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El texto etnográfico y la construcción de significado

Recordemos que la diferencia postulada del objeto con respecto al sujeto que lo
observa no representa una cualidad intrínseca de ese objeto, una esencia, sino el
producto de una historia diferencial que los hace a ambos disímiles. Existe una
ilusión que es creer en una simultaneidad entre el objeto a observar y el acto mismo
de observar, confundiendo la presencia del antropólogo en el campo con el presente
del objeto etnográfico. Tal confusión, que cancela cualquier distancia histórica, es de
hecho la idea objetivista de que el objeto de estudio del etnógrafo es un hecho listo
para ser observado y que el discurso del investigador puede identificarse con el
lenguaje del observador neutral. Pero si la relación con el campo no es un informe
técnico neutral, ni es una fusión comprensiva con el objeto de estudio, tampoco es
para que el antropólogo se confunda con ese otro al punto de convertirse él mismo
en ese otro. Si el antropólogo se fusiona con el nativo y habla el mismo idioma que
él, ya no se encuentra en una situación de diálogo, en una situación para traducir a
su propio sistema y mucho menos en situación de contarnos su experiencia. El
conocimiento etnográfico es un trabajo de mediación sobre la distancia y la
diferencia y este trabajo comienza inmediatamente en el terreno. 

El campo

Referencias

Video conceptual
Revisión del módulo
LECCIÓN 1 de 4

El campo

En su investigación, Enrique señala que la antropología tiene la capacidad de


volver exótico lo familiar. Enrique comenzó a trabajar con la “movida
cuartetera” para entender cómo el baile implica una serie de aprendizajes y
configuraciones acerca del género y las clases sociales, para lo cual tuvo que
desnaturalizar algunas cuestiones arraigadas fuertemente por ser parte de la
cultura cordobesa. Es en este sentido que el campo se organiza primero y
esencialmente como un trabajo de construcción de significado simbólico
como parte de una interacción entre discursos, una negociación de puntos de
vista entre el antropólogo y sus informantes.

El campo puede entenderse como un signo que designa tanto un área


geográfica localizada o una unidad social, así como el espacio donde tiene
lugar su propia actividad. Es decir que sirve para designar tanto el objeto de
investigación (en el sentido de las llamadas sociedades primitivas, las
comunidades exóticas) como el lugar donde se lleva a cabo esta
investigación.

El campo puede entenderse como:

un área geográfica;
una unidad social.

Es en el campo donde el antropólogo juega su identidad, una identidad que


se refiere a una puesta en escena discursiva acerca de la legitimidad de su
práctica frente a sus pares. El campo es la expresión de una autoridad
etnográfica, la referencia al campo juega un rol relevante en el control de la
producción de declaraciones antropológicas. Es la experiencia de campo lo
que garantiza que la verdad está en el texto etnográfico.

De ahí la función performativa del campo, que toma la forma de una suerte
de rito de iniciación para los etnógrafos novatos, un ritual que, más allá de su
eficiencia heurística, también pretende atraer los límites de la comunidad
antropológica. El campo denota para los investigadores la originalidad de un
proceso y la singularidad de un sujeto del discurso. Esto explica la imagen del
etnógrafo en el trazar esquemáticamente en los prefacios o introducciones
de sus textos, sus características particulares así como las del objeto de
estudio.

En el campo el antropólogo se juega su identidad discursiva en relación a la


legitimidad de su práctica.

Verdadero

Falso
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Podemos mencionar como uno de los ejemplos más sorprendentes de esta


