Está en la página 1de 724

ENRIQUE RUBIO CREMADES

Panorama crítico de la
novela realista-naturalista
española

90
EDITORIAL 4 CASTALIA
LITERATURA Y SOCIEDAD

TITULOS PUBLICADOS

1. Varios: El comentario de textos


2. A. Amorós: Vida y literatura en Troteras y danzanderas
5. Varios: Creación y público en la literatura española
6. V. Lloréns: Aspectos sociales de la literatura española
7. Varios: El comentario de textos, 2. De Galdós a García
Márquez
8. Varios: El año literario español. 1974
9. R. Escarpit: Escritura y comunicación
10. J.C. Mainer: Análisis de una insatisfacción: las novelas
de W. F. Flórez
11. Varios: El año literario español. 1975
12. Varios: El año literario español. 1976
13. M. Herrero: Oficios populares en la sociedad de Lope
de Vega
14. Varios: Análisis de cinco comedias
15. M. Frenk Alatorre: Estudios sobre lírica antigua
16. M.R. Lida de Malkiel: Herodes: su persona, reinado
y dinastía
17. Varios: En torno a Miguel Hernández
18. Varios: El año literario español. 1977
19. Varios: El año literario español. 1978
21. Varios: El comentario de textos, 3
22. A. Amorós: Introducción a la literatura
23. V. Lloréns: Liberales y románticos
24. Varios: El año cultural español. 1979
25. L. Schiavo: Historia y novela en Valle-Inclán
26. R. Pérez de Ayala: Cincuenta años de cartas íntimas
27. Varios: El año literario español. 1980
28. V. García de la Concha: Nueva lectura del Lazarillo
29. R. Cardona-A. Zahareas: Visión del esperpento
30. F. López Estrada: Panorama crítico sobre el Poema
del Cid
31. E. Alarcos Llorach: Anatomía de La lucha por la vida
32. Varios: El comentario de textos, 4
33. A. Blecua: Manual de crítica textual
34. G. Sobejano: Clarín en su obra ejemplar
35. G. Bellini: Historia de la literatura hispanoamericana
PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA
REALISTA-NATURALISTA ESPAÑOLA
LITERATURA Y SOCIEDAD

DIRECTOR
ANDRÉS AMORÓS

Colaboradores de los volúmenes publicados:

José Luis Abellán, Emilio Alar eos, Aurora de Albornoz, Jaime Alazraki, EarlAl-
drich, José María Alín, Xesús Alonso Montero, José Luis Alonso de Santos, Carlos
Alvar, Manuel Alvar, Andrés Amorós, Enrique Anderson Imbert, Rene Andioc, José
J. Arrom, Francisco Ayala, MaxAub, Mariano Baquero Goyanes, Giuseppe Belli-
ni, R. Bellveser, Rogelio Blanco, Alberto Blecua, José Manuel Blecua, Andrés
Berlanga, G. Bernus, Laureano Bonet, Jean-Frangois Botrel, Carlos Bousoño,
Antonio Buero Vallejo, Eugenio de Bustos, J. Bustos Tovar, RichardJ. Callan, Jor¬
ge Campos, José Luis Cano, Juan Cano Ballesta, R. Cardona, Helio Carpintero, José
María Castellet, Diego Catalán, Elena Catena, Gabriel Celaya, Ricardo de la
Cierva, Isidor Cónsul, Carlos Galán Cortés, Manuel Criado de Val, J. Cueto, Má¬
xime Chevalier, F.G. Delgado, John Deredita, Florence Delay, Francisco Javier
Diez de Revenga, Manuel Durán, Julio Durán-Cerda, Robert Escarpit, M. Esco¬
bar, Xavier Fábrega, Ángel Raimundo Fernández, José Filgueira Valverde, Mar-
git Frenk Alatorre, Julián Gállego, Agustín García Calvo, Víctor García de la
Concha, Emilio García Gómez, Luciano García Lorenzo, Stephen Gilman, Pere
Gimferrer, Antonio A. Gómez Yebra, Eduardo G. González, Javier Goñi, Alfonso
Grosso, José Luis Guarner, Raúl Guerra Garrido, Ricardo Gallón, Modesto Her-
mida García, Javier Herrero, Miguel Herrero, E. Inman Fox, Robert Jammes, José
María Jover Zamora, Jon Kortazar, Pedro Laín Entralgo, Rafael Lapesa, Feman¬
do Lázaro Carreter, Luis Leal, María Rosa Lida de Malkiel, Francisco López Estra¬
da, E. Lorenzo, Ángel G. Loureiro, Vicente Llorens, José Carlos Mainer, Joaquín
Marco, Tomás Marco, Francisco Marcos Marín, Julián Marías, José María Martí¬
nez Cachero, Eduardo Martínez de Pisón, Marina Mayoral, G. McMurray, Sey-
mour Mentón, Ian Michael, Nicasio Salvador Miguel, José Monleón, María Eula¬
lia Montaner, Martha Morello FrOsch, Enrique Moreno Báez, Antonio Muñoz,
Justo Navarro, Francisco Nieva, Antonio Núñez,Josef Oehrlein, Julio Ortega, Ma¬
ría del Pilar Palomo, RogerM. Reel, Rafael Pérez:de la Dehesa, Miguel Ángel Pé¬
rez Priego, A.C. Picazzo, Jaume Pont, Benjamín Prado, Enrique Pupo-Walker,
Richard M. Reeve, Hugo Rodríguez-Alcalá, Evangelina Rodríguez Cuadros, Julio
Rodríguez-Luis, Emir Rodríguez Monegal, Julio Rodríguez Puértolas, Fanny Ru¬
bio, Serge Salaün, Noel Salomón, Gregorio Salvador, Leda Schiavo, Manuel Se¬
co, Ricardo Senabre, Juan Sentaurens, Alexander Severino, Gonzalo Sobejano,
E.H. Tecglen, Xavier Tusell, P.A. Urbina, Isabel Uría Maqua, Jorge Urrutia, José
Luis Várela, José María Vaz de Soto, Darío Villanueva, Luis Felipe Vivanco, Ángel
Vivas, D A. Yates, Francisco Ynduráin, Anthony N. Zahareas, Alonso Zamora Vi¬
cente, Stanislav Zimic.
ENRIQUE RUBIO CREMADES

Panorama crítico
de la novela
realista-naturalista
española

v |

'^>0-

EDITORIAL CASTALIA
Copyright © Editorial Castalia, S.A., 2001
Zurbano, 39 - 28010 Madrid - Tel. 91 319 58 57 - Fax 91 310 24 42
Página web: http://www.castalia.es

Ilustración de cubierta: Manuel García Hispaleto, Obrador de modistas.


Madrid, Museo del Prado.

Impreso en España - Printed in Spain

I.S.B.N.: 84-7039-869-5
Depósito Legal: M. 1.849-2001

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su inclusión


en un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cual¬
quier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros
métodos, sin permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.
A Mariano Baquero Goyanes
In memoriam
Digitized by the Internet Archive
in 2019 with funding from
Kahle/Austin Foundation

https://archive.org/details/panoramacriticodOOOOrubi
SUMARIO

1. Realismo y naturalismo. Estudios generales . 9


2. Inicios de la novela realista: Fernán Caballero . 27
3- Pedro Antonio de Alarcón . 71
4. Juan Valera . 139
5. Entre el costumbrismo y la novela regional: José María de
Pereda . 213
6. Benito Pérez Galdós . 279
7. La obra novelística de Clarín . 419
8. Emilia Pardo Bazán . 501
9. La narrativa naturalista de Jacinto Octavio Picón, Luis
Coloma y José Ortega Munilla . 561
10. El Naturalismo radical. Escritores naturalistas olvidados ... 589
11. El peculiar naturalismo de Armando Palacio Valdés y los
epígonos del naturalismo español:
Vicente Blasco Ibáñez . 601

índice onomástico . 675

índice general . 711

7
1
Realismo y naturalismo.
Estudios generales
1

Los primeros estudios monográficos sobre el naturalismo en


Francia con referencias a España son los debidos, fundamen¬
talmente, a Emilia Pardo Bazán (1883, 1910)1 y Valera (1887).2 Las
polémicas, los debates sobre la controvertida cuestión referida a la
estética realista ocupan un lugar preferente en los círculos litera¬
rios del último tercio del siglo xix. Para determinados críticos de la

1 Se trata, fundamentalmente, de La Cuestión Palpitante, editada con precisas


anotaciones por José Manuel González Herrán (1989). En su estudio introductorio
analiza esenciales aspectos relacionados con el primer manifiesto del naturalismo
que figura al frente de la segunda edición de Thérése Raquin. Respecto a la con¬
cepción zoliana del personaje novelesco y de los principios que determinan su con¬
ducta, así como la intención científica que Zola reclama para su oficio de novelista
■están ya apuntadas en este texto temprano» (González Herrán, 1989, p. 89). Los es¬
critores que sustentan la doctrina de Zola son, básicamente, Conte —Cours dephi-
losophiepositivo—, Darwin —The Origin of the Species—, Taine —Histoire de la lit-
térature anglaise— y Claude Bernard —Introduction á l’étude de la médicine
expérimentale— (Bonet, 1974; González Herrán, 1989, pp. 9-19). La importancia del
prólogo que figura al frente de Thérése Raquin es evidente, aunque Le román expe¬
rimental (1880) y Les romanciers naturalistes (1881) serán los textos más precisos
para el análisis de la poética naturalista (Mitterand, 1986, p. 20, pássim). Mosaico de
noticias referentes al naturalismo recogido por González Herrán, crítico que anali¬
za, igualmente, aspectos puntuales de La Cuestión Palpitante: proceso de redac¬
ción, publicación, recepción crítica y polémicas.
Un documento valioso de doña Emilia es el prólogo de Un viaje de novios,
pues en él expresa el germen de las ideas que habrían de constituir la materia de La
Cuestión Palpitante. Pattison recoge todo este material noticioso, acompañado de
puntuales noticias sobre los debates en torno al naturalismo en el Ateneo de Madrid
(1965, pp. 38-49).
2 Respecto a la actitud de Juan Valera sobre la novela de la segunda mitad del
siglo xix destaca el trabajo De la naturaleza y carácter de la novela (1860). Autor
que se pasó la vida, en el sentir de Montesinos, «abominando de las inmoralidades
o crudezas naturalistas [...]»(1969, p. 190). Evidentemente el estudio más significati¬
vo de Valera es el titulado Crítica literaria (1886-1887). Apuntes sobre el nuevo ar¬
te de escribir novelas. Las referencias críticas que dichos Apuntes han motivado son
copiosas. Destacan las emitidas por Clarín, Emilio Bobadilla [Fray Candil1, Juan
Fernández Lujan, F. Blanco García, E. Pardo Bazán, Azorín, Rubén Darío, Andrés
González Blanco, Havellock Ellis, Julio Cejador, Antonio Maura, M. Azaña, C. C.
Glascock, E. Fishtine, Luis Araujo Costa, Hans Jurestchke, P. Romero Mendoza, L.
Fernando del Rosal, F. C. Sáinz de Robles, G. Torrente Ballester, E. Correa Calderón,
C. Bravo Villasante, Ferdinando Rosselli, Walter T. Pattison, Alfonso Zamora Rome¬
ra. Emilia de Zuleta, M. Bermejo Marcos y Manuel Lloris. Mosaico de críticas anali¬
zadas, cotejadas y extractadas por L. López Jiménez (1977, pp. 296-373).

II
12 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

época el Naturalismo es una perversión del Realismo, un intento


incorrecto de acercar la literatura a la ciencia, pretensión que niega
la especificidad de lo literario (Revilla, Revista de España, 1879).i * 3
La teoría naturalista será, a juicio de sus impugnadores, una vulgar
y torpe justificación de las obscenidades e inmoralidades que se
desprenden de las novelas de Zola. Es evidente que desde un pri¬
mer momento el debate sobre el Realismo-Naturalismo se centra
en la novela, el género que mejor permite captar la propia reali¬
dad humana, pues «es el vehículo que las letras escogen en nues¬
tro tiempo para llevar el pensamiento general a la cultura como el
germen fecundo de la vida contemporánea» (Clarín, 1881, p. 82).4
Voces autorizadas como las de Revilla, Clarín, Pardo Bazán anali¬
zarían con precisión la polémica naturalista al igual que González
Serrano (1883, pp. 127-201) y Altamira (1886; 1893, pp. 1-42). Los
artículos de Gómez Ortiz, Clarín, Luis Vidart, Urbano González Se¬
rrano, J. Ortega Munilla y E. Pardo Bazán publicados en los inicios
de la década de los años ochenta han sido confrontados y analiza¬
dos por Pattison (1965, pp. 39-49).
Los tempranos trabajos sobre el nacimiento, difusión, alcance
del término realismo y polémicas literarias se deben básicamente a
Wellec (1963) y Rosselli (1963). El primero, pese a que no aporta
datos referentes a su empleo en España, aborda el estado de la
cuestión en los países europeos que más incidencia tuvo el Natu¬
ralismo. La monografía de Rosselli analiza específicamente la polé¬
mica naturalista en España, sin desdeñar el material noticioso

i Su estudio El naturalismo en el arte publicado en la Revista de España (ma¬


yo de 1879) señala que el naturalismo no es más que el aspecto literario de un mo¬
vimiento revolucionario que se produce en las ciencias naturales y en la filosofía,
afectando a todas las artes. El naturalismo, en opinión de Revilla, desea siempre ver¬
se libre de restricciones académicas, asemejándose en ello al romanticismo. La nue¬
va estética se fundamenta en una fidelidad absoluta en cuanto a la imitación de la
realidad, de forma que la belleza de la obra no está en el objeto o cosa copiada, si¬
no en la belleza de la forma en la que representa el escritor o artista, en la belleza
de la emoción reflejada. Cfr. Carlos García Barrón, -Manuel de la Revilla, crítico lite¬
rario», en R. Johnson y P. Smith (eds.), Studies in honor of José Rubia Barcia, Lin¬
coln, University of Nebraska, 1982, pp. 47-58y Vida, obra y pensamiento de Manuel
de la Revilla, Madrid, Porrúa Turanzas, 1986.
4 Vid. el material noticioso reunido por S. Beser (1972), especialmente el refe¬
rido a la Revolución del 68 y la novela española —El libre examen y nuestra litera¬
tura presente—, el lenguaje narrativo —Del estilo en la novela—, el Naturalismo
—Del naturalismo— y las nuevas corrientes de la novela —La novela novelesca—.
Vid. también S. Beser, Leopoldo Alas, critico literario, Madrid, Gredos, 1968.
REALISMO Y NATURALISMO. ESTUDIOS GENERALES 13

proveniente del extranjero, especialmente de Francia. En la misma


década de los sesenta se publica un estudio básico y fundamental
llevado a cabo por Pattison,5 citado en el presente Panorama críti¬
co en función de las diversas obras debidas a los novelistas trata¬
dos. El Realismo como concepto crítico-literario ha sido analizado
con rigor y precisión por Lázaro Carreter (1969, pp. 128-151). Las
apreciaciones emitidas en torno a la definición dada por Menéndez
Pidal al Realismo,6 así como las reacciones críticas que matizan o
amplían dichas apreciaciones constituyen los ejes primordiales del
enjundioso estudio de Lázaro Carreter.

1 El mayor acierto de la monografía de Pattison reside en el análisis y cotejo de


publicaciones periódicas aparecidas entre los años 1875 y 1897. Como indica el cita¬
do crítico su estudio no aspira a ser una historia completa del movimiento naturalis¬
ta en España, sino una «historia externa: estudios críticos de autores españoles, en
cuanto definen el naturalismo; reseñas de novelas clasificadas como naturalistas, re¬
dactadas —dichas reseñas— por autores contemporáneos a las mismas obras comen¬
tadas, manifestaciones colectivas [...] En otros términos, el libro no se propone una
historia interna, esto es, un análisis de muchas novelas para apreciar, en cada caso,
lo que tienen de “naturalistas”- (1965, p. 7). La monografía de Pattison estudia el Na¬
turalismo en España en función de diversas coordenadas. Dichas líneas de investiga¬
ción se ciñen, fundamentalmente, a los siguientes aspectos: elementos favorables a
su introducción y asentamiento del Naturalismo en España, recepción crítica de la
época en torno a la estética naturalista, traducciones de textos franceses, primeras
manifestaciones del Naturalismo español, repercusión de La Cuestión Palpitante,
tendencias del Naturalismo español, el Naturalismo espiritual y epígonos naturalis¬
tas. La monografía se cierra con un listado de escritores naturalistas menores acom¬
pañado de una breve nota biográfica y literaria. Algunos de estos autores han dejado
de ser una rareza bibliográfica gracias a recientes estudios. Material noticioso que fi¬
gura en los respectivos índices bibliográficos que aparecen en el presente estudio.
6 El texto que F. Lázaro Carreter ofrece a los lectores resume con claridad el
concepto que del realismo tenía Menéndez Pidal: «Conservaremos este nombre, rea¬
lismo, convenientemente empleado por los autores como distintivo del arte español,
aunque es nombre sumamente impreciso, pues claro es que en todo arte concurren
realismo e idealismo, pero combinados en proporciones y calidades muy variables»,
en «Caracteres primordiales de la literatura española», España y su historia, Madrid,
Minotauro, 1957, p. 641. Como bien señala Lázaro Carreter el citado texto afirma re¬
sueltamente la creencia mantenida desde sus más tempranos escritos —el carácter
realista de la literatura española— y la corrección que le hizo Ortega y Gasset a raíz
de la publicación de los Orígenes del Español. En sus apreciaciones Ortega y Gasset
—apunta Lázaro Carreter— muestra su disconformidad con la convicción del autor
de que «lo español en arte es el realismo» y de que éste «es la forma más elevada del
arte» (1969, p. 128). Años más tarde Francisco Ayala mostraría su disconformidad con
los planteamientos emitidos por Menéndez Pidal (1974; 1988, pp. 208-211).
Lázaro Carreter analiza las diversas teorías relacionadas con el realismo co¬
mo concepto crítico-literario, especialmente las emitidas por Menéndez Pidal, Gi-
ner de los Ríos y krausistas en general y críticos o analistas del concepto realismo,
14 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

En estas últimas décadas se han publicado una serie de trabajos


que reflejan aspectos relacionados con la evolución del Naturalismo
europeo y, especialmente, con el español. Polémicas, reacción de la
crítica y peculiar forma de entender el Realismo-Naturalismo han si¬
do motivo de especial interés para un determinado sector de la crí¬
tica (Godoy Gallardo, 1971, pp. 95-109; López Jiménez, 1977; López
Sanz, 1978, pp. 209-225 y 1979, pp. 51-74; J. Medina, 1979; Clé-
messy, 1983, pp- 41-57; Chevrel, 1982). Numerosas monografías
dedicadas a Fernán Caballero, Alarcón, Pereda, Valera, Pardo Ba-
zán, Clarín, Galdós, Coloma, Palacio Valdés, Blasco Ibáñez, López
Bago, entre otros, suelen incluir en sus páginas preliminares o in¬
troductorias un material noticioso referente al Realismo-Naturalis¬
mo, engarzado con el novelista objeto del estudio. Dicha bibliogra¬
fía aparece analizada en los capítulos correspondientes que figuran
en el presente Panorama crítico.

como Robbe-Grillet, R. Jakobson, S. Morawski, P. Raffa, Lukács, entre otros. Especial


detenimiento en tomo a los juicios emitidos por Ortega y Gasset, disidente de las teo¬
rías de Menéndez Pidal. En sus juicios Ortega identifica el realismo con el prosaísmo,
con la «carencia de invención y de amor a la forma y de reverberaciones sentimenta¬
les". Análisis, igualmente, de los juicios emitidos por Dámaso Alonso en su conferencia
Escila y Caribdis de la literatura española. En dicho texto su autor establece dos co¬
rrientes que se funden o se apartan, y corren paralelas a lo largo de nuestra literatura:
la del realismo y la que «representa un anhelo de ideal, de selección y de universali¬
dad". Lázaro Carreter revisa, igualmente, los conceptos emitidos por la crítica marxista
—S. Morawski, A. Guisselbrecht, P. Abraham, R. Garaudy— para advertir que «el rea¬
lismo socialista ya no rotura una poética al modo de Lukács, sino una actitud que pue¬
de expresarse con estéticas sumamente diversas, de “vanguardias" incluso. Esta confu¬
sión, aun en una zona del realismo tan perfectamente acotada, apoyaría la tentación de
evitar el término. Pero haciéndolo, no lograríamos soslayar el problema [...] El término
y sus problemas están ahí, y no es posible regresar a la época de Ticknor o de Gayan-
gos, a la víspera del conflicto que desencadenó en la Estética la aparición del Realismo.
No otra cosa hacemos cuando escribimos realismo con tanto despego o cuando em¬
pleamos como sustitutos los rodeos que se empleaban entonces: “fidelidad a lo real”,
“apego a la verdad” o algún neologismo, como “verismo”- (1969, p. 134). En sus con¬
clusiones señala que no existen ni un método, ni una realidad, ni un lenguaje realis¬
tas. Aunque sí existen realidades realistas, es decir: fenómenos que en su versión li¬
teraria son identificables por el lector, métodos que permiten tal identificación y
lenguajes que le suscitan con independencia de sus referentes. Para el citado crítico el
realismo literario es un fenómeno que se produce en el interior de la serie literaria, co¬
mo ideal que orienta al escritor en su búsqueda de novedades, sometiéndose siempre
a la ley del extrañamiento. Este extrañamiento, en palabras del propio Lázaro Carreter
es «una de las múltiples convenciones que hacen posibles la literatura y puede con¬
sistir en la búsqueda de perspectivas insólitas, para observar, en mostrar realidades in¬
frecuentes —tanto más “reales” como verificables— y, por supuesto, en la interposi¬
ción de dificultades estilísticas- (1969, p. 150).
REALISMO Y NATURALISMO. ESTUDIOS GENERALES 15

La publicación de volúmenes colectivos enfocados exclusiva¬


mente al análisis de la novela realista-naturalista española o el es¬
tudio de diversos temas relacionados con la estética del Realismo-
Naturalismo es una prueba evidente de la vigencia y actualidad del
periodo histórico-literario al que hacemos alusión (Lissorgues,
1988). Diversos motivos han acaparado la atención de la crítica en
fecha reciente, como los relacionados con los elementos teóricos o
con los problemas de terminología y de perspectiva literaria (Bey-
rie, 1988, pp. 33-46). La retórica del Realismo analizada en función
del corpus narrativo de Galdós y Clarín ha sido también motivo de
atención por parte de la crítica, tal como se advierte en el estudio
de J. W. Kronik (1988, pp. 47-57).8 La querella naturalista, las de¬
nuncias contra el Naturalismo francés, sus detractores (Caudet,
1988, pp. 58-74) y la incidencia e importancia de las revistas cultu¬
rales de la Restauración para el estudio del Realismo español
(Asún, 1988, pp. 75-89) son aspectos que aportan nuevos enfoques
al complejo campo de las novelas de la segunda mitad del siglo xix.
La presencia del romanticismo en la obra realista —el romanticis¬
mo como hipotexto— bien para censurarlo o parodiarlo (Ciplijaus-
kaité, 1988, pp. 90-97) y el lenguaje como elemento caracterizador
en la novela de la Restauración son aspectos estudiados en fecha
reciente.
El análisis de específicas fechas histórico-literarias —las com¬
prendidas entre 1880 y 1890— a través del escrutinio de referencias
bibliográficas (Boletín de la librería de M. Muríllo) permite al estu¬
dioso conocer la incidencia de ciertos temas en los círculos de lec¬
tores de dicha época (Botrel, 1988, pp. 183-197). El Naturalismo ac¬
túa como un ente receptor capaz de aglutinar diversos contenidos
y enfoques emitidos por la crítica, desde sus relaciones con la Igle¬
sia católica (Hibbs-Lissorgues, 1988, pp. 198-207) hasta los suge-
rentes estudios referidos a la posible existencia de una poesía

8 En la retórica del realismo, no sólo, es fundamental la mimesis, sino también


la poíesis. No es la naturaleza sino el novelista quien ordena los elementos de su
mundo de ficción. La teoría aristotélica de la mimesis se complementa por esta ne¬
cesidad de ordenar: -(...] un proceso tiene que acompañar el producto. Las partes
tienen que organizarse en una totalidad íntegra. El acto de hacer es fundamental. El
propio Galdós, al declararse como abanderado del mimetismo, confesó que “grata
es la tarea de fabricar género humano recreándose en ver cuántos superan las idea¬
les figurillas, por toscas que sean, a las vivas figuronas que a nuestro lado bullen”-
(1988, p. 55).
l6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

naturalista. Pese a la creencia de que poesía y Naturalismo son


antagónicos lo cierto «es que en España existió una manifestación
poética que no se dudó en denominar naturalista, y que, desde
luego, responde a un tiempo y a un espíritu relacionados con el
naturalismo» (Diez de Revenga, 1988, p. 213). El lenguaje, su inciden¬
cia, importancia en la novela naturalista y su análisis sintáctico, léxi¬
co-semántico, entre otros aspectos, han sido motivos puntualmente
analizados por la crítica (Rodríguez Marín, 1988, pp. 98-117; Sobe-
jano, 1988, pp. 583-615). El estudio de la polémica naturalista en el
ámbito provinciano y el dispar contenido o enfoque de perspecti¬
vas entre la crítica madrileña y la provinciana son nuevos puntos
de vista críticos que completan el amplio mosaico de referencias
que configuran la literatura española de la segunda mitad del siglo
xix (Ríos Carratalá, 1988, pp. 169-179).
En fecha reciente los estudios sobre el realismo-naturalismo es¬
pañol han incidido en diversos contenidos que han tenido una gran
aceptación por parte de la crítica. El estudio del lenguaje de las no¬
velas naturalistas empieza, como señala Lissorgues, a desvelar
algunas de las enormes potencialidades (temáticas, intertextuales,
psicoanalíticas, míticas, simbólicas) que encierra el propio texto li¬
terario. De igual forma se percibe en estas dos últimas décadas un
cierto interés por temas que inciden en la propia realidad social del
momento, analizándose tanto los contextos culturales como los re¬
lacionados con la difusión del propio libro (1994, p. 244, pássim).
La influencia de la doctrina zolesca en el contexto europeo ha sido
revisada y analizada en función de la realidad socio-cultural de los
respectivos países en los que incide dicha doctrina (Chevrel, 1983,
1984), pues, evidentemente, es Zola quien con sus teorías y nove¬
las influye en la novela naturalista. Específicos trabajos recientes
analizan con rigor el papel determinante de Zola (Mitterand, 1980,
1986a y 1988; Chevrel, 1982) y el de otros escritores franceses. En
este sentido cabe señalar que tanto los hermanos Goncourt, como
Jules o Edmond, ocupan un lugar relevante en el paso del realismo
al naturalismo, al intento de aproximar la ciencia a la literatura (Auer-
bach, 1950; Chevrel, 1982 y 1983; Mitterand, 1986a; Pagés, 1989). Re¬
percusión de la obra zolesca en España9 a través del estudio de sus

9 Recientemente se han publicado las Actas del Coloquio Internacional -Zola y


EspañaSaillar y A. Sotelo, 1997. Dicho material analiza la obra de Zola y el movi¬
miento naturalista desde una amplia visión. Páginas que revelan la capital importancia
REALISMO Y NATURALISMO. ESTUDIOS GENERALES 17

ediciones traducidas al español (Alaoui, 1991). Si la influencia del


naturalismo francés es evidente, no por ello se debe olvidar la ori¬
ginalidad de los novelistas españoles (Caudet, 1995).10 Los estudios
referidos, entre otros, a Clarín, Galdós, Pardo Bazán, que se inclu¬
yen en el presente Panorama crítico, evidencian con claridad el
peculiar naturalismo que subyace en la gran novela española de la
segunda mitad del siglo xix.
Diversas monografías analizan, revisan y estudian el naturalismo
español desde la óptica exclusiva de la producción española (Váz¬
quez, 1989; Bretz, 1992) o desde una perspectiva amplia, imbricada
en el contexto europeo (Nelson, 1992). La vigencia y actualidad de la
novela realista-naturalista se percibe en recientes trabajos asaz suge-
rentes y cuyo enfoque obedece a la aplicación de nuevas metodolo¬
gías.* 11 Enfoques que proceden de la lingüística, semiótica, teoría de
la recepción, psicocrítica... y de otros campos de la recepción liga-

que tuvo Zola en las letras españolas, tal como se puede comprobar a través de las res¬
pectivas colaboraciones, entre otras, de F. Botrel, M. Cristina Carbonell, A. Sotelo, Y. Lis-
sorgues, M. C. Figuerola, C. Patiño, M. L. Sotelo, S. Renard, J. C. Rabaté, D. Thion-So-
riano, E. Medina y A. M.- Reboul. Tres son las coordenadas fundamentales del
contenido de las Actas: Zola a través de la prensa y del público en España, difusión
de sus novelas y resonancia de su obra en los textos españoles. Estudio colectivo que
se cierra con la colaboración de Gonzalo Sobejano —Epílogo en ausencia— y que re¬
sume la línea de investigación de cada ponencia presentada en el congreso.
10 En el reciente estudio llevado a cabo por F. Caudet (1995) se analiza el cor-
pus literario y crítico de Zola engarzado en el marco socio-histórico. Reflexiones so¬
bre el naturalismo francés y español que se perciben claramente en los primeros ca¬
pítulos de su monografía. A través de los estudios dedicados a Zola y a sus teorías,
a la praxis literaria del naturalismo en La Taberna y Nana y al naturalismo social en
Germinal, F. Caudet ha hilvanado concretas reflexiones sobre la obra de Galdós
—El doctor Centeno y Fortunata y Jacinta— y Clarín. Capítulo fundamental para el
estudio del naturalismo en España es el referido a las polémicas literarias.
11 Sería, por ejemplo, la monografía de Darío Villanueva (1992) estructurada,
fundamentalmente, en cinco bloques: el realismo genético, la superación del realis¬
mo formal, fenomenología y pragmática del realismo, el realismo intencional y la
lectura realista. En sus conclusiones y ante la interrogante emitida por Morse Peck-
ham en su artículo *Is the Problem of literary Realism a Pseudoproblem?», Critique.
Studies in Modem Fiction, XII (1970), pp. 95-112, el propio Villanueva responde ne¬
gativamente, pues -se trata de una de las cuestiones centrales de toda teoría litera¬
ria, pues por mucho que nos interese conocer el funcionamiento de la literatura en
sí misma, con la ayuda de los instrumentos analíticos que nos permitan la máxima
fiabilidad científica para la comprensión de sus formas, de su literariedad, nos resis¬
timos a ignorar la evidencia de que esos textos eminentes inciden sobre la realidad,
sobre nuestra realidad- (1992, p. 190). En dichas conclusiones el citado crítico incide,
por un lado, en la importancia de la genética para la comprensión del realismo; por
otro, en la existencia de un lector o una lectura intencionalmente realista.
l8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

dos, íntimamente, con la producción cultural en la España contem¬


poránea cuyo contenido discurre por diversos caminos: prensa, el
complejo mundo editorial, difusión del libro, disposiciones sobre la
legislación de prensa... (Botrel, 1988, 1993). Respecto a la produc¬
ción novelesca correspondiente al periodo 1880-1890, Botrel lleva a
cabo un análisis sistemático de la plasmación editorial en dicha épo¬
ca cuyas conclusiones modifican específicos aspectos relacionados
con la producción intelectual y artística (1988, 1989).
Recientemente se han publicado dos monografías que abordan
diversos aspectos concernientes al realismo-naturalismo (Alborg,
1996; García de la Concha y Romero Tobar, 1998). J. L. Alborg anali¬
za detenidamente su presencia en varios países extranjeros, inci¬
diendo en las referencias de cronistas, contemporáneos o próximos
a los hechos. Alborg recoge todo lo concerniente a dichos movi¬
mientos literarios desde su aparición y polémicas hasta la gradual
desaparición de los mismos. Como punto de arranque, tal como
señala el propio crítico, «me he servido forzosamente —según ten¬
dré que repetir después— de los ejemplos y principios de origen
francés, pues es incuestionable que fue Francia la que de modo
principal forjó las teorías y construyó los modelos» (1996,
p. II).12 Respecto al volumen colectivo dirigido por V. García de la

12 La monografía de Juan L. Alborg ha sido citada y analizada a lo largo del pre¬


sente Panorama crítico. Supone una revisión de ciertos postulados negativos acha¬
cados por la crítica a los escritores por él estudiados —Fernán Caballero, Alarcón y
Pereda—. Reivindicación contra desdenes inmerecidos que en ningún momento
tienen connotaciones ideológicas personales. Monografía que revisa los plantea¬
mientos emitidos por la crítica, como, por ejemplo, los debidos a Montesinos en sus
estudios sobre la novela y el costumbrismo. Respecto a los conceptos realismo y na¬
turalismo Alborg analiza y desarrolla ampliamente aspectos varios: el realismo co¬
mo concepto artístico, múltiple y poliédrico; el realismo caricaturesco, esperpéntico
y grotesco; realismo y didactismo; la realidad realista; el realismo como propósito;
formulaciones teóricas del mismo. Incide, analiza, contrasta y emite personales jui¬
cios sobre dichos motivos estudiados e insiste, igualmente, en otros de no menos
importancia a tenor de los repertorios y estudios manejados por dicho crítico, como
los referentes a las censuras o condenas contra el realismo, las polémicas literarias e
incidencia de los maestros del género: Stenthald, Balzac, los hermanos Goncourt y
Zola. Análisis también de la filosofía del realismo —magisterio de Taine— de la no¬
vela experimental y reacción adversa en la propia Francia contra el naturalismo. Evi¬
dentemente la monografía refleja con claridad el enorme esfuerzo realizado por Al¬
borg, pues analiza la incidencia del realismo en diversos contextos geográficos, como
en Inglaterra —literatura y moral en la época victoriana, la presencia de Balzac, el de¬
bate naturalista—, Alemania —la controversia sobre el naturalismo y la incidencia
de Zola—, Italia —verismo y análisis de la obra de Zola—, Bélgica —reacción antina-
REALISMO Y NATURALISMO. ESTUDIOS GENERALES 19

Concha y coordinado por L. Romero Tobar (1998) cabe destacar la


importancia y el valor de los capítulos referidos al análisis de los
géneros literarios de la literatura española de la segunda mitad del
siglo xix, su periodización y movimientos estéticos.13

turalista e influencia zolesca—, Holanda —presencia de Zola— y Estados Unidos


—recepción de Balzac, oposición al naturalismo, traducción de las obras de Zo¬
la, escritores naturalistas y recepción de los naturalistas americanos—. En lo con¬
cerniente a la novela española del siglo xix, Alborg incide en tres puntos esen¬
ciales: el camino hacia el realismo, novela y costumbrismo y cronología. Los
planteamientos emitidos por Alborg sobre la incidencia del costumbrismo en la
novela son consecuencia de la puntual e inteligente visión que el propio crítico tie¬
ne del costumbrismo y la novela realista.
13 Finalizado el presente Panorama crítico se ha publicado el tercer volumen
de la Historia de la Literatura Española. El primero corresponde al siglo xvm. El se¬
gundo y tercero al siglo xix. En estas páginas hacemos alusión al ejemplar corres¬
pondiente a la segunda mitad del siglo xix. El director de la obra es Víctor García de
la Concha y los coordinadores Guillermo Carnero [vols. Siglo xvm y Siglo xix (I)] y
Leonardo Romero Tobar [Siglo A7x(H )l. De gran interés son los capítulos referidos a
la trayectoria del realismo español hasta los movimientos estéticos que se producen
en la España finisecular. Arte y literatura, el debate de la estética realista y el estudio
del modelo teórico del Naturalismo constituyen parte de los aspectos analizados
por Y. Lissorgues. De gran transcendencia son, igualmente, los apartados dedicados
al estudio de! krausismo desde múltiples coordenadas, desde la veta filosófica-idea-
lista, hasta su incidencia en los ámbitos educativos y crítica literaria. En ambos ca¬
sos se aporta un rico material noticioso analizado por el propio Lissorgues. La inci¬
dencia de la prensa en los círculos literarios ocupa también un lugar preeminente en
esta monografía, habida cuenta de la gran transcendencia que el periódico o la revista
literaria tienen en los medios culturales de la época. Polémicas, debates, rivalidades, etc.
encuentran el perfecto acoplamiento en dichos medios de comunicación tal como do¬
cumenta Marta Palenque. Francisca Soria se detiene en aspectos de no menos relevan¬
cia, como los concernientes al asociacionismo cultural, especialmente en aquellos que
tienen un gran relieve, como los liceos y ateneos. Una amplia visión sobre el realismo-
naturalismo la encuentra el lector en la colaboración de Juan Oleza. El Corpus analizado
tiende a dos específicos aspectos. En el primer caso el lector percibe con claridad la gé¬
nesis del Realismo, el proceso de la novela realista, polémicas e incidencia e importan¬
cia de la novela de tesis. En el segundo caso el citado crítico estudia el movimiento es¬
piritualista y la novela finisecular. Los elementos que constituyen los soportes básicos de
la novela espiritualista aparecen perfectamente delimitados y desarrollados. La disec¬
ción realizada en tomo a la novela espiritualista está centrada en específicos aspectos,
como los referidos a los conflictos de carácter ético, aspiraciones fracasadas, personajes
dominados por imperativos categóricos y deberes inexcusables, atracción por las esce¬
nas de alta tensión emocional, superación de conflictos, desenlaces, motivos en íntima
relación con la religión. Amor a la humanidad y entrega solidaria al destino colectivo
forman parte fundamental de los contenidos de la novela espiritualista. El resto de co¬
laboraciones que aparecen en el presente volumen colectivo está elaborado por es¬
pecialistas. Colaboraciones cimentadas en anteriores trabajos de investigación que
figuran analizados y reseñados en el presente Panorama critico.
20 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Existen publicaciones de igual interés para el conocimiento y


análisis de la gran novela española del siglo xix que si bien no dan
prioridad al análisis del Realismo como concepto crítico-literario lo
incluyen en sus estudios referidos a la globalidad de novelistas ads¬
critos al Realismo-Naturalismo. Los trabajos tempranos de Gonzá¬
lez Blanco (1910), Blanco García (1910) o Gómez Baquero (1924),
entre otros, son muestras de dicha visión, al igual que posteriores
publicaciones que no prescinden de una visión globalizadora del
Realismo-Naturalismo como antesala del posterior estudio de los
novelistas adscritos a dicha estética (Baquero, 1958; Oleza, 1977;
Rodríguez Marín, 1982; Ferreras, 1984 y 1988; Román Gutiérrez,
1988; Caudet y Martínez Cachero, 1992). La existencia de una
bibliografía rica en interpretaciones y motivos fundamentales refe¬
rida a la novela española es evidente. La ideología y la política (Za-
vala, 1971), la imbricación de lo religioso en el mundo de ficción
(Dendle, 1968; Pérez Gutiérrez, 1975; Miranda, 1982) o la actitud
de la Iglesia frente al naturalismo (Hibbs-Lissorgues, 1986, pp. 69-
77; 1988, pp. 198-207) son aspectos debatidos por la crítica. Pre¬
sencia, igualmente, de monografías que ayudan a entender e inter¬
pretar específicos aspectos que subyacen en la novela
realista-naturalista, aunque su objetivo sea el análisis del pensa¬
miento filosófico (Sobejano, 1967), el estudio de los movimientos
culturales de fin de siglo y primeras décadas del siglo xx (Mainer,
1975) o manifestaciones de la literatura popular (Romero Tobar,
1976) . Estudios de conjunto sobre la novela española del siglo xix
(Etreros, Montesinos y Romero Tobar, 1977; Miralles, 1977; Eberso-
le, 1979; Charnon-Deutsch, 1985), su proceso evolutivo y la figura
del narrador constituyen también parte esencial de las investiga¬
ciones realizadas en estas últimas décadas (G. Gullón, 1976, 1988,
1990, 1992). La incidencia del costumbrismo en el nacimiento de la
novela realista ha sido un aspecto puntual debatido por la crítica.
Frente a las teorías emitidas por Montesinos (1960) surgen en estas
últimas décadas voces disonantes y en clara contradicción a especí¬
ficos planteamientos llevados a cabo por dicho crítico (Baquero Go-
yanes, 1968; Alborg, 1996). Catalogación de las novelas y novelistas
del siglo xix (Ferreras, 1979; Simón Palmer, 1991), estudios referi¬
dos al paisaje español tanto en el arte como en la literatura del rea¬
lismo (Litvak, 1991) y especial detenimiento en las relaciones li¬
teratura y público (Senabre, 1986), discurso y lector (Pozzi, 1990) y
teoría y mercados de la novela española (Fernández Cifuentes,
REALISMO Y NATURALISMO. ESTUDIOS GENERALES 21

1982) configuran un amplio mosaico de críticas relativo al Realis¬


mo-Naturalismo. Material noticioso utilizado en función de las no¬
velas enjuiciadas en el presente estudio, de ahí que no se ofrezca al
lector una visión de su contenido y planteamientos estéticos.

Bibliografía

Actas del I Coloquio Del Romanticismo al Realismo. Sociedad de Literatura


Española del siglo xix. Edición a cargo de Luis F. Díaz Larios y Enrique
Miralles, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1998.
Alaoui, Setti, Les éditions espagnoles de l’ouvre d’ÉmileZola, Université de
Lyon II, 1991 [Tesis doctoral],
Albaladejo, Tomás, Semántica de la narración: la ficción realista, Madrid,
Taurus, 1992.
Alborg, Juan Luis, Historia de la Literatura Española. V. Realismo y Natu¬
ralismo. La novela. Parte primera. Introducción. Fernán Caballero-
Alarcón-Pereda, Madrid, Gredos, 1996.
Altamira, Rafael, “El realismo y la literatura contemporánea», La Ilustración
Ibérica, IV, núms. 173-179, 24 de abril a 23 de octubre de 1886.
-, *La conquista moderna», en Mi primera campaña, Madrid, Librería
de José Jorro, 1893, pp. 1-42.
Asún, Raquel, «Las revistas culturales y la novela: elementos para un estudio
del realismo en España», en Lissorgues [1988], pp. 75-89.
Auerbach, Erich, Mimesis. La representación de la realidad en la literatura
occidental, México, Fondo de Cultura Económica, 1950.
Ayala, Francisco, La novela: Galdósy Unamuno, Barcelona, Seix Barral, 1974.
-, -El concepto de realismo y de naturalismo en España», en Lissorgues
[1988], pp. 208-211.
Baquero Goyanes, Mariano, «La novela española en la segunda mitad del
siglo xix», en Historia General de las Literaturas Hispánicas, Barcelo¬
na, Vergara, V, 1968, pp. 53-143-
Beyrie, Jacques,«A propósito del Naturalismo: problemas de terminología
y de perspectiva literaria en la segunda mitad del siglo xix», en Lissor¬
gues [19881, pp. 33-46.
Blanco García, Francisco, La Literatura Española en el siglo x/x, Madrid, Sá-
enz dejubera Hermanos, 1910.
Bonet, Laureano, “Primer contexto: el naturalismo según Émile Zola», en
El realismo en la novela de José María de Pereda (Historia de una
fustración literaria), Barcelona, 1974, I, pp. 4-163 [Tesis doctoral
inédita presentada en la Universidad de Barcelona],
-(ed.), El naturalismo. Émile Zola. Traducción dejaume Euster. Selec¬
ción, introducción y notas de..., Barcelona, Ediciones Península, 1972
119881.
22 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Bonet, Laureano, Literatura, regionalismo, lucha de clases: Galdós, Pere¬


da, Narcís Oller, Ramón D. Perés, Barcelona, Universidad, 1983.
Botrel, Jean Frangois, «España, 1880-1890: el Naturalismo en situación», en
Lissorgues [1988], pp. 183-197.
-, La diffusion du livre en Espagne (1968-1914), Madrid, Casa Veláz-
quez, 1988.
-, «Le román en Espagne au temps de La Regenta: tendances statisti-
ques», Co-textes, 18 (1989), pp 5-22.
-, Libros, Prensa y Lectura en la España del siglo xix. Prólogo de José Si¬
món Díaz, Madrid, Fundación Germán Sánchez-Ruipérez, 1993-
Bretz, Mary Lee, Voices, Silences and echoes: A theory of the essay and the cri¬
tica! reception of naturalism in Spain, Londres, Tamesis Books, 1992.
Caudet, Francisco, «La querella naturalista. España contra Francia», en Lis¬
sorgues [1988], pp. 58-74.
-, «Clarín y el debate sobre el naturalismo en España», Nueva Revista de
Filología Hispánica, XLII, 2 (1994), pp. 507-548.
-, Zola, Galdós, Clarín. El naturalismo en Francia y España, Madrid,
Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1995.
Charnon-Deutsch, Lou, The Nineteenth-Century Spanish Story. Textual
Strategies of a Genre in Transition, London, Tamesis Books, 1985-
Chevrel, Yves, Le naturalisme, Paris, Presses Universitaires de France,
1982.
-(ed.), Le naturalisme dans les littératures de langues européennes,
Nantes, Université de Nantes, 1983-
-, Le naturalisme en question. Actes du Colloque tenu á Varsovie, 20-
22 Septembre, 1984, Paris, Presses de l’Université de Paris-Sorbon-
ne, 1984.
Ciplijauskaité, Biruté, «El romanticismo qomo hipotexto en el realismo», en
Lissorgues [1988], pp. 90-97.
Clémessy, Nelly, «Sur la question du naturalisme en Espagne: critique litté-
raire et román», Cahiers d Eludes Romances, 8, 1983, pp. 41-57.
Dendle, BrianJ., The Spanish Novel of Religious Thesis, 1876-1936, Prince-
ton University, Department Romance Languages, Madrid, Castalia,
1968.
Davis, Gifford, «The Critical Reception of Naturalism in Spain before La
Cuestión Palpitante-, Hispanic Review, XXII (1954), pp. 97-108.
-, «Tlie Spanish debate over Idealism and Realism before the impact of
Zola’s Naturalism», Puhlications of the Modern Language Association
of America, 84 (1969), pp. 1649-1656.
Diez de Revenga, Francisco Javier, «Poesía naturalista: el ruralismo premo-
demista de fin de siglo», en Lissoigues [1988], pp. 212-225.
Ebersole, Alba V. (ed.), Perspectivas de la novela: Ensayos sobre la nove¬
la española de los siglos xix y xx, Chapel Hill, Albatros-Hispanófila,
1979.
REALISMO Y NATURALISMO. ESTUDIOS GENERALES 23

Eoff, Sherman 11, El pensamiento modernoyla novela española, Barcelona,


Seix Barral, 1965.
Etreros, M., M. I. Montesinos y L. Romero, Estudios sobre la novela española
del siglo xk, Madrid, CSIC, 1977.
Fernández Cifuentes, Luis, Teoría y mercado de la novela en España, Ma¬
drid, Gredos, 1982.
Ferreras, Juan Ignacio, Introducción a una sociología de la novela española
del siglo xix, Madrid, Edicusa, 1973-
-, Catálogo de novelas v novelistas españoles del siglo xix, Madrid, Cáte¬
dra, 1979.
——, Narrativa de la Restauración, Amsterdam, Rodopi, 1984.
García de la Concha, Víctor (dir.) y Leonardo Romero Tobar (coord.), Histo¬
ria déla Literatura Española. Siglo xix(ll), Madrid, Espasa Calpe, 1998.
Godoy Gallardo, Eduardo, «El movimiento naturalista y la crítica española
del siglo xix-, Signos, V (1971), pp. 95-109.
Gómez de Baquero, Eduardo, El renacimiento de la novela en el siglo xix,
Madrid, Mundo Latino, 1924.
González Blanco, Andrés, Historia de la novela en España desde el Roman¬
ticismo a nuestros días, Madrid, Sáenz de Jubera, 1909-
González Herrán, José Manuel, (ed.), Emilia Pardo Bazán. La Cuestión pal¬
pitante, Barcelona, Anthropos, 1989.
González Serrano, Urbano, «El naturalismo artístico. La preceptiva de M. E.
Zola y la estética moderna-, en Cuestiones contemporáneas, Madrid,
Hernández, 1883, pp. 127-201.
Gullón, Germán, El narrador en la novela del siglo xix, Madrid, Taurus, 1976.
-, La novela como acto imaginativo. Alarcón-Bécquer-Galdós-Clarín,
Madrid, Taurus (Colección Persiles), 1983.
-, La novela del siglo xix: estudio sobre su evolución formal, Amsterdam,
Rodopi, 1990.
-, La novela moderna en España (1885-1902). Los albores de la moder¬
nidad, Madrid, Taurus, 1992.
Hibbs-Lissorgues, Solange, «La presse traditionaliste face á la littérature. La
Hormiga de Oro, en Typologie de la presse hispanique, Rennes, Presses
Universitaires de Rennes, 1986, pp. 69-77.
-, -La Iglesia católica y el naturalismo-, en Lissorgues [1988], pp. 198-207.
Kronik, John W., -La retórica del realismo: Galdós y Clarín-, en Lissorgues
[1988], pp. 47-57.
Lázaro Carreter, Fernando, -El realismo como concepto crítico-literario-,
Cuadernos Hispanoamericanos, 238-240(1969), pp 128-151 [Reimpre¬
so en Estudios de Poética, Madrid, Taurus, 1976, pp. 121-1431.
Lissorgues, Yvan (ed.), Realismo y naturalismo en España en la segunda mi¬
tad del siglo xix, Barcelona, Anthropos, 1988.
-, -Divagaciones fronterizas y justificaciones-, en Lissorgues [1988],
pp. 7-16.
T-A PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Lissorgues, Yvan y Gonzalo Sobejano (eds.), Pensamiento y literatura en


España en el siglo xíx (Idealismo, Positivismo. Espiritualismo), Toulou-
se, Presses Universitaires du Mirail, 1989a.
-, -Naturalismo y novela-, ínsula, 514 (1989b), pp. 1-2.
-, -El naturalismo y la novela», en F. Rico (ed.), Historia y crítica de la
Literatura Española. Romanticismo y Realismo. Primer Suplemento,
Barcelona, Crítica, 1994, pp. 243-286.
Litvak, Lily, El tiempo de los trenes. (El paisaje español en el arte y en la li¬
teratura del realismo. 1849-1918), Barcelona, Ed. del Serbal, 1991.
López, Ignacio Javier, Caballero de novela: ensayo sobre el donjuanismo en la
novela española moderna, 1880-1930, Barcelona, Puvill Libros, 1986.
-, Galdós, Alarcóny la novela del ángel caído: contribución a una teo¬
ría del realismo español, Madrid, Orígenes, 1990.
López Jiménez, Luis, El Naturalismo y España. Valera frente a Zola, Ma¬
drid, Alhambra, 1977.
López Sanz, Mariano, -Puntualizaciones en torno al naturalismo español»,
Cuadernos Americanos, XXXVII (1978), pp. 209-225.
-, -Los escritores de la Restauración y la polémica literaria del siglo xíx»,
Bulletin Hispanique, LXXXI (1979), pp. 51-74.
Mainer, José Carlos, La Edad de Plata (1902-193V Ensayo de interpreta¬
ción de un proceso cultural, Barcelona, Los Libros de la Frontera, 1975
[Reimpreso en Madrid, Cátedra, 1981].
Medina, Jeremy, Spanisb Realism: The Tbeory andPractice of a Concept in
the Nineteentb Century, Potomac, José Porrúa Turanzas, 1979-
Miller, Stephen, Del realismo/naturalismo al modernismo (1870-1901),
Las Palmas, Servicio Insular de Cultura, 1993-
Miralles, Enrique, La novela española de la Restauración (1875-1885): sus
formas y enunciados narrativos, Barcelona, Puvill, 1979.
Miranda, Soledad, Religión y clero en la gran novela española del siglo xíx,
Madrid, Pegaso, 1982.
Mitterand, Henry, Zola et le naturalisme, París, Presses Universitaires de
France, 1986a.
-, Le regará et le signe. Poétique du román réaliste et naturaliste, París,
Presses Universitaires de France, 1986b.
-, «Les trois langages du naturalisme», en Lissorgues [1988], pp. 21-32.
Montesinos, José F., Introducción a una historia de la novela en España.
Seguida del esbozo de una bibliografía española de traducciones de
novelas (1800-1850), Valencia, Castalia, 1955.
-, Costumbrismo y novela. Ensayo sobre el redescubrí miento de la rea¬
lidad española, Valencia, Castalia, 1960.
Nelson, Briand (ed.), Naturalism in the European Novel: New Crítical Pers-
pectives, New York, Berg, 1992.
Oleza, Juan, La novela del xíx: del parto a la crisis de una ideología, Valen¬
cia, Bello Editores, 1977.
Kl Al ISM<) y NA 11 UIAI.ISM») I M I II i\< )S (,1 NI l'AI I s ¡A

!’■'W"‘. Alam, Le Naturalisme, París, l’uv.<\ I inlv< isitain-'i «Ir I ian<« 1989
Paulo Mazan, l;,rnllia, t/4 (¡ueslión Palpitante, Madrid, Imprenta (.< filial, 188.4
. la literatura francesa moderna III El Naturalismo, Madrid, Kcna< I
miento, 1910
Pase nal Martínez, IVdro, lí\t rilares y editores en la restauren lón i anovlsta
< !H7'¡ /«), Madrid, l .dk mué-. <|e la Tone, I99«í
l'aftl.son, Waltei I , El naturalismo español Historia externa de un morí
míenlo literario, Madrid, < «ledos, 1905
Vl-iey («utlPrnz, 1 rarxisco, El problema religioso en ¡a yenenu ton di' IM>H,
Madrid, Taurus, 1975,
Pozz.i, <«ahílela, IJls< mso y leí lor en /a ¡loneta del XIX t IH 'el /H76), Am'.
tetdam, Rodopi, I</)()
Idos Carratalá, Juan Antonio, -Kl naturalismo en un ámbito provinciano
Alicante», en l,lss««rgucs 119881, pp 109 J8¿
Hohin, (Jane Nl< ole, -AníiIíhis de < orrespí«n«len< ias textos «le 188/ sohn-
el naturalismo», en I.lssorgues fl98H|, pp I IH I 4/
Ko«lrígu«z. Marín, Kalael, ía noeela en el sifflo v/.v, Madnd, l'layor, 198/
■ , »J'I lenguaje «omo elemento < aia« tenzador en la novela d<- la Res¬
tauración», en l.issorgues |I9HH|, pp 98 I 17
Román Gutiérrez, Isabel, Historia interna de la novela española del stylo
xix t Hat la el realismo tt 1x4 novela realista, Sevilla, Allar, 1988
«omero Tobar. I «con ardo, la novela popular española del sifflo xix, Madrid,
f'urida< lón Juan Manir Pdltorial Ariel, 1970
, d.a Historia de la l.iteratura en el siglo xix (Materiales para su esto
dio)», El (¡nomo, 5 < 1996), \>]> 151 18',
Kosselll, Perdiriarido, Unapolernh a Iliteraria in Spayna i! romanzo nata
raltsla, f’isa, Unlvcrsitá, 1965
Round, f d< bolas (, , <>n Keasoninx and Kealism ihree t.asy Piei es, Man
í h«-st«-r, Unlverslty «if Manchester, 1991
Hubkj (,r<*ma«l«-s, P.nrifjue, «Orstumbrlsmo y novela en la segunda mitad
«i«-l siglo xix», Anales de literatura Española, ¿ (198-)), pp 457 Mi
‘.aíllard, Simón»* y Adolf«< Sotelo Vázquez (e«ls ), /ola y España At las del
Coloquio Internar tonal ¡.yon < Septiembre, /996), Han «■lona, Public a
cions de la Universitat de Mandona, 1997
Señal»»’, Ricardo, literatura ypubliro, Madrid, Paraninfo, 1980
Simón Palmer, M 4 «l«-l ( armen, Esi rttoras Españolas del Siyjo xi- Manual
bio bibliográfico, Ma«liiíl, Castalia, 1991
Solx-jano, (/««rízalo, Nietzsch en Esparta, Ma«lri«i, (»rc'd««s, 1907
, -Pl lenguaje de la ri««v«-la naturalista», en l.issorgu«-s 11988), pp 587 015
V«i«-l«« Váz«ju« z Adolfo, -I/»s discursos «leí Naturalismo « ti (..paria (1881
1889)», en Actas (1998), pp 454 464
Tlrion S««fiano I)««lor« s //«la un messie <*t un rrrytbc pOUI la jeunCMi
g«*rminaliste «1<- la fin <!<• siede», en Saillanl Seríelo Vázquez (1996),
pp 173-185
26 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Valera, Juan, Crítica literaria (1886-1887). Apuntes sobre el nuevo arte de


escribir novelas, Madrid, Tello, 1887.
Vázquez, Mary S., Reaproximación al naturalismo español. Spanisb Natu-
ralism Reconsidered. Special issue of Letras Peninsulares, II, 1 (Spring,
1989).
Villanueva, Darío, Teorías del realismo literario, Madrid, Espasa Calpe-Ins-
tituto de España, 1992.
Wellec, R., Concepts of Criticism, Yale University Press, 1963.
Zavala, Iris M., Ideología y política en la novela española del siglo xix, Sala¬
manca, Anaya, 1971.
-, «El triunfo del canónigo: Teoría y novela en la España del siglo xix
(1800-1875)», en Sanz Villanueva y Barbachano (eds.), Teoría de la no¬
vela, Madrid, S.G.E.L., 1976, pp. 93-139.
-(coord.), Romanticismo y Realismo, en F. Rico (ed.), Historia y Crítica
de la Literatura Española, 5, Barcelona, Editorial Crítica, 1982.
-(coord.), Romanticismo y Realismo. Primer Suplemento, en Historia y
Crítica de la Literatura Española, 5/1, Barcelona, Editorial Crítica,
1994.
2
Inicios de la novela realista.
Fernán Caballero
2

2.1. Epistolario: su relación con el Corpus novelístico.


VALORACIÓN CRÍTICA

Los estudios sobre la vida y obra de Fernán Caballero revelan


aspectos harto significativos. Por un lado, la importancia y la aten¬
ción prestada por los críticos de la época a su corpus literario; por
otro, el gradual olvido de su obra desde época temprana. La lla¬
mada Generación del 68 censuró, como tendremos ocasión de
comprobar en páginas posteriores, el peculiar concepto que de la
novela tenía Fernán Caballero, así como sus reflexiones o digre¬
siones de tono moral que convertían a la autora en el portavoz de
una ideología conservadora, enraizada en los postulados clásicos
del catolicismo tradicional. Desde una perspectiva actual, el lec¬
tor percibe los prejuicios sociales de la época que le correspon¬
dió vivir a Cecilia Bóhl de Faber. Igualmente, la envidia impulsó
no pocas diatribas entre los afamados escritores de la época, pues
sus obras aparecían en las publicaciones periódicas más impor¬
tantes del momento y eran traducidas, reseñadas y leídas en el
extranjero. Defensores y censores de su obra rivalizaron con ar¬
gumentaciones más o menos válidas. Entre los apologistas cabe
destacar el fiel discípulo, Luis Coloma, y los no menos afamados
escritores de su época, como Nocedal, Balmes, Aparisi Guijarro,
Ochoa, Hartzenbusch, Bretón de los Herreros, duque de Rivas,
Madrazo, Eguilaz, Olloquí, marqués de Molins, Lafuente, Carami¬
llos, Donoso Cortés, Cañete... Por el contrario Valera, Barrantes y
Castelar, entre otros, figurarían en el lado opuesto de la crítica, ta¬
chándola de neocatólica y portadora de un tradicionalismo arcai¬
co y vetusto.
Tanto los inicios literarios como los principales episodios bio¬
gráficos han sido analizados desde dispar óptica. Evidentemente
las biografías realizadas por escritores afines a la ideología de Fer¬
nán Caballero reivindican y ensalzan su corpus literario con singu¬
lar y sospechosa inclinación, en clara contradicción a los postula¬
dos emitidos por sus detractores. Es evidente que en el material
reunido en los epistolarios se encuentra a la auténtica escritora, a la

29
30 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

novelista que desde la intimidad desvela sus temores, sus dudas y


su cotidiano vivir. Epistolario que refleja un ser normal, muy distin¬
to al de las biografías noveladas. Del cotejo realizado entre el epis¬
tolario, biografías y novelas el lector podrá entender el peculiar ta¬
lante de Fernán Caballero. El proceso de redacción y publicación
de sus novelas se puede reconstruir, precisamente, gracias a la exis¬
tencia de todo este material.
Diego de Valencina (1907) publicó una serie de cartas familia¬
res. En dicho material se recogen epístolas fechadas a partir del
año 1856, dirigidas a Elisa Guerrero de Escalante y a María del Es¬
píritu Santo Moreno Fabro. Parte de este material aparecería nue¬
vamente en el libro del propio Valencina (1919). Se trata de una
selección parcial, pues el colector selecciona el material utilizado,
omitiendo aspectos o noticias que figuran en dicho Corpus episto¬
lar.1 Dada la rareza de la publicación los estudiosos de la obra de
Fernán Caballero han detallado el contenido de dicho epistolario,
como en el caso de Theodor Heinermann (1944) y José María
Castro Calvo (1961).2

1 Theodor Heinermann (1944, p. 15) señala al respecto lo siguiente: -Dato cu¬


rioso: el libro es extraordinariamente raro. La obra bibliográfica de Palau Dulcet no
lo menciona (el libro tiene, sin embargo, 384 páginas). Tampoco aparece en los ín¬
dices del British Museum. Ninguna biblioteca pública alemana lo posee, y, en Espa¬
ña no puede adquirirse ya en librerías.- Antonio Palau y Dulcet (1949, II, p. 302) sí
recoge dicha publicación en el apartado correspondiente a Fernán Caballero; inclu¬
so en el dedicado a Fray Diego de Valencina se señala de nuevo la publicación del
espistolario y obras relacionadas con la autora: Fernán Caballero y sus obras. Dis¬
cursos..., Sevilla, Academia Sevillana de Buenas Letras, 1925; Más sobre Fernán Ca¬
ballero. Su psicología, por Fray... Discurso leído en la Real Academia de Buenas Le¬
tras deSevilla el 24 de junio de 1926, Sevilla, 1926.
2 En el presente caso tampoco prescindimos de su contenido y se ofrece a con¬
tinuación el índice o sumario del mismo: Dos cartas a su madre (¿1834 ? y 1837); una
a Juan Guerrero de Escalante (1837); dos a Alejandro Linares de la Puente y Apece-
chea (1842, 1875); siete a Miguel González Carvajal y Velasco, conde de Cazal (1843,
1852, 1874); dos a José Joaquín de Mora (1848, 1849); tres a Eugenio de Ochoa
(¿1850?, 1852, 1861); dos dirigidas, con ciertas dudas, a Trueba (¿1851?, 1853); cinco a
Patricio de la Escosura (¿1851?, ¿1854?, ¿1857?, ¿1860?); una a los editores de El Artista
(¿1852?); cuatro a Antoine de Latour (1853, 1858); una a Grandallana (¿1845?); una a
Alcalá Galiano (1855); una a Antonio Arrom (1855); una a María del Espíritu Santo Mo¬
reno Fabro (1856); diez a Elisa Guerrero de Escalante y Moreno (1856-1864); cuaren¬
ta y tres a Matilde Pastrana y Romero, condesa de Monteagudo (1856-1877); catorce
a José Pastrana Seik (1856-1873); una a la Asociación Benéfica (¿1856?); tres a Juan
Escalante (1857-1863). Las restantes cartas son posteriores al año 1867: una a Fran¬
cisca de Castro; una al general Ros de Olano; ocho a su sobrino Tomás
Osborne; una al periódico La España; una a Gonzalo Segovia; una al redactor de Las
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 31

El corpus epistolar más relevante de Valencina está configura¬


do por la correspondencia dirigida a Miguel González Carvajal y
Velasco (conde de Cazal), Elisa Guerrero de Escalante y Moreno,
José Pastrana Seik* * 3 y Matilde de Pastrana y Romero (condesa de
Monteagudo), receptora, esta última, de un copioso número
de cartas (Asensio, 1893, pp. 133-150). Las últimas epístolas que
configuran el Corpus total de las mismas (correspondencia Antonio
Alcalá Galiano-Juan Bautista Cavaleri), se sitúan en el momento del
regreso a España de Fernán Caballero, tras su estancia en Puerto Ri¬
co (Hespelt, 1928, pp. 162-167) y muerte de su primer marido
—Planells—. Episodios que indudablemente repercuten en la pro¬
pia composición y contenido de sus novelas, como en el caso de
Clemencia. Con razón Julio Rodríguez-Luis señala al respecto que el
lector que «conozca la biografía de Fernán no tendrá dificultad en

Novedades; una a Manuel Cañete; una a la condesa Monteagudo, su hermana


Mercedes y Rosario Pastrana; dos a Mercedes Pastrana; una a la condesa de Casa-
Segovia; una a su sobrina Cecilia; una al infante de Montpensier; una al padre
Luis Coloma; una a Alejandro Benicio. En dicho corpus epistolar aparecen dieci¬
siete cartas sin dirección ni fecha; una carta de Alcalá Galiano a Juan Bautista Ca¬
valeri y una de Cavaleri a Alcalá Galiano. Para el estudio del ambiente familiar,
especialmente el relacionado con doña Frasquita Ruiz Larrea, madre de Fernán
Caballero, cfr. Javier Herrero (1963, pp. 23-141). Con un planteamiento serio el
citado crítico aborda aquellos aspectos más relevantes del matrimonio Bóhl von
Faber, la peculiar personalidad de doña Frasquita y el romanticismo filosófico y
estético de Juan Nicolás. Vid., igualmente, Santiago Montoto (1969) y Guillermo
Carnero (1978). De especial interés son los dos primeros capítulos de la mono¬
grafía de Carnero, cuyo contenido versa sobre la biografía del matrimonio de
Juan Nicolás Bóhl de Faber y doña Francisca Ruiz de Larrea y su obra al margen
de la polémica calderoniana.
3 Amigo, perfecto confidente y receptor de las curiosas impresiones recibi¬
das por Fernán Caballero a lo largo de su vida, como en la carta que Valencina re¬
coge en su epistolario fechada el 11 de diciembre de 1857. En dicha carta Cecilia
recibe la deseada visita del escritor francés Germond de Lavigne, el traductor de
sus cuadros de costumbres ¡Pobre Dolores!, Lucas García, Más honor que hono¬
res y otros relatos: *[...] es pequeño, delgado, aún joven, no mal parecido y en
extremo cojo. Mañana me hace De Gabriel el favor de ir con él a ver lo más no¬
table de Sevilla, por supuesto en coche. Lo más raro es que aunque me trajo tra¬
ducido a Lucas García ni una, ni media palabra me habló de literatura, artes, ni
política, ni aun de la familia Ochoa; sólo habla, piensa, y se ocupa de... ¡Indus¬
trias! ¡Minas que explotar! ¡Caminos de hierro que establecer! ¡He aquí lo solo y
único que le ocupa!-. Evidentemente, Fernán Caballero recela de tal progreso
tanto desde el punto de vista ético y patriótico como desde su peculiar perspec¬
tiva estética. Su relato breve Promesa de un soldado a la Virgen del Carmen ín¬
dica con claridad cuán lejos estaba Fernán Caballero de todo lo que se especifi¬
ca en dicha carta.
n PANORAMA CRITICO DE I.A NOVELA REALISTA-NATURALISTA

identificar los aspectos de su propia vida que reproduce Clemen¬


cia; claro está que proyectados en un plano novelesco, más dra¬
mático y menos doloroso a la larga» (1975, p. 30). En las tertulias de
la época se cuestionan aspectos de índole diversa, con especial inci¬
dencia en aquellos que se conocen con el nombre de la querella
calderoniana. Sus principales protagonistas fueron, por un lado,
Francisca Ruiz Larrea (Carnero, 1996, pp. 119-139) y, por otro, Juan
Nicolás Bdhl de Haber, Joaquín de Mora, Antonio Alcalá Galiano,
Cavaleri, Pozos, Vargas y Ponce y Cristóbal Zulueta que tomaron
partido por uno y otro bando.1 El carácter violento, impulsivo y ve¬
hemente se percibe con claridad en la correspondencia mantenida,
precisamente, entre Antonio Alcalá Galiano y Juan Bautista Cavale¬
ri (Montoto, 1969, p. 122 pássim).
El Epistolario publicado en la colección Escritores Castellanos,
volumen CL1IP contiene un importante material noticioso sobre
sus novelas. Solamente dos cartas están dirigidas a la propia autora

1 Para un estudio de la querella calderoniana cfr Robert Marrast, José de Es


pronceda etson temps. Littérature, Sociélé, Politique au temps du Romantísme, París,
Fontenay-le-Comte, Klinck-Sieck, 197-1 [traducción espartóla, Barcelona, Crítica,
1989|; Camille Pitollet, La querelle calderonienne dejabani Nikolas Bóbl mu Faber el
JoséJoaquin de Moni reconstituye d'apres les documents originawc, París, Alean, 1909;
Ermanno Caldera, Prími Manifesti del romanticismo spagnolo. Pisa, Universitá, 1962,
María Teresa Cattaneo, -Gli esordi del romanticismo in Ispagna e El Europeo-, en Tro
studisulla cultura spagnola, Grupo di ricerche per gli studi di Ispanistica, Secione di
Milano, Milán, 1967, pp. 73-137; Vicente Llorens, Liberales y románticos. Una emi¬
gración española en Inglaterra (1823-1834), México, El Colegio de México, 1954
¡Madrid, Castalia, 1968, 1982]; Jóse Escobar, Los orígenes de la obra de Larra. Madrid,
Prensa Espartóla, 1973, pp. 158-172; Alfonso Par, Shakespeare en la Literatura espa¬
ñola, Madrid, Victoriano Suárez/Bareelona, Biblioteca Raimes, 1935, 2 vols.; Javier
1 letrero (1963), Los orígenes del pensamiento reaccionario español, Madrid, Edicusa,
1971; Guillermo Carnero, -Juan Nicolás Bdhl de Faber y la polémica dieciochesca
sobre el teatro-, Anales de ¡a Universidad de Alicante Historia Moderna. 2 (1982),
pp. 291-317 y su ya citado libio Los orígenes del romanticismo reaccionario español
El matrimonio Bóbl de Faber.
Obras Completas. Madrid, Tip. l)e la Revista de Archivos, Editorial 1 lemán-
do, 1905-1914, 17 vols., (Colección de Escritores Castellanos, tumis 98, 107, 111,
114, 122, 125, 131, 132, 133, 135, 140, 145, 151, 153, 155). Contiene: 1. Fernán
Caballero y la tunela contemporánea.— II La Cariota— III Clemencia— Lágri¬
mas.— V. El i a o la España treinta añas ha. Con mal o con bien a las tinos te ten —
VI. Una en otra. Un verano en Bomas.— VII. La estrella de Vandalia.— VIII Simón
Verde. La farisea.— IX. Estar de más. Magdalena. Ixi corruptora y la buena tnaes
Ira— X. La flor de las ruinas Los dos amigos. Justa y Rufina—XI Mas honor que
honores. Lucas Careta. Obrar bien...— XII. El tendedor de tagarninas La rinda del
cesante.— XIII. Cuentos infantiles. Oración y coplas infantiles— XIV. Epístola
rio.— XV. El refranero.— XVI El refranero del campo.— XVII. Apéndices.
INICIOS L)E LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 33

por Guillermo Forteza y Pedro Madrazo. El resto se configura de la


siguiente forma: treinta y cuatro cartas a José Fernández Espino
(1856-1869); veinticuatro a Fermín de Iribarren (1856-1864); cin¬
cuenta y tres a Miguel Velarde (1859-1874); dos a Julia Velarde
(1875); treinta y una a Guillermo Forteza (1859-1866); cuatro a Cán¬
dido Nocedal (1859-1863); siete a Alvaro y Adela Pareja (1860-
1861); una a Carlos Placer (1860) y otra, finalmente, a Tomás Agüi¬
tó (1864).6 *
López de Argüello (1922) publica un total de setenta cartas, se¬
senta y ocho escritas por Cecilia y dos debidas a Juan Osborne y a
Manuel Cañete. De todo este Corpus es preciso destacar las dirigi¬
das a Cañete, crítico sevillano y amigo fiel de la autora, pues ofre¬
cen múltiples noticias sobre su vida y obra. Desde sucesos referen¬
tes a la familia de Antonio Arrom, como el terrible naufragio
sucedido en la playa de Chipiona, hasta informaciones referidas a
sus estancias en el Alcázar de Sevilla y publicación de relatos. In¬
cluso, se ofrecen noticias relacionadas con episodios descritos en
La familia de Álvareda. Gracias a la lectura de dicha novela por
parte de los duques de Montpensier se pudo restaurar el histórico
pendón ganado por don Fernando a la morisma en la conquista de
Sevilla. A raíz de la descripción que la autora realiza en La familia
de Alvareda—reliquia olvidada y en estado ruinoso que se encon¬
traba en la Iglesia de Dos Hermanas— los duques de Montpensier
decidieron llevar a cabo dicha restauración.
No menos importante es el Corpus epistolar ofrecido por Theo-
dor Heinermann (1944).8 Se trata, sin lugar a dudas, del epistolario

6 A través del epistolario de José Fernández Espino y Fernán Caballero cono¬


cemos, por ejemplo, las mutilaciones y correcciones de su novela Ixi Gaviota: ■[...] Ya
en La Gaviota me había intercalado mil cosas, y hasta en pasajes jocosos... ¡textos de
la Escritura! Me había trastornado de un todo la escena de la muerte de Pepe Vera,
que era, según mi marido, la mejor página que yo había escrito-, Apud. Montoto,
1961,p. 264.
La relación de cartas es la siguiente: sesenta y dos cartas a Manuel Cañete
(1855-1871); una de Juan Osborne a Cecilia (sin fecha); cuatro al marqués de Valmar
(1861-1862); una a Vicente Barrantes (sin fecha); una a un amigo (1859); una de Ma¬
nuel Cañete a Fernán Caballero (1866). En el prólogo Alberto López Argüello expli¬
ca la procedencia del material reunido: archivo particular de Manuel Cañete y los le¬
gajos correspondientes a Leopoldo Augusto de Cueto (marqués de Valmar). Todo
este material se halla custodiado en la Biblioteca Menéndez Pelayo.
8 Heinermann incluye al frente del citado epistolario las ediciones que se han
realizado de las cartas de Cecilia Bóhl de Faber. Apartado en el que se detalla tanto
el número de cartas como el de los destinatarios. Los colectores que figuran en dicho
34 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

más utilizado por la crítica, pues en él se vierten numerosísimas


opiniones y juicios en general sobre su obra literaria. Poesías, no¬
velas, relaciones, cuentos, leyendas y estudios o artículos de crítica
literaria y artística pueblan las páginas de este epistolario. Las re¬
ferencias a sus novelas, relatos cortos o cuentos, como Clemencia,
Elia, La familia de Alvareda, La Gaviota, Lágrimas, Una en otra,
Caballeros del Pez, Callaren vida y perdonar en muerte, Con mal o
con bien a los tuyos te ten, Cosa cumplida sólo en la otra vida, Ex¬
voto, Fortuna: Doña F. y Don Dinero, La bija del Sol, Juan Holgado
y la muerte, Juan soldado, Magdalena, No transige la conciencia,
La Nochebuena, La suegra del diablo, Un verano en Bornos, etc.
protagonizan las páginas de esta correspondencia existente entre
la propia autora y Hartzenbusch. De igual forma el epistolario per¬
mite conocer desde una perspectiva intimista el mundo cultural y
editorial de la época. Gracias a este material el lector puede apre¬
ciar el proceso de redacción de sus relatos, las circunstancias ad¬
versas o favorables respecto a la publicación de sus novelas y la re¬
acción de la crítica. No menos interesantes son sus opiniones sobre
personajes en general del momento o sus referencias a publicacio¬
nes periódicas de la época. Del primer contexto destacaríamos los
nombres de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Wenceslao Ayguals
de Izco, Salvador Bermúdez de Castro, Manuel Bretón de los He¬
rreros, Antonio Cavanilles, Manuel Cañete, Carolina Coronado, Le¬
opoldo Augusto Cueto, Agustín Durán, Pedro de la Hoz, Antoine
Tenant de Latour, Mariano Roca de Togores, José Joaquín de Mora,
Eugenio de Ochoa, Ángel Fernández de los Ríos, Faustina Sáez de
Melgar, Gabriel García de Tassara y José Zorrilla. En lo concernien¬
te a publicaciones periódicas las referencias son no menos copio¬
sas, pues en la centuria pasada era habitual la publicación de relatos

epistolario son los siguientes: Alfred Morel-Fatio, Diego de Valencina, Alberto López
Argüello y M. Núñez de Arenas. Se incluye también el Epistolario de las Obras Com¬
pletas (1912). José M.* Castro Calvo (1961) reproduce la totalidad del material utiliza¬
do por Heinermann. En la presente monografía figuran tres sustanciosos capítulos
que actúan como apoyatura al texto: Cecilia Bóhl de Faber como epistógrafa. Datos
de la vida de Cecilia hasta 1849 y Datos de la vida de Hartzenbusch hasta 1849. Al
Epistolario le precede una nota preliminar. Las cartas están acompañadas de un am¬
plio comentario sobre el contenido de las mismas. En las cincuenta y nueve cartas
publicadas se advierte la insistencia con que Fernán Caballero deseaba cultivar esta
amistad, pues comprendía que ésta era una forma primordial de ser lo que más de¬
seaba: alcanzar el éxito como novelista.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 35

y novelas bien en la denominada Sección de folletines o en un apar¬


tado determinado y concreto, de ahí las referencias a las publicacio¬
nes periódicas El Clamor Público, La Concordia, El Criterio, La Épo¬
ca, La España, La Esperanza, El Heraldo, La Ilustración, El
Observador, Revista Literaria, Semanario Pintoresco Español...
Todas estas monografías han sido elaboradas en la primera mi¬
tad del siglo xx y constituyen el bloque esencial del epistolario de
Cecilia Bohl de Faber. Sin embargo, y de forma aislada, se han pu¬
blicado cartas en este periodo que ofrecen datos sobres sus nove¬
las y amistades, como por ejemplo las cartas de Fernán Caballero
dirigidas a López de Ayala (Simón Díaz, 1946) o a Barrantes (Sán¬
chez, 1941). Sólo de forma esporádica y aislada se ofrecieron noti¬
cias relativas al epistolario en el siglo xix, como la carta publicada
por la Revista Hispano-Americana en el año 1881 en donde se ofre¬
ce aspectos biográficos de la autora. Morel-Fatio (1901) será el que
inicie todo este proceso de publicación de cartas en los albores del
siglo xx. La correspondencia existente entre Fernán Caballero y
Antoine de Latour fue reproducida sólo parcialmente, pues el cita¬
do hispanista francés sólo imprimió fragmentos de la correspon¬
dencia con Latour, no interesándole la reproducción exacta de las
cartas. De igual forma prescinde de juicios u opiniones referentes a
dicho espistolario, pues no realiza una valoración de conjunto, tal
como efectúa, por ejemplo, T. Heinermann (1944).
En la segunda mitad del siglo xx se publican de nuevo una se¬
rie de cartas con referencia tanto a familiares y amigos de la autora
como a personajes célebres de la época. Por ejemplo Santiago
Montoto (1950, 1961 y 1969) amplía y documenta aspectos biográ¬
ficos y literarios gracias a la publicación de cartas inéditas relacio¬
nadas con el académico y bibliófilo don Fermín de la Puente Ape-
cechea. Correspondencia que revela una profunda amistad, pues
Fermín de la Puente procuró siempre editar sus novelas y prolo¬
garlas con las firmas más acreditadas del momento; incluso, se en¬
cargó de buscar personalmente los correctores de estilo, pues las
obras de Fernán Caballero adolecían de no pocos errores léxicos y
sintácticos. De igual forma el presente epistolario ofrece noticias
sobre episodios que guardan conexión no sólo con los cambios de
residencia de la autora, sino también con sucesos relacionados con
su marido Antonio Arrom de Ayala (Montoto, 1969, p. 288, pássim)
o publicación de sus novelas. Noticias referentes a Un verano en
Bornos, Elia, La Gaviota y relatos breves en general las encuentra
36 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

el lector en todo este material noticioso. De igual forma los lamen¬


tos o quejas sobre el destino de sus novelas y la inoperancia o nu¬
la profesionalidad de quienes dirigen las publicaciones periódicas
de la época —como en el caso del director de La Esperanza— se¬
rán aspectos denunciados en esta sincera y fluida correspondencia
entre Fernán Caballero y Fermín de la Puente.
En esta última década tan sólo se han publicado dos estudios
que reproducen cartas inéditas de Fernán Caballero (R. Sanies Mar¬
tínez, 1987; Ricardo de la Fuente Ballesteros, 1996). El primero re¬
produce doce cartas de Fernán Caballero dirigidas al célebre mari¬
no español Méndez Núñez (1824-1869); el segundo Corpus se
configura por un total de seis cartas custodiadas en la Biblioteca
Nacional.9 Los destinatarios son Victoriano Mariño, Narciso Campi¬
llo, Juan Bravo y Ricardo Sepúlveda.

2.2. Estudios generales

Difícil es desgajar los epistolarios de las biografías realizadas


en torno a la autora. El caso de Fernán Caballero es en cierto mo¬
do parejo al del Valera, autor cuyas epístolas marcan toda una épo¬
ca. A través del escrutinio y análisis del Corpus epistolar de la auto¬
ra el lector conoce con total perfección a Fernán Caballero, a la
mujer laboriosa y tenaz. Escritora de una delicadeza extrema y sos¬
tenida por un férreo orgullo. Con razón la crítica señala al respecto
que sus cartas son imprescindibles para el conocimiento de la au¬
tora, pues «no creo que haya habido, desde los días de Santa Tere¬
sa, mujer alguna en España que haya sabido poner en sus cartas,
escritas a la ligera y muy mal a menudo, tanto de sí misma y con
tan buena gracia femenina» (Montesinos, 1961, p. 107).
La producción narrativa de Fernán Caballero y sus cartas son
una fuente inagotable para el crítico, lector o estudioso en general
de la vida y obra de la autora, de ahí que buena parte de la biblio-

9 Ricardo de la Fuente señala al respecto que las cartas editadas pertenecen a


colecciones epistolares, como -las de Victoriano Mariño, la Colección de autógrafos
y papeles varios de personajes notables relacionados con la literatura, las artes y la
política, principalmente del siglo xix, y procedentes en su mayoría de lasfamilias Pé¬
rez de Meca y Mellado, y algunas cartas sueltas en las que no aparece destinatario
explícito, pero que se trata de Narciso Campillo y Correa (Mss. 21680), Juan Bravo
Murillo (Mss. 12976) y Ricardo Sepúlveda (Mss. 22304)- (1996, p. 213).
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 37

grafía o estudios de conjunto se basen, precisamente, en sus caitas.


Dado el fervor que la autora despertó entre sus lectores se publicaron
estudios biográficos considerados hoy en día poco fiables, como los
debidos, por ejemplo, a Luis Coloma (1911), Angélica Palma (1931) o
Julio Romano (1949). La primera biografía denota una admiración
desmesurada y sincera, plagada de una serie de episodios biográfi¬
cos de difícil constatación. Los testimonios del padre Coloma sobre
ciertos episodios relativos a la vida y obra de la autora han sido
desmentidos por la crítica con argumentaciones concluyentes. El
cotejo de documentos, cartas y oficios pertenecientes a Fernán Ca¬
ballero sirven como prueba evidente de ello, tal como se puede
apreciar en el trabajo de Javier Herrero (1964, p. 42, pássim). Los
estudios del citado crítico (1962, 1963, 1978, 1995, 1996) desvelan
aspectos que están íntimamente relacionados con la propia expe¬
riencia de la autora y su mundo de ficción. La monografía de Colo¬
ma se asemeja a una biografía novelada, de ahí que sea difícil cali¬
brar la objetividad de los hechos. La segunda obra, la debida a
Ángela Palma (1931), sigue idénticos derroteros. El mismo subtítu¬
lo es harto elocuente: Fernán Caballero. La novelista novelable.
Angélica Palma reconstruye la vida de la autora basándose de for¬
ma parcial en los epistolarios publicados por la editorial Hernando
y Diego Valencina, engarzando sus propias impresiones e inter¬
pretaciones con lo expuesto en dicho material. De igual forma ba¬
sa sus apreciaciones en obras que analizan la vida de Fernán Ca¬
ballero, como la publicada por Fernando de Gabriel y Ruiz de
Apodaca (1924). Monografía que evidencia, en definitiva, una
emotividad hacia la autora poco común, convirtiéndola en heroína
de ficción.10

10 El estilo propio de la novela decimonónica se evidencia en los tres bloques


que configuran la publicación: Frasquita y Juan Nicolás, Cecilia y Fernán Caballe¬
ro. El inicio mismo del libro de Angélica Palma corrobora lo expuesto en estas líne¬
as: "Frasquita acercó cuanto pudo el pesado sillón de nogal tallado, con blando
asiento de terciopelo, a la chimenea donde crepitaban y se retorcían los leños (...]
¿Qué tienes Frasquita? —Nada.— ¿te aburres?— no... El nada fue displicente; el
no..., lánguido, como arrastrando reticencias [..jFrasquita, convéncete; debes domi¬
nar tu nostalgia, poner a esa romancesca pasión de ánimo el freno de la pasión.
Comprendo que eches de menos tu queridísima España, el sol deslumbrador de An¬
dalucía, los días risueños de Cádiz, la tacita de plata, también yo amo a tu gloriosa
patria y sabes que encuentro mi mayor deleite en dedicar mis horas de descanso al
estudio de su literatura; pero la vida nos impone obligaciones; tenemos hijos y para
darles la debida educación y asegurar su porvenir, es preciso permanecer en Ale¬
mania- (1931, pp. 9-11).
3» PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

De sus biógrafos más fidedignos cabe destacar los tempranos


trabajos de Fernando Gabriel y Ruiz de Apodaca (1878), el conde
Bonneau-Avenant (1882) y José María Asensio (1893). De mayor
importancia son los estudios publicados por los hispanistas Alfred
Morel-Fatio (1901) y Camille Pitollet (1907, 1930, 1932). Ambos
ofrecen nuevas aportaciones relativas a la vida y obra de la auto¬
ra, pues reproducen documentos, compulsa de textos y cartas de
indudable importancia, especialmente los concernientes a las re¬
laciones existentes entre Fernán Caballero y Antoine de Latour,
como en el caso de Morel-Fatio. La documentación relacionada
con los primeros trabajos literarios de la autora fue dada a conocer
gracias a las tempranas aportaciones de Pitollet. De igual forma se
evidencia una pronta e inusitada atención por la vida y obra de
Fernán Caballero en el extranjero, hecho que despertó no poca en¬
vidia entre los escritores de la época. Fernán Caballero fue conoci¬
da en Francia gracias a Antoine de Latour (1857, 1858, 1864a,
1864b) y al ya citado conde Bonneau-Avenant, aunque con
anterioridad a este último ya la habían dado a conocer al público
francés Germond de Lavigne (1859) y Carlos Mazade (1858). En
Alemania ocurrió otro tanto, publicándose reseñas y artículos so¬
bre sus novelas en la prensa periódica del momento, como los es¬
tudios debidos a Paul Heyse (1858), Adolf Wolf (1859), Ferdinand
Wolf (1859), Julius Schmidt (1869), W. Kreiten (1877-78). En la pri¬
mera mitad del siglo xx a Fernán Caballero se le identifica como la
novelista más representativa de las costumbres y tradiciones de
España, analizándose no sólo episodios relativos a su vida, sino
también concernientes a sus relatos, como los trabajos debidos a
Angela Hamel (1925) y Theodor Heinermann (1942, 1943-44). His¬
panistas de Estados Unidos difundieron, igualmente, el nombre de
Fernán Caballero, gracias a la labor investigadora de E. Hermán
Hespelt (1926, 1928, 1934) y Stanley T. Williams (1930). Hespelt,
por ejemplo, analizó con detenimiento tanto la vida de la autora en
Puerto Rico como la génesis de su novela La familia de Alvareda.
Williams documentó aspectos inéditos relacionados con Fernán Ca¬
ballero y Washington Irving.11 Incluso, ambos hispanistas llegaron a

11 Según el material noticioso de ambos críticos, a finales de 1828 Fernán Ca¬


ballero conoció a Washington Irving en Sevilla. Su conversación con Irving recayó
sobre dicha ciudad y Dos Hermanas, pueblo en el que su esposo poseía una finca.
Cecilia le dio a conocer el manuscrito de La familia de Alvareda, texto que no sería
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 39

publicar trabajos conjuntos sobre las apreciaciones que Irving rea¬


lizó en torno a la obra de Fernán Caballero y aspectos inéditos
sobre sus relaciones (1934, 1934b).
El cotejo de los epistolarios y estudios ya citados ha permiti¬
do a la crítica reconstruir con fiabilidad la vida y obra de Fernán
Caballero (Montesinos, 1961; Castro Calvo, 1961, pp. XXX-LXXXII;
Herrero, 1963; Montoto, 1969). El seguimiento puntual de los as¬
pectos más relevantes de Cecilia Bóhl de Faber es, pues, posible
gracias a la utilización de todo este material. Noticias sobre sus ma¬
trimonios vertidas en los héroes de ficción de sus novelas, como en
el caso de Clemencia. Su primer matrimonio con Antonio Planells
y Bardají, o su segundo y tercer matrimonio con el marqués de Ar¬
co Hermoso y Antonio Arrom de Ayala, respectivamente, figuran
debidamente descritos. En el estudio preliminar de José M.a Castro
Calvo no sólo se desgranan episodios relativos a su juventud o ini¬
cios literarios de Fernán Caballero, sino también otros de dispar
contenido o significado, como las relaciones paternofiliales, su
amistad con los duques de Montpensier o Latour, elección de
su seudónimo, inicios literarios, sus tempranas colaboraciones pe¬
riodísticas, su desazón por la crítica adversa e interpretación par¬
cial de sus escritos, problemas acarreados por las censantías de sus
allegados, sus relaciones con la monarquía y políticos, sus denun¬
cias contra los editores y correctores de estilo. No faltan tampoco
las confesiones íntimas sobre su lamentable situación económica,
su tristeza y pesar por la pérdida de familiares y amigos. Las noti¬
cias relativas a las polémicas literarias y rivalidades entre mujeres
escritoras ocupan también un lugar relevante a tenor de lo mani¬
festado en sus cartas.12 Igualmente en todo este conjunto epistolar

el primero, pues fue redactado en alemán, como Sola. Irving recibió una versión
castellana —Historieta traducida del alemán de una joven española— tal vez debi¬
da a doña Frasquita Ruiz de Larrea.
12 Doña Cecilia se siente molesta al verse comparada con Jorge Sand o Ger¬
trudis Gómez de Avellaneda. Aduce que existían profundas diferencias no de cate¬
goría literaria, sino social. Cecilia era pobre. Gertrudis y Carolina Coronado vivían
en la opulencia. Fernán Caballero no podía disimular un rechazo al éxito de sus
compañeras, ni las comparaciones odiosas matizadas por la prensa: -Si los gacetille¬
ros se han querido divertir poniendo en juego el amor propio de tres señoras, creo
que se han llevado chasco, pues yo miro a las dos admirables poetisas con la ad¬
miración que merecen y creo (y de G. Avellaneda creo saberlo) que ellas mirarán
al pintor de costumbres con el aprecio a que es acreedor si no por otra cosa por su
buena intención- (Heinermann, 1944, p. 177). En otras ocasiones confiesa a Latour
40 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

y biográfico asoman tenues reivindicaciones feministas en pro del


derecho a la enseñanza de la mujer y en contra de quienes ven en
ella un ser meramente reproductor. Todo, en su conjunto, lo vierte
Fernán Caballero en su mundo de ficción, a través de las reiterati¬
vas digresiones que configuran su ideología o mediante el talante
ideológico que muestran sus personajes. Poetizar la verdad, de¬
fender los valores tradicionales y censurar todo lo que representa
un ataque a dichos valores serán aspectos que el lector percibe a
través de las cartas de Fernán Caballero y los estudios biográficos
sobre su persona.
La difusión que gozó en vida Cecilia Bóhl de Faber fuera de
España, la envidia que despertó entre los escritores españoles de
la llamada Generación del 68, como en el caso de Valera, o el
análisis de sus ideas, sentimientos, prejuicios, filias y fobias que
configuran el peculiar mundo de ficción de Fernán Caballero se¬
rán aspectos ampliamente estudiados por la crítica, aunque des¬
de una perspectiva más denunciativa o negativa que positiva
(Montesinos, 1961). Los trabajos de Javier Herrero (1963) y Juan
Luis Alborg (1996) analizan desde ópticas distintas el papel fun¬
damental de la autora, pues para Javier Herrero lo fundamental
consiste en adelantar en varios años la fecha de los relatos de
Fernán Caballero y otorgarle así un papel preponderante en los
estudios sobre la novela decimonónica española. Para J. Herrero
las novelas francesas de Sue y Balzac y el florecimiento de la li¬
teratura costumbrista inciden de forma definitiva en Fernán Ca¬
ballero (1963, p. 15, pássim). Tanto el citado crítico como Juan

las diferencias de intenciones entre la propia Fernán y Gertrudis Gómez de Ave¬


llaneda: «[...] Es una mujer [Gertrudis Gómez de Avellaneda] buenísima, aunque
yo quisiera que para su propia felicidad su sangre corriera menos apresurada y
su espíritu se elevase menos a esas regiones tan altas que, aunque menos bellas
y puras, tiene la contra que en ellas se pierdan de vista las cosas terrenas y la
senda que hemos de pisar para nuestro bienestar y conveniencia [...] Ya sabía
que Jorge Sand había vuelto a ser el espíritu fuerte que era escribiendo una no¬
vela contra el Santo Sacramento de la penitencia... Dios quiera que su ejemplo
no influya en Gertrudis Gómez, porque Jorge Sand es su fetiche [...] ¡Dichosa do¬
ña Gertrudis, tan bien dotada por Apolo como por Marte! De ella dirá el general
Santa María como de la Gaviota; con una compañía de tales granaderos tomo to¬
da plaza fuerte. Tanto a ella como a la Coronado les hace falta una cosa que no
se tiene si no se adquiere desde la cuna: educación; por lo que, si les sobra el ge¬
nio, les falta comme il faut, el tacto y la cultura poética- (Morel-Fatio, 1901,
pp. 282-285).
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 41

Luis Alborg discrepan, como tendremos ocasión de comprobar


en páginas posteriores, de la tesis de Montesinos. Para Alborg el
sentido y alcance de la obra de Fernán Caballero no es otro que
el de la propia coherencia consigo misma.13 Los primores de la
vida vulgar son captados sutilmente por Fernán Caballero. Vida
y obra engarzadas en unos ambientes familiares14 que sirvieron y
actuaron como punto de partida a su particular concepción de la
vida y la literatura.

2.3. Corpus narrativo: ediciones, traducciones


Y RECEPCIÓN CRÍTICA DE SUS NOVELAS

Se puede afirmar que Fernán Caballero fue la novelista más


editada y traducida en el siglo pasado. Con razón afirma Monte¬
sinos que sus novelas fueron conocidas tanto en España como en
el extranjero, alcanzando una difusión inusitada (1961, p. 129, pás-
sim). La difusión de la obra de Fernán Caballero pudo deberse a su
propia habilidad y a las relaciones existentes con los medios inte¬
lectuales de la época. Amistades y relaciones que estarían avalados
por la figura de su propio padre, Nicolás Bóhl de Faber, y por el in¬
cipiente hispanismo alemán receptivo e interesado por unos rela¬
tos que describían la tradicional España desde la óptica de Fernán

13 Alborg señala al respecto lo siguiente: «El romanticismo de Fernán, como lo


ha definido muy bien el propio Montesinos, no procedía de la herencia rousseaunia-
na o byroniana, sino de la línea de Herder. Y ese romanticismo —porque romanti¬
cismos había muchos— podía muy bien, sin las contradicciones que Montesinos le
atribuye, rechazar el romanticismo byroniano y rebelde, provocador —al menos, así
para ella— de peligrosas y utópicas quimeras* (1996, p. 441).
14 Javier Herrero (1963) acopla, precisamente, estos conceptos a la hora de ana¬
lizar la vida y obra de Fernán Caballero. Su monografía —Fernán Caballero: un nue¬
vo planteamiento— se estructura, precisamente, en tres grandes bloques. El primero
lo protagoniza el matrimonio Bóhl de Faber, el romanticismo de Juan Nicolás y el ide¬
ario estético y talante personal de doña Frasquita Ruiz de Larrea. El segundo y tercer
corpus tiene como eje central la vida y obra de Fernán Caballero, ejerciendo, a nues¬
tro juicio, un papel preponderante los orígenes de su obra literaria y las ideas y fines
referentes a sus escritos. En lo concerniente a Santiago Montoto 0969) cabe desta¬
car las precisiones y referencias puntuales sobre la vida de Fernán Caballero. Bio¬
grafía imprescindible que sigue, mediante la compulsa de textos y documentación
tanto inédita como publicada, los hitos más significativos de Cecilia Bóhl de Faber.
Se trata de una biografía en el más puro sentido de la palabra, de ahí que no se bus¬
que en ella la interpretación crítica de los textos literarios de la autora. Aun así
Montoto escudriña y data la obra literaria para fijar y precisar hechos biográficos
concretos y específicos.
42 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Caballero. Las obras de Cecilia alcanzaron pronta fama, publicán¬


dose un total de ocho ediciones de sus Obras Completas hasta el
momento presente y numerosas ediciones de sus novelas, cuen¬
tos, cuadros de costumbres y relatos en general. Incluso, sus
Obras Completas fueron traducidas y publicadas en alemán du¬
rante el periodo 1859-1864. Interés por parte de dicho público
que posibilitó nuevas ediciones en un corto periodo de tiem¬
po.1'' Clemencia fue editada en alemán (Leipzig, Brockhaus) en
los años 1860, 1863, 1869, 1871 y 1883. En el año 1863 A. de Zap-
pino y A. Marcháis la tradujeron al francés gracias al éxito que
obtuvo en Alemania. Lágrimas fue traducida al alemán por L. G.
Lemeke (Paderbon, 1866) y Con mal o con bien a los tuyos te ten
en 1897 (Leipzig, Brockhaus) por el hispanista alemán A. Kress-
ner. Evidentemente La Gaviota16 y La familia de Alvareda} fue¬
ron las novelas más conocidas y editadas en el extranjero. Así, La
Gaviota se edita en Alemania por primera vez en 1860 (Leipzig,
Brockhaus) y en los años 1868 y 1881 vuelve a editarse gracias al
éxito obtenido. Otro tanto sucede con la novela La familia de Al¬
vareda publicada por la editorial Brockhaus en 1860. Un servilón
y un liberalito o tres almas de Dios es traducida al inglés por Car¬
los Bransby (Boston, D. C. Heath, 1909) y Nina Lee Weisinger
(Philadelphia, The John C. Wiston, 1924). Editoriales alemanas
publicarán, igualmente, la presente novela18 pues el nombre de

15 Ausgewáhlte Werke, Braunschweig, Schóningh, 1859-64, 17 vols. 16a. La se¬


gunda edición: Paderbon, Schóningh, 1865-66; cfr. Werker. Atts dem Span. V A.
Geyder, Breslau, 1860, 6 vols. 8a.
16 Las traducciones referentes a La Gaviota son las siguientes: La Gaviota, traduit
de l'espagnol par A. Guillard, Bruxelles-Paris, 1860; ibid., Tr. ByJ. en Ediciones
Leander-Starr, New York, J. Bradburn, 1864; ibid., traduit de l’espagnol par Auguste
Dumas, Bruxelles, 1865; ibid. Tr. From Spanish, Philadelphia, T. B. Peterson, 1877;
ibid. Traduit par L. Veret, Chateau-Thierry, Imp. de Bouchardeau, 1904; ibid. Tradu¬
cido al portuguéspor Cándido de Magalb oes, Lisboa (s.f.).
17 La editorial Brockhaus la publica en sucesivos años, 1864, 1871, 1876 y
1885. Otras ediciones realizadas fuera de España son las siguientes: La familia de
Alvareda, Boston, De Bries, Ibarra y C*, 1885; ibid., New York, H. Holt and Co.,
1876; ibid., F.dited by Percy W. Burnett, New York, H. Holt, 1899,1901 y 1911; ibid.,
Edited with introduction, exercices, notes, by W. Samuel Hendrix and Ernest Her¬
mán Hespelt, Boston, Ginn and Co., 1928; ibid.. Con una introducción de C. Pito-
llet, París, A. Hatier, 1932.
18 Vid. al respecto las ediciones alemanas Scbweigen im Leben, im Slerben ver-
gebam... aus den Spanischen von Ludwig Leislner (en Heyse, Paul, de Novellens-
cbatz des auslandes, 1872-1874, v. 2, pp. 129-163; Servil und liberal, Aus dem Spa¬
nischen von Wilhelm Lange, Leipzig, Reclam, 1894.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 43

Fernán caballero, tal como señalamos en páginas posteriores, re¬


presentaba la nueva literatura española de la época. No es extra¬
ño, por tanto, que el resto de sus relatos y cuadros de costum¬
bres fueran dados a la estampa en lengua extranjera, como
sucede de hecho con Elia,lL> Un verano en Bornos20 y Deudas pa¬
gadas.21 Si el novelar de Fernán Caballero contaba ya con prece¬
dentes (Brown, 1953, p. 31), lo cierto es que hasta la aparición
de La Gaviota las novelas seudocostumbristas no tuvieron éxito
ni trascendencia alguna, de ahí que su aparición despertara ver¬
dadero entusiasmo entre la crítica de la época.22
Fernán Caballero permanece fiel, en lo sustancial, a la valo¬
ración clásica, de menosprecio de corte y alabanza de aldea, aun¬
que insufle un nuevo sentido a tal oposición y valoración, pues
Fernán recela del progreso no sólo desde el punto de vista ético
y patriótico, sino también desde una franca y sincera perspectiva
estética. Lo tradicional, las costumbres y las creencias seculares
serán a la par que nobles y buenas, bellas. Es, en definitiva, el
mismo ideario puesto en práctica por legión de escritores cos¬
tumbristas, como en el caso de Mesonero Romanos, aunque en
Fernán Caballero se proyecte en contextos distintos. No se debe
olvidar, por ejemplo, que Fernán permanece fiel, en lo sustancial,

19 Leipzig, Brockhaus, 1864 (incluye además El último consuelo. La noche de


Navidad y Callaren vida y perdonar en muerte). Se editó, igualmente, en inglés y
en portugués, como en las ediciones correspondientes y respectivas: Elia orSpain
fiftyyears ago. Transí. From Spanish..., New York, D. Appleton and Co., 1868 y Elia
ou Herpanha ha treinta annos, Lisboa (s. a.).
29 Un verano en Bornos se publicó conjuntamente con Cosa cumplida..., So¬
lo en la otra vida, Lady Virginia, Leipzig, F. A. Brockhaus, 1873; Un eté en Bornos.
Román traduitpar Auguste Dumas, suivi de ¡Alcázar de Sevilla, París, 1865.
21 Deudas pagadas. Traduit par Antoine Latour, París, Doceniol, 1860.
22 M. Baquero Goyanes señala al respecto lo siguiente: -Y es curioso consta¬
tar que aunque la manera novelesca de Fernán fuera importante para el desarrollo
del realismo narrativo, los críticos de su época, dotados de una estimativa román¬
tica aún, se sirvieron para sus juicios de unas referencias novelescas europeas que
habían sido ya superadas o lo estaban siendo entonces. Así, Eugenio de Ochoa di¬
ce rotundamente que La Gaviota es en la literatura española lo que Waverley en la
inglesa. También aludió Ochoa en su juicio crítico a Fenimore Cooper, a George
Sand, a Fielding, Goldmith y Cervantes, alineados más o menos legítimamente.
Ochoa, pues, juzga la novela con un criterio romántico, inserto aún en los gustos y
modas de la primera mitad del siglo, a la que de hecho pertenecía por su espíritu
La Gaviota, si bien lo mejor de ella era lo que tenía —con retraso en comparación
con Balzac— de avanzada o anticipo de la novela del último tercio del siglo xix-
(1969, pp. 67-68).
44 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

a la valoración clásica, loadora de la aldea y menospreciadora de


la ciudad, contraposición que le conduce a la pugna de dos for¬
mas de vida enraizadas en núcleos distintos: la oposición cam¬
po-ciudad; es decir, el problema nacional: la lucha de la tradi¬
ción de signo cristiano contra el positivismo de signo liberal e
irreligioso. Fernán difunde, ensalza e idealiza excesivamente la
vida campesina, pues se identifica con las virtudes sociales que
corren peligro de desaparición, holladas por el progreso extran¬
jerizante. Es, en definitiva, el mismo postulado de los escritores
costumbristas, anclados en las tradiciones y costumbres de sus
mayores.
La crítica adversa censuró los escritos de Fernán Caballero,
como en el caso de Valera, Palacio Valdés, Samper, Castelar, Cas¬
tro, Barrantes, M.a del Pilar Sinués e innumerables gacetilleros
anónimos. Desde las páginas de los periódicos se criticará con
no poca mordacidad las obras de Fernán Caballero (Castro Cal¬
vo, 1961, p. LXI), de ahí que la escritora mostrara su pesar por el
tono empleado por Valera desde las páginas de la publicación La
Malva, pues calificaba sus escritos con el apelativo de empala¬
gosos (López de Argüello, 1922, pp. 133-134). El mismo Valera,
tan poco dado a la crítica maldiciente y agresiva, censuró en va¬
rias ocasiones los escritos de Fernán, especialmente a raíz de un
artículo publicado en la Revista de Edimburgo en donde se elo¬
giaban los escritos de la autora. Desdén de Valera que no ha pa¬
sado desapercibido por la crítica que si bien puede obedecer a la
diferencia de gustos y personalidades (Montesinos, 1961, pp.
125-128), también puede deberse a la envidia, a la fea pasión
cainita que Unamuno achacaba a los españoles (Montesinos,
1961, p. 129; Alborg, 1996, p. 425).
En un principio Valera no muestra una gran animadversión
en sus primeros artículos sobre Fernán, como en el publicado el
31 de julio de 1856 en la Revista de Madrid (1961, II, pp. 84-85).
Bien es verdad que en algún aspecto no está de acuerdo, pero
aun así, la denuncia es sutil, tenue, exenta de animadversión. Sin
embargo, en el artículo publicado en El Contemporáneo, 13 de
septiembre de 1861, sí aparece una agresividad infrecuente en
Valera, debida, a mi juicio, no sólo a una cierta envidia, sino tam¬
bién por la actitud del crítico de la Revista de Edimburgo, por ig¬
norar el siglo xvin español y por afirmar que desde la muerte de
Quevedo no se había escrito nada interesante hasta la aparición
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 45

de Fernán Caballero.23 Evidentemente el lector o estudioso del


Corpus literario de Valera comprende y entiende su indignación,
pues se mantuvo fiel, en lo posible, a un ideal forjado de escep¬
ticismo, de esteticismo elegante, inmerso en el espíritu de la Ilus¬
tración, pues se trataba de una época que constituía para él su
Edad de Oro (Baquero, 1969, p. 94). Valera siempre lamentaría
las digresiones y reflexiones de tono moral emitidas por Fernán
Caballero en sus novelas, pero no por ello dejó de manifestar su
admiración por sus relatos. Evidentemente Fernán Caballero
mostró su contrariedad por las afirmaciones de Valera desde el
periódico La Malva,24 pues veía en dichas críticas un ataque a su
persona y a su producción literaria.
Los novelistas de la segunda mitad del siglo xix mostraron un
dispar interés por la obra de Fernán Caballero. Frente a los encen¬
didos elogios de su fiel discípulo y confidente, el padre Coloma
(1911), surgen voces discrepantes por la forma de novelar. A las ya
apuntadas censuras de Valera habría que añadir las vertidas por

23 La reflexión y referencias de Valera en el periódico El Contemporáneo na¬


cen de su indignación e irritación por los comentarios y juicios críticos del perio¬
dista de la Revista de Edimburgo: «Nos sugiere esta reflexiones o mejor diríamos
nos impulsa a darlas a la estampa, porque antes las habíamos hecho repetidas ve¬
ces, la aparición del artículo de la Revista de Edimburgo, sobre las Obras de Fer¬
nán Caballero, en el cual, un escritor, ignorante de nuestra lengua, hasta el pun¬
to de decir un desatino en cada palabra que dice, como, por ejemplo, sal
andaluz, en vez de sal andaluza, y más ignorante aún de nuestra literatura, como
se verá más adelante, juzga todo y lo condena todo, afirmando que no hemos te¬
nido, desde Quevedo hasta Fernán Caballero, un solo autor digno de ser leído y
criticado fuera de España- (1961, II, p. 229). El artículo de Valera trata de demos¬
trar el valor de la Ilustración española, sus aciertos, su producción literaria. Rei¬
vindicación que nace del profundo conocimiento que Valera tuvo de la literatura
española.
24 Valera dirigía sus censuras a Fernán en la publicación denominada La
Malva, periódico grave, aunque impolítico, Madrid, Imprenta de Santa Coloma y
en la de T. Fortant. Comenzó a publicarse el primero de noviembre de 1859 y ce¬
só el 25 de enero de 1860. Valera utilizó el seudónimo de El Descontentadizo y El
Padrino para analizar con singular gracejo el panorama literario de esta época.
Valera tenía como compañeros de redacción a Maldonado y Macanaz, Miguel de
los Santos Álvarez y Pedro A. de Alarcón. Las críticas de Valera —decía que sus
novelas empalagaban— mortificaron grandemente a Fernán Caballero. Los ata¬
ques a las obras de Fernán se prodigaron en la presente década. Como señala A.
López Argüello -otros muchos ataques de procedencias distintas tuvo que sopor¬
tar Cecilia por estos años, como veremos en cartas sucesivas, entre ellas los de
Samper, Castelar, Castro, Barrantes y hasta de la romántica novelista aragonesa
D.J María del Pilar Sinués, sin contar innumerables gacetillas anónimas- (1922,
p. 135).
46 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Armando Palacio Valdés, autor que no sólo se limita a censurar la


disposición y trama de sus novelas, sino también el fondo ideoló¬
gico de las mismas. Sin embargo, la crítica no alcanza los tonos
burlescos,25 ni presenta las tonalidades irónicas de Valera, tan sólo
se limita a reprobar una forma de narrar que distorsiona la realidad
o se muestra parcial en sus planteamientos ante esa misma reali¬
dad. La base de sus novelas o la inspiración de las mismas está fun¬
damentalmente en la religión y en la tradición. Fernán Caballero
se presenta «como paladín de la fe católica, de la política monárqui¬
ca y de las costumbres añejas, pero siempre expresando amor apa¬
sionado a la causa que defiende, no con esos refinamientos y artifi¬
cios hipócritas que hoy despliegan los que se cobijan bajo la
bandera de la tradición» (A. Palacio Valdés, 1948, p. 1.206). Para A.
Palacio Valdés, Fernán Caballero permanece anclada en el tiempo,
reacia a la modernidad y sujeta a una moral que se ampara en mo¬
delos ya desaparecidos. El resto de escritores o críticos de la época
aludieron a su persona tanto en sus novelas como en sus críticas re¬
lativas a la gran novela de la segunda mitad del siglo xrx. Galdós, por
ejemplo, la recuerda en su novela Lo prohibido y en el episodio Cá¬
diz, sin darle el tratamiento ni el homenaje que concedió a Plácido
Estupiñá, alterego de Mesonero Romanos. La palabra silencio pare¬
ce ser la divisa entre los novelistas de la segunda mitad del siglo xix.
Su figura es recordada como si se tratara de un valor literario de an¬
taño, como en el caso de E. Pardo Bazán en las críticas publicadas

25 Sólo en algún pasaje y de forma aislada emerge la sátira zumbona como en


el presente texto: «Mas como la funesta manía de pensar se ha introducido en todas
las cabezas y es un mal que no tiene cura, doy en cavilar y da también el lector, pa¬
riente cercano mío, que para mudar de vida y volver a las usanzas de nuestros pro¬
genitores es de toda necesidad que Fernán Caballero nos garantice: que los frailes
serán siempre sabihondos y mesurados, y no cicateros, intrigantes, amigos de darse
buena vida y de revolver por solaz la ajena; los padres siempre comedidos, incapa¬
ces de contrariar la legítima vocación de sus hijos ni de abusar de su poder por nin¬
gún concepto; los nobles protectores generosos de la debilidad, no insolentes disi¬
padores de sus caudales. Y después que todo esto nos garantice, es menester
también que nos indique los medios de volver este picaro mundo al estado que ape¬
tece. Aunque presumo que sólo se podrá dar cima a la empresa convocando una
magna reunión de los humanos y conviniendo entre nosotros, después de haber es¬
tudiado, minuciosamente cada una de las épocas históricas, cuál es la que debemos
preferir. Con esto, y con encargar a París que en vez de sombreros de copa se fabri¬
quen en adelante bonetes y chambergos y que apaguen a toda prisa sus endiabladas
luces eléctricas, podríamos tal vez inaugurar de nuevo los tiempos de Maricastaña-
(A. Palacio Valdés, 1948, p. 1.204).
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 47

en el Nuevo Teatro Crítico y en la colección Retratos y apuntes lite¬


rarios (1891, 1908). Como ya hemos apuntado con anterioridad, la
llamada Generación del 98 silenció su obra. Salvo en contadas oca¬
siones su figura merece una corta atención (Azorín, 1948, pp. 199-
203). Con razón, aunque discrepemos del análisis que Blanco Gar¬
cía realiza en torno a determinados autores de la gran novela de la
segunda mitad del siglo xix, definió a Cecilia Bóhl de Faber como
-una mujer ilustre con quien España contrajo una deuda de gratitud
moral y literaria, aún no satisfecha definitivamente» (1910, II,
pp. 283-284).

2.4. EL REALISMO DE FERNÁN CABALLERO. VALORACIÓN


E INTERPRETACIONES CRÍTICAS

El análisis de los estudios referidos a la obra de Fernán Caba¬


llero es de dispar contenido. No faltan en este mosaico de opinio¬
nes quienes resaltan de su corpus literario el peculiar realismo de
la autora. Para un sector de la crítica Fernán Caballero percibe sólo
su realidad, una realidad distorsionada o alterada que sirve a sus fi¬
nes ideológicos, pues identifica el Antiguo Régimen con el bienes¬
tar y la armonía social, de ahí sus censuras contra el presente y
progreso. Sus personajes novelescos —nobles o aristócratas, bur¬
gueses, aldeanos y rústicos en general— viven en perfecta armonía
y en consonancia con los personajes que representan el orden tra¬
dicional, en contraste con las fuerzas opuestas representadas por
liberales y demócratas (Fuentes, 1970). Actitud que tal vez estuvie¬
ra motivada por la oposición de Fernán Caballero a las novelas de
folletín y por entregas, pues en ellas se difundía un ideario político
en total oposición al desarrollado por la autora en sus novelas Oo¬
sé M.* Castro Calvo, 1961; Zavala, 1971).
El ruralismo costumbrista e idealizador impregna no sólo la
producción novelesca, sino también sus cuadros de costumbres y
escritos en general. En Fernán Caballero se observa la presencia
de un realismo costumbrista de significación ideológica y senti¬
mental, de ahí que sus personajes resulten convencionalmente
idealizados para el lector actual. Costumbrismo y novela que en el
caso de la autora van íntimamente ligados (Varela Jácome, 1974;
Cáseda Teresa, 1987; Rubio Cremades, 1990). Su producción lite¬
raria idealiza las fuerzas que representan el bien y la virtud y
48 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

ambas emanan de la religión y la tradición (Zavala, 1971, p. 124).


Es evidente que Fernán Caballero se adhiere a las corrientes del
romanticismo idealista francés y alemán. Los católicos, según opi¬
nión de Montesinos, «que elogiaban sus catilinarias políticas no
entendieron su literatura» (1961, p. 25), pues tanto Rivas, como
Antonio Cavanilles, Luis de Eguilaz, Cándido Nocedal, entre otros,
estaban más interesados en subrayar tan sólo las buenas o exce¬
lentes doctrinas que emanaban de las novelas de Fernán Caballe¬
ro, único baluarte contra el aluvión de novelas extranjeras.26
La interpretación del realismo de Fernán Caballero ha sido, a
tenor de lo publicado hasta el momento presente, campo de bata¬
lla para el elogio o censura de sus novelas. Para entender el realis¬
mo de Fernán es necesario adecuarlo al contexto literario preciso
que no es otro que el del cuadro de costumbres. No se olvide, por
ejemplo, que la actitud del escritor costumbrista es, en líneas gene¬
rales, idéntica a la de la autora. La xenofobia, la añoranza del pasa¬
do, el patriotismo y el tradicionalismo son aspectos que se dan
conjuntamente. La deformación de las costumbres españolas y ca-
ricaturización de las mismas por parte de los autores extranjeros
soliviantaron al escritor costumbrista. De igual forma el aluvión de
hábitos o costumbres francesas invade la vida española de media¬
dos del siglo xix, hasta el punto que otro escritor de costumbres, A.
Flores, sería el primer autor que intentaría crear una novela realista
—Doce españoles de brocha gorda (1846)— mediante el engarce
de unos tipos y escenas no descritas en la primera colección cos¬
tumbrista: Los españoles pintados por sí mismos. Los costumbristas
denuncian, por ejemplo, el teatro francés por ser corruptor de la

26 Precisamente esta visión de sus novelas y cuadros de costumbres soli¬


viantaban a la propia Fernán, pues le escribe a su fiel confidente Ochoa lo si¬
guiente: >Si algo me pudiese engreír, no son los elogios de la prensa, que unos se
dirigen a las ideas, no porque son más, sino porque son religiosas; otras al nove¬
lista, lo que no es extraño, porque aunque tuerto estoy (en esa nomenclatura) es
país de ciegos [...]• (Valencina, 1919, p. 233). La crítica favorable a Fernán le acon¬
sejó también que prescindiera de este tono moralizador, propio de catequistas in¬
teresados más en la difusión de la doctrina católica que del propio novelar. Pese a
los sabios consejos de Hartzenbusch, la novelista, aferrada en sus denuncias a la
ilustración, liberalismo y progresismo, insiste en sus postulados ya apuntados:
«[...] sólo advierto a V. con toda franqueza que el gusto del país está por lo religio¬
so y que ha hecho mal efecto el artículo impugnado por la Esperanza —para que
se lo diga al redactor—. Lo religioso en un país católico se debe tocar con fe y or¬
todoxia- (Heinermann, 1944, p. 122).
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 49

moral española, pues se complace en presentar amores adúlteros


ante un público embelesado, ávido de aventuras e identificado con
la pasión que emana de esas pasiones ilícitas; incluso, las novelas
costumbristas con trasfondo sentimental hacen gala, igualmente,
de las ideas o conceptos emitidos por los propios costumbristas.27
Las concomitancias entre el costumbrismo y las novelas de Fer¬
nán Caballero están perfectamente explicadas en un lúcido artículo
de Javier Herrero (1978, pp. 345-354). El citado crítico selecciona
una metáfora que domina la novela La familia de Alvareda, en¬
contrando en ella la expresión poética del complejo movimiento
de fuerzas sociales y de ideas que dominan la época. Al enlazarla
con Cadalso, Larra y Mesonero intenta seguir el movimiento histó¬
rico costumbrista desde sus más claros orígenes hasta su plenitud.
La descripción que del hermoso, robusto y vetusto naranjo realiza
Fernán Caballero en La familia de Alvareda representa para Herrero
el bastión fundamental de la obra. La imagen del árbol constituye
una larga y elaborada metáfora que permite identificar los múlti¬
ples significados: antigüedad, hermanada con el hecho histórico, la
tradición católica, la fe, la paz, la fraternidad, el núcleo familiar, el
patriotismo y el odio a la perversa Francia que ha introducido las
ideas de desorden en la católica España.
El ideario estético de Fernán Caballero se proyecta con total
independencia. Por un lado, supone «el desarrollo de la teoría del
realismo como poetización de la verdad, que ella desenvuelve con

1 A. Flores en su obra Ayer, hoy y mañana o la fe, el vapor y la electricidad, cua¬


dros sociales de1800, 1850y 1899dibujados aplumapor..., Barcelona, Montaner y Si¬
món, 1892-1893 (6.® ed.) sirve como transcriptor fidedigno de la inmoralidad de la li¬
teratura francesa, culpable de la relajación de costumbres y corruptora de la moral. Lo
francés es también en la novela española de los años treinta sinónimo de corrup¬
ción. Ramón López Soler en su novela Las señoritas de hogaño y las doncellas de an¬
taño, Barcelona, Imprenta de A. Bergnes y Compañía, 1832, presenta dos modelos
contrapuestos de heroínas. La mujer que protagoniza los valores tradicionales se ve¬
rá recompensada con un matrimonio feliz al final del relato; por el contrario, las jó¬
venes irreflexivas, ensimismadas y atraídas por las costumbres extranjeras recibirán
el justo castigo a sus desvarios, como en el caso de la joven Matilde, pues «las cos¬
tumbres de Francia le habían inspirado a una decidida inclinación a vestirse de ama¬
zona, montar a caballo y hacer alarde de cierta impavidez que parecía ajena de su
humor naturalmente pensativo y melancólico- (1832, p. 210). Mujer caprichosa, cas¬
quivana y vestida según los últimos figurines de moda de la vecina Francia había
tenido la maldita ocurrencia de haberse ido a París, centro, como señala López So¬
ler, de la lechuguinería. Cfr. E. Rubio Cremades y M.* de los Ángeles Ayala (eds.),
Ramón López Soler. Jaime el Barbudo.— Las señoritas de hogaño y las doncellas de
antaño, Barcelona, Editorial Caballo-Dragón, 1988.
50 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

una amplitud no alcanzada por sus padres. Por otro, su ataque al ro¬
manticismo europeo de corte francés, que supone una apertura a
problemas nuevos, desconocidos por aquéllos, que murieron antes
de que adquiriera en España carta de naturaleza la versión francesa
del romanticismo (Herrero, 1963, p- 318). Fernán Caballero intenta
rehabilitar la tradición perdida, la antigua fe y el respeto a las cos¬
tumbres españolas. El materialismo, la incipiente industria, los ade¬
lantos del siglo, serán aspectos que se enfrenten al recogimiento, a la
piedad, al goce del solar familiar, como si lo material se opusiese a lo
espiritual. Materialismo que ha invadido la cultura europea, salvo la
tradicional España que ha sabido aislarse de las corrientes pernicio¬
sas emanadas de la Ilustración francesa y del pragmatismo y utilita¬
rismo anglosajón. Las intervenciones del barón de Moude en La Ga¬
viota y las disquisiciones ilustradas de don Narciso Delgado en Elia
pueden servir de exponente fiel a lo expuesto por Herrero en estas
líneas. El corpus literario de Fernán es, pues, una expresión de la lu¬
cha del esplritualismo contra el materialismo que coincide, por la
noble religión del pueblo español, con una afirmación de su na¬
cionalidad. Para Fernán Caballero —tal como se desprende de la lec¬
tura de La Gaviota— la novela de costumbres debe tener una finali¬
dad clara: la de pintar las costumbres de los distintos países. Es cierto
que en este sentido Fernán Caballero imita a Balzac (Montesinos,
1930), aunque no cabe duda de que la autora está muy lejos de la ac¬
titud neutral y puramente objetiva (Herrero, 1963, p. 321). El cos¬
tumbrismo de Fernán Caballero reproduce en todo su esplendor la
verdad que ama, de ahí la exaltación de los aspectos nobles que en¬
cuentra en su derredor. Un realismo que se dirige fundamentalmen¬
te a pintar o reflejar lo real, pero un realismo matizado, puesto que
al reproducir la realidad, la poetiza.28 Recientes investigaciones co-

2K Tanto J. Herrero como José F. Montesinos abordan ei ideario estético y la


concepción novelística de Fernán Caballero desde puntos de vista no siempre coin¬
cidentes. Juan L. Alborg (1996) realiza un exhaustivo cotejo de sus investigaciones,
fundamentales, por otro lado, para el estudio de la vida y obra de Fernán Caballero.
Las conclusiones de Juan L. Alborg pueden servir perfectamente como nota aclara¬
toria de lo expuesto por ambos críticos: -Que Fernán Caballero, por sus principios
morales, sus escrúpulos o lo que fuere, pretendiera escribir novelas de la vida sen¬
cilla, cotidiana, popular, real y vulgar como antídoto contra la desmelenada novele¬
ría romántica no es, como supone Montesinos, un “extrañísimo concepto”, sino
actitud muy repetida, y en perfecta coherencia además con la vida y principios de
Fernán. Su romanticismo consistía en descubrir lo que años más tarde serían para
Azorín los primores de la vida vulgar - (1996, p. 441).
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 51

rroboran lo expuesto por Herrero. Así, para Ermanno Caldera el con¬


cepto de verdad tratado por los románticos era una verdad poética o
ideal como ya habían sostenido varios teóricos, desde Schelegel y
Schiller a Durán y Zorrilla, entre otros. Afán por la verdad que ya ve¬
nía presidiendo desde hacía tiempo la elaboración de los cuadros de
costumbres, como en el caso de Mesonero Romanos. De esta forma
cuando Fernán Caballero se proponía poetizar la verdad no formu¬
laba una teoría nueva, pues sólo se limitaba a repetir conceptos que
desde hacía tiempo estaban presentes en la época (1988, pp. 17-22).
Es evidente que Fernán Caballero distingue desde época temprana la
verdad efectual o histórica de la histoire y la verdad poética del recit.
Para Javier Herrero el arte novelesco de Fernán intenta ofrecer una
pintura de la Andalucía que representa algo más que una tierra des¬
crita desde una óptica pintoresca, pues Andalucía es una tierra privi¬
legiada, heredera de una gran cultura cristiana. El pueblo andaluz se
identifica, tal como lo concibió su madre, con las virtudes caracterís¬
ticas del pueblo español (Herrero, 1963, pp. 302-303). Poetizar la
verdad estaba ya en la mente de Fernán en el momento inicial del
proceso de redacción de sus novelas. En su prólogo a Lágrimas, por
ejemplo, lo manifiesta de forma taxativa (1961, pp. XCIII-XCIV).
Las digresiones y las reflexiones moralizantes propias del no¬
velar de Fernán Caballero han sido interpretadas por la crítica con
dispar criterio. Para Montesinos la autora hace gala de una terque¬
dad fanática que le hizo «subordinarlo todo a la defensa de unas
ideas muy respetables, pero que nada tenían que ver con la nove¬
la» (1961, p. 88). Es evidente, tras el muestreo de novelas realizado
por Juan L. Alborg, que el mencionado sermoneo de Fernán lejos
de ser una anomalía, es, por el contrario, una práctica habitual en
la novela europea del momento. Para el citado crítico el sermoneo
y la intención proselitista de Cecilia no son rasgos que la indivi¬
dualizan, sino una constante que afecta por igual a todos los nove¬
listas del momento (1996, p. 452, pássim). La lectura de novelas de
mediados del siglo xix evidencia un trasfondo ideológico. Los rela¬
tos de folletín y por entregas, tanto en la época áurea, años cua¬
renta, como en la segunda mitad del siglo xix, reflejan esta situa¬
ción. De igual forma, las novelas históricas ofrecen al lector una
doble lectura. Por un lado la circunscrita a unos hechos novelados,
subordinados a una peripecia argumental que recurre a los clichés
típicos del romanticismo; por otro, la interpretación de esa misma
peripecia argumental trasladada al momento en que se escribe y
52. PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

publica la obra. La lectura de El señor de Bembibre, publicada pre¬


cisamente en la misma década que La Gaviota, reivindica las órde¬
nes religiosas y censura, al mismo tiempo, la desamortización lle¬
vada a cabo por Mendizábal. Una vez más la ideología subyace en
todos estos relatos como en los debidos a Francisco Navarro Vi-
lloslada, Diego Luque de Blas, Antonio Cánovas del Castillo, Amos
de Escalante, Benito Vicetto, Víctor Balaguer...; incluso, en la in¬
gente nómina de escritores y colaboradores de las colecciones cos¬
tumbristas decimonónicas se suele percibir el peculiar talante ideo¬
lógico del colaborador en cuestión, de manera que una misma
escena, tipo o asunto puede ser descrito desde múltiples perspec¬
tivas ideológicas. Carácter comprometido de la novela que cobra
fuerzas en esta época (Zavala, 1971; López Morillas, 1968) y que
constituye uno de los bastiones fundamentales para la interpreta¬
ción y valoración del acontecer novelesco desarrollado en torno a
la Revolución del 68: «Conviene recordar que esa turbulencia im¬
prime a las novelas que de ella brotan un claro sesgo doctrinal y
polémico. En efecto, la ficción novelesca sale a la caza de ideas, se
empapa de ellas y las hace refluir sobre un público asombrado sin
duda del inusitado aspecto que ha tomado la prosa narrativa [...]»
(López Morillas, 1968, p. 98). Calificar a Fernán de tendenciosa
puede deberse a una actitud parcial, pues no sólo es exclusiva de
la autora, sino de la época. Como apunta López Morillas, sólo a
partir de 1880 tienden a desaparecer los ardores revolucionarios
de la Septembrina, ciñéndose el novelista a la búsqueda y estudio
del ser humano, en sus actuaciones y decisiones. Es entonces, co¬
mo apunta el crítico, cuando la novela deja de ser tendenciosa,
portadora de un determinado talante ideológico, y se convierte en
realista en el sentido más puro y lato de la palabra.

2.5. Proceso de redacción y publicación de sus novelas

Tras cerca de treinta años de mutismo,29 Fernán confiesa a sus


familiares y amigos la redacción de varios escritos y su particular afi-

29 Tanto la obra dejóse F. Montesinos (1961) comoJ. Herrero (1963) yJ. Ro¬
dríguez Luis (1979a, 1979b) investigan los inicios literarios de Cecilia Bohl de Faber.
El relato Magdalena se escribe según confiesa la autora, alrededor del año 1816 (Pi-
tollet, 1907. p. 287). En 1824 comunica a sus familiares y amigos que está trabajan¬
do sobre relatos infantiles y a principios de 1829 Washington Irving lee en Sevilla la
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 53

ción por la literatura. Como señala J. Herrero «[...] en la fecha de la


visita de Taylor a Sevilla, hacia 1825, Cecilia era una escritora, aun¬
que su talento no fuera públicamente conocido, y la expresión de
Latour (un délicieux écrivain) supone, evidentemente, un cierto
caudal literario ya producido, puesto que no es escritor por un par
de narraciones o descripciones» (1963, pp. 306-307). El mismo La¬
tour afirmará más tarde que Fernán ha escrito «long temps avant de
rien publier» (1857, p. 612) y en numerosísimas ocasiones señalará
que sus novelas fueron obras de su juventud y permanecieron iné¬
ditas durante muchos años.
En lo concerniente al proceso de redacción de sus novelas el
lector o estudioso de la obra de Fernán tiene un material noticioso
inapreciable. Por un lado, los datos ofrecidos por Washington
Irving; por otro, la carta a Julius fechada en 1845 en la que le comu¬
nica que tiene escritas dos novelas y está escribiendo una tercera:
«una de ellas es La familia de Alvareda, y pinta el pueblo de aquella
parte de España que es aún genuinamente español. Le gustó mucho
a mi querido padre» (Pitollet, 1907, p. 287). La novela está escrita en
alemán, en el año 1828, y la traducción al castellano a principios de
1829 (Hespelt, 1934). La segunda novela ya concluida es Elia, de la
que Fernán Caballero señala lo siguiente: «[...] la segunda novela,
Elia, pinta las costumbres españolas de la alta sociedad desde 1814
hasta 1823» (Pitollet, 1907, p. 287). La tercera novela sería La Gavio¬
ta, pues tal como se desprende de la carta a Julius, Fernán confiesa
que está escribiendo «otra novela, en francés, para pintar la socie¬
dad de hoy». Se trata de la mencionada novela, traducida por José
Joaquín de Mora, en 1848, y publicada en El Heraldo, como folletín,
en 1849, al concluir Las dos Dianas, de Dumas.30

primera versión de La familia de Alvareda. Años más tarde, en 1833, el padre de Ce¬
cilia le comunica a un amigo que su hija tiene escritas dos novelas, la anteriormen¬
te citada y Elia. En el año 1835 el periódico dirigido por Eugenio de Ochoa y Fede¬
rico Madrazo publica el relato La madre o el combate de Trafalgar, colaboración
que no fue enviada a El Artista por la autora, sino por uno de sus allegados, quien
escribe una carta protestando de que no fue ella quien envió el relato, pues sabe
que lo que escribe lo hace por mero pasatiempo y sin llamar la atención de nadie,
•pero sobre todo porque tengo por íntimo convencimiento que el círculo que forma
la esfera de una mujer, mientras más estrecho, más adecuado a su felicidad y a la de
las personas que la rodean, y así jamás trataré de ensancharlo, debiendo a este sis¬
tema la felicidad de que he gozado en mi vida- (Montesinos, 1961, p. 144).
30. Tras el cotejo de la carta dirigida a Julius y la nota introductoria que figura
en La familia de Alvareda, J. Herrero llega a la conclusión siguiente: -La primera es,
54 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La Gaviota es, juntamente con La familia de Alvareda, la no¬


vela más editada y leída tanto en la pasada centuria como en la
presente. Razón tiene J. Rodríguez-Luis cuando afirma que sólo
estas dos novelas «se han salvado de esa especie de limbo en que
muchos sitúan la obra de Fernán Caballero» (1979, p. 45). Estas
palabras evidencian, precisamente, el interés de los estudiosos
del siglo xix por el análisis de ambas novelas, interpretadas y es¬
tudiadas desde diversos puntos de vista. Montesinos, por ejem¬
plo, alude al interés que su biografía suscita, superior quizás a su
obra misma. Igualmente el citado crítico se plantea la posible ex¬
plicación de la ideología de la novelista por la naturaleza de su
represión, pues su mojigatería influye de forma decisiva en la
elaboración de los personajes (1961, p. 117, pássim). Sin embar¬
go, para un sector de la crítica tanto la protagonista como Momo
son dos brillantes creaciones y por curiosa ironía representan la
antítesis del propio ideario de la autora (Valera, 1961, p. 84). Mo¬
mo, según Klibbe (1973) rememora la figura del gracioso, picaro
y antihéroe cuyo carácter independiente y probado humor re¬
presenta la antítesis del blando sentimentalismo, proyectándose
hacia cotas de un realismo diferente. Momo, señala Klibbe, es un
individuo realista, de campesina socarronería, agudo e instinti¬
vamente inteligente pese a su nula educación. Fernán, añade el
citado crítico, recurre a la crueldad de Momo para emitir su
veredicto contra Marisalada, sin necesidad de recurrir a sus fre¬
cuentes moralizaciones directas ni intervenciones personales.
Con razón afirma Klibbe que Marisalada no es sólo un preceden¬
te de la técnica realista de la caracterización a la manera de Bal-
zac, sino también un primer modelo para los novelistas que tra¬
tan de describir a la mujer como heroína independiente,
obstinada y ajena a los convencionalismos sociales. Un modelo
de mujer que cobrará vida de forma magistral a través de las no¬
velas de Juan Valera, como en el caso de Pepita Jiménez, Juani¬
ta la Larga, Doña Luz o la misma Rafaela la Generosa, heroína
de ficción de Genio y figura. Esta caracterización a la manera de

sin duda, La familia de Alvareda. que Cecilia ha descrito varias veces como pintura
del pueblo y que, en efecto, siguió a La Gaviota en El Heraldo. La tercera, claro es¬
tá, es Elia, o la España treinta años ha. La segunda no puede ser más que Una en
otra, que, efectivamente, sigue a ambas novelas en El Heraldo y que es una des¬
cripción de la vida de la clase media española* (1963, pp. 314-315).
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 55

Balzac31 ha sido recalcada también por la crítica reciente con su¬


tiles matizaciones, como en el caso de Susan Kirkpatrick al seña¬
lar que en la «época en la que escribió La Gaviota, el proyecto de
Bóhl, inspirado por sus padres, de documentar las manifestacio¬
nes populares del espíritu español esencial, se había convertido
bajo la influencia de Balzac, en un retrato de los principales ras¬
gos de la sociedad española en su conjunto. Ambas versiones es¬
taban basadas en un concepto antiindividualista de la actividad
del escritor; Bóhl fue fiel a las actitudes de sus padres en cuanto
a que rechazó los productos de la fantasía y de la imaginación
creativas como elementos de su proyecto» (1991, p. 235).
En La Gaviota la crítica percibe, igualmente, una defensa de su
teoría novelística, pues propone «una obra de costumbres, útil y
agradable, de moral práctica, que sirva, sobre todo, para el conoci¬
miento de las distintas regiones, tradiciones y épocas. Ataca en
cambio, los folletines, que sacan a colación adulterios, seduccio¬
nes, suicidios y predican el anticlericalismo y la corrupción de las
costumbres» (Zavala, 1971, p. 130). La actitud de Marisalada hace po¬
sible que el lector sienta una cierta animadversión o desprecio por la
heroína al no ser, precisamente, un dechado de virtudes. La propia
Fernán en una carta a Mora muestra su desprecio por Marisalada y
por su amante, al señalar que «esa horrible Gaviota y el ordinario
Pepe Vera los he trazado de mala gana y con coraje y porque era
preciso» (Valencina, 1919, p. 23). En varias cartas, como las dirigi¬
das a Antoine de Latour, Fernán indica que «La Gaviota, ese tipo
de la repugnante vulgaridad que nada puede ennoblecer [...] El re¬
trato de la Gaviota no era, aun siendo mujer, ni lista, ni viva, ni
alegre. Era fría, tranquila, solapada, dura y seca» (Montoto, pp. 202
y 205). Marisalada es un personaje cuya caracterización es menos
superficial, aunque no por ello es preciso no exagerar el valor de
dicha caracterización (Rodríguez-Luis, 1973, p. 30). Los dos lados
opuestos de Marisalada han sido con frecuencia el punto de parti¬
da para el análisis de la intención de Fernán, engarzando ambos

3* De igual forma el conservadurismo de Balzac fue definitivo en el novelar de


Fernán a juicio de S. Kirkpatrick: «Sin duda las tesis políticas y morales explícitamen¬
te conservadoras de Balzac le convencieron de que prescindiera en sus novelas de
las pasiones y las figuras que superaran la realidad. Pero, así como comprendió la
pretensión subyacente de las novelas de Balzac de exponer lo real y lo auténtico,
adoptó también otro de sus mensajes narrativos que era compatible con su conser¬
vadurismo- (1991, p. 235).
56 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

caracteres con el mito del nacionalismo que ya estaba presente en


el costumbrismo (Kirkpatrick, 1991, p. 253).
Desde esta perspectiva panorámica que ofrece la crítica en
su análisis sobre los personajes que figuran en La Gaviota el co¬
rrespondiente a Pepe Vera ha sido, salvo en contadas ocasiones,32
poco destacado. Como bien señala A. González Troyano, a través
del mencionado personaje, Fernán parece unificar «de una parte, la
tradición literaria de la tipología romántica del torero seductor y
arrollador, y de otra, una imagen popular extraída de un supuesto
modelo, ejemplo vivo de marchosería y rompe y rasga (tal fue la fa¬
ma del malogrado Chiclanero)» (1988, p. 175). La fascinación que
ejerce el torero en la novela, al igual que en Carmen de Merimé,
sirve como un eslabón más al tono verosímil que la autora intenta
dar en su novela (González Troyano, 1988, p. 175).

