino a crearse un formidable equivo- 0. Si tomamos en serio el modo de pensar evolucionista ocurre que los orga- nismos o nuestras ideas nunca pueden ajustarse ala realidad, sino que es la rea- lidad la que mediante su limitacién de lo posible elimina sin més lo que no es apto para Ia vida. La “seleccién natural”, tanto en la filogenia como en la his- {oria del conocimiento, no elige en un sentido positivo al més apto, 1o més ‘esistente, lo mejor v lo més verdadero, sino que funciona de manera negativa ‘ues sencillamente deja que perezca todo aquello que no pasa la prueba. Esta ‘Comparacién es ciertamente exagerada. En la historia natural una falta de Sptitud es mortal sin excepeién; los filésofos en cambio rara vez mueren por ‘causa de las ideas inadecuadas, En la historia de las ideas no se trata dela supes- vivencia, se trata de la “verdad”. Si tenemos esto en cuenta la teorfa de la evolu- cin nos suministra una poderosa analogéa: la relacién entre estructuras orgéni- cas aptas para vivir y su medio es, en efecto, la misma relacién que hay entre éstructuras cognitivas utilizables y el mundo de experiencia del sujeto pensan- te. Ambas configuraciones “encajan”: las primeras porque el accidente natural dc las mutaciones les dio la forma que ahora tienen; las segundas porque el pro- pOsito humano las formé para cumplir los fines que ahora ellas efectivamente Cumplen, Esos fines son explicacién, prediccién y control de determinadas cexperiencias, ‘Aun ms importante es el aspecto epistemol6gico de la analogia. A pe- sar de las frecuentemente confusas afirmaciones de los et6logos, la estructura del comportamiento de los seres vivos nunca puede servir de base para conclu siones en relacién a un mundo “objetivo”, es decir, un mundo tai voae podria ser anterior a la experiencia.* La razn para ello —segiin lo afirma la teorta de la evolucién—es queno existe ninguna conexin causal entre ese mundo y con ‘capacidad de supervivencia de las estructuras biolégicas 0 sus comporta- ‘mientos. Como lo ha subrayado Gregory Bateson, la teorfa darwiniana esté onstruida sobre el principio de la limitacién, no sobre el principio de causa y electo.** Los organismos y sus modos de conducta que encontramos vivos en * Cam Jo ha velo an eleganemente Jakob von Ue, toda eau viva de Semin antec il de msde. Stipa cnt ert de oes oo medio qulomirrdesfuers) que 0 expesinetra mun sino quo connpan icon Scions, pith wn mn os Pr exo exran wa catia toe Lorene experi coneyion ep ep, oun parte, maaan” pero for pane tan como sspecior ctor de neil emg eine von Foester me wenn see echo de que el priacpo de a sleccif vind condiciones nantes no eters cnsiderepropiamente eon “emt” pac Suey ene iglo XVII Mayer form ena cao de Seay Srervancs" uw cualquier momento dela historia de Ia evolucién son el resultado de variaciones acumulativas accidentales y la influencia del medio estuvo y est en todas las circunstancias limitada a la eliminacién de las variantes no viables. De mane- ra que en el mejor de los casos el medio puede ser hecho el responsable de 1a extincién de una especie, pero nunca de su supervivencia, Es decir, un obser- vador de la historia de Ia evolucion puede establecer que todo aquello que desaparecié debe de haber transgredido de alguna manera ef dominio de lo viable y que todo aquello que é1 encuentra que ha sobrevivido est4, por lo me- nos durante un tiempo, en el dominio de lo viable, Pero afirmar esto es eviden- temente una tautologia (lo que sobrevive vive) y no aclara las propiedades objetivas de ese mundo, que s6lo se manifiesta en efectos negativos. Estas consideraciones encajan también con el problema fundamental de la teorfa del conocimiento, Desde un punto de vista muy general nuestro cono- cimiento es itil, relevante, capaz de sobrevivir (0 como se quiera llamar al la- do positivo de la escala de valores) siresiste al mundo de la experiencia