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«Volantín cortao», la película que revela el

apartheid económico de la sociedad chilena

Por : Patricio González Ríos


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La cinta narra la historia de Paulina, una joven de clase media que llega a trabajar en calidad
de practicante a un centro de rehabilitación de jóvenes delincuentes. Manuel es uno de los
jóvenes de este centro. Entre la practicante y el joven delincuente, en proceso de
rehabilitación, surge desde el primer momento un grado de complicidad creciente y difuso.
Cual volantín cortao, a la joven desclasada Paulina se la lleva el viento y no se sabe adónde
va a caer. Junto con ganar dos premios del Público, el principal en la categoría Largometraje
Nacional, el film se apronta a debutar en la categoría Competencia Oficial del Festival
Internazionale del Film de Roma el 14 de noviembre.

Cuando un volantín se rompe o se le corta el hilo, se va “cortao”. De esta metáfora se valen


Aníbal Jofré y Diego Ayala para titular su obra “Volantín cortao”, película de egreso de la
carrera de cine de la Universidad del Desarrollo y doble ganadora del Premio del Público tanto
en la competencia largometraje internacional del FICValdivia como en la categoría Premio
VTR.

Estos jóvenes directores, que también acaban de participar en Carte Blanche de Locarno, no
son la primera vez que están en Valdivia. El año pasado se presentaron con “Chaitén”, el cual
fue estrenado en el festival y tuvo una excelente aceptación del público.

Al volantín cortao “se lo lleva el viento y no se sabe dónde va a caer”, dice Diego Ayala,
codirector de la película, refiriéndose al porqué del título. “Es la metáfora de lo que le pasa al
personaje, de personas que andan medio perdidas por la vida”.
Loreto Velázquez y René Miranda son los actores que encarnan a Paulina y Manuel, los
protagonistas del film. Paulina es una joven de clase media que llega a trabajar en calidad de
practicante a un centro de rehabilitación de jóvenes delincuentes. Manuel es uno de los
jóvenes de este centro. Entre la practicante y el joven delincuente en proceso de rehabilitación
surge desde el primer momento un grado de complicidad creciente y difuso.

“El personaje de Paulina parte de un limbo: no le gusta lo que tiene, pero no sabe lo que
quiere”. En ese sentido Manuel se le abre como la posibilidad de algo novedoso” comenta
Ayala. La película ahonda en la evolución de Paulina, quien siente cada vez una distancia
irreversible hacia su familia (su padre con el discurso laboral exitoso, su hermana con sus
panoramas ingenuos o frívolos de la vida) y una atracción irrefrenable hacia el mundo marginal
al que pertenece Manuel. La cinta se encarga de registrar esa evolución, ese camino de
Paulina, del cual no se sabe dónde irá a parar en su loca caída, cual volantín cortao.

“En esa lógica fuimos trabajando esta evolución del personaje, una búsqueda por llenar ese
vacío existencial de Paulina que es tangible en la película” agrega Ayala. Lo que se cuestiona
en la protagonista es el sentido de pertenencia, su desarraigo, su “no soy de aquí ni soy de
allá”, discurso que al final arroja “una suerte de visión pesimista de la movilidad de clases”,
concluye el joven cineasta.

“El que Paulina esté en casi todas las escenas de la película y en casi todos los planos tiene
que ver con sincerar nuestro punto de vista hacia esta realidad para justamente no caer en lo
que criticamos que hace la TV o muchas películas, que tiene que ver con la pornomiseria, con
tratar esto casi desde un exhibicionismo. Ser sinceros y decir: bueno, nosotros no
pertenecemos a este mundo, pero queremos entrar en él, queremos conocerlo, entonces lo
hacemos a través de Paulina, quien es una extranjera en este mundo” aclara Aníbal Jofré, el
otro director del fim.

