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Preparación
• Se preparan algunas imágenes pequeñas del tema, en este caso: imágenes como;
IMÁGENES COMPLEMENTARIAS
https://catholic-link.com/?s=vocacion
Objetivos
Lemas
A) VER
Todos: Amén.
Catequista: Queridos adolescentes, la semana pasada hemos visto el tema ¿Cómo ser
Santos? Y Soy apóstol, hoy tocaremos un tema realmente importante en donde
podremos entender a que estamos realmente llamados, queridos jóvenes conozcamos
los elementos, las exigencias y el proceso de toda vocación, para que ilumine nuestra
propia experiencia vocacional y al conocer las diferentes vocaciones específicas, nos
cuestionemos sobre su propia vocación.
Muchos de nosotros nos preguntaremos ¿Para qué estoy Aquí?, ¿Por qué Dios me ha
hecho con estas características concretas? Estas preguntas suelen surgir con frecuencia
y también con frecuencia no tenemos la respuesta.
Pidámosle al Señor y a nuestra Madre la virgen María que nos ayude para que podamos
resolver todas las dudas que tengamos y encontrar el verdadero camino que nos va a
llevar a la felicidad.
✓ https://www.youtube.com/watch?v=ObxuH6gNK9s : La Vocación
B) JUZGAR
3. Dialogo
Muchas veces has oído hablar de lo que es la vocación, también te das cuenta que en la vida
todos tenemos una misión bien clara que realizar. Cierto que ya sabes muchas cosas, pero ahora
tienes que descubrir cuál es la misión que está reservada para ti. Ante esta cuestión, surgen
muchas interrogantes y dudas; así como proyectos llenos de ilusión a futuro.
«El Señor sigue llamando hoy para que le sigan. No podemos esperar a ser perfectos para
responder con nuestro generoso «aquí estoy», ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros
pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia
y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da». Mensaje para Jornada Mundial de Oración
por las Vocaciones
¿Qué es la vocación?
La vida entera la vamos a entender como una "Vocación": es el llamamiento de Dios que
siempre anda en búsqueda del hombre.
La iniciativa y el llamado siempre son de Dios: la respuesta es nuestra, pero él nos ayuda
a responder. La vocación es dinámica y creativa. No basta con responder de una vez por
todas. Su llamado es un diálogo continuo con la respuesta del hombre.
Dios, que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación
fundamental e innata de todo ser humano, porque el hombre fue creado a semejanza
de Dios, que es amor.
Dios llama a un Pueblo y su llamada convoca a una Alianza y a un Pacto particular Dios
llama a personas particulares a una relación personal de amor y de amistad para
confiarles alguna misión especial. Dios sigue llamando hoy. te puede llamar a ti
personalmente.
Sí, todos hemos sido creados por Dios con un propósito y un fin.
Dios ha querido para cada uno un proyecto único e irrepetible, pensado desde toda la
eternidad: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno
materno, te consagré» (Jeremías 1, 5)
Dentro de esta vocación común, Dios invita a cada uno a recorrer la vida junto a Él por
un camino concreto. A algunos llama al sacerdocio ministerial, a otros a la vida religiosa,
y a otros, los laicos, los llama a encontrarle en la vida ordinaria, ya sea viviendo el
celibato o la vocación matrimonial. Catecismo de la Iglesia Católica, 1716-1729, 1533
“Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio
testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres
consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé
santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la
Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu
trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando
con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el
bien común y renunciando a tus intereses personales”.
Como se ha dicho anteriormente Dios llama a todos y a algunos con una misión
específica, pensada personalmente para ellos. "«Cada uno por su camino», dice el
Concilio. Entonces, no se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de
santidad que le parecen inalcanzables. Hay testimonios que son útiles para estimularnos
y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría
alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa
es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello
tan personal que Dios ha puesto en él (cf. 1 Co 12, 7), y no que se desgaste intentando
imitar algo que no ha sido pensado para él.
