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Revista de Ciencias Sociales


ISSN: 1390-1249
revistaiconos@flacso.org.ec
Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales
Ecuador

Butler, Judith
Violencia, luto y política
Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 17, septiembre, 2003, pp. 82-99
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
Quito, Ecuador

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=50901711

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Violencia,
luto
y política 1

Judith Butler2 Entonces, tal vez no sea una sorpresa que


proponga para comenzar, y para finalizar, la
Propongo considerar una dimensión de la vi- pregunta de lo humano (¡como si para noso-
da política que tiene que ver con nuestra ex- tros hubiera alguna otra forma de comenzar o
posición a la violencia y con nuestra complici- terminar!). Comenzamos aquí no porque ha-
dad en ello, con nuestra vulnerabilidad ante la ya una condición humana que se comparta
pérdida y la tarea de luto que la sigue, y con la universalmente -con seguridad, ese no es el ca-
búsqueda de unas bases para la comunidad en so-. La pregunta que me preocupa a la luz de
estas condiciones. Sin embargo, no podemos la reciente violencia mundial es, ¿quién cuen-
precisamente “argumentar en contra” de estas ta como humano?, ¿las vidas de quién cuentan
dimensiones de la vulnerabilidad humana, en como vidas? y, finalmente, ¿qué hace que una
cuanto ellas funcionan, en efecto, como los lí- vida sea digna de llorarse? A pesar de nuestras
mites de lo argumentable, y aún tal vez como diferencias de ubicación e historia, mi presun-
la fuente de lo inargumentable. No es que mi ción es que es posible apelar a un “nosotros”,
tesis sobreviva a cualquier argumento en su ya que todos tenemos una noción de lo que es
contra: con seguridad hay varias maneras de haber perdido a alguien. La pérdida ha forma-
considerar la vulnerabilidad corporal y la tarea do un tenue “nosotros” a partir de nosotros
de luto, así como hay varias maneras de com- mismos. Y si hemos perdido es porque hemos
prender estas condiciones dentro de la esfera tenido, porque hemos deseado y amado, por-
de la política. Pero si la oposición es en contra que hemos luchado para encontrar las condi-
de la vulnerabilidad y la tarea de luto en sí ciones para nuestro deseo. En décadas recien-
mismas, sin tener en cuenta su formulación, tes, todos hemos perdido a personas a causa
entonces quizá es mejor no considerar esta del SIDA, pero hay otras pérdidas que nos in-
oposición, principalmente, como un “argu- flingen, que se deben a enfermedades y al con-
mento”. De hecho, si no hubiera oposición a flicto global; también está el hecho de que las
esta tesis, no habría razón para escribir este en- mujeres y las minorías, incluyendo las mino-
sayo. Y si la oposición a esta tesis no estuviera rías sexuales, están, como una comunidad, su-
cargada de consecuencias, no habría ninguna jetas a violencia y expuestas a su posibilidad, si
razón política para reimaginar la posibilidad no a su realización. Esto significa que cada
de la comunidad sobre la base de la vulnerabi- uno de nosotros está constituido políticamen-
lidad y la pérdida. te, en parte, en virtud de la vulnerabilidad so-
cial de nuestros cuerpos –como un sitio de de-
1 Contribución para Íconos: Violence, Mourning, Poli-
tics. Traducción: Edison Hurtado y Lola Pérez. seo y vulnerabilidad física, como sitio de una
2 Universidad de California en Berkeley. publicidad a la vez asertiva y expuesta-. Pérdi-
da y vulnerabilidad parecen ser el resultado de mienza el día con una meta, un proyecto, un
nuestros cuerpos socialmente constituidos, plan, pero se encuentra a sí mismo frustrado.
cuerpos vinculados a otros, corriendo el riesgo Uno se encuentra a sí mismo caído. Uno está
de perder esos vínculos, cuerpos expuestos a exhausto pero no sabe por qué. Algo es más
otros, corriendo el riesgo de la violencia por el grande que el propio plan deliberado, que el
solo hecho de esa exposición. propio proyecto, algo es más grande que lo
No estoy segura de saber cuando el luto es que uno sabe y escoge.
exitoso, o cuando uno ha estado completa- Algo te atrapa: ¿de dónde viene?, ¿qué sen-
mente de luto (ha llevado duelo) por otro ser tido tiene?, ¿qué nos demanda en esos mo-
humano. Freud (1917) cambió su parecer en mentos de manera tal que no podemos ser los
este asunto: sugería que el luto exitoso signifi- dueños de nuestras vidas?, ¿a qué estamos ata-
caba ser capaces de intercambiar un objeto por dos?, ¿qué nos aprisiona? Freud (1917) nos re-
otro; luego pensaba que la incorporación, ori- cordaba que cuando perdemos a alguien, no
ginalmente asociada con la melancolía, era siempre sabemos qué es lo que hay en esa
una tarea esencial del luto (Freud, 1923). La persona que se ha perdido. De modo
primera esperanza de Freud (1917) de que un que cuando uno experimenta una pér-
vínculo podría retirarse y luego darse nueva- dida, también se enfrenta con algo
mente implicaba una cierta intercambiabili- enigmático: algo se esconde en la pér-
dad de objetos como un signo de optimismo, dida, algo se ha perdido entre los es-
como si el prospecto de entrar a la vida nueva- condrijos de la pérdida. Si el luto in-
mente hiciera uso de un cierto tipo de promis- volucra saber qué es lo que uno ha
cuidad de la aspiración libidinal. Eso puede ser perdido (y la melancolía original-
cierto, pero no creo que llevar luto de una ma- mente significaba, en cierta medida,
nera exitosa implique que uno haya olvidado a no saber), entonces el luto se man-
la otra persona o que algo más haya tomado su tendría por su dimensión enigmáti-
lugar, como si la completa sustitución fuera al- ca, por la experiencia de no saber, se
go por lo que nosotros podríamos luchar. mantendría incitada por la pérdida
Quizás, más bien, uno está de luto cuan- de lo que uno no puede conocer
do acepta que será cambiado, posiblemente completamente.
para siempre, por la pérdida que experimen- Cuando perdemos a ciertas per-
ta. Quizás el luto tiene que ver con aceptar sonas o cuando se nos desplaza de
experimentar una transformación (tal vez de- un lugar o de una comunidad, po-
bería decir someterse a la transformación) cu- demos sentir que simplemente esta-
yo resultado completo no se puede saber con mos experimentando algo temporal,
anticipación. Existe la pérdida, como todos que el luto terminará y que se alcan-
sabemos, pero también existe el efecto trans- zará alguna restauración del orden
formador de la pérdida, y éste último no pue- previo. Pero, en cambio, cuando ex-
de ser trazado o planificado. Uno puede tra- perimentamos lo que hacemos, ¿se
tar de escogerlo, pero puede ser que esta ex- revela algo de lo que somos, algo de
periencia de transformación desconstituya tal lo que delinea los lazos que tenemos
elección en algún grado. No creo, por ejem- con otros, algo que nos muestre que
plo, que uno puede invocar la ética protestan- estos lazos constituyen lo que so-
te cuando se habla de una pérdida. Uno no mos, lazos o vínculos que nos com-
puede decir, “ah, yo afrontaré una pérdida de ponen? No es como si un “yo” exis-
ésta manera, y éste será el resultado, me pre- tiera independientemente por aquí y
pararé para la tarea y me empeñaré por alcan- luego simplemente pierde a un “tú”
zar el fin de la aflicción que esté ante mi”. por allá, especialmente si el vínculo a
Creo que a uno le golpean las olas y que co- ese “tú” es parte de lo que compone
debate
al “yo”. Si yo te pierdo, bajo estas condicio- sentarme y tratar de enumerar estas relaciones
nes, entonces ya no solamente llevo luto por para ustedes. Podría explicar qué significa es-
la pérdida, sino que me vuelvo inescrutable ta amistad o qué es lo que ese amante signifi-
para mí mismo. ¿Quién “soy” yo sin ti? Cuan- có o significa para mí. En tal caso me estaría
do perdemos algunos de estos lazos de los que constituyendo como un narrador desprendi-
estamos formados, no sabemos quiénes so- do de mis relaciones. Al dramatizar mi des-
mos o qué hacer. En un nivel, yo creo haber prendimiento respecto a mis relaciones, tal
perdido al “tú” sólo vez podría estar sólo mostrando que la forma
para descubrir que de vínculo que demuestro hacia ellas está tra-
¿Quién cuenta como humano?, “yo” me he perdido tando de minimizar su propia relacionalidad,
¿Las vidas de quién cuentan también. En otro está invocándola como una opción, como al-
como vidas? ¿Qué hace nivel, tal vez lo que go que no toca a la cuestión de lo que me sos-
que una vida sea digna de he perdido en ti - tiene fundamentalmente.
para lo cual no ten- Lo que el dolor por la pérdida demuestra,
llorarse? ¿De qué manera go el vocabulario en contraste, es la esclavitud en la que nos
nuestros marcos culturales exacto- es una rela- mantienen nuestras relaciones, de modos que
para pensar en lo humano ción que no es me- no siempre podemos describir o explicar, de
ramente mía o tu- modos que a menudo interrumpen el recuen-
establecen límites a los tipos ya, sino el lazo por to conciente que podríamos tratar de propor-
de pérdidas que podemos medio del cual esos cionar de nosotros mismos, de modos que de-
admitir como pérdidas? términos están di- safían la noción misma de un nosotros autó-
ferenciados y rela- nomo y en control. Podría tratar de contar
cionados. aquí una historia acerca de lo que siento, pe-
Mucha gente ro tendría que ser una historia en la cual el
cree que el luto es mismo “yo” que busca contarla es interrum-
privatizador, que pido en medio de su narración; ese mismo
nos devuelve a una “yo” es puesto en duda por su relación con el
situación solitaria y Otro, una relación que no precisamente me
es, en ese sentido, reduce a la mudez, pero que sin embargo aba-
despolitizadora. Pe- rrota mi discurso con señales de su perdición.
ro yo creo que el lu- Cuento una historia acerca de las relaciones
to suministra un sentido de comunidad polí- que escojo, sólo para exponer, en alguna par-
tica de un orden complejo, y lo hace ante to- te de la narración, la forma en que estoy apre-
do al traer a la palestra los lazos relacionales sada e inacabada en esas mismas relaciones.
que tienen implicaciones para teorizar depen- Mi narrativa vacila, como no puede ser de
dencias fundamentales y responsabilidades otra manera.
