Colección particular Técnica: Óleo (116 cm × 89 cm.) Escrito por: Miguel Calvo Santos
S upuestamente este es un autorretrato de
Magritte, aunque claro, no se le ve la cara. La tapa una manzana voladora que gira delante suyo y no nos deja reconocer bien al retratado.
Es algo típico de Magritte, que pensaba de
manera muy sabia y surrealista que todo lo que vemos esconde otra cosa, y por supuesto siempre queremos ver lo que está oculto, aunque lo que vemos no oculte nada.
Pero tres cosas no pueden ocultar que estamos
ante un cuadro de Magritte:
En primer lugar la manzana, un elemento
recurrente en la obra del artista que puede aludir al pecado (Adán y Eva), la tentación e incluso la inmortalidad. Un símbolo religioso que puede estar asociado al título «hijo del hombre», que se refiere a Cristo, aunque los título en Magritte siempre ocultan algo, algo que probablemente sea nada.
Tenemos después al personaje de bombín y
traje, una indumentaria con la que andaba el propio artista y que quiere representar a «un hombre normal y corriente». Por supuesto no hay nada menos corriente que la normalidad. Recordemos que todos ocultamos algo, aunque no sea nada. Así somos más interesantes, ¿no…?
Y otra cosa que aparece en varias obras del
artista es taparle la cara a alguien. Ya sea con una manzana, un ramo de flores o un paño húmedo, o quizás representar a la figura de espaldas o incluso multiplicarla para hacerla así anónima, la persona queda oculta, despertando de esa manera nuestro interés.
La curiosidad es una de las herramientas que
utiliza a menudo el artista para hacernos entrar en su mundo, aunque a veces —casi siempre— lo haga dejando pistas falsas.
(CC) Miguel Calvo Santos, 26-09-2018
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