puesta en escena de la competencia científica del etnógrafo relacionada con
su presencia en el campo, las narraciones de Branislaw Malinowski en las
islas Trobriand (Malinowski, 1922). Estos relatos prácticamente son
considerados en la literatura antropológica y en el imaginario de la disciplina
como una suerte de mito de origen, uno de los mitos fundadores de la
disciplina. Además de esta mención explícita en los textos de la presencia
del investigador en el lugar de su investigación, la experimentación de las
situaciones del campo toma un ritmo paradigmático en la producción misma
de la conocimiento antropológico, es decir, la implementación de la escena
de los primeros pasos sobre el terreno, la complicidad con los miembros de la
cultura anfitriona o, más generalmente, el relato sobre la relación establecida
con el campo sirven como convención en el discurso para traducir la
competencia interpretativa adquirida por el etnógrafo (Clifford, 1983). Más
precisamente la anécdota, el error o el malentendido experimentado por
cada uno de los antropólogos en sus primeras interacciones con los
informantes se convierten en el medio heurístico de descubrimiento. Un claro
ejemplo es el texto de Clifford Geertz (2006) sobre las peleas de gallos
balinesas. Geertz, de hecho, comienza su relato con la historia de una
experiencia que vivió al comienzo de su permanencia en el campo y que fue
decisiva para el transcurso de su investigación. Al respecto, señala que la
persecución de la policía en el pueblo donde hacía trabajo de campo junto
con su esposa fue crucial en su estudio, ya que hasta ese momento se
encontraban en la posición de intrusos profesionales sin lograr establecer un
vínculo con los nativos (Geertz, 2006). Sin embargo, la incursión policial, cuyo
objetivo era evitar el desarrollo de las peleas de gallos que estaban
prohibidas por las autoridades javanesas, brindó la oportunidad a Geertz para
establecer contacto con los aldeanos, que hasta ese momento habían
mostrado indiferencia hacia ellos. Al verlos huir a Geertz y su esposa de la
policía, tal como lo habían hecho los demás nativos, los habitantes nativos se
acercaron de los dos antropólogos y finalmente los admitieron en su círculo
de complicidad. Esta situación no solo le permitió a Geertz hacer una suerte
de educación sentimental del campo, sino también entender que la pelea de
gallos fue para los balineses una forma de educación sentimental sobre su
cultura. A través de esta experiencia compartida, el etnógrafo pudo
relacionarse con los otros y, en la misma línea, comprender el significado de
una institución constitutiva del ethos balinés, como son las riñas de gallos.
Podemos observar, además, que la interacción entre el antropólogo y sus
informantes, centrados en el documento y el registro escrito, no era solo un
medio para establecer una relación con el campo y para construir una
complicidad con los nativos, sino también el lugar de descubrimiento del
verdadero objeto del estudio a saber, los procesos, estrategias simbólicas y
retóricas desplegadas por ellos en relación con las peleas de gallos para
construir su identidad. En síntesis, Geertz (2006) se valió de su experiencia
para convertirse en el intérprete de la cultura balinesa y leer (o traducir) la
pelea de gallos como un sistema significativo en el contexto de esa cultura.
El conocimiento antropológico surge así de un proceso dialógico entre el
antropólogo y el informante. Es un trabajo simbólico con dos o más
interlocutores.

Como muestran los diversos ejemplos anteriores, la construcción del texto


antropológico comienza sobre el terreno. El antropólogo constituye, de
hecho, las figuras dialógicas básicas y sostiene esta interacción en forma de
discurso directo e indirecto, en forma de comentarios descriptivos, metáforas
y modelos. El campo es un formato para organizar la escritura. La doble
competencia del antropólogo (el estar ahí, el poder hablar de eso) se traduce
en una estructura narrativa que articula estrechamente la imagen de una
cultura con el testimonio del testigo competente que lo valida.

En la interacción directa e
La construcción comienza en indirecta con los sujetos. El
el campo.  campo es un formato que
organiza la escritura.

Se traducen en una
Se traducen en una

estructura narrativa que


La doble competencia del
articula la imagen de la
antropólogo
cultura con el testimonio
que la valida.

Por lo tanto, el terreno aparece no solo como una forma de hacer las cosas, sino también como un medio
que es inseparable de una representación textual, en el sentido de considerar que el campo es una versión
de la realidad. Lo que parece referirse al mismo término etnografía, que se puede traducir de acuerdo con
Atkinson como "escritura de cultura" (Atkinson, 1992). La producción y transmisión del conocimiento
antropológico depende de convenciones narrativas que se utilizan para construir e interpretar las propias
producciones textuales. Cuando nos embarcamos en un proyecto etnográfico eso implica que
participaremos de una intensa actividad de escritura, pues estamos tratando de escribir y describir escenas
de la vida cotidiana y de situaciones culturales típicas, informes de acciones y eventos; en resumen,
culturas configuradas por distintos actores y agentes sociales. Estamos tratando de describir estas culturas
para que sean legibles para lectores distantes.
El texto etnográfico, aparte de ser un producto convencional dentro de una práctica convencional, es una
forma de representación histórica y cultural determinada. La etnografía como registro aparece en este
sentido como un ícono. Comparte, en palabras de Atkinson (1992), un autor y un campo (una cultura, una
sociedad) en una representación concreta, el campo, como el autor, es de hecho reconocido a través del
proceso de lectura del texto. A través de los textos, hombres y mujeres se convierten en culturas, campos y
los autores se identifican en una suerte de clasificación totémica que nos permite identificar
inmediatamente a Evans-Pritchard con los Nuer, a Malinowski con los trobriandeses, a Mead con los
samoanos, etcétera. Hoy el antropólogo está cada vez más atento a los diversos contextos de negociación
de su conocimiento, así como a otros modos de representación textual, que surgen a partir de las voces de
los propios sujetos, objetos de investigación, que desafían el texto etnográfico.
¿Qué implica la idea de una clasificación totémica entre autores y campo?

Mediante el texto los autores de la etnografía se convierten


en campos y culturas.

Una negociación del conocimiento a partir de las voces de


los sujetos de investigación.

Las etnografías se clasifican de acuerdo a los animales y


vegetales culturales del objeto de estudio.

