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Jesús
la verdad detrás del mito
C ÉSAR A. C ARRIÓN
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César A. Carrión
2
JESÚS
Jesús
la verdad detrás del mito
C ÉSAR A. C ARRIÓN
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César A. Carrión
ISBN 978-987-1644-09-4
Imagen de Tapa:
Descendimiento de la Cruz – Caravaggio
(Óleo sobre Tela) - Pinacoteca Vaticana
ISBN 978-987-1644-09-4
IMPRESO EN ARGENTINA
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JESÚS
A mis padres,
que me hicieron el hombre que soy,
y a mi esposa,
por haberme elegido.
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César A. Carrión
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JESÚS
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JESÚS
Prólogo
La vida de Jesús ha sido siempre un enigma. Los evangelios no son
verdaderos libros de historia, son escritos testimoniales cuyo objetivo era con-
vencer a los posibles lectores de que Jesús era el Mesías esperado. Por otro lado,
tampoco era su objetivo el efectuar un racconto de los hechos tal cual como le
hubiera agradado a un historiador moderno. Aún entre los historiadores con-
temporáneos a los evangelistas no estaba mal visto que se tomaran ciertas
licencias al momento de relatar lo ocurrido, solían disimular los aspectos
negativos y destacar los positivos de tal manera que, en ocasiones, pone en duda
la veracidad de lo relatado. Por ejemplo, cuando Herodoto relata la batalla de las
Termópilas en el transcurso de las Guerras Médicas, nos refiere la manera en la
cual se enfrentaron los Persas con los soldados espartanos de Leónidas. “Así, con
este cómputo, la suma total que Jerjes, el hijo de Darlo, condujo hasta Sepiada y
Termópilas, subiría a 528 miríadas y 3.220 hombres, que son 5.283.220 hombres.” 1
A este importante número de soldados, en el texto de su Historia, los enfrenta con
una exigua cantidad de combatientes griegos. “Entonces, pues, se fue a
Termópilas el rey Leónidas, habiendo escogido en Esparta 300 hombres de edad
varonil y militar que ya tenían hijos.”2 Más adelante el autor, en los últimos
capítulos del mismo libro, cita el epitafio que fue escrito sobre la tumba de los
caídos, cuyo texto es el siguiente: “Aquí lucharon cierto día, contra tres millones,
cuatro mil hombres venidos del Peloponeso.” 3 Obviamente nunca podremos saber
si el ejército persa estaba com-puesto por tres o cinco millones de soldados, así
como tampoco podremos conocer si los griegos que se le enfrentaron fueron
trecientos o cuatro mil, lo que parece claro es que la desproporción que, según
Herodoto, existía entre ambos ejércitos, posiblemente, haya sido exagerada por el
autor.
Otro ejemplo de este tipo de accionar, que poseían los autores clásicos lo
podemos encontrar en Polibio y su Historia de las Guerras Púnicas, allí, cuando
relata como Aníbal acampaba en el país de los Samnios describe el lugar en donde
efectuó su asentamiento como “estas llanuras están bien defendidas y son de
acceso difícil: están rodeadas por el mar, y, en su mayor parte, por una gran
cadena montañosa que ofrece solo tres entradas desde tierra adentro, angostas y
escabrosas, la primera por el país de los samnitas, la segunda por el Lacio y la otra
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Historia, libro VII, CLXXXVI - Herodoto
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Historia, libro VII, CCV - Herodoto
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Historia, libro VII, CCVIII - Herodoto
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milagro tan portentoso o fue todo un truco con el objetivo de captar adeptos? ¿El
pueblo judío era un grupo de neuróticos ciclotímicos que recibieron a Jesús entre
vítores para tres días mas tarde pedir a gritos que lo crucifiquen sin piedad, aún
luego de haberlo visto flagelado? ¿Cómo es posible que la única justificación que
fue capaz de encontrar el Sanedrín, para poder crucificarlo, haya sido tan solo el
hecho de haberse proclamado Mesías? ¿El milagro de la resurrección ocurrió
realmente? Y si esto fue así, ¿por qué motivo es que tan solo dos de los cuatro
evangelios recuerdan que hubiera sucedido? ¿Por qué Jesús decide mostrarse
solamente ante sus discípulos y a escondidas en lugar de manifestarse glorioso
ante todo el pueblo? Toda esta larga lista de preguntas y muchas más son las que
permanecen luego de leer detenidamente los textos sagrados. La intención de este
libro es plantear algunos interrogantes, investigar cuales fueron los hechos que
nos fueron ocultados para luego, por medio de un detallado análisis de los datos
de los cuales disponemos, gradualmente ir encontrando las respuestas.
Obviamente, no todos los interrogantes que nos hemos planteado podrán ser
resueltos. Si bien en el caso de la mayoría de ellos el poder disiparlos está al
alcance de la mano, se consigue simplemente leyendo detenidamente los
evangelios, para el resto deberemos recurrir a fuentes alternativas como son los
evangelios apócrifos y textos de la época escritos por autores seculares
independientes. Pero, aún incluyendo estos textos, no podremos alcanzar a
responder todas las incógnitas, para el resto de estas deberemos encontrar una
explicación que pueda considerarse plausible aunque por ello, no necesariamente,
deban aceptarse como ciertas.
Por otro lado, un punto que debemos tener presente, en forma
permanente, mientras estemos leyendo este libro, es que Jesús era judío. Dicho de
esta forma aparenta ser una verdad de Perogrullo, pero es un hecho que
habitualmente uno no tiene en cuenta al momento de leer la Biblia. Su prédica, su
conducta, su mensaje eran claramente judíos. En el trascurso de toda su vida
pública, de su boca jamás salieron palabras que estuvieran en contra de la religión
judía, del pueblo judío, de la Torah o de la enseñanza de los profetas, muy por el
contrario, en una oportunidad expresó: “No penséis que he venido a abolir la Ley
y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.” 5
Jesús era un judío viviendo en Judea. Un país que se encontraba ocupado
por el ejército de Roma desde hacía demasiados años, en donde se vivía perma-
nentemente en un ambiente de asfixiante tensión política y social. Un país en
donde coexistía una clase social elevada, de tendencia filohelena, que poseía un
estilo de vida marcados por hábitos que habían sido importados desde Grecia,
cuya laxitud en las costumbres les incitaba a incumplir con los preceptos ordena-
dos por la Torah, asistían a gimnasios en donde practicaban deportes “desnudos”,
al menos desde el punto de vista del resto de los judíos, organizaban bacanales en
donde los alimentos que se consumían distaban mucho de poder ser conside-
rados “kosher”, tomaron por costumbre utilizar nombres griegos en reemplazo de
los que poseían que eran de origen hebreos. Un ejemplo de esta conducta era
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Mateo 5:17
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JESÚS
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Hugh J. Schonfield. “Jesús: ¿Mesías o Dios?”
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“Escucha Israel, el señor es tu dios, el señor es uno solo”7. Sin discusión, el señor
es uno, no dos y mucho menos tres. A partir de ese momento la separación se
tornó irreversible y el cristianismo fue adoptado como religión oficial por el
estado romano.
En el segundo concilio ecuménico, que se realizó el 24 de septiembre del
787, siendo Papa Adriano I, se aprobó la veneración de imágenes religiosas, pero
ya en esa época el pueblo judío era considerado deicida y perseguido por ello.
¿Qué fue lo que sucedió para que comenzaran a distanciarse? A pesar de
lo que la gente común cree, el creador de la religión cristiana no fue Jesús, ni
siquiera fue uno de sus discípulos directos, el creador de la doctrina como llegó a
nosotros fue un fariseo llamado Saulo, originario de la ciudad de Tarso, en Cilicia.
Conocido luego con el nombre de Pablo.
Pablo, luego de que Dios mismo se le manifestase en una visión mientras
se encontraba en el camino a Damasco, se transformó en un cristiano ferviente,
pero, ¿qué era para él ser un cristiano ferviente?
Pablo, a su regreso a Jerusalén, comenzó a propagar enseñanzas que no
había dado Jesús en vida, a las cuales los apóstoles se oponían ya que las
consideraban falsas, pero Pablo respondía que lo que él enseñaba se lo había
revelado el Jesús celestial, el resucitado y no el terrenal. Así era como se negaba a
obedecer las órdenes de no enseñar esa nueva doctrina que le habían dado los
padres de la iglesia. Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de esta
confronta-ción: “Y han oído decir de ti que enseñas a todos los judíos que viven
entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus
hijos ni observen las tradiciones. ¿Qué hacer, pues? Porque va a reunirse la
muchedumbre al enterarse de tu venida. Haz, pues, lo que te vamos a decir: Hay
entre nosotros cuatro hombres que tienen un voto que cumplir. Tómalos y
purifícate con ellos; y paga tú por ellos, para que se rapen la cabeza; así todos
entenderán que no hay nada de lo que ellos han oído decir de ti; sino que tú
también te portas como un cumplidor de la Ley.” 8 Si bien Pablo obedece las
órdenes impartidas por el grupo de apóstoles, en sus epístolas reclama su
supremacía con respecto al resto de los discípulos de Jesús porque estos lo
conocieron según la carne y a él lo instruyó en gloria: “Porque os hago saber,
hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, pues yo
no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” 9
La discusión parecía que no iba a llegar a un fin concreto hasta que, de la
mano de Pedro, surgió la solución. Pablo limitaría su prédica a los Gentiles, es
decir, a aquellos no judíos de nacimiento. Pero estos gentiles cuando manifestaban
su decisión de convertirse a la fe judeocristiana, hasta ese momento, debían so-
meterse al ritual de la circuncisión, que era la manifestación física de la alianza
entre pueblo hebreo y Jehová.
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Deuteronomio 6:4
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Hechos 21:21-24
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Epístola a los Gálatas 1:11-12
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Este último requisito era una barrera muy difícil de soportar para un
gentil, y por eso eran muy remisos a la conversión. Desde el punto de vista
filosófico, los griegos mantenían muchos puntos en común con el pensamiento
cristiano, princi-palmente entre los de pensamiento platónico y los paulistas, pero
cuando llegaba el momento de abrazar la fe judía retrocedían horrorizados ante
tamaño requeri-miento. Es por ello que Pablo les plantea como único
requerimiento el bautismo, porque consideraba que al ser bautizados, el nuevo
creyente, ya se encontraba circunciso en su corazón.
Es a causa de estas dos circunstancias, la predica restringida a los gentiles
y el no cumplimiento del requisito de la circuncisión como condición para formar
parte de la comunidad cristiana, por lo que esta nueva “religión” pudo expandirse
por todo el imperio con mucha mayor rapidez que la enseñada por los apóstoles.
Pero la diferencia cultural de ambos pueblos era abismal. Los gentiles
veían como algo normal a los semidioses, seres producto de una unión entre un
dios y un mortal, historias de vírgenes embarazadas por un dios corrían ya en la
antigua Grecia. A un gentil no le bastaba que Jesús fuera un simple profeta,
necesitaba considerarlo como un dios o, mínimamente, un semidios.
Y si el espíritu de Julio César había ascendido a los cielos, ¿qué menos
haría el salvador? ¿Necesitaban una imagen femenina como diosa? ¿Por qué no
divinizar a María y comenzar con el culto mariano? Se transformó en algo muy
común adaptar las distintas creencias de las diferentes religiones asumiéndolas
como propias con el único objetivo de ganar una mayor cantidad de adeptos. Esta
gradual transformación convirtió al cristianismo primitivo en la religión que es
actualmente, y las enseñanzas de la iglesia primitiva fueron olvidadas y sus
últimos adeptos declarados herejes y perseguidos por ello hasta la muerte.
A partir del comienzo de la edad media, los monasterios se transformaron
en los guardianes de la herencia cultural griega y romana. En estos claustros era
donde se copiaban los textos escritos por los filósofos clásicos y se los rescataba
del olvido, pero, al poseer el monopolio de la transcripción de los códices, se
transformaron simultáneamente en los censores de todas aquellas obras que
estuvieran en contra de los dogmas que sostenía la iglesia cristiana. Es por todos
estos motivos que hoy nos encontramos entre tinieblas y en la búsqueda del Jesús
histórico.
Este libro no trata de sus enseñanzas, ni pretende adoctrinar sobre ningún
pensamiento religioso ni filosófico, su único objetivo es que sea el primer paso
hacia el descubrimiento de otra realidad más allá de la que nos enseñaron y que a
través de ella podamos iniciar la búsqueda de la verdad histórica, de lo que
ocurrió realmente. Antes de comenzar su lectura debemos despojarnos de todo
tipo de prejuicios, preconceptos o ideas preconcebidas, dado que éstas no nos per-
mitirían reconocer, cuando encontramos contradicciones en el texto bíblico, que
estas inconsistencias existen. A modo de ejemplo, si nos aferramos al dogma de la
virginidad perpetua de María, a pesar de que esta idea no existe en los textos
evangélicos sino que fue aceptada muchos siglos después de su muerte, no podre-
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mos aceptar el hecho que Jesús poseyera hermanos a pesar de que ese dato nos es
referido reiteradamente por los evangelistas. Si no nos podemos permitir plantear
siquiera la duda jamás podremos cambiar de opinión aún en contra de todo tipo
de argumento, por más firme que este sea. Solo si somos capaces de aceptar que
un hecho puede ser cierto estaremos en condiciones de iniciar su análisis.
Este libro está diseñado en dos partes, en la primera el objetivo es realizar
una especie de búsqueda del origen de múltiples hechos aceptados como
verídicos pero cuya fuente no es el Nuevo Testamento. Por ejemplo, cualquier
persona, si la interrogamos, nos puede referir cuantos eran los reyes magos e
incluso nos in-formará sus nombres, pero estos datos no son provistos por
ninguno de los cuatro evangelios. La gran mayoría de los creyentes desconocen
donde se originó esta leyenda. Otro ejemplo particular es el nombre de los padres
de la virgen María. San Joaquín y Santa Ana, son los progenitores de María,
reconocidos como tales y declarados santos por la iglesia católica a pesar de que
no existen datos en el nuevo testamento que sustenten esta presunción. La historia
de sus vidas forma parte de los relatos incluidos en los evangelios apócrifos.
Ahora bien, si existen datos dentro de los evangelios apócrifos que pueden ser
considerados verídicos, aún por la iglesia católica, entonces estamos autorizados a
buscar, en esta fuente, los datos ausentes en los canónicos. Es en estos textos
alternativos, en donde rastrea-remos las pistas que nos ayuden a aclarar en que
sitio nació Jesús. ¿Era, María y José, una pareja de origen humilde? ¿Existió
realmente la “Matanza de los Inocen- tes”? ¿Jesús estaba casado? ¿Quién pudo ser
su esposa? ¿Quiénes fueron sus her-manos? ¿Cuántos eran los apóstoles? ¿Eran
unos pacíficos pescadores de Galilea o se trataba de un grupo armado con el
objetivo de instaurar un nuevo orden? ¿Ac- tuaba Jesús solo o existía un grupo de
seguidores oculto con los cuales coordinaba las acciones a seguir? ¿El mensaje de
Jesús era tan pacífico como nos enseñaron o también tuvo en vida expresiones de
contenido racista, violento e intolerante? ¿Los milagros fueron tales o se trató de
engaños armados para captar adeptos?
Con respecto a la segunda parte de esta obra, se trata de buscar una
explicación alternativa a los hechos ocurridos en el transcurso de la Pasión, en los
que podemos notar graves inconsistencia y contradicciones en el relato oficial,
donde existen incoherencias tales que hacen imposible poder creer que lo relatado
sea absolutamente cierto. Por ejemplo, debemos creer que en menos de tres horas
se produjeron tres juicios, dos rondas de reconocimiento, tres interrogatorios, dos
plebiscitos a la opinión popular, una flagelación y la ascensión al monte Gólgota
para ejecutar la sentencia de crucifixión. Todos los hechos que he citado presunta-
mente ocurrieron entre la hora prima y la hora tercia, es decir entre las seis y las
nueve de la mañana, momento en el cual fue elevado en la cruz.
Todo este segundo segmento está dedicado al análisis de los sucesos
acontecidos durante la captura, en el juicio ante el Sanedrín, en el que se realizó
ante Pilatos, cuales fueron los delitos de los que se le acusaba, quien fue
verdadera-mente el que lo condenó y ejecutó, en donde fue crucificado e, incluso,
si resucitó o no.
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PRIMERA PARTE
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CAPÍTULO I
La Sagrada Familia
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tradiciones y los evangelios apócrifos nos dicen que María era hija de Anah y
Jehohakim11: Éstos no vivían en la pobreza sino que eran personas ricas, des-
cendientes de David.
“Consta en las historias de las doce tribus de Israel que había un hombre
llamado Joaquín, rico en extremo, el cual aportaba ofrendas dobles diciendo: El
excedente de mi ofrenda será para todo el pueblo, y lo que ofrezca en expiación de
mis faltas será para el Señor, a fin de que se me muestre propicio.”12
Para más datos el evangelio de Pseudo-Mateo nos dice que “era pastor de
sus propias ovejas... y ofrecía presentes dobles a los que trabajaban en la sabiduría
y en el temor de Dios, y presentes simples a los que a éstos servían” 13 “...y no
había, en todo el pueblo israelita, nadie que lo igualase en abundancia de reses.” 14
Según el Protoevangelio de Santiago, no solo era hija de un hombre rico en
extremo, sino que también era su única hija, también fruto de un embarazo
milagroso.
“Y he aquí que un ángel del Señor apareció y le dijo: Ana, Ana, el Señor ha
escuchado y atendido tu súplica. Concebirás y parirás y se hablará de tu
progenitura en toda la tierra, y Ana dijo: Tan cierto como el Señor, mi Dios, vive,
si doy a luz un hijo, sea varón, sea hembra, lo llevaré como ofrenda al Señor, mi
Dios, y permanecerá a su servicio todos los días de su vida.”15
Tan milagrosa fue la concepción que no necesitó Ana de Joaquín para
poder lograrla. De hecho veinte años convivieron juntos sin poder procrear, bastó
que Joaquín se alejase de Ana durante cinco meses para que ella quedase emba-
razada milagrosamente por medio de un ángel.
“Joaquín abandonó llorando el templo del Señor, y no volvió a su casa,
sino que marchó donde estaban sus rebaños, y llevó consigo a sus pastores a las
montañas de una comarca lejana, y, durante cinco meses, su esposa no tuvo
ninguna noticia suya”.16 Y mientras Ana le rezaba a Dios, decía “He aquí que han
pasado cinco meses, y no lo veo (a mi esposo). Y no se si está muerto, para
siquiera darle sepultura... Y, a punto de terminar su clamor dolorido, he aquí que
de súbito apareció ante ella el ángel del Señor, diciéndole: No temas, Ana, porque
en el designio de Dios está que salga de ti un vástago, el cual será objeto de la
admiración de todos los siglos hasta el fin del mundo. Y, no bien pronunció estas
palabras, desapareció delante de sus ojos.”17
Uno podrá pensar, “Joaquín no le recriminó nada a Ana porque segura-
mente el mensaje del ángel fue una anunciación, y no era que Ana estuviera
11
Ana y Joaquín. Jehohakim significa “Dios es su ayuda”.
12
Protoevangelio de Santiago 1:1
13
Evangelio del Pseudo-Mateo 1:1
14
Evangelio del Pseudo-Mateo 1:2
15
Protoevangelio de Santiago 4:1
16
Evangelio del Pseudo-Mateo 2:1
17
Evangelio del Pseudo-Mateo 2:2-3
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menos que, la otra María a la cual hacen referencia, fuese María la madre de Jesús,
pero según Lucas y Marcos, esa María era madre de Santiago y no de Jesús. María
no podría ser madre de ambos, Jesús y Santiago, dado que era virgen perpetua y
Jesús era hijo único. En la época en la que se escribieron los evangelios apócrifos
esta contradicción ya se conocía.
Entonces, o María era una madre desamorada incapaz de arriesgarse a
concurrir para ver por última vez a su hijo y embalsamarlo, o “la otra María” que
se nombra era madre de ambos, de Santiago y Jesús, simultáneamente. Imagino
que los autores de la iglesia primitiva no encontraron otra forma de poder
explicar la discordancia entre estos dos hechos que la que hemos leído
anteriormente, es decir que la llamaron madre de Jacobo porque fue la que crió a
ese otro hijo de José con dedicación de madre. Pero me surge otra duda, ¿María,
con los otros tres hijos varones de José, fue una miserable que los maltrataba o es
que existió algún otro motivo por el cual no se la conoció también como su
madre?
Como dijera anteriormente, en la época en la que se escribió “La historia
Árabe de José el carpintero”, debía existir la tradición que María era madre de
Jacobo, pero el dogma de la virginidad eterna de María se contraponía a esta
tradición, es por ello que, el autor de este texto, explica que esta confusión se
produjo como producto de la adopción amorosa de Santiago por parte de María.
Pero volvamos al relato de cómo se conocieron José y María. Hemos visto
en que circunstancias fue que le asignaron a José el cuidado de María en su casa,
no como esposo sino como curador o tutor.
Como todos saben, María fue visitada por un ángel de Dios que le anunció
que iba a dar a luz a Jesús, el Mesías. Sabiendo entonces María que estaba emba-
razada, toma la decisión de dirigirse a la casa de su prima, Isabel, para asistirla
durante la gravidez de ésta última.
Hagamos aquí otro pequeño paréntesis. A nosotros, los lectores del siglo
XXI, nos pasa que tendemos a imaginar las situaciones de los relatos que leemos
en unas circunstancias semejantes a las que vivimos actualmente y no nos llama la
atención determinados hechos que, a simple vista, pueden ser normales pero que,
al analizarlos un poco, uno nota la incongruencia acerca de lo que se relata. Ahora
bien, seguramente hemos leído muchas veces el relato de cómo María viajó hasta
la casa de su prima Isabel para asistirla en su embarazo, y todos recordarán el
“Ave María” que da Isabel31 para recibirla. ¿Pero, como es que una mujer, que
sabiéndose embarazada, y no de cualquier persona sino del futuro Mesías, y para
más datos virgen, se aventurara sola, sin ningún tipo de custodia, por un camino
plagado de bandoleros, revolucionarios, invasores prepotentes ansiosos de violar
a alguna adolescente de 15 o 16 años en la soledad del campo? Aún si le otorgáse-
mos un voto de confianza y creyéramos realmente que era virgen, no lo iba a ser
por mucho tiempo recorriendo sola un camino de más de ciento ochenta kiló-
metros, a pié y en las circunstancias que enuncié. Ahora si, retomemos la historia.
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Elizabeth / Isabel: provienen de Elischeba y significa la que jura por él (Dios).
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Qiddushim IV, 4
36
Qiddushim IV, 5
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Mamzer: mestizo o bastardo.
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Si María hubiera alegado, como dice la Biblia, que no sabía como había
quedado embarazada, habría, inmediatamente, condenado a su hijo con una
mancha grave de por vida, no solo a él, sino también a toda su descendencia.
“Tampoco el mamzer será admitido en la asamblea de Yahvé, ni aun en la
décima generación.”38
Al no ser admitido Jesús en la asamblea de Yahvé no hubiera podido ser
considerado Ben-ha-Torah39 ni ser digno de leer la Torah en la sinagoga como
describe Lucas:
“Enseñaba en las sinagogas de los judíos y todos lo alababan. Llegó a
Nazaret, donde se había criado, y, según acostumbraba, fue el sábado a la
sinagoga. Cuando se levantó para hacer la lectura, le pasaron el libro del profeta
Isaías...”40
Si Jesús podía leer libremente la Torah en Nazaret, su ciudad natal, en
donde todos lo conocían, eso significa que la gente del lugar sabía que no podía
haber una mancha grave en su pasado, dado que no existía nada irregular con
respecto a la maternidad de María, ni respecto al matrimonio entre ella y José.
Otra situación que estamos olvidando es el hecho que si hubiesen sor-
prendido a María cursando el sexto mes de embarazo en el momento en que José
regresa a su hogar luego de haberse ausentado en forma prolongada a causa de su
trabajo, nadie hubiera esperado para ver que era lo que decidía José acerca de su
esposa, simplemente la habrían lapidado hasta morir.
“Si una joven está prometida en matrimonio a un hombre, y otro hombre
la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, los llevarán a los dos y los apedrea-
rán hasta que muera.”41
Noten que ni siquiera era necesario que la mujer estuviera esposada para
considerarla adúltera, casada o no, al regreso de José la hubieran lapidado, incluso
no hubieran esperado su llegada si consideraban que el embarazo no era legítimo.
Y, en el supuesto caso que estuviese embarazada, y el hecho se
descubriera antes de la consagración del matrimonio, aunque el padre de la
criatura fuese el mismo prometido, también la habrían lapidado, pero esta vez por
el hecho de no ser virgen.
“Si una mujer al casarse no es virgen, la sacarán a las puertas de la casa de
su padre y los hombres de la ciudad la matarán a pedradas, por cometer una
maldad tan grande en Israel y deshonrar la casa misma de su padre.” 42
38
Deuteronomio 23:2
39
Hijo de la Ley.
40
Lucas 4:15-17
41
Deuteronomio 22:23. La ley hace referencia a que solo se apedrearía a la mujer si
hubiese sido encontrada en la ciudad teniendo relaciones, dado que en la ciudad nada le
impedía gritar para pedir ayuda, a diferencia del campo en el que a pesar de pedir auxilio no
habría nadie que se lo pudiera prestar.
42
Deuteronomio 22:20-21
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46
Juan 7:3-5
47
Hechos 1:14
48
Epístola a los Gálatas 1:19
49
Lucas 2:6-7
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Noten aquí que cuando el texto dice hijo primogénito quiere representar al
menos dos cosas, primero que es el primer hijo de José, ya que, si no lo fuera,
automáticamente no se lo podría llamar primogénito. Si hubieran existido otros
hijos de José previos, ya sean hijos de María o de una esposa anterior, Jesús no
hubiera sido designado primogénito tal como lo expresa el texto. El segundo
punto es que, al llamarlo primer hijo, significa que hubieron otros posteriores, de
otro modo lo deberían haber llamado hijo unigénito, que es como se lo llama en
relación a su filiación con respecto a Dios, dado que Jesús no posee otros
hermanos que puedan ser considerados hijos de Jehová. Entonces, dado que se lo
denominó primogénito, podemos concluir que los hermanos que citan los
evangelios son hermanos propiamente dichos, hijos del mismo padre y de la
misma madre, y que no fue ni hijo único, ni posterior a otros hijos. Esta conclusión
no es meramente circunstancial ya que, de ser así, iría en contra del dogma de la
eterna virginidad de María.
Para poder examinar este último punto decidí limitarme a citar las Santas
Escrituras y no los evangelios apócrifos, que expresan más o menos lo mismo, con
el objeto de que no se pudiera alegar que los datos sobre los cuales se basa el
análisis pudieran ser falsos desde el punto de vista dogmático. Las citas que
utilicé, al ser de las Santas Escrituras, se pueden considerar de inspiración divina
y por ende verdaderas. Si los principios en los cuales que se basa el análisis son
verdaderos, la conclusión debe, obligatoriamente, serlo también.
También podemos ver que, al menos para Pablo, Jesús era
verdaderamente hijo de José, ya que según él María había sido fecundada como el
resto de los humanos y tenido su hijo producto de este acto: “de Filio suo, qui
factus est ei ex semine David secundum carnem...” que en castellano podría
traducirse como “acerca de su hijo, nacido de la semilla de David según la
carne...”50
Si Jesús era hijo de David según la carne, ¿en que momento se comenzó a
creer que la semilla de David no había intervenido? Si tomamos por cierto el
dogma de la virginidad de María, entonces ¿qué es lo que nos quiere transmitir el
evangelista cuando dice que José “la conoció” a María luego de haber parido?
“Cuando José despertó del sueño, hizo como el ángel del Señor le había
mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo, y
llamó su nombre Jesús.”51
Es obvio que José la conocía desde antes de que pariese, era su novia,
prometida, entenada o lo que fuera, la frase “no la conoció hasta que ella dio a luz
un hijo” solo puede significar que luego de que María hubiese parido, José
comenzó a tener relaciones sexuales con ella, tal como lo hubiera hecho cualquier
otro mortal con su esposa. Fruto de estas relaciones maritales fueron Santiago,
José, Simón, Judas, Lidia y Lisia.
50
Epístola a los Romanos 1:3
51
Mateo 1:24-25
31
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Si María fue virgen durante toda su vida, ¿cuáles eran las intenciones que
tenía Mateo para dedicarse a manchar de esa manera la reputación de una mujer?
¿Cuál es el motivo por el que ninguno de los evangelistas canónicos aclara que los
otros hijos de José fuesen de un matrimonio anterior y no de María?
Lo cierto es que, si bien desde el siglo II se la conocía a María como una
virgen fecundada por el Espíritu Santo, no es hasta mediados del siglo VII que se
la comenzó a llamar Aieiparthenos, que significa “siempre virgen”. Es a partir de
este momento en el cual un dogma, que no figura en los textos evangélicos, y que,
por el contrario, los contradice, se impone sobre lo que sí está escrito literalmente.
¿Cómo hacer que ambos no confronten? Sencillo, se les dio a todos los versículos
en donde se hace referencia a los hermanos de Jesús una simbología que, en
realidad, no poseen. Se levantó como bandera que la palabra hermano significaba,
en realidad, pariente, o que se la utilizaba para representar el trato fraternal que
existían entre él y sus apóstoles. Y, cuando se torna imposible interpretarlos de
ninguna de estas formas, como es el caso de “Pero no vi a ningún otro de los
apóstoles, sino a Santiago el hermano del Señor”52, estamos obligados a pensar
que Santiago era un hermano adoptivo o que era un hijo de un matrimonio previo
de José.
Se pone al carro delante del caballo. Un dogma no bíblico por sobre las
escrituras, luego se tuercen los textos hasta lograr que se acomoden a un pensa-
miento tardío y lo más asombroso es que después de 1300 años existan tantas
personas que crean que esto es cierto de forma incuestionable. Veamos ahora que
es lo que sabemos acerca del nacimiento de Jesús.
52
Epístola a los Gálatas 1:19
32
JESÚS
CAPÍTULO II
El Nacimiento
53
Mateo 1:18-21
54
El nombre Jesús proviene de Ieschua, que significa Salvador.
55
Mateo 2:1-2
56
Apodado de esta manera a causa de su baja estatura.
33
César A. Carrión
cálculo de, al menos, dos años, esto es por la falta del año cero de nuestra era, es
decir DC y el año cero AC.
Para poder calcular el momento en el que había nacido Jesús tomó el año
en que se encontraban en ese momento AUC (ab urbe condita) y, teniendo en
cuenta la duración del gobierno de cada uno de los emperadores, retrocedió hasta
el año en el que César Augusto comenzó su reinado. Al hacerlo olvidó o, quizás
desconocía, que Augusto, en los cuatro primeros años de su reinado, utilizó su
verdadero nombre, Octavio. Esto hizo que olvidara contar estos cuatro años
haciendo que, todos los sucesos datados que tomaban como referencia la fecha de
inicio del gobierno de Augusto, incurrieran, obligadamente, en este mismo error.
Lo que nos llevaría a que el nacimiento de Cristo se produjo, en realidad, no ya en
el año 1 sino, como mínimo, entre los años 6 y 4 AC.
Ahora veamos que es lo que nos dice Lucas a propósito de la época del
nacimiento. En Lucas 1:5 encontramos que “En el tiempo en que Herodes era rey
de Judea...” nacería de Zacarías y su esposa Isabel el que se llamaría Juan el
Bautista. Y continúa: “A los seis meses, Dios mandó al ángel Gabriel a un pueblo
de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una mujer virgen llamada María, que
estaba comprometida para casarse con una hombre llamado José, descendiente de
David. El ángel entró en el lugar en donde ella estaba, y le dijo:
-¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo.
Cuando vio al ángel se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba que
significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
-María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a
quedar encinta, tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran
hombre, al que llamarán hijo de Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará rey, como a
su antepasado David, para que reine por siempre en la nación de Israel.” 57
“Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo
de todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Cirenio gobernador de
Siria. Todos tenían que ir a inscribirse a su propio pueblo.
Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue
a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, por que José era descendiente
de David.”58
Publio Sulpicio Quirinius, que en griego se convirtió en Kirinios. Fue
cónsul en el año 12 AC. A continuación y hasta el año 7 AC ocupó el cargo de
gobernador en Galacia. Estuvo en Armenia en calidad de rector de Gayo César y
se ocupó de los asuntos militares de Roma en Siria, cargo que también le colocaba
al mando de las legiones de Judea en dos ocasiones diferentes: del 6 al 4 AC y
desde el 6 al 9 DC. Por lo que se deduce que el nacimiento debió tener lugar
durante su primer mandato del 6 al 4 AC.
57
Lucas 1:26-33
58
Lucas 2:1-4
34
JESÚS
Por otra parte el emperador Augusto llevó a cabo tres veces el censo del
pueblo, la primera con Agripa, en el 28 AC, la segunda solo, en el 7 AC y la
tercera con Tiberio en el 7 DC. Por lo que el nacimiento, posiblemente, sucedió
durante el segundo censo entre los años 6 y 7 AC.
El pago del tributo era ajustado sobre la base de un censo que se realizaba
en las provincias romanas cada 14 años. En los años 6 - 7 AC el censo se realizó
por primera vez en Palestina y fue experimentado como una infracción a la ley
judía, que no permitía que se contaran a las personas como medida de
esclavización a un poder extraño y pagano.
Aquí encontramos la primera contradicción entre los evangelios y los
datos históricos. El censo que dispuso Cirino no fue en Galilea, ya que era
territorio del tetrarca Herodes Antipas, sino solo en Judea que dependía
directamente de Roma. Y dado que se necesitaba conocer la población de todos los
núcleos habitados y sus rentas, se prohibió que nadie viajase, a fin de no
equivocar la cuenta.
Esto es así porque, imaginen que, si el monto del dinero que debía
recolectar el Publicano del lugar, dependía de la cantidad de habitantes que
poseía una zona determinada y las ganancias que percibían esas personas por sus
trabajos, al contar a los que residían en otra ciudad como habitantes del lugar, el
Publicano podría equivocarse tanto en más como en menos con respecto a la
verdadera suma a recaudar. Al pretender reunir el monto previsto entre los
pobladores que efectivamente habitaban en un lugar, a causa de haber realizado el
censo cuando los residentes eran todos extranjeros, la suma de dinero
correspondiente a los impuestos calculados sería imposible de alcanzar.
Por estos dos motivos es que, en el supuesto caso de que la historia del
embarazo de María fuera cierta, José no solo no hubiera estado obligado a
censarse por ser residente de Galilea y no de Palestina, sino que incluso tendría
prohibido viajar mientras se llevara a cabo dicho censo.
Ahora bien, ¿por qué entonces Lucas y Mateo afirman que José y María
efectuaron ese peligroso e innecesario viaje hasta el pueblo de Belén? Lo que
sucede es que en la época en la que, presuntamente, se produjo el nacimiento de
Jesús existían dos profecías a las cuales el pueblo les otorgaba una mayor
importancia, la primera era el lugar en donde nacería el Mesías y la segunda era la
época en la cual se produciría.
"En cuanto a ti, Belén Efrata59, pequeña entre los clanes de Judá, de ti
saldrá un gobernante de Israel que desciende de una antigua familia. Ahora el
Señor deja a los suyos, pero solo hasta que de a luz la mujer que está esperando
un hijo.”60
Esta profecía era muy conocida en la Palestina de la época y tornaba
imposible que nadie, excepto aquel que hubiera nacido en Belén, pudiese reclamar
59
Bethlém: casa del pan Éfrata: rica en frutos.
60
Miqueas 5:2-3
35
César A. Carrión
el trono de David.
La segunda era la profecía de las 70 semanas del Libro de Daniel. Es la que
Daniel recibió de Dios a través del ángel Gabriel según la cual el pueblo judío
podría expiar sus pecados y la ciudad de Jerusalén volvería a ser reedificada tras
70 semanas. Se trataba de 70 semanas de años (es decir 490 años).
“Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para
poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar
justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.
“Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver
a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos
semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.”61
Los Últimos Tiempos comenzarían alrededor de 490 años desde el inicio
de la orden de Ciro de restaurar el Templo y reconstruir Jerusalén, es decir hacia
el año 46 AC. Si a esta fecha le sumamos las siete semanas de años restantes, el
plazo para que se produjera el nacimiento finalizaba, aproximadamente, en el año
3 DC. Es por ello que los judíos, que creían en esta profecía y habían efectuado los
mismos cálculos, veían en el reinado de Herodes el fin de los tiempos y que, por
ello, no tardaría en llegar el Mesías. Eso explica porque, a partir de esa época, se
manifestó entre los judíos una fuerte excitación mesiánica, y que, al mismo
tiempo, nadie hubiera afirmado ser el Mesías con anterioridad a esta fecha.
Es por estos dos datos por los cuales, en la Palestina de la época, se
esperaba la llegada del Mesías y la atención estaba fijada en la ciudad de Belén,
pero no en Galilea. De hecho a Jesús, en una ocasión, le interpelaron “¿Puede salir
algo bueno de Nazaret?”62
El Salvador debía nacer en Judea, en ningún otro lado, es por este motivo
que, en ambos evangelios, se les hace realizar un viaje prolongado a una
adolescente embarazada, por una ruta llena de peligros, con salteadores
recorriendo los caminos, con los ánimos exaltados a causa del censo, sin contar
con un albergue seguro, a lomo de burro o a pie, hacia una ciudad que ninguno de
los dos conocía.
Pero si no procedió de Belén, ¿en que otro lugar pudo haber nacido?
Según San Juan de Damasceno en su “Homilía sobre la natividad de la
bienaventurada Virgen María” la madre de Jesús habría nacido en Séforis, la
capital de Galilea, ubicada al noroeste de Nazaret. Dado que es allí en donde
María nació y se crió, podemos pensar que es en ésta ciudad en donde podría
haber ocurrido el naci-miento de Jesús, pero otra idea surge en mi mente, ¿y si
Jesús hubiera nacido en un pequeño poblado muy cerca de Séforis, un lugar que
podía llegar a verse desde esta ciudad dada su proximidad con la misma? ¿Podría
ser que, tal vez, la profecía fuera real aunque sea parcialmente? El poblado del
cual hablo, localizado muy cercano a la ciudad de Séforis, es Belén de Galilea.
61
Daniel 9:24-25
62
Juan 1:46
36
JESÚS
Recordemos que los evangelios no fueron escritos sino hasta muchos años
después de la muerte de Jesús, y que, al menos hasta ese momento, los hechos
descritos fueron transmitidos por tradición oral. ¿Qué tal si, en el momento en el
cual fueron escritos los evangelios, se conociera que el lugar de nacimiento de
Jesús fue Belén, pero, influenciados por la profecía que cité anteriormente,
transformaron la Belén de Galilea en la Belén Éfrata de Judea? Muy fácilmente
pudo Jesús trasladarse a Nazaret un tiempo más tarde para residir allí hasta el
momento de comenzar su ministerio, y, de esta forma, ser conocido luego como
“Jesús de Nazaret”.
Y ya que hablamos del nombre “Jesús de Nazaret”, es lógico pensar que, si
Jesús no nació en Belén, ¿por que no dar por sentado que su lugar de nacimiento
fue la ciudad de Nazaret? Este interrogante es válido, pero, ¿por que motivo es
que no lo consideré también como una opción posible?
Estamos tan acostumbrados a leer “Jesús de Nazaret” que damos por
sentado que se lo conocía verdaderamente por ese nombre, tal cual como lo
leemos hoy, pero no es así en realidad. El nombre y título que, aparentemente,
figuraba en el letrero que los romanos colocaron en la cruz era el de
I esus
N azarenus
R ex
I udaeorum
Que podría traducirse al español como “Jesús Nazareno Rey de los
Judíos”. La diferencia entre “de Nazaret” y “nazareno” nos podría parecer ínfima
pero no es tan así. La primera forma de expresión, afirma taxativamente que Jesús
habría nacido en Nazaret, la segunda, solo da cuenta que era nazareno, esto
podría suceder por haber nacido en Nazaret, tanto como por haberse consagrado
a Dios a través de una promesa de nazireato, como también por ser seguidor de
una secta nazarena tal como la que constituyó Juan el Bautista.
El personaje más famoso de la Biblia consagrado a Dios desde el
nacimiento, es decir nazareno, fue Sansón. Su nacimiento también fue anunciado
de esta manera “...vas a tener un hijo al que no se le deberá cortar el cabello,
porque ese niño estará consagrado a Dios como nazareo desde antes de nacer,
para que sea él quién comience a librar a los israelitas del poder de los Filisteos.” 63
Todos conocemos la historia de cómo Sansón perdió la fuerza al cortársele
el cabello, pero, de todos los lectores, ¿cuantos son los que conocen cual fue el
motivo por el cual, al cortársele el cabello, Sansón perdió la fuerza?
Las normas que regían las condiciones para ser considerado nazareno
fueron establecidas, en el libro del Éxodo y Números, por Moisés y, el primero de
estos dos, ordenaba: “Conságrame los hijos mayores porque todo primer hijo de
63
Jueces 13:5
37
César A. Carrión
los israelitas me pertenece, lo mismo que toda primera cría de sus animales.” 64
Esto hacía que el primogénito de toda pareja creyente y respetuosa de la ley fuera
consagrado a Dios en nazireato.
¿Y en que consistía ser consagrado en nazireato? Las reglas, de por sí eran
bastante difíciles de cumplir, “Si un hombre o una mujer hace la promesa de
dedicarse al Señor como nazareno, no podrá beber vino ni ninguna bebida
fermentada, ni vinagre hecho de vino o de bebidas fermentadas, ni jugo de uva,
tampoco podrá comer uvas ni pasas. Mientras dure su promesa no podrá tomar
nada de lo que produce la vid, sea lo que sea. Tampoco podrá cortarse el cabello,
sino que se lo dejará crecer hasta que termine el plazo fijado a su promesa, pues
debe mantenerse consagrado al Señor. Durante ese tiempo tampoco podrá
acercarse a un cadáver, ni siquiera en el caso de que muera su padre, su madre o
algún hermano o hermana, para no quedar impuro, pues está obligado a
mantenerse consagrado al Señor. Todo el tiempo que dure su promesa, estará
consagrado al Señor (...) Cuando termine el plazo de su consagración, el nazareno
deberá ir a la entrada de la Tienda del Encuentro y ofrecer al Señor un cordero de
un año y sin ningún defecto como holocausto, una oveja de un año y sin ningún
defecto como sacrificio por el pecado, y un carnero sin ningún defecto como
sacrificio de reconciliación. También deberá ofrecer un canastillo de panes hechos
de la mejor harina, sin levadura y amasados con aceite, hojuelas sin levadura
rociadas con aceite, junto con sus correspondientes ofrendas de cereales y de vino.
El sacerdote ofrecerá ante el Señor el sacrificio por el pecado y el holocausto y
ofrecerá el carnero como sacrificio de reconciliación, junto con el canastillo de
panes sin leva-dura, y hará la ofrenda de cereales y de vino. El nazareno se rapará
la cabeza a la entrada de la Tienda del Encuentro, y tomará el pelo que había
consagrado y lo echará al fuego que arde bajo el sacrificio de reconciliación. El
sacerdote tomará la espaldilla del carnero, ya cocida, un pan sin levadura del
canastillo y una hojuela sin levadura y lo pondrá todo en manos del nazareno,
después que este se haya rapado la cabeza. Entonces el sacerdote celebrará el rito
de la presentación ante el Señor. El pecho del animal con que se celebra el rito de
presentación y el muslo que se da como contribución al Señor, son cosas sagradas
y reservadas al sacerdote. Después de esto, el nazareno podrá beber vino.”65
De todas estas condiciones, Sansón había quebrantado casi todas ellas, la
única que continuó respetando era la de no cortarse el cabello, y gracias a ello
logró mantener el favor de Dios y su fuerza, pero, cuando Dalila se lo cortó,
quebrantó el último voto con el cual lograba conservar el respaldo del Señor y con
ello, la fuerza.
Obviamente Jesús no se hizo famoso por presentar una fuerza prodigiosa,
como tampoco la poseía ninguno de los otros nazarenos de Israel, pero sí, es pro-
bable, que se lo conociera por el sobrenombre de Nazareno, por estar consagrado
a Dios desde su nacimiento o por pertenecer a una secta cuyo cabecilla sí lo fuera,
tal como la que dirigía Juan el Bautista. Juan, al ser el líder de la secta y ser
64
Éxodo 13:2
65
Números 6:2-8 y 6:13-20
38
JESÚS
reconocido, al mismo tiempo, como Nazareno por estar consagrado a Dios bajo la
promesa de nazireato desde su nacimiento, y siendo Jesús un miembro de este
grupo, quizás a causa de esto, es que fue llamado también nazareno. El ejemplo
más común entre nosotros es que a los seguidores de Cristo se los denomina
“Cristianos”, pero no se considera a cada persona individualmente como un cristo
más.
Otra explicación que se ha otorgado al apodo de nazareno está relacionada
con su similitud con la palabra hebrea netzer, que significa germen o brote.
Según Isaías: “Una rama saldrá del tronco de Jesé, un brote (netzer) surgirá
de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu de Yahvé, espíritu de sabiduría e
inteligencia, espíritu de prudencia y valentía, espíritu para conocer a Yahvé y
respetarlo, y para gobernar según sus preceptos. No juzgará por las apariencias ni
se decidirá por lo que se dice, sino que hará justicia a los débiles y dictará
sentencias justas a favor del pobre.
Su palabra derribará al opresor, el soplo de sus labios matará al malvado.
Tendrá como cinturón la justicia y la lealtad será el ceñidor de sus caderas.
El lobo habitará con el cordero, el puma se acostará con el cabrito, el
ternero comerá al lado del león y un niño chiquito lo cuidará. La vaca y el oso
pastarán en compañía y sus crías reposaran juntas, pues el león también comerá
pasto, igual que el buey.
El niño de pecho pisará el hoyo de la víbora, y en la cueva de la culebra el
pequeño meterá su mano. No cometerán el mal, ni dañaran a su prójimo en todo
mi cerro santo, pues, como llenan las aguas del mar, se llenará la tierra del
conocimiento de Yahvé.”66
Pero Isaías no era el único que profetizaba acerca del nacimiento de este
“brote”. Así también Zacarías dice que: “El Señor todopoderoso afirma que el
varón llamado “Retoño” brotará de sus propias raíces y reconstruirá el templo del
Señor. Reconstruirá el templo del Señor y recibirá los honores propios de un rey.
Se sentará en el trono a gobernar, y al lado de su trono se sentará el sacerdote, y
habrá paz entre los dos.”67
Es así como, a causa de estas profecías, los hebreos esperaban que un brote
(netzer) naciera para reinstaurar el trono de David, y, posiblemente por ello, Jesús
eligiera este apodo, nazareno, para reclamar solapadamente su derecho al trono.
Pero ahora volvamos a la cuestión de la fecha de nacimiento, habíamos
visto que el año posible de nacimiento se encontraría entre el 6 - 7 AC y el 4 AC
como última fecha posible dado que Herodes murió en dicho año. Si
consideramos el relato de la “Matanza de los inocentes” como un hecho histórico
real y que el parámetro que eligiera Herodes para restringir quienes tuvieran que
morir era el de ser menores de dos años de edad, esto también nos estaría
retrotrayendo al año 6 - 7 AC.
66
Isaías 10:1-9
67
Zacarías 6:12-13
39
César A. Carrión
40
JESÚS
41
César A. Carrión
constelación estaba relacionada con las tierras de occidente, y que, entre los judíos,
era el signo de Israel, el signo del Mesías y también estaría indicando que se
trataba del final de una era, ya que esta constelación se encuentra en el extremo
del ciclo zodiacal. Entonces estos datos sugerían el nacimiento de un rey en
Palestina o Siria que determinaba el fin de una época y el principio de una nueva.
Entonces, llegado a este punto, hagamos un pequeño racconto de lo que ya
hemos visto. Jesús posiblemente haya nacido entre los años 6 y 7 AC, probable-
mente en la ciudad de Séforis, en Belén de Galilea o incluso en Nazareth y que la
famosa estrella de Belén pudo haberse tratado de una conjunción planetaria que,
casualmente, también se produjo en estos mismos años.
Pero, antes de continuar, recordemos que los evangelios fueron escritos
entre cuarenta y setenta años después de haber muerto Jesús y los hechos que se
relatan acerca de su niñez se basaban en recuerdos muy lejanos y muy probable-
mente de segunda mano. Esto hace que hechos que pudieron haber sido indepen-
dientes entre sí se tendiera ha relacionarlos temporalmente. A modo de ejemplo,
quizás, alguien recordaría una estrella brillante que apareció en el cielo cuando
era niño, unos años antes de la muerte de Herodes. Otro recordaba que Jesús tenía
alrededor de treinta años cuando comenzó su ministerio, esto significaría que
pudo haber tenido veintisiete, treinta o treinta y cinco años, ¿quien sabe? Pero, al
unir estos dos hechos, llegaron a la conclusión que, en el momento que Jesús
nació, el cielo lo manifestó por medio de una estrella, aunque, en la realidad, él
pudo haber nacido uno o dos años antes o después.
Digo esto para hacer manifiesto que no se conoce la edad de Jesús al
morir, tampoco en que año fue y mucho menos el año de su nacimiento, y que lo
que analizamos hasta ahora son tan solo unos hechos históricos que, al relacionar-
los, nos orientan hacia el años 6-7 AC, pero, a pesar de ello, esta no es prueba
suficiente de que ésa haya sido la fecha en que ocurrieron realmente los hechos.
Pero, bueno, continuemos el análisis. Ahora debemos ver si existían otras
profecías, judías o no, acerca del nacimiento del Mesías en esa época.
La versión de la Biblia llamada de los Setenta o Septuaginta (llamada así
por haber sido realizada por setenta escritores inspirados) fue una traducción al
griego del Canon Bíblico realizada a petición de Ptolomeo, hijo de Lagus, en el
siglo III antes de nuestra era, para la célebre biblioteca de Alejandría. En ese texto,
el conocido pasaje de Isaías 7:14 aparece traducido así:
“Por eso el señor os dará el mismo un prodigio: Una virgen concebirá y
parirá un hijo al que pondrá por nombre Emmanuel.”.69
Pues bien, ésta es la única versión, la de los Setenta, que utiliza la palabra
griega pártenos (virgen), las otras traducciones al griego utilizan el término neanis
(jovencita). La palabra original, en hebreo es העלמה, ‛almâh o al-maw', y puede
significar tanto mujer joven no casada, damisela, doncella, empleada doméstica o,
69
Proviene de Immanuel, que significa “Dios con nosotros”.
42
JESÚS
incluso, virgen. Es por ello que, dependiendo del traductor, se opta por la palabra
griega pártenos o neanis.
Esto significa que cuando en Mateo 1:23 se cita este versículo, sin nombrar
el origen de la cita, utilizando expresamente la palabra virgen, su fuente probable-
mente haya sido esta versión del texto de Isaías. Por ello es que se interpretó que
la madre del Mesías debería ser una virgen y no tan solo una jovencita o doncella,
y así se le atribuyo a María la virginidad permanente.