y nos capacita para hacer ciertas predicciones o para hacer que ciertos fenémenos (apariciones, eventos, experiencias) ocurran o para impedir que ocurran. Si no hos presta ese servicio, el conocimiento se vuelve cuestionable, indigno de cconfianza, init y en dltima instancia devaluado a mera supersticién. Desde un punto de vista pragmético, consideramos las ideas, las teorfas y las “leyes de la naturaleza” como estructuras que estén permanentemente expuestas a nuestro mundo de la experiencia (desde el cual las hemos derivado) y 0 bien son vlidas (© no, Cualquier estructura cognitiva que sirve su propésito en nuestro tiempo demuestra nada més y nada menos que sblo eso —es decir, dadas las circuns- tancias que hemos experimentado (y determinadas por nuestra experiencia de cllas)—, ha hecho lo que se esperaba de ella. Légicamente, empero, esto en mo- do alguno nos da idea de c6mo puede estar constituido ef mundo “objetivo”; {quiere decir Gnicamente que conocemos un camino viable que nos conduce a un fin que hemos elegido en las circunstancias particulares en nuestro mundo de experiencia, No nos dice nada —ni puede decimos— acerca de cuntos otros, ‘caminos pueden haber ni cémo esa experiencia que consideramos el fin puede estar conectada con un mundo situado mds allé de nuestra experiencia. Lo tinico que entra en nuestra experiencia de aquel mundo “real” es, en el mejor de los casos, su fronteras 0 como lo expres6 draméticamente Warren McCulloch, uno de los primeros cibernéticos: “Haber demostrado quo una hipdtesis es falsa es haber legado al punto culminante del saber” El constructivismo es, pues, radical porque rompe con las convenciones y desarrolla una teoria del conocimiento en lacual éste yano se refiere a una rea- iidad ontol6gica, “objetiva”, sino que se refiere exclusivamente al ordenamien- to y organizacién de un mundo constituido de nuestras experiencias \El cons- tctivista radical abjuré de una vez por todas del “realismo metafisico” y se encuentra enteramente de acuerdo con Piaget quien dice: “La inteligencia or- ganiza el mundo organizéndose a s{ misma”.” Para Piaget la organizacién es siempre el resultado de una interaccién ne- ccesaria entre la inteligencia consciente y el ambiente, y, porque él se conside- ra.en primer lugar un filésofo de la biologfa, caracteriza esa interaccién como 25 “adaptacién”. También con esto estoy yo de acuerdo, pero teniendo en cuenta Jo que dijeen las anteriores piginas acerca det proceso de la selecci6n evolut- va, debiera quedar en claro que el “encaje” en la adaptacion nunca debe tentenderse como una correspondencia 1 homomorfia, En cuanto a fa cuestion fundamental de cmo estructuras Cognitivas 0 conocimiento pueden estar rela- cionados al mundo ontol6gico que est més alla de nuestra experiencia la postura de Piaget es a menudo ambigua. A menudo tiene uno la impresiOn de {Que.a pesar de las importantes contribuciones que hizo al constructivismo, tiene todavia un ansia de realismo metafisico. Y ciertamente en esto no es Piaget el fico, Donald Campbell, que compuso una excelente resefla sobre los represen- tantes de la “epistemologia evotutiva” desde Darwin, dice: “La cuestion suje- taa controversia es la inclusi6n conceptual del mundo real, definiendo el pro- blame del conocimiento como el encaje de datos y teorfa a ese mundo real” En Su conclusién, este autor declara luego que la epistemologia evolutiva que él y Karl Popper representan "es completamente compatible con la defensa de las metas de realismo y objetividad en la ciencia’. Pero la teoria que Campbell ex- pone wcnicamente al lector apunta sin embargo en la direcci6n opuesta.