éticas. Si mi destino no es original o final- Enfrentémoslo. Estamos desarticulados
mente separable del tuyo, entonces el “noso- entre cada uno de nosotros. Y si no lo esta-
tros” está atravesado por una relacionalidad mos, algo nos está haciendo falta.
de la que no podemos renegar fácilmente o, Claramente este parece ser el caso del luto,
más bien, contra la que podríamos renegar pero puede serlo solamente porque ya tuvo
pero al hacerlo estaríamos negando algo fun- lugar el caso del deseo. Uno no siempre se
damental de las condiciones sociales de nues- mantiene intacto. Uno podría quererlo así, o
tra misma formación. tratar de hacerlo por un tiempo, pero a pesar
A esto le sigue un dilema gramatical im- de los mejores esfuerzos que haga, uno está
portante. En el esfuerzo por explicar estas re- desarticulado frente al otro, por el tacto, el
laciones, me pueden decir que las “tengo”. Pe- aroma, la sensación, por el prospecto del tac-
ro, ¿qué es lo que implica “tenerlas”? Podría to, por el recuerdo de la sensación. Y enton-
ces, cuando hablamos acerca de “mi sexuali- conocibles, delineados, sujetos ante la ley, una
dad” o “mi género”, como lo hacemos y debe- comunidad definida por algunos aspectos
mos hacerlo, damos a entender, empero, algo compartidos-. De hecho, debemos ser capa-
complicado, aunque se muestra parcialmente ces de usar ese lenguaje para asegurar protec-
encubierto debido a la fuerza de la costumbre. ción legal y derechos. Pero quizás cometemos
Para establecer una relación digamos que ni el un error si tomamos las definiciones de lo que
género ni la sexualidad son precisamente una somos, legalmente, para hacer descripciones
posesión, sino que, en cambio, son un modo adecuadas de lo que somos respectos a noso-
de estar desposeído, una manera de ser para tros. Aún cuando este lenguaje bien podría
otro o en virtud de otro. Ni siquiera se puede establecer nuestra legitimidad dentro de un
decir que estoy promoviendo una perspectiva marco legal salvaguardado en versiones libe-
relacional del self -por sobre una perspectiva rales de la ontología humana, no hace justicia
autónoma- o tratando de re-describir la auto- a la pasión, al luto y a la rabia, todos los cua-
nomía en términos de relacionalidad. A pesar les nos desgarran de nosotros mismos, nos
de mi afinidad por el término relacionalidad, atan a otros, nos transportan, nos desatan,
podríamos necesitar otro lenguaje para apro- nos implican en vidas que no son las nuestras,
ximarnos al asunto que nos concierne; una irreversiblemente, si no fatalmente.
manera de pensar acerca de cómo no sólo es- No es fácil entender como una comuni-
tamos constituidos por nuestras relaciones si- dad política se forja a partir de esos lazos.
no también desposeídos por ellas. Uno habla y uno habla por otro a otro y, sin
Tendemos a narrar la historia del movi- embargo, no hay forma de desmontar la dis-
miento feminista y lesbiano-gay, por ejemplo, tinción entre el Otro y uno. Cuando decimos
de tal manera que ubicamos el éxtasis (ecstasy) “nosotros” no hacemos más que designar esta
entre los años 60’s y 70’s y hasta mediados de misma problemática; no la resolvemos. Y es
los 80’s. Pero tal vez el éxtasis es más persis- que tal vez ella es, y debe ser, irresoluble. Es-
tente que eso; tal vez estuvo con nosotros des- ta disposición nuestra fuera de nosotros mis-
de siempre. Estar extasiado (to be ec-static) mos parece derivarse de la vida corporal, de
significa, literalmente, estar fuera de uno y su vulnerabilidad y de su exposición.
por lo tanto puede tener varios significados: Al mismo tiempo, el reclamo de la integri-
ser llevado más allá de uno por una pasión, dad corporal y la autodeterminación es esen-
pero también estar junto a uno mismo con ra- cial para muchos movimientos políticos. Es
bia o por luto. Creo que si todavía me puedo importante reclamar que nuestros cuerpos son
referir a un “nosotros”, o incluirme a mí mis- hasta cierto punto nuestros y que estamos en la
mo dentro de esos términos, estoy hablando posición de reclamar derechos de autonomía
de aquellos de nosotros que estamos viviendo sobre nuestros cuerpos. Esta aseveración es tan
en cierta manera junto a nosotros mismos, ya válida para la reivindicación de los derechos
sea en una pasión sexual, en un luto emocio- lésbicos y gay a la libertad sexual, como para
nal o en rabia política. las demandas transexual y transgénero a la au-
Estoy argumentando, si es que estoy “ar- todeterminación, así como para las reivindica-
gumentando” del todo, que tenemos un pre- ciones intersexo de ser libres de coercitivas in-
dicamento político interesante: la mayor par- tervenciones médicas y psiquiátricas. Es válida
te del tiempo cuando escuchamos hablar so- para todas las demandas por permanecer libres
bre los “derechos”, los entendemos como per- de ataques racistas, físicos y verbales, como lo
tenecientes a individuos; cuando abogamos es para la reivindicación feminista sobre la li-
por protección contra la discriminación, lo bertad reproductiva, así como seguramente lo
hacemos como grupo o como clase. Y en ese es para aquellos cuerpos que trabajan bajo
lenguaje, y en ese contexto, tenemos que pre- coacción, económica y política, bajo condi-
sentarnos como seres definidos -distintos, re- ciones de colonización y ocupación. Es difícil,
debate
si no imposible, formular estos reclamos sin proximidad física primaria y no deseada con
recurrir a la autonomía. No estoy sugiriendo otros, acaso niego la condición social de mi
que dejemos de hacer estos reclamos. Tene- personificación en nombre de la autonomía?
mos que hacerlos, debemos hacerlos. Tampo- En cierto grado, esta situación es realmen-
co quiero insinuar que debemos hacer estos te familiar: está destinado a que exista alguna
reclamos con disgusto o estratégicamente. De- experiencia de humillación para los adultos,
finidos dentro del espectro más amplio, estos quienes piensan que están ejerciendo su jui-
reclamos son parte de cualquier aspiración cio en los asuntos del amor, sólo para mostrar
normativa de un movimiento que busca ma- el hecho que, como infantes y pequeños ni-
ximizar la protección y las libertades de las mi- ños, ellos amaron de forma absoluta y acríti-
norías sexuales y de género, de las mujeres y de ca a sus padres u otros allegados cercanos -y
minorías raciales y étnicas, especialmente por- que algo de ese patrón vive en sus relaciones
que ellos atraviesan todas estas categorías. adultas-. Yo podría desear reconstruir mi self
No obstante, ¿hay otra aspiración normati- como si éste hubiera estado allí todo el tiem-
va que también debamos buscar para articular po, un ego tácito con discernimiento desde el
y defender? ¿Existe alguna manera en la que el comienzo, pero hacer eso sería negar las varias
lugar del cuerpo, y la forma en la que nos dis- formas de éxtasis y sujeción que formaron la
pone fuera de nosotros mismos o nos pone condición de mi emergencia como un ser in-
junto a nosotros, abra otro tipo de aspiración dividual y que continúan persiguiendo mi
normativa dentro del campo de la política? sentido adulto de mí mismo, ya sea ansiedad
El cuerpo implica mortalidad, vulne- o nostalgia lo que pudiera estar sintiendo
rabilidad, agencia (agency): la piel y la ahora. La individuación es un logro, no una
carne nos exponen a la mirada de otros, presunción y ciertamente no una garantía.
pero también al tacto y a la violencia; ¿Hay una razón para aprehender y afirmar
los cuerpos también nos ponen en esta condición de mi formación dentro de la
riesgo de convertirnos en la agencia y esfera de la política, una esfera por cierto mo-
el instrumento de todos ellos (de la nopolizada por los adultos? Si estoy luchando
mirada, el tacto, la violencia). Si bien por autonomía, ¿no necesito también estar
luchamos por los derechos sobre nues- luchando por algo más, una concepción de
tros cuerpos, los mismos cuerpos por mí mismo como invariable dentro de una co-
los cuales luchamos nunca no son so- munidad, una concepción grabada sobre
lamente nuestros. El cuerpo tiene su otros, que afecta también a otros de formas
dimensión invariablemente pública. que no están totalmente bajo mi control o
Constituido como un fenómeno social que no son claramente predecibles?