7,2 José María de Cossío, «Los toros en la novela», en Los toros. Tratado téc¬
nico e histórico, Madrid, Espasa-Calpe, 1965, vol. III, p. 433, supone que tras el
nombre de Pepe Vera se oculta la figura taurina de José Redondo, alias el Chi¬
clanero, sucesor de Francisco Montes. Natalio Rivas en Semblanzas taurinas,
Madrid, Mediterráneo, s. a., p. 86, describe a Chiclanero de la misma forma que
Fernán a Pepe Vera. Ambos eran orgullosos, vanidosos, entregados a lances amo¬
rosos, gallardos, valerosos, intrépidos y donosos. Tanto el Chiclanero como Pe¬
pe Vera despertarán la admiración del público, convirtiéndose en auténticos ído¬
los populares. Respecto al presente tema José F. Montesinos señala que Fernán
pudo adoptar la perspectiva de un escritor extranjero: -La Gaviota misma tal co¬
mo fue publicada, contiene pasajes numerosos que sólo se explican imaginando
que la autora se dirige a gentes de fuera y trata de hacerles comprender que Es¬
paña es de esta manera o de la otra» (1961, p. 48). El doctor Stein, alterego de
Fernán, abandona la plaza ante el cruento espectáculo. Sus ojos no pueden con¬
templar un episodio de la vida real española, de ahí su huida y su posterior re¬
corrido por la monumental Sevilla. Para un estudio de los toros en la literatura
cfr. la ya citada monografía de Cossío, cuyo contenido abarca desde escenas tau¬
rinas incluidas en Tirant lo Blanch y La Celestina hasta las debidas a Ramón Gó¬
mez de la Serna. Andrés Amorós, -Los toros en la literatura», en Los toros, Madrid,
Espasa-Calpe, 1982, vol. VII, continúa la ingente y erudita obra de Cossío. Andrés
Amorós inicia su recorrido con Toreo de salón y El Gallego y su cuadrilla, de Ca¬
milo José Cela, e incluye relatos debidos, entre otros, a R. García Serrano, Ángel
María de Lera, Elena Quiroga, Jorge Campos, Agustín de Foxá, Ignacio Aldecoa,
Ernest Hemingway, etc. Gerardo Diego dedica dos apartados a la narrativa subti¬
tulados Novela antigua y realista y Novela moderna en Los Toros en España,
obra dirigida por Carlos Orellana y publicada en 3 vols. por Editorial Orel, Ma¬
drid, 1969. En 1959 apareció una antología, Los toros en la literatura española
contemporánea, recopilada por Miguel de Salabert, Madrid, Editorial Taurus. De
gran valor e interés para las relaciones entre la literatura y los toros y para los tau¬
rófilos es la obra de Francisco Carreras Candi, Folklore y Costumbres de España,
Barcelona, Editorial A. Martín, 1931, 3 vols.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 57

Existe otro aspecto destacado por la crítica a la hora de analizar


La Gaviota. La forma de hilvanar unos cuadros de costumbres
mediante una peripecia argumental ha sido destacada, con ligeras
matizaciones, por los editores de la novela. J. Rodríguez-Luis (1972,
1979) que reproduce la edición de 1856 con las principales varian¬
tes llevadas a cabo en los años 1849 y 1861. J. Alcina Franch (1974)
se ciñe a la edición de 1861 e insiste en los elementos costumbris¬
tas y folklóricos que configuran y dan vida al mundo de ficción de
La Gaviota. C. Bravo-Villasante (1979), E. Rubio Cremades (1991) y
Estébanez Calderón (1998) incluyen en su estudio preliminar ano¬
taciones y puntualizaciones sobre el concepto que Fernán Caballe¬
ro tenía de la novela y el costumbrismo. La Gaviota puede consi¬
derarse como una novela situada en una encrucijada de caminos
(Rubio Cremades, p. 33). Por un lado encontramos en Fernán una
firme decisión por apartarse del subjetivismo romántico —térmi¬
no que le produce horror— y adaptarse al entorno real. Sus pro¬
pias palabras sobre la utilización del material novelado repre¬
sentan una proclamación antirromántica y el acatamiento a las
teorías de Stendhal, tal como se puede apreciar en el prólogo de
su novela.
En lo concerniente a La familia de Alvareda cabe señalar
que se trata de una novela muy superior a las obras primerizas
de Fernán, como Sola, Magdalena, La madre... Su evidente su¬
perioridad «resulta de la mayor amplitud de la acción, que per¬
mite a la novelista desarrollar mejor la caracterización de los per¬
sonajes, y también del ambiente estrictamente campesino, donde
su espíritu romántico alemán se siente más a gusto» (Rodríguez
Luis, 1979, p. 46).
La familia de Alvareda fue una de las primeras novelas que es¬
cribió Fernán Caballero. Hespelt y Williams (1934, pp. 1.129-1 139)
dan a conocer los concisos apuntes sobre el argumento de la novela
tomados por Washington Irving tras su entrevista con Fernán. En un
segundo artículo, Hespelt (1934) señala que la novelista escribió un
primer esquema en alemán. Más tarde Fernán lo ampliaría y desa¬
rrollaría, convirtiéndolo en un extenso relato de cuatrocientas vein¬
te páginas en cuarto. Dicho autógrafo se conserva en la biblioteca
del conde Osborne y se titula Historieta traducida del alemán de
una joven española. Según Hespelt, W. Irving tomó sus notas a
partir de una narración oral de Fernán sobre el esquema definitivo,
pero meses más tarde, en una segunda visita, leyó el texto de dicha
5« PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Historieta «in the course of a night and a day», según manifiesta en


una carta a Bóhl. Hespelt supone que Fernán, estimulada por el
entusiasmo de Irving, escribió el texto de la Historieta, realizando
múltiples modificaciones antes de convertirse en la versión impre¬
sa. De La familia de Alvareda, señala J. Rodríguez-Luis, existen
cinco versiones, incluyendo la recogida por W. Irving. Gracias a di¬
chas versiones «puede apreciarse el desarrollo de los propósitos li¬
terarios de Cecilia» (1979, p. 47). El argumento de La familia de Al¬
vareda ha sido calificado por la crítica como un drama andaluz o
tragedia rural que refleja las hondas y sórdidas luchas en que a ve¬
ces corre la sangre de los odios en las aldeas españolas (Montesi¬
nos, 1961, p. 54; Castro Calvo, 1961, p. CXIV). Klibbe (1973) apunta
que a diferencia de La Gaviota, en La familia de Alvareda apenas
se inseñan cuadros de costumbres de carácter más o menos autó¬
nomos. Ausencia que en palabras de Fernán se debió al consejo de
críticos y amigos tal como aparece en los Apéndices a la Familia de
Alvareda (Castro Calvo, 1961, II, p. 204). Esta heroica poda ha he¬
cho factible la perfección de la novela. Los episodios o secuencias
engarzadas en la propia trama de la novela no actuarán en detri¬
mento de la misma, sino que la enriquecen y posibilita un realismo
que refleja la cotidianidad de los hechos vividos. Las costumbres,
tal como ha señalado recientemente la crítica, no son embutidos
folklóricos, sino el vivir sencillo y natural de quienes dan vida al re¬
lato. La escena costumbrista, animada y perfectamente estructura¬
da mediante hábiles diálogos se integra en el fluir de la propia ac¬
ción (Alborg, 1996, pp. 469-70). La trama de la novela y sus
estructuras han sido foco de atención por pañe de la crítica (Castro
Calvo, 1961; Rodríguez-Luis, 1979; Alborg, 1996), al igual que las
concomitancias entre las heroínas de ficción de La Gaviota y La fa¬
milia de Alvareda (Rodríguez-Luis, 1979).
A pañir de la fecha de 1850 Fernán escribió un singular núme¬
ro de relatos: Clemencia debía estar escrita en su totalidad en 1850,
aunque es posible que la novela pueda datarse con anterioridad. El
30 de junio de dicho año aparece en el periódico La España un ca¬
pítulo de la misma titulado Don Galo Pando, que había sido envia¬
do con antelación a Juan Eugenio Hañzenbusch para que lo publi¬
case (Heinermann, 1944, p. 121). La novela apareció en el año
1852, en la conocida imprenta del empresario y editor don Francis¬
co de Paula y Mellado (Simón Palmer, 1991, p. 100). Clemencia ha
sido siempre considerada como una novela autobiográfica, confe-
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 59

sional, que rememora vivencias y experiencias personales de la


autora (Castro Calvo, 1961; Herrero, 1963; Klibbe, 1973; Rodríguez-
Luis, 1975). La historia de la publicación puede seguirse puntual¬
mente a través de la carta dirigida a Hartzenbusch (Heinermann,
1944) y a Ochoa (Valencina, 1919). En lo referente a la crítica y
noticias dadas a la prensa Iris Zavala (1971) reproduce los artículos
de Vicente Barrantes y Fernán Caballero publicados en el periódi¬
co La Ilustración.
La novela Lágrimas—historia de una huérfana, víctima del ma¬
terialismo reinante— es, en el decir de Antonio Cavanillas (1858),
el relato más bello, más fino y delicado. Es evidente la ausencia de
estudios referidos a la presente novela y, a diferencia de La Gavio¬
ta o La familia de Alvareda, el silencio protagoniza el destino de
un relato que exalta los bienes espirituales y castiga el materialismo
imperante. Una novela que engarza perfectamente un costumbris¬
mo de tipos y paisajes con un clima espiritual que está a favor de
los valores y costumbres tradicionales (Castro Calvo, 1961, p.
CXXXVII).
El resto de la producción novelística yace, salvo en contadas
ocasiones, en el más completo olvido. Elia o España treinta años
ha ha merecido la atención de la crítica, siendo editada en estas úl¬
timas décadas (Montesinos, 1968) y analizada desde múltiples pers¬
pectivas, desde las estructuras y la incidencia del espacio geográfi¬
co y tiempo cronológico hasta aspectos tan significativos como el
mundo de ficción, el estilo y la relación narrador-lector (G. Gullón,
1976). Novela que puede considerarse como un fragmento de la
historia de España, pues refleja el choque de dos corrientes ideoló¬
gicas representadas por los servilones y los liberales (Castro Calvo,
1961, p. CXXXVIII). Fusión o acoplamiento entre el tiempo histórico
y psicológico que ha sido analizado sutilmente por la crítica (G. Gu¬
itón, 1976, p. 36, pássim). Elia refleja la España fragmentada en dos
espacios ideológicos, motivo arquetípico del siglo xix gracias al
buen quehacer literario de los novelistas posteriores a Fernán Ca¬
ballero, como en el caso de Galdós (Dendle, 1972; Klibbe, 1973).
Creación de un mundo de ficción en el que la religión actúa como
eje modelador de los pueblos e individuos (S. Miranda, 1982,
p. 137, pássim). Cuadros de costumbres dotados de una peripecia
argumental, relaciones, cuentos, leyendas, novelas cortas, chasca¬
rrillos, fisiologías, etc. configuran un mosaico literario de difícil cla¬
sificación. Corpus, por otro lado, que merecería un tratamiento
6o PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

particular. Lo más específico, lo más granado y difundido de su


obra han sido sus novelas La Gaviota y La familia de Alvareda,
Clemencia y Elia. A juzgar por los repertorios bibliográficos y críti¬
cos se puede afirmar que el resto de su producción novelística ape¬
nas es conocido y leído.

2.6. Noticia bibliográfica

2.6.1. Ediciones

Obras, Madrid, Establecimiento Tipográfico de D. Francisco de Paula y


Mellado, 1861-1864, 16 vols.
Obras Completas, Madrid, Sáenz de Jubera, 1865-1893, 14 vols.
Obras. Edición ilustrada con láms. (s.l.), 1875, 2 vols.
Obras Completas, Madrid, Imprenta Avrial, Edit. Libr. de Antonio Romero,
1902-1907, 16 vols.
Obras Completas, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Editorial
Hernando, 1905-1914, 17 vols. [Colección Escritores Castellanos].
Obras Completas, Madrid, Editorial Antonio Rubiños, 1917-1921, 16 vols.
Obras. Edición y estudio por José M. Castro Calvo, Madrid, Atlas, 1961, 5
vols. [Biblioteca de Autores Españoles].
Ausgewablte Werke. Vebers und eingeleitet von L. G. Lemcke, Paderborn,
Schóningh, 1859-1864, 17 vols.
Clemencia. Novela de costumbres, Madrid, Imprenta a cargo de C. Gonzá¬
lez, 1852, 2 vols., 8a [Contiene además los Diálogos entre la juventud
y la edad madura: Cosa cumplida sólo en la otra vida],
Clemencia, Madrid, Mellado, 1852, 1857, 1862, 1880, 1897.
Clemencia. Colección de Autores Españoles, I. Leipzig, Brockhaus, 1860,
1863, 1867, 1869, 1874, 1883 (El texto de 1857, sin prólogos y sin no¬
tas],
Clemencia. Traduit de l’espagnol par A. de Zappino et A. Marcháis, París,
E. Maillet, 1863.
Clemencia, Madrid, Guijarro, 1902.
Clemencia, Madrid, Antonio Romero, 1907.
Clemencia, Barcelona, Imprenta Barcelonesa, 1909.
Clemencia, Madrid, Rubiños (s. a.), 1917, 1921.
Clemencia. Prólogo de L. de Aguilaz y J. Fernández Espino, Ávila, Tipo¬
grafía S. Martín (s. a.)
Clemencia. Edición de Julio Rodríguez-Luis, Madrid, Cátedra, 1975-
Lágrimas. Novela de costumbres contemporáneas, Cádiz, Librería Españo¬
la y Extranjera de Abelardo de Carlos, 1853.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 6l

Lágrimas, Sevilla, Imprenta y Librería de A. Izquierdo y Sob., 1855.


Lágrimas. Traduit de l’espagnol par A. Guilard, Bruxelles-Paris, 1860.
Lágrimas, Madrid, Mellado, 1858, 1862, 1880.
Lágrimas. Tr. ByJ. Leander-Starr, New York, J. Bradburrn, 1864.
Lágrimas. Tr. De l’espagnol par Auguste Dumas, Bruxelles, 1865.
Lágrimas. Traducida al alemán por L. G. Lemcke, Paderbon, 1866.
Lagrimas. Tr. From Spanish, Philadelphia, T. B. Peterson, 1877.
Lágrimas, Madrid, Guijarro, 1902.
Lágrimas. Traduit par L. Veret, Chateau-Thierry, Imprenta de Boucharde-
au,1904.
Lágrimas, Madrid, Romero, 1905.
Lágrimas, Madrid, Rubiños, 1917, 1921, 1929-
La Camota, en El Heraldo, 9-V-1849 al 14-VII-1849.
La Gaviota. Novela original de costumbres españolas, Madrid, Mellado,
1856, 1861.
La Gaviota, Leipzig, Brockhaus, 1860, 1868, 1873, 1881.
La Gaviota, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1895.
La Gaviota, Madrid, Hijos de M. Guijarro, 1902.
La Gaviota, Madrid, A. Romero, 1907.
La Gaviota, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1943-
La Gaviota, Madrid, Rubiños, 1917, 1921, 1925, 1928.
La Gaviota, Madrid, La Novela Corta, 1918, núms. 10 y 11.
La Gaviota, Madrid, Ediciones Esperida, 1943-
La Gaviota, Madrid, Ediciones M.® Urraca Pastor, 1944.
La Gaviota, Madrid, Imprenta Diana, 1945, 1949-
La Gaviota, Barcelona, Mateu (s. a., ¿1953 ?), 1960.
La Gaviota, Madrid, Aguilar, 1958.
La Gaviota, Barcelona, Ramón Sopeña, 1967, 1975-
La Gaviota, México, Porrúa, 1968.
La Gaviota. Estudio preliminar y bibliografía de María Martínez del Portal,
Barcelona, Bruguera, 1968.
La Gaviota, Madrid, J. Pérez del Hoyo, 1969.
La Gaviota, Madrid, Libra, 1970.
La Gaviota. Edición de J. Rodríguez-Luis, Barcelona, Labor, 1972.
La Gaviota, Barcelona, Salvat, 1972.
La Gaviota, Madrid, Círculo Amigos de la Historia, 1974.
La Gaviota. Introducción preliminar, bibliografía y notas a cargo del profe¬
sor Juan Alcina Franch, Barcelona, Hijos de José Bosch, Colección Au-
bí, 1974.
La Gaviota. La Habana, Arte y Literatura, 1976.
La Gaviota. Edición, introducción y notas de Carmen Bravo Villasante, Ma¬
drid, Castalia, 1979-
La Gaviota. Edición, introducción y notas de Enrique Rubio Cremades,
Madrid, Espasa Calpe, 1990.
62 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La Gaviota. Edición, introducción y notas de Demetrio Estébanez, Madrid,


Cátedra, 1998.
La familia deAlvareda. Novela, Madrid, Mellado, 1856, 1861.
La familia de Alvareda, Leipzig, Brockhaus, 1860, 1864, 1871, 1876, 1885.
La familia de Alvareda, Boston, De Bries, Ibarra y Ca, 1865.
La familia deAlvareda, New York, H. Holt and Cía, 1876, 1899, 1901, 1911.
La familia de Alvareda, Madrid, Suc. De Rivadeneyra, 1893-
La familia de Alvareda, Madrid, Hijos de Guijarro, 1902.
La familia de Alvareda, Barcelona, Imp. Barceloneta (folletín del Diario de
Barcelona), 1910.
La familia de Alvareda, Madrid, A. Romero, 1910.
La familia de Alvareda, Madrid, Rubiños, 1917, 1923, 1925.
La familia de Alvareda. Edited with introduction, exercises, notes, by W.
Samuel Hendrix and Ernest Hermán Hespelt, Boston, Ginn and Co.,
1928.
La familia de Alvareda. Con una introducción de C. Pitollet, París, A. Ha-
tier, 1932.
La familia de Alvareda, Buenos Aires-México, Espasa-Calpe (Colección
Austral), 1939, 1941, 1943, 1951, 1960, 1967, 1975.
La familia de Alvareda, Barcelona, Editorial Hesperia, 1944.
La familia deAlvareda. Prólogo de Luis Hernández Alfonso, Madrid, Agui-
lar, 1963.
La familia de Alvareda. Edición, introducción y notas de Ernesto Jareño,
Salamanca, Anaya, 1970.
La familia de Alvareda, Barcelona, Vosgos, 1975.
La familia de Alvareda. Edición a cargo de Fernando Huerta Viñas, Barce¬
lona, Luis de Caralt, 1976.
La familia de Alvareda. Edición, introducción y notas de Julio Rodríguez-
Luis, Madrid, Castalia, 1979-
Un servilón y un liberalito o tres almas de Dios. Novela. Prólogo de Antonio
Aparisi y Guijarro, Madrid, Mellado, 1857, 1863, 1894, 1859-
Schweigen im Leben, im Slerben vergeban... Aus den spanischen von Lud-
wig Leislner (en Heyse, Paul, de. Novelleschatz des auslandes), 1872-
1874.
Un servilón y un liberalito, Tuy, Tip. Gallega, 1892.
Un servilón y un liberalito, Sevilla, Imprenta Álvarez y C.a, 1886.
Servil und liberal. Aus dem Spanischen von Wilhem Lange, Leipzig, Re-
clam, 1894.
Un servilón y un liberalito, Barcelona, Tip. La Vanguardia, 1902.
Un servilón y un liberalito. With intr., notes and voc. By Carlos Bransby,
Boston, O.C., Heath, 1909.
Un servilón y un liberalito, Madrid, Lib. Antonio Rubiños, 1921.
Un servilón y un liberalito. With intr. By Nina Lee Weisinger, Philadelphia,
The John C. Winston, 1924.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 63

Un servilón y un liberalito, Barcelona, Tip. Salesiana, 1932.


Elia o La España treinta años ha, Madrid, Mellado, 1857.
Elia o La España treinta años ha, Leipzig, Brockhaus, 1864, 1873, 1881.
Elia orEspainfiftyyears ago. Trans. From Spanish..., New York, D. Appleton
and Co., 1868.
Elia ou Hespanha ha treinta annos, Lisboa (s.a.).
Elia o La España treinta años ha, Madrid, Miguel Guijarro, 1880, 1902,
1904.
Elia o La España treinta años ha, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903-
Elia o La España treinta años ha, Madrid, A. Romero, 1911.
Elia o La España treinta años ha. Con un prólogo de Fernando de Gabriel
Ruiz de Apodaca, Madrid, Libr. A. Rubiños, 1921.
Elia o La España treinta años ha. Prólogo de José F. Montesinos, Madrid,
Alianza Editorial, 1968.
Un verano en Bornos, Madrid, Mellado, 1855.
Un verano en Bornos. Prólogo de Emilio Oyoqui, Madrid, Est. Tip. J. Ber-
nat, 1864.
Un été en Bornos. Román traduit par Auguste Dumas, París, 1865.
Un verano en Bornos, Leipzig, F. A. Brockhaus, 1873, 1882.
Un verano en Bornos, Madrid, Guijarro, 1880.
Un verano en Bornos, Sevilla, Imp. Ximénez de Enciso, 1886.
Un verano en Bornos. Prólogo de Emilio Oyoqui, Madrid, Aurial, 1902,
1904.
Un verano en Bornos, Barcelona, Imprenta Barceloneta, 1905.
Un verano en Bornos, Madrid, Antonio Rubiños, 1923.

2.6.2. Epistolario

Bassagoda, Roger, Fernán Caballero: cartas desconocidas, Montevideo,


s. e., 1940.
•Carta (inédita) con algunos detalles biográficos», Revista Hispano-Ameri-
cana, I (1881), pp. 208-210. [Dirigida a F. de la Puente y Apecechea en
1-VI-1872],
Cuevas, Jesús de las, «Tula y Fernán en Sevilla a través de unas cartas iné¬
ditas*, Archivo Hispalense, XX (1954), pp. 51-72.
Fuente Ballesteros, Ricardo de la, «Algunas cartas de Fernán Caballero en
la Biblioteca Nacional de Madrid*, Siglo xtx, 2 (1996), pp. 213-219-
Heinermann, Theodor, Cecilia Bóhl de Faber (Fernán Caballero) y Juan
Eugenio Hartzenbusch, una correspondencia inédita, Madrid, Espasa
Calpe/Stuttgart y Berlín, W. Hohlammer, 1944.
López de Argüello, A., Epistolario de Fernán Caballero. Una colección de
cartas inéditas de la novelista publicada por. .., Barcelona, Sucesores
de Juan Gil, editores, 1922.
64 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Montoto, Santiago, «Cartas inéditas de Fernán Caballero a don Fermín de la


Puente Apecechea», Revista Bibliográfica y Documental, IV (1950),
pp. 61-76.
-, Cartas inéditas de Fernán Caballero. Edición, prólogo y notas de...,
Madrid, Aguirre Torre, 1961.
Morel-Fatio, Alfred, «Fernán Caballero d’aprés sa correspondance avec An-
toine de Latour», Bulletin Hispanique, III (1901), pp. 252-294 [Reimpre¬
so en tirada aparte, con paginación especial. Volvió a imprimirse en sus
Études sur l’Espagne, París, Bouillon, 1904].
Núñez de Arenas, M., «Una carta inédita», Bulletin Hispanique, XXVI
(1924), pp. 69-72.
Sánchez, José, «Fernán Caballero-Barrantes. Correspondance», Hispanic
Review, IX (1941), pp. 402-404.
Sanies Martínez, R., «Fernán Caballero y Méndez Núñez (doce cartas inédi¬
tas de Cecilia Bóhl de Faber)», Estudios, XLIII (1987), pp. 341-358.
Simón Díaz, José, «Dos cartas a A. López de Ayala y otras dos sin nombre
de destinatario», en El Artista [Madrid, 1835-1836], Madrid, CSIC,
1948, pp. 17-19.
-, «Dos cartas», en Educación Pintoresca [Madrid, 1948], Madrid, CSIC,
pp. 9-10.
Valencina, Diego de, «Cartas familiares de Fernán Caballero», Revista de Ar¬
chivos, Bibliotecas y Museos, II (1907), pp. 100-119.
-, Cartas de Fernán Caballero, Madrid, Hernando, 1919 [En dicha pu¬
blicación se recoge el anterior epistolario].

2.6.3■ Bibliografía

Alborg, Juan Luis, Historia de la Literatura Española. Realismo y Naturalis¬


mo. La novela. Parte primera. Introducción—Fernán Caballero-Alar-
cón-Pereda, Madrid, Gredos, 1996, pp. 424-479.
Anónimo, «Obras Completas de Fernán Caballero, 13 vols., Madrid, 1856-
1859», en The Edinburg Review, XXIV (1861), pp. 9-129.
Asensio, José María, «Personalidades ilustres. Fernán Caballero», España
Moderna, LIV (1893), pp. 133-50.
Azorín, «Fernán Caballero», en Andando y pensando, Madrid, Aguilar,
Obras Completas, 1948, pp. 199-203-
Balseiro, José Antonio, «Fernán Caballero», en Novelistas españoles moder¬
nos, Puerto Rico, Edit. Universitaria, 1977, pp. 1-24.
Baquero Goyanes, Mariano, «La novela española en la segunda mitad del
siglo xix», en Historia General de las Literaturas Hispánicas, Barcelo¬
na, Vergara, 1969, V, pp. 54-142.
Benítez, Rubén, ■La Gaviota, novela simbólica», Revista Hispánica Moder¬
na, XLII (1989), pp. 99-110.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 65

Berrien, Willians, -Algunos propósitos literarios de Fernán Caballero»,


Anales de la Facultad de Filosofía y Educación, I (1936), pp. 5-47.
Brown, Reginal F., La novela española, 1700-1850, Madrid, Dirección Ge¬
neral de Archivos y Bibliotecas, 1953.
Caldera, Ermanno, «Poetizar la verdad en Fernán Caballero», en Romanti¬
cismo 3-4. Atti del IV Congresso sul romanticismo spagnolo e ispanoa-
mericano: La narrativa romántica, Genova, Facoltá di Magistero,
1988, pp. 17-22.
Cantos Casenave, María E., -Los relatos de Fernán Caballero entre costum¬
brismo y realismo», Siglo xix, 2 (1996), pp. 187-200.
Carnero, Guillermo, Los orígenes del romanticismo reaccionario español:
el matrimonio Bóhl de Faber, Valencia, Universidad, 1978.
-, «Francisca Ruiz de Larrea (1775-1838) y el inicio gaditano del ro¬
manticismo español», en M. Mayoral (ed.), Escritoras románticas es¬
pañolas, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1990, pp. 119-130.
Cáseda Teresa, Jesús, «Costumbrismo y estética literaria de Fernán Caballe¬
ro», Cuadernos de Investigación Literaria, 12-13 (1987), pp. 69-82.
Castillo, Rafael, «Los prólogos a las novelas de Fernán Caballero y los pro¬
blemas del realismo», Letras de Deusto, VIII, 15 (1978), pp. 185-193-
Chevalier, Máxime, «Inventario de los cuentos folklóricos recogidos por
Fernán Caballero», Revista de Dialectología y Tradiciones Populares,
XXIV (1978), pp. 49-65.
Ciplijauskaité, Biruté, *La Gaviota y la novela femenina en Francia», La
Chispa’83 (1983), pp. 61-69-
Coloma, Luis, Recuerdos de Fernán Caballero, Bilbao, Imp. del Corazón
de Jesús, 1911 -
Corbera Fradera, Carolina, Dulce ocaso. Biografía de Fernán Caballero,
Madrid, Lincor, 1962.
Cortí, Valentina y Martino, Mónica di, «La función adjetival en La Gaviota»,
Romanticismo 3-4 (1988), pp. 166-167.
Dendle, Brian J., -The First Cordero: Elia and the Episodios Nacionales»,
Anales Galdosianos, VII (1972), pp. 103-105.
Domínguez Iglesias, Magdalena, «Fernán Caballero y la sociedad andaluza
de su tiempo», Anuario de Historia Moderna y Contemporánea. Uni¬
versidad de Granada, VI (1979), pp. 193-206.
Figueroa, marqués de, «Fernán Caballero y la novela de su tiempo», La Es¬
paña del siglo xix, II (1886), pp. 297-323-
Flitter, Derek William, «El tradicionalismo romántico en la obra de Fernán
Caballero», Teoría y crítica del romanticismo español, Madrid, Cam¬
bridge University, 1995, pp. 242-278.
Fradejas, José, •Dos amigos, de Fernán Caballero», Epos, I (1984), pp. 279-
282.
Fuente Ballesteros, Ricardo de la, -Bibliografía para un centenario: Fer¬
nán Caballero (1796-1877), Siglo xix, 2 (1996), pp. 221-227.
66 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Fuentes, Víctor, «Sobre realismo y realidad social en las novelas de Fernán


Caballero», Duquesne Hispanic Review, VII-3 (1970), pp. 13-21.
Gabriel y Ruiz de Apodaca, Fernando de (ed.), Estar de más (relación) y
Magdalena (obra inédita). Precedidas de una noticia biográfica, Sevi¬
lla, 1878.
González Catilleno, M. José, «La imagen de la mujer en la obra de Fernán
Caballero», en De la Ilustración al Romanticismo. IVEncuentro Carlos
III..., Cádiz, Universidad, I, 1993, pp. 133-137.
González Ruiz, Nicolás, «Los orígenes del realismo en España: Fernán Ca¬
ballero», Bulletin of Spanish Studies, V (1928), pp. 15-20.
González Troyano, Alberto, El torero, héroe literario, Madrid, Espasa-Cal-
pe (Colección la Tauromaquia), 1988.
-, «Andalucía en la obra narrativa de Fernán Caballero», en La imagen
de Andalucía en la literatura de la España contemporánea (1840-
1916), Cádiz, Universidad, 1992, pp. 21-25.
-, «Fernán Caballero. De la Andalucía romántica a la novela moderna»,
en Fernán Caballero. Catálogo de la exposición conmemorativa del
bicentenario de la escritora, Puerto de Santa María, Ayuntamiento,
1996, pp. 9-28.
-, «La iniciación de la novela realista: Fernán Caballero», en Historia de
la Literatura Española. Siglo xix (I). Director Víctor García de la Con¬
cha. Coordinador Guillermo Carnero, Madrid, Espasa-Calpe, 1997, pp.
656-675.
Gullón, Germán, «El costumbrismo moralizante de Fernán Caballero», en El
narrador en la novela del siglo xix, Madrid, Taurus (Colección Persi-
les-91), 1976, pp. 29-42.
Hamel, Angela, «Zum Realismus Fernán Caballero», Ibérica, III (1925), pp.
119-127.
Heinermann, Theodor, «Dichtung und Wahrheit über Gaviota Fernán Ca¬
ballero», Romaniscbe Forschungen LVI (1942), pp. 313-324.
-, «Deutsches Schilksal in Spanien Johann Nikolaus Bóhl von Faber
und seine Tochter Cecilia (Fernán Caballero)», Ibero-Amerikanisches
Archiv, XVII (1943-44), pp. 75-90.
Herrero, Javier, «El Schosser de Fernán Caballero», Romaniscbe Forschun¬
gen, 74 (1962), pp. 404-412.
-, Un nuevo planteamiento, Madrid, Gredos, 1963-
-, «El testimonio del Padre Coloma sobre Fernán Caballero», Bulletin of
Hispanic Studies, XLI (1964), pp. 40-50.
-, «El naranjo romántico: esencia del costumbrismo-, Hispanic Review,
46 (1978), pp. 343-54. [Reimpreso en David T. Gies (ed.), El Romanti¬
cismo, Madrid, Taurus, Colección -El escritor y la crítica», 1989, pp.
199-2111.
-, «Discurso e imagen en La Gaviota de Fernán Caballero», en Letras de
la España Contemporánea. Homenaje a José Luis Vareta. Edición a
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 67

cargo de Nicasio Salvador Miguel, Alcalá de Henares, Centro de Estu¬


dios Cervantinos, 1995, pp. 195-203-
-, «La morada del padre Pasión y límite en La Gaviota», Siglo xix, 2
(1996), pp. 175-185.
Hespelt, E. Hermán, «A second Pseudonym of Cecilia Bóhl de Arrom», Mo¬
dera Language Notes, XLI (1926), pp. 123-125.
-, «The Portorican Episode in the Life of Fernán Caballero», Revista de
Estudios Hispánicos, I (1928), pp. 162-167.
-, «The Génesis of La familia de Alvareda-, Hispanic Review, II (1934),
pp. 179-201.
Hespelt, E. H. y Williams, S. T., -Two unpublished Anecdotes by Fernán
Caballero preserved by Washington Irving», Modern Language Notes,
XLIX (1934a), pp. 25-31.
-, «Washington Irving’s Notes to Fernán Caballero’s Stories», Publica-
tions of the Modern Language Association of America, XXIX (1934b),
pp. 1129-1139.
Heyse, Paul, «Johan Nikolas Bóhl von Faber und seine Tochter Cecilia», en
Stuttgarter Kunstblatt, mayo, 1858.
Horrent, Jules, «Sur La Gaviota de Fernán Caballero», Revue des Langues
Vivantes, XXXII (1966), pp. 227-237.
Kirkpatrick, Susan, «On the Threshold of the Realist Novel Gender and
Genre in La Gaviota-, Publications of the Modern Language Associa¬
tion of America, 98 (mayo, 1983), pp. 323-340.
-, Las románticas. Women Writers and Subjectivity in Spain, 1833-
1850, Berkeley, Los Angeles, London, University of California Press,
1989 [Traducción al castellano: Las románticas. Escritoras y subjetivi¬
dad en España, 1833-1850, Madrid, Cátedra, 199H-
Klibbe, Lawrence H., Fernán Caballero, New York, Twayne, 1973.
-, «Fernán Caballero y las fortunas literarias de Edgar Alian Poe», en Ac¬
tas del VCongreso Internacional de Hispanistas, Bordeaux, Publicacio¬
nes de la Universidad de Bordeaux, 1977, pp. 527-36.
Kreiten, W., «Fernán Caballero», Stimmen aus María Laach, XIII (1877),
pp. 277-298; XIV (1878), pp. 174-192.
Langa Laorga, María Alicia, «Fernán Caballero: el reflejo de una época», Cua¬
dernos de Historia Moderna y Contemporánea, VII (1986), pp. 141-61.
-, «Vida familiar en la Baja Andalucía (Época isabelina) bajo la óptica de
Fernán Caballero», en Actas de las IV jornadas de Investigación lnterdis-
ciplinar. Literatura y vida cotidiana, Madrid-Zaragoza, Servicio de Pu¬
blicaciones de la Universidad, 1987, pp. 219-231-
Latour, Antoine de, «Littérature Espagnole. Fernán Caballero», Le Corres¬
pondan, 25 de agosto de 1857, pp. 605-634.
-, La Baie de Cadix. Nouvelles études sur l'Espagne, París, M. Lévy, fré-
res, Simón Rayonet Cié., Imp., 1858. [Traducción: La bahía de Cádiz,
Cádiz, Diputación Provincial, 1986].
68 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Latour, Antoine de, «Lettre á M. le directeur de la Revue Britanique*, Revue


Britanique, marzo, 1864, pp. 211-225.
-, Espagne. Traditions, moeurs et Littérature. Nouvelles études, París,
Didieret Cié. Edit., 1869.
Lavigne, Germond, Nouvelles andalouses. Scénes de moeurs contemporai-
nes par Fernán Caballero traduites de l’espagnol par..., París, Librairie
de L. Hachette, 1859-
López Estrada, Francisco, «Una biografía compartida. Fernán Caballero y el
torbellino romántico», Archivo Hispalense, 48-49 (1969), pp. 319-334.
López Morillas, Juan, «La revolución de Septiembre y la novela española»,
Revista de Occidente, 67 (1968), pp. 94-115.
Manier, M. J. «Cecilia Bóhl de Faber y Larrea (Fernán Caballero)», Spanisb
women writers. A bio-biographical Source Book, Wesport, Greenwood
Press, 1993, pp. 66-76.
Mazade, Charles de, «Le román de moeurs en Espagne. Fernán Caballero et
ses récits», Revue des DeuxMondes, 25 de noviembre de 1858, pp. 353-
380.
Montesinos, José F., «Un esbozo de Fernán Caballero-, Volkstum und Kul-
tur der Romanen, 1930, pp. 232-257.
-, Fernán Caballero. Ensayo de justificación, Berkeley-Los Angeles y
México, D.F., University of California Press, 1961.
Montoto, Santiago, Fernán Caballero (algo más que una biografía), Sevi¬
lla, Gráficas del Sur, 1969-
Morel-Fatio, Alfred, Études sur l’Espagne, París, Bouillon, 1904, pp. 279-370.
Navarro González, Alberto, Fernán Caballero y la narrativa andaluza,
Cádiz, Ediciones de la Caja de Ahorros de Cádiz, 1974.
Ochoa, Eugenio de, «La Gaviota», La España, 25 de agosto de 1849 [Reim¬
preso en Obras de Fernán Caballero, ed. de Castro y Calvo, Madrid,
BAE, 1961, vol. V, pp. 433-441],
Olson, Paul R., «Reacción y subversión en La Gaviota de Fernán Caballe¬
ro», en Actas del VIH Congreso de la Asociación Internacional de His¬
panistas, II, Madrid, Istmo, 1986, pp. 375-381.
Palacio Valdés, Armando, «Los novelistas españoles. Fernán Caballero», Re¬
vista Europea, XI (1878), pp. 1-16.
Palau y Dulcet, Antonio, Manual del Librero Hispanoamericano, Barcelo¬
na, Antonio Palau y Dulcet/The Dolphin Book Co. Ltd., Oxford, 1949
(2.* ed.), n, pp. 301-303.
Palma, Angélica, Fernán Caballero: la novelista novelable, Madrid, Espasa
Calpe, 1931.
Perugini, Carla, «Diabluras románticas. El diablo en su corte en la prosa na¬
rrativa romántica», en E. Caldera (ed.), Romanticismo 3-4-, Genova,
Facoltá di Magistero, 1988, pp. 89-99.
Pineda Novo, Daniel, Dos Hermanas en la obra de Fernán Caballero, Se¬
villa, Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1977.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 69

Pitollet, Camille, -Les premiers essais littéraires de Fernán Caballero. Do-


cuments inédits», Bulletin Hispanique, IX (1907), pp. 67-86, 286-302;
X (1908), pp. 286-305, 378-396.
-, -Fernán Caballero et ses futurs biographes», L’HommeLibre, 23, 24 y
26 de agosto de 1930.
-, -Á propos de Fernán Caballero et de M. Montesinos-, Bulletin Hispa¬
nique, XXXIII (1931), pp. 335-340.
-, -Deux mots encore sur Fernán Caballero», Bulletin Hispanique, XX-
XIV (1932), pp. 153-160.
Qualia, Charles B., -La Gaviota one hundred years after», Hispania, XXXIV
(1951), pp. 63-73.
Randolph, David-Allen, -Fernán Caballero. Other Writers, and Their Schat-
tenverlustmotive-, Essays on Foreign Languages and Literatures, 14
(diciembre, 1982), pp. 8-14.
Rodríguez, Alfred e Irwin, Ángela, «Posible génesis de un personaje novelísti¬
co: Marisalada, la Gaviota, de Fernán Caballero», Iris(1995), pp. 229-235.
Rodríguez-Luis, Julio, «La Gaviota: Fernán Caballero entre romanticismo
y realismo», Anales Galdosianos, VIII (1973), pp. 123-136.
-, -La novela de costumbres: un texto programático de Fernán Caballe¬
ro», en Andrés Amorós (ed.), El comentario de textos, 3- La novela re¬
alista, Madrid, Castalia, 1979, pp. 9-40.
Romano, Julio, La alondra y la tormenta. Fernán Caballero, Madrid, Espa-
sa Calpe, 1950.
Rubio Cremades, Enrique, «Costumbrismo y novelas», en Francisco Rico
(ed.), Historia y Crítica de la Literatura Española. Romanticismo y Re¬
alismo. 1 Suplemento, Barcelona, Crítica, 1994, pp. 218-242.
Sabik, Kazimiers, «La novelística de Fernán Caballero en Polonia», Archivo
Hispalense, 224 (1990), pp. 87-97.
Schaller Cuenca, Pilar, -Los extranjerismos en La Gaviota, en Canónica, El-
vezio y Rudin, Ernest (eds.), Literatura y bilingüismo. Homenaje a Pe-
re Ramírez, Kassel, Reichenberger, 1993, pp 161-172.
Schmidt, Julius, -Fernán Caballero und die spanische Literatur in Deutsch-
land», Westermanns Mouatshfte, XXV (1869).
Sebold, Russell P., -La pena de la hija del sol: realidad, leyenda y romanti¬
cismo», en Estudios en honor a Ricardo Gullón, Lincoln, Amer. Stu-
dies, 1984, pp. 295-308.
Simón Palmer, M.* del Carmen, Escritoras españolas del siglo xix. Manual
bio-bihliográfico, Madrid, Castalia, 1991, pp. 94-126.
Tietz, Manfred, -Fernán Caballero: La Gaviota-, Der Spanische Román vom
Mittelalter bis zur Gegenvart, Düsseldorf, 1986, pp. 193-214.
Valencina, Fr. D. de, Fernán Caballero y sus obras, Sevilla, Impr. Divina
Pastora, 1925.
-, Más sobre Fernán Caballero su psicología, Sevilla, Sobrino de Iz¬
quierdo, 1926.
70 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Valera, Juan, «Revista de Madrid. Cartas al director de la Revista Peninsu¬


lar-, Revista Peninsular, I (1856), pp. 468-473, 522-528, 568-575; II,
pp. 43-48. [Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1961 (3.a ed.), pp. 84-
851.
-, «Breves reflexiones sobre un artículo que en alabanza de las obras
completas de Fernán Caballero ha aparecido en el último número de la
Revista de Edimburgo, El Contemporáneo, 13 de septiembre de 1861
[Obras Completas, Madrid, De. Alemana, vol. XXI, pp. 151-164] [Madrid,
Aguilar, 1961 (3.a ed.), pp. 228-232].
Valis, Noel M., «Edén and the Tree of Knowledge in Fernán Caballero’s
Clemencia», Romance Quaterly, XXIX, 3 (1982), pp. 251-260.
Varela, José Luis, «Fernán Caballero y el Volksgeist-, Arbor (1966), pp. 23-
38.
Varela Jácome, Benito, «El especial realismo de Fernán Caballero», en Es¬
tructuras novelísticas del siglo xix, Gerona, Bosch, 1974.
Williams, Stanley T., «Washington Irving and Fernán Caballero», Journal of
Englisb and Germanic Philology, XXIX (1930), pp. 352-366.
Wolf, Adolf, «Über Fernán Caballero und ihren sitten román», Wiener Zei-
tung, 18 de julio de 1859-
Wolf, Ferdinand, «Über den realistischen Román Spaniens», en Jahrbucbfür
romanische und engliscbe Literatur, I, 1859, pp. 247-297.
Yáñez, M.a Paz, «Los cuentos de La Gaviota: punto de partida del discurso
literario de Fernán Caballero», en Peter Frohlicher y Günter (eds.), Teo¬
ría e interpretación del cuento, Bern, Peter Lang, 1995, pp. 238-262.
[Artículo reimpreso con el título «El relato autorreferencial. Fernán Ca¬
ballero: del cuento a la novela», en Siguiendo los hilos. Estudio de la
configuración discursiva en algunas novelas españolas del siglo xix,
Bern, Peter Lang, 1996, pp. 113-138],
Zavala, Iris M., Ideología y política en la novela española del siglo XIX, Sala¬
manca, Anaya, 1971, pp. 123-166.
3

Pedro Antonio de Alarcón


3

3.1. Situación de alarcón en el panorama literario


DEL SIGLO XDC

El seguimiento puntual de la recepción crítica surgida a raíz de


las publicaciones o ediciones y estudios referidos a su vida hace po¬
sible que el lector se plantee una serie de problemas relacionados
con las corrientes estéticas e ideológicas del siglo xix. Para un deter¬
minado sector de la crítica coetánea al autor, Alarcón representa una
modalidad o tendencia literaria denominada espiritualista. Otros
juzgan su obra desde una óptica distinta, pues le consideran un es¬
critor anclado en el pasado e inmerso en un romanticismo trasno¬
chado y caduco. No faltan quienes lo engarzan con los maestros de
la llamada Generación del 68, al lado de Pereda, Valera, Galdós,
Clarín, Pardo Bazán, entre otros. Autor tendencioso, espiritualista,
ultramontano, pre-realista, post-romántico, representante del primer
realismo, novelista puente entre el Romanticismo y el Realismo...,
son marbetes que suelen figurar en los estudios dedicados a Pedro
A. de Alarcón. Bien es verdad que toda esta relación de calificacio¬
nes no es siempre sinónimo del buen quehacer literario del autor,
sino reproche de su forma de narrar o de exponer un determinado
credo literario e ideológico. Desde una perspectiva historicista y a
través de los estudios relacionados con este epígrafe el lector pue¬
de comprender cuan complicada es la adscripción de la obra alar-
coniana.1

1 Iris M. Zavala apunta esta difícil agrupación de novelistas que configuran y


dan vida a la corriente literaria denominada Realismo: -Resulta difícil describir y de¬
limitar con exactitud la corriente realista. Las definiciones son vagas, difusas. Entre
las más conocidas figuran Valera, Galdós, Pereda, Alarcón, Palacio Valdés. Algunos
insistieron en el mundo ideal del espíritu, otros en la realidad material y cotidiana.
Las polémicas sobre el realismo fueron igualmente contradictorias: figura allí tanto
el que aboga por el compromiso social como el que defendía el divorcio de la rea¬
lidad, la creación de un mundo artístico autónomo- (1971, p. 173). Para Iris M. Za¬
vala el problema de la definición es idéntico en Francia. Según sus palabras apare¬
ció por primera vez en 1835 para definir la -Vérité humaine- de los cuadros de
Rembrandt. En 1856 se fundó una revista, Realisme, dirigida por Duranty, aunque
siempre el término se usó para distinguir a unos escritores de otros que llamaban
idealistas. Bernard Weinburg, French Realistn. The Crítical Reaction: 1830-1870,

73
74 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Los testimonios de la época le sitúan normalmente como no¬


velista realista o restaurador e iniciador de la gran novela española
de la segunda mitad del siglo xix, como en el caso de Juan Vale-
ra (1961, II, p. 1.363). Emilia Pardo Bazán lo define como escritor
puente «entre el romanticismo más descabellado y huero, y el rea¬
lismo más castizo y donoso- (1973, III, p. 1.361), representante, a
partir de la publicación de El escándalo, del idealismo espiritualis¬
ta y defensor de la moral cristiana. Su papel de corrector moral
—palabras de la propia autora— se evidencia, salvo en contadas
ocasiones, en sus novelas, siendo una excepción los relatos breves
y cuentos (1973, III, p. 1.395).
Manuel de la Revilla acogió en 1875 con satisfacción la publi¬
cación de El escándalo, aunque no por ello demostró su pesar por
ciertas opiniones del autor vertidas en sus personajes. Narrador
ameno y cultivador de un género de novelas ingeniosas y ligeras
que había puesto de moda los escritores franceses, «género nuevo,
y hasta cierto punto extraño a sus aptitudes, cual es la novela psi¬
cológica» (1884, p. 7). Es claro que Revilla considera a Alarcón co¬
mo un eslabón esencial en la tarea de regeneración de la novela
española, renovación o restauración que se llevaría a cabo a través
de lo que él llama «género psicológico». Pese a las evidentes mues¬
tras de discrepancias entre Revilla y Alarcón, el citado crítico con¬
sidera al novelista como uno de los artífices de la renovación de la
novela, pues El escándalo era. una genuina novela psicológica, una
modalidad ausente en la España de su época (Revista Contempo¬
ránea, 1875, p. 122). Revilla matiza u observa una doble modali¬
dad en el llamado «género psicológico»: la concepción moral-filo¬
sófica y la concepción artística.* 2 Para el citado crítico el autor de

London, 1937; lan Watt, The ríseod the Novel, University of California Press, 1960; R.
D. McMaster, «Dickens, the Dandy and the Savage: A Victorian View of the Roman-
tic», Studiesin the Novel, 1 (1969), pp- 133-146; Joseph T. Flibbert, «Dickens and the
French Debate over Realism: 1838-1856«; Comparative Literature, 1 (1971), pp. 18-
30; Edouard Maynal, LEpoque Réaliste sous leSeconde Empire, París, 1931- Una ac¬
tualizada bibliografía sobre el Realismo la encuentra el lector en Yvan Lissorgues
(1988; 1994, pp. 243-286) y Juan Luis Alborg (1996).
2 Cristina Carbonell señala al respecto lo siguiente: «Esta definición de la nueva
escuela dejaba sentados, pues, dos aspectos diferenciales que, reconocía Revilla, raras
veces brillaban en armonía para conformar el auténtico “género que pudiera
llamarse psicológico y aun psicológico-social”, y que son los que denomina “una con¬
cepción moral y filosófica y una concepción artística". Si la primera de ellas debe tra¬
ducirse en una “profunda e intencionada enseñanza” y la segunda debe aquilatarse
PEDRO ANTONIO DE AI.ARCÓN 75

El escándalo cumplía la finalidad docente o trascendental de la na¬


ciente novela psicológica (1884, p. 3). '
Críticos e historiadores de la literatura española señalan al res¬
pecto que Alarcón es fiel transcriptor de la España de mediados del
siglo xix (Azorín, 1960, V, pp. 210-213). Blanco García alude en sus
conclusiones finales a los aspectos cuya atención nos ocupa en es¬
tos momentos: la de su situación en la encrucijada o cruce de ten¬
dencias y corrientes ideológicas: «Romántico en El final de Norma,
realista más que naturalista en El sombrero de tres picos, cultivador
de la novela docente en El escándalo, y de la de costumbres En el
Niño de la Bola y La pródiga, casi siempre muestra inclinaciones y
simpatías por el idealismo, y busca más lo grato de la ficción que el
relieve de las figuras» (1910, II, p. 463). Si en el citado estudio Alar¬
cón ocupa un lugar señero, en el conocido estudio de Andrenio
—El renacimiento de la novela en el siglo xix— Alarcón figura en
una especie de cajón de sastre —Los novelistas menores— frente a
otros novelistas que sí ocupan un lugar privilegiado, como en el
caso de Galdós, Valera, Pereda, Pardo Bazán y Palacio Valdés. Aun
así, Alarcón aparece entre los escritores de novelas de tesis y es con¬
siderado como autor que sirve de enlace entre Fernán Caballero y la
gran novela de la segunda mitad del siglo xix (1924, p. 90). Andrenio
está convencido del escaso valor de sus novelas al señalar que sus li¬
bros son combativos, con tendencia a la polémica y docentes en su
finalidad. Es evidente que determinados prejuicios ideológicos ac¬
tuaron en detrimento de la obra alarconiana. A los ya señalados por
la crítica de su tiempo cabe señalar el lacónico comentario que

mediante la representación "fiel y delicada" de caracteres y pasiones, en el segui¬


miento, fiel a la verdad psicológica, del drama íntimo de la conciencia, debemos con
venir en que, así formuíadas, estas dos concepciones redundan, respectivamente, en
lo que Revilla reconocía en 1877- (1989, II, p. 132).
^ Desde una concepción distinta actúa Clarín, alineándose en las filas opues¬
tas a lo que representaba Alarcón. De forma implícita Alas reconoce la modalidad
o nueva forma de novelar apuntada por el crítico Manuel de la Revilla: «Alarcón, y
ya puede decirse que Pereda, representan la reacción en la novela, y en buena ho¬
ra; pues aparte de que sus libros, por el mérito absoluto que tienen en cuanto obras
de arte, contribuyen, y no poco, al florecimiento del género de que trato, aun como
oposición, tienen el mérito relativo de poner de relieve en las vicisitudes del com¬
bate la superioridad del libre examen sobre las preocupaciones de la ortodoxia y de
la tolerancia. La lucha es desigual, porque Galdós y Valera son ingenios de primer
orden, pensadores profundos, aunque de ello no hagan intempestivo alarde, y Alar¬
cón y Pereda son meramente artistas- (1972, p. 46).
76 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Fitzmaurice-Kelly dedica a la vida y obra de Alarcón. Los juicios del


mencionado crítico son asaz negativos e incidieron —dada la im¬
portancia de la publicación— en posteriores estudios de conjunto
referidos al novelista. Se reprocha, por ejemplo, su militancia polí¬
tica y su parcial postura en reivindicarla mediante el género nove¬
lesco. Para Fitzmaurice-Kelly el auténtico Alarcón se encuentra,
precisamente, en aquellos relatos carentes de ideología o sesgo
político.4 Es evidente que al citado crítico no le preocupa el lugar
que debe ocupar Alarcón en las corrientes literarias de la época. Si¬
tuándolo en un apartado —El siglo xix— al lado de escritores de
muy distinto credo artístico y producción literaria.
Es evidente que no siempre se sitúa el Corpus literario de
Alarcón dentro de la textura puramente realista, sino romántica,
como en el caso, por ejemplo, de Allison E. Peers, José F. Monte¬
sinos o Mariano Baquero Goyanes. Así, para el primero, El es¬
cándalo presenta la clásica irrealidad de un romance religioso
medieval como el Blanquerna de Ramón Llull: «La inverosímil
conversación del imposible protagonista interesa tan escasamen¬
te al lector, que apenas le provoca una protesta; por lo demás, la
novela está montada a todo correr y no construida a conciencia.
El Niño de la Bola recuerda la extravagancia primera de Alarcón:
sus situaciones forzadas y personajes huérfanos de naturalidad
llegan a hacer pensar hasta en las extremosidades de los prime¬
ros melodramas románticos. Donde Alarcón vuelve a la tierra es
en sus novelas cortas y en la seminovela El Capitán Veneno
(1881). Pero si bien demuestra un cierto conocimiento de la vida
real y de sus problemas, a duras penas cabe llamarlo realista»
(1967, II, pp. 409-410).
Los estudios de José F. Montesinos ahondan en el mismo te¬
rreno, aunque por vías distintas y argumentaciones un tanto

4 No nos parece acertada la exclusión de Alarcón en el apartado de Literatura


Contetnporánea, epígrafe en el que figuran sus compañeros de generación y autores
de novelas tendenciosas. La visión de Fitzmaurice-Kelly sobre Alarcón evidencia una
doble valoración: «Su Escándalo i1875), después de producir notable sensación como
defensa de los jesuítas hecha por un antiguo revolucionario, está ya dado de mano, y
La pródiga no se halla en mejores condiciones. El verdadero Alarcón se encuentra en
El sombrero de tres ¡jicos, pintura de costumbres rurales, escrita con infinito buen hu¬
mor y inagotable alegría; en los rápidos y variados bosquejos titulados Historietas na¬
cionales, y en la galana y pintoresca relación de la campaña de Marruecos, rotulada
Diario de un testigo de la Guerra de África, animado trozo de crónica patriótica que
nadie ha podido superar durante estos últimos años- (1901, p. 519).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 77

novedosas.'’ Para el citado crítico Alarcón siempre fue un escritor


romántico, afirmación tajante y argumentada en todas sus publi¬
caciones (1955, 1959, 1977). Así en la Nota preliminar de la pri¬
mera edición, reproducida en la de 1977, señala el empecina¬
miento de Alarcón por abjurar del romanticismo que subyace en
sus novelas El escándalo y El Niño de la Bola. Un romanticismo
que, guste o no a Alarcón, siempre estuvo presente en sus rela¬
tos: «Siempre fue, quisiéralo o no, un novelista romántico —la
mejor novela romántica de nuestra literatura es, posiblemente, El
Niño de la Bola—; su repulsa del romanticismo moral o artístico
es, como las que leemos en De Villahermosa a la China —una
de sus fuentes— sincera sin duda, pero la una como las otras
contradicen los procedimientos de los autores y su conducta en
general [...] Mi estudio debería titularse Alarcón en la encrucija¬
da post-romántica, pero este término es repelente, y no quiero
concitar las antipatías del lector desde la portada» (1977, p. 22).
Montesinos representa la tesis del Alarcón romántico y sus teorías,
salvo en contadas ocasiones, han sido analizadas desde dispar ópti¬
ca, especialmente aquellas que muestran a un Alarcón falto de ver¬
dad, fracasado y representante de un romanticismo vetusto y pla¬
gado de falsedades (1977, p. 19). Sus juicios, como tendremos
ocasión de comprobar a continuación, han sido rebatidos y mati¬
zados (Alborg, 1996). No faltan críticos quienes, como en el caso de
Baquero Goyanes (1969), adoptan el marbete de romántico rezaga¬
do o post-romántico para designar o situar la obra de Alarcón. Jui¬
cios que en posteriores publicaciones serán matizados y enriqueci¬
dos con nuevos enfoques (1973, 1979): “Un retraso perdonable en
él, pero inadmisible como tónica general. Alarcón, el gran rezagado

5 Su clásico y fundamental estudio —Pedro Antonio de Alarcón— ha tenido


dos ediciones. La segunda (1977) es más extensa que la primera (1955) y ofrece va¬
riaciones de contenido. Incluso algunos aspectos que aparecen ligeramente deline¬
ados en la primera edición, en la segunda aparecen con entidad propia y amplia¬
mente desarrollados. El mismo Montesinos en las páginas preliminares a la segunda
edición coteja ambas publicaciones: “Mi Alarcón sale a la luz de nuevo enteramen¬
te refundido y muy ampliado. En realidad, es un nuevo libro, que contiene porcio¬
nes del primer esbozo muy poco alteradas. Recoge los capítulos que pareció necesa¬
rio omitir en 1955, todos los que siguen a la reseña de El sombrero de tres picos, y
éstos, en cambio, apenas han sufrido retoques, como podrá ver quien tenga la
paciencia y el capricho de comparar el referente a El escándalo, impreso ya en mis
Ensayos y Estudios de literatura española, México, 1959, con el que ahora ofrezco
aquí en molde [...]• (1977, p. 19).
78 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

romántico, noveló anacrónicamente en la España de 1880» (1969,


V, p. 86).
Línea romántica que ha sido resaltada y puntualizada por la crí¬
tica, como en los estudios debidos a Julio Romano (1933), J. A.
Balseiro (1933), A. Ocano (1970), De Tamasso (1985), F. Gutiérrez
Flórez (1991), R. de la Fuente (1991), entre otros. Romanticismo
que no siempre se da en su totalidad, sino de forma parcial y en
novelas o relatos muy concretos. Los estudios publicados en las
primeras décadas del presente siglo inciden en este romanticismo
o post-romanticismo que ya ha sido señalado en las referencias a
Montesinos o Baquero Goyanes. Así Balseiro acuña e insiste sobre
el término romántico para definir a Alarcón (1933, p. 130) y J. Ro¬
mano al hablar de la escuela romántica afirma tajantemente que Pe¬
dro Antonio de Alarcón es el pontífice de la misma.6 De Tamasso
(1985, pp. 61-68) ahonda en idénticos aspectos y para R. de la Fuen¬
te el eje que vertebra toda su obra, desde el principio hasta el final,
es, precisamente, la veta romántica, engarzada, a su juicio, con las
apreciaciones emitidas por E. Pardo Bazán en Alarcón. Estudio
biográfico (1991, p. 2).
La opinión crítica más generaliza en estas últimas décadas
considera a Pedro Antonio de Alarcón como escritor realista,
bien integrado plenamente en su generación o como escritor
puente entre el romanticismo y el realismo, como en el clásico y
temprano estudio de Andrés Soria (1951-1952, p. 85). Un plantea-

6 La lectura del citado libro ya es de por sí romántica. En su concepción e in¬


terpretación de la vida de Alarcón se percibe de principio a fin. No olvidemos que
el título del mismo es harto elocuente: Pedro Antonio de Alarcón. El novelista ro¬
mántico. Con estas premisa e intenciones no es extraño que en la casi conclusión
de su libro se pueda leer lo siguiente: «La escuela romántica de la cual Alarcón es un
pontífice, se cuartea y periclita. La nueva generación literaria abomina del exaltado
idealismo de los escritores nativos y se incorpora a la falange exótica que levanta en
el aire la bandera del naturalismo. La filosofía cristiana y optimista de Alarcón no sa¬
tisface a los descontentadizos que se afilian al negro pesimismo de Schopenhauer o
al crudo y áspero naturalismo de Zola. Es el barboteo y fermentación de una nueva
época. El sentimentalismo lacrimoso y las moralidades soporíferas de los románti¬
cos, que habían derrotado a los humanista y lexicógrafos que remozaban su espíri¬
tu en el estudio e imitación de los clásicos eran vencidos a su vez por una literatura
de tipo social, amarga y analítica. La pluma de los nuevos escritores hurga en todas
las miserias humanas y va descubriendo, implacablemente, a los ojos del lector las
más hediondas lacras. La fantasía del novelista deja paso al carnet del repórter, que
anota minuciosamente lo mismo los desequilibrios mentales que las legumbres
que se consumen en los mercados» (1933, pp. 182-183).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 79

miento muy parecido al adoptado más tarde por Filomena Libe-


ratori en su estudio sobre la obra alarconiana: «Alarcón, letteral-
mente oscillante fra romanticismo e realismo, appare ugualmente
incerto a livello politico-ideologico, giacché da un deciso, pas-
sionale rifiuto della borghesia passa alia sua esaltazione» (1981,
p. 194). Las Historias de la Literatura más recientes suelen situar
su producción novelística al lado de los grandes maestros de su
generación, entre Pereda, Valera o el propio Galdós/ Ángel del
Río en su Historia de la Literatura Españolei8 incluye dentro
del Realismo dos grupos. El primero estaría integrado por Alar¬
cón, Pereda y Valera. El segundo grupo lo configurarían E. Pardo
Bazán, Clarín, Palacio Valdés y Blasco Ibáñez. La primera relación
formaría la generación de 1874, pues no está de acuerdo con la
acuñada por Gómez de Baquero, la denominada Generación del
68 (1924, p. 51). La segunda nómina de escritores se diferencia
de la primera por ser liberales, en contraposición al tradicionalis¬
mo de Alarcón o Pereda. Igualmente actúan de distinto modo en
cuanto al concepto y valor del y por qué en el arte (1963,
p. 181).

Cfr. G. Brenan, The Literature of the Spanish People from Román times to
the present day, Cambridge, Cambridge University Press, 1951 [edición en caste¬
llano, Buenos Aires, Losada, 1958]. Ángel Valbuena Prat en su Historia de la Li¬
teratura Española, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1968 (8.* ed. corregida y
aumentada), III, p. 265, titula el capítulo LXVI La novela realista. Alarcón. Vale¬
ra. Pereda. El resto de escritores realistas-naturalistas figuran en un capítulo un
tanto incierto que lleva por título Galdós y el final del siglo xix. Valbuena Prat
considera a Alarcón como escritor integrado plenamente en el realismo, aunque
ciertos relatos, como El final de Norma desprendan un vaho romántico. Para el
mencionado crítico El escándalo, por ejemplo, no debe valorarse como relato ro¬
mántico, tal como afirma Balseiro (1933, pp. 129-133), sino realista, pues el pro¬
ceso psicológico de los personajes, el espacio, el tiempo, el tono de las conver¬
saciones y teorías en general -están más con el positivismo que con el idealismo,
y sobre todo por el arreglo final, análogo al de Pepita Jiménez o a la mayoría de
las novelas de Pereda- (III, p. 277).
8 Holt, Reinehart and Winston, New York, 1963. Se trata de la última edición
de Ángel del Río, revisada y aumentada con respecto a la edición primera,
año 1948. En el cuadro generacional realizado por Angel del Río se añade un co¬
mentario relativo a la novela psicológica, incluyendo en él a Alarcón y a quienes
participaron en esta tendencia: -En la novela psicológica, de análisis, sobresalen
Valera, Clarín y, en menor medida, Alarcón, la Pardo Bazán; en la de tesis o pro¬
blema ideológico con caracteres más abstractos sobre cuestiones religiosas y mo¬
rales, Alarcón en obras como El escándalo, y Pereda; en la novela social, Blasco
Ibáñez- (p. 181).
8o PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Alarcón aparece indistintamente como pre-realista,9 iniciador


del realismo,10 autor de novela de tesis,11 escritor adscrito a la lla¬
mada Generación de 186812 o, simplemente, sin especificar y sin

9 Emilio González López, Historia de la Literatura Española. La edad moder¬


na. Siglos xvwy xix, New York, Las Américas Publishing Company, 1965, sitúa a
Alarcón en la primera fase del Realismo, en la por él llamada fase prerrealista: «[...]
el nuevo arte realista no se ha desprendido totalmente de la herencia romántica y
aparece cargado de una gran cantidad de elementos de este carácter, dentro del
marco de la observación objetiva de la realidad social, que van desde los persona¬
jes hasta la incidencia de la trama y el fondo pictórico costumbrista de la obra, y en
ocasiones, la propia observación de la realidad presenta todavía cierta idealización
post-romántica» (p. 374).
lü J. García López, Historia de la Literatura Española, Barcelona, Vicens-Vi-
ves, 1966, establece tres fases en la evolución del Realismo. Alarcón ocuparía, al la¬
do de Fernán Caballero, el inicio de la novela realista impregnada de esencias ro¬
mánticas.
11 E. Diez Echarri y J. M. Roca Franquesa, Historia de la Literatura española e
hispanoamericana, Madrid, Aguilar, 1960, incluye tres capítulos: novela de tesis
(Alarcón, Galdós y Valera), novela de transición y triunfo del naturalismo (Pardo Ba-
zán, Clarín, Blasco Ibáñez) y novela regionalista (Pereda y Palacio Valdés). Ambos
historiadores de la Literatura española siguen a A. González Blanco (Historia de la
novela en España desde el Romanticismo a nuetros días, 1909, p. 238) en sus plantea¬
mientos y ubicación de Alarcón en la Novela de Tesis. Tendencia íntimamente unida
a un primer periodo situado en la década de los años setenta y que se podría calificar
de realista: "Antes de que empiece a plantearse el problema del naturalismo, el he¬
cho mismo de la aparición de una serie de novelas en la década de los setenta va a
crear una profunda polémica entre el público y la crítica y los escritores del momen¬
to. La aparición del realismo en España es inseparable de la novela tendenciosa (...)
y, más tarde, de la novela de tesis> (Oleza, 1976, p. 22). Para Briand J. Dendle El es¬
cándalo inicia la novela de tesis en España, enraizada en sus planteamientos con el
peculiar talante ideológico del autor y al amparo de la Revolución de 1868. Novela
que defiende una sociedad que está en peligro por culpa de la Septembrina y añora
los valores tradicionales frente a los nuevos usos, costumbres y planteamientos lle¬
gados del extranjero. La añoranza por el pasado y la xenofobia serán aspectos que
con cierta insistencia se darán en el Corpus literario de Alarcón o Pereda (1968, pp.
93-94). R. Rodríguez Marín, La novela en el siglo xtx, Madrid, Editorial Playor, 1982, si¬
túa a Pedro Antonio de Alarcón en el periodo de 1868-1881, en un amplio epígrafe
que comprende tanto el Realismo como la novela de tesis y aglutina en el mismo
apartado a Pereda, Valera y al primer Galdós. Pilar Palomo insiste en la importancia
del conocimiento del hecho histórico para una total comprensión de la novela de
tesis: "Es tan difícil entender el contenido de una novela de tesis fuera de su contex¬
to sociológico, como seguir los avatares de la acción de una novela histórica sin co¬
nocer, minuciosamente, el soporte real de los sucesos o personajes sobre los que ha
montado el autor su arquitectura fingida- (1989, p. XXXIII).
12 Juan Ignacio Ferreras en su estudio -La prosa en el siglo xtx-, en Historia de
la Literatura Española (ss. xixyxx). Planeada y coordinada por José María Diez Bor-
que, Madrid, Biblioteca Universitaria Guadiana (reeditado en Madrid, Taurus, 1980],
incluye de pleno derecho a Alarcón en la Generación del 68. Para Ferreras la obra de
Alarcón, al igual que la de Pereda, representa -el paso del pre-realismo al realismo,
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 8l

ningún tipo de filiación a una escuela concreta.13 Recientemente su


Corpus literario figura plenamente integrado en el Realismo espa¬
ñol (Alborg, 1996). La denominación de escritor realista es, en estas
últimas décadas, la más generalizada. Así, F. Pérez Gutiérrez señala
que El escándalo no sólo representa una contribución fundamental

del dualismo a la totalización significativa; pero si bien Pereda arranca del cos¬
tumbrismo, Alarcón se remonta un poco más lejos, puesto que una buena parte
de sus libros están directamente inspirados por el romanticismo. En puridad, se
puede sostener que Alarcón combatió toda su vida contra el realismo totalizador,
aunque para hacerlo, y como veremos, hubo de escribir un auténtico realismo*
(1980, p. 408). Para J. López-Morillas la Revolución de 1868 cambia el panorama de
la novela española, convirtiéndose en el género literario dominante. Sus autores,
comprometidos y adscritos a diversos credos ideológicos la convirtieron en arma
arrojadiza o en fiel reflejo de sus ideas. La novela dejó de ser evasiva y se convierte
en algo inquietante y problemático (1968).
■ Sería, por ejemplo, el caso de Donald Shaw, A Literary History ofSpain.
The Nineteenth Century, London, Ernest Benn Limited, 1972 [Traducción al cas¬
tellano de Elena Calsamiglia, Barcelona, Ariel, 19731- En el citado libro Alarcón fi¬
gura en la prosa post-romántica, pero en el mismo capítulo que escritores adscri¬
tos al costumbrismo romántico —Mesonero Romanos y Estébanez Calderón— y
autores de novelas históricas —López Soler, Espronceda, Martínez de la Rosa, Gil
y Carrasco, entre otros—. Evidentemente el término post-romántico no tiene la
misma equivalencia para la crítica, pues Donald S. Shaw lo utiliza con distinto
significado, sin engarzar a Alarcón en la nómina de autores de la segunda mitad
del siglo xix. Shaw, sin embargo, en capítulos posteriores, al hablar de la Revolu¬
ción del 68 o Septembrina señala que a partir de esta fecha la novela española
sufrió un cambio fundamental, pues se produjo el momento del apogeo de la no¬
vela de tesis: «En la década de 1870 a 1880 aparecieron El Escándalo (1875) y El
Niño de la Bola (1880) de Alarcón; Doña Perfecta (1876), Gloria (1876-1877) y La
familia de León Rock (1878) de Galdós; Los hombre de pro (1872), El buey suelto
(1877), Don Gonzalo González de la Gonzalera (1878) y De tal palo, tal astilla
(1879) de Pereda* (p. 172). Es, en este lugar, la novela de tesis, donde debiera es¬
tar el nombre de Alarcón, habida cuenta que ambas novelas, junto al El sombre¬
ro de tres picos son las más renombradas del escritor. Otro tanto suceda con la
ubicación de Alarcón en Histoire de la littérature espagnole, dirigida porjean Ca-
navaggio, Librairie Arthéme Fayard, 1993 [Traducción al castellano de Juan Big-
nozzi, Barcelona, Editorial Ariel, 19951, pues se le excluye del apartado El flore¬
cimiento de la novela y figura en un cajón de sastre denominado Relatos y novelas
en el que aparecen autores muy anteriores a la generación de Alarcón y obras de
textura típicamente románticas, como las debidas a Agustín Pérez Zaragoza, Ra¬
fael Húmara, Telesforo Trueba y Cossío, Ramón López Soler... Apartado que
incluye epígrafes como Bajo el signo de Walter Scott, Folletines, cuentos y memo¬
rias, El costumbrismo y Hacia la novela realista. En este último Alarcón figura al
lado de José M.1 Carnerero, Larra, Modesto Lafuente, Serafín Estébanez Calde¬
rón Evidentemente, y si tuviésemos que buscarle una ubicación a Alarcón, su
obra estaría mejor junto a un Pereda o Valera que en la relación de escritores cos¬
tumbristas citados.
82 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

al realismo, sino que sitúa, igualmente, a su autor dentro del mis¬


mo: «El escándalo pasa por ser la primera novela de tesis en el tiem¬
po que se escribió en España; a la vez, y sin menoscabo de su ro¬
manticismo o post-romanticismo, que para el caso, tanto da, fue
una de las primeras contribuciones nacionales al realismo. Clarín
advirtió ya con su proverbial agudeza todo lo que había de nece¬
sario en aquella conjunción; la novela de tesis que empezaba a flo¬
recer en España a favor del nuevo clima provocado por la revolu¬
ción de 1868 era algo así como una filosofía primera para uso de
mentes españolas» (1975, pp. 117-118). Si el testimonio de Clarín es
esclarecedor,' * no menos interesante es la opinión de quienes en su
día situaron a Alarcón como escritor plenamente integrado en la es¬
cuela realista, como en el caso de las referencias críticas publicadas
en El Imparcial el 17 de noviembre de 1879 (Pattison, 1965,
p. 8). El testimonio de E. Pardo Bazán es también harto elocuente,
pues en el prólogo de Un viaje de novios—documento interesantí¬
simo y que constituiría el germen de posteriores estudios, tal como
se percibe en La cuestión palpitante—, elogia a Alarcón a la hora
de referirse al realismo español.
Realismo tenue, pero realismo en definitiva, es la calificación
que puede definir el novelar de un Alarcón o un Valera. Para Ger¬
mán Gullón el corpus literario alarconiano está enraizado en un re¬
alismo castizo, frente al clásico, aunque ambos pretendan lo mis¬
mo: «La novelística de Alarcón, sumada a la de Rosalía de Castro, la
de Fernán Caballero, la de José María de Pereda, la del padre Colo¬
ma y la de Juan Valera, conforman el envés de la narrativa de Leo¬
poldo Alas, de Benito Pérez Galdós, de Emilia Pardo Bazán, y de Vi¬
cente Blasco Ibáñez. Los primeros ofrecen la cara tradicional, la
visión del mundo elaborada a base de fe, de imaginación, rica en cre¬
encias, mientras las otras hablan desde la razón y las certezas» (1991,
p. 32). Para Germán Gullón Alarcón, pese a estar adscrito al realismo
castizo, es receptor al mismo tiempo de la estética romántica (1991,

14 Clarín señala que el florecimiento de la novela es providencial, pues en -és¬


ta que llamamos filosofía necesaria, la religión es considerada muy pronto, y princi¬
palmente, en sus relaciones con subordinadas esferas. De ello están convencidos
los restauradores del género literario a que venimos refiriéndonos, y nada menos
que a esa altura han colocado su obra. Alarcón, en su más alabada novela El Escán¬
dalo, trata el problema religioso en sus relaciones con la conciencia moral... La no¬
vela modernísima española ha empezado, pues, por donde debía empezar; no ha
podido ser más oportuna- (1971, pp. 340-341).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 83

p. 31). Teoría que explica y aúna, al mismo tiempo, las divergentes


opiniones emitidas por la crítica. Aspectos que sintetizan y armoni¬
zan a un mismo tiempo el mosaico de definiciones relativo a las
novelas de Alarcón.
La narrativa de Alarcón, especialmente su novela El escándalo,
es fiel exponente de la burguesía y valores tradicionales, aspectos
descritos de forma realista, aunque un tanto superficial y conve¬
nientemente dosificados en apoyo del fin moral propuesto.15 Cir¬
cunstancia que evidencia su pertenencia a la Generación de escri¬
tores que participan plenamente en los acontecimientos políticos
de la Septembrina y la Restauración. De ahí que haya que situar a
Alarcón en la promoción de la restauración borbónica y no en una
zona difusa —entre romanticismo y realismo— y con calificaciones
del tipo «romántico rezagado» (Estruch, 1991, p. 126). Evidente¬
mente en Alarcón influye el romanticismo —estilo retórico, gusto
por lo inverosímil y folletinesco, entre otros aspectos—, pero no
por ello es menos cierto, según apunta Estruch, que su mundo na¬
rrativo tiene como origen y destino la sociedad de su tiempo, una
sociedad que no describe en su totalidad, sino de manera sesgada,
con las limitaciones derivadas de su ideología, su posición social y
sus ideas estéticas.
Juan Luis Alborg (1996, pp. 480-481) conceptúa a Alarcón co¬
mo un escritor integrado plenamente en la corriente realista, en
contraposición a un determinado sector de la crítica que considera
al autor como escritor o novelista romántico. Marbete que se ha re¬
petido con insintencia a raíz de las publicaciones debidas a José F.

Sería el caso, por ejemplo, de la Historia Social de la Literatura Española


(en lengua castellana). Coordinador Julio Rodríguez Puértolas, Madrid, Castalia,
1978, II, p. 138. En la citada monografía se incluye a Alarcón en el epígrafe La no¬
vela: Burguesía, -Realismo-, Contradicciones al lado de Pereda, Coloma, Valera,
Pardo Bazán y Palacio Valdés. Clarín y Galdós, por el contrario, figurarían en lugar
distinto, en el apartado El realismo crítico. Juan Bautista Montes señala al respecto
que Alarcón representa una de las dos vetas del realismo español, la católica, la
que nace de las convicciones religiosas del individuo: -De esta forma, se puede ha¬
blar de dos corrientes novelísticas, cada una representante de una línea ideológica,
pero ambas participantes en su forma y en su fondo de las características del rea¬
lismo. Por un lado, escritores como Clarín, Galdós, Blasco Ibáñez o Palacio Valdés
la aceptan desde el punto de vista del liberalismo, del progreso; por otro, Alarcón,
Pereda o el padre Coloma la interpretan desde sus propias convicciones religiosas
católicas (...) Alarcón, en la defensa de sus tesis, se convierte en valedor de una so¬
ciedad y de unos valores que en determinados niveles sociales y culturales son
despreciados- (1986, p. 23).
84 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Montesinos. Para el citado crítico la tesis de Montesinos es total¬


mente revisable, pues Alarcón trasvasó con acierto aspectos
románticos a una novela que había dejado de ser, precisamente,
romántica. Evidentemente Alborg no está de acuerdo con la tesis
de Montesinos ni con los prejuicios que adopta desde un princi¬
pio.16 Alarcón, a tenor de lo expuesto en estas páginas, parece de¬
batirse en una encrucijadas de tendencias novelescas, de ahí que
en su mundo de ficción podamos hallar desde un intento eficaz de
reconstruir la realidad, desde su peculiar idiosincrasia o credo ideo¬
lógico, hasta un especial denuedo para sustraerse de la misma.

3.2. Estudios de conjunto, epistolarios y su relación


CON EL CORPUS NOVELÍSTICO

Es difícil desgajar la vida de Alarcón —al igual que en el caso


de Fernán Caballero y otros novelistas— de su corpus novelístico.
Las primeras biografías y referencias a sus novelas se deben a Ma¬
riano Catalina (1881) —reproducidas en la edición de Luis Martí¬
nez Kleiser (1943)—, Emilia Pardo Bazán (1908) y Juan Valera
(1903). En época más reciente es preciso destacar a L. Martínez
Kleiser (1943), editor y estudioso de su obra que analiza el contex¬
to histórico, los primeros años de Alarcón y la gradual vocación y
publicación de su obra (comedias, artículos periodísticos, libros,

16 En las argumentaciones, Alborg rebate lo dicho por Montesinos: *No es dis¬


cutible que —como afirma Montesinos a continuación— las “miasmas deletéreas”
de un romanticismo trasnochado frustrasen entre nosotros muy exquisitas intencio¬
nes, pero no creemos que sea éste exactamente el caso de Alarcón. Porque Alarcón,
cualesquiera sean los nocivos arrastres que conservara del romanticismo, no fue un
romántico a secas, escritor de trasnochadas novelas románticas fuera de sazón, sino
un novelista que trasvasó pasión y color románticos a una novela que era ya otra co¬
sa, realista o como se la quiera llamar, de cuya técnica y recursos se había apodera¬
do con singular dominio; de donde resulta que los productos alarconianos, a caba¬
llo entre dos vertientes, ofrecen muy peculiares rasgos, de carácter y personalidad
inconfundibles, con los que llenan un lugar de positivo interés y acentuada origina¬
lidad en la historia de nuestra novela. Diríamos que el “caso Alarcón", sin que esto
prejuzgue sus cualidades o sus fallos, unas y otros muy notables, le es necesario a la
novela del xix, como un capítulo de su natural proceso de madurez. Y no importa
tampoco —tratándose de Alarcón es indispensable decir esto— la mayor o menor
conciencia artística con que el propio autor llevase a cabo su tarea- (1996, p. 481).
Visión exacta tanto del corpus literario de Alarcón que, lejos de actuar en detrimen¬
to de su obra, aglutina y explica tanto las teorías emitidas sobre su obra como el pe¬
culiar arte novelesco de su autor.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 85

impresiones de viaje, poesías, cuentos, novelas). Con frecuencia


introduce extractos de cartas y fragmentos de un cuadernillo autó¬
grafo propiedad de los herederos de Alarcón. No faltan tampoco
referencias a ciertos episodios biográficos destacados por la crítica,
como la pertenencia a La Cuerda Granadina,17 su faceta política,

1 La critica ha abordado siempre la actitud o comportamiento de los com¬


ponentes de La Cuerda Granadina desde una óptica condescendiente, sin nin¬
gún tipo de connotaciones negativas. Salvo el caso de Montesinos, asaz severo y
crítico con dicha sociedad (1955, pp. 3-4), el resto de los biógrafos y críticos ha
adoptado una actitud bien distinta. Para Martínez Kleiser sus componentes eran
ingeniosos y arrogantes que aportaban «al común acervo la tonalidad de sus na¬
cionalidades y de sus regionalismos tan diversos, osadías de pubertad, destellos
de agudeza, alardes de autonomía, fe de vencedores, culto al presente y olvido
del futuro [...] Todo cuanto el ingenio, el buen humor, la irresponsabilidad y la
inexperiencia puede discurrir y hacer, sin más alcance ni propósito que divertir¬
se, sustentarse honradamente, adquirir notoriedad y llegar al pináculo de la fama
colectiva, fue norma de conducta de aquella Cuerda» (1943, pp. 36-37). E. Pardo
Bazán —que sigue en parte a M. Catalina— emite al respecto juicios inteligentes,
entroncándola con sus homónimas sociedades francesas de la época (s.a., p. 20).
Mariano Catalina ya había adelantado todo este material noticioso en su Biogra¬
fía, redactada en 1881, añadiendo que La Cuerda Granadina poseía en coman¬
dita un humildísimo sotobanco y ostentaba el expresivo lema de ¡Sin un cuarto!
Sus versos, artículos, chistes, melodías, dibujos, cuentos y anécdotas fueron muy
celebrados en su época» (1943, p. 1 903). Julio Romano (1933, pp. 69-70) la juz¬
ga, igualmente, de forma elogiosa, sin escatimar nunca el valor literario de sus
colaboradores. Desde una perspectiva costumbrista y social puede analizarse La
Cuerda en A. Soria Ortega (1949). La primera muestra antológica un tanto im¬
precisa se debe a M. León Sánchez y J. Cáscales Muñoz (1928). Para la relevancia
de sus componentes puede consultarse la monografía de Antonio López Cruces
(ed.), Antonio Ledesma Hernández. El libro de los recuerdos (1856-1922), Alme¬
ría, Instituto de Estudios Almerienses, Diputación de Almería, 1997. El estudio
más completo de la famosa Cuerda Granadina se debe a Miguel Gallego Roca,
•La Cuerda Granadina». Una sociedad literaria del postromanticismo. Estudio
previo y selección de textos, Granada, Editorial Comares, 1991- En el citado estu¬
dio se analiza tanto la incidencia del momento histórico como la calidad literaria
de sus nudos, matizando y valorando desde una nueva posición lo dicho por
Montesinos: -Sin embargo, las palabras de Montesinos hablando de La Cuerda
como "seres hundidos en la provincia”, pueden resultar demasiado severas si
pensamos que sus componentes, como individualidades, no fracasaron de forma
indiscutible» (1991, p. 50). La misma relación de sus componentes denota la im¬
portancia de este episodio bohemio en la vida de Alarcón, J. De Castro Orozco,
M. Fernández y González, M. del Palacio, M. Vázquez, J. Giménez Serrano, R.
Contreras, J. de Castro Serrano, entre otros. La crítica ha definido también esta
época alarconiana con apelativos un tanto denunciativos, hasta el punto de indi¬
car que el mismo novelista en sus escritos llegó a repudiar su pertenencia (Libe-
ratori, 1981, pp. 23-33). Vid. también al respecto Manuel del Palacio, -Un día de
ayuno», El Museo Universal, XI (1867), pp. 82-83 y -Fernández Jiménez y La Cuer¬
da Granadina-, Ilustración Española y Americana, XLVII (1903), pp 136-138.
86 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

episodios familiares, ideario estético, impresiones sobre su


persona18 o la censura de sus escritos de juventud.19 Para el engar¬
ce entre la vida y obra de Alarcón, así como el establecimiento de
influencias literarias, fechas de composición o publicación de sus
novelas y aspectos puntuales sobre la obra global de Alarcón pue¬
de consultarse los estudios de Ocano (1970), Baquero Goyanes
(1973), Pérez Gutiérrez (1975), Montesinos (1977), DeCoster
(1979a), Liberatori (1981) y Alborg (1996).
Los escasos estudios referidos a su correspondencia (Lamarti-
nel, 1975; Royo Latorre, 1987; Fuente Ballesteros, 1993) y las alu¬
siones a su obra y vida en epistolarios concernientes a compañe¬
ros de generación, como en el caso de Valera, completan una
parcela apenas conocida de Alarcón. Su correspondencia, la con¬
servada por sus herederos, fue analizada por Martínez Kleiser
(1943), quien a su vez examinó un cuadernillo autógrafo propie¬
dad de sus herederos. Juan Muñoz (Almería, s. a.) publica una se¬
rie de cartas inéditas con un prólogo de Antonio Ledesma Her¬
nández, miembro de La Cuerda Granadina, amigo y confidente

1H Martínez Kleiser reproduce, por ejemplo, noticias curiosas reflejadas en los


epistolarios, como la carta de E. Pardo Bazán escrita el 16 de mayo de 1882 dirigida
a Alarcón: -Ante todo, gracias, gracias por la deseada fotografía. ¿Le parecerá a usted
que es devolución de lisonja si le hablo de la noble disposición de su frente, llena de
inteligencia? Así como en las damas está bien que la mano, el talle y demás acceso¬
rios corresponda con el aire natural de la cabeza, así en el hombre, lo primero que
atrae la mirada es la frente, espejo de las ideas. Tiene usted muy buena cabeza, lite¬
ral y metafóricamente hablando- (1943, p. 56). Dicho retrato, en opinión personal,
debe ser el que figura al frente de Personajes ilustres. Alarcón. Estudio biográfico
(Madrid, s.a.).
19 Nos referimos a sus colaboraciones en el periódico El Látigo que atacó con
no poca virulencia a Isabel II y a la política del gobierno (Hespelt, 1936, pp. 319-
336). Episodio citado por sus biógrafos y mal estudiado por ser una publicación po¬
co asequible, de ahí que se lamente Emilia Pardo Bazán por no poder leer algún ar¬
tículo de dicho periódico: -De buen grado registraría la colección de El látigo para
ofrecer a mis lectores alguna muestra de esas puñaladas, que tengo para mí han de
ser dignas de registro- (1973, III, p. 1 365). Es bien sabido que doña Emilia era una
gran lectora además de bibliófila, tal como demuestra en sus Apuntes autobiográfi¬
cos que figuran al frente de Los pazos de (Jlloa, sin embargo no pudo publicar nada
de El Látigo por tratarse de una auténtica rareza bibliográfica. Hoy en día, gracias a
Cyrus C. DeCoster (1984) se puede leer buena parte de sus artículos. La selección re¬
alizada por el mencionado crítico comprende una sección de latigazos—se inserta¬
ban en la sección titulada La Prensa en Espíritu y tenía como objetivo esencial anali¬
zar los artículos de otros periódicos— y diecinueve artículos. El resto lo componen
Artículos de viaje, de Crítica literaria y musical, de Costumbres, Humorísticos y Polí¬
ticos, y tres cuentos.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 87

de Alarcón.2" El corpus está formado por un total de ocho cartas


—fechadas en Madrid y Valdemoro (del 24 de diciembre de 1878
al 18 de abril de 1887)— dirigidas a Luis Muñoz.21 Dicho epistola¬
rio sólo desvela aspectos superficiales de la vida de Alarcón a di¬
ferencia de otros epistolarios publicados, como en el caso de la
correspondencia del escritor guadijeño con Antoine de Latour,22
pues en él se aprecia el talante ideológico de Alarcón tanto en ma¬
teria política como literaria. En la carta fechada el 29 de noviembre
de 1870 se muestra hostil a Prim y a Amadeo de Saboya, elegido
rey de España el 16 de noviembre de 1870. Igualmente, Alarcón
testimonia su admiración por el «inolvidable Pastor Díaz, mi maes¬
tro y segundo padre» (Lamartinel, 1975, p. 93)- El espistolario pu¬
blicado por M.a Dolores Royo Latorre perteneciente a la Biblioteca
Nacional de Madrid —Sección de manuscritos— se configura por
un total de ocho cartas: dos dirigidas a Hartzenbusch, dos a Fran¬
cisco de Borja, una a Eusebio Blasco, otra a Barbieri y dos a Ron-
coni. Figuran también dos tarjetas de felicitación que corresponden
a Barbieri y Ronconi. En el cruce de cartas entre Hartzenbusch y
Alarcón se evidencia el mutuo respeto y admiración. A tenor de lo
dicho por Hartzenbusch El sombrero de tres picos es una obra lle¬
na de aciertos (Royo Latorre, 1987, p. 7).23 El resto del espistolario,

20 Cfr. Antonio José López Cruces, Antonio Ledesma Hernández. El libro de los
recuerdos (1856-1922, op. cit.). El manuscrito de estas memorias se tituló inicial¬
mente Mis confesiones o Páginas de mi vida y milagro. En dicha monografía apa¬
recen anécdotas y vivencias personales de Ledesma y Alarcón, como la visita que
ambos realizaron a Zorrilla en Madrid. Cfr. del mismo autor Introducción a la vida y
obra de Antonio Ledesma Hernández (1856-1937), Almería, Instituto de Estudios
Almerienses, Diputación de Almería, 1991.
21 Epistolario que no guarda ninguna relación con la obra literaria de Alarcón.
Son cartas íntimas dirigidas a su sobrino solicitándole pequeños favores relaciona¬
dos con sus preferencias gastronómicas, en consonancia con las cartas de Valera y su
buen amigo el doctor Thebussen. Desde la finca de Valdemoro pedirá Alarcón a Luis
Muñoz el característico y tradicional pescado malagueño y felicitará a éste por su as¬
censo en puestos de la administración.
22 Las cartas de Alarcón a Antoine de Latour (1808-1881) se conservan en el
fondo Morel-Fatio de la Biblioteca de Versalles.
23 La carta de Alarcón coincide con la publicación de El sombrero de tres picos.
Hartzenbusch es el corrector del texto, pues en dicha carta se lee lo siguiente: -Den¬
tro de unos días remitiré a V. un ejemplar de la segunda edición del Sombrero de
mis pecados, y en ella verá V. corregido lo de la Gaceta- (Royo Latorre, p. 7). En la
edición princeps de El sombrero de tres picos Alarcón señala que la Gaceta es una
publicación diaria, craso error, de ahí que en la segunda edición subsane dicho
equívoco: -Una vez por semana (y dos a lo sumo) llegaba el correo de Madrid a la
88 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

como las cartas dirigidas a Francisco de Borja Pavón, se relaciona


con publicaciones de Alarcón enviadas a familiares y amigos. Car¬
tas que amplían la propia biografía de Alarcón al contar aspectos
desconocidos o poco difundidos. Su amistad profunda con Jorge
Ronconi y el maestro Barbieri o el cruce de cartas entre Alarcón y
Eusebio Blasco —escritor fundamental en la historia del Costum¬
brismo, director y colector de colecciones costumbristas— se evi¬
dencia en este reducido Corpus epistolar.
En la biblioteca particular de Bartolomé March —colección de
autógrafos Rodríguez Porrero— figuran seis cartas de Alarcón edi¬
tadas por Ricardo de la Fuente (1993, pp. 173-184). El destinatario
es Francisco Miguel y Badía, periodista y crítico catalán, redactor
de El Diario de Barcelona. Gracias a este nuevo material noticioso
el lector de la obra de Alarcón puede ampliar aspectos relaciona¬
dos con las fuentes de El sombrero de tres picos o sobre su novela
La Pródiga. A tenor de lo manifestado en el presente epistolario es
posible que Alarcón tuviera en su mente la Canción nueva del Co¬
rregidor y la Molinera, publicada por Bonilla y San Martín (1905,
pp. 5-17). Las alusiones a La Pródiga están relacionadas con su de¬
cisión de no escribir más novelas (Fuente Ballesteros, 1993, p 183).
Dicho documento explica en buena medida los errores cometidos
en su novela La Pródiga, pues la precipitación y la premura son la
causa de tales defectos.24 En una carta anterior, fechada el 2 de

mayor parte de las poblaciones importantes de la Península, llevando algún núme¬


ro de la Gaceta (que tampoco era diaria), y por ella sabían las personas principa¬
les...» (Obras Completas, 1943, p. 445).
24 En carta fechada el 29 de mayo de 1882 le comunica a Manuel Miguel y
Badía lo siguiente: «Millares de gracias por su artículo acerca de El Capitán Vene-
noy de La Pródiga. No tenía V. que pedirme indulgencia. Su trabajo me ha en¬
cantado por lo lisonjero y cariñoso con el autor; y en cuanto a lo que dice malo
de La Pródiga, creo que es justo. Pero me dirá: ¿pues, entonces, por qué la ha pu¬
blicado? y contesto: Porque ya estaba publicada cuando observé que era una
obra non sancta. Quiere esto decir que la fui escribiendo y publicando a trozos
en la Revista Hispano Americana, y que habiendo sido la concepción inmoral,
inmoral fue saliendo la obra, sin que tasen mis esfuerzos ortopédicos, o sea mis
protestas y salvedades, a corregirlo, cuando lo advertí. Y es que en esto de las
novelas, tratándose de autores como yo, pasa lo que con los hijos; que uno los
engendra, pero no les da las facciones ni el color que quiere. Ellas salen, como
salen, y, si ya salen impresas como salió La Pródiga; esto es, si no hay manera de
romperla en el manuscrito, tiene uno que cargar con un hijo tal como de Julia,
que tan poco se parece a mis demás creaciones» (Fuente Ballesteros, 1993,
p. 183).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 89

abril, apunta las causas que motivaron su cese como escritor (Fuen¬
te Ballesteros, 1993, p. 182).
Biografías, epistolarios,2-5 estudios en general se complemen¬
tan perfectamente, de suerte que en su conjunto proporcionan un
material noticioso de gran valor. Evidentemente no podían faltar
las autobiografías noveladas, tal como ya se ha apuntado en el ca¬
pítulo dedicado a Fernán Caballero. En el caso de Alarcón cabe ci¬
tar la monografía de Julio Romano (1933), biografía y compendio
de todos los episodios más relevantes de su vida, desde su naci¬
miento, niñez y primeros pasos como estudiante de judicatura y
seminarista hasta sus publicaciones en la prensa madrileña, amis¬
tades y publicación de sus obras. La biografía de Julio Romano
[Hipólito Rodríguez de la Peña] se inicia bajo esta sutil forma no¬
velada; sin embargo y conforme se adentra el lector en lo expues¬
to por su autor, se percibe una objetividad y exposición de hechos
que hoy en día han sido constatados. Otro material noticioso rela¬
cionado con la vida de Alarcón se encuentra disperso en su mun¬
do de ficción, en sus novelas. Por ejemplo, El escándalo ha sido
considerado por la crítica como la interpretación y análisis de la
aristocracia y burguesía. Contextos sociales criticados y que evi¬
dencia un cierto autobiografismo (Liberatori, 1981, pp. 124-127).
Carácter biográfico que se proyecta en otras novelas, como en el
caso de El Niño de la Bola a través de Pepito, autorretrato del jo¬
ven Alarcón (Soria, 1951, pp. XXXI-XXXII). Incluso el mismo José

25 Referencias indirectas sobre la figura de Alarcón las encontramos en las


opiniones personales de escritores pertenecientes a su generación, como en el
caso de la correspondencia habida entre Valera y Menéndez Pelayo (M. Artigas
Ferrando y P. Sáinz Rodríguez, 1946). Gracias a la lectura de dicho epistolario se
puede perfilar con exactitud la biografía del autor y su Corpus literario. Valera,
por ejemplo, comenta las tertulias que tenía con Alarcón en Biarritz el 28 de sep¬
tiembre de 1877, y cuenta con él para cubrir las vacantes que se han producido
en la Real Academia de la Lengua Española —fallecimiento de Guendulain, Ca¬
ñete—; incluso cuando se produce la muerte del mismo Alarcón, Valera sigue
con sus intrigas académicas para proponer un sustituto (Artigas Ferrando y Sáinz
Rodríguez, 1946, p. 431). Valera trata de difundir las obras de Alarcón en Améri¬
ca, tanto en el mundo anglosajón como en el hispano. Incluso durante su estan¬
cia en Bruselas propone a la Librería Católica de Bélgica el nombre de Alarcón.
De igual forma durante su estancia en el extranjero solicita a don Marcelino las
opiniones de Alarcón respecto al Naturalismo. Juan Valera no sólo considera a
Alarcón como gran amigo, citado en numerosísimas cartas, sino también como
insigne escritor, defendiéndole de los ataques de la crítica de su época, como en
el caso de Clarín (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1946, p. 234).
90 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

F. Montesinos en su análisis a dicha novela señala que la obra es¬


tá tejida de recuerdos (1977, pp. 239-240). En la mente de Alarcón
no sólo están grabados los recuerdos contra el invasor francés
—rememorados por familiares y amigos—, sino también, como
apunta Montesinos, la figura del seminarista y sacerdote Trinidad
Muley, mal denominado por su creador «clérigo de misa y olla»,
que tuvo que abandonar por circunstancias económicas el estado
civil, profesando como sacerdote a fin de mantener a sus herma¬
nos. Baquero Goyanes señala, igualmente, concomitancias entre
sus obras y la propia vida del escritor, pues Alarcón se reflejó con
cierta prodigalidad en sus escritos (Baquero Goyanes, 1973,
p. XXXIII).

3.3. Publicación y recepción crítica de sus novelas.


LA CRÍTICA HOSTIL. LOS APOLOGISTAS. LA EVOLUCIÓN
IDEOLÓGICA ALARCONIANA

El éxito de las obras de Alarcón es un hecho evidente. Las edi¬


ciones de sus novelas y libros de viaje alcanzaron cotas de suma
popularidad, agotándose en pocos días las tiradas iniciales de sus
libros. El mismo Alarcón en Historia de mis libros refiere con deta¬
lle los episodios más relevantes al respecto.26 El simple escrutinio
de sus obras y, en especial de sus novelas, revelaría un inusitado éxi¬
to de las publicaciones alarconianas. Por ejemplo De Madrid a Nápo-

¿u En Historia de mis libros, prólogo general de sus obras escrito y fechado


en Madrid, l.B de noviembre de 1884, Alarcón escribe acerca del éxito editorial y
ganancias obtenidas por la publicación del Diario de un testigo de la guerra de
África: «A cincuenta mil ejemplares llegó la tirada hecha en Madrid por las pren¬
sas de mis buenos amigos los Sres. Gaspar y Roig (hoy difuntos); y como e¡ pre¬
cio medio de cada ejemplar ascendió a cincuenta reales, resulta que la obra pro¬
dujo dos millones y medio [...] La segunda prueba material que tuve del éxito del
Diario de un testigo fue que, el día que salí de Tetuán para España, me vi obliga¬
do a quemar más de veinte mil cartas de personas para mí desconocidas, quienes
me habían escrito desde todos los ámbitos de la Nación [...]» (Obras Completas,
1943, p. 14). De Madrid a Ñapóles tuvo un éxito inusitado, al igual que el resto de
sus novelas, tal como confiesa el propio Alarcón (Martínez Kleiser, 1943, pp. 20-
25). Cfr. Enrique Pardo Canalís, *E1 viaje a Italia de Pedro Antonio de Alarcón*,
Revista de Ideas Estéticas, 61 (1958, pp. 41-63); Enrique Rubio Cremades, -De Ma¬
drid a Ñapóles de Pedro Antonio de Alarcón*, Quaderni di Filología e Lingue Ro-
manze, 7 (1992), pp. 103-116.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 91

les pese a contar la edición princeps (1859) con un total de cincuenta


mil ejemplares, vuelve a editarse en 1860. La edición princeps de El
Escándalo —Madrid, Medina Navarro, 1875— publicada con un
porcentaje elevado de ejemplares y a un alto precio, encuaderna¬
dos en papel de hilo, lujosa lomera y papel de aguas de calidad, se
agotó en pocos meses, pues la segunda edición se lleva a cabo el
mismo año. El cómputo de publicaciones a finales del siglo xix
—Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1891— es de once. En
1919 la editorial Sucesores de Rivadeneyra publica la edición nú¬
mero veinticuatro y en 1942 la trigésimo séptima.
El sombrero de tres picos es, igualmente, editada en numerosí¬
simas ocasiones, pues a los cinco años de su publicación —Ma¬
drid, Medina, 1874— aparece la séptima publicación debida a la
imprenta A. Pérez Dubrull. La colección Escritores Castellanos pu¬
blica en 1901 la decimotercera edición y en 1926 la vigésimo terce¬
ra. En lo referente a El Capitán Veneno la ya citada imprenta de A.
Pérez Dubrull (Colección Clásicos Castellanos) publica a los cuatro
años de la edición princeps la quinta reimpresión y en 1940 los Su¬
cesores de Rivadeneyra contabiliza la décimo sexta. El Niño de la
Bola no se anda a la zaga, pues desde la lujosa edición de 1878
hasta 1890 (Escritores Castellanos, Tipografía Sucesores de Rivade¬
neyra) la novela conoce siete ediciones. La Librería Victoriano Suárez
(Talleres de Rivadeneyra) publicará en 1943 la vigésimo segunda
edición. El éxito editorial alcanzado por Alarcón es evidente, pues
no sólo es conocida y difundida su obra en España sino también en
el extranjero. Se percibe también la desigual fortuna de sus escri¬
tos, pues a tenor del escrutinio realizado en torno a su obra, se
aprecia un copioso número de ediciones de El sombrero de tres pi¬
cos. El Escándalo cuenta también con un apreciable número de
ediciones críticas y anotadas, tal como se refleja en el apartado Edi¬
ciones que figura al final del presente estudio. El resto de su obra
yace, prácticamente, en un injusto olvido.
Es obvio que Alarcón gozó de gran prestigio en su época. La
relación de ediciones citada con anterioridad corrobora tal aserto,
sin embargo la crítica actuó de forma dispar, pues frente a los apo¬
logistas de su obra surgieron voces autorizadas y discrepantes, co¬
mo en el caso de Clarín, Manuel de la Revilla o Armando Palacio
Valdés. Clarín, por ejemplo, dedicó páginas a Alarcón en Mezclilla,
Nueva Campaña, Ensayos y revistas... En Del estilo en la novela de¬
fine a Alarcón con calificativos poco elogiosos (1972b, p. 71). Para
92 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Clarín, Alarcón es un académico falso, fingido, que aparenta mejor


calidad de la que tiene, pues sus conocimientos y estudios son
prácticamente nulos. Es evidente que Leopoldo Alas acrecienta su
animadversión al considerar a Alarcón como un escritor de ideolo¬
gía completamente opuesta, aunque no por ello dejara de elogiar
sus dotes de escritor. Tras calificarlo de «ignorante, poco fecundo y
poderoso» señala al respecto que es un gran observador y psicólo¬
go, capaz de captar y describir con exactitud las pasiones humanas
(1972b, pp. 74-75). Clarín percibe en los escritos de Alarcón una
doble faceta, como si su Corpus literario estuviera configurado por
dos polos. Por un lado, su reaccionaria ideología; por otro, la faci¬
lidad de novelar/7 La crítica hostil actuó con cierta virulencia a la
hora de enjuiciar las novelas de Alarcón, como en el caso de Ma¬
nuel de la Revilla28 que definió las últimas novelas del escritor con

2 Sergio Beser recoge el sentir clariniano respecto a la novela de la época. Pa¬


ra Clarín, Alarcón y Pereda «representan la reacción en la novela-. En lo concernien¬
te al resto de escritores afirma que Valera era en «el fondo mucho más revoluciona¬
rio que Galdós», pero su «formalismo” y su «humorismo- hacen que no trascienda:
«ningún autor como Valera señala el gran adelanto de nuestros días en materia de
pensar sin miedo« (Beser, 1968, p. 301). Todo ello posibilita, en el sentir de Clarín,
la existencia de dos bandos o dos grupos generacionales: «En el primero se hallarí¬
an Alarcón, Valera y Pereda, con Pérez Galdós como puente con la generación si¬
guiente, formada por Emilia Pardo Bazán, Ortega Munilla, A. Palacio Valdés, Picón
y el mismo Leopoldo Alas« (Beser, 1968, p. 302). Esta actitud bipolar manifestada
reiteradamente por Clarín en sus escritos sobre Alarcón ha sido destacada por la
crítica (Beser, 1968, p. 304). Una vez fallecido Alarcón, Clarín se muestra respetuoso
con su obra e indignado por la actitud de sus herederos al publicar el libro Últimos
escritos: «Por ahora el mal no es grave; reciente la desgracia que afligió a nuestras le¬
tras al desaparecer el autor de El sombrero de tres picos, todos vemos en el libro titu¬
lado Últimos escritos una reliquia más que otra cosa; todos podemos y debemos disi¬
mular defectos, olvidarlos, y pensar sólo en que tenemos delante páginas del querido
poeta, sí, poeta que ya no escribirá otras. Mas pasará el tiempo, Alarcón será juzgado
con la fría justicia con que la posteridad siempre juzga, y por culpa de tales docu¬
mentos esta obra postuma desmerecerá en el conjunto de las de Alarcón- (Martínez
Cachero, 1973, p. 277).
28 Manuel de la Revilla juzga con prevención el Corpus literario del autor y su
ideología, prefiriendo los primeros escritos de Alarcón por carecer de su caracterís¬
tica tendenciosidad. Aun así, ni siquiera este primer Corpus escapa a su crítica: -Va¬
rias poesías de regular mérito, y muchos artículos de crítica literario, por extremo
punzantes y despiadados, amen de un drama \El hijo prodigó cuyo mal éxito se de¬
bió, no tanto a sus defectos, como a la cualidad de crítico de su autor, que le expo¬
nía a grave fracaso si no acertaba a competir con aquellos a quienes flagelaba dia¬
riamente, constituyeron el resto de las producciones de ésta que pudiéramos llamar
primera época de la vida literaria de D. Pedro Antonio de Alarcón (1883, p 93). Es
evidente que la obra, como señala Alborg, fue censurada merced a una confabula-
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 93

el apelativo de ultramontanas (1888, p. 94). Revilla se adhiere a


los postulados que están en favor de -el arte por el arte» y de la su¬
perioridad de la forma artística sobre el fondo del pensamiento. El
citado crítico29 señala que la mayoría de los personajes de El Es¬
cándalo son simples personificaciones de un ideal moral y por ello
no interesan, porque sólo atrae lo que es verdad. Todo ello produ¬
ce, en el sentir de Revilla, la quiebra de la variedad psicológica que
actuaba en detrimento de la forma novelesca.
Armando Palacio Valdés no anduvo a la zaga e inicia su sem¬
blanza alarconiana en idénticos términos (1948, II, p. 1.206). En las
palabras de Palacio Valdés se evidencian dos formas de escribir en
Alarcón. La primera, la protagoniza el escritor castizo, ingenioso y
sutil, capaz de escribir una obra —El sombrero de tres picos— pla¬
gada de aciertos. La segunda se configura por su doctrinarismo, por
la actitud de un Alarcón consagrado a una ideología determinada.
Una forma de escribir repudiada por Palacio Valdés, pues en ella se
vierten todos los conceptos ideológicos y trasnochados del obscu¬
rantismo español (1948, II, 1.209). Pese a tales opiniones reconoce
que El escándalo tiene sus aciertos, pues «debemos reconocer a

ción pensada y puesta en práctica por los detractores de Alarcón: -El relamido je¬
suitismo, tan peculiar de la prosa de Revilla, pretendiendo justificar la confabula¬
ción de enemigos y resentidos, ofrece clara prueba de que la hubo; de no ser así, no
tendría sentido insinuar que el fracaso de la obra no se debió tanto a sus posibles
defectos como a la hostilidad contra el autor, por motivos sin duda dobles, literarios
y políticos; aunque sobre estos últimos guarde silencio Revilla» (1996, p. 491).
29 Manuel de la Revilla, crítico de Alarcón, es, precisamente, el título del estu¬
dio de Marta Cristina Carbonell (1989, II, pp. 127-148) basado en el análisis de las pu¬
blicaciones periódicas de la época que ofrecen material noticioso sobre las novelas
de Alarcón. Mediante el cotejo de lo aparecido en la Ilustración Española y Ameri¬
cana, Revista Hispanoamericana, Revista Contemporánea, Revista Europea el lector
o estudioso de dicha época percibe las sutiles interpretaciones que sobre El Escán¬
dalo realizaron los más afamados críticos de la época. Revilia no fue, tal como seña¬
la Cristina Carbonell, el crítico más mordaz que tuvo Alarcón, ni el más sagaz, -pero
sí probablemente el más ponderado, hecho que le valió poder escapar de las irre¬
flexivas diatribas que el escritor andaluz lanzara desde la tardía Historia de mis li¬
bros contra todos aquellos “impíos de oficio” que le censuraron abiertamente su
progresiva y teatral radicalización ideológica o que se confabularon pretendida¬
mente en la ya famosa “Conjuración del silencio”: “crítico eminente", “ingenio ma¬
logrado”, “buen psicólogo”, “sabio y acerado escritor" son los calificativos que le
dedica: un auténtico prodigio de tolerancia, a tenor de las puyas violentísimas
que, presumiblemente, dirige a Clarín, pero que van más allá de la simple grati¬
tud por una crítica que se contuvo siempre en los límites de la más absoluta co¬
rrección- (1989, II, p. 147).
94 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

este libro el mérito de mantenerse firme en las manos del lector


hasta que se termina» (1948, II, p. 1.209). En lo concerniente a las
críticas emitidas por Galdós, el lector percibe una clara bipolari-
dad en su testimonio, pues alude tanto al mal carácter de Alarcón
como a su destemplada animadversión contra el naturalismo (Sho-
emaker, 1973, pp. 454-455).
De este mosaico de opiniones cabe destacar el inteligente es¬
tudio de Pardo Bazán, escritora que no gozaba de muchas simpatí¬
as tanto por parte de Alarcón como de su buen amigo Valera. Aun
así doña Emilia no actuó con parcialidad, pese a que sus ideas so¬
bre la novela eran opuestas. En un extenso y concienzudo ensayo
aborda diversos aspectos de su obra e ideología, desde el realismo
de sus novelas o fuentes históricas y literarias de las mismas hasta
su arte de narrar, ideología y recepción crítica de sus novelas. Para
doña Emilia El escándalo es una novela enraizada en un contexto
histórico específico: «Al aplacarse la tormenta de la revolución de
septiembre, quedó en los espíritus un fondo de aspiraciones
—protesta contra los alardes irreligiosos, reacción sentimental cua¬
si católica, restauración monárquica, orden y paz— que reclamaba
su expresión literaria, y la encontró en Alarcón, persona la más a
propósito para el caso, porque no era el retrógrado cerrado, rigu¬
roso y convencido, sino un hombre cuyo estado psíquico e inte¬
lectual coincidía, engranaba con el de España, que se refugiaba he¬
rida, desengañada, harta de blasfemias y motines, en el término
medio de una política restauradora, ni hostil ni realmente adicta a
la Iglesia» (1973, III, p. 1.390). Para E. Pardo Bazán el autor de El es¬
cándalo está en el justo medio, pues no cree que las ideas revolu¬
cionarias ni en las doctrinas que emanan de los sectores denomi¬
nados ultramontanos (1973, III, p. 1.391).30
Es evidente que la crítica ha incidido en estos dos aspectos co¬
mo base o columna que vertebra las interpretaciones del Corpus no¬
velesco de Alarcón. El contexto histórico ha sido analizado desde

30 En el sentir de doña Emilia, Alarcón carecía del temple de los creyentes. Ni


era político ni revolucionario. Su sensibilidad, su fantasía y su vehemencia, así co¬
mo las circunstancias exteriores, pueden darnos la clave de cómo pasó de demago¬
go a conservador ultra y de bohemio romántico a paladín de la moral en el arte.
E. Pardo Bazán duda, incluso, de su adscripción a la doctrina de los ultramontanos,
pues como hace notar el biógrafo de Alarcón —Mariano Catalina— la tendencia es¬
piritualista que emana de su discurso La moral en el arte fue la que provocó esta
más que dudosa afiliación (Catalina, 1943, p. 1.911).
PEDRO ANTONIO DE ALARCON 95

sutiles y nuevas ópticas a fin de ofrecer una visión más objetiva. Así
Estruch Tobella (1991) señala que Alarcón fue uno de los escritores
que más y mejor sintonizó con la evolución política de la burguesía
española del siglo xix, caracterizada por una inmutable indetermi¬
nación entre la revolución y la reacción, entre la oposición o
enfrentamiento con la oligarquía y el temor a las clases populares.
Alarcón, integrado en el proyecto político del justo medio propicia¬
do por O’Donnell, participa con sentida emoción en la guerra de
África de 1859 e ingresa cuatro años más tarde en la Unión Liberal.
Elegido diputado unionista en dos ocasiones se convierte en acti¬
vista del partido. Etapa incierta en acontecimientos políticos y
carente de creación literaria, pues será en 1874, vísperas de la Res¬
tauración, cuando inicie su etapa como novelista. Durante estos
años se opuso a los gobiernos de Miraflores y Narváez, siendo pro¬
cesado y desterrado. En 1864 solicitó el reconocimiento del reino de
Italia pese a la oposición papal. En 1868 apoyó activamente la Re¬
volución, y más tarde volvió a ser elegido diputado en las Constitu¬
yentes, defendiendo la candidatura del duque de Montpensier al
trono de España. Ante toda esa relación el citado crítico Estruch
emite la siguiente interrogante: «¿Está, pues, justificado calificarle de
ultramontano o reaccionario? Alarcón se movió siempre, de forma
activa, militante, en el terreno del liberalismo: radical en 1854, cen¬
trista en 1868, conservador en 1875. Si la comparamos con las tra¬
yectorias políticas de los demás escritores de la promoción de la
Restauración, la suya es una de las más claras y también una de las
más intensas. Y, sobre todo, insistamos, una de las que mejor refle¬
ja la evolución político-ideológica de la burguesía española, la clase
en la que se integró y a la que dirigió sus obras» (1991, p 125).
Emilia Pardo Bazán ya había hecho notar que los verdaderos ul¬
tramontanos no se fiaban con exceso de su supuesta adhesión, juz¬
gándolo más como un oportunista que se acomodaba al devenir his¬
tórico de la España de la segunda mitad del siglo xix. De ahí que doña
Emilia afirme, tal como ya se ha señalado con anterioridad, que Alar¬
cón carecía del temple de los creyentes a puño cerrado. La crítica re¬
ciente ha engarzado todos estos hechos, como en el caso de M.a del
Pilar Palomo que, tras engranar los episodios de la historia de
España con los del propio escritor, afirma lo siguiente: «Así, pues,
Alarcón, en la crisis sociorreligiosa de su momento histórico, tomó
partido desde la forma de comunicación de novela, aunque evi¬
dentemente no podamos tildar su férrea ortodoxia de radicalismo
96 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

ultramontano. Porque no podemos olvidar que lo religioso y lo social


son elementos siempre presentes en sus grandes novelas [...] Tal vez
la grandeza alarconiana en este punto es ese valor social de sus no¬
velas. Porque Alarcón acabó convirtiendo una situación moral en
una situación social (1989, pp. XLV-XLVI). Recientemente la crítica
interpreta de forma análoga su más que discutida ideología ultra¬
montana, como en el reciente caso de Juan Luis Alborg al señalar que
«Alarcón recorrió, sencillamente, el camino de tantos hombres de su
tiempo, y de todo tiempo, diríamos: cuando el bohemio de otros
días conoció la fama y fue halagado por la alta sociedad y los magna¬
tes de la política, parecióle —como apostilla con gracia doña Emi¬
lia— que el mundo se volvía justo, ilusión de óptica tan disculpable
como frecuente» (1996, p. 495). Para el citado crítico es evidente que
en Alarcón no sólo se produce el conformismo acomodaticio, sino
que también sus alardes religiosos se producen con más complejidad
de lo que hacen suponer las palabras emitidas por E. Pardo Bazán.
Alarcón deseaba un liberalismo acomodaticio, sin problemas, dentro
de un orden que no hiciera peligrar la paz pública y su situación per¬
sonal. Con razón afirma Pérez Gutiérrez que no es cierto «que fuese
“reaccionario cuando siente, liberal cuando piensa”, como escribe
Mariano Catalina; más exacto sería decir que era reaccionario cuando
estaba asustado y liberal cuando no lo estaba» (1975, p. 110). Pérez
Gutiérrez con argumentaciones basadas en el puntual análisis de su
obra literaria y de viajes capta el talante ideológico del escritor,31 afir¬
mando que Alarcón ha sido uno de los escritores españoles que con

31 F. Pérez señala al respecto lo siguiente: «Así, pues, conviene, si lo que se


quiere es atender a Alarcón, desechar las categorías políticas. Si se acepta su con¬
servadurismo debe ponerse bien en claro que semejante conservadurismo no es
político ni ideológico, aunque en determinadas ocasiones adopte perfiles de mili-
tanda política o de ideología, sino afincado en las raíces de su íntima personalidad.
Alarcón tenía que ser conservador, una vez que había recuperado su identidad de
identificación con los arquetipos paternos; y tenía que serlo en todo y de verdad, au¬
ténticamente. Podemos no compartir lo que Alarcón encarnó como hombre y como
artista, o al menos hallarnos en desacuerdo con la manera como lo encarnó —por
supuesto, con la impronta de su época y momento históricos—, pero hay algo que
nos reconcilia con Alarcón por encima de todos los disentimientos, y es su veraci¬
dad, su lealtad consigo mismo, que le llevó a no saber disimular sus defectos ni sus
limitaciones, incluso a mostrarlos con excesiva ingenuidad» (1975, pp. 102-103). Alar¬
cón en el Diario de un testigo de la guerra de África ofrece suficiente material noticio¬
so respecto a su personalidad, aludiendo a su época pasada en los siguientes términos:
■De mis repentinos y fugaces pujos democráticos de la adolescencia, que comenzaron
en 1854 y se acabaron en 1855, y de aquella bohemia literaria que corrimos,
PEDRO ANTONIO DE ALARCON 97

mayor insistencia ha vuelto una y otra vez sobre el verdadero sentido


de sus obras (1975, pp. 110-111, pássim)?2
Todas estas valoraciones han sido objeto de especial atención. A
los testimonios ya señalados, destaca el vertido por Baquero Goya-
nes, crítico que emite una interrogante a la hora de definir los cambios
ideológicos achacados en su época: «Pero ¿resultaba conciliable tal
conversión, la del revolucionario periodista de El Látigo (transmutado
en el libertino Fabián Conde) con las pretendidas fidelidades alarco-
nianas, con su mantenida línea católica, por más que en ésta quisiera
introducir matizaciones como la de un “progresismo” que le hace
pensar en La Alpujarra (1873) en la necesidad de “democratizar la
Iglesia”, sustituida luego por una línea de mayor rigidez, intolerancia

recién llegados a las orillas del Manzanares, los individuos de la célebre Colonia grana¬
dina (casi todos hijos pródigos fugados del hogar paterno), no me quedaba ya más
que una alegre memoria, mezclada en lo político con cierto remordimiento, dado que
mis ideas habían cambiado de rumbo, en virtud de mejor apreciación de los hombres
y de las cosas» (Obras Completas, 1943, p. 834).
1,1 El mismo Alarcón en Historia de mis libros en el capítulo XI —Paréntesis—
confiesa públicamente no sólo su lealtad consigo mismo, sino también su estado
anímico y pesar por el cambio que se produce en España durante la segunda mitad
del siglo xix. El texto que a continuación ofrecemos puede leerse también en Pérez
Gutiérrez (1975, p 111): «Yo, en 1874, era el mismo que en 1862; pero España era
muy diferente. En medio estaba toda la Revolución de 1868. Antes de aquella revo¬
lución, ser cristiano católico apostólico romano no implicaba impopularidad a los ojos
de nadie: todo el mundo lo era, o lo parecía: carecíase de libertad o autoridad para de¬
mostrar lo contrario: el descreimiento no militaba públicamente como dogma políti¬
co: ¡había tolerancia en los incrédulos para los creyentes!... Por eso nadie me hizo la
guerra durante mi primera época literaria, aunque todas mis obras respirasen, como
respiraban, espiritualismo, religiosidad, culto a jesús crucificado y a su moral divina.
Pero vino la Revolución: estallaron todas las pretensiones del racionalismo alemán y
todos los rencores contra la Religión cristiana; mientras los conservadores transigía¬
mos en evitación de mayores males, y estampábamos la tolerancia en la Constitución
del Estado, los impíos propasáronse a declarar ex cathedra que las esencias religiosas
eran incompatibles con la libertad y contrarias a la filosofía y a la civilización. “ Todo el
que cree es necesariamente carlistd', fue la extrema fórmula de la impiedad...; y como
al propio tiempo, y por desventura, los partidarios de don Carlos exclamaban: “ Todo
el que no es carlista es necesariamente impío”, aconteció, como natural consecuencia,
que esta execrable consonancia de los radicalismos produjo la más grosera calumnia
y arbitraria condenación para las intenciones de los partidos medios, y aun para las in¬
tenciones de los partidos medios, y aún para las intenciones de aquellos absolutistas
que no amaban precisamente a determinado candidato regio o de aquellos republi¬
canos que no habían renegado de la fe de Cristo. Y aquí tenéis explicado, con toda
claridad, por qué en 1874 me atrajeron la nota de neocatólico, teócrata y oscurantista,
ideas y creencias que nadie apreció de tal modo en 1862, y por qué se me llamaba va¬
riable, apóstata y converso, cuando no era yo, sino las circunstancias, las que habían
cambiado* {ObrasCompletas, 1943, p. 17).
98 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

o clericalismo?» (1973, p. XXV). El tema es harto complejo y frente al


mismo se han dado diversas posturas y opiniones.33 Montesinos se¬
ñala que para Alarcón se convirtió en una auténtica manía el procla¬
mar lo inmutable de su fidelidad a ciertos principios fundamentales, y
que la obnubilación que impidió a Alarcón lograr plenamente una no¬
vela fue consecuencia de su «maldito celo político —la religión de
nuestro autor fue política siempre» (1959, p. 198).
Barnett A. McClendon admite la conversión alarconiana, pues
cree, al igual que Pérez Gutiérrez, en la sinceridad de sus palabras
plasmadas tanto en la Historia de mis libros como en el corpus gene¬
ral de su obra. Alarcón no hace sino actuar como el «hijo pródigo» que
regresa a casa después de haber pasado el fervor liberal y revolucio¬
nario (1971-1972, p. 13). Sin embargo, en décadas pasadas, Ganivet
señalaba que su obra se caracterizaba por su insinceridad, por su do¬
blez o, al menos por su problematismo.34 Contradicciones que serán,

33 Cabe destacar, por ejemplo, los juicios emitidos por Cecilio Alonso en su aná¬
lisis al Diario de un testigo de la guerra de África. Para el citado crítico Alarcón inten¬
ta borrar del pasado la supuesta leyenda de su irreligiosidad. El Diario le sirve de con¬
fesión íntima para anular un pasado poco ortodoxo y en disonancia con su actual
inclinación política. Alarcón evidencia en el Diario su pleno deseo de integrarse en el
seno de la ideología moderada. Incluso «sus ataques anti-fansaicos reflejan una ocul¬
ta antipatía por los sectores más prácticos —mercantilista— de la misma. Alarcón en
teoría, trata de adjudicarse un desinterés y una pureza de miras no confirmada
posteriormente, si pensamos en los beneficios económicos que le dispensó su
capacidad de adaptación a la sensibilidad conservadora a través de su Diario-
(1971, p. 89). Cecilio Alonso tras analizar diversos puntos o aspectos del Diario
—conformismo religioso, público receptor, capacidad intelectual de Alarcón, su
idealismo, contexto político, comportamiento de la milicia española, el sadismo
refinado en la muerte del contrincante, la euforia triunfalista...— llega a la conclu¬
sión de que el carácter testimonial del Diario «adquiere ciertos matices sumamente
esclarecedores, tanto acerca de las justas proporciones de la campaña militar, como
del útilísimo papel subsidiario en favor de la oligarquía, jugado por el idealismo li¬
terario de Alarcón, como decisivo instrumento enajenador (...] En conjunto, pode¬
mos concluir que ambos libros testimonian [El Romancero de la guerra de Africa,
del marqués de Molins y El Diario, de Alarcón] la última gran orquestación literaria
que, con carácter colectivo, urdió el liberalismo romántico español. En 1860 la frus¬
tración política se ha consumado. A la fe en las grandes frases sucederán oscuros
años de escepticismo y crisis» (1971, p. 101).
34 Los juicios de Ganivet recogidos por M. Baquero Goyanes [ Obras Comple¬
tas de Ángel Ganivet, Madrid, Aguilar, 1962, II, p. 10031, ratifican dicha naturaleza
problemática, a la par que ingeniosa y superior a los compañeros de su generación.
El aludido testimonio se refleja en la carta que el propio A. Ganivet escribe a Fran¬
cisco Navarro Ledesma el 8 de noviembre de 1894, tres años después de muerto. En
ella, tras considerar a Alarcón superior a Pereda y a la altura de Galdós, «mucho más
pensador- que ambos (1973, p. XXVII).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 99

precisamente, analizadas desde dispar forma, desde una óptica


asaz negativa, como en el caso de Montesinos, o desde una pers¬
pectiva menos singular o peculiar, al identificar el caso de Alar-
cón como fiel reflejo de buena parte de la sociedad española, co¬
mo en el caso de Brian Dendle (1968): la religión era para los
españoles de aquella época un hecho político-social, no un pro¬
blema espiritual que pudiera afectar a todo hombre. Pérez Gu¬
tiérrez señala que el idealismo de Alarcón fue rigurosamente de¬
liberado, pues había que presentar a toda costa las cosas como
no eran, de la misma forma que para ser feliz o dichoso bastaba
con resignarse a no serlo (1975, p. 105, pássim).
Valera, amigo, contertulio y admirador de la obra alarconia-
na, tal como se demuestra en el copioso epistolario del escritor,
trazó una semblanza de Alarcón que incide también en su
proceso o evolución ideológica. Tras la primera faceta de libre¬
pensador e incrédulo, aunque jamás hacía gala de serlo, se abre
paso a una segunda forma de pensar, de actuar o concebir la
vida misma. Hablamos, en el sentir de Valera, de su fe espiritua¬
lista, motivada, tal vez, por su amistad con Pastor Díaz (1961, II,
p. 1.365).
La llamada generación del 98 silenció el nombre de Alarcón.
Incluso el mismo Azorín en Andando y pensando (1929) se la¬
menta y muestra su extrañeza por el silencio o desconocimiento
de la obra alarconiana (1960, V, p. 209). El propio Alarcón se ha¬
bía lamentado en sus últimos años de la «conspiración del silen¬
cio» (Martínez Kleiser, 1943, p. 27, pássimT35 instigada por los

35 Conjuración del silencio que se advierte incluso en el centenario del na¬


cimiento del autor, en las palabras de William C. Atkinson: «En sus últimas nove¬
las Alarcón luchaba desesperadamente por una causa perdida, y fue como sím¬
bolo de una derrota que colgase su pluma cuando aún le restaban diez años de
vida. Los siguientes cincuenta años alentaron poco esa causa, y si estas novelas
perduran en la estima popular, como ocurre efectivamente, parece notable que
sea porque hay en ellas algo más que unas simples exposiciones ex parte que ha¬
yan sobrevivido a su tiempo» (1933, p. 136). Conspiración del silencio que se ma¬
nifiesta hasta en el propio fallecimiento del autor, tal como señala Clarín desde el
periódico La Publicidad: «[...] ni un escritor de primera línea, ni probablemente
de segunda, ha tenido dos renglones de despedida para el ilustre novelista (...)
Muere uno de los diez o doce escritores españoles de más fama, de mayor públi¬
co, y... ¡no pasa más que esto! (...) La muerte de Alarcón fue la actuación de un
día; el siguiente ya no se hablaba de ella, como si hubiera sido un incendio cor¬
tado a tiempo» (7 de agosto de 1891).
IOO PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

intelectuales liberales3'1 que no le perdonaron su conversión al


conservadurismo.3 En el año 1934, en A voleo, Azorín protestó
enérgicamente de que el Estado no hubiera celebrado el cente¬
nario de Alarcón: «Las ideas políticas son, en un literato, lo acce¬
sorio. Se puede ser liberal o conservador y tener una suprema
maestría en el arte de escribir» (1960, IV, p. 1.340).
Azorín, que en un principio había demostrado su animadver¬
sión hacia la obra de Alarcón —en Buscapiés (1894), conjunto de
sátiras y críticas, señala que prefiere novelas como El avispero de Luis
Bonafoux «a muchas otras de algunos que, teniendo fama de maes¬
tro, no han escrito ninguna que merezca leerse dos veces» (1960, I,
p. 109)— distingue en su obra tres etapas. En la primera Alarcón
aparece como persona ligera, jovial, atolondrada, sin ofrecer una
realidad exacta de la vida misma, al contrario que en su segunda
etapa, plagada de aciertos al describirnos con sumo interés la Es¬
paña de mediados del siglo xix. En la última etapa Alarcón ha lle¬
gado, en el sentir de Azorín, a la perfección, pues descubre lo
más íntimo de su ser y -aparece, tremenda, formidablemente trá-

36 Clarín no fue ajeno a esta campaña. Él mismo señala al respecto que la


incidencia de la prensa en la obra literaria es fundamental pues de ella depende
la difusión de la misma y su éxito (1972, p. 188). En la década de los años vein¬
te no solamente se puede corroborar todavía el testimonio de Clarín, pues el co¬
nocido y difundido estudio de Eduardo Gómez de Baquero relegaba a Pedro A.
de Alarcón en el capítulo titulado Novelistas menores, considerándole como -un
escritor de transición entre la época de Fernán Caballero y la de los grandes no¬
velistas, junto a los cuales está en la situación de un poeta o novelista menor»
(1924, p. 90).
3 Conservadurismo que ha sido siempre señalado por historiadores y ana¬
listas de la obra alarconiana, como en el caso de Fernández Segura: -El cambio
ideológico alarconiano es una realidad, desde años atrás, tendiendo cada vez
más hacia posiciones “conservadoras”, muy lejos del joven revolucionario y de¬
magogo de 1854. Su posición actual se incluía, como queda dicho, hacia la vuel¬
ta de los Borbones, en la persona del Príncipe Alfonso. Ideas que expone en un
artículo que se hizo famoso en todos los círculos políticos e intelectuales de la
época, titulado La Unión Liberal debe ser Alfonsina- (1991-1992, p. 134). Juan C.
Gay Armenteros analiza la España política engarzada con la propia vida de Alar¬
cón, llegando a las siguientes conclusiones: -Su vida se desarrolla en un ciclo am¬
plio pero bien definido de la práctica concreción de la revolución liberal espa¬
ñola. De una revolución romántica, vital y desafiante, que nos recuerda al joven
Alarcón que se marcha de casa para emprender aventuras periodísticas, al escri¬
tor desenfadado y ocurrente con sus amigos de aquella Granada irrepetible, al li¬
belista de barricada, al brillante cronista de la aventura africana y al escritor con¬
sagrado y con fama, que se empeña en ser moralizante en un tiempo que parece
no entenderle ya» (1991-1992, pp. 24-35).
PEDRO ANTONIO DE ALARCON IOI

gica, la idea del dolor, la idea de la muerte, la idea de la eterni¬


dad. Y eso es el genio» (1960, V, p. 213).

3.4. Novelas

3.4.1. El final de Norma

La primera novela alarconiana que figura en los repertorios bi¬


bliográficos y estudios sobre la vida y obra de Alarcón es El final de
Norma 38 Como señala el propio Alarcón, dicho relato -debe consi¬
derarse como mi más antigua obra en prosa, si se exceptúa el artículo
titulado Descubrimiento y paso del Cabo de Buena Esperanza' (Obras
Completas, 1943, p. 6). Apreciación que ha posibilitado su exclusión
de la llamada época novelística: «La etapa más interesante de la vida
del narrador Alarcón, la del novelista, puede establecerse con toda
precisión entre los años 1874 y 1881. La primera linde la señalan El
sombrero de tres picos y El escándalo; y la segunda, La Pródiga. En
medio han de colocarse El Niño de la Bola (1880) y El Capitán Vene¬
no (1881)» (Campos, 1974, p. XVII). Sin embargo, Montesinos la in¬
cluye dentro del repertorio de las llamadas novelas largas y la consi¬
dera con un cierto interés relativo por ser, precisamente, la primera
de sus novelas extensas,39 aunque sus méritos artísticos sean muy in¬
feriores a los de la mayoría de sus relatos breves (1977, p. 80).

