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JESÚS

Jesús
la verdad detrás del mito

C ÉSAR A. C ARRIÓN

1
César A. Carrión

2
JESÚS

Jesús
la verdad detrás del mito

C ÉSAR A. C ARRIÓN

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César A. Carrión

Carrión, Cesar Alejandro


Jesús : la verdad detrás del mito . - 1a ed. - Rosario : Del Castillo, 2011.
336 p. ; 25x18 cm.

ISBN 978-987-1644-09-4

1. Teología. 2. Cristología. I. Título


CDD 232

Fecha de catalogación: 23/02/2011

Imagen de Tapa:
Descendimiento de la Cruz – Caravaggio
(Óleo sobre Tela) - Pinacoteca Vaticana

Diseño, Impresión y Encuadernación


Ediciones DEL CASTILLO
Urquiza 2031 - Tel. (0341) 4259361
(2000) Rosario - Prov. de Santa Fe
E-mail: libreriasocial@hotmail.com

Hecho el Depósito que marca la Ley Nº 11.723

ISBN 978-987-1644-09-4

IMPRESO EN ARGENTINA

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JESÚS

A mis padres,
que me hicieron el hombre que soy,
y a mi esposa,
por haberme elegido.

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César A. Carrión

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JESÚS

Si la historia la escriben los que ganan


Eso quiere decir que hay otra historia
La verdadera historia
Quién quiera oír que oiga.
Litto Nebbia

Éste no es un libro para todo el mundo. Aquellos


que se sientan perfectamente confortables con
su actual visión del mundo, de la política, de la
religión, la economía o la historia, tal vez debería
escoger otro tipo de lectura.
Santiago Camacho
20 grandes conspiraciones de la historia

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César A. Carrión

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JESÚS

Prólogo
La vida de Jesús ha sido siempre un enigma. Los evangelios no son
verdaderos libros de historia, son escritos testimoniales cuyo objetivo era con-
vencer a los posibles lectores de que Jesús era el Mesías esperado. Por otro lado,
tampoco era su objetivo el efectuar un racconto de los hechos tal cual como le
hubiera agradado a un historiador moderno. Aún entre los historiadores con-
temporáneos a los evangelistas no estaba mal visto que se tomaran ciertas
licencias al momento de relatar lo ocurrido, solían disimular los aspectos
negativos y destacar los positivos de tal manera que, en ocasiones, pone en duda
la veracidad de lo relatado. Por ejemplo, cuando Herodoto relata la batalla de las
Termópilas en el transcurso de las Guerras Médicas, nos refiere la manera en la
cual se enfrentaron los Persas con los soldados espartanos de Leónidas. “Así, con
este cómputo, la suma total que Jerjes, el hijo de Darlo, condujo hasta Sepiada y
Termópilas, subiría a 528 miríadas y 3.220 hombres, que son 5.283.220 hombres.” 1
A este importante número de soldados, en el texto de su Historia, los enfrenta con
una exigua cantidad de combatientes griegos. “Entonces, pues, se fue a
Termópilas el rey Leónidas, habiendo escogido en Esparta 300 hombres de edad
varonil y militar que ya tenían hijos.”2 Más adelante el autor, en los últimos
capítulos del mismo libro, cita el epitafio que fue escrito sobre la tumba de los
caídos, cuyo texto es el siguiente: “Aquí lucharon cierto día, contra tres millones,
cuatro mil hombres venidos del Peloponeso.” 3 Obviamente nunca podremos saber
si el ejército persa estaba com-puesto por tres o cinco millones de soldados, así
como tampoco podremos conocer si los griegos que se le enfrentaron fueron
trecientos o cuatro mil, lo que parece claro es que la desproporción que, según
Herodoto, existía entre ambos ejércitos, posiblemente, haya sido exagerada por el
autor.
Otro ejemplo de este tipo de accionar, que poseían los autores clásicos lo
podemos encontrar en Polibio y su Historia de las Guerras Púnicas, allí, cuando
relata como Aníbal acampaba en el país de los Samnios describe el lugar en donde
efectuó su asentamiento como “estas llanuras están bien defendidas y son de
acceso difícil: están rodeadas por el mar, y, en su mayor parte, por una gran
cadena montañosa que ofrece solo tres entradas desde tierra adentro, angostas y
escabrosas, la primera por el país de los samnitas, la segunda por el Lacio y la otra
1
Historia, libro VII, CLXXXVI - Herodoto
2
Historia, libro VII, CCV - Herodoto
3
Historia, libro VII, CCVIII - Herodoto

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César A. Carrión

por la región de Hirpino.”4 Describía la región de esta forma a pesar de que la


“gran cadena montañosa” a la cual hace referencia se trataba, tan solo, de una
serie de colinas de moderada altitud y con ocho accesos diferentes desde Italia
central.
Incluso, el historiador judío Flavio Josefo, con el objetivo de congraciarse
con el poder romano, cuando hacía referencia a los celotes, los llamaba lestes, que
significa ladrón, delincuente. Utilizaba esta denominación calumniosa a sabiendas
que se trataba de un grupo revolucionario con ideas independentistas y que no se
dedicaban a delinquir.
Así podemos ver que, dependiendo de las intenciones del autor, los
relatos podían estar censurados o adornados de diferentes maneras y no por ello
eran considerados textos espurios, falsos o apócrifos. Asimismo, los autores
evangélicos no estaban exentos de caer en estas mismas prácticas. De este modo,
numerosos hechos que, en la actualidad, podrían ser considerados como de suma
importancia, los evangelistas simplemente los pasaron por alto haciendo que estos
permanecieran completamente ignorados hasta el día de hoy, otros fueron
alterados, exagerados o tergiversados, en ocasiones en forma muy burda pero en
otras de manera sutil, haciendo que la búsqueda de la verdad histórica se
transforme en un trabajo ciclópeo. De este modo debemos conformarnos con
poder analizar los escasos datos de los cuales disponemos y tratar de imaginar o
intuir como pudieron haber sucedido aquellos que aún se desconocen. A esto,
además, debemos sumarle la interferencia que hacen nuestras propias creencias
para rechazar las conclusiones que van en contra de lo que hemos aprendido a lo
largo de nuestras propias vidas. Parte de nuestra mente se resistirá a aceptar los
resultados de los análisis por ir en contra de los dogmas que se han hecho carne
en nuestro espíritu. Es por ello que este libro debe tratar de ser leído con la mente
lo más abierta posible, para poder aceptar o rechazar los resultados basándose en
argumentos y no en prejuicios.
De Jesús se desconoce si José fue o no su verdadero padre. También
ignoramos que fue de él, que le sucedió o como terminó sus días. De pronto
desaparece de la historia evangélica sin dejar rastros y sin siquiera brindarnos
ningún tipo de explicación. ¿María era virgen y Jesús fue fruto de una inmaculada
concepción? Si esto es así, ¿como es que la Biblia refiere, en más de una ocasión,
que poseía hermanos? ¿Donde nació realmente el Salvador, en Belem de Judea o
en Nazareth de Galilea? ¿Existieron realmente los reyes magos? ¿Por qué motivo
Jesús estaba peleado con su familia e, incluso, rechazaba hasta el diálogo con su
propia madre? Si aceptamos que todo lo relatado en los evangelios es
absolutamente cierto, dado que habían acontecido múltiples hechos milagrosos
durante los días previos y posteriores al nacimiento de Jesús ¿por qué motivo, sus
familiares más cercanos, padre, madre y hermanos, no formaban parte de sus
seguidores? ¿Sus enseñanzas hablaban solamente de paz y amor fraternal o su
mensaje también estaba cargado de odio, rencor y pensamientos de contenido
racista? ¿Lázaro verdaderamente resucitó? ¿Es posible que haya sucedido un
4
Historias, libro III, XCI, 8-10 - Polibio

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JESÚS

milagro tan portentoso o fue todo un truco con el objetivo de captar adeptos? ¿El
pueblo judío era un grupo de neuróticos ciclotímicos que recibieron a Jesús entre
vítores para tres días mas tarde pedir a gritos que lo crucifiquen sin piedad, aún
luego de haberlo visto flagelado? ¿Cómo es posible que la única justificación que
fue capaz de encontrar el Sanedrín, para poder crucificarlo, haya sido tan solo el
hecho de haberse proclamado Mesías? ¿El milagro de la resurrección ocurrió
realmente? Y si esto fue así, ¿por qué motivo es que tan solo dos de los cuatro
evangelios recuerdan que hubiera sucedido? ¿Por qué Jesús decide mostrarse
solamente ante sus discípulos y a escondidas en lugar de manifestarse glorioso
ante todo el pueblo? Toda esta larga lista de preguntas y muchas más son las que
permanecen luego de leer detenidamente los textos sagrados. La intención de este
libro es plantear algunos interrogantes, investigar cuales fueron los hechos que
nos fueron ocultados para luego, por medio de un detallado análisis de los datos
de los cuales disponemos, gradualmente ir encontrando las respuestas.
Obviamente, no todos los interrogantes que nos hemos planteado podrán ser
resueltos. Si bien en el caso de la mayoría de ellos el poder disiparlos está al
alcance de la mano, se consigue simplemente leyendo detenidamente los
evangelios, para el resto deberemos recurrir a fuentes alternativas como son los
evangelios apócrifos y textos de la época escritos por autores seculares
independientes. Pero, aún incluyendo estos textos, no podremos alcanzar a
responder todas las incógnitas, para el resto de estas deberemos encontrar una
explicación que pueda considerarse plausible aunque por ello, no necesariamente,
deban aceptarse como ciertas.
Por otro lado, un punto que debemos tener presente, en forma
permanente, mientras estemos leyendo este libro, es que Jesús era judío. Dicho de
esta forma aparenta ser una verdad de Perogrullo, pero es un hecho que
habitualmente uno no tiene en cuenta al momento de leer la Biblia. Su prédica, su
conducta, su mensaje eran claramente judíos. En el trascurso de toda su vida
pública, de su boca jamás salieron palabras que estuvieran en contra de la religión
judía, del pueblo judío, de la Torah o de la enseñanza de los profetas, muy por el
contrario, en una oportunidad expresó: “No penséis que he venido a abolir la Ley
y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.” 5
Jesús era un judío viviendo en Judea. Un país que se encontraba ocupado
por el ejército de Roma desde hacía demasiados años, en donde se vivía perma-
nentemente en un ambiente de asfixiante tensión política y social. Un país en
donde coexistía una clase social elevada, de tendencia filohelena, que poseía un
estilo de vida marcados por hábitos que habían sido importados desde Grecia,
cuya laxitud en las costumbres les incitaba a incumplir con los preceptos ordena-
dos por la Torah, asistían a gimnasios en donde practicaban deportes “desnudos”,
al menos desde el punto de vista del resto de los judíos, organizaban bacanales en
donde los alimentos que se consumían distaban mucho de poder ser conside-
rados “kosher”, tomaron por costumbre utilizar nombres griegos en reemplazo de
los que poseían que eran de origen hebreos. Un ejemplo de esta conducta era

5
Mateo 5:17

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César A. Carrión

reemplazar el nombre de Adán, cuyo significado era “hombre”, y sustituirlo por


su equivalente griego, Andrés. Otro caso renombrado es el del historiador hebreo
Flavio Josefo cuyo nombre original era el de Yoshua ben Mattityah, es decir José
hijo de Matías. El motivo por el cual decidió cambiarse el nombre a su versión
latina fue para homenajear a Flavio Vespasiano, el futuro emperador romano, por
liberarlo luego de haber sido capturado durante el transcurso de la Guerra a los
judíos.
Para los judíos más ortodoxos este grado de relajación en las costumbres
era la causa de todos los males que aquejaban al pueblo de Dios y era el motivo
por el cual él los estaba castigando. Para este grupo la única solución era el
arrepentimiento y el cumplimiento estricto de la Toráh. Es así como, en los años
previos al nacimiento de Jesús, comenzaron a aparecer distintos grupos religiosos
que intentaban, cada uno a su manera, de volver a las raíces del verdadero
judaísmo, trataban de congraciar a Dios nuevamente con su pueblo.
Aproximadamente en la época en la cual se dio inicio la “revolución de los
Macabeos” existía una secta cuyos integrantes eran conocidos como Asídeos. Ésta
es una palabra griega derivada de la hebrea Hassidim, que significa “los
piadosos”. Estaba compuesto por laicos y campesinos que rechazaban las
costumbres de raíz helenísticas y trataban de apegarse a los hábitos tradicionales
hebreos. Su principal preocupación era la religión y trataban de no intervenir en
política. Se apegaban tan estrictamente al cumplimiento del sábado que habían
decidido no quebrantarlo ni siquiera para salvar su vida. Es durante esta rebelión,
a causa de las severas derrotas que sufrían a manos de los sirios seléucidas por
atenerse a esta norma, que deciden cambiar esta costumbre y quebrantar el
sábado, pero comprometiéndose a hacerlo solamente cuando estuviera en peligro
la vida durante el transcurso de una guerra y tan solo para la defensa, jamás para
atacar. Este cambio en la interpretación del reposo sabático terminó dividiendo a
los asídeos en dos grupos diferente. El primero, que nunca alcanzó una gran
cantidad de fieles y mayormente vivían aislados en comunidades cerradas,
conocidos como esenios y un segundo grupo, mucho más numeroso, que decide
intervenir en forma activa en los aconte-cimientos políticos de la época y eran
llamados “perishaiya” o como los conocemos en castellano, fariseos. Pero, si bien,
los saduceos, fariseos y esenios son los grupos religiosos más renombrados en la
actualidad, no eran los únicos que existían en Israel en ese momento histórico.
Entre los grupos menos conocidos podemos citar los recabitas, los quenitas, los
nazareos, los sadoquitas, es más, existía una secta que era conocida como “los
nadadores matutinos o bautistas de la mañana”. Incluso, en la época que
correspondería a la niñez de Jesús, nació un grupo armado de raíz religiosa
llamados zelotas, cuyo brazo más radicalizado eran los sicarios, los asesinos de la
sica, un puñal corto que ocultaban entre sus ropas.
Judíos enfrentados contra judíos. Judíos enfrentados al poder romano.
Judíos esperando la llegada de un Mesías que los liberase de la ocupación y que
los guiase para recuperar el poderío que poseía la Israel de David. Es aquí, en este
momento de la historia en donde ve la luz el Mesías, el Cristo, que conoceríamos

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JESÚS

como Jesús de Nazaret. Equívocamente tendemos a pensar en él como el creador


de una nueva doctrina completamente ajena al pensamiento judaico, pero esto no
es así.
“No puede exagerarse suficientemente la importancia de comprender los
principios del cristianismo como un movimiento completamente judío. Solo en la
medida que seamos capaces de hacerlo así, deteniéndonos a estudiar la informa-
ción disponible sobre la vida de Jesús, su pensamiento y su fe, podremos com-
prender al propio Jesús, así como el carácter original del cristianismo. Debemos
despojarnos de toda consideración de que Jesús y sus seguidores inmediatos
representaran algo que no fuera judío, lo que no resulta precisamente fácil para
quién ha sido educado en el credo y en los puntos de vista tradicionales de la
iglesia. En otras palabras, el cristiano debe convertirse en un judío para com-
prender y simpatizar antes de hallarse cualificado para considerarse un verdadero
cristiano.”6
Es válido destacar este último hecho, un judío ferviente fácilmente podría
seguir las enseñanzas de Jesús sin caer en ninguna contradicción con los preceptos
que dictan las costumbres mosaicas, lo que jamás podría hacer es someterse a los
dogmas de la iglesia católica sin quebrantar los judíos.
A modo de ejemplo podríamos ver que un judío ortodoxo es capaz, sin
ninguna dificultad, de rezar el Padre Nuestro, no hay nada malo dentro de su
texto que vaya en contra de la ley mosaica, pero nunca lo veríamos arrodillarse
ante una imagen a rezar, esto jamás fue enseñado por Jesús ni por la iglesia
primitiva.
En el transcurso de los primeros trescientos años de la iglesia sucedieron
hechos que llevaron a que los cristianos se diferenciaran cada vez más de los
judíos, ambos grupos experimentaron necesidades diferentes que gradualmente
los fueron distanciando. La iglesia cristiana nació como un grupo revolucionario,
con ideas mesiánicas y de liberación del yugo romano, pero si quería sobrevivir a
la persecución que había comenzado el imperio romano contra el pueblo judío y
su rebelión, debía cambiar, debía conquistar adeptos dentro mismo del pueblo
romano, debía levantar la bandera del sometimiento a las leyes romanas para no
morir. Israel, en el año 70 de nuestra era desapareció como país, los primeros
cristianos quisieron sobrevivir y fueron adaptando sus doctrinas gradualmente
según las necesidades de la época. Es así como el 20 de Mayo el año 325 se reúnen
en Nicea, convocado por Constantino I el grande y siendo Papa San Silvestre I, los
obispos de la iglesia cristiana y dan origen al credo de Nicea. Es allí en donde se
define al Hijo consustancial con el Padre, se fija el la celebración de la Semana
Santa en el día domingo posterior a la Pascua judía. Es allí donde se destruye
definitivamente cualquier posibilidad de reunión entre ambas doctrinas. ¿Cómo
pedirle a un judío practicante, que recita la Schema cada mañana, que acepte que
Yavhé y Jesús son uno? ¡Schema Israel, Adonai elohenou, Adonai echad!, es decir

6
Hugh J. Schonfield. “Jesús: ¿Mesías o Dios?”

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César A. Carrión

“Escucha Israel, el señor es tu dios, el señor es uno solo”7. Sin discusión, el señor
es uno, no dos y mucho menos tres. A partir de ese momento la separación se
tornó irreversible y el cristianismo fue adoptado como religión oficial por el
estado romano.
En el segundo concilio ecuménico, que se realizó el 24 de septiembre del
787, siendo Papa Adriano I, se aprobó la veneración de imágenes religiosas, pero
ya en esa época el pueblo judío era considerado deicida y perseguido por ello.
¿Qué fue lo que sucedió para que comenzaran a distanciarse? A pesar de
lo que la gente común cree, el creador de la religión cristiana no fue Jesús, ni
siquiera fue uno de sus discípulos directos, el creador de la doctrina como llegó a
nosotros fue un fariseo llamado Saulo, originario de la ciudad de Tarso, en Cilicia.
Conocido luego con el nombre de Pablo.
Pablo, luego de que Dios mismo se le manifestase en una visión mientras
se encontraba en el camino a Damasco, se transformó en un cristiano ferviente,
pero, ¿qué era para él ser un cristiano ferviente?
Pablo, a su regreso a Jerusalén, comenzó a propagar enseñanzas que no
había dado Jesús en vida, a las cuales los apóstoles se oponían ya que las
consideraban falsas, pero Pablo respondía que lo que él enseñaba se lo había
revelado el Jesús celestial, el resucitado y no el terrenal. Así era como se negaba a
obedecer las órdenes de no enseñar esa nueva doctrina que le habían dado los
padres de la iglesia. Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de esta
confronta-ción: “Y han oído decir de ti que enseñas a todos los judíos que viven
entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus
hijos ni observen las tradiciones. ¿Qué hacer, pues? Porque va a reunirse la
muchedumbre al enterarse de tu venida. Haz, pues, lo que te vamos a decir: Hay
entre nosotros cuatro hombres que tienen un voto que cumplir. Tómalos y
purifícate con ellos; y paga tú por ellos, para que se rapen la cabeza; así todos
entenderán que no hay nada de lo que ellos han oído decir de ti; sino que tú
también te portas como un cumplidor de la Ley.” 8 Si bien Pablo obedece las
órdenes impartidas por el grupo de apóstoles, en sus epístolas reclama su
supremacía con respecto al resto de los discípulos de Jesús porque estos lo
conocieron según la carne y a él lo instruyó en gloria: “Porque os hago saber,
hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, pues yo
no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” 9
La discusión parecía que no iba a llegar a un fin concreto hasta que, de la
mano de Pedro, surgió la solución. Pablo limitaría su prédica a los Gentiles, es
decir, a aquellos no judíos de nacimiento. Pero estos gentiles cuando manifestaban
su decisión de convertirse a la fe judeocristiana, hasta ese momento, debían so-
meterse al ritual de la circuncisión, que era la manifestación física de la alianza
entre pueblo hebreo y Jehová.
7
Deuteronomio 6:4
8
Hechos 21:21-24
9
Epístola a los Gálatas 1:11-12

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JESÚS

Este último requisito era una barrera muy difícil de soportar para un
gentil, y por eso eran muy remisos a la conversión. Desde el punto de vista
filosófico, los griegos mantenían muchos puntos en común con el pensamiento
cristiano, princi-palmente entre los de pensamiento platónico y los paulistas, pero
cuando llegaba el momento de abrazar la fe judía retrocedían horrorizados ante
tamaño requeri-miento. Es por ello que Pablo les plantea como único
requerimiento el bautismo, porque consideraba que al ser bautizados, el nuevo
creyente, ya se encontraba circunciso en su corazón.
Es a causa de estas dos circunstancias, la predica restringida a los gentiles
y el no cumplimiento del requisito de la circuncisión como condición para formar
parte de la comunidad cristiana, por lo que esta nueva “religión” pudo expandirse
por todo el imperio con mucha mayor rapidez que la enseñada por los apóstoles.
Pero la diferencia cultural de ambos pueblos era abismal. Los gentiles
veían como algo normal a los semidioses, seres producto de una unión entre un
dios y un mortal, historias de vírgenes embarazadas por un dios corrían ya en la
antigua Grecia. A un gentil no le bastaba que Jesús fuera un simple profeta,
necesitaba considerarlo como un dios o, mínimamente, un semidios.
Y si el espíritu de Julio César había ascendido a los cielos, ¿qué menos
haría el salvador? ¿Necesitaban una imagen femenina como diosa? ¿Por qué no
divinizar a María y comenzar con el culto mariano? Se transformó en algo muy
común adaptar las distintas creencias de las diferentes religiones asumiéndolas
como propias con el único objetivo de ganar una mayor cantidad de adeptos. Esta
gradual transformación convirtió al cristianismo primitivo en la religión que es
actualmente, y las enseñanzas de la iglesia primitiva fueron olvidadas y sus
últimos adeptos declarados herejes y perseguidos por ello hasta la muerte.
A partir del comienzo de la edad media, los monasterios se transformaron
en los guardianes de la herencia cultural griega y romana. En estos claustros era
donde se copiaban los textos escritos por los filósofos clásicos y se los rescataba
del olvido, pero, al poseer el monopolio de la transcripción de los códices, se
transformaron simultáneamente en los censores de todas aquellas obras que
estuvieran en contra de los dogmas que sostenía la iglesia cristiana. Es por todos
estos motivos que hoy nos encontramos entre tinieblas y en la búsqueda del Jesús
histórico.
Este libro no trata de sus enseñanzas, ni pretende adoctrinar sobre ningún
pensamiento religioso ni filosófico, su único objetivo es que sea el primer paso
hacia el descubrimiento de otra realidad más allá de la que nos enseñaron y que a
través de ella podamos iniciar la búsqueda de la verdad histórica, de lo que
ocurrió realmente. Antes de comenzar su lectura debemos despojarnos de todo
tipo de prejuicios, preconceptos o ideas preconcebidas, dado que éstas no nos per-
mitirían reconocer, cuando encontramos contradicciones en el texto bíblico, que
estas inconsistencias existen. A modo de ejemplo, si nos aferramos al dogma de la
virginidad perpetua de María, a pesar de que esta idea no existe en los textos
evangélicos sino que fue aceptada muchos siglos después de su muerte, no podre-

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César A. Carrión

mos aceptar el hecho que Jesús poseyera hermanos a pesar de que ese dato nos es
referido reiteradamente por los evangelistas. Si no nos podemos permitir plantear
siquiera la duda jamás podremos cambiar de opinión aún en contra de todo tipo
de argumento, por más firme que este sea. Solo si somos capaces de aceptar que
un hecho puede ser cierto estaremos en condiciones de iniciar su análisis.
Este libro está diseñado en dos partes, en la primera el objetivo es realizar
una especie de búsqueda del origen de múltiples hechos aceptados como
verídicos pero cuya fuente no es el Nuevo Testamento. Por ejemplo, cualquier
persona, si la interrogamos, nos puede referir cuantos eran los reyes magos e
incluso nos in-formará sus nombres, pero estos datos no son provistos por
ninguno de los cuatro evangelios. La gran mayoría de los creyentes desconocen
donde se originó esta leyenda. Otro ejemplo particular es el nombre de los padres
de la virgen María. San Joaquín y Santa Ana, son los progenitores de María,
reconocidos como tales y declarados santos por la iglesia católica a pesar de que
no existen datos en el nuevo testamento que sustenten esta presunción. La historia
de sus vidas forma parte de los relatos incluidos en los evangelios apócrifos.
Ahora bien, si existen datos dentro de los evangelios apócrifos que pueden ser
considerados verídicos, aún por la iglesia católica, entonces estamos autorizados a
buscar, en esta fuente, los datos ausentes en los canónicos. Es en estos textos
alternativos, en donde rastrea-remos las pistas que nos ayuden a aclarar en que
sitio nació Jesús. ¿Era, María y José, una pareja de origen humilde? ¿Existió
realmente la “Matanza de los Inocen- tes”? ¿Jesús estaba casado? ¿Quién pudo ser
su esposa? ¿Quiénes fueron sus her-manos? ¿Cuántos eran los apóstoles? ¿Eran
unos pacíficos pescadores de Galilea o se trataba de un grupo armado con el
objetivo de instaurar un nuevo orden? ¿Ac- tuaba Jesús solo o existía un grupo de
seguidores oculto con los cuales coordinaba las acciones a seguir? ¿El mensaje de
Jesús era tan pacífico como nos enseñaron o también tuvo en vida expresiones de
contenido racista, violento e intolerante? ¿Los milagros fueron tales o se trató de
engaños armados para captar adeptos?
Con respecto a la segunda parte de esta obra, se trata de buscar una
explicación alternativa a los hechos ocurridos en el transcurso de la Pasión, en los
que podemos notar graves inconsistencia y contradicciones en el relato oficial,
donde existen incoherencias tales que hacen imposible poder creer que lo relatado
sea absolutamente cierto. Por ejemplo, debemos creer que en menos de tres horas
se produjeron tres juicios, dos rondas de reconocimiento, tres interrogatorios, dos
plebiscitos a la opinión popular, una flagelación y la ascensión al monte Gólgota
para ejecutar la sentencia de crucifixión. Todos los hechos que he citado presunta-
mente ocurrieron entre la hora prima y la hora tercia, es decir entre las seis y las
nueve de la mañana, momento en el cual fue elevado en la cruz.
Todo este segundo segmento está dedicado al análisis de los sucesos
acontecidos durante la captura, en el juicio ante el Sanedrín, en el que se realizó
ante Pilatos, cuales fueron los delitos de los que se le acusaba, quien fue
verdadera-mente el que lo condenó y ejecutó, en donde fue crucificado e, incluso,
si resucitó o no.

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JESÚS

La mayoría, por no decir todas, las respuestas a los interrogantes que


planteo están en contra de los dogmas aceptados por la iglesia, pero cada una de
ellas se basa en múltiples fuentes de diverso origen, datos provistos por los
evangelios apócrifos, por autores paganos como Celso, Suetonio o Tácito, judíos
como Flavio Josefo, o católicos como San Irineo, Eusebio de Cesaréa u Orígenes.
Incluso muchos de los argumentos se sustentan en referencias extraídas de los
mismos evangelios. Si bien los copistas medievales censuraron, en estos textos, la
gran mayoría de los datos que ellos consideraban “heréticos” o en contra del
dogma católico aceptado, siempre, a pesar de lo exhaustivo de su trabajo, restan
datos lo suficientemente importantes como para poder ser utilizados en este
análisis.
Todo el libro es semejante a la investigación que se realiza en un juicio, se
interroga a los testigos, se busca determinar las incongruencias y contradicciones
del relato, para finalizar el juez emitiendo una sentencia en relación a lo escucha-
do. Ustedes son los jueces y, muy probablemente, también la defensa, yo el fiscal
que realizará los alegatos. Al finalizar el libro emitirán una sentencia acerca de lo
que hayan leído.

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JESÚS

PRIMERA PARTE

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César A. Carrión

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JESÚS

CAPÍTULO I

La Sagrada Familia

Cuando pensamos en la Sagrada Familia, ¿qué imágenes se nos vienen a la


mente? Corríjanme si me equivoco, pero casi siempre pensamos en una familia
pobre, de artesanos, que apenas ganaban para comer, muy devotos de Dios y
respetuosos de las leyes, un José viejo, casi anciano, y una adolescente y virginal
María. Pero, ¿cuantas de estas premisas serán ciertas? ¿Hay algún libro canónico o
apócrifo que nos orienten acerca de este supuesto? ¿Queda algún relato,
documento o texto contemporáneo a los hechos que nos referimos que describan
como era, dentro de la sociedad de la época, la vida de los descendientes de
David? ¿Era José verdaderamente un carpintero? ¿Vivía pobremente de su oficio,
él y toda su familia?
Los evangelios canónicos aportan muy escasos datos acerca de María, de
José, de sus infancias, de su crianza o de su formación, si deseamos informarnos al
respecto debemos recurrir a los evangelios apócrifos, que son los únicos textos
que nos pueden aportar algunos datos. El simple hecho de basarse tan solo en
ellos hace que las conclusiones sean, como mínimo, dudosas e incluso graciosas, al
menos desde el punto de vista de una persona del siglo XXI. Recordemos que
estos evangelios fueron escritos mayormente en períodos posteriores a los
evangelios canónicos, y que ambos, canónicos y apócrifos, se basaban completa-
mente en tradiciones orales. Los textos reflejan el pensamiento e, incluso, los
conocimientos que poseían los autores dentro del contexto histórico en el cual
fueron escritos, acerca de los hechos que se querían narrar. Al no tratarse de
relatos de primera mano, caen en verdaderos anacronismos, algunos de ellos muy
obvios, pero igualmente son válidos, al menos, para informarnos de sus creencias,
algunas de las cuales se mantienen hasta la fecha.
Primero veamos que sabemos de Mariamme10, la madre de Jesús. Las
10
María: del hebreo Miriam, en arameo Mariamme, significa Bien criada o Princesa.

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César A. Carrión

tradiciones y los evangelios apócrifos nos dicen que María era hija de Anah y
Jehohakim11: Éstos no vivían en la pobreza sino que eran personas ricas, des-
cendientes de David.
“Consta en las historias de las doce tribus de Israel que había un hombre
llamado Joaquín, rico en extremo, el cual aportaba ofrendas dobles diciendo: El
excedente de mi ofrenda será para todo el pueblo, y lo que ofrezca en expiación de
mis faltas será para el Señor, a fin de que se me muestre propicio.”12
Para más datos el evangelio de Pseudo-Mateo nos dice que “era pastor de
sus propias ovejas... y ofrecía presentes dobles a los que trabajaban en la sabiduría
y en el temor de Dios, y presentes simples a los que a éstos servían” 13 “...y no
había, en todo el pueblo israelita, nadie que lo igualase en abundancia de reses.” 14
Según el Protoevangelio de Santiago, no solo era hija de un hombre rico en
extremo, sino que también era su única hija, también fruto de un embarazo
milagroso.
“Y he aquí que un ángel del Señor apareció y le dijo: Ana, Ana, el Señor ha
escuchado y atendido tu súplica. Concebirás y parirás y se hablará de tu
progenitura en toda la tierra, y Ana dijo: Tan cierto como el Señor, mi Dios, vive,
si doy a luz un hijo, sea varón, sea hembra, lo llevaré como ofrenda al Señor, mi
Dios, y permanecerá a su servicio todos los días de su vida.”15
Tan milagrosa fue la concepción que no necesitó Ana de Joaquín para
poder lograrla. De hecho veinte años convivieron juntos sin poder procrear, bastó
que Joaquín se alejase de Ana durante cinco meses para que ella quedase emba-
razada milagrosamente por medio de un ángel.
“Joaquín abandonó llorando el templo del Señor, y no volvió a su casa,
sino que marchó donde estaban sus rebaños, y llevó consigo a sus pastores a las
montañas de una comarca lejana, y, durante cinco meses, su esposa no tuvo
ninguna noticia suya”.16 Y mientras Ana le rezaba a Dios, decía “He aquí que han
pasado cinco meses, y no lo veo (a mi esposo). Y no se si está muerto, para
siquiera darle sepultura... Y, a punto de terminar su clamor dolorido, he aquí que
de súbito apareció ante ella el ángel del Señor, diciéndole: No temas, Ana, porque
en el designio de Dios está que salga de ti un vástago, el cual será objeto de la
admiración de todos los siglos hasta el fin del mundo. Y, no bien pronunció estas
palabras, desapareció delante de sus ojos.”17
Uno podrá pensar, “Joaquín no le recriminó nada a Ana porque segura-
mente el mensaje del ángel fue una anunciación, y no era que Ana estuviera

11
Ana y Joaquín. Jehohakim significa “Dios es su ayuda”.
12
Protoevangelio de Santiago 1:1
13
Evangelio del Pseudo-Mateo 1:1
14
Evangelio del Pseudo-Mateo 1:2
15
Protoevangelio de Santiago 4:1
16
Evangelio del Pseudo-Mateo 2:1
17
Evangelio del Pseudo-Mateo 2:2-3

22
JESÚS

efectivamente embarazada en el momento en el cual se reencontraron después de


más de cinco meses de ausencia. El embarazo debe de haber durado nueve meses
a partir del reencuentro y de que tuvieran relaciones sexuales”, pero
aparentemente no fue así, porque según el evangelio Armenio de la infancia
“cuando el embarazo de Ana alcanzó los doscientos días, lo que hace siete meses,
súbitamente, a la hora séptima, Ana trajo al mundo a su santa hija, durante el día
21 del mes de..., que es el 8 de septiembre”.18
Esto significa que si Joaquín, de por sí, no se encontraba muy tranquilo
con el simple hecho de regresar a su casa, después de cinco largos meses de
ausencia y descubrir que su esposa estaba embarazada, a partir del momento de
su arribo, el resto de la gestación duro tan solo doscientos días, menos de siete
meses en realidad.
Entonces, una vez que ya había tomado la decisión de aceptar su
paternidad con respecto a María. ¿Qué fue lo que decidió hacer con ella? Bueno,
es sencillo, esperó un tiempo prudencial “Y Joaquín dijo a Ana: Se han cumplido
los días de la hija que ha nacido en nuestra casa” 19 y la envió a vivir al templo de
Jerusalén, de pupila.
“María tenía tres años, cuando sus padres la llevaron al templo, y en él
permaneció doce. Al cabo de un año, sus padres murieron.” 20
Por lo que María quedó huérfana desde los cuatro años, permaneciendo
en el templo y recibiendo educación hasta que cumplió los quince años. Como a
ésta edad ya había llegado a su madurez sexual, los sacerdotes del templo
decidieron buscarle marido. Es aquí donde llegamos a José el carpintero.
No es en el presente capítulo en donde discutiré acerca de la veracidad de
la afirmación, si el esposo de María era o no José, ni tampoco quien pudo haber
sido verdaderamente el padre de Jesús, de ese tema me encargaré más adelante,
en otro capítulo. Por el momento solo quiero focalizarme en los datos evangélicos.
¿Entonces, qué es lo que sabemos a cerca de Ioseph?21
“Había un hombre llamado José, natural de la villa de Bethlehem, la de los
judíos, que es la villa del rey David. Era muy instruido en su sabiduría y en el arte
de la construcción. Éste hombre llamado José desposó a una mujer en la unión de
un santo matrimonio, y le dio hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras. He aquí
sus nombres: Judá, Josetos, Jacobo y Simeón. Los nombres de las muchachas eran
Lisia y Lidia. Y la mujer de José murió, según la ley de todo nacido, dejando a su
hijo Jacobo de corta edad. Y José, varón justo, glorificaba a Dios en todas sus
obras. E iba fuera de su villa natal a ejercer el oficio de carpintero, con dos de sus
hijos, porque vivían del trabajo de sus manos, según la ley de Moisés.”22
18
Evangelio Armenio de la infancia 2:7
19
Evangelio Armenio de la infancia 3:1
20
Evangelio Armenio de la infancia 3:2
21
José: Ieoshuah o Josué en arameo, que en griego se transforma en Jesús. Esto significa
que el nombre de circuncisión de Jesús era Ieoshuah bar Ioseph, es decir José hijo de José.
22
Historia Copta de José el carpintero cap. II

23
César A. Carrión

En la historia Árabe de José el carpintero repite el relato en forma idéntica


pero solo cambian algunos de los nombres de los hijos de José. “He aquí sus
nombres: Judas, Justo, Jacobo y Simón. Las dos hijas se llamaban Asia y Lidia.”23
Como María era ya mayor y estaba en edad de comenzar a menstruar, los
sacerdotes del templo deciden que sería conveniente encontrar una casa en donde
pudiera residir, para no mancillar el templo, hasta la fecha en que se le
consiguiera marido. Por ello, el hogar que le asignasen, tenía que ser el de una
persona de confianza, en la que no corriera riesgo el honor de la adolescente.
“Entonces enviaron mensajeros y convocaron a los doce viejos de la tribu
de Judá, que escribieron los nombres de las doce tribus de Israel. 24 Y la suerte le
tocó al viejo bendito, José el justo. Y los sacerdotes dijeron a mi madre bendita:
Vete con José, y vive con él hasta el momento de tu matrimonio. Y José el justo
llevó a mi madre a su morada. Y mi madre encontró a Jacobo de corta edad,
abandonado y triste como huérfano que era y ella lo educó, y por eso fue llamada
María madre de Jacobo. Y José la dejó en su casa, y partió para el sitio en que
desempeñaba su oficio de carpintero.”25
Hagamos aquí un pequeño paréntesis en el relato. Todos sabemos que los
evangelios apócrifos poseen muchos datos que no son confiables dado que en su
mayoría fueron escritos demasiados años después de la muerte de Jesús, pero, a
pesar de ello, también sabemos que existían tradiciones que hoy han desaparecido
y que solo figuran en estos textos.
Todo el nuevo testamento está impregnado de diferentes Marías, son
tantas que se confunden entre sí y siempre es necesario que el texto aclare acerca
de cual se está refiriendo. A modo de ejemplo, cuando Jesús muere y un grupo de
mujeres va hasta el sepulcro para embalsamar el cadáver, según Lucas “Eran
María de Magdala, Juana y María madre de Santiago” 26, según Marcos “María
Magdalena, María, madre de Santiago, y Salomé”27, en cambio Mateo relata que
“fueron María Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro” 28, para Juan fue
solamente María Magdalena y ella dio aviso al resto de los apóstoles29.
Como podemos ver en estos tres relatos la tumba de Jesús fue visitada por
María Magdalena y otra María, de ellos en los dos primeros se nos refiere que era
María, madre de Santiago o Jacobo30 y en el último de los tres evangelios no nos
aclara de quién se trataba. Llama la atención que María, madre devota, no haya
concurrido a embalsamar, junto con las otras mujeres, los restos de su hijo. A
23
Historia Árabe de José el carpintero cap. II
24
Primer anacronismo, en la fecha en que trascurre el relato hacia tiempo que las diez
tribus de Israel habían desaparecido, solo quedaban la tribu de Benjamín y Judá.
25
Historia Árabe de José el carpintero cap. IV
26
Lucas 24:10
27
Marcos 16:1
28
Mateo 28:1
29
Del griego apostolos, que significa enviado, en arameo Chelilah.
30
Santiago proviene de San Iakob, es decir, San Jacobo, y éste, a su vez, del hebreo
Iaäkob, que significa suplantador.

24
JESÚS

menos que, la otra María a la cual hacen referencia, fuese María la madre de Jesús,
pero según Lucas y Marcos, esa María era madre de Santiago y no de Jesús. María
no podría ser madre de ambos, Jesús y Santiago, dado que era virgen perpetua y
Jesús era hijo único. En la época en la que se escribieron los evangelios apócrifos
esta contradicción ya se conocía.
Entonces, o María era una madre desamorada incapaz de arriesgarse a
concurrir para ver por última vez a su hijo y embalsamarlo, o “la otra María” que
se nombra era madre de ambos, de Santiago y Jesús, simultáneamente. Imagino
que los autores de la iglesia primitiva no encontraron otra forma de poder
explicar la discordancia entre estos dos hechos que la que hemos leído
anteriormente, es decir que la llamaron madre de Jacobo porque fue la que crió a
ese otro hijo de José con dedicación de madre. Pero me surge otra duda, ¿María,
con los otros tres hijos varones de José, fue una miserable que los maltrataba o es
que existió algún otro motivo por el cual no se la conoció también como su
madre?
Como dijera anteriormente, en la época en la que se escribió “La historia
Árabe de José el carpintero”, debía existir la tradición que María era madre de
Jacobo, pero el dogma de la virginidad eterna de María se contraponía a esta
tradición, es por ello que, el autor de este texto, explica que esta confusión se
produjo como producto de la adopción amorosa de Santiago por parte de María.
Pero volvamos al relato de cómo se conocieron José y María. Hemos visto
en que circunstancias fue que le asignaron a José el cuidado de María en su casa,
no como esposo sino como curador o tutor.
Como todos saben, María fue visitada por un ángel de Dios que le anunció
que iba a dar a luz a Jesús, el Mesías. Sabiendo entonces María que estaba emba-
razada, toma la decisión de dirigirse a la casa de su prima, Isabel, para asistirla
durante la gravidez de ésta última.
Hagamos aquí otro pequeño paréntesis. A nosotros, los lectores del siglo
XXI, nos pasa que tendemos a imaginar las situaciones de los relatos que leemos
en unas circunstancias semejantes a las que vivimos actualmente y no nos llama la
atención determinados hechos que, a simple vista, pueden ser normales pero que,
al analizarlos un poco, uno nota la incongruencia acerca de lo que se relata. Ahora
bien, seguramente hemos leído muchas veces el relato de cómo María viajó hasta
la casa de su prima Isabel para asistirla en su embarazo, y todos recordarán el
“Ave María” que da Isabel31 para recibirla. ¿Pero, como es que una mujer, que
sabiéndose embarazada, y no de cualquier persona sino del futuro Mesías, y para
más datos virgen, se aventurara sola, sin ningún tipo de custodia, por un camino
plagado de bandoleros, revolucionarios, invasores prepotentes ansiosos de violar
a alguna adolescente de 15 o 16 años en la soledad del campo? Aún si le otorgáse-
mos un voto de confianza y creyéramos realmente que era virgen, no lo iba a ser
por mucho tiempo recorriendo sola un camino de más de ciento ochenta kiló-
metros, a pié y en las circunstancias que enuncié. Ahora si, retomemos la historia.
31
Elizabeth / Isabel: provienen de Elischeba y significa la que jura por él (Dios).

25
César A. Carrión

Cuando llega María a la casa de su prima y ésta la recibe diciendo “¿De


donde que la madre de mi Señor venga a mí? Porque el fruto de mi vientre ha
saltado dentro de mí, y te ha bendecido.” 32 Pero como María sufría de graves
problemas de memoria, ya había olvidado que se le había aparecido un ángel y
que se encontraba embarazada sin haber mantenido, aparentemente, relaciones
sexuales con ningún hombre, y, a pesar de ello, se asombró de lo que le manifes-
tara su prima.
“Pero María había olvidado los misterios que el arcángel Gabriel le
revelara, y, alzando los ojos al cielo, dijo: ¿Quién soy, señor, que todas las genera-
ciones de la tierra me bendicen?
Y pasó tres meses con Isabel. Y de día en día, su embarazo avanzaba, y
poseída de temor, volvió a su casa y se ocultó de los hijos de Israel. Y tenía
dieciséis años cuando estos misterios se cumplieron.”33
Así es como María vivía ocultando su embarazo al resto de las personas y
a su tutor, José. Pero, esconder un embarazo de tres meses es relativamente
sencillo, ya que el vientre no comienza a abultarse hasta comenzar el cuarto mes.
“Y llegó el sexto mes de embarazo, y he aquí que José volvió de sus
trabajos de construcción, y, entrando en su morada, la encontró en cinta. Y se
golpeó el rostro y se echó a tierra sobre un saco, y lloró amargamente, diciendo:
¿En que forma volveré mis ojos hacia el Señor mi Dios? ¿Qué plegaria le dirigiré
con relación a esta jovencita? Porque la recibí pura de los sacerdotes del templo y
no he sabido guardarla. ¿Quién ha cometido tan mala acción, y ha mancillado a
esta virgen?... Y José se levantó del saco, y llamó a María, y le dijo: ¿Qué has hecho
tú, que eres predilecta de Dios? ¿Has olvidado a tu Señor? ¿Cómo te has atrevido
a envilecer tu alma, después de haber sido educada en el Santo de los Santos, y de
haber recibido de manos de un ángel tu alimento?
Pero ella lloró amargamente, diciendo: Estoy pura y no he conocido varón.
Y José le dijo: ¿De donde viene entonces lo que llevas en tus entrañas? Y María
repuso: Por la vida del Señor mi Dios, que no sé como esto ha ocurrido.”34
Cada vez que leo que María desconoce como es que quedó embarazada
me llama poderosamente la atención. No logro entender el propósito de los evan-
gelistas, dado que ella, al menos en teoría, sabía como había quedado
embarazada. No alcanzo a comprender el por qué, insistentemente, María niega
saberlo. ¿Tan mala memoria tiene que se le aparece un ángel y se olvida? ¿Tan
común era para María que se presentasen ángeles ante sí, que no era capaz de
recordar qué era lo que le habían manifestado en cada una de las oportunidades?
¿Cuál era la necesidad de los autores de insistir en que ella desconocía la causa de
su embarazo?
¿Qué le hubiera sucedido a María si efectivamente hubiera estado encinta
y no se conociese quien era el padre de la criatura? ¿Alguien de la época le
32
Protoevangelio de Santiago 12:2
33
Protoevangelio de Santiago 12:2-3
34
Protoevangelio de Santiago 13:1-3

26
JESÚS

hubiera creído que era hijo de Dios?


Existen determinadas costumbres de los judíos de aquellos años que al
hombre actual le cuesta entender, un ejemplo de ello era la cuestión de las castas y
la pureza de la sangre.
La sociedad estaba dividida en tres grupos:
a) Las familias de origen legítimo: sacerdotes, lévitas e israelitas de pleno
derecho, solamente estas familias eran capaces de unirse en matrimonio con
sacerdotes.
b) Las familias de origen ilegítimo afectadas solamente de una mancha leve, que
no tenían derecho a casarse con sacerdotes, pero podían desposarse con levitas
e israelitas legítimos.
c) Finalmente, las familias de origen ilegítimo afectadas de una mancha grave,
éstas no podían de ningún modo unirse a familias legítimas, ya que dicho
matrimonio era tenido por ilegítimo, es decir, por un concubinato.
El Qiddushim IV 1 dice que los prosélitos, esclavos emancipados,
bastardos, esclavos del templo, hijos de padre desconocido y niños espositos pueden
casarse entre ellos.
Respecto a los hijos de padres desconocidos y a los niños espositos, Rabí
Eliezer alrededor del año 90 dc define que, a causa de la incertidumbre existente
sobre su origen, les prohíbe a los israelitas unirse con los bastardos y a estos
últimos entre sí. Esta recomendación estaba basada en que, al desconocer quienes
podían ser sus progenitores, los bastardos y los hijos de padres desconocidos,
podían terminar desposándose con su propia hermana.
La legitimidad de origen era terriblemente importante en la sociedad judía
de la época, por ejemplo, toda mujer israelita, incluso residente en el extranjero,
que quisiera casarse con un sacerdote debía antes comprobar su genealogía en
cinco generaciones35, y todo candidato a un puesto público tenía igualmente que
someterse a la prueba de la legitimidad36.
En el supuesto caso que María hubiera quedado embarazada y ella no
supiera o no quisiera informar de quien era el hijo, estando casada o prometida en
matrimonio, al fruto de su vientre se le hubiera considerado un mamzer37. El rabí
Aqiba declaraba bastardos a todos los descendientes de una unión prohibida en la
Torah, es decir, incesto, adulterio, etc. En b. Nidda 10ª bar. dice que “Los hijos de
la mujer de un hombre impotente son bastardos”.
Recordemos que a José le habían dado en custodia a María, por el simple
hecho que, al ser anciano, no corría riesgo de ser seducida por él, dado que era
conocido como impotente debido a su edad avanzada.

35
Qiddushim IV, 4
36
Qiddushim IV, 5
37
Mamzer: mestizo o bastardo.

27
César A. Carrión

Si María hubiera alegado, como dice la Biblia, que no sabía como había
quedado embarazada, habría, inmediatamente, condenado a su hijo con una
mancha grave de por vida, no solo a él, sino también a toda su descendencia.
“Tampoco el mamzer será admitido en la asamblea de Yahvé, ni aun en la
décima generación.”38
Al no ser admitido Jesús en la asamblea de Yahvé no hubiera podido ser
considerado Ben-ha-Torah39 ni ser digno de leer la Torah en la sinagoga como
describe Lucas:
“Enseñaba en las sinagogas de los judíos y todos lo alababan. Llegó a
Nazaret, donde se había criado, y, según acostumbraba, fue el sábado a la
sinagoga. Cuando se levantó para hacer la lectura, le pasaron el libro del profeta
Isaías...”40
Si Jesús podía leer libremente la Torah en Nazaret, su ciudad natal, en
donde todos lo conocían, eso significa que la gente del lugar sabía que no podía
haber una mancha grave en su pasado, dado que no existía nada irregular con
respecto a la maternidad de María, ni respecto al matrimonio entre ella y José.
Otra situación que estamos olvidando es el hecho que si hubiesen sor-
prendido a María cursando el sexto mes de embarazo en el momento en que José
regresa a su hogar luego de haberse ausentado en forma prolongada a causa de su
trabajo, nadie hubiera esperado para ver que era lo que decidía José acerca de su
esposa, simplemente la habrían lapidado hasta morir.
“Si una joven está prometida en matrimonio a un hombre, y otro hombre
la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, los llevarán a los dos y los apedrea-
rán hasta que muera.”41
Noten que ni siquiera era necesario que la mujer estuviera esposada para
considerarla adúltera, casada o no, al regreso de José la hubieran lapidado, incluso
no hubieran esperado su llegada si consideraban que el embarazo no era legítimo.
Y, en el supuesto caso que estuviese embarazada, y el hecho se
descubriera antes de la consagración del matrimonio, aunque el padre de la
criatura fuese el mismo prometido, también la habrían lapidado, pero esta vez por
el hecho de no ser virgen.
“Si una mujer al casarse no es virgen, la sacarán a las puertas de la casa de
su padre y los hombres de la ciudad la matarán a pedradas, por cometer una
maldad tan grande en Israel y deshonrar la casa misma de su padre.” 42
38
Deuteronomio 23:2
39
Hijo de la Ley.
40
Lucas 4:15-17
41
Deuteronomio 22:23. La ley hace referencia a que solo se apedrearía a la mujer si
hubiese sido encontrada en la ciudad teniendo relaciones, dado que en la ciudad nada le
impedía gritar para pedir ayuda, a diferencia del campo en el que a pesar de pedir auxilio no
habría nadie que se lo pudiera prestar.
42
Deuteronomio 22:20-21

28
JESÚS

Recuerden que en aquella época no existían los ginecólogos y la única


forma de probar la virginidad de la mujer era con el paño manchado de sangre
producto de la desfloración. Este paño era tan importante que, si un hombre
alegara que se había casado con una mujer que no era virgen con el objetivo de
poder repudiarla y de este modo contraer nuevas nupcias, los padres de la esposa
podían extender este paño ante los jueces de la ciudad. Una vez probada de este
modo la falsa denuncia, el esposo podía ser encarcelado, azotado y además
multado con cien monedas de plata, y, para mayor castigo, estaba obligado a
tomarla nueva-mente como esposa, sin posibilidad de repudiarla en toda su
vida.43
Así es que, si Dios hubiera pensado en fecundar a una mujer en forma
milagrosa, casada o prometida en matrimonio, la habría condenado a una muerte
segura, por todas las leyes y costumbre de la época. Y el fruto de su vientre
hubiera estado muy lejos de ser el Mesías anunciado, hubiese sido solamente un
bastardo, una persona portadora de una mancha grave, al cual le habrían
impedido, incluso, formar un matrimonio con otra Israelita de plenos derechos.
Como dijera anteriormente, si tomamos el dato que Jesús, en su misma
ciudad natal, podía leer la Torah, sin ningún tipo de impedimento, era porque no
poseía ninguna mancha con respecto a su origen, dado que, si hubiera existido
alguna, el resto de los judíos piadosos habría impedido que Jesús se acercara al
texto sagrado.
¿Y qué es lo que podemos decir acerca de los hermanos de Jesús? Como ya
he citado, según los evangelios apócrifos, los hermanos de Jesús no eran en
realidad hermanos completos, sino medio hermanos, hijos de José de un
matrimonio anterior. Pero en los evangelios canónicos no se molestan en aclarar la
calidad de la relación, solo se limitan a referir que poseía hermanos.
“¿No es éste el hijo del carpintero, y su madre es María? ¿No es el
hermano de Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también
entre nosotros?”44
Pero no solo lo encontramos en Mateo, también Marcos se hace eco de
esto.
“¿No es éste el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José,
Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?”45
También el apóstol Juan hace referencia a la existencia de hermanos de
Jesús:
“Sus hermanos le dijeron: No te quedes aquí, vete a Judea, para que los
seguidores que tienes allá también vean lo que haces. Pues cuando uno quiere ser
conocido, no hace las cosas en secreto. Ya que haces las cosas como éstas, hazlas
delante de todo el mundo.
43
Deuteronomio 22:13-20
44
Mateo 13:55-56
45
Marcos 6:3

29
César A. Carrión

Y es que ni siquiera sus hermanos creían en él.”46


Pero la lista de lugares donde nombran a los hermanos de Jesús no
termina aquí, también podemos encontrar referencias en los Hechos de los
Apóstoles y en las Epístola a los Gálatas.
“Todos ellos se reunían siempre para orar con los hermanos de Jesús, con
María su madre y con las otras mujeres.”47
“Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Santiago el hermano del
Señor.”48
Aparte de la conocida explicación de que estos serían hijos de José con otra
madre también existe la explicación de que en hebreo la palabra hermano y primo
o pariente es la misma, y que por ello se había producido la confusión. Pero, si
bien esto es cierto, ni los evangelios, ni los hechos, ni siquiera las epístolas fueron
escritos en hebreo sino directamente en griego. Los textos sagrados nunca
tuvieron que sufrir la traducción del hebreo o del arameo al griego. En griego no
se produce esta confusión dado que la palabra que define a hermano es adelphoi y
la que se utiliza para designar a un primo es anepsioi. Eso significa que cuando un
evangelista decía “hermano”, eso era exactamente lo que quería significar.
Tampoco podemos creer que cuando los textos utilizan esta palabra lo
hacen dándole el sentido de personas que posee el mismo “padre” moral o
religioso. Un ejemplo de ello es cuando un sacerdote llama hermano a otro de su
misma orden o cuando un cristiano llama hermano a otro prosélito. Uno puede
interpretar-lo en este sentido en el caso de Hechos 1:14, pero no en Juan 7:5 dado
que nos dice que “ni siquiera sus hermanos creían en él”.
Tampoco es válido el otorgarle el sentido de personas pertenecientes a una
misma hermandad dado que, de los apóstoles solo llamaban “hermano del Señor”
a Santiago y no al resto de ellos.
Y retrocediendo un paso más, dentro de lo que era la cultura judía de la
época, la mujer era completamente insignificante, se la trataba como una menor
de edad de por vida, no tenía capacidad de decisión y estaba sujeta a la potestad
del padre hasta el momento en que se casase, donde pasaba a estar bajo el mando
de su marido. Es así como no se tenía en cuenta si el recién nacido era el primer
hijo de la madre o el quinto, lo verdaderamente importante era ser el primer hijo
del padre, el primogénito.
Veamos lo que dice Lucas: “Y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en
pañales y lo acostó en un pesebre, por que no había lugar para ellos en la sala
común.”49

46
Juan 7:3-5
47
Hechos 1:14
48
Epístola a los Gálatas 1:19
49
Lucas 2:6-7

30
JESÚS

Noten aquí que cuando el texto dice hijo primogénito quiere representar al
menos dos cosas, primero que es el primer hijo de José, ya que, si no lo fuera,
automáticamente no se lo podría llamar primogénito. Si hubieran existido otros
hijos de José previos, ya sean hijos de María o de una esposa anterior, Jesús no
hubiera sido designado primogénito tal como lo expresa el texto. El segundo
punto es que, al llamarlo primer hijo, significa que hubieron otros posteriores, de
otro modo lo deberían haber llamado hijo unigénito, que es como se lo llama en
relación a su filiación con respecto a Dios, dado que Jesús no posee otros
hermanos que puedan ser considerados hijos de Jehová. Entonces, dado que se lo
denominó primogénito, podemos concluir que los hermanos que citan los
evangelios son hermanos propiamente dichos, hijos del mismo padre y de la
misma madre, y que no fue ni hijo único, ni posterior a otros hijos. Esta conclusión
no es meramente circunstancial ya que, de ser así, iría en contra del dogma de la
eterna virginidad de María.
Para poder examinar este último punto decidí limitarme a citar las Santas
Escrituras y no los evangelios apócrifos, que expresan más o menos lo mismo, con
el objeto de que no se pudiera alegar que los datos sobre los cuales se basa el
análisis pudieran ser falsos desde el punto de vista dogmático. Las citas que
utilicé, al ser de las Santas Escrituras, se pueden considerar de inspiración divina
y por ende verdaderas. Si los principios en los cuales que se basa el análisis son
verdaderos, la conclusión debe, obligatoriamente, serlo también.
También podemos ver que, al menos para Pablo, Jesús era
verdaderamente hijo de José, ya que según él María había sido fecundada como el
resto de los humanos y tenido su hijo producto de este acto: “de Filio suo, qui
factus est ei ex semine David secundum carnem...” que en castellano podría
traducirse como “acerca de su hijo, nacido de la semilla de David según la
carne...”50
Si Jesús era hijo de David según la carne, ¿en que momento se comenzó a
creer que la semilla de David no había intervenido? Si tomamos por cierto el
dogma de la virginidad de María, entonces ¿qué es lo que nos quiere transmitir el
evangelista cuando dice que José “la conoció” a María luego de haber parido?
“Cuando José despertó del sueño, hizo como el ángel del Señor le había
mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo, y
llamó su nombre Jesús.”51
Es obvio que José la conocía desde antes de que pariese, era su novia,
prometida, entenada o lo que fuera, la frase “no la conoció hasta que ella dio a luz
un hijo” solo puede significar que luego de que María hubiese parido, José
comenzó a tener relaciones sexuales con ella, tal como lo hubiera hecho cualquier
otro mortal con su esposa. Fruto de estas relaciones maritales fueron Santiago,
José, Simón, Judas, Lidia y Lisia.

50
Epístola a los Romanos 1:3
51
Mateo 1:24-25

31
César A. Carrión

Si María fue virgen durante toda su vida, ¿cuáles eran las intenciones que
tenía Mateo para dedicarse a manchar de esa manera la reputación de una mujer?
¿Cuál es el motivo por el que ninguno de los evangelistas canónicos aclara que los
otros hijos de José fuesen de un matrimonio anterior y no de María?
Lo cierto es que, si bien desde el siglo II se la conocía a María como una
virgen fecundada por el Espíritu Santo, no es hasta mediados del siglo VII que se
la comenzó a llamar Aieiparthenos, que significa “siempre virgen”. Es a partir de
este momento en el cual un dogma, que no figura en los textos evangélicos, y que,
por el contrario, los contradice, se impone sobre lo que sí está escrito literalmente.
¿Cómo hacer que ambos no confronten? Sencillo, se les dio a todos los versículos
en donde se hace referencia a los hermanos de Jesús una simbología que, en
realidad, no poseen. Se levantó como bandera que la palabra hermano significaba,
en realidad, pariente, o que se la utilizaba para representar el trato fraternal que
existían entre él y sus apóstoles. Y, cuando se torna imposible interpretarlos de
ninguna de estas formas, como es el caso de “Pero no vi a ningún otro de los
apóstoles, sino a Santiago el hermano del Señor”52, estamos obligados a pensar
que Santiago era un hermano adoptivo o que era un hijo de un matrimonio previo
de José.
Se pone al carro delante del caballo. Un dogma no bíblico por sobre las
escrituras, luego se tuercen los textos hasta lograr que se acomoden a un pensa-
miento tardío y lo más asombroso es que después de 1300 años existan tantas
personas que crean que esto es cierto de forma incuestionable. Veamos ahora que
es lo que sabemos acerca del nacimiento de Jesús.

52
Epístola a los Gálatas 1:19

32
JESÚS

CAPÍTULO II

El Nacimiento

¿Qué es lo que sabemos acerca del nacimiento de Cristo? Solo dos


evangelistas hablan de su nacimiento, y estos son Mateo y Lucas.
Según Mateo: “El nacimiento de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba
comprometida para casarse con José, pero antes de que vivieran juntos, se
encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José, su marido, que era un
hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de
ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le
apareció en sueños y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de
tomar a María como esposa, porque el hijo que va a tener es del Espíritu Santo.
María tendrá un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará
al pueblo de sus pecados.”53 54
El segundo capítulo continua de este modo: “Jesús nació en Belén, un
pueblo de la región de Judea, en el tiempo en que Herodes era rey del país.”55
Hasta aquí, los únicos datos que disponemos acerca de la época y el lugar
de su nacimiento es que se produjo durante el gobierno de Herodes, en el pueblo
de Belén de Judea. Pero aún en este momento, contando con tan pocos datos
podemos encontrar la primera dificultad. Herodes el grande fue nombrado por
Marco Antonio gobernador de Judea en el año 37 AC (año 716 ab urbe condita
“desde la fundación de Roma”) y murió en el año 4 AC (año 749 auc). Es decir,
cuatro años antes del nacimiento de Jesús.
En este punto convendría hacer una aclaración. El calendario que sigue la
mayor parte del occidente es el calendario Gregoriano, que es el que estableció el
Papa Gregorio XIII en el año 1582, este se basó en otro calendario realizado por el
monje Dionisio “el Exiguo”56 durante el siglo VI, pero este cometió algunos
errores en el cálculo. El primero es que no consideró la existencia de un año 0, la
cuenta comienza con el año 1 y si retrocedemos un año más arribamos al -1, es
decir al año 1 AC. Esto es así porque, en la época en la que vivió Dionisio, todavía,
el número cero, no había sido creado, este fue un invento que realizaron los árabes
y luego fue adoptado por los europeos. Esta circunstancia produce un error de

53
Mateo 1:18-21
54
El nombre Jesús proviene de Ieschua, que significa Salvador.
55
Mateo 2:1-2
56
Apodado de esta manera a causa de su baja estatura.

33
César A. Carrión

cálculo de, al menos, dos años, esto es por la falta del año cero de nuestra era, es
decir DC y el año cero AC.
Para poder calcular el momento en el que había nacido Jesús tomó el año
en que se encontraban en ese momento AUC (ab urbe condita) y, teniendo en
cuenta la duración del gobierno de cada uno de los emperadores, retrocedió hasta
el año en el que César Augusto comenzó su reinado. Al hacerlo olvidó o, quizás
desconocía, que Augusto, en los cuatro primeros años de su reinado, utilizó su
verdadero nombre, Octavio. Esto hizo que olvidara contar estos cuatro años
haciendo que, todos los sucesos datados que tomaban como referencia la fecha de
inicio del gobierno de Augusto, incurrieran, obligadamente, en este mismo error.
Lo que nos llevaría a que el nacimiento de Cristo se produjo, en realidad, no ya en
el año 1 sino, como mínimo, entre los años 6 y 4 AC.
Ahora veamos que es lo que nos dice Lucas a propósito de la época del
nacimiento. En Lucas 1:5 encontramos que “En el tiempo en que Herodes era rey
de Judea...” nacería de Zacarías y su esposa Isabel el que se llamaría Juan el
Bautista. Y continúa: “A los seis meses, Dios mandó al ángel Gabriel a un pueblo
de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una mujer virgen llamada María, que
estaba comprometida para casarse con una hombre llamado José, descendiente de
David. El ángel entró en el lugar en donde ella estaba, y le dijo:
-¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo.
Cuando vio al ángel se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba que
significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
-María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a
quedar encinta, tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran
hombre, al que llamarán hijo de Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará rey, como a
su antepasado David, para que reine por siempre en la nación de Israel.” 57
“Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo
de todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Cirenio gobernador de
Siria. Todos tenían que ir a inscribirse a su propio pueblo.
Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue
a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, por que José era descendiente
de David.”58
Publio Sulpicio Quirinius, que en griego se convirtió en Kirinios. Fue
cónsul en el año 12 AC. A continuación y hasta el año 7 AC ocupó el cargo de
gobernador en Galacia. Estuvo en Armenia en calidad de rector de Gayo César y
se ocupó de los asuntos militares de Roma en Siria, cargo que también le colocaba
al mando de las legiones de Judea en dos ocasiones diferentes: del 6 al 4 AC y
desde el 6 al 9 DC. Por lo que se deduce que el nacimiento debió tener lugar
durante su primer mandato del 6 al 4 AC.

57
Lucas 1:26-33
58
Lucas 2:1-4

34
JESÚS

Por otra parte el emperador Augusto llevó a cabo tres veces el censo del
pueblo, la primera con Agripa, en el 28 AC, la segunda solo, en el 7 AC y la
tercera con Tiberio en el 7 DC. Por lo que el nacimiento, posiblemente, sucedió
durante el segundo censo entre los años 6 y 7 AC.
El pago del tributo era ajustado sobre la base de un censo que se realizaba
en las provincias romanas cada 14 años. En los años 6 - 7 AC el censo se realizó
por primera vez en Palestina y fue experimentado como una infracción a la ley
judía, que no permitía que se contaran a las personas como medida de
esclavización a un poder extraño y pagano.
Aquí encontramos la primera contradicción entre los evangelios y los
datos históricos. El censo que dispuso Cirino no fue en Galilea, ya que era
territorio del tetrarca Herodes Antipas, sino solo en Judea que dependía
directamente de Roma. Y dado que se necesitaba conocer la población de todos los
núcleos habitados y sus rentas, se prohibió que nadie viajase, a fin de no
equivocar la cuenta.
Esto es así porque, imaginen que, si el monto del dinero que debía
recolectar el Publicano del lugar, dependía de la cantidad de habitantes que
poseía una zona determinada y las ganancias que percibían esas personas por sus
trabajos, al contar a los que residían en otra ciudad como habitantes del lugar, el
Publicano podría equivocarse tanto en más como en menos con respecto a la
verdadera suma a recaudar. Al pretender reunir el monto previsto entre los
pobladores que efectivamente habitaban en un lugar, a causa de haber realizado el
censo cuando los residentes eran todos extranjeros, la suma de dinero
correspondiente a los impuestos calculados sería imposible de alcanzar.
Por estos dos motivos es que, en el supuesto caso de que la historia del
embarazo de María fuera cierta, José no solo no hubiera estado obligado a
censarse por ser residente de Galilea y no de Palestina, sino que incluso tendría
prohibido viajar mientras se llevara a cabo dicho censo.
Ahora bien, ¿por qué entonces Lucas y Mateo afirman que José y María
efectuaron ese peligroso e innecesario viaje hasta el pueblo de Belén? Lo que
sucede es que en la época en la que, presuntamente, se produjo el nacimiento de
Jesús existían dos profecías a las cuales el pueblo les otorgaba una mayor
importancia, la primera era el lugar en donde nacería el Mesías y la segunda era la
época en la cual se produciría.
"En cuanto a ti, Belén Efrata59, pequeña entre los clanes de Judá, de ti
saldrá un gobernante de Israel que desciende de una antigua familia. Ahora el
Señor deja a los suyos, pero solo hasta que de a luz la mujer que está esperando
un hijo.”60
Esta profecía era muy conocida en la Palestina de la época y tornaba
imposible que nadie, excepto aquel que hubiera nacido en Belén, pudiese reclamar
59
Bethlém: casa del pan Éfrata: rica en frutos.
60
Miqueas 5:2-3

35
César A. Carrión

el trono de David.
La segunda era la profecía de las 70 semanas del Libro de Daniel. Es la que
Daniel recibió de Dios a través del ángel Gabriel según la cual el pueblo judío
podría expiar sus pecados y la ciudad de Jerusalén volvería a ser reedificada tras
70 semanas. Se trataba de 70 semanas de años (es decir 490 años).
“Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para
poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar
justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.
“Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver
a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos
semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.”61
Los Últimos Tiempos comenzarían alrededor de 490 años desde el inicio
de la orden de Ciro de restaurar el Templo y reconstruir Jerusalén, es decir hacia
el año 46 AC. Si a esta fecha le sumamos las siete semanas de años restantes, el
plazo para que se produjera el nacimiento finalizaba, aproximadamente, en el año
3 DC. Es por ello que los judíos, que creían en esta profecía y habían efectuado los
mismos cálculos, veían en el reinado de Herodes el fin de los tiempos y que, por
ello, no tardaría en llegar el Mesías. Eso explica porque, a partir de esa época, se
manifestó entre los judíos una fuerte excitación mesiánica, y que, al mismo
tiempo, nadie hubiera afirmado ser el Mesías con anterioridad a esta fecha.
Es por estos dos datos por los cuales, en la Palestina de la época, se
esperaba la llegada del Mesías y la atención estaba fijada en la ciudad de Belén,
pero no en Galilea. De hecho a Jesús, en una ocasión, le interpelaron “¿Puede salir
algo bueno de Nazaret?”62
El Salvador debía nacer en Judea, en ningún otro lado, es por este motivo
que, en ambos evangelios, se les hace realizar un viaje prolongado a una
adolescente embarazada, por una ruta llena de peligros, con salteadores
recorriendo los caminos, con los ánimos exaltados a causa del censo, sin contar
con un albergue seguro, a lomo de burro o a pie, hacia una ciudad que ninguno de
los dos conocía.
Pero si no procedió de Belén, ¿en que otro lugar pudo haber nacido?
Según San Juan de Damasceno en su “Homilía sobre la natividad de la
bienaventurada Virgen María” la madre de Jesús habría nacido en Séforis, la
capital de Galilea, ubicada al noroeste de Nazaret. Dado que es allí en donde
María nació y se crió, podemos pensar que es en ésta ciudad en donde podría
haber ocurrido el naci-miento de Jesús, pero otra idea surge en mi mente, ¿y si
Jesús hubiera nacido en un pequeño poblado muy cerca de Séforis, un lugar que
podía llegar a verse desde esta ciudad dada su proximidad con la misma? ¿Podría
ser que, tal vez, la profecía fuera real aunque sea parcialmente? El poblado del
cual hablo, localizado muy cercano a la ciudad de Séforis, es Belén de Galilea.
61
Daniel 9:24-25
62
Juan 1:46

36
JESÚS

Recordemos que los evangelios no fueron escritos sino hasta muchos años
después de la muerte de Jesús, y que, al menos hasta ese momento, los hechos
descritos fueron transmitidos por tradición oral. ¿Qué tal si, en el momento en el
cual fueron escritos los evangelios, se conociera que el lugar de nacimiento de
Jesús fue Belén, pero, influenciados por la profecía que cité anteriormente,
transformaron la Belén de Galilea en la Belén Éfrata de Judea? Muy fácilmente
pudo Jesús trasladarse a Nazaret un tiempo más tarde para residir allí hasta el
momento de comenzar su ministerio, y, de esta forma, ser conocido luego como
“Jesús de Nazaret”.
Y ya que hablamos del nombre “Jesús de Nazaret”, es lógico pensar que, si
Jesús no nació en Belén, ¿por que no dar por sentado que su lugar de nacimiento
fue la ciudad de Nazaret? Este interrogante es válido, pero, ¿por que motivo es
que no lo consideré también como una opción posible?
Estamos tan acostumbrados a leer “Jesús de Nazaret” que damos por
sentado que se lo conocía verdaderamente por ese nombre, tal cual como lo
leemos hoy, pero no es así en realidad. El nombre y título que, aparentemente,
figuraba en el letrero que los romanos colocaron en la cruz era el de
I esus
N azarenus
R ex
I udaeorum
Que podría traducirse al español como “Jesús Nazareno Rey de los
Judíos”. La diferencia entre “de Nazaret” y “nazareno” nos podría parecer ínfima
pero no es tan así. La primera forma de expresión, afirma taxativamente que Jesús
habría nacido en Nazaret, la segunda, solo da cuenta que era nazareno, esto
podría suceder por haber nacido en Nazaret, tanto como por haberse consagrado
a Dios a través de una promesa de nazireato, como también por ser seguidor de
una secta nazarena tal como la que constituyó Juan el Bautista.
El personaje más famoso de la Biblia consagrado a Dios desde el
nacimiento, es decir nazareno, fue Sansón. Su nacimiento también fue anunciado
de esta manera “...vas a tener un hijo al que no se le deberá cortar el cabello,
porque ese niño estará consagrado a Dios como nazareo desde antes de nacer,
para que sea él quién comience a librar a los israelitas del poder de los Filisteos.” 63
Todos conocemos la historia de cómo Sansón perdió la fuerza al cortársele
el cabello, pero, de todos los lectores, ¿cuantos son los que conocen cual fue el
motivo por el cual, al cortársele el cabello, Sansón perdió la fuerza?
Las normas que regían las condiciones para ser considerado nazareno
fueron establecidas, en el libro del Éxodo y Números, por Moisés y, el primero de
estos dos, ordenaba: “Conságrame los hijos mayores porque todo primer hijo de

63
Jueces 13:5

37
César A. Carrión

los israelitas me pertenece, lo mismo que toda primera cría de sus animales.” 64
Esto hacía que el primogénito de toda pareja creyente y respetuosa de la ley fuera
consagrado a Dios en nazireato.
¿Y en que consistía ser consagrado en nazireato? Las reglas, de por sí eran
bastante difíciles de cumplir, “Si un hombre o una mujer hace la promesa de
dedicarse al Señor como nazareno, no podrá beber vino ni ninguna bebida
fermentada, ni vinagre hecho de vino o de bebidas fermentadas, ni jugo de uva,
tampoco podrá comer uvas ni pasas. Mientras dure su promesa no podrá tomar
nada de lo que produce la vid, sea lo que sea. Tampoco podrá cortarse el cabello,
sino que se lo dejará crecer hasta que termine el plazo fijado a su promesa, pues
debe mantenerse consagrado al Señor. Durante ese tiempo tampoco podrá
acercarse a un cadáver, ni siquiera en el caso de que muera su padre, su madre o
algún hermano o hermana, para no quedar impuro, pues está obligado a
mantenerse consagrado al Señor. Todo el tiempo que dure su promesa, estará
consagrado al Señor (...) Cuando termine el plazo de su consagración, el nazareno
deberá ir a la entrada de la Tienda del Encuentro y ofrecer al Señor un cordero de
un año y sin ningún defecto como holocausto, una oveja de un año y sin ningún
defecto como sacrificio por el pecado, y un carnero sin ningún defecto como
sacrificio de reconciliación. También deberá ofrecer un canastillo de panes hechos
de la mejor harina, sin levadura y amasados con aceite, hojuelas sin levadura
rociadas con aceite, junto con sus correspondientes ofrendas de cereales y de vino.
El sacerdote ofrecerá ante el Señor el sacrificio por el pecado y el holocausto y
ofrecerá el carnero como sacrificio de reconciliación, junto con el canastillo de
panes sin leva-dura, y hará la ofrenda de cereales y de vino. El nazareno se rapará
la cabeza a la entrada de la Tienda del Encuentro, y tomará el pelo que había
consagrado y lo echará al fuego que arde bajo el sacrificio de reconciliación. El
sacerdote tomará la espaldilla del carnero, ya cocida, un pan sin levadura del
canastillo y una hojuela sin levadura y lo pondrá todo en manos del nazareno,
después que este se haya rapado la cabeza. Entonces el sacerdote celebrará el rito
de la presentación ante el Señor. El pecho del animal con que se celebra el rito de
presentación y el muslo que se da como contribución al Señor, son cosas sagradas
y reservadas al sacerdote. Después de esto, el nazareno podrá beber vino.”65
De todas estas condiciones, Sansón había quebrantado casi todas ellas, la
única que continuó respetando era la de no cortarse el cabello, y gracias a ello
logró mantener el favor de Dios y su fuerza, pero, cuando Dalila se lo cortó,
quebrantó el último voto con el cual lograba conservar el respaldo del Señor y con
ello, la fuerza.
Obviamente Jesús no se hizo famoso por presentar una fuerza prodigiosa,
como tampoco la poseía ninguno de los otros nazarenos de Israel, pero sí, es pro-
bable, que se lo conociera por el sobrenombre de Nazareno, por estar consagrado
a Dios desde su nacimiento o por pertenecer a una secta cuyo cabecilla sí lo fuera,
tal como la que dirigía Juan el Bautista. Juan, al ser el líder de la secta y ser
64
Éxodo 13:2
65
Números 6:2-8 y 6:13-20

38
JESÚS

reconocido, al mismo tiempo, como Nazareno por estar consagrado a Dios bajo la
promesa de nazireato desde su nacimiento, y siendo Jesús un miembro de este
grupo, quizás a causa de esto, es que fue llamado también nazareno. El ejemplo
más común entre nosotros es que a los seguidores de Cristo se los denomina
“Cristianos”, pero no se considera a cada persona individualmente como un cristo
más.
Otra explicación que se ha otorgado al apodo de nazareno está relacionada
con su similitud con la palabra hebrea netzer, que significa germen o brote.
Según Isaías: “Una rama saldrá del tronco de Jesé, un brote (netzer) surgirá
de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu de Yahvé, espíritu de sabiduría e
inteligencia, espíritu de prudencia y valentía, espíritu para conocer a Yahvé y
respetarlo, y para gobernar según sus preceptos. No juzgará por las apariencias ni
se decidirá por lo que se dice, sino que hará justicia a los débiles y dictará
sentencias justas a favor del pobre.
Su palabra derribará al opresor, el soplo de sus labios matará al malvado.
Tendrá como cinturón la justicia y la lealtad será el ceñidor de sus caderas.
El lobo habitará con el cordero, el puma se acostará con el cabrito, el
ternero comerá al lado del león y un niño chiquito lo cuidará. La vaca y el oso
pastarán en compañía y sus crías reposaran juntas, pues el león también comerá
pasto, igual que el buey.
El niño de pecho pisará el hoyo de la víbora, y en la cueva de la culebra el
pequeño meterá su mano. No cometerán el mal, ni dañaran a su prójimo en todo
mi cerro santo, pues, como llenan las aguas del mar, se llenará la tierra del
conocimiento de Yahvé.”66
Pero Isaías no era el único que profetizaba acerca del nacimiento de este
“brote”. Así también Zacarías dice que: “El Señor todopoderoso afirma que el
varón llamado “Retoño” brotará de sus propias raíces y reconstruirá el templo del
Señor. Reconstruirá el templo del Señor y recibirá los honores propios de un rey.
Se sentará en el trono a gobernar, y al lado de su trono se sentará el sacerdote, y
habrá paz entre los dos.”67
Es así como, a causa de estas profecías, los hebreos esperaban que un brote
(netzer) naciera para reinstaurar el trono de David, y, posiblemente por ello, Jesús
eligiera este apodo, nazareno, para reclamar solapadamente su derecho al trono.
Pero ahora volvamos a la cuestión de la fecha de nacimiento, habíamos
visto que el año posible de nacimiento se encontraría entre el 6 - 7 AC y el 4 AC
como última fecha posible dado que Herodes murió en dicho año. Si
consideramos el relato de la “Matanza de los inocentes” como un hecho histórico
real y que el parámetro que eligiera Herodes para restringir quienes tuvieran que
morir era el de ser menores de dos años de edad, esto también nos estaría
retrotrayendo al año 6 - 7 AC.

66
Isaías 10:1-9
67
Zacarías 6:12-13

39
César A. Carrión

¿Qué podemos decir acerca del día en que se produjo el anunciado


nacimiento? La primera mención del 25 de diciembre como día de festejo de la
“Natividad” data del año 354 dc. Antiguamente el 25 de diciembre era la fecha del
solsticio de invierno, una celebración pagana en honor al Sol Invictus. En Roma, la
semana anterior a este solsticio era la Saturnalia, un festival orgiástico que
concluía con la entrega de regalos y encendido de velas.
Tal vez algunos no conozcan el significado del “solsticio de invierno”, voy
a tratar de explicarlo en palabras sencillas. Dado que la tierra es una esfera y que
su eje de rotación se encuentra inclinado, esta inclinación produce el cambio de
estaciones conforme la tierra se traslade alrededor del sol. Cuando, a fines de
diciembre, en el hemisferio norte es invierno, se produce el mayor alejamiento del
sol con respecto al ecuador celeste, haciendo que los días sean más breves y fríos,
también se puede observar que las sombras que producen los cuerpos al
exponerse a la luz solar son más largas que en el resto del año, a esto se le llama
solsticio de invierno. Para las personas de la época, significaba que el sol, que
había “muerto” al iniciar el invierno, a partir de ese momento, comenzaba a
renacer, y por ello se asoció este “nacimiento” del sol al de Jesús. Reemplazaron el
festejo que con-memoraba el nacimiento de un dios supremo, el del Sol invictus,
por el nacimiento de otro, el de Jesús.
También sabemos que alrededor del año 300 dc, para la iglesia de oriente,
el 6 de enero se había convertido en la fecha de la Epifanía (del griego
“manifestación”), ya que el día en que los “sabios de oriente” visitaron a Jesús fue
también, según ella, la fecha su nacimiento.
Pero, quitando el hecho que en los evangelios no se hace referencia a si
nació el 25 de diciembre o el 6 de enero, ¿que es lo que podemos razonar acerca de
la verosimilitud de estas fechas?
Según Lucas en la noche del nacimiento “cerca de Belén había unos
pastores que pasaban la noche en el campo cuidando de sus ovejas”.68
Si aceptamos que en esa noche se produjo el nacimiento, ya sea 25 de
diciembre o 6 de enero, para el caso es indistinto, estaríamos afirmando que los
pastores pernoctaban a la intemperie en pleno invierno, con temperaturas que, en
la región, pueden alcanzar niveles por debajo de cero grados.
¿Qué estaban haciendo estos pastores, con ese frío, durmiendo a la
intemperie? ¿No poseían un lugar más cómodo y caliente en donde ir a pasar una
noche de invierno? Se torna muy dificultoso poder creer en este relato basándose
ciegamente en estas tradiciones. O bien, Jesús nació en un día distinto al que
acostumbramos festejar, cosa que no iría en contra de lo que nos manifiesta Lucas,
o si, por el contrario, aceptamos que en verdad nació en alguna de estas fechas, el
relato de los pastores podría considerarse como completamente apócrifo.
Bien, ahora ya sabemos, o creemos saber, que Jesús no nació ni en el año 1
de nuestra era y mucho menos el 25 de diciembre. ¿Pero que otro dato podríamos
68
Lucas 2:8

40
JESÚS

tener en cuenta para procurar conocer su posible fecha de nacimiento?


Existe un hecho que, si bien muy probablemente sea tan solo una legenda,
también estamos obligados a analizar y es la famosa estrella de Belén.
A lo largo de la historia se han tejido innumerables explicaciones, desde
que era un ángel del Señor, un cometa, una supernova, hasta una nave extra-
terrestre, todas con distintas falencias al intentar analizarlas. Yo, particularmente,
prefiero la explicación acerca de la existencia de la “Estrella de Belén” como la de
una conjunción planetaria, que si bien no podría haber guiado a los magos de
oriente, y mucho menos detenerse sobre el pesebre, sí podría justificar que ésta
llevase a unos astrónomos a seguirla en busca del Mesías profetizado.
Veamos en que consiste esta conjunción. El 17 de diciembre de 1603, en
Praga, el astrónomo Johannes Kepler observó con gran atención la aproximación
de los planetas Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Luego de este hecho
descubre un relato del rabino Abarbanel que decía que “El Mesías tendrá que
venir durante una conjunción de Saturno y Júpiter en la constelación de Piscis”.
Entonces Kepler realizó los cálculos necesarios para determinar si esa conjunción
también se produjo en la época del nacimiento de Jesús. Estos cálculos
determinaron que en el año 6 - 7 AC se había producido una triple conjunción
entre Júpiter y Saturno en esta misma constelación.
En el año 1925 el estudioso alemán P. Schnabel constató que en una tabilla
de arcilla, procedente de una escuela de astrología babilónica situada en la
antigua ciudad de Sippar, cerca de la actual Bagdad, en Irak, y con escritura
cuneiforme, se relataban los sucesos relacionados con esta conjunción, con un
seguimiento de los hechos durante un período de, aproximadamente, cinco meses.
Actualmente se conoce que en la noche del 29 de mayo del año 7 AC, en la
constelación de Piscis, se aproximaron tanto entre sí, Júpiter y Saturno, que seme-
jaron ser una sola estrella, que se destacaba en el firmamento por poseer un brillo
mayor que el resto. Pero esta conjunción, lo suficientemente llamativa por si
misma, se repitió nuevamente los días 03 de octubre y 04 de diciembre del mismo
año.
Si una conjunción no fuera lo suficientemente importante como para llevar
a un astrónomo de la época a dar un vaticinio relacionado con el hecho, imagine-
mos que es lo que pasaría por la mente de ese mismo astrónomo, cuando viera
que esta circunstancia se repitía no dos, sino tres veces. Imagino que buscaría por
todos los medios una explicación dentro de su propia mitología. ¿Y cual pudo
haber sido la explicación que intentara?
Para los astrónomos babilonios, cada estrella y constelación poseían un
significado especial. Supongamos, Júpiter era el planeta relacionado con la fortuna
y la realeza en todas las épocas, la astrología babilónica consideraba a Saturno
como una estrella especialmente relacionada con los países de Siria y Palestina. Si
a esto sumamos el hecho que la conjunción se produjo en la constelación de Piscis,
dato que adquiere importancia cuando pensamos que, al menos según ellos, esta

41
César A. Carrión

constelación estaba relacionada con las tierras de occidente, y que, entre los judíos,
era el signo de Israel, el signo del Mesías y también estaría indicando que se
trataba del final de una era, ya que esta constelación se encuentra en el extremo
del ciclo zodiacal. Entonces estos datos sugerían el nacimiento de un rey en
Palestina o Siria que determinaba el fin de una época y el principio de una nueva.
Entonces, llegado a este punto, hagamos un pequeño racconto de lo que ya
hemos visto. Jesús posiblemente haya nacido entre los años 6 y 7 AC, probable-
mente en la ciudad de Séforis, en Belén de Galilea o incluso en Nazareth y que la
famosa estrella de Belén pudo haberse tratado de una conjunción planetaria que,
casualmente, también se produjo en estos mismos años.
Pero, antes de continuar, recordemos que los evangelios fueron escritos
entre cuarenta y setenta años después de haber muerto Jesús y los hechos que se
relatan acerca de su niñez se basaban en recuerdos muy lejanos y muy probable-
mente de segunda mano. Esto hace que hechos que pudieron haber sido indepen-
dientes entre sí se tendiera ha relacionarlos temporalmente. A modo de ejemplo,
quizás, alguien recordaría una estrella brillante que apareció en el cielo cuando
era niño, unos años antes de la muerte de Herodes. Otro recordaba que Jesús tenía
alrededor de treinta años cuando comenzó su ministerio, esto significaría que
pudo haber tenido veintisiete, treinta o treinta y cinco años, ¿quien sabe? Pero, al
unir estos dos hechos, llegaron a la conclusión que, en el momento que Jesús
nació, el cielo lo manifestó por medio de una estrella, aunque, en la realidad, él
pudo haber nacido uno o dos años antes o después.
Digo esto para hacer manifiesto que no se conoce la edad de Jesús al
morir, tampoco en que año fue y mucho menos el año de su nacimiento, y que lo
que analizamos hasta ahora son tan solo unos hechos históricos que, al relacionar-
los, nos orientan hacia el años 6-7 AC, pero, a pesar de ello, esta no es prueba
suficiente de que ésa haya sido la fecha en que ocurrieron realmente los hechos.
Pero, bueno, continuemos el análisis. Ahora debemos ver si existían otras
profecías, judías o no, acerca del nacimiento del Mesías en esa época.
La versión de la Biblia llamada de los Setenta o Septuaginta (llamada así
por haber sido realizada por setenta escritores inspirados) fue una traducción al
griego del Canon Bíblico realizada a petición de Ptolomeo, hijo de Lagus, en el
siglo III antes de nuestra era, para la célebre biblioteca de Alejandría. En ese texto,
el conocido pasaje de Isaías 7:14 aparece traducido así:
“Por eso el señor os dará el mismo un prodigio: Una virgen concebirá y
parirá un hijo al que pondrá por nombre Emmanuel.”.69
Pues bien, ésta es la única versión, la de los Setenta, que utiliza la palabra
griega pártenos (virgen), las otras traducciones al griego utilizan el término neanis
(jovencita). La palabra original, en hebreo es ‫העלמה‬, ‛almâh o al-maw', y puede
significar tanto mujer joven no casada, damisela, doncella, empleada doméstica o,

69
Proviene de Immanuel, que significa “Dios con nosotros”.

42
JESÚS

incluso, virgen. Es por ello que, dependiendo del traductor, se opta por la palabra
griega pártenos o neanis.
Esto significa que cuando en Mateo 1:23 se cita este versículo, sin nombrar
el origen de la cita, utilizando expresamente la palabra virgen, su fuente probable-
mente haya sido esta versión del texto de Isaías. Por ello es que se interpretó que
la madre del Mesías debería ser una virgen y no tan solo una jovencita o doncella,
y así se le atribuyo a María la virginidad permanente.
Para ser más claro, primero existió la profecía, se sobreentiende que tiene
que ser acertada ya que se origina a través de la inspiración divina, entonces nadie
pregunta si era o no era virgen, se da por sentado que lo era, puesto que la
profecía así lo dice, y es así como, un embarazo que podría haber sido
completamente normal, se transforma en un hecho milagroso. Todo por utilizar
como fuente una mala traducción en vez del original en hebreo.
El mismo caso se repetiría en la creencia de que Jesús nació en Belén.
Nadie, en la época en la cual Jesús estaba vivo, decía que había nacido en Belén, lo
llamaban el Galileo, el Nazareno, pero nunca el Judío o el Belenita. Primero existió
la profecía y luego se adapto la realidad para que coincida con ésta.
Igualmente no se podía evitar, ni siquiera forzando en forma descarada el
texto bíblico, el hecho que el Mesías profetizado se llamase Emmanuel. Si tenemos
que aceptar que todas las profecías son verdaderas y acertadas por originarse bajo
inspiración divina, tendremos que aceptar que Jesús no puede ser el Cristo ya que
éste debería llamarse, como ya he dicho, Emmanuel.
Pero si de profecías y de nombre de Mesías se trata podemos citar otras,
como ser:
“En aquel tiempo se levantará Miguel70, el gran jefe que defiende a los
hijos de tu pueblo.”71
O tal vez esta otra:
“Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se la ha
concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Pele-Yoetz El Gibbor,
Avi-Ad Sar-Shalom72. Se sentará en el trono de David, extenderá su poder real a
todas partes y la paz no se acabará, su reinado quedará bien establecido, y sus
bases serán la justicia y el derecho desde ahora y para siempre.”73 74
Y si es por seguir citando nombres:
“El Señor todopoderoso afirma que el varón llamado “Netzer” (retoño,
como ya explicara anteriormente) brotará de sus propias raíces y reconstruirá el
templo del Señor. Reconstruirá el templo del Señor y recibirá los honores propios
70
Michael: ¿Quién como Dios?
71
Daniel 12:1
72
Admirable en sus planes, Dios invencible, padre eterno, príncipe de la paz.
73
Isaías 9:6-7
74
Versión Kadosh Israelita Mesiánica.

43
César A. Carrión

de un rey. Se sentará en el trono a gobernar, y al lado de su trono se sentará el


sacerdote, y habrá paz entre los dos.”75
Y por último podemos citar:
“Vendrá un día en que haré que David tenga un descendiente legítimo, un
rey que reine con sabiduría y que actúe con justicia y rectitud en el país. Durante
su reinado, Judá estará a salvo, y también Israel vivirá seguro. Este es el nombre
con que lo llamarán “Yahvé Tzidkenu”.76 77
Como verán, si se le hubieran puesto a Jesús todos los apelativos profe-
tizados para así cumplir con todas las escrituras, esto hubiera sido bastante in-
cómodo, cada vez que se presentase socialmente, el solo hecho de llamarlo por
todos sus nombres habría sido un discurso de bienvenida. Pero dejemos de lado la
cuestión del nombre que debería haber poseído el Mesías y veamos si existió
alguna profecía acerca de la famosa estrella de Belén.
En el libro de Números podemos ver la primera ocasión en la que se hace
referencia a ella. Es a través del hechicero Balaam, hijo de Beor, que contratado
por Balaq para maldecir al pueblo de Israel es convencido por su burra para no
hacerlo y termina bendiciéndolo, emitiendo esta profecía:
“Veo algo en el futuro, diviso algo allá muy lejos, es una estrella que sale
de Jacob, un rey que se levanta de Israel. Le aplastará la cabeza a Moab, aplastará
a todos los descendientes de Set. Conquistará Edom, se apoderará de Seir, que es
su enemigo. Israel realizará grandes hazañas. Un vencedor saldrá de Jacob y
destruirá a los que se queden en la ciudad.”78
Edom y Seir designan la Idumea geográfica, y sobre todo la dinastía
idumea de Herodes.
Otra cita que podría interpretarse como el anuncio de la estrella de Belén
podría ser:
“Al principio Dios humilló a Galilea, tierra de Zabulón y de Neftalí, región
vecina a los paganos, que se extiende del otro lado del Jordán hasta la orilla del
mar, pero después le concedió mucho honor. El pueblo que andaba en la
oscuridad vio una gran luz, una luz ha brillado para los que vivían en las
tinieblas.79
Pero interpretar estos dos anuncios como una referencia directa a la
estrella de Belén es algo forzado, dado que en el primer caso la estrella que se cita
se puede interpretar que es el Mesías mismo lo que se anuncia y en el segundo
caso, la cita fue utilizada repetidamente haciendo referencia al nacimiento de Juan

75
Zacarías 6:12-13
76
Yahvé justicia nuestra.
77
Jeremías 23:5-6
78
Números 24:17-19
79
Isaías 9:1-2

44
JESÚS

el Bautista. Aunque, si Jesús nació en Galilea y no en Judea, esta predicción muy


bien podría hacer referencia a Jesús mismo.
Una referencia más, si bien no relacionada con la aparición de una estrella
pero sí con la “luz” de Dios, es la que se encuentra en el libro de Isaías.
“Resplandece, resplandece, oh Jerusalén, porque Su luz ha venido, y la
Gloria de Yahvé ha amanecido sobre ti. Porque a pesar que la oscuridad cubre la
tierra, y densa tiniebla sobre las naciones; sobre ti amanecerá Yahvé; sobre ti será
vista su Gloria. Y los gentiles irán hacia tu luz y reyes hacia tu brillante
esplendor.”80
Posiblemente, cuando los sacerdotes y escribas vieron la nueva estrella en
el cielo, la asociaron esta profecía “sobre ti será vista su gloria”, y reafirmaron sus
creencias al ver que un grupo de gentiles, unos magos de oriente, arribaban a la
Ciudad Santa atraídos por ella. Desgraciadamente no existen registros que nos
confirmen que los sacerdotes del templo siquiera se hayan enterado de que la
conjunción se produjo. Ningún texto hebreo nos confirma que este suceso haya
sido registrado y los textos evangélicos solo lo hacen indirectamente, dado que,
aparentemente, existían personas que recordaban el suceso pero sin el
conocimiento científico que pudo haber tenido un astrónomo ya que,
efectivamente, pensaban que se trataba de una nueva estrella y no de una
conjunción, cosa de la que sí hubieran tenido conocimiento dado que, al tratarse
de unos astrónomos, habrían seguido la trayectoria de los planetas hasta
comprobar que se efectuaba la conjunción.
No hay en las escrituras, al menos que yo conozca, otra referencia acerca
de que el nacimiento del Mesías sería anunciado por la aparición de una estrella.
La estrella misma, si es que existió, pudo haber sido interpretada por un augurio,
pero no por los judíos, ciertamente, ya que se les estaba prohibido interpretar
auspicios y recurrir a magos o hechiceros. Porque está escrito: “No practiquen la
adivinación ni pretendan predecir el futuro” 81 y “No recurran a espíritus y a
adivinos. No se hagan impuros por consultarlos” 82. Pero sí lo podían hacer los
extranjeros, es decir, unos Magos venidos de oriente.

80
Isaías 60:1-3
81
Levítico 19:27
82
Levítico 19:31

45
César A. Carrión

CAPÍTULO III

46
JESÚS

Los Reyes Magos

Como he relatado anteriormente, existe la posibilidad de que la famosa


estrella de Belén se tratase, en realidad, de la triple conjunción producida entre el
planeta Júpiter y Saturno, en la constelación de Picis, durante el año 7 AC.
En aquella época la astrología y la astronomía eran prácticamente la
misma cosa. Lo mágico y lo científico se mezclaban tornándose inseparables. Es
así como, por un lado se estudiaban los recorridos de los planetas, se calculaban
los solsticios, los equinoccios, la mejor fecha para sembrar y cosechar; y por el
otro, los astró-nomos interpretaban augurios en el cielo nocturno, confeccionaban
horóscopos y cada acontecimiento estelar poco frecuente, como, por ejemplo, la
aparición de un cometa, una eclipse o una conjunción, todos debían ser
descifrados y explicados adecuadamente.
Partia era un estado de Asia que, si bien existía de antiguo, se fundó como
país independiente alrededor del año 250 AC. En la fecha que nos ocupa, se había
transformado en un imperio que abarcaba los territorios que van desde el río
Éufrates hasta el Indo, y desde el actual río Amu Daria al océano Índico. Es aquí,
en donde hay registros efectuados en textos cuneiformes, acerca de la conjunción
entre Júpiter y Saturno. Es en esta escuela de astronomía, en la ciudad de Sippar,
en donde fue registrado, en una tablilla de arcilla, el avistamiento de este inusual
fenómeno.
Como ya dijera en el capítulo anterior, los astrónomos de la época, podría
haber interpretado que la aproximación planetaria fuera un anuncio de la llegada
de un nuevo rey a este mundo, nacido en la región de Siria o Palestina. ¿Pero
quienes pudieron haber sido estos astrónomos?
Dentro de este imperio existía una tribu de origen medo, que, con el
transcurso del tiempo, se había transformado en una casta sacerdotal, como la de
los Lévitas entre los Israelitas, cuyas funciones, entre otras, era la de ser los
astrónomos del reino, esta casta sacerdotal era conocida como los Magos.
El origen de su nombre se ha interpretado en el sentido de “hombre que
carece de orejas”, a partir del adverbio negativo persa ma = no y el sustantivo
gausa = oreja.
Su religión fue el zoroastrismo, ésta era una doctrina fundada en la
antigua Persia por el profeta Zoroastro. La predicación de su doctrina se conserva
en sus Gathas métricos (salmos), que forman parte de la escritura sagrada cono-
cida como Avesta. La religión de Zoroastro (trascripción griega de Zaratustra)
contempla al mundo como una lucha permanente entre el principio del bien
(Ahura Mazda) y el principio del mal (Angra Mainyu) que concluirá con la
victoria de los seguidores del primero, ayudados por el auxiliador (llamado
Sôsyans). Este salvador debía nacer de una virgen.

47
César A. Carrión

Los dogmas básicos de los Gathas consisten en un culto monoteísta de


Ahura Mazda (el 'Señor de la sabiduría') y un dualismo ético que contrapone la
Verdad (Asha) y la Mentira (Druj), que impregna el universo entero. Todo lo que
es bueno se desprende de él y se apoya en las emanaciones de Ahura Mazda:
Spenta Mainyu (el Espíritu benefactor, una fuerza creativa) y sus seis entidades
auxiliares, buen pensamiento, verdad, fuerza, devoción, salud y vida. Zoroastro
afirmó que sólo una divinidad, Ahura Mazda, era digna de culto y que uno de sus
hijos, Ahriman, optó por convertirse en demonio. El mundo quedó así dividido en
los principios enfrentados del bien y el mal.
Como verán, los Magos también esperaban un salvador. De hecho uno de
los Gathas habla de cómo vendría ese salvador y las cosas que le sucederían.
“Zaratustra se hallaba junto a una fuente de agua llamada Glosa de Hurín,
donde los antiguos reyes habían construido unos baños. Abrió la boca y habló en
presencia de sus discípulos Vishtaspa, Saena y Medyomah: “Quiero deciros,
amigos e hijos míos, a quienes he nutrido con mi enseñanza; escuchad: quiero
revelaros un misterio prodigioso que se refiere al gran rey que ha de venir al
mundo. Al final de los tiempos, cuando se acerque la disolución final, un niño
será concebido y sus miembros se formarán en el vientre de una virgen, aunque
ningún hombre se habrá acercado a ella. Él será como un árbol de hermosas ramas
cargado de frutos que crece en medio de un lugar árido. Y las gentes de este país
se opondrán a su crecimiento, e intentarán arrancarlo, pero no lo conseguirán. Así
que lo prenderán y lo matarán en un madero. Tierra y cielo se vestirán de luto a
causa de su violenta muerte, y todas las familias de los pueblos llorarán por él.
Abrirá el camino hacia las profundidades de la tierra, y desde ahí ascenderá hasta
las alturas. Entonces regresará con las huestes de luz, sobre blancas nubes, porque
Él es el niño engendrado de la palabra que creó todas las cosas.
Vishtaspa la preguntó a Zaratustra: “Aquél de quién has hablado ¿de
donde viene su poder? ¿Es Él mayor que tú, o tú mayor que Él?
Zaratustra le respondió: Surgirá de mi familia y de mi linaje. Él es yo, y yo
soy Él. Yo estoy en Él y Él está en mí. Cuando se acerque el comienzo de su llegada,
grandes señales aparecerán en el cielo, cuya luz será más grande que la del sol.
Entonces hijos míos, vosotros, semillas de vida nacidas del tesoro de la luz y del
espíritu que han sido sembradas en la tierra de fuego y de agua, deberéis guardar
y conservar cuanto os he dicho, y aguardar su venida. Porque vosotros seréis los
primeros en advertir la llegada del gran rey, aquel a quien los prisioneros esperan
para ser liberados. Por eso, hijos míos, guardad el misterio que os he revelado;
que quede escrito en vuestros corazones y guardado en el tesoro de vuestras
almas. Y cuando la estrella de la que os he hablado aparezca, enviad a vuestros
mensajeros con presentes para adorarle y entregarle vuestras ofrendas. No
olvidéis el hacerlo, no sea cosa que perezcáis por su espada, pues Él es el Rey de
Reyes y de Él procede la realeza de todos ellos. Yo y Él somos uno.”
Si bien el salvador que esperaban tendría que ser descendiente del propio
Zaratustra, ¿que pasaría si hubieran visto la aparición de una estrella nueva en el
cielo y al interpretar el mensaje, ésta anunciara el nacimiento de un rey en la tierra

48
JESÚS

de Palestina? ¿Y si hubieran averiguado que en esta misma región también


esperaban un Mesías, un salvador?
Pero la profecía acerca del Sôsyans, del Mesías persa, no solo nos llega a
través de los Gathas, sino también existen textos que hablan acerca de ello.
El Opus Imperfectum in Matthaeum (atribuido antiguamente a Juan
Crisóstomo, y fechado en el año 550) cuenta: “He oído decir que hubo una vez
una raza como ésa (la de los magos) que vivía en el reino del oriente que está
cerca del mar. Y se corría entre ellos cierto escrito, en el nombre de Seth, sobre la
futura aparición de esa estrella y que clase de regalos debían de serle ofrecidos.
Había sido transmitido de generación en generación por hombres sabios, de padre
a hijo. Así pues, escogieron de entre ellos a doce de los más instruidos, amantes de los
misterios celestiales, y éstos se mantuvieron atentos a la aparición de esa estrella.
Cuando uno de ellos moría, su hijo o algún pariente próximo con la misma
intención era localizado, y se le ponía en el mismo sitio que ocupaba el fallecido.
En su lengua se les llamaba magos, pues adoraban a Dios en silencio. Acos-
tumbraban a acudir a la cima de una montaña, situada allí, llamada en su lengua
Monte de la Victoria, que tenía una caverna abierta en la roca. Era un lugar
agradable con fuentes y árboles selectos. Solían subir, purificarse con agua y
oraciones, y alababan a Dios en silencio durante tres días. Y eso generación tras
generación, siempre a la espera de esa estrella de bienaventuranza, por si aparecía
durante la suya. Hasta que un día apareció ante ellos, mientras bajaban del Monte
de la Victoria. Y tenía en su interior la forma de un niño pequeño, y sobre ella la
apariencia de una cruz. Y les habló, y les dijo que debían dirigirse a Judea. Y la
estrella les precedió en su camino durante dos años...”
En la crónica del monasterio de Zuqnin83 estaban consignadas las revela-
ciones que Adán le habría comunicado a su hijo Seth. Esos libros sobre los
misterios ocultos fueron colocados en el Monte de la Victoria, en la Caverna de los
Tesoros de la Vida del Silencio 84. Y decía que “cuando Adán deseó conocer a Eva,
tomó de los límites del paraíso oro, mirra e incienso y los colocó en la caverna, la
bendijo y la santificó, de forma que fuera el santuario suyo y de sus hijos, y la
llamó la Caverna de los tesoros”.
El libro de la revelación de Adán a su hijo Seth (también conocido como
Apocalipsis de Adán o Libro de Seth) concordaba con la descripción que siglos
después haría la Crónica de Zuqnin. Comenzaba hablando sobre la
bienaventuranza existente en el Paraíso antes de la trasgresión. Después, Adán
instruía a su hijo sobre las cosas que iban a suceder. El núcleo de la parte profética
lo conforman catorce revelaciones que, por su importancia, han recibido un
nombre propio, El Libro de los Catorce Sellos. Los Magos eran conscientes de que
las profecías relativas al Sôshyans iban a verse cumplidas en la tierra de Sem.

83
Zuqnin es un monasterio próximo a Diyarbakir (antiguamente Amida), ciudad situada
al sureste de Turquía, a orillas del río Dicle (Tigris), el escritor de las crónicas se cree que
ha sido José el Estilita hacia el año 775.
84
El libro de la caverna de los tesoros, aparentemente, fue escrito antes del siglo VII.