Para ser más claro, primero existió la profecía, se sobreentiende que tiene
que ser acertada ya que se origina a través de la inspiración divina, entonces nadie
pregunta si era o no era virgen, se da por sentado que lo era, puesto que la
profecía así lo dice, y es así como, un embarazo que podría haber sido
completamente normal, se transforma en un hecho milagroso. Todo por utilizar
como fuente una mala traducción en vez del original en hebreo.
El mismo caso se repetiría en la creencia de que Jesús nació en Belén.
Nadie, en la época en la cual Jesús estaba vivo, decía que había nacido en Belén, lo
llamaban el Galileo, el Nazareno, pero nunca el Judío o el Belenita. Primero existió
la profecía y luego se adapto la realidad para que coincida con ésta.
Igualmente no se podía evitar, ni siquiera forzando en forma descarada el
texto bíblico, el hecho que el Mesías profetizado se llamase Emmanuel. Si tenemos
que aceptar que todas las profecías son verdaderas y acertadas por originarse bajo
inspiración divina, tendremos que aceptar que Jesús no puede ser el Cristo ya que
éste debería llamarse, como ya he dicho, Emmanuel.
Pero si de profecías y de nombre de Mesías se trata podemos citar otras,
como ser:
“En aquel tiempo se levantará Miguel70, el gran jefe que defiende a los
hijos de tu pueblo.”71
O tal vez esta otra:
“Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se la ha
concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Pele-Yoetz El Gibbor,
Avi-Ad Sar-Shalom72. Se sentará en el trono de David, extenderá su poder real a
todas partes y la paz no se acabará, su reinado quedará bien establecido, y sus
bases serán la justicia y el derecho desde ahora y para siempre.”73 74
Y si es por seguir citando nombres:
“El Señor todopoderoso afirma que el varón llamado “Netzer” (retoño,
como ya explicara anteriormente) brotará de sus propias raíces y reconstruirá el
templo del Señor. Reconstruirá el templo del Señor y recibirá los honores propios
70
Michael: ¿Quién como Dios?
71
Daniel 12:1
72
Admirable en sus planes, Dios invencible, padre eterno, príncipe de la paz.
73
Isaías 9:6-7
74
Versión Kadosh Israelita Mesiánica.
43
César A. Carrión
75
Zacarías 6:12-13
76
Yahvé justicia nuestra.
77
Jeremías 23:5-6
78
Números 24:17-19
79
Isaías 9:1-2
44
JESÚS
80
Isaías 60:1-3
81
Levítico 19:27
82
Levítico 19:31
45
César A. Carrión
CAPÍTULO III
46
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César A. Carrión
48
JESÚS
83
Zuqnin es un monasterio próximo a Diyarbakir (antiguamente Amida), ciudad situada
al sureste de Turquía, a orillas del río Dicle (Tigris), el escritor de las crónicas se cree que
ha sido José el Estilita hacia el año 775.
84
El libro de la caverna de los tesoros, aparentemente, fue escrito antes del siglo VII.
49
César A. Carrión
50
JESÚS
documento era aquel cuyo texto permanecía oculto bajo el pliego, y que los magos
no se habían atrevido a abrir, y menos aún a dar a los judíos y a sus sacerdotes,
por cuantos éstos no eran dignos de llegar a ser hijos del reino de Dios, destinados
como estaban a renegar del Salvador, y a crucificarlo.
Dicho documento había sido regalado por Dios a Adán, del cual, después
de su expulsión del paraíso, se había apoderado un gran dolor, a raíz del homi-
cidio perpetrado por Caín en la persona de su hermano Abel. Mas, cuando hubo
visto al primero castigado por Dios, y a él mismo arrojado del Edén glorioso por
su desobediencia, se encontró también atormentado en sus hijos, por la aflicción
del espectáculo de Abel muerto y Caín condenado a siete penas. Adán más en-
tristecido todavía y sumido en el duelo más profundo, no mantuvo ya relaciones
conyugales con Eva. Y, al cabo de doscientos cuarenta años de haber salido del
Paraíso, Dios en su misericordia, le envió un ángel, y le ordenó que entrase a Eva.
E hizo nacer a Seth, nombre que significa hijo de la consolación. Y, por haber
querido Adán hacerse Dios, éste resolvió hacerse hombre, en el exceso de su
piedad y de su amor a nuestra desdichada especie. Y prometió a nuestro primer
padre que, conforme a su plegaria, escribiría y sellaría con su propio dedo un
pergamino en letras de oro, que llevaría la siguiente portada: En el año seis mil,
del día sexto de la semana, el mismo en que te creé, y a la hora sexta, enviaré a mi
hijo único, el verbo divino, que tomará carne en tu raza, y que se convertirá en
hijo del hombre, y que te restablecerá de nuevo en tu dignidad original, por los
supremos tor-mentos de su cruz. Y entonces tú, Adán, unido a mí con un alma
pura y un cuerpo inmortal, quedarás deificado, y podrás, como yo, discernir el
bien y el mal.
Y este documento, que Adán dio a Seth, Seth a Enoch, Enoch a sus hijos, y
que de tal suerte pasó de unos descendientes a otros, hasta Noé, que Noé dio a
Sem, Sem a sus hijos, y sus hijos a sus hijos hasta Abraham, que Abraham dio a
Melquisedec el pontífice, que Melquisedec dio a otro, y éstos a otros todavía, hasta
que llegó a manos de Ciro, quien lo guardó cuidadosamente en un lugar especial,
donde se conservó hasta el tiempo de la natividad del Cristo: ese documento era
el mismo que los magos ofrecieron al niño Jesús.”87
Es decir que tenemos tradiciones de diversos orígenes, los Gathas zoro-
ástricos, el Opus Imperfectum in Matthaeum, la Crónica del monasterio de
Zuqnin, evangelio Armenio de la infancia, (originados, éstos últimos tres, en el
siglo VI DC aproximadamente) que nos hablan, no solo de que los magos tenían el
conocimiento de la llegada del Mesías, sino también que eran poseedores de un
texto escrito por Dios mismo y que llevaron como presente a Jesús.
Uno se pregunta que era lo que conocía el pueblo armenio del siglo VI o
cual era la tradición que mantenía, que lo llevaba a escribir en distintos textos y
por diferentes personas, éste relato acerca de un misterioso libro de origen divino.
Pero volvamos a la historia, como dije, ya sabemos que los magos eran
conocedores de una profecía del futuro nacimiento, y que al ver la triple
conjunción entre Júpiter y Saturno relacionaron éstos dos hechos para dar por
87
El evangelio armenio de la infancia 11:23-24
51
César A. Carrión
88
El evangelio árabe de la infancia7:1
89
Protoevangelio de Santiago 21:3
52
JESÚS
“El primer rey, Melkon, aportaba como presentes, mirra, aloe, muselina,
púrpura, cintas de lino y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios. El
segundo rey, Gaspar, aportaba, en honor del niño, nardo cinamomo, canela, e
incienso. Y el tercer rey, Baltasar, traía consigo oro, plata, piedras preciosas,
perlas finas y zafiros de gran precio.”90
Noten que es en el evangelio Armenio de la Infancia es en donde se dan
los nombres propios de los magos, no es en ninguno de los evangelios Canónicos
en donde se puede extraer esta información, de hecho, en estos evangelios solo
nombra a “unos magos”, sin más datos.
“Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá, durante el reinado de Herodes,
vinieron unos magos de oriente a Jerusalén, y preguntaron: “¿Dónde está el rey de
los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en oriente y venimos a
adorarlo.”91
Y esta alusión que hace Mateo acerca de los magos, es la única que se
puede encontrar en los evangelios canónicos, de hecho solo dos, Mateo y Lucas,
hacen referencia a los sucesos acontecidos en el trascurso del nacimiento, los otros
dos permanecen ignorantes de los asombrosos eventos que se produjeron con el
nacimiento de Jesús.
¿Pero, que es lo que simbolizan estos presentes? ¿Por qué eligieron pre-
cisamente “oro, incienso y mirra” como regalos adecuados para Jesús? O, mejor
dicho, ¿por que los evangelistas eligieron estos presentes determinados como los
que tendrían que haber sido los más adecuados para el futuro Mesías?
Veamos, haber elegido oro no es casual, así como tampoco lo es la elección
de los otros dos presentes. El oro es un símbolo conocido relacionado con la
realeza, y representa el reconocimiento de Jesús como rey, no solo de los judíos
sino también de toda la humanidad. Pero, ¿por qué de la humanidad y no solo de
los judíos?
La respuesta esta en relación con el segundo presente, el incienso. Éste
representa la relación del Mesías con la divinidad, más precisamente, con Yahvé.
El hecho de asociarse con el regalo anterior nos da idea de lo universal de su
mesianismo.
Y por último tenemos la mirra. ¿Qué es la mirra? Es una resina que se
extrae de un árbol nativo de Arabia que se mezcla con goma y con un aceite que le
da el olor característico. Formaba parte de perfumes y ungüentos, y era utilizada
en aquella época para embalsamar a los cadáveres. El objetivo de haberla elegido
era para representar la futura muerte y resurrección de Jesús.
Ahora ya sabemos quienes eran los “Reyes Magos”, por que es que
viajaron hasta Israel desde Partia, cuales eran las profecías que los influenciaron y
cuales fueron sus presentes. Lo que nos toca indagar ahora es cual fue la ruta que
90
El evangelio armenio de la infancia 12:2
91
Mateo 2:1-2
53
César A. Carrión
92
El OVNI de Belén, capítulo XIV, pág. 256
54
JESÚS
55
César A. Carrión
96
Evangelio Armenio de la infancia 11:1
56
JESÚS
97
Mateo 12:47-50
57
César A. Carrión
CAPÍTULO IV
Juan el Bautista
Según nos relata Lucas, Juan era hijo de un sacerdote del grupo de Abdías,
y su madre, llamada Isabel, aparte de ser prima de María, era también descen-
dientes de sacerdotes. Siendo Zacarías ya anciano, así como también lo era su
58
JESÚS
98
Lucas 1:5-56
99
Nombre que proviene de Yohanán, que significa “Yahvé lo ha bendecido”.
100
Del Altísimo.
101
Señor.
102
Es la forma plural de la palabra Elohi, que significa Dios.
103
Paz.
104
Lucas 1:76-79 Traducción Kadosh Israelita Mesiánica
59
César A. Carrión
105
Judah.
106
Sacerdote.
107
Zacarías.
108
Isabel, significa Juramento de Dios.
109
Lucas 1:5. Traducción Kadosh Israelita Mesiánica de Estudio
60
JESÚS
Testamento, ordena destruir los que consideró apócrifos por distintos motivos,
pero muchos de estos textos sobrevivieron a las pretensiones oscurantistas de la
iglesia, es así como, en el Protoevangelio de Santiago, podemos encontrar una
anécdota que posiblemente apoya la hipótesis del segundo Mesías:
“Y Herodes buscaba a Juan, y envió a sus servidores a Zacarías, diciendo:
¿Dónde has escondido a tu hijo? Y él repuso: Soy servidor de Dios, permanezco
constantemente en el templo del Señor, e ignoro donde mi hijo está.
Y los servidores marcharon del templo, y anunciaron todo esto a Herodes.
Y Herodes irritado, dijo: Su hijo debe un día reinar sobre Israel. Y los envió de
nuevo a Zacarías, ordenando: Di la verdad. ¿Dónde se halla tu hijo? Porque bien
sabes que tu sangre se encuentra bajo mi mano. Y los servidores partieron, y
refirieron todo esto a Zacarías.”110
Aquí vemos que, durante la matanza de los inocentes, Herodes buscaba
expresamente al hijo de Zacarías porque pensaba que él estaba destinado un día a
reinar sobre Israel, pero, ¿cómo pudo Herodes pensar de este modo si era de
público conocimiento que el Mesías esperado tenía que ser descendiente de David
y no de Aarón? No podía desconocer este hecho, Juan era hijo de un sacerdote, y
por ende descendiente de Aarón. Este mismo impedimento poseían los Macabeos
y es por este motivo que ninguno de ellos pudo atribuirse el título de Mesías, a
pesar de sus muchas victorias y de haber conseguido independizar a Israel.
El reino que hacía referencia Herodes que ejercería Juan debe de haber
estado en relación a su asociación con el poder político derivado del Mesías, en su
calidad de futuro Sumo sacerdote.
Pero, volvamos al relato acerca de los hechos brindados por Santiago. Una
vez que los mensajeros le transmitieron las amenazas de Herodes acerca de matar-
lo si no colaboraba diciendo donde se encontraba su hijo, Zacarías respondió:
“Mártir seré de Dios, si viertes mi sangre. Y el omnipotente recibirá mi espíritu,
porque sangre inocente es la que quieres derramar en el vestíbulo del templo del
Señor. Y, a punto de amanecer, Zacarías fue muerto, y los hijos de Israel
ignoraban que lo hubiese sido.
Pero los sacerdotes fueron al templo a la hora de la salutación, y Zacarías
no fue en su busca, para bendecirlos, según su costumbre. Y se detuvieron,
esperando a Zacarías, para saludarlo y para celebrar al Altísimo.
Y, como tardaba, se sintieron poseídos de temor. Y uno de ellos, más
audaz, penetró en el templo, y vio cerca del altar sangre coagulada, y oyó una voz
que decía: Zacarías ha sido asesinado, y su sangre no desaparecerá de aquí hasta
que llegue su vengador.”111
Si nos guiásemos solamente por el relato que se encuentra en el Proto-
evangelio de Santiago, Zacarías no fue más que un simple sacerdote, injustamente
eliminado al tratar de proteger a su hijo del asesinato masivo de niños inocentes
ordenado por Herodes. Pero, ¿qué tan cierto es esto?
110
Protoevangelio de Santiago XXIII, 1-2
111
Protoevangelio de Santiago XXIII,3- XXIV,2
61
César A. Carrión
62
JESÚS
113
Flavio Josefo, La guerra a los judíos II,120-121
114
No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y
ladrones que socavan y roban. (Mateo 6:19)
115
No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas
los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se
repartía a cada uno según su necesidad. (Hechos 4:34-35)
116
No vaciles en dar, ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen
recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que tendrás todas las cosas
en común con tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; pues si os son comunes los
bienes inmortales, cuánto más los mortales. (Didakè o Enseñanza de los doce apóstoles –
cap. 1 Instrucción moral)
117
Se cree que entre los primeros cristianos también existía esta costumbre y que de
hecho los primeros versículos del evangelio de Juan es en realidad una oración a dos voces,
que incluía una frase dicha por el sacerdote y una respuesta dada por el coro, que sería más
o menos así:
“En el principio existía la Palabra
y la Palabra estaba con Dios,
y la Palabra era Dios.
Ella estaba en el principio con Dios.
Todo se hizo por ella
y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
En ella estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres,
y la luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la vencieron”. (Juan 1:1-5)
63
César A. Carrión
Si bien se les permitía prestar auxilio a los que se los pedían y entregar
alimentos a los necesitados118, no les era posible dar nada a sus familiares sin que,
previamente, debieran solicitar el permiso a sus superiores.
No se les permitía jurar119, solo se autorizaba el juramento al ingresar a la
secta, porque pensaban que “ya estaba condenada toda persona que no pueda ser
creída sin invocar a Dios con un juramento”. En el juramento exigido para poder
pertenecer al grupo se les hacían prometer “venerar a Dios, practicar la justicia
con los hombres, no hacer daño a nadie, ni por deseo propio ni por orden de
otro120, abominar siempre a las personas injustas y colaborar con las justas, ser fiel
siempre a todos, sobre todo a las autoridades, pues nadie tiene el poder sin que
Dios se lo conceda121”... “juraban siempre amar la verdad y aborrecer a los menti-
rosos, de que mantendrán sus manos limpias de robo y su alma libre de ganancias
ilícitas122, de que no ocultarán nada a los miembros de la comunidad ni revelarán
nada a las personas ajenas a ella, aunque les torturaran hasta la muerte”.
Cuando eran expulsados, a causa de sus juramentos no podían recibir
comida de la gente ajena a la secta y entonces se veían obligados a alimentarse de
hierbas silvestres.123
Creían que el alma era inmortal y que luego de producirse la muerte, las
almas buenas irían a un lugar más allá del océano, en un lugar sin lluvia, nieve, ni
calor, con una fresca brisa que soplase desde el océano y las malas se dirigirían a
un lugar frío y oscuro, lleno de eternos tormentos. 124
118
Juan el Bautista predicaba: “El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene
comida haga lo mismo”. (Lucas 3:11)
119
Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de
Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad
del Gran Rey. No jurarás ni por tu cabeza, porque no puedes hacer que un cabello sea ni
blanco ni negro. (Mateo 5:34-36)
120
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: Maestro, ¿que he de hacer para
tener en herencia vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?
Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus
fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Díjole entonces: Bien has
respondido. Haz eso y vivirás. (Lucas 10:25)
121
Jesús ante Pilato respondió: “No tendrías ninguna autoridad contra mí, si no te fuera
dada de arriba. Por esto, el que me entregó a ti tiene mayor pecado”. (Juan 19:11)
122
También fueron unos publicanos para ser bautizados y le preguntaron: -Maestro, ¿qué
haremos? El les decía: -No cobréis más de lo que os está ordenado. También unos soldados
le preguntaban diciendo: -Y nosotros, ¿qué haremos? El les dijo: -No hagáis extorsión ni
denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestros salarios. (Lucas 3:12-14)
123
Juan mismo estaba vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su
comida era langostas y miel silvestre. (Mateo 3:4; Marcos 1:6)
124
Estos son una mancha cuando banquetean desvergonzadamente en vuestros ágapes y se
apacientan a sí mismos; son nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin
frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la
espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de
las tinieblas para siempre. (Epístola a los Judíos 1:12-13)
64
JESÚS
Decididos a ser incluso más intachables que los fariseos, crearon comu-
nidades cerradas con la idea de que así podían excluir toda contaminación e im-
pureza, y donde la más extrema simplicidad de vida y disciplina rígida pudieran
superar las tentaciones materiales y carnales. Practicaban el celibato y el
ascetismo, de manera semejante a los monjes cristianos. En la regla de la
comunidad de Qumran se dice de los líderes del consejo que: “Deben preservar la
fe de la tierra con firmeza y mansedumbre, y deben expiar los pecados mediante
la práctica de la justicia y mediante el sufrimiento de las penas de la aflicción... Y
deben ser una ofrenda agradable, expiando por la tierra y determinando el juicio
de la perver-sidad, y así no habrá iniquidad.”
Como ven, una comunidad como era la de los Esenios, en la cual criaban a
los niños en el pensamiento de la santidad, la obediencia, la castidad y el
sacrificio, bien podía recibir a un niño como Juan el Bautista e inculcarle así una
postura religiosa estricta, casi fundamentalista, que lo llevase a enfrentar a los
sacerdotes y fariseos del templo y desafiar al mismo Herodes Antipas, sin
importarle las con-secuencias. Los Esenios lo educarían en la resistencia del dolor
en la tortura, en no temer a la muerte ya que el premio para los justos era una vida
eterna en un lugar paradisíaco más allá de los mares, en no renunciar a sus ideales
y demandar de todos la misma santidad en la que fue criado.
Si bien nadie puede asegurar que esto haya sucedido realmente, ni tam-
poco se pueden aportar ninguna clase de pruebas que lo confirmen como cierto,
es, quizás, una hipótesis para tener en cuenta y que podría explicar su conducta y
sus hábitos. Cuando aludo a sus hábitos, en realidad, hago referencia a que, por
su dieta, su vestimenta y su aspecto general, posiblemente, haya sido un
nazareno, y además, que por su conducta religiosa y su postura intransigente,
también pudo haber sido criado dentro de un monasterio esenio. Por tal motivo es
que, junto a cada característica particular de los Esenios, coloqué una nota de
referencia, con el objetivo de poder mostrar como se relacionaban las enseñanzas
de Juan y Jesús con aquellas que profesaban los Esenios. En aquellos preceptos en
los cuales no efectué una referencia es por que muchos de ellos están
contemplados dentro de la Torah y, por ende, todos los judíos estaban obligados a
obedecerlas. También, dentro de las que no fueron destacadas, existen otras
enseñanzas que la escuela filosófica de Juan o Jesús no compartían. Es a causa de
estas mismas enseñanzas por las que se ha argumentado que ni Juan, ni Jesús
pertenecieron a la secta de los Esenios. Imaginemos por un momento, que,
efectivamente, ambos fueron criados y formaron parte de esta comunidad durante
su niñez y juventud, y que pertenecie-ron a esta hasta el momento en el cual
alcanzaron la edad de, aproximadamente, treinta años y fueron expulsados del
grupo precisamente a causa estos mismos pensamientos, al no concordar éstos
con los que mantenía el resto de la secta. Para poder entenderlo mejor tomemos, a
modo de ejemplo, el grado de fanatismo con el que, los Esenios, seguían la pureza
alimenticia kosher, en oposición a esta postura Jesús decía: “Lo que entra en la
boca no contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, esto contamina al
65
César A. Carrión
hombre.”125 Y por ello Jesús podía comer, sin ningún tipo de cargo de conciencia,
con gentiles, publicanos y pecadores, que probablemente no seguirían
estrictamente las reglas de pureza alimenticia.
Así es como, en los puntos en donde la filosofía esenia no coincide con las
enseñanzas de Jesús ni con las de Juan, puede que esto no haya estado motivado
porque no hubieran pertenecido a la comunidad, sino que, por el contrario,
realmente habían estado vinculados a ella y fueron expulsados a causa de las
mismas. Todas las escuelas filosóficas alguna vez fueron desprendimiento de
otras anteriores. Si solo observamos las diferencias entre las diferentes posturas de
pensamiento que existían entre, por ejemplo, los esenios y los fariseos, tal vez no
podamos llegar a creer que ambas sectas eran un desprendimiento de la de los
Asídeos. Los mandeanos, que son los actuales seguidores de las enseñanzas de
Juan el Bautista, alguna vez fueron perseguidos por los primeros cristianos y
declarados como una secta herética. Cristianos y mandeanos habían nacido juntos,
pero ambas religiones fueron evolucionando en forma diferente hasta hacerse
desconocidas una de la otra. Esto ya ocurría en los tiempos en los cuales Pablo
desarrollaba su misión evangelizadora. “Pablo atravesó las regiones altas y llegó a
Éfeso donde encontró algunos discípulos; les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu
Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos
oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.» El replicó: «¿Pues qué bautismo
habéis recibido?» -«El bautismo de Juan», respondieron. Pablo añadió: «Juan
bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que
había de venir después de él, o sea en Jesús.» Cuando oyeron esto, fueron
bautizados en el nombre del Señor Jesús.” 126 Noten como la idea de “Espíritu
Santo” era una nueva invención del grupo cristiano que, como la secta seguidora
del Bautista se había apartado ya hacía casi veinte años de Jesús y sus discípulos,
estos últimos desconocían completamente esta nueva enseñanza.
¿Y que es lo que sabemos acerca de cómo y cuando Juan comenzó su
misión? Es Lucas el que nos informa acerca de la posible fecha del inicio de sus
actividades como profeta.
"El año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de
la Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes y Filipo, su hermano, tetrarca
de Iturea y de la Traconítide, y Lysanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de
Anas y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el
desierto.”127
El predecesor de Tiberio, César Augusto, había muerto el 19 de agosto del
año 14 DC. El primer año del gobierno de Tiberio comenzó entonces el 20 de
agosto. Los años siguientes se comienzan a contar a partir del 10 de diciembre,
fecha de la renovación del poder “tribunicio” de los emperadores. El año 15
125
Mateo 15:11
126
Hechos 19:1-5
127
Lucas 3:1-2
66
JESÚS
comienza entonces el 10 de diciembre del 27. Si Jesús nació entre los años 4 y 7
AC, tendría entonces entre 31 y 34 años cuando Juan comenzó a predicar.
Dentro del antiguo testamento podemos encontrar múltiples profecías que
hacen referencia, directa o indirectamente, a la llegada de un predecesor del
Mesías, que con su aparición se iniciaría la preparación de la llegada del nuevo
reino. Ellas también planteaban que este profeta, el que precedería la llegada del
Mesías, tendría que ser Elías: “Miren ustedes: Voy a enviarles al profeta Elías,
antes que llegue el día del Señor, que será un día grande y terrible.” 128 Sabemos
también que Jesús y el pueblo mismo conocían esta profecía dado que él hace
referencia a la misma dando por sentado que todos tenían este conocimiento y no
era necesario explicarlo.
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre
violencia, y los violentos se apoderan de él. Porque todos los Profetas y la Ley
profetizaron hasta Juan. Y si lo queréis recibir, él es el Elías que había de venir.” 129
“Entonces los discípulos le preguntaron diciendo: -¿Por qué dicen los
escribas que es necesario que Elías venga primero? Y respondiendo dijo: -A la
verdad, Elías viene y restaurará todas las cosas. Pero yo os digo que Elías ya vino,
y no le reconocieron; más bien, hicieron con él todo lo que quisieron. Así también
el Hijo del Hombre ha de padecer de ellos.”130
“El mismo irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para
hacer volver los corazones de los padres a los hijos y los desobedientes a la
prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo apercibido.”131
Excepto éste último versículo, que es una profecía realizada por Zacarías,
el resto de los anteriormente citados son palabras emitidas por el mismo Jesús
acerca de Juan. La cuestión es que, si Jesús era el Mesías que decía ser, alguien
debería haber sido la reencarnación de Elías, ya que las profecías así lo indicaban.
No podía surgir el Mesías si antes no era anunciado por Elías en persona. La única
forma de salvar esto era nombrar a Juan como el Elías retornado. Pero, ¿qué era lo
que opinaba Juan el Bautista acerca de que lo llamasen por el nombre de Elías?
“Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén
unos sacerdotes y levitas para preguntarle: -¿Quién eres tú? El confesó y no negó,
sino que confesó: -Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: -¿Qué, pues? ¿Eres tú
Elías? Y dijo: -No lo soy. -¿Eres tú el profeta? Y respondió: -No. Le dijeron
entonces: -¿Quién eres?, para que demos respuesta a los que nos han enviado.
¿Qué dices en cuanto a ti mismo?
Dijo: -Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto: "Enderezad el
camino del Señor" como dijo el profeta Isaías.”132
128
Malaquías 4:5
129
Mateo 11:12-14
130
Mateo 17:10-12; Marcos 9:11-13
131
Lucas 1:17
132
Juan 1:19-23
67
César A. Carrión
Es decir que, en vida, Juan nunca afirmó ser Elías redivivo, muy por el
contrario, afirmó expresamente que no lo era. Si Juan dice blanco y Jesús dice
negro, ¿cuál miente? ¿Quién es el mentiroso Juan o Jesús? Al afirmar cosas
opuestas solo uno puede decir la verdad. Recordemos que la cita pertenece al
Evangelio de Juan, el evangelio “inspirado”, ¿alguien se atreve a decidir quien es
el que miente? La respuesta acerca de quien lo hace debería ser fácil de resolver,
preguntémonos quien se beneficiaría si Juan fuera Elías y quien si no lo fuera.
Si tal como asegura Juan, él no era Elías retornado, nadie se beneficia con
esta afirmación, ni siquiera Juan mismo. Pero, si la afirmación que da Jesús es
cierta, y Juan es el profeta Elías, cosa que no puede negar en ese momento,
aunque quisiera, porque ya le habían cortado la cabeza. No se beneficiaba Juan,
porque como dije ya estaba muerto, pero, ¿qué tal Jesús?
Aunque, no sería correcto que cargásemos todas las tintas tan solo sobre
Jesús, el comportamiento que en vida mantenía Juan, aunque él negase que fuera
la reencarnación de Elías, trató en todo momento de copiar las características que
lo identificaban al profeta de un modo tal como para que se prestase a confusión.
Elías “era un hombre vestido con una capa peluda, y con un cinturón de
cuero en la cintura.”133 Y, ¿que tal Juan? “Juan mismo estaba vestido de pelo de
camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su comida era langostas y miel
silvestre.”134
En más de una ocasión él hacía referencia a sí mismo como el profeta que
estaba anunciado que iba a venir. Noten la respuesta que dio a los que le
interrogaron acerca de quien era, “Yo soy la voz de uno que proclama en el
desierto: «Enderezad el camino del Señor» y compárenla con lo anunciado por
Isaías: “Una voz grita: «Preparen al Señor un camino en el desierto, tracen para
nuestro Dios una calzada recta en la región estéril».”135
Es así como vemos que Juan mismo no era completamente inocente en sus
pretensiones. Tomaba una postura acorde a las escrituras, las citaba para que
todos se dieran cuenta del por qué de sus conductas y se colocaba en el lugar del
profeta anunciado, y, a pesar de esto, luego negaba serlo.
Es esta actitud, la que mantuvo en el transcurso de su vida, lo que produjo
tanta confusión entre los que le rodeaban. Tanto es así que, aún después su
muerte, nadie podía asegurar que era lo que había sido, realmente, Juan el
Bautista. Es de este punto, la duda existente de si había sido o no Elías o si se
trataba solamente de un nuevo profeta, de donde se aferra Jesús para luego
afirmar que Juan efectivamente había sido el profeta Elías. El pensamiento mágico
estaba presente aún en las personas más racionales de la época. Podemos ver que,
acerca de Jesús, en más de una ocasión, se preguntaban si él era el Mesías, Elías o
Juan mismo resucitado y que, las personas que lo escuchaba en repetidas oca-
siones, le planteaban esta duda a sus discípulos.
133
II Reyes 1:8
134
Mateo 3:4
135
Isaías 40:3
68
JESÚS
69
César A. Carrión
137
II Reyes 5:9-14
138
Juan 9:1-3
139
Job 13:23
140
Elías
141
Eliseo
142
Espíritu
143
II Reyes 2:9- Versión Kadosh Israelita Mesiánica de estudio
70
JESÚS
144
Ezequías 36:25-27
71
César A. Carrión
“Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí
es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en
Espíritu Santo y fuego.”145
Pero algo que muy pocos conocen es que Jesús jamás bautizó a nadie, ni
con agua ni con nada. Al menos así lo afirma el apóstol Juan en su evangelio:
“aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos”. 146 Si lo que
afirma Juan es cierto, entonces lo anunciado por el Bautista era mentira, lo que lo
transformaría entonces en un falso profeta. Si no es cierto, ¿cuales fueron los
motivos que lo llevaron a emitir semejante mentira? ¿Por qué asegurar que Jesús
no bautizaba sino que lo hacían sus discípulos, como si esto fuera un acto menor
no digno de él?
Por otro lado, Juan, al igual que Jesús, también poseía un grupo de
seguidores, y es de éste grupo en el cual Jesús recluta sus dos primeros discípulos.
“Al día siguiente147, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus
discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.» Los
dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús.”148
Es curioso que el Evangelio de Juan no haga referencia a los nombres de
estos dos primeros discípulos, solo nombra, unos versículos más tarde, a Andrés
como uno de estos dos, pero no nos dice quien era el otro. Para agravar más las
cosas el nombre de Andrés no era un nombre hebreo, sino griego, Andrés, que
proviene de andros y significa “hombre”, es la forma helenizada de Adán. Por lo
que, el nombre de Andrés, podría haber sido un alias que ocultaba el nombre real
de éste discípulo. Acerca de este tema hablaremos más adelante, mientras, con-
tinuemos con la historia.
A partir de ese momento, estos dos primeros discípulos comenzaron a
reclutar a otros prosélitos, algunos entre los seguidores de Juan y otros no,
conformando el grupo que luego sería conocido como el de los doce apóstoles.
Dependiendo el evangelio que tomemos como referencia, podemos ver
que Jesús toma una actitud pasiva y espera solo en el desierto hasta que Juan es
apresado para comenzar con sus actividades mesiánicas, esto es según Mateo,
Marcos o Lucas. En cambio, según Juan, con el surgimiento de Jesús como profeta
y Mesías, gradualmente comienza a menguar la importancia del Bautista y a
perder sus seguidores, hasta el momento en que fue apresado solitariamente por
Herodes. Presuntamente, el motivo para que esto ocurriera fueron las críticas que
realizara con respecto a Herodes Antipas y su matrimonio con Herodías, su
cuñada, historia que sucedió más o menos así.
145
Mateo 3:11
146
Juan 4:2
147
del bautismo de Jesús por Juan.
148
Juan 1:35
72
JESÚS
Herodes Antipas, que estaba casado con la hija de Aretas IV, rey de Arabia
Patraea, decide repudiar a su esposa para casarse con la esposa de su medio
hermano Herodes Filipo, Herodías. Si bien Herodías le envió un libelo de divorcio
a su marido antes de unirse con Antipas, este divorcio, entre los judíos, no poseía
ningún valor legal dado que los hombres eran los únicos que gozaban del derecho
de poder repudiar a sus cónyuges. Este derecho no le estaba reconocido a la
mujer, por lo tanto, cuando lo realizó, al no tener valor legal, para el resto de los
judíos continuaba desposada con Herodes.
Las circunstancias por las cuales una mujer tenía derecho a repudiar a su
esposo y así poder regresar a la casa de sus padres eran escasas. Una mujer podía
abandonar a su marido a causa de las injurias recibidas, si el oficio del cónyuge
era repugnante a causa del mal olor que producía el mismo (recogedor de basura,
curtidor, matarife), si el marido la obligaba a hacer votos abusando de su
dignidad o si el marido padecía de lepra. Otro motivo de divorcio, pero poco
frecuente, era el caso de una qetannah, es decir una menor de doce años, que
había sido prometida en matrimonio o, incluso, esposada, después de que se
hubiera producido la muerte de su padre, es decir que el contrato fue efectuado
por la madre o los hermanos de la novia. Cuando esta hubiera alcanzado la
mayoría de edad a los trece años podía, eventualmente, anular los esponsales,
dado que el matrimonio realizado sin el padre de la menor solamente era válido
bajo con-dición. Este hecho se producía muy poco frecuentemente dado que, al ser
la mujer considerada como una menor durante toda su vida, al divorciarse debía
volver al hogar familiar, bajo la custodia de las mismas personas que la habían
desposado sin tener en cuenta su opinión.
Pero Herodías no cumplía ninguno de los requisitos que se requerían para
que una mujer pudiera repudiar a su marido, es por ello que el divorcio era
considerado nulo, sobre todo por el Bautista que era una persona por demás de
fanática y ortodoxa. Así, siendo la esposa del hermano, legalmente se interpretaba
que era, a su vez, su propia hermana y por ello la relación se transformaba en
incestuosa y adultera.
Recordemos que los judíos de la época no tenían la misma visión que
nosotros acerca de lo que era incestuoso. De hecho, en el caso de Herodías, estaba
casada con un tío y dejó a éste para casarse con otro, dado que ella era hija de
Aristóbulo, que, a su vez, era medio hermano de Herodes Filipo y de Herodes
Antipas, e hijos los tres de Herodes el grande pero de distintas madres. Estos
matrimonios entre tíos y sobrinas, entre primos y primas, en la actualidad se
podrán considerar poco naturales y hasta inmorales, pero no eran calificados de
esta manera en aquel entonces. A modo de ejemplo podemos citar otros casos,
dentro de la familia Herodiana, que en la actualidad se considerarían incestuosos.
Herodes el Grande se casó con una sobrina de nombre desconocido, Herodes
Filipo con Salomé, nieta de Herodes el Grande y sobrina de Filipo. Herodes de
Calsis, nieto de Herodes el grande, con Berenice, bisnieta del mismo. Antipater,
sobrino de Herodes, con Kypros, su prima. Las otras hijas de Herodes, Olimpías,
73
César A. Carrión
Roxana y Salomé, también se esposaron con sus primos. La lista podría seguir
largamente, así que mejor nos limitamos a estos ejemplos.
Era tan común el matrimonio entre tíos y sobrinas que existían un par de
proverbios que hacían referencia a ello: “No tome mujer un hombre antes de que
la hija de su hermana se haya hecho grande” 149 y “Un matrimonio con la hija de la
hermana trae como consecuencia que la oración sea escuchada” 150 Sobre esta base
podemos ver que la causa de la imputación de incestuosa que realiza Juan acerca
de Herodías no se basaba en el hecho de que Antipas se hubiese casado con su
sobrina, cosa que era, por lo demás, bastante común, sino en haberse desposado
con la esposa de su hermano sin que este la haya repudiado previamente.
Volvamos nuevamente al relato de los hechos. Dado que la primera
esposa de Antipas no toleró que su esposo la repudiase, ésta huyó hacia Arabia
Patraea 151, junto a su padre Aretas IV. El rey árabe interpretó el repudio como un
insulto hecho hacia él y a su propia hija y decidió marchar a la guerra contra
Israel. Herodes tuvo que defenderse y, entonces, comenzó la guerra entre los
árabes y los israelitas. En la batalla contra las fuerzas de Aretas, el ejército de
Herodes resultó gravemente derrotado y eso fue considerado por numerosos
judíos como un juicio divino por haber asesinado a Juan. Herodes acudió en busca
de ayuda al emperador Tiberio, quién entonces ordenó a Vitelio, legado de Siria,
que le hiciera la guerra a Aretas y lo capturara o destruyera. Vitelio reunió sus
fuerzas y estaba a punto de lanzar su ataque cuando llegó la noticia de que
Tiberio había muerto (marzo del año 37), por lo que se anuló la acción prevista.
Cuando Juan el Bautista fue arrestado, aproximadamente el 28 de Mayo
del año 31 de nuestra era, Herodes Antipas lo envió a la fortaleza de Macaerus152,
y, simultáneamente, decidió establecer allí su propio cuartel general. Fue en este
mismo lugar en donde, presuntamente, se efectuó la decapitación del Bautista.
Juan permaneció encerrado en Maqueronte aproximadamente durante un
año, dado que Antipas no se atrevía a realizar ninguna otra acción en su contra,
principalmente, por tres motivos. El primero era, sin duda, el ascendiente que éste
poseía sobre el pueblo y también por su popularidad. Herodes pensaba que si
realizaba algún acto en su contra el pueblo llegaría a levantarse en armas y ya
tenía suficientes dificultades en ese momento con la guerra contra Aretas. El
segundo motivo era que Juan era un nazareno, una persona ofrendada a Dios
en la promesa del nazireato y, como si esto fuera poco, profeta. Es por ello que,
el pueblo, lo consideraba doblemente sagrado y Antipas, hombre de su tiempo
al fin, no se atrevía a realizar una acción en su contra porque temía también
despertar la ira divina. Por último, Juan era una personalidad enigmática, los
149
Tos. Qid. I,4 (334,32)
150
b. Sanh. 76 bar, b. Yeb. 62
151
Petra
152
También conocida como Maqueronte, era una ciudadela fortificada situada en la
Trans-jordania, al oriente del mar Muerto, en la tierra de Amón, en los confines de la Perea,
vecina a la frontera con el reino nabateo. Se localizaba aproximadamente a 48 Km. al
sudeste de Jerusalén.
74
JESÚS
sacerdotes del templo, la corte, el pueblo, se preguntaban quien era. Las hipótesis
que manejaban, como ya dijera anteriormente, era que fuese el propio Elías e
incluso el Mesías mismo. Matar al bautista era algo sumamente arriesgado que
Herodes no se podía permitir. Así, hasta que se decidiera su destino, Juan debía
permanecer encerrado en la fortaleza de Maqueronte.
Imagino que Herodes también tendría la ilusión de que a Herodías se le
pasase el enojo que sentía en contra del Bautista e, incluso, debía contar con que
olvidase su existencia misma. Pero el rey desconocía lo que era capaz el corazón
de una mujer, Herodías no permitiría que terminara la historia de ese modo.
Como dice el Martín Fierro “siempre te va a perder una mujer ofendida”.
Según lo que nos refieren los evangelios de Mateo y Marcos, la hija de
Herodías danzó ante Herodes y lo hizo tan bien que éste le juró que le daría lo que
le pidiese, aunque esto implicara otorgarle la mitad de su reino. A lo cual la
muchacha, asesorada por su madre le pidió la cabeza de Juan el bautista en una
bandeja. Acorralado Herodes por el juramento realizado ante toda la corte, decide
cumplir su promesa y mandó a decapitar a Juan en ese mismo instante, el 29 de
Marzo del año 32, e inmediatamente después le trajeron a la hija de Herodías la
cabeza del profeta.
Ahora bien, sabemos que Juan estaba encerrado en la ciudadela de
Maqueronte y que esta era una pequeña aldea de frontera fortificada pero que no
se conoce que poseyese un palacio en donde albergar al rey y mucho menos a
toda la corte. ¿Dónde se realizó este famoso baile? ¿Debemos creer que Herodes
decidió llevar a la mujer que amaba y a su hija a un puesto de frontera, con los
riesgos de terminar prisioneros ante el ataque de las fuerzas árabes que esto
significaba? ¿Y si la fiesta se realizó efectivamente en otro lugar, en un puesto más
seguro, tal como lo era Jerusalén? ¿Que necesidad había de que el verdugo saliera
en la mitad de la noche, para recorrer, digamos, unos 100 Km., que era la distancia
aproximada entre Macaerus y Jerusalén, entre ida y vuelta, para cercenar la
cabeza del Bautista? ¿Cuánto tiempo le demandaría a un caballo recorrer, en plena
noche, sin iluminación, por un pedregoso sendero de montaña, esta distancia? ¿Lo
habría podido hacer de un modo tan veloz que le permitiera regresar antes de que
la fiesta hubiese terminado? Imagino que el juramento realizado por Herodes no
poseía también una cláusula de inmediatez, bien podría haber esperado hasta el
otro día para cumplir su promesa. Convengamos también que es poco probable
que Herodías conociera personalmente a Juan. Las mujeres de la nobleza, en
aquella época, no se paseaban por las calles, a solas, para ver y, a su vez, poder ser
vistas por todo el mundo. Cuando salían lo realizaban en literas con cortinados
que dificultaban la visión tanto hacia como desde el interior.
Seguramente lo que debió haber sucedido es que Herodes mandó a de-
capitar a un prisionero, cualquiera fuese, que también presentaba el pelo largo y
se encontraba adelgazado por el encierro, dadas sus condiciones físicas podía,
fácilmente, hacerlo pasar por el Bautista, esto le permitiría evaluar adecuada-
mente la reacción de la multitud. Creo que, si el pueblo se hubiese levantado en
armas en su contra, como aún mantenía la posibilidad de mostrarle al pueblo al
75
César A. Carrión
76
JESÚS
Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los
cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»”153
Imaginemos la situación, demos por sentado que el relato es cierto, ¿que
sentirían ustedes si de pronto vieran los cielos abrirse y escucharan la voz de Dios
hablándoles? No se ustedes, pero para mi sería una experiencia terriblemente
insólita que, realmente, no podría olvidar aunque viviese mil años. Pero no pasa
esto con Juan, dado que mientras se encontraba encerrado en prisión olvidó todo
lo que había visto y escuchado el día que lo bautizó a Jesús y mandó a sus
discípulos a preguntarle si él era el Mesías o había que esperar a otro.
“Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus
discípulos a decirle: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» Jesús
les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos
andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se
anuncia a los pobres la Buena Nueva.»”154
Y no estoy haciendo trampas con las citas. No es que cito que Juan vio los
cielos abrirse en un evangelio y pregunta si Jesús es el Mesías esperado en otro. Si
fuese así sería algo entendible e incluso esperable la existencia de alguna in-
congruencia o una inconsistencia entre los hechos relatados dado que, al tratarse
de dos autores diferentes, quizás se hayan basado en distintas fuentes. Puede
suceder que, consciente o inconcientemente, alguno de los dos incluyera dentro
de su relato un hecho que podría considerarse como falso. Pero, al menos en este
caso, no es así. Las dos citas que he utilizado fueron extraídas de un mismo
evangelio, el evangelio de Mateo. La incongruencia surge dentro del relato de un
mismo autor. Aparentemente lo ilógico de la situación no llama la atención del
evangelista, le parece lo más normal del mundo que Juan haya olvidado que los
cielos se abrieron, que el Espíritu Santo descendió en la forma de una paloma y
que escucho la voz de Dios, a pesar de todo esto, él necesitó una nueva confirma-
ción acerca del mesianismo de Jesús.
Tampoco era que Juan y Jesús no se conocieran, recordemos que eran
primos por parte de madre. Es decir que, cuando Juan lo ve a Jesús acercarse para
ser bautizado lo reconocería inmediatamente como su primo, no era la primera
vez que se veían y, por ello, no necesitarían que nadie los presentase.
Podemos suponer que Juan no sabía nada acerca de que Jesús era el Cristo
hasta que no se le reveló en el momento de su bautismo, pero ¿que necesidad
tenía entonces de enviar a un mensajero a preguntar si él era el Mesías esperado,
si Dios ya le había revelado que, afectivamente así era? Además, si Jesús era su
primo, ¿no le comentó Isabel, su madre, que él era el Mesías? ¿No era que él
mismo lo había reconocido, incluso, en el mismo vientre de su madre, aún sin
haberlo visto? ¿Su memoria desapareció, junto con sus dones proféticos, una vez
que fue encerrado?
153
Mateo 3:13-17
154
Mateo 11:2-5
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155
Mateo 4:12
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César A. Carrión
CAPÍTULO V
La Infancia
Es difícil poder hablar acerca de un tema del cual se desconoce casi com-
pletamente la existencia de algún dato que pueda ser considerado fidedigno. Los
evangelios prácticamente ignoran esta etapa en la vida de Jesús. De hecho, en el
inicio del evangelio según Mateo se nos narra el nacimiento, su huida a Egipto y
la orden de regresar una vez que Herodes ya había muerto. Lo siguiente que nos
relata este evangelista es como Jesús, siendo adulto ya, se presenta ante Juan para
ser bautizado. Si pensamos que, en el momento en el cual ocurre la muerte de
Herodes, Jesús contaba tan solo con dos años de edad en el mejor de los casos,
podremos darnos cuenta que este evangelio excluye del relato casi treinta años de
la vida del Salvador. El autor considera a estos años como algo sin importancia,
carentes de valor si los comparamos con la función mesiánica que ejercería Jesús
en su adultez.
El evangelio de Lucas, si bien es un poco más extenso en cuanto al trata-
miento del tema en comparación con Mateo, tampoco se explaya excesivamente
en la descripción de su infancia, ni nos otorga demasiados detalles de ella. Este
evangelio no se limita solamente a describir su nacimiento, a diferencia del caso
anterior, incluye también un par de anécdotas acerca de como fue señalado como
el Mesías esperado, por un par de reconocidos personajes de la época, cuando se
dirigía al templo para ser circuncidado, mientras era aún un pequeño bebé. Luego
de este hecho nos relata como regresa, junto con sus padres, al territorio de
Galilea, para luego permanecer silencioso durante un período que abarca casi
doce años, hasta el momento en el que nos narra la famosa anécdota de la disputa,
que se generara en el Templo, entre Jesús y los doctores de la ley. Una vez fina-
80
JESÚS
156
Lucas 2:21-24
81
César A. Carrión
pero, ¿de que tenían que purificarse María y Jesús si la concepción fue inmacula-
da, sin mancha, sin acceso carnal entre María y José? Una mujer que había dado a
luz un ser puro y sin mancha, ¿tenía que purificarse ella o el niño? ¿Lucas sabía
acerca de la concepción inmaculada? ¿Y si lo sabía, no se interrogó acerca del
porqué de la necesidad de purificación?
Dejemos estas dudas de lado y sigamos con el relato: “He aquí, había en
Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba
la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. A él le había sido
revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del
Señor. Movido por el Espíritu, entró en el templo; y cuando los padres trajeron al
niño Jesús para hacer con él conforme a la costumbre de la ley, Simeón le tomó en
sus brazos y bendijo a Dios diciendo: -Ahora, Soberano Señor, despide a tu siervo
en paz conforme a tu palabra; porque mis ojos han visto tu salvación que has
preparado en presencia de todos los pueblos: luz para revelación de las naciones y
gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre se maravillaban de las cosas que
se decían de él.”157
He aquí otra pequeña contradicción. Como dijera anteriormente, lo que
aquí se relata se produjo a continuación de los maravillosos hechos de la
inmaculada concepción anunciada a través de un ángel, de la adoración de los
reyes, de una estrella que se movía libre por el firmamento, etc. Estos hecho que
asombrarían a los padres más apáticos del planeta no conmueven a los padres de
Jesús y sí les llama la atención que una persona que se encontraba en el templo lo
llamara a Jesús como “la salvación de Israel”. ¿No debería haber sido a la inversa?
¿No debieron haberse maravillado por los milagrosos sucesos relacionados con el
nacimiento y haber tomado como algo normal que un “profeta” hiciera tal
anuncio? Recuerden que nos encontramos en una época en la cual los anuncios
proféticos eran tomados con total naturalidad, dado que éstos eran muy comunes.
Esto no significa que dichos anuncios hayan sido más verídicos que los que se
realizan en la actualidad, pero sí que las personas estaban más inducidas a
interpretarlos como ciertos.
Veamos ahora un par de ejemplos, muy conocidos en la actualidad, acerca
de cómo a dos personas, que no tenían aspiraciones de llegar algún día a ser
reyes, como lo fueron Herodes el grande y Vespasiano, les fue anunciado que este
hecho ocurriría algún día.
Con respecto al primero, Flavio Josefo, en sus Antigüedades Judaicas, nos
relata que cuando Herodes era niño se encontró, mientras se dirigía a la escuela,
con un esenio llamado Menahem, quien le dio una palmada en el trasero y le dijo
que se convertiría en rey de los judíos.158 Si bien era conocido, al menos entre los
judíos de la época, que los Esenios pretendían poseer unas dotes adivinatorias
tales que les permitían poder ver los acontecimientos que sucederían en el futuro,
si el relato es cierto, es asombroso que realmente alguien concibiera o adivinara
157
Lucas 2:25-33
158
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas XV, x, 5
82
JESÚS
que Herodes algún día llegaría a ser nombrado rey de Israel. Recordemos que él
era tan solo un chico, que no pertenecía a ninguna familia real o relacionada con la
realeza. Su padre era un rico comerciante pero nada más y, para mayor dificultad,
Herodes ni siquiera era judío, era un idumeo, un árabe, así que, profetizar que
algún día, ese pequeño niño árabe, se transformaría en rey de los judíos, era casi
una locura, pero una locura que terminó siendo cierta.
La segunda profecía en apariencia también imposible de cumplir, pro-
viene del mismo autor, Flavio Josefo, pero esta vez no solo es el que efectúa el
relato, sino que, simultáneamente, es el que realiza el vaticinio.
