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Todas las tablas del redondel de la plaza lucieron los retablos que el viernes,
22 de febrero, pintaron toreros y novilleros y que fueron materia prima para
que el artista francés Loren Pallatier interviniera y convirtiera La Santamaría
en un espacio en el que se fusionó la ópera, la pintura y la tauromaquia.
Gran faena
Fosforero, de 500 kilos, fue el primer toro del encierro de la ganadería de
Ernesto Gutiérrez Arango y le correspondió al torero español Enrique Ponce,
quién toreó elegante, despacio y estuvo muy a gusto con la embestida de un
animal que siguió los vuelos de su capote, con el que se dobló por el pitón
derecho e izquierdo. Puyazo justo y en buen sitio.
Ponce quitó por chicuelinas templadas. El astado demostró falta de fuerza y se
distrajo pronto. Buenos pares de banderillas de la cuadra del español,
puntualmente el primero de Gustavo García el 'Jeringa' y el segundo y tercero
de Ricardo Santana, quien recibió una fuerte ovación.
Comenzó Ponce la faena con mucha suavidad, toreando con la mano derecha
a media altura y consintiendo la embestida dulce de Fosforero. Con la
izquierda regaló una tanda en la que barrió la arena con la muleta.
Por el pitón derecho dibujó dos poncianas, pase firma del torero en el que
flexionó su rodilla derecha, que le sirvió de eje para dar dos circulares muy
lentos.
Pinchó arriba. En el segundo intento, recibiendo al toro, dejó la espada
completa en lo alto del morrillo. Dos orejas para Ponce y vuelta al ruedo para
Fosforero, aplaudido en el arrastre.
Cerrajero, de 506 kilos, le correspondió a Sebastián Castella. El toro remató
en el burladero de salida y metió la cara en el capote del francés, untándose el
hocico de arena pero sin terminar de embestir con profundidad.
Justo de fuerza el toro. Recibió una vara corta. Castella pasó el capote por su
espalda y citó de lejos para ejecutar una serie de gaoneras en las que con
facilidad cambió el andar del toro al citarlo por el pitón contrario.
Entró a matar decidido, estocada entera y una oreja para Ramsés. Palmas para
Barrilito en el arrastre.
Forjar el toreo
El cuarto de la tarde, Presumido, de 510 kilos, apenas se vio en un par de
verónicas de Enrique Ponce. El toro fue picado poco en el caballo.
Silencio en la plaza e incertidumbre ante un ejemplar que no definían su
embestida. De los tendidos bajó el grito "Ponce es un poema" y el torero le
robó pases a Presumido, al que le faltó transmisión.
Pinchó arriba, sin soltar, en el primer intento. Buscó el morrillo del animal en
el segundo y dejó el estoque completo. Una oreja más para Ponce. Cometó
tres en la tarde para salir por la puerta grande.
Matices
Salió Castella al encuentro de Tabaquero, de 528 kilos, que provocó el tumbo
del caballo del picador Cayetano Romero.
Quite con el capote de Castella, cuatro chicuelinas, la segunda desplegando el
capote a centímetros del cuerpo y remató a una mano.
Muleta a la mano derecha, por detrás de sus piernas. Cuatro muletazos para
empezar su faena. En la segunda tanda el toro buscó las tablas. Sebastián sacó
al toro de ese terreno y, con la izquierda, de uno en uno, le robó algunos
pases.
Se rajó Tabaquero y por más voluntad que puso el francés no pudo mostrar su
tauromaquia. Silencio para el torero y pitos para el astado.