49
César A. Carrión

El evangelio Armenio de la infancia (siglo VI dc) asegura que los magos


eran portadores de un extraño documento que había pasado de generación en
generación y que debía ser puesto en manos de nuevo Mesías.
“...Y los magos contestaron: Venimos de Persia, del Oriente. Por razón de
nuestra nacionalidad, se nos llama magos. Hemos llegado aquí conducidos por
una estrella, y la causa de nuestro viaje es haber visto en nuestro país que un rey
ha nacido en el país de Judea. Nuestro objetivo es visitarlo y adorarlo.
Herodes, que tal oyó, quedó profundamente turbado y empavorecido. Él
interrogo a los extranjeros: ¿De quién habéis sabido lo que decís o quién os lo ha
contado? Y los magos respondieron: De ello hemos recibido de nuestros ante-
pasados el testimonio escrito, que se guardó bajo pliego sellado. Y, durante largos
años, de generación en generación, nuestros padres y los hijos de sus hijos han
permanecido en expectación, hasta el momento en que aquella palabra se ha
realizado ante nosotros, puesto que en una visión se nos ha manifestado, por
mandato de Dios y por el ministerio de un ángel. Y hemos llegado a este lugar,
que se nos ha indicado el Señor. Herodes dijo: ¿De donde proviene ese testimonio,
solo de vosotros conocido?
Los magos dijeron: Nuestro testimonio no proviene de hombre alguno. Es
una orden divina concerniente a un designio que el Señor ha prometido cumplir a
favor de los hijos de los hombres, y que se ha conservado entre nosotros hasta el
día. Herodes dijo: ¿Dónde está ese libro, que vuestro pueblo posee con exclusión
de todo otro? Los magos dijeron: Ningún otro pueblo lo conoce, ni de oídas, ni
por su propia inteligencia, y sólo nuestro pueblo posee de él un testimonio escrito.
Porque, cuando Adán hubo abandonado el paraíso, y cuando Caín hubo matado a
Abel, el Señor concedió a nuestro primer padre el nacimiento de Seth el hijo de la
consolación, y, con él, aquella carta escrita, firmada y sellada por el dedo del
mismo Dios. Seth la recibió de su padre, y la dio a sus hijos. Sus hijos la dieron a
sus hijos, de generación en generación. Y, hasta Noé, recibieron la orden de
guardar cuidadosamente dicha carta. Noé se la dio a su hijo Sem, y los hijos de
éstos la trasmitieron a los suyos. Y estos, a su vez, la dieron a Abraham. Y
Abraham la dio a Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios alto, por cuya
vía nuestro pueblo la recibió, en tiempo de Ciro, monarca de Persia, y nuestros
padres la depositaron con grande honra en un salón especial. Finalmente, la carta
llegó a nosotros. Y nosotros poseedores de ese testimonio escrito, conocimos de
antemano al nuevo monarca, hijo del rey de Israel.”85
Mas adelante, cuando los magos ya habían encontrado al niño Jesús, el
evangelio armenio de la infancia agrega:
“Y de nuevo el rey Melkón tomó el libro del testamento que guardaba en
su casa como herencia de los primeros antepasados, según ya advertimos, y se lo
presentó al niño, diciéndole: He aquí tu carta, que a nuestros ascendientes
entregaste en custodia, firmada y sellada por ti. Toma este documento auténtico
que has escrito, ábrelo y léelo, porque el quirógrafo 86 está a tu nombre. Y el
85
El evangelio armenio de la infancia 11:9-11
86
Quirógrafo: diploma autorizado por la firma de un elevado personaje.

50
JESÚS

documento era aquel cuyo texto permanecía oculto bajo el pliego, y que los magos
no se habían atrevido a abrir, y menos aún a dar a los judíos y a sus sacerdotes,
por cuantos éstos no eran dignos de llegar a ser hijos del reino de Dios, destinados
como estaban a renegar del Salvador, y a crucificarlo.
Dicho documento había sido regalado por Dios a Adán, del cual, después
de su expulsión del paraíso, se había apoderado un gran dolor, a raíz del homi-
cidio perpetrado por Caín en la persona de su hermano Abel. Mas, cuando hubo
visto al primero castigado por Dios, y a él mismo arrojado del Edén glorioso por
su desobediencia, se encontró también atormentado en sus hijos, por la aflicción
del espectáculo de Abel muerto y Caín condenado a siete penas. Adán más en-
tristecido todavía y sumido en el duelo más profundo, no mantuvo ya relaciones
conyugales con Eva. Y, al cabo de doscientos cuarenta años de haber salido del
Paraíso, Dios en su misericordia, le envió un ángel, y le ordenó que entrase a Eva.
E hizo nacer a Seth, nombre que significa hijo de la consolación. Y, por haber
querido Adán hacerse Dios, éste resolvió hacerse hombre, en el exceso de su
piedad y de su amor a nuestra desdichada especie. Y prometió a nuestro primer
padre que, conforme a su plegaria, escribiría y sellaría con su propio dedo un
pergamino en letras de oro, que llevaría la siguiente portada: En el año seis mil,
del día sexto de la semana, el mismo en que te creé, y a la hora sexta, enviaré a mi
hijo único, el verbo divino, que tomará carne en tu raza, y que se convertirá en
hijo del hombre, y que te restablecerá de nuevo en tu dignidad original, por los
supremos tor-mentos de su cruz. Y entonces tú, Adán, unido a mí con un alma
pura y un cuerpo inmortal, quedarás deificado, y podrás, como yo, discernir el
bien y el mal.
Y este documento, que Adán dio a Seth, Seth a Enoch, Enoch a sus hijos, y
que de tal suerte pasó de unos descendientes a otros, hasta Noé, que Noé dio a
Sem, Sem a sus hijos, y sus hijos a sus hijos hasta Abraham, que Abraham dio a
Melquisedec el pontífice, que Melquisedec dio a otro, y éstos a otros todavía, hasta
que llegó a manos de Ciro, quien lo guardó cuidadosamente en un lugar especial,
donde se conservó hasta el tiempo de la natividad del Cristo: ese documento era
el mismo que los magos ofrecieron al niño Jesús.”87
Es decir que tenemos tradiciones de diversos orígenes, los Gathas zoro-
ástricos, el Opus Imperfectum in Matthaeum, la Crónica del monasterio de
Zuqnin, evangelio Armenio de la infancia, (originados, éstos últimos tres, en el
siglo VI DC aproximadamente) que nos hablan, no solo de que los magos tenían el
conocimiento de la llegada del Mesías, sino también que eran poseedores de un
texto escrito por Dios mismo y que llevaron como presente a Jesús.
Uno se pregunta que era lo que conocía el pueblo armenio del siglo VI o
cual era la tradición que mantenía, que lo llevaba a escribir en distintos textos y
por diferentes personas, éste relato acerca de un misterioso libro de origen divino.
Pero volvamos a la historia, como dije, ya sabemos que los magos eran
conocedores de una profecía del futuro nacimiento, y que al ver la triple
conjunción entre Júpiter y Saturno relacionaron éstos dos hechos para dar por
87
El evangelio armenio de la infancia 11:23-24

51
César A. Carrión

sentado que la predicción se estaba cumpliendo. Hemos visto que diferentes


textos hablan de un libro escrito personalmente por Dios y dado a Seth en
custodia, el cual fue dado como presente a Jesús. Pero las tradiciones que todos
conocemos dicen que los magos eran reyes y que portaron consigo como
presentes oro, incienso y mirra. ¿De donde es que sale esta tradición? Ya que lo
que figura en los evangelios canónicos es solo que eran “unos magos venidos de
oriente” sin aclarar si eran reyes o no, cuantos eran, o cuales eran sus presentes.
Veamos que es lo que dice el Evangelio Árabe de la infancia:
“Y la noche misma en que el Señor Jesús nació en Bethlehem de Judea, en
la época del rey Herodes, un ángel guardián fue enviado a Persia. Y apareció a las
gentes del país bajo la forma de una estrella muy brillante, que iluminaba toda la
tierra de los persas. Y, como el 25 del primer kanun (fiesta de la natividad del
Cristo) había una gran fiesta entre todos los persas, adoradores del fuego y de las
estrellas, todos los magos en pomposo aparato, celebraban magníficamente su
solemnidad, cuando de súbito una luz vivísima brilló sobre sus cabezas. Y,
dejando sus reyes, sus festines, todas sus diversiones y abandonando sus
moradas, salieron a gozar del espectáculo insólito. Y vieron que una estrella
ardiente se había levan-tado sobre Persia, y que su claridad, se parecía a un gran
sol. Y los reyes dijeron a los sacerdotes en su lengua: ¿Qué es este signo que
observamos? Y, como por adivinación, contestaron, sin quererlo: Ha nacido el rey
de reyes, dios de los dioses, la luz emana de la luz. Y he aquí que uno de los
dioses ha venido a anun-ciarnos su nacimiento, para que vayamos a ofrecerle
presentes, y a adorarlo. Ante cuya revelación, todos, jefes, magistrados, capitanes,
se levantaron, y preguntaron a sus sacerdotes: ¿Qué presentes conviene que le
llevemos? Y los sacerdotes con-testaron: Oro, incienso y mirra. Entonces los tres
reyes, hijos de los reyes de Persia, tomaron, como por una disposición misteriosa,
uno tres libras de oro, otro tres libras de incienso y el tercero tres libras de mirra.
Y se revistieron de sus ornamentos preciosos, poniéndose la tiara en la cabeza, y
portando su tesoro en las manos. Y, al primer canto del gallo, abandonaron su
país, con nueve hombres que lo acom-pañaban, y se pusieron en marcha, guiados
por la estrella que les había aparecido.”88
Estos tres obsequios también los vemos en el Protoevangelio de Santiago
pero en una forma más resumida:
“Y los magos salieron. Y he aquí que la estrella que habían visto en
Oriente los precedió hasta que llegaron a la gruta, y se detuvo por encima de la
entrada de ésta. Y los magos vieron al niño con su madre María, y sacaron de sus
bagajes presentes de oro, incienso y de mirra.”89
Estos mismos testimonios acerca de los obsequios que recibiera Jesús,
también los podemos encontrar en el evangelio del Pseudo-Mateo 16,2 y en el
evangelio de Taciano 8:11. Además, existen diferentes evangelios que agregan
otros presentes aparte de los ya citados, por ejemplo:

88
El evangelio árabe de la infancia7:1
89
Protoevangelio de Santiago 21:3

52
JESÚS

“El primer rey, Melkon, aportaba como presentes, mirra, aloe, muselina,
púrpura, cintas de lino y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios. El
segundo rey, Gaspar, aportaba, en honor del niño, nardo cinamomo, canela, e
incienso. Y el tercer rey, Baltasar, traía consigo oro, plata, piedras preciosas,
perlas finas y zafiros de gran precio.”90
Noten que es en el evangelio Armenio de la Infancia es en donde se dan
los nombres propios de los magos, no es en ninguno de los evangelios Canónicos
en donde se puede extraer esta información, de hecho, en estos evangelios solo
nombra a “unos magos”, sin más datos.
“Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá, durante el reinado de Herodes,
vinieron unos magos de oriente a Jerusalén, y preguntaron: “¿Dónde está el rey de
los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en oriente y venimos a
adorarlo.”91
Y esta alusión que hace Mateo acerca de los magos, es la única que se
puede encontrar en los evangelios canónicos, de hecho solo dos, Mateo y Lucas,
hacen referencia a los sucesos acontecidos en el trascurso del nacimiento, los otros
dos permanecen ignorantes de los asombrosos eventos que se produjeron con el
nacimiento de Jesús.
¿Pero, que es lo que simbolizan estos presentes? ¿Por qué eligieron pre-
cisamente “oro, incienso y mirra” como regalos adecuados para Jesús? O, mejor
dicho, ¿por que los evangelistas eligieron estos presentes determinados como los
que tendrían que haber sido los más adecuados para el futuro Mesías?
Veamos, haber elegido oro no es casual, así como tampoco lo es la elección
de los otros dos presentes. El oro es un símbolo conocido relacionado con la
realeza, y representa el reconocimiento de Jesús como rey, no solo de los judíos
sino también de toda la humanidad. Pero, ¿por qué de la humanidad y no solo de
los judíos?
La respuesta esta en relación con el segundo presente, el incienso. Éste
representa la relación del Mesías con la divinidad, más precisamente, con Yahvé.
El hecho de asociarse con el regalo anterior nos da idea de lo universal de su
mesianismo.
Y por último tenemos la mirra. ¿Qué es la mirra? Es una resina que se
extrae de un árbol nativo de Arabia que se mezcla con goma y con un aceite que le
da el olor característico. Formaba parte de perfumes y ungüentos, y era utilizada
en aquella época para embalsamar a los cadáveres. El objetivo de haberla elegido
era para representar la futura muerte y resurrección de Jesús.
Ahora ya sabemos quienes eran los “Reyes Magos”, por que es que
viajaron hasta Israel desde Partia, cuales eran las profecías que los influenciaron y
cuales fueron sus presentes. Lo que nos toca indagar ahora es cual fue la ruta que

90
El evangelio armenio de la infancia 12:2
91
Mateo 2:1-2

53
César A. Carrión

siguieron hasta llegar a Bethlém. Obviamente esto nunca lo podremos llegar a


saber, pero si se puede suponer basándose en los tipos de rutas que había en esa
época y los riesgos de cada una.
Según J. J. Benítez92, la Ruta de los reyes magos “...tanto si procedían de
Persia como de Mesopotamia, uno de los primeros lugares donde pudieron
detenerse tuvo que ser la ciudad de Babilonia, a orillas del Éufrates. Desde aquí
hasta Jerusalén había dos claras posibilidades: o adentrarse en el desierto arábigo,
o seguir la tradicional ruta de las caravanas, conocida ya desde los tiempos de
Abraham. Todos los cronistas e historiadores se muestran partidarios de la
segunda ruta. Aunque se ahorrasen kilómetros, el peligroso desierto de Nafud
(entre el Éufrates y la actual Jordania) no era recomendable para una caravana.
Esta amplísima zona de la península Arábiga es en realidad un mar de arena,
sobre el que llueve dos o tres días al año. Por tanto, dudo mucho que los Magos
eligieran el Nafud para alcanzar antes Jerusalén. Además, siendo como eran
gentes no habituadas a estos desiertos, lo natural es que optaran por la ruta ya
conocida y segura de los oasis. Desde Babilonia, y siguiendo quizá la margen
derecha del Éufrates, los expedicionarios fueron cubriendo etapas -de aguada en
aguada-, pasando por núcleos tan famosos como Mari, Haleb, Hameth, Kadesh y
Damasco. Desde aquí a Jerusalén, el camino discurrió con toda seguridad
bordeando el «mar de Galilea» y caminando «en paralelo» con el río Jordán, hasta
muy cerca de su desembocadura en el mar Muerto. De allí pasarían a Jericó,
posiblemente una de sus últimas escalas antes de entrar en Jerusalén. (Esta
segunda gran etapa del viaje -desde Damasco hasta el Sur- es conocida hoy como
«el camino del peregrino» o la gran «ruta de la Meca».) En total, este trayecto
supone unos 1.300 Km.”
Como podemos ver, si bien los caminos posibles eran dos, el que más
probablemente habrían utilizado es la ruta que bordea el Éufrates y luego el
Jordán, dado que era la más segura, la más utilizada y la que tenía disponibilidad
de agua suficiente como para realizar el viaje sin mayores contratiempos.
Ahora bien, hasta aquí estuvimos viendo los datos y los hechos que se
conocen acerca de la adoración de los magos, pero toda la historia posee partes
que, en sí, son incongruentes y que convendría analizar antes de dar por cierta la
historia.
Los evangelios canónicos y apócrifos nos relatan que los magos se orienta-
ron en su viaje a través de la famosa estrella de Belén, pero si esta era efectiva-
mente una estrella, ¿como es que la podían seguir durante el día? ¿Viajaban
solamente de noche, con todos los riesgos que esto significaba, y esto a pesar de
ser personas no acostumbradas a los viajes por el desierto? Y la pregunta más
importante. ¿Si a los magos los guiaba una estrella en su búsqueda del Mesías,
alguien me puede explicar cual era su objetivo cuando deciden presentarse, nada
menos que ante Herodes, para preguntarle donde era que había nacido su

92
El OVNI de Belén, capítulo XIV, pág. 256

54
JESÚS

substituto? Todo el relato es completamente ilógico. O la conducta de los magos


era de una ingenuidad inaudita o toda la historia es completamente falsa.
Veamos que es lo que dice el apócrifo Protoevangelio de Santiago acerca
de cómo fue el encuentro entre los magos y Herodes:
“Y he aquí que José se dispuso a ir a Judea, y se produjo un gran tumulto
en Bethlehem, por haber llegado allí unos magos, diciendo: ¿Done está el rey de
los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en oriente, y venimos a
adorarlo.
Y Herodes, sabedor de esto, quedó turbado, y envió mensajeros cerca de
los magos, y convocó a los príncipes de los sacerdotes, y los interrogó diciendo:
¿Qué está escrito del Cristo? ¿Donde debe nacer? Y ellos contestaron: En
Bethlehem de Judea, porque así está escrito. Y él los despidió. E interrogó a los
magos diciendo: ¿Qué signo habéis visto con relación al rey recién nacido? Y los
magos respondieron: Hemos visto su estrella, extremadamente grande, brillaba
con gran fulgor entre las demás estrellas, y que las eclipsaba hasta el punto de
hacerlas invisibles con su luz. Y hemos reconocido por tal señal que un rey había
nacido para Israel, y hemos venido a adorarlo. Y Herodes dijo: Id a buscarlo, y, si
lo encontráis, dadme aviso de ello, a fin de que vaya yo también, y lo adore.”93
En éste relato del Pseudo Santiago podemos leer los mismos hechos que
describiera Mateo, solo que de una forma más detallada y tal vez mas “florida”
que la escueta narración del evangelista.
Prácticamente idénticas, en relación a las palabras del Protoevangelio de
Santiago, son las que describen la llegada de los magos en el Pseudo-Mateo,
solamente agrega como nuevo dato el tiempo transcurrido desde el nacimiento
hasta su arribo:
“Y, transcurridos dos años, vinieron de oriente a Jerusalén unos magos,
que traían consigo grandes ofrendas...”94
La duración del viaje a la que hace referencia este evangelio, como ya se
habrán dado cuenta, está en relación con el tiempo que usaría Herodes para de-
terminar la edad que tendrían que tener como máximo los bebés que se sacrifica-
rían en la “matanza de los Santos Inocentes”.
Según el evangelio Árabe de la infancia el viaje fue un poco más corto:
“Partidos de Persia al primer canto del gallo, llegaron a Jerusalén al rayar el día” 95
La necesidad que poseen los autores de adornar el relato con situaciones milagro-
sas y poco creíbles, como lo es esta última, es un tópico que se reitera frecuente-
mente en los textos apócrifos.
Un poco más razonable es el relato del evangelio Armenio de la infancia
en donde se nos otorga una sutil referencia a la fecha del nacimiento, que tratamos
anteriormente.
93
Protoevangelio de Santiago 21:1-2
94
El evangelio del Pseudo-Mateo 16:1
95
Evangelio Árabe de la infancia 7:1

55
César A. Carrión

“Pero al cabo de tres días, es decir, el 2 de tébeth, que es el nueve de enero,


he aquí que los magos de oriente, que habían salido de su país hacía nueve
meses, y que llevaban consigo un ejercito numeroso, llegaron a la ciudad de
Jerusalén. El primero era Melkón, rey de los persas, el segundo Gaspar, rey de los
indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes. Y los jefes de su ejército, investidos
del mando general, eran en número de doce. Las tropas de caballería que los
acompañaban, sumaban doce mil hombres, cuatro mil de cada reino. Y todos
habían llegado, por orden de Dios, de la tierra de los magos, su patria, situada en
las regiones del oriente.”96
Esto último me recuerda un hecho que había pasado por alto, y es el que
Herodes se hubiera enterado de que los magos buscasen al Mesías. Está bien,
Herodes poseía una red de espías distribuida por toda Jerusalén que se
encargaban de proveerle información, pero llama la atención que, de haber sido
tan solo “tres magos venidos de oriente” que preguntaban por las calles, a la gente
común, si tenían conocimiento de “en donde era que había nacido el Rey de los
Judíos”, se enterara tan rápido de su existencia y, al mismo tiempo, los
considerara tan importantes como para citarlos a una audiencia personal con él.
Ahora bien, si pensamos que el relato que nos brinda el evangelio
Armenio es cierto, sería mucho más fácil de pensar que Herodes los haya citado,
ya que ésta hubiera sido la reacción lógica de un rey ante la llegada de un ejército
hasta las mismas puertas de la capital. Para ser más exactos, si un ejército tan
grande como el que se describe hubiera viajado a través del territorio de Israel,
Herodes habría sabido de su existencia mucho antes de su arribo y, seguramente,
no les habría permitido llegar hasta Jerusalén.
Volviendo al tema del cual hablábamos anteriormente, si los magos eran
guiados por la estrella, ¿por qué fueron hacia Jerusalén, en lugar de dirigirse
directamente a Belén? Esto significa que la estrella, si es que el viaje de los magos
realmente existió, no los guió continuamente a lo largo de su viaje, sino que más
bien los indujo a buscar al Mesías a través de su mensaje profético, a pesar de que
los evangelios nos refieran que la estrella, no solo los orientó continuamente, sino
que incluso se detuvo directamente sobre el pesebre.
Ustedes podrán preguntarse por que motivo insisto reiteradamente en que
la visita de magos pudo no haber existido realmente. Veamos, en el capítulo
anterior expliqué los motivos que nos permiten dudar que Jesús haya nacido en la
ciudad de Belén de Judea, entonces, si los magos hubieran dirigido sus pasos
hasta la ciudad de Belén, entonces, seguramente, no habrían encontrado al Mesías
que estaban buscando. Pero lo que más reafirma lo apócrifo de la historia, no es el
hecho que figure tan solo en uno de los cuatro evangelios canónicos, el de Mateo,
y de los apócrifos que nos relatan la adoración de los magos fueran escritos muy
posteriormente -como ya dijera, el evangelio Armenio se escribió
aproximadamente durante el siglo VI, y éstos pudieron haberse basado en esta
narración de Mateo- sino que lo que confirma su falsedad es el hecho que María,

96
Evangelio Armenio de la infancia 11:1

56
JESÚS

la madre de Jesús, desconociera todos los portentos sucedidos alrededor de su


nacimiento. El hecho que sus hermanos y su madre no se contaran entre sus
seguidores a pesar de los milagros relatados torna difícil de creer que estos hayan
sido reales.
Imaginen una madre que queda en cinta luego de que un ángel se le
apareciera y le anunciara su concepción virginal, que se presentan unos pastores
ante su hijo para adorarlo, que una estrella más intensa que cualquier astro del
cielo se estacionara sobre el pesebre donde estaban residiendo y que, para más
datos, llegasen unos “Reyes Magos” con presentes fabulosos diciendo que el bebé
sería el futuro Mesías y rey de los judíos. ¿Cómo esa madre pudo haber olvidado
todos estos portentos y no haberse transformado en una de sus más fieles
seguidoras? Porque una de las cosas que le recrimina Jesús a su madre es que ella
no se contara entre sus seguidores:
“Alguien dijo a Jesús: Mira a tu madre y tus hermanos están afuera y
preguntan por ti. Pero él respondió: ¿Quién es mi madre y quienes son mis
hermanos? E indicando con la mano a sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y
mis hermanos. Porque todo el que cumple la voluntad de mi padre que está en los
cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.” 97
Tal vez, luego de ésta recriminación, su madre se transformara en una
discípula más, pero esto es algo que no había sucedido hasta que Jesús pro-
nunciara éstas amargas palabras. Creo que es aquí en donde está la clave que nos
permite suponer que el encuentro entre los magos y Jesús no existió, la ignorancia
de los otros evangelistas de lo relatado por Mateo, la aparente amnesia que María
presenta con respecto a los portentos ocurridos en la “inmaculada concepción” y
el nacimiento y, por último, que ni sus hermanos ni su madre creyeran en él.

No se pueden aportar, ni a favor, ni en contra, más que estas pruebas


circunstanciales, ya que no existen relatos históricos, cristianos o profanos, más
allá de los que ya he citado y, como he explicado, las tradiciones incluidas en los
apócrifos son muy posteriores y tan poco creíbles, que no pueden ser tomadas
seriamente como para que contribuyan a esclarecer el enigma.

97
Mateo 12:47-50

57
César A. Carrión

CAPÍTULO IV

Juan el Bautista

Según nos relata Lucas, Juan era hijo de un sacerdote del grupo de Abdías,
y su madre, llamada Isabel, aparte de ser prima de María, era también descen-
dientes de sacerdotes. Siendo Zacarías ya anciano, así como también lo era su

58
JESÚS

esposa, se le aparece un ángel mientras servía en el templo, y éste le anuncia que


su esposa dará a luz un hijo que se llamará Juan, que sería grande ante el Señor y
estaría lleno de Espíritu Santo desde el seno de su madre. Obviamente, Zacarías
desconfía de la anunciación proporcionada por el ángel, dado lo avanzado de su
edad, así como también la de su esposa, por lo que el ángel lo castiga quitándole
su capacidad de poder hablar hasta el momento mismo en el que la profecía se
cumpliese.
Cuando Isabel cursaba el sexto mes de gestación, el ángel Gabriel se le
aparece a María y, aparte de anunciarle su propio embarazo, le notifica también el
de su prima. Por lo que María decide dirigirse a la casa de esta para cuidarla. Al
encontrar a su prima en la puerta de su hogar se produce la famosa escena de la
salutación, el “Ave María”.98
Esta misma narración y, en ocasiones, incluso utilizando idénticas
palabras, se repite en el evangelio de Taciano. Agrega, este último, algunos
detalles menores, como ser que Isabel era de las hijas de Aarón, para representar
que era descen-diente de sacerdotes, también refiere que la pareja vivía en una
ciudad de Judá ubicada en una montaña, sin especificar en cual. El resto, es muy
similar al relato lucano.
Es así como María permanece en la casa de su prima, cuidándola y
ayudándola en sus quehaceres diarios durante tres meses, hasta que Isabel parió a
su hijo, luego de lo cual, regresó a su hogar.
Cuando llevaron a su hijo a circuncidar al octavo día, como Zacarías
continuaba sin poder hablar, los familiares sugieren llamar al primogénito con el
nombre de su padre, pero es Isabel la que se resiste diciendo que su intención era
llamarlo Juan99, lo cual, cuando Zacarías confirma en forma escrita que ese era su
nombre, recupera inmediatamente el habla y comienza a bendecir a Dios. Es en
ese momento en el que Zacarías realizó la profecía acerca de Juan:
“Tú, niño, serás llamado profeta de Ha Elyon100; e irás delante del Adón101
para preparar su camino; para difundir conocimiento entre su pueblo, que la libe-
ración viene de tener los pecados perdonados, por medio de la tierna misericordia
de nuestro Elohim102, que hace que el Amanecer nos visite desde el Cielo, para
resplandecer sobre los que están en oscuridad, viviendo en sombra de muerte, y
para encaminar nuestros pies por el sendero de Shalom103.” 104
Es así como, por ser Juan el primogénito dentro de una familia devota, es
encomendado a Dios como nazareo o nazareno, y criado con el pensamiento de

98
Lucas 1:5-56
99
Nombre que proviene de Yohanán, que significa “Yahvé lo ha bendecido”.
100
Del Altísimo.
101
Señor.
102
Es la forma plural de la palabra Elohi, que significa Dios.
103
Paz.
104
Lucas 1:76-79 Traducción Kadosh Israelita Mesiánica

59
César A. Carrión

que él, algún día, se transformaría en el hombre destinado a preparar el camino al


Ungido que llevaría al pueblo de Israel hacia la liberación.
Todo el relato de la filiación sacerdotal de Juan, de la profecía acerca de
cómo él anunciaría la llegada del reino, como sería un allegado al futuro Mesías,
no eran palabras vanas, sin intención, ni detrás de ellas no existía un fin oculto.
La imagen del Mesías que poseían los judíos de la época, no era solamente
la de un líder político, los Israelitas esperaban, en realidad, la llegada de dos
Mesías, uno político/militar que lideraría la lucha que transformaría a Israel en
una potencia mundial y otro Mesías religioso, que unido al primero se encargaría
de transformar a Israel en un pueblo de Santos, que, con su ejemplo, inspirarían al
resto de la humanidad hacia la adoración de Yahvé y el respeto de la Torah. Es así
como en los levantamientos mesiánicos que se produjeron entre los siglos I AC y I
DC siempre existió un líder militar y uno sacerdotal. Así el poder terrenal estaría a
cargo de un descendiente de David y el poder espiritual bajo un descendiente de
Aarón. Es por este motivo que Lucas reiteradamente hace hincapié con respecto a
la relación existente entre Juan y la descendencia de Aarón, con el objetivo de
poner de manifiesto su derecho al puesto mesiánico sacerdotal junto a Jesús.
“En los días de Herodes, rey de Yahudáh105, hubo un kohen106 llamado
Zejaryah107, que pertenecía a la división de Aviyah. Su mujer era descendiente de
Aarón, y su nombre era Elisheva108.”109
A modo de ejemplo, podemos citar que, junto al revolucionario de
filiación davídica Judas Gamala, hubo también un fariseo llamado Saddoc que
ocupó el puesto de Mesías religioso; durante el alzamiento de Simón bar Kokba
estuvo junto a él, cumpliendo la misma función, el rabí Akiba.
Pero esta visión acerca de la asociación entre un Mesías terrenal y uno
espiritual también nos llega a través de otra fuente. Lo bueno de los evangelios
apócrifos es que podemos encontrar pequeños relatos o anécdotas que se agregan
a las ya conocidas y que, sin contradecir a los evangelios canónicos, los completan.
Si bien poseen mayor profusión de sucesos milagrosos, casi hasta alcanzar el nivel
del ridículo, también aportan datos que no pueden encontrarse en otras fuentes.
Tanto en los evangelios canónicos, como en otros textos de la época, ya fueran
religiosos o no, escritos durante el transcurso de los tres primeros siglos de
nuestra era, fueron exhaustivamente censurados y adaptados para apoyar y
defender los intereses de la iglesia primitiva. Todo aquello que no se ajustara al
dogma oficial reconocido era adecuadamente ocultado, disimulado, enriquecido,
tergiversado o sencillamente suprimido, es por ello que es tan difícil poder confiar
completa-mente en lo que nos refieren los textos sagrados. Luego que la iglesia
fijara el Canon que determinaba los textos que serían incluidos en el Nuevo

105
Judah.
106
Sacerdote.
107
Zacarías.
108
Isabel, significa Juramento de Dios.
109
Lucas 1:5. Traducción Kadosh Israelita Mesiánica de Estudio

60
JESÚS

Testamento, ordena destruir los que consideró apócrifos por distintos motivos,
pero muchos de estos textos sobrevivieron a las pretensiones oscurantistas de la
iglesia, es así como, en el Protoevangelio de Santiago, podemos encontrar una
anécdota que posiblemente apoya la hipótesis del segundo Mesías:
“Y Herodes buscaba a Juan, y envió a sus servidores a Zacarías, diciendo:
¿Dónde has escondido a tu hijo? Y él repuso: Soy servidor de Dios, permanezco
constantemente en el templo del Señor, e ignoro donde mi hijo está.
Y los servidores marcharon del templo, y anunciaron todo esto a Herodes.
Y Herodes irritado, dijo: Su hijo debe un día reinar sobre Israel. Y los envió de
nuevo a Zacarías, ordenando: Di la verdad. ¿Dónde se halla tu hijo? Porque bien
sabes que tu sangre se encuentra bajo mi mano. Y los servidores partieron, y
refirieron todo esto a Zacarías.”110
Aquí vemos que, durante la matanza de los inocentes, Herodes buscaba
expresamente al hijo de Zacarías porque pensaba que él estaba destinado un día a
reinar sobre Israel, pero, ¿cómo pudo Herodes pensar de este modo si era de
público conocimiento que el Mesías esperado tenía que ser descendiente de David
y no de Aarón? No podía desconocer este hecho, Juan era hijo de un sacerdote, y
por ende descendiente de Aarón. Este mismo impedimento poseían los Macabeos
y es por este motivo que ninguno de ellos pudo atribuirse el título de Mesías, a
pesar de sus muchas victorias y de haber conseguido independizar a Israel.
El reino que hacía referencia Herodes que ejercería Juan debe de haber
estado en relación a su asociación con el poder político derivado del Mesías, en su
calidad de futuro Sumo sacerdote.
Pero, volvamos al relato acerca de los hechos brindados por Santiago. Una
vez que los mensajeros le transmitieron las amenazas de Herodes acerca de matar-
lo si no colaboraba diciendo donde se encontraba su hijo, Zacarías respondió:
“Mártir seré de Dios, si viertes mi sangre. Y el omnipotente recibirá mi espíritu,
porque sangre inocente es la que quieres derramar en el vestíbulo del templo del
Señor. Y, a punto de amanecer, Zacarías fue muerto, y los hijos de Israel
ignoraban que lo hubiese sido.
Pero los sacerdotes fueron al templo a la hora de la salutación, y Zacarías
no fue en su busca, para bendecirlos, según su costumbre. Y se detuvieron,
esperando a Zacarías, para saludarlo y para celebrar al Altísimo.
Y, como tardaba, se sintieron poseídos de temor. Y uno de ellos, más
audaz, penetró en el templo, y vio cerca del altar sangre coagulada, y oyó una voz
que decía: Zacarías ha sido asesinado, y su sangre no desaparecerá de aquí hasta
que llegue su vengador.”111
Si nos guiásemos solamente por el relato que se encuentra en el Proto-
evangelio de Santiago, Zacarías no fue más que un simple sacerdote, injustamente
eliminado al tratar de proteger a su hijo del asesinato masivo de niños inocentes
ordenado por Herodes. Pero, ¿qué tan cierto es esto?
110
Protoevangelio de Santiago XXIII, 1-2
111
Protoevangelio de Santiago XXIII,3- XXIV,2

61
César A. Carrión

Según lo relatado en un folio del manuscrito nº 1305 de la Biblioteca


Nacional de París, redactado en copto sahídico, Zacarías habría muerto en manos
de Publio Quintilio Varo, legado de Roma en Siria, durante la revolución del año 4
AC, aproximadamente en el octavo día del mes de Thot, asesinado entre el altar y
el Santo. Varo reprimió tan duramente la sedición que su saldo fue de dos mil
rebeldes crucificados. Pero si Zacarías fue asesinado en medio de la revuelta
revolucionaria, significa que éste formaba parte de la misma y no que era un
simple e inocente sacerdote, y también que era partidario de Judas de Gamala en
la revolución.112
Pero, como dijera anteriormente, Judas ya tenía un sacerdote partidario
que lo secundase en su aspiración al trono mesiánico como poder religioso, y éste
era el Rabí Saddoc. Éste nombre significa en castellano “el Justo” o “el Recto”. Lo
que implica que el nombre de éste personaje pudo haber sido, en realidad, un
seudónimo por el cual se lo conocería a Zacarías.
Esto nos llevaría a la conclusión de que Zacarías, más que ser un pobre e
inocente sacerdote, víctima de las conductas tiránicas de un rey déspota y
paranoide, era, en realidad, un descendiente de Aarón, con derecho a ocupar el
cargo de Sumo Sacerdote, apoyando a un Mesías de estirpe Davídica, en el
contexto de una revolución zelota.
Pero, volvamos con la historia de la vida de Juan el Bautista. ¿Qué habrá
sido del niño huérfano de padre una vez que la revolución fue extinguida? ¿Cómo
pudo defenderse hasta llegar a la adultez y así ser reconocido como el famoso
Bautista?
Aún si el relato evangélico fuera cierto, es decir, si Zacarías hubiese
muerto por negarse a confesar donde se ocultaba su hijo. Juan igualmente era un
niño huérfano acosado por la amenaza de muerte que se cernía sobre él en las
manos de Herodes. Isabel, su madre, debió buscar un lugar en donde poder
ocultarlo sin levantar sospechas y sin que la vida de su pequeño hijo corriera
riesgos. ¿Qué mejor opción para criar a un niño ofrendado en nazireato que un
monasterio? Por supuesto que no estoy hablando de los monasterios cristianos,
para los cuales faltaban siglos para su aparición. Hablo de una secta que ya existía
en esa misma época, que vivía aislada en el desierto formando comunidades
cerradas, al igual que lo hacen los monasterios actuales. Esta comunidad era la de
los Esenios.
Los Esenios formaban una secta ya desde el siglo II AC y cuyo asenta-
miento más famoso estaba ubicado en Qumrám, cercano al mar Muerto. El
término Esenio parece proceder de la palabra aramea del norte chasya (en griego
hosios), que significa santo. Según Flavio Josefo “rechazaban los placeres como si
fueran males, y consideraban como virtud el dominio de si mismo y la no
sumisión a las pasiones. Ellos no aceptan el matrimonio, pero adoptan los hijos de
otros, cuando aún están en una edad apropiada para captar sus enseñanzas, se
comportan con ellos como si de hijos suyos se tratara y les adaptan a sus propias
112
Los secretos del Gólgota, pág. 41

62
JESÚS

costumbres”113. Despreciaban las riquezas114 y poseían una completa comunidad de


bienes, los que entraban en la secta entregaban todas sus posesiones115, también tenían
por costumbre vestirse completa-mente de blanco, no solo como señal de pureza,
sino también porque éste era el color de los sacerdotes”. Si bien la comunidad de
Qumrán es la más famosa, no era la única y existían comunidades en todas las
ciudades importantes de Israel, llegaron incluso a la cifra de cuatro mil seguidores
viviendo en comunidad. Esta gran cantidad de pequeños grupos le permitía a
cada uno de sus miembros viajar de un lugar a otro ya que, al arribar a otra
comunidad, ésta le ofrecía todos sus bienes para que hiciera uso de ellos como si
fuesen propios116. Por ello es que viajaban sin llevar casi absolutamente nada.
Entre ellos no compraban ni vendían nada sino que cada uno daba y recibía del
otro lo que necesitaba.
Apenas salía el sol se despertaban y rezaban117, antes de emitir cualquier
tipo de palabra, para luego dirigirse a realizar las actividades particulares del
oficio que cada uno conocía hasta, aproximadamente, las once de la mañana,
donde se detenían y tomaban un baño de agua fría para purificarse y luego
dirigirse al comedor comunitario como si hubiera sido un lugar sagrado. Antes de
comer rezaban una oración y otra más al terminar la comida. Luego de terminar
esta oración retornaban al trabajo hasta la tarde, momento en el cual repetían
nueva-mente esta rutina.

113
Flavio Josefo, La guerra a los judíos II,120-121
114
No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y
ladrones que socavan y roban. (Mateo 6:19)
115
No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas
los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se
repartía a cada uno según su necesidad. (Hechos 4:34-35)
116
No vaciles en dar, ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen
recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que tendrás todas las cosas
en común con tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; pues si os son comunes los
bienes inmortales, cuánto más los mortales. (Didakè o Enseñanza de los doce apóstoles –
cap. 1 Instrucción moral)
117
Se cree que entre los primeros cristianos también existía esta costumbre y que de
hecho los primeros versículos del evangelio de Juan es en realidad una oración a dos voces,
que incluía una frase dicha por el sacerdote y una respuesta dada por el coro, que sería más
o menos así:
“En el principio existía la Palabra
y la Palabra estaba con Dios,
y la Palabra era Dios.
Ella estaba en el principio con Dios.
Todo se hizo por ella
y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
En ella estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres,
y la luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la vencieron”. (Juan 1:1-5)

63
César A. Carrión

Si bien se les permitía prestar auxilio a los que se los pedían y entregar
alimentos a los necesitados118, no les era posible dar nada a sus familiares sin que,
previamente, debieran solicitar el permiso a sus superiores.
No se les permitía jurar119, solo se autorizaba el juramento al ingresar a la
secta, porque pensaban que “ya estaba condenada toda persona que no pueda ser
creída sin invocar a Dios con un juramento”. En el juramento exigido para poder
pertenecer al grupo se les hacían prometer “venerar a Dios, practicar la justicia
con los hombres, no hacer daño a nadie, ni por deseo propio ni por orden de
otro120, abominar siempre a las personas injustas y colaborar con las justas, ser fiel
siempre a todos, sobre todo a las autoridades, pues nadie tiene el poder sin que
Dios se lo conceda121”... “juraban siempre amar la verdad y aborrecer a los menti-
rosos, de que mantendrán sus manos limpias de robo y su alma libre de ganancias
ilícitas122, de que no ocultarán nada a los miembros de la comunidad ni revelarán
nada a las personas ajenas a ella, aunque les torturaran hasta la muerte”.
Cuando eran expulsados, a causa de sus juramentos no podían recibir
comida de la gente ajena a la secta y entonces se veían obligados a alimentarse de
hierbas silvestres.123
Creían que el alma era inmortal y que luego de producirse la muerte, las
almas buenas irían a un lugar más allá del océano, en un lugar sin lluvia, nieve, ni
calor, con una fresca brisa que soplase desde el océano y las malas se dirigirían a
un lugar frío y oscuro, lleno de eternos tormentos. 124

118
Juan el Bautista predicaba: “El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene
comida haga lo mismo”. (Lucas 3:11)
119
Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de
Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad
del Gran Rey. No jurarás ni por tu cabeza, porque no puedes hacer que un cabello sea ni
blanco ni negro. (Mateo 5:34-36)
120
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: Maestro, ¿que he de hacer para
tener en herencia vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?
Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus
fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Díjole entonces: Bien has
respondido. Haz eso y vivirás. (Lucas 10:25)
121
Jesús ante Pilato respondió: “No tendrías ninguna autoridad contra mí, si no te fuera
dada de arriba. Por esto, el que me entregó a ti tiene mayor pecado”. (Juan 19:11)
122
También fueron unos publicanos para ser bautizados y le preguntaron: -Maestro, ¿qué
haremos? El les decía: -No cobréis más de lo que os está ordenado. También unos soldados
le preguntaban diciendo: -Y nosotros, ¿qué haremos? El les dijo: -No hagáis extorsión ni
denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestros salarios. (Lucas 3:12-14)
123
Juan mismo estaba vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su
comida era langostas y miel silvestre. (Mateo 3:4; Marcos 1:6)
124
Estos son una mancha cuando banquetean desvergonzadamente en vuestros ágapes y se
apacientan a sí mismos; son nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin
frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la
espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de
las tinieblas para siempre. (Epístola a los Judíos 1:12-13)

64
JESÚS

Decididos a ser incluso más intachables que los fariseos, crearon comu-
nidades cerradas con la idea de que así podían excluir toda contaminación e im-
pureza, y donde la más extrema simplicidad de vida y disciplina rígida pudieran
superar las tentaciones materiales y carnales. Practicaban el celibato y el
ascetismo, de manera semejante a los monjes cristianos. En la regla de la
comunidad de Qumran se dice de los líderes del consejo que: “Deben preservar la
fe de la tierra con firmeza y mansedumbre, y deben expiar los pecados mediante
la práctica de la justicia y mediante el sufrimiento de las penas de la aflicción... Y
deben ser una ofrenda agradable, expiando por la tierra y determinando el juicio
de la perver-sidad, y así no habrá iniquidad.”
Como ven, una comunidad como era la de los Esenios, en la cual criaban a
los niños en el pensamiento de la santidad, la obediencia, la castidad y el
sacrificio, bien podía recibir a un niño como Juan el Bautista e inculcarle así una
postura religiosa estricta, casi fundamentalista, que lo llevase a enfrentar a los
sacerdotes y fariseos del templo y desafiar al mismo Herodes Antipas, sin
importarle las con-secuencias. Los Esenios lo educarían en la resistencia del dolor
en la tortura, en no temer a la muerte ya que el premio para los justos era una vida
eterna en un lugar paradisíaco más allá de los mares, en no renunciar a sus ideales
y demandar de todos la misma santidad en la que fue criado.
Si bien nadie puede asegurar que esto haya sucedido realmente, ni tam-
poco se pueden aportar ninguna clase de pruebas que lo confirmen como cierto,
es, quizás, una hipótesis para tener en cuenta y que podría explicar su conducta y
sus hábitos. Cuando aludo a sus hábitos, en realidad, hago referencia a que, por
su dieta, su vestimenta y su aspecto general, posiblemente, haya sido un
nazareno, y además, que por su conducta religiosa y su postura intransigente,
también pudo haber sido criado dentro de un monasterio esenio. Por tal motivo es
que, junto a cada característica particular de los Esenios, coloqué una nota de
referencia, con el objetivo de poder mostrar como se relacionaban las enseñanzas
de Juan y Jesús con aquellas que profesaban los Esenios. En aquellos preceptos en
los cuales no efectué una referencia es por que muchos de ellos están
contemplados dentro de la Torah y, por ende, todos los judíos estaban obligados a
obedecerlas. También, dentro de las que no fueron destacadas, existen otras
enseñanzas que la escuela filosófica de Juan o Jesús no compartían. Es a causa de
estas mismas enseñanzas por las que se ha argumentado que ni Juan, ni Jesús
pertenecieron a la secta de los Esenios. Imaginemos por un momento, que,
efectivamente, ambos fueron criados y formaron parte de esta comunidad durante
su niñez y juventud, y que pertenecie-ron a esta hasta el momento en el cual
alcanzaron la edad de, aproximadamente, treinta años y fueron expulsados del
grupo precisamente a causa estos mismos pensamientos, al no concordar éstos
con los que mantenía el resto de la secta. Para poder entenderlo mejor tomemos, a
modo de ejemplo, el grado de fanatismo con el que, los Esenios, seguían la pureza
alimenticia kosher, en oposición a esta postura Jesús decía: “Lo que entra en la
boca no contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, esto contamina al

65
César A. Carrión

hombre.”125 Y por ello Jesús podía comer, sin ningún tipo de cargo de conciencia,
con gentiles, publicanos y pecadores, que probablemente no seguirían
estrictamente las reglas de pureza alimenticia.
Así es como, en los puntos en donde la filosofía esenia no coincide con las
enseñanzas de Jesús ni con las de Juan, puede que esto no haya estado motivado
porque no hubieran pertenecido a la comunidad, sino que, por el contrario,
realmente habían estado vinculados a ella y fueron expulsados a causa de las
mismas. Todas las escuelas filosóficas alguna vez fueron desprendimiento de
otras anteriores. Si solo observamos las diferencias entre las diferentes posturas de
pensamiento que existían entre, por ejemplo, los esenios y los fariseos, tal vez no
podamos llegar a creer que ambas sectas eran un desprendimiento de la de los
Asídeos. Los mandeanos, que son los actuales seguidores de las enseñanzas de
Juan el Bautista, alguna vez fueron perseguidos por los primeros cristianos y
declarados como una secta herética. Cristianos y mandeanos habían nacido juntos,
pero ambas religiones fueron evolucionando en forma diferente hasta hacerse
desconocidas una de la otra. Esto ya ocurría en los tiempos en los cuales Pablo
desarrollaba su misión evangelizadora. “Pablo atravesó las regiones altas y llegó a
Éfeso donde encontró algunos discípulos; les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu
Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos
oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.» El replicó: «¿Pues qué bautismo
habéis recibido?» -«El bautismo de Juan», respondieron. Pablo añadió: «Juan
bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que
había de venir después de él, o sea en Jesús.» Cuando oyeron esto, fueron
bautizados en el nombre del Señor Jesús.” 126 Noten como la idea de “Espíritu
Santo” era una nueva invención del grupo cristiano que, como la secta seguidora
del Bautista se había apartado ya hacía casi veinte años de Jesús y sus discípulos,
estos últimos desconocían completamente esta nueva enseñanza.
¿Y que es lo que sabemos acerca de cómo y cuando Juan comenzó su
misión? Es Lucas el que nos informa acerca de la posible fecha del inicio de sus
actividades como profeta.
"El año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de
la Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes y Filipo, su hermano, tetrarca
de Iturea y de la Traconítide, y Lysanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de
Anas y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el
desierto.”127
El predecesor de Tiberio, César Augusto, había muerto el 19 de agosto del
año 14 DC. El primer año del gobierno de Tiberio comenzó entonces el 20 de
agosto. Los años siguientes se comienzan a contar a partir del 10 de diciembre,
fecha de la renovación del poder “tribunicio” de los emperadores. El año 15

125
Mateo 15:11
126
Hechos 19:1-5
127
Lucas 3:1-2

66
JESÚS

comienza entonces el 10 de diciembre del 27. Si Jesús nació entre los años 4 y 7
AC, tendría entonces entre 31 y 34 años cuando Juan comenzó a predicar.
Dentro del antiguo testamento podemos encontrar múltiples profecías que
hacen referencia, directa o indirectamente, a la llegada de un predecesor del
Mesías, que con su aparición se iniciaría la preparación de la llegada del nuevo
reino. Ellas también planteaban que este profeta, el que precedería la llegada del
Mesías, tendría que ser Elías: “Miren ustedes: Voy a enviarles al profeta Elías,
antes que llegue el día del Señor, que será un día grande y terrible.” 128 Sabemos
también que Jesús y el pueblo mismo conocían esta profecía dado que él hace
referencia a la misma dando por sentado que todos tenían este conocimiento y no
era necesario explicarlo.
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre
violencia, y los violentos se apoderan de él. Porque todos los Profetas y la Ley
profetizaron hasta Juan. Y si lo queréis recibir, él es el Elías que había de venir.” 129
“Entonces los discípulos le preguntaron diciendo: -¿Por qué dicen los
escribas que es necesario que Elías venga primero? Y respondiendo dijo: -A la
verdad, Elías viene y restaurará todas las cosas. Pero yo os digo que Elías ya vino,
y no le reconocieron; más bien, hicieron con él todo lo que quisieron. Así también
el Hijo del Hombre ha de padecer de ellos.”130
“El mismo irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para
hacer volver los corazones de los padres a los hijos y los desobedientes a la
prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo apercibido.”131
Excepto éste último versículo, que es una profecía realizada por Zacarías,
el resto de los anteriormente citados son palabras emitidas por el mismo Jesús
acerca de Juan. La cuestión es que, si Jesús era el Mesías que decía ser, alguien
debería haber sido la reencarnación de Elías, ya que las profecías así lo indicaban.
No podía surgir el Mesías si antes no era anunciado por Elías en persona. La única
forma de salvar esto era nombrar a Juan como el Elías retornado. Pero, ¿qué era lo
que opinaba Juan el Bautista acerca de que lo llamasen por el nombre de Elías?
“Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén
unos sacerdotes y levitas para preguntarle: -¿Quién eres tú? El confesó y no negó,
sino que confesó: -Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: -¿Qué, pues? ¿Eres tú
Elías? Y dijo: -No lo soy. -¿Eres tú el profeta? Y respondió: -No. Le dijeron
entonces: -¿Quién eres?, para que demos respuesta a los que nos han enviado.
¿Qué dices en cuanto a ti mismo?
Dijo: -Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto: "Enderezad el
camino del Señor" como dijo el profeta Isaías.”132

128
Malaquías 4:5
129
Mateo 11:12-14
130
Mateo 17:10-12; Marcos 9:11-13
131
Lucas 1:17
132
Juan 1:19-23

67
César A. Carrión

Es decir que, en vida, Juan nunca afirmó ser Elías redivivo, muy por el
contrario, afirmó expresamente que no lo era. Si Juan dice blanco y Jesús dice
negro, ¿cuál miente? ¿Quién es el mentiroso Juan o Jesús? Al afirmar cosas
opuestas solo uno puede decir la verdad. Recordemos que la cita pertenece al
Evangelio de Juan, el evangelio “inspirado”, ¿alguien se atreve a decidir quien es
el que miente? La respuesta acerca de quien lo hace debería ser fácil de resolver,
preguntémonos quien se beneficiaría si Juan fuera Elías y quien si no lo fuera.
Si tal como asegura Juan, él no era Elías retornado, nadie se beneficia con
esta afirmación, ni siquiera Juan mismo. Pero, si la afirmación que da Jesús es
cierta, y Juan es el profeta Elías, cosa que no puede negar en ese momento,
aunque quisiera, porque ya le habían cortado la cabeza. No se beneficiaba Juan,
porque como dije ya estaba muerto, pero, ¿qué tal Jesús?
Aunque, no sería correcto que cargásemos todas las tintas tan solo sobre
Jesús, el comportamiento que en vida mantenía Juan, aunque él negase que fuera
la reencarnación de Elías, trató en todo momento de copiar las características que
lo identificaban al profeta de un modo tal como para que se prestase a confusión.
Elías “era un hombre vestido con una capa peluda, y con un cinturón de
cuero en la cintura.”133 Y, ¿que tal Juan? “Juan mismo estaba vestido de pelo de
camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su comida era langostas y miel
silvestre.”134
En más de una ocasión él hacía referencia a sí mismo como el profeta que
estaba anunciado que iba a venir. Noten la respuesta que dio a los que le
interrogaron acerca de quien era, “Yo soy la voz de uno que proclama en el
desierto: «Enderezad el camino del Señor» y compárenla con lo anunciado por
Isaías: “Una voz grita: «Preparen al Señor un camino en el desierto, tracen para
nuestro Dios una calzada recta en la región estéril».”135
Es así como vemos que Juan mismo no era completamente inocente en sus
pretensiones. Tomaba una postura acorde a las escrituras, las citaba para que
todos se dieran cuenta del por qué de sus conductas y se colocaba en el lugar del
profeta anunciado, y, a pesar de esto, luego negaba serlo.
Es esta actitud, la que mantuvo en el transcurso de su vida, lo que produjo
tanta confusión entre los que le rodeaban. Tanto es así que, aún después su
muerte, nadie podía asegurar que era lo que había sido, realmente, Juan el
Bautista. Es de este punto, la duda existente de si había sido o no Elías o si se
trataba solamente de un nuevo profeta, de donde se aferra Jesús para luego
afirmar que Juan efectivamente había sido el profeta Elías. El pensamiento mágico
estaba presente aún en las personas más racionales de la época. Podemos ver que,
acerca de Jesús, en más de una ocasión, se preguntaban si él era el Mesías, Elías o
Juan mismo resucitado y que, las personas que lo escuchaba en repetidas oca-
siones, le planteaban esta duda a sus discípulos.
133
II Reyes 1:8
134
Mateo 3:4
135
Isaías 40:3

68
JESÚS

“Cuando llegó Jesús a las regiones de Cesarea de Filipo, preguntó a sus


discípulos diciendo: -¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Respondiendo ellos dijeron: -Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros,
que alguno de los antiguos profetas ha resucitado.”136
Es así como, tanto Jesús como Juan, jugaban permanentemente con la con-
fusión que generaban entre la gente, por un lado se arrogaban atributos proféticos
o planteaban que gozaban del apoyo divino, utilizando, para sustentar sus afirma-
ciones, citas de los textos sagrados en forma permanente. Por otro lado, al ser
interrogados por las autoridades tanto civiles o como religiosas, negaban todo
tipo de anhelo político. De esta forma se libraban de las persecuciones políticas,
cosa que les permitía continuar con su predica sin correr mayores riesgos, al
menos hasta el momento en el que ellos quisieran o tomasen la decisión de ser
apresados. Tampoco creo que haya sido casual que ambos utilizaran la misma
táctica para tratar con las personas que escuchaban sus sermones. Éste método,
aparentemente, dio buenos resultados porque, ¿a quiénes, sino, le hubieran creído
y continuado escuchando, al oírles afirmar, uno con respecto del otro, que el
primero era el Mesías esperado y el último, a su vez, el profeta Elías retornado? A
pesar de que conocían que eran primos y que podía existir un interés personal
entre ambos cuando efectuaban estas afirmaciones, o, quizás, este último dato lo
ocultaron hasta el día de su muerte y recién salió a flote luego de la crucifixión de
Jesús, cuando Lucas inició la investigación acerca de la vida de Jesús.
Todos saben acerca de las actividades de Juan como bautista. Por algo lo
llamaban así. La palabra bautizar deriva de un término griego que significa
“sumergir en agua” y representaba de esta forma que el bautizado quedaba
limpio de los pecados que hubiese cometido y lo preparaba para que, de allí en
más, viviese una nueva vida. ¿Pero, de donde es que él toma la costumbre de
sumergir a una persona en las aguas del Jordán para lavar los pecados?
El antecedente tampoco es casual. Si buscásemos en la Biblia a alguna otra
persona que se dedicara a efectuar esta misma actividad, encontraríamos al
propio Eliseo, el discípulo del profeta Elías, en medio de un relato semejante a los
que se describen acerca de Juan en más de una ocasión.
Los textos sagrados nos relatan como Naamán, un jefe del ejército del rey
de Aram, se encontraba enfermo de lepra. Una sirvienta esclava le sugiere que si
se presentase ante el profeta, éste lo podría curar. El rey Aram envió entonces a
Naamán con un mensaje para el rey de Israel solicitándole que curase a su general
de la lepra. El rey interpretó el mensaje como un desafío, como una excusa para
iniciar una guerra, dado que le pedía algo imposible como curar a un enfermo de
lepra. Cuando Eliseo se enteró de esto le envió a decir al rey: “Que venga a mí y
sabrá que hay un profeta en Israel”.
“Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la entrada de la
casa de Eliseo. Eliseo envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete veces en el
Jordán y tu carne se te volverá limpia.»
136
Mateo 16:13-14; Marcos 8:27-28; Lucas 9:18-19

69
César A. Carrión

Se irritó Naamán y se marchaba diciendo: «Yo que había dicho: ¡Segura-


mente saldrá, se detendrá, invocará el nombre de Yahvé su Dios, frotará con su
mano mi parte enferma y sanaré de la lepra! ¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de
Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en
ellos para quedar limpio?» Y, dando la vuelta, partió encolerizado.
Se acercaron sus servidores, le hablaron y le dijeron: «Padre mío; si el
profeta te hubiera mandado una cosa difícil ¿es que no la hubieras hecho? ¡Cuánto
más habiéndote dicho: Lávate y quedarás limpio!»
Bajó, pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la palabra del
hombre de Dios, y su carne se tornó como la carne de un niño pequeño, y quedó
limpio.”137
De esta manera es como Eliseo muestra al río Jordán como una herra-
mienta para lavar los pecados y, de este modo, que les sean perdonados. En la
época paleo testamentaria se pensaba que todas las enfermedades eran producto
de un pecado que había cometido el paciente o alguno de sus progenitores. Al
menos así se lo plantean a Jesús en una ocasión en la que le interrogan acerca de
un hombre enfermo de nacimiento:
“Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos: «Rabí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las
obras de Dios.»”138
Incluso cuando el patriarca Job fue sometido a tentación permitiendo que
Satanás dañase su carne con una enfermedad inmunda, todos pensaron que era
un castigo divino a causa de los pecados que había cometido y por ello Job le
pregunta a Dios cual era el motivo por el cual lo castigaba de ese modo.
“¿Cuántas son mis faltas y pecados? ¡Mi delito, mi pecado, házmelos
saber!”139
Por ello es que Eliseo utiliza el baño de inmersión en el río Jordán como
una forma simbólica de expresar el arrepentimiento de los pecados y que, al
lavarlos de este modo, Dios se los perdonase y los sane.
Eliseo no era un profeta común, en él se había duplicado el poder
profético de Elías. “Después cuando estaban cruzando, Eliyah 140 le dijo a Elisha:
Dime lo que puedo hacer por ti antes de que sea llevado de ti. Elisha 141 dijo: ¡Por
favor! ¡Qué una doble porción de tu ruaj142 sea sobre mí!”143

137
II Reyes 5:9-14
138
Juan 9:1-3
139
Job 13:23
140
Elías
141
Eliseo
142
Espíritu
143
II Reyes 2:9- Versión Kadosh Israelita Mesiánica de estudio

70
JESÚS

Juan el Bautista decidió imitar la costumbre que poseía Eliseo, la de lavar


el cuerpo de los pecadores enfermos en las aguas del Jordán, tanto como una
forma simbólica de perdonar los pecados, así como una promesa de que, a partir
de ese momento, dedicarían su vida al servicio de Yahvé. Por otro lado, también
pretendió, en forma solapada, simbolizar que él también disfrutaba, en sí mismo,
del doble del poder que en vida había poseído el profeta Elías. Se vestía tal como
lo hacía Elías e imitaba las acciones de alguien que había poseído el doble de su
poder, es decir, de Eliseo. Para los pobres, semianalfabetos e ignorantes que escu-
chaban sus amonestaciones era, tan solo, un profeta sanador de grandes poderes,
pero el rey Herodes y los sacerdotes del templo sabían que, al procurar hacerse
pasar por la reencarnación de Elías, lo que pretendía en realidad era aspirar al
trono Mesiánico sacerdotal, al Sumo Sacerdocio, por lo que a ellos respecta, él era
una amenaza a sus propias existencias y no se trataba solamente de que él fuera
un delirante místico dedicado a perdonar pecador en las aguas del río Jordán.
Otro lugar en donde podemos ver como se podían lavar los pecados con
agua a modo de bautismo es en el libro de Ezequías. Allí Dios, a través del
profeta, dice: “Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas
vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un
corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne
el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en
vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis
mis normas.”144
Si bien Ezequías no nos explica que es exactamente el “agua pura”, ni de
donde brotaría su fuente para poder purificar a los israelitas, sí, al menos, nos
informa la capacidad que poseía el agua de purificar el cuerpo y el alma de una
persona. Lo que sí sabemos es que, para los israelitas, las aguas se clasificaban en
“agua viva” y “agua muerta”. El agua viva era aquella que poseía movimiento
natural, como por ejemplo el agua de ríos y arroyos, en contraposición con lo que
llamaban el agua muerta que era aquella que permanecía estancada, como la de
las lagunas o cisternas. Moisés había prescripto el “agua lustral”, producida en el
Templo en la época de Jesús, como método para purificar la ropa y el cuerpo de
una persona, y siempre era utilizada en forma de aspersión. Por el contrario, Juan
había elegido las “aguas vivas” del río Jordán para limpiar a alguien de sus
pecados y el método que, presuntamente, había elegido era la inmersión. De este
modo le quitaba al Templo y a los sacerdotes la exclusividad para la redención de
los pecados.
Un punto llamativo relacionado con el ritual del bautismo de Juan, era que
él siempre afirmaba que, si bien, su bautismo era de agua, vendría uno que lo
haría con fuego.

144
Ezequías 36:25-27

71
César A. Carrión

“Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí
es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en
Espíritu Santo y fuego.”145
Pero algo que muy pocos conocen es que Jesús jamás bautizó a nadie, ni
con agua ni con nada. Al menos así lo afirma el apóstol Juan en su evangelio:
“aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos”. 146 Si lo que
afirma Juan es cierto, entonces lo anunciado por el Bautista era mentira, lo que lo
transformaría entonces en un falso profeta. Si no es cierto, ¿cuales fueron los
motivos que lo llevaron a emitir semejante mentira? ¿Por qué asegurar que Jesús
no bautizaba sino que lo hacían sus discípulos, como si esto fuera un acto menor
no digno de él?
Por otro lado, Juan, al igual que Jesús, también poseía un grupo de
seguidores, y es de éste grupo en el cual Jesús recluta sus dos primeros discípulos.

“Al día siguiente147, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus
discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.» Los
dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús.”148
Es curioso que el Evangelio de Juan no haga referencia a los nombres de
estos dos primeros discípulos, solo nombra, unos versículos más tarde, a Andrés
como uno de estos dos, pero no nos dice quien era el otro. Para agravar más las
cosas el nombre de Andrés no era un nombre hebreo, sino griego, Andrés, que
proviene de andros y significa “hombre”, es la forma helenizada de Adán. Por lo
que, el nombre de Andrés, podría haber sido un alias que ocultaba el nombre real
de éste discípulo. Acerca de este tema hablaremos más adelante, mientras, con-
tinuemos con la historia.
A partir de ese momento, estos dos primeros discípulos comenzaron a
reclutar a otros prosélitos, algunos entre los seguidores de Juan y otros no,
conformando el grupo que luego sería conocido como el de los doce apóstoles.
Dependiendo el evangelio que tomemos como referencia, podemos ver
que Jesús toma una actitud pasiva y espera solo en el desierto hasta que Juan es
apresado para comenzar con sus actividades mesiánicas, esto es según Mateo,
Marcos o Lucas. En cambio, según Juan, con el surgimiento de Jesús como profeta
y Mesías, gradualmente comienza a menguar la importancia del Bautista y a
perder sus seguidores, hasta el momento en que fue apresado solitariamente por
Herodes. Presuntamente, el motivo para que esto ocurriera fueron las críticas que
realizara con respecto a Herodes Antipas y su matrimonio con Herodías, su
cuñada, historia que sucedió más o menos así.

145
Mateo 3:11
146
Juan 4:2
147
del bautismo de Jesús por Juan.
148
Juan 1:35

72
JESÚS

Herodes Antipas, que estaba casado con la hija de Aretas IV, rey de Arabia
Patraea, decide repudiar a su esposa para casarse con la esposa de su medio
hermano Herodes Filipo, Herodías. Si bien Herodías le envió un libelo de divorcio
a su marido antes de unirse con Antipas, este divorcio, entre los judíos, no poseía
ningún valor legal dado que los hombres eran los únicos que gozaban del derecho
de poder repudiar a sus cónyuges. Este derecho no le estaba reconocido a la
mujer, por lo tanto, cuando lo realizó, al no tener valor legal, para el resto de los
judíos continuaba desposada con Herodes.
Las circunstancias por las cuales una mujer tenía derecho a repudiar a su
esposo y así poder regresar a la casa de sus padres eran escasas. Una mujer podía
abandonar a su marido a causa de las injurias recibidas, si el oficio del cónyuge
era repugnante a causa del mal olor que producía el mismo (recogedor de basura,
curtidor, matarife), si el marido la obligaba a hacer votos abusando de su
dignidad o si el marido padecía de lepra. Otro motivo de divorcio, pero poco
frecuente, era el caso de una qetannah, es decir una menor de doce años, que
había sido prometida en matrimonio o, incluso, esposada, después de que se
hubiera producido la muerte de su padre, es decir que el contrato fue efectuado
por la madre o los hermanos de la novia. Cuando esta hubiera alcanzado la
mayoría de edad a los trece años podía, eventualmente, anular los esponsales,
dado que el matrimonio realizado sin el padre de la menor solamente era válido
bajo con-dición. Este hecho se producía muy poco frecuentemente dado que, al ser
la mujer considerada como una menor durante toda su vida, al divorciarse debía
volver al hogar familiar, bajo la custodia de las mismas personas que la habían
desposado sin tener en cuenta su opinión.
Pero Herodías no cumplía ninguno de los requisitos que se requerían para
que una mujer pudiera repudiar a su marido, es por ello que el divorcio era
considerado nulo, sobre todo por el Bautista que era una persona por demás de
fanática y ortodoxa. Así, siendo la esposa del hermano, legalmente se interpretaba
que era, a su vez, su propia hermana y por ello la relación se transformaba en
incestuosa y adultera.
Recordemos que los judíos de la época no tenían la misma visión que
nosotros acerca de lo que era incestuoso. De hecho, en el caso de Herodías, estaba
casada con un tío y dejó a éste para casarse con otro, dado que ella era hija de
Aristóbulo, que, a su vez, era medio hermano de Herodes Filipo y de Herodes
Antipas, e hijos los tres de Herodes el grande pero de distintas madres. Estos
matrimonios entre tíos y sobrinas, entre primos y primas, en la actualidad se
podrán considerar poco naturales y hasta inmorales, pero no eran calificados de
esta manera en aquel entonces. A modo de ejemplo podemos citar otros casos,
dentro de la familia Herodiana, que en la actualidad se considerarían incestuosos.
Herodes el Grande se casó con una sobrina de nombre desconocido, Herodes
Filipo con Salomé, nieta de Herodes el Grande y sobrina de Filipo. Herodes de
Calsis, nieto de Herodes el grande, con Berenice, bisnieta del mismo. Antipater,
sobrino de Herodes, con Kypros, su prima. Las otras hijas de Herodes, Olimpías,

73
César A. Carrión

Roxana y Salomé, también se esposaron con sus primos. La lista podría seguir
largamente, así que mejor nos limitamos a estos ejemplos.
Era tan común el matrimonio entre tíos y sobrinas que existían un par de
proverbios que hacían referencia a ello: “No tome mujer un hombre antes de que
la hija de su hermana se haya hecho grande” 149 y “Un matrimonio con la hija de la
hermana trae como consecuencia que la oración sea escuchada” 150 Sobre esta base
podemos ver que la causa de la imputación de incestuosa que realiza Juan acerca
de Herodías no se basaba en el hecho de que Antipas se hubiese casado con su
sobrina, cosa que era, por lo demás, bastante común, sino en haberse desposado
con la esposa de su hermano sin que este la haya repudiado previamente.
Volvamos nuevamente al relato de los hechos. Dado que la primera
esposa de Antipas no toleró que su esposo la repudiase, ésta huyó hacia Arabia
Patraea 151, junto a su padre Aretas IV. El rey árabe interpretó el repudio como un
insulto hecho hacia él y a su propia hija y decidió marchar a la guerra contra
Israel. Herodes tuvo que defenderse y, entonces, comenzó la guerra entre los
árabes y los israelitas. En la batalla contra las fuerzas de Aretas, el ejército de
Herodes resultó gravemente derrotado y eso fue considerado por numerosos
judíos como un juicio divino por haber asesinado a Juan. Herodes acudió en busca
de ayuda al emperador Tiberio, quién entonces ordenó a Vitelio, legado de Siria,
que le hiciera la guerra a Aretas y lo capturara o destruyera. Vitelio reunió sus
fuerzas y estaba a punto de lanzar su ataque cuando llegó la noticia de que
Tiberio había muerto (marzo del año 37), por lo que se anuló la acción prevista.
Cuando Juan el Bautista fue arrestado, aproximadamente el 28 de Mayo
del año 31 de nuestra era, Herodes Antipas lo envió a la fortaleza de Macaerus152,
y, simultáneamente, decidió establecer allí su propio cuartel general. Fue en este
mismo lugar en donde, presuntamente, se efectuó la decapitación del Bautista.
Juan permaneció encerrado en Maqueronte aproximadamente durante un
año, dado que Antipas no se atrevía a realizar ninguna otra acción en su contra,
principalmente, por tres motivos. El primero era, sin duda, el ascendiente que éste
poseía sobre el pueblo y también por su popularidad. Herodes pensaba que si
realizaba algún acto en su contra el pueblo llegaría a levantarse en armas y ya
tenía suficientes dificultades en ese momento con la guerra contra Aretas. El
segundo motivo era que Juan era un nazareno, una persona ofrendada a Dios
en la promesa del nazireato y, como si esto fuera poco, profeta. Es por ello que,
el pueblo, lo consideraba doblemente sagrado y Antipas, hombre de su tiempo
al fin, no se atrevía a realizar una acción en su contra porque temía también
despertar la ira divina. Por último, Juan era una personalidad enigmática, los
149
Tos. Qid. I,4 (334,32)
150
b. Sanh. 76 bar, b. Yeb. 62
151
Petra
152
También conocida como Maqueronte, era una ciudadela fortificada situada en la
Trans-jordania, al oriente del mar Muerto, en la tierra de Amón, en los confines de la Perea,
vecina a la frontera con el reino nabateo. Se localizaba aproximadamente a 48 Km. al
sudeste de Jerusalén.

74
JESÚS

sacerdotes del templo, la corte, el pueblo, se preguntaban quien era. Las hipótesis
que manejaban, como ya dijera anteriormente, era que fuese el propio Elías e
incluso el Mesías mismo. Matar al bautista era algo sumamente arriesgado que
Herodes no se podía permitir. Así, hasta que se decidiera su destino, Juan debía
permanecer encerrado en la fortaleza de Maqueronte.
Imagino que Herodes también tendría la ilusión de que a Herodías se le
pasase el enojo que sentía en contra del Bautista e, incluso, debía contar con que
olvidase su existencia misma. Pero el rey desconocía lo que era capaz el corazón
de una mujer, Herodías no permitiría que terminara la historia de ese modo.
Como dice el Martín Fierro “siempre te va a perder una mujer ofendida”.
Según lo que nos refieren los evangelios de Mateo y Marcos, la hija de
Herodías danzó ante Herodes y lo hizo tan bien que éste le juró que le daría lo que
le pidiese, aunque esto implicara otorgarle la mitad de su reino. A lo cual la
muchacha, asesorada por su madre le pidió la cabeza de Juan el bautista en una
bandeja. Acorralado Herodes por el juramento realizado ante toda la corte, decide
cumplir su promesa y mandó a decapitar a Juan en ese mismo instante, el 29 de
Marzo del año 32, e inmediatamente después le trajeron a la hija de Herodías la
cabeza del profeta.
Ahora bien, sabemos que Juan estaba encerrado en la ciudadela de
Maqueronte y que esta era una pequeña aldea de frontera fortificada pero que no
se conoce que poseyese un palacio en donde albergar al rey y mucho menos a
toda la corte. ¿Dónde se realizó este famoso baile? ¿Debemos creer que Herodes
decidió llevar a la mujer que amaba y a su hija a un puesto de frontera, con los
riesgos de terminar prisioneros ante el ataque de las fuerzas árabes que esto
significaba? ¿Y si la fiesta se realizó efectivamente en otro lugar, en un puesto más
seguro, tal como lo era Jerusalén? ¿Que necesidad había de que el verdugo saliera
en la mitad de la noche, para recorrer, digamos, unos 100 Km., que era la distancia
aproximada entre Macaerus y Jerusalén, entre ida y vuelta, para cercenar la
cabeza del Bautista? ¿Cuánto tiempo le demandaría a un caballo recorrer, en plena
noche, sin iluminación, por un pedregoso sendero de montaña, esta distancia? ¿Lo
habría podido hacer de un modo tan veloz que le permitiera regresar antes de que
la fiesta hubiese terminado? Imagino que el juramento realizado por Herodes no
poseía también una cláusula de inmediatez, bien podría haber esperado hasta el
otro día para cumplir su promesa. Convengamos también que es poco probable
que Herodías conociera personalmente a Juan. Las mujeres de la nobleza, en
aquella época, no se paseaban por las calles, a solas, para ver y, a su vez, poder ser
vistas por todo el mundo. Cuando salían lo realizaban en literas con cortinados
que dificultaban la visión tanto hacia como desde el interior.
Seguramente lo que debió haber sucedido es que Herodes mandó a de-
capitar a un prisionero, cualquiera fuese, que también presentaba el pelo largo y
se encontraba adelgazado por el encierro, dadas sus condiciones físicas podía,
fácilmente, hacerlo pasar por el Bautista, esto le permitiría evaluar adecuada-
mente la reacción de la multitud. Creo que, si el pueblo se hubiese levantado en
armas en su contra, como aún mantenía la posibilidad de mostrarle al pueblo al

75
César A. Carrión

verdadero profeta, conservaba, de este modo, la capacidad de aplacar la revuelta


de un modo pacífico. Al ver que sus temores no se cumplieron, entonces efectiva-
mente mandó a matar al verdadero, le entregó el cuerpo a sus discípulos y su
cabeza a Herodías. Incluso podemos pensar que toda la historia del baile y la
promesa realizada como recompensa, era, en realidad, una puesta en escena
diseñada por el mismo Herodes con el objetivo de encontrar una solución al
problema de que era lo que debía hacer con el Bautista. Si daba buenos resultados,
bien, y si no, aún se reservaba un as en la manga que le permitiría volver las cosas
al punto de partida.
Antes de terminar este capítulo acerca de Juan el Bautista dediquémosle
unas palabras a su relación con Jesús. En el capítulo acerca del nacimiento de
Jesús hice referencia a la posibilidad que el apodo de Nazareno podría haber
tenido origen en su condición de nazareo, hombre dedicado a Dios en promesa de
nazireato o también a su pertenencia a una secta o grupo religioso seguidores de
un nazareno. Dado que Jesús no seguía las estrictas reglas del nazireato, ya sea en
los puntos de higiene, dieta o, incluso, en el consumo mismo de alcohol, podemos
deducir que él no era un nazareno propiamente dicho, pero ¿qué tal si en realidad
fue un discípulo de un nazareno? Si esto fue así, ¿podríamos decir que Jesús había
sido conocido por ser un discípulo suyo, pero que, en determinado momento,
decidió alejarse de él para iniciar su propio grupo de seguidores con sus propios
criterios y sus propias reglas?
Algo que llama la atención, en el nuevo testamento, es el hecho que Jesús
se presentara ante Juan para ser bautizado. La ceremonia del bautismo implicaba
el arrepentimiento de una vida de pecados, es lavar los pecados cometidos con el
agua santa del Jordán y nacer en una nueva vida de sumisión a la ley mosaica.
¿Pero, de que pecados se arrepintió Jesús que necesitaba ser bautizado? Segura-
mente, el hecho de que Jesús había sido bautizado por Juan era un suceso
conocido por todo el mundo en los primeros años del surgimiento del
cristianismo, por lo cual no se podía negar que hubiera acontecido. Este hecho,
tácitamente, ponía a Juan en un nivel superior al de Jesús, algo completamente
normal desde el punto de vista judío que el Mesías político rindiera sus respetos
al Mesías religioso, pero era absolutamente inaceptable para los primeros
cristianos, de origen gentil, que comenzaban a abogar por la idea de un Jesús
divino. Si Jesús era hijo de Dios, ¿cómo Juan podía estar por encima de él? ¿Con
que autoridad podía Juan lavar los pecados de Jesús? Dada la incongruencia
existente, entre el relato de los hechos y el dogma de la divinidad de Jesús,
decidieron agregar, en el relato del bautismo, que Juan vio los cielos abrirse, bajar
el Espíritu Santo para posarse sobre el hombro de Jesús y que escuchó la
mismísima voz de Dios afirmando que Jesús era su hijo.
“Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para
ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que
necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?» Jesús le respondió: «Déjame
ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó. Bautiza-
do Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de

76
JESÚS

Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los
cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»”153
Imaginemos la situación, demos por sentado que el relato es cierto, ¿que
sentirían ustedes si de pronto vieran los cielos abrirse y escucharan la voz de Dios
hablándoles? No se ustedes, pero para mi sería una experiencia terriblemente
insólita que, realmente, no podría olvidar aunque viviese mil años. Pero no pasa
esto con Juan, dado que mientras se encontraba encerrado en prisión olvidó todo
lo que había visto y escuchado el día que lo bautizó a Jesús y mandó a sus
discípulos a preguntarle si él era el Mesías o había que esperar a otro.
“Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus
discípulos a decirle: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» Jesús
les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos
andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se
anuncia a los pobres la Buena Nueva.»”154
Y no estoy haciendo trampas con las citas. No es que cito que Juan vio los
cielos abrirse en un evangelio y pregunta si Jesús es el Mesías esperado en otro. Si
fuese así sería algo entendible e incluso esperable la existencia de alguna in-
congruencia o una inconsistencia entre los hechos relatados dado que, al tratarse
de dos autores diferentes, quizás se hayan basado en distintas fuentes. Puede
suceder que, consciente o inconcientemente, alguno de los dos incluyera dentro
de su relato un hecho que podría considerarse como falso. Pero, al menos en este
caso, no es así. Las dos citas que he utilizado fueron extraídas de un mismo
evangelio, el evangelio de Mateo. La incongruencia surge dentro del relato de un
mismo autor. Aparentemente lo ilógico de la situación no llama la atención del
evangelista, le parece lo más normal del mundo que Juan haya olvidado que los
cielos se abrieron, que el Espíritu Santo descendió en la forma de una paloma y
que escucho la voz de Dios, a pesar de todo esto, él necesitó una nueva confirma-
ción acerca del mesianismo de Jesús.
Tampoco era que Juan y Jesús no se conocieran, recordemos que eran
primos por parte de madre. Es decir que, cuando Juan lo ve a Jesús acercarse para
ser bautizado lo reconocería inmediatamente como su primo, no era la primera
vez que se veían y, por ello, no necesitarían que nadie los presentase.
Podemos suponer que Juan no sabía nada acerca de que Jesús era el Cristo
hasta que no se le reveló en el momento de su bautismo, pero ¿que necesidad
tenía entonces de enviar a un mensajero a preguntar si él era el Mesías esperado,
si Dios ya le había revelado que, afectivamente así era? Además, si Jesús era su
primo, ¿no le comentó Isabel, su madre, que él era el Mesías? ¿No era que él
mismo lo había reconocido, incluso, en el mismo vientre de su madre, aún sin
haberlo visto? ¿Su memoria desapareció, junto con sus dones proféticos, una vez
que fue encerrado?

153
Mateo 3:13-17
154
Mateo 11:2-5

77
César A. Carrión

Por otro lado, también es llamativo la forma como Mateo describe la


reacción que tuvo Jesús cuando Juan fue encarcelado.
“Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.”155
Este versículo, tal como ustedes lo leen, fue extraído de la Biblia de
Jerusalén, que es la última versión de los textos sagrados y en la cual se recurrió a
los textos griegos primitivos disponibles con el objetivo de revisar la forma en que
fue redactado este versículo originariamente. Cuando se comparó este versículo
con las palabras escritas en las versiones anteriores decidió corregirse la
intenciona-lidad del texto y, en donde en la versión de la Reina Valera, se había
traducido como “encarcelado”, actualmente puede leerse “entregado”. Esta
pequeña dife-rencia, que aparenta no tener importancia, en realidad sí la posee.
Cuando uno lee que Juan “había sido entregado”, denota que alguien lo
traicionó y por este motivo pudo ser capturado, es decir, “fue entregado a las
autoridades por un tercero desconocido”. No lo capturaron en la puerta del
palacio de Antipas mientras se dedicaba a censurar al rey, lo capturan gracias a
que alguien lo traiciona y delata el lugar en donde se encontraba escondido. Si no
se hubiese ocultado, ¿qué necesidad habría de que alguien lo entregase? La
actitud de esconderse para que no lo atrapen no condice con la actitud de un
profeta que critica a los gritos la mala conducta de un rey.
Y hablando de conductas extrañas, ¿por qué Jesús se retira a Galilea
cuando se entera que Juan fue arrestado? Hasta ese momento, según los
evangelios, Jesús no había comenzado su actividad evangélica, mesiánica o del
modo como la quieran denominar. ¿Por qué esconderse? ¿Por qué huir? ¿De quien
huía? ¿En que afectaba a Jesús que lo hubieran atrapado a Juan, si él era
completamente independiente de Juan y ni siquiera era su discípulo? Si quería
evadirse de Antipas y él, Jesús, se encontraba en el desierto de Moab sufriendo las
tentaciones del diablo, ¿para que volver a Galilea, que era en donde gobernaba la
persona de la cual quería escabullirse?
Las actitudes de ambos, la de Juan escondiéndose para no ser atrapado y
la de Jesús huyendo luego de enterarse de dicha captura, se parecen más a los
manejos de unos conspiradores y revolucionarios que a la de unos líderes
religiosos, ansiosos por sacrificarse en el nombre de Dios y defender las leyes
divinas incluso hasta el martirio. Esta forma de manejarse, al menos la de Juan,
nos hace dudar acerca de cuales fueron los verdaderos argumentos que se
esgrimieron para encarcelarlo y decapitarlo. Cuesta creer que el único motivo de
esta condena haya sido haber tratado al rey de adúltero.

155
Mateo 4:12

78
JESÚS

79
César A. Carrión

CAPÍTULO V

La Infancia

Es difícil poder hablar acerca de un tema del cual se desconoce casi com-
pletamente la existencia de algún dato que pueda ser considerado fidedigno. Los
evangelios prácticamente ignoran esta etapa en la vida de Jesús. De hecho, en el
inicio del evangelio según Mateo se nos narra el nacimiento, su huida a Egipto y
la orden de regresar una vez que Herodes ya había muerto. Lo siguiente que nos
relata este evangelista es como Jesús, siendo adulto ya, se presenta ante Juan para
ser bautizado. Si pensamos que, en el momento en el cual ocurre la muerte de
Herodes, Jesús contaba tan solo con dos años de edad en el mejor de los casos,
podremos darnos cuenta que este evangelio excluye del relato casi treinta años de
la vida del Salvador. El autor considera a estos años como algo sin importancia,
carentes de valor si los comparamos con la función mesiánica que ejercería Jesús
en su adultez.
El evangelio de Lucas, si bien es un poco más extenso en cuanto al trata-
miento del tema en comparación con Mateo, tampoco se explaya excesivamente
en la descripción de su infancia, ni nos otorga demasiados detalles de ella. Este
evangelio no se limita solamente a describir su nacimiento, a diferencia del caso
anterior, incluye también un par de anécdotas acerca de como fue señalado como
el Mesías esperado, por un par de reconocidos personajes de la época, cuando se
dirigía al templo para ser circuncidado, mientras era aún un pequeño bebé. Luego
de este hecho nos relata como regresa, junto con sus padres, al territorio de
Galilea, para luego permanecer silencioso durante un período que abarca casi
doce años, hasta el momento en el que nos narra la famosa anécdota de la disputa,
que se generara en el Templo, entre Jesús y los doctores de la ley. Una vez fina-

80
JESÚS

lizado este episodio, nuevamente guardará silencio acerca de los acontecimientos


de la vida de Jesús hasta el momento en que éste llega a la edad adulta, que es
cuando se dirige al río Jordán para conocer a Juan el Bautista.
Los otros dos evangelios, tanto el de Marcos como el de Juan, ni siquiera
recuerdan que Jesús haya tenido una niñez, inician el relato directamente a partir
del momento en que Juan comienza a bautizar a orillas del río Jordán.
Como dijera al inicio de este libro, los evangelios no son relatos históricos,
al menos, no como definimos la Historia en la actualidad. Los textos evangélicos
fueron escritos exactamente para eso mismo, para evangelizar. En un principio,
solo se trataban de un grupo de anécdotas con el único objetivo de realizar una
propaganda acerca de esta nueva religión, nada más y nada menos. Incluso se
cree que la primera versión del evangelio según Mateo, actualmente desaparecida,
consistía en un grupo de aforismos expresados por Jesús, tomados de primera
mano por el apóstol y luego escritos en arameo. Presuntamente este texto fue la
base que dio origen al resto de los evangelios.
Por otro lado, los evangelios apócrifos, en general, no son muy diferentes,
al momento de compararlos con los canónicos, con respecto a la proporción de
datos reales y fidedignos que podemos extraer de cada uno de ellos. Si dedicamos
especial atención a los evangelios encargados de narrar los hechos ocurridos en la
infancia de Jesús veremos que están colmados de milagros poco creíbles y
muestran a un Jesús soberbio, altivo, un chico irrespetuoso con respecto a los
adultos, arbitrario y vengativo. Es poco probable que alguna de todas las
anécdotas que allí se relatan posea algún viso de realidad. Pero, a pesar de ello,
quizás existan algunos hechos incluidos en estos textos que hayan sido ciertos al
menos en parte, y que, probablemente, se tratasen de anécdotas muy
renombradas entre los feligreses de las primeras iglesias.
Comencemos primero a analizar los datos aportados por los evangelios
canónicos. Luego del nacimiento milagroso, de la fastuosa adoración realizada
por los Reyes Magos, por los pastores, y hasta por los animales del pesebre, el
primer hecho que continua a la historia, al menos en forma cronológica, es la
circuncisión de Jesús en el templo. Este hecho lo narra solamente Lucas, de esta
forma:
“Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el
nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno. Cuando
se cum-plieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés,
llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley
del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en
sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley
del Señor.”156
Detengámonos un segundo aquí, vemos que Lucas dice que, una vez cum-
plidos los días de purificación, fue llevado al templo para realizar la circuncisión

156
Lucas 2:21-24

81
César A. Carrión

pero, ¿de que tenían que purificarse María y Jesús si la concepción fue inmacula-
da, sin mancha, sin acceso carnal entre María y José? Una mujer que había dado a
luz un ser puro y sin mancha, ¿tenía que purificarse ella o el niño? ¿Lucas sabía
acerca de la concepción inmaculada? ¿Y si lo sabía, no se interrogó acerca del
porqué de la necesidad de purificación?
Dejemos estas dudas de lado y sigamos con el relato: “He aquí, había en
Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba
la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. A él le había sido
revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del
Señor. Movido por el Espíritu, entró en el templo; y cuando los padres trajeron al
niño Jesús para hacer con él conforme a la costumbre de la ley, Simeón le tomó en
sus brazos y bendijo a Dios diciendo: -Ahora, Soberano Señor, despide a tu siervo
en paz conforme a tu palabra; porque mis ojos han visto tu salvación que has
preparado en presencia de todos los pueblos: luz para revelación de las naciones y
gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre se maravillaban de las cosas que
se decían de él.”157
He aquí otra pequeña contradicción. Como dijera anteriormente, lo que
aquí se relata se produjo a continuación de los maravillosos hechos de la
inmaculada concepción anunciada a través de un ángel, de la adoración de los
reyes, de una estrella que se movía libre por el firmamento, etc. Estos hecho que
asombrarían a los padres más apáticos del planeta no conmueven a los padres de
Jesús y sí les llama la atención que una persona que se encontraba en el templo lo
llamara a Jesús como “la salvación de Israel”. ¿No debería haber sido a la inversa?
¿No debieron haberse maravillado por los milagrosos sucesos relacionados con el
nacimiento y haber tomado como algo normal que un “profeta” hiciera tal
anuncio? Recuerden que nos encontramos en una época en la cual los anuncios
proféticos eran tomados con total naturalidad, dado que éstos eran muy comunes.
Esto no significa que dichos anuncios hayan sido más verídicos que los que se
realizan en la actualidad, pero sí que las personas estaban más inducidas a
interpretarlos como ciertos.
Veamos ahora un par de ejemplos, muy conocidos en la actualidad, acerca
de cómo a dos personas, que no tenían aspiraciones de llegar algún día a ser
reyes, como lo fueron Herodes el grande y Vespasiano, les fue anunciado que este
hecho ocurriría algún día.
Con respecto al primero, Flavio Josefo, en sus Antigüedades Judaicas, nos
relata que cuando Herodes era niño se encontró, mientras se dirigía a la escuela,
con un esenio llamado Menahem, quien le dio una palmada en el trasero y le dijo
que se convertiría en rey de los judíos.158 Si bien era conocido, al menos entre los
judíos de la época, que los Esenios pretendían poseer unas dotes adivinatorias
tales que les permitían poder ver los acontecimientos que sucederían en el futuro,
si el relato es cierto, es asombroso que realmente alguien concibiera o adivinara

157
Lucas 2:25-33
158
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas XV, x, 5

82
JESÚS

que Herodes algún día llegaría a ser nombrado rey de Israel. Recordemos que él
era tan solo un chico, que no pertenecía a ninguna familia real o relacionada con la
realeza. Su padre era un rico comerciante pero nada más y, para mayor dificultad,
Herodes ni siquiera era judío, era un idumeo, un árabe, así que, profetizar que
algún día, ese pequeño niño árabe, se transformaría en rey de los judíos, era casi
una locura, pero una locura que terminó siendo cierta.
La segunda profecía en apariencia también imposible de cumplir, pro-
viene del mismo autor, Flavio Josefo, pero esta vez no solo es el que efectúa el
relato, sino que, simultáneamente, es el que realiza el vaticinio.
Cuando, durante el transcurso de la llamada “Guerra de los judíos”,
Flavio Josefo fue capturado por Vespasiano, éste último decide perdonarle la vida
y enviarlo ante Nerón para comparecer por la rebelión de la cual era parte. Al
saber que su vida era perdonada, Josefo solicita hablar a solas con el general
romano. Vespasiano acepta, pero decide permanecer acompañado por Tito, su
hijo, y dos de sus amigos. Al quedar a solas Josefo le dijo: “Tú, Vespasiano, crees
que con Josefo has capturado solo un prisionero de guerra; pero yo vengo a ti
como un mensajero de hechos importantes. Pues si yo no hubiera sido enviado
por Dios, sabría lo que prescribe la ley de los judíos y como debería morir un
general. Me envías a Nerón. ¿Por qué? Después de Nerón no quedará ningún
sucesor hasta llegar a ti. Tú Vespasiano, serás César y emperador, y también lo
será tu hijo que está aquí presente... Y yo, te pido que me castigues con una
prisión más severa, si oso bromear con la palabra de Dios.”159
Cuando Flavio Josefo realiza esta profecía, no solo Nerón estaba con vida
y en perfecto estado de salud, sino que tenía tan solo 30 años y se esperaba que
siguiera gobernando por muchos años más. Pero, cuando Nerón cumplió los
treinta y un años, las legiones de Galia e Hispania, junto con la Guardia Preto-
riana, se rebelaron, obligándole a huir de Roma. El Senado le declaró enemigo
público, y se suicidó el 9 de junio del año 68 dc.
Durante el siguiente año se sucedieron, con una duración muy efímera por
parte de cada uno de ellos, tres emperadores, Otón, Galva y Vitelio, destituyén-
dose en forma sucesiva el uno al otro, en una cuasi guerra civil.
En el año 69, las tropas destacadas en los territorios orientales se reunieron
en Cesarea y nombraron como emperador a Vespasiano. Éste decide dejar a su
hijo Tito a cargo de la guerra de Palestina y marchar sobre Roma para restaurar el
orden. Luego de vencer a Vitelio en Cremona toma posesión efectiva de su cargo
como emperador, cumpliendo así la profecía realizada por Josefo.
Vespasiano, una vez que alcanzó el poder imperial, no se olvidó de Flavio
Josefo. No solo le otorgó su libertad y una esposa, sino que también lo declaró
ciudadano romano.
Como ven, en Palestina, no escaseaban los profetas ni las profecías, y, de
aquellas que efectivamente se concretaban, rápidamente tomaban difusión hasta
159
Flavio Josefo, La guerra a los Judíos libro III, 399-403

83
César A. Carrión

lograr hacerse muy famosas, es este el motivo por lo que nadie debería haberse
extrañado de que se le anunciase a un niño que algún día podía llegar a trans-
formarse en el Mesías esperado y menos aún si este niño pertenecía a la estirpe
Davídica. Pero Lucas no finaliza el relato de lo sucedido en el día de la cir-
cuncisión de Jesús en este punto dado que la sagrada familia encontró a alguien
más en su paso hacia el altar.
“También estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser.
Ella era de edad avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su
matrimonio; y había quedado como viuda hasta ochenta y cuatro años. No se
apartaba del templo, sirviendo con ayunos y oraciones de noche y de día. En la
misma hora acudió al templo y daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los
que esperaban la redención en Jerusalén.”160
Es muy probable que esta mujer haya existido realmente, y que se ocupara
diariamente en hablar acerca del Mesías que vendría, pero aunque este hecho
fuera de público conocimiento en la época en la que se escribió el relato, dudo
mucho que, en realidad, ella haya reconocido en Jesús al Mesías al cual hacía
referencia. También es llamativo que el texto no manifestara en forma explícita
que ella pensase que Jesús fuera el Mesías, solo que aparentemente hablaba de
él a un grupo de personas, y esto es esperable si pensamos que, en Israel, todos
esperaban al Mesías.
Una vez que hubieron cumplido con los requerimientos que la ley exigía
acerca de la circuncisión del varón, según lo que nos refiere Lucas, la sagrada
familia volvió a Galilea, a la ciudad de Nazaret. Este autor desconoce completa-
mente que haya existido una matanza de inocentes y mucho menos que Jesús
hubiera sido obligado a fugarse a Egipto para escapar de las garras de Herodes.
Recordemos que, según Lucas, a los ocho días de que Jesús hubiera nacido se
llevó a cabo la circuncisión y que posteriormente todos regresaron hacia Galilea
en forma directa y sin efectuar desvíos. No nos deja una mínima brecha de tiempo
que nos permita poder pensar que hubiese hecho un viaje, aún de unos pocos
días, hasta Egipto. La tradición que relata como Jesús viaja a Egipto para huir de
Herodes llega a nosotros solo de la mano de Mateo:
“Después que ellos partieron (los reyes magos), he aquí un ángel del Señor
apareció en sueños a José, diciendo: «Levántate; toma al niño y a su madre, y huye
a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo». Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se
fue a Egipto.”161
Esta diferencia, aunque sutil, no puede ser considerada como algo sin im-
portancia. Si el relato de Mateo fuese cierto, entonces no pudo haber existido el
tiempo suficiente como para lograr circuncidar a Jesús y, en consecuencia al ser
un incircunciso, era una persona que se encuentra fuera de la alianza entre el
pueblo de Israel y Dios. Por tal motivo es que ni siquiera podría llegar a
160
Lucas 2:36-38
161
Mateo 2:13-14

84
JESÚS

considerársele legalmente judío. Quizás esa fuera efectivamente la idea que tenía
en mente el autor al momento de escribir este evangelio, la de que nadie
considerase a Jesús como un verdadero judío. Debemos tener presente, en forma
permanente, que los evangelios están saturados de pensamientos antisemitas que
fueron utilizados por la iglesia durante siglos, para justificar que se los persiguiera
por haber cometido el delito de deicidio. Si Jesús no estaba circuncidado entonces
no era judío, si no era judío entonces se podía odiar a todos los judíos en general
sin hacer distincio-nes. Es más, ninguno de los apóstoles era judío, todos eran
galileos excepto uno, el único judío del grupo -¿quien podía ser sino?- fue Judas
Iscariote, el traidor. Esta última afirmación no era realmente correcta, pero fue
considerada cierta por muchas personas durante demasiados años.
Si decidimos que el relato lucano es incuestionable, entonces debemos
concluir que Jesús pasó toda su infancia en la ciudad de Nazaret, en Galilea. Lo
más lógico es pensar que el núcleo de lo que escribe Lucas es básicamente cierto,
dado que se lo conocía como “El Galileo” y no como “El Egipcio”, que es lo que
habría sido considerado correcto, si Jesús hubiese vivido realmente sus primeros
años allí. Esto es así porque los patronímicos se elegían, básicamente, para poder
distinguir a una persona de aquellos otros que pudieran poseer su mismo
nombre. Dado que no existían los apellidos, para lograr identificar fácilmente a
una persona y no confundirse a una con la otra, los alias se elegían por su origen,
si es que este era diferente, su trabajo o por alguna característica física o de su
persona-lidad que lo diferenciase del resto. Veamos un ejemplo: a María se la
conocía como la “Magdalena” para poder diferenciarla de todas las otras Marías
que vivían en la región y que no eran originarias de la ciudad de Magdala. Este
alias le era útil mientras no residiese en este pueblo, porque, si fuera así, debería
ser conocida por algún otro sobrenombre dado que, todas las Marías residentes en
Magdala, podrían ser consideradas como magdalenas, no pudiéndose entonces
diferenciar a una de las otras.
Llegado a este punto, deseo realizar una pequeña observación. Aquí no
hay texto evangélico sagrado o apócrifo que respalden mi postura pero es el
cimiento sobre el cual construiré un castillo de hipótesis que podría explicar
mucho de los hechos que sucedieron durante la crucifixión.
Como plantee en el capítulo acerca de Juan el Bautista, en el cual hice
referencia que éste pudo haber sido criado y educado en una especie de
monasterio esenio, tomando de allí la filosofía que haría de él el profeta que todos
conocemos, también creo que Jesús fue educado en un lugar de similares carac-
terísticas, incluso pudo haber sido criado en el mismo sitio que Juan.
Imaginemos por un momento que, el pensamiento de matar a Jesús
cuando este era apenas un bebé, haya existido realmente en el cerebro de
Herodes. Una vez que hubiera comenzado la persecución, se hizo necesario
ocultar al niño mien-tras subsistiese la amenaza, ¿y que mejor opción que llevarlo
a un lugar en donde las personas estuvieran dispuestas a morir antes de
someterse a unas leyes que estuvieran en contra de los mandatos divinos? Existen
también otros motivos, que no están relacionados con Herodes, para justificar que

85
César A. Carrión

Jesús haya sido criado entre los Esenios, pero los trataré oportunamente.

Si Jesús vivía en un monasterio bajo la tutela de los esenios, y solamente


salía de allí en forma ocasional para poder visitar a sus padres, es lógico pensar
que el niño era considerado un extraño dentro de la misma comunidad de
Nazaret y, quizás, por ello fuera maltratado por sus pares en cada ocasión en la
que regresaba a su hogar.
Este preámbulo me lleva a tratar un relato que se reitera frecuentemente
en los distintos evangelios apócrifos y es de cómo, en una ocasión, Jesús es
acusado de matar a otro niño por accidente y cuando se disponen a ajusticiarlo
Jesús decide resucitar al chico para que dé las explicaciones necesarias del caso.
“Después de esto, José y María fueron con Jesús a la ciudad de Nazaret, y
él estaba allí con sus padres. Un Día sábado, en que Jesús jugaba en la terraza de
una casa con otros niños, uno de ellos hizo caer de la terraza al suelo a otro, que
murió. Y como los padres del niño no habían visto esto, lanzaron gritos contra
José y María, diciendo: vuestro hijo ha hecho caer al nuestro y lo ha matado. Pero
Jesús callaba, y no respondió palabra. José y María fueron cerca de Jesús, y su
madre lo interrogó diciendo: Mi señor, dime si tú lo has tirado. Entonces Jesús
descendió de la terraza, y llamó al muerto por su nombre de Zenón. Y este res-
pondió: Señor. Y Jesús le preguntó: ¿Te he tirado yo de la terraza al suelo? El niño
contestó: No, Señor.
Y los padres del niño que había muerto se maravillaron, y honraron a
Jesús por el milagro que había hecho. Y de allí José y María partieron con Jesús
para Jericó.”162
Este relato se repite con características similares y, en algunas ocasiones,
incluso hasta con el nombre de la victima, Zenón, como por ejemplo en los
evangelios apócrifos de:
- El evangelio de Santo Tomás, Cap. IX
- Historia de la infancia de Jesús según Santo Tomás, Cap. VII. El niño que
muere se llamaba Simón.
- El evangelio árabe de la infancia, Cap. XLIV
- El evangelio armenio de la infancia,
Cap. XVI, 7-15. El nombre de la victima es Abias, hijo de Thamar
Cap. XVII, 5-14. La victima se llamaba Moni, hijo de Sauri
Cap. XVIII, 4. El niño se llamaba Saúl, hijo de Saivur
Cap. XX, 18-28. El niño era Zenón, hijo del rey Baresu (nombre ficticio
dado que no existió ningún rey en Israel con ese nombre durante la vida
de Jesús)
162
El evangelio del Pseudo Mateo, cap. XXXII

86
JESÚS

Cap. XXII, 4-13. Llamado Jonathan, hijo de Beria


Lo llamativo de estos cinco relatos es lo semejante que son, entre sí, cada
uno de ellos. En casi todos los casos que he citado, dado que la única excepción es
la “Historia de la infancia de Jesús según Santo Tomás”, a la víctima se la deno-
minaba Zenón. En casi todas las oportunidades, el pequeño muere en un
accidente, con solo algunos niños de testigos, que, a su vez, acusan a Jesús de
haberlo matado. En todos estos relatos Jesús intenta defenderse pero los
pobladores no escuchan sus argumentos, por lo que decide resucitar al pequeño
para que relate en que circunstancias había muerto. Todos se alegran de que el
niño haya resu-citado, Jesús entonces es absuelto, y los niños que dieron falso
testimonio son castigados.
Pero en el Evangelio Armenio de la infancia las cosas varían un poco. En
este texto, el mismo hecho, alcanza repetirse en cinco oportunidades, y, en cada
una de las cinco ocasiones, los lesionados son designados de diferente forma,
otorgándonos incluso su nombre y apellido, aunque, a pesar de todo, uno de ellos
continúa llamándose Zenón. En este último relato cada uno de los accidentados
muere por distintas causas, Abias cae desde la balaustrada de un muro
rompiéndose el cráneo, Moni muere de sed y hambre al perderse durante una
excursión orga-nizada por Jesús y otros niños, Saúl lo hace a causa de una
pedrada en el cráneo, Zenón al caer cuando trepó por una pared para buscar una
pelota que había quedado atascada en lo alto de una torre mientras jugaban y por
último Jonathan murió ahogado al caer dentro de un pozo mientras jugaba con
otros chicos.
Dado que los cinco evangelios apócrifos que describen la niñez de Jesús,
relatan el mismo hecho en diversas formas, pienso que es posible que exista algún
viso de realidad en la historia. Pensemos que estos textos fueron escritos basán-
dose en testimonios orales más de un siglo después que los sucesos hubieran
acontecidos. Incluso en el evangelio Armenio, en donde se relatan los cinco
hechos de diferente forma, creo que el autor trató de reunir en una sola historia
todos los relatos provenientes de diversas fuentes y que, por este motivo, poseían
distintas características, creyendo el autor que hacían referencia a hechos
diferentes y no a un mismo suceso relatado de diversas formas, alterados por el
“boca a boca” y el paso del tiempo.
Imagino que lo que aconteció pudo haber sucedido de esta manera. Jesús
era un chico ajeno a la comunidad, como dijera anteriormente, quizás por el hecho
de estar viviendo entre los Esenios y solo visitase ocasionalmente la ciudad de
Nazaret. Mientras los niños juegan en una terraza, uno de ellos cae y se golpea de
tal forma en la cabeza que sufre una fractura de cráneo con conmoción cerebral. El
niño solo presentaba una pérdida de conocimiento producto del golpe, pero lo
pobladores del lugar no podían saber que, en realidad, no estaba muerto.
Carecían de los conocimientos médicos de la actualidad e incluso desconocían la
técnica necesaria para poder tomar el pulso. El diagnóstico de muerte era simple,
sencillo y rápido, se estimulaba al presunto muerto, tanto llamándolo por su
nombre o mediante algún estímulo doloroso, si no respondía entonces se lo

87
César A. Carrión

consideraba muerto. Como el chico no respondió ante el estímulo dado por sus
familiares, creyeron que había fallecido, inmediatamente después acusaron a
Jesús del deceso, motivado principalmente por ser el único extranjero del grupo.
La xenofobia estuvo presente en todas las épocas. Ante tan terrible acusación,
Jesús no poseía testigos que pudiera acudir en su defensa. Los únicos que estaban
en condiciones de poder declarar eran los mismos que lo estaban acusando. Jesús
no tenía a quien recurrir. Lo imagino al futuro Mesías acercándose nuevamente al
presunto cadáver y, arrodillado a su costado, comenzar a llamarlo desesperada-
mente con el único objetivo de intentar que el presunto “cadáver” le respondiese
para, de este modo, lograr probar su inocencia. Considero poco probable, a pesar
de lo que nos refieren los relatos, que Jesús estuviera realmente conciente de que
el chico estaba en condiciones de poder “resucitar”, más bien pienso que fue un
intento desesperado llevado por la angustia de no poder probar su inocencia.
Recordemos que en esa época, en algunas poblaciones, principalmente en las
rurales, se practicaba la ley de Talión, es decir que si alguien provocaba una
muerte, ese alguien debía morir.
Ante los llamados insistentes de Jesús, Zenón despierta, al principio
confuso, pero, a pesar de ello, siendo capaz de responder al interrogatorio que le
realizaban sus familiares, asombrados aún por su resurrección. Una vez aclarado
lo sucedido dejan tranquilo a Jesús pero a las pocas horas el niño comienza a
adormecerse, cae en coma y, esta vez, muere realmente. ¿Qué es lo que pudo
haber sucedido? Quizás el chico presentó, a causa del traumatismo de cráneo, lo
que llamamos un “hematoma intraparenquimatoso cerebral”, es decir una
colección de sangre dentro del cerebro producto del golpe mismo. Un diagnóstico
alter-nativo es que haya sufrido un hematoma epidural, dicho de una manera más
sencilla, una colección hemática pero esta vez localizada entre la duramadre, que
es la más externa de las capas meníngeas, y el cráneo. Frecuentemente esto se
produce a causa de la rotura de la arteria meníngea media y como consecuencia
de un golpe con fractura de cráneo. En ambas condiciones vemos que el acci-
dentado se recupera, porque la pérdida de conocimiento es una consecuencia
transitoria de la conmoción cerebral, pero a medida que la cantidad de sangre
aumenta comprime el cerebro, deprime su nivel de conciencia y termina pro-
duciendo su muerte. En esta ocasión, la pérdida de conocimiento es definitiva.
Los familiares debieron haber corrido en busca de Jesús para que él reiterara el
milagro, pero como el milagro no había sido tal, fue incapaz de repetirlo.
Los evangelios apócrifos se encuentran pletóricos de milagros realizados
por Jesús pero, este en particular, me llamó la atención por la verosimilitud de lo
relatado. Es fácil de explicar médicamente y es uno de los pocos que se encuentra
en todos los evangelios de la infancia. Por ello creo firmemente que lo relatado
pudo haber sido un hecho real, que fue conocido por los apóstoles, tal vez fue
Jesús mismo el que se lo refirió a sus discípulos, plenamente convencido que
había sido él el que había producido el milagro. Considero que no todo aquello
que se relata en los evangelios apócrifos deba calificarse como falso, así como
tampoco creo que todo lo que sucede en los canónicos deba considerarse ver-
dadero. Muy probablemente ambos posean un porcentaje de verdad y de mentira,

88
JESÚS

en ambos algunos hechos son reales y otros imaginados, unos y otros poseen
relatos que son solamente propaganda de la nueva religión, algunos con mayores
enseñanzas filosóficas y otros casi completamente vacíos de contenido moral y
plenos de prodigios, cuya única aspiración es la de satisfacer el ego del que los
realiza.
El siguiente relato famoso acerca de la niñez de Jesús lo encontramos casi
comenzando su adolescencia o, desde el punto de vista de la época, al inicio de la
adultez. Recordemos que en el período que nos interesa no existía la adolescencia
como tal, por medio de un simple ritual se pasaba de la niñez a la adultez. Y esto
fue así hasta no hace mucho tiempo. Las personas que tengan alrededor de
sesenta años pueden dar fe que cuando ellos eran niños el paso a la adultez con-
sistía en que los padres le regalaban al niño unos pantalones largos que eran el
símbolo de que ya eran adultos.
No todos los historiadores están de acuerdo que, en la Palestina del siglo
primero, existiera el Bar Mitzva como institución, es decir, la solemne fiesta
familiar que se realiza cuando un niño judío cumple la edad de trece años.
Habitualmente este ritual se lleva a cabo en el shabbat de la semana en curso, en la
cual el muchacho cumple los años. En este día es llamado al oficio de la mañana
en la sinagoga para la lectura de la ley y lo que se le da a leer es la sección Maftir
de la Torah, acompañado de bendiciones al iniciar y al terminar. Luego se canta el
himno llamado Haftarah, el padre del chico pronuncia una bendición y da gracias
a Dios por haber dejado de ser responsable sobre la conducta de su hijo. Más
tarde, durante la comida familiar el joven adulto pronuncia un corto discurso de
con-tenido religioso.
A partir de este momento es considerado un judío adulto con la obligación
de observar y respetar todos los mandamientos y preceptos que dicta la Torah.
Pero, como dijera anteriormente, es muy discutido que, en la fecha en la
que Jesús era un joven muchacho, se realizara la celebración del Bar Mitzva.
Supuestamente el paso a la adultez se cumplía por medio de un simple examen
religioso. Aparentemente este examen fue lo que relata Lucas cuando nos describe
como Jesús discutió con los doctores del templo.
“Iban sus padres todos los años a Jerusalén, para la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron ellos a Jerusalén conforme a la costumbre de
la fiesta. Una vez acabados los días de la fiesta, mientras ellos volvían, el niño
Jesús se quedó en Jerusalén; y sus padres no lo supieron. Suponiendo que él
estaba en la caravana, fueron un día de camino y le buscaban entre los parientes y
los conocidos. Como no le encontraron, volvieron a Jerusalén buscándole.
Aconteció que después de tres días, le encontraron en el templo, sentado
en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que
le oían se asombraban de su entendimiento y de sus respuestas. Cuando le vieron,
se maravillaron, y su madre le dijo: -Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? He
aquí, tu padre y yo te buscábamos con angustia.