Cuando, durante el transcurso de la llamada “Guerra de los judíos”,
Flavio Josefo fue capturado por Vespasiano, éste último decide perdonarle la vida
y enviarlo ante Nerón para comparecer por la rebelión de la cual era parte. Al
saber que su vida era perdonada, Josefo solicita hablar a solas con el general
romano. Vespasiano acepta, pero decide permanecer acompañado por Tito, su
hijo, y dos de sus amigos. Al quedar a solas Josefo le dijo: “Tú, Vespasiano, crees
que con Josefo has capturado solo un prisionero de guerra; pero yo vengo a ti
como un mensajero de hechos importantes. Pues si yo no hubiera sido enviado
por Dios, sabría lo que prescribe la ley de los judíos y como debería morir un
general. Me envías a Nerón. ¿Por qué? Después de Nerón no quedará ningún
sucesor hasta llegar a ti. Tú Vespasiano, serás César y emperador, y también lo
será tu hijo que está aquí presente... Y yo, te pido que me castigues con una
prisión más severa, si oso bromear con la palabra de Dios.”159
Cuando Flavio Josefo realiza esta profecía, no solo Nerón estaba con vida
y en perfecto estado de salud, sino que tenía tan solo 30 años y se esperaba que
siguiera gobernando por muchos años más. Pero, cuando Nerón cumplió los
treinta y un años, las legiones de Galia e Hispania, junto con la Guardia Preto-
riana, se rebelaron, obligándole a huir de Roma. El Senado le declaró enemigo
público, y se suicidó el 9 de junio del año 68 dc.
Durante el siguiente año se sucedieron, con una duración muy efímera por
parte de cada uno de ellos, tres emperadores, Otón, Galva y Vitelio, destituyén-
dose en forma sucesiva el uno al otro, en una cuasi guerra civil.
En el año 69, las tropas destacadas en los territorios orientales se reunieron
en Cesarea y nombraron como emperador a Vespasiano. Éste decide dejar a su
hijo Tito a cargo de la guerra de Palestina y marchar sobre Roma para restaurar el
orden. Luego de vencer a Vitelio en Cremona toma posesión efectiva de su cargo
como emperador, cumpliendo así la profecía realizada por Josefo.
Vespasiano, una vez que alcanzó el poder imperial, no se olvidó de Flavio
Josefo. No solo le otorgó su libertad y una esposa, sino que también lo declaró
ciudadano romano.
Como ven, en Palestina, no escaseaban los profetas ni las profecías, y, de
aquellas que efectivamente se concretaban, rápidamente tomaban difusión hasta
159
Flavio Josefo, La guerra a los Judíos libro III, 399-403
83
César A. Carrión
lograr hacerse muy famosas, es este el motivo por lo que nadie debería haberse
extrañado de que se le anunciase a un niño que algún día podía llegar a trans-
formarse en el Mesías esperado y menos aún si este niño pertenecía a la estirpe
Davídica. Pero Lucas no finaliza el relato de lo sucedido en el día de la cir-
cuncisión de Jesús en este punto dado que la sagrada familia encontró a alguien
más en su paso hacia el altar.
“También estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser.
Ella era de edad avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su
matrimonio; y había quedado como viuda hasta ochenta y cuatro años. No se
apartaba del templo, sirviendo con ayunos y oraciones de noche y de día. En la
misma hora acudió al templo y daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los
que esperaban la redención en Jerusalén.”160
Es muy probable que esta mujer haya existido realmente, y que se ocupara
diariamente en hablar acerca del Mesías que vendría, pero aunque este hecho
fuera de público conocimiento en la época en la que se escribió el relato, dudo
mucho que, en realidad, ella haya reconocido en Jesús al Mesías al cual hacía
referencia. También es llamativo que el texto no manifestara en forma explícita
que ella pensase que Jesús fuera el Mesías, solo que aparentemente hablaba de
él a un grupo de personas, y esto es esperable si pensamos que, en Israel, todos
esperaban al Mesías.
Una vez que hubieron cumplido con los requerimientos que la ley exigía
acerca de la circuncisión del varón, según lo que nos refiere Lucas, la sagrada
familia volvió a Galilea, a la ciudad de Nazaret. Este autor desconoce completa-
mente que haya existido una matanza de inocentes y mucho menos que Jesús
hubiera sido obligado a fugarse a Egipto para escapar de las garras de Herodes.
Recordemos que, según Lucas, a los ocho días de que Jesús hubiera nacido se
llevó a cabo la circuncisión y que posteriormente todos regresaron hacia Galilea
en forma directa y sin efectuar desvíos. No nos deja una mínima brecha de tiempo
que nos permita poder pensar que hubiese hecho un viaje, aún de unos pocos
días, hasta Egipto. La tradición que relata como Jesús viaja a Egipto para huir de
Herodes llega a nosotros solo de la mano de Mateo:
“Después que ellos partieron (los reyes magos), he aquí un ángel del Señor
apareció en sueños a José, diciendo: «Levántate; toma al niño y a su madre, y huye
a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo». Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se
fue a Egipto.”161
Esta diferencia, aunque sutil, no puede ser considerada como algo sin im-
portancia. Si el relato de Mateo fuese cierto, entonces no pudo haber existido el
tiempo suficiente como para lograr circuncidar a Jesús y, en consecuencia al ser
un incircunciso, era una persona que se encuentra fuera de la alianza entre el
pueblo de Israel y Dios. Por tal motivo es que ni siquiera podría llegar a
160
Lucas 2:36-38
161
Mateo 2:13-14
84
JESÚS
considerársele legalmente judío. Quizás esa fuera efectivamente la idea que tenía
en mente el autor al momento de escribir este evangelio, la de que nadie
considerase a Jesús como un verdadero judío. Debemos tener presente, en forma
permanente, que los evangelios están saturados de pensamientos antisemitas que
fueron utilizados por la iglesia durante siglos, para justificar que se los persiguiera
por haber cometido el delito de deicidio. Si Jesús no estaba circuncidado entonces
no era judío, si no era judío entonces se podía odiar a todos los judíos en general
sin hacer distincio-nes. Es más, ninguno de los apóstoles era judío, todos eran
galileos excepto uno, el único judío del grupo -¿quien podía ser sino?- fue Judas
Iscariote, el traidor. Esta última afirmación no era realmente correcta, pero fue
considerada cierta por muchas personas durante demasiados años.
Si decidimos que el relato lucano es incuestionable, entonces debemos
concluir que Jesús pasó toda su infancia en la ciudad de Nazaret, en Galilea. Lo
más lógico es pensar que el núcleo de lo que escribe Lucas es básicamente cierto,
dado que se lo conocía como “El Galileo” y no como “El Egipcio”, que es lo que
habría sido considerado correcto, si Jesús hubiese vivido realmente sus primeros
años allí. Esto es así porque los patronímicos se elegían, básicamente, para poder
distinguir a una persona de aquellos otros que pudieran poseer su mismo
nombre. Dado que no existían los apellidos, para lograr identificar fácilmente a
una persona y no confundirse a una con la otra, los alias se elegían por su origen,
si es que este era diferente, su trabajo o por alguna característica física o de su
persona-lidad que lo diferenciase del resto. Veamos un ejemplo: a María se la
conocía como la “Magdalena” para poder diferenciarla de todas las otras Marías
que vivían en la región y que no eran originarias de la ciudad de Magdala. Este
alias le era útil mientras no residiese en este pueblo, porque, si fuera así, debería
ser conocida por algún otro sobrenombre dado que, todas las Marías residentes en
Magdala, podrían ser consideradas como magdalenas, no pudiéndose entonces
diferenciar a una de las otras.
Llegado a este punto, deseo realizar una pequeña observación. Aquí no
hay texto evangélico sagrado o apócrifo que respalden mi postura pero es el
cimiento sobre el cual construiré un castillo de hipótesis que podría explicar
mucho de los hechos que sucedieron durante la crucifixión.
Como plantee en el capítulo acerca de Juan el Bautista, en el cual hice
referencia que éste pudo haber sido criado y educado en una especie de
monasterio esenio, tomando de allí la filosofía que haría de él el profeta que todos
conocemos, también creo que Jesús fue educado en un lugar de similares carac-
terísticas, incluso pudo haber sido criado en el mismo sitio que Juan.
Imaginemos por un momento que, el pensamiento de matar a Jesús
cuando este era apenas un bebé, haya existido realmente en el cerebro de
Herodes. Una vez que hubiera comenzado la persecución, se hizo necesario
ocultar al niño mien-tras subsistiese la amenaza, ¿y que mejor opción que llevarlo
a un lugar en donde las personas estuvieran dispuestas a morir antes de
someterse a unas leyes que estuvieran en contra de los mandatos divinos? Existen
también otros motivos, que no están relacionados con Herodes, para justificar que
85
César A. Carrión
Jesús haya sido criado entre los Esenios, pero los trataré oportunamente.
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JESÚS
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César A. Carrión
consideraba muerto. Como el chico no respondió ante el estímulo dado por sus
familiares, creyeron que había fallecido, inmediatamente después acusaron a
Jesús del deceso, motivado principalmente por ser el único extranjero del grupo.
La xenofobia estuvo presente en todas las épocas. Ante tan terrible acusación,
Jesús no poseía testigos que pudiera acudir en su defensa. Los únicos que estaban
en condiciones de poder declarar eran los mismos que lo estaban acusando. Jesús
no tenía a quien recurrir. Lo imagino al futuro Mesías acercándose nuevamente al
presunto cadáver y, arrodillado a su costado, comenzar a llamarlo desesperada-
mente con el único objetivo de intentar que el presunto “cadáver” le respondiese
para, de este modo, lograr probar su inocencia. Considero poco probable, a pesar
de lo que nos refieren los relatos, que Jesús estuviera realmente conciente de que
el chico estaba en condiciones de poder “resucitar”, más bien pienso que fue un
intento desesperado llevado por la angustia de no poder probar su inocencia.
Recordemos que en esa época, en algunas poblaciones, principalmente en las
rurales, se practicaba la ley de Talión, es decir que si alguien provocaba una
muerte, ese alguien debía morir.
Ante los llamados insistentes de Jesús, Zenón despierta, al principio
confuso, pero, a pesar de ello, siendo capaz de responder al interrogatorio que le
realizaban sus familiares, asombrados aún por su resurrección. Una vez aclarado
lo sucedido dejan tranquilo a Jesús pero a las pocas horas el niño comienza a
adormecerse, cae en coma y, esta vez, muere realmente. ¿Qué es lo que pudo
haber sucedido? Quizás el chico presentó, a causa del traumatismo de cráneo, lo
que llamamos un “hematoma intraparenquimatoso cerebral”, es decir una
colección de sangre dentro del cerebro producto del golpe mismo. Un diagnóstico
alter-nativo es que haya sufrido un hematoma epidural, dicho de una manera más
sencilla, una colección hemática pero esta vez localizada entre la duramadre, que
es la más externa de las capas meníngeas, y el cráneo. Frecuentemente esto se
produce a causa de la rotura de la arteria meníngea media y como consecuencia
de un golpe con fractura de cráneo. En ambas condiciones vemos que el acci-
dentado se recupera, porque la pérdida de conocimiento es una consecuencia
transitoria de la conmoción cerebral, pero a medida que la cantidad de sangre
aumenta comprime el cerebro, deprime su nivel de conciencia y termina pro-
duciendo su muerte. En esta ocasión, la pérdida de conocimiento es definitiva.
Los familiares debieron haber corrido en busca de Jesús para que él reiterara el
milagro, pero como el milagro no había sido tal, fue incapaz de repetirlo.
Los evangelios apócrifos se encuentran pletóricos de milagros realizados
por Jesús pero, este en particular, me llamó la atención por la verosimilitud de lo
relatado. Es fácil de explicar médicamente y es uno de los pocos que se encuentra
en todos los evangelios de la infancia. Por ello creo firmemente que lo relatado
pudo haber sido un hecho real, que fue conocido por los apóstoles, tal vez fue
Jesús mismo el que se lo refirió a sus discípulos, plenamente convencido que
había sido él el que había producido el milagro. Considero que no todo aquello
que se relata en los evangelios apócrifos deba calificarse como falso, así como
tampoco creo que todo lo que sucede en los canónicos deba considerarse ver-
dadero. Muy probablemente ambos posean un porcentaje de verdad y de mentira,
88
JESÚS
en ambos algunos hechos son reales y otros imaginados, unos y otros poseen
relatos que son solamente propaganda de la nueva religión, algunos con mayores
enseñanzas filosóficas y otros casi completamente vacíos de contenido moral y
plenos de prodigios, cuya única aspiración es la de satisfacer el ego del que los
realiza.
El siguiente relato famoso acerca de la niñez de Jesús lo encontramos casi
comenzando su adolescencia o, desde el punto de vista de la época, al inicio de la
adultez. Recordemos que en el período que nos interesa no existía la adolescencia
como tal, por medio de un simple ritual se pasaba de la niñez a la adultez. Y esto
fue así hasta no hace mucho tiempo. Las personas que tengan alrededor de
sesenta años pueden dar fe que cuando ellos eran niños el paso a la adultez con-
sistía en que los padres le regalaban al niño unos pantalones largos que eran el
símbolo de que ya eran adultos.
No todos los historiadores están de acuerdo que, en la Palestina del siglo
primero, existiera el Bar Mitzva como institución, es decir, la solemne fiesta
familiar que se realiza cuando un niño judío cumple la edad de trece años.
Habitualmente este ritual se lleva a cabo en el shabbat de la semana en curso, en la
cual el muchacho cumple los años. En este día es llamado al oficio de la mañana
en la sinagoga para la lectura de la ley y lo que se le da a leer es la sección Maftir
de la Torah, acompañado de bendiciones al iniciar y al terminar. Luego se canta el
himno llamado Haftarah, el padre del chico pronuncia una bendición y da gracias
a Dios por haber dejado de ser responsable sobre la conducta de su hijo. Más
tarde, durante la comida familiar el joven adulto pronuncia un corto discurso de
con-tenido religioso.
A partir de este momento es considerado un judío adulto con la obligación
de observar y respetar todos los mandamientos y preceptos que dicta la Torah.
Pero, como dijera anteriormente, es muy discutido que, en la fecha en la
que Jesús era un joven muchacho, se realizara la celebración del Bar Mitzva.
Supuestamente el paso a la adultez se cumplía por medio de un simple examen
religioso. Aparentemente este examen fue lo que relata Lucas cuando nos describe
como Jesús discutió con los doctores del templo.
“Iban sus padres todos los años a Jerusalén, para la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron ellos a Jerusalén conforme a la costumbre de
la fiesta. Una vez acabados los días de la fiesta, mientras ellos volvían, el niño
Jesús se quedó en Jerusalén; y sus padres no lo supieron. Suponiendo que él
estaba en la caravana, fueron un día de camino y le buscaban entre los parientes y
los conocidos. Como no le encontraron, volvieron a Jerusalén buscándole.
Aconteció que después de tres días, le encontraron en el templo, sentado
en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que
le oían se asombraban de su entendimiento y de sus respuestas. Cuando le vieron,
se maravillaron, y su madre le dijo: -Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? He
aquí, tu padre y yo te buscábamos con angustia.
89
César A. Carrión
Entonces él les dijo: -¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los
asuntos de mi Padre me es necesario estar? Pero ellos no entendieron el dicho que
les habló.”163
En el relato hay un punto que tendría que llamar la atención de cualquier
persona que lo lea, pero no es así. Hay algo que ocurre en el transcurso de la
narración que es asombroso e inexplicable. No es el hecho que un chico deje a sus
padre para ir a discutir de religión con los doctores de la ley, no lo es tampoco que
los supere en conocimientos, ni siquiera tendría que causar asombro que Jesús
respondiera a José y María que él solo estaba atendiendo los asuntos de su padre
(es decir, Dios). ¿Alguien adivina que es lo más inaudito y asombroso del relato?
Lo asombroso es que durante tres días los sacerdotes del templo vieran a
un chico solo, sin la compañía de un adulto y no les llamase la atención. ¿A
ninguno se le ocurrió preguntarle al menor hacia que lugar se dirigía una vez que
el templo cerraba sus puertas? ¿Entre tantos doctores y estudiosos, a ninguno de
ellos se le pasó por la cabeza preguntarle a Jesús que comía, quien lo alimentaba,
si tenía dinero para comprar alimento, donde dormía? ¿A nadie le asombró en-
contrar a un niño solo en el templo? Imagino que en esa época existían huérfanos
como existen actualmente, pero no hablamos de un niño andrajoso, analfabeto, sin
ningún tipo de cultura y criado en la calle. Tenemos a un muchacho bien ali-
mentado, culto al grado tal que se encontraba en condiciones de poder discutir de
religión con los doctores de la ley. La educación no era gratuita, si un chico estaba
tan informado acerca de las leyes de Dios, lo primero que a una persona razonable
se le ocurre es que se encuentra ante un rico y culto heredero y no ante alguien
cuyos conocimientos provienen de la revelación divina. Y si pensaban que era un
chico de una familia pudiente, ¿como es que lo dejaban solo cada tarde durante
tres días en las puertas del templo?
Como dijera anteriormente, la educación no era gratuita, si bien no estaba
bien visto que un escriba cobrase por enseñar a otros a leer y escribir, éstos tenían
por costumbre cobrar una pequeña suma de dinero equivalente al que hubieran
ganado si se hubiesen dedicado a ejercer su propio oficio, dado que todos los
escribas desarrollaban alguna otra actividad, que era con la que se ganaban el
sustento.
En el siglo I AC existió un famoso rabino llamado Rabí Hillel, que nació en
Babilonia y pertenecía a una familia pobre de desterrados, dada su pobreza se vio
obligado, para poder estudiar, a viajar a pie hasta Jerusalén. Una vez llegado allí
trabajó como jornalero por un teroppăîq, es decir, por medio denario. Luego de
haber pagado al guardián de la casa de estudios, no le quedaba más de un cuarto
de denario para su sustento y el de su familia. Un día que no encontró trabajo, no
pudo pagar la entrada a la casa de estudios; pero, a pesar que era invierno,
escuchó desde afuera, por la ventana, donde luego fue encontrado medio helado y
casi muerto.
163
Lucas 2:41-50
90
JESÚS
Otro caso afamado fue el de Rabí Eliécer ben Hyrcanos que se decidió a
estudiar en contra de la voluntad de sus padres, por lo que sufrió grandes
penurias hasta que su maestro, Rabbán Yojanán ben Zakkay, noto que su alumno
pasaba hambre por el mal aliento que presentaba su boca.
No era una tarea fácil estudiar si no se poseía dinero, considero que es
poco probable que los doctores del templo asumieran que se encontraban ante la
presencia de otro Rabí Hillel, es decir ante un niño solo y sufriendo necesidades
con el objetivo de estudiar para transformarse a sí mismo en un doctor de la ley.
Alguno, entre tantos hombres sabios, debió haber interrogado al muchacho acerca
de con quien estaba o en donde vivía. Si observamos el relato detenidamente, im-
presiona que toda la historia, en realidad, hace referencia a un examen semejante
al que hemos visto anteriormente, del tipo que tiene que atravesar todo niño judío
para transformarse en un adulto de plenos derechos, un ben-ha-Torah164.
Entonces, por un momento, demos por sentado que lo relatado fue de este modo,
si ver-daderamente se trató del examen que experimentaba un niño para ser
considerado adulto, entonces debemos compararlo con la historia que nos relata
otro autor, que también nos describe como se desarrolló dicho examen, y cuyo
desempeño fue tal que terminó asombrando a todos aquellos que se encontraban
presentes.
“Yo, desde mi niñez, con un hermano mío de padre y madre, llamado
Matatías, anduve al estudio, y aproveché notablemente, y di muestra de
aventajarme tanto en entendimiento y memoria, que cuando había catorce años,
ya tenía fama de letrado, y tomaban consejo conmigo los pontífices y principales
del pueblo sobre el sentido más entrañable de la ley.”165
La única diferencia con respecto a lo que nos relata Lucas es la edad del
protagonista, en su Autobiografía, Flavio Josefo nos describe que contaba con
catorce años de edad cuando realizó esta proeza, en cambio, la edad de Jesús era
de doce años. A lo largo del Nuevo Testamento podemos ver que, en más de un
episodio de la vida de Jesús, encontramos anécdotas que podrían llegar a ser
consideradas, como mínimo, fantasiosas, exageradas o, incluso, apócrifas. En rei-
teradas ocasiones podemos ver como ciertos sucesos se semejan en forma
asombrosa a otros acontecimientos que pertenecen a personajes históricos o
religiosos muy famosos en la época en la cual fueron escritos los textos sagrados.
A modo de ejemplo: Mitra nació el 25 de diciembre, en una cueva oscura y los
pastores fueron los primeros que le encontraron y le adoraron. Le trajeron regalos,
oro y esencias. Su madre era una virgen, que fue llamada Madre de Dios. Después
de enseñar en la Tierra, Mitra ascendió a los cielos.
Otro dios en los cuales se escuchan sus ecos en los relatos cristianos es el
de Dumuzi, el Tamuz bíblico, este dios era adorado en Babilonia, Asiria, Fenicia y
Palestina. Su nombre vino a ser el del cuarto mes del año semítico. Tamuz era
representado como muriendo cada año, renaciendo a la vida en la primavera,
164
Hijo de la ley
165
Flavio Josefo. Autobiografía 7-9
91
César A. Carrión
durante las crecidas que vivificaban la vegetación. En junio, una época calurosa
que secaba los cultivos, las mujeres lloraban la desaparición de Adonis, y se
lanzaban a su búsqueda. El reencuentro con su mujer hacía que toda la vida
animal y vegetal se revitalizara y se hiciera fértil una vez más. Cada año nuevo,
los sumerios celebraban la boda entre Dumuzi e Inanna. El momento culminante
de la celebración era una unión ritual en la que el rey encarnaba a Dumuzi; a
Inanna la encarnaba una de sus sacerdotisas principales.
Incluso entre los mortales existieron historias que pudieron ser base para
enriquecer los evangelios, en el caso de Julio César se lo consideraba en un
principio un semidiós, dado que era descendiente de Venus Genetrix. Incluso, una
vez muerto, durante su sepelio, y luego de habérselo declarado Divino, fue visto
un cometa alrededor de la hora décima, aproximadamente, hacia las cinco de la
tarde. Éste cometa brilló durante siete días consecutivos y se decía que era el alma
de César acogida en el cielo y por este motivo se le comenzó a representar con una
estrella encima de la cabeza.166
Existe otro rey, el cual gozó de reconocimiento divino, y fue el famoso
Alejandro Magno, en el año 332 AC, al ingresar a Egipto luego de su conquista,
fue saludado por los sacerdotes como “hijo de Ra”. Luego lo convencieron a él y
al pueblo que era “hijo de Amón”, es más, en los santuarios de Dídima y Eritras lo
proclamaron “hijo de Zeus”167. Incluso él mismo, luego de tantas victorias, se con-
venció que era en realidad un semidiós y descendiente de Zeus. Alejandro Magno
no solo fue conocido como el hijo del dios supremo Zeus, sino que también murió,
casualmente, a la edad de treinta y tres años.
Como verán, desde el punto de vista de los autores evangélicos era lo más
normal del mundo que considerasen a su “Rey” como el hijo de Dios. No podía
ser menos que los demás reyes de la época. ¿Una estrella se hizo presente el día de
la muerte de Julio César? En su caso hubo una el día de su nacimiento y un eclipse
en el de su muerte. Flavio Josefo asombró a los doctores de la ley a los catorce
años, ¿qué menos podía hacer él que realizar la misma proeza pero, en esta
ocasión, a los doce? ¿Alejandro Magno conquistó todo el mundo conocido y
murió a los treinta y tres años? Él, no solo es el rey de la creación, sino que
también, al morir a esa misma edad, asciende a los cielos y se vuelve consustancial
con Dios. Es más, sabemos que Domiciano, emperador romano desde el año 81
hasta el 96 de nuestra era, insistió que, cuando le escribieran sus gobernadores,
empezaran diciéndole: “Nuestro Señor y nuestro Dios ordena”. Suetonio dijo que
se convirtió en norma el que “nadie se dirigiera a él de otro modo, ni de palabra ni
por escrito”. Como Jesús no podía ser menos que un emperador romano, en el
evangelio de Juan podemos ver que Tomás se dirige a Jesús con estas mismas
palabras.
166
Suetonio, Vidas de los doce Césares, libro I
167
Nuestra palabra española Dios deriva del latín Deus que, a su vez, proviene del griego
Zeus. Es decir que “hijo de Dios” e “hijo de Zeus” poseen ambos la misma raíz y, en
definitiva, el mismo significado.
92
JESÚS
“Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu
mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le
contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído.»”168
Incluso el apelativo mismo de “Hijo de Dios” fue tomado del “Divi Filius”
imperial. Este título, en toda la extensión de la Biblia, jamás fue asociado al del
Mesías hasta el momento en el cual fueron escritos los evangelios por manos de
hombres gentiles, cuya raíz cultural era helénica y distaba mucho del pensamiento
judío tradicional. Ellos no podían considerarle con una dignidad inferior a la
misma que poseía César.
Todos estos argumentos tomados en conjunto hacen que pueda consi-
derarse, al relato en donde Jesús asombraba a los doctores de la ley, un plagio de
los textos de Josefo, ya que si él era capaz de realizar estas hazañas siendo un
simple mortal, ¿qué menos se podía esperar del hijo de Dios?
Los escasos datos biográficos que han llegado hasta nuestros días muy
probablemente pertenecieran a otros personajes históricos muy notorios en la
fecha de elaboración de los textos sagrados. Por otro lado, en éste período, ningún
autor consideraba como algo censurable el hecho de tergiversar un poco los datos
para embellecer la historia y darle mayor relevancia al protagonista.
Como dijera anteriormente, los relatos que se pueden encontrar en los
evangelios apócrifos que hablen acerca de la infancia o adolescencia de Jesús son
demasiado fantasiosos como para poder tomarlos en serio. Al mismo tiempo
debemos tener en cuenta que cualquiera de los evangelios, tanto los canónicos
como los apócrifos, fueron escritos como una forma de propaganda para la
naciente religión y como una forma de reafirmar la naturaleza divina de Jesús, por
lo que es esperable que los hechos que nos hubieran interesado acerca de cómo
fue su desarrollo psicológico o cuales fueron los acontecimiento que marcaron su
existencia, no hayan sido de interés para los autores evangélicos. Por ello debemos
conformarnos con los escasos datos que hemos analizado, pero, al mismo tiempo,
debemos tener presente que la mayor parte de ellos son pura fantasía.
168
Juan 20:27-29
93
César A. Carrión
CAPÍTULO VI
El Inicio
Es llamativo que luego del período, conocido como los años oscuros, en el
cual se desconocen completamente los sucesos de la vida de Jesús, Juan, el
evangelista, nos haya referido, como primer milagro luego de su bautismo, que
Jesús transformase el agua en vino. Este relato, conocido como “las bodas de
Caná”, fue lo que dio el puntapié inicial a la vida pública de Jesús y,
verdaderamente, fue un inicio bastante insustancial. ¿Es correcto utilizar unos
dones tan importantes simplemente para fabricar más vino a un grupo de
borrachos? No es un milagro que uno pudiera esperar del “Mesías Salvador del
mundo”. No salva a nadie, no cura a nadie, no enseña nada ético ni moral, no es
un acto que engrandezca a Dios ni promueva la fidelidad hacia él. Es casi un
milagro como para decir: “Hey, miren lo que puedo hacer”.
Es verdad que se le ha atribuido diversos contenidos simbólicos, pero
todos ellos tan rebuscados que dificulto que las personas que lo presenciaron,
galileos ignorantes y semianalfabetos, pudieran interpretar el sentido que se le da
al milagro dos mil años más tarde.
Veamos, a modo de ejemplo, el comentario exegético que puede leerse en
“La Biblia para las comunidades cristianas de Latinoamérica”, aprobada para su
publicación por Antonio J. González, Arzobispo de Quito y Presidente de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana:
“Es que la religión verdadera no se confunde con el temor al pecado, lo
importante es recibir de Jesús el Espíritu que, semejante a un vino generoso, nos hace
romper las normas establecidas y la estrechez de nuestra propia sabiduría. El agua
cambiada en vino: Jesús entra en nuestra casa para transfigurar nuestra vida diaria, sus
rutinas y sus quehaceres. Fue así como Jesús manifestó su gloria a los que
empezaban a descubrirlo.”169
Si algo les quedó claro a los galileos que se encontraban presentes, que ya
se habían tomado todo el vino en existencia y casi lo dejan a Jesús sin agua como
para poder realizar el milagro, era que la intención de Jesús, al ofrecerle más
alcohol a un grupo de ebrios, era la de “transfigurar sus vidas y sus rutinas
rompiendo las normas establecidas por la estrechez de su pensamiento”. (¿?) ¿Son
169
La Biblia de Latinoamérica, pág. 201
94
JESÚS
solo ideas mías, o toda la explicación es muy rebuscada para un grupo de cam-
pesinos embriagados por demás? Porque debemos aceptar que el vino que les
ofreció era real, no simbólico.
¿Y por que causa María decide reclamarle a Jesús el hecho que se hubiera
acabado el vino cuando, en realidad, era una obligación del novio la de asegurar
su provisión hasta la finalización de la fiesta?
“Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la
madre de Jesús. Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. Y como
faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: -No tienen vino. Jesús le dijo: -¿Qué tiene
que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los que servían: -Haced todo lo que él os diga. Había allí
seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la
purificación. En cada una de ellas cabían dos o tres medidas.
Jesús les dijo: -Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.
Luego les dijo: -Sacad ahora y llevadlo al encargado del banquete. Se lo llevaron; y
cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino, y no sabía de
dónde venía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó
al novio y le dijo: -Todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando ya han
tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino
hasta ahora.”170
El hecho que María le realizara a Jesús esta demanda era una acción tan
fuera de lo común que el autor que escribió el relato se sintió obligado a poner en
boca de Jesús una imprecación tal como la de: ¿Qué tiene que ver eso conmigo y
contigo, mujer? Pero, ¿por qué motivo María concurre precisamente ante Jesús
para reclamarle que no hubiese más vino? La respuesta en sí es sencilla, él era el
esposo por el cual se festejaban las bodas. Ningún otro pudo haberse hecho cargo
del faltante, si hubiese sido la boda de un tercero, el prometido hubiera sido
humillado doblemente con el accionar de Jesús, la primera por no haber previsto
la cantidad de vino necesaria, y la segunda por haber sido solucionado el
problema por un extraño, y peor aun, si el vino suministrado era de mejor calidad
que el que se había provisto previamente.
Todo esto hubiera sido una provocación innecesaria y no creo que, al
menos el Jesús que nos pintan, hubiera sido tan descortés, desconsiderado y
siniestro como para querer humillar al novio en su propia boda. Lo que creo que
sucedió fue que el casamiento que se celebraba era, en realidad, el de Jesús, que
María le plantea la pregunta públicamente para que él pudiera demostrar su
“poder” y la respuesta que, al menos en teoría, le da Jesús fue agregada siglos mas
tarde para poder explicar que él estuviera en una boda, conservar el milagro y, al
mismo tiempo, ocultar el hecho que estuviera casado y no fuera célibe.
Era tan común que un hombre de su edad estuviese casado que estaba
muy mal visto el hecho de no serlo, es más, existía un proverbio que advertía
acerca de sus consecuencia “El que a los 20 años aún no se ha casado será presa
170
Juan 2:1-10
95
César A. Carrión
96
JESÚS
mismo impacto. De todas formas, el tinte pudo haber sido púrpura o cualquier
otro que le permitiese, una vez introducida las manos en el “agua”, soltarlo y
conseguir que el hidromiel tomase la coloración del vino. Luego de que éste se
hubiese teñido, se la habría dado a probar a alguno de los galileos presentes que
estuviera ya ebrio y, como todo borracho que luego de haber tomado una cierta
cantidad de alcohol pierde su capacidad de poder diferenciar las diversas calida-
des de vino, habría exclamado que este ultimo era mejor “vino” que el anterior,
sin poder darse cuenta, siquiera, si lo que estaba tomando se trataba realmente de
vino o no.
Obviamente nunca podremos saber como fue realizado verdaderamente
este “milagro”, pero considero que esta explicación es suficientemente
satisfactoria. Quizás se puedan argumentar muchos errores acerca de cómo se
llevó a cabo este acto de ilusionismo, yo no soy mago, por lo cual considero que
un verdadero mago podría realizar el truco de una forma mas convincente. Pudo
haber utilizado vasijas con doble fondo, mostrar una tinaja con agua y luego
distraer la atención para extraer una copa de vino de alguna otra, etc. Lo
importante es ver que fácilmente pudo haberse ejecutado un truco de magia con el
único objetivo de maravillar a los presentes. Recordemos que fue a partir de este
hecho que Jesús comenzó con su vida pública ya sea de profeta, como de Mesías o
de Dios encarnado.
Lo que nos queda por aclarar ahora es que, si este festejo se trató del
matrimonio de Jesús, entonces, ¿quien era la esposa?
La gran candidata a ocupar este puesto es, como todos podrán suponer,
María Magdalena. ¿Pero cuál es el motivo por el cual siempre es la primera
persona en la que pensamos? ¿Por qué no cualquiera de las otras Marías que
aparecen o, incluso, por que no pensar sencillamente que era soltero?
Si bien durante mil quinientos años nunca se planteó que Jesús pudiera
poseer una esposa, es en nuestra época, basándose en los datos que aporta el
evangelio de Felipe, que comienza a pensarse en que esta hipótesis fuera cierta.
Según Felipe: “La sabiduría a quién los humanos llaman estéril es la ma-
dre de los ángeles. Y la pareja del [Cristo es] María Magdalena. El [Amo amaba]
a María más que a [todos los demás] discípulos, [y] la besaba a menudo en [la
boca] de ella. [Abrasaba él] también a las otras hembras, pues le dijeron: ¿Por qué
amas tú [a ella] más que a todas nosotras? El Salvador respondió, les dijo: Porque
no amo a vosotras como a ella.”171
¿Cómo debemos interpretar estas palabras? Aparentemente lo que dice es
simple, Jesús amaba a María Magdalena de una forma especial y diferente que al
resto de sus discípulos. A pesar de que existían otras mujeres en el grupo de los
primeros cristianos ella era la única con la cual se abrazaba y besaba en la boca y,
aparentemente, reconocía que a ella la amaba más, por el simple hecho, de que la
amaba de una forma diferente.
171
Evangelio de Felipe 59
97
César A. Carrión
María era más que una simple discípula, estaba por encima de los demás
seguidores, incluidos los apóstoles. Si bien Felipe no patentiza que fuera su
esposa, la relación que describe hace pensar que al menos pudo haber existido
una cierta relación de intimidad o incluso, que pudo haberse tratado de su esposa
o su amante.
En otro sitio del mismo evangelio se nos refiere que: “Habían tres Marías
que caminaban continuamente con el amo: La madre de él, la hermana de [él], y la
Magdalena, ella [era] quién se llamaba su pareja. Pues María es su hermana y su
madre y su pareja.”172 Felipe nos explica, al mismo tiempo, que estas tres mujeres
poseían el mismo nombre y que esto era así debido a una especie de armonía
entre sus nombres y su proximidad espacial con Jesús, por la cual una debía
tratarse de su madre, la segunda de su hermana y la tercera de su esposa.
Felipe es también el único de los evangelistas que establece el matrimonio
y las relaciones conyugales como una parte más de los sacramentos: “El amo
[hizo] todo en sacramento: bautismo, y Crisma, y eucaristía, y expiación, y [Santa]
alcoba nupcial.”173 “Quienes son vestidos en la luz perfecta las potencias no les
ven y no pueden detenerles. Pues uno se vestirá con luz en el sacramento del
apareamiento.”174
Si bien, al evangelio de Felipe, se le otorga una fecha de elaboración muy
tardía, aproximadamente mediados del siglo III, llama la atención que en los
Hechos de los Apóstoles ya se lo denominase como “el evangelista”, siendo que
ninguno de los cuatro evangelios canónicos fue escrito por él.
“Al día siguiente zarpamos y llegamos a Cesarea, donde entramos y nos
alojamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete.”175
¿Por qué se lo denomina como “el evangelista” si él no es el autor de
ninguno de los evangelios considerados canónicos que ha llegado hasta nuestros
días? De hecho, el único existente en la actualidad denominado como “Evangelio
de Felipe” es un texto apócrifo descubierto en Nag Hammadi. Pero, si éste es un
evangelio gnóstico, escrito aproximadamente en el siglo tercero o cuarto, ¿que fue
del que verdaderamente escribió el apóstol? Si en la fecha en la que Lucas redactó
sus “Hechos de los Apóstoles” Felipe ya había escrito su evangelio, ¿como es que
éste había desaparecido menos de doscientos años luego de su redacción? ¿Tan
poco valor le otorgaron a un relato de la vida de Jesús escrito de primera mano?
¿O es que los hechos que son allí descriptos no era conveniente que fueran
revelados?
María Magdalena es la única mujer, aparte de la virgen María, que figura
en los cuatro evangelios, y, después de ella, es la más nombrada, alrededor de
doce veces. Es la única que de la cual los cuatro evangelios refieren que se hizo
172
Evangelio de Felipe 36
173
Evangelio de Felipe 73
174
Evangelio de Felipe 85
175
Hechos 21:8
98
JESÚS
176
Evangelio de María, fragmento copto berolinense, pág. 4, versículo 10 - Textos
Gnósticos - Biblioteca Nag Hammadi II
177
Lucas 8:1-3
99
César A. Carrión
178
Evangelio de María, fragmento copto berolinense, versículos 17 y 18 - Textos
Gnósticos - Biblioteca Nag Hammadi II
100
JESÚS
179
Lucas 7:37-48
180
Juan 11:1-2
101
César A. Carrión
tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y
los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.” 181
En definitiva, Juan nos relata más o menos las mismas circunstancias que
Lucas, una mujer entra en donde Jesús estaba cenando, se acerca a él y le unge los
pies para luego secarlos con sus cabellos. Ahora tenemos en claro que la hermana
de Lázaro, María, es la prostituta que, arrepentida de su vida de pecados, se trans-
forma en seguidora de Jesús.
Está bien que en ninguna parte, durante el relato de la unción, se nos dice
que la mujer se transforma en su discípula, pero todos sabemos que Lázaro, María
y Marta, eran amigos y seguidores de Jesús, y que, en más de una ocasión, le
dieron alojamiento y comida a él y a sus otros discípulos.
Antes de pasar al punto siguiente me gustaría poder citar otra anécdota
que nos relata Juan unos capítulos antes de que la pecadora se arrepintiese.
“Pero de madrugada se presentó (Jesús) otra vez en el Templo, y todo el
pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y
fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le
dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés
nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para
tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir
con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y
les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecados, que le arroje la primera piedra.»
E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban
retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con
la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde
están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo:
«Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»”182
Aquí no se nos dice ni quién era la mujer adultera, ni como fue que la
encontraron pecando, ni tampoco que fue de ella luego que Jesús le perdonara sus
pecados. De hecho a esta anécdota Juan la refiere completamente descontextua-
lizada del resto del relato, no tiene relación ni con lo descrito previamente ni con
el texto posterior, pero, según creo, cabe la posibilidad que la mujer que se nos
dice unos capítulos mas tarde que, como acto de arrepentimiento de sus pecados,
ungió con perfume de nardo los pies del Mesías y que los lavo con sus propias
lagrimas y seco con sus cabellos, fuera la misma que la adultera a punto de ser
lapidada. Obviamente que no tengo pruebas de esto, ni podría llegar a aportarlas
nunca, pero si uno ordena todas las “anécdotas” que he ido citando anteriormente
tenemos que:
1. Se le expone el caso de la adultera
2. Una mujer llamada María lo unge entre lágrimas de arrepentimiento y, por
último.
181
Juan 12:1-3
182
Juan 8:2-11
102
JESÚS
103
César A. Carrión
183
Deuteronomio 5:17
184
Mateo 7:1
104
JESÚS
Sepulcro luego de la Pascua y que también fue la primer persona que Jesús eligió
para manifestarse luego de haber resucitado.
Pero existen otras explicaciones alternativas que también son posibles y
que nos podrían llevar a conclusiones muy diferentes de aquellas a las cuales
arribamos siguiendo esta línea de pensamiento. Supongamos que María
Magdalena presentaba un trastorno de personalidad tipo histérico, con delirios de
contenido místico, los cuales la llevaron a creer que sufría una posesión
demoníaca y, cuando conoció a Jesús, halló en él a una persona poseedora del
poder divino capaz de exorcizar los demonios que llevaba dentro y que
permanentemente la acosaban. Cuando Jesús decide efectuarle un exorcismo, el
resultado, al tratarse de una paciente psiquiátrica que firmemente creía estar
poseída, fue la liberación del demonio que la acosaba. Pero su enfermedad
psiquiátrica de base tornaba im-posible una curación completa, ya que cada
exorcismo reafirmaba su creencia de que la posesión era verdadera. Por lo cual,
periódicamente, sufría de reiteradas recaídas en su delirio, lo que la llevaba a
pensar que padecía una nueva posesión.
Si su delirio poseía al mismo tiempo un trasfondo de tipo histeria de
conversión185, esto nos explicaría el hecho de que, durante los períodos inter-
críticos, ella se aferrase a la figura de Jesús permanentemente, siguiéndolo a sol y
a sombra, esto último probablemente ocurriera a pesar de los deseos del mismo
Jesús.
Si confiamos en que esta explicación es acertada, este trastorno de per-
sonalidad nos permitiría explicar cual fue el motivo por el que fue elegida para ser
la primer persona en ver al Salvador resucitado. Supongamos por un momento
que Jesús murió realmente en la cruz y un grupo de seguidores necesitaran de
una persona que afirmase categóricamente que lo había visto resucitar, ¿a quien
más podrían recurrir para que cumpliese el encargo? Dentro de su cuadro
delirante místico y con una personalidad fácilmente influenciable, era la única que
podía llegar a ver, en alguien vestido de manera semejante a Jesús, a su Mesías
resu-citado, sin necesidad de recurrir a ningún otro tipo de engaño que fuese
mucho más elaborado.
Esta nueva interpretación de los hechos también nos explica que el resto
de los apóstoles, al escuchar su relato, la tomasen simplemente por loca o
delirante y no que creyesen que, finalmente, se habían cumplido las profecías
acerca de la resurrección realizadas por su líder mientras aún se encontraba con
vida.
185
La histeria de conversión son las reacciones que presenta una persona portadora de
una personalidad con rasgos histéricos ante conflictos mentales que son “convertidos” en
sín-tomas con apariencia de patología orgánica pero sin sustento fisiológico real. A
diferencia de las somatizaciones en las cuales efectivamente se pueden constatar lesiones,
por ejemplo: gastritis, psoriasis, alopecia, etc. Los ejemplos clásicos de la histeria de
conversión son los “desmayos” que sufren las fans durante los recitales de las estrellas de
rock, pero existen otros ejemplos menos conocidos como las parálisis, cegueras, amnesias,
convulsiones e incluso las “posesiones demoníacas”.
105
César A. Carrión
186
Lucas 24:9-11
187
Marcos 15:40-41
188
Marcos 16:1
189
Mateo 27:56
190
Juan 19:25
106
JESÚS
107
César A. Carrión
Jesús. Imaginen que no podía ser tomada por la esposa de Jesús dado que se
pensaba que éste había sido célibe, entonces dedujeron que se trataba de un
familiar, y ¿que otro familiar podía llegar a ser más que la hermana de María? Si
era una persona tan importante y, también, una fiel seguidora de Jesús, entonces
¿por qué es que desaparece y no se la nombra ni siquiera una sola vez en los
Hechos de los Apóstoles?
A pesar de todo, al menos uno de todos los evangelios existentes, nos da a
entender que entre Salomé y Jesús había algo más que una simple relación fra-
ternal entre maestro y discípula. Si bien Tomás no afirma que fuera su esposa, sí
nos relata que ambos habían dormido juntos.
“Salomé dice: ¿Quién eres tú, hombre? Como mandado por alguien, te
tendiste en mi cama y comiste de mi mesa. Ieoshúa le ha dicho: Soy quien viene
de la igualdad. A mí se me han dado de las cosas de mi Padre. Salomé dice: Soy tu
discípula. Ieoshúa le dice: Por eso yo digo que cuando alguien iguale se llenará de
luz, pero cuando divida se llenará de oscuridad.”195
María Salomé es la única persona de la cual se afirma expresamente que
había mantenido relaciones con Jesús, ni siquiera María Magdalena goza de este
privilegio. De esta última solo se llega a afirmar que Jesús “la besaba en su boca”,
pero jamás se llegó tan lejos como, en cambio, sí se lo hiciera con Salomé.
Incluso, en el Evangelio de los Doce Santos, se nos narra una conversación
entre Salomé y Jesús de claro contenido sexual.
“Y Salomé se Le acercó y Le preguntó: «Señor, ¿hasta cuándo tendrá poder
la muerte?» Y Él respondió diciendo: «Mientras vosotros, hombres, pongáis
cargas, y vosotras, mujeres, concibáis. Y por esta razón he venido, para poner fin
a las obras de los imprudentes.» Y Salomé Le dijo: «Entonces he hecho bien en
no haber dado a luz.» Y el Señor respondió diciendo: «Come de todo pasto que
sea bueno; pero de aquel que tiene la amargura de la muerte, no comas.» Y
cuando Salomé preguntó cuándo se comprenderían estas cosas que Le acababa de
pre-guntar, dijo el Señor: «Cuando hayáis gastado las vestiduras de la vergüenza
y os elevéis por encima del deseo; cuando ambos sean uno, y lo masculino junto a
lo femenino no sean ni masculino ni femenino.»”196
Es extraño que se afirme aquí que ella hizo bien en no dar a luz y en otros
evangelios se afirme que era la madre de Santiago y Juan, es decir, de los hijos de
Zebedeo. Noten también que Salomé hace hincapié en que no había dado a luz, y
no en que hubiera permanecido virgen, ni tampoco en que fuera casta. Aparente-
mente continuaba teniendo relaciones sexuales y creía utilizar algún tipo de
método anticonceptivo (coito interruptus, ritmo menstrual, lavajes vaginales,
algún tipo de método “mágico” o, incluso, el aborto197). Si ella no estuvo casada
con Zebedeo, o bien, éste último, hubiera continuado con su trabajo de pescador
195
Evangelio según Tomás 61b
196
Evangelio de los Doce Santos 69:8-10
197
Dado que el texto nos refiere que no “dio a luz”, es decir, que no parió y no que ella
no hubiera concebido.
108
JESÚS
en el mar de Galilea, dado que en los evangelios no se nos describe que el padre
de Santiago y Juan se hubiera hecho también seguidor de Jesús, ¿con que persona
era sexual-mente activa María Salomé? Si le creemos al Evangelio de Tomás y al
de los Doce Santos, es decir, que Jesús y María Salomé se habían acostado juntos y
que ella no había dado a luz, entonces la respuesta es clara, la persona con la cual
ella era sexualmente activa era con el mismo Jesús.
Hagamos un impasse en este punto y consideremos por un momento una
hipótesis que plantea Robert Ambelain en su libro “Jesús o El secreto mortal de
los Templarios”. En este libro, el autor, trata de develar la identidad histórica de
esta enigmática mujer y, entonces, se pregunta: ¿Cuál es la otra famosa Salomé
que se conoce? Y la respuesta es simple, la hija fruto del matrimonio de Herodías
con Herodes Filipo, e hijastra de Antipas, es decir, la misma que bailó ante su
padrastro y como recompensa del baile solicitó la cabeza del Bautista. El autor
plantea que ambas Salomé son la misma persona y basa su razonamiento en un
hecho puntual, en que la costumbre en la antigua Israel no era la de otorgarle dos
nombres a una misma persona. En la actualidad, la gran mayoría de las personas,
posee dos e incluso tres nombres, por ejemplo: Juan Carlos, María Angélica, José
Luis, etc.; pero no era así en esa época, la costumbre de llamar a una mujer con el
nombre compuesto de “María Salomé” no existía y mucho menos, que las dos
hijas de un mismo matrimonio, poseyeran un mismo nombre. Entonces, a lo que
debemos prestar especial atención es a la etimología del mismo.
El nombre de María proviene del arameo Mariamme y éste, a su vez,
deriva del hebreo Myrhiam, que significa Bien criada o Princesa, lo que hace que,
como nombre correcto, nos quede el de “Princesa Salomé”. El hecho que los
evangelios denominen a la Salomé seguidora de Jesús como “Princesa Salomé”
nos transmite directamente a la única princesa que existía, en ese momento, con
ese nombre y era la hija de Herodías.
Pero no es éste el único dato que apoya la hipótesis, existe también un
hecho llamativo que es dicho como “al pasar” y que, por ese mismo motivo, no
nos llama la atención. Cuando Lucas nos describe cuales eran las mujeres que
acompañaban a Jesús se olvida de citar a Salomé pero nos otorga, en su lugar, un
dato mucho más importante.
“Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y
anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y
algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades:
María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer
de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían
con sus bienes.”198
Lucas nos nombra a esta Juana, esposa del administrador de Herodes,
como una de sus seguidoras, ¿qué hacía, la esposa de un administrador de
Herodes, entre los discípulos de Jesús? ¿Cómo es que su esposo le permitió
transformarse en trashumante y deambular libremente por los caminos de Israel
198
Lucas 8:1-3
109
César A. Carrión
y sin protección? ¿Su jefe, Herodes, no le recriminó nada a Cusa? No era un hecho
habitual que una mujer casada abandonase el hogar conyugal para seguir a un
profeta itinerante, incluso esto hubiera afectado notablemente el honor de dicho
administrador y hasta hubiera peligrado su posición dentro del gobierno, dado
que la gente pensaba en Jesús como el Mesías, es decir, el aspirante al trono,
mismo lugar que ya ocupaba Herodes. Si éste último se hubiese enterado de las
actividades de la esposa de su administrador seguramente lo hubiera mandado a
matar por traición y sedición, a menos que ella hubiese partido bajo autorización
expresa del mismo Herodes. Si la princesa Salomé se encontraba dentro de las
seguidoras que “servían con sus bienes” a Jesús, es lógico pensar que ésta
poseyera una doncella que la asistiera, una dama de compañía, alguien que
perteneciera a la nobleza y que asegurase su bienestar y es con este objetivo que se
envió a la esposa del administrador, Juana.
Se puede llegar a objetar que Herodes también estaría en contra de que su
hijastra fuera discípula de un “enemigo” de su gobierno, de un heredero legítimo
y aspirante al trono que él ocupaba, pero recordemos una cosa, Herodes amaba
profundamente a Herodías, tanto es así, que prefirió llevar a su país a una guerra
en contra de Aretas IV, el padre de la esposa repudiada, antes que a abandonarla
o devolverla a su hermano, su legítimo esposo. Incluso optó soportar las acusa-
ciones de ser parte de una relación incestuosa al desposarse con la esposa de su
hermano sin mediar antes un divorcio legítimo. Este hombre jamás hubiera come-
tido un acto que lo arriesgase a perder a su amada, si hubiese atacado a Salomé,
aunque más no fuera, en forma indirecta, seguramente así es como hubiera ter-
minado. Al mismo tiempo, Salomé, al no ser hija de Herodes Antipas, no se sentía
obligada a obedecer a su padrastro ni le debía fidelidad. Según nos relata Flavio
Josefo, cuando se produce la muerte de Herodes el Grande, su hijo, Herodes
Filipo, padre de Salomé, formó parte de la revuelta que intentó hacerse cargo del
trono vacante.