* En esta primera parte de mi ensayo procuré mostrar que la nocién de ‘correspondencia o calce entre conocimiento y realidad, nocién indispensable para el realismo, no puede derivarse del concepto (propio de la evoluci6n) de encaje” (it). nla segunda secciGn del ariculo dar, por fo menos de una ma ners aproximada, el enlace del constructivismo radical con la historia de laepis- temologta y mostraré que el constructivismo tal vez.no sea an radical como pa- rece a primera vista. 0 ‘La duda acerea dela correspondencia entre el saber y la realidad nacié en el momento mismo en que un ser pensante adquiri6 conciencia de su acto de pensar Jenéfanes, uno dels primeros presocréticos, yadecta que: "Ciertamen- te niligan hombre ha vito una cieta verdad y munca habré alguien que sepa ‘acerca de los dioses y las cosas... pues aun si triunfa en decir lo que es com- pletamente cierto, 6! mismo no sabré.que sabe de ello; la opinién (aparienci) std fijada por el destino sobre todas las cosas”.” "Algo que puede ser “visto” tiene que estar af antes de que 1a mirada pueda posarse sobre ese algo, es decir, que existe antes que cualquier concien Piaio vea olo experimente de alguna manera. Ast qued6 ya establecido el mar- to exctnico y con élel dilema que determin6 la epistemotogia occidental desde lsiglo VI antes de Crist. Dado este marcp, el “realismo metafsico” noes una posicign flosfica entre otras, sino que est predeterminada como la inca po Pipe. Como lo expres el fundador de Ia investigacion biologica de procesos cognitivos, Humberto Maturana: “EI supuesto a prior de que el conocimiento bet constituye una descripién de lo que es conocido. comete peticion de + Sobre este punto Ease Ia consierncincticn de Peter Skagestad? 26 ‘principios en las preguntas ;Qué es saber? y {Como sabemos?”.” Al dar por Fentado que el conocimiento debe reflejar la calidad, a epistemologia tradicio- nal ha creado para s{ misma un dilema que era tan inevitable como insoluble. ‘Siel conocimiento ha de ser una descripcién o imagen del mundo como tal, ne- ‘esitamos un criterio mediante el cual podamos juzgar cusndo nuestras descrip- ciones o imagenes son “correctas” 0 “verdaderas”, TEntonces con este marco escénico (en el cual el hombre nace como des ccubridor en un mundo ya establecido e independiente y tiene ahora Ia tarea de explora y “conocer” esa realidad del modo mis veraz posible) se abre elcamino hacia el escepticismo. La nocién de la “apariencia” que, desde Jen6fanes, forma parte de todo conocimiento humano, fue desarrollada y aplicada por la escue- fade Pirrén y posteriormente por Sexto Empirico sobre todo en la esfera de Ia percepcion; y la incontestable pregunta de si,oen qué medida, toda imagen que Pe orsmiten nuestros sentidos puede corresponder a la realidad “objetiva’ es ‘nin hoy un punto central de toda la teor‘a del conocimiento. Sexto tomé como «jemplo entre otras cosas Ia percepcién de una manzana. A nuestros sentidos la manzana parece suave, perfumada, dulce y amarillapero en modo alguno es evi- dente que la manzana posea verdaderamente estas propiedades, tanto como es fevidente que pueda poser también otras, las cuales simplemente no son per- cibidas por nuestros sentidos.* La pregunta no tiene respuesta, pues por més que nos esforcemos lo tini- co que podemos hacer es compararnivestras percepciones solamente con otras Jones, pero nunca con la manzana misma tal como ésta es antes de que Ta pereibamos. El argumento de los escépticos amargé la vida a os fil6sofos durante 2000 afos.” Entonces Kant agreg6 un segundo argumento mucho mas preocupante. Al considerar el tiempo y el espacio como aspectos de nuestra Forma de experimentar, las retir6 de Ia realidad para colocarlas en la esfera de To fenoménico, y al hacerlo puso en tela de juicio no slo las propiedades sen- fortalmente pereibidas sino también 1a “condici6n de cosa” de ta manzana. ‘Ahora no solo es dudoso que la manzana sea suave, perfumada, dulce y ama- fila, pero ademés ya no podemos estar seguros que realmente exista un obje~ fo tal como lo experimentamos, separado del resto del mundo, como una “co- sa” 0 una