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El impacto del marxismo en la antropología

La teoría marxista incorpora en el análisis de los antropólogos algunos conceptos


importantes para el análisis. Por modo de producción, como su nombre lo indica,
Carlos Marx entendía los modos en que los seres humanos, a lo largo de la historia,
construyeron para producir. No obstante, si con este concepto Marx pretendía
analizar el particular modo de producción del capitalismo, para eso requirió develar
otros modos de producción existentes y pasados en distintas organizaciones
sociales. De esta manera, entonces, Marx habló de los modos de producción
asiáticos, esclavistas, serviles o feudales y, por supuesto, del capitalista para
imaginarse un posible y futuro modo de producción socialista y comunista. 

El impacto del marxismo en la antropología

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El impacto del marxismo en la antropología

Continúas trabajando en la maderera. Junto con tus compañeros, pudieron ser conscientes de que existía la
posibilidad de trabajar menos horas y tener más tiempo de ocio. También tomaron consciencia de los
distintos valores de la mercancía. En estos casos, puedes comprender que el trabajo te brinda a ti y a tus
compañeros la posibilidad de realizarse como personas. En el trabajo que haces día a día, en todas esas
sillas que produces a lo largo del mes, dejas tu impronta particular. Como trabajador, tomas conciencia de
que has hecho con tus manos, con tu trabajo, una pieza; en este caso, la silla. Y trabajar es lo que da a los
seres humanos su dignidad.

Para el marxismo la teorización del modo de producción permite el estudio de las organizaciones sociales,
dado que, desde esta perspectiva, se las puede concebir como estructuras donde cada una de las partes
que las conforman no son meras sumatorias, sino que hacen y responden a un todo que las gobierna. 

Para analizar esta estructura social, Marx la dividió en dos: la infraestructura económica y la superestructura
ideológica-jurídica. La infraestructura económica incluye la presencia de los medios de producción y las
relaciones de producción. Mientras estas últimas permiten distinguir la manera en que los seres humanos
se relacionan para producir (comunitaria o tribal, esclavista, servil o asalariada), por medios de producción
Marx entendía los objetos implicados en la producción más los instrumentos requeridos para ese proceso
productivo. 

Así como no es lo mismo que el objeto de producción sea un fruto que recolectar o un animal para cazar que
uno que sirva para arar la tierra (agricultura) o para criar (ganadería) u otro para elaborar manufacturas
(industria) o manipular el átomo (tecnología), tampoco es lo mismo el uso de un hacha de piedra, una lanza,
un arado tirado por un buey, un tractor, una máquina de vapor, de combustión o electrónica. 

Volviendo al ejemplo de tu trabajo en la maderera, si lo analizamos en términos de Marx, para él, el ser
humano es esencialmente un trabajador. Es en su trabajo donde se despliegan sus posibilidades más
íntimas, donde desarrolla sus talentos al máximo, donde deja su impresión personal en la faz de la tierra.

Marx favorece una peculiar imagen de la naturaleza humana. Al


respecto, señala que el hombre es homo faber, es decir, un trabajador,
un ser productivo y constructivo. Pero, como veremos, esta imagen
del hombre como ser esencialmente ennoblecido por su capacidad
para expresarse en su trabajo es solo una forma de ver a los seres
humanos. 

Partiendo de esta visión del hombre, Marx comienza a preocuparse de que el trabajo, la actividad por
excelencia, en la que el hombre realiza su potencial más profundo, se pervierte. Se convierte en una
mercancía, algo para vender. Puede resultar útil recordar aquí la distinción de Marx entre valor de uso y valor
de cambio. Todos los bienes que encontramos en el mercado tienen un cierto valor de uso, satisfacen las
necesidades humanas. Pero, cuando se introduce una mercancía en el mercado, a nadie le importa su valor
de uso, la posibilidad intrínseca para satisfacer a los seres humanos, sino que se enfoca sobre su valor de
cambio, es decir, cuánto dinero puedes ganar con él o qué obtienes cuando lo vendes. Pero lo importante
aquí es que Marx dice que no solo se pueden intercambiar objetos, como panes o relojes, y tener cierto valor
de cambio, sino que el trabajo humano también puede convertirse en una mercancía, algo que se pueda
comprar y vender en el mercado. 

Marx está consternado por el hecho de que este potencial más hermoso que todos los seres humanos
comparten, su capacidad para expresarse en su trabajo, se contamina cuando se convierte en una simple
mercancía, con una etiqueta de precio adjunta. En sus escritos más tempranos, Marx se refirió a esta
situación como el resultado de un proceso de alienación.

¿Qué significa homo faber?


Es el trabajador, un ser productivo y constructivo.

Es el espacio de la fábrica, donde se producen las


relaciones de producción.

Es el espacio de la fábrica, donde se producen las


mercancías. 