“Pero ya le parecía a Arquelao que aquella muchedumbre de gente no se
refrenaría sin matanza y gran estrago; por esta causa envió todo el ejército contra
ellos; y entrando la gente de a pie por la ciudad toda junta, y los de a caballo por
el campo, y acometiendo a la gente que estaba ocupada en los sacrificios, mataron
cerca de tres mil hombres, e hicieron huir todos los otros por los montes de allí
cercanos; y muchos pregoneros tras de Arquelao, amonestaron a todos que se
recogiesen a sus casas. De esta manera, dejando atrás la festividad del día, todos
se fueron; y él descendió a la mar con Popla, Ptolomeo y Nicolao, sus amigos,
dejando a Filipo por procurador del reino y curador de las cosas de su casa.
Salió también, juntamente con sus hijos, Salomé y los hijos del hermano
del rey, y el yerno, con muestras de querer ayudar a Arquelao a que alcanzase y
poseyese lo que en herencia le había sido dejado; pero a la verdad no se habían
movido sino por acusar lo que se había hecho en el templo contra las leyes.”199
Si Herodes Filipo aspiraba a ocupar trono de todo Israel, Salomé se con-
sideraría heredera legítima con derecho a ocupar el cargo al cual no logró llegar
199
La guerra a los judíos, libro II-I
110
JESÚS
su padre. Como tal, quizás, buscó establecer una alianza con otro aspirante al
trono, un heredero de plenos derechos, con un hijo de la estirpe de David, y este
era Jesús. Es por esto que se transformó en su seguidora, por este motivo buscó
acostarse con él y por ello es que, una vez que él murió, abandona el movimiento
mesiánico ya que continuar perteneciendo a él no le podría proveer de ningún
beneficio y este fue, en definitiva, el motivo por el cual no se la vuelve a citar en
“Los hechos de los apóstoles”.
Luego de la muerte de Jesús, Salomé, se desposa con Filipo II, y éste
termina transformándose en rey de Calsis, por lo que Salomé consigue trans-
formarse finalmente en reina, si bien no de Israel.
Un hecho más que prueba su distanciamiento con la pareja gobernante,
Herodes Antipas y Herodías, es que cuando, un año después de haber muerto
Jesús, Antipas es enviado, por Roma, al exilio en Vienne, parte con su esposa pero
su hijastra permanece en Israel.
Si bien todos estos argumento no son una prueba concluyente en sí
misma, es una hipótesis que creo que es válida y lo suficientemente interesante
como para tenerla en cuenta, también nos sirve para valorar las verdaderas
relaciones políticas que poseía Jesús y dejar de pensar en él como un simple
carpintero rodeado de pescadores de Galilea, que no hacía otra cosa que hablar
del amor al prójimo en los pueblos que visitaba en su constante peregrinar.
CAPÍTULO VII
Los Apóstoles
111
César A. Carrión
es así que la cantidad de diferentes nombres que podemos contar puede alcanzar
un total de dieciséis, si es que los nombramos a todos. Y he aquí la lista:
1) Simón200, alias Cefas201 o Pedro
2) Andrés, su hermano
3) Santiago o Jacobo
4) Juan202 hijo, junto con Santiago, de Zebedeo, apodados Boanerges o hijos
del trueno
5) Leví, hijo de Alfeo
6) Jacobo, hijo de Alfeo
7) Judas203, hijo de Jacobo
8) Tadeo204
9) Tomás, el Dídimo
10) Felipe
11) Bartolomé
12) Mateo205
13) Natanael206
14) Simón el Zelota o el Canainita o Cananeo
15) Simón Iscariote
16) Judas Iscariote
Obviamente la lista que doy posee varias trampas, algunas son más fáciles
de ver y otras hay que analizarlas detalladamente, por lo pronto comencemos con
las más sencillas.
El primer ejemplo es el de Leví y Mateo, el primero es nombrado por los
evangelios de Lucas y Marcos, lo nombran como un publicano, cobrador de im-
puestos que invita a Jesús a comer con él y con otros de sus amigos publicanos. De
este modo describe Marcos el encuentro, Lucas lo refiere con palabras muy simi-
lares.
“Y pasando, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado en el lugar de los tributos
públicos, y le dijo: "Sígueme". Y levantándose, le siguió. Sucedió que, estando
Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban
también sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos y le
200
Proviene del nombre hebreo Shimëon y significa el que escucha y obedece.
201
de Kepha, que significa roca.
202
Deriva de Yohanán, que significa Yahvé lo ha bendecido.
203
Iehuda, cuyo significado es celoso de Dios.
204
El que alaba o confiesa.
205
Forma latinizada del griego Matatías, o del hebreo Mattathiah, “Don de Dios”.
206
Dios ha dado.
112
JESÚS
habían seguido. Y cuando los escribas de los fariseos le vieron comer con los
pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: -¿Por qué come con los publica-
nos y pecadores?
Al oírlo, Jesús les dijo: -Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los
que están enfermos. No he venido para llamar a justos, sino a pecadores.” 207
Pero ya sea cuando Marcos208 o Lucas209 dan sus respectivas listas de
discípulos, éstas no incluyen a Leví. Sí, en cambio, lo nombran a Mateo en ambas,
pero no nos refieren nada acerca de él, ni cual era su ocupación, ni quien era el
padre, como en el caso de Leví que era hijo de Alfeo. La respuesta acerca de por
qué ambos evangelios describen como Jesús recluta a Leví pero desaparece
cuando dan la lista de discípulos nos va a llegar de la mano del propio Mateo, con
el relato que él mismo realiza acerca de los hechos que acontecieron ese día, pero,
ésta vez, el protagonista de la historia es otro.
“Pasando de allí más adelante, Jesús vio a un hombre llamado Mateo,
sentado en el lugar de los tributos públicos, y le dijo: "¡Sígueme!" Y él se levantó y
le siguió. Sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa, he aquí muchos
publicanos y pecadores que habían venido estaban sentados a la mesa con Jesús y
sus discípulos. Y cuando los fariseos le vieron, decían a sus discípulos: -¿Por qué
come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? Al oírlo, Jesús les dijo: -Los
sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.” 210
Si es que ahora nos quedó claro que Leví y Mateo son, en definitiva, la
misma persona, entonces podemos quitar uno de los nombres de la lista o re-
emplazar ambos por el de Mateo Leví.
Un segundo nombre al cual debemos prestar atención es al de Judas hijo
de Jacobo, por éste nombre es llamado por Lucas pero si observamos la lista de
discípulos dada por Marcos y Mateo211, ninguna de las dos nombra a un tal Judas
más allá del Iscariote, pero si nombran a un Tadeo. En el caso de Juan lo llama
simplemente Judas a secas, sin ningún otro patronímico. Dada la posición que
ocupa Tadeo en ambas listas y que es coincidente con la posición que ocupa Judas
en la otra, podemos llegar a suponer que el nombre completo de éste apóstol es el
de Judas Tadeo. De hecho, en el santoral católico, se lo conoce con esta denomina-
ción y se le dedica el día 28 de octubre como fecha para su conmemoración. De
esta manera podemos eliminar un segundo par de nombres del listado y reem-
plazarlo por el de Judas Tadeo.
La tercera pareja de nombres que debemos tratar es el de Simón el Zelota
y el de Simón Iscariote. Acerca de Simón Iscariote, el evangelio de San Juan, lo
refiere como padre de Judas Iscariote utilizando la palabra Iscariote como si fuera
una suerte de apellido. En teoría este nombre hace referencia a que su portador
207
Marcos 2:14-17; Lucas 5:27-31
208
Marcos 3:16-19
209
Lucas 6:13-16
210
Mateo 9:9-12
211
Mateo 10:2-4
113
César A. Carrión
era originario del pueblo de Cariot, es decir, Simón, el de Cariot. Es el mismo caso
de lo que acontece con María Magdalena o con Jesús Nazareno. Acerca de Simón
Cananeo o Canainita, su nombre significaría que es originario del pueblo de Caná.
A primera vista, entonces, tenemos dos personas diferentes, dado que han nacido
en diferentes lugares y un mismo sujeto no puede nacer en dos lugares al mismo
tiempo. Pero, ¿qué tal si, en realidad, dicho nombre no hiciera referencia al lugar
de nacimiento, sino a los actos que realiza?
Veamos, la palabra Iscariote puede interpretarse de dos formas diferentes,
la primera es la que ya hemos visto, y la segunda probablemente provenga de las
palabras hebreas ish-sikarioth, que significa ish-hombre y sikarioth-sicario. Es
decir, el hombre de la sica o el sicario.
Este apelativo no es un dato menor, en latín sicario se utilizaba como
sinónimo de asesino, la sica era un pequeño puñal curvo que los sicarios utiliza-
ban para matar a sus oponentes. Según Josefo “esto ocurría sobre todo en los días
de fiesta, pues ellos se mezclaban con la multitud. Con unos pequeños puñales
que llevaban escondidos debajo de sus ropas herían a sus enemigos. Luego,
cuando sus víctimas caían al suelo, los asesinos se unían a la muchedumbre in-
dignada, de modo que no se les podía descubrir a causa de la confianza que
inspiraban.”212
Los sicarios pertenecían al grupo de los Zelotas, pero eran un subgrupo
más radical, violento y mucho más fanático en la lucha armada. En definitiva
decir Zelota o decir Sicario era casi la misma cosa, solo que, al que se lo deno-
minaba de este último modo, se trataba de una persona mucho más violenta y
sanguinaria.
Así es como llegamos a la conclusión que Simón el Zelota y Simón
Iscariote son, en definitiva, la misma persona. Es más, el hecho de llamarlo
cananeo no significa que pudo haber nacido en Canaán, dado que, en la época que
nos ocupa este reino había desaparecido hacía muchos años, también se las
denominaba de este modo a aquellos que eran originarios de la ciudad de Caná.
Por otro lado, según el vocabulario bíblico de la Biblia Digital Clerus, la palabra
cananeo corres-ponde a una palabra aramea que significa celoso. La palabra zelota
también proviene de la misma raíz y en los textos de Flavio Josefo, el autor toma
como algo equivalente las palabras zelota y ladrón o delincuente.
Ahora sí la lista se redujo bastante y podemos verla de esta forma:
1) Simón, alias Cefas o Pedro
2) Andrés, su hermano
3) Santiago o Jacobo
4) Juan, hijo junto con Santiago, de Zebedeo, alias Boanerges o hijos del
trueno
5) Leví o Mateo, hijo de Alfeo
212
Flavio Josefo. La guerra a los Judíos, Libro II, 254-255
114
JESÚS
115
César A. Carrión
distintos idiomas. Pero ¿de quién es el gemelo? ¿No les parece extraño que a
alguien se lo llame “el gemelo” pero no se haga referencia acerca de quien lo era?
Si era el gemelo de otro apóstol, ¿por qué no se nos explica de cual? Y si su
hermano gemelo no pertenecía al grupo de apóstoles, ¿qué necesidad habría de
llamarlo gemelo si es que el otro estaba ausente? ¿No hubiera sido algo más
simple designarlo por su nombre directamente. Según Eusebio de Cesarea su
verdadero nombre era el de Judas, si es así, entonces, el objetivo de llamarlo por el
apodo era el de no confundirlo con los otros dos Judas, Tadeo e Iscariote.
“A estas cartas acompañaba también lo siguiente en siríaco: «Pero después
de la ascensión de Jesús, Judas, llamado Tomás, envió como apóstol a Tadeo, uno
de los setenta, el cual, habiendo llegado, se hospedó en casa de Tobías hijo de
Tobías. Cuando se extendió el rumor acerca de él, se comunicó a Abgaro que
había ido a aquel lugar un apóstol de Jesús, de acuerdo con lo prometido por
carta.”213
Si bien mi intención era explicar paulatinamente las contradicciones del
nuevo testamento tratando de seguir el orden que presentan en los textos evan-
gélicos, en esta ocasión voy a tener que desviarme, y en gran medida, para tratar
de fundamentar el origen de estos dos apóstoles y los parentescos que han
permanecido ocultos. Desgraciadamente la explicación nos va a llevar por un
camino que se aleja bastante de línea de continuidad histórica pero creo que le
dará claridad a la explicación general.
Acerca de Tomás, se cree que él era en realidad el hermano gemelo de
Jesús, por este motivo es que los evangelistas no pueden explicar el gemelo de
quien, dado que si Jesús fue el hijo primogénito y unigénito de María, ¿cómo
explicar que tuviera un hermano gemelo? Si eran gemelos, ¿cuál era el hijo de
Dios y cual no? ¿Los dos eran hijos de Dios? En realidad ambos habían tenido un
padre humano como cualquier mortal, la divinidad de Jesús fue declarada en el
Concilio de Nicea en el año 325 y aún en ese momento los seguidores de Arriano
se negaban a reconocerla.
Pero, ¿qué pruebas hay que fuera realmente el hermano gemelo de Jesús y
no de cualquier otro? Para poder “probarlo” debemos dirigirnos hasta los días de
la pasión. Cuando Judas decide entregarlo a Jesús se pone de acuerdo con los
sacerdotes para efectuar una señal identificatoria.
“En seguida, mientras él aún hablaba, llegó Judas, uno de los doce, y con
él una multitud con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes, de los
escribas y de los ancianos. El que le entregaba les había dado señal diciendo: "Al
que yo bese, ése es. Prendedle y llevadle con seguridad". Cuando llegó, de
inmediato se acercó a él y dijo: -¡Rabí! Y le besó. Entonces ellos le echaron mano y
le prendieron...”214
213
Historia Eclesiástica - Eusebio de Cesarea L. 1 c. 13
214
Marcos 14:43-46
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JESÚS
Ahora bien, si Jesús era una persona arto famosa, que fue aclamado, hacía
unos pocos días, por todo el pueblo de Jerusalén, que predicaba asiduamente en la
puerta del templo. ¿Qué necesidad había de que Judas lo identificara con un beso
y por que era preciso aclarar que una vez identificado lo podían “llevar con
seguridad”? ¿Con seguridad de que no se estaban llevando a otra persona por
equivocación? ¿Esa otra persona era tan parecida que se podía prestar a confusión
y necesitaban de alguien que conociera como estaba vestido para que el Jesús
verdadero no escapase y terminaran capturando a otro en su lugar?
En el supuesto caso de que Tomás fuese el hermano gemelo de Jesús,
entonces efectivamente hubiera existido la necesidad de una identificación apro-
piada.
Otro texto que concurre en nuestra ayuda es el evangelio apócrifo de
Bernabé, éste nos refiere que:
“En el momento en que los judíos se preparaban para ir a capturar en el
huerto de los Olivos a Jesús, éste fue arrebatado al tercer cielo. Porque no morirá
hasta el fin del mundo, y se crucificó a Judas en su lugar. Dios permitió que el
discípulo traidor pareciese a los judíos hasta tal punto semejante en su rostro a
Jesús, que lo tomasen por él, y que, como tal, lo entregasen a Pilatos.”215
Aquí se nos refiere que al que prendieron a causa de su tremendo
parecido con Jesús fue a Judas Iscariote, pero, quizás, haya sido Judas Tomás el
que, en la realidad, pudo haber llegado a confundirse con Jesús. Probablemente en
la época en la que fue escrito el evangelio de Bernabé se tuviera conocimiento que
un Judas era semejante a Jesús pero, al mismo tiempo, no se supiera con certeza
de cual de los tres se trataba.
Existe otro texto apócrifo que también habla del parentesco entre Tomás y
Jesús y es el evangelio de Bartolomé.
“Él (Jesús) habló con ellos en lengua hebraica, diciendo: “¡Salud a ti,
Pedro, mi celador, salud a ti, mi gemelo, segundo Mesías!... (Schalom, Taôma
scheni messiah)216
Esta salutación hacia Cefas y Taôma pone en evidencia la existencia de un
hermano gemelo de Jesús o, al menos, nos informa acerca de la creencia de su
existencia en el siglo V. Para más datos los evangelios canónicos hacen referencia
a un hermano de Jesús llamado Judas, si bien no nos informan que se apodase
Tomás.
“¿No es éste el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José,
Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?”217
Es el Libro de Tomás en donde se juntan las dos tradiciones, el nombre
completo de Tomás y su relación con el Salvador, para lograr confirmar estos
215
Evangelio de Bernabé 1:1-3
216
Evangelio de Bartolomé, 2º fragmento, manuscrito copto del siglo V
217
Marcos 6:3
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César A. Carrión
supuestos.
“Palabras confidenciales dichas por el Salvador a Tomás Judas y que yo,
Mateo, he puesto por escrito; deambulaba por allí cuando les oí hablar. El
Salvador dijo: «Hermano Tomás, mientras tengas tiempo en este mundo,
escúchame y te revelaré las cosas que has meditado en tu pensamiento. Puesto
que se ha dicho que eres mi hermano gemelo y mi fiel compañero, analízate a ti
mismo para comprender quién eres, cómo existes y en qué te convertirás.»”218
Se podrían citar aún más versículos dentro de los evangelios canónicos
para sustentar la hipótesis acerca de su relación con Jesús, pero los dejaré para
más adelante dado que están relacionados con otro tema que trataré en pro-
fundidad cerca del final del libro.
Entonces, tenemos un Judas, alias Tomás o Dídimo, es decir “gemelo”,
una persona perteneciente al grupo apostólico que se podía llegar a confundir con
Jesús dado su perecido con el maestro y, al mismo tiempo, un hermano de Jesús
que también se llamaba Judas. La conclusión más obvia es que ambas personas
son, en realidad, la misma, el análisis confirma que Jesús poseía un hermano
gemelo y que, durante los primeros años de la edad media, los monjes copistas se
encargaron de tergiversar los textos para que coincidiesen con los dogmas que
manejaba la iglesia. Recordemos que los textos bíblicos más antiguos que maneja-
mos son:
1. Codex Sinaiticus
2. Codex Vaticanus
3. Codex Vercellensis
4. Codex Veronensis
5. Codex Bobiensis
Todos ellos del siglo IV aproximadamente, algunos son paleo y neotesta-
mentarios, otros son tan solo fragmentos de alguno de los evangelios o de las
epístolas, pero ningún texto conservado en la actualidad fue escrito más allá de
dicha época. Incluso nos encontramos ante los mismos inconvenientes con los
textos clásicos griegos y romanos en donde se pueda efectuar alguna referencia,
aunque sea tangencial, acerca de Jesús o de los primeros cristianos, de los cuales
no se encuentran ninguna copia más allá del período citado. En una Europa en
donde incluso los reyes podían llegar a ser analfabetos, los monjes copistas eran
los dueños absolutos de la verdad revelada y todo lo que contradijera sus dogmas
era inmediatamente censurado, quemado o el texto terminaba siendo apañado de
forma tal que no creara conflictos.
Así, éste hermano de Jesús, fue ocultado en una maraña de pequeñas con-
tradicciones, datos que pasaban desapercibidos, hasta que, en la actualidad, se
218
El libro de Tomás 1-2 (Los Evangelios Apócrifos, traducido por Aurelio De Santos
Otero)
118
JESÚS
219
Mateo 16:17
119
César A. Carrión
220
Mateo 16:18
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JESÚS
primero en recibir el trono episcopal de la iglesia de Jerusalén.” 221 ¿Es lícito pensar
que San Eusebio desconociera tanto la historia de la iglesia que no supiese que el
primero en recibir el trono episcopal fue Pedro y no Santiago? ¿Cómo pudo
ignorar este hecho como para equivocarse tan groseramente? ¿O es que los
apóstoles ignoraron la orden de Jesús que lo proclamaba como cabeza de su
iglesia y poseedor de las llaves del paraíso? Y si desatendieron lo dicho por Jesús,
¿qué fue lo que los motivó a hacerlo y por qué Pedro no reclamó el puesto que le
había ofrecido el “Salvador” en persona?
Incluso Clemente en su epístola a Santiago, que sería llamada luego como
Homilías Clementinas inicia diciendo: “Clemente, a Santiago, el hermano del
Señor, obispos de los obispos, que gobierna la Santa Iglesia de los hebreos, en
Jerusalén, así como a las iglesias fundadas afortunadamente por todas partes por
la pro-videncia de Dios, con los presbíteros, los diáconos y los otros hermanos,
que la paz sea con vosotros...”
Dentro mismo de los evangelios vemos que los apóstoles no aceptaban la
idea que Pedro fuese “el mandamás” luego de Jesús, ni siquiera que estuviese
destinado a dirigir la iglesia, muy por el contrario, Marcos nos relata como los
discípulos discutían acerca del tema, aún después que Jesús hubiera formulado el
famoso juego de palabras entre el nombre de Pedro y la futura iglesia: “Llegaron a
Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba (Jesús): «¿De qué discutíais por el
camino?» Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el
mayor.”222 ¿Qué necesidad había de discutir si Jesús ya se había expedido acerca
del tema?
Los presbíteros de Jerusalén gobernaban las acciones de Pedro con sus
decisiones, él no resolvía de motus propio, según, al menos, lo que se nos relata en
los Hechos: “Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria
había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.”223 Noten que no
dice el texto que Pedro tomó la decisión de ir a Samaria, sino que fueron los otros
apóstoles los que los enviaron. Incluso en una parte de los Hechos se explicita que
la labor de Pedro era la de evangelizar a los Gentiles: “Después de una larga
discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde
los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los
gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran.”224 Pedro no presidía la
discusión, sino que era uno más entre todos y, para empeorar las cosas, el puesto
al cual Pedro hace referencia, el de predicar entre los gentiles, también le fue
arrebatado luego por Pablo: “Más bien, al contrario, cuando vieron que me había
sido confiado el evangelio para la incircuncisión igual que a Pedro para la
circuncisión -porque el que actuó en Pedro para hacerle apóstol de la circuncisión
actuó también en mí para hacerme apóstol a favor de los gentiles-, y cuando
percibieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Pedro y Juan, quienes tenían
221
Historia Eclesiástica - Eusebio de Cesarea L. 2 c. 1
222
Marcos 9:33-34
223
Hechos 8:14
224
Hechos 15:7
121
César A. Carrión
225
Epístolas a los Gálatas 2:7-9
226
Gálatas 2:11-12
227
Mateo 15:11
228
Epístola a los Gálatas 1:19
229
Marcos 5:37
122
JESÚS
“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los
lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos.” 230
“Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le
preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés: «Dinos cuándo sucederá
eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse.»”231
“Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos:
«Sentaos aquí, mientras yo hago oración». Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan,
y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto
de morir; quedaos aquí y velad.»”232
“y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Céfas y
Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de
comunión a mí y a Bernabé.”233
Podemos concluir, entonces, que este Santiago el Mayor, dado su impor-
tancia en los distintos relatos, era el apóstol conocido como el hermano del Señor.
De hecho, como recordarán, entre los hermanos de Jesús que citan los evangelios
había un Santiago.
“¿No es éste el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José,
Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?”234
Pero si Santiago era hermano de Jesús, ¿Juan de quien era hermano? Juan,
el otro hijo de Zebedeo, no se lo llama en ningún momento hermano de Jesús,
pero sí, en reiteradas ocasiones, se lo denominó hermano de Santiago. Si Juan era
hermano de Santiago y éste a su vez lo era de Jesús, ¿por que no figura en la lista
de los cuatro hermanos que nos dan tanto Marcos como Mateo?
Hay otra contradicción un poco extraña, cuando Mateo relata como, en el
día posterior al Sábado de Pascua, un grupo de mujeres se dirigen a la tumba de
Jesús y da sus nombres, nos dice que:
“Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de
José, y la madre de los hijos de Zebedeo.”235
Noten que, al menos en teoría, no se nombra a la virgen María como una
de las presentes. Pero nombra a una María que era madre de Santiago y José y a
una mujer de nombre desconocido que era la madre de los hijos de Zebedeo. Si
Santiago era uno de los hijos de Zebedeo, entonces ambas mujeres eran, en rea-
lidad, la misma persona. Si leen nuevamente el versículo donde se cita el nombre
de los hermanos de Jesús vemos que la virgen María era madre de un Santiago y
un José. Tenemos que concluir que, si bien Mateo no lo aclara la María que
230
Marcos 9:2
231
Marcos 13:3-4
232
Marcos 14:32-34
233
Gálatas 2:9
234
Marcos 6:3
235
Mateo 27:56
123
César A. Carrión
236
Judas 1:1
237
Lucas 6:16
238
Mateo 16:15-17
124
JESÚS
¿A que hace referencia Jesús cuando dice que no fue la carne ni la sangre
lo que le revelo que él fuera el Mesías? Lo mas lógico es pensar que existiera algún
tipo de relación de consanguinidad entre ambos. Eso podría llegar a explicar la
referencia velada que hace a la carne y la sangre.
Otro dato que apunta en la misma dirección es que, como ya dijéramos
anteriormente, Jesús poseía cuatro hermanos, Santiago, José, Judas y un tal Simón.
Este dato visto en forma aislada no prueba absolutamente nada, dado que el
nombre de Simón era muy común en esa época, tanto es así que debían llamarlo
por uno o más apodos para poder distinguirlo de otros con igual nombre. Pero si
a este dato lo unimos con el anterior, la relación de hermandad comienza a
tornarse, aunque sea, posible.
Por ultimo también existe un texto de Flavio Josefo que quizás este
haciendo referencia a Simón Pedro y a Santiago, hermano de Jesús. En su libro
“Antigüedades Judaicas”239 afirma que un tal Simón y su hermano Jacobo
(Santiago) fueron crucificados por pertenecer a un grupo revolucionario zelota y
que, no solo eran hermanos entre si, sino que ambos eran hijos de Judas de
Gamala, perteneciente a la estirpe de David y herederos del derecho a gobernar
Israel. ¿Y quien fue este famoso Judas de Gamala?
Judas bar Ezequías, Judas de Gamala, el Galaunita o, también, el Galileo,
fue un revolucionario judío que comenzó su actividad aproximadamente en el
año 4-5 AC, luego de la muerte de Herodes el Grande, creando el movimiento
zelota. Durante el censo realizado por Cirino comenzó una revuelta de jerarquía,
con un final sangriento.
Cirino, era un importante funcionario romano en los días de Augusto. En
realidad se llamaba Publio Sulpicio Quirinius, que en griego se convirtió en
Kirinios. Cónsul en el año 12 AC, a continuación y hasta el año 7 AC fue
gobernador de Galacia. Estuvo en Armenia en calidad de rector de Gayo César. Se
ocupó de los asuntos militares de Roma en Siria, cargo que también le colocaba al
mando de las legiones de Judea en dos ocasiones diferentes: del 6 al 4 AC y desde
el 6 al 9 DC.
El gobierno romano acostumbraba a realizar un censo cada, aproximada-
mente 14 años, con el fin de calcular los impuestos que se debían recaudar,
cuando Quirinius pretendió realizar por primera vez este censo en Israel fue
amargamente experimentado por parte de los zelotas, como una infracción a la ley
judía, que no permitía que se contaran a las personas como medida de esclaviza-
ción a un poder extraño y pagano.
Judas de Gamala marcho hacia Sepphoris, la capital de Galilea, una ciudad
a pocas millas al norte de Nazareth, la misma en la cual San Juan de Damasceno
refiere que había nacido María, la madre de Jesús. 240 Allí se enfrento con las tropas
de Publio Quintilio Varo, general romano y legado propraetore de Roma en Siria,
239
Libro XX, v-2
240
Homilía sobre la natividad de la bienaventurada Virgen María, Patrologia, XCVI, col.
664-667
125
César A. Carrión
siendo derrotado por este. Varo decidió crucificar a 2000 de estos zelotas y el resto
de la población de Sepphoris fue trasladada y convertida en esclavos de Cesar.
Pero, si bien la revolución finalizo de una manera tan sangrienta y con su
líder también muerto, el espíritu que le dio inicio continuó, como también con-
tinuó el movimiento zelota.
De hecho, cuando Flavio Josefo nos relata como sus hijos, Simón y Jacobo,
fueron crucificados por haber encabezado una nueva rebelión contra el poder
romano, sitúa el acontecimiento en el año 47 de nuestra era. En ese año Pilatos
había dejado de ser el procurador de Judea y había sido reemplazado por Tiberio
Alejandro, “fue bajo éste último procurador cuando sufrió Judea la enorme
carestía de víveres que hizo que la reina Elena (reina de Abdiadena) comprara
trigo a Egipto a elevado precio para distribuirlo a los indigentes, tal como lo he
dicho antes. Fue también en aquel momento cuando apresaron a los hijos de Judas
de Galilea, quien había incitado al pueblo a revelarse contra los romanos cuando
Quirino procedía al censo de Judea, como hemos contado precedentemente. Esos
dos eran Jacobo (es decir Santiago), y Simón. Alejandro ordenó crucificarlos...”241
Como dijera anteriormente, ambos hijos de Judas Gamala fueron crucifica-
dos aproximadamente en el año 47 DC. Este Santiago, al que hace referencia
Josefo, puede ser o no el que conocemos como hermano de Jesús. En otra parte de
sus “Antigüedades”, Flavio Josefo nos refiere, con todas las letras, como muere el
hermanos de Jesús. “Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al
Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor,
Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a San-
tiago, hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, y a algunos otros. Los acusó de
haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.” 242 Este hecho
ocurrió alrededor del año 62, unos pocos años antes del la destrucción de
Jerusalén.
Pero si el que murió en el año 62 era el Jacobo hermano de Jesús, ¿quien
era entonces el que murió en el año 47?
Desgraciadamente los evangelios no explican claramente, si Santiago el
Mayor o Santiago el Menor, era el hermano de Jesús. Solo nos dicen, en el
transcurso de los “Hechos de los Apóstoles”, que Santiago, el hermano del
Salvador, era el que dirigía la primera iglesia, sin aclarar si este era el Santiago hijo
de Alfeo o el Santiago hijo de Zebedeo. Obviamente, con que objetivo lo iban a
aclarar si, en definitiva, no era hijo de ninguno de los dos, en teoría era hijo
también de José, es por ello que se lo llamaba su hermano, dado que si hubiera
sido hijo de una misma madre, pero de distinto padre, difícilmente lo hubieran
reconocido como su hermano. Entonces al desconocer cual de los dos Santiagos
fue el que murió apedreado en el templo, no podemos determinar si fue o no el
hermano de Jesús. Pero hay dos cosas que resultan llamativas, la primera es que la
única referencia que hace Flavio Josefo acerca de la existencia misma de Jesús es la
241
Antigüedades Judaicas, Libro XX, v-2
242
Antigüedades Judaicas XX.9.1
126
JESÚS
que acabo de dar. Josefo ignora siquiera que Jesús hubiera nacido y menos aun
que lo hayan crucificado. Es algo completamente extraño que no lo nombre en
ninguna parte de su detallada historia y que la única ocasión en la que hace
referencia hacia él es para aclarar el único punto que no nos es posible determinar
por la simple lectura de los evangelios. Podríamos considerar este relato casi como
si fuera una intrapolación que alguien hubiera introducido luego con el objetivo
de aclarar que el hermano de Jesús murió por ser bueno y de forma injusta. El
segundo punto notable es que Lucas, en “Los Hechos de los Apóstoles”, una vez
muerto Santiago el Mayor, no llama al otro Santiago como el “Hermano del
Salvador”, sino simplemente Santiago. Acerca de Santiago el Mayor, se desconoce
exactamente como murió, dado que se piensa que fue asesinado por Herodes
Agripa, en el año 44 DC, presumiblemente descuartizado. Pero si esto es así, toda
la historia de su campaña de evangelización en España es falsa, así como el
famoso camino de Santiago. A menos, claro, que lo hubiera realizado después de
muerto. Porque su tumba es la que se encuentra en España, en la basílica de
Santiago de Compostela. Si el primero de los dos Santiagos murió en manos de
Herodes descuartizado y el segundo lapidado en mano de los judíos aproximada-
mente en el año 62, ¿quién esta enterrado en la basílica española?
Entonces tenemos que Josefo relata la muerte de solamente dos Santiagos
con posterioridad al fallecimiento de Jesús y antes de la destrucción de Jerusalén.
El primero es muerto en la cruz junto con un tal Simón, por ser un revolucionario
zelota, hijo de otro revolucionario, Judas Gamala. El segundo, apodado el Justo,
en un juicio irregular realizado por Ananías, hijo del otro famoso Ananías, reu-
niendo a solo una parte del Sanedrín, ordena su muerte y este, mientras lo están
lapidando, le pide a Dios que les perdone sus pecados a quienes lo estaban eje-
cutando. Obviamente este Santiago debía ser el hermano de Jesús. El hecho que
siglos mas tarde, unas manos anónimas, hayan agregado al texto que este
Santiago era el hermano del llamado Cristo, era solo una aclaración para hacer
más fácil la interpretación del relato y no caer en ninguna falsa conclusión. No
vaya a ser que se confundiera al otro Santiago, un simple delincuente, como
hermano del Salvador.
Ahora bien, si el primer Santiago que nombra no era un discípulo de Jesús,
entonces Josefo olvido describir en su historia la muerte de Santiago el Mayor. Si
también fue asesinado en una ejecución sumaria e irregular, ¿por que describir el
fallecimiento de uno y del otro no?
Noten otro hecho, según los “Hechos de los Apóstoles”, Santiago fue
capturado y asesinado por Herodes, y seguidamente arrestó a Simón Pedro con la
misma intención, pero este último se le escapó antes que lo pudiera ejecutar.
“Por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la Iglesia para
maltratarlos. Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan. Al ver que
esto les gustaba a los judíos, llegó también a prender a Pedro. Eran los días de los
Ázimos. Le apresó, pues, le encarceló y le confió a cuatro escuadras de cuatro
soldados para que le custodiasen, con la intención de presentarle delante del
127
César A. Carrión
128
JESÚS
129
César A. Carrión
246
Deuteronomio 25:5-10
247
Juan 19:26-27
130
JESÚS
CAPÍTULO VIII
La Sagrada Familia II
A esta altura del relato poseemos una visión más o menos clara acerca de
como estaría compuesto el grupo familiar directo de Jesús, quienes habrían sido
sus hermanos, sus medio hermanos, sus hermanas, que su padre pudo haber sido
Judas de Gamala y hasta que, quizás, su padrastro se llamase Zebedeo. Lo que
aún no hemos tratado es como se llevaba Jesús con esta familia.
En más de una ocasión, cuando Jesús hace referencia a su madre y her-
manos, lo hace de un modo despreciativo, cargado de rencor, incluso en la
relación con su madre no hay un buen trato. Más de una vez la trata de “mujer”
en forma peyorativa, jamás la llama madre, ni la trata con respeto y ni siquiera en
la cruz manifiesta una señal de afecto.
Veamos un par de versículos a modo de ejemplo:
“Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de
entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»
Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guarda.»”248
La respuesta dada por Jesús a la mujer no solo muestra que no considera a
su madre como una persona afortunada tan solo por el hecho de haberlo parido,
ni que su madre, por el simple hecho de serlo, mereciera algún reconocimiento,
sino que, muy por el contrario, le retira cualquier tipo de crédito acerca de la
248
Lucas 11:27-28
131
César A. Carrión
249
Mateo 12:47-49
132
JESÚS
martirio, tiene hacia María una palabra afectuosa, tierna o, aunque más no sea,
una mínima frase de aliento.
“Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a
su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu
madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.”250
Es tan extraña la frialdad en sus palabras a todo lo largo de los evangelios
con respecto a María, y fue tan temprano el culto mariano, que estas palabras
forzosamente deben haber sido reales, dado que si hubieran sido puras fantasías,
con el grado de idolatría que, desde un principio, ésta poseía, las palabras que se
le hubieran atribuido a Jesús habrían sido completamente diferentes, mucho más
tiernas y afectuosas.
Recordemos también que Jesús no solo se había distanciado afectivamente
de su madre, sino que, además, estaba distanciado de sus otros hermanos. ¿Que
acontecimientos pudieron haberlo motivado como para que se alejase de sus
hermanos y como para tratar tan fríamente a su madre?
Aunque no lo hayamos notado, los mismos evangelios nos lo explican,
incluso nos relatan los hechos que alejaron cada vez mas a Jesucristo de su familia,
claro que lo hacen de tal modo que, cuando los leemos, nuestras mentes no notan
nada en particular. Son oraciones aisladas que nuestro pensamiento pasa por alto
y no las registra en la conciencia, pero que ahí están. Cuando nos detenemos un
minuto para analizarlas específicamente, comenzamos a preguntarnos ¿como es
posible que éstas palabras estuviesen siempre allí y nunca las hubiéramos leído, al
menos no como corresponde?
Veamos, al principio de su carrera mesiánica Jesús no había tenido gran
repercusión en su lugar de nacimiento, de hecho, al querer predicar o realizar
milagros en su pueblo natal, fue rechazado como un falso profeta, como alguien
que pretendía engañar a las demás personas fingiendo ser algo que en realidad no
era.
“Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que
decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos
Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros?
Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»
Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en
su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa
de su falta de fe.”251
Incluso, según Lucas, cuando refiere esta misma anécdota describe como
hasta tuvieron intención de matarlo por el nivel de egocentrismo que poseían sus
palabras, al menos desde el punto de vista de los judíos que presenciaron la
lectura.
250
Juan 19:26-27
251
Mateo 13:54-58
133
César A. Carrión
252
Lucas 4:16-30
134
JESÚS
253
Deuteronomio 18:20-22
254
Deuteronomio 17:6
255
Marcos 3:20-21
135
César A. Carrión
256
Marcos 3:31-35
257
Juan 7:3-5
136
JESÚS
137
César A. Carrión
cimientos, tan solo quedó en pie una parte de la pared exterior del templo, cono-
cida actualmente como “el muro de los lamentos”.
La otra postura, no era que fuese mas pacifista, también buscaba que el
Mesías iniciase una gesta heroica para transformar a Israel en una superpotencia
que gobernara el mundo entero, lo que los diferenciaba era que este segundo
grupo pretendía que, en primer lugar, todos los judíos debían abandonar sus
costumbres helenísticas y elevarse espiritualmente hasta un nivel de santidad tal
que ni siquiera se verían obligados a pelear, Dios mismo acudiría en su ayuda
para que los gentiles se convirtieran espontáneamente al judaísmo o, en caso
contrario, murieran por la espada de fuego que los ángeles del Señor les enviaría
en su defensa.
Dicho de este modo suena casi cómico, pero era una creencia que, en ese
contexto histórico, se consideraba real, como prueba de la realidad de este pensa-
miento poseían las escrituras, donde se narraban diversos relatos en los cuales
Dios había acudido en su ayuda, veamos un ejemplo en el cual podamos leer
como Jehová envió a sus ángeles para que colaborasen en el combate.
“En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron
y clamaron al cielo. Y Yahvé envió un ángel que exterminó a todos los guerreros
esforzados de su ejército, a los príncipes y a los jefes que había en el campamento
del rey de Asiria; el cual volvió a su tierra cubierta la cara de vergüenza, y al
entrar en la casa de su dios, allí mismo, los hijos de sus propias entrañas le
hicieron caer a espada. Así salvó Yahvé a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén
de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de la mano de todos sus enemigos, y
les dio paz por todos lados.”260
Se podrá alegar que lo que debe haber sucedido era que una epidemia
desbastó al ejército invasor, pero esa sería una explicación racionalista, los judíos
del primer siglo creían a pies juntillas que lo que relataban las escrituras era real
en un ciento por ciento.
Con este pensamiento respaldándolo, Juan el Bautista clamaba en el
desierto “Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas” 261 y bautizaba a los
que se arrepentían de sus pecados. Jesús durante su ministerio hacia otro tanto,
proclamaba continuamente que se debían arrepentir de sus pecados y a los
conversos les indicaba “Ve y no peques más”. Claramente, a esta segunda postura
era a la cual se adscribía Jesús, pero no nos confundamos, los gobiernos
teocráticos no son mejores que los laicos, a estos los rige el fanatismo, y si no
recordemos cuando, durante la época medieval, en donde el cristianismo estaba
asociado a todos los gobiernos europeos, se perseguía y mataba a los judíos por el
solo hecho de serlo, se realizaron las cruzadas para matar a todos los musulmanes
posibles, incluso al apóstol Santiago lo apodaron “Matamoros” porque, supuesta-
mente, se había aparecido en la guerra por la reconquista del territorio español en
manos moras, apoyando a los católicos españoles. Cuando las religiones
260
2 Crónicas 32:20-22
261
Marcos 1:3
138
JESÚS
139
César A. Carrión
140
JESÚS
CAPÍTULO IX
El Mensaje
141
César A. Carrión
262
E-Sword. The Sword of the LORD with an electronic edge. Diccionario.
263
Lucas 10:9
264
Hypotyposeis
265
Clemente de Alejandría
266
Historia Eclesiástica - Eusebio de Cesarea L. 2 c. 1
142
JESÚS
143
César A. Carrión
270
Marcos 12:31
271
Mateo 18:21-22
144
JESÚS
contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra
su nuera y la nuera contra su suegra.”272
También encontramos, si bien no exactamente las mismas palabras, sí, al
menos, la misma intención, el mismo propósito, en el texto de Mateo: “«No
penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino
espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a
la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.”273
En los dos párrafos que he citado no solo muestra que su plan es dividir
unos contra otros, sino que reitera sus dichos en la misma frase y los reafirma
categóricamente para que no cupiera ninguna duda. No he venido a traer paz,
sino espada.
Hay quienes sostienen que cuando Jesús declaró que él era el “Rey de los
Judíos” no lo hacía en referencia a un reino de este mundo sino a uno de tipo
celestial, que nada tenía que ver con el Mesías terrenal que esperaban los judíos.
Pero, noten en que forma fue expresada esta idea, cuando Pilatos lo interpela
acerca de si él era el rey de los judíos:
“Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de
este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos:
pero mi Reino no es de aquí.»”274
Escrito de este modo, claramente, Jesús manifiesta que su reino es celestial,
ahora bien, veamos este mismo versículo según la versión Reina Valera.
“Contestó Jesús: -Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este
mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos.
Ahora, pues, mi reino no es de aquí.”
¿Ahora qué? A que hace referencia con ese “Ahora”. Uno tiende a pensar
que es un error del traductor y que se le filtró ese “Ahora” sin que tenga una
relación verdadera con el texto al cual hace referencia. Sin embargo, si leemos la
versión King James, en inglés, podemos notar que también allí existe este mismo
error.
“Jesus answered, My kingdom is not of this world: if my kingdom were of
this world, then would my servants fight, that I should not be delivered to the
Jews: but now is my kingdom not from hence.”
Noten como parecería que Jesús hubiera respondido: Pero ahora (...) mi
reino no es de este mundo. Como si faltase algo en el medio entre el inicio de la
oración y el resto.
Por último veamos la versión en griego (no se asusten, al lado de cada
palabra está su traducción al castellano).
272
Lucas 12:49-53
273
Mateo 10:34-36
274
Juan 18:36 (versión Biblia de Jerusalén)
145
César A. Carrión
275
Lucas 22:36
146
JESÚS
276
Mateo 10:37
277
Lucas 14:26
278
Éxodo 20:12
279
Mateo 19:4-6
147
César A. Carrión
280
Lucas 11:23
148
JESÚS
149
César A. Carrión
pena hacerlos prosélitos. Él hubiera podido predicar entre los gentiles, tal como lo
hizo Pablo, y así transformar a los gentiles a la verdadera religión, pero no, Jesús
decidió que solamente eran dignos de escuchar su mensaje los judíos puros de
origen legítimo. El dedicarse a predicar a los gentiles no solo lo veía como una
pérdida de tiempo, sino que, por el contrario, lo consideraba un desperdicio
imperdonable.
“No está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.”289
“Deja que los hijos coman primero, porque no está bien quitarles el pan a
los hijos y dárselos a los perros.”290
Aquí lo hace expreso, primero debe dedicar su tiempo a los otros judíos,
ellos son los llamados “hijos de la ley”, los extranjeros son los “perros
incircuncisos”. Jesús no puede dejar más claro a quien estaba dedicada su misión.
Los gentiles no eran aptos ni siquiera para escuchar la ley, ya que no la sabrían
interpretar correctamente, y la corromperían. (Y si vemos como terminó la
historia, algo de razón tenía, los judíos le enseñaron la ley a los primeros
cristianos gentiles, y estos les pagaron con una persecución que duró dos mil
años.)
“No den las cosas sagradas a los perros, no sea que se vuelvan en contra
de ustedes y los hagan pedazos. Y no echen sus perlas a los cerdos, no sea que las
pisoteen.”291
Pero los discípulos de Jesús, o debería decir de Pablo, no hicieron caso a
estas palabras, y les dieron “cosas sagradas a los perros” y los gentiles se vol-
vieron en su contra, cuando el cristianismo se transformó en la religión oficial del
imperio lo judíos comenzaron a ser perseguidos por “deicidas” y esta conducta
persistió hasta nuestros días.
Como pueden ver el mensaje de Jesús no estaba dedicado a nosotros, los
gentiles, muy por el contrario y en más de una ocasión, dejó bien claro que él se
había encarnado solamente para que el pueblo elegido se reúna nuevamente
alrededor de Jehová, para que abandonara sus costumbres helenísticas y retornara
a la santidad que otorgaba la obediencia de la Torah. Sus palabras poseían un
claro contenido sectario, los años y los distintos autores cristianos fueron
amoldando el mensaje crístico para adaptarlo a las necesidades políticas del mo-
mento. Luego de la caída de Jerusalén, y con la evangelización extremadamente
exitosa que se produjo entre los gentiles, era necesario que los cristianos gentiles
se diferenciasen bien de los cristianos judíos y, por sobre todas las cosas, del
movimiento revolucionario zelota, si es que querían sobrevivir como una nueva
religión.
Recordemos que en el inicio del cristianismo existieron dos corrientes de
pensamiento muy distintas, la primera era la del grupo, llamémosle, apostólico,
289
Mateo 15:26
290
Marcos 7:27
291
Mateo 7:6
150
JESÚS
151
César A. Carrión
152
JESÚS
enseguida y haz otro por 50 solamente. Después preguntó a otro: Y tú, ¿cuánto le
debes? Este le contestó: Cien medidas de trigo. Le dijo: Aquí está tu vale, haz otro
por ochenta solamente. El amo reconoció que el mal mayordomo había sido listo
en su manera de hacer las cosas. Y es que cuando se trata de sus propios
negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la
luz.
Les aconsejo que usen las riquezas de este mundo pecador para ganarse
amigos, para que cuando las riquezas se acaben, haya quien los reciba a ustedes
en las viviendas eternas.”294
¿Es así como debemos comportarnos para ganar el cielo una vez muertos?
¿En vida debemos hacernos amigos de los que más tienen así Dios nos recibe en
sus viviendas eternas?
En todo este capítulo me he dedicado a citar frases, relatos y pensamientos
expresados por Jesús a los largo de su breve vida pública. Las palabras que he
citado, todas ellas las cuales hacen quedar muy mal parado al Mesías no fueron
tomadas con el objetivo de mostrar a una persona cruel, desconsiderada, ego-
céntrica y amante de la violencia. El objetivo era revelar que, como todo ser
humano, estaba sujeto a contradicciones, a palabras poco afortunadas si observa-
mos las consecuencias de las mismas, a momentos de ira y períodos de santidad.
Un gran hombre, ni más, ni menos. Como todo hombre poseía prejuicios, ideales
filosóficos y respuestas violentas con aquellos que se le oponían.
Cuando Jesús se aprontaba para dirigirse a Jerusalén con el objetivo de
iniciar la revuelta que lo transformaría en rey o morir en el intento, les manifestó a
sus discípulos:
“Y en cuanto a mis enemigos que no querían tenerme por rey, tráiganlos
acá y mátenlos en mi presencia. Después de decir esto, Jesús siguió su viaje a
Jerusalén.”295
Estas palabras cargadas de violencia salieron de su boca, cualquiera lo
puede comprobar buscando en la Biblia que tenga en su casa o la que algún amigo
o conocido le preste. Jesús estaba perdiendo gradualmente fieles, en los últimos
tiempos de su ministerio le quedaban poco seguidores, es que frases como la
anterior, o enseñanzas como las que he ido citando, espantaban a más de uno de
sus oyentes.
“Entre la gente había muchos comentarios acerca de él. Unos decían: «Es
bueno». Otros decían: «No, sino que engaña al pueblo.»”296
Es que sus enseñanzas eran contradictorias, por un lado hablaba acerca del
amor al prójimo, la tolerancia, la obligación moral de hacer caridad sin necesidad
de hacer ostentación, de renunciar a todo por amor a Dios y al mismo tiempo
expresaba que para ser su discípulo primero debían odiar a sus padres, si no
294
Lucas 16:1-9
295
Lucas 19:27-28
296
Juan 7:12
153
César A. Carrión
poseían armas que deberían conseguir una del modo que fuera, que en sus manos
traían no la paz sino la guerra, que deseaba ansiosamente que el incendio que
arrasaría a Israel ya hubiera comenzado.
“Al oír estas enseñanzas, muchos de los que seguían a Jesús dijeron: -Esto
que dice es muy difícil de aceptar, ¿quién puede hacerle caso?”297
A muchos de los judíos practicantes, que obedecían no solo la Torah sino
también todas las tradiciones que el pueblo de Israel había traído desde el exilio
en Babilonia, las palabras de Jesús les parecían inaceptables. El pueblo de Israel
poseía una larga tradición de fidelidad a Dios y de caridad “cristiana”, todos los
consejos que dio Jesús durante su ministerio acerca de la conducta moral que las
personas debían seguir, ya existían en la Biblia o en el Talmud. A modo de
ejemplo:
“Pero los humildes heredarán la tierra y disfrutarán de completa paz.”298
“...no solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de los labios del
Señor.”299
“Y tú amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con todas tus fuerzas.”300
“Adoren al Señor, su dios y sírvanle solo a él, y cuando tengan que hacer
un juramento, háganlo solo en el nombre del Señor.”301
“Porque yo quiero misericordia, no sacrificios y conocimiento de Dios más
que victimas consumidas por el fuego.”302
“No tentarán al Señor, su Dios...”303
“No te vengarás ni te guardarás rencor contra tus compatriotas, sino que
más bien amarás a tu prójimo como a ti mismo.”304
Imaginen a los fariseos que, a pesar de lo mal que los hacen quedar los
evangelios, eran personas dedicadas por completo a tratar de alcanzar la pureza
del cuerpo tanto como la del alma, de hecho es exactamente eso lo que trata de
representar su nombre305, como se sentirían al escucharle burlarse incluso de los
mandamientos que les había otorgado Dios mismo en persona. Los dos manda-
mientos de los que hablo son el de “Honra a tu padre y a tu madre” y “Santifica-
rás las fiestas” (léase Shabat).
297
Juan 6:60
298
Salmos 37:11 / Mateo 5:4
299
Deuteronomio 8:3 / Mateo 4:4
300
Deuteronomio 6:5 / Lucas 10:27
301
Deuteronomio 6:13 / Mateo 4:10
302
Oseas 6:6 / Mateo 9:13
303
Deuteronomio 6:16 / Mateo 4:7
304
Levítico 19:18 / Lucas 10:27
305
Se denominaban Perishaiya, que en arameo significa “separados”. La palabra
perishaiya se convirtió en pharisaios en griego y en fariseo en español.