Todos estamos llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de
testimonio». De hecho, cuando el gran místico san Juan de la Cruz escribía su Cántico
Espiritual, prefería evitar reglas fijas para todos y explicaba que sus versos estaban
escritos para que cada uno los aproveche «según su modo». Porque la vida divina se
comunica «a unos en una manera y a otros en otra»".
Nuestro modelo es el Señor. Jesús ora antes de los momentos decisivos de su misión:
antes de que el Padre dé testimonio de Él en su Bautismo y de su Transfiguración y antes
de dar cumplimiento con su Pasión al designio de amor del Padre; Jesús ora también
ante los momentos decisivos que van a comprometer la misión de sus apóstoles: antes
de elegir y de llamar a los Doce, antes de que Pedro lo confiese como “el Cristo de Dios”
y para que la fe del príncipe de los apóstoles no desfallezca ante la tentación. La oración
de Jesús ante los acontecimientos de salvación que el Padre le pide es una entrega,
humilde y confiada, de su voluntad humana a la voluntad amorosa del Padre.
Con su oración, Jesús nos enseña a orar, a descubrir la voluntad de nuestro Padre Dios
y a identificarnos con ella. En la oración se puede discernir la voluntad de Dios en cada
momento de la vida: “Tú también necesitas concebir la totalidad de tu vida como una
misión. Inténtalo escuchando a Dios en la oración y reconociendo los signos que él te
da. Pregúntale siempre al Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu
existencia y en cada opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en
tu propia misión. Y permítele que forje en ti ese misterio personal que refleje a Jesucristo
en el mundo de hoy”.
Así, la vocación aparece como un diálogo personal con Dios. Es el camino de una vida, es el
proceso constante de realización personal y compromiso con Dios, con las personas y con el
mundo.
Por eso la misión que Dios te pide, siempre supone un servicio a la comunidad y a los más
necesitados.
✓ El laicado. Los laicos y laicas como seguidores de Jesús realizan este servicio en el mundo
como profetas y sacerdotes.
Como profetas se esfuerzan por descubrir los signos de los tiempos y de interpretarlos
a la luz del Evangelio. Discernimiento orientado al anuncio en voz alta de todos los signos
que son expresión de un verdadero servicio en el mundo y a la vez de denuncia de todo
aquello que es signo de esclavitud y de opresión para el hombre, siendo el campo propio
de su actividad como servidores de la Iglesia la política, la vida social, la economía, la
cultura, las ciencias y las artes, la vida internacional, los medios de comunicación, así
como otras realidades abiertas a un servicio evangelizador como el amor, la familia, la
educación de los niños y jóvenes, el trabajo, a través de los cuales se ofrecen y se dan a
sí mismos por amor con el fin de instaurar el Reino de Dios como servicio a todo ser
humano.
EL MATRIMONIO:
• La vocación al matrimonio es un llamado a santificarse en pareja y formar
una familia cristiana.
• Es una vocación muy exigente, implica vivir la entrega, el servicio y sobre
todo hay que ser fiel para acompañarse mutuamente en las buenas y en las
malas, en los momentos alegres o en los momentos más problemáticos
posibles.
• Mediante el Sacramento del Matrimonio el hombre y la mujer se
comprometen ante Dios a amarse mutuamente y a servir a la Iglesia
formando una familia santa y reconciliada.
✓ El sacerdocio. El sacerdocio es uno de los medios por los cuales Cristo no deja de servir
a su Iglesia, por esto es transmitido mediante un sacramento propio.
Los sacerdotes tendrán que realizar su servicio bajo el impulso del Espíritu de Cristo y
no por criterios de honor, ya que es la experiencia del Espíritu la que despierta en él la
vocación del servicio eclesial, don que necesita ser renovado continuamente.
El sacerdote ha sido llamado por Cristo, ha sido consagrado por el sacramento del orden
sagrado y ha sido enviado para continuar por la celebración de la Eucaristía.