en la esfera pública, mi cuerpo es y no ¿Hay una manera en la que pudiésemos
es mío. Entregado desde un comienzo luchar por la autonomía en muchas esferas,
al mundo de otros, lleva su huella, es- incluso considerando las exigencias que se
tá formado dentro del crisol de la vida nos han impuesto al vivir en un mundo de se-
social; sólo más tarde, y con alguna in- res que son, por definición, físicamente de-
certidumbre, es que hago valer el dere- pendientes de otros, físicamente vulnerables
cho a mi cuerpo como mío, si es que los unos frente a los otros? ¿No es ésta otra
alguna vez lo hago en realidad. De he- forma de imaginarnos la comunidad, una en
cho, si niego este paso previo a la for- la cual sólo somos semejantes por tener esta
mación de mi “albedrío”, mi cuerpo condición de forma separada y por tener en
me relaciona con otros a quienes yo no común una condición que no puede ser pen-
escogí para tener proximidad; ¿si cons- sada sin diferencias? Esta forma de imaginar-
truyo una noción de “autonomía” en se la comunidad afirma la relacionalidad no
base a la negación de esta esfera de sólo como un hecho descriptivo o histórico
de nuestra constitución, sino también como ¿Puede esta situación de luto -una que es tan
una dimensión formativa en curso en nues- dramática para aquellos que están en movi-
tras vidas sociales y políticas, una en la cual mientos sociales y que han experimentado in-
estamos obligados a hacer un balance de numerables pérdidas- suministrar una pers-
nuestra interdependencia. Según esta pers- pectiva por la cual comenzar a aprehender la
pectiva, se volvería de nuestra incumbencia situación global contemporánea?
considerar el lugar de la violencia en cual- Luto, temor, ansiedad y rabia. En los Esta-
quier tipo de relación, ya que la violencia es, dos Unidos hemos estado rodeados de la vio-
siempre, una explotación del lazo primario, lencia, de haberla perpetrado y de todavía
aquella forma primaria en la cual nos consti- perpetrarla, de haberla sufrido, viviendo con
tuimos, como cuerpos, fuera de nosotros y temor a la violencia, planificando más de és-
unos en relación a otros. ta, si no acaso un futuro abierto de guerra in-
Nosotros somos algo distinto a “autóno- finita en nombre de una “guerra contra el te-
mos” en semejante condición, pero eso no rrorismo”. La violencia es con seguridad un
significa que estemos fusionados o sin fronte- acto del peor orden posible, una manera en la
ras. No significa, sin embargo, que cuando que se expone, en su forma más aterradora,
pensamos acerca de quienes “somos” y busca- una vulnerabilidad humana primaria hacia
mos representarnos, no podamos representar- otros seres humanos, una manera por la cual
nos meramente como seres delimitados por se nos entrega, sin control, a la voluntad de
los otros primarios que son el pasado para mí, otros, una manera en la que la vida misma
no sólo porque siguen viviendo en la línea del puede ser anulada por la acción volitiva de
límite que me contiene (uno de los significa- otro. En la medida en la que cometemos vio-
dos de “incorporación”), sino también por- lencia, estamos actuando sobre otro, ponien-
que persiguen mi forma de ser, como si ello do al otro en riesgo, causándole daño al otro,
estuviera periódicamente incompleto y abier- amenazando anular al otro. En cierta forma,
to como para volverme ilimitado. todos vivimos esta vulnerabilidad particular,
Volvamos al asunto del luto, a los momen- una vulnerabilidad hacia el otro que es parte
tos en los cuales uno experimenta algo fuera de la vida corporal, una vulnerabilidad a un
de su control y se encuentra que está junto a llamado repentino de otro lugar que no pode-
sí mismo, no dentro de sí. Quizás podemos mos prever. Sin embargo, esta vulnerabilidad
decir que el luto contiene la posibilidad de se exacerba altamente bajo ciertas condicio-
aprehender un modo de desposeimiento que nes sociales y políticas, especialmente bajo
es fundamental para mi ser. Esta posibilidad aquellas en las que la violencia es una forma
no disputa el hecho de mi autonomía, pero sí de vida y los medios para asegurarse la auto-
cualifica esta demanda a través del recurso a la defensa son limitados.
sociabilidad fundamental de la vida personifi- Estar conscientes de esta vulnerabilidad
cada, a las maneras en las que desde el princi- puede convertirse en el punto de partida para
pio estamos, en virtud de ser seres corporales, demandar soluciones políticas no militares,
previamente entregados más allá de nosotros así como la negación de esta vulnerabilidad a
mismos, implicados en vidas que no son través de una fantasía de dominio (una fanta-
nuestras. Si no siempre sé lo que me sujeta en sía de dominio institucionalizada) puede nu-
tales ocasiones, y si no siempre sé lo que hay trir los instrumentos de la guerra. De la forma
en la otra persona que he perdido, puede ser que sea, no podemos descartar esta vulnerabi-
que la esfera de desposeimiento sea precisa- lidad. Debemos acudir a ella, aún más, debe-
mente la que expone mi desconocimiento, la mos atenernos a ella, mientras comenzamos a
huella inconsciente de mi socialidad prima- pensar sobre lo que podría implicar para la
ria. ¿Puede esta introspección derivar en una política mantenerse con el pensamiento de la
reorientación normativa para la política? sola vulnerabilidad corpórea, una situación en
debate
la que podemos ser abatidos o perder a otros. erradicar uno de los más importantes recursos
¿Hay algo que aprender acerca de la distribu- que debe orientar nuestras disposiciones y
ción geopolítica de la vulnerabilidad corpórea que nos ayuda a encontrar nuestro camino.
a partir de la corta y devastadora exposición Pasar el duelo y hacer del duelo mismo un
de nosotros mismos a esta condición? recurso para la política, no es estar resignado
Pienso, por ejemplo, que hemos visto, es- a la inacción, más bien podría entenderse co-
tamos viendo, varias formas de tratar con la mo un proceso lento por el cual desarrolla-
vulnerabilidad y el luto, de modo que, por mos un punto de identificación con el sufri-
ejemplo, William Safire (2001) citando a miento mismo. La desorientación del duelo
Milton, escribe que debemos “proscribir la (“¿en qué me he convertido?” o, por su pues-
melancolía”, como si el repudio a la melanco- to, “¿qué queda de mí?”, “¿qué había en el
lía alguna vez hizo algo distinto que fortificar Otro que yo he perdido?”) ubica al “yo” en la
su estructura afectiva bajo otro nombre, ya posición de desconocimiento.
que la melancolía es en sí el repudio del luto; Pero éste puede ser el punto de partida pa-
de modo que, por ejemplo, el Presidente ra una nueva forma de entendimiento si la
Bush anunció el 21 de septiembre (A Nation preocupación narcisista de la melancolía pue-
Challenged, 2001) que hemos terminado con de ser orientada hacia una consideración de la
el duelo y que ahora es el momento para que vulnerabilidad de los otros. Entonces podría-
la acción firme tome el lugar de la pena. mos evaluar críticamente y oponernos a las
Cuando el duelo es algo que debe temerse, condiciones bajo las cuales ciertas vidas hu-
nuestros miedos pueden dar paso al impulso manas son más vulnerables que otras, de ma-
de resolverlo rápidamente, de desterrarlo en nera que, por ciertas vidas humanas se lleva
nombre de la acción investida con el poder de más luto que por otras. ¿De dónde podría
restaurar la pérdida o de volver al mundo a su emerger un principio por el que juremos pro-
antiguo orden, o de revigorizar una fantasía teger a otros del tipo de violencia que hemos
de que el mundo anterior era ordenando. sufrido, si no es de la aprehensión de una vul-
¿Hay algo que podamos obtener del due- nerabilidad humana común? No quiero tratar
lo, de detenerse en la pena, de permanecer ex- de negar que la vulnerabilidad es de hecho di-
puesto a lo insufrible que éste es y de no es- ferenciada, que está ubicada diferencialmente
forzarse por buscarle una solución basada en alrededor del mundo. Tampoco quiero tratar
la violencia? ¿Hay algo que se puede ganar en de presuponer una noción común de lo hu-
el ámbito político al mantener el duelo como mano, aunque hablar en su “nombre” ya es
parte del encuadre bajo el cual concebimos sondear en su posibilidad.
nuestros nexos internacionales? ¿Si permane- Estoy haciendo referencia a la violencia, a
cemos con el sentido de la pérdida, nos que- la vulnerabilidad y al luto, pero hay una con-
damos con el sabor de sentirnos sólo pasivos cepción más general de lo humano con la
e impotentes, como algunos pueden temer, o cual estoy tratando de lidiar aquí, una en la
es que más bien se nos devuelve a un sentido que, desde el principio, estamos entregados a
de vulnerabilidad humana, a nuestra respon- los demás, una en la que existimos, desde el
sabilidad colectiva por las vidas físicas de los principio y aún antes de la individuación
demás? ¿Acaso la experiencia de la desarticu- misma, sólo en virtud de los requerimientos
lación de la seguridad del primer mundo no corporales. Estamos entregados a un grupo de
podría guiar nuestra percepción hacia la ma- otros primarios: esta concepción significa que
nera radicalmente inequitativa en que está somos vulnerables a aquellos ante los que so-
distribuida globalmente la vulnerabilidad mos demasiado jóvenes para conocer y para
corporal? Forcluir (excluir) esa vulnerabili- juzgar y, por lo tanto, somos vulnerables a la
dad, desaparecerla, volvernos seguros a ex- violencia; pero también somos vulnerables en
pensas de toda otra consideración humana, es otra gama de asuntos, una gama que incluye
la erradicación de nuestro ser, en un extremo, ponen en orden y se resumen, se humanizan,
y la erradicación del soporte físico de nuestras usualmente se casan, o en la forma de ser, he-
vidas, en el otro. terosexual, feliz o monógamo. Pero este es só-
Si bien estoy insistiendo en una vulnerabi- lo un signo de otra relación diferencial de la
lidad humana común, una que emerge con la vida, ya que pocas veces, si es que alguna, es-
vida misma, también quiero mencionar que cuchamos los nombres de los miles de palesti-
no podemos recobrar la fuente de esta vulne- nos que han muerto a manos de los militares
rabilidad: ésta precede a la formación del israelitas y con el
“yo”. Ésta es una condición: la condición de apoyo de los Esta- El luto suministra un sentido
ser dejados desnudos desde el comienzo y con dos Unidos, o al-
la cual no podemos discutir. Me explico: sí gún número acerca
de comunidad política de un
podemos discutir, pero tal vez somos insensa- del pueblo afgano, orden complejo: trae a la
tos, si no peligrosos, cuando lo hacemos. No de niños o adultos. palestra lazos relacionales
quiero dar a entender que el soporte necesa- ¿Tienen ellos nom- que tienen implicaciones para
rio para un recién nacido está siempre allí. bres y caras, histo-
Claramente no lo está; incluso, para algunos, rias personales, fa- teorizar dependencias
esa primera escena es de abandono, violencia milia, pasatiempos fundamentales y responsabili-
o inanición, tanto así que los suyos son cuer- favoritos o eslogan dades éticas. El dolor por la
pos que se entregan a la nada, a la brutalidad por el cual vivir?