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El concepto marxista de modo de producción como construcción teórica para estudiar una sociedad en
particular obliga a un detenido, atento y minucioso análisis. Este desafío fue el que tomaron los
antropólogos, entre los cuales se encontraron muchos del tercer mundo, buscando responder acerca de las
diferentes realidades de esos “otros”, semejantes o distintos con los que convivían en sus propias
sociedades. De esta forma, la antropología inspirada en el marxismo suma a esa imagen del otro la
condición de desigual, explotado o dominado que le corresponde dentro de la dinámica internacional del
sistema capitalista. 

Te recomendamos la lectura del siguiente paper, que te permitirá entender la actualidad de un enroque de
nuestras sociedades en términos de clases sociales y modos de producción.

Relaciones de clases y modos de producción.pdf


488.4 KB
Fuente: Bajoit, G. (2014). Relaciones de clases y modos de producción: teoría y análisis. Cultura y representaciones

sociales, 9(17), 9-53. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-

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La antropología de posguerra

El aporte que el marxismo o, más específicamente, el neomarxismo realiza al quehacer antropológico tiene
al menos dos efectos que merecen destacarse. En primer lugar, nace un nuevo aspecto para investigar en
las organizaciones sociales de los pueblos: la antropología económica. Con ella, la disciplina amplía su
horizonte y campo de estudio, no se restringe al análisis de las funciones (desde la perspectiva biologicista
de Malinowski) y de los signos culturales (desde la perspectiva lingüística de Lévi-Strauss), sino que se
extiende hacia las maneras en que estos se relacionan con el modo de producción o las bases económicas
presentes en esos pueblos u organizaciones sociales. De esta manera, entonces, a partir de la década de
los 60 del siglo XX, crecieron los estudios de la antropología económica dirigidos a discernir la cultura
(entendida por el marxismo como producto de la superestructura ideológica-jurídica) y su articulación con
las relaciones de producción, los objetos de producción o los instrumentos de producción. Así, pudieron
conocerse novedosos aspectos de la vida de los pueblos, en particular, sobre la incidencia del capitalismo o
las consecuencias de su influencia. Se conocieron distintas maneras que cobraban las diversas
expresiones culturales al interior de sociedades no movidas por las relaciones productivas asalariadas
propias del capitalismo, sino, más bien, de tipo comunitarias, propias de esas organizaciones de “relojería”
de las que hablaba Lévi-Strauss.

En cuanto al segundo aspecto que merece destacarse como efecto del aporte del marxismo a la
antropología, es que la disciplina dejó de estar restringida al estudio de las sociedades y culturas lejanas en
el tiempo o en el espacio para los europeos (occidentales, blancos y cristianos). De igual manera, el
conocimiento y la práctica antropológica comienza a difundirse y deja de ser exclusiva de las academias de
los países centrales para transformarse en una herramienta usada por los estudiosos de la periferia de esta
“geografía” económica.

Aportes del neomarxismo a la antropología


La disciplina amplía su
horizonte y campo de
Antropología económica estudio, no se restringe al
análisis de las funciones ni
de los signos culturales.

La disciplina dejó de estar


restringida al estudio de las
sociedades y culturas
Análisis de las propias lejanas en el tiempo o en el
sociedades del investigador espacio para los europeos.
Además, la antropología
comienza a ser empleada
como una herramienta

Con el aporte marxista, la antropología amplía su mirada y ahora se detiene en la dinámica de grupos o
estratos humanos al interior de las propias sociedades europeas o europeizadas conformadas por el
capitalismo. De este modo, entonces, se afianza la crítica al etnocentrismo en la antropología y se
profundiza la democratización de su ejercicio. Asimismo, desde esta perspectiva, la disciplina antropológica
renueva su vitalidad y vigencia como especificidad académica ante el riesgo de desaparecer junto a los
pueblos (grupos, tribus, etnias) que en su principio le llamaron su atención y que luego, con el avance de la
economía capitalista a lo largo y a lo ancho de la Tierra, comenzaron a desaparecer.
Con el aporte de la mirada del neomarxismo, la antropología se afianza en su
crítica al etnocentrismo.

Verdadero.

Falso.

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De este modo, con el material aportado por el marxismo, el neomarxismo y las luchas nacionales de los
pueblos sometidos contra la dominación imperialista en el mundo, se construyó una nueva imagen del “otro”.
Para esta nueva mirada influida por el pensamiento de la época, una vez más los espacios académicos
cumplieron esa función, con la salvedad de que, en contraposición a los períodos anteriores, esos centros
de divulgación incluyeron de manera relevante a los países del llamado tercer mundo, lo que facilitó que esa
nueva imagen construida desde el material aportado por el marxismo y las luchas populares continuara el
afianzamiento iniciado por Malinowski y Lévi-Strauss de los destinatarios de su producto: esos “otros”,
semejantes y diferentes, los diversos explotados de la tierra.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 2

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