38 Alarcón en Historia de mis libros ofrece puntuales noticias sobre su fecha de


comrosición y plan de la obra: «Compuse, efectivamente, El final de Norma en Gua-
dix, a la edad de diez y siete a diez y ocho años, “cuando sólo conocía del mundo y
de los hombres lo que me habían enseñando mapas y libros”, según dije mucho
después al dedicar la cuarta edición a su traductor de París, Mr. Charles d’Iriarte»
(Obras Completas, 1943, p. 6). En líneas posteriores Alarcón confiesa que dicha
obra sería la primera novela de una tetralogía titulada Los cuatro puntos cardinales,
cuya primera parte (el Norte) se denominaría El final de Norma.
■ Montesinos reconstruye el proceso de redacción, elaboración y publicación
a partir de los materiales ofrecidos por el propio Alarcón en Historia de mis libros y
en Viajes por España. De igual forma analiza las relaciones entre el novelista y Ci¬
priano del Mazo, fundador del importante periódico El Occidente, publicación que
incluiría en sus páginas Elfinal de Norma. El testimonio relativo a la publicación lo
encuentra el lector en Historia de mis libros:«[...] la primera edición de El final de
Norma fue publicada en 1855 por el periódico El Occidente, de que era director mi
siempre buen amigo D. Cipriano del Mazo. Comenzó por insertar la novela en folle¬
tín, y luego la reunió en dos tomos. La Iberia y La América la publicaron también por
aquellos años» (Obras Completas, 1943, p 7). La definición de dicha novela la lleva a
102 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La crítica ha estudiado la obra desde distintas ópticas. En unas


ocasiones, enraizada con el posterior corpus novelístico del autor;
en otras para demostrar o corroborar la presencia romántica en la
obra alarconiana. Así, por ejemplo, Baquero señala que lo más
significativo de El final de Norma viene dado por su trasfondo
musical, por esa constante afición de Alarcón por la ópera italia¬
na. El título de la novela y de ciertos capítulos —Elocuencia de un
violín, Cuarteto de celosos, Donde se prueba que todo violín debe te¬
ner su correspondiente caja, El mares un contrabajo— y la condi¬
ción de los personajes principales (un violinista y una cantante
de ópera) configuran un entramado musical que evidencia un
homenaje a Bellini, autor de Norma (1973, p. LXXXV-LXXXVI).
Música y arte también estudiados por DeCoster (1979, pp. 30-31)-
Relación con la ópera italiana que puede extenderse también a El
Niño de la Bola, tal como ha señalado A. Soria (1951, p. 87). Di¬
cho crítico apunta, por otro lado, que en El final de Norma, Alar¬
cón nos ofrece una modalidad de composición que va a servir
para todas las novelas siguientes: -Varias partes soldadas entre sí,
algunas de las cuales son episodios extensos o biografías de los
personajes. Así la tercera parte “Historia de Brunilda” la veremos
reproducirse en esquema en otras novelas (El escándalo y La
Pródiga, aunque en ésta “La verdadera historia de Julia” es sólo
un capítulo del libro II» (Soria, 1951, p. 86).
El final de Norma apenas ha sido analizada por la crítica en
comparación con sus dos novelas más editadas y traducidas: El som¬
brero de tres picos y El escándalo. Desde el momento de su apari¬
ción fue juzgada con desdén (Emilia Pardo Bazán 1973, III, p.
1.386). Incluso, el mismo Blanco García, tan dado al elogio cuando
de Alarcón se refiere, la considera inferior en relación, por ejemplo,
con las Novelas cortas, y la disculpa por ser hija de la inexperiencia
y de la falta de conocimientos (1910, II, p. 454).
Estamos ante una novela que puede considerarse una rareza
bibliográfica hoy en día, pese a las numerosas reediciones llevadas

cabo Montesinos en los siguientes términos: -a) una ensoñación romántica de adoles¬
cente; b) la misma cosa frivolizada, ironizada por un post-romántico que no puede re¬
nunciar a lo ya hecho, pero que intuye que el relato, de ingenuidad sobrada e inve¬
rosimilitud risible, se hace tolerable puesto discretamente en solfa por un truchimán
que hable detrás del retablo; c) la misma cosa vuelta a tomar en serio, algo más ento¬
nada y depurada, purgada de algún gracioso disparate- (1977, p. 69).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 103

a cabo en la centuria pasada. A las ya citados estudios en líneas an¬


teriores cabría señalar los llevados a cabo por DeCoster (1979a,
1979b), Gutiérrez Florez (1991) y Bonet (1991). Del primero se
puede extraer aspectos que configuran la peculiar personalidad
de Alarcón. El romanticismo de El final de Norma, sus estructuras
narrativas, caracterización de los personajes y estilo serán motivos
estudiados por DeCoster.40 Respecto a Gutiérrez Florez cabe des¬
tacar varios aspectos, desde la secuencias narrativas y resortes
románticos hasta el espacio y el tiempo.41 Laureano Bonet se ciñe,
especialmente, en el acontecer novelesco potenciado por imáge¬
nes ornamentales portadoras de un cierto afán oximorónico y
sinestésico (1991, p. 11). Tropología blanca, gélida y silenciosa que
el lector encuentra en el llamado tríptico «escandinavo» —El final
de Norma, El año en Spitzberg y Los ojos negros.42

40 En lo que se refiere al estilo DeCoster apunta lo siguiente: «Alarcon’s style in El


final de Norma is of a piece with the plot; the exaggerative language reinforces the me-
lodramatic quality of the action. He tends to fall into Romantic excesses, particularly in
the serious moments. In the opening chapter, while approaching Seville on board ship,
Serafín describes the evening with inflated bombasí: “Nature displayed that lethargic
tranquillity which comes after serene and resplendent days, as sleep, the younger brot-
her of infallible death, always follows the happy periods of our life”. The pretentious
metaphor comparing sleep to death rings completely false. He describes Brunilda sin-
ging Norma by stringing together a series of banal metaphors. Her hair is compared to
a rain of gold, her forehead to mother-of-pearl, her eyes to the blue Andalusian sky, her
cheeks to snow, and her teeth to tiny drops (sic.) of ice. Subtlety of language is lacking
in El final de Norma. In his later fiction Alarcón rids himself of the most obvious exag-
gerations of this youthful intempe ranee- (1979, pp. 74-75).
41 Para Gutiérrez Flórez El final de Norma está estructurada en siete grandes
secuencias narrativas que desarrollan una relación amorosa para cuya culminación
deben superarse diversos obstáculos (1991, p. 15). Resortes románticos y utiliza¬
ción de los recursos propios de la novela de folletín se evidencian en dicha nove¬
la, al igual que el espacio y el tiempo nos remiten también al Romanticismo. La
música, el llamado estilo Karr, ya analizado por la crítica (Baquero, 1973,
pp. LXX-LXXVI), así como la relación El final de norma con la novela bizantina (Na¬
varro González, 1975) serán puntos destacados por Gutiérrez Flórez (1991, p. 16).
42 En las conclusiones Laureano Bonet señala al respecto que el cuarteto ártico
—hielo, nieve, fuego y ceniza— está urdido «con una textualidad vigorosamente
visual y táctil, mediante grupos sintagmáticos muy bien trabados hasta constituir un
rico mosaico de metáforas y símiles —en último término símbolos—. Núcleos sim¬
bólicos perfectamente codificados, componiendo un pequeño universo visionario
que, como tal —y recordemos a Todorov—, apenas se abre a la realidad pragmáti¬
ca: deahí que el empeño por explicar mediante valoraciones miméticas la artificio-
sidad de estos relatos haya fracasado por entero. Pedro A. de Alarcón teje en ellos
complejas ligaduras de imágenes recurrentes, contrastándolas a menudo, con lo
cual se potencia aún más el clima romántico de temblor emocional, desgano psí¬
quico y paroxismo somático- (1991, p. 13).
104 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La lectura de Elfinal de Norma remite al lector a las novelas de


amplia recepción y éxito editorial. Los recursos propios del folletín
utilizados con garra e imaginación dan al relato una viveza im¬
propia de la inmadurez de Alarcón (Atkinson, 1933, p. 40), Novela
en la que inciden influencias de lecturas juveniles en consonancia
con historias de amor y aventuras, de ahí la inclusión de Elfinal de
Norma en un apartado o epígrafe en el que tanto la citada novela co¬
mo El escándalo y El Niño de la Bola se relacionan con la antigua no¬
vela griega de amor y aventuras. A tal propósito Navarro González en
su edición crítica a La Pródiga considera como rasgos característi¬
cos de estas tres novelas el inicio in media res, anagnórisis final,
geografía exótica, diversidad de puntos de vista del narrador, acu¬
mulación de hechos y personajes excepcionales (1975, pp. 9-52).

3-4.2. El sombrero de tres picos

Género al que pertenece

Tras su primer intento novelesco Alarcón publica en 1874 El


sombrero de tres picos. La crítica se ha pronunciado de muy distin¬
ta forma en el momento de encasillarla en un determinado género
literario. No existen excesivos problemas a la hora de clasificar la
producción literaria de Alarcón en claros compartimentos: poesía,
crónicas de viajes, cuentos, novelas, artículos de costumbres... Lo
mismo sucede con otros escritores, como Galdós, Clarín, Palacio
Valdés, Pardo Bazán, etc., autores para los que el cuento y la nove¬
la son los principales medios de expresión literaria. Sin embargo, la
crítica, en un afán clarificador, ha unido determinados géneros, co¬
mo la novela, con etiquetas o marbetes que hacen posible que un
específico género literario quede perfectamente definido: novela
naturalista, psicológica, dramática, idealista... En lo que respecta
a El sombrero de tres picos la crítica ha dudado a la hora de incluir¬
la en un determinado género literario. De ahí su consideración in¬
distinta como cuento o novela.
El testimonio de Alarcón al respecto no es nada clarificador.
En Historia de mis libros se referirá a El sombrero de tres picos de
forma distinta. En tres ocasiones nos dirá, por ejemplo, que se
trata de una historia; incluso la define como historieta, libro, di¬
choso librejo y picara obra. En este escrutinio que hemos reali-
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 105

zado observamos que Alarcón no utiliza la palabra cuento, como


la venía empleando en anteriores ocasiones, tal vez porque era
consciente de que el relato se situaba en los límites existentes
entre el cuento y la novela. No es este el momento de referirnos
a las peculiaridades propias de los antiguos libros de narraciones
breves, en los que aparecían denominaciones tales como fábulas
o fabulillas, exemplos, apólogos, castigos, proverbios, etc. Incluso
en la primitiva acepción, la novela y el cuento aluden a relatos
breves diferenciados de las extensas “historias fingidas», como el
Quijote. También recordará el lector que en nuestro Siglo de Oro
se reservaba la voz cuento para las narraciones orales y novela
para la narración breve escrita. La definición de ambos géneros
es, si cabe, no menos compleja en la época de Alarcón, pues mu¬
chos autores intentan diferenciar la novela extensa de la corta, y
ésta del cuento tradicional, popular u oral. Este proceso diferen-
ciador hizo posible que algunos autores, como Fernán Caballe¬
ro, utilizaran el término relación, equivalente a la voz francesa
nouvelle, es decir, relato que estaría a medio camino entre el
cuento y la novela.
A raíz de la publicación de El sombrero de tres picos la crítica lo
relacionaría indistintamente con los géneros cuento y novela. Así Va-
lera se refiere a él como una excelente novela, superada tan sólo por
El Niño de la Bola (1961, II, p. 1.364, pássimjy A. Palacio Valdés, tan
reacio y crítico hacia su obra la elogia sin tapujos (1948, II, 1.208,
pássim). E. Pardo Bazán inicia su estudio sobre dicho relato con
estas palabras «[...] Saludemos al rey de los cuentos españoles: El
sombrero de tres picos. El mérito mayor de Alarcón fue, sin duda al¬
guna, haber conservado en su obra maestra el carácter popular y
sencillo del genuino cuento... En eso consistió la suprema habilidad.
Alarcón, cuando por instinto o impulso genial acertaba, no acertaba
a medias» (1973, III, p. 1.386).
Entre los muchos artículos laudatorios que se publicaron en
Madrid a raíz de la aparición de El sombrero de tres picos destaca
el del crítico Luis Alfonso, artículo que por su importancia figura
como prólogo en la edición de las Obras Completas editadas por
Martínez Kleiser. En dicho prólogo, Luis Alfonso se refiere a la
obra en los siguientes términos: librejo, libro, cuadrito de cos¬
tumbres y sabroso cuento. Sin embargo, cuando trata de definir
el libro lo califica con el término relación, voz que como ya he¬
mos indicado alude al término empleado por Fernán Caballero.
io6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Es evidente, pues, que los términos novela, cuento, relación, novelita,


sainete... alternan al hablar de nuestra obra. La voz genérica relato al¬
terna frecuentemente con novela y cuento a lo largo de todo el siglo
xx; sin embargo, en el último tercio del siglo xrx y albores del xx la de¬
finición que al respecto llevó a cabo E. Pardo Bazán también tuvo una
gran aceptación. Es evidente también que E. Pardo Bazán no estable¬
ce la auténtica diferencia entre los cuentos y las novelas cortas de
Alarcón, pues considera novelas cortas todas las demás (Nuevo Teatro
Crítico, núm, 10, octubre de 1891). Puestos a elegir una denominación
nos inclinaríamos por el de novela o novela corta, al igual que ciertos
relatos, como El Capitán Veneno, El final de Norma, e, incluso, Elcla-
vo. Es evidente, pues, que entre novela y cuento se produce también,
como señala Rodríguez Marín, «el apogeo de un género de extensión
intermedia, cuyos representantes suelen recibir en nuestra literatura el
título de novelas cortas (y también el de cuentos largos) [...] El sombre¬
ro de tres picos es un claro representante de este indeciso grupo inter¬
medio de relatos, y así lo prueba la vacilación terminológica de quie¬
nes se refieren a él llamándolo, indistintamente novela (así en la mayor
parte de las ocasiones) o cuento (como antes hemos visto hacía Emi¬
lia Pardo Bazán)» (1993, p. 4). El sombrero de tres picos no sólo fue, tal
como tendremos ocasión de comprobar, la obra más elogiada, sino
también la más destacada por la crítica, escrita con excelente pulso na¬
rrativo y modélica en su concepción. Alarcón inicia con este relato la
renovación de la narrativa española (Beser, 1993, p. XXIII).

Fuentes literarias de El sombrero de tres picos

El sombrero de tres picos representa la renovación de la narrati¬


va española sustentada en el tratamiento de un tema de ilustre
tradición literaria. Analistas, críticos e historiadores de la literatura
han manifestado siempre su admiración por el relato,43 analizando

43 Valera demostró siempre su admiración por dicho relato: -Como quiera


que sea, El sombrero de tres picos es una bellísima novela. Yo no distribuyo pa¬
tentes de inmortalidad; pero me atrevo a presumir, de acuerdo con la generali¬
dad de los lectores, que El sombrero de tres picos es uno de los pocos libros que
han de vivir siempre y que siempre han de ser leídos y celebrados* (1961, II, p.
986). Clarín destaca, igualmente, El sombrero de tres picos tanto por sus valores
literarios como por lo que representa en el renacimiento de la novela moderna
española (1972, p. 177). Emilia Pardo Bazán la juzga con idénticos términos elogio-
PEDRO ANTONIO DE ALARCON 107

desde época temprana las fuentes literarias de El sombrero de tres


picos. Fuentes que en su día fueron señaladas parcialmente por el
mismo Alarcón, pues en Historia de mis libros y en el Prefacio de
su obra confiesa que la historia amorosa del corregidor y la moli¬
nera la había oído «de labios de graciosos de aldea y cortijo»; in¬
cluso la había visto impresa en Romances de ciego y en él Roman¬
cero de Duran.44 La historia amorosa bulle, pues, en la mente del
novelista y antes de proceder a su redacción se la ofreció a
Zorrilla4'5 para que el conocido dramaturgo escribiera una obra

sos e insiste al igual que Luis Alfonso en la ausencia de doctrinas o teorías filosóficas y
tendenciosas que pudieran empañar al relato (1973, III, p. 1.387). De la misma opinión
sería Galdós, calificando dicho relato con apelativos harto elogiosos. Desde el periódi¬
co La Vanguardia y en nota necrológica testimoniará de nuevo su admiración por El
sombrero de tres picos, pues es -realmente imposible trazar dentro del género a que
pertenece aquella producción algo más fresco, más espontáneo, más seductor, conce¬
bido con más ingenio y escrito con más galanura- (21 de julio de 1891). A. Palacio Val-
dés incide en idénticos planteamientos (1948, II, p. 1.207) y Blanco García tras elogiar
el acierto de Alarcón, entronca El sombrero de tres picos con la antigua novela picares¬
ca (1910, II, p. 458). De obra maestra la califica Andrenio (MCMXXTV, p. 8) o de lo más
delicado y bien concluido que ha producido en nuestros días la literatura española, tal
como señala Manuel de la Revilla, crítico que alude también a las fuentes de El som¬
brero de tres {neos (1883).
44 El romance de El Molinero de Arcos recopilado por Duran (II, 1.356) aparece
impreso numerosísimas veces en los inicios del siglo pasado. Romance tosco en de¬
masía y desmañado, de autor conocido, al menos de nombre, pues al final se lee, y
ello nos da una idea de la entonación de la obra: Y abora Pedro Marín advierte que no
es novela /quepor testigo de vista /pone al ciego de la Peña (Montesinos, 1977, p. 189).
En ediciones de romances de ciego -se alude a otras localizaciones como Jerez de la
Frontera, que coincide con la que las “coplejas populares asaz verdes y hasta colora¬
das" que recuerda Hartzenbusch, o en diversos pueblos extremeños. Alarcón colocara
la acción de su relato en Granada porque de allí era Repela y, en último término, es la
tierra que mejor conoce [...). Así parece localizado en la versión de la Revista Europea.
En las revisiones posteriores, sin embargo, suprimió todas las referencias a la ciudad ci¬
tada de los capítulos III, XTV, XXI, XXVI, XXXVI- (Rubio Jiménez, 1986, pp. 8-29).
45 Martínez Kleiser señala que Alarcón ofreció el asunto de El sombrero de tres
picosa Zorrilla, consciente del tratamiento teatral que dicho tema ofrecía: -Y tuvo la
generosidad de ofrecérselo a Zorrilla para que lo llevase al teatro. Zorrilla le dirigió
una carta el Ia de junio de un año que no consta, diciéndole: “Mi querido Pedro: Ne¬
cesito la carta para la comedia, la cual debo entregar el Ia de Julio: En Jerez de la
Frontera / hay un molinero honrado que ganaba sus sustento con un molino afa¬
mado; / y era casado / con moza / muy primorosa; /y por ser tan bella, /el Corregi¬
dor se enamoró de ella. /La cortejaba, /la festejaba, /hasta que un día/la declaró
el intento / que pretendía (1943, p. XXII). Alarcón ofrecería con anterioridad dicho
tema a su amigo José Joaquín Villanueva, que comenzó a escribir una zarzuela, pe¬
ro falleció sin concluirla. Tras sendas proposiciones no cumplidas, Alarcón decide
llevar a cabo la relación amorosa descrita en £'/ sombrero de tres picos. El episodio
108 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

teatral basada en esta historia. Las fuentes de El sombrero de tres pi¬


cos han sido objeto de importante atención por parte de la crítica. Así
A. Bonilla San Martín (1905, pp. 5-17) señala como posibles fuentes
La Canción nueva del corregidor y la molinera. Chanza sucedida en
cierto lugar de España y una novela de Boccaccio, la VIII de la Gior-
nata VIII, titulada en la versión castellana de Pedro de Castro (Medi¬
na del Campo, 1543) Cómo dos amigos, durmiendo cada uno con la
mujer del otro, sin otra venganza, fueron más amigos.
R. Foulché-Delbosc añade su posible relación con el sainete El
Corregidor y la Molinera (1862) en el que aparece el tricornio y la
capa grana del corregidor con el simbolismo que Alarcón concede
a su relato (1908, pp. 468-487). J. E. Guillet (1928, pp. 618-628) se¬
ñala como fuente más antigua escrita en letras de molde una nueva
versión más extensa del romance de Durán, hallada por él en un
pliego de cordel, con el título de Romance nuevo del chasco que hu¬
bo entre un molinero y el corregidor de Arcos. Versión impresa en
Córdoba en los últimos años del siglo xviii o comienzos del xdc E. B.
Place encuentra concomitancias con La farce nouvelle de Poulier,
versión francesa del siglo xvi, en forma de farsa. En ella el molinero
se llama Lucas y su mujer no cede a las pretensiones del Corregidor.
Place asegura que el tema es de origen oriental y que figura en varias
colecciones de cuentos árabes y persas; incluso, su huella se encuen¬
tra en la literatura alemana, rusa e italiana. Es evidente, pues, que se
trata de un relato popular, de longeva vida y difusión, aunque, se¬
gún Place la farsa francesa es la única versión en la que un moline¬
ro figura como protagonista (1929, pp. 39-42).
J. A. van Praag señala al respecto que existe una farsa holande¬
sa anónima —Klucht / van de / Schoester: Of / Gelijje Monnikken,
gelijke Kappen— de crudeza indescriptible, como casi todas las
holandesas del siglo xvn, cuyo contenido se asemeja en ciertos epi¬
sodios a los descritos en El sombrero de tres picos, como la aplica¬
ción de la ley del Talión, trueque de vestidos, diálogos picantes,
aventuras amorosas nacidas de equívocos sospechosos, etc.
Concomitancias que para J. A van Praag no son sólo exclusiva de
Alarcón, sino de la tradición oral (1953, p. 9). Armistead y Silver-

relativo a la carta de Alarcón a Zorrilla figura en el Prefacio que compuso el escritor


para la primera edición de la novela, aparecida en la Revista Europea. Vicente Gaos
reproduce por primera vez dicho episodio en su edición crítica (1975, pp. 8-9).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 109

man ofrecieron un texto escandinavo titulado Skomager og Edel-


rnand y otros varios pertenecientes a los siglos xvi y xvni; incluso,
recogen la canción CCVI del Lieder Büchlin (en torno a 1580) y Ein
sebón new Kurtsweilig Lied, zu lesen undsinge (1972, pp. 279-291).
Jean L. Picoche (1966) apunta ciertas semejanzas con la novela
histórica española de José García Villalta, El golpe en Vago (1835) y
Jorge Campos (1985) establece un paralelismo entre La castellana
de Longeville o la mujer vengada (Historiettes, contes et fabliaux
del marqués de Sade) y El sombrero de tres picos. De todo ese mo¬
saico de opiniones David Hook (1984, pp. 17-26) incide más en las
fuentes nacionales y posibles, aunque también pudiera estar en la
mente de Alarcón alguna versión desconocida por la crítica más
acorde con la moral católica y, por ende, más decente. Para Hook
el relato alarconiano recrea de forma magistral toda una tradición
literaria vertida no sólo en la tradición oral sino también en la es¬
crita, de ahí que se trate de un viejo y repetitivo tema folklórico en¬
riquecido gracias al buen quehacer literario de Alarcón.

Honor, honra y comicidad

La novela de Alarcón prescinde con sutil estilo de las situacio¬


nes que pudieran atentar contra la moral cristiana, de ahí que la crí¬
tica señalara tanto en su día como en época reciente que Alarcón
modificó el final por escrúpulos morales. Edmund de Chasca seña¬
la que el tema del relato es el honor del tío Lucas, el molinero, el
personaje que provoca la hilaridad ante una situación que el lector
considera catastrófica (1953, p. 283). Interpretación que para

46 Tradicionalismo que Alarcón constata siempre que habla de El sombrero de tres


picos. La felicidad que rodea al mundo de ficción y la perfecta simbiosis entre los re¬
presentantes eclesiásticos y quienes detentan el poder emanado de la monarquía bor¬
bónica se ajustan perfectamente a la ideología alarconiana. Defensa de un Estado en el
que se engarzan perfectamente el poder civil y el eclesiástico (O’Hara, 1989, p. 27). El
tema, los personajes, el lugar, la acción, entre otros aspectos, evidencian las raíces
de nuestro folklore. Sin embargo Vicente Gaos —píese a reconocer que se trata de
una obra admirablemente equilibrada, medida, exacta de límites, perfecta, en suma,
dentro de sus pequeñas proporciones, sobre todo en la de inspiración realista, que
es la que suele invocarse como antecedente de El sombrero de tres picos— duda del
carácter tradicional apuntado por la crítica y señala que estéticamente está más cer¬
ca de un Moliére, un Benjamín Constant, un Marivaux o un Merimée, que de Que-
vedo o de cualquier otro escritor español quitado Cervantes- (1975, p. XLI).
iio PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Vicente Gaos obedece, entre otros aspectos, a motivos fundamen¬


talmente estéticos, no por causas de índole moral (1975, p. XXXVIII).
Es obvio que Alarcón quiso escribir una obra cómica, no trágica,
una obra con aire de juego, y de juego limpio, intrascendente, lige¬
ro (Gaos, 1975, p. XL-XLI). Alarcón siempre estuvo preocupado
por su alcanzada reputación de hombre y escritor honesto tal co¬
mo afirma en Historia de mis libros (Obras Completas, 1943, p. 20).
Esto, unido a la transformación que los personajes experimentan
en su relato —honor y honra incólumes— da pie al comentario
emitido por José F. Montesinos: «Su primer intento fue dar a la his¬
toria un sesgo limpio, respetuoso [...] Por fortuna esta vez sus per¬
sonajes eran suficientemente vivaces para imponer su ley a la no¬
vela y el desenlace “honesto” se hacía necesario. Conservar el de la
antigua conseja suponía condenarse a repetir el cuento boccacces-
co en otro más largo y pretencioso, y por ende peor» (1977, p. 204).
Es evidente, como señala Laureano Bonet, que el hallazgo de
nuevas hojas volanderas, de nuevas canciones de ciego, enriquece
y matiza desde una nueva óptica el lado sociológico o erótico del
tema central de El sombrero de tres picos, «cuadrángulo ambiguo
protagonizado por dos hombres y dos mujeres de muy diverso lina¬
je que se engañan unos a otros, aunque, ciertamente, la sangre no
llega al río, con lo que el tan hispánico motivo del honor queda so¬
metido a feroz crítica desde una perspectiva popular». Para Bonet el
planteamiento alarconiano es sugestivo y sibilinamente crítico al lle¬
var a cabo una «transferencia sexual» ciertamente significativa, pues
no es el varón quien defiende el honor, sino la mujer (1981, p. 29)77
La deformación grotesca, el enredo, el ritmo de la obra y el hu¬
mor son aspectos ofrecidos por Alarcón a fin de estilizar la realidad
y deformarla levemente hacia lo grotesco. Es en cierto modo, y de

1 Gracejo y humor apuntado por la crítica, como en el caso de Martínez


Kleiser (1943, p- XX). Humor tradicionalista que ya había sido susbrayado por E.
Pardo Bazán a finales del siglo pasado: -Los que pretenden presentar a nuestra li¬
teratura formando contraste por lo sana y ortodoxa, con la francesa, acostumbran
a alegar que la nuestra es zumbona y epigramática y aquí las desvergüenzas más
gordas están teñidas —cito a Alarcón— “de un verdor primaveral y gozoso que
más inducía a risa que a pecado”. Esta misma tesis se la he oído sostener a menu¬
do y con muy especiosas razones a donjuán Valera, quien hace consistir en la tris¬
teza y el pesimismo todo el mal de la literatura erótica» (1973, III, p. 1381). Humor
que es una constante tanto en El sombrero de tres picos (Soria Ortega, 1951,
pp. 83-85; De Chasca, 1953, pp. 282-288; Hook, 1984, pp. 31-49) como en El Ca¬
pitán Veneno (López, 1985, pp. 213-236).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN III

forma embrionaria, la depurada técnica del esperpento desarrolla¬


da más tarde por Valle-Inclán. Se trata de una proyección cariatu-
resca (Montes Huidobro, 1971, pp. 9-22) y de una deformación de
la realidad, acentuada mediante los contrastes, lo que produce la
comicidad (Gaos, 1975, pp. XXXI-XXXIV). El sombrero, la capa o
cualquier otro objeto se convierte de esta forma en un símbolo cla¬
ro que identifica al portador de los mismos.48 Comicidad que de
forma reiterada ha sido señalada por la crítica (González López,
1965, p. 394; Jiménez Fraud, 1973, p. 57; López Casanova, 1974;
Montesinos, 1977, p. 206).

El espacio y tiempo. Estructura y presencia de las formas


dramáticas en El sombrero de tres picos

El espacio y el tiempo han sido motivos estudiados por la crítica,


pues a Alarcón le importaba «situar temporalmente su relato dentro
del antiguo régimen, hacia 1805, cuando aún no habían tenido lugar
en España hechos tan decisivos como la Guerra de la Independencia,
las Cortes de Cádiz con la Constitución de 1812, y todo lo que vino
después, hasta rematar en la relativamente próxima —para un lector
de 1874— revolución de 1868, la Gloriosa? (Baquero, 1979, p. 52). El
cuidado irónico puesto por el escritor en la evocación del régimen
absolutista como marco de El sombrero de tres picos y la identifica¬
ción del sombrero con tal periodo «dan al arranque del relato, a esos
primeros capítulos, el valor de un marco y —como el propio autor di¬
ce— “de un cuadro de género”» (Baquero, 1979, p. 53). Es preciso
advertir que tampoco existen en el relato exhaustivas precisiones
temporales ni concreciones espaciales, simplemente se contenta con

,H Montes Huidobro señala con razón que -El sombrero de tres picos, este
sombrero que sirve de título no es sólo el vehículo fundamental en la presenta¬
ción del corregidor, sino que Alarcón pretende afianzar su permanencia y con¬
vertirlo en un símbolo con su dimensión histórica" (1971, pp. 11-12). Eva F. Flo-
rensa puntualiza y precisa diversos aspectos relacionados con el simbolismo de
El sombrero de tres picos, pues -convierte a la obra en un documento fiel —den¬
tro de los límites— de la realidad política y social y de la economía y la cultura
de una urbe provinciana sureña en un tiempo concreto: principios del siglo xix-
(1993, p 27). Simbolismo que se hace patente también en la onomástica alarco-
niana, especialmente en las novelas tendenciosas. Simbología en función de la
defensa de unos argumentos que han de sustentar los sentimientos ideológicos
defendidos (Liberatori, 1981, p. 147).
112 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

situar la acción hacia 1805 y en una ciudad andaluza. Tiempo na¬


rrativo que se identifica con el talante ideológico de Alarcón y nos re¬
mite al antiguo régimen (Montesinos, 1977, p. 198; Bonet, 1981, p.
25). La nostalgia del tiempo pasado puede interpretarse desde un
punto de vista distinto al tradicional, es decir sin necesidad de engar¬
zar el tiempo narrativo con el hecho histórico, simplemente como un
recurso literario, como si entre el pasado y el presente se levantara
un muro que cerca en el tiempo la acción y la recluye en un antaño
irreal (Gaos, 1975, p. XLIII, pássim). Alarcón eligió como espacio y
tiempo históricos del relato la España estamental, constatación que a
juicio de Eva F. Florensa debe ser precisada.49 Para Laureano Bonet el
espacio narrativo pude proyectarse de diversas formas, desde un espa¬
cio contextual—en donde se aprecia un espacio desvaído, sin rugosi¬
dades paisajísticas, informativo—, doméstico-social (aunque actúen
también independientemente) y un espacio exterior condicionado
por el ámbito rural (Bonet, 1981, p. 75, pássim). Por regla general en
las novelas de Alarcón se percibe con claridad la limitación del tiem¬
po. Salvo raras excepciones —El Capitán Veneno y La Pródiga trans¬
curren a lo largo de un mes y un año, respectivamente—, las novelas
de Alarcón están concebidas desde una óptica temporal concreta,
pues duran días u horas. La acción de El sombrero de tres picos abar¬
ca un periodo de dieciséis horas; la de El escándalo, dieciocho horas,
y la de El Niño de la Bola dos días. Función del tiempo que a juicio de
la crítica se identifica con las unidades propias de la comedia clásica.
Para O. Belic5" El sombrero de tres picos presenta casi la composición

49 Eva F. Florensa señala lo siguiente: "En primer lugar, el marco “España” po¬
see en la obra un círculo espacial concéntrico interior. Andalucía, y —dentro de és¬
te— otro más ínfimo, una ciudad provinciana que incluye la urbe misma (el corre¬
gimiento), una población anexa (la del alcalde) y un molino entre aquélla y ésta. En
segundo lugar, el tiempo histórico (absolutismo) también debe ser especificado; de
todo el periodo que abarca, Alarcón elige un momento puntual: “era después del 4
y antes del 8”, “supongamos que el de 1805” (...) La elección de estos años concre¬
tos permite a don Pedro Antonio hacer sentir el peligro inminente de la agresión
[amenaza de Napoleón Bonaparte] sin que ésta haya ocurrido todavía ni haya cam¬
biado y desnaturalizado lo viejo y rancio nacional. Por eso España es un Edén, y
también el molino- (1993, p. 29).
50 Oldrich Belic atribuye a El sombrero de tres picos una estructura dramática dis¬
tribuida de una forma idéntica a la comedia clásica (constituida por cinco partes bien
diferenciadas) y configurada por siete capítulos sucesivos. Los siete primeros forman
un todo: exposición inicial de la historia. El autor ofrece todo lo necesario: localiza¬
ción histórica y geográfica, presentación de los personajes y establecimiento de las
perfectas relaciones existentes. Los siete capítulos siguientes, hasta el XIV, contienen
PEDRO ANTONIO DE AIARCÓN H3

de una comedia clasicista, pues nunca se olvida de proporcionar da¬


tos relativos al tiempo: «la acción de El sombrero empieza a las dos de
la tarde de un día [...] y termina a las seis de la mañana del día si¬
guiente» (1969, p. 136).
La incidencia de la preceptiva neoclásica en el relato de Alar-
cón ha encontrado feliz acogida en los estudios críticos publicados
en estas últimas décadas, incluyéndose en ellos la presencia del co¬
ro en sus novelas. Frente a la opinión favorable de hermanar el mar¬
co temporal de sus relatos con la normativa neoclásica (Baquero
Goyanes, 1973, pp. CX-CXI; López Casanova, 1974, pp. 40-42; Ba-
santa, 1989, pp. 40-43) surgen estudios que identifican el relato
alarconiano con la dramaturgia española del Siglo de Oro. V. Gaos
señala que El sombrero de tres picos pretendía ser una parodia del
drama calderoniano (1971, p. 402) en el que se tratan los conflictos
del honor en íntima relación con el amor, la mujer y las relaciones
familiares. Jeremy T. Medina señala al respecto que el argumento
de El sombrero de tres picos es «una inversión irónica del más serio
drama de honor del Siglo de Oro» (1972, p. 84) y para Sobejano
Morán (1990, p. 610) el citado relato se identifica y participa de to¬
dos los rasgos arquetípicos de las comedias de capa y espada. Los
celos, el juego y poder de las palabras amorosas, la burla del sa¬
grado hogar, las tretas ingeniosas de que se sirven damas y galanes,
mujeres tímidas, discretas y decididas, serán aspectos o motivos
que se engarzan en el relato alarconiano. Tesis, la identificación del
relato con la comedia española del Siglo de Oro, defendida con ar¬
gumentaciones explícitas y al mismo tiempo enriquecedoras,

la intensificación dramática. Garduña y el Corregidor han concebido un plan de ata¬


que —segundo acto—, asalto del Corregidor a Frasquita y se acentúan en el último
capítulo con los planes de Garduña. La tercera parte o tercer acto comprende desde
el capítulo XV al XXI, la culminación o crisis. La trama se inicia con suprema tensión,
se trata del clímax o suprema culminación. Es el inicio de la acción real. Lucas, tras su
salida forzada del molino descubre gradualmente su desgracia. A su regreso al moli¬
no se producen los momentos críticos de la obra. La cuarta parte abarca desde el ca¬
pítulo XXII al XXVII y constituye la declinación. Belic define esta parte con el cali¬
ficativo de técnica, de transición. La última parte o desenlace corresponde desde el
capítulo XXIX al XXXV. El interés se activa de nuevo con el segundo episodio melo¬
dramático de la aventura amorosa. El enredo se aclara finalmente, salvo para el Co¬
rregidor, que nunca llega a conocer la verdad. Alarcón añade un apéndice, capítulo
XXXVI, auténtico desenlace, con la presencia del obispo, que aparece para poner el
broche final del Ordo Dei. Capítulo que resume los posteriores destinos de los prin¬
cipales personajes.
H4 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

como en el caso de Eva F. Florensa (1993, pp. 44-50). Es evidente,


tal como señala Florensa, la identificación del tema de El sombrero
de tres picos con las piezas teatrales del Siglo de Oro.''1 Es innegable,
a mi juicio, que Alarcón está inmerso en los resortes y recursos lite¬
rarios llevados a cabo por los escritores pertenecientes a la drama¬
turgia áurea española. La comedia neoclásica no admite situaciones
irreflexivas con final feliz. Podrá contraponer dos modelos opuestos
o antagónicos para que el espectador o lector se identifique con el
personaje modélico y deseche al que actúa en detrimento de las
buenas costumbres. Incluso las situaciones cómicas que se dan en
la comedia clásica están siempre, o casi siempre, personificadas
en los criados y criadas de los respectivos protagonistas, como si se
tratara de una deformada proyección de la figura del gracioso
—personaje o tipo harto denunciado por preceptistas y defensores
en general del neoclasicismo—. El argumento de El sombrero de tres
picos aproxima al lector a los textos lopescos y calderonianos, no a
los debidos a Moratín o escritores adscritos a la comedia neoclásica.
Evidentemente no desechamos la estructura o andamiaje del relato,
aspecto que no siempre remite a la preceptiva aristotélica. Aun así la
fuerza del argumento, su contenido y las situaciones que envuelven
la peripecia argumental recrean un mundo que nada tiene que ver
con los dictados por los defensores de la comedia neoclásica.

51 En un acertado estudio Eva F. Florensa rebate las teorías emitidas por Belic y
seguidores, analizando tanto el estudio de las unidades, argumento, situación como
la disposición del coro, número de actos y estructura del relato (1993, pp. 49-50).
En la época de Alarcón era normal que la novela participara no sólo de lo dra¬
mático, sino también de la épica, tal como señala, por ejemplo M. de la Revilla: -Pe¬
ro si la novela no es un género dramático ni épico, no es posible desconocer que
participa de las condiciones de éstos, pues sus formas narrativas son épicas, y su
fondo es indudablemente dramático. La novela es, por consiguiente, un género épi¬
co-dramático- (1877, p. 419). De todo ello se desprende, como afirma Eva. F. Flo¬
rensa, lo siguiente: -Al reducir, pues, la literatura a las formas teatrales y a la epope¬
ya, Alarcón demuestra su conocimiento de la teoría literaria imperante en su tiempo,
a la vez que nos descubre los hilos que han guiado la composición de su obra. El
sombrero de tres picos es drama, a saber, comedia del Siglo de Oro, y epopeya, es
decir, narración histórica- (1993, p. 50).
52. La utilización de términos dramáticos es frecuente en la novela alarconia-
na, engarzando en sus relatos alusiones propias del género. De hecho, tal como se
comprobará en páginas posteriores, la crítica estudia las novelas de Alarcón en re¬
lación con la alta comedia (López, 1985, pp. 127-215), Baquero Goyanes en El niño
de la Bola y El escándalo (1973, pp. XC-XCVII), Montes en El escándalo (1986, p.
38), López Casanova (1974, pp. 40-42) y Basanta (1989, p. 51) lo llevan a cabo en
torno a la historia del molinero y el corregidor.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 115

En el capítulo de influencias cabe resaltar la presencia cervan¬


tina, comentada en estas últimas décadas53 como uno de los rasgos
arquetípicos de El sombrero de tres picos (Gaos, 1971, pp. 390 y
399; 1975, p. XXXIV; Medina, 1972, p. 85; López Casanova, 1983, p.
35; Hook, 1984, pp. 26-27; Florensa, 1993, pp. 13, 185-186 y 203-
204). De igual forma la función narrativa centrada en el simbolismo
que da título al relato y que actúa como objeto evocador y el dis¬
fraz como metáfora psíquica y social serán aspectos estudiados
detenidamente (Bonet, 1981). Los ritmos conflictivos de Elsombre-
ro de tres picos relacionados con la commedia dell’arteo identifica¬
do con el film mudo gracias a la trama nerviosa de movimientos
ondulatorios son aspectos tratados sutilmente por la crítica (Bonet,
1981, pp. 60-61, pássim). Todo ello demuestra la pluralidad de in¬
terpretaciones a que se presta El sombrero de tres picos.

3-4.3■ El escándalo

Proceso de redacción. Realidad y ficción

El proceso de redacción se inicia en 1868, aunque la novela la


concluye en julio de 1875, tal como señala en Historia de mis libros
(Obras Completas, 1943, pp. 21-22). Lento proceso de redacción de
una historia que ha sido tomada de unos hechos ciertos, de ahí que
para un sector de la crítica El escándalo sea considerada como una
novela biográfica, de clave (Urbina, 1971, p. 10, pássim). Alarcón
refiere en Historia de mis libros que El escándalo es rigurosamente
histórico y sus personajes tan reales y auténticos como la verdad
misma (Obras Completas, 1943, p. 23). En dicha Historia señala,
igualmente, que el argumento de dicha novela le «estorbaba en el
cerebro y en el corazón desde los primeros meses de 1863 [...] Eles-

53 V. Gaos tras resaltar los rasgos sensoriales y pictóricos de El sombrero de tres


picos añade lo siguiente: «Ya se trate irónicamente del amistoso rebuzno de dos bo¬
rricos (que recuerda el consabido capítulo del Quijote), ya de describir la voz y la
carcajada sensuales de la Molinera, Alarcón hace alusiones frecuentes al mundo de
los sonidos- (1975, p. XXXTV). Góngora y Ayustante (1910) ya había señalado en fe¬
cha temprana las semejanzas alarconianas con el Quijote: la del capítulo XXVII
——Favor del Rey-, de El sombrero de tres picos— y el capítulo XVI de la Primera Par¬
te del Quijote—-De lo que sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él imagina¬
ba ser castillo-.
Il6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

cándalo había sido concebido en horas de infinito pesar- (Obras


Completas, 1943, p. 21). A raíz de tales informaciones la crítica se
pregunta a qué obedece el íntimo [yesar aludido. Martínez Kleiser re¬
laciona el argumento de El escándalo con episodios reales de su vi¬
da (1943, p. 1195) y D. Gamallo Fierros especifica que el personaje
Diego es alterego de N. Pastor Díaz, autor de la novela De Villaher-
mosa a la Chinad Tesis desechada por Montesinos tanto en sus ini¬
ciales estudios sobre Alarcón como en el último dedicado al novelis¬
ta (1959, p. 177, pásssim). Es evidente que la novela ofrecía aspectos
que escapan a lo meramente estético. Como señala Martínez Cache¬
ro tanto en su novela El escándalo como su discurso académico fue¬
ron las piezas más beligerantes de Alarcón. Respecto a la novela, el
mencionado crítico señala lo siguiente: «Acaso ni los lectores ni los
críticos pudieron sustraerse a las sugerencias extraliterarias que El es¬
cándalo ofrecía y en ellas cayeron como en una gustosa tentación, a
favor o en contra de la propuesta del autor según la ideología de ca¬
da cual, alejados así de la deseable serenidad lectora- (1991, p. 19).

La estructura y la «unidad de tiempo» en El escándalo

La estructura de El Escándalo responde al concepto clásico de la


narración. Alarcón, como señala Germán Gullón, «narra a lo clásico,
sabe contar una historia amena con sobriedad y economía de me¬
dios. Sus creaciones, elementales desde un punto de vista narratoló-
gico se basan en una fórmula tradicional: un narrador alterna con los
diálogos dramatizados de los personajes, y juntos transmiten la his¬
toria, avivando el interés del lector con recursos arguméntales

ví Dionisio Gamallo Fierros publicó en el periódico Ya (octubre de 1943,


núms. 22, 23, y 26) la tesis que identificaba a Nicomedes Pastor Díaz con el persona¬
je alarconiano Diego. Artículos que provocaron la polémica e impulsaron a L. Mar¬
tínez Kleiser a publicar en el mismo diario (23 de octubre de 1943) un artículo
—Sobre El escándalo— en el que se rechazaba tal afirmación. Gamallo Fierros
insistió de nuevo en su tesis, dando a la luz un nuevo artículo —-Sigue el escánda¬
lo. Polémica apasionada sobre la identificación de una figura incierta-— en el
periódico El Español (13 de noviembre de 1943) en que ratificaba la identificación
ya apuntada. Martínez Kleiser se opuso de nuevo a tal afirmación mediante nueva
documentación aportada en su artículo -Sobre un personaje de El escándalo (El Es¬
pañol, 20 de noviembre de 1943). En dicho artículo Martínez Kleiser desmiente lo
dicho por Gamallo Fierros mediante la publicación de cartas correspondientes a los
descendientes de Alarcón y Pastor Díaz.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 117

igualmente exiguos» (1983, p. 37). Es claro que el éxito de El escán¬


dalo se debió en su día a los recursos narrativos constitutivos de la
novela de folletín. Sin embargo, para el lector actual lo más intere¬
sante no es, precisamente, esta modalidad de narrar, ni su deficiente
contenido ideológico-polémico, sino «su estructura narrativa [...] En
la estructuración de esa novela-confesión demostró el escritor gua-
dijeño un seguro pulso narrativo» (Baquero, 1969, V, p. 84).
Las estructuras de El escándalo han sido analizadas en sucesi¬
vas ocasiones durante estas últimas décadas (Baquero, 1973; Mon¬
tesinos, 1977; Montes, 1986). La novela está dividida en ocho libros
y un epílogo. Cada uno de estos libros está a su vez encabezado
por un elocuente y significativo título que sirve de apoyatura al tex¬
to. Montesinos percibe en la novela una confusa textura provocada
por una extraña mezcla de planos y circunstancias. Llega a señalar
que en El escándalo conviven dos novelas, engarzadas de modo
forzado y arbitrario: «Una novela atañe a la vindicación del padre
de Fabián [...] la otra desarrolla un tema grato a los románticos y na¬
da nuevo, salvo el desenlace [...] el tan romántico de la redención
por amor, y el del escándalo, que se opone como un obstáculo in¬
franqueable a la regeneración de Donjuán [...] Esta parte es la me¬
jor tratada en la novela de Alarcón; reducida a ella y sin “tesis”, El
escándalo ganaría ciento por ciento» (1977, pp. 227-228).
Baquero Goyanes considera certera la opinión de Montesinos,
aunque «habría que sumar, quizá, una tercera: la historia de Lázaro,
de su misterioso origen, del no menos misterioso visitante que le
insulta ante sus amigos, de la revelación, finalmente, en el Libro
VII de cuál era El secreto de Lázaro- (1973, p. XCCI). La historia de
Lázaro se convierte así en la «tercera novela» en refuerzo temático a
la de Fabián. Ambas se engarzan con la del padre del protagonista
—Fabián Conde— a través del tema común de la mentira, de la ca¬
lumnia que será menester aceptar con resignación y sacrificio.^

55 Es sugerente, a la par que documentado, el juicio emitido por Baquero Go¬


yanes respecto a la influencia de la cuentística oriental, especialmente en el Libro II,
cuando Fabián da a conocer al padre Manrique las distintas versiones de la vida de
su padre: -En esas páginas podemos contemplar el funcionamiento de tan vieja me¬
cánica narrativa: Fabián comienza a hablar de sí mismo al jesuíta; pasa a hacerlo, co¬
mo etapa previa, de la muerte de su padre y cede, entonces, su voz a la de su ma¬
dre, moribunda. Recobra Fabián su voz narradora para sustituirla pronto por la de
Gutiérrez. Concluido el relato, se retorna al plano narrativo dominante en esas
páginas: el de la voz de Fabián. De este modo, la novela del padre de Fabián
queda enmarcada en la del joven libertino, como lo queda también a través de dos
Il8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Para Juan Bautista Montes El escándalo no sólo admite las na¬


rraciones o novelas intercaladas en el relato por la citada crítica, si¬
no que admite ciertos episodios que podrían actuar como auténti¬
cas novelitas independientes, «como la propia relación
Gregoria-Diego-Fabián, o el episodio de la Generala [...] Y es que,
a nuestro juicio, novela solo hay una: la que nosotros llamamos ac¬
ción principal. Consiste en la confesión que Fabián Conde realiza
al padre Manrique, dando cuenta de todo aquello que en su vida le
ha conducido al problema que se le presenta y sobre el que pide
consejo, ante su estado desesperado, al jesuíta» (1986, p. 30). Esta
es la historia principal, enriquecida con la inclusión de acciones se¬
cundarias que se podrían desmembrar de la propia acción princi¬
pal de la novela.

El escándalo: tendenciosidad e intepretaciones

El escándalo es considerada desde época temprana como una


modalidad narrativa que trata el problema religioso en sus relacio¬
nes con la conciencia moral. Rasgo frecuente de esta época fue la
insistente presencia de personajes clericales analizados y presenta¬
dos al lector desde las distintas ópticas o tendencias de sus crea¬
dores, como de hecho sucede en El escándalo —Manrique—, El
Niño de la Bola—Trinidad Muley—, Tormento—Polo—, Los pazos
de Ulloa—Julián—, Doña Luz—Enrique—, etc. Ángel Guerra, Na-
zarín, La Regenta y tantas novelas de esta época provocarían la
censura de la crítica, como en el caso de Rafael Altamira que en Mi

bastante distanciados episodios —misterio y revelación— la historia de Lázaro- (Ba-


quero, 1973, p. CXXVIII). Es evidente que tal estructura debió ser considerada por
Alarcón como la más adecuada para un relato inmerso en continuas tensiones y sor¬
presas. El padre de Fabián Conde pasó por traidor, pero más bien parece un héroe;
Lázaro podría considerarse un ser abyecto y es casi un santo; la relación fraternal
entre Diego y Fabián se convierte en odio mortal; el escándalo que parecía que iba
a acabar con Fabián le devuelve cuanto daba por perdido. De esta forma, de sor¬
presa en sorpresa, como señala Baquero -rueda la complicada acción de El escán¬
dalo, y a ese atractivo novelesco hay, tal vez, que atribuirle el éxito del libro, más
que a la fuerza de su “tesis” o “tendencia"- (1973, p. CXXIX). Palabras que pueden
servir como complemento a las emitidas por una serie de críticos que ven además
de estos aspectos una manifiesta tendenciosidad en la novela alarconiana (Dendle,
1968, pp. 23-25; Pérez Gutiérrez, 1975, pp. 117-125; Montesinos, 1977, pp. 209-236;
Montes, 1986, pp. 21-27; Alborg, 1996, pp. 538-558).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 119

primera campaña afirma lo siguiente: «Así estamos con indigestión


de tipos burgueses, de curas a la parrilla, de neurosis, de agota¬
mientos nerviosos, de calaveras degenerados, de niñas delicadas
que sufren desengaños de amor» (1893, p. 52). Las divergencias de
opiniones entre Alarcón y Clarín han sido intepretadas por la críti¬
ca desde dispar óptica. Lo evidente, lo esencial y manifiesto de ta¬
les opiniones se proyecta siempre hacia la tesis de la novela, a la
verosimilitud de la misma y a las tensiones ideológicas del mo¬
mento (Pérez Gutiérrez, 1975, p. 124). El escándalo, señala Soria
Ortega, tiene un final realista, pues los problemas los resuelve el
padre Manrique de forma antirromántica, es decir de acuerdo con
un sentido común bastante elemental» (1952, XXXII, p. 141). El es¬
cándalo se ajusta perfectamente al esquema y rasgos propios de la
novela de tesis religiosa (Dendle, 1968, pp. 23-26) y provoca por
esta circunstancia la identificación de Alarcón como escritor reac¬
cionario y neocatólico,'’0 tal como se ha señalado en el capítulo que
precede a estas páginas titulado Publicación y recepción crítica de

A raíz del hostigamiento de la crítica por la implícita tendenciosidad de sus re¬


latos -Alarcón estuvo siempre a la defensiva, y de sus cautelas y precisiones ideológi¬
cas nos ofrecen expresivo testimonio las correcciones introducidas en El escándalo
posteriores a 1875 [...] Bastantes modificaciones afectan al estilo, corrigen determinadas
impropiedades o antigüedades. Pero tal vez el mayor interés de las modificaciones re¬
sida en aquellas que se suprimen o añaden cosas; casi siempre en función de las que
podríamos considerar cautelas o razones estratégicas, explicables en un escritor que se
vio muy atacado ideológicamente» (Baquero, 1973, CXXXUI-CXXXTV). Las modifica¬
ciones o variantes de la prosa o narrativa breve alarconiana ha sido estudiada por Mon¬
tesinos (1955). Igualmente María Dolores Royo Latorre en su tesis doctoral El relato
corto en Pedro Antonio de Alarcón (presentada en la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Zaragoza. Dirigida por el Dr. Leonardo Romero Tobar, Zaragoza,
septiembre de 1989) señala en la Introducción -la obsesión alarconiana por modificar
en mayor o menor medida sus escritos de cara a una nueva publicación» (p. 5). Cfr. de
la misma autora su edición Pedro Antonio de Alarcón. Los relatos, Universidad de Ex¬
tremadura, 1994. Monografía que insiste en los mismos postulados que en su tesis y en
-la corrección incesante a que Alarcón sometió sus relatos en sucesivas publicaciones»
(p. 80). López Martínez y Hernández Sánchez señalan al respecto que Pedro Antonio
de Alarcón retocaba constantemente sus escritos:«[...] como ejemplo significativo, en¬
tre otros, podríamos traer a colación el que tituló “Episodios de Nochebuena” y que es
un eslabón más de sus Historietas Nacionales. La diversidad del texto del Museo Uni¬
versal frente al de las ediciones posteriores es tal que se ha creído conveniente —y más
adelante se puede comprobar— presentar los dos textos completos para que el lector
fácilmente pueda darse cuenta de que la diversidad que existe entre ambos es notoria
[...] Del mismo modo, como anticipo, hay que decir que Alarcón volvía a leer con tal
minuciosidad sus obras que unas veces es una frase, otra es sólo una palabra lo que le
disgusta y se cree, por tanto, en la necesidad de modificar» (1985, p. 10).
120 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

sus novelas. Carlos Feal-Deibe lo interpreta desde la óptica freu-


diana (1972, pp. 501-514). Para Harriet Powers la novela es una ale¬
goría basada en la redención del ser humano que se debate entre
las fuerzas del bien y del mal (1972, pp. 324-329). Teoría semejante
a la ya esbozada por Monroe Z. Hafter (1968, pp. 212-225). Germán
Guitón insiste en la inteligente capacidad creadora alarconiana, idó¬
nea y cualificada para concebir obras coherentes con la reali¬
dad (1983, pp. 43-44). Novela cuyo desenlace adopta una posición
bicéfala: «Tras dos cierres —el primero, cuando Diego hace jurar a
Fabián que se casará con Gabriela; el segundo, la consumación de
la boda— sobreviene el “auténtico final”» (G. Gullón, 1983, p. 52).

3-4.4. El Niño de la Bola: proceso de redacción. Éxito editorial

El Niño de la Bola fue calificada por su creador en Historia de


mis libros con el apelativo «drama romántico de chaqueta». La crítica
la define como «la mejor novela romántica de nuestra literatura»
(Montesinos, 1977, p. 22). El proceso de redacción de la novela se
inicia con lentitud, tal como confiesa en las cartas dirigidas a sus
hermanos (Obras Completas, 1943, p. 24). Finalmente la novela sa¬
le a la luz pública el 26 de julio de 1880 tal como se desprende del
material autógrafo ofrecido por Martínez Kleiser en su estudio sobre
Alarcón (1943, pp. XXIV-XXV). La novela, al igual que El escándalo,
alcanza un nuevo éxito editorial, pese al empecinado empeño de
sus detractores en despreciar y vituperar su nuevo relato (Martínez
Kleiser, 1943, p. 25; Montesinos, 1977, pp. 239-240; DeCoster, 1979,
pp. 115-117; Liberatori, 1981, pp. 139-140).
Los juicios emitidos por la crítica de su tiempo, como en el caso
de los ya citados trabajos debidos a Valera, Pardo Bazán, Clarín, Revi¬
lla, Galdós, entre otros, fueron dispares. Frente a los juicios elogiosos
de Valera, Revilla se muestra un tanto descontentadizo con el desen¬
lace (1884, p. 32) y al igual que Clarín censuraron las moralizaciones
que contenía la novela (1972, p. 177).
El primer estudio extenso y objetivo realizado en la segunda mi¬
tad del presente siglo se debe a A. Soria Ortega (1951-1952). El cita¬
do crítico tras registrar las opiniones vertidas por los compañeros de
generación sobre su obra (Valera, Pardo Bazán), aportaciones bi¬
bliográficas relativas a Alarcón y estado actual de su Corpus literario,
analiza su estilo a partir de El Niño de la Bola. Los personajes, su sim-
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 121

bología onomástica, la tesis que subyace en los mismos, el detallismo


fisiológico, orientalismo de sus rasgos, antagonismos en su mundo de
ficción y el inmovilismo serán aspectos abordados por A. Soria. Lo no¬
velesco y lo dramático así como el peculiar arte descriptivo y narrativo
ocupan también una gran parte de los estudios de Ortega Soria. As¬
pectos enriquecidos y matizados en la última monografía de Montesi¬
nos al considera la novela como -fiel testimonio de la comunión de ese
pueblo en el sentimiento de la vida como tragedia, o como pasión en¬
noblecida en belleza, mesurada y escandida en un estilo» (1977,
p. 243). Montesinos destaca la función del coro, el perspectivismo y el
engarce o fusión del cuadro costumbrista con la peripecia argumental.
Las estructuras y análisis de los personajes que configuran el relato
alarconiano serán aspeaos tratados no solamente por Montesinos, si¬
no también por la crítica en estas últimas décadas (DeCoster, 1979, pp.
109-111; Liberatori, 1981, pp. 139-140; Rubio Cremades, 1983, pp. 85-
97; Asenjo Sedaño, 1993, PP- 119-160). Novela abordada, igualmente,
desde el perspectivismo onomástico, a través del entrecruzamiento de
perspectivas (A. L. Baquero, 1987, pp. 156-177).

3 4.5. El Capitán Veneno

El Capitán Veneno es un relato sencillo, un divertimento o re¬


poso en su novelar tendencioso (Liberatori, 1981, p. 166), que le
valió a su creador felicitaciones y parabienes de la critica. Como se¬
ñala en Historia de mis libros «me sucede con esta obra lo que con
El sombrero de tres picos: que como no ha suscitado contradiccio¬
nes, me parece que le falta algo, y la quiero menos que a sus com¬
batidas hermanas» (Obras Completas, 1943, p. 27). El tiempo em¬
pleado en su redacción y la publicación de la novela la ofrece, una
vez más el propio autor57 en Historia de mis libros: «La escribí en
ocho días, en el sitio, fecha y circunstancias que refiere su dedica¬
toria al Sr. D. Manuel Tamayo y Baus; lo publiqué, por trozos quin¬
cenales, en la Revista Hispanoamericana, y después se han hecho
tres ediciones en tomo» (Obras Completas, 1943, p 27).

57 La crítica señala al respecto que hay que tomar con extrema cautela las pa¬
labras de Alarcón en Historia de mis libros a la hora de hablar de la reacción de la
crítica y -la guerra del silencio-. Las palabras emitidas por Alarcón respecto a sus no¬
velas que -no han suscitado contradicciones- han sido analizadas hoy en día (Igna¬
cio Javier López, 1989, pp. 179-183; 1991, p. 21).
122 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Las fechas exactas de la publicación corresponden a las entregas


del 16 de agosto, 1 y 16 de septiembre y 1 de octubre de 1881. En el
momento de la conclusión de la Historia de mis libros (1 de no¬
viembre de 1884) la novela se había publicado en la editorial Her¬
nando y en la de Gaspar y Roig. En las habituales cartas-prólogo que
figuraban al frente de las novelas en la época correspondiente a la
publicación de El Capitán Veneno, Alarcón señala al respecto que
«[...] ya está la obra escrita, y hasta impresa; y ahí te la envío» (Obras
Completas, 1943, p 714). Palabras que llevan a pie de página el si¬
guiente dato: «Valdemoro, 20 de septiembre de 1881».
El Capitán Veneno es para la crítica «una narración lineal, con bre¬
ves, y esenciales flash-back; el novelista ha evitado las digresiones y se
muestra más narrador que nunca, como buscando que no pierda su ca¬
rácter oral y su unidad; incluso finge suprimir detalles para dar mayor
celeridad a lo narrado» (Rubio Jiménez, 1986, p. 50). Como bien seña¬
la Jesús Rubio, Alarcón se propuso, simplemente, entretener, divertir
al lector sin engarzar la peripecia argumental con manifiestos o digre¬
siones de carácter tendencioso. Relato en el que Alarcón hace gala de
un perfecto dominio del diálogo y de una sutil ironía.
Frente a otros relatos alarconianos El Capitán Veneno apenas
ha merecido la atención de la crítica.58 Montesinos la despacha con
una celeridad poco común, y tras analizar de forma concisa el pro¬
ceso de publicación, propósito del autor y actitud de los protago¬
nistas —todos parecen figurones de comedias del tiempo— afirma
que nada nuevo aporta a su corpus literario (1977, pp. 263-264).
En época reciente El Capitán Veneno ha sido analizado desde
nuevas ópticas, como en el caso de Ignacio Javier López. El mencio-

SH La crítica olvida con harta frecuencia las diversas tentativas novelescas reali¬
zadas por Alarcón, pues suele abordar asuntos o temas relacionados con El sombrero
de tres picos y El escándalo, o con determinadas narraciones breves. Con razón señala
Ignacio Javier López que al analizar o examinar -la novela del siglo xix se tiende gene¬
ralmente a establecer clasificaciones en función de los rasgos generales del estilo de un
autor dado, olvidando sin embargo las variaciones y, especialmente, las distintas tenta¬
tivas que se dan en el conjunto de la obra de tal autor. Este hecho es particularmente
llamativo en el caso de Alarcón, novelista que es definido en función de la novela de
tesis, en particular El escándalo (1875), en tanto que esta novela permite contrastar al
novelista guadijeño con sus contemporáneos, particularmente con Galdós. Se pierde,
no obstante, la perspectiva de algunos intentos suyos, singularmente originales; tal es
el caso de El Capitán Veneno, novela que ha sido ignorada por la crítica, o que ha si¬
do comúnmente relacionada con El sombrero de tres picos a pesar de algunas diferen¬
cias notables de estilo que existen entre ambas novelas» (1985a, p. 197).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 123

nado crítico identifica o relaciona dicha novela con la escena españo¬


la del momento —el teatro de la alta comedia—. Con anterioridad
—especialmente en el estudio de las estructuras, tiempo y espacio de
El sombrero de tres picos— se ha resumido las relaciones existentes
entre dicho relato y el teatro neoclásico. Del mismo modo se incluyen
también opiniones contradictorias que apuntan hacia otra dirección, el
teatro barroco, a las comedias cuyo contenido nos remiten a los códigos
del honor y la honra. El Capitán Veneno actúa como marco receptor de
las peculiares características de la alta comedia, pues tanto el espacio,
comportamiento de los personajes, ubicación del lugar y esquema en
general, remiten al lector a dicha modalidad teatral: «Por otra parte, el
esquema de alta comedia en que se basa la novela es determinante de
la división de los personajes en positivos y negativos: los positivos in¬
tegran la acción; los negativos, por el contrario, irrumpen en ella, per¬
turbando la armonía de los primeros» (López, 1985a, p. 200).
Es evidente también que Alarcón se adscribe al modelo de co¬
media de salón o alta comedia impulsado por la amistad con Ventu¬
ra de la Vega, autor de la célebre comedia El hombre de mundo. Sin
embargo, la principal causa que motiva y sustenta la tesis de Ignacio
Javier López está relacionada con el intento de renovación de la no¬
vela española «Alarcón hace uso del modelo de comedia de salón o
alta comedia en El Capitán Veneno con el fin de mostrar las posibi¬
lidades de un tipo de novela radicalmente diferente del aparecido
en las muestras de novelas renovada del momento. En este senti¬
do, el correcto entendimiento de la novela de Alarcón ha de tener
en cuenta que esta novela aparece pocos meses después de que
se publicara La desheredada de Galdós (1985a, p. 204). Tesis
—renovación de la novela— ampliada con acierto y detenimiento
en un posterior trabajo'’9 en el que se interrelaciona El escándalo y

S9 La actitud de Alarcón frente a la renovación de la novela decimonónica, así co¬


mo las concomitancias y diferencias entre la novela alarconiana y La desheredada se¬
rán aspectos analizados por López: -A este respecto, es notorio que Galdós y Alarcón
se proponen mostrar cosas diferentes, cuando no opuestas, y, consiguientemente, que
esta diferencia es registrada en los desenlaces. Sin embargo, esto no obsta para
que existan los parecidos arguméntales mencionados. Así, pues, hay que concluir que
Alarcón varía elementos arguméntales de la novela de Galdós con el propósito de mos¬
trar un diferente funcionamiento del género novelesco- (1985b, p. 220). El humor, el
decoro social, ironía galdosiana frente al humor alarconiano serán aspectos tratados mi¬
nuciosamente por Ignacio Javier López: -El Capitán Veneno aparece en un año en que
la novela española experimenta una renovación notable, renovación que ejemplifica de
un modo obvio La desheredada galdosiana. Las coincidencias de “asunto” entre esta
124 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

El Capitán Veneno con la incidencia que supone la publicación de


la mencionada novela galdosiana (1985a, p. 198). Los elementos
propios de la comedia de alta comedia los armoniza perfectamen¬
te Alarcón, seleccionando aquellos motivos o rasgos que a su juicio
no se adecúan a su interés. Relato, en definitiva, lejos de la novela
de tesis y fiel exponente de un intento renovador de la misma. En
el modelo de alta comedia encontró Alarcón toda una gama de op¬
ciones que se ajustaban perfectamente a su intento de renova¬
ción (López, 1985a, p. 215).

3-4.6. La Pródiga

La novela alarconiana La Pródiga pone punto final a su trayec¬


toria novelística. El mismo autor en Historia de mis libros señala que
publicó -esta novela por trozos, en la Revista Hispano-Americana. a
medida que la fui componiendo en Valdemoro, y luego en Madrid,
el otoño de 1881. Nueve trozos, a tres días, son veintisiete días: ni
una hora más ni menos tardé en escribir y corregir La Pródiga»
(Obras Completas, 1943, p. 27). Alarcón manifiesta públicamente su
desazón por la crítica adversa, por la opinión desfavorable de un
sector de la crítica que calificaba a su novela como un alegato en fa¬
vor de las leyes divinas y humanas (Obras Completas, 1943, p. 27). A
partir del año 1882, con la publicación de La Pródiga, Alarcón pone
punto final, por voluntad propia, a su carrera literaria. Decisión que
tal vez fuera, como señala la crítica actual, un arranque de soberbia
más que una supuesta conspiración de silencio respecto a La Pródi¬
ga, de cuya salida a los escaparates determinados periódicos fingie¬
ron no enterarse de la publicación. Hecho, por otro lado, que era
habitual en la época (Martínez Cachero, 1991, p. 20).
Desde fecha temprana La Pródiga fue analizada conjuntamente
con El escándalo, pues ambos relatos eran «libros de combate con
tendencia polémica y docente* (Andrenio, 1924, p. 90). Definición
de la novela que plantea dudas, pues su tesis no se proyecta con la
misma claridad que en otros relatos (Calvo Carilla, 1991, p. 22). No-

novela de Galdós y El capitán, permiten considerar a esta última como ejemplo de no¬
vela nacida contra corriente, en un intento de recuperar una forma tradicional de
novelar que corre peligro de desaparecer a la luz de las nuevas muestras de novela que
aparecen en los años 1880 y 1881* (1985b, p. 235).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN Í25

vela que debe interpretarse como un alegato contra el amor libre y


defensa del matrimonio católico (Montesinos, 1977, pp. 266-267) y
en consonancia con otros relatos de la época (DeCoster, 1979, p.
124). Para Baquero Goyanes La Pródiga presenta ciertas coinciden¬
cias temáticas con la famosa novela romántica Adolphd50 de Benja¬
mín Constant (1956, pp. 19-31; 1973, pp. XCI-XCIII) y resuelve el
conflicto novelesco mediante la estructura teatral, pese a que el
relato, a lo largo de su escritura ha ido sufriendo una perceptible
metamorfosis (Calvo Carilla, 1991, p. 22). Textura teatral que se
percibe también en los personajes secundarios, pues se -compor¬
tan como sus afines en las escenas teatrales de Calderón o de Tir¬
so. El decorado lo componen fuentes, riachuelos, ruinas en fin, el
atrezzo romántico de gala...» (G. Gullón, 1991, p. 32). Novela, en
definitiva, que se adecúa plenamente a los planteamientos del rea¬
lismo más exigente (Estruch, 1991, pp. 126-127).

3.5. Noticia bibliográfica

3-5.1. Ediciones

Obras Completas, Madrid, Colección de Escritores Castellanos (Tip. Sucs.


de Rivadeneyra. Editorial Hernando), 1881-1928.
Obras Completas, con un comento preliminar por Luis Martínez Kleiser,
Madrid, Ediciones Fax, 1943-
Novelas completas. Ordenación, ideario e índice general analítico de te¬
mas, por Joaquín Gil, Buenos Aires, 1942.
Novelas Completas, Madrid, Aguilar, 1974.
Pedro Antonio de Alarcón. Obras olvidadas, Cyrus C. DeCoster (ed.), Ma-
drid-Potomac, José Porrúa Turanzas-Studia Humanitatis, 1984.

60 Las concomitancias son para Baquero Goyanes evidentes en ciertos aspec¬


tos: -Los más expresivos puntos de contacto afectan al planteamiento y desarrollo
del motivo que pudiéramos llamar del hastío o tedio amoroso; ya que tanto Adolp-
he en la novela francesa, como Guillermo de Loja en la española, de menor edad
ambos que sus respectivas amantes, llegan a sentir la liaison más como una cadena
que como un gozo, y aunque, por piedad, traten de ocultarlo a Ellénore y a Julia,
desearían liberarse de esa especie de rutina afectiva, para volver al mundo a donde
parece empujarles su ambición, de marcado signo político en el caso de Guillermo*
(1973, p- XCII). Para Baquero Goyanes en La Pródiga se produce un cruce de ac¬
ciones, personajes y temas subalternos, de ahí que más que una novela de caracte¬
res, es un relato de situación (1956, p. 24). Análisis compartido sólo de forma par¬
cial por Alborg, pues no cree que La Pródiga sea tan sólo una novela de situación y
que el problema sea únicamente social y no de caracteres (1996, p. 577).
126 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

El final de Norma, Madrid, Fortanet, 1855-


El final de Norma, Madrid, Alfonso Durán, 1864.
Lefinale de Norma. Nouvelle trad. de l’espagnolpar Ch. Yriarte, París,
Lemerre, 1866.
El final de Norma, Sevilla, Imp. Francisco Álvarez, 1878.
El final de Norma, Madrid, Pérez Dubrull, 1883.
El final de Norma, New York, Appleton, 1916.
El final de Norma, Madrid, Librería de Victoriano Suárez, 1942.
El final de Norma, Madrid, Espasa Calpe, 1985 (7.a ed).
El sombrero de tres picos, Revista Europea, I (1874), pp. 129-136, 161-
170, 201-208, 265-271 y 297-306.
El sombrero de tres picos. Historia verdadera de un sucedido que anda
en romance, escrita abora tal y como pasó, Madrid, Medina y Nava¬
rro, s.a. [1874],
O cbapeau de tres picos. Versao de Franc. Meyrelles do Canto e Castro,
Lisboa, Mattos, Moreira and Ca., 1877.
El sombrero de tres picos, Montevideo, Imprenta El Vapor de la España,
1877.
El sombrero de tres picos, Madrid, Víctor Sáiz, 1879-
II Capello a trepunte. Prima versione dallo Spagnolo di Daniele Rubbi,
Milano, Typografia Editrice Lombarda di F. Menozzi e C., 1879-
El sombrero de tres picos, Madrid, Pérez Dubrull, 1882.
El sombrero de tres picos, Madrid, Imprenta Manuel Tello, 1891.
El sombrero de tres picos. Edición de Benjamín P. Bourland, New York,
Henry Holt, 1907.
The three-cornered hat. Translatet from the Spanish by f. S. Fassett Jr.,
New-York, Alfred A. Knopf, 1919.
II Capello a tre punte. A. Giannini (ed.), Lancian G. Carabba, 1920.
The three-cornered hat. Adaptet. Ed. byJ. P. W. Crauford, London, 1930.
El sombrero de tres picos. Ilustraciones al aguafuerte porX. Nogués, Bar¬
celona, Gustavo Gili, 1934.
El sombrero de tres picos, Buenos Aires (Colección Austral), 1938.
El sombrero de tres picos, Madrid, Librería Victoriano Suárez, 1941.
El sombrero de tres picos. Edición de Rafael Alberti, Buenos Aires, Plea¬
mar, 1944.
Le tricorne. Huit illustrations de Marcel North, Neuchatel, Biblioteque
elzéviriene de la bocaniére, 1946.
El sombrero de tres picos. Edición de Edmund de Chasca, Boston,
Ginn. 1952.
El sombrero de tres picos. Edición de Hermán E. Hespelt, Boston,
Health, 1958.
El sombrero de tres picos. Edición de C. Hamilton, New York, Holt, Ri-
nehart and Wiston, 1960.
El sombrero de tres picos. Presenté par M. Léeoste, Paris-Berlin, 1961.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 127

El sombrero de tres picos. Edición de Entenza de Solare, Buenos Aires,


Huemul, 1965.
El sombrero de tres picos. Edición de Carmen Bravo Villasante, Madrid, Ma¬
gisterio Español (Novelas y Cuentos), 1971.
El sombrero de tres picos. Nota biográfica de J. Ruiz Molinero, Granada,
Aula de Cultura-Muñoz, 1972.
El sombrero de tres picos. Edición de Alberto Manguel, Buenos Aires, Ka-
pelusz, 1973-
El sombrero de tres picos. Edición de Arcadio López Casanova, Madrid, Cá¬
tedra, 1974.
El sombrero de tres picos. Edición de Vicente Gaos, Madrid, Espasa-Calpe
(Clásicos Castellanos), 1975.
El sombrero de tres picos, Barcelona, Editorial Acervo, 1977.
El sombrero de tres picos. Edición de Jacinto Pérez Moreta, Madrid,
SM, 1978.
El sombrero de tres picos. Edición de Nicolás Miñambre Sánchez, Zaragoza,
Bosch Hijos (Aubí), 1979.
El sombrero de tres picos. Edición de Laureano Bonet, Madrid, Tau-
rus, 1981.
El sombrero de tres picos, Barcelona, Bruguera, 1982.
El sombrero de tres picos, Madrid, Busma (Poesía y prosa popular), 1983-
El sombrero de tres picos. Edición de Rosendo Gómez Palmeiro, Tarrago¬
na, Tarraco, 1983.
El sombrero de tres picos, Barcelona, Planeta (Aula, Biblioteca del estu¬
diante), 1983-
El sombrero de tres picos. Edición de Andrés Soria Ortega, Granada, Dipu¬
tación Provincial de Granada, 1985.
El sombrero de tres picos, Barcelona, Orbis, 1985 (2.a ed.).
El sombrero de tres picos. Edición de Jorge Campos, Madrid, Alianza Edito¬
rial, 1985.
El sombrero de tres picos. Edición de J. B. Montes Bordajandi, Madrid, Al-
hambra, 1985.
El sombrero de tres picos. Edición de Tomás Rodríguez Sánchez, Madrid,
Anaya, 1985.
El sombrero de tres picos. Introducción de Jesús Rubiojiménez, Madrid, Es-
pasa-Calpe (Colección Austral), 1986.
El sombrero de tres picos, Madrid, Alba (Literatura Universal), 1988.
El sombrero de tres picos. Edición, introducción y notas de Salvador Pavía,
Alicante, Aguaclara, 1988.
El sombrero de tres picos, Madrid, Sape (Grandes genios de la Literatura
Universal), 1989.
El sombrero de tres picos. Edición de Ángel Basanta, Salamanca, Colegio de
España, 1989-
El sombrero de tres picos, Madrid, Cía. Europea Comunicación, 1991.
128 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

El sombrero de tres picos. Edición de Francisco Muñoz Marquina, Madrid,


Vives (Clasicos Edelvives), 1991 -
El sombrero de tres picos, Barcelona, Edicomunicación, 1992.
El sombrero de tres picos, Barcelona, ONIX, 1992.
El sombrero de tres picos, Madrid, Bruño, 1992.
El sombrero de tres picos. Edición, prólogo y notas de Eva F. Florensa, con
un estudio preliminar de Sergio Beser, Barcelona, Crítica, 1993-
El sombrero de tres picos. Santander, Campresa, 1993-
El sombrero de tres picos. Murcia, CMM., 1993-
El sombrero de tres picos. Con cuadros cronológicos, introducción, biblio¬
grafía, notas y llamadas de atención, documentos y orientaciones pa¬
ra el estudio a cargo de Rafael Rodríguez Marín, Madrid, Editorial Cas¬
talia (Colección Castalia Didáctica), 1993.
El sombrero de tres picos, Madrid, M. E. Editores (Clásicos de Siempre), 1994.
El sombrero de tres picos, Madrid, SAPE (Grandes genios de la literatura
universal), 1994.
El sombrero de tres picos, Barcelona, Circe Ediciones, 1995.
El sombrero de tres picos. Introducción de Alfredo González Hermoso, Ma¬
drid, Edelsa, 1995-
El sombrero de tres picos, Barcelona, MainerTil Editores, 1995.
El sombrero de tres picos, Madrid, PML Ediciones (Clásicos Castellanos), 1995-
El sombrero de tres picos. Edición de Melquíades Prieto, Madrid, Edaf,
1997.
El escándalo, Madrid, Medina y Navarro, 1875.
El escándalo, Madrid, Guijarro, 1878.
El escándalo, Madrid, Imprenta Central, a cargo de V. Sáiz, 1882.
El escándalo, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1883-
Le Scandale. Román. Trad. par Fournier, París, Hachette, 1889-
El escándalo, New York, D. Appleton y compañía, 1895.
Skandalen. Román, Stockholm, 1900.
El escándalo, Buenos Aires, Editorial Losada, 1939.
El escándalo, Madrid, Victoriano Suárez, 1942 [El escándalo. Edición espe¬
cial, Madrid, Victoriano Suárez, 19431-
El escándalo. Prólogo de Juana de Antañón, México, Porrúa, 1969.
El escándalo. Prólogo de Luis Izquierdo, Barcelona, Salvat, 1971.
El escándalo. Edición de Pedro Antonio de Urbina, Madrid, Magisterio Es¬
pañol (Colección -Novelas y Cuentos)», 1971.
El escándalo. Edición, introducción y notas de Mariano Baquero Goyanes,
Madrid, Espasa Calpe (Clásicos Castellanos), 1973-
El escándalo, en Novelas Completas. Prólogo de Jorge Campos, Madrid,
Aguilar, 1974.
El escándalo. Prólogo de Federico Sainz de Robles, Genova, Editorial Fer-
ni (Colección «Círculo de Amigos de la Historia), 1974.
El escándalo. Edición de Juan Bautista Montes, Madrid, Cátedra, 1986.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 129

El escándalo. Edición, introducción y notas de María del Pilar Palomo, Bar¬


celona, Editorial Planeta, 1989.
El Niño de la Bola, Madrid, 1878.
El Niño de la Bola, Casa Editorial de Medina y Navarro, 1880.
LEnfant de la boule. Román tradutí de l’espagnol par Max Deleyne, París,
Hachette, 1882.
El Niño de la Bola. Edited with notes and vocabulary by Rudolf Schevil,
New York, 1903-
El Niño de la Bola, Madrid, Librería de Victoriano Suárez, 1940.
El Niño de la Bola, México, Editorial Botas, 1943.
El Niño de la Bola. Edición de Pedro Antonio de Urbina, Madrid, Magiste¬
rio Español (Novelas y Cuentos), 1972.
El Niño de la Bola, Ayuntamiento de Guadix, 1990.
El Niño de la Bola, Madrid, Ediciones Palabra, 1990.
El Capitán Veneno, Revista Hispanoamericana, 16 de agosto, 1 y 16 de
septiembre y 1 de octubre de 1881.
El Capitán Veneno, Madrid, Gaspar y Roig, 1881.
El Capitán Veneno, Madrid, Pérez Dubrull, 1885.
El Capitán Veneno, Montevideo, Imprenta El Vapor de la Espa¬
ña, 1888.
El Capitán Veneno, Madrid, A. Pérez Dubrull (Colección de Escritores Cas¬
tellanos), 1899.
El Capitán Veneno. Edited with notes and vocabulary by J. O. Ford, Bos¬
ton, D.C. Heath and Co., 1899.
Le Capitaine Hérisso. Traduit par Mme. Marie Th-Huc. (Max Deleyne), Pa¬
rís, Librairie Flammarion, 1900.
El Capitán Veneno. Edited by G. G. Brownell, New York, American Book
Company, 1901.
El Capitán Veneno, porG. Casement, Cleveland, 1914.
El Capitán Veneno. Edited with notes, Spanish questions... by G. E. Sua-
vely, Boston, Allyn and Bacon, 1917.
El Capitán Veneno. Edited by V. Fuentes and V. E. Francois, New York,
Holt, 1918.
El Capitán Veneno. Edited by P. B. Burnet, B. H. Samborn and Co., 1920.
El Capitán Veneno, Buenos Aires, Biblioteca «Pluma de Oro», 1930.
El Capitán Veneno. Edición y estudio de Manuel Montoliu, Barcelona,
1945.
El Capitán Veneno. Estudio preliminar, edición y notas de Guillermo Ogil-
vie, Buenos Aires, Kapelusz, 1954.
El Capitán Veneno. Edición de Carmen Bravo Villasante, Madrid, Magiste¬
rio Español (Novelas y Cuentos), 1971.
El Capitán Veneno, Barcelona, Editorial Acerbo, 1977.
El Capitán Veneno. Introducción de Jesús Rubio Jiménez, Madrid, Espasa-
Calpe (Colección Austral), 1986.
130 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

El Capitán Veneno, Madrid, Ediciones Gaviota, 1986.


El Capitán Veneno, Barcelona, Edicomunicación, 1993-
La Pródiga, Revista Hispano-americana, 16 de octubre de 1881 al 16 de fe¬
brero de 1882.
La Pródiga, Madrid, Imprenta de D. A. Pérez Dubrull, 1882.
La Pródiga. Edición de Alberto Navarro González, Madrid, Editora Na¬
cional, 1975.

3-5.2. Bibliografía

[Alarcón], “Un documento inédito y autógrafo de don Pedro Antonio de


Alarcón (carta escrita en 1868 a don Bonifacio María Riaño), Ideal,
235, 12 de marzo de 1933, p. 5-
Alas, Leopoldo, «El testamento de Alarcón», en Mezclilla, Madrid, 1889, pp.
335-340.
-, «El Niño de la Bola. Alarcón», en Solos, Madrid, Bliblioteca Nueva,
1956 (2.® ed.), pp. 1.057-1.066.
-, «Pedro Antonio de Alarcón», en Beser [1972], pp. 173-190.
-, «Del estilo en la novela», en Artes y Letras, 1882-1883; en Beser [1972],
pp. 51-86.
-, «Alarcón», en Nueva Campaña (1885-1886), Madrid, 1887, pp. 83-
87; en Beser [1972], pp. 187-190.
-, «La Pródiga. Novela de Alarcón», La Diana, 13 de octubre de 1882 [A.
Ramos-Gascón (ed.), Obra olvidada, Madrid, Júcar, 1973, pp. 44-46].
Alborg, Juan Luis, Historia de la Literatura Española, V. Realismo y Natu¬
ralismo. La novela. Primera Parte. Introducción. Fernán Caballero-
Alarcón-Pereda, Madrid, Gredos, 1996.
Alonso, Cecilio, «La nostalgia imperialista o los románticos domesticados»,
en Literatura y poder, Madrid, Alberto Corazón, 1971, pp. 57-101.
Altamira, Rafael, «El realismo y la literatura contemporánea», La Ilustración
Ibérica, X, 24, 23 de abril de 1886.
-, Mi primera campaña, Madrid, Librería de José Jorro, 1893-
Armistead, Samuel; Silverman, G.; Joseph, H., «El corregidor y la molinera: So-
me Unnoticed Germán Antecedents», en Hispanic Studies in Honor of
Edmund de Chasca, University of Iowa, 1972, pp. 279-291.
Asenjo Sedaño, C., «Pedro A. de Alarcón: segunda lectura de El Niño de la
Bola», en García Lara [1993], pp. 119-160.
Ashcom, B. B., «Verbal and Conceptual Parallels in the Plays of Alarcón»,
Hispanic Review, XXV (1957), pp. 26-49-
Atkinson, William C., «Pedro Antonio de Alarcón», Bulletin of Spanisb Stu¬
dies, X (1933), pp. 136-141.
Azorín [Martínez Ruiz, José], «Alarcón», en Andando y pensando, Madrid,
1929, pp. 209-218. [Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1960, V, pp.
208-2131.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 131

Azorín [Martínez Ruiz, José], -El centenario de Pedro Antonio de Alar-


cón», en A voleo [Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1954, IX, pp.
1340-1344],
Balseiro, José A., «Pedro Antonio de Alarcón», en Novelistas españoles
modernos, New York, The McMillan Co., 1933, pp. 117-139.
Baquero Escudero, Ana Luisa, «Los nombres de los personajes en El Niño
de la Bola y Tormento», en La Novela, Victorino Polo García (ed.),
Murcia, Universidad, 1987, pp. 156-177.
Baquero Goyanes, Mariano, «Unas citas de Alarcón sobre la fealdad artística»,
Boletín de la Biblioteca MenéndezPelayo, XXII (1946), pp. 373-376.
-, -Adolpbe y La Pródiga», ínsula, 88 (15 de abril de 1853), pp. 1, 4, 8.
[Reimpreso en Prosistas españoles contemporáneos, Madrid, Rialp,
1956, pp. 19-31].
-, «La novela en la segunda mitad del siglo xix», en Historia General de
las Literaturas Hispánicas, Barcelona, Vergara, V, 1958, pp. 53-143-
-, «Un marco para el sombrero de tres picos», en A. Amorós (ed.), El co¬
mentario de textos,3 La novela realista, Madrid, Castalia, 1979, pp.
41-76.
Barroso, Fernando, -El sombrero de tres picos símbolo de la autoridad, abu¬
so y venganza», La Chispa 93, PP- 21-26.
-, «Dos estilos alarconianos: El sombrero de tres picos y El escándale>,
La Chispa 95, pp. 15-23.
Belic, Oldrich, «El sombrero de tres picos como estructura épica», en Aná¬
lisis estructural de textos hispanos, Madrid, Prensa Española, 1969, pp.
115-141.
Bensoussan, A., -ElNiño de la Bola d’Alarcón sur les planches», Les langues
néolatines, LIX (1965-1966), pp. 29-34.
Beser, Sergio, Clarín, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968.
-(ed.), Leopoldo Alas: teoría y crítica de la novela española, Madrid,
Laia, 1972, pp. 173-190.
Blanco García, Francisco, «La novela contemporánea. Alarcón y el Padre
Coloma», en La Literatura Española en el Siglo xix, Madrid, Sáenz de
Jubera, hermanos, editores, 1910, II, pp. 449-472.
Bonet, Laureano, «El espacio como entidad viva en El sombrero de tres pi¬
cos de Pedro Antonio de Alarcón», Anuario de Filología, VIII (1982),
pp. 191-199.
-, «El Cuarteto ártico de Pedro Antonio de Alarcón hielo, nieve, fuego
y ceniza», ínsula, 535 (1991), pp. 11-13.
Bonilla y San Martín, Adolfo, «Los orígenes de El sombrero de tres picos-,
Revue Hispanique, XIII (1905), pp. 5-17.
Botrel, Jean Franyois (ed.), Preludios de Clarín, Oviedo, Instituto de Estu¬
dios Asturianos, 1972.
Calvo Carilla, José Luis, -La Pródiga entre el romanticismo y el fin de siglo»,
ínsula, 535 (1991), p. 22.
132 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Calvo y Teruel, José, «Biografía de D. Pedro Antonio de Alarcón», Poesías


serias y humorísticas, Madrid, Gregorio Estrada, 1870.
Cáscales Muñoz, José, Historia de la Cuerda Granadina contada por al¬
gunos de sus nudos, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos,
1926.
Catalina, Mariano, «Biografía de Don Pedro Antonio de Alarcón» [1881], en
Obras Completas de Alarcón, Luis Martínez Kleiser (ed.), Madrid, Edi¬
ciones Fax, 1943, pp. 1897-1913-
Cate-Arries, Francie, «Pedro de Alarcón’s El escándalo: Text and Pre-Text»,
Hispanófila, 322 (95) (1989), pp. 13-20.
Chasca, Edmund de, «La forma cómica en El sombrero de tres picos-, His-
pania, XXXVI (1953), pp. 283-288.
Cobo, Eugenio, «Pedro Antonio de Alarcón en su centenario», Cuadernos
Hispanoamericanos, 498 (1991), pp. 115-122.
Cristina Carbonell, Marta, «Manuel de la Revilla, crítico de Alarcón», Ho¬
menaje a Antonio Vilanova, Adolfo Sotelo Vázquez (Coord.), Marta
Cristina Carbonell (ed.), Barcelona, PPU, 1989, I, pp. 127-148.
DeCoster, Cyrus C., Pedro Antonio de Alarcón, Boston, Twayne, 1979a.
-, «A Variant Study of Alarcón’s El final de Norma-, en Studies in Honor
of Gerald E. Wade, Madrid, Porrúa Turanzas, 1979b, pp. 57-70.
-, Pedro A. de Alarcón. Obras Olvidadas, Studia Humanitatis, 1984.
Dendle, Brian J., The Spanish novel of religious thesis (1876-1936), New
Jersey, Princeton University Press y Madrid, Castalia, 1968.
De Tamasso, Vincenzo, «L’ereditá romántica di Pedro Antonio de Alar¬
cón», Cultura e Scuola, XXIV (1985), pp 61-68.
Esquer Torres, Ramón, «Tamayo y Baus y Pedro Antonio de Alarcón», Bo¬
letín déla Real Academia Española, XLIII (1963), pp. 464-471.
Esteban Soler, Hipólito, «Pedro Antonio de Alarcón», en Realismo en la no¬
vela, Madrid, Cincel, 1981, pp. 38-48.
Estruch Tobella, Joan, «Revisión de Alarcón», Cuadernos Hispanoameri¬
canos, 498 (1991), pp. 123-127.
Feal-Deibe, Carlos, -El escándalo de Alarcón a una nueva luz», Romance
Quaterly, 19 (1972), pp. 501-514.
Fernández, James D., «Fashioning the Ancient Regime Alarcón’s Sombre¬
ro de tres picos, llispanic Revietv, LXII, 2 (1994), pp. 235-247.
Fernández Segura, Francisco, «Aproximación a la figura política de Pedro
Antonio de Alarcón», en I Centenario de la muerte de Pedro Antonio
de Alarcón (1891-1991), Guadix, Ayuntamiento-Caja General de
Granada, 1991-1992, pp. 125-136.
Ferreras, Juan Ignacio, Introducción a una sociología de la novela espa¬
ñola del siglo xix, Madrid, Edicusa (Cuadernos para el Diálogo), 1973.
Florensa, Eva F., -El Niño de la Bola y la fisiología de la novela decimonó¬
nica», Anales de Literatura Española, (1991), pp. 65-84; 8 (1992), pp.
63-81.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 133

Florensa, Eva F., «Una comedia del Siglo de Oro llamada El sombrero de tres
pico», Boletín de la RAE, 74:262 (1994), pp. 401-417.
Fiore, Robert L., «Alarcón’s El dueño de las estrellas: Hero and Pharmakos»,
Hispanic Review, LXI, 2 0993), pp. 185-199.
Foulché-Delbosc, Raymond, «D’oú dérive El sombrero de tres picos-, Revue
Hispanique, XVIII (1908), pp. 468-487.
Fucelli, Antonia, «Pedro Antonio de Alarcón. Suggestione romantiche. Em-
blemi tradizionale», Annali della Facoltá deLettereeFilosofia dell’ Uni-
versitá degliStudi di Perugia, XIV (1976-1977), pp. 103-173-
Fuente Ballesteros, Ricardo de la, «Pedro Antonio de Alarcón, el “impresio¬
nable”-, ínsula, 535 (1991), pp. 1-2, 31.
-, «Seis cartas de Pedro Antonio de Alarcón», en Fernando García Lara
(ed.), 1993-
Gallego Morell, Antonio, Sesenta escritores granadinos en sus partidas de
bautismo, Granada, Caja General de Ahorros, 1970a, pp. 23-26.
-, «Valera y Alarcón se asoman al Vesubio», En torno a Garcilasoy otros
ensayos, Madrid, Guadarrama, 1970b, pp. 71-76.
-, «Ventura y desventura literaria de Pedro Antonio de Alarcón», en Fer¬
nando García Lara (ed.), 1993, pp. 161-172.
Gallego Roca, Miguel, -La Cuerda Granadina-, Una sociedad literaria del
postromanticismo. Estudio previo y selección de textos, Granada, Edi¬
torial Comares, 1991.
Gaos, Vicente, «Técnica y estilo de El sombrero de tres pico», en Temas y
problemas de la literatura española, Madrid, Guadarrama, 1959, pp.
179-201. [Reproducido en Claves de Literatura Española, Madrid, Gua¬
darrama, 1971,1, pp. 383-4051.
García Lara, Fernando (ed ), En torno a Pedro Antonio de Alarcón, Grana¬
da, Diputación Provincial de Granada y Biblioteca Ensayo, 1993-
Gómez de Baquero, Eduardo lAndrenio], El renacimiento de la novela en
el siglo xix, Madrid, Editorial Mundo Latino, MCMXXIV, pp. 88-90.
Góngora y Ayustante, Manuel, Pedro Antonio de Alarcón, novelista, Gra¬
nada, Tipografía Comercial, 1910.
González Blanco, Andrés, Historia de la novela en España desde el Ro¬
manticismo a nuestros días, Madrid, Sáenz dejubera, 1909.
Guillet, Joseph E., «A New Analogue of Alarcón’s El sombrero de tres pico»,
Revue Hispanique, LXXIII (1928), pp. 616-628.
Gullón, Germán, El narrador en la novela del siglo xix, Madrid, Taurus,
1976, pp. 13-27.
-, «Las hipérboles del idealismo; El escándalo, de Pedro A. de Alarcón»,
en La novela como acto imaginativo, Madrid, Taurus, 1983, pp. 35-53-
-, «La fotografía en la novela: Alarcón, J. Goytisolo, Benet», ínsula,
42:483(1987), pp. 1, 10.
-, «La novela de Alarcón y el envés de la narrativa decimonónica», ínsu¬
la, 535(1991), pp. 31-32.
'34 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Gutiérrez Flore/, Fabián, «El inmarcesible romanticismo de Alarcón: El fi¬


nal de Norma-, ínsula, 535 (1991), pp. 15-16.
1 Iafter, Monroe Z., «Alarcón in El escándalo, Modern Language Notes, LXX-
XIII (1968), pp. 212-225.
1 lernández Sánchez, Eulalia; Ramón Sales, Elisa y López Martínez, M.® Isa¬
bel, «Nuevos textos para las obras de Pedro Antonio de Alarcón», Ana¬
les de la Universidad de Murcia, XXXIX, 1 (1982), pp. 125-174.
1 lespelt, E. 11., «Alarcón as Editor of El Látigo, Hispania, XIX (1936), pp.
319-336.
Hooc, David, Alarcón. -El sombrero de tres picos-, Grant and Cutler-Tame-
sis, London, 1984.
ínsula, 535 (julio de 1991) [monográfico].
Julio Romano [Rodríguez de la Peña, Hipólito], Pedro A ntonio de Alarcón,
el novelista romántico, Madrid, Espasa-Calpe, 1933-
Lamartinel, Jean, «Cinco cartas de Pedro Antonio de Alarcón a Antoine La-
tour», Archivo Hispalense, LVIII (1975), pp. 93-97.
Larsen, Kevin S., «Su Señoría don Eugenio de Zúñiga y Ponce de León: Co¬
rregidor, picaro, bufón y diablo cojuelo», Quaderni Ibero-Americani,
78(1995), pp. 9-19.
León Sánchez, Manuel y Cáscales Muñoz, José, Antología de la Cuerda
Granadina, México, Ediciones León Sánchez, 1928.
Liberatori, Filomena, / Tempi e le opere di Pedro Antonio de Alarcón, Na-
poli, Istituto Universitario Oriéntale, 1981.
López, Ignacio Javier, «Alta comedia, realismo y novela en Alarcón», Anales
de Literatura Española. Universidad de Alicante, 4 (1985a), pp. 197-215.
-, «Humor y decoro en El Capitán Veneno de Pedro Antonio de Alar¬
cón», Boletín de la Real Academia Española, LXV, 225 (mayo-agosto
1985b), pp. 213-236.
-, Realismo y ficción. -La desheredada- de Galdós y la novela de su
tiempo, Barcelona, PPU, 1989, pp. 175-215.
-, «Alarcón y la “Guerra del silencio". En torno a la recepción crítica de
El Capitán Veneno-, ínsula, 535 (1991), pp. 20-21.
López Martínez, Isabel y Hernández Sánchez, Eulalia, Pedro Antonio de
Alarcón en El Museo Universal, Murcia, Universidad, 1985.
Mancini, Guido, «Qualche considerazione su El Niño de la Bola de Pedro
Antonio de Alarcón», en Miscellanea di Studi Ispanici, Pisa, Universitá
di Pisa, 1963, pp 152-169.
Martínez Cachero, José María, «Los Escándalos de Pedro Antonio de Alar¬
cón», ínsula, 535 (1991), pp. 19-20.
Martínez Kleiser, Luis, Don Pedro Antonio de Alarcón. Un viaje por el inte¬
rior de su alma a lo largo de su vida, Madrid, Ediciones Fax, 1943.
Mastrangelo, Giulia, -El sombrero de tres picos nei films di Mario Camerini», en
Rubio Cremades, E.; Giménez, E. y Ríos Carratalá, J. A. (eds.), Relaciones
Culturales entre Italia y España, Alicante, Universidad, 1994, pp. 105-112.
PEDRO ANTONIO DE ALARCON 135

Mazzara, Richard A., «Dramatic Variations on Themes of El sombrero de tres


picos, La zapatera prodigiosa and Una vida difícil», Hispania, XLI
(1958), pp. 186-189.
McClendon, Bamett A., «Political and Moral Evolution of Pedro Antonio de Alar¬
cón», Dos Continentes, 9-10 (1971-1972), pp. 9-10, 13-25.
Medina, Jeremy T., «Structural Techniques of Alarcón’s El sombrero de tres
picos-, Romances Notes, 14 (1972), pp. 83-85.
Miranda García, Soledad, «La religiosidad popular en tres autores andalu¬
ces: Valera, Alarcón y Coloma», Axerquia. Revista de Estudios Cordo¬
beses, 9 (1983), pp. 67-84.
Montes Bordajandi, Juan Bautista, «Alarcón y la crítica (el arte narrati¬
vo)-, en 1 Centenario de la muerte de Pedro Antonio de Alarcón
(1891-1991), Guadix, Ayuntamiento-Caja General de Granada,
1991-1992, pp. 29-51.
Montes Huidobro, Matías, «Sencillez arquitectónica y aderezos estilísticos
utilizados por Pedro Antonio de Alarcón», Hispanófila, 34 (1968),
pp. 47-57.
-, «Pedro Antonio de Alarcón: Armonía y contrapunto de las superfi¬
cies», en Superficie y fondo del estilo, Madrid, Castalia-University of
North Carolina, 1971, pp. 9-22.
Montesinos, José F., Pedro Antonio de Alarcón, Zaragoza, Librería Gene¬
ral, 1955. (Reeditado en Madrid, Castalia, 1977, aunque su contenido
es diferente y más amplio].
-, «Sobre El escándalo de Alarcón», en Ensayos y estudios de Literatura
Española. Edición con notas preliminares y bibliografía, por Joseph H.
Silverman. Ediciones de Andrea, México, D. F., 1959, pp. 170-201.
Ocano, Armando, Alarcón, Madrid, EPESA, 1970.
O’Hara, Edgar, •El sombrero de tres picos: interrogatorio dirigido», Plural,
212 (1989), pp. 27-32.
Palacio Valdés, Armando, «Los novelistas españoles. Don Pedro Antonio
de Alarcón», Revista Europea, XI (1878), pp. 465-469. [Reeditado en
Los novelistas españoles, Madrid, 1878, pp. 49-61 y en Obras Comple¬
tas, Madrid, Aguilar, 1948].
Palau y Dulcet, Antonio, Manual del Librero Hispano-Americano, Barce¬
lona, Antonio Palau y Dulcet, 1948,1, pp. 134-136.
Pardo Bazán, Emilia, «Pedro Antonio de Alarcón», en Retratos y apuntes li¬
terarios, Madrid, 1908, pp. 117-216. [Obras Completas, Madrid, Agui¬
lar, 1973, III, pp. 1.360-1.4091.
-, Alarcón. Estudio biográfico, Madrid, Imprenta de la Compañía de
Impresores y Libreros a cargo de D. A. Avrial, s.a.
Pardo Canalís, Enrique, Pedro Antonio de Alarcón. Estudio y Antología,
Madrid, Compañía Bibliográfica Española, 1965.
-, «Un viaje a Salamanca en 1877 con Pedro Antonio de Alarcón», Re¬
vista de Ideas Estéticas, XXVII (1969), pp 239-251.
136 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Pattison, Walter T., El naturalismo español, Madrid, Gredos, 1966.


Pérez Gutiérrez, Francisco, El problema religioso en la generación de 1868.
Valera, Alarcón, Pereda, Pérez Galdós, Clarín, Pardo Bazán, Madrid,
Taurus, 1975, pp. 97-129.
Picoche, Jean-Louis, -El sombrero de tres picos y La capa de grana. Origine
de deux personnages et de deux accessoires de la nouvelle d’Alar-
cón-, en Melanges á la mémoire deJean Sarrailh, II, París, Instituí d’É-
tudes Hispaniques, 1966, pp. 253-260.
Place, Edwin B., -The Antecedents of El sombrero de tres pico», Pbilologi-
cal Quaterly, VIII (1929), pp. 39-42.
Powers, Harriet B., «Allegory in El escándalo, Modern Language Notes, 87
(1972), pp. 324-329.
Praag, J. A. van, «Un precursor holandés de El molinero de Arco», Clavile-
ño, IV (1953), pp. 7-9.
Revilla, Manuel de la, Obras, Madrid, Víctor Sáiz, 1883, pp. 91-100.
-, -El escándalo, en Críticas, Burgos, Timoteo Arnáiz, 1884, pp. 6-20.
-, -ElNiño de la Bola-, en Críticas, Timoteo Arnáiz, 1884, pp. 21-35.
Rodríguez Marín, Rafael, La novela en el siglo xix, Madrid, Playor, 1982.
Romero Tobar, Leonardo, «Realismo y Naturalismo español. Fernán Caba¬
llero, Alarcón, Pardo Bazán», en Las mejores novelas de la Literatura
Universal, Madrid, Cupsa, 1982, pp. IX-XXXVI.
Royo Latorre, María Dolores, «Correspondencia inédita de Pedro Antonio
de Alarcón-, Studium, 3 (1987), pp. 5-12.
-, «Alarcón en sus relatos: el problema de la originalidad creadora-,
ínsula, 535 (1991), pp. 13-15.
-, «Pedro Antonio de Alarcón: la composición del relato-, Studium, 8
(1992), pp. 5-130.
Rubio Cremades, Enrique, «Las estructuras narrativas en El Niño de la Bo¬
la, Axerquia. Revista de Estudios Cordobeses, 9 (1983), pp. 85-97.
Shivers, George R., Valores sicológicos en la obra novelística de Pedro Antonio
de Alarcón, University of Maryland, 1972. [Tesis doctoral inédita].
Shoemaker William, H., Las cartas desconocidas de Galdós en la prensa de
Buenos Aires, Madrid, Cultura Hispánica, 1973-
Simón Díaz, José, Manual de Bibliografía de la Literatura Española, Ma¬
drid, Gredos, 1980, pp. 608-610.
Sobejano Morán, Antonio, «Recursos narrativos en El sombrero de tres picos-,
en Estudios en homenaje a Enrique Ruiz-Fornells, Juan Fernández Jimé¬
nez, José Labrador Herráiz y Teresa Valdivieso (eds.), Erie, Asociación de
Licenciados y Doctores Españoles en Estados Unidos, 1990, pp. 607-612.
Soria Ortega, Andrés, «Ganivet y los costumbristas granadinos-, Cuadernos
de Literatura, 13-15 (Enero-Junio, 1949), pp. 205-238.
-, «Ensayo sobre Pedro Antonio de Alarcón y su estilo-, Boletín de la
Real Academia Española, XXXI (1951), pp 45-92, 461-500; XXXII
(1952), pp. 119-145.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 137

Soria Ortega, Andrés, -Alareón y lanía. Notas para el estudio de los prime¬
ros escritos alarconianos», en Estudios ofrecidos a Emilio Atareos Llo-
rach, Oviedo, Universidad, 1983, pp. 359-388.
-, «Pedro Antonio de Alareón entre dos centenarios (1933-1991)», en
Fernando García Lara (ed.), 1993, pp. 15-37.
Valera, Juan, «Pedro Antonio de Alareón. Notas biográficas y críticas», en
Florilegio de Poesías castellanas del siglo xix, Madrid, Fe, 1903, pp. 5-
336. [Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1961, II, pp. 1361-13671.
-, -El Niño de la Bola y Cuito Vargas», en Terapéutica social expuesta en
bistoritis, novelas, disertaciones y otras obrillas de mero pasatiempo,
Madrid, Fe, 1905. [Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1961, II, pp. 983-
9861.
Whinslow, Richard W., «The Distinction of Structure in Alarcón's El som¬
brero de tres picos And El capitán Veneno-, Híspanla, 46 (1963), pp
715-721
Whiston, James, «The Pluralism of Alarcón’s El Niño de ¡a Bola-, Bulletin of
HispanicStudies, LXV1I, 4 (1990), pp. 357-368.
«>*A fcA
4
Juan Valera
4

4.1. Epistolarios

La correspondencia de Valera permite conocer numerosos as¬


pectos relacionados con la gestación y publicación de sus novelas.
De igual forma el epistolario ofrece una detallada visión sobre las
polémicas literarias. El ideario estético y su peculiar concepción y vi¬
sión del mundo de las letras y de la política se reflejan también en los
epistolarios. Evidentemente el carácter personalísimo de Valera, su
gracejo, donaire y desenfado en el contar experiencias propias serán
aspectos difícilmente olvidables.1
Existen en el mercado editorial publicaciones que sin llegar a
rotularse bibliografías ofrecen numerosas entradas bibliográficas
referidas tanto a su biografía como a los epistolarios y novelas de¬
bidas a Valera (Zavala, 1982; Rubio Cremades, 1990; Zavala, 1994).
Eminentemente bibliográficos son los estudios realizados por De-
Coster, pues en ellos se analiza tanto la bibliografía crítica de Juan
Valera (1970) como la correspondencia (1995). Trabajos funda¬
mentales gracias al soporte científico y erudito.2 Con anterioridad a

1 Serafín Estébanez Calderón, El Solitario, hombre culto, refinado, docto en


lengua arábiga y en numismática, bibliófilo empedernido y escritor castizo que in¬
fluye en el joven Valera, tal como él mismo reconoció (Estudios críticos sobre li¬
teratura, política y costumbres de nuestros días, Madrid, Durán, 1864,1, p. X) señala
con sutil precisión los rasgos esenciales de dicho epistolario: «Vengan, pues: llueva
sobre el papel descripciones, casos, cuentos, juicios, relaciones, citas, cuadros, bos¬
quejos, reminiscencias, contrastes, cotejos, episodios concebidos y relatados por
esta y la anterior manera, es decir, conforme a todas las epístolas con que me fa¬
vorece, y será para todos, singularmente para mí, que disfruto de ellas, el mejor
epistolario de la edad presente, con toques a lo Sevigné, con socarronerías a lo
Guevara y Barbadillo y no sin el ateísmo de los modelos antiguos. Pido, pues, epís¬
tolas y cartas más dilatadas posibles y guardo en ellas la ley de la continuidad» (Sáenz
de Tejada, 1971, p. 223).
2 En la bibliografía crítica de DeCoster (1970) el lector tiene cumplida noticia
del material investigado y recopilado publicado tanto en vida de Valera como hasta
la fecha de aparición de dicho estudio. El citado crítico clasifica las obras en diver¬
sas categorías teniendo en cuenta ediciones y géneros: primeras ediciones en vida
de Valera, colecciones, recopilaciones, novelas, novelas inconclusas, traducciones,
cuentos, poesías, correspondencia y estudios sobre Valera. Completísima relación,
a diferencia de otros estudios que ofrecen sólo una bibliografía selecta o muy

141
142 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

la primera publicación de DeCoster (1970), determinados estudios


incluyeron una bibliografía de los artículos y obras sobre Valera. El
primero fue el de Azaña (1927) en su edición de Pepita Jiménez
que comprende además los prólogos de la edición de 1888 y el que
figura al frente de la edición en inglés de Appleton (1886). Con
posterioridad a Azaña, Fishtine (1933), Romero Mendoza (1940),
Entrambasaguas (1957) y Bravo Villasante (1959) recogieron una
bibliografía o apéndices bibliográficos sobre el corpus epistolar y
literario de Valera. Por regla general dichos estudios ofrecen un ma¬
yor material noticioso sobre la recepción crítica de las novelas en el
momento de su publicación, incluyendo en dichos repertorios
el nombre de críticos o periodistas que hoy en día pueden conside¬
rarse auténticas curiosidades bibliográficas. La bibliografía crítica
de DeCoster, necesitada de una actualización a partir de 1970, pue¬
de completarse con los estudios y ediciones críticas y anotadas que
figuran en las páginas posteriores del presente capítulo. Con
anterioridad a la Bibliografía crítica de Juan Valera (1970) de C.
DeCoster se publicó una bibliografía crítica de la obra epistolar de
Valera (Pageard, 1961, pp. 38-45) basada en clásicas colecciones
de epistolarios.* * 3 Evidentemente la bibliografía anotada de la co-

parcial, cuya elaboración viene precisada en palabras del propio DeCoster: «una
bibliografía completa más bien que selecta» (1970, p. 15).La bibliografía anotada
de la correspondencia de Valera (DeCoster, 1995) se complementa con lo publi¬
cado en el año 1970. El plan de la obra la ofrece el mismo crítico: «La primera
consta de seis colecciones generales de cartas dirigidas a varias personas. Hemos
puesto las colecciones en orden cronológico según el año en que fueron publi¬
cadas. La segunda sección está formada por cartas predominantemente destina¬
das a una sola persona. Algunas de estas colecciones las catalogamos bajo el
nombre del principal destinatario, con referencias cruzadas a los destinatarios se¬
cundarios [...] La tercera sección consta de dos cartas con interesantes datos bio¬
gráficos, y la cuarta de cartas dirigidas a oficiales en el Ministerio de Asuntos
Exteriores en Madrid o en las capitales extranjeras donde sirvió Valera» (1995,
p. 234).
3 Pageard toma como fundamento y base a sus interpretaciones cuatro colec¬
ciones: los dos volúmenes de Correspondencia (Obras Completas, 1913), la Corres¬
pondencia de don Juan Valera 1859-1905 (DeCoster, 1956), el Epistolario de Vale¬
ra y Menéndez Pelayo, 1877-1905 (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1946) y
Para un epistolario Valera-Tamayoy Baus (Esquer Torres, 1959, pp. 89-163). La
personalidad de Valera, sus contactos, amistades, viajes, lecturas, impresiones de la
sociedad se percibe con exactitud en todo este conjunto de cartas que se puede pa¬
rangonar con lo mejor de su producción literaria: «II n’est pas excessif de parler d’u-
ne oetivre épistolaire de Valera, comparable á son oeuvre romanesque ou critique
tan par la forme et l’étendue que par l'esprit- (Pageard, 1961, p. 38).
JUAN VALERA 143

rrespondencia de Juan Valera puede seguirse puntualmente gracias


al reciente estudio de DeCoster (1995, pp. 227-253). En la biblio¬
grafía anotada de la correspondencia de Juan Valera llevada a cabo
por dicho crítico existen algunas ausencias lógicas, pues durante el
proceso de publicación de su artículo aparecieron estudios que
analizan un determinado aspecto de su Corpus epistolar. A tal res¬
pecto cabe señalar la correspondencia diplomática de Valera desde
Francfort, Lisboa, Washington y Bruselas publicada por A. Navarro
(1994, pp. 127-205; 1995, pp. 253-349) que continúa la serie de ar¬
tículos debida también a A. Navarro reseñados por DeCoster (1995,
p. 252). Las recientes cartas publicadas de Juan Valera dirigidas a
Juan Facundo Riaño y Montero, catedrático, político español e his¬
toriador granadino (Romero Tobar, 1994, pp. 129-138), o el corpus
epistolar de Valera al joven Fernando de Antón del Olmet, asiduo
colaborador de la Ilustración Española y Americana, La Época, El
Heraldo de Madrid y El Imparcial (Molina, 1993, pp. 45-54) ofre¬
cen datos desconocidos hasta el momento presente. No menos
interesante son las actitudes y comportamiento de Valera vertidos
en las cartas que contrastan con la visión idílica de su Andalucía
natal (González Troyano, 1995, pp. 183-188). Las epístolas que
Juan Valera envió a Cueto —viaje a Rusia realizado entre 1856 y
1857— comentándole todo tipo de anécdotas e impresiones son
objeto de un nuevo análisis (Serrano Asenjo, 1995, pp. 213-223; Pa-
ges, 1995, pp. 269-280). Nuevas ediciones de sus cartas, como las
dirigidas a su fiel amigo y confidente Serafín Estébanez Calderón,
evidencian la vigencia y actualidad de Valera en el género epistolar
(García Martín, 1996). El reflejo de todo este Corpus en sus novelas,
como en Genio y figura, será motivo de nuevas y sugerentes inter¬
pretaciones (Ezama, 1995, pp. 201-211).
La correspondencia de Juan Valera está configurada por diver¬
sos bloques. En un primer lugar cabe señalar la Correspondencia
publicada en la edición de las Obras Completas, volúmenes XLV1I y
XLVIII (1913), y en la posterior, la llevada a cabo por la editorial
Aguilar (1958, III, pp. 11-209).4 Una segunda colección general

4 La primera carta está fechada en Madrid, enero de 1847 y la última el 23 de


junio de 1857. Treinta y cinco cartas están dirigidas a familiares, especialmente a sus
padres y, en segundo lugar, a sus hermanos. Varias cartas están escritas a amigos y
compañeros de letras, como las enviadas a Alonso Mesía Coello, Juan Navarro Sie¬
rra, Heriberto García de Quevedo, Gabriel García Tassara, Mariano Díaz, Serafín Es¬
tébanez Calderón, Ramón de Campoamor. Cuarenta y cuatro cartas están escritas a
144 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

sería la realizada por DeCoster (1956), constituida por un total de


ciento cuarenta y tres cartas que estaban en posesión, tal como se¬
ñala el colector, de los nietos de Valera. La mayoría de estas cartas
están fechadas a partir de 1872. Colección de cartas heterogénea y
de muy diverso contenido,’ al igual que la llevada a cabo por Bravo
Villasante.b De carácter general son también las colecciones lleva-

Cueto durante su estancia en Rusia al lado del duque de Osuna, misión diplomática
que corresponde al periodo epistolar 1856-1857. Parte de estas cartas habían sido pu¬
blicadas parcialmente en La España, en las fechas 17 y 19 de diciembre de 1856; 4, 11,
14, 21, 23 y 28 de enero de 1857; 14, 18, 20, 21, 22, 24, 25 y 27 de febrero de 1857; 1,
12, 15 y 19 de marzo de 1857. Toda esta correspondencia dirigida a Cueto fue reedita¬
da en tres volúmenes por la editorial Aguado (1950). Una edición reciente y prologada
la encuentra el lector en la recopilación llevada a cabo por A. Cardona (1986). Las car¬
tas muestran el peculiar ingenio de Valera. Las confidencias amorosas, su visión de la
política, diplomáticos, costumbres, galanteos, etc. convierten todo este legado en do¬
cumento imprescindible para el conocimiento de la sociedad española desde una pers¬
pectiva intimista. Las cartas fechadas en Madrid, Nápoles, Lisboa, Río de Janeiro, Ber¬
lín, Varsovia, Petersburgo, Francfort, París... recogen sus impresiones más íntimas. Para
una visión analítica de todo este conjunto de cartas y experiencia como diplomático
puede consultarse los estudios debidos a Azaña (1926), DeCoster (1954, pp. 215-223),
Ombuena (1956, pp. 143-160), Cano (1963), Beladiez (1969), Ibarra (1971, pp. 571-
589), Chalón (1992, pp. 1.229-1-239), Rubio Cremades (1995, pp. 163-171), Serrano
Asenjo (1995, pp. 213-223). En el momento de aparición de dicho Corpus epistolar se
publicó en La Lectura una. extensa reseña (Bender, 1913, pp 130-142).
1 El conjunto total lo ofrece DeCoster en una escueta nota que aparece en la
primera bibliografía crítica (1970, p. 115). Años más tarde reseña todo el epistolario
detallado y con los correspondientes receptores: -Cuarenta y seis cartas a su mujer e
hijos, algunas a otros parientes: sus primos José Alcalá Galiano (14), Salvador Vale¬
ra Freuller (1); muchas cartas a amigos literarios, algunos antiguos: Alarcón (6), Ta-
mayo y Baus (8), Damián Méndez Rayón (1); otros más jóvenes que conoció en los
últimos años de su vida: Mariano Pardo de Figueroa (ElDoctor Tbebusserri) (8), An¬
tonio de Zayas (5), Juan Luis Estelrich (4); a literatos e hispanistas extranjeros: Joa¬
quín Pedro de Oliveira Martins (1), Ernest Merimée (1) y Victoriano Agüeros (3); al
actor Fernando Díaz de Mendoza (1); a amigos diplomáticos y políticos: el marqués
de la Vega de Armijo (8), Carlos Espinosa de los Monteros (2), el duque de la Torre
(1), el barón Jules Greindl (3) y a su tocayo menciano Juan Moreno Güeto (19)* (De¬
Coster, 1995, p. 235).
6 Bravo Villasante analiza los principales episodios biográficos de Valera me¬
diante el material noticioso conocido hasta la fecha de edición de su obra (1959) y
el ofrecido por los nietos de Valera. Episodios relativos a su estancia en Madrid, ga¬
lanteos, amistades, apuros económicos, casamiento, experiencia diplomática, acti¬
vidad política y literaria, etc. configuran la presente biografía valeriana tejida en nu¬
merosas ocasiones mediante el análisis de las veinticuatro cartas inéditas. La mayoría
de ellas van dirigidas a su familia. Se incluye también cartas al Doctor Thebussem,
Victoriano Agüeros, Eugenio Rodríguez Escalera, Juan Moreno Güeto y M. Menén-
dez Pelayo. De este último figuran cinco cartas que no estaban en el Epistolario de
Valera a MenéndezPelayo (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1946).
JUAN VALERA 145

das a cabo por Sáenz de Tejada (1971), DeCoster (1974, pp. 5-26)
y Galera (1991). La realizada por Sáenz de Tejada comprende el
periodo 1850-1858 y está configurada por un total de cuarenta y
cuatro cartas inéditas de Valera a Estébanez Calderón, y siete del
mismo a Valera. También se incluyen epístolas familiares de Va-
lera —once a su madre, tres a Sofía, una a su hermano y otra a su
padre—. Se trata de un epistolario, tal como señala el colector,
vital, pues figuran confesiones íntimas, personales, de un Valera
que cuenta a su interlocutor lo experimentado y vivido, sin nin¬
gún pudor. Sus andanzas por Lisboa, Brasil, París y Dresde que¬
dan registradas con precisión en dicho epistolario. La colección
editada por DeCoster (1974, pp. 5-26) reproduce diez cartas iné¬
ditas a su madre, siete a su padre y una a su hermana Ramona.
Idéntico carácter familiar presenta la colección reproducida por M.
Galera (1991)7
Frente a esta relación de colecciones generales figura un copio¬
so material epistolar dirigido a personas concretas, a escritores, po¬
líticos, e, incluso, a un determinado familiar. En la bibliografía
—apartado Epistolario— citamos el nombre de los colectores, no el
de los destinatarios, puesto que en estas páginas llevamos a cabo la
relación. Cabe señalar también que algunas cartas aparecen en

El índice del epistolario Cartas a sus hijos lo ofrece la propia M. Galera en


varios bloques. En un primer lugar Cartas a Carlos (1884-1885). Salvo la primera
—A bordo del Cephalonia, 15 de Enero de 1884— el resto, un total de treinta y cua¬
tro cartas, está fechado en Washington. En el segundo bloque —Cartas a Luis (1883-
1886)— figuran veintitrés cartas, todas fechadas en Washington, menos dos (París y
en la embarcación Cephalonia). El tercer y último apartado lo constituye un total de
ciento treinta y cinco cartas dirigidas a Carmen (1883-1905). Su procedencia es dis¬
par. Figuran en los remites Madrid, Sevilla, Cabra, Londres, Cephalonia, Washing¬
ton, Rockport, Pigeon Cove, Bruselas, Viena y Salzburgo. Epistolario que rezuma
afecto y cariño por sus hijos, adolescentes de dieciséis, quince y trece años. Sus con¬
tinuas recomendaciones e insistencia en la aplicación de los estudios de ciencias y
matemáticas, así como el aprendizaje del inglés y perfeccionamiento del español.
Consejos de Valera para que sus hijos aprecien a los clásicos escritores, como Cer¬
vantes, o ejerciten la mente mediante la lectura. M. Galera en las páginas que pre¬
ceden al epistolario señala al respecto lo siguiente: -En el archivo de D. Juan Valera
se conservan 193 cartas que el escritor dirigió a sus hijos. De ellas, 133 son autógra¬
fas y las restantes se deben a la pluma del secretario Periquito de la Gala [...] De es¬
ta colección, 17 han sido publicadas por Cyrus DeCoster en su Correspondencia de
D.Juan Valera (1859-1905) y una prácticamente completa y diversos fragmentos
de otras por Carmen Bravo Villasante en su Biografía de D.Juan Valera, ofrecemos
en nuestra edición el epistolario completo, con la aportación de 175 cartas inéditas-
(1991, p 15).
146 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

publicaciones o revistas sin el nombre del colector.8 Los principa¬


les corresponsales o receptores de las cartas son, entre otros, Isaac
Albéniz, célebre compositor a quien Valera quiso convencer pa¬
ra que compusiera óperas basadas en Pepita Jiménez, Lo mejor
del tesoro, Asclepigenia y El maestro Raimundico (Aparici, 1975,
pp. 147-172); José Cabello López interlocutor y receptor de los
proyectos políticos de Juan Valera (Juan y Llovera, 1975, pp. 27-
61); Narciso Campillo, erudito, bibliófilo y gran amigo de Valera
que contribuyó a Los cuentos y chascarrillos andaluces (Domín¬
guez Bordona, II, 1925, pp. 83-109, 237-252; III, 1926, pp. 430-
462)9 y Rubén Darío, conocedor de las actividades literarias de
Valera. Don Juan comentó en una carta Los Raros de Rubén Darío
e instó al poeta nicaragüense a que acudiera a su tradicional y cé¬
lebre tertulia de la cuesta de Santo Domingo.10
Nuevos testimonios sobre su relación comercial con Fernando
Fe,11 solicitándole la cuenta de sus libros vendidos, los encuentra el

8 Es el caso, por ejemplo, de las cartas inéditas de Valera dirigidas a su mujer


publicadas en la Revista de Occidente (octubre, 1968, pp. 1-18). El total de las cartas
es de ocho, fechadas en Madrid desde el 26 de septiembre de 1868 al 3 de octubre
del mismo año. Epistolario que comenta los sucesos de la Revolución del 68. La pri¬
mera carta está tomada de la colección de DeCoster (1956). El resto fue facilitado
por los herederos de Juan Valera, tal como se especifica en una nota de la editorial.
Idéntico caso es el extracto de una carta de 1901 sobre el proyecto de Valera de es¬
cribir un prólogo a la obra Geometría moral de Juan Montalvo, publicado en el pe¬
riódico El Comercio (Quito, 5-XI-1927).
9 Material epistolar de gran importancia configurado por un total de setenta y
ocho cartas. Se incluyen también cuatro cartas dirigidas al maestro Barbieri, dos a
Núñez de Arce, una a Francisco de Borja Pavón y, finalmente, una a José del Casti¬
llo y Soriano.
10 Información de esta amistad aparece en las cartas publicadas en revistas de
México y Buenos Aires. La relación es la siguiente: «De don Juan Valera a Rubén Da¬
río-, Revista Azul (México), V (18%), pp. 140-141. [Reeditado en El Fígaro (La Haba¬
na), XII (18%), p. 331]- Se trata de una extensa carta fechada en 18% en la que don
Juan comenta sus actividades literarias y las reuniones o tertulias de su casa. La se¬
gunda carta —relacionada con la publicación de Los Raros de R. Darío— está fecha¬
da en 18%: «De Juan Valera a Rubén Darío. Interesante carta-, La Nación (Buenos Ai¬
res), 22 de febrero de 1897. Alberto Ghiraldo, El archivo de Rubén Darío, Santiago de
Chile, Editorial Bolívar, s. a., publica una carta autógrafa de Valera exhortando a Ru¬
bén Darío para que acuda a su tertulia (DeCoster, 1995, PP- 139-240).
11 Fernando Fe fue el editor de numerosas novelas de Valera, como en el caso
de Pepita Jiménez (1880, 1884, 1898, 1%4), Las ilusiones del doctor Faustino (1879,
1901), El comendador Mendoza (1881, 1892), Pasarse de listo (1881, 1%2, 1904),
Doña Luz(\89\, 1900), Juanita la Larga (1896, 1899), Genio y figura (dos edicio¬
nes en 1897), Morsamor (18%). Otro tanto sucede con las traducciones llevadas a
cabo por Valera para el editor Fernando Fe, como en el caso de Dafnisy Cloe
JUAN VALERA 147

lector en el estudio de A. Navarro (1988, pp. 81-103). El interés de


Valera por la publicación de sus libros en Estados Unidos (Duchet,
1968, pp. 76-102) o su intención de fundar una revista hispano-por-
tuguesa para fomentar las relaciones culturales entre Portugal y Es¬
paña las encuentra el lector en el epistolario dirigido a José María
Latino Coelho (Boisvert, 1967-1968, pp. 213-286). No menos impor¬
tante es el epistolario dirigido a Gumersindo Laverde (Juderías,
1917, pp. 15-27, 165-178; DeCoster, 1956, pp. 56-57; Brey de Rodrí¬
guez Moñino, 1984)12 o a Elias de Losada para el conocimiento de
la actividad periodística de Valera en La Revista Ilustrada de Nueva
York (Chamberlin, 1975, pp. 1-13). De gran trascendencia es el
epistolario de Valera y Menéndez Pelayo. Imprescindible para
el conocimiento y proceso de redacción de gran parte de su obra.
Se puede afirmar que dicho material es fundamental para el cono-

(1880,1900). Determinados cuentos o narraciones breves fueron editadas también por


Fe, como en el caso de La buena fama (1896). En vida del autor recopiló diversas
obras, como Nuevas cartas americanas (1890), Cuentos y chascarrillos andaluces
(1896, 1898), A vuela pluma. Colección de artículos literarios y políticos (1897), De va¬
rios colores (1898), Ecos argentinos. Apuntes para la historia literaria de España en los
últimos años del siglo xix (1901), Florilegio de poesías castellanas del siglo xix (1902-
1903), El superhombre y otras novedades. Artículos críticos sobre producciones litera¬
rias de fines del siglo xixyprincipnos del xx (1903), Terapéutica social expuesta en histo¬
rias, novelas, disertaciones y otras obrillas de nuevo pasatiempo (1905). El nombre de
Fernando Fe aparece en distintas cartas de Valera, como la dirigida a su hijo Luis
—5 de enero de 1884—, a su mujer —Washington, 31 de octubre de 1884—, a Juan
Moreno Güeto —Madrid, 13 de marzo de 1900—, al doctro Thebussem —Madrid,
18 de octubre de 1901—. Valera no elogia a los editores. De Fe llega a decir que ga¬
na el doble que él. Del editor Catalina (carta a su sobrino Alcalá Galiano) afirma que
es -roñosísimo-Madrid, 5 de diciembre de 1895—. Para una relación de Valera y el
citado mundo editorial vid. DeCoster (1956, pp. 230 y 234) y M. Artigas y P. Sáinz
(1946, cartas 64, 70-79, 104, 110, 115-116, 143, 145, 153, 190, 196, 237, 305, 307
y 313).
u En el año 1917 Julián Juderías inició el proceso de publicación de las cartas a
Gumersindo Laverde en el periódico La Lectura. Su repentina muerte impidió la difu¬
sión del resto del epistolario. En el año 1984 María Brey de Rodríguez Moñino publi¬
có la colección completa, un total de ciento cincuenta y una cartas inéditas debidas
a Valera. De la importancia de dicha colección nos informa el propio prologuista,
Pérez Delgado: •[...] Estas de Valera a Laverde son en este sentido [por su valor inte¬
lectual y moral] excepcionales, y causa extrañeza que hayan permanecido inéditas
hasta ahora y casi desconocidas de quienes se interesan en España por este tipo de
saberes. Adquiridas por el ilustre investigador y apasionado bibliófilo don Antonio
Rodríguez Moñino, muerto en 1970, guardadas celosamente por su viuda María
Brey de Rodríguez Moñino, a quien se debe la transcripción, fidelísima hasta en los
descuidos ortográficos, del texto manuscrito de Valera y su ordenación anotada!...]»
(1984, p. 13).
148 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

cimiento de los entresijos de la vida cultural española del último


tercio del siglo xix y albores del xx, hasta el año 1905, fecha de fa¬
llecimiento de Valera. Las rivalidades académicas, polémicas y crí¬
ticas a compañeros de generación son aspectos que figuran en to¬
do este epistolario.13
Las relaciones con hispanistas franceses se evidencian también
a través del cruce de cartas entre Valera y E. Merimé (DeCoster,
1964, pp. 91-105). Las dirigidas a A. Morel-Fatio, un total de quince
cartas pertenecientes al periodo 1891-1892, nos informan sobre la
actividad literaria centrada, especialmente, en la obra de Fernán
Núñez —La vida de Carlos 111— editada por Morel-Fatio y prologa¬
da por Valera.
La correspondencia con Juan Moreno Güeto (DeCoster, 1981,
pp. 147-261; Galera, 1990, pp. 319-333), rico y culto terrateniente
que fue varias veces alcalde de Doña Mencía, ofrece una faceta
poco conocida de Valera. Como bien dice DeCoster se trata de un
corpus epistolar un tanto especial pues Valera comenta situacio¬
nes, emociones o pesares que no se perciben en otras cartas (De¬
Coster, 1981, p. 248, pássim). Correspondencia que comprende
desde el 25 de octubre de 1882 hasta el 10 de marzo de 1901. Va-
lera se queja de la vejez, de los achaques propios de la edad, de la
ceguera, de la falta de tiempo para cumplir los compromisos lite¬
rarios contraídos y, como es ya habitual en él, de sus dificultades
económicas.
Las cartas al conde de las Navas (Demidowicz, 1957, pp.
154-165), Pardo de Figueroa, más conocido como El Doctor

13 La primera colección (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1930) recoge la


correspondencia desde el año 1877 hasta 1885. Epistolario en el que figuran cien¬
to cincuenta y ocho cartas de Valera y diecinueve de Menéndez Pelayo. Años más
tarde ambos colectores publican una carta de Valera perteneciente al año 1878
(1936-1938, pp. 266-267) que se incluirá en el tercer y último trabajo debido a los
mismos recopiladores (1946). La última colección de cartas publicadas por Artigas
Ferrando y Sáinz Rodríguez consta de trescientas cuarenta y cuatro cartas de Valera y
noventa y una debidas a Menéndez Pelayo. En dicho corpus epistolar faltan cinco
cartas de Valera que sí están publicadas por Bravo Villasante. A continuación ofre¬
cemos las fechas de las mismas, su procedencia y lugar que deberían ocupar en El
epistolario de Valera y Menéndez Pelayo (1946): 5 de mayo de 1884 (Washington)
debe ir entre la 146 y 147; 10 de octubre de 1887 (Bruselas) entre las cartas 291 y
292; 17 de noviembre de 1887 (Bruselas), debe figurar detrás de la 295; 28 de no¬
viembre de 1887 (Bruselas), antecede a la 296; 10 de febrero de 1894 (Viena), en¬
tre las cartas 340 y 341 (Bravo Villasante, 1974, pp. 227-229; 255-257; 258-259; 260-
261; 275-278).
JUAN VALERA 149

Thebussem,14 Pérez Galdós (Ortega, 1964, pp. 411-413), Tamayo


y Baus (Esquer Torres, 1959, pp. 89-163), Ventura de la Vega (Lo¬
zano Guirao, 1958, XIII, pp. 121-172; XIV, pp. 170-197), conde
de la Viñaza (Condesa de Yebes, 1961, pp. 249-254) revelan múl¬
tiples aspectos de su vida, desde su peculiar humor e ironía
—cartas a Thebussem—, hasta sus pesares y preocupaciones.
Corpus epistolar centrado a finales del siglo xtx.
La correspondencia de contenido político se encuentra básica¬
mente en tres colecciones cuyos destinatarios son políticos andalu¬
ces.1-’ En primer lugar cabe destacar las dieciséis cartas de Valera a
José Cabello López. Epistolario que revela las ambiciones políticas
de Valera en este periodo histórico harto conflictivo en la vida es¬
pañola —Primera república, levantamiento cantonal, golpe de Es¬
tado de Pavía, Dictadura de Serrano, Pronunciamiento de Martínez
Campos, Restauración—, desde el 11 de mayo de 1873 al 3 de ma¬
yo de 1876 (Juan y Llovera, 1975, pp. 27-61). M. Galera (1983) ha
publicado cuatrocientas veintisiete cartas correspondientes al pe¬
riodo 1858-1904. En ellas se incluyen dos cartas publicadas con an¬
terioridad (La Opinión, 7-X-1972; 1974, pp. 35-40). Epistolario rela¬
cionado con la política, con el caciquismo andaluz (Moreno era

14 Parte de esta correspondencia entre Valera y El Doctor Thebussem figura en


distintas colecciones. Dos cartas de Valera sobre la comida española se publicaron
en NN KB CH (En escabeche) por El Doctor Thebussem y En/Husa (en sobremesa)
por don Juan Valera, Madrid, Rivadeneyra, 1906. Ocho cartas han sido publicadas
por DeCoster (1956). Montoto (1962) reproduce dos cartas enteras de Valera al
Doctor Thebussem, una a Ángel María Dacarrete y otra a su padre, Luis Montoto.
Thebussem fue uno de los cuatro colaboradores de Cuentos, chascarrillos anda¬
luces. Bravo Villasante (1974) reproduce varias cartas de Valera al Doctor Thebus¬
sem y finaliza su biografía con una carta dirigida precisamente a dicho interlocu¬
tor. Valera, un mes antes de su muerte, el 13 de marzo de 1905), le propone con
no poca añoranza, al igual que don Quijote a los cabreros —recordemos que Va-
lera estaba preparando un estudio sobre el Quijote—, -regenerar nuestra cocina
española y todas las demás artes castizas de bienestar y deleite, que no debieron de
ser, en antiguas y más dichosas edades, tan malas y ruines como en el día de hoy,
en que remedamos chapuceramente lo extranjero y olvidamos lo propio- (Bravo Vi¬
llasante, 1974, p. 307).
15 Sólo una excepción, pues A. Cornejo (Estafeta Literaria, enero, 1946, p. 3) re¬
produce y comenta una carta de 1863 en donde se plasman los esfuerzos de Valera
por romper el noviazgo con una joven de Lucena. Artículo que nos informa de sus an¬
danzas sentimentales. Documento reproducido en Natalio Rivas, -Don Juan Valera,
galante-, Liceo (Barcelona), V (agosto, 1948), y, del mismo autor, en Miscelánea de
episodios históricos (páginas de mi archivo y apuntes para mi memoria), Madrid, Edi¬
tora Nacional, 1950, pp. 163-166.
150 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

rico terrateniente y cacique de Doña Mencía y Cabra) descrito magis¬


tralmente por donjuán en su novela Doña Luz. Aunque el tema esen¬
cial de su correspondencia con F. Moreno Ruiz es la política, también
figuran otros aspectos, como los relacionados con los temas econó¬
micos o financieros, negocios, administración de propiedades... El re¬
parto del turrón ocupa, como es lógico, un lugar no menos impor¬
tante que los anteriores. El segundo corpus epistolar (Romero, 1992)
está configurado por la correspondencia de Valera y José Freuller: un
total de ciento cuarenta y cuatro cartas, escritas entre los años 1855 y
1864. Época decisiva en la evolución de Valera y de la que carecemos
de noticias referidas tanto a su vida íntima como a su actividad públi¬
ca. Material noticioso interesantísimo que permite el conocimiento
del momento político de la época isabelina. La relación de Valera con
dicho entramado político, sus inicios, insatisfacciones y lamentos so¬
bre su limitada capacidad oratoria serán aspectos tratados en estas
cartas. El mayor interés de este epistolario radica en dos episodios
que corresponden a los periodos electorales de 1858 y 1863. Fechas
en las que Valera concurrió como candidato por el distrito de Archi-
dona.Ul Colección de cartas editadas con suma pulcritud.
Un corpus epistolar relevante y fundamental para la reconstruc¬
ción de las relaciones de Valera con su familia se encuentra tanto en
las colecciones generales como en las de carácter monográfico. En
ambos casos se percibe también el peculiar talante de Valera, sus gus¬
tos estéticos y su concepto de la novela. La información gradual del
proceso de composición o redacción de sus novelas, así como las

16 Ambos periodos electorales quedan perfectamente delimitados en este epis¬


tolario, especialmente el segundo, pues desvela aspectos íntimos de Valera, aventu¬
ras sentimentales socialmente comprometidas, poco conocidos. Como indica L. Ro¬
mero, la presente colección de cartas aporta nueva luz a aspectos concretos y
específicos relacionados con su vida: ■[...] su estancia en la legación de Dresde (car¬
ta I), los pasos preliminares del viaje a Rusia, del que sabemos aquí algunas cosas
más (cartas VI-DO, la boda de Soña y el duque de Malakoff (cartas XX-XXTV), y las
cuestiones permanentes de carácter económico. Leemos datos sobre la marcha de
la venta de sus libros poéticos, algunos juicios literarios y referencias precisas acer¬
ca de los trabajos que imprimía en publicaciones periódicas como la Revista Ibéri¬
ca, El Estado y El Contemporáneo. Todo ello dota al espistolario que publico de un
raro interés que, además del que siempre suscitan los escritos de este género, que¬
da potenciado por su unidad intencional y temática. Casi un solo destinatario —el
hermano residente en Málaga— y un asunto central —dos episodios electorales
desmontados en la trastienda del interesado—, convierten a la colección en un re¬
lato organizado que, a diferencia de los relatos ficticios que el escritor pergeñaría a
lo largo de su carrera literaria, resulta real “como la vida misma”- (1992, pp. 13-14).
JUAN VALERA 151

críticas adversas o favorables de sus relatos, serán aspectos puntuales


tratados en estos epistolarios familiares. En la Correspondencia
(Obras Completas, 1913) aparecen treinta y cinco cartas dirigidas a
miembros de su familia entre 1847 y 1851. En la colección de DeCos-
ter (1956) un total de cuarenta y seis cartas están dirigidas a su mujer
e hijos. Bravo Villasante (1974) reproduce veinticuatro cartas inéditas
de la colección perteneciente a los nietos de Valera, la mayor parte di¬
rigida a su familia. En epistolarios ya citados figura también material
noticioso de gran valor (DeCoster, 1974, p. 526; Galera, 1991).
La Revista de Occidente publicó sin especificar el nombre del co¬
lector un total de ocho cartas de Valera dirigidas a su mujer, Dolores
Delavat Areas, que tratan de los sucesos de la Revolución del 68 (oc¬
tubre, 1968, pp. 1-18). Con anterioridad se habían publicado veinti¬
nueve cartas que figuran en un Corpus general (DeCoster, 1956) y
cuatro engarzadas con la biografía de Valera (Bravo Villasante, 1974).
De forma aislada y fechadas desde Viena y Washington tenemos no¬
ticias de dos cartas publicadas por M. Galera {Ideal, 6 de julio de 1990,
p. 37; Angélica, 1 de mayo de 1991, pp. 65-71). El bloque más impor¬
tante de cartas publicado, un total de ciento diecisiete, corresponde al
periodo 1867-1895, se debe a la labor de los colectores DeCoster y
Galera (1989). Respecto al resto de la familia cabe señalar la publica¬
ción de diversos epistolarios. De la correspondencia con su hermana
Ramona tenemos constancia de dos cartas fechadas en 1849 (Bravo
Villasante, 1959; DeCoster, 1974). Respecto a su hermana Sofía17

17 Una colección fundamental para el estudio y análisis de las relaciones entre


Valera y su hermana Sofia lo constituye el epistolario publicado por Sáenz de Teja¬
da (1974). Material procedente de un depósito de documentos custodiados por el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas y que en su día fue utilizado por
Manuel Azaña para la confección y redacción de su estudio biográfico sobre Valera.
El total de cartas es de doscientas cincuenta y dos. El mismo colector, Sáenz de Te¬
jada, resume el contenido de las mismas: -El Valera que se trasluce en estas cartas no
tiene ni la vena literaria de la correspondencia con Serafín Estébanez Calderón ni el
desenfado de la correspondencia con Leopoldo Augusto de Cueto, sino que es un
Valera obsesivo, dramático, bastante fracasado e infeliz en su matrimonio (...) El blo¬
que fundamental más expresivo y rico de esta correspondencia está en la etapa de
Washington [...]• (1974, p. 14). La primera carta del presente epistolario está fechada
en Lisboa, 22 de octubre de 1853; la última, el 18 de noviembre de 1889- Se inclu¬
yen también cartas cuyos emisores o destinatarios son familiares de Valera, como las
cartas de Dolores Alcalá Galiano a Sofía o las escritas por Valera y dirigidas, igual¬
mente, a Dolores Alcalá Galiano. Cartas de José Freuller a Sofía, de Agustín Valera a
Sofia, de Alonso Mesía de la Cerda a Luisa Pelissier... Cartas familiares que inciden
de forma directa en las vivencias íntimas de Valera.
152 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

se han publicado cinco cartas de los años 1859-1851 (Obras Comple¬


tas, 1913; Sáenz de Tejada, 1971). Dirigidas a su padre figuran un to¬
tal de veintiséis cartas de 1847-1851 (Obras Completas, 1914; Bravo
Villasante, 1959; Sáenz de Tejada, 1971; DeCoster, 1974). Respecto a
las cartas de Valera dirigidas a sus hijos remitimos al lector a la ya ci¬
tada colección de cartas publicada por M. Galera (1991). De menor
importancia son las dirigidas a parientes de segundo grado, como Jo¬
aquín Valera Aceituno, Salvador Valera Freuller... De gran relevancia
son las dirigidas a su primo José Alcalá Galiano (DeCoster, 1981, pp.
175-189; 1995, p. 237).
Un último material noticioso de las cartas de Valera lo constitu¬
ye las cartas diplomáticas, como las dirigidas a Thomas Francis Ba-
yard, Frederick T. Frelinghuysen y William Hunter.18 Se han publica¬
do también las cartas diplomáticas de Valera dirigidas al marqués de
la Vega Armijo (Antonio Aguilar y Correa). Dicho material está cons¬
tituido por un total de seis cartas diplomáticas correspondientes al
año 1882. El asunto central de dicho epistolario lo constituye la serie
de proyectos para establecer una escuela española en Lisboa y cons¬
truir una línea de ferrocarril que uniría Salamanca con Oporto (Fer¬
nández Rodríguez, 1965-1907, II, pp. 651-665). El Correo (13 de julio
de 1883) publicó una carta política dirigida al marqués de la Vega de
Armijo. DeCoster dio a conocer ocho cartas íntimas sobre su estan¬
cia en Viena cuando el marqués era ministro de Estado (1956). Des¬
de una perspectiva distinta es el proyecto de un despacho jocoso di¬
rigido al Ministro de Estado sobre sus dificultades financieras al
tomar posesión como Ministro Plenipotenciario de España en Lis¬
boa en 1881 (Romero Tobar, 1993, pp. 719-729).19

18 Paper Relating to the Foreign Relations ofthe United States [1884], Washing¬
ton, Government Printing House, 1885, pp. 502-521. Catorce cartas a Frelinghuysen,
Secretario de Estado; una a William Hunter, Secretario.— Papers Relating to the Fo¬
reign Relations of the United States [1885], Washington, Government Printing House,
1886, pp. 767-782. Tres cartas a Frelinghuysen; siete a Bayard, que le sucedió como
secretario.— Papers Relating to the Foreign Relations of the United States [1886],
Washington, Government Printing House, 1886, pp. 831-832. Tres cartas a Bayard.—
Papers Relating to the Foreign Relations of the United States [1886], Washington, Go¬
vernment Printing House, 1887, pp. 1.003-1.004. Carta a Bayard. Espistolario cuyo
tema esencial lo constituye el problema cubano.
19 La toma de posesión como Ministro Plenipotenciario se llevó a cabo el 28
de marzo de 1881 (Bravo Villasante, 1959, p. 225). A. Navarro publica noventa y un
despachos -—treinta y tres de 1881, veintiocho de 1882 y treinta de 1883— desde su
notificación al gobierno de la toma de posesión hasta el despacho ciento nueve, 31
de julio de 1883, en el que comunica su cese (1995, pp 253-349). El despacho re-
JUAN VALERA 153

Recientemente A. Navarro ha centrado sus investigaciones en


el preciso campo de la correspondencia política y expedientes di¬
plomáticos. En el correspondiente a don Juan Valera en Viena
(1991, pp. 7-78), A. Navarro analiza ocho despachos enviados al
Ministerio de Asuntos Exteriores que se encuentran en el expe¬
diente personal de Valera con extractos de algunos otros. En el
Apéndice Correspondencia política reproduce catorce despachos
enviados principalmente a la Sección de Política del Ministerio. El
contenido de dicho corpus alude, esencialmente, a los altercados
entre los diversos grupos étnicos de Austria. La serie de artículos
referidos a la correspondencia diplomática de Valera desde Franc¬
fort, Lisboa, Washington y Bruselas marcan las pautas del quehacer
político-diplomático de Valera en un momento histórico harto com¬
plicado para los intereses de España,20 especialmente en su época
como embajador en Estados Unidos.21 La serie de despachos

producido por L. Romero no se incluye o no figura entre los enviados al Ministe¬


rio de Estado. La fecha del mismo es del 15 de septiembre de 1887 y estaría situa¬
do entre los reproducidos por A. Navarro que llevan la fecha de 5 y 23 de sep¬
tiembre de 1881 (Navarro, 1995, pp. 274-279). El citado despacho puede
considerarse, por su tono jocoso y autorreferencial, un texto autobiográfico que
insiste en un aspecto de su vida casi obsesivo: su precaria situación económica
(Romero, 1993, p. 720).
20 El principal objetivo de A. Navarro es dar a conocer el periplo diplomático
de Valera como Ministro en Francfort (1865-1866), Lisboa (1881-1883), Washington
(1883-1886) y Bruselas (1886-1888), pues la literatura diplomática de este periodo
•contribuye a llenar, por un lado, esta laguna de la obra de Valera con un género
que cultivaron muchos escritores españoles del siglo xix, y que hasta el momento
no ha podido ser atendido por la crítica ante el desconocimiento de textos que po¬
sibiliten su análisis-(Navarro, 1993, p. 159).
21 Tras su dimisión como Ministro Plenipotenciario de Lisboa fue nombrado,
previa consulta al Gobierno de los Estados Unidos, embajador de España en dicho
país. El 26 de noviembre de 1883 firmaba el rey el nombramiento, que le fue remi¬
tido el 27 de junio junto con las instrucciones de actuación política que debía po¬
ner en práctica. En dicho extenso comunicado se perciben las líneas de actuación
del Gobierno español, resumidas por A. Navarro: -Estas órdenes ilustran, por un la¬
do, las delicadas relaciones de España con los Estados Unidos en vísperas del De¬
sastre del 98. Por otro, las consignas recibidas por Valera dibujan las líneas domi¬
nantes de su política diplomática, que quedará sobradamente recogida en la
abundante colección de despachos de este periodo: mantenimiento de unas “ínti¬
mas relaciones” con el Gobierno y fuerzas políticas y sociales americanos, atenta
vigilancia de los conspiradores revolucionarios, estrecha relación con el Ministerio
y los Gobernadores de Cuba y Puerto Rico, insistencia en las reclamaciones de Es¬
paña al Gobierno de la Unión, y la negociación de un tratado comercial para las
Antillas españolas- (1993, pp. 164-165).
154 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

publicados por A. Navarro (1993a, pp. 155-178; 1993b, pp. 159-


194; 1994, pp. 127-205; 1995, pp. 253-349) son modélicos en su
género, tanto por las escrupulosas transcripciones como por los
comentarios y análisis de dichos despachos diplomáticos.
La correspondencia de Valera constituye uno de los soportes
esenciales de la vida y obra de Valera. Indirectamente, y gracias a su
correspondencia, tenemos una privilegiada visión del panorama so¬
cial de la época. La relación de corresponsales22 que figuran en las
cartas publicadas y que a continuación ofrecemos corrobora tal
aserto: Victoriano Agüeros, Pedro Antonio de Alarcón, Leopoldo
Alas, Isaac Albéniz, José Alcalá Galiano, Dolores Alcalá Galiano y Pa¬
reja, Antonio Alcalá y Tienda, Servando Arbol!, Isabel Aréas de Delavat,
Francisco Asenjo Barbieri, Francisco de Borja Pavón, José Cabello Ló¬
pez, Narciso Campillo, Ramón de Campoamor, Manuel Cañete, José
Marín Carpió, José del Castillo y Soriano, Cristóbal de Castro, Leopoldo
Augusto de Cueto, Ángel María Dacarrete, Rubén Darío, Dolores Dela¬
vat Aréas, Mariano Díaz, Fernando Díaz de Mendoza, Carlos Espinosa
de los Monteros, Serafín Estébanez Calderón, Gabriel R. España, José
Luis Estelrich, Fernando Fe, Antonio Ferrer del Río, Andrés Freuller,
Heriberto García de Quevedo, Gabriel García Tassara, Enrique Gó¬
mez Carrillo, Barón Jules Greindl, Angelo de Gubernatis, William De¬
an Howells, José María Latino Coelho, Gumersindo Laverde, Adelar-
do López de Ayala, Elias de Losada, Teodoro Llórente, Pedro
Madrazo, Vicente Medina, Felipe Méndez de Vigo, Damián Méndez
Rayón, Marcelino Menéndez Pelayo, Ernest Merimée, Alonso Mesía
de la Cerda, Juan Montalvo, Luis Montoto, Alfred Morel-Fatio, Teodo-
miro Moreno Durán (El Bachiller de Estepa), Juan Moreno Güeto,
Francisco Moreno Ruiz, Guillermo Morphy, Francisco Muñoz Reino-
so, Juan Navarro Sierra, conde de las Navas (Juan Gualberto López
Valdemoro), Gaspar Núñez de Arce, Salomé Oliveira Martins, Narcis
Oller, Aniceto de Pagés, Ricardo Palma, Leónidas Pallarés Arteta, Ma¬
riano Pardo de Figueroa {El Doctor Thebussem), Luisa Pélissier, Aima-
ble Jean Jacques Pélissier (duque de Malakof), Benito Pérez Galdós,
Felipe Picatoste, Antonín Pikhart, Luis Ramírez de las Casas, José

22 Prescindimos de la relación de corresponsales que aparecen en las colec¬


ciones generales (Obras Completas, 1913, vols. XLVII y XLVIII; DeCoster, 1956; Bra¬
vo Villasante, 1959; Sáenz de Tejada, 1971; DeCoster, 1974, pp. 2-26; Galera Sán¬
chez, 1991) y en la correspondencia diplomática que ya han sido citados en las
notas a pie de página correspondientes.
JUAN VALERA 155

Rodríguez Alvareda, Eugenio Rodríguez Escalera, José Rodríguez


Mourelo, Sergio Sorbolevski, Manuel Tamayo y Baus, duque de la To¬
rre (Francisco Serrano y Domínguez), Joaquín Valera Aceituno, Ramo¬
na Valera Alcalá Galiano, Sofía Valera Alcalá Galiano, Carlos Valera
Delavat, Luis Valera Delavat, Carmen Valera Delavat, Salvador Vale¬
ra Freuller, José Valera y Viaña, Calixto Vargas, Ventura de la Vega, con¬
de de la Viñaza (Cipriano Muñoz del Manzano) y Antonio de Zayas.