o a la no subsistencia. ¿Qué defensa con-
pérdida demuestra la esclavi-
No obstante, no podemos entender la vul- tra la aprehensión tud en la que nos mantienen
nerabilidad como una deprivación a menos de la pérdida está nuestras relaciones.
que comprendamos la necesidad que está operando en la for- ¿Quién “soy” yo sin ti?
frustrada. Esos infantes tienen que ser apre- ma alegre con la
hendidos como dejados, como entregados a que aceptamos las
nadie, a algún apoyo insuficiente o al abando- muertes causadas
no. Sería difícil, si no imposible, entender có- por medios milita-
mo los humanos sufren por opresión sin ver res? ¿Opera un en-
cómo esta condición primaria es explotada y cogimiento de
explotable, frustrada y negada. La condición hombros, la auto-
de vulnerabilidad primaria, de ser entregados justificación o un
al contacto del otro, aún si el otro no está ahí, claro carácter ven-
y no hay soporte para nuestras vidas, signifi- gativo? ¿A qué ex-
ca una desprotección primaria y una necesi- tremo la gente árabe, sobre todo los practican-
dad, una a la cual toda sociedad debe atender. tes del Islam, han caído fuera de lo “humano”,
Las vidas se apoyan y mantienen de forma di- entendido tal como ha sido naturalizado en el
ferente, y hay formas radicalmente diferentes molde “Occidental” por el trabajo contempo-
en las que la vulnerabilidad física está distri- ráneo del humanismo? ¿Cuáles son los entor-
buida alrededor del mundo. Algunas vidas es- nos culturales de lo humano con los que tra-
tarán altamente protegidas y la abrogación de tamos aquí? ¿De qué manera nuestros marcos
sus derechos a la santidad será suficiente para culturales para pensar en lo humano estable-
movilizar las fuerzas de la guerra. Otras vidas cen límites a los tipos de pérdidas que pode-
no encontrarán ese apoyo tan rápido y furio- mos admitir como pérdidas? Después de todo,
so y ni siquiera se podrán calificar como dig- si alguien se pierde, y esa persona no es “al-
nas de “lamentarse”. guien”, entonces ¿qué es y dónde está la pérdi-
Sin duda se podría enunciar una jerarquía da, y cómo tiene lugar el luto?
del duelo. Ya lo hemos visto en el género del Con certeza, esto último es una cuestión
obituario, en donde las vidas rápidamente se que los estudios de lesbianas, gays y bisexua-
debate
les se han planteado en relación a la violencia tán perdidas o, más bien, nunca “fueron”, y
contra las minorías sexuales, una cuestión que deben matarse ya que parecen seguir vivien-
las personas transgénero se han preguntado do, empecinadamente, en ese estado de falta
cuando son inculpadas de acoso y a veces de de vida. La violencia se renueva a sí misma
asesinato, una cuestión que también las perso- frente a la aparente inasibilidad de su objeto.
nas intersexuadas se han formulado, personas La des-realización del “Otro” significa que
cuyos años formativos se marcan tan a menu- aquel no está ni vivo ni muerto, sino en una
do por la violencia indeseada contra sus cuer- forma interminablemente espectral. La infi-
pos, en nombre de una noción normativa de nita paranoia que imagina la guerra contra el
lo humano, una noción normativa de lo que terrorismo como una guerra sin final, será
debe ser el cuerpo de un ser humano. Asimis- una que se justifique a sí misma indefinida-
mo, esta cuestión es sin duda la base de una mente, siempre en relación al eterno espectro
afinidad profunda entre los movimientos que de su enemigo, sin importar si hay o no bue-
se centran en el género y la sexualidad y los es- nos fundamentos para sospechar acerca de la
fuerzos por contrarrestar las normativas de lo continua operación de células enemigas con
humano respecto a morfologías y capacida- objetivos violentos.
des, que condenan o invisibilizan a aquellos ¿Cómo entendemos esta des-realización?
que están físicamente desafiados. También de- Una cosa es discutir que, primero, en el nivel
be ser parte de la afinidad con la luchas anti- del discurso, ciertas vidas no son siquiera
rracistas, dado el diferencial racial que ronda consideradas como vidas, que no pueden ser
en el fondo de las nociones viablemente cul- humanizadas, que no calzan en ninguna con-
turales de lo humano, luchas que vemos que cepción dominante de lo humano, que es en
se actúan de formas dramáticas y terribles en este nivel discursivo donde primero ocurre su
la arena mundial en estos momentos. deshumanización, y que luego este nivel da
Me refiero no sólo a los humanos que, en paso a la violencia física, la cual, en algún sen-
cierta manera, no son humanos, sino también tido, entrega el mensaje de deshumanización
a la concepción de lo humano que está basa- que ya está operando dentro de la cultura.
da en la exclusión de éstos. No es asunto de Otra cosa es decir que el propio discurso in-
una simple inclusión de lo excluido dentro de fluye en la violencia a través de la omisión.
una ontología establecida, sino de una insu- Dado que 200.000 niños iraquíes murieron
rrección al nivel de la ontología, una apertu- durante la Guerra del Golfo y mientras dura-
ra crítica de las preguntas sobre qué es real, ron sus secuelas (Garfield, 1999), ¿acaso tene-
cuáles vidas son reales, cómo se podría reha- mos una imagen, un marco referencial de al-
cer la realidad. Aquellos que son irreales ya guna de esas vidas, individual o colectiva-
han sufrido, en cierto sentido, la violencia de mente? ¿Hay en la prensa alguna historia que
la des-realización. Entonces, ¿cuál es la rela- podamos encontrar acerca de esas muertes?
ción entre violencia y aquellas vidas conside- ¿Hay nombres junto a esos niños?
radas como “irreales”?, ¿incide la violencia en No hay obituarios para las víctimas de
esa irrealidad?, ¿la violencia tiene lugar en la guerra que los Estados Unidos producen, y
condición de esa irrealidad? no puede haber. Si hubiera un obituario, de-
Si la violencia se ejerce contra aquellos que bería haber habido una vida, una vida digna
son irreales, entonces, desde la perspectiva de de notarse, una vida digna de valorarse y pre-
la violencia, ésta fracasa en herir o negar servar, una vida que califique para el recono-
aquellas vidas puesto que éstas ya están nega- cimiento. Aún cuando podríamos argumen-
das. Y es que estas vidas tienen una extraña tar que sería poco práctico escribir obituarios
manera de mantenerse animadas y por ende para toda esa gente, o para toda la gente, creo
deben ser negadas otra vez (y otra vez más). que debemos preguntarnos, una y otra vez,
No se puede llevar luto por ellas porque ya es- cómo el obituario funciona como un instru-
mento que asigna públicamente la posibili- páginas de los obituarios. Pero esto no debe-
dad del duelo. Es el medio por el cual una vi- ría ser una sorpresa si pensamos en cuán po-
da se convierte -o no- en una vida digna de cas muertes por SIDA han sido pérdidas pú-
ser llorada públicamente, en un icono para el blicamente lloradas y en cómo, por ejemplo,
auto-reconocimiento nacional; es el medio las cuantiosas muertes que ahora tienen lugar
que lleva a que una vida se vuelva digna de en África son también en su mayor parte po-
distinguirse. Como resultado, tenemos que co registradas y poco lamentadas en la prensa.
concebir al obituario como un acto de cons- Un ciudadano palestino en los Estados
trucción de la nación. Y el asunto no es tan Unidos recientemente envió al del diario San
sencillo, ya que, si una vida no es digna de la- Francisco Chronicle obituarios para dos fami-
mentarse, no es realmente una vida. Esa vida lias palestinas que habían sido asesinadas por
no califica como vida y no es digna de que se tropas israelitas, sólo para que le dijeran que
le escriba una nota. Es, de hecho, lo insepul- no podían aceptar los obituarios sin la prueba
to, o mejor, lo insepultable. de las muertes3. La redacción del Chronicle di-
Por lo tanto, no se trata de que simple- jo que declaraciones “en memoria” podían ser
mente existe un “discurso” de deshumaniza- aceptados de todos modos, por lo que los obi-
ción que produce estos efectos, sino más bien tuarios fueron reescritos y vueltos a enviar al
de que existe un límite al discurso que esta- periódico en formato de conmemorativos.
blece los márgenes de la inteligibilidad huma- Luego éstos fueron rechazados con la explica-
na. No es solamente que una muerte ha sido ción del periódico de que no querían ofender
pobremente registrada, sino de que es irregis- a nadie. Debemos preguntarnos bajo qué con-
trable. Esa muerte desaparece, no en un dis- diciones un aflicción pública se constituye en
curso explícito, sino en las elipses a través de una “ofensa” contra el público. ¿Qué podría
los cuales el discurso procede. Las vidas raras resultar “ofensivo” de la confesión pública del
(queer lives) que desaparecieron el 11 de Sep- dolor y la pérdida, de forma que los conme-
tiembre no son bienvenidas públicamente morativos funcionen como discurso ofensivo?
dentro de la idea de una identidad nacional ¿Es que por temor a ofender a aquellos que se
como la que actualmente se construye en las alían al estado o la milicia israelitas no debe-
ríamos proclamar en público estas muertes?