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Cabe aclarar que cualquiera que sea la postura posmoderna, es necesario


atender a los requisitos del mensaje que lleva el texto, la redacción, la
escritura, la ficción. La importancia de esta necesidad radica en que pocas
veces los etnógrafos nos detenemos a pensar que algo existe antes de
hablar de ello, algo de la realidad del otro que uno puede entender e
interpretar y que debemos informar al público desde nuestras posturas y
vivencia particulares.
Las etnografías experimentales se han desplazado a una forma de contraste
nosotros - ellos. ¿Qué quieren decir Marcus y Cushman con esto y cómo esto
reposiciona al lector de etnografías?

Sostiene que, lejos de ser un proceso directo de redacción de datos del


trabajo de campo, la etnografía involucra una poética y una política: un
conjunto de técnicas literarias, convenciones idiomáticas y prácticas de autor
que están profundamente involucradas en la reproducción, la lucha y
transformación de las relaciones de poder y conocimiento. Writing Culture
generó un amplio debate sobre la naturaleza, el propósito y las implicaciones
de la investigación etnográfica, situándose como un texto clave en el giro
reflexivo en las ciencias sociales y, específicamente, en la metodología
etnográfica.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

Referencias

Atkinson, P. (1992). Understandign ethnographic texts. California, Estados Unidos: Sage. 

Clifford, J. (1983). On ethnographic authority. En Revista Representations, No. 2, pp. 118-146.

Geertz, C. (2006). La interpretación de las culturas. Barcelona, España: Gedisa.

Malinowski, B. (1922). Los argonautas del Pacífico occidental. Barcelona, España: Planeta Agostini.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Video conceptual

La descripción densa


Interactive Video
LECCIÓN 4 de 4

Revisión del módulo

Hasta acá aprendimos

La etnografía como técnica de investigación



El nacimiento del método etnográfico inaugura un abordaje en terreno de los fenómenos culturales, por esa
razón también se denomina a la etnografía como trabajo de campo. De esta manera antropólogos y
antropólogas se plantean abordar culturas repartidas en lugares remotos y permanecer entre los nativos
durante largos períodos de tiempo. Lo fundamental es vivir entre los miembros de dichas sociedades con
el objeto de obtener información directa de los modos de vida, usos y costumbres de los nativos. Esta
forma de trabajo in situ supone participar socialmente y compartir las actividades que realizan los nativos.
La información que se recoge durante el trabajo de campo, a través de la observación participante, puede
ser de naturaleza variada.

Tras los pasos de Malinowski: el trabajo de campo del antropólogo



Malinowski (1922) fue la primera persona en describir el estudio etnográfico de manera más explícita a
través de una investigación detallada de las comunidades de Nueva Guinea. El principal aporte de
Malinowski es la aplicación a la antropología del rigor científico en las observaciones y la importancia dada
al trabajo de campo, que aplicó por vez primera entre los habitantes de las islas Trobriand (Papua y Nueva
Guinea). Definidor del trabajo de campo, fundamento básico de la práctica antropológica contemporánea,
en el capítulo introductorio de su libro Los argonautas del Pacifico Occidental (1922), recogió los principios
de éste, basado en la actitud metodológica de la observación participante.
La descripción densa

Desde el punto de vista de la antropología interpretativista o hermenéutica hacer etnografía es establecer
relaciones, seleccionar a los informantes, transcribir textos, establecer genealogías, trazar mapas del área,
llevar un diario, etcétera. Pero no son estas actividades, estas técnicas y procedimientos lo que definen la
empresa. De acuerdo con Geertz, el objeto de la etnografía es dar cuenta de una jerarquía estratificada de
estructuras significativas. El análisis consiste en desentrañar las estructuras de significación y en
determinar su campo social y su alcance. Como experiencia personal la investigación etnográfica consiste
en procurar en el sentido amplio del término, conversar con los nativos, no convertirse en uno de ellos.
Considerada la cuestión de esta manera, la finalidad de la antropología consiste en ampliar el universo del
discurso humano.

El texto etnográfico y la construcción de significado



Existe una ilusión que es creer en una simultaneidad entre el objeto a observar y el acto mismo de observar,
en otras palabras, confundiendo la presencia del antropólogo en el campo con el presente del objeto
etnográfico. Tal confusión, que cancela cualquier distancia histórica, es de hecho la idea objetivista de que
el objeto de estudio del etnógrafo es un hecho listo para ser observado y que el discurso del investigador
puede identificarse con el lenguaje del observador neutral. Pero si la relación con el campo no es un
informe técnico neutral, ni es una fusión comprensiva con el objeto de estudio, tampoco es para que el
antropólogo se confunda con ese otro al punto de convertirse él mismo en ese otro. Si el antropólogo se
fusiona con el nativo y habla el mismo idioma que él, ya no se encuentra en una situación de diálogo, en
una situación para traducir a su propio sistema y mucho menos en situación de contarnos su experiencia.
El conocimiento etnográfico es un trabajo de mediación sobre la distancia y la diferencia y este trabajo
comienza inmediatamente en el terreno.

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