4.2. Estudios de conjunto

Por regla general se suele armonizar la vida de Valera con su pro¬


ducción literaria e ideario estético. En dichos contextos incide de for¬
ma especial tanto el epistolario como los estudios clásicos referentes
a Valera debidos a Azaña (1926, pp. 5-40; 1927a; 1927b, pp. EX-LXVII;
1929), Romero Mendoza (1940);23 Bravo Villasante (1959), Montoto
(1964),24 Zamora (1966)25 y DeCoster (1974). La monografía de Mon¬
tesinos (1957) se ciñe, como tendremos ocasión de comprobar en pá¬
ginas posteriores, a la producción novelesca de Valera, aunque no
desdeña la nota biográfica y credo estético, ni el dato que proporcio-

I<’ Los estudios de conjunto más conocidos y utilizados por la crítica son los
debidos a Azaña, Bravo Villasante y DeCoster. En lo que respecta a la monografía
debida a Romero Mendoza cabe señalar que, pese a ser un tanto anticuada, no si¬
gue, afortunadamente, el camino de las biografías noveladas que proliferaron en las
décadas de los años treinta y cuarenta. El aparato crítico y el análisis del Corpus li¬
terario de Valera se centran, especialmente, en su labor como humanista y novelis¬
ta. No prescinde del estudio de otros géneros que inciden también plenamente en
Valera, como las páginas dedicadas al teatro, poesía y cuento. La labor periodística
de Valera figura, igualmente, en un lugar privilegiado, pues se citan y analizan las
publicaciones periódicas El Guadalhorce, El Pasatiempo, La Distracción, LaAlham-
bra, La Malva, El Cócora, El Progreso, La Ilustración Española y Americana y El
Centenario. En cada capítulo de la presente monografía aparece un interesante
apéndice bibliográfico.
24 La publicación de Montoto recoge doce artículos sobre Valera, basados en su
mayoría en cartas inéditas en poder de Montoto. La relación es la siguiente: -Valera al
natural- y -Las amarguras de Don Juan- se publicaron en El Sol (13, 16 y 23 de octu¬
bre de 1926). -El veraneo de don Juan Valera- se publicó también en El Sol (11 y 25
de septiembre de 1927). -Las mujeres y las academias-, -Valera y Menéndez Pelayo-,
■Thebussem, Valera y Montoto- en La Epoca (21 de febrero de 193D- -Poesías- apare¬
ció en Semana, XIX (1958). -Principio de un novelista- y -Celos- se publicaron en
Semana, XIV (1953). En la monografía de Montoto figuran también los siguientes ar¬
tículos: -A los hermanos Álvarez Quintero-, -La cuestión de Cuba- y -Carta a Bécquer».
25 El libro de Zamora Romera es un estudio biográfico y crítico. Lo más intere¬
sante corresponde a las ideas estéticas de Valera, aunque también incide en aspectos
ya conocidos referentes a la vida, obra y peculiar talante o personalidad de Valera.
156 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

na la correspondencia de Valera a fin de fijar el proceso de redacción


o elaboración de la correspondiente novela analizada.
Los estudios referidos a diversos aspectos de su vida y su obra
literaria ocupan un lugar relevante en la bibliografía crítica sobre
Valera. Destacan por su conexión con los estudios biográficos
aquellos que inciden o amplían ciertos comportamientos o actitu¬
des de Valera, como su insistente preocupación por la falta de di¬
nero (Martínez Ruiz, 1913, pp. 41-47; Carabias, 1952, p. 2; Botrel,
1970, pp. 293-310; Romero Tobar, 1993, pp. 720-726).2<> Aventuras
amorosas, episodios galantes durante su periplo diplomático, co¬
mo la relación con Lucia Palladi, tratado en las biografías citadas2

Los epistolarios revelan también esta preocupación, tal como se desprende


de la lectura de determinadas cartas, como las dirigidas a Menéndez Pelayo (1946) fe¬
chadas el 3 de abril de 1878, 24 de septiembre de 1882, 9 de marzo de 1883, 18 de
abril de 1883, 30 de septiembre de 1886, 18 de enero de 1887, 18 de marzo de 1887 y
24 de diciembre de 1893- DeCoster (1956) recoge también epístolas que refieren esta
preocupación por la falta de dinero, como las fechadas el 10 de septiembre de 1859,
15 de julio de 1883, 15 de mayo de 1884, 1 de marzo de 1886, 11 de marzo de
1887, 15 de mayo de 1884, 1 de marzo de 1886, 11 de marzo de 1887 y 22 de julio
de 1888. En el periódico El Progreso, 1 (1865), pp. 11-17, publicó Valera un artículo
—-Del dinero con relación a las costumbres y a la inteligencia de los hombres-— en
el que manifiesta la enorme importancia del dinero:«[...] Infiero yo de todo lo dicho,
que no debemos lamentar ni achacar a corrupción de nuestro siglo, ni a perversidad
del linaje humano, este amor entrañable que todo él profesa al dinero. ¿Qué otra co¬
sa ha de amar en la tierra, si no ama el dinero que las representa todas, las simboli¬
za y las resume? Lo cierto es que casi todo lo útil, lo conveniente, lo práctico que se
hace en el mundo, se hace por este amor. El dinero es la fuerza motriz del progreso
humano, la palabra de Arquímedes que mueve el mundo moral, el fundamento de
casi toda la poesía, y hasta el crisol de las virtudes más raras. La mayor parte de los
hombres que desprecian, esto es, que aparentan despreciar el dinero, lo hacen por
despecho y envidia; imitan a la zorra diciendo: no están maduras. Los que despre¬
cian realmente el dinero, o son locos, o santos; son Diógenes o San Francisco de
Asís-, I (1865), p. 16. Artículo reproducido en El Contemporáneo, 22 de junio
de 1865, en La América, 12 de agosto de 1866 y en DeCoster (1965, pp- 577-588). En
carta fechada en Lisboa, 5 de septiembre de 1850, le confiesa a su madre que ■El ser
pobre es la mayor/joroba que hay en el mundo, y esa joroba la llevo yo a cuestas
desde que nací, y en vano he hecho por quitármela de encima- (Obras Completas,
1958, III, p. 50).
27 Los episodios, vivencias y lances lúdicos de la vida de Valera se encuentran
especialmente en los epistolarios (Sáenz de Tejada, 1971) y en determinadas bio¬
grafías, como las realizadas por Azaña (1971) y Bravo Villasante (1959) o en estu¬
dios dedicados a un hecho histórico preciso, engarzado con vivencias personales,
como Valera en Italia Amores, política y literatura (Azaña, 1929). Lucía Palladi, la
dama negra en las cartas de Valera, fue conocida con el nombre de La Muerta, re¬
moquete impuesto por el duque de Rivas. Las cartas de Lucía Palladi a Valera fecha¬
das en Eaux-Bonnes, 4 y 21 de julio de 1849 revelan con precisión los sentimientos
de dicha dama (Azaña, 1971, pp. 78-87).
JUAN VALERA 157

y en artículos (Manfredi, 1950, pp. 9-14; Cano, 1954, pp. 487-489;


Figueroa, 1965, pp. 206-208). Su amor por Lucía Palladi no será
olvidado por Valera, amor imposible que se reflejará años más
tarde (1897) en El cautivo de Doña Mencía, relato breve, im¬
pregnado de dolor, renuncia y resignación (Rubio Cremades,
1991, pp. 15-16). En las cartas a Leopoldo Augusto Cueto escritas
desde Rusia se percibe también con claridad sus devaneos y
aventuras amorosas —su relación con la actriz del teatro Impe¬
rial de San Petesburgo, Magdalena Brohan, separada de su mari¬
do el poeta Uchard— tanto en fiestas palaciegas o de buen tono
como en lugares bien distintos. El mismo Azaña refiere esta ex¬
periencia entrecomillando palabras y frases del propio Vale¬
ra (1971, p. 168, pássim). Vivencias de idéntica índole figuran en
su constante deambular por legaciones extranjeras (Galera, 1997,
pp. 57-73) y que tendrán su incidencia en el mundo de ficción
desarrollado en sus novelas. Su experiencia en Rusia (Azaña,
1926, pp. 5-40; Domínguez Bordona, 1930, pp. 58-64; Marichalar,
1930, pp. 205-240; Schanzer, 1959, pp. 167-995; Serrano, 1995,
pp. 212-223), Italia (Azaña, 1929; Rubio Cremades, 1995, pp. 163-
171), Portugal (DeCoster, 1956, pp. 398-410; Cano, 1963, pp. 279-
284; Echanove, 1965, pp. 189-195; Piñero, 1993, pp. 157-160;
Cuenca Toribio, 1997, pp. 95-106) y Washington (DeCoster, 1954,
pp. 215-223; Ibarra, 1971, pp. 570-589) incide no sólo en el
carácter y personal comportamiento de Valera, sino también en
su formación humanista y en el desarrollo de ciertos temas o
asuntos novelescos. Estudios monográficos que se complemen¬
tan con otros relacionados también con su faceta de diplomático
y su visión de América (Opisso, 1908, pp. 311-317; Villa-Urrutia,
1925, pp. 453-467; Valbuena Briones, 1956, pp. 87-96; Gon¬
zález Román, 1956, pp. 167-185; Moreno Alonso, 1989,
pp. 519-568; Cuenca Toribio, 1995, pp. 121-132; Piñero, 1997, pp.
13-25).
Incidencia, presencia y recreación también de otros contextos
geográficos más próximos a Valera, enraizados con su Andalucía
natal, tal como se percibe en sus novelas y relatos breves. La esce¬
na costumbrista andaluza de honda tradición literaria recrea un
mundo idílico que rememora el tópico menosprecio de corte y ala¬
banza de aldea (Miralles, 1982, pp. 25-48). Un costumbrismo andaluz
imbricado con perfección en la propia trama o peripecia argu-
mental de sus novelas (Azorín, 1909, pp. 145-149 y 1917,
158 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

pp. 93-105; Sánchez Mohedano, 1948; Muñoz Rojas, 1956, pp. 9-22;
DeCoster, 1961, pp. 200-216; Porlán, 1980; Galera, 1989, pp. 9-25).
Idealización de una realidad recreada por un Valera que añora el
tiempo pasado. Vivencias, añoranzas de su juventud en Doña Men¬
tía y en Cabra que cobrarán vida, por ejemplo, en su novela Jua¬
nita la Larga. Un eslabón también fundamental en la vida de Vale¬
ra es la tertulia, foco o punto esencial tanto en el mundo real como
en el de la ficción. En sus novelas, como puede comprobar el lec¬
tor, se engarza admirablemente la tertulia con el hecho narrado
(Palma, 1899, pp. 210-218; Sandoval, 1921; Demidowicz, 1957,
pp. 154-165).
Sus lecturas, su admiración por la novela cervantina en general
y, en particular por el Quijote, se perciben en su mundo de ficción,
pues plasma y recrea episodios cervantinos en sus relatos. Su labor
como cervantista queda perfectamente reflejada en sus estudios
tanto en época temprana —recuérdese el Discurso leído ante la Re¬
al Academia Española el 25 de septiembre de 1864, titulado Sobre el
"Quijote-y sobre las diferentes maneras de comentarle yjuzgarle— co¬
mo en el umbral de su muerte, tal como lo corrobora su discurso aca¬
démico, Consideraciones sobre el *Quijote\ escrito para conmemorar
el tercer aniversario de la publicación de la novela cervantina. Huella
y admiración por Cervantes señalada por la crítica (Airarás, 1947, pp.
236-238; Azorín, 1959; Lott, 1962, pp. 395-401; Montesinos, 1970,
pp. 175-176, pássim; Stag, 1985, pp. 117-126; Bermejo, 1993, pp
91-144).
Aspectos no menos esenciales que los anteriores e impres¬
cindibles para una visión completa de Valera serian los relacio¬
nados con su labor periodística (Botrel, 1978, pp. 71-87) o de crí¬
tica literaria (Fishtine, 1933; DeCoster, 1964, pp. 364-367;
Bermejo, 1968; Mayoral, 1970, pp. 97-103; Chevalier, 1980, pp.
141-155; Ayala, 1996, pp. 87-98). El mundo de la polémica incide
también de forma directa en su propia obra, en sus novelas y en
su credo estético (Vidart, 1876; Pardo Bazán, 1891, pp. 31-53; Ru¬
bio Cremades, 1994, pp. 13 y 15; Marco, 1994, pp. 11-12; Miralles,
1995, pp. 224-238; Fernández, 1997, pp. 149-158). Sus ideas sobre
la novela romántica (Álvarez Barrientos, 1988, pp. 9-16), obras
clásicas del romanticismo español (Ojeda Escudero, 1997, pp.
375-386; Cantizani, 1997, pp. 387-395) y romanticismo en gene¬
ral (Zuleta, 1966, pp. 47-66), revelan, igualmente, el grado
de aceptación o de repulsa de dicha escuela. Necesarios son
JUAN VALERA 159

también los estudios referidos a las relaciones, paralelismos o


divergencias entre Valera y novelistas de su generación, como en
el caso de Galdós (Chamberlin, 1980, pp. 11-21; 1987, pp. 25-31;
1992, pp. 1.237-1.242; R. Gullón, 1992, pp. 15-29; Aguinaga Alon¬
so, 1997, pp. 459-465) o Clarín (Bermejo, 1968; Besser, 1958; So¬
telo, 1985, pp. 37-51; 1987, pp. 921-937). Las relaciones entre
Valera y Menéndez Pelayo no sólo se perciben con claridad en
los epistolarios sino también en publicaciones monográficas (Gál-
vez, 1967). La visión de Valera respecto a novelistas o escritores
franceses, como en el caso de los juicios u opiniones relacionadas
con Valera y Zola (López Jiménez, 1977; García Cruz, 1978, pp.
87-114), Merimé (Bataillon, 1948, pp. 35-36) o Balzac (Montesi¬
nos, 1950, pp. 309-338) ha sido tenida en cuenta en el análisis de
sus novelas.
Determinados aspectos de Valera, como su habitual ironía
(Shaw, 1958, pp. 165-176; Durand, 1976, p. 3; Amorós, 1995, pp.
160-161; Estévez Molinero, 1997, pp. 275-283), o su peculiar forma
de expresarla: el estilo (Revuelta, 1946, pp. 25-71; Lott, 1958; Mon¬
tes Huidobro, 1971, pp. 168-192) han sido analizados por la crítica.
Los diferentes estudios relacionados con las incursiones de Valera
en el específico campo de la poesía (Menéndez Pelayo, 1885, pp.
503-550; Mazzei, 1925, pp. 131-163; Roca Franquesa, 1947, pp. 41-
73; Gallego Morell, 1960, pp. 29-32), teatro (Millán, 1990, pp. 151-
176; Amorós, 1995, pp. 147-167; Robín, 1997, pp. 351-356; Vicente
de Cuéllar, 1997, pp. 357-363; Fernández Soto, 1997, pp. 365-375) o
el relato breve (Montesinos, 1953, pp. 433-459; Suárez, 1986, pp. 35-
45; Duarte Berrocal, 1986, pp. 375-394; Almela Boix, 1987, pp. 23-
44; 1993, pp. 105-116; 1995, pp. XI-XXIX; Rubio Cremades, 1992,
pp. 1.451-1.458; 1997, pp. 119-126; Gómez Yebra, 1995, pp. 171-
181; 1997, pp. 335-343) denotan la multiplicidad de facetas
existentes en Valera. Su corpus literario ha sido también analizado
desde la óptica generacional, tanto desde la conocida con el
nombre del 68 (Jiménez Fraud, 1973) como desde la denominada
Generación del 98. Cabe señalar al respecto que esta última fue res¬
petuosa con Valera (Azorín, 1909, pp. 145-149; 1913, pp. 171-176;
1917, pp. 93-105; 1959, pp. 19-51; Llorís, 1968, pp. 10-16; Bermejo
Marcos, 1968, pp. 208-216; Rubio Cremades, 1985, pp. 241-250). Li¬
teratura de fin de siglo español y europeo que fue conocida y anali¬
zada por Valera en sus artículos de crítica (Graell Vázquez, 1997,
pp. 405-413).
i6o PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

4.3. Ideología e ideario estético

Su formación intelectual y literaria (Giménez Caballero, 1924, pp.


140-150), su liberalismo y creencia en el progreso (Francisco, 1962,
pp. 153-176; Jiménez Marios, 1983), su agnosticismo y escepticismo
religioso (Garda y García de Castro, 1934, pp. 65-84; Negueruela,
1961, pp. 59-65; García Cruz, 1978) o su peculiar concepto de la reli¬
gión (Azaña, 1966, p. 936, pássim; Montesinos, 1970, pp. 91-98; Dro-
chon, 1972, pp. 407-440; Pérez Gutiérrez, 1975, pp. 21-96) serán
aspectos fundamentales para entender e interpretar objetivamente las
novelas de Valera.28
Aspectos fundamentales para la comprensión de sus novelas
son los concernientes al krausismo, movimiento filosófico en el

Pérez Gutiérrez en un lúcido estudio rebate las opiniones emitidas por Aza¬
ña con precisión (1975, p. 22, pássim)—Azaña afirmaba que Valera -no era católico
creyente, ni siquiera cristiano; pero se atuvo públicamente a un catolicismo liberal,
con criterio burgués ilustrado* (1966, p. 932)-—. Pérez Gutiérrez señala que Valera se
opone a todo lo que le parece -desvirtuación del cristianismo, y todas las formas de
desvirtuación lo son por el mismo motivo: por pretender reducir el cristianismo a
una ideología concreta y excluyeme* (1975, p. 32). Para el citado crítico Valera sos¬
tuvo en numerosas ocasiones una ideología católica liberal. Su escepticismo res¬
pecto al catolicismo, tanto desde el punto de vista institucional como dogmático e
histórico, se manifiesta en su correspondencia (Pérez Gutiérrez, 1975, p. 34), aun¬
que con matizaciones: •■[...] Y es que aquellas sumisiones a la fe de sus mayores se
acogieron como lo que eran, actos de oportunidad política. En privado, donjuán
no tenía por qué disimular nada, y nunca lo hizo. Pero sus confesiones de escepti¬
cismo, como toda aseveración suya, se matizan diversamente según sean las perso¬
nas a que van dirigidas* (Montesinos, 1970, p. 91). Tanto Pérez Gutiérrez (1975, pp.
54-55) como Montesinos (1970, pp. 92-93) reproducen una carta de Valera a Gu¬
mersindo Laverde (4 de diciembre de 1867) por considerarla fundamental en este
aspecto. Lo relativo a dicho episodio dice así: •[...] Vd. sabe que yo no soy indife¬
rente en materia de religión. Soy tan apasionado como sujeto a dudas y vacilacio¬
nes, si bien me inclino al deísmo racionalista, al espiritualismo con la creencia en un
Dios personal. Estas cosas, aún en vísperas de casarme y aún en vísperas de morir¬
me, absorben y absorberán siempre mi atención. Creo que tengo, a mi manera, un
espíritu profundamente religioso, si bien cada día me separo más, allá en el fondo
de mi conciencia, de la religión católica. Sólo una revolución completa, una verda¬
dera transformación en el seno de esta religión misma puede llevarme a ella de nue¬
vo. Es más, yo doy por seguro que el porvenir del mundo no es de esta religión, si
no se transforma y rejuvenece. Por lo pronto, se ha divorciado de la civilización: ha
excomulgado el movimiento progresivo de la humanidad [...] Yo además, en lo ex¬
terior, no pienso chocar nunca con las ideas más generales de un pueblo y, así co¬
mo me caso católicamente, haré que mi mujer y mis hijos aparezcan como católicos.
Tal vez importe que haya una religión positiva para los que no filosofan* (Brey de
Rodríguez Moñino, 1984, pp. 172-173).
JUAN VALERA 161

que Valera identificó los antiguos ideales místicos. Sobre la doctri¬


na krausista29 Valera emprendió varios estudios que en cierta ma¬
nera se plasmarán también en su mundo de ficción, especialmente
en Pepita Jiménez. Igualmente Valera intenta demostrar, pese a la
reacción adversa de tradicionalistas y católicos, que el krausismo
se enlaza con la antigua mística que, por Tauler, tenía raíces ger¬
mánicas (Montesinos, 1970, p. 87). Krynen señala al respecto que
la literatura mística es para Valera una experiencia estética más
que mística (1944, pp. 35-72; 1946). El krausismo es un tema que
no sólo interesó a Valera desde una perspectiva teórica sino
también práctica (Castro, 1957, pp. 5-14; Cacho Viu, 1962, pp. 511-
515; Arboleda, 1976, pp. 13-24; Cate-Arries, 1986, pp. 221-236;
Abrahamson, 1991, pp. 225-243; Vázquez Romero, 1991, pp. 35-59;
Domínguez Sío, 1997, pp. 107-117). Doctrina que subyace en su
mundo de ficción analizada o enfocada desde una óptica crítica y
burlona. Visión del krausismo que se percibe tanto en su produc¬
ción teatral como novelesca: «En Esclepigenia plantea, al igual que
en Pepita Jiménez, una burla del krausismo desde dentro, habién¬
dolo asimilado antes de censurarlo» (Amorós, 1995, p. 161).
Su concepto de la novela y su oposición a la corriente natura¬
lista se percibe no sólo en el copioso material epistolar dirigido a
novelistas y críticos de la época, especialmente a Menéndez Pelayo
(Artigas y Sáinz Rodríguez, 1946), sino también en sus prólogos30 o

29 El krausismo subyace en la gran novela de la segunda mitad del siglo xix. Al


mismo tiempo es objeto de reflexión y tratamiento. Escritores como Valera, Palacio
Valdés o Pereda asumieron una actitud crítica frente a dicho fenómeno cultural. En
Pefrila Jiménez se alude de forma irónica a los krausistas. Con anterioridad Valera
publicó un ensayo sobre el pensamiento krausista: El racionalismo armónico
(1873). Para la ideología de Pepita Jiménez—el krausismo— vid. al respecto el pró¬
logo de la edición de Appleton (1886), reproducido en Clásicos Castellanos (1927).
30 En la carta que a modo de introducción figura en Juanita la Larga se per¬
cibe con claridad la intención de Valera: «No enseñar nada porque en la novela no
hay tesis y porque no gusto de la poesía docente» (Obras Completas, 1967, I, p.
529). Para Valera la novela es imitación, una imitación de lo verosímil más que de
lo real, coincidiendo con la doctrina tradicional aristotélica, pasando por Santo To¬
más, hasta llegar al siglo xvm. De sus palabras se desprende que el arte no tiene
otro objetivo que generar belleza, aunque de hecho comporte, en ocasiones, una
finalidad ético-docente; sin embargo, eso no es lo esencial para Valera. Con ser be¬
llo le basta, de ahí el puro y sano deleite que al contemplarla le produce. Su inten¬
ción no es «demostrar una tesis- en una época de tendenciosidad novelesca, actitud
reiterativa que se produce en varios relatos. Por ejemplo en Pasarse de listo advier¬
te al lector que es opuesto a cualquier tiempo de demostración o enseñanza. En
Genio y figura señala que su relato no quiere probar nada, y en Morsamor sólo
l62 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

en polémicas periodísticas relacionadas con determinados aspectos


de sus relatos. Sus ideas sobre el naturalismo y su credo estético han
sido aspectos analizados por la crítica desde época temprana. Sus
Apuntes sobre El Nuevo Arte de escribir novelas y su aplicación a su
propio corpus narrativo serán los pilares básicos de la copiosa bi¬
bliografía existente al respecto,31 desde Clarín hasta el momento
presente.32 Monografías, artículos e historias de la literatura españo¬
la corroboran dicha apreciación (Palacio Valdés, 1877, pp. 420-472;
Bobadilla, 1887, pp. 295-296, pássim; Ellis, 1909, pp. 15-34;
Blanco García, 1910, II, pp. 473-488; Pardo Bazán, 1906, pp.
127-135; Azorín, 1913, pp. 171-176; 1917, pp. 93-105; 1959, pp.
19-51; Azaña, 1927b, p. LIV; Fishtine, 1933; Juretschke, 1940,

pretende divertir, al igual que en Juanita la Larga: «Si no fuese porque ahora está
muy de moda este género de novelas, copia exacta de la realidad y no creación del
espíritu poético, yo daría poquísimo valor a mi obra. No lo tiene tampoco porque
eleve el alma a superiores esferas, ni porque trate de desmostrar una tesis metafísi¬
ca, psicológica, social, política o religiosa. Juanita la Larga no propende a demos¬
trar ni demuestra cosa alguna. Su mérito, si lo tuviere, ha de estar en que divierta-
(Obras Completas, 1967,1, p. 529).
31 Una visión completa y pormenorizada de Valera y el Naturalismo la en¬
cuentra el lector en la monografía de López Jiménez (1977). Las referencias de Va-
lera al Naturalismo, el estudio sobre El nuevo arte de escribir novelas y la visión o
juicios analíticos emitidos por la crítica desde el último tercio del siglo xix hasta 1977
—fecha de aparición de dicha monografía— serán aspectos fundamentales de la
publicación de López Jiménez.
32 Una actualización y revisión de las ideas estéticas de Juan Valera se encuen¬
tran en los recientes estudios debidos a Abad Nebot (1995, pp. 65-83) y A. Sotelo
(1996, pp. 7-71). Para Valera —según Abad— el arte tiene como objeto la creación
de la belleza, y en lo bello concluyen la verdad y la bondad, lo verdadero y lo au¬
téntico. De igual forma para Valera la originalidad es la expresión natural y sin de¬
formaciones de la individualidad de pensamiento y de elocución. El arte, entera¬
mente libre, produce la belleza y en -la traza de Manuel Kant piensa Valera que lo
estético consiste en la forma de la finalidad sin fin, en conciencia —dicho de otra
manera— de la finalidad sin fin de la forma- (Abad, 1995, p. 82). La preocupación
casi obsesiva de Valera por la estética y preceptiva de la novela es evidente, al igual
que su inquina contra el realismo y naturalismo franceses. Valera se refiere al natu¬
ralismo como -arte nuevo del realismo y moda ridicula y vanidad que han importa¬
do de Francia- (Domínguez Bordona, 1925, p. 238). A. Sotelo analizan en este sen¬
tido los epistolarios y las críticas literarias realizadas por Valera a raíz de
determinadas publicaciones —como la debida a López Bago, La Prostituta—. En
sus conclusiones, Sotelo señala que el moderno realismo, tal como afirma Valera, es
■identificado con el arte de Zola y con los seguidores más radicales de la novela ex¬
perimental en España. Identificación que sigue latente en los Apuntes donde, a me¬
nudo, lee sesgadamente la teoría y poética de Zola, como si de ella sólo pudiesen
surgir pinturas de lo feo y de lo abominable [...)• (1996, p. 25).
JUAN VALERA 163

pp. 49-52; Romero Mendoza, 1940, p. 141, pássim; Sáinz de Ro¬


bles, 1946, pp. 43-45; Entrambasaguas, 1958, III, p. 963; Correa
Calderón, 1952, pp. 21-27; Lafinur, 1957, pp. 427-466; Bravo
Villasante, 1959, p. 268, pássim; Pattison, 1965, pp. 120-121, pás¬
sim; Zamora Romera, 1966, pp. 96.98, pássim; Zuleta, 1966, pp.
47-66; Bermejo Marcos, 1968, pp. 44-45, pássim; Montesinos,
1970, p. 34, pássim; Lloris, 1971, pp. 27-38; Zavala, 1971, pp.
167-170; Oleza, 1976, p. 53, pássim; 1995, pp. 120-130; López
Jiménez, 1977; García Cruz, 1978; Mansberger, 1984, pp. 29-47;
Irving, 1986; Sotelo, 1988, pp. 515-532 y 1996, pp. 9-71; Thurs-
ton-Griswold, 1990; Abad Nebot, 1995, pp. 65-83; Baena, 1995,
pp. 41-63; M. A. García, 1997, pp. 137-147).

4.4. Novelas, ediciones, estudios

La primera edición de las Obras de Juan Valera que incluye las


novelas fue llevada a cabo por M. Tello (1885-1890). En el año 1905
se inicia una nueva publicación de dicho oorpus que finaliza en el
año 1935.33 En el periodo comprendido entre los años 1925-1929 se
publican Obras escogidasEn 1934 aparece una nueva colección
de las Obras Completas 35 En 1944 se editan una vez más las

43 La colección está formada por un total de cincuenta y tres volúmenes. Los


volúmenes del uno al cuarenta y ocho fueron publicados primero por la Editorial
Alemana. El volumen cuarenta y nueve salió sin en el nombre de la casa editorial en
la portada. Los volúmenes cincuenta y cincuenta y tres fueron publicados por la
Editorial J. Sánchez Ocaña. Hubo ediciones posteriores de la mayoría de las novelas
y de algunos de los volúmenes de crítica literaria realizadas por J. Sánchez Ocaña,
Hijos de Tello, Nieto y Cía. Cinema. El contenido es siempre igual, aunque la pagi¬
nación varía (DeCoster, 1970, p. 23).
34 Figuran un total de quince volúmenes, publicados por la editorial Bibliote¬
ca Nueva: I. Juanita la Larga.— II. Doña Luz.— III. Pepita Jiménez.— IV. El co¬
mendador Mendoza.— V.— Pasarse de listo.— VI. Genio y figura.— VIL Morsa-
mor.— VIII y IX. Las ilusiones del doctor Faustino.— X. Dafnis y Cloe.— XI.
Cuentos.— XII. Poesías.— XIII, XIV y XV. Ensayos. Es evidente la falta de un orden
cronológico, pues no se respeta el orden de publicación.
35 Obras Completas, 2 vols., Madrid, Aguilar. Vol. I, 1.* ed., 1934, XXIII+1.605
pp. Recoge las novelas, los cuentos, el teatro, las poesías y la correspondencia per¬
sonal. Vol. I, 2.* ed., 1942, XX+2.095 pp. Contiene además Cartas americanas y
Otras cartas sacadas de Miscelánea.— Vol. II, 1.* ed., 1942, 2.288 pp. Contiene Crí¬
tica literaria. Estudios críticos sobre filosofía y religión, Estudios críticos sobre histo¬
ria y política, y el resto de Miscelánea. La tercera edición de Aguilar consta de tres
volúmenes. Vol. I, 3-* ed., 1958; 4.* ed., 1958, 1.522 pp. Contiene las novelas, los
164 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

mismas36 y años más tarde DeCoster (1965) publica un Corpus lite¬


rario, filosófico, histórico y político no recogido en anteriores co¬
lecciones.37 La importancia del material periodístico publicado por
Valera en El Contemporáneo —no recogido en anteriores coleccio¬
nes— ha merecido también la atención de la crítica, publicándose
en un volumen las aportaciones de Valera en dicho periódico.38 En

cuentos, el teatro y las poesías.— Vol. II, 2.a ed., 1949,1..741 pp. Contiene Critica li-
terariay Estudios críticos sobre filosofía y religión.— Vol. III, 2.* ed., 1947,1.478 pp.;
3.* ed., 1958, 1.477 pp. Contiene Correspondencia, Cartas americanas, Otras car¬
tas, Estudios críticos sobre historia y política. Discursos académicos y Miscelánea.
En la edición de las Obras Completas de Aguilar faltan los discursos políticos —tomo
L de la edición de la Alemana—, la traducción de Poesía y arte de los árabes en Espa¬
ña y Sicilia de Schack—tomos LI-LIII de la edición de la Alemana— y los prólogos
de j. Jiménez Serrano a Ensayos poéticos (1844) y de A. Alcalá Galiano a Poesías
(1858) —tomo XVII de la edición Alemana.
36 Obras Completas. Novelas, cuentos y chascarrillos, B. A., Gil, 1944, 2 vols.,
130 pjp.
37 DeCoster reúne todo lo publicado por Valera en periódicos y revistas de la
época. Material no recogido en las anteriores colecciones. De igual forma incluye
manuscritos inéditos que están en posesión de sus herederos. El alcance de esta
obra y la procedencia de todo este Corpus lo señala el propio colector: -Los artícu¬
los que aparecen aquí recorren un periodo de medio siglo, desde “La gruta azul y
una gira en el vapor Colón" que salió en El Heraldo en 1849 hasta “El valor de los li¬
bros” en El Liberal en 1898, aunque la mayoría son de los años 1857-1865, cuando
se dedicaba principalmente al periodismo y a la política y empezaba a ganar fama
como hombre de letras. Hemos encontrado artículos perdidos en las siguientes pu¬
blicaciones periódicas (las fechas que citamos son las de los artículos): El Heraldo
(1849), El Estado (1857 y 1859), El Mundo Pintoresco (1858), La América i 1859),
Crónicas de Ambos Mundos (1860), La Discusión (1860), El Horizonte (1860), El
Progreso (1865), El Eco de París (1866), La Revista de España (1868-1876), Los De¬
bates (1878), El Heraldo de Madrid (1891), El Imparcial (1891), El Centenario
(1892), Revista Política Ibero-Americana (1897) y El Liberal (1898> (1965, pp. 11-
12). DeCoster incluye resúmenes de discursos que Valera pronunció en el Ateneo
de Madrid y en publicaciones periódicas, como las aparecidas en El Globo. Figuran
también en Obras desconocidas prólogos de Valera no recogidos en anteriores
Obras Completas. Autógrafos, novelas inconclusas, poesías, ensayos, artículos per¬
tenecientes al Diccionario enciclopédico hispano-americano, discursos políticos...
figuran en la colección de DeCoster.
3K La relación de colaboraciones de Valera es de distinto significado y al¬
cance. Frente a reseñas críticas de los estrenos teatrales más importantes de la
época —como las piezas Un duelo a muerte, Venganza catalana, No hay peor
cuña, El toque de alba, La escuela de la murmuración— aparecen también es¬
tudios críticos que analizan publicaciones relacionadas con los libros de viaje
—París, Londres y Madrid, de Eugenio de Ochoa— o colecciones de poesías
debidas a uno o varios autores: Poesías de Narciso Campillo, Tertulia literaria.
Colección de poesías selectas leídas en las reuniones semanales celebradas en
casa de don Juan José Bueno, Poesías patrióticas y religiosas, de Clemente
JUAN VALERA 165

la presente década se ha emprendido una nueva edición de las


obras completas de Valera (1995) que recoge en su primer volu¬
men, el único publicado en el momento de redacción de estas
páginas, los cuentos, narraciones inconclusas, traducciones y
teatro.39

4.5. Novelas de la primera época

4.5.1. Pepita Jiménez

Las novelas de Valera, salvo Genio y figura y Morsamor, se pu¬


blicaron, como era habitual en la época, por entregas. El periódico y
la revista se erigen como pilares básicos y fundamentales para la

Althaus. No faltan tampoco las puntuales reseñas de otras publicaciones que


merecieron la atención de determinados círculos literarios o de intelectuales en
general, como las opiniones de Valera emitidas en El Contemporáneo a raíz de
la aparición de clásicos estudios sobre la Edad Media, como De los trovadores en
España, de Manuel Milá y Fontanals. Reseña también sobre estudios relaciona¬
dos con el arte, la política y la historia. En este sentido El Contemporáneo da a
conocer a un polifacético Valera que aborda con conocimiento de causa las más
dispares parcelas del saber humano.
59 El material reunido es idéntico al que figura en anteriores colecciones de
Obras Completas. Sólo ligeras modificaciones que la colectora, M. Almela, espe¬
cifica en la introducción de esta cuidada edición de las obras de Valera: «[...] Nos
encontramos, pues, en estas ediciones, con la desaparición de buena parte de los
leísmos, con la sustitución de términos en locuciones (de vez en citando pasa a
de cuando en cuando, por ejemplo), en la corrección o sustitución de cultismos
o voces poco usuales en castellano, e, incluso, con la desaparición de algunas
frases que, aunque a primera vista pudieran pasar por errores involuntarios, un
estudio minucioso de los textos apunta hacia la idea de que la supresión es, en
muchos casos, intencionada [...] Los textos que ofrecemos aquí son, por tanto, los
que Valera dio a la imprenta, y que se reproducen en cuantas ediciones posterio¬
res se hicieron durante su vida, sin más variaciones, por lo general, que la co¬
rrección o aparición de erratas, la separación de párrafos o la diferente puntua¬
ción debida esta última más a la imprenta que a la corrección de Valera- (1995, p.
XXVI). En el presente volumen se recogen también esbozos y obras inconclusas
de relatos publicados con anterioridad por DeCoster (1965). El Corpus general de
este primer volumen de las Obras Completas está constituido por los siguientes
epígrafes: Cuentos, Narraciones inacabadas, Traducciones, Teatro, Artículos de
costumbres. Cierra el libro un Apéndice que recoge los prólogos de Valera escri¬
tos para Tentativas dramáticas (Madrid, Perojo, 1879), Cuentos y diálogos (Sevi¬
lla, Álvarez), Cuentos, diálogos y fantasías (Madrid, Tello, 1887) y De varios colo¬
res (Madrid, Fe, 1898). Se incluye también la introducción que precedió a la
edición princeps de El pájaro verde, destinada a servir de pórtico a la colección
Florilegio de cuentos, leyendas y tradiciones vulgares.
i6 6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

difusión y lectura de cualquier modalidad de relatos. En este sentido


Pepita Jiménez no constituye una excepción, pues se publicó en La
Revista de España (28 de marzo de 1874, pp. 145-176; 13 de abril, pp.
289-318; 28 de abril, pp. 433-465; 13 de mayo, pp. 5-40). Desde la fe¬
cha de su aparición hasta el momento de redacción de estas páginas
Pepita Jiménez ha sido la novela de Valera que más ediciones y tra¬
ducciones ha tenido. La consulta que el lector puede llevar a cabo en
el correspondiente epígrafe bibliográfico del presente Panorama
crítico corrobora lo dicho. Recientemente se han publicado trabajos
de investigación que aportan nuevas luces al orden cronológico y
editorial concerniente a Pepita Jiménez*"

40 Las investigaciones actuales establecen una segunda edición de Pepita Ji¬


ménez publicada en El Imparcial, pues la correspondiente a la Revista de España
tuvo una tirada escasa, no más de mil ejemplares (Azaña, 1927, p. 204). El testi¬
monio de la existencia de esta segunda edición citada por Azaña no ha sido co¬
rroborado hasta época reciente, pues, «hasta 1990 ningún crítico moderno había
visto ejemplar alguno de la misma. Nada tiene ello de extraño, pues ni en los nú¬
meros del periódico correspondientes a aquellas fechas, ni en el folletín que in¬
sertaba en la parte inferior de su primera página, ni en los anuncios de su popu¬
lar “Biblioteca” (edición de Madrid) se la cita nunca. De ahí que todos hablen de
ella por referencias, remitiéndose al testimonio de Valera, y más frecuentemente
al de Azaña, llegándose a dudar incluso de su existencia* (Cuevas, 1994, pp. II-
III). En el año 1993 L. Romero Tobar publica el hallazgo bibliográfico de la edi¬
ción de El Imparcial, analizando las peculiaridades y características del texto im¬
preso. Las observaciones de Romero Tobar (1993, p. 4) constituyen un punto de
referencia obligado para el estudio de uno de los aspectos más conflictivos de la
historia textual de Pepita Jiménez. Tanto el citado crítico como A. Navarro (1988,
pp. 81-108) consideran esta edición como un -encarte* engarzado entre las pro¬
pias páginas de El Imparcial. Gracias a la publicación de recientes trabajos (Cue¬
vas, 1994), la fecha de publicación de Pepita Jiménez en El Imparcial queda ya
fijada: 1874. Es decir, se trata de la segunda edición, básica y fundamental para
establecer la tradición textual de la misma. Edición cuyo texto -supone la instau¬
ración de una lectura más cercana a las que le siguen que a la que le precede,
hasta constituir la base sobre la que se introducirán en adelante las escasas va¬
riantes —no hablamos, lógicamente, de erratas— que señalan los críticos* (Cue¬
vas, 1994, p. V). Al final del facsímil publicado por Cuevas figura un Apéndice
que recoge las variantes de la edición de la Biblioteca de El Imparcial con res¬
pecto a la edición de J. Noguera (1994, pp. 1-12). Gracias a la edición de El Im-
parcial la novela de Valera alcanzó una fama inusitada, -pues la llevada a cabo
por la Revista de España sólo supuso un modesto paso en la divulgación de la
novela, limitada al ámbito madrileño y, fuera de él, al de unos pocos suscriptores
privilegiados de provincias. Los treinta mil ejemplares de nuestra edición exten¬
dieron su conocimiento, como mínimo, a toda España. El picante de la historia
en sí, la maestría con que estaba escrita, las controversias, en buena parte de sa¬
cristía, a que dio lugar..., todo contribuyó a popularizarla de inmediato* (Cuevas,
1994, pp. V-VI).
JUAN VALERA 167

El proceso de composición de Pepita Jiménez transcurre por


momentos harto delicados para la vida de España. Valera en el pró¬
logo a la edición de Appleton señala que escribió su novela «cuan¬
do todo en España estaba movido y fuera de su asiento por una re¬
volución radical, que arrancaba de cuajo el trono secular y la
unidad religiosa [...] Yo la escribí cuando más brava ardía la lucha
entre los antiguos y los nuevos ideales. Y yo la escribí en la más ro¬
busta plenitud de mi vida, cuando más sana y alegre estaba mi al¬
ma, con optimismo envidiable, y con un panfilismo simpático a to¬
dos, que nunca más se mostrará ya en lo íntimo de mi ser, por
desgracia» (Azaña, 1927a, p. 224). Actitud del novelista que intenta
«poner de manifiesto esa armonía, entre razón y mística, entre vida
y ascética, realizada en parte en el krausismo, pero más conse¬
cuentemente en su Panfilismo que tomará cuerpo en una situación
novelesca de Pepita Jiménez» (Gil Cremades, 1975, p. 131).41 Idea¬
rio krausista que no sólo se percibe en dicha novela, sino también
en Doña Luz (Cate-Arries, 1986, pp. 221-236). Las referencias a la
génesis de la novela son parcas. Bravo Villasante señala al respec¬
to que «nada sabemos de la génesis de esta novela. Don Juan, tan
comunicativo en sus cartas, tan generoso de noticias acerca de su
persona y de sus obras, esta vez no deja traslucir en ninguna carta
lo que está escribiendo. Es posible que la novela se redacte en Ma¬
drid. Ninguna carta de esta época menciona su tarea novelística»
(1974, p. 185). Silencio total en sus epistolarios. Sólo algunas cartas
a Gumersindo Laverde arrojan cierta luz al respecto (Montesinos,
1970, pp. 85-86; Brey de Rodríguez Moñino, 1984, pp. 220-222).
A raíz de la publicación de Pepita Jiménez la crítica emitió una
serie de juicios dispares y contradictorios. José Navarrete desde las
páginas del diario republicano El Orden (2 de junio de 1874) arre¬
mete contra la tesis postulada por Valera. Luis Vidart censura las
palabras emitidas por Navarrete (El Orden, 5 de agosto de 1874),
pues, a su juicio, Valera supo demostrar a la perfección las causas

41 El panfilismo que alude Valera justo en el momento de la composición y re¬


dacción de Pepita Jiménez ha sido analizado también por López Morillas: -[Valera]
censura la intrincada metafísica y los desmanes léxicos del krausismo, el militante an-
tirracionalismo de Donoso Cortés, la sequedad espiritual de los positivistas y la torci¬
da religiosidad de los neocatólicos; es decir, censura lo desmesurado y excluyeme de
estas escuelas. Lo que él llama su panfilismo le inclina a ver el cariz positivo de una
determinada ideología, lo que en ella hay de susceptible de articularse con ideolo¬
gías discrepantes en una especie de humanismo armónico- (1972, pp. 39-40).
i68 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

o efectos nocivos del misticismo falso. De la Revilla, que si bien


elogia el corpus general de la obra de Valera —considera a Pepita
Jiménez desde las páginas de El Imparcial como «una de las joyas
más ricas de nuestra literatura novelesca» (22 de junio de 1874)—
censura el lenguaje de los personajes, como la discusión metafísi¬
ca-amorosa, prolija y erudita —según Revilla— entre la protago¬
nista y el joven seminarista. Para el citado crítico, Pepita Jiménez
no está exenta de un propósito o fin, pues supone una acerba cen¬
sura del misticismo y una decisiva apología de un naturalismo-hu¬
manístico embadurnado de un cierto escepticismo. Pasaje censu¬
rado también por Palacio Valdés (1878, pp. 519-523 y 593-597).42
En líneas generales la crítica opinó de forma favorable, como en el
caso de Clarín (1882, pp. 23-24; 1883, p. 112; 1887, pp. 88-89) o
de E. Pardo Bazán (1883, pp. 170-172; 1906, pp. 127-135, 193-203,
281-290), aunque no por ello dejó de censurar la nula espontanei¬
dad de los diálogos y el lenguaje de los personajes. Ante las críticas
adversas Valera se defendió en los diversos prólogos de sus nove¬
las, especialmente en el que figura al frente de la edición de Ap-
pleton (1886). Las cartas evidencian también su malestar, como la
dirigida a Menéndez Pelayo, desde Cintra, el 22 de junio de 1882:
«[...] primero que discretean demasiado mis personajes y que todos
son yo, y segundo que con mis filosofías canso [...] En cierto modo,
me parece imposible hacer yo hablar a ningún personaje de mi in¬
vención ni peor ni mejor de lo que yo hablo. En este sentido don
Quijote y Sancho hablan siempre como Cervantes» (Artigas y Sáinz
Rodríguez, 1946, p. 127). La contraposición amor humano-amor
divino, el triunfo de un naturalismo calificado de pecador sobre las
mortificaciones ascéticas y el análisis de los estados anímicos del
protagonista en relación con sus anhelos sobrenaturales fueron
motivos que despertaron una viva polémica. La crítica advirtió tam¬
bién en Pepita Jiménez una tendenciosidad clara y manifiesta. Va-

42 Por regla general Palacio Valdés analiza con no poco sarcasmo, ironía y bur¬
la los escritos de Valera. Se mofa de sus escasas dotes oratorias y le acusa también
de mentiroso. En lo referente a Pepita Jiménez señalará que el pueblo -jamás verá al
través de las nieblas que flotan sobre su espíritu, jamás ¡legará a descifrar la chara¬
da de su carácter, jamás entenderá esos refinamientos o tiquis miquis (como él los
llamaría) psicológicos con que se complace en amasar su novela. Son muy pocas las
mujeres que han podido dar fin a la lectura de su Pepita Jiménez. Pesada e incom¬
prensible les parece, o cuando más, sólo advierten en ella los rasgos vulgares con
que se disfraza su pensamiento» (1877, pp. 470-472).
JUAN VALERA 169

lera, en el prólogo de la edición de Appleton, recogido por Azaña


(1927, pp. 221-229) se defenderá de todos estos ataques, impug¬
nando, puntualmente, cada una de estas atribuciones.
La novela fue considerada por un cierto sector de la crítica co¬
mo novela antirreligiosa y anticlerical. El escepticismo de Valera no
niega, pero sí duda, y su espíritu, como él mismo confiesa, está
más inclinado a creer que existe otra vida que a negarla. Confesio¬
nes de escepticismo que se matizan de forma diversa según sean
las personas a que van dirigidas (Montesinos, 1970, p. 91). Las re¬
ferencias a su religiosidad son numerosísimas. Valera fue un espíri¬
tu escéptico, incapaz de confundir la fe con el arte de hacerse ilu¬
siones. Hombre que nunca aplaudió los exabruptos de ciertos
sectores anticatólicos aunque sí censurara la incompetencia inte¬
lectual del clero. Su peculiar visión del catolicismo no sólo ha sido
analizada desde una visión amplia circunscrita a gran parte de sus
novelas (Drochon, 1972, pp. 407-440; Pérez Gutiérrez, 1975; Mi¬
randa, 1982), sino también desde el específico cuerpo de la novela
Pepita Jiménez. Por ejemplo, Montesinos señala el falso misticismo
del joven seminarista (1970, pp. 97-98) y Pérez Gutiérrez matiza
que su misticismo se basa en tres motivos: «La afirmación y bús¬
queda de lo absoluto desvinculado de toda religión positiva, la afir¬
mación de la propia individualidad frente a toda comprensión ex¬
terior e incluso frente a la divinidad misma y la penetración
psicológica característica de los grandes escritores místicos» (1975,
pp. 56-57). El falso misticismo,43 el sentimentalismo del adolescente
seminarista enraizado con la naturaleza provocadora, serán moti¬
vos analizados por la crítica (Lott, 1970, pp. 172-178; 1976). La bi-
polaridad amor natural-amor platónico y el conflicto entre el amor
y la religión serán también aspectos desarrollados ampliamente (Ru-
pe, 1986, pp. 17-101). Temores, dudas y angustias del joven semi¬
narista que se disuelven como por encanto con la entrega amorosa

43 En época temprana, desde la aparición misma de la novela, la crítica ha ana¬


lizado la figura del joven seminarista en función del misticismo, de un misticismo
que era, en palabras de Montesinos, -pura tiniebla- (1970, p. 98). A. Amorós señala
varias matizaciones al respecto: -Lo que sí hay en Pepita Jiménez, a mi modo de ver,
es una burla de los ascetas y un cierto misticismo humanizado, a la vez platónico y
corporal, que es lo propio de Valera. Su gran atractivo, como narrador, es la com¬
plejidad mental, la madurez, que se traducen en una expresión ambigua, irónica.
Esto es lo que logra perfectamente en Pepita Jiménez a través de la perspectiva de
un orgulloso inconsciente» (1986, p. 21).
170 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

al ser humano en la noche de San Juan, en la noche de los «dulces


misterios» (Azaña, 1971, p. 234), bajo la protección celestinesca de
la criada Antoñona.44
Los recursos literarios empleados por Valera en su mundo de
ficción han ocupado la atención de la crítica (Durand, 1973, p. 33;
G. Gullón, 1976, pp. 149-152; Palomo, 1987; Romero Tobar, 1989,
pp. 72-79; Ara Torralba y Hübner Teichgráber, 1992, pp. 599-618;
Trimble, 1995, pp. 19-24, pásim). Pepita Jiménez se inicia con un
pretexto literario —el hallazgo fortuito— de ilustre tradición en la
literatura española y universal. El uso de dicho procedimiento se
remonta a las primeras obras del ciclo artúrico. Los libros de caba¬
llerías recogerán el presente motivo, trasladándolo al relato cer¬
vantino y a la novela moderna (Romero Tobar, 1989, p. 141). Pre¬
texto literario hermanado por otro recurso de idéntica tradición
literaria: la utilización del sistema epistolar. En este sentido, Valera
ha podido partir y participar de un sistema «epistolar clásico y re¬
nacentista, que sus diversos trabajos críticos demuestran conocer,
tiene, además, precedentes narrativos bien próximos: la moda epis¬
tolar del xvm, que estructuró no pocas novelas en los finales de la
centuria» (Palomo, 1987, p. XXII). Presencia de autores clásicos del
siglo xvm y comienzos del xix —Rousseau, Goethe, Foscolo, Mon-
tesquieu, Valladares y Sotomayor, Mor de Fuentes, Estanislao de
Cosca Vayo— que pusieron en práctica el sistema epistolar. De to¬
dos estos autores podría haber tomado Valera el presente recurso,
aunque tal vez sólo dos autores de los aquí citados hubieran podi¬
do influir en Valera: Goethe y Foscolo (Romero Tobar, 1989, p. 70).
Es evidente por los testimonios de la crítica que la utilización de

44 Para C. Martín Gaite, Pepita Jiménez es una novela de celestineo: «Valera co¬
mo apasionado lector de los clásicos que siempre fue, pudo tener presente, al es¬
cribirla, los esquemas literarios del “mediador amoroso” que alcanzan su más in¬
mortal expresión en la obra de Fernando de Rojas. Con la diferencia de que aquel
bebedizo que rindió la voluntad de Melibea, le vino suministrado a la heroína rena¬
centista a través de la persuasión y los “oficios” de un único personaje: la vieja y as¬
tuta Celestina, que no en vano se erige como eje central de la historia. Mientras que
en el caso de Luis de Vargas, los agentes del celestineo que van dando al traste con
su voluntad y su virtud, son múltiples, azarosos y complementarios, le atacan in¬
sensiblemente desde varios frentes que tiene por inocuos y de los que no le cabe
desconfiar- (1977, p. 12). Para Martín Gaite el primer «mediador amoroso- sería la
propia naturaleza, la aparición de la primavera. Los sucesivos mediadores, hasta con¬
tabilizar un total de cinco, serían el propio confesor de Pepita Jiménez, el deán, el pa¬
dre de don Luis y, por último, la criada Antoñona (1977, pp. 12-25).
JUAN VALERA 171

dicho recurso fue una moda literaria que alcanzó gran difusión en
el siglo xviii.4'’ Una técnica, la epistolar «adecuada para una nove¬
la en la que predomina la psicología sobre la acción» (Amorós,
1986, p. 22).
La fortuna, aciertos o desaciertos de Pepita Jiménez en función
de las secuencias temporales (Madlan, 1980-1981, pp. 69-73; Palo¬
mo, 1987, pp. XXVIII-XXXII) o de sus estructuras han sido aspectos
comentados ampliamente por la crítica. Los elogios a la primera es¬
tructura de la novela fueron emitidos tanto en fecha temprana
como en época reciente (Louis-Lande, 1875, p. 476; Azaña, 1971,
p. 224; Montesinos, 1957, p. 113; Martín Gaite, 1982, p. 12; Amo¬
rós, 1986, p. 23). Las voces narrativas de la novela, en especial la
identidad del narrador de Paralipómenos han sido motivo de
debate. La mayoría de los críticos, según Ruano de la Haza (1984,
pp. 325-349), han aceptado la autoría del deán sin comentarios,
como en el caso de Montesinos (1970, pp. 106-107; 117-118); otros
han solucionado el problema llamando al deán el supuesto narra¬
dor (DeCoster, 1974, p. 98). Para otros el editor, responsable de la
publicación del legajo, ha intervenido en su composición, bien in¬
troduciendo palabras o comentarios propios u omitiendo pasaje o
fragmentos del original (Whiston, 1977, p. 21). Ruano de la Haza
considera que el narrador de Paralipómenos no puede ser el deán,
sino don Pedro, personaje perfectamente enterado de todo y cuyo

La publicación de relatos en forma epistolar es un hecho incuestionable.


Proliferación constatada gracias a los estudios sobre diversas obras clásicas de la li¬
teratura del siglo xviii. Por ejemplo, a raíz del análisis LesLiaison dangereuses (1782)
de Chloderlos de Lacios. Laurent Versini (Lacios et la tradition. Essais sur les sources
et la technique des •Liaisons dangereuses-, Paris, Klincksieck, 1968) ha establecido
más de ciento cincuenta novelas epistolares publicadas en Francia entre los años
1750 y 1778. Este dato, tal como señala R. Senabre, -ilustra acerca de una moda y
permite conjeturar por qué Lacios utilizó una forma narrativa de tan considerable
aceptación en su tiempo. Pero con ello no se logra más que desplazar el problema
del eje sin resolverlo por completo, puesto que es necesario preguntarse por qué el
público lector estimuló la producción de relatos en forma epistolar. Este es el nudo
de la cuestión. Las seis novelas de este tipo publicadas por Mme. Riccoboni, desde
las Lettres de Mistress Fanni Butlerd á Milord Charles Alfred Caitombridge (1757)
hasta las Lettres d'Elisabeth-Sophie á Louise-Hortense de Canteleu, son amie (1771);
los grandes éxitos de Restif de la Bretonne con Le paysan pervertí (1775) y La pay-
santiepervertie(\784); las catorce ediciones que alcanzó en pocos años la narración
epistolar del abate Gerard titulada Le Comte de Valmont ou les égarements de la rai-
son (1774), son hechos suficientemente expresivos del auge de una moda que Rous¬
seau advertía ya —en la Lettre a DAIemhert (1758)— entre sus coetáneos* (1987,
pp. 67-68).
172 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

comportamiento y opiniones estarían más de acuerdo con las in¬


tervenciones de dicho narrador (1984, pp. 335-350).46
Existen otros aspectos analizados por la crítica que subyacen
en Pepita Jiménez, como el tema de la ficción/realidad (Azaña,
1971, pp. 218-221; Montesinos, 1957, pp. 79-80, 98-99, pássim; Ga¬
lera, 1977a, 1974b; Navarro y Ribalta, 1988, pp. 43-44; Romero
Tobar, 1989, pp. 29-34; Rubio Cremades, 1991, pp. 42-46; Zejalbo,
1997, pp. 173-188), realismo-costumbrismo (Muñoz Rojas, 1956,
pp. 9-22; Marcus, 1975, pp. 454-466; Porlán, 1980) o el folklorismo
(McGrady, 1974, pp. 335-342; Chevalier, 1974-1975, pp. 167-173).
La vocación religiosa-amor humano (Oleza, 1976, pp. 62, pás¬
sim; Romero Tobar, 1989, pp. 4-46; Thurston-Griswold, 1990, pp.
93-106; Rubio Cremades, 1991, pp. 42-46), su peculiar humor e
ironía (Durand, 1976, p. 3; Navarro y Ribalta, 1988, pp. 42-43) o el
estudio detenido de los personajes de ficción creados por Valera
en su novela —sus temores, angustias, pesares, incertidumbres,
comportamientos— ocupan de igual forma un lugar privilegiado
entre los estudiosos de la obra de Valera (Azaña, 1971, pp. 216-230;
Montesinos, 1957, pp. 110-121; Lott, 1970, p. 172, pássim; García

46 De todas estas pesquisas sobre la transmisión informativa realizadas por los


narradores, cabría, tal como señala L. Romero, «suponer otro narrador intermedio
entre dos Luis, don Pedro y el deán, que sumaría la masa de información poseída
por cada uno y admitiría, además, las interpolaciones del editor que actualiza la no¬
vela para el público lector» (1989, p. 76). Dicho ente de ficción, señala el crítico, sos¬
tendría las reflexiones del editor. A tal respecto M.1 P. Palomo emite las siguientes inte¬
rrogaciones: «¿Quién es ese nosotros ¿De quién es heroína Pepita? ¿Del editor o del
autor misterioso? ¿Quién ha de decir la verdad? ¿El autor que relata los hechos tal como
sucedieron, o el editor que debe transmitir el pasaje sin intentar transformarlo? El enla¬
ce de ambos textos —comentario y relato— no existe realmente y un único emisor pa¬
sa, sin previo aviso, de una a otra parte del discurso» (1989, p. XXVI). La supuesta
duda de Valera hará verosímil el relato al aceptar el lector este juego comunicativo.
Con razón señala la crítica que «esas intromisiones, y todo el proceso comunicati¬
vo mismo, le permiten a Valera realizar una función metapoética a través de las pági¬
nas del relato en su totalidad [...] Le permiten, en suma, un juego de la inteligencia, en
donde el teórico puede plantearse qué es la ficción novelesca, y hasta dónde la reali¬
dad de una historia ha de presentarse como tal» (Palomo, 1987, p. XXVII). Valera mos¬
tró siempre, apunta G. Gullón, un conocimiento muy seguro de los servicios que el
narrador podía prestar a la narración, «aunque quizá no tuvo idéntica percepción de
los riesgos que suponía dejarle entrar y salir de ella con libertad [...] Tres narradores
cuentan lo ocurrido: en el prólogo y en el epílogo, que enmarcan la narración pro¬
piamente dicha, el informante es un narrador-autor, intermediario entre el lector y
los narradores de las partes centrales del “cuadro”. Este narrador-autor informa del
hallazgo de ciertos papeles y de la decisión de publicarlos por considerarlos intere¬
santes* (1976, p. 149).
JUAN VALERA 173

Lorenzo, 1977, pp. 26-32; Feal, 1984, pp. 473-483; Estébanez Cal¬
derón, 1987, pp. 12-18; Romero Tobar, 1989, pp. 92-93). La conci¬
liación entre el sentimentalismo religioso y el goce de la vida —es¬
piritualizar lo material sin rehusar el amor humano— constituye
también un tema esencial entre los estudios de la novela Pepita
Jiménez (Montesinos, 1970, pp. 91-98; López Morillas, 1972,
pp. 39-40; Pérez Gutiérrez, 1975, p. 53; Gil Cremades, 1982, p.
131; Ruano de la Haza, 1984, pp. 346-347; Amorós, 1986, p. 28; Pa¬
lomo, 1987, p. XV; Estébanez Calderón, 1987, pp. 26-27; Sotelo,
1989, pp. 65-67; Romero Tobar, 1989, pp. 84-95). Las referencias a
los espacios libres que figuran en Pepita Jiménez han sido anali¬
zados por la crítica, pues constituyen un elemento esencial para la
perfecta ejecución de los hechos narrados (Whiston, 1997, pp.
265-273). A tal respecto cabe señalar el sugerente estudio de L. Lit-
vak que concibe la novela como una alegoría de la vida eterna,
cuyo simbolismo y protección vendrían dados por el tratamiento
que Valera lleva a cabo de la palabra griega paradeisos (jardín ce¬
rrado). L. Litvak analiza el tema del jardín neoplatónico en Pepita
Jiménez, expuesto a mutaciones y en consonancia con los aconte¬
cimientos del acontecer novelesco. Al final de la novela, Luis aban¬
dona sus veleidades místicas, se ha casado y su cambio incide de
forma precisa en el jardín, cuya descripción pone punto final a la
novela (Litvak, 1997, p. 35). Amor unido a la naturaleza, locus
amoenus señalado por Valera que representa la nostalgia de un
paraíso perdido y amor unido a la mística. Motivo este último que
subyace en la novela desde una doble óptica, la seria y la burlona
(Amorós, 1997, pp. 47-55). Desde una perspectiva historicista se
ha cuestionado esta armonía o conciliación (Shaw, 1970, pp. 351-
361; García Cruz, 1978, pp. l60-l6l). Las palabras de Tierno Gal-
ván sintetizan esta idea: «El equilibrio de que presumía Valera es
artificioso y tiene el carácter de un encubrimiento de la voluntad
de no compromiso» (1977, p. 117). Encrucijada histórica y estética
en las que incide de forma peculiar el talante optimista de Valera
identificado con el optimismo filosófico del momento. Optimismo
histórico que formará parte del modelo ideológico que el Valera
anterior al año 1880 elabora para el conjunto de su obra que abar¬
ca desde Pepita Jiménez hasta el último relato de su primera etapa
de novelista (Oleza, 1995, p. 116, pássim).
Tanto el lenguaje y el estilo, como las posibles variantes o prés¬
tamos idiomáticos utilizados por Valera en Pepita Jiménez han sido
174 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

aspectos analizados también puntualmente en estas últimas déca¬


das. Por ejemplo los estudios debidos a DeCoster (1979, pp. 49-54;
1995, pp. 13-26) o Lott (1970, pp. 247-270) sobre los anglicismos y
galicismos utilizados por Valera. Su actitud antidialectal (Clavería,
1951, pp. 97-128; Miralles, 1982, pp. 25-49), el lenguaje místico
puesto en boca de sus personajes (Lott, 1970, pp. 5-70; DeCoster,
1974, p. 99; Whiston, 1978, pp. 39-40) o la terminología escolástica
que el lector percibe en los mismos (Krynen, 1944, pp. 35-72; Lott,
1970, pp. 18-43; McCurdy, 1983, pp. 323-334; Estébanez Calderón,
1987, pp. 23-25) conceden al relato unas características peculiares
y específicas. No se debe olvidar que el lenguaje y estilo fue juzga¬
do en la centuria pasada con indudable acierto (Clarín, 1882, pp.
23-24), achacándosele a Valera ciertos fallos relativos al casticismo
de su estilo y errores gramaticales (Sbarbi, 1874, pp. 187-190 y 203-
205; Ocharán Mazas, 1924).
La influencia cervantina se percibe, como ya hemos señalado
con anterioridad, en el corpus general de su obra, y de forma es¬
pecífica en Pepita Jiménez (Azorín, 1959, p. 29; Lott, 1962, pp. 395-
401; 1970, pp. 71-66; 1976). Relaciones, influencias, concomitan¬
cias entre Valera y Zola o Pardo Bazán, Galdós y Clarín, por
ejemplo, han sido aspectos estudiados recientemente por la crítica
(Lott, 1974, p. 21; Chamberlin, 1980, pp. 11-21 y 1990, pp. 60-75;
Villanueva, 1984, pp. 120-130; Oleza, 1995, pp. 136-144). Novela,
en definitiva, que tuvo un amplio eco en el momento de aparición
gracias en gran medida a la polémica sustentada por la crítica (Pa-
geard, 1961, pp. 28-37; DeCoster, 1975, p. 157; Romero Tobar, 1989,
pp. 34-53). No faltan recientes estudios elaborados con precisión y
rigor que proyectan la novela hacia nuevas y sugerentes formas in¬
terpretativas, como la relación entre Pepita Jiménez y la literatura
de viajes europea (Navarro, 1985, pp. 85-110).

4.5.2. Las ilusiones del doctor Faustino

En contraste con la anterior novela de Valera, Las ilusiones del


doctor Faustino y buena parte de sus novelas apenas han sido edi¬
tadas en décadas recientes. En el presente caso contamos con dos
excelentes ediciones (DeCoster, 1970; Mainer, 1991).
La novela fue recibida por la crítica coetánea al autor de forma
favorable y benévola (Alfonso, 1875, pp. 58-61; Palacio Valdés,
JUAN VALERA 175

1878, pp. 519-523; 593-597). Desde una óptica más crítica fue en¬
juiciada por Revilla, que censuró tanto la textura y construcción de
los personajes femeninos como la actitud del protagonista, el infor¬
tunado doctor Faustino (1878, p. 75, pássirri). Años más tarde, Cla¬
rín refutará desde las páginas de La Opinión los juicios emitidos
por Revilla (1887, pp. 88-89).
La novela que se «erige a medio camino de la fantasía y del
desencanto, y cuyo título mismo apela a un término que ilustró
Balzac —Les illusionsperdues— y que habitó largamente los ver¬
sos de Espronceda» (Mainer, 1991, p. 9) ha sido relacionada tam¬
bién con el Fausto de Goethe, pues el protagonista de la novela
de Valera es, según palabras de su creador, un doctor Fausto en
pequeño, sin magia ya, sin diablo y sin poderes sobrenaturales.
Concomitancias entre Valera y Goethe analizadas por la crítica
(Pabón Suárez de Urbina, 1927, pp. 3-22, 297-321; Camacho,
1932, pp. 227-250; García Morente, 1932, pp. 131-147; Pageard,
1958; Baquero Goyanes, 1969, V, pp. 98-99; DeCoster, 1970,
pp. 22-23) e identificación de su novela con el propósito de
Flaubert en L ’éducation sentimentale, pues ambos novelistas pre¬
tenden reflejar su propia generación (Romero Mendoza, 1940; Mon¬
tesinos, 1970, p. 133; Jiménez Fraud, 1973, pp. 186-190; Mainer,
1991, pp. 10-12 y 27-28).47 El doctor Faustino es un personaje de

A Opinión que se generaliza a partir de la década de los años cuarenta gra¬


cias a estudios como los citados en estas líneas: «A mi entender, el propósito de
donjuán no fue el forjar un carácter que rivalizara en bríos y pujanza con Pedro
Crespo, y en sentido simbólico con Segismundo, sino que personificase la psico¬
logía de la pasada centuria (Romero Mendoza, 1940, p. 186). En idéntico sentido
se muestra Jiménez Fraud en sus conferencias dictadas en la Universidad de Cam¬
bridge en el año académico 1953-1954, recogidas y ampliadas posteriormente:
■De las cinco novelas que publicó durante esos años de retiro, Las ilusiones del
doctor Faustino tiene, aparte de su valor literario, uno histórico, ya que nos re¬
vela la conciencia de un importante sector de la generación del 68, y, sobre todo,
la de uno de sus más ilustres representantes, pues en muchos pasajes de la no¬
vela asistimos a las luchas, anhelos, ilusiones y perplejidades del mismo novelis¬
ta- (1973, p. 186). Montesinos comparte dichos criterios e incide en el modelo
creado por Flaubert: -En Las ilusiones del doctor Faustino Valera se propone ha¬
cer sobre el caso de su generación algo como lo que Flaubert hizo para Francia
en L ’éducation sentimentale, aparecida poco antes (1869) (1970, p. 133). Tesis
ampliada y comentada por Mainer, traductor de la novela de Flaubert. Para el ci¬
tado crítico la incidencia de la obra debida a dicho novelista es fundamental,
pues se sustenta en idénticos planteamientos. No se debe olvidar que L ’éduca-
tion sentimentale lúe la -más emblemática de aquellas novelas y casi el buque in¬
signia de larga flota de elegías románticas- (Mainer, 1991, p. 10).
I76 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

su época, producto de su ambiente, que recibió una educación


inadecuada (DeCoster, 1970, p. 23). Cuando Valera creó su pro¬
pio personaje debió pensar, sin lugar a dudas, en sí mismo: «Las
ilusiones del doctor Faustino es la historia de Valera, mozo, con¬
tada y juzgada por Valera, viejo. Don Faustino es el pretendiente
y ambicioso Juanito Valera, a vueltas con su vocación indecisa;
como “Don Juan Fresco” es el espíritu de nuestro don Juan, es¬
carmentado y zumbón, infundido en la apariencia de un ricacho
que realmente atendía por este apodo» (Azaña, 1927b, p. LVIII). Ele¬
mentos autobiográficos que DeCoster ha estudiado y destacado
tanto en los epistolarios publicados como en análisis específicos
de la novela (1956, p. 207; 1961, p. 209; 1970, pp. 27-31). Noticia
biográfica engarzada con la ficción novelesca que, igualmente,
se observa en cartas enviadas a familiares y amigos (Obras Com¬
pletas, 1906, VII, p. 9; Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1946,
p. 48).
El peculiar comportamiento de los personajes, la ironía de
los mismos (Mainer, 1991, p. 25) y los razonamientos del doctor
Faustino propiciados por sus relaciones amorosas han merecido
la atención de la crítica (DeCoster, 1970, pp. 25-26, pássim). Co¬
mo novela Las ilusiones del doctor Faustino es una obra irregular
en la que «filosofía, folletinismo, misterio romántico, fantasía y
pálidos toques costumbristas se mezclan desordenadamente, sin
la debida proporción» (Baquero Goyanes, 1969, V, p. 98). Pese a
ello, como bien aconseja DeCoster, debiera ser mejor conocida
(1970, pp. 31-32).

4.53■ El Comendador Mendoza y Pasarse de listo

Las novelas El Comendador Mendoza y Pasarse de listo han


pasado, prácticamente, desapercibidas por la crítica. El Comen¬
dador Mendoza se publicó en la revista El Campo, desde el 1 de
diciembre de 1876 hasta el 1 de mayo de 1877.48 Precisamente,
dicha revista inicia su andadura con la novela de Valera. Noticias
de dicha publicación, así como de las correspondientes entregas,

tM El Campo. Agricultura, Jardinería y Sport Revista quincenal, Madrid, Im¬


prenta de Aribau y Cía — Sucesores de Rivadeneyra. Se publicó desde el 1 de di¬
ciembre de 1876 a 1891, 16 tomos.
JUAN VADERA 177

las tenemos gracias a la correspondencia con Gumersindo


Laverde.49
La novela fue enjuiciada por Clarín (1882, pp. 175-180) con el ob¬
jeto de rebatir, entre otros propósitos, los juicios emitidos por Brune-
tiére (1881, pp. 453-464). Con anterioridad Leopoldo Alas señala los
aciertos y desaciertos de la novela. Apunta que en El Comendador
Mendoza trata los problemas de sus personajes con más ligereza que
en anteriores ocasiones. De igual forma enjuicia con ironía el conflic¬
to novelado, su moralidad y forma de conducir la acción. Análisis que
nunca desdeña los aciertos de Valera, pues le califica como el mejor
prosista contemporáneo español, observador profundo, crítico nota¬
ble, independiente de pensamiento (1881, pp. 261-268). La novela
mereció también la atención de la crítica francesa a raíz de la traduc¬
ción de El Comendador Mendoza llevada a cabo por Savine50 (Savi¬
ne, 1881, pp. V-XI; Warim, 1882; Quesnel, 1882, pp. 128-159). El plan
del libro es sencillo y bien trazado, aunque la enfermedad y muerte
de la heroína impresionen «como un expediente fácil en demasía

49 La carta fechada en Madrid, 31 de Diciembre, dice al respecto lo siguiente: *Al-


bareda ha tenido la extraña idea de publicar un periódico titulado El Campo. Trata de
caza, pesca, vino, corridas de toros, agricultura, ganadería, en suma, de todo lo cam¬
pestre. Para amenizar El Campo, quizá no lo logre, publico en él una novela, en dosis
infinitesimales, porque el periódico es de poca lectura, y como sale de quince en
quince días, la novela tardará un siglo en salir toda. Se titula El Comendador Mendo¬
za. Luego la publicaré en tomo aparte. En lo que va ya publicado, hay una cosa de
que yo estoy muy contento: es un idilio. La novela ocurre en 1794, y hay un estudiante
p>oeta que escribe unos versos, al gusto de entonces, mitológico y pastoril, llamándo¬
se él el zagal Mirtilo y llamando a su novia la pastorcita Clori. Estoy muy contento de
estos versos- (Montesinos, 1970, p. 126; Brey de Rodríguez Moñino, 1984, p. 225). El
3 de marzo de 1877 —Brey de Rodríguez Moñino fecha la carta en 1878— comuni¬
ca a Laverde que en un -periódico titulado El Campo, que publica Albareda, escribo
ahora una novela, titulada El Comendador Mendoza. Me parece que no va mal y
tengo mucha gana de que Vd. la lea- (Brey de Rodríguez Moñino, 1984, p. 230). Del
resto de las cartas, sólo una aporta material noticioso importante: el relacionado con
la nula difusión de su novela: -En España apenas se lee. Los libros apenas salen de
Madrid. Eso mismo que usted me dice de que no ha leído ni El Comendador Men¬
doza, me desalienta profundamente. ¿Es posible, me digo, que en una de las pri¬
meras ciudades de España, donde hay Universidad [Valladolid], no haya un solo in¬
dividuo que haya comprando El Comendador Mendoza y se le preste a Laverde,
para que le lea? Al meditar en esto se le quitan a uno las ganas de escribir- (Brey de
Rodríguez Moñino, 1984, p. 236).
* Le Commandeur Mendoza, Román tradnit du castillan, précédé d’unepre¬
face, par Albert Savine, París, A. Ghio, 1881, XII + 314 pp. En la segunda edición,
París, Giraud, 1885, Savine reimprime su introducción de la edición de 1881, pp. III-
XI. Después añade una nueva introducción, pp. XII-XVI, y reproduce los comenta¬
rios de varios críticos franceses.
i/8 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

para desenlazar un conflicto que el último choque de los antiguos


amantes y ya enemigos hace parecer insoluble. Rehuyendo las difi¬
cultades psicológicas» (Montesinos, 1970, p. 130).51 Novela que en su
día fue considerada como un plagio del drama de J. Echegaray O
locura o santidad, pues ambos coincidieron en la elección del asun¬
to, pese a que el desenlace fuera distinto (Revilla, 1877, pp. 253-256;
Clarín, 1881, pp. 261-268; Blanco García, 1910, II, p. 481). Novela
analizada comparativamente con relatos del propio autor o novelistas
coetáneos y configurada esencialmente por dos conflictos: el moral y
el existencial (Barrera López, 1997, pp. 285-295).
Pasarse de listo ha merecido menos atención, si cabe, de la
crítica. En las cartas dirigidas a Menéndez Pelayo (Biarritz, 28 de
septiembre de 1877) le comunica que ha -empezado una nueva no¬
vela, titulada Pasarse de listo (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez,
1946, p. 17). En su correspondencia con don Gumersindo Laverde
tenemos noticias también del proceso de composición, redacción y
publicación. La primera carta corresponde al 3 de noviembre de
1877 y le comunica que «tengo empezada otra nueva novela que se
titula Pasarse de listo- (Brey de Rodríguez Mohíno, 1984, p. 228).
Más tarde le indica que en la revista «El Campo voy dando a peda-
citos una novela titulada Pasarse de listo, de la que no estoy con¬
tento» (Brey de Rodríguez Mohíno, 1984, p. 23D y en carta fechada
el 28 de abril de 1878, recogida también en dicho epistolario, seña¬
la que ha finalizado la redacción de la misma. Es evidente el des¬
contento de don Juan por la forma de llevar a cabo la redacción de
su novela. En nuevas cartas incide su pesar por un relato que -si no
me crezco, no llegaré a publicar» (Artigas Ferrando y Sáinz Rodrí¬
guez, 1946, p. 20). Confiesa a Menéndez Pelayo que se encuentra
en periodo de esterilidad y decadencia. Al final, la novela concluye
con la última entrega publicada en El Campo el 1 de mayo de 1878.
Valera la define como la más endeble de sus novelas, -pero como la
pagan y yo necesito dinero, no hay más que publicarla» (Artigas Fe¬
rrando y Sáinz Rodríguez, 1946, p. 26).
La novela pasó desapercibida ante la crítica. Sólo la severa re¬
seña de Manuel de la Revilla rompe el silencio en detrimento de la

51 Novela que refleja un problema de moral práctica, un caso de conciencia


cuyo conflicto, tan lleno de pasión *y de dolor en que los personajes aparecen en
tan compleja relación y sus sentimientos tan ricos de matices, Valera haya destaca¬
do, como lo más interesante y dramático, el problema de la herencia de don Valen¬
tín- (Montesinos, 1970, p. 130).
JUAN VALERA 179

novela de Valera (1878, pp. 121-125). Obra, en definitiva, de poco


interés y que nada aporta a su Corpus novelístico (Romero Mendo¬
za, 1940, p. 193; Montesinos, 1970, p. 143).

4.5.4. Doña Luz

Cierra este primer ciclo o época novelística su novela Doña


Luz, publicada en La Revista Contemporánea desde el 15 de no¬
viembre de 1878 al 30 de marzo de 1879. El proceso de redacción
y composición de Doña Luz pude seguirse a través de los epistola¬
rios, en las cartas escritas a familiares o a eruditos de la época, co¬
mo las dirigidas a Menéndez Pelayo y a Gumersindo La verde. Des¬
de Doña Mencía, Valera escribe a su mujer (8 de octubre de 1875)
comunicándole que ha «comenzado a escribir una novela titulada
Doña Luz, pero sin mis libros, sin la comodidad de mi despacho y
sobre todo sin la atmósfera algo más literaria y bastante menos sal¬
vaje que la de aquí, la novela no sale» (DeCoster, 1956, p. 53). Di¬
cha novela aparece citada en un total de seis cartas dirigidas a Gu¬
mersindo La verde. El 9 de octubre de 1875 le indica que tiene
«varios proyectos en la mente, donde toma más consistencia que
ninguno el de una novela que ha de titularse Doña Luz- (Brey
de Rodríguez Moñino, 1984, pp. 223-224). Más adelante (10 de mar¬
zo de 1878) le señala que tiene dos novelas en mente —Abú Ha-
faz, Crónica cordobesa del siglo ix y Doña Luz— y a partir del 28
de abril de 1879 habla de Doña Luz como una novela recién publi¬
cada (Brey de Rodríguez Moñino, 1984, p. 235). En el Epistolario
cruzado con Menéndez Pelayo el material noticioso es, si cabe,
más interesante, pues se sigue el proceso de forma gradual. Así, el
30 de julio de 1878, le comunica que ya ha redactado cuatro largos
capítulos, y el 11 de agosto, ocho.52 La novela le cautiva: «No sé

52 El 24 de agosto, al llegar al octavo capítulo, confiesa que «ahí me atasqué»,


palabras de don Juan comentadas y analizadas por Bravo Villansante que afirma al
respecto que «es cierto que el lector nota el atasco. Si hasta el capítulo VIII la fluidez
del relato no se turba, en el capítulo IX se tropieza con un pesadísimo sermón o dis¬
curso filosófico que es la Homilía del padre Enrique, al que sucede un no menos
pesado capítulo X, digresión electoral fuera de la novela, que apenas se compren¬
de. Hasta el capítulo XIII Valera no se repone- (1974, p. 203). La novela se interrum¬
pe el 1 de septiembre de 1878, fecha en que Valera se marcha a Biarritz. Antes de que
finalice el mes de diciembre la Revista Contemporánea ha publicado siete capítulos
(entregas del 15 de noviembre, 15 y 30 de diciembre).
l8o PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

qué pensar. El asunto me enamora, pero reconozco que todo de¬


pende de la ejecución, del primor del estilo» (Artigas Ferrando y
Sáinz Rodríguez, 1946, p. 37). El 29 de dicho mes le indica la fi¬
nalización del capítulo XIII y el 18 de abril sabemos que la nove¬
la se ha publicado en volumen (Artigas Ferrando y Sáinz Rodrí¬
guez, 1946, p. 48). El 27 de abril comunica a Moreno Güeto lo
siguiente: «No hace muchos días he publicado otra nueva novela
que se titula Doña Luz, cuya acción pasa en Villafría, lugar cer¬
cano a Villabermeja, y que podemos suponer que es Baena o
Castro del Río o lo que se quiera» (DeCoster, 1956, p. 58). El 18
de abril de 1879 le anuncia a don Marcelino el envío de un ejem¬
plar impreso, solicitándole una crítica en los periódicos conser¬
vadores: «[...] le suplico a fin de que el libro se venda, que haga
que en dichos periódicos santos hablen de él con benevolencia,
si pueden, y si no, con malevolencia, aunque sólo sea para me¬
ter ruido» (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1946, p. 48). Epis¬
tolarios que revelan también la satisfacción y el orgullo por la
publicación de su novela Doña Luz,53
Tres son las líneas interpretativas de Doña Luz establecidas por
la crítica. Para Montesinos, Doña Luz deriva de varios de los conte¬
nidos de Pepita Jiménez, pues es, -en cierto modo Pepita Jiménez re¬
pensada y vuelta al revés. Necesitado de escribir una novela, el autor
ha ido a buscar su asunto a lo ya escrito; lo hará así otras veces»
(1970, p. 122). Bravo Villasante analiza Doña Luz en función de Pe¬
pita Jiménez, aunque matiza ciertos aspectos relacionados con el
amor y la espiritualidad (1974, p. 207). La tercera vía interpretativa, la
sostenida por A. Amorós, se opone a la de los anteriores críticos, a
la de Montesinos y Bravo Villasante que consideraban la novela Do¬
ña Luz como una huida de lo terrenal, supeditado al ideal religioso,
es decir, al revés que Pepita Jiménez. Para Amorós dicha interpreta-

5Í Años más tarde, agosto, 1888, escribirá a su mujer lo siguiente:»[...! confieso


que una de las cosas que más me calman y consuelan es la inspección crítica que
hago yo de mí mismo, a veces, y cuando estoy más abatido. Vuelvo a leer algunas
de mis obras, a ver si valen poco, y, con la candidez de amor propio satisfecho,
después de aplicar mi más severo criterio, celebro y admiro lo que he escrito, las
novelas sobre todo y, a pesar de lo brutos que son en mi país, creo que no pueden
menos de concederme alguna estimación. Ahora acabo de leer de nuevo Doña Luz,
como si fuera de otro. Es mi vigésima lectura, lo menos, y lo hallo todo tan bien, y
tan elegantemente dicho, y tan hondamente pensado, que leo sin poder dejar el li¬
bro, hasta que termino. Perdona, no te rías, de esta franqueza de mi orgullo- (Bravo
Villasante, 1974, p. 266).
JUAN VALERA 181

ción no es válida, pues la lección que se desprende de la lectura de


Doña Luz es idéntica a la de Pepita Jiménez o de Asclepigenia,54
Determinados rasgos o comportamientos de las heroínas de fic¬
ción han sido analizados por la crítica. El orgullo de las mujeres de
Valera, como el de doña Luz, su independencia económica o su li¬
bertad para elegir al hombre amado son aspectos harto evidentes
(Bravo Villasante, 1974, p. 283). Mujeres que viven retiradas y con
gran recato, sin aspirar al monjío. Heroínas que observan un aseo
meticuloso y se comportan con entera naturalidad (Rubio Crema-
des, 1990, pp. 20-21). Idealización femenina en la que no falta la pa¬
sividad amorosa para justificar Valera las inusitadas reacciones de do¬
ña Luz en su relato (Várela Jácome, 1970, p. 34). Novela engarzada
admirablemente en un contexto o ambientación andaluz idealizado y
que contrasta con lo manifestado en su epistolario (Várela Jácome,
1970, pp. 35-36; Amorós, 1979, p. 86; Rubio Cremades, 1990, pp.
27-32).5-1 Relato que incluye, igualmente, elementos relacionados
con la vida política, con el proceso y «pucherazo» electoral. La oli¬
garquía, el pragmatismo y el contexto político de una obra cuyo
contexto histórico estaría en función de la propia experiencia de
Valera como hombre político, como diputado (Varela Jácome,
1970, pp. 36-37; Tierno Galván, 1977, pp. 95-129; Rubio Crema-
des, 1990, pp. 32-35).

'"* La tesis de A. Amorós encaja de forma más sutil con el talante y comporta¬
miento de Valera: -Me parece que en Valera hay una tendencia opuesta: por un la¬
do, a la espiritualización del amor, al platonismo; por otro, a que no se espiritualice
tanto que caiga en la mística, que le parece un egoísmo. Así, pues, su ideal es real¬
mente clásico: Armonía con la Naturaleza. Disfrutar de las cosas alegres de este
mundo. Moderación en todo. Espiritualizar lo material, pero no huir del sano ideal
humano de amor en plenitud, sentimental y físico- (1979, p. 96).
55 Valera no puede evitar ciertos detalles ambientales de clara filiación cos¬
tumbrista. Las digresiones e intercalaciones costumbristas aparecen perfectamente
engarzadas en Doña Luz. El mundo de la tertulia ocupa un lugar privilegiado en la
novela. El paciente, laborioso y sutil análisis psicológico de doña Luz y el padre En¬
rique alcanzan grados de sumo interés en la tertulia. La gradual pasión amorosa, el
desengaño, la amargura, el dolor, se amalgaman en lo más profundo de estos seres
mediante la hábil disposición y utilización de un escenario típicamente valeresco:
*(...) la base costumbrista andaluza, recreada irónicamente; el tema típico de la no¬
vela realista, con el contraste entre las ideas positivistas (don Anselmo) y religiosas
(el Padre Enrique). Recuérdese, por ejemplo, la figura de M. Homais en Madame
Bovary; el escenario colectivo, donde pueden coincidir con naturalidad los diversos
personajes De este modo, a la vez, la tragedia íntima de los protagonistas se desa¬
rrollará —claroscuro típico de Valera— delante de los demás, pero sin que éstos se¬
pan comprenderla- (Amorós, 1979, p. 86).
182 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

4.6. Novelas de la última época

El año 1895 supone el inicio de una nueva etapa de creación


novelesca. Sus tres novelas, Juanita la Larga, Genio yfigura y Mor-
samor, se publican, respectivamente, en 1895, 1897 y 1899. Valera
se ha apartado definitivamente de la vida diplomática y su mundo
se reduce casi exclusivamente a la conocida tertulia de la cuesta de
Santo Domingo (DeCoster, 1956, pp. 241-242).

4.6.1. Juanita la Larga

Juanita la Larga apareció en el periódico madrileño El Impar-


cial durante los meses de octubre y noviembre de 1895. En su co¬
rrespondencia dirigida a Menéndez Pelayo, Narciso Campillo, Mo¬
reno Güeto y a su sobrino José Alcalá Galiano podemos seguir el
proceso de redacción de la novela (Artigas Ferrando y Sáinz Rodrí¬
guez, 1946, p. 521 ,pássitn; DeCoster, 1956, p. 226, pássim). Las no¬
ticias que Valera ofrece a su lectores y la alusión a «vagos recuerdos
cabreños y mencianos» han motivado a los críticos a fijar la fecha
de la peripecia argumental hacia el año 1850 (Montesinos, 1970, p.
151). Teoría que no puede mantenerse, pues el análisis de las pu¬
blicaciones periódicas y ediciones de libros en general que se citan
en la novela prueban que el marco temporal no tiene una fecha es¬
pecífica (Rubio Cremades, 1985, pp. 24-29).
Las fuentes literarias de Juanita la Larga han ocupado también
la atención de los críticos (Ruiz Cano, 1935; Montesinos, 1970, p.
152, pássim; Entrambasaguas, 1972, p. 516; Rubio Cremades, 1985,
pp. 29-37). Novela considerada o definida como el último idilio
clásico de la literatura española (Montesinos, 1970, p. 149). Las re¬
laciones entre doña Inés y don Andrés han sido objeto de especial
atención, calificándolas la crítica como caricatura rural del amor
que Herrera profesó por la condesa de Gelves (Entrambasaguas,
1972, p. 253). No menos interesante es también para la crítica la
figura del padre Anselmo en interrelación con los personajes feme¬
ninos Inés y Juanita (Pérez Gutiérrez, 1975, p. 523, pássim). La inci¬
dencia del costumbrismo andaluz (DeCoster, 1961, pp. 200-216),
de sus tipos y escenas, son para Bravo Villasante elementos que
enriquecen de principio a fin el mundo de ficción de Juanita la
Larga (1974, p. 287, pássim).
JUAN VALERA I83

Novela analizada, igualmente, desde el punto de vista de las


técnicas narrativas utilizadas por Valera (G. Gullón, 1976, pp. 151-
155) y aspectos lingüísticos (DeCoster, 1997, pp. 1-11). La utiliza¬
ción de variantes idiomáticas, andalucismos o neologismos es una
constante en el novelar de Valera (DeCoster, 1979, pp. 49-54;
Thurston-Griswold, 1990, pp. 132-133; DeCoster, 1995, pp. 13-26;
Rodríguez Marín, 1997, pp. 505-517). El uso del engaño en Juanita
la Larga ha sido el punto de partida para el análisis de los perso¬
najes que configuran el mundo de ficción creado por Valera (Valis,
1981, pp. 317-327). Desde un punto de vista específico, circunscri¬
to a un determinado personaje, la crítica ha incidido en la figura de
doña Inés aplicando las teorías de C. G. Jung a fin de reforzar la ve¬
rosimilitud y la alta calidad de la intuitiva penetración psicológica
de Valera (Marcus, 1979, pp. 259-274). Un detenido estudio del es¬
tilo de Juanita la Larga revelaría las excelencias de Valera en este
específico campo. Como señala Montes Huidobro, Valera resulta
mucho más rico y mucho menos superficial de lo que parece a pri¬
mera vista (1971, p. 168, pássim). Nuevas y sugerentes interpreta¬
ciones de la crítica que inciden en el carácter cómico y teatral de
Juanita la Larga. Como señala Pérez-Bustamante los referentes
teatrales de la peripecia argumental, las inflexiones cómicas de la
acción —el sentido del ridículo como elemento incompatible de
la tragedia—, la propia textura teatral y los artificios del ingenio
(diálogos, situaciones y parodias) posibilitan dicha interpretación
(1995, pp. 189-200). Novela relacionada con relatos clásicos de la
literatura española, como en el caso de la Lozana andaluza, no
por su ambientación cortesana, libertina y alegre, sino por la ma¬
gistral descripción y relación de la gastronomía andaluza enraizada
en un idílico contexto geográfico andaluz (Montesinos, 1970, p.
152, pássim; Toledano, 1997, pp. 225-231; Gallego Morell, 1997,
pp. 92-94). No olvidemos que las heroínas de ficción de Juanita la
Larga, a la par que ejercen otros oficios (Morely Navarro y Fuentes
Navarro, 1997, pp. 445-450) tienen cumplida y merecida fama por
sus grandes conocimientos y dotes culinarias.
El comportamiento de las heroínas de la novela —Juanita y
doña Inés— ha sido motivo de reciente revisión. Así Argente del
Castillo señala que ambas comparten idéntica actitud ante la vida,
pese a que aparecen «como dos personajes antagónicos que si en
el plano argumental se resuelve, al final de la obra, en una mutua
simpatía y tolerancia, no ocurre lo mismo en el plano del sentido
184 PANORAMA CRITICO DF, I.A NOVELA REALISTA-NATURALISTA

de la obra que queda en el lector. Valera demuestra que el mode¬


lo neocatólico, la caricatura de Santa Rita eficaz y sacrificada que
es Doña Inés, no le convence porque proviene de un pensamien¬
to inmovilista y teórico [...] La alternativa que se nos ofrece es Jua¬
nita como una especie de Epifanía mítica [...]» (1997, p. 223). La re¬
ligiosidad popular en Pepita Jiménez y en Juanita la Larga (Correa
Ramón, 1997, pp. 233-246), la relación amorosa viejo-niña (Mon¬
tesinos, 1970, p. 149; Rubio Cremades, 1985, pp. 33-37; Rupe,
1986, pp. 103-144; Casa, 1997, pp. 397-403) o las inclinaciones
wertherianas de don Paco matizadas con un tinte irónico consti¬
tuyen aspectos revisados por la crítica reciente (Servén, 1997,
pp. 257-264).

4.6.2. Genio y figura

El material noticioso sobre la redacción de la novela es escaso.


En las cartas de Valera dirigidas a Victoriano Agüeros (25 de enero
de 1897) le indica que «terminé ayer mismo [una novela], titulada
Genio y figura» (DeCoster, 1956, p. 235). En varias cartas de don
Juan a Moreno Güeto, Espinosa de los Monteros y a J. Alcalá Ga-
liano encontramos concisas noticias al respecto (Montesinos,
1970, p. 162).
La novela fue tachada de inmoral desde las páginas de La Co¬
rrespondencia, de ahí que en carta a Moreno Güeto (14 de marzo de
1897) le comente esta errónea interpretación (DeCoster, 1956, p.
243). Luis Siboni la tachó de inmoral, llena de verdores y obscena.
Novela sólo para ser leída por hombres (1897, pp. 7-26). Dichas
apreciaciones soliviantaron a Valera,5Í> pese a que en el fondo de¬
biera estar agradecido, pues las palabras de Siboni contribuyeron al
éxito de la publicación, agotándose la primera edición (tirada de
tres mil ejemplares) al mes de su aparición (DeCoster, 1956, p. 244).
Pese a la crítica adversa, la novela recibió más elogios que censuras,

Vl El 15 de mayo de 1897 le escribe al Doctor Thebussem lo siguiente: -No he


visto el libro de Don Luis Siboni contra la tremenda inmoralidad de Genio y figura,
pero según me han dicho algunas personas, no se desata en groseras injurias sobre
mí, como el desaforado Bachiller de Estepa. Más vale así, porque las groseras inju¬
rias, cuando el injuriado no se halla en posición de vengarlas dando al injuriador de
pescozones, dueien siempre un poco, por injustas y brutales que sean- (DeCoster,
1956, pp. 244-245).
JUAN VALERA 185

como en el caso de Luis de Cuenca, Francisco Fernández Villegas


(Zeda), Clarín, Jacinto Benavente, Rafael Altamira, José Güell y E.
Pardo Bazán7
Pese a que no existe una abultada bibliografía sobre la novela,
sí, por el contrario, se ha publicado una relación de sugerentes
trabajos que inciden en el determinismo de la novela, en su didac-
tismo, cosmopolitismo, humor y posibles concomitancias entre lo
narrado y lo vivido (DeCoster, 1970, pp. 36-46). Novela que incide
y repite los comportamientos de las mujeres de Valera y que reme¬
mora episodios biográficos lejanos en el tiempo (Montesinos, 1970,
pp. 161-170; Ezama, 1995, pp. 201-211). Genio y figura reconstruye
la sociedad carioca de mediados de siglo (Barco, 1982, pp. 191-196).
Rafaela representa la doctrina panteísta para la cual el amor es lo
mismo que la descomposición del alma en el universo, una creen¬
cia análoga a la llevada a cabo por Antonio, el héroe de Mariquita
y Antonio (Jiménez Fraud, 1973, pp. 212-213). Novela sumamente
interesante por las digresiones personales valerescas (Bravo Villa-
sante, 1974, p. 296) y por las concomitancias o resonancias del mun¬
do pagano. Rafaela alcanza la categoría de las hetairas del mundo
clásico y dispone libremente de su voluntad, ejercitando esa mis¬
ma libertad hasta sus últimas consecuencias (Rubio Cremades,

57. Luis de Cuenca señala al respecto lo siguiente: -Lo escabroso del asunto
que abunda naturalmente en situaciones y pormenores dificilísimos de referirse de¬
corosamente más que dificultad insuperable es para Valera poderoso estímulo para
lucir sus incomparables dotes de narrador cultísimo que hace, como siempre, ver¬
daderos alardes para vestir con habilidad de la frase la crudeza del concepto» (He¬
raldo de Madrid, 21 de mayo de 1897). Para Fernández Villegas la novela, aunque
un tanto picante, no llega a ofender:«[...] pero los más atrevidos conceptos pierden,
al ser expresados por él, cuanto tienen de bajo o deshonesto y pueden ser leídos,
no sólo sin rubor ni escándalo, sino con regocijo y complacencia por más timoratos
y pudibundos lectores» (La Época, 25 de marzo de 1897). Clarín, tras indicar que la
novela poseía una austeridad propia de la tragedia clásica, niega las afirmaciones de
la crítica que tachan de inmoral la novela. Incluso afirma que Genio y figura es un
■libro de moraleja austera. La moraleja: la mujer deshonesta. .. acaba por tener vida
miserable» (ElImparcial, 5 de abril de 1897). Benavente repite los mismos juicios de
Clarín (Retista Contemporánea, 15 de abril de 1897) y Altamira elogia el valor de las
descripciones y diálogos (Revista Crítica de Historia y Literatura, 1897, pp. 146-148).
Elogios que se repiten en los artículos de Güell y Mercader (El Cojo Ilustrado, 1897, p.
443) y en E. Pardo Bazán. Por ejemplo, doña Emilia insiste en la originalidad de la no¬
vela desde las páginas de La Revue des Revties: -Je me suis attardée á raconter ce román
parce que c’est le plus remarcable parmi les deniers de Valera et qu’il y a dans cette
oeuvre une supériorité d'intention philosophique (...] Nous devons reconnaitre que la
figure trés paiannne et trés moderniste á la fois de la Generosa est une création» (1898,
pp. 381-382).
i86 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

1995, pp. 27-40). Genio y figura no sólo reproduce y selecciona el


material noticioso recogido en su epistolario, sino que también
plasma el arquetipo de mujer y el ideal amoroso en continuo pro¬
ceso de perfeccionamiento (Ezama, 1995, pp. 210-211).

4.6.3■ Morsamor

La novela, editada en las últimas décadas en dos ocasiones (Ava¬


lle-Arce, 1970; Romero Tobar, 1984), se empezó a componer entre
1887 y 1892, fechas del inicio de la redacción primitiva. El fragmen¬
to de dicha novela fue analizado y publicado por DeCoster (1956b,
pp. 138-142; 1966, pp. 36-38). Posteriormente la crítica lo ha repro¬
ducido e incluido en sus ediciones críticas (Avalle-Arce, 1970, pp.
335-338). El conde de las Navas comenta que Morsamor fue dictada
a don Pedro de la Gala, Periquito, pues cuando se puso a trabajar en
serio en su novela donjuán estaba ya ciego (1924, pp. 484-508).
Novela considerada por la crítica como una «autobiografía es¬
piritual» (Krynen, 1946, p. 67) e identificada con las novelas de
aventuras del siglo xvi, pues Morsamor era el Persiles de Valera:
«[...] En esa original novela, especie de Persiles moderno, muestra
Valera su curiosidad y afición hacia la Teosofía y en general su co¬
nocimiento de la literatura ocultista» (Gómez de Baquero, 1924, p.
72).58 Avalle-Arce no desdeña ambas interpretaciones, aunque pre¬
cisa que Morsamor participa también del Amadís y obras cuyo
componente está caracterizado por la magia, el ocultismo y la teo¬
sofía (1970, pp. 28-30).59 Montesinos tras percibir también una cier-

"’8 Sobre el ocultismo en España, véase Giovanni Allegra, -Ermete modernis¬


ta. Oculttisti e Teosofisti in Spagna tra fine ottocento e primo novecento-, AION-
SR, 21, núm. 2 (1979), pp. 357-415, y del mismo autor, -Sull “influso dell" occultis-
mo in Spagna (1893-1912)», Suplemento a Vie delta Tradizione. 10, núm. 39
(1981), pp. 3-47.
59 Respecto al concepto de -autobiografía espiritual-, Avalle-Arce precisa con
acierto que dicha -autobiografía espiritual está vertida en el molde de lo que es, en
efecto, una colosal ironización de la novela histórica, y hasta de la epopeya, su leja¬
na progenitora, en particular de Os Ltisiadas. Y una vez que el ingenio zumbón y
travieso de Don Juan Valera ha ironizado todo eso, y también el más allá y el más
aquí, a la postre uno de los pocos valores que queda en pie es el del entreteni¬
miento» (1970, p. 32). Tras señalar Avalle-Arce la huella del Conde Lucanor, Santiago
Valera, Rivas y Goethe en un tema de ilustre tradición literaria —el desengaño—,
concluye su estudio con las siguientes precisiones: •[...) se puede enjuiciar a Mor¬
samor como la síntesis de su pensamiento, desde su iberismo juvenil hasta sus
intereses teosóficos de madurez. Y también como síntesis de su arte, ya que
JUAN VALERA 187

ta semejanza entre Morsamor y Persiles señala que se trata de una


excelente novela histórica basada en sus lecturas eruditas, como la
Historia de Portugal y Portugal nos mares, de Oliveira Martins
(1970, pp. 176-179)- Por su parte Germán Gullón en su estudio so¬
bre las estructuras, tema, espacios novelescos y posibles valoracio¬
nes e interpretaciones del narrador en Morsamor rebate tales apre¬
ciaciones y engarza la novela con una modalidad o «género literario
perfectamente caracterizado y bien conocido por su ilustrado au¬
tor: el tipo de cuento fantástico que los alemanes llaman márchen
y que se caracteriza por su simbolismo más que por su psicologis-
mo (1976, p. 155). Por su parte L. Litvak señala que Morsamor es
una novela basada en arquetipos de iniciación que tiene su origen
en Las Metamorfosis de Apuleyo. La literatura romántica, especial¬
mente Novalis, Hoffman, Sand, Hugo, entre otros, incide en esta
modalidad literaria. Puntual análisis de Litvak que demuestra cómo
Morsamor está escrita y concebida bajo la textura y características
de la novela iniciática (1985, pp. 181-189). La atracción de Valera
por el Oriente y las teorías ocultistas fueron tempranamente desve¬
ladas por la crítica (Eoff, 1938, pp. 193-205). En la actualidad se ha
analizado y revisado mediante documentación precisa las doctri¬
nas filosóficas vertidas en la novela a fin de establecer los aciertos
y errores cometidos por Valera en Morsamor (Litvak, 1985, p. 182).
Para E. Miralles Morsamor actúa como ente receptor de su ideario
estético, pues la novela «surge de la quiebra que para su autor re¬
presentó el Romanticismo, malogrado a su juicio, por haberse pro¬
puesto, en su deseo revolucionario, prescindir del modelo clasicis-
ta del arte, en lugar de integrarlo en una suprema unidad. En este
profundo calado se cimenta el pensamiento estético del escritor
andaluz y con él su actitud ante el movimiento que abanderaron
sus mayores [...]» (1992, p. 300). De cuento largo podría calificarse
a Morsamor, según Jiménez Fraud, «por lo que puede tener de lec¬
ción moral y por concurrir en él maravillas, encantos y cosas

en la novela histórica van infartadas las ambiciones épicas de juventud. Es eviden¬


te que se da en la novela una suerte de cristalización de temas favoritos, que dada
la coyuntura histórica en que apareció la obra (al año del Desastre), se han podido
leer e interpretar como noventayochismo, regeneracionismo o autobiografía espi¬
ritual. La verdad es que si bien todo esto sobrenada en Morsamor, la obra fue con¬
cebida en forma independiente y ajena a estas directrices. Morsamor se concibió
como la summa artis de Donjuán Valera, y por eso, y en esa medida, es también
su summa intae- (1970, pp. 34-35).
i88 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

sobrenaturales» (1973, p. 216). Relato analizado desde un contexto


histórico y vital (Galera, 1991, pp. 137-144) o en función del fol¬
klore y mitología de finales de la centuria pasada (Romero Tobar,
1995, pp. 741-748). La sublimación del desengaño en Morsamor
(Marbán, 1981, pp. 69-76) o las posibles modalidades de amor que
en ella subyacen —amor propio, amor altruista y amor a Dios—
(Thurston-Griswold, 1990, p. 105, pássim)constituyen también ejes
esenciales de la crítica. Novela cuyo componente fantástico era ha¬
bitual en los relatos de Valera (Duarte Berrocal, 1986, pp. 375-394;
Rubio Cremades, 1997, pp. 119-126). El análisis de la crítica actual
incide en las posibles fuentes literarias relacionadas con los relatos
fantásticos publicados en el siglo xix (Cruz Casado, 1997, pp. 297-
311). Su conexión o relación con los movimientos ideológicos que
tuvieron lugar en España a fines del siglo xix (Regeneracionismo),
motivado principalmente por las pérdidas de las colonias en 1898,
ha sido punto de revisión y análisis en estos últimos años (Ferre-
ras, 1973, pp. 225-239; Romero Tobar, 1977, pp. 144-147 y 1984,
pp. 39-46; Thurston-Griswold, 1996, pp. 35-40).

4.7. Noticia bibliográfica

4.7.1. Principales colecciones de las obras

Obras de Don..., Madrid, Imprenta y Fundición de M. Tello, Impresor de


Cámara de S. M., 1885-1890, 7 vols. 8a. Con retrato (Colección de Es¬
critores Castellanos).
Obras completas, Madrid, Imprenta Librería Alemana [Carmen Valera y
Sánchez Ocaña], 1905-1935, 53 vols., 8a pequeño. Dividida en las si¬
guientes colecciones: Discursos académicos, vols. I y II; Novelas, vols.
III a XIII; Cuentos, XIV y XV; Teatro, XVI; Poesía, XVII y XVIII; Crítica
literaria XIX a XXIII; Filosofía y Religión, XXXIV a XXXVI; Historia y
Política, XXXVII al XL; Cartas Americanas, XLI a XLIV; Miscelánea,
XLV, XLVI y XLIX; Correspondencia, XLVIII y XLVIII, Discursos políti¬
cos, L; Traducciones (Poesía y arte de los árabes), LI a LUI.
Obras escogidas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1925-1929, 15 vols., 8a.
Obras completas. Con un estudio preliminar de Luis Araujo Costa, Madrid,
Aguilar, 1934-1942, 2 vols. 8a.
Idem. Segunda edición, Madrid, Aguilar, 1942-1949, 3 vols., 8a. [1958 (3.*).
Edición citada en el presente trabajo].
Obras completas. Novelas, cuentos y chascarrillos, Buenos Aires, Gil,
1944.
JUAN VALERA 189

Obras desconocidas de Juan Valera. Ed. de Cyrus C. DeCoster, Madrid,


Castalia, 1965.
Artículos de -El Contemporáneo-, Ed. de Cyrus C. DeCoster, Madrid, Casta¬
lia, 1966.
Obras Completas, ¡ Juan Valera. Cuentos. Narraciones inacabadas. Tra¬
ducciones. Teatro. Artículos de costumbres. Edición y prólogo de Mar¬
garita Almela, Madrid, Turner, Biblioteca Castro, 1995.

4.7.2. Principales ediciones de sus novelas

Pepita Jiménez, Revista de España, XXXVII (28 de marzo de 1874), pp.


145-176; (13 de abril), pp. 289-318; (28 de abril) pp. 433-465; XXXVIII
(13 de mayo), pp. 5-40.
Pepita Jiménez, Madrid, Imprenta de El Imparcial, 1874.
Pepita Jiménez, Madrid, Imprenta de J. Noguera, a cargo de M. Martínez,
1874.
Pepita Jiménez y Cuentos y Romances, Madrid, A. de Carlos e Hijo, Edito¬
res, 1875.
Pepita Jiménez, Madrid, Perojo, 1877.
Pepita Jiménez, Madrid y Sevilla, Fe, 1880.
Pepita Ximénez from the Spanish of Juan Valera witb an introduction by
tbe author written specially for this edition, New York, D. Appleton
and Company, 1886.
Pepita Jiménez, Madrid, Librería de Fernando Fe, Est. y Tip. Viuda de M.
Tello, 1898.
Pepita Jiménez. Edición de G. L. Lincoln, Boston, Heath, 1908.
Pepita Jiménez. Edición de C. V. Cusachs, New York, American Book,
1910.
Pepita Jiménez. Novela, Madrid, Biblioteca Nueva, 1925.
Pepita Jiménez. Edición y prólogo de Manuel Azaña, Madrid, Ediciones de
La Lectura (Espasa ¿alpe, Col. Clásicos Castellanos, vol. LXXX), 1927.
Existen reediciones en 1935, 1942, 1953, 1958, 1963 y 1975.
Pepita Jiménez. Edición de M. A. De Vitis y D. Torreyson, New York, Mac-
Millan, 1934.
Pepita Jiménez. Prólogo de Rafael Alberti, dibujos y viñetas de G. Muñoz,
Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1944.
Pepita Jiménez. Prólogo y notas de Fermín Estrella Gutiérrez, Buenos Ai¬
res, Kapelusz, 1953-
Pepita Jiménez. Introducción de Fernando Uriarte, Santiago de Chile, Edi¬
torial Universitaria, 1955.
Pepita Jiménez. Edición y notas de D. Cvitanovic, Buenos Aires, Editorial
Kapelusz, 1966.
Pepita Jiménez y Juanita la Larga. Prólogo de J. de Ontañón, México, Po¬
rrúa, 1966.
190 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Pepita liménez. Introducción de Marcos Sanz Agüero, Madrid, Ediciones


Busma, 1972.
Pepita Jiménez. Introducción de Robert E. Lott, Oxford, Pergamon, 1974.
Pepita Jiménez. Edición, estudio y notas de Luciano García Lorenzo, Ma¬
drid, Alhambra, Col. “Clásicos,- 1977.
Pepita Jiménez. Prólogo de Carmen Martín Gaite, Madrid, Taurus Edicio¬
nes, Col. “Temas de España», 1977.
Pepita Jiménez, El Salvador, Clásicos Roxil, 1982.
Pepita Jiménez. Edición, introducción y notas de Adolfo Sotelo, Madrid,
S.G.E.L., 1983.
Pepita Jiménez, Madrid, Sarpe, 1985.
Pepita Jiménez. Introducción de Juan Alarcón Benito, Madrid, Fraile,
1985.
Pepita Jiménez. Introducción de Andrés Amorós, Madrid, Espasa Calpe,
Col. -Nueva Austral», 1986.
Pepita Jiménez. Edición de Francisco Muñoz Marquina, Madrid, Editorial
Burdeos, 1987.
Pepita Jiménez. Edición, introducción y notas de María del Pilar Palomo,
Barcelona, Planeta, 1987.
Pepita Jiménez. Introducción y notas de Demetrio Estébanez Calderón,
Madrid, Alianza Editorial, 1987.
Pepita Jiménez, con cuadros cronológicos, introducción, bibliografía, no¬
tas... de Ana Navarro y Josefina Ribalta, Madrid, Castalia Didáctica,
1988.
Pepita Jiménez. Edición de Leonardo Romero, Madrid, Cátedra, 1989-
Pepita Jiménez. Edición de Adolfo Sotelo Vázquez, Barcelona, PPU, 1989-
Pepita Jiménez. Edición, introducción y notas de Jaime Mas, Alicante,
Aguaclara, 1990.
Pepita Jiménez. Edición, introducción y notas de Enrique Rubio Cremades,
Madrid, Taurus, Col. «Clásicos Taurus», 1991.
Pepita Jiménez, Barcelona, Onix, 1992.
Pepita Jiménez, Barcelona, Cía. Europea de Comunicación, 1992.
Pepita Jiménez, Santander, Campresa, 1993-
Pepita Jiménez, Madrid, Santillana, 1994.
Pepita Jiménez, Madrid, M. E. Editores, «Clásicos de siempre», 1994.
Pepita Jiménez, Madrid, PML Ediciones, 1994.
Pipila Jiménez. Facsímil de la edición de El ¡mparcial (, 1874). Edición, pró¬
logo y aparato crítico de Cristóbal Cuevas y Salvador Montesa, Mála¬
ga, Editorial Arguval, 1994.
Pepita Jiménez, Barcelona, Mainer Til, 1995.
Pepita Jiménez. Edición de Ibáñez Campos, Barcelona, Edicomunicación,
1995.
Pepita Jiménez, Barcelona, Círculo de Lectores, 1995.
Pepita Jiménez, Madrid, Alba Libros, 1996.
JUAN VALERA 191

Pepita Jiménez, Madrid, J. L. Ediciones, 1996.


Pepita Jiménez. Edición de Olga Martín Vázquez, Madrid, McGraw-Hill/
Inter-americana de España, 1996.
Pepita Jiménez. Edición de José B. Monleón, Madrid, Ediciones Akal,
«Nuestros Clásicos», 1998.
Las ilusiones del doctor Faustino, Revista de España, 28 de octubre de
1874-13 de junio de 1875.
Las ilusiones del doctor Faustino, Madrid, Noguera, 1875-
Las ilusiones del doctor Faustino, Madrid, Fe, 1879-
Las ilusiones del doctor Faustino, Sevilla, Francisco Álvarez y Compañía,
1882.
Las ilusiones del doctor Faustino, 7 de junio - 10 de septiembre de 1897.
Las ilusiones del doctor Faustino, Madrid, Biblioteca Nueva, 1926.
Las ilusiones del doctor Faustino, en Las diez mejores novelas españolas.
Selección de Félix Ros. Prólogo de Fernando Gutiérrez, Barcelona,
AHR, 1959.
Las ilusiones del doctor Faustino. Edición, introducción y notas de Cyrus C.
DeCoster, Madrid, Castalia, 1970.
Las ilusiones del doctor Faustino. Introducción y notas de José-Carlos Mai-
ner, Madrid, Alianza Editorial, 1991.
El Comendador Mendoza, en El Campo, 1 de diciembre de 1876-1 de ma¬
yo de 1877.
El Comendador Mendoza. La cordobesa. Un poco de crematística, Madrid,
Imprenta de Aribau y Compañía, Administración de la Ilustración Es¬
pañola y Americana, 1877.
El Comendador Mendoza, Madrid y Sevilla, Fe, 1881.
El Comendador Mendoza, Madrid, Biblioteca Nueva, 1925.
El Comendador Mendoza, Madrid, Imprenta Editorial Espasa Calpe, 1935-
El Comendador Mendoza, Madrid, Imprenta Diana, 1945.
Pasarse de listo, en El Campo, 16 de agosto de 1877-1 de mayo de 1878.
Pasarse de listo. Novela original, Madrid, Biblioteca Perojo, 1879- En la Bi¬
blioteca Nacional existe una edición sin año (sig. 3/1693), tal vez sea
del año 1878.
Pasarse de listo, Madrid, Fe, 1881.
Pasarse de listo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1925.
Pasarse de listo, Madrid, Editorial José N. Urgoiti, Diana, Artes Gráficas,
1935.
Doña Luz, en Revista Contemporánea, 15 de noviembre de 1878-30 de
marzo de 1879-
Doña Luz, Madrid, Biblioteca Perojo, 1879.
Doña Luz, Sevilla, Álvarez, 1882.
Doña Luz, Madrid, Fe, 1891.
Doña Luz, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1925.
Doña Luz, Madrid, Biblioteca Nueva, Imprenta Rivadeneyra, 1937.
192 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Doña Luz, Madrid, Imprenta Diana, 1944.


Doña Luz. Estudio, notas y comentario de texto por B. Varela Jácome, Ma¬
drid, íter, 1970.
Doña Luz. Edición de M. Sanz Agüero, Madrid, Ediciones Busma, 1982.
Doña Luz. Edición, introducción y notas de E. Rubio Cremades, Madrid,
Espasa Calpe, Col. -Austral», 1990.
Doña Luz. Madrid, M. E. Editores, «Clásicos de siempre», 1994.
Juanita la Larga, en El Imparcial, octubre-diciembre de 1895.
Juanita la Larga, Madrid, Fe, 1896.
Juanita la Larga, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, Talleres Espasa Cal-
pe, 1929.
Juanita la Larga, Buenos Aires, Emecé, 1946.
Juanita la Larga, en Las mejores novelas contemporáneas. Edición de J.
Entrambasaguas, Barcelona, Planeta, 1957,1, pp. 437-529-
Juanita la Larga. Prólogo de Paulino Garagorri, Barcelona, Salvat, 1982.
Juanita la Larga. Prólogo de Francisco Caudet, Madrid, Alianza Editorial,
1982.
Juanita la Larga. Edición, introducción y notas de Enrique Rubio Crema-
des, Madrid, Castalia, 1985.
Juanita la Larga. Edición e introducción de Jaime Vidal Alcover, Barcelo¬
na, Planeta, 1988.
Juanita la Larga, Madrid, Club Internacional del Libro, 1989.
Juanita la Larga, Madrid, Sape, 1992.
Juanita la Larga, Madrid, M. E. Editores, -Clásicos de Siempre», 1994.
Juanita la Larga. Edición de José Ibáñez Campos, Barcelona, Edicomuni-
cación, 1994.
luanita la Larga, Cabra, Sociedad Cultural Filatélica y Numismática -Juani¬
ta la Larga», 1995.
Genio y figura, Madrid, Fe, 1897.
Genio y figura, Madrid, Talleres Espasa Calpe, Editorial Biblioteca Nueva,
1926.
Genio y figura, Madrid, Editorial de N. Urgoiti, Imprenta Diana, 1934.
Genio y figura, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, Rivadeneyra, 1937.
Genio y figura. Edición de Cyrus C. DeCoster, Madrid, Cátedra, 1978.
Morsamor. Peregrinaciones heroicas y lances de amor y fortuna de Mi¬
guel de Zuheros y Tiburcio de Simahonda, Madrid, Fernando Fe,
1899.
Morsamor, Madrid, Talleres Espasa Calpe, Editorial Biblioteca Nueva, 1926.
Morsamor. Peregrinaciones heroicas y lances de amor y fortuna, Madrid,
Imprenta Diana, 1950.
Morsamor. Edición prólogo y notas de Juan Bautista Avalle-Arce, Barcelo¬
na, Editorial Labor, 1970.
Morsamor. Introducción de Leonardo Romero Tobar, Barcelona, Plaza-Ja-
nés, 1984.
JUAN VALERA 193

4.7.3• Estudios bibliográficos

■Bibliografía valeriana», Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Le¬


tras y Nobles Artes de Córdoba, XXVII (1956), pp. 297-298.
DeCoster, Cyrus, C., Bibliografía crítica de Juan Valera. Cuadernos Biblio¬
gráficos, XXV, Madrid, C.S.I.C., 1970.
-, -Bibliografía anotada de la correspondencia de Juan Valera», Boletín
de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 71 (1995), pp. 227-253-
Pageard, Robert, -L’oeuvre épistolaire de Juan Valera. Bibliographie criti¬
que», Bulletin Hispanique, LXIII (1961), pp. 38-45.

4.7.4. Epistolario

Alcalá Galiano, José, «Cartas inéditas de don Juan Valera», Acción Espa¬
ñola I (1931), pp. 37-45.
Aparici, M.a Pilar, «Correspondencia J. Valera-Isaac Albéniz (1895-1898):
Pepita Jiménez», Boletín de la Real Academia Española, 55 (1975),
pp. 147-172.
Artigas Ferrando, Miguel, «El epistolario de Menéndez Pelayo», Boletín
de la Biblioteca Menéndez Pelayo, XVIII-XX (1936-1938), pp. 266-
267.
Artigas Ferrando, Miguel y Sáinz Rodríguez, Pedro (eds.), Epistolario de
Valera y Menéndez Pelayo, Madrid, Cía. Ibero-Americana de Publi¬
caciones, 1930.
-, Epistolario de Valera y Menéndez Pelayo (1877-1905), Madrid, Es-
pasa Calpe, 1946.
Beder, J., «La correspondencia de J. Valera», La Lectura, XIII (1913), pp.
130-142.
Beladiez, Emilio, Dos españoles en Rusia, el marqués de Almodóvar,
1761-1763 y don Juan Valera, 1856-1857, Madrid, Prensa Españo¬
la, 1969.
Bermejo Marcos, Manuel, «De las inimitables cartas de donjuán Valera»,
en Serta Pbilologica Fernando Lázaro Carreter, 1983, II, pp. 31-38.
-, «Las cartas de Valera», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo,
LXII (1986), pp. 137-162.
Boisvert, Georges, «Lettres inédites de Juan Valera á Latino Coelho (No-
vembre, 1853-Mars, 1891), Bulletin des Études Portugaises, XXVIII-
XXIX (1967-1968), pp. 213-286.
Brey de Rodríguez Moñino, María, Valera. Ciento cincuenta y una car¬
tas inéditas a Gumersindo Laverde. Transcripción y notas de... In¬
troducción de Rafael Pérez Delgado, Madrid, Ediciones Arte y Bi-
bliofilia, 1984.
194 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Cacho Viu, V., La Institución Libre de Enseñanza, Madrid, Rialp, 1962,


I, pp. 511-515.
Cardín, Alberto (ed.), Cartas desde Rusia, Barcelona, Laertes, 1986.
Cardona, María de, «Donjuán Valera. Cartas inéditas y anecdotario», Ta¬
jo, 30 de agosto de 1941.
«Cartas inéditas de don Juan Valera a su mujer», Revista de Occidente, VI
(octubre, 1968), pp. 1-18.
Castro, A., «De grata recordación (J. Valera y A. Jiménez»), Cuadernos
del Congreso por la Libertad de la Cultura, 22 (1957), pp. 5-14.
Chamberlin, Vernon A., «La colaboración de Juan Valera en la Revista
Ilustrada de Nueva York», Hispanófila, 53 (1975), pp. 1-13-
Chiareno, Osvaldo, Lettere di Juan Valera a Angelo de Gubernatis, Ge¬
nova, Art Grafiche Noviero, 1962.
Decoster, Cyrus C. (ed.), Correspondencia de don Juan Valera (1895-
1905), Madrid, Castalia, 1956a.
-, «Juan Valera et Ernest Mérimée leur correspondance inédite», Bu-
lletin Hispanique, LXVI (1964), pp. 91-105.
-, «Cartas familiares de Juan Valera», Boletín de la Real Academia de
Córdoba, 94 (1974), pp. 5-26.
-, «Juan Valera: Cartas inéditas a José Alcalá Galiano», Revista de Li¬
teratura, XLIII, 85 (1981a), pp. 175-189.
-, «Juan Valera: Cartas inéditas a Juan Moreno Güeto», Revista de Li¬
teratura, XLIII, 86 (1981b), pp. 247-261.
-, y M. Galera Sánchez (eds.), Cartas a su mujer, Córdoba, Diputa¬
ción, 1989.
Demidowicz, John P., «El Conde de las Navas y los contertulios de don
Juan Valera», Revista de Literatura, XI (1957), pp. 154-165.
-, «Una carta de donjuán Valera y el chascarrillo andaluz», Revista de
Literatura, XIV (1958), pp. 231-236.
Domínguez Bordona, Jesús, «Centenario del autor de Pepita Jiménez.
Cartas inéditas», Revista Bibliotecas, Archivos y Museos, II (1925),
pp. 83-109, 237-252; III (1926), pp. 430-462.
Duchet, M., «Cinq lettres inédites de Juan Valera a William Dean Ho-
wells», Revue de Litterature Comparée, XLII (1968), pp. 76-102.
Echanove, Jaime de, «Juan Valera en Brasil y en Portugal», Cuadernos
Hispanoamericanos, LVI, 168 (1963), pp. 551-561.
Esquer Torres, Ramón, «Para un epistolario Valera-Tamayo y Baus», Bo¬
letín de la Real Academia, XXXIX (1959), pp. 89-163.
Fernández Rodríguez, Manuel, «Cartas de don Juan Valera al marqués
de la Vega de Armijo», en Homenaje al Exmo. Sr. D. Emilio Alar-
eos García, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1965-1967, II,
pp. 651-665.
Figueroa, Agustín, «Washington visto por donjuán Valera», ABC (1-VII-
1948).
JUAN VAIERA 195

Freire, Ana, «Cartas inéditas de escritores españoles en la colección de au¬


tógrafos de don Antonio Romero Ortiz», Cuadernos para Investiga¬
ción de la Literatura Hispánica, 14 (1991), pp. 99-139-
Galera Sánchez, Matilde, «A propósito de una carta inédita de Valera a F.
Moreno Ruiz», La Opinión [Cabra], 7-X-1972.
-, Juan Valera político, Córdoba, Diputación, 1983-
-, «Una carta inédita de don Juan Valera», La Opinión [Cabra], 7-IX-
1985, pp- 4-7.
-, «Una carta inédita desde Viena», Ideal, 18 [Granada] 6-VII-1990, p. 37.
-, «Una carta inédita de don Juan Valera desde Washington», Angélica,
1(1991), pp. 65-71.
-(ed.), Cartas a sus hijos, Córdoba, Imprenta Provincial de Córdoba,
1991.
Gamallo Fierros, Dionisio, «Campoamor, Zorrilla y Valera escriben a don
Leopoldo Alas. Tres cartas inéditas del epistolario de Clarín», La Esta¬
feta Literaria, 2 (20-111-1944), p. 3-
García Martín, J. L. (ed.), Cartas a Estébanez Calderón, Gijón, Libros de Pe-
xe, 1996.
González Troyano, Alberto, «Las Andalucías posibles de Valera: Unas notas
sobre su correspondencia», en C. Cuevas [1995], pp. 183-188.
Gracia Boix, Rafael, «Tres cartas inéditas de donjuán Valera», Boletín de la
Real Academia de Córdoba, 94 (1974), pp. 41-48.
Juan y Llovera, Carmen, «Donjuán Valera ante la Restauración. Epistolario
político», Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 83 (1975), pp.
27-61.
Juderías, Julián, «Donjuán Valera y don Gumersindo Laverde, fragmentos
de una correspondencia inédita», La Lectura, XVII, 3 (1917), pp. 15-27
y 165-178.
Lamartinel, Jean, «Lettres inédites de Juan Valera á Morel-Fatio», Bulletin
Hispanique, LXXIV (1972), pp. 453-465.
Llórente Falcó, Teodoro, «Un breve epistolario de Juan Valera. Cartas al
poeta Teodoro Llórente», La Estafeta Literaria, 7 (15-V1-1944).
López Estrada, Francisco, «Epistolario de don Juan Valera a Servando Ar-
bolí», en Studia Philologica. Homenaje a Dámaso Alonso, Madrid, Gre-
dos, 1961, ü, pp. 387-400.
Lozano Guirao, Pilar, «El archivo epistolar de don Ventura de la Vega», Re¬
vista de Literatura, XIII (1958), pp. 121-172; XIV (1958), pp. 170-197.
Martínez Kleiser, Luis, Don Pedro Antonio de Alarcón, Madrid, Suárez,
1943, pp. 115-116.
Molina, José Luis, «Cartas inéditas de Juan Valera a Fernando A. del Olmet»,
Cuadernos Hispanoamericanos, 520(1993), pp. 45-54.
Navarro, Ana, -Don Juan Valera en Viena. Expediente diplomático y co¬
rrespondencia política», Cuadernos para Investigación de la Literatu¬
ra Hispánica, 14 (1991), pp. 7-78.
196 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Navarro, Ana, «La correspondencia diplomática de Valera desde Francfort,


Lisboa, Washington y Bruselas (I)»: Confederación Germánica», Cua¬
dernos para la Investigación de la Literatura Hispánica, 17 (1993),
pp. 154-178; (II) Ibíd., «Confederación Germánica», 18 (1993), pp 159-
194; (III) Ibíd., «Confederación germánica», 19 (1994), pp. 127-205;
(IV), Ibíd., «Portugal», 20 (1995), pp. 253-349.
Oliveira Martins, Joaquín, «Correspondencia, Lisboa, Parceria A. M. Perei-
ra, 1926, pp. 49-51.
Oller, Narcís, Memóires literáires. Historia deis meus llibres, Barcelona, Ae-
dos, 1962, pp. 41-42.
Ombuena, José, «Don Juan Valera en los Estados Unidos», Boletín de la
Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba,
XXVII (1956), pp. 209-211.
Ortega, Soledad (ed.), Cartas a Galdós, Madrid, Revista de Occidente,
1964, pp. 411-413.
Pagés Rangel, Roxana, «La construcción pública de una identidad privada:
Juan Valera en Rusia desde sus cartas», en La Chispa 95, Tulane Uni-
versity, 1995, pp. 269-280.
Palma, Ricardo, Epistolario, Lima, Cultura Antártica, 1949, II, pp. 137-239-
Pedraza, África, Epistolario Valeriano, Sevilla, González Cabañas, 1967.
Penedo, Fr. M., «Epistolario inédito de donjuán Valera a don José María
Carpió», Estudios, III (1974), pp. 415-429.
Pineda, Daniel, «Correspondencia inédita de donjuán Valera con El Bachi¬
ller Francisco de Estepa», La Voz de Estepa, 32 (30-VI-1973), pp. 4-5.
Rodríguez Marín, Francisco, Don Juan Valera, epistológrafo, Revista de Ar¬
chivos, Bibliotecas y Museos, 1925.
Romero Tobar, Leonardo (ed.), Una anatomía electoral correspondencia
familiar, 1855-1864, Barcelona, Sirmio-Quaderns Cremá, 1992.
-, «Cartas de Valera a Juan Facundo Riaño», Angélica, 6 (1994), pp. 129-
138.
-, «Valera en Italia: Nápoles, Florencia y Turín en cartas inéditas», An-
nali dell’Istituto Universitario Oriéntale, XL, 2, 1998, pp. 339-356.
Sáenz de Tejada Benvenuti, Carlos, Juan Valera. Serafín Estébanez Calde¬
rón (1850-1858). Crónica histórica y vital de Lisboa, Brasil, París y
Dresde, como conyunturas humanas, a través de un diplomático inte¬
lectual, Madrid, Moneda y Crédito, 1971.
-(ed.), Juan Valera, Cartas íntimas (1855-1897), Madrid, Taurus, 1974.
Serrano Asenjo, José Enrique, «Las cartas rusas de Valera en La España, en¬
tre la censura y el eufemismo», en C. Cuevas [19951, pp. 213-223.
Serrano y Sanz, Manuel, «Cartas de algunos literatos a don Emilio Arrie-
ta, don Ruperto Chapí y don Adelardo López de Ayala», Boletín de
la Real Academia Española, XIX (1932), pp. 368-369.
Simón Díaz, José, Semanario Pintoresco Español (Madrid, 1836-1857),
Madrid, CSIC, 1946, pp. LXXIII-LXXIV.
JUAN VALERA 197

Vasileva-Shvede, O. K., «Autograf Khuana Valery v arkhive S. A. Sobolevs-


kogo», Russko-Europeiskie Literaturnye sviazi, Moscú-Leningrado,
1966, pp. 371-373.
Vázquez-Dodero, José Luis, “Las cartas de don Juan Valera», Nuestro Tiem¬
po, 49 (1958), pp. 111-120.
Yebes, condesa de, «Tres cartas inéditas», Boletín de la Real Academia de la
Historia, CXLVIII (1961), pp. 249-254.