Por su parte, Manuel irá progresivamente aceptando la amistad con Paulina. Primero desde la
sospecha y la atracción, creyéndola no genuina sino con propósitos delatorios porque trabaja
en el centro de rehabilitación, para finalmente integrarla forzosamente a su mundo marginal
ante la inexplicable insistencia de la chica por manejar los mismo códigos que Manuel, pese al
evidente abismo social entre ambos. Manuel se expone conscientemente al jefe de su pandilla,
quien no admite a su nueva “junta”. Por su parte Paulina se expone inconscientemente a llegar
adonde sea.
La particularidad del personaje de Manuel es que no es encarnado por un actor, sino por René
Miranda, un talentosísimo chico de 16 años al momento de grabar la película, en 2012, a quien
los directores lo encontraron en el proceso de investigación, cuando el equipo de la cinta
visitaba barrios de clase baja para conocer, conversar y convivir con personas de diversas
poblaciones. A René llegaron a través de la municipalidad de Huechuraba, en un centro
cultural en la Pincoya. “Él participaba en la batucada y un montón de cosas; lo vimos y dijimos
este cabro es genial y nada, René es un súper actor” afirma Ayala.

«Tanto Paulina como Manuel son dos outsiders. Cada uno con su propios rollos y limitaciones.
Ése es el problema de Paulina. Ambos no tienen cabida en el lugar que les tocó estar y esto se
desenvuelve de mala forma. Creemos que no hay personas totalmente buenas ni persona
totalmente malas y desde esa ética creamos los personajes. Los personajes tienen
motivaciones, que si bien no pueden ser buenas, sí son humanas», explica Jofré.

El guion de la película fue trabajado por cinco personas. La intención colectiva fue hacer un
guion abierto, en el que definieron el qué de la acción, pero no el cómo, de manera que los
actores fueran aportando soltura y creación personal. Fue así que se encargaron de generar
una historia que pudiera tener ciertos contenedores narrativos dentro de los cuales ellos
pudieran «dejar vacíos para que pudieran nacer cosas, para que pudieran pasar situaciones,
para que pudiera tener vida la película» indica Jofré.

Y en este mismo sentido Jofré fundamenta la elección de René para encarnar al chico
marginal: «Nos interesaba trabajar en la línea de persona a personaje, donde se hace difusa la
barrera entre qué es del personaje y qué es de la persona; justamente eso era lo que
buscábamos que pudiera nutrir a la película de verdad: que fueran ellos los que nos enseñaran
y no nosotros a ellos. No queríamos que la dirección de la película fuera un monólogo, sino
todo lo contrario, un constante diálogo entre nosotros y los actores».

Cuentan que el trabajo creativo en dupla consiste en un apoyo constante entre ambos, en el
estar debatiendo ideas. Cada cual actúa como una contraparte que cuestiona: las ideas
crecen, se alimenta a la historia. De esta manera fijan hacia dónde quieren ir con el film,
sumado a una carga alta de intereses en común y gustos compartidos de cierto tipo de cine,
“neorrealismo italiano, nuevo cine chileno de los 60 y el cine de Nicolás Pereda” como
consigna La Maleta, el periódico del festival.

Volantín cortao es una película ágil,vivaz, que se cuenta bien. Y aunque su historia se
desenvuelve hacia un final un tanto predecible, su potencia narrativa y la solidez de sus
personajes hacen de esta película una revelación, tanto en cuanto a la realidad que expone así
como en la certeza de estar ante un cine atrevido, que va al fondo de lo que retrata. Un cine
que no rehúye el choque contra la realidad más dura, más punzante. Y que se acompaña con
una historia en clave contestataria que cala hondo por lo humano de sus personajes, por la
profundidad de dos historias  antagónicas de jóvenes chilenos que un día se entremezcla. Se
revela el abismo, el del clasismo reinante entre las clases sociales chilenas, con sus códigos
lingüisticos y corporales que se nos hacen lúcidamente reconocibles.

