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Hacer 4 grupos cada uno con una palabra.

Amor, Alegría, Paz, Gracias


¿Qué sinónimo tenemos para expresar cada una de estas palabras? Involucrar entre grupos la pregunta
de sinónimos.
Podemos observar que para esta palabra simplemente no existen mucho o tal vez ningún sinónimo para
expresar este estado del corazón.
No es una emoción, no es un sentimiento, es una expresión del corazón. Quien agradece no solo dice
es valioso para mí, sino que también abre su corazón para decir que la situación mejoro con lo que
hicieron por mí.
La adoración en espíritu y en verdad es la máxima expresión del carácter cristiano que a su vez es la
máxima expresión del fruto del Espíritu Santo que su vez es la máxima expresión de una vida de
santidad y entrega completa al Señor.

La gratitud hace parte de esa expresión de madurez que se adquiere tal vez con educación o tal vez
con agradecimiento.
¿Cuál es la diferencia?
Fruto de la madurez espiritual podemos estar agradecidos en todo momento, sea bueno o sea malo.
Por educación simplemente agradecemos cuando estamos bien y nos quejamos cuando estamos mal.

1. Qué fácil es dar gracias cuando alguien nos ha hecho un favor, cuando nos han regalado algo o cuando hemos recibido
la respuesta a una oración. Abundamos en acción de gracias y nos regocijamos en la bendición de lo recibido o
alcanzado.

2. Desde pequeños nos enseñaron a dar gracias, a veces se nos olvidaba, pero nuestros mayores nos lo recordaban
continuamente. Crecimos sabiendo la importancia de ser agradecidos con Dios y con los demás.

De hecho, una de las enseñanzas más comunes en la Biblia es que debemos dar gracias. Jesús nos
dio ejemplo de ello cuando, en diferentes circunstancias, le vimos dando gracias al Padre. Antes de la
multiplicación de los panes y los peces agradeció a Dios por los pocos panes y peces que tenía en sus
manos. Cuando oró, antes del milagro de la resurrección de Lázaro, le dio gracias al Padre por haberle
oído. Cuando se sentó a la mesa con sus discípulos dio gracias.

 “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: esto es mi cuerpo, que por vosotros es
dado; haced esto en memoria de mí.” Lc. 22:19

En sus oraciones por los hermanos de las iglesias a quienes escribía, el apóstol Pablo continuamente
daba gracias. Claro ejemplo lo vemos en el libro de Colosenses.

3. Aprendemos también en la Biblia que no solo debemos ser agradecidos a Dios cuando todo nos va de maravilla. Dar
gracias es más complicado cuando las circunstancias nos hacen llorar, cuando lo recibido no es exactamente lo que
esperábamos o cuando es más fácil quejarnos que agradecer.

Cuando leemos en 1 Tes. 5:18, “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús”, nos damos cuenta que Dios quiere que, no importando cuál sea el escenario
en que nos encontremos, nuestro corazón continúe siendo agradecido. Un corazón que puede dar
gracias en todo tiempo es el corazón que ha aprendido que Dios sigue siendo nuestro Padre celestial y
que podemos confiar en “que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.” Rom. 8:28

4. El Señor no nos invita a agradecer la enfermedad, o el problema. Él nos invita a dar gracias porque, aún en medio de
las dificultades de la vida, podemos tenerle a Él ayudándonos, consolándonos, dándonos fuerzas y guardando nuestra
alma. Dios nunca nos faltará.

La verdad es que es necesario el recordatorio porque las circunstancias de la vida, cuando son difíciles
y arduas, tienden a hacer que olvidemos todas las cosas, pequeñas y grandes, por las que debemos
estar agradecidos. El salmista, consciente de ello, le dice a su alma: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no
olvides ninguno de sus beneficios.”  Sal. 103:2
David conduce su alma a resaltar esos beneficios, a reconocerlos y a agradecerlos. “Él es quien
perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que
te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el
águila.”  Sal. 103:3-5
Cuando la palabra de Dios nos dice “dad gracias en todo” nos está llevando a reconocer lo que Pablo
dice en Rom. 8:28, “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados.” 

No es fácil, pero es el consejo divino, por lo que debemos levantar nuestros ojos al Señor cada día
reconociendo su bondad y su misericordia para con nosotros. “Dad gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”  1 Tes. 5:18.