4.7.5. Bibliografía

Abad Nebot, Francisco, «Las ideas estéticas de Donjuán Valera», en C. Cue¬


vas [19951, pp. 65-83-
Abrahamson, Marsha R., «Krausism, Pepita Jiménez, and the Divinization
of life», Letras Peninsulares, IV, 1 (1991), pp. 225-243.
Actas del I Congreso Internacional sobre don Juan Valera, Córdoba, Exma.
Diputación de Córdoba-Ayuntamiento de Cabra, 1997 [coordinadora
Matilde Galera Sánchez].
Alas, Leopoldo, Solos de Clarín, Madrid, 1881, pp. 261-268 [El Comenda¬
dor Mendoza] y 273-275 [Doña Lu2\.
-, «Del estilo en la novela», Arte y Letras, 3 (1882), pp. 23-24.
-, «Novedades literarias. Metafísica a la ligera, por Valera», Arte y Letras,
14 (1883), p 112. [Artículo reeditado en Sermón perdido, Madrid, Fe,
1885, pp. 254-258].
-, «Valera», La Opinión, Madrid, 26 de junio de 1886. [Reeditado en
Nueva Campaña, Madrid, Fe, 1887, pp. 88-89).
Aguinaga Alfonso, Magdalena, «Valera y Galdós: dos concepciones del
modo de novelar», en Actas [1997], pp. 459-465.
Alfonso, Luis,«Las ilusiones del doctor Faustino, por donjuán Valera», Ilus¬
tración Española y Americana, XIX, 2 (1875), pp. 58-61.
Almela Boix, Margarita, «Nicolás de Damasco y donjuán Valera: Una fuente
griega de dos relatos de Valera», Epos, 3 (1987), pp. 23-44.
-, «Una narración inacabada de Juan Valera», en Ex-Libris. Homenaje...
Fradejas Lebrero, Madrid, UNED, 1993, II, pp. 105-116.
-, «El Cadijeismo o la educación sentimental del héroe en El Cautivo de
Doña Mencía-, Acto [1997], pp. 223-234.
Alonso Calvo, Miguel (Ramón de Garciasol), «Valera y sus editores», Biblio¬
grafía Hispánica, VII (1947), pp. 513-526.
-, «El escritor don Juan Valera», Cuadernos Hispanoamericanos, I
(1948), pp. 541-554.
Altamira, Rafael, Genio y figura..., por don Juan Valera», Revista Crítica de
Historia y Literatura, 11 (1897), pp. 146-148.
Álvarez Barrientos, Joaquín, «Ideas de Juan Valera sobre la novela román¬
tica», en Ermanno Caldera (ed.), Romanticismo 3-4. Atti del IV Con-
198 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

gresso sul Romanticismo Spagnolo e Ispanoamericano, Genova, 1988,


pp. 9-16.
Amorós, Andrés, «Juan Valera: Doña Luz, en El Comentario de Textos. La
novela realista, Madrid, Castalia, 1979, pp- 79-96. [Reimpreso en E.
Rubio [1990], pp. 301-315).
-, «Asclepigenia, clave de la obra de Valera», en C. Cuevas [1995], pp.
147-167.
-, «El amor en donjuán Valera», en Actas [1997], pp. 47-55.
Anzoátegui, Ignacio B., «Donjuán Valera, novelista audaz», Cuadernos
Hispanoamericanos, 88 (1975), pp. 94-102.
Ara Torralba, Juan Carlos y Hübner Teichgráber, Daniel, «Estrategias de la
enunciación en las novelas de Juan Valera», Revista de Literatura, LIV
(1992), pp. 599-618.
Arboleda, Joseph, «Valera y el krausismo», Revista de Estudios Hispánicos,
10 (1976), pp. 139-148.
Argente del Castillo Ocaña, Concepción, «Juanita y doña Inés. Dos interpreta¬
ciones de la tradición literaria», en Actas [1997], pp. 215-224.
Ariza, Manuel, «Notas sobre la lengua de Juan Valera», Anuario de Estudios
Filológicos, X (1987), pp. 13-24.
Ares Montes, J., «Juan Valera y Os Lusiadas», Revista de Filología Española,
LVI, enero-junio 1973, pp. 94-102.
Arrarás, Joaquín, «Valera y el Quijote», Boletín de la Real Academia Espa¬
ñola, XVIII (1947), pp. 236-238.
Ayala, M.a de los Ángeles, «Valera y la novela de la segunda mitad del siglo
xix», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXXII (enero-diciem¬
bre 1996), pp. 87-98.
Azaña, Manuel, «Valera en Rusia», Nosotros, LII (1926), pp. 5-40.
-, La novela de «Pepita Jiménez*, Madrid, Cuadernos Literarios, 1927a.
[Reimpreso en E. Rubio (1990), pp. 213-244],
-, «Valera», Prólogo a Pepita Jiménez, Madrid, La Lectura, 1927b, pp. IX-
LXII (Clásicos Castellanos, vol. LXXX). [Reed. en La invención del
•Quijote-y otros ensayos, Madrid, Espasa Calpe, 1934, pp. 141-244. Di¬
cho trabajo y el anterior —La novela de -Pepita Jiménez«— fueron ex¬
tractados de su obra inédita Juan Valera (1926)].
-, Valera en Italia. Amores, política y literatura, Madrid, Páez, 1929.
[Un capítulo de dicho libro —-Estébanez Calderón y Valera-— se pu¬
blicó en Contemporáneos (.México), 18 (noviembre, 1929), pp. 296-
317; 19 (diciembre, 1929), pp. 339-3531-
-, Ensayos sobre Valera. Prólogo de Juan Marichal, Madrid, Alianza
Editorial, 1971. [Recoge toda la bibliografía citada por Azaña, salvo
la conferencia de 1928 sobre la pieza teatral Asclepigenia].
Azorín, [Martínez Ruiz, José], «Figuras andaluzas, Juana y Juanita», Blanco y
Negro, XV, 737 (1905). Reed. En España. Hombres y paisajes, Madrid,
Beltrán, 1909, pp. 145-149-
JUAN VALERA 199

Azorín, [Martínez Ruiz, José], -Donjuán Valera», en Los valores literarios,


Madrid, Renacimiento, 1913, pp. 171-176.
-, -Córdoba», en El paisaje de España visto por los españoles, Madrid,
Renacimiento, 1917, pp. 93-105.
-, De Valera a Miró, Madrid, Aguado, 1959, pp. 19-51. Contiene nue¬
ve ensayos: «Valera en sus cartas», publicado en Los valores litera-
nos(1913) el resto en ABC. La relación es la siguiente -Donjuán Va-
lera» (2-XI-1946); «Bujalance» (8-12-1946); «Valeriana» (10-1-1947);
«Valera y Cervantes» (24-1-1947); «Valera en Granada» (12-2-1947);
«La sensibilidad de Valera» (18-2-1947); «Valera y sus amigos» (19-3-
1947); «Nota a Valera» (6-6-1952).
Bacigalupo, M. F., «Discretion in Valera’s Doña Luz-, Kentucky Romance
Quarterly, 26 (1979), pp. 293-303-
Baena, Enrique, «Juan Valera y “El arte por el arte”», en C. Cuevas [1995],
pp. 41-63.
Barco, Pablo del, «Novela española de ambientación brasileña: Genio y
figura de Juan Valera», Cuadernos Hispanoamericanos, 388 (1982),
pp. 191-196. [Reimpreso en E. Rubio [1990], pp. 405-411].
Barrera López, José María, *El Comendador Mendoza: nueva lectura», en
Actas [1997], pp. 285-296.
Bataillon, Marcel, «L’Espagne de Mérimée, d’aprés sa correspondance»,
Revue de Littérature Comparée, XXII (1948), pp. 35-66.
Bauer, Beth-Wietelmann, -Novéis in Dialogue: Pepita Jiménez y La Re¬
genta-, Revista de Estudios Hispánicos, 25, 2 (1991), pp. 103-121.
Benítez Claros, Rafael, «Don Juan Valera y nuestros problemas espiritua¬
les», Revista de Educación, I, 9 (1956), pp. 503-516.
Bermejo Marcos, Manuel, Don Juan Valera, crítico literario, Madrid,
Gredos, 1968.
-, «Don Juan Valera y Cervantes», en John Macklin (ed.), After Cer¬
vantes: A celebration of 75 Years of Lberian Studies at Leeds, Leeds,
Trinity and All Saints, 1993, pp. 91-144.
Beser, Sergio, Leopoldo Alas, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968.
Bianchini, Andreina,«Pepita Jiménez. Ideology and Realism», Hispanófi¬
la, 33 2 (1990), pp. 33-51.
Bobadilla, Emilio [Fray Candil], Escaramuzas (sátirasy críticas), Ma¬
drid, Fernando Fe, 1888.
Botrel, Jean-Fran^ois, «Sur la condition de l’écrivain en Espagne dans la
seconde moitié du xixéme. siécle: Juan Valera et l’argent», Bulletin
Hispanique, LXX1I, 3-4 (1970), pp. 293-310. [Reimpreso en E. Rubio
(1990), pp. 108-1251.
-, «Juan Valera directeur de El Centenario (1892-1894), Bulletin His¬
panique, LXXX (1978), pp. 71-87. [Reimpreso en Libros, prensa y
lecturas, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993, pp.
500-521],
200 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Bravo Villasante, Carmen, «Idealismo y ejemplaridad de don Juan Vale-


ra. Carta a una joven que estudia literatura española», Revista de Li¬
teratura, I (1952), pp. 339-362.
-, Biografía de don Juan Valera, Barcelona, Aedos, 1959- [Reimpre¬
so en Madrid, Editorial Magisterio Español, 1974],
-, Pepita Jiménez. Mujer actual, Madrid, Fundación Universitaria,
1976.
-, Juan Valera, Madrid, Cultura Hispánica, 1989-
Brunetiére, Ferdinand, «La casuistique dans le román», Revue des Deus
Mondes, XLVIII (1881), pp. 453-464. [Reed. En Histoire et littérature,
Paris, Calmann-Lévy, S. A., I, pp. 183-2051-
Camacho Padilla, José M., «Valera en el centenario de Goethe», BRAC, XI
(1932), pp. 227-250.
Cano, José Luis, «Un amor de don Juan Valera», Quaderni Ibero-Ameri-
cani, II (1954), pp. 487-489.
-, «Don Juan Valera en el Brasil», Cuadernos Americanos, CXXX
(1963), pp. 279-284.
Cantos Casenave, Marieta, «El Hechizo: una metáfora mágica de la crea¬
ción poética», en Actas[\991], pp. 313-322.
Carabias, Josefina, «El dandy don Juan Valera», Ateneo, I, 23 (1952), p. 2.
Casa, Frank P, «La transformación del tema del viejo y la niña en Valera»,
en Actas [1997], pp. 397-403.
Cate-Arries, Francie, «El krausismo en Doña Luz y Pepita Jiménez- en
Homenaje a Luis Morales Oliver, Madrid, FUE, 1986, pp. 221-236.
[Reimpreso en E. Rubio (1990), pp. 325-344].
Chamberlin, Vernon A., «Doña Perfecta Galdós’ Reply to Pepita Jimé¬
nez», Anales Galdosianos, 15 (1980), pp. 11-21.
-, «Juan Valera and Galdós’ Characterization of Juanito Santa Cruz»,
Anales Galdosianos, XXII (1987), pp. 25-31-
-, «Pepita Jiménez and the Romance Tradition», Anales Galdosianos,
XXV (1990), pp. 69-75.
-, «Juan Valera y la caracterización de Juanito Santa Cruz en Fortu¬
nata y Jacinta-, en Actas del X Congreso Internacional de Hispanis¬
tas, Barcelona, PPU, 1992, pp. 1237-1242.
Charnon-Deutsch, Lou, «Gender Specific Roles in Pepita Jiménez-, Revis¬
ta de Estudios Hispánicos, XIX (1985), pp. 87-105.
Chevalier, Máxime, «Juan Valera, crítico de la literatura francesa», en En¬
sayo, 1980, pp. 141-155.
Clavería, Carlos, «En torno a una frase en caló de don Juan Valera», en
Estudios sobre los gitanismos en español, Madrid, CSIC, 1951, pp
91-128.
Correa Ramón, Amelina, «La religiosidad popular andaluza en la obra de
Juan Valera: PepitaJiménezy Juanita la Larga, en Actas [1997], pp.
233-246.
JUAN VALERA 201

Cristina Carbonel, Marta, -La polémica en torno a las Cartas Americanas


(1889), en Actas XXIX Congreso del Instituto Internacional de Li¬
teratura Iberoamericana, Barcelona, PPU, pp. 157-173-
Cruz Casado, Antonio, «Fray Miguel de Zuheros: un personaje de donjuán
Valera», Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles
Artes de Córdoba, 121 (1991), pp. 129-136.
-, *Morsamor en el contexto de la novela fantástica europea de finales
de siglo*, en Actas [1997], pp. 297-311.
Cuenca Toribio, José Manuel, «Donjuán Valera: una reflexión iberoameri¬
cana», Cuadernos Hispanoamericanos, 543 (1995), pp. 121-132.
-, «Donjuán Valera, iberista», en Actas [1991], pp. 95-106.
Cuevas García, Cristóbal (ed.), Juan Valera. Creación y crítica. Actas
del VIII Congreso de Literatura Española Contemporánea. Universi¬
dad de Málaga, 15, 16, 17y 18 de Noviembre de 1994, Edición diri¬
gida por Cristóbal Cuevas y coordinada por Enrique Baena, Málaga,
Publicaciones del Congreso de Literatura Española Contemporánea,
1995.
DeCoster, Cyrus C., “Valera en Washington», Arbor, XXVII (1954), pp. 215-
223. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp. 152-161].
-, -Valera y Portugal», Arbor, XXXIII (1956), pp. 398-410. [Reimpreso en
E. Rubio (1990), pp. 162-1751.
-, «Un fragmento inédito de una versión más antigua de la novela de Va-
lera. Morsamor-, Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras
y Nobles Artes de Córdoba, XXVII (1960), pp. 138-142.
-, -Valera, Critic of American Literature», Hispania, XLIII (1960), pp.
364-367.
-, «Valera and Andalusia», Hispanic Review, XXIX (1961), pp. 200-216.
-,Juan Valera, Boston, Twayne, 1975.
-, «Valera’s Use Neologisms», en Perspectivas de la novela, Valencia, Al¬
ba tros, Ediciones Hispanófila, 1979, pp. 49-54.
-, «Dos recursos lingüísticos de Valera: el empleo de neologismos y de
alusiones literarias en su ficción», en C. Cuevas [1995], pp. 13-26.
-, «Elementos costumbristas y recursos lingüísticos en Juanita la Lar¬
ga-, en Actas [1997], pp. 1-11.
Díaz-Peterson, Rosendo, *Pepita Jiménez, de Juan Valera, o la vuelta al
mundo de los sentidos», Arbor, XC (1975), pp. 359-370.
Domínguez Sío, María Jesús, “Valera y Giner: confluencia de ideas», en Ac¬
tas [1997], pp. 107-117.
Drochon, PierreJ., «Valera et la liberté religieuse», Melangesde la Casa Ve-
lázquez, VII (1972), pp. 407-440.
Duarte Berrocal, M.* Isabel, «Juan Valera, narrador de lo maravilloso», Ana-
lecta Malacitana, 9, 2 (1986), pp. 375-394.
-, -La técnica creativa de Juan Valera, dos notas sobre los espacios recu¬
rrentes», Analecta Malacitana, 10, 1 (1987), pp. 175-180.
202 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Durand, Franck, «Valera: narrador irónico», ínsula, 360 (1976), p. 3-


Ellis, Havelock, «Juan Valera», La España Moderna, CCXLIV (1909), pp. 15-
34.
Eoff, Sherman H., «Juan Valera interest in the Orient», Hispanic Review, VI
(1936), pp. 193-205. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp. 459-472].
Estévez Molinero, Ángel, «Cuestión de niveles y voces: la ironía en Pepita
Jiménez-, en Actas [1997], pp. 275-283.
Estil.Les Farré, Juan Emilio, «El contenido de la mirada en Juanita la Lar¬
ga», en Actas [1997], pp. 247-255.
Ezama Gil, Ángeles, «Construcción de la realidad y ficción narrativa en la
prosa de Valera: De la correspondencia con Estébanez Calderón a la no¬
vela Genioy figura-, en C. Cuevas [1995], pp. 201-211.
Feal, Carlos, «Pepita Jiménez o del misticismo al idilio», Bulletin Hispani-
que, LXXXV1, 3-4 (1984), pp. 473-483. [Reimpreso en E. Rubio (1990),
pp. 263-2751.
Fernández, Pura, «Juan Valera ante la polémica en torno a la moral en el ar¬
te: la traducción de Dafnisy Cloe o Las Pastorales de Longo (1880)»,
en Actas [1991], pp. 149-158.
Ferreras, Juan Ignacio, «Morsamor; testamento literario de la Generación
del 98», en Introducción a una sociología de la novela española del si¬
glo xa, Madrid, Taurus, 1973, pp. 225-239.
Fishtine, Edith, Don Juan Valera, the Critic, Bryn Mawr, George Banta,
1933.
Francisco, Antonio de, «La proyección internacional del pensamiento de Juan
Valera», Revista de Estudios Políticos, 125 (1962), pp. 153-176.
Franz, Thomas R., «The Dialoguized Realism of Pepita Jiménez», Revista
Hispánica Moderna, XLV1I, 2 (1994), pp. 325-334.
Gabino, Juan Pedro, «Valera en la crítica de Clarín: veinticinco años de in¬
terpretación literaria (1875-1900)», en Actas [1997], pp. 425-435.
Galeote, Manuel, «De donjuán Valera a Cristóbal de Castro sobre el anda¬
lucismo lingüístico», en Actas[ 1997], pp. 467-478.
Galera Sánchez, Matilde, «El sepulcro de Pepita Jiménez», La Opinión (Ca¬
bra), julio de 1974a.
-, «Para un esbozo de Pepita Jiménez», La Opinión (Cabra), LXII (sep¬
tiembre 1974b).
-, «Valera, viticultor y enólogo», Boletín de la Real Academia de Cien¬
cias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, LV (1984), pp. 281-300.
-, «Don Juan Valera y Granada», en Homenaje a Gallego Morell, Grana¬
da, Universidad, 1989, II, pp 9-25.
-, «El contexto vital e histórico en que Valera escribe Morsamor, Bole¬
tín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de
Córdoba, 121 (1991), pp. 137-144.
-, «La gestión diplomática de donjuán Valera», en Actas [1997], pp. 57-
73.
JUAN VALERA 203

Gallego Morell, Antonio, -Las poesías de Valera-, Poesía Española, 89


(1960). pp. 29-32.
-, «Un trabajo inédito y universitario de Juan Valera-, Boletín de la Real
Academia Española, LII, 195 (1972), pp. 149-158.
-, «El lugar de Valera en la literatura española», en Actas [1997], pp. 89-94.
García, Miguel Ángel, «Formalismo e idealismo trascendental en la estética
de Valera-, en Actas [1997], pp. 137-147.
García Cruz, Arturo, Ideología y vivencias en la obra de Juan Valera, Acta
Salmanticensia, Ediciones Universidad de Salamanca, 1978.
-, «El problema de las “ilusiones” en Benito Pérez Galdós y en donjuán
Valera*, en Actas del III Congreso Internacional Galdosiano, Las Pal¬
mas, Cabildo Insular, 1980, II, pp. 183-195.
Gil Cremades, Juan J., Krausistasy liberales, Madrid, Seminarios y Edicio¬
nes, 1975.
Giménez Caballero, Ernesto, «Conmemoración de D. Juan Valera*, Revista
de Occidente, VI (octubre, 1924), pp. 140-150.
Gómez de Baquero, Eduardo, •Juanita la Larga», La España Moderna,
LXXXVI (1896), pp. 177-185.
-, «La última novela de D. Juan Valera. ¿Nuevo Persiles? El ocultismo en
Morsamory en otros libros del Sr. Valera-, La España Moderna, CXXIX
(1899), pp. 150-155.
Gómez Yebra, Antonio A., -El humor popular en Valera: Cuentos andalu¬
ces», en C. Cuevas [19951, pp. 171-181.
González López, Luis, Las mujeres de don Juan Valera, Madrid, Aguilar,
1934.
González Román, Gonzalo, «Don Juan Valera. Sus andanzas diplomáticas y
su personalidad humana vista a través de ellas-, en Boletín de la Real
Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, XXVII
(1956), pp. 167-185.
Graell Vázquez, M.a Cristina, «El fin de siglo español y europeo a la luz de
los artículos críticos de donjuán Valera-, en Actas [1997], pp. 405-413-
Gullón, Ricardo, «La novela española en la frontera de dos siglos: Valera,
Galdós, Clarín, Pardo Bazán*, en El legado cultural de España..., Ma¬
drid, Círculo de Lectores, 1992, pp. 15-29.
Gutiérrez, Belén, -El léxico andaluz en la obra de Valera-, en Antiqua et
Nova Romanía. Estudios en honor de José Mondéjar, Granada, Univer¬
sidad, 1993, pp. 313-330.
Ibarra, Fernando, -Don Juan Valera, por dentro, en Washington», Cuader¬
nos Hispanoamericanos, 263-264 (1971), pp. 571-589.
Irving, Robert L., Self-Rejlexive Narrative in Four Novéis of Juan Valera:
■Mariquita y Antonio», -Pepita Jiménez*, -Las ilusiones del doctor Faus¬
tino-y -Juanita la Larga-, University of Wisconsin-Madison, 1986.
Jiménez Fraud, Alberto, Juan Valera y la generación de 1868, Madrid, Tau-
rus, 1973.
204 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Jiménez Martos, Luis, Juan Valera (un liberal entre dos fuegos), Madrid, EPE-
SA, 1983.
Juretschke, Hans, "Das Deutschlanderiebnis Juan Valera (1824-1905), en Die-
ter Kremer y Ludwig Schrader (eds.), Aspekte derHispania im 19. und
20.Jahrhundert, Hamburg, Buske, 1983, pp. 223-243.
Klein, Carol E., -Feminine Forces in the Major Works of Juan Valera», Publica-
tions of tbe Missisippi Pbilological Association, Jackson, MI (POMPA),
1984, pp. 37-54.
Krynen, Jean, «Juan Valera et la mystique espagnole», Bulletin Hispanique,
XLVI (1944), pp. 35-72.
-, «L’esthetisme de Juan Valera», Acta Salmanticensia, II, 2 (1946), pp. 1-
97.
Larsen, Kevin S., «Pepita Jiménez and the “Fortúnate Fall” Theme», Neopbilo-
logus, LXXVII, 2 (1993), pp. 229-241.
Litvak, Lily, -Morsamor. Un viaje de iniciación hacia la India», Hispanic Re-
view, 53, 2 (1985), pp. 181-199.
-, -Paradeisos. El tema del jardín y un jardín neoplatónico en las novelas
de Juan Valera», en Actas [1997], pp. 27-46.
López Jiménez, Luis, El naturalismo y España. Valera frente a Zola, Madrid,
Alhambra, 1977.
-, «Valera, admirador de Francia en sus novelas», en Imágenes de Francia
en las Letras Hispánicas, Barcelona, PPU, 1989, pp. 175-182.
Lott, Robert E., «Pepita Jiménez and Don Quijotes Structural Comparison»,
Hispania, XLV (1962), pp. 395-401.
-, Language and Psicology in«Pepita Jiménez*, Urbana, Chicago, London,
University of Illinois Press, 1970.
-, Siglo de Oro-, Tradition and Modern Adolescent Psychology in -Pepita
Jiménez: A Stilistic Study, Dis., The Catholic University of America, 1958
[New York, AMS Press, 1976].
-,«Pepita Jiménez y Don Juan Tenorio: unos paralelos insospechados»,
Hispanófila, 78 (1983), pp. 21-31.
Louis-Lande, T., «Essais et notices. Un román de moeurs espagnol. Pepita Ji¬
ménez, par donjuán Valera, Madrid, 1874», Revue de Deux Mondes, VII
(15-1-1875), pp. 471-480.
Madland, Helga Stipa, «Time in Pepita Jiménez», Romances Notes, 21 (1980-
1981), pp. 69-73-
McCurdy, G. Grant, «Misticism, Love and illumination in Pepita Jiménez>, RE¬
HA, XVII (1983), pp. 323-334.
Mansberger Amorós, Roberto, «Algunos aspectos de “la cuestión del arte por
el arte” y sus reflejos en la Generación del 76-, DHA, 4 (1984), pp. 29-47.
Marbán, J. A., «El Morsamor de Valera: sublimación del desengaño», Círculo,
X (1981), pp. 69-76.
Marcus, Roxanne B., «The Novelist Art of donjuán Valera», Diss. Yale Univer¬
sity, 1971.
JUAN VALERA 205

Marcus, Roxanne B., «Contemporary Life and Manners in the Novéis of


Juan Valera», Hispania, 58 (1975), pp. 454-466.
-, «An Aplication of Jungian Theory to the Interpretation of doña Inés
in Valera’s Juanita la Larga», Revista Canadiense de Estudios Hispá¬
nicos, III (1979), pp. 259-274. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp.
383-401],
-, «The Medid Venus-, Veiled Metaphors of the Nude in Juan Valera’s
Pepita Jiménez«, REHA, 32 (1998), pp. 101-115.
Marichalar, A., Riesgo y ventura del duque de Osuna, Madrid, Espasa-Cal-
pe, 1930, pp. 205-240.
Marco, J., «Al hilo de una polémica: Campoamor y Valera», ínsula, 575
(1994), pp., 11-12.
Mayoral, Marina, «Clarín y Valera, críticos literarios», Revista de Occiden¬
te, 82 (1970), pp. 97-103.
Mazzei, Pilade, «La lírica di Donjuán Valera», Bulletin Hispanique, XXVII
(1925), pp. 131-163.
Melián Lafinur, Alvaro, «Valera novelista», Boletín de la Academia Argen¬
tina de Letras, XXII (1957), pp. 427-466.
Miralles, Enrique, «Vida y Literatura en Valera: una alternativa para el vie¬
jo tópico (corte y aldea)», en Nationalisme et Littérature en Espagne et
en Amérique Latine au x/\e Siécle, Lille, Université, 1982, pp. 25-48.
-, «A la vuelta de una centuria: el romanticismo de Valera en Morsa-
mon, en Romanticismo y fin de siglo, Barcelona, PPU, 1992, pp. 295-
305.
-, «Una polémica de Valera con El Imparcial», en C. Cuevas [19951,
pp. 224-238.
Montes Huidobro, Matías, «Sobre Valera. El estilo (Dimensión armónica y
carácter funcional de las superficies pulidas)», Revista de Occidente,
104 (1971), pp. 168-192. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp. 347-371).
Montesinos, José F., «Una nota sobre Valera. Sus cuentos y su vocación
de novelista», en Estudios dedicados a Menéndez Pidal, Madrid,
CSIC, 1953, IV, pp. 433-459.
-, Valera o la ficción libre. Ensayo de interpretación de una anoma¬
lía literaria, Madrid, Gredos, 1957. [ Madrid, Castalia, 1970].
Montoto, Santiago, Valera al natural, Madrid, Langa, 1962.
Montoya Ramírez, M.a Isabel, «Los Discursos y Comentarios de temas lin¬
güísticos de donjuán Valera», en Actas [1997], pp. 497-503-
Morely Navarro, Esther y Fuentes Gutiérrez, M.*, Dolores «Los oficios fe¬
meninos en Valera y sus coetáneos», en Actas [1997], pp. 445-450.
Moreno Alonso, Manuel, «Las ilusiones americanas de Don Juan Valera»,
Anuario de Estudios Americanos, XLVI (1989), pp 519-568.
Moreno Hurtado, Antonio, «El elemento castizo en la obra de don Juan
Valera (I)», Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y
Nobles Artes de Córdoba, 127 (1994), pp. 433-444.
20 6 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Muñoz Rojas, José Antonio, «Notas sobre la Andalucía de don Juan Valera»,
Papeles de Son Armadans, III (1956), pp. 9-22.
Navajas, Gonzalo, «Dos versiones del erotismo: el amor transparente y el
amor oscuro en Doña Luz de Juan Valera», Letras Peninsulares, 1, 1
(1988), pp. 21-33-
Navarro, Ana, «Historia editorial de Pepita Jiménez, Cuadernos para Investi¬
gación de la Literatura Hispánica, 10 (1988), pp. 81-108.
-, «Manuscritos de Valera en la Biblioteca Nacional», Cuadernos para In¬
vestigación de la Literatura Hispánica, 11 (1989), pp. 85-122.
-, «Pepita Jiménez y la literatura de viajes europea», en C. Cuevas [19951,
pp. 85-110.
Navas, conde de (López Valdemoro), «Centenario de Valera...», Boletín de la
Real Academia Española, XI (1924), pp. 484-508.
Ocaña Vergara, José María, «Recordando a Stendhal y a Valera», Boletín de la
Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, LV
(1984), pp. 253-262.
Ocharán Mazas, Luis de, Incorrecciones deslizadas en las páginas de«Pepita
Jiménez», Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1924.
Oleza, Juan, «Valera o la ambigüedad», en La novela delXIX, Valencia, Bello,
1976, pp. 49-64.
-, «Donjuán Valera: entre el diálogo filosófico y el cuento maravilloso», en
C. Cuevas [1995], pp. 111-146.
Ontañón De Lope, Paciencia, 'Juan Valera y Galdós. Historia de una enemis¬
tad», Bulletin Hispanique, 93, 2 (1991), pp. 393-401.
Pageard, Robert, Goethe en España, Madrid, CSIC, 1958, pp. 103, 122-125,
156-160.
-, -Pepita Jiménez en Francia», Bulletin Hispanique, LXIII (1961), pp. 28-
37.
-, «Una relación francesa de Juan Valera: Gustave Básele de Legréze», Bo¬
letín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Cór¬
doba, 127 (1994), pp. 475-476.
-, -Juanita la Larga en Francia», en Actas A997], pp. 211-214.
Pages Rangel, Roxana, «La construcción pública de una identidad privada:
Juan Valera en Rusia desde sus cartas», La Chispa’95, Tulane University,
1995, pp. 269-280.
Palacio Valdés, Armando, «Los oradores del Ateneo. Don Juan Valera», Revis¬
ta Europea, IX (1877), pp. 470-472. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp.
25-30],
-, «Los novelistas españoles: Donjuán Valera», Revista Europea, XI (1878),
pp. 519-523, 593-597. [Reeditado en Los novelistas españoles, semblanzas
literarias, Madrid, Medina, 1878, pp. 63-88 y A. Sotelo (ed.), Valera. Pe¬
pita Jiménez, Barcelona, PPU, 1989. Apéndice VII, pp. 305-3091.
Palma, Ricardo, «Los sábados de don Juan Valera», en Recuerdos de España,
Lima, Imprenta La Industria, 1899, pp. 210-218.
JUAN VALERA 207

Palma Huguet, Luisa M.a, -La verosimilitud estética en Valera», en Actas


[1997], pp. 127-136.
Paolini, Gilbert, «The Confluence of the Mythic, Artistic, and Psychic Crea-
tion in Valera’s Doña Luz», Revista de Estudios Hispánicos, 16, 2 (1982),
pp. 287-302.
-, «Interacción del mundo artístico y psicológico en Doña Luz,
de Juan Valera», Anales de Literatura Española. Universidad de Alican¬
te, 2 (1983), pp. 409-418. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp. 316-324].
Pardo Bazán, Emilia, «Don Juan Valera», La Lectura VI, 3 (1906), pp. 127-
135, 193-203, 281-290. [Reeditado en Retratos y apuntes literarios, Ma¬
drid, Administración, S. A., pp. 217-280].
Pérez-Bustamante Mourier, Ana-Sofía, «Juan Valera, novelista: una revi¬
sión», Revista de Literatura Española, Universidad de Cádiz, 5-6 (1993-
1994), pp. 85-134.
-, -Retórica y novela de tesis: Una lectura de Pepita Jiménez, de Juan
Valera», Retórica Contemporánea, Universidad de Cádiz, 1994, pp.
315-323.
-, «Juanita la Larga. Valera y la novela como comedia», en C. Cuevas
[1995], pp. 189-200.
Piñero Valverde, María de la Concepción, «Don Juan Valera y la “chusca
baronesa” brasileña», Anuario Brasileño de Estudios Hispánicos, 1993,
pp. 157-160.
-, «Donjuán Valera, crítico de la poesía brasileña», en Actas [1997], pp.
13-25.
Polt, J. H. R., «More on Valera’s Nascit labi virtus», Romances Notes, XXX
(1989), pp. 177-184.
Porlán, Rafael, La Andalucía de Valera, Sevilla, Secretariado de Publica¬
ciones de la Universidad de Sevilla, 1980.
Pórtl, Klaus, -Juan Valera: Pepita Jiménez», in Volker Roloff y Harald Wentz-
laff (eds.), Der spanische Román vom Mittelalter bis zur Gegenivart,
Dusseldorf, Schwann Bagel, 1986, pp. 215-230.
Pozzi, Gabriela, -Lectores partícipes: Pepita Jiménez y Doña Perfecta?, en
Discurso y lector en la novela del siglo xix (1834-1876), Amsterdam,
Editions Rodopi B. V., 1990, pp. 84-145.
Pueyo Casaus, M.* del Pilar, «La tolerancia y el liberalismo filosófico en la tra¬
yectoria vital y literaria de donjuán Valera», en Actas[\9)l), pp. 119-126.
Resina, Joan Ramón, -Pepita Jiménez: del idilio a la Restauración», Bulletin
of Hispanic Studies, 72, 2 (1995), pp. 175-193.
Revilla, Manuel de la, •Las ilusiones del doctor Eaustino, de D. Juan Valera»,
Revista Europea, V (1875), pp. 73-77.
-, «Bocetos literarios. Don Juan Valera», Revista Contemporánea, XIII
(1878), pp. 88-96.
-, -Valera», en Críticas, Burgos, Arnáiz, 1885, pp. 263-302. [Consta de
cinco reseñas: Las ilusiones del doctor Eaustino que había salido en
208 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Revista Europea, V (1875); pp. 73-77; El Comendador Mendoza, en


Revista Contemporánea, X (1877), pp. 253-256; Pasarse de listo, en Re¬
vista Contemporánea, XVI (1878), pp. 121-125- Las otras reseñas se re¬
fieren a Doña Luz y Dafnisy Cloé\.
Revuelta, Luisa, «Valera estilista», Boletín de la Real Academia de Cien¬
cias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, XVII (1946), pp. 25-71.
Robin, Claire-Nicole, «De Asclepigenia (1878) a Juanita la Larga (1895)»,
en Actas{\991], pp. 351-356.
Roca Franquesa, José María, «La personalidad poética de Juan Valera», Re¬
vista de la Universidad de Oviedo, VIII (1947), pp. 41-73-
Rodríguez, Alfred y Boyer, Charles, «Sonríe Feast and an Icón: The Triumph
of the Pagan Spirit in Pepita Jiménez», Romance Notes, XXXII, 2 (1991),
pp. 179-184.
Rodríguez, Rodney J. «Mariquita y Antonio y los límites del realismo», en
Actas del VI Congreso Internacional de Hispanistas, Toronto, 1980,
pp. 611-614.
-, «Icarus Reborn: Mythical Patterns in Pepita Jiménez», Revista de Estu¬
dios Hispánicos, 19, 3 (1985), pp. 75-85.
Rodríguez Marín, Rafael, «Representaciones de la variación lingüística en la
narrativa de donjuán Valera», en Actas [19971, pp. 505-517.
Romero Mendoza, Pedro, Don Juan Valera. Estudio biográfico crítico, Ma¬
drid, Ediciones Españolas, 1940.
Romero Tobar, Leonardo, «La novela regeracionista en la última década del
Siglo», en Estudios sobre la novela española en el siglo xix, Madrid,
CSIC, 1977, pp. 133-209.
-, «Pepita Jiménez en folletín: la historia interminable de las publica¬
ciones efímeras», ínsula, 562 (1993), p. 4.
-, «Autobiografía y otros textos- de Valera», en Ex-Libris. Homenaje al
profesor José Fradeja Lebrero, José Romera, Antonio Lorente y Ana
Freire (eds.), Madrid, UNED, 1993, II, pp. 719-730.
-——, «Folklore y mitología en la novela del fin de siglo: Morsamorde Va-
lera», en Homenatge a Amelia García-ValdecasasJiménez, Valencia,
Facultat de Filología, 1995, II, pp. 741-748.
-, «Recursos de la ficción en los relatos de Valera», en Actas [1997], pp.
75-88.
Ruano de la Haza, José M.a, «La identidad del narrador de los Paripómenos
de Pepita Jiménez•, Revista Canadiense de Estudios Hispáni-cos, VIII,
3 (1984), pp. 325-349. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp. 245-262].
Rubio Cremades, Enrique, «Anotaciones y acotaciones azorinianas a los
textos de Valera», en Actes du Colloque International de Pau, Pau,
Université, 1985, pp. 241-250.
-(ed.), Juan Valera, Madrid, Taurus, 1990.
-, «Los relatos breves de Valera», en Actas del X Congreso Internacional
de Hispanistas, Barcelona, PPU, 1992, pp. 1.451-1.458.
JUAN VALERA 209

Rubio Cremades, Enrique, «Campoamor y Valera: una polémica literaria»,


ínsula, 575 (1994), pp. 13 y 15.
-, "Juan Valera: política y literatura en la Italia del siglo xix», en Relaciones
Culturales entre Italia y España, Alicante, Universidad, 1995, pp. 163-
171.
-, «El tema de la libertad humana en Genio y figura?, en C. Cuevas [1995],
pp. 27-40.
-, -Los relatos fantásticos de Juan Valera», en Jaume Pont (ed.), Narrativa
fantástica en el siglo xa (España e Hispanoamérica), Lleida, Ed. Milenio,
1997, pp. 119-126.
Ruiz Cano, Bernardo, Don Juan Valera en su vida y en su obra, Jaén, Im¬
prenta Cruz, 1935.
Ruiz Mas, José, 'Juan Valera en la literatura de viajes escrita por algunos viaje¬
ros británicos inmediatamente después de su muerte», en Actas [1997],
pp. 437-443.
Rupe, Carole J., La dialéctica del amoren la narrativa de Juan Valera, Ma¬
drid, Editorial Pliegos, 1986.
Sagaró Faci, Matilde, “Presencia de don Juan Valera en Madrid», en Actas
[1997], pp. 159-171.
Sánchez Imizcoz, Ruth, *Pepita Jiménez: una novela griega a la española»,
Cuadernos de ALDEEU, VIII, 1 (1991), pp. 55-68.
Sánchez Mohedano, Gregorio, Don Juan Valera y Doña Mencía, Cabra, Cor¬
dón, 1948.
Sbarbi, José María, *Un plato de garrafales. Juicio crítico de Pepita Jiménez,
por donjuán Valera», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, V (1874),
pp. 187-190 y 203-205.
Senabre, Ricardo, Literatura y público, Madrid, Paraninfo, 1987.
Serrano Puente, F., «La estructura epistolar en Pepita Jiménez>, Cuadernos de
Investigación Filológica, 1 (1975), pp. 39-63-
Servein, Carmen, “La mujer a la moda en la obra novelística de José María de
Pereda y Juan Valera: dos opiniones divergentes», en Actas del IX Sim¬
posio de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, Zara¬
goza, Universidad, 1994,1, pp. 371-376.
-, «Don Paco. Sobre las inclinaciones wertherianas de algunos personajes
en la novela del último cuarto del siglo», en Actas [1997], pp. 257-264.
Siboni, Luis, -Plaza partida», Revista de Navegación y Comercio, 1897, pp. 7-
26.
Smith, Paul, -Juan Valera and the Illegitimacy Motif», Hispania, LI (1968), pp.
804-811.
Soca, Juan, Perfiles egabrenses, Cabra, Cordón, 1961.
Sotelo Vázquez, Adolfo,«Clarín, crítico de Valera», Cuadernos Hispanoame¬
ricanos, 415 (1985), pp. 37-51.
-, -Valera desde la óptica crítica de Clarín?, en Clarín y ?La Regenta»en su
tiempo, Oviedo, Universidad, 1987, pp. 921-937.
210 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Sotelo Vázquez, Adolfo, 'Juan Valera y el arte de la novela, según Manuel de


la Revilla», en Realismo y Naturalismo en España, Barcelona, Anthro-
pos, 1988, pp. 515-532.'
-, -La crisis de la conciencia liberal: el Hegelianismo a medias de don
Juan Valera», España Contemporánea, II (1989), pp. 81-100.
-,Juan Valera el arte de la novela, Prólogo y selección de..., Barcelona,
Lumen, 1996.
Stag, Geoffrey, •Pepita Jiménez, the Shadow of Cide Hamete Benengeli»,
en Iberia. Literary and Histórical Issues, Calgary University, 1985, pp.
117-126.
Thurston-Griswold, Henry-Charles, El idealismo sintético de don Juan Va-
lera: teoría y práctica. Prólogo por Lee Fontanella, Potomac, Mary
Land, Scripta Humanística, 1990.
-, «Idealist Bashing in Juan Valera’s Early Novéis», Washington Roman¬
ce Quaterly, 39, 4 (1992), pp. 467-474.
-, «La temática regeneracionista en el Morsamor de Juan Valera»,
Cincinnati Romance Review, 15 (1996), pp. 35-40.
Tierno Galván, Enrique, «Donjuán Valera, o el buen sentido», en Idealismo
y pragmatismo en el siglo xix, Madrid, Tecnos, 1977, pp. 95-129.
Toledano Molina, Juana, «El arte culinario de Juana la Larga», en Actas
[1997], pp. 225-231.
Torres Pou, Joan, “The Exotic as a Subversive Element injuan Valera’s Mor¬
samor\ Romanische-Forschungen, CVI, 1-4 (1994), pp. 254-259.
Trimble, Robert G., Chaos burning on my Broiv. Don Juan Valera and his
novéis, California, San Benardino, The Borgo Press, 1995.
Turner, Harriet S., -Nescit Lahi Virtus. Authorial Self-Critique in Pepita Ji¬
ménezr», Romance Quarterley, 35, 3 (1988), pp. 347-357.
Valbuena Briones, Ángel, «Donjuán Valera y la idea de América», Acta Sal¬
manticense, X, 2 (1956), pp. 87-96.
Valis, Noel M., «The Use of Deceit in Valera’s Juanita la Larga», Hispanic
Review, XLIX (1981), pp. 317-327. [Reimpreso en E. Rubio (1990), pp.
372-382],
Vallecillo López, José, «Magisterio de Juan Valera», Actas [1997], pp. 489-
496.
Várela Iglesias, Fernando, «El escepticismo filosófico de don Juan Valera»,
Anales de Literatura Española. Universidad de Alicante, 5 (1986-
1987), pp. 533-556.
Varela Jácome, Benito, « La idealización de la realidad en Juan Valera», en
Estructuras novelísticas del siglo xix, Barcelona, Aubí, 1974, pp. 148-
184.
Vázquez Romero, José, «La ensayística de Valera y la filosofía krausista», Le¬
tras Peninsulares, IV, 1 (1991), pp 35-59.
Vidart, Luis, “Recuerdos de una polémica acerca de la novela de don Juan
Valera Pepita Jiménez», Revista de España, LUI, 28-XI-1876, pp. 269-284.
JUAN VALERA 211

Vidart, Luis, «La literatura docente. Doña Luz, novela original de donjuán
Valera-, Revista de España, LXVIII (1879), pp. 342-358.
Villa-Urrutia, marqués de, -D. Juan Valera, diplomático y hombre de mun¬
do-, Boletín de la Real Academia de la Historia, LXXXVI (1925), pp.
453-467.
Whiston, James, Valera: «Pepita Jiménez», London, Grant and Cutler, 1977.
-, -Campo, huerta, jardín, estufa: el deseo y la domesticidad en Pepita
Jiménez>, en Actas (1997], pp. 265-273.
Zamora Romera, Alfonso, Donjuán Valera (Ensayo biográjico-crítico),
Córdoba, Diputación Provincial, 1966.
Zavala, Iris M., Romanticismo y Realismo. Historia y crítica de la Literatu¬
ra Española al cuidado de Francisco Rico, Barcelona, Crítica, 1982 y
1994 [Primer suplemento],
Zejalbo Martín, Joaquín, -La familia de don Juan Valera en Cabra y la no¬
vela Pepita Jiménez, en Actas[\991], pp. 173-188.
5
Entre el costumbrismo
y la novela regional:
José María de Pereda
5

51. Noticia bio-bibuográfica. publicación de sus novelas.


ESTUDIOS DE CONJUNTO. MOTIVOS ESENCIALES
QUE SUBYACEN EN SUS RELATOS

Un material noticioso de gran relevancia sobre la vida y obra


de Pereda fue dado a la luz en época temprana.1 En el mismo
año de la muerte de Pereda, Andrenio, desde las páginas de La
España Moderna emite juicios que resumen, en cierto modo, la
situación de los estudios críticos sobre su obra: -Pereda ha sido
juzgado por autoridades literarias como Menéndez Pelayo (Pró¬
logo a las obras completas de Pereda), la Sra. Pardo Bazán (La
cuestión palpitante). Galdós (Contestación al discurso de ingre¬
so de la Academia y prólogo de El sabor de la tierruca). El P.
Blanco García (Historia de la Literatura española en el siglo xix)
y otros críticos notables. Aunque su personalidad y su obra no
sean un asunto completamente agotado, lo principal que había
de decir sobre Pereda está dicho, y dicho excelentemente» (1906,
p. 163). Más adelante el propio Andrenio, apunta al respecto que
el concepto general de sus obras no experimentará grandes mo¬
dificaciones en un futuro. Las tendencias de Pereda, su tempera¬
mento artístico, caracteres y condiciones principales de sus no¬
velas prevalecerán siempre, en opinión de Andrenio, como
rasgos inherentes a su producción literaria.
José María de Cossío en la Introducción que figura al frente
de sus Obras Completas insiste en lo apuntado por Gómez de Ba-
quero. Prescinde, igualmente, del tono propio de los panegiristas

1 til Diario Montañés publicó un monográfico extraordinario a raíz de la muer¬


te de Pereda, con el título Apuntes para una biografía de Pereda (l-V-1906). En di¬
cha publicación aparecieron los artículos de Enrique Menéndez Pelayo, José María
Quintanilla (-Pedro Sánchez»), Alfonso Ortiz de la Torre, Eduardo de Huidobro, Ra¬
món de Solano y Evaristo Rodríguez de Bedía. La mayor parte de este grupo regio-
nalista montañés, afín a Menéndez Pelayo, Ángel de los Ríos y José María de Pere¬
da, tuvo como princ ipal portavoz de su ideario el periódico El Atlántico. El material
reunido en dichos Apuntes es de gran importancia De hecho constituye la base de
posteriores estudios sobre la vida y obra de Pereda. Mosaico noticioso reunido en el
tomo XVII de las Obras Completas.

ZI5
216 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

e intenta analizar la obra perediana con la mayor objetividad po¬


sible. (1974, I, p. XIII).
Al prólogo de Menéndez Pelayo (1888) y al Apunte biográfico
(1934) que figuran al frente de las Obras Completas hay que añadir
un tercer Corpus de reciente aparición, la publicación de las Obras
Completas de Pereda por Ediciones Tantín2 dirigida por Anthony
H. Clarke y José Manuel González Herrán (1989-1996). Ediciones crí¬
ticas y anotadas de reciente aparición (Bonet, 1980; Madariaga y
González Herrán, 1984; Estébanez, 1984; Miralles, 1988, Rey, 1988;
González Herrán, 1990, G. Gullón, 1991), así como el no menos
recentísimo de Juan L. Alborg (1996, pp. 589-742) y el puntual aná¬
lisis de la bibliografía sobre Pereda en estos últimos años realizado
por Bonet (1992, pp. 13-14) y García Castañeda (1996, pp. 7-31)
son signos inequívocos de la existencia de un selecto grupo de in¬
vestigadores convencidos de la calidad literaria de sus obras.3

2 Hasta el momento presente se han publicado seis volúmenes. En la Biblio¬


grafía, apartado dedicado a las ediciones de sus obras, incluimos la relación de las
obras publicadas y el nombre de quienes han preparado la edición, introducción y
notas correspondientes. Según el plan de la obra, faltan por editar los volúmenes
VII.— La puchera. Nubes de estío; VIII.— Al primer vuelo. Peñas arriba; IX.— Pa-
chín González. Miscelánea. En un último volumen, el décimo, los editores en la no¬
ta Presentación de la colección que figura al frente de los seis volúmenes publica¬
dos señalan que dicho tomo estará fuera de las Obras Completas, sólo como
complemento de las mismas, y tendrá el siguiente contenido: Vida y obra de Pere¬
da (estudio biográfico y crítico). Selección de estudios críticos. Bibliografía general
comentada.
3 J. L. Alborg señala los prejuicios que la obra de Pereda tiene para cierto tipo de
lector e investigadores en general. Circunstancia que no se da en otros novelistas, como
en el caso de Galdós o Clarín: «En cambio, los estudiosos de Pereda, excepto algunas
manifestaciones recientes, han hecho su tarea como con sordina, diríase que con te¬
mor de hacerse notar, subrayando diez deficiencias por cada primor, casi como
pidiendo excusas por ocuparse de él, debido al hecho, que me parece incuestiona¬
ble, de que romper hoy una lanza por Pereda puede hacer maliciar muy fácilmente
que se está asistiendo a su ideología reaccionaria, y con tal sambenito nadie quiere
cargar ni aun por meras sospechas- (1996, p. 592). Un estudioso de la obra de Pere¬
da señala también la compleja situación de las novelas en la presente centuria: -¿Es
en términos literarios José María de Pereda un escritor ya definitivamente extinto?
¿Se ha convertido en simple alimento para la voraz industria universitaria, con su
sinfín de monografías, tesis doctorales, artículos y ponencias dictadas en congresos
académicos? La respuesta —lo habrá adivinado el lector— no puede ser más desa¬
lentadora. El creador de Sotileza no brinda, ciertamente para los literatos de hoy sa¬
via inspiratoria que aliente —en el terreno del quehacer artístico— nuevas expe¬
riencias narrativas [...] Tampoco en el espacio doctrinario en que se afincó, esto es,
el tradicionalismo, parece que desprenda hoy nuestro novelista excesivos dardos
fecundadores* (Bonet, 1992, p. 13).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 217

Los estudios que engarzan la vida y obra de Pereda aparecie¬


ron tempranamente en el mercado editorial. Al ya apuntado mono¬
gráfico de El Diario Montañés (1906) cabe señalar los realizados
por José Montero (1919), José María de Cossío (1934) y Jean Camp
(1937), biografías poco asequibles y que constituyen auténticas ra¬
rezas bibliográficas. En ellas se encuentra numeroso material inédi¬
to, curiosidades y anécdotas relacionadas con episodios de la épo¬
ca, familiares y amigos. De mayor incidencia en la crítica actual es
el estudio de Ricardo Gullón (1944), monografía que recoge tam¬
bién los primeros pasos de Pereda, desde su pronta estancia
madrileña, iniciación periodística y estancia en París, hasta su ex¬
periencia política y vida literaria del autor. Amistades, tertulias, pu¬
blicación de sus obras constituyen un todo unitario en la monogra¬
fía de R. Gullón. Carracedo (1964), Fernández-Cordero (1970) y
Klibbe (1975) recogen, igualmente, un copioso material biográfico
y literario que permite una objetiva reconstrucción de la figura de
Pereda. Recientemente se ha publicado una relevante biografía
(Madariaga de la Campa, 1991) que aglutina, actualiza e interpreta
los aspectos más significativos de Pereda. Su formación, amistades,
evolución política e ideológica o su peculiar forma de ver y anali¬
zar los hechos son aspectos contemplados en dicha monografía
que, incluso, permite el acceso a textos de difícil lectura o interpre¬
tación, como el discurso de Pereda pronunciado en los Juegos Flo¬
rales de Barcelona (mayo de 1892).
Existen otros episodios analizados por la crítica que ayudan a
entender y comprender mejor el alcance de su producción literaria,
como los estudios relativos a su talante ideológico, político y social
(Acedo, 1991, pp. 73-90; Aguinaga Alfonso, 1993, pp. 64-78). Las
relaciones personales entre compañeros de generación y amigos
en general han sido aspectos analizados también por la crítica, co¬
mo la amistad existente entre el novelista y M. Menéndez Pelayo
(Artigas, 1933, pp. 318-336; Beltrán de Heredia, 1933, pp. 405-418).
Las relaciones personales entre Galdós y Pereda no sólo se eviden¬
cia en los epistolarios publicados —tal como se podrá comprobar en
páginas posteriores—, sino también en sus andanzas fuera del terru¬
ño santanderino, en Galicia (González Herrán, 1977, pp. 357-381) o
en Cataluña (Bonet, 1983, p- 119).4 Aspectos poco conocidos,

4 La tensión social e inquietud regionalista en la Barcelona de 1892, así como


su itinerario y primeras actividades del novelista en Cataluña configuran el primer
218 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

aunque tratados en ocasiones de forma fugaz en las biografías son


los relacionados con la producción teatral de Pereda, prácticamen¬
te desconocida por la crítica."’ No menos interesantes para un

bloque noticioso de esta monografía debida a L. Bonet. Los desajustes entre el regio¬
nalismo perediano, el creciente catalanismo político —como las susgerencias políticas
implícitas en el discurso de Ramón Picó— y la visión de un Pereda como personifica¬
ción del regionalismo santanderino constituyen, igualmente, un bloque informativo de
sumo interés para el conocimiento del talante ideológico de Pereda. El recorrido por
las tierras de Vic y el Ripollés marcan el punto final de un viaje cuya despedida defini¬
tiva tendrá lugar en el Hotel Falcón, ante lo más granado de la sociedad económica,
política y cultural catalana. A raíz del discurso de despedida de Pereda, Bonet percibe
cuatro rasgos fundamentales: -1) Conciencia perediana del profundo afecto catalán ha¬
cia su persona que, por cierto, podríamos cotejar con algunos textos de sus cartas a Jo¬
sé María Quintanilla, especialmente la fechada el 24 de mayo. 2) Defensa costumbrista
del regionalismo —en plena coincidencia con su discurso ante los Juegos Florales—,
con curiosas metáforas “marinas” que recuerdan la terminología contenida en algunas
páginas de El fin de una raza: Cataluña como “peñasco secular” que resiste los “em¬
bravecidos oleajes” [de la civilización liberal, sin duda] levantados contra la fisonomía
más entrañable de los pueblos. 3) El regionalismo como condición previa para el amor
de la patria común, o España, planteamiento en el que Pereda coincide, por ejemplo,
con el antes citado discurso de Josep Pin i Soler en el Salón de Ciento, o —en un sen¬
tido más doctrinario— con el enfoque tradicionalista de un Torras i Bages quien en La
tradició catalana escribiría que “no és la regió l’enemiga de la patria comuna; al revés,
d’ella rep sa substancia vital”. Y dentro de la atmósfera ideológica —tan lastrada, sin
duda, de ingredientes sentimentales— un ataque implícito al cosmopolitismo [...]. 4) Y,
desde un ángulo subjetivo, es fácil rastrear en las palabras peredianas [...] una cierta
melancolía, acaso algo retórica, sobre la inminente vejez del autor- (1983, pp-184-185).
La relación de Pereda con el contexto histórico y literario de Cataluña ha sido pun¬
tualmente analizada por la crítica en estas últimas décadas (Fernández Cordero,
1970, pp. 47-55; Gale, 1990).
’ Aseveración emitida por Cabrales Arteaga: -En los inicios de su carrera lite¬
raria Pereda vivió muy de cerca la actividad escénica como espectador entusias¬
mado, crítico teatral de diversos periódicos regionales e incluso autor dramático.
Su reducida producción escénica —prácticamente inédita— apenas ha recibido la
atención de la crítica- (1994, p. 73- Varela Jácome analiza el fracaso de la dramati-
zación de La puchera 11961, pp. 117-123). Benito Madariaga estudia, igualmente,
aspectos puntuales sobre esta faceta poco conocida de Pereda, como el episodio
en el que figura como parte de la comisión encargada de homenajear a Isabel II.
Dicho episodio motivó la presencia de Pereda en los escenarios como autor
teatral (1991, p. 89). Para una completa descripción bibliográfica vid. Clarke
(1974). Vocación teatral manifestada tempranamente por sus biógrafos (Camp,
1937, p. 71, pássim; R. Gullón, 1944, p. 61-66). Ricardo Gullón define atina¬
damente todo este Corpus literario: -Tanteaba en el teatro porque era su gran
afición. Nunca se engañó, sin embargo, respecto a sus posibilidades como drama¬
turgo. Las comedias son poco personales, miméticas, bien diferentes al resto de su
obra- (1944, p. 66). García Castañeda señala que a la vuelta de Madrid (1858) se
despertó su vocación teatral. Su interés por la escena, su amistad con actores y sus
críticas teatrales publicadas en la prensa local son pruebas evidentes de esta tem¬
prana vocación (1992, pp. 22-33).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 219

completo perfil de su obra serían sus fobias6 o manifiesta animad¬


versión hacia determinados tipos de ilustre tradición literaria, como
el indiano (González Herrán y Madariaga de la Campa, 1985, pp.
40-45; López de Abiada, 1986, pp. 163-186; Madariaga de la Campa,
1992, pp. 23-24; Cabrales, 1994, p. 93,pássim). Su visión del mundo
rural, el paisaje, la aldea como motivos y ejes esenciales de su obra,
a la par que definidores de su peculiar y honda visión de un paisa¬
je bucólico y sus moradores ha ocupado también la atención de la
crítica (Le Bouü, 1979, 1980, 1984, 1985; Valis, 1992, pp. 16-17). La
contraposición de dos mundos antagónicos como ejes que verte¬
bran su mundo de ficción se evidencia en la obra de Pereda. El te¬
ma de ilustre tradición literaria —menosprecio de corte y alabanza
de aldea— estará presente en sus novelas, configurando un todo
unitario capaz de definir su propia producción literaria (Clarke,
1969). Regionalismo literario que ha sido destacado recientemente
por la crítica (González Herrán, 1992, pp. 35-36) y que constituye
parte esencial del proceso evolutivo del escritor. Como señala Ole-
za, Pereda inventa un mundo patriarcal que reviste peculiares ca¬
racterísticas: «Su patriarcalismo bucólico puede ser un buen senti¬
miento, pero como idea política es inviable, utópica» (1976, p. 42).
Con razón afirma L. Litvac que Pereda fue un auténtico maestro
en verter las impresiones pictóricas del paisaje en su obra, constitu¬
yendo en él una peculiar forma de sentir y ver la naturaleza misma.
A raíz del análisis de Peñas arriba se perciben las formas de un pai¬
saje en íntima relación con las vivencias del ser humano: «La historia
ocurre en el marco de un accidentado escenario de rocas y picachos
erosionados, estrechas barrancas profundísimas. Una naturaleza
primigenia, áspera y casi hostil del hombre. La impresión del paisaje
se percibe a través del protagonista, Marcelo, y en ésta se mezclan
consideraciones sobre geología y estética, y meditaciones históricas
y religiosas. Este joven recién llegado de la ciudad concede creciente

6 Benito Madariaga apunta también la manifiesta fobia de Pereda por Madrid,


incompatible con su credo ideológico y político: «Muestra Pereda en sus obras una
xenofobia hacia Madrid, que representaba el centralismo, contrario a su ideología
carlista, y era el lugar donde se sabía que vivía la clase política ligada al gobierno y
donde la crítica literaria daba pocas veces el espaldarazo a los escritores provincia¬
nos. Para colmo de los males, era también el lugar de las tentaciones, en el que la so¬
ciedad adinerada practicaba una forma de vida opuesta a la honesta, sencilla y pa¬
triarcal de provincias y donde tenían su sede las doctrinas liberales y krausistas-
(1992, p. 24).
220 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

atención a los robustos rasgos de peñas y picachos, gobernados por


las condiciones geológicas y procesos físicos que operan indepen¬
dientemente del hombre y que encarnan tanto la solidez del mundo
como su recalcitrante autonomía de la cultura humana» (Litvac, 1991,
p. 19). Los descubrimientos culturales de la naturaleza y la sutil ob¬
servación que del mar y de la naturaleza en general lleva a cabo Pe¬
reda, proyecta al autor de Sotileza a cotas difícilmente superables (Lit¬
vac, 1992, pp. 14-16). Bucolismo, identificación del paisaje con su
talante ideológico o la armonización de los mismos con sus postula¬
dos ideológicos y literarios convierten la producción literaria de Pere¬
da en un mosaico de honda raigambre costumbrista, un costumbris¬
mo difícil de desgajar de sus propias vivencias personales, pues
constituyen un tronco común en el que están presentes hasta las va¬
riantes idiomáticas dialectales, coloquialismos y peculiaridades pro¬
pias en general del habla de la Montaña (Huidobro, 1907; Menéndez
Pidal, 1933, pp. 144-145; Wagg, 1972, pp. 269-275; García González,
1977-1978, pp. 453-484; Penny, 1980, pp. 377-386; López de Abiada,
1985, pp. 197-221). Tipos y escenas perfectamente engarzados en el
paisaje que han sido analizados pormenorizadamente por la crítica
(García Castañeda, 1991; 1992a, pp. 33-39; 1992b, pp. 377-386) y edi¬
tados con rigor y pulcritud (García Castañeda, 1989). Corpus costum¬
brista que se inicia de manera temprana y que incide en su posterior
periodo como novelista (García Castañeda, 1992, p. 23).
Pese a que en el presente Panorama Crítico sólo nos ceñimos a
la novela no por ello excluimos aspectos interrelacionados con ella
como los recientes estudios que a continuación se detallan: Aguinaga
Alonso (1994a, pp. 73-98; 1994b; 1995, pp. 169-177), González Herrán
(1986, pp. 435-447) y Ramos (1990, pp. 121-129). Los temas costum¬
bristas o la propia teoría del costumbrismo según Pereda, así como la
diversa tipología o la modalización narrativa, el tiempo y el espacio
serán aspectos analizados puntualmente por Aguinaga Alonso.

La tipología de los personajes, sus modos de caracterización y la clasificación


de los mismos complementan el panorama costumbrista inserto en las colecciones
costumbristas de la segunda mitad del siglo xix. La costurera, la dama distinguida, el
indiano, el dómine, el comerciante, entre otros, serán tipos de ilustre tradición en la
historia del costumbrismo. El libro de Aguinaga es, en este sentido, fundamental, pues
en él se percibe el engarce del tipo y la escena con la ficción novelesca perediana
(1994, p. 217). Para un estudio del costumbrismo en Cantabria es fundamental la
monografía de García Castañeda (1991), la primera que aparece en su género. Abar¬
ca toda la tipología existente en Cantabria y analiza puntualmente los oficios, pro¬
fesiones, usos, costumbres, festividades y peculiar idiosincrasia de sus habitantes.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 221

5.2. Epistolarios, su incidencia en el Corpus novelístico

Analizar con detenimiento la producción novelística de Pereda


sin la consulta de los epistolarios sería tarea harto difícil. González
Herrán capta perfectamente la importancia de todo este material no¬
ticioso: -Gracias a la minuciosidad con que Pereda participaba a sus
corresponsales más íntimos sus proyectos y trabajos, los epistolarios
nos permiten contar con bastante precisión la historia de la elabora¬
ción de cada libro; además, dado que las confidencias del novelista
alcanzan a desvelar sus propósitos, es posible ponderar en qué me¬
dida la obra en redacción obedecía a determinadas presiones críti¬
cas; y, en curiosa reciprocidad, es notable cómo, en muchos casos,
las impresiones, esperanzas o temores del autor, adelantan algunos
de los puntos que serán objeto de debate crítico» (1983, pp. 14-15).
El epistolario es, pues, fundamental para el puntual análisis de
las novelas de Pereda. Así, por ejemplo, resultan esenciales para el
análisis de El buey suelto las noticias referidas en los epistolarios cu¬
yos colectores son María F. de Pereda y Torres Quevedo y E. Sánchez
Reyes (1953), E. Várela Hervías (1958), S. Ortega (1964) y A. H. Clar-
ke (1991). Por ejemplo, Pereda comunica a Gumersindo Laverde* * * * * 8

La ciudad, la gente del mar y la aldea constituyen los núcleos sociales de un estudio
ameno y a la vez riquísimo en documentación. Interesa especialmente al lector o es¬
tudioso de la obra de Pereda las referencias, ofrecidas por García Castañeda, que si¬
túan la producción costumbrista perediana como modelo de una generación cántabra
(1991. pp. 32-33).
8 En una carta fechada en Polanco, 7 de agosto de 1877, le comunica al respecto
lo siguiente: 4..J Salvas las distancias y a propósito de libros, sigo con mi Buey suelto...
haciéndole tirar de la carreta de su vida, que me va pareciendo ya demasiado larga.
Verdaderamente no sé lo que va a salir de esta brega. Trato a la bestia a testarazos; y en
mi afán de no reparar en tropezones y de saltar sobre todo antes que hacer un alto en
el camino, témome a veces que el lector, si a imprimirse llega el libro, piense que está
escrito no con pluma, sino con ahijada' (Clarke, 1991, pp. 228-229). Más adelante, en
carta fechada desde Santander, 22 de marzo de 1877, le vuelve a dar noticias de su
novela (Clarke, 1991, PP- 231-232). En la siguiente carta, Polanco, 29 de mayo de
1878, Pereda comunica a Laverde ciertos aspectos relacionados con El buey suelto:
-Muy querido amigo: en extremo halagüeño fue para mí el contenido de su cariñosa
carta del 4 de abril consagrada exclusivamente a darme su parecer sobre mi último
libro; y, a serle franco, esperaba el reparo que V. me hace a propósito del capítulo XV
de la segunda jornada. La esperaba porque después de escrito juzgué yo de él lo mis¬
mo que V., y constele, que si no le di otro giro fue porque a ello se opusieron Mar¬
celino y otros amigos competentes a quienes se lo leí [...] En Santander se vendieron
400 ejemplares en 15 días, caso inaudito en aquellos anales bibliográficos, y según
222 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

determinados aspectos relacionados con El buey suelto, al igual que a


Menéndez Pelayo.9 De forma fragmentaria ofrecerá también Montesi¬
nos noticias sobre el corpus novelístico de Pereda.10 La gestación y
publicación de la novela Don Gonzalo González de la Gonzalera
puede percibirse, especialmente, a través de los epistolarios de C.
Bravo Villasante (1970-1971), S. Ortega (1964) y María F. de Pereda y
E. Sánchez (1953). Respecto a sus novelas De tal palo, tal astilla. Es¬
bozos y rasguños, El sabor de la tierruca y Pedro Sánchez son de su¬
mo interés las citadas colecciones y referencias del padre Coloma
(1942, pp. 79-90). Para el análisis de Sotileza, La Montálvez, La
puchera, Peñas arriba y Pachín González son, igualmente, funda¬
mentales los epistolarios publicados por Fernández Cordero (1968,
pp. 169-327) y Bensoussan (1868, pp. 42-45; 1970 pássim). Material
noticioso que puede completarse con otros epistolarios que figuran
en el presente Panorama Crítico. Pese a que Pereda no aparece ni
como emisor ni receptor de cartas, sí, por el contrario, figura como
personaje central de las mismas. Desde la perspectiva de sus compa¬
ñeros de generación estos epistolarios sirven también para la com¬
pleta reconstrucción de la figura de Pereda, como, por ejemplo, el

noticias de Madrid, también allí y en las provincias se ha vendido mucho- (Clarke,


1991, p. 233). En dicha carta asistimos también al proceso de gestación de su novela
Don Gonzalo González de la Gonzalera, pues le comunica que está bregando con
una novela: Don Gonzalo.
9 Las noticias que Pereda ofrece en su epistolario a Menéndez Pelayo son co¬
piosísimas: un total de once referencias. La primera de ellas corresponde al 15 de fe¬
brero de 1877: «[...] Pocas cosas puedo decirte de por acá. Escribo poco y no muy
animado. ¿Recuerdas algún libro que trate de las delicias de la vida del solterón, en
el género de las Petites miséres de la vie conjúgale, de Balzac? Yo no. Pero temo que
exista, y esto me detiene un poco en la empresa que había pensado acometer: quie¬
ro decir que tengo in mente una serie de cuadros edificantes, cuyo título podía ser
El Buey suelto... en oposición a tanto como se ha escrito acá y allá acerca de la pro¬
sa de la vida conyugal- (Pereda y Torres Quevedo y Sánchez Reyes, 1953, p- 21).
10 Hasta hace tan sólo unos años, publicación de las cartas de Pereda a Gu¬
mersindo Laverde por A. H. Clarke (1991, pp. 157-270), dicho epistolario ha sido
aprovechado parcialmente por biógrafos y críticos. Por ejemplo M. Madariaga de la
Campa (1991) ha utilizado material inédito que se encuentra en la colección de car¬
tas publicadas por Clarke, al igual que S. García Castañeda (1989) y Eamonn J. Rod-
gers (1991). Por su parte, en la clásica monografía de Montesinos (1969) las re¬
ferencias a dicho epistolario son también utilizadas de forma fraccionada, pues no
habían sido editadas las cartas en un corpus unitario, como el ya señalado y debi¬
do a A. H. Clarke. J. M. González Herrán considera la aportación de Clarke como
modélica y definitiva para el análisis de las relaciones existentes entre Pereda y La-
verde (1992, p. 5).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 223

epistolario de Valera y Menéndez Pelayo, 1877-1885(Artigas Ferran¬


do y Sáinz Rodríguez, 1930, 1946, 2.a ed).
En la década de los años treinta surgen los primeros estudios re¬
lacionados con el epistolario de Pereda y las primera publicaciones
de sus cartas. Miguel Artigas analiza las relaciones personales entre
Pereda y M. Menéndez Pelayo (1933, pp. 83-107). E. de Huidobro lo
hará desde una perspectiva más genérica, engarzando la figura de
Pereda en el género epistolar (1933, pp. 8-30). En la década de los
años cuarenta la ausencia de estudios referidos a este capítulo es
significativa.11 Es necesario esperar a la década siguiente para com¬
probar el auge que experimenta este tipo de documentación. La co¬
lección de cartas publicadas por M. F. de Pereda y E. Sánchez Reyes
(1953) es un hecho de gran trascendencia. Las relaciones entre Pe¬
reda y Menéndez Pelayo se proyectan, tal como señalan sus colec¬
tores,12 desde múltiples perspectivas: -Las alegrías y las tristezas en

11 La publicación de las Obras Completas de Pereda (1940-1942) permite el ac¬


ceso a ciertas confidencias de Pereda al autor de Pequeneces, como en el caso de su
novela De tal palo, tal astilla, considerada por un cierto sector de la crítica como un
caso moral excesivamente crudo (Coloma, 1942, p. 80). En una carta fechada el 31
de enero de 1888, Pereda tras considerar que existe una conspiración de silencio a
raíz de la publicación de su novela La Montáluez, le escribe a Coloma en los si¬
guientes términos: *[...] No puedo satisfacer la curiosidad que usted siente por saber
cómo ha sido recibida la novela en el mundo literario y en el mundo elegante. No
sé más sino que se vende mucho en Madrid; pero la prensa no ha dicho aún una pa¬
labra, contra su costumbre con mis libros. En esta ciudad se ha escrito mucho y en
sentido encomiástico, y ha tenido la obra un gran éxito; pero no es aquí donde yo
quería estudiar el efecto de la pintura* (1942, p. 81). No menos interesantes son las
relaciones de Pequeneces con La Montálvez. El 10 de noviembre de 1890 Pereda es¬
cribe a Coloma lo siguiente: *[...] El prólogo es de oro; y no dirá usted que este dic¬
tamen es pura galantería si recuerda lo que a mí me aconteció al publicarse La Mon¬
tálvez, con esas almas pías a quien usted flagela tan donosamente. Agraviado y
todo, no hubiera dicho yo cosas tan de mi gusto, puesto a decirlas y sabiendo de¬
cirlas- (1942, p. 87).
12 El Epistolario está compuesto por tres secciones: las Cartas, las Notas, que
van en sección aparte, y un índice de materias, nombres y títulos que figuran al fi¬
nal del libro. Las cartas —ciento cuarenta y tres en total— van numeradas correlati¬
vamente. Las de Pereda casi nunca tienen encabezamiento en el original, y Menén¬
dez Pelayo suele firmar en las suyas con sólo su nombre. Los colectores señalan al
final de su Advertencia las exclusiones realizadas al respecto: -Ni las llamadas Car¬
tas de Italia, ni las que llevan por título Letras y Literatos Portugueses, dirigidas unas
y otras a Pereda, se recogen en este Epistolario; más que carta son artículos litera¬
rios destinados a la revista santanderina La Tertulia donde aparecieron por primera
vez, y están coleccionadas ya en las Obras Completas de Menéndez Pelayo. Estudios
y Discursos de Critica Histórica y Literaria, Vol. VI* (1953, p. 11). La primera carta del
Epistolario está fechada en Polanco, 9 de mayo de 1876. La última, desde Polanco
224 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

sus hogares, los triunfos y las desilusiones fuera de ellos, todo lo


comparten, todo lo celebran o lo lamentan juntos [...] Leyendo esta
correspondencia se puede también seguir casi día por día a Menén-
dez Pelayo en sus viajes por el extranjero, conocer sus afanes estu¬
diosos, sus ansias de saber, sus proyectos, el momento y la ocasión
en que van saliendo a luz sus obras, sus ilusiones juveniles y sus de¬
sengaños en la madurez [...] Hay además una curiosidad muy inte¬
resante en esta correspondencia. Aquel decir desgarrado de Pereda,
su garbo y su zumba para lo propio y lo ajeno, lo mismo para Los
Herejes o El rumiante que para los de la cáscara amarga y los espí¬
ritus fuertes o la gente del toma y daca, parece que se le contagia a
veces a Menéndez Pelayo» (1953, pp. 8-11).
Próxima a la fecha del epistolario debido a M.a F. de Pereda y E.
Sánchez Reyes son las cartas publicadas por Poyán Díaz (1957, II, pp.
1Ó1-162)13 y J. M.a de Cossío.14 E. Sánchez Reyes (1957, pp. 188-207;

también, el 5 de septiembre de 1905. El material noticioso reunido en dicho epis¬


tolario permite conocer y completar a la vez aspectos desconocidos de ambos es¬
critores y de los compañeros de generación, pues se dan noticias de autores y
obras debidas a Clarín, Alarcón, Blanco García, Galdós, Fernán Caballero, Eche-
garay, Fernández y González, Palacio Valdés, Pardo Bazán, Zorrilla, entre otros.
Referencias y juicios sobre la crítica, tendenciosidad de ciertas novelas u opinio¬
nes sobre la propia producción novelística. De igual forma en dicho epistolario
se percibe el interés de Pereda por las opiniones que don Marcelino tenía de sus
novelas (1953, p. 113).
13 Algunas de estas nada nuevo aportan, aunque sí son interesantes para
ampliar el círculo de amistades, como la única carta de Pereda publicada por Po¬
yán a raíz del suicidio del hijo mayor de Pereda, 2 de septiembre de 1893- La car¬
ta de Pereda, dirigida al comediógrafo y novelista Enrique Gaspar y fechada en
Santander, 30 de diciembre de 1893, ilustra esta desafortunada etapa de la vida
de Pereda (1957, II, pp. 161-162). Del suicidio de su hijo mayor existe un amplio
material noticioso. González Herrán lo anota puntualmente (1983, p. 409). En
los epistolarios encontramos noticias sobre este hecho luctuoso (Bensoussan,
1970, pp. 264-270; Oller, 1962, pp. 253-357; Fernández-Cordero, 1968, pp. 245-
248). En los estudios biográficos se percibe también este interés por el suicidio
del hijo de Pereda (Montero, 1919, pp. 71-72; Cossío, 1933, pp. 265-166; Camp,
1937, p. 34; R. Gullón, 1944, pp. 232-235; Carracedo, 1964, p. 38; Montesinos,
1969, pp. 241-242).
14 El estudio de Cossío (1957) contiene cartas de Pereda a Galdós, Menén¬
dez Pelayo, Salvador Rueda, Narcís Oller y A. Palacio Valdés, entre otros. El epis¬
tolario de Pereda fue dado a conocer por José María de Cossío en la primera edición
de La obra literaria de Pereda (1934) y en su edición antológica de cartas de Pere¬
da (1957, pp. 3-23). En dichos estudios Cossío analiza los borradores del epistolario
de Pereda custodiados en la Biblioteca Menéndez Pelayo, Sección de Fondos Mo¬
dernos, Ms. 1392. La versión definitiva —las cartas de Pereda a Galdós— la publicó
S. Ortega (1964, pp. 47-65). Montesinos señala, a raíz de su aparición que dicho ma-
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 225

1957, pp. 121-130) analiza y reproduce las cartas de Pereda a Sal¬


vador Rueda y a Armando Palacio Valdés. El epistolario de Vare-
la Hervías (1958, pp. 375-381) recoge las cartas de Pereda a Me¬
sonero Romanos. En dicho epistolario manifiesta la admiración
que el escritor santanderino sentía por Mesonero, a quien llama
amigo y maestro.
En la década de los años sesenta se publican epistolarios re¬
feridos, especialmente, a las relaciones de Pereda y Galdós, fun¬
damentales para el conocimiento de los respectivos idearios es¬
téticos y personales opiniones sobre el fin o propósito del
género novela. Las cartas de Pereda a Galdós (Ortega, 1964, pp.
37-206) revelan, igualmente, aspectos relacionados con la gesta¬
ción de una determinada novela o con el carácter e intencionali¬
dad de la misma.* 1'1 El epistolario de Laverde Ruiz y Menéndez
Pelayo reunido por I. Aguilera (1967) ofrece un interesante

terial -ha deparado la sorpresa de comprobar que las que llegaron a manos de
don Benito diferían bastante de los borradores: los párrafos no coinciden, faltan
frases enteras, abundan las variantes menudas y el tono es menos tajante y con¬
tundente- (1969, p. 94). Como señala Montesinos, sus referencias a dicho epis¬
tolario están sacadas del estudio de Cossío, «de cierto famoso copiador conser¬
vado en la Biblioteca Menénde Pelayo- (1969, p. 94). Huidobro publicó unos
extractos de este material epistolar (1933, pp. 8-30). Shoemaker ha estudiado la
totalidad de los borradores (1966, pp. 131-172) y C. Bravo Villasante ha publica¬
do dicho conjunto de cartas —veintiocho—. La misma Bravo Villasante alude en
su estudio a los trabajos de Cossío y Ortega (1970-1971, p. 9). Armas Ayala se¬
ñala la copiosa correspondencia que Galdós y Pereda mantuvieron a lo largo de
su vida: -Desde 1876 a 1901 dura la correspondencia sostenida entre los dos no¬
velistas. Ciento cuarenta y ocho cartas escribió don José y veintinueve don Be¬
nito, aunque esta última cifra no debe ser la verdadera, pues aún es posible
encontrar alguna más entre los herederos del novelista santanderino» (1977,
pp. 23-33).
1 s A propósito de El sabor de la tierruca, en carta fechada el 6 de marzo de
1881, Pereda le comunica a Galdós el proyecto de su novela: »[...] Tengo, efecti¬
vamente, el proyecto de hacer una noveleja, y aun algunos capítulos escritos, sin
pies ni cabeza. Será aldeana montañesa de pura casta, sin sabios heterodoxos, ni
jóvenes escrupulosas, ni políticas corruptoras. Pura aldea, con sus tipos y resa¬
bios congénitos- (Ortega, 1964, p. 79). En otras cartas, como la fechada el 8 de
noviembre de 1885, le informa del proceso de gestación de La Montálvez (Orte¬
ga , 1964, p. 101). En sucesivas epístolas dirigidas a Galdós se puede percibir el
lento proceso de gestación de su novela La Montálvez (Ortega, 1964, pp. 101,
105, 112, 113). Otro tanto sucede con Peñas arriba, pues del escaso material no¬
ticioso que tenemos sobre esta novela, el presente epistolario revela aspectos
poco conocidos, como el relativo al agradecimiento de Pereda por haberle ofre¬
cido Galdós un artículo en la prensa (Ortega, 1964, p. 172).
226 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

material16 que abarca el periodo comprendido entre las fechas


1874-1890. No menos importantes son las investigaciones llevadas a
cabo por Fernández-Cordero (1968, pp. 169-323; 1969, pp. 107-127),
Bensoussan (1968, pp. 42-45; 1970) y Montesinos (1969). La colec¬
ción de cartas publicadas por Fernández-Cordero tiene como
objeto fundamental el análisis y reproducción de las cartas de
Pereda a José María y Sinforoso Quintanilla.17 El llevado a cabo
por Bensoussan analiza, por un lado, la relación existente entre

16 Por ejemplo, las primeras noticias que tenemos sobre el propósito de reimpri¬
mir las Escenas Montañesas se encuentran en dicho epistolario (1967, II, p. 617). Res¬
pecto al interés que Pereda muestra sobre los precedentes literarios de la figura del sol¬
terón —tema central de su novela El buey suelto...—, el lector encuentra también
información en dicha colección, al igual que en otros epistolarios ya citados. La carta
que escribe a Gumersindo Laverde es harto elocuente: -Dígame si tiene noticia de al¬
guna obra española por el estilo de Lespetites miséres de la vie conjúgale, pero refirién¬
dose a las del solterón. Ardo mucho ha en deseos de hacer algo en este sentido, pero
temo ser plagiario inconscientemente. Yo no recuerdo ninguna; pero como no me fío
ni de mi memoria ni de mi erudición menguada, acudo a V. y a Marcelino» (Aguilera,
1967, II, p. 617). Párrafo escrito en idénticos términos, tal como señala González He-
rrán (1983, p. 74), a Menéndez Pelayo el 15 de febrero de 1877 (M.a F. de Pereda y E.
Sánchez Reyes, 1953, pp. 20-22). Interesante carta, la dirigida a Menéndez Pelayo, por
el análisis que Pereda realiza sobre Gloria, novela galdosiana que -le mete de patitas en
el lodazal de la novela volteriana» (M.8 F. de Pereda y E. Sánchez Reyes, 1953, p- 21).
Noticias sobre el proceso de gestación de Don Gonzalo González de la Gonzalera
las encuentra también el lector en esta colección llevada a cabo por Aguilera como,
por ejemplo, en la carta fechada el 7 de julio de 1878, (Aguilera, 1967, II, p. 995).
Dicho epistolario puede considerarse modélico en su género. Los índices
que acompañan a la colección de cartas permiten conocer con detenimiento y per¬
fección los más diversos temas vertidos en el epistolario. La disección o vaciado de
dicho epistolario da como resultado los siguientes bloques: Reflejos personales
—Amistades y afectos familiares—, Reflejos sociales, Reflejos políticos, Reflejos cul¬
turales, La Real Academia de la Lengua, Panorama cultural barcelonés en 1892, Pa¬
norama cultural decimonónico santanderino y Reflejos turísticos: visión perediana
de algunas regiones españolas que visitó como curioso viajero. En lo concerniente
al capítulo de amistades cabe reseñar y destacar las aportaciones relacionadas con
Enrique y Marcelino Menéndez Pelayo, Ángel de los Ríos (-Palmerín de Oliva»), Bo-
ris de Tannenberg, Amos de Escalante y E. Pardo Bazán. En lo relativo a las relacio¬
nes personales el material noticioso es, igualmente, de gran valor pues se percibe
con claridad el talante personal de Pereda desde una óptica intimista. Alegrías y sin¬
sabores —suicidio de su hijo Juan Manuel y explosión del -Cabo Machicaco-— con¬
figuran esta etapa de su vida que abarca desde el 21 de marzo de 1885 hasta el 16 de
abril de 1899- El presente epistolario permite conocer los principales acontecimien¬
tos políticos e históricos en general, analizados, por regla general, desde una óptica
mordaz, al igual que determinados asuntos relacionados con su producción novelís¬
tica, como en el caso de la -conspiración del silencio- que rodeó la publicación de su
novela La Montálvez. Su vocación de dramaturgo, su entusiasmo por los actores Ju¬
lián Romea y Ermete, la preferencia o inclinación por un tipo de comedias cuyos
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y I.A NOVELA REGIONAL... Z27

E. Pardo Bazán, Brunetiére y el propio Pereda; por otro, la amis¬


tad y relaciones literarias entre Pereda y Narcís Oller a través de
las cartas del propio Pereda y las Memorias de Oller.18 Respecto
a Montesinos cabe apuntar que si bien no aporta material noti¬
cioso inédito, sí conjuga o teje la historia o gestación de las no¬
velas de Pereda mediante los epistolarios publicados.19 Como
novedad en las monografías dedicadas a los grandes novelistas
de la segunda mitad del siglo xix, Montesinos incluye al final de
su libro un Apéndice en el que se incluye una carta de Pereda a
Laverde (Polanco, 1 de julio de 1880) harto reveladora sobre la
actitud de ambos con respecto a Menéndez Pelayo.20

máximos representantes eran los hermanos Quintero, definen con claridad el idea¬
rio estético de Pereda vertido en todo este epistolario.
1H A través del estudio de M. Bensoussan se puede seguir el proceso de la crí¬
tica en relación con sus novelas, como la carta que Pereda escribe a Oller (12 de fe¬
brero de 1884) dándole las gracias por su favorable opinión sobre la novela Pedro
Sánchez (1970, pp. 136 y 139). El comienzo de redacción de Sotileza se puede se¬
guir también gracias a las cartas de Pereda a Oller, como la carta fechada en Po-
íanco el 21 de junio de 1884, pues tras señalar que lleva tres días trabajando en una
nueva novela, Sotileza, le indica que -va saliendo tal cual; pero sospecho, por lo
que voy viendo, que, a todo tirar, saldrá algo que sea a la gente marinera de San¬
tander, lo que El sabor de la tierrucaes a la campesina» (Bensoussan, 1979, p. 144).
Con respecto a su novela La Montálvez, Bensoussan escudriña no sólo el largo pro¬
ceso de redacción, sino también las dudas que el propio Pereda tiene acerca de su
novela (Bensoussan, 1970, pp. 186-187). La puchera, Nubes de estío, Al primer vuelo,
Peñas arriba y Pachín González son frecuentemente citadas en este epistolario. El
proceso de redacción, el interés de la crítica por las novelas peredianas y confesio¬
nes íntimas sobre la actitud adversa de ciertos críticos, son aspectos tratados pun¬
tualmente en el estudio de Bensoussan.
19 Montesinos en la primera edición de su estudio Pereda o la novela idilio,
prescinde, prácticamente, de los epistolarios de Pereda. Los cambios más significati¬
vos de la edición princeps a la segunda edición (1969) se deben a este específico cam¬
po. En esta última edición figura ya el nombre de los colectores de los epistolarios. La
consulta y transcripción de los mismos acompaña e ilustra el estudio de la obra pere-
diana, pues le permiten profundizar y determinar con dicha documentación aspectos
no señalados en la primera edición, como, por ejemplo, gestación de las novelas, el
proceso de redacción de las mismas o las opiniones críticas de sus coetáneos. El ma¬
terial epistolar utilizado por Montesinos en su segunda edición es el siguiente: Cos-
sío (1957), Varela Hervías (1958, pp. 375-331), N. Oller (1962), Ortega (1964). Cabe
añadir el epistolario de Pereda a Laverde, consultado gracias al ofrecimiento de Ro¬
dríguez Moñino e I. Aguilera. Material que puede completarse con los datos que
ofrecen, principalmente, las publicaciones de Montero (1919), Cossío (1934) y
Camp (1937).
20 El mismo Montesinos explica en su Nota a esta edición (1969) la importan¬
cia de todo este material epistolar y las causas que motivan la publicación de dicha
carta: ■(...] Como el más pazguato moralismo fue un rasgo de la época que era
228 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

En estas últimas décadas se han publicado epistolarios inéditos


que corroboran y amplían aspectos concernientes a la vida y obra de
Pereda. La aprobación y censura de sus novelas, así como los com¬
portamientos singulares de Pereda ante la crítica (Torres, 1980, pp.
193-314)21 o su relación con compañeros de generación, como en el
caso de la correspondencia entre Pereda y Pardo Bazán (González
Herrán, 1983, pp. 259-287) son aspectos fácilmente perceptibles en
estos materiales inéditos publicados, al igual que el de Lanzuela
(1990), que incluye cuarenta cartas inéditas de Pereda dirigidas a Ma¬
nuel Polo y Peyrolón, catedrático de literatura, propagandista católi¬
co, tradicionalista y autor de novelas y cuadros de costumbres que
merecieron el elogio de M. Menéndez Pelayo. De sumo interés es la
labor realizada por Revuelta Sañudo en su edición del Epistolario de
Menéndez Pelayo, obra monumental por el ingente material noticio¬
so que se ofrece. Fundamental para conocer desde una perspectiva
intimista periodos históricos españoles de enorme complejidad.22

necesario comprender para comprender al novelista, he recogido de esas cartas


cuanto me ha parecido útil como ilustración, y hasta agrego en apéndice una carta
relativa a las gestas madrileñas del joven Menéndez Pelayo, bien reveladora a un
juicio de cómo todos anduvieron a entorpecerse la vida los unos a los otros, y La-
verde hizo cuanto pudo para que Pereda no cuajara, y Pereda por su parte trataba
de impedir que su querido Marcelino se lograse como hombre, pues no había de ser
sino sabio. El honor de la Montaña lo exigía. Todo terrible, patético y algo grotesco,
como un gran esperpento» (1969, pp. XIX).
21 Es bien conocida la incertidumbre que embargaba a Pereda una vez fina¬
lizada la correspondiente publicación, como en el caso de Al primer vuelo. El 8
de agosto de 1890 escribe a Yxart lo siguiente: -Temo, pues, que a pesar de ha¬
ber puesto los cinco sentidos en la obra, con haber invertido en ella casi tanto
tiempo [...], a pesar, en fin de estar hecha a un solo aliento y a mi manera, resul¬
ta o puede resultar, en opinión de muchos lo que Vd. teme en hipótesis muy bien
temido. En mitad de estos recelos míos, la novela irá a poder de Vd. con la ter¬
minante condición de que la lea, y si después de leída, no la cree bastante para
dejarnos airosos a Vd. y a mí, con los editores que han de pagarla, me la devuel¬
va en la seguridad de que ningún perjuicio me ocasionará con ello, pues la edi¬
taré yo por mi cuenta inmediatamente» (Torres, 1980, pp. 303-304). Las noticias
relacionadas con la venta de Al primer vuelo, así como la animadversión hacia la
crítica por su postura ante la aparición de dicha novela se refleja con exactitud en
dicho epistolario (Torres, 1980, p. 310).
22 Como señala el colector de dicho epistolario, Revuelta Sañudo, las cartas
están dispuestas cronológicamente, -siguiendo como siguen paso a paso el curso
de su vida, al mismo tiempo que manifiesta el ingente trabajo de la pluma de es¬
te hombre excepcional que verdaderamente impresiona y abruma por el increí¬
ble número de cartas escritas a mano [...] permite extraer infinidad de noticias,
cronológicamente situadas, referentes a su vida y actividad personal, así como a
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 229

Finalmente cabe reseñar los epistolarios debidos a Anthony H.


Clarke y S. García Castañeda, colectores que publican, respectiva¬
mente, cartas de José M.a de Pereda a Gumersindo Laverde y a la es¬
critora británica Hannah Lynch. Clarke que ya había proporcionado
una escueta descripción bibliográfica de la colección de cartas
(1974), publica por primera vez y de forma completa el Epistolario a
Gumersindo Laverde. Epistolario que ya había sido utilizado con an¬
terioridad, como ya hemos señalado, por un cierto sector de la críti¬
ca. El Corpus epistolar está formado por un total de ochenta cartas,
desde el 16 de octubre de 1864 hasta el 15 de octubre de 1890, aun¬
que la última carta está dirigida a su esposa, doña Josefa Gayoso, a
causa del fallecimiento de don Gumersindo Laverde. Razón tiene
Clarke cuando afirma que dicho materital noticioso es de indudable
valor no sólo para los lectores o estudiosos de la obra de Pereda, si¬
no también para todos aquellos interesados en el “mundillo santan-
derino/compostelano entre 1864 y 1890» (1991, p. 160). El excelente
aparato crítico que acompaña la transcripción de los textos permite
una completa identificación e interpretación de los mismos.23

las de sus corresponsales, a la génesis y desarrollo de su producción intelectual,


a su pensamiento y criterios, con detalles que el pudor o la cortesía no permitió
que se trasvasaran a sus obras» (1982,1, p. XV). Cada volumen consta de una do¬
cumentada sección de epistolarios de sumo interés. El Epistolario comprende los
siguientes periodos: Tomo I: junio 1868-marzo 1876; II: abril 1876-diciembre
1877; III: enero 1878-junio 1879; IV: julio 1879-abril 1881; V: mayo 1881-diciem-
bre 1882; VI: enero 1883-noviembre 1884; VII: diciembre 1884-junio 1886; VIII:
julio 1886-octubre 1887; IX: noviembre 1887-abril 1889; X: mayo 1889-diciembre
1890; XI: enero 1891-junio 1892; XII: julio 1892-mayo 1894; XIII: junio 1894-junio
1896; XIV: julio 1896-octubre 1898; XV: noviembre 1898-febrero 1901; XVI: mar¬
zo 1901-mayo 1903; XVII: junio 1903-diciembre 1904; XVIILenero 1905-diciem-
bre 1906; XIX: enero 1907-noviembre 1908; XX: diciembre 1908-abril 1910; XXI:
mayo 1910-diciembre 1911; XXII: enero-mayo 1912 y cartas sin fecha; XXIII:
índices.
23 El mismo Clarke señala el principal material noticioso reunido en dicho
Epistolario: ■[...] Sin duda las alusiones frecuentes que hace Pereda a su trabajo en
La Abeja Montañesa, El Tío Cayetano y La Tertulia serán una fuente importante
para la corroboración de los datos ya existentes de su colaboración en estos pe¬
riódicos {...] Tampoco carecen de interés e importancia las frecuentes referencias
a otras figuras del mundo literario, sean de la talla de Pérez Galdós o Pardo Bazán,
o el propio Menéndez Pelayo, o de menor importancia como pueden ser Cam-
poamor, Núñez de Arce o Escalante [...] Respecto a los proyectos literarios y el día
a día del trabajo de los dos amigos, Pereda como novelista y colaborador de la
prensa y Laverde como poeta y crítico sobre todo, aunque también como editor,
ofrecen estas cartas una cantidad de datos que difícilmente pueden encontrarse
en otra parte» (1991, pp. 160-161).
230 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La reciente publicación de las cartas de Peredas dirigidas a la es¬


critora británica Hannah Lynch revela aspectos que ilustran y perfilan
con mayor detenimiento la figura de Pereda. El conjunto de cartas
publicado por García Castañeda —un total de cuatro, custodiadas en
la Biblioteca Nacional de Madrid (Mss. 22526)— permite conocer un
episodio de la vida de Pereda apenas tratado por la crítica. Igualmen¬
te García Castañeda aporta un nuevo material que ayuda a conocer e
interpretar mejor la vida de Hanna Lynch, viajera infatigable, corres¬
ponsal en París de la revista literaria The Academy y autora de nume¬
rosas novelas, cuentos y libros de viaje. Desde su primer encuentro
con Pereda, hasta el intercambio de impresiones sobre acontecimien¬
tos históricos de gran relevancia, serán aspectos tratados en dicha co¬
rrespondencia.24 La percepción y sutil interpretación de esta amistad
que García Castañeda realiza permiten al lector desvelar aspectos re¬
lativos al carácter del propio Pereda, al igual que en el corpus episto¬
lar publicado recientemente por el propio Castañeda y Rosa Matorras
referido a Ortiz de la Torre (1998, pp. 55-56).

5.3. Novelas, recepción crítica, análisis

El escrutinio y análisis de las críticas publicadas en la época de


aparición de las novelas peredianas permite conocer a la perfec¬
ción el grado de aceptación o rechazo. Evidentemente la búsqueda

24 El mismo García Castañeda nos informa de su contenido: -Las cartas forman


parte de un epistolario más extenso, que no ha llegado hasta nosotros, aunque en
parte puede reconstruirse a base de las referencias que hay en ellas. Ofrecen ade¬
más algunos datos sobre Hannah Lynch, un personaje tan curioso como desconoci¬
do hoy; y, a la vez, marcan la evolución desde una ruptura violenta a la restauración
y mejora de una amistad entre ambos, un episodio en la vida de Pereda, que revela
algunas facetas muy positivas del carácter del autor de Sotileza. De este modo trata¬
ré aquí 1) Los altibajos de una amistad; 2) Pereda y la guerra de Cuba; 3) Hannah
Lynch y su percepción de Pereda y su obra; y 4) Documentos: a) Cuatro cartas de
Pereda a Hannah Lynch, y b) “Circular” inédita que redactó Pereda sobre aquella
guerra, y cuya copia se conserva manuscrita en la Colección Vial- (1995, pp- 139).
En las -confesiones» literarias que el propio Pereda realiza para ser publicadas por
H. Lynch en la prestigiosa The Contemporary Revieu' tLXIX, 1896, pp. 218-232), se
percibe un alarde de despreocupación y de falsa modestia desmedida, como seña-
ja García Castañeda, en el siguiente párrafo:«[...] ¿Que cuál de mis libros considero
mejor? En mi opinión y no por modestia, y dígase lo que se quiera, todos son ma¬
los. Puse mi mayor cuidado en Sotileza, pero no me gusta... No me gusta ningún li¬
bro mío, ni Peñas arriba, el último, cuya edición primera se ha vendido, no sé por
qué, como ningún libro de España, en este siglo, pues se vendió, o le vendió mi ad¬
ministrador, en quince días- (1995, p. 147).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 231

de este material requiere una paciente investigación, especialmen¬


te en aquellos casos en los que el autor, por razones que están sin
determinar, ha mostrado nulo interés por la actitud de la crítica. No
es el caso de Pereda, pues «llevado por su casi obsesiva dependen¬
cia de los juicios de la crítica, el autor de Sotileza fue reuniendo a
partir probablemente de 1873 todo cuanto papel impreso llegaba
a sus manos y que se refería a su obra literaria; la colección así reu¬
nida por el novelista fue completada por sus familiares con la abun¬
dantísima literatura periodística de crítica y homenaje publicada a
raíz de su muerte y en los meses siguientes a aquel marzo de 1906.
Posteriormente fue depositada en la Biblioteca Menéndez Pelayo
en Santander, donde se conserva a disposición de los investigado¬
res» (González Herrán, 1983, p. 11). El mismo González Herrán
considera posible que Pereda hiciera una poda de dicho material
noticioso, especialmente con las críticas adversas. La fecha de di¬
cha colección data del año 1879, -fecha que viene a coincidir con la
de su definitiva consagración como novelista de prestigio» (Gonzá¬
lez Herrán, 1983, p. 12).
El corpus literario de Pereda se configura, grosso modo, en dos
grandes bloques;25 por un lado, los cuadros descriptivos de tipos
y costumbres: Escenas montañesas {1864), Tiposypaisajes (1871),
Bocetos al temple (1876), Tipos trashumantes (1877); por otro, sus
novelas, El buey suelto (1878), Don Gonzálo González de la

25 La crítica se ha ocupado de la clasificación de la obra literaria perediana, es¬


tableciéndose o permaneciendo casi siempre, los siguientes grupos: Cuadros de
costumbres, novelas de ambiente rural, novelas de ambiente cortesano y novelas
regionales (Camp, 1937; Entrambasaguas, 1972). Las analogías o semejanzas con el
naturalismo o las concomitancias con determinadas escuelas han sido también as¬
pectos debatidos por la crítica. Eoff señala una influencia superficial de los realistas
franceses en sus novelas y advierte tres rasgos fundamentales en su estilo: el espíritu
popular, actitud llena de intimidad y cierto gusto por las extravagancias. El humor, lo
pintoresco y cierta tendencia a la expresión retórica configuran su propia obra (1942,
pp. 131-157). En un posterior trabajo, Eoff señala que en la obra de Pereda se perci¬
be un equilibrio entre el idealismo y el realismo. Sus descripciones crudas las lleva a
cabo por estimarlas pintorescas. Se trata de un realismo nuevo, equilibrado y total¬
mente nuevo en España (1946, p. 289, p>ássim). Tema no menos interesante y que
subyace en las referencias críticas que a continuación ofrecemos es la relación
existente entre Pereda y el naturalismo. Pattison dedica un extenso análisis bajo el
título -¿Pereda, naturalista a pesar suyo?- (1965, pp. 63-83) en donde se da cuenta de
una extensa nómina de escritores que incluyeron a Pereda en la escuela naturalista.
L. Bonet analiza, igualmente, dicho aspecto y la polémica de Pereda con Felipe Beni-
cio Navarro, el principal adversario de la obra perediana que desde las páginas de la
Revista de España mote|a a Pereda de naturalista (1985, pp. 159-195).
2-32. PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Gonzalera (1879), De tal palo, tal astilla (1880), El saborée la tie-


rruca (1882), Pedro Sánchez (1885), Sotileza (1884), LaMontálvez
(1888), La puchera (1889), Nubes de estío y Al primer vuelo (1891),
Peñas arriba (1895) y Pachín González (1896). Es obvio que pres¬
cindimos en este análisis de sus artículos periodísticos, discursos y
tentativas dramáticas, aunque en ocasiones se hayan citado para
corroborar o negar determinados juicio u opiniones.
El año 1877 marca el inicio de su producción novelística —publi¬
cación de El buey suelto...—, aunque en el volumen Bocetos al temple
figuran ya sus primeros ensayos de novela larga: La mujer del César,
Los hombres de pro y Oros son triunfos. Novelas cuyo fin moralizador
subyace de forma insistente. La contraposición de dos mundos en La
mujer del Césares evidente, pues frente a la hipocresía, corrupción
de costumbres y esnobismo surge el honrado hidalgo montañés, an¬
tónimo de todos los vicios y lacras sociales. Los hombres de pro es una
sátira política no exenta de gracia, basada en experiencias electorales
personales. Puede considerarse también como boceto o precedente
de Don Gonzalo González de la Gonzalera. Respecto a Oros son
triunfos Pereda pone de manifiesto el poder omnímodo del dinero
en ciertos medios carentes de férreos principios morales. Relatos que
actúan como bocetos preparatorios de posteriores novelas26 como un
aprendizaje literario que «revelan la confluencia de cierta manera de
“ver” la realidad arraigada en el costumbrismo literario y pictórico,
junto con una realidad social donde se aprendía a exteriorizar los de¬
seos y al mismo tiempo a verse exteriorizado. Con esa realidad social
me refiero al desarrollo socio-político y comercial de la clase media
española que concibió el escritor montañés principalmente en térmi¬
nos santanderinos» (Valis, 1990, III, p. 16).

5-31- El buey suelto...

El proceso de redacción y publicación, así como la recepción


crítica de la novela y aspectos o tendencias que en ella subyacen

26 M. Menéndez Pelayo realiza una clara disección entre lo publicado con an¬
terioridad y El buey suelto...: -La segunda época de la vida literaria de Pereda co¬
mienza en 1878, y abarca cinco largas novelas: El buey suelto, Don Gonzalo Gonzá¬
lez de la Gonzalera, De tal palo, tal astilla, El sabor de la tierruca y Pedro Sánchez-
(1941, VI, p. 362).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 233

han sido detenidamente estudiados por la crítica.27 Una de las pri¬


meras interrogantes que surgen a la hora de analizar El buey suel¬
to... es su adscripción o no al género novelesco (Hemingway, 1990,
III, pp. 370-371).
Las fuentes literarias y las posibles concomitancias entre la nove¬
la perediana y las Petites míséres de la vie conjúgale, de Balzac, han si¬
do analizadas por la crítica.28 Por un lado, las opiniones que aseveran

27 González Herrán (1983) estudia todos estos aspectos no sólo en lo concernien¬


te a El buey suelto..., sino a la totalidad de su obra literaria. De esta forma su monogra¬
fía es fundamental para el análisis de la recepción crítica del corpus literario del autor.
Libro de cabecera, de consulta obligada para seguir el proceso creativo de Pereda. Car¬
tas, legajos, materiales inéditos, tesis doctorales, igualmente, inéditas, revistas, ediciones
princeps. Es también fundamental la bibliografía reunida en su monografía, estructura¬
da en los siguientes bloques: 1) Fuentes bibliográficas, catálogos e índices; 2) Obras de
Pereda. Primeras ediciones y traducciones consultadas; 3) Crítica contemporánea
de Pereda (1863-1910). Artículos (y notas periodísticas de interés crítico). Libros; 4) Bi¬
bliografía postenor a 1910. Libros; 5) Epistolarios. Libro, en definitiva, imprescindible. El
epistolario utilizado por González Herrán para reconstruir el proceso de elaboración
y posterior publicación de El buey suelto esta basado, especialmente, en las cartas di¬
rigidas a M. Menéndez Pelayo, Gumersindo Laverde, Mesonero Romanos y Galdós.
A partir de los Apuntes para una biografía de Pereda (1909) y de lo investigado en
colecciones de diferentes hemerotecas, González Herrán elabora un inventario de
reseñas referentes a El buey suelto...: un total de trece, de las cuales dos van sin firma
(1983, p. 80). Los más significativos son, a nuestro juicio, los debidos a Menéndez Pe-
layo y Clarín.
28 En mi opinión no habría que desdeñar una fuente literaria no citada por la crí¬
tica. Me refiero a la posible huella de la obra de A. Flores, La Historia del Matrimonio.
Gran colección de cuadros vivos matrimonialespnntadospor varios solteros (1858). An¬
tonio Flores era un escritor conocido por Pereda. Él mismo lo cita y elogia al final del
prólogo de su obra Tipos y paisajes. Segunda Serie de Escenas Monatañesas. «[•■•] Sírva¬
me, pues, en este momento, no del todo inoportuno, para dar un público testimonio de
mi gratitud profunda a mi querido amigo Antonio de Trueba [...] al inimitable autor
de las Escenas Matritenses; al insigne poeta y sabio crítico, D. Juan Eugenio Hartzen-
busch; al malogrado ingenio que dejó, por huella de su paso por el mundo, el monu¬
mento literario Ayer, Hoy y Mañana [...]* (García Castañeda, 1989,1, p. 271). La Histo¬
ria del Matrimonio se publica en la sección de folletines del conocido y difundido
periódico La Semana. Tampoco se debe olvidar que durante el proceso de gesta¬
ción de El buey suelto..., La Historia del Matrimonio de Antonio Flores se editaba
por séptima vez en el año 1876, en Madrid, Imprenta de Beranquillo. Esto, unido a
la admiración que Pereda sentía por los cuadros costumbristas de A. Flores, Ayer,
Hoy y Mañana, nos incitó a pensar en esta posible fuente literaria. Del cotejo de
ambas obras se pueden sacar algunas conclusiones, como las concomitancias exis¬
tentes en el capítulo tercero —Los jueces— de El buey suelto con la actitud de los
personajes de A. Flores, Perico y Casilda. Las argumentaciones que aparecen en el
capítulo cuarto de El buey suelto y el cuadro quinto de La Historia del Matrimonio
son, ciertamente, coincidentes. En ambos se censura al matrimonio, sin embargo, la
suerte de los protagonistas es bien distinta. Gedeón, aconsejado por los amigos,
234 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

dicha influencia (Eoff, 1944, pp. 460-466); por otro quienes la consi¬
deran como un antídoto (Menéndez Pelayo, 1941, VI, p. 363) y final¬
mente quienes niegan tal influencia, como en el caso de Montesinos,
que afirma tajantemente lo siguiente: «En realidad de Balzac no tienen
nada, y cuando Pereda los escribía, después de la gran boga de las fi¬
siologías hacia 1840, éstas era ya bien mostrenco, y nada indica hue¬
llas del primer inventor» (1969, p. 57). Fuentes literarias que no sólo
se remontan a la posible incidencia de la obra de Balzac, sino tam¬
bién a otras fuentes cuya procedencia es más remota.29
La tendenciosidad de la novela30 ha sido, en cierto modo, una
rémora con la que ha cargado El buey suelto..., pues este tipo de
libros han debido su éxito a la ligereza de la sátira, sin ninguna
pretensión doctrinal o moral. Evidentemente Montesinos juzga

renuncia al matrimonio pese a que al final del relato contraiga matrimonio in ar¬
tículo mortís con Sólita. Las peripecias que se inician a partir de la segunda jornada
—trasiego continuo de residencias— irán perfilando el carácter de Gedeón que, su¬
mergido en un mundo de incomodidades hospitalarias, renunciará a la idea del ma¬
trimonio. Mas ya en la vejez, y en las puertas de la muerte, contraerá matrimonio
con la que fue su amante. En La Historia del Matrinomio Perico Derretido no pre¬
sentará oposición a la idea del casamiento, por el contrario, verá en él la tabla sal¬
vadora de su anterior vida. Este punto será, pues, disidente al de Gedeón, aunque
los personajes que se mueven en tomo a él son idénticos a los de la novela de Pe¬
reda. Incluso, la propia definición que Flores ofrece del soltero se adecúa perfecta¬
mente a la figura de Gedeón. Historias, en definitiva, tejidas mediante una serie de
cuadros y que guardan estrecha relación. El mismo Menéndez Pelayo, pese a no ci¬
tar a Flores, define con precisión la estructura propia del cuadro de costumbres que
subyace en El buey suelto..., palabras que támbién podrían aplicarse a La Historia
del Matrimonio: «La sobriedad de la acción sólo parecerá pobreza a quien conside¬
re El buey suelto, no como una novela (que no pensó tal cosa el autor), sino como
una serie de cuadros en que extema e internamente se va desarrollando la mala vi¬
da del héroe [...] Como magistrales cuadros de costumbres, léanse sobre todo La pri¬
mera catástrofe, No es casa de huéspedes, Entre Venus y Marte, La tienda de la es¬
quina, Los parientes de Gedeón, sin olvidar el extraño y fantástico capricho de La
gran batalla, cuya ejecución es maravillosa y digna de Goya» (1941, VI, p. 364).
29 Menéndez Pelayo en un alarde de erudición señala las sátiras contra el ma¬
trimonio: «[...] la VI de Juvenal, o livianos cuentos como los que manchan el Asno de
Apuleyo, constituyen el fondo de los fabliaux de la Edad Media y corren en inago¬
table vena a regar los huertos de Boccaccio y de todos los novellieri italianos, tor¬
pemente remedados por los franceses- (1941, VI, p. 362). Hemingway señala que
pues la -historia de Gedeón es patentemente un bildungsroman o novela de apren¬
dizaje, en su forma picaresca- (1990, III, p. 375).
30 González Herrán (1983, pp. 90-93) recoge el testimonio de la crítica coetá¬
nea a la publicación de la novela perediana. La prensa católica aplaudirá la tenden¬
ciosidad de la novela, al igual que Menéndez Pelayo en el Prólogo a las Obras Com¬
pletas (1941, VI, p. 365).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 235

negativamente este primer intento novelesco, pues se trata de «una


novela fustrada por la intención, por impericias de técnica, por el
machaqueo moralizador. Y la defensa que Pereda pretendía hacer
del matrimonio católico tampoco se logra porque los ejemplos que
alegan son los menos convincentes» (1969, p. 59). Novela cuyo
planteamiento era erróneo, pues lejos de realizar una defensa del
matrimonio lo que hizo realmente Pereda fue ofrecer «las miserias
de la vida soltera» (Pérez Gutiérrez, 1975, p. 143).
La técnica del cuadro de costumbres en su doble modalidad
—tipo y escena— se percibe también en El buey suelto... (Heming-
way, 1990, III, p. 373). Incluso Pereda muestra en El buey suelto su
inclinación por los rasgos esenciales de la dramaturgia, pues divide
su novela en Jornadas, al igual que en una comedia del Siglo de
Oro (Hemingway, 1990, III, p. 374). Novela o ilación de cuadros
hilvanados por una tenue peripecia argumental —cuyas vivencias
transcurren en Madrid (Klibbe, 1975, p. 65) o tal vez en Santander
(Hemingway, 1990, III, p. 375)— que no fue bienquista por la críti¬
ca en su tiempo, censurada con acritud por el propio Clarín (Gon¬
zález Herrán, 1983, pp. 84-86; Alborg, 1996, pp. 651-653).

5.3.2. Don Gonzálo González de la Gonzalera

El proceso de gestación y publicación31 se puede seguir especial¬


mente a través del epistolario de Pereda a Menéndez Pelayo, Galdós,
Laverde y Mesonero Romanos (Varela Hervías, 1958, p. 378; Ortega,
1964, p. 45; Aguilera, 1967, II, p. 995; Montesinos, 1969, pp. 72-73;
Bravo Villasante, 1970-1971, p. 11; Clarke, 1981, pp. 127-139 y 1991,
pp. 234-238; Revuelta Sañudo, 1982, II, pp. 289-290, pássim; González
Herrán, 1983, pp. 99-103; Miralles, 1991, IV, pp. 16-20).

31 En el copioso material existente que explica el proceso de gestación y publi¬


cación de Don Gonzalo González de la Gonzalera figuran dos cartas correlativas
dirigidas a Gumersindo Laverde que resumen dicho proceso (Clarke, 1991, pp. 234-
235). La referencia más antigua a Don Gonzalo González de la Gonzalera se re¬
monta al 1 de marzo de 1876, al párrafo de una carta que Menéndez Pelayo dirige a
Laverde, donde se lee, entro otras cosas, lo siguiente:«[...] Veo a Pereda bastante in¬
clinado a hacer una novela. Anímele Vd. por su parte; a ver si conseguimos algo»
(Aguilera, 1967,1, p. 350). Dicho texto puede referirse dada su imprecisión tanto a
El buey suelto como a Don Gonzalo González de la Gonzalera. Motivo éste que ha
suscitado diversidad de opiniones entre la crítica. Polémica analizada pormenoriza-
damente por E. Miralles (1991, IV, 15, pássim). ,
23 6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Tras la publicación de la novela, la crítica reaccionó con dispar


criterio. Como señala E. Miralles, dos fueron los puntos esenciales
que se debatieron: •<[...] uno sobre el alcance político de la obra, es de¬
cir, si tal asunto constituía el objeto fundamental de la ficción o no pa¬
saba de ser una mera anécdota subsidiaria del argumento; el otro,
consecuencia del anterior, giraba sobre la visión ofrecida en torno al
reciente acontecimiento histórico- (1991, IV, p. 19). González Herrán
en el escrutinio realizado en torno a las reseñas críticas y artículos pe¬
riodísticos de la época —un total de veinticuatro— percibe el sospe¬
choso silencio de la prensa conservadora. Por el contrario, surge la
voz del ala liberal, personificada en la figura de un hombre de presti¬
gio y talante no menos liberal, B. Pérez Galdós, que elogia la nueva
novela perediana (1983, pp. 105-107). Es evidente que Don Gonzalo
González de la Gonzalera es una novela política, en la línea de Los
hombres de pro, pero -mucho más combativa y apasionada* (Alborg,
1996, p. 654). La crítica coetánea al autor, como en el caso de Clarín,
se mostró generosa, pese al talante ideológico que subyace en la no¬
vela.32 Igualmente, se ha incidido en ciertos resquemores o fobias de
Pereda que figuran en sus novelas, como las dirigidas contra los
indianos (Miralles, 1991, IV, p. 29, pássim). Fobias fruto de un endo-
centrismo de clase (Montesinos, 1969, pp. 80-81; López de Abiada,
1986, pp. 163-186) y que se traslucen en su resentimiento o resque¬
mor contra los burgueses que se han alzado con la primacía en las

32 Clarín señala al respecto lo siguiente: ■[...] perdónele de todo corazón al au¬


tor sus genialidades de ultramontano, olvídeme de sus débiles argumentos en pro
del antiguo régimen y aplaudo el arte con que me entretiene y me deleita; bendi¬
ciendo de paso la gallardía de su pluma, que tan lozano conserva el buen hablar
que en España solía ser corriente en tiempos pasados* (1891, p. 332). Palabras de
elogio que contrastan, por ejemplo, con las severas críticas del propio Clarín en sus
opiniones vertidas en la prensa a la hora de analizar El buey suelto... Clarín se sien¬
te subyugado por la excelente pintura de tipos, de costumbres, de ambientes, de si¬
tuaciones. Los diálogos son magistrales y el contexto social está perfectamente des¬
crito. Con razón afirma Alborg que -el crítico se deja vencer por todas estas bellezas
y puede sin gran esfuerzo dejar de lado la intención política que aborrece, porque
es lo cierto que en Don Gonzalo, aun a pesar quizá del propio Pereda, aquella se
desenvuelve de manera muy particular* (1996, p. 655). Las excelencias de su nove¬
la fueron señaladas por críticos de talante muy dispar. Expongo dos ejemplo. Por un
lado, las palabras de Blanco García y, por otro, el testimonio de Andrenio: -(...I la
magia del pincel, tan insuperable, por ejemplo, en los diálogos de Carpió y Gorio,
para no citar capítulos enteros de la novela* (Blanco García, 1910, II, p. 515). An¬
drenio señala que como -hablista es de los mejores de su generación: castizo sin la
menor afectación arcaizante, rico y expresivo en el léxico, suelto y fácil en la locu¬
ción* (1924, p. 76).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 237

aldeas, en detrimento de los hidalgos.33 De ahí surge la idea de un pa-


triarcalismo capaz de regir los destinos de la sociedad (Montesinos,
1969, p. 84).
Aspecto también destacado por la crítica sería el engarce entre
los elementos propios que configuran el hecho histórico y la trama
amorosa. Como señala E. Miralles, la servidumbre del «tema amoroso
a la acción política se pone de manifiesto en la misma estructura que
presenta» (1991, IV, p. 38). El cotejo entre el idilio de la hija de don
Román y su prometido y los acontecimientos históricos desarrollados
en la novela revelan una clara intención por parte del novelista: la de
ensamblar la trama amorosa con el hecho o suceso político que sirve
de marco a la novela. Trama política y relación amorosa que no sólo
andan paralelas en Don Gonzalo González de la Gonzalera, sino
también en otras novelas, como, por ejemplo, Peñas arriba, Sotileza
y La puchera (Miralles, 1977 y 1988; Bonet, 1980; Estébanez Calde¬
rón, 1984; Rey, 1988).

5.3-3- De tal palo, tal astilla

Los estudios referidos a esta novela inciden, principalmente, en


la polémica epistolar34 que a raíz de la publicación de la novela

El hecho histórico se engarza plenamente en la novela de Pereda. Fernán-


dez-Cordero percibe con claridad cuál es el propósito del novelista y sus mensaje:
•La revolución del 68 ha demostrado a Pereda que la burguesía es la nueva clase
que ha de propiciar el golpe mortal a la hidalguía, y contra esa muerte se subleva el
escritor, tanto por su condición de fijo-dalgo como por su ideario tradicional, co¬
mún a casi todo este estrato social que agoniza [...] Los sucesos de Septiembre ha¬
bían quitado las riendas del poder a la aristocracia para concedérsela a una burgue¬
sía que se estaba formando en España y que oscilaba, según su arraigo y su
opulencia, entre la libertad y el doctrinarismo (...] Según la lógica deducción del no¬
velista ante la experiencia que le proporcionan los hechos consumado, debe surgir
frente a la “revolución” burguesa una “reacción" hidalga. Que salga la pequeña no¬
bleza de su marasmo y se dedique a alejar de los pueblos que habita los desmanes
que las apetencias políticas de la ciudad —animadas con las nada altruistas de los
“pardillos" o cacique rurales— puedan introducir en ellos. A la hidalguía correspon¬
de por la tradición y la historia detentar la primacía en los árcades [...] Ésta será ya la
tesis o mensaje de Don Gonzalo González de la Gonzalera- (1970, pp. 168-169).
Vl A raíz de la publicación de Gloria, Galdós muestra su sorpresa ante la críti¬
ca emitida por Pereda: «[...] El principal objeto de aquesta es decir a V. que el juicio
que hace de Gloría me ha sorprendido por lo benévolo. Con todo, hay en él una
aseveración que creo injusta, y es que yo hago novelas volterianas. Precisamente lo
que quería combatir es la indiferencia religiosa (peste principal de España, donde
238 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Gloria sostuvieron Pereda y Galdós (Cossío, 1973, pp. 183-193; Mon¬


tesinos, 1969, pp. 93-100; González Herrán, 1983, pp. 121-122; 1991,
p. 357, pássim; Alborg, 1996, pp. 660-662). Los epistolarios (Ortega,
1964, pp. 47-65; Bravo Villasante, 1970-1971, pp. 14-21) y estudios
dedicados al análisis de dichas novelas en conexión con el talante
ideológico de la generación evidencian también esta polémica.35
De igual forma la crítica considera la novela De tal palo, tal astilla
como réplica a la novela galdosiana Gloria (Dendle, 1968, p. 36; Ba-
quero, 1969, pp. 92-93; Montesinos, 1969, p. 100; Fernández-Corde-
ro, 1970, p. 142; Casalduero, 1976, p. 27; Shaw, 1980, p. 176; Gonzá¬
lez Herrán, 1983, p. 121). Sin embargo, recientemente, se añade una
segunda novela galdosiana —La familia de León Roch— que incide y
provoca también la publicación de la citada novela de Pereda.3'1

nadie cree en nada, empezando por los neo-católicos) [...] Su carta no me ha sabido
a Gloria, pero el amargor de ella no es tanto como yo esperaba» (Bravo Villasante,
1970-1971, p. 15).
35 Sería el caso de Pérez Gutiérrez, crítico que analiza puntualmente no sólo el
cruce de estas cartas mantenido entre Pereda y Galdós, sino también el peculiar ta¬
lante ideológico de quienes figuran en la llamada Generación del 68:«[...] Pereda era,
efectivamente, muy de su tiempo, y por ello se distancia de una actitud como la nues¬
tra, que busca afirmarse en lo absoluto divino como dador del sentido y no frente a
cualesquiera ideología que, precisamente por serlo, se desenvuelve en otros planos.
Lo que de paso nos lleva a la siguiente consideración: los escritores que en este ensa¬
yo venimos estudiando, Valera, Alarcón y Pereda, tenían algo en común: su catolicis¬
mo era eminentemente ideológico, solo que en aquél [Galdós] era liberal, y en éstos
conservador. En cambio, Pérez Galdós, ideológicamente liberal, pero no católico, tra¬
tará de instalar su visión del cristianismo más allá y por encima de las contiendas ideo-
lógico-religiosas de su tiempo; razón por la cual era muy improbable que su “huraño
pero buen amigo” Pereda pudiese comprenderle- (1975, pp. 148-149).
36 González Herrán apunta esta posibilidad: *[...] Aún había de publicar Pérez
Galdós otra novela que forzosamente tuvo que influir en la decisión perediana de
contrarrestar su influjo; nos referimos a La familia de León Roch, de la que también
habla Pereda en su correspondencia con el novelista canario y cuyo asunto presenta
muchas semejanzas con De tal palo- (1983, p. 122). J. Rodgers analiza también con
detenimiento todo este proceso relativo a las causas que hicieron posible la gesta¬
ción y publicación de la novela De tal palo, tal astilla. Para el citado crítico si bien
descarta la incidencia de Gloria en la novela de Pereda, insiste en La familia de León
Roch como causa principal que provoca la gestación de De tal palo (199\, IV, p. 358).
Para Rogers las referencias implícitas a la novela La familia de León Roch son más im¬
portantes. La trama básica de De tal palo, tal astilla —la incompatibilidad entre las
creencias de una mujer piadosa católica y el matrimonio con un librepensador— se
identifica plenamente con La familia de León Roch. Es evidente la relación entre Pe¬
reda y Galdós, aunque no por ello dejen de ser harto complejas, pues el propósito de
Pereda no era sólo «el demostrar la tesis contraria sostenida por Galdós sino también
de presentar un cuadro más matizado del catolicismo, y de distinguir claramente
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 239

De tal palo, tal astilla incide en el patriarcalismo bucólico


que tiene en la religión su base más sólida (Montesinos, 1969,
p. 92). Un bucolismo enraizado en la vida campesina, en la pin¬
tura o descripción de las costumbres y del paisaje que desde el
momento de la aparición de la novela fue destacado por la críti¬
ca. Clarín señaló los aciertos de Pereda en este específico cam¬
po, calificándola de magistral e insuperable (1891, pp. 339-340).
Novela que supone la primera tentativa de Pereda en el campo
de la novela dogmática enraizada en un contexto geográfico que
ofrece al lector «escenas de extraordinaria belleza, cuadros insu¬
perables de costumbres» (Menéndez Pelayo, 1941, VI, p. 369).
Escenario elogiado por la crítica (Casalduero, 1976, p. 31, pás-
sim) que sirve también de marco propiciatorio a la censura de
determinados comportamientos del rústico o aldeano: «De todas
formas, y esto es evidente, hay una curiosa contradicción entre
ese paraíso feliz que el novelista tiene elaborado en su imagina¬
ción y las prosaicas realidades sacadas de la observación de la
vida rústica que nos lleva a considerar siguiendo su característi¬
ca técnica realista. Églogla, pues, paradójicamente realista, o si
mejor se quiere, realismo contradictoriamente idílico, bucólico»
(Fernández-Cordero, 1970, p. 286).

5 3-4. El sabor de la tierruca

El proceso de gestación de dicha novela se puede seguir de forma


gradual en los epistolarios cuyo principal material noticioso se recoge
en los dedicados a Menéndez Pelayo (Revuelta Sañudo, 1983, vols. IV
y V), Gumersindo Laverde (Clarke, 1991, pp. 157-270) y Pérez Galdós
(Ortega, 1964). Una puntual reconstrucción de todo este material no¬
ticioso lo encuentra el lector en Montesinos (1969, pp. 114-116),
González Herrán (1983, pp. 165-169) y Clarke (1992, pp. 18-21).
La recepción crítica de la novela ha sido recogida puntualmente,
como en el resto de la obra literaria del autor, por González Herrán.

entre manifestaciones del catolicismo dignas de respeto y otras que serían rechazadas
por cualquier persona inteligente» (Rodgers, 1991, IV, p. 360). Novela, tal como seña¬
la el citado crítico, que debe leerse como fenómeno histórico más que como una obra
de arte, pues refleja, desde una óptica parcial, las diversas tendencias ideológicas de¬
sarrolladas al amparo de la Restauración.
240 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

En su escrutinio señala la consulta de veintidós reseñas que, en su


apreciación, difieren del resto de las críticas emitidas en anteriores
ocasiones: “La primera observación que salta a la vista es que, com¬
paradas con las críticas que suscitaron las dos novelas precedentes,
fueron las de El sabor menos numerosas. Y ello porque, al no ser una
novela tendenciosa, no suscitó polémica; por otra parte, las críticas,
elogiosas o no, pecan en su mayor parte de superficialidad y generali¬
zaciones ya tópicas» (1983, p. 171). El sabor de la tierruca desorientó a
la crítica (Cossío, 1974,1, p. XXV, pássim)y provocó una polémica en¬
tre el propio Menéndez Pelayo y Clarín (González Herrán, 1983,
pp. 172-174; Clarke, 1992, V, pp. 21-29). Tras el elogio desmesurado
de Menéndez Pelayo, Clarín arreció en sus críticas contra don Marce¬
lino y el prologuista de la obra, Pérez Galdós.37 La crítica posterior, la
referida en estas últimas décadas, ha olvidado o relegado a un segun¬
do plano de la producción novelística de Pereda El sabor de la tierru¬
ca (Clarke, 1992, IV, p. 29).
En realidad es escasa la bibliografía y estudios críticos referen¬
tes a la obra. Montesinos, tras analizar las opiniones vertidas por la
crítica, especialmente las debidas a Menéndez Pelayo, y estudiar el
estilo y el lenguaje de la novela llega a la conclusión de que es un

37 Los juicios emitidos por Menéndez Pelayo a raíz de publicación de la no¬


vela perediana en La Ilustración Española y Americana, 8 de agosto de 1882,
apenas difieren de los vertidos en el Prólogo a las Obras Completas (González
Herrán, 1983, p. 170). Tras definirla como -poema idílico- y compararla con obras
clásicas de la literatura universal, afirma, tajantemente, lo siguiente: -¡Bendito
seas, pues, este libro rústico y serrano, que viene cargado de perfumes agrestes
y no nos trae ni problemas ni conflictos, ni tendencias ni sentidos, ni otra cosa
ninguna sino lo que Dios puso en el mundo para alegrar los ojos de los mortales:
agua y aire, hierba y luz, fuerza y vida! ¿Quién se acuerda del naturalismo ni de
estéticas cuando lee la deshoja, o cuando oye las quejas de Catalina a Nisco, o
cuando asiste con la imaginación al mercado de la villa? Por eso yo no leí El sa¬
bor de la tierruca, sino que le sentí, y por eso ahora no le juzgo, sino que trasla¬
do al papel la impresión de placidez y de bienestar que me causó, sin ponerle
peros, porque a mi entender, no los tienen ni aquel paisaje ni aquellas gentes-
(1941, VI, p. 371). El artículo de Menéndez Pelayo no sólo exasperó a Clarín por
el análisis de la novela, sino también por la indirecta alusión a su persona (Gon¬
zález Herrán, 1983, p. 173) suprimida más tarde por Menéndez Pelayo en su Pró¬
logo a las Obras Completas de Pereda. Las palabras de Clarín arrementen contra
don Marcelino y el prologuista, pues advierte a los lectores desde las páginas de
La Diana que si -se dejan guiar por lo que de este libro han dicho Pérez Galdós
y Menéndez Pelayo —dos eminencias positivas— pueden ustedes llevarse chas¬
co. La novela no vale, ni con mucho, todo eso que dicen- (1 de septiembre
de 1882).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 241

relato equilibrado, sin tendenciosidad alguna, aunque se armoni¬


zan con poco acierto determinadas tendencias del arte. Señala tam¬
bién al respecto «la voluntad de exaltar en idilio la pureza de estas
costumbres aldeanas —el partípris localista y la intención moral—
impiden al autor ir más allá de las superficies; su fidelidad a las re¬
alidades visibles no le permiten estilizar las apariencias de las co¬
sas, trasmutándolas en pura imagen poética» (1969, p. 127).
La visión de la realidad percibida por Pereda en su novela ha
sido analizada por la crítica en estas últimas décadas (Miralles,
1979, pp. 291-292; Clarke, 1992, V, pp. 35-38). La disyuntiva inte¬
rrogante ¿novela o ilación de cuadros de costumbres? ha sido tam¬
bién emitida por la crítica (González Herrán, 1983, pp. 174-179). El
cuadro de costumbres actúa como eje que vertebra toda la narra¬
ción y constituye, al mismo tiempo, el elemento primordial de la
novela. Incidencia del costumbrismo que ha sido analizada tanto
en el momento de aparición de la novela como en fechas más re¬
cientes (Fernández-Cordero, 1970, p. 286; Clarke, 1992, V, pp. 45-
47). Por su parte Alborg (1996, pp. 669-684), tras rebatir a lo largo
de su estudio el concepto de novela idilio esgrimido por Montesi¬
nos en su libro (1969), analiza pormenorizadamente las teorías
emitidas por Clarke (1992, V, pp. 15-51). Teorías, las de Clarke,
«diametralmente opuestas a la desarrollada por Montesinos en su li¬
bro» (Alborg, 1996, p. 675).
Desde el punto de vista de la estructura narrativa Pereda consi¬
gue cotas de gran calidad. Novela que armoniza de forma personal
y sutil la realidad e irrealidad de la vida humana que preludia otros
sueños y ensueños novelescos debidos al propio autor: el sueño
nostálgico del viejo Santander en Sotileza, y la visión obstinada de
una Arcadia perdida en Peñas arriba (Clarke, 1992, V, p. 50).