unidad entera. Esta segunda duda es en verdad més seria en sus consecuencias que aque- tla sobre la confiabilidad de nuestros sentidos pues mina toda representacién de ‘una estructura objetiva en el mundo real y por lo tanto plantea inevitablemen- telacuesti6n de por qué y sobre todo cémo seexplica que podamos buscar y aun tncontrar una estructura en nuestro mundo de experiencia cuando ta estructura to puede ser dada por la realidad. En otras palabras, si Kant iene razén en su ifimmacién y nuestra experiencia no puede ensefiaros nada sobre la naturale~ a de las cosas en si? ,c6mo, entonces, podemos explicar que experimentamos “mpero un mundo quees en muchos aspectos bastante establey seguro, un mun- doen el que hay cosas duraderas, relaciones permanentes y reglas de causa y efecto que nos prestan buenos servicios? ‘Esta es la pregunta fundamental a la que el constructivismo radical pro- 2 ‘cura dar una respuesta, y esta respuesta fue preparada por Io menos en sus ras- ‘Ros principales ya en 1710 algo mas de mesto siglo antes de la Crftica de Kant) or Giambatista Vico. ‘Ast como la verdad de Dios es lo que Dios llega a conocer al crearlo yor- ‘gunizarlo, la verdad humana’es to que et hombre ilega a conocer al consiruir= (o,formandblo por sus acciones. Por eso la ciencia (Scientia) es el conocimien- 10 (cognitio) de los orfgenes, de as formas y la manera en que fueron hechas las cosas” La expresion de Vico Verum ipsum factum —Io verdadero es lo mismo ‘que lo hecho Vactum deriva de facere, hecho deriva de hacer)— es a menudo ‘itada gracias al éxito que tienen sus escritos de historia de la cultura y de ilo- sofia de la historia redescubiertos en este siglo. En cambio rara ver. se menci ran sus revolucionarias ideas epistemoldgicas y menos aun se lasexplica. Elser hhumano, dice Vico, s6lo puede “conocer” una cosa que él mismo crea pues solo ‘entonces sabemos cules son sus componentes y cmo fue armado. Ast, sola- mente Dios sabe cémo es el mundo verdadero (su creacién) ya que por fo tan- toconoce los materiales y el plan de construcciGn; nosotros solo podemos saber [teaadasnente de esta esfera para da en lo que los filésofos ikdan a menudo més ‘omenos despectivamente de “psicologismo”. Las consideraciones que lo mue~ en a dar este paso se pueden deducir de 1o expuesto en las primeras dos se<~ Clones de este ensayo, si se las coteja adecuadamente. ‘En primer lugar, esté el punto de vista segin el cual el conacimiento, es decir lo que es “sabido”, no puede ser el fruto de una recepcion pasiva sino ave Se origina como producto de la atividad de un sujeto activo. Esta actividad no ‘Somresponde ciertamente con una manipulacion de las “cosas en st, es deci, Sbjets que se podrfa pensar que tienen antes de ser experimentados, la propic- doves y la estructura que el experimentadr ls otorga. Por eso llamarnos “ope. far" a la actividad que construye el conocimiento y se trata del operar de esa Jnstancia cognitiva que, como lo expresa tan bien Piaget, el organizarse as{mis- qa organiza su mundo experiencia La epistemologia se converte asfen unes- Indio de cémo opera la intligencia, de Ia manera y forma en que el intelecio tsa para construir un mundo relativamente regular desde el fur de 63 ePe renin Pero las funciones del intelecto son un tema del que siempre se intereso Tn psicologta, y cuanto ms acenin el operar activo més psicolgica se hace te investigacién, Si agregamos a esto conceptos y consideraciones de ta historia de la evolucién, es decir, conceptos filogenéticos y ontogenéticos, nos encon- tfamos cn el rea de la“epistemologta genética”. El realista metafisico trata con ninco de evitar esta rea pues para él Ia teorta del conocimiento no debe sex maneillada con consideraciones biologicas 0 psicol6gicas."