89
César A. Carrión

Entonces él les dijo: -¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los
asuntos de mi Padre me es necesario estar? Pero ellos no entendieron el dicho que
les habló.”163
En el relato hay un punto que tendría que llamar la atención de cualquier
persona que lo lea, pero no es así. Hay algo que ocurre en el transcurso de la
narración que es asombroso e inexplicable. No es el hecho que un chico deje a sus
padre para ir a discutir de religión con los doctores de la ley, no lo es tampoco que
los supere en conocimientos, ni siquiera tendría que causar asombro que Jesús
respondiera a José y María que él solo estaba atendiendo los asuntos de su padre
(es decir, Dios). ¿Alguien adivina que es lo más inaudito y asombroso del relato?
Lo asombroso es que durante tres días los sacerdotes del templo vieran a
un chico solo, sin la compañía de un adulto y no les llamase la atención. ¿A
ninguno se le ocurrió preguntarle al menor hacia que lugar se dirigía una vez que
el templo cerraba sus puertas? ¿Entre tantos doctores y estudiosos, a ninguno de
ellos se le pasó por la cabeza preguntarle a Jesús que comía, quien lo alimentaba,
si tenía dinero para comprar alimento, donde dormía? ¿A nadie le asombró en-
contrar a un niño solo en el templo? Imagino que en esa época existían huérfanos
como existen actualmente, pero no hablamos de un niño andrajoso, analfabeto, sin
ningún tipo de cultura y criado en la calle. Tenemos a un muchacho bien ali-
mentado, culto al grado tal que se encontraba en condiciones de poder discutir de
religión con los doctores de la ley. La educación no era gratuita, si un chico estaba
tan informado acerca de las leyes de Dios, lo primero que a una persona razonable
se le ocurre es que se encuentra ante un rico y culto heredero y no ante alguien
cuyos conocimientos provienen de la revelación divina. Y si pensaban que era un
chico de una familia pudiente, ¿como es que lo dejaban solo cada tarde durante
tres días en las puertas del templo?
Como dijera anteriormente, la educación no era gratuita, si bien no estaba
bien visto que un escriba cobrase por enseñar a otros a leer y escribir, éstos tenían
por costumbre cobrar una pequeña suma de dinero equivalente al que hubieran
ganado si se hubiesen dedicado a ejercer su propio oficio, dado que todos los
escribas desarrollaban alguna otra actividad, que era con la que se ganaban el
sustento.
En el siglo I AC existió un famoso rabino llamado Rabí Hillel, que nació en
Babilonia y pertenecía a una familia pobre de desterrados, dada su pobreza se vio
obligado, para poder estudiar, a viajar a pie hasta Jerusalén. Una vez llegado allí
trabajó como jornalero por un teroppăîq, es decir, por medio denario. Luego de
haber pagado al guardián de la casa de estudios, no le quedaba más de un cuarto
de denario para su sustento y el de su familia. Un día que no encontró trabajo, no
pudo pagar la entrada a la casa de estudios; pero, a pesar que era invierno,
escuchó desde afuera, por la ventana, donde luego fue encontrado medio helado y
casi muerto.

163
Lucas 2:41-50

90
JESÚS

Otro caso afamado fue el de Rabí Eliécer ben Hyrcanos que se decidió a
estudiar en contra de la voluntad de sus padres, por lo que sufrió grandes
penurias hasta que su maestro, Rabbán Yojanán ben Zakkay, noto que su alumno
pasaba hambre por el mal aliento que presentaba su boca.
No era una tarea fácil estudiar si no se poseía dinero, considero que es
poco probable que los doctores del templo asumieran que se encontraban ante la
presencia de otro Rabí Hillel, es decir ante un niño solo y sufriendo necesidades
con el objetivo de estudiar para transformarse a sí mismo en un doctor de la ley.
Alguno, entre tantos hombres sabios, debió haber interrogado al muchacho acerca
de con quien estaba o en donde vivía. Si observamos el relato detenidamente, im-
presiona que toda la historia, en realidad, hace referencia a un examen semejante
al que hemos visto anteriormente, del tipo que tiene que atravesar todo niño judío
para transformarse en un adulto de plenos derechos, un ben-ha-Torah164.
Entonces, por un momento, demos por sentado que lo relatado fue de este modo,
si ver-daderamente se trató del examen que experimentaba un niño para ser
considerado adulto, entonces debemos compararlo con la historia que nos relata
otro autor, que también nos describe como se desarrolló dicho examen, y cuyo
desempeño fue tal que terminó asombrando a todos aquellos que se encontraban
presentes.
“Yo, desde mi niñez, con un hermano mío de padre y madre, llamado
Matatías, anduve al estudio, y aproveché notablemente, y di muestra de
aventajarme tanto en entendimiento y memoria, que cuando había catorce años,
ya tenía fama de letrado, y tomaban consejo conmigo los pontífices y principales
del pueblo sobre el sentido más entrañable de la ley.”165
La única diferencia con respecto a lo que nos relata Lucas es la edad del
protagonista, en su Autobiografía, Flavio Josefo nos describe que contaba con
catorce años de edad cuando realizó esta proeza, en cambio, la edad de Jesús era
de doce años. A lo largo del Nuevo Testamento podemos ver que, en más de un
episodio de la vida de Jesús, encontramos anécdotas que podrían llegar a ser
consideradas, como mínimo, fantasiosas, exageradas o, incluso, apócrifas. En rei-
teradas ocasiones podemos ver como ciertos sucesos se semejan en forma
asombrosa a otros acontecimientos que pertenecen a personajes históricos o
religiosos muy famosos en la época en la cual fueron escritos los textos sagrados.
A modo de ejemplo: Mitra nació el 25 de diciembre, en una cueva oscura y los
pastores fueron los primeros que le encontraron y le adoraron. Le trajeron regalos,
oro y esencias. Su madre era una virgen, que fue llamada Madre de Dios. Después
de enseñar en la Tierra, Mitra ascendió a los cielos.
Otro dios en los cuales se escuchan sus ecos en los relatos cristianos es el
de Dumuzi, el Tamuz bíblico, este dios era adorado en Babilonia, Asiria, Fenicia y
Palestina. Su nombre vino a ser el del cuarto mes del año semítico. Tamuz era
representado como muriendo cada año, renaciendo a la vida en la primavera,

164
Hijo de la ley
165
Flavio Josefo. Autobiografía 7-9

91
César A. Carrión

durante las crecidas que vivificaban la vegetación. En junio, una época calurosa
que secaba los cultivos, las mujeres lloraban la desaparición de Adonis, y se
lanzaban a su búsqueda. El reencuentro con su mujer hacía que toda la vida
animal y vegetal se revitalizara y se hiciera fértil una vez más. Cada año nuevo,
los sumerios celebraban la boda entre Dumuzi e Inanna. El momento culminante
de la celebración era una unión ritual en la que el rey encarnaba a Dumuzi; a
Inanna la encarnaba una de sus sacerdotisas principales.
Incluso entre los mortales existieron historias que pudieron ser base para
enriquecer los evangelios, en el caso de Julio César se lo consideraba en un
principio un semidiós, dado que era descendiente de Venus Genetrix. Incluso, una
vez muerto, durante su sepelio, y luego de habérselo declarado Divino, fue visto
un cometa alrededor de la hora décima, aproximadamente, hacia las cinco de la
tarde. Éste cometa brilló durante siete días consecutivos y se decía que era el alma
de César acogida en el cielo y por este motivo se le comenzó a representar con una
estrella encima de la cabeza.166
Existe otro rey, el cual gozó de reconocimiento divino, y fue el famoso
Alejandro Magno, en el año 332 AC, al ingresar a Egipto luego de su conquista,
fue saludado por los sacerdotes como “hijo de Ra”. Luego lo convencieron a él y
al pueblo que era “hijo de Amón”, es más, en los santuarios de Dídima y Eritras lo
proclamaron “hijo de Zeus”167. Incluso él mismo, luego de tantas victorias, se con-
venció que era en realidad un semidiós y descendiente de Zeus. Alejandro Magno
no solo fue conocido como el hijo del dios supremo Zeus, sino que también murió,
casualmente, a la edad de treinta y tres años.
Como verán, desde el punto de vista de los autores evangélicos era lo más
normal del mundo que considerasen a su “Rey” como el hijo de Dios. No podía
ser menos que los demás reyes de la época. ¿Una estrella se hizo presente el día de
la muerte de Julio César? En su caso hubo una el día de su nacimiento y un eclipse
en el de su muerte. Flavio Josefo asombró a los doctores de la ley a los catorce
años, ¿qué menos podía hacer él que realizar la misma proeza pero, en esta
ocasión, a los doce? ¿Alejandro Magno conquistó todo el mundo conocido y
murió a los treinta y tres años? Él, no solo es el rey de la creación, sino que
también, al morir a esa misma edad, asciende a los cielos y se vuelve consustancial
con Dios. Es más, sabemos que Domiciano, emperador romano desde el año 81
hasta el 96 de nuestra era, insistió que, cuando le escribieran sus gobernadores,
empezaran diciéndole: “Nuestro Señor y nuestro Dios ordena”. Suetonio dijo que
se convirtió en norma el que “nadie se dirigiera a él de otro modo, ni de palabra ni
por escrito”. Como Jesús no podía ser menos que un emperador romano, en el
evangelio de Juan podemos ver que Tomás se dirige a Jesús con estas mismas
palabras.

166
Suetonio, Vidas de los doce Césares, libro I
167
Nuestra palabra española Dios deriva del latín Deus que, a su vez, proviene del griego
Zeus. Es decir que “hijo de Dios” e “hijo de Zeus” poseen ambos la misma raíz y, en
definitiva, el mismo significado.

92
JESÚS

“Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu
mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le
contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído.»”168
Incluso el apelativo mismo de “Hijo de Dios” fue tomado del “Divi Filius”
imperial. Este título, en toda la extensión de la Biblia, jamás fue asociado al del
Mesías hasta el momento en el cual fueron escritos los evangelios por manos de
hombres gentiles, cuya raíz cultural era helénica y distaba mucho del pensamiento
judío tradicional. Ellos no podían considerarle con una dignidad inferior a la
misma que poseía César.
Todos estos argumentos tomados en conjunto hacen que pueda consi-
derarse, al relato en donde Jesús asombraba a los doctores de la ley, un plagio de
los textos de Josefo, ya que si él era capaz de realizar estas hazañas siendo un
simple mortal, ¿qué menos se podía esperar del hijo de Dios?
Los escasos datos biográficos que han llegado hasta nuestros días muy
probablemente pertenecieran a otros personajes históricos muy notorios en la
fecha de elaboración de los textos sagrados. Por otro lado, en éste período, ningún
autor consideraba como algo censurable el hecho de tergiversar un poco los datos
para embellecer la historia y darle mayor relevancia al protagonista.
Como dijera anteriormente, los relatos que se pueden encontrar en los
evangelios apócrifos que hablen acerca de la infancia o adolescencia de Jesús son
demasiado fantasiosos como para poder tomarlos en serio. Al mismo tiempo
debemos tener en cuenta que cualquiera de los evangelios, tanto los canónicos
como los apócrifos, fueron escritos como una forma de propaganda para la
naciente religión y como una forma de reafirmar la naturaleza divina de Jesús, por
lo que es esperable que los hechos que nos hubieran interesado acerca de cómo
fue su desarrollo psicológico o cuales fueron los acontecimiento que marcaron su
existencia, no hayan sido de interés para los autores evangélicos. Por ello debemos
conformarnos con los escasos datos que hemos analizado, pero, al mismo tiempo,
debemos tener presente que la mayor parte de ellos son pura fantasía.

168
Juan 20:27-29

93
César A. Carrión

CAPÍTULO VI

El Inicio

Es llamativo que luego del período, conocido como los años oscuros, en el
cual se desconocen completamente los sucesos de la vida de Jesús, Juan, el
evangelista, nos haya referido, como primer milagro luego de su bautismo, que
Jesús transformase el agua en vino. Este relato, conocido como “las bodas de
Caná”, fue lo que dio el puntapié inicial a la vida pública de Jesús y,
verdaderamente, fue un inicio bastante insustancial. ¿Es correcto utilizar unos
dones tan importantes simplemente para fabricar más vino a un grupo de
borrachos? No es un milagro que uno pudiera esperar del “Mesías Salvador del
mundo”. No salva a nadie, no cura a nadie, no enseña nada ético ni moral, no es
un acto que engrandezca a Dios ni promueva la fidelidad hacia él. Es casi un
milagro como para decir: “Hey, miren lo que puedo hacer”.
Es verdad que se le ha atribuido diversos contenidos simbólicos, pero
todos ellos tan rebuscados que dificulto que las personas que lo presenciaron,
galileos ignorantes y semianalfabetos, pudieran interpretar el sentido que se le da
al milagro dos mil años más tarde.
Veamos, a modo de ejemplo, el comentario exegético que puede leerse en
“La Biblia para las comunidades cristianas de Latinoamérica”, aprobada para su
publicación por Antonio J. González, Arzobispo de Quito y Presidente de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana:
“Es que la religión verdadera no se confunde con el temor al pecado, lo
importante es recibir de Jesús el Espíritu que, semejante a un vino generoso, nos hace
romper las normas establecidas y la estrechez de nuestra propia sabiduría. El agua
cambiada en vino: Jesús entra en nuestra casa para transfigurar nuestra vida diaria, sus
rutinas y sus quehaceres. Fue así como Jesús manifestó su gloria a los que
empezaban a descubrirlo.”169
Si algo les quedó claro a los galileos que se encontraban presentes, que ya
se habían tomado todo el vino en existencia y casi lo dejan a Jesús sin agua como
para poder realizar el milagro, era que la intención de Jesús, al ofrecerle más
alcohol a un grupo de ebrios, era la de “transfigurar sus vidas y sus rutinas
rompiendo las normas establecidas por la estrechez de su pensamiento”. (¿?) ¿Son

169
La Biblia de Latinoamérica, pág. 201

94
JESÚS

solo ideas mías, o toda la explicación es muy rebuscada para un grupo de cam-
pesinos embriagados por demás? Porque debemos aceptar que el vino que les
ofreció era real, no simbólico.
¿Y por que causa María decide reclamarle a Jesús el hecho que se hubiera
acabado el vino cuando, en realidad, era una obligación del novio la de asegurar
su provisión hasta la finalización de la fiesta?
“Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la
madre de Jesús. Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. Y como
faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: -No tienen vino. Jesús le dijo: -¿Qué tiene
que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los que servían: -Haced todo lo que él os diga. Había allí
seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la
purificación. En cada una de ellas cabían dos o tres medidas.
Jesús les dijo: -Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.
Luego les dijo: -Sacad ahora y llevadlo al encargado del banquete. Se lo llevaron; y
cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino, y no sabía de
dónde venía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó
al novio y le dijo: -Todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando ya han
tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino
hasta ahora.”170
El hecho que María le realizara a Jesús esta demanda era una acción tan
fuera de lo común que el autor que escribió el relato se sintió obligado a poner en
boca de Jesús una imprecación tal como la de: ¿Qué tiene que ver eso conmigo y
contigo, mujer? Pero, ¿por qué motivo María concurre precisamente ante Jesús
para reclamarle que no hubiese más vino? La respuesta en sí es sencilla, él era el
esposo por el cual se festejaban las bodas. Ningún otro pudo haberse hecho cargo
del faltante, si hubiese sido la boda de un tercero, el prometido hubiera sido
humillado doblemente con el accionar de Jesús, la primera por no haber previsto
la cantidad de vino necesaria, y la segunda por haber sido solucionado el
problema por un extraño, y peor aun, si el vino suministrado era de mejor calidad
que el que se había provisto previamente.
Todo esto hubiera sido una provocación innecesaria y no creo que, al
menos el Jesús que nos pintan, hubiera sido tan descortés, desconsiderado y
siniestro como para querer humillar al novio en su propia boda. Lo que creo que
sucedió fue que el casamiento que se celebraba era, en realidad, el de Jesús, que
María le plantea la pregunta públicamente para que él pudiera demostrar su
“poder” y la respuesta que, al menos en teoría, le da Jesús fue agregada siglos mas
tarde para poder explicar que él estuviera en una boda, conservar el milagro y, al
mismo tiempo, ocultar el hecho que estuviera casado y no fuera célibe.
Era tan común que un hombre de su edad estuviese casado que estaba
muy mal visto el hecho de no serlo, es más, existía un proverbio que advertía
acerca de sus consecuencia “El que a los 20 años aún no se ha casado será presa
170
Juan 2:1-10

95
César A. Carrión

toda la vida de pecado”. Incluso algunos lo consideraban equivalente al asesinato,


dado que negarse a casarse y tener hijos era como matar a todos sus posibles
descendientes.
Por otro lado la transformación misma del agua en vino hace pensar más
en un truco de prestidigitación que en un verdadero milagro. Sobre todo porque,
como dijera anteriormente, no es un acto dirigido a engrandecer la imagen divina,
ni estaba destinado a curar o a salvar a nadie, es un milagro que solo engrandece
el ego del que lo realiza. Algo muy diferente se plantea si dejamos de pensar, por
un momento, que el que efectúa el milagro es “el verbo hecho carne” y
analizamos el relato como un acto efectuado por una persona común y silvestre
que poseía aspiraciones mesiánicas. Si lo tomamos como un simple truco de
magia con el objetivo de captar adeptos y engañar a unos pobres campesinos
ignorantes, es mucho más fácil poder aceptarlo. A lo largo de la historia existieron
múltiples personajes que se dedicaban a efectuar “milagros” para promover sus
ideas, per-siguiendo un fin lucrativo, o simplemente para satisfacer sus propios
egos. También existieron personajes que realmente creían que podían llevar a
cabo dichos milagros, ya sea por autoengaño, como por sufrir severos trastornos
psiquiátricos. Incluso, en la actualidad, podemos ver como diversas agrupaciones
evangélicas pro-mueven el culto en sus templos realizando en cada una de las
reuniones múltiples sanaciones entre los fieles que se encuentran presentes.
Habitualmente se rodean de un halo místico, siempre dentro de un contexto
religioso y tratando de otorgar-le a la curación una enseñanza ético moral. El
único caso famoso que conozco, que no trata de otorgarle una enseñanza moral a
los prodigios que realiza, es el del Sai Baba. Si bien rodea su accionar con
elaboradas enseñanzas morales, durante el trascurso de las reuniones que efectúa
con sus seguidores, él realiza materializa-ciones de objetos con el único fin de
demostrar sus poderes sobrehumanos. El mismo “milagro” lo puede efectuar
cualquier mago durante su espectáculo, pero ninguno pretende poseer algún tipo
de don o poder. Ya sea en la actualidad como entonces, si el truco se efectúa ante
un grupo de fieles con escasa actitud crítica, de crédulos seguidores religiosos,
éstos discutirán hasta que el infierno se congele asegurando la veracidad de los
milagros sin plantearse, ni siquiera por un momento, la posibilidad de un engaño.
Y, ¿como pudo haber realizado Jesús este “milagro”? Imaginemos que el
agua que llevan a su presencia no se tratase de agua, en realidad, sino lo que se
conoce como “hidromiel”. El hidromiel es una bebida alcohólica producida a base
de agua con miel fermentada, conocida ya en el medio oriente entre los años 1700
a 1100 AC. Los griegos la conocían con el nombre de melikraton y los romanos
como agua mulsum. Esta bebida era tan difundida en la antigüedad que también
la bebían los celtas, sajones e incluso los vikingos fabricaban una bebida de
similares características.
Imaginemos entonces, que lo que pusieron en su presencia fuera hidro-
miel y que él sostenía en sus manos, en forma oculta, algún tipo de tinte, suponga-
mos, púrpura. Si bien, dado el elevado precio de ésta última, hubiera sido mucho
más económico comprar vino real, esto, obviamente, no habría producido el

96
JESÚS

mismo impacto. De todas formas, el tinte pudo haber sido púrpura o cualquier
otro que le permitiese, una vez introducida las manos en el “agua”, soltarlo y
conseguir que el hidromiel tomase la coloración del vino. Luego de que éste se
hubiese teñido, se la habría dado a probar a alguno de los galileos presentes que
estuviera ya ebrio y, como todo borracho que luego de haber tomado una cierta
cantidad de alcohol pierde su capacidad de poder diferenciar las diversas calida-
des de vino, habría exclamado que este ultimo era mejor “vino” que el anterior,
sin poder darse cuenta, siquiera, si lo que estaba tomando se trataba realmente de
vino o no.
Obviamente nunca podremos saber como fue realizado verdaderamente
este “milagro”, pero considero que esta explicación es suficientemente
satisfactoria. Quizás se puedan argumentar muchos errores acerca de cómo se
llevó a cabo este acto de ilusionismo, yo no soy mago, por lo cual considero que
un verdadero mago podría realizar el truco de una forma mas convincente. Pudo
haber utilizado vasijas con doble fondo, mostrar una tinaja con agua y luego
distraer la atención para extraer una copa de vino de alguna otra, etc. Lo
importante es ver que fácilmente pudo haberse ejecutado un truco de magia con el
único objetivo de maravillar a los presentes. Recordemos que fue a partir de este
hecho que Jesús comenzó con su vida pública ya sea de profeta, como de Mesías o
de Dios encarnado.
Lo que nos queda por aclarar ahora es que, si este festejo se trató del
matrimonio de Jesús, entonces, ¿quien era la esposa?
La gran candidata a ocupar este puesto es, como todos podrán suponer,
María Magdalena. ¿Pero cuál es el motivo por el cual siempre es la primera
persona en la que pensamos? ¿Por qué no cualquiera de las otras Marías que
aparecen o, incluso, por que no pensar sencillamente que era soltero?
Si bien durante mil quinientos años nunca se planteó que Jesús pudiera
poseer una esposa, es en nuestra época, basándose en los datos que aporta el
evangelio de Felipe, que comienza a pensarse en que esta hipótesis fuera cierta.
Según Felipe: “La sabiduría a quién los humanos llaman estéril es la ma-
dre de los ángeles. Y la pareja del [Cristo es] María Magdalena. El [Amo amaba]
a María más que a [todos los demás] discípulos, [y] la besaba a menudo en [la
boca] de ella. [Abrasaba él] también a las otras hembras, pues le dijeron: ¿Por qué
amas tú [a ella] más que a todas nosotras? El Salvador respondió, les dijo: Porque
no amo a vosotras como a ella.”171
¿Cómo debemos interpretar estas palabras? Aparentemente lo que dice es
simple, Jesús amaba a María Magdalena de una forma especial y diferente que al
resto de sus discípulos. A pesar de que existían otras mujeres en el grupo de los
primeros cristianos ella era la única con la cual se abrazaba y besaba en la boca y,
aparentemente, reconocía que a ella la amaba más, por el simple hecho, de que la
amaba de una forma diferente.

171
Evangelio de Felipe 59

97
César A. Carrión

María era más que una simple discípula, estaba por encima de los demás
seguidores, incluidos los apóstoles. Si bien Felipe no patentiza que fuera su
esposa, la relación que describe hace pensar que al menos pudo haber existido
una cierta relación de intimidad o incluso, que pudo haberse tratado de su esposa
o su amante.
En otro sitio del mismo evangelio se nos refiere que: “Habían tres Marías
que caminaban continuamente con el amo: La madre de él, la hermana de [él], y la
Magdalena, ella [era] quién se llamaba su pareja. Pues María es su hermana y su
madre y su pareja.”172 Felipe nos explica, al mismo tiempo, que estas tres mujeres
poseían el mismo nombre y que esto era así debido a una especie de armonía
entre sus nombres y su proximidad espacial con Jesús, por la cual una debía
tratarse de su madre, la segunda de su hermana y la tercera de su esposa.
Felipe es también el único de los evangelistas que establece el matrimonio
y las relaciones conyugales como una parte más de los sacramentos: “El amo
[hizo] todo en sacramento: bautismo, y Crisma, y eucaristía, y expiación, y [Santa]
alcoba nupcial.”173 “Quienes son vestidos en la luz perfecta las potencias no les
ven y no pueden detenerles. Pues uno se vestirá con luz en el sacramento del
apareamiento.”174
Si bien, al evangelio de Felipe, se le otorga una fecha de elaboración muy
tardía, aproximadamente mediados del siglo III, llama la atención que en los
Hechos de los Apóstoles ya se lo denominase como “el evangelista”, siendo que
ninguno de los cuatro evangelios canónicos fue escrito por él.
“Al día siguiente zarpamos y llegamos a Cesarea, donde entramos y nos
alojamos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete.”175
¿Por qué se lo denomina como “el evangelista” si él no es el autor de
ninguno de los evangelios considerados canónicos que ha llegado hasta nuestros
días? De hecho, el único existente en la actualidad denominado como “Evangelio
de Felipe” es un texto apócrifo descubierto en Nag Hammadi. Pero, si éste es un
evangelio gnóstico, escrito aproximadamente en el siglo tercero o cuarto, ¿que fue
del que verdaderamente escribió el apóstol? Si en la fecha en la que Lucas redactó
sus “Hechos de los Apóstoles” Felipe ya había escrito su evangelio, ¿como es que
éste había desaparecido menos de doscientos años luego de su redacción? ¿Tan
poco valor le otorgaron a un relato de la vida de Jesús escrito de primera mano?
¿O es que los hechos que son allí descriptos no era conveniente que fueran
revelados?
María Magdalena es la única mujer, aparte de la virgen María, que figura
en los cuatro evangelios, y, después de ella, es la más nombrada, alrededor de
doce veces. Es la única que de la cual los cuatro evangelios refieren que se hizo

172
Evangelio de Felipe 36
173
Evangelio de Felipe 73
174
Evangelio de Felipe 85
175
Hechos 21:8

98
JESÚS

presente ante el sepulcro el día posterior al shabbat, y a partir de, aproximada-


mente, la mitad de la vida publica de Jesús, es su compañera inseparable.
El Evangelio de Felipe no es el único en el cual se le otorga a la Magdalena
una preponderancia por sobre el resto de los discípulos. Existe también otro
evangelio apócrifo, el Evangelio de María, que nos describe unos hechos
semejantes con respecto a su relación con el Salvador.
“Pedro dijo: «Mariam, hermana, nosotros sabemos que el Salvador te
apreciaba más que a las demás mujeres. Danos cuenta de las palabras del
Salvador que recuerdes, que tú conoces y nosotros no, que nosotros no hemos
escuchado.» Mariam respondió diciendo: «Lo que está escondido para vosotros os
lo anunciare.» Entonces comenzó el siguiente relato:”176
Son siempre los textos de Nag Hammadi en los cuales se coloca a María
Magdalena en un puesto de jerarquía, ella es la Apostola Apostolorum, la apóstol de
los apóstoles. No ocurre lo mismo con el resto de los apócrifos conocidos con
anterioridad al descubrimiento de Nag Hammadi y, mucho menos, con los canó-
nicos. Es más, dentro de la iglesia católica, no solamente no poseía una situación
de preeminencia con respecto al resto de los discípulos sino que la opinión pre-
ponderante era exactamente la inversa. Durante muchos años se asoció su imagen
con la de la prostituta que unge los pies de Jesús, pero, actualmente, se objeta que
en ninguna parte del nuevo testamento se la llama, efectivamente, prostituta y
que, la que indiscutiblemente ejecutó esta acción, no se nos refiere su nombre en
ninguna parte de los textos canónicos.
Fue el Papa Gregorio Magno el que, en el año 591, determinó que la per-
sona a la cual Lucas llama “pecadora” y Juan “María de Betania”, eran la misma
María Magdalena a la cual, según Marcos, se le habían expulsado siete demonios.
La primera vez que Lucas nos nombra a María Magdalena nos la refiere
como discípula de Jesús junto con otras mujeres, Juana, Susana y algunas más.
También nos explica que a ella se le habían expulsado siete demonios. Curiosa-
mente no nos describe la ocasión en la cual se produce este suceso, ni el momento
en el cual esta comenzó a ser una de sus fieles seguidoras o siquiera en que
circunstancias ocurrió. Y esto es algo muy llamativo dada la importancia que se le
otorga a ésta en el transcurso de los evangelios o, al menos, en el momento de la
crucifixión.
“Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y
anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y
algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades:
María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer
de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían
con sus bienes.”177

176
Evangelio de María, fragmento copto berolinense, pág. 4, versículo 10 - Textos
Gnósticos - Biblioteca Nag Hammadi II
177
Lucas 8:1-3

99
César A. Carrión

Ésta es prácticamente la única referencia que realiza este evangelista


acerca de María Magdalena, al menos, hasta el momento de la muerte de Jesús.
No nos aclara si los siete demonios eran reales o una representación simbólica de
siete tipos de pecados diferentes en los cuales ella incurriera a lo largo de una vida
de excesos, vida de la cual se retiro al transformarse en discípula de Jesús. Quizás
la idea de los siete demonios representa a las siete esferas celestes determinadas
por el Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos en aquella época, Mercurio,
Venus, Marte, Júpiter y Saturno. María Magdalena debió elevarse por sobre estas
siete esferas para alcanzar la iluminación y poder, intelectualmente, estar a la par
de su esposo. Al haberle Jesús revelado secretos que no reveló a los otros
apóstoles, la colocó por encima de ellos, ganándose el odio del resto del grupo
apostólico. Al menos esto es lo que nos relata el apócrifo gnóstico “Evangelio
de María Magdalena”.
“Una vez que María había dicho esto, quedó en silencio, pues había sido
de esto que el Salvador había hablado con ella. Pero Andrés respondió y le dijo a
los hermanos: «Decid lo [que queráis] respecto a lo que ella dijo. Yo, al menos, no
creo que el Salvador haya dicho eso. Pues ciertamente estas enseñanzas son ideas
extrañas». Pedro respondió y habló con respecto a estas mismas cosas. Los inte-
rrogó acerca del Salvador: « ¿Realmente habló con una mujer sin que nosotros lo
supiéramos y [sin] hacerlo en forma abierta? ¿Nos vamos a poner a escucharla?
¿La prefería a ella antes que a nosotros?»”178
Existe también otra explicación a la posible alegoría de los siete demonios.
Dentro del culto a Istar o Astarté había un rito de iniciación que consistía en siete
etapas. ¿Y si el exorcismo de los siete demonios, quizás, quería representar que
María Magdalena era una sacerdotisa de Astarté y, al bautizarse, abandona esta
religión y por ende se deshizo de los siete demonios que habían penetrado en ella
durante el transcurso de dicho ritual iniciático?
Istar, Ashtoreth o Astarté era la gran madre, la diosa de la fertilidad y la
reina del firmamento. Se la representaba desnuda y con pechos prominentes, o
como una madre con un niño junto a su pecho. Al ser la diosa del amor podía
atraer la destrucción hacia sus amantes, el más notable de ellos fue su esposo
Dumuzi, el Adonis babilónico. Curiosamente la imagen de Jesús puede asimilarse
a la de Adonis, dado que éste representa con su muerte y resurrección los ciclos
de la naturaleza.
Dentro del culto de Astarté podemos encontrar las llamadas prostitutas
sagradas o hieródulas, que eran mujeres que se prostituían en honor de la diosa y
en su beneficio. Quizás es aquí en donde se relacionan los dos hechos que se
relatan, la de ser llamada prostituta y el que se le hayan expulsado siete
demonios. Tal vez en textos antiguos, ahora perdidos, existiera esta explicación,
María era una mujer dedicada a la prostitución sagrada a favor de la diosa y
cuando conoció a Jesús decidió cambiar su vida radicalmente, convertirse al

178
Evangelio de María, fragmento copto berolinense, versículos 17 y 18 - Textos
Gnósticos - Biblioteca Nag Hammadi II

100
JESÚS

judaísmo y renunciar al culto idólatra. Es muy conocido que, en los banquetes en


los cuales asistía Jesús, concurrían prostitutas, amén de todo tipo de pecadores.
Dejemos de lado transitoriamente a María Magdalena y pasemos unos
minutos a analizar a la prostituta con la cual se asociaba la imagen de María.
“Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba
comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y
poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba
los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía
con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste
fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es
una pecadora.» Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» El dijo: «Di,
maestro.» Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el
otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le
amará más?» Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» El le
dijo: «Has juzgado bien», y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta
mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha
mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el
beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi
cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que
quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A
quien poco se le perdona, poco amor muestra.» Y le dijo a ella: «Tus pecados
quedan perdonados.»”179
Veamos, es aquí en donde se nos dice que era una pecadora pública, es
decir, una forma decorosa de hacer referencia a que se trataba de una prostituta.
Si bien Lucas nos describe de qué trabajaba y como se arrepintió de una vida de
pecados, no nos dice el nombre de la pecadora ni que fue de ella luego de este
acto. Es Juan el que viene a nuestro rescate para aclarar como se llamaba y por que
se produjo la confusión con María Magdalena.
“Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su
hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies
con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.” 180
Es decir que la pecadora, la famosa prostituta, era, en realidad, la hermana
Lázaro, el amigo de Jesús, que unos versículos mas tarde iba a resucitar y, casual-
mente, ésta también se llamaba María. Veamos en detalle como sucedieron los
hechos según Juan.
“Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro,
a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta
servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Entonces María,

179
Lucas 7:37-48
180
Juan 11:1-2

101
César A. Carrión

tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y
los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.” 181
En definitiva, Juan nos relata más o menos las mismas circunstancias que
Lucas, una mujer entra en donde Jesús estaba cenando, se acerca a él y le unge los
pies para luego secarlos con sus cabellos. Ahora tenemos en claro que la hermana
de Lázaro, María, es la prostituta que, arrepentida de su vida de pecados, se trans-
forma en seguidora de Jesús.
Está bien que en ninguna parte, durante el relato de la unción, se nos dice
que la mujer se transforma en su discípula, pero todos sabemos que Lázaro, María
y Marta, eran amigos y seguidores de Jesús, y que, en más de una ocasión, le
dieron alojamiento y comida a él y a sus otros discípulos.
Antes de pasar al punto siguiente me gustaría poder citar otra anécdota
que nos relata Juan unos capítulos antes de que la pecadora se arrepintiese.
“Pero de madrugada se presentó (Jesús) otra vez en el Templo, y todo el
pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y
fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le
dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés
nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para
tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir
con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y
les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecados, que le arroje la primera piedra.»
E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban
retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con
la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde
están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo:
«Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»”182
Aquí no se nos dice ni quién era la mujer adultera, ni como fue que la
encontraron pecando, ni tampoco que fue de ella luego que Jesús le perdonara sus
pecados. De hecho a esta anécdota Juan la refiere completamente descontextua-
lizada del resto del relato, no tiene relación ni con lo descrito previamente ni con
el texto posterior, pero, según creo, cabe la posibilidad que la mujer que se nos
dice unos capítulos mas tarde que, como acto de arrepentimiento de sus pecados,
ungió con perfume de nardo los pies del Mesías y que los lavo con sus propias
lagrimas y seco con sus cabellos, fuera la misma que la adultera a punto de ser
lapidada. Obviamente que no tengo pruebas de esto, ni podría llegar a aportarlas
nunca, pero si uno ordena todas las “anécdotas” que he ido citando anteriormente
tenemos que:
1. Se le expone el caso de la adultera
2. Una mujer llamada María lo unge entre lágrimas de arrepentimiento y, por
último.
181
Juan 12:1-3
182
Juan 8:2-11

102
JESÚS

3. En el evangelio de Lucas, se nombra por primera vez a María Magdalena


como una más de sus discípulos.
Yo imagino que la historia debe haber sido más o menos de este modo:
“Jesús era un hombre solo, soltero, viviendo en Galilea, ya sea en Nazareth como
en cualquier otro pueblo, en definitiva, no es lo que nos interesa en este momento.
Cuando había alcanzado la edad adulta, alrededor de los treinta años de edad, él
decide viajar hasta el río Jordán para conocer a Juan el Bautista y bautizarse, ya
sea para convertirse en su discípulo, para establecer una concordia o para
reconocer algún grado de subordinación entre el aspirante al mesianismo político
y el del mesianismo religioso. Luego de ser bautizado, Jesús capta para sí sus
cuatro pri-meros discípulos; Andrés, el exseguidor de Juan; su hermano Pedro; los
hermanos Zebedeo, Santiago y Juan, socios, junto con los dos primeros, en la
profesión de pescadores. Con ellos retorna a su pueblo con la intención de iniciar
su carrera política, pero, una vez allí, su familia le plantea la obligación de casarse.
Todo judío varón de la época estaba obligado a contraer matrimonio al
llegar a la edad adulta. En la elección de los cónyuges no intervenían los interesa-
dos, sino que era un contrato realizado entre la familia de los contrayentes. Un
año después de haberse efectuado el compromiso, se debía realizar el acto de
matrimonio, pero, en el caso de la mujer, ya se consideraba que estaba obligada a
guardar fidelidad al futuro marido y, en caso de adulterio, el castigo era el mismo
que si hubiese sido efectivamente la esposa, la lapidación.
Jesús no se negó, acepto resignadamente a casarse y, al mismo tiempo, lo
tomo como una oportunidad de mostrar sus dotes de milagrero. Imagino que era
la ocasión propicia para hacer gala de sus habilidades, engañar a los concurrentes
con trucos de magia y comenzar así a persuadir al resto de las personas que era,
como mínimo, un profeta y, de ser posible, convencerlos que él era el Mesías
esperado. Por estos motivos decide aceptar casarse con María, una mujer de
Magdala, y que, muy probablemente, no conociera hasta el momento de
celebrarse el matrimonio.
Al finalizar los festejos y luego de mostrar como él era capaz de
transformar el agua en vino, parte para comenzar su ministerio con el claro
objetivo de ser, algún día, rey de Israel. Al dejar todo para ir en busca de su
destino, deja también a su esposa. Magdalena, sola, sin dinero, tal vez lejos de una
familia que la pudiera apoyar. Sin haber podido disfrutar realmente de la
felicidad matrimonial, decide hacerse prostituta como para poder sobrevivir o
quizás, luego de un tiempo prudencial, llega a la conclusión que Jesús habría
muerto, dado que no había tenido más noticias acerca suyo y toma un nuevo
esposo sin haberse divorciado del primero.
Cuando Jesús retorna a su pueblo encuentra a María casada nuevamente
con otro hombre o teniendo relaciones con otros hombres a cambio de dinero.
Jesús se aparta de ella sin reclamarle ningún mal accionar, pero el resto de las
personas del pueblo deciden prenderla con el objetivo de obligar a Jesús a cumplir
con la ley mosaica y dar inicio a la lapidación. Es por ello que el texto bíblico nos

103
César A. Carrión

dice que, al preguntarle si debían lapidarla o no, su intención era la de tentar a


Jesús, sino, no hubiesen existido motivos para interpretar la pregunta como
capciosa. Si Jesús no conocía a la adultera no hubiera sido nada malo que él dijera
que la lapidasen y, aun si les hubiera recomendado dejarla en libertad, tampoco se
hubiera tratado de una mala acción dado que él podría haber citado el sexto
mandamiento, el de “no mataras”183, también podría haber repetido la recomen-
dación de “No juzguéis, para que no seáis juzgados 184”. Ya sea que se hubiera
pronunciado a favor o en contra de la lapidación hubiese tenido argumentos
suficientes como para respaldar su sentencia. No existía ninguna tentación en
demandarle que emita un juicio, por el contrario, era algo habitual. Pero, si pen-
samos que se trataba de su esposa la que debía ser juzgada, entonces la tentación
estaba en la de perdonar públicamente a la mujer que le había sido infiel, acción
que hubiera minado su credibilidad como profeta al ordenar perdonarle la vida
por motivos personales, a pesar de la ley mosaica que citaba la turba. Jesús
encontró una forma de escapar a la trampa, no emitió ningún juicio, sino que los
obligo a los acusadores a calificar su condición moral como para erigirse jueces de
alguien. Como, verdaderamente, ninguna persona puede decir que jamás haya
pecado, todos se retiran sin ajusticiarla. Una vez a solas Jesús le perdona el hecho
de haberle sido infiel y le pide que no lo vuelva a hacer. María, profundamente
arrepentida por su mal comportamiento, fue en busca de todo el dinero que
poseía y compró el perfume de nardo con el que unció sus pies cuando,
finalmente, lo encontró cenando en la casa de Simón. Lloró de arrepentimiento
sobre ellos y enjugó con sus propios cabellos las lágrimas que derramo. Jesús
nuevamente le dice que perdonaba sus pecados pero, esta vez, ella decide
transformarse en su más ferviente seguidora.
En la primera ocasión, cuando Jesús la abandona inmediatamente después
de haberse casado, quizás por falta de fe en que Jesús se transformara algún día en
el Mesías esperado, quizás por comodidad, lo dejo partir solo. En esta segunda
ocasión todo sería diferente, lo seguiría a donde fuera, hasta la mismísima cruz si
fuera necesario y aun después, si fuera posible.
Si todos los puntos analizados son ciertos, tenemos que María, la hermana
de Lázaro, es también María Magdalena y, por ende, Lázaro sería el cuñado de
Jesús. Este dato debemos tenerlo presente cuando analicemos el milagro de su
resurrección.
Volvamos una vez más a la hipótesis que María Magdalena fue la esposa
de Jesús, al menos por un momento. Suponemos que fue su esposa dada la
relevancia que esta adquiere en el relato evangélico, porque, en la anécdota de
“Las bodas de Caná”, nunca se nombra quienes eran los cónyuges, porque los
relatos apócrifos nos refieren reiteradamente que el trato entre ambos fue muy
afectuoso y diferente al que mantenía con el resto de las discípulas, en que es la
única que nombran los cuatro evangelios como aquella que concurrió al Santo

183
Deuteronomio 5:17
184
Mateo 7:1

104
JESÚS

Sepulcro luego de la Pascua y que también fue la primer persona que Jesús eligió
para manifestarse luego de haber resucitado.
Pero existen otras explicaciones alternativas que también son posibles y
que nos podrían llevar a conclusiones muy diferentes de aquellas a las cuales
arribamos siguiendo esta línea de pensamiento. Supongamos que María
Magdalena presentaba un trastorno de personalidad tipo histérico, con delirios de
contenido místico, los cuales la llevaron a creer que sufría una posesión
demoníaca y, cuando conoció a Jesús, halló en él a una persona poseedora del
poder divino capaz de exorcizar los demonios que llevaba dentro y que
permanentemente la acosaban. Cuando Jesús decide efectuarle un exorcismo, el
resultado, al tratarse de una paciente psiquiátrica que firmemente creía estar
poseída, fue la liberación del demonio que la acosaba. Pero su enfermedad
psiquiátrica de base tornaba im-posible una curación completa, ya que cada
exorcismo reafirmaba su creencia de que la posesión era verdadera. Por lo cual,
periódicamente, sufría de reiteradas recaídas en su delirio, lo que la llevaba a
pensar que padecía una nueva posesión.
Si su delirio poseía al mismo tiempo un trasfondo de tipo histeria de
conversión185, esto nos explicaría el hecho de que, durante los períodos inter-
críticos, ella se aferrase a la figura de Jesús permanentemente, siguiéndolo a sol y
a sombra, esto último probablemente ocurriera a pesar de los deseos del mismo
Jesús.
Si confiamos en que esta explicación es acertada, este trastorno de per-
sonalidad nos permitiría explicar cual fue el motivo por el que fue elegida para ser
la primer persona en ver al Salvador resucitado. Supongamos por un momento
que Jesús murió realmente en la cruz y un grupo de seguidores necesitaran de
una persona que afirmase categóricamente que lo había visto resucitar, ¿a quien
más podrían recurrir para que cumpliese el encargo? Dentro de su cuadro
delirante místico y con una personalidad fácilmente influenciable, era la única que
podía llegar a ver, en alguien vestido de manera semejante a Jesús, a su Mesías
resu-citado, sin necesidad de recurrir a ningún otro tipo de engaño que fuese
mucho más elaborado.
Esta nueva interpretación de los hechos también nos explica que el resto
de los apóstoles, al escuchar su relato, la tomasen simplemente por loca o
delirante y no que creyesen que, finalmente, se habían cumplido las profecías
acerca de la resurrección realizadas por su líder mientras aún se encontraba con
vida.
185
La histeria de conversión son las reacciones que presenta una persona portadora de
una personalidad con rasgos histéricos ante conflictos mentales que son “convertidos” en
sín-tomas con apariencia de patología orgánica pero sin sustento fisiológico real. A
diferencia de las somatizaciones en las cuales efectivamente se pueden constatar lesiones,
por ejemplo: gastritis, psoriasis, alopecia, etc. Los ejemplos clásicos de la histeria de
conversión son los “desmayos” que sufren las fans durante los recitales de las estrellas de
rock, pero existen otros ejemplos menos conocidos como las parálisis, cegueras, amnesias,
convulsiones e incluso las “posesiones demoníacas”.

105
César A. Carrión

“Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a


todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena,
Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas
palabras les parecían como desatinos y no les creían.”186
Esta última explicación nos permite comprender el motivo por el cual
María poseyó tanta relevancia sin que, necesariamente, haya tenido que tratarse
de su esposa. Pero, si bien la Magdalena es la persona que uno tiende a elegir
como primer candidata para ocupar el sitial de esposa del Mesías, ella no es la
única. Se ha postulado también que una de las mujeres que pudo haber ocupado
este puesto es María Salomé.
Analicemos un poco las características de este personaje. El nombre que
nos otorgan los evangelios canónicos es simplemente Salomé, sin adjuntarle como
primer nombre el de María.
“Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María
Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, que le
seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido
con él a Jerusalén.”187
“Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé
compraron aromas para ir a embalsamarle.”188
Estos son los dos únicos versículos en todo el nuevo testamento en los
cuales es nombrada Salomé, al menos explícitamente, porque es posible que se la
nombrase en otras oportunidades pero bajo otra denominación. En el primero de
los dos versículos citados, Marcos nos describe quienes eran las tres mujeres que
se encontraban al pie de la cruz en la que se encontraba Jesús, pero veamos
quienes eran las que se encontraban presentes ese día según Mateo y Juan.
“Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de
José, y la madre de los hijos de Zebedeo.”189
“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre,
María, mujer de Clopás, y María Magdalena.”190
Mateo nos cuenta que se encontraba presente María Magdalena; María, la
madre de Jesús y una mujer sin nombre que era la esposa de Zebedeo. Por otro
lado Juan nos relata que las que se encontraban ese día allí fueron la virgen María,
su hermana también llamada María pero cuyo esposo era Clopás y la renombrada
María Magdalena.
El Evangelio de Taciano cita casi textualmente lo relatado por Marcos,
pero, en esta ocasión, él nos brinda el nombre de la esposa de Zebedeo.

186
Lucas 24:9-11
187
Marcos 15:40-41
188
Marcos 16:1
189
Mateo 27:56
190
Juan 19:25

106
JESÚS

“Y había allí mujeres mirando de lejos, y estaban María Magdalena, y


María, madre de Jacobo, y Salomé, madre de los hijos de Zebedeo, que habían
venido con él de Galilea.”191 192
Taciano también, entre las mujeres que concurren ante la tumba del
Mesías el día posterior al shabat, nombra a Salomé como una de las acompañantes
en el lugar en el que otros evangelios citan a una tal María.
“Y al otro día del sábado, llegaron María Magdalena, y la otra María, y
Salomé, siendo aún de noche, al sepulcro, con perfumes.”193
Como pueden ver, la única variante entre la descripción que realiza
Marcos o Taciano, y la que nos ofrecen Mateo o Juan, es la de que la mujer, que en
los primeros se la nombra como Salomé y en los otros dos, como María. Es decir
que su nombre completo pudo haber sido el de María Salomé, tal como la cita
Bernabé en su evangelio.
“María se partió llorando y fue a Jerusalén en casa de María Salomé, su
hermana, buscando al hijo, mas como se había retirado secretamente no pudo
verle en este mundo, sino en el otro, después de sucedido el oprobio, porque los
ángeles Gabriel y Miguel y Rafael y Azrael por mandado de Dios se lo
enseñaron.”194
Según Bernabé, Taciano y Juan, María Salomé era la hermana de la virgen
María, pero hay algo que me parece un poco extraño y es el hecho que ambas se
llamasen María. ¿Qué tipo de padres serían capaces de ponerle a sus dos hijas el
mismo nombre, María? Por otro lado, al mismo tiempo en el que se difundía este
evangelio existían otros, como el Protoevangelio de Santiago, el evangelio del
Pseudo Mateo y el evangelio armenio de la infancia, en los cuales se afirmaba que
María era hija única. Y, como hemos visto, los evangelios canónicos tampoco se
ponen de acuerdo entre sí, dado que según uno María Salomé era esposa de
Zebedeo y el otro afirma que lo era de Clopás.
Cualquier persona, ante tantas contradicciones, puede llegar a pensar que
este personaje nunca existió realmente aunque, por el contrario, yo creo firme-
mente en su real existencia y en la importancia de esta María Salomé en la
historia. Al mismo tiempo pienso que, al momento de ser escrito cualquiera de los
evangelios, ya se desconocían sus datos filiatorios. Por este motivo, como era la
costumbre, se completaron los datos faltantes con otros totalmente imaginados.
Así es como se convirtió en hermana de María y terminó con dos esposos. Los
autores evangélicos se sentían obligados a explicar por qué era tan importante
Salomé, ya que era una de las pocas personas que se encontró presente el día de la
crucifixión y que concurrió con las otras dos Marías para preparar el cadáver de
191
Evangelio de Taciano CLXX:34
192
Los hijos de Zebedeo eran Santiago y Juan, es decir que, en un mismo versículo, se
afirma que Santiago era hijo de María y de María Salomé. No solo las madres comparten el
mismo nombre sino que también lo hacen sus hijos.
193
Evangelio de Taciano CLXXIII:1
194
Evangelio de Bernabé, cap. 210

107
César A. Carrión

Jesús. Imaginen que no podía ser tomada por la esposa de Jesús dado que se
pensaba que éste había sido célibe, entonces dedujeron que se trataba de un
familiar, y ¿que otro familiar podía llegar a ser más que la hermana de María? Si
era una persona tan importante y, también, una fiel seguidora de Jesús, entonces
¿por qué es que desaparece y no se la nombra ni siquiera una sola vez en los
Hechos de los Apóstoles?
A pesar de todo, al menos uno de todos los evangelios existentes, nos da a
entender que entre Salomé y Jesús había algo más que una simple relación fra-
ternal entre maestro y discípula. Si bien Tomás no afirma que fuera su esposa, sí
nos relata que ambos habían dormido juntos.
“Salomé dice: ¿Quién eres tú, hombre? Como mandado por alguien, te
tendiste en mi cama y comiste de mi mesa. Ieoshúa le ha dicho: Soy quien viene
de la igualdad. A mí se me han dado de las cosas de mi Padre. Salomé dice: Soy tu
discípula. Ieoshúa le dice: Por eso yo digo que cuando alguien iguale se llenará de
luz, pero cuando divida se llenará de oscuridad.”195
María Salomé es la única persona de la cual se afirma expresamente que
había mantenido relaciones con Jesús, ni siquiera María Magdalena goza de este
privilegio. De esta última solo se llega a afirmar que Jesús “la besaba en su boca”,
pero jamás se llegó tan lejos como, en cambio, sí se lo hiciera con Salomé.
Incluso, en el Evangelio de los Doce Santos, se nos narra una conversación
entre Salomé y Jesús de claro contenido sexual.
“Y Salomé se Le acercó y Le preguntó: «Señor, ¿hasta cuándo tendrá poder
la muerte?» Y Él respondió diciendo: «Mientras vosotros, hombres, pongáis
cargas, y vosotras, mujeres, concibáis. Y por esta razón he venido, para poner fin
a las obras de los imprudentes.» Y Salomé Le dijo: «Entonces he hecho bien en
no haber dado a luz.» Y el Señor respondió diciendo: «Come de todo pasto que
sea bueno; pero de aquel que tiene la amargura de la muerte, no comas.» Y
cuando Salomé preguntó cuándo se comprenderían estas cosas que Le acababa de
pre-guntar, dijo el Señor: «Cuando hayáis gastado las vestiduras de la vergüenza
y os elevéis por encima del deseo; cuando ambos sean uno, y lo masculino junto a
lo femenino no sean ni masculino ni femenino.»”196
Es extraño que se afirme aquí que ella hizo bien en no dar a luz y en otros
evangelios se afirme que era la madre de Santiago y Juan, es decir, de los hijos de
Zebedeo. Noten también que Salomé hace hincapié en que no había dado a luz, y
no en que hubiera permanecido virgen, ni tampoco en que fuera casta. Aparente-
mente continuaba teniendo relaciones sexuales y creía utilizar algún tipo de
método anticonceptivo (coito interruptus, ritmo menstrual, lavajes vaginales,
algún tipo de método “mágico” o, incluso, el aborto197). Si ella no estuvo casada
con Zebedeo, o bien, éste último, hubiera continuado con su trabajo de pescador
195
Evangelio según Tomás 61b
196
Evangelio de los Doce Santos 69:8-10
197
Dado que el texto nos refiere que no “dio a luz”, es decir, que no parió y no que ella
no hubiera concebido.

108
JESÚS

en el mar de Galilea, dado que en los evangelios no se nos describe que el padre
de Santiago y Juan se hubiera hecho también seguidor de Jesús, ¿con que persona
era sexual-mente activa María Salomé? Si le creemos al Evangelio de Tomás y al
de los Doce Santos, es decir, que Jesús y María Salomé se habían acostado juntos y
que ella no había dado a luz, entonces la respuesta es clara, la persona con la cual
ella era sexualmente activa era con el mismo Jesús.
Hagamos un impasse en este punto y consideremos por un momento una
hipótesis que plantea Robert Ambelain en su libro “Jesús o El secreto mortal de
los Templarios”. En este libro, el autor, trata de develar la identidad histórica de
esta enigmática mujer y, entonces, se pregunta: ¿Cuál es la otra famosa Salomé
que se conoce? Y la respuesta es simple, la hija fruto del matrimonio de Herodías
con Herodes Filipo, e hijastra de Antipas, es decir, la misma que bailó ante su
padrastro y como recompensa del baile solicitó la cabeza del Bautista. El autor
plantea que ambas Salomé son la misma persona y basa su razonamiento en un
hecho puntual, en que la costumbre en la antigua Israel no era la de otorgarle dos
nombres a una misma persona. En la actualidad, la gran mayoría de las personas,
posee dos e incluso tres nombres, por ejemplo: Juan Carlos, María Angélica, José
Luis, etc.; pero no era así en esa época, la costumbre de llamar a una mujer con el
nombre compuesto de “María Salomé” no existía y mucho menos, que las dos
hijas de un mismo matrimonio, poseyeran un mismo nombre. Entonces, a lo que
debemos prestar especial atención es a la etimología del mismo.
El nombre de María proviene del arameo Mariamme y éste, a su vez,
deriva del hebreo Myrhiam, que significa Bien criada o Princesa, lo que hace que,
como nombre correcto, nos quede el de “Princesa Salomé”. El hecho que los
evangelios denominen a la Salomé seguidora de Jesús como “Princesa Salomé”
nos transmite directamente a la única princesa que existía, en ese momento, con
ese nombre y era la hija de Herodías.
Pero no es éste el único dato que apoya la hipótesis, existe también un
hecho llamativo que es dicho como “al pasar” y que, por ese mismo motivo, no
nos llama la atención. Cuando Lucas nos describe cuales eran las mujeres que
acompañaban a Jesús se olvida de citar a Salomé pero nos otorga, en su lugar, un
dato mucho más importante.
“Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y
anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y
algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades:
María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer
de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían
con sus bienes.”198
Lucas nos nombra a esta Juana, esposa del administrador de Herodes,
como una de sus seguidoras, ¿qué hacía, la esposa de un administrador de
Herodes, entre los discípulos de Jesús? ¿Cómo es que su esposo le permitió
transformarse en trashumante y deambular libremente por los caminos de Israel
198
Lucas 8:1-3

109
César A. Carrión

y sin protección? ¿Su jefe, Herodes, no le recriminó nada a Cusa? No era un hecho
habitual que una mujer casada abandonase el hogar conyugal para seguir a un
profeta itinerante, incluso esto hubiera afectado notablemente el honor de dicho
administrador y hasta hubiera peligrado su posición dentro del gobierno, dado
que la gente pensaba en Jesús como el Mesías, es decir, el aspirante al trono,
mismo lugar que ya ocupaba Herodes. Si éste último se hubiese enterado de las
actividades de la esposa de su administrador seguramente lo hubiera mandado a
matar por traición y sedición, a menos que ella hubiese partido bajo autorización
expresa del mismo Herodes. Si la princesa Salomé se encontraba dentro de las
seguidoras que “servían con sus bienes” a Jesús, es lógico pensar que ésta
poseyera una doncella que la asistiera, una dama de compañía, alguien que
perteneciera a la nobleza y que asegurase su bienestar y es con este objetivo que se
envió a la esposa del administrador, Juana.
Se puede llegar a objetar que Herodes también estaría en contra de que su
hijastra fuera discípula de un “enemigo” de su gobierno, de un heredero legítimo
y aspirante al trono que él ocupaba, pero recordemos una cosa, Herodes amaba
profundamente a Herodías, tanto es así, que prefirió llevar a su país a una guerra
en contra de Aretas IV, el padre de la esposa repudiada, antes que a abandonarla
o devolverla a su hermano, su legítimo esposo. Incluso optó soportar las acusa-
ciones de ser parte de una relación incestuosa al desposarse con la esposa de su
hermano sin mediar antes un divorcio legítimo. Este hombre jamás hubiera come-
tido un acto que lo arriesgase a perder a su amada, si hubiese atacado a Salomé,
aunque más no fuera, en forma indirecta, seguramente así es como hubiera ter-
minado. Al mismo tiempo, Salomé, al no ser hija de Herodes Antipas, no se sentía
obligada a obedecer a su padrastro ni le debía fidelidad. Según nos relata Flavio
Josefo, cuando se produce la muerte de Herodes el Grande, su hijo, Herodes
Filipo, padre de Salomé, formó parte de la revuelta que intentó hacerse cargo del
trono vacante.
“Pero ya le parecía a Arquelao que aquella muchedumbre de gente no se
refrenaría sin matanza y gran estrago; por esta causa envió todo el ejército contra
ellos; y entrando la gente de a pie por la ciudad toda junta, y los de a caballo por
el campo, y acometiendo a la gente que estaba ocupada en los sacrificios, mataron
cerca de tres mil hombres, e hicieron huir todos los otros por los montes de allí
cercanos; y muchos pregoneros tras de Arquelao, amonestaron a todos que se
recogiesen a sus casas. De esta manera, dejando atrás la festividad del día, todos
se fueron; y él descendió a la mar con Popla, Ptolomeo y Nicolao, sus amigos,
dejando a Filipo por procurador del reino y curador de las cosas de su casa.
Salió también, juntamente con sus hijos, Salomé y los hijos del hermano
del rey, y el yerno, con muestras de querer ayudar a Arquelao a que alcanzase y
poseyese lo que en herencia le había sido dejado; pero a la verdad no se habían
movido sino por acusar lo que se había hecho en el templo contra las leyes.”199
Si Herodes Filipo aspiraba a ocupar trono de todo Israel, Salomé se con-
sideraría heredera legítima con derecho a ocupar el cargo al cual no logró llegar
199
La guerra a los judíos, libro II-I

110
JESÚS

su padre. Como tal, quizás, buscó establecer una alianza con otro aspirante al
trono, un heredero de plenos derechos, con un hijo de la estirpe de David, y este
era Jesús. Es por esto que se transformó en su seguidora, por este motivo buscó
acostarse con él y por ello es que, una vez que él murió, abandona el movimiento
mesiánico ya que continuar perteneciendo a él no le podría proveer de ningún
beneficio y este fue, en definitiva, el motivo por el cual no se la vuelve a citar en
“Los hechos de los apóstoles”.
Luego de la muerte de Jesús, Salomé, se desposa con Filipo II, y éste
termina transformándose en rey de Calsis, por lo que Salomé consigue trans-
formarse finalmente en reina, si bien no de Israel.
Un hecho más que prueba su distanciamiento con la pareja gobernante,
Herodes Antipas y Herodías, es que cuando, un año después de haber muerto
Jesús, Antipas es enviado, por Roma, al exilio en Vienne, parte con su esposa pero
su hijastra permanece en Israel.
Si bien todos estos argumento no son una prueba concluyente en sí
misma, es una hipótesis que creo que es válida y lo suficientemente interesante
como para tenerla en cuenta, también nos sirve para valorar las verdaderas
relaciones políticas que poseía Jesús y dejar de pensar en él como un simple
carpintero rodeado de pescadores de Galilea, que no hacía otra cosa que hablar
del amor al prójimo en los pueblos que visitaba en su constante peregrinar.

CAPÍTULO VII

Los Apóstoles

Les planteo un desafío, si yo preguntara cuantos discípulos tenía Jesús, la


respuesta rápida es que eran doce, pero, ¿alguien puede dar los nombres de los
doce? Algo llamativo es el hecho que cada evangelio nos proveyese de una lista
con doce integrantes pero cuya composición sea un poco disímil entre ellas, tanto

111
César A. Carrión

es así que la cantidad de diferentes nombres que podemos contar puede alcanzar
un total de dieciséis, si es que los nombramos a todos. Y he aquí la lista:
1) Simón200, alias Cefas201 o Pedro
2) Andrés, su hermano
3) Santiago o Jacobo
4) Juan202 hijo, junto con Santiago, de Zebedeo, apodados Boanerges o hijos
del trueno
5) Leví, hijo de Alfeo
6) Jacobo, hijo de Alfeo
7) Judas203, hijo de Jacobo
8) Tadeo204
9) Tomás, el Dídimo
10) Felipe
11) Bartolomé
12) Mateo205
13) Natanael206
14) Simón el Zelota o el Canainita o Cananeo
15) Simón Iscariote
16) Judas Iscariote
Obviamente la lista que doy posee varias trampas, algunas son más fáciles
de ver y otras hay que analizarlas detalladamente, por lo pronto comencemos con
las más sencillas.
El primer ejemplo es el de Leví y Mateo, el primero es nombrado por los
evangelios de Lucas y Marcos, lo nombran como un publicano, cobrador de im-
puestos que invita a Jesús a comer con él y con otros de sus amigos publicanos. De
este modo describe Marcos el encuentro, Lucas lo refiere con palabras muy simi-
lares.
“Y pasando, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado en el lugar de los tributos
públicos, y le dijo: "Sígueme". Y levantándose, le siguió. Sucedió que, estando
Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban
también sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos y le
200
Proviene del nombre hebreo Shimëon y significa el que escucha y obedece.
201
de Kepha, que significa roca.
202
Deriva de Yohanán, que significa Yahvé lo ha bendecido.
203
Iehuda, cuyo significado es celoso de Dios.
204
El que alaba o confiesa.
205
Forma latinizada del griego Matatías, o del hebreo Mattathiah, “Don de Dios”.
206
Dios ha dado.

112
JESÚS

habían seguido. Y cuando los escribas de los fariseos le vieron comer con los
pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: -¿Por qué come con los publica-
nos y pecadores?
Al oírlo, Jesús les dijo: -Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los
que están enfermos. No he venido para llamar a justos, sino a pecadores.” 207
Pero ya sea cuando Marcos208 o Lucas209 dan sus respectivas listas de
discípulos, éstas no incluyen a Leví. Sí, en cambio, lo nombran a Mateo en ambas,
pero no nos refieren nada acerca de él, ni cual era su ocupación, ni quien era el
padre, como en el caso de Leví que era hijo de Alfeo. La respuesta acerca de por
qué ambos evangelios describen como Jesús recluta a Leví pero desaparece
cuando dan la lista de discípulos nos va a llegar de la mano del propio Mateo, con
el relato que él mismo realiza acerca de los hechos que acontecieron ese día, pero,
ésta vez, el protagonista de la historia es otro.
“Pasando de allí más adelante, Jesús vio a un hombre llamado Mateo,
sentado en el lugar de los tributos públicos, y le dijo: "¡Sígueme!" Y él se levantó y
le siguió. Sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa, he aquí muchos
publicanos y pecadores que habían venido estaban sentados a la mesa con Jesús y
sus discípulos. Y cuando los fariseos le vieron, decían a sus discípulos: -¿Por qué
come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? Al oírlo, Jesús les dijo: -Los
sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.” 210
Si es que ahora nos quedó claro que Leví y Mateo son, en definitiva, la
misma persona, entonces podemos quitar uno de los nombres de la lista o re-
emplazar ambos por el de Mateo Leví.
Un segundo nombre al cual debemos prestar atención es al de Judas hijo
de Jacobo, por éste nombre es llamado por Lucas pero si observamos la lista de
discípulos dada por Marcos y Mateo211, ninguna de las dos nombra a un tal Judas
más allá del Iscariote, pero si nombran a un Tadeo. En el caso de Juan lo llama
simplemente Judas a secas, sin ningún otro patronímico. Dada la posición que
ocupa Tadeo en ambas listas y que es coincidente con la posición que ocupa Judas
en la otra, podemos llegar a suponer que el nombre completo de éste apóstol es el
de Judas Tadeo. De hecho, en el santoral católico, se lo conoce con esta denomina-
ción y se le dedica el día 28 de octubre como fecha para su conmemoración. De
esta manera podemos eliminar un segundo par de nombres del listado y reem-
plazarlo por el de Judas Tadeo.
La tercera pareja de nombres que debemos tratar es el de Simón el Zelota
y el de Simón Iscariote. Acerca de Simón Iscariote, el evangelio de San Juan, lo
refiere como padre de Judas Iscariote utilizando la palabra Iscariote como si fuera
una suerte de apellido. En teoría este nombre hace referencia a que su portador

207
Marcos 2:14-17; Lucas 5:27-31
208
Marcos 3:16-19
209
Lucas 6:13-16
210
Mateo 9:9-12
211
Mateo 10:2-4

113
César A. Carrión

era originario del pueblo de Cariot, es decir, Simón, el de Cariot. Es el mismo caso
de lo que acontece con María Magdalena o con Jesús Nazareno. Acerca de Simón
Cananeo o Canainita, su nombre significaría que es originario del pueblo de Caná.
A primera vista, entonces, tenemos dos personas diferentes, dado que han nacido
en diferentes lugares y un mismo sujeto no puede nacer en dos lugares al mismo
tiempo. Pero, ¿qué tal si, en realidad, dicho nombre no hiciera referencia al lugar
de nacimiento, sino a los actos que realiza?
Veamos, la palabra Iscariote puede interpretarse de dos formas diferentes,
la primera es la que ya hemos visto, y la segunda probablemente provenga de las
palabras hebreas ish-sikarioth, que significa ish-hombre y sikarioth-sicario. Es
decir, el hombre de la sica o el sicario.
Este apelativo no es un dato menor, en latín sicario se utilizaba como
sinónimo de asesino, la sica era un pequeño puñal curvo que los sicarios utiliza-
ban para matar a sus oponentes. Según Josefo “esto ocurría sobre todo en los días
de fiesta, pues ellos se mezclaban con la multitud. Con unos pequeños puñales
que llevaban escondidos debajo de sus ropas herían a sus enemigos. Luego,
cuando sus víctimas caían al suelo, los asesinos se unían a la muchedumbre in-
dignada, de modo que no se les podía descubrir a causa de la confianza que
inspiraban.”212
Los sicarios pertenecían al grupo de los Zelotas, pero eran un subgrupo
más radical, violento y mucho más fanático en la lucha armada. En definitiva
decir Zelota o decir Sicario era casi la misma cosa, solo que, al que se lo deno-
minaba de este último modo, se trataba de una persona mucho más violenta y
sanguinaria.
Así es como llegamos a la conclusión que Simón el Zelota y Simón
Iscariote son, en definitiva, la misma persona. Es más, el hecho de llamarlo
cananeo no significa que pudo haber nacido en Canaán, dado que, en la época que
nos ocupa este reino había desaparecido hacía muchos años, también se las
denominaba de este modo a aquellos que eran originarios de la ciudad de Caná.
Por otro lado, según el vocabulario bíblico de la Biblia Digital Clerus, la palabra
cananeo corres-ponde a una palabra aramea que significa celoso. La palabra zelota
también proviene de la misma raíz y en los textos de Flavio Josefo, el autor toma
como algo equivalente las palabras zelota y ladrón o delincuente.
Ahora sí la lista se redujo bastante y podemos verla de esta forma:
1) Simón, alias Cefas o Pedro
2) Andrés, su hermano
3) Santiago o Jacobo
4) Juan, hijo junto con Santiago, de Zebedeo, alias Boanerges o hijos del
trueno
5) Leví o Mateo, hijo de Alfeo
212
Flavio Josefo. La guerra a los Judíos, Libro II, 254-255

114
JESÚS

6) Jacobo, hijo de Alfeo


7) Judas Tadeo, hijo de Jacobo
8) Tomás, el Dídimo
9) Felipe
10) Bartolomé
11) Natanael
12) Simón el Zelota o el Canainita o Cananeo o Simón Iscariote
13) Judas Iscariote
Noten que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, nos siguen sobrando
apóstoles en la lista. Por lo tanto deberíamos considerar una última pareja de
nombres que podrían corresponder a un solo individuo.
El nombre de Natanael es solamente citado en el evangelio de San Juan y
no aparece en los otros tres evangelios, pero si señalan a un apóstol, no por su
nombre, sino por el apellido y el nombre de circuncisión jamás es expresado en el
texto. Esa persona es Bartolomé, que, a pesar de ser un personaje muy citado en el
nuevo testamento, no es un nombre en realidad. Este seudónimo es, en definitiva,
un apellido y proviene del hebreo Bar Talmai, es decir, hijo de Talmai. El nombre
de Talmai se lo menciona únicamente en Números 13,22 y su significado es “Que
suspende las aguas, montículo de aguas, aguas de lo alto o cascada”. Entonces la
forma correcta del nombre Bartolomé sería X-Bar Talmai, dado que es el único
apóstol que no posee un nombre y Natanael es el único que se nombra solamente
en uno de los evangelios, podemos interpretar que el nombre completo pudo
haber sido el de Natanael Bar Talmai.
Ahora sí, el total de apóstoles es de doce, tal como nos refiere cada uno de
los textos en forma independientemente entre sí y por medio de diferentes lista-
dos.
Noten una cosa, la profusión de familiares existentes entre los doce
elegidos de Jesús. Andrés y Simón son hermanos, como lo son también Juan y
Santiago el mayor, Mateo y Santiago el menor, recordemos que ambos son hijos
de Alfeo, y Judas Tadeo es hijo de uno de los dos Santiagos aunque no se nos
especifica de cual, Simón Zelota y Judas Iscariote son padre e hijo respectiva-
mente.
Es decir que, de los doce, los únicos que no habrían tenido parientes
dentro del grupo son Felipe, Bartolomé y Tomás, e incluso esto último es discuti-
ble. Tomás tampoco es un nombre verdadero, en realidad es un apodo que
proviene de la palabra Taôma, y significa gemelo, al igual que la palabra Dídimo,
que posee el mismo significado. Es decir que al llamarlo Tomás alias el Dídimo se
cae en una redundancia ya que debería traducirse como Gemelo alias “el
Gemelo”, dado que ambos tienen el mismo significado pero poseen raíces en

115
César A. Carrión

distintos idiomas. Pero ¿de quién es el gemelo? ¿No les parece extraño que a
alguien se lo llame “el gemelo” pero no se haga referencia acerca de quien lo era?
Si era el gemelo de otro apóstol, ¿por qué no se nos explica de cual? Y si su
hermano gemelo no pertenecía al grupo de apóstoles, ¿qué necesidad habría de
llamarlo gemelo si es que el otro estaba ausente? ¿No hubiera sido algo más
simple designarlo por su nombre directamente. Según Eusebio de Cesarea su
verdadero nombre era el de Judas, si es así, entonces, el objetivo de llamarlo por el
apodo era el de no confundirlo con los otros dos Judas, Tadeo e Iscariote.
“A estas cartas acompañaba también lo siguiente en siríaco: «Pero después
de la ascensión de Jesús, Judas, llamado Tomás, envió como apóstol a Tadeo, uno
de los setenta, el cual, habiendo llegado, se hospedó en casa de Tobías hijo de
Tobías. Cuando se extendió el rumor acerca de él, se comunicó a Abgaro que
había ido a aquel lugar un apóstol de Jesús, de acuerdo con lo prometido por
carta.”213
Si bien mi intención era explicar paulatinamente las contradicciones del
nuevo testamento tratando de seguir el orden que presentan en los textos evan-
gélicos, en esta ocasión voy a tener que desviarme, y en gran medida, para tratar
de fundamentar el origen de estos dos apóstoles y los parentescos que han
permanecido ocultos. Desgraciadamente la explicación nos va a llevar por un
camino que se aleja bastante de línea de continuidad histórica pero creo que le
dará claridad a la explicación general.
Acerca de Tomás, se cree que él era en realidad el hermano gemelo de
Jesús, por este motivo es que los evangelistas no pueden explicar el gemelo de
quien, dado que si Jesús fue el hijo primogénito y unigénito de María, ¿cómo
explicar que tuviera un hermano gemelo? Si eran gemelos, ¿cuál era el hijo de
Dios y cual no? ¿Los dos eran hijos de Dios? En realidad ambos habían tenido un
padre humano como cualquier mortal, la divinidad de Jesús fue declarada en el
Concilio de Nicea en el año 325 y aún en ese momento los seguidores de Arriano
se negaban a reconocerla.
Pero, ¿qué pruebas hay que fuera realmente el hermano gemelo de Jesús y
no de cualquier otro? Para poder “probarlo” debemos dirigirnos hasta los días de
la pasión. Cuando Judas decide entregarlo a Jesús se pone de acuerdo con los
sacerdotes para efectuar una señal identificatoria.
“En seguida, mientras él aún hablaba, llegó Judas, uno de los doce, y con
él una multitud con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes, de los
escribas y de los ancianos. El que le entregaba les había dado señal diciendo: "Al
que yo bese, ése es. Prendedle y llevadle con seguridad". Cuando llegó, de
inmediato se acercó a él y dijo: -¡Rabí! Y le besó. Entonces ellos le echaron mano y
le prendieron...”214

213
Historia Eclesiástica - Eusebio de Cesarea L. 1 c. 13
214
Marcos 14:43-46

116
JESÚS

Ahora bien, si Jesús era una persona arto famosa, que fue aclamado, hacía
unos pocos días, por todo el pueblo de Jerusalén, que predicaba asiduamente en la
puerta del templo. ¿Qué necesidad había de que Judas lo identificara con un beso
y por que era preciso aclarar que una vez identificado lo podían “llevar con
seguridad”? ¿Con seguridad de que no se estaban llevando a otra persona por
equivocación? ¿Esa otra persona era tan parecida que se podía prestar a confusión
y necesitaban de alguien que conociera como estaba vestido para que el Jesús
verdadero no escapase y terminaran capturando a otro en su lugar?
En el supuesto caso de que Tomás fuese el hermano gemelo de Jesús,
entonces efectivamente hubiera existido la necesidad de una identificación apro-
piada.
Otro texto que concurre en nuestra ayuda es el evangelio apócrifo de
Bernabé, éste nos refiere que:
“En el momento en que los judíos se preparaban para ir a capturar en el
huerto de los Olivos a Jesús, éste fue arrebatado al tercer cielo. Porque no morirá
hasta el fin del mundo, y se crucificó a Judas en su lugar. Dios permitió que el
discípulo traidor pareciese a los judíos hasta tal punto semejante en su rostro a
Jesús, que lo tomasen por él, y que, como tal, lo entregasen a Pilatos.”215
Aquí se nos refiere que al que prendieron a causa de su tremendo
parecido con Jesús fue a Judas Iscariote, pero, quizás, haya sido Judas Tomás el
que, en la realidad, pudo haber llegado a confundirse con Jesús. Probablemente en
la época en la que fue escrito el evangelio de Bernabé se tuviera conocimiento que
un Judas era semejante a Jesús pero, al mismo tiempo, no se supiera con certeza
de cual de los tres se trataba.
Existe otro texto apócrifo que también habla del parentesco entre Tomás y
Jesús y es el evangelio de Bartolomé.
“Él (Jesús) habló con ellos en lengua hebraica, diciendo: “¡Salud a ti,
Pedro, mi celador, salud a ti, mi gemelo, segundo Mesías!... (Schalom, Taôma
scheni messiah)216
Esta salutación hacia Cefas y Taôma pone en evidencia la existencia de un
hermano gemelo de Jesús o, al menos, nos informa acerca de la creencia de su
existencia en el siglo V. Para más datos los evangelios canónicos hacen referencia
a un hermano de Jesús llamado Judas, si bien no nos informan que se apodase
Tomás.
“¿No es éste el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José,
Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?”217
Es el Libro de Tomás en donde se juntan las dos tradiciones, el nombre
completo de Tomás y su relación con el Salvador, para lograr confirmar estos

215
Evangelio de Bernabé 1:1-3
216
Evangelio de Bartolomé, 2º fragmento, manuscrito copto del siglo V
217
Marcos 6:3

117
César A. Carrión

supuestos.
“Palabras confidenciales dichas por el Salvador a Tomás Judas y que yo,
Mateo, he puesto por escrito; deambulaba por allí cuando les oí hablar. El
Salvador dijo: «Hermano Tomás, mientras tengas tiempo en este mundo,
escúchame y te revelaré las cosas que has meditado en tu pensamiento. Puesto
que se ha dicho que eres mi hermano gemelo y mi fiel compañero, analízate a ti
mismo para comprender quién eres, cómo existes y en qué te convertirás.»”218
Se podrían citar aún más versículos dentro de los evangelios canónicos
para sustentar la hipótesis acerca de su relación con Jesús, pero los dejaré para
más adelante dado que están relacionados con otro tema que trataré en pro-
fundidad cerca del final del libro.
Entonces, tenemos un Judas, alias Tomás o Dídimo, es decir “gemelo”,
una persona perteneciente al grupo apostólico que se podía llegar a confundir con
Jesús dado su perecido con el maestro y, al mismo tiempo, un hermano de Jesús
que también se llamaba Judas. La conclusión más obvia es que ambas personas
son, en realidad, la misma, el análisis confirma que Jesús poseía un hermano
gemelo y que, durante los primeros años de la edad media, los monjes copistas se
encargaron de tergiversar los textos para que coincidiesen con los dogmas que
manejaba la iglesia. Recordemos que los textos bíblicos más antiguos que maneja-
mos son:
1. Codex Sinaiticus
2. Codex Vaticanus
3. Codex Vercellensis
4. Codex Veronensis
5. Codex Bobiensis
Todos ellos del siglo IV aproximadamente, algunos son paleo y neotesta-
mentarios, otros son tan solo fragmentos de alguno de los evangelios o de las
epístolas, pero ningún texto conservado en la actualidad fue escrito más allá de
dicha época. Incluso nos encontramos ante los mismos inconvenientes con los
textos clásicos griegos y romanos en donde se pueda efectuar alguna referencia,
aunque sea tangencial, acerca de Jesús o de los primeros cristianos, de los cuales
no se encuentran ninguna copia más allá del período citado. En una Europa en
donde incluso los reyes podían llegar a ser analfabetos, los monjes copistas eran
los dueños absolutos de la verdad revelada y todo lo que contradijera sus dogmas
era inmediatamente censurado, quemado o el texto terminaba siendo apañado de
forma tal que no creara conflictos.
Así, éste hermano de Jesús, fue ocultado en una maraña de pequeñas con-
tradicciones, datos que pasaban desapercibidos, hasta que, en la actualidad, se

218
El libro de Tomás 1-2 (Los Evangelios Apócrifos, traducido por Aurelio De Santos
Otero)

118
JESÚS

comenzó a dilucidar la trama y empezaron a conocerse hechos enterrados en el


olvido durante casi dos mil años.
El otro discípulo cuya verdadera identidad se cree que ha permanecido
oculta es la del apóstol Andrés. Andrés no es un nombre hebreo, en realidad su
origen es griego, proviene de Andrôs que significa “hombre”. Por lo que su
nombre podría corresponder tanto a la forma helenizada de Adán o, quizás,
también se podría pensar que este apóstol se denominaba de alguna otra manera
y los autores evangélicos pretendían que no se supiese de cual. Entonces, de esta
manera, no podremos saber jamás cual era su verdadero nombre de circuncisión.
Robert Ambelain, autor de “Los secretos del Gólgota”, plantea la hipótesis
de que Andrés, en realidad, habría sido Lázaro, el amigo de Jesús al cual resucitó.
Para justificar este pensamiento trae a colación las ilustraciones que existen acerca
del Ave Fénix. Cuando se ilustra al ave se le coloca sobre la imagen de dos leños
en forma de Cruz de San Andrés, es decir, en forma de X. Solo comenzó a ilus-
trársela de este modo cuando se asocio la idea de la resurrección de Lázaro con la
del Ave Fénix, dado que previamente se la dibujaba sin estos leños, de hecho, en
un mosaico del templo de Dafne que se encuentra en el museo de Louvre se la
representa sin los leños en forma de cruz. Partiendo de esta coincidencia entre el
pájaro legendario y la cruz de San Andrés a sus pies, este autor llega a la
conclusión que los primeros cristianos representaron de esta manera el hecho que
Andrés fuera una persona que hubiera resucitado, y, siendo que el único
resucitado en el nuevo testamento es Lázaro, termina concluyendo que Andrés y
Lázaro son una misma persona.
También argumenta que siendo Andrés un apócope de Alexandros y
Lázaro un apócope de Eleazar, y que el primero se abrevia como Al y el segundo
con El, toma este hecho como una prueba más que ambos son el mismo personaje
camuflado.
Si bien no comparto las conclusiones, dado que me impresiona que están
muy poco fundamentadas y muy traída de los pelos, igualmente quería citarla
dado que otras personas pueden llegar a compartir la misma opinión. Acerca de
Lázaro y su resurrección hablaré con mayor extensión más adelante, por ahora
limitémonos a los apóstoles.
Ahora llegó el momento de analizar a los dos apóstoles más importantes
dentro del Nuevo Testamento, Simón, alias Céfas (piedra), Pedro en castellano, y
Santiago o Jacobo, Ya’akov en hebreo, cabeza de la iglesia a partir de la muerte de
su hermano Jesús.
Con respecto a Pedro, el evangelio de Mateo219, lo denomina Barjona, que,
habitualmente, se traduce como Hijo de Jonás, en realidad el nombre es Barjonna,
palabra de raíz acadia que se traduciría como “hijo de la perdición”, es decir, el
fuera de la ley, bandolero, delincuente. Es llamativo que, si Simón Cefas era
también conocido como el bandolero, e incluso su apodo Céfas, piedra, nos habla

219
Mateo 16:17

119
César A. Carrión

de la dureza de su carácter, existiera en el mismo grupo otro Simón también


designado como “el bandolero”, ya que, como explicara anteriormente, el alias de
Simón Zelota o Simón el Cananeo, también significa “el bandolero”, ni que hablar
su otro seudónimo, Simón Iscariote, que significa el asesino. Este hecho da que
pensar, porque, si nos fijamos en los apodos apostólicos, vemos que hay dos
Zelotas, Simón y Judas, padre e hijo respectivamente, un barjonna, es decir, un
“delincuente”, dos intempestivos de mal carácter como los hermanos apodados
Bonaerges o hijos del trueno y un usurero como el publicano Leví y para colmo,
de los doce, a excepción de tres, el resto eran todos parientes entre sí.
Volviendo al tema de Pedro, como ya lo explicara, es sospechoso que
existieran dos apóstoles con el mismo nombre y cuyos apodos poseyeran un
significado similar. Este hecho nos obliga a preguntarnos si Simón Barjonna y
Simón Cananeo no fueran la misma persona. Pero algo llamativo es que, si siguié-
ramos esta línea de pensamiento, terminaríamos concluyendo que Judas Iscariote
era hijo de Pedro.
Demos por sentado un par de minutos que esta última hipótesis fuera
cierta. Si pensásemos de este modo, esta teoría nos explica la actitud de Pedro
luego de la captura de Jesús, me refiero a que ¿por cual motivo Pedro siguió a
Jesús y se quedó en el patio del Sumo Sacerdote con el riesgo que lo reconocieran
y lo capturaran, luego de haberlo abandonado a su suerte y permitido que lo
capturasen? Si estaba dispuesto a sacrificarse por Jesús, ¿para que negar que
había sido su discípulo tres veces? ¿Y si lo que temía Pedro en realidad era que
Jesús quedase libre por algún motivo y luego le reclamase que Judas lo hubiera
traicionado? Además, si los discípulos conocían que Judas robaba el dinero de la
bolsa común, ¿por qué es que no lo destituían como tesorero del grupo? ¿Qué tipo
de ascendente poseía que no permitía ser removido de su puesto? Si Pedro era el
discípulo más apreciado y candidato a continuar a Jesús, al menos desde el punto
de vista de éste último, y Judas era su hijo, es lógico que, aunque los demás
discípulos se dieran cuenta de que Judas fuera un ladrón, ninguno se atreviese a
decir una palabra, al menos mientras Jesús viviese. Si Judas hubiese sido el hijo de
Pedro, esto también explicaría el protagonismo muy secundario que adquirió
Pedro luego de la muerte de Jesús.
Todos tenemos a Pedro como el primer Papa, ¿quién no ha leído la frase
de Jesús diciendo que “Mas yo también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta
roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”220?
Pero a pesar de ello, Simón Pedro no fue el primer cabeza de la iglesia,
sino que lo fue Santiago, el hermano del Mesías.
De hecho, Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica nos refiere:
“Luego, estaba también Santiago, al que llamaban hermano del Señor, porque fue
llamado hijo de José... Así pues, este Santiago, al que los antiguos pusieron el
sobrenombre de Justo por la excelencia de su virtud, se da cuenta que fue el

220
Mateo 16:18

120
JESÚS

primero en recibir el trono episcopal de la iglesia de Jerusalén.” 221 ¿Es lícito pensar
que San Eusebio desconociera tanto la historia de la iglesia que no supiese que el
primero en recibir el trono episcopal fue Pedro y no Santiago? ¿Cómo pudo
ignorar este hecho como para equivocarse tan groseramente? ¿O es que los
apóstoles ignoraron la orden de Jesús que lo proclamaba como cabeza de su
iglesia y poseedor de las llaves del paraíso? Y si desatendieron lo dicho por Jesús,
¿qué fue lo que los motivó a hacerlo y por qué Pedro no reclamó el puesto que le
había ofrecido el “Salvador” en persona?
Incluso Clemente en su epístola a Santiago, que sería llamada luego como
Homilías Clementinas inicia diciendo: “Clemente, a Santiago, el hermano del
Señor, obispos de los obispos, que gobierna la Santa Iglesia de los hebreos, en
Jerusalén, así como a las iglesias fundadas afortunadamente por todas partes por
la pro-videncia de Dios, con los presbíteros, los diáconos y los otros hermanos,
que la paz sea con vosotros...”
Dentro mismo de los evangelios vemos que los apóstoles no aceptaban la
idea que Pedro fuese “el mandamás” luego de Jesús, ni siquiera que estuviese
destinado a dirigir la iglesia, muy por el contrario, Marcos nos relata como los
discípulos discutían acerca del tema, aún después que Jesús hubiera formulado el
famoso juego de palabras entre el nombre de Pedro y la futura iglesia: “Llegaron a
Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba (Jesús): «¿De qué discutíais por el
camino?» Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el
mayor.”222 ¿Qué necesidad había de discutir si Jesús ya se había expedido acerca
del tema?
Los presbíteros de Jerusalén gobernaban las acciones de Pedro con sus
decisiones, él no resolvía de motus propio, según, al menos, lo que se nos relata en
los Hechos: “Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria
había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.”223 Noten que no
dice el texto que Pedro tomó la decisión de ir a Samaria, sino que fueron los otros
apóstoles los que los enviaron. Incluso en una parte de los Hechos se explicita que
la labor de Pedro era la de evangelizar a los Gentiles: “Después de una larga
discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde
los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los
gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran.”224 Pedro no presidía la
discusión, sino que era uno más entre todos y, para empeorar las cosas, el puesto
al cual Pedro hace referencia, el de predicar entre los gentiles, también le fue
arrebatado luego por Pablo: “Más bien, al contrario, cuando vieron que me había
sido confiado el evangelio para la incircuncisión igual que a Pedro para la
circuncisión -porque el que actuó en Pedro para hacerle apóstol de la circuncisión
actuó también en mí para hacerme apóstol a favor de los gentiles-, y cuando
percibieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Pedro y Juan, quienes tenían

221
Historia Eclesiástica - Eusebio de Cesarea L. 2 c. 1
222
Marcos 9:33-34
223
Hechos 8:14
224
Hechos 15:7

121
César A. Carrión

reputación de ser columnas, nos dieron a Bernabé y a mí la mano derecha en señal


de compañe-rismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles y ellos a los de la
circuncisión.”225
Dada la importancia que había adquirido Pablo, Pedro no pudo alegar
nada sino que tuvo que resignarse a ver disminuir cada vez más su poder. Incluso
Pablo nos relata como llegó a reñir a Pedro por su conducta:
“Mas, cuando vino Cefas a Antioquia, me enfrenté con él cara a cara,
porque era digno de reprensión. Pues antes que llegaran algunos del grupo de
Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquellos llegaron,
se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos.”226
Queda claro que la conducta de Pedro no es la del padre de la iglesia y,
menos aún, la actitud de Pablo es la de un subordinado. Si el lugar que detentaba
Pablo dentro de la iglesia hubiese sido inferior al de Pedro, ¿con que autoridad
Pablo se atreve a reñir a Pedro? Noten también la actitud de Pedro con la llegada
del resto de los apóstoles, se siente temeroso de la opinión que pudieran ellos
tener acerca de su conducta. Esto no es humildad, es simplemente miedo. Si con-
sideraba que no estaba haciendo nada malo, ¿por qué ocultarse y disimular? ¿Por
qué no citarlo a su maestro diciendo “No es lo que entra en la boca lo que
contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al
hombre”?227 Si, por el contrario, opinaba que lo que hacía era incorrecto, ¿por qué
es que, en primera medida, efectuó estas acciones?
Como vimos anteriormente el jefe de la iglesia primitiva era Santiago, al
menos según lo que nos relata Eusebio de Cesarea en su historia eclesiástica, y, si
no era propiamente el jefe de la iglesia, al menos sí tenía un ascendente de
jerarquía sobre el resto de los apóstoles y de la comunidad. De Santiago sabemos
que era el hermano de Jesús porque expresamente lo deja asentado Pablo en su
epístola a los Gálatas:
“Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Santiago el hermano del
Señor.”228
Lo que no nos aclara el texto es cual de los dos Santiagos era el hermano
del Salvador, recuerden que estaba Santiago el Mayor (hijo de Zebedeo) y
Santiago el Menor (hijo de Alfeo). Si tomamos en consideración que es Santiago el
mayor el cual a lo largo de los evangelios era tomado, junto con Juan, el otro hijo
de Zebedeo y Pedro, para presenciar distintas situaciones de carácter reservado, a
modo de ejemplo:
“Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan,
el hermano de Santiago.”229

225
Epístolas a los Gálatas 2:7-9
226
Gálatas 2:11-12
227
Mateo 15:11
228
Epístola a los Gálatas 1:19
229
Marcos 5:37

122
JESÚS

“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los
lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos.” 230
“Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le
preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés: «Dinos cuándo sucederá
eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse.»”231
“Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos:
«Sentaos aquí, mientras yo hago oración». Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan,
y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto
de morir; quedaos aquí y velad.»”232
“y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Céfas y
Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de
comunión a mí y a Bernabé.”233
Podemos concluir, entonces, que este Santiago el Mayor, dado su impor-
tancia en los distintos relatos, era el apóstol conocido como el hermano del Señor.
De hecho, como recordarán, entre los hermanos de Jesús que citan los evangelios
había un Santiago.
“¿No es éste el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José,
Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?”234
Pero si Santiago era hermano de Jesús, ¿Juan de quien era hermano? Juan,
el otro hijo de Zebedeo, no se lo llama en ningún momento hermano de Jesús,
pero sí, en reiteradas ocasiones, se lo denominó hermano de Santiago. Si Juan era
hermano de Santiago y éste a su vez lo era de Jesús, ¿por que no figura en la lista
de los cuatro hermanos que nos dan tanto Marcos como Mateo?
Hay otra contradicción un poco extraña, cuando Mateo relata como, en el
día posterior al Sábado de Pascua, un grupo de mujeres se dirigen a la tumba de
Jesús y da sus nombres, nos dice que:
“Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de
José, y la madre de los hijos de Zebedeo.”235
Noten que, al menos en teoría, no se nombra a la virgen María como una
de las presentes. Pero nombra a una María que era madre de Santiago y José y a
una mujer de nombre desconocido que era la madre de los hijos de Zebedeo. Si
Santiago era uno de los hijos de Zebedeo, entonces ambas mujeres eran, en rea-
lidad, la misma persona. Si leen nuevamente el versículo donde se cita el nombre
de los hermanos de Jesús vemos que la virgen María era madre de un Santiago y
un José. Tenemos que concluir que, si bien Mateo no lo aclara la María que

230
Marcos 9:2
231
Marcos 13:3-4
232
Marcos 14:32-34
233
Gálatas 2:9
234
Marcos 6:3
235
Mateo 27:56

123
César A. Carrión

nombra es la madre de Jesús y que al redactar este versículo su intención era


decir: “Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y José
y madre también de los otros hijos de Zebedeo.”
De éste modo podemos concluir que Jesús, Santiago, Simón, Judas y José,
son hermanos entre ellos y que María tuvo otros hijos con un tal Zebedeo, en
segundas nupcias y que, al ser de distintos padres, no se los consideraba verdade-
ros hermanos.
Incluso Zebedeo no es un nombre, en realidad, proviene de la forma en la
que se escribía el verdadero nombre, que era ZBD (zain-beth-daleth), recordemos
que los judíos no utilizaban las vocales cuando escribían, lo que tornaba
dificultosa la correcta lectura. Este nombre, ZBD, se puede pronunciar como
Zabad y se traduce como don o dotado, o también puede pronunciarse como
Zabdiel, que significa “don de Dios”, otra forma es la de Z'badyãh, es decir
“Jehová ha dado”. También es posible que tampoco fuera su nombre verdadero y
que este era tan solo un apodo con el objetivo de ocultar la real identidad de su
poseedor.
Si desean agregar mayor confusión a este árbol genealógico tenemos que,
en el encabezamiento de la Epístola de Judas, éste se define a sí mismo como
hermano de Santiago.
“Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago, a los que han sido
llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo.”236
Como ya hemos visto, Santiago era hermano de Jesús, si bien esta epístola
se le atribuye a Judas Tadeo, éste era hijo de Santiago 237 y no su hermano, pero sí
existe, entre los hermanos de Jesús y Santiago, un Judas que, como hemos dicho,
fuera posiblemente el hermano gemelo de Jesús.
Me gustaría retornar una vez más sobre la imagen de Pedro y Santiago.
Como ya hemos visto Santiago era conocido como hermano de Jesús y como tal
fue nombrado obispo de la primera iglesia de Jerusalén. Acerca de Pedro, ¿cabe la
posibilidad que también haya sido uno de los hermanos de Jesús? Si bien no
existen pruebas de ello, sí podemos encontrar lo que llamamos pruebas circuns-
tanciales.
Veamos, en una ocasión en la cual Jesús pregunto a sus apóstoles quien
creían ellos que él era, a lo cual Pedro le contesto:
“Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó:
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo:
«Bienaventurado eres Simón Barjonna, porque no te ha revelado esto la carne ni
la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”238

236
Judas 1:1
237
Lucas 6:16
238
Mateo 16:15-17

124
JESÚS

¿A que hace referencia Jesús cuando dice que no fue la carne ni la sangre
lo que le revelo que él fuera el Mesías? Lo mas lógico es pensar que existiera algún
tipo de relación de consanguinidad entre ambos. Eso podría llegar a explicar la
referencia velada que hace a la carne y la sangre.
Otro dato que apunta en la misma dirección es que, como ya dijéramos
anteriormente, Jesús poseía cuatro hermanos, Santiago, José, Judas y un tal Simón.
Este dato visto en forma aislada no prueba absolutamente nada, dado que el
nombre de Simón era muy común en esa época, tanto es así que debían llamarlo
por uno o más apodos para poder distinguirlo de otros con igual nombre. Pero si
a este dato lo unimos con el anterior, la relación de hermandad comienza a
tornarse, aunque sea, posible.
Por ultimo también existe un texto de Flavio Josefo que quizás este
haciendo referencia a Simón Pedro y a Santiago, hermano de Jesús. En su libro
“Antigüedades Judaicas”239 afirma que un tal Simón y su hermano Jacobo
(Santiago) fueron crucificados por pertenecer a un grupo revolucionario zelota y
que, no solo eran hermanos entre si, sino que ambos eran hijos de Judas de
Gamala, perteneciente a la estirpe de David y herederos del derecho a gobernar
Israel. ¿Y quien fue este famoso Judas de Gamala?
Judas bar Ezequías, Judas de Gamala, el Galaunita o, también, el Galileo,
fue un revolucionario judío que comenzó su actividad aproximadamente en el
año 4-5 AC, luego de la muerte de Herodes el Grande, creando el movimiento
zelota. Durante el censo realizado por Cirino comenzó una revuelta de jerarquía,
con un final sangriento.
Cirino, era un importante funcionario romano en los días de Augusto. En
realidad se llamaba Publio Sulpicio Quirinius, que en griego se convirtió en
Kirinios. Cónsul en el año 12 AC, a continuación y hasta el año 7 AC fue
gobernador de Galacia. Estuvo en Armenia en calidad de rector de Gayo César. Se
ocupó de los asuntos militares de Roma en Siria, cargo que también le colocaba al
mando de las legiones de Judea en dos ocasiones diferentes: del 6 al 4 AC y desde
el 6 al 9 DC.
El gobierno romano acostumbraba a realizar un censo cada, aproximada-
mente 14 años, con el fin de calcular los impuestos que se debían recaudar,
cuando Quirinius pretendió realizar por primera vez este censo en Israel fue
amargamente experimentado por parte de los zelotas, como una infracción a la ley
judía, que no permitía que se contaran a las personas como medida de esclaviza-
ción a un poder extraño y pagano.
Judas de Gamala marcho hacia Sepphoris, la capital de Galilea, una ciudad
a pocas millas al norte de Nazareth, la misma en la cual San Juan de Damasceno
refiere que había nacido María, la madre de Jesús. 240 Allí se enfrento con las tropas
de Publio Quintilio Varo, general romano y legado propraetore de Roma en Siria,
239
Libro XX, v-2
240
Homilía sobre la natividad de la bienaventurada Virgen María, Patrologia, XCVI, col.
664-667

125
César A. Carrión

siendo derrotado por este. Varo decidió crucificar a 2000 de estos zelotas y el resto
de la población de Sepphoris fue trasladada y convertida en esclavos de Cesar.
Pero, si bien la revolución finalizo de una manera tan sangrienta y con su
líder también muerto, el espíritu que le dio inicio continuó, como también con-
tinuó el movimiento zelota.
De hecho, cuando Flavio Josefo nos relata como sus hijos, Simón y Jacobo,
fueron crucificados por haber encabezado una nueva rebelión contra el poder
romano, sitúa el acontecimiento en el año 47 de nuestra era. En ese año Pilatos
había dejado de ser el procurador de Judea y había sido reemplazado por Tiberio
Alejandro, “fue bajo éste último procurador cuando sufrió Judea la enorme
carestía de víveres que hizo que la reina Elena (reina de Abdiadena) comprara
trigo a Egipto a elevado precio para distribuirlo a los indigentes, tal como lo he
dicho antes. Fue también en aquel momento cuando apresaron a los hijos de Judas
de Galilea, quien había incitado al pueblo a revelarse contra los romanos cuando
Quirino procedía al censo de Judea, como hemos contado precedentemente. Esos
dos eran Jacobo (es decir Santiago), y Simón. Alejandro ordenó crucificarlos...”241
Como dijera anteriormente, ambos hijos de Judas Gamala fueron crucifica-
dos aproximadamente en el año 47 DC. Este Santiago, al que hace referencia
Josefo, puede ser o no el que conocemos como hermano de Jesús. En otra parte de
sus “Antigüedades”, Flavio Josefo nos refiere, con todas las letras, como muere el
hermanos de Jesús. “Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al
Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor,
Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a San-
tiago, hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, y a algunos otros. Los acusó de
haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.” 242 Este hecho
ocurrió alrededor del año 62, unos pocos años antes del la destrucción de
Jerusalén.
Pero si el que murió en el año 62 era el Jacobo hermano de Jesús, ¿quien
era entonces el que murió en el año 47?
Desgraciadamente los evangelios no explican claramente, si Santiago el
Mayor o Santiago el Menor, era el hermano de Jesús. Solo nos dicen, en el
transcurso de los “Hechos de los Apóstoles”, que Santiago, el hermano del
Salvador, era el que dirigía la primera iglesia, sin aclarar si este era el Santiago hijo
de Alfeo o el Santiago hijo de Zebedeo. Obviamente, con que objetivo lo iban a
aclarar si, en definitiva, no era hijo de ninguno de los dos, en teoría era hijo
también de José, es por ello que se lo llamaba su hermano, dado que si hubiera
sido hijo de una misma madre, pero de distinto padre, difícilmente lo hubieran
reconocido como su hermano. Entonces al desconocer cual de los dos Santiagos
fue el que murió apedreado en el templo, no podemos determinar si fue o no el
hermano de Jesús. Pero hay dos cosas que resultan llamativas, la primera es que la
única referencia que hace Flavio Josefo acerca de la existencia misma de Jesús es la
241
Antigüedades Judaicas, Libro XX, v-2
242
Antigüedades Judaicas XX.9.1

126
JESÚS

que acabo de dar. Josefo ignora siquiera que Jesús hubiera nacido y menos aun
que lo hayan crucificado. Es algo completamente extraño que no lo nombre en
ninguna parte de su detallada historia y que la única ocasión en la que hace
referencia hacia él es para aclarar el único punto que no nos es posible determinar
por la simple lectura de los evangelios. Podríamos considerar este relato casi como
si fuera una intrapolación que alguien hubiera introducido luego con el objetivo
de aclarar que el hermano de Jesús murió por ser bueno y de forma injusta. El
segundo punto notable es que Lucas, en “Los Hechos de los Apóstoles”, una vez
muerto Santiago el Mayor, no llama al otro Santiago como el “Hermano del
Salvador”, sino simplemente Santiago. Acerca de Santiago el Mayor, se desconoce
exactamente como murió, dado que se piensa que fue asesinado por Herodes
Agripa, en el año 44 DC, presumiblemente descuartizado. Pero si esto es así, toda
la historia de su campaña de evangelización en España es falsa, así como el
famoso camino de Santiago. A menos, claro, que lo hubiera realizado después de
muerto. Porque su tumba es la que se encuentra en España, en la basílica de
Santiago de Compostela. Si el primero de los dos Santiagos murió en manos de
Herodes descuartizado y el segundo lapidado en mano de los judíos aproximada-
mente en el año 62, ¿quién esta enterrado en la basílica española?
Entonces tenemos que Josefo relata la muerte de solamente dos Santiagos
con posterioridad al fallecimiento de Jesús y antes de la destrucción de Jerusalén.
El primero es muerto en la cruz junto con un tal Simón, por ser un revolucionario
zelota, hijo de otro revolucionario, Judas Gamala. El segundo, apodado el Justo,
en un juicio irregular realizado por Ananías, hijo del otro famoso Ananías, reu-
niendo a solo una parte del Sanedrín, ordena su muerte y este, mientras lo están
lapidando, le pide a Dios que les perdone sus pecados a quienes lo estaban eje-
cutando. Obviamente este Santiago debía ser el hermano de Jesús. El hecho que
siglos mas tarde, unas manos anónimas, hayan agregado al texto que este
Santiago era el hermano del llamado Cristo, era solo una aclaración para hacer
más fácil la interpretación del relato y no caer en ninguna falsa conclusión. No
vaya a ser que se confundiera al otro Santiago, un simple delincuente, como
hermano del Salvador.
Ahora bien, si el primer Santiago que nombra no era un discípulo de Jesús,
entonces Josefo olvido describir en su historia la muerte de Santiago el Mayor. Si
también fue asesinado en una ejecución sumaria e irregular, ¿por que describir el
fallecimiento de uno y del otro no?
Noten otro hecho, según los “Hechos de los Apóstoles”, Santiago fue
capturado y asesinado por Herodes, y seguidamente arrestó a Simón Pedro con la
misma intención, pero este último se le escapó antes que lo pudiera ejecutar.
“Por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la Iglesia para
maltratarlos. Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan. Al ver que
esto les gustaba a los judíos, llegó también a prender a Pedro. Eran los días de los
Ázimos. Le apresó, pues, le encarceló y le confió a cuatro escuadras de cuatro
soldados para que le custodiasen, con la intención de presentarle delante del

127
César A. Carrión

pueblo después de la Pascua.”243 Durante la noche se le apareció un ángel que hizo


dormir a los guardias y le abrió las puertas para que pudiera escapar. Una vez
afuera “consciente de su situación, marchó a casa de María, madre de Juan, por
sobrenombre Marcos, donde se hallaban muchos reunidos en oración.” 244 Una vez
que pudo encontrarse con los otros discípulos “el les hizo señas con la mano para
que callasen y les contó cómo el Señor le había sacado de la prisión. Y añadió:
«Comunicad esto a Santiago y a los hermanos.» Salió y marchó a otro lugar.” 245
¡Así de simple! Sin mayores aclaraciones Simón Pedro, la cabeza de la iglesia, el
poseedor de las llaves del paraíso, sale de escena y no se lo vuelve a nombrar. Se
desconoce que fue de él, algunos piensan que marchó a Roma y murió en la cruz
cabeza abajo por un pedido expreso suyo porque no se conside-raba digno de
tener la misma muerte que el hijo de Dios. ¿No es llamativo que un personaje tan
importante no mereciera ni siquiera una línea acerca de que fue de su vida o de
como murió?
Los hechos son estos, de Santiago el Mayor se desconoce a ciencia cierta
cual fue su muerte, como se produjo y en que año. Presuntamente fue atrapado
por Herodes pocos días antes que Pedro, pero aparentemente Dios no considero
importante rescatarlo. Simón Pedro, fue capturado, se fugo y se desconoce su
paradero. Dos de los tres pilares de la iglesia primitiva desaparecen de los
evangelios y hasta hoy nadie sabe como. Recordemos que los tres pilares eran
Santiago, Pedro y Juan.
Por otro lado, Josefo nos relata como un Santiago y un Simón son
capturados y ejecutados en forma simultanea por ser zelotas. Ambos eran hijos de
Judas Gamala, un hombre de la estirpe de David, heredero del trono. ¿No es
demasiada casualidad que dos personajes de la estirpe de David sean sentencia-
dos a muerte en la historia oficial y en la misma época y con los mismos nombres
otros dos personajes de ascendencia davídica desaparezcan de la Biblia sin dejar
rastros?
Hago referencia a que ambos eran de estirpe davídica por el hecho que
este Santiago y no el otro, el que puede considerarse hermano de Jesús, el
primogénito de la familia davidiana y que Simón Pedro pudo haber sido también
hermano de Jesús por los argumentos que expusiera anteriormente.
Pero, si los Santiago y Simón que nombra Josefo son los mismos Santiago
y Simón de los hechos de los apóstoles, entonces el padre de Jesús no fue real-
mente José, sino Judas de Gamala, el revolucionario galileo.
Si lo que planteo es cierto, esta hipótesis podría explicar el hecho de que
existan dos árboles genealógicos de Jesús tan diferentes entre sí. Presuntamente
fueron escritos de este modo porque uno o ambos son completamente falsos, fruto
de la imaginación, ancestros inexistentes con el único fin de probar la pertenencia
de Jesús a la estirpe de David, pero evitando hacer referencia a un padre
243
Hechos 12:1-4
244
Hechos 12:12
245
Hechos 12:17

128
JESÚS

sentenciado a muerte por haber sido un simple delincuente, o al menos era


considerado de este modo desde el punto de vista romano. También explicaría el
hecho que José, el supuesto padre de Jesús, desapareciera de los evangelios sin
que se hiciera la más mínima referencia a su muerte.
Los datos biográficos que poseemos de Judas de Gamala lo sitúan
continua-mente próximo a Jesús. Ambos son galileos, Judas se apodera de la
ciudad de Séforis en el transcurso de la revolución del censo. Esta ciudad era la
ciudad natal de María y también fue el lugar donde ella se dirigió con Juan luego
de la muerte de Jesús, aunque finalmente su muerte se produjo en Éfeso. La
ciudad de Séforis esta ubicada muy próxima a la actual ciudad de Nazaret. Digo
“actual” porque algunos autores niegan la existencia misma de esta ciudad en la
época en la que Jesús nació, y opinan que esta surge posteriormente ante la
demanda de los peregrinos por conocer el lugar de donde surgió el Mesías. Y, por
ultimo, ambos eran descendientes de David. ¿No es llamativo, también, que
existieran tantos herederos al trono de David en un lugar tan pequeño y poco
poblado?
Una cosa más acerca de este parentesco. Si Judas, alias Tomás, y Jesús eran
hermanos gemelos, y al mismo tiempo consideramos que ambos son hijos de
Judas Gamala, entonces debemos prestar especial atención al hecho que uno de
los dos gemelos posee el nombre de su padre, es decir, Judas. Si por el contrario,
ambos gemelos son hijos del tan mentado José, tal como sucede en el caso
anterior, uno de los dos hijos poseería el nombre de su padre. Recordemos que el
nombre de Jesús no es de origen hebreo sino que es la forma griega de Yoshua o
Yoshué, como lo es también el nombre José, aunque este último está escrito en su
forma española. Considero que es importante destacar esta coincidencia como una
forma más de demostrar la relación filial de paternidad entre Judas y Jesús. Quien
haya sido el que decidió llamar José al padre del Salvador, resolvió llamarlo de
este modo para mantener esta misma relación entre los nombres de los hijos y del
padre. Así alejarían al movimiento cristiano de las eternas sospechas de sedición,
al dejar de asociar su nombre con el del revolucionario judío.
Entonces, si Jesús era hijo de Judas Gamala, junto con Santiago, Simón,
José y Judas, ¿de quien era hijo Juan, hermano de Santiago?
Es posible que Santiago no fuera realmente hermano de Juan. En la Israel
de la época existía algo que se llamaba matrimonio levirático o levirato. ¿Y que
cosa era esto?
La palabra levirato proviene del latín “lege vir” que significa “hermano
del marido” y hace referencia a la costumbre que existía entre los hebreos de que
la viuda se casase con el hermano del marido y que el primer hijo sea tomado
como hijo del difunto, con el objetivo de que el nombre del muerto no se extin-
guiera.
“Si unos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la
mujer del difunto no se casará fuera con un hombre de familia extraña. Su cuñado
se llegará a ella, ejercerá su levirato tomándola por esposa, y el primogénito que

129
César A. Carrión

ella dé a luz llevará el nombre de su hermano difunto; así su nombre no se borrará


de Israel. Pero si el cuñado se niega a tomarla por mujer, subirá ella a la puerta
donde los ancianos y dirá: «Mi cuñado se niega a perpetuar el nombre de su
hermano en Israel, no quiere ejercer conmigo su levirato». Los ancianos de su
ciudad llamarán a ese hombre y le hablarán. Cuando al comparecer diga: «No
quiero tomarla», su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará
su sandalia del pie, le escupirá a la cara y pronunciará estas palabras: «Así se hace
con el hombre que no edifica la casa de su hermano»; y se le dará en Israel el
nombre de «Casa del descalzado».”246
Dado que ambos eran conocidos como los hijos de Zebedeo, es posible que
este fuera el primer esposo de María, que Zebedeo muriera sin haber dejado des-
cendencia y que considerasen a Juan, al ser el primer hijo que tuviera con Judas
Gamala, como hijo del difunto y al resto como hijos del segundo marido. Esto
explicaría el por que Juan se lo conociese como hermano de Santiago, a Santiago
como hermano de Jesús, pero Jesús no fuera considerado hermano de Juan, y que
a Juan tampoco se lo incluyera dentro de la lista de los hermanos que éste poseía.
Otra explicación es que este Zebedeo fuera un segundo esposo de María, y
Juan fuera el hijo de este segundo marido, Juan sería hijo de María, pero al poseer
distintos padres no se lo consideraba hermano de Jesús en realidad.
Una tercera explicación es que, tal vez, Judas Gamala poseía dos esposas,
algo completamente normal para la época, que Jesús fuera su primogénito junto
con Judas, su hermanos gemelo y ambos hijos de María. Que la otra esposa fuera
la madre de los otros hijos de Judas y hermanos de Jesús, Santiago, Simón y José,
y que luego de la muerte de éste, la segunda esposa se casase con Zebedeo y
tuviera otro hijo, Juan. Esto lo transformaría en medio hermano de Santiago, por
ser hijo de la misma madre, a Santiago medio hermano de Jesús, por ser hijo del
mismo padre pero de distinta madre, pero Jesús y Juan no serían nada entre si al
poseer distinta madre y distinto padre. Esta ultima hipótesis también podría
explicar la palabras de Jesús en la cruz “Jesús, viendo a su madre y junto a ella al
discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice
al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió
en su casa.”247
Las tres explicaciones son posibles, cada uno debe elegir la que más le
satisfaga, la que su propia fe le diga que es cierta.