5.3 5. Pedro Sánchez

El puntual análisis del proceso de elaboración y publicación


realizado por González Herrán (1983, pp. 189-190) revela la esca¬
sez de datos referidos a dicha novela. Las cartas a Gumersindo La-
verde (Clarke, 1991, pp. 252-252), Galdós (Ortega, 1964, p. 90) y
Menéndez Pelayo (Pereda y Sánchez Reyes, 1953, p. 277) ofrecen
un breve y conciso material al respecto. No es cierta la afirmación
vertida por Montesinos (1969, p. 131) referida a la ausencia de
242 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

noticias dadas a Gumersindo Laverde, pues aunque concisas, sí las


hubo.38
La reacción de la crítica una vez publicada la novela no se hizo
esperar. Hasta un analista tan temido como Clarín manifestará pú¬
blicamente su admiración: «¿Qué es Pedro Sánchez? En mi humilde
opinión, la mejor novela de Pereda, y una de las mejores que se
han escrito en España en estos años de florecimiento del género.
Para mí, Pedro Sánchez es a Pereda lo que La desheredada a Gal-
dós» (1885, p. 77). González Herrán (1983, pp. 190-195) señala al
respecto que la mayor parte de los críticos elogia sin reservas la
aparición de la novela. Exito que no sólo se percibió en los medios
periodísticos madrileños, sino también barceloneses. Desde San¬
tander, en carta fechada el 8 de febrero de 1884, Pereda comenta a
Menéndez Pelayo la feliz acogida que tuvo Pedro Sánchez: «[...]
¿Qué te ha parecido el artículo de Clarín? ¿Qué el de Luis Alfonso,
si le han visto, sahumerio de igual alcance que el de aquél? Nada te
digo de un sinnúmero de dioses menores que han cantado en la
misma partitura, ni de otras tantas cartas (incluso de la Milá) en
la que se declara a Pedro Sánchez lo mejor que yo he hecho y de
lo mejor que se ha visto en el ramo de novelas. Pero lo que me ha
llenado de asombro es lo que me refiere Fernando [Fernández de
Velasco, gran bibliófilo montañés e íntimo amigo de Pereda y Me¬
néndez Pelayo] de la impresión causada en R. Nocedal por la lec¬
tura del libro [...] En Barcelona ha sido extraordinario el éxito entre
los muchos devotos que tengo allí» (Pereda y Sánchez Reyes, 1953,
pp. 79-80). Relación elogiosa en la que figura también E. Pardo Ba-
zán, tal como se percibe en su crítica a Pedro Sánchez{1892, VI, p.
7). Éxito de la crítica que se podría justificar por el concepto que de
la novela tenía la crítica en el momento de aparición de Pedro Sán¬
chez (Bonet, 1974, p. 662; González Herrán, 1983, p. 183).
La novela de Pereda ha sido considerada por la crítica co¬
mo una clara respuesta a las palabras emitidas por E. Pardo

38. En carta fechada en Santander, 27 de diciembre de 1883, le escribe a La-


verde lo siguiente: -Queridísimo amigo: Por este mismo correo sale cierto Pedro
Sánchez, último parto de mi pobre ingenio [...1 Verá usted por la estampa y el ca¬
rácter del [dos palabras ilegibles], lo poco que éste se parece a sus hermanos mayo¬
res; razón por la cual le tengo muy poco cariño, no porque el valor de aquellos me
parezca gran cosa, sino porque al cabo salen a la casta de su padre [...] Dígame con
entera sinceridad lo que juzgue de la obra después que la haya leído [..]• (Clarke,
1991, p. 251).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 2-43

Bazán39 en La cuestión palpitante (Cossío, 1934, p. 203; R. Gu-


llón, 1945, p. 147; Montesinos, 19961, p. 129; Pérez Gutiérrez,
1975, p. 162 y 1992, V, p. 317; G. Gullón, 1976, pp. 69-70; Gon¬
zález Herrán, 1983, pp. 195-199 y 1990, pp. 11-12). Sea como
fuere, lo cierto es que Pedro Sánchez destaca, por la singularidad
de su forma narrativa, del panorama novelístico de su época (G.
Gullón, 1976, p. 70). La estructura novelística sigue en Pedro Sán¬
chez, tal como afirma G. Gullón, «un modelo perfectamente iden¬
tificadle: el del joven provinciano que marcha a la conquista de la
capital. Le rouge et le noir, de Stendhal, e Illusionsperdues, de
Balzac, son los arquetipos de esta dirección de la novela en el si¬
glo xix. Aquí la experiencia está contada como pasado remoto, y
no tanto remoto en el tiempo cronológico, como en el psicológi¬
co, pues, como consecuencia del cambio producido por el de¬
sengaño, el protagonista es otro» (1976, p. 73). Novela40 que al

Dicho texto forma parte del articulo En España [II], publicado en el periódi¬
co La Época, 3 de abril de 1883- Se trata de un capítulo más de La cuestión palpi¬
tante que analiza los inicios del realismo español, configurado especialmente por
Mesonero Romanos, Antonio Flores y Larra. Doña Emilia, tras afirmar que dichos
autores inciden directamente en su obra, apunta lo siguiente: «Puédese comparar el
talante de Pereda a un huerto hermoso, bien regado, bien cultivado, oreado por
aromáticas y salubres auras campestres, pero de limitados horizontes; me daré pri¬
sa a explicar esto de los horizontes, no sea que alguien lo entienda de un modo
ofensivo para el simpático escritor. No sé si con deliberado propósito o porque a
ello le obliga el residir donde reside, Pereda se concreta a describir y narrar tipos y
costumbres santanderinas, encerrándose así en breve círculo de asuntos y persona¬
jes. Descuella como pintor de un país determinado, como poeta bucólico de una
campiña siempre igual, y jamás intentó estudiar a fondo los medios civilizados, la
vida moderna en las grandes capitales, vida que le es antipática y de la cual abomi¬
na; por eso califiqué de limitado el horizonte de Pereda, y por eso cumple declarar
que si desde el huerto de Pereda no se descubre extenso panorama, en cambio el
sitio es de lo más ameno, fértil y deleitable que se conoce», La Cuestión Palpitante,
en José Manuel González Herrán (ed.), Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 311-312.
Las citas correspondientes a La Cuestión Palpitante que aparecen en el presente Pa¬
norama Crítico están tomadas de dicha edición crítica y anotada. E. Pardo Bazán
insta a Pereda a que busque nuevos rumbos, pues tiene grandes dotes como escritor
realista, y no cae en el optimismo, a veces empalagoso, de Fernán Caballero o True-
ba (1989, p. 313). Para las relaciones literarias entre ambos autores y la actitud de la
crítica literaria de doña Emilia referida a la obra de Pereda, vid., González Herrán
(1983, pp. 259-287).
Vl Novela, según G. Gullón, cuya relación con las del género picaresco es noto¬
ria. Las concomitancias o similitudes a nivel formal son evidentes, al igual que existe
una fuerte presencia cervantina que inunda e impregna el relato perediano: ■[...] en Pe¬
dro Sánchez quería Pereda reflejar una transición: la del muchacho campesino al hom¬
bre ciudadano, y la de un mundo que, como el de don Quijote representa en sus
244 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

estar escrita en forma autobiográfica condiciona lógicamente el


punto de vista. El yo que habla, como señala G. Gullón, y la pers¬
pectiva desde la que se observan los acontecimientos son siem¬
pre los mismos, aunque no pueda afirmarse que sean inmutables
por la transformación psicológica. El narrador establece desde
un primer momento relaciones de intimidad con el lector, po¬
niéndole en contacto con los hechos desde su peculiar óptica:
«Pedro cuenta su vida para que sirva de ejemplo; cualquier lector
será bienvenido y ejemplarizado. En el relato no hace falta invi¬
tación como en El sabor de la tierruca; es un libro abierto» (G.
Gullón, 1976, p. 89).
Su autobiografismo, su nula tendenciosidad o la ausencia de
una línea antiliberal y conservadora fueron aspectos tratados por la
crítica de su tiempo, al igual que su mundo de ficción enraizado en
la polémica naturalista (González Herrán, 1983, pp. 199-216). Los
recuerdos, las vivencias personales envuelven la historia de Pedro
Sánchez. Una historia que la crítica ha identificado con la realizada
por Galdós en los Episodios Nacionales (Montesinos, 1969, p- 144,
pássim). Como recoge Pérez Gutiérrez esta teoría ya había sido se-

aventuras la fuerza del pasado, la atracción de un heroísmo “gótico” ya anacrónico,


mientras que Sánchez está inicialmente más por el cambio que por la inmovilidad, fie¬
ro al final siguiendo la pauta de aquél, aunque en dirección diferente, su sentimiento
es otro y desde esa nueva actitud escribe la historia de su vida* (G. Gullón, 1976, p. 73).
Pérez Gutiérrez, por el contrario, considera impertinente asociar Pedro Sánchez con
la tradición picaresca. La coincidencia en la forma no le parece suficiente, pues se¬
ría necesario tener en cuenta otros aspectos, como *la radical heterogeneidad de la
condición o catadura moral de ambos héroes- (1985, p. 94). En un trabajo posterior
el propio Pérez Gutiérrez atenúa tal afirmación y señala que no es exagerado afir¬
mar, tal como lo hace Gullón, que Pedro Sánchez pudiera calificarse de -novela
picaresca sin picaro*. A continuación Pérez Gutiérrez establece con precisión los so¬
portes literarios y estructurales de la novela: *[...] tuvo moldes o modelos a la vista:
la dichosa novela picaresca, desde luego, pero también el género específico de la
confesión. Pedro Sánchez no se limita, en efecto, a escribir sus “memorias”; lo que
escribe en realidad son sus “confesiones", confesiones de arrepentido, que da por
bien empleado el esfuerzo y el riesgo de haberlas escrito, “con tal que el ejemplo de
mis desengaños llegue a servir a alguno de escarmiento”. Y es evidente que tal dis¬
posición de ánimo no nos lleva a Juan Jacobo, y sí en cambio a San Agustín, a cuyas
Confesiones Pedro Sánchez se refiere en un momento muy significativo [cap. XI], al
rememorar los libros que andaban rondando por la fonda madrileña a la que había
ido a parar [...] Pero además, y sobre todo, es evidente que Pereda superpuso a sus
reminiscencia de la estructura de la literatura picaresca y de la confesional o espiri¬
tual una tercera estructura novelesca en plena vigencia durante su tiempo: la del
Bildungsroman o “novela de aprendizaje”* (1992, V, pp. 321-322).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 2-45

ñalada con anterioridad por Cossío, pues afirmaba que los Episo¬
dios servían de boceto a la novela de Pereda, aunque éste se preo¬
cupase menos del trasfondo histórico y se interesara más por el
carácter moral del personaje. Esto, como apunta Pérez Gutiérrez,
«vuelve más sugestiva la comparación de la ambigüedad liberal de
Pedro Sánchez con el decidido liberalismo de los héroes galdosia-
nos» (1975, p. 164). Punto no menos destacado por la crítica será el
motivo de ilustre tradición literaria menosprecio de corte y alaban¬
za de aldea (Clarke, 1969, pp. 87-110; G. Gullón, 1967, p. 74; Gon¬
zález Herrán, 1995b).
Novela analizada en el contexto del Bildungsroman o novela
de aprendizaje (Pérez Gutiérrez, 1985, pássim y 1992, V, p. 322;
González Herrán, 1990, pp. 23-30) y que representa un cambio de
vertiente: de lo exterior a lo interior. Del mundo que le rodea al
mundo íntimo, de ahí que emita Pérez Gutiérrez la siguiente interro¬
gante: «¿Parecía exageración sostener que Pedro Sánchez es un viaje
al subconsciente de Pereda, con lo que traduciríamos a términos psi-
coanalíticos aquella “salida hacia adentro” tan certeramente señalada
por Clarín? En cualquier caso, con Pedro Sánchez, Pereda se con¬
vierte en personaje de Pereda, que adopta por ello forma autobio¬
gráfica. ¿Para rememorar su temporada de estudiante en Madrid? Es
obvio que no, por más que utilizara una serie de materiales autobio¬
gráficos. Y es evidente que Pedro Sánchez no se parece a José María
de Pereda. Pero ¿no podría ser la otra cara de éste, su cara secreta, re¬
primida? Esa biografía equivocada de Pedro Sánchez, ¿no podría en¬
cubrir una tentación de Pereda, la de haber sido otro?[..] el acierto
de Pereda en Pedro Sánchez radica en cómo logró dar forma litera¬
ria y novelesca a esa ambigüedad que según Jung late en el fondo de
los símbolos de transformación, y que era la misma ambigüedad en
que se debatía el propio inconsciente perediano» (1992, V, p. 348).

5.3-6. Sotileza

Las noticias concernientes a Sotileza se entrecruzan con el pro¬


ceso de redacción de Pedro Sánchez (Ortega, 1964, p. 90). El 8 de
diciembre de 1883 le comunica a Menéndez Pelayo que «Pedro
Sánchez podrá estar a la venta el 22, según me lo asegura Tello [...]
De la otra novela [Sotileza] no he hecho nada todavía, ni sé por
donde empezarla: tanto la temo, por lo mismo que me enamora el
246 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

asunto» (Pereda y Sánchez Reyes, 1953, p. 78). El inicio de la re¬


dacción de Sotileza se puede fijar con precisión: el 18 de junio de
1884, en el folio 8.9 del manuscrito autógrafo.41 Finalmente la no¬
vela se publica el 21 de febrero de 1885, acompañada de una Dedi¬
catoria, «A mis compañeros de Santander», que ha sido objeto de es¬
tudio y atención por parte de la crítica.42

41 Documentación que se encuentra en la Sección de Fondos Modernos de


la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander, signatura Ms. 701; documento núm.
850 del catálogo de Gutiérrez Iglesias-Sáez Picazo, 1980, p. 272. Para una des¬
cripción del manuscrito vid. Clarke (1974, pp. 26-27). Las referencias a dicho au¬
tógrafo se encuentran también en monografías y estudios críticos (Madariaga,
1977, p. VIII; González Herrán, 1983, pp. 217-218). Existe disparidad de criterios
respecto a una anotación —folio 8.Q del manuscrito autógrafo— que inicia el tex¬
to del capítulo I. Una anotación a lápiz que dice lo siguiente: «Junio 18/84». Dato
que señala la fecha de redacción de dicha página inicial. Esto, como señala Gon¬
zález Herrán (1983, p. 218), lo corrobora también la carta que dirige a Narcís
Oller el 21 de junio de 1884: «[...] Hace cuatro días que nos hallamos [Polanco] y
tres que comencé a trabajar en So/t/errí» (Bensoussan, 1970, p. 144). Proceso que
se puede percibir en la correspondencia existente entre Pereda, Galdós y Me¬
néndez Pelayo, especialmente (Montesinos, 1969, pp. 149-151; González Herrán,
1983, pp. 217-221; G. Gullón, 1991, pp. 29-30). El proceso de redacción fue casi
febril, fecundísimo. A través de las cartas a Oller y Laverde sabemos que Pereda
escribe casi trescientas cuartillas en pocas semanas (Montesinos, 1969, p. 150;
González Herrán, 1983, p. 218). En varias epístolas de Pereda dirigidas a dichos
interlocutores, el lector percibe con claridad todo el proceso de creación, redac¬
ción, corrección de galeradas y venta al público. En carta a Menéndez Pelayo ya
Oller, 16 y 20 de febrero de 1885, tenemos noticia de la venta de su novela en las
librerías de Madrid: »[...] Hoy, con esto y con añadirte que en toda esta semana
tendrás en tu poder el correspondiente ejemplar de Sotileza- (Pereda y Sánchez
Reyes 1953, p. 88).
El dictamen que más importaba a Pereda no era el de la crítica, sino el de
aquellos a quienes aludía en dicha dedicatoria (Obras Completas, 1996, VI, pp. 63-
64). Montesinos 0969, p. 152) analiza dicho prólogo en conexión con una carta di¬
rigida a Ortega y Munilla —publicada en Nuevo Mundo— en donde advierte Pere¬
da que sus palabras no suponen una censura a la prensa, sino simple temor a la
reacción negativa de la crítica (1969, p. 153). Texto de Sotileza que ha sido analiza¬
do recientemente por Darío Villanueva bajo una nueva y sugerente visión: la de su
conexión con el realismo intencional. Prólogo que le permite al citado crítico objeti¬
var el «funcionamiento efectivo del sistema productor del realismo por la proyección
del campo de referencia externo o interpretante aportado por el lector sobre el uni¬
verso creado y autónomo presente en el texto» (1992, p. 122). Las palabras prelimi¬
nares de Pereda levantan suspicacias y prevenciones hacia la crítica, pues pese a que
insiste en la reconstrucción de los hechos y costumbres del ayer, Pereda «está confe¬
sando implícitamente que ha modelado el universo interno de Sotileza de acuerdo
con una visión del mundo y de la sociedad [...], la sociedad tradicional, patriarcal,
que añora, ha dado paso a otro sistema —el industrial y burgués— en toda Europa;
incluso no de forma tan resolutiva como en otros pagos, en España» (Villanueva,
1992, pp. 122-123).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 247

La reacción de la crítica ante la publicación de su novela fue


inmediata y copiosa, tal como se percibe en el inventario analiza¬
do por González Herrán (1983, pp. 221-224), aunque en un primer
momento muestra su temor por el silencio de la crítica, tal como le
indica a Menéndez Pelayo, desde Santander, en una carta fechada
el 2 de Marzo de 1885: «Querido Marcelino: Desde que se puso a la
venta en Madrid Sotileza, parece que se han conjurado amigos y
periódicos para aterrarme con el más absoluto silencio. El mismo
Marañón tan activo y minucioso de ordinario, calla como un muer¬
to» (Pereda y Sánchez Reyes, 1953, p. 89). En claro contraste, Soti¬
leza ha sido acogida entrañablemente en Santander, tal como indi¬
ca en dicha carta y en la dirigida a Laverde, 3 de marzo de 1885:
«Ayer he puesto en el correo, y certificado, un ejemplar para V. de
Sotileza. ¡Quiera Dios que esa pariente inmediata de los Tuertos y
Tremontorios [protagonistas de La leva] le llene el ojo! Aquí ha caí¬
do como del cielo. Todo el mundo le ha abierto la puerta y recibido
en casa como miembro queridísimo de la familia [...] De Madrid
tengo aún pocas noticias, aunque no son malas» (Clarke, 1991,
p. 254). En posteriores cartas Laverde mostrará su admiración por
Sotileza (Clarke, 1991, pp. 255-256).
Sotileza fue analizada en un principio en clara conexión con el
costumbrismo. Clarín concuerda, sin embargo, con otras críticas que
señalaban la universalidad de la novela (Alas, 1887, p. 147). Reciente¬
mente la crítica ha señalado que Sotileza estaba mediatizada y lastra¬
da por la presencia e incidencia del costumbrismo (Eoff, 1965, pp. 47-
48; Montesinos, 1969, pp. 166-168). Alborg rebate a lo largo de su
estudio la concepción del costumbrismo43 aplicado por Montesinos

43 En clara contradicción con Montesinos, Alborg apunta lo siguiente: «Pero cree¬


mos totalmente inaceptable este diagnóstico retrospectivo. Quedándose en su provin¬
cia y entregándose a la tarea que estimaba suya, apresó un mundo peculiar, caracterís¬
tico e inconfundible, que define su personalidad y su obra, sin semejanza, ni en calidad
ni en tono, dentro de un género. Gracias a la tenacidad provinciana de Pereda, posee
España en el siglo xix una novela de costumbres regionales modélica, realmente ejem¬
plar, no superada en ninguna literatura. Yéndose a Madrid, según le aconseja Montesi¬
nos, “como Alas, como la Pardo Bazán, como Palacio Valdés, para ser provincial sin ser
provinciano”, Pereda hubiera podido a lo sumo ser un émulo, más o menos aventaja¬
do, de todos ellos- (1996, p. 695). Más adelante, Alborg insiste, con precisión, en este
específico y concreto contexto santanderino: -Digamos, en resumen, que el héroe de
Sotileza es la vida entera de los mareantes santanderinos, observada y descrita en una
espléndida variedad de situaciones, gentes y costumbres, y todo ello con una rigurosa
fidelidad al detalle y una incomparable riqueza y propiedad en el lenguaje, que toda¬
vía es más sorprendente en los diálogos* (1996, p. 698).
248 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

en su análisis a la novela de Pereda, y considera acertado el juicio de


Menéndez Pelayo dado al novelista:«[...] Hazte cada día más local pa¬
ra ser cada día más universal, ahonda en la contemplación del detalle;
hazte cada día más íntimo con la realidad, y tus creaciones engañarán
los ojos y la mente hasta confundirse con las criaturas humanas» (1941,
VI, p. 378). Es evidente la preocupación por parte de la crítica de la fu¬
nesta influencia o, afortunada, según se mire, del costumbrismo en
Sotileza. Montesinos señala que el propósito de su obra es idéntico al
que inspiró su obra costumbrista. Como si adivinara lo que más tarde
afirmará Pardo Bazán sobre la índole artística de su obra, Pereda se
complacerá -en sobreponer el costumbrismo local a lo novelesco, en
hacer de la novela un mero vehículo de aquél» (1969, p. 153).
Montesinos advierte también en su estudio que Pereda hubiera
sido un gran folklorista y hasta, debido a su entusiasmo por tipos y
paisajes santanderinos, un excelente poeta lírico (1969, p. 157), as¬
pecto cuestionable según señala recientemente la crítica (Caudet,
1996, p. 18). El peculiar talante de Pereda y su forma de engarzar
los hechos en su novela son aspectos expuestos por el propio no¬
velista tanto en su discurso de ingreso en la Real Academia como
en posteriores intervenciones públicas. Pereda, a diferencia de Gal-
dós que intentaba la búsqueda de nuevos caminos que le conduje¬
ran al mejor conocimiento de la realidad para reformarla o cam¬
biarla, defendía «el idílico enmascaramiento, lo que equivalía a
pretender detener los procesos evolutivos que asediaban a su es¬
trecha visión del mundo» (Caudet, 1996, p. 21). Las apreciaciones
del citado crítico se adecúan a la tesis defendida por Montesinos,
aunque enriquecidas con matizaciones y documentada con diver¬
sos textos literarios del novelista.44

44 En la crítica actual persiste esta visión negativa sobre la obra de Pereda. Acti¬
tud que subyace, en líneas generales, a lo largo de la monografía de Montesinos. Así
F. Caudet señala que Pereda reaccionó ante la historia pasada o -hechos consumados-
refugiándose en una visión anacrónica y obsoleta del mundo (1996, p. 22). Desacier¬
tos o reprobaciones que no sólo se proyectan desde el punto de vista ideológico del
autor, sino también estético: -Los problemas que plantea Sotileza, y la novela peredia-
na en general, son, por consiguiente, tanto de carácter estético como ideológico. Aun¬
que, como en tantos otros casos —Alarcón, Palacio Valdés, el padre Coloma, a menu¬
do Valera y la Pardo Bazán— los problemas estéticos de sus obras son consecuencia
directa de unos posicionamientos ideológicos que violentaban la escritura realista. De
ahí que la novela perediana sea, estéticamente, una apuesta arriesgada, de difícil,
cuando no imposible, ejecución- (Caudet, 1996, p. 23). Planteamiento analizado des¬
de otra óptica en el también reciente estudio debido a J. L. Aibotg: -El que la novela
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 249

Los recuerdos infantiles fluyen con espontaneidad en su mun¬


do de ficción (Bonet, 1980, pp. 15-16; Caudet:, 1996, p. 26). Un San¬
tander que rememora tiempos del pasado, descrito desde una pers¬
pectiva histórica que engarza con el mundo de ficción creado por
Pereda (Caudet, 1996, pp. 30-36). El ayer y el hoy se conjugan y ar¬
monizan con un claro propósito: “Pereda encuadra el presente con
una orla épica, limándole las aristas, su modo de acercarse al ver¬
dadero sentir, a la poesía cobijada en el ayer. Nos pide, y repito,
que adoptemos un código, una visión disolvente del hoy, y lo pro¬
yectemos al pasado utópico, al que tampoco se piensa con objeti¬
va frialdad» (G. Gullón, 1991, p. 35).
Desde el punto de vista de la estructura dramática, Sotileza,
que incorpora técnicas propias del folletín, «resulta más patente la
división tripartita de la novela que en la acción. Porque, en defini¬
tiva, Pereda pretendía en Sotileza comunicar, a través de unos per¬
sonajes sin demasiada —valga la redundancia— personalidad, la
para él necesidad de recuperar un orden perdido» (Caudet, 1996, p.
41). División tripartita realizada también por J. Casalduero pese a
que el enfoque es distinto, pues señala que la materia argumental
se configura o proyecta desde «dos núcleos de once capítulos cada
uno y se cierra con un epílogo de siete capítulos en crescendo muy
sonoro» (1985, p. 120).

hubiera sido escrita con el propósito de resucitar gentes y cosas ya desaparecidas no


extraña necesariamente —y en este caso no lo hace en absoluto— que el costumbris¬
mo local se sobreponga a lo novelesco, como asegura Montesinos. El escritor, en efec¬
to, pretendió reconstruir un mundo desaparecido que había amado entrañablemente
y que además conocía muy bien, y para darle vida puso en pie una estupenda galería
de seres humanos, vivos y reales, que protagonizaban peripecias novelescas traba¬
das y desarrolladas con prodigiosa perfección; y desenvolvió esta trama sobre el
fondo de aquella sociedad y costumbres que deseaba resucitar, sin mengua de la en¬
tidad personalísima e individualizada de cada personaje. No estamos pretendiendo
negar la agudeza crítica de Montesinos, tantas veces aducidas en estas páginas, pero
creemos que en este problema del costumbrismo, y muy en especial del perediano,
desbarra tediosa y empecinadamente, estimulado —y cosa es también que no puede
negarse— por la muy escasa simpatía que le merece la ideología del escritor» (1996,
pp. 693-694). Sólo en aspectos puntuales la crítica en su totalidad ha coincidido, co¬
mo en el referido al lenguaje, en el elogio a los diálogos que pueblan la novela So¬
tileza. Sirva como ejemplo el siguiente texto-, -El acervo lingüístico de estos pesca¬
dores, a más de retratar su peculiar manera de ser, es muestra de un primor artístico
con el que Pereda supo dar categoría literaria al habla popular, y mejor, castiza de
un pueblo. Aquí reside uno de los grandes triunfos de la novela del pasado siglo, en
ese encuentro con la realidad regional española» (Miralles, 1977, p. 50).
250 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Sotileza ha sido analizada y comparada con novelas cuya señas


de identidad se asemejan e inciden en un contexto urbano y geo¬
gráfico. El sutil análisis realizado por G. Gullón revela la semejanza
entre José, de Palacio Valdés, y Sotileza.45 Concomitancias, influen¬
cias y paralelismos de Sotileza con piezas clásicas de la literatura
española, pues la novela perediana guarda cierta vinculación no
sólo con los exempla medievales (Caudet, 1996, p. 43), sino tam¬
bién con la filosofía religiosa y político-social de la dramaturgia ba¬
rroca, especialmente con Fuenteovejuna (Varey, 1976, p. 22, pás-
sim, J. Casalduero, 1985, p. 132; Caudet, 1996, pp. 38-42). Sotileza
no es una novela idilio, es la expresión de una vida real, pero tal
como la quiere Pereda. Es una lección en la que cada uno debe
ocupar el lugar que le corresponde. Como indica J. Casalduero «5o-
tileza no es una novela idilio, es una lección moral que el novelis¬
ta omnisciente y omnipresente dirige» (1985, p. 133).

5.3 ■ 7. La Montálvez

Las primeras noticias46 que tenemos del proyecto de escribir


una novela de la llamada sociedad de buen tono, aparece en una

45 G. Guitón da constancia de dicha semejanza: -El escenario de Armando Pa¬


lacio Valdés nació inspirado por dos preciosos pueblos costeros de Asturias, Cudillero
y Candás, bautizado Rodillero en la novela, mientras Santander inspiró la de Pereda.
Varias escenas se asemejan, el temor y los efectos devastadores de una galerna forman
parte central de ambas novelas, y sendas historias de amor entrelazan las intrigas argu¬
méntales. La pieza de Palacio Valdés, compuesta con soltura, aúna mejor las escenas,
y su lenguaje está menos presionado por los giros del español del Siglo de Oro. Aun¬
que gana en construcción, en cierta fluidez narrativa, el conjunto carece de la gran¬
deza panorámica, épica y emotiva de la obra perediana» (1991, p. 32).
11 No es descaminado el juicio emitido por González Herrán relacionado con
la posible y posterior gestación del relato de Pereda basado en la denominada so¬
ciedad de «guante blanco». En un extenso artículo, tal como señala González He¬
rrán, titulado »Don José María de Pereda», publicado en la Revista Contemporánea,
A. Charro-Hidalgo y Díaz escribía lo siguiente:«[...] y no decimos nada, el día que se
decidiese [Pereda] a escribir una novelita de actualidad en la que figurasen la mar¬
quesita C., el ministro H., los petardistas de frac y corbata blanca, la nobleza impro¬
visada, los oradores de relumbrón, los poetas de circunstancias, los diputados por¬
que sí, los generales de salón, los sabios de oficio que no han hablado ni escrito
nada en todo el transcurso de su vida, los banqueros quebrados, más ricos y opu¬
lentos que antes de la bancarrota, y tantas otras plagas y calamidades como afligen
a esta desdichada sociedad que están pidiendo a voces un retrato de cuerpo entero,
un estudio naturalista de primer orden que solo hombres del temple de Pereda pue¬
den llevar a cabo (...) ¿Quién podría encontrar libro más interesante, dadas las dotes
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 251

carta (15 de noviembre de 1885) de Pereda dirigida a Joan Sardá


(Fernández-Cordero, 1969, p. 207). Gracias al material noticioso de
los epistolarios podemos seguir todo el proceso de elaboración, re¬
dacción y publicación. Hasta los más mínimos detalles se pueden
percibir a través de todo este epistolario (Pereda y Sánchez Reyes,
1953, pp. 104-112; Ortega, 1964, p. 101, pássim; Fernández-Corde¬
ro, 1969, pp. 180, 188-193, pássim; Bensoussan, 1970, pp. 166, 181-
182, pássim; Clarke, 1991, pp. 263-265) dirigido, especialmente, a
Menéndez Pelayo, Galdós, Oller y Laverde. De igual forma los es¬
tudios dedicados a la gestación y publicación de la novela sirven
de perfecto complemento a las colecciones epistolares anterior¬
mente citadas (Montero, 1919, p. 123, pássim; Camp, 1937, p. 411;
R. Gullón, 1944, p. 187; Montesinos, 1969, pp. 180-182; Fernández-
Cordero, 1970, pp. 152-153; Alborg, 1996, p. 701).
El análisis, historia y cotejo de autógrafos referentes a la elabo¬
ración de La Montálvez han sido aspectos estudiados ampliamente
por la crítica (González Herrán, 1981b, pp. 219-252). Igualmente el
estudioso de la obra perediana tiene a su alcance dos excelentes
trabajos que sintetizan todo este panorama crítico concerniente a la
gestación y publicación de La Montálvez (González Herrán, 1983,
pp. 255-262; Bonet, 1996, pp. 413-418 y 422-428).
En lo referente a la recepción crítica, González Herrán incluye
un total de treinta y nueve reseñas (1983, pp. 263-266). Del escru¬
tinio y análisis que Pereda realizó de dichas críticas a su libro se
desprende, según González Herrán, una mezcla de despecho y
perplejidad: «[...] lo primero, por lo que consideraba trato injusto
y malintencionado; la segunda, por la disparidad de opiniones,
tanto en artículos en la prensa como en cartas de lectores y amigos»
(1983, p. 273). Perplejidad que se manifiesta en la correspondencia
epistolar dirigida a Quintanilla (Fernández-Cordero, 1968, p. 208) o

descriptivas de nuestro autor y el talento de observación verdaderamente asombro¬


so que le distingue?- (Revista Contemporánea, 15 de abril de 1884). Dicho texto, to¬
mado de González Herrán (1983, p. 255) coincide con la galería de tipos que desfi¬
lan por La Montálvez. El citado crítico señala con precaución que -sería arriesgado
afirmar que en aquella sugerencia se encuentra la idea motriz de la novela que ha¬
bía de publicar Pereda a principios de 1888. En todo caso, señalemos que ese artícu¬
lo con toda probabilidad fue leído por el novelista, que lo conservaba en su colec¬
ción de artículos y críticas periodísticas; y recordemos que en el prólogo-dedicatoria
de Sotileza, redactado en diciembre de 1884, al hacer Pereda una irónica exposición
de lo que entendía por buena novela de costumbres, sus palabras no son muy dis¬
tintas de las de Charro-Hidalgo- (1983, p- 255).
2.52 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

a Galdós (Ortega, 1964, p. 129). L. Bonet analiza todo este ingente


material noticioso teniendo en cuenta tanto el relacionado con las
cartas como el dado a la luz pública. La respuesta crítica se centró,
a tenor de lo analizado, en tres núcleos ideológicos: «[...] primera¬
mente, el escasísimo conocimiento perediano de las costumbres
propias de la sociedad madrileña. En segundo lugar, la atosigante
moralización en el enfoque de ese ámbito cortesano, hasta tal pun¬
to que La Montálvez asemeja una novela de tesis,47 fórmula ya mar¬
chita en el año 1888. Y, por último, la crítica discutió los rasgos pre¬
suntamente naturalistas del libro: aspecto nada secundario, por
cierto, en el revuelo polémico que levantó dicha obra» (Bonet,
1996, pp. 428-429). El análisis realizado por Bonet48 permite el en¬
garce de La Montálvez con la polémica naturalista española, inci¬
diendo en las opiniones críticas de la época a través de los juicios

4 La manifiesta tendenciosidad perediana se percibe a lo largo de su obra. A tal


respecto J. Oleza señala lo siguiente: «La tesis que recorre su obra entera es siempre
la misma, reiterada machaconamente. Cabe distinguir, sin embargo, tres modos fun¬
damentales de exponerla: el modo negativo, de sátira feroz de un concepto de la vi¬
da: El buey suelto ten el que Gedeón viene a representar el egoísmo del celibato), La
Montálvez (la inmoralidad de la aristocracia madrileña), Pedro Sánchez, a pesar de
que esta novela es excepcional y extraña en la obra de Pereda, algo así como un ex¬
perimento. Un segundo modo vendría representado por el choque de dos mundos,
el de los buenos y el de los malos. Tal como puede verse en Don Gonzalo González
de la Gonzalera (el mundo patriarcal y bucólico de Coteruco, viviendo en la igno¬
rancia feliz, bajo la paternal autoridad de don Román, frente al paraíso perdido en
que se convierte Coteruco por la acción de los librepensadores, anhelantes del lucro
personal, don Gonzalo, Lucas y Patricio), o en De tal palo, tal astilla (el mundo pa¬
triarcal y bucólico de Valdevines, paraíso rural escondido entre sierras, turbado por
los dos médicos racionalistas y ateos, a los que se opone la voluntad férrea y orto¬
doxa de Águeda). El tercer modo sería el de la exaltación positiva de una concepción
del mundo patriarcal y bucólico, exaltación frente a la cual lo negativo queda redu¬
cido a nuevas alusiones, tal como se expresa en El sabor de la tierruca, Peñas arriba,
La Puchera- (1976, p. 43).
18 El análisis que de la sociedad realiza en La Montálvez denota claramente la
tendencia ideológica del autor, enfrentada o en clara contraposición a la ideología
de carácter liberal, republicana o progresista, pues Pereda se ubica en el integrismo,
«cuya expresividad política sería el carlismo* (Bonet, 1996, pp. 435-436). La animad¬
versión perediana se evidencia claramente, pues fustiga y denuncia el parasitismo
palaciego, la pasividad económica, la ociosidad, la corrupción, la ostentación. Vi¬
sión peyorativa de la aristocracia madrileña que también será urdida por «sistemas
ideológicos muy alejados de la opinión tradicionalista, firmemente católica* (Bonet,
1996, p. 439). Madrid como paradigma negativo, el metaforismo de estirpe clerical
que subyace a lo largo de La Montálvez, naturalismo católico y las filtraciones de fo¬
lletín que se perciben en la novela, serán aspectos, entre otros, analizados con rigor
y detalle por L. Bonet (1996, pp. 441-462).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 2-53

de Quintanilla, Clarín, Menéndez Pelayo, Ruiz y Contreras, Yxart, Cor¬


tón, Melgares, Vidart, Rubio y Lluch... La pertenencia o no de LaMon-
tálvez a la novela naturalista es uno de los problemas más debatidos
por los críticos de la época. Se trata, como bien ha apuntado Bonet, de
un -problema insoslayable dado que estaba inserto en la propia dis¬
cusión española —a su vez tan extremosa— sobre tal movimiento li¬
terario, artístico o, incluso —en un sentido amplio— cultural, pues
aceptar el zolaismo conllevaba una precisa visión filosófica de la vida
y de la historia, o sea, una escalada de valores radicalmente enfrenta¬
da a la ideología conservadora e idealista» (1996, p. 432).
La Montálvez, novela autobiográfica,49 actúa como marco re¬
ceptor de la visión negativa que Pereda manifiesta a lo largo de
su vida. Fernández-Cordero que ha analizado con precisión el
contexto histórico y social de la novela perediana percibe un
cambio de actitud en el novelista a la hora de analizar un deter¬
minado núcleo social: -Mientras la galería de retratos de perso¬
najes de extracción social hidalga, popular y mesocrática, es rica
y llena de veracidad, aquellos pertenecientes a la aristocracia o a
la alta burguesía madrileñas están vistos a través de un prisma
empañado por múltiples prejuicios anticortesanos que le hacen
aparecer como un moralista ceñudo más bien que como un es¬
critor desapasionado de costumbres, motivación por la cual re¬
sultan algo escamoteados y artificiosos, aunque en posesión de
una cierta dosis de autenticidad» (1970, p. 150). Prejuicios anti¬
cortesanos y tendenciosidad manifiesta fueron aspectos que con¬
virtieron a La Montálvez en una novela de tesis. Su naturalismo,
49 La Montálvez inicia el ciclo de las novelas autobiográficas peredianas. Ana L.
Baquero en su estudio sobre la figura del lector en la narrativa de Pereda señala al res¬
pecto lo siguiente: -Tres son las novelas peredianas incluibles en este apartado [La Mon¬
tálvez, Pedro Sánchez y Peñas arribe^, aunque una de ellas, La Montálvez, presente la
variante voz del narrador, voz del personaje protagonista. Verónica Montálvez escribe
un “diario” que va a servir de guía al narrador de su historia, quien lo transcribirá en
ocasiones, de manera directa* (1990, p. 51). Es opinión generalizada la presencia de la
voz narrativa en la novela española decimonónica. Recurso que permite al narrador de¬
jar constancia de sí mismo con sus injerencias, intromisiones u opiniones. Como bien
apunta Ana L. Baquero -el narrador en las obras de Pereda se inmiscuye frecuentemen¬
te en la ficción que está creando, sin prejuicio alguno por provocar esa destrucción mo¬
mentánea de la ilusión de la realidad de la obra. Pues bien, en muchísimas ocasiones el
narrador perediano en esas intervenciones al margen de la acción va a referirse de ma¬
nera muy directa a sus lectores. La cantidad de llamadas y referencias al lector que so¬
lamente de manera explícita encontramos en su obra es tal, que creemos no resulta
exagerado afirmar, que es el caso de Pereda el de uno de los novelistas que más tiene
en cuenta a sus lectores, a la hora de escribir sus obras* (1990, p. 40).
254 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

según la crítica de la época, y su persistente animadversión y


censuras a los medios aristocráticos y burgueses han sido motivo
de especial atención por parte de la crítica (Montesinos, 1969,
pp. 185-193; González Herrán, 1983, pp. 287-304; Alborg, 1996,
pp. 701-706).
Tras unos meses de acre polémica en torno a La Montálvez, Pe¬
reda publica una novela que incide en un escenario y tipología
completamente afín a él: Polanco. Como señala Bonet, esta vuelta
•<a los temas favoritos constituía, además, una posición de repliegue
típicamente perediana ante los varapalos que la crítica había pro¬
pinado a una novela “cosmopolita” como La Montálvez, terreno
sociológico en el que nuestro escritor nunca se movió con soltura-
(1980, p. 42).

53 8. La Puchera

Según los testimonios epistolares La Puchera se redactó en¬


tre agosto y octubre de 1888 (Pereda y Sánchez Reyes, 1953, pp.
112-113; Fernández-Cordero, 1968, pp. 209-211; Montesinos,
1969, p. 56; Bensoussan, 1970, pp. 195-197; Clarke, 1991, pp.
266-267). Los principales interlocutores de estas epístolas son
Oller, Gumersindo Laverde, Menéndez Pelayo y Quintanilla (Bo¬
net, 1980, pp. 48-52; González Herrán, 1983, pp. 319-323).
La recepción crítica de La Puchera, su éxito o inicial silencio de
la crítica, se percibe también en los epistolarios citados y en los ar¬
tículos dados a la prensa. Pereda, por ejemplo, le escribe a Menén¬
dez Pelayo instándole a que comente su novela. El silencio de don
Marcelino le preocupa: «Nada te pregunto a propósito de La Pu¬
chera, porque bastante me dice el silencio que conmigo guardas
después de haberla leído. Creo que tengo a gran desdicha el no ha¬
ber hecho en mi género cosa de tu gusto- (Pereda y Sánchez Reyes,
1953, p. 113). La respuesta no se hizo esperar y en carta del 10 de
enero de 1889 califica La Puchera de novela incomparable (Pereda
y Sánchez Reyes, 1953, p. 114). Menéndez Pelayo insistirá en la
grandeza de La Puchera50 y la define como «el mejor libro de ame-

'll Para Menéndez Pelayo La Puchera reúne las necesarias condiciones para
ser una obra maestra, pues Pereda acertó plenamente en las dos grandes formas del
idilio rústico y del idilio marítimo, circunstancias que no se daban en La Montálvez.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... *55

na literatura que en estos últimos tiempos ha aparecido en España»


(1941, VI, p. 383).
El éxito de la novela fue proverbial. En las cartas dirigidas a
Quintanilla (Fernández-Cordero, 1968, p. 218), Galdós (Ortega,
1964, pp. 137-138), Coloma (Coloma, 1942, p. 84), Oller (Ben-
soussan, 1970, p. 201), Yxart (Torres, 1980, pp. 298 y 202) y La-
verde (Clarke, 1991, p. 268) se citan cifras que rondan los cuatro
mil ejemplares. El 16 de marzo Pereda comunica a Laverde, por
ejemplo, que «se vendieron en las cinco primeras semanas 4.000
ejemplares. Cantidad casi fabulosa en España donde tanto esca¬
sean los compradores, y con tanto desdén mira la crítica a los li¬
bros» (Clarke, 1991, p. 268). Pese a las opiniones de Clarín (Ma¬
drid Cómico, 23 de febrero de 1889) y Camp (1937, pp. 217,
pássim) que incidían en el silencio de la crítica, lo cierto es que La
Puchera no fue ignorada (González Herrán, 1983, p. 324). El total
de reseñas críticas aparecidas en la prensa en el momento de la
publicación de La Puchera es de treinta y nueve, la mayoría de
ellas debidas a firmas de prestigio. Del escrutinio y análisis reali¬
zados por Bonet (1980, pp. 53-55) y González Herrán (1983, pp.
324-330) se percibe el interés de la crítica. Publicaciones santan-
derinas como El Atlántico o El Correo de Cantabria se harían eco
del éxito de la novela. Otro tanto sucede con los periódicos ma¬
drileños (El Resumen, La Avispa, Los Madriles, La Época, Revista
de España, El Imparcial, El Correo, Revista Contemporánea, Ma¬
drid Cómico, El Noticiero, El Día, La Unión Católica, El Globo, La
España Moderna) o catalanes (La Vanguardia, Diario de Barce¬
lona, La Publicidad, La Dinastía). Así Luis Alfonso, desde las pá¬
ginas de La Dinastía, establece paralelismos con el humor y la
ironía de Dickens (19 de marzo de 1889). Ruiz Contreras (Revista
Contemporánea, 15 de febrero de 1889) y José María Quintanilla
(El Día, 25 de marzo de 1889) destacan el valor de la novela, libro
de arte, de caracteres y de costumbres. José María Quintanilla
(«Pedro Sánchez») insiste en que se trata de una obra magistral. Su
cosmopolitismo y su fondo humano impregnan la totalidad del

Pese a este tono elogioso que predomina en su estudio —como lo concerniente a


los personajes Lebrato y su hijo, Pilara y Quilino, el médico don Elias y el avaro y
supersticioso Berrugo, magistralmente descritos y comparables con lo mejor de Bal-
zac—, Menéndez Pelayo destaca ciertos desmayos, como los relativos a la historia
de Inés, del seminarista y del indiano (1941, VI, p. 385).
256 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

relato. En La Puchera subyace un tema esencial, el de la lucha


por la existencia en el ser humano, de ahí es donde procede la
universalidad de la novela perediana (El Atlántico, 19 de enero
de 1889). El agudo y célebre crítico Yxart destaca la riqueza dia¬
lectal, la sugestiva plasticidad de su ámbito sonoro, el realismo
lingüístico CLa España Moderna, V, mayo, 1889, pp. 193-206). El
propio Pereda agradecería en una carta a Yxart sus encomiásticos
juicios (Torres, 1980, pp. 297-298).
La recepción de la crítica se centra también en la identifica¬
ción de La Puchera como novela regional, novela costumbrista.
Hecho fácil de constatar a través del cotejo y análisis de los testi¬
monios reflejados en la prensa de la época (González Herrán,
1983, pp. 330-334). La posible afinidad entre la novela de Pereda
y el naturalismo no pasó totalmente desapercibida ante la crítica.
Por ejemplo, su fiel amigo y confidente Quintanilla y, especial¬
mente, Melchor de Palau incidieron en el motivo de «la lucha por
la vida», reprochando, este último, a Pereda el que no hubiera
profundizado suficientemente en el problema social que el título
prometía (González Herrán, 1983, p. 336). En este sentido y en
opinión de Montesinos La Puchera es «un libro tanto más sor¬
prendente cuanto que por primera vez el autor, al hacerlo, abor¬
da un problema técnico que resuelve de modo bastante hábil.
Esa frase montañesa, “asegurar la puchera”, es decir, ganarse la
vida o el sustento, que como “leit motiv” reaparece cien veces en
estas páginas, es el tema estructural que le da unidad de tono e
intención de que otros libros, como El sabor de la tierruca, no
desemejante de La Puchera en ciertos aspectos, carecieron»
(1969, p. 208). La dura vida de los hombres, la lucha por la vida
y la explotación económica o sexual constituyen una rica parce¬
la explotada, analizada y descrita no sólo por la tradición realis¬
ta (Balzac, Dickens), sino también, y de un modo más científico
—en consonancia con los presupuestos naturalistas establecidos
por Taine, Darwin, Bernard y Compte— por Zola (Bonet, 1980,
p. 58).
La estructura de los personajes peredianos en relación con la
poética naturalista, la técnica visual y el tratamiento caricaturesco,
engarzado todo ello con la ideología del autor, serán aspectos te¬
nidos en cuenta por la crítica (Bonet, 1980, p. 59, pássim, Gonzá¬
lez Herrán, 1983, pp. 341-348). Novela de una gran fluidez narra¬
tiva que armoniza inteligentemente y con destreza la escena
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 257

costumbrista con la movilidad del relato. Novela, como señala Bo-


net, situada en un punto intermedio entre el campo y la ciudad,
una ciudad que simboliza los pecados de la civilización liberal, a
juicio de Pereda y, -no obstante, dirigida a un público burgués en
la doble acepción de este término, nostálgico de un mundo rural
“bello” y “puro”, definitivamente abolido a finales del siglo xix»
(1980, p. 62).

5.3-9. Nubes de estío

Nubes de estío comenzó a redactarse en septiembre de 1889, tal


como atestiguan las cartas dirigidas a Menéndez Pelayo (Pereda y
Sánchez Reyes, 1953, pp. 124-125), Oller (Bensoussan, 1970, pp.
202 y 205), Coloma (Coloma, 1942, pp. 85-86), Yxart (Torres, 1980,
pp. 300 y 306). La redacción del libro finaliza en diciembre de 1890
(Clarke, 1974, p. 28). Proceso de elaboración y publicación anali¬
zado tanto por Montesinos (1969, pp. 225-226) como por González
Herrán (1983, pp. 349-352).
La valoración que la crítica hizo de Nubes de estío fue muy po¬
co favorable, salvo raras excepciones, como la realizada por Quin-
tanilla (González Herrán, 1983, p. 358). Novela cuya redacción fue
no poco accidentada, por motivos editoriales, y juzgada como
novela anticortesana, pues constituía una ofensa a la colectividad
santanderina, especialmente, la protagonizada por el sector del
comercio, los comerciantes adinerados y banqueros (Cossío, 1934,
p. 302, pássim). Censura también a los veraneantes madrileños, des¬
tructores de la sosegada vida de la región. La sociedad cortesana
que frecuentaba el Sardinero sufre el varapalo perediano (López de
Abiada, 1986, p. 185).
Novela que levantó una fuerte polémica en su tiempo. La crí¬
tica reciente destaca los artículos debidos a E. Pardo Bazán —Los
resquemores de Pereda y Una y no más. Al público y a Pereda—.
Al primero contestará el propio Pereda en el titulado Las come¬
zones de la señora Llardo Bazán (Montesinos, 1969, pp. 234-235;
González Herrán, 1983, pp. 363-371; Alborg, 1996, pp. 713-717).
El seguimiento puntual que realiza González Herrán permite re¬
construir con detalle la historia de tal suceso, motivada por el ca¬
pítulo titulado Palique, que suponía un ataque frontal contra la
prensa cortesana, contra los periodistas y críticos de Madrid
258 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

(1983, p. 363). Cossío resume también con precisión el ambiente


de la polémica y sus consecuencias, pues la prensa de provincias
y, especialmente, la catalana percibió en la sátira perediana una
defensa de sus intereses y, especialmente, del buen quehacer li¬
terario, no sujeto a los imperativos de la sociedad madrileña.
Sobre el asunto y el desarrollo de la trama Pereda nada nuevo
aporta. El silencio de Menéndez Pelayo es harto elocuente. Novela
calificada o definida con epítetos nada halagadores. Lo más grana¬
do de la crítica —Clarín, Pardo Bazán, por ejemplo— percibió con
exactitud los errores de la novela. Hoy en día, desde una nueva
interpretación, el análisis revela aciertos no señalados, como el
perspectivismo narrativo perediano puesto en práctica en la nove¬
la, perspectivismo que le permite narrar un suceso o describir un
motivo desde uno o múltiples puntos de vista (González Herrán,
1977, pp. 357-381).

5.3 10. Al primer vuelo

Las causas que rodearon el proceso de redacción y publicación


han sido analizadas a partir del temprano juicio de José María Quin-
tanilla {El Atlántico, 25 de mayo de 1890). Estudio y posteriores
epistolarios publicados revelan datos inéditos sobre esta novela
concebida y escrita a petición de José Yxart para su publicación en
la editorial catalana Henrich y Cía. (Cossío, 1973, p, 26l; Montesi¬
nos, 1969, pp. 225-226; Carracedo, 1964, p. 35; González Herrán,
1983, pp. 381-388). El laborioso proceso de preparación de esta
obra de encargo, así como las duras condiciones de la editorial y su
negativa actitud aparecen fielmente descritas en su epistolario (To¬
rres, 1980, pp. 293-314).
La redacción se inició el 14 de mayo de 1890 (Clarke, 1974,
p. 29). El 31 de dicho mes Pereda escribe a Federico Vial solici¬
tándole datos sobre usos, costumbres y expresiones coloquiales
de México a fin de incluirlas en su novela (Cossío, 1957, p. 141).
De igual forma solicitó información relativa a temas marineros
para dar veracidad y realismo a los hechos narrados (R. Gullón,
1944, p. 210; Fernández-Cordero, 1968, p. 232; Cossío, 1973, p.
263; González Herrán, 1983, pp. 384-385). Sobre las circunstan¬
cias relacionadas con el proceso de redacción se encuentra tam¬
bién información en el epistolario dirigido a Galdós (Ortega,
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 259

1964, pp. 151-152). A través de la correspondencia a Yxart y


Oller sabemos que la novela fue concluida el último día de julio
de 1890 (Torres, 1980, p. 305; Bensoussan, 1970, pp. 207-208).
La fecha exacta de su publicación y venta puede conocerse gra¬
cias a la carta del 7 de mayo de 1891 enviada a Sinforoso Quin-
tanilla, pues le anuncia que «anoche llegaron a esta casa repre¬
sentante de la de Barcelona, dos cajas de ejemplares de mi
novela, que se pondrá a la venta mañana» (Fernández-Cordero,
1968, p. 319).
Las críticas, en el momento de aparición de la novela fueron
escasas y, pasadas las primeras semanas de su publicación, quedó
prácticamente olvidada. El silencio de la crítica más autorizada
—Clarín, Menéndez Pelayo, Ortega Munilla, entre otros— da una
idea clara de su escaso valor. Montesinos en sus juicios sobre Al
primer vuelo y Nubes de estío afirma con no poca razón que «son
libros tan endebles, y en muchas cosas tan semejantes, que pode¬
mos reseñarlos conjuntamente y con gran rapidez, pues no justifi¬
carían un examen demorado» (1969, p. 225). La carencia de una te¬
sis, así como la falta de tensión dramática y la ausencia de un
conflicto, convierte la novela en un relato peculiar. La crítica, pese
a que no actuó con virulencia, censuró la trama de la novela, arti¬
ficiosamente desproporcionada, y su nula o escasa acción, como
en el caso de Pardo Bazán o L. Alfonso (González Herrán, 1983,
pp. 398-400).

5.3 11- Peñas arriba

Los inicios más remotos de la redacción de Peñas arriba coinci¬


de con el viaje electoral iniciado por Pereda a Liébana y valles del río
Nansa (Cossío, 1973, p. 264). En la crítica de Nubes de estío (1891) se
anunciaba que Pereda se proponía escribir una novela montañesa
(Pedro Sánchez, El Atlántico, 30 de enero de 1891; Camp, 1937,
p. 231; Montesinos (1969, p. 239; González Herrán, 1983, pp. 405-
406; Estébanez Calderón, 1984, p. 51; Rey, 1995, p. 6).
En los epistolarios se encuentra, igualmente, un material no¬
ticioso de gran valor, pues se puede seguir el gradual proceso de
composición de la novela (Huidobro, 1933, p. 6, pássitn; Pereda
y Sánchez Reyes, 1953, p. 137; Cossío, 1957, pp. 163-164; Oller,
1962, pp. 173-227; Ortega, 1964, p. 158; Bensoussan, 1970, p. 243,
26o PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

pássim). Noticias referidas también a viajes del autor para reca¬


bar información e introducirla en su novela figuran igualmente
en toda esta documentación estudiada y cotejada puntualmente
por la crítica actual (Montesinos, 1969, pp. 239-244; González
Herrán, 1983, pp. 405-413; Estébanez Calderón, 1984, pp. 52-53;
Rey, 1995, pp. 65-66). Proceso de redacción interrumpido por un
triste suceso —suicidio de su hijo mayor (2 de septiembre de
1893)— comentado profusamente tanto en los epistolarios (Pe¬
reda y Sánchez Reyes, 1953, pp. 139-140; Poyán Díaz, 1957, II,
pp. 161-162; Oller, 1962, pp. 253-257; Fernández-Cordero, 1968,
pp. 245-248; Bensoussan, 1970, pp. 264-270) como en estudios
de conjunto y ediciones críticas (Montero, 1919, pp. 71-72;
Camp, 1937, p. 34; R. Gullón, 1944, pp. 232-236; Carracedo, 1964,
p. 38; Montesinos, 1969, pp. 241-242; Entrambasaguas, 1972,
p. 29; Cossío, 1970, pp. 264-270; González Herrán, 1983, pp. 408-
410; Estébanez Calderón, 1984, pp. 52-53; Rey, 1995, pp. 65-
66).La recepción crítica que tuvo la novela no pudo ser más
favorable. El inventariado de las críticas (Clarke, 1974, pp. 125-
127; González Herrán, 1983, pp. 413-418) da como resultado un
total de sesenta y siete, todas, o en su mayoría, concluyentes,
pues afirmaban que Peñas arriba era no sólo la mejor novela de
su autor, sino una de las más valiosas de la literatura española.
Para Clarín, por ejemplo, era su mejor novela, al igual que para
Menéndez Pelayo, Galdós, Quintanilla, R. de Solano, Kasabal,
entre otros muchos (González Herrán, 1983, pp 418-423). La crí¬
tica, tanto de las primeras décadas del presente siglo (Andrenio,
1924, p. 75) como en las últimas ha confirmado y corroborado
tales juicios (Pérez Gutiérrez, 1975, p 176), como, por ejemplo,
en el caso de Montesinos, al señalar que se trata de la obra «más
seria, la más madura como pensamiento, la más meditada, por
ello mismo la más generosa» (1969, p. 262).
La tesis patriarcal de la novela fue un tema debatido en el mo¬
mento de su aparición, pues las ideas que subyacen en la novela,
como las que protagoniza el señor de la Torre de Provedaño, son
idénticas a las del propio Pereda. Clarín ya señaló que Peñas arri¬
ba era un libro de tesis, «es tendencioso, pero de la manera más
inofensiva (...) Tiene dos ideas capitales, que [...] podrían llamarse
regionalismo y misoneísmo- (Las Novedades de Nueva York, 2 de
marzo de 1895). El análisis de los artículos de la época no sólo se
centró en la mayor o menor tendenciosidad de la novela, sino
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 261

también en otros aspectos, como los señalados por Mariano de


Cavia.51
Aspectos destacados por la crítica serían, por ejemplo, los rela¬
cionados con el paisaje perediano, auténtico protagonista de su
novela,'’2 de ahí la denominación paisaje con figuras (Montesinos,
1969, pp. 263-271; Clarke, 1969; Rozas, 1979, pp. 93-94; González
Herrán, 1983, pp. 435-439; Rey, 1995, pp. 103-107). Respecto al te¬
ma ya señalado de «menosprecio de corte y alabanza de aldea» Clar¬
ke percibe una cierta influencia de Fray Luis de León, pues Pereda
comparte una idéntica visión espiritual del campo (1969, p. 11). La
concepción patriarcal, eje esencial de la novela, constituye también
un aspecto fundamental para la crítica (Fernández-Cordero, 1970,
pp. 291-301; Le Bouill, 1976, pp. 311-328; Estébanez Calderón,
1984, pp. 72-73; Rey, 1995, pp. 85-91; Alborg, 1996, pp. 724-728).
Finalmente cabe destacar los aspectos relacionados con la estruc¬
tura de Peñas arriba, parangonables a La Regenta, equilibrada y
dividida en dos partes de aproximada extensión: la primera de tem¬
po lento, centrada en la descripción, y la segunda, más dinámica y
acelerada, camina con paso seguro hacia el desenlace (Rey, 1995,
pp. 67-79). Estructura del relato engarzada o sujeta a tres soportes o
palabras clave que pertenecen al léxico moral: llamada, tentación y

51 Desde las páginas de El Liberal, Mariano de Cavia percibía ciertos aspectos


en Peñas arriba: ■[...] Una clara y “sentimental” exposición de ciertas teorías sociales
y políticas, que “sistematizadas” en otra forma, van conquistando hoy, rápida y lumi¬
nosamente, los espíritus más cultos y reflexivos de Europa [...] en la “tesis" susodicha,
hallará el lector atento desde el regionalismo tradicional que con tanta fuerza revive
en las no muy bien unificadas Francia, Alemania y España, hasta la “organización au¬
tonomista” de Pi y Margall; desde el patriarcado cristiano y socialista que predica
“espiritualmente” el Conde León Tolstoi en Rusia, hasta el aristocratismo intelectual
que el recién fenecido Lord Randolph Churchill ha impuesto “prácticamente” en In¬
glaterra. Imposible meter más cosas en un rincón de la montaña de Santander, en un
caserón solariego y en la “tesis” de una novela de quinientas páginas- (ElLiberal, 31
de enero de 1895). El texto reproducido con anterioridad por González Herrán (1983,
p. 425) es para dicho crítico harto elocuente, pues Peñas arriba trata, efectivamente,
muy diversos problemas, -desde el viejo tópico de “Menosprecio de corte y alabanza
de aldea”, hasta preocupaciones tan del día como el regeneracionismo, pasando por
la querella anticentralista y las aspiraciones autonomistas» (1983, p. 425). Aspectos
que no eran nuevos en Pereda, pues se percibirán en otras novelas debidas al autor
(González Herrán, 1981c, pp. 153-156).
Desde esta óptica, la de imbricar Peñas arriba en el contexto de una tradi¬
ción europea, se ha analizado la novela. Estudio comparativo que revela concomi¬
tancias o analogías con obras clásicas de la literatura universal (Clarke, 1984, pp.
236-237).
i6z PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

com>ersión (Estébanez Calderón, 1984, pp. 58-63). Mundo de ficción


tejido con perfección gracias a la perfecta adecuación entre las va¬
riantes idiomáticas y la condición social de los personajes (Me-
néndez Pidal, 1933, pp. 144-155; Outzen, 1936, p. 41, pássim; Gar¬
cía González, 1977-1978, pp. 453-484).

5.3 12. Pachín González

El título de dicha novela se debe, principalmente, a un triste


suceso ocurrido en Santander el 3 de noviembre de 1893: la explo¬
sión del vapor -Cabo Machicaco», amarrado en el puerto, que
provocó más de seiscientos muertos, numerosos heridos e incen¬
dios. La bibliografía sobre dicha catástrofe la encuentra el lector en
los estudios y ediciones críticas sobre la novela y el contexto histó¬
rico (González Herrán y Benito Madariaga de la Campa, 1985; Ma-
dariaga de la Campa, 1991, p. 177, pássim). Las cartas de Pereda
revelan también aspectos sobre la elaboración y publicación de
Pachín González, como las dirigidas a N. Oller (Bensoussan, 1970,
pp. 270-272) o a Galdós (Ortega, 1964, p. 160).
Se desconoce la fecha exacta de su redacción. La novela apa¬
rece fechada en «Diciembre de 1895», en la última página del ma¬
nuscrito (Clarke, 1974, p. 30). En una carta a Oller, 18 de enero de
1896, Pereda le comunica que su novela está en prensa (Bensous¬
san, 1970, p. 359) y el 10 de febrero en una carta cuyo protagonis¬
mo lo ocupa la posible entrada de Pereda en la Real Academia, le
indica a don Marcelino la inmediata salida de su novela (Pereda y
Sánchez Reyes, 1953, p. 149). El 20 de febrero la prensa santande-
rina y madrileña dan noticia de su publicación (González Herrán,
1983, p. 452). La crítica fue, según Cossío, tibia y respetuosa (Cos-
sío, 1973, p. 280). González Herrán disiente de dicha opinión e
indica que «entre la crítica que se ocupa de Pachín González hay
artículos muy valiosos que superan el elogio condicionado y respe¬
tuoso (1983, p 455). El escaso epistolario existente al respecto
muestra ambas actitudes (Blecua, 1969, p. 315; Bonsoussan, 1970,
p. 372; Fernández-Cordero, 1968, pp. 323-324). Pachín González
puede considerarse como un novedoso relato que da fe de un su¬
ceso referido y constituye, al mismo tiempo, un primer ejemplo de
lo que hoy conocemos con el nombre de novela-reportaje (Gonzá¬
lez Herrán, 1983, p. 456).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 263

5.4. Noticia bibliográfica

5.4.1. Obras completas

Obras Completas de... con un prólogo de D. Marcelino Menéndez y Pelayo,


Madrid, Tipografía de la Viuda e Hijos de M. Tello, 1888-1900, 17 vols. [I.
Los hombres de pro.— II. El buey suelto.— III. Don Gonzalo González de
la Gonzalera.— IV. De tal palo, tal astilla.— V. Escenas montañesas.—
VI. Tipos y paisajes.— VII. Esbozos y rasguños.— VIII.— Bocetos al tem¬
ple. Tipos trashumantes.— IX. Sotileza.— X. El sabor de la tierruca.— XI.
La puchera.— XII. La Montálvez.— XIII. Pedro Sánchez.— XTV. Nubes
de estío.— XV. Peñas arriba.— XVI. A primer vuelo.— XVII. Pachín Gn-
zález\.
Obras Completas. Con un estudio preliminar por José M.3 de Cossío, Madrid,
Aguilar, 1934. [Existe una serie de Obras Completaseditadas por Aguilar
con numeración distinta a la serie de 1888-1890 y 1906-1917. La relación
es la siguiente: I. Escritos de juventud.— II. Escenas montañesas.— III.
Tipos y paisajes.— IV. Bocetos al temple y Tipos trashumantes.— V. Los
hombres de pro. Con un prólogo por D. Marcelino Menéndez Pelayo.—
VI. El buey suelto. Cuadros edificantes de la vida de un solterón.— VII.
Don Gonzalo González de la Gonzalera.— VIII. De tal palo tal asti¬
lla.— IX. Esbozos y rasguños.— X. El sabor de la tierruca.-— XI. Pedro
Sánchez.— XII. Sotileza.— XIII. La Montálvez.— XIV. La Puchera.—
XV. Nubes de estío.— XVI. Al primer vuelo.— XVII. Peñas arriba.—
XVIII. Pachín González. [En el presente estudio citamos por la octava
edición —primera reimprensión— 1974].
Obras Completas de... Edición dirigida por Anthony H. Clarke y José Manuel
González Herrán, Santander, Ediciones Tantín, 1989-1993- [I. Escenas
montañesas. Tipos y paisajes. Edición, introducción y notas de Salvador
García Castañeda, 1989-— II. Tipos trashumantes. Esbozos y rasguños.
Edición, introducción y notas de Salvador García Castañeda, 1989-— III.
Bocetos al temple. Edición de José Manuel González Herrán. Introduc¬
ción y notas de Noel M. Valis.— El buey suelto. Edición de Anthony H.
Clarke. Introducción y notas de Maurice Hemingway, 1990.— IV. Don
Gonzalo González de la Gonzalera. Introducción y notas de Enrique
Miralles. De tal palo, tal astilla. Introducción y notas de Eamonn Rod-
gers, 1991-— V. El sabor de la tierruca. Edición, introducción y notas de
Anthony H. Clarke. Pedro Sánchez. Edición de José Manuel González
Herrán. Introducción y notas de Francisco Pérez Gutiérrez, 1992.— VI.
Sotileza. Edición de Anthony H. Clarke. Introducción y notas de Fran¬
cisco Caudet. La Montálvez. Edición de José Manuel González Herrán.
Introducción y notas de Laureano Bonet, 1996].
264 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

5A.2. Novelas. Ediciones


El buey suelto... Cuadros edificantes de la vida de un solterón, por J. M. de
Pereda, Madrid, Imprenta y fundición de Manuel Tello, 1878.
Don Gonzalo González déla Gonzalera, Madrid, Suárez, 1878.
Don Gonzalo González déla Gonzalera, Madrid, M. Tello, 1879-
Don Gonzalo González de la Gonzalera, Buenos Aires, Espasa-Calpe,
Compañía General Fabril Financiera, 1939.
De tal palo tal astilla, Madrid, Tello, 1880.
De tal palo tal astilla, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e
Hijos de Manuel Tello, 1910.
De tal palo tal astilla, Madrid, Suárez, Imprenta J. Góngora, 1931 •
De tal palo tal astilla, Madrid, Hernando, 1935.
De tal palo tal astilla. Edición de Joaquín Casalduero, Madrid, Cátedra,
1976 [1996 (5.a ed.)].
De tal palo tal astilla, Madrid, Espasa Calpe (Colección Austral, 487), 1981
(5.a ed.).
De tal palo tal astilla, Santander, Campresa, 1993-
El sabor de la tierruca. Copias del natural. Ilustraciones de Apeles Mestres.
Grabados de C. Verdaguer, Barcelona, Biblioteca Artes y Letras, 1882.
El sabor de la tierruca. Novela con prólogo de D. Benito Pérez Galdós,
Madrid, 1889.
El sabor de la tierruca, Buenos Aires, Espasa-Calpe (Colección Austral),
1944.
El sabor déla tierruca, Madrid, Imprenta de Ruiz Alomo S. A., [1956].
Pedro Sánchez, Madrid, Imprenta y fundición de Manuel Tello, 1883.
Pedro Sánchez. Román Traduit de l’espagnol... par A. de Treverret, Revue
Brittanique, enero-julio de 1887, vols. I-IV.
Pedro Sánchez. Román... paa Dansk ved Johanne Alien med ferord of Prof.
Dr. Kr. Nyrop, Det. Schubotheske Forlag. Kiobenharn, MDCCXCVI [Co¬
penhague, 1896].
Pedro Sánchez... with introduction, notes and vocabulary by Ralph Emer¬
son Basset, Boston, Ginn and Co., 1907.
Pedro Sánchez. Prólogo y notas de José M.a de Cossío, Madrid, Espasa Cal-
pe (Colección Clásicos Castellanos), 1958, 2 vols.
Pedro Sánchez. Edición e introducción de José Manuel González Herrán,
Madrid, Espasa Calpe (Colección Austral), 1990.
Sotileza, Madrid, Manuel Tello, 1885.
Sotileza, Madrid, Viuda e Hijos de Tello, 1894.
Sotileza, Román traduit de l’espagnol... par J Porcher, Paris, Hachette,
1894, 1899.
Sotileza, Madrid, Establecimiento Tipográfico de los Hijos de Tello,
1916.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 265

Sotileza. Trad. Alfred Voigt, Reutlingen, Eusslin and Laiblin, 1920.


Sotileza, Madrid, Librería Victoriano Suárez, 1920.
Sotileza. Trad. al italiano por Cario Boselli, Milano, A. Mondadori, 1935.
Sotileza, Buenos Aires, Sopeña, 1939-
Sotileza, Buenos Aires, Gladium, 1944.
Sotileza, Buenos Aires, Mundo Moderno, 1946.
Sotileza, Madrid, J. Ruiz Alonso, 1955.
Sotileza. Trad. al inglés por Glenn Barr, New York, Exposition, 1959-
Sotileza, New York, Las Américas, 1962.
Sotileza, Madrid, Espasa Calpe (Colección Austral), 1966 (3 ® ed.).
Sotileza. Edición, estudios y notas de Enrique Miralles, Madrid, Editorial
Alhambra, 1977.
Sotileza. Edición, notas y apéndices de José Simón Cabarga. Prólgo de
Benito Madariaga, Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1977.
Sotileza. Peñas arriba. Introducción dej. M. González Herrán, Barcelona,
Círculo de Lectores, 1982.
Sotileza. Edición, prólogo y notas de Germán Gullón, Madrid, Espasa Cal-
pe (Colección Austral), 1991.
La Montálvez, Madrid, Imprenta de Tello, 1888.
La Montálvez, Madrid, Suárez, 1926.
La Montálvez. Ilustraciones de Boni, Madrid, M. Aguilar, 1943.
La Montálvez, Madrid, Imprenta de Ruiz Alonso (Colección Popular Litera¬
ria, 39), 1956.
La puchera, Madrid, Imprenta y fundición de Manuel Tello, 1889.
La puchera, Madrid, Hijos de Tello, 1918.
La puchera, Madrid, Victoriano Suárez, 1930.
La puchera. Estudio preliminar de José M * de Cossío (Colección Obras
Eternas), Madrid, Aguilar, 1934.
La puchera, Madrid, Librería y Casa Editorial Hernando, 1935.
La puchera, Buenos Aires, Editorial Sopeña Argentina (Biblioteca Mundial
Sopeña), 1940.
La puchera, Madrid, Imprenta J. Ruiz Alonso (Colección Popular Literaria),
1956.
La puchera. Edición, introducción y notas de Laureano Bonet, Madrid,
Castalia, 1980.
Nubes de estío, Madrid, Imprenta y fundición de Manuel Tello, 1891.
Nubes de estío, Madrid, Imprenta dej. Ruiz Alonso (Colección Popular Li¬
teraria), 1956.
Al primer vuelo. Idilio vulgar. Ilustraciones de Apeles Mestre, Barcelona,
Henrich y Cía. en Comandita, 1891.
Al primer vuelo. Idilio vulgar, Madrid, Imprenta de Victoriano Suárez,
1921.
Al primer mielo. Idilio vulgar, Madrid, Imprenta dej. R. Alonso (Colección
Popular Literaria), 1956.
266 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Peñas arriba, Madrid, Tip. Viuda e Hijos de Tello, 1895.


Dans la montagne (Peñas arriba). Traduction de Enri Collet et Maurice
Perrin. Préface de René Bazin, París, Ch. Delagrave, 1918.
Peñas arriba, Madrid, Viuda de Prudencio Pérez, 1920.
Peñas arriba, Madrid, Suárez, Imprenta Clásica Española, 1924.
DasErbevon Tablanca. Ins. Deutsche Übertrage von Gerda, V. Usier, Leip¬
zig, P. List, 1944.
Su perla montagna, a cura di Cario Boselli, Milano, Ultra, 1945-
Peñas arriba, Buenos Aires, Losada, s.a.
Peñas arriba. Introducción, notas y vocabulario de Beatriz Elena Entenza
de Solare, Buenos Aires, Librería del Colegio, 1966.
Peñas arriba, en Las mejores novelas contemporáneas. Selección y estu¬
dios de Joaquín Entrambasaguas con la colaboración de M.a del Pi¬
lar Palomo, Barcelona, Planeta, 1972 (7.a ed.), vol. I, pp. 1-433.
Peñas arriba, Barcelona, Favencia, 1972.
Peñas arriba, Madrid, Pueyo (Tesoro), 1972.
Peñas arriba, Madrid, Aguilar, 1973 (8.a ed.) [en vol. aparte].
Peñas arriba, Madrid, AMESA, 1975.
Peñas arriba, Madrid, Espasa Calpe (Colección Austral), 1980 (9.a ed.).
Peñas arriba. Edición de Demetrio Estébanez Calderón, Barcelona, Plaza-
Janés (Colección Clásicos), 1984.
Peñas arriba. Edición, introducción y notas de Enrique Miralles, Barcelo¬
na, Planeta, 1988.
Peñas arriba. Edición, introducción y notas de A. Rey Hazas, Madrid, Cá¬
tedra, 1988.
Pachín González, Madrid, Viuda e Hijos de Tello, 1896.
Pachín González. «Introducción histórica" de Benito Madariaga. «Estudio li¬
terario- de J. M. González Herrán, Santander, Excmo. Ayuntamiento de
Santander, 1985-
Pachín González, Santander, Campresa, 1993.
Pachín González, Santander, Ediciones Tantín (Biblioteca Popular Tan-
tín), 1993.
Pachín González, Barcelona, MainerTuk Editores, 1995.

5.4.3. Epistolario

Aguilera y Santiago, Ignacio, Epistolario de Laverde Ruizy Menéndez Pela-


yo, 1874-1890, Santander, Diputación Provincial de Santander, 1967,
2 vols.
Armas Ayala, Alfonso, «Pereda y Galdós a través de sus cartas-, en Actas
del I Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, Las Palmas,
Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1977,
pp. 23-33.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 267

Artigas Ferrando, Miguel, «De la correspondencia entre Pereda y Menén-


dez Pelayo-, Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, XV (1933), p.
83-107.
Bensoussan, Mathilde, «La Pardo Bazán, Pereda et Brunetiére: deux lettres
inédites-, Etudes Iberiqu.es, III (1968), pp. 42-45.
-, L ’amitié litteraire de José María de Pereda et de Narcís Oller á travers
les lettres de Pereda et les Mémoires d 'Oller, Thése pour le doctorat 3éme
Cycle, Faculté de Lettres de l’Université de Retines, 1970 [inédita],
Blecua, José Manuel, «De un epistolario de Pereda», en Filología y Crítica
Hispánica. Homenaje al profesor F. Sánchez Escribano, Madrid, Alca-
lá-Emory University, 1968, pp. 309-318.
Bravo Villasante, Carmen, «Veintiocho cartas de Galdós a Pereda», Cuader¬
nos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 9-52.
Clarke, Anthony H., «Cartas de Pereda a Laverde», Boletín de la Biblioteca
Menéndez Pelayo, LXVII (1991), pp. 157-270.
Coloma, Luis, «Cartas de don José María de Pereda (1866-1891), en Obras
Completas. XIX. Relieves y crítica, Madrid, Razón y Fe, 1942, pp. 79-90.
Cossío, José M.* de, «José María de Pereda (Selección y estudio de J. M.a
de Cossío)-, en Antología de escritores y artistas montañeses, Santan¬
der, 1957.
Fernández-Cordero y Azorín, Concepción, «Cartas de Pereda a José María
y Sinforoso Quintanilla-, Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo,
XLIV (1968), pp. 169-327.
-, «El regionalismo de Pereda en el género epistolar-, Boletín de la Bi¬
blioteca Menéndez Pelayo, XLV (1969), pp. 107-127.
Ganivet, Ángel, -Epistolario. XVI-, en Obras Completas, Madrid, Aguilar,
1962, pp. 934-935.
García Castañeda, Salvador, «Pereda y Hannah Lynch o la pequeña historia
de un malentendido», Siglo diecinueve, 1 (1995), pp. 139-157.
- y Rosa Matorras, «Veintiséis cartas de Pereda a Alfonso Ortiz de la To¬
rre-, Altamira, LUI (1998), pp. 55-86.
González Herrán, José Manuel, -A propósito de unas cartas de José María
de Pereda a José Yxart», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo,
LVII (1981), pp. 398-403.
-, «Emilia Pardo Bazán yjosé María de Pereda, algunas cartas inéditas-,
Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LIX (1983), pp. 259-287.
-, «Un nuevo epistolario perediano», ínsula, 552 (1992), pp. 5-8.
Huidobro, Eduardo de, «Pereda en el género epistolar», Boletín de la Bi¬
blioteca Menéndez Pelayo, XV (1933), pp 8-30.
Lanzuela Corella, María Luisa (ed.), Prólogo de Ricardo Gullón, Cuarenta
cartas inéditas a Manuel Polo y Peyrolón, Santander, Fundación Mar¬
celino Botín, 1990.
Montesinos, José F., Pereda o la novela idilio, Madrid, Castalia, 1969, pp.
297-299.
268 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Oller, Narcís, Memóries literáries. Historia del meus llibres, Barcelona, Ae-
dos, 1962.
Ortega, Soleda (ed.), Cartas a Galdós, Madrid, Revista de Occidente, 1964,
pp. 37-206.
Pereda y Torres-Quevedo, María Fernanda de y Sánchez Reyes, Enrique,
«Epistolario de Pereda y Menéndez Pelayo-, Boletín de la Biblioteca
MenéndezPelayo, XXIX (1953), pp. 207-402. Reimpreso en Santander,
CSIC, 1953- (Las citas que aparecen en el presente estudio correspon¬
den a esta última edición],
Poyán Díaz, Daniel, «Carta de Pereda a Enrique Gaspar», en Enrique Gas¬
par. Medio siglo de teatro español, Madrid, Gredos, 1957, vol. 2, pp.
161-162.
Revuelta Sañudo, Manuel (ed.), Marcelino Menéndez Pelayo. Epistolario,
Madrid, Fundación Universitaria Española, 1982-1987.
Sánchez Reyes, Enrique, «Cartas a Salvador Rueda (1886-1901)», Boletín de la
Biblioteca Menéndez Pelayo, XXXIII (1957), pp. 188-207.
-, «Cartas de Pereda a Palacio Valdés», Boletín de la Biblioteca Menén¬
dez Pelayo, XXXIII (1957), pp. 121-130.
Shoemaker, William H., «Cartas de Pereda a Galdós y ocho borradores»,
Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, XLII (1966), pp. 131-172.
Torres, David, «Trece cartas inéditas de Pereda», Boletín de la Biblioteca
Menéndez Pelayo, LVI (1980), pp. 293-314.
Varela Hervías, Eulogio, «Cartas de Pereda a Mesonero Romanos (1864-
1880)», Bulletin Hispanique, LX (1958), pp. 375-381.

5.4.4. Bibliografía general

Acedo Castilla, José F., «La tesis política en las novelas de Pereda», Boletín
de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, XIX (1991), pp.
73-90.
Aguinaga Alfonso, Magdalena, «El pensamiento político-social y religioso
de Pereda en los años 1868-1869», Historias de Cantabria, 6 (1993),
pp. 64-78.
-, «Análisis comparativo de A las Indias con El indiano: evolución de
un artículo de costumbres a un cuento», Historias de Cantabria, 7
(1994a), pp. 73-98.
-, El costumbrismo de Pereda: Innovaciones y técnicas narrativas, La
Coruña, Gráfico Galaico, S. A., 1994b. [Kasel-Edition Reichenberger,
1996 (2.* ed.)].
-, El discurso narrativo de Pereda, Santander, Tantín, 1994c.
-, «Los títulos en los artículos de costumbres y en los relatos breves de
Pereda», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXXI (enero-di¬
ciembre 1995), pp. 169-177.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 269

Aicardo, José Manuel, «Pereda, novelista», Razón y Fe, XV (1906), pp.


324-340; XVI, (1906), pp. 188-206, 452-468; XVII (1907), pp. 162-
172.
Akers, John, «José María de Pereda’s Historical Novel Pedro Sánchez:
Out of the Garden and into the City», Neophilologus, LXVIII (1984),
pp. 375-379.
-, «Out of the Garden and into the City: José María de Pereda’s Pedro
Sánchez», Anales Galdosianos, XX (1985), pp. 23-27.
-, «The Regional Solution to the Fiction of José María de Pereda and
Giovanni Verga», La Chispa 89, pp. 23-30.
Alas, Leopoldo, «Del Naturalismo», La Diana [Madrid], 1 de febrero al 16
de junio de 1882. [Beser, 1972, pp. 108-149).
-, «Del estilo en la novela», Artes y Letras [ Barcelona], 1 de julio a 1 de
diciembre de 1882. [Beser, 1972, pp. 51-86].
-, Sermón perdido, Madrid, Manuel Fernández Losanta, editor, 1885.
-, *Sotileza», en Nueva Campaña (1885-1886), Madrid, 1887, pp.
135-149.
-, -La Montálvez», en Mezclilla, Madrid, 1889, pp. 115-143.
-, Solos de Clarín, Madrid, Fernando Fe, 1891.
Alborg, Juan Luis, «José María de Pereda», en Historia de la Literatura Es¬
pañola. V. Realismo y Naturalismo. La novela, Madrid, Gredos,
1996, pp. 589-742.
Alonso Cortés, Narciso, «De La Montálvez», Boletín de la Biblioteca Me-
néndez Pelayo, XV (1933), pp. 51-58.
Allegra, Giovani, «Pereda o el sabor de la tierra», en La viña y los surcos.
Las ideas literarias en España del xvm al xix, Sevilla, Universidad,
1980, pp. 253-292.
Altamira, Rafael, «El novelista Pereda y su tiempo», La Nación, 24.326 (9
de abril de 1939).
Artigas, Miguel, «Pereda y Menéndez Pelayo», Boletín de la Biblioteca
Menéndez Pelayo, XV (1933), pp. 318-336.
Azorín, «Pereda», en Andando y Pensando, Madrid, Aguilar [Obras Com¬
pletad, 1947-1954, V, pp. 204-208.
-, «El centenario de Pereda», Madrid, Aguilar [Obras Completas],
1947-1954, IX, pp. 1345-1350.
-, «Los comienzos de Pereda», Madrid, Aguilar [Obras Completas],
1947-1954, IX, pp. 1.350-1.352.
Balseiro, José A., «José María de Pereda», en Novelistas españoles moder¬
nos, New York, The MacMillan Co., 1933, pp. 54-116.
Baquero Escudero, Ana L., Cervantes y cuatro autores del siglo xtx (Alar-
cón, Valera, Pereda y Clarín), Murcia, Universidad, 1989-
-, «El lector en la narrativa de José María de Pereda», en Homenaje a
Juan Barceló Jiménez, Murcia, Academia de Alfonso X el Sabio,
1990, pp. 43-53-
270 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Beltrán De Heredia, Pablo, «Algunos documentos inéditos de la amistad


entre Pereda y Menéndez Pelayo», Boletín de la Biblioteca Menéndez
Pelayo, XV (1933), pp. 405-418.
Beser, S. (ed.), Leopoldo Alas. Teoría y crítica de la novela española, Barce¬
lona, Laia, 1972.
Bonet, Laureano, De Galdós a Robbe-Grillet, Madrid, Taurus, 1972.
-, El realismo en la novela de José María de Pereda. (Historia de una
fustración literaria). Tesis doctoral presentada en la Universidad de
Barcelona, 1974. [Existe un resumen publicado por la Universidad de
Barcelona, 1976].
-, «Asexuación e ideología en las figuras femeninas de Pereda», ínsula,
342 (1975), p. 3.
-, «La caricatura como deshumanización del personaje novelesco (José
María de Pereda, La puchera, capítulo V)», en A. Amorós (ed.), El co¬
mentario de textos, 3■ La novela realista, Madrid, Castalia, 1979, pp.
97-142.
-, «Pereda entre el regionalismo y la lucha de clases», en Literatura, re¬
gionalismo y lucha de clases (Galdós, Pereda, Narciso Ollery Ramón
D. Peres), Barcelona, Publicacions i Edicions de la Universitat de Bar¬
celona, 1983, pp. 117-220.
-, «Pereda y el naturalismo: Rastreo de una polémica con Felipe Beni-
cio Navarro», en J. M. González Herrán y B. Madariaga de la Campa
[19851, pp. 159-195.
-, Ha Montálvez, de José María de Pereda: un naturalismo distorsiona¬
do», en Y. Lissorgues (ed.), Realismo y Naturalismo en España en la se¬
gunda mitad del siglo xix, Barcelona, Anthropos, 1988, pp. 533-552.
-, «Sonidos, imágenes, volúmenes: Pereda entre la risa abstracta y la ten¬
tación decadentista», ínsula, 547-548 (1992a), pp. 17-20.
-, «El estado de la cuestión. José María de Pereda, en la lejanía. Introduc¬
ción y bibliografía», ínsula, 547-548 (1992b), pp. 13-14.
-, «Hacia Peñas arriba. Pereda», en Peñas arriba. Cien años después,
1995.
Buckley, Ramón, «La novela idílica de José María de Pereda», en Raíces
tradicionales de la novela contemporánea en España, Barcelona, Pe¬
nínsula, 1982, pp. 142-155.
Cabrales Arteaga, J. M., «Pereda y el teatro. Aproximación a su obra dra¬
mática», Revista de Literatura, 111 (1994), pp. 73-98.
Camp, Jean, José María de Pereda. Sa vie, son oeuvre et son temps, 1833-
1906, París, Fernand Sorlot, 1937.
Carracedo, Daniel, Pereda, Madrid, Compañía Bibliográfica Española,
1964.
Casalduero, Joaquín, «Sentido y forma de Sotileza», en J. M. González He¬
rrán y B. Madariaga de la Campa (eds.), Nueve lecciones sobre Pereda,
Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1985.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 271

Clarke, Anthony H., Pereda paisajista (El sentimiento de la naturaleza en


la novela española en el siglo xix), Santander, Institución Cultural de
Cantabria, 1969-
-, «El Hero y Leandro de Pereda», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pe-
layo, XLVI (1970), pp. 261-324.
-, Manual de bibliografía perediana, Santander, Instituto Cutural de
Cantabria, 1974.
-, -Sobre la composición de Don Gonzalo González de la Gonzalera»,
en Homenaje a Ignacio Aguilera y Santiago, Santander, Instituto Cul¬
tural de Cantabria, 1981, vol. I, pp. 127-139-
-, *El regreso a la tierra natal: Peñas arriba dentro de una tradición
europea», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LX (1984),
pp. 213-269.
-, -Alprimer vuelo: contribuciones al estudio de una cenicienta», en J.
M. González Herrán y B. Madariaga de la Campa [19851, pp. 135-158.
-, -Así que pasen ciento diez años; el secreto de Pedro Sánchez-, ínsu¬
la, 547-548 (1992), pp. 20-21.
-, -Rethinking Pedro Sánchez: A Review Article», Anales Galdosianos.
Homenaje a Ricardo Guitón, XXVII-XXVIII (1992-1993), pp. 201-204.
-, «Pereda’s Pedro Sánchez: theDickens Connection», en T. J. Dadson, R.
J. Oakley, P. A. Odber de Baubeta (eds.), New Frontiers in Hispanic
and Luso-Brazilian Scholarship. -Cómo se fue el maestro». For Dereck
W. Lomax in Memorian, Lampeter, Edwin Hellen, 1995, pp. 187-208.
-, “Marcelo entre dos ríos: el visto bueno del Nansa», en Peñas Arriba.
Cien años después, 1995-
Colina Rodríguez, Luz, El folklore en la obra de José María de Pereda, San¬
tander, Institución Cultural de Cantabria, 1987.
Cossío, José María de, «Pereda y Galdós en Portugal», Revista de Historia
[Lisboa], 1924, pp. 72-74.
-, “La historicidad de Peñas arriba», Boletín de la Biblioteca Menéndez
Pelayo, XV (1933), pp. 108-121.
-, -De tal palo tal astilla. Origen y polémica de la novela de Pereda»,
Cruz y Raya, 12 (1934), pp. 8-31.
-, La obra literaria de Pereda. Su historia, su crítica, Santander, Socie¬
dad Menéndez Pelayo, 1934. [Se publicó años más tarde en José María
de Cossío, Estudios sobre escritores montañeses, Santander, Institución
Cultural de Cantabria, 1973, vol. III].
Charnon-Deutsch, Lou, Gender and Representation. Women in Spanish
Realist Fiction, Amsterdam-Philadelphia, John Benjamín, 1990.
Entrambasaguas Joaquín de, -José M.* de Pereda», en Las mejores novelas
contemporáneas, Barcelona, Planeta, I, 1957, pp. 1-53-
Eoff, Sherman H., «Pereda s Realism: His Style», en Studies in Honor ofFre-
deric W. Shipley by his Colleagues, Washington University Studies-New
Series, Language and Literature, XIV, 1942, pp. 131-157.
272 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA RE ALISTA-NATURALISTA

Eoff, Sherman H., «A Phase of Pereda’s Writing in Imitation of Balzac», Mó¬


dem LanguageNotes, LIX (1944), pp. 460-466.
-, «Pereda’s Conception of Realism as Related to his Epoch-, Hispanic
Review, XIV (1946), pp. 281-303.
Feeny, Thomas, «Burlesque krausist types in Pereda and Clarín», Hispanic
Journal, IX (1988), pp. 45-52.
Fernández Cordero y Azorín, Concepción, «El primer centenario de La
Gloriosa. La Revolución de Septiembre de 1868 vista por Pere¬
da», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo», XLIV (1968),
pp. 355-414.
-, «El regionalismo de Pereda en el género epistolar», Boletín de la Bi¬
blioteca Menéndez Pelayo, XLV (1969), pp. 205-237.
-, La sociedad española del siglo xix en la obra literaria de don José Ma
de Pereda, Santander, Institución Cultural de Cantabria, Diputación
Provincial de Santander, 1970.
Fernández Luján, Juan, -Sotileza de Pereda», en Pardo Bazán, Valera, Bar¬
celona, Tasso, 1889, pp. 45-64.
Ford Bacigalupo, Mario, «The Process of Conversión in Pereda’s Peñas
arriba», Hispanófila, XXIV, 71 (1981), pp. 23-40.
Gale, Judith E., El regionalismo en la obra de José María de Pereda, Madrid,
Pliegos, 1990.
García Castañeda, Salvador, «Pereda y el costumbrismo montañés», en J. M.
González Herrán y B. Madariaga de la Campa [1985], pp. 11-22.
-, Ha Tertulia (1876-1877) y la Revista Cantabro-Asturiana (1877) y su
aportación a las letras de Cantabria», Boletín de la Biblioteca Menén¬
dez Pelayo, LXVI (1990), pp. 295-341.
-, Los montañeses pintados por sí mismos. Un panorama del costumbris¬
mo en Cantabria, Santander, Concejalía de Cultura del Excmo. Ayunta¬
miento de Santander y Ediciones de Librería Estvdio, 1991.
-, «Del periodismo al costumbrismo: la obra juvenil de Pereda», Ro¬
mance Quarterly, 39 (1992a), pp. 33-39.
-, «Pereda y la prensa: unos textos juveniles olvidados-, ínsula, 547-548
(1992b), pp. 22-23.
-, «El viaje en la obra de Pereda: el caso de Peñas arriba», en Peñas
Arriba. Cien años después, 1995.
-, «Estado de la cuestión. Los estudios sobre José María de Pereda
(1986-1996)», Siglo diecinueve, 2 (1996), pp. 7-31.
García González, Francisco, «José María de Pereda y el dialecto montañés»,
Archivum, XXVII-XXVIII (1977-1978), pp. 453-484.
Gómez, Rafael, «José María de Pereda y la Casona de Tudanca», en Peñas
arriba. Cien años depués, 1995-
Gómez de Baquero, Eduardo, «José María de Pereda», España Moderna,
CCVIII (1906), pp. 162-172.
González Herrán, José Manuel, «La técnica narrativa de José María de Pe-
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 273

reda. Nubes de estío, novela de perspectivas», Boletín de la Biblioteca


Menéndez Pelayo, LUI (1977), pp. 357-381.
-, -Pereda y Galdós en Santiago de Compostela en mayo de 1885», Cua¬
dernos de Estudios Gallegos, XXXII (1981a), pp. 499-511
-,, «Sobre la elaboración de La Montálvez, de Pereda: texto inédito de
la primera redacción de dos de sus capítulos», Boletín de la Biblioteca
Menéndez Pelayo, LVII (1981b), pp. 219-252.
-, -Sotileza y Peñas arriba: su significado en el conjunto de la obra de
José María de Pereda», en Homenaje a Ignacio Aguilera y Santiago,
Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1981c, pp. 143-156.
-, La obra de Pereda ante la crítica de su tiempo, Santander, Ayunta¬
miento-Ediciones Estvdio (Colección «Pronillo»), 1983-
-, y B. Madariaga de la Campa (eds.), Nueve lecciones sobre Pereda,
Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1985.
-, «Pereda y el fin de siglo (Entre modernismo y noventa y ocho), en
J. M. González Herrán y B. Madariaga de la Campa [1985], pp. 223-
259.
-, «Rosalía y Pereda, costumbristas: El cadiceño y El jándalo», Actas
do Congreso Internacional de Estudios sobre Rosalía de Castro e o
seu tempo, Santiago de Compostela, Universidad, I, 1986, pp. 435-
447.
-, «Un nihilista en la España de la Restauración: Isaac Pavlovsky y sus
relaciones con Galdós, Oller, Pardo Bazán, Pereda», Anales Galdosia-
nos, XXIII (1988), pp. 83-108.
-, «Pereda y la novela regional», ínsula, 547-548 (1992), pp. 35-36.
-, «La revolución de Julio de 1854 en la novela. José María de Pereda,
Pedro Sánchez (1883)», en Actas del V Congreso Internacional de Es¬
tudios Galdosianos, Las Palmas, Ediciones del Cabildo Insular de Gran
Canaria, 1995a, I, pp. 383-392.
-, «Érase un muchacho (de la Corte), que emprendió un viaje (a la al¬
dea...). Pereda, Peñas arriba, en Peñas arriba. Cien años después, 1995b.
Gullón, Germán, El narrador en la novela del siglo xix, Madrid, Taurus,
1976, pp. 69-91.
-, «Fabulación y vida en Peñas arriba», en Peñas arriba. Cien años des¬
pués, 1995.
Gullón, Ricardo, Vida de Pereda, Madrid, Editora Nacional, 1944.
Hatfeld, Helmut, «El problema del impresionismo en Sotileza», Boletín del
Instituto Caro y Cuervo, XXXIV (1979), pp 84-93.
Herzberger, David K., «Narrative Self-awareness in Pereda’s Peñas arriba-,
Hispania, LXVIII (1985), pp. 22-28.
Huidobro, Eduardo de, Palabras, giros y bellezas del lenguaje popular de
la montaña elevado por Pereda a la dignidad del lenguaje clásico es¬
pañol [Santander, Librería Estudio, 1986]. Reprod. Edición de Santan¬
der, Imp. «La Propaganda Católica», 1907.
274 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Klibbe, Lawrence H., José María de Pereda, New York, Twayne, 1975.
Le Bouill, Jean, «El propietario ilustrado o patriarca en la obra de Pereda
(Un ejemplo de las relaciones entre contexto histórico y ficción lite¬
raria)», en La cuestión agraria en la España contemporánea, Madrid,
Edicusa, 1976, pp. 311-328.
-, «Recherches sur les relations entre texte et contextes dan la deuxié-
me motié du XlXe siécle: le village dans l’oeuvre de Pereda», en Tex-
tes et Contexte (XVe Congrés de la Societé des Hispanistes Frangais,
Limoges, 1979), Trames, 1980, pp. 257-268.
-, Les tableaux de moeurs et les romans ruraux de José María de Pe¬
reda. (Recherches sur les relations entre le littéraire et le social dans
l’Espagne de la seconde moitié du XlXe. Siécle), Thése pour Le Doc-
torat d’Etat présentée á la Université de Bordeaux III, Institut d’Etu-
des Iberiques et Ibéro-Americaines, 1980, 3 vols. [inédita],
-, «Les maitres dans la société rurale pérédienne d’avant 1868: étude
des rapports entre la création litteraire et l’ideologie. Un cas surprise»,
Diálogos Hispánicos de Amsterdam, Rodopi, 4 (1984a), pp. 49-81.
-, «Le paysage rural chez un romancier realiste espagnol (Pereda)
construction et réception», en L’homme et Tespace dans les littératu-
res, Lille, Publications de l’Université de Lille, Collection UL, 3,
1984b, pp. 128-156.
-, «La recepción ideológica y estética de una novela en España en
1879: Don Gonzalo González de la Gonzalera de Pereda», en J. M.
González Herrán y B. Madariaga de la Campa [19851, pp. 47-89.
Litvak, Lily, «El paisaje en la obra de Pereda», ínsula, 547-548 (1992), pp. 14-
16.
Lomba y Pedraja, José Ramón, «Don José María de Pereda», Cultura Es¬
pañola, III (1906), pp. 711-725.
López de Abiada, José M., «Las hablas locales montañesas en la obra de
Pereda», en J. M. González Herrán y B. Madariaga de la Campa
[19851, pp. 197-221.
-, «Etnocentrismo, prejuicio y xenofobia en la obra de José María de
Pereda: del regionalismo provinciano al paternalismo localista», Bo¬
letín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXII (1986), pp. 163-187.
-, «“Agrum manibus suis colebat”: la creación del protagonista y el
concepto de regeneracionismo en Peñas arriba», en Peñas arriba.
Cien años después, 1995.
McGillycuddy, G. V., Pereda. Studies on theSea and the Fisberfolk in tbe
works of José María de Pereda, Würzburg, Mayr, 1936.
Madariaga de la Campa, Benito, Menéndez Pelayo, Pereda y Galdós:
ejemplo de una amistad, Santander, Ediciones Librería Estvdio, 1984.
-, «Ficción y realidad en la obra costumbrista de Pereda», en J. M.
González Herrán y B. Madariaga de la Campa [19851, pp. 23-45-
-, Crónica del regionalismo de Cantabria, Santander, Tantín, 1986.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 275

Madariaga de la Campa, Benito, José María de Pereda. Biografía de un no¬


velista, Santander, Ediciones Librería Estvdio, 1991.
-, -Pensamiento político y xenofobia en Pereda», ínsula, 547-548 (1992),
pp. 23-24.
-, y Requés Velasco, Pedro, -El espacio geoliterario de Peñas arriba*, en
Peñas arriba. Cien años después, 1995.
Medina, Jeremy T., -Peñas arriba», en Spanisb Realism: The Theory and
Practice of a Concept in the Nineteentb Century, Madrid, Porrúa, 1979,
pp. 146-157.
Menéndez Pelayo, Marcelino, «Noticias literarias», Instituto de Estudios Astu¬
rianos, 1 (1879), pp. 147-150. [Varia, II, 1956, pp. 85-92).
-, «Pereda», en Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, San¬
tander, CSIC, 1941, VI, pp. 325-397. [Incluye: Tipos trashumantes, Bo¬
cetos al temple, Prólogo a sus obras, In Memorian e Inauguración de su
estatua],
Menéndez Pidal, Ramón, -Un inédito de Pereda. Observaciones sobre el
lenguaje popular de la montaña», Boletín de la Biblioteca Menéndez
Pelayo, XV (1933), pp. 144-155.
Miller, Stephen, -Madrid y la problemática regionalista en Pereda y Galdós»,
Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXTV (1988), pp. 223-251.
Miralles García, Enrique, -Pereda y los nacionalismos peninsulares», en Pe¬
ñas arriba. Cien años después, 1995.
Montero, José, Pereda. Glosas y comentarios de la vida y de los libros del in¬
genioso hidalgo montañés, Madrid, Imprenta del Instituto Nacional de
Sordomudos y Ciegos, 1919.
Montes Huidobro, Matías, -El realismo estético de Pereda en La leva*, His-
pania, LI (1968), pp. 839-846.
-, *Sotileza. Dragón y héroe en los ciclos míticos», Crítica Hispánica, 1
(1979), pp. 169-185.
-, -Ciclo verbal: la revolución de la palabra como pecado original-, Bo¬
letín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LV (1979), pp. 147-169-
-, «Un retrato femenino: Erótica de Sotileza», Hispanófila, XXV, 75
(1982), pp. 17-31.
Montesinos, José F., Pereda o la novela idilio, Berkeley-Los Angeles y Mé¬
xico, University of California Press y El Colegio de México, 1961 [2.a
edición, aumentada, Madrid, Castalia, 1969).
Núñez de Villavicencio, L., -El estilo de época y la expresión personal en las
descripciones de Pereda, Pardo Bazán y Palacio Valdés-, Hispanófila,
XX, 60 (1977), pp. 21-44.
Oleza, Juan, La novela del XIX. Del parto a la crisis de una ideología, Valen¬
cia, Editorial Bello, 1976, pp. 40-47.
Outzen, Gerda, El dinamismo en la obra de Pereda. Traducción del alemán
por M.a Fernanda de Pereda y Torres-Quevedo, Santander, Sociedad
Menéndez Pelayo, 1936.
276 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Pardo Bazán, Emilia, «Pereda y su último libro-, en Nuevo Teatro Críti¬


co, Año I, 3 (1891), pp. 25-60.
-, «Polémicas y estudios literarios», en Obras Completas, Madrid,
Agustín Avrial, 1892.
Penny, Ralph, «El dialectalismo de Peñas arriba-, Boletín de la Bibliote¬
ca Menéndez Pelayo, LVI (1980), pp. 377-386.
Pérez Gutiérrez, Francisco, El problema religioso en la generación de
1868. Valera, Alarcón, Pereda, Pérez Galdós, -Clarín-, Pardo Ba¬
zán, Madrid, Taurus, 1975, pp. 131-180.
-, «¿Por qué Pedro Sánchez? (La salida de Pereda hacia dentro), en
J. M. González Herrán y B. Madariaga de la Campa [1985], pp. 91-
118.
Pérez De Luque, C., Paralelismos y divergencias en la novelística de Pe¬
reda y Hardy, Madrid, Porrúa, 1970.
Qualia, Charles B., «Pereda’s Naturalism in Sotileza», Hispania, XXXVII
(1954), pp. 409-413.
Ramos, Juan de la Cruz, «José María de Pereda y el costumbrismo: un
hito histórico», en F. Menchacatorre (ed.), Ensayos de literatura eu¬
ropea e hispanoamericana, San Sebastián, Universidad del País
Vasco, 1990, pp. 121-129.
Rodríguez, Alfred y Torres, Mary Ellen, «El hombre y el oso en Peñas
arriba-, Estudios Filológicos, XXVII (1992), pp. 123-129.
Romero Tobar, Leonardo, «En los orígenes de la bohemia: Bécquer, “Pe¬
dro Sánchez” y la revolución de 1854», en Bohemia y Literatura
(De Bécquer al modernismo), Sevilla, Universidad, 1993, pp. 27-49-
Rozas, Juan Manuel, «Composición literaria y visión del mundo. Peñas
arriba, de Pereda», en Homenajes, Estudios de Filología Española,
III (1979), pp. 83-98.
Sackett, Theodore A., «A realist’s Exploitation of Romanticism: Pereda’s
De tal palo, tal astilla-, en From Dante to García Márquez, Wi-
lliamstown, Williams Coll, 1987, pp. 157-167.
Sánchez Reyes, Enrique, Don Marcelino. Biografía del último de nues¬
tros humanistas, Santander, Centro Coordinador de Bibliotecas,
1956 [2.4 ed., Barcelona, Aedos, 1959).
Simón Cabarga, José, «El padre Apolinar: un retrato velazqueño de Pe¬
reda», en Altamira, Santander, 1-3 (1954), pp. 176-201.
Santiáñez-Tió, Nil, «La dimensión intertextual de Pedro Sánchez. Notas
sobre la fortuna intertextual de Balzac y Víctor Hugo», Komanische
Forschungen, 3-4 (1995), pp. 343-367.
Servén Diez, Carmen, «La novela de Pereda y la construcción del nuevo
rico en la ficción narrativa de la Restauración española», Altazor, 6
(1994), pp. 23-29.
-, «La mujer a la moda en la obra novelística de José María de Pere¬
da y Juan Valera: dos opiniones divergentes», Actas del IX Simposio
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 277

de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, Zara¬


goza, Universidad, 1994, I, pp. 371-376.
Shaw, Donald L., Historia de la Literatura Española. El siglo XIX, Madrid,
Ariel, 1980.
Srsen, Bárbara,«Peñas arriba y Flores en otoño: el acceso al conocimiento»,
Verba Hispánica, I, 1991, pp. 139-144.
Suárez Cortina, Manuel, «José María de Pereda: Tradicionalismo, regionalis¬
mo y crítica de la modernidad», en A. Montesino González (ed.), Estu¬
dios sobre la sociedad tradicional cántabra. Continuidades, cambios y
procesos adaptativos, Santander, Universidad de Cantabria-Asamblea
Regional de Cantabria, 1995, pp. 317-334.
Tannenberg, Boris de, «Écrivains castillans contemporains. José María de
Pereda», Revue Hispanique, V (1898), pp. 330-364.
Tietz, Manfred, «Fréderic Moreau, doctor Faustino und Pedro Sánchez oder
das Scheitem der Mánnlichkeit», FestchiffurFranz Rauhut, Tubingen,
Gunter Narr Verlag, 1985, pp. 319-334.
Valis, Noel M., «Pereda’s Peñas arriba: A Re-Examination», Romanistisches
Jabrbuch, XXX (1979), pp. 298-308.
-, -Pereda y la mirada turística», ínsula, 547-548 (1992), pp. 16-17.
Varela Jácome, Benito, «El fracaso de la dramatización de La Puchera», Re¬
vista de Literatura, XIX (1961), pp. 117-124.
Varey, John, La inversión de los valores en Fuenteovejuna, Santander, Uni¬
versidad Internacional Menéndez Pelayo, 1976.
W.AA., «Apuntes para la biografía de Pereda», Número Extraordinario de
El Diario Montañés, Santander, 1 de mayo de 1906.
W.AA., Primer centenario del nacimiento de don José María de Pereda ce¬
lebrado en el Ateneo de Santander. Alocución fúnebre pronunciada
por Pedro Santiago Camporredondo y conferencias de M. Artigas, F.
Cossto, Sánchez Reyes y F. Cubría Sainz, Santander, Ateneo, 1933.
W.AA., Homenaje a Pereda [Colaboraciones de Caro, Castañedo, Cavia,
Cossío, Escalante, E. Huidobro y M. Menéndez Pelayo, Montero, Ortiz
de la Torre, Pereda, Quintanilla, Del Río Dáinz, Rodríguez de Bedia,
Rueda, Solano y Vial, Santander, Ediciones de Librería Estvdio, 1983-
W.AA., Nueve lecciones sobre Pereda, José Manuel González Flerrán y Be¬
nito Madariaga de la Campa (eds.), Santander, Institución Cultural de
Cantabria, 1985.
Villanueva, Darío, Teorías del realismo literario, Madrid, Espasa Calpe-Ins-
tituto de España, 1992.
Wagg, D. R., «Pereda and the Montañés Dialect», en Hispanic Studies in Ho-
nour ofJoseph Manson, Oxford, Dolphin Book, 1972, pp. 269-275.
6
Benito Pérez Galdós
6

6.1. Epistolarios

La relevancia de los epistolarios en el proceso de gestación,


elaboración y publicación de sus novelas es evidente en el caso de
Galdós. Incluso, como ya ha quedado de manifiesto en otros escri¬
tores, su importancia no reside únicamente en el preciso campo de
la novela, sino también en otros aspectos que atañen a la propia
biografía del autor y a sus incursiones en los diversos géneros lite¬
rarios que configuran la trayectoria general de Galdós: teatro, no¬
vela corta, cuentos, poesía, artículos de costumbres, ensayos, pró¬
logos, etc. Las referencias a sus obras las encuentra el lector no
sólo en aquellos epistolarios en los que Galdós figura como emisor
o receptor, sino también en los diversos Corpus epistolares cuyos
corresponsales pertenecen a su generación o época histórica.1 Des¬
de esta doble óptica la obra galdosiana se complementa y enrique¬
ce, pues el lector conoce las diversas perspectivas que atañen di¬
rectamente a sus creaciones literarias.
El material noticioso publicado se remonta a la temprana fecha
de 1900, en la carta que Galdós escribe a León Castillo, embajador de
España en París, publicada a instancias de Ortega y Munilla en el
periódico El Imparcial (14 de julio de 1900). Dicho personaje polí¬
tico, amigo de la infancia de Galdós, le puso en contacto con el
mundo cultural francés de la época. Las relaciones con el krausismo

1 Referencias a Galdós se encuentran, por ejemplo, en las siguientes obras:


Epistolario a Clarín (1941), pp. 23, 40, 85, 94-95, 99, 124-125, 129-130; Epistolario
Menéndez Pelayo y Clarín (1943), pp. 36, 48-49; Epistolario de Valera y Menéndez Pe-
layo, (1877-1905) (1946), pp. 32, 135, 147-148, 168-169, 188, 240, 274, 324, 380, 394,
397, 399, 423, 456, 515, 526, 529, 555, 564, 587; Epistolario de Pereda y Menéndez
Petayoi 1953), pp. 18,14-25,33, 43,48, 50, 53,75, 92,113-114,134,139,180,187-189;
Correspondencia de don Juan Valera, (1859-1905) (1956), pp. 242, 302; Cartas
inéditas de Miguel de Unamuno (1972), pp. 30, 108, 113, 175, 180, 185, 186, 189,
194, 204, 208, 224, 257, 258, 267, 277, 299, 307, 322, 344. Noticias referentes a su
ingreso en la Real Academia de la Lengua Española, publicación de sus novelas, ta¬
lante ideológico y político, enemistades literarias y defensores de sus novelas son
aspectos, entre otros, que subyacen tanto en esta concisa relación bibliográfica
como en los diversos Corpus epistolares protagonizados por Valera, Pereda, Clarín,
Pardo Bazán y Menéndez Pelayo.

281
282 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

se reflejan en la carta publicada en La Lectura (Cossío, 1920, p.


256). A partir de la década de los años veinte aparecen diversas
cartas que guardan estrecha relación con familiares y aspectos que
atañen exclusivamente a sus relaciones amorosas,2 epístolas que,
en numerosas ocasiones, nada tienen que ver con su producción li¬
teraria, salvo las referencias que subyacen en las dirigidas a Emilia
Pardo Bazán. Material noticioso de diverso contenido que irá des¬
velándose gracias al interés de biógrafos y analistas de la obra de
Galdós.3 Mayor importancia tienen aquellos epistolarios relativos a

2 El Heraldo de Madrid, 16 de julio de 1927, publica varias cartas de Galdós


dirigidas a su hija, escritas en 1905 y 1908. El novelista demuestra una actitud asaz
cariñosa hacia María, su hija. Este material noticioso apareció años más tarde —un
total de siete cartas— editado por F. Ximénez de Sandoval (1960). En época más
reciente la crítica ha publicado diversas cartas familiares relacionadas con su hija
María y su antigua amante Lorenza Cobián (Pattison, 1973, pp. 23-3; Batlles-Garri-
do, 1986). No menos interesante es el epistolario de Concha-Ruth Morell, plagado
de variantes idiomáticas propias del lenguaje coloquial y de enamorados (Schmidt,
1975, pp. 92-120). La relación amorosa existente entre Galdós y Emilia Pardo Bazán
ocupa un lugar privilegiado en la correspondencia. Gracias a este material noticioso
el lector puede conocer hasta los detalles más íntimos de esta relación, desde las fra¬
ses que revelan una relación amorosa hasta felicitaciones, proyectos, alegrías y
sinsabores de la vida misma (Appendini, 1971, pp. 1-2; Bravo Villasante, 1973 y 1975;
Pattison, 1973, pp. 23-31; Batlles-Garrido, 1984, p. 4; Freire, 1991, p. 109; Narváez,
1993, pp. 75-94; González Arias, 1994, pp. 169-175). En la vida de Galdós cobran
también especial relevancia la relación amorosa entre el propio novelista y Teodosia
Gandarias. Un amor mucho más duradero y también más sereno. Parte de este ma¬
terial fue publicado parcialmente por Madariaga (1979, pp. 88-95 y 342-363). El -Su¬
plemento Cultural- de Diario 16 publicó diecinueve cartas que correspondían a
dicho Corpus (22 de junio de 1986). Años más tarde la crítica incide de nuevo en
estas relaciones, analizándolas y ofreciendo al mismo tiempo documentación
epistolar al respecto (S. de la Nuez, 1989, pp 205-216). Recientemente el propio
S. de la Nuez ha editado todo este copioso material correspondiente al periodo
1907-1915 (1993).
3 Se trata, por ejemplo, del epistolario referente a políticos de la época o
personajes que tuvieron una especial incidencia en los movimientos ideológicos
y políticos de la España que le correspondió vivir a Galdós. Así, por ejemplo, la
correspondencia epistolar existente entre Maura y Galdós (Guimerá Peraza,
1967; González Araúzo, 1969, pp. 113-117; S. de la Nuez, 1994, pp. 613-668), Ro¬
mero Robledo (Blanquat, 1968, pp. 143-150) o escritores en general cuyo com¬
ponente esencial es el análisis de la Restauración y la crisis finisecular (Jongh,
1985, pp. 13-14). Sus escritos en favor de las democracias y republicanismo
(Fuentes, 1982), su preocupación por los problemas que acuciaban a España,
como sus cartas dirigidas a Joaquín Costa (Pérez de la Dehesa, 1967), o su inte¬
rés por las negociaciones entre España y Francia a raíz del contencioso con Ma¬
rruecos —tal como se percibe en sus cartas a Ricardo Ruiz (Ricard, 1968, pp. 99-
117) o en las felicitaciones que figuran en la carta a León Castillo por su
actuación en las negociaciones con Francia (Doreste, 1968)— configuran una
BENITO PÉREZ GALDÓS 283

posibles adaptaciones de sus novelas a la escena teatral, como


en el caso de las cartas de Galdós a los hermanos Álvarez Quin¬
tero relacionadas con la escenificación de Marianela (S. de la
Nuez, 1986, pp. 251-262) o su adaptación a la ópera o zarzuela,
como evidencia la correspondencia epistolar entre Galdós y Joa¬
quín Malats, pianista y célebre compositor catalán (S. de la
Nuez, 1973, pp. 173-185). Las experiencias teatrales y amistad
con María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza ocupan, de
igual forma, un lugar privilegiado entre los estudios galdosianos
(Menéndez Onrubia, 1984) al igual que las noticias que apare¬
cen en las cartas dirigidas a José de Cubas (Zulueta, 1982). La
documentación que figura en su epistolario sobre los problemas
de la transformación de determinadas novelas en drama (Martí-
nez-Umpiérrez, 1977, pp. 106-117) o la publicación y análisis de
cartas galdosianas publicadas en la prensa periódica relaciona¬
das con específicas obras, como en el caso de Mariucha, en-
grosan la copiosa bibliografía galdosiana (Fox, 1970-1971,
pp. 608-622).
El primer Corpus importante de cartas relacionado con sus no¬
velas es el publicado por Varela Hervías (1943). Dicho material re¬
vela no sólo la influencia y magisterio de Mesonero Romanos en
los grandes maestros de la novela realista —Alarcón, Pereda y Gal¬
dós—,* * * 4 5 sino también la incidencia del propio Mesonero en el pro¬
ceso de elaboración de sus Episodios Nacionales7

buena parte de todo este material epistolar en el que tampoco faltan las relacio¬
nes afectuosas de amigos y compañeros canarios de juventud (S. de la Nuez,
1984, pp. 639-682).
4 Por ejemplo, el 6 de noviembre de 1873 Alarcón escribe a Mesonero una
expresiva carta que finaliza con dicho párrafo: «[...] Muchísimas gracias, mi queri¬
do maestro; muchísimas gracias; y Dios le dé a Vd. vida y salud para escribir y en¬
viarme innumerables obras más, que me sirvan de deleite y modelo como éstas, al
par que sean también gala y ornato de la patria literaria-. El 15 de octubre de 1878
Pereda le anuncia la dedicatoria de Don Gonzalo González de la Gonzalera, lla¬
mándole -mi amigo y maestro-. Galdós le llamaba -mi respetable maestro-, y en su
carta del 18 de mayo de 1875 proclama su -inmensa importancia literaria- como
verdadero creador de la literatura de costumbres y cimentador de la novela espa¬
ñola contemporánea a la cual ha dado los tipos, las costumbres y las localidades-.
Apud. Carlos Seco Serrano (ed.), Obras de don Ramón de Mesonero Romanos, Ma-
drid, BAE, 1967,1, p. XCIII.
5 En la carta del 27 de octubre de 1875 Galdós solicita a Mesonero información
relativa a determinadas épocas de España: •[...] Hallándome ya en lucha, a brazo par-
2.84 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Las relaciones epistolares existentes entre Galdós y persona¬


jes de la época sin llegar a ser tan ricas en matices como las de Va-
lera, sí son enriquecedoras y precisas para reconstruir su biogra¬
fía y obra. Destaca de este material el protagonizado por las cartas
existentes entre Manuel Tolosa Latour —eminente médico ciruja¬
no, pediatra, biólogo, casado con la famosa actriz Elisa Mendoza,
con aficiones literarias y devoto de Galdós, que recurría a él para
obtener datos médicos— y Galdós (Schraibman, 1961-1962,

tido, con las Memorias de un cortesano de 1815, creo que me será imposible
salir adelante si no utilizo sus bondadosos ofrecimientos. Sin más auxilio que los
apuntes que de sus libros he tomado, me encuentro rodeado de oscuridades, y lo
que es peor, expuesto a faltar a la verdad de un modo lamentable. Me tomaré,
pues, la libertad de importunarle a usted, iré a molestarle, deseoso de adquirir no¬
ticias sobre una época tan interesante [...]• (Varela Hervías, 1943, pp. 13-14). Más
adelante, en una carta fechada el 23 de noviembre de 1876, Galdós le indica, en¬
tre otros aspectos, lo siguiente: ■[...] Concluidas las Memorias de un cortesano y
necesitando nueva adquisición de primeras materias para el tomo siguiente, me
tomaré la libertad de molestar a usted otra vez. Desearía mucho copiar versos ale¬
góricos y encomiásticos que se publicaron con motivo de la entrada en Madrid de
Isabel de Braganza, segunda esposa de nuestro Narizotas [Fernando VII]. Aunque
repitió usted alguna de estas composiciones delante de mí, no recuerdo ni un so¬
lo verso de ellas» (Varela Hervías, 1943, p. 17). La desazón de Galdós por el discu¬
rrir de sus Episodios se percibe en varias epístolas en las que concita al anciano
Mesonero nueva información histórica. En la carta de 7 de junio de 1876 le indica
que se halla desorientado -tan lleno de confusiones al tratar de hacer el Grande
Oriente, que no sé cómo voy a salir de este trance masónico... Pero no quiero ma¬
rearle a usted antes de tiempo y me reservo las preguntas e impertinencias para el
día de la lección, que será en lo que queda de semana o en los primeros de la pró¬
xima» (Varela Hervías, 1943, p. 22). Con motivo del episodio nacional El 7 de julio
le señala a Mesonero que se encuentra -más desorientado, más ignorante, más
confuso que nunca. No pasaré, pues, del jueves o viernes sin permitirme ir a su
casa para que su amena conversación de usted me sugiera alguna idea feliz. ¿Có¬
mo era Morillo? ¿Y San Martín? ¿Y don Víctor Sáez, que si bien no figuró hasta el
23, me conviene presentarlo desde ahora...?» (Varela Hervías, 1943, p. 23). Galdós
incluye anexos en su correspondencia demandando copiosa información, como
en la carta de 7 de junio de 1876: "Desearía tener todas las noticias posibles acer¬
ca de la persona y carácter y fisonomía de los personajes siguientes: Romero Al-
puente.— Félix Mejía.— Moreno Guerra.— D. José Manuel Regato.— El Ministro
Feliú.— Copons y Navia.— San Martín [...] ¿Dónde estaba la logia masónica? El
Antiguo Madrid que indica la residencia de ía Asamblea de los Comuneros, creo
que no dice nada de las logias masónicas.— Las noticias de trajes para ambos se¬
xos contenidas en el artículo Fisonomía de nuestra sociedad en 1825, ¿pueden
aplicarse a 1821? Canciones Trágala y el Lairón.— Dónde estaba La Cruz de Mal¬
ta.— Cómo era el uniforme de milicianos en 1821 y 22. El duque del Parque: ¿qué
personaje era éste? ¿cómo era?» (Varela Hervías, 1943, p 22).
BENITO PÉREZ GALDÓS 28 5

pp. 171-186; Schmidt, 1969).() Las cartas dirigidas a Navarro Ledes-


ma (Zulueta, 1968, pp. 279-310), Narcís Oller (Shoemaker, 1963-
1964, pp. 247-306), José Yxart (Cabré, 1981-1983, pp. 187-215) y Ri¬
cardo Palma (Schraibman, 1964, pp. 65-68; Andreu, 1985, pp.
157-163) amplían los datos sobre su talante ideológico y crítico. No
menos interesante es el material existente entre Galdós y escritores de
la generación posterior, como en el caso de Unamuno (S. de la Nuez,
1965, pp. 147-178; Schraibman, 1966, pp. 451-482). La corresponden¬
cia entre Pérez de Ayala y Galdós (Schraibman, 1963, pp. 83-103) o las
relaciones existentes entre Morel-Fatio (Thomy, 1975, pp. 623-630),
Justo Sierra (Salomón, 1977, pp. 106-123), López Pinillos (Alonso Gar¬
cía, 1995, pp. 157-164), Gerardo Peñarrubia (Shoemaker, 1984, pp.
151-159), Arturo Mélida (S. de la Nuez, 1983, pp. 479-495), A. Sevilla
Pérez (Dendle, 1987), Bonafoux (Armas Ayala, 1989), Guimerá y Es-
tévanez (S. de la Nuez, 1966, pp. 20-35) y Castro y Serrano (Monte¬
sinos, 1980, II, pp. 275-278) suponen un documento imprescindible
para la reconstrucción de la vida de Galdós, de sus éxitos, penurias
económicas, ceguera, viajes, recomendaciones, amistades, impre¬
siones sinceras de sus novelas, enemistades, rivalidades, plantea¬
mientos ideológicos. No faltan en el Corpus epistolar galdosiano
monografías receptoras de diversos conjuntos de cartas debidas a
personajes de gran relevancia literaria, política y crítica, como la
realizada por la colectora S. Ortega (1964) que reúne cartas de Me¬
sonero Romanos, Pereda, Clarín, Navarro Ledesma, Emilio Mario,
A. Vico, Valera, J. Costa, Menéndez Pelayo, y varias dirigidas a Ra¬
món Pérez de Ayala —un total de dieciocho cartas fechadas entre
el 23 de enero de 1907 y el 1 de diciembre de 1918—. Las cartas
del archivo de Pérez Galdós constituyen, igualmente, un docu¬
mento de gran trascendencia para los estudiosos de la obra galdo-
siana pues permiten conocer las diversas reacciones o actitudes

6 La -Casa-Museo de Galdós- conserva todas las cartas de Tolosa Latour; sin


embargo las que escribió Galdós se encuentran en la Biblioteca Hawley (State Uni-
versity of New York at Albany). Un total de cien cartas y tarjetas de Tolosa y cin¬
cuenta de Galdós forman este interesantísimo epistolario que comprende el perio¬
do existente entre 1882 y 1916. Todo este material publicado por Ruth Schmidt da a
conocer los entresijos de las comedias y dramas teatrales de la época, así como Ios-
comportamientos de autores y comediantes. Los viajes de Galdós por pueblos, villas
y aldeas de Castilla, la excursión al país de Ansó, su admiración por los pintores, la
gestación de su novela Nazariti, su entusiasmo por la versión de teatro de Doña
Perfecta, y el ingenuo contento por la casa de San Quintín se refleja en todo este
conjunto de cartas.
286 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

de la crítica y el grado de amistad que rodea dichas relaciones (S.


de la Nuez y Schraibman, 1967).7
Fundamental es, igualmente, la correspondencia existente
entre Galdós y Pereda, una relación que se percibe no sólo en
los epistolarios cuyos destinatarios son dichos escritores, sino
también en aquellos en los que Pereda figura como corresponsal
y amigo de compañeros de su generación, como sus numerosas
cartas dirigidas, especialmente, a Valera y Menéndez Pelayo.
Gracias a este último aporte documental se puede conocer con
exactitud el talante y la capacidad literaria e intelectual de Gal-

En la Introducción que figura al frente del presente Corpus epistolar se


explica la ausencia de un singular número de cartas señalada por H. Chonon Ber-
kowitz: -Hoy, después de algunas pesquisas, podemos indicar que las cartas que
faltanen el Archivo canario, examinado por nosotros, fueron a parar a manos del
gran escritor y amigo de Galdós, don Ramón Pérez de Ayala, que después de su
fallecimiento han sido cedidas, con otros papeles, a doña Soledad Ortega, hija
del gran filósofo, para publicarlas en la Revista de Occidente- (1967, p. 9). En la
presente colección se publican las cartas de los escritores más representativos,
agrupados por tendencias y géneros: Baroja, Unamuno y Valle-Inclán (modernis¬
tas y noventayochistas), Blasco Ibáñez y Palacio Valdés (novelistas de tendencia
realista), Octavio Picón y León (novelistas menores), Amado Ñervo, Gómez Ca¬
rrillo (escritores hispanoamericanos), Martínez Sierra y los hermanos Álvarez
Quintero (dramaturgos) y, finalmente, las cartas de políticos o profesionales ami¬
gos de Galdós, como Tolosa Latour. Todo el Corpus epistolar reunido por S. de la
Nuez y Schraibman es inédito, salvo las cartas de Pérez de Ayala, editadas por
Hispanófila, 17 (1963) y unas treinta cartas de Tolosa Latour publicadas en la Re¬
vista del Museo Canario, 77-78 (1961-1962). La ordenación del epistolario reali¬
zada por S. de la Nuez y Schraibman es distinta a la que figura en el Archivo de
la Casa-Museo Galdós. Cuatro son los apartados establecidos por los colectores:
I. Cartas escritas por políticos, dramaturgos, novelistas, actores, etc. que tuvieron
una relación cercana con Pérez Galdós. La presentación se realiza teniendo en
cuenta un orden alfabético y la fecha de escritura.— II. Apartado que consta de
tres subdivisiones: a) cartas, tarjetas de pésame, recomendaciones, etc.; b) testi¬
monios de homenajes y celebraciones; c) recuerdos de viaje, cuentas y anotacio¬
nes privadas, documentos curiosos.— Apartado III. Constituido por lo que Gal¬
dós denominaba -archivos vivientes-, es decir, documentos reunidos por el
escritor para la composición de sus obras (cartas de corresponsales consultados
o de espontáneos).— IV. Grupo heterogéneo, compuesto por tarjetas, cartas de
varios corresponsales extranjeros, admiradores y traductores. Finalmente, impre¬
sos: programas, invitaciones y recortes de periódicos, en su mayoría reseñas so¬
bre las obras dramáticas de Galdós. El Corpus epistolar fundamental está consti¬
tuido por las cartas de Azorín, Baroja, Valle-Inclán, familia Maeztu, Unamuno,
Pérez de Ayala, Palacio Valdés, Blasco Ibáñez, R. León, Ortega Munilla, Martínez
Sierra, Octavio Picón, hermanos Álvarez Quintero, Amado Ñervo, Gómez Carri¬
llo, Gómez Baquero, Francisco Grandmontagne, Costa, Manuel Tolosa Latour y
S. Rueda.
BENITO PÉREZ GALDÓS 287

dós desde una nueva perspectiva. El primer conjunto de cartas


de esta relación fue publicado por Shoemaker (1966, pp. 131-
172). El destinatario de dicha correspondencia fue Galdós. Por el
contrario, en el material publicado por Bravo Villasante (1970,
pp. 9-51) el autor de las cartas es Galdós, de ahí su importancia
y trascendencia para el conocimiento de su apasionado carácter
y su iracunda actitud a la hora de defender determinados plante¬
amientos que subyacen en sus novelas.8
El resto del material epistolar publicado descubre aspectos
de la vida y obra de Galdós apenas conocidos, como la polémi¬
ca de Galdós con el director del periódico santanderino El Can¬
tábrico el 26 de junio de 1901 (Bravo Villasante, 1970-1971, pp.
694-703) o la relación de determinadas obras galdosianas con la
literatura francesa (Etienvre, 1976, pp. 99-136). No menos intere¬
santes son las cartas relacionadas con su forma de narrar, como
las noticias que figuran en su correspondencia con Agustín Mira-
lies a raíz de la publicación de La Fontana de Oro (Doreste, 1957;
Schraibman, 1962, pp. 115-121) o la correspondencia epistolar
con específicos medios de comunicación, como el análisis y pu¬
blicación de las cartas desconocidas de Galdós en La Prensa de
Buenos Aires (Shoemaker, 1973; Boo, 1982, pp. 117-127). Mate¬
rial epistolar que no sólo se encuentra en poder de los descen¬
dientes o personas que en su momento fueron receptoras de di¬
chas cartas, sino también en entidades públicas o privadas tanto
nacionales como extranjeras. A las referencias apuntadas habría
que incluir el material custodiado en la Biblioteca Nacional, un

H Material epistolar que se complementa en diversos momentos con el de las


cartas de Pereda a Galdós (Cossío, 1957; Bravo Villasante, 1964). En varias de estas
cartas se inicia una polémica a raíz de la publicación de Gloria y de las posibles
ideas tendenciosas de su autor. Las extensas cartas de Pereda, antagonista amistoso
de Galdós, acusaban y al mismo tiempo rebatían, una argumentación galdosiana
desconocida hasta el momento de la publicación de Bravo Villasante. La publica¬
ción de estas veintiocho cartas supone un documento de gran importancia, pues se
aclaran ciertas dudas sobre el estado anímico y espiritual de Galdós. Las noticias so¬
bre las obras de ambos figuran con frecuencia en esta correspondencia que se ini¬
cia cuando Galdós finaliza el episodio nacional 7 deJulio [28 de noviembre de 1876]
y acaba el 1 de marzo de 1901. Armas Ayala analiza el contenido de todo este ma¬
terial epistolar. La síntesis realizada por dicho crítico es la siguiente: concepto de la
novela desde la óptica de Galdós y Pereda, elementos folletinescos en el Corpus li¬
terario galdosiano, lo religioso y lo moral en ambos autores, la polémica surgida a
raíz de la publicación de Gloria y la inamovible amistad existente entre ambos gra¬
cias al espíritu liberal reinante en dicha relación (1977, pp. 23-33).
288 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

total de veintiocho cartas autógrafas de Galdós y una de su se¬


cretaria (Manuscrito 22325-1.29).