Es a su vez la historia de un romance casi imposible de imaginar en una sociedad tan


estratificada como la nuestra. Una película que interroga sobre el grado de pertenencia de su
protagonista desclasada. Se ve la vida en las micros, se oyen conversaciones en los trayectos
del Transantiago, se escucha a los músicos ambulantes cantar. La vida está puesta ahí con
claridad y certeza, sin prejuicios, con contundencia. No intenta explicar nada ni busca
estigmatizar. Se vale de una cámara inquieta y libre, cercana al registro documental, y un
drama sólido sustentado en la fuerza y genuina actuación de sus actores.

Jofré y Ayala revelan una anécdota que les hizo mucho sentido. Cuentan que estando en el
Festival de Cine de Locarno, conversando con el productor de “El hijo pródigo” (otra cinta en
competencia en Valdivia), se dieron cuenta de que a los europeos les cuesta entender la
sociedad chilena. “No les cabe en la cabeza esta visión tan radical que existe. Y ahí este
productor acuñó un término con el que él explica la realidad social chilena: el apartheid
económico. En Chile hay un apartheid económico” concluye Jofré.

Ayala se vale de una frase de Godard para explicar la vocación visual y narrativa de la cinta:
“Una imagen es bella no en sí misma, sino que es bella porque es real, porque es verdad”.
Conversamos con estos jóvenes directores, que por hoy día reciben además de doble Premio
del Público en Valdivia, la noticia de que “Volantín cortao” ha sido seleccionada para competir
en la categoría Competencia Oficial del Festival Internazionale del Film di Roma, y será
exhibida el 14 de noviembre. Con alfombra roja incluida.

¿Cómo nace la idea de esta película?

A.J.: Nace de un proceso de observación de lo cotidiano, de ir en la micro y de reconocer


quién anda robando y cómo cada uno cuida lo suyo… Uno prende la tele y siempre se habla
de la puerta giratoria y los delincuentes y la reincidencia, pero todos se quedan ahí. Entonces
nos preguntamos qué hay más allá de eso, qué hay más allá de esta caricatura del delincuente
juvenil que en general se lo trata casi como un monstruo.

Cuando hay una noticia en boga sobre algún atraco o un hecho de delincuencia, acerca del
tema de la reinserción y de la reincidencia, paradójicamente se escuchan discursos radicales
como: ‘No, hay que meterlos a la cárcel desde más chicos’. Entonces nosotros sentíamos que
ahí no estaba el foco bien puesto, no se estaba mirando realmente lo que sucedía, así que nos
interesó descubrir quiénes son estos personajes, meternos en su intimidad, sin el prejuicio
previo y sin el estereotipo de delincuente juvenil que muchas veces hay en la prensa.

La película plantea varias lecturas interesantes de lo que pasa en el Chile actual

A.J.: Una tesis que se podría sacer de la película es que Chile es una sociedad súper
estratificada; nuestros barrios están divididos por tus posibilidades económicas, los colegios,
las universidades están divididos por tus posibilidades económicas e incluso los trabajos,
entonces la movilidad social si bien no es lo mismo que hace 40 años pero es una sociedad
estática, de muchos prejuicios, muy clasista, y no sólo del rico al pobre sino del pobre al rico, y
todos nos aislamos en pequeños guetos urbanos para no convivir con el otro.

¿Creen que la cinta cueste ser entendida en el extranjero?

A.J.: Si se hace una película muy universal, resulta una película carente de identidad; en ese
sentido va a ser vacía. Uno puede ver películas gringas por montones carentes de identidad,
pero también uno sabe diferenciar una película taiwanesa… Uno logra entrar en un imaginario,
en una manera de mirar el mundo que es totalmente distinta y particular de ese lugar y de ese
autor; por lo mismo nos interesa trabajar lo chileno, los folclorismos urbanos que tienen que
ver con costumbres arraigadas, con nuestra formas de ser, cercana a lo que vivimos todos los
días.

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