246
Deuteronomio 25:5-10
247
Juan 19:26-27

130
JESÚS

CAPÍTULO VIII

La Sagrada Familia II

A esta altura del relato poseemos una visión más o menos clara acerca de
como estaría compuesto el grupo familiar directo de Jesús, quienes habrían sido
sus hermanos, sus medio hermanos, sus hermanas, que su padre pudo haber sido
Judas de Gamala y hasta que, quizás, su padrastro se llamase Zebedeo. Lo que
aún no hemos tratado es como se llevaba Jesús con esta familia.
En más de una ocasión, cuando Jesús hace referencia a su madre y her-
manos, lo hace de un modo despreciativo, cargado de rencor, incluso en la
relación con su madre no hay un buen trato. Más de una vez la trata de “mujer”
en forma peyorativa, jamás la llama madre, ni la trata con respeto y ni siquiera en
la cruz manifiesta una señal de afecto.
Veamos un par de versículos a modo de ejemplo:
“Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de
entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»
Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guarda.»”248
La respuesta dada por Jesús a la mujer no solo muestra que no considera a
su madre como una persona afortunada tan solo por el hecho de haberlo parido,
ni que su madre, por el simple hecho de serlo, mereciera algún reconocimiento,
sino que, muy por el contrario, le retira cualquier tipo de crédito acerca de la
248
Lucas 11:27-28

131
César A. Carrión

acción realizada, ya que es un hecho casual el que él hubiera nacido en su seno, el


reconocimiento se gana a través de las acciones realizadas por convicción y no
fruto de la casualidad. La respuesta de Jesús muestra también que, al menos al
momento en que esta mujer dijera esta frase, María no se contaba entre sus
seguidores. Es más, este reproche, el de no ser una seguidora suya, se lo recrimina
personalmente a ella y a sus otros hermanos.
“Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que
desean hablarte.» Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y
quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo:
«Estos son mi madre y mis hermanos.»”249
Vemos que, a pesar de la concepción milagrosa, de los portentos que se
sucedieron luego de su nacimiento, de los milagros que debe haber presenciado,
María no cree que Jesús fuera, verdaderamente, el Mesías y que esté estuviera
destinado, algún día, a reinar sobre Israel. Hemos podido ver en los primeros
capítulos como María sufría de severos trastornos en la memoria ya que rápida-
mente olvidaba los portentos por ella presenciados y reiteradamente se pregunta-
ba por que le pasaban a ella esas cosas, y todo a pesar de que se le había aparecido
un ángel, que concibió siendo virgen, que una estrella se posó en el lugar donde
había parido, que un grupo de magos se habían presentado ante ella con
múltiples presentes, etc. Afortunadamente, una vez muerto Jesús recuperó la
memoria y pudo relatarle estos hechos a los apóstoles como para que ellos
pudieran escribirlos mas tarde. Es llamativo como es que a ella le ocurrió a la
inversa de lo que le acontece al resto de los mortales, ya que, a la gran mayoría de
las personas, lo que les sucede es que son capaces de recordar los hechos al poco
tiempo de ocurridos con bastantes detalles y suelen olvidarlos a medida que pasa
el tiempo. María, muy por el contrario, olvida inmediatamente todo lo que le
acontece, pero, por suerte, pudo recordar todo con lujo de detalles cuando ya era
vieja y estaba próxima a su muerte, no creo que tuviera nada que ver el hecho
que, en esa época, ya se podían encontrar personas con tendencia a divinizar la
imagen de su hijo y que, por ello, decidiera inventar toda la historia.
Mientras Jesús estaba vivo, María no se planteo en ningún momento dejar
todo y seguir a su hijo. Me pregunto muchas veces, que es lo que sentiría Jesús,
teniendo esto en cuenta, verdaderamente por su madre. Dejemos de lado la visión
edulcorada que hay en la actualidad acerca de María, que es llevada su imagen
casi al nivel de una divinidad, a la que se le rinde culto por el solo hecho de haber
sido la “virginal” madre del Cristo. Evaluemos los textos fríamente, y, después de
leer en la Biblia los hechos tal cual como se nos relata y no como nos hubiese
gustado que acontecieran, podremos ver como era el trato que tenían entre sí real-
mente, veremos que María no se une al grupo de discípulos sino hasta casi el final
de la vida pública de Jesús y que la frialdad en el trato reinaba en cada uno de los
encuentros. Luego de ello recién vamos a poder darnos una idea de que era lo que
sentía efectivamente hacia su madre. Ni siquiera estando en la cruz, durante el

249
Mateo 12:47-49

132
JESÚS

martirio, tiene hacia María una palabra afectuosa, tierna o, aunque más no sea,
una mínima frase de aliento.
“Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a
su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu
madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.”250
Es tan extraña la frialdad en sus palabras a todo lo largo de los evangelios
con respecto a María, y fue tan temprano el culto mariano, que estas palabras
forzosamente deben haber sido reales, dado que si hubieran sido puras fantasías,
con el grado de idolatría que, desde un principio, ésta poseía, las palabras que se
le hubieran atribuido a Jesús habrían sido completamente diferentes, mucho más
tiernas y afectuosas.
Recordemos también que Jesús no solo se había distanciado afectivamente
de su madre, sino que, además, estaba distanciado de sus otros hermanos. ¿Que
acontecimientos pudieron haberlo motivado como para que se alejase de sus
hermanos y como para tratar tan fríamente a su madre?
Aunque no lo hayamos notado, los mismos evangelios nos lo explican,
incluso nos relatan los hechos que alejaron cada vez mas a Jesucristo de su familia,
claro que lo hacen de tal modo que, cuando los leemos, nuestras mentes no notan
nada en particular. Son oraciones aisladas que nuestro pensamiento pasa por alto
y no las registra en la conciencia, pero que ahí están. Cuando nos detenemos un
minuto para analizarlas específicamente, comenzamos a preguntarnos ¿como es
posible que éstas palabras estuviesen siempre allí y nunca las hubiéramos leído, al
menos no como corresponde?
Veamos, al principio de su carrera mesiánica Jesús no había tenido gran
repercusión en su lugar de nacimiento, de hecho, al querer predicar o realizar
milagros en su pueblo natal, fue rechazado como un falso profeta, como alguien
que pretendía engañar a las demás personas fingiendo ser algo que en realidad no
era.
“Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que
decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos
Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros?
Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»
Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en
su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa
de su falta de fe.”251
Incluso, según Lucas, cuando refiere esta misma anécdota describe como
hasta tuvieron intención de matarlo por el nivel de egocentrismo que poseían sus
palabras, al menos desde el punto de vista de los judíos que presenciaron la
lectura.
250
Juan 19:26-27
251
Mateo 13:54-58

133
César A. Carrión

“Fue a Nazaret, donde se había criado, y conforme a su costumbre, el día


sábado entró en la sinagoga, y se levantó para leer. Se le entregó el rollo del
profeta Isaías; y cuando abrió el rollo, encontró el lugar donde estaba escrito: El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas
nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y
vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para proclamar el año
agradable del Señor.
Después de enrollar el libro y devolverlo al ayudante, se sentó. Y los
ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: -Hoy
se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos. Todos daban testimonio de él
y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían:
-¿No es éste el hijo de José?
Entonces él les dijo: -Sin duda, me diréis este refrán: "Médico, sánate a ti
mismo. Hemos oído que sucedieron tantas cosas en Capernaúm; haz lo mismo
también aquí en tu tierra". Y añadió “De cierto os digo, que ningún profeta es
aceptado en su tierra. (...) Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de
ira, y se levantaron y le echaron fuera de la ciudad. Luego le llevaron hasta un
precipicio del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle.
Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.”252
Como vemos, el hecho que dijera que las escrituras se habían cumplido en
ese momento ante sus ojos, y que agregara que poseía la capacidad de otorgarle la
vista a los ciegos, de liberar a los cautivos y a los oprimidos, no fue aceptado
fácilmente por sus conciudadanos.
Imagínense la situación, una persona, a la cual sus vecinos conocían por
no poseer ninguna característica sobresaliente, completamente normal hasta ese
momento, de pronto se levantase en medio de la sinagoga y dijera que las
profecías, que le había proporcionado Isaías al pueblo judío, hacían referencia a sí
mismo, a Jesús. Si éste hubiera dado alguna señal en el transcurso de su vida de
que pose-yese alguna característica especial que justificara tal pretensión, la
reacción de los presentes habría sido diferente. Pero no, nada en el transcurso de
su vida los había hecho pensar que, al menos hasta ese momento, Jesús fuera
alguien diferente a una persona normal, simple y sencilla, es por ello la tamaña
reacción de los presentes. Por el contrario, si hubiese realizado los milagros que le
atribuían en los evangelios apócrifos, o hubiese poseído la inteligencia y erudición
que le otorgaban los canónicos desde temprana edad, entonces la actitud tomada
por los judíos presentes habría podido ser interpretada como completamente
ilógica y despro-porcionada.
Visto desde nuestro punto de vista actual, fuera lo que fuese que hubiera
dicho Jesús, el intento de asesinarlo, tan solo por unas simples palabras, nos
parece una reacción completamente exagerada, pero no lo era desde el punto de
vista de un judío creyente e, incluso, fanático. Es más, las leyes mosaicas preveían
situaciones de este tipo y también el castigo en caso de producirse:

252
Lucas 4:16-30

134
JESÚS

“Pero si un profeta tiene la presunción de decir en mi nombre una palabra


que yo no he mandado decir, y habla en nombre de otros dioses, ese profeta
morirá. Acaso vas a decir en tu corazón: «¿Cómo sabremos que esta palabra no la
ha dicho Yahvé?» Si ese profeta habla en nombre de Yahvé, y lo que dice queda
sin efecto y no se cumple, es que Yahvé no ha dicho tal palabra; el profeta lo ha
dicho por presunción; no le tengas miedo.”253
Para los que asistieron a la sinagoga y hubieron escuchado las palabras
que pronunció ese día, era sencillo decidirse por una sentencia de tipo sumaria,
Jesús estaba presumiendo de hablar en nombre de Dios y este hecho merecía la
pena de muerte automática. No se estaba infringiendo ninguna ley con esta eje-
cución, estaban en su derecho ya que, al ser toda la sinagoga testigo de la decla-
ración, no había necesidad de ningún trámite más.
“No se podrá ejecutar al reo de muerte más que por declaración de dos o
tres testigos; no se le hará morir por declaración de un solo testigo.” 254 Toda una
sinagoga era más que suficiente para legalizar la ejecución. Afortunadamente,
para Jesús, este pudo escapar y marcharse del pueblo.
Cualquiera, en su lugar, no hubiera regresado jamás al sitio en el cual lo
habían querido matar por, tan solo, decir que poseía poderes otorgados por Dios
mismo en persona. Pero él era una persona diferente al resto. Con el tiempo re-
gresó a su pueblo natal, pero esta vez lleno de gloria, porque su fama lo precedió
y un importante grupo de personas lo rodearon, a él y a sus discípulos, para
aclamarlo y pedirle que realizara milagros y sanaciones. Era tan grande la muche-
dumbre que se vieron obligados a refugiarse en una casa, la cual fue rodeada por
el gentío y no les permitía siquiera comer. No era que los pobladores fuesen un
grupo de ciclotímicos, que primero querían ejecutarlo por haber osado decir que
era un profeta y ahora lo aclamaban por afirmar exactamente lo mismo. Lo que
sucede es que primero creían que sus palabras eran falsas y, por lo tanto, se
trataba de un falso profeta, en cambio ahora estaban seguros de que las profecías
se estaban cumpliendo en su persona y por ello lo aclamaban. Por suerte llegaron
sus parientes para aclarar las cosas. Ellos explicaron a la multitud que, en
realidad, Jesús estaba loco y por ello decía las cosas que decía.
“Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no
podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues
decían: «Está fuera de sí.»”255
La palabra que está escrita en la Biblia en su versión griega y es traducida
como “fuera de si” es έξίστημι o exis'tēmi, proviene de los vocablos έκ o ex que
denota origen, de donde procede el movimiento o acción, de, fuera y de ίστημι o
ístemi cuyo significado es estar ya sea transitiva o intransitivamente, la palabra
completa se puede traducir como sacar a alguien o estar fuera de si, es decir,

253
Deuteronomio 18:20-22
254
Deuteronomio 17:6
255
Marcos 3:20-21

135
César A. Carrión

aturdido, atontado, insano o, incluso, demente. Literalmente, sus familiares, lo


trataron de loco ante la multitud.
Imagino que esto no le habrá caído muy bien a Jesús. Una vez que había
logrado alcanzar algo de repercusión en su pueblo natal, un hecho terriblemente
difícil, sus familiares lo arruinan todo haciéndolo quedar como un simple loco que
decía incoherencias y al cual no había que prestarle atención.
Si hasta ese momento él conservaba cierto respeto hacia su familia y,
quizás, los visitaba periódicamente, a partir de allí la relación se rompió
definitiva-mente. Continuó comunicándose solamente con aquellos familiares
quienes tam-bién se habían convertido en sus seguidores y los que no estuvieran
dispuestos a serlo ni siquiera los recibiría ya más.
“Entonces llegaron su madre y sus hermanos, se quedaron afuera y lo
mandaron a llamar. Como era mucha la gente sentada en torno a Jesús, le tras-
mitieron este recado: Oye, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están afuera y
preguntan por ti. Él les contestó: ¿Quién es mi madre y quienes son mis
hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados en torno a él, dijo: Aquí están mi
madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre.”256
Imagino que el hecho que más molestaba a sus hermanos no era que
pretendiera ser un profeta o que reclamase ser el Mesías esperado, sino que no se
dirigiera a la capital para reclamar su trono. Ya que era descendiente de David y
proclamaba por toda Galilea, solapadamente, que él era el Mesías, que realizaba
milagros, sanaciones y que tenía también visiones acerca del futuro, que pusiese
manos a la obra y fuera a Jerusalén a reclamar lo que era suyo y no que se quedase
oculto en Galilea, continuamente escapando de las fuerzas de ocupación romanas,
cosa que no era propia de un rey, líder de una revolución.
“Y le dijeron sus hermanos: «Sal de aquí y vete a Judea, para que también
tus discípulos vean las obras que haces, pues nadie actúa en secreto cuando quiere
ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo.» Es que ni siquiera sus
hermanos creían en él.”257
Como verán, los evangelios son claros, le recriminan que no hiciera nada,
se limitase a decir “soy el profetizado en las escrituras, soy el que esperan”, pero
cuando llegaban los romanos huía o se escondía, censuraba a los que lo recono-
cían cuando él pretendía ocultarse y hacia cualquier cosa menos enfrentarse a las
fuerzas de ocupación.
Para ejemplificar lo que les dijera anteriormente, en una ocasión Jesús es-
capa hacia Fenicia, a las ciudades de Tiro y Sidón, Mateo no nos refiere el motivo
pero claramente se estaba ocultando, sino juzguen por ustedes mismos.

256
Marcos 3:31-35
257
Juan 7:3-5

136
JESÚS

“Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto,


una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten
piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.» Pero
él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo,
que viene gritando detrás de nosotros.»”258
Si había viajado hasta Fenicia para realizar milagros, sanaciones y evan-
gelizar, por que le respondió a la sufrida madre “«No he sido enviado más que a
las ovejas perdidas de la casa de Israel.» Ella, no obstante, vino a postrarse ante él
y le dijo: «¡Señor, socórreme!» El respondió: «No está bien tomar el pan de los
hijos y echárselo a los perros.»” 259 ¿Esa es la forma de dar consuelo al necesitado?
Y si no se estaban ocultando, ¿cual era la preocupación que tenían los discípulos
acerca de que la mujer gritara tras ellos pidiendo un milagro? Hay que reconocer
que su actitud es bastante extraña, ¿no era suficiente prueba de fe el hecho que lo
siguiera dando gritos, llamándolo hijo de David y pidiéndole que realizara un
milagro? Una persona que no hubiera tenido fe, ¿habría realizado tremendo des-
pliegue para terminar discutiendo si era merecedora o no del milagro por no
pertenecer a la raza judía? Obviamente que si la hija estaba tan malamente ende-
moniada, no acompañaba a su madre mientras ésta perseguía a Jesús a los gritos.
Una prueba más de fe fue el hecho que ella aceptara que su hija se hubiera curado
y que hubiese regresado a su casa con la seguridad de que el milagro se había
cumplido. Espero que la sanación haya sido cierta, sino ¿se imaginan la sorpresa
al regresar a su hogar y ver que su hija estaba tan mal como siempre?
Como dijera anteriormente, si había viajado a Fenicia para realizar sana-
ciones y milagros, ¿por que negárselo al que se lo solicitara? Y si, por el contrario,
no era su intención realizar ningún tipo de actividad, ¿para que viajar a Fenicia
sino para ocultarse de los que lo buscaban en Galilea? Cuando Jesús, en más de
una ocasión, refiere que su tiempo no había llegado, era totalmente cierto, ya que
en ninguna revolución se puede, de buenas a primeras, comenzar a pelear sin
ningún tipo de estrategia o aparato militar que lo apoye. Al igual de lo que sucede
en el juego de ajedrez, primero se deben disponer las piezas, planear las manio-
bras y por último recién atacar. En ese momento Jesús estaba desarrollando su
estrategia, tratando de conseguir apoyo entre los judíos, que lo escuchaban y, una
vez que tuviera el apoyo necesario, comenzar el ataque al poder central.
En el Israel de entonces existían dos grandes grupos que poseían dife-
rentes maneras de ver las acciones que debía ejecutar el Mesías para poder ser
definido como tal. Una era la de que el Cristo, el Ungido, debía tomar las armas y
levantarse contra la fuerza de ocupación y desplazar así, a sangre y fuego, a los
romanos y a todos aquellos que quisieran oponerse al poder de Israel, daban por
sentada la victoria ya que ellos eran el pueblo elegido. Esa actitud tomo la
revolución de Eleazar, descripta en el libro de “La guerra a los judíos” de Flavio
Josefo, que termino en un desastre tal que miles de judíos murieron, muchos
fueron llevados como esclavos y la ciudad termino arrasada, destruida hasta los
258
Mateo 15:21-23
259
Mateo 15:24-26

137
César A. Carrión

cimientos, tan solo quedó en pie una parte de la pared exterior del templo, cono-
cida actualmente como “el muro de los lamentos”.
La otra postura, no era que fuese mas pacifista, también buscaba que el
Mesías iniciase una gesta heroica para transformar a Israel en una superpotencia
que gobernara el mundo entero, lo que los diferenciaba era que este segundo
grupo pretendía que, en primer lugar, todos los judíos debían abandonar sus
costumbres helenísticas y elevarse espiritualmente hasta un nivel de santidad tal
que ni siquiera se verían obligados a pelear, Dios mismo acudiría en su ayuda
para que los gentiles se convirtieran espontáneamente al judaísmo o, en caso
contrario, murieran por la espada de fuego que los ángeles del Señor les enviaría
en su defensa.
Dicho de este modo suena casi cómico, pero era una creencia que, en ese
contexto histórico, se consideraba real, como prueba de la realidad de este pensa-
miento poseían las escrituras, donde se narraban diversos relatos en los cuales
Dios había acudido en su ayuda, veamos un ejemplo en el cual podamos leer
como Jehová envió a sus ángeles para que colaborasen en el combate.
“En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron
y clamaron al cielo. Y Yahvé envió un ángel que exterminó a todos los guerreros
esforzados de su ejército, a los príncipes y a los jefes que había en el campamento
del rey de Asiria; el cual volvió a su tierra cubierta la cara de vergüenza, y al
entrar en la casa de su dios, allí mismo, los hijos de sus propias entrañas le
hicieron caer a espada. Así salvó Yahvé a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén
de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de la mano de todos sus enemigos, y
les dio paz por todos lados.”260
Se podrá alegar que lo que debe haber sucedido era que una epidemia
desbastó al ejército invasor, pero esa sería una explicación racionalista, los judíos
del primer siglo creían a pies juntillas que lo que relataban las escrituras era real
en un ciento por ciento.
Con este pensamiento respaldándolo, Juan el Bautista clamaba en el
desierto “Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas” 261 y bautizaba a los
que se arrepentían de sus pecados. Jesús durante su ministerio hacia otro tanto,
proclamaba continuamente que se debían arrepentir de sus pecados y a los
conversos les indicaba “Ve y no peques más”. Claramente, a esta segunda postura
era a la cual se adscribía Jesús, pero no nos confundamos, los gobiernos
teocráticos no son mejores que los laicos, a estos los rige el fanatismo, y si no
recordemos cuando, durante la época medieval, en donde el cristianismo estaba
asociado a todos los gobiernos europeos, se perseguía y mataba a los judíos por el
solo hecho de serlo, se realizaron las cruzadas para matar a todos los musulmanes
posibles, incluso al apóstol Santiago lo apodaron “Matamoros” porque, supuesta-
mente, se había aparecido en la guerra por la reconquista del territorio español en
manos moras, apoyando a los católicos españoles. Cuando las religiones
260
2 Crónicas 32:20-22
261
Marcos 1:3

138
JESÚS

gobiernan predomina la intolerancia, ya sea en el Israel del primer siglo, en la


Europa medieval, o en los países musulmanes de la actualidad.
Jesús luchaba por instalar un reino teocrático, pero eso no es sinónimo de
mas justo, tolerante o pacífico, solo significa lo que representa su propio nombre
“un gobierno de teólogos y religiosos”.
Para poder decidir si lo que buscaba Jesús era un mundo de amor y tole-
rancia o, por el contrario, establecer un reino con un gobierno de tipo teocrático,
en donde las leyes que se utilizasen fueran las que estuvieran escritas en la Torah,
tal como en los pueblos musulmanes se emplea el Corán, y al que no las respetase,
ya sea por convicción o por sumisión, lo esperaba la pena de muerte, es que fue
escrito el próximo capitulo.

139
César A. Carrión

140
JESÚS

CAPÍTULO IX

El Mensaje

El objetivo de este libro no es el de realizar una exégesis acerca del


mensaje religioso de Jesús. No puedo pretender dilucidar la palabra que, según
los evangelios, nos quiso transmitir, ni pretender que aquellas explicaciones que
no se condicen con las mías sean falsas o estén equivocadas.
Todas las posibles interpretaciones acerca de sus enseñanzas religiosas son
muy particulares, lo que ellas nos transmiten a cada uno de nosotros es muy
personal y se basa en las experiencias de vida de cada lector. Por el contrario, sus
enseñanzas filosóficas, pueden ser siempre discutibles, como toda postura o
escuela filosófica a la cual uno puede adscribir o no. Personalmente las considero
excelentes en su contenido, y que transmiten un ideal de conducta que todos,
creyentes o no, deberían aspirar a conseguir, pero, como todo ideal filosófico, es
utópico e im-posible de alcanzar. La perfección es deseable pero al mismo tiempo
inaccesible. Como el horizonte que cuando uno se acerca un paso, él se aleja de
nosotros en la misma proporción, aunque no lo podamos alcanzar, nos sirve para
seguir cami-nando.
Jesús mismo debe haberse dado cuenta de esto cuando sus seguidores
comenzaron a abandonarlo. Y no hago referencia a los doce apóstoles, recuerden
que, mas allá de ellos, Jesús poseía un grupo mucho más amplio, de más o menos
setenta personas, que eran como un segundo nivel dentro de la jerarquía, y por
fuera de estos restaban aún el resto de sus adeptos, aquellos que compartían sus
enseñanzas, lo seguían por un tiempo y luego retornaban a sus hogares o aquellos
que escuchaban sus palabras pero no se transformaban en discípulos itinerantes
sino que continuaban en sus hogares. Un ejemplo de ello era Lázaro, que lo había
hospedado en más de una ocasión en sus visitas a Betania, pero no lo acompañaba
en sus viajes. Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, que, si bien era
considerada una discípula, no lo escoltaba continuamente dado que, como mujer
casada, debía permanecer junto a su esposo y éste residía en Jerusalén.
Es llamativo que, siendo Jesús una persona que siempre promovió la
igualdad entre todos sus discípulos, al mismo tiempo creara un cierto tipo de
jerarquía en esa iglesia primitiva, los doce elegidos, los setenta discípulos fieles y
el resto de sus seguidores. Imagino que el grupo de setenta sería como una especie
de segundo Sanedrín, que, cuando él llegara al gobierno, reemplazaría al Sanedrín

141
César A. Carrión

oficial, integrado completamente por la oligarquía gobernante y pertenecientes


todos ellos a las familias más antiguas de Israel.
Según el diccionario digital e-Sword el nombre de Sanedrín “deriva del gr.
«synedrion»: consejo, tribunal. Judea fue dividida en 5 distritos, dependiendo
cada uno de ellos de un «synedrion» o «synodos», es decir, un consejo o sanedrín.
El año 47 AC, César extendió otra vez la jurisdicción del sanedrín de Jerusalén a
toda Judea. Bajo los procuradores romanos, del año 6 al 66 dc, los poderes del
sanedrín fueron ampliados. Según las fuentes judías, esta asamblea se componía
de 71 miembros. Sólo podían ser elegidos israelitas de linaje indiscutible. El
número de 70 se correspondía, probablemente, con los setenta ancianos
designados para colaborar con Moisés. El miembro adicional era el sumo
sacerdote, que ejercía las funciones de presidente. El sanedrín era el tribunal
supremo, teniendo poderes de vida y muerte; pero es evidente que bajo el imperio
romano la sentencia capital no debía ser ejecutada excepto con el asentimiento de
las autoridades romanas. Se ocupaba de una forma general de lo que atañía al
gobierno y a la justicia, en la medida en que no tenían que recurrir a los
procuradores o a sus subordinados. Poseía una fuerza de policía propia y el
derecho de arrestar a personas. El sanedrín dejó de existir cuando se produjo la
destrucción de Jerusalén. Los miembros del consejo eran los sumos sacerdotes (en
funciones o que hubieran ostentado el cargo, junto con los miembros de sus
privilegiadas familias), ancianos (jefes de tribu, de familias, de órdenes
sacerdotales), escribas (asesores jurídicos o doctores de la Ley), fariseos y
saduceos. El sanedrín, aparentemente, se reunía en el edificio llamado «casa del
consejo», situado al oeste del Templo, cerca del gimnasio.”262
La prueba documental acerca de la existencia real de este segundo grupo
de elegidos la podemos encontrar en Lucas 10:1 en donde nos refiere que
“designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las
ciudades y sitios a donde él había de ir”. Los envío en su representación, a modo
de agentes de propaganda, diciéndoles “curad los enfermos que haya en ella, y
decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros.»” 263 Obviamente el reino que se
acercaba era el de él mismo. En teoría al menos, les dio la capacidad de curar, que,
como dijera en el capitulo anterior, era la señal que la profecía de Isaías se estaba
cumpliendo.
Eusebio de Cesarea, en su Historia eclesiástica hace referencia a este grupo
de setenta miembros elegidos, que formaban un segundo nivel dentro de la
jerarquía de la primera iglesia. “En el libro VII de la misma obra 264, el autor265
añade lo siguiente acerca de Santiago: «El Señor, después de su ascensión, entregó
el cono-cimiento a Santiago el Justo, a Juan y a Pedro; éstos a su vez lo entregaron
a los otros apóstoles y a los setenta; entre ellos se hallaba Bernabé.»”266

262
E-Sword. The Sword of the LORD with an electronic edge. Diccionario.
263
Lucas 10:9
264
Hypotyposeis
265
Clemente de Alejandría
266
Historia Eclesiástica - Eusebio de Cesarea L. 2 c. 1

142
JESÚS

Con respecto a los seguidores que poseía Jesús, que no se encontraban


entre los doce apóstoles, se hace referencia en el libro de los Hechos, en donde se
explica que al momento de tener que elegir un reemplazo para que ocupe el
puesto, entre los doce, que había dejado libre Judas con su “suicidio”, deciden
optar entre éstos discípulos secundarios.
“«Conviene, pues, que de entre los hombres que anduvieron con
nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del
bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido
testigo con nosotros de su resurrección». Presentaron a dos: a José, llamado
Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías.”267
Ya hemos visto entonces que Jesús, mientras aún se encontraba con vida,
ya había establecido una suerte de jerarquía, recordemos también que él mismo
quiso establecer a Pedro como su sucesor en la conducción del movimiento una
vez que él hubiera fallecido. Si bien, aparentemente, no era la intención de Jesús
que hubieran disputas intestinas acerca del nivel jerárquico que cada uno
ocupaba, vemos reiteradamente que estas disputas ya se producían mientras él
aun vivía. Si creen que no es así recordemos cuando se nos relata la discusión
entre los apóstoles acerca de este tema en Marcos 9:33-34 o cuando la madre de los
Zebedeos le pide que a sus hijos los ubique a ambos lados de su trono una vez que
él alcanzase a ocupar el trono de David.
“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se
postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que
estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu
Reino.» Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a
beber?» Dícenle: «Sí, podemos.» Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a
mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes
está preparado por mi Padre.» Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los
dos hermanos.”268
Tenemos que recordar también que Santiago y Juan eran los hermanos
Bonaerges, los hijos del trueno, pero que al mismo tiempo Santiago era conocido
como el hermano de Jesús.269 Es decir que la mujer que le pidió este favor pudo
haber sido su misma madre, María. Este no es un tema que estemos analizando en
este momento, la cuestión no es esa, la cuestión es la lucha por el poder dentro del
grupo. De nada servía que reiteradamente los amonestara, las disputas estaban
siempre presentes, pero, como ya dijera, el que las promovía era, en realidad,
Jesús mismo, dado que fue él el que estableció las diferentes jerarquías.
Sus acciones y sus dichos estaban plagados siempre de este tipo de contra-
dicciones. Como se dice en la actualidad “nadie resiste un archivo”, cuando uno
dice algo y eso queda registrado, siempre habrá alguien que coteje lo dicho y los
compare con lo anterior.
267
Hechos 1:21-23
268
Mateo 20:20-24
269
Gálatas 1:19

143
César A. Carrión

Un buen ejemplo de este tipo de contradicciones y todos podemos estar de


acuerdo con ello, es que sus palabras eran un mensaje pleno de amor al prójimo,
tolerancia y paz, pero esto no era completamente de este modo. Si leemos dete-
nidamente los textos evangélicos podremos encontrar que existen enseñanzas que
contradecían esto absolutamente. Las mismas “Santas Escrituras” nos muestran
simultáneamente a un Jesús muy diferente, intolerante, sanguinario, xenófobo,
con una forma de hablar peyorativa con respecto a los que no eran judíos, con
ánimo de lucha, combativo y ansioso por iniciar la lucha armada. Ustedes podrán
opinar que estas son afirmaciones sin ningún tipo de fundamento, pero no es así.
El principal motivo por el cual me he tomado el trabajo de dar siempre las
referencias acerca de en qué parte de la Biblia he extraído los datos es para que
todos los lectores puedan tener la posibilidad de buscar los textos a los que hago
referencia en sus propias Biblias y no verse obligados a creer ciegamente que todo
aquello que yo firmo sea cierto. Además le da la oportunidad al lector de verificar
el contexto en el cual fueron dichas estas palabras. Si bien he tratado en todo
momento que dicho contexto sea explicitado en el interior de la cita misma, es
muy difícil lograrlo dada la brevedad que ésta debe poseer. No es la intención de
este libro la de confundir al lector, su objetivo es el de dar inicio al debate, dar el
puntapié inicial para que cada uno en su casa se plantee acerca de que es lo que
está leyendo en realidad cuando lee las Sagradas Escrituras. Las notas al pie de
página les da la oportunidad de, al que lo desee, seguir buscando la verdad.
Veamos entonces que tan pacifista era Jesús. Es muy famosa la respuesta
que dio cuando le preguntaron acerca de cual era el mandamiento mas grande y
que a su respuesta de amaras a Dios sobre todas las cosas agrego, “El segundo es:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que
éstos.»”270 También nos es conocido cuando le preguntan cuantas veces hay que
perdonar al que nos ofende, su respuesta es un ejemplo de tolerancia, paciencia y
amor al prójimo: “Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo
que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Dícele
Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»”271
Pero, a pesar de este mensaje de amor y tolerancia, nos manifiesta, al
mismo tiempo, que su verdadero deseo es que se iniciase la guerra
inmediatamente, que no hubiera que esperar a que las piezas estén dispuestas,
expresa claramente que no ve la hora en que todas las personas peleen unas con
otras, aun en el seno familiar.
“Yo he venido a prender fuego en el mundo, y como quisiera que ya
estuviera ardiendo. Tengo que pasar por una terrible prueba y ¡como sufro hasta
que se lleve a cabo! ¿Creen ustedes que he venido a traer paz a la tierra? Les digo
que no, sino división. Porque de hoy en adelante, cinco en una familia estarán
divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo

270
Marcos 12:31
271
Mateo 18:21-22

144
JESÚS

contra su padre, la madre contra su hija y la hija contra su madre, la suegra contra
su nuera y la nuera contra su suegra.”272
También encontramos, si bien no exactamente las mismas palabras, sí, al
menos, la misma intención, el mismo propósito, en el texto de Mateo: “«No
penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino
espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a
la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.”273
En los dos párrafos que he citado no solo muestra que su plan es dividir
unos contra otros, sino que reitera sus dichos en la misma frase y los reafirma
categóricamente para que no cupiera ninguna duda. No he venido a traer paz,
sino espada.
Hay quienes sostienen que cuando Jesús declaró que él era el “Rey de los
Judíos” no lo hacía en referencia a un reino de este mundo sino a uno de tipo
celestial, que nada tenía que ver con el Mesías terrenal que esperaban los judíos.
Pero, noten en que forma fue expresada esta idea, cuando Pilatos lo interpela
acerca de si él era el rey de los judíos:
“Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de
este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos:
pero mi Reino no es de aquí.»”274
Escrito de este modo, claramente, Jesús manifiesta que su reino es celestial,
ahora bien, veamos este mismo versículo según la versión Reina Valera.
“Contestó Jesús: -Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este
mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos.
Ahora, pues, mi reino no es de aquí.”
¿Ahora qué? A que hace referencia con ese “Ahora”. Uno tiende a pensar
que es un error del traductor y que se le filtró ese “Ahora” sin que tenga una
relación verdadera con el texto al cual hace referencia. Sin embargo, si leemos la
versión King James, en inglés, podemos notar que también allí existe este mismo
error.
“Jesus answered, My kingdom is not of this world: if my kingdom were of
this world, then would my servants fight, that I should not be delivered to the
Jews: but now is my kingdom not from hence.”
Noten como parecería que Jesús hubiera respondido: Pero ahora (...) mi
reino no es de este mundo. Como si faltase algo en el medio entre el inicio de la
oración y el resto.
Por último veamos la versión en griego (no se asusten, al lado de cada
palabra está su traducción al castellano).

272
Lucas 12:49-53
273
Mateo 10:34-36
274
Juan 18:36 (versión Biblia de Jerusalén)

145
César A. Carrión

“απεκριθη Respondió ιησους Jesús η El βασιλεια reino η el εμη mío ουκ


no εστιν es εκ fuera de του de el κοσμου mundo τουτος este ει si εκ fuera de του
de el κοσμου mundo τουτου este ην fuera η el βασιλεια reino η el εμς mío οι los
υπηρεται ayudantes αν probable οι los εμοι míos ηγωνιζοντς estuvieran
agonizando luchando ινα para que μη no παραδοθω sea entregado τοις a los
ιουδαιοις judíos νυν ahora δε pero η el βασιλεια reino η el εμη mío ουκ no εστιν
es εντευθες desde aquí.
Incluso en la versión en griego original persisten estas palabras “Pero
ahora”, repito, como si faltase algo en el texto original. Verdaderamente parece
como si la frase hubiera sido dicha de este modo:
“Pero ahora me doy cuenta, que mi reino no es de este mundo.”
Es como si alguien, en el transcurso de la historia, hubiera decidido que
esta aclaración no quedaba bien que estuviese presente en la boca del enviado de
Dios, del verbo encarnado. Porque la frase, dicha de este modo, lo que representa
es que Jesús, hasta el momento de su detención, pensaba que su mesianismo era
terrenal, como también lo pensaban todos los judíos que lo seguían, pero que al
verse encarcelado se da cuenta que su reino no podía ser de este mundo, al notar
que nadie había acudido en su defensa. Una vez que se vio a sí mismo terminar
completamente solo, abandonado hasta por sus propios apóstoles, toma
conciencia que su lucha, todas sus creencias, sus aspiraciones, sus esperanzas,
estaban com-pletamente equivocadas, su reino ideal no formaría parte de este
mundo, quizás sí del otro, pero definitivamente no de éste. Alguien consideró que
escribir esto no era lo adecuado y censuró la parte del texto a la cual hacía
referencia anterior-mente. Con esta última versión de la Biblia, la versión de
Jerusalén, se terminó de sepultar, de una vez y para siempre, cualquier
incoherencia que hubiese en el texto y que nos pudiera hacer pensar que algo
como lo que estoy planteando hubiese sido censurado. Con esta nueva versión,
todos somos felices porque Jesús nunca aspiró a convertirse en un rey terrenal.
Aparentemente la intención de Jesús, a diferencia de lo que habitualmente
se cree, no era la de ser solamente un rey celestial, muy por el contrario, sus
discursos, e incluso, sus acciones apuntaban a que su objetivo era el de crear un
reino completamente humano y terrenal. Es por este motivo que entre sus segui-
dores más cercanos, es decir, los apóstoles, existían zelotas, sicarios, cananeos,
gente de temperamento explosivo como los hijos del trueno, y personas de
carácter duro y agresivo como una roca. En más de una ocasión hablaba acerca de
la lucha que se debía desarrollar, incluso recomienda armarse para la guerra, y la
excusa para no hacerlo no podía ser la pobreza, ni la falta de medios. “El que
tenga bolsa, que la lleve, y también monedero, y el que no tenga espada, que
venda su abrigo y se compre una”.275 No pudo haber sido más categórico. La
guerra tenía que llegar y todos debían estar preparados. Era algo a lo que estaban
obligados todos los “cristianos”. Como verán, predicar la paz y prepararse para la
guerra no es patrimonio de los tiempos modernos, hace dos mil años ya existía.

275
Lucas 22:36

146
JESÚS

Incluso, fíjense, como él pretendía que el mismo grado de desunión que


reinaba en su propia familia, el mismo rencor que había entre sus miembros,
existiera también en el seno del resto de las familias. Su reclamo era que aspiraba
a que lo amasen a él, y no a Dios, por sobre todas las cosas. Que lo amasen a él
aún por sobre el resto de los integrantes de su familia y si esta se oponía,
rechazarla y alejarse de ella. “El que ama a su padre o a su madre más que a mí,
no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de
mí.”276
“Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a
sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser
discípulo mío.”277
Las expresiones que salen de su boca turban el alma y claramente van en
contra de aquello a lo cual un judío devoto, obediente seguidor de los preceptos
de la Torah, puede someterse, ya que la Biblia enseña el amor hacia los
progenitores. “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días
sobre la tierra que Yahvé, tu Dios, te va a dar.” 278 ¿Como puede pedir Jesús que
odiemos a nuestros padres? ¿Como puede recomendar de odiar a su esposa
cuando él mismo refirió que una vez unidos en matrimonio se transformaban en
una sola carne?
“El respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los
hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre
y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son
dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.»”279
La frase que manifestara Jesús, en este punto en particular, estaba llena de
rencor hacia su familia. Creo que al momento de manifestar estas palabras, tan
poco afortunadas, en su mente aparecían los rostros de sus hermanos intentando
encerrarlo por estar demente, el de su madre y su esposa que ni siquiera se habían
transformado en sus seguidoras, siendo, cada una de ellas, una más de aquellos
que descreían que él se fuera a transformar algún día en el rey de Israel. ¿Como
perdonar esa ofensa, si ni siquiera mostraban arrepentimiento, ni venían hacia él
suplicando perdón?
Si bien su deseo era que la guerra se iniciase y que pretendía de sus segui-
dores una fidelidad ciega, al arengar a aquellos que lo rodeaban, creo que no
eligió las palabras mas adecuadas. Pienso que debería haber incitado a la multitud
de alguna otra manera, dado que, basándose en lo que él manifestara, muchas
sectas han utilizado esta misma idea para poder captar fieles y, de este modo,
aislarlos de sus seres queridos cuando éstos pretendieran que ellos abandonasen
la congrega-ción. Actualmente podemos ver que, en cada nueva secta que se
forma en EEUU, la primera de las actividades que desarrollan es la de crear

276
Mateo 10:37
277
Lucas 14:26
278
Éxodo 20:12
279
Mateo 19:4-6

147
César A. Carrión

lugares a modo de claustros, para aislar a sus nuevos seguidores durante un


tiempo, y realizarle un lavado de cerebro tal que, cuando finalmente les permiten
salir al exterior, rechazan a sus familiares como algo demoníaco. Exactamente lo
mismo que Jesús reclamaba a sus propios discípulos en los textos que cité.
Considero que este reclamo, el que la familia se desuna por el hecho de no
compartir las mismas opiniones o el mismo fervor religioso, le ha producido ma-
yores daños a la humanidad que las otras enseñanzas positivas que Jesús mismo
nos otorgó. Las guerras religiosas que se han producido a lo largo de los siglos,
siempre se basaron en estos mismos pensamientos. “El que no está conmigo, está
contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama”. 280 Éstas últimas también son
palabras que fueron pronunciadas en algún momento por Jesús. Aquí no existe la
tolerancia, no hay grises, o es blanco o negro, está conmigo o en mi contra. Si no
sigue mi opinión religiosa es mi enemigo, no importa que sea parte de mi familia,
hasta mi propio hermano es mi enemigo si no hace lo que mi líder religioso
considera correcto.
Por otra parte, como dijera anteriormente, el pensamiento que expresa
reiteradamente Jesús a lo largo de su ministerio es, al menos desde el punto de
vista de una persona moderna, claramente xenófobo. ¿Por qué digo que solo para
una persona moderna es así? Desde el punto de vista de un judío del primer siglo,
pensar que el pueblo de Israel poseía una primacía por sobre el resto de los
pueblos del mundo era algo normal. ¿O no eran, acaso, el pueblo elegido? Dios los
prefería por sobre el resto de la humanidad, eran los mejores.
Desde su punto de vista existían distintos niveles en el grado de pureza de
todas las cosas, siendo el lugar de mayor dignidad el templo y ésta iba disminu-
yendo a medida que uno se alejaba de él.
Ordenando los diferentes lugares de mayor a menor grado de santidad
tenemos:
1. El Sancta Sanctorum
2. El edifico del templo
3. El espacio entre el altar de los holocaustos y el edificio del templo
4. El atrio de los sacerdotes
5. El atrio de los israelitas
6. El atrio de las mujeres
7. El Jel, que era la terraza con balaustrada que marcaba los límites permitidos
a los paganos
8. El monte del templo, el monte Sión
9. La ciudad de Jerusalén
10. El país de Israel

280
Lucas 11:23

148
JESÚS

Estos diez niveles de santidad se ubicaban, como pueden ver, en diez


círculos concéntricos alrededor del Sancta Sanctórum. 281 Por fuera de este último
círculo no existía santidad posible dado que pertenecía a los paganos. Así es como
se consideraba impuro todo aquello que proviniese de un lugar ajeno a Israel. A
modo de ejemplo. El trigo que se producía en Galilea era considerado en Jerusalén
como de primera calidad y, por lo tanto, utilizable en el templo, pero, a causa de su
transporte por territorio pagano, se contraindicaba su consumo en las actividades
del templo, solo servía para la población de la ciudad.282
Era tan importante “ser un judío legítimo” que, según Joachim Jeremías,
“en la Ciudad Santa, todos los funcionarios públicos eran de origen puro. Las
gentes de noble corazón de Jerusalén no firmaba ningún documento, ni ejercían
ninguna función de juez en el tribunal, ni aceptaban ninguna invitación sin
asegurarse, respectivamente, acerca de la calidad de los firmantes, de los colegas
en el tribunal o de los comensales; y trataban por todos los medios posibles de
saber, entre otras cosas, si aquellos israelitas eran de origen puro”. 283 Hacia el año
260 de nuestra era el Rabí Jama b. R. Janina decía que “Dios no hará reposar su
shekinah284 (en la época mesiánica) mas que sobre las familias israelitas de
ascendencia legítima, pues está escrito «En aquel tiempo -oráculo de Yahvé- seré
el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo.» 285 No ha dicho
«de todos los israelitas» sino «de todas las familias de Israel.»”286
En el caso de Jesús, él no era completamente inmune al pensamiento de la
época, en reiteradas ocasiones habló acerca de cómo su misión no era la de res-
catar o evangelizar a todas las personas en general, sino tan solo al pueblo judío,
es más, a aquellas personas que concurrían ante su presencia y que no fueran
judías, llegaba a insultarlas tratándolas de perros o cerdos. Así Mateo nos relata
de qué manera Jesús les dejaba claro a sus discípulos acerca de a quien iba
dirigido su mensaje.
“Jesús dijo: -Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del
pueblo de Israel.”287
“A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No
toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a
las ovejas perdidas de la casa de Israel.”288
Recordemos que se les llamaba gentiles a todos aquellos que no fueran
judíos, ya sea de origen o conversos, al no creer en el Dios verdadero no tenían
posibilidad de salvación, y, desde el punto de vista de Jesús, ni siquiera valía la
281
Misná Kelim I,6-9
282
Se hubiese traído también trigo de Koraziyîm y de Kefar-Akim si estos lugares
estuviesen más cerca de Jerusalén. Manahot 85ª.
283
Jerusalén en tiempo de Jesús, pág. 312
284
Shekinah: presencia divina.
285
Jeremías 31:1
286
Qiddushin 70
287
Mateo 15:24
288
Mateo 10:5-6

149
César A. Carrión

pena hacerlos prosélitos. Él hubiera podido predicar entre los gentiles, tal como lo
hizo Pablo, y así transformar a los gentiles a la verdadera religión, pero no, Jesús
decidió que solamente eran dignos de escuchar su mensaje los judíos puros de
origen legítimo. El dedicarse a predicar a los gentiles no solo lo veía como una
pérdida de tiempo, sino que, por el contrario, lo consideraba un desperdicio
imperdonable.
“No está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.”289
“Deja que los hijos coman primero, porque no está bien quitarles el pan a
los hijos y dárselos a los perros.”290
Aquí lo hace expreso, primero debe dedicar su tiempo a los otros judíos,
ellos son los llamados “hijos de la ley”, los extranjeros son los “perros
incircuncisos”. Jesús no puede dejar más claro a quien estaba dedicada su misión.
Los gentiles no eran aptos ni siquiera para escuchar la ley, ya que no la sabrían
interpretar correctamente, y la corromperían. (Y si vemos como terminó la
historia, algo de razón tenía, los judíos le enseñaron la ley a los primeros
cristianos gentiles, y estos les pagaron con una persecución que duró dos mil
años.)
“No den las cosas sagradas a los perros, no sea que se vuelvan en contra
de ustedes y los hagan pedazos. Y no echen sus perlas a los cerdos, no sea que las
pisoteen.”291
Pero los discípulos de Jesús, o debería decir de Pablo, no hicieron caso a
estas palabras, y les dieron “cosas sagradas a los perros” y los gentiles se vol-
vieron en su contra, cuando el cristianismo se transformó en la religión oficial del
imperio lo judíos comenzaron a ser perseguidos por “deicidas” y esta conducta
persistió hasta nuestros días.
Como pueden ver el mensaje de Jesús no estaba dedicado a nosotros, los
gentiles, muy por el contrario y en más de una ocasión, dejó bien claro que él se
había encarnado solamente para que el pueblo elegido se reúna nuevamente
alrededor de Jehová, para que abandonara sus costumbres helenísticas y retornara
a la santidad que otorgaba la obediencia de la Torah. Sus palabras poseían un
claro contenido sectario, los años y los distintos autores cristianos fueron
amoldando el mensaje crístico para adaptarlo a las necesidades políticas del mo-
mento. Luego de la caída de Jerusalén, y con la evangelización extremadamente
exitosa que se produjo entre los gentiles, era necesario que los cristianos gentiles
se diferenciasen bien de los cristianos judíos y, por sobre todas las cosas, del
movimiento revolucionario zelota, si es que querían sobrevivir como una nueva
religión.
Recordemos que en el inicio del cristianismo existieron dos corrientes de
pensamiento muy distintas, la primera era la del grupo, llamémosle, apostólico,

289
Mateo 15:26
290
Marcos 7:27
291
Mateo 7:6

150
JESÚS

seguidores de la doctrina original de Jesús, respetuosos de la ley mosaica, con


zelotas y patriotas judíos como integrantes de sus filas. El segundo grupo era el
que se inició con la prédica de Pablo de Tarso, compuesto en su mayoría por
gentiles de origen griego, de costumbres helenísticas en su totalidad, con pensa-
mientos de contenido platónico que fueron adaptados fácilmente a las lecciones
que impartiera Jesús en su prédica, interesados mayormente, más en sus enseñan-
zas filosóficas, que en sus ideas sectarias y patrióticas. A este grupo le debemos el
evangelio según San Lucas, los Hechos de los Apóstoles y la mayoría de las
Epístolas. Estos dos grupos también poseían intereses opuestos, a los primeros les
importaba poder transformar a Israel en un país independiente y, de ser posible,
también en una potencia mundial, que fuera la cabeza del renovado culto a
Jehová. Al segundo grupo no le interesaba que solo la raza de los judíos poseyera
la primacía sobre el resto de la humanidad. Creían en la igualdad entre todos los
seres humanos, que el nuevo pueblo elegido era aquel que siguiera las enseñanzas
de Jesús. Dado su origen, podían aceptar fácilmente la divinidad del Mesías, que
este fuera considerado un semidios, fruto de la unión entre Yahvé y una mortal,
poseían una tendencia natural a la divinización de las personas y, de este modo,
nació la adoración a las imágenes de los santos y así como a sus reliquias. Este
segundo grupo no aspiraba involucrarse con ideas revolucionarias, ni tampoco
con las luchas políticas o militares entre judíos y romanos. Para ellos, el único
camino que les quedaba era el de enemistarse a muerte con los judíos y, al mismo
tiempo, tratar de congraciarse con la fuerza de ocupación romana. Así es como se
transformó a los judíos en un pueblo “deicida” y a Poncio Pilatos en un santo
cristiano.
Pero las palabras de Jesús, escritas por los primeros evangelistas,
quedarían asentadas en sus relatos, aunque, eso sí, prácticamente escondidas de
tal forma como para que, aún leyéndolas, nuestra mente no las registrase. Se debía
destacar el mensaje favorable hacia los gentiles y el rechazo hacia el pueblo judío
hasta el punto que olvidásemos que el mismo Jesús era un judío más, del mismo
modo que también lo eran sus apóstoles, y que entre ellos existían además varios
revolucionarios zelotas.
Si leyésemos con gran detenimiento los evangelios, un punto que no
queda del todo claro es la manera con la cual Jesús se dirigía hacia el resto de los
judíos. Sus enseñanzas eran siempre a través de parábolas. La palabra parábola
proviene del griego y significa “poner al lado”, comparar. Si bien en un principio
todas las parábolas estaban destinadas a comparar una situación con otra o un
personaje con otro, con el tiempo se transformó en un género literario donde no
siempre estaba claro el hecho de comparar aspectos o situaciones. En el nuevo
testamento se le llama parábolas a los pequeños relatos con el cual se pretendía
dar una enseñanza espiritual. Así tenemos como ejemplo de las del primer tipo:
“¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿Con qué parábola lo com-
pararemos? Es como un grano de mostaza que, cuando es sembrado en la tierra,
es la más pequeña de todas las semillas de la tierra. Pero una vez sembrado, crece

151
César A. Carrión

y se convierte en la más grande de todas las hortalizas, y echa ramas muy


grandes, de modo que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.”292
Un ejemplo de las del segundo tipo pueden ser la parábola del hijo
pródigo o la del buen samaritano, las cuales no es obligatorio citarlas dado lo
conocidas que éstas son.
Pero, en el caso de las parábolas, dado que son creadas con fines ins-
tructivos, es obligatorio que el oyente pueda captar la analogía que se transmite si
es que quiere recibir la instrucción, de otro modo no se la podría llamar parábola;
fábula, cuento, anécdota, sí; pero no parábola propiamente dicha.
¿Cuáles eran las verdaderas intenciones de Jesús? ¿Instruir a aquellos que
lo escuchaban o la de poder hablar ante sus enemigos de una forma críptica que
solo pudieran interpretar sus mismos seguidores? Si pensamos que muchas de sus
parábolas poseen un significado tan complejo que hasta el día de hoy se discute
acerca de sus verdaderos significados, la respuesta a estos interrogantes se torna
clara. Dejemos a Jesús mismo que nos explique cuales eran sus intenciones.
“Después, cuando Jesús quedó solo, los que estaban cerca de él junto con
los doce discípulos le preguntaron que quería decir aquella parábola. Les contestó:
«A ustedes, Dios le da a conocer el secreto de su reino, pero a los que está fuera de
él se les dice todo por medio de parábolas, para que por más que miren no vean y
por más que oigan no entiendan, para que no se vuelvan a Dios, y él no los
perdone».”293
Sus intenciones no podían ser más claras, él no pretendía que los que
escucharan sus parábolas las entendieran, porque si los oyentes eran sus discípu-
los, él mismo se las explicaría luego, y si no, temía que lo que él dijese pudiera ser
utilizado para denunciarlo, ante un tribunal, como revolucionario y sedicioso.
Incluso existen parábolas cuyas enseñanzas son moralmente bastante
dudo-sas, y que para que Jesús no quede mal parado se deben recurrir a
verdaderos malabarismos interpretativos, hasta terminar simbolizando un
pensamiento con-trario a aquel que se puede interpretar leyendo el relato
literalmente. Veamos un ejemplo:
“Había un hombre rico que tenía un mayordomo y fueron a decirle que
éste estaba malgastando sus bienes. El amo lo llamó y le dijo: ¿Qué es esto que me
dicen de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque ya no puedes seguir siendo mi
mayordomo.
El mayordomo se puso a pensar: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me
deja sin trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir
limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener quienes me reciban en sus casas
cuando me quede sin trabajo. Llamó entonces uno por uno a los que le debían
algo a su amo. Al primero le preguntó: ¿Cuanto le debes a mi amo? Le contestó:
Le debo 100 barriles de aceite. El mayordomo le dijo: Aquí está tú vale, siéntate
292
Mateo 4:30-32
293
Marcos 4:10-13

152
JESÚS

enseguida y haz otro por 50 solamente. Después preguntó a otro: Y tú, ¿cuánto le
debes? Este le contestó: Cien medidas de trigo. Le dijo: Aquí está tu vale, haz otro
por ochenta solamente. El amo reconoció que el mal mayordomo había sido listo
en su manera de hacer las cosas. Y es que cuando se trata de sus propios
negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la
luz.
Les aconsejo que usen las riquezas de este mundo pecador para ganarse
amigos, para que cuando las riquezas se acaben, haya quien los reciba a ustedes
en las viviendas eternas.”294
¿Es así como debemos comportarnos para ganar el cielo una vez muertos?
¿En vida debemos hacernos amigos de los que más tienen así Dios nos recibe en
sus viviendas eternas?
En todo este capítulo me he dedicado a citar frases, relatos y pensamientos
expresados por Jesús a los largo de su breve vida pública. Las palabras que he
citado, todas ellas las cuales hacen quedar muy mal parado al Mesías no fueron
tomadas con el objetivo de mostrar a una persona cruel, desconsiderada, ego-
céntrica y amante de la violencia. El objetivo era revelar que, como todo ser
humano, estaba sujeto a contradicciones, a palabras poco afortunadas si observa-
mos las consecuencias de las mismas, a momentos de ira y períodos de santidad.
Un gran hombre, ni más, ni menos. Como todo hombre poseía prejuicios, ideales
filosóficos y respuestas violentas con aquellos que se le oponían.
Cuando Jesús se aprontaba para dirigirse a Jerusalén con el objetivo de
iniciar la revuelta que lo transformaría en rey o morir en el intento, les manifestó a
sus discípulos:
“Y en cuanto a mis enemigos que no querían tenerme por rey, tráiganlos
acá y mátenlos en mi presencia. Después de decir esto, Jesús siguió su viaje a
Jerusalén.”295
Estas palabras cargadas de violencia salieron de su boca, cualquiera lo
puede comprobar buscando en la Biblia que tenga en su casa o la que algún amigo
o conocido le preste. Jesús estaba perdiendo gradualmente fieles, en los últimos
tiempos de su ministerio le quedaban poco seguidores, es que frases como la
anterior, o enseñanzas como las que he ido citando, espantaban a más de uno de
sus oyentes.
“Entre la gente había muchos comentarios acerca de él. Unos decían: «Es
bueno». Otros decían: «No, sino que engaña al pueblo.»”296
Es que sus enseñanzas eran contradictorias, por un lado hablaba acerca del
amor al prójimo, la tolerancia, la obligación moral de hacer caridad sin necesidad
de hacer ostentación, de renunciar a todo por amor a Dios y al mismo tiempo
expresaba que para ser su discípulo primero debían odiar a sus padres, si no

294
Lucas 16:1-9
295
Lucas 19:27-28
296
Juan 7:12

153
César A. Carrión

poseían armas que deberían conseguir una del modo que fuera, que en sus manos
traían no la paz sino la guerra, que deseaba ansiosamente que el incendio que
arrasaría a Israel ya hubiera comenzado.
“Al oír estas enseñanzas, muchos de los que seguían a Jesús dijeron: -Esto
que dice es muy difícil de aceptar, ¿quién puede hacerle caso?”297
A muchos de los judíos practicantes, que obedecían no solo la Torah sino
también todas las tradiciones que el pueblo de Israel había traído desde el exilio
en Babilonia, las palabras de Jesús les parecían inaceptables. El pueblo de Israel
poseía una larga tradición de fidelidad a Dios y de caridad “cristiana”, todos los
consejos que dio Jesús durante su ministerio acerca de la conducta moral que las
personas debían seguir, ya existían en la Biblia o en el Talmud. A modo de
ejemplo:
“Pero los humildes heredarán la tierra y disfrutarán de completa paz.”298
“...no solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de los labios del
Señor.”299
“Y tú amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con todas tus fuerzas.”300
“Adoren al Señor, su dios y sírvanle solo a él, y cuando tengan que hacer
un juramento, háganlo solo en el nombre del Señor.”301
“Porque yo quiero misericordia, no sacrificios y conocimiento de Dios más
que victimas consumidas por el fuego.”302
“No tentarán al Señor, su Dios...”303
“No te vengarás ni te guardarás rencor contra tus compatriotas, sino que
más bien amarás a tu prójimo como a ti mismo.”304
Imaginen a los fariseos que, a pesar de lo mal que los hacen quedar los
evangelios, eran personas dedicadas por completo a tratar de alcanzar la pureza
del cuerpo tanto como la del alma, de hecho es exactamente eso lo que trata de
representar su nombre305, como se sentirían al escucharle burlarse incluso de los
mandamientos que les había otorgado Dios mismo en persona. Los dos manda-
mientos de los que hablo son el de “Honra a tu padre y a tu madre” y “Santifica-
rás las fiestas” (léase Shabat).

297
Juan 6:60
298
Salmos 37:11 / Mateo 5:4
299
Deuteronomio 8:3 / Mateo 4:4
300
Deuteronomio 6:5 / Lucas 10:27
301
Deuteronomio 6:13 / Mateo 4:10
302
Oseas 6:6 / Mateo 9:13
303
Deuteronomio 6:16 / Mateo 4:7
304
Levítico 19:18 / Lucas 10:27
305
Se denominaban Perishaiya, que en arameo significa “separados”. La palabra
perishaiya se convirtió en pharisaios en griego y en fariseo en español.

154
JESÚS

El sábado, que para un judío devoto era el día más sagrado, Jesús, en más
de una ocasión, le restó importancia y promovió que sus discípulos comiesen
libremente en lugar de ayunar, realizaba “milagros” de sanación en forma in-
distinta ya sea en sábado como en cualquier otro día. Por realizar estos actos, en
los tiempos de Moisés, hubiera sido lapidado inmediatamente y sin más
preámbulo. No así en la época que nos ocupa en donde las costumbres judías se
habían re-lajado a más no poder.
“Cuando los israelitas estaban en el desierto, se encontró a un hombre que
andaba buscando leña en día de sábado. Los que lo encontraron buscando leña, lo
presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad. Le pusieron bajo custodia,
porque no estaba determinado lo que había que hacer con él. Yahveh dijo a
Moisés: «Que muera ese hombre. Que lo apedree toda la comunidad fuera del
campamento». Lo sacó toda la comunidad fuera del campamento y lo apedrearon
hasta que murió, según había mandado Yahveh a Moisés.”306
Noten ahora la actitud que presentó Jesús acerca del Shabat.
“Aconteció que Jesús pasaba por los sembrados en sábado, y sus discípu-
los se pusieron a caminar arrancando espigas. Los fariseos le decían: -Mira, ¿por
qué hacen en los sábados lo que no es lícito? Y él les dijo: -¿Nunca habéis leído
qué hizo David cuando tuvo necesidad y pasó hambre él y los que estaban con él;
cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes
de la Presencia, y aun dio a los que estaban con él; cosa que no es lícito comer,
salvo a los sacerdotes?- También les dijo: -El sábado fue hecho para el hombre, y
no el hombre para el sábado. Así que el Hijo del Hombre es Señor también del
sábado.”307
¡Él se autoproclamó como dueño y poseedor del sábado y con capacidad
de decidir si él o sus discípulos podían trabajar, comer o viajar si a él le parecía!
Luego de todas estas demostraciones de soberbia y de una doctrina que
muchos judíos no podían aceptar, muchos de sus seguidores comenzaron a aban-
donarlo.
“Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y
ya no andaban con él.”308
Al ver que el grupo de seguidores se reducía rápidamente decide tomar
una actitud heroica y dirigirse a la capital del reino, a Jerusalén, a manifestarse
como profeta, “resucitar” y dar comienzo a la llegada del reino.

306
Números 15:32-36
307
Marcos 2:23-28
308
Juan 6:66

155
César A. Carrión

CAPÍTULO X

Sus Milagros

El hecho que Jesús realizara “milagros” era un requisito indispensable


para que las personas que lo rodeaban creyeran que él contaba con el apoyo
Divino. Todos los profetas fueron capaces de realizar algún tipo de milagro que
los acreditaban como tales. Si bien el realizarlos no era un requisito absoluto, en el
caso de Jesús, así como en el de los profetas previos a él, para el tipo de campaña
mesiánica que él decide encarar, lo conveniente era el poder realizarlos. Digamos

156
JESÚS

así, Jesús no podía presentarse a sí mismo como el “Mesías esperado” desde el


comienzo de su proyecto, dado que si ese hubiera sido su proceder, siendo que
Israel se encontraba bajo ocupación de Roma, habría subsistido durante mucho
menos tiempo que los tres años que nos refieren las tradiciones. Él necesitaba
desarrollar una campaña de captación de seguidores haciéndose pasar primero
por profeta, para luego revelarse al mundo como Mesías cuando la cantidad de
seguidores superara un número crítico que le asegurara, al menos parcialmente,
un inicio triunfal. Luego, gradualmente, iría captando una mayor cantidad de
adeptos a medida que sus éxitos se sucedieran. Imagino que su plan era comenzar
en la modesta Galilea, alejado de los centros de mayor jerarquía, adquirir un cierto
renombre e ir obteniendo una cierta relevancia, tal como lo hiciera Juan el
Bautista. Una vez conseguido el apoyo masivo del pueblo judío, se revelaría como
el Mesías enviado por Dios a Israel para liberarla y llevarla a una era Dorada
colmada de gloria. Para poder conseguir este objetivo debía contar, seguramente,
con el apoyo, aunque fuera en forma encubierta, de cierta parte del clero, tanto
por parte de los Esenios como de algunos Fariseos. A pesar de lo que nos relatan
los evangelios, tratando a estos últimos, en forma reiterada, de hipócritas, lo cierto
es que siempre había algún fariseo a su alrededor dispuesto a escuchar sus
enseñanzas, informarle si existía algún peligro en su contra o realizando
banquetes en su honor y en el de sus discípulos.
En todas las épocas, el mejor método que poseen las religiones para captar
adeptos es el de realizar “milagros”, en la actualidad muchos pastores -casi todos
en realidad- reafirman su derecho para hablar en nombre de Dios, realizándolos
en cada uno de sus encuentros. ¿Cuánto tiempo puede durar, a cargo de un
templo, un pastor que no sea capaz de realizar “milagros de sanación”? Incluso
podemos ver carteles publicitarios citando a concurrir algún estadio, con
determinados pasto-res extranjeros- y a veces también criollos- prometiendo
presenciar una “explosión de sanidad”.
Todas las religiones poseen una larga lista de milagros y sanaciones, desde
la católica, de la mano de los santos, hasta la hindú, desde el rito umbanda hasta
los sanadores filipinos, incluso los médicos brujos de todas las tribus indígenas de
América afirman poder curar las enfermedades por medio de plegarias dirigidas a
un extensísimo panteón de Dioses tribales. Todas reclaman para sí la capacidad de
poder sanar milagrosamente a sus seguidores, si no lo hicieran, rápidamente
perde-rían sus adeptos.
La necesidad de presenciar un milagro es intrínseca al culto religioso.
Ningún culto prevalece si, de vez en cuando, no sucede algún milagro y eso lo
sabía Jesús. ¿De que otra manera se puede lograr hacer marchar a un pequeño
grupo de personas para enfrentar a un gran imperio sabiendo que podrían
terminar en una muerte casi segura, si previamente no se los convencía que él
contaba con el respaldo divino? Pero los milagros eran una herramienta, no un fin
en si mismo.
Así Jesús recurría a las curaciones milagrosas para, de este modo, lograr
atraer la atención de los presentes y, conseguir así, que escuchen su palabra

157
César A. Carrión

evangelizadora.
Estamos acostumbrados a imaginar a Jesús como a “Dios mismo hecho
carne” y también a pensar que solo bastaba que diera una orden para que el
enfermo sanase, un milagro automático. Otra creencia frecuente de encontrar es
que él no necesitaba de ningún tipo de ritual ni palabras mágicas para lograr curar
al necesitado, a diferencia de las realizadas por médicos brujos y hechiceros que sí
las requieren. A modo de ejemplo, podemos encontrar en el evangelio de Lucas
una sanación de este mismo tipo:
“Estaba un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que
un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en
modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre
de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba
a Dios.”309
Esta curación me hace pensar en escenas que podemos presenciar
frecuente-mente cuando concurrimos a un templo. Sube una mujer al escenario y
el pastor le pregunta:
-¿Qué te está sucediendo? Cuéntame, ¿cuál es tu problema?
Y la mujer poniendo voz de sufrida le dice: -Hace dieciocho años que
camino encorvada y no puedo enderezarme.
-¿Tienes fe, hermana? ¿Tienes fe en que Dios te va a sanar?
-Sí, Dios me va a curar.
-Y así es -confirma el pastor- Mujer, en el nombre de Dios, enderézate.
Y ante el asombro del público la mujer se endereza y todos comienzan a
aclamar el nombre de Dios... y a hacer donativos. Por supuesto que a esta mujer
no se la vuelve a ver por la iglesia, a pesar de que su fe era tan fuerte como para
conseguir cambiar el curso de su vida y sanar de sus dolencias.
Una cosa que olvidaba es que siempre se le debe exigir a la persona que
solicita una curación milagrosa, primero debe prometer renunciar a la obra del
demonio, siempre se debe hacer a los gritos y, si al hablar, el pastor lo hace con un
marcado acento extranjero, mejor. Porque, como ya sabemos, “nadie es profeta en
su tierra”.
Por otro lado no todas las curaciones milagrosas que Jesús realizaba eran
de este tipo, muchas seguían un método, tal como lo realizan los curanderos en la
actualidad.
“Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en
él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado

309
Lucas 13:10-13

158
JESÚS

mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en
el mundo, soy luz del mundo.»
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro
los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir
Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo.”310
Noten que se asocia a la enfermedad con el pecado, si el niño no pudo
haber pecado porque era un bebé, debieron hacerlo los padres. Al equiparar la en-
fermedad con el pecado, cuando lo perdona entonces llega la sanación. Segundo,
Jesús sigue un método, una serie de pasos destinados a que se produzca el
milagro. Por ser el hijo de Dios hecho carne ¿no hubiera bastado con que ordenara
que el ciego volviera a ver tal como sí lo realiza en Mateo 9:27 que con su sola
orden dos ciegos recuperan la vista? ¿Por qué motivo necesitó hacer barro con su
saliva y untárselo en los ojos? ¿Por qué no se limitó, tan solo, a ordenarlo?
Lo que nos lleva al último punto, dado que él ya había realizado el
milagro y el ciego ya veía, ¿qué necesidad tenía de lavarse en la piscina de Siloé?
Si con su poder bastaba, ¿no era completamente indistinto que se lavarse en cual-
quier lugar o lo que necesitaba era que el ciego se encontrara lo suficientemente
lejos de su presencia cuando, al lavarse los ojos, descubriera con sorpresa que
continuaba tan ciego como siempre?
Si bien, mayormente, basta con su palabra para que el demandante sea
curado, en más de una ocasión suceden hechos como el que acabo de citar.
Alguien se le aparece de improviso y le reclama un milagro, él no puede negarse,
pero lo que realiza es un ritual el cual finaliza cuando le dice que tiene que
dirigirse a determinado lugar y cuando llegue va a estar curado. Tanto como en el
caso anterior, como en el caso de la mujer que tenía una hija que estaba poseída
por los demonios y se le presentó a Jesús mientras viajaba por Fenicia, entre Tiro y
Sidón. También en el del centurión cuyo sirviente había muerto y Jesús ordenó
que resucitase, pero no asistió, como efectivamente lo realizara en otras oportu-
nidades, a presenciar su milagro. Es el mismo caso en las ocasiones en que
instruía a los leprosos que le solicitaban que los curase enviándolos al templo para
que, cuando arribasen, los sacerdotes certificaran que ya no estaban enfermos de
lepra.
A estas personas él no los curaba ante toda la multitud, se limitaba a dar la
orden para que se realizara el milagro y luego les indicaba que se alejaran con
alguna excusa. A pesar de que los evangelios afirman que estas personas se
curaban efectivamente y que luego se dedicaban a proclamar la sanación por todo
Israel, la conducta del “Hijo de Dios” no deja de ser extraña, sospechosa.
También podemos encontrar en los evangelios como la sola palabra o
actos de Jesús, en ocasiones, no eran suficientes y era necesario que él reiterase el
ritual para que el enfermo pudiera sanar completamente, ¿no es extraño que no
bastase la palabra del “Salvador” para que el milagro se produjese y fuera
necesario insistir en le pedido?
310
Juan 9:1-7

159
César A. Carrión

“Llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque.


Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto
saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba: «¿Ves algo?» El, alzando
la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan.»
Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y
quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas. Y le envió a
su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo.»”311
En el caso de este paciente sucedió lo contrario a lo que sucediera con los
del grupo anterior, lo sanó en el momento y ante todos sus discípulos, pero luego
no le ordenó que se retirara como en los casos que hemos visto previamente, por
el contrario, le exigió que no se dirigiera al pueblo. ¿Y por que esta preocupación?
Dentro de la Torah existía una ley que prohibía expresamente la práctica
de la magia y la realización hechizos.
“No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el
fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia, ningún encanta-
dor ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos.”312
En una ciudad podía considerar lo que había hecho Jesús simplemente
como un milagro, pero no en un pueblo. El simple hecho de que alguien im-
pusiese sus manos y recitase unas palabras en voz baja para que un enfermo
sanase, lo podían llegar a interpretar como un acto de magia o hechicería y para
esto la condena era clara. “No permitirás que una hechicera viva.” 313 Se aplicaba la
pena de muerte inmediatamente, no importaba que el hechicero fuera hombre o
mujer. En determinados lugares no podía arriesgarse a que lo mataran, en otros él
sabía que no sucedería nada grave. Después de todo, Jesús conocía las costumbres
de la época mejor de lo que podremos alcanzar a conocer nosotros en la
actualidad.
Determinados relatos que se describen en los evangelios podrían haberse
interpretado como simples actos de hechicería. Algunos hechos que fácilmente
po-drían haber escandalizado a los fieles de origen hebreo, no les hubiera
producido el mismo efecto que a los gentiles, ya sea griegos o romanos. Veamos
uno de ellos.
“Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de
lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella,
no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «¡Que
nunca jamás coma nadie fruto de ti!» Y sus discípulos oían esto. Al pasar muy de
mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro, recordándolo, le
dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca.»”314

311
Marcos 8:22-26
312
Deuteronomio 18:10-11
313
Éxodo 22:18
314
Marcos 11:12-21

160
JESÚS

Este es un típico hecho que podría interpretarse como un acto de magia,


no existe ninguna enseñanza tras ella. Es decir, siempre puede haber alguien que
alegue algún tipo de explicación o una enseñanza moral, pero nunca va a ser ni
simple, ni directa y mucho menos obvia, constantemente la explicación exegética
será retorcida y tan traída de los pelos que hasta la misma persona que la realiza
le costará creer su misma disquisición. A modo de ejemplo cito una explicación
exegética de “la maldición de la higuera”.
“El árbol de higos es un símbolo de Israel. Israel no estaba dando buenos
frutos, y por eso Jesús no quiso que se comieran jamás. Y esto no es un maldición
sobre Israel, como dicen algunos en la iglesia, sino que los frutos de Israel en ese
tiempo eran los de los Fariseos, cuando Israel produzca frutos del Mesías, se
comerán.”315
Si la anécdota relatada es verídica, el hecho que Jesús maldijera una
higuera y al día siguiente ésta estuviera seca, hubiera justificado una acusación de
hechicería. De hecho el Talmud acusa a Jesús exactamente de esto último.
“La víspera de la Pascua colgaron a Jesús el nazareno. Practicó la magia y
sedujo y confundió a Israel.”316
Noten que el único lugar en donde se hace referencia a Jesús en el Talmud
no se le acusa ni de blasfemo, ni de hereje, ni de hacerse llamar Mesías.
Simplemente se lo acusa de practicar la magia y de confundir a Israel. ¿Confundir
en que sentido? La explicación más simple es la de que al haberse proclamado
Mesías, con el fracaso de su movimiento revolucionario y el haber terminado
colgado de una cruz, se transformó automáticamente en un “falso” Mesías.
Por otro lado, los milagros de Jesús cubren todo el espectro médico
conocido en su época, desde metrorragia 317, hasta lepra, desde cifosis318 hasta paro
cardio-respiratorio, él todo lo podía curar. Incluso la posesión demoníaca no
podía resistírsele, ya sea originada por problemas psiquiátricos como la esquizo-
frenia, psicosis aguda, manía, como a la intoxicación por plomo, arsénico, o la
epilepsia. Cualquiera de estas enfermedades eran atribuidas a demonios que se
dedicaban a torturar a las personas indefensas.
De los muchos demonios que Jesús exorciza en el transcurso de los
evangelios hay uno en particular que me llamó la atención.
“Cuando llegaron a la multitud, vino a él un hombre y se arrodilló delante
de él, diciendo: -¡Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático y padece
315
Notas de la versión Kadosh Israelita Mesiánica - Traducción al español por Diego
Ascunce.
316
Talmud de Babilonia, sanedrín V,2, 43ª
317
La metrorragia es una forma de menstruación prolongada, más allá de lo que
correspondería a un ciclo menstrual normal, muchas veces asociado a cáncer de útero,
trastornos hormonales, embarazos ectópicos, es decir fuera de lugar, etc. (Mateo 9:20)
318
Cifosis es el exagerado aumento de la curvatura vertebral dorsal normal, en la
actualidad producto de osteoporosis o mala calcificación ósea, y en aquella época podía
corresponder también a tuberculosis vertebral.

161
César A. Carrión

gravemente! Pues muchas veces cae en el fuego, y muchas veces en el agua. Lo


traje a tus discípulos, y no le pudieron sanar. Jesús respondió y dijo: -¡Oh gene-
ración incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo
os soportaré? Traédmelo acá. Jesús le reprendió, y el demonio salió de él; y el niño
fue sanado desde aquella hora.
Luego, los discípulos se acercaron en privado a Jesús y le dijeron: -¿Por
qué no pudimos nosotros echarlo fuera? Jesús les dijo: -Por causa de vuestra poca
fe. Porque de cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a
este monte: "Pásate de aquí, allá"; y se pasará. Nada os será imposible. Pero este
género de demonio sale sólo con oración y ayuno.”319
De este relato se pueden desprender tres cosas. La primera es que los
seguidores verdaderamente ya lo tenían fastidiado, no veía la hora de terminar de
una vez por todas con su ministerio. ¡Que lejanas suenan a estas palabras la frase
“Amaos los unos a los otros como yo los he amado”! Segundo, no importa lo que
él hubiera dicho previamente, la fe no alcanza, podré ordenarle a una montaña
que se mueva de su lugar a otro con una fe tan pequeña como un grano de
mostaza, pero no echar a un demonio cuando él quiere quedarse, en esos casos la
fe no basta. Y por último, si este demonio solo podía ser sacado con “oración y
ayuno”, ¿qué hacía Jesús entonces queriéndolo exorcizar? Si mal no recuerdo,
Jesús era conocido por no perderse un banquete y por disfrutar de los placeres de
la mesa. De hecho, con excepción del sermón de la montaña, el resto de sus
charlas las realizaba, junto con fariseos, en el transcurso de una cena y con vino de
por medio.
“Y vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: «He aquí un
hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.»”320
Incluso esta traducción de la Biblia de Jerusalén es relativamente benigna,
en otras, como por ejemplo la versión Kadosh Israelita Mesiánica de estudio, en
lugar de bebedor para el término hebreo shikor o el griego oinopotēs, utiliza la
palabra borracho.
Es decir que Jesús se asumía como una persona que bebía y comía en toda
cena a la cual era invitado, pero al mismo tiempo reclama para sí ser reconocido
como una persona que realiza habitualmente ayuno y oración.
¿Qué es lo que he querido representar con todas estas citas acerca de los
milagros de Jesús? Es sencillo, mi intención era demostrar cual era el modo de
realizar estos “milagros”. Siempre tenemos presentes a aquellos en donde basta
con que Jesús lo ordene para que ellos se lleven a cabo, pero nos olvidamos de
estos otros que cité y de varios más que, para no aburrir, no he mencionado.
Prodigios que para su realización no bastaba que simplemente se ordenase que se
produjeran, requerían una especie de método o ritual. Si Jesús era Dios mismo
hecho carne, ¿qué necesidad había de realizar tales ritos de sanación o de tener

319
Mateo 17:14-21
320
Mateo 11:19

162
JESÚS

que reiterar el procedimiento porque la curación había sido incompleta? ¿No


bastaba con ordenarlo y ya, como lo había hecho anteriormente?
Veamos ahora, como último milagro, la llamada “resurrección de Lázaro”.
De todos los prodigios efectuados por Jesús este es, obviamente, el más porten-
toso. En la actualidad, hacer que una persona retorne a la vida es algo común, que
se hace a diario, pero, ni en aquel entonces ni en la actualidad, alguien que lleve
cuatro días de fallecido puede resucitar, esto solo lo ha conseguido Jesús y es
como una especie de “muestra gratis” acerca de cómo será la resurrección de los
muertos el día del juicio final. Vayamos al relato que realizara Juan para ver como
fue que sucedieron los hechos:
“Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres,
está enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la
gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a
Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, per-
maneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dice a sus
discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.» Le dicen los discípulos: «Rabbí, con
que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?» (...) Dijo esto y
añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.» Le dijeron sus
discípulos: «Señor, si duerme, se curará.» (...) Entonces Jesús les dijo abiertamente:
«Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que
creáis. Pero vayamos donde él.» Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los
otros dis-cípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»”321
Hagamos aquí una pequeña pausa. ¿Qué quiso decir Tomás con “vayamos
nosotros a morir con él”? ¿Qué era lo que pensaban los discípulos acerca de lo que
Jesús hacía referencia? Cada vez que encuentro una frase como esta, tan fuera de
contexto, suelo pensar que la frase en sí es original y que el contexto es lo que, en
realidad, ha sido manipulado, desvirtuado. En este relato deben de haber existido
datos acerca de la verdadera historia del Mesías, que al no condecirse con las
creencias oficiales de la iglesia, fueron censurados, dejando, solamente, la historia
del milagro, sin ningún tipo de trasfondo político que pudiera enojar a las auto-
ridades romanas o que contradijera el dogma de la divinidad de Cristo. ¿Cuáles
pudieron haber sido los hechos que se relataban y que fueron eliminados para que
terminasen con la frase “vayamos nosotros a morir con él”? ¿Qué se quiso ocultar?
“Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en
el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y
muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su
hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro,
mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado
aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a
Dios, Dios te lo concederá.» Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» Le respondió
Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.» Jesús le respondió:
«Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que

321
Juan 11:3-16

163
César A. Carrión

vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo
que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»”322
Hagamos aquí otra breve pausa en el relato. ¿Cómo sabía Marta que Jesús
era el Cristo, el Mesías, si este era un dato que solamente conocían los doce
apóstoles y que Jesús les había ordenado que no se lo dijesen a nadie, hasta que él
lo revelase en el momento adecuado? Jesús resucita a Lázaro mucho antes que se
dirigiera a Jerusalén para presentarse como el Mesías. Entonces, el hecho que
Marta lo nombrase de este modo ante la multitud que se encontraba alrededor, es
una grave incongruencia en el relato. Si Jesús fue realmente crucificado por
hacerse llamar el Mesías, la ejecución se hubiera producido mucho antes y el
Sanedrín no hubiese tenido necesidad ni de llamar a falsos testigos, ni a esperar la
confesión del reo, hubiera bastado con llamar a alguno de los que estuvieron
presentes ese día.
“Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo:
«Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» Viéndola llorar
Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió
interior-mente, se turbó y dijo: « ¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor,
ven y lo verás.» Jesús se echó a llorar.”323
¿Por qué Jesús se puso a llorar si él sabía que Lázaro estaba por resucitar
en breve? ¿No da la impresión que todo es, en realidad, una simple puesta en
escena, que todos estaban actuando? O, al menos, así lo parecen las hermanas de
Lázaro y Jesús mismo.
“Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.» Pero algunos de
ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no
muriera?» Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro.
Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra.»
Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.» Le
dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» Quitaron, pues,
la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias
por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he
dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.» Dicho
esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!» Y salió el muerto, atado de pies y
manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y
dejadle andar.» Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo
lo que había hecho, creyeron en él.”324
En parte ya he ido desmenuzando el relato para destacar algunas in-
congruencias e inconsistencias que posee esta narración. Algo que no puedo dejar
pasar antes de meterme de lleno en el análisis de los hecho es que siempre me
causa gracia imaginar a Lázaro saliendo del sepulcro atado de pies y manos. Si
realmente estaba maniatado de este modo las únicas dos formas de salir eran
322
Juan 11:17-27
323
Juan 11:32-35
324
Juan 11:3-45

164
JESÚS

saltando como si estuviera en una carrera de embolsados o caminando como una


Geisha con un kimono terriblemente ajustado, con pasos muy cortitos. Las dos
formas son bastantes ridículas, pero no por más ridículas tienen que ser necesaria-
mente menos ciertas.
Como dijera anteriormente, todo aparenta ser una puesta en escena. Si el
objetivo de Jesús era solamente resucitar a un amigo, ¿había necesidad de hacerlo
salir a los saltos como si fuese un matambre viviente? ¿No podía simplemente él
entrar en la tumba, resucitarlo, desatarlo, para luego salir caminando como dos
personas normales?
La diferencia está en el efecto teatral, no es lo mismo que las personas que
se encontraban presentes permanecieran en el exterior esperando a que se pro-
dujera el milagro, y que Jesús gritase con fuerte voz “Lázaro, sal fuera”. Imagino
el rostro de asombro de todos los presentes, emitiendo un “Ohhh” prolongado. Si
eso no atraía más fieles, no habría nada que lo pudiera hacer.
La puesta en escena estaba destinada a producir un mayor impacto sobre
el público, era una forma de mensaje publicitario. ¿Cómo no nos vamos a unir a la
revolución que este Mesías nos propone, si, en el caso que muriésemos, él mismo
podría resucitarnos como para poder seguir luchando? Ese era el verdadero
objetivo de este milagro, formar un ejército de personas que fueran capaces de
entrar en batalla completamente convencidas que serían inmortales, porque si
murieran durante el combate él sería capaz de resucitarlos con solo desearlo.
En otra ocasión he dejado entrever que, según mi opinión, Jesús poseía un
grupo de discípulos o seguidores ocultos, ajenos a los apóstoles y desconocidos
por estos, que eran los que iban preparando el terreno para el momento en el que
él pasase por un determinado sitio. Obviamente en ninguna parte de los
evangelios se nos describe cuales personas conformaban este grupo, ni siquiera
nos relatan el hecho de su existencia misma. No nos pueden contar algo que ellos
mismos des-conocían. Pero si, de vez en cuando, ciertos hecho nos dan a entender
que hubo alguien detrás que fue el que lo organizó. Esto lo vamos a poder ver
más claramente luego, cuando nos dediquemos a analizar los acontecimientos que
se sucedieron en los días previos y posteriores a la pasión. Veamos ahora quien
era Lázaro en realidad.
Ya su nombre nos hace llamar la atención. Lázaro proviene del latín
Lazarus, que a su vez es un apócope del nombre hebreo Eleazar. El significado de
este nombre es “el que Dios ha socorrido”. ¿No es extraño que el hombre que Dios
resucitase se llamara de este modo?
Los evangelios no nos dicen mucho acerca de él, solo que era un discípulo,
que vivía en Betania, que poseía dos hermanas, María y Marta y que, cada vez que
Jesús viajaba a Jerusalén, se hospedaba en su casa. Pero, ¿dónde se conocieron?
¿Cómo puede ser que Jesús, un galileo, conociera a Lázaro, un hombre sin im-
portancia que vivía en un pequeño pueblo en las afueras de Jerusalén?

165
César A. Carrión

Si el análisis que hiciéramos anteriormente estuviera acertado y María, la


hermana de Lázaro, fuera en realidad María Magdalena, y esta a su vez fuese la
esposa de Jesús, entonces Lázaro era, en definitiva, su cuñado. Si todo esto es así,
no había necesidad que ninguno de ellos se conociese previamente. El matrimonio
era un contrato que se realizaba entre familias, los cónyuges no necesariamente
debían conocerse, bastaba con los informes que se trasmitían entre ambas familias
acerca de su legitimidad de origen, o de si alguna de las dos familias poseía algún
tipo de mancha que le impidiera casarse con un judío legítimo, para luego fijar el
monto de la dote que la mujer podía aportar al matrimonio.
Siendo Jesús y Lázaro cuñados, es comprensible que el primero le pidiera
hospedaje al segundo cada vez que visitara la región. Recordemos que un judío
devoto viajaba a la Ciudad Santa un mínimo de tres veces al año, en Pascua,
Pentecostés y en la fiesta de los Tabernáculos. En el transcurso de estas fiestas no
existían muchos lugares en donde hospedarse y es lógico que Jesús eligiera la casa
de su cuñado para poder pasar la noche él y sus doce apóstoles.
Recordarán que en el capítulo que hablaba acerca de María Magdalena
hice referencia a que, quizás, el nombre de Lázaro no fuera su nombre verdadero.
¿En que me baso para presumir esto?
Cuando quise definir quien era en realidad María Magdalena cité estos
mismos versículos:
“Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro,
a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta
servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Entonces María,
tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y
los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.” 325
Ahora bien, veamos que es lo que dicen Mateo y Marcos acerca de este
mismo suceso:
“Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se acercó a él
una mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y lo derramó
sobre su cabeza mientras estaba a la mesa.”326
“Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa,
vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de
mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza.”327
Es obvio que los tres autores hacen referencia a una misma persona, no
creo que existiera en Betania dos discípulos de Jesús en la casa de los cuales
apareciera, casualmente, una mujer con un frasco de perfume carísimo para
derramar sobre el cráneo del Salvador las dos veces en que fue a cenar. Si fue de
este modo imagino lo que habría pensado Jesús: “¡Acá en Betania no se puede
cenar en paz que cada rato viene alguna mujer y te llena la cabeza de aceite! La
325
Juan 12:1-3
326
Mateo 26:6-7
327
Marcos 14:3

166
JESÚS

próxima vez me voy a cenar a Jerusalén, que ahí seguro que me dejan comer
tranquilo y no me va a pasar nada.”
Dejando de lado el humor, estamos obligados a pensar que ambos per-
sonajes eran el mismo sujeto, Lázaro y Simón eran, en realidad, uno solo. Si Simón
era leproso, Lázaro, forzosamente, también debía serlo. En dos ocasiones se nos
habla acerca de que Lázaro poseía algún tipo de enfermedad, pero sin definirla,
veamos:
“Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su
hermana Marta.”328
Y también, formando parte de una de las parábolas que relata Jesús, la de
Lázaro y el hombre rico, en la cual ambos mueren pero el primero va al paraíso
mientras que el segundo cae al infierno.
“Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de
llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros
venían y le lamían las llagas.”329
Es decir que Lázaro debe de haber sido una persona enferma, cuyo
padecimiento, tal vez, consistiera en una dolencia caracterizada por llagas, de ahí
que se lo apodase “el leproso”. Pero, si Simón el leproso y Lázaro eran la misma
persona, ¿por que Jesús no lo había curado de su dolencia? Aunque no fueran la
misma persona, en el caso de que Simón haya sido también su discípulo, cabe el
mismo interrogante, ¿por qué no lo había curado? Y si, en realidad, él efectiva-
mente lo sanó, entonces ¿por que lo seguían apodando “el leproso”?
Entonces tenemos que Lázaro era amigo, discípulo y, quizás, hasta el
cuñado de Jesús, que, casualmente, sufrió de una extraña enfermedad que lo
llevó, de im-proviso, a la muerte. Jesús, pudiéndolo haber sanado mientras aún
vivía, decide esperar a que fallezca antes de dirigirse hacia él para resucitarlo.
Mi hipótesis es que Jesús se había puesto de acuerdo con Lázaro para
simular el presunto milagro, por dos motivos, el primero para lograr lo que él
dijera expresamente “Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios,
para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Es decir, por puro y simple
proselitismo.
El segundo fue para verificar si era posible que una persona pudiera
simular estar muerta por más de un día, para resucitar luego. Sino veamos un par
de coincidencias. Jesús esperó a que le llegasen noticias que Lázaro había muerto
antes de dirigirse hacia Betania, es más, aguardó a que pasaran tres días antes de
acercarse hasta la tumba de su amigo. Tres días permaneció en el sepulcro y al
cuarto él se presenta para resucitarlo. ¿No les parece conocido? Es más, luego de
que Jesús realizara este milagro, comienza a proclamar que moriría y, después de
permanecer tres días sepultado, resucitaría de entre los muertos. Previo a estos

328
Juan 11:1
329
Lucas 16:20-21

167
César A. Carrión

hechos nunca había hablado acerca de su muerte y resurrección. Es recién luego


de este acontecimiento que él puede comenzar a hablar acerca de cómo sería
traicionado, muerto y resucitado porque ya había puesto a prueba el método para
realizar este truco y pudo comprobar que era posible. ¿Y, cual fue este método?
Existe en todo Egipto y, principalmente, en la península del Sinaí una
planta que pertenece al subgrupo de los beleños llamada vulgarmente Sekaron,
que significa “la embriagadora”, cuyo nombre científico es Hyoscyamus muticus.
En la antigüedad, de las hojas y las semillas de esta planta, se extraía el banj o
bang, que contiene múltiples alcaloides, entre ellos la hiosciamina, la hioscina
(escopolamina) y la atropina que, dependiendo de que dosis se utilice, podía
comportarse como un potente narcótico o un simple alucinógeno. La intoxicación
es análoga a la producida por la belladona ya que ambos contienen las mismas
sustancias. En el caso de una intoxicación leve a moderada, la persona que lo
ingiriese presentaría un aspecto cadavérico, dado el color de su piel, la respiración
superficial y la falta de respuesta ante estímulos dolorosos. Recordemos que en
aquella época el diagnóstico de muerte se realizaba simplemente llamando al
difunto por su nombre o aplicándole un estímulo doloroso sin que se constatase
respuesta por parte del mismo. Desconocían lo que era el sistema circulatorio, ni
siquiera el simple hecho de tomar el pulso. El arte médico no era muy diferente de
lo que actualmente es el curanderismo, incluso en la actualidad existen
curanderos que poseen mayores conocimientos médicos que los que poseían los
propios galenos de la época. Así, en la antigüedad, era mucho más simple poder
engañar a un profesional del arte de curar y que este, sin que necesariamente esté
de acuerdo con la trampa, colabore certificando una muerte que no era tal.
Si le creemos a Mateo acerca de que Jesús vivió sus primeros años en
Egipto, podemos pensar que él pudo haber adquirido el conocimiento acerca de la
existencia del Sekaron y sus efectos en el transcurso de su estadía allí, y, siendo ya
adulto, pudo ocurrírsele la idea de utilizarlo para simular su muerte. Pero el
intento no era inocuo, en caso de errar la dosis podría llevar, al que la utilizase, a
una muerte segura, cosa que no creo que haya deseado Jesús que ocurriese.
Para no correr riesgos primero debía realizar la prueba con una persona de
su entera confianza, dispuesto a morir por él si fuera necesario, pero que no
perteneciese al grupo de los apóstoles, dado que era necesario que incluso ellos
mismos creyesen en la resurrección. El candidato ideal era Lázaro, una persona de
por sí enfermiza, que le había brindado su amistad y que, quizás, estuviese ligado
a él por vínculos filiales como el de ser su propio cuñado. Si Lázaro hubiera falle-
cido y su muerte hubiese sido certificada por un médico o algún tipo de autoridad
mientras Jesús se encontraba distante, al resucitarlo ante toda una multitud, el
éxito que hubiera conseguido habría sido importantísimo. Nadie habría podido
negar el milagro, dado que los testigos eran abundantes y sería la prueba de que,
no solo era un profeta más, sino también que, si lo aceptaban como Mesías, él
podría resucitar a los que murieran por defender su causa y el poder de su ejército
sería ilimitado. La profecía acerca de que Israel se convertiría en una potencia
mundial invencible al fin se estaría cumpliendo.