6.2. Repertorios bibliográficos

Galdós es, sin lugar a dudas, el escritor que mayor atención ha


suscitado entre la crítica desde el punto de vista de los estudios
bibliográficos. Entidades públicas y privadas han publicado, analiza¬
do y reseñado un copioso material galdosiano. En época temprana se
publicó una sucinta relación de los estudios más significativos de me¬
diados del siglo xx (Río, 1945, pp. 52-56). Con anterioridad E. Cotare-
lo había editado un catálogo de las obras de Galdós (1920, pp. 150-
157). A partir de la década de los sesenta Hernández Suárez publica
en las páginas de Anales Galdosianos una sección bibliográfica que
cubre todas las publicaciones de Galdós [Novelas, Episodios na¬
cionales, Teatro, Varia, Cartas] y sobre su obra [Bibliografía, Ensayos y
Crítica, Tesis Doctorales, Artículos, Cartas a Galdós, Conferencias,
Misceláneas...]. Repertorios bibliográficos (Hernández Suárez, 1968,
pp. 191-212; 1969, pp. 127-152; 1971, pp. 139-157; 1972, pp. 145-165;
1974, pp. 175-206) que cubren el inicio de los estudios dedicados a
Galdós. Copiosa bibliografía acompañada de una sucinta descripción
de su contenido y que se complementa con la monografía debida
también al propio Hernández Suárez (1972a).9

9 Se trata del primer repertorio bibliográfico de las obras de Galdós y cumple


con creces los deseos apuntados por Montesinos en su estudio dedicado al novelis¬
ta: -Carecemos y careceremos por mucho tiempo, de una bibliografía solamente de
las obras de Galdós, sin la que es impensable una edición puntual de sus obras.
¿Quién ha visto y estudiado las primeras ediciones de Episodios...? [...] Ahora, sin esa
bibliografía es imposible enfrentarse con la tarea de una edición como la que la
obra de Galdós merece- (1968,1, p. XII). La Bibliografía de Hernández Suárez cum¬
ple con creces los deseos apuntados por Montesinos, pues recoge los primeros tra¬
bajos de Galdós aparecidos en la revista juvenil La Antorcha, los artículos publica¬
dos en el periódico El Omnibus, enviados desde Madrid y firmados con el
pseudónimo H. De V, las colaboraciones periodísticas aparecidias en La Prensa de
Buenos Aires... El plan de la obra está constituido por los siguientes capítulos: Obras
Completas, Novelas [Novelas de la Primera época. Novelas Españolas Contemporá¬
neas], Episodios Nacionales, Teatro, Adaptaciones teatrales, Narraciones, Obras Iné¬
ditas, Memorias, Prólogos, Viajes, Discursos, Poesías, Artículos, Cartas, Traduccio¬
nes y Miscelánea (entrevistas, declaraciones....). Dicho material tiene como fuentes
principales las bibliotecas y archivos del Museo Canario y de la Casa-Museo Pérez
Galdós. Ambas se complementan y forman el fondo documental más importante
que existe sobre Galdós. En el Museo Canario se custodian las ediciones princeps
BENITO PÉREZ GALDÓS 289

Al final de los años sesenta se publica una bibliografía ano¬


tada sobre Galdós en la Universidad de Nuevo Méjico (Sackett,
1968) que se complementa con los anteriores repertorios biblio¬
gráficos apuntados. La década de los años setenta es, desde el
punto de vista bibliográfico, copiosa y rica en datos, como la re¬
alizada por García Lorenzo (1970-1971, pp. 758-797) que incluye
las principales críticas de los compañeros de generación de Gal¬
dós y novelista de la llamada Generación del 98. Bibliografía que
recoge, igualmente, los estudios y ediciones críticas hasta el mo¬
mento de publicación del presente repertorio.10 Los trabajos re-
copilatorios de los estudios relativos a Galdós se han realizado
también desde la óptica exclusiva de la crítica norteamericana y
en función de las principales publicaciones aparecidas en los Es¬
tados Unidos (Ruiz-Fornells, 1970-1971, pp. 712-719).* 11 No me¬
nos significativa es la trayectoria llevada a cabo por H. C. Wood-
bridge que en sucesivas ocasiones analiza, reseña y anota las
principales obras y estudios en general sobre Galdós (1970, pp.
899-971; 1975) y, en particular, sobre la novela Doña Perfecta
(1970, pp. 91-100).12

de Galdós además de otras muchas y de numerosas traducciones. Lo mismo sucede


en la Casa-Museo Pérez Galdós, dependiente del Cabildo Insular de Gran Canaria,
que conserva la propia biblioteca de don Benito, su archivo epistolar, manuscritos de
sus obras y álbumes de recortes de prensa. Un puntual estudio crítico sobre la mono¬
grafía de Hernández Suárez ha sido realizada por Woodbridge (1977, pp. 147-154).
10 Estudio que recoge también las ediciones relativas a las novelas, episodios
nacionales y teatro. No figura en dicha bibliografía las reseñas a los diversos estu¬
dios críticos sobre Galdós ni las tesis doctorales leídas en España y en los Estados
Unidos. Respecto a las ediciones críticas y anotadas se ha realizado una selección
atendiendo a la calidad de los trabajos. Pese a ello, se incluye, al menos, una edi¬
ción de cada obra aunque la edición anotada no sea rigurosa.
11 La lectura y defensa de tesis doctorales en los Estados Unidos suman un to¬
tal de cincuenta y cuatro. Los temas son variados, desde el lenguaje coloquial gal-
dosiano hasta el análisis de aspectos relativos al anticlericalismo, interpretación de
la historia de España o influencia de autores clásicos de la literatura española, como
la presencia cervantina en Galdós. Ruiz-Fornells analiza también las monografías
más representativas e importantes sobre la vida y obra de Galdós, especialmente los
estudios debidos a H. Chonon Berkowitz, WalterT. Pattison, William H. Shoemaker,
Joseph Schraibman, Michael Nimetz, Sherman H. Eoff, Theodore A. Sackett y Alfred
Rodríguez. La vigencia y actualidad de Galdós tanto en el ambiente universitario co¬
mo en el no especializado son evidentes para Ruiz-Fornells.
12 El principal aporte bibliográfico de Woodbridge corresponde a la monografía
(1975) que contiene, aproximadamente, unas quinientas entradas, divididas en dieci¬
nueve secciones más una introducción, suplemento, notas, una lista de colecciones
290 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Las contribuciones más recientes suelen tener una autoría


concreta, pues la mayoría de los repertorios bibliográficos están
realizados por A. Percival (1980, pp. 83-101; 1984, pp. 61-67; 1985;
1991, pp. 179-219)13 y P. A. Bly (1981, pp. 107-117; 1985, pp. 131-
138; 1988, pp. 207-218).14 Al clásico Manual de Bibliografía de Si¬
món Díaz (1980, pp. 685-701) habría que añadir los estudios
recientemente publicados, como los debidos a Ree (1993, pp. 18-
19), G. Gullón (1993, pp. 314-333) y Granata de Egues (1995).15

analizadas y un índice de autores y títulos. La monografía está referida a las Nótelas Es¬
pañolas Contemporáneas y relacionadas con las novelas de la Primera Epoca. Las pri¬
meras siete secciones llevan la denominación siguiente: Bibliografía, Biografía, Cal¬
dos y sus compañeros, Estudios críticos de carácter general, Artículos, Obras
Completas y fuentes y libros de consulta. La octava, la más amplia, es un estudio pun¬
tual e individual de cada novela, excepto los Episodios Nacionales. Se inicia con el es¬
tudio de El abuelo y termina con Tristana, incluyendo artículos sobre películas basa¬
das en las novelas Nazarín, Tristana y Fortunata yJacinta. Los estudios de lingüística
y estilística se recogen en las secciones novena, décima y undécima. La sección duo¬
décima está dedicada a los Episodios Nacionales, iniciándose el estudio con publica¬
ciones de carácter general y sus respectivas reseñas. Las secciones finales abordan di¬
versas producciones literarias de Galdós: teatro, periodismo, relatos breves, cuentos,
prólogos, crítica literaria y poesía.
" Las aportaciones de A. Percival en el preciso campo de los estudios bibliográ¬
ficos referidos a Galdós son fundamentales, pues figuran tanto los estudios dedicados
a las biografías como a las tendencias de la crítica galdosiana en épocas precisas. Su
mayor aporte se encuentra en su monografía (1985), estructurada en cinco capítulos
—The biographical; Approach; Literary History; Literature and Ideas; Galdós: The
Novéis; Galdós: Drama, Journalism and Other Writings—. Al frente figura un Prefa¬
cio y finaliza con unas Conclusiones, un Apéndice, una Bibliografía selecta y un
índice de obras y autores citados en su monografía.
14 Peter Bly realiza en sucesivos trabajos una exhaustiva recopilación concer¬
niente al periodo correspondiente 1977-1983. El citado crítico inicia su recopilación
bibliográfica como continuación de los estudios ya citados de M. I lernández Suárez
en Anales Galdosianos. El Corpus esencial de dicho material bibliográfico llevado a
cabo por P. Bly recoge los estudios dedicados a las novelas, episodios nacionales y
relatos o colaboraciones periodísticas en general debidas al propio Galdós. El ensa¬
yo y la crítica constituyen los ejes esenciales de dichos trabajos.
14 Las sucesivas aportaciones bibliográficas de J. Simón Díaz se recogen en su
totalidad en Manual de Bibliografía (1980). Las secciones Bibliografía, Ediciones, Ar¬
tículos, Prólogos, Epistolarios, Antologías, Ediciones de conjunto, Miscelánea, Bio¬
grafía, Interpretación y Crítica, Fuentes, Lenguaje, Periodismo, Teatro, Estudios espe¬
cíficos sobre su obra y Relaciones con otros autores, su influencia y difusión
constituyen los ejes esenciales de su estudio. Ree analiza la bibliografía correspon¬
diente al periodo 1990-1993- G. Gullón estudia las teorías de Leopoldo Alas, Me-
néndez Pelayo y J. Casalduero en relación con la obra de Galdós. La crítica y el aná¬
lisis de la obra galdosiana desde el punto de vista de la recepción en un determinado
país han sido objeto de puntuales trabajos (Chamberlin, 1982, pp. 109-115).
BENITO PÉREZ GALDÓS 291

Existen en el mercado editorial publicaciones que si bien no son


específicamente bibliografías, reúnen, por el contrario, un copioso
material noticioso sobre los diversos trabajos publicados sobre Gal-
dós, como los llevados a cabo por Douglass M. Rogers (1973) y
Germán Gullón (1986). Desde el punto de vista no exclusivamente
monográfico sería el debido a Iris M. Zavala (1982, pp. 463-481).
Determinados estudios recientes han analizado los repertorios
bibliográficos-críticos galdosianos en función de su talante ideo¬
lógico, enraizados en los postulados ultramontanos, fascistas y
católicos-idealistas (Rodríguez Puértolas, 1993, II, pp. 208-225).
Recientemente se ha publicado una recopilación de los estudios
actuales referidos a Galdós, acompañada de una detallada noticia
bibliográfica (Zavala, 1982; Kronik, 1994, pp. 287-310).16

6.3. Manuscritos

El estudio de los manuscritos correspondientes a determinados


Episodios Nacionales o novelas ocupa un lugar relevante entre los
analistas de la obra galdosiana. Incluso, desde una óptica general,
abarcadora y dedicada a la totalidad de su Corpus literario, ha sido
objeto, igualmente, de especial atención. Linda M. Willem (1986, pp.
247-249) trata el tema de los manuscritos y galeradas. Estudio basado
en el material existente en la Casa-Museo Pérez Galdós. El fondo de
los manuscritos custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid ha
sido estudiado por Alan E. Smith (1985, pp. 143-156). Desde una
óptica más restringida, basada en las novelas La desheredada

16 La revisión bibliográfica realizada por Zavala (1982) se proyecta hacia la tota¬


lidad del corpus galdosiano: vida, ediciones y trayectoria novelística. Los estudios más
significativos de la crítica se refieren, especialmente, a las Novelas españolas contem¬
poráneas, sin prescindir de los estudios referidos a las novelas de la primera época y
obras teatrales. Aspectos relacionados con el lenguaje, estilo, humor, ironía, etc. figu¬
ran acompañados con su correspondiente bibliografía comentada sucintamente. John
Kronik ofrece una amplia y detallada visión de los estudios publicados a partir de
los primeros años de la década de los ochenta. Los apartados analizados y acompa¬
ñados de una concisa definición son los siguientes: traducciones, ediciones, volú¬
menes monográficos, tendencias de la crítica, repertorios bibliográficos, biografía,
epistolarios, artículos, discursos políticos, manuscritos, influencias y fuentes litera¬
rias, obras generales, polémicas de la crítica respecto a la interpretación, realismo y
naturalismo en Galdós, temas, krausismo, lenguaje y variantes idiomáticas, historia
y literatura, el espacio urbano, tratamiento de la mujer, nuevas lecturas de la crítica,
narratología, recepción de la obra, narraciones breves y teatro.
292 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

(Ms. 21.783), El doctor Centeno (Ms. 22.227), Tormento (Ms. 21.298),


Tñstana (Ms. 21.791) y Torquemada y San Pedro (Ms. 21.790) ha si¬
do abordada por Entenza de Solare (1989,1, pp. 149-161).
La totalidad de la obra narrativa galdosiana, tal como la concep¬
tuó Galdós —Episodios Nacionales, Novelas españolas de la primera
época, Novelas españolas contemporáneas—, ha sido analizada par¬
cialmente desde la óptica de los manuscritos. Estudios de conjunto
referidos a los Episodios Nacionales (Miller, 1991, pp. 7-20) o espe¬
cíficos, dedicados a un concreto episodio ocupan la atención de la
crítica. Napoleón en Chamartín —manuscrito que se encuentra en
la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms. 21.749)— ha sido analizado
por Michael A. Schnepf (1993, pp. 1-16). La segunda serie de los
Episodios ha sido estudiada a través de un determinado personaje
de ficción, teniendo en cuenta las variantes que ofrecen las cuarti¬
llas autobiográficas de Galdós relacionadas con Juan Bragas Pipaón,
amigo íntimo y confidente de Salvador Monsalud, cuyo existir dis¬
curre por los episodios El equipaje del reyJosé, Memorias de un cor¬
tesano, Los Cien Hijos de San Luis, El terror de 1824, Los Apostólicos
y Un faccioso más y algunos frailes menos (Schnepf, 1991, pp. 21-
29). Una guía de los manuscritos de la segunda serie de los Episo¬
dios Nacionales está, igualmente, realizada por Schnepf (1991, pp.
35-42). Las galeradas de Zumalacárregui, relato que inicia la terce¬
ra serie de los Episodios Nacionales, han sido objeto de atención y
estudio en estos últimos años (Arencibia, 1987).
Respecto a los manuscritos de las novelas galdosianas cabe seña¬
lar los trabajos realizados sobre Doña Perfecta por R. Cardona (1976)
y José R. Gil (1984). Los referidos a las dos versiones del desenlace de
Forlunata y Jacinta que alteran radicalmente el carácter de la novela
se complementan con las apreciaciones señaladas por Cardona (Jo¬
nes, 1959, pp 570-573; Fontanella, 1976, pp. 59-69). Respecto a Glo¬
ria, novela que plantea el conflicto amoroso entre dos personas de
distinto credo religioso ha sido estudiada en función del manuscrito
original, emitiéndose precisiones concernientes a la segunda versión,
final del manuscrito y segunda parte (Pattison, 1969, pp. 55-61 ).p

17 En sus conclusiones sobre el manuscrito de Gloria Pattison señala que la


obra fue producto de un cuidado y detenido estudio de los personajes y mundo de
ficción en general. Labor artesanal galdosiana que a juicio de Pattison ofrece singu¬
lares variantes: -Specifically Gloria went through three stages, or even four; if we
count the changes mades in the proofs. It is curious to see how most of the charac-
BENITO PÉREZ GALDÓS 293

Las Novelas españolas contemporáneas han sido objeto de espe¬


cial atención por parte de la crítica. El análisis de los autógrafos gal-
dosianos recae, principalmente, en las novelas La desheredada y en
Fortunata y Jacinta. El manuscrito de la primera novela ha sido estu¬
diado en función de José Relimpio y Sastre, pariente y padrino de Isi¬
dora Rufete. Seráfico varón, ya viudo, se convirtió en el esclavo de su
ahijada Isidora. La definitiva caída de ésta causó la muerte del plató¬
nico enamorado (Schnepf, 1990a, pp. 7-14). La figura de Isidora Ru¬
fete, hija del infeliz orate don Tomás y de doña Francisca Guillén ha
sido también analizado con arreglo a las variantes que ofrece el ma¬
nuscrito (Schnepf, 1990d, pp. 321-329; 1991, pp. 245-250) y desde
una óptica general, referida a la caracterización, proceso evolutivo de
ciertos personajes y su relación con el Naturalismo (Schnepf, 1989,
pp. 53-59; 1992, pp. 53-60). Material noticioso basado en el estudio
del manuscrito custodiado en la Biblioteca Nacional (Ms. 21.783).
Las novelas Tormento y Miau han sido abordadas, igualmente,
por la crítica. El manuscrito de la primera ha merecido la atención
de Schnepf (1991, pp. 43-49) y el concerniente a Miau ha sido es¬
tudiado con especial detenimiento por Weber (1964). En ambos ca¬
sos desde una óptica general, no circunscrita a un determinado per¬
sonaje. Fortunata y Jacinta fue en la década de los años setenta
objeto de una tesis doctoral (Hyman, 1972) dirigida por el hispanista
Stephen Gilman y presentada en la Universidad de Harvard. Años
más tarde dicho manuscrito ha sido nuevamente estudiado, revisado
y cotejadas las diversas versiones o variantes (López-Baralt, 1987,
pp. 11-24; Ribbans, 1989, pp. 591-597; Márquez Villanueva, 1994,
pp. 141-145).18 Las galeradas de Fortunata y Jacinta, depositadas

ters of the first versión reappear, aithough in greatly altered form, in the final printed
text. Originally Rosalía has a miser únele Hipólito and a crafty aunt Romualda, who
become Don Buenaventura and Doña Serafinita. Don Cayetano disappears in the
person of Rafael del Horro, but this young man takes on the personality of the poli-
tician Carratrapa. Mariano is eliminated except for Gloria’s melancholy remembran-
ce of her dead hermanitos. The printed book contains only three characters of im-
portance, Don Ángel, Esther Spinoza and Caifás, who are not foreshadowed by some
personage of the first versión- (Pattison, 1969, p. 60).
18 El manuscrito de Fortunata y Jacinta está depositado en The Houghton L¡-
brary de la Universidad de Harvard. La signatura del manuscrito es Ms. Spain 93-
65M-171. Consta de tres mil noventa y cinco folios del tamaño de media cuartilla ho¬
landesa de 22 x 15,5 cm. El contenido del códice ha sido analizado por Diane Hy¬
man. En sus estudios la citada investigadora observa que Galdós ha utilizado el re¬
verso de las hojas de una versión previa de la obra. Dicha transcripción ha sido
294 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

en la Casa-Museo de Pérez Galdós demuestran con claridad una


profunda revisión de los texos. Los cambios más frecuentes se re¬
fieren a la onomástica, lenguaje y giros o frases (Whiston, 1980, II,
pp. 258-265).
La serie de novelas dialogadas —La Incógnita y Realidad—
ha sido analizada en función de los manuscritos y en íntima inte¬
rrelación (Entenza de Solare, 1984, pp. 430-435). Incluso, dicho
material noticioso aporta una interesante documentación relativa
al origen y elaboración de la novela Torquemada en la hoguera
(Entenza de Solare, 1993, pp. 393-400). El manuscrito de Realidad
(Biblioteca Nacional, Ms. 21.783) ha sido objeto también de inte¬
rés y análisis por parte de la crítica (Martínez Umpiérrez, 1989, pp.
61-67; 1993, pp. 431-439).19 Otro tanto sucede con Tristana, cuyo

realizada por Hyman, desconociéndose la versión Alfa, frente al definitivo o publi¬


cado —versión Beta—. Esta última versión no coincide plenamente con la publica¬
da en 1887. Abundan, como señala Márquez Villanueva, sustituciones, adiciones de
frases o palabras y supresiones que -evidentemente debieron ser hechas sobre las
mismas pruebas de imprenta. Lo mismo que Balzac, Galdós daba una concienzuda
postrera lima sobre las mismas galeradas. Como resultado abundan, sobre todo, los
cambios de puntuación, adjetivos y tiempos verbales, además de la necesaria regu-
larización de acentos. Esto hace que la versión impresa sea, desde el punto de vista
ecdótico, una tercera o kappa- (1994, pp. 142-143). Por su parte Geoffrey Ribbans
analiza la compleja personalidad de Maximiliano Rubín desde el punto de vista de
su herencia genética y la de su impotencia sexual. Para cada una de dichas inter¬
pretaciones el citado crítico utiliza el manuscrito de la Houghton Library, pues ofre¬
ce una interesantísima versión anterior, escrita al revés de las hojas que contienen el
texto final. A esta versión, no completa pero consistente, especialmente en las pri¬
meras partes, es la conocida con el nombre de Alfa. En sus conclusiones Ribbans
apunta que el paso o proceso de la versión Alfa al texto que conocemos revela su¬
tiles e interesantes facetas de la evolución del texto. Determinados personajes —co¬
mo Juan Pablo, Doña Lupe, Nicolás— cambian de orientación en sus relaciones con
Maximiliano Rubín y las dudas sobre sus enlacen familiares se definen más: •!...] Ele¬
mentos demasiado explícitos, como la cuestión de la capacidad sexual de Maxi pri¬
mero y después de su impotencia, se tratan con más ambigüedad y sutileza. Se abre
el paso hacia una de las presentaciones de un hondo trastorno demencial más cohe¬
rentes, más imaginativas y más bien logradas de la literatura. Como resultado, la no¬
vela gana de modo evidente en profundidad, refinamiento y consistencia narrativa-
(1989, p. 596).
19 Las hojas del manuscrito están numeradas en su parte superior derecha. Ca¬
da una de ellas consta de catorce a dieciséis líneas y cada línea de siete a diez pala¬
bras. Los márgenes son escasos. Las correcciones son copiosas. En la última página
figura la siguiente inscripción: Madrid, julio de 1889. El punto de partida de Martí¬
nez Umpiérrez es el manuscrito A, Redacción Base. Se trata en su opinión de un
apunte válido para una obra dramática cuya división en actos y escenas, así como
su forma lingüística, lo aproximan o lo identifican con la obra teatral. Esta primera
BENITO PEREZ GALDOS 295

manuscrito se encuentra, igualmente, en la Biblioteca Nacional de


Madrid (Ms. 21.791). Novela que en la primera cuartilla del ma¬
nuscrito lleva la fecha 9 de noviembre de 1891 y en la última se lee
Madrid, enero de 1892. Rapidez en la elaboración de la novela
que parece ser más marcada hacia el final de la misma por la au¬
sencia de variantes. Autógrafo que ha sido descrito y analizado en
función de las modificaciones estilísticas e interpretaciones de los
cambios arguméntales (Schnepf, 1990c, pp. 91-94; Sinnigen, 1992,
pp. 1485-1490) o en relación con un determinado personaje gal-
dosiano, centrado, en este caso, en don Lope Garrido, empederni¬
do Tenorio y detractor del matrimonio que conservó su fama has¬
ta los linderos de la vejez (Schnepf, 1990b, pp. 11-18).20
Finalmente cabe señalar el análisis dedicado al proceso de gesta¬
ción y redacción de la novela El abuelo (Hernández Cabrera, 1983,
pp. 171-185)21 o el descubrimiento reciente de novelas —Ro¬
salía— gracias al análisis de los autógrafos galdosianos (Smith,

redacción «está escrita de una forma rápida, en algunos pasajes podría decirse que
hasta telegráfica, en un lenguaje coloquial, familiar, con todos los descuidos de la
lengua hablada [...J* (1989, p. 6l). El Manuscrito A está incompleto. Quedan dos¬
cientas veintiséis cuartillas tachadas con una equis mayúscula o con líneas dia¬
gonales en distintas direcciones, que se han conservado gracia a que se utiliza¬
ron en el reverso de la cuartilla para redactar el texto de ía segunda y definitiva
versión: el Manuscrito B.
20 Variantes y cambios estilísticos figuran también tanto en el Corpus general
de la novela como en las descripciones referidas a un personaje en concreto. Las di¬
versas variantes de la obra están esbozadas en las cuartillas 11-15. Tratan sobre la
ruptura entre Tristana y Horacio. En todas se percibe con claridad que el pintor Ho¬
racio Díaz ha sido sustituido por una figura ideal. La rivalidad entre don Lope y
Horacio ocupa un lugar privilegiado y genera, al mismo tiempo, enormes posibili¬
dades melodramáticas (Sinnigen, 1992, p. 1.487, pássim).
21 El manuscrito, tal como señala Hernández Cabrera, consta de 348 cuartillas
escritas en forma vertical a excepción de las seis del prólogo, que aparecen escritas
horizontalmente y dobladas por la mitad. En el reverso de la última escribe Pérez
Galdós a su impresor lo siguiente . Ahí va elprologuito. Si ve que ocupa Imuchol más
de lo calculado, compóngalo con letra más chica, porque es difícil reducirlo. A pri¬
mera hora de la tarde iré a dejarlo listo. El manuscrito presenta, a juicio de Hernán¬
dez Cabrera, las siguientes características: a) Ausencia de las cuartillas de la jornada
primera y de la mitad de la segunda. Ésta comienza en la cuartilla 46 que corres¬
ponde a ía página 121 de la edición princeps. B) Muchas de estas cuartillas están es¬
critas también en sus reversos. Uno de ellos, el 10, corresponde a las páginas 10 y
11 de E. C.) Los anversos de las cuartillas constituyen el texto B. A pesar de presen¬
tar un considerable número de correcciones, se acerca mucho a la versión definiti¬
va, es decir a E. Las supresiones, transformaciones, acotaciones, espacios, etc. son
puntualmente analizados en dicho estudio.
296 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

1982).22 Los estudios dedicados a los autógrafos tienden también a


otros géneros literarios galdosianos, como los dedicados a las
adaptaciones (Condé, 1990, pp. 35-43), teatro (Boo, 1983, pp. 125-
130) y relatos breves o cuentos (Ezama Gil, 1995, pp. 89-97).

6.4. Estudios de conjunto: monografías, obras generales


Y VOLÚMENES COLECTIVOS

La mayoría de los estudios dedicados al análisis de la obra de


Galdós tienden, por regla general, hacia su producción novelística.
Sin embargo, no hay que olvidar que una gran parte de sus nove¬
las fueron adaptaciones teatrales. La afición de Galdós al teatro23

22 Alan Smith en su tesis doctoral (1981) transcribe el autógrafo tal cual apare¬
ce, con todos los errores, tachaduras y correcciones del autor. En su edición crítica
y anotada (1984) no consta el título del manuscrito. Smith sigue la costumbre de
Galdós y denomina Rosalía, en homenaje a la protagonista de la novela. El manus¬
crito se encuentra custodiado en la Biblioteca Nacional. Un total de 695 cuartillas es¬
critas en el revés de los manuscritos de la Segunda Serie de los Episodios Naciona¬
les. Galdós utiliza el revés del manuscrito de Rosalía como provisión de papel para
la escritura de una parte de las novelas de la Segunda Serie. En la tarea de recons¬
trucción, Smith tiene en cuenta los folios autógrafos descubiertos por W. Pattison
(1979). El propio Smith lo explica: -A las hojas descubiertas entonces por mí, cuya
numeración, con importantes lagunas, va de 83 a 1.271, pude incorporar otras 390,
encontradas por él [Pattison] en el revés del manuscrito de Gloria (numeradas con in¬
terrupciones, de 2 a 752) [...] Posteriormente, hallé siete cuartillas más, pero aún fal¬
tan por lo menos 180. Es posible que algunas estén en el revés del manuscrito de Un
faccioso más y algunos frailes menos- (1984, pp. 11-12). Pattison establece la fecha
del manuscrito hacia 1872. El estudio grafológico, su letra relativamente regular, tí¬
pica de la escritura temprana de Galdós, ambientación y aspectos que subyacen
en Gloria permiten una datación más o menos exacta. La acción transcurre en Cas¬
tro Urdíales, en fecha -anterior al verano de 1871, época de la primera visita de don
Benito a esa región. Además el texto menciona la batalla de Sedán (1 de septiembre
de 1870) y donjuán de Gibralfaro [padre de Rosalía! que tiene 70 años, es “de edad
poco menor que la del siglo”. Estas indicaciones señalan el año 1872 como la fecha
probable» (Pattison, 1979, p. 11).
22 Las colaboraciones de la crítica en su estudio sobre las adaptaciones de sus
novelas a la escena o visión de Galdós sobre el teatro y su propia producción son, en
orden cronológico, las siguientes: P. Cabañas, -Cornelia visto por Galdós-, Revista de
Literatura, XXIX (1966), pp. 91-99; G. Sobejano, -Razón y suceso de la dramática
galdosiana-, Anales Galdosianos, V (1970), pp. 39-54; E. I. Fox, -En tomo a Mariu-
cha: Galdós en 1903», Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp.
608-622; R. Sánchez, El teatro en la novela. Galdós y Clarín. Madrid, ínsula, 1974; S.
Finkenthal, -Santa Juana de Castilla: Galdós’ Last Play», Anales Galdosianos. IX
(1974), pp. 125-134 y -The Social Dimensions of Galdós’ Theater», Hispania, 59
BENITO PÉREZ GALDÓS 297

(1976), pp. 442-448; J. C. Mainer, -El teatro de Galdós: símbolo y utopía», en La cri¬
sis de fin de siglo: ideologías y literatura (Estudios en Homenaje a Rafael Pérez de la
Dehesa), Barcelona, Ariel, 1975, pp. 177-212; J. Amor Vázquez, -Galdós, Valle-In-
clán, esperpento», en Actas [1977], pp. 189-200; R. Cardona, -Fuentes históricas de
Santa Juana de Castilla•, ibíd., pp. 462-469; A. Pannaitescu, -Galdós ¿moderno en
sus comedias?-, ibíd., pp. 479-485; S. Finkenthal, -Galdós en el teatro. La reacción
crítica», en H. Finke-Wayne (ed.), Estudios de historia, literatura y arte hispánicos
ofrecidos a Rodrigo A. Molina, Madrid, ínsula, pp. 155-163; G. Sobejano, «Echega-
ray, Galdós y el melodrama», Anales Galdosianos (1978), supp., pp. 19-117; J. Ca-
salduero, -Bárbara», ibíd., pp. 119-126; A. Amorós, «Tres “Casandras”: de Galdós a
Galdós y a Francisco Nieva», en Actas [1980], II, pp. 69-102; I. Rubio, -Galdós y el
melodrama-, Anales Galdosianos, XVI (1981), pp. 57-67; D. Estébanez Calderón, -El
tema del honor calderoniano en el teatro de Galdós», L. García Lorenzo (ed.), Cal¬
derón. Actas del Congreso Internacional sobre Calderón y el teatro español del Siglo
de Oro, Madrid, CSIC, 1983, pp. 1389-1404; D. Lida, -Galdós y el teatro: teoría y prác¬
tica», en Homenaje a Ana María Barrenechea, Madrid, Castalia, 1984, pp. 271-279;
R. G. Sánchez, -Emilio Mario, Galdós y la reforma escénica del xix», Hispanic
Review, LII, 3 (1984), pp. 263-279; S. E. Schyfter, -The Fabrication of History in
Santa Juana de Castilla», Anales Galdosianos, XIX (1984, pp. 53-60); B. J. Dend-
le, -The Estreno of Galdós’ Zaragoza. Its Political Ramifications», Romances
Notes, XXVII, 1 (1985), pp. 62-67; R. G. Sánchez, -Galdós y el oficio teatral: Apun¬
tes sobre La de San Quintín-, Anales Galdosianos, XXI (1986), pp. 195-203; A.
Berenguer, -Galdós y el teatro», en Madrid en Galdós. Galdós en Madrid [1988],
pp. 327-345; C. Méndez Onrubia y J. Ávila Arellano, -Teatro español. Siete meses
de lucha por el arte. Homenaje a los clásicos. En torno a un texto desconocido de
Benito Pérez Galdós», Revista de Literatura, L, 99 (1988), pp. 171-204; M. L. Boo,
•Una nota sobre la caracterización de Víctor en La de San Quintín», Anales
Galdosianos, XXIV (1989), pp. 95-96; M. Bieder, «El sacrificio: tema y recurso
dramático en la obra teatral de Pérez Galdós», en Actas [1990], II, pp. 383-390; J.
Casalduero, -El último teatro de Galdós en su mejor y mayor momento», ibíd., II,
pp. 391-394; L. López-Jiménez, -El estreno de Electra en París», íbíd., II, pp. 405-
416; R. E. Lugo, -Lo parabólico en dos obras galdosianas: La loca de la casa y
La de San Quintín-, ibíd., II, pp. 417-426; C. Méndez Onrubia, -Presencia de Ma¬
ría Guerrero en la obra dramática de Galdós», ibíd., II, pp. 427-434; B. Palomo
Olmos, -De la novela al teatro: modificaciones en las técnicas de introspección»,
ibíd., II, pp. 435-444; R. L. Utt, -La de San Quintín y Casandra, entonces y
ahora», ibíd., II, pp. 459-472; L. P. Conde, Women in the Theatre of Galdós: From
-Realidad- (1892) to •Voluntad• (1895), Lewiston, Mellen, 1990; A. Andreu, -Ma¬
ría Guerrero y el teatro de Benito Pérez Galdós», en L. M. Willen (ed.), A Sesqui-
centennial Tribute to Galdós 1843-1993, Newark, Juan de la Cuesta, 1993, pp. 298-
313; Philologica Canariensia (verano, 1994), pp. 473-479; F. Ynduráin, -Casandra-,
en Actas [1993], I, pp. 883-888; Juan Antonio Ríos, -Pérez Galdós y Arniches»,
ibíd, II, pp. 199-208; C. Méndez Onrubia, «El olvidado teatro de Benito Pérez
Galdós», Insula, XLVIII, 561 (1993), pp. 23-25; L. Hernández, -Electra y su
Máximo: Galdós y la libertad de la mujer en Electra-, Crítica Hispánica, XII, 2
(1994), pp. 307-320; S. de la Nuez, -Santa Juana de Castilla (1918)», Philologi¬
ca Canariensia (verano, 1994), pp. 473-479; F. Ynduráin, -Casandra-, Actas
[19931,1, pp 883-888.
298 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

fue constante a lo largo de su vida. Sus primeras obras literarias


pertenecen a la escena y sus novelas están regidas por el princi¬
pio más dramático de la suspensión del interés, revelaciones sú¬
bitas y desenlaces teatrales. Gloria, Marianela y Fortunata y Ja¬
cinta, entre otras, participan, en parte, de estos rasgos. La muerte
de Gloria o el asesinato de Pepe Rey en Doña Perfecta tienen un
carácter eminentemente teatral. Su novela-teatro se manifiesta
tanto en el fondo o ideología como en la forma o diálogo y re¬
presenta la fase inmediata del auténtico drama galdosiano. Una
novela drama tendente a la supresión de todo lo superfluo en la
técnica narrativa.
No se debe olvidar tampoco específicas trayectorias galdo-
sianas que si en un principio pueden parecer ajenas a su pro¬
ducción novelística son, sin embargo, de gran importancia en la
elaboración de sus relatos novelescos.24 La trayectoria ideológi¬
ca y política no sólo ha sido analizada en función del comporta¬
miento de determinados personajes galdosianos, sino también
desde un punto de vista específico, circunscrito a su propia ex¬
periencia como político y en relación con la política.25 Experien¬
cia galdosiana con la prensa periódica de la época desde una
doble óptica; por un lado, como redactor de artículos de críti¬
ca literaria o políticos; por otro, desde la publicación de sus

24 Nos referimos a sus colaboraciones en las colecciones costumbristas de la


segunda mitad del siglo xix y a las relaciones existentes entre el propio Galdós y
Mesonero Romanos. En este preciso campo del cuadro de costumbres puede con¬
sultarse el siguiente repertorio bibliográfico: H. Ch. Berkowitz, -Galdós and Meso¬
nero Romanos-, Hispanic Review, XXIII (1932), pp. 201-205; E. Rubio Cremades,
-Galdós y las colecciones costumbristas del xix-, en Actas [19791, I, pp. 230-257 y
■Costumbrismo y novela-, Anales de Literatura Española, 2 (1983), pp. 457-472; M.*
de los Ángeles Ayala, -Los Españoles de Ogaño, Anales de Literatura Española, 3
(1984), pp. 65-94; S. Gilman, 1985, p. 34, pássim; E. Rubio Cremades, -El costum¬
brismo como documentación novelesca en Fortunata y Jacinta*, en Rodríguez Puér-
tolas [19891, pp. 103-110 y -Las fisonomías sociales de don Benito Pérez Galdós-, en
Actas W^Q], II, pp. 207-222; M.8 de los Ángeles Ayala, Las colecciones costumbristas
(1870-1885), Alicante, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Alicante,
1993; M.a del Pilar Palomo, -El artículo costumbrista y La Fontana de Oro, Kronik y
Tumer [19941, pp. 39-54.
21 Cfr. D. Estébanez Calderón, -Evolución política de Galdós y su repercusión
en la obra literaria-, Anales Galdosianos, XVII (1982), pp. 7-23; B. J. Dendle, -Galdós
en El Año Político, Anales Galdosianos, XIX (1984), pp. 87-107; -Galdós and Sol y
Ortega-, Hispanic Review, Lili, 4 (1985), pp. 437-447; -Galdós in Context: The Re¬
publican Years, 1907-1914-, Anales Galdosianos, XXI (1986), pp. 33-44; A. Armas
Ayala, -Galdós y la política-, en Actas [1990], II, pp. 475-488.
BENITO PÉREZ GALDÓS 299

novelas.2'1 El corpus literario galdosiano quedaría incompleto en


este Panorama crítico si prescindiéramos de sus narraciones bre¬
ves, de sus relatos fantásticos,27 pues como apunta Montesinos el

26 Información relativa a esta faceta la encuentra el lector en los siguientes


estudios: M. Ballantyne, -índice de la Revista de España bajo la dirección de
Galdós-, Hispania, LXXII (1990), pp. 332-344; Berkowitz (1948, pp. 60-70); Ma¬
tilde L. Boo, -Suplemento de las cartas desconocidas de Galdós en La Prensa de
Buenos Aires-, Anales Galdosianos, XVII (1982), pp. 117-127; -Galdós: periodismo
y novela (La desheredada, La incógnita y tres artículos de La Prensa de Buenos
Aires-, Anales Galdosianos, XXIII (1988), pp. 123-132; R. Cardona, -Galdós en La
Nación-, “Variedades”», en Willen [19931; B. Dendle, -Albareda, Galdós and the
Revista de España (1868-1873)», en Clara E. Lida-Iris M. Zavala (eds.), La revolución
de 1868. Historia, pensamiento, literatura, New York, Las Américas, 1970; Brian J.
Dendle y Joseph Schraibman (eds.), Benito Pérez Galdós. Los artículos políticos en
la Revista de España, 1871-1872. Introducción de BriandJ. Dendle, Lexington, Ken-
tucky, Dendle y Schraibman, 1982; S. García Castañeda, -Galdós en Santander: sus
colaboraciones en La Tertulia y en La Revista Cantabro-Asturiana (1876-1877)»,
Anales Galdosianos, XIV (1979), pp. 125-129; Pilar Palomo, -El Periodismo en
Galdós», en Ávila [19891, pp. 223-230; WalterT. Pattison (1975, pp. 31-34); J. Schraib¬
man, «Galdós colaborador en El Omnibus, Anuario de Estudios Atlánticos, 9 (1963),
pp. 287-332; W. H. Shoemaker, -Galdós y La Nación», Hispanófila, XXV (1965), pp.
21-50 y Los artículos de Galdós en -La Nación-, 1865-1866, 1868, Madrid, ínsula,
1972; Roger L. Utt, -Galdós’ Early Journalism in Madrid and the Las Novedades
(dis-) Connection», Anales Galdosianos, XIX (1984), pp. 71-85.
2 Escaso es el material bibliográfico existente sobre dicha modalidad narrati¬
va. La relación es la siguiente: Josefina Albert Galera, -Los mundos del texto en La
princesa y el granuja de Pérez Galdós: Teoría y práctica», Signa, 4 (1995), pp. 77-93;
José Extramiana, -La novela en el tranvía: Une Nouvelle oublié de Pérez Galdós», en
Hommage des Hispanistes Francais a Noel Salomón, Barcelona, Laia, 1979, pp. 273-
293; Luis Fernández Cifuentes, -Pérez Galdós y la función del realismo», en Ramón
Fernández Rubio (ed.), Selected Proceeding of the Thirty-Fifth Annual Mountain
Interstate Foreign Language Conference, Greenville, SC, Furman University, 1987,
pp. 143-151 y -Signs For Sale in the City of Galdós» [La novela en el tranvía y La des-
hereda)-, Modem Language Notes, CIII, 3 (1988), pp. 289-311; Sebastián de la Nuez,
■Génesis y estructura de un cuento de Galdós [CelínV, en Actas (19791, I, pp. 181-
201; Oswaldo Izquierdo Dorta, -Análisis de la muía y el buey (Cuento de Navidad)»,
en Actas [19901, pp. 69-76; Walter Oliver, -Galdós La novela en el tranvía. Fantasy
and the Art of Realistic Narration», Modem Language Notes, 88 (1973), pp. 249-263;
Douglass M. Rogers, -La novela en el tranvía and the Poetics of Mouvement in Gal-
dosian Narrative», Anales Galdosianos, XXI (1986), pp. 115-126; Enrique Rubio Cre-
mades, -Los relatos breves de Galdós-, en Kronik y Turner [19941, pp. 67-78; Alan
Smith, -Los relatos fantásticos de Galdós», en Actas [1990], pp. 223-234; -La princesa
y el granuja: El amante infortunado en un cuento inverosímil de Galdós», en A. Vi-
lanova (ed.), Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas,
Barcelona, PPU, 1992, pp. 1.491-1-498; Los cuentos inverosímiles de Galdós en el
contexto de su obra, Barcelona, Anthropos, 1992 y -Un cuento de Galdós: ¿Dónde
está mi cabeza3, en Peter Fronhlicher y George Gunter (eds.), Teoría e interpreta¬
ción del cuento, Bem, Peter Lang, 1995, pp. 303-321; José Schraibman, -Variantes de
La novela en el tranvía de Galdós-, La Torre, XII, 48 (1964), pp. 149-163-
300 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

gusto por lo fantástico es en Galdós de tal manera congénito que


no puede negarse a él nunca: «Por algo las últimas de sus obras
abandonan toda pretensión de realismo. Y si este predominio de
la fantasía no hubiera sido característico del novelista, tampoco
su obra realista tendría esa irisación poética que la hace incon¬
fundible e incomparable con cuanto se produjo en la época —si
no es alguna cosa de Clarín, otro romántico de manantial— y la
pone a par de la creación cervantina» (1972, I, p. 41). De igual
forma emergen en este Panorama crítico singulares facetas de
Galdós poco conocidas —como sus relatos de viaje, poesías y su
faceta de editor— o estudios dedicados a aspectos muy concre¬
tos y específicos.28 La vigencia, actualidad y difusión de la obra
no sólo queda restringida al mundo de los lectores, sino también
al relacionado con el cine. Las adaptaciones cinematográficas de
diversas novelas llevadas a cabo por prestigiosos directores, co¬
mo en el caso de Buñuel, han sido motivo de estudio y análisis
por parte de la crítica actual.29

■K Serían, por ejemplo, los estudios que revelan aspectos biográficos o litera¬
rios en general poco conocidos, como los dedicados a su labor como prologuista,
editor, bibliófilo o poeta y recepción, historia, éxito y venta de sus libros. Cfr. a tal
respecto los siguientes estudios: W. H. Shoemaker, Los prólogos de Galdós, México,
Ediciones Andrea, 1962; A. Armas Ayala, «Galdós editor-, Asomante, XIX, 1 (1963),
pp. 37-51; M* I. García Bolta, Galdós editor. Biblioteca San Quintín, núm. 3, San¬
tander, Ediciones Santander, 1995; H. Chonon Berkowitz, La biblioteca de Benito Pé¬
rez Galdós. Catálogo razonado precedido de un estudio, Las Palmas, Ediciones del
Museo Canario, Imprenta Lezcano, 1951; Alicia G. Andreu, -Biblioteca de Benito Pé¬
rez Galdós-, Romance Quarterly, XXXV, 3 (1988), pp. 367-369; J- M. Alonso García,
-La biblioteca anglo-norteamericana de D. Benito Pérez Galdós-, en Actas [1990],
pp. 489-514; M. Carmen Lafuente Niño y Purificación Castro, Obras de Galdós en la
Biblioteca Llistórica Municipal de Madrid. Edición al cuidado de..., Madrid, Ayunta¬
miento, 1995; Jean Franyois Botrel, -Les Succés d'édition des oeuvres de Benito Pé¬
rez Galdós: Essai de Bibliometrie-, Anales de Literatura Española, 3 (1984), pp. 119-
157; 4 (1985), pp. 29-66. Estudios referidos a la poesía galdosiana y a la actitud del
propio Galdós hacia dicho género cfr. Sebastián de la Nuez, «Galdós y la poesía-, en
Actas MU], pp. 118-131 y Francisco Javier y M.* Josefa Diez de Revenga, -Galdós an¬
te la poesía y los poetas de su siglo. Notas a las series finales de los Episodio», en Ávi¬
la [1989], pp. 145-154.
Vid. a tal respecto, los siguientes estudios sobre la adaptación de la novela
Tristana: Andrés Amorós, - Tris tana, de Galdós a Buñuel-, en Actas [1977], pp. 319-
329; A. Delgado Cabrera, «Galdós y Buñuel-, en Actas [1995], II, pp. 23-33; Christine
Dongan, «Une transcription allegorique de la 2éme. Republique espagnole: Tristana
et le discours libertaire-, Imprente [Montpellier], (1983), pp. 7-20; Víctor Fuentes,
■Buñuel y Galdós: por una visión integral de la realidad-, Cuadernos Hispanoame¬
ricanos, 385 (1982), pp. 150-157; Beth Miller, -From Mistress to Murderess: The
Metamorphosis of Buñuel’s Tristana«, en Beth Miller (ed. and introd.), Women
BENITO PÉREZ GALDÓS 301

Los estudios de conjunto más significativos suelen ocuparse prin¬


cipalmente de las novelas galdosianas, sin desdeñar los datos biográ¬
ficos o escritos galdosianos reseñados en anteriores líneas. La valora¬
ción del corpus literario de Galdós ha sido enjuiciado desde dispar
óptica. La generación posterior acuñó despreciativas definiciones
acerca de su obra que han sido analizadas y valoradas por la crítica
actual en su justa medida (Iglesias, 1981, pp. 79-104). A raíz de la pu¬
blicación de la monografía de Walton (1927) y estudios de críticos
afincados en el extranjero durante la guerra civil y fechas posteriores
el nombre de Galdós fue adquiriendo un mayor relieve entre los es¬
tudiosos de la novela española. Los nombres de Amado Alonso, Fran¬
cisco Ayala, José Fjernández] Montesinos, Ángel del Río, Vicente Llo-
rens, entre otros, figuran como tendremos ocasión de comprobar, en
un lugar señero entre los estudios referidos a la obra galdosiana. Ci¬
mentación de la figura de Galdós lograda, fundamentalmente, por la
publicación de los Anales Galdosianos, revista monográfica fundada
en 1966 y dirigida en su primera etapa por R. Cardona y, años más
tarde, por John Kronik (1985-1990) y J. Peter Bly (1991 y ss.).
Entre los estudios de conjunto publicados en fecha temprana
destacan las monografías publicadas por Emilio G. Gamero
(1934)30 y Joaquín Casalduero (1943).31 Berkowitz (1948), Eoff

in Híspante Literature: Icons and Fallen Idols, Berkeley, University of California


Press, 1983, pp. 340-359; Juan Antonio Ríos: Nazarín. De Galdós a Buñuel. Fideli¬
dades, adaptaciones y equívocos-, en Actas [19951, pp. 109-120.
30 Los dos primeros volúmenes analizan la vida y producción novelística de
Galdós. El tercero aborda su producción teatral. En líneas generales Gamero pre¬
senta el corpus general galdosiano teniendo en cuenta las voces más autorizadas de
la crítica de finales del siglo xix y comienzos del xx. Incluye también opiniones de¬
bidas a compañeros de generación. Menéndez Pelayo, Clarín, Cejador y Frauca, Gi-
ner de los Ríos, entre otros, son citados en función de sus juicios críticos relaciona¬
dos con la obra galdosiana. En el primer volumen, dedicado a los Episodios
Nacionales incluye un Apéndice en el que se reproducen opiniones acerca de Gal¬
dós. La relación de autores es la siguiente: Ramón de Mesonero Romanos, Conrado
Muiños Sáenz, Marcelino Menéndez Pelayo, Francisco Blanco García, Leopoldo
Alas, Julio Cejador y Frauca, Andrenio y J. Fitzmaurice-Kelly. Se trata de uno de los
primeros intentos serios llevados a cabo en fecha temprana, apartándose en buena
medida de las biografías noveladas tan de moda en la década de los años treinta.
Sus juicios nos pueden parecer hoy en día un tanto imprecisos, pero no por ello ca¬
rentes de curiosidad, pues nos permiten conocer el estado de la crítica galdosiana
en una fecha en la que la denominada generación noventayochista acaparaba la
atención del lector y de la crítica.
31 Existen sustanciales diferencias entre la primera edición (1943) y la publica¬
da en el año 1961. Es el primer intento serio de llevar a cabo una biografía detallada
302 PANORAMA CRITICO DE I.A NOVELA REALISTA-NATURALISTA

(1954), Fernández Montesinos,32 López Rubio (1972), Pattison


(1954, 1975), entre otros, analizan la vida y obra literaria en su
conjunto. Pattison, por ejemplo, aborda el corpus literario galdo-
siano a través de su biografía, como escritor agobiado por nece¬
sidades económicas, la influencia krausista en sus novelas y su
actitud un tanto misógina. Respecto a la monografía de Berko-
witz cabe señalar que se trata de un libro limitado y plagado de
curiosas interpretaciones. Respecto a Sherman Eoff lo más signi¬
ficativo son sus afirmaciones respecto a la carencia de un pro¬
grama teórico de filosofía en Galdós. Pese a ello las novelas gal-
dosianas —señala Eoff— incorporan a su mundo conceptual
todo el acervo ideológico del transformismo darwinista, el psico-
logismo de Wundt, el positivismo y la visión del espíritu univer¬
sal y la armonía cósmica del hombre de la filosofía de Hegel. Vi¬
da y obra de Galdós inciden de forma directa en diversos trabajos
recientes, analizándose el trasfondo ideológico galdosiano en ín¬
tima relación con su obra literaria (Beyrie, 1980). De forma pun¬
tual se han analizado diversos episodios biográficos interrelacio¬
nados con sus obras. Biografías que, en ocasiones, dan la
sensación de estar noveladas, aunque no por ello carentes de in¬
terés para el estudioso de la obra galdosiana (Bravo Villasante,
1970, 1988). Determinados motivos galdosianos han sido abor¬
dados en función de un específico aspecto (Ruiz de la Serna y
Cruz Quintana, 1973) o contexto geográfico, como las relaciones

de Galdós y un estudio sobre el corpus general de su obra, incluido el concerniente


al teatro y su concepción crítica. Evidentemente algunas concepciones e interpreta¬
ciones críticas emitidas por Casalduero han sido matizadas o analizadas desde una
nueva óptica. El encasillamiento de las obras llevado a cabo por Casalduero revistió
en su momento originalidad. Hoy en día parte de la definición o clasificación del cor-
pus galdosiano (periodo abstracto, materia y espíritu, la libertad, mitología, extra¬
temporalidad...) ha sido tomado en cuenta y como base para posteriores interpreta¬
ciones de la novela galdosiana.
32 Los estudios de Montesinos constituyen uno de los ejes o eslabones esen¬
ciales de la crítica galdosiana. Los tres volúmenes del citado crítico abordan los pri¬
meros tanteos novelescos y la totalidad de las cinco series de los Episodios Na¬
cionales Las novelas de la primera época —Doña Perfecta, Gloria, Marianela, La
familia de León Roch—, las por él denominadas novelas psicológicas —La deshe¬
redada y El amigo Manso—, las novelas de la locura crematística —El doctor Cente¬
no, Tormento y La de Bringas— y Fortunata y Jacinta constituyen la base funda¬
mental del estudio de Montesinos. Afortunadamente muchas de sus lamentaciones
—ausencia de epistolarios, biografías y estudios rigurosos sobre la obra de Gal¬
dós— han sido subsanadas por la crítica en estas últimas décadas.
BENITO PÉREZ GALDÓS 303

de Galdós con Santander, con sus tertulias, amistades y expe¬


riencias vitales en la finca de San Quintín (Madariaga, 1979) o
en íntima conexión con Canarias (Pérez Vidal, 1979b). Reciente¬
mente se han publicado estudios que complementan y enrique¬
cen las anteriores aportaciones sobre la vida y obras de Galdós
(Armas Ayala, 1989). Contribuciones fruto de una auténtica vo¬
cación por la vida y obra de Galdós que han dado como feliz
resultado el puntual seguimiento de episodios biográficos relacio¬
nados íntimamente con sus tanteos novelescos, viajes, amistades,
actividades políticas, éxitos teatrales, experiencia dramática, pleitos
e ingreso en la Academia, ideario republicano, etc. (Ortiz-Armen-
gol, 1996).
Un temprano trabajo sobre el mundo religioso y moral centra¬
do en el corpus literario galdosiano es el debido a Ruiz Ramón
(1964). Las crisis y procesos espirituales, la figura del clérigo, el
misticismo y el anticlericalismo en la obra de Galdós configuran
parte de dicha monografía. De obligada referencia en los estudios
sobre la obra de Galdós son las publicaciones debidas a Ricardo
Gullón. Autor de numerosas ediciones críticas y anotadas, tal como
se puede constatar en el apartado Ediciones, ha analizado en
diversos estudios el corpus general de la obra galdosiana, con es¬
pecial detenimiento las técnicas de Galdós en las novelas Doña
Perfecta, El amigo Manso, La de Bringas y Fortunata y Jacinta
(1970a). El libro de R. Gullón Galdós, novelista moderno es una
elaborada versión de un anterior estudio que precedía a la edición
de Miau (1957). En 1960 se publicó como obra independiente y en
1966 apareció con nuevas aportaciones. En su cuarta edición
(1973) se incluye un nuevo capítulo, prolongación del titulado
•Lenguaje y técnica*.33 En el año 1962 se publica la monografía de
Correa que incide, tras analizar los repertorios bibliográficos más
significativos sobre la obra galdosiana, en el simbolismo religioso

33 La monografía de R. Gullón es un detallado estudio sobre múltiples aspec¬


tos relacionados con la vida y obra de Galdós, como la relación y presencia de
Cervantes en su obra, su concepción del mundo novelesco, la complejidad de sen¬
timientos y situaciones, la espiritualización, el misticismo. Capítulos aparte constitu¬
yen los supuestos de la creación (creación en libertad, el realismo transcendido, el
acento noventayochista, lo universal y lo humano), los ámbitos oscuros (lo mara¬
villoso, el mundo del sueño, el sueño como premonición, lo racional, lo fantásti¬
co, alucinaciones...), personajes anormales (la locura como baluarte, neuróticos,
la máscara de lo anormal...), lenguaje y técnica, desdoblamiento interior y la
burocracia.
304 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

de las novelas de Galdós.34 Años más tarde Correa insiste y amplía


sustancialmente determinados aspectos relacionados con la fic¬
ción, la realidad y el simbolismo en la narrativa galdosiana (1967).
En la década de los años sesenta se publican diversas monografías
que analizan aspectos concretos, como el tratamiento de los sue¬
ños en el mundo de ficción galdosiano (Schraibman, 1960) o cen¬
trados en el Corpus general de su narrativa (Ricard, 1961,1963). Por
estas fechas aparece la obra de Hinterhaüser Die Episodios Na¬
cionales von Benito Pérez Galdós (1961), vertida al castellano por
José Escobar (1963). Tras una sucinta revisión bibliográfica realiza¬
da por Hinterhaüser el citado crítico analiza la génesis de los Episo¬
dios Nacionales y aspectos concernientes a la historia de España y
a la conexión e interrelación de la propia historia con la creación
del mundo de ficción. En sus apreciaciones Hinterhaüser destaca
un progresismo galdosiano que evoluciona de un liberalismo clá¬
sico al socialismo sentimental típico de Fin de siécle. Años más tar¬
de la crítica insiste e incide en diversos aspectos de las novelas his¬
tóricas galdosianas, en el significado socio-histórico y político de la
obra de Galdós (Regalado García, 1966; Denis, 1968).
Entenza de Solare (1967) y Nimetz (1968) publican sendas mo¬
nografías centradas tanto en aspectos generales de la narrativa de
Galdós como específicos, relacionados con el tratamiento del hu¬
mor. La década de los años setenta incide en nuevos motivos sobre

-,4 En opinión de Correa la novelística de Galdós está fuertemente engarza¬


da en un mundo cuya inspiración es básicamente de índole religiosa. Aspecto
que se revela en sus preocupaciones fundamentales, en la peculiar conformación
de unos personajes que actúan dentro del ámbito de la conciencia religiosa y en
los esquemas estructurales que dan forma y sentido a sus novelas. Los símbolos
religiosos y los estéticos configuran la intención a fin de sugerir realidades trans¬
cendentes con un lenguaje que es, al mismo tiempo, invocador y evocador.
Conciencia religiosa que se halla inmersa en el mundo de ficción galdosiano y en
sus particulares relaciones con la creación artística. El análisis de Doña Perfecta
en función de estos planteamientos, el estudio de los elementos bíblicos en Glo¬
ria o la función de la pasión mística de María Egipciaca en La familia de León
Roch son parte fundamental de dicha monografía. De igual forma específicos te¬
mas constituyen el eje esencial de su interpretación. Por ejemplo se incide en la
presencia del bien y del mal en Fortunata y Jacinta, en la visión transcendente
del mundo infantil de Miau, en la índole arreligiosa del personaje Torquemada,
en el misterio de la vocación en Ángel Guerra o en la definición del ser religioso
en Nazarin. Interpretaciones o valoraciones sugerentes que dan sentido al mun¬
do galdosiano, como la santificación por la caridad en Misericordia o la búsque¬
da del Dios verdadero en Casandra.
BENITO PÉREZ GALDÓS 305

la obra galdosiana, analizando aspectos como el arte y la sociedad


(Sopeña, 1970), la presencia de elementos subliterarios o infrali-
terarios propios del folletín en los relatos galdosianos (Ynduráin,
1970), el tratamiento de la mujer, los personajes femeninos y su
función en el complejo mundo de ficción creado por Galdós (Petit,
1972) o la incidencia y el perfecto engranaje entre el contexto so¬
cial y el mundo de ficción creado por Galdós. Sociedad española
que se percibe desde múltiples y enriquecedores aspectos (Faus,
1972). Por estas fechas aparece una monografía debida a L. Bonet
(1972b) que estudia diversos aspectos de la narrativa finisecular.
Los referidos a Galdós atañen, principalmente, a la novela teatral,
relatos de estructura dialogada, relación novelas-realidad e influen¬
cia cervantina. Estudio que intenta mostrar el proceso renovador
de la novela en el último tercio del siglo xix. Un intento innova¬
dor en el que se percibe la existencia de la llamada novela obje¬
tiva. En años inmediatos diversos estudios inciden sobre las va¬
riantes y expresiones idiomáticas propias del lenguaje popular
(Lassaletta, 1974), aspectos puntuales sobre Misericordia (García Lo¬
renzo, 1975) o interrelacionados con la burguesía y la revolución
(Rodríguez Puértolas, 1975). Por su parte Engler (1977) analiza las
Novelas Contemporáneas bajo las premisas arquetípicas del Realis¬
mo español, a través de la estructura propia de dicha tendencia li¬
teraria. A. Rodríguez (1978) examina diversos aspectos de la nove¬
lística galdosiana a través de nueve ensayos. El estudio sobre
Cayetano Polentinos (Doña Perfecta), los elementos literarios que
subyacen en La familia de León Roch, el denominado realismo mi¬
lagroso de Misericordia o la interpretación referente a Ido del Sa¬
grario como personaje que no sólo se presta al juego de los reflejos
cervantinos, sino que también actúa como fiel reflejo de las in¬
terioridades conflictivas de Galdós, constituyen las bases de dicha
monografía. Un año más tarde López-Landy (1979) publica un libro
detallado y rico en referencias al espacio urbano madrileño de Do¬
ña Perfecta y Fortunata y Jacinta. La estructura y el espacio, el es¬
pacio de la novela dramática o la geografía urbana, la estructura, el
tiempo y el espacio interior constituyen los puntos esenciales de
dicha monografía. Contenido que será nuevamente abordado des¬
de una óptica nueva y que permitirá conocer con detalle todo el iti¬
nerario galdosiano que subyace en Fortunata y Jacinta gracias al
establecimiento de diversos censos de calles y lugares de Madrid
(Anderson, 1985). La década de los años ochenta se inicia con la
306 panorama crítico de la novela realista-naturalista

publicación de tres volúmenes que analizan de forma global la


obra literaria galdosiana (Shoemaker, 1980, 1988) o de forma pun¬
tual, circunscrita al trasfondo histórico español como materia nove-
lable y desarrollada en torno a las tres últimas series de los Episo¬
dios Nacionales (Dendle, 1980b). El individuo, sociedad y religión
en las novelas psicológicas y dramáticas, principalmente, constitu¬
yen el eje esencial de determinados estudios (Mora García, 1981).
Por el contrario específicos trabajos intentan abarcar el conjunto de
la obra galdosiana. Empresa un tanto difícil dada la gran fecundi¬
dad y diversidad de la obra de Galdós. Sería el caso de la mono¬
grafía de Elizalde (1981) cuyo análisis no sólo se centra en la vida y
obra en su conjunto, sino también en la teoría y técnica novelística,
estilo e influencias literarias recibidas a lo largo de su vida. La im¬
portancia de toda una tipología religiosa, la incidencia y análisis de
la misma a través del estudio de Nazarín, Ángel Guerra, Doña Per¬
fecta y Tormento serán aspectos ampliamente tenidos en cuenta en
el estudio de J. Elizalde.
Aspectos concretos que subyacen en el corpus novelístico gal-
dosiano han sido, igualmente, objeto de atención por parte de la
crítica. Cabe destacar, por ejemplo, la masonería como tema de gran
trascendencia en los Episodios Nacionales. Los masones son vistos
desde una óptica del pueblo o por sí mismos, su entramado históri¬
co, su terminología, ceremoniales, finalidad política y su engarce en
los diversos aspectos de la vida española del xix constituyen los
puntos esenciales del libro de Ferrer Benimeli (1982). Los estudios
centrados en diversos aspectos de las novelas galdosianas cobran
vigencia y actualidad en estas últimas décadas. La relación de mo¬
nografías cuyo contenido remite al lector a las Novelas de la prime¬
ra época, novelas naturalistas, psicológicas, dramáticas e idealistas es
abrumadora. Otro tanto sucede con los estudios referidos a los Epi¬
sodios Nacionales. Las relaciones de Galdós y la literatura popular
(Andreu, 1982), la interpretación de Fortunata y Jacinta a través de
una lectura semiológica (Tarrió, 1982), el análisis de las novelas
de tesis de Galdós, sus aspectos sociales, contexto ideológico, téc¬
nicas, secuencias narrativas de Doña Perfecta, Gloria y La familia
de León Roch (Aparici, 1982) serán, por ejemplo, motivos de revi¬
sión y nuevos enfoques. Otro tanto sucede con las monografías cu¬
yo análisis revela aspectos esenciales del novelar galdosiano, como
el proceso de transformación de la realidad histórica en materia ar¬
tística (Franz, 1992). La historia es un tópico que figura en las discu-
BENITO PÉREZ GALDÓS 307

siones del realismo, pues frente a los que insisten en su imprescin¬


dible presencia y en su papel vital como motor de interpretación del
relato, surge un grupo de críticos que precisan los límites existentes
entre la obra artística y el proceso histórico. Es el caso, por ejem¬
plo, de P. Bly, que en su análisis a las Novelas españolas contem¬
poráneas destaca los hechos históricos que sirven de fondo a dicho
Corpus narrativo. Considera en sus juicios que la ficción funciona
como una alegoría de la historia (1983). El análisis de las relaciones
amorosas, el matrimonio como fértil terreno para el proceso de cre¬
ación galdosiano (Kirsner, 1983), las diversas facetas configuradas
por sus escritos teórico-críticos y creativos —socio-mimética, estéti¬
ca humana galdosiana, simbólicos y de un simbolismo como alter¬
nativa a la opción ideológica— (Miller, 1983) y el puntual análisis
llevado a cabo por Stephen Gilman (1985) en torno a la vida y épo¬
ca de Galdós, y, especialmente a su novela Fortunata y Jacinta, cons¬
tituyen diversas formas interpretativas de la obra de Galdós. Los estu¬
dios referidos al peculiar naturalismo galdosiano y al esplritualismo
que subyacen en ciertos relatos (López-Sanz, 1985), las continuas y
puntuales revisiones dedicadas a los Episodios Nacionales (Dendle,
1986 y 1992; Triviños, 1987; Urey, 1989) y el examen detenido y ex¬
haustivo de relatos galdosianos cuyas estructuras guardan estrecha
relación con la mística o con los múltiples recursos que ofrece el arte
pictórico (Bly, 1986) son aspectos ampliamente destacados por la crí¬
tica tanto en monografías como en artículos, ponencias o comunica¬
ciones publicados en estos últimos años.
Recientemente se han publicado monografías referidas a los
diversos registros del lenguaje (Arencibia, 1987; Urey, 1986b; Ortiz-
Armengol, 1987) y a la influencia y presencia del krausismo en las
Novelas Contemporáneas, como en el caso de Rodgers (1987), cu¬
yo estudio intenta reivindicar al autor y su público a través de la
kulturgeschichte de la época. Galdós y el tema del adulterio o
la emancipación femenina (Acosta de Hess, 1988), los estratos je¬
rárquicos o niveles sociales de la mujer (Montero-Paulson, 1988), y
los conflictos, rasgos estilísticos de Doña Perfecta o las estructuras
y análisis del mundo de ficción de Fortunata y Jacinta (Ribbans y
Varey, 1988), constituyen, igualmente, novedosos enfoques de la
narrativa galdosiana. Por su parte Shoemaker (1989) incide de nue¬
vo en el aspecto religioso de las novelas galdosianas publicadas en
el periodo 1876-1888. Galdós y los novelistas de la llamada Gene¬
ración del 98 (C. Alonso, 1990), el enfoque semiológico de sus
308 panorama crítico de i.a novela realista-naturalista

obras CTsuchiva, 1990), el análisis de las grandes creaciones feme¬


ninas en función de su sensibilidad, el desarrollo de una concien¬
cia feminista en la vida de Galdós (Condé, 1990; Jagoe, 1994) y el
estudio desde una perspectiva sociológica, psicológica e histórica
del papel familiar, social y sexual del personaje femenino (Aldara-
ca, 1991) son aportaciones recientes de la crítica. Temas revisados
y de ilustre tradición entre los estudiosos de la obra galdosiana, co¬
mo el de la influencia cervantina (Benítez, 1990), la gestación y de¬
finitiva versión de Fortunata y Jacinta (López-Baralt, 1992) o el
análisis de dicha obra desde una visión original y seria sintonizan¬
do el discurso crítico y analítico con la personal lectura del texto li¬
terario (Turner, 1992) constituyen heterogéneos campos de conte¬
nido de la crítica actual. La interrelación, el engarce entre la ficción
y la historia (Ribbans, 1993), el análisis del lenguaje galdosiano co¬
mo ruptura de la tradición anterior y en búsqueda de un nuevo es¬
pacio artístico en la representación del habla ordinaria, el puntual
análisis del proceso creativo de Rosalía o el debate y la ficción la
novela de tesis (Gloria), constituyen los elementos fundamentales
de la monografía de I. J. López (1993). Recientes estudios aportan
nuevos materiales noticiosos referidos a su vida, obra y experien¬
cia relacionadas con Cuba y el mundo sociopolítico y colonial en la
segunda mitad del siglo xix (Ávila Arellano, 1994).
Respecto a los volúmenes colectivos o publicaciones de índole
monográfica referentes al análisis de la vida y obra de Galdós cabe
reseñar la fundamental función que ha cumplido y cumple durante
estas últimas décadas la revista Anales Galdosianos. Durante el pe¬
riodo 1966-1985 fue dirigida por Rodolfo Cardona. John Kronik fue
su máximo responsable en la etapa comprendida entre los años
1985-1990 y, en la actualidad, a partir de 1990 su director es Peter A.
Bly. Estudios, reseñas, documentos, secciones y aspectos específi¬
cos sobre sus novelas, análisis de repertorios bibliográficos y obras
dedicadas a Galdós, revisión y actualización de su Corpus literario
mediante puntuales análisis de la crítica son aspectos tenidos en
cuenta. Autógrafos, epistolarios, inéditos constituyen también fun¬
damentales elementos de estudio y atención.
La obra de Galdós ha adquirido en estas últimas décadas una
enorme relevancia. Los Congresos nacionales e internacionales or¬
ganizados por hispanistas o estudiosos de su obra han situado el
nombre de Galdós en un lugar privilegiado, reservado sólo a los co¬
nocidos con el calificativo de clásicos. Destaca por su importancia
BENITO PÉREZ GALDÓS 309

las ediciones llevadas a cabo por el Exmo. Cabildo Insular de Gran


Canaria. Sus textos recogen las actas de los Congresos internaciona¬
les referidos a Galdós (1977,1979, 1990, 1993 y 1995). Biografía, do¬
cumentación y secciones dedicadas a estudios generales, novela,
episodios nacionales y teatro constituyen los soportes básicos de las
intervenciones. Frente a la publicación de actas de carácter miscelá¬
neo o general aparecen también en fechas concretas volúmenes
monográficos dedicados al análisis de una obra de Galdós, como
los que recogen las actas de los congresos celebrados en la Univer¬
sidad de Puerto Rico, Universidad Complutense de Madrid, Uni¬
versidad de Harvard y Universidad Autónoma de Madrid. Relación
de congresos cuyas actas publicadas figuran en el Apéndice biblio¬
gráfico.
La publicación de series monográficas ha proliferado en estos
últimos años gracias al interés de ciertas revistas literarias por la fi¬
gura de Galdós. Destaca el número monográfico de Cuadernos
Hispanoamericanos (1970-1971). Se trata de un clásico Homenaje
que analiza diversos aspectos de su obra, desde la producción tea¬
tral o novelística, hasta la periodística, epistolar y bibliográfica. En
el año 1970 aparecen también sendos monográficos o números ex¬
traordinarios: Symposium y Galdós Studies. Novelas, teatro y revi¬
sión bibliográfica constituyen los soportes básicos de dichas publi¬
caciones. Algunas de estas colaboraciones figuran en la sección
bibliográfica, como la debida a J. E. Varey (1970), perteneciente a
Galdós Studies. A partir de la década de los setenta se inicia un sus¬
tancial crecimiento en los estudios monográficos dedicados a Gal¬
dós. Letras de Deusto 11974), Kentucky Romance Quarterly (1984),
La Torre (1988), Crítica Hispánica (1991), ínsula (1993), Siglo xix
(1995, pp. 193-244), Filología (1995) y Rumbos (1995) recogerán
en sus páginas la práctica totalidad del Corpus biográfico y literario
galdosiano. No faltan en esta relación de publicaciones colectivas
los volúmenes editados por P. B. Goldman (1984), P. Bly (1988),
Ávila (1989), J. Rodríguez Puértolas 1989, A. H. Clarke y E. J. Rod-
gers (1991), L. M. Willem (1993), H. Gold (1993), J. Kronik y
H. Turner, (1994), A. Santa (1997) e Y. Arencibia (1997). Publica¬
ción, igualmente, de volúmenes colectivos cuyo contenido recoge
no sólo el material expuesto en exposiciones —iconografía, dibu¬
jos, manuscritos, galeradas, documentos, epistolario, etc.— sino
también estudios sobre el conjunto de su obra, como el titulado
Madrid en Galdós. Galdós en Madrid (1988). Clásicos también en-
3io PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

tre los estudiosos de la producción literaria galdosiana son los vo¬


lúmenes colectivos editados por Douglass M. Rogers (1973) y Ger¬
mán Gullón (1986). El primero dedicado al conjunto de sus nove¬
las, episodios biográficos y relación de su obra con autores clásicos
de la literatura española y extranjera. El segundo, el debido a G.
Gullón, reúne diversos estudios que analizan de forma monográfi¬
ca la novela Fortunata y Jacinta, desde el análisis de la crítica coe¬
tánea hasta la época actual. Aspectos como el contexto histórico,
estructuras narrativas, personajes, lenguaje e intertextualidad dan
forma y sentido a su publicación.

6.5. Episodios nacionales

Galdós dividió su producción novelesca en tres apartados:


a) Episodios nacionales; b ) Novelas españolas de la primera épo¬
ca, y c) Novelas españolas contemporáneas. En el presente Pano¬
rama Crítico respetamos la clasificación realizada por Galdós y en
función de ella se ofrece el siguiente material bibliográfico.
En el apartado de estudios monográficos nos hemos referido al li¬
bro de Hinterháuser (1963) como uno de los clásicos estudios sobre
los Episodios Nacionales. Las fuentes posibles de los Episodios basa¬
das en sus propios relatos y cuentos (Hoar, 1970-1971, pp. 312-339),
el análisis de las mismas en función de un personaje o de su interre¬
lación con Elia de Fernán Caballero (Dendle, 1972, pp. 103-105) o el
estudio de épocas específicas, como la denominada Ominosa déca¬
da (Herrero, 1972, pp. 107-115) constituyen un bloque sólido de los
primeros estudios dedicados a los Episodios. Monografías de conjun¬
to que analizan el tratamiento de la historia de España en un univer¬
so novelesco (Fletcher, 1973), el reflejo de específicos artículos —«El
Dos de Mayo»— como clave interpretativa de la historia de los Episo¬
dios Nacionales (Hoar, 1973, pp. 107-120), su engarce con la realidad
(Muñiz-Muñiz, 1977, pp. 343-380) y en el conjunto de su obra (Casal-
duero, 1977, pp. 135-143) son aspectos abordados en la década de
los setenta por la crítica. Década que incluye también entre sus estu¬
dios específicos trabajos relacionados con enclaves geográficos y ur¬
banos de gran trascendencia en su obra —Toledo— (Cabezas-García
y Pérez-López, 1977, pp. 237-244) o con aspectos poco analizados
por la crítica, como la xenofobia de Galdós vertida, especialmente,
contra lo francés (Lovett, 1979, pp. 115-134).
BENITO PÉREZ GALDÓS 3"

La década de los ochenta es pródiga en estudios dedicados a los


Episodios Nacionales. Los temas esenciales abordados son los
siguientes: historia, ficción y novela histórica (Oliu, 1980, pp. 137-
165; Beverley, 1986, pp. 69-78), génesis (Dendle, 1980, pp. 137-140),
historia y tratamiento de la misma (Ribbans, 1988, pp. 167-186) en
función de un personaje —Isabel II— (Ribbans, 1980, pp. 133-147;
1982, pp. 267-274), en relación con el Bildungsroman (Soto, 1981,
pp. 57-78), la historia y su tratamiento desde la óptica de Galdós
(Ribbans, 1982, pp. 267-274), influencia de la novela realista en las
series protagonizadas por Araceli y Monsalud (O’Connor, 1985, pp.
97-115), la incidencia y tratamiento de la monarquía borbónica en
los Episodios (Bly, 1986, pp. 255-262), la repercusión de un periodo
histórico —La Restauración— (Ribbans, 1986a, pp. 79-93) o los estu¬
dios relacionados con los inicios o primeros relatos históricos galdo-
sianos (Dendle, 1986; Rodgers, 1988, pp. 35-47) constituyen la parte
esencial de las investigaciones llevadas a cabo durante dicha década.
En estos últimos años cabe señalar y destacar la monografía de
Dendle (1992) ya aludida que reúne diversos capítulos referidos al
Audaz, al tratamiento de la ficción y realidad en los Episodios, in¬
fluencias literarias y análisis general de las cinco series de Episo¬
dios. El canon galdosiano y su incidencia en la novela histórica
(Urey, 1990, pp. 133-136), el estudio de las ilustraciones, dibujos,
de personas y escenas que figuran en los Episodios —un total de
1.078— (Miller, 1990, pp. 339-336), el tratamiento de la política, la
actitud de Galdós como cronista parlamentario a través de los Epi¬
sodios (Cuenca Toribio, 1993, pp. 41-46) o la incidencia de la Se¬
gunda República como telón de fondo de los hechos narrados
(Dendle, 1991, pp. 141-155) son las principales aportaciones que
de forma global analizan e interrelacionan diversos aspectos de las
cinco series de que constan los Episodios.
Estudios referidos sólo y exclusivamente a un episodio o aspecto
específico de una concreta serie son, por orden cronológico, los
siguientes: primera serie: tratamiento de lo épico en Zaragoza
(Larrea, 1964, pp. 261-270) y sus estructuras (Navas Ruiz, 1972,
pp. 247-255), análisis del guerrillero y militar Juan Martín el Em¬
pecinado (Lovett, 1969, pp. 196-207), los espacios histéricos-lite¬
rarios en Gerona (Schraibman, 1976, pp. 4-7) y su relación con el
drama homónimo (Domínguez, 1977, pp. 152-163), estructuras y
significado de La Corte de Carlos IV (Paradissis, 1979, pp. 97-
102), el choque de perspectivas o la doble visión adoptada por
312 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

el pueblo en los hechos acaecidos en El 19 de Marzo y el 2 de


Mayo (Lovett, 1979, pp. 27-35), análisis del epílogo a la edición
princeps de La batalla de los Arapiles (Smith, 1982, pp. 105-108),
las relaciones conflictivas, las concomitancias y analogías de
dos versiones sobre el episodio Trafalgar—las realizadas por
Galdós y Manuel Marliani (Whiston, 1984, pp. 154-164)—, trata¬
miento de la historia en La Corte de Carlos IV(G. Gullón, 1984,
pp. 45-52), análisis del protagonista de la primera serie—Gabriel
Araceli—(Dendle, 1985, pp. 1-8; Tsuchiva, 1988, pp. 11-25), uti¬
lización de la historia en La batalla de los Arapiles (Utt, 1988,
pp. 81-98), la incidencia y visión de lo inglés en la primera serie
de los Episodios Nacionales (Letemendía, 1988, pp. 65-80), la
dualidad ficción-realidad en Trafalgar y El equipaje del rey José
son estudios publicados hasta el inicio de la década de los años
noventa. En fecha reciente la crítica insiste en idénticos temas
aunque, en ocasiones, con planteamientos distintos. El estudio
de la historia y la ficción novelesca, el lenguaje, simbolismo, so¬
ciedad, estilo y las influencias literarias constituyen los motivos
esenciales de la crítica actual (Urey, 1990, pp. 575-581; 1993, pp.
204-221; 1994, pp. 52-63; 1995, pp. 41-72; Dendle, 1991, pp. 131-
139; Ullman, 1993, pp. 222-233; Smith, 1995, pp. 357-366).
Respecto a la segunda serie de Los Episodios Nacionales cabe
señalar la escasa atención prestada por la crítica. El episodio Un
voluntario realista ha sido el que mayor atención ha suscitado
entre los críticos, pues ha sido analizado en función de su sim¬
bolismo y óptica religiosa (Navascués, 1987, pp. 34-40), creati¬
vidad (Sherzer, 1981, pp. 9-14) o interrelacionado entre la propia
ficción y la realidad histórica (Whiston, 1985, pp. 129-140; 1990,
pp. 337-346; 1991, pp. 1-13). El tratamiento de los escritores ro¬
mánticos a través de lo descrito en Los Apostólicos (Letemendía,
1981, pp. 15-32) o el análisis del concepto de episodio nacional,
su función y el tratamiento que Galdós concede a los personajes
históricos son aspectos estudiados por la crítica en función del
relato El terror de 1824 (R. Gullón, 1979, pp. 143-202). El pun¬
tual seguimiento de un personaje galdosiano, como en el caso
de Patricio Sarmiento, el célebre maestro de escuela ahorcado en
la Plaza de la Cebada, permite al lector el conocimiento de di¬
versos episodios nacionales galdosianos relacionados con el li¬
beralismo exaltado (Navascués, 1983, pp. 135-144). La oposición
entre liberales y absolutistas o la reacción y comportamiento mo-
BENITO PÉREZ GALDÓS 313

ral de los personajes que configuran el mundo social de la se¬


gunda serie constituyen también objeto de análisis por parte de
la crítica (Navascués, 1987, pp. 491-510).
En lo concerniente a la tercera serie cabe señalar la impor¬
tancia concedida al célebre general carlista Zumalacárregui, cuya
figura ocupa un lugar preeminente en dicha serie, aunque su tra¬
siego novelesco se produce en la serie tercera —Vergara— y
cuarta —España sin rey y Amadeo /— (Avalle-Arce, 1970-1971,
pp. 356-373; Bly, 1986, pp. 339-351 y 1986, pp. 95-106; Arenci-
bia, 1990a y 1990b, II, pp. 291-302). Estudios puntuales y preci¬
sos sobre los aspectos específicos de un determinado episodio
nacional, como en el caso de La Estafeta Romántica —trata¬
miento epistolar, reconstrucción del mundo romántico español,
influencias, presencia e incidencia de la literatura en el cotidiano
existir de la sociedad española, entre otros motivos— los en¬
cuentra el lector en estudios de reciente aparición (F. J. y M.s J.
Diez de Revenga, 1990, II, pp. 303-312). El análisis y adecuación
del referente francés en La Campana de Huesca (Bush, 1979, II,
pp. 119-124), la interpretación de la realidad en Bodas reales
(Urey, 1988, pp. 113-120) o el tratamiento lingüístico que Galdós
lleva a cabo en Vergara son aspectos específicos revisados por la
crítica (Urey, 1983, pp. 263-271). Existen, igualmente, aportacio¬
nes realizadas desde una óptica globalizadora, referida a la his¬
toria de España y al uso que de la misma realiza Galdós en dicha
serie (Urey, 1985, pp. 459-473; 1989, pp. 631-638). Al igual que
en casos anteriores el seguimiento y estudio del comportamien¬
to de un determinado personaje galdosiano, como en el caso de
Teresita Villaescusa que después de mil amoríos se enamoró de
Santiaguito Ibero, permite al lector trasladar su atención a diver¬
sos momentos históricos pertenecientes a varios episodios na¬
cionales (Ribbans, 1994, II, pp. 113-121).
La cuarta serie no ha merecido una gran atención por parte de
la crítica. Destacan los estudios sobre La vuelta al mundo de la Nu-
mancia, sus fuentes históricas y literarias, la visión que de América
tiene Galdós, su relación con España (García Barrón, 1983, pp. 111-
124; 1986-1987, pp. 145-152; 1992). La figura de Isabel II, su inter¬
pretación, la historia de la misma y su paso al mundo de la ficción
en el episodio La de los tristes destinos han sido aspectos detenida¬
mente estudiados por Estébanez Calderón (1990, pp. 313-327). La
reina Isabel II, eje central de los episodios Frim, La de los tristes
314 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

destinos, España sin Rey, España trágica, Amadeo I, De Cartago a


Saguntoy Cánovas, ha merecido, igualmente, la atención de la crí¬
tica, analizándose el comportamiento y actitud que Galdós adoptó
ante dicho personaje histórico (Urey, 1983, pp. 189-207). El trata¬
miento y hábitos de los políticos a través del episodio O’Donnell
(Urey, 1986, pp. 33-46), la encrucijada de civilizaciones, culturas y
religiones —cristiana, judía y musulmana— (Cohén, 1975, pp. 84-
102) y el comportamiento, estudio o enfoque de la mujer según su
comportamiento en el conjunto de la cuarta serie de los Episodios
Nacionales (Dendle, 1992, pp. 234-248) son aspectos tenidos en
cuenta por la crítica.
La quinta e incompleta serie de los Episodios ha sido objeto de
atención por parte de la crítica, aunque de forma esporádica. Des¬
de una perspectiva general, referida al tratamiento de la historia,
política y asuntos de la vida española en general como materia no-
velable, la relación de estudios, pese a no ser copiosa, es de sumo
interés (R. Gullón, 1970; Gilman, 1986, pp. 47-52; Troncoso-Durán,
1986, pp. 51-74; A. Varela, 1987, pp. 31-39). Finalmente, desde una
óptica específica, relacionada con determinados episodios cabe se¬
ñalar los siguientes temas: tratamiento de Cánovas, su época y con¬
textos históricos (Valis, 1992, pp. 250-273), fuentes orales y biblio¬
gráficas, contexto social y técnicas novelísticas en función del
análisis de Amadeo I (Madariaga de la Campa, 1990, II, pp. 371-
380) y actitud del personaje Mariclío, personificación caprichosa de
la musa Clío, mujerona corpulenta, dueña de una tienda de anti¬
güedades y papeles viejos (Urruela, 1990, pp. 582-585).

6.6. NOVELAS ESPAÑOLAS DE LA PRIMERA ÉPOCA:


LA FONTANA DE ORO, LA SOMBRA, EL AUDAZ, DOÑA PERFECTA,
GLORIA, MARIANELA Y LA FAMILIA DE LEÓN ROCH

6.6.1. La Fontana de Oro

La historia del periodo conocido con el nombre del Trienio Li¬


beral (1820-1823) se engarza con el idilio amoroso de Clara y An¬
drés. El ambiente de la época, los cafés utilizados por los conspira¬
dores y el contexto histórico son aspectos que han merecido
especial atención por parte de la crítica (López-Morillas, 1965,
BENITO PÉREZ GALDÓS 315

pp. 273-285; Araya, 1972, pp. 89-104; Pattison, 1980, pp. 5-9). Nove¬
la analizada en relación a las dos versiones llevadas a cabo por
Galdós —la de 1871 y la denominada vulgata— (Montesinos, 1968, p.
22, pássim, Lemartinel, 1977, pp. 367-375; Gimeno Casalduero, 1978,
pp. 55-69) y en función de sus primeras ideas novelísticas, pues se tra¬
ta de una novela de juventud, iniciada en 1867, a los veinticuatro años
de edad (G. Gullón, 1976, pp. 374-383). Temas y caracterización de los
personajes (Petit, 1972a) analizados de forma específica, como en el
caso de don Benito Galdós Medina, emigrado romántico y sobrino
del novelista (Ortiz-Armengol, 1993, pp. 4-6), don Elias Orejón, ca¬
ricatura política (Gilman, 1985, pp. 46-48, pássim) y el perfecto
confidente o espía, rasgo definitivo de su peculiar forma de compor¬
tamiento (Bonet, 1994, pp. 55-65). El trasiego de personajes en el
mundo de ficción galdosiano ha sido analizado en función de Porre-
ño, Garrote y Coletilla (Gimeno Casalduero, 1982, pp. 59-70) y con
especial detenimiento en la familia de Porreño, mujeres quisquillo¬
sas, insoportables que vivían modestamente en la calle de Belén
(Wright, 1979, pp. 13-26). Finalmente cabe señalar la incidencia de
modelos literarios —tipos y cuadros de costumbres— en el mundo
recreado por Galdós en La Fontana de Oro y en determinadas nove¬
las (Palomo, 1989, pp. 217-238; 1994, pp. 39-54).

6.6.2. La sombra

Publicada en la Revista de España en 1870 aunque su redacción


fue llevada a cabo con anterioridad, hacia 1866 o 1867 (Shoemaker,
1962, p. 67). Según Montesinos, Galdós iniciará el relato hacia 1868
(1968,1, p. 52). Novela de suspense y fantástica en el sentir de la crítica
(G. Gullón, 1977, pp. 351-356; Monleón, 1989, pp. 31-41), estudiada en
función de las causas y naturaleza de las enfermedades mentales
(Bosch, 1971, pp. 21-42), irónicas (F. Ynduráin, 1990, p. 282, pássim)
y de la expresión (Turner, 1971, pp. 5-19). S. de la Nuez ha revisado
los orígenes, fuentes y los espacios de la realidad. Ha incidido, igual¬
mente, en los contenidos simbolico-dramáticos, en las estructuras fór¬
males-estilísticas y en el significado de la obra (1974, pp. 134-159). La
importancia del doctor Anselmo queda justificada en los estudios re¬
feridos a este personaje, habida cuenta que la novela está basada en
su relato, transmitido al narrador en quien se subsume el autor, ce¬
diéndole la palabra y la pluma (Austin, 1983, pp. 30-47).
*i6 l'ANOKAMA CRÍTICO DI I.A NOVHI.A KKAl.ISTA-NATl IR ALISTA

6.6..Í. El audaz

Novela publicada en la Rcrista de España (1H71) que inc ide en


el personaje revolucionario Martín Muriel, formado en los princi¬
pios de la Revolución francesa. Li crítica ha percibido toda esta pin¬
tura de- la época (Zlotchew, 1985, pp. 29-34; 1986, pp. 179-185) en¬
garzada en un episodio amoroso protagonizado por la aristocrática
Susana y el propio Martin Muriel (Montes Huidobro, 1980, pp. 487-
497). Novela que alude continuamente a la obra goyesca tanto en
los paisajes exteriores como c-n las descripciones de los interiores
(Montesinos, 1968 1972, p. 65, pássim; Ynduráin, 1970, p. 31; Dend-
le, 1991a). 1.a interpretación del contexto urbano—Toledo—en re¬
lación con la historia narrada ha sido objeto de atención por parte
de la crítica (Montesinos, 1968-1972, p. 74, pássim; Ynduráin, 1970,
p. 55; Clarke, 1977; Montes-Huidobro, 1980, p. 495; Bly, 1986).

6.6A. Dona Perfecta

Doña Perfecta es la novela del presente grupo que mayor nú¬


mero de referencias y entradas bibliográficas tiene. Novela publica¬
da en la Revista de España (1876) y que inicia la serie basada en los
conflictos religiosos, en el enfrentamiento de las dos Espartas simbo¬
lizadas por Galdós en la figura de Pepe Rey y la fanática doña Per¬
fecta. Los estudios críticos inciden, en su mayoría, en esta coordena¬
da. Acción histórica que corre paralela a la romancesca, fundiéndose
ambas y proyectándose hacia un simbolismo claro (R. Gullón, 1970-
1971, pp. 393-414; Gilman, 1976, pp. 11-27; Zahareas, 1976, pp. 29-
58; Fontanella, 1976, pp. 59-69; G. Gullón, 1988, pp, 131-144).
Enfrentamiento entre dos conceptos antagónicos que eviden¬
cia una postura clara de Galdós mediante la presentación de los
hechos narrados. Una novela de compromiso, de tesis (Estébanez
Calderón, 1979, pp. 107-146) que incide en la burla fría y disimula¬
da, con un tono burlón (Standish, 1977, pp. 223-231). El simbolis¬
mo religioso en función de la actitud de Pepe Rey (Alfaro, 1980,
pp. 75-83), la alegoría, la decepción que subyace en la mente del
lector por el discurrir de los hechos (Turner, 198'», pp. 125-134) o el
simbolismo que emana de las hermanas Troya, que vivían de la
costura y procuraban siempre ocultar su vida miserable (Zlotchew,
BENITO PÉREZ GALDÓS 317

1985, pp. 461-466) son temas analizados en las últimas décadas.


Novela que no sólo aborda motivos filosóficos, religiosos o de ín¬
dole socio-morales, sino también aspectos relacionados con la am¬
bición maternal (Cardwell, 1972, pp. 29-47).
El tratamiento del espacio, su relación con la opresión de la
mujer (Buck, 1994, pp. 417-421), la clásica oposición corte-aldea
(Buard, 1983, pp. 65-85) o las resonancias de diversos contextos
geográficos —como el santanderino— (Madariaga de la Campa,
1985, pp. 217-236) son, igualmente, aspectos estudiados por la crí¬
tica. Espacios que dan a entender al lector una forma de interpretar
los hechos. Por una lado, el espacio cerrado, el referido al entorno
de doña Perfecta; por otro, el que representa la libertad espacial:
Pepe Rey (Wright, 1994, pp. 151-156). El simbolismo que subyace
en diversos espacios —el jardín (dimensión del misterio)— (Valis,
1982, pp. 1.031-1.038), el tratamiento del sonido (Chamberlin, 1970,
pp. 79-85) o el estudio sobre el desenlace de la novela (Ribbans,
1990, pp. 203-225) configura parte de este mosaico de opiniones
críticas tendentes a desvelar los complejos laberintos que subyacen
en Doña Perfecta.
Doña Perfecta ha sido considerada por la crítica como una de
las obras más compactas desde el punto de vista de las estructuras,
pues se trata de «un drama intenso contenido entre estrechas limi¬
taciones de tiempo, de lugar, y de motivaciones personales» (Eoff,
1954, p. 7), estructurada según el modelo de la tragedia clásica
(Gilman, 1981, pp. 378-389). Novela que ofrece una base emocio¬
nal y subjetiva «sobre la que se cuaja una novela de tesis, a la que
los ímpetus del romanticismo prestan su impulso» (G. Gullón,
1990, p. 63). La presencia de personajes que representan la hipo¬
cresía o las posibles y raras excepciones a esta línea de conducta
inciden en la presión ambiental de Doña Perfecta. Una ciudad cu¬
yos personajes actúan al final de la tragedia como si de un coro se
tratara, aunque siempre desde el punto de vista de un cronista
poco fiable (Fontanella, 1976, pp. 59-69). Novela de arte, trabaja¬
da a conciencia y que no debe interpretarse como una simple
novela didáctica, de tesis como las que solían escribir los antago¬
nistas ideológicos de Galdós (Cardwell, 1972, p. 27, pássim). Re¬
lato, sin embargo, que ha sido analizado como fiel representante
de las novelas de tesis con argumentos legítimos y coherentes (Za-
hareas, 1976, pp. 29-58), al igual que Cardona (1982, p. 44, pás¬
sim), aunque ambos difieren en la interpretación final del relato.
3i8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Novela, en definitiva, que simboliza la vida española mediante la


interpretación de dos caracteres distintos y su militancia en ban¬
dos ideológicamente opuestos (R. Gullón, 1973, p. 70, pássim).

6.6.5. Gloria

Gloria fue, tal vez, la novela más discutida de Galdós en el mo¬


mento de su aparición, exaltada o denigrada con olvido de sus relati¬
vos méritos. Novela que si bien no puede alcanzar el calificativo de
excelsa obra, como documento histórico es un libro de indudable in¬
terés (Montesinos, 1968, pp. 193-194, pássim). La diferencia de reli¬
gión sirve de clave a la novela. Sobre un fanatismo —éste parece ser
el aspecto simbólico de la obra— que se yergue sobre la muerte y
destrucción, se alza la vida representada en el hijo de la protagonista.
Actitud irreconciliable de los protagonistas basada y expresada dra¬
máticamente en configuraciones bíblicas (Correa, 1974, pp. 49-61).
Las fuentes (Hoddie, 1980, pp. 85-92), el análisis de la ideología que
subyace en la novela (Varela Jácome, 1985, pp. 237-257) y el trata¬
miento que la crítica ha llevado a cabo en torno a la heroína de fic¬
ción y su situación en el contexto social de la época (Jagoe, 1991, pp.
31-43) constituyen parte del material noticioso existente. Analizada
desde sugerentes ópticas y en función de la presión que ejerce la re¬
ligión (Dendle, 1980, pp. 23-43) tanto de forma específica, referida al
judaismo (Casalduero, 1964, pp. 181-187; Schyfter, 1976, pp. 24-33)
como en función de los elementos religiosos que subyacen en Gloria
—simbolismo de la onomástica, celebraciones religiosas, ideas krau-
sistas, referencias bíblicas— (Shoemaker, 1976, pp. 109-118).
Novela que ha sido analizada desde el punto de vista de las es¬
tructuras narrativas, identificándose su construcción novelesca con
la estructuración propia de la ópera (Benardete, 1965, pp. 143-165)
o en relación con los ciclos temporales que enmarcan la acción
(Zamora, 1963, pp. 465-470).

6.6.6. Marianela

Novela que discurre en dos direcciones completamente distin¬


tas. De un lado, el idilio entre Nela y Pablo; de otro, un problema
social, presentándose éste bifurcado: vida del proletariado y acti-
BENITO PEREZ GALDOS 319

tud de los ricos ante la miseria (Casalduero, 1983). Novela que su¬
pone un «intermedio musical» al estar engarzada entre Gloria y La
familia de León Roch (R. Gullón, 1973, p. 73, pássim).
La crítica ha incidido en las posibles fuentes literarias del perso¬
naje de Marianela. Así Montesinos recuerda que fue Clarín el primer
crítico que percibió la semejanza con la Mignon de Goethe (1968,
pp. 235-236). Incluso, el tema de la ceguera ha sido relacionado con
la obra de Gide —La Sinfonía pastoral— (Wellington, 1979, pp.
161-172), aunque no siempre dicha interpretación supusiera el que
Galdós hubiera leído dicha obra (Montesinos, 1968, pp. 240-241). El
análisis de los temas esenciales que aparecen en Marianela —sen¬
timiento de la caridad frente al egoísmo del individuo— se percibe
en los escasos estudios dedicados a la novela de Galdós (Bly, 1972,
pp. 49-66; Méndez-Faith, 1982, pp. 420-433). El estudio en función
del comportamiento de los protagonistas, su idilio, simbolismo, ri¬
validad amorosa y condición social de la heroína como barreras in¬
franqueables que impiden la relación amorosa han sido aspectos
estudiados por la crítica (Álvarez Pérez, 1990, pp. 9-18). Novela en¬
focada desde la óptica de la belleza (Silvestri, 1993, pp. 945-955) e
interrelacionada con la ciencia (Dendle, 1993, pp. 29-30). El ya re¬
ferido trasiego de personajes en el mundo de ficción cobrará gran
importancia en dicho relato, pues surge con gran maestría el inci¬
piente Celipín Centeno, héroe y personaje fundamental en poste¬
riores relatos galdosianos (Clemessy, 1990, pp. 31-38).

6.6.7. La familia de León Roch

Las Novelas españolas de la primera época cierra su serie con la


publicación de La familia de León Roch. Las investigaciones de
la crítica se centran en la intransigencia de María Egipciaca, esposa
de León, que aconsejada por su hermano Luis Gonzaga provoca la
tragedia. Fracaso matrimonial causado por irreconciliables actitudes
religiosas y la mojigatería de María Egipciaca, de ahí que la crítica
contemporánea viera una actitud didáctica, tendenciosa, tal como
lo percibió, entre otros, Clarín (Berkowitz, 1948, p. 147, pássim).
Contenido doctrinario y de crítica social que se proyecta a través de
una dimensión estética de sentido caricaturesco. Es decir, la superes¬
tructura novelística se revela artísticamente a través de esquemas des¬
figurativos de la realidad representada (Correa, 1974, pp. 64-68).
320 PANORAMA CRÍTICO DE IA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La novela no sólo denuncia una mal entendida religión, sino


también una larga procesión de personajes representativos de
todos los vicios nacionales. Se diría, tal como afirma Montesinos,
que Galdós,«más generoso ahora, amplía sus argumentos conce¬
diendo que si la vida religiosa española es como es, ello se debe
a ser España como es, no por algo inherente a la religión misma»
(1968, p. 252). Novela analizada desde el punto de vista del fra¬
caso matrimonial, las causas internas del fracaso de León Roch
con María y con la segunda mujer, Pepa, que entra luego en su
vida (Feal, 1976, pp. 119-127). Pese a la relación de fracasos que
el lector percibe con claridad en la lectura del texto, triunfan,
por el contrario, los valores espirituales que el inconsciente aso¬
cia generalmente con la figura paterna (Dendle, 1968, p. 31,
pássim).
La función de las imágenes (Seybolt, 1980, pp. 79-93), el trata¬
miento de la naturaleza (Bly, 1993, II, pp 11-26) o aspectos rela¬
cionados con la elaboración literaria de La familia de León Roch
constituyen aspectos puntuales realizados por la crítica. De igual
forma se ha identificado a León Roch como representante o mode¬
lo krausista (López-Morillas, 1972, p. 81, pássim). Novela que
supone un cambio de preocupaciones temáticas y una evolución
respecto a la técnica narrativa. Una mayor atención a los diálogos,
repliegue del narrador y un mayor dominio de la adecuación de la
secuencia temporal al desarrollo de la fábula son aspectos percibi¬
dos por la crítica (Estébanez Calderón, 1988, p. 249).

6.7. NOVELAS ESPAÑOLAS CONTEMPORÁNEAS.


Primeras novelas de «la segunda manera de novelar»:
La desheredada, Ei. amigo Manso, El doctor Centeno, Tormento,
La df. Brincas y Lo prohibido

Epígrafe que comprende las novelas que han sido rotuladas por
la crítica con el marbete de naturalistas, psicológicas, dramáticas e
idealistas. El enunciado del epígrafe corresponde al propio Galdós,
aunque en su momento se puso en duda dicha calificación, debién¬
dose más a los editores que al propio novelista (Ricard, 1961). Relatos
que figuran con el encabezamiento «Segunda manera», tal como le in¬
dica GaldÓS a Giner de los Ríos (M. B. Cossío, 1920, pp. 254-2^)
La desheredada ha sido calificada como novela pedagógica, al igual
BENITO PÉREZ GALDÓS 321

que El amigo Manso, pues en dichas obras no aparecen tesis extre¬


mosas ni tediosos discursos que alargan inútilmente las novelas (Mon¬
tesinos, n, 1980 (2.a ed.), X, pássim).

6.7.1. La desheredada

La desheredada ha sido analizada en función de la precepti¬


va naturalista, bien para rechazarla o reafirmar dichos postula¬
dos (M. López, 1979, pp. 13-26; Dendle, 1978, pp. 12-28). Deter-
minismo, fisiologismo y análisis de los comportamientos de los
personajes que figuran en el mundo de ficción de La deshereda¬
da han sido aspectos analizados puntualmente desde una óptica
general (Robin, 1976) y particular, como en el caso de Isidora: su
soberbia, sus crisis nerviosas (García Sarriá, 1977, pp. 414-415,
pássim), víctima de la locura paterna y del entorno familiar-so¬
cial. Novela que aúna dos temas a la vez: «un estudio de carácter
femenino admirable de exactitud y justeza y una nueva indaga¬
ción en los problemas de la paranoia hispánica- (Montesinos,
1969, II, p. 2). Determinismo, presión ambiental y aspectos for¬
males propios de la escuela naturalista analizada en función del
comportamiento de los personajes galdosianos (Rodgers, 1986,
pp. 285-298). Al igual que Isidora Rufete, el personaje Canencia
ha sido objeto de análisis, pues él será quien defina la locura de
Isidora como mal moral, lejos de toda idea fisiológica naturalista
(García Sarriá, 1977, p. 417, pássim). Otro tanto sucede con En¬
carnación Guillén, «La Sanguijuelera», tía de Isidora cuyo com¬
portamiento ha sido analizado por Martha G. Krow (1977,
pp. 21-28).
Temas como la bipolaridad realidad-ilusión (Durand, 1974, pp.
191-201), la fantasía como esencial condicionante del destino de la
protagonista (Torres, 1976, pp. 301-307), reprensión social (Collins,
1991, pp. 390-398), peculiar concepto de la Humanidad (Gordon,
1977, pp. 29-37), la ambigüedad de Isidora Rufete (Porrúa, 1985,
pp. 139-151), estudio de la mujer (Jaffe, 1995, pp. 121-130), trata¬
miento de la herencia (Collins, 1990), la anagnórisis de Isidora
(Bauer, 1989, pp. 43-52), el significado de la política (Schnepf,
1991, pp. 295-306), simbolismo e imágenes de animales (Chamber-
lin, 1988, pp. 27-33), interpretación del sueño (Petit, 1968, pp. 235-
243), análisis de la rebelión (Paolini, 1985, pp. 115-122), relación
322 PANORAMA CRÍTICO DF. LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

entre la ilusión y la realidad —motivo del espejo— (Jaffe, 1986, pp.


33-39), análisis de la clase media (Risley, 1984, pp. 135-146) y epi¬
sodios históricos engarzados en la peripecia argumental, como el
atentado de Alfonso XII (Dendle, 1982, pp. 51-54) configuran par¬
te del mosaico de críticas llevado a cabo en estas últimas décadas.
Desde múltiples ópticas, pues, se ha analizado La deshereda¬
da, desde su posible fondo krausista, carácter naturalista o singular
forma de comportamiento de los héroes de ficción hasta las in¬
fluencias literarias o aspectos relacionados con el estilo. Una pun¬
tual revisión de dichos aspectos la realiza G. Gullón (1982, pp. 39-
54), crítico que incide en diversos aspectos de la novela, desde el
peculiar realismo galdosiano e importancia de determinados perso¬
najes, como en el caso de Canencia, hasta el significado y alcance de
específicos episodios que transfiguran el penoso existir de la heroína.
Con razón señala G. Gullón que en La desheredada Galdós se com¬
promete con la realidad para trascenderla, «mostrándonos el mundo
oscuro de nuestras ilusiones, oculto por el conformismo impuesto
por las normas sociales, frenos de la imaginación, es decir: de una fa¬
cultad cuyo funcionamiento sugirió el sentido más vasto de la pala¬
bra libertad» (1983, p. 100).
No faltan en este Panorama crítico los estudios dedicados al
análisis de la estructura novelesca, a la ausencia de un esquema es¬
tructural rígido. Galdós ofrece nuevas ideas al respecto que no han
pasado desapercibidas para la crítica (Lowe, 1971, pp. 142-151; Petit,
1972; Durand, 1974, pp. 191-201; Krow-Lucal, 1977, pp. 157-163;
G. Gullón, 1983, pp. 85-100; I.J. López, 1986b, pp. 111-122; 1989,
pp. 131-174; Romero Tobar, 1990, pp. 197-205). Presencia también
del puntual análisis del galán galdosiano Joaquín del Pez, paradig¬
ma del señoritismo, vago, vicioso y amante de Isidora Rufete (I. J.
López, 1986, pp. 111-121) e interpretación y ampliación de las in¬
teligentes palabras de Clarín referentes al léxico en el momento de
publicación de La desheredada y la presencia de citas literarias que
conformas un primer entramado en el microtexto de la novela (Ro¬
mero Tobar, 1990, pp. 197-198, pássim).

6.7.2. El amigo Manso

En época temprana fue considera por Unamuno como la más


personal de sus novela, la más autobiográfica (Rogers, 1973, pp.
BENITO PÉREZ GALDÓS 323

269-271). Las ideas pedagógicas expuestas por Manso, su relación


con la Institución Libre de Enseñanza, su educación intelectual, el
peculiar comportamiento de sus personajes y los detalles irónicos
que figuran en el relato han sido aspectos abordados por la crítica
(Davis, 1962, p. 23, pássim; Montesinos, 1969, II, pp. 32-60). Nove¬
la de acción interior, como en el caso de Unamuno, de ahí la de¬
nominación por parte de la crítica de «nivola en ciernes» o nivola
galdosiana (R. Gullón, 1970a, pp. 73-102).35 Relación entre los dos
escritores corroborada también por los epistolarios publicados por
la crítica (S. de la Nuez, pp. 147-178).
Novela concebida por Galdós como contrapunto de La deshe¬
redada. Su paso a la novela idealista —El amigo Manso— estaría
motivado por la escasa atención que la crítica prestó precisamente
a La desheredada (Shoemaker, 1966, pp. 213-225). Sin embargo, el
recorrido de una novela a otra es menor de lo considerado por
Shoemaker, sobre todo si se tiene en cuenta que al escribir La des¬
heredada Galdós tenía conciencia «de la importancia de crear
personajes autónomos y propósito de dejar libertad al autor implí¬
cito, su embajador, para organizar el mundo de ficción» (G. Gullón,
1983, p. 90). El amigo Manso presenta un valor especial, pues se
trata de la primera novela en que Galdós se abstiene deliberada¬
mente de adoptar posiciones simplistas (E. Rodgers, 1970-1971, p.
432, pássim). Pese a ello, un sector de estudiosos, encabezados por
Shoemaker (1966, p. 221, pássim) sostiene que se trata de una obra
didáctica.
Con la publicación de El amigo Manso, Galdós penetra de forma
decisiva en el mundo naturalista confrontando la vida contemplativa
con la vida activa (Casalduero, 1974, pp. 222-227). Un relato que plas¬
ma la conciencia artística percibida por un Galdós que escribe un re¬
lato sobre el acto de escribir novelas (Correa, 1967, pp. 100-107). El
amigo Manso se enlaza insistentemente con el Quijote, pues Manso es
un «filósofo aventurero» (Casalduero, 1974, p. 222, pássim). Novela que
supone el inicio de una modalidad novelesca reflexiva que subsistirá
en sus mejores producciones literarias (Kronik, 1981; 1982). Metafic-

33 R. Gullón considera el relato galdosiano como el antecedente de Niebla. La


materia novelesca, la relación autor-personaje, los temas y comportamiento de los
personajes son puntos concomitantes entre ambos novelistas; incluso, los dos com¬
parten y expresan idéntica convicción en la realidad del personaje como creación
mental (R. Gullón, 1970a, pp. 75-79, pássim).
32-4 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

ción, ironía, estructuras narrativas, ficción-realidad, significado y su


función son aspectos analizados recientemente por la crítica (Ruther-
ford, 1975, pp. 177-212; Kronik, 1977, pp. 71-94; 1992, pp. 157-180;
Boudreau, 1977, pp. 63-70; Turner, 1980, pp. 45-61; 1981, pp. 61-77;
Dorca, 1992, pp. 49-56; Thompson, 1994, pp. 43-64).

6.7.3■ El doctor Centeno

El doctor Centeno representa la primera novela del llamado pe¬


riodo de «la locura crematística», el configurado en su totalidad por
las novelas Tormento, La de Bríngas y Lo prohibido (Montesinos,
1969, II, p. 60). También considerada como parte de la fase denomi¬
nada «naturalista», junto a La desheredada, Tormento, La de Bríngas y
Lo prohibido (Correa, 1974, p. 80). Uno de los puntos más debatidos
por la crítica se refiere a la agrupación de las novelas El doctor Cen¬
teno, Tormento y La de Bríngas. Trilogía que constituye y configu¬
ra un ciclo novelesco, pues la sucesión temporal de la fábula —ne¬
xo fundamental de dicho ciclo novelesco— y el trasiego de los
personajes lo corrobora (G. Gullón, 1976, pp. 107-108). Opinión
que con anterioridad había sido bien distinta, pues se negaba cual¬
quier tiempo de continuación (Ricard, 1963, p. 49, pássim). Monte¬
sinos la considera, con ligeras matizaciones, como «parte de un ci¬
clo novelesco, aunque el autor parece por momentos no darse
cuenta de ello. O más bien diríamos: es “partes”, no “parte”, de un
ciclo, pues se nos antoja fusión de dos novelas» (1980, II, p. 62). En
la actualidad se evidencia la unidad orgánica del ciclo, constitu¬
yendo una clara trilogía (R. Rodríguez, 1990, pp. 179-186).
Otro punto debatido por la crítica se refiere a la unidad o falta
de la misma, pues conviven dos historias, tal como había apuntado
Montesinos (1969, II, p. 62, pássim). Para G. Gullón el tema de la
novela consiste en el decantamiento del héroe enfrentado con el
mundo. Celipín Centeno encarna este sino y él es el eje central del
relato (1970-1971, pp. 579-585). Novela abierta y analizada en fun¬
ción de El amigo Manso, pues El doctor Centeno tiene un tema que
le da unidad: el tema de la enseñanza y la cultura. Para Moreno Cas¬
tillo El doctor Centeno es la novela que nos había prometido Galdós
en El amigo Manso sobre el «gran asunto de la educación» (1977, pp.
382-396). Novela, en definitiva, analizada en función de los dos
grandes bloques que constituyen el mundo de ficción: la del propio
Centeno, criado del clérigo don Pedro Polo, y la de Alejandro Mi-
BENITO PÉREZ GALDÓS 325

quis, estudiante de leyes (Scanlon, 1978, pp. 245-253; Hoddie, 1993,


pp. 47-67; Escobar Bonilla, 1994, pp. 137-150).

6.7.4. Tormento

El argumento de Tormento bullía en la mente de Galdós cuando


escribía El doctor Centeno. La figura inolvidable de Rosalía de Brin-
gas estaba concebida y en gran parte creada ya en Tormento (Mon¬
tesinos, 1969, II, p. 94, pássim). Los estudios sobre dicha novela se
circuascriben, por regla general, al análisis del triángulo amoroso re¬
presentado en las figuras de Amparo, el sacerdote Polo (Rodríguez,
1989, pp. 69-78) y el indiano Agustín Caballero. Un relato melodra¬
mático (Percival, 1984, pp. 153-160; Gold, 1985, pp. 35-46) cuya ten¬
sión emotiva transcurre a través de los cauces propios de las novelas
de folletín (Andreu, 1982, pp. 55-61). El contraste entre la apariencia
y la realidad (Rodgers, 1970, pp. 382-398) o la captación por parte de
Galdós de un Madrid inmerso en una farsa continua, como si se tra¬
tara de una mascarada (Wright, 1985, pp. 25-37) son asuntos que en¬
lazan con el análisis del comportamiento de la moral burguesa en
Tormento (Aldaraca, 1990, pp. 215-229). Personajes analizados des¬
de la perspectiva de la onomástica y su conexión con la creación del
personaje literario (A. Baquero, 1987, pp. 175-176, pássim).
El mundo de ficción ha sido estudiado tanto desde una óptica
específica como general. En el primer caso tenemos diversos análisis
referentes al comportamiento de Amparo (Rogers, 1986, pp. 137-
146; Ribbans, 1993, pp. 495-523). Desde una perspectiva referida a
otras novelas, el personaje femenino o la propia novela ha sido
analizada en función de El doctor Centeno y La de Brincas (Bly,
1978, pp. 392-405; Willen, 1990, pp. 75-87; Franz, 1991, pp. 1-13).
En otras ocasiones interrelacionada con diversas heroínas de
ficción galdosianas, en comparación con Fortunata, Jacinta y Tris-
tana, mujeres que, al igual que Tormento, viven una experiencia
semejante, interrelacionada con el tratamiento de la virginidad y con
el comportamiento del héroe novelesco (Bly, 1993, pp 11-13). Agus¬
tín Caballero y el sacerdote Polo han sido estudiados conjuntamen¬
te y como reflejo de la sociedad española de la época (Sinnigen,
1981, pp. 19-32). De forma individual e interrelacionada con su
peculiar comportamiento ideológico Agustín Caballero ha sido
comparado con Ramón Villaamil, claros ejemplos de inversión
ideológica en la novela galdosiana (Beser, 1984, pp. 83-96). Novela
326 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

que puede considerarse como una muestra admirable de la ironía


galdosiana (G. Gullón, 1976, pp. 112-113, pássim).

6. 7.5. La de Bringas

En la novela La de Bringas el lector asiste a la tragedia de la pe¬


queña burguesía, víctima del afán de aparentar una falsa posición.
Sociedad del quiero y no puedo que se refleja con sutil precisión a
través del comportamiento de Rosalía Pipaón. La imbricación entre
la propia historia de ficción con el mundo real pone de manifiesto
las necesidades de un específico sector de la sociedad española que
le correspondió vivir el momento histórico conocido con el nombre
de la Septembrina o Revolución del 68. Alegoría histórica, pues los
personajes de ficción, instalados en el ambiente histórico del Pala¬
cio Real, dan a sus propias moradas angostas los nombres sonoros
de los salones de la planta baja (Amorós, 1965, pp. 61-68). Peripecia
argumental de dichos personajes que actúan como reflejo de la rea¬
leza. Identificación física que ya había sido realizada en Tormento
mediante la presencia de un cuadro de Isabel II instalado en un lu¬
gar preferente de la casa de los Bringas (Bly, 1981). El estudio de di¬
cho contexto, las implicaciones económicas y morales, las presio¬
nes sociales, los entresijos de la política y monarquía española, los
prejuicios y corruptelas del contexto histórico por derribo del trono
de Isabel II han sido aspectos estudiados en numerosos artículos
publicados en revistas especializadas (Lowe, 1980, pp. 83-88;
Wright, 1982, pp. 75-86; Aldaraca, 1983, pp. 49-60; R. Rodríguez,
1985, pp. 165-173; Labanyi, 1990, pp. 25-34; Cabrejas, 1990, pp. 65-
75; Tsuchiya, 1993, pp. 35-47; Delgado, 1995, pp. 31-42).
Historia política española engarzada perfectamente con las aspi¬
raciones de Rosalía, tal como ha señalado con precisión Ricardo Gu¬
llón. Para el citado crítico la modernidad de la novela es innegable y
su simbolismo incuestionable (1970, pp. 110-112, pássim). El autor-
personaje, estructuras, voz narrativa, punto de vista (R. Gullón, 1970,
pp. 115-125; Moya, 1984, pp. 39-46; Bergmann, 1985, pp. 75-82; Rus-
sell, 1986, pp. 135-140; Hemingway, 1991, pp. 15-27) y la relación de
La de Bringas con el género Bildungsroman {Miller, 1987, pp. 189-
199) han sido puntos destacados por la crítica. No faltan en este mo¬
saico de opiniones enfoques dirigidos a específicos personajes de
la novela, como los dedicados a Francisco Bringas (Yarey, 1967,
BENITO PÉREZ GALDÓS 327

pp. 679-687) o a los vastagos de don Francisco y Rosalía: Paquito


«bachillerazo muy engreído de su ciencia» y Alfonsito, bonito, forta¬
chón y listo (Round, 1971, pp. 43-52). Novela excepcional en pala¬
bras del propio Montesinos en su estudio dedicado a La de Bringas.
Tanto sus puntualizaciones respecto al hecho histórico y comporta¬
miento de los personajes ubicados en la ciudad laberíntica que ocu¬
pa los altos de Palacio como el tema esencial de la novela —los
agobios de una cursi, casada con un hombre sin ambición alguna y
de una modestia no virtuosa sino de origen vicioso (1969, II, pp.
120-152)— son magistralmente tratados por Galdós. Una novela
que hace gala en determinados momentos de un fino humor (R.
Gullón, 1970, pp. 128-130, pássim)e ironía (Urey, 1982a y 1982b; C.
Blanco, 1983, p. 27, pássim; Gold, 1993) y que entronca directa¬
mente con Tormento (C. Blanco, 1983, pp. 24-26, pássim).

6.7.6. Lo prohibido

Lo prohibido y La de Bringas nos presentan el caso de caracte¬


res fundamentalmente viciados por taras morales que conducen
sus vidas a un final desastroso. En Lo prohibido el personaje José
María Bueno de Guzmán adolece de una constitutiva falla moral
que se revela en su morbosa inclinación por querer conquistar la
fruta tardía, es decir, la mujer que pertenece a otro matrimonio
(Correa, 1974b, pp. 16-17, pássim). La novela está magistralmente
construida entre dos formas de prohibición, «la que suponen las le¬
yes civiles y otra, invencible, que emana de una ley de la Naturale¬
za. Ante ésta se quiebran, impotentes, todos los esfuerzos del se¬
ductor» (Montesinos, 1971, p. 31). Relato en el que subyace la
visión pesimista de la vida y se «resalta la fragilidad del personaje
principal» (Correa, 1974b, pp. 82-83, pássim).
Lo prohibido ha sido objeto de diversa atención. Los motivos
analizados han sido varios. Cabe señalar, por ejemplo, los referen¬
tes al simbolismo (Ontañón de Lope, 1994, pp. 264-271) y la rela¬
ción con la historia bíblica de la expulsión del Paraíso en la persona
de José María Bueno de Guzmán, cuya debilidad y fallas morales le
sumieron en el abismo del mal, convirtiéndole en un demonio ten¬
tador y víctima que se deleita con lo prohibido (Correa, 1974a, pp.
93-94; Romero, 1984, pp. 161 -167 y 1985, pp. 150-169). Novela ana¬
lizada desde el punto de vista de la técnica narrativa, referida tanto
328 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

al narrador como al escritor (Willen, 1991, pp. 189-196; Whiston, 1993,


pp. 41-55), o en consonancia con los comportamientos sociales, espe¬
cialmente los desarrollados por la burguesía (A. Blanco, 1983, pp. 61-
73; Scanlon, 1984, pp. 831-845; Whiston, 1991, pp. 57-68).
Lo prohibido ha sido considerada como una parodia (A. Rodrí¬
guez, 1983, pp. 51-59) cuyo motivo central es el narcisismo (Cor¬
dones, 1990, pp. 35-43). Novela conceptuada como una inacabada
anagnórisis —enfermedad y muerte de José María Bueno de Guz-
mán— (Rodgers, 1991, pp. 127-141) y analizada desde el punto de
vista psicológico y tratamiento de la ironía (Whiston, 1990, pp. 199-
208). No faltan en este conjunto de estudios las referencias a ver¬
siones primitivas de las novelas galdosianas, como en el caso de Lo
prohibido (Whiston, 1986, pp. 255-266).

6.7.7. Fortunata y Jacinta

Fortunata y Jacinta es, indudablemente, la novela galdosiana


que mayor acopio bibliográfico reúne. En el momento de su apari¬
ción fue conceptuada como una novela plena, profunda, maestra,
aunque excesivamente larga (Pardo Bazán, 1891). Las notas gaceti¬
lleras de la época no anduvieron a la zaga de las palabras emitidas
por doña Emilia. Años más tarde M. Menéndez Pelayo insistirá en
dicha apreciación, calificándola de «libro excesivamente largo»
(1942, V, p. 100). Pese a tal calificativo, la crítica se rinde ante el in¬
genio y el buen quehacer literario de Galdós. El propio Menéndez
Pelayo, en el discurso de contestación al ingreso de Pérez Galdós
en la Real Academia Española (7 de febrero de 1897), señala que
Galdós «llega a su punto culminante en Fortunata y Jacinta, una de
las obras capitales de Pérez Galdós, una de las mejores novelas
de este siglo» (1942, V, p. 97). Las aludidas excesivas dimensiones
permitieron a Galdós la inclusión de un mundo de ficción pleno,
sin necesidad de «traspasar sus personajes y temas principales de
una novela independiente a otra» (Ribbans, 1988, p. 103). En estas
últimas décadas se han publicado excelentes ediciones con un co¬
pioso material noticioso, bibliográfico y erudito (Ortiz Armengol,
1979; Caudet, 1983; A. y M.» L. Sotelo, 1993).
Múltiples son los aspectos analizados por la crítica. A los ya ci¬
tados estudios monográficos y de conjunto habría que añadir la
copiosa gama de interpretaciones publicadas en revistas especiali-
BENITO PÉREZ GALDÓS 329

zadas y en volúmenes colectivos. Destaca, por ejemplo, el ingente


número de artículos que analizan el contexto social de la época co¬
mo perfecta imbricación de la peripecia argumental. Sociedad es¬
pañola estructurada en espacios divergentes y a la vez conver¬
gentes, pues es perfecto el engarce entre quienes pueblan las
páginas de Fortunata y Jacinta. Clases sociales opuestas, presio¬
nes del poder, divergencia de caracteres, descripción contempo¬
ránea del Madrid urbano, prejuicios sociales, marginaciones e in¬
terpretaciones de la realidad social y política de España son
aspectos analizados desde diversos puntos de vista (Sinnigen,
1974, pp. 49-68; 1987, pp. 53-70; 1994, pp. 189-192; Rodríguez
Puértolas, 1977, pp. 735-742; 1990, pp. 187-196; 1994, pp. 115-
125; Boring, 1978, pp. 13-22; Lewis, 1981, pp. 316-339; Caudet,
1983; Whiston, 1984, pp. 77-87; Luengo, 1991, pp. 17-25; Turner,
1992; Bly, 1992, pp. 139-146; Tsuchiya, 1993, pp. 56-71; Vivero,
1993, pp- 301-323; Méndez Onrubia, 1994, pp. 105-114; Estébanez
Calderón, 1994, pp. 81-90).
Punto de no menos interés es el referente a la estructura, ba¬
sado en la superposición de dos figuras geométricas: “Una línea,
en cuyos extremos, a modo de polos, vibrasen las encarnaciones
del bien y del mal, y un triángulo o triángulos superpuestos a la po¬
laridad mencionada- (R. Gullón, 1970, p. 137). Estructuración de la
novela que marcaría la pauta de posteriores investigaciones. En es¬
te preciso concepto, el referente a las estructuras, la crítica ha pres¬
tado especial interés en estas últimas décadas (Sinnigen, 1974, pp.
71-93; Sobejano, 1979, pp. 202-224; Urbina, 1981, pp. 379-389; Rib-
bans, 1987, pp. 740-745; 1991, pp. 55-83; 1993, pp. 88-104).
No menos importante es el conjunto de estudios referido al sim¬
bolismo y a las imágenes que pueblan la novela, desde la impor¬
tancia del motivo ornitológico hasta los derivados, por ejemplo, del
agua o de la carne (Gilman, 1966, pp. 71-83; A. Gullón, 1974, pp.
51-75; Utt, 1974, pp. 37-50; Chamberlin, 1982, pp. 427-443; 1987, I,
pp. 165-180; King, 1983, pp. 79-88; Fuentes, 1987, pp. 47-52; Gold,
1993, pp. 72-87; Madrigal, 1994, pp. 227-237). Otro tanto sucede
con la copiosa bibliografía existente sobre un determinado perso¬
naje de ficción galdosiano. Por ejemplo destacan los dedicados a
los diversos aspectos que concurren en la figura de Evaristo Fei-
joo, coronel del ejército retirado, campechano, de vida agotada
y uno de los últimos y más desinteresados protectores de Fortuna¬
ta. Sus relaciones con dicho personaje, historias y carácter han sido
330 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

aspectos ampliamente estudiados (Kronik, 1982, pp. 272-310; 1985,


pp. 39-72; Goldman, 1985, pp. 95-145; Bly, 1985, pp. 73-94; Rib-
bans, 1987, pp. 71-87; Dash, 1990, pp. 49-56).
La concomitancia entre Plácido Estupiñá y Mesonero Roma¬
nos no sólo fue señalada por el propio Galdós, sino también por
la crítica (Berkowitz, 1932, pp. 201-205; Gilman, 1984, p. 34, pás-
sim; M. A. Ayala, 1989, pp. 121-127; Palomo, 1989, pp. 217-238;
Rubio, 1989, pp. 103-110; Ribbans, 1992, pp. 147-157). Existencia,
igualmente, de artículos que analizan el comportamiento de diver¬
sos personajes de ficción que figuran en Fortunata y Jacinta, como
los dedicados a Mauricia la «Dura» (Braun, 1977, pp. 277-289; Rib¬
bans, 1977, pp. 713-721; Romero, 1981, pp. 107-114), al farmacéu¬
tico Samaniego (Franz, 1987, pp. 35-46), a Juanito Santa Cruz (Sch-
raibman, 1982, pp. 7-12; Chamberlin, 1987, pp. 25-31) y su familia
(Tumer, 1983, pp. 1-22), Segismundo Ballester, regente de la farmacia
de Samaniego y enamorado de Fortunata (Goldman, 1984, pp. 177-
187), Maxi Rubín —carácter y locura— (Randolph, 1968, pp. 49-56;
Tsuchiya, 1988, pp. 53-71) y Alejandro Sánchez Botín (Torres, 1981,
pp. 227-233).
La crítica ha incidido también en el comportamiento de los seres
de ficción que presentan trastornos psíquicos. Esquizofrenia y ex¬
ploración del subconsciente serán motivos esenciales para un espe¬
cífico sector de estudiosos de la novela galdosiana (Ullman, 1974,
pp. 7-36; López Baralt, 1987, pp. 151-170). No faltan tampoco en es¬
te conjunto de críticas las opiniones referidas a la conexión de la
novela con específicos aspectos del naturalismo, como el determi-
nismo (Whiston, 1980, pp. 113-127; Goldman, 1988, pp. 145-165). Su
relación con el naturalismo espiritual (Caudet, 1994, pp. 91-104), su
vinculación con el idealismo-platonismo (Chamberlin, 1984, pp. 43-
51) y su engranaje en el discurso realista (Fierro, 1983, pp. 87-98)
completan este mosaico de críticas referido a los grandes movimien¬
tos estéticos de la época. Novela, en definitiva, cuya modernidad es
indiscutible, pues en ella se refleja todo el tejido social de la España
decimonónica. La sensibilidad con que capta el mundo y su capaci¬
dad para registrar los comportamientos internos del ser humano con¬
ferirán a la novela este rasgo. Galdós, como señala G. Gullón, forma
parte del grupo de escritores «a los que la modernidad estética, la
preocupación por la forma, les atañe principalmente en lo que res¬
pecta a la sensibilidad y menos en las técnicas compositivas» (1994,
pp. 198).
BENITO PÉREZ GALDÓS 331

6.8. Las grandes novelas: Miau, La incógnita, Realidad,


el ciclo Torquemada, Ángel Guerra y Tristana

6.8.1. Miau

Al finalizar Lo prohibido, Galdós inicia la época de plenitud que


comprende sus novelas monumentales: Fortunata y Jacinta, Miau,
Torquemada en la hoguera, Realidad, Ángel Guerra y Tristana. Gal¬
dós, en el sentir de Casalduero, no reniega del naturalismo, lo supera.
Miau figura en el grupo denominado por el citado crítico La realidad
y el espíritu (1961, p. 90, pássim). Una etapa en la que Galdós «se aden¬
tra en la materia, se hunde en ella, avanza sin miedo, explorando lo
más detestable y lo más impenetrable» (Casalduero, 1961, p. 87). No¬
vela cuyo punto de partida podría encontrarse en El doctor Centeno
(Weber, 1991, pp. 22-25). La misérrima vida de don Ramón Villaamil,
cesante de Hacienda y eterno aspirante a la reposición, constituye el
eje esencial de la novela. Un mundo de ficción que ofrece al lector
una sociedad erosionada, plagada de figuras patéticas y de nula cata¬
dura moral, como Víctor Cadalso, yerno de Ramón Villaamil, favore¬
cido en su carrera administrativa por la influyente protección de las
faldas. El tema del triunfador que escamotea sus valores para escalar
puestos en la sociedad estaba ya presente en sus novelas. Su donjua¬
nismo entronca con Mariano Gibralfaro, Joaquín Pez, Juanito Santa
Cruz, Jacinto María Villalonga... (López, 1986 a, pp. 103-116).
La novela ha sido enjuiciada de diversas maneras. Para un cierto
sector lo realmente importante es la crítica que subyace en la nove¬
la, una crítica de la sociedad que oprime al ser humano, dejándolo
despiadadamente cesante (Parker, 1969, pp. 13-23; Scanlon-Jones,
1971, pp. 53-62). Para otro sector lo importante estriba en la mayor o
menor responsabilidad atribuida al propio Villaamil (Eoff, 1954; We¬
ber, 1964).36 Personaje que actúa como símbolo de la existencia hu-

36 Ribbans sintetizó en décadas pasadas la polémica en tomo a la disparidad


de criterios sobre la figura de Ramón Villaamil (1977b, pp. 397-413)- Recientemente
A. Hoyle en su estudio sobre el trasfondo irónico y económico de Miau señala, en¬
tre otros aspectos, que el extraordinario interés por la presente obra de Galdós -se
remonta a la polémica provocada por [R.] Gullón y Weber, y que fue muy bien re¬
sumida en la pregunta de Parker: ¿es Ramón Villaamil una víctima trágica o un fra¬
casado ridículo? Ante la dificultad de decidir cuál era la intención de Galdós —criti¬
car el sistema o satirizar al cesante— la gran mayoría de los críticos coinciden en
332 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

mana (Casalduero, 1961), engarzado en un mundo absurdo, au¬


tónomo e incomprensible, kafkiano o unamunesco (R. Gullón,
1966). Cesante crónico, un personaje que vive perdido en la ig¬
norancia de los fenómenos que deciden su destino y preso en el
mundo absurdo de la burocracia, anonadado e incapaz de reha¬
cer su vida (R. Gullón, 1966). La pérdida de esperanza, su gra¬
dual cambio de carácter, sus razonamientos y, finalmente, su sui¬
cidio son aspectos tenidos en cuenta por los estudiosos de la
obra de Galdós (Miller, 1979, pp. 83-96; Round, 1986, pp. 19-32;
Valis, 1986, pp. 415-427). Lo verdaderamente triste de la situa¬
ción espiritual de Villaamil es el haber creído a pie juntillas en la
significación trascendental de la administración «subestimando a
la vez el papel que a él le toca desempeñar en ella. Es víctima de
la administración porque ha consentido en ser un esclavo» (Rib-
bans, 1977b, p. 405).37
El tono ligero, burlesco y socarrón del título, así como el simbo¬
lismo de la novela figuran también en un lugar prioritario entre los
estudiosos de Miau (Iglesias, 1984, pp. 379-402; Malaret, 1988, pp.
47-55; Braun, 1988, pp. 307-318). Los vaivenes políticos y la figura de
la administración en la España de la Restauración (Andreu, 1986, pp.
179-185; Hoyle, 1992, pp. 1.303-1-309), los diversos contextos urba¬
nos que aparecen en la novela —el mundo de la ópera (Entenza de
Solare, 1983, pp. 105-126), el Madrid urbano que envuelve la acción
de Miau (Avilés, 1990, pp. 349-360; Assardo, 1993, pp- 55-65; Ander-
son, 1993, pp. 23-36)— y el tratamiento de la ironía (Rodgers, 1978,
p. 19, pássim; Bretz, 1978, pp. 16-19; Hoyle, 1991, pp. 85-102) son
aspectos abordados por la crítica. Novela considerada como un tex¬
to reflexivo, pese a su aparente sencillez (Turner, 1990, pp. 241-250).
No faltan los estudios referidos a los trastornos mentales (Correa,
1974a, pp. 126-134), especialmente los trastornos y el carácter de
Luisito Cadalso, hijo del desalmado Víctor Cadalso, apodado Miau

destacar la ironía del autor, y la dimensión tragicómica de Villaamil. De hecho, cuan¬


tos más estudios van apareciendo de Miau tanto más ambigua resulta y más alejados
estamos de una explicación satisfactoria de dos puntos fundamentales: el porqué de
la cesantía de don Ramón, y la significación de su apodo Miau- (1991, pp. 85-86).
3 Las imágenes metafóricas (Garrido, 1993, pp. 401-412; Turner, 1993, pp 41-
50), la inversión ideológica mediante el cotejo de personajes (Beser, 1984, pp. 83-96),
las relaciones en el mundo de ficción galdosiano con Darwin (Chamberlin, 1988, pp.
299-305) y Balzac (Paradissis, 1972, pp. 444-452) son puntos de interés para el estu¬
dioso de su obra.
BENITO PÉREZ GALDÓS 333

por su compañero de colegio Posturitas. Niño débil, enfermizo que


sufría extraños éxtasis (Ruano de la Haza, 1984, pp. 27-43).

6.8.2. La incógnita

La incógnita pone punto final al periodo denominado por Ca-


salduero La realidad y el espíritu (1974, pp. 97-98). Tanto dicha no¬
vela como Realidad tratan el mismo asunto desde dos puntos de vis¬
ta distintos y por diferentes procedimientos literarios: «Una novela
nos da a conocer los hechos contados por un personaje; la otra, por
el diálogo. Penetrando en la conciencia de los personajes es como
conseguimos enterarnos del drama de Francisco Viera, Orozco y su
mujer Augusta- (Casalduero, 1974, p. 97). Novelas complementarias,
contrastadas y comparadas a través de sus respectivas técnicas (R. Gu¬
itón, 1952; Russell, 1964, pp. 179-185; Sobejano, 1964; Penuel, 1970,
pp. 411-418; R. Sánchez, 1973, pp. 544-560; Round, 1984, pp. 30-48).
La interpretación de la crítica sobre las versiones de las dos
novelas ha sido dispar. Un sector acepta la explicación de Manolo
Infante —primo de Augusta, locamente enamorado de ella, y autor
de la colección de cartas dirigidas a «X» que componen La incógni¬
ta— al final de la novela. Realidad completaría, gracias a su forma
dramática (dialogada), la visión anterior, la dada en La incógnita
(Sobejano, 1964; Correa, 1967; R. Gullón, 1977). Otro sector de la
crítica ha enfocado la novela desde una óptica estructuralista, refu¬
tando la idea que Realidad es un complemento de La incógnita,
pues se desvirtúa el valor de la primera novela al impedir que pue¬
da leerse de forma independiente. Realidad no debe entenderse
como una verdad más compleja que La incógnita, pues, tal como
apunta Russell, Realidad está también limitada por el relativismo
de las perspectivas y tan sólo el juego de las mismas —el de las
distintas perspectivas— permite una idea de totalidad (1964, pp.
179-185). La ironía, existente en la primera novela, se acrecienta y
conduce al lector a una realidad todavía más ambigua. Incidencia,
la de la ironía, estudiada por la crítica en estas últimas décadas
(R. G. Sánchez, 1973, pp. 549-551, pássim; Urey, 1986, p. 82, pás-
sim; Willem, 1990, pp. 385-391; Tsuchiya, 1990, pp. 81-105; Pe¬
nas, 1990, pp. 161-167).
Sobre la función de los distintos personajes que configuran la
acción del mundo novelesco creado por Galdós, G. Sobejano
334 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

considera a Equis como un desdoblamiento del personaje M. In¬


fante, desdoblamiento que da a La incógnita un «signo monologad
(1967, p. 76).38

6.8.3 Realidad

Realidad, al igual que Torquemada en la hoguera, Ángel Gue¬


rra y Tristana, forma parte del grupo de novela denominado por
Casalduero El hombre y el espíritu (1974, pp. 100-103). Su tema in¬
cide en asuntos que subyacen en varias novelas galdosianas, como
en Doña Perfecta o en La desheredada: intransigente fanatismo
contra el espíritu crítico y racionalista, imaginación contra realidad,
concepto del honor tradicional contra el concepto del honor mo¬
derno (Casalduero, 1974, p. 102, pássim). Novela dialogada anali¬
zada sutilmente por Clarín. Para el citado crítico Galdós marca los
nuevos cambios de la narrativa española y si bien La desheredada

58 G. Sobejano emite los siguientes juicios: ■(...] Aunque haya una apariencia
de diferenciación, Infante y Equis son, claro está, la misma persona; aquel encar¬
na la porción afectiva e impresionable del autor-testigo; Equis asume el papel, in¬
visible y silencioso, del autor-testigo; que selecciona los documentos aportados y
distingue lo verdadero de lo erróneo- (1967, p. 74). Más adelante, respecto al sig¬
no monologal, Sobejano apunta que la -angustia de no saber la verdad, de igno¬
rar qué resolución admiten los hechos confusos, es la raíz del monólogo, que
arranca de aquella situación en que el individuo ha dejado de sentirse miembro
de una comunidad y, para ver claro y no perderse en la soledad, se desdobla
imaginativamente- (1967, p. 76). Interpretación que aclara determinadas escenas
de Realidad. Para el citado crítico La incógnita -no es relato novelesco de una ac¬
ción: es notificación sentimentalmente templada, de unos hechos- (1967, p. 77).
La importancia de la figura Equis ha sido apuntada por la crítica, como en el es¬
tudio llevado a cabo por R. G. Sánchez: «[...] Equis, el corresponsal y mentor de
Manolo es, nada menos que Galdós. Galdós, que escucha mientras el otro habla
(he aquí el cambio de papeles), que a menudo deniega con la cabeza y se resig¬
na ante el confusionismo del joven. Y es Galdós quien al final selecciona los do¬
cumentos aportados y distingue lo verdadero de lo erróneo; produciendo así la
versión novela que es Realidad» (1973, p- 549). En fecha reciente se ha publica¬
do un trabajo debido a M.1 Paz Yáñez cuyo contenido, entre otros aspectos, se
basa en la revisión emitida por la crítica. Sus conclusiones son las siguientes: -La
. “incógnita”, afecta, pues, tanto al enunciado como a la enunciación. Es la puesta
en evidencia de la imposibilidad de conocer en la vida una única “realidad”, da¬
do que los seres humanos son un conglomerado de ambigüedades, y que sólo se
dejan captar parcialmente, a base de hipótesis que conducen a una “verdad rela¬
tiva”, la única posible, como bien decía don Carlos en La incógnita. Y si no es
posible conocer la verdad absoluta es porque sólo podemos acceder a ella por
medio del lenguaje, tan limitado como antiguo- (1995, p. 101).
BENITO PÉREZ GALDÓS 335

representa el paso de la defensa de la novela tendenciosa a la de la


novela naturalista, en el caso de Realidad se percibe el aparta¬
miento, en ciertos aspectos, de esa corriente para aceptar unas nue¬
vas búsquedas en el campo del relato (Beser, 1968, pp. 305-306,
pássim; A. Sotelo, 1991, pp. 35-47). Diversos aspectos que subya¬
cen en la novela y que giran en torno a conceptos esenciales de la
narración —honor, honra y adulterio— han ocupado la atención
de la crítica (Feal, 1977, pp. 47-62; Belot, 1982, p. 81-97).

6.8.4. El ciclo Torquemada

Las cuatro novelas que constituyen dicho ciclo funden la ten¬


dencia psicológica, tan en boga en la España de la Restauración.
Aunque el aprendizaje de Torquemada se retrotrae hasta el año
1851, es en la época inmediata a la Revolución del 68 cuando al¬
canza su máximo prestigio financiero y político. Los cuatro títulos
de la serie, Torquemada en la hoguera (1889), Torquemada en la
cruz (1893), Torquemada en el purgatorio (1894) y Torquemada y
San Pedro (1895), revelan cada uno de por sí y en su conjunto una
significación de índole religiosa, tomada de realidades y nociones
escatológicas cristianas (Correa, 1974a, pp. 136-138, pássim). En la
serie de Torquemada Galdós consigue, quizá por excepción, aislar
un conflicto interior y describirlo cuando crea Torquemada, pues
tanto en Ángel Guerra como en La loca de la casa, obedeciendo a
su visión plástica, tiene que proyectarlo en figuras —Dulce y Leré,
Pepet y Victoria (Casalduero, pp. 114-115, pássim)?9
La bibliografía en torno al ciclo de Torquemada es dispar, pues
frente a la casi nula existencia de estudios monográficos sobre las tres

39 El ciclo Torquemada está constituido por dos bloques independientes. La se¬


rie de los tres últimos volúmenes —apunta Casalduero— es de un trazado más de¬
senvuelto y libre, tratándose de nuevo el tema de La loca de la casa para completar su
sentido: la Materia sin el Espíritu es la muerte, en lugar de la redención de la Materia
por el Espíritu, que es la vida. Para el citado crítico dicho conjunto de relatos -forman
una novela completamente independiente de Torquemada en la hoguera. El mismo
Galdós debía considerarlo así, pues en Torquemada en la cruz hay una nota que di¬
ce “Antecedentes: Fortunata y Jacinta, Torquemada en la hoguera", y anuncia el vo¬
lumen de Torquemada y San Pedro como el “tercero y último de la serie”. Estos
cuatro volúmenes forman dos novelas distintas, las cuales sólo tienen de común los
elementos puramente externos —los nombres, gestos, algunos hechos, algunos
personajes, entre los cuales se encuentra el protagonista- (1974, pp. 114-115).
336 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

últimas novelas, como la influencia de Echegaray en Torquemada en


el purgatorio (Bosch, 1967, pp. 243-253) o los preliminares esbozos
de Torquemada y San Pedro (Weber, 1967, pp. 16-27), el resto se ci¬
ñe a Torquemada en la hoguera y a específicos motivos del ciclo
tratados interrelacionadamente. Destacan, por ejemplo, los estudios
referidos al contexto social del Madrid de la época (Blanco, 1978,
pp. 161-176; Sherzer, 1988, pp. 67-72), al tratamiento, análisis y de¬
cadencia de la aristocracia (Porto, 1984, pp. 113-120) o la visión de
un Madrid que vive muy por encima de sus posibilidades económi¬
cas a través del personaje Torquemada (Miller, 1983, pp 120-121).
Las matizaciones de índole religiosa que subyacen en dicho cor-
pus narrativo constituyen parte esencial de los estudios galdosianos
(Rodríguez, 1983, pp. 128-140; O’Brien, 1985, pp. 111-119). El trata¬
miento de la alegoría, el simbolismo religioso, se percibe con clari¬
dad en dicho ciclo, pues lo señala el propio Galdós desde un primer
momento. Circunstancia que ha motivado el interés de la crítica en
estas últimas décadas (Correa, 1974, pp. 136-145; García Sarriá, 1980,
pp. 103-111; Browlow, 1993, pp. 294-307). Preferencia también de
estudios de conjunto que analizan específicos pasajes galdosianos
en relación con los textos bíblicos o hagiográficos (Ullman, 1978, pp.
49-58; Barr, 1990, pp. 73-82). La muerte, su significado simbólico y
su incidencia en la estructura de la serie (Sherzer, 1978, pp. 33-39),
especialmente mediante la presencia del personaje Valentín —vida y
muerte, culto a su memoria y su reencarnación— constituyen aspec¬
tos básicos entre los estudiosos del ciclo Torquemada. No faltan en
este conjunto de críticas y ensayos los análisis referidos al tratamien¬
to de la identidad (Urey, 1985, pp. 41-69), ironía (Shirley, 1985, pp.
77-87; Gold, 1993), elementos cómicos (Rogers, 1967; Hall, 1970,
pp. 136-162; Santos, 1977, pp. 239-254) y aspectos relacionados con
las estructuras, el narrador y técnicas narrativas (Lowe, 1983, pp. 89-
95; Sherzer, 1988, pp. 67-72; Delgado, 1990, pp. 59-67; Blanco, 1994,
pp. 151-170).