* ‘Pero si_-como ya lo explica Alemesn en el fragmento citado al princi- piode este ensayo— Inactvidad cognoscitiva del hombre no puede llevar i Magen verdadera y certera del mundo, pero slo se limita aun indagar ¢infe, ti lego esa actividad puede sr vista como forjando laves con cuya ayuda hombre puede abrir caminos que fo conduzcan a los fines que elige. Esto quic~ redecir que la segunda pregunta que formulamos al términar la seccion, la de [or qué ocurte la actividad cognitiva, est inseparablemente unida a [a prime” repmegunla; porque, en efecto, que nna lave funcione bien o no no depend de {que encontzemos una cerradura adecuada con la que aquéllaencaje, sino ice $}solamente de que nos facilite el camino hacia el fin que queremos alearvar. "Todo constructivismo comienza con el supuesto (intitivamente confir- mado) de que la actividad cognitiva ocurre en el mundo dela experiencia de una Tonciencia que tiende a un fin, Bse cardctertelcoligico nadia tiene qve ves Por Gierto con tos fines en una “realidad exterior". Los fines a que aquf nos referi- Sao nacen Gnicamente del hecho de que: un organism cognoscente evalda sus ‘ivencias y porque las evakia entonces iénde a hacer que se repitan unas y ave es de- fir as construcciones y estructuras cognitivas, tienen pues cada ve7-un fin y, por lo menos originriamente, son ju2gadas por cio sirven al fin elegido, Pe ory eoncepto de finalidad presupone por su parte el supuesto de que es posi- Dicestableeerregularidades en el mundo de laexperiencia. Hume formul6 inob, jetablemente el argumento que describe la stuacion: “Si abrigéramas [a en iepecha de que el curso de lanaturaleza puede cambiar, y de que el pasado u pueda no ser la regia para el futuro, toda experiencia se torna intl y de ella no se pueden sacar ninguna clase de inferencias o conclusiones” Esta creencia cn la regularidad y, por lo tanto, en la posibilidad de la induccién es propia de todo ser viviente. El concepxo de naturaleza era para Hume, 1o mismo que para Kant “lasu- ‘ma de todos los objetos de la experiencia” Esto quiere decir que cualquiera sea la conjetura que saquemos de nuestra experiencia —esto es, todo lo que Ila- ramos inducir— se refiere necesariamente a nuestra experiencia y no a ese ‘mundo mitico independiente de la experiencia con el que suefian los realistas rmetafisicos. El segundo punto de vista que se puede formular sobre la base de la con- ‘cepcién constructiva incumbe a la naturaleza de las regularidades que cl orza- nismo cognitivo encuentra 0, mejor dicho, crea en su mundo experiencial. Para afismar de algo que es regular, constante y en cierto modo invarianie es menes- ter evar a cabo una comparacién. Es decir, algo que ya ha sido experienciado se coleja con una segunda experiencia que no coincide con la primera, Este “poner en relacién” puede suministraros (independientemente del resultado de 1a comparacién) dos conceptos fundamentalmente diferentes: equivalencia © identdad individual. La confusién de estos dos conceptos bésicamente diferen- tes hace usar indistintamente las expreciones “Io igual” y “lo idéntico” (en inglés esto lego hasta el punto de que una y la misma palabra, the same, se uti- lice para expresar ambos conceptos). Sin embargo es indipensable establecer la distincién, si queremos comprender los materiales mas elementales de la cons- truccién cognitiva. ‘Como Jo most Piaget, los conceptos de equivalencia y de identidad in- dividual en modo alguno son conceptos dados a prior, innaios, sino que todo nino “normal” los construye dentro de los dos primeros aftos de vida.» Esencial ‘aqui el desarrolio de ia capacidad de representacion. Vor una parte, esa capa- ‘iad le permite a uno comparar una percepeién con una presente; por otra par- {e, esta misma capacidad prepara el camino para considerar nuestras percepcio- ‘nes repetidas y especialmente conjuntas de percepciones repetidas como obje- {os ubicarlos en un espacio independiente del propio movimiento del sujeto ¥en tiempo separado del flujo