154
JESÚS
El sábado, que para un judío devoto era el día más sagrado, Jesús, en más
de una ocasión, le restó importancia y promovió que sus discípulos comiesen
libremente en lugar de ayunar, realizaba “milagros” de sanación en forma in-
distinta ya sea en sábado como en cualquier otro día. Por realizar estos actos, en
los tiempos de Moisés, hubiera sido lapidado inmediatamente y sin más
preámbulo. No así en la época que nos ocupa en donde las costumbres judías se
habían re-lajado a más no poder.
“Cuando los israelitas estaban en el desierto, se encontró a un hombre que
andaba buscando leña en día de sábado. Los que lo encontraron buscando leña, lo
presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad. Le pusieron bajo custodia,
porque no estaba determinado lo que había que hacer con él. Yahveh dijo a
Moisés: «Que muera ese hombre. Que lo apedree toda la comunidad fuera del
campamento». Lo sacó toda la comunidad fuera del campamento y lo apedrearon
hasta que murió, según había mandado Yahveh a Moisés.”306
Noten ahora la actitud que presentó Jesús acerca del Shabat.
“Aconteció que Jesús pasaba por los sembrados en sábado, y sus discípu-
los se pusieron a caminar arrancando espigas. Los fariseos le decían: -Mira, ¿por
qué hacen en los sábados lo que no es lícito? Y él les dijo: -¿Nunca habéis leído
qué hizo David cuando tuvo necesidad y pasó hambre él y los que estaban con él;
cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes
de la Presencia, y aun dio a los que estaban con él; cosa que no es lícito comer,
salvo a los sacerdotes?- También les dijo: -El sábado fue hecho para el hombre, y
no el hombre para el sábado. Así que el Hijo del Hombre es Señor también del
sábado.”307
¡Él se autoproclamó como dueño y poseedor del sábado y con capacidad
de decidir si él o sus discípulos podían trabajar, comer o viajar si a él le parecía!
Luego de todas estas demostraciones de soberbia y de una doctrina que
muchos judíos no podían aceptar, muchos de sus seguidores comenzaron a aban-
donarlo.
“Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y
ya no andaban con él.”308
Al ver que el grupo de seguidores se reducía rápidamente decide tomar
una actitud heroica y dirigirse a la capital del reino, a Jerusalén, a manifestarse
como profeta, “resucitar” y dar comienzo a la llegada del reino.
306
Números 15:32-36
307
Marcos 2:23-28
308
Juan 6:66
155
César A. Carrión
CAPÍTULO X
Sus Milagros
156
JESÚS
157
César A. Carrión
evangelizadora.
Estamos acostumbrados a imaginar a Jesús como a “Dios mismo hecho
carne” y también a pensar que solo bastaba que diera una orden para que el
enfermo sanase, un milagro automático. Otra creencia frecuente de encontrar es
que él no necesitaba de ningún tipo de ritual ni palabras mágicas para lograr curar
al necesitado, a diferencia de las realizadas por médicos brujos y hechiceros que sí
las requieren. A modo de ejemplo, podemos encontrar en el evangelio de Lucas
una sanación de este mismo tipo:
“Estaba un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que
un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en
modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre
de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba
a Dios.”309
Esta curación me hace pensar en escenas que podemos presenciar
frecuente-mente cuando concurrimos a un templo. Sube una mujer al escenario y
el pastor le pregunta:
-¿Qué te está sucediendo? Cuéntame, ¿cuál es tu problema?
Y la mujer poniendo voz de sufrida le dice: -Hace dieciocho años que
camino encorvada y no puedo enderezarme.
-¿Tienes fe, hermana? ¿Tienes fe en que Dios te va a sanar?
-Sí, Dios me va a curar.
-Y así es -confirma el pastor- Mujer, en el nombre de Dios, enderézate.
Y ante el asombro del público la mujer se endereza y todos comienzan a
aclamar el nombre de Dios... y a hacer donativos. Por supuesto que a esta mujer
no se la vuelve a ver por la iglesia, a pesar de que su fe era tan fuerte como para
conseguir cambiar el curso de su vida y sanar de sus dolencias.
Una cosa que olvidaba es que siempre se le debe exigir a la persona que
solicita una curación milagrosa, primero debe prometer renunciar a la obra del
demonio, siempre se debe hacer a los gritos y, si al hablar, el pastor lo hace con un
marcado acento extranjero, mejor. Porque, como ya sabemos, “nadie es profeta en
su tierra”.
Por otro lado no todas las curaciones milagrosas que Jesús realizaba eran
de este tipo, muchas seguían un método, tal como lo realizan los curanderos en la
actualidad.
“Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en
él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado
309
Lucas 13:10-13
158
JESÚS
mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en
el mundo, soy luz del mundo.»
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro
los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir
Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo.”310
Noten que se asocia a la enfermedad con el pecado, si el niño no pudo
haber pecado porque era un bebé, debieron hacerlo los padres. Al equiparar la en-
fermedad con el pecado, cuando lo perdona entonces llega la sanación. Segundo,
Jesús sigue un método, una serie de pasos destinados a que se produzca el
milagro. Por ser el hijo de Dios hecho carne ¿no hubiera bastado con que ordenara
que el ciego volviera a ver tal como sí lo realiza en Mateo 9:27 que con su sola
orden dos ciegos recuperan la vista? ¿Por qué motivo necesitó hacer barro con su
saliva y untárselo en los ojos? ¿Por qué no se limitó, tan solo, a ordenarlo?
Lo que nos lleva al último punto, dado que él ya había realizado el
milagro y el ciego ya veía, ¿qué necesidad tenía de lavarse en la piscina de Siloé?
Si con su poder bastaba, ¿no era completamente indistinto que se lavarse en cual-
quier lugar o lo que necesitaba era que el ciego se encontrara lo suficientemente
lejos de su presencia cuando, al lavarse los ojos, descubriera con sorpresa que
continuaba tan ciego como siempre?
Si bien, mayormente, basta con su palabra para que el demandante sea
curado, en más de una ocasión suceden hechos como el que acabo de citar.
Alguien se le aparece de improviso y le reclama un milagro, él no puede negarse,
pero lo que realiza es un ritual el cual finaliza cuando le dice que tiene que
dirigirse a determinado lugar y cuando llegue va a estar curado. Tanto como en el
caso anterior, como en el caso de la mujer que tenía una hija que estaba poseída
por los demonios y se le presentó a Jesús mientras viajaba por Fenicia, entre Tiro y
Sidón. También en el del centurión cuyo sirviente había muerto y Jesús ordenó
que resucitase, pero no asistió, como efectivamente lo realizara en otras oportu-
nidades, a presenciar su milagro. Es el mismo caso en las ocasiones en que
instruía a los leprosos que le solicitaban que los curase enviándolos al templo para
que, cuando arribasen, los sacerdotes certificaran que ya no estaban enfermos de
lepra.
A estas personas él no los curaba ante toda la multitud, se limitaba a dar la
orden para que se realizara el milagro y luego les indicaba que se alejaran con
alguna excusa. A pesar de que los evangelios afirman que estas personas se
curaban efectivamente y que luego se dedicaban a proclamar la sanación por todo
Israel, la conducta del “Hijo de Dios” no deja de ser extraña, sospechosa.
También podemos encontrar en los evangelios como la sola palabra o
actos de Jesús, en ocasiones, no eran suficientes y era necesario que él reiterase el
ritual para que el enfermo pudiera sanar completamente, ¿no es extraño que no
bastase la palabra del “Salvador” para que el milagro se produjese y fuera
necesario insistir en le pedido?
310
Juan 9:1-7
159
César A. Carrión
311
Marcos 8:22-26
312
Deuteronomio 18:10-11
313
Éxodo 22:18
314
Marcos 11:12-21
160
JESÚS
161
César A. Carrión
319
Mateo 17:14-21
320
Mateo 11:19
162
JESÚS
321
Juan 11:3-16
163
César A. Carrión
vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo
que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»”322
Hagamos aquí otra breve pausa en el relato. ¿Cómo sabía Marta que Jesús
era el Cristo, el Mesías, si este era un dato que solamente conocían los doce
apóstoles y que Jesús les había ordenado que no se lo dijesen a nadie, hasta que él
lo revelase en el momento adecuado? Jesús resucita a Lázaro mucho antes que se
dirigiera a Jerusalén para presentarse como el Mesías. Entonces, el hecho que
Marta lo nombrase de este modo ante la multitud que se encontraba alrededor, es
una grave incongruencia en el relato. Si Jesús fue realmente crucificado por
hacerse llamar el Mesías, la ejecución se hubiera producido mucho antes y el
Sanedrín no hubiese tenido necesidad ni de llamar a falsos testigos, ni a esperar la
confesión del reo, hubiera bastado con llamar a alguno de los que estuvieron
presentes ese día.
“Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo:
«Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» Viéndola llorar
Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió
interior-mente, se turbó y dijo: « ¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor,
ven y lo verás.» Jesús se echó a llorar.”323
¿Por qué Jesús se puso a llorar si él sabía que Lázaro estaba por resucitar
en breve? ¿No da la impresión que todo es, en realidad, una simple puesta en
escena, que todos estaban actuando? O, al menos, así lo parecen las hermanas de
Lázaro y Jesús mismo.
“Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.» Pero algunos de
ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no
muriera?» Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro.
Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra.»
Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.» Le
dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» Quitaron, pues,
la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias
por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he
dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.» Dicho
esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!» Y salió el muerto, atado de pies y
manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y
dejadle andar.» Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo
lo que había hecho, creyeron en él.”324
En parte ya he ido desmenuzando el relato para destacar algunas in-
congruencias e inconsistencias que posee esta narración. Algo que no puedo dejar
pasar antes de meterme de lleno en el análisis de los hecho es que siempre me
causa gracia imaginar a Lázaro saliendo del sepulcro atado de pies y manos. Si
realmente estaba maniatado de este modo las únicas dos formas de salir eran
322
Juan 11:17-27
323
Juan 11:32-35
324
Juan 11:3-45
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166
JESÚS
próxima vez me voy a cenar a Jerusalén, que ahí seguro que me dejan comer
tranquilo y no me va a pasar nada.”
Dejando de lado el humor, estamos obligados a pensar que ambos per-
sonajes eran el mismo sujeto, Lázaro y Simón eran, en realidad, uno solo. Si Simón
era leproso, Lázaro, forzosamente, también debía serlo. En dos ocasiones se nos
habla acerca de que Lázaro poseía algún tipo de enfermedad, pero sin definirla,
veamos:
“Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su
hermana Marta.”328
Y también, formando parte de una de las parábolas que relata Jesús, la de
Lázaro y el hombre rico, en la cual ambos mueren pero el primero va al paraíso
mientras que el segundo cae al infierno.
“Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de
llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros
venían y le lamían las llagas.”329
Es decir que Lázaro debe de haber sido una persona enferma, cuyo
padecimiento, tal vez, consistiera en una dolencia caracterizada por llagas, de ahí
que se lo apodase “el leproso”. Pero, si Simón el leproso y Lázaro eran la misma
persona, ¿por que Jesús no lo había curado de su dolencia? Aunque no fueran la
misma persona, en el caso de que Simón haya sido también su discípulo, cabe el
mismo interrogante, ¿por qué no lo había curado? Y si, en realidad, él efectiva-
mente lo sanó, entonces ¿por que lo seguían apodando “el leproso”?
Entonces tenemos que Lázaro era amigo, discípulo y, quizás, hasta el
cuñado de Jesús, que, casualmente, sufrió de una extraña enfermedad que lo
llevó, de im-proviso, a la muerte. Jesús, pudiéndolo haber sanado mientras aún
vivía, decide esperar a que fallezca antes de dirigirse hacia él para resucitarlo.
Mi hipótesis es que Jesús se había puesto de acuerdo con Lázaro para
simular el presunto milagro, por dos motivos, el primero para lograr lo que él
dijera expresamente “Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios,
para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Es decir, por puro y simple
proselitismo.
El segundo fue para verificar si era posible que una persona pudiera
simular estar muerta por más de un día, para resucitar luego. Sino veamos un par
de coincidencias. Jesús esperó a que le llegasen noticias que Lázaro había muerto
antes de dirigirse hacia Betania, es más, aguardó a que pasaran tres días antes de
acercarse hasta la tumba de su amigo. Tres días permaneció en el sepulcro y al
cuarto él se presenta para resucitarlo. ¿No les parece conocido? Es más, luego de
que Jesús realizara este milagro, comienza a proclamar que moriría y, después de
permanecer tres días sepultado, resucitaría de entre los muertos. Previo a estos
328
Juan 11:1
329
Lucas 16:20-21
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César A. Carrión
168
JESÚS
No se puede negar que la apuesta fue fuerte, Lázaro pudo haber muerto
efectivamente y Jesús hubiera hecho el ridículo ante una multitud llamando a los
gritos al pobre difunto. Fue jugarse al todo o nada, si el truco salía bien él podía
llegar a ser reconocido como el profeta más grande que había conocido Israel o,
incluso, ser aceptado como el Mesías esperado, si por el contrario este salía mal,
adiós a todos sus sueños.
Pero, tal vez, no tuvo en cuenta una tercera opción. Los judíos podían
interpretar todo el milagro como un simple acto de magia que realizara un
hechicero o un mago. Si bien, en un pueblo cerca de la capital, estos actos eran
mejor tolerados que en los pequeños pueblos del interior del país, si las personas
que se encontraban presentes llegaban a opinar que se trataba un acto de magia y
que podía estar en relación con los demonios o simplemente con las malas artes,
no solo no produciría adhesión sino, que a la inversa, podía producir un gran
rechazo hacia el que lo cometiera. Ya lo dice el Talmud: “Más vale perecer que ser
salvado por la magia”.330
Esta frase resume el rechazo que sentían los judíos devotos hacia todo lo
que pudiera estar relacionado con la magia o a todo aquel que la practicase. De
hecho, los sacerdotes no solo tenían intención de apresar y matar a Jesús, sino que
también se pusieron como objetivo la muerte de Lázaro. 331 Creo que esta decisión
no estuvo solamente originada en la publicidad que este milagro le otorgaba a
Jesús, también influía, sino entre los sacerdotes sí entre el pueblo llano, que esto
tuviera alguna relación con actos de magia.
Es que Jesús siempre se supo rodear de una atmósfera de misterio, y no
era solo por pura casualidad que lo hacía. Los líderes siempre deben poseer un
aura mística que los diferencie del resto de los simples mortales. Si un líder
mesiánico no posee un rasgo que lo destaque del resto ¿por qué seguirlo? Si se
trata de una persona común y silvestre, ¿para que escucharlo? ¿Por qué arriesgar
mi vida para alcanzar sus metas?
Esta simulación de poder sobrehumano debía mantenerse aún delante de
sus propios apóstoles, pero, ¿cómo hacerlo y aún así lograr que se llevaran a cabo
los “milagros”? La única forma de lograrlo era que poseyera un grupo de per-
sonas que funcionara a espaldas del resto de sus discípulos y con los cuales trama-
ba las acciones a seguir, planeaba las simulaciones, realizaba los aprontes que
permitían ejecutar los milagros y, seguramente, este grupo también se encargaba
de proveer las personas que se beneficiarían con los mismos. ¿Qué pruebas hay
acerca de que esto sea verdad?
En el presente capítulo solo haré referencia a tres de las circunstancias en
la cual una persona puede llegar a sospechar que existen cosas que fueron oculta-
das a los apóstoles y a los otros discípulos. Los otros sucesos sospechosos los
referiré más adelante, en la segunda parte, la que trata acerca de la pasión de
Cristo.
330
Talmud Abhodah Zarah 27b
331
Juan 12:10
169
César A. Carrión
La anécdota que vamos a tratar en este momento es descripta por los tres
evangelios sinópticos, no así por el evangelio de Juan, que parece no haberse
enterado del milagro, a pesar de ser uno de los pocos apóstoles que estuvieron
presentes y el único, de los cuatro evangelistas, que fue testigo presencial.
“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano
Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su
rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando
Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí
tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba
hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía
una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.»
Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús,
acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.» Ellos alzaron
sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo.”332
Como dijera anteriormente, noten como los apóstoles presentes son Pedro,
Santiago y Juan, los llamados tres pilares de la iglesia primitiva. Siendo que solo
ellos tres estuvieron presentes, ¿no es extraño que Juan sea el único de los cuatro
evangelistas que no relata la anécdota? Esto lo podríamos explicar si
determinamos que el relato en sí es apócrifo, que nunca existió, fue un invento de
Marcos que los otros dos se limitaron a copiar. También es posible que, como la
historia saliera a la luz una vez que Jesús ya había muerto, esta mentira pudiera
haberla dicho alguno de los otros dos apóstoles, Pedro o Santiago, y Juan no
estuvo dispuesto a apoyar dicha ficción. O, quizás, Juan, a pesar de haber
presenciado el “milagro” tenía sus dudas acerca de la realidad de lo que vio y
prefirió no escribir acerca de algo de lo que no estaba seguro que fuera cierto.
Tomemos esta última hipótesis como la verdadera. Tenemos que Jesús
llevó a sus tres discípulos a la cima de un monte, cuando alcanzan la cumbre, el
rostro y la ropa de su maestro comienza a resplandecer. Esto puede explicarse
fácilmente, si todo el relato transcurre durante el atardecer y Jesús estaba ubicado
en la cima del monte mientras los apóstoles se encontraban en el lado de las
sombras, desde el punto de vista de ellos, Jesús estaba resplandeciendo. Recor-
demos que las ropas que utilizaba Jesús habitualmente era una túnica de color
blanco de muy buena calidad, tanto que en su crucifixión deciden sortearla antes
que dividirla en tres partes.
El recurso de la iluminación posterior es muy utilizado actualmente en el
cine y en la fotografía, le provee a la imagen de una grandiosidad que es difícil de
imitar utilizando solamente la luz frontal. De hecho el programa Photoshop
Elements posee un herramienta especial llamada “ajustar iluminación posterior”.
Recordemos también que los testigos eran creyentes y estaban
predispuestos a ver lo que, en definitiva, terminaron viendo. Es como cuando
aparece una mancha de oxido en una pared y un creyente la interpreta como la
332
Mateo 17:1-8
170
JESÚS
imagen de la virgen María, no piensa en que tan solo se trata de una mancha, ni
siquiera que podría ser una figura de cualquier mujer. No, “es la virgen María” y
se terminó la discusión. Quiere creer que puede estar destinado a presenciar un
milagro, porque así siente que es una persona única, que Dios reparó en su
existencia, que no es solo un hombre común y entonces ninguna persona será
capaz de con-vencerlo de lo contrario, que eso que él ve es solo una mancha, que
no hay tal milagro. Su necesidad interior proyecta ante sus ojos lo que desea ver, y
entonces el milagro se hace realidad.
Los apóstoles querían ver la transfiguración y la vieron, no se plantearon
dudas. Tal vez fue por ello que eligió a estos tres y no lo hizo ante los doce. Ellos
probaron ser los más fieles del grupo y, quizás también, los más crédulos.
Entonces, luego de haber visto a Jesús resplandecer, advirtieron que él
estaba acompañado de otras dos personas, seguramente también vestidas de
blanco y refulgiendo ante el sol del atardecer. Los apóstoles los tomaron como la
aparición de Moisés y Elías, ¿quiénes más podían ser sino ellos? Para tres fieles
creyentes que pensaban que Jesús era el Mesías esperado, que se hacía llamar a sí
mismo “hijo de Dios”, ¿de que otras personas podía estar acompañado que fuesen
tanto o más importantes que él mismo? Supongo que no debían portar un cartel
en el pecho con sus respectivos nombres y, hasta donde yo conozco, aún faltaban
muchos años para que se inventase la fotografía, ni siquiera existían retratos de
ninguno de los dos personajes y el relato tampoco nos refiere que ninguno de los
apóstoles hubiera hablado con alguna de las dos apariciones que allí se encon-
traban. Entonces, ¿cómo hicieron para darse cuenta de quienes se trataban? Como
dijera anteriormente, simplemente vieron a dos hombres hablando con Jesús a
espaldas del resto de los discípulos, refulgiendo y, tal vez, vistiendo del mismo
modo que su maestro y, entonces, llegaron a la conclusión que se trataba de
Moisés y Elías. Fue tan solo por estos motivos que lo supusieron. El hecho simple
y sencillo es que vieron a dos personas charlando con Jesús y, de las cuales,
ninguno de ellos conocían.
Noten que tampoco los vieron desaparecer ni elevarse al cielo, sino que
cayeron con el rostro en tierra y al levantarse solamente pudieron ver a Jesús.
Creo sinceramente que estas dos personas pertenecerían a un grupo que actuaba,
en combinación con Jesús y a espaldas del resto del grupo, para conseguir que él
pudiera alcanzar el trono de David. Para poder lograr este objetivo necesitaban,
periódicamente, reunirse con Jesús para acordar las acciones a seguir, comunicarle
a quienes iba a poder curar de sus “dolencias” o a cuales posesos podría llegar a
exorcizar durante el transcurso de su continuo peregrinaje y también coordinar
cuales serían los pasos a seguir.
Existen además dos anécdotas que nos pueden llegar a sonar como sos-
pechosas cuando uno las lee detenidamente y que quizás también pueden estar en
relación con la existencia de un grupo que actuaba a escondidas.
La primera, es la que nos relata Marcos en 5:25-34 y es el caso de una
mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años y que se acercó a Jesús
171
César A. Carrión
desde atrás para tocar su manto y sanarse. Pero él “se da cuenta” que había salido
“poder” de su cuerpo y entonces busca la persona que se había beneficiado con el
milagro.
“De pronto Jesús, reconociendo dentro de sí que había salido poder de él,
volviéndose a la multitud dijo: -¿Quién me ha tocado el manto? Sus discípulos le
dijeron: -Ves la multitud que te apretuja, y preguntas: "¿Quién me tocó?" El
miraba alrededor para ver a la que había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo
y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, fue y se postró delante de
él, y le dijo toda la verdad. El le dijo: -Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y
queda sanada de tu azote”.
Lo sospechoso es que haya sanado a una mujer con el simple contacto de
su manto, pero desconociese a quien había favorecido. “Él miraba alrededor para
ver a la que había hecho esto”. Impresiona como que Jesús ya había arreglado que
una mujer se curaría milagrosamente pero la multitud no le permitió a ella
acercarse lo suficiente para recitar sus líneas, entonces, como lo estaban alejando
del lugar para llevarlo a resucitar a una niña que había muerto recientemente, él
decide como último recurso decir que alguien lo había tocado. Obviamente lo que
dijo le pareció extraño a la multitud, más que nada porque eran muchos los que lo
estaban tocando. Reclamar que alguien lo había tocado mientras lo apretujaba una
gran cantidad de personas es algo completamente incoherente. Además, aparente-
mente él desconocía el rostro de la mujer que debía presentarse para que realizara
el “milagro”, no podía simplemente señalarla, era ella la que debía acercarse y
confesar que la había curado. ¿Jesús no podía controlar sus poderes? ¿No podía
decidir a quién sanar y a quién no? Y si él fue el que decidió curarla, ¿por qué se
puso a buscar a la mujer en vez de simplemente señalarla o mirarla y decirle
directamente “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sanada de tu azote”?
El segundo relato, al cual hacía referencia anteriormente, es cuando los
apóstoles encuentran casualmente a una persona que hablaba en nombre de Jesús,
pero que ellos no lo reconocieron como a uno más de sus discípulos.
“Juan le dijo: -Maestro, vimos a alguien que echaba fuera demonios en tu
nombre, y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: -No se lo
prohibáis, porque nadie que haga milagros en mi nombre podrá después hablar
mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.”333
¿Cómo que expulsaba demonios en su nombre? ¿Quién le había otorgado
este poder, poder que no poseían todos los discípulos, sino tan solo los apóstoles?
¿Quién era este misterioso personaje? La Biblia no nos da mayores explicaciones
pero es llamativa la falta de interés que pone Jesús en averiguar quién expulsaba
demonios en su nombre, y también como le prohíbe a sus discípulos que realicen
algún tipo de acción en contra de los sujetos que vieran actuar de esta manera.
Aunque suene semejante la frase “el que no es contra nosotros, por noso-
tros es” es completamente opuesta a “El que no está conmigo, contra mí está; y el
333
Marcos 9:38-40
172
JESÚS
que conmigo no recoge, desparrama”334. La primera nos dice que solo los que se
manifiestan expresamente en su contra son sus enemigos, excluyendo al resto. En
cambio la segunda afirma que todos son sus enemigos a menos que manifiesten
claramente partidismo a su favor.
Esta anécdota nos muestra que, al mismo tiempo que Jesús desarrollaba
su labor, paralelamente había personas o grupos de personas que hablaban y
actuaban en su nombre, que los “verdaderos” discípulos desconocían pero no así
Jesús, ya que por ello le prohibió a sus seguidores que actuaran en contra de
estas personas.
En un país tan pequeño como Galilea, era muy difícil de conseguir que, en
algún momento, no se cruzaran ambos grupos. Jesús debía tomar medidas para
que no se produjeran estos encuentros y que, de este modo, se descubriese la
trampa. El grupo que conformaban sus íntimos debía permanecer alejado y no
crear dificultades a aquellos que encontrasen y dijesen que expulsaban demonios
en su nombre, pero tampoco le aclaró a los suyos quienes eran esas personas y por
que poseían poderes que él tan solo le había otorgado a los apóstoles.
Existen aún otras anécdotas que probarían la existencia de otro grupo de
seguidores oculto, pero se relacionan con los hechos acerca de los cuales hablaré
en la segunda parte, por ahora debemos conformarnos con que varios de los su-
puestos milagros pudieron ser simplemente una tramoya apoyada por personas
fuera del grupo apostólico y, al mismo tiempo, a espaldas de estos.
334
Mateo 12:30
173
César A. Carrión
SEGUNDA P ARTE
174
JESÚS
175
César A. Carrión
CAPÍTULO I
Contexto Histórico
176
JESÚS
Para los romanos Judea no era un país más bajo su dominio, gozaba de
ciertas prerrogativas que les eran negadas al resto del los habitantes del imperio.
Según el historiador Flavio Josefo los judíos estaban dispensados del servicio
militar, si bien existían algunos soldados judíos dentro del ejército romano pero
no era la regla, y, por sobre todas las cosas, se los eximía de rendir culto al
emperador como si este fuera un dios. A esto se le llamaba “privilegia judaica”.
Otro privilegio que poseía Judea como país era el de ser considerado como
una región autónoma, por lo que el procurador que dirigiese las cuestiones milita-
res y administrativas debía pertenecer como mínimo, a una familia aristocrática y,
en el caso particular de Poncio Pilatos, estaba emparentado directamente con el
emperador. El cargo de procurador de Judea poseía un rango comparable al de un
procónsul. El primero de los procuradores que dirigió el país fue Coponio,
nombrado por el gobernador Cirino en el año 6 DC, este último fue, por si no lo
recuerdan, el mismo que ordenó el censo, al menos según Lucas.
Los sucesivos procuradores tomaron por costumbre fijar su residencia en
la ciudad de Cesarea Marítima aunque, a pesar de ello, durante el trascurso de las
grandes fiestas judías, especialmente para las Pascuas, el procurador se trasladaba
hasta la capital, Jerusalén, dado el elevado riesgo de insurrección que existía en
esas fechas.
Si bien se consideraba a Judea como una región autónoma, esto no sig-
nificaba que fuera completamente independiente y que el procurador solo debía
rendirle cuentas al propio emperador y a nadie más. En realidad se encontraban
bajo la supervisión del gobernador de la provincia de Siria. En el caso del cargo de
gobernador de Siria, al igual que lo que sucedía con el cargo de procurador de
Judea, no cualquiera era capaz de alcanzar a ocupar este puesto, ante todo debía
pertenecer a la estirpe senatorial y ostentaba el título de legatus Augusti. El
gobernador residía habitualmente en Damasco, una ciudad situada a 225 Km. al
noreste de Jerusalén, actualmente es una de las ciudades más antigua del mundo.
Hacia esta ciudad es a donde se dirigía San Pablo cuando se produjo la visión que
lo transformaría en un fiel cristiano. Los gobernadores, en general, podían
disponer de varias legiones regulares y desplegarlas a discreción, según sus
necesidades, a diferencia del procurador de Judea que solo disponía de media
legión, de las cuales cuatro cohortes se encontraban en Cesarea y la quinta, la
“cohors miliaria equitata”, permanecía en Jerusalén, más precisamente en la Torre
Antonia bajo las órdenes de un tribuno.
De todos los procuradores que rigieron los destinos de Judea desde el año
6 DC hasta el año 66 de nuestra era, fecha en la cual se produce la famosa Guerra
de los Judíos, desarrollada entre éstos y el imperio Romano, el más famoso, por
lejos, resulta ser Poncio Pilatos.
Lucius Pontius Pilatus, hijo de Marcus Pontius, le debió a su padre la
ciudadanía romana e incluso el pertenecer a la orden ecuestre, es decir que era un
caballero romano. Durante la “Guerra de los Astures”, a pesar de ser Marco
Pontio español, se alió con Roma, en contra de sus propios compatriotas y esto
177
César A. Carrión
335
César Augusto-----------Scribonia
|
Marco Claudio Marcelo--------Julia---------Agripa Marcelo----Tiberio Claudio Nerón
| (Tiberio César)
|
Julia---------Lucio Paulo (D Silano)
|
Claudia Prócula---------Poncio Pilato
178
JESÚS
336
Guerra de los Judíos, II,14
179
César A. Carrión
mente que se retiraran. Como los judíos hacían ademán de injuriarle, dio a los
soldados la señal convenida antes, y los soldados golpearon aún más violenta-
mente de lo que les había prescripto Pilatos, castigando a la vez a los causantes
del desorden y a los demás. Pero los judíos no manifestaban ninguna debilidad,
hasta el punto que, al ser sorprendidos desarmados por gentes que les atacaban
con propósitos deliberados, murieron en gran número en el mismo lugar, o se
retiraron cubiertos de heridas. Así fue como se reprimió ésta sedición.”337
Aquí no tuvo reparos en asesinar a personas desarmadas que solo lo
insultaban por haber “robado” el tesoro sagrado del templo. Seguramente lo que
pudo haber sucedido es que, quizás, el pueblo se había envalentonado luego de
comprobar que su primera manifestación había tenido un resultado exitoso.
Noten que, en la primera ocasión, los manifestantes se arrojaron al suelo alegando
que preferían morir a incumplir con la Ley. En esta segunda oportunidad la
actitud del pueblo era muy diferente, amenazante, desafiante, insultando al
procurador a pesar de la amenaza que les realizara.
Imagino que los presentes creerían que, en esta oportunidad, Pilatos
tampoco se atrevería a cumplir con su amenaza, por lo que se vio obligado a
reaccionar de esta manera. Si lo pensamos detenidamente, es esperable que, para
evitar una completa sublevación en la siguiente vez que decidiera ejecutar una
acción que la opinión pública pudiera considerar desagradable, decidiera tomar
“el toro por las astas” y ordenara reprimir violentamente. Le gustase o no a
Pilatos atacar indiscriminadamente a la multitud, lo cierto es que no podía darse
el lujo de hacer las cosas de otro modo, si es que quería permanecer en su puesto.
Pero aún si sus intenciones hubieran sido buenas, piadosas y mesuradas hasta ese
momento, lo que vamos a ver a continuación nos termina demostrando que a
Pilatos le terminó gustando la idea de mandar a matar a los que se le oponían.
“Los samaritanos no carecieron tampoco de disturbios, pues estaban
incitados por un hombre que no consideraba grave el mentir, y que lo combinaba
todo con tal de agradar al pueblo. Les ordenó que ascendieran con él al monte
Garitzim, al que tienen como la más santa de las montañas, asegurándoles con
vehemencia que, una vez que llegaran allí, les mostraría unos vasos sagrados
emterrados por Moisés, quien los había colocado allí en depósito. Ellos, creyendo
que sus palabras eran verídicas, tomaron las armas, y, tras instalarse en un pueblo
llamado Tirathana, adhirieron a cuantas gentes pudieron recoger, de forma que
iniciaron la ascensión de la montaña en masa. Pero Pilatos se apresuró a ocupar
con antelación el camino por el cual debían efectuar la ascensión, y envió allí a
caballeros y soldados de a pié, y éstos, cargando contra las gentes que se habían
reunido en el pueblo, mataron a unos en la refriega, pusieron a otros en fuga, y a
muchos otros se lo llevaron prisioneros, los principales de los cuales fueron
ejecutados por orden de Pilatos, así como los más influyentes de entre los
fugitivos.”338
337
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas, XVIII,III, 60-62
338
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas, XVIII, IV, 1
180
JESÚS
339
Futuro emperador romano.
340
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas, XVIII, IV, 2
181
César A. Carrión
341
Legatione ad Gaium 301-Filón de Alejandría, filósofo hebreo.
342
Vida de los doce Césares. Libro III Tiberio, 56
182
JESÚS
milagros y se mostraba como un nuevo profeta, que también había adquirido una
cierta relevancia, al menos entre los galileos, haya tenido la idea de transformarlo
en un verdadero rey. Tiberio pudo, en algún momento, pensar que la mejor forma
de apaciguar los ánimos de los judíos, permanentemente dispuestos a revelarse,
era la de otorgarles un rey de ascendencia Davídica. Ya sea que estuviera
dispuesto a otorgarle a tetrarquía de Filipo, que era el sector noreste del territorio
de Israel, es decir Batanea, Traconítide, Gaulanítide y Auranítide, la de Herodes
Antipas o el poder sobre toda Israel.
Si ustedes se toman la molestia de buscar en un mapa, verán que la te-
trarquía de Filipo se encuentra en la costa este del lago de Genesaret y del río
Jordán, correspondería a lo que en la actualidad llamamos Altos del Golán. En la
orilla opuesta encontramos, en el siglo I, a Galilea, lugar donde Jesús desarrolló
prácticamente toda su obra pastoral.
Se preguntarán, ¿de donde saco yo que Tiberio quería transformarlo en
rey? En primer lugar no es una idea o hipótesis mía, es un planteo que han
realizado diversos autores y que se basan, por ejemplo en el texto de Juan que nos
dice:
“Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza
para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo. Al atardecer, bajaron sus
discípulos a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del
mar, a Cafarnaúm.”343
Cafarnaúm se ubicaba en la orilla opuesta a la tetrarquía de Filipo. El
párrafo anterior nos dice concretamente que tanto Jesús y sus apóstoles se en-
contraban en el territorio dirigido por Herodes Filipo cuando quisieron prenderlo
por la fuerza y hacerlo rey.
Ustedes podrán alegar que no era la intención de Jesús ser un rey terrenal
y que fue un grupo de judíos devotos los que, al escucharlo, deciden llevarlo en
andas a ocupar el trono. Pero en la primera parte muestro como Jesús, en la
ocasión en el cual se encuentra ante Pilatos, es cuando se da cuenta que su reino
no sería de este mundo, antes de ese momento, su parecer era muy contrario a
esta idea. Probablemente lo que sucedió es que se haya tratado de unos soldados
romanos que fueron enviados por Tiberio con la orden de capturarlo y obligarlo a
transformarse en un rey títere de las fuerzas de ocupación. Esto sí que, segura-
mente, no era su deseo, por eso es que huyó y se ocultó en el monte hasta que,
llegada la noche, pudo acercarse hasta la costa para reencontrarse con sus
discípulos.
Si esta hipótesis es verdadera, el motivo de la vacilación que mostraba
Pilatos acerca de la decisión entre dejarlo libre o crucificarlo, estaría fundada en
que condenando a Jesús iría en contra del deseo de Tiberio de hacerlo rey y si lo
dejaba en libertad podía ser acusado de haber traicionado al César liberando un
rebelde. Ambas opciones eran peligrosas para la integridad del procurador, el
343
Juan 6:15-17
183
César A. Carrión
Sumo Sacerdote, junto con el resto de los integrantes del Sanedrín, lo sabían y
estaban esperando la oportunidad de denunciarlo ante Tiberio, sea cual fuera la
decisión que Pilatos tomara. Las piezas del tablero estaban ubicadas, solo quedaba
terminar la partida.
Dejemos por ahora un poco tranquilo a Pilatos, al menos hasta el
momento de analizar los sucesos que se produjeron el día del juicio y veamos algo
acerca del Sanedrín y del Sumo Sacerdote.
La palabra Sanedrín, a pesar de lo que la gente cree, no es una palabra
hebrea sino griega y significa asamblea, consejo, tribunal. Etimológicamente
proviene de la palabra synedrion y su traducción literal sería “con asiento”. El
sanedrín era el consejo supremo de los judíos, en un principio, mientras se
encontraba Israel bajo el poderío persa, funcionaba como una especie de
“Gerousia” o consejo de ancianos, pero cuando pasó a formar parte del imperio
romano, Gabinio, el gobernador de Siria entre los años 57 y 55 AC, dividió al país
en cinco distritos administrativos y conformó un consejo o Sanedrín en cada uno
de ellos. Esta división no fue muy duradera dado que en el año 47 AC César
volvió a extender el poder del Sanedrín de Jerusalén a toda Judea.
Esta asamblea estaba compuesta de 71 personas, las que antes de poder
pertenecer al mismo debían probar la pureza de su origen. El número de
miembros muy probablemente estaba originado en la idea de imitar al consejo de
70 ancianos que eligió Moisés para ascender al monte con el objetivo de
entrevistarse y almorzar con el mismísimo Yahvé 344. A estos mismos ancianos,
Dios, personal-mente, instruyó para que colaborasen con Moisés en el gobierno
del pueblo elegido.345 El miembro del Sanedrín que sobra es el Sumo Sacerdote,
este último representaba la imagen del mismo Moisés presidiendo aquel primer
consejo.
Los poderes que ejercía esta asamblea eran muy amplios, poseían una
fuerza de policía con derecho a arrestar a las personas, se encargaban del gobierno
y de la administración de justicia, si bien podían sentenciar a muerte a cualquier
israelita, para poder ejecutar la sentencia, previamente debían solicitar autoriza-
ción al procurador o a alguno de sus subordinados dependiendo de la jerarquía
del acusado. Es poco probable que a un simple carpintero de Galilea lo llevaran
para ser juzgado ante el mismo procurador, seguramente la acusación se habría
efectuado ante un funcionario de menor categoría. Tal vez, el hecho que Jesús
fuera descendiente de David y, por ende, aspirante al trono, debe haber influido
en que Pilatos haya aceptado juzgarlo o Jesús, quizás, poseía una mayor im-
portancia que la que se puede concluir por la simple lectura de los evangelios.
El Sanedrín también recaudaba el impuesto del templo, enviaba apóstoles
o delegados a las comunidades judías en el extranjero, a fin de asegurar su
correcta conducta religiosa y era también la última opinión en las cuestiones
referidas a la observancia de la Torah.
344
Éxodo 24:1-11
345
Números 11:16-17
184
JESÚS
La única forma posible de acceder a este consejo era a través de ser elegido
por sus propios pares, es decir que con el tiempo se transformó en una oligarquía
autoproclamada a la cual el pueblo no podía tener acceso. Sus miembros solían ser
ex Sumos Sacerdotes, ancianos jefes de tribu, escribas y doctores de la Ley,
personas pertenecientes a familias adineradas o influyentes como los miembros de
la familia del Sumo Sacerdote. También elegían a un presidente y un vice, el
primero denominado Ab-Beth-Din, es decir, padre del tribunal en hebreo.
Cuando el Sanedrín era convocado para juzgar a un delincuente el
quórum mínimo, para que una sentencia tuviera valor legal, era de 23 jueces,
siempre convocados por el Sumo Sacerdote. Si un reo era condenado a muerte
debía esperarse, para poder emitir una sentencia, un mínimo de 24 hs, a menos
que esta fuera absolutoria, en este caso sí se la podía emitir en el momento mismo
de terminar el juicio.
Incluso, en una ocasión, el Sumo Sacerdote Ananías, hijo aquel Anás, ex
Sumo Sacerdote en cuyo patio fue juzgado Jesús más de treinta años antes, en el
año 62 DC, convocó solamente a sus partidarios para juzgar a Santiago, el
hermano de Jesús, y lo condenó a muerte en un juicio sumario. Este hecho
provocó tal escándalo judicial que la protesta de los fariseos terminó provocando
la des-titución del Pontífice y proclamaron a Jesús, no el Mesías sino un judío hijo
de Damneo, como nuevo Sumo Sacerdote.
Noten aquí una cosa, este último Sumo Sacerdote, Ananías, era hijo del
otro Ananías o Anás, que fue también Sumo Sacerdote y era a su vez suegro de
José, Jesús en griego, apodado Cefas o, más conocido entre nosotros por la
deformación de su apodo, Caifás, que fue el Sumo Sacerdote que juzgó a Jesús.
Todos eran parientes, consanguíneos o políticos, pero familiares al fin.
Desde hacía mucho tiempo que, al elegir el nuevo Sumo Sacerdote, se
seleccionaba dentro de los descendientes de una misma familia, la de Boetos, pero
a partir de Anás el Sumo Sacerdocio se transformó en una especie de dinastía, que
heredaba padre a hijo. Veamos un poco la lista de Sumos Sacerdotes que
existieron en esta época. Simón Boetos ocupó el cargo desde el año 22 al 5 AC. A
este lo siguió Matías, que ocupó el pontificado solo durante un año. El siguiente
fue Yoazar, hijo de Simón Boetos y a este Yoshuah, hijo de See, hasta el año 6 DC.
A partir de este momento toma las riendas Anás, también perteneciente a la
familia de Boetos, aunque no era directamente su hijo. Permanece a cargo del
pontificado desde el año 6 al año 15 de nuestra era, momento en el cual, a pesar de
haber dejado su cargo, continuó dirigiendo el curso del país dado que conservaba
una notable influencia sobre el Sanedrín. ¿Quien pudo haberlo sucedido si no su
propio hijo? Simón Eleazar permaneció en el cargo hasta el año 18 DC donde fue
reemplazado por José, alias Caifás, yerno de Anás y nombrado por Valerio Grato.
Caifás fue el Sumo Pontífice que más tiempo permaneció en el cargo, fueron
alrededor de 18 los años de su mandato, un período bastante prolongado si
tenemos en cuenta la inestabilidad política que reinaba en esa época. Había per-
manecido 11 años como pontífice máximo cuando se desarrolló el juicio a Jesús.
185
César A. Carrión
346
Hechos 23:6-8
347
Eclesiastés 9:5
186
JESÚS
348
Mateo 22:25-32; Marcos 12:18-27; Lucas 20:27-39
187
César A. Carrión
349
Números 19:16
350
Lo que cita Jesús es la famosa Shema hebrea: ¡Shema, Yisra'el! יהוהEloheinu, יהוה
ejad (¡Escucha, Yisra'el! YAHWEH es nuestro Dios, YAHWEH es uno).
351
Marcos 12:28-33
188
JESÚS
minó de escucharlo le contestó «No inflijas a los demás lo que te resulta odioso.
Esta es toda la Torah y el resto sólo es comentario de éste principio.»”
Seguramente el escriba tenía en mente esta anécdota cuando le planteó a
Jesús dicho problema.
Dentro de nuestra cultura “occidental y cristiana”, la imagen de los
fariseos es terriblemente negativa, incluso, en algunas ocasiones, se lo utiliza
como sinónimo de mala persona. “¡Es un fariseo!”, dando a entender como que es
un mercenario, que hace las cosas para lograr un provecho personal, que es un
vividor o que sus intenciones son siempre perversas. Este pensamiento nos llega
estimulado por las palabras del nuevo testamento, pero principalmente por su
interpretación sesgada. Para poder probar lo que les digo les voy a mostrar dos
versiones del mismo versículo del evangelio según Mateo, el primero es la versión
Reina Valera, más antiguo, el segundo es la de la Biblia de Jerusalén, una versión
más moderna, con intención de reparar los errores de ediciones anteriores.
Léanlos con detenimiento y traten de ver la diferencia de intención, más allá de las
palabras que utilizan.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a
sepulcros blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera;
pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza.”
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a
sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro
están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!”
La sutil diferencia que le cambia la entonación y, por ende, el sentido, es la
coma entre fariseos e hipócritas. En la primera su intención es manifestar que
“todos los escribas y fariseos son hipócritas”, en la segunda habla acusando de ser
sepulcros blanqueados a aquellos escribas y fariseos que son hipócritas y no a
todos en general. La existencia o la ubicación de una coma es algo mínimo pero
que le cambia el sentido a toda la frase.
Hay una anécdota acerca de Domingo Faustino Sarmiento, que cuando
desarrollaba funciones de supervisor de escuelas llega a un aula en donde los
alumnos escribían cometiendo el error de no poner los signos de puntuación, pero
el maestro a cargo no los corregía. Cuando Sarmiento le pregunta al docente el
por qué de esta conducta, éste le contesta “porque es un error sin importancia”.
Sarmiento entonces se dirige al pizarrón y escribe:
“El maestro dice Sarmiento es un ignorante.”
A lo que el docente responde que jamás diría algo así de él. Entonces
Sarmiento vuelve a dirigirse hasta el pizarrón y corrige lo que había escrito:
“El maestro, dice Sarmiento, es un ignorante.”
Y, dándose vuelta, le responde: -En cambio yo, sí diría eso de usted.
189
César A. Carrión
352
Lucas 11:37
353
Lucas 13:31
354
Juan 3:1
355
Hechos 5:34-39
356
Hechos 15:5
190
JESÚS
191
César A. Carrión
CAPÍTULO II
Rumbo a Jerusalén
Una vez que sus propios hermanos lo desafiaron a que se revele ante el
pueblo judío como profeta, Mesías, rey o hijo de Dios, Jesús decide dirigirse hacia
Jerusalén con ese objetivo, el de hacerse conocer, mostrar al mundo sus ideas, el
pensamiento de que solamente cuando el pueblo de Israel se transformase en una
nación formada completamente de hombres santos estaría en posición de
conquistar el mundo, y no a través de una guerra fratricida, sino por medio de su
ejemplo de santidad que llevaría al resto de las naciones del mundo a imitarlos,
una revolución utópica pero que para él era posible.
Si bien no había tenido mucho éxito en su Galilea natal, esperaba que su
suerte cambiase en la capital del país. Como decía un proverbio, “Si buscas hacer
fortuna, ve al norte (a Galilea), si buscas sabiduría ve al sur (a Jerusalén).” En el
centro mismo del conocimiento de la Ley podrían llegar a comprender su
mensaje.
Claro que la decisión de dirigirse a la capital no fue tomada
aleatoriamente, no fue casual, previamente planeó cada uno de los pasos que
realizaría, como arribaría a la ciudad, que cosas haría, con quien debía hablar y
acerca de que temas. Todo fue planeado al detalle. Nada fue dejado al azar. Lo
que no esperaba Jesús era que sus seguidores intentarían rescatarlo. Pero no nos
adelantemos.
192
JESÚS
357
Gentiles
358
Zacarías 9:9
193
César A. Carrión
existían las fotos, diarios, ni ningún otro método como para que el pueblo lo
pudiera identi-ficar por el simple hecho de verlo.
¿Por que digo que estas dos personas se ocuparon de disponer una burra y
su cría para Jesús? Como dijera anteriormente Jesús viajaba a pié, al igual que sus
apóstoles, comprar ambos animales en las proximidades de la Ciudad Santa era
terriblemente oneroso, los precios en esta ciudad, y más en época de fiesta, podían
llegar a ser entre tres y seis veces más caros que en el resto del país. En el caso de
las palomas para sacrificio, su valor podía alcanzar un valor hasta cien veces
mayor en los puestos ubicados en el patio del templo que los encontrados en el
resto del país.
Para que puedan darse una idea de la diferencia de precios dentro y en las
proximidades de la ciudad, con respecto al resto del país veamos un ejemplo
puntual. Cuando Jesús le dice a los discípulos que deben alimentar a una multitud
de cinco mil seguidores ellos calcularon que necesitarían 200 denarios de pan, eso
significa que calcularon aproximadamente un costo de 1/25 de denario de pan
por persona, lo que correspondería a la mitad de la ración habitual que consumi-
ría diariamente una persona, dado que se considera que esta era de 1/12 de
denario. En la ciudad de Jerusalén, según Joachim Jeremías, un litro de trigo, es
decir la ración diaria, costaba 1,25 denarios, que es mucho mayor que el precio
que veíamos antes de 1/12. Entonces, el valor del trigo en la Ciudad Santa era 15
veces mayor que en el resto del país.
El costo del ganado era particularmente elevado debido a dos motivos,
primero las personas que peregrinaban para efectuar sacrificios no podían realizar
el viaje de peregrinación trasladando también las victimas para el holocausto, por
ello transportaban solamente el dinero necesario para adquirirlas en el destino
mismo, lo que aumentaba su demanda y por ende el precio. El segundo motivo
era lo que se conocía como segundo diezmo, la décima parte de lo ganado durante
el trascurso del año debía gastarse en la Ciudad Santa antes de retornar a su punto
de origen. Esta costumbre hacía que no tuviesen particular inconveniente en
pagar el precio que le demandasen por cualquiera de los productos adquiridos.
Seguramente Jesús no dispondría del dinero suficiente para comprar una
burra y a su cría, entonces, ¿como podría conseguirla? Es muy sencillo, le ordena a
sus discípulos que vayan a buscar los dos animales al pueblo más cercano y los
provee de algo con un valor mayor que el dinero mismo, y no es solo la fe en que
“Dios proveerá”, lo que Jesús les otorga es, simplemente, una contraseña.
“Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte llama-
do de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciendo: «Id al pueblo que está
enfrente y, entrando en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha
montado todavía ningún hombre; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta:
“¿Por qué lo desatáis?”, diréis esto: “Porque el Señor lo necesita.”» Fueron, pues,
los enviados y lo encontraron como les había dicho. Cuando desataban el pollino,
les dijeron los dueños: «¿Por qué desatáis el pollino?» Ellos les contestaron:
194
JESÚS
359
Lucas 19:29-35
360
Deuteronomio 16:16
195
César A. Carrión
361
Entrega de la Ley.
362
Levítico 23:41-43
196
JESÚS
197
César A. Carrión
bien los textos bíblicos aseguran reiteradamente que Jesús ordenó aprontar las
cosas para la celebración de la Pascua y que a él, efectivamente, lo crucificaron en
el día previo o posterior a esta fiesta. Cabe la posibilidad que cuando Jesús llegara
a Jerusalén no haya sido éste el festejo que se estaba llevando a cabo.
Aquí debemos hacer un pequeño paréntesis. Todo lo que se va a discutir
a partir de este momento está basado en una serie de presupuestos sobre los
cuales se construirá todo un castillo deductivo. Estos presupuestos son la base de
todo, si estos son falsos, necesariamente también lo serán las conclusiones. Pero
si se molestan en leerlos hasta el final podrán comprobar que todo lo que se diga
es completamente razonable.
