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Promesas Bíblicas
Promesas Bíblicas
Cada mañana al llegar al colegio había una alumna que me recibía con una hermosa sonrisa.
Sumamente inteligente y vivaz, Andrea se había ganado el respeto de compañeros y
profesores por sus excelentes calificaciones, y por su humildad cuando hablaba del tema.
Como se la veía siempre con una linda sonrisa, nadie sospechaba, ni siquiera yo (que era el
capellán), los problemas terribles que estaba viviendo en su hogar. Luego de terminar una
clase de Biblia, Andrea pidió hablar conmigo a solas, y ya en mi oficina, pasó a contarme
parte de su historia familiar. Las lágrimas se hicieron presentes rápidamente, y esa sonrisa a la
que yo estaba acostumbrado se esfumó mientras hablaba.
Nunca hubiera pensado que ella tenía problemas serios. Al expresarle mi asombro, respondió:
«No me gusta que me vean mal. Quiero ser una persona alegre, y eso intento transmitir; pero
a veces los problemas me superan y son más fuertes que yo, y entonces necesito desahogarme
con otra persona. Gracias por escucharme».
Nadie está libre de situaciones tristes y desafortunadas, pero esas situaciones no deben
quitarnos la alegría de vivir. Andrea tenía motivos suficientes para vivir amargada y triste, sin
embargo transmitía un mensaje diferente con su rostro, no por despreocupada, sino porque
tenía a Jesús en su corazón. El Dios del cielo desea darnos desde ahora el don de la alegría,
porque este don, bien utilizado, es una poderosa herramienta para atraer almas a los pies del
Señor.
Si hoy estás viviendo algún problema que te quita la paz, recurre a Jesús para que te dé las
fuerzas que necesitas. Y recuerda: llegará el día cuando «la tristeza y el gemido»
desaparecerán para siempre y viviremos con Jesús con «gozo perpetuo» en nuestro corazón.