6.8.5. Ángel Guerra

Ángel Guerra plantea el problema de la vocación en relación


con el amor humano y el amor divino. La búsqueda de una respues¬
ta a la particular forma de vida personal frente a la inclinación hacia
lo sobrenatural. El problema de Ángel Guerra es el de la oposición
BENITO PÉREZ GALDÓS 337

nacida a través de la vocación religiosa. Leré es la mujer llamada por


Dios para entregarse a la vida religiosa. Ángel, por el contrario, quie¬
re realizar su destino en esta vida casándose con Leré. La imposibili¬
dad de esta unión determina el carácter de la pasión amorosa en el
protagonista. Amor, vocación, culto religioso, sentimiento determi¬
nado por la religión son motivos que inciden de forma directa en la
novela (Scanlon, 1973, pp. 99-105; Correa, 1974, pp. 146-165). Rela¬
to que desarrolla el proceso espiritual de Ángel Guerra que va de lo
particular a lo universal, de la realidad al espíritu —evolución que es
la del mismo autor— (Casalduero, 1974, pp. 102-103, pássim).
El motivo del fusilamiento de los sargentos del cuartel madrileño
de San Gil y su incidencia en la narrativa galdosiana, incluida la no¬
vela Ángel Guerra, ha sido objeto de especial atención, habida cuen¬
ta del fuerte impacto que causó en el entonces novel escritor (Jover
Zamora, 1974; Gimeno Casalduero, 1978, pp. 60-61; Lakdari, 1990,
pp. 91-100). Cabe recordar a este respecto que dicho episodio incide
en el sueño de Ángel Guerra adolescente, convirtiéndose en objeto
de pesadilla. La escena del fusilamiento, presenciada a los doce o tre¬
ce años, le atormentaría constantemente. Episodio analizado por la
crítica, al igual que el anterior sueño —caída desde lo más alto de una
casa en construcción—. Así, para R. Gullón esta última pesadilla «tie¬
ne un sentido de revelación, es confesión de la inestabilidad del per¬
sonaje» (1957, p. 168). Ángel Guerra señala una gran crisis en la vida
y obra de Galdós: el desengaño de una cierta concepción política, el
final de un proceso decimonónico caracterizado, a la vez, por el libe¬
ralismo y sucesivos pronunciamientos (Sopeña, 1970, pp. 158-176).
Novela que ha sido analizada en función de las metáforas, de las imá¬
genes (O’Connor, 1988, pp. 73-82; Valis, 1992, pp. 218-234), desde el
punto de vista de las estructuras narrativas (Correa, 1974, pp. 148-151;
O’Connor, 1988, pp. 73-82; Round, 1991, pp. 143-167) y en relación
con la peculiar personalidad del protagonista y sus relaciones amoro¬
sas —la atracción sexual que ejerce Leré en Ángel Guerra— (Casal¬
duero, 1974, pp. 103-104, pássim; Lowe, 1981, pp. 53-61; Rosselli,
1983, pp. 117-154; Lakhadari, 1987, pp. 117-131).
Ángel Guerra fue considerada en fecha temprana como una
novela espiritualista.40 De igual forma la crítica señala que su

40 Tal es la opinión de Clarín desde las páginas de Los Lunes de El Imparcial (5-
X-1890): «Ángel Guerra es un espiritualista que vive fuera de sí; su ideal no está en él,
está en Leré, su amor, y la religiosidad que este ideal engendra no es un verdadero
338 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

argumento aborda la historia de una equivocación. Ángel posee


una personalidad constitutivamente incapacitada para ser él mis¬
mo. Su vida está siempre determinada desde fuera y «su rebeldía
política, social y religiosa inicial no es más que la materialización
de su necesidad de oponerse al autoritarismo materno, y su “con¬
versión” y subsiguiente “vía religiosa” proceden del impulso de la
identificación con Leré» (Pérez Gutiérrez, 1975, p. 247). Para el ci¬
tado crítico la inestabilidad religiosa no sólo está representada por
Ángel Guerra, sino también por la espléndida galería de clérigos
toledanos que le circundan, como si fueran la contrapartida paró¬
dica de los místicos perfiles de El entierro del conde Orgaz (1975,
p. 248, pássim). Novela de encrucijada, pues en ella confluyen ca¬
minos iniciados en anteriores obras y de ella parten otros que serán
prolongados posteriormente. En este sentido Ángel Guerra es una
novela de encrucijada, tanto de temas y de propósitos, como de
personajes (Ruiz Ramón, 1964, p. 11) 41

6.8.6. Tristana

La historia de Tristana, huérfana y deshonrada por su protec¬


tor, don Lope Garrido ha sido conocida por el gran público gra¬
cias a la adaptación llevada a cabo por el cineasta Buñuel. La
presencia de estudios relativos a dicha adaptación es una mues-

misticismo, sino que necesita el alimento del símbolo vivo, la obra nueva. La psicolo¬
gía de Guerra no se estudia dentro de él principalmente, sino en el mundo que le ro¬
dea- (A. Sotelo, 1991, p. 214).
41 Para Ruiz Ramón el protagonista de la novela galdosiana sufre una crisis
espiritual desde el inicio mismo del relato, ocasionada por el desengaño político
vivido a consecuencia de un pronunciamiento militar en el que Ángel Guerra ha
tomado parte activa. El citado crítico realiza un detenido análisis sobre los as¬
pectos concernientes al proceso espiritual del héroe novelesco. Por un lado, la
profunda huella de la infancia —el recuerdo de las cosas perdidas, el autoritaris¬
mo materno y sus consecuencias, la interpretación de los sueños relacionados
con la infancia—; por otro, los factores de la crisis —desengaño político y la ob¬
sesión del homicidio, muerte de la madre, enfermedad y muerte de la hija, el des¬
cubrimiento de Leré, la ruptura con Dulce—, la incidencia de Toledo y las con¬
comitancias entre Ángel Guerra y don Quijote (1964, pp. 11-126). El misticismo
de Leré ocupa en el estudio de Ruiz Ramón un lugar privilegiado, al lado de otras
heroínas de ficción galdosianas. Con precisión se traza los antecedentes y los ras¬
gos más acusados de la personalidad de Leré a fin de explicar la índole de su mis¬
ticismo (1964, pp. 149-266).
BENITO PÉREZ GALDÓS 339

tra clara del interés que despertó el argumento de Tristana, mu¬


jer que acabará cansándose con su protector después de haberse
enamorado del pintor Horacio Díaz y sufrir la amputación de
una pierna.
La crítica ha resaltado la profunda literaturización de la no¬
vela galdosiana (F. Ayala, 1970, pp. 5-13; Raphaél, 1972, pp. 13-
26; G. Gullón, 1990, pp. 98-114).42 Lambert destacó también las
referencias autobiográficas, relacionando la figura de Concha
Ruth Morel con el personaje de ficción creado por Galdós (1973,
pp. 33-49). Dos años más tarde se publicaría la correspondencia
de Morel con Galdós. Hecho que corrobora lo dicho por la críti¬
ca anterior (G. Smith, 1975, pp. 91-120). Con respecto a la cone¬
xión con E. Pardo Bazán es básico el epistolario existente entre
la novelista y Galdós (Bravo Villasante, 1975). Novela que no de¬
be interpretarse desde la exclusiva visión de la reivindicación de
la mujer o como nuevo alegato de la misma, sino desde una óp¬
tica mucho más amplia y enriquecedora, no exclusiva (Valis,
1984, p. 207, pássim).
En fecha temprana J. Casalduero analizó Tristana en función
de Casa de muñeca, de Ibsen, aunque trate el tema de forma dis¬
tinta, pues Galdós «presenta el tema de una manera aún más
desnuda que Ibsen y mucho más clara, si bien es verdad que lo ga¬
nado en la precisa exposición se pierde en la calidad artística»
(1974, p. 106). Para el citado crítico Galdós concibe su novela par-

42 G. Gullón destaca al respecto que desde el principio se percibe la inten¬


ción de presentar el texto inserto en un contexto literario explícito. El cervantis¬
mo, por ejemplo, resulta patente desde las primeras frases de la obra (1990, p.
101). Resonancias quijotescas que se engarzan con otras citas o personajes litera¬
rios que completan y perfilan la silueta de don Lope. Para Ayala Tristana es «una
creación del delirio quijotesco de su progenitora, quien a través de sus preferen¬
cias literarias se identifica con una sociedad ideal que debiera superponerse a las
realidades del presente, y quiere simbolizarla en la criatura de sus entrañas. És¬
ta, Tristana, aparece así como proyección de una mente enferma, extraviada por
aquellos libros que volvieron loco a Alonso Quijano. A su vez, el protagonista,
conocido por don Lope de Sosa, es también un trasunto literario: viene a rellenar
por lo pronto la silueta que había trazado en hueco la famosa Cena Jocosa de
Baltasar del Alcázar- (1970, pp. 6-7). Novela que actúa como ente receptor de di¬
versas épocas y obras literarias, desde el mito de Tristán e Iseo hasta El burlador
de Sevilla. Fuentes que inciden en la estructura novelesca de Tristana. Relato,
por otro lado, configurado por un triángulo amoroso —Tristana, don Lope y
Horacio Díaz— que, al igual que Fortunata y Jacinta, es la clave de la acción
(G. Gullón, 1990, pp. 105-114).
340 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

tiendo de Tormento. El caso de Tristana y Amparo es análogo, con


la diferencia de que los seductores pertenecen a distintos contex¬
tos sociales; sin embargo las dos se enamoran después de seduci¬
das, surgiendo en ellas la necesidad de confesar su situación. A
partir de este instante las dos novelas toman rumbo distinto (1974,
pp. 106-107, pássim).
Novela analizada en función del narrador,43 de sus estructu¬
ras narrativas y su relación con la sonata (Chamberlin, 1984,
pp. 197-205), con el espacio (Anderson, 1985, pp. 61-76) y en
conexión con los lectores (internos y externos) (Pozzi, 1989, pp.
239-246). Igualmente la crítica se ha detenido en diversos aspec¬
tos que atañen tanto a la interpretación de la novela como a con¬
cretos pasajes de la misma. Destacan, por ejemplo, los referidos
al feminismo (Livingstone, 1972, pp. 93-100; Mayoral, 1973,
p. 28), al estudio de la ironía (Lowe, 1985, pp. 107-111) o violen¬
cia (Vilarós, 1993, pp. 121-137). Evidentemente el personaje Tris-
tana acapara la mayoría de los estudios, aunque no se prescinde
del análisis de aquellos que inciden en la heroína, como sucede
en el caso del pintor Horacio, cuya proyección artística provoca
el escapismo en la heroína. Como señala Alfieri, «el arte en Tris-
tana sirve para librar a la heroína de sí misma y de su tiránico
protector» (1968, p. 81). Escapismo, evasión e imaginación a través
de la influencia del arte (Valis, 1984, pp. 207-220; Chamberlin, 1985,
pp. 57-64). Mujer en definitiva analizada en función de su peculiar
comportamiento y en relación con los prejuicios sociales de la épo¬
ca (Sinnigen, 1976, pp. 279-291; Rosselli, 1982, pp. 151-189; Perci-
val, 1990, pp. 153-157; Andreu, 1990, pp. 305-309; Bordons, 1993,
pp. 471-487).

I;( Respecto a la figura del narrador en Tristana, Percival apunta que se tra¬
ta de un -personaje que forma parte del espacio novelesco. Está enterado de to¬
do lo que les pasó a los demás personajes y lo cuenta de una manera directa, iró¬
nica e incluso -—a veces— autoritaria. Es un cronista didáctico que revela sin más
ni más los móviles, las cualidades y la interna economía de los personajes. Nos
informa que “don Lope (...] estimulaba la fácil disposición de la joven para idea¬
lizar las cosas, para verlo todo no como es, o como nos conviene o nos gusta que
sea”. El narrador entonces descubre en Tristana tres tendencias que considera co¬
mo negativas, peligrosas: la idealización, la falsificación y el utopismo. Contra el
libre ejercicio del deseo, opone el poder de la historia, ¡a resistencia de lo real-
(1990, p. 152).
BENITO PÉREZ GALDÓS 341

6.9. Las últimas novelas: Novelas dramáticas. La loca déla casa,


El abuelo, Casandra, Nazarln, LLalma, Misericordia,
El cabauj.ro encantando, La razón déla slnrazón

Si descartamos Realidad, obra más compleja y en la cual la ac¬


ción gravita principalmente hacia lo novelesco, «La loca de la casa
es la primera creación dramática de Galdós o, mejor dicho, la pri¬
mera de lo que él llamó, no sin ironía, “este subgénero... producto
del cruzamiento de la Novela y el Teatro”» (Río, 1973, pp. 321-322).44
Obra que ha sido analizada en función de sus dos versiones, caren¬
cia de acotaciones y en relación con el resto de las novelas dramáti¬
cas del grupo. Novela que para un sector de la crítica no debe ser
nominada con el calificativo de dialogada, sino como obra teatral
destinada para la lectura (Elton, 1970-1971, pp. 586-607). Es eviden¬
te, como ya se ha señalado en páginas anteriores, la dificultad que
entraña clasificar el Corpus novelístico galdosiano, habida cuenta de
las numerosísimas matizaciones de diversa índole que subyacen en
el mismo. Aun así, el grupo de las llamadas novelas dramáticas e
idealistas refleja la última forma del novelar galdosiano.
La loca de la casa representa, con sus variantes y matices, siem¬
pre importantes y copiosos cuando se trata de un escritor tan com¬
plejo como Galdós, un modelo de simbolismo que «corresponde a
los años 1892-1897, es decir a los que van de La loca de la casa a
Misericordia pasando por Ángel Guerra y Nazarín-Halma, es de¬
cir el periodo durante el cual, a pesar de ciertos fallos accidentales,
Galdós se acerca a las cuestiones y a las almas religiosas con una
generosa equidad y con más notable penetración que en los tiem-

1 * Para A. del Río la narrativa galdosiana intenta buscar la armonía de los con¬
trarios. Sabe que la alternativa única es la revolución que destruye parte de la vida.
Su espíritu generoso quiere evitarla, pese a estar convencido de que es inevitable.
En el plano estético los deseos de conciliación se traducen en los ensayos de fundir
formas diversas: novela y drama; en el humano y psicológico quiere mostrar cómo
en la vida los seres más opuestos se complementan. Para el citado crítico lo -nuevo,
desde La loca de la casa, es que la ideología conciliadora de Galdós aparece ahora
más clara y que se supedita a ella la concepción y el desarrollo de la obra misma [...]
consideramos La loca de la casa como la obra de Galdós que presenta de una ma¬
nera más simple, casi cabría decir más artificial, el esfuerzo de nuestro gran novelista
por sugerir la posible conciliación de todas las antinomias. A través del drama de Vic¬
toria y de Cruz va a hacemos ver: primero, la lucha; después, la mutua atracción; y, por
último, la unión afectiva de los contrarios- (1973, pp. 324-325).
342 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

pos ya superados de Doña Perfecta y Gloria- (Ricard, 1970, pp.


234-235).45
La loca de la casa es para J. Casalduero la primera novela que ini¬
cia el ciclo Espiritualización de la materia. La materia sin el espíritu
(1974, pp. 111-114), aunque evidentemente no sea la primera obra
que inicia el ciclo de las novelas dialogadas o dramáticas. El éxito de
público que Galdós obtuvo con dicha obra le impulsó a continuar en
dicha línea. Un teatro de ideas, que se nutre, tal como señala Ruth E.
Lugo, de la realidad sociopolítica de su tiempo. Los problemas de los
protagonistas de Realidad, La loca de la casa, Electra, entre otros,
«son los mismos problemas políticos, sociales, económicos y religio¬
sos que afectan la vida de sus espectadores» (1990, p. 417).
El resto de las obras dramáticas apenas ha sido tenido en cuen¬
ta por la crítica. Novelas-dramas, novelas-teatro que rememoran te¬
mas ya desarrollados con anterioridad, como en el caso de Casan-
dra (Casalduero, 1983, pp. 444-445). Sólo El abuelo ha merecido
una mayor atención por parte de la crítica, a diferencia de La razón
de la sinrazón, ignorada y apenas citada por los estudiosos. Es evi¬
dente que dicha obra representa un notable retroceso con relación a
La desheredada y restantes obras del grupo, pues todo es arbitrario
en ella, aunque Galdós se afane por ofrecernos un tipo de novela
simbólica en torno a un ideal noble: la lucha de la verdad contra la
mentira y el triunfo definitivo de aquélla.
Respecto a El abuelo cabe señalar que ha sido analizada en fun¬
ción de las dos versiones. En la primera edición figura un prólogo de
sumo interés, pues plantea, entre otros aspectos, el problema de los
géneros literarios. Igualmente ha sido estudiada en correlación a las
dos versiones, apreciándose diversas matizaciones de contenido y es¬
tilo (Casalduero, 1974, pp. 237-238, pássim; Hernández Cabrera,

45 Del escrutinio que R. Ricard realiza sobre las posibles influencias literarias y
semejanzas con otros relatos se desprende algunos datos ya ofrecidos con anterio¬
ridad por el colector de las obras galdosianas —Sáinz de Robles— -[...1 semejanza
que existe entre el principal personaje masculino, Pepet Cruz, y el usurero Torque-
mada [...] Se trata de hombres groseros y hasta zafios, de humilde origen que alar¬
dean vanidosamente de llanos y de “Uanotes”, ávidos de dinero, que han ganado
una enorme fortuna con su trabajo y con su mañas, y que practican una indiferen¬
cia religiosa rayana en el ateísmo, hasta tal punto que una de las condiciones que se
les impondrá para su casamiento será una devoción a lo menos exterior (...) Seme¬
janza entre la Victoria de La loca de la casa y la Leré de Ángel Guerra, y otra seme¬
janza entre el mismo Ángel Guerra y el enamorado de Victoria, Daniel de Malavella-
(1970, pp. 221-222).
BENITO PÉREZ GALDÓS 343

1980, pp. 233-255).46 Obra que fue juzgada con detenimiento en los
principales periódicos de la época, considerada siempre como nove¬
la y drama de tesis (Hernández Cabrera, 1993, pp. 395-403). A través
del cotejo de las dos versiones la crítica ha analizado las diversas cir¬
cunstancias que inciden en el estilo y forma de describir los hechos,
percibiéndose el paso gradual de la novela dialogada al drama (Boo,
1977, pp. 42-56; Buchanan, 1986, pp. 121-135). Obra que nos pre¬
senta la emoción y el sentimiento de tres tiempos diferentes: el de la
Naturaleza, el de la Historia y el del Hombre. Un mundo de ficción
que representa la decadencia de la aristocracia como clase social y
como clase de gobierno (Casalduero, 1974, pp. 244-245, pássim).

6.9.1. Nazarín

Nazarín fue enjuiciada por Clarín como «novela picaresca del


misticismo», en estrecha conexión con las aventuras de don Quijote y
Gil Blas y «un dechado de observación exacta, sugestiva de riqueza
de conocimientos reales de la vida, de primera mano» (A. Sotelo,
1991a, p. 253). No le anduvo a la zaga en lo concerniente a los acier¬
tos de la obra el no menos sutil crítico Andrenio1,1 y, en época más re¬
ciente, la crítica especializada en la obra galdosiana. Los mayores

46 J. Casalduero señala, entre otras diferencias, las relativas a la escenificación de


la obra. Por ejemplo de la redacción larga de El abuelo a la escena se reducen persona¬
jes, se suprimen escenas y se percibe un cambio de orden de las mismas. Abreviación
de diálogos e eliminación de las descripciones informativas de la redacción larga. Por
su p>arte Hernández Cabrera añade a los ya apuntados p>or Casalduero los siguientes: la
acción dramática queda reducida casi exclusivamente al problema de la búsqueda de
la verdad; desaparición en el drama de cualquier alusión a la enseñanza oficial; ausen¬
cia, igualmente, de alusiones político-sociales en en el drama; la caricaturización de los
personajes es menos acentuada en el drama; el humor, presente en la obra narrativa,
desaparece en la obra de teatro; el estilo irónico y, en ocasiones, sarcástico está ausen¬
te en la adaptación teatral y la supresión de determinados diálogos en el drama mer¬
man la profundidad filosófica existente en la novela (1980, pp. 233-255).
r Andrenio considera la novela de Galdós como uno de los relatos más filosó¬
ficos y su asunto se presta singularmente a la meditación. Las concomitancias señala¬
das p>or Clarín están recogidas p>or Andrenio, aunque ampliadas y más circunscritas a
la influencia cervantina. El tono elogioso de la crítica emitida por Andrenio se perci¬
be a lo largo de su estudio:«Nazarín es una de las obras más originales del Sr. Pérez
Galdós y de las mejor concebidas. Sobre todo, es de admirar en ella el arte con que
están fundidos el elemento real de los personajes y del medio y la significación, ide¬
al y simbólica de aquéllos, de tal suerte, que aparecen a la vez símbolos y hombres,
símbolos p>or la significación general que descubre en ellos el pensamiento, hombre
p>or el colorido realista con que aparecen sus figuras ante el lector- (1918, p. 69).
344 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

aciertos se proyectan siempre hacia la figura del protagonista, Naza-


rín, creación maestra y espléndida (Ruiz Ramón, 1964, p. 194, pássim,
Palley, 1968, p. 194). La figura de Nazarín representa la reafirmación
del ente religioso como manera de ser del hombre en este mundo.
Nazarín, según Correa, da plena expresión al sentir trascendente con
su doctrina de la anulación del ser, la imitación de Jesucristo y la prác¬
tica efusiva del amor al prójimo. Personaje cuya espiritualidad encau¬
za el sentimiento religioso de los discípulos, y sirve de punto de re¬
ferencia, tangencial y humana, al objetivo final y mediato de la
divinidad. En su trayectoria individual se aproxima él mismo a la rea¬
lización del máximo ideal espiritual del Hombre (1974a, pp. 166-179).
Novela considerada como uno de los relatos más originales,
perfectamente ejecutado y estructurado (Parker, 1967, pp. 83-101;
Kronik, 1974, pp. 81-98; Goldman, 1974, pp. 99-112), pese a espe¬
cíficos defectos ya señalados por los estudiosos.48 Galdós crea una
novela «magistralmente estructurada con su estudio moral del
protagonista Nazarín y el narrador» (Bly, 1981, p. 286).49 Igualmen-

Ruiz Ramón tras señalar que Galdós ha creado una gran novela, pues nos ha
dejado un personaje inolvidable, reprocha a Galdós la falta de una meditación más
profunda sobre «el rico material contenido en Nazarín, profundizar el conflicto plante¬
ado entre el sacerdote y su mundo, adentrarse en la intimidad del personaje, historiar
a más hondo nivel el fracaso del “santo" en la sociedad contemporánea, eliminar todo
lo accesorio para que la novela se convierta en una creación de primera calidad- (1964,
pp. 194195). Kronik en su excelente trabajo sobre las estructuras dinámicas en Na¬
zarín señala, entre otros aspectos, lo siguiente: -La novela, por ser discursiva, es his¬
toria: una sucesión de acontecimientos. Una historia que es varias historias super¬
puestas da entrada a la simultaneidad y a la posibilidad del mito, que es un
movimiento simultáneo hacia el pasado y el futuro. El proceso de mitificación es
una manera de conquistar la restricción temporal que sufre la novela [...] Al tiempo
le sustituye un espacio. Y este espacio, que en la novela de Galdós ocupa Nazarín,
está circunscrito por una estructura dinámica que abarca, encierra y resume todas
las otras: un movimiento circular. Nazarín en total es circular en la trayectoria de su
acción: salida de Madrid y vuelta; búsqueda de la libertad y encuentro del encarce¬
lamiento. La novela se abre y se cierra con una indagación en el proceso creador. La
reanimación de viejos mitos religiosos y literarios es una forma de circularidad-
(1974, p. 95).
',y Para P. Bly los dos —protagonista y narrador— hacen gala de una -confianza
absoluta debida a un egoísmo fundamental, incapaces de rectificar su visión defor¬
madora de la realidad humana cuando se enfrentan con ella y que acaban por con¬
fundirse por completo, llegando a ser meras espectadores momificados de la vida [...]
lo que Galdós quería atacar en Nazarín, poniendo de manifiesto las causas esencial¬
mente morales de los errores cometidos por el narrador, el cura Nazarín y, posible¬
mente, por el lector: la soberbia u oigullo humano, base del egoísmo individual, vicio
contra el cual Galdós fulminaba tantas veces en sus novelas- (1981, pp. 286-287).
BENITO PEREZ GALDOS 345

te Nazarín ha sido considerado como el representante de la rebe¬


lión eclesial, que abandona la jerarquía eclesiástica para seguir el
ejemplo auténtico de Jesús (Carenas, 1974, pp. 107-120). Los pro¬
blemas que plantea Nazarín y su continuación —Halma— des¬
bordan el contexto religioso y el español en general, pues en di¬
chos relatos prima la reflexión sociológica y filosófica sobre el
mundo moderno y sobre el valor y la importancia del «individuo
dentro de un mundo en el que éste ve restringirse su libertad en
pro de normas generales» (Robín, 1990, p. 167). La novela ha sido
enjuiciada como una alegoría cristiana (Bowman, 1967, pp. 53-65;
Parker, 1967, pp. 83-100; Romero Tobar, 1995, pp. 471-482), un
compendio de la vida de Cristo, especialmente «desde la Oración
en el Huerto hasta que es llevado ante Poncio Pilatos, con episo¬
dios como los del buen ladrón» (Casalduero, 1974, p. 126). En tor¬
no al personaje de Nazarín el lector emite una serie de interro¬
gantes relativas a su identificación con Cristo, preguntas
interrelacionadas con el Evangelio, pues al partir del mismo será
posible «catalogar los rasgos esenciales de Nuestro Señor Jesucris¬
to y compararlos con el psicodrama de Nazarín» (Morón Arroyo,
1967, p. 66). Novela analizada y enjuiciada a través de lo expuesto
por la crítica y en función del texto galdosiano, percibiéndose una
serie de ambigüedades en torno a su protagonista, Nazarín, como
en el caso del estudio de Dendle que revisa y emite puntualizacio-
nes relativas a lo manifestado, especialmente, por Goldman y Mo¬
rón Arroyo (Dendle, 1974, pp. 113-121).

6.9.2. Halma

Respecto a Halma la crítica ha señalado que dicha novela y


Nazarín están íntimamente unidas, pues son «una novelación de
los dos primeros tomos de la Historía de los orígenes del cristianis¬
mo, de Renán: Vida de Jesús y Los apóstoles. Misericordia se aparta
de este esquema y presenta quizá lo que sería para Galdós la esen¬
cia del cristianismo (Morón, 1967, p. 67). Unión entre ambos rela¬
tos cuya identificación ha sido equiparada a la realizada por Cer¬
vantes, pues Halma. en el sentir de Clarín, «puede representar la
vuelta primera del Hidalgo Manchego a su casa y el reposo en que
a la fuerza tuvo que vivir, y la cordura con que hablaba en cuanto
no se tocaba a sus caballerías» (A. Sotelo, 1991, p. 258). Novelas
346 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

que suponen un cambio de rumbo en su trayectoria novelística,


pues subyace en ellas un vago esplritualismo proveniente de las te¬
orías de Lombroso y de Max Nordau (Senabre, 1987, p. 75, pás¬
sim). En Halma el amor se identifica con el culto religioso. La pur¬
gación ascética tiene como último objetivo el hacerse digno para la
conquista de la mujer amada (Correa, 1974 a, pp. 183-187).
Nazarín y Halma no sólo han sido enjuiciadas en relación con
el Quijote y los Evangelios, sino también, especialmente Halma,
con las Confesiones de San Agustín (Minter, 1978, pp. 73-97). El
simbolismo y el espacio novelesco son aspectos tratados, igual¬
mente, por la crítica (Varey, 1978, pp. 59-72; Cate-Arries, 1985, pp.
115-122).

6.93■ Misericordia

Misericordia es la realización espontánea y auténtica de la criatu¬


ra perfecta por el camino de la caridad. La antítesis de Torquemada
quien, impúdicamente, trata de comprar el cielo con limosnas calcu¬
ladas (Correa, 1974a, pp. 195-197, pássim). Novela cuyo argumento
se centra en motivos preferidos por Galdós: empobrecimiento de una
familia media adinerada, presencia del ciego y enamoramiento entre
personas de diferentes creencias religiosas. Un mundo en el que se
enfrentan dos contextos sociales de diversa procedencia: la pudien¬
te, la rica, y la miserable (Alien, 1968, pp. 35-47; Casalduero, 1974,
pp. 228-229, pássim; Barr, 1982, pp. 97-104; Bauer, 1992, pp. 235-
249). Novela antiburguesa (Rodríguez Puértolas, 1990, pp. 101-114)
analizada en función y en relación entre lo que llamamos novela e
historia en el sentido de un texto que cuenta un hecho de nuestra
realidad sociohistórica (Smith, 1990, pp. 235-240). La dualidad reali¬
dad-imaginación (Rodgers, 1986, pp. 187-194), sueño-creación, ha
sido motivo de atención por parte de la crítica, especialmente en lo
referente a don Romualdo, personaje inventado por Benina y que
existe en la propia realidad (Correa, 1974 a, pp. 211-215; Kirby,
1983, pp. 97-109). El autor implícito crea a Benina a través del texto
y Benina, igualmente, concibe y crea su personaje contándole a do¬
ña Paca la historia ficticia del padre Romualdo. Su transformación de
personaje ficticio en persona sociohistórica, ejemplifica, tal como ha
señalado Kronik, el tipo de ficción denominado metanovela. En el
propio texto novelesco se expone el proceso creativo de novelar
BENITO PÉREZ GALDÓS 347

(1981, p. 37-50). La aparición de don Romualdo constituye para la


crítica el punto central de Misericordia, pues gracias a su presen¬
cia se puede «estudiar como el narrador (el quien) y las técnicas
narrativas (el cómo) permiten que un fenómeno aparentemente
foráneo ocurra y se ajuste a la estructura novelística, sin violentar
en nada el ambiente “realista” creado por Galdós» (G. Gullón,
1976, pp. 117-118).
Misericordia, monumento cumbre de la técnica novelística de
Galdós (Entrambasaguas, 1972, p. 843), ha sido analizada en fun¬
ción de los recursos propios del realismo-naturalismo (M. López,
1980, pp. 57-68) y en relación con la vida de Cristo (Beardsley,
1970, pp. 39-58; Cohén, 1973, pp. 51-61) o en función de la cultu¬
ra y mundo social engarzados con la Iglesia católica aplicando la
crítica las teorías de Oswald Spengler (Ullman, 1992, pp. 321-339).
El análisis de las imágenes, especialmente las referidas a los anima¬
les (Lowe, 1982, pp. 85-88), la aplicación del precepto horaciano
deleitar-enseñar en Misericordia (Chamberlin, 1994, pp. 174-183),
y el estudio de los rasgos caricaturescos que figuran en las páginas
galdosianas que describe el contexto social de la iglesia de San Se¬
bastián (Smolen, 1980, pp. 63-67) constituyen motivos de especial
atención por parte de la crítica sobre la obra galdosiana. Evidente¬
mente no se puede prescindir de aquellos estudios que analizan
las fuentes literarias de Misericordia (Fraile, 1984, pp. 277-287),
especialmente las referidas a la novela Doña Francisca, el porten¬
to de la caridad, de Francisco Cutanda (Fradejas, 1953, pp. 319-
344) y Moros y cristianos de Rodrigo Soriano (Chamberlin, 1978,
pp. 105-109).'

6.9.4. El caballero encantado y La razón de la sinrazón

El caballero encantado y La razón de la sinrazón —relato ana¬


lizado en páginas anteriores y en relación con sus novelas dialoga¬
das— ponen punto final a la etapa novelística galdosiana. El caba¬
llero encantando presenta indudables concomitancias con el
Quijote y con obras clásicas de la literatura española, especialmen¬
te con Juan del Encina, La Celestina, El Lazarillo de Tormesy la pica¬
resca en general (Rodríguez Puértolas, 1977, pp. 29-32). Relatos de
gran calidad literaria, al igual que el resto de las novelas galdosianas
de estos años. Una época en la que se percibe la originalidad y afán
348 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

renovador y la fuerza creadora del anciano Galdós (Rodríguez Puér-


tolas, 1995, p. 519, pássim).
En El caballero encantado se muestran abundantes elementos
que relacionan la novela con el talante ideológico de la llamada
Generación del 98 (Correa, 1963, pp. 14-28; Rodríguez Puértolas,
1972, pp. 123-126; 1975, pp. 144-167; 1977a, pp. 35-38; Hac, 1977,
pp. 331-332; Bly, 1991, pp. 85-97). Novela —como bien indica F.
Ynduráin—, organizada sobre un artificio que se «sitúa en el plano
de lo fantástico simbólico (mejor que lo maravilloso) se apoya en
unos supuestos sociológicos de actualidad en el tiempo de la com¬
posición o muy poco antes» (1977, p. 248). La presión ejercida por
los caciques ha hecho posible que dicha novela haya sido definida
con el calificativo de novela del caciquismo (Rodríguez Puértolas,
1977, pp. 55-70). Novela de final abierto y enraizada en el mito de
Hesperia (Hac, 1977, pp. 332-335) que trata de mostrar al lector
una existencia falsa, cruel y egoísta en la que existen seres que só¬
lo piensan en satisfacer sus pasiones, bellaquerías o vicios a costa
del sacrificio de los más necesitados. Galdós, por arte de magia, ha¬
ce posible que esos personajes que maltratan vida y hacienda se
vean cara a cara con la realidad y, convertidos en gañanes o en
simples peones, aprendan con su trabajo lo inicuo de su anterior
proceder (Rubio Cremades, 1988, pp. 322-323, pássim).
Con La razón de la sinrazón se pone final al ciclo novelesco.
Galdós, anciano, ciego, con arteriesclerosis aguda y con la perma¬
nente amenaza de un ataque de uremia, sueña un mundo impreci¬
so y fantástico de rostros espantables, mansiones tenebrosas y lu¬
gares extraños.

6.10. Influencias literarias

6.10.1. Presencia e influencia de novelas y escritores españoles en


el corpus novelístico galdosiano

La incidencia de obras debidas a escritores españoles y ex¬


tranjeros en el corpus novelístico galdosiano es un rasgo de fácil
percepción en las investigaciones referidas a su obra. Tanto en
las monografías de conjunto, ediciones críticas y anotadas, como
en los estudios publicados en volúmenes colectivos o en revistas
especializadas se percibe con no poca asiduidad los precedentes
BENITO PÉREZ GALDÓS 349

literarios de las novelas galdosianas analizadas. De todo esta in¬


fluencia literaria la más sugestiva e interesante es la proveniente
de Cervantes. Desde una óptica general el lector puede consultar
los recientes artículos debidos a Gillespie (1992, pp. 77-102), Be-
nítez (1993, pp. 344-360) y Smith (1994, pp. 163-167). Desde una
óptica particular, circunscrita a una determinada novela, cabe se¬
ñalar los estudios dedicados a La desheredada (A. Rodríguez,
1985, pp. 19-23; Camináis, 1985, pp. 53-62), Ángel Guerra
(Dowdle, 1985, pp. 113-122) y Tristana (Goldin, 1985, pp. 97-
106). No faltan artículos dedicados a un específico personaje, co¬
mo el realizado sobre la figura de Ido del Sagrario (Smith, 1966,
pp. 47-50). Influencia cervantina que también se percibe en los
Episodios Nacionales como en los artículos publicados por Diana
P. de Avalle-Arce (1981, pp. 1.043-1 045) o D. F. Urey (1994, pp.
292-300).
Las concomitancias existentes entre las novelas galdosianas y
las debidas a novelistas españoles han sido establecidas, igualmen¬
te, por la crítica. Así, por ejemplo, el estudio de Doña Perfecta en
relación con Pepita Jiménez (Chamberlin, 1980, pp. 11-12), Los Pa¬
zos de Ulloa (Curry, 1990, pp. 39-48) y Camino de perfección (Na-
harro Calderón, 1990, pp. 438-445). Marianela ha sido analizada
en relación con W. Ayguals de Izco (Dendle, 1974, pp. 1-11). La no¬
vela La de Bungas ha sido estudiada y comparada con el peculiar es¬
tilo de Valle-Inclán (Bly, 1992, pp. 103-115). Tristana con Memorias
de un solterón, de E. Pardo Bazán (Bieder, 1976, pp. 93-109; Ordóñez,
1990, pp. 146-166) y Nazarín con Pereda —Peñas arriba— (Pa-
geaux, 1980, pp. 45-59 y Verdaguer (Boo, 1978, pp. 99-100). Res¬
pecto a los Episodios Nacionales la crítica ha establecido compara¬
ciones entre la figura de Gabriel Araceli y la obra literaria de Iriarte
(Miller, 1993, pp. 190-203) o con El Buscón de Quevedo [ Trafalgat]
(Gutiérrez Díaz, 1991, pp. 73-82).
Las relaciones literarias de Galdós con escritores de la época han
sido estudiadas en función de su vida y obra literaria. A los testimo¬
nios ya apuntados con anterioridad cabe señalar las relaciones con
V. Ruiz Aguilera (Brown, 1986, pp. 199-240), Azorín (Pérez López,
pp.305-315; Rubio Cremades, 1989, pp. 373-382), Valle-Inclán
(Ortiz Armengol, 1976, pp. 22-28; 1977, pp. 177-185; Iglesias Feijoo,
1981, pp. 79-104) y Baroja (Ángeles, 1963, pp. 49-64; J. Caro Baro-
ja, 1972, pp. 265-267; Belmonte, 1988, pp. 67-79; Ribbans, 1993,
pp. 165-174).
350 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

6.10.2. Influencias extranjeras

Respecto a la influencia de escritores extranjeros en la narra¬


tiva galdosiana la crítica ha insistido siempre en la incidencia de
la obra de Balzac. Las referencias bibliográficas remiten al lector
a las fechas de publicación de sus novelas. Incluso, las primeras
monografías sobre Galdós o estudios de la novela de la segunda
mitad del siglo xix inciden siempre en esta fuente literaria. El ma¬
terial noticioso publicado en volúmenes colectivos y revistas es¬
pecializadas es, igualmente, copioso. Así, por ejemplo, la inci¬
dencia de Eugenia Grandet en Doña Perfecta (Truel, 1976, pp.
105-115) y La Fontana de Oro (Jelelaty, 1977, pp. 357-366) o la
relación entre Louis Lambert y Maximiliano Rubín (Holmberg,
1978, pp. 119-136) y las fuentes literarias de Balzac en Miau (Pa-
radissis, 1972, pp. 444-452). El tratamiento de la frenología, mo¬
tivo de ilustre tradición literaria en el siglo xix, ha sido objeto de
comparación entre Le Pere Gorioty La desheredada (Krow, 1983,
pp. 7-14) y Torquemada en la hoguera y Torquemada en la cruz
han sido, por ejemplo, analizadas en comparación con Gobseck
(Fernández Cifuentes, 1982, pp. 71-84).
No menos significativa es la presencia de Flaubert en la novela
realista española y su incidencia en determinadas novelas galdo-
sianas (Smith, 1983, pp. 25-37; Valis, 1991, pp. 90-102; A. Rodrí¬
guez, 1992, pp. 25-29). Influencia de la literatura francesa canaliza¬
da también a través de Dickens y en función del episodio nacional
Mendizábal (Cardona, 1988, pp. 99-111) o en relación con su no¬
vela Rosalía (Willen, 1992, pp. 239-244). Chateaubriand, Diderot y
A. France figuran también en esta relación. El primero en función
del episodio Los cien mil hijos de San Luis (Letemendía, 1980, pp.
309-319); el segundo en función de su novela Marianela (Welling-
ton, 1977, pp. 558-569) y el tercero en relación con El amigo Manso
(Hafter, 1963, pp. 123-129). La presencia de Zola ha sido puntual¬
mente señalada no sólo en los estudios de conjunto, sino también
en publicaciones colectivas especializadas, como en el caso de los
trabajos debidos a L. López Jiménez (1985, pp. 202-207), C. Frank
—análisis comparativo de Fortunata y facinta con la foie de
vivre— (1991, pp.209-229) y P. Bly —incidencia de Zola y Dau-
det en Marianela, La desheredada y Fortunata y facinta—
(1992, pp. 210-215).
BENITO PÉREZ GALDÓS 351

El influjo de la literatura rusa en la narrativa galdosiana ha sido


señalada puntualmente por la crítica. Capítulo de influencias que
remite, especialmente, a la obra de Turgéniev, como los estudios
dedicados al análisis comparativo entre Tierras vírgenes y El Gran¬
de Oriente (Zviguilsky, 1989, pp. 347-351) y a las posibles
influencias de su narrativa en Doña Perfecta (Cardona, 1985,
pp. 201-216). Las obras de Pavlovski (González Herrán, 1988, pp.
83-105), Dostoievski (Ortiz-Armengol, 1990, pp. 123-132) y Tolstoy
(Turner, 1992, pp. 884-896) pueden ser tenidas en cuenta a la hora
de señalar ciertas influencias, como la incidencia del nihilismo, la
posible relación de Fortunata y Jacinta con Crimen y castigo o
Ana Karenina. La presencia de las letras europeas restantes es mí¬
nima. Cabe señalar los artículos dedicados al análisis comparativo
entre Gloria y Los novios de Manzoni (Wellington, 1981, pp. 289-
296) y la presencia de Goethe en determinados aspectos que sub¬
yacen en Fortunata y Jacinta (Chamberlin, 1986, pp. 443-455).

6.11. El lenguaje de la novela galdosiana

Entre los estudiosos de la obra galdosiana se evidencia un gran


interés por las variantes y préstamos idiomáticos del lenguaje. El con¬
junto de registros es en sumo grado rico y variado, pues se adecúa
perfectamente a la condición social del personaje —incluidos sus di¬
versos estados anímicos, profesiones, oficios y comportamientos en
general—. A través del lenguaje familiar (Andrade, 1964, pp. 27-33),
coloquial (Lassaletta, 1974) y sefardita (Lida, 1974, pp. 29-33) se per¬
cibe la gran variedad y riqueza de registros utilizados por Galdós en
la práctica totalidad de sus novelas (Senabre, 1998, pp. 133-139, pás-
sim). Incluso, la crítica ha analizado no sólo en función de diversos
matices, como los referentes a la ironía (Urey, 1982), primeras prue¬
bas de sus textos (Arencibia, 1987) o en función del lenguaje de la no¬
vela naturalista española (Sobejano, 1988, pp. 583-615).
El Corpus novelístico galdosiano ha sido analizado en función
del lenguaje, especialmente Fortunata y Jacinta. Registros socio-
lingüísticos, modalidades propias del Madrid urbano y popular,
modismos, neologismos, gitanismos y voces propias del lenguaje
de germanía se aúnan en un totum revolutum y dan vida a un mun¬
do de ficción plagado de aciertos (Gilman, 1961, pp. 542-560; J. A.
Fernández, 1978, pp. 111-119; Goldman, 1986, pp. 631-636; Ráfols,
35* PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

1990, pp. 469-486; Navarro-Adriaenses, 1994, pp. 127-134). Análisis


del lenguaje en función de la primera serie de los Episodios Na¬
cionales (Urey, 1992, pp. 1525-1533) o de la última serie, como el
estudio de Estébanez Calderón referido al lenguaje político galdo-
siano (1985, pp. 259-283). Respecto a las novelas cabe señalar la
importancia concedida por la crítica al lenguaje que da inicio al ci¬
clo denominado Las novelas españolas contemporáneas: La deshe¬
redada y Lo prohibido (Sobejano, 1988, pp. 583-615). Estudio del
lenguaje que concierne también a determinadas novelas, como
Miau (Cowes, 1984, pp. 219-227) y Misericordia (Lida, 1961, pp.
297-308). Las últimas novelas galdosianas, las denominadas por la
crítica novelas dramáticas o novelas dialogadas, han sido estudia¬
das, al igual que las anteriores, en función de los diversos registros
del lenguaje (Penas Varela, 1985, pp. 111-120).

6.12. Noticia bibliográfica

6.12.1. Ediciones

Obras Completas de Don Benito Pérez Galdós. Introducción, biografía, bi¬


bliografía, notas y censo de personajes galdosianos, por Federico Car¬
los Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar, 1941-1942. (Seis vols. Los tres pri¬
meros recogen los Episodios Nacionales; el cuarto y quinto las
novelas; el sexto, novelas, teatro y miscelánea].
Obras Completas. Novelas, Madrid, Aguilar, 1973 18 vols.]
Obras Completas, Madrid, Ediciones Turner (Biblioteca Castro), 1994.
Novelas y misceláneas. Novelas. Ángel Guerra, Tristana, La loca de la casa,
Nazarín, Halma, Misericordia, El Abuelo, Casandra, El caballero encan¬
tado, La razón de la sin razón. Miscelánea. Memoranda, Guía espiritual
de España (Madrid), Crónica de Madrid, Toledo (su historia y su leyen¬
da), Viajes y fantasías, Memorias de un desmemoriado. Introducciones
de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar, 1970.
Obras selectas. Introducción de Federico Carlos Sáinz de Robles, Barcelo¬
na, Ed. A.H.R., 1971.
Novelas Contemporáneas. Edición de Domingo Ynduráin, Madrid, Turner
(Biblioteca Castro), 1994.
La Fontana de Oro. Novela histórica, Madrid, Imprenta de La Guirnalda,
1870 [1885, 18921.
La Fontana de Oro. Novela histórica, Madrid, Imprenta de José Nogue¬
ra, 1871.
La Fontana de Oro, Leipzig, F. A. Brockhaus, 1972.
BENITO PÉREZ GALDÓS 353

La Fontana de Oro. Traducción de G. D. Michelis, Milano, Fratelli Treves,


1890.
La Fontana de Oro, El País [Madrid], 1 de marzo a 5 de agosto de 1901.
La Fontana de Oro, Madrid, Sucesores de Hernando, 1906 [1921],
ZolotojFontan. Traducción al ruso de V. V. Rahmánov, Leningrado, Gosli-
tizdat, 1937.
La Fontana de Oro, Buenos Aires, Losada, 1943-
La Fontana de Oro, Buenos Aires, Espasa Calpe Argentina (Colección Aus¬
tral), 1951.
La Fontana de Oro, Madrid, Aguilar (Colección Crisol), 1952.
Zlota Fontana. Traducción de Sofía Szleyen, Varsovia, P. I. W. Casa Edito¬
rial del Estado, 1961.
La Fontana de Oro, Madrid, Alianza Editorial, 1973 [1996 (13.*)].
La Fontana de Oro. Edición facsímil del manuscrito de 1868 y una edición
facsímil de la primera edición impresa. Estudio preliminar a cargo de
Pedro Ortiz Armengol, Madrid, Editorial Hernando, 1989-
La sombra, Revista de España, XVIII, 70, 71 y 72 (1871), pp. 269-292, 417-
439 y 601-623.
La sombra, Madrid, La Guirnalda, 1890.
La sombra, Madrid, Sucesores de Hernando, 1909.
La sombra. Edited by Rodolfo Cardona, University of Pittsburg, New York,
W. W. Norton & Company Inc., 1964.
El Audaz (Novela), Revista de España, XX, 79 y 80 (1871), pp. 436-458 y 598-
626; XXI, 81, 82, 83 y 84 (1871), pp. 110-148, 176-207, 341-364 y 480-
497; XXII, 85,86,87 y 88 (1871), pp. 96-104,252-271,410-439 y 561-593;
XXIII, 89 y 90 (1871), pp. 105-131 y 252-279.
El Audaz. Historia de un radical de antaño, Madrid, Imprenta de José No¬
guera, 1871.
El Audaz. Historia de un radical de antaño, Madrid, Imprenta de La Guir¬
nalda, 1885 11891 y 18951.
El Audaz. Historia de un radical de antaño, Madrid, Librería de los Suce¬
sores de Hernando, 1907 [1926].
El Audaz (Historia de un radical de antaño), Buenos Aires, Editorial Losa¬
da, 1950.
El Audaz. Historia de un radical de antaño. Notas preliminares de Federico
Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar (Colección Crisol), 1952.
El Audaz. Historia de un radical de antaño. Primera edición crítica prepara¬
da por Leonel-Antonio de la Cuesta [...] con una carta prólogo de Elias
Lynch Rivers [...], Montevideo, Ediciones Géminis, 1975.
El Audaz, Madrid, Alianza Editorial, 1986.
Doña Perfecta, Revista de España, XLIX, 194, 195 y 196 (1876), pp. 231-
268, 374-414 y 510-536; L, 197 y 198 (1876), pp. 49-71 y 224-226.
Doña Perfecta, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martí¬
nez, 1876.
354 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Doña Perfecta, Madrid, La Guirnalda, 1876 [1881, 1883, 1884].


Doña Perfecta. Translated by Clara Bell, New York, George Munro Publisher,
1883.
Doña Perfecta, Revue Internationale, II (1884), pp. 176-205, 289-325, 433-
464, 598-620, 760-795; III (1884), pp. 65-78, 170-187, 311-333. [Traduc¬
ción de Julien Lugol].
Doña Perfecta, Montevideo, Tipografía Pro Patria, 1885.
Doña Perfecta. Traduit par Julien Lugol, París, E. Girand et Cié. Editeurs, 1885.
Doña Perfecta, a tale of Modern Spain. Translated by D. P. N., London, Sa¬
muel Tinsley, 1886.
Doña Perfecta. Translation by Mary G. Serrano. Introduction by W. Dean Ho-
wells, New York, The Translation Publishing Company, 1895 [1923).
Fm Perfecta, Opaj af Frits Gigas, Kobenhavn, Wilhelm Prios Forlag, 1895-
Donna Perfetta, Milano, Fratelli Treves Editori, 1897.
Doña Perfecta. Introduction and Notes by A. R. Marsh, Boston, Ginn and
Company, 1897 [1919, 19251.
Doña Perfecta, Madrid, Tipografía Viuda e Hijos de Tello, 1899 [1902],
Doña Perfecta. With introduction, notes and vocabulary by Edwin Seelye Le-
wis, New York-Cincinnati, American Book Company [1903] -
Doña Perfecta. Traduit de l’espagnol par Julien Lugol, Madrid-Paris, Cosmo-
polis, 1904.
Doña Perfecta, Madrid, Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando),
1905 [1907, 1913, 1919, 1927, 1942, 1961, 1965, 1966],
Doña Perfecta, Stockholm, Fr. Skoglunds Forlag, 1916.
Doña Perfecta, Bucaresti, Editura Pentru Literatura Universala, 1918.
Donja Perfekta, Leningrado, Hud, Lit-ra, 1935.
Doña Perfecta. Traducción al checo por M. Nováková, Praha, Ustrední Knilh-
kupectiví a Nakladatelství, 1936.
Doña Perfecta. Preface by W. F. Byess, University of Tennessee, Boston,
D. C. Heath and Company, 1940.
Doña Perfecta, Buenos Aires, Editorial Losada, 1942.
Doña Perfecta, Buenos Aires, Joyas Literarias, s. a. [195-].
Doña Perfecta. Edited with introduction, notes and vocabulary by Paul Pa-
trick Rogers, Boston, Ginn and Co., 1950.
Doña Perfecta, Zagreb, Urednik Gustav Krklec. Zora. Drzavno Izdavacko
Produzece Hrvatske, 1952.
Donia Perfecta, Ksiaska i Wiedza, 1952.
Doña Perfecta, Buenos Aires, Editorial Tor, 1952.
Doña Perfecta. Introducción de Max Aub, México, Talleres de Edimex, 1958.
Doña Perfecta, London, John Calder, 1958.
Doña Perfecta, Budapest, Regény, Europa Kónyvkiadó,1958.
Doña Perfecta, Bratislava, Slovenské Vydavatel’stro Krásney Literatúry, 1959.
Doña Perfecta. Traducción de Eduard Hodousek. Prólogo de Ruena Grebo-
nícková, Praha, Mldá fronta, 1959.
BENITO PEREZ GALDOS 355

Doña Perfecta. Translated by Harriet de Onís, Great, Neck, N. Y. Barron’s


Educational Senes, 1960.
Doña Perfecta. Román traduit de l’espagnol par Roben Marrast. Introduc-
tion de María Pérez Galdós, preface de Max Aub, París, Les Editeurs
Franjáis Réunis, 1963-
Doña Perfecta, Moscú, Editorial -Enseñanza Superior», 1964.
Doña Perfecta. Prólogo de Herminio Almendros, La Habana, Editora del
Consejo Nacional de Cultura, 1965.
Doña Perfecta. Introduction and notes by Rodolfo Cardona, Published by
Dell Publishing Co., New York, 1965.
Doña Perfecta, México, Editorial Orion, 1966.
Doña Perfecta. Edición de Rodolfo Cardona, Madrid, Cátedra, 1982.
Doña Perfecta. Ed. John E. Varey, London, Grant and Cutler in association
with Tamesis, 1992.
Doña Perfecta, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (10.a ed.).
Gloria, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1877.
Gloria, London, Remington and Co., 1879.
Gloria, Berlín, Verlag von L. Schleiermacher, 1880.
Gloria, Madrid, Imprenta La Guirnalda, 1882 [1883,1884, 1886, 1890, 1896].
Gloria, New York, William S. Gottsberger Publisher, 1882 [18831-
Gloria, Dresden und Leipzig, Biersons Verlag, 1886.
Gloria, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello,
1901 [1904].
Gloria, Firenze, R. Bemporad and Figlio, Librai-Editori, 1901.
Gloria, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando), 1906 [1908,
1916, 1920, 1925, 1928, 1948, 19631.
Gloria, New York and London, The Century Co., 1927.
Gloria, Buenos Aires, Editorial Araujo, 1941.
Gloria, Buenos Aires, Editorial Losada, 1945.
Gloria, Madrid, Alianza Editorial, 1984 [1995 (3-*)l-
Marianela, Madrid, La Guirnalda, 1878 [1880, 1882, 1888, 1893, 1898,
18991.
Marianela, Bologna, Tip. Mareggiani, 1880.
Marianela, Ney York, William S. Gottsberger Publisher, 1883-
Marianela, París, Librairie Hachette et Cié., 1884.
Marianela, Revue Internationale, VII (1885) y en Les heures du Salón et de
l’Atelier, I (1886). [Traducción de Julien Lugol).
Marianela, Paris, Librairie des Publications, 1888.
Marianela, México, Tipografía de O. R. Spíndola y Compañía, 1888.
Marianela, Breslau, Auterhaltunsblatt, 1888.
Marianela, Chicago, A. C. McClurg and Company, 1892.
Marianela. Translated by Helen W. Lester, Chicago, A. C. McClurg and Co.,
1892.
Marianela, Buenos Aires, Biblioteca de La Nación, 1902.
356 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Marianela, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello,


1902.
Marianela, New York, W. R. Jenkins, 1903-
Marianela, Boston, D. C. Heath and Co., 1903-
Marianela, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1907 [1914, 1917,
1919, 1929, 1932, 1939,1940, 1943, 1960, 1965].
Marianela, Milano, Fratelli Treves, 1907.
Marianela, Bucaresti, Libraría Carmen-Sylva, 1918.
Marianela, Buenos Aires, Editorial Acmé, 1924.
Marianela, Buenos Aires, Taller Gráfico de L. Bemard, 1925.
Gli Occhi Unnidono [Marianela], Milano, Casa Editrice Pro Familia, 1925.
La Nela, Chicago, The University of Chicago Press, s. a., 1932.
Marianela, CbabelalBuenos Aires], II, 3 (1936), pp. 155-193-
Marianela, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1933-
Marianela, Buenos Aires, Espasa-Calpe (Colección Austral), 1937 [1938,1941,
1943, 1944, 1945, 1946, 1948,1949, 1950, 1951].
Marianela, París, Didier, 1949-
Marianela, Buenos Aires, Editorial Intermundo, 1950.
Marianela, Boston, Ginn and Co., 1951.
Marianela, Buenos Aires, Editorial Tor, 1950.
Marianela, Buenos Aires, Mundo Moderno, 1953-
Marianala. Introducción y notas por Rubén A. Benítez, Buenos Aires, Edi¬
ciones Troquel, 1957 [1958].
Marianela, Buenos Aires, Editorial Sopeña, 1951 [1957].
Marianela, Madrid, Nuevas Editoriales Reunidas, S. A., 1959.
Marianela. Selección, prólogo y notas de Fermín Estrella Gutiérrez, Buenos
Aires, Editorial Kapelusz, 1960.
Marianela. Edición de Joaquín Casalduero, Madrid, Cátedra, 1983-
Marianela. Edición de J. E. Varey and Deyermond, London, Grant and Cutler,
1988.
Marianela, Madrid, Grupo Anaya, 1995.
Marianela. Edición de Francesc Cardona, Barcelona, Edicomunicación, 1995.
Marianela, Madrid, J. L. Ediciones, 1995.
Marianela, Guatemala, Piedra Santa, 1995.
Marianela, Barcelona, Altaya, 1995.
Marianela, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (13 a ed.).
Marianela, Adapt. Esmeralda Varón, Madrid, Santillana, 1996.
La familia de León Roch, Madrid, La Guirnalda, 1978 [1879, 1884, 1888].
León Roch, Ijobenhaun, Andr. Schous Forlag, 1881.
La familia de León Roch, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e
Hijos de Tello, 1901.
La familia de León Roch, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando,
1908 [1920],
La familia de León Roch, Buenos Aires, Editorial Losada, 1948.
BENITO PÉREZ GALDÓS 357

Lafamilia de León Roch. Prólogo de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid,


Aguilar (Colección Crisol), 1951.
La familia de León Roch, Madrid, Alianza Editorial, 1972 [19% (7.a ed.)].
La Desheredada, Madrid, La Guirnalda, 1881 [1890].
La Desheredada, Madrid, Librería de Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Her¬
nando), 1909 [1932].
La Desheredada, Buenos Aires, Editorial Losada, 1944.
The Disenherited Lady, New York, Exposition Press, 1957.
La Deshereda, Madrid, Alianza Editorial, 1%7 [1995 (14.a ed.)].
La Deshereda. Edición de Enrique Miralles, Barcelona, Planeta, 1992.
El amigo Manso, Madrid, La Guirnalda, 1882 [1985, 18931-
El amigo Manso, París, Librairie Hachette et Cié., 1888.
FreundManso, Berlín, Verlag von Karl Siegismund, 1894.
El amigo Manso, Buenos Aires, Biblioteca de -La Nación», 1906.
El amigo Manso, Madrid, Librería de Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Her¬
nando), 1910.
El amigo Manso, Buenos Aires, Editorial Losada, 1939.
El amigo Manso. Nota preliminar de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid,
Aguilar, 1951.
El amigo Manso, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1954.
El amigo Manso, Bradies University, New York-Oxford University
Press, 1%3-
Amigo Manso, Suisse, Manesse Verlag, Conzett and Huber Zürich, 1964.
El amigo Manso, Madrid, Alianza Editorial, 1972.
OurFriendManso. Translated from the Spanish by Robert Russell, New York,
Columbia University Press, 1987.
El Doctor Centeno, Madrid, La Guirnalda, 1883 [1886, 1888].
El Doctor Centeno, Madrid, Tipografía de la Viuda e Hijos de Tello, 1883 [1905,
1942],
El Doctor Centeno, Madrid, Alianza Editorial, 1985.
Tormento, Madrid, La Guirnalda, 1884 [1885, 1888].
Tormento, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906 [19331.
Tormento, Buenos Aires, Editorial Losada, 1945-
Tormento, Madrid, Aguilar [Imprenta Marto] (Colección Crisol), 1952.
Tormento, London, Weidenfield and Nicholson, 1952.
Torment, New York, Farrar, Strauss and Young, 1953-
Tormento. Nota preliminar de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Agui¬
lar, 1%2.
Tormento. Edición a cargo de M. Barbera Quiles, Valencia, Barbera, 1995.
Tormento, Madrid, Alianza Editorial, 1968 [19% (25.a ed.)[.
La de Bringas, Madrid, La Guirnalda, 1884.
La de Bringas, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando), 1906
[1933, 1952, 19631.
La de Bringas, Buenos Aires, Empresa Editora «Joyas Literarias», 1925.
35« PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La de Bungas, Buenos Aires, Editorial Losada, 1945.


La de Bungas, New York, Farrar Straus and Young Inc., 1952.
La de Bungas, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1954.
Benito Pérez Galdós. The Spendthrifts. Printed in Great Britain by Richard
Clay and Company, Ltd., Bungay, Suffolk, 1962.
La de Bungas. Edited by Ricardo Gullón. University of Texas, Prentice-
Hall, Inc. Englewood Cliffs, New Jersey, 1967.
La de Bungas. Edited by P. Bly, London, Grant and Cutler, 1981.
La de Bungas. Edición de Blanco Aguinaga y Aida Blanco, Madrid, Cáte¬
dra, 1985 (3.a ed.).
Fortunata y Jacinta (Dos Historias de Casadas), Madrid, La Guirnalda,
1887. '
Fortunata y Jacinta (Dos historias de casadas), Madrid, Sucesores de Her¬
nando, 1916 [1928, 1944, 1955, 1958],
Fortunata e Giacinta. Storia di duedonne maritate, Firence, Adriano Sala-
mi, Editore, 1926.
Fortunata y Jacinta (Dos historias de casadas), Buenos Aires, Editorial Lo¬
sada, 1942 [1950, 19531.
Fortunata y Jacinta, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1951 -
Fortunata undJacinta. Zwei Geschichten von Ehefrauen, Manesse Verlag,
Conzett and Huber Zürich, 1961.
Fortunata y Jacinta. Edición de G. Ribbans, London, Grant and Cutler,
1977.
Fortunata y Jacinta. Estudio preliminar y notas de Pedro Ortiz de Ar-
mengol, Madrid, Hernando, 1979- [Edición conmemorativa del CL
aniversario de la fundación de la casa Editorial Hernando (1828-
1978)].
Fortunata y Jacinta, Madrid, Alianza Editorial, 1983 [1988 (2.a ed.)].
Fortunata y Jacinta. Edición de Francisco Caudet, Madrid, Cátedra, 1984.
Fortunata y Jacinta. Edición de Germán Gullón, Madrid, Taurus, 1986.
Fortunata and Jacinta. Two Stories of Married Women. Trans. Agnes
Moncy Gullón, Athens University of Georgia Press, 1986.
Fortunata y Jacinta. Edición de R. López Aranda, Santander, Tantín, 1993.
Fortunata y Jacinta. Edición, introducción y notas de Adolfo y M.a Luisa
Sotelo Vázquez, Barcelona, Planeta, 1993.
Fortunata y Jacinta, Barcelona, Orbis, 1994.
Lo Prohibido, Madrid, La Guirnalda, 1885.
Lo Prohibido, México, Imprenta y Litografía de Ireneo Paz, 1886.
Lo Prohibido, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Suc.), 1906 [1935].
Lo Prohibido, Buenos Aires, Editorial Losada, 1947.
Lo Prohibido, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1951.
Lo Prohibido. Edición, introducción y notas de José F. Montesinos, Madrid,
Castalia, 1971.
Lo Prohibido, Madrid, Onix, 1992.
BENITO PÉREZ GALDÓS 359

Miau, Madrid, La Guirnalda, 1888.


Miau, Madrid, Librería de Perlado, Páez y Cía. (Suc. de Hernando), 1907
[1935, 1988],
Miau, Buenos Aires, Editorial Losada, 1946.
Miau, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1951.
Miau. Nota preliminar de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar
(Colección Crisol), 1952.
Miau. Edición, estudio preliminar y bibliografía por Ricardo Gullón, Edi¬
ciones de la Universidad de Puerto Rico, Revista de Occidente, 1957.
Miau, en Las diez mejores novelas españolas. Selección de Félix Ros. Prólo¬
go de Fernando Gutiérrez, Barcelona, Editorial AHR, 1959.
Miau, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1960.
Miau, Hamburg, Maximilian-Gessellschaft, 1960.
Miau, London, Methuen and Co. Ltd., 1963-
Miau. Edited byj. M. Cohén, Baltimore, Penguin, 1963 [Harmondsworth
Penguin Classic, 1963; Chester Spring Dufour Editions, 1965].
Miau. Edición de J. Marey, París, Les Éditeurs Franjáis Réunis, 1968.
Miau, La Habana, Ed. Arte y Literatura, 1977.
Miau, Ed. R. G. Groeneboer, Utrecht, Spectrum, 1979.
Miau. Edición de R. Gullón, Madrid, Alianza Editorial [Biblioteca Pérez Gal-
dós], 1997.
Miau. Edited by Edward R. Mulvihill and Roberto Sánchez, New York, Ox¬
ford University Press, 1970.
Miau, Barcelona-Madrid, Salvat-Alianza Editorial, 1971 [1996 (14.a ed.)].
Miau. Edición de Robert J. Weber, Barcelona, Labor, 1973 [1991].
Miau. Prólogo y álbum de Andrés Trapiello, Madrid, Alianza Editorial [Bi¬
blioteca Aniversario], 1997.
La Incógnita, Madrid, La Guirnalda, 1889.
La Incógnita, México, Imprenta de Ireneo Paz, 1889.
La Incógnita, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando), 1906.
La Incógnita, Buenos Aires, Editorial Losada, 1944.
La Incógnita. Nota preliminar de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid,
Aguilar (Colección Crisol), 1953 [19631-
La Incógnita. Edición de Ricardo Gullón, Madrid, Taurus, 1976.
The Unknown. Edited by Karen Austin, Lewiston, Edwin Mellen, 1992.
Torquemada en la Hoguera, en La España Moderna, 2-3 (febrero-marzo,
1889), pp. 5-35 y 5-47.
Torquemada en la Hoguera, Madrid, La Guirnalda, 1989.
Torquemada, Kobenhavn Kristiania, A Christiansens Forlag, MDCCCXC-
VIII.
Torquemada en la Hoguera, Madrid, Est. Tip. de la Viuda e Hijos de Tello,
1898.
Torquemada en la Hoguera, Madrid, Imprenta Alrededor del Mundo, 1918.
Torquemada en la Hoguera, Madrid, Librería Sucesores de Hernando, 1920.
360 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Torquemada en la Hoguera. Introducción y notas de Ángel del Río, New


York, Instituto de España en los Estados Unidos, 1932.
Torquemada en la Hoguera, Buenos Aires, Editorial Losada, 1946.
Torquemada en la Hoguera. Torquemada en la Cruz. Nota bibliográfica y
prólogo de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar (Colec¬
ción Crisol), s. a. [1951].
Torquemada en la Hoguera. Torquemada en la Cruz. Torquemada en el
Purgatorio. Torquemada y San Pedro, Moscú, Editora Nacional de Li¬
teratura Artística, 1958.
Torquemada en la Hoguera, en Representative Spanish. Edited by
Walter T. Pattison, New York, Oxford University Press, 1963, II,
pp. 454-495.
Torquemada en la Hoguera. Ed. J. L. Brooks, Oxford, Pergamon, 1973.
Torquemada in the Fire. Translated by N. Round, Glasgow University,
1985.
Torquemada. Trans. Francés M. López Morillas, New York, Columbia Uni¬
versity Press, 1986.
Las novelas de Torquemada, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (13 a ed.).
Toquemada en la Hoguera, Madrid, Instituto Nacional de Estadística,
1996.
Realidad, Madrid, La Guirnalda, 1890.
Realidad, Madrid, Sucesores de Hernando, 1916.
Realidad. Novela en cinco jornadas, Buenos Aires, Editorial Losada, 1944.
Realidad. Nota preliminar de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid,
Aguilar (Colección Crisol), 1952 [1962],
Realidad. Edición e introducción de Ricardo Gullón, Madrid, Taurus, 1977.
Reality. Trans. and intr. By Karen Austin, Lewiston, Edwin Mellen, 1992.
Realidad. Edición de Ela Ma Martínez Umpiérrez, Las Palmas de Gran Ca¬
naria, 1997.
Ángel Guerra, Madrid, Administración de La Guirnalda, 1891.
Ángel Guerra, ElImparcial, 1891 [La primera entrega el 14 de marzo].
Ángel Guerra, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1951.
Ángel Guerra, Madrid, Lib. de los Suc. de Hernando, 1920 [1921, 1923,
1936, 1970],
Ángel Guerra, Madrid, Alianza Editorial, 1985 [1995 (4.* ed.)].
Ángel Guerra. Introd. M. Gordon and K. Austin, Lewiston, Edwin Mellen,
1990.
Tristana, Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1892.
Tristana, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1912.
Tristana, Buenos Aires, Editorial Losada, 1944.
Tristana. Translated from the Spanish by Selden Rose, New Hampshire,
Richard R. Smith Co., Inc., 1961.
Tristana. Introduction de Sari Lakhdari. Traduction de Suzane Raphael,
París, Flammarion, 1972.
BENITO PÉREZ CALDOS 361

Tristona, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (19 a ed.).


Torquemada en la Cruz, Madrid, Imprenta La Guirnalda, 1893.
Torquemada en la Cruz, Madrid, Sucesores de Hernando, 1916.
Torquemada en la Hoguera. Torquemada en la Cruz. Nota biográfica.
Prólogo de F. S. R., Madrid, Gráficas Dirección, s. a.
Torquemada en la Cruz, Buenos Aires, Editorial Losada, 1946.
La loca de la Casa, Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1893-
La loca de la Casa, Madrid, Tipografía de la Viuda e Hijos de Tello, 1905.
La loca de la Casa, Madrid, Los Contemporáneos, 1913-
La loca de la Casa (Novela dialogada), Barcelona, Eds. Favencia, 1971.
Torquemada en el Purgatorio, Madrid, Casa Editorial La Guirnalda, 1894.
Torquemada en el Purgatorio, Madrid, Librería de los Sucesores de Her¬
nando, 1920.
Torquemada en el Purgatorio, Buenos Aires, Editorial Losada, 1946.
Torquemada y San Pedro, Madrid, Imprenta La Guirnalda, 1895.
Torquemada y San Pedro, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernan¬
do, 1921.
Torquemada y San Pedro, Buenos Aires, Editorial Losada, 1946.
Nazarín, Madrid, Imprenta La Guirnalda, 1895.
Nazarín, Praha, Vilímek, 1897.
Sicut Christus [Nazarín], Prima versione italiana autorizzata dal’autore di
Gurido Rubbetti ejosé León Pagano, Firenze, G. Nerbini, Editore, 1902.
Nazarín, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1907 [19331-
Nazarín, El Liberal [Las Palmas de Gran Canaria]. Publicada en el Folletón
a partir del 9 de marzo de 1931.
Nazarín, Buenos Aires, Editorial Losada, 1943-
Nazarín. Récit Traduit de l’espagnol par Antoinette de Montmollin. Prefa¬
ce de Ventura Gassol, Neuchatel, 1948. [Existe una edición idéntica
publicada en París, Oreste Zeluck, Editeur].
Nazarín. Prólogo de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar (Co¬
lección Crisol), 1960.
Nazarín. Edición de Peter A. Bly, London, Grant and Cutler, 1991 -
Nazarín, Madrid, Alianza Editorial, 1995 (4.* ed.).
Halma, Madrid, Imprenta La Guirnalda, 1895-
Halma, Madrid-Buenos Aires, Biblioteca Hispano-Americana [s. imp.l, 1896.
Halma, Madrid, Sucesores de Hernando, 1913-
Halma, Buenos Aires, Editorial Losada, 1943-
Halma. Edición de José Luis Mora, Salamanca, Almar, 1979-
Misericordia, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de
Tello, 1897.
Misericordia, Buenos Aires, Clerici, Maucci and Restelli Editores, 1897.
Miséricorde. Román traduit de l’espagnol avec l’autorisation de l’auteur
par Maurice Bixio. Préface de Morel-Fatio, París, Librairie Hachette
et Cié., 1900.
362 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Misericordia. Por B. Pérez Galdós con un prefacio del Autor escrito espe¬
cialmente para esta edición, Thomas Nelson and Son Editores. Intro¬
ducción de Alfred Morel-Fatio, Edinburg, Imprenta de Nelson, s. a.
[1913]- [En el año 1913 se publicó una segunda edición y una última
sin fecha ni pie de imprenta].
Misericordia, Buenos Aires, Taller Gráfico de L. Bernard, 1923.
Zebráci /Misericordia/, Praha, Ustrední Delnické Knihkupectví a Naklada-
teltví, 1928.
Misericordia, Madrid, Hernando, 1932 [1956, 1964, 1967, 1992],
Misericordia, Buenos Aires, Ediciones Araujo, 1939.
Misericordia, Buenos Aires, Editorial Losada, 1943.
Misericordia, Madrid, Aguilar (Colección Crisol), 1945.
Misericordia, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., 1950.
Misericordia. A cura di Camillo Berra, Torino, Unione Tipográfico-Editrice
Torinense, 1954.
Misericordia, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Asutral), 1955.
Misericordia, Milano, Rizzoli-Editore, 1956.
Misericordia, París, Club Bibliophile de France, 1956.
Misericordia, en Las mejores novelas contemporáneas. 1(1895-1899). Se¬
lección y estudio de Joaquín de Entrambasaguas, con la colaboración
de Pilar Palomo, Barcelona, Editorial Planeta, 1957, pp. 869-1123.
Misericordia. Edited for College Students, with Introductions, Notes, Voca-
bulary, and Questions, by Ángel del Río, New York, Columbia Univer-
sity, and McKendree Petty, Colleges of St. Teresa Henry Holt and Com-
pany, Inc., 1958.
Misericordia, Leipzig, Dieterisch’schen Verlagsbuchhanddlung, 1962.
Compasión. Translated from the Spanish Misericordia by Toby Talbot,
New Yok, Frederick Ungar Publishing, 1962.
Misericordia, México, Orion, 1964.
Miséricorde. Román traduit de l’espagnol et préface par Pierre Guenoun,
Les Editeurs Franjáis Réunis, 1964.
Misericordia, México, Porrua, 1968.
Misericordia. Introduzione di Paola Pignata. Traduzione di Camillo Berra,
Torino, UTET, 1982.
Misericordia. Edición de Luciano García Lorenzo con la colaboración de
Carmen Menéndez Onrubia, Madrid, Cátedra, 1982.
Misericordia, Barcelona, Orbis, 1994.
Misericordia, Barcelona, Salvat, 1995.
Misericordia, Madrid, Grupo Anaya, 1995.
Misericordia, Barcelona, Círculo de Lectores, 1995.
Misericordia, Barcelona, P. M. Libros, 1995.
Misericordia, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (8.a ed.).
El Abuelo, El Imparcial, 13 de noviembre a 31 de diciembre de 1897.
El Abuelo (Novela en Cinco Jornadas), Madrid, Establecimiento Tipográfi-
BENITO PEREZ GALDOS 363

co de la Viuda e Hijos de Tello, 1897.


El Abuelo (Novela en cinco jornadas), Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Suce¬
sores de Hernando), 1912 [1924, 1928, 1940, 1945, 1956].
El Abuelo. Novela en cinco jornadas, Buenos Aires, Editorial Losada, 1945-
El Abuelo. Novela en cinco jornadas, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1953.
El Abuelo, Madrid, Alianza Editorial, 1986.
El Abuelo (Novela en cinco jornadas). Estudio del proceso de creación y
edición crítica, Clara Eugenia Hernández Cabrera. Prólogo de Ricardo
Senabre, Las Palmas, Cabildo Insular, 1993-
Casandra, novela en cinco jornadas, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Suce¬
sores de Hernando), 1905 [1906, 1926].
Casandra, El País, 1 de enero a 10 de marzo de 1909.
Casandra. Novela. Prólogo de Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid,
Aguilar (Colección Crisol), 1951.
Casandra, Barcelona, Favencia, 1973-
El Caballero encantado (Cuento Real ... inverosímil), Madrid, Perlado, Pá¬
ez y Cía. (Sucesores de Hernando), 1909.
El Caballero encantado (Cuento real... inverosímil, en El Liberal, 23 de no¬
viembre de 1909 a 6 de marzo de 1910.
El Caballero encantado, Moscú, 1940. [Ejemplar en la Casa-Museo Pérez
Galdós],
El Caballero encantado (Cuento real... inverosímil), Buenos Aires, Edito¬
rial Losada, 1946.
El Caballero encantado. Edición de Julio Rodríguez Puértolas, Madrid, Cá¬
tedra, 1977a [1979, 1982],
La Razón de la Sinrazón. Fábula teatral absolutamente inverosímil (Di¬
vídese en cuatro jornadas), Madrid, Sucesores de Hernando, 1915-
Rosalía. Edición de Alan E. Smith, Madrid, Cátedra, 1983-
Episodios Nacionales por B. Pérez Galdós. Edición ilustrada por D. Enrique
y D. Arturo Mélida, Madrid, Administración de La Guirnalda y Episo¬
dios Nacionales, 1882-1885.
Episodios Nacionales, por B. Pérez Galdós. Narrados a los niños por su bi¬
ja María Pérez Galdós, Madrid, Editorial Hernando (Coleción Hernan¬
do de Libros para la Juventud), 1948 [1949].
Episodios Nacionales. Introducción, biografía, bibliografía, notas y censo
de personajes por Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar,
1973 [1.a edición. 1* Reimpresión].
Episodios Nacionales, Madrid, Alianza Editorial, 1976.
Benito Pérez Galdós. Episodios Nacionales para uso de los niños, Las
Palmas, Exmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1978. [Introducción
a cargo de Alberto Navarro González y Alfonso Armas Ayala],
Episodios Nacionales, Barcelona, Nauta, 1991 (2.* ed.).
Episodios Nacionales, Santander, Campresa, 1993-
Episodios Nacionales, Madrid, Sape, 1993-1994.
364 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Trafalgar, Madrid, Imprenta dej. Noguera, 1873 [1874].


Trafalgar, Madrid, Imprenta y Litografía La Guirnalda, 1879 (1882, 18851-
Trafalgar. Transí, by Clara Bell, New York, William S. Gottsberger Publisher,
1884.
Trafalgar, Dresden und Leipzig, Verlag von Cari Reitzner, 1896.
Trafalgar, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello
[Sucesores de Hernando], 1901 [1904,1907, 1914,1927,1932,1934,1938,
1941,1943, 1957, 19631.
Trafalgar. Raconti di Pérez Galdós, Milano, Fratelli Treves, Editori, 1907.
Trafalgar by Benito Pérez Galdós. Edited with Notes and Introduction by F.
A. Kirpatrick, Cambridge at The University Press, 1921.
Trafalgar, Bielefeld und Leipzig, Velhagen und Klasing, 1925.
Trafalgar. Traducción de Giovanna Aita, Roma, Angelo Signorelli, 1963-
Trafalgar. Edición especial en homenaje a nuestro glorioso Ejército Popular
en la segunda guerra de la independencia de España, Madrid, Barcelo¬
na, Editorial Nuestro Pueblo, 1938.
Trafalgar. Adapted by Ramón Espinóla and Alden R. Hefler, New York, Ox¬
ford University Press, 1941.
Trafalgar, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., 1942.
Trafalgar. Prólogo de Rafael Alberto. Ilustraciones de Enrique y Arturo Méli-
da y B. Pérez Galdós, Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1944.
Trafalgar, Buenos Aires, Editorial Losada, 1945.
Trafalgar, Roma, Angelo Signorelli Editore, 1948.
L’Escadre Héroique, Paris, Club Bibliophile, 1952.
Trafalgar. Selección y notas de Fermín Estrella Gutiérrez, Buenos Aires, Edi¬
torial Kapelusz, 1953-
Trafalgar, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1959-
Trafalgar, México, Editorial Navarro-México, 1960.
Trafalgar, Roma, Editori Riuniti, 1961.
Trafalgar, Buenos Aires, Huemeul, 1965.
Trafalgar. Ed. de Julio Rodríguez Puértolas, Madrid, Cátedra, 1983-
Trafalgar, Madrid, Información y Revistas, S. A., 1992.
Trafalgar, Madrid, Grupo Anaya, 1994 (3.a ed.).
Trafalgar. Adapt. Sonia Chirú, Madrid, Edelsa, 1995.
Trafalgar. Ed. de Jorge Garza Castillo-L. Cardona Francesc, Barcelona, Edico-
municación, 1995.
Trafalgar. La Corte de Carlos TV. Estudio Preliminar de Geoffrey Ribbans. Edi¬
ción de Dolores Troncoso. Barcelona, Crítica (Grijalbo Mondadori),
1995.
Trafalgar, Barcelona, Círculo de Lectores, 1996.
Trafalgar, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (17.a ed.).
La Corte de Carlos TV, Madrid, Imprenta dej. Noguera a caigo de M. Martínez,
1873 [1874],
•Episodios Nacionales. El sí de las niñas-. La Guirnalda, 1 y 16 de julio de 1873.
BENITO PÉREZ GALDÓS 365

La Corte de Carlos IV, Madrid, Imprenta La Guirnalda, 1881 [1886],


The Court of Charles TV. A Romance of the Escorial. Traducción de Clara Bell,
New York, William S. Gottsberger, 1886.
La Corte de Carlos TV, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1891 -
La Corte de Carlos IV, San Petesburgo, A. Souviron, 1893-
La Corte de Carlos IV, Madrid, [Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hi¬
jos de Tello, Sucesores de Hernando], 1900 [1903,1907,1913,1927,1929,
1934, 1940, 1944],
La Corte de Carlos LV, Madrid-Barcelona, Editorial Nuestro Pueblo, 1938.
La Corte de Carlos IV, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
La Corte de Carlos LV. Prólogo de Guillermo de Torre, Buenos Aires, Pleamar,
1944.
La Corte de Carlos IV, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1952.
La Corte de Carlos IV, México, Editorial Navarro-México, 1960.
La Corte de Carlos IV, Madrid, Alianza Editorial, 1994 (10.a ed.).
Tra/algar. La Corte de CarlosIV. Estudio preliminar de Geoffrey Ribbans. Edi¬
ción de Dolores Troncoso, Barcelona, Crítica, 1995.
La Corte de Carlos IV, Barcelona, Círculo de Lectores, 1996.
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M.
Martínez, 1873 [1875]. '
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Madrid, La Guirnalda, 1873 [1884, 1887, 1891].
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España,
1891.
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Madrid, Tipografía de la Viuda e Hijos de Te¬
llo, 1898 [1902, 19051.
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Madrid, Perlado, Páez y Cía. [Imp. de los Suce¬
sores de Hernando], 1907 [1913, 1927, 1939, 1941, 1943,1961],
El dos de Mayo, Madrid, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1936.
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., s. a. [1942].
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo. Prólogo de Alejandro Casona. Ilustraciones de
Enrique y Artúro Mélida y B. Pérez Galdós, Buenos Aires, Pleamar, 1944.
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1952.
La RevoltefEl 19 de Marzo y el 2 de Mayo)'. Trad. Jean Bebelon, París, Club Bi-
bliophile de France, 1955-
El 2 de Mayo, Cuba, Editora Nacional de Cuba, 1962.
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Madrid, Alianza Editorial, 1985 [1996 (7.a ed.)].
El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, Barcelona, Círculo de Lectores, 1996.
Bailén, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martínez, 1873-
Bailén, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1876.
Bailén, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1882 [1888, 1896].
Bailén, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1891.
Bailén, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando), [Estableci¬
miento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello] 1906 [1912, 1927, 1929,
1935, 1939, 1941,1943, 1955,1961, 1966],
366 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Bailen, El País, 15 de abril a 22 de junio de 1908.


Bailón, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., 1942.
Bailón, Buenos Aires, Pleamar, 1944.
Bailón, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1952.
Bailón, Madrid, Alianza Editorial, 1995 (8.a ed.).
Bailón, Barcelona, Círculo de Lectores, 1996.
Napoleón en Chamartín, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martínez, 1874.
Napoleón en Chamartín, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1876.
Napoleón en Chamartín, Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1890.
Napoleón en Chamartín, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1891-
Napoleón en Chamartín, Madrid, [Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernan¬
do)]. [Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello], 1897,
1903,1907, 1914,1924, 1928, 1934,1939,1941], [Sucesores de Rivadeney-
ra, 1943,1957].
Napoleón en Chamartín, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., s. a. [1942].
Napoleón en Chamartín. Prólogo de Ángel Ossorio, Buenos Aires, Pleamar,
1945.
Napoleón en Chamartín, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral),
1952.
Napoleón en Chamartín, Madrid, Alianza Editorial, 1995 (5.a ed.).
Zaragoza, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martínez, 1873-
Zaragoza, Ellmparcial, 28 de octubre a 18 de noviembre de 1874.
Zaragoza, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1876.
Zaragoza, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1885 [1893].
Zaragoza, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1891.
Zaragoza, San Petesburgo, Imp. A. S. Souvorin, 1898.
Saragossa. Ed. Minna Caroline Smith, Little, Brown and Company, 1899.
Zaragoza, Madrid, [Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando), Estableci¬
miento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello], 1901, 1906, 1913, 1926,
1929,1934,1939,1941 [Rivadeneyra], 1943, 1960.
Zaragoza. Ed. John Van Home, Boston, New York, Ginn and Company, 1926.
Saragossa, Noskva, Zurgaz Ob’edinenie, 1938.
Zaragoza, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., s. a. [19431-
Zaragoza. Prólogo por María Teresa León, Buenos Aires, Pleamar, 1945.
Zaragoza, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1952.
Zaragoza, Moscú. Ediciones en Lengua Extranjeras, 1953-
Zaragoza, Budapest, Ostrona Tórtténelm Regény Mora Ferens Kónyvkiadó,
1954 [1957].
Zaragoza, Praha. Státní Nachadatelství, Frásné Literatúry, Hudby a Umení,
1955.
Zaragoza, Slovenské Vydavatelstvo Kránsnej Lityeratúry, 1964.
Zaragoza. Gerona. Cádiz, Barcelona, Círculo de Lectores, 1971.
Zaragoza. Estudio preliminar de Juan Ignacio Ferreras, Madrid, Editorial Her¬
nando, 1990.
BENITO PEREZ GALDOS 367

Zaragoza, Madrid, Alianza Editorial, 1995 (11.a ed.).


1

Gerona, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martínez, 1874.


Gerona, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1878 [1886, 1889).
Gerona, Madrid, [Sucesores de Hernando. Establecimiento Tipográfico de la
Viuda e Hijos de Tello], 1897 [1905, 1908, 1916, 1926, 1929, 1939, 1941,
1943, 19631.
Gerona, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1891.
Gerona, New York, The Hispanic Institute in the United States, s. a.
Gerona, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431.
Gerona, Milano, Valentino Bompiani, 1944.
Gerona. Prólogo de Rafael Alberti, Buenos Aires, Pleamar, 1945.
Gerona, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1952.
Gerona. Translation and Introduction S. J. Racz, Lewiston and Lampeter, Ed-
win Mellen Press, 1993-
Gerona, Madrid, Alianza Editorial, 1994 (7.a ed.).
Cádiz, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martínez, 1874.
Cádiz, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1878 [1886, 1890].
Cádiz, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1891.
Cádiz, Madrid, [Hernando. Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de
Tello], 1901 [1905,1908, 1910,1916,1926, 1929, 1939, 1941, 1944, 1961],
Cádiz, Buenos Aires, Editorial Losada, 1939-
Cádiz, Buenos Aires, Editorial Tor, S. R. L., s. a. [19431.
Cádiz. Prólogo de Rafael Alberti, Buenos Aires, Pleamar, 1945.
Cádiz, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1952.
Cádiz, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (7.a ed.).
Juan Martín el Empecinado, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M.
Martínez, 1874.
Juan Martín el Empecinado, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda,
1876 [18901.
Juan Martín el Empecinado, Madrid, [Hernando. Imprenta de la Viuda e Hijos
de Tello], 1902 [1905, 1908, 1916,1926, 1941, 19631-
•Guerrilleros» [Juan Martín el Empecinado], Ed. Xavier de Cardaillac, La Revue
de París, XI, 2 y 3 (1904), pp. 225-253 y 580-614.
Juan Martín el Empecinado, El País, 29 de junio al 12 de septiembre
de 1908.
Juan Martín el Empecinado. Ed. Paul Patrick Rogers, Stanford, Stanford Uni-
versity Press, 1929.
Juan Martín el Empecinado. Prólogo de Lorenzo Várela, Buenos Aires, Plea¬
mar, 1945.
Juan Martín el Empecinado, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral),
1953.
El Empecinado, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (6.a ed.).
La Batalla de los Arapiles, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Mar¬
tínez, 1875.
368 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La Batalla de losArapiles, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1878


[1886, 18891.
La Batalla de losArapiles, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1892.
La Batalla de los Arapiles. Ed. R. Ogden, Philadelphia, J. B. Lippincott, 1895.
La Batalla de los Arapiles, Madrid, [Hernando. Imprenta de la Viuda e Hijos
de Tello], 1903 [1907, 1915, 1926, 1934, 1941 [Rivadeneyra], 1944.
La Batalla de losArapiles. Ed. J. B. Rael, New York, Odyssey Press, 1941.
La Batalla de los Arapiles, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431.
La Batalla de los Arapiles. Prólogo de María Teresa León, Buenos Aires, Plea¬
mar, 1945.
La Batalla de los Arapiles, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral),
1952.
Bitwa Pod Arapilami, Tlumaczy: Zofia Szleyen, Kalina Wojciechowska Czy-
telnik, 1957.
La Batalla de los Arapiles, Madrid, Alianza Editorial, 1995 (4.a ed.).
El Equipaje del Rey José, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martí¬
nez, 1875.
El Equipaje del Rey José, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1882
[18921.
El Equipaje del ReyJosé, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1892.
El Equipaje del Rey José, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e
Hijos de Tello, 1899 [1908].
El Equipaje del Rey José, Madrid, Librería e Imprenta de los Sucesores de Her¬
nando, 1908 "[1923,1928, 1941, 19531.
El Equipaje del Rey José, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431-
El Equipaje del Rey José, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (5.a ed.).
Memorias de un cortesano de 1815, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo
de M. Martínez, 1875- s
Memorias de un cortesano de 1815, Madrid, Establecimiento Tipográfico de
la Viuda e Hijos de Tello, 1875.
Memorias de un cortesano de 1815, Madrid, Imprenta La Guirnalda, 1890.
Memorias de un cortesano de 1815, Montevideo, Imprenta a Vapor de La Es¬
paña, 1892.
Memorias de un cortersano de 1815, Madrid, Librería de los Sucesores de
Hernando, 1924 [1940,1941,19631.
Memorias de un cortesano de 1815, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431-
Memorias de un cortesano de 1815, Madrid, Alianza Editorial, 1977.
La Segunda Casaca, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1876.
La Segunda Casaca, Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1893-
La Segunda Casaca, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1892.
La Segunda Casaca, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos
de Tello, 1899.
La Segunda Casaca, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1909
[1941,19431.
BENITO PÉREZ GALDÓS 369

La Segunda Casaca, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431.


La Segunda Casaca, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (3.a ed.).
El Grande Oriente, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1876.
El Grande Oriente, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos
de Tello, 1876 [19031.
El Grande Oriente, Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1888 [18931-
El Grande Oriente, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1892.
El Grande Oriente, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1908
[1925,1929, 1941, 19431-
El Grande Oriente, Madrid, Alianza Editorial, 1992 (4.a ed.).
Siete de Julio, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1876.
Siete de Julio, Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1884 [1892].
Siete deJulio, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1892.
Siete de Julio, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Te¬
llo, 1899 [1904],
Siete de Julio, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando), 1906
[1916, 1922, 1928, 1934, 1941, 19431.
Siete de Julio, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431.
Siete de Julio, Madrid, Sape, 1993-
Siete de Julio, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (2.a ed.).
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1977.
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1892.
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España,
1893.
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viu¬
da e Hijos de Tello, 1899 (1904).
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de
Hernando), 1906.
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Madrid, Librería y Casa Editorial Hernando,
1928(1932, 1941, 1944, 1948, 19611.
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431.
Los Cien Mil Hijos de San Luis, Madrid, Alianza Editorial, 1987 (2.a ed.).
El Terror de 1824, Madrid, Imprenta de José María Pérez, 1877.
El Terror de 1824, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1884 [18921.
El Terror de 1824, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de
Tello, 1887.
El Terror de 1824, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España, 1893.
El Terror de 1824, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando),
1906(1916, 19221.
El Terror de 1824, Madrid, Hernando, 1929, [1941, 1944, 19631-
El Terror de 1824, Buenos Aires, Editorial Tor, s. a. [19431
El Terror de 1824, Madrid, Alianza Editorial, 1994 (3.a ed ).
Un Voluntario Realista, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda,
1878 [1887, 18921.
370 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Un Voluntario Realista, Montevideo, Imprenta a Vapor de La España,


1893.
Un Voluntario Realista, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda
de Tello, 1900.
Un Voluntario Realista, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Her¬
nando), 1906.
Un Voluntario Realista, Madrid, Hernando, 1917 [1923, 1929, 1940, 1941].
Un Voluntario Realista, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., s. a. [19431.
Un Voluntario Realista, Madrid, Alianza Editorial, 1977.
Los Apostólicos, Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1879
[18931.
Los Apostólicos, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos
de Tello, 1879.
Los Apostólicos, Madrid, Perlado, Páez y Cía. (Sucesores de Hernando),
1906.
Los Apostólicos, Madrid, Hernando, 1917 [1923, 1929, 1932, 1941, 1944).
Los Apostólicos, Madrid, Alianza Editorial, 1976.
Un faccioso más y algunos frailes menos, Madrid, Imprenta y Litografía
de La Guirnalda, 1879.
Un faccioso más y algunos frailes menos, Montevideo, Imprenta a Vapor
de La España, 1893-
Un faccioso más y algunos frailes menos, Madrid, Establecimiento Tipo¬
gráfico de la Viuda e Hijos de Tello, 1898.
Un faccioso más y algunos frailes menos, Madrid, Hernando, 1908 (1918,
1924, 1929, i941, 1944],
Un faccioso más y algunos frailes menos, Madrid, Alianza Editorial, 1977.
Zumalacárregui, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hi¬
jos de Tello, 1898.
Zumalacárregui, Madrid, Perlado, Páez y Cía. 1906.
Zumalacárregui, Madrid, Hernando, 1909 [1924, 1934, 1943, 1963).
Zumalacárregui, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., 1943.
Zumalacárregui. Edición, prólogo y notas de Yolanda Arencibia, Las
Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1990.
Zumalacárregui, Madrid, Alianza Editorial, 1996 (3 * ed.).
Mendizábal, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de
Tello, 1898 [1900, 1906].
Mendizábal, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
Mendizábal, Madrid, Hernando, 1922 [1929, 19431.
Mendizábal, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., 1943.
De Oñate a la Granja, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e
Hijos de Tello, 1898 [1900],
De Oñate a la Granja, Madrid, Hernando, 1907 [1925, 1930, 1941, 19431-
De Oñate a la Granja, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R.L., 1943-
De Oñate a la Granja, Madrid, Alianza Editorial, 1983 (2.a ed.).
BENITO PÉREZ GALDÓS 371

Luchana, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Te-


Uo, 1899 119001.
Luchana, Montevideo, Imprenta de El Siglo, 1899.
Luchana, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
Luchana, Madrid, Hernando, 1916 11922, 1941, 19431-
Luchana, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
La Campaña del Maestrazgo, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la
Viuda e Hijos de Tello, 1899 (19001.
La Campaña del Maestrazgo, Buenos Aires, Folletín de El Correo Espa¬
ñol, 1899-
La Campaña del Maestrazgo, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
La Campaña del Maestrazgo, Madrid, Hernando, 1917(1924, 1929, 1941,
19431.
La Campaña del Maestrazgo, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943-
Le Román de Soeur Marcela [La Campaña del Maestrazgo], París, Cal-
mann-Lévy, Editeurs, s. a.
La Campaña del Maestrazgo, Madrid, Alianza Editorial, 1984 (2.a ed.).
The Campaign of the Maestrazgo. Trans. Lila W. Guzmán, Wakefield,
Longwood Academic, 1990.
La Estafeta Romántica, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda
e Hijos de Tello, 1899 (19001.
La Estafeta Romántica, Madrid, Hernando, 1907 (1924, 1929, 1941, 19431.
La Estafeta Romántica, Madrid, Alianza Editorial, 1984 (2.a ed.).
Vergara, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Te¬
llo, 1899(19041.
Vergara, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
Vergara, Madrid, Hernando, 1929 (1941, 19431.
Vergara, Buenos Aires, Editorial Tor, S.R. L., 1943.
Vergara, Madrid, Alianza Editorial, 1985 (2.a ed.).
Montes de Oca, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos
de Tello, 1900 [1904].
Montes de Oca, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1907.
Montes de Oca, Madrid, Hernando, 1925 (1930, 1941],
Montes de Oca, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
Montes de Oca, Madrid, Alianza Editorial, 1995 (5.a ed.).
Los Ayacuchos, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos
de Tello, 1900.
Los Ayacuchos, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
Los Ayacuchos, Madrid, Hernando, 1924 11934, 1941, 19431
Los Ayacuchos, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943-
Los Ayacuchos, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
Bodas Reales, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de
Tello, 1900 (19031.
Bodas Reales, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1908.
372 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Bodas Reales, Madrid, Hernando, 1925 [1941, 19431-


Bodas Reales, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943-
Bodas Reales, Madrid, Alianza Editorial, 1985 (2.a ed.).
Las Tormentas del 48, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda
e Hijos de Tello, 1902.
Las Tormentas del 48, Madrid, Hernando, 1908 [1926, 1930, 1941],
Las Tormentas del 48, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943-
Las Tormentas del 48, Madrid, Alianza Editorial, 1985 (2.a ed.).
Narváez, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Te¬
llo, 1902.
Narváez, Buenos Aires, Folletín de El Correo Español, 1903-
Narváez, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
Narváez, Madrid, Hernando, 1917 [1922, 1929, 1941],
Narváez, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
Narváez, Madrid, Alianza Editorial, 1986.
Los Duendes de la camarilla, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la
Viuda e Hijos de Tello, 1903-
Los Duendes de la camarilla, Madrid, Hernando, 1908 [1925, 1941, 19431
Los Duendes de la camarilla, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
Los Duendes de la camarilla, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
La Revolución de Julio, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda
e Hijos de Tello, 1904.
La Revolución deJulio, Madrid, Hernando, 1909(1926, 1930, 1941, 19431.
La Revolución de Julio, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943-
La Revolución de Julio, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
ODonnell, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de
Tello, 1904 [19051.
O Donnell, Madrid, Hernando, 1909 [1927, 1931, 1941, 19431.
ODonnell, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943-
O Donnell, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
Aita Tettauen, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos
de Tello, 1905.
Aita Tettauen, Madrid, Hernando, 1917 [1925, 1930, 1941, 19431.
Aita Tettauen, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
Carlos VI en La Rápita, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la Viuda
e Hijos de Tello. 1905.
Carlos VI en La Rápita, Madrid, Hernando, 1925 [1930, 1941].
Carlos VI en La Rápita, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943-
Carlos VI en La Rápita, Madrid, Alianza Editorial, 1989 (2.a ed.).
La Vuelta al Mundo en la Numancia, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
La Vuelta al Mundo en la Numancia, Madrid, Hernando, 1926 [1931,
1941, 19441.
La Vuelta al Mundo en la Numancia, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
La Vuelta al Mundo en la Numancia, Madrid, Alianza Editorial, 1987 (2.a ed.).
BENITO PÉREZ GALDÓS 373

La Vuelta al Mundo en la Numancia. Edición, introducción y notas de


Carlos García Barrón, Madrid, Castalia, 1992.
Prim, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906.
Prim, Madrid, Hernando, 1910 [1925, 1930, 1941, 1943).
Prim, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
Prim, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
La de los tristes destinos, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1907.
La de los tristes destinos, Madrid, Hernando, 1929 [1941, 19431.
La de los tristes destinos, Buenos Aires, Editorial Tor, 1943.
La de los tristes destinos, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
España sin Rey, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1908.
España sin Rey, Madrid, Hernando, 1927 [1941, 19431.
España sin Rey, Madrid, Alianza Editorial, 1987.
España trágica, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1909.
España trágica, Madrid, Hernando, 1928 [1934, 1941, 19431-
España trágica, Buenos Aires, Editorial Tor, 1944.
Amadeo L, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1910.
Amadeo I, Madrid, Hernando, 1929 [1941, 19431.
Amadeo I, Buenos Aires, Editorial Tor, 1944.
La Primera República, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1911.
La Primera República, Madrid, Hernando, 1924 [1929, 1941, 1944].
La Primera República, Buenos Aires, Editorial Tor, 1944.
La Primera República, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
De Cartago a Sagunto, Madrid, Perlado Páez y Cía., 1911.
De Cartago a Sagunto, Madrid, Hernando, 1925 [1931, 1944].
De Cartago a Sagunto, Buenos Aires, Editorial Tor, 1944.
De Cartago a Sagunto, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).
Cánovas, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1912.
Cánovas, Hernando, 1929 [1941, 19431-
Cánovas, Buenos Aires, Editorial Tor, 1944.
Cánovas, Madrid, Alianza Editorial, 1986 (2.a ed.).

6.12.2. Manuscritos

Arencibia, Yolanda, La lengua de Galdós (Estudio sistemático de varian¬


tes en galeradas), Las Palmas, Gobierno de Canarias, Consejería de
Cultura y Deportes, 1987.
Boo, Matilde L., *El manuscrito de La de San Quintín», Anales Galdosia-
nos, XVIII (1983), pp. 125-130.
Cardona, Rodolfo, -El manuscrito de Doña Perfecta-, una descripción
preliminar-, Anales Galdosianos, 11 (1976), pp. 9-13-
374 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Condé, Lisa P., «The Adaption of Galdós’ Realidad for the stage. (A Pre-
liminary Manuscript Study)-, Anales Galdosianos, XXV (1990), pp.
35-43.
Entenza De Solare, Beatriz, «Sobre los manuscritos de La incógnita y
Realidad», Romanische Forschungen, XCVI, 4 (1984), pp. 430-435-
Entenza De Solare, Beatriz, «Manuscritos galdosianos», en Actas [1990],
pp. 149-161.
-, «Sobre el origen y la elaboración de Torquemada en la hoguera*,
en Actas [ 19931, pp. 393-400.
Ezama Gil, Ángeles, «El manuscrito de Celín —análisis crítico de un
cuento galdosiano», en Actas [1995], pp. 89-97.
Gil, José R., El manuscrito de «Doña Perfecta» de Benito Pérez Galdós,
Boston, University, 1984 [Tesis doctoral].
Hernández Cabrera, Clara Eugenia, «El manuscrito de El abuelo», en /le¬
ías [19931, pp- 171-185.
Hyman, Diane Beth, The -Fortunata y Jacinta- Manuscript of Benito Pé¬
rez Galdós. [Tesis Doctoral. Universidad de Harvard, 1972].
Jones, C. A., «Galdós’ Second Thoughts on Doña Perfecta», Modern
Languages Review, LIV (1959), pp. 570-573.
López Baralt, Mercedes, -Fortunata y Jacinta en gestación: de la ver¬
sión alpha a la versión beta del manuscrito galdosiano», Anales
Galdosianos, 22 (1987), pp. 11-24.
-, La gestación de -Fortunata y Jacinta-: Galdós y la novela como re-
escritura, Río Piedras, Huracán, 1992.
Márquez Villanueva, Francisco, «Notas sobre el manuscrito de Fortuna¬
ta y Jacinta-, enj. W. Kronik y H. S. Turner [1994], pp. 141-145.
Martínez Umpiérrez, Ela M.a, «Los manuscritos de Realidad-, en Ávila
[19891, pp. 61-67.
-,«Realidad: borrador», en Actas [19931, pp. 431-439.
Miller, Stephen, «The Montealegre Manuscript (1808-1809) and the First
Series of Episodios Nacionales-, Cuadernos Hispanoamericanos,
XIII, 1-2 (1991), pp. 7-20.
Pattison, Walter T., «The Manuscript of Gloria-, Anales Galdosianos, IV
(1969), pp. 55-61.
Ribbans, Geoffrey, «La personalidad de Maxi Rubín según el manuscri¬
to de Fortunata y Jacinta en Harvard», en Ávila [1989], pp. 591-597.
-, «The Making of a Minor Character: Galdós’ Plácido Estupiñá»,
Symposium, XLVI (1992), pp. 147-157.
Schnepf, Michael A., «The Naturalistic Content of the La desheredada
Manuscript», Anales Galdosianos, 24 (1989), pp. 53-59.
-, -Galdós’ La desheredada Manuscript: José Relimpio y Sastre», His-
pania, 100 (1990a), pp. 7-14.
-, «Galdós’s Tristona Manuscript: Don Lope Garrido», Romance No¬
tes, XXXI, 1 (1990b), pp. 11-18.
BENITO PÉREZ GALDÓS 375

Schnepf, Michael A., «From the Tristana Manuscript: Background Informa¬


tion to Galdós’ Realidad», Anales Galdosianos, XXV (1990c), pp. 91-94.
-, -Galdós’ La desheredada Manuscript: Isidora in the Prado Museum»,
Romance Quarterly, 37, 3 (1990d), pp. 321-329.
-, -Galdós’ La desheredada Manuscript: A Note on the Creation of Isi¬
dora Rufete», Romance Notes, 31, 3 (1991), pp. 245-250.
-, -The Manuscript of Galdós’ Tormento», Anales Galdosianos, XXVI
(1991), pp. 43-49.
-, -A Guide to the Manuscripts of Galdós’ Second Series of Episodios Na¬
cionales, Anales Galdosianos, XXVI (1991a), pp. 35-42.
-, «From the Manuscripts of Galdós’ Second Series of Episodios Na¬
cionales: On the Creation of Juan Bragas de Pipaón», Cuadernos His¬
panoamericanos, XIII, 1-2 (1991b), pp. 21-29.
-, -From Galdós’ La desheredada Manuscript: Male Characters in Transi-
tion-, Romance Quarterly, 39, 1 (1992), pp. 53-60.
-, -The Manuscript of Galdós’ Napoleón en Chamartín: An Initial Study»,
South Atlantic Review, LVIII, 1 (1993), pp. 1-16.
Smith, Alan, *Rosalía-, una novela inédita de Galdós. [Tesis Doctoral leída
en la Universidad de Harvard, 1981].
-, -Catálogo de los manuscritos de Benito Pérez Galdós en la Biblioteca
Nacional de España-, Anales Galdosianos, 20, 2 (1985), pp. 143-156.
Weber, Robert J., The ■Miau» Manuscript of Benito Pérez Galdós: A Critical
Study, Berkeley, University of California, 1964.
Whiston, James, The Early Stages of Composition of Galdós’ Lo Prohibido,
London, Tamesis, 1983.
-, -Las pruebas corregidas de Fortunata y Jacinta», Actas [19791, pp.
258-265.
Willem, Linda M., -Catálogo de los manuscritos de Galdós y de las galeradas
de sus obras en la Casa-Museo Pérez Galdós-, Anales Galdosianos, 21
(1986), pp. 247-249.

6.12.3. Epistolario

-Al portugués. El drama de Galdós-, España [Las Palmas de Gran Canaria),


8 de abril de 1901 [Reproduce una carta de Galdós y otra de Ramalho
Ortiga relativas al drama Electro],
Álamo, Néstor, «Una carta inédita de Galdós» [A Manuel Miranda], Fa¬
lange [Las Palmas de Gran Canaria], 6 de diciembre de 1942.
-, -La otra carta de Galdós», Falange, 22 de diciembre de 1942.
Alonso García, -Aportaciones a la biografía galdosiana a través de las cartas
de López Pinillos a Pérez Galdós: primera época-, en Actas [1995], pp.
157-164.
376 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Andreu, Alicia G., «Cartas entre Benito Pérez Galdós y Ricardo Palma*, Anales
Galdosianos, 20, 2 (1985), pp. 157-163.
Appendini, Guadalupe, «Tres cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a Benito
Pérez Galdós revelan el amor secreto que existió entre ellos*, ElExcelsior
[México], 14 de noviembre de 1971, pp. 1-2.
«Archivo Epistolar», La Torre [San Juan de Puerto Rico], II (1954), pp. 155-164.
[Dos cartas de Galdós a Atilano Lamela sobre el crimen de Fuencarral].
Armas Ayala, Alfonso, «Galdós y sus cartas», Papeles de Son Armadans, 40
(1966), pp. 9-36.
-, «Pérez Galdós y Pereda a través de sus cartas», en Actas [1977], pp. 23-
33.
-, Galdós. Lectura de una vida, Santa Cruz de Tenerife, Caja de Ahorros
de Canarias, 1989
[«Autógrafo de Galdós*], en Álbum de autógrafos propiedad de Presentación
Suárez de la Vega. Prólogo de Manuel Picar, Las Palmas de Gran Cana¬
na, Tipografía del Diario, 1910, p. 22.
[«Autógrafo de Galdós»], en el Álbum de Presentación Suárez, El Tribuno [Las
Palmas de Gran Canaria], 3 de enero de 1926.
Batlles Garrido, Adelina, «Cartas familiares. Relaciones entre su antigua aman¬
te Lorenza Cobian y su hija María. Material noticioso presentado por»,
Diario 16. Suplemento «Cultura», 22 de junio de 1986.
-, «Tres cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a Galdós», ínsula, 39, 447
(1984), p. 4.
Berkowitz, H. Chonon, Pérez Galdós. Spanish Liberal Crusader, Madison,
The University of Wisconsin Press, 1948.
Biblioteca Nacional de Madrid. Sección Manuscritos 22.325-1.29.
Blanquat, Josette, «Documentos galdosianos: 1912», Anales Galdosianos, III
(1968), pp. 143-150.
Boo, Matilde L., «Suplemento de las cartas desconocidas de Galdós
en La Prensa de Buenos Aires», Anales Galdosianos, 17 (1982),
pp. 117-127.
Bravo Villasante, Carmen, «Veintiocho cartas de Galdós a Pereda», Cuadernos
Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 9-51.
-, «Polémicas en torno a Galdós en la prensa de Santander. (La Atalaya
contra El Atlántico en 1893. La Atalaya contra El Cantábrico
en 1901»), Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971),
pp. 694-702.
-, Vida y obra de Emilia Pardo Bazán. Correspondencia amorosa con Pé¬
rez Galdós, Madrid, Ed. Magisterio Español, 1973.
-, Emilia Pardo Bazán. Cartas a Benito Pérez Galdós (1889-1890), Ma¬
drid, Tumer, 1975.
Brown, Reginald, «Una relación literaria y cordial: Benito Pérez Galdós y Ven¬
tura de la Vega», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXII (1986),
pp. 199-240.
BENITO PEREZ GALDOS 377

Cabré, Rosa, «Epistolario Benito Pérez Galdós-Josep Yxart», Miscel-lania


Pere Bohigas, Montserrat, Abadía, 1981-1983, pp. 187-215.
Cañizal, Luis, «Galdós y doña Emilia “ante Litteras". Conjeturas en torno
a Rosalía y Un viaje de novios*, Quaderni de Letterature Iberiche, IV
(1986), pp. 23-29.
«Carta a don Lorenzo Lapuyade», Ilustración de Canarias, I, 23 (31 de
mayo de 1883), p. 178.
■Carta a Beruete-, Apuntes, I, 3 (5 de abril de 1896), p. 8.
«Carta a León y Castillo», El Imparcial, 14 de julio de 1900.
■Carta de Galdós», Gente Nueva [Santa Cruz de Tenerife], 77 (1901), p. 5.
«Carta a don Emilio Thuiller», España [Las Palmas de Gran Canaria], 22
de enero de 1902.
•Carta de Pérez Galdós-, El País, 12 de febrero de 1912.
•Carta a don Fernando de León y Castillo», en Mis pasatiempos, por F. de
León y Castillo, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando,
1921, II, pp. 169-170.
«Carta. En memoria de León y Castillo. La velada de anteanoche», Diario
de Las Palmas, 21 y 22 de junio de 1918. [Reproducida en Discursos
Parlamentarios, de don Fernando León y Castillo, Las Palmas de
Gran Canaria, 1923, p. 431 y por Efebeah, «Don Benito y don Fer¬
nando. Apuntes para la historia», Diario de Las Palmas, 4 de enero
de 1924.
«Carta de Galdós a su hija María», Heraldo de Madrid, 16 de julio de
1927.
«Carta a Rubén Darío», en Alberto Ghiraldo, El Archivo de Rubén Darío,
Buenos Aires, Editorial Losada, 1943, p. 74.
■Carta a don Agustín Miralles Torres», El Eco de Canarias, 14 de mayo de
1967, p. 3.
■Cartas de Benito Pérez Galdós a Enrique García Velloso», Boletín de la
Academia Argentina de Letras, X (1942), pp. 115-119.
Coe, Ada M., «An Unpublished Letter from Pérez Galdós», Hispanic Re-
vieiv, XIV (1946), pp. 340-342.
Cossío, Manuel Bartolomé, «Galdós y Giner: una carta de Galdós», La
Lectura, XX (1920), p. 256.
Dendle, Brian J., Galdós y Murcia: Epistolario de Benito Pérez Galdós y
Alberto Sevilla Pérez, Murcia, Universidad de Murcia, 1987.
Doreste, Ventura, «Una carta inédita de Galdós», Teide, enero-febrero de
1957 [carta a Agustín Miralles Torres].
Doreste Silva, Luis, «Mi teatro en el recuerdo», El Eco de Canarias, 20 de
julio de 1967. [Una carta de Galdós a Fernando Díaz de Mendoza].
-, «En los ojos y la palabra de León y Castillo: la carta de Galdós», El
Eco de Canarias, 17 de octubre de 1968.
•Electra en Lisboa», Diario de Las Palmas, 6 de abril de 1901. [Transcrip¬
ción de una carta de Galdós y otra de Ramalho Ortigao].
378 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Etienvre, Fránjense, «Galdós en France avant Electra-, Notes sur les articles
critiques et les traductions. Lettres inedites de Galdós, Heredia et
Zola-, Bulletin Hispanique, 78 (1976), pp. 99-136.
Fernández Rodríguez-Avelló, Manuel, Juan Ochoa Betancourt, Oviedo,
Instituto de Estudios Asturianos, 1958, pp. 190-191.
Figueroa, Agustín, Epistolario de la Restauración, Madrid, Rialp, 1985, pp.
290-291.
Fox, Inman, -En torno a Mariucha-, Galdós en 1903*, Cuadernos Hispano¬
americanos, 250-252 (1970-1971), pp. 608-622.
Freire López, Ana María (ed.), Cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán, La
Coruña, Fundación "Pedro Barrió de la Maza, conde de Fenosa», 1991,
p. 109.
Fuentes, Víctor, Galdós demócrata y republicano (escritos y discursos
1907-1913), Santa Cruz de Tenerife, Ediciones del Cabildo Insular de
Gran Canaria y Universidad de La Laguna, 1982.
«Galdós en Barcelona», Diario de Las Palmas, 22 de agosto de 1903.
González Araúzo, Ángel, «Relaciones epistolares entre Maura y Galdós»,
Anales Galdosianos, IV (1969), pp. 113-117.
González Arias, Francisca, «Diario de un viaje: las cartas de Emilia Pardo
Bazán a Benito Pérez Galdós», en Kronik y Turner [1994], pp. 169-175-
Guimerá Peraza, Marcos, Maura y Galdós, Las Palmas, Cabildo Insular de
Gran Canaria, 1967.
Hernández Suárez, Manuel, Bibliografía de Galdós, Las Palmas, Cabildo
Insular de Gran Canaria, 1972, pp. 519-532.
Jongh, Elena M. de, «La Restauración y el 98 a través de unas cartas de Gal¬
dós, Unamuno, Azorín y Baroja», ínsula, 467 (1985), pp. 13-14.
López Jiménez, Luis, «Cartas a Galdós de profesores de español en Fran¬
cia», en Ávila [1989], pp. 189-196.
«Mariucha. Carta de Pérez Galdós», El Liberal, 17 de julio de 1903. [Repro¬
ducida en Las Efemérides (Las Palmas de Gran Canaria), 8 y 11 de
agosto de 1903.
Martínez Umpiérrez, Elsa M., «Epistolario. El problema de la transforma¬
ción de la novela en drama a través de algunas cartas de D. Benito», en
Actas [ 1977], pp. 106-117.
Menéndez Onrubia, Carmen, El dramaturgo y los actores. Epistolario de
Benito Pérez Galdós, María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza,
Madrid, CSIC, 1984.
Montesinos, José F., Galdós, Madrid, Castalia, 1969, II, pp. 275-278.
Narváez, M.4 Teresa, «Los amantes se escriben: las cartas de Emilia Pardo
Bazán y Benito Pérez Galdós», Revista de Estudios Hispánicos, 20
(1993), pp. 75-94.
Nuez Caballero, Sebastián de la, ínsula, 19, 216-217 (1964), p. 29.
-, «Cartas de Unamuno a Galdós», Papeles de Son Armadans, 37 (1965),
pp. 147-178.
BENITO PÉREZ GALDÓS 379

Nuez Caballero, «Unas cartas de Guimerá y Estévanez a su paisano don Be¬


nito Pérez Galdós-, Estudios Canarios, (1966), pp. 20-35.
-, y José Schraibman (eds.), Carias del archivo de Pérez Galdós, Ma¬
drid, Taurus, 1967.
-, -Correspondencia epistolar entre Galdós y Joaquín Malats-, en Ho¬
menaje a Elias Serra Rafols, Santa Cruz de Tenerife, Universidad de La
Laguna, IV, 1973, pp. 173-185.
-, «Correspondencia epistolar entre Maura y Galdós-, Anuario de Estu¬
dios Americanos, 20 (1974), pp. 613-668.
-, «Historia y testimonio epistolar de unas zarzuelas basadas en las
obras de Pérez Galdós-, Anuario de Estudios Atlánticos, XXVII (1981),
pp. 487-555.
-, «Los “ Episodios Nacionales ilustrados” (1881-1885) en el epistolario
entre Pérez Galdós y Arturo Mélida-, en Homenaje a José Manuel Ble-
cua, Barcelona, Gredos, 1983, pp. 479-495-
-, «Correspondencia epistolar entre Galdós y diez amigos canarios-,
Anuario de Estudios Atlánticos, 30 (1984), pp. 639-682.
-, -Marianela y los hermanos Álvarez Quintero: Epistolario», Anales
Galdosianos, 21 (1986), pp. 251-262.
-, «Las últimas novelas de Galdós a través de un epistolario amoroso-,
en Ávila [19891, pp. 205-216.
- (ed.), El último gran amor de Galdós. Cartas a Teodosia Gandarias
desde Santander (1907-1915), Santander, Ayuntamiento de Santander-
Ediciones de Librería Estudio, «Colección Prinillo-, 1993-
Ortega, Soledad (ed.), Cartas a Galdós, Madrid, Revista de Occidente, 1964.
Ortega Munilla, José, «Carta de Galdós a León y Castillo-, El Imparcial, 14
de julio de 1900.
Palma, Angélica, -Carta a Ricardo Palma-, en Ricardo Palma, Buenos Aires,
Ediciones Cóndor, 1933- [Reproducida en Schraibman, Hispanic Re-
view, XXXII (1964), pp. 65-68].
■Para socorrer a cinco niños víctimas de los terremotos de Italia-, ABC,
Núm. extraordinario de febrero de 1909-
Pattison, Walter T., «Two Women in the Life of Galdós», Anales Galdosia¬
nos, VIII (1973), pp. 23-31.
Pérez de la Dehesa, Rafael {ed), Joaquín Costa. Oligarquía y caciquismo.
Colectivismo agrario y otros escritos, Madrid, Alianza Editorial, 1967.
Porter, Phoebe, «La correspondencia de Benito Pérez Galdós con Teodosia
Gandarias-, Anales Galdosianos, XXVI (1991), pp. 57-78.
Ras, Matilde, «Una carta íntima de Galdós-, Mundo Hispánico, XVIII, 204
(1965), p. 80.
Ricard, Roben, «Canas a Galdós y canas de Galdós-, Anuario de Estudios
Atlánticos, 11 (1965), pp. 145-178.
-, «Cartas de Ricardo Ruiz Orsatti a Galdós acerca de Marruecos-, Ana¬
les Galdosianos, III (1968), pp. 99-117.
380 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Salomón, Noel, «A propósito de dos cartas inéditas de Justo Sierra a Benito


Pérez Galdós», Cuadernos Americanos, 215 (1977), pp. 106-123.
Schmidt, Ruth, Cartas entre dos amigos del teatro: Manuel Tolosa Latoury
Benito Pérez Galdós, Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1969-
Schraibman, Joseph, -Cartas de Manuel Tolosa Latour a Galdós», Museo Ca¬
nario, XXII-XXIII, 77-84 (1961-1962), pp. 171-186.
-, «Cartas inéditas de Galdós», Symposium, XVI (1962), pp. 115-121.
-, -Cartas inéditas de Pérez de Avala a Galdós», Hispanófila, VI, 117
(1963), pp. 83-103.
-, «An Unpublished Letter from Galdós to Ricardo Palma», Hispanic Re-
view, 32 (1964), pp. 65-68.
-, -Galdós y Unamuno», en Pensamiento y Letras en la España del siglo
xix, Madrid, Revista de Occidente, 1966, pp. 451-482
Shoemaker, William H., «Una amistad literaria: la correspondencia episto¬
lar entre Galdós y Narciso Oller», Boletín de la Real Academia de Bue¬
nas Letras, 30 (1963-1964), pp. 247-306.
-, «Cartas de Pereda a Galdós y ocho borradores», Boletín de la Biblio¬
teca de Menéndez Pelayo, 42 (1966), pp. 131-172.
-, Las cartas desconocidas de Galdós en -La Prensa» de Buenos Aires,
Madrid, E.C.H., 1973.
-, -Galdós’ Letters to Gerardo», Anales Galdosianos, 19 (1984), pp. 151-159-
Smith, Gilbert, -Galdós, Tristona, and Letters from Concha-Ruth Morell»,
Anales Galdosianos, 10 (1975), pp. 92-120.
Thomy, Michéle, Revue de Littérature Comparée, 49 (1975), pp. 623-630.
«Últimas cuartillas de Galdós, Las Mororanda-, La Esfera [Madrid], 10 de
enero de 1920.
-Una carta de Galdós», El País, 8 de abril de 1901.
«Una carta de Pérez Galdós», El Imparcial, 19 de junio de 1901. [Reprodu¬
cida en Diario de Las Palmas, 9 de julio de 1901].
«Una carta de Galdós», El Imparcial, 29 de diciembre de 1901.
«Una carta de Galdós. El último episodio. España trágica», El Liberal, 11 de
mayo de 1909-
«Una carta», El Liberal, 25 de noviembre de 1911
■Une lettre de Pérez Galdós», Le Petite Gironde, 25 de abril de 1915, p. 1.
Varela Hervías, Eulogio (ed.), Cartas a Mesonero Romanos, Madrid, Ayun¬
tamiento de Madrid, Publicaciones de la Sección de Cultura e Infor¬
mación, 1943.
Ximénez De Sandoval, Felipe, «Siete cartas de Galdós», Arriba, 24 de fe¬
brero de 1960
Zulueta, Carmen de, «Cartas a Navarro Ledesma», en Navarro Ledesma. El
hombreysu tiempo, Madrid, Ediciones Alfaguara, 1968, pp. 279-310.
-, Cartas sobre teatro (1893-1912), Madrid, Anales Galdosianos, 1982.
BENITO PÉREZ GALDÓS 38l

6.12.4. Repertorios bibliográficos

Bly, Peter A., *“Un trienio galdosiano”: A Critical Review of Books Publis-
hed on Galdós, 1977-79*, Anales Galdosianos, 16 (1981), pp. 107-117.
-, «“Un cuadrienio galdosiano”: An Omnibus Report of Books on Gal¬
dós Published between the years 1980 and 1983», Anales Galdosianos,
XX, 1 (1985), pp. 131-138.
-, «Bibliografía de Galdós», en Bly [1988], pp. 207-218.
Casalduero, Joaquín, «La crítica literaria y la socioeconomía galdosiana»,
Cuadernos Hispanoamericanos, 390 (1982), pp. 535-544.
Chamberlin, Vernon A., «Soviet Interest in the Works of Galdós (1940-80)»,
Anales Galdosianos, 17 (1982), pp. 109-115.
Cotarelo y Mori, Emilio, «Catálogo de obras de Galdós», Boletín de la Real
Academia Española, VIII (1920), pp. 150-157.
Entrambasaguas, Joaquín de, Las mejores novelas contemporáneas, Ma¬
drid, Planeta, 1957,1, pp. 862-868.
García Lorenzo, Luciano E., «Bibliografía galdosiana», Cuadernos Hispano¬
americanos, 250-252 (1970-1971), pp. 758-797.
Granata de Egues, Gladys, Galdós en Mendoza. Una bibliografía galdosia¬
na, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1995.
Gullón, Germán, «Crítica de la crítica sobre Galdós», en Willem [1993], pp.
314-333.
Hernández Suárez, Manuel, «Bibliografía», Anales Galdosianos, III (1968),
pp. 191-212.
-, «Bibliografía», Anales Galdosianos, IV (1969), pp. 127-152.
-, «Bibliografía», Anales Galdosianos, VI (1971), pp. 139-157.
-, Bibliografía de Galdós, Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria,
1972a.
-, «Bibliografía», Anales Galdosianos, VII (1972b), pp. 145-165-
-, «Bibliografía», Anales Galdosianos, IX, (1974), pp. 175-206.
Kronik, John W., «Benito Pérez Galdós», en Historia y Crítica de la Literatura
Española al cuidado de F. Rico. Romanticismo y Realismo. Primer Su¬
plemento, Barcelona, Crítica, 1994, pp. 287-332.
Nuez, Sebastián de la, Biblioteca y archivo de la Casa-Museo Pérez Galdós,
Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1990.
Percival, Anthony, «Contribución a una bibliografía de escritos biográficos re¬
ferentes a Galdós: 1870-1920», Otaiva-Hispánica, 2 (1980), pp. 83-101.
-, «Tendencias de la crítica sobre Galdós: 1870-1920», Anales Galdosia¬
nos, 19 (1984), pp. 61-67.
-, Galdós and His Critics, Toronto, University of Toronto, 1985.
-, «Recent Currents in Galdós Studies: Papers Given at Brimingham Gal¬
dós Colloquium-, en A. H. Clarke and E. J. Rodgers [1991], pp 179-219.
3^2. PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Ree, Heilette Van, -Bibliografía reciente sobre Benito Pérez Galdós (1990-
1993), ínsula, 561 (1993), pp. 18-19.
Río, Ángel del, «Trabajos recientes sobre Galdós», Revista Hispánica Mo¬
derna, XI (1945), pp. 52-56.
Rodríguez Puértolas, Julio, «Notas sobre los críticos de Galdós: ultramonta¬
nos, fascistas y modernos varios», en Actas 11990], II, pp. 209-225.
Ruiz-Fornells, Enrique, «Benito Pérez Galdós y la crítica norteamericana»,
Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 712-719.
Sackett, Theodore A., Pérez Galdós: An Annotated Bibliography, Al-
burquerque, University of New México, 1968.
Shoemaker, William H., «Lest We Forget “Zeda”, “Galdós” Fine Contempo-
raneous Critic», Hispania, 69 (1986), pp. 12-22.
Simón Díaz, José, Manual de bibliografía de la Literatura Española, Ma¬
drid, Gredos, 1980, pp. 685-701.
Torres, David, «A Review of H. C. Woodbridge’s Benito Pérez Galdós: A Se-
lective Annotated Bibliography», Anales Galdosianos, 11 (1976), pp.
1.31-133.
Varey, John. E., «Galdós in the Light of Recent Criticism», en J. E. Varey
[1970], pp. 1-35.
Woodbridge, Hensley C., «Benito Pérez Galdós: A Selected Annotated Bi¬
bliography», Hispania, LUI, 4 (1970), pp. 899-971.
-, Benito Pérez Galdós. A Selective Annotated Bibliography, Methuen,
Scarecrow, 1975.
-, -A Selective Annotated Bibliography of Doña Perfecta», Anales Gal¬
dosianos, 11 (1976), pp. 91-100.
-, «An Evalutation of Bibliografía de Galdós, 1 by Manuel Hernández
Suárez», Anales Galdosianos, 12 (1977), pp. 147-154.
Zavala, Iris M., «Romanticismo y Realismo», en Historia y Crítica de la Li¬
teratura Española, F. Rico (ed.), Barcelona, Editorial Crítica, 1982.

6.12.5. Volúmenes colectivos. Actas


— — homenajes.
Números monográficos

Arencibia, Yolanda y Escobar, M* del Prado (eds.), L’ortunata y Jacinta,


claves de lectura, Tenerife, Publicaciones de la Universidad de la La¬
guna, 1989-
-et al., Creación de una realidad fictica. Las novelas de Torquema-
da de Pérez Galdós, Madrid, Editorial Castalia, 1997.
Ávila Arellano, Julián (ed.), Galdós. Centenario de -Fortunata y Jacinta-
(1887-1987). Actas, Madrid, Facultad de Ciencias de la Información,
1989.
Bly, Peter (ed), Galdós y la historia, Ottawa, Dovehouse, 1988.
BENITO PÉREZ GALDÓS 383

Clarke, A. H. y Rodgers, E. J. (eds.), Galdos'House of Fiction: Papers Given


at Birmingham Galdós Colloquium, Llangrannog, Dolphin, 1991.
Critica Hispánica, XIII, 1-2 (1991), pp. 1-184.
Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971).
Filología, 28 (1995).
Gold, Hazel (ed.), The Reframing of Realism. Galdós and the Discourses of
the Nineteenth-Century Spanish Novel, Durham, Duke University
Press, 1993-
Goldman, Peter B. (ed.), Conflicting Realities: Four Readings of a Chapter
by Pérez Galdós, London, Tamesis, 1984.
Gullón, Germán (ed.), -Fortunata y Jacinta- de Benito Pérez Galdós, Ma¬
drid, Taurus, 1986.
ínsula, 561 (Septiembre, 1993).
Kentucky Romance Quarterly, XXXI, 2 (1984), pp. 115-240.
Kronik, John W. y Turner, Harriet S. (eds.), Textos y Contextos de Galdós.
Actas del Simposio Centenario de-Fortunata yJacinta-, Madrid, Casta¬
lia, 1994.
La Torre, II, 6 (1988), pp. 241-437.
Labanyi, Jo (ed.), Galdós, London, Longman, 1992.
Letras de Deusto, 6 (julio-diciembre, 1974).
Madrid en Galdós. Galdós en Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid,
1988.
Rodríguez Puértolas, Julio (ed.), Galdós en el centenario de -Fortunata y
Jacinta-, Palma de Mallorca, Prensa Universitaria, 1989.
Rogers, Douglass M. (ed.), Benito Pérez Galdós, Madrid, Taurus, 1973-
Rumbos, 13-14 (Noviembre, 1995).
Santa, Ángels (ed.), Benito Pérez Galdós. Homenatge a Víctor Siurana,
Lleida, Edicions de la Universitat de Lleida, Col.lecció “El Fil d’Ariad-
na-, 1997.
Siglo xix, 1 (1995), pp. 193-244.
Symposium (1970) [Núm. extraordinario dedicado a Galdós].
Varey, John. E. (ed.), Galdós Studies, London, Tamesis, 1970.
W.AA., Actas del I Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, Las
Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1977.
-, Actas del II Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, Las Pal¬
mas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979-1980.
-, Actas del III Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, Las
Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1990.
-, Actas del IV Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, Las
Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1993-
-, Actas del V Congrso Internacional de Estudios Galdosianos, Las Pal¬
mas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1995.
-, Anales Galdosianos, Rodolfo Cardona (1966-1985), John Kronik
(1985-1990), Peter A. Bly (1991 y ss) (eds.).
384 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Weber, Roben J. (ed.), Galdós Studies, London, Tamesis Books, 1974.


Willem, Linda M. (ed.), A Sesquicentennial Tribute to Galdós 1843-1993,
Newark, Juan de la Cuesta, 1993-

6.12.6. Bibliografía

Acosta de Hess, Josefina, Galdós y la novela del adulterio, Madrid, Pliegos,


1988.
Aldaraca, Bridget, -The Revolution of 1868 and the Rebellion of Rosalía
Bringas-, Anales Galdosianos, XVIII (1983), pp. 49-60.
-, * Tormento-, la moral burguesa y la privatización de la virtud-, en Al¬
daraca, Baker y Beverley (eds.), Texto y Sociedad: problemas de histo¬
ria literaria, Amsterdam, Rodopi, 1990, pp. 215-229-
-, Edward Baker y John Beverly (eds.), Texto y sociedad: problemas de
historia literaria, Amsterdam, Rodopi, 1990.
Alfaro, Gustavo A., -Religious Symbolism in Galdós’ Donna Perfecta: Pepe
Rey’s Passion», Revista de Estudios Hispánicos, 14, 1 (1980), pp. 75-83.
Alfieri, J. J., »E1 arte pictórico en las novelas de Galdós», Anales Galdosia¬
nos, 3 (1968), pp. 79-86.
-, “Images of the “Sacra familia” in Galdós’ Novéis-, Hispanófila, 74
(1982), pp. 25-40.
Alonso, Amado, -Lo español y lo universal en Galdós-, en Materia y forma
en poesía, Madrid, Gredos, 1965, pp. 201-221.
Alonso, Corina, Galdós y los novelistas del 98, Las Palmas, Cabildo Insular
de Gran Canaria, 1990.
Alvar López, Manuel, -Novela y teatro en Galdós-, en Estudios y ensayos de li¬
teratura contemporánea, Madrid, Gredos, 1971, pp. 52-110.
-, -La ópera “Zaragoza” y Galdós (Comentarios y documentos)*, en Ac¬
tos [1977], pp. 421-461.
Álvarez Pérez, Guzmán, -Nuevo asedio a Marianela-, Actas [1990], II, pp. 9-18.
Alien, Rupert C., -Pobreza y neurosis en Misericordia, de Pérez Galdós-,
Hispanófila, 3 (1968), pp. 35-47.
Anderson, Farris, Espacio urbano y novela: Madrid en -Fortunata y Jacin¬
ta-, Madrid, Porrúa, 1985.
-, -Ellipsis and Space in Tris tana-, Anales Galdosianos, XX, 2 (1985),
pp. 61-76.
-, -Madrid y el espacio de Miau-, Cuadernos Hispanoamericanos, 521
(1993), pp. 23-36.
Andrade-Alfieri, Graciela y Alfieri, J. J. -El lenguaje familiar de Pérez Gal¬
dós-, Hispanófila, 22 (1964), pp. 27-73.
Andreu, A., -La cruz del olivar por Faustina Sáez de Melgar: un modelo li¬
terario en la vida de Isidora Rufete-, Anales Galdosianos, XIV (1980),
pp. 1-68.
BENITO PÉREZ GALDÓS 385

Andreu, A., Galdósy la literatura popular, Madrid, SGEL, 1982.


-, «El folletín como intertexto en Tormento, Anales Galdosianos, XVII
(1982), pp. 55-61.
-, •‘Miau-, la escritura del poder o el poder de la escritura», Anales Gal¬
dosianos, XXI (1986), pp. 179-185.
-, Modelos dialógicos en la narrativa de Benito Pérez Galdós, Amster-
dam-Philadelphia, John Benjamins, 1989.
-, *Tristana: el deseo y la producción de la escritura», Romance Lan-
guages Annual, 2 (1990), pp. 305-309-
Ángeles, José, «Baroja y Galdós: un ensayo de diferenciación», Revista de
Literatura, 23 (1963), pp. 49-64.
Amor y Vázquez, José, «Galdós, Valle-Inclán, esperpento», en Actas [1977],
pp. 189-200.
Amorós, Andrés, «El ambiente de La de Bringas», Reales Sitios, 6 (1965), pp.
61-68.
-, ~La sombra: realidad o imaginación», Cuadernos Hispanoameri¬
canos, 250-252 (1970-1971), pp. 523-536.
-, «Tres “Casandras”: de Galdós a Galdós y a Francisco Nieva», Actas
(1979), II, pp. 69-102.
Aparici Llanas, M.a Pilar, La novela de tesis de Benito Pérez Galdós, Barce¬
lona, Institución «Milá y Fontanals», CSIC, 1982.
Araya, Guillermo, -La Fontana de Oro de Galdós: cien años de lucidez po¬
lítica», Estudios Filológicos, 8 (1972), pp. 89-104.
Arencibia, Yolanda, La lengua de Galdós (Estudio sistemático de variantes
en galeradas), Las Palmas, Consejería de Cultura y Deportes, Gobier¬
no de Canarias, 1987.
-, «Galdós: sus visiones personales ante la historia», en Actas [1990], II,
pp. 291-302.
-, «Referente y símbolo. Aproximación al simbolismo femenino en Gal¬
dós», en Estudios canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios,
36-37 (1993), pp. 77-92.
Armas Ayala, A., «Sobre el realismo en la literatura con referencia a Gal¬
dós», en La novela: Galdósy Unamuno, Barcelona, Seix Barral, 1974,
pp. 31-70.
-, Galdós: lectura de una vida, Santa Cruz de Tenerife, Caja General
de Ahorros de Canarias, 1990.
Arnáiz, Palmira, «En tomo a la primera serie de los Episodios Nacionales de
Galdós y Guerra y Paz de Tolstoy», en Actas [1980], vol. II, pp. 113-133-
Asís Garrote, M.* Dolores, «Revolución y mito en La de los tristes destinos->,
en Actas [1993], pp. 631-638.
Assardo, R. M., «La influencia de Madrid en tres novelas de Benito Pérez
Galdós-, en Actas 119931, pp 55-65.
Austin, Karen, «Don Anselmo and the Author’s Role», Anales Galdosianos,
XVIII (1983), pp. 39-47.
386 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Avalle-Arce, Juan Bautista, «Zumalacárregui», Cuadernos Hispanoameri¬


canos, 250-252 (1970-1971), pp. 356-373.
-, «Cervantes en los Episodios nacionales de Galdós: resonancias y
analogías», en Criado del Val (ed.), Cervantes: su obra y su mundo,
Madrid, EDI-6, 1981, pp. 1043-1045.
Ávila Arellano, Julián, «La historia lógico-natural de los españoles de
ambos mundos de Benito Pérez Galdós, Las Palmas, Cabildo Insular
de Gran Canaria, 1994.
Avilés, Enrique, El hampa en las novelas de Galdós y Baroja, Madrid,
Universidad Complutense, 1988.
-, «Localización y ambientes de la novela Miau de don Benito Pérez
Galdós», en Actas [19931, pp. 349-360.
Ayala, Francisco, «Galdós entre el lector y los personajes», Anales Gal-
dosianos, V (1970), pp. 5-13-
-, «Los narradores en las novelas de Torquemada», Cuadernos His¬
panoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 374-361.
Ayala, M.4 de los Ángeles, «Galdós y Mesonero Romanos», en Ávila Are-
llano [19891, pp. 121-127.
Bacarisse, Salvador, «El realismo de Galdós», en G. Gullón (ed.), Fortu¬
nata y Jacinta, Madrid, Taurus, 1986, pp. 355-370.
Baquero Escudero, Ana L., «Los silencios del narrador galdosiano», en
Homenaje al profesor Antonio de Hoyos, Murcia, Real Academia Al¬
fonso X el Sabio, 1995, pp. 25-35.
-, «Los nombres de los personajes en El Niño de la Bola y Tormento,
en La Novela, Victorino Polo García (ed.), Murcia, Universidad,
1987, pp. 156-177.
Baquero Goyanes, Mariano, «Perspectivismo irónico en Galdós», Cua¬
dernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 143-160.
Barr, Lois Baer, «Social Decay and Disintegration in Misericordia-, Ana¬
les Galdosianos, XVII (1982), pp. 97-104.
-, «Torquemada, Abraham and the Dynamics of Faith», Romance
Quarterly, 37, 1 (1990), pp. 73-82.
Bauer, Beth-Wietelmann, «Isidora’s Anagnorisis