La historia que conocemos todos se basa en que Jesús se dirigió a
Jerusalén, fue aclamado por todo el pueblo, dos días más tarde fue abucheado y se
clamaba por su crucifixión en una gala de ciclotimia popular que no halló
parangón en todo el resto de la historia de la humanidad. Se le realizó un juicio
sumarísimo en medio de la noche, con una premura tan injustificada que hasta
hoy cuesta explicar el por qué. En las pocas horas que van desde la media noche
hasta la mañana se le realizó un juicio ante el Sanedrín en donde se citaron
múltiples testigos que fueron interrogados sucesivamente, luego fue trasladado
hasta la Torre Antonia, donde es interrogado por Pilatos, lo conducen ante
Herodes Antipas para ser evaluado, se lo somete a un nuevo interrogatorio, se
burlan de él y deciden vestirlos con ropas “espléndidas” para enviarlo
nuevamente con Pilatos (que aparentemente no se queja por permanecer toda la
noche en vela) para que éste juzgue de urgencia a un reo común. Es interrogado
por segunda vez por Pilatos. Los judíos de Jerusalén, sin disponer de radio,
televisión, diarios, ni Internet, igualmente se enteran de lo que sucedía en la Torre
Antonia y deciden concurrir en masa a presenciar el juicio. En Jerusalén nadie
puede dormir y a ninguno le parece importar. Pilatos somete la decisión de
crucificarlo a una encuesta popular y, como el resultado le es adverso manda a
flagelar al acusado, se burlan nueva-mente de él y le colocan una corona de
espinas, lo somete a un segundo juicio, en donde el clamor popular hace liberar a
un preso que no tenía nada que ver con todo este lío y lo único que sabe es que lo
despertaron a la mitad de la noche, le perdonaron la pena de muerte y, además, lo
dejaron ir. ¡Y tenemos que creer que todo esto pasó antes de que dieran las siete
de la mañana! Tomando todo este relato como base, no importa lo que yo plantee,
seguramente va a ser mucho más razonable y creíble que esto.
Pensemos por un momento que toda la historia que acabo de resumir no
es verdadera, planteémonos la duda. ¿Cuál era la necesidad de cometer todos
estos actos tan apresuradamente y en el medio de la noche? Despertar al pro-
curador, al Sanedrín, al tetrarca de Galilea, Herodes Antipas, al Sumo Sacerdote
Caifás y a su suegro, Anás. ¿Por qué no esperar al menos hasta el día siguiente
para realizar juicios, identificaciones, azotamientos, liberación de prisioneros, etc.?
Lo que creo es que los textos evangélicos tratan de ocultar los verdaderos
hechos. Hacer que parezca que todo sucedió rápidamente, que lo enjuiciaron sin
motivo y a escondidas. Para ello recurren a la artimaña de amontonar, en una
198
JESÚS
365
Juan 12:12-13
199
César A. Carrión
200
JESÚS
201
César A. Carrión
CAPÍTULO III
En el Templo
Entrando a Jerusalén desde el este, al pié del monte de los Olivos, cruzan-
do el huerto de Getsemaní, Jesús tiene dos opciones, se dirige al norte, hacia la
Fortaleza Antonia o continuar de frente hasta alcanzar el templo. Seguido de una
multitud enardecida decide dirigirse a este último. Es aquí, en este punto en
donde los evangelios comienzan a disentir levemente, pero este pequeño detalle
marca una gran diferencia. Según Marcos, lo seguía una multitud festejando la
proximidad de la liberación, pero cuando llegaron al templo Jesús cambió de
opinión y, en forma sorprendente y completamente ilógica, decide volver sobre
sus pasos, sin efectuar ninguna acción ni emitir ningún tipo de declaración, para
retornar al día siguiente.
“Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre
David! ¡Hosanna en las alturas!» Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de
observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.”369
Es un relato completamente ilógico, ¿quién, seguido de una multitud,
decide cambiar de opinión a último momento y volverse por el lugar por el que
vino? ¿No es extraño? ¡Jesús entra a Jerusalén, lo aclama la multitud, cruza la
ciudad, entra al templo y después vuelve por el mismo camino sin hacer
absolutamente nada!
Un poco más creíble me resulta el relato que realizan Mateo y Lucas, en
donde se lo ve a Jesús encabezando un rebelión, tirando los puestos al suelo y
desparramando las monedas de los cambistas.
“Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?»
decían. Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.» Entró
369
Marcos 11:9-11
202
JESÚS
203
César A. Carrión
Si el relato que planteo es cierto pensemos una cosa, el templo poseían una
guardia especial bajo la supervisión del Sumo Sacerdote. Muchos de los puestos
que fueron destruidos por Jesús eran, de hecho, de Anás, el suegro de Caifás. Si
los policías del templo eran “empleados” del Sumo Sacerdote y los puestos que se
estaban destruyendo les pertenecían al suegro de su patrón. ¿No creen que,
mientras Jesús atacaba a los cambistas, la guardia debió haber tomado algún tipo
de conducta frente a la agresión que estaban presenciando? Si existió un enfrenta-
miento, ¿por que los textos evangélicos no nos lo refieren? Y si no existió, ¿por que
motivo los guardias se quedaron mirando pasivamente mientras su propio señor
era asaltado?
Imaginen la situación, Jesús rodeado de sus discípulos con el objetivo de
defenderlo, los comerciantes y cambistas gritando porque veían desparramados
todos sus bienes, la gente que se encontraba en el patio del templo abalanzándose
sobre las monedas de oro y plata desparramadas por el suelo, los policías lévitas
corriendo hacia el tumulto comenzando una gresca, desde la Torre Antonia el
vigía romano podía ver el patio del templo y seguramente dio aviso al
destacamento de soldados de su guarnición acerca del tumulto que se estaba
produciendo en el patio del edificio vecino. Estos corrieron hacia el templo y
cortaron toda vía posible de escape, al ubicarse bloqueando la puerta de salida.
Los discípulos in-tentaron escapar por la fuerza utilizando sus espadas y, aunque
la mayoría pudo huir, algunos deben de haber muerto y otros fueron capturados
como prisioneros.
Todos estos hechos pueden no estar relatados en los evangelios, pero, por
lejos, es mucho más probable que los sucesos se hayan producido de este modo, a
pensar que aquellas personas a las cuales Jesús les destruía sus puestos, no
hicieran absolutamente nada y que los guardias del templo se mantuvieran
mirando respetuosamente el atropello que ejercía el famoso profeta.
Dejemos de lado este suceso un momento y evaluemos a otro actor que,
aparentemente, no tuvo relación con estos hechos, y es Barrabás. Barrabas, cuyo
primer nombre, al menos según nos lo refiere el famoso escritor e historiador
cristiano Orígenes, era el de Jesús, al igual que el Mesías. Es decir que su nombre
completo era Jesús Barrabás. Si bien en las versiones actuales del nuevo testa-
mento no se nos refiere más que el modo por el cual era conocido, en algunas
versiones aún podemos leer el texto de Mateo de este modo.
“En aquella época había un notorio prisionero llamado Yeshúa Bar-
Abba.”374
Según lo que nos relatan los evangelios era un famoso delincuente, que
fue capturado por cometer el delito de homicidio.
374
Mateo 27:16 (traducción Kadosh Israelita Mesiánica de estudio, traducción Brit
Xadasha Judía Ortodoxa, en otras traducciones de este versículo solamente se lo llama
Barrabás)
204
JESÚS
375
Marcos 15:7
376
Mateo 27:16
377
Juan 18:40
378
Marcos 15:10
205
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379
Jesús el hijo de hombre, como se denominaba a sí mismo.
380
Lucas 23:32-33
381
Evangelio de Nicodemo IX:12
206
JESÚS
ser identificado por los tres poderes que regían en la región, el segundo es
liberado sin un motivo valedero que realmente lo justifique. Toda la trama es
bastante extraña como para ser simple casualidad.
Otro hecho llamativo que ayuda a confirmar la presunción que Jesús y
Barrabás hayan sido la misma persona, es la historia que nos relata acerca de
cómo el primero sustituyó a este último haciendo que un inocente fuera asesinado
y haber permitido que un homicida sea dejado libre impunemente.
“Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un
preso, el que quisieran.”382
Esta afirmación es algo llamativo, dado que no existe un relato que ates-
tigüe una costumbre de este tipo en ningún otro texto, ya sea anterior,
contemporá-neo o posterior.
Flavio Josefo, el mayor historiador de Israel, jamás citó dicho hábito en
ninguno de todos sus libros, ya sea en sus Antigüedades Judaicas, como en La
guerra de los judíos, Contra Apión o en su Biografía. Tampoco existe una afirma-
ción igual en el Talmud, en la Torah, ni en ningún otro texto hebreo. Muy por el
contrario, Isaías nos dice que no se debe perdonar al delincuente.
“Aunque se haga gracia al malvado, no aprende justicia; en tierra recta se
tuerce, y no teme la majestad de Yahvé.”383
Así, el perdonar a un delincuente sentenciado, y peor aún, a un homicida,
estaba completamente en contra de las costumbres hebreas. Por ello, por lo irre-
versible de una condena a muerte, es que se lo tomaban tan seriamente y solo en
muy pocas ocasiones se llegaba a ese grado de severidad en una sentencia.
Con respecto al mundo romano, en general, y al procurador, en particular,
es todavía menos probable que haya tenido una costumbre tal como la que se nos
relata en los evangelios, dado en que no existe tampoco ningún escrito que apoye
la existencia de este uso, no al menos entre los historiadores más famosos cuyos
textos se han conservado hasta nuestros días. Tácito, Polibio, Suetonio, Tito Livio,
ninguno de ellos nos narra que haya acontecido un caso como el que nos describe
Mateo. Muy por el contrario, Suetonio en su “Vida de los doce Césares” nos
cuenta como Nerón, al principio de su gobierno, detestaba tanto tener que firmar
una sentencia de muerte que llegó a exclamar: “¡Ay! ¿Por qué me enseñarían a
escribir?”. Él tenía la posibilidad de utilizar la “indulgentia imperial”, pero este
acto estaba tan mal visto, que prefería, en su lugar, al menos según lo que nos
refiere Tácito, aplazar tanto la sentencia que los acusados tenía más posibilidades
de morir de viejos que de hacerlo victima del ajusticiamiento.
Entonces, si el mismo emperador, no tenía por costumbre el andar liberan-
do condenados a muerte aunque este fuera su deseo, ¿como pensar que Pilatos se
tomara tal atribución en contra de todas las costumbres del imperio?
382
Mateo 27:15
383
Isaías 26:10
207
César A. Carrión
Todo el relato no puede ser más que apócrifo, el único texto que afirma la
existencia de esta costumbre forma parte de los evangelios, ningún autor inde-
pendiente nos refiere algo similar. Nadie. Ni uno solo. ¡Tantos y tan diversos
autores y ninguno es capaz de apoyar el relato evangélico!
Pero este no es el único hecho que ignoran los autores clásicos. El
“famoso” ladrón, llamado Barrabás, tampoco lo conoce nadie. Flavio Josefo, que
fue tan minucioso en todas sus obras, con relatos pletóricos de detalles,
nombrando y describiendo anécdotas y personajes de muy escasa relevancia, es
completamente ignorante de la existencia de este “famoso” ladrón.
También desconoce la existencia del renombrado y popular profeta Jesús
de Nazaret. Sí conoce la existencia de Juan el Bautista e incluso lo nombra en más
de una ocasión, nos describe por qué fue capturado, donde fue encerrado, en que
circunstancia murió, y múltiples detalles más, pero parece desconocer al que tuvo
una mayor relevancia, que es el propio Jesucristo.
La falta de autores contemporáneos que hicieran referencia al nazareno
hizo que más de un investigador, en cierto momento, llegara a dudar acerca de su
veracidad histórica, y que se trataba tan solo de un personaje simbólico, legenda-
rio, pero carente de realidad.
La hipótesis más sencilla para explicar la ignorancia de todos los historia-
dores contemporáneos a Jesús, ya sea laicos como religiosos, es que, en los pri-
meros textos, efectivamente existían referencias hacia él, pero éstos relatos eran
opuestos a lo que nos enseña el dogma que la iglesia primitiva nos quería
imponer y es por ello que los monjes copistas medievales se dedicaron a
reelaborar los distintos textos, con el fin de que estos se adaptasen lo más posible
al dogma oficial, y los textos originales fueron destruidos con el objetivo de que
jamás se pudiera saber la verdad más que a través de los evangelios.
Esta táctica, la de corregir la historia verídica y reemplazarla por la que
debería haber sucedido, no la crearon los monjes, ellos no fueron los primeros en
utilizarla. La misma técnica se ha utilizado a lo largo de toda la historia de la
humanidad. Entre los egipcios, por ejemplo para eliminar de la historia la existen-
cia misma de la reina Hatshepsut, no solo borraron su nombre de todos los bajo-
rrelieves de los templos que había construido, sino que llegaron a destruir su
rostro en todas las ilustraciones en las cuales era representada. Entre los chinos se
creía que el emperador Qin Shi Huangdi era solo una leyenda, hasta que fue
encontrada su tumba junto con el famoso ejército de terracota. De este modo
podríamos nombrar infinidad de casos en los cuales un grupo de personas se ha
dedicado a borrar los rastros de todo aquello que consideraban que no era
adecuado que fuese conocido por las generaciones futuras. Pero, tal como ha
sucedido en los dos ejemplos que cité anteriormente, la verdad, a la larga,
prevalece. El objetivo de este libro es sencillamente plantear la duda acerca de lo
que sucedió en esos días y no limitarnos a tan solo aceptar, en forma sumisa, unos
relatos que no pueden resistir el más mínimo análisis y que juntos tratemos de
encontrar una respuesta alternativa que nos ayude a acercarnos un poco más a la
208
JESÚS
209
César A. Carrión
Y no solo eso, las monedas para pagar el diezmo no podían ser otras que
las israelitas, dado que estas tan solo poseían la imagen de la Menorah o
candelabro de siete brazos, por el contrario las monedas romanas, así como la de
los otros países, acostumbraban a portar el rostro del emperador, en el caso de las
primeras, o de algún dios, en el de la otras. Dado que entre los judíos estaba
terminantemente prohibida la representación de imágenes, una moneda con el
rostro del César no podía ingresar al tesoro del Templo. Los cambistas eran
absolutamente necesarios. No había forma que se pudieran cumplir con todas las
prescripciones que demandaban los ritos sagrados sin la ayuda de estos comer-
ciantes.
Tampoco los puestos podían estar distribuidos por toda la capital sin
ningún concierto, dado que estamos hablando de extranjeros que no conocían la
ciudad, e incluso algunos de los judíos de la diáspora ni siquiera conocían el
idioma hebreo o el dialecto arameo y tan solo hablaban el griego. No era tan
sencillo llegar a la ciudad y comenzar a buscar un lugar en donde adquirir el
animal para el sacrificio, ni un puesto en donde realizar el cambio de moneda
para poder efectuar el diezmo sin arriesgarse a ser estafados tanto sea con
monedas falsas como con la paridad cambiaria.
Tampoco era obligación cambiar las monedas en el patio del templo o
adquirir los animales allí, lo que sucedía era que las operaciones realizadas en
estos puestos poseían la seguridad de que el producto contaba con la garantía de
que los animales no poseían mancha y las monedas cambiadas allí no eran falsas.
Desde el punto de vista actual, no es lo mismo adquirir dólares en una “Casa de
Cambio” a realizar la operación comprándoles los billetes a un “arbolito” en la
puerta de esa misma agencia. En la segunda opción se corren más riesgos aunque,
en ocasiones, sea más conveniente dada la diferencia entre ambas cotizaciones.
Ahora bien, imaginen la reacción de aquellas personas que seguían a Jesús
desde el momento en que entraba a la ciudad y que creían firmemente que su
intención era la de dirigirse hasta la Torre Antonia con el objetivo de expulsar a
los romanos y, en vez de eso, se dirige al templo y comienza a castigar a un grupo
de comerciantes completamente indefensos, para luego saquearlos
descaradamente. En vez de buscar las armas guardadas en la fortaleza Antonia o
las que se encon-traban en el templo para el uso de la guardia de lévitas, se dedica
a rapiñar los bienes de los cambistas. Si su opinión era que los mercaderes no
debían realizar sus actividades en el patio del templo, ¿era lícito que agrediera
físicamente a sus propios correligionarios? ¿O el objetivo verdadero de Jesús era
provocar un escándalo de tal jerarquía que terminase conduciéndolo a su arresto y
su posterior crucifixión?
Creo que éstos fueron los motivos que llevaron al pueblo de la aclamación
al repudio, del grito de “hosanna” al de “crucificadle”. El hecho de realizar actos
violentos en el patio del templo era, verdaderamente, un sacrilegio y más aún si el
producto de estos actos fue la muerte de alguno de los peregrinos o de cualquiera
de los asistentes a la festividad.
210
JESÚS
211
César A. Carrión
CAPÍTULO IV
Ante el Sanedrín
Una vez que Jesús fue capturado por la policía del templo, su obligación
era encerrarlo en una celda para luego conducirlo, según correspondiese, ante el
Sanedrín, como tribunal encargado de juzgar los delitos religiosos cometidos
contra el templo, o entregarlo a Pilatos para ser enjuiciado por los delitos políticos
cometidos contra la república. Es decir que, si Jesús fue capturado en el patio del
templo durante el transcurso de una revuelta, el Sumo Sacerdote tenía la posibili-
dad de elegir ante que tribunal debía presentarlo. Primero debía asegurarse ante
que tipo de delincuente se encontraba. Si se trataba de un sedicioso
revolucionario, de un profeta iluminado, de un fanático religioso sin ningún tipo
de poder efec-tivo o simplemente de un loco. En el primer caso, antes de tomar
una decisión, debía informarse detalladamente acerca de cuales eran las fuerzas
con las que contaba y cuales eran sus posibilidades de triunfo. Caifás no podía
darse el lujo de tomar una determinación apresurada ya que esto podía hacer que
Israel perdiera una posibilidad concreta de liberarse del poder romano o que, por
el contrario, se embarcaran en una empresa utópica que llevara a la catástrofe a
todo el pueblo. Si decidía procesarlo de la forma acostumbrada, para luego
castigarlo y, según correspondiese, ser azotado, lapidado, ahorcado o,
simplemente, vendido como esclavo para poder así indemnizar a los
damnificados por los daños que ocasionó, entonces se encontraba ante un
problema que no era menor. Jesús era conocido por ser profeta y sanador, el
pueblo creía que sus poderes provenían del hecho de ser un nazareno de Dios,
¿como iban a ser capaces de atreverse a azotarlo o siquiera a transformarlo en
esclavo? Para colmo de males, era un descendiente de David, azotar a una
persona que pertenecía a esta antigua familia real y que, quizás, pudiera tratarse
del Mesías esperado, era un crimen que no era sencillo que pudieran cometer sin
ocasionar, a mismo tiempo, el desagrado del pueblo. Antes de proceder a su
enjuiciamiento debía asegurarse que se encontraban ante un delincuente, un
ladrón o incluso de un simple zelota, pero no ante el Mesías. Jesús debía ser
indagado en forma discreta, sin que nadie se enterase y la mejor opción era
realizar este interrogatorio en un lugar neutral, discreto, no demasiado llamativo,
tal como lo era la casa del ex-sumo sacerdote y, al mismo tiempo, su suegro, Anás.
Algo que siempre puso en duda la veracidad del relato evangélico es el
hecho que todo el proceso se realizase durante la noche, casi como a escondidas y
212
JESÚS
384
Sanh. IV, lª
385
Números 19:20
213
César A. Carrión
ción en donde dormía hasta el cuarto adjunto para presidir el juicio sin correr
riesgo alguno de contaminarse ritualmente.
También hay dos cosas equivocadas o irregulares con respecto al
momento en que se realizara el proceso. No se podía utilizar ningún tipo excusa
que jus-tificase celebrar un juicio durante el trascurso del Sabat, de un día festivo
o en el día de la Preparación. 386 Jesús, según los textos evangélicos, se encontraba
fes-tejando la Pascua, es decir que cuando lo capturaron era la noche del Seder,
esto hace que fuera imposible que se celebrase juicio alguno. En segundo lugar,
los juicios no pueden efectuarse durante la noche, siempre son de día y en
audiencia pública. La indicación de no realizar procesos judiciales durante la
noche o en días festivo es para asegurar que los jueces estuviesen bien despiertos
y en claro uso de la razón, ya que la vida de una persona dependía de sus
decisiones. Si los sanedritas habían festejado el Seder, tal como también lo había
hecho Jesús, entonces habían bebido las cuatro copas de vino que indica el ritual,
es decir un poco más de un litro de vino puro. 387 Tenemos que considerar que los
jueces no solo estaban medio dormidos por haberlos despertado en la mitad de la
noche, sino que también, posiblemente, estuviesen bajo el influjo del alcohol. Por
irre-gularidades mucho menores que ésta Ananías perdió el sumo sacerdocio en el
año 62 dc, pero Caifás permaneció en el cargo uno o dos años más.
Esta marcada irregularidad procesal puede explicarse si la reunión en la
casa de Anás no fuera un juicio sino tan solo un interrogatorio con la finalidad de
decidir la conducta a tomar. ¿Se lo entregaría o no al poder romano por el delito
de sedición? ¿La fuerza militar con la que contaba Jesús era tan importante como
para enfrentar el poder de ocupación? ¿El acto que cometió lo efectuó por sentirse
seguro acerca de su triunfo o tan solo fue un profeta más que cometió una acción
imprudente en el transcurso de un “arrebato místico”?
A pesar de las creencias actuales, los tribunales judíos eran muy cautos y
compasivos a la hora de juzgar, más aún si lo comparamos con los tribunales del
resto de los países de esa época. Tan piadosos y meticulosos eran que, como no
podían azotar a un condenado más de cuarenta veces dado que este era el límite
permitido por la Torah, entonces se acostumbraba a condenarlo a treinta y nueve
latigazos, como precaución por si se incurriese en algún error durante la cuenta.
De hecho, el Talmud nos dice que un Sanedrín que pronunciara once condenas de
muerte en siete años era una asamblea de asesinos. 388 Pero existían rabinos que
eran aún más radicales en su pensamiento. El Rabbi Eleazar ben Azaria pensaba
que a un Sanedrín con once condenas de muerte en setenta años se lo podía
llamar de ese modo. Incluso el Rabbi Tarphon y el Rabbi Akiba estaban completa-
mente en contra de la pena capital.
Para los judíos era tan valiosa la vida humana que previo a tomar
declaración a un testigo se les leía este texto: “Quizás ignores que tu declaración
386
Sanh. IV, lª
387
Entre los griegos acostumbraban a rebajar el vino agregándole agua, pero los judíos
seguían la costumbre oriental, que era la de beberlo puro, sin rebajar.
388
Talmud, IV, Nezikim, 5 Makkoth
214
JESÚS
215
César A. Carrión
templo? ¿Este último delito, de por sí, no era suficiente como para poder
condenarlo a muerte?
Con respecto a las falsas acusaciones, ¿sabían los testigos a lo que se
arries-gaban? La Torah prescribe claramente que es lo que debe hacerse a un falso
testigo.
“Los jueces indagarán minuciosamente, y si resulta que el testigo es un
testigo falso, que ha acusado falsamente a su hermano, haréis con él lo que él
pretendía hacer con su hermano. Así harás desaparecer el mal de en medio de
ti.”389
Dentro de los presentes en el juicio se encontraban alguno que eran
favorables a Jesús, el más famoso era Nicodemo. La obligación de este fariseo era
la de interrogar a los testigos minuciosamente y si alguno se llegaba a contradecir
o se descubriese que estuviera mintiendo, la pena para ese testigo hubiese sido la
muerte, tal cual como querían hacerle a Jesucristo.
Pero como los falsos testigos no alcanzaban, o estos no se animaban a
mentir tan descaradamente como para ser descubiertos y arriesgar su vida, el
Sumo Sacerdote se ve obligado a interrogar al propio Jesús acerca de las acusa-
ciones.
“Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por
Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.» Dícele Jesús: «Sí, tú lo
has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado
a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.» Entonces el Sumo
Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya
de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Respondieron ellos
diciendo: «Es reo de muerte.»”390
Aquí hay dos cosas, primero, el confesarse o reconocerse como Mesías no
era un delito, de hecho han existido varios “Mesías” durante este período, Judas
Gamala, Eleazar ben Jair, Menahem, Simón Bar Cokeba, algunos con mejores y
otros con peores resultados, pero todos ellos reclamaron para sí el derecho de ser
llamados “Mesías de Dios” y a ninguno de ellos se lo juzgó por el solo hecho de
pretender el trono de David.
El segundo hecho llamativo es que el Sumo Sacerdote haya exclamado
“¡Ha blasfemado!”. ¿Cual es la blasfemia? ¿A que hace referencia Caifás para sos-
tener una acusación de blasfemia?
La definición, al menos la actual, de blasfemia es la de hablar des-
preciativamente o emitir una injuria grave contra Dios, la Virgen o los Santos.
Aún bajo esta definición de blasfemia, ¿en que sentido se lo estaba injuriando a
Dios al llamarse a sí mismo Mesías? Y si, en lugar de esta, tomamos la definición
de la época para juzgar si se cometió o no una blasfemia, se nos torna aún más
389
Deuteronomio 19:18-19
390
Mateo 26:63-66
216
JESÚS
difícil poder mantener esta acusación, debido a que solo se consideraba de este
modo cuando uno unía un insulto en la misma frase en la que se nombraba el
Santo nombre de Dios, hiciese referencia a él o no con el mismo. Pero Jesús no
emitió ningún insulto, ni contra Dios, ni contra nadie. Si se lo pretendía juzgar tan
solo por autoproclamarse Mesías, entonces estaban como al principio, sin un
delito por el cual acusarlo. Pero si tan solo se trataba de un interrogatorio acerca
de cuales eran sus planes, estas simples palabras efectivamente hubiesen bastado
como para entregarlo a manos de Pilatos para, esta vez sí, ser adecuadamente
juzgado.
Sigamos adelante con el relato evangélico y continuemos pensando que
nos encontramos realmente ante un juicio. El hecho de que Jesús “confesase” su
delito no era suficiente por sí mismo para poder condenarlo a muerte, a diferencia
del derecho romano o de nuestro propio sistema legal en el cual existe un
aforismo que se utiliza frecuentemente y es que “A confesión de partes, relevo de
pruebas”, dando a entender que si un acusado confiesa no es necesario continuar
con el juicio y se puede proceder directamente a la sentencia. Entre los judíos eso
no bastaba, sabían que a una persona se le podía hacer confesar un delito por
tortura o amenazas, para que esto no sucediese no bastaba con la simple confesión
sino que se debían encontrar dos o tres testigos, al menos para poder justificar que
se efectuara una pena de muerte.
“No se podrá ejecutar al reo de muerte más que por declaración de dos o
tres testigos; no se le hará morir por declaración de un solo testigo. La primera
mano que se pondrá sobre él para darle muerte será la de los testigos, y luego la
mano de todo el pueblo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.”391
Tampoco los jueces podían transformarse en testigos, no al menos durante
el transcurso del mismo juicio, según lo que nos dicta el régimen procesal Sanh. V.
4b. Incluso en la actualidad tampoco se puede ser “juez y parte”, es decir no se
puede actuar ecuánimemente como juez si, al mismo tiempo, se es parte de la
acusación. En el momento mismo en el que Jesús confiesa, no habiendo otros
testigo, ese juicio debe suspenderse y reiniciarse con otros jueces y los primeros
pasarán a transformarse en testigos de este segundo juicio.
Los textos evangélicos, no fueron escritos por judíos, ni siquiera lo fueron
para ser leídos por judíos, es por ello que el relato es tan inconsistente. Los di-
versos autores no poseía más que exiguos conocimientos acerca de como
pudieron haber transcurrido los acontecimientos del juicio, por ello es que
adaptaron el relato a lo que pudo haber sucedido según las normas que establece
el derecho romano dado que ignoraban por completo la Torah, esto hizo que se
cayese en incongruencias graves.
Por último tenemos que, entre los judíos, no se acostumbraba a proclamar
una condena de muerte en el mismo día en que se declaraba la culpabilidad del
acusado, la sentencia debía esperar, por lo menos, hasta el día siguiente. El único
caso en el cual se podía emitir una sentencia inmediatamente después de haber
391
Deuteronomio 17:6-7
217
César A. Carrión
finalizado el juicio era solamente cuando ésta fuera absolutoria, en todos los
demás casos se debía esperar.
Todos los puntos que hemos analizado hasta este momento nos conducen
a pensar que no se trató de un verdadero proceso, no al menos en el sentido
estricto del término, sino simplemente un interrogatorio con el fin de decidir si
debían entregarlo o no al procurador. Un juicio verdadero, con tantas irregula-
ridades, hubiese provocado un escándalo tal que habría terminado con la carrera
de Caifás y seguramente con la del resto de los sanedritas. Si realmente siempre
tuvieron miedo de actuar en contra de Jesús dado la gran estima que le tenía el
pueblo, ¿como pudieron hacer las cosas tan mal como para correr el riesgo que el
pueblo se sublevase e hiciese justicia por mano propia en los jueces del Sanedrín?
Recordemos que en esta época los linchamientos estaban a la orden del día, a
pesar que en el año 6 de nuestra era se les privó a los judíos del Jus Gladii, es
decir, de su derecho a condenar a muerte a un acusado. Así es que, por más que
estuviera prohibido que un tribunal sentenciase a muerte a un acusado, nadie
consiguió evitar que la turba enardecida lapidase a aquellos que hubieran sido
hallados cometiendo adulterio u otras ofensas a las leyes de Dios. Si el delito que
tanto había escandalizado al Sumo Sacerdote era el de blasfemia, el castigo corres-
pondiente debería haber sido la lapidación y no la crucifixión. Al menos eso es lo
que ordena el libro Levítico: “Quien blasfeme el Nombre de Yahvé, será muerto;
toda la comunidad lo lapidará. Sea forastero o nativo, si blasfema el Nombre,
morirá.”392 Tal como sucedió en el caso de San Esteban, que fue lapidado por los
sacerdotes por haber, presuntamente, blasfemado contra Dios, a nadie le importó
que las sentencias de muerte estuvieran prohibidas. Igual es el caso del apóstol
Santiago que, en el año 63 dc, fue lapidado, cuando era Sumo Sacerdote Ananías y
Albino el procurador romano. Según nos relata Eusebio de Cesarea en su historia
eclesiástica, Santiago se arrodilló y gritó “«Te lo suplico Dios y padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen» (palabras atribuidas a Jesús por Lucas). Uno de los
presentes, un sacerdote recabita gritó a quienes le estaban ejecutando: «Deteneos,
¿qué estáis haciendo? El justo reza por vosotros.»”393 Es extraño que siendo Jesu-
cristo tan popular, al menos según lo que nos relatan los evangelios, y que, por
este motivo, nunca se habían atrevido capturarlo dado que temían a la reacción
popular, una vez capturado se olvidasen que el pueblo existía y cometieran un sin
número de irregularidades en el juicio que desarrollaron en su contra. Si todas
estas infracciones al proceso penal no produjeron ninguna reacción en el pueblo,
exactamente lo opuesto a lo ocurrido en el caso de Santiago que, a causa de las
irregularidades del juicio que se le realizó, terminó con la destitución del Sumo
Sacerdote. Si, en el caso de Jesús, el pueblo no se movilizó, se puede interpretar
que esta conducta pudo estar originada solamente por dos circunstancias, la
primera puede ser porque jamás existieron estos acontecimientos en realidad y la
segunda es que Jesús no era un personaje tan importante después de todo.
392
Levítico 24:16
393
Historia eclesiástica, Libro II,23 - Eusebio de Cesarea
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JESÚS
Si reconocemos que Jesús había sido una persona de una cierta relevancia,
entonces podemos aceptar la hipótesis de que él hubiera sido trasladado en
secreto hasta la casa de Anás, para ser interrogado y, posteriormente, devolverlo a
su celda con el objetivo de presentarlo al día siguiente ante Pilatos para efectuar,
ahora sí, el verdadero juicio.
Tengamos siempre presente que los evangelios fueron escritos durante
una época difícil, en la cual los cristianos de origen gentil buscaban diferenciarse
de los cristianos judíos, dado que este segundo grupo estaba copado por zelotas,
sicarios y otros revolucionarios, y por este motivo es que se los perseguía. La
intención de estos textos era presentar a los judíos como deicidas y a los romanos,
a través de Pilatos, como unas pobres personas inocentes que se vieron obligados
a matar a Jesús debido a la presión que realizaran los pérfidos judíos.
Una vez que el Sanedrín concluyó cual debía ser la conducta más con-
veniente a seguir, decidieron enviarlo ante Pilatos, porque siempre “convenía que
muriera un solo hombre por el pueblo”.394 Debemos tratar de no juzgar esta
conducta muy negativamente, pensemos que siempre los encargados de dirigir un
país están obligados a evaluar cual es el mal menor, de haber secundado un
levantamiento en contra del poder romano, Israel no habría caído en el año 66 dc
sino que lo hubiera hecho treinta años antes.
CAPÍTULO V
394
Juan 18:14
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César A. Carrión
Ante Pilatos
Algo que siempre me llamó la atención, desde que era chico, es ¿como
supieron los evangelistas acerca de lo que hablaron Jesús y Pilatos? Siendo que no
existieron testigos y se trató, tan solo, de una conversación privada entre ambos, a
la cual no pudieron asistir ni siquiera los miembros del Sanedrín, ¿como es que los
evangelistas consiguieron registrar sus palabras? En parte, la respuesta me llegó
en una ocasión cuando lo plantee durante el trascurso de una charla. Ante esta
pregunta, mi interlocutor, respondió que seguramente se los había relatado el
mismo Jesús una vez resucitado. En un principio la respuesta me pareció casi
cómica, pero, luego de analizarla por un tiempo, creo que, en cierto modo, ésta
debe ser la que más se aproxima a lo que sucedió en realidad.
El razonamiento es sencillo, hay un diálogo entre dos personas, una de
ellas jamás se pondría en contacto con unos rebeldes judíos galileos que se
negaban a reconocer la autoridad del poder romano, el segundo había “muerto”,
entonces, no resta absolutamente nadie más en condiciones de poder trasmitir lo
sucedido esa noche. Ahora bien, ¿que tal si Jesús se hubiera fugado luego de
haber mantenido esta charla para, a continuación, reencontrase con sus discípulos
y referirles todo lo acontecido? ¿El conocimiento de todo lo dialogado entre
ambos, no es una prueba más que Jesús pudo haberse fugado después de emitirse
la sentencia y antes de ser crucificado?
Los textos evangélicos narran dos encuentros entre Pilatos y Jesús. El
primero, en el cual Jesús es presentado al procurador y este lo interroga, y el
segundo, cuando le es devuelto por Herodes. Es en esta segunda oportunidad en
la cual se lo flagela y se lo presenta al pueblo para que este eligiese entre él y
Barrabás.
Todos conocen los sucesos que acontecen en el transcurso de este relato, es
por este motivo que, en esta oportunidad, no efectúo ninguna cita textual, pero si
reconociésemos que la hipótesis que guía esta segunda parte fuera cierta,
debemos terminar concluyendo que casi todos los hechos que figuran en esta
parte de los evangelios son básicamente falsos.
Ya hemos hablado extensamente, cuando hicimos referencia a acerca de
quien era Poncio Pilatos, de la situación en la que se encontraba, sus dudas entre
liberar al que Tiberio había elegido, ya sea como futuro rey de Israel o como
tetrarca de alguno de los sectores en el que estaba dividido el país, si debía dejarlo
marchar o ajusticiarlo.
Plantéense cada uno de ustedes, ¿que hubieran hecho? No pueden dejarlo
en libertad y no se atreven a matarlo dado que no saben como podría llegar a
tomarlo el emperador. La única opción es la de permitir que se fugase. Disponer
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JESÚS
las cosas de modo tal que fueran sus propios seguidores los que intentaran
rescatarlo y lo ayudaran a fugarse. Esto no podía hacerlo de una manera os-
tensible, dado que también podría correr el riesgo de ser acusado de desidia al
permitir una huída alcanzada fácilmente. Debía proceder con mucha cautela. De
este modo, luego de la fuga, podía adoptar, según como se dieran las circunstan-
cias, la posición que más le conviniese. Si Tiberio le reclamara el haber sentencia-
do a su elegido, él podría aducir que se vio obligado a hacerlo para asegurar la
paz social pero que había tomado todos los recaudos como para asegurarse que
no se cumpliera la condena. Si, por el contrario, lo que le reclamase Tiberio fuera
el hecho que se hubiese fugado, él se sentiría libre de buscarlo, atraparlo y, por fin,
ejecutarlo. Mientras tanto, debía asegurarse que Jesús, mientras él aguardaba la
reacción del emperador, no provocase nuevos problemas y permaneciera oculto.
Es por ello que dialogó con Jesús a solas, sino no se puede entender que se
efectuara una entrevista en secreto con un acusado de sedición, tanto sea por el
riesgo implícito que el acusado lo atacase como por el hecho que diera a pensar
que él mismo formaba parte de la conjura.
No creo que los hechos que nos describen los evangelios acerca de como se
efectuó la primera entrevista con Pilatos fuera verdaderamente un juicio, dado
que ni siquiera se aproxima al modo en como se desarrollaban éstos entre los
romanos.
En primer lugar estaba la cuestión de quienes debían estar presentes
durante el trascurso del juicio, en la sala de audiencia debía ubicarse primero el
magistrado, en este caso el procurador romano Poncio Pilatos, por delante suyo se
situaban sus consejeros, los assesores y los scribae, próximos a estos se encontra-
ban los esclavos que asistían a los funcionarios en lo que necesitasen durante el
juicio y, por último, en unos bancos frente al grupo de funcionarios, debían
sentarse los litigantes, es decir, el acusado y los denunciantes, también los testigos
y el público que desease asistir.
Que no hubiese público es comprensible dado que, según los evangelios
canónicos, el juicio se estaba desarrollando de madrugada. Recordemos que si
Jesús fue apresado pasada la medianoche, luego de haber finalizado la cena,
salido a pasear, de hablado con Dios, al menos, en tres oportunidades y encon-
trado dormidos a los apóstoles en otras tantas ocasiones. El arresto se produjo,
según la tradición, en el monte de los Olivos, fuera de la ciudad, y luego fue
conducido a la casa de Anás, juzgado por una parte del Sanedrín y trasladado
hasta la Torre Antonia, al lado del Templo, todo esto no pudo desarrollarse en
menos de cinco horas. Si además pensamos que lo crucificaron aproximadamente
a las nueve de la mañana y tenemos en cuenta que aún faltaba la entrevista con
Herodes Antipas, la segunda entrevista con Pilatos, su primer exposición al juicio
de la multitud, la flagelación, la burla de los soldados, la segunda presentación
ante la multitud y la preparación para la crucifixión, entonces este juicio no pudo
realizarse antes de las cinco de la madrugada ni con posterioridad a las seis.
Lo que es absolutamente incomprensible es que la parte acusadora, como
no podía ingresar a la casa del procurador dado que deseaban poder preservarse
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César A. Carrión
de la impureza que esta le provocaría, algo que les impediría completamente que
pudieran celebrar las Pascuas, decidieran no presentarse al juicio, y, entonces, el
procurador resolviera rebajarse y hacerse presente él personalmente a tomar
declaración al Sumo Sacerdote y al resto de los sanedritas. También es inexpli-
cable que, a pesar de todo esto, el juicio continuara desarrollándose normalmente.
Dado el horario y los impedimentos de la parte acusadora, ¿por que
Pilatos no aplazó el juicio para uno o dos días más tarde? ¿Cuál era el apuro?
Y no nos olvidemos de una cosa, existía algo en el derecho criminal
romano que se llamaba Divinatio, que era el procedimiento previo, por el cual, en
un proceso, se constituía el acusador. Lo que se acostumbraba era reunir a todos
los acusadores para determinar cual de estos se haría cargo formalmente de la
acusación. Si previamente no se procedía a la divinatio, no se podía iniciar el juicio
al no haber nadie que inculpe al reo. Sin comisión de delito no hay juicio posible.
Si la intención de Pilatos era realizar un juicio con todas las reglas, lo
esperable es que hubiera cumplido con la divinatio, pero si su intención era poder
dialogar a solas, sin la presencia de oídos indiscretos, entonces esta era la mejor
oportunidad de la cual podía llegar a disponer. De haber estado presentes Caifás
y el resto de los sanedritas, entonces, Pilatos, se hubiera visto obligado a ordenar
que los escribas tomasen nota de lo acontecido en el juicio, en consecuencia,
actualmente podríamos disponer de las actas del proceso y no estaríamos dis-
cutiendo que fue lo que pasó realmente.
Por otra parte, no creo que se haya desarrollado ningún juicio, sino que
luego que los sacerdotes lo entregaron al procurador, este lo retuvo un tiempo
prudencial mientras analizaba cual era la mejor conducta a seguir y también para
disponer las cosas de modo que se desarrollasen según lo planeado.
En caso de que efectivamente se haya desarrollado el pretendido juicio,
existía otra costumbre entre los romanos acerca de como este debía desarrollarse.
Dado que habitualmente los ciudadanos romanos eran de clase económica alta,
recordemos que el “populus” o pueblo eran los patricios y a los pobres se los
llamaba “plebis” o plebe, para evitar que, por su postura y arrogancia, el tribunal
de justicia estuviese predispuesto negativamente en contra del acusado, este debía
portar la “toga pulla o sordidata”. Partían de la base que el reo, al ir mal vestido y
andrajoso, excitaba a la compasión de los jueces y también era útil para frenar la
altivez que pudieran poseer algunos detenidos dado su origen familiar o su
riqueza, y para que estos no fueran insolentes con los jueces. 395
Cuando los texto sagrados nos refieren que a Jesús se le colocó un manto
de legionario, una corona de espinas y una caña a modo de cetro, básicamente lo
que se estaba describiendo era justamente esta costumbre, la de vestir al acusado
de forma infamante con el fin de provocar la piedad ante los jueces y los asisten-
tes. No creo que haya sido por el simple placer de hacer escarnio de una persona
395
Se pueden encontrar ejemplos de esta costumbre en La vida de los doce Césares de
Suetonio, Augusto 32,2 Tiberio 2,4 Vitelio 8,1.
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JESÚS
indefensa (aunque si este hubiera sido el motivo habría sido algo por demás
normal) sino que por el contrario los que cometieron estos actos posiblemente lo
hacían en su favor. Piensen como hubiesen reaccionado los asistentes si Jesús se
hubiera presentado con su túnica blanca y sin costura, una prenda carísima en esa
época, con la actitud altiva de alguien que cree ser el verdadero rey de Israel, el
ungido de Dios.
Una prueba indirecta de que le quitaron su costosa túnica para re-
emplazarla por la toga pulla, es el hecho que, luego de haber sido flagelado, con
toda su espalda cruzada por heridas sangrantes, la túnica no hubiera perdido su
valor al encontrarse toda cubierta de sangre y que los soldados hubieran
mantenido su decisión de sortearla. La sangre siempre fue difícil de sacar de una
prenda y, más aún, en la antigüedad, en donde no existían los poderosos
detergentes que podemos encontrar en la actualidad. Si Jesús hubiera sido
flagelado y luego vestido con su misma túnica, ésta habría estado arruinada para
siempre y, por lo tanto, habría perdido todo su valor.
Antes de terminar este capítulo debemos analizar un poco más acerca de
la creencia popular que a Jesús se lo crucificó sin un motivo justificado, sin que él
hubiese cometido ningún tipo de delito o que lo hayan hecho tan solo por
deporte.
Desde el momento mismo en el que Jesús “confiesa” ante el Sanedrín que
él es el Mesías esperado, el rey de Israel, es que se decide entregarlo a Pilatos para
ser juzgado. En ningún momento comete el crimen de blasfemia, como ya dijera
anteriormente, afirmar ser el Mesías no era, por si mismo, un delito, no al menos
desde el punto de vista de los judíos. Si hubiera sido de este modo, se habría
incurrido en una paradoja, dado que esperaban la llegada del Mesías y al primero
que afirmase serlo se lo sentencia a muerte por el solo hecho de afirmarlo. ¡Es una
locura! Planteándolo de esta manera, o nunca aparecería el Mesías prometido por
Dios, o nunca se lo reconocería como tal. Aunque reconociéramos que el motivo
de la crucifixión fue el simple hecho de autoproclamarse Mesías, el planteo podría
ser creíble si a todos aquellos que se proclamaron Mesías, los mismos judíos los
hubiesen ajusticiado por cometer la misma “blasfemia”, pero esto no es así. Todos
los caudillos que reclamaron para sí este honor fueron asesinados por los
romanos, los judíos, muy por el contrario, siempre actuaron como sus seguidores.
El delito por el cual se lo acusó a Jesús no fue el de blasfemia, sino el de
laesa maiestas, es decir, por el crimen de Lesa Majestad, por violar la soberanía
del emperador Tiberio. El procurador romano ordena su muerte por infringir la
lex Iulia Maiestatis, que define como: “Maiestatis autem crimen illud est, quod
adversus populum Romanun, vel adversus securitatem eius commituit.” (Es un
crimen de lesa majestad aquel cometido contra el pueblo romano o contra su
seguridad).
La pena prevista para este delito dependía del rango del delincuente,
podía ser la crucifixión, tanto como la entrega a las fieras del circo o la de-
portación. El hecho que Jesús fuera crucificado es una prueba, en sí misma, de que
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César A. Carrión
el delito por el cual se le acusaba había sido la sedición y el erigirse como rey sin
la aprobación previa del emperador romano. Si la acusación hubiese sido
simplemente el haberse proclamado “hijo de Dios”, ni siquiera hubiera valido una
reprimenda por parte de Pilatos.
Otro hecho que también nos confirma que ésta fue la acusación es el texto
que el procurador ordena inscribir en el Titulum, “Rey de los Judíos”. Así de
simple, así de categórico. El delito fue autoproclamarse rey, tan solo este delito
bastaba para emitir la sentencia de crucifixión. El resto son solo palabras. No
importaba que él particularmente no expresase explícitamente sus aspiraciones al
trono, bastaba con la forma en la cual ingresa a la ciudad durante la fiesta de los
Tabernáculos. Y si a este delito le sumamos el que había cometido durante la
“limpieza del templo”, es decir, el de robo y saqueo, es motivo más que suficiente,
por si mismo, para hacer que Jesús terminara en la cruz. Aunque no pensemos
que Jesús cometiera efectivamente el robo, desde el punto de vista del procurador,
era suficiente saber que él inició el conflicto que permitió, a los que se hallasen
presentes, que se apoderaran del dinero que se hubiera desparramado.
Cualquiera de los dos delitos cometidos, ya sea proclamarse rey como el asalto 396 a
los comer-ciantes del templo, hubiese bastado para que Pilatos emitiera la
sentencia de cru-cifixión, ¿que necesidad habría de recurrir a falsos testigo?
Con respecto al diálogo que mantienen entre ambos, Pilatos y Jesús, tam-
bién es poco creíble, al menos en algunas partes de su desarrollo. La respuesta que
da Jesucristo a la frase “¿Quid est veritas?” 397, es un anagrama a lo que le plantea-
ra el procurador. “Qui est vir ad est”398. Creer que una persona que está en trance
de morir, en un momento en el que se juega su destino, se ponga a jugar forman-
do anagramas, es algo completamente irreal. Por otra parte, lo que considero que
sea más plausible es que Jesús les haya referido a sus discípulos que él había
realizado esa broma, para mostrarles a los apóstoles lo agudo de su pensamiento
y lo tranquilo que se encontraba, pero que esto haya ocurrido en la vida real lo
considero muy poco probable.
Una vez que Pilatos determina que Jesús debía ser condenado a morir en
la cruz, el problema siguiente era decidir cual era el mejor lugar para ejecutar la
sentencia. Dado que Jesús fue capturado cuando se encontraba en la explanada
del templo y en este punto no podía efectuarse la crucifixión, había que decidirse
por un lugar alternativo. Seguramente el sitio que mejor se adaptaba a este fin era
el Gólgota o, como se lo conoce en latín, el monte Calvarius. Ya sea en hebreo
como en latín, el nombre significa “cráneo desnudo” o “calavera”. Aparentemente
el nombre le fue otorgado por el aspecto redondeado y semejante a un cráneo que
poseía la cumbre del monte. Si bien actualmente se desconoce su ubicación exacta,
se piensa que se encontraba hacia el oeste de la ciudad. Por fuera de la segunda
muralla, como en esta época aún no se había construido la tercera, este monte se
396
Asalto no es sinónimo de robo sino que significa “acometer repentinamente y por
sorpresa”.
397
¿Que es la verdad?
398
Lo que está ante ti.
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JESÚS
encontraría por fuera de la ciudad misma. Para poder acceder al sitio programado
para la crucifixión se debía partir de la torre Antonia y dirigirse hacia el oeste,
cruzar por delante de la puerta norte, desde donde comenzaba el camino que
conducía hacia Samaria, luego salir de la ciudad atravesando la puerta de Efraím
y continuar hasta alcanzar el monte.
Es muy conocido que, en los textos evangélicos, Jesús fue azotado previa-
mente a comenzar su camino hacia el Calvario. Esto no era lo que se acostumbra-
ba a hacer habitualmente, imaginen lo dificultoso que hubiera sido para cualquier
persona que, luego de ser flagelada, tuviera que transportar un travesaño atado a
sus espaldas mientras éstas se encontraban cubiertas de llagas. También debemos
agregar que sus tobillos se encontraban atados al de los otros condenados, lo cual
dificultaba aún más el ascenso hacia el Calvario. Si además tenemos en cuenta que
la última parte del camino era cuesta arriba, se nos hace difícil de creer que
alguien pudiera llevar a cabo esta hazaña. Al contrario de lo que la gente común
está acostumbrada a creer, lo que se acostumbraba era que el prisionero, una vez
que arribase al pie de la cruz, se lo azotase y, posteriormente, se lo crucificase.
Dentro de lo que era el rito de la crucifixión, también se acostumbraba a
que el condenado recorriera el camino hacia el lugar de la sentencia con los brazos
abiertos, atados al travesaño de la cruz para que pudiera se escupido por la
chusma o para que esta le arrojara distintos objetos y el condenado no pudiera
esquivarlos ni defenderse. Todo esto estaba diseñado con la finalidad de
aumentar el escarnio y la vergüenza del delincuente. Este último punto nos lleva a
destacar un hecho que también debemos interpretarlo como un mito y es la
creencia de que transportaban la cruz completa. Si lo hubieran hecho de este
modo ésta hubiese sido demasiado pesada como para que una persona, debilitada
por el período de prisión, lograra portarla hasta su destino. Como dijera
anteriormente lo que los condenados transportaban solamente era el patibulum, es
decir el travesaño de la cruz, el stipes o larguero vertical esperaba al prisionero, ya
clavado en tierra, en la cima del monte. Imagínense que, al intentar erguir en
tierra una cruz de madera con un cuerpo clavado a ella, sobre un suelo rocoso,
ésta hubiera tornado la cruz tan inestable que hubiese sido imposible mantenerla
en pié durante varios días. No, el reo solamente transportaba el travesaño y, luego
de ser clavado a éste, se lo izaba a ambos, hasta hacer encajar el orificio que poseía
el patibulum en el extremo afilado del stipes. Una vez terminado el izamiento se
clavaban los pies del prisio-nero al madero. Esto era algo que solían hacerlo de
dos modos diferentes, el que conocemos tradicionalmente, es decir, con un solo
clavo atravesando ambos pies al mismo tiempo dado que estos se encontraban
uno encima del otro. De esta misma manera podemos verlo en todas las
representaciones que se han hecho acerca de la crucifixión del Mesías. Otra forma
era la de colocar los pies a ambos lados del stipes y atravesar los tobillo con un
clavo por cada pie.