3 Los conmemorativos rezaban como sigue: “A la me- ¿Es que estas muertes no son muertes? ¿Es que
moria de Kamla Abu Sa’id, 42, y su hija, Amna Abu- estas muertes no merecen lamentarse porque
Sa’id, 13, ambos palestinos del campo de refugiados son de palestinos o porque sean víctimas de la
de El Bureij. Kamla y su hija fueron asesinados el 26
de mayo de 2002 por tropas israelitas mientras traba- guerra? ¿Cuál es la relación entre esta violen-
jaban en una granja en la Franja de Gaza. A la memo- cia que causó la pérdida de esas vidas que
ria de Ahmed Abu Seer, 7, un niño palestino quien fue no merecen ser lamentadas y la prohibi-
abaleado en su hogar. Ahmed falleció a causa de mor-
tales heridas de metralla a su corazón y pulmones. Ah-
ción de su lamentación pública? ¿Son
med estaba en el segundo grado en la Escuela Prima- ambas, la violencia y la prohibición, va-
ria Al-Sidaak en Nablus. Será echado de menos por to- riaciones de la misma violencia? ¿Se re-
dos los que lo conocimos. A la memoria de Fatime laciona la prohibición del discurso
Ibrahim Zakarna, 30, y sus dos niños, Bassem de 4
años y Suhair de 3, todos palestinos. Madre e hijos con la deshumanización de las
fueron asesinados el 6 de mayo de 2002 por soldados muertes -y de las vidas-?
israelitas mientras recogían hojas de uva en el campo La relación del discurso con la
en la villa de Kabatiya. Ellos dejan atrás a Mohammed
Yussef Zukarneh, esposo y padre, y a Yasmine, la hija
deshumanización es compleja. Sería
de 6 años”. Estos conmemorativos fueron enviados a muy escueto decir que la violencia
la prensa por la Organización Arabe-Americana de simplemente implementa lo que ya
Cristianos por la Paz, capítulo San Francisco. El Cro-
está sucediendo en el discurso, de
nicle rehusó publicarlos, aún cuando éstas muertes
fueron cubiertas y verificadas por la prensa israelita modo que el discurso acerca de la
(email privado). deshumanización produce una for-
debate
ma de relacionamiento -incluyendo la tortura fácilmente humanizado, calza en el marco, su
y el asesinato- sólo a partir de la estructura del nombre es el mismo del de mi padre, su ape-
discurso. Aquí la deshumanización emerge en llido contiene parte de mi apellido judío.
los límites de la vida discursiva, límites esta- Pero, ¿aquellas vidas en Afganistán u otros
blecidos a través de la prohibición y la forclu- objetivos americanos, que también fueron
sión. Aquí hay menos un discurso de deshu- brutalmente apagadas -y sin ninguna posibili-
manización vigente que un rechazo al discur- dad de protección-, serán acaso alguna vez tan
so que produce la deshumanización como re- humanas como la de Daniel Pearl? ¿Serán al-
sultado. La violencia contra aquellos que casi guna vez llevados a la vista pública los nombres
no cuentan como vidas, contra quienes viven de los palestinos que se constaban en aquel
en un estado de suspensión entre la vida y la conmemorativo? (¿Nos sentiremos compelidos
muerte, deja un registro que no es un registro. a aprender a decir estos nombres y a recordar-
No habrá ningún acto público de lamento los?) No digo esto para exponer un cinismo.
(dijo Creón en Antígona). Y si hay un “discur- Estoy a favor de los obituarios públicos pero
so”, es uno silencioso y melancólico, uno en el soy conciente de quién tiene acceso a éstos, y
que no hay vidas y no hay pérdidas, en el que cuales muertes pueden ser lloradas con justicia
no hay ninguna una condición corporal co- en ellos. No cabe duda de que debemos conti-
mún, ninguna vulnerabilidad que sirva como nuar lamentando la muerte de Daniel Pearl,
base para la comprensión de que tenemos al- aún cuando a él se le puede humanizar con
go en común; ahí no se ha cercenado nada de mucho más facilidad frente a los ciudadanos
lo que compartimos como humanos. Nada de norteamericanos que a los afganos sin nombre
esto tiene lugar en el curso del evento. Nada obliterados por la violencia de los estadouni-
de esto tiene lugar. En el silencio del periódi- denses y los europeos. Pero debemos tener en
co no hubo ningún evento, no hubo una pér- cuenta cómo la norma que gobierna quién se-
dida, y esta falta de reconocimiento es con- rá un ser humano digno de lamentarse está cir-
sentida gracias a una identificación con aque- cunscrita y producida dentro de estos actos
llos que se hermanan con los autores de la vio- permitidos y celebrados de duelo público, de-
lencia. bemos considerar cómo éstos algunas veces
Esto se ha hecho mucho más evidente en operan en conjunto con la prohibición del llo-
el periodismo americano, del que, con algu- ro público de las vidas de los otros, y cómo es-
nas notables excepciones, uno pudo haber es- ta adjudicación diferencial de la pena sirve a
perado una exposición pública y una investi- los objetivos des-realizadores de la violencia
gación de los bombardeos a objetivos civiles, militar. Lo que sigue de prohibir el reconoci-
de la pérdida de vidas en Afganistán, de la miento de la pena en público es un mandato
masacre de comunidades, de la destrucción efectivo a favor de una melancolía generaliza-
de infraestructura o centros religiosos. Lle- da (y una des-realización de la pérdida) cuan-
gando al extremo, los periodistas han acepta- do se considera como muertes a aquellas que los
do el cargo de ser parte del esfuerzo mismo de Estados Unidos o sus aliados han matado.
la guerra. El reportaje mismo se ha converti- Finalmente, parece importante considerar
do en un acto de lenguaje (speech act) al servi- que la misma prohibición de ciertas formas
cio de las operaciones militares. De hecho, de duelo colectivo constituye a la esfera pú-
luego del brutal y terrible asesinato de Daniel blica en base a esa prohibición. El público se-
Pearl del Wall Street Journal, algunos periodis- rá creado bajo la condición de que ciertas
tas comenzaron a escribir sobre ellos mismos imágenes no aparezcan en los medios, que
como si estuvieran trabajando en la “línea de ciertos nombres de los muertos no se pueden
fuego” de la guerra. Efectivamente, Daniel pronunciar, que ciertas pérdidas no pueden
Pearl, “Danny” Pearl, me es muy familiar: reconocerse como pérdidas, con lo que la vio-
puede ser mi hermano o mi primo; él es tan lencia se des-realiza y se disemina. Estas pro-
hibiciones no sólo apuntalan un nacionalis- temológicas y culturales comunes no pueden
mo basado en sus objetivos y prácticas milita- ser asumidas siempre. Su historia me lleva a
res, sino también suprimen cualquier disenti- mi hogar y me tienta a quedarme allí. ¿Pero a
miento interno que expondría los efectos hu- qué costo establezco yo lo familiar como un
manos y concretos de su violencia. criterio por el cual una vida humana ha de ser
Análogamente, los extensivos reportajes digna de llorarse cuando sea perdida?
de los últimos momentos de las vidas perdi- La mayoría de americanos ha experimen-
das en el World Trade Center son historias tado probablemente algo parecido a la pérdi-
imponentes e importantes. Fascinan y produ- da de su “primermundismo” como resultado
cen una intensa identificación al despertar de los eventos del 11 de Septiembre y sus se-
sentimientos de temor y tristeza. Uno no cuelas. ¿Qué tipo de pérdida es ésta? Esta pér-
puede ayudar, pero tampoco puede dejar de dida es la de la prerrogativa de poder ser,
preguntarse, con todo, cuál es el efecto huma- siempre y solamente, el que transgrede las
nizador que tienen estas narrativas. Con esto fronteras soberanas de otros estados, pero que
no quiero decir simplemente que las historias nunca ha estado en la posición de que sus
humanicen las vidas que se perdieron así co- propias fronteras sean transgredidas. Se supo-
mo aquellas que se salvaron por un estrecho nía que los Estados Unidos era el lugar que
margen, sino que ellas definen la situación y no podía ser atacado, donde la vida estaba li-
proveen los medios narrativos por los cuales bre de la violencia iniciada desde el exterior,
se establece “lo humano” en su capacidad de donde la única violencia que conocíamos era
sentir pena. No podemos encontrar en los aquella inflingida por nosotros mismos. La
medios públicos, con excepción de algunos violencia que infligimos a otros es sólo -y
reportajes publicados en Internet y puestos en siempre- selectivamente llevada a la vista pú-
circulación principalmente mediante contac- blica. Ahora vemos que la frontera nacional
tos de correo electrónico, las narrativas de vi- era más permeable de lo que pensábamos.