168
JESÚS

No se puede negar que la apuesta fue fuerte, Lázaro pudo haber muerto
efectivamente y Jesús hubiera hecho el ridículo ante una multitud llamando a los
gritos al pobre difunto. Fue jugarse al todo o nada, si el truco salía bien él podía
llegar a ser reconocido como el profeta más grande que había conocido Israel o,
incluso, ser aceptado como el Mesías esperado, si por el contrario este salía mal,
adiós a todos sus sueños.
Pero, tal vez, no tuvo en cuenta una tercera opción. Los judíos podían
interpretar todo el milagro como un simple acto de magia que realizara un
hechicero o un mago. Si bien, en un pueblo cerca de la capital, estos actos eran
mejor tolerados que en los pequeños pueblos del interior del país, si las personas
que se encontraban presentes llegaban a opinar que se trataba un acto de magia y
que podía estar en relación con los demonios o simplemente con las malas artes,
no solo no produciría adhesión sino, que a la inversa, podía producir un gran
rechazo hacia el que lo cometiera. Ya lo dice el Talmud: “Más vale perecer que ser
salvado por la magia”.330
Esta frase resume el rechazo que sentían los judíos devotos hacia todo lo
que pudiera estar relacionado con la magia o a todo aquel que la practicase. De
hecho, los sacerdotes no solo tenían intención de apresar y matar a Jesús, sino que
también se pusieron como objetivo la muerte de Lázaro. 331 Creo que esta decisión
no estuvo solamente originada en la publicidad que este milagro le otorgaba a
Jesús, también influía, sino entre los sacerdotes sí entre el pueblo llano, que esto
tuviera alguna relación con actos de magia.
Es que Jesús siempre se supo rodear de una atmósfera de misterio, y no
era solo por pura casualidad que lo hacía. Los líderes siempre deben poseer un
aura mística que los diferencie del resto de los simples mortales. Si un líder
mesiánico no posee un rasgo que lo destaque del resto ¿por qué seguirlo? Si se
trata de una persona común y silvestre, ¿para que escucharlo? ¿Por qué arriesgar
mi vida para alcanzar sus metas?
Esta simulación de poder sobrehumano debía mantenerse aún delante de
sus propios apóstoles, pero, ¿cómo hacerlo y aún así lograr que se llevaran a cabo
los “milagros”? La única forma de lograrlo era que poseyera un grupo de per-
sonas que funcionara a espaldas del resto de sus discípulos y con los cuales trama-
ba las acciones a seguir, planeaba las simulaciones, realizaba los aprontes que
permitían ejecutar los milagros y, seguramente, este grupo también se encargaba
de proveer las personas que se beneficiarían con los mismos. ¿Qué pruebas hay
acerca de que esto sea verdad?
En el presente capítulo solo haré referencia a tres de las circunstancias en
la cual una persona puede llegar a sospechar que existen cosas que fueron oculta-
das a los apóstoles y a los otros discípulos. Los otros sucesos sospechosos los
referiré más adelante, en la segunda parte, la que trata acerca de la pasión de
Cristo.
330
Talmud Abhodah Zarah 27b
331
Juan 12:10

169
César A. Carrión

La anécdota que vamos a tratar en este momento es descripta por los tres
evangelios sinópticos, no así por el evangelio de Juan, que parece no haberse
enterado del milagro, a pesar de ser uno de los pocos apóstoles que estuvieron
presentes y el único, de los cuatro evangelistas, que fue testigo presencial.
“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano
Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su
rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando
Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí
tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba
hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía
una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.»
Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús,
acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.» Ellos alzaron
sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo.”332
Como dijera anteriormente, noten como los apóstoles presentes son Pedro,
Santiago y Juan, los llamados tres pilares de la iglesia primitiva. Siendo que solo
ellos tres estuvieron presentes, ¿no es extraño que Juan sea el único de los cuatro
evangelistas que no relata la anécdota? Esto lo podríamos explicar si
determinamos que el relato en sí es apócrifo, que nunca existió, fue un invento de
Marcos que los otros dos se limitaron a copiar. También es posible que, como la
historia saliera a la luz una vez que Jesús ya había muerto, esta mentira pudiera
haberla dicho alguno de los otros dos apóstoles, Pedro o Santiago, y Juan no
estuvo dispuesto a apoyar dicha ficción. O, quizás, Juan, a pesar de haber
presenciado el “milagro” tenía sus dudas acerca de la realidad de lo que vio y
prefirió no escribir acerca de algo de lo que no estaba seguro que fuera cierto.
Tomemos esta última hipótesis como la verdadera. Tenemos que Jesús
llevó a sus tres discípulos a la cima de un monte, cuando alcanzan la cumbre, el
rostro y la ropa de su maestro comienza a resplandecer. Esto puede explicarse
fácilmente, si todo el relato transcurre durante el atardecer y Jesús estaba ubicado
en la cima del monte mientras los apóstoles se encontraban en el lado de las
sombras, desde el punto de vista de ellos, Jesús estaba resplandeciendo. Recor-
demos que las ropas que utilizaba Jesús habitualmente era una túnica de color
blanco de muy buena calidad, tanto que en su crucifixión deciden sortearla antes
que dividirla en tres partes.
El recurso de la iluminación posterior es muy utilizado actualmente en el
cine y en la fotografía, le provee a la imagen de una grandiosidad que es difícil de
imitar utilizando solamente la luz frontal. De hecho el programa Photoshop
Elements posee un herramienta especial llamada “ajustar iluminación posterior”.
Recordemos también que los testigos eran creyentes y estaban
predispuestos a ver lo que, en definitiva, terminaron viendo. Es como cuando
aparece una mancha de oxido en una pared y un creyente la interpreta como la
332
Mateo 17:1-8

170
JESÚS

imagen de la virgen María, no piensa en que tan solo se trata de una mancha, ni
siquiera que podría ser una figura de cualquier mujer. No, “es la virgen María” y
se terminó la discusión. Quiere creer que puede estar destinado a presenciar un
milagro, porque así siente que es una persona única, que Dios reparó en su
existencia, que no es solo un hombre común y entonces ninguna persona será
capaz de con-vencerlo de lo contrario, que eso que él ve es solo una mancha, que
no hay tal milagro. Su necesidad interior proyecta ante sus ojos lo que desea ver, y
entonces el milagro se hace realidad.
Los apóstoles querían ver la transfiguración y la vieron, no se plantearon
dudas. Tal vez fue por ello que eligió a estos tres y no lo hizo ante los doce. Ellos
probaron ser los más fieles del grupo y, quizás también, los más crédulos.
Entonces, luego de haber visto a Jesús resplandecer, advirtieron que él
estaba acompañado de otras dos personas, seguramente también vestidas de
blanco y refulgiendo ante el sol del atardecer. Los apóstoles los tomaron como la
aparición de Moisés y Elías, ¿quiénes más podían ser sino ellos? Para tres fieles
creyentes que pensaban que Jesús era el Mesías esperado, que se hacía llamar a sí
mismo “hijo de Dios”, ¿de que otras personas podía estar acompañado que fuesen
tanto o más importantes que él mismo? Supongo que no debían portar un cartel
en el pecho con sus respectivos nombres y, hasta donde yo conozco, aún faltaban
muchos años para que se inventase la fotografía, ni siquiera existían retratos de
ninguno de los dos personajes y el relato tampoco nos refiere que ninguno de los
apóstoles hubiera hablado con alguna de las dos apariciones que allí se encon-
traban. Entonces, ¿cómo hicieron para darse cuenta de quienes se trataban? Como
dijera anteriormente, simplemente vieron a dos hombres hablando con Jesús a
espaldas del resto de los discípulos, refulgiendo y, tal vez, vistiendo del mismo
modo que su maestro y, entonces, llegaron a la conclusión que se trataba de
Moisés y Elías. Fue tan solo por estos motivos que lo supusieron. El hecho simple
y sencillo es que vieron a dos personas charlando con Jesús y, de las cuales,
ninguno de ellos conocían.
Noten que tampoco los vieron desaparecer ni elevarse al cielo, sino que
cayeron con el rostro en tierra y al levantarse solamente pudieron ver a Jesús.
Creo sinceramente que estas dos personas pertenecerían a un grupo que actuaba,
en combinación con Jesús y a espaldas del resto del grupo, para conseguir que él
pudiera alcanzar el trono de David. Para poder lograr este objetivo necesitaban,
periódicamente, reunirse con Jesús para acordar las acciones a seguir, comunicarle
a quienes iba a poder curar de sus “dolencias” o a cuales posesos podría llegar a
exorcizar durante el transcurso de su continuo peregrinaje y también coordinar
cuales serían los pasos a seguir.
Existen además dos anécdotas que nos pueden llegar a sonar como sos-
pechosas cuando uno las lee detenidamente y que quizás también pueden estar en
relación con la existencia de un grupo que actuaba a escondidas.
La primera, es la que nos relata Marcos en 5:25-34 y es el caso de una
mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años y que se acercó a Jesús

171
César A. Carrión

desde atrás para tocar su manto y sanarse. Pero él “se da cuenta” que había salido
“poder” de su cuerpo y entonces busca la persona que se había beneficiado con el
milagro.
“De pronto Jesús, reconociendo dentro de sí que había salido poder de él,
volviéndose a la multitud dijo: -¿Quién me ha tocado el manto? Sus discípulos le
dijeron: -Ves la multitud que te apretuja, y preguntas: "¿Quién me tocó?" El
miraba alrededor para ver a la que había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo
y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, fue y se postró delante de
él, y le dijo toda la verdad. El le dijo: -Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y
queda sanada de tu azote”.
Lo sospechoso es que haya sanado a una mujer con el simple contacto de
su manto, pero desconociese a quien había favorecido. “Él miraba alrededor para
ver a la que había hecho esto”. Impresiona como que Jesús ya había arreglado que
una mujer se curaría milagrosamente pero la multitud no le permitió a ella
acercarse lo suficiente para recitar sus líneas, entonces, como lo estaban alejando
del lugar para llevarlo a resucitar a una niña que había muerto recientemente, él
decide como último recurso decir que alguien lo había tocado. Obviamente lo que
dijo le pareció extraño a la multitud, más que nada porque eran muchos los que lo
estaban tocando. Reclamar que alguien lo había tocado mientras lo apretujaba una
gran cantidad de personas es algo completamente incoherente. Además, aparente-
mente él desconocía el rostro de la mujer que debía presentarse para que realizara
el “milagro”, no podía simplemente señalarla, era ella la que debía acercarse y
confesar que la había curado. ¿Jesús no podía controlar sus poderes? ¿No podía
decidir a quién sanar y a quién no? Y si él fue el que decidió curarla, ¿por qué se
puso a buscar a la mujer en vez de simplemente señalarla o mirarla y decirle
directamente “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sanada de tu azote”?
El segundo relato, al cual hacía referencia anteriormente, es cuando los
apóstoles encuentran casualmente a una persona que hablaba en nombre de Jesús,
pero que ellos no lo reconocieron como a uno más de sus discípulos.
“Juan le dijo: -Maestro, vimos a alguien que echaba fuera demonios en tu
nombre, y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: -No se lo
prohibáis, porque nadie que haga milagros en mi nombre podrá después hablar
mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.”333
¿Cómo que expulsaba demonios en su nombre? ¿Quién le había otorgado
este poder, poder que no poseían todos los discípulos, sino tan solo los apóstoles?
¿Quién era este misterioso personaje? La Biblia no nos da mayores explicaciones
pero es llamativa la falta de interés que pone Jesús en averiguar quién expulsaba
demonios en su nombre, y también como le prohíbe a sus discípulos que realicen
algún tipo de acción en contra de los sujetos que vieran actuar de esta manera.
Aunque suene semejante la frase “el que no es contra nosotros, por noso-
tros es” es completamente opuesta a “El que no está conmigo, contra mí está; y el

333
Marcos 9:38-40

172
JESÚS

que conmigo no recoge, desparrama”334. La primera nos dice que solo los que se
manifiestan expresamente en su contra son sus enemigos, excluyendo al resto. En
cambio la segunda afirma que todos son sus enemigos a menos que manifiesten
claramente partidismo a su favor.
Esta anécdota nos muestra que, al mismo tiempo que Jesús desarrollaba
su labor, paralelamente había personas o grupos de personas que hablaban y
actuaban en su nombre, que los “verdaderos” discípulos desconocían pero no así
Jesús, ya que por ello le prohibió a sus seguidores que actuaran en contra de
estas personas.
En un país tan pequeño como Galilea, era muy difícil de conseguir que, en
algún momento, no se cruzaran ambos grupos. Jesús debía tomar medidas para
que no se produjeran estos encuentros y que, de este modo, se descubriese la
trampa. El grupo que conformaban sus íntimos debía permanecer alejado y no
crear dificultades a aquellos que encontrasen y dijesen que expulsaban demonios
en su nombre, pero tampoco le aclaró a los suyos quienes eran esas personas y por
que poseían poderes que él tan solo le había otorgado a los apóstoles.
Existen aún otras anécdotas que probarían la existencia de otro grupo de
seguidores oculto, pero se relacionan con los hechos acerca de los cuales hablaré
en la segunda parte, por ahora debemos conformarnos con que varios de los su-
puestos milagros pudieron ser simplemente una tramoya apoyada por personas
fuera del grupo apostólico y, al mismo tiempo, a espaldas de estos.

334
Mateo 12:30

173
César A. Carrión

SEGUNDA P ARTE

174
JESÚS

175
César A. Carrión

CAPÍTULO I

Contexto Histórico

Antes de poder comenzar a hablar acerca de los sucesos que acontecieron


durante el transcurso de la pasión de Cristo debemos dedicarle algunas palabras
al contexto en la cual de desarrolló. Es muy difícil entender cabalmente por qué y
como se produjeron los acontecimientos que nos ocupan, si antes no intentásemos
informarnos acerca de los protagonistas de estos.
Es muy probable que las acciones realizadas por cada uno de los actores
que intervinieron dentro de este drama hayan sido fríamente calculadas por Jesús,
a fin de poder predecir los acontecimientos que se produjeran antes, durante y
después de su crucifixión.
La decisión de Jesús de dirigirse a la capital de Judea no se produjo
simple-mente por azar, no fue casual, sino que, muy por el contrario, basándose
en los conocimientos que él poseía acerca de Pilatos, del Sanedrín, del Sumo
Sacerdote, de los fariseos y saduceos en general, planeó minuciosamente la
estrategia que lo conduciría a su crucifixión y la posterior exitosa resurrección.
Para poder entender su proceso de razonamiento y sus conclusiones es que
debemos hablar un poco acerca de todos estos temas.

176
JESÚS

Para los romanos Judea no era un país más bajo su dominio, gozaba de
ciertas prerrogativas que les eran negadas al resto del los habitantes del imperio.
Según el historiador Flavio Josefo los judíos estaban dispensados del servicio
militar, si bien existían algunos soldados judíos dentro del ejército romano pero
no era la regla, y, por sobre todas las cosas, se los eximía de rendir culto al
emperador como si este fuera un dios. A esto se le llamaba “privilegia judaica”.
Otro privilegio que poseía Judea como país era el de ser considerado como
una región autónoma, por lo que el procurador que dirigiese las cuestiones milita-
res y administrativas debía pertenecer como mínimo, a una familia aristocrática y,
en el caso particular de Poncio Pilatos, estaba emparentado directamente con el
emperador. El cargo de procurador de Judea poseía un rango comparable al de un
procónsul. El primero de los procuradores que dirigió el país fue Coponio,
nombrado por el gobernador Cirino en el año 6 DC, este último fue, por si no lo
recuerdan, el mismo que ordenó el censo, al menos según Lucas.
Los sucesivos procuradores tomaron por costumbre fijar su residencia en
la ciudad de Cesarea Marítima aunque, a pesar de ello, durante el trascurso de las
grandes fiestas judías, especialmente para las Pascuas, el procurador se trasladaba
hasta la capital, Jerusalén, dado el elevado riesgo de insurrección que existía en
esas fechas.
Si bien se consideraba a Judea como una región autónoma, esto no sig-
nificaba que fuera completamente independiente y que el procurador solo debía
rendirle cuentas al propio emperador y a nadie más. En realidad se encontraban
bajo la supervisión del gobernador de la provincia de Siria. En el caso del cargo de
gobernador de Siria, al igual que lo que sucedía con el cargo de procurador de
Judea, no cualquiera era capaz de alcanzar a ocupar este puesto, ante todo debía
pertenecer a la estirpe senatorial y ostentaba el título de legatus Augusti. El
gobernador residía habitualmente en Damasco, una ciudad situada a 225 Km. al
noreste de Jerusalén, actualmente es una de las ciudades más antigua del mundo.
Hacia esta ciudad es a donde se dirigía San Pablo cuando se produjo la visión que
lo transformaría en un fiel cristiano. Los gobernadores, en general, podían
disponer de varias legiones regulares y desplegarlas a discreción, según sus
necesidades, a diferencia del procurador de Judea que solo disponía de media
legión, de las cuales cuatro cohortes se encontraban en Cesarea y la quinta, la
“cohors miliaria equitata”, permanecía en Jerusalén, más precisamente en la Torre
Antonia bajo las órdenes de un tribuno.
De todos los procuradores que rigieron los destinos de Judea desde el año
6 DC hasta el año 66 de nuestra era, fecha en la cual se produce la famosa Guerra
de los Judíos, desarrollada entre éstos y el imperio Romano, el más famoso, por
lejos, resulta ser Poncio Pilatos.
Lucius Pontius Pilatus, hijo de Marcus Pontius, le debió a su padre la
ciudadanía romana e incluso el pertenecer a la orden ecuestre, es decir que era un
caballero romano. Durante la “Guerra de los Astures”, a pesar de ser Marco
Pontio español, se alió con Roma, en contra de sus propios compatriotas y esto

177
César A. Carrión

hizo que, en reconocimiento, el imperio le otorgase el Pilum de honor y la


ciudadanía romana.
Poncio Pilatos presuntamente nació en Sevilla aunque se desconoce en que
fecha, lo que sí se sabe acerca de él es que en el año 16 luchó bajo las órdenes de
Germánico Julio César, padre del futuro emperador Calígula, en la batalla de
“Arminio”.
Su esposa, Claudia Prócula, era la nieta de Agripa Marcelo y de Julia, la
hija de César Augusto. Luego de la muerte de su esposo, Julia decide casarse en
terceras nupcias con Tiberio, el futuro emperador, por lo que Claudia Prócula se
transformó en nieta política del Tiberio. Cuando Pilatos toma la decisión de
casarse

con ella, automáticamente se transformó en nieto del César por alianza.335


Como premio se le otorgó el cargo de procurador de Judea, no de las
propias manos del emperador, que ese mismo año, el 26 de nuestra era, ya se
había retirado a la isla de Capri, para no volver nunca más a Roma, sino que fue el
jefe de la guardia pretoriana, Lucio Elio Seyano, el que le otorgó el nombramiento.
Se preguntarán ¿de donde conocía un simple caballero español a la nieta
política del emperador? Es sencillo, el padre de Pilatos, Marco Poncio, sirvió bajo
la órdenes de Agripa Marcelo, el verdadero abuelo de Claudia Prócula. Es así,
producto de una serie de hechos fortuitos, amistades, lazos familiares, etc., como
Pilatos alcanzó el cargo de Procurador de Judea.
Pero, a pesar de lo que describen los evangelios, Pilatos no era una
persona piadosa, alguien que se resistía empecinadamente en dañar o asesinar a
personas inocentes. La realidad era completamente diferente. Pilatos no
comprendía para nada la idiosincrasia del pueblo hebreo, no soportaba lo que él
consideraba sus “bárbaras” costumbres. De hecho, según Flavio Josefo, una vez
“Siendo enviado Pilato por Tiberio a Judea, y habiendo tomado en su regimiento
aquella región, una noche muy callada trajo las estatuas de César y las metió
dentro de Jerusalén; y esto tres días después fue causa de gran revuelta en
Jerusalén entre los judíos; porque los que esto vieron fueron movidos con gran
espanto y maravilla, como que ya sus leyes fueran con aquel hecho profanadas;
porque no, tenían por cosa lícita poner en la ciudad estatuas o imágenes de

335

César Augusto-----------Scribonia
|
Marco Claudio Marcelo--------Julia---------Agripa Marcelo----Tiberio Claudio Nerón
| (Tiberio César)
|
Julia---------Lucio Paulo (D Silano)
|
Claudia Prócula---------Poncio Pilato

178
JESÚS

alguno, y con las quejas y grita de los ciudadanos de Jerusalén. Llegáronse


también muchos de los lugares vecinos, y viniendo luego a Cesarea para hablar a
Pilato, suplicábanle con grande afición que quitase aquellas imágenes de
Jerusalén, y que les guardase y defendiese el derecho de su patria.
No queriendo Pilato hacer lo que le suplicaban, echáronse por tierra cerca
de su casa, y estuvieron allí sin moverse cinco días y cinco noches continuas. Des-
pués, viniendo Pilato a su tribunal, convocó con gran deseo toda la muchedumbre
de los judíos delante de él, como si quisiese darles respuesta, y tan presto como
fueron delante, hecha la señal, luego hubo multitud de soldados, porque así
estaba ya ordenado, que los cercaron muy armados, y rodeáronlos con tres es-
cuadrones de gente. Espantáronse mucho los judíos viendo aquella novedad, que
despedazaría a todos si no recibían las imágenes y estatuas de César, y señaló a
los soldados que sacasen de la vaina sus espadas.
Los judíos, viendo esto, como si lo trajeran así concertado, échanse súbita-
mente a tierra y aparejaron sus gargantas para recibir los golpes, gritando que
más querían morir todos que permitir, siendo vivos, que fuese la ley que tenían
violada y profanada. Entonces Pilato, maravillándose de ver la religión grande de
éstos, mandó luego quitar las estatuas de Jerusalén.”336
En realidad no retiró la imagen de la ciudad de Jerusalén, sino que perma-
neció oculta a los ojos de los hebreos, dentro de la Torre Antonia.
Si solo poseyésemos este relato para evaluar la conducta que poseía
Pilatos frente a los judíos podríamos decir que no era tan malo en realidad.
Amenazó con degollarlos a todos, pero no solo no cumplió su amenaza sino que,
por el contrario, retiró las imágenes obedeciendo lo reclamado por el pueblo. Lo
malo es que sí poseemos otros relatos, el anterior solo fue la primer confrontación
entre Pilatos y los judíos.
Se acostumbraba en Israel que las obras de mantenimiento dentro de la
ciudad corriera a cargo del Templo, a través del Sumo Sacerdote, dado que en la
época que nos ocupa no había un rey encargado de gobernar y dirigir la ciudad,
ya que el último rey fue Arquelao, depuesto por los romanos en el año 6 DC, y no
habría otro rey hasta que, en el año 40 DC, Agripa I, nieto de Herodes el grande,
recibe nuevamente el cargo de rey de Judea.
El Sumo Sacerdote, con tantas obligaciones que lo mantenían ocupado, no
pudo encargarse de hacer llegar agua potable a la ciudad, por lo cual “Pilatos
condujo el agua a Jerusalén con cargo sobre el tesoro sagrado, captando la fuente
de los cursos de agua a doscientos estadios de allá. Los judíos quedaron muy
descontentos por las medidas adoptadas respecto a esta agua. Millares de gente se
reunieron y le gritaron que cesara en dicha empresa, algunos llegaron incluso a
injuriarlo violentamente, como acostumbraban a hacer las multitudes. Pero él, tras
enviar al lugar de la reunión un gran número de soldados, revestidos con las
ropas judaicas y llevando porras ocultas bajo las vestimentas, les ordenó personal-

336
Guerra de los Judíos, II,14

179
César A. Carrión

mente que se retiraran. Como los judíos hacían ademán de injuriarle, dio a los
soldados la señal convenida antes, y los soldados golpearon aún más violenta-
mente de lo que les había prescripto Pilatos, castigando a la vez a los causantes
del desorden y a los demás. Pero los judíos no manifestaban ninguna debilidad,
hasta el punto que, al ser sorprendidos desarmados por gentes que les atacaban
con propósitos deliberados, murieron en gran número en el mismo lugar, o se
retiraron cubiertos de heridas. Así fue como se reprimió ésta sedición.”337
Aquí no tuvo reparos en asesinar a personas desarmadas que solo lo
insultaban por haber “robado” el tesoro sagrado del templo. Seguramente lo que
pudo haber sucedido es que, quizás, el pueblo se había envalentonado luego de
comprobar que su primera manifestación había tenido un resultado exitoso.
Noten que, en la primera ocasión, los manifestantes se arrojaron al suelo alegando
que preferían morir a incumplir con la Ley. En esta segunda oportunidad la
actitud del pueblo era muy diferente, amenazante, desafiante, insultando al
procurador a pesar de la amenaza que les realizara.
Imagino que los presentes creerían que, en esta oportunidad, Pilatos
tampoco se atrevería a cumplir con su amenaza, por lo que se vio obligado a
reaccionar de esta manera. Si lo pensamos detenidamente, es esperable que, para
evitar una completa sublevación en la siguiente vez que decidiera ejecutar una
acción que la opinión pública pudiera considerar desagradable, decidiera tomar
“el toro por las astas” y ordenara reprimir violentamente. Le gustase o no a
Pilatos atacar indiscriminadamente a la multitud, lo cierto es que no podía darse
el lujo de hacer las cosas de otro modo, si es que quería permanecer en su puesto.
Pero aún si sus intenciones hubieran sido buenas, piadosas y mesuradas hasta ese
momento, lo que vamos a ver a continuación nos termina demostrando que a
Pilatos le terminó gustando la idea de mandar a matar a los que se le oponían.
“Los samaritanos no carecieron tampoco de disturbios, pues estaban
incitados por un hombre que no consideraba grave el mentir, y que lo combinaba
todo con tal de agradar al pueblo. Les ordenó que ascendieran con él al monte
Garitzim, al que tienen como la más santa de las montañas, asegurándoles con
vehemencia que, una vez que llegaran allí, les mostraría unos vasos sagrados
emterrados por Moisés, quien los había colocado allí en depósito. Ellos, creyendo
que sus palabras eran verídicas, tomaron las armas, y, tras instalarse en un pueblo
llamado Tirathana, adhirieron a cuantas gentes pudieron recoger, de forma que
iniciaron la ascensión de la montaña en masa. Pero Pilatos se apresuró a ocupar
con antelación el camino por el cual debían efectuar la ascensión, y envió allí a
caballeros y soldados de a pié, y éstos, cargando contra las gentes que se habían
reunido en el pueblo, mataron a unos en la refriega, pusieron a otros en fuga, y a
muchos otros se lo llevaron prisioneros, los principales de los cuales fueron
ejecutados por orden de Pilatos, así como los más influyentes de entre los
fugitivos.”338

337
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas, XVIII,III, 60-62
338
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas, XVIII, IV, 1

180
JESÚS

Esta vez Pilatos no se molestó en averiguar si las personas que se habían


reunido para ascender a la cima del monte lo hacían por motivos religiosos,
políticos, si tenían la intención de sublevarse o solo querían subir para mirar el
paisaje. No le importó y ni siquiera intentó evitar los hechos de una forma más
pacífica. Atacó a un grupo de personas desarmadas, de un pueblo, los
samaritanos, que jamás le habían provocado complicaciones al imperio. A
diferencia de los judíos, ellos nunca se habían levantado en armas en contra de la
ocupación. Este despliegue de violencia injustificada no permanecería impune.
“Una vez calmado éste disturbio, el consejo de los samaritanos acudió a Vitelio 339,
personaje consular, gobernador de Siria, y acusó a Pilatos de haber masacrado a
las gentes que habían perecido, porque no era para revelarse contra los romanos,
sino para escapar a la violencia de Pilatos, por lo que se había reunido en
Tirathana. Después de haber enviado a uno de sus amigos, Marcelo, para
ocuparse de los judíos, Vitelio ordenó a Pilatos que volviera a Roma para dar
cuenta al emperador de los actos de los que le acusaban los judíos. Pilatos después
de diez años de permanencia en Judea, se apresuró a ir a Roma, por obediencia a
las órdenes de Vitelio, a las que no podía objetar nada. Pero antes de que hubiera
llegado a Roma, sobrevino la muerte de Tiberio.”340
Seguramente Pilatos estaría confiado que su “abuelo” político le perdona-
ría todos los errores y excesos cometidos por él durante su gobierno, por ello
habría comenzado tranquilo su viaje de retorno a Roma. Pero las cosas se com-
plicaron durante el viaje de vuelta, Tiberio muere y lo sigue en el trono su sobrino
nieto, Cayo Julio César, alias Calígula. Calígula no fue tan piadoso con él como
esperaba que lo fuera Tiberio, lo condenó al exilio en Vienne, a orillas del Ródano,
en las Galias. Tres años más tarde, en el año 39 DC, Pilatos toma la decisión de
suicidarse, si bien se desconoce en forma cierta como lo realizó se piensa que se
abrió las venas, como se acostumbraba en esa época o, quizás, se arrojó a las aguas
del Gier desde el Monte Pilato, aproximadamente a 17 Km. de Vienne. Un final
trágico y el cual seguramente él no debe haber esperado que ocurriese mientras se
encontraba en sus momentos de gloria, cuando era procurador de Judea, o quizás
sí.
Siempre llamó la atención la conducta de Pilatos durante el juicio,
excesivamente remiso a condenar a un acusado de rebelión y de hacerse llamar
rey. ¿Por que esta conducta tan particular y poco habitual en él? Ciertamente no
era por ser una persona justa y piadosa, hemos visto como, en más de una
ocasión, mandó a matar a gente desarmada e indefensa. Incluso el filosofo judío
Filón de Alejandría cita una carta del rey judío Agripa I al emperador romano
Calígula, carta que probablemente redactó el mismo filósofo en nombre del
soberano y en la cual describe a Pilatos de ser “por naturaleza rígido y porfiada-
mente duro”, “de naturaleza rencorosa y hombre excesivamente iracundo”, en
cuyo gobierno era por todos conocidos que existían “los sobornos, los actos de
soberbia, los actos de violencia, los ultrajes, los casos de tratamiento basado en el

339
Futuro emperador romano.
340
Flavio Josefo, Antigüedades Judaicas, XVIII, IV, 2

181
César A. Carrión

rencor, los constantes asesinatos sin juicio, la incesante y sumamente agravante


brutalidad”341 de los que podían acusarlo los judíos ante el emperador.
¿Por qué, entonces, se negaba a condenar a una persona que era acusada
por sus propios compatriotas de pretender aspirar al trono de Israel y rebelarse
contra las fuerzas de ocupación? Quizás la duda la originaba este mismo hecho, el
de ser acusado por sus propios compatriotas. Pilatos sabía que, en el fondo, había
cometido múltiples excesos y tal vez pensaba que, en realidad, la acusación en
contra de Jesús fuera una trampa. Tenía ante si una persona completamente des-
conocida, sin mayor relevancia política, con unos pocos seguidores al momento de
su captura, solo le quedaban los apóstoles, el resto ya lo había abandonado, y, por
ende, no era un peligro para el imperio, pero era llevado a juicio acusado por el
Sumo Sacerdote en persona, y secundado, llamativamente, por la presencia de
gran parte del Sanedrín.
Si lo condenaba a ser crucificado, como correspondía a la acusación que se
le realizaba, temía ser acusado de haber asesinado a un inocente y si lo dejaba en
libertad, el cargo en su contra podría ser haber dejado libre a un enemigo de
César.
Esta última no era una acusación menor, recordemos que nos encontramos
en los tiempos de Tiberio, en donde, por acusaciones de mucha menor jerarquía, a
una persona se la obligaba a suicidarse. A modo de ejemplo: “como (Tiberio) tenía
por costumbre proponer durante la comida cuestiones extraídas de sus lecturas
cotidianas, cuando se enteró de que el gramático Seleuco se informaba por sus
esclavos de que autores manejaba en cada momento, y así acudía preparado,
primero lo alejó de su círculo y más tarde le forzó incluso a suicidarse.” 342
Imaginen que si ordenó a una persona suicidarse tan solo por haber
intentado aparentar mayor erudición de la que en realidad poseía, averiguando
previamente los textos que él leía, ¿que podía llegar a hacer con la persona que
dejara libre a un rebelde contra la autoridad de Roma, a alguien que se hacía
llamar el “Mesías” o el “Rey de los judíos”? Es de allí de donde provenían sus
dudas, no sabía en donde se encontraba la trampa y tenía miedo de terminar
cayendo en ella.
No fue la aparente inocencia de Jesús lo que lo hacía dudar, sino que era la
escasa importancia del reo y la tremenda movilización que se produjo entre las
autoridades judías por su causa. Terminó imponiéndose finalmente la decisión de
crucificarlo, si era inocente se lo tomaría como un abuso de autoridad más, pero,
en caso de ser culpable, el delito por el cual lo acusarían hubiera sido de traición y
este era un lujo que no se podía permitir, le iba la vida en ello.
Pero pudo haber existido un motivo más para hacerlo dudar acerca de
cual era la correcta conducta a seguir. Es posible que el emperador Tiberio,
informado de la existencia de un descendiente de David, que se dedicaba a hacer

341
Legatione ad Gaium 301-Filón de Alejandría, filósofo hebreo.
342
Vida de los doce Césares. Libro III Tiberio, 56

182
JESÚS

milagros y se mostraba como un nuevo profeta, que también había adquirido una
cierta relevancia, al menos entre los galileos, haya tenido la idea de transformarlo
en un verdadero rey. Tiberio pudo, en algún momento, pensar que la mejor forma
de apaciguar los ánimos de los judíos, permanentemente dispuestos a revelarse,
era la de otorgarles un rey de ascendencia Davídica. Ya sea que estuviera
dispuesto a otorgarle a tetrarquía de Filipo, que era el sector noreste del territorio
de Israel, es decir Batanea, Traconítide, Gaulanítide y Auranítide, la de Herodes
Antipas o el poder sobre toda Israel.
Si ustedes se toman la molestia de buscar en un mapa, verán que la te-
trarquía de Filipo se encuentra en la costa este del lago de Genesaret y del río
Jordán, correspondería a lo que en la actualidad llamamos Altos del Golán. En la
orilla opuesta encontramos, en el siglo I, a Galilea, lugar donde Jesús desarrolló
prácticamente toda su obra pastoral.
Se preguntarán, ¿de donde saco yo que Tiberio quería transformarlo en
rey? En primer lugar no es una idea o hipótesis mía, es un planteo que han
realizado diversos autores y que se basan, por ejemplo en el texto de Juan que nos
dice:
“Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza
para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo. Al atardecer, bajaron sus
discípulos a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del
mar, a Cafarnaúm.”343
Cafarnaúm se ubicaba en la orilla opuesta a la tetrarquía de Filipo. El
párrafo anterior nos dice concretamente que tanto Jesús y sus apóstoles se en-
contraban en el territorio dirigido por Herodes Filipo cuando quisieron prenderlo
por la fuerza y hacerlo rey.
Ustedes podrán alegar que no era la intención de Jesús ser un rey terrenal
y que fue un grupo de judíos devotos los que, al escucharlo, deciden llevarlo en
andas a ocupar el trono. Pero en la primera parte muestro como Jesús, en la
ocasión en el cual se encuentra ante Pilatos, es cuando se da cuenta que su reino
no sería de este mundo, antes de ese momento, su parecer era muy contrario a
esta idea. Probablemente lo que sucedió es que se haya tratado de unos soldados
romanos que fueron enviados por Tiberio con la orden de capturarlo y obligarlo a
transformarse en un rey títere de las fuerzas de ocupación. Esto sí que, segura-
mente, no era su deseo, por eso es que huyó y se ocultó en el monte hasta que,
llegada la noche, pudo acercarse hasta la costa para reencontrarse con sus
discípulos.
Si esta hipótesis es verdadera, el motivo de la vacilación que mostraba
Pilatos acerca de la decisión entre dejarlo libre o crucificarlo, estaría fundada en
que condenando a Jesús iría en contra del deseo de Tiberio de hacerlo rey y si lo
dejaba en libertad podía ser acusado de haber traicionado al César liberando un
rebelde. Ambas opciones eran peligrosas para la integridad del procurador, el

343
Juan 6:15-17

183
César A. Carrión

Sumo Sacerdote, junto con el resto de los integrantes del Sanedrín, lo sabían y
estaban esperando la oportunidad de denunciarlo ante Tiberio, sea cual fuera la
decisión que Pilatos tomara. Las piezas del tablero estaban ubicadas, solo quedaba
terminar la partida.
Dejemos por ahora un poco tranquilo a Pilatos, al menos hasta el
momento de analizar los sucesos que se produjeron el día del juicio y veamos algo
acerca del Sanedrín y del Sumo Sacerdote.
La palabra Sanedrín, a pesar de lo que la gente cree, no es una palabra
hebrea sino griega y significa asamblea, consejo, tribunal. Etimológicamente
proviene de la palabra synedrion y su traducción literal sería “con asiento”. El
sanedrín era el consejo supremo de los judíos, en un principio, mientras se
encontraba Israel bajo el poderío persa, funcionaba como una especie de
“Gerousia” o consejo de ancianos, pero cuando pasó a formar parte del imperio
romano, Gabinio, el gobernador de Siria entre los años 57 y 55 AC, dividió al país
en cinco distritos administrativos y conformó un consejo o Sanedrín en cada uno
de ellos. Esta división no fue muy duradera dado que en el año 47 AC César
volvió a extender el poder del Sanedrín de Jerusalén a toda Judea.
Esta asamblea estaba compuesta de 71 personas, las que antes de poder
pertenecer al mismo debían probar la pureza de su origen. El número de
miembros muy probablemente estaba originado en la idea de imitar al consejo de
70 ancianos que eligió Moisés para ascender al monte con el objetivo de
entrevistarse y almorzar con el mismísimo Yahvé 344. A estos mismos ancianos,
Dios, personal-mente, instruyó para que colaborasen con Moisés en el gobierno
del pueblo elegido.345 El miembro del Sanedrín que sobra es el Sumo Sacerdote,
este último representaba la imagen del mismo Moisés presidiendo aquel primer
consejo.
Los poderes que ejercía esta asamblea eran muy amplios, poseían una
fuerza de policía con derecho a arrestar a las personas, se encargaban del gobierno
y de la administración de justicia, si bien podían sentenciar a muerte a cualquier
israelita, para poder ejecutar la sentencia, previamente debían solicitar autoriza-
ción al procurador o a alguno de sus subordinados dependiendo de la jerarquía
del acusado. Es poco probable que a un simple carpintero de Galilea lo llevaran
para ser juzgado ante el mismo procurador, seguramente la acusación se habría
efectuado ante un funcionario de menor categoría. Tal vez, el hecho que Jesús
fuera descendiente de David y, por ende, aspirante al trono, debe haber influido
en que Pilatos haya aceptado juzgarlo o Jesús, quizás, poseía una mayor im-
portancia que la que se puede concluir por la simple lectura de los evangelios.
El Sanedrín también recaudaba el impuesto del templo, enviaba apóstoles
o delegados a las comunidades judías en el extranjero, a fin de asegurar su
correcta conducta religiosa y era también la última opinión en las cuestiones
referidas a la observancia de la Torah.
344
Éxodo 24:1-11
345
Números 11:16-17

184
JESÚS

La única forma posible de acceder a este consejo era a través de ser elegido
por sus propios pares, es decir que con el tiempo se transformó en una oligarquía
autoproclamada a la cual el pueblo no podía tener acceso. Sus miembros solían ser
ex Sumos Sacerdotes, ancianos jefes de tribu, escribas y doctores de la Ley,
personas pertenecientes a familias adineradas o influyentes como los miembros de
la familia del Sumo Sacerdote. También elegían a un presidente y un vice, el
primero denominado Ab-Beth-Din, es decir, padre del tribunal en hebreo.
Cuando el Sanedrín era convocado para juzgar a un delincuente el
quórum mínimo, para que una sentencia tuviera valor legal, era de 23 jueces,
siempre convocados por el Sumo Sacerdote. Si un reo era condenado a muerte
debía esperarse, para poder emitir una sentencia, un mínimo de 24 hs, a menos
que esta fuera absolutoria, en este caso sí se la podía emitir en el momento mismo
de terminar el juicio.
Incluso, en una ocasión, el Sumo Sacerdote Ananías, hijo aquel Anás, ex
Sumo Sacerdote en cuyo patio fue juzgado Jesús más de treinta años antes, en el
año 62 DC, convocó solamente a sus partidarios para juzgar a Santiago, el
hermano de Jesús, y lo condenó a muerte en un juicio sumario. Este hecho
provocó tal escándalo judicial que la protesta de los fariseos terminó provocando
la des-titución del Pontífice y proclamaron a Jesús, no el Mesías sino un judío hijo
de Damneo, como nuevo Sumo Sacerdote.
Noten aquí una cosa, este último Sumo Sacerdote, Ananías, era hijo del
otro Ananías o Anás, que fue también Sumo Sacerdote y era a su vez suegro de
José, Jesús en griego, apodado Cefas o, más conocido entre nosotros por la
deformación de su apodo, Caifás, que fue el Sumo Sacerdote que juzgó a Jesús.
Todos eran parientes, consanguíneos o políticos, pero familiares al fin.
Desde hacía mucho tiempo que, al elegir el nuevo Sumo Sacerdote, se
seleccionaba dentro de los descendientes de una misma familia, la de Boetos, pero
a partir de Anás el Sumo Sacerdocio se transformó en una especie de dinastía, que
heredaba padre a hijo. Veamos un poco la lista de Sumos Sacerdotes que
existieron en esta época. Simón Boetos ocupó el cargo desde el año 22 al 5 AC. A
este lo siguió Matías, que ocupó el pontificado solo durante un año. El siguiente
fue Yoazar, hijo de Simón Boetos y a este Yoshuah, hijo de See, hasta el año 6 DC.
A partir de este momento toma las riendas Anás, también perteneciente a la
familia de Boetos, aunque no era directamente su hijo. Permanece a cargo del
pontificado desde el año 6 al año 15 de nuestra era, momento en el cual, a pesar de
haber dejado su cargo, continuó dirigiendo el curso del país dado que conservaba
una notable influencia sobre el Sanedrín. ¿Quien pudo haberlo sucedido si no su
propio hijo? Simón Eleazar permaneció en el cargo hasta el año 18 DC donde fue
reemplazado por José, alias Caifás, yerno de Anás y nombrado por Valerio Grato.
Caifás fue el Sumo Pontífice que más tiempo permaneció en el cargo, fueron
alrededor de 18 los años de su mandato, un período bastante prolongado si
tenemos en cuenta la inestabilidad política que reinaba en esa época. Había per-
manecido 11 años como pontífice máximo cuando se desarrolló el juicio a Jesús.

185
César A. Carrión

Luego que Caifás fue depuesto, el siguiente en ocupar su cargo fue


Jonathan, hijo de Anás, al cual lo sucedió Mathias, su hermano y luego de este,
otro hijo de Anás, Ananías, que fue depuesto de su cargo, como dijera anterior-
mente, por haber realizado el juicio de Santiago, el hermano de Jesús, en
condiciones irregulares. Ananías fue el último Sumo Sacerdote de esta “dinastía”,
fue asesinado por los zelotas en el transcurso de “La guerra de los Judíos”.
El equilibrio de las fuerzas dentro del Sanedrín era muy frágil, existían dos
facciones, la de los saduceos, que eran mayoría, al menos dentro del consejo, y la
de los fariseos, que, a pesar de ser minoría gozaban del apoyo popular. Básica-
mente, el primer grupo, es decir el de los saduceos, era el que dirigían el Sanedrín,
puesto que a esta corriente de pensamiento pertenecían los Sumos Sacerdotes.
Era tanto el encono entre ambos grupos que, durante el transcurso del
juicio que se le realizara al apóstol Pablo ante el Sanedrín, éste utilizó dicha
rivalidad a su favor:
“Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra fariseos,
gritó en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; por
esperar la resurrección de los muertos se me juzga.» Al decir él esto, se produjo un
altercado entre fariseos y saduceos y la asamblea se dividió. Porque los saduceos
dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los fariseos
profesan todo eso.”346
Fue una maniobra muy taimada la de Pablo, esto habla muy bien de su
inteligencia, pero también pone de manifiesto la gran rivalidad que existía entre
estos dos grupos. ¿Y donde se originaron cada uno de ellos y que ideología
tenían?
El nombre de Saduceos proviene, quizás, de Zadok, que fue el primer
Sumo Sacerdote del templo de Salomón, se llamaban a sí mismos Zadokim, que
en griego pasó a ser Saddoukaioi, transformándose, finalmente en saduceos, en
español. Solamente aceptaban la ley escrita, negándose a aceptar cualquier tipo de
tradición que no figurase en el Pentateuco, es decir, en los cinco primeros libros de
la Biblia. No creían, por ejemplo, en la existencia de los ángeles, espíritus o
demonios, porque opinaban que eran falsas creencias heredadas de la mitología
persa y griega, producto de haber permanecido muchos años exiliados en
Babilonia. Tampoco creían en la resurrección, en la inmortalidad del alma, ni en
las re-compensas póstumas. Su postura religiosa era altamente racionalista y
dejaban de lado el pensamiento mágico y fantasioso, pletórico de ángeles y
demonios que poseían los fariseos. Dentro de la Biblia podemos encontrar un
versículo que resume su pensamiento, en Eclesiastés es en donde se nos expresa
literalmente que más allá de la muerte no hay vida posible.
“Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben
nada, y no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria.”347

346
Hechos 23:6-8
347
Eclesiastés 9:5

186
JESÚS

Recordemos también la ocasión en la que se presentaron ante Jesús y le


plantearon el problemas de una mujer que se había casado sucesivamente con
siete hermanos obligada por la ley de casamiento levirático, preguntándole acerca
del día de la resurrección, ¿de quién sería la esposa?348
Este pensamiento, el de que después de la muerte no habría recompensa
posible y que la resurrección final era solo una fantasía, los llevaba a poseer una
postura pragmática y favorable a la fuerza romana de ocupación, dado que esto
les convenía económicamente. Por el contrario, una revolución de índole
mesiánica podía llegar a serles altamente perjudicial, por lo cual combatieron
activamente cualquier insurrección de este tipo.
Por otro lado tenemos también al grupo de los fariseos que poseían, ante
el Sanedrín, una postura completamente opuesta. El término Fariseo proviene de
la palabra ferushim, que a su vez deriva del verbo farash que significa explicar,
separar. Ambos significados están en relación a su habito de analizar y explicar la
ley, que los terminaba separando no solo de los gentiles, sino también del resto de
los judíos. También se los conocía con el nombre de chasidim, que significa
“amados de Dios” o “leales a Dios”. Se originaron, así como los esenios, de una
derivación de la secta de los Asídeos. Esta secta apoyó activamente la sublevación
de los Macabeos, pero un grupo de estos asídeos se segregó del resto cuando
Judas Macabeo usurpó el sumo pontificado en el año 153 AC. Los que siguieron
apoyando a los Macabeos tomaron el nombre de Esenios, es decir “Piadosos” y
llamaron al otro grupo con el nombre de Fariseos, “Separados”.
Su pensamiento filosófico-religioso se basaba en la rigurosa observancia
tanto de la Ley como de las tradiciones orales. Creían en ángeles y demonios, en el
Paraíso, la astrología, el misterio del hombre arquetípico de la cábala, la creación
especial y la preexistencia, el Mesías, la transmigración de las almas, la revelación
y la intervención divina, la predestinación, el día del juicio, la resurrección de la
carne y la vida perdurable.
Establecieron numerosos preceptos, un total de 248 y 365 prohibiciones,
que constituían la totalidad de la tradición oral y estas, desde su punto de vista,
poseían la misma obligatoriedad que la Ley. Trataban a toda costa de evitar la
transgresión de estas normas, no siendo una disculpa la ocurrencia de un simple
accidente. Para que puedan apreciar el valor que le daban los fariseos a la pureza
ritual les quiero brindar una anécdota que cita Joachim Jeremías:
“La reclusión nocturna del Sumo Sacerdote, durante la semana anterior al
día de la expiación, tal vez fue prescripta hacia el año 20 DC como consecuencia
de la contaminación que contrajo el Sumo Sacerdote Simeón, hijo de Kamith (17-
18 DC), la víspera del día de la expiación, al caer de la noche, fue alcanzado por el
esputo de un árabe, y, por consiguiente, no pudo oficiar aquel día de la
expiación.”

348
Mateo 22:25-32; Marcos 12:18-27; Lucas 20:27-39

187
César A. Carrión

Su obsesión por la pureza incluía también a los muertos, ya que existían


reglas hasta para evitar la impureza que podía ser trasmitida por el contacto con
un cadáver. De hecho, si un sacerdote tocaba uno se le exigía una ceremonia de
purificación de siete días de duración antes de que pudiera oficiar de nuevo.
“Todo el que toque, en pleno campo, a un muerto a espada, o a un muerto,
o huesos de hombre, o una sepultura, será impuro siete días.”349
La impureza era transmitida a pesar que el cadáver estuviera sepultado en
tierra y sin ninguna señal que avisase su presencia. Si alguien notaba que un
tercero había tocado una tumba, aún sin saberlo, se le debía avisar, para que esa
persona pudiera realizar el rito de purificación. Me gustaría que prestasen
atención a este punto y que lo tengan presente especialmente para cuando
analicemos los hechos acontecidos el día en que Juan y Pedro concurren a la
tumba de Jesús para comprobar que este había resucitado.
Pero dentro de la doctrina farisaica no existían solamente prohibiciones y
sacrificio, una regla de oro que poseían era la del amor al prójimo. En una ocasión,
a Jesús se le aproxima un escriba, todos ellos, simultáneamente, eran escribas y
fariseos, y le plantea una pregunta para evaluar sus conocimientos de la Torah:
“Acercose uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había
respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los manda-
mientos?» Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios,
es el único Señor350, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» Le dijo
el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay
otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas
las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holo-
caustos y sacrificios.»”351
Esta anécdota es muy semejante a otra que se contaba entre los judíos de la
época acerca de dos rabinos muy famosos Rabí Shammai y Rabí Hillael. Ambos
encabezaban dos escuelas farisaicas diferentes, la del primero mucho más rígida y
estricta y la del segundo más tolerante y elástica.
“Una vez un gentil pagano toma la decisión de transformarse al judaísmo
solamente si le enseñaban la Ley durante el tiempo que él pudiera permanecer
apoyado en un solo pie. Primero se dirigió ante el Rabí Shammai. Cuando este
escucho la propuesta lo tomó como una falta de respeto a Dios y a la Ley que
tomó una regla de construcción que tenía a mano y lo golpeó hasta que el pobre
hombre huyó. No dándose aún por vencido decide concurrir hasta el lugar donde
enseñaba el Rabí Hillel para plantearle el mismo desafío. Cuando R. Hillel ter-

349
Números 19:16
350
Lo que cita Jesús es la famosa Shema hebrea: ¡Shema, Yisra'el! ‫ יהוה‬Eloheinu, ‫יהוה‬
ejad (¡Escucha, Yisra'el! YAHWEH es nuestro Dios, YAHWEH es uno).
351
Marcos 12:28-33

188
JESÚS

minó de escucharlo le contestó «No inflijas a los demás lo que te resulta odioso.
Esta es toda la Torah y el resto sólo es comentario de éste principio.»”
Seguramente el escriba tenía en mente esta anécdota cuando le planteó a
Jesús dicho problema.
Dentro de nuestra cultura “occidental y cristiana”, la imagen de los
fariseos es terriblemente negativa, incluso, en algunas ocasiones, se lo utiliza
como sinónimo de mala persona. “¡Es un fariseo!”, dando a entender como que es
un mercenario, que hace las cosas para lograr un provecho personal, que es un
vividor o que sus intenciones son siempre perversas. Este pensamiento nos llega
estimulado por las palabras del nuevo testamento, pero principalmente por su
interpretación sesgada. Para poder probar lo que les digo les voy a mostrar dos
versiones del mismo versículo del evangelio según Mateo, el primero es la versión
Reina Valera, más antiguo, el segundo es la de la Biblia de Jerusalén, una versión
más moderna, con intención de reparar los errores de ediciones anteriores.
Léanlos con detenimiento y traten de ver la diferencia de intención, más allá de las
palabras que utilizan.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a
sepulcros blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera;
pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza.”
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a
sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro
están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!”
La sutil diferencia que le cambia la entonación y, por ende, el sentido, es la
coma entre fariseos e hipócritas. En la primera su intención es manifestar que
“todos los escribas y fariseos son hipócritas”, en la segunda habla acusando de ser
sepulcros blanqueados a aquellos escribas y fariseos que son hipócritas y no a
todos en general. La existencia o la ubicación de una coma es algo mínimo pero
que le cambia el sentido a toda la frase.
Hay una anécdota acerca de Domingo Faustino Sarmiento, que cuando
desarrollaba funciones de supervisor de escuelas llega a un aula en donde los
alumnos escribían cometiendo el error de no poner los signos de puntuación, pero
el maestro a cargo no los corregía. Cuando Sarmiento le pregunta al docente el
por qué de esta conducta, éste le contesta “porque es un error sin importancia”.
Sarmiento entonces se dirige al pizarrón y escribe:
“El maestro dice Sarmiento es un ignorante.”
A lo que el docente responde que jamás diría algo así de él. Entonces
Sarmiento vuelve a dirigirse hasta el pizarrón y corrige lo que había escrito:
“El maestro, dice Sarmiento, es un ignorante.”
Y, dándose vuelta, le responde: -En cambio yo, sí diría eso de usted.

189
César A. Carrión

Volviendo a los evangelios, una simple coma puso en boca de Jesús un


rechazo colectivo hacia todos los fariseos en general, cuando su intención era la de
recriminar a aquellos que se comportaban de manera hipócrita. En la vida real él
no rechazaba su presencia, muy por el contrario, era invitado a comer en sus
casas, a discutir sus ideas 352, fue advertido por los fariseos de las intenciones, por
parte de Herodes Antipas, de matarlo o capturarlo 353, Nicodemo era un seguidor
suyo y al mismo tiempo fariseo 354. Luego de muerto Jesús, cuando el sanedrín se
dedicaba a perseguir a los apóstoles fue el Rabí Gamaliel, un fariseo, el que salió
en defensa de ellos aduciendo: “En el presente caso, os digo: Apartaos de estos
hombres y dejadles ir. Porque si este consejo o esta obra es de los hombres, será
destruida. Pero si es de Dios, no podréis destruirles. ¡No sea que os encontréis
luchando contra Dios!”355
Incluso en los Hechos de los Apóstoles se nos dice expresamente que,
entre los primeros cristianos había algunos que eran fariseos en su modo de
pensar.356 Uno de los apóstoles más famoso, casi al mismo nivel que Pedro, fue
Pablo, que en más de una ocasión, aún luego de haber abrazado el cristianismo, se
confesaba fariseo.
La idea de malignidad y perversión que poseerían todos los fariseos en
general es completamente injusta, es casi como si Jesús viviese en la actualidad y
hablase amonestando a los sacerdotes pedófilos y se recogiese en los textos que
acusó a todos los sacerdotes de serlo. El simple hecho de ser curas, no los trans-
forma automáticamente en pedófilos, a pesar que, periódicamente, se publiquen
noticias acerca de sacerdotes que sí lo son.
Por ser personas que dedicaban su vida a la búsqueda de la santidad, la
pureza, hacer el bien, pagar el diezmo al templo y al segundo diezmo, que no era
obligatorio, gastarlo en limosnas y obras de caridad, dado que, en su mayoría,
provenían de familias humildes, al contrario de los saduceos que eran, principal-
mente, aristócratas; por todos estos motivos es que eran muy queridos y res-
petados por el pueblo. Aunque, como todo grupo numeroso, poseía entre sus
miembros personas hipócritas que cuando daban limosna lo hacía, no por piedad
al necesitado, sino para que todos viesen lo “piadosos” que eran. Nada ha
cambiado en estos dos mil años. Si al discurso que realiza Jesús en el evangelio de
Mateo, a lo largo de todo el capítulo 23, reemplazamos “escribas y fariseos,
hipócritas” por “católicos, hipócritas” veremos que mucho de lo que dice es
actualmente cierto. Recuerdo una escena en particular del film “Jesús de
Montreal”, en donde el actor, mientras recitaba el texto de la pasión, lo hacía
mirando a un grupo de sacerdotes católicos que habían concurrido a presenciar la
obra y evaluar si era adecuada para que se desarrolle en el ámbito de una iglesia o
no, aparentaba que esa misma amonestación la estuviese realizando, en este

352
Lucas 11:37
353
Lucas 13:31
354
Juan 3:1
355
Hechos 5:34-39
356
Hechos 15:5

190
JESÚS

mismo momento, Jesús a los sacerdotes de la actualidad, una acusación que


llevaría casi dos mil años.
El mundo cambia, pero no tanto. Jesús sabía con lo que se tenía que
enfrentar una vez llegado a Jerusalén. Él junto con alguien más, planearon los
sucesos que iban a acontecer, diseñaron la estrategia que lo llevaría a la crucifixión
y su posterior resurrección. Obviamente que no tengo forma de probar que esta
persona o grupo de personas tras bambalinas haya existido, lo único que
poseemos son los evangelios, unos textos que fueron expurgados de toda palabra
o frase que pueda ir en contra del dogma, pero, aún así, queda lo suficiente en
ellos para poder, al menos, sospechar la verdad. Es en esta segunda parte en
donde trata-remos de buscar a esas personas escondidas detrás de la imagen
endiosada de Jesús.

191
César A. Carrión

CAPÍTULO II

Rumbo a Jerusalén

Una vez que sus propios hermanos lo desafiaron a que se revele ante el
pueblo judío como profeta, Mesías, rey o hijo de Dios, Jesús decide dirigirse hacia
Jerusalén con ese objetivo, el de hacerse conocer, mostrar al mundo sus ideas, el
pensamiento de que solamente cuando el pueblo de Israel se transformase en una
nación formada completamente de hombres santos estaría en posición de
conquistar el mundo, y no a través de una guerra fratricida, sino por medio de su
ejemplo de santidad que llevaría al resto de las naciones del mundo a imitarlos,
una revolución utópica pero que para él era posible.
Si bien no había tenido mucho éxito en su Galilea natal, esperaba que su
suerte cambiase en la capital del país. Como decía un proverbio, “Si buscas hacer
fortuna, ve al norte (a Galilea), si buscas sabiduría ve al sur (a Jerusalén).” En el
centro mismo del conocimiento de la Ley podrían llegar a comprender su
mensaje.
Claro que la decisión de dirigirse a la capital no fue tomada
aleatoriamente, no fue casual, previamente planeó cada uno de los pasos que
realizaría, como arribaría a la ciudad, que cosas haría, con quien debía hablar y
acerca de que temas. Todo fue planeado al detalle. Nada fue dejado al azar. Lo
que no esperaba Jesús era que sus seguidores intentarían rescatarlo. Pero no nos
adelantemos.

192
JESÚS

Para que se cumplieran las profecías que se encontraban en la Biblia, no


podía entrar así nomás, a pié como cualquier hijo del vecino. Debía hacerlo de tal
modo que se pusiera de manifiesto que, el que estaba ingresando a Jerusalén ese
día, se trataba del Mesías. Pero debía hacerlo de una forma tal que no fuera
necesario que él emitiera una sola palabra comprometedora, debido a que esto lo
podría llevar a una condena prematura. Debía utilizar una señal que todos estu-
vieran en condiciones de poder reconocer, con excepción de los ocupantes
romanos. Su arribo no debía producirse en cualquier fecha, Jerusalén debía
encontrarse repleta de personas con su ánimo patriótico exaltado. No era cuestión
de pre-sentarse un Shabat como cualquier otro, en el cual casi no hubiese personas
en las calles y que la población local permaneciera indiferente o ni siquiera se
diera por enterada de su llegada. Su arribo debía producirse en un día festivo, con
las calles repleta de fieles, que se considerasen a sí mismos como pertenecientes al
pueblo elegido, furiosos ante la subordinación humillante del Pueblo de Dios en
manos de Goyim.357
Las escrituras describían con todo detalle, en una simple oración, como
debía producirse la entrada triunfal: “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de
alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso,
humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.”358
Era claro, Jesús debían ingresar a Jerusalén montado en un burrito, era la
forma más clara para dar a entender que él era el Mesías esperado. Si es que
poseía algún tipo de fama, ya sea de profeta como de sanador, aunque ésta fuese
mínima, entrando de este modo y reconociéndoselo como descendiente de David,
la conclusión de los presentes sería obvia. Inmediatamente lo aclamarían como al
Mesías. El problema era ¿como iba a hacer para conseguir una burra y su cría en el
medio del campo? Recordemos que él y su grupo se dirigían a todos lados a pié.
Alguien se lo debía de proveer.
Es aquí en donde entra en acción el hipotético grupo de seguidores
ocultos, desconocidos aún hasta por los propios apóstoles. En la primer parte
describo como dos ancianos se reúnen con Jesús a escondidas, como fueron
descubiertos por Pedro, Juan y Santiago, y como estos apóstoles creyeron que, los
dos ancianos de blancas vestiduras, eran Elías y Moisés. Jesús les pide que
mantengan ese encuentro en silencio y que no se lo divulguen al resto de los
apóstoles. ¿Por que? ¿Que necesidad hay de tener secretos con el resto del grupo?
Después de este hecho Jesús toma la decisión de dirigirse a Jerusalén para ser
“crucificado, muerto y resucitado”.
Lo que creo es que, lo que estaban haciendo estas dos personas a espaldas
del grupo de discípulos, era ultimar los detalles para la puesta en escena de su
entrada gloriosa. Planeaban como asegurar la disponibilidad de la burra, el
pollino, la casa en donde se realizaría la cena Pascual, y que la población lo
reconociera como el Mesías apenas lo viese. Recordemos que en aquella época no

357
Gentiles
358
Zacarías 9:9

193
César A. Carrión

existían las fotos, diarios, ni ningún otro método como para que el pueblo lo
pudiera identi-ficar por el simple hecho de verlo.
¿Por que digo que estas dos personas se ocuparon de disponer una burra y
su cría para Jesús? Como dijera anteriormente Jesús viajaba a pié, al igual que sus
apóstoles, comprar ambos animales en las proximidades de la Ciudad Santa era
terriblemente oneroso, los precios en esta ciudad, y más en época de fiesta, podían
llegar a ser entre tres y seis veces más caros que en el resto del país. En el caso de
las palomas para sacrificio, su valor podía alcanzar un valor hasta cien veces
mayor en los puestos ubicados en el patio del templo que los encontrados en el
resto del país.
Para que puedan darse una idea de la diferencia de precios dentro y en las
proximidades de la ciudad, con respecto al resto del país veamos un ejemplo
puntual. Cuando Jesús le dice a los discípulos que deben alimentar a una multitud
de cinco mil seguidores ellos calcularon que necesitarían 200 denarios de pan, eso
significa que calcularon aproximadamente un costo de 1/25 de denario de pan
por persona, lo que correspondería a la mitad de la ración habitual que consumi-
ría diariamente una persona, dado que se considera que esta era de 1/12 de
denario. En la ciudad de Jerusalén, según Joachim Jeremías, un litro de trigo, es
decir la ración diaria, costaba 1,25 denarios, que es mucho mayor que el precio
que veíamos antes de 1/12. Entonces, el valor del trigo en la Ciudad Santa era 15
veces mayor que en el resto del país.
El costo del ganado era particularmente elevado debido a dos motivos,
primero las personas que peregrinaban para efectuar sacrificios no podían realizar
el viaje de peregrinación trasladando también las victimas para el holocausto, por
ello transportaban solamente el dinero necesario para adquirirlas en el destino
mismo, lo que aumentaba su demanda y por ende el precio. El segundo motivo
era lo que se conocía como segundo diezmo, la décima parte de lo ganado durante
el trascurso del año debía gastarse en la Ciudad Santa antes de retornar a su punto
de origen. Esta costumbre hacía que no tuviesen particular inconveniente en
pagar el precio que le demandasen por cualquiera de los productos adquiridos.
Seguramente Jesús no dispondría del dinero suficiente para comprar una
burra y a su cría, entonces, ¿como podría conseguirla? Es muy sencillo, le ordena a
sus discípulos que vayan a buscar los dos animales al pueblo más cercano y los
provee de algo con un valor mayor que el dinero mismo, y no es solo la fe en que
“Dios proveerá”, lo que Jesús les otorga es, simplemente, una contraseña.
“Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte llama-
do de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciendo: «Id al pueblo que está
enfrente y, entrando en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha
montado todavía ningún hombre; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta:
“¿Por qué lo desatáis?”, diréis esto: “Porque el Señor lo necesita.”» Fueron, pues,
los enviados y lo encontraron como les había dicho. Cuando desataban el pollino,
les dijeron los dueños: «¿Por qué desatáis el pollino?» Ellos les contestaron:

194
JESÚS

«Porque el Señor lo necesita.» Y lo trajeron donde Jesús; y echando sus mantos


sobre el pollino, hicieron montar a Jesús.”359
Jesús ya sabía que en las proximidades del pueblo habría un burro atado
esperándolo. También estaba informado que habría alguien escondido vigilando
al animal para evitar que cualquiera que pasara lo robase antes que los discípulos
llegaran. Este vigilante, al mismo tiempo, debía poseer algún método para re-
conocer a los que desatasen el burro, para poder diferenciarlos de unos simples
ladrones. Por lo tanto el vigía conocía también cual era la contraseña con la que le
responderían los dos apóstoles antes que les permitiese marcharse tranquilos.
La sentencia por robar cualquier tipo de posesión era la pena de muerte,
Jesús no se podía arriesgar a que alguno de sus discípulos fuese acusado de robo,
apresado y luego asesinado. Enviarlos a que, simplemente, buscasen un burro y lo
tomaran sin mayor explicación que la de “El Señor lo necesita”, era casi como
mandarlos a una muerte segura. Todo estaba previamente concertado. Jesús no
los envió a lo desconocido. Los mandó a cumplir con un arreglo previo. Todo con
el objeto de cumplir la profecía de Zacarías. Recién después de estar provisto de
este modo, es que pudo dirigirse a Jerusalén para efectuar su entrada triunfal.
Pero ahora la duda es, ¿en el transcurso de cual fiesta Jesús ingresa a
Jerusalén? Un judío fiel tenía la obligación de realizar tres peregrinaciones anuales
hacia la Ciudad Santa, estas eran: la fiesta de Pascua, Pentecostés y la de los
Tabernáculos.
“Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante Yahvé tu Dios, en
el lugar elegido por él: en la fiesta de los Ázimos, en la fiesta de las Semanas, y en
la fiesta de las Tiendas. Nadie se presentará ante Yahvé con las manos vacías.”360
Es por ello que durante el transcurso de estas fechas las autoridades
romanas estaban más preocupadas y se reforzaban las medidas para sofocar un
posible levantamiento.
La fiesta de Pascua o Pessah se celebra en la luna llena que sigue al equi-
noccio de primavera. Es decir que, en la jornada en la cual el día y la noche tienen
igual duración, la siguiente luna llena se festejará la fiesta de Pascua. Como los
judíos poseían un año solar y un año lunar, los meses eran de 28 días y comen-
zaban con cada luna nueva, los días que se iban acumulando a través de los años
los obligaba a que periódicamente introducir un segundo mes de Nisan, para que
el año lunar concordase con el solar. La celebración de Pascua comenzaba 14 días
después de la luna nueva, en plena luna llena, y duraban una semana hasta el día
21 de Nisan. Para poder tener un punto de referencia acerca del momento en el
cual debía realizarse el festejo, el sol debía estar en la constelación de Aries y la
luna en la de Libra. Este festejo era el más importante dentro de las celebraciones
judías dado que conmemoraba la salida de Egipto y la liberación de la esclavitud

359
Lucas 19:29-35
360
Deuteronomio 16:16

195
César A. Carrión

en tierra extraña para retornar a la tierra prometida. Estrechamente relacionado a


este festejo tenemos a la fiesta de Pentecostés.
La palabra Pentecostés deriva del griego, significa quincuagésimo, y hace
referencia al período de cincuenta días que van desde la finalización de la fiesta
de Pascua hasta su inicio. También es llamada la Fiesta de las Semanas, porque es
“una semana” de semanas, es decir siete semanas, cuarenta y nueve días, más el
número 50 que es propiamente el día del festejo. Si bien en este día, llamado
Chabuoth en hebreo, se creía que correspondía a la entrega de las Tablas de la
Ley, en la cima del monte Sinaí, no existen pruebas que hagan pensar que esta
creencia sea cierta y que verdaderamente hayan transcurrido cincuenta días desde
la salida de Egipto hasta la Matan Torah361.
La fiesta de Pentecostés se celebraba habitualmente el día 6 de Siván, que
corresponde aproximadamente a nuestros meses de Mayo y Junio. En esta festivi-
dad se ofrecen a Dios las primicias o primeros frutos, en el Templo Sagrado, por
este motivo es que también se la conoció como la Fiesta de la Siega o de las
Primicias. Se procedía a ofrendar los dos Panes de Trigo Nuevo, se suspendía
todo trabajo y se ofrecía en holocausto diez animales, más un macho cabrío y dos
corderos en acción de gracias.
La tercera fiesta importante, que incluía una peregrinación masiva de
fieles hacia la Ciudad Santa, era la fiesta de los Tabernáculos o de las Enramadas,
se celebraba en el séptimo mes de año religioso, en el mes de Etanim, comenzaba
en el día 15 y duraba una semana. Esta fiesta debe su nombre a la costumbre de
morar en tiendas o tabernáculos, hechas de enramadas, mientras durase la
festividad.
“Celebraréis fiesta en honor de Yahvé durante siete días cada año. Será
decreto perpetuo de generación en generación. En el séptimo mes la celebraréis.
Durante siete días habitaréis en cabañas. Todos los naturales de Israel morarán en
cabañas, para que sepan vuestros descendientes que yo hice habitar en cabañas a
los israelitas cuando los saqué de la tierra de Egipto.” 362
A partir del momento en el que la casa de Dios fue construida y se fijó
Jerusalén como capital del reino, estas tiendas comenzaron a erigirse en las plazas,
sobre las terrazas o en los patios de las casas, fuera de los muros de la ciudad e
incluso en la explanada del templo.
En un principio se le dio el nombre de Fiesta de la Cosecha, porque se
realizaba una vez que habían finalizado tanto la cosecha como la vendimia. En el
holocausto se sacrificaban un total de setenta becerros, comenzaban con trece en el
primer día de festejo, doce en el segundo y continuaban reduciendo de uno por
vez hasta alcanzar la suma de setenta. Junto con los becerros se sacrificaban un
macho cabrío, dos carneros y catorce corderos en cada día.

361
Entrega de la Ley.
362
Levítico 23:41-43

196
JESÚS

Durante el trascurso de estas fiestas el fervor religioso y también patriótico


alcanzaba niveles superlativos. Al menos desde el punto de vista de los romanos,
el pueblo se encontraba al borde de la rebelión en cada una de ellas. Su preocupa-
ción no era infundada, de hecho, la rebelión que terminó dando origen a la
“Guerra de los Judíos” se inició durante el festejo Pascual del año 66 dc y
quedaron atrapados, dentro de los límites de las murallas de la ciudad, según
Flavio Josefo, alrededor de un millón de judíos fieles que se encontraban pere-
grinando en Jerusalén cuando dio inicio el conflicto. Digo atrapados porque eran
simples civiles que no habían ido hasta allí con intención de levantarse en armas.
Quedaron entre dos fuegos ya que, los zelotas que dirigían la rebelión, no les
permitían salir y los romanos, ubicados fuera de las murallas, mataban a todos los
que quisieran escapar de la ciudad. Muchos de los peregrinos murieron de
hambre, dado que no había en la ciudad comida suficiente para tantas personas.
Josefo incluso describe como una mujer llego a comerse el cadáver tibio de su
propio hijo que, unos instantes antes, había sucumbido producto de la inanición.
Cuando Jesús decide dirigirse a la ciudad, ¿en que momento lo hizo?
Obviamente desconocemos el año en que transcurrió la Pasión. Todo depende de
que textos evangélicos tomemos como base. Según los evangelios sinópticos 363
Jesús festejó la Pascua y era un día jueves, según el evangelio de Juan la Pascua
iba a transcurrir en la noche que va del viernes al sábado y por ello debía
acelerarse la ejecución y enterrar al Salvador antes de que terminase de caer el sol.
Sabemos que mientras Poncio Pilatos fue procurador, es decir entre los
años 26 y 36 dc, hubo luna llena pascual en la noche del jueves en dos ocasiones,
el 11 de abril del 27 y el 23 de abril del 34. Solamente la Pascua se produjo en la
noche del viernes el 7 de abril del año 30. Siendo que el año 27 es una fecha muy
temprana, solamente debemos tener en cuenta el año 30 o el 34. Ambas pueden
ser posibles, pero si tenemos en cuenta la anécdota que nos relata Mateo 364 acerca
de si debían pagar o no impuestos al César y Jesús les responde “devolved al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, esta pregunta pudo estar
relacionada al hecho que, en poco tiempo, se realizaría nuevamente el censo con el
cual se fijaba el monto del tributo a pagar. El año previsto para realizar este censo
era el 34-35 de nuestra era. Si la fecha de la crucifixión hubiese sido el año 30
difícilmente se le hubiese planteado esta pregunta con tanto tiempo de anticipa-
ción, pero si la fecha de la pasión fue el año 34 es comprensible que ante la proxi-
midad de un nuevo censo, cosa que los judíos consideraban una ofensa a Dios, le
planteasen a Jesús si era lícito pagar estos impuestos determinados por un censo
que ofendía a Jehová.
Si decidimos que la fecha de la crucifixión fue el año 34, debemos concluir
entonces que Jesús festejó la Pascua en la noche del jueves 23 de abril y fue
crucificado el viernes 24 de abril del año 34. Todo este análisis solo determinaría la
fecha de la crucifixión pero no la de su ingreso a Jerusalén. Dado que no podemos
asegurar que se haya producido durante la celebración de la fiesta de Pascua. Si
363
Mateo, Marcos y Lucas
364
Mateo 22:17-21

197
César A. Carrión

bien los textos bíblicos aseguran reiteradamente que Jesús ordenó aprontar las
cosas para la celebración de la Pascua y que a él, efectivamente, lo crucificaron en
el día previo o posterior a esta fiesta. Cabe la posibilidad que cuando Jesús llegara
a Jerusalén no haya sido éste el festejo que se estaba llevando a cabo.
Aquí debemos hacer un pequeño paréntesis. Todo lo que se va a discutir
a partir de este momento está basado en una serie de presupuestos sobre los
cuales se construirá todo un castillo deductivo. Estos presupuestos son la base de
todo, si estos son falsos, necesariamente también lo serán las conclusiones. Pero
si se molestan en leerlos hasta el final podrán comprobar que todo lo que se diga
es completamente razonable.
La historia que conocemos todos se basa en que Jesús se dirigió a
Jerusalén, fue aclamado por todo el pueblo, dos días más tarde fue abucheado y se
clamaba por su crucifixión en una gala de ciclotimia popular que no halló
parangón en todo el resto de la historia de la humanidad. Se le realizó un juicio
sumarísimo en medio de la noche, con una premura tan injustificada que hasta
hoy cuesta explicar el por qué. En las pocas horas que van desde la media noche
hasta la mañana se le realizó un juicio ante el Sanedrín en donde se citaron
múltiples testigos que fueron interrogados sucesivamente, luego fue trasladado
hasta la Torre Antonia, donde es interrogado por Pilatos, lo conducen ante
Herodes Antipas para ser evaluado, se lo somete a un nuevo interrogatorio, se
burlan de él y deciden vestirlos con ropas “espléndidas” para enviarlo
nuevamente con Pilatos (que aparentemente no se queja por permanecer toda la
noche en vela) para que éste juzgue de urgencia a un reo común. Es interrogado
por segunda vez por Pilatos. Los judíos de Jerusalén, sin disponer de radio,
televisión, diarios, ni Internet, igualmente se enteran de lo que sucedía en la Torre
Antonia y deciden concurrir en masa a presenciar el juicio. En Jerusalén nadie
puede dormir y a ninguno le parece importar. Pilatos somete la decisión de
crucificarlo a una encuesta popular y, como el resultado le es adverso manda a
flagelar al acusado, se burlan nueva-mente de él y le colocan una corona de
espinas, lo somete a un segundo juicio, en donde el clamor popular hace liberar a
un preso que no tenía nada que ver con todo este lío y lo único que sabe es que lo
despertaron a la mitad de la noche, le perdonaron la pena de muerte y, además, lo
dejaron ir. ¡Y tenemos que creer que todo esto pasó antes de que dieran las siete
de la mañana! Tomando todo este relato como base, no importa lo que yo plantee,
seguramente va a ser mucho más razonable y creíble que esto.
Pensemos por un momento que toda la historia que acabo de resumir no
es verdadera, planteémonos la duda. ¿Cuál era la necesidad de cometer todos
estos actos tan apresuradamente y en el medio de la noche? Despertar al pro-
curador, al Sanedrín, al tetrarca de Galilea, Herodes Antipas, al Sumo Sacerdote
Caifás y a su suegro, Anás. ¿Por qué no esperar al menos hasta el día siguiente
para realizar juicios, identificaciones, azotamientos, liberación de prisioneros, etc.?
Lo que creo es que los textos evangélicos tratan de ocultar los verdaderos
hechos. Hacer que parezca que todo sucedió rápidamente, que lo enjuiciaron sin
motivo y a escondidas. Para ello recurren a la artimaña de amontonar, en una

198
JESÚS

forma incoherente, todos los acontecimiento que ocurrieron durante el trascurso


de la pasión en una sola noche. Pero como todos estos fueron demasiados como
para que pudiesen ocurrir en tan pocas horas, lo que decidieron hacer los autores
fue “obligar” a Jesús y a todos los demás actores de este drama, a pasar toda la
noche en vela voluntariamente para acelerar la ejecución.
¿No es más lógico pensar que desde la fecha en la cual ocurrió la captura,
hasta el día de su ejecución, habrían transcurrido varios días? Incluso, el Talmud
de Babilonia, nos refiere que desde la fecha de la captura hasta la de su ejecución
pasaron 40 días, aproximadamente.
Luego lo veremos más en detalle, pero es llamativo que en los distintos
evangelios refieran diferentes lugares de captura y de ejecución. Que no lograran
ponerse de acuerdo si fue crucificado antes o después de las Pascuas. Este hecho,
quizás, nos podría estar indicando que existieron dos capturas y dos sentencias, y
también que, cada uno de los autores evangélicos, poseían datos parciales acerca
de las diferentes ejecuciones. Recordemos que, a pesar de los nombres de los
autores, ninguno de los cuatro evangelios fue escrito por alguno de los apóstoles,
ni siquiera por un testigo presencial. Todos ellos estuvieron originados en tradi-
ciones orales que recién, luego de 30 años o más, fueron volcadas al pergamino.
Cada evangelio es una compilación de datos de diferentes fuentes, en los cuales,
los autores, trataron de reconstruir el relato de la pasión de una forma más o
menos coherente.
Si verdaderamente existieron dos ingresos a Jerusalén, pienso que su
primer arribo a la capital pudo haberse producido seis meses antes de lo que se
piensa, es decir, durante la fiesta de los Tabernáculos. ¿Por que opinar de este
modo? Veamos el relato de su entrada triunfal.
“Al día siguiente, al enterarse la numerosa muchedumbre que había
llegado para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de
palmera y salieron a su encuentro gritando: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en
nombre del Señor, y el Rey de Israel.»”365
¿Como se habían enterado que Jesús se dirigía a Jerusalén? ¿Que tiene que ver que
él llegase con tomar ramas de palmeras? ¿Existe alguna referencia en cualquier
parte de la Biblia que describa como costumbre en Israel el recibir a una persona
importante o querida con ramas de palmera? La respuesta a esta última pregunta
es, definitivamente, no. No existen datos que nos afirmen que existía esta
costumbre, pero sí pudo haber sucedido que las personas estuviesen cortando
ramas de pal-meras por otros motivos y que al verlo llegar comenzaron a agitarlas
a modo de saludo.
Convengamos que cortar ramas de palmera no es un trabajo sencillo,
trepar por un tronco liso de cinco o seis metros de altura y luego, mientras la
persona se encuentra en el aire, cortar con una espada, una sierra o un machete el
duro tallo de la rama, no es algo que se pueda ejecutar rápidamente y como presa

365
Juan 12:12-13

199
César A. Carrión

de un simple impulso momentáneo. En cambio, si las personas ya estuvieran


cortando ramas de palmera con el objetivo de fabricar tiendas de enramadas para
la fiesta de los Tabernáculos, y en ese momento viesen llegar a Jesús, muy
probablemente agitarían las que tuviesen en sus manos a modo de saludo.
Otro punto extraño en el relato es la palabra que utilizaron para “aclamar”
a Jesús, Hosanna. Si uno preguntase a cualquier persona acerca de su significado
todos responderían que significa “Alabado”, pero esto no es así en realidad. La
palabra Hosanna, escrita en griego como hõsanna, deriva de la palabra hebrea
hõshï'ãh-nã', que significa “Sálvanos”.
Así cuando leemos: “Mas los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los
milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el Templo: «¡Hosanna,
Hijo de David!», se indignaron.” 366 Lo que se nos está diciendo es que el pueblo
exclamaba: “Sálvanos, Hijo de David”. Pero, ¿por qué cuando fueron escritos los
evangelios no tradujeron también esta palabra? ¿Por que dejaban la traducción a
la libre interpretación de la gente común que no sabía hebreo? ¿Y por que lo
redactaron de una forma tal que nos hace pensar en un significado opuesto a lo
que es la traducción real? Cuando escriben: “¡Hosanna en las alturas!”, ¿que
quisieron decir? ¿Sálvanos en las alturas? O, en realidad, pretendían que se
interpretase como “Alabado”, “Aleluya”, y ocultar de este modo que él aceptaba
que el pueblo pensase que los iba a liberar. Si Jesús conocía cuales eran las
esperanzas, que poseía el pueblo, de ser liberados del poder romano, ¿por que no
los detuvo y aclaró las cosas? ¿Por que no les dijo: “yo solo vengo a salvarlos
espiritualmente, no voy a hacer una guerra contra los romanos, no se hagan
ilusiones”? No, él dejo que todos pensasen que venía a encabezar una Guerra
Santa en nombre de Dios y en contra de los romanos.
No haber cumplido con la promesa tácita de encabezar una rebelión, hace
que más tarde sean sus mismos compatriotas los que pidan su cabeza. No fue el
hecho de manifestarse como profeta, o por hablar de paz, fue por descubrir que
Jesús los había engañado fomentando falsas esperanzas.
Mientras los judíos se preparaban para celebrar la fiesta de los Taberná-
culos lo hacían cantando salmos en alabanzas a Dios, vean lo que dice el Salmo
118 en sus últimos versos:
“Esta es la puerta de Jehovah; por ella entrarán los justos. Te daré
gracias, porque me has respondido y has sido mi salvación. La piedra que
desecharon los edificadores ha venido a ser la principal del ángulo. De parte de
Jehovah es esto; es una maravilla a nuestros ojos. Este es el día que hizo Jehovah;
nos gozaremos y nos alegraremos en él. ¡Oh Jehovah, sálvanos, por favor! ¡Oh
Jehovah, haznos prosperar! ¡Bendito el que viene en el nombre de Jehovah! 367
Desde la casa de Jehovah os bendecimos. Jehovah es Dios y nos ha resplandecido.
Atad ramas festivas junto a los cuernos del altar.”368
366
Mateo 21:15
367
Comparen con Juan 12:13
368
Salmos 118:20-27

200
JESÚS

Imaginen a las personas cantando estos versos justo en el mismo momento


en el que Jesús cruzaba la puerta Dorada, donde comienza el camino que lleva a
Jericó, un “hijo de David” montado en un burro, famoso por poseer poderes de
sanación otorgados por Dios. ¿Cómo, estas personas, no iban a pensar que se
trataba del Mesías esperado?
Imagino a todo el pueblo comenzando a seguirlo con la idea que se dirigi-
ría hasta la Torre Antonia, en donde se encontraba la guarnición romana, y, por
medio de sus poderes, expulsaría al ejército romano y daría inicio la guerra de
liberación. Cual sería su sorpresa el ver que en vez de dirigirse a la Torre Antonia,
doblase unos metros antes e ingresase al edificio que se encontraba a su lado, el
Templo de Jerusalén.

201
César A. Carrión

CAPÍTULO III

En el Templo

Entrando a Jerusalén desde el este, al pié del monte de los Olivos, cruzan-
do el huerto de Getsemaní, Jesús tiene dos opciones, se dirige al norte, hacia la
Fortaleza Antonia o continuar de frente hasta alcanzar el templo. Seguido de una
multitud enardecida decide dirigirse a este último. Es aquí, en este punto en
donde los evangelios comienzan a disentir levemente, pero este pequeño detalle
marca una gran diferencia. Según Marcos, lo seguía una multitud festejando la
proximidad de la liberación, pero cuando llegaron al templo Jesús cambió de
opinión y, en forma sorprendente y completamente ilógica, decide volver sobre
sus pasos, sin efectuar ninguna acción ni emitir ningún tipo de declaración, para
retornar al día siguiente.
“Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre
David! ¡Hosanna en las alturas!» Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de
observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.”369
Es un relato completamente ilógico, ¿quién, seguido de una multitud,
decide cambiar de opinión a último momento y volverse por el lugar por el que
vino? ¿No es extraño? ¡Jesús entra a Jerusalén, lo aclama la multitud, cruza la
ciudad, entra al templo y después vuelve por el mismo camino sin hacer
absolutamente nada!
Un poco más creíble me resulta el relato que realizan Mateo y Lucas, en
donde se lo ve a Jesús encabezando un rebelión, tirando los puestos al suelo y
desparramando las monedas de los cambistas.
“Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?»
decían. Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.» Entró

369
Marcos 11:9-11

202
JESÚS

Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el


Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de
palomas. Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero
vosotros estáis haciendo de ella una cueva de bandidos!»”370
Este sí es un comportamiento mucho más razonable. Si nos guiamos por el
relato anterior, Jesús se marchó a Betania para pasar la noche y al día siguiente
volvió a la ciudad para seguir predicando. Pero esta segunda reseña de los hechos
nos obliga a pensar. ¿Si el relato es cierto, que estaban haciendo los policías del
templo que no actuaron? ¿O es que sí lo hicieron?
Imaginemos la situación, Jesús se hallaba rodeado por un círculo protector
conformado por sus discípulos tal como si se tratase de unos guardaespaldas. Los
cambistas y mercaderes no reaccionaron por algún motivo. ¿La personalidad
impactante del Mesías frenaba cualquier intención de protesta por parte de las
personas que caían económicamente en la ruina? ¿O es que los apóstoles estaban
armados y su actitud era lo bastante amenazante como para acallar las voces de
resistencia? ¿Sabemos si verdaderamente poseían armas? La verdad es que sí.
Durante la captura de Jesús en el huerto de Getsemaní hubo una breve
escaramuza en la cual uno de los discípulos le cortó una oreja a un sirviente del
Sumo Sacerdote.
“Ellos le echaron mano y le prendieron. Uno de los presentes, sacando la
espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja.”371
Si bien el relato de Marcos es bastante piadoso ya que no nos refiere la
identidad del que portaba la espada. No se comporta de la misma manera el
apóstol Juan, ya que nos otorga una relación, con lujo de detalles, acerca de que
manera sucedieron los hechos.
“Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo
del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.”372
Seguramente Pedro no era el único apóstol que se encontraba armado,
Jesús mismo les había aconsejado a todos ellos que se proveyesen de una espada.
“El dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte.»
Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres
veces que me conoces.» Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin
sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada.» Les dijo: «Pues ahora, el que
tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto
y compre una espada.”373
Como ya hemos visto, al menos Pedro sí le hizo caso, aunque no podamos
asegurar lo mismo con respecto al resto del grupo de discípulos, considerando la
actitud pasiva de los comerciantes, estaría justificado que creyésemos que sí.
370
Mateo 21:10-13
371
Marcos 14:46-47
372
Juan 18:10
373
Lucas 22:33-36

203
César A. Carrión

Si el relato que planteo es cierto pensemos una cosa, el templo poseían una
guardia especial bajo la supervisión del Sumo Sacerdote. Muchos de los puestos
que fueron destruidos por Jesús eran, de hecho, de Anás, el suegro de Caifás. Si
los policías del templo eran “empleados” del Sumo Sacerdote y los puestos que se
estaban destruyendo les pertenecían al suegro de su patrón. ¿No creen que,
mientras Jesús atacaba a los cambistas, la guardia debió haber tomado algún tipo
de conducta frente a la agresión que estaban presenciando? Si existió un enfrenta-
miento, ¿por que los textos evangélicos no nos lo refieren? Y si no existió, ¿por que
motivo los guardias se quedaron mirando pasivamente mientras su propio señor
era asaltado?
Imaginen la situación, Jesús rodeado de sus discípulos con el objetivo de
defenderlo, los comerciantes y cambistas gritando porque veían desparramados
todos sus bienes, la gente que se encontraba en el patio del templo abalanzándose
sobre las monedas de oro y plata desparramadas por el suelo, los policías lévitas
corriendo hacia el tumulto comenzando una gresca, desde la Torre Antonia el
vigía romano podía ver el patio del templo y seguramente dio aviso al
destacamento de soldados de su guarnición acerca del tumulto que se estaba
produciendo en el patio del edificio vecino. Estos corrieron hacia el templo y
cortaron toda vía posible de escape, al ubicarse bloqueando la puerta de salida.
Los discípulos in-tentaron escapar por la fuerza utilizando sus espadas y, aunque
la mayoría pudo huir, algunos deben de haber muerto y otros fueron capturados
como prisioneros.
Todos estos hechos pueden no estar relatados en los evangelios, pero, por
lejos, es mucho más probable que los sucesos se hayan producido de este modo, a
pensar que aquellas personas a las cuales Jesús les destruía sus puestos, no
hicieran absolutamente nada y que los guardias del templo se mantuvieran
mirando respetuosamente el atropello que ejercía el famoso profeta.
Dejemos de lado este suceso un momento y evaluemos a otro actor que,
aparentemente, no tuvo relación con estos hechos, y es Barrabás. Barrabas, cuyo
primer nombre, al menos según nos lo refiere el famoso escritor e historiador
cristiano Orígenes, era el de Jesús, al igual que el Mesías. Es decir que su nombre
completo era Jesús Barrabás. Si bien en las versiones actuales del nuevo testa-
mento no se nos refiere más que el modo por el cual era conocido, en algunas
versiones aún podemos leer el texto de Mateo de este modo.
“En aquella época había un notorio prisionero llamado Yeshúa Bar-
Abba.”374
Según lo que nos relatan los evangelios era un famoso delincuente, que
fue capturado por cometer el delito de homicidio.

374
Mateo 27:16 (traducción Kadosh Israelita Mesiánica de estudio, traducción Brit
Xadasha Judía Ortodoxa, en otras traducciones de este versículo solamente se lo llama
Barrabás)

204
JESÚS

“Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos


sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.”375
¿Que motín? ¿Que asesinato? Hasta ese momento Marcos, ni ninguno de
los otros evangelistas, nos refieren que hubiera sucedido el motín al cual se hace
referencia en este versículo.
¿Que sabemos acerca del célebre Barrabás? Sabemos que era un
delincuente famoso376 y que, aparentemente se dedicaba a asaltar a las personas 377.
Pero, ¿desde cuando un simple ladrón se dedica a participar en motines? ¿Cual
era la finalidad de reunirse con otros sediciosos?
Hay una cosa que debemos recordar, que si bien ya lo he dicho en otras
ocasiones, es importante que lo tengamos presente. Aunque los textos griegos
utilizasen reiteradamente la palabra lestes, ληστης, que significa ladrón, delin-
cuente, habitualmente utilizaban ésta para hacer referencia a los zelotas. Es decir,
a aquellos guerrilleros que luchaban por la libertad de Israel, de los cuales Jesús
poseía a varios entre sus filas. Si esto es así, entonces no tenemos a un simple
delincuente, acusado de robo y homicidio, lo que tenemos es a un famoso
revolucionario apresado durante el transcurso de una revuelta en la cual cometió
un asesinato y fue apresado junto con otros secuaces, aunque desconocemos el
número.
Un segundo punto interesante es el significado de su nombre, Barrabás.
Este no es un nombre verdaderamente sino un apodo y, según como separemos
sus componentes, podría traducirse como Bar Rabbah o “hijo del poderoso” o
como Bar Abba, es decir, “hijo del padre”. Esta última es la forma más común-
mente aceptada en la actualidad. Pero si lo apodaban “Hijo del Padre” es porque
su padre debió de haber sido una persona muy importante y conocida, quizás tan
zelota como él.
¿Cual fue el último zelota, conocido popularmente, en realizar una revo-
lución y que por ello no necesitaba ser llamado por su nombre para poder ser
identificado? ¿Que descendiente de David, encabezó la última revolución hasta
ese momento? No hay muchas personas para nombrar. El revolucionario más
conocido en ese momento, es el famoso Judas de Gamala.
Otro punto interesante a considerar, como dijera anteriormente, es que
Marcos nos refiere que Barrabás permanecía encarcelado por haber cometido un
asesinato. Esta acusación, en griego se escribe phonon, φονον. Según el mismo
evangelio de Marcos, Jesús fue entregado para ser juzgado por Pilatos “por
envidia”378. Envidia en griego, su versión original, se escribe phtonon, φθονον.
Noten la grafía de cada una de las acusaciones, lo símiles que son.

375
Marcos 15:7
376
Mateo 27:16
377
Juan 18:40
378
Marcos 15:10

205
César A. Carrión

La acusación del primero y del segundo son, en realidad, la misma y lo


único que se hizo fue maquillarla de una forma muy discreta. Se le agregó una
simple letra para que algo tan terrible como el homicidio se transformara en el
inocente e injusto cargo de “envidia”. En este momento no nos importa si él
realmente cometió el crimen o no, lo importante es que se lo acusaba de ello.
Si pensamos, aunque sea por un momento, que ambos, Jesús Bar Abba y
Jesús Bar Adán379 son la misma persona, tenemos que lo que hicieron los evan-
gelistas fue transformar los dos arrestos de Jesús, el primero en el templo y bajo la
acusación de encabezar una revuelta y cometer homicidio y el segundo, la captura
luego de su huida, en un solo. Lo rápido y sumarísimo del juicio fue porque no
fue tal, solo era una identificación del reo luego de su captura. La identificación
realizada primero por parte del Sanedrín, segundo por el procurador y tercero por
el tetrarca que dirigía Galilea, era lo que correspondía para un acusado que ya
había sido sentenciado y solamente restaba identificarlo fehacientemente como
para asegurarse de no ejecutar a un inocente.
Un último punto a considerar acerca de la semejanza y las relaciones entre
los arrestos de Jesús y de Barrabás es observar detenidamente con quién fue
ejecutado el primero. Todos conocemos el texto de Lucas en el cual nos relata
como Jesús fue crucificado entre dos malhechores.
“Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados
al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la
derecha y otro a la izquierda.”380
Lo que no es tan conocido es el relato que nos otorga el Evangelio de
Nicodemo, también denominado como “Acta Pilati”, es decir “Los hechos de
Pilatos”, en donde nos refiere incluso el nombre de los “ladrones” crucificados
con Jesús.
“que te crucifiquen en el lugar donde te capturamos con Dimas y Cystas,
los dos ladrones capturados contigo.”381
Pero si ambos personajes son llamados en los otros evangelios como
ladrones, ¿que hacía Jesús acompañado de unos simples delincuentes? Ahora
bien, ¿y si en realidad no eran unos ladrones sino que eran revolucionarios zelotas
y los textos sagrados los llaman delincuentes, de mismo modo que lo hace Flavio
Josefo? Entonces toda la historia es más fácil de creer, ya que dentro del grupo
apostólico mismo existían, al menos dos personas que respondían también a esta
ideología política, Simón Zelota y Judas Sicariota o Iscariote.
Para resumir, Jesucristo provoca una revuelta, Jesús Barrabás es capturado
durante el trascurso de una. Junto a Jesús son capturados Dimas y Cystas.
Barrabás es capturado con otros sediciosos. El primero es juzgado por envidia,
phtonon y el segundo por asesinato, phonon. El primero es crucificado luego de

379
Jesús el hijo de hombre, como se denominaba a sí mismo.
380
Lucas 23:32-33
381
Evangelio de Nicodemo IX:12

206
JESÚS

ser identificado por los tres poderes que regían en la región, el segundo es
liberado sin un motivo valedero que realmente lo justifique. Toda la trama es
bastante extraña como para ser simple casualidad.
Otro hecho llamativo que ayuda a confirmar la presunción que Jesús y
Barrabás hayan sido la misma persona, es la historia que nos relata acerca de
cómo el primero sustituyó a este último haciendo que un inocente fuera asesinado
y haber permitido que un homicida sea dejado libre impunemente.
“Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un
preso, el que quisieran.”382
Esta afirmación es algo llamativo, dado que no existe un relato que ates-
tigüe una costumbre de este tipo en ningún otro texto, ya sea anterior,
contemporá-neo o posterior.
Flavio Josefo, el mayor historiador de Israel, jamás citó dicho hábito en
ninguno de todos sus libros, ya sea en sus Antigüedades Judaicas, como en La
guerra de los judíos, Contra Apión o en su Biografía. Tampoco existe una afirma-
ción igual en el Talmud, en la Torah, ni en ningún otro texto hebreo. Muy por el
contrario, Isaías nos dice que no se debe perdonar al delincuente.
“Aunque se haga gracia al malvado, no aprende justicia; en tierra recta se
tuerce, y no teme la majestad de Yahvé.”383
Así, el perdonar a un delincuente sentenciado, y peor aún, a un homicida,
estaba completamente en contra de las costumbres hebreas. Por ello, por lo irre-
versible de una condena a muerte, es que se lo tomaban tan seriamente y solo en
muy pocas ocasiones se llegaba a ese grado de severidad en una sentencia.
Con respecto al mundo romano, en general, y al procurador, en particular,
es todavía menos probable que haya tenido una costumbre tal como la que se nos
relata en los evangelios, dado en que no existe tampoco ningún escrito que apoye
la existencia de este uso, no al menos entre los historiadores más famosos cuyos
textos se han conservado hasta nuestros días. Tácito, Polibio, Suetonio, Tito Livio,
ninguno de ellos nos narra que haya acontecido un caso como el que nos describe
Mateo. Muy por el contrario, Suetonio en su “Vida de los doce Césares” nos
cuenta como Nerón, al principio de su gobierno, detestaba tanto tener que firmar
una sentencia de muerte que llegó a exclamar: “¡Ay! ¿Por qué me enseñarían a
escribir?”. Él tenía la posibilidad de utilizar la “indulgentia imperial”, pero este
acto estaba tan mal visto, que prefería, en su lugar, al menos según lo que nos
refiere Tácito, aplazar tanto la sentencia que los acusados tenía más posibilidades
de morir de viejos que de hacerlo victima del ajusticiamiento.
Entonces, si el mismo emperador, no tenía por costumbre el andar liberan-
do condenados a muerte aunque este fuera su deseo, ¿como pensar que Pilatos se
tomara tal atribución en contra de todas las costumbres del imperio?

382
Mateo 27:15
383
Isaías 26:10

207
César A. Carrión

Todo el relato no puede ser más que apócrifo, el único texto que afirma la
existencia de esta costumbre forma parte de los evangelios, ningún autor inde-
pendiente nos refiere algo similar. Nadie. Ni uno solo. ¡Tantos y tan diversos
autores y ninguno es capaz de apoyar el relato evangélico!
Pero este no es el único hecho que ignoran los autores clásicos. El
“famoso” ladrón, llamado Barrabás, tampoco lo conoce nadie. Flavio Josefo, que
fue tan minucioso en todas sus obras, con relatos pletóricos de detalles,
nombrando y describiendo anécdotas y personajes de muy escasa relevancia, es
completamente ignorante de la existencia de este “famoso” ladrón.
También desconoce la existencia del renombrado y popular profeta Jesús
de Nazaret. Sí conoce la existencia de Juan el Bautista e incluso lo nombra en más
de una ocasión, nos describe por qué fue capturado, donde fue encerrado, en que
circunstancia murió, y múltiples detalles más, pero parece desconocer al que tuvo
una mayor relevancia, que es el propio Jesucristo.
La falta de autores contemporáneos que hicieran referencia al nazareno
hizo que más de un investigador, en cierto momento, llegara a dudar acerca de su
veracidad histórica, y que se trataba tan solo de un personaje simbólico, legenda-
rio, pero carente de realidad.
La hipótesis más sencilla para explicar la ignorancia de todos los historia-
dores contemporáneos a Jesús, ya sea laicos como religiosos, es que, en los pri-
meros textos, efectivamente existían referencias hacia él, pero éstos relatos eran
opuestos a lo que nos enseña el dogma que la iglesia primitiva nos quería
imponer y es por ello que los monjes copistas medievales se dedicaron a
reelaborar los distintos textos, con el fin de que estos se adaptasen lo más posible
al dogma oficial, y los textos originales fueron destruidos con el objetivo de que
jamás se pudiera saber la verdad más que a través de los evangelios.
Esta táctica, la de corregir la historia verídica y reemplazarla por la que
debería haber sucedido, no la crearon los monjes, ellos no fueron los primeros en
utilizarla. La misma técnica se ha utilizado a lo largo de toda la historia de la
humanidad. Entre los egipcios, por ejemplo para eliminar de la historia la existen-
cia misma de la reina Hatshepsut, no solo borraron su nombre de todos los bajo-
rrelieves de los templos que había construido, sino que llegaron a destruir su
rostro en todas las ilustraciones en las cuales era representada. Entre los chinos se
creía que el emperador Qin Shi Huangdi era solo una leyenda, hasta que fue
encontrada su tumba junto con el famoso ejército de terracota. De este modo
podríamos nombrar infinidad de casos en los cuales un grupo de personas se ha
dedicado a borrar los rastros de todo aquello que consideraban que no era
adecuado que fuese conocido por las generaciones futuras. Pero, tal como ha
sucedido en los dos ejemplos que cité anteriormente, la verdad, a la larga,
prevalece. El objetivo de este libro es sencillamente plantear la duda acerca de lo
que sucedió en esos días y no limitarnos a tan solo aceptar, en forma sumisa, unos
relatos que no pueden resistir el más mínimo análisis y que juntos tratemos de
encontrar una respuesta alternativa que nos ayude a acercarnos un poco más a la

208
JESÚS

verdad histórica, apartándonos del dogma, si fuera necesario. Aunque, segura-


mente, será imposible alcanzar la verdad plenamente.
Dejemos, por un momento, de comparar la captura de Jesús con la de
Barrabás, ya que a propósito de este tema hablaremos más tarde, y volvamos a
analizar las acciones que cometiera Jesucristo el día que destrozó los puestos en el
patio del templo.
En más de una oportunidad he hecho referencia acerca de la costumbre
que existía entre los judíos de realizar tres peregrinaciones anuales hasta la
capital. Estos tres viajes eran una obligación, al menos para un judío devoto. Es
poco probable que todos los judíos que viviesen en Israel viajasen en masa hasta
la ciudad de Jerusalén en tres oportunidades anuales. Aunque también sería algo
extraño que Jesús en los tres años que duró su ministerio, aproximadamente, no
viajase ni siquiera una vez para cumplir con la obligación de celebrar estas
festividades. Si bien según los evangelios sinópticos no se alejó de Galilea más que
en el momento en el cual estaba finalizando su carrera como profeta, en el
evangelio de Juan hace constar al menos tres viajes hacia la capital del país y es en
el primero de estos tres cuando se produce la expulsión de los mercaderes del
templo.
Noten que a pesar de ser este último evangelio el único que nos refiere que
Jesús hubiera estado en más de una ocasión en la Ciudad Santa, el autor se ve
obligado a relatar esta anécdota en el primero de sus viajes, cosa que es poco
probable. ¿Por que? Porque si Jesús hubiera realizado este acto en su primer viaje
no habría podido concurrir nuevamente al templo sin arriesgarse a ser arrestado
por parte de la policía del templo a causa de estos disturbios. Al mismo tiempo
debemos considerar que, si la purificación del templo la realizó en el último de
sus viajes, entonces ¿por que no se escandalizó de ver a los mercaderes en las dos
ocasiones previas? Ambas opciones son ilógicas. Si se produjo en la primera visita
al templo, lo extraño es que no se diera la orden para su captura. Si, en cambio,
fue en la última, lo llamativo es que no lo hubiese efectuado con anterioridad. No
hay salida. Ambas opciones son incoherentes y, por ende, necesariamente debe
existir una mentira en algún punto.
Pónganse a analizar también ustedes por que Jesús hecha a los mercade-
res. Si bien está mal que se dediquen a comerciar descaradamente en el patio de
un lugar sagrado, también hay que reconocer que eran un mal necesario. Los
peregrinos no podían transportar el animal para realizar el holocausto a través de
todo Israel y, mucho menos, si consideramos que muchos de estos peregrinos eran
originarios del extranjero. Además, las ofrendas no podían realizarse con animales
cuyo origen estuviese fuera de Judea, dado que se presumía que no poseían la
pureza requerida para poder ser sacrificados en el Templo Sagrado. Es más, se
discutía si se podía llegar a utilizar, para alimentar el fuego del holocausto, una
madera que no haya sido cortada en el territorio de Israel. Incluso la alfarería que
se vendía proveniente de Modiit, a 27 Km. de Jerusalén aproximadamente, se
consideraba ritualmente pura, y no así la que procedía de un lugar más distante,
que era considerada impura.