de vivencias del sujeto. Junto con el desarro- ilo de esta facultad de representacién se presentan dos posibilidades de compa- sncidn: dos complejos de percepciones (experiencias) pueden en todo mamen- 1 ser “externalizados” como dos objetos independientes el uno del otro, pero también pueden ser considerados como dos vivientes de uno y el mismo obje- toque “existe” individualmente, Esto nada tiene que ver con la comparacién en sf, sino que inicamente determina el caricter conceptual de lo que se compa- 1A. Si esa comparacién nos lleva a formular un juicio de “semejanza”, entonces tenemos 0 bien dos objetos que son semejantes en la comparacién de las pro- piedades consideradas, o bien tenemos un objeto que en el tiempo transcurrido entre las dos vivencias, ha permanecido igual. Si la comparacion, en cambio, ‘nos lleva a formular un juicio de “diferencia”, entonces tenemos o bien dos ob- jetos con diferentes propiedades o bien tenemios un objeto que, desde la viven: cin anterior, ha cambiado. 2 Een la précticaciertamente se dan contextos que sefalan en una y trac recciém sin que podamos decidir conscientemiente entre equivalencia ¢ idem dad individual. En otro lugar he sefialado que hay casos dudosos y emo, en el caso de Ia identidad, tratamos de decid valiéndonos de la justificacién més 0 tnenos plausible de postular alguna forma de continuidad.? Agu me limitaré tan ‘blo a hacer resaltar que aun esa continuidad en la existencia de un objeto in- dividual siempre es el producto de una operacién realizada por el sujeto cognos- ‘cente,y nunca se la puede explicar como una condicign dada de la realidad obje- iva" [Nadie aprovecha con mayor habilidad estas posibilidades conceptuales {que el prestidigitador. Por ejemplo en una funcin pide a uno de los expectado~ res suanillo, lo arroja al medio de Ia sala donde se encuentra su auxiliary luego hace que et pasmado eapeciador encucatre el mismo anillo en 21 propio bolsi- lio, La magia consiste en que las percepciones de los espectadores son guiadas de manera tal que maquinalmente construyan una identidad continua desde ta primera aparicién del anillo arojado al medio de la sala. Si se logra, efectiva- mente todos pueden pensar que s6lo un milagro ha hecho que el mismo anillo se encuentre en el bolsillo del espectador. Andlogamente ocurre con la cinta de seda roja que el ilusionista corta en pequefiostroz0s y luego con un pase de las ‘manos la muestra en su totalidad original, Otro ejemplo semejante y a menudo ‘itado es el del cinemat6grafo,en el cual, segin as cxrcunstancias dela percep- cidn, vemos una serie de imagenes individuales y distintas o un movimiento continuado. Independientemente del hecho de que en algin lugar y enalgtin mo- ‘mento un caballo “verdadero” trow6 en laralidad yf. filmado, cuando vemos Ia pelicula debemos construir el movimiento como un cambio continuado (de uno y el mismo caballo) con la sucesién de imgenes. (La circunstancia de que tenesto procedamos de maneraenteramente automética no alterael hecho de que debemos hacerlo para ver el eahallo en movimiento.) En no menor medida son construidos los juicios de semejanza y diferen- cia en la esfera de los objetos de percepcién. Como ya dije antes, la "semejan za" es siempre el resultado de un examen de determinadas propiedades. Dos huevos pueden ser considerados semejantes en cuanto la forma, tamafo y co- Jor 0 porque proceden de la misma gallina, pero claramente hay diferencias si ‘uno ha sido puesto ayery el otro hace seis semanas. Un raton decampo y un ele famte son en muchos aspectos diferentes, pero serdn considerados semejantes ‘como seres vivos cuando queremos distinguira los wnafferos de otras clases de animales. Y por fin todos los huevos, todos los animales, todas las cosas que he vistoo me he representado alguna vez, son semejantes entre sf por la circuns- tancia de que mediante operaciones perceptivas bien determinadas los islét0- 4d0.