das árabes que murieron brutalmente en Nuestra respuesta general es la ansiedad, la ra-
otros lugares. En este sentido, tenemos que bia; un deseo radical de seguridad, un apun-
preguntarnos acerca de las condiciones bajo talamiento de las fronteras contra lo que se
las cuales se establece y se mantiene que una percibe como extraño; una vigilancia más
vida es digna de llorada, y a través de qué ló- atenta a la gente árabe y a cualquiera que pa-
gica de exclusión y de qué práctica de elimi- rezca vagamente árabe en el imaginario racial
nación y des-nominación se hace eso. dominante, cualquiera que se parezca a al-
Daniel Pearl no presenta ningún problema guien que conociste y que tenía o que pensa-
para mí o para mi familia de origen. Él tiene bas que tenía ascendencia árabe –ya fuesen
un nombre familiar, una cara familiar, una ciudadanos Sikhs, hindúes, incluso algunas
historia de educación que yo comprendo y veces israelitas, especialmente sefarditas, o
comparto. La educación de su esposa hace que árabe-americanos, todos ellos con el pleno
su lenguaje sea familiar, incluso conmovedor, derecho de ser “americanos”-.
para mí; es decir, una proximidad de todo lo Varias alertas de terror que salen en los
que me es familiar4. En relación a él, no me medios autorizan e intensifican la histeria ra-
molesta la proximidad de lo desconocido, la cial que dirige el miedo hacia todo lado y ha-
proximidad de la diferencia que me hace tra- cia ningún lado, que pide a los ciudadanos es-
bajar para labrar nuevos lazos de identifica- tar alertas, pero no les dice de qué deben es-
ción y para reimaginar qué es pertenecer a una tar alertas. Así, todos están libres de imaginar
comunidad humana en la cual las bases epis- e identificar la fuente del terror.
El resultado es que abunda un racismo
4 Declaración de la esposa de Daniel Pearl (en Barringer amorfo, racionalizado por la pretensión de
& Jehl, 2002). una “auto-defensa”; un pánico generalizado
debate
trabaja en conjunto con el apuntalamiento de formas, interpretará esa doctrina unilateral-
la soberanía del estado y la suspensión de las mente. Ciertamente, en el momento mismo
libertades civiles. En efecto, cuando se puso la en el que reclama actuar acorde con la doctri-
alerta, a cada miembro de la población se le na, como lo hace cuando justifica como “hu-
pidió que sea un “soldado de a pie” en el ejér- mano” el tratamiento que da a los prisioneros
cito de Bush. La pérdida de la presunción del en la Bahía de Guantánamo, decide unilate-
Primer Mundo es la pérdida de un cierto ho- ralmente lo que contará como humano, y de-
rizonte de experiencia, un cierto sentido del safía abiertamente la definición estipulada de
mundo mismo como una prerrogativa. tratamiento humano que la Convención de
Basada en varias bases éticas, yo condeno Ginebra asevera por escrito. Bombardea uni-
la violencia que se inflingió contra los Estados lateralmente, dice que ya es tiempo para que
Unidos y no la veo como un “castigo justo” Saddam Hussein sea removido, decide cuán-
por sus pecados anteriores. Al mismo tiempo, do y dónde instala democracias, decide para
considero a nuestro reciente trauma como quienes habrá democracia, y lo hace por me-
una oportunidad para la reconsideración del dios dramáticamente antidemocráticos y sin
papel axial de los Estados Unidos y de la im- remordimiento alguno.
portancia de establecer nexos internacionales Las naciones no son lo mismo que las psi-
radicalmente más igualitarios. Hacer esto in- quis de los individuos, pero ambas pueden ser
volucra una cierta “pérdida” para el país, en- descritas como “sujetos”, a pesar de los dife-
tendido como un todo: la noción del mundo rentes órdenes. Cuando Estados Unidos ac-
mismo como una prerrogativa soberana de túa establece una concepción de lo que signi-
los Estados Unidos debe ser abandonada, per- fica actuar como un estadounidense, estable-
dida y llorada, como deben perderse y llorar- ce una norma por la cual ese sujeto podría ser
se las fantasías narcisista y grandiosas. Sin em- conocido. En meses recientes, un asunto ha
bargo, de la subsiguiente experiencia de pér- sido colocado a nivel nacional, un asunto so-
dida y fragilidad emerge la posibilidad de ha- berano y extralegal, un asunto violento y au-
cer distintos tipos de nexos. Tal pérdida y to centrado; sus acciones constituyen la cons-
duelo quizá podrían (o pueden) efectuar una trucción de un sujeto que busca restaurar y
transformación en nuestro sentido de los ne- mantener su dominio a través de la destruc-
xos internacionales, que rearticularía la posi- ción sistemática de sus relaciones multilatera-
bilidad de la cultura política democrática les, de sus nexos con la comunidad interna-
aquí y en otras partes. cional. Tal sujeto se apuntala a sí mismo, bus-
Desafortunadamente, el caso parece ser la ca reconstituir su totalidad imaginada, pero
reacción contraria. Estados Unidos afirma su sólo al precio de negar su propia vulnerabili-
propia soberanía precisamente en el momen- dad, su dependencia, su exposición; así, ex-
to en el que la soberanía de la nación está re- plota estos mismos rasgos (vulnerabilidad,
velando su propia debilidad o incluso su cre- dependencia, exposición) en otros, y por esa
ciente estatus como un anacronismo. Requie- razón hace de esos rasgos un “otro” distinto y
re del apoyo internacional, pero insiste en li- lejano a sí mismo.
derar el camino. Rompe sus contratos inter- Que esta forclusión de la alteridad tenga
nacionales, y luego pregunta si otros países es- lugar en nombre del “feminismo” es segura-
tán con o contra los Estados Unidos. Expresa mente algo para preocuparse. La repentina
su voluntad de actuar acorde con las Conven- conversión feminista de parte de la adminis-
ciones de Ginebra, pero se rehúsa a estar ata- tración Bush, la que transformó retroactiva-
do a ese Acuerdo, como lo estipula su estatus mente la liberación de las mujeres en una ra-
de signatario. Por el contrario, Estados Uni- zón para sus acciones miliares contra Afganis-
dos decide si actuará de acuerdo a la doctrina tán, es un signo del extremo al cual el femi-
o qué parte de la doctrina aplicará; de todas nismo, como un tropo, está desplegado al ser-
vicio de la restauración de la presunción de la mujeres saben bien esta cuestión, la han cono-
impermeabilidad del Primer Mundo. Una vez cido de cerca desde siempre, y nada acerca del
más vemos el espectáculo del “hombre blan- triunfo de los poderes coloniales ha hecho
co, buscando salvar a la mujer morena de los menos clara nuestra exposición a este tipo de
hombres morenos”, como describió alguna violencia. Hay la posibilidad de parecer im-
vez Gayatri Chakravorty Spivak a la cultural- permeables, de repudiar la vulnerabilidad
mente imperialista explotación del feminis- misma. Nada acerca de estar socialmente
mo (Spivak, 1999:303). El feminismo por sí constituidas como mujeres nos restringe de
mismo se torna, bajo estas circunstancias, convertirnos en violentas nosotras mismas. Y
identificado inequívocamente con la imposi- luego hay la otra vieja opción, la posibilidad
ción de valores en contextos culturales inten- de desear la muerte o de morir, como un va-
cionalmente desconocidos. Sin embargo, se- no esfuerzo para prevenir o desviar el siguien-
guramente sería un error medir el progreso te golpe. Pero tal vez hay alguna otra manera
del feminismo a partir de su éxito como un de vivir de modo que uno no se vuelva ni
proyecto colonial. Más que nunca, hoy pare- afectivamente muerta ni miméticamente vio-
ce crucial desconectar al feminismo de su pre- lenta, una forma de salirse completamente del
sunción del Primer Mundo y usar los recursos círculo de la violencia. Esta posibilidad tiene
de la teoría feminista y del activismo para re- que ver con demandar un mundo en el que la
pensar el sentido del lazo, del vínculo, de la vulnerabilidad corpórea está protegida sin que
alianza, de la relación, tal como son imagina- por eso sea erradicada, y con insistir en el ca-
dos y vividos en la perspectiva de una igual- mino que debe ser recorrido entre las dos.
dad contra-imperialista. Al insistir en una vulnerabilidad corpórea
El feminismo tiene mucho que decir en “común” parecería que estuviera postulando
los temas que afrontamos. Con seguridad, el unas nuevas bases para el humanismo. Esto
feminismo puede proveernos todo tipo de puede ser cierto, pero soy propensa a conside-
respuestas a las siguientes preguntas: ¿cómo rar esto de una manera diferente. Una vulnera-
un colectivo lidia, en última instancia, con su bilidad debe ser percibida y reconocida para
vulnerabilidad frente a la violencia? ¿A qué que entre en juego en un encuentro ético, y no
precio, y a expensas de quién, éste colectivo hay garantía de que esto suceda. No es sólo
adquiere una ganancia en “seguridad”, y en que siempre hay la posibilidad de que una vul-
qué maneras una cadena de violencia ya for- nerabilidad no sea reconocida y que sea esta-
mada (que la agresión de Estados Unidos ha blecida como “irreconocible”, sino que cuan-
ayudado a forjar) retorna a éste en diferentes do una vulnerabilidad es reconocida, ese reco-
formas? ¿Podemos pensar la historia de la vio- nocimiento tiene el poder de cambiar el signi-
lencia aquí, sin exonerar a aquellos que diri- ficado y la estructura de la vulnerabilidad mis-
gen a ésta en contra los Estados Unidos en el ma. En este sentido, si la vulnerabilidad es una
presente? ¿Podemos dar una explicación de precondición para la humanización, y la hu-
acontecimientos con conocimiento de causa, manización tiene lugar diferentemente a partir
que no se confunda con una exoneración mo- de normas de reconocimiento variables, en-
ral de la violencia? ¿Qué ha pasado con el va- tonces resulta que la vulnerabilidad es funda-
lor de la crítica en tanto valor democrático? mentalmente dependiente de las normas de re-
¿Bajo qué condiciones se censura la crítica a sí conocimiento existentes, en tanto que ellas de-
misma, como si todo criticismo reflexivo pu- ben ser atribuidas a cualquier sujeto humano.