209
César A. Carrión

Y no solo eso, las monedas para pagar el diezmo no podían ser otras que
las israelitas, dado que estas tan solo poseían la imagen de la Menorah o
candelabro de siete brazos, por el contrario las monedas romanas, así como la de
los otros países, acostumbraban a portar el rostro del emperador, en el caso de las
primeras, o de algún dios, en el de la otras. Dado que entre los judíos estaba
terminantemente prohibida la representación de imágenes, una moneda con el
rostro del César no podía ingresar al tesoro del Templo. Los cambistas eran
absolutamente necesarios. No había forma que se pudieran cumplir con todas las
prescripciones que demandaban los ritos sagrados sin la ayuda de estos comer-
ciantes.
Tampoco los puestos podían estar distribuidos por toda la capital sin
ningún concierto, dado que estamos hablando de extranjeros que no conocían la
ciudad, e incluso algunos de los judíos de la diáspora ni siquiera conocían el
idioma hebreo o el dialecto arameo y tan solo hablaban el griego. No era tan
sencillo llegar a la ciudad y comenzar a buscar un lugar en donde adquirir el
animal para el sacrificio, ni un puesto en donde realizar el cambio de moneda
para poder efectuar el diezmo sin arriesgarse a ser estafados tanto sea con
monedas falsas como con la paridad cambiaria.
Tampoco era obligación cambiar las monedas en el patio del templo o
adquirir los animales allí, lo que sucedía era que las operaciones realizadas en
estos puestos poseían la seguridad de que el producto contaba con la garantía de
que los animales no poseían mancha y las monedas cambiadas allí no eran falsas.
Desde el punto de vista actual, no es lo mismo adquirir dólares en una “Casa de
Cambio” a realizar la operación comprándoles los billetes a un “arbolito” en la
puerta de esa misma agencia. En la segunda opción se corren más riesgos aunque,
en ocasiones, sea más conveniente dada la diferencia entre ambas cotizaciones.
Ahora bien, imaginen la reacción de aquellas personas que seguían a Jesús
desde el momento en que entraba a la ciudad y que creían firmemente que su
intención era la de dirigirse hasta la Torre Antonia con el objetivo de expulsar a
los romanos y, en vez de eso, se dirige al templo y comienza a castigar a un grupo
de comerciantes completamente indefensos, para luego saquearlos
descaradamente. En vez de buscar las armas guardadas en la fortaleza Antonia o
las que se encon-traban en el templo para el uso de la guardia de lévitas, se dedica
a rapiñar los bienes de los cambistas. Si su opinión era que los mercaderes no
debían realizar sus actividades en el patio del templo, ¿era lícito que agrediera
físicamente a sus propios correligionarios? ¿O el objetivo verdadero de Jesús era
provocar un escándalo de tal jerarquía que terminase conduciéndolo a su arresto y
su posterior crucifixión?
Creo que éstos fueron los motivos que llevaron al pueblo de la aclamación
al repudio, del grito de “hosanna” al de “crucificadle”. El hecho de realizar actos
violentos en el patio del templo era, verdaderamente, un sacrilegio y más aún si el
producto de estos actos fue la muerte de alguno de los peregrinos o de cualquiera
de los asistentes a la festividad.

210
JESÚS

Si la acusación hubiese sido la de herejía, habría sido lapidado como


ocurriera con San Esteban. Pero los cargos fueron los de robo, asalto, homicidio,
intento revolucionario y autoproclamarse rey sin el consentimiento previo del
poder romano, es por ello que debió actuar el procurador romano y por el mismo
motivo se lo sentenció a la crucifixión.
Si a Jesús se lo hubiese buscado por el delito de haber expulsado a los
mercaderes del templo y proclamarse Mesías o rey, los que lo deberían haber
capturado eran los soldados romanos por orden de Pilatos y no los guardias del
templo. Si los que lo capturaron hubieran sido los soldados romanos, estos lo
habrían llevado ante el procurador romano, para ser juzgado e interrogado, y no
ante el Sanedrín y el Sumo Sacerdote. Las circunstancias que describen la captura
de Jesús en el huerto de Olivos no pudieron ser ciertas, no al menos como se nos
la presenta. ¿Y si, en realidad, lo que se nos describe en los evangelios forma parte
de la segunda captura de Jesús y, su comparecencia ante el Sanedrín, se produjo
durante la primera? Si esto es así, entonces es lógico que en esta segunda captura
se lo presentase a Pilatos para ser reconocido por este, como representante del
poder romano. Fue conducido también ante Herodes como autoridad de Galilea,
aprovechando su presencia en la ciudad, para su correcta identificación, por
tratarse Jesús de un súbdito suyo. Si es cierto que se produjeron dos capturas,
entonces en la primera se llevó a cabo el juicio y lo que se efectuó en la segunda
fue simplemente una ronda de reconocimiento ante los tres poderes existentes, el
religioso, el político y el de ocupación.

211
César A. Carrión

CAPÍTULO IV

Ante el Sanedrín

Una vez que Jesús fue capturado por la policía del templo, su obligación
era encerrarlo en una celda para luego conducirlo, según correspondiese, ante el
Sanedrín, como tribunal encargado de juzgar los delitos religiosos cometidos
contra el templo, o entregarlo a Pilatos para ser enjuiciado por los delitos políticos
cometidos contra la república. Es decir que, si Jesús fue capturado en el patio del
templo durante el transcurso de una revuelta, el Sumo Sacerdote tenía la posibili-
dad de elegir ante que tribunal debía presentarlo. Primero debía asegurarse ante
que tipo de delincuente se encontraba. Si se trataba de un sedicioso
revolucionario, de un profeta iluminado, de un fanático religioso sin ningún tipo
de poder efec-tivo o simplemente de un loco. En el primer caso, antes de tomar
una decisión, debía informarse detalladamente acerca de cuales eran las fuerzas
con las que contaba y cuales eran sus posibilidades de triunfo. Caifás no podía
darse el lujo de tomar una determinación apresurada ya que esto podía hacer que
Israel perdiera una posibilidad concreta de liberarse del poder romano o que, por
el contrario, se embarcaran en una empresa utópica que llevara a la catástrofe a
todo el pueblo. Si decidía procesarlo de la forma acostumbrada, para luego
castigarlo y, según correspondiese, ser azotado, lapidado, ahorcado o,
simplemente, vendido como esclavo para poder así indemnizar a los
damnificados por los daños que ocasionó, entonces se encontraba ante un
problema que no era menor. Jesús era conocido por ser profeta y sanador, el
pueblo creía que sus poderes provenían del hecho de ser un nazareno de Dios,
¿como iban a ser capaces de atreverse a azotarlo o siquiera a transformarlo en
esclavo? Para colmo de males, era un descendiente de David, azotar a una
persona que pertenecía a esta antigua familia real y que, quizás, pudiera tratarse
del Mesías esperado, era un crimen que no era sencillo que pudieran cometer sin
ocasionar, a mismo tiempo, el desagrado del pueblo. Antes de proceder a su
enjuiciamiento debía asegurarse que se encontraban ante un delincuente, un
ladrón o incluso de un simple zelota, pero no ante el Mesías. Jesús debía ser
indagado en forma discreta, sin que nadie se enterase y la mejor opción era
realizar este interrogatorio en un lugar neutral, discreto, no demasiado llamativo,
tal como lo era la casa del ex-sumo sacerdote y, al mismo tiempo, su suegro, Anás.
Algo que siempre puso en duda la veracidad del relato evangélico es el
hecho que todo el proceso se realizase durante la noche, casi como a escondidas y

212
JESÚS

solamente ante un pequeño grupo de sanedritas. Lo inusual de este tipo de


accionar nos hace incluso dudar acerca de que se tratase efectivamente de un
juicio. Entonces, lo primero que debemos hacer es decidir si Jesús fue sometido o
no a un proceso formal ante el gran Sanedrín o si se trató, simplemente, de un
interrogatorio con la finalidad de decidir las acciones que debían cometer.
Procedamos a ver detalladamente cada una de las inconsistencias en las
que cae el relato evangélico durante el transcurso del juicio. En primer lugar, si se
trataba de un juicio, ¿por que se trasladó al prisionero hasta la casa de Anás en
vez de a la de Caifás? Si en lugar de ser la casa de Anás el sitio en el cual se
desarrollara la reunión del tribunal, se hubiera efectuado en la casa del Sumo
Sacerdote Caifás, aún este hecho habría sido de un acto terriblemente irregular,
dado que el sitio habitual en donde se realizaban estas reuniones era en el patio
del templo. El domicilio particular del Sumo Sacerdote jamás fue el lugar en
donde debían efectuarse los juicios pero, afirmar esto, al menos hubiera sido algo
mucho más fácil de aceptar, dado que si el juicio se estaba desarrollando de noche,
quizás, el sumo pontífice no deseara aventurarse a atravesar la ciudad hasta el
templo para llevar a cabo un simple juicio sumario u ordenar la ejecución de un
delincuente menor. Pero no, el “juicio” no se celebró en su casa, sino que se
efectuó en la de su suegro y él estaba obligado trasladarse dado que, al ser
también presidente del tribunal, su deber era el de encontrarse presente.
Aquí hay dos cosas que pueden pasar desapercibidas. La primera es que
los juicios se realizaban siempre en una sesión pública en el patio cuadrado del
Templo, un lugar llamado Beth Din.384 La segunda es que, si el juicio se llevó a
cabo durante el día previo al festejo de Pascua, Caifás no podía estar presente,
debido a que se le prohibía al Sumo Sacerdote salir durante la semana previa al
festejo para no quedar expuesto a contaminarse y no poder realizar el sacrificio
del cordero pascual.
En Números 19:11-17 se nos explica como una persona puede contaminar-
se con un muerto por múltiples razones, hasta por el simple hecho de entrar a una
tienda en donde se encontrara un cadáver. Esta contaminación se prolongaría a lo
largo de una semana y, siempre y cuando, el afectado siguiese estrictamente el
rito de purificación, de no hacerlo podía incluso llevarlo a la expulsión de la
asamblea por haber manchado el santuario de Yahvé.385
Incluso el Sumo Sacerdote era obligado a retirarse las siete noches previas
a la Pascua, al finalizar el holocausto de la tarde, a una cámara que le estaba
reservada en el templo, situada en la parte sur del atrio de los sacerdotes y pasar
allí la noche para así evitar que contrajese impureza levítica. Esta cámara, el liskat
parhedrîn, estaba situada junto al liskat ha-gazît, es decir, la sala de reuniones del
Sanedrín. Si se trataba verdaderamente de un juicio, era algo completamente
incoherente que Caifás saliera en medio de la noche, hasta la casa de Anás, siendo
que le estaba vedado y que era mucho más cómodo desplazarse desde la habita-

384
Sanh. IV, lª
385
Números 19:20

213
César A. Carrión

ción en donde dormía hasta el cuarto adjunto para presidir el juicio sin correr
riesgo alguno de contaminarse ritualmente.
También hay dos cosas equivocadas o irregulares con respecto al
momento en que se realizara el proceso. No se podía utilizar ningún tipo excusa
que jus-tificase celebrar un juicio durante el trascurso del Sabat, de un día festivo
o en el día de la Preparación. 386 Jesús, según los textos evangélicos, se encontraba
fes-tejando la Pascua, es decir que cuando lo capturaron era la noche del Seder,
esto hace que fuera imposible que se celebrase juicio alguno. En segundo lugar,
los juicios no pueden efectuarse durante la noche, siempre son de día y en
audiencia pública. La indicación de no realizar procesos judiciales durante la
noche o en días festivo es para asegurar que los jueces estuviesen bien despiertos
y en claro uso de la razón, ya que la vida de una persona dependía de sus
decisiones. Si los sanedritas habían festejado el Seder, tal como también lo había
hecho Jesús, entonces habían bebido las cuatro copas de vino que indica el ritual,
es decir un poco más de un litro de vino puro. 387 Tenemos que considerar que los
jueces no solo estaban medio dormidos por haberlos despertado en la mitad de la
noche, sino que también, posiblemente, estuviesen bajo el influjo del alcohol. Por
irre-gularidades mucho menores que ésta Ananías perdió el sumo sacerdocio en el
año 62 dc, pero Caifás permaneció en el cargo uno o dos años más.
Esta marcada irregularidad procesal puede explicarse si la reunión en la
casa de Anás no fuera un juicio sino tan solo un interrogatorio con la finalidad de
decidir la conducta a tomar. ¿Se lo entregaría o no al poder romano por el delito
de sedición? ¿La fuerza militar con la que contaba Jesús era tan importante como
para enfrentar el poder de ocupación? ¿El acto que cometió lo efectuó por sentirse
seguro acerca de su triunfo o tan solo fue un profeta más que cometió una acción
imprudente en el transcurso de un “arrebato místico”?
A pesar de las creencias actuales, los tribunales judíos eran muy cautos y
compasivos a la hora de juzgar, más aún si lo comparamos con los tribunales del
resto de los países de esa época. Tan piadosos y meticulosos eran que, como no
podían azotar a un condenado más de cuarenta veces dado que este era el límite
permitido por la Torah, entonces se acostumbraba a condenarlo a treinta y nueve
latigazos, como precaución por si se incurriese en algún error durante la cuenta.
De hecho, el Talmud nos dice que un Sanedrín que pronunciara once condenas de
muerte en siete años era una asamblea de asesinos. 388 Pero existían rabinos que
eran aún más radicales en su pensamiento. El Rabbi Eleazar ben Azaria pensaba
que a un Sanedrín con once condenas de muerte en setenta años se lo podía
llamar de ese modo. Incluso el Rabbi Tarphon y el Rabbi Akiba estaban completa-
mente en contra de la pena capital.
Para los judíos era tan valiosa la vida humana que previo a tomar
declaración a un testigo se les leía este texto: “Quizás ignores que tu declaración
386
Sanh. IV, lª
387
Entre los griegos acostumbraban a rebajar el vino agregándole agua, pero los judíos
seguían la costumbre oriental, que era la de beberlo puro, sin rebajar.
388
Talmud, IV, Nezikim, 5 Makkoth

214
JESÚS

será verificada mediante interrogatorio contradictorio. Debes entender que existe


una diferencia fundamental entre las causas corrientes y aquellas que implican
una petición de pena capital, mientras las primeras pueden resolverse con una
multa, en las segundas recae sobre el testigo la responsabilidad por la sangre in-
justamente vertida y por la descendencia no habida, hasta el fin de los tiempos.
Adán fue creado para enseñarnos que cuando se pierde un alma por causa de un
hombre, la ley le tratará como si hubiese aniquilado a un mundo entero, pero el
que salve un alma, por el contrario será recompensado como si hubiese salvado
todo un mundo.”
Esta responsabilidad, la de saber que cuando se mata a un hombre tam-
bién se está asesinando a todos los descendientes que pudo haber tenido, los hacía
recapacitar acerca de la importancia de no matar a un inocente. Era preferible,
ante la duda, que escapase un culpable a su castigo a que muera un inocente por
un delito no cometido.
Existía también una costumbre que a nosotros puede llegar a parecernos
extraña y es que cuando a un reo se lo sentencia a muerte por unanimidad de
votos, automáticamente debía ser puesto en libertad, porque se consideraba a este
hecho como una prueba de animosidad del tribunal contra el acusado.
Otra irregularidad que nos narran los evangelios durante el transcurso de
este presunto “juicio” es que efectivamente no existiera un delito por el cual
acusarlo. En teoría, se llamaron a falsos testigos que lo acusaban de cosas sin
importancia o que mentían descaradamente, pero aún mintiendo no encontraban
justificativo para condenarlo a muerte. ¿Si le habían pagado a los testigos para que
lo acusasen falsamente, por que no les dijeron directamente de cual era el delito
por el que lo tenían que acusar para poder asegurarse así una condena, si, de
todos modos, el juicio estaba amañado? A menos que, no se haya tratado de un
juicio y que el Sanedrín, de buena fe, se intentara informar acerca de cuales eran
las verdaderas intenciones de Jesús. Si lo que se presume es cierto, entonces, como
Jesús se negaba sistemáticamente a responder al interrogatorio, dado que él nece-
sitaba ser condenado a la crucifixión o sus planes iban a naufragar, interrogaron a
los testigos que habían estado presentes, ese día, en el patio del templo. Aunque
difícilmente unas personas semianalfabetas, que no conocían de antemano la
filosofía de Jesús, hayan interpretado correctamente las enigmáticas palabras que
emitiera acerca de su “resurrección”, aparentemente ni siquiera sus propios
discípulos lo habían comprendido completamente.
En todo juicio, la costumbre era que antes de dar por iniciado el proceso
debía plantearse claramente el delito por del cual se lo acusaba. Era algo
completa-mente irregular que primero se iniciase el juicio y que después de
iniciado se comenzase a buscar de que se lo podía acusar, dependiendo de lo que
se en-contrara durante los interrogatorios. ¿Si no sabían de que acusarlo, para qué
someterlo a juicio? Si total ya se encontraba bajo arresto, ¿por qué no realizar la
investigación previa al inicio del juicio? ¿No hubiese sido más conveniente
esperar a que dijera algo impropio o cometiera una imprudencia? ¿Por que en la
Biblia no se lo acusa por el delito de asalto que cometió en la explanada del

215
César A. Carrión

templo? ¿Este último delito, de por sí, no era suficiente como para poder
condenarlo a muerte?
Con respecto a las falsas acusaciones, ¿sabían los testigos a lo que se
arries-gaban? La Torah prescribe claramente que es lo que debe hacerse a un falso
testigo.
“Los jueces indagarán minuciosamente, y si resulta que el testigo es un
testigo falso, que ha acusado falsamente a su hermano, haréis con él lo que él
pretendía hacer con su hermano. Así harás desaparecer el mal de en medio de
ti.”389
Dentro de los presentes en el juicio se encontraban alguno que eran
favorables a Jesús, el más famoso era Nicodemo. La obligación de este fariseo era
la de interrogar a los testigos minuciosamente y si alguno se llegaba a contradecir
o se descubriese que estuviera mintiendo, la pena para ese testigo hubiese sido la
muerte, tal cual como querían hacerle a Jesucristo.
Pero como los falsos testigos no alcanzaban, o estos no se animaban a
mentir tan descaradamente como para ser descubiertos y arriesgar su vida, el
Sumo Sacerdote se ve obligado a interrogar al propio Jesús acerca de las acusa-
ciones.
“Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por
Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.» Dícele Jesús: «Sí, tú lo
has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado
a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.» Entonces el Sumo
Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya
de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Respondieron ellos
diciendo: «Es reo de muerte.»”390
Aquí hay dos cosas, primero, el confesarse o reconocerse como Mesías no
era un delito, de hecho han existido varios “Mesías” durante este período, Judas
Gamala, Eleazar ben Jair, Menahem, Simón Bar Cokeba, algunos con mejores y
otros con peores resultados, pero todos ellos reclamaron para sí el derecho de ser
llamados “Mesías de Dios” y a ninguno de ellos se lo juzgó por el solo hecho de
pretender el trono de David.
El segundo hecho llamativo es que el Sumo Sacerdote haya exclamado
“¡Ha blasfemado!”. ¿Cual es la blasfemia? ¿A que hace referencia Caifás para sos-
tener una acusación de blasfemia?
La definición, al menos la actual, de blasfemia es la de hablar des-
preciativamente o emitir una injuria grave contra Dios, la Virgen o los Santos.
Aún bajo esta definición de blasfemia, ¿en que sentido se lo estaba injuriando a
Dios al llamarse a sí mismo Mesías? Y si, en lugar de esta, tomamos la definición
de la época para juzgar si se cometió o no una blasfemia, se nos torna aún más

389
Deuteronomio 19:18-19
390
Mateo 26:63-66

216
JESÚS

difícil poder mantener esta acusación, debido a que solo se consideraba de este
modo cuando uno unía un insulto en la misma frase en la que se nombraba el
Santo nombre de Dios, hiciese referencia a él o no con el mismo. Pero Jesús no
emitió ningún insulto, ni contra Dios, ni contra nadie. Si se lo pretendía juzgar tan
solo por autoproclamarse Mesías, entonces estaban como al principio, sin un
delito por el cual acusarlo. Pero si tan solo se trataba de un interrogatorio acerca
de cuales eran sus planes, estas simples palabras efectivamente hubiesen bastado
como para entregarlo a manos de Pilatos para, esta vez sí, ser adecuadamente
juzgado.
Sigamos adelante con el relato evangélico y continuemos pensando que
nos encontramos realmente ante un juicio. El hecho de que Jesús “confesase” su
delito no era suficiente por sí mismo para poder condenarlo a muerte, a diferencia
del derecho romano o de nuestro propio sistema legal en el cual existe un
aforismo que se utiliza frecuentemente y es que “A confesión de partes, relevo de
pruebas”, dando a entender que si un acusado confiesa no es necesario continuar
con el juicio y se puede proceder directamente a la sentencia. Entre los judíos eso
no bastaba, sabían que a una persona se le podía hacer confesar un delito por
tortura o amenazas, para que esto no sucediese no bastaba con la simple confesión
sino que se debían encontrar dos o tres testigos, al menos para poder justificar que
se efectuara una pena de muerte.
“No se podrá ejecutar al reo de muerte más que por declaración de dos o
tres testigos; no se le hará morir por declaración de un solo testigo. La primera
mano que se pondrá sobre él para darle muerte será la de los testigos, y luego la
mano de todo el pueblo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.”391
Tampoco los jueces podían transformarse en testigos, no al menos durante
el transcurso del mismo juicio, según lo que nos dicta el régimen procesal Sanh. V.
4b. Incluso en la actualidad tampoco se puede ser “juez y parte”, es decir no se
puede actuar ecuánimemente como juez si, al mismo tiempo, se es parte de la
acusación. En el momento mismo en el que Jesús confiesa, no habiendo otros
testigo, ese juicio debe suspenderse y reiniciarse con otros jueces y los primeros
pasarán a transformarse en testigos de este segundo juicio.
Los textos evangélicos, no fueron escritos por judíos, ni siquiera lo fueron
para ser leídos por judíos, es por ello que el relato es tan inconsistente. Los di-
versos autores no poseía más que exiguos conocimientos acerca de como
pudieron haber transcurrido los acontecimientos del juicio, por ello es que
adaptaron el relato a lo que pudo haber sucedido según las normas que establece
el derecho romano dado que ignoraban por completo la Torah, esto hizo que se
cayese en incongruencias graves.
Por último tenemos que, entre los judíos, no se acostumbraba a proclamar
una condena de muerte en el mismo día en que se declaraba la culpabilidad del
acusado, la sentencia debía esperar, por lo menos, hasta el día siguiente. El único
caso en el cual se podía emitir una sentencia inmediatamente después de haber
391
Deuteronomio 17:6-7

217
César A. Carrión

finalizado el juicio era solamente cuando ésta fuera absolutoria, en todos los
demás casos se debía esperar.
Todos los puntos que hemos analizado hasta este momento nos conducen
a pensar que no se trató de un verdadero proceso, no al menos en el sentido
estricto del término, sino simplemente un interrogatorio con el fin de decidir si
debían entregarlo o no al procurador. Un juicio verdadero, con tantas irregula-
ridades, hubiese provocado un escándalo tal que habría terminado con la carrera
de Caifás y seguramente con la del resto de los sanedritas. Si realmente siempre
tuvieron miedo de actuar en contra de Jesús dado la gran estima que le tenía el
pueblo, ¿como pudieron hacer las cosas tan mal como para correr el riesgo que el
pueblo se sublevase e hiciese justicia por mano propia en los jueces del Sanedrín?
Recordemos que en esta época los linchamientos estaban a la orden del día, a
pesar que en el año 6 de nuestra era se les privó a los judíos del Jus Gladii, es
decir, de su derecho a condenar a muerte a un acusado. Así es que, por más que
estuviera prohibido que un tribunal sentenciase a muerte a un acusado, nadie
consiguió evitar que la turba enardecida lapidase a aquellos que hubieran sido
hallados cometiendo adulterio u otras ofensas a las leyes de Dios. Si el delito que
tanto había escandalizado al Sumo Sacerdote era el de blasfemia, el castigo corres-
pondiente debería haber sido la lapidación y no la crucifixión. Al menos eso es lo
que ordena el libro Levítico: “Quien blasfeme el Nombre de Yahvé, será muerto;
toda la comunidad lo lapidará. Sea forastero o nativo, si blasfema el Nombre,
morirá.”392 Tal como sucedió en el caso de San Esteban, que fue lapidado por los
sacerdotes por haber, presuntamente, blasfemado contra Dios, a nadie le importó
que las sentencias de muerte estuvieran prohibidas. Igual es el caso del apóstol
Santiago que, en el año 63 dc, fue lapidado, cuando era Sumo Sacerdote Ananías y
Albino el procurador romano. Según nos relata Eusebio de Cesarea en su historia
eclesiástica, Santiago se arrodilló y gritó “«Te lo suplico Dios y padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen» (palabras atribuidas a Jesús por Lucas). Uno de los
presentes, un sacerdote recabita gritó a quienes le estaban ejecutando: «Deteneos,
¿qué estáis haciendo? El justo reza por vosotros.»”393 Es extraño que siendo Jesu-
cristo tan popular, al menos según lo que nos relatan los evangelios, y que, por
este motivo, nunca se habían atrevido capturarlo dado que temían a la reacción
popular, una vez capturado se olvidasen que el pueblo existía y cometieran un sin
número de irregularidades en el juicio que desarrollaron en su contra. Si todas
estas infracciones al proceso penal no produjeron ninguna reacción en el pueblo,
exactamente lo opuesto a lo ocurrido en el caso de Santiago que, a causa de las
irregularidades del juicio que se le realizó, terminó con la destitución del Sumo
Sacerdote. Si, en el caso de Jesús, el pueblo no se movilizó, se puede interpretar
que esta conducta pudo estar originada solamente por dos circunstancias, la
primera puede ser porque jamás existieron estos acontecimientos en realidad y la
segunda es que Jesús no era un personaje tan importante después de todo.

392
Levítico 24:16
393
Historia eclesiástica, Libro II,23 - Eusebio de Cesarea

218
JESÚS

Si reconocemos que Jesús había sido una persona de una cierta relevancia,
entonces podemos aceptar la hipótesis de que él hubiera sido trasladado en
secreto hasta la casa de Anás, para ser interrogado y, posteriormente, devolverlo a
su celda con el objetivo de presentarlo al día siguiente ante Pilatos para efectuar,
ahora sí, el verdadero juicio.
Tengamos siempre presente que los evangelios fueron escritos durante
una época difícil, en la cual los cristianos de origen gentil buscaban diferenciarse
de los cristianos judíos, dado que este segundo grupo estaba copado por zelotas,
sicarios y otros revolucionarios, y por este motivo es que se los perseguía. La
intención de estos textos era presentar a los judíos como deicidas y a los romanos,
a través de Pilatos, como unas pobres personas inocentes que se vieron obligados
a matar a Jesús debido a la presión que realizaran los pérfidos judíos.
Una vez que el Sanedrín concluyó cual debía ser la conducta más con-
veniente a seguir, decidieron enviarlo ante Pilatos, porque siempre “convenía que
muriera un solo hombre por el pueblo”.394 Debemos tratar de no juzgar esta
conducta muy negativamente, pensemos que siempre los encargados de dirigir un
país están obligados a evaluar cual es el mal menor, de haber secundado un
levantamiento en contra del poder romano, Israel no habría caído en el año 66 dc
sino que lo hubiera hecho treinta años antes.

CAPÍTULO V
394
Juan 18:14

219
César A. Carrión

Ante Pilatos

Algo que siempre me llamó la atención, desde que era chico, es ¿como
supieron los evangelistas acerca de lo que hablaron Jesús y Pilatos? Siendo que no
existieron testigos y se trató, tan solo, de una conversación privada entre ambos, a
la cual no pudieron asistir ni siquiera los miembros del Sanedrín, ¿como es que los
evangelistas consiguieron registrar sus palabras? En parte, la respuesta me llegó
en una ocasión cuando lo plantee durante el trascurso de una charla. Ante esta
pregunta, mi interlocutor, respondió que seguramente se los había relatado el
mismo Jesús una vez resucitado. En un principio la respuesta me pareció casi
cómica, pero, luego de analizarla por un tiempo, creo que, en cierto modo, ésta
debe ser la que más se aproxima a lo que sucedió en realidad.
El razonamiento es sencillo, hay un diálogo entre dos personas, una de
ellas jamás se pondría en contacto con unos rebeldes judíos galileos que se
negaban a reconocer la autoridad del poder romano, el segundo había “muerto”,
entonces, no resta absolutamente nadie más en condiciones de poder trasmitir lo
sucedido esa noche. Ahora bien, ¿que tal si Jesús se hubiera fugado luego de
haber mantenido esta charla para, a continuación, reencontrase con sus discípulos
y referirles todo lo acontecido? ¿El conocimiento de todo lo dialogado entre
ambos, no es una prueba más que Jesús pudo haberse fugado después de emitirse
la sentencia y antes de ser crucificado?
Los textos evangélicos narran dos encuentros entre Pilatos y Jesús. El
primero, en el cual Jesús es presentado al procurador y este lo interroga, y el
segundo, cuando le es devuelto por Herodes. Es en esta segunda oportunidad en
la cual se lo flagela y se lo presenta al pueblo para que este eligiese entre él y
Barrabás.
Todos conocen los sucesos que acontecen en el transcurso de este relato, es
por este motivo que, en esta oportunidad, no efectúo ninguna cita textual, pero si
reconociésemos que la hipótesis que guía esta segunda parte fuera cierta,
debemos terminar concluyendo que casi todos los hechos que figuran en esta
parte de los evangelios son básicamente falsos.
Ya hemos hablado extensamente, cuando hicimos referencia a acerca de
quien era Poncio Pilatos, de la situación en la que se encontraba, sus dudas entre
liberar al que Tiberio había elegido, ya sea como futuro rey de Israel o como
tetrarca de alguno de los sectores en el que estaba dividido el país, si debía dejarlo
marchar o ajusticiarlo.
Plantéense cada uno de ustedes, ¿que hubieran hecho? No pueden dejarlo
en libertad y no se atreven a matarlo dado que no saben como podría llegar a
tomarlo el emperador. La única opción es la de permitir que se fugase. Disponer

220
JESÚS

las cosas de modo tal que fueran sus propios seguidores los que intentaran
rescatarlo y lo ayudaran a fugarse. Esto no podía hacerlo de una manera os-
tensible, dado que también podría correr el riesgo de ser acusado de desidia al
permitir una huída alcanzada fácilmente. Debía proceder con mucha cautela. De
este modo, luego de la fuga, podía adoptar, según como se dieran las circunstan-
cias, la posición que más le conviniese. Si Tiberio le reclamara el haber sentencia-
do a su elegido, él podría aducir que se vio obligado a hacerlo para asegurar la
paz social pero que había tomado todos los recaudos como para asegurarse que
no se cumpliera la condena. Si, por el contrario, lo que le reclamase Tiberio fuera
el hecho que se hubiese fugado, él se sentiría libre de buscarlo, atraparlo y, por fin,
ejecutarlo. Mientras tanto, debía asegurarse que Jesús, mientras él aguardaba la
reacción del emperador, no provocase nuevos problemas y permaneciera oculto.
Es por ello que dialogó con Jesús a solas, sino no se puede entender que se
efectuara una entrevista en secreto con un acusado de sedición, tanto sea por el
riesgo implícito que el acusado lo atacase como por el hecho que diera a pensar
que él mismo formaba parte de la conjura.
No creo que los hechos que nos describen los evangelios acerca de como se
efectuó la primera entrevista con Pilatos fuera verdaderamente un juicio, dado
que ni siquiera se aproxima al modo en como se desarrollaban éstos entre los
romanos.
En primer lugar estaba la cuestión de quienes debían estar presentes
durante el trascurso del juicio, en la sala de audiencia debía ubicarse primero el
magistrado, en este caso el procurador romano Poncio Pilatos, por delante suyo se
situaban sus consejeros, los assesores y los scribae, próximos a estos se encontra-
ban los esclavos que asistían a los funcionarios en lo que necesitasen durante el
juicio y, por último, en unos bancos frente al grupo de funcionarios, debían
sentarse los litigantes, es decir, el acusado y los denunciantes, también los testigos
y el público que desease asistir.
Que no hubiese público es comprensible dado que, según los evangelios
canónicos, el juicio se estaba desarrollando de madrugada. Recordemos que si
Jesús fue apresado pasada la medianoche, luego de haber finalizado la cena,
salido a pasear, de hablado con Dios, al menos, en tres oportunidades y encon-
trado dormidos a los apóstoles en otras tantas ocasiones. El arresto se produjo,
según la tradición, en el monte de los Olivos, fuera de la ciudad, y luego fue
conducido a la casa de Anás, juzgado por una parte del Sanedrín y trasladado
hasta la Torre Antonia, al lado del Templo, todo esto no pudo desarrollarse en
menos de cinco horas. Si además pensamos que lo crucificaron aproximadamente
a las nueve de la mañana y tenemos en cuenta que aún faltaba la entrevista con
Herodes Antipas, la segunda entrevista con Pilatos, su primer exposición al juicio
de la multitud, la flagelación, la burla de los soldados, la segunda presentación
ante la multitud y la preparación para la crucifixión, entonces este juicio no pudo
realizarse antes de las cinco de la madrugada ni con posterioridad a las seis.
Lo que es absolutamente incomprensible es que la parte acusadora, como
no podía ingresar a la casa del procurador dado que deseaban poder preservarse

221
César A. Carrión

de la impureza que esta le provocaría, algo que les impediría completamente que
pudieran celebrar las Pascuas, decidieran no presentarse al juicio, y, entonces, el
procurador resolviera rebajarse y hacerse presente él personalmente a tomar
declaración al Sumo Sacerdote y al resto de los sanedritas. También es inexpli-
cable que, a pesar de todo esto, el juicio continuara desarrollándose normalmente.
Dado el horario y los impedimentos de la parte acusadora, ¿por que
Pilatos no aplazó el juicio para uno o dos días más tarde? ¿Cuál era el apuro?
Y no nos olvidemos de una cosa, existía algo en el derecho criminal
romano que se llamaba Divinatio, que era el procedimiento previo, por el cual, en
un proceso, se constituía el acusador. Lo que se acostumbraba era reunir a todos
los acusadores para determinar cual de estos se haría cargo formalmente de la
acusación. Si previamente no se procedía a la divinatio, no se podía iniciar el juicio
al no haber nadie que inculpe al reo. Sin comisión de delito no hay juicio posible.
Si la intención de Pilatos era realizar un juicio con todas las reglas, lo
esperable es que hubiera cumplido con la divinatio, pero si su intención era poder
dialogar a solas, sin la presencia de oídos indiscretos, entonces esta era la mejor
oportunidad de la cual podía llegar a disponer. De haber estado presentes Caifás
y el resto de los sanedritas, entonces, Pilatos, se hubiera visto obligado a ordenar
que los escribas tomasen nota de lo acontecido en el juicio, en consecuencia,
actualmente podríamos disponer de las actas del proceso y no estaríamos dis-
cutiendo que fue lo que pasó realmente.
Por otra parte, no creo que se haya desarrollado ningún juicio, sino que
luego que los sacerdotes lo entregaron al procurador, este lo retuvo un tiempo
prudencial mientras analizaba cual era la mejor conducta a seguir y también para
disponer las cosas de modo que se desarrollasen según lo planeado.
En caso de que efectivamente se haya desarrollado el pretendido juicio,
existía otra costumbre entre los romanos acerca de como este debía desarrollarse.
Dado que habitualmente los ciudadanos romanos eran de clase económica alta,
recordemos que el “populus” o pueblo eran los patricios y a los pobres se los
llamaba “plebis” o plebe, para evitar que, por su postura y arrogancia, el tribunal
de justicia estuviese predispuesto negativamente en contra del acusado, este debía
portar la “toga pulla o sordidata”. Partían de la base que el reo, al ir mal vestido y
andrajoso, excitaba a la compasión de los jueces y también era útil para frenar la
altivez que pudieran poseer algunos detenidos dado su origen familiar o su
riqueza, y para que estos no fueran insolentes con los jueces. 395
Cuando los texto sagrados nos refieren que a Jesús se le colocó un manto
de legionario, una corona de espinas y una caña a modo de cetro, básicamente lo
que se estaba describiendo era justamente esta costumbre, la de vestir al acusado
de forma infamante con el fin de provocar la piedad ante los jueces y los asisten-
tes. No creo que haya sido por el simple placer de hacer escarnio de una persona

395
Se pueden encontrar ejemplos de esta costumbre en La vida de los doce Césares de
Suetonio, Augusto 32,2 Tiberio 2,4 Vitelio 8,1.

222
JESÚS

indefensa (aunque si este hubiera sido el motivo habría sido algo por demás
normal) sino que por el contrario los que cometieron estos actos posiblemente lo
hacían en su favor. Piensen como hubiesen reaccionado los asistentes si Jesús se
hubiera presentado con su túnica blanca y sin costura, una prenda carísima en esa
época, con la actitud altiva de alguien que cree ser el verdadero rey de Israel, el
ungido de Dios.
Una prueba indirecta de que le quitaron su costosa túnica para re-
emplazarla por la toga pulla, es el hecho que, luego de haber sido flagelado, con
toda su espalda cruzada por heridas sangrantes, la túnica no hubiera perdido su
valor al encontrarse toda cubierta de sangre y que los soldados hubieran
mantenido su decisión de sortearla. La sangre siempre fue difícil de sacar de una
prenda y, más aún, en la antigüedad, en donde no existían los poderosos
detergentes que podemos encontrar en la actualidad. Si Jesús hubiera sido
flagelado y luego vestido con su misma túnica, ésta habría estado arruinada para
siempre y, por lo tanto, habría perdido todo su valor.
Antes de terminar este capítulo debemos analizar un poco más acerca de
la creencia popular que a Jesús se lo crucificó sin un motivo justificado, sin que él
hubiese cometido ningún tipo de delito o que lo hayan hecho tan solo por
deporte.
Desde el momento mismo en el que Jesús “confiesa” ante el Sanedrín que
él es el Mesías esperado, el rey de Israel, es que se decide entregarlo a Pilatos para
ser juzgado. En ningún momento comete el crimen de blasfemia, como ya dijera
anteriormente, afirmar ser el Mesías no era, por si mismo, un delito, no al menos
desde el punto de vista de los judíos. Si hubiera sido de este modo, se habría
incurrido en una paradoja, dado que esperaban la llegada del Mesías y al primero
que afirmase serlo se lo sentencia a muerte por el solo hecho de afirmarlo. ¡Es una
locura! Planteándolo de esta manera, o nunca aparecería el Mesías prometido por
Dios, o nunca se lo reconocería como tal. Aunque reconociéramos que el motivo
de la crucifixión fue el simple hecho de autoproclamarse Mesías, el planteo podría
ser creíble si a todos aquellos que se proclamaron Mesías, los mismos judíos los
hubiesen ajusticiado por cometer la misma “blasfemia”, pero esto no es así. Todos
los caudillos que reclamaron para sí este honor fueron asesinados por los
romanos, los judíos, muy por el contrario, siempre actuaron como sus seguidores.
El delito por el cual se lo acusó a Jesús no fue el de blasfemia, sino el de
laesa maiestas, es decir, por el crimen de Lesa Majestad, por violar la soberanía
del emperador Tiberio. El procurador romano ordena su muerte por infringir la
lex Iulia Maiestatis, que define como: “Maiestatis autem crimen illud est, quod
adversus populum Romanun, vel adversus securitatem eius commituit.” (Es un
crimen de lesa majestad aquel cometido contra el pueblo romano o contra su
seguridad).
La pena prevista para este delito dependía del rango del delincuente,
podía ser la crucifixión, tanto como la entrega a las fieras del circo o la de-
portación. El hecho que Jesús fuera crucificado es una prueba, en sí misma, de que

223
César A. Carrión

el delito por el cual se le acusaba había sido la sedición y el erigirse como rey sin
la aprobación previa del emperador romano. Si la acusación hubiese sido
simplemente el haberse proclamado “hijo de Dios”, ni siquiera hubiera valido una
reprimenda por parte de Pilatos.
Otro hecho que también nos confirma que ésta fue la acusación es el texto
que el procurador ordena inscribir en el Titulum, “Rey de los Judíos”. Así de
simple, así de categórico. El delito fue autoproclamarse rey, tan solo este delito
bastaba para emitir la sentencia de crucifixión. El resto son solo palabras. No
importaba que él particularmente no expresase explícitamente sus aspiraciones al
trono, bastaba con la forma en la cual ingresa a la ciudad durante la fiesta de los
Tabernáculos. Y si a este delito le sumamos el que había cometido durante la
“limpieza del templo”, es decir, el de robo y saqueo, es motivo más que suficiente,
por si mismo, para hacer que Jesús terminara en la cruz. Aunque no pensemos
que Jesús cometiera efectivamente el robo, desde el punto de vista del procurador,
era suficiente saber que él inició el conflicto que permitió, a los que se hallasen
presentes, que se apoderaran del dinero que se hubiera desparramado.
Cualquiera de los dos delitos cometidos, ya sea proclamarse rey como el asalto 396 a
los comer-ciantes del templo, hubiese bastado para que Pilatos emitiera la
sentencia de cru-cifixión, ¿que necesidad habría de recurrir a falsos testigo?
Con respecto al diálogo que mantienen entre ambos, Pilatos y Jesús, tam-
bién es poco creíble, al menos en algunas partes de su desarrollo. La respuesta que
da Jesucristo a la frase “¿Quid est veritas?” 397, es un anagrama a lo que le plantea-
ra el procurador. “Qui est vir ad est”398. Creer que una persona que está en trance
de morir, en un momento en el que se juega su destino, se ponga a jugar forman-
do anagramas, es algo completamente irreal. Por otra parte, lo que considero que
sea más plausible es que Jesús les haya referido a sus discípulos que él había
realizado esa broma, para mostrarles a los apóstoles lo agudo de su pensamiento
y lo tranquilo que se encontraba, pero que esto haya ocurrido en la vida real lo
considero muy poco probable.
Una vez que Pilatos determina que Jesús debía ser condenado a morir en
la cruz, el problema siguiente era decidir cual era el mejor lugar para ejecutar la
sentencia. Dado que Jesús fue capturado cuando se encontraba en la explanada
del templo y en este punto no podía efectuarse la crucifixión, había que decidirse
por un lugar alternativo. Seguramente el sitio que mejor se adaptaba a este fin era
el Gólgota o, como se lo conoce en latín, el monte Calvarius. Ya sea en hebreo
como en latín, el nombre significa “cráneo desnudo” o “calavera”. Aparentemente
el nombre le fue otorgado por el aspecto redondeado y semejante a un cráneo que
poseía la cumbre del monte. Si bien actualmente se desconoce su ubicación exacta,
se piensa que se encontraba hacia el oeste de la ciudad. Por fuera de la segunda
muralla, como en esta época aún no se había construido la tercera, este monte se

396
Asalto no es sinónimo de robo sino que significa “acometer repentinamente y por
sorpresa”.
397
¿Que es la verdad?
398
Lo que está ante ti.

224
JESÚS

encontraría por fuera de la ciudad misma. Para poder acceder al sitio programado
para la crucifixión se debía partir de la torre Antonia y dirigirse hacia el oeste,
cruzar por delante de la puerta norte, desde donde comenzaba el camino que
conducía hacia Samaria, luego salir de la ciudad atravesando la puerta de Efraím
y continuar hasta alcanzar el monte.
Es muy conocido que, en los textos evangélicos, Jesús fue azotado previa-
mente a comenzar su camino hacia el Calvario. Esto no era lo que se acostumbra-
ba a hacer habitualmente, imaginen lo dificultoso que hubiera sido para cualquier
persona que, luego de ser flagelada, tuviera que transportar un travesaño atado a
sus espaldas mientras éstas se encontraban cubiertas de llagas. También debemos
agregar que sus tobillos se encontraban atados al de los otros condenados, lo cual
dificultaba aún más el ascenso hacia el Calvario. Si además tenemos en cuenta que
la última parte del camino era cuesta arriba, se nos hace difícil de creer que
alguien pudiera llevar a cabo esta hazaña. Al contrario de lo que la gente común
está acostumbrada a creer, lo que se acostumbraba era que el prisionero, una vez
que arribase al pie de la cruz, se lo azotase y, posteriormente, se lo crucificase.
Dentro de lo que era el rito de la crucifixión, también se acostumbraba a
que el condenado recorriera el camino hacia el lugar de la sentencia con los brazos
abiertos, atados al travesaño de la cruz para que pudiera se escupido por la
chusma o para que esta le arrojara distintos objetos y el condenado no pudiera
esquivarlos ni defenderse. Todo esto estaba diseñado con la finalidad de
aumentar el escarnio y la vergüenza del delincuente. Este último punto nos lleva a
destacar un hecho que también debemos interpretarlo como un mito y es la
creencia de que transportaban la cruz completa. Si lo hubieran hecho de este
modo ésta hubiese sido demasiado pesada como para que una persona, debilitada
por el período de prisión, lograra portarla hasta su destino. Como dijera
anteriormente lo que los condenados transportaban solamente era el patibulum, es
decir el travesaño de la cruz, el stipes o larguero vertical esperaba al prisionero, ya
clavado en tierra, en la cima del monte. Imagínense que, al intentar erguir en
tierra una cruz de madera con un cuerpo clavado a ella, sobre un suelo rocoso,
ésta hubiera tornado la cruz tan inestable que hubiese sido imposible mantenerla
en pié durante varios días. No, el reo solamente transportaba el travesaño y, luego
de ser clavado a éste, se lo izaba a ambos, hasta hacer encajar el orificio que poseía
el patibulum en el extremo afilado del stipes. Una vez terminado el izamiento se
clavaban los pies del prisio-nero al madero. Esto era algo que solían hacerlo de
dos modos diferentes, el que conocemos tradicionalmente, es decir, con un solo
clavo atravesando ambos pies al mismo tiempo dado que estos se encontraban
uno encima del otro. De esta misma manera podemos verlo en todas las
representaciones que se han hecho acerca de la crucifixión del Mesías. Otra forma
era la de colocar los pies a ambos lados del stipes y atravesar los tobillo con un
clavo por cada pie.
Una variante de la crucifixión era la presencia de un “asiento” o sedile, que
consistía en una barra con un borde filoso hacia arriba donde el condenado podía
sentarse para “descansar”. Éste borde comprimía y laceraba los testículos, lo que

225
César A. Carrión

incrementaba el sufrimiento, al mismo tiempo que le permitía “descansar” sus


piernas y pies perforados. En el caso de las mujeres, se las crucificaba de cara al
madero, por lo que este sedile se incrustaba en su vulva produciendo un dolor de
igual intensidad que el que sufría el hombre en sus genitales.
Pero, como ya dijera anteriormente, el objetivo de Pilatos no era que Jesús
terminara de esta manera, sino que confiaba que sus seguidores intentaran res-
catarlo. Con el objetivo de lograr facilitarles la tarea es que tomó la decisión de
determinar el itinerario que describiera anteriormente. Su cálculo no se equivocó
y un grupo de sus seguidores concurrió a la cita.

226
JESÚS

CAPÍTULO VI

La Fuga

227
César A. Carrión

Si debemos creer en el testimonio del Talmud de Babilonia, Jesús


permaneció aproximadamente cuarenta días encerrado antes de que Pilatos
ordenara que se cumpliera la condena. Posiblemente, muy temprano en la
mañana, partiera de la Torre Antonia con dirección al Gólgota. Sus brazos atados
al travesaño de la cruz, pero con un buen estado general, dado que el encierro no
fue demasiado pro-longado y, a pesar de las creencias, muy probablemente no
había sufrido la flagelación. Aparentemente estaba custodiado por unos pocos
soldados, según lo que nos relatan los evangelios se trataban de cuatro soldados,
aproximadamente, más el oficial encargado de dirigir al grupo. Supuestamente
esta exigua custodia tenía la finalidad de fomentar las intensiones de liberación
que pudieran existir entre sus seguidores, dado que si por el contrario la guardia
hubiese sido más nutrida, los discípulos de Jesús no hubiesen osado atacar al
manípulo que lo custodiaba.
Entonces el escenario era este, una gran ciudad en donde las casas no
poseían una clara distribución, concretamente era prácticamente como un
laberinto. Jesús, en su trayecto, debía cruzar ante la puerta norte, transformándola
a esta en una fácil vía de escape. La custodia era exigua, para nada adecuada a la
“importan-cia” del sentenciado. Ya sea que este fuese un profeta o un zelota,
enviar una custodia de tan sólo cuatro o cinco personas era casi una invitación a
ser atacados. Cuando el grupo llega a las inmediaciones de la puerta norte, un
grupo de dis-cípulos, ocultos detrás de las paredes de las casas próximas a la ruta
de la pasión, debió haber salido de su escondite, adecuadamente armado, para
atacar a la exigua guardia que custodiaba a Jesús.
Una vez que este grupo de insurrectos logró apoderarse de su líder, tuvo
dos opciones, correr por los pasadizos entre las viviendas, cosa que se tornaba
muy difícil dado lo estrecho de los mismos, a menos que primero le desatasen los
brazos a Jesús, liberándolo de sus restricciones y, por ende, aliviándole el peso. O,
en segundo término, cruzar la puerta norte y tomar el camino a Samaria, no para
dirigirse precisamente a este territorio, sino porque, en las proximidades, se
encon-traban unas cuevas llamadas Cavernas Reales, que podrían haber servido
como escondites en el caso de que alguno de los soldados romanos hubiera
sobrevivido y estuviera en condiciones de referir hacia donde había huido el
grupo.
Si bien la intención de Jesús era morir en la cruz, dado que tenía ya
planeado como “morir” rápidamente y posteriormente “resucitar” a los tres días.
No necesariamente sus discípulos tenían conocimiento de estos planes, aunque
supuestamente él ya les había dicho en reiteradas ocasiones que su destino era
morir en la cruz, no creo que él los haya interiorizado acerca de sus planes de
simular su muerte, para poder resucitar luego. Estoy convencido de que los após-
toles y algunos otros seguidores actuaron de buena fe pensando que hacían un
favor a Jesús al liberarlo.

228
JESÚS

En el momento de la lucha Jesús no podía hacer otra cosa que simular


querer ser liberado, si hubiese interferido evitando su propia fuga habría sido
altamente sospechoso, además si los discípulos hubiesen estado informados
acerca de sus planes jamás habrían atacado al grupo de soldados.
Pero, ¿por que dar por sentado que Jesús huyó si es que en ninguno de los
evangelios nos refiere explícitamente nada parecido? Por si no bastaran, para
justificar la hipótesis de la fuga, las incongruencias legales y jurídicas cometidas
durante el transcurso del presunto juicio, también tenemos otros testimonios
acerca de lo que pudo haber sucedido ese día.
Desde épocas tempranas del cristianismo comenzaron a aparecer textos
que negaban la verdadera crucifixión de Jesús, aunque parezca extraño alguno de
esos textos son también de origen cristiano. Lo verdaderamente particular es que
estos textos no niegan la resurrección, que uno esperaría que fuera lo más lógico
dado lo extraordinario del hecho, sino que, por el contrario, se limitan a negar que
se lo haya ejecutado verdaderamente y eso es algo inexplicable. Al hecho milagro-
so, no se lo refuta. Muy por el contrario, a una circunstancia de la cual jamás
existieron pruebas concretas que pudieran ser utilizadas para confirmar el
prodigio y, por este motivo, es que es más fácil negar que haya ocurrido, no se le
objeta nada. A la crucifixión, que bastaba con buscar dentro de los archivos del
imperio, en los registros o actas de sentencias, para comprobar si se había
cumplido o no, a esta circunstancia sí la niegan, incluso algunos de los mismos
que se definían a sí mismos como cristianos.
A modo de ejemplo podemos ver que el evangelio de Bernabé nos relata
cuales fueron las circunstancias que se produjeron en el momento de su captura y
como Jesús pudo evitar la muerte:
“En el momento en que los judíos se preparaban para ir a capturar en el
huerto de los Olivos a Jesús, éste fue arrebatado al tercer cielo. Porque no morirá
hasta el fin del mundo, y se crucificó a Judas en su lugar. Dios permitió que el
discípulo traidor pareciese a los judíos hasta tal punto semejante en su rostro a
Jesús, que lo tomasen por él, y que, como tal, lo entregasen a Pilatos. Aquella
semejanza era tamaña, que la misma Virgen María y los mismos apóstoles
fueron engañados por ella.”399
Recordarán ustedes que, en la primera parte de este libro, analicé la
posibilidad de que Tomás, cuyo primer nombre era Judas, fuese un hermano
mellizo de Jesús. Bernabé nos dice que el Judas que “reemplazó” a Jesús en la
crucifixión y que se parecía tanto a él como para confundir incluso a su madre,
hermanos y los mismos apóstoles, era, en realidad, Judas Iscariote. Esto es algo
que, aún si fuera posible que se hubiese efectuado este intercambio milagroso, es
completamente incongruente con el resto del relato que nos brindan los evange-
lios, dado que Judas Iscariote, con posterioridad al arresto de Jesús, concurrió ante
el Sumo Sacerdote a solicitar su liberación y devolver el dinero. En el caso que
hubiese sido el Iscariote el que fue efectivamente crucificado, todo el relato del
399
Evangelio de Bernabé 1,1-4 (fragmento italiano)

229
César A. Carrión

arrepentimiento de Judas, el intento de devolución del dinero y su posterior


suicidio, se transformarían automáticamente en apócrifos, cosa poco probable
dado que estos datos son relatados no solo por Mateo sino también en los Hechos
de los Apóstoles. Si efectivamente se apresó a un Judas, en reemplazo de Jesús,
este debe de haber sido su hermano gemelo, Judas Tomás, alias Dídimo.
No afirmo ni niego que esto realmente haya sucedido, pero lo que sí
quiero hacer notar es que, en la época en la cual se escribió este evangelio, era de
público conocimiento que, primero, existía la duda si habían ejecutado al
verdadero Jesús o a algún otro, y segundo, que entre los presentes, el día de su
captura, había alguien con el cual se lo pudo haber confundido.
El mismo Bernabé también nos explica que fue lo que pasó con Jesús
mientras su sosías era crucificado:
“Y Dios, lleno de misericordia, ordenó a cuatro de sus ángeles más
queridos, Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel, que llevasen a Jesús a la casa de su
Madre, y que lo guardasen allí durante tres días consecutivos, no dejándolo ver
por más personas que por las que creyesen en su doctrina.”400
Es decir que mientras algunos de sus seguidores, mayormente mujeres,
lloraban su muerte, otro grupo de discípulos conocía perfectamente en donde se
encontraba el Salvador.
Que un texto, presuntamente cristiano, efectuara estas afirmaciones es un
hecho muy extraño y hace que nos preguntemos: ¿Cuales habrán sido sus
fuentes? ¿Cual era la intención del autor al hacer esta afirmación? ¿Que hechos
conocía y que, actualmente, se han olvidado o perdido para siempre, pero de los
cuales él estaba tan seguro de su veracidad, que se vio obligado a inventar toda
esta argumentación?
Antes de continuar, nobleza obliga, sería bueno aclarar que este evangelio
de Bernabé, es considerado más que apócrifo según algunos autores. Existen
teorías que argumentan que la redacción de este texto fue realizada en la edad
media y, posiblemente, por algún cristiano converso a la religión musulmana.
Estas afirma-ciones se basan en diversos anacronismos e insustancialidades de los
datos geográficos o históricos. Para mí, el dato más importante que apoya esta
teoría, es que este libro apareció por primera vez en el año 1709 en Ámsterdam,
para luego terminar en la biblioteca real de Viena. La tapa de este libro posee un
grabado que nos refiere que el monje Fray Marino lo descubrió entre los libros del
Papa Sixto V, que fue Papa entre los años 1585 y 1589. Si lo que afirma el grabado
es cierto, el Papa Sixto V pudo haberlo adquirido, de buena fe, a algún
comerciante, pensando que era un texto original cuando, en realidad, se trataba de
una falsificación. También algunas palabras que posee el texto, a pesar de estar
escrito en italiano, aparentan más poseer un origen español y que, posteriormente,
fueron traducidas al italiano, a que hayan sido redactadas originalmente en esta
última lengua, dado el giro lingüístico que éstas poseen y que no se adecua

400
Evangelio de Bernabé 1,10

230
JESÚS

completamente a la gramática italiana. Pero, aún si este texto hubiese sido escrito
en la edad media, y, por ende, es simplemente una falsificación, solamente se
limita a inventar una historia con la intención de probar como si fuese algo
verídico el pensamiento docetista que ya existía en los primeros años del
cristianismo.
El docetismo fue un pensamiento que se originó en el siglo II o III de
nuestra era, que mantenía que Jesús tenía solo apariencia física y que era incapaz
de sufrir. Incluso algunos docetistas sugerían que Jesús convenció a uno de sus
seguidores, Judas Iscariote o Simón el Cireneo, para que lo sustituyeran en la cruz.
Esta creencia religiosa fue condenada como herética en el cuarto concilio
ecuménico de la iglesia cristiana, el concilio de Calcedonia, efectuado en el año
451, bajo el pontificado de León I. Se necesitaron casi doscientos años de
discusiones, desde el inicio del pensamiento docetista hasta su declaración como
herejía, para dilucidar si Jesús se había realmente encarnado y si había sufrido en
carne propia la pasión.
Si el evangelio de Bernabé es un documento efectivamente escrito en el
siglo II de nuestra era, sería un texto típicamente docetista, creado, tal vez, por
algún grupo con la intención de plasmar su pensamiento y utilizarlo para la ins-
trucción de los fieles. Si, por el contrario, es un texto fraguado en época medieval,
por un musulmán con la intención de desprestigiar la figura de Cristo, se limitó a
utilizar una de las reconocidas herejías como núcleo central del relato, ya sea que
lo supiese o no. Pero no efectúo la cita de este texto con la intención de probar que
esta presunción es cierta, sino para hacer notar que desde los primeros años del
cristianismo y más de mil años después, se ponía en duda que Jesús haya sido
crucificado efectivamente.
Existe también otro evangelio apócrifo en el cual podemos encontrar
referencias a esta doctrina cuya creencia es que no fue Jesús, o al menos no fue su
cuerpo, el que terminó sufriendo el martirio de la crucifixión.
Este libro es el de los Hechos de Juan, en el cual, en dos ocasiones, pode-
mos leer como Jesús les explica a sus discípulos como no había sido él el que ellos
habían visto morir en la cruz.
“Esa cruz, pues, reúne en ella a todas las cosas en una palabra, allá las
separa de las cosas inferiores, y, al ser la única, conduce todas las cosas a la
unidad. ¡Pero no es la cruz de madera que verás al irte de aquí! Y quien está sobre
esa cruz tampoco soy yo, a quien ahora no ves, y de quién solo oyes la voz. Se me
ha tenido por quien no soy, al no ser lo que parecía ser a muchos otros, ya que
me tenían por otra cosa, vil e indigna de mi…”401
“Sin embargo, yo no he padecido ninguno de los sufrimientos que me
veréis sufrir… En una palabra, lo que se dice de mí, no me ha sucedido, y lo que
no se dice, en cambio, lo he sufrido.”402

401
Hechos de Juan, XCIX
402
Hechos de Juan, CI

231
César A. Carrión

De todos estos textos, a pesar de lo que los nombres de los presuntos auto-
res nos puedan hacer suponer, se desconoce quienes han sido los que verdadera-
mente los han escrito, y, por ende, no se puede asegurar la realidad de sus
afirmaciones. Todo aquello que he citado, cuyas fuentes son textos de dudoso
origen, no pueden probar nada por si mismo, al menos a ciencia cierta. Poseen un
valor relativo y este está relacionado al que nosotros le queramos dar. Sin
embargo no es así en el texto que sigue, el cual fue redactado por San Epifanio y
cuyas afirmaciones siguen la línea de pensamiento que poseen los textos
anteriores.
“Jesús, en realidad, no se había encarnado, simplemente había adoptado la
apariencia de un hombre, y, durante la Pasión, se burlaba de los judíos y del
crucificado, sin que ellos lo vieran. Luego ascendió de nuevo a los cielos, sin
haber sido conocido ni por los ángeles ni por los hombres.”403
Epifanio no es cualquier persona, nacido en el año 315, fue nombrado
obispo de Constantia, antigua Salamina, en el año 367, permaneció en este cargo
hasta el año 403 en el cual se produjo su muerte. Fue autor de múltiples escritos
teológicos, entre ellos encontramos el Panarion, que es un tratado a cerca de las
herejías, el Ancoratus y el Anacephaloeosis, este último es un resumen de teología
y liturgia. A diferencia de los textos anteriores aquí podemos ver como un obispo
de la iglesia afirma que Jesús no se encontraba en la cruz sino que permanecía
oculto y burlándose de los que creían que el crucificado era él. Epifanio mantuvo
un enconado antagonismo con otro autor teológico famoso, Orígenes.
Otro autor que pone en duda la veracidad de los relatos evangélicos, es un
escritor romano llamado Celso. El problema es que existen diversos autores
dentro de los primeros años del cristianismo que poseen este mismo nombre, y,
de los cuales se discute acerca de cual de ellos ha sido el autor del “Discurso
verdadero contra los cristianos”.
El primero de los tres Celso que evaluaremos es Aulio Cornelio Celso, un
médico y erudito, que vivió en la primera mitad del siglo I, si bien se sabe muy
poco de él, sabemos que escribió una enciclopedia sobre medicina, historia,
retórica, filosofía, el arte de la guerra y agricultura. Alrededor del año 20 de
nuestra era escribió la “Enciclopedia de medicina”. Diversos historiadores piensan
que es poco probable que este haya sido el posible autor del “Discurso
Verdadero”.
En segundo término tenemos a Celsus, que fue un filósofo epicúreo, que
vivió en roma bajo los Antoninos. Habría redactado este texto hacia el año 180. Si
bien, la iglesia católica le adjudica a este filósofo la autoría, llama la atención que
si Orígenes escribió su refutación a este texto, “Contra Celso”, entre los años 246 y
250, ¿cómo es que ningún autor cristiano realizó algún tipo de comentario acerca
de este libro tan nocivo para la fe en Jesús? ¿Por qué debieron transcurrir setenta
años para que alguien se digne a polemizar con una postura tan recalcitrante?

403
Epifanio, Homilía, XXIV

232
JESÚS

El tercer Celso que debemos tener en cuenta era amigo del emperador
Flavio Claudio Juliano, el “Apóstata”. Este emperador ejerció su autoridad entre
los años 361 y 363 DC, e intentó reinstaurar el paganismo en el imperio romano,
luego de que Constantino, su tío, lo declarase religión oficial. Celso fue su com-
pañero de estudios. Aparentemente, el emperador, le habría encargado un texto
para refutar cada una de las doctrinas cristianas. Pero si este último es el que, en
realidad, escribió el Discurso, no pudo haber sido refutado por Orígenes, dado
que éste murió en el año 254. Por lo que, o el texto fue escrito por el segundo
Celso, tal como lo afirma la iglesia, o la refutación “Contra Celso”, no fue escrita
por Orígenes, sino por un autor desconocido y luego le fue atribuida a él para
otorgarle mayor peso a las opiniones del libro. Esto último era una conducta
habitual en la época, y no nos debería extrañar.
En definitiva, Celso, en su obra, “Discurso Verdadero contra los
cristianos”, nos manifiesta que se resiste a creer en todo el engaño de la
crucifixión, resurrec-ción e, incluso, en la divinidad de Jesús.
“Pero ¿Cómo recibir como Dios a aquel que, entre otras cosas motivo de
queja, no realizó nada de lo que había prometido? ¿A aquel que, convencido,
juzgado y condenado al suplicio, se escapó vergonzosamente, y fue capturado de
nuevo en las condiciones más humillantes, gracias a la traición de aquellos
mismos a los que él llamaba sus discípulos?”404
En este texto nos afirma que Jesús huyó y que luego fue recapturado
debido a la traición de sus propios discípulos. En el nuevo testamento también se
afirma que fue apresado debido a la traición de Judas y que el resto de sus dis-
cípulos lo abandonaron, pero lo que no nos refieren los textos sagrados es que
haya huido luego de ser condenado.
A diferencia de los autores evangélicos, Celso era romano y, quizás, pudo
tener acceso a las actas de sentencia, dado su proximidad tanto con el poder
político como con el período cronológico en el que ocurrieron los sucesos. Era tan
extendida esta opinión entre las personas cultas del pueblo romano que el mismo
historiador cristiano Orígenes se vio obligado a defender la postura contraria en
un discurso llamado “De Principis” o “Contra Celso”, como para poder despejar,
de este modo, todas las dudas que pudieran caber.
“así este Jesucristo nació realmente y realmente sufrió, y no soportó esta
muerte sólo en apariencia, sino que realmente murió y realmente resucitó de
entre los muertos; y que después de su resurrección Él habló con sus discípulos, y
ha tornado arriba (en el cielo). En tercer lugar, los apóstoles cuentan que, después
de la Ascensión, el Espíritu Santo es asociado al Padre y al Hijo en honor y
dignidad. Pero acerca de Él no podemos decir claramente si ha de ser considerado
como engendrado (nato) o inengendrado (innato).”405

404
Celso, Discurso verdadero, II, 16
405
Orígenes - de principis 104:2-3

233
César A. Carrión

Incluso más de quinientos años después de la muerte de Jesús existían


personas que continuaban pensando que su crucifixión fue solo aparente y no
real.
El último profeta, Mahoma, cuando comenzó a dictar el Corán a sus dis-
cípulos, no le restó importancia a la figura de Jesús, defendió su calidad de profeta
y de enviado de Dios, si bien no creía en su divinidad. Pero, al mismo tiempo,
negó la realidad efectiva de la crucifixión. Cuando habla acerca de los judíos y de
cómo ellos se enorgullecían de haber matado a Jesús, les refuta que, en verdad,
fueron engañados.
“Dicen: Hemos condenado a muerte al Mesías, a Jesús, hijo de María, al
enviado de Dios. No, no lo han matado, no lo han crucificado; un hombre que se
le parecía fue puesto en su lugar, y los que se disputaban sobre esto han estado
ellos mismos en la duda. No lo sabían a ciencia cierta, no hacían más que seguir
una opinión. No lo han matado realmente. Dios lo ha elevado a él, y Dios es
poderoso y prudente.”406
Si el pensamiento que Jesús no había muerto en la cruz era tan fuerte, si
tan diversos autores, de tan diversas creencias religiosas, nos afirman la falsedad
de esta creencia, si autores judíos, romanos, cristianos y musulmanes nos refieren
lo contrario, seguramente es que, esta creencia, debe de poseer algún viso de
realidad. Ya sea porque capturaron a un extraño en lugar del verdadero Mesías o
por que alguien más ocupó su lugar y fue crucificado en su reemplazo ese mismo
día, luego de que él consiguiese huir.
Antes de seguir adelante veamos un poco que es lo que nos refiere Mateo
acerca de lo sucedido en la mañana de la crucifixión.
“Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus
ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre Cireneo,
llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.”407
Aquí encontramos el mismo problema que tuvimos al analizar el apodo de
Nazareno que poseía Jesús. La palabra cireneo también se puede interpretar de
dos formas. La primera, es la más conocida, y que es la de traducir cireneo como
“de Cirene”. Cirene era una importante ciudad colonial griega situada en el norte
de África, fundada por los Dorios alrededor del año 632 AC. Pero si Simón
hubiese sido originario de esta ciudad se le hubiese denominado cirenense tal
como se las denomina a las personas de este mismo origen en los Hechos de los
Apóstoles.
“Y levantáronse de los de la sinagoga, la dicha de libertinos, y cirenenses,
y alejandrinos, y los de Cilicia y Asia, disputando con Esteban.”408

406
Corán, Sura IV, Las Mujeres, 156
407
Mateo 27:31-32
408
Hechos de los Apóstoles 6:9

234
JESÚS

“Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, venidos a


Antioquía, hablaban también a los griegos y les anunciaban la Buena Nueva del
Señor Jesús.”409
“Había en la Iglesia fundada en Antioquía profetas y maestros: Bernabé,
Simeón llamado Níger, Lucio el cirenense, Manahén, hermano de leche del
tetrarca Herodes, y Saulo.”410
La segunda manera de interpretar el término cireneo es tratar de
analizarla etimológicamente para poder desentrañar algún significado que
pudiera perma-necer oculto. En la versión original escrita en griego vemos que
esta palabra se escribe κυρηναιος, es decir, Kurēnaios. Al leerla en su forma
original notamos que esta misma raíz, Kureo, la encontramos en otras palabras,
por ejemplo: kurebasia, cuyo significado hace referencia, en castellano, a combate,
pendencia, enfrenta-miento, duelo, violencias. Otra palabra griega de una raíz
similar es kurebazo, que podría traducirse como pelearse, combatir, luchar,
enfrentarse. Ambos verbos hacen referencia, en sí, al encuentro de dos personas o
facciones para enfrentarse en una lucha y no al simple encuentro que se
produciría en una cita amorosa o entre dos amigos. Si todo esto es así, la palabra
cireneo, quizás, hace referencia a que Simón era el “líder” de un grupo que,
literalmente, acudió al encuentro de los soldados romanos con la intención de
liberar al Mesías.
Una prueba indirecta más acerca de que Simón Cireneo conocía previa-
mente a Jesús y, posiblemente, era uno más de sus discípulos, es que Marcos, con
la intención de identificar quién era Simón Cireneo, nos refiere que era el padre de
Alejandro y Rufo, como si ambos fueran muy conocidos dentro del grupo de
seguidores de Jesús y no se necesitase saber más para poder identificarlo.
“Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo,
el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz.”411
¿Y, quienes eran estos Alejandro y Rufo? Existieron dos personajes llama-
dos de esta misma forma dentro de los textos sagrados, muy posiblemente sean
los mismos que los hijos del Cireneo, dado que no se denominan a otras personas
con estos mismos nombres. Ambos están relacionados con el apóstol Pablo y son
nombrados por él en sus epístolas.
“Saludad a Rufo, el escogido del Señor; y a su madre, que lo es también
mía.”412
“Esta es la recomendación, hijo mío Timoteo, que yo te hago, de acuerdo
con las profecías pronunciadas sobre ti anteriormente. Combate, penetrado de
ellas, el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por

409
Hechos de los Apóstoles 11:20
410
Hechos de los Apóstoles 13:1
411
Marcos 15:21
412
Romanos 16:13

235
César A. Carrión

haberla rechazado, naufragaron en la fe; entre éstos están Himeneo y Alejandro, a


quienes entregué a Satanás para que aprendiesen a no blasfemar.”413
Con respecto a este último, Pablo al principio lo tiene a su lado como un
fiel discípulo, tanto que lo acompaña a Éfeso y sale en su defensa cuando los
segui-dores de Artemisa quisieron agredirlo. 414 ¡Es tan extraño que se hayan
enemistado de esta forma! De ser su amigo y haber sido protegido por él pasa a
condenarlo al infierno por haber blasfemado. Pero, hay algo que nosotros
sabemos y es que la teología de Pablo era muy diferente a la que profesaban los
judíos de la época e, incluso, los primeros cristianos. Tan diferente era con
respecto a la doctrina cristiana primitiva, que incluso los apóstoles le prohibieron
que predicase entre los judíos y se limite a evangelizar solamente entre los
gentiles, dado que muchas de sus ideas podían escandalizar a los judíos fieles.
Si este Alejandro es el hijo de Simón Cireneo, y este último murió
intentando liberar a su líder, es entendible que luego de un tiempo de escuchar las
enseñanzas de Pablo, Alejandro se plantase y le dijera que se negaba a creer en la
divinidad de Cristo, que tanto para él como para su padre era el Mesías, es decir
un rey, tal como lo interpretaban el resto de los hebreos, un profeta, pero no el hijo
de Dios hecho carne. A partir de ese momento, ambos se enemistaron, quedando
Alejandro en manos de Satanás por blasfemo.
Entonces, para aclarar las ideas antes de pasar al capítulo siguiente, Jesús
es sentenciado a morir en la cruz. No fue flagelado antes de iniciar el camino hacia
el Gólgota dado que, primero, no era la costumbre y, segundo, la flagelación lo
hubiese debilitado de sobremanera, por ende el uso habitual era el de azotar al reo
al pie mismo de la cruz. Cuando el grupo se encontraba en las proximidades de la
puerta norte un grupo de insurrectos se enfrenta a la guardia e intenta liberar a
Jesús. Si bien lo logran, es capturado Simón Cireneo y deciden crucificarlo en
lugar del fugitivo. Jesús, mientras tanto, se esconde dentro de la ciudad y desde
su escondite pudo ver la muerte de Simón en manos de los romanos. De esta
forma considero que, seguramente, deben de haber transcurrido los hechos
durante su primer captura.

413
I Timoteo 1:18-20
414
Hechos 19:33

236
JESÚS

CAPÍTULO VII

Preparando la Pascua

237
César A. Carrión

Dado que la huida de Jesús de manos de los romanos no es un hecho que


haya sido descrito en ninguno de los evangelios ni en ningún texto histórico
independiente, no podemos saber si permaneció oculto en la ciudad de Jerusalén,
como opinan algunos autores, o se dirigió a Samaria para ser allí capturado nue-
vamente. Yo me inclino a pensar que, como era buscado por las fuerzas militares
romanas, la única opción que tenía era la de permanecer oculto dentro de la
Ciudad Santa o en sus alrededores.
Alguno de los lectores considerarán que la fuga de Jesús no fue lo sufi-
cientemente probada con los argumentos que he brindado hasta ahora, pero,
llegado este punto, me gustaría analizar las cuestiones de “la última cena”
A pesar de la importancia de este hecho, los textos evangélicos no se
ponen de acuerdo en si Jesús fue capturado luego de haber realizado la cena
Pascual o si sucedió en la noche previa de la captura. Con la finalidad de ilustrar
el punto al cual hago referencia citaré dos fragmentos que ejemplifican cada una
de las opciones posibles.
“El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le
dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero
de Pascua?» El les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano 415, y decidle: “El Maestro
dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis dis-
cípulos.”» Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon
la Pascua.”416
Como verán, según Mateo, y utilizando casi las mismas palabras, Marcos
y Lucas, lo que se efectuó esa noche era la cena Pascual, no cabe ninguna duda de
ello, si solo nos limitásemos a estos textos, pero veamos que opina Juan.
“De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos
no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua.”417
Es decir que, según Juan, luego de haber capturado a Jesús, Caifás, el
Sumo Sacerdote, aún no había festejado la Pascua. Recordemos que, el Sumo
Sacerdote, evitaba salir del templo desde la semana anterior a la Pascua para no
correr riesgo de contaminarse. Si lo que nos dice Juan es cierto, nos
encontraríamos dentro de esa misma semana.
¿Cómo puede ser que los evangelios no puedan ponerse de acuerdo en
este simple detalle? Y, a pesar de ser tan sencillo, es de vital importancia, dado
que es el único dato que poseemos para poder determinar el año en que se efectuó

415
Utilizar la palabra Fulano es un modo de traducir δεινα και, literalmente podría
traducirse como “el o un tal”, es decir “un tal” o “fulano de tal”, en la versión King James
se traduce al inglés como “such a man”.
416
Mateo 26:17-19
417
Juan 18:28

238
JESÚS

la crucifixión. Como ya dijera en la primer parte de este libro, dependiendo si les


creemos a Mateo, Marcos y Lucas, la Pascua sucedió en la noche del jueves, el
viernes se lo enjuició y, antes de caer la tarde, es decir, antes de que comenzase el
Shabat, se lo enterró. Pero si esto es cierto, el día que se realizó el proceso y la
crucifixión era propiamente Pascua. Crucificar a una persona en el mismo día de
la Pascua era deshonrarla y era un hecho aún más grave que mancillar un simple
sábado. Los evangelistas debían de saber esto, por ello no se entiende que ningu-
no de los tres haga referencia a este hecho. Al mismo tiempo, Pilatos debía
haberse dado cuenta que, en una fecha tan cara para los creyentes judíos,
crucificar una persona, que para más datos era considerada profeta por todo el
pueblo, era un acto ofensivo y altamente peligroso, que podía terminar fácilmente
en una revuelta. ¿Por qué nadie lo tuvo en cuenta? ¿Nadie consideró los riesgos?
¿Pilatos no podía esperar uno o dos días más para hacer efectiva la condena?
¿Tanto apuro tenía? ¿O realmente la crucifixión no se efectuó en el viernes de
Pascua?
Si, por el contrario, es el apóstol Juan el que nos dice la verdad, y Jesús fue
crucificado el día viernes previo al sábado de Pascua, los riesgos no eran mucho
menores. Con la ciudad repleta de peregrinos que consideraban que el único con
derecho de gobernar a Israel era Yahvé o su Mesías, es decir, el rey ungido. ¿Cuál
sería la reacción de este pueblo al enterarse que sería crucificado ante sus narices a
un descendiente de David, profeta y sanador? ¿La revuelta no hubiese sido
también inevitable? Ambas situaciones nos llevan a un callejón sin salida. Los
hechos tal como se relatan no pudieron haber sucedido. A menos que, en realidad,
Jesús no tuviera la importancia que nosotros creemos que poseía. Si esto era así,
entonces es lógico que no se esperase ninguna acción civil, pero esto lo veremos
con más detalle más adelante.
Si determinamos que los hechos no pudieron haber ocurrido tal cual
fueron descritos en los evangelios, nuestro deber es tratar de encontrar una
explicación alternativa a los relatos evangélicos.
Una circunstancia que tiende a apoyar la posibilidad de que hayan
existido dos capturas es el hecho que existen dos relatos de la entrada triunfal de
Jesús a Jerusalén. Su primer ingreso a Jerusalén ya fue analizado anteriormente,
ahora nos toca ver como fue su segunda llegada a la Ciudad Santa, esta es la
ocasión en la cual él se apronta a festejar la Pascua en la que será capturado,
crucificado y luego de la cual resucitará.
Ya sabemos que, según Marcos, luego de su primer entrada a la ciudad,
rodeado de personas que lo aclamaban y que le solicitaban que los libere, Jesús
llega al centro de la ciudad y, sin cometer ninguna acción, decide volver sobre sus
propios pasos para salir nuevamente de Jerusalén, con intención de volver al día
siguiente a predicar y purificar el templo. 418 Unos capítulos más tarde, el mismo
autor nos refiere:

418
Marcos 11:11

239
César A. Carrión

“El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le


dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para
que comas el cordero de Pascua?» Entonces, envía a dos de sus discípulos y les
dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de
agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: “El Maestro dice:
¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?” El os
enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí
los preparativos para nosotros.»”419
Aquí nos encontramos con una circunstancia similar a la que se había pro-
ducido unos días antes cuando Jesús debía conseguir una burra para lograr entrar
a Jerusalén según lo describían las profecías. Tenemos que dos apóstoles son
enviados a buscar a un hombre, con los datos para poder reconocerlo de entre la
multitud y, al igual que en el caso anterior, les proveyó una contraseña para que
este los llevase a un lugar determinado. Los discípulos no le cuestionan a su
maestro como es que sabía que ese hombre iba a concurrir, ni como el sujeto tenía
conocimiento que alguien lo buscaría para requerirle un lugar para festejar la
Pascua. No importa si Jesús poseía o no dotes proféticas, la cuestión es como es
que también las poseía el hombre con el cual ellos debían encontrarse. ¿Por qué
les dio la orden que le dijeran específicamente una frase determinada? La única
respuesta es que, como en el caso del asno, era toda una puesta en escena
preparada por un grupo de personas ajenas a la comunidad apostólica pero que,
aún así, eran seguidores de Jesús y de los cuales los doce discípulos no tenían
conocimiento.
¿Por qué les aclaró que verían un hombre llevando un cántaro de agua?
¿Qué tenía esto de particular para que sirviese como una fácil y segura identifica-
ción de quien era la persona que buscaban? La explicación es más sencilla aún que
el enigma. Ningún hombre que se preciase como tal, en aquella época, iría a
buscar agua en un cántaro, ese era un trabajo que solo realizaban las mujeres. Era
casi impensable que hubiese alguien más que aquel hombre yendo a buscar agua
en el pozo tal como lo habían acordado previamente. Insisto, lo milagroso no era
que Jesús adivinase que habría un hombre recogiendo agua. Con un mínimo de fe
podemos creer que Jesús pudo poseer los poderes adivinatorios que le
permitiesen saber que aquel hombre estaría en ese lugar determinado en ese
preciso momento. A lo que apunto es a que el hombre al cual debían encontrar los
apóstoles también tenía conocimiento de que se produciría el encuentro, dado que
sabía que debía llevarlos hasta su casa o la de su patrón con la finalidad de
aprontar las cosas para festejar la Pascua. ¿Sino como se explica que ya tuviese el
cenáculo dispuesto y preparado?
Que en una historia haya un adivino infalible es mucho, pero que
hubiesen dos ya es demasiado. Lo que verdaderamente debe haber ocurrido es
que se planeó este encuentro a espalda de los apóstoles, tal como había arreglado
unos días previos para conseguir el asno que cumpliera con la profecía.
Seguramente todos los acontecimientos que se producirían durante el transcurso
419
Marcos 14:12-15

240
JESÚS

de la pasión fueron acordados en el encuentro que se realizó en la cima de la


montaña entre Jesús, “Moisés” y “Elías”. En esa reunión, Jesús y los otros dos
misteriosos personajes, decidieron los actos a realizar, las frases a modo de
contraseñas, hasta incluso la muerte y posterior resurrección, que no era una
condición para probar que fuese el Mesías, pero que sí tendría un gran impacto
entre los judíos creyentes y supers-ticiosos. Es con posterioridad a este encuentro
cuando Jesús comienza a decirles a los apóstoles en forma reiterada que él moriría
en Jerusalén y que al tercer día resucitaría. Veremos más adelante que existieron
otros hechos de los cuales la única explicación posible es que existiera un grupo
de seguidores paralelo.
Noten que según Mateo, Marcos y Lucas el ingreso a Jerusalén, la limpieza
del templo de comerciantes y la segunda entrada a la Ciudad Santa para festejar la
Pascua, se produjeron en el único viaje que realizara Jesús a esta ciudad. Pero,
según Juan, Jesús realizó tres viajes a la capital, entonces la “limpieza del templo”
no se pudo producir en este último viaje, dado que la pregunta hubiera sido: ¿Por
qué no los expulsó del templo en cualquiera de las otras dos ocasiones previas?
Según Juan, Jesús expulsó a los comerciantes en su primer visita y la
celebración de la última cena se produciría en el tercero y último de los viajes. Al
presentarlo de este modo es mucho más fácil de comprender como en las otras
dos oportunidades se realizasen los preparativos para su ingreso a Jerusalén. Pero
si aceptamos esta segunda explicación de los hechos caemos en una segunda
paradoja. ¿Cómo hizo Jesús para poder seguir enseñando tranquilamente en el
patio del templo en las dos ocasiones siguientes sin que lo intentasen capturar las
fuerzas romanas por el asalto que habían sufrido los comerciantes en ocasión de
su primer viaje? Siendo que la “limpieza del templo”, desde el punto de vista
roma-no, pudo haber sido clasificado como asalto, agresión, lesiones, robo,
insurrección, incitación a la violencia, sublevación, disturbios, etc. ¿Por que lo
dejarían impune-mente continuar con su magisterio?
Cualquiera de las dos opciones que elijamos como ciertas nos conduce, en
definitiva, a más contradicciones que los puntos que pudiera aclarar. No sucede lo
mismo si pensamos que la hipótesis de trabajo de esta segunda parte es cierta.
Jesús ingresa a Jerusalén, es aclamado como libertador, en vez de cumplir con las
expectativas él se dirige al templo y ataca a sus propios correligionarios, a los
peregrinos presentes para el festejo del Jag Hassukôt420. En dicho ataque muere
un inocente y el presunto Mesías es capturado. Por todos estos hechos el pueblo
llano comienza a odiarlo. Pilatos favorece su huida, al no poder decidir cual era la
conducta correcta a seguir, si crucificarlo o simplemente liberarlo. Luego de su
huida Jesús permanece oculto dentro o en los alrededores de la ciudad durante
seis meses, hasta el siguiente festejo de importancia y con gran presencia de
peregrinos, la Pascua.
Pero la importancia de esta cena no era solamente la de festejar la Pascua,
sino poner en práctica el plan que lo “catapultaría” nuevamente a la fama y a

420
Fiesta de los Tabernáculos.

241
César A. Carrión

encabezar la revolución que lo transformaría en el nuevo rey de Israel.


Para que se cumpliese el plan era necesario que lo capturasen y lo
crucificasen, la única forma que todos lo vieran morir y posteriormente resucitar
era a través de una ejecución pública. Jesús no podía entregarse así nada más sin
provocar sospechas dentro de sus mismos partidarios. Alguien debía
“traicionarlo”. ¿A quién elegir de entre sus seguidores para que lo entregase? ¿En
quién podía confiar tanto como para explicarle más o menos su plan sin correr el
riesgo que lo delatase ante sus pares? ¿Qué habría pasado si le hubiese contado a
alguno de los apóstoles acerca de sus planes de entregarse para poder simular su
muerte y así pretender poseer poderes sobrenaturales? De elegir al incorrecto, éste
podría escandalizarse y publicar a los cuatro vientos la falsedad de su líder. Como
todos saben, el hombre que lo termina entregando a los romanos es el apóstol
Judas Iscariote. La pregunta es: ¿lo traicionó o cumplió con una orden dada por el
mismo Jesús?
Esta pregunta es muy difícil de responder. No poseemos más que los
textos evangélicos, en los cuales se lo sataniza terriblemente, o, al menos, no
poseíamos otros texto hasta hace muy poco tiempo.
En la década de 1970 fue encontrado en Egipto un códice, confeccionado
en papiro, escrito en copto, llamado Códice Tchacos. Éste códice es un libro de
aproximadamente setenta y seis páginas, en las cuales se encuentran cuatro obras,
una carta de Pedro a Felipe, una versión de la “Primera revelación de Santiago”, el
libro de “Alógenes” o “el extranjero” y, por último, el “Evangelio de Judas”. La
primera traducción y publicación de este códice en ingles se realizó en el año 2006,
a cargo de Elaine Pagels, editado y comentado por Rodolphe Passer, Marvin
Meyer y Gregor Wurst.
Este evangelio, que permaneció oculto por más de 1600 años, ya era cono-
cido en el siglo II de nuestra era, dado que Ireneo de Lyon, hacia el año 180, hace
referencia a él en su libro Contra las herejías. La importancia de este libro es que,
junto con los de Nag Hammadi, se transformaría en uno de los textos cristianos
originales más antiguos que existen, que no se han visto alterados por los monjes
copistas de la época medieval. Si bien este evangelio está completamente impreg-
nado del pensamiento gnóstico, a pesar de ello, conserva partes de gran valor
histórico religioso, que nos podrían explicar algunos puntos contradictorios que
aparecen en los textos canónicos.
En el evangelio de Judas éste adquiere una notoria importancia y se lo
presenta no solo como un apóstol fiel, sino que también se lo muestra como
poseedor de una mayor pureza espiritual que el resto de los apóstoles.
A modo de ejemplo, en una ocasión Jesús desafía al grupo apostólico de
esta manera “«Que alguno de vosotros, que sea lo bastante fuerte entre los seres
humanos, deje manifestarse al humano perfecto y se presente ante mí». Todos
ellos dijeron: «Tenemos la fuerza». Pero sus espíritus no tuvieron valor para estar
frente a él, excepto el de Judas Iscariote. Él fue capaz de aguantar frente a Jesús
pero no de sostenerle la mirada, y volvió el rostro.”

242
JESÚS

Es decir que entre todos los apóstoles el único capaz de ponerse de pie
ante Jesús fue Judas, aunque, tomando conciencia que no podía compararse con el
Salvador, es incapaz de mantener su mirada.
Los evangelios canónicos execran de sobremanera la imagen de Judas,
aquí se lo representa como más perfecto aún que el resto de los apóstoles. Si lo
que refiere este evangelio es cierto, entonces Jesús encontró en él una fidelidad y
elevación de espíritu que lo hacía propicio para solicitarle que lo entregara a las
fuerzas romanas.
Pero aunque él poseía el nivel de compromiso con la causa que Jesús
necesitaba, debía ser convencido de cometer este crimen y, de ser posible, no
hacerlo participe de sus verdaderas intenciones.
Este evangelio nos describe también las palabras que utilizó Jesús para
poder convencerlo.
“Sabiendo que Judas reflexionaba sobre algo elevado, Jesús le dijo:
“Mantente alejado de los otros y te explicaré los misterios del reino. Puedes
alcanzarlo, pero a costa de gran sufrimiento. Porque algún otro te reemplazará,
para que los doce discípulos puedan volver a cumplir con su Dios”. Judas le dijo:
“¿Cuándo me explicarás estas cosas, y cuando llegará el gran día de la luz para la
estirpe?”. Pero cuando dijo esto, Jesús se fue de su lado.”
Desde un primer momento Jesús, a escondidas del resto del grupo,
comienza a prometerle que le explicará los misterios del reino, solamente a él, no
al resto. Porque él era superior. Era mejor que cualquiera de los otros, al menos
eso era lo que él creía. Y no hay nada mejor para convencer a una persona de que
una mentira es cierta, que decirle exactamente lo que pretende escuchar.
Con esta promesa, la de revelarle secretos a los que ninguna persona
podía alcanzar, es como Jesús se va acercando a Judas. En secreto lo convence que
la cena Pascual de ese año debía ser diferente de todas las precedentes, y ¿que otra
mejor manera podía existir para conseguirlo que transformando al “hijo del
hombre” en el cordero del sacrificio?
“Pero tú superarás a todos ellos 421, porque tu sacrificarás el cuerpo en el
que vivo.”
Así, sin decirle que ya tenía un plan para simular su muerte y luego poder
resucitar sin peligro, es como lo convence que se presente ante el Sumo Sacerdote
y el resto del Sanedrín. No es como lo cuenta la historia oficial, que lo hizo tentado
por la recompensa, él ni siquiera sabía si existía una, ni cual era el monto de esta.
“Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos
sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le
asignaron treinta monedas de plata.”422

421
al resto de los apóstoles.
422
Mateo 26:14-15

243
César A. Carrión

Si antes de presentarse ante los sacerdotes ya sabía que había una re-
compensa, ¿con que objetivo les plantea la pregunta “¿Qué queréis darme?” si es
que ya conocía la respuesta? Y si no lo sabía, ¿cómo pudo ser tentado por el
monto del dinero que iba a recibir? Si era custodio del dinero del grupo, presunta-
mente era el tesorero, al menos es lo que nos refiere Juan en 12:6 y 13:29, ¿por qué
no, simplemente, se alzó con la bolsa y huyó sin riesgos?
Treinta monedas de plata no era una suma de mucha importancia, según
Joachim Jeremías, correspondían a 120 denarios romanos. 423 Solamente el perfume
que se utilizó para ungir al Cristo durante la cena en Betania costó más de 300
denarios, es decir el triple de la recompensa que se ofrecía.
Otro ejemplo es el episodio de la multiplicación de los panes, cuando Jesús
le ordenó a los discípulos que alimentasen a los cinco mil presentes, estos cal-
cularon que necesitaban alrededor de 200 denarios. Es decir que con 200 denarios
eran suficientes como para otorgar un pedazo de pan a cada uno de los 5000
asistentes. Con los 120 denarios que le ofrecían a Judas alcanzaba para darle de
comen un trozo de pan a 3000 personas. Pero esto era así solo en períodos de
abundancia, en épocas de escasez los precios se podían multiplicar por trece, es
decir que el monto de dinero solo alcanzaría para 230 personas.
Este aumento del costo de vida lo podemos encontrar en el libro de Flavio
Josefo, Antigüedades Judaicas, allí nos refiere que durante el gobierno del
emperador Claudio sobrevino una hambruna en la cual la harina “a 4 dracmas se
vendió el issarôn”. Un issarôn equivale aproximadamente 3,94 litros, casi una
dracma el litro. Cuando, en épocas normales con una dracma podía comprarse
trece litros de harina. Una dracma ática equivalía, más o menos, a un denario
romano. Todos estos cálculos nos llevan a la conclusión que, con el monto que le
pagaron a Judas solamente podía comprar, en épocas de escasez, 230 raciones de
pan. Si Judas se limitase a comer solamente una porción de pan por día y ninguna
otra cosa más, le alcanzaría para vivir solamente entre siete y ocho meses. Es
insólito pensar que traicionase a su maestro por tan poco dinero, y peor aún si
pensamos que, al ser el tesorero del grupo, manejaría habitualmente más dinero
que ese y que, mientras viviese Jesús, él podía seguir escamoteando dinero de la
bolsa común.
Ahora bien, si creemos en la hipótesis de que fue el mismo Jesús el que le
solicitó o le ordenó que lo entregase, entonces es más fácilmente creíble los hechos
que acontecieron luego. A modo de ejemplo tenemos la ocasión en la cual, luego
de haber dicho repetidamente que alguien lo entregaría, Jesús toma un poco de
pan y lo moja al mismo tiempo que Judas “Y entonces, tras el bocado, entró en él
(en Judas) Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»”424
Si la intención de Judas era traicionarlo, la actitud de Jesús, ¿no debería
haber sido la de impedírselo? Me refiero a que, si entregarlo era un pecado, si este
acto lo cometía por caer bajo la tentación de la codicia, ¿dónde queda la enseñanza
423
Jerusalén en los tiempos de Jesús. Joachim Jeremías.
424
Juan 13:27

244
JESÚS

que les diera Jesús a sus discípulos de pedirle a Dios “y no nos dejes caer en tenta-
ción, mas líbranos del mal.”?425 Sabiendo que estaba dudando entre traicionarlo o
no, en lugar de impedir que caiga en tentación, hace exactamente lo contrario, lo
incita a cometer el pecado del cual él aún dudaba de efectuar. ¿Esa es la conducta
esperada de un “Dios” encarnado, incitar a una persona a cometer el pecado de la
traición? Pero si, por el contrario, pensamos que Judas estaba obedeciendo una
orden directa de Jesús, es fácil entender la duda, dado que él podía adivinar
cuales serían las consecuencias de ese acto. De hecho, el modo en el cual le dirige
a Judas esta frase apremiante, no hace sospechar nada al resto de los presente, a
pesar de que el comentario lo realizara inmediatamente después de explicar que
sería traicionado por uno de ellos.
Un segundo indicio de que Judas pensaba que no estaba haciendo nada
malo o, al menos, nada con lo cual Jesús no estuviese de acuerdo, es que cuando él
retorna con un grupo de personas dispuestas a capturarlo, Jesús lo recibe
diciendo:
“-Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron
mano a Jesús y le prendieron.”426
Aún en ese momento Judas dudaba si realizar la identificación convenida.
Jesús vuelve a incitarlo para que cumpla con lo que él le ordenó aunque a Judas
no le gustase. Y no se lo recrimina como traidor, sino que lo apremia diciéndole
“amigo, haz lo que viniste a hacer”.
El último punto dudoso acerca de Judas es la forma en que los evangelios
nos refieren su muerte. El relato más conocido es, sin duda, el que realizara
Mateo, en el cual se describe como, profundamente arrepentido por su accionar,
decide suicidarse, cometiendo así un segundo pecado, aún mayor que el primero.
Si la traición no hubiese alcanzado para la condenación eterna, seguramente el
suicidio lo alejaba definitivamente del perdón y del amor divino. El arrepenti-
miento sincero, condición suficiente para ser perdonado por sus pares y, por sobre
todo, por Dios, se malogra al realizar este postrero acto que lo condena sin
posibilidad de redención. Veamos que es lo que nos relata Mateo:
“El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó.
Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en
el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como
lugar de sepultura para los forasteros. Por esta razón ese campo se llamó «Campo
de Sangre», hasta hoy.”427
Extrañamente, el único de los cuatro evangelios que nos relata la muerte
de Judas es el de Mateo, los otros tres evangelistas desconocen que esto haya
sucedido y, es más, existen un par de relatos que hasta contradicen esto como si
fuese una mentira. Si debemos creer al autor de “Los hechos de los Apóstoles”,
425
Mateo 6:13
426
Mateo 26:50
427
Mateo 27:5-8

245
César A. Carrión

presuntamente este escritor es el mismo que redactara el evangelio según Lucas,


Judas no solo no se suicida sino que muere, aparentemente, en un accidente.
“Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo
de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. Y esto fue
conocido por todos los habitantes de Jerusalén de forma que el campo se llamó en
su lengua Haqueldamá, es decir: «Campo de Sangre».”428
Aquí hay dos evidencias en contra del relato de Mateo, primero, Judas no
arroja el dinero al templo, y, segundo, no se ahorca sino que, mientras trabajaba
en el campo, cae y se abre una herida en el abdomen de tamaño tal que sus
vísceras salen a través de la lesión. Pero este último relato presenta algo extraño,
piensen ustedes, ¿cómo pudo, cayendo de cabeza, “reventar por el medio” de tal
forma como para que “se derramen sus entrañas”? Podemos pensar, si es que
cayo de cabeza, lo que sucedió es que presentó una “fractura de cráneo con
pérdida de masa encefálica” y esto sería creíble si no fuera que el texto asegura
que “reventó por el medio”. Otra pregunta es, ¿si estaba trabajando solo en el
campo, como hizo para caer de cabeza y golpear tan fuerte la blanda tierra de un
campo sembrado como para fracturarse el cráneo? Si al caer golpeó contra una
piedra, ¿que hacía en un campo de cultivo una piedra de un tamaño tan
importante como para fracturar un cráneo o tan filosa como para abrir su
abdomen? ¿Y si lo que en realidad su-cedió fue que Judas se encontró con unos
discípulos que no entendieron completa-mente el mensaje de amor de Jesús y
decidieron hacer justicia por mano propia? Aunque, aparentemente, los discípulos
no expulsaron a Judas luego de la traición, sino que, al menos por un tiempo,
continuó en el grupo.
“Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo
murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que
resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas 429 y luego a los
Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales
todavía la mayor parte viven y otros murieron.”430
¿Cómo que se le apareció a los doce? ¿No era que Judas se había suicidado
la misma noche en que efectuó la traición? Uno puede afirmar “lo que sucede es
que después que Judas murió los apóstoles eligieron un reemplazo” Cosa que es
cierta:
“Entonces oraron así: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos,
muéstranos a cuál de estos dos has elegido, para ocupar en el ministerio del
apostolado el puesto del que Judas desertó para irse adonde le correspondía.»
Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, que fue agregado al número de los
doce apóstoles.”431

428
Hechos 1:18-19
429
Es la versión hebrea de Pedro.
430
1º Corintios 15:3-6
431
Hechos 1:24-26

246
JESÚS

Pero si prestamos atención y leemos el texto detenidamente, la elección se


produjo mucho después de la resurrección, los “Hechos” nos relatan como Jesús
resucita, permanece cuarenta días con los apóstoles y asciende a los cielos. Todo
esto sucede entre los primeros diez versículos del primer capítulos de los “Hechos
de los apóstoles” y el relato de la elección recién se produce en los últimos cuatro
versículos del mismo capítulo. Esto significa que, cuando Jesús se presenta ante
los doce, dentro de estos doce se cuenta también a Judas. Noten también que en
“Hechos” 1:25 se nos dice que Judas “desertó para irse donde correspondía”. El
significado de desertar es “abandonar las obligaciones o los ideales”. Es decir que
Judas se apartó del grupo, no se nos refiere que haya muerto. Este pensamiento se
puede asociar a la cita anterior que nos refiere de él que compró un campo y se
dedicó a trabajarlo hasta que sufrió el “accidente” que lo mató. Un relato sustenta
al otro dentro del libro de los Hechos, por el contrario, no hay nada que apoye los
dichos de Mateo. Siendo que, al menos en los hechos relevantes, los sinópticos
coinciden, en ocasiones, incluso palabra por palabra, ¿Cómo es que Marcos y
Lucas no nos refieren una sola palabra del suicidio de Judas? Impresiona más que
este fragmento fue agregado posteriormente y no que hubiese sido escrito
simultánea-mente con el resto de este evangelio.
Si aceptamos que, al menos temporalmente, Judas permaneció dentro del
grupo luego de la muerte de Jesús, cabe preguntar: ¿Qué fue lo que sucedió para
que se alejase del grupo de motus propio, ya que en ninguna parte se nos refiere
que fue expulsado sino que, por el contrario, fue él el que desertó? ¿Qué cambió
luego de la resurrección para que Judas cambiase de opinión acerca de seguir en
el grupo? Dado que no fue el único que abandonó la causa, Judas y los otros
debieron haber notado algo pero, ¿qué fue ese “algo”? Quizás la respuesta la
encontremos en el final de este libro.