El sacerdote es:
La vida religiosa es una forma de profundizar la vivencia del bautismo, es desear ser tan
semejante a Cristo, que se quiere vivir como Él; casto, pobre y obediente al Padre.
La vocación religiosa supone un llamado del Señor, un dejarse seducir por Él para dejarlo
todo, los rasgos más importantes son:
Los de vida activa, además, buscan y encuentran a Dios en el servicio a los hombres,
tanto en el alma como en el cuerpo; ellos son el lugar principal de su donación al amor
de Dios y su modo privilegiado de adorarlo, servirlo y contemplarlo.
C) ACTUAR
1. Conclusión:
2. Compromiso
Ponte antes que nada en la presencia del Señor y escucha lo que Él te quiera
comunicar. Lee pausadamente lo siguiente:
• Discernimiento
Andas buscando luz. Necesitas ver las cosas con más claridad. Escuchar lo mejor
que hay en ti. Dios te guiará por el camino recto. Ábrele tu corazón: Enséñame,
Señor, tu camino para que siga tu verdad.
Dios te acompaña y guía tus pasos. No olvides su Palabra. Pídele a Dios su ayuda:
Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. Haz que camine con
fidelidad.
• Pregúntate de nuevo:
La vocación en la Biblia:
Dios llama por su nombre a personas concretas para que le sigan y para que
cumplan con una determinada misión.
Leer los textos bíblicos, y completar la tabla. ¿Qué has aprendido de estos
relatos bíblicos vocacionales?
D) CELEBRAR:
1. Oración:
2. Despedida:
Hacia la santidad
Para pacificar las almas con auténtica paz, para transformar la tierra, para buscar en el
mundo y a través de las cosas del mundo a Dios Señor Nuestro, resulta indispensable
la santidad personal. En mis charlas con gentes de tantos países y de los ambientes
sociales más diversos, con frecuencia me preguntan: ¿Y qué nos dice a los casados?
¿Qué, a los que trabajamos en el campo? ¿Qué, a las viudas? ¿Qué, a los jóvenes?
"La santidad es para todos y no sólo para unos cuantos privilegiados: no consiste en
realizar unas gestas extraordinarias, sino en cumplir con amor los pequeños deberes de
cada día. ¿Quieres de verdad ser santo? —se lee en Camino— Cumple el pequeño
deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces." Y añade en el punto
817: La santidad "grande" está en cumplir los "deberes pequeños" de cada instante".
"¡Cuántas cosas nuevas has descubierto! —Sin embargo, a veces eres un ingenuo, y
piensas que has visto todo, que estás ya enterado de todo... Luego, tocas con tus manos
la riqueza única e insondable de los tesoros del Señor, que siempre te mostrará 'cosas
nuevas', si tú respondes con amor y delicadeza: y entonces comprendes que estás al
principio del camino, porque la santidad consiste en la identificación con Dios, con ese
Dios nuestro, que es infinito, inagotable.
¿Qué es la santidad?
La santidad cristiana
“Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman [...] a los
que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para
que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos
también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a
ésos también los glorificó” (Rm 8, 28-30).
“Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de
la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40). Todos son llamados a la
santidad: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48):
«Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la
medida del don de Cristo [...] para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio
del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen
y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del
Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia
de la Iglesia la vida de los santos» (LG 40).
El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se
llama “mística”, porque participa del misterio de Cristo mediante los sacramentos —“los
santos misterios”— y, en Él, del misterio de la Santísima Trinidad. Dios nos llama a todos
a esta unión íntima con Él, aunque las gracias especiales o los signos extraordinarios de
esta vida mística sean concedidos solamente a algunos para manifestar así el don
gratuito hecho a todos.
“El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate
espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que
conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas:
«El que asciende no termina nunca de subir; y va paso a paso; no se alcanza nunca el
final de lo que es siempre susceptible de perfección. El deseo de quien asciende no se
detiene nunca en lo que ya le es conocido» (San Gregorio de Nisa, In Canticum homilia
8).