diese ser interpretado sólo y siempre como De modo que si decimos que todo infan-
debilidad y falibilidad? te es con seguridad vulnerable, eso es clara-
Al negociar una vulnerabilidad repentina y mente cierto; pero es cierto, en parte, precisa-
sin precedentes, ¿cuáles son las opciones?, mente porque nuestra expresión representa el
¿cuáles son las estrategias a largo plazo? Las reconocimiento mismo de la vulnerabilidad y
debate
por ende muestra la importancia de ese reco- antes del encuentro mismo. Por el contrario,
nocimiento para mantener esa vulnerabili- al pedir, en la petición, nos hemos convertido
dad. Realizamos el reconocimiento al hacer la ya en algo nuevo, ya que estamos constituidos
demanda, y eso es seguramente una muy bue- en virtud del trato con el otro, una necesidad
na razón ética para hacer la demanda. No y un deseo del Otro que toma el lugar en el
obstante, hacemos la demanda precisamente lenguaje en el más amplio sentido, uno sin el
porque no se la da por hecho, precisamente cual no podríamos existir. Pedir reconoci-
porque no es honrada en todas las instancias. miento, u ofrecerlo, es precisamente no pedir
La vulnerabilidad toma otro sentido en el reconocimiento por lo que ya somos. Es soli-
momento en que se la reconoce, y el recono- citar una conversión, instigar una transforma-
cimiento ejerce el poder de reconstituir la ción, es peticionar un futuro siempre en rela-
vulnerabilidad. No podemos postular esta ción al Otro. Es también arriesgar el propio
vulnerabilidad antes de su reconocimiento ser y la propia persistencia a lo que uno es, en
sin representar la misma tesis a la que nos la lucha por el reconocimiento. Esto es quizás
oponemos (nuestro postulado es en sí mismo una versión de Hegel que estoy ofreciendo,
una forma de reconocimiento y de esta mane- pero también es una innovación, ya que yo
ra se manifiesta el poder constitutivo del dis- no me descubriré a mí mismo igual que al
curso). Este marco, por el cual las normas de “tú” del cual dependo para ser.
reconocimiento son esenciales para la consti- Me he movido en este ensayo tal vez muy
tución de la vulnerabilidad como precondi- despreocupadamente entre las especulaciones
ción de lo “humano”, es importante precisa- del cuerpo como el sitio de la vulnerabilidad
mente por esta razón, a saber, porque necesi- común -aún cuando he insistido que esta vul-
tamos y queremos que esas normas estén en nerabilidad siempre se articula de manera di-
su lugar, porque luchamos por su estableci- ferente- que éste no puede pensarse apropia-
miento, y porque valoramos su continua y ex- damente fuera de un campo diferenciado de
pandida operación. poder y, específicamente, fuera de la opera-
Consideremos que la lucha por el recono- ción diferenciada de las normas de reconoci-
cimiento en el sentido hegeliano requiere que miento. Al mismo tiempo, sin embargo, qui-
cada parte en el intercambio reconozca no só- zás todavía haría falta insistir en que las espe-
lo que el otro necesita y merece reconoci- culaciones en la formación del sujeto son cru-
miento, sino también que cada parte, de una ciales para entender la base de las respuestas
manera diferente, está compelido por la mis- no violentas a las heridas y, tal vez más impor-
ma necesidad, por el mismo requerimiento. tante aún, a una teoría de la responsabilidad
Esto significa que no somos identidades sepa- colectiva. Comprendo que no es posible esta-
radas en la lucha por el reconocimiento, sino blecer analogías fáciles entre la formación del
que estamos ya involucrados en un intercam- individuo y la formación, por decirlo así, de
bio recíproco, un intercambio que nos dislo- culturas políticas centradas en el estado (y ad-
ca de nuestra posición, de nuestra posición de vierto contra el uso de la psicopatología indi-
sujeto, y nos permite ver que la comunidad vidual para diagnosticar o aún simplemente
misma requiere el reconocimiento de que to- para leer el tipo de formaciones violentas en
dos estamos, de maneras diferentes, las cuales se involucran formas de poder cen-
pugnando por el reconocimiento. tradas y no centradas en los estados). Pero es
Cuando reconocemos a otro, o que cuando hablamos acerca del “sujeto” no
cuando pedimos reconocimiento para siempre estamos hablando acerca de un indi-
nosotros, no estamos pidiendo que viduo: estamos hablando acerca de un mode-
Otro nos vea como somos, como lo para la agencia y la inteligibilidad, uno que
ya somos, como siempre hemos muy a menudo está basado en nociones de
sido, como fuimos constituidos poder soberano. En los niveles más íntimos,
somos seres sociales; nuestro comportamien- mente conocida para mí, porque parte de lo
to se orienta hacia un “tú”; estamos fuera de que soy es la huella enigmática de los otros.
nosotros, constituidos en normas culturales En este sentido, no puedo conocerme perfec-
que nos preceden y nos exceden, entregados a tamente o conocer mi “diferencia” respecto
un conjunto de normas culturales y a un de los otros de una manera irreductible. La
campo de poder que nos condiciona funda- falta de conocimiento parecería, desde una
mentalmente. perspectiva dada, un problema para la ética y
La tarea es, sin duda, pensar a través de es- la política. ¿No necesito acaso conocerme pa-
ta impresionabilidad y vulnerabilidad prima- ra actuar responsablemente en las relaciones
ria con una teoría del poder y del reconoci- sociales? Con seguridad, hasta cierto punto,
miento. Hacer esto sería, indudablemente, sí. Pero, ¿hay una cierta valencia ética para mi
una forma en la que procedería un feminismo falta de conocimiento? Estoy herida, y en-
psicoanalítico políticamente informado. El cuentro que la herida misma testifica el hecho
“yo” que no podría ser sin un “tú” es también de que soy vulnerable, de que estoy entregada
fundamentalmente dependiente de un juego al Otro de maneras que yo no puedo predecir
de normas de reconocimiento que se no se o controlar completamente. No puedo pensar
originaron ni con el “yo” ni con el “tú”. Lo sola en la cuestión de la responsabilidad, en
que es prematuramente, o tardíamente, lla- un aislamiento respecto del Otro; si lo hago,
mado el “yo” está, al comienzo, cautivado, me he sacado a mí misma por fuera del nexo
aún si lo está por una violencia, un abandono relacional que enmarca el problema de la res-
o un mecanismo; indudablemente, parece ponsabilidad desde el comienzo.
mejor en ese punto estar cautivado con lo que Si me entiendo a mí misma en el modelo
está empobrecido o abusado que no estar cau- de lo humano, y si los tipos de duelo público
tivado si quiera y, por ende, perder la condi- que están a mi disposición clarifican las nor-
ción de ser de uno y de lo que se puede llegar mas por las cuales lo “humano” está consti-
a ser. El nexo de un cuidado radicalmente tuido para mí, entonces parecería que yo es-
inadecuado consiste en esto, a saber, en que el toy tan constituida por aquellos a quienes yo
vínculo es crucial para la supervivencia y que, he llevado luto como por aquellos cuyas
cuando tiene lugar el vínculo, establece rela- muertes yo reniego, cuyas muertes sin nom-
ción con personas y condiciones instituciona- bre y sin rostro forman el trasfondo melancó-
les que bien podrían ser violentas, empobre- lico para mi mundo social, sino incluso mi
cedoras e inadecuadas. Si un infante falla en “primermundismo”. Antígona, arriesgándose
establecer el vínculo, está amenazado con la a la muerte por enterrar a su hermano contra
muerte, así como, bajo algunas condiciones, el edicto de Creón, ejemplificó los riesgos po-
aún si logra el vínculo, sigue estando amena- líticos de desafiar la prohibición contra el
zado con la no supervivencia desde otra direc- duelo público en tiempos de creciente poder
ción. De modo que la cuestión de apoyo pri- soberano y unidad nacional hegemónica (Bu-
mario para la vulnerabilidad primaria es una tler, 2000). ¿Cuáles son las barreras culturales
cuestión ética para el infante y para el niño. contra las cuales luchamos cuando tratamos
Pero hay consecuencias éticas más amplias de averiguar acerca de las pérdidas por las que
que se derivan de esta situación, situaciones se nos pide no llevar luto, cuando intentamos
que pertenecen no sólo al mundo de los adul- nombrar, y traer bajo la rúbrica de lo “huma-
tos sino también a la esfera de la política y a no”, a aquellos a los que los Estados Unidos y
sus dimensiones éticas implícitas. sus aliados han dado muerte? De la misma
Encuentro que mi propia formación im- forma, las barreras culturales que el feminis-
plica al otro en mí, que mi propio extranjeris- mo debe negociar tienen que establecerse en
mo hacia mí es, paradójicamente, la fuente de referencia a la operación de poder y la persis-
mi conexión ética con los otros. No soy total- tencia de la vulnerabilidad.