Una variante de la crucifixión era la presencia de un “asiento” o sedile, que
consistía en una barra con un borde filoso hacia arriba donde el condenado podía
sentarse para “descansar”. Éste borde comprimía y laceraba los testículos, lo que
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César A. Carrión
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JESÚS
CAPÍTULO VI
La Fuga
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400
Evangelio de Bernabé 1,10
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JESÚS
completamente a la gramática italiana. Pero, aún si este texto hubiese sido escrito
en la edad media, y, por ende, es simplemente una falsificación, solamente se
limita a inventar una historia con la intención de probar como si fuese algo
verídico el pensamiento docetista que ya existía en los primeros años del
cristianismo.
El docetismo fue un pensamiento que se originó en el siglo II o III de
nuestra era, que mantenía que Jesús tenía solo apariencia física y que era incapaz
de sufrir. Incluso algunos docetistas sugerían que Jesús convenció a uno de sus
seguidores, Judas Iscariote o Simón el Cireneo, para que lo sustituyeran en la cruz.
Esta creencia religiosa fue condenada como herética en el cuarto concilio
ecuménico de la iglesia cristiana, el concilio de Calcedonia, efectuado en el año
451, bajo el pontificado de León I. Se necesitaron casi doscientos años de
discusiones, desde el inicio del pensamiento docetista hasta su declaración como
herejía, para dilucidar si Jesús se había realmente encarnado y si había sufrido en
carne propia la pasión.
Si el evangelio de Bernabé es un documento efectivamente escrito en el
siglo II de nuestra era, sería un texto típicamente docetista, creado, tal vez, por
algún grupo con la intención de plasmar su pensamiento y utilizarlo para la ins-
trucción de los fieles. Si, por el contrario, es un texto fraguado en época medieval,
por un musulmán con la intención de desprestigiar la figura de Cristo, se limitó a
utilizar una de las reconocidas herejías como núcleo central del relato, ya sea que
lo supiese o no. Pero no efectúo la cita de este texto con la intención de probar que
esta presunción es cierta, sino para hacer notar que desde los primeros años del
cristianismo y más de mil años después, se ponía en duda que Jesús haya sido
crucificado efectivamente.
Existe también otro evangelio apócrifo en el cual podemos encontrar
referencias a esta doctrina cuya creencia es que no fue Jesús, o al menos no fue su
cuerpo, el que terminó sufriendo el martirio de la crucifixión.
Este libro es el de los Hechos de Juan, en el cual, en dos ocasiones, pode-
mos leer como Jesús les explica a sus discípulos como no había sido él el que ellos
habían visto morir en la cruz.
“Esa cruz, pues, reúne en ella a todas las cosas en una palabra, allá las
separa de las cosas inferiores, y, al ser la única, conduce todas las cosas a la
unidad. ¡Pero no es la cruz de madera que verás al irte de aquí! Y quien está sobre
esa cruz tampoco soy yo, a quien ahora no ves, y de quién solo oyes la voz. Se me
ha tenido por quien no soy, al no ser lo que parecía ser a muchos otros, ya que
me tenían por otra cosa, vil e indigna de mi…”401
“Sin embargo, yo no he padecido ninguno de los sufrimientos que me
veréis sufrir… En una palabra, lo que se dice de mí, no me ha sucedido, y lo que
no se dice, en cambio, lo he sufrido.”402
401
Hechos de Juan, XCIX
402
Hechos de Juan, CI
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César A. Carrión
De todos estos textos, a pesar de lo que los nombres de los presuntos auto-
res nos puedan hacer suponer, se desconoce quienes han sido los que verdadera-
mente los han escrito, y, por ende, no se puede asegurar la realidad de sus
afirmaciones. Todo aquello que he citado, cuyas fuentes son textos de dudoso
origen, no pueden probar nada por si mismo, al menos a ciencia cierta. Poseen un
valor relativo y este está relacionado al que nosotros le queramos dar. Sin
embargo no es así en el texto que sigue, el cual fue redactado por San Epifanio y
cuyas afirmaciones siguen la línea de pensamiento que poseen los textos
anteriores.
“Jesús, en realidad, no se había encarnado, simplemente había adoptado la
apariencia de un hombre, y, durante la Pasión, se burlaba de los judíos y del
crucificado, sin que ellos lo vieran. Luego ascendió de nuevo a los cielos, sin
haber sido conocido ni por los ángeles ni por los hombres.”403
Epifanio no es cualquier persona, nacido en el año 315, fue nombrado
obispo de Constantia, antigua Salamina, en el año 367, permaneció en este cargo
hasta el año 403 en el cual se produjo su muerte. Fue autor de múltiples escritos
teológicos, entre ellos encontramos el Panarion, que es un tratado a cerca de las
herejías, el Ancoratus y el Anacephaloeosis, este último es un resumen de teología
y liturgia. A diferencia de los textos anteriores aquí podemos ver como un obispo
de la iglesia afirma que Jesús no se encontraba en la cruz sino que permanecía
oculto y burlándose de los que creían que el crucificado era él. Epifanio mantuvo
un enconado antagonismo con otro autor teológico famoso, Orígenes.
Otro autor que pone en duda la veracidad de los relatos evangélicos, es un
escritor romano llamado Celso. El problema es que existen diversos autores
dentro de los primeros años del cristianismo que poseen este mismo nombre, y,
de los cuales se discute acerca de cual de ellos ha sido el autor del “Discurso
verdadero contra los cristianos”.
El primero de los tres Celso que evaluaremos es Aulio Cornelio Celso, un
médico y erudito, que vivió en la primera mitad del siglo I, si bien se sabe muy
poco de él, sabemos que escribió una enciclopedia sobre medicina, historia,
retórica, filosofía, el arte de la guerra y agricultura. Alrededor del año 20 de
nuestra era escribió la “Enciclopedia de medicina”. Diversos historiadores piensan
que es poco probable que este haya sido el posible autor del “Discurso
Verdadero”.
En segundo término tenemos a Celsus, que fue un filósofo epicúreo, que
vivió en roma bajo los Antoninos. Habría redactado este texto hacia el año 180. Si
bien, la iglesia católica le adjudica a este filósofo la autoría, llama la atención que
si Orígenes escribió su refutación a este texto, “Contra Celso”, entre los años 246 y
250, ¿cómo es que ningún autor cristiano realizó algún tipo de comentario acerca
de este libro tan nocivo para la fe en Jesús? ¿Por qué debieron transcurrir setenta
años para que alguien se digne a polemizar con una postura tan recalcitrante?
403
Epifanio, Homilía, XXIV
232
JESÚS
El tercer Celso que debemos tener en cuenta era amigo del emperador
Flavio Claudio Juliano, el “Apóstata”. Este emperador ejerció su autoridad entre
los años 361 y 363 DC, e intentó reinstaurar el paganismo en el imperio romano,
luego de que Constantino, su tío, lo declarase religión oficial. Celso fue su com-
pañero de estudios. Aparentemente, el emperador, le habría encargado un texto
para refutar cada una de las doctrinas cristianas. Pero si este último es el que, en
realidad, escribió el Discurso, no pudo haber sido refutado por Orígenes, dado
que éste murió en el año 254. Por lo que, o el texto fue escrito por el segundo
Celso, tal como lo afirma la iglesia, o la refutación “Contra Celso”, no fue escrita
por Orígenes, sino por un autor desconocido y luego le fue atribuida a él para
otorgarle mayor peso a las opiniones del libro. Esto último era una conducta
habitual en la época, y no nos debería extrañar.
En definitiva, Celso, en su obra, “Discurso Verdadero contra los
cristianos”, nos manifiesta que se resiste a creer en todo el engaño de la
crucifixión, resurrec-ción e, incluso, en la divinidad de Jesús.
“Pero ¿Cómo recibir como Dios a aquel que, entre otras cosas motivo de
queja, no realizó nada de lo que había prometido? ¿A aquel que, convencido,
juzgado y condenado al suplicio, se escapó vergonzosamente, y fue capturado de
nuevo en las condiciones más humillantes, gracias a la traición de aquellos
mismos a los que él llamaba sus discípulos?”404
En este texto nos afirma que Jesús huyó y que luego fue recapturado
debido a la traición de sus propios discípulos. En el nuevo testamento también se
afirma que fue apresado debido a la traición de Judas y que el resto de sus dis-
cípulos lo abandonaron, pero lo que no nos refieren los textos sagrados es que
haya huido luego de ser condenado.
A diferencia de los autores evangélicos, Celso era romano y, quizás, pudo
tener acceso a las actas de sentencia, dado su proximidad tanto con el poder
político como con el período cronológico en el que ocurrieron los sucesos. Era tan
extendida esta opinión entre las personas cultas del pueblo romano que el mismo
historiador cristiano Orígenes se vio obligado a defender la postura contraria en
un discurso llamado “De Principis” o “Contra Celso”, como para poder despejar,
de este modo, todas las dudas que pudieran caber.
“así este Jesucristo nació realmente y realmente sufrió, y no soportó esta
muerte sólo en apariencia, sino que realmente murió y realmente resucitó de
entre los muertos; y que después de su resurrección Él habló con sus discípulos, y
ha tornado arriba (en el cielo). En tercer lugar, los apóstoles cuentan que, después
de la Ascensión, el Espíritu Santo es asociado al Padre y al Hijo en honor y
dignidad. Pero acerca de Él no podemos decir claramente si ha de ser considerado
como engendrado (nato) o inengendrado (innato).”405
404
Celso, Discurso verdadero, II, 16
405
Orígenes - de principis 104:2-3
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406
Corán, Sura IV, Las Mujeres, 156
407
Mateo 27:31-32
408
Hechos de los Apóstoles 6:9
234
JESÚS
409
Hechos de los Apóstoles 11:20
410
Hechos de los Apóstoles 13:1
411
Marcos 15:21
412
Romanos 16:13
235
César A. Carrión
413
I Timoteo 1:18-20
414
Hechos 19:33
236
JESÚS
CAPÍTULO VII
Preparando la Pascua
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César A. Carrión
415
Utilizar la palabra Fulano es un modo de traducir δεινα και, literalmente podría
traducirse como “el o un tal”, es decir “un tal” o “fulano de tal”, en la versión King James
se traduce al inglés como “such a man”.
416
Mateo 26:17-19
417
Juan 18:28
238
JESÚS
418
Marcos 11:11
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César A. Carrión
240
JESÚS
420
Fiesta de los Tabernáculos.
241
César A. Carrión
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JESÚS
Es decir que entre todos los apóstoles el único capaz de ponerse de pie
ante Jesús fue Judas, aunque, tomando conciencia que no podía compararse con el
Salvador, es incapaz de mantener su mirada.
Los evangelios canónicos execran de sobremanera la imagen de Judas,
aquí se lo representa como más perfecto aún que el resto de los apóstoles. Si lo
que refiere este evangelio es cierto, entonces Jesús encontró en él una fidelidad y
elevación de espíritu que lo hacía propicio para solicitarle que lo entregara a las
fuerzas romanas.
Pero aunque él poseía el nivel de compromiso con la causa que Jesús
necesitaba, debía ser convencido de cometer este crimen y, de ser posible, no
hacerlo participe de sus verdaderas intenciones.
Este evangelio nos describe también las palabras que utilizó Jesús para
poder convencerlo.
“Sabiendo que Judas reflexionaba sobre algo elevado, Jesús le dijo:
“Mantente alejado de los otros y te explicaré los misterios del reino. Puedes
alcanzarlo, pero a costa de gran sufrimiento. Porque algún otro te reemplazará,
para que los doce discípulos puedan volver a cumplir con su Dios”. Judas le dijo:
“¿Cuándo me explicarás estas cosas, y cuando llegará el gran día de la luz para la
estirpe?”. Pero cuando dijo esto, Jesús se fue de su lado.”
Desde un primer momento Jesús, a escondidas del resto del grupo,
comienza a prometerle que le explicará los misterios del reino, solamente a él, no
al resto. Porque él era superior. Era mejor que cualquiera de los otros, al menos
eso era lo que él creía. Y no hay nada mejor para convencer a una persona de que
una mentira es cierta, que decirle exactamente lo que pretende escuchar.
Con esta promesa, la de revelarle secretos a los que ninguna persona
podía alcanzar, es como Jesús se va acercando a Judas. En secreto lo convence que
la cena Pascual de ese año debía ser diferente de todas las precedentes, y ¿que otra
mejor manera podía existir para conseguirlo que transformando al “hijo del
hombre” en el cordero del sacrificio?
“Pero tú superarás a todos ellos 421, porque tu sacrificarás el cuerpo en el
que vivo.”
Así, sin decirle que ya tenía un plan para simular su muerte y luego poder
resucitar sin peligro, es como lo convence que se presente ante el Sumo Sacerdote
y el resto del Sanedrín. No es como lo cuenta la historia oficial, que lo hizo tentado
por la recompensa, él ni siquiera sabía si existía una, ni cual era el monto de esta.
“Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos
sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le
asignaron treinta monedas de plata.”422
421
al resto de los apóstoles.
422
Mateo 26:14-15
243
César A. Carrión
Si antes de presentarse ante los sacerdotes ya sabía que había una re-
compensa, ¿con que objetivo les plantea la pregunta “¿Qué queréis darme?” si es
que ya conocía la respuesta? Y si no lo sabía, ¿cómo pudo ser tentado por el
monto del dinero que iba a recibir? Si era custodio del dinero del grupo, presunta-
mente era el tesorero, al menos es lo que nos refiere Juan en 12:6 y 13:29, ¿por qué
no, simplemente, se alzó con la bolsa y huyó sin riesgos?
Treinta monedas de plata no era una suma de mucha importancia, según
Joachim Jeremías, correspondían a 120 denarios romanos. 423 Solamente el perfume
que se utilizó para ungir al Cristo durante la cena en Betania costó más de 300
denarios, es decir el triple de la recompensa que se ofrecía.
Otro ejemplo es el episodio de la multiplicación de los panes, cuando Jesús
le ordenó a los discípulos que alimentasen a los cinco mil presentes, estos cal-
cularon que necesitaban alrededor de 200 denarios. Es decir que con 200 denarios
eran suficientes como para otorgar un pedazo de pan a cada uno de los 5000
asistentes. Con los 120 denarios que le ofrecían a Judas alcanzaba para darle de
comen un trozo de pan a 3000 personas. Pero esto era así solo en períodos de
abundancia, en épocas de escasez los precios se podían multiplicar por trece, es
decir que el monto de dinero solo alcanzaría para 230 personas.
Este aumento del costo de vida lo podemos encontrar en el libro de Flavio
Josefo, Antigüedades Judaicas, allí nos refiere que durante el gobierno del
emperador Claudio sobrevino una hambruna en la cual la harina “a 4 dracmas se
vendió el issarôn”. Un issarôn equivale aproximadamente 3,94 litros, casi una
dracma el litro. Cuando, en épocas normales con una dracma podía comprarse
trece litros de harina. Una dracma ática equivalía, más o menos, a un denario
romano. Todos estos cálculos nos llevan a la conclusión que, con el monto que le
pagaron a Judas solamente podía comprar, en épocas de escasez, 230 raciones de
pan. Si Judas se limitase a comer solamente una porción de pan por día y ninguna
otra cosa más, le alcanzaría para vivir solamente entre siete y ocho meses. Es
insólito pensar que traicionase a su maestro por tan poco dinero, y peor aún si
pensamos que, al ser el tesorero del grupo, manejaría habitualmente más dinero
que ese y que, mientras viviese Jesús, él podía seguir escamoteando dinero de la
bolsa común.
Ahora bien, si creemos en la hipótesis de que fue el mismo Jesús el que le
solicitó o le ordenó que lo entregase, entonces es más fácilmente creíble los hechos
que acontecieron luego. A modo de ejemplo tenemos la ocasión en la cual, luego
de haber dicho repetidamente que alguien lo entregaría, Jesús toma un poco de
pan y lo moja al mismo tiempo que Judas “Y entonces, tras el bocado, entró en él
(en Judas) Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»”424
Si la intención de Judas era traicionarlo, la actitud de Jesús, ¿no debería
haber sido la de impedírselo? Me refiero a que, si entregarlo era un pecado, si este
acto lo cometía por caer bajo la tentación de la codicia, ¿dónde queda la enseñanza
423
Jerusalén en los tiempos de Jesús. Joachim Jeremías.
424
Juan 13:27
244
JESÚS
que les diera Jesús a sus discípulos de pedirle a Dios “y no nos dejes caer en tenta-
ción, mas líbranos del mal.”?425 Sabiendo que estaba dudando entre traicionarlo o
no, en lugar de impedir que caiga en tentación, hace exactamente lo contrario, lo
incita a cometer el pecado del cual él aún dudaba de efectuar. ¿Esa es la conducta
esperada de un “Dios” encarnado, incitar a una persona a cometer el pecado de la
traición? Pero si, por el contrario, pensamos que Judas estaba obedeciendo una
orden directa de Jesús, es fácil entender la duda, dado que él podía adivinar
cuales serían las consecuencias de ese acto. De hecho, el modo en el cual le dirige
a Judas esta frase apremiante, no hace sospechar nada al resto de los presente, a
pesar de que el comentario lo realizara inmediatamente después de explicar que
sería traicionado por uno de ellos.
Un segundo indicio de que Judas pensaba que no estaba haciendo nada
malo o, al menos, nada con lo cual Jesús no estuviese de acuerdo, es que cuando él
retorna con un grupo de personas dispuestas a capturarlo, Jesús lo recibe
diciendo:
“-Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron
mano a Jesús y le prendieron.”426
Aún en ese momento Judas dudaba si realizar la identificación convenida.
Jesús vuelve a incitarlo para que cumpla con lo que él le ordenó aunque a Judas
no le gustase. Y no se lo recrimina como traidor, sino que lo apremia diciéndole
“amigo, haz lo que viniste a hacer”.
El último punto dudoso acerca de Judas es la forma en que los evangelios
nos refieren su muerte. El relato más conocido es, sin duda, el que realizara
Mateo, en el cual se describe como, profundamente arrepentido por su accionar,
decide suicidarse, cometiendo así un segundo pecado, aún mayor que el primero.
Si la traición no hubiese alcanzado para la condenación eterna, seguramente el
suicidio lo alejaba definitivamente del perdón y del amor divino. El arrepenti-
miento sincero, condición suficiente para ser perdonado por sus pares y, por sobre
todo, por Dios, se malogra al realizar este postrero acto que lo condena sin
posibilidad de redención. Veamos que es lo que nos relata Mateo:
“El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó.
Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en
el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como
lugar de sepultura para los forasteros. Por esta razón ese campo se llamó «Campo
de Sangre», hasta hoy.”427
Extrañamente, el único de los cuatro evangelios que nos relata la muerte
de Judas es el de Mateo, los otros tres evangelistas desconocen que esto haya
sucedido y, es más, existen un par de relatos que hasta contradicen esto como si
fuese una mentira. Si debemos creer al autor de “Los hechos de los Apóstoles”,
425
Mateo 6:13
426
Mateo 26:50
427
Mateo 27:5-8
245
César A. Carrión
428
Hechos 1:18-19
429
Es la versión hebrea de Pedro.
430
1º Corintios 15:3-6
431
Hechos 1:24-26
246
JESÚS
CAPÍTULO VIII
La Última Cena
247
César A. Carrión
432
Lucas 3:23
433
Juan 8:57
248
JESÚS
pascual, y así evitaron que el ángel de Dios matase a los primogénitos de Israel y
solo se limitase a los de los egipcios.
Se tenía por costumbre que el día previo al festejo se sacrificase el cordero
pascual y, desde el atardecer, estaba prohibido tener levadura en la casa y comer
pan fermentado durante los días de celebración. Este pan sin levar se lo deno-
minaba ázimo y es por ello que a esta fiesta también se la denominó la Fiesta de
los Ázimos. Esta costumbre, la de no poseer levadura y comer pan ázimo, era para
recordar la urgencia con la cual partieron hacia el éxodo y por lo cual no tuvieron
tiempo de levar el pan y debieron comerlo de este modo.
Durante la cena pascual también se comían diferentes hierbas y verduras,
como por ejemplo, rábanos blancos, hierbas amargas y perejil que se empapaban
en vinagre o agua salada, lechuga, achicoria, berros y cardos. También se
consumía huevo duro, una mezcla de vino o vinagre con frutas secas machacadas
y nueces que formaban la jarôset o mermelada ritual. Además se consumía la
carne del cordero sacrificado ese día y se bebían cuatro copas de vino, como
mínimo, o al menos así lo refiere Pesahim X,1. En cada una de las libaciones se
recitaba una bendición. El Talmud ordena partir el pan y dar un trozo a cada uno
de los comensales. Separar el pan representa la autonomía de cada uno de los
presentes. Luego de este gesto se procedía a realizar la bendición que daba gracias
a Dios y a los sabios de Israel por fortalecer los lazos entre el pueblo y la Torah.
El cordero pascual era una victima de sacrificio que realizaba cada
persona individualmente, por regla general este solo podía sacrificarse en el
templo de Jerusalén. Flavio Josefo, incluso, menciona que la sumatoria de las
victimas sa-crificadas en el lapso de tres festejos consecutivos, llegaron a un total
de más de 255.000. Esta cifra puede ser una exageración pero, aún si fuese el diez
por ciento de esta cantidad, el número de victimas era impresionante.
Es llamativo que en la cena que realizara Jesús y sus discípulos no se
relatase que comieran el cordero pascual. La ausencia de este ocurre aún en
aquellos evangelios en los cuales se nos relata que la cena que efectuaron Jesús y
sus discípulos se efectuó en el primer día de la fiesta de los Ázimos. Algunos
creen que, al tratarse Jesús de un esenio, y que ellos eran básicamente vegetaria-
nos, bastaría para justificar que el cordero pascual no se haya encontrado presente
en dicha cena. También existen autores que creen que, como los esenios seguían
un calendario diferente al de los judíos fariseos, esto, por sí mismo, explicaría
también que, mientras Jesús festejó la Pascua en la noche del jueves, el resto de los
judíos la festejaran el día sábado.
Por último, Jesús hizo referencia en más de una ocasión que él era el
cordero de Dios.434 Entonces, ahora sí, podemos ver que el cordero del sacrificio
estaba presente en la cena esa noche, y se trataba de sí mismo. Mientras ofrecía a
sus discípulos comer el pan de la eucaristía y les decía: “Tomad, este es mi
cuerpo”435 hace manifiesto que, al comer de ese pan, estaban ingiriendo,
434
Juan 1:29 / Juan 1:36 / 1 Corintios 5:7 / 1 Pedro 1:19
435
Marcos 14:22
249
César A. Carrión
simbólicamente, el cordero pascual ya que él era ese cordero. Si esto es así, el que
realizaba el sacrificio del cordero en el día de la Pascua, habitualmente, era el
Sumo Sacerdote, es decir, el sacerdote más importante de todos. Si Judas fue el
encargado de efectuar el “sacrificio del cordero”, lo que este hecho nos puede
querer significar es que, al menos desde el punto de vista de Jesús y Judas, éste
último era el discípulo más importante. Este punto de vista acerca del “sacrificio
del cordero” que efectuara Judas, apoya la teoría desarrollada en los capítulos
anteriores con respecto a la falsa imagen de traidor que poseemos de este apóstol.
Dejemos, por ahora, de lado este tema y continuemos con la descripción del
festejo de la Pascua.
Durante el transcurso de la celebración también se realizaban diversos
sacrificios públicos en representación de toda la comunidad. Éstos consistían en
dos toros, un carnero, siete corderos como holocausto y un macho cabrío como
sacrificio expiatorio.
Como hemos visto en reiteradas ocasiones, la fiesta de Pascua era una de
las tres celebraciones en las cuales se les exigía a los fieles la peregrinación a
Jerusalén, en cada uno de estos festejos la ciudad estaba repleta de peregrinos, por
lo cual era muy dificultoso poder conseguir alojamiento. Con el transcurso del
tiempo la cantidad de peregrinos se tornó tan importante que se vieron obligados
aceptar que, aún alojándose por fuera de las murallas de la ciudad, se reconocía
como si se estuviesen hospedando en la capital misma, es decir, lo que en la
actualidad llamaríamos la “gran Jerusalén”.
Las ciudades que se convirtieron en receptoras de gran parte de estos
peregrinos fueron Betfagé y Betania. De hecho, Jesús permanecía en la ciudad de
Betania, en la casa de su amigo Lázaro, en cada una de las ocasiones en las que se
dirigió a la capital. Lo extraño es que en la ocasión de celebrar la cena pascual no
eligiera también este puesto, la casa de Lázaro, como cenáculo. Si la hipótesis de
que, cuando Jesús decide celebrar la Pascua, estaba siendo buscado por el ejército
romano luego de haberse fugado es acertada, entonces es esperable que no utiliza-
ra la casa de su amigo para llevar a cabo esta celebración dado que, seguramente,
este también estaba siendo vigilado y, entonces, ambos corrían peligro de ser
apresados y ajusticiados.
“Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo
por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los
muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque
a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.”436
Noten que no existe ningún otro motivo conocido que nos explique el por
qué de la decisión de Jesús de no realizar el festejo en la casa de Lázaro. De hecho,
si todos sabían que Jesús habitualmente se hospedaba en Betania, ¿Qué necesidad
había de pagarle a Judas para que lo entregase? Con dirigirse a la casa de su
amigo en cualquier ocasión en la que Jesús concurriera para hospedarse habría
sido suficiente para poder apresarlo. Lo cierto es que se estaba ocultando, se
436
Juan 12:9-11
250
JESÚS
estaba escondiendo para que no lo capturasen, al menos eso era lo que creían sus
discípulos, pero él necesitaba que lo apresasen para poder mostrarle al mundo el
truco de la resurrección, un engaño similar al que realizara en complicidad con
Lázaro.
Existe también una pista que, si bien no nos determina el lugar preciso en
el cual se efectuó la cena, sí nos orienta que no fue propiamente en el interior de la
ciudad. Los evangelios nos refieren que luego de la cena Jesús y los suyos deciden
dar un paseo. Las distintas puertas que permitían la entrada y la salida de la
ciudad, durante la noche debían permanecer cerradas, por lo que, si el grupo cenó
en el interior de las murallas, entonces no pudo haber salido para, posteriormente,
ser capturados en el huerto de Getsemaní, que, como se conoce actualmente, se
encontraba por fuera de éstas. Aún si hubiesen conocido una salida secreta, el
simple hecho de que un grupo de doce personas deambulase en la mitad de la
noche por las calles de la ciudad, hubiese sido un hecho muy sospechoso, tanto
que hubiesen sido rápidamente prendidos por los soldados romanos bajo la
sospecha de sedición. Lo que más le hubiese llamado la atención a los soldados es
que Jesús y sus apóstoles habrían sido los únicos seres vivientes caminando por
las oscuras calles de Jerusalén, dado que al resto de los judíos se les prohibía
terminante-mente salir de sus hogares luego de la cena, durante la noche de
Pascua.
“Tomaréis un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre que está en la
vasija y untaréis el dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de
vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana.”437
Veamos un dato llamativo más acerca de lo que sucedió esta noche. Jesús
estaba cenando con sus apóstoles en la parte superior de la casa en la cual se
realizaba la celebración. Allí le explicó a sus discípulos como uno de ellos lo iba a
traicionar, como moriría y resucitaría al tercer día. Mientras todos se preguntan
quien sería el discípulo traidor se aproxima “el discípulo amado” y le manifiesta,
al oído, la duda que carcomía a todos, ¿quién es el traidor?
Jesús no se puede resistir a la pregunta directa de su “discípulo amado”, y
le responde que “Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.” 438 Luego de esto
mira a Judas y le dice “Lo que vas a hacer, hazlo pronto.” Judas toma el bocado y
se dirige hacia el templo para delatar en donde era que se encontraba el grupo.
Una vez que terminaron de cenar, Jesús da de beber el vino a cada uno de los
presentes en una representación simbólica de su sangre. Luego de efectuar el
último brindis salen a caminar, cruzan el torrente Cedrón y se dirigen al huerto de
Getsemaní, en donde separando a Pedro, Santiago y Juan del resto del grupo, les
pide que velen mientras él le ora al Padre. Realiza este acto en tres oportunidades
y, luego de la tercera vez, llega Judas con los soldados a buscarlo.
Ahora bien, ¿como supo Judas en donde encontrarlos? ¿Como sabía que se
habían dirigido a ese preciso lugar? El evangelio de Juan nos dice que Judas
437
Éxodo 12:22
438
Juan 13:26
251
César A. Carrión
conocía el lugar dado que se habían reunido allí en varias ocasiones, pero esto es
simplemente una tontería. Primero, si Judas los dejó cenando, lo lógico es que
llevara a los soldados al mismo lugar en el cual los vio por última vez. Segundo, si
en el momento en que los soldados arribaran al cenáculo lo hubiesen encontrado
vacío, lo que hubieran pensado, en primer lugar, era que Jesús y los suyos se
habían dado cuenta de la intención que poseía Judas de traicionarlos y que,
debido a esto, habían huido. Tercero, el lugar que más frecuentemente visitó Jesús
en sus tres viajes a Jerusalén fue la aldea de Betania, particularmente la casa de
Lázaro. ¿En que otro lugar lo deberían haber buscado sino en la casa de su amigo?
Si pensaban que había huido, ¿no debieron pensar también que trató de ocultarse
en la casa de Lázaro? Si el huerto de Getsemaní era un lugar de reunión habitual,
¿por qué es que no se lo nombra en ningún lugar dentro del texto evangélico sino
hasta el momento de su captura, o es que Judas también poseía dotes
adivinatorias?
La respuesta a todos estos interrogante es sencilla y única, Jesús había
acordado previamente con Judas que él conduciría a los discípulos a un lugar
abierto en donde pudieran huir una vez que arribasen los soldados. El objetivo de
Jesús era que lo apresaran solamente a él y no a todo el grupo. Si la captura se
hubiera efectuado en la planta alta de una casa, no habría existido ninguna
posibilidad de escape. Los soldados primero hubiesen rodeado la casa, luego una
cuadrilla habría ingresado para capturar a los que no ofrecieran resistencia y
matado al resto. Jesús no podía permitir eso.
Luego de hablar con Judas, ambos se ponen de acuerdo acerca de cual
podría ser el lugar más propicio para hacer efectiva la “traición”. Éste debería ser
un sitio que no despertara sospechas en los apóstoles cuando él los guiase hacia
allí. ¿Qué mejor lugar que uno que visitasen asiduamente? Al mismo tiempo si los
discípulos lo conocían les sería mucho más fácil poder encontrar alguna vía de
escape, aún encontrándose en la oscuridad. Algo que no podría ser del mismo
modo desde el punto de vista de los soldados romanos, dado que ellos descono-
cían el terreno y, entonces, habrían optado por dejar escapar a los que huyesen,
siempre y cuando, pudieran capturar al líder.
El hecho que Judas se dirigiese al huerto para buscar al Mesías es la
prueba más explícita de que existió un acuerdo entre ambos para que se hiciera
efectiva la “traición”. Sin esta no hubiera sucedido la crucifixión, y tampoco
hubiese sido posible la resurrección.
La idea que Jesús había planeado todos los pasos posibles para ser
crucificado y resucitar luego no es nueva. Lo que es llamativo es la marcada
resistencia a creerlo. Para sostener esta hipótesis me limito tan solo a citar los
textos sagrados para que ninguna persona pueda alegar que el análisis se basa en
textos de dudoso origen y desconocida autoría, cuyo valor es muy relativo dado
que, al tratarse de textos apócrifos, siempre se los consideró como plagados de
252
JESÚS
253
César A. Carrión
traducirse hasta el inicio del nuevo milenio. Si se hubiese descubierto tan solo
cincuenta años antes, seguramente no habría sido posible conservarlo, dado que
no existían en, aquella época, las técnicas de las que gozamos en la actualidad. De
haberse tra-ducido en una época diferente a ésta no se lo habría valorado en su
justa medida y, quizás se hubiera tomado su contenido como una fábula más.
Pero se tradujo aquí y ahora, y eso es algo maravilloso. La última de aquellas
personas que fueron poseedoras del códice en estos treinta años, Frieda
Nussberger-Tchacos, terminó ofreciendo los manuscritos que ahora llevan su
nombre a la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y, en una oportunidad, manifestó
que creía que estaba destinada a redimir la memoria de Judas Iscariote. La
antigüedad del Códice Tchacos está fuera de toda discusión dado que las pruebas
de carbono 14 realizadas a pedido de la fundación Nacional Geographic, prueban,
sin lugar a dudas, que estos textos fueron escritos alrededor del año 300, pero, aún
así, es muy sospechosa toda esta cadena de coincidencias y casualidades que
llevaron a la aparición y publicación de la única prueba existente de que Judas no
fuera el traidor que todos creímos durante dos mil años. Si tan solo un texto
“cristiano” es capaz de hacer temblar todo el edificio de creencias que es el propio
cristianismo, ¿cuanto más sucedería si mañana pudiéramos acceder a un texto
independiente que no hubiese padecido la censura de los monjes medievales?
¿Cuántas cosas nos podrían aportar una versión original de las “Antigüedades
judaicas” de Flavio Josefo? ¿Qué cosas acerca del origen del cristianismo nos
podrán referir el texto de los rollos perdidos de los “Anales” de Tácito? ¿Cuáles
fueron los motivos por el cual no se nombra a Jesús en ningún texto histórico de la
época? ¿Fue solamente porque no se trató de una persona tan importante como
nosotros creemos o porque nosotros no debíamos conocer como es que
acontecieron verdaderamente los hechos? ¿Debemos confiar en que la verdad
prevalecerá siempre y tener fe en que algún día, de algún modo, todas estas
preguntan tendrán su respuesta?
254
JESÚS
CAPÍTULO IX
La Captura
Luego que Jesús y sus apóstoles festejaran juntos su última cena, como
dijera en el capítulo anterior, salieron de la casa y se dirigieron hacia el huerto de
Getsemaní, en el Monte de los Olivos. Al menos, según los evangelios, este huerto
se ubicaba allí.
255
César A. Carrión
441
Mateo 26:30
442
Mateo 26:36
443
Marcos 13:1-3
444
Lucas 21:37
445
Marcos 14:67 / Lucas 22:55
446
Marcos 14:3
256
JESÚS
447
Lucas 19:37-38
448
Mateo 26:36-38
449
Mateo 26:40
257
César A. Carrión
450
Mateo 26:44
451
Lucas 22:42
452
Lucas 22:44
453
I Reyes 17:17-22
258
JESÚS
259
César A. Carrión
457
Juan 18:3
260
JESÚS
Una vez que toda esta multitud arribó al huerto de Getsemaní, como ya
describiera anteriormente, Judas se adelanta y besa a su maestro en la mejilla
como una forma de reconocimiento. Posteriormente se produce una pequeña
escaramuza entre un sirviente de Caifás y Pedro, en la cual incluso, este último,
llega a cortarle una oreja. Luego de capturar a Jesús, y siempre siguiendo lo que
nos relatan los evangelios canónicos, ¿qué es lo que decide hacer este grupo de
personas? ¿Los mil soldados romanos llevan al prisionero a su comandante en
jefe? No. Desconociendo la autoridad del procurador, se dirigen hacia la casa del
ex Sumo Sacerdote, Anás. Ya he discutido anteriormente acerca de que este relato
podría tratarse, en realidad, de una farsa, con la cual se pretendía disimular los
dos arrestos. Es completamente incoherente que una cohorte romana condujese al
prisionero ante una autoridad subalterna, que ni siquiera se la podía considerar
como tal, dado que Anás no era, al menos en ese momento, la autoridad compe-
tente en funciones. ¿Con que objeto lo harían? ¿Obedeciendo las órdenes
impartidas por quién? Lo que sí, probablemente, haya sucedido es que Jesús fuera
trasladado hacia la Torre Antonia, ante Pilatos, para que este lo presentase a cada
una de las distintas autoridades con el objetivo de que sea reconocido por ellas y
luego proceder a la ejecución, dado que esta había sido interrumpida en la ocasión
anterior.
Mientras Jesús era trasladado, sus discípulos huyeron, prácticamente
todos, solo quedaron tres que siguieron al grupo sin que el temor a ser capturados
se lo impidiese. Ellos fueron: Juan Marcos, Simón Pedro y Juan. Como dijera ante-
riormente, Juan Marcos era el muchacho que, cuando un soldado quiso atraparlo,
huyó desnudo dejando el lienzo que lo cubría. Todos sabemos como Simón Pedro
siguió a su maestro hasta el patio de la casa de Anás y allí negó tres veces ser
discípulo de Jesús. Por último, el que nos queda por considerar es el apóstol Juan,
y ni siquiera estamos completamente seguros que se tratase de él cuando se nos
relata que acompañó a Pedro esa noche al patio de la casa del ex-Sumo Sacerdote.
El evangelio Según Juan nos refiere que el que le franqueó la entrada a Pedro fue
el “Discípulo amado”, pero en ningún momento nos aclara de quién se trataba, a
quién hacía referencia. Es en el próximo capítulo en donde nos encargaremos de
tratar de definir de quien se trató en realidad.
261
César A. Carrión
262
JESÚS
CAPÍTULO X
El Discípulo Amado
263
César A. Carrión
458
Juan 11:3
459
Juan 11:34-36
264
JESÚS
un grupo tan numeroso. Sin duda él debe haber pertenecido a lo que podríamos
denominar la “clase alta” de Betania.
Todo el relato que efectúa Juan acerca de cómo, en la casa de Lázaro, su
hermana, María, unge con perfume de nardo la cabeza del salvador, se repite, más
o menos, del mismo modo en los otros tres evangelios pero allí el dueño de casa es
un fariseo llamado Simón, alias “el leproso” y la mujer que realizara la unción era
una prostituta de nombre desconocido.
Tratemos, al menos transitoriamente, de aceptar que Lázaro era un fariseo
cuyo nombre completo fuera Shimón Eleazar 460, que su hermana era María y que
ambos pertenecían a una familia acaudalada de Betania, posiblemente con rela-
ciones de importancia dentro de Jerusalén. La riqueza de María la podemos
apreciar tanto por el costo del perfume, trescientos denarios, como por su
recipiente, un frasco tallado en alabastro.
Cuando analizamos la posibilidad de que ambas, María Magdalena y
María de Betania, pudiera haberse tratado de la misma persona y que, a su vez,
ésta hubiese sido su esposa, olvidamos mencionar que María Magdalena también
era una persona acaudalada, ya que, según los evangelios, ella colaboraba, junto
con otras mujeres, en la manutención económica del grupo.
“y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus
malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido
siete demonios; Juana, la mujer de Cuza, administrador de Herodes; Susana, y
muchas otras. Ellas les servían con sus bienes.”461
Noten que una de las amigas de la Magdalena era la esposa de un admi-
nistrador de Herodes, una persona con importante peso político.
Ahora volvamos al “discípulo amado”. Si ésta era una forma de hacer
referencia a sí mismo pero sin nombrarse, me parece que es una conducta atípica
y, al mismo tiempo, nos lleva a ciertos anacronismos que son muy difíciles de
explicar. Vayamos al primero, ¿no les parece una falta de modestia total auto-
definirse como “el discípulo amado”? Si Jesús amaba solamente a él, el resto de
los apóstoles quedaba históricamente muy mal parado, y si los amaba a todos por
igual, tal como lo hace un padre, ¿con que excusa puede justificar Juan el hecho de
autoproclamarse “el discípulo amado”?
Veamos ahora en que consiste el anacronismo. ¿Qué es lo que sabemos a
ciencia cierta del apóstol Juan? Sabemos que era un pescador que trabajaba en el
Mar de Galilea, junto con su padre y su hermano. Al menos eso nos refiere Mateo.
“Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y
su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus
redes; y los llamó.”462
460
El nombre de Lázaro es, en realidad, un apócope de Eleazar
461
Lucas 8:2-3
462
Mateo 4:21
265
César A. Carrión
Entonces, Juan era un pobre pescador, sin cultura, dado que el acceso a
una educación, aunque fuera modesta, era muy caro, y que se ganaba la vida
miserablemente trabajando como pescador para, tan solo, poder conseguir el
sustento.
Veamos ahora lo que aconteció luego de la captura de Jesús en manos de
los soldados romanos y la policía del templo.
“Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era cono-
cido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús al patio del Sumo Sacerdote; pero
Pedro se quedó fuera, a la puerta. Y salió el otro discípulo que era conocido del
sumo sacerdote, habló a la portera y llevó a Pedro adentro.”463
¿Quién era este discípulo de Jesús con amistad suficiente como para
permitir el ingreso de Pedro dentro de la casa del Sumo Sacerdote? ¿Si los únicos
discípulos que le quedaban a Jesús eran los doce galileos, como es que uno de
ellos era conocido del Sumo Sacerdote? Llamativamente Eusebio de Cesarea en su
“Historia Eclesiástica” hace referencia a Juan como poseedor de los atributos
sacerdotales.
“Pues también en Asia reposan grandes personalidades, las cuales resu-
citarán el último día de la venida del Señor, en la que vendrá de los cielos con
gloria para buscar a todos los santos. Entre ellos, Felipe; uno de los doce apóstoles,
que reposa en Hierápolis, dos de sus hijas que envejecieron vírgenes y otra hija
suya que, tras vivir en el Espíritu Santo, duerme en Éfeso. También descansa en
Éfeso Juan, el que se reclinó sobre el pecho del Señor y que fue sacerdote
portador del petalón, mánir y maestro.”464
¿No es algo extraño que un simple pescador de Galilea fuese también un
sacerdote del templo? Recordemos que para lograr acceder a este puesto debía
tratarse de una persona acaudalada o al menos de buen pasar económico.
Cuando Jesús fue crucificado casi ninguno de los doce apóstoles estuvo
presente ese día. La única excepción fue “el discípulo amado”, tan solo él se
atrevió a desafiar a los que asesinaban a su maestro.
“Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a
su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»”465
¿El hecho que “el discípulo amado” estuviese presente es la conducta
esperada de un simple pescador o es más representativa de una persona con un
cierto poder que se siente, en cierto modo, intocable?
Veamos otra posible referencia a este misterioso discípulo. Luego de la
muerte de Jesús los apóstoles se encontraban reunidos, en la casa en donde se
realizó la cena pascual, escondiéndose del Sumo Sacerdote y del resto del
463
Juan 18:15-16
464
Historia eclesiástica, libro 3, XXI:3
465
Juan 19:26
266
JESÚS
267
César A. Carrión
469
Juan 19:27
470
Juan 21:21-23
268
JESÚS
471
Santiago y Juan
472
Juan 21:2
473
Juan 21:7
474
Un comentario al margen, ¿Qué hacía desnudo en el bote? ¿Por qué se vistió para
tirarse al agua?
269
César A. Carrión
270
JESÚS
CAPÍTULO XI
Rumbo al Calvario
271
César A. Carrión
475
Lucas 23:12
476
Juan 6:15
272
JESÚS
34 de nuestra era. Más o menos en la misma época que suponemos que pudo
haber muerto Jesús. Si Pilatos tenía conocimiento del delicado estado de salud que
presentaba Herodes Filipos, quizás decidiera ofrecerle su puesto a Jesús, dado que
no poseía hijos propios que lo pudieran continuar en el cargo. Herodes Antipas,
ya sea por haber pensado que la maniobra de Pilatos podía amenazar su cargo en
la tetrarquía de Galilea y Perea o por creer que se le estaba arrebatando su
derecho a gobernar la tetrarquía que su hermano estaba dejando vacante, terminó
por enemistarse con el procurador. Cuando le envió a Jesús con la finalidad de
identificarlo para proceder a su ejecución, Antipas pudo interpretar este acto
como una prueba fehaciente de que Pilatos había cambiado de opinión y ya no
pretendía suplantarlo con este pretendido “Rey de Israel”, por lo cual, a partir de
ese momento, volvieron a ser amigos. De todos modos esta amistad duraría poco
tiempo porque, menos de dos años más tarde, Pilatos es enviado, por Calígula, al
exilio en Vienne. Unos meses más tarde, el tetrarca Herodes Antipas y su esposa,
también partirían a un exilio, y de por vida, a Lyon. El hecho de haberle reclama-
do al emperador la dignidad de rey de Israel fue motivo suficiente para que
Calígula decidiese remplazarlo por su amigo Herodes Agripa.
Volvamos nuevamente al segundo encuentro entre Jesús y Pilatos. A pesar
de que el juicio ya se había realizado y tan solo era necesario identificar al
prisionero, es poco probable que el proceso de reconocimiento se haya realizado
durante el transcurso de la noche, seguramente, una vez arrestado, Jesús debió
esperar en los calabozos de la Torre Antonia, al menos hasta el día siguiente.
Dado que no era urgente que fuera crucificado, podemos pensar incluso que pudo
haber permanecido prisionero por algunos días, al menos hasta que terminaran
las fiestas, pero, dado que los cuatro evangelios insisten en afirmar que fue
crucificado muy próximo a la fiesta de Pascua, dejemos que sea el día posterior a
la captura la fecha en la que se realizó la ejecución.
Cuando Pilatos decide ejecutar a Jesús ordena colocar un cartel sobre la
cruz con el título “Jesús Nazareno rey de los judíos”. Según Juan, los sacerdotes, al
leer estas palabras, tratan de censurar al procurador diciéndole que no escribiera
de este modo la sentencia.
“Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilatos: «No escribas: “El
Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos”.» Pilatos
respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito.»”477
Es interesante que se haya producido este diálogo porque, al menos según
los evangelios, él nunca se proclamó “rey de los judíos”, por el contrario siempre
le ordenó a sus discípulos que lo ocultasen y no se lo dijeran a nadie.
“Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó:
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» 478… Entonces mandó a sus discípulos que
no dijesen a nadie que él era el Cristo.479
477
Juan 19:21-22
478
Mateo 16:15-16
479
Mateo 16:20
273
César A. Carrión
274
JESÚS
483
Lucas 22:63-66
484
Marcos 15:16-20
275
César A. Carrión
empecinada-mente a Jesús como los textos sagrados nos quieren hacer creer, o los
soldados no lo torturaron realmente como nos lo cuentan los textos sagrados.
Hay otros puntos oscuros en el relato, por ejemplo el sitio en donde
podemos leer que lo llevaron al interior del pretorio y llamaron a toda la cohorte.
¿Qué necesidad había de que concurrieran 600 personas solo para burlarse de un
prisionero, de tan poca importancia que la recompensa por su captura era tan solo
treinta monedas de plata? ¿Si tanto temían que el pueblo se subleve por la proxi-
midad de la Pascua, por qué, de pronto, no les importó y dejaron desguarnecida a
toda la población con el único objetivo de poder divertirse? Si se encontraban
dentro del pretorio, ¿de donde sacaron las espinas como para poder hacer una
corona?
Estamos tan acostumbrados, en la actualidad, a la desidia que pensamos
que, en todas las épocas y todos los lugares, fue de la misma manera, pero el
ejército romano es considerado como uno de los más disciplinados de la historia.
Tanto es así que cuando Julio César, en el transcurso de la guerra a las Galias,
hacía marchar a sus soldados durante todo el día portando cada uno su bagaje,
cuando arribaban a un lugar apto para acampar no les permitía descansar sino
hasta haber terminado de construir un campamento que era, prácticamente una
ciudad en miniatura. Los soldados debían fortificar el campamento con un para-
peto de madera, plantar las tiendas en un orden predeterminado que dejara al
resguardo, en el centro, a la jefatura. Debían despejar el terreno y dejar espacio
entre las tiendas para las calles que permitieran la libre circulación de los
soldados, caballos, carros de combate y de provisiones y todo esto antes que
anocheciera. Esta rutina no es que la realizaban en una sola ocasión, cuando
arribaban al campamento definitivo, toda esta actividad la desarrollaban cada día
durante el transcurso de toda la marcha. Pensar que un ejército que mantenía esta
disciplina en un campamento de campaña pudiera permitir que la maleza creciera
dentro del pretorio en donde residía el procurador es inadmisible.
Según Robert Ambelain, autor del libro Los secretos del Gólgota, la corona
de espinas que portaba Jesús el día de su crucifixión no estaría formada por los
tallos espinosos de la planta que, con los años, se llegaría a llamar Spina Christi,
sino que, verdaderamente, se trataba de una corona.
Aparentemente el rey David portaba una corona de “espinas” o corona
radiada, llamada de este modo por estar formada de una estrecha banda de oro de
la cual brotaban siete rayos, de ahí su nombre de radiada, abriéndose hacia fuera.
Esta corona presentaría un aspecto semejante a la que se encuentra en la cabeza de
la estatua de la Libertad y que conmemora la independencia de los EEUU. Este
tipo de diadema era muy común entre los reyes de oriente medio y, posiblemente,
la que utilizara el rey David fuese del mismo tipo. Cada uno de los siete rayos que
ésta poseía representaba individualmente, a cada una de las siete Sephiroth in-
feriores.
Las Sephiroth son las emanaciones de Dios, a través de las cuales, y
siempre según la cábala judía, se creó el universo. El número total de las
276
JESÚS
Sephiroth son diez y, al unirse entre sí, forman un complejo dibujo llamado “el
árbol de la vida”. El total de senderos posibles entre estas diez Sephiroth son 22, y
al seguir-los se recorre el camino que nos lleva a Dios. Las Sephiroth son:
1. Kéter (corona, )כתר
2. Jojmá (sabiduría, )חכמה
3. Biná (entendimiento, )בינה
4. Jesed (compasión, )חסד
5. Gevurá (juicio / estrategia, )גבורה
6. Tiféret (gloria / belleza, )תפארת
7. Netsaj (victoria, )נצח
8. Hod (esplendor, )הוד
9. Yesod (fundación, )יסוד
10. Maljut (reino )מלכות
Las últimas siete de estas sephirás son las que formarían cada uno de los
rayos de la corona de espinas. En el vértice de cada rayo encontraríamos una
gema que representaría a cada uno de los arcángeles y los planetas que ellos rigen.
Miguel (el Sol), Gabriel (la Luna), Anael (Venus), Rafael (Mercurio), Zaquiel
(Júpiter), Orifel (Saturno), Samael (Marte).