€50 como objetos limitados, conclusos en si mismos, en el campo total de mi ‘experiencia. En estos casos, ast como en {odo los imaginables, resulta claro que Jos ctterios con los cuales determinamos su semejanza o diferencia son crea- + Véanse las conideraciones anklogas de von Foerster en este mismo volumen (Net de compiled) aah Olan 33 dos y elegidos pore! sujeto viviente que juzga y nunca pueden ser atrbuidos a ‘un mundo independiente del experimeniador. ‘Mis importante ain para comprender el constructivism radical es el ope rar activo del sujeto en cuanto a fo que Hamamos regularidad o invariancia en ¢ mundo dela experiencia Tanto la regularidad como la constancia presuponen experiencias repetidas y la repeticion s6lo puede realizarse sobre la base de una ‘comparacién que arroja un juicio de semejanza. Pero Ia semejanza, sein aca- ‘bamos de ver, es siempre relativa: los objetos y los hechos son “'semejantes” en relacién precisamente con las propiedad 0 partes que son consideradas en la comparacién. Esto significa que un hecho que, por ejemplo, consta de los ele mentos a, 6, c, puede considcrarse semejante a un hecho que posee a, b,c y x siempre que no tenga en cuenta x. Este es el principio de la asimilacién. En un contexto en ef que entran en juego exclusivamente las partes 0 propiedades a, +, yc,cada objeto que posee a,b, y c puede aceptarse como semejante. Es ms aun no se fo puede distinguir de otros objetos quc también posce ab y c,siem- Dre que no se tomen en consideracién otras propiedades. Pero la situacién ‘ambia cuando un objeto que, si bien consta de a,b y c, se comporta de mane- ra diferente de Ia que se espera de objetos que poseen a,b y cde conformidad ‘con la experiencia anterior, Esto determina una perturbacién que puede llevar a considerar otras partes 0 propiedades. Entonces aparece la posibilidad de dis- tinguirel objeto peturbador(c inaceptable por eso en lasituaciGn dada) en virtud de-una propiedad x de los otros objetos aceptables. Este es el principio fun- damental sobre el cual Piaget construyé su teora de la asimilacién y de la aco- ‘modacién del marco de esquemas de accién y es uno de los ms importantes Componentes en su andlisis del desarrollo cognitivo en general. Aqu! s6lo ha. 1€ nolar que en este principo esté también contenido el concepto de “encajar ‘con’ pues aquf no se trata de cémo se considera que un objeto puede ser en “ealidad” o desde un punto de vista “objetivo”, sino que lo tinieo que importa es si cumple el servicio 0 se comporta como se espera de él y, por lo tanto, si “encaja” 0 no ala situacién. ‘Ahora bien, sila repeticién puede construirse sobre la base de semejan- tecomparacién es evidente que en el caso de todos los tipos de regularidad (que ‘por cierto sicmpre presuponen repeticién) cabe decir lo mismo, Tanto aqui co- ‘mo alld se tata de una cuestin de punto de vista, es decir, qué se considera y tenrelacién on qué se busca “semejanza”. Suponiendo que la materia prima del asunto de la experiencia sca lo bastante rica copiosa, una conciencia asimila- ddora puede construr regularidades y orden también en el mundo completamen- tecadtico, sin ningin orden. Hasta qué punto se logre esto depende mas de los fines del punto de partida ya construido que de las condiciones dadas del mun- do llamado “verdadero”. ‘Unalbafil, que trabaje exclusivamente con ladrillos tarde 0 temprano ie- garda la conclusion de que todas las aberturas de ventanas y pucrias deben te- ner unarco que sostenga a mamposterfa superior, Sielalbafil cree entonces que tha descubierto una ley del mundo absoluto se engafla de manera muy semejan~ tea la que se engafiaba Kant al creer que toda la geometria debia ser geometsia ceuclidiana, Cualesquiera que sean los materiales que elijamos, ya se trate de la u Arillos, ya se trate de elementos euclidianos, dichos