debate
Una oposición feminista al militarismo aquella posición, o solicitar reconocimiento
emerge de muchas fuentes, de muchos esce- de formas que asuman que todos nosotros es-
narios culturales y en cualquier cantidad de tamos fijados y congelados en nuestras varias
idiomas; no tiene que hablar -y finalmente no ubicaciones y “posiciones de sujeto”.
puede hablar- en un único idioma político, y Podríamos involucrarnos en algunos deba-
no debería requerirse ninguna gran instala- tes intelectuales que se desarrollen al mismo
ción de los legados epistemológicos. Esto pa- tiempo y encontrarnos juntos en la lucha
recería ser el compromiso teórico, por ejem- contra la violencia, sin tener que estar de
plo, de la organización Women in Black (Mu- acuerdo en muchos asuntos epistemológicos.
jeres de Negro) (Scott, 2002). Un desideratum Podemos estar en desacuerdo con el estatus y
viene del importante ensayo de Chandra Mo- el carácter de la modernidad y aún así encon-
hanty (1991), “Under the Western Eyes” (Ba- trarnos juntos para hacer valer y defender los
jo la Mirada de Occidente), en el cual ella derechos de las mujeres indígenas a la aten-
mantiene que las nociones de progreso dentro ción de salud, a la tecnología reproductiva, a
del feminismo no pueden ser equiparadas con salarios decentes, a la protección física, a te-
una asimilación a las así llamadas nociones ner derechos culturales, a la libertad de con-
Occidentales de la agencia y de la moviliza- gregación. Si me vieran en esa línea de protes-
ción política. Allí, ella argumenta que el mar- ta, ¿se preguntarían acaso ustedes cómo una
co comparativo en el cual las feministas del postmodernista fue capaz de reunir la “agen-
Primer Mundo desarrollan su crítica de las cia” necesaria para llegar hasta allí ahora? Lo
condiciones de opresión de las mujeres del dudo. ¡Ustedes asumirían que yo he camina-
Tercer Mundo, en base a demandas universa- do o he tomado el tren subterráneo! De la
les, no sólo malinterpreta la agencia de las fe- misma manera, varias rutas nos llevan a la po-
ministas del Tercer Mundo, sino que también lítica, varias historias nos llevan hasta la calle,
produce falsamente una concepción homogé- varios tipos de razonamiento y de creencias.
nea de quienes son ellas y de lo que quieren. No necesitamos conectarnos a un solo mode-
Desde su punto de vista, ese marco también lo de comunicación, un solo modelo de ra-
reproduce al Primer Mundo como el sitio de zón, una sola noción del asunto, antes de que
la auténtica agencia feminista y lo hace pro- estemos en capacidad de actuar. Ciertamente,
duciendo un Tercer Mundo monolítico fren- una coalición internacional de activistas y
te al cual se debe entender a sí mismo. Final- pensadores(as) feministas –una coalición que
mente, ella argumenta que la imposición de afirme el pensamiento de activistas y el acti-
versiones de la agencia sobre los contextos del vismo de pensadores(as) y se niegue a poner-
Tercer Mundo, resaltando la ostensible falta los en categorías distintivas que nieguen la
de la agencia expresada por el velo o el burka, complejidad actual de las vidas en cuestión-
no sólo malinterpretan los diferentes signifi- tendrá que aceptar el orden de las algunas ve-
cados culturales que el burka tiene para la ces inconmensurables creencias epistemológi-
mujer que lo usa, sino también niega los mo- cas y políticas y los modos y medios de la
dismos propios de la agencia que son relevan- agencia que nos llevan al activismo.
tes para esa mujer (Abu-Lughod 2002a y Habrá diferencias entre mujeres, por
2002b; ver también 1998). La crítica de ejemplo, en lo que se refiere al rol de la razón
Monhanty (1991) es completa y verdadera -y en la política contemporánea. Spivak (en De-
fue escrita hace más de una década-. Me pare- vi 1995:199) insiste que no es la razón lo que
ce que ahora la posibilidad de una coalición politiza a la mujer tribal de la India que sufre
internacional tiene que repensarse en base a la explotación de las compañías capitalistas,
esta y otras críticas. Tal coalición tendría que sino un juego de valores y un sentido de lo sa-
ser modelada en nuevos modos de traducción grado que viene dado por la religión. Y Adria-
cultural y sería diferente a apreciar esta o na Cavarero (2000) dice que no es porque so-
mos seres racionales que estamos conectados puedo reunir al “nosotros” excepto al encontrar
unos con otros, sino más bien, porque esta- la manera en la que estoy atada al “tú”, al tra-
mos expuestos unos a otros, requiriendo de un tar de traducir y encontrar que mi propio len-
reconocimiento que no sustituya al reconoce- guaje debe romperse y rendirse ya que yo sólo
dor por el reconocido. ¿Queremos decir que existo para conocer al “tú”. Tú eres lo que yo
es nuestro estatus como “sujetos” el que nos gano a través de esta desorientación y pérdida.
ata a todos aún cuando, para muchos de no- Así es como, una y otra vez, lo humano se vuel-
sotros, el “sujeto” es múltiple o fracturado? ¿Y ve realidad, como lo humano se convierte en
la insistencia en el sujeto como una precondi- aquello que todavía debemos conocer.
ción de la agencia política no borra los modos
más fundamentales de dependencia que sí Bibliografía
nos atan y de los cuales emerge nuestro pen-
Abu-Lughod, L., ed., 1998, Remaking Women: Feminism
samiento y filiación, la base de nuestra vulne- and Modernity in the Middle East, Princeton Univer-
rabilidad, afiliación y resistencia colectivas? sity Press, Princeton, NJ.
¿Qué nos permite confrontarnos los unos —————, 2002a, “Do Muslim women really need sa-
ving?”, documento presentado en el Simposio Res-
con los otros? ¿Cuáles son las condiciones de ponding to War, Columbia University, 1 de febrero.
posibilidad para una coalición feminista in- —————, 2002b, Asia Source, Entrevista con Ner-
ternacional? Siento que para responder a estas meen Shaikh, 20 de marzo, www.asiasource.org-
preguntas no podemos ver dentro de la natu- /news/special_reports/lila.cfm.
Barringer, F. & Jehl, D., 2002, “U.S. says video shows
raleza del “hombre”, o de las condiciones a captors killed reporter” New York Times, 22 de febre-
priori de lenguaje, o las eternas condiciones ro, A:1.
de comunicación. Tenemos que considerar las Butler, J., 2000, Antigone’s Claim: Kinship Between Life
and Death, Columbia University Press, New York.
demandas de traducción cultural que asumi- Cavarero, A., 2000, Relating Narratives: Storytelling and
mos para ser parte de una responsabilidad éti- Selfhood, trans. P. Kottman, Routledge, New York.
ca (más allá y más acá de las prohibiciones ex- Devi, Mahasweta, 1995, Imaginary Maps: Three Stories,
traducido por y con introducción de Gayatri Chakra-
plícitas de pensar al Otro por debajo del sig- vorty Spivak, Routledge, New York & London.
no de lo “humano”), de la forma como trata- Freud, S., 1957 (1917), “Mourning and melancholia”, en
mos de pensar con respecto a los dilemas Standard Edition No. 14, Hogarth Press, London, pp.
mundiales que enfrentan las mujeres. No es 243– 258.
—————, 1961 (1923), “The ego and the id”, en
posible imponer un lenguaje de la política de- Standard Edition No. 19, Hogarth Press, London,
sarrollado dentro de los contextos del Primer pp.12–66. London.
Mundo a las mujeres que están enfrentando Garfield, R., 1999, “Morbidity and mortality among Ira-
qi children from 1990 through 1998: Assessing the
la amenaza de la explotación económica im- impact of the Gulf War and economic sanctions”, en
perialista y la obliteración cultural. De otra Fourth Freedom Forum (marzo 2002).
parte, estaríamos mal si pensáramos que el Mohanty, C., 1991, “Under Western eyes: Feminist scho-
larship and colonial discourses”, en C. Mohanty, A.
Primer Mundo está aquí y el Tercer Mundo
Russo & L. Torres, editors, Third World Women and
está allá, que un Segundo Mundo está en al- the Politics of Feminism, Indiana University Press, In-
gún otro lugar, que algún sujeto tras bambali- dianapolis, pp. 61–88.
nas coloca estas divisiones. Estas topografías New York Times, “A nation challenged; President Bush’s
address on terrorism before a joint meeting of con-
han cambiado, y lo que una vez se pensó co- gress”, New York Times, 21 de septiembre de 2001,
mo frontera, eso que delimita y sujeta, es un B:4.
sitio altamente poblado, si no ya la misma de- Safire, W., 2001, “All is not changed”, New York Times, 27
de septiembre, A:21.
finición de nación, confundiendo la identi- Scott, J. W., 2002, “Feminist reverberations”, manuscrito
dad en lo que bien podría llegar a ser una di- no publicado, presentado en la Twelfth Berkshire
rección muy auspiciosa. Conference on the History of Women, junio, Univer-
Que yo esté condenada a ustedes, se debe a sity of Connecticut at Storrs.
Spivak, G., 1999, A Critique of Postcolonial Reason: To-
que ustedes ya están condenados a mí, ya que ward a History of the Vanishing Present, Harvard Uni-
yo no existo en ninguna parte sin ustedes. No versity Press, Cambridge, Mass.

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