CAPÍTULO VIII

La Última Cena

Como he referido anteriormente, en reiteradas ocasiones, la gran discusión


es saber si Jesús festejó o no la fiesta de Pascua en la noche en la cual fue apresado.
La importancia de este punto radica en que determina en que año fue crucificado,
dado que si lo capturaron luego de haber festejado la Pascua en la noche del

247
César A. Carrión

jueves, el año de ejecución fue el 34. En cambio, si la captura se efectuó la noche


previa a la Pascua, entonces la crucifixión se realizó en el año 30. Como ya analicé
en el segundo capítulo de esta segunda parte cual fue, según mi opinión, el año de
ejecución, no voy a extenderme mucho más en este punto. No obstante me gusta-
ría llamar la atención sobre un hecho. ¿Por qué los Evangelios Sinópticos sugieren
una fecha y el Neumático indica otra? ¿Como es que solo están de acuerdo en que
la captura fue un jueves, la crucifixión un viernes y la resurrección el domingo?
¿Esta simetría, jueves y viernes santo, y domingo de resurrección, intentan re-
presentar algo importante? ¿Por qué ponerse de acuerdo los cuatro evangelistas
en este punto y no en si festejó efectivamente la Pascua o no?
Poder determinar si Jesús llevó a cabo la cena pascual no solo nos
determinaría el año de su muerte sino que también nos podría indicar la edad
aproximada del Salvador. Si Jesús nació en el año 6 - 7 antes de Cristo como se
determinó en el capítulo acerca del nacimiento, entonces su edad al momento de
morir era de 40 años aproximadamente. En cambio si tomamos el año cero como
la verdadera fecha de nacimiento y el año 30 como la de su muerte, tenemos
entonces que, al morir, Jesús contaba con 30 años aproximadamente. La tradición
de pensar que la edad de Cristo, al morir, era de 33 años se basa en el pasaje de
Lucas que nos dice que cuando comenzó su ministerio contaba con aproximada-
mente 30 años y su ministerio duró unos tres años más.
“Tenía Jesús, al comenzar, unos treinta años.”432
Pero no es lo mismo decir que contaba con unos treinta años, que afirmar
que su edad era exactamente esa. Dentro de los textos sagrados también encon-
tramos que su apariencia era de menor de cincuenta años, pero sin precisar cuan
menor.
“Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto
a Abraham?»”433
La conclusión, entonces, es que la edad de Jesús, mientras ejerció su minis-
terio, era entre 30 y 50 años. Si las fechas que manejamos son acertadas, entonces
Jesús contaría con 36 o 37 años cuando fue bautizado e inició su vida pública, en el
año 30 dc y su edad al morir rondaría los 40 años, en el año 34 de nuestra era.
En el supuesto caso de que Jesús hubiese festejado la cena Pascual, lo que
debemos encontrar en los relatos evangélicos son aquellas características que
puedan abogar tanto a favor como en contra de nuestra hipótesis.
La palabra española Pascua deriva de la palabra griega pas’-khah y esta, a
su vez, deriva del arameo pasac y del hebreo pésaj, que significa “pasar por alto”
y conmemora el éxodo de Egipto que realizara el pueblo de Israel. “Pasar por
alto” hace referencia a que en la noche en la que se celebró la Pascua por primera
vez, los israelitas pintaron la puerta de sus casas con la sangre del cordero

432
Lucas 3:23
433
Juan 8:57

248
JESÚS

pascual, y así evitaron que el ángel de Dios matase a los primogénitos de Israel y
solo se limitase a los de los egipcios.
Se tenía por costumbre que el día previo al festejo se sacrificase el cordero
pascual y, desde el atardecer, estaba prohibido tener levadura en la casa y comer
pan fermentado durante los días de celebración. Este pan sin levar se lo deno-
minaba ázimo y es por ello que a esta fiesta también se la denominó la Fiesta de
los Ázimos. Esta costumbre, la de no poseer levadura y comer pan ázimo, era para
recordar la urgencia con la cual partieron hacia el éxodo y por lo cual no tuvieron
tiempo de levar el pan y debieron comerlo de este modo.
Durante la cena pascual también se comían diferentes hierbas y verduras,
como por ejemplo, rábanos blancos, hierbas amargas y perejil que se empapaban
en vinagre o agua salada, lechuga, achicoria, berros y cardos. También se
consumía huevo duro, una mezcla de vino o vinagre con frutas secas machacadas
y nueces que formaban la jarôset o mermelada ritual. Además se consumía la
carne del cordero sacrificado ese día y se bebían cuatro copas de vino, como
mínimo, o al menos así lo refiere Pesahim X,1. En cada una de las libaciones se
recitaba una bendición. El Talmud ordena partir el pan y dar un trozo a cada uno
de los comensales. Separar el pan representa la autonomía de cada uno de los
presentes. Luego de este gesto se procedía a realizar la bendición que daba gracias
a Dios y a los sabios de Israel por fortalecer los lazos entre el pueblo y la Torah.
El cordero pascual era una victima de sacrificio que realizaba cada
persona individualmente, por regla general este solo podía sacrificarse en el
templo de Jerusalén. Flavio Josefo, incluso, menciona que la sumatoria de las
victimas sa-crificadas en el lapso de tres festejos consecutivos, llegaron a un total
de más de 255.000. Esta cifra puede ser una exageración pero, aún si fuese el diez
por ciento de esta cantidad, el número de victimas era impresionante.
Es llamativo que en la cena que realizara Jesús y sus discípulos no se
relatase que comieran el cordero pascual. La ausencia de este ocurre aún en
aquellos evangelios en los cuales se nos relata que la cena que efectuaron Jesús y
sus discípulos se efectuó en el primer día de la fiesta de los Ázimos. Algunos
creen que, al tratarse Jesús de un esenio, y que ellos eran básicamente vegetaria-
nos, bastaría para justificar que el cordero pascual no se haya encontrado presente
en dicha cena. También existen autores que creen que, como los esenios seguían
un calendario diferente al de los judíos fariseos, esto, por sí mismo, explicaría
también que, mientras Jesús festejó la Pascua en la noche del jueves, el resto de los
judíos la festejaran el día sábado.
Por último, Jesús hizo referencia en más de una ocasión que él era el
cordero de Dios.434 Entonces, ahora sí, podemos ver que el cordero del sacrificio
estaba presente en la cena esa noche, y se trataba de sí mismo. Mientras ofrecía a
sus discípulos comer el pan de la eucaristía y les decía: “Tomad, este es mi
cuerpo”435 hace manifiesto que, al comer de ese pan, estaban ingiriendo,
434
Juan 1:29 / Juan 1:36 / 1 Corintios 5:7 / 1 Pedro 1:19
435
Marcos 14:22

249
César A. Carrión

simbólicamente, el cordero pascual ya que él era ese cordero. Si esto es así, el que
realizaba el sacrificio del cordero en el día de la Pascua, habitualmente, era el
Sumo Sacerdote, es decir, el sacerdote más importante de todos. Si Judas fue el
encargado de efectuar el “sacrificio del cordero”, lo que este hecho nos puede
querer significar es que, al menos desde el punto de vista de Jesús y Judas, éste
último era el discípulo más importante. Este punto de vista acerca del “sacrificio
del cordero” que efectuara Judas, apoya la teoría desarrollada en los capítulos
anteriores con respecto a la falsa imagen de traidor que poseemos de este apóstol.
Dejemos, por ahora, de lado este tema y continuemos con la descripción del
festejo de la Pascua.
Durante el transcurso de la celebración también se realizaban diversos
sacrificios públicos en representación de toda la comunidad. Éstos consistían en
dos toros, un carnero, siete corderos como holocausto y un macho cabrío como
sacrificio expiatorio.
Como hemos visto en reiteradas ocasiones, la fiesta de Pascua era una de
las tres celebraciones en las cuales se les exigía a los fieles la peregrinación a
Jerusalén, en cada uno de estos festejos la ciudad estaba repleta de peregrinos, por
lo cual era muy dificultoso poder conseguir alojamiento. Con el transcurso del
tiempo la cantidad de peregrinos se tornó tan importante que se vieron obligados
aceptar que, aún alojándose por fuera de las murallas de la ciudad, se reconocía
como si se estuviesen hospedando en la capital misma, es decir, lo que en la
actualidad llamaríamos la “gran Jerusalén”.
Las ciudades que se convirtieron en receptoras de gran parte de estos
peregrinos fueron Betfagé y Betania. De hecho, Jesús permanecía en la ciudad de
Betania, en la casa de su amigo Lázaro, en cada una de las ocasiones en las que se
dirigió a la capital. Lo extraño es que en la ocasión de celebrar la cena pascual no
eligiera también este puesto, la casa de Lázaro, como cenáculo. Si la hipótesis de
que, cuando Jesús decide celebrar la Pascua, estaba siendo buscado por el ejército
romano luego de haberse fugado es acertada, entonces es esperable que no utiliza-
ra la casa de su amigo para llevar a cabo esta celebración dado que, seguramente,
este también estaba siendo vigilado y, entonces, ambos corrían peligro de ser
apresados y ajusticiados.
“Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo
por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los
muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque
a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.”436
Noten que no existe ningún otro motivo conocido que nos explique el por
qué de la decisión de Jesús de no realizar el festejo en la casa de Lázaro. De hecho,
si todos sabían que Jesús habitualmente se hospedaba en Betania, ¿Qué necesidad
había de pagarle a Judas para que lo entregase? Con dirigirse a la casa de su
amigo en cualquier ocasión en la que Jesús concurriera para hospedarse habría
sido suficiente para poder apresarlo. Lo cierto es que se estaba ocultando, se
436
Juan 12:9-11

250
JESÚS

estaba escondiendo para que no lo capturasen, al menos eso era lo que creían sus
discípulos, pero él necesitaba que lo apresasen para poder mostrarle al mundo el
truco de la resurrección, un engaño similar al que realizara en complicidad con
Lázaro.
Existe también una pista que, si bien no nos determina el lugar preciso en
el cual se efectuó la cena, sí nos orienta que no fue propiamente en el interior de la
ciudad. Los evangelios nos refieren que luego de la cena Jesús y los suyos deciden
dar un paseo. Las distintas puertas que permitían la entrada y la salida de la
ciudad, durante la noche debían permanecer cerradas, por lo que, si el grupo cenó
en el interior de las murallas, entonces no pudo haber salido para, posteriormente,
ser capturados en el huerto de Getsemaní, que, como se conoce actualmente, se
encontraba por fuera de éstas. Aún si hubiesen conocido una salida secreta, el
simple hecho de que un grupo de doce personas deambulase en la mitad de la
noche por las calles de la ciudad, hubiese sido un hecho muy sospechoso, tanto
que hubiesen sido rápidamente prendidos por los soldados romanos bajo la
sospecha de sedición. Lo que más le hubiese llamado la atención a los soldados es
que Jesús y sus apóstoles habrían sido los únicos seres vivientes caminando por
las oscuras calles de Jerusalén, dado que al resto de los judíos se les prohibía
terminante-mente salir de sus hogares luego de la cena, durante la noche de
Pascua.
“Tomaréis un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre que está en la
vasija y untaréis el dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de
vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana.”437
Veamos un dato llamativo más acerca de lo que sucedió esta noche. Jesús
estaba cenando con sus apóstoles en la parte superior de la casa en la cual se
realizaba la celebración. Allí le explicó a sus discípulos como uno de ellos lo iba a
traicionar, como moriría y resucitaría al tercer día. Mientras todos se preguntan
quien sería el discípulo traidor se aproxima “el discípulo amado” y le manifiesta,
al oído, la duda que carcomía a todos, ¿quién es el traidor?
Jesús no se puede resistir a la pregunta directa de su “discípulo amado”, y
le responde que “Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.” 438 Luego de esto
mira a Judas y le dice “Lo que vas a hacer, hazlo pronto.” Judas toma el bocado y
se dirige hacia el templo para delatar en donde era que se encontraba el grupo.
Una vez que terminaron de cenar, Jesús da de beber el vino a cada uno de los
presentes en una representación simbólica de su sangre. Luego de efectuar el
último brindis salen a caminar, cruzan el torrente Cedrón y se dirigen al huerto de
Getsemaní, en donde separando a Pedro, Santiago y Juan del resto del grupo, les
pide que velen mientras él le ora al Padre. Realiza este acto en tres oportunidades
y, luego de la tercera vez, llega Judas con los soldados a buscarlo.
Ahora bien, ¿como supo Judas en donde encontrarlos? ¿Como sabía que se
habían dirigido a ese preciso lugar? El evangelio de Juan nos dice que Judas
437
Éxodo 12:22
438
Juan 13:26

251
César A. Carrión

conocía el lugar dado que se habían reunido allí en varias ocasiones, pero esto es
simplemente una tontería. Primero, si Judas los dejó cenando, lo lógico es que
llevara a los soldados al mismo lugar en el cual los vio por última vez. Segundo, si
en el momento en que los soldados arribaran al cenáculo lo hubiesen encontrado
vacío, lo que hubieran pensado, en primer lugar, era que Jesús y los suyos se
habían dado cuenta de la intención que poseía Judas de traicionarlos y que,
debido a esto, habían huido. Tercero, el lugar que más frecuentemente visitó Jesús
en sus tres viajes a Jerusalén fue la aldea de Betania, particularmente la casa de
Lázaro. ¿En que otro lugar lo deberían haber buscado sino en la casa de su amigo?
Si pensaban que había huido, ¿no debieron pensar también que trató de ocultarse
en la casa de Lázaro? Si el huerto de Getsemaní era un lugar de reunión habitual,
¿por qué es que no se lo nombra en ningún lugar dentro del texto evangélico sino
hasta el momento de su captura, o es que Judas también poseía dotes
adivinatorias?
La respuesta a todos estos interrogante es sencilla y única, Jesús había
acordado previamente con Judas que él conduciría a los discípulos a un lugar
abierto en donde pudieran huir una vez que arribasen los soldados. El objetivo de
Jesús era que lo apresaran solamente a él y no a todo el grupo. Si la captura se
hubiera efectuado en la planta alta de una casa, no habría existido ninguna
posibilidad de escape. Los soldados primero hubiesen rodeado la casa, luego una
cuadrilla habría ingresado para capturar a los que no ofrecieran resistencia y
matado al resto. Jesús no podía permitir eso.
Luego de hablar con Judas, ambos se ponen de acuerdo acerca de cual
podría ser el lugar más propicio para hacer efectiva la “traición”. Éste debería ser
un sitio que no despertara sospechas en los apóstoles cuando él los guiase hacia
allí. ¿Qué mejor lugar que uno que visitasen asiduamente? Al mismo tiempo si los
discípulos lo conocían les sería mucho más fácil poder encontrar alguna vía de
escape, aún encontrándose en la oscuridad. Algo que no podría ser del mismo
modo desde el punto de vista de los soldados romanos, dado que ellos descono-
cían el terreno y, entonces, habrían optado por dejar escapar a los que huyesen,
siempre y cuando, pudieran capturar al líder.
El hecho que Judas se dirigiese al huerto para buscar al Mesías es la
prueba más explícita de que existió un acuerdo entre ambos para que se hiciera
efectiva la “traición”. Sin esta no hubiera sucedido la crucifixión, y tampoco
hubiese sido posible la resurrección.
La idea que Jesús había planeado todos los pasos posibles para ser
crucificado y resucitar luego no es nueva. Lo que es llamativo es la marcada
resistencia a creerlo. Para sostener esta hipótesis me limito tan solo a citar los
textos sagrados para que ninguna persona pueda alegar que el análisis se basa en
textos de dudoso origen y desconocida autoría, cuyo valor es muy relativo dado
que, al tratarse de textos apócrifos, siempre se los consideró como plagados de

252
JESÚS

mentiras, falsedades e ideas heréticas. Tanto es así, que se llegó a interpretar la


palabra apócrifo439 como sinónimo de mentira, falsedad.
Al llamar la atención acerca de como acabó la vida del apóstol Judas
Iscariote la diferencia existente entre el evangelio de Mateo y Los hechos de los
Apóstoles, se pone en relieve que, aún en los primeros años del cristianismo,
existía más de una interpretación acerca del trabajo que realizó Judas en el
desarrollo de la Pasión.
Según los Hechos de los Apóstoles incluso permaneció un tiempo con el
resto del grupo luego de efectuada su “traición”. Tomando como base este nuevo
punto de vista acerca de los que nos refieren los textos sagrados, podemos
comenzar a creer que no todo lo que está escrito en el Evangelio de Judas es falso.
De hecho los evangelios canónicos también dan a entender la proximidad
que existía entre Jesús y Judas. Tomemos como ejemplo lo que nos dice Mateo.
“Entonces respondiendo él dijo: -El que mete la mano conmigo en el plato,
éste me entregará.”440
Noten la sutileza de la respuesta. No le responde a sus discípulos “El que
META la mano conmigo en el plato”, sino “el que METE”. La diferencia parece
mínima pero en el primer caso lo que dice es que “aquel que, a partir de este
momento y después de mí, moje el pan en el mismo plato que yo, ese es el que me
traicionará”, en el segundo ejemplo la intención de la respuesta es enunciar que
“aquel que habitualmente moja el pan conmigo ese es”. Esta segunda forma de
expresar la idea da a entender que existe un tipo de proximidad, sino espiritual, al
menos físicamente, dado que para poder mojar el pan necesariamente debe
ubicarse muy cerca de su maestro. A la derecha de Jesús se ubicó el “discípulo
amado”, Judas debió situarse en el lado opuesto, es decir, a su izquierda. Si bien,
simbólicamente, el lado izquierdo, el siniestro, representa todo lo negativo, lo
oscuro, lo maligno, también es cierto que solo a las personas de confianza se les
permite sentarse al lado de un líder, ya sea religioso o político. Nadie sentaría a su
lado a un enemigo.
El nuevo evangelio apócrifo según Judas, pone de manifiesto un pensa-
miento que desde hace años se viene discutiendo. ¿Fue Judas realmente un traidor
o, en realidad, un discípulo fiel que complotó con Jesús para que este pudiera
alcanzar su meta de “muerte y resurrección”?
Hoy, después de más de 1600 años de haber sido escrita la copia del
evangelio de Judas que ha llegado hasta nosotros, podemos analizar un texto sin
influencia de los monjes copistas medievales que censuraban todo aquello que no
coincidía con el dogma. En esta época de pensamiento más tolerante, en donde
todo es analizado siguiendo método científico y buscando encontrar la verdad
más allá de las creencias religiosas, sea esta dolorosa o no. Es extraño que se haya
encontrado este evangelio hace treinta años, pero haya permanecido sin
439
Palabra de origen griego, apokryphos, que significa “oculto”.
440
Mateo 26:23

253
César A. Carrión

traducirse hasta el inicio del nuevo milenio. Si se hubiese descubierto tan solo
cincuenta años antes, seguramente no habría sido posible conservarlo, dado que
no existían en, aquella época, las técnicas de las que gozamos en la actualidad. De
haberse tra-ducido en una época diferente a ésta no se lo habría valorado en su
justa medida y, quizás se hubiera tomado su contenido como una fábula más.
Pero se tradujo aquí y ahora, y eso es algo maravilloso. La última de aquellas
personas que fueron poseedoras del códice en estos treinta años, Frieda
Nussberger-Tchacos, terminó ofreciendo los manuscritos que ahora llevan su
nombre a la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y, en una oportunidad, manifestó
que creía que estaba destinada a redimir la memoria de Judas Iscariote. La
antigüedad del Códice Tchacos está fuera de toda discusión dado que las pruebas
de carbono 14 realizadas a pedido de la fundación Nacional Geographic, prueban,
sin lugar a dudas, que estos textos fueron escritos alrededor del año 300, pero, aún
así, es muy sospechosa toda esta cadena de coincidencias y casualidades que
llevaron a la aparición y publicación de la única prueba existente de que Judas no
fuera el traidor que todos creímos durante dos mil años. Si tan solo un texto
“cristiano” es capaz de hacer temblar todo el edificio de creencias que es el propio
cristianismo, ¿cuanto más sucedería si mañana pudiéramos acceder a un texto
independiente que no hubiese padecido la censura de los monjes medievales?
¿Cuántas cosas nos podrían aportar una versión original de las “Antigüedades
judaicas” de Flavio Josefo? ¿Qué cosas acerca del origen del cristianismo nos
podrán referir el texto de los rollos perdidos de los “Anales” de Tácito? ¿Cuáles
fueron los motivos por el cual no se nombra a Jesús en ningún texto histórico de la
época? ¿Fue solamente porque no se trató de una persona tan importante como
nosotros creemos o porque nosotros no debíamos conocer como es que
acontecieron verdaderamente los hechos? ¿Debemos confiar en que la verdad
prevalecerá siempre y tener fe en que algún día, de algún modo, todas estas
preguntan tendrán su respuesta?

254
JESÚS

CAPÍTULO IX

La Captura

Luego que Jesús y sus apóstoles festejaran juntos su última cena, como
dijera en el capítulo anterior, salieron de la casa y se dirigieron hacia el huerto de
Getsemaní, en el Monte de los Olivos. Al menos, según los evangelios, este huerto
se ubicaba allí.

255
César A. Carrión

“Y después de cantar un himno, salieron al monte de los Olivos.”441


“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a
los discípulos: -Sentaos aquí, hasta que yo vaya allá y ore.” 442
¿Por qué precisamente este lugar? ¿Qué poseía, en particular, este huerto
que no podía encontrarse en cualquier otro sitio? Aparentemente este monte
estaba situado en las proximidades del templo. Esto le permitía descansar, sin
necesidad de alejarse demasiado del punto en el cual él impartía diariamente
enseñanzas. El evangelio de Marcos nos refiere que el Monte de los Olivos se
encontraba frente al templo, y describe que desde este punto podían verse todos
los edificios.
“Cuando él salía del templo, uno de sus discípulos dijo: -Maestro, ¡mira
qué piedras y qué edificios! Y Jesús le dijo: -¿Veis estos grandes edificios? Aquí no
quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. Estando él sentado en el
monte de los Olivos frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le
preguntaban aparte:”443
Según Lucas era en este puesto en donde Jesús se dirigía para descansar y
pasar allí la noche luego de enseñar en el templo.
“Pasaba los días enseñando en el templo, y saliendo al anochecer perma-
necía en el monte que se llama de los Olivos.”444
No podemos saber por que es que Jesús había elegido este lugar en
particular. No creo que fuese tan solo por la proximidad. Si eran tantos los que
escuchaban sus palabras diariamente en el Templo, ¿ninguna persona fue capaz
de ofrecer su casa para que él se hospedara durante la noche? Si fue capturado en
el día previo al festejo de Pascua y dado que las noches a esta altura del año eran
especialmente frías, una prueba de ello era que luego de la captura Pedro sigue al
grupo hasta la casa de Anás y debe calentarse junto al fuego aún a costa de
arriesgarse a ser descubierto, poniendo su vida en peligro 445, entonces, ¿por qué
Jesús no caminaba un par de kilómetros hasta la casa de Lázaro y simplemente le
pedía refugio? Su amigo y discípulo jamás le negaría un lugar en donde guarecer-
se, tengamos presente que lo había resucitado de entre los muertos. En Betania
también vivía otro amigo “Simón el leproso”, aparentemente era una persona rica
dado que en su casa se festejó la cena multitudinaria en donde Jesús fue ungido
con el perfume de nardo.446 ¿Tal vez Jesús sentía culpa por no haberle curado su
lepra a pesar de ser un famoso sanador y por este motivo es que no quiso soli-
citarle hospedaje? O, simplemente, optó por pasar las noches en el Monte de los
Olivos porque le recordaba su momento de mayor gloria, dado que fue en este

441
Mateo 26:30
442
Mateo 26:36
443
Marcos 13:1-3
444
Lucas 21:37
445
Marcos 14:67 / Lucas 22:55
446
Marcos 14:3

256
JESÚS

mismo lugar, cuando estaba prácticamente ingresando a Jerusalén, en donde fue


aclamado como un héroe.
“Cuando ya llegaba él cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la
multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por
todas las maravillas que habían visto. Ellos decían: -¡Bendito el rey que viene en el
nombre del Señor! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!”447
Es probable que Jesús, transformado en un fugitivo, huyendo del ejército
romano, del Sanedrín, rechazado por el pueblo por haber mancillado el templo
con sangre durante el enfrentamiento con la guardia del templo, el día en que
decidió expulsar a los comerciantes, abandonado por todos excepto por sus doce
fieles seguidores, prefiriese pasar las noches en el primer lugar de la Ciudad Santa
que lo había visto lleno de gloria.
Si bien nunca sabremos el porque de esta elección, lo que si nos informan
los evangelios es que luego de cenar Jesús decide dirigirse a este huerto a orar y,
aunque no figure en los textos sagrados, también a esperar la llegada de Judas.
Una vez que arriba al huerto separa a tres de sus discípulos y les pide que
velen con él mientras se aparta rezar y hablar con Dios.
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a
los discípulos: -Sentaos aquí, hasta que yo vaya allá y ore. Tomó consigo a Pedro y
a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les
dijo: -Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo.”448
Pero Jesús cuando volvió halló a los tres dormidos y les recriminó el que
no hubiesen podido permanecer despiertos ni siquiera una hora.
“Volvió a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: -¿Así que
no habéis podido velar ni una sola hora conmigo?”449
Esta recriminación, que a nuestros ojos estaría perfectamente justificada,
es algo injusta desde el punto de vista de los apóstoles. Pensemos en esto, es de
madrugada, seguramente bastante pasada la medianoche, todos ellos habían
bebido las cuatro copas rituales del Seder, aproximadamente un litro de vino cada
uno, como mínimo. Las cuatro copas a las que hago referencia eran la de los
brindis obligatorios, aparte podían beber la cantidad que cada uno considerase
correcta. Y la costumbre que poseían los judíos no era la de tomarlo diluido, como
lo hacían los griego, ellos acostumbraban a beberlo puro. Si sumamos el cansancio
de un día de actividad, la opípara cena, el más de un litro de vino que habían
bebido, lo avanzado de la noche y el tedio de una hora de espera, es esperable que
al volver los encontrase dormidos.
¿Pero, cual era el verdadero objetivo de orar durante una hora en el medio
de la noche, en un descampado? Ya es sospechoso que realizara este acto una vez,

447
Lucas 19:37-38
448
Mateo 26:36-38
449
Mateo 26:40

257
César A. Carrión

pero ¿qué sentido tenía realizarlo tres veces?


“Dejándolos, se apartó de nuevo y oró por tercera vez, repitiendo las
mismas palabras.”450
¿No consideraba suficiente suplicarle a Dios que le evite la crucifixión una
vez, que se sintió obligado a realizarlo en tres oportunidades o, en realidad, su
intención era hacer tiempo esperando que Judas arribara con los soldados?
Imagínense que, en la primera ocasión en la cual oró, Jesús se hubiera sentido
satisfecho y hubiese considerado que no era necesario pedirle nuevamente al
Señor que no fuera apresado, habría vuelto a la casa en la cual festejó Pascua,
cuando arribase Judas, con dos horas de retraso, no encontraría a nadie, ya que
todos se encontrarían durmiendo tranquilamente en el cenáculo. Si en cada una
de las ocasiones que Jesús se apartó para rezar repitió las mismas palabras tardó,
aproximadamente, una hora en cada ocasión. Es decir que Jesús aguardó la llega-
da de Judas por tres largas horas y recién en la última oportunidad fue cuando
llegó la guardia a detenerlo. ¿Qué hubiese pasado si Judas se hubiera perdido y
no los hubiese encontrado? ¿Jesús hubiera seguido apartándose de a una hora por
vez hasta que amaneciese? ¿Y que era lo que tanto tenía que hablar con Dios?
“-Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya.”451
“Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de modo que su sudor era
como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.” 452
¿Esta es la actitud de un Dios hecho carne que se ofrece voluntariamente
para sacrificar su vida para salvación de la humanidad? ¿O es la postura de una
persona que flaquea en su fe, que teme por su vida y duda ante el sufrimiento que
le espera? Si tan grande era su temor, la posibilidad de salvación era sencilla,
bastaba con volver a Betania y no esperar a que Judas se presentase. Pero todo era
una obligación autoimpuesta. En su interior sabía que, dado el desprestigio en el
cual había caído, la única posibilidad de recuperar su fama de profeta era rea-
lizando un milagro que estuviese muy por encima de los que efectuasen cual-
quiera de los otros profetas que Dios había enviado previamente. ¿Cual era la
única hazaña que nadie había conseguido hasta ese momento? Hacer ver a los
ciego, caminar a los paralíticos, sanar a los leprosos, todo ya había sido hecho,
incluso Elías había resucitado al hijo de una viuda. 453 Él debía superarlos y lo
único que ninguno había conseguido realizar era resucitarse a sí mismo. Este
milagro probaría que era superior a cualquier otro profeta. El único inconveniente
era que previamente debía morir. No importaba lo bien calculado de los riesgos,
lo esperable era que Jesús estuviese asustado ante la perspectiva de su crucifixión.
Cualquier error lo mataría en forma definitiva y no solo supuestamente. El truco
era arriesgado pero posible, ya lo había realizado en el cuerpo de Lázaro, ahora

450
Mateo 26:44
451
Lucas 22:42
452
Lucas 22:44
453
I Reyes 17:17-22

258
JESÚS

debía repetirlo. Y es aquí, cuando Jesús estaba a un paso de sucumbir ante el


temor, que se le aparece un ángel para consolarlo. 454 De este modo es como
llegamos a otro hecho singular que se produjo esa noche. ¿El ángel de consolación
existió realmente? A primera vista podemos decir que no, que es tan solo una
licencia poética, un relato alegórico, un mito. Pero, a continuación del relato de la
captura, Marcos nos regala una anécdota que solamente figura en su evangelio.
“Entonces todos los suyos le abandonaron y huyeron. Pero cierto joven,
habiendo cubierto su cuerpo desnudo con una sábana, le seguía; y le prendieron.
Pero él, dejando la sábana, huyó desnudo.”455
Habitualmente se piensa que pudo haberse tratado del propio evangelista,
dado que la anécdota que nos narra no posee ningún tipo de importancia intrín-
seca, al menos no como para hacerla digna de introducirla junto al resto del relato,
por lo que se la hubiera podido obviar fácilmente. Como pueden ver, son sola-
mente dos versículos, que en vez de aclarar los hechos, los tornan aún más
extraños. Porque la pregunta que inmediatamente nos surge es: ¿Qué estaba
haciendo un joven completamente desnudo en el campamento de los apóstoles?
Supongamos, por un momento, que se haya tratado de un integrante más del
grupo que, extrañamente, al menos hasta ese momento, no había sido nombrado.
Porque algo que no debemos olvidarnos es que, hasta el instante mismo en el que
leemos como el muchacho se escapa de las manos de los soldados, pensábamos
que solo se encontraban presentes los doce discípulos. Tal vez, por tratarse nada
más que de un chico, es que no se lo nombró en el relato previamente, pero
entonces la pregunta sigue en pie, ¿qué estaba haciendo desnudo, cubierto sola-
mente por una sábana?
Por la fecha en la cual transcurren los hechos debemos suponer que era
una típica fría noche postinvernal, poco adecuada para dormir desnudo. Supon-
gamos un instante que, a pesar de ser una noche de fin de invierno, principios de
primavera, pudo tratarse de una noche calurosa. Esto tampoco puede ser cierto
dado que el mismo Marcos nos refiere que en el patio del Sumo Sacerdote, los
soldados y Pedro buscaban calor al lado del fuego.
“Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote, y
estaba sentado con los guardias y se calentaba ante el fuego.”456
Por lo cual podemos concluir que no era porque hiciera mucho calor el
motivo por el cual el chico se encontraba desnudo. A este hecho extraño debemos
sumarle un dato más. La palabra que figura en el griego original σινδονα podría
traducirse como sábana, pero también simplemente como lienzo. Si bien la
palabra elegida por el traductor de la versión del Nuevo Testamento de la Reina
Valera, es la de sábana, la nueva versión de la Biblia de Jerusalén utiliza esta
segunda acepción, la de lienzo. Esta última traducción sería la más correcta dado
que, en la época en la cual transcurren los hechos, no se utilizaban sábanas para
454
Lucas 22:43
455
Marcos 14:50-52
456
Marcos 14:54

259
César A. Carrión

cubrir el cuerpo mientras se dormía, sino que se empleaba un lienzo bajo el


cuerpo para separarlo del suelo o, en el caso de los más afortunados, de la paja
que estuviese funcionando a modo de colchón.
Llegado a este punto, si nos repetimos la pregunta de “¿qué hacía un chico
prácticamente desnudo en una fría noche postinvernal?”, tal vez la respuesta la
encontrásemos al releer Lucas 22:43. Quizás el ángel enviado por Dios para
consolarlo era, en realidad, este muchacho, disfrazado con un lienzo blanco que lo
envolvía y que, al ser sorprendido, huye dejando atrás la única ropa que portaba.
Ahora bien, si el ángel consolador era en realidad un chico disfrazado, ¿quién
envió a ese chico a consolar a Jesús? ¿En que consistió ese consuelo que requería
que él se encontrara semidesnudo?
Las posibles respuestas son muy delicadas como para ponerlas por escrito,
es mejor dejar de lado estas dos últimas preguntas y que cada uno las responda
según su criterio.
Volvamos al momento en el cual se produjo el arresto. Juan nos refiere que
la cantidad de soldados que concurrieron para capturar a Jesús fue de una cohorte
más los guardias del templo.
“Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los
sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas.”457
¿Y cual era entonces el número de soldados? Eso depende de lo que se
interprete por una cohorte. Habitualmente una cohorte se dividía en tres
manípulos, formado cada uno por dos centurias, es decir, aproximadamente 600
soldados, excepto la primera cohorte de la legión que estaba integrada por cinco
centurias dobles, alcanzando una cifra máxima de 1000 soldados. Pero si el texto
hace referencia a una cohorte urbana, estas constaban de 1000 a 1500 hombres,
aunque no poseían caballería.
Entonces estamos hablando de 600 a 1500 hombres armados, más la
guardia del templo y los fariseos que portaban antorchas y armas. ¿No es un
número demasiado importante como para capturar a un líder religioso pacífico y
doce discípulos desarmados? Debemos considerar una de dos opciones, o el
número de soldados que nos relata Juan es exagerado, o quizás lo que sucedió es
que Poncio Pilatos envió a una cohorte completa con la intención de capturar un
revolucionario zelota y no un líder pacífico. No hay muchas más opciones más
allá de estas, o los evangelios mienten con respecto al número o lo hacen cuando
dibujan a Jesús como un simple rabino pacifista que predicaba el amor para con
los enemigos. Si las fuerzas que marcharon para atrapar a Jesús eran tan im-
portantes, ¿cual es el motivo que empujó a Poncio Pilatos a tomar la decisión de
enviarlas? ¿A nadie le pareció desproporcionado enviar a más de mil soldados a
atrapar a una persona desarmada? Si su intención era la de no llamar la atención
del pueblo y por este motivo es que trataron de capturarlo de noche ¿esta fue la
forma que encontraron para poder hacerlo discretamente?

457
Juan 18:3

260
JESÚS

Una vez que toda esta multitud arribó al huerto de Getsemaní, como ya
describiera anteriormente, Judas se adelanta y besa a su maestro en la mejilla
como una forma de reconocimiento. Posteriormente se produce una pequeña
escaramuza entre un sirviente de Caifás y Pedro, en la cual incluso, este último,
llega a cortarle una oreja. Luego de capturar a Jesús, y siempre siguiendo lo que
nos relatan los evangelios canónicos, ¿qué es lo que decide hacer este grupo de
personas? ¿Los mil soldados romanos llevan al prisionero a su comandante en
jefe? No. Desconociendo la autoridad del procurador, se dirigen hacia la casa del
ex Sumo Sacerdote, Anás. Ya he discutido anteriormente acerca de que este relato
podría tratarse, en realidad, de una farsa, con la cual se pretendía disimular los
dos arrestos. Es completamente incoherente que una cohorte romana condujese al
prisionero ante una autoridad subalterna, que ni siquiera se la podía considerar
como tal, dado que Anás no era, al menos en ese momento, la autoridad compe-
tente en funciones. ¿Con que objeto lo harían? ¿Obedeciendo las órdenes
impartidas por quién? Lo que sí, probablemente, haya sucedido es que Jesús fuera
trasladado hacia la Torre Antonia, ante Pilatos, para que este lo presentase a cada
una de las distintas autoridades con el objetivo de que sea reconocido por ellas y
luego proceder a la ejecución, dado que esta había sido interrumpida en la ocasión
anterior.
Mientras Jesús era trasladado, sus discípulos huyeron, prácticamente
todos, solo quedaron tres que siguieron al grupo sin que el temor a ser capturados
se lo impidiese. Ellos fueron: Juan Marcos, Simón Pedro y Juan. Como dijera ante-
riormente, Juan Marcos era el muchacho que, cuando un soldado quiso atraparlo,
huyó desnudo dejando el lienzo que lo cubría. Todos sabemos como Simón Pedro
siguió a su maestro hasta el patio de la casa de Anás y allí negó tres veces ser
discípulo de Jesús. Por último, el que nos queda por considerar es el apóstol Juan,
y ni siquiera estamos completamente seguros que se tratase de él cuando se nos
relata que acompañó a Pedro esa noche al patio de la casa del ex-Sumo Sacerdote.
El evangelio Según Juan nos refiere que el que le franqueó la entrada a Pedro fue
el “Discípulo amado”, pero en ningún momento nos aclara de quién se trataba, a
quién hacía referencia. Es en el próximo capítulo en donde nos encargaremos de
tratar de definir de quien se trató en realidad.

261
César A. Carrión

262
JESÚS

CAPÍTULO X

El Discípulo Amado

Como dijera en el capítulo anterior, desconocemos completamente cual


era la verdadera identidad de este personaje. Damos por sentado que cuando se
cita al “discípulo amado” se está haciendo referencia al apóstol Juan dado que, en el
texto adjudicado a su nombre, en ningún momento se nombra a sí mismo. A lo
largo del evangelio según Juan, al único Juan que se lo llama por su nombre
propio es al Bautista. El resto del evangelio parecería desconocer la existencia de
algún otro con ese nombre. Estos dos hechos, el de no nombrarse a sí mismo y el
de denominar a uno de sus seguidores como el “discípulo amado”, son los
argumentos que se han utilizado para hacernos pensar que ambos son la misma
persona, pero ¿cuan acertada puede ser esta presunción?
Existe otra persona a la cual, en el transcurso de este mismo evangelio, se
hace referencia a ella como una persona a la cual Jesús amaba.

263
César A. Carrión

“Entonces sus hermanas enviaron para decir a Jesús: «Señor, he aquí el


que amas está enfermo.»”458
Juan, el evangelista, en esta ocasión estaba haciendo alusión a Lázaro, el
amigo de Jesús. En estos versículos se le anuncia a Jesús que Lázaro estaba
enfermo y próximo a morir. Noten que, en esta oportunidad, tampoco se hace
referencia explícitamente al nombre de Lázaro, utiliza el mismo circunloquio que
emplea cuando, supuestamente, hace alusión a sí mismo. Esto es “el que amas”.
Mas adelante, en el mismo capítulo, nos vuelve a mostrar el amor que
sentía por Lázaro mientras lloraba ante su tumba.
“Y dijo: -¿Dónde le habéis puesto? Le dijeron: -Señor, ven y ve. Jesús lloró.
Entonces dijeron los judíos: -Mirad cómo le amaba.”459
Algo que nunca pude entender es ¿por qué es que llora Jesús si ya sabía
que lo iba a resucitar? ¿Qué es lo que lo conmovió tanto como para hacerlo llegar
hasta las lágrimas, si es que supuestamente sabía que se trataba tan solo de una
muerte aparente? Aunque nadie se lo había referido, él ya sabía que Lázaro había
muerto. La noticia de su fallecimiento no era ninguna sorpresa, y tampoco lo era
su futura resurrección, aunque esto último sí lo ignoraba el resto de los presentes.
El único motivo que se me ocurre como explicación es que todo lo que se nos
relata era una puesta en escena con la finalidad de dar suspenso y brindarle
mayor impacto al momento en el que decidiera resucitar a su amigo. También es
dramático cuando la hermana de Lázaro, ante la multitud, se postra a los pies de
Jesús y dice “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”
Todo aparenta ser una simulación que tenía como único objetivo crear un
ambiente de suspenso que indujera a que se aproximara la mayor cantidad de
curiosos que fuera posible. Cuando él realizara el “milagro” los presentes debían
ser tantos que la publicidad sería abrumadora, con el “trabajo” de un solo día se
podía transformar en un personaje terriblemente famoso, de la noche a la mañana,
en el centro neurálgico del judaísmo. Recordemos que Jesús era solamente famoso
en Galilea, no así en Judea. Debía adquirir fama y ¿que mejor oportunidad para
conseguirlo que la resurrección de su amigo?
Entonces, hemos visto como Lázaro también era considerado por el
evangelista como un “discípulo amado”. Al mismo tiempo sabemos que se trataba
de una persona, sino rica, al menos acomodada, dado que en su primera visita a
Betania se nos relata que Jesús cenó en la casa de Lázaro y que allí se encontraban
reunidos también, los doce apóstoles y un número indeterminado de invitados.
Este tipo de reuniones multitudinarias jamás fueron económicas, en ninguna
época una persona pobre pudo ser capaz de costear un festejo para una gran
cantidad de personas, ni en el siglo primero, ni en la actualidad. Otro dato que no
se nos puede pasar por alto es que Lázaro poseyera una casa capaz de albergar a

458
Juan 11:3
459
Juan 11:34-36

264
JESÚS

un grupo tan numeroso. Sin duda él debe haber pertenecido a lo que podríamos
denominar la “clase alta” de Betania.
Todo el relato que efectúa Juan acerca de cómo, en la casa de Lázaro, su
hermana, María, unge con perfume de nardo la cabeza del salvador, se repite, más
o menos, del mismo modo en los otros tres evangelios pero allí el dueño de casa es
un fariseo llamado Simón, alias “el leproso” y la mujer que realizara la unción era
una prostituta de nombre desconocido.
Tratemos, al menos transitoriamente, de aceptar que Lázaro era un fariseo
cuyo nombre completo fuera Shimón Eleazar 460, que su hermana era María y que
ambos pertenecían a una familia acaudalada de Betania, posiblemente con rela-
ciones de importancia dentro de Jerusalén. La riqueza de María la podemos
apreciar tanto por el costo del perfume, trescientos denarios, como por su
recipiente, un frasco tallado en alabastro.
Cuando analizamos la posibilidad de que ambas, María Magdalena y
María de Betania, pudiera haberse tratado de la misma persona y que, a su vez,
ésta hubiese sido su esposa, olvidamos mencionar que María Magdalena también
era una persona acaudalada, ya que, según los evangelios, ella colaboraba, junto
con otras mujeres, en la manutención económica del grupo.
“y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus
malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido
siete demonios; Juana, la mujer de Cuza, administrador de Herodes; Susana, y
muchas otras. Ellas les servían con sus bienes.”461
Noten que una de las amigas de la Magdalena era la esposa de un admi-
nistrador de Herodes, una persona con importante peso político.
Ahora volvamos al “discípulo amado”. Si ésta era una forma de hacer
referencia a sí mismo pero sin nombrarse, me parece que es una conducta atípica
y, al mismo tiempo, nos lleva a ciertos anacronismos que son muy difíciles de
explicar. Vayamos al primero, ¿no les parece una falta de modestia total auto-
definirse como “el discípulo amado”? Si Jesús amaba solamente a él, el resto de
los apóstoles quedaba históricamente muy mal parado, y si los amaba a todos por
igual, tal como lo hace un padre, ¿con que excusa puede justificar Juan el hecho de
autoproclamarse “el discípulo amado”?
Veamos ahora en que consiste el anacronismo. ¿Qué es lo que sabemos a
ciencia cierta del apóstol Juan? Sabemos que era un pescador que trabajaba en el
Mar de Galilea, junto con su padre y su hermano. Al menos eso nos refiere Mateo.
“Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y
su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus
redes; y los llamó.”462

460
El nombre de Lázaro es, en realidad, un apócope de Eleazar
461
Lucas 8:2-3
462
Mateo 4:21

265
César A. Carrión

Entonces, Juan era un pobre pescador, sin cultura, dado que el acceso a
una educación, aunque fuera modesta, era muy caro, y que se ganaba la vida
miserablemente trabajando como pescador para, tan solo, poder conseguir el
sustento.
Veamos ahora lo que aconteció luego de la captura de Jesús en manos de
los soldados romanos y la policía del templo.
“Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era cono-
cido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús al patio del Sumo Sacerdote; pero
Pedro se quedó fuera, a la puerta. Y salió el otro discípulo que era conocido del
sumo sacerdote, habló a la portera y llevó a Pedro adentro.”463
¿Quién era este discípulo de Jesús con amistad suficiente como para
permitir el ingreso de Pedro dentro de la casa del Sumo Sacerdote? ¿Si los únicos
discípulos que le quedaban a Jesús eran los doce galileos, como es que uno de
ellos era conocido del Sumo Sacerdote? Llamativamente Eusebio de Cesarea en su
“Historia Eclesiástica” hace referencia a Juan como poseedor de los atributos
sacerdotales.
“Pues también en Asia reposan grandes personalidades, las cuales resu-
citarán el último día de la venida del Señor, en la que vendrá de los cielos con
gloria para buscar a todos los santos. Entre ellos, Felipe; uno de los doce apóstoles,
que reposa en Hierápolis, dos de sus hijas que envejecieron vírgenes y otra hija
suya que, tras vivir en el Espíritu Santo, duerme en Éfeso. También descansa en
Éfeso Juan, el que se reclinó sobre el pecho del Señor y que fue sacerdote
portador del petalón, mánir y maestro.”464
¿No es algo extraño que un simple pescador de Galilea fuese también un
sacerdote del templo? Recordemos que para lograr acceder a este puesto debía
tratarse de una persona acaudalada o al menos de buen pasar económico.
Cuando Jesús fue crucificado casi ninguno de los doce apóstoles estuvo
presente ese día. La única excepción fue “el discípulo amado”, tan solo él se
atrevió a desafiar a los que asesinaban a su maestro.
“Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a
su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»”465
¿El hecho que “el discípulo amado” estuviese presente es la conducta
esperada de un simple pescador o es más representativa de una persona con un
cierto poder que se siente, en cierto modo, intocable?
Veamos otra posible referencia a este misterioso discípulo. Luego de la
muerte de Jesús los apóstoles se encontraban reunidos, en la casa en donde se
realizó la cena pascual, escondiéndose del Sumo Sacerdote y del resto del

463
Juan 18:15-16
464
Historia eclesiástica, libro 3, XXI:3
465
Juan 19:26

266
JESÚS

Sanedrín, cuando llega María Magdalena gritando y diciendo que la tumba de


Jesús se encontraba abierta.
“Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo e iban al sepulcro. Y los dos
corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó
primero al sepulcro. Y cuando se inclinó, vio que los lienzos habían quedado allí;
sin embargo, no entró.”466
¿Por qué es que este discípulo, del cual no se nos dice el nombre, no quiso
entrar? ¿Qué se lo impedía? Esta conducta no dura mucho tiempo ya que, luego
de que Pedro hubiera entrado y constatado que la tumba se encontraba vacía, él
cambia de opinión y decide penetrar en el sepulcro.
“Entonces entró también el otro discípulo que había llegado primero al
sepulcro, y vio y creyó.467
¿No les parece llamativa esta conducta? Si no ingresó primero a la tumba
por respetar la preeminencia de Pedro, ¿Por qué no tomó la misma actitud
dejándolo también llegar en primer lugar? ¿Por qué no lo siguió inmediatamente
después y se limitó a esperar que Simón Pedro, desde el interior, confirmase que
la tumba estaba vacía antes de ingresar?
Es fácil de explicar si damos por sentado que este discípulo fuera un
fariseo. Un fariseo JAMÁS ingresaría a una tumba ya utilizada, porque este acto lo
contaminaría por siete días y lo obligaría a realizar todo un elaborado y complejo
ritual de purificación. Juan nos informa que este sepulcro era nuevo y que, hasta
ese momento, nunca había sido utilizado.
“En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto
había un sepulcro nuevo, en el cual todavía no se había puesto a nadie.”468
Si el discípulo al cual estamos analizando se hubiera tratado de un fariseo,
una vez que Pedro le confirmara que no había ningún cadáver en su interior,
entonces la cueva deja de ser un sepulcro y esto le permitía ingresar sin riesgo de
contaminación.
En conclusión tenemos tres referencias distintas de un discípulo, de
nombre desconocido, pero de gran importancia, amado particularmente por Jesús,
amigo o allegado del Sumo Sacerdote y posiblemente, perteneciente al grupo de
los fariseos.
También tenemos que existe en Betania un rico fariseo, llamado Simón,
alias “el leproso”, amigo de Jesús, en cuya casa se produce la unción de Jesús.
Y, por último, está Lázaro, un acomodado discípulo de Jesús que es llama-
do en dos oportunidades como un discípulo al cual Jesús amaba especialmente,
que también vive en Betania y en la casa del cual también se realizó la unción con
perfume de nardo, en manos de su hermana María.
466
Juan 20:3-5
467
Juan 20:8
468
Juan 19:41

267
César A. Carrión

¿Qué probabilidades hay que existieran tres personajes acaudalados y con


influencias políticas y religiosas, residentes en Jerusalén, que mantuvieran una
amistad con Jesús y en cuya casa se produjeran los mismos acontecimientos? Si
tuviésemos la mente abierta, ¿no sería más lógico pensar que los tres personajes
son, en realidad, uno solo?
Si llegamos a esta conclusión, la de que el discípulo amado es en realidad
Lázaro y no Juan, se nos hace más fácil entender como es que Lázaro no estuvo
presente el día de la crucifixión. Si Lázaro le debía, literalmente, su vida, su
existencia misma, a Jesús, ¿como pudo haber sido tan desagradecido como para
no encontrarse presente, a pesar de los riesgos? La cuestión es que sí estuvo, él era
el discípulo al cual Jesús le entrega el cuidado de su madre. Recuerden que el
evangelio de Juan nos dice que “desde aquella hora el discípulo la acogió en su
casa”.469 Si, literalmente, ese día la acogió en su casa, es porque ese discípulo vivía
en Jerusalén o en los alrededores y, ciertamente, no era un galileo itinerante.
Otra posible referencia velada acerca de que el discípulo amado y Lázaro
fueran la misma persona es la ocasión en la cual, cuando Jesús se les aparece a
Pedro y al “discípulo amado” y le dice al primero que lo siga y al segundo que
permanezca hasta su regreso, todos pensaron que no moriría jamás.
“Así que al verlo, Pedro le dijo a Jesús: -Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo:
-Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué tiene esto que ver contigo?
Tú, sígueme. Así que el dicho se difundió entre los hermanos de que aquel
discípulo no habría de morir.”470
¿Cuál era la única forma de que el autor supiese que esa opinión era
errónea? Simple, él ya había podido comprobar que este discípulo podía fallecer
dado que, seguramente, llegó a verlo muerto. Pero si el “discípulo amado” era
Juan, Juan no podía certificar que él hubiera muerto, salvo que exista una forma
de seguir escribiendo después de muerto que yo no conozco. Esta es la prueba
final de que este discípulo no pudo haber sido Juan, Juan sabía fehacientemente
que “el discípulo amado” podía morir, que interpretar que viviría eternamente era
un error. Lo que nos quiere describir el autor de este evangelio es que, como lo
habían visto resucitar, todos pensaban que no podía morir. No hay otro motivo
para pensar que fuese inmortal basándose solo en las palabras que le dijera Jesús a
Pedro. La conclusión a la cual deberían haber llegado los que escucharon su
respuesta era que la segunda venida se produciría después de la muerte de Pedro,
pero antes de la del “discípulo amado” y no que este último iba a ser inmortal.
Como dijera anteriormente, a lo largo del evangelio de Juan solo se
nombra a si mismo, en una ocasión, cerca del final, no utilizando el nombre
propio sino definiendo a los dos hermanos por su apellido bar-ZBD

469
Juan 19:27
470
Juan 21:21-23

268
JESÚS

“Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de


Caná de Galilea, los de Zebedeo471 y otros dos de sus discípulos.”472
Más adelante en el relato, nos cuenta como “el discípulo amado” ve a
Jesús en la costa y, entonces, se viste y se arroja al agua.
“El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se
puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al mar.”473 474
Como estaban presentes también otros dos discípulos de los cuales no se
nos refieren sus nombres, no estamos obligados a aceptar que “el discípulo
amado” fuera uno de los Zebedeo.
Lo cierto es que ni el apóstol Juan pudo haber escrito el evangelio
adjudicado a su nombre, dado que difícilmente un pescador semianalfabeto de
Galilea, que apenas era capáz de hablar en arameo y que poco probablemente
hablase el hebreo, pudiera haber escrito en un griego culto y refinado. Tampoco es
probable que tuviese una casa en Jerusalén o sus proximidades, como para recibir
a la madre del Salvador. No creo que poseyera las influencias necesarias como
para franquearle el paso a Pedro, en la casa de Anás. Si él también entró con
Pedro, ¿por qué solo a éste se le reconoció por su acento galileo y no a Juan? ¿No
habían nacido los dos en el mismo lugar y eran socios en el trabajo?
Me niego a creer que Juan y “el discípulo amado” sean la misma persona
después de plantear todos estos argumentos. Pero si creemos que Lázaro sí lo era,
podemos entender que lo amase por sobre el resto dado que era su cuñado.
También es lógico que le entregase en custodia a su madre, un cuñado es como un
hermano político. Lázaro sí poseía una casa en los alrededores de Jerusalén y
poseía un status social acomodado. Si era un fariseo acaudalado, seguramente
poseía las relaciones necesarias para franquearle el paso y el hecho de que no
fuera reconocido como discípulo por su acento es simplemente porque era judío y
no galileo. Por último, quizás fuese él el que realizara todos los preparativos a
espaldas del resto de los discípulos, me refiero a el de asegurar la disponibilidad
de una mula para su ingreso triunfal, preparar un lugar para festejar la Pascua,
etc. Si él era el discípulo amado, es muy posible que supiese cosas de las cuales no
estuviera informado el resto del grupo dado su mayor intimidad. Si hubiese sido
Juan el que gozara de estas prerrogativas habría fácilmente generado celos dentro
del grupo.

471
Santiago y Juan
472
Juan 21:2
473
Juan 21:7
474
Un comentario al margen, ¿Qué hacía desnudo en el bote? ¿Por qué se vistió para
tirarse al agua?

269
César A. Carrión

270
JESÚS

CAPÍTULO XI

Rumbo al Calvario

Luego que se produjera esta segunda captura en el Huerto de Getsemaní,


en el Monte de los Olivos, Jesús es llevado ante Pilatos, no para realizar un nuevo
juicio, sino para lo que llamaríamos actualmente una ronda de reconocimiento. El
simple hecho de pensar que el procurador romano haya enviado una cohorte para
apresar a Jesús y que los soldados tomasen la decisión de conducirlo en presencia
de Anás es una locura. Es imposible que ocurriera esto, en el mejor de los casos lo
hubiesen conducido a la Torre Antonia y, desde allí, Pilatos hubiera decidido si
correspondía o no remitirlo a Caifás, dependiendo si consideraba que su delito era
de índole religiosa o civil. Anás, pese a su peso político, no era nadie oficialmente.
Que un reo fuera conducido para ser juzgado primero ante una autoridad judía y
no ante la romana, hubiera demostrado un grado de sometimiento poco acostum-
brado por parte de las autoridades romanas, algo que sería completamente
impensable en una persona como Pilatos cuyos actos de gobierno estuvieron
siempre dedicados a menospreciar a las autoridades y al pueblo judío. Lo que
debe de haber acontecido es que las tropas lo condujeron ante Pilatos y este, al
llegar la mañana, se los envió, primero a Caifás y luego a Herodes, para ser re-
conocido por ambos. Es decir, primero lo envió ante la autoridad religiosa, luego,

271
César A. Carrión

aprovechando la presencia de Herodes en Jerusalén debido a la Pascua, ante la


política y, finalmente ejecutó la sentencia que emitiera en el juicio anterior. No era
necesario llevar a cabo un nuevo juicio dado que era suficiente con ejecutar la
sentencia emitida en el transcurso de la primer captura. Pilatos no tendría ya
dudas acerca de cuales eran los pasos a seguir porque, si hasta ese momento no
había recibido noticias desde la capital del imperio acerca de que era lo que
correspondía hacer era, entonces, porque tenía completa libertad para ejecutarlo.
Algo extraño es lo que nos refiere el evangelio de Lucas acerca de lo que
sucedió luego que Pilatos lo enviara a Jesús ante Herodes.
“Aquel mismo día se hicieron amigos Pilato y Herodes, porque antes
habían estado enemistados.”475
¿Qué fue lo que los hizo reconciliarse? ¿Cuál fue el motivo de la pelea y
que tubo que ver que Pilatos, simplemente con enviarle a Jesús para su evaluación
o reconocimiento, cometiera un acto lo suficientemente importante como para re-
solver la disputa? Es posible que esta enemistad haya comenzado cuando, en una
ocasión, buscaron tomarlo a Jesús para hacerlo rey.
“Como Jesús entendió que iban a venir para tomarle por la fuerza y
hacerle rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.”476
Si Herodes llegó a enterarse de la intención del procurador romano de
transformar a Jesús en un rey marioneta, con el objetivo de mantener al pueblo
pacificado, dado que él pertenecía a la estirpe davídica, al contrario de lo que
ocurría con los descendientes de Herodes el Grande que eran asmodeos, de origen
árabe y no judío, entonces, al sentirse amenazado, se justifica que a partir de ese
momento tomase a Pilatos como un “enemigo” que amenazaba su estabilidad en
el poder. Por un lado Pilatos les otorgaría a los judíos algo que deseaban desde
hacía mucho tiempo, un descendiente de David en el trono de Israel. Por el otro, a
pesar de la fidelidad de la familia asmodea, era fuente permanente de discordia e
insatisfacción en el pueblo. Al proveerles de un rey, con legítimo derecho a ocupar
el trono, le permitiría a Pilatos pacificar la región. Un mérito que, seguramente,
buscaba adjudicarse con el objetivo de lograr revertir la mala imagen que poseía a
causa de todos los conflictos que él mismo había ocasionado. Seguramente la
intención de Pilatos no era la de hacerlo rey de toda Israel desde un principio, sino
que habría optado por ponerlo a prueba haciendo que dirigiese una de las tetrar-
quías y luego, dependiendo de sus dotes para gobernar, transformarlo definitiva-
mente en el rey de toda Israel.
Si prestamos atención al texto evangélico, este nos refiere que, luego de
que Jesús se retirara al monte solo, sus discípulos partieron y se dirigieron hacia la
orilla opuesta, a Cafarnaúm. Es decir que el grupo no se encontraba en Galilea
sino en la Transjordania, en la Gaulanitide. Esta región no estaba bajo el dominio
de Herodes Antipas, sino que estuvo gobernado por Herodes Filipo hasta el año

475
Lucas 23:12
476
Juan 6:15

272
JESÚS

34 de nuestra era. Más o menos en la misma época que suponemos que pudo
haber muerto Jesús. Si Pilatos tenía conocimiento del delicado estado de salud que
presentaba Herodes Filipos, quizás decidiera ofrecerle su puesto a Jesús, dado que
no poseía hijos propios que lo pudieran continuar en el cargo. Herodes Antipas,
ya sea por haber pensado que la maniobra de Pilatos podía amenazar su cargo en
la tetrarquía de Galilea y Perea o por creer que se le estaba arrebatando su
derecho a gobernar la tetrarquía que su hermano estaba dejando vacante, terminó
por enemistarse con el procurador. Cuando le envió a Jesús con la finalidad de
identificarlo para proceder a su ejecución, Antipas pudo interpretar este acto
como una prueba fehaciente de que Pilatos había cambiado de opinión y ya no
pretendía suplantarlo con este pretendido “Rey de Israel”, por lo cual, a partir de
ese momento, volvieron a ser amigos. De todos modos esta amistad duraría poco
tiempo porque, menos de dos años más tarde, Pilatos es enviado, por Calígula, al
exilio en Vienne. Unos meses más tarde, el tetrarca Herodes Antipas y su esposa,
también partirían a un exilio, y de por vida, a Lyon. El hecho de haberle reclama-
do al emperador la dignidad de rey de Israel fue motivo suficiente para que
Calígula decidiese remplazarlo por su amigo Herodes Agripa.
Volvamos nuevamente al segundo encuentro entre Jesús y Pilatos. A pesar
de que el juicio ya se había realizado y tan solo era necesario identificar al
prisionero, es poco probable que el proceso de reconocimiento se haya realizado
durante el transcurso de la noche, seguramente, una vez arrestado, Jesús debió
esperar en los calabozos de la Torre Antonia, al menos hasta el día siguiente.
Dado que no era urgente que fuera crucificado, podemos pensar incluso que pudo
haber permanecido prisionero por algunos días, al menos hasta que terminaran
las fiestas, pero, dado que los cuatro evangelios insisten en afirmar que fue
crucificado muy próximo a la fiesta de Pascua, dejemos que sea el día posterior a
la captura la fecha en la que se realizó la ejecución.
Cuando Pilatos decide ejecutar a Jesús ordena colocar un cartel sobre la
cruz con el título “Jesús Nazareno rey de los judíos”. Según Juan, los sacerdotes, al
leer estas palabras, tratan de censurar al procurador diciéndole que no escribiera
de este modo la sentencia.
“Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilatos: «No escribas: “El
Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos”.» Pilatos
respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito.»”477
Es interesante que se haya producido este diálogo porque, al menos según
los evangelios, él nunca se proclamó “rey de los judíos”, por el contrario siempre
le ordenó a sus discípulos que lo ocultasen y no se lo dijeran a nadie.
“Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó:
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» 478… Entonces mandó a sus discípulos que
no dijesen a nadie que él era el Cristo.479
477
Juan 19:21-22
478
Mateo 16:15-16
479
Mateo 16:20

273
César A. Carrión

En más de una ocasión Jesús mantuvo esta misma postura, incluso si


alguno de los demonios que expulsaba lo llamaba Cristo durante el trascurso del
exorcismo, lo reprendía y lo obligaba a callar.
En el momento mismo del interrogatorio que le efectuara Pilatos se niega
insistentemente a hablar. Trata de no afirmar ni negar si la acusación era cierta. Si
lo afirmaba, estaba condenado y negarlo lo hubiera hecho quedar como un
cobarde ante sus seguidores. Recién después que Pilatos le reiterara la demanda
Jesús afirma “Sí, tú lo has dicho.”480
Cuando Pilatos decide escribir este título sobre el madero que sería fijado
en la cruz, la decisión de utilizar estas palabras no era casual. Durante el trans-
curso del juicio que se efectuara en la primera captura Pilatos hace referencia a
Jesús como “el que llamáis rey de los Judíos”
“Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les sol-
tase más bien a Barrabás. Pero Pilatos les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con
el que llamáis el Rey de los judíos?» La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!»”481
Incluso mientras predicaba en la puerta del templo era conminado por los
presentes que definiera explícitamente si era o no el Mesías.
“Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los
judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo,
dínoslo abiertamente.»”482
Pilatos no podía poner en la acusación que se hacía llamar rey porque,
básicamente, no era cierto. Él era conocido como el Mesías, pero nunca llegó a
proclamarse como tal y era por ello que todos dudaban que actitud tomar.
Cuando se llevó a cabo la primer captura, el interrogatorio que se le efectuó en la
casa de Anás fue para definir, si él era o no el Mesías y que actitud debían tomar.
Caifás debe de haber pensado que si Jesús no tenía el valor suficiente como para
proclamarse Mesías en forma directa y frontal, menos aún podía esperar que
enfrentase a las fuerzas de ocupación romana. Por lo que asumió la única postura
posible que podía tomar un estadista, lo entregó a Pilatos. Si la intención de Jesús
era la de iniciar una revuelta, ese era el momento adecuado, si continuaba
resistiéndose a revelarse moriría como un simple particular y él, Caifás, no estaba
dispuesto a correr el riesgo de que la población se alzase tras la figura de una
persona de carácter débil que llevara a todo el pueblo hacia una muerte segura. El
Mesías que esperaban debía ser otro, un guerrero valiente que no dudase en
manifestarse. El mismo temor, el de que Pilatos pensase que Caifás compartía el
pensamiento de que Jesús era el rey legítimo, fue lo que les llevó a reclamarle que
en el cartel de la sentencia se escribiese “Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos”
aunque no se ajustara a la verdad.
480
Marcos 15:2 en la versión de la Biblia de Jerusalén, en la de la reina Valera se traduce
como “Tú lo dices” presentando la respuesta como una forma ambigua que no posee el
original griego.
481
Marcos 15:11-13
482
Juan 10:23-24

274
JESÚS

El pensamiento de que, tanto el Sumo Sacerdote como el resto del


Sanedrín, buscaban que Jesús fuera asesinado sin motivo justificado, a causa del
odio particular que poseían todos los judíos a los enviados de Dios, hace que se
nuble nuestra razón y nuestra capacidad de razonamiento. Todos los postulados
que se encuentran en el nuevo testamento de contenido antisemita se basan,
particularmente, en la necesidad que tenía la iglesia primitiva, luego de la caída
de Jerusalén, de congraciarse con el poder romano y diferenciarse lo más posible
del pueblo judío. El puntapié inicial lo dio San Pablo al reclamarle a la asamblea
de ancianos que les permitiera, a los conversos que él efectuara, que no se practi-
casen la circuncisión, algo que, por el contrario, sí se les exigía a cualquier persona
que desease transformarse en un prosélito judío de plenos derechos. Con el
objetivo de remarcar esta diferencia entre cristianos y judíos, los evangelios se
dedicaron a responsabilizar al Sanedrín, en particular, y a todo el pueblo judío, en
general, de la crucifixión y muerte de Jesús, exculpando simultáneamente al
poder romano. Incluso, aunque el evangelio de Mateo y Marcos refieren lo
contrario, el de Lucas nos dice que durante la noche de su arresto y mientras
esperaban que amaneciese para que fuera juzgado, los hombres que lo
custodiaban se dedicaron a hacer escarnio de Cristo, a golpearlo, escupirlo y
torturarlo física y psicológica-mente.
“Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban; y
cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha
pegado?» Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas. En cuanto se hizo de día,
se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y escribas, le
hicieron venir a su Sanedrín.”483
En estos versículos nos damos cuenta como, a medida que pasaban los
años y más se distanciaban la fecha de los sucesos con respecto a la fecha de
escritura del relato, mayor era el contenido antisemita. Actualmente se piensa que
el evangelio de Marcos fue el primero de los sinópticos, el segundo el de Mateo y,
por último, el de Lucas. Fíjense quienes torturaron a Jesús según los dos primeros
evangelios.
“Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman
a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la
ciñen. Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!» Y le golpeaban en la
cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y
le sacan fuera para crucificarle.”484
Ahora bien, si Pilatos estaba tan interesado en defender a Jesús de las in-
justas acusaciones que realizaran el Sumo Sacerdote y su séquito, ¿Cómo permitió
que cometieran tan terribles actos vejatorios con el prisionero? Aquí los
evangelios plantean un hecho por demás contradictorio. O Pilatos no defendía tan

483
Lucas 22:63-66
484
Marcos 15:16-20

275
César A. Carrión

empecinada-mente a Jesús como los textos sagrados nos quieren hacer creer, o los
soldados no lo torturaron realmente como nos lo cuentan los textos sagrados.
Hay otros puntos oscuros en el relato, por ejemplo el sitio en donde
podemos leer que lo llevaron al interior del pretorio y llamaron a toda la cohorte.
¿Qué necesidad había de que concurrieran 600 personas solo para burlarse de un
prisionero, de tan poca importancia que la recompensa por su captura era tan solo
treinta monedas de plata? ¿Si tanto temían que el pueblo se subleve por la proxi-
midad de la Pascua, por qué, de pronto, no les importó y dejaron desguarnecida a
toda la población con el único objetivo de poder divertirse? Si se encontraban
dentro del pretorio, ¿de donde sacaron las espinas como para poder hacer una
corona?
Estamos tan acostumbrados, en la actualidad, a la desidia que pensamos
que, en todas las épocas y todos los lugares, fue de la misma manera, pero el
ejército romano es considerado como uno de los más disciplinados de la historia.
Tanto es así que cuando Julio César, en el transcurso de la guerra a las Galias,
hacía marchar a sus soldados durante todo el día portando cada uno su bagaje,
cuando arribaban a un lugar apto para acampar no les permitía descansar sino
hasta haber terminado de construir un campamento que era, prácticamente una
ciudad en miniatura. Los soldados debían fortificar el campamento con un para-
peto de madera, plantar las tiendas en un orden predeterminado que dejara al
resguardo, en el centro, a la jefatura. Debían despejar el terreno y dejar espacio
entre las tiendas para las calles que permitieran la libre circulación de los
soldados, caballos, carros de combate y de provisiones y todo esto antes que
anocheciera. Esta rutina no es que la realizaban en una sola ocasión, cuando
arribaban al campamento definitivo, toda esta actividad la desarrollaban cada día
durante el transcurso de toda la marcha. Pensar que un ejército que mantenía esta
disciplina en un campamento de campaña pudiera permitir que la maleza creciera
dentro del pretorio en donde residía el procurador es inadmisible.
Según Robert Ambelain, autor del libro Los secretos del Gólgota, la corona
de espinas que portaba Jesús el día de su crucifixión no estaría formada por los
tallos espinosos de la planta que, con los años, se llegaría a llamar Spina Christi,
sino que, verdaderamente, se trataba de una corona.
Aparentemente el rey David portaba una corona de “espinas” o corona
radiada, llamada de este modo por estar formada de una estrecha banda de oro de
la cual brotaban siete rayos, de ahí su nombre de radiada, abriéndose hacia fuera.
Esta corona presentaría un aspecto semejante a la que se encuentra en la cabeza de
la estatua de la Libertad y que conmemora la independencia de los EEUU. Este
tipo de diadema era muy común entre los reyes de oriente medio y, posiblemente,
la que utilizara el rey David fuese del mismo tipo. Cada uno de los siete rayos que
ésta poseía representaba individualmente, a cada una de las siete Sephiroth in-
feriores.
Las Sephiroth son las emanaciones de Dios, a través de las cuales, y
siempre según la cábala judía, se creó el universo. El número total de las

276
JESÚS

Sephiroth son diez y, al unirse entre sí, forman un complejo dibujo llamado “el
árbol de la vida”. El total de senderos posibles entre estas diez Sephiroth son 22, y
al seguir-los se recorre el camino que nos lleva a Dios. Las Sephiroth son:
1. Kéter (corona, ‫)כתר‬
2. Jojmá (sabiduría, ‫)חכמה‬
3. Biná (entendimiento, ‫)בינה‬
4. Jesed (compasión, ‫)חסד‬
5. Gevurá (juicio / estrategia, ‫)גבורה‬
6. Tiféret (gloria / belleza, ‫)תפארת‬
7. Netsaj (victoria, ‫)נצח‬
8. Hod (esplendor, ‫)הוד‬
9. Yesod (fundación, ‫)יסוד‬
10. Maljut (reino ‫)מלכות‬
Las últimas siete de estas sephirás son las que formarían cada uno de los
rayos de la corona de espinas. En el vértice de cada rayo encontraríamos una
gema que representaría a cada uno de los arcángeles y los planetas que ellos rigen.
Miguel (el Sol), Gabriel (la Luna), Anael (Venus), Rafael (Mercurio), Zaquiel
(Júpiter), Orifel (Saturno), Samael (Marte).
No estamos obligados a aceptar que Jesús poseyera una corona como la
descripta anteriormente, de oro y con siete gemas, sino que, muy probablemente,
utilizase una imitación de ésta, hecha de bronce bruñido, para así simbolizar su
derecho de reclamar el trono de David.
Si creemos las palabras que nos refieren los evangelios apócrifos, es muy
probable que Jesús realmente poseyera una corona heredada por parte de su
madre, dado que el Protoevangelio de Santiago nos relata una anécdota en la cual
se la nombra tangencialmente.
“Y Ana, mujer de Joaquín, se deshacía en lágrimas, y lamentaba su doble
aflicción, diciendo: Lloraré mi viudez, y lloraré también mi esterilidad. Y, habien-
do llegado el gran día del Señor, Judith, su sierva, le dijo: ¿Hasta cuándo este
abatimiento de tu corazón? He aquí llegado el gran día del Señor, en que no te es
lícito llorar. Mas toma esta diadema, que me ha dado el ama del servicio, y que
yo no puedo ceñirme, porque soy una sierva, y ella tiene el signo real.”485
Cuando la sierva nombra al “ama del servicio” puede haber estado
hacien-do referencia tanto a la madre como la suegra de Ana, la abuela materna
de Jesús. Dado que el nombre de María proviene del hebreo Myrhiam, que, a su
vez, deriva del arameo Mariamme y significa “bien criada” o “princesa”, la
elección del nombre pudo también estar relacionado con la herencia de dicha
diadema.
485
Protoevangelio de Santiago 2:1-2

277
César A. Carrión

La corona arriba descripta difícilmente hubiera estado en posesión de un


simple particular, habría sido demasiada tentación para los ladrones. Muy
probablemente la corona ceremonial habría desaparecido durante el transcurso de
las sucesivas guerras que se produjeron en el reino de Judea, lo que debe de haber
conservado la familia de Jesús, posiblemente, haya sido una corona de uso coti-
diano, hecha de cobre, con un peso y un valor mucho menor a la original, pero
cuyo aspecto, luego de ser pulida, no distaría mucho de la corona de oro y su
valor simbólico habría sido el mismo.
Si Jesús utilizó esta corona en el momento de su entrada triunfal a la
ciudad de Jerusalén, esto es lo que debe de haber inducido a la multitud a pensar
que él fuera el Mesías que estaban esperando, esto y el hecho que ingresó monta-
do en un burro y todos sus discípulos gritando que alabasen al rey de Israel.
“Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los
discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por
todos los milagros que habían visto. Decían: «Bendito el Rey que viene en
nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas.» Algunos de los fariseos,
que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.»
Respondió: «Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.»”486
¿Por qué los fariseos le reclamaban a Jesús que reprendiera a sus dis-
cípulos? Porque si las palabras que gritaban llegasen a oídos de las fuerzas de
ocupación podrían iniciar una violenta represión y los que murieran serían los
inocentes peregrinos que estaban presente ese día y que, muy probablemente, se
acercaban por curiosidad y no porque adhiriesen a sus pretensiones. El hecho que
sus discípulos reclamasen que su maestro fuera “el rey de Israel” y que Jesús no
los amonestase ni les impidiese que continuaran aclamándolo de ese modo, hacía
que los presentes interpretasen que esa era su verdadera pretensión, lo cual
produjo confusión entre los integrantes del Sanedrín. No sabían que decisión
tomar, ¿seguían a este “líder” en una revolución en contra de los romanos o
intervenían para evitar que pase a mayores una revuelta predestinada al fracaso?
Como ya todos conocen, terminaron eligiendo esta última opción, pero ¿se los
puede culpar? El deber del Sumo Sacerdote era preservar al pueblo, “es preferible
que muera uno si esto puede salvar a la mayoría”. A pesar de ello llevaron a Jesús
a la casa del ex Sumo Sacerdote Anás para interrogarlo acerca de sus planes y
darle una oportunidad de que les explicase si él verdaderamente aspiraba al trono
de David y así poder evaluar si convenía o no apoyarlo. Pero los planes de Jesús
eran diferentes, él necesitaba ser crucificado, quería demostrar sus poderes,
probar que él era inmune a la muerte. Ya había probado que podía resucitar a los
segui-dores que le fueran fieles tal como lo hiciera con Lázaro. Esta táctica, la de
hacerse pasar por personas que no pueden ser asesinadas, no fue ni la primera ni
la última vez que se realizó.
En nuestra historia reciente, en 1856, en Argelia, los morabitos habían su-
blevado al pueblo musulmán en contra de los franceses. Para ganarse la fidelidad

486
Lucas 19:37-40

278
JESÚS

del pueblo pretendían poseer poderes sobrenaturales, los cuales hacía que ellos no
pudieran ser dañados por las balas. Para desacreditarlos el gobierno francés
contrató a Robert Houdin.487 Él realizó diferentes actos de ilusionismo con la
intención de probar que los franceses poseían mayores poderes que los morabitos.
En una ocasión un revolucionario lo desafió a que probara su invulnera-
bilidad a las armas de fuego. Houdin afirmó que poseía un talismán que lo hacía
invulnerable pero que requería rezarle durante seis horas, por lo que le pidió
aplazar la prueba hasta el día siguiente. Cuando llegó el momento de la prueba el
morabito sacó dos pistolas y le dijo a Houdin que eligiera dos balas. Con un hábil
truco de manos reemplazó las balas y cuando el musulmán disparó con la
esperanza de poder matarlo, Houdin mostró la bala atrapada por sus dientes.
Después de esto tomó la otra pistola y disparó contra una pared y desde el punto
de impacto comenzó a rodar una gota de sangre. Así Houdin pudo probar que no
solo podía detener las balas sino que su magia era tan poderosa que hacía sangrar
a las mismas paredes si lo deseaba. De este modo, utilizando simples trucos de
ilusionismo, pudo detener una revolución. Esta anécdota también es prueba que
convenciendo a una multitud de creyentes de poseer poderes sobrenaturales, se
puede también dar inicio a una revuelta. Éste mismo fue el método que eligió
seguir Jesús. Demostrar con simples trucos de ilusionismo, que él era apoyado por
Dios en su cruzada y ¿qué mejor forma de probar su pretensión, que mostrar a los
incrédulos, que él podía levantarse de entre los muertos?
Jesús era un perfecto conocedor de las escrituras, sabía que, de conseguir
la “resurrección”, el pueblo lo terminaría apoyando incondicionalmente. Ya había
dicho, directa e indirectamente, en privado y en público, que él resucitaría en caso
de que muriese. Esto lo sabían tanto los sacerdotes como el resto del pueblo, de
hecho le advirtieron a Pilatos cuales habían sido sus anuncios dado que él, difícil-
mente, estuviese enterado.
“Al día siguiente, esto es, después de la Preparación, los principales sacer-
dotes y los fariseos se reunieron ante Pilato, diciendo: -Señor, nos acordamos que
mientras aún vivía, aquel engañador dijo: «Después de tres días resucitaré.»”488
Cuando Jesús realizaba estos anuncios seguramente tenía en mente lo que
anunciaban los Salmos.
“Todo mi ser vivirá confiadamente, pues no me dejarás en el sepulcro,
¡No abandonarás en la fosa a tu amigo fiel! Me mostrarás el camino de la
vida.”489
“Pero Dios me salvará del poder de la muerte, pues me llevará con él.”490

487
No debemos confundirnos con Harry Houdini, el escapista.
488
Mateo 27:62-63
489
Salmo 16:9-11
490
Salmo 49:15

279
César A. Carrión

“Aun mi amigo íntimo, en quien yo confiaba y quien comía de mi pan, ha


levantado contra mí el talón. Pero tú, oh Jehovah, ten misericordia de mí; haz que
me levante, y les daré su merecido.”491
Verdaderamente es una cuestión de fe pensar si Jesús dedicó su vida a
cumplir todas las profecías que pudiese o si, por medio de sus profetas, Dios
manifestaba como se desarrollaría la vida del verdadero Mesías. Las profecías que
se cumplieron en Jesús fueron aquellas en las cuales él podía decidir cumplirlas o
no. A modo de ejemplo podemos citar: ingresar a Jerusalén montado en un burro,
morir y resucitar, realizar milagros de sanación, permanecer callado mientras se lo
interrogaba. Pero, a su vez, existen otras profecías sobre las cuales él no podía
llegar a influir y que, claramente, jamás se cumplieron. Para citar algunas
tenemos, como dijera en la primer parte, el Mesías debía llamarse Emmanuel y no
Jesús, debía nacer en Belén de Judea y no en Galilea, si verdaderamente Jesús
hubiese nacido en Belén se lo habría conocido como Jesús el Judío o el Belenita y
no como el Galileo o el Nazareno. Al mismo tiempo, si la historia acerca de que su
niñez transcurrió en Egipto, hubiese sido cierta también lo habrían llamado “Jesús
el Egipcio”, pero ninguna de todas estas opciones ocurrió. Incluso en una ocasión
le reclamaron que estaba escrito acerca del Mesías que no se sabría de donde pro-
venía.
“Pero éste, sabemos de dónde es; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá
de dónde sea.”492
Jesús no podía modificar ni su nombre, ni su lugar de nacimiento, si era el
Mesías las escrituras se equivocaban, si las escrituras eran infalibles por ser la
verdad de Dios revelada, entonces el que se equivocaba era él. Los textos
evangélicos intentaron ocultar la mayor cantidad de datos posibles acerca de su
aspecto, de su vida previa al inicio de su actividad pastoral, si estaba casado o no,
si tenía hijos o no. Se realizaron intrapolaciones con el objetivo de hacer coincidir
las profecías con los hechos de su vida, así se cayeron en marcadas inconsisten-
cias, como la de decir que nació en los tiempos de Herodes y al mismo tiempo
relacionar su nacimiento con el censo de Quirino. Inventar una matanza de niños
menores de dos años para luego argumentar que por este motivo huyó a Egipto,
tan solo para cumplir la profecía: “Cuando el pueblo de Israel era niño, yo lo
amaba, a él que era mi hijo, lo llamé de Egipto.”493
Enredarse en exégesis tan confusas para probar que Jesús nació de una
virgen perpetua que, si hubiera sucedido de esta manera, entonces no era hijo de
José y por ende no era descendiente de David. Para poder salvar este detalle
entonces transformaron a María en heredera del linaje de David, pero ahora con-
tradecían los textos que afirman que Jesús poseía hermanos. Entonces inventaron
que José tenía hijos de un matrimonio previo, cayendo en una nueva incon-

491
Salo 41:9-10
492
Juan 7:27
493
Oseas 11:1

280
JESÚS

gruencia ya que, de este modo, Jesús dejaba de ser el primogénito y, por lo tanto,
pierde el derecho de reclamar el trono de David.
Tantas contradicciones con el único objetivo de poder probar que en él se
cumplieron todas las profecías terminó haciendo que nadie pudiera saber que
datos de su vida eran verdaderos y cuales falsos. Censuraron los textos históricos
de tal modo que ningún dato que surgiera de ellos contradijera el dogma, esto
terminó haciendo dudar, incluso, de la verdadera existencia de Jesús.
Flavio Josefo, tan detallista en sus relatos, citando incluso personajes de
una mínima importancia, no nombra a Jesús más que una sola oportunidad y en
esa ocasión impresiona más que fuera una intrapolación posterior, dado lo
sospechoso de la redacción, a que haya sido verdaderamente escrito por el autor.
Tácito no lo conoce ni lo nombra, tampoco Tito Livio. Toda la vida y obra
de Jesús fue extirpada de los libros históricos contemporáneos a su época. Única-
mente nos han quedado los evangelios y de ellos tan solo cuatro son tomados
como verdaderos, el resto también fueron rechazados por no coincidir con el
dogma. Según la iglesia, esto es así porque la intención de Jesús no fue la de
revelarse completamente, sino la de permanecer parcialmente oculto para así
obligar a que cada uno de nosotros a embarcarse en la búsqueda de la verdad.
Personalmente, no me parece correcto inventar mentiras con el único objetivo de
obligar a los creyentes a buscar la verdad. Más que nada porque “La mejor
mentira es la que posee un 80 % de verdad”. ¿Cómo separar la paja del trigo? Dos
mil años más tarde todavía nos preguntamos que partes de las sagradas escrituras
son ciertas y cuales no. Existen puntos que son claramente erróneos, algunos son
patentemente falsos o alejados intencionalmente de la realidad, en otras opor-
tunidades lo que dice un evangelio es completamente opuesto a lo que dice otro,
todo esto hace que, si un argumento es verdadero, el opuesto debe ser necesaria-
mente falso, pero ¿cuál de los dos? Por lo pronto dejemos la discusión aquí y
sigamos en la búsqueda de la verdad.
En el capítulo dedicado a la presunta fuga de Jesús de las manos romanas
comenté como, en lo referido a la ejecución, los romanos acostumbraban a realizar
la flagelación en el instante previo a la crucifixión, dado que, si se realizase antes
de iniciar el camino al sitio de la ejecución, el reo no podría transportar el
patíbulum. En el primer arresto esta costumbre benefició a Jesús, pero en esta
segunda ocasión Pilatos no le brindaría una nueva oportunidad de fugarse. Por
este motivo, en esta ocasión, Jesús fue azotado en el patio del pretorio, de manera
tal que estuviese tan debilitado que no se pudiera fugar nuevamente aunque
intentasen rescatarlo por segunda vez.
Cuando se condenaba a un prisionero a ser azotado, entre los judíos, no se
permitía que se efectuaran más de cuarenta azotes, por ello, por ser tan puntillo-
sos y temer equivocarse en la cuenta, es que siempre se sentenciaba a recibir
treinta y nueve azotes, ni uno más ni uno menos.
“Si el culpable merece azotes, el juez le hará echarse en tierra en su
presencia y hará que le azoten con un número de golpes proporcionado a su

281
César A. Carrión

culpa. Podrá infligirle cuarenta azotes, pero no más, no sea que al golpearle más
sea excesivo el castigo, y tu hermano quede envilecido a tus ojos.”494
Ordenando efectuar treinta y nueve, se aseguraban de que, aún equi-
vocándose en la cuenta, no quebrantarían la ley de Moisés. Para esto se utilizaba
un azote compuesto por tres tiras de cuero y se le aplicaban trece azotes en el
torso y trece más en cada hombro, sumando un total de cuarenta menos uno. Pero
no sucedía lo mismo entre los romanos, su costumbre era azotar al prisionero
hasta que el lictor decidiese que el número aplicado era suficiente, fueran diez o
cien los azotes.
Los romanos poseían diversas formas de azotar a un prisionero, podían
utilizar una vara, el látigo y el flagrum. Las fasces o haz de varas de los lictores era
una unión de treinta varas atadas con una cinta de cuero rojo. En el caso de las
magistraturas mayores llevaban fasces con hachas incorporadas, que
simbolizaban el “imperium” o su facultad de aplicar penas capitales. En cambio,
los magistrados inferiores, que solamente podían aplicar castigos menores, no las
poseían incorpo-radas entre las varas. A cada una de las varas que formaban las
fasces se las podía utilizar como bastones de castigo y, quizás, originalmente
representaban las varas de pastoreo. El azote con varas estaba a cargo del lictor o
rabducoi, esta última palabra significa, literalmente, “portadores de varas”. A
diferencia de los hebreos, podía utilizarse tanto como castigo o para extraer una
confesión o información. Las leyes Portia y Valeria prohibían que se le aplicara
este castigo a los ciudada-nos romanos. De estas leyes se valió el apóstol Pablo
para eludir su castigo dado que él era también un ciudadano romano. Aunque
estuviera restringido para los ciudadanos romanos sí se podía aplicar el azote con
vara como corrección a los esclavos rebeldes, como pena por faltas graves dentro
del servicio militar, como tormento para extraer información o una confesión
tanto a libertos como a los extranjeros.
El azote o flagelo era un mango corto de madera en cuyo extremo estaban
atadas varias correas, cada una de éstas poseía, entretejida entre las cuerdas,
trozos de plomo, bronce o pequeñas tabas de hueso. Para azotar al prisionero
primero se lo desvestía y sujetaba a un anillo de hierro ubicado en el extremo
superior de un pilar o poste de 60 cm de altura, esto hacía que la víctima perma-
neciese en postura doblada, boca abajo. Cuando el látigo golpeaba la carne la
laceraba y desgarraba de forma tal que Eusebio de Cesarea describe como, de
entre la carne lacerada, podían verse las venas, arterias y hasta los órganos
internos se asomaban por entre las cortaduras. La habilidad del lictor hacía que
cuando terminasen los azotes el prisionero estuviese a un paso de la muerte pero
con capacidad, todavía, de sobrevivir.
Por último tenemos el flagrum o flagra, en plural, que era una especie de
mazo de madera cuyo extremo superior estaba cubierto de hierro y poseía cuatro
finas cadenas de anillos aplanados y oblongos que terminaban en unas bolas de
bronce. El flagrum era también llamado “látigo de fuego” dado que previo a

494
Deuteronomio 25:2-3

282
JESÚS

azotar al prisionero se procedía a calentar las esferas al rojo vivo haciendo que,
con cada golpe, se arrancasen pedazos de piel y simultáneamente se cauterizasen
las heridas.
Posiblemente a Jesús lo hayan castigado con el flagelo o azote, si bien los
textos no son claros acerca de si se utilizaron las fasces, el flagelo o el flagum, la
presunción se basa en que era la forma más común de castigo y también muchos
autores aceptan que la imagen que se encuentra en el Santo Sudario es, verdadera-
mente, la imagen de Jesús. En la imagen del Sindone podemos ver un cuerpo
completamente lacerado, observándose en la porción terminal de las laceraciones
pequeñas figuras redondeadas, con aspecto de mancuernas, que se corresponde-
rían con el extremo de la cuerda del flagelo. Antes de poder asegurar que esta fue
la tortura aplicada a Jesús primero deberíamos poder confirmar que la imagen del
Santo Sudario sea verdadera, por lo pronto no existen pruebas para asegurar que
recibiera uno u otro castigo.
Existe un dato que quizás deberíamos tener en consideración, aunque este
no nos pueda confirmar nada por si mismo. Los textos sagrados nos refieren que
cuando Jesús se encontraba en la cruz los soldados se repartieron sus pertenencias
y que no quisieron dividir la túnica dado el gran valor de esta.
“Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con
los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era
sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompa-
mos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la
Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es
lo que hicieron los soldados.”495
Si Jesús hubiese sido azotado con el flagelo y presentara todo el cuerpo
plagado de lesiones tal lo muestra el Santo Sudario, la túnica hubiese estado
completamente impregnada en sangre, manchada y arruinada para siempre, sin
ningún tipo de valor monetario. Aún en la época actual, una prenda ensuciada de
este modo se torna muy dificultoso lograr extraer la mancha, haciéndose más
difícil aún a medida que pasase el tiempo y la sangre se secara. Los soldados
debían conocer este detalle ya que, imagino, no sería la primera vez que hubieran
asistido a una ejecución. Si la túnica poseía algún valor al momento de la
crucifixión puede haber sido por que:
a) la flagelación se produjo en el lugar de la crucifixión, luego de haberle
sacado la ropa,
b) el castigo se había efectuado varias horas antes, quizás un día, por lo que las
heridas estaban cerradas, con costras secas y, por lo tanto, no sangraban, o,
por último,
c) en el azotamiento se utilió el Flagrum y, en consecuencia, las heridas, al
estar cauterizadas, no podían sangrar.

495
Juan 19:23-24

283
César A. Carrión

Una vez que Jesús fue azotado y se le colocó la corona de espinas, lo que
falta aún precisar es, ¿en que lugar se efectuó la crucifixión definitiva? Imagino
que todos dirán: “¿Cómo que donde lo crucificaron? En el Gólgota ¿Dónde sino?”.
Pero, aun este punto, es discutible. Veamos por qué.
Cuando se observa un mapa de la región, presente en la última sección de
cualquier Biblia de estudio, podemos notar que habitualmente se sitúa el Gólgota
en el lado oeste de la ciudad, entre la segunda y tercer muralla. Esta última no
existía en la fecha en la que Jesús fue crucificado, es decir que la ejecución se
realizó extramuros, por fuera de la ciudad fortificada. El Gólgota o Calvario, muy
probablemente, se tratase de una pequeña elevación del terreno, de forma re-
dondeada, que, dado su formato semejante a una calota craneal 496, se la llamó
Calvario en latín, Gólgota en hebreo, o Kranion en griego. Si damos por sentado
que efectivamente fue crucificado en este punto, en una elevación del terreno de
características rocosa y sin vegetación, dado que estas características eran las que
lo hacían semejar una calota, entonces la tumba debió haber sido excavada en la
peña, pero entonces ¿cómo es posible que hubiese un huerto en un paisaje seco y
agreste que no permitía crecer la vegetación? Existen tan solo dos posibilidades, o
Jesús fue sepultado en un sepulcro excavado en la roca, en un monte seco y
pedregoso, o su tumba estaba ubicada en medio de un huerto. Veamos lo que nos
refiere Mateo.
“José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su
sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran
piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue.”497
Si bien los cuatro evangelios nos relatan que el lugar de crucifixión fue el
Gólgota, solamente Juan nos dice que existía un huerto en las proximidades.
“En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el
huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí,
pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca,
pusieron a Jesús.”498
Lo que Juan, a diferencia de los otros tres evangelistas, no refiere que la
sepultura estuviese excavada en la roca. Según Juan el lugar de la crucifixión
estaba ubicado en las proximidades de un huerto, cosa que no nos relatan los
otros autores. Pero fuera de los textos canónicos existe otro texto que sí nos refiere
que la crucifixión se llevó a cavo en un huerto y es el Evangelio de Nicodemo o
Acta Pilatii (Los hechos de Pilatos).
“Y mandó en seguida que se lo crucificase en el lugar en que había sido
detenido, con dos malhechores, cuyos nombres eran Dimas y Gestas.”499

496
La parte más superior del cráneo, lo que habitualmente llamamos bóveda craneal o,
mas vulgarmente, “la tapa de los sesos”.
497
Mateo 27:59-60
498
Juan 19:41-42
499
Acta Pilatii IX:12

284
JESÚS

Sabemos que la segunda captura se produjo en el huerto de Getsemaní, en


el Monte de los Olivos. Si Jesús fue crucificado y sepultado en el huerto de los
Olivos, tal como dice el Evangelio de Nicodemo, entonces los evangelios
canónicos se equivocan al referirnos que lo hiciera en el monte del Calvario. Y si
verdadera-mente fue en el Gólgota, ¿como explicar que hubiese un huerto en un
lugar rocoso? La solución, aparentemente podría ser que, en la primera
oportunidad Jesús era conducido hacia el monte Calvario cuando sus partidarios
lo rescataron, es en esta revuelta en la cual fue atrapado Simón el cireneo para
luego ser crucificado sumariamente, en su reemplazo, en el mismo sitio que estaba
des-tinado para el Nazareno. En la primera ocasión no se lo podía crucificar en el
lugar de su captura dado que fue apresado en el mismo templo. En el segundo
intento de ejecución Pilatos ordenó que fuera crucificado en el mismo sitio en
donde fue tomado prisionero, es así como, en esta oportunidad, el grupo se
dirigió hacia el huerto de Getsemaní. Como explicara anteriormente, el primer
intento de ejecución fue solo una mascarada y la intención de Pilatos era facilitar
los intentos de rescate y fuga, esta vez sus planes habían cambiado, por lo que el
camino que eligió no poseía rutas de escape posibles que permitieran un nuevo
intento de rescate. Si tomamos un mapa de la ciudad de Jerusalén en los tiempos
neotestamentarios podremos ver que, saliendo de la Torre Antonia y dirigiéndose
hacia el este en forma paralela a la estructura del templo, se arribaba a la “Puerta
de las Ovejas” y, al salir a través de ésta, se accedía a un camino que se dirigía
directamente al huerto se Getsemaní. Un camino breve, directo y sin puertas
intermedias que pudieran facilitar una fuga.
Si continuamos observando el mismo mapa podríamos ver que el Gólgota
se encuentra en el lado oeste, por fuera de las murallas, y el huerto de Getsemaní
se ubica al este de la ciudad. Si al morir Jesús en el Calvario se lo hubiese
pretendido sepultar en el huerto, Arimatea y sus amigos se verían obligados a
cruzar toda la ciudad con un cadáver, cosa impensable en una ciudad como
Jerusalén en donde todo aquel que estuviese en contacto con el cadáver inmedia-
tamente hubiera quedado impuro. Y si, en lugar de cruzar la ciudad, hubiesen
intentado rodearla, no solo este camino hubiese sido mucho más largo sino que
también mucho más escabroso. ¿Qué necesidad había de rodear toda la ciudad
para enterrar a Jesús en un huerto? Es mucho más probable y más fácil de creer
que esta segunda ejecución se realizara directamente en el huerto de Getsemaní y
que, por lo tanto, fuese enterrado allí mismo. Lo que hacen los textos evangélicos
es mezclar sincreticamente ambos relatos y, al mismo tiempo, hacer que muera en
un monte rocoso y sin vegetación, para luego afirmar, sin ningún tipo de pudor,
que en el mismo lugar también existía un huerto. El objetivo era que, si a un lector
le llegase alguna noticia de que Jesús fue crucificado en una montaña o en un
huerto, dado la cantidad de evangelios circulantes no podía evitarse que la
información se propagase de alguna manera, no llegase a imaginar nunca que
fueron dos ejecuciones sino solamente dos descripciones diferentes de un mismo
hecho.
Entonces, tenemos que Jesús parte desde la Torre Antonia hacia el este
para dirigirse al Monte de los Olivos, en donde había sido capturado. Como

285
César A. Carrión

dijéramos anteriormente, Jesús solo transportaría el travesaño hasta el lugar de la


ejecución y no la cruz completa. A diferencia de la vez anterior, él se encontraba
debilitado por la flagelación sufrida con el objetivo de dificultar un nuevo intento
de fuga.
Según los evangelios las personas gritaban e insultaban al Mesías, y esto es
algo que no se entiende por qué motivo. Si creemos lo que dicen los evangelios
textualmente, entonces el pueblo judío era una chusma completamente
ciclotímica. ¿Cómo se puede pasar de aclamar a una persona como el Mesías que
viene a liberarlos y, dos días más tarde, gritarle e insultarle por el mismo motivo?
Si solo consideramos como verídica a la forma en la cual se desarrollaron los
hechos según los evangelios, entonces la historia es completamente descabellada e
ilógica, pero si aceptamos que atacó a los cambistas, los golpeó y les robó en la
explanada misma del templo, profanando lo más valioso ante los ojos de los
hebreos recono-ceremos que la reacción del pueblo judío es completamente lógica
y esperada. Debemos tener siempre presente que la esperanza de los judíos era
que el Mesías, cuando llegara, atacase la Torre Antonia y el pretorio, y, en su
lugar, Jesús ataca a sus mismos compatriotas, por lo cual la reacción de la
multitud se torna más comprensible. También debemos tener en cuenta que, a
pesar de no referirlo los textos sagrados, Jesús pudo haber huido cobardemente y
permitido que fuese crucificada otra persona en su lugar. Este accionar haría caer
más bajo la valora-ción que tenía el pueblo acerca de Jesús. El mismo evangelio de
Juan nos relata como la opinión que tenía el pueblo acerca de él era diversa.
“Entre la gente había muchos comentarios acerca de él. Unos decían: «Es
bueno.» Otros decían: «No, sino que engaña al pueblo.»”500
“Los judíos le dijeron entonces: -Tenemos razón cuando decimos que eres
un samaritano y que tienes un demonio.”501
¿Si Jesús se hubiese limitado a hablar de amor al prójimo, las personas que
lo escuchaban, hubiesen pensado esto acerca de él? ¿Cuantas son las cosas que
sucedieron y los evangelios no nos relatan? ¿Por qué es más fácil pensar que los
judíos eran todos un atajo de psicóticos ansiosos de sangre, antes que pensar que
los textos sagrados nos ocultan algo? Él llega a Jerusalén y es aclamado y dos días
más tarde piden a los gritos que sea crucificado. ¿No sucedió nada entre medio
que justificase este cambio de opinión? Otros mesías, antes y después de él, sur-
gieron en Israel y fracasaron en sus aspiraciones mesiánicas, ¿por qué es sola-
mente a él que el pueblo le dio la espalda y con tanto odio? ¿Por qué ni siquiera
sus discípulos lo apoyaron? Los evangelios nos hacen pensar que luego de este
momento de debilidad en su fe y confortados por el espíritu de consolación en el
día de Pentecostés, todos los apóstoles volvieron al buen camino y se dedicaron a
evangelizar, pero, aparentemente esto sería falso. Según Clemente de Alejandría
algunos discípulos abandonaron el grupo a pesar de haberlo visto a Jesús resu-

500
Juan 7:12
501
Juan 8:48

286
JESÚS

citado, aparentemente ese milagro no fue lo suficientemente importante como


para mantener unido al grupo.
“Los elegidos no todos confesaron al señor por la palabra, y no todos
murieron en su nombre. Entre ellos se cuentan Mateo, Felipe, Tomás y muchos
otros...”502
¿Qué más esperaban estos apóstoles? ¿No les era suficiente ver a su
maestro crucificado y resucitado, con un cuerpo glorioso? ¿O es que ellos sabían
algo que a nosotros nos fue ocultado?
Los escasos textos, no evangélicos, que nombran a Jesús no lo dejan muy
bien parado, aunque, evidentemente sus opiniones pueden ser muy parciales e
incluso falsas, al menos nos deberían obligar a reflexionar. Según el Talmud Jesús
fue crucificado por mago, sanador y estafador.
“La víspera de la Pascua colgaron a Jesús el nazareno. Practicó la magia y
sedujo y confundió a Israel.”503
Esta afirmación del Talmud es claramente falsa dado que si ese hubiese
sido su delito habría sido lapidado sin necesidad de intervención de las auto-
ridades romanas, tal como ocurrió con San Esteban unos años más tarde, o con su
hermano Santiago el Justo. Pero que estos no hayan sido los delitos por el cual lo
condenaron no significa que, como tal, no se lo haya conocido. Cuando nos refiere
que confundió a Israel es por el hecho que nunca terminaba de definirse o
manifestarse como el Mesías, utilizaba títulos y cometía actos que lo presentaban
como si en realidad lo fuese, pero al ser interrogado eludía la respuesta directa.
“Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos
ver una señal hecha por ti.» Mas él les respondió: «¡Generación malvada y
adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta
Jonás.”504
Pero al mismo tiempo se hacía llamar “hijo de Dios” y provocaba a sus
oyentes tal como lo decían las escrituras.
“Persigamos al justo, que nos molesta y que se opone a nuestra forma de
actuar, pues nos hecha en cara las faltas contra la ley y nos reprocha el no
comportarnos conforme a nuestra educación. Se enorgullece de conocer a Dios y
se llama a sí mismo hijo del Señor, es un reproche a nuestra forma de pensar y
hasta su sola presencia nos cae pesada, lleva una vida distinta a la de todos y es
rara su conducta. Para él somos gente de malos antecedentes y trata de no
juntarse con nosotros, como si fuera pecado; afirma públicamente que los justos
tendrán un feliz término y se alaba de tener a Dios como padre. Comprobemos si
lo que dice es verdad y veamos lo que le sucederá al final, si el Justo es hijo de
Dios él le ayudará y lo librará de sus enemigos.

502
Clemente de Alejandría, Stromates IV, IX
503
Talmud de Babilonia, Sanedrín V,2,43ª
504
Mateo 12:38-39

287
César A. Carrión

Humillémoslo y atormentémoslo para conocer hasta que punto se man-


tendrá firme y para probar su paciencia, condenémosle a una muerte humillante,
ya que, según él, Dios intervendrá a su favor.”505
Es imposible hoy saber si Jesús se comportó de este modo para forzar el
cumplimiento de las profecías o los autores de los evangelios utilizaron estos
escritos para completar las lagunas en la historia que conocían. Si las profecías
podían cumplirse tan exactamente, ¿Cómo es que no se cumplieron las que decían
que el Mesías se llamaría Emmanuel o la que el Mesías llevaría a Israel a
transformarse nuevamente en una potencia mundial? Como dijera anteriormente,
las únicas profecías que se cumplieron fueron aquellas sobre las cuales Jesús
podía forzar su ocurrencia. Y las que no, los autores evangélicos inventaron
historias con tal de que estas se verificasen. Como lo fue, por ejemplo, la del censo
que los obligó a viajar a Belén de Judá para su nacimiento, a pesar de que el censo,
quizás, nunca haya existido y aunque en estos se prohibía terminantemente
efectuar cualquier tipo de viaje ya que esto podría hacer que se equivocasen en el
recuento. No importaba que se lo conociese como “el Galileo” en vez de como “el
Judío”. Otro ejemplo es cuando hacen nacer a Jesús de una virgen, simplemente
porque así lo decía la versión de la Septuaginta, desconociendo que la versión
hebrea de la profecía de Isaías no hablaba de una “virgen” sino de una “joven”, es
en estos argumentos cuando se puede notar la intencionalidad de los autores.
Mentiras, omisiones, tergiversaciones, relatos contradictorios, hechos com-
pletamente ilógicos, nos introducen en un laberinto del cual se torna muy difícil
poder salir. A diferencia de Mahoma, del cual se conoce donde nació, si estaba
casado, si tenía hijos, quienes eran sus parientes, de Jesús no sabemos nada con
certeza. Desconocemos cuando y en donde nació, cuando murió, en que circuns-
tancias, si tenía hermanos, ¿quienes eran? ¿Estaba casado? ¿Tenía hijos? ¿Cómo
era físicamente, alto/bajo, gordo/flaco, con/sin barba, cabello corto/largo? Nada,
todo fue ocultado o ignorado. ¿A nadie le parece sospechoso que, de alguien que
fue tan importante, se conozca tan poco? ¿Por qué los historiadores contemporá-
neos no lo nombran, no lo conocen? O es que sí lo nombraban y los copistas
hicieron desaparecer todas las referencias simplemente porque no seguían el
dogma.

505
Sabiduría 2:12-20

288
JESÚS

CAPÍTULO XII

En la Cruz

Dependiendo del evangelio que tomemos como referencia, la actitud que


tuvo Jesús en la cruz varía mucho entre uno y otro. En unos se lo verá
“desesperado”, sufriente, clamando a Dios que lo hubiese abandonado. En otros
lo vemos sereno, dueño de sus actos, tranquilo, aconsejando a los presentes y
hasta efectuando citas en latín. Como siempre, la verdad, muy probablemente, la
hallemos en el punto medio entre ambos extremos.
Cuando el grupo arriba al huerto de Getsemaní y crucifican a los tres
prisioneros era, según Marcos, la hora tercia. Es decir, aproximadamente las
nueve de la mañana.
“Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de
la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»”506
Como dijera en los capítulos anteriores, era materialmente imposible que
en las tres horas que van desde el amanecer hasta la crucifixión se realizase el
juicio ante el Sanedrín, el primer juicio ante Pilatos, el interrogatorio ante
Herodes, el segundo juicio ante el procurador, la flagelación, el plebiscito entre
Jesús y Barrabas ante el pueblo y el viaje hasta el lugar de la ejecución. Todo en
menos de tres horas.
Reiteradamente los evangelios nos refieren que fue crucificado entre
medio de dos “ladrones”. También he explicado como la palabra griega “lestes”,
si bien significa delincuente, habitualmente también se utilizaba para hacer
referencia a los zelotas. Es en el texto de los Acta Pilatii, los Hechos de Pilatos, el
único lugar en donde se nos brinda cuales fueron los nombres de estos
delincuentes, Dimas a su derecha y Cystas a su izquierda. El nombre de Dimas
posiblemente derive del griego Dimakairos, que significa “el que tiene dos
espadas” y se denominaba de este modo a un tipo de gladiador provisto, como
dijera anteriormente, de dos espadas para defenderse y atacar, a diferencia del
resto que utilizaba una espada y un escudo. Con respecto al segundo
“delincuente” su nombre puede provenir de la palabra Kistos, que es un
guantelete de hierro o plomo que también era utilizado habitualmente por los
506
Marcos 15:25-26

289
César A. Carrión

gladiadores en sus peleas en el circo. Si bien, cuando uno imagina a los


gladiadores, piensa que eran todos más o menos la misma cosa, no era así en
realidad. Al ser una profesión, de esclavos pero pro-fesión al fin, debían optar
entre muy diversos estilos de lucha y múltiples tipos de armas. Nadie podía ser
un maestro en las diferentes armas y su vida dependía de la habilidad con que las
manejase. En el film “Gladiador” podíamos ver algunos de los tipos más
conocidos de esta profesión. Estaba el gladiador “Esedario” que luchaba desde un
carro, el “Reciario” que, a diferencia del resto, peleaba sin utilizar casco, armado
solo de un tridente y una red, también podía llegar a portar un puñal en el cinto
pero solo lo utilizaba como último recurso. Un contrincante habitual del reciario
era el “Secutor” o Perseguidor, al poseer muy poco equipo, una espada, un
escudo cuadrado pequeño y un casco redondo, eran muy ágiles en la lucha cuerpo
a cuerpo y también muy peligrosos. También estaba el gladiador “Tracio” que
estaba armado de un pequeño escudo redondo, casco, grebas 507, una protección en
el brazo derecho y una pequeña espada curva. Su oponente habitual era el
“Hoplómaco”, que poseía un armamento bastante parecido, un casco total-mente
cerrado, un escudo redondo de metal, su brazo derecho estaba protegido por una
manica acolchada con algodón, sus piernas estaban protegidas, al igual que el
Tracio, con grebas, su abdomen estaba cubierto por un cinturón algo más ancho
que lo normal llamado balteus y su armamento eran una lanza y una daga. Otro
tipo de gladiador era el “Mirmillón”, que combatía con el gladiador Tracio y el
Reciario, armado con una espada y protegido solamente con un pequeño escudo y
por un casco que llevaba, como divisa, la figura de un pez.
Es interesante notar el hecho que el cristianismo primitivo no utilizase la
cruz como insignia o símbolo que los representase sino que, en su lugar, hayan
optado por la imagen de un pez. El motivo de su elección no fue un hecho casual,
tampoco estaba relacionado con la existencia, como vimos anteriormente, de un
tipo de gladiador que portaba una insignia con este símbolo, la explicación esta
vinculada con las primeras letras de cada una de las palabras con las que se lo
denominaba a Jesucristo, estas formaban la palabra ICHTYS508, que era semejante a
la que designa al pez en latín, Ictos.
Volviendo al tema de los gladiadores, me llama poderosamente la
atención que casualmente los dos prisioneros que fueron crucificados junto a Jesús
hubieran poseído alias relacionados con lo que podría asociarse al trabajo de
gladiador dado el significado que poseía cada uno de ellos. Si pensamos, como se
ha ana-lizado en el capítulo relacionado al primer intento de crucifixión, que estos
dos “ladrones” fueron arrestados junto con el Mesías el día en el que él atacó a los
cambistas del templo, quizás estos dos personajes hayan sido guardaespaldas de
Jesús y es por ese motivo que uno de ellos le recriminaba el que no los salvara
mientras que el otro lo defendía.

507
Era una pieza de armadura antigua que cubría desde encima de la rodilla hasta la base
del pie, similar a la actual canillera que utilizan los jugadores de fútbol.
508
Jesucristo, hijo de Dios, Salvador (Evangelio de los Egipcios, Colofón).

290
JESÚS

“Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo?


Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no
temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos
lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.» Y
decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.» Jesús le dijo: «Yo te
aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»”509
Aquí hay varios puntos controvertidos, el primer delincuente le reclamaba
que hiciera un milagro que los liberase. El solo hecho que Jesús reclamase para sí
ser el Mesías no lo obligaba, de ninguna manera, a realizar milagros. De los
diferentes Mesías que surgieron antes y después de Jesús ninguno fue conocido
por realizar prodigios, solamente Jesús. Esto es porque el tipo de mesianismo que
Jesús pretendía construir estaba basado, no solo en el derecho legal que lo asistía
por ser descendiente de David, sino también porque Jehová demostraba su apoyo
a través de sus milagros, esto es algo que era capaz de realizar porque mantenía
una conducta de santidad, de obediencia a la Toráh y de amor a Dios. El segundo
prisionero le pide que se acuerde de él cuando venga su reino, ¿esto que signi-
fica?, que, al menos este último, continuaba creyendo que Jesús era capaz de
resucitar a los muertos, tal como lo había hecho con Lázaro y también estaba
seguro que Jesús resucitaría para instaurar el reino prometido. Lo llamativo es lo
que le respondió Jesús: “hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Todos aquellos que
han estudiado catecismo saben que Jesús, luego de haber muerto, descendió a los
infiernos y que tres días más tarde, cuando lo encuentra María Magdalena,
todavía no había subido al Padre.510 ¿Jesús mintió? ¿Engaño al ladrón o le mintió
a la Magdalena? No acompañó al Paraíso al pobre crucificado, lo dejó solo o ya
había ascendido hasta el Padre pero no deseaba que María lo tocase. ¿Cuál de
todas estas posibilidades es cierta? Seguramente esta promesa no salió realmente
de la boca de Jesús, sino que fue agregada por el escritor evangélico para sustentar
el pensamiento de algunos sectores que creían en la existencia de un paraíso
celestial al cual uno ascendería después de muerto, y en contra de otros que
pretendían que, luego de producida la muerte, el cadáver permanecería en una
especie de estado suspendido hasta la llegada del día del juicio final en el que
todos resucitarían para ser juzgados. Incluso en la actualidad los Testigos de
Jehová sustentan esta última postura basándose en las palabras de Eclesiastés
“Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, y no hay
ya paga para ellos, pues se perdió su memoria.”511
Tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento existen textos que
sustentan una u otra teoría, lo que no podemos saber cual era el pensamiento de
Jesús, porque, en una ocasión, cuando fue interrogado acerca de lo que sucedería
el día de la resurrección en el caso de los matrimonios leviráticos respondió que
“en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas
marido”512. También apoyó la otra forma de pensamiento cuando relató la
509
Lucas 23:39-43
510
Juan 20:17
511
Eclesiastés 9:5
512
Lucas 20:35

291
César A. Carrión

parábola de la muerte de Lázaro, donde refería que cuando él muere asciende a


los cielos mientras que el rico desciende para ser torturado en el infierno y todo
esto sucedía mientras los parientes y amigos del segundo seguían vivos, por lo
que el hombre rico pedía volver a la tierra para advertirles a los que aún
quedaban vivos. Así es como, dado que Jesús apoyaba una u otra postura
dependiendo del público que lo escuchase o, lo que considero más probable, de
las intenciones del autor que escribiera cada evangelio, no podremos saber nunca
cual era realmente su postura. Entonces, como dijera anteriormente, no sabemos si
Jesús le efectuó o no esta promesa al “ladrón” crucificado a su diestra, pero las
palabras que emitieran los delincuentes son bastante razonables y pueden que
hayan sido ciertas, quizás no palabra por palabra pero sí la idea general. Las
palabras del “ladrón malo” nos confirman que Jesús fue crucificado por erigirse
como rey ungido, como Mesías, de hecho el título que colocaron sobre la cruz
decía textualmente “Rey de los judíos”, afirmando que el delito por el cual fue
sentenciado era proclamarse rey sin la autorización previa del emperador romano.
¿Y cuál fue la actitud que tomó Jesús mientras se encontraba en la cruz y
era insultado hasta por los delincuentes que se encontraban a su lado? Según lo
que nos relata Marcos toma una actitud desesperada y le reclama al Señor que lo
hubiese abandonado.
“A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?»,
que quiere decir -«¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»513
Primero, me cuesta creer que, si ya llevaba seis horas de crucificado y
estando a pocos minutos de morir, le quedasen fuerzas suficientes como para
poder gritar “con fuerte voz”. Pero lo que sí creo que fuera posible es que aquellas
hayan sido algunas de sus últimas palabras. Veamos por qué. Antes de comenzar
el análisis deberemos leer detenidamente de qué modo comienza el Salmo 22, que
es, en definitiva, el que cita Jesús cuando realiza ésta exclamación.
“Dios mío, Dios mío,
¿Por qué me has abandonado?
¿Por qué no quieres salvarme?
¿Por qué no atiendes a mis lamentos?
Dios mío, día y noche te llamo y no respondes,
¡No hay descanso en mi!”514
Entonces podemos ver que, en realidad, lo que hizo Jesús fue comenzar a
recitar este salmo, en voz alta primero, que fue, posiblemente, lo que escucharon
aquellos que se encontraban presentes, y el resto del salmo, por falta de fuerzas,
debió continuar recitándolo en voz más baja, si es que pudo continuar, dado que
sus fuerzas flaqueaban y era poco probable que pudiese seguir recitando en el
mismo volumen en el cual inició. Con respecto a la respuesta que dan los
513
Marcos 15:34
514
Salmo 22:1-3

292
JESÚS

presentes, incitándolo a que se libere a sí mismo, podemos encontrar una réplica


semejante en el trascurso del mismo Salmo.
“¡Soy el hazmerreír de la gente!
Los que me ven, se burlan de mí,
Me hacen muecas, mueven la cabeza y dicen:
«Éste confiaba en el Señor, pues que el Señor lo libre.
Ya que tanto le quiere que lo salve».”515
Esta simetría entre lo que Jesús recitaba y la supuesta respuesta que le
daban los presentes, haciendo coro con sus palabras, hace pensar que, lo que los
evangelistas ponen en la boca de los sacerdotes y del pueblo, haya sido una extra-
polación para poder hacer coincidir el salmo que recitaba Jesús con los hechos que
iban aconteciendo. Cosa que no era necesaria, básicamente, dado que este salmo
no es, precisamente, una profecía acerca del Mesías. Aunque actualmente sí se la
utiliza de esta forma dado su coincidencia con los relatos evangélicos. Nueva-
mente la imagen del perro mordiendo su propia cola. La coincidencia entre
ambos, el Salmo y el evangelio, es tan precisa que el primero incluso hace referen-
cia de como se repartieron sus ropas en el transcurso del relato que nos realiza el
segundo.
“Se han repartido mi ropa entre sí, y sobre ella echan suertes.”516
La concordancia entre el relato evangélico y su contraparte es tan asom-
brosa como sospechosa, lamentablemente la última de las súplicas que realiza el
autor de este salmo no se cumplió en Jesús.
“¡No te alejes! ¡Ven pronto en mi ayuda!
Líbrame de morir a filo de espada,
No dejes que me maten esos perros,
Sálvame de la boca de esos leones…”517
Como sabemos, Dios no concurrió a su rescate, si bien no murió por la
espada sino en la cruz. A pesar de que no permaneció en este estado por mucho
tiempo ya que resucitó, su muerte se produjo al fin y al cabo. Todo este salmo es
hermoso, pero, lamentablemente, demasiado extenso como para poder incluirlo
en forma íntegra, a pesar de esto les recomiendo, a aquellos que estén interesa-
dos, leerlo en forma completa.
Al menos, en teoría, Jesús solamente permaneció en la cruz seis horas, ya
que fue crucificado en la hora tercia y fallece en la hora nona, es decir que fue
izado en la cruz a las nueve de la mañana y muere aproximadamente a las tres de
la tarde. Esto es muy llamativo, al menos para el tipo de ejecución que es la cruz.
515
Salmo 22:6-9
516
Salmo 22:18
517
Salmo 22:19-21

293
César A. Carrión

Este tipo de condena estaba diseñado expresamente para que el prisionero


sufra un tormento indecible y prolongado, habitualmente pasaban días enteros
hasta que fallecía y, en definitiva, este era el objetivo. De hecho el mismo Cicerón
nos refiere que la crucifixión era “atroz, el más terrible y cruel de los castigos”.
Previamente a la jornada de la ejecución se plantaba un pilar en el suelo,
de aproximadamente 1,80 a 2 metros de altura, recordemos que el promedio de
altura de los israelíes era de 1,60 metros. A pesar de la imagen que tenemos de la
crucifixión el acusado no se encontraba muy por encima del resto de los presentes
y sus pies podían llegar a estar a 20 cm del suelo. Si uno lo piensa detenidamente
esto no carece de lógica, ¿con que necesidad se colocarían a los prisioneros a un
nivel mayor? Cuanto mayor fuera la altura en la cual se ubicara al reo, mayores
serían las dificultades para izarlo, dado que el prisionero era clavado al patibulum
o travesaño previo a que este fuera situado en el stipes.
Existían varias formas de fijar al prisionero a la cruz, la primera era la de
atarle los brazos, con cuerdas, al patibulum. También se lo podía clavar, ya sea del
modo en el que aparece Jesús en las imágenes que lo representan, es decir, a
través de sus palmas, pero, como de este modo las manos no podían soportar el
peso del propio cuerpo, ya que éstas se le hubiesen desgarrado, el peso del cuerpo
se descargaba en las cuerdas que lo sujetaban, por lo que los clavos de las manos
solo servían para mantenerlo quieto y aumentar el dolor. Un segundo modo era
que los clavos atravesasen las muñecas, ya sea a través del carpo, como del
espacio interóseo, es decir, en la porción más distal del espacio existente entre el
cúbito y el radio.
El carpo es un grupo de pequeños huesos ubicados en la muñeca y por
entre medio de los cuales pasaría el clavo que se utilizaba para fijarlo a la cruz.
Este posee una forma acanalada que se completa hacia delante con un ligamento,
el ligamento anular, formando entre ambos lo que se conoce como el conducto
carpiano. Por dentro de este conducto pasa un nervio, el nervio Mediano, que está
destinado a recoger información sensitiva a los tres primeros dedos de la mano.
Por este conducto pasan también los tendones de los flexores de los dedos.
Cuando el clavo atraviesa la muñeca desgarra el nervio Mediano y produce una
sensación de descarga eléctrica terriblemente dolorosa que recorre todo el
miembro superior. Esta era de tal intensidad que todo el cuerpo se contorsionaba
por este motivo, por ello es que eran necesarios varios soldados para conseguir
inmovilizarlo.
Una vez que se clavaba al prisionero en el patibulum, se procedía a izarlo
con el objetivo de encajar el stipes dentro del agujero central que poseía el
travesaño. Luego de acomodar el patibulum, se fijaban los miembros inferiores al
stipes. Existían varias formas de llevarlo a cabo. Se podían colocar los pies a ambos
lados del stipes y clavar los tobillos o los talones con un clavo que atravesaba
transversalmente cada pie. Otra manera de inmovilizarlos era colocar un pie sobre
el otro en la cara anterior de la cruz y fijarlos solamente con un clavo que los
atravesase a ambos al mismo tiempo. Al colocar el pie contra el madero se
hiperextendía la articulación del tal modo que quedaba expuesto el cuello del

294
JESÚS

astrágalo, por este punto era por donde pasaba el clavo. A diferencia de los clavos
que podían atravesar las muñecas sin fracturar ningún hueso, no se podía evitar
quebrar el cuello astrágalo cuando se lo intentaba traspasar. Este sitio es el punto
más delgado de toda la estructura ósea del pie, el resto del macizo tarsiano posee
un grosor tal que torna muy difícil el poder atravesarlo por algún otro lugar.
Se pueden encontrar diversas representaciones de la crucifixión
mostrando una especie de plataforma que servía de apoyo para los pies y,
simultáneamente, cada uno de ellos, son fijados por medio de un clavo en forma
independiente a dicha plataforma. De esta forma, no es necesario que el clavo
perfore el hueso ya que, el mismo, se clava en el espacio existente entre los huesos
metatarsianos. La realidad es que este tipo de apoyo recién se agregó en el siglo III
de nuestra era. Es decir que las crucifixiones no se realizaban de esta forma en la
fecha que ahora nos ocupa.
Otro elemento que podía utilizarse en la cruz era la sédula, una especie de
asiento de madera que presentaba el aspecto de una vara curvada hacia arriba y
con un borde filoso en la parte superior. Se colocaba entre las piernas y cuando el
prisionero deseaba “descansar” sus pies adoloridos, se apoyaba en esta especie de
asiento, aunque después de muy poco tiempo el borde filoso comenzaba a in-
crustarse y cortar la piel del escroto y las nalgas.
Como hemos visto, cada una de las partes de la cruz estaba expresamente
diseñada con el objetivo de aumentar el dolor del delincuente. El sufrimiento que
padecía cada una de las personas que fueron crucificadas a lo largo de la historia,
es indescriptible. El dolor no era el único problema que los condenados debían
soportar, recuerden que no nos encontramos en un lugar fresco y apacible. Los
crucificados debían padecer el calor abrasador, la sed, estaban obligados a evacuar
sobre su misma persona por lo que terminaban chorreando orines y materia fecal
sobre sus propias piernas, circunstancia que atraía a una legión de moscas, que
empeoraba aún más las molestias y sufrimientos del delincuente. El hecho que se
los crucificase con los brazos abiertos y que el peso de su cuerpo dependiera de la
fuerza que pudieran desarrollar con sus miembros, tanto los superiores como los
inferiores, provocaba que luego de relativamente poco tiempo los prisioneros
comenzasen a tener dificultad para poder respirar adecuadamente.
Los músculos que intervienen en la respiración son múltiples y los que se
ocupan activamente de esta varían dependiendo de las circunstancias. El músculo
inspiratorio más importante es, sin dudas, el diafragma, que, por otro lado, se ve
poco afectado por el hecho de pender en una cruz, pero para poder desarrollar
completamente su acción es asistido por los músculos pectorales, serratos,
esternocleidomastoideos y, en menor medida, los intercostales. La espiración
habitualmente es efectuada por una simple retracción elástica, no así la espiración
forzada en la cual sí intervienen los músculos abdominales en forma activa. En ese
momento respiratorio los músculos que actúan son los oblicuos, mayor y menor, y
el recto anterior. Los que se ven sometidos a un mayor esfuerzo durante la
crucifixión son los serratos y los pectorales. Estos músculos, al estar unidos tanto a

295
César A. Carrión

los miembros como al tórax y son mantenidos a tensión mientras el cuerpo


permanece colgado.
Cuando a un músculo se lo obliga a trabajar en forma continua termina
acumulando una sustancia llamada ácido láctico que es un producto de la meta-
bolización incompleta del azúcar. A medida que el ac. láctico va acumulándose,
produce, como primer consecuencia, lo que llamamos la fatiga muscular, que se
percibe como una sensación de cansancio que aumenta progresivamente. Si no se
le permitiera al músculo recuperarse por medio del reposo, a medida que se eleva
el nivel de ácido láctico, comienza a producir un intenso dolor, terminando,
finalmente, por acalambrarse y causando un dolor lacerante, semejante al del
músculo desgarrándose. Cualquier persona puede fácilmente experimentar que es
lo que se siente en estas circunstancias, basta con flexionar el brazo colocando la
mano detrás de la nuca y contraer el músculo bíceps en forma sostenida. Cuando
comiencen a percibir una sensación de cansancio deben mantener la contracción,
luego de desarrollar esta actividad por menos de un minuto comienzan a experi-
mentar un dolor, que se va tornando cada vez más intenso conforme pasa el
tiempo. Si tienen la suficiente presencia de ánimo como para continuar el
experimento hasta que el dolor se haga insoportable, podrán llegar a formarse una
idea aproxi-mada de lo que siente una persona durante la crucifixión. Pero la
noción que podamos darnos acerca del dolor que sufre el crucificado va a ser muy
pobre si tan solo la comparamos con lo que nosotros mismos podemos
experimentar dado que en él, a diferencia nuestra, el dolor abarca todo el costado
y frente del tórax. Además, y para empeorar aún más las cosas, este se agrava con
cada una de las sucesivas inspiraciones.
Después de un corto tiempo de permanecer colgados, dado que los
músculos respiratorios son los que están sometidos a un mayor esfuerzo, en cada
oportunidad en la cual estos intervienen se produce una contracción espasmódica
tan dolorosa que termina frenando la inspiración, tornando imposible la adecuada
oxigenación pulmonar. A medida que los músculos respiratorios se fatigan, el
prisionero, con el objetivo de evitar esto último y así poder continuar respirando,
debía apoyarse en sus pies lastimados para “descansar” los músculos serratos y
pectorales. Esto es algo que les producía un intenso dolor, aunque, al mismo
tiempo, les permitía poder efectuar unas pocas bocanadas de aire y así aliviar los
espasmos musculares. Este ciclo se repite muchas veces durante el transcurso de
las horas y, en ocasiones, días enteros, dependiendo de las fuerzas del crucificado.
Si bien el método de la crucifixión era terriblemente despiadado, los
romanos conocían múltiples técnicas para acortar la tortura, de tal modo que el
prisionero pudiese morir en una forma mucho más rápida. De todas estas, la
manera más sencilla, era la de crucificarlos cabeza a bajo, esto hacía que la sangre,
lentamente se acumulase dentro del cráneo. A medida que transcurrían los
minutos la presión hidrostática de ésta aumentaba progresivamente, haciendo que
los vasos cerebrales terminaran rompiéndose, produciendo múltiples áreas de
sangrado. Al mismo tiempo, a causa de que la sangre venosa no puede retornar
hacia el corazón y que, por ello, acaba acumulándose en las venas encefálicas, la

296
JESÚS

sangre arterial no puede circular como para poder continuar llevando oxígeno
hacia el cerebro, por lo que éste deja de funcionar gradualmente, el crucificado
comienza a embotarse, a no pensar claramente, terminando por perder el cono-
cimiento luego de, aproximadamente, 45 minutos a una hora. A continuación,
transcurre muy poco tiempo antes de que el cerebro comience a sufrir infartos
hemorrágicos que terminan llevando a la muerte al delincuente. Este era el
método más “piadoso” de crucifixión dado que los prisioneros morían más
rápida-mente. Desde el momento en el que se realizaba la crucifixión hasta que se
constataba el óbito podían cumplirse un par de horas a lo sumo. En cambio, con el
método anterior, podían transcurrir varios días.
Otras medidas que solían adoptar era la de fracturarles ambas piernas con
una masa, a este acto se lo denominaba crurifragium y, a pesar de parecernos
sanguinario, era un acto de piedad, dado que al no poder incorporarse sobre sus
miembros para poder respirar, fallecían mucho más aceleradamente a causa de la
asfixia y no luego de haber transcurrido varios días como producto de la
deshidratación, insolación y colapso orgánico multisistémico.
Los evangelios nos refieren que no fue necesario efectuarle la crurifragium
a Jesús dado que ya había muerto cuando los soldados romanos deciden frac-
turarle sus miembros inferiores a los prisioneros. Los autores evangélicos explican
que esto sucedió de este modo debido a que era necesario que se cumpliese la
profecía:
“Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará
hueso alguno.”518
La utilización de esta profecía, a la cual hace referencia Juan, está, quizás,
un poco traída de los pelos ya que ésta es una norma emitida por Moisés que está
relacionada con cordero pascual y no con el Mesías.
“Se ha de comer dentro de casa; no sacaréis fuera de casa nada de carne, ni
le quebraréis ningún hueso.”519
Por otro lado existe también una profecía que anuncia que no se le
quebraría ningún hueso al “Justo de Yahvé”.
“Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libera Yahvé; todos
sus huesos guarda, no será quebrantado ni uno solo.”520
Lo que aquí no coincide es el sentido, dado que en este salmo se nos
expresa que Yahvé protegerá a su enviado y no permitirá que sufra ninguna
lesión. Pero, aunque no le hayan fracturado las piernas, los escritores evangélicos
olvidan que cuando es clavado en la cruz los clavos fracturarían los pequeños
huesos de la muñeca y, aunque esto no se produjera, es imposible que no se hayan
fracturado los cuellos de los astrágalos al atravesar sus pies. Quizás es por este
motivo que las representaciones de Jesús en la cruz lo muestran con los clavos
518
Juan 19:36
519
Éxodo 12:46
520
Salmo 34:19-20

297
César A. Carrión

atravesando las palmas de sus manos y la porción anterior de sus pies, por entre
los huesos del metatarso y no a través del tarso.
Lo que considero más probable es que Jesús haya decidido beber el
Sekaron antes de correr el riesgo de que le fracturasen las piernas dado que esto
complicaría terriblemente su salida del sepulcro luego de la “resurrección”, así
también como el poder encontrarse con sus discípulos.
Habitualmente, a los condenados, se les solía dar de beber vinagre o vino
con mirra, lo que se traducía en un aturdimiento alcohólico que disminuía la
percepción dolorosa. En el caso de Jesús no podremos nunca llegar saber que fue
exactamente lo que le ofrecieron de beber, pero pudo haberse tratado de vinagre o
al menos eso es lo que nos refieren los evangelios de Juan y Mateo:
“Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó
en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber.”521
“Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo
una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.”522
Aunque el mismo Mateo no refiere que lo que le ofrecieron de beber en un
primer momento fue vino con hiel: “le dieron a beber vino mezclado con hiel;
pero él, después de probarlo, no quiso beberlo.”523
¿No le pareció sospechoso a Mateo que Jesús rechazara el vino pero luego
aceptase beber vinagre sin poner reparos? Según Juan luego de beber el vinagre
que le ofrecieron inmediatamente “fallece”.
“Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Consumatum est». E inclinando la
cabeza entregó el espíritu.”524
¡Cuanta entereza y que casualidad! Bebe y muere, si le hubiesen adminis-
trado un veneno en vez de vinagre, hubiese tardado más tiempo en hacer efecto.
De hecho lo que siempre ha llamado la atención son estos dos sucesos, el escaso
tiempo en el que permaneció en la cruz y el que haya fallecido inmediatamente
después de haber bebido el vinagre.
Con respecto a lo rápido que se produjo su muerte fue extraño incluso
para los contemporáneos de Jesús y aún hasta para el mismo procurador. Cuando
Arimatea se presenta ante Pilatos para pedirle el cuerpo del Salvador, este se
asombra de que ya hubiese muerto.
“…vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba
también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilatos y pedirle el
cuerpo de Jesús. Se extraño Pilatos de que ya estuviese muerto y, llamando al

521
Mateo 27:48
522
Juan 19:29
523
Mateo 27:34
524
Juan 19:30

298
JESÚS

centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. Informado por el centurión,


concedió el cuerpo a José.”525
¿Por qué se extrañó Pilatos? Sencillamente porque se esperaba que un cru-
cificado viviese varios días y no que hubiera muerto a las pocas horas de haberlo
colgado. Es en este punto en donde se puede intuir que todos los acontecimientos
que llevaron a la ejecución de Jesús fueron planeados hasta el más mínimo detalle
por él mismo. Obviamente no estoy diciendo que la crucifixión fue una simula-
ción ni que Jesús se puso de acuerdo con Pilatos para aparentar su muerte, sino
que sopesó las reacciones más probables de cada uno de los actores para así
inducirlos a que lo crucificasen y entonces poder “resucitar” en forma gloriosa. Si
Jesús había soñado con resucitar después de su muerte, ¿cómo podemos imaginar
que planeó conseguirlo?
Como explicara en el capítulo acerca de los milagros de Jesús, es probable
que él pusiese a prueba el método ideado utilizándolo con su amigo y, quizás,
cuñado, Lázaro. Si ustedes recuerdan bien, Lázaro permaneció sepultado
alrededor de cuatro días.
“Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en
el sepulcro.”526
Jesús le manifestó a sus discípulos reiteradamente que él permanecería en
la tumba durante tres días. Posiblemente el objetivo de este primer ensayo fue
evaluar cuanto tiempo era el que necesitaba dejar transcurrir, dependiendo la
dosis que utilizase de Sekaron, antes de que se presentasen a rescatarlo. Segura-
mente Lázaro le manifestó que, en el momento en el cual Jesús concurrió a su
tumba, llevaba ya uno o dos días despierto, por lo que, entonces, llegó a la
conclusión de que, con una dosis semejante, sus discípulos podían ir a verificar si
había resucitado más o menos al tercer día.
Veamos la descripción de los hechos que acontecieron ese día según lo que
nos refiere Mateo.
“Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá
sabactaní?», esto es: « ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Al
oírlo algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste.» Y enseguida uno
de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola
a una caña, le ofrecía de beber. Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene
Elías a salvarle.» Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el
espíritu.”527
Noten aquí como el relato nos hace pensar que la frase “¡Dios mío, Dios
mío! ¿por qué me has abandonado?” era una contraseña entre Jesús y el que corre
a darle de beber. ¿Qué necesidad tenía de correr, a menos que esa fuera la señal
que utilizara Jesús para manifestar que estaba llegando al límite de sus fuerzas?

525
Marcos 15:43-45
526
Juan 11:17
527
Mateo 27:46-50

299
César A. Carrión

Cuando Jesús “entregó su espíritu” imagino que se limitó a dejar caer el


rostro sobre su pecho, dado que en aquella época no había forma médica de
determinar la muerte, el simple hecho de estar desmayado o sedado podía llegar a
interpretarse como si ya estuviese muerto. Para comprobar efectivamente el
deceso del prisionero existía, entre los soldados, un oficial especialmente asignado
a este fin denominado Exactor Mortis. Este oficial habría sido el que clavó la
punta de su lanza en el costado de Jesús, la falta de respuesta de este era lo que
certificaba que no estuviese simulando. Cuando el soldado romano realizó esta
acción, según Juan, de la herida brotó agua y sangre. 528 Siendo Juan el único
evangelista que nos relata esta anécdota solamente disponemos de los datos que
él nos provee, pero estos son extremadamente exiguos, tan solo nos relata que fue
atravesado por una lanza y el resto pertenece al terreno de las leyendas.
Cuando observamos las imágenes de Jesús en la cruz podemos ver que
uno de sus estigmas es la herida en su costado, pero extrañamente esta se ubica en
el costado derecho en lugar del izquierdo. Si la intención era comprobar si
sangraba, sinónimo de que aún vivía, lo lógico era que la lanza la hubiera clavado
en su flanco izquierdo, directamente en su corazón. Al introducirla desde su
costado derecho la lanza primero debía atravesar el lóbulo pulmonar inferior
hasta alcanzar la aurícula derecha. Si bien la elección del flanco nos extraña, al
mismo tiempo nos permite comprender el motivo por el cual de la herida manó
“agua y sangre”. Podemos suponer que luego de haberse realizado la flagelación,
muy probablemente, Jesús sufriera, lo que llamamos, un “derrame pleural”, es
decir que, a causa de una irritación traumática de las membranas que envuelven a
los pulmones, éstas produjeron un líquido acuoso que colapsaba el pulmón y le
impedía respirar. Cuando Longinos clavó su lanza permitió que este exudado
fuera expulsado, algo que, al menos transitoriamente, lo benefició y le permitió
mejorar su respiración, al menos mientras el líquido continuara fluyendo. Simul-
táneamente con el drenaje del líquido brotó sangre tal como se esperaría que
ocurriese en cualquier herida. Si Jesús hubiera estado muerto al momento en el
cual fue herido, no habría podido sangrar dado que esto solamente ocurre
mientras el corazón sigue latiendo, si la sangre no circula, a los pocos segundos de
producirse la muerte, esta se coagula completamente dentro de los vasos.
En el próximo capítulo veremos que fue lo que terminó sucediendo, por el
momento, volvamos un paso hacia atrás y continuemos analizando los hechos
sucedidos el día de la Pasión.
Mientras Jesús se encontraba en la cruz, ¿quiénes eran los que se
encontraban presentes? Según el evangelio de Juan, de entre todos los discípulos,
solamente asistieron ese día “su madre y la hermana de su madre, María, mujer
de Clopás, y María Magdalena”. 529 La forma en la cual está redactado este frag-
mento torna difícil la correcta interpretación, estaban presentes cuatro mujeres: la
esposa de Clopás, la virgen María, su hermana y María Magdalena, o eran, en
realidad tres: la virgen María, su hermana, que también se llamaba María y estaba
528
Juan 19:34
529
Juan 19:25

300
JESÚS

casada con Clopás, y María Magdalena. Es extraño que la hermana de la virgen se


llamase también María. Si la primera forma de interpretar el texto es la correcta,
¿quién era esta María, esposa de Clopás? Incluso podemos preguntarnos, ¿quién
era Clopás? En ninguna parte, ni en el antiguo o el nuevo testamento, se cita a un
Clopás, ni siquiera podemos esperar a que el Nuevo Testamento nos brinde la
más mínima explicación acerca de quien era este personaje. Es difícil poder com-
prender cuales eran las intenciones del autor evangélico al efectuar una aclaración
que no aclara absolutamente nada. Aparentemente, el público que escuchaba o
leía este relato, sabía de quien se trataba. Quizás fuese un personaje notorio, ya
sea porque pertenecía a la nobleza o por haber alcanzado un cargo elevado dentro
de la jerarquía eclesiástica primitiva. Algunos autores piensan que esta María es la
misma que la que se conocía como Mariamne, alias Cleopatra de Jerusalén, “hija”
de Clopás, esposa de Herodes el Grande y madre de Herodes Filipo. Si esta
hipótesis es correcta, entonces la virgen María era cuñada de Herodes el Grande y
Jesús era, por ende, un familiar político del rey y de sus hijos. Posiblemente, por
este motivo, Jesús fuera conocido entre los miembros de la nobleza de Jerusalén.
¿Qué tan probable es que esto sea cierto? Personalmente dudo mucho acerca de la
realidad de estas afirmaciones, no existe ningún relato, sagrado o profano,
canónico o apócrifo, que nos refieran algo semejante. Creo que la relación es muy
tangencial, sustentar todo un castillo deductivo de relaciones parentales
basándose tan solo en una conexión tan tenue, me parece extremadamente
forzado. Prefiero pensar que Jesús era solamente un aspirante al trono de David,
perteneciente a la familia real legítima.
Al mismo tiempo, también me parece algo muy difícil de creer que un
padre llamase a sus dos hijas con el mismo nombre, María. Si bien éste era muy
común en la Israel del siglo primero, aceptar la idea de que haya sido tan popular
como para que lo eligiera para sus dos hijas, es algo completamente inaceptable.
Otra cosa extraña es que este sea el único lugar, en toda la Biblia, en la cual se nos
refiere que María poseía una hermana, sea ésta o no la esposa de Clopás. En
ningún otro sitio, dentro de los evangelios canónicos, se hace referencia a que ella
poseyera una hermana, incluso en los evangelios apócrifos se manifiesta, expresa
y reiteradamente, que María era la única hija de Ana y Joaquín, y por este motivo
es que se la habían dado en custodia al anciano José luego de que ellos hubiesen
muerto.
Pequeños detalles como los que acabo de detallar, son los que han
sustentado la hipótesis de que quien efectivamente escribió el “Evangelio según
Juan” fue un testigo presencial de la crucifixión, o que al menos, la persona que
llevó a cabo efectivamente la redacción, lo hizo basándose en datos obtenidos de
primera mano.
Vimos anteriormente como José de Arimatea se presentó ante Pilatos para
reclamar el cadáver del Mesías, pero, ¿en calidad de qué lo hizo? Me refiero a que
solamente los familiares directos poseían el derecho a reclamar el cadáver de un
prisionero ejecutado, si José no se encontraba entre éstos entonces no estaba
posición de reclamar absolutamente nada. Además, Jesús era un reo condenado

301
César A. Carrión

por laesa maiestatis, es decir, por violación de la soberanía del emperador y no


tenía ningún derecho a ser enterrado. En primer lugar los condenados que
hubieran muerto en la cruz, habrían permanecido en ella hasta que fuera un
hecho irrefutable que estuviesen muertos, me refiero a que recién se les otorgaba a
los familiares la autorización para descolgarlos cuando los cadáveres comenzaban
a descomponerse y, en ocasiones, ni siquiera en ese momento, dado que los
romanos solían mantenerlos en la cruz hasta el momento en que los animales
carroñeros comenzaban a comerlos, al menos en parte. En el supuesto caso que
autorizasen descolgar el cadáver, éste sería sepultado en una fosa común o “fossa
infamia” y no en una tumba particular. Podría suceder que, en el caso de un
prisionero que perteneciese a la nobleza, se hiciera una excepción y se autorizase
un entierro ritual, pero no fue este el caso, dado que Jesús era un “pobre
carpintero de Galilea”. Las opciones son estas, o Jesús fue sepultado en una fosa
común en lugar de una tumba particular o mereció un sepulcro acorde a su
nobleza y, por lo tanto, no era un “pobre carpintero de Galilea” como se nos pinta
en los textos evangélicos.
¿Qué sabemos acerca de José de Arimatea? En realidad no es mucho lo
que se conoce. La primera oportunidad en la que se lo cita es inmediatamente
después de que Jesús falleciera. En esta ocasión, los cuatro evangelios nos
describen como se presentó ante Pilatos para reclamar el cuerpo del Mesías, pero
luego de cometer esta heroica acción desaparece completamente de la historia
bíblica. Los Hechos de los Apóstoles no nos describen que fue de su vida, si fue
apresado, si continuó perteneciendo al Sanedrín o si decidió dejar de ser un
discípulo cristiano. En el caso de que hubiera tomado esta decisión, ¿que fue lo
que motivó que abandonase el movimiento cristiano? Dado que todo lo que
creemos saber pertenece, básicamente, al territorio de la leyenda no debemos
aceptar ciegamente los hechos que se nos narran sino que estamos obligados a
dudar de todo, incluso del origen de su propio nombre.
Al igual de lo que sucede con otros personajes que hemos analizado en el
presente libro, el hecho que sea conocido como “José de Arimatea”, nos hace
suponer que él era originario de esa misma ciudad, es decir, de Arimatea. No
existen referencias acerca de esta localidad en ninguna parte del antiguo
testamento. Actualmente se desconoce cual pudo haber sido exactamente su
emplazamiento, se supone que pudo tratarse de Ramataim-zofim. Esta ciudad,
también conocida como Ramá, se encontraba en las sierras del territorio de Efraín,
a unos 33 Km. al noroeste de Jerusalén. Pero no es esto lo que nos describe el
evangelio de Lucas, ya que, según él, Arimatea era una ciudad de Judea.
“Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y
justo, que no había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea,
ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.”530
Las únicas referencias existentes en relación a esta ciudad son las que nos
brindan los mismos evangelios, no existen textos independientes a estos que nos

530
Lucas 23:50-51

302
JESÚS

aclaren su situación. Tanto la forma griega de la palabra Arimatea, αριμαθαία531,


como la hebrea, ar-ee-math-ah'ee-ah, que figuran en los textos sagrados, no hacen
más que afirmar la realidad de su teórica existencia sin aportar datos acerca de su
situación, su antigüedad o su importancia, está en nosotros si les creemos o no,
pero lo que sí estamos obligados es a interrogarnos si tras este nombre se oculta
algún otro dato cuya importancia, los autores evangélicos, deseaban que perma-
neciera ignorado.
Si bien Lucas nos asegura que José de Arimatea pertenecía al consejo del
Sanedrín, no existe ningún texto, independiente de los evangelicos, que nos
refiera algo semejante. Según Joachim Jeremías, no existen textos de origen hebreo
que nombren a ningún José de Arimatea formando parte del Sanedrín, así como
tampoco se hace referencia a ningún Nicodemo, como perteneciente al consejo en
la época que nos ocupa, a pesar de lo que nos afirma el Nuevo Testamento.
Algunas tradiciones nos refieren que, en el momento de la crucifixión, José
recogió la sangre del Salvador en el cáliz que éste utilizara en la última cena, luego
se dirigió hacia Egipto, en donde permaneció, junto con María Magdalena, duran-
te unos años. Se desconoce motivo por el cual un día deciden partir ambos hacia
la costa de Francia, acompañados por una esclava llamada Sara, que algunos
autores modernos piensan que se trataba, en realidad, del fruto del matrimonio
entre María Magdalena y Jesús. María habría viajado hacia África con la intención
de ocultarse del poder romano y José de Arimatea la acompañó con el objetivo de
protegerla. No deja de llamar la atención la coincidencia entre este último relato y
el que nos refiere Lucas acerca de otro anciano llamado José y de otra María que
huyeron hacia Egipto para proteger al fruto del vientre de esta última.
Cuando arriban a la costa de Francia, en las cercanías de Marsella, María y
su esclava permanecen en esa ciudad portuaria, mientras que José de Arimatea
continúa su viaje hacia Glastonbury portando el Santo Grial, fundando en dicha
ciudad un monasterio, aproximadamente en el año 63 de nuestra era, en esa fecha
habían transcurrido ya 30 años desde la muerte de su maestro. Actualmente toda-
vía se desconoce la fecha probable en la cual se produjo su muerte pero eso no
evita que sea considerado Santo, tanto por la iglesia occidental como por la
oriental.
Luego de esta revisión de los hechos más destacados que se “conocen”
acerca de José de Arimatea nos toca preguntarnos: ¿Qué tan probable es que un
noble perteneciente al Sanedrín conociera personalmente y hasta fuera discípulo
de un oscuro profeta con aspiraciones mesiánicas originario de Galilea? Si bien es
posible que lo haya conocido de nombre, por referencias, Jesús desarrolló toda su
obra misionera en el territorio de Galilea, mientras que José, si pertenecía al
Sanedrín, difícilmente hubiera podido transformarse en un discípulo itinerante
del galileo.
Existen otras interpretaciones posibles de la palabra Arimatea que nos
permitirían identificar al hombre que descendió a Jesús de la cruz y que no
531
Arimataia.

303
César A. Carrión

implican la existencia de una ciudad que jamás fue nombrada, ni anteriormente,


ni con posterioridad a las citas evangélicas. La palabra Arimatea, en realidad,
puede que provenga, no ya de Ar-ee-math-ah'ee-ah, sino de otra palabra hebrea
Har-ha-mettim. Esta palabra deriva, a su vez, de Har que significa fosa o agujero y
Math cuyo significado en hebreo es muerte. La palabra Har’math significa tanto
cementerio como sepultura. Es decir que el nombre de José de Arimatea podría
significar José “el de las fosas de los muertos”. Si esta interpretación es cierta, ya
no estaríamos en presencia de un sanedrita que nadie, aparte de los evangelios,
nombró en la historia, nacido en una ciudad que ninguno parece conocer, sino a
una persona encargada de dar sepultura a aquellos que hubieran muerto ajus-
ticiados, básicamente, un sepulturero. Ésta era una profesión muy necesaria en un
país en donde el solo hecho de tocar a un muerto producía una impureza tal que
persistía contaminando a la persona al menos durante una semana y de la cual,
para poder desembarazarse de ella, debía realizar un ritual de purificación
complejo e, incluso, estaban obligados a pagar un sacrificio.
“Todo el que toque, en pleno campo, a un muerto a espada, o a un muerto,
o huesos de hombre, o una sepultura, será impuro siete días.”532
Esta interpretación nos explicaría por qué motivo Arimatea se presentó
ante Pilatos para reclamar el cuerpo de Jesús. En realidad lo que hizo José fue
informar de lo acontecido al procurador y pedirle autorización para sepultar al
prisionero, dado que Pilatos podía ordenar que permaneciera en la cruz por
varios días. Si su trabajo era el de ser sepulturero, este acto era lo que se esperaba
de él y no tenía por qué llamar la atención de Pilatos. Noten que cuando José de
Arimatea le informa que Jesús había muerto, al preguntarle si podía descender el
cadáver de la cruz, Pilatos no le recrimina en calidad de qué reclamaba el cadáver,
solamente se asombra de que ya hubiese muerto. De hecho envía a un emisario
para que le confirmase la noticia antes de otorgarle el permiso a José.
Otro punto extraño es que José de Arimatea tuviese preparado un
sepulcro que nunca había sido utilizado anteriormente, siendo que era poco
probable que se autorizase el entierro ritual, dado que la costumbre era que
permaneciese en la cruz hasta que se hubiera descompuesto. Por otro lado,
también era innecesario que se utilizase una tumba nueva, a menos que la
intención de José fuera la de regresar al sepulcro para rescatar al Mesías más tarde
y, por ende, esta no debía estar contaminada para no transferir su impureza a los
que fueran a ayudar a Jesús en su “resurrección”.
Las tumbas de aquella época no eran como lo son ahora, nichos pre-
fabricados o simples pozos en la tierra. Para construir una sepultura adecuada, los
judíos tenían por costumbre horadar en la roca un pasillo estrecho que estuviera
provisto tanto de una leve pendiente como de algunos escalones, dependiendo la
necesidad que tuviesen de alcanzar la profundidad requerida más o menos
rápidamente. Al final de este pasillo se tallaba otro en forma transversal al

532
Números 19:16

304
JESÚS

primero, en donde se colocaría una muela de molino 533, destinada a clausurar la


entrada al hacerla rodar dentro de este mismo canal. Al extremo del primer
pasillo se excavaba una abertura muy baja por la que se ingresaba a la tumba
propiamente dicha. Esta constaba de una primera cámara funeraria que poseía
una fosa central rodeada de una pasarela para poder movilizarse hacia la segunda
cámara. En esta última sala se labraban múltiples nichos destinados a colocar los
cadáveres. Así como sucede en las actuales mesas de autopsias, estos nichos
presentaban una ligera pendiente y unos pequeños canales destinados a drenar
los líquidos productos de la descomposición. Este suero terminaba desaguando en
la fosa de la primera cámara, para luego evaporarse lentamente. Una vez que los
cadáveres terminaban de descomponerse, y que los huesos se encontrasen secos y
descarnados, se los guardaba en unos osarios semejantes a nuestras “cajas de
reducción”.
¿Ustedes recuerdan cuando Jesús llama a los fariseos sepulcros blanquea-
dos? Bueno, esto hace referencia a la costumbre de pintar con cal toda la parte
exterior de la tumba, tanto la escalera, la losa de cierre y el canal, hasta el marco
de la puerta. La obligación de mantener pintada de blanco la entrada se mantenía
hasta que los líquidos de la fosa de la primera cámara se hubieran secado. Luego
de que esto último se produjera, recién se podía entrar a realizar la reducción.
Las características que acabo de describir corresponden a una tumba
ritual, cuyo aspecto podía variar dependiendo de la riqueza del propietario. Por
otro lado, una fossa infamia, como la que estaría indicada para un reo común no
poseería estas cualidades, ya que nadie se tomaría el trabajo de horadar la roca
por un simple esclavo o un delincuente. A los criminales se limitaban a arrojarlos
en una fosa y luego cubrirlos con un poco de cal. La ley romana lo obligaba a
Pilatos a dejarlo colgado en la cruz y negarle la sepultura. Según Tácito, en su
libro Anales, a los condenados a muerte se le debían confiscar los bienes y privar-
les de la sepultura, mientras que aquellos que se ejecutaban a sí mismos, mediante
el suicidio, podían recibir honores fúnebres y sus testamentos eran respetados. 534
Es por esto que muchos nobles romanos, ya desde el gobierno del emperador
Tiberio, cuando eran acusados, ya sea falsamente o no, recurrían al suicidio con el
objetivo de proteger a su familia, dado que sabían que ante una simple acusación
la condena era segura y no existían posibilidades de defensa.
Nunca podremos saber en cual de los dos tipos de tumba pudo haber sido
sepultado Jesús, todo depende de que tipo de persona fuera en realidad. Si fue un
simple carpintero de Galilea acusado de sublevarse al poder romano, segura-
mente fue arrojado a una fosa común, si, por el contrario, era un renombrado
aspirante al trono, de origen noble y perteneciente a la estirpe davidiana, quizás
Pilatos pudo haber permitido que se efectuara un entierro ritual en una tumba
que cumplía con todos los requisitos que demandaba la Torah. Debemos elegir en

533
Es un disco de piedra que se hace girar alrededor de un eje, sobre otra piedra llamada
solera, con el objetivo de moler los granos que se encuentran entre ambas.
534
Anales, VI, XXXV

305
César A. Carrión

cual de las dos posturas creer, no podemos pensar que ambas son ciertas ya que,
al mismo tiempo, son opuestas y excluyentes.
Según la versión del Evangelio de los Doce Apóstoles que utiliza Robert
Ambelain en su libro “Los secretos del Gólgota” 535, luego de la crucifixión
“condujeron a Pilatos y al centurión hasta el pozo de agua del huerto, pozo muy
profundo…Miraron hacia abajo, en el pozo, y los judíos gritaron «¡Oh, Pilatos! El
cuerpo de Jesús, que murió, ¿no es ése de ahí?»”. Y él les respondió: “«¿Creéis que
es el Nazareno?» Ellos respondieron: «Lo creemos…» Entonces él dijo: «Conviene
colocar su cuerpo en una tumba, como se hace con los muertos.»”536 Este evangelio
nos aclararía que en un primer momento Jesús fue arrojado a una fosa común,
para luego realizarle un entierro ritual como correspondía a una persona
perteneciente a la realeza al ser un descendiente de David.
Con respecto a la necesidad urgente de efectuar el entierro, los evangelios
nos refieren que se sustentaba en que estaba prohibido que los cuerpos permane-
ciesen en la cruz el sábado:
“Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los
cuerpos en la cruz el sábado -porque aquel sábado era muy solemne- rogaron a
Pilatos que les quebraran las piernas y los retiraran.”537
En realidad lo que prescribe la ley no era que los cuerpos no debían
permanecer en la cruz el día de preparación sino que lo que no debía suceder es
que un cadáver permaneciera a la intemperie durante la noche en cualquier día
que fuera.
“Si un hombre, reo de delito capital, ha sido ejecutado y le has colgado de
un árbol, no dejarás que su cadáver pase la noche en el árbol; lo enterrarás el
mismo día, porque un colgado es una maldición de Dios. Así no harás impuro el
suelo que Yahvé tu Dios te da en herencia.”538
Estos versículos han dado argumento a los Testigos de Jehová para negar
que Jesús haya sido crucificado en una cruz tal como nosotros la conocemos, sino
que fue fijado al tronco de un árbol, con sus manos clavadas juntas, una sobre la
otra, por encima de su cabeza. Lo que sucede es que cuando fue escrito el libro de
Deuteronomio no existía la crucifixión como una modalidad de ajusticiamiento,
éste era un método netamente romano, por lo cual era imposible que el
Pentateuco hiciera referencia a él. Lo que nos dice el libro del Deuteronomio no
era una ley absoluta, de hecho, el mismo libro nos habla de una circunstancia en la
cual se indicaba dejar que el cadáver sea pasto de las aves.

535
Hago la aclaración de la fuente particularmente porque en ninguna de las versiones del
Evangelio de los Doce Apóstoles que poseo existe este fragmento, pero al existir tantas ver-
siones y traducciones, fácilmente el autor esté haciendo referencia a una que yo desconozco
o que no pude encontrar.
536
Evangelio de los Doce Apóstoles 15° fragmento
537
Juan 19:31
538
Deuteronomio 21:22-23

306
JESÚS

“Pero si desoyes la voz de Yahvé tu Dios, y no cuidas de practicar todos


sus mandamientos y sus preceptos, que yo te prescribo hoy, te sobrevendrán y te
alcanzarán todas las maldiciones siguientes: (…) Tu cadáver será pasto de todas
las aves del cielo y de todas las bestias de la tierra sin que nadie las espante.” 539
Jesús no fue crucificado por negarse a cumplir con los mandamientos de
Dios, sino por levantarse en contra del poder romano y autoproclamarse rey sin la
autorización del César, pero, en cambio, sí fue la causa por la cual nos refieren los
evangelios que el Sanedrín reclamó su crucifixión. Si lo que nos afirman los
evangelios hubiera sido cierto, ninguno de los sanedritas se hubiera atrevido a
reclamar el cuerpo dado que la misma Torah ordena que no sea sepultado y sea
devorado por los animales carroñeros. Pilatos no tenía la obligación de seguir una
tradición judía, y, de hecho, tampoco era su costumbre. Si José de Arimatea
hubiera sido un consejero, Pilatos se hubiera limitado a despedirlo sin siquiera
escucharlo, pero si, por casualidad, hubiese accedido a su pedido, el Sumo Sacer-
dote Caifás hubiera citado esta última norma del Deuteronomio para impedírselo.
Un sanedrita no hubiera contradicho una ley de Dios, aún si no estuviera de
acuerdo con la sentencia y jamás se habría opuesto al Sumo Sacerdote. Lo que,
probablemente, haya sucedido es que Jesús, como fue sentenciado por auto-
proclamarse rey, ungido desde su nacimiento por ser un descendiente de David,
seguramente fue sepultado en una fosa común. Pilatos, al día siguiente, pudo
haber cambiado de opinión y permitido que se lo trasladase a un sepulcro ritual.
José de Arimatea solamente se presentó ante Pilatos para solicitarle autorización
de descolgar a Jesús de la cruz, no como lo haría un sanedrita sino en su calidad
de enterrador. Probablemente, cuando Pilatos cambió de opinión y permitió que
lo sepultasen, haya sido porque alguien le debió de haber recordado la profecía
que realizara reiteradamente Jesús acerca de que él resucitaría al tercer día.
Temiendo que, en una fossa infamia, fuese demasiado sencillo poder sustraer el
cadáver, ordenó, al menos según nos refieren los evangelios, utilizar una tumba
ritual y que unos soldados montasen guardia en la entrada de esta con el objetivo
de asegurarse que el robo del cadáver no pudiera llevarse a cabo. Veamos ahora
que fue lo que sucedió luego de su “muerte”.

539
Deuteronomio 28:15 y 28:26

307
César A. Carrión

CAPÍTULO XIII

La Resurrección del Profeta

Una pregunta que siempre realizo cuando hablo con alguna persona
acerca de la resurrección de Jesús es ¿cuantos días permaneció muerto y sepultado
hasta que él vuelve a la vida? Siempre me dan la misma respuesta, tres días, y es

308
JESÚS

algo extraño que sea de este modo dado que es completamente falso. Los que
estén leyendo estas líneas quizás podrán decir: “Se puede poner en duda todo lo
que vimos, está bien, pero ¿también de esto hay que dudar?”. Lo más extraño es
que “todos” saben que creer que permaneció sepultado tres días es algo total-
mente falso, pero no se molestan en realizar el más mínimo análisis, ni siquiera
tan solo por un segundo. Veamos, según los evangelios Jesús fue capturado el
“Jueves Santo”, el “Viernes Santo” es juzgado, flagelado, crucificado y terminó
siendo sepultado a últimas horas de la tarde. El día sábado permaneció enterrado,
y aquí comienza el problema, porque en las últimas horas de la tarde del sábado
se cumplía el recién un día. En la mañana del domingo se completaban 36 hs
desde el momento en el cual fue introducido en la sepultura, cuando María
Magdalena, ya sea sola o acompañada de otras mujeres, encuentra la tumba
abierta y vacía. Desde el viernes a la tarde no pudieron transcurrir más de 36
horas, entonces ¿por qué es que todos afirman que fueron tres los días que
permaneció muerto y nadie se plantea, a pesar de conocer los datos que cité
anteriormente, que fue lo que ocurrió en realidad? La respuesta es obvia, o casi, a
lo largo de los evangelios Jesús refiere reiteradamente que moriría y en tres días
resucitaría.
“Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo
tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra
tres días y tres noches.”540
“y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía:
A los tres días resucitaré.»”541
“Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y
resucitar a los tres días.”542
“porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre
será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber
muerto resucitará.»”543
“Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levanta-
ré.»”544
Como vemos lo que les manifestaba Jesús a sus discípulos y a los que lo
quisiesen escuchar era que él resucitaría “al tercer día”, ni antes ni después, no es
una interpretación personal, son las exactas palabras proféticas que él realizara
previo a su “muerte”. Existen autores que explican esta contradicción entre la
profecía y el relato evangélico de este modo, los tres días a los que hace referencia
la profecía de Cristo son: el primero, el día en que fue sepultado, es decir el vier-
nes; el segundo, el sábado de Pascua y el tercero y último, el domingo de resurrec-
540
Mateo 12:40
541
Mateo 27:63
542
Marcos 8:31
543
Marcos 9:31
544
Juan 2:19

309
César A. Carrión

ción. Obviamente esto está completamente en contra de la primera de las citas que
he realizado ya que ésta manifiesta explícitamente que él permanecería tres días y
tres noches y según los evangelios solamente pasaron dos noches y un día.
En las notas de la traducción Kadosh Israelita Mesiánica realizadas por
Diego Ascunce, el autor explica que: “Yahshúa murió el 14 de Aviv, día de la
Preparación, no un "viernes santo." Al día siguiente (después de las 6:00 PM)
oficialmente era Pésaj (un Shabbat anual) o 15 de Aviv, ya Yahshúa estaba muerto
y sepultado. En ese año el 14 de Aviv cayó miércoles, y exactamente tres días
después, en Shabbat, Él resucitó. De miércoles a jueves, es un día, de jueves a
viernes, dos días, de viernes a Shabbat, tres días. Él resucitó Shabbat a las tres de la
tarde, exactamente tres días después.”
Pero esta explicación, si prestan atención, en realidad no explica nada.
Veamos, siendo que tanto la literatura canónica como la apócrifa coinciden en que
Jesús fue crucificado un viernes y qué fue descolgado de la cruz rápidamente por
no mancillar el Shabbat, ¿de donde sacó que murió un día martes? ¿Cómo llegó a
la conclusión que ese año el Pésaj cayó un miércoles? Siendo que se desconoce
exactamente cuan era la edad de Jesús al momento de su muerte, no quiero ni
pensar que su conclusión se basó tan solo en la tradición de que Jesús nació en el
año 1 de nuestra era y que tenía 33 años al morir. Supongamos, por un momento,
que estos dos datos sean ciertos. El autor nos refiere que la Biblia miente cuando
nos dice que al día siguiente de su crucifixión era sábado. Si hay dos datos contra-
dictorios, ¿por que justo elegir el único dato en el cual coinciden todos los textos
evangélicos? Pienso que es mucho mas sencillo tratar de dilucidar cual fue el año
en el que murió realmente, a alterar completamente lo poco que se conoce acerca
de la fecha de crucifixión. Podemos no saber si Jesús festejó la Pascua y luego fue
encarcelado o si fue crucificado el día previo a que los judíos festejaran la Pascua.
Lo que no creo que se pueda discutir es que la crucifixión se haya efectuado un
viernes, porque, si lo hiciésemos, entonces cualquier hipótesis puede ser cierta,
dado que le quitamos el único dato sobre el cual podemos basarnos para erigir un
castillo deductivo. Particularmente creo que Jesús tenía planeado permanecer tres
días en la tumba y por ello dijo lo que dijo. Con este objetivo calculó la dosis de
Sekarón necesaria pero algo importante debe de haber acontecido para que sus
planes hayan sido alterados tan drásticamente.
Volvamos al momento en el cual fue descendido de la cruz, tenemos que
José de Arimatea, junto a Nicodemo prepararon el cadáver para ser enterrado.
“Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en
secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de
Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también
Nicodemo -aquel que anteriormente había ido a verle de noche- con una mezcla
de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron
en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar.” 545

545
Juan 19:38-40

310
JESÚS

Noten una cosa, si José y Nicodemo prepararon el cadáver de Jesús con


cien libras de mirra y áloe, ¿que fue a hacer María Magdalena y las otras mujeres
el domingo de resurrección? Según nos refiere Marcos se acercaron al sepulcro
con el objetivo de realizar algo que José y Nicodemo ya habían efectuado.
“Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé
compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día
de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas a otras: «¿Quién
nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»”546
¿Y si el trabajo que realizaron José y Nicodemo no fue simplemente un
embalsamamiento? ¿Si lo que ellos hicieron fue a espaldas de los discípulos
“oficiales” y es por ello que la Magdalena concurrió para efectuar un acto que,
supuestamente, ellos ya habían realizado? ¿El compuesto de áloe y mirra era una
mezcla inocente o tenía un objetivo particular?
El áloe es una liliácea originaria del sur de África que, actualmente, es
conocida por su capacidad analgésica, anestésica y anti-inflamatoria. La mirra es
una gomorresina extraída también de un árbol originario de África. Esta resina, en
la actualidad, se la utiliza como antiséptico en los enjuagues bucales y dentífricos.
Es decir que el compuesto final es efectivo como antiséptico, anti-inflamatorio y
analgésico. ¿Por qué alguien utilizaría un ungüento con efecto antiséptico y anal-
gésico sobre un cadáver? ¿Con que objetivo se intentarían evitar las infecciones y
aliviar los dolores de una persona que, al menos en teoría, permanecería muerta?
En capítulos anteriores hemos visto como Jesús poseía seguidores que
eran desconocidos por el grupo de apóstoles, y con los cuales concebía planes que
los otros discípulos ignoraban. ¿Y si José de Arimatea pertenecía a este grupo o
fue sobornado por éste, con la intención de que se ocupase de tomar todas las
medidas que fuera capaz para asegurar el bienestar de Jesús y procurar su super-
vivencia? Estos dos discípulos pudieron evaluar de cerca el estado en el cual se
encontraba el cuerpo de Jesús y, quizás, llegaron a la conclusión que él no podría
sobrevivir sepultado durante tres días. A pesar de haber cerrado la lesión que
presentaba en su costado, de haberle colocado aloe y mirra en las heridas pro-
ducto de los azotes que recibió y en las otras lesiones que pudieron no haber sido
descriptas en los textos sagrados, quizás éstas le hayan provocado un estado de
deterioro tal que pusiera en riesgo su misma supervivencia. Ambos pudieron
avisar al segundo grupo de seguidores y estos decidir que era necesario rescatarlo
antes del momento planeado.
Cuando, oportunamente, hemos visto que quizás, existiera un segundo
grupo de discípulos, comenté que existían más datos que podían apoyar esta pos-
tura pero que los examinaría más tarde. Esto lo decidí así porque se relacionaban
directamente con este momento del relato. Veamos, según los evangelios, los
romanos decían que durante la noche los seguidores de Jesús se presentaron en la
tumba y robaron su cadáver, al mismo tiempo sus discípulos afirmaban que los
romanos inventaron esa mentira para no reconocer que su maestro había resu-
546
Marcos 16:1-3

311
César A. Carrión

citado. Lo que planteo es ¿y si ambos creían firmemente que decían la verdad? ¿Y


si realmente un grupo de personas atacó a los soldados que estaban haciendo
guardia y robaron el cadáver pero, al mismo tiempo, los discípulos sabían que
ellos no habían realizado esa acción y, por ello, llegaron a la conclusión que debía
tratarse de una mentira que inventaron los romanos para ocultar la verdad y
desprestigiarlos? Veamos el relato que nos da Mateo de los hechos:
“Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a
los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. Estos, reunidos con los ancianos,
celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtién-
doles: «Decid: “Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros
dormíamos.” Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos
y os evitaremos complicaciones.» Ellos tomaron el dinero y procedieron según las
instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de
hoy.”547
¿Notan alguna incongruencia en el relato? ¿No? Piénsenlo de esta forma,
¿por qué motivo unos soldados romanos se presentarían ante los “sumos sacer-
dotes” (como si existiese más de uno) en vez de dirigirse directamente al pro-
curador? ¿Saben cual era la sanción que le correspondía a un soldado que se
dormía durante una guardia? Sencillo, era la pena de muerte, si los soldados
“romanos” hubiesen difundido este comentario a espaldas del procurador, Pilatos
los habría mandado a matar sin siquiera preguntarles si era cierto o no. ¿Qué
soldado se hubiera arriesgado, por unas monedas, a ser condenado a muerte por
defender una postura “religiosa” que ellos no compartían? Seguramente los
soldados que custodiaban la tumba eran, en realidad, policías del templo y es por
ello que se dirigieron al Sumo Sacerdote, por ser éste su máxima autoridad. La
disciplina de la guardia del templo distaba mucho de poder compararse a la de
los soldados romanos, ellos sí pudieron alegar que se habían quedado dormidos
durante la guardia sin correr el riesgo de ser condenados a muerte. Esta conducta
hubiera permitido que fueran atacados por sorpresa y luego de hacerlos huir, los
asaltantes, pudieron hacerse cargo del cuerpo de Jesús. Estos seguidores poseían
una característica particular que los identificaba y era la ropa que portaban,
siempre iban vestidos con una túnica blanca, señal de pureza, que, en deter-
minadas circunstancias, afectaban la correcta evaluación que podían realizar los
testigos acerca de lo que estaban presenciando. Recordemos, sino, cuando Jesús
fue sorprendido por tres de sus discípulos en la cima del monte, como fueron
confundidos con Elías y Moisés. Jesús también acostumbraba vestirse solamente
con una túnica blanca y sin costura. Cuando María Magdalena se presentó en la
mañana del domingo ante el Santo Sepulcro encontró que la piedra había sido
removida y la tumba se encontraba abierta, los distintos evangelios relatan este
hecho como todo un acontecimiento milagroso, excepto Juan que se limita a
referirnos tan solo el hallazgo. Como los textos sinópticos se parecen bastante
veamos como nos describe lo sucedido Marcos.

547
Mateo 28:11-15

312
JESÚS

“Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé


compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día
de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas otras: «¿Quién
nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?» Y levantando los ojos ven que la
piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande. Y entrando en el sepulcro
vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y
se asustaron. Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el
Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a
decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis,
como os dijo.»
Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se
había apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo...
Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció
primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a
comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos.
Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron.”548
Fíjense como después de relatar lo que había pasado esa mañana en la
entrada de la tumba, termina diciendo: “y no dijeron nada a nadie”. Pero un
segundo más tarde afirma lo contrario al describir como les relataron lo sucedido
a los apóstoles y no les creyeron. La forma de redacción nos hace pensar que
alguno de los dos relatos fue agregado con posterioridad al momento de la
escritura, quizás para hacer que coincida con la leyenda que ya se había difundido
en las primeras comunidades. Si bien Marcos no nos explica el motivo por el cual
no le creyeron a María Magdalena que Jesús hubiera resucitado, Lucas sí nos lo
revela parcialmente, ya que nos menciona que “todas estas palabras les parecían
como desatinos y no les creían”549, quizás el motivo para pensar de este modo era
que su maestro le había expulsado “siete demonios”. No sabemos que opinión
tenían los discípulos acerca de María Magdalena pero es posible que pensasen
que era una enferma mental y que todo lo que decía eran delirios y alucinaciones.
También es posible que Jesús, o quién sea que lo haya suplantado, tuviese la
misma opinión y, por ello, prefirió presentarse ante ella en primer lugar, dado que
habría sido la persona más fácil de convencer de que Jesús había resucitado y que
no se plantease, siquiera por un instante, que todo lo que estaba presenciando
fuera una trampa, una tramoya.
Basándose en que María Magdalena fue la que Jesús eligió para enviar la
Buena Nueva de su resurrección a los apóstoles y en la importancia que adquirió
a partir de ese momento dentro del grupo apostólico, es que se llega a la
conclusión de que ella era la esposa de Jesús, pero esta otra explicación también es
factible. La elección de que María se transformase en la Apostola apostolorum, es
decir la apóstol de los apóstoles, la enviada a los apóstoles a transmitir la palabra,
pudo haberse basado en que era una enferma mental, con trastornos conversivos

548
Marcos 16:1-11
549
Lucas 24:11

313
César A. Carrión

histéricos, alucinaciones y delirios de contenido místicos, fácilmente influenciable


y, por ende, la candidata ideal para hacerle creer el engaño.
Veamos ahora cual fue el punto de vista de Juan acerca del momento de la
resurrección.
“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al
sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a
correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y
les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han
puesto.»”550
Noten que aquí no hay ningún hecho milagroso ni fantástico, no hay
ángeles que expliquen que fue lo que había sucedido ni nada por el estilo, solo se
limita a relatar algo que, fácilmente, pudo haber acontecido. “No sabemos donde
le han puesto”, una pequeña frase que nos explica que María solo encontró la
tumba abierta y vacía, ella no tenía ni idea de lo que había acontecido y, al menos
hasta después de haber hablado con Pedro y Juan, nadie le había explicado que
era lo que había sucedido con el cuerpo.
Lo que también se puede deducir por el accionar de los dos apóstoles es
que ellos también desconocían que era lo que pudo haber acontecido con el
cuerpo de su maestro. Si alguien había robado el cadáver ellos no habían par-
ticipado del plan. Si Pedro y Juan, dos de los más importantes pilares del grupo
apostólico, desconocían la existencia de un plan para apropiarse de los restos de
Jesús, seguramente el resto también lo desconocía, dudo mucho que alguno de los
miembros subalternos hubiera actuado a espaldas de los apóstoles. Es por ello que
cuando los sacerdotes difundieron la noticia que un grupo armado atacó a los
guardias del sepulcro pensaron que era todo una mentira para ocultar el hecho
que Jesús hubiera resucitado. Veamos como continúa el relato Juan.
“Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían
los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y
llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el
suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un
lugar aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero
al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la
Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos, entonces,
volvieron a casa.”551
Como hemos visto en más de una ocasión, Juan no nos dice que el dis-
cípulo que acompañaba a Pedro fuese él mismo, sino que lo define como “el otro
discípulo” o “el discípulo amado”. El primero en llegar hasta el Santo Sepulcro es
este otro discípulo sin nombre pero no penetra a la tumba sino que se limita a

550
Juan 20:1-2
551
Juan 20:3-10

314
JESÚS

esperar que arribase Pedro. ¿Qué pudo haber sucedido para que este seguidor de
Cristo no se atreviese a ingresar y se limitase a esperar? El secreto está en saber si
era o no el apóstol Juan al cual se hace referencia. No es lo mismo pensar que
fuese el apóstol Juan, un pobre pescador de Galilea, a que se tratase de algún otro
seguidor, porque, si hubiera sido otra persona, tal vez se tratase de un sacerdote
fariseo que, por miedo a contaminarse con el simple contacto de las paredes de la
tumba, decide esperar y mirar desde afuera hasta que le fuese confirmado que la
tumba no poseía ningún cadáver en su interior. Dado que ambos, Pedro y el
discípulo amado, se encontraban juntos, a solas, en ese momento, podemos llegar
a pensar que se trataba de la misma persona que, por ser amigo del Sumo
Sacerdote, le permitió a Pedro ingresar al patio de la casa de Anás. Si esto fuera
cierto esto sería una prueba más de que la persona que acompañó a Pedro ese
domingo se trataba de un sacerdote o, al menos, de un noble influyente de
pensamiento farisaico seguidor, al mismo tiempo, de Jesús.
Luego de que ambos hubieron entrado a la tumba y comprobado que el
cuerpo no se encontraba y los lienzos que lo cubrían se encontraban tirados en el
suelo y el sudario doblado a un costado, comenzaron a creer en la posibilidad de
que realmente hubiese resucitado. Deciden regresar y dejan a la Magdalena
llorando al pie de la sepultura.
“Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se in-
clinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado
el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por
qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde
le han puesto.» Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era
Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando
que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde
lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice
en hebreo: «Rabbuní» -que quiere decir: «Maestro»-. Dícele Jesús: «No me
toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles:
Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» Fue María
Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas
palabras.”552
Aquí he destacado varios puntos interesantes, primero es el hecho de que
cuando María se asoma a la entrada del sepulcro alcanza a ver a dos personas
vestidas de blanco “sentadas donde había estado el cuerpo”, si vuelven a leer la
descripción de cómo eran las tumbas judías notarán que esto es imposible, al
asomarse a la entrada lo único que hubiera podido divisar hubiese sido la primer
cámara, la que poseía una fosa destinada a los líquidos de putrefacción y no la
cámara sepulcral propiamente dicha. Si vio a dos personas vestidas de blanco
intentando salir del sepulcro, seguramente se trataban de los que habían con-
currido para “resucitar” a Jesús y ayudarlo a salir de la tumba, que fueron sor-
prendidos por los discípulos y se ocultaron en el interior, luego de un rato,
pensaron que ya se habrían retirado todos, por lo que resuelven salir de su
552
Juan 20:11-18

315
César A. Carrión

escondite y en ese momento es cuando fueron sorprendidos por María. Atrapados


in fraganti deciden improvisar y le preguntan a María por qué lloraba. ¿Con que
necesidad, si eran unos ángeles enviados por Dios, le realizaron una pregunta tan
fuera de lugar? ¿Por qué iba a estar llorando? Y si su intención era insinuarle que
no era necesario llorar porque su maestro había resucitado, ¿por qué motivo es
que Jesús le repite la misma pregunta?
De todas las apariciones que realizara Jesús esta es la única ocasión en la
que es reconocido por su aspecto físico. Cuando Juan nos refiere que María pensó
que se trataba del hortelano no significa que en un primer momento tuviese otro
aspecto o que lo haya reconocido por su voz o sus gestos, sino que no lo estaba
observando cuando ella le preguntó acerca de su maestro y es, recién al momento
en el que él la llamó por su nombre, cuando ella se voltea y lo reconoce. En ese
momento María, aparentemente, se abalanza hacia él con intención de tocarlo
pero es rechazada con la orden “No me toques, que todavía no he subido al
padre”. Es curioso que ella haya tenido la intención de tocarlo dado que este era
un acto que estaba vedado a absolutamente todas las mujeres con una única
excepción y era la de su legítima esposa, dado que esto era lo que se acostumbra-
ba con respecto a un rabino. Este último hecho también es esgrimido para sus-
tentar la hipótesis del matrimonio entre ambos, aunque esto no es lo que nos
interesa en este momento. Lo interesante de esta anécdota es el rechazo que
efectúa Jesús. ¿Y si María vio verdaderamente resucitado a su “Rabbuní” y el
motivo del rechazo era el dolor que le produciría el contacto con las lesiones que
cubrían su cuerpo? Solo habían transcurrido 36 horas desde el momento en el cual
fue descendido de la cruz, todo su cuerpo estaba cruzado por innumerables
laceraciones producidas por el flagelo, sus manos y sus pies se encontraban atra-
vesados de lado a lado por los clavos de la cruz y, recordemos también, los golpes
que recibiera por parte de los soldados y los que se ocasionaron como producto de
las caídas. En estas condiciones, dudo mucho que su máximo deseo hubiera sido
que lo abrazase una persona embargada por la alegría.
¿El argumento de que no lo tocase porque aún no había “ascendido al
padre” que significa? ¿Que su cuerpo no era puro? ¿No había resucitado con un
cuerpo glorioso? Siendo que sí permitió que los apóstoles pudieran tocarlo en el
transcurso de los encuentros posteriores, ¿significa que inmediatamente luego de
dejarla a María “ascendió al Padre” y regresó? Si al finalizar los sucesivos
encuentros, según lo que nos refieren los evangelios, ascendió a los cielos, ¿esto
significa que ascendió por segunda o tercera vez? ¿Se la pasaba yendo y viniendo
a los cielos?
Otro punto que parece a nadie llamar la atención es la de la vestimenta
que utilizó Jesús luego de su resurrección. Tenemos que los lienzos que lo habían
cubierto se encontraban tirados a un costado o doblados en donde había yacido su
cadáver, pero cuando María se encuentra con Jesús, él iba vestido. ¿De donde sacó
la ropa? Si, como era habitual, se lo había enterrado desnudo y los pocos lienzos
que lo cubrían habían permanecido en la tumba, ¿de donde sacó una tela para
poder cubrirse? Si él resucitó con un cuerpo glorioso, ¿esto significa que su ropa

316
JESÚS

también era gloriosa? ¿De que material estaba formada la “sustancia gloriosa”? Si
el objetivo de la muerte y resurrección de Cristo era redimirnos del pecado
original, cuya primera manifestación, fue el pudor ante la desnudez, ¿no debía
presentarse desnudo, ya que no experimentaba pudor ni vergüenza ante la des-
nudez? Si en todas las apariciones él se presentó desnudo, ¿por qué ninguno de
los evangelios nos lo refiere?
Ahora bien, pensemos por un momento que la hipótesis de trabajo es
cierta. Jesús fue rescatado por un grupo de discípulos que era desconocido por el
grupo apostólico, ellos le proveyeron la ropa, pero él se encontraba en tan mal
estado que no pudo alejarse a la velocidad requerida por las circunstancias y, por
ello, es que fueron sorprendidos por el inesperado arribo de María y de las otras
mujeres. Estos discípulos, al estar vestidos de blanco, fueron confundidos con
unos ángeles, tal como había sucedido en el episodio de la transfiguración, Jesús
sale de su escondite con la intención de distraer al grupo de mujeres y permitir
que “los ángeles” pudieran escapar, y con este objetivo las envía con los apóstoles
para darles la Buena Nueva. Entonces, lo que motivó a Jesús a rechazar el abrazo
que María tenía intención de propinarle era simplemente el dolor que le pro-
ducían las llagas. A pesar de haber sido cubierto con áloe y mirra, el dolor debía
ser tan intenso como para obligarlo a rechazar toda manifestación de afecto.
Esta interpretación de los hechos nos permite aclarar todos los puntos
dudosos sin tener que recurrir a “lo misterioso de los designios divinos”, es
simple, sin incongruencias ni contradicciones. La ropa milagrosa, la presencia de
los ángeles, el rechazo al contacto, todo es sencillamente explicable con esta otra
interpretación, no es necesario recurrir a ningún milagro.
También parece extraño que, en la gran mayoría de sus apariciones, no
fuese reconocido en un primer momento, sino que, por el contrario, es después de
un período de tiempo, que aquellos que lo han visto, se dan cuenta de su identi-
dad pero basándose predominantemente en sus gestos más que en su aspecto
físico. Repasemos el episodio del encuentro entre Jesús y dos de sus discípulos en
el camino a Emaus.
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaus, que
distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que
había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo
Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le
conocieran.”553
Cuando esta persona se les acerca les interroga acerca del tema del cual
estaban hablando y ellos le relatan como Jesús había muerto y le comentan que
algunas mujeres lo habían visto resucitado.
“Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con
todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que
algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madruga-

553
Lucas 24:13-16

317
César A. Carrión

da al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto


una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los
nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no
le vieron.»”554
En realidad es el mismo Lucas que nos refiere que tan solo habían pasado
36 horas desde el momento de su entierro y no tres días. Retengan también el dato
que ellos ya sabían que unas mujeres lo habían visto.
Luego de que estos discípulos le explicaran lo sucedido al desconocido,
éste les recrimina su falta de fe y les recuerda que lo que había pasado fue para
cumplir lo anunciado por los profetas. Cuando llegaron a Emaus lo invitaron a
permanecer con ellos y a cenar juntos. Al momento de comer el extraño toma el
pan y lo parte y es allí cuando se dan cuenta que se trataba de Jesús.
“Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pro-
nunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y
le reconocieron, pero él desapareció de su lado.”555
Luego de esto, los discípulos se olvidaron que había anochecido y vol-
vieron corriendo a Jerusalén para contarles a los apóstoles lo sucedido, pero
cuando llegan ellos le cuentan que se le había aparecido a Pedro.
“Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron
reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!»”556
¿Cómo es que estos dos discípulos sabían que María y otras mujeres
habían visto a Jesús resucitado pero desconocían que Pedro también era un testigo
de la resurrección? Es más, en Lucas 24:24 afirman categóricamente que cuando
los apóstoles habían concurrido al sepulcro no encontraron nada más que la
tumba vacía. Aún si pensásemos que estos dos discípulos habían partido hacia
Emaús luego de que las mujeres hubieran arribado con la noticia de la resurrec-
ción pero antes de que Pedro y Juan salieran a verificarlo, igualmente caeríamos
en una incongruencia difícil de salvar dado que, como dijera anteriormente, ellos
habían afirmado que los apóstoles no habían encontrado nada. ¿Qué fue lo que
cambió desde la mañana hasta el momento en el que los dos seguidores habían
regresado? ¿Y si lo que sucedió es que, como las mujeres sí habían visto a Jesús
pero no ocurrió lo mismo con Pedro, éste decide relatar que él también lo había
visto con el objetivo de no quedar en una situación de inferioridad frente a María
Magdalena?
Los discípulos partieron hacia Emaús luego de que se supiera lo aconte-
cido con María y las otras mujeres pero antes de que Pedro tomara la decisión de
alterar su relato. Los hechos que le relataron a los dos discípulos de Emaús no
deben de haber incluido el detalle del momento en el cual Pedro había podido ver

554
Lucas 24:21-24
555
Lucas 24:30-31
556
Lucas 24:33-34

318
JESÚS

al maestro, si se lo hubiesen referido ellos, fácilmente, se habrían dado cuenta del


engaño o quizás efectivamente les refirieron lo que había acontecido pero lo que
les pudieron haber relatado es que el encuentro se produjo luego de que ellos
hubieran partido, con el tiempo se alteraría el relato escrito como para que Pedro
se transformara en uno de los principales testigos y no en uno más entre otros.
Aparentemente, cuando Jesús aún vivía, les había ordenado a los
apóstoles que luego de la crucifixión se dirigieran a Galilea para reencontrarse con
él. Cuando los discípulos escucharon esta orden quizás pensaron que Jesús había
ideado un plan para poder escapar a la sentencia de muerte y, al verlo fallecer en
la cruz, comenzaron a creer que el encuentro no se produciría, ya que, desobe-
deciendo las órdenes de su maestro, permanecieron ocultos en Jerusalén en lugar
de partir inmediatamente. Es por este motivo que, cuando el “ángel” se le aparece
a María, le debe repetir la orden de dirigirse a Galilea, al sitio en el cual ya habían
acordado.
“Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los
muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. Ya os lo he dicho.»” 557
Algo muy extraño sucede en la única oportunidad en el cual Jesús se les
aparece a los apóstoles a plena luz del día. Hasta ese momento los encuentros se
habían producido durante la noche en el interior de alguna casa o, si era durante
el día, los testigos no lo reconocían más que por sus gestos y no por su aspecto
físico. La que ahora vamos a ver es la primera ocasión en la que se presenta bajo
su propio aspecto y durante pleno día, miren lo que sucedió.
“Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús
les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se
acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la
tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo
os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo.»”558
¿De qué cosa dudaron? ¿De que no se tratase verdaderamente de Jesús y
que fuera, en realidad, otra persona, un impostor, un falso Jesús? Recordemos que
entre los apóstoles había uno apodado Tomás, o el Dídimo, y que ambos nombres
significan, a su vez, “mellizo”. Como en ninguna parte, dentro del relato
evangélico, se nos aclara de quién era gemelo, muchos autores han llegado a
pensar que podía tratarse de un hermano gemelo de Jesús, creencia que ya hemos
analizado en capítulos anteriores.
La hipótesis de trabajo es que cuando los evangelios nos relatan la pre-
sunta aparición de Jesús ante sus discípulos, en realidad, se trata de este Tahôma,
este gemelo, tratando de hacerse pasar por su hermano, pero, aunque el parecido

557
Mateo 28:7
558
Mateo 28:16-20

319
César A. Carrión

fuese importante, algunos de los apóstoles no fueron engañados tan fácilmente y


pudieron darse cuenta de la trampa.
El evangelista no es la única persona que nos da cuenta de la duda que
surgió en el grupo, según Clemente de Alejandría “Los elegidos no todos confesa-
ron al señor por la palabra, y no todos murieron en su nombre. Entre ellos se
cuentan Mateo, Felipe, Tomás y muchos otros...”559
Si las apariciones hubieran sido tan manifiestas, reiteradas y reveladoras,
¿cuál era el motivo que los llevaba a seguir dudando? Si escucharon sus palabras,
vieron sus llagas, metieron sus manos en su costado y hasta lo vieron ascender a
los cielos ante sus propios ojos, ¿cómo es posible que no hayan “confesado al
Señor”? ¿Qué tan verídico es el relato de su ascensión a los cielos?
Mateo nos relata que los apóstoles se encontraron con Jesús en Galilea, en
un monte que habían acordado previamente pero olvida completamente que Jesús
haya ascendido. Veamos como es que él continúa el relato de su encuentro.
“Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar
todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.»”560
Así es como termina su relato Mateo y, aparentemente, desconoce com-
pletamente que luego de decir estas palabras ascendió a los cielos. ¡Que pequeño
detalle olvidó el apóstol! Aunque él se encontraba presente ese día, aparente-
mente, no consideró que fuera algo importante comentar que ascendió a los cielos
y fue cubierto por una nube o quizás, desde su punto de vista, este hecho era algo
de lo más natural y no consideró necesario prolongar el relato con una simpleza
cotidiana. En cambio, para Lucas, lo que sucedió sí era importante y lo agrega a su
relato, pero extrañamente se confundió un lugar por otro e hizo que Jesús se
despidiera de sus discípulos en las proximidades de Betania, es decir unos cien
kilómetros a sur de lo que nos relata Mateo o ciento cincuenta kilómetros si es que
realizaban el viaje por la carretera romana.
“Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y
sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos,
después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban
siempre en el Templo bendiciendo a Dios.”561
Lucas no estuvo presente ese día, sino que los acontecimientos le fueron
referidos muchos años después de que estos hubieran sucedido, por esto mismo
es que son perdonables las pequeñas incongruencias en las que pudiera incurrir,
no tan esperadas, por cierto, si tenemos en cuenta que se trata de un relato que, al
menos supuestamente, fue escrito bajo inspiración divina.

559
Clemente de Alejandría, Stromates IV, IX
560
Mateo 28:18-20
561
Lucas 24:50-53

320
JESÚS

San Marcos que, teóricamente, también fue un testigo presencial de los


hechos, aunque no formaba parte de los discípulos apostólicos, nos relata que su
maestro ascendió a los cielos en las proximidades de Jerusalén. Según él, un ángel
le ordena a María Magdalena que les dijera a los apóstoles que se encontrarían
con Jesús en Galilea, pero como ellos se niegan a creerle se les apareció mientras
se encontraban sentados a la mesa.
“Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a
Galilea; allí le veréis, como os dijo.» (…) Con esto, el Señor Jesús, después de
hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.”562
Por otro lado Juan ni siquiera aparenta haberse enterado de que Jesús
hubiese ascendido a los cielos, su relato termina cuando, en el mar de Tiberiades,
se le aparece a Pedro, Tomás, Natanael, Juan, Andrés y otros dos discípulos
desconocidos. Allí le anuncia a Pedro que cuando fuese anciano finalizaría sus
días en la cruz. Según Juan esta es la última aparición que efectuó Jesús ante sus
apóstoles y desconoce una reunión posterior en la cual se produjo su ascensión.
Es extraño que un hecho por demás de asombroso como es el contemplar
a un hombre resucitar de entre los muertos y luego verlo flotar en el aire hasta
desaparecer envuelto en una nube haya sido ignorado por dos de los cuatro
evangelistas. Si debemos creerle a San Clemente de Alejandría que “Mateo, Felipe,
Tomás no confesaron al Señor por la palabra”, ¿qué más necesitaban estos
apóstoles para creer en el mesianismo de su maestro? ¿O es que todo el relato es
una falsedad basado en una tradición posterior y agregado a los relatos de Marcos
y Lucas pero sin siquiera ponerse de acuerdo en donde es que se había efectuado?
¿A nadie le parece extraño que de los tres evangelistas que fueron coetáneos con
Jesús solo uno tomase nota de su ascensión? ¿O es que existen datos que nos
fueron ocultados acerca de su resurrección.
Como dijera anteriormente solo la aparición ante María Magdalena se
efectuó ante la luz del día y fue reconocido inmediatamente, en las demás
apariciones que se efectuaron de día se lo identificó tan solo por sus gestos y no
por su apariencia física. Las otras oportunidades en las que fue reconocido
inmediatamente se efectuaron todas durante la noche, con luz artificial. Las tres
oportunidades en las que se aparece a plena luz del día son, camino a Emaús, a
orillas de Tiberiades y en el momento de su ascensión. Como ya hemos visto, en el
primer caso explícitamente los dos discípulos refieren que reconocieron que se
trataba de él porque sintieron como “ardía su corazón” mientras escuchaban sus
palabras. En el segundo encuentro diurno el “discípulo amado” lo reconoce en la
distancia y se arroja el agua para concurrir a su encuentro. El resto de los após-
toles recogen las redes y, cuando arriban a la orilla, encuentran a este desconocido
con el fuego prendido y un pescado cocinándose a las brasas. Y, si bien no logran
reconocer su rostro no le preguntan si se trataba de su maestro porque ya sabían

562
Marcos 16:7 y 16:19

321
César A. Carrión

que era así: “Jesús les dice: «Venid y comed.» Ninguno de los discípulos se atrevía
a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor.” 563
Pero la pregunta del millón es ¿sabían realmente que se trataba de Jesús?
¿En que se basaban para dar por sentado que se trataba de Jesús si no lo podían
reconocer por sus rasgos? Por último, en el tercer encuentro cuando los apóstoles
ven a Jesús en la cima del monte que habían acordado, se postran a sus pies y lo
adoran, pero algunos aún dudan que se tratase de él. Aquí es reconocido
inmediatamente pero no completamente. La persona que los apóstoles habían
encontrado era muy parecida a él, pero algunos de sus rasgos, quizás, eran un
poco diferentes y esto los hacía dudar.
Demos un paso hacia atrás, en reiteradas ocasiones he hecho referencia a
que este apóstol, llamado Judas y apodado Tahôma o Dídimo, es decir mellizo,
posiblemente se tratase de un hermano de Jesús, tan parecido a él que fue
necesario que Judas Iscariote identificara a su maestro con un beso para que, por
error, no terminasen arrestando a Tomás en su lugar.
Entonces, ahora sí, veamos como pudieron haber sucedido los aconteci-
mientos que nos relatan los evangelios. Durante la noche del sábado y madrugada
del domingo un hipotético grupo de seguidores, desconocido por los apóstoles,
concurre al sepulcro con el objetivo de rescatar a Jesús y simular así su resurrec-
ción. El tiempo que les llevó despejar la entrada y despertar a su maestro fue tal
que, cuando consiguieron sacarlo del sepulcro, ya había amanecido y sucedió algo
que no esperaban, María Magdalena se presentó de improviso y los sorprendió
con las manos en la masa. Como estaban vestidos de blanco, trataron de hacerse
pasar por ángeles o fantasmas, asustarla de tal modo que huyera espantada del
lugar, y así ellos podrían escapar sin ser vistos. Esta artimaña no fue,
seguramente, la primera ni la única vez que fue utilizada. Flavio Josefo nos relata
una anécdota similar durante el sitio de Jerusalén. En el transcurso de la “Guerra
de los Judíos”, Simón, uno de los cabecillas de la insurrección, trató de huir de la
ciudad utilizan-do esta misma estratagema.
“Entonces Simón, que pensaba engañar a los romanos dándole un susto,
se revistió de una túnica blanca, se abrochó encima su manto púrpura y salió
debajo de la tierra en el mismo lugar en el que antes estaba el Templo. Al
principio, los que lo vieron se llenaron de asombro, luego se aproximaron a él y
le preguntaron quién era.”564
Recordemos que estamos en una época en donde las personas eran mucho
más supersticiosas de lo que son en la actualidad y también mucho más crédulas.
A María Magdalena le sucedió lo mismo que a los soldados, en un primer
momento se asombró, pero no tanto como para huir espantada. Al encontrarse
atrapado de este modo Jesús se vio obligado a salir de su escondite, a pesar de que
se encontraba en el límite de sus fuerzas, y le ordenó a María que se dirigiera a

563
Juan 21:12
564
La guerra de los Judíos, libro VII, 29-30, pág. 316. Flavio Josefo

322
JESÚS

donde se encontraban reunidos los apóstoles y les avisase que él había resucitado.
Cuando María quiere abrazarlo, él la rechaza, supuestamente para evitar el dolor
que le produciría su simple contacto. Recién cuando ella se retira del lugar, Jesús y
sus rescatistas pueden alejarse para intentar curar sus heridas y así lograr salvar
su vida.
A pesar de la fragilidad general que presentaba su estado de salud, no era
algo inverosímil esperar que él lograse sobrevivir a la crucifixión. Flavio Josefo
también nos relata, en su Autobiografía, como, en una ocasión en la cual ve a unos
familiares suyos crucificados, se presenta ante Tito para solicitarle que los
absuelva y le permita descenderlos de la cruz.
“Cuando Tito César me envió con Ceralio y mil jinetes a una aldea
llamada Tékoah para comprobar si el lugar era apropiado para construir una
trinchera, de regreso vi a muchos prisioneros que habían sido crucificados, y de
entre ellos reconocí a tres familiares míos; sentí un gran dolor, y acercándome a
Tito le hablé de ello llorando. Inmediatamente ordenó que los descolgasen y le
dispensaran toda clase de cuidados. Dos murieron mientras los curaban, pero el
tercero sobrevivió.”565
Aunque Josefo no nos relate que cantidad de tiempo habían permanecido
colgados sus familiares en la cruz, debemos pensar que fueron mucho más que las
escasas seis horas que resistió Jesús, es por ello, que solamente uno fue capaz de
sobrevivir. Las posibilidades de recuperarse que tenía el Mesías debían ser mucho
mayores, pero algo inesperado sucedió, algo que no figuraba en los planes y que
disminuyó ostensiblemente sus posibilidades de supervivencia, el exactor
mortis566 le efectuó un lanzazo en el costado derecho de su tórax, produciéndole,
seguramente, un neumotórax567 que le dificultaría aún más la respiración y, de-
pendiendo de la gravedad de la herida, complicaría de sobremanera las
maniobras tendientes a efectuar la “resurrección”.
Los dos discípulos que rescataron a Jesús debieron llevarlo a un lugar
seguro para realizarle las curaciones necesarias y los tratamientos médicos de los
cuales eran capaces.
Como no estaban seguros si María Magdalena había escuchado o com-
prendido la orden que le diera Jesús, decidieron que se presentarían ante alguno
de los discípulos “oficiales” y les repetirían el mensaje. Es así como uno de ellos se
dirigió hacia el camino que llevaba a Emaús y se acercó a los dos seguidores del
Mesías, pero lo hizo de un modo que pareciera casual. Quizás porque no estaba
seguro de si se trataba de las dos personas que él buscaba y solo pudo darse a
conocer una vez que pudo comprobar quienes eran. El otro, tal vez, se dirigió al

565
Autobiografía, 76:422, pág. 80. Flavio Josefo
566
Soldado encargado de verificar que el prisionero hubiese muerto.
567
Se define neumotórax como la presencia de aire entre las dos hojas de la pleura y que
puede terminar produciendo el colapso pulmonar. Por otro lado la pleura es la membrana
húmeda y brillante que reviste el interior tórax y la superficie de ambos pulmones.

323
César A. Carrión

encuentro de Simón Pedro y produjo el encuentro que no se nos relata en los


textos evangélicos, pero que sí se lo cita.
Una vez que ambos hubieron cumplido su cometido y anunciado a los
apóstoles que debían dirigirse hacia Galilea para encontrarse con su maestro,
recién entonces pudieron volver a su lado para comenzar a asistirlo. Aunque,
personalmente, creo que es muy poco probablemente que Jesús sobreviviera a la
crucifixión a pesar de los cuidados que le hayan efectuado.
¿Qué es lo que decidió hacer entonces este segundo grupo? No se podían
dar el lujo de permitir que todos sus planes se arruinasen en el preciso momento
en el cual estaban a punto de culminarlos exitosamente. ¿Cuál era la otra opción
de la que disponían? Alguien debía hacerse pasar por Jesús y presentarse ante los
apóstoles para asegurarles que todos sus planes seguían en pie. El candidato ideal
para efectuar el engaño era su hermano mellizo, Judas Tahôma o mejor conocido
como Tomás. Si bien su parecido era notable, lo más probable es que no fuera
absolutamente idéntico, al menos no lo suficiente como para engañar a los,
afectiva-mente, más allegados. De intentar continuar con la farsa, corrían el riesgo
de ser descubiertos y, es por ello, que sus primeros intentos fueron los de
presentarse por la noche, con la escasa luz que proveían las velas y, en esos
momentos, hablar lo menos posible, para que no fuera descubierto el engaño. A
pesar de todas estas maniobras, no todos los apóstoles estaban completamente
convencidos, pero deciden obedecer la orden de dirigirse hasta el monte en
Galilea que habían acordado. Es en ese monte en donde se produjo la única
manifestación a plena luz del día y en la cual, Jesús, fue reconocido
inmediatamente por su figura y no por sus gestos, pero recordemos las palabras
del evangelista, “algunos sin embargo dudaron”. A pesar de presentarse, actuar y
hablar como si fuese Jesús, algunos rasgos lo diferenciaban del original y no todos
fueron tan crédulos, ni estuvieron tan cegados por la necesidad de creer en la
resurrección. Es por ello que son muy pocos los apóstoles que nombra el libro de
los Hechos, quizás debemos suponer, a pesar de lo que nos digan las tradiciones,
que la mitad de los apóstoles aban-donaron el movimiento mesiánico. La hipótesis
de que solamente algunos con-tinuaron formando el primer núcleo cristiano no se
basa solamente en que los pertenecientes al resto del grupo no son citados en “Los
hechos de los Apóstoles”, sino también en las palabras de San Clemente que
citáramos anteriormente. ¿Por qué otro motivo, sino el de porque algunos
discípulos se habrían dado cuenta del engaño, que no todos siguieron
perteneciendo al grupo apostólico? No creo que exista otra razón que explique, lo
suficientemente bien, la absoluta falta de interés de algunos apóstoles para
continuar con la campaña evangelizadora que iniciaron sus compañeros.
Los doce elegidos estuvieron con él desde un principio, presenciaron sus
milagros, soportaron los rigores del camino, las necesidades, los peligros, e
incluso lo pudieron ver resucitado, ¿qué más necesitaban?
Aún al cristiano más ferviente le cuesta poder explicar este punto, cuyo
planteo llamaba la atención aún desde la primera época del cristianismo. Es por
ello que en el seno de la primitiva iglesia cristiana surgieron múltiples tradiciones

324
JESÚS

tratando de explicar que esto, en realidad, no sucedió, sino que cada uno de los
apóstoles migró hacia distintos puntos del mundo conocido para llevar el evan-
gelio a todos los confines de la tierra. Por ejemplo se dice que Andrés, el hermano
de Simón Pedro, se dirigió a Escitia y a Acaya; Santiago, el hermano de Juan, fue
famoso por haber evangelizado Hispania; Natanael Bartolomé que viajó hasta
Arabia, dejando allí un Evangelio según Mateo para luego dirigirse hacia la India;
Felipe evangelizó Frigia y murió en la cruz en la ciudad de Hierápolis; Mateo
partió hacia Etiopía y creó la iglesia que se convertiría en la Iglesia Copta, luego
de esto se dirigió a la India y fundó la iglesia cristiana de Malipur. Por último,
debemos considerar a Judas Tadeo que fue enviado hacia Edessa con el objetivo
de sanar al rey Abgaro V.
Fue de este modo como se produjo una diáspora de casi todos los
apóstoles, quedando en Jerusalén tan solo unos pocos, a menos que pensemos que
todo es una gran mentira y lo que verdaderamente sucedió, es que simplemente
abandonaron el movimiento mesiánico porque la causa que motivó que se
unieran a él había desaparecido.
Para los primeros cristianos era muy difícil de aceptar que varios de los
apóstoles hubieran renunciado al movimiento, la alternativa más simple era
inventar una serie de destinos alejados hacia los cuales se habrían dirigido, para
poder justificar su desaparición de la historia oficial. Si cualquiera de estas
misiones evangelizadoras hubiese sido real habría constancia de ellas tanto en los
Hechos como en las epístolas, así como ocurrió con los viajes de Pablo, Lucas,
Bernabé, Barsabás, Silas o Timoteo. Las tradiciones en las cuales se relatan el
destino de los distintos apóstoles son muy posteriores y estaban destinadas sola-
mente a cubrir el hueco existente dentro de lo que podemos llamar “la historia
oficial”. Éstas poseyeron muy poco o quizás nada de contenido real, muy por el
contrario, fueron pura fantasía ya que no se basaron en relatos de primera mano,
porque todos los posibles testigos ya habían muerto hacía mucho tiempo, y ni
siquiera existían textos de los cuales pudiesen tomar algún dato como referencia.
Toda la historia relacionada con los primeros años del cristianismo fue eliminada
completamente, no nos quedan registros, ni de que fue lo que sucedió con los
apóstoles, ni como se organizó el primer grupo de cristianos luego de la muerte de
su líder, no sabemos en cuales ni en cuantos grupos se dividió el movimiento,
cuales eran sus creencias. Las amonestaciones que envía Pablo en sus epístolas a
las distintas iglesias nos dan una pálida idea de sus costumbres, de las “herejías”
en las cuales debieron de haber incurrido y de que manera fueron eliminadas y
perseguidas. La iglesia del siglo IV y V se dedicó a expurgar todo aquello que
fuera en contra del dogma aceptado por la cúpula eclesiástica. Tanto es así que,
por ejemplo, de los Anales de Tácito faltan todos aquellos libros en los cuales
pudiera figurar algún dato acerca del movimiento cristiano naciente. En los libros
de Flavio Josefo, llama la atención la completa ausencia de una mínima referencia
hacia Jesús. Josefo, habitualmente tan exhaustivo, que incluye en sus relatos hasta
los más mínimos detalles históricos, ni siquiera hace una pequeña referencia a la
vida del Mesías, siendo que, en la época en la cual él escribió sus “Antigüedades
judaicas” o su “Guerra de los Judíos”, el movimiento cristiano ya gozaba de cierta

325
César A. Carrión

importancia. Sí dedica una parte a Juan el Bautista, que en ningún momento


alcanzó la relevancia que efectivamente poseyó Jesús. ¿Por qué este silencio? ¿O es
que sí incluyó relatos relacionados con Jesucristo pero fueron censurados al ir en
contra del pensamiento oficial? Eso es algo que nunca lo podremos saber. Al
menos hasta la fecha, no existen copias de estos textos más allá de las que fueron
efectuadas en el siglo V.
Por último nos queda analizar que fue lo que sucedió con el cuerpo del
Salvador. No voy a explayarme mucho sobre este tema pero quiero citar una
hipótesis de Robert Ambelain desarrollada en el libro “Jesús o el secreto mortal de
los Templarios”, que no comparto, pero me parece interesante para discutir o
profundizar en su investigación.
En este libro, el autor, describe como Juliano el Apóstata, mandó a abrir
una tumba localizada en Sebasta, en la cual se encontraban los restos de “el
muerto” “al que los judíos adoran como un dios” del “que pretenden que
resucitó” y luego ordenó quemar los restos y dispersar sus cenizas al viento.
Flavio Claudio Juliano, sobrino del emperador Constantino I el Grande, en
el año 355 fue enviado a las Galias por su primo Constancio II con el objetivo de
combatir con los francos y los germanos. En el año 360 sus soldados lo pro-
clamaron emperador y, un año más tarde, al morir Constancio, logra hacerse
cargo del imperio. Como primera medida de gobierno decide reabrir los templos
y restaurar el paganismo como religión oficial del estado, es por ello que se lo
apodó “el Apóstata”.
Muy bien, habitualmente se interpreta que, en la tumba de la cual nos
estamos ocupando en este momento, se encontraban los restos de Juan el Bautista,
lo que plantea el autor es ¿por qué motivo, si Juan fue decapitado en Macaerus o
Maqueronte, en las fronteras con Arabia, trasladaron sus restos hasta la ciudad de
Sebasta, en Galilea? ¿Por qué se hace referencia a él como “el muerto”, como si no
fuese necesario aclarar de quien se trataba? ¿Por qué motivo se dice que los judíos
lo adoraban como un dios, cosa que nunca sucedió, al menos con Juan? ¿En que
tradición se dice que Juan hubiera resucitado? Todos estos interrogantes pueden
responderse fácilmente si, en lugar de pensar que el cadáver que se encontraba
sepultado en Sebasta era de Juan el Bautista, pensamos que, en realidad, se trataba
del cuerpo de Jesús. Es a Jesús al que un grupo de judíos lo “adoraba” como a un
Dios, al que sus seguidores pretendían que había resucitado, y cuyo cuerpo se
podía llegar a encontrar completo. Todo lo opuesto a lo que conocemos de Juan el
Bautista del cual nadie pretendía que hubiera resucitado, ni siquiera sus
discípulos, los mandeanos; cuyo cuerpo, para poder ser sepultado en dicha
ciudad, primero debieron trasladarlo de un extremo al otro del país; y del cual es
poco probable que se hayan dispuesto del cuerpo completo. El hecho que se
interprete que el cuerpo pertenecía a Juan y no a Jesús es porque habitualmente se
plantea el problema de este modo: “el cadáver de la sepultura era de alguien
importante para el cristianismo, si Jesús no puede ser porque él resucitó y
ascendió al cielo, entonces, el siguiente en importancia y candidato más firme, es
el Bautista”. Obviamente este pensamiento encierra en si mismo un preconcepto,

326
JESÚS

el cual puede ser falso o no dependiendo de la persona que realice el análisis, y


este es el que Jesús haya resucitado y ascendido a los cielos efectivamente. Este
preconcepto pudo haber sido falso, pero, en la edad media, jamás se plantearon
que lo fuera, por ello es que en ningún momento se pensó que el cadáver pudo
haberse tratado de otro que no fuera el propio Juan y es así como este
pensamiento ha llegado hasta nuestros días sin plantearse nunca una explicación
alternativa.
Como dijera anteriormente, la hipótesis que plantea Robert Ambelain es
atrayente y, si algún lector le interesa particularmente, en su libro “Jesús o el
secreto mortal de los templarios” la desarrolla en una forma mucho más extensa y
detallada.
El objetivo del presente libro era poder repasar todos los hechos y
conocimientos que poseemos actualmente acerca de Jesús y su tiempo, analizar las
distintas hipótesis que expliquen las paradojas y contradicciones que nos pre-
sentan estos datos, la mayoría de ellas fueron originadas por diversos autores,
unas pocas son de mi autoría. Algunos de los planteos son tan antiguos como lo es
el mismo cristianismo y se han originado en los textos que escribiera Celso
alrededor del año 200 de nuestra era, otros son tan modernos y actuales que han
nacido a la luz ocasionados por los datos que proveyera el Evangelio de Judas en
nuestra década. Cada día se conocen nuevos datos, tal vez, algún día, estemos en
condiciones de responder a todas las preguntas efectuadas en este libro y que no
nos tengamos que conformar con simples hipótesis, pero aunque esto es muy
poco probable que ocurra, como dice un antiguo proverbio hebreo: “mientras el
hombre continúe haciéndose preguntas, en algún lugar estarán las respuestas”, a
lo que yo agrego, en ésta o en la próxima vida.

Fin

327
César A. Carrión

carrioncesar@hotmail.com

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329
César A. Carrión

▪ Kenneth, Davis- Para empezar a entender la Biblia (Don’t know much about
Bible) - Editorial Sudamericana (Buenos Aires, 2000)
▪ Keyes, Nelson Beecher- El fascinante mundo de la Biblia (Store of the Bible
World)- Selecciones del Reader’s Digest S.A. (México, 1965)
▪ Messori, Vittorio- Hipótesis sobre Jesús (Hipótesis su Gesù)- Ediciones Don
Bosco (Buenos Aires, 1979)
▪ Muchnik, Mario- Mundo judío, Crónica personal- Lumen / Mairena (Buenos
Aires, 1984)
▪ Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo, El (The new testamento of our
Lord and Saviour Jesus Christ)- Edición bilingüe- Versiones Casiodoro Reina/
Cipriano de Valera y King James- Los Gedeones internacionales- Sociedades
Bíblicas de América Latina (Pennsylvania, 1960)
▪ ¿Qué enseña realmente la Biblia? (What does the Bible really teach?)- Watch
Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania (Brasil, 2005)
▪ Schonfield, Hugh J.- Jesús: ¿Mesías o Dios? (Those incredible Christians) -
Colección Enigmas del Cristianismo- Ediciones Martínez Roca S.A.
(Barcelona, 1987)
▪ Schonfield, Hugo J.- El complot de Pascua (The passover plot)- Colección
Enigmas del Cristianismo- Ediciones Martínez Roca S.A. (Barcelona, 1987)
▪ Suetonio- Vidas de los doce Césares, Tomo I- Biblioteca Básica Gredos-
Editorial Gredos (Madrid, 2001)
▪ Weddig, Fricke- El juicio contra Jesús (Standrechlich gekreuzigt)- Colección
Enigmas del Cristianismo- Ediciones Martínez Roca S.A. (Barcelona, 1994)

Biblias en e-books
▪ E-Sword, the Sword of the Lord with an electronic edge
▪ Besorat Matay (La Buena Nueva según San Mateo)- Versión de Du Tillet-
Traducido del hebreo al inglés por Trimm, James Scott- Traducción al español
por Aharoni, Yosef- Hebrew New Testament Research Institute- Editorial
Hebraica (Puerto Rico, 2005)
▪ Brit Xadasha Judía Ortodoxa- Traducida por Dr Rev. Phillip E. Goble-
International Publishers P.O. (Nueva York, 1999)
▪ Greek New Testament w/strong’s numbers- Byzantine text form- Editada por
Maurice A. Robinson y William G. Pierpont (2004)
▪ Greek New Testament w/strong’s numbers- Textus Receptus- Basada en
Stephens, Estienne Stephanus (1550) con variantes de Scrivener (1894)
▪ Greek New Testament w/strong’s numbers- Westcott, Brooke Foss / Hort,
Fenton John Antony- Editorial Cambridge University- Serie Cambridge library

330
JESÚS

collection (2010)
▪ Greek Old Testament, the Septuagint (LXX)- Editada por Rahlfs, Alfred
▪ Interlineal Griego / Español- Traducción Conde Konstantin Von Tischendorf
(2008)
▪ Libro del Pueblo de Dios- Sociedad Bíblica Católica Internacional- Gráficas
Carasa (Buenos Aires, 2009)
▪ Peshitta en español traducido de la Biblia Aramea- Instituto Cultural Alef y Tau
A.C.- Publicado por Broadman & Colman Publishing Group (2006)
▪ Septuaginta en español- Traducción de Pbro Jünemann Beckchaefer, Guillermo-
Conferencia Episcopal de Chile (1992)
▪ Tanak, acrónimo de Torah(ley) / Neviim(profesías) / Ketuvim(escrituras)-
Traducción Kadosh Israelita Mesiánica- Traductor Diego Ascunce (San José de
Costa Rica, 2003)
▪ Santa Biblia- Reina / Valera- Edición de estudio (1995)

Diccionarios Bíblicos en e-books


▪ Concordancia de las Sagradas Escrituras- Sociedad Bíblica en América Latina-
Editorial Caribe (Nashville, 2000)
▪ Diccionario Bíblico- Douglas, J. D. & Tenney, Merrill C.- Editorial Mundo
Hispano
▪ Diccionario de Hebreo Bíblico- Chavez, Moisés- Editorial Mundo Hispano
(1997)
▪ Diccionario de Historia de la Iglesia- Ediciones Rialp (1991)
▪ Diccionario de Jesús de Nazaret- Fernandez Ramos, Felipe- Editorial Monte
Carmelo (2001)
▪ Diccionario del Libro del Pueblo de Dios- Fundación Palabra de Vida- Sociedad
Bíblica Católica Internacional (Buenos Aires, 1981)
▪ Diccionario Strong de palabras hebreas, arameas y griegas- Nueva
Concordancia Strong Exhaustiva (New Strong’s Exhaustive Concordance of the
Bible)- Editorial Caribe (Miami, 2003)
▪ Enciclopedia Católica, Vol I (The Catholic Encyclopedia)- Robert Appleton
Company Online Edition (1999)
▪ Lexico Griego Español del NT- Tuggy, A.- Editorial Mundo Hispano

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César A. Carrión

Índice

Prólogo pág. 9

PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I La Sagrada Familia pág. 21
CAPÍTULO II El Nacimiento pág. 33
CAPÍTULO III Los Reyes Magos pág. 47
CAPÍTULO IV Juan el Bautista pág. 59
CAPÍTULO V La Infancia pág. 81
CAPÍTULO VI El Inicio pág. 95
CAPÍTULO VII Los Apóstoles pág. 113
CAPÍTULO VIII La Sagrada Familia II pág. 133
CAPÍTULO IX El Mensaje pág. 143
CAPITULO X Sus Milagros pág. 159

SEGUNDA PARTE

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JESÚS

CAPÍTULO I Contexto Histórico pág. 179


CAPÍTULO II Rumbo a Jerusalén pág. 195
CAPÍTULO III En el Templo pág. 205
CAPÍTULO IV Ante el Sanedrín pág. 215
CAPÍTULO V Ante Pilatos pág. 223
CAPÍTULO VI La Fuga pág. 231
CAPÍTULO VII Preparando la Pascua pág. 241
CAPÍTULO VIII La Última Cena pág. 251
CAPÍTULO IX La Captura pág. 259
CAPÍTULO X El Discípulo Amado pág. 267
CAPÍTULO XI Rumbo al Calvario pág. 275
CAPÍTULO XII En la Cruz pág. 293
CAPÍTULO XIII La Resurrección del Profeta pág. 313

Bibliografía pág. 333

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César A. Carrión

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JESÚS

Impreso en Febrero de 2011


en los Talleres Gráficos de
Librería Social Universitaria
Urquiza 2033 - Tel. (0341) 4259361
(2000) Rosario - Santa Fe - Argentina
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