No estamos obligados a aceptar que Jesús poseyera una corona como la
descripta anteriormente, de oro y con siete gemas, sino que, muy probablemente,
utilizase una imitación de ésta, hecha de bronce bruñido, para así simbolizar su
derecho de reclamar el trono de David.
Si creemos las palabras que nos refieren los evangelios apócrifos, es muy
probable que Jesús realmente poseyera una corona heredada por parte de su
madre, dado que el Protoevangelio de Santiago nos relata una anécdota en la cual
se la nombra tangencialmente.
“Y Ana, mujer de Joaquín, se deshacía en lágrimas, y lamentaba su doble
aflicción, diciendo: Lloraré mi viudez, y lloraré también mi esterilidad. Y, habien-
do llegado el gran día del Señor, Judith, su sierva, le dijo: ¿Hasta cuándo este
abatimiento de tu corazón? He aquí llegado el gran día del Señor, en que no te es
lícito llorar. Mas toma esta diadema, que me ha dado el ama del servicio, y que
yo no puedo ceñirme, porque soy una sierva, y ella tiene el signo real.”485
Cuando la sierva nombra al “ama del servicio” puede haber estado
hacien-do referencia tanto a la madre como la suegra de Ana, la abuela materna
de Jesús. Dado que el nombre de María proviene del hebreo Myrhiam, que, a su
vez, deriva del arameo Mariamme y significa “bien criada” o “princesa”, la
elección del nombre pudo también estar relacionado con la herencia de dicha
diadema.
485
Protoevangelio de Santiago 2:1-2
277
César A. Carrión
486
Lucas 19:37-40
278
JESÚS
del pueblo pretendían poseer poderes sobrenaturales, los cuales hacía que ellos no
pudieran ser dañados por las balas. Para desacreditarlos el gobierno francés
contrató a Robert Houdin.487 Él realizó diferentes actos de ilusionismo con la
intención de probar que los franceses poseían mayores poderes que los morabitos.
En una ocasión un revolucionario lo desafió a que probara su invulnera-
bilidad a las armas de fuego. Houdin afirmó que poseía un talismán que lo hacía
invulnerable pero que requería rezarle durante seis horas, por lo que le pidió
aplazar la prueba hasta el día siguiente. Cuando llegó el momento de la prueba el
morabito sacó dos pistolas y le dijo a Houdin que eligiera dos balas. Con un hábil
truco de manos reemplazó las balas y cuando el musulmán disparó con la
esperanza de poder matarlo, Houdin mostró la bala atrapada por sus dientes.
Después de esto tomó la otra pistola y disparó contra una pared y desde el punto
de impacto comenzó a rodar una gota de sangre. Así Houdin pudo probar que no
solo podía detener las balas sino que su magia era tan poderosa que hacía sangrar
a las mismas paredes si lo deseaba. De este modo, utilizando simples trucos de
ilusionismo, pudo detener una revolución. Esta anécdota también es prueba que
convenciendo a una multitud de creyentes de poseer poderes sobrenaturales, se
puede también dar inicio a una revuelta. Éste mismo fue el método que eligió
seguir Jesús. Demostrar con simples trucos de ilusionismo, que él era apoyado por
Dios en su cruzada y ¿qué mejor forma de probar su pretensión, que mostrar a los
incrédulos, que él podía levantarse de entre los muertos?
Jesús era un perfecto conocedor de las escrituras, sabía que, de conseguir
la “resurrección”, el pueblo lo terminaría apoyando incondicionalmente. Ya había
dicho, directa e indirectamente, en privado y en público, que él resucitaría en caso
de que muriese. Esto lo sabían tanto los sacerdotes como el resto del pueblo, de
hecho le advirtieron a Pilatos cuales habían sido sus anuncios dado que él, difícil-
mente, estuviese enterado.
“Al día siguiente, esto es, después de la Preparación, los principales sacer-
dotes y los fariseos se reunieron ante Pilato, diciendo: -Señor, nos acordamos que
mientras aún vivía, aquel engañador dijo: «Después de tres días resucitaré.»”488
Cuando Jesús realizaba estos anuncios seguramente tenía en mente lo que
anunciaban los Salmos.
“Todo mi ser vivirá confiadamente, pues no me dejarás en el sepulcro,
¡No abandonarás en la fosa a tu amigo fiel! Me mostrarás el camino de la
vida.”489
“Pero Dios me salvará del poder de la muerte, pues me llevará con él.”490
487
No debemos confundirnos con Harry Houdini, el escapista.
488
Mateo 27:62-63
489
Salmo 16:9-11
490
Salmo 49:15
279
César A. Carrión
491
Salo 41:9-10
492
Juan 7:27
493
Oseas 11:1
280
JESÚS
gruencia ya que, de este modo, Jesús dejaba de ser el primogénito y, por lo tanto,
pierde el derecho de reclamar el trono de David.
Tantas contradicciones con el único objetivo de poder probar que en él se
cumplieron todas las profecías terminó haciendo que nadie pudiera saber que
datos de su vida eran verdaderos y cuales falsos. Censuraron los textos históricos
de tal modo que ningún dato que surgiera de ellos contradijera el dogma, esto
terminó haciendo dudar, incluso, de la verdadera existencia de Jesús.
Flavio Josefo, tan detallista en sus relatos, citando incluso personajes de
una mínima importancia, no nombra a Jesús más que una sola oportunidad y en
esa ocasión impresiona más que fuera una intrapolación posterior, dado lo
sospechoso de la redacción, a que haya sido verdaderamente escrito por el autor.
Tácito no lo conoce ni lo nombra, tampoco Tito Livio. Toda la vida y obra
de Jesús fue extirpada de los libros históricos contemporáneos a su época. Única-
mente nos han quedado los evangelios y de ellos tan solo cuatro son tomados
como verdaderos, el resto también fueron rechazados por no coincidir con el
dogma. Según la iglesia, esto es así porque la intención de Jesús no fue la de
revelarse completamente, sino la de permanecer parcialmente oculto para así
obligar a que cada uno de nosotros a embarcarse en la búsqueda de la verdad.
Personalmente, no me parece correcto inventar mentiras con el único objetivo de
obligar a los creyentes a buscar la verdad. Más que nada porque “La mejor
mentira es la que posee un 80 % de verdad”. ¿Cómo separar la paja del trigo? Dos
mil años más tarde todavía nos preguntamos que partes de las sagradas escrituras
son ciertas y cuales no. Existen puntos que son claramente erróneos, algunos son
patentemente falsos o alejados intencionalmente de la realidad, en otras opor-
tunidades lo que dice un evangelio es completamente opuesto a lo que dice otro,
todo esto hace que, si un argumento es verdadero, el opuesto debe ser necesaria-
mente falso, pero ¿cuál de los dos? Por lo pronto dejemos la discusión aquí y
sigamos en la búsqueda de la verdad.
En el capítulo dedicado a la presunta fuga de Jesús de las manos romanas
comenté como, en lo referido a la ejecución, los romanos acostumbraban a realizar
la flagelación en el instante previo a la crucifixión, dado que, si se realizase antes
de iniciar el camino al sitio de la ejecución, el reo no podría transportar el
patíbulum. En el primer arresto esta costumbre benefició a Jesús, pero en esta
segunda ocasión Pilatos no le brindaría una nueva oportunidad de fugarse. Por
este motivo, en esta ocasión, Jesús fue azotado en el patio del pretorio, de manera
tal que estuviese tan debilitado que no se pudiera fugar nuevamente aunque
intentasen rescatarlo por segunda vez.
Cuando se condenaba a un prisionero a ser azotado, entre los judíos, no se
permitía que se efectuaran más de cuarenta azotes, por ello, por ser tan puntillo-
sos y temer equivocarse en la cuenta, es que siempre se sentenciaba a recibir
treinta y nueve azotes, ni uno más ni uno menos.
“Si el culpable merece azotes, el juez le hará echarse en tierra en su
presencia y hará que le azoten con un número de golpes proporcionado a su
281
César A. Carrión
culpa. Podrá infligirle cuarenta azotes, pero no más, no sea que al golpearle más
sea excesivo el castigo, y tu hermano quede envilecido a tus ojos.”494
Ordenando efectuar treinta y nueve, se aseguraban de que, aún equi-
vocándose en la cuenta, no quebrantarían la ley de Moisés. Para esto se utilizaba
un azote compuesto por tres tiras de cuero y se le aplicaban trece azotes en el
torso y trece más en cada hombro, sumando un total de cuarenta menos uno. Pero
no sucedía lo mismo entre los romanos, su costumbre era azotar al prisionero
hasta que el lictor decidiese que el número aplicado era suficiente, fueran diez o
cien los azotes.
Los romanos poseían diversas formas de azotar a un prisionero, podían
utilizar una vara, el látigo y el flagrum. Las fasces o haz de varas de los lictores era
una unión de treinta varas atadas con una cinta de cuero rojo. En el caso de las
magistraturas mayores llevaban fasces con hachas incorporadas, que
simbolizaban el “imperium” o su facultad de aplicar penas capitales. En cambio,
los magistrados inferiores, que solamente podían aplicar castigos menores, no las
poseían incorpo-radas entre las varas. A cada una de las varas que formaban las
fasces se las podía utilizar como bastones de castigo y, quizás, originalmente
representaban las varas de pastoreo. El azote con varas estaba a cargo del lictor o
rabducoi, esta última palabra significa, literalmente, “portadores de varas”. A
diferencia de los hebreos, podía utilizarse tanto como castigo o para extraer una
confesión o información. Las leyes Portia y Valeria prohibían que se le aplicara
este castigo a los ciudada-nos romanos. De estas leyes se valió el apóstol Pablo
para eludir su castigo dado que él era también un ciudadano romano. Aunque
estuviera restringido para los ciudadanos romanos sí se podía aplicar el azote con
vara como corrección a los esclavos rebeldes, como pena por faltas graves dentro
del servicio militar, como tormento para extraer información o una confesión
tanto a libertos como a los extranjeros.
El azote o flagelo era un mango corto de madera en cuyo extremo estaban
atadas varias correas, cada una de éstas poseía, entretejida entre las cuerdas,
trozos de plomo, bronce o pequeñas tabas de hueso. Para azotar al prisionero
primero se lo desvestía y sujetaba a un anillo de hierro ubicado en el extremo
superior de un pilar o poste de 60 cm de altura, esto hacía que la víctima perma-
neciese en postura doblada, boca abajo. Cuando el látigo golpeaba la carne la
laceraba y desgarraba de forma tal que Eusebio de Cesarea describe como, de
entre la carne lacerada, podían verse las venas, arterias y hasta los órganos
internos se asomaban por entre las cortaduras. La habilidad del lictor hacía que
cuando terminasen los azotes el prisionero estuviese a un paso de la muerte pero
con capacidad, todavía, de sobrevivir.
Por último tenemos el flagrum o flagra, en plural, que era una especie de
mazo de madera cuyo extremo superior estaba cubierto de hierro y poseía cuatro
finas cadenas de anillos aplanados y oblongos que terminaban en unas bolas de
bronce. El flagrum era también llamado “látigo de fuego” dado que previo a
494
Deuteronomio 25:2-3
282
JESÚS
azotar al prisionero se procedía a calentar las esferas al rojo vivo haciendo que,
con cada golpe, se arrancasen pedazos de piel y simultáneamente se cauterizasen
las heridas.
Posiblemente a Jesús lo hayan castigado con el flagelo o azote, si bien los
textos no son claros acerca de si se utilizaron las fasces, el flagelo o el flagum, la
presunción se basa en que era la forma más común de castigo y también muchos
autores aceptan que la imagen que se encuentra en el Santo Sudario es, verdadera-
mente, la imagen de Jesús. En la imagen del Sindone podemos ver un cuerpo
completamente lacerado, observándose en la porción terminal de las laceraciones
pequeñas figuras redondeadas, con aspecto de mancuernas, que se corresponde-
rían con el extremo de la cuerda del flagelo. Antes de poder asegurar que esta fue
la tortura aplicada a Jesús primero deberíamos poder confirmar que la imagen del
Santo Sudario sea verdadera, por lo pronto no existen pruebas para asegurar que
recibiera uno u otro castigo.
Existe un dato que quizás deberíamos tener en consideración, aunque este
no nos pueda confirmar nada por si mismo. Los textos sagrados nos refieren que
cuando Jesús se encontraba en la cruz los soldados se repartieron sus pertenencias
y que no quisieron dividir la túnica dado el gran valor de esta.
“Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con
los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era
sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompa-
mos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la
Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es
lo que hicieron los soldados.”495
Si Jesús hubiese sido azotado con el flagelo y presentara todo el cuerpo
plagado de lesiones tal lo muestra el Santo Sudario, la túnica hubiese estado
completamente impregnada en sangre, manchada y arruinada para siempre, sin
ningún tipo de valor monetario. Aún en la época actual, una prenda ensuciada de
este modo se torna muy dificultoso lograr extraer la mancha, haciéndose más
difícil aún a medida que pasase el tiempo y la sangre se secara. Los soldados
debían conocer este detalle ya que, imagino, no sería la primera vez que hubieran
asistido a una ejecución. Si la túnica poseía algún valor al momento de la
crucifixión puede haber sido por que:
a) la flagelación se produjo en el lugar de la crucifixión, luego de haberle
sacado la ropa,
b) el castigo se había efectuado varias horas antes, quizás un día, por lo que las
heridas estaban cerradas, con costras secas y, por lo tanto, no sangraban, o,
por último,
c) en el azotamiento se utilió el Flagrum y, en consecuencia, las heridas, al
estar cauterizadas, no podían sangrar.
495
Juan 19:23-24
283
César A. Carrión
Una vez que Jesús fue azotado y se le colocó la corona de espinas, lo que
falta aún precisar es, ¿en que lugar se efectuó la crucifixión definitiva? Imagino
que todos dirán: “¿Cómo que donde lo crucificaron? En el Gólgota ¿Dónde sino?”.
Pero, aun este punto, es discutible. Veamos por qué.
Cuando se observa un mapa de la región, presente en la última sección de
cualquier Biblia de estudio, podemos notar que habitualmente se sitúa el Gólgota
en el lado oeste de la ciudad, entre la segunda y tercer muralla. Esta última no
existía en la fecha en la que Jesús fue crucificado, es decir que la ejecución se
realizó extramuros, por fuera de la ciudad fortificada. El Gólgota o Calvario, muy
probablemente, se tratase de una pequeña elevación del terreno, de forma re-
dondeada, que, dado su formato semejante a una calota craneal 496, se la llamó
Calvario en latín, Gólgota en hebreo, o Kranion en griego. Si damos por sentado
que efectivamente fue crucificado en este punto, en una elevación del terreno de
características rocosa y sin vegetación, dado que estas características eran las que
lo hacían semejar una calota, entonces la tumba debió haber sido excavada en la
peña, pero entonces ¿cómo es posible que hubiese un huerto en un paisaje seco y
agreste que no permitía crecer la vegetación? Existen tan solo dos posibilidades, o
Jesús fue sepultado en un sepulcro excavado en la roca, en un monte seco y
pedregoso, o su tumba estaba ubicada en medio de un huerto. Veamos lo que nos
refiere Mateo.
“José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su
sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran
piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue.”497
Si bien los cuatro evangelios nos relatan que el lugar de crucifixión fue el
Gólgota, solamente Juan nos dice que existía un huerto en las proximidades.
“En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el
huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí,
pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca,
pusieron a Jesús.”498
Lo que Juan, a diferencia de los otros tres evangelistas, no refiere que la
sepultura estuviese excavada en la roca. Según Juan el lugar de la crucifixión
estaba ubicado en las proximidades de un huerto, cosa que no nos relatan los
otros autores. Pero fuera de los textos canónicos existe otro texto que sí nos refiere
que la crucifixión se llevó a cavo en un huerto y es el Evangelio de Nicodemo o
Acta Pilatii (Los hechos de Pilatos).
“Y mandó en seguida que se lo crucificase en el lugar en que había sido
detenido, con dos malhechores, cuyos nombres eran Dimas y Gestas.”499
496
La parte más superior del cráneo, lo que habitualmente llamamos bóveda craneal o,
mas vulgarmente, “la tapa de los sesos”.
497
Mateo 27:59-60
498
Juan 19:41-42
499
Acta Pilatii IX:12
284
JESÚS
285
César A. Carrión
500
Juan 7:12
501
Juan 8:48
286
JESÚS
502
Clemente de Alejandría, Stromates IV, IX
503
Talmud de Babilonia, Sanedrín V,2,43ª
504
Mateo 12:38-39
287
César A. Carrión
505
Sabiduría 2:12-20
288
JESÚS
CAPÍTULO XII
En la Cruz
289
César A. Carrión
507
Era una pieza de armadura antigua que cubría desde encima de la rodilla hasta la base
del pie, similar a la actual canillera que utilizan los jugadores de fútbol.
508
Jesucristo, hijo de Dios, Salvador (Evangelio de los Egipcios, Colofón).
290
JESÚS
291
César A. Carrión
292
JESÚS
293
César A. Carrión
294
JESÚS
astrágalo, por este punto era por donde pasaba el clavo. A diferencia de los clavos
que podían atravesar las muñecas sin fracturar ningún hueso, no se podía evitar
quebrar el cuello astrágalo cuando se lo intentaba traspasar. Este sitio es el punto
más delgado de toda la estructura ósea del pie, el resto del macizo tarsiano posee
un grosor tal que torna muy difícil el poder atravesarlo por algún otro lugar.
Se pueden encontrar diversas representaciones de la crucifixión
mostrando una especie de plataforma que servía de apoyo para los pies y,
simultáneamente, cada uno de ellos, son fijados por medio de un clavo en forma
independiente a dicha plataforma. De esta forma, no es necesario que el clavo
perfore el hueso ya que, el mismo, se clava en el espacio existente entre los huesos
metatarsianos. La realidad es que este tipo de apoyo recién se agregó en el siglo III
de nuestra era. Es decir que las crucifixiones no se realizaban de esta forma en la
fecha que ahora nos ocupa.
Otro elemento que podía utilizarse en la cruz era la sédula, una especie de
asiento de madera que presentaba el aspecto de una vara curvada hacia arriba y
con un borde filoso en la parte superior. Se colocaba entre las piernas y cuando el
prisionero deseaba “descansar” sus pies adoloridos, se apoyaba en esta especie de
asiento, aunque después de muy poco tiempo el borde filoso comenzaba a in-
crustarse y cortar la piel del escroto y las nalgas.
Como hemos visto, cada una de las partes de la cruz estaba expresamente
diseñada con el objetivo de aumentar el dolor del delincuente. El sufrimiento que
padecía cada una de las personas que fueron crucificadas a lo largo de la historia,
es indescriptible. El dolor no era el único problema que los condenados debían
soportar, recuerden que no nos encontramos en un lugar fresco y apacible. Los
crucificados debían padecer el calor abrasador, la sed, estaban obligados a evacuar
sobre su misma persona por lo que terminaban chorreando orines y materia fecal
sobre sus propias piernas, circunstancia que atraía a una legión de moscas, que
empeoraba aún más las molestias y sufrimientos del delincuente. El hecho que se
los crucificase con los brazos abiertos y que el peso de su cuerpo dependiera de la
fuerza que pudieran desarrollar con sus miembros, tanto los superiores como los
inferiores, provocaba que luego de relativamente poco tiempo los prisioneros
comenzasen a tener dificultad para poder respirar adecuadamente.
Los músculos que intervienen en la respiración son múltiples y los que se
ocupan activamente de esta varían dependiendo de las circunstancias. El músculo
inspiratorio más importante es, sin dudas, el diafragma, que, por otro lado, se ve
poco afectado por el hecho de pender en una cruz, pero para poder desarrollar
completamente su acción es asistido por los músculos pectorales, serratos,
esternocleidomastoideos y, en menor medida, los intercostales. La espiración
habitualmente es efectuada por una simple retracción elástica, no así la espiración
forzada en la cual sí intervienen los músculos abdominales en forma activa. En ese
momento respiratorio los músculos que actúan son los oblicuos, mayor y menor, y
el recto anterior. Los que se ven sometidos a un mayor esfuerzo durante la
crucifixión son los serratos y los pectorales. Estos músculos, al estar unidos tanto a
295
César A. Carrión
296
JESÚS
sangre arterial no puede circular como para poder continuar llevando oxígeno
hacia el cerebro, por lo que éste deja de funcionar gradualmente, el crucificado
comienza a embotarse, a no pensar claramente, terminando por perder el cono-
cimiento luego de, aproximadamente, 45 minutos a una hora. A continuación,
transcurre muy poco tiempo antes de que el cerebro comience a sufrir infartos
hemorrágicos que terminan llevando a la muerte al delincuente. Este era el
método más “piadoso” de crucifixión dado que los prisioneros morían más
rápida-mente. Desde el momento en el que se realizaba la crucifixión hasta que se
constataba el óbito podían cumplirse un par de horas a lo sumo. En cambio, con el
método anterior, podían transcurrir varios días.
Otras medidas que solían adoptar era la de fracturarles ambas piernas con
una masa, a este acto se lo denominaba crurifragium y, a pesar de parecernos
sanguinario, era un acto de piedad, dado que al no poder incorporarse sobre sus
miembros para poder respirar, fallecían mucho más aceleradamente a causa de la
asfixia y no luego de haber transcurrido varios días como producto de la
deshidratación, insolación y colapso orgánico multisistémico.
Los evangelios nos refieren que no fue necesario efectuarle la crurifragium
a Jesús dado que ya había muerto cuando los soldados romanos deciden frac-
turarle sus miembros inferiores a los prisioneros. Los autores evangélicos explican
que esto sucedió de este modo debido a que era necesario que se cumpliese la
profecía:
“Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará
hueso alguno.”518
La utilización de esta profecía, a la cual hace referencia Juan, está, quizás,
un poco traída de los pelos ya que ésta es una norma emitida por Moisés que está
relacionada con cordero pascual y no con el Mesías.
“Se ha de comer dentro de casa; no sacaréis fuera de casa nada de carne, ni
le quebraréis ningún hueso.”519
Por otro lado existe también una profecía que anuncia que no se le
quebraría ningún hueso al “Justo de Yahvé”.
“Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libera Yahvé; todos
sus huesos guarda, no será quebrantado ni uno solo.”520
Lo que aquí no coincide es el sentido, dado que en este salmo se nos
expresa que Yahvé protegerá a su enviado y no permitirá que sufra ninguna
lesión. Pero, aunque no le hayan fracturado las piernas, los escritores evangélicos
olvidan que cuando es clavado en la cruz los clavos fracturarían los pequeños
huesos de la muñeca y, aunque esto no se produjera, es imposible que no se hayan
fracturado los cuellos de los astrágalos al atravesar sus pies. Quizás es por este
motivo que las representaciones de Jesús en la cruz lo muestran con los clavos
518
Juan 19:36
519
Éxodo 12:46
520
Salmo 34:19-20
297
César A. Carrión
atravesando las palmas de sus manos y la porción anterior de sus pies, por entre
los huesos del metatarso y no a través del tarso.
Lo que considero más probable es que Jesús haya decidido beber el
Sekaron antes de correr el riesgo de que le fracturasen las piernas dado que esto
complicaría terriblemente su salida del sepulcro luego de la “resurrección”, así
también como el poder encontrarse con sus discípulos.
Habitualmente, a los condenados, se les solía dar de beber vinagre o vino
con mirra, lo que se traducía en un aturdimiento alcohólico que disminuía la
percepción dolorosa. En el caso de Jesús no podremos nunca llegar saber que fue
exactamente lo que le ofrecieron de beber, pero pudo haberse tratado de vinagre o
al menos eso es lo que nos refieren los evangelios de Juan y Mateo:
“Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó
en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber.”521
“Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo
una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.”522
Aunque el mismo Mateo no refiere que lo que le ofrecieron de beber en un
primer momento fue vino con hiel: “le dieron a beber vino mezclado con hiel;
pero él, después de probarlo, no quiso beberlo.”523
¿No le pareció sospechoso a Mateo que Jesús rechazara el vino pero luego
aceptase beber vinagre sin poner reparos? Según Juan luego de beber el vinagre
que le ofrecieron inmediatamente “fallece”.
“Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Consumatum est». E inclinando la
cabeza entregó el espíritu.”524
¡Cuanta entereza y que casualidad! Bebe y muere, si le hubiesen adminis-
trado un veneno en vez de vinagre, hubiese tardado más tiempo en hacer efecto.
De hecho lo que siempre ha llamado la atención son estos dos sucesos, el escaso
tiempo en el que permaneció en la cruz y el que haya fallecido inmediatamente
después de haber bebido el vinagre.
Con respecto a lo rápido que se produjo su muerte fue extraño incluso
para los contemporáneos de Jesús y aún hasta para el mismo procurador. Cuando
Arimatea se presenta ante Pilatos para pedirle el cuerpo del Salvador, este se
asombra de que ya hubiese muerto.
“…vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba
también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilatos y pedirle el
cuerpo de Jesús. Se extraño Pilatos de que ya estuviese muerto y, llamando al
521
Mateo 27:48
522
Juan 19:29
523
Mateo 27:34
524
Juan 19:30
298
JESÚS
525
Marcos 15:43-45
526
Juan 11:17
527
Mateo 27:46-50
299
César A. Carrión
300
JESÚS
301
César A. Carrión
530
Lucas 23:50-51
302
JESÚS
303
César A. Carrión
532
Números 19:16
304
JESÚS
533
Es un disco de piedra que se hace girar alrededor de un eje, sobre otra piedra llamada
solera, con el objetivo de moler los granos que se encuentran entre ambas.
534
Anales, VI, XXXV
305
César A. Carrión
cual de las dos posturas creer, no podemos pensar que ambas son ciertas ya que,
al mismo tiempo, son opuestas y excluyentes.
Según la versión del Evangelio de los Doce Apóstoles que utiliza Robert
Ambelain en su libro “Los secretos del Gólgota” 535, luego de la crucifixión
“condujeron a Pilatos y al centurión hasta el pozo de agua del huerto, pozo muy
profundo…Miraron hacia abajo, en el pozo, y los judíos gritaron «¡Oh, Pilatos! El
cuerpo de Jesús, que murió, ¿no es ése de ahí?»”. Y él les respondió: “«¿Creéis que
es el Nazareno?» Ellos respondieron: «Lo creemos…» Entonces él dijo: «Conviene
colocar su cuerpo en una tumba, como se hace con los muertos.»”536 Este evangelio
nos aclararía que en un primer momento Jesús fue arrojado a una fosa común,
para luego realizarle un entierro ritual como correspondía a una persona
perteneciente a la realeza al ser un descendiente de David.
Con respecto a la necesidad urgente de efectuar el entierro, los evangelios
nos refieren que se sustentaba en que estaba prohibido que los cuerpos permane-
ciesen en la cruz el sábado:
“Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los
cuerpos en la cruz el sábado -porque aquel sábado era muy solemne- rogaron a
Pilatos que les quebraran las piernas y los retiraran.”537
En realidad lo que prescribe la ley no era que los cuerpos no debían
permanecer en la cruz el día de preparación sino que lo que no debía suceder es
que un cadáver permaneciera a la intemperie durante la noche en cualquier día
que fuera.
“Si un hombre, reo de delito capital, ha sido ejecutado y le has colgado de
un árbol, no dejarás que su cadáver pase la noche en el árbol; lo enterrarás el
mismo día, porque un colgado es una maldición de Dios. Así no harás impuro el
suelo que Yahvé tu Dios te da en herencia.”538
Estos versículos han dado argumento a los Testigos de Jehová para negar
que Jesús haya sido crucificado en una cruz tal como nosotros la conocemos, sino
que fue fijado al tronco de un árbol, con sus manos clavadas juntas, una sobre la
otra, por encima de su cabeza. Lo que sucede es que cuando fue escrito el libro de
Deuteronomio no existía la crucifixión como una modalidad de ajusticiamiento,
éste era un método netamente romano, por lo cual era imposible que el
Pentateuco hiciera referencia a él. Lo que nos dice el libro del Deuteronomio no
era una ley absoluta, de hecho, el mismo libro nos habla de una circunstancia en la
cual se indicaba dejar que el cadáver sea pasto de las aves.
535
Hago la aclaración de la fuente particularmente porque en ninguna de las versiones del
Evangelio de los Doce Apóstoles que poseo existe este fragmento, pero al existir tantas ver-
siones y traducciones, fácilmente el autor esté haciendo referencia a una que yo desconozco
o que no pude encontrar.
536
Evangelio de los Doce Apóstoles 15° fragmento
537
Juan 19:31
538
Deuteronomio 21:22-23
306
JESÚS
539
Deuteronomio 28:15 y 28:26
307
César A. Carrión
CAPÍTULO XIII
Una pregunta que siempre realizo cuando hablo con alguna persona
acerca de la resurrección de Jesús es ¿cuantos días permaneció muerto y sepultado
hasta que él vuelve a la vida? Siempre me dan la misma respuesta, tres días, y es
308
JESÚS
algo extraño que sea de este modo dado que es completamente falso. Los que
estén leyendo estas líneas quizás podrán decir: “Se puede poner en duda todo lo
que vimos, está bien, pero ¿también de esto hay que dudar?”. Lo más extraño es
que “todos” saben que creer que permaneció sepultado tres días es algo total-
mente falso, pero no se molestan en realizar el más mínimo análisis, ni siquiera
tan solo por un segundo. Veamos, según los evangelios Jesús fue capturado el
“Jueves Santo”, el “Viernes Santo” es juzgado, flagelado, crucificado y terminó
siendo sepultado a últimas horas de la tarde. El día sábado permaneció enterrado,
y aquí comienza el problema, porque en las últimas horas de la tarde del sábado
se cumplía el recién un día. En la mañana del domingo se completaban 36 hs
desde el momento en el cual fue introducido en la sepultura, cuando María
Magdalena, ya sea sola o acompañada de otras mujeres, encuentra la tumba
abierta y vacía. Desde el viernes a la tarde no pudieron transcurrir más de 36
horas, entonces ¿por qué es que todos afirman que fueron tres los días que
permaneció muerto y nadie se plantea, a pesar de conocer los datos que cité
anteriormente, que fue lo que ocurrió en realidad? La respuesta es obvia, o casi, a
lo largo de los evangelios Jesús refiere reiteradamente que moriría y en tres días
resucitaría.
“Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo
tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra
tres días y tres noches.”540
“y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía:
A los tres días resucitaré.»”541
“Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y
resucitar a los tres días.”542
“porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre
será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber
muerto resucitará.»”543
“Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levanta-
ré.»”544
Como vemos lo que les manifestaba Jesús a sus discípulos y a los que lo
quisiesen escuchar era que él resucitaría “al tercer día”, ni antes ni después, no es
una interpretación personal, son las exactas palabras proféticas que él realizara
previo a su “muerte”. Existen autores que explican esta contradicción entre la
profecía y el relato evangélico de este modo, los tres días a los que hace referencia
la profecía de Cristo son: el primero, el día en que fue sepultado, es decir el vier-
nes; el segundo, el sábado de Pascua y el tercero y último, el domingo de resurrec-
540
Mateo 12:40
541
Mateo 27:63
542
Marcos 8:31
543
Marcos 9:31
544
Juan 2:19
309
César A. Carrión
ción. Obviamente esto está completamente en contra de la primera de las citas que
he realizado ya que ésta manifiesta explícitamente que él permanecería tres días y
tres noches y según los evangelios solamente pasaron dos noches y un día.
En las notas de la traducción Kadosh Israelita Mesiánica realizadas por
Diego Ascunce, el autor explica que: “Yahshúa murió el 14 de Aviv, día de la
Preparación, no un "viernes santo." Al día siguiente (después de las 6:00 PM)
oficialmente era Pésaj (un Shabbat anual) o 15 de Aviv, ya Yahshúa estaba muerto
y sepultado. En ese año el 14 de Aviv cayó miércoles, y exactamente tres días
después, en Shabbat, Él resucitó. De miércoles a jueves, es un día, de jueves a
viernes, dos días, de viernes a Shabbat, tres días. Él resucitó Shabbat a las tres de la
tarde, exactamente tres días después.”
Pero esta explicación, si prestan atención, en realidad no explica nada.
Veamos, siendo que tanto la literatura canónica como la apócrifa coinciden en que
Jesús fue crucificado un viernes y qué fue descolgado de la cruz rápidamente por
no mancillar el Shabbat, ¿de donde sacó que murió un día martes? ¿Cómo llegó a
la conclusión que ese año el Pésaj cayó un miércoles? Siendo que se desconoce
exactamente cuan era la edad de Jesús al momento de su muerte, no quiero ni
pensar que su conclusión se basó tan solo en la tradición de que Jesús nació en el
año 1 de nuestra era y que tenía 33 años al morir. Supongamos, por un momento,
que estos dos datos sean ciertos. El autor nos refiere que la Biblia miente cuando
nos dice que al día siguiente de su crucifixión era sábado. Si hay dos datos contra-
dictorios, ¿por que justo elegir el único dato en el cual coinciden todos los textos
evangélicos? Pienso que es mucho mas sencillo tratar de dilucidar cual fue el año
en el que murió realmente, a alterar completamente lo poco que se conoce acerca
de la fecha de crucifixión. Podemos no saber si Jesús festejó la Pascua y luego fue
encarcelado o si fue crucificado el día previo a que los judíos festejaran la Pascua.
Lo que no creo que se pueda discutir es que la crucifixión se haya efectuado un
viernes, porque, si lo hiciésemos, entonces cualquier hipótesis puede ser cierta,
dado que le quitamos el único dato sobre el cual podemos basarnos para erigir un
castillo deductivo. Particularmente creo que Jesús tenía planeado permanecer tres
días en la tumba y por ello dijo lo que dijo. Con este objetivo calculó la dosis de
Sekarón necesaria pero algo importante debe de haber acontecido para que sus
planes hayan sido alterados tan drásticamente.
Volvamos al momento en el cual fue descendido de la cruz, tenemos que
José de Arimatea, junto a Nicodemo prepararon el cadáver para ser enterrado.
“Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en
secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de
Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también
Nicodemo -aquel que anteriormente había ido a verle de noche- con una mezcla
de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron
en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar.” 545
545
Juan 19:38-40
310
JESÚS
311
César A. Carrión
547
Mateo 28:11-15
312
JESÚS
548
Marcos 16:1-11
549
Lucas 24:11
313
César A. Carrión
550
Juan 20:1-2
551
Juan 20:3-10
314
JESÚS
esperar que arribase Pedro. ¿Qué pudo haber sucedido para que este seguidor de
Cristo no se atreviese a ingresar y se limitase a esperar? El secreto está en saber si
era o no el apóstol Juan al cual se hace referencia. No es lo mismo pensar que
fuese el apóstol Juan, un pobre pescador de Galilea, a que se tratase de algún otro
seguidor, porque, si hubiera sido otra persona, tal vez se tratase de un sacerdote
fariseo que, por miedo a contaminarse con el simple contacto de las paredes de la
tumba, decide esperar y mirar desde afuera hasta que le fuese confirmado que la
tumba no poseía ningún cadáver en su interior. Dado que ambos, Pedro y el
discípulo amado, se encontraban juntos, a solas, en ese momento, podemos llegar
a pensar que se trataba de la misma persona que, por ser amigo del Sumo
Sacerdote, le permitió a Pedro ingresar al patio de la casa de Anás. Si esto fuera
cierto esto sería una prueba más de que la persona que acompañó a Pedro ese
domingo se trataba de un sacerdote o, al menos, de un noble influyente de
pensamiento farisaico seguidor, al mismo tiempo, de Jesús.
Luego de que ambos hubieron entrado a la tumba y comprobado que el
cuerpo no se encontraba y los lienzos que lo cubrían se encontraban tirados en el
suelo y el sudario doblado a un costado, comenzaron a creer en la posibilidad de
que realmente hubiese resucitado. Deciden regresar y dejan a la Magdalena
llorando al pie de la sepultura.
“Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se in-
clinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado
el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por
qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde
le han puesto.» Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era
Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando
que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde
lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice
en hebreo: «Rabbuní» -que quiere decir: «Maestro»-. Dícele Jesús: «No me
toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles:
Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» Fue María
Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas
palabras.”552
Aquí he destacado varios puntos interesantes, primero es el hecho de que
cuando María se asoma a la entrada del sepulcro alcanza a ver a dos personas
vestidas de blanco “sentadas donde había estado el cuerpo”, si vuelven a leer la
descripción de cómo eran las tumbas judías notarán que esto es imposible, al
asomarse a la entrada lo único que hubiera podido divisar hubiese sido la primer
cámara, la que poseía una fosa destinada a los líquidos de putrefacción y no la
cámara sepulcral propiamente dicha. Si vio a dos personas vestidas de blanco
intentando salir del sepulcro, seguramente se trataban de los que habían con-
currido para “resucitar” a Jesús y ayudarlo a salir de la tumba, que fueron sor-
prendidos por los discípulos y se ocultaron en el interior, luego de un rato,
pensaron que ya se habrían retirado todos, por lo que resuelven salir de su
552
Juan 20:11-18
315
César A. Carrión
316
JESÚS
también era gloriosa? ¿De que material estaba formada la “sustancia gloriosa”? Si
el objetivo de la muerte y resurrección de Cristo era redimirnos del pecado
original, cuya primera manifestación, fue el pudor ante la desnudez, ¿no debía
presentarse desnudo, ya que no experimentaba pudor ni vergüenza ante la des-
nudez? Si en todas las apariciones él se presentó desnudo, ¿por qué ninguno de
los evangelios nos lo refiere?
Ahora bien, pensemos por un momento que la hipótesis de trabajo es
cierta. Jesús fue rescatado por un grupo de discípulos que era desconocido por el
grupo apostólico, ellos le proveyeron la ropa, pero él se encontraba en tan mal
estado que no pudo alejarse a la velocidad requerida por las circunstancias y, por
ello, es que fueron sorprendidos por el inesperado arribo de María y de las otras
mujeres. Estos discípulos, al estar vestidos de blanco, fueron confundidos con
unos ángeles, tal como había sucedido en el episodio de la transfiguración, Jesús
sale de su escondite con la intención de distraer al grupo de mujeres y permitir
que “los ángeles” pudieran escapar, y con este objetivo las envía con los apóstoles
para darles la Buena Nueva. Entonces, lo que motivó a Jesús a rechazar el abrazo
que María tenía intención de propinarle era simplemente el dolor que le pro-
ducían las llagas. A pesar de haber sido cubierto con áloe y mirra, el dolor debía
ser tan intenso como para obligarlo a rechazar toda manifestación de afecto.
Esta interpretación de los hechos nos permite aclarar todos los puntos
dudosos sin tener que recurrir a “lo misterioso de los designios divinos”, es
simple, sin incongruencias ni contradicciones. La ropa milagrosa, la presencia de
los ángeles, el rechazo al contacto, todo es sencillamente explicable con esta otra
interpretación, no es necesario recurrir a ningún milagro.
También parece extraño que, en la gran mayoría de sus apariciones, no
fuese reconocido en un primer momento, sino que, por el contrario, es después de
un período de tiempo, que aquellos que lo han visto, se dan cuenta de su identi-
dad pero basándose predominantemente en sus gestos más que en su aspecto
físico. Repasemos el episodio del encuentro entre Jesús y dos de sus discípulos en
el camino a Emaus.
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaus, que
distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que
había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo
Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le
conocieran.”553
Cuando esta persona se les acerca les interroga acerca del tema del cual
estaban hablando y ellos le relatan como Jesús había muerto y le comentan que
algunas mujeres lo habían visto resucitado.
“Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con
todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que
algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madruga-
553
Lucas 24:13-16
317
César A. Carrión
554
Lucas 24:21-24
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Lucas 24:30-31
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JESÚS
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Mateo 28:7
558
Mateo 28:16-20
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César A. Carrión
559
Clemente de Alejandría, Stromates IV, IX
560
Mateo 28:18-20
561
Lucas 24:50-53
320
JESÚS
562
Marcos 16:7 y 16:19
321
César A. Carrión
que era así: “Jesús les dice: «Venid y comed.» Ninguno de los discípulos se atrevía
a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor.” 563
Pero la pregunta del millón es ¿sabían realmente que se trataba de Jesús?
¿En que se basaban para dar por sentado que se trataba de Jesús si no lo podían
reconocer por sus rasgos? Por último, en el tercer encuentro cuando los apóstoles
ven a Jesús en la cima del monte que habían acordado, se postran a sus pies y lo
adoran, pero algunos aún dudan que se tratase de él. Aquí es reconocido
inmediatamente pero no completamente. La persona que los apóstoles habían
encontrado era muy parecida a él, pero algunos de sus rasgos, quizás, eran un
poco diferentes y esto los hacía dudar.
Demos un paso hacia atrás, en reiteradas ocasiones he hecho referencia a
que este apóstol, llamado Judas y apodado Tahôma o Dídimo, es decir mellizo,
posiblemente se tratase de un hermano de Jesús, tan parecido a él que fue
necesario que Judas Iscariote identificara a su maestro con un beso para que, por
error, no terminasen arrestando a Tomás en su lugar.
Entonces, ahora sí, veamos como pudieron haber sucedido los aconteci-
mientos que nos relatan los evangelios. Durante la noche del sábado y madrugada
del domingo un hipotético grupo de seguidores, desconocido por los apóstoles,
concurre al sepulcro con el objetivo de rescatar a Jesús y simular así su resurrec-
ción. El tiempo que les llevó despejar la entrada y despertar a su maestro fue tal
que, cuando consiguieron sacarlo del sepulcro, ya había amanecido y sucedió algo
que no esperaban, María Magdalena se presentó de improviso y los sorprendió
con las manos en la masa. Como estaban vestidos de blanco, trataron de hacerse
pasar por ángeles o fantasmas, asustarla de tal modo que huyera espantada del
lugar, y así ellos podrían escapar sin ser vistos. Esta artimaña no fue,
seguramente, la primera ni la única vez que fue utilizada. Flavio Josefo nos relata
una anécdota similar durante el sitio de Jerusalén. En el transcurso de la “Guerra
de los Judíos”, Simón, uno de los cabecillas de la insurrección, trató de huir de la
ciudad utilizan-do esta misma estratagema.
“Entonces Simón, que pensaba engañar a los romanos dándole un susto,
se revistió de una túnica blanca, se abrochó encima su manto púrpura y salió
debajo de la tierra en el mismo lugar en el que antes estaba el Templo. Al
principio, los que lo vieron se llenaron de asombro, luego se aproximaron a él y
le preguntaron quién era.”564
Recordemos que estamos en una época en donde las personas eran mucho
más supersticiosas de lo que son en la actualidad y también mucho más crédulas.
A María Magdalena le sucedió lo mismo que a los soldados, en un primer
momento se asombró, pero no tanto como para huir espantada. Al encontrarse
atrapado de este modo Jesús se vio obligado a salir de su escondite, a pesar de que
se encontraba en el límite de sus fuerzas, y le ordenó a María que se dirigiera a
563
Juan 21:12
564
La guerra de los Judíos, libro VII, 29-30, pág. 316. Flavio Josefo
322
JESÚS
donde se encontraban reunidos los apóstoles y les avisase que él había resucitado.
Cuando María quiere abrazarlo, él la rechaza, supuestamente para evitar el dolor
que le produciría su simple contacto. Recién cuando ella se retira del lugar, Jesús y
sus rescatistas pueden alejarse para intentar curar sus heridas y así lograr salvar
su vida.
A pesar de la fragilidad general que presentaba su estado de salud, no era
algo inverosímil esperar que él lograse sobrevivir a la crucifixión. Flavio Josefo
también nos relata, en su Autobiografía, como, en una ocasión en la cual ve a unos
familiares suyos crucificados, se presenta ante Tito para solicitarle que los
absuelva y le permita descenderlos de la cruz.
“Cuando Tito César me envió con Ceralio y mil jinetes a una aldea
llamada Tékoah para comprobar si el lugar era apropiado para construir una
trinchera, de regreso vi a muchos prisioneros que habían sido crucificados, y de
entre ellos reconocí a tres familiares míos; sentí un gran dolor, y acercándome a
Tito le hablé de ello llorando. Inmediatamente ordenó que los descolgasen y le
dispensaran toda clase de cuidados. Dos murieron mientras los curaban, pero el
tercero sobrevivió.”565
Aunque Josefo no nos relate que cantidad de tiempo habían permanecido
colgados sus familiares en la cruz, debemos pensar que fueron mucho más que las
escasas seis horas que resistió Jesús, es por ello, que solamente uno fue capaz de
sobrevivir. Las posibilidades de recuperarse que tenía el Mesías debían ser mucho
mayores, pero algo inesperado sucedió, algo que no figuraba en los planes y que
disminuyó ostensiblemente sus posibilidades de supervivencia, el exactor
mortis566 le efectuó un lanzazo en el costado derecho de su tórax, produciéndole,
seguramente, un neumotórax567 que le dificultaría aún más la respiración y, de-
pendiendo de la gravedad de la herida, complicaría de sobremanera las
maniobras tendientes a efectuar la “resurrección”.
Los dos discípulos que rescataron a Jesús debieron llevarlo a un lugar
seguro para realizarle las curaciones necesarias y los tratamientos médicos de los
cuales eran capaces.
Como no estaban seguros si María Magdalena había escuchado o com-
prendido la orden que le diera Jesús, decidieron que se presentarían ante alguno
de los discípulos “oficiales” y les repetirían el mensaje. Es así como uno de ellos se
dirigió hacia el camino que llevaba a Emaús y se acercó a los dos seguidores del
Mesías, pero lo hizo de un modo que pareciera casual. Quizás porque no estaba
seguro de si se trataba de las dos personas que él buscaba y solo pudo darse a
conocer una vez que pudo comprobar quienes eran. El otro, tal vez, se dirigió al
565
Autobiografía, 76:422, pág. 80. Flavio Josefo
566
Soldado encargado de verificar que el prisionero hubiese muerto.
567
Se define neumotórax como la presencia de aire entre las dos hojas de la pleura y que
puede terminar produciendo el colapso pulmonar. Por otro lado la pleura es la membrana
húmeda y brillante que reviste el interior tórax y la superficie de ambos pulmones.
323
César A. Carrión
324
JESÚS
tratando de explicar que esto, en realidad, no sucedió, sino que cada uno de los
apóstoles migró hacia distintos puntos del mundo conocido para llevar el evan-
gelio a todos los confines de la tierra. Por ejemplo se dice que Andrés, el hermano
de Simón Pedro, se dirigió a Escitia y a Acaya; Santiago, el hermano de Juan, fue
famoso por haber evangelizado Hispania; Natanael Bartolomé que viajó hasta
Arabia, dejando allí un Evangelio según Mateo para luego dirigirse hacia la India;
Felipe evangelizó Frigia y murió en la cruz en la ciudad de Hierápolis; Mateo
partió hacia Etiopía y creó la iglesia que se convertiría en la Iglesia Copta, luego
de esto se dirigió a la India y fundó la iglesia cristiana de Malipur. Por último,
debemos considerar a Judas Tadeo que fue enviado hacia Edessa con el objetivo
de sanar al rey Abgaro V.
Fue de este modo como se produjo una diáspora de casi todos los
apóstoles, quedando en Jerusalén tan solo unos pocos, a menos que pensemos que
todo es una gran mentira y lo que verdaderamente sucedió, es que simplemente
abandonaron el movimiento mesiánico porque la causa que motivó que se
unieran a él había desaparecido.
Para los primeros cristianos era muy difícil de aceptar que varios de los
apóstoles hubieran renunciado al movimiento, la alternativa más simple era
inventar una serie de destinos alejados hacia los cuales se habrían dirigido, para
poder justificar su desaparición de la historia oficial. Si cualquiera de estas
misiones evangelizadoras hubiese sido real habría constancia de ellas tanto en los
Hechos como en las epístolas, así como ocurrió con los viajes de Pablo, Lucas,
Bernabé, Barsabás, Silas o Timoteo. Las tradiciones en las cuales se relatan el
destino de los distintos apóstoles son muy posteriores y estaban destinadas sola-
mente a cubrir el hueco existente dentro de lo que podemos llamar “la historia
oficial”. Éstas poseyeron muy poco o quizás nada de contenido real, muy por el
contrario, fueron pura fantasía ya que no se basaron en relatos de primera mano,
porque todos los posibles testigos ya habían muerto hacía mucho tiempo, y ni
siquiera existían textos de los cuales pudiesen tomar algún dato como referencia.
Toda la historia relacionada con los primeros años del cristianismo fue eliminada
completamente, no nos quedan registros, ni de que fue lo que sucedió con los
apóstoles, ni como se organizó el primer grupo de cristianos luego de la muerte de
su líder, no sabemos en cuales ni en cuantos grupos se dividió el movimiento,
cuales eran sus creencias. Las amonestaciones que envía Pablo en sus epístolas a
las distintas iglesias nos dan una pálida idea de sus costumbres, de las “herejías”
en las cuales debieron de haber incurrido y de que manera fueron eliminadas y
perseguidas. La iglesia del siglo IV y V se dedicó a expurgar todo aquello que
fuera en contra del dogma aceptado por la cúpula eclesiástica. Tanto es así que,
por ejemplo, de los Anales de Tácito faltan todos aquellos libros en los cuales
pudiera figurar algún dato acerca del movimiento cristiano naciente. En los libros
de Flavio Josefo, llama la atención la completa ausencia de una mínima referencia
hacia Jesús. Josefo, habitualmente tan exhaustivo, que incluye en sus relatos hasta
los más mínimos detalles históricos, ni siquiera hace una pequeña referencia a la
vida del Mesías, siendo que, en la época en la cual él escribió sus “Antigüedades
judaicas” o su “Guerra de los Judíos”, el movimiento cristiano ya gozaba de cierta
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César A. Carrión
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JESÚS
Fin
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César A. Carrión
carrioncesar@hotmail.com
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▪ Interlineal Griego / Español- Traducción Conde Konstantin Von Tischendorf
(2008)
▪ Libro del Pueblo de Dios- Sociedad Bíblica Católica Internacional- Gráficas
Carasa (Buenos Aires, 2009)
▪ Peshitta en español traducido de la Biblia Aramea- Instituto Cultural Alef y Tau
A.C.- Publicado por Broadman & Colman Publishing Group (2006)
▪ Septuaginta en español- Traducción de Pbro Jünemann Beckchaefer, Guillermo-
Conferencia Episcopal de Chile (1992)
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Traducción Kadosh Israelita Mesiánica- Traductor Diego Ascunce (San José de
Costa Rica, 2003)
▪ Santa Biblia- Reina / Valera- Edición de estudio (1995)
331
César A. Carrión
Índice
Prólogo pág. 9
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I La Sagrada Familia pág. 21
CAPÍTULO II El Nacimiento pág. 33
CAPÍTULO III Los Reyes Magos pág. 47
CAPÍTULO IV Juan el Bautista pág. 59
CAPÍTULO V La Infancia pág. 81
CAPÍTULO VI El Inicio pág. 95
CAPÍTULO VII Los Apóstoles pág. 113
CAPÍTULO VIII La Sagrada Familia II pág. 133
CAPÍTULO IX El Mensaje pág. 143
CAPITULO X Sus Milagros pág. 159
SEGUNDA PARTE
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