5. La visita de doña Pandemia nos ha trastocado un poco las cosas y ha traído tristeza al corazón de muchos hogares, por
lo que nuestra celebración es diferente. Lo que no ha cambiado para nada es nuestro Dios, Él sigue siendo el mismo, Él
es inmutable. Sea para Él nuestra acción de gracias y nuestra continua adoración.

Cada encuentro que tuvo Jesús cuando estuvo en la tierra con alguna persona fue de gran
trascendencia. Tomemos, por ejemplo, su encuentro con el joven rico. Jesús le ofreció la oportunidad
de seguirle y ser su discípulo, pero éste eligió sus riquezas. Una fatal decisión que le privó de ser
llamado hijo de Dios.  Mt. 19:16-22

En el caso de Saqueo, rico y jefe de los cobradores de impuestos, pillo y mal intencionado, a quien
Jesús llamó y con el que se sentó a comer en su mesa, la cosa fue diferente. Saqueo abrió su corazón
y recibió la salvación, y de su iniciativa decidió dar la mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro
veces más lo que hubiere robado a alguno. Él recibió la salvación que le ofreció Jesús. Lc. 19:1-10

Por otro lado, tenemos el encuentro de Jesús con la mujer samaritana. Con mucha humildad, cansado y
sediento, Jesús le pidió agua a aquella mujer. Su petición tenía la intención de ofrecerle a ella el agua
de vida.  “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te
daría agua viva.” Jn. 4:1-29 A ésta mujer Jesús le revela que Él es el Mesías, el Cristo. ¿Cuál fue su
reacción? Ir a decir a los de su pueblo que había encontrado el Mesías y recibir el agua de vida que le
ofreció.

6. Es bueno, que vayamos a ese momento en el que nos encontramos con el Maestro. Miremos cómo estábamos,
recordemos nuestra experiencia con el Salvador. Démosle gracias porque no le dimos la espalda como hizo el joven
rico. Agradezcámosle el que nos haya invitado a cenar con Él y que nos haya dejado ver la necesidad que teníamos de
recibir su salvación.

La Palabra de Dios nos dice que cada día trae su propio afán. Desde que nos levantamos hasta que
nos acostamos estamos experimentando las situaciones normales de la vida. Para algunos, será una
rutina diaria que sólo en ocasiones traerá alguno que otro asunto que tendrá que atenderse. Para otros,
que se desenvuelven en escenarios más dinámicos, el día traerá asuntos de mayor envergadura que
habrá que enfrentar.

Jesús nos da un gran consejo al decirnos que no nos afanemos. Él sabe que el afán es uno de los
estados del alma que no nos permiten disfrutar de su paz. Estar afanados, es algo que desvía nuestra
mirada del Señor hacia lo que nos trae preocupación. Algunos ejemplos que el Señor nos da son: el
afán por lo que comeremos o beberemos, por lo que vestiremos, por el día de mañana que aún no ha
llegado.
7. Hoy es un regalo de Dios. Hoy es un buen día para alabar su nombre y agradecerle por todos sus beneficios. El rey
David le hablaba a su alma para que no olvidara los beneficios que recibía del Señor. “Bendice, alma mía, a Jehová, y
bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.” Salmo.
103:1-2

Cuando tenemos conciencia de la gracia de Dios para con nosotros y de cómo ésta se manifiesta cada
día en nuestras vidas, de nuestro corazón brotan acciones de gracias que le glorifican y le exaltan.
Podemos tener una sonrisa en el alma y risa en nuestros labios.

8. Saber que los ojos del Señor están sobre nosotros, que su cuidado para nuestras vidas está garantizado por su amor,
es algo que debe provocar en nosotros una sensación de descanso y de paz. Jesús no nos dijo que estaríamos exentos
de situaciones difíciles. Su consejo iba dirigido a que mantuviéramos nuestros ojos en el Padre. Sus hermosas y
alentadoras palabras fueron, “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro
Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”  Mt. 6:26.
9. Hoy es un buen día para decirle al Señor cuánto le amamos, cuán agradecidos estamos de Él, y para orar creyendo
que Él nos da mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. Ef. 3:20 Hoy es un buen día para echar
nuestra ansiedad sobre Él sabiendo que Él tiene cuidado de nosotros. 1 Ped. 5:7

10. Hoy es un buen día para que nos detengamos a pensar en las bendiciones que Dios nos ha dado, y por las que nos
podemos contar como bienaventurados. Cada uno tiene diferentes bendiciones y beneficios dados por el Dios del cielo.
Cada persona en particular puede tener una lista individualizada que diga las cosas buenas que ha recibido de Él.

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