materiales determinan limi tes, Pero nosotros experimentamos esos limites, por asi decirlo, s6lo desde “adentro" cn la perspectiva de los ladrillos oen la perspectiva euclidiana, Nun- ca senos muestran las fronteras del mundo en las cuales naufragan nuestros em- prendimientos. Lo que vivimos y experimentamos, Io que conocemos y le. amos a saber est necesariamente construido con nuestros propios materiales J sélo se puede explicar por manera y forma de constr. Recapitulacion ‘Las caractersticas del lenguaje nos obligan inevitablemente a presentar ‘una cosa tras otra. Por es0 deben Teerse una después de otra las tres secciones ide este capitulo, s6lo que esta inevitable sucesién no ha de entenderse como forden I6gico, Aquello sobre lo que versan estas secciones se pueden exponct Sicamente de manera muy aproximada como tema aisindo pues en el pensa tmiento constructivista cada idea est tan estrechamente entrelazaa con las de- sms que exponerlaindividualmente da fa impresién de un ejercicio de pulsacion ‘musical, Los argumentos que se han ofrecido aqu{ no pueden ciertamente pre- Seniar una nueva imagen del mundo.en sus hilos particulares, sino que la presen tan como una trama entretejida. "El andlisis conceptual mostré por una parte que una conciencia, cualquie ‘a sea su constitucin, solo puede reconocer la ‘epetici6n”, la “constancia” y {a"'regularidad” sobre la base de una comparacién; por otra parte, mostré que ‘yaantes dela comparacion propiamente dicha hay que decidir silos dos hechos {que han de compararse se consideran como eventos de uno y el mismo objeto O de das objetos separados. Esta decisiones determinan lo que ha de conside- arse como tnidad “existente” (objeto) y lo que ha de considerarse como rela- ‘ion (entre objetos) y al hacerlo crean estructuras en el flujo de Ia experiencia. Esa estructura es lo que el organismo cognitivo consciente experimenta como “realidad”. y puesto que dichaestructuracasi exclusivamente (hastaahora) fue creada de manera antomitica se presenta como condicién dada de un mundo in- dlependiente que existe por si mismo. Este modo de ver las cosas no es nuevo, Desde Ptron hasta los fisicos te- Gritos del presente (que cada ver. con mayor frecuencia deben preguntarse si tstéin descubriendo leyes de la naturaleza 0 si, por obra de las refinadas prepa- Taciones de la observacién experimental, estin forzando més bien a la natura- Teva para que encaje en hipdtesis previamente concebidas), el escepticismo eg6.a la misma conclusin, Pero mientras en el fondo continuemos siendo “re- alistas metafisicos” y esperemos del conocimiento que nos procure una image verdadera” de un mundo independiente y supuestamente “real”, el escéptico ‘pos parecerd siempre un pesimista y un aguafiestas pues sus argumentos nos ha- ten ver que no es posible un conocimiento de esa indole, “til ala verdad”. EL ‘ealista ciertamente puede continuar siendo a pesar de todo realista si hace aun ado los argumentos del escepticismo por considerar que repugnan al “sant tentendimiento humano y hacer como si nunca se los hubieran expuesto, Pero si 35 {oma seriamente Jos argumemtos tendré que retirarse a alguna forma de idea- lismo subjetivo, y ese movimiento de retro termina en iltima instancia en un vitable solipsismo, es decir la creencia de que no puede existir ningin mun- do independiente del sujto. Porque esta situaciGn parece inevitable, por tna parte, frente ala l6gica inmefutable de los argumentos escépticos.y porque, por otra, estamos intuitiva- ‘mente convencidos de que el mundo est Ileno de impedimentos que nosotros ismos no hemos puesto deliberadamente en nuestro camino, debemos volver ‘dar el primer paso dela teoria del conocimiento para resolver este dilema. Uno Campbell, Donald T. "Evolutionary Episteanology”. EnP.A. compiledor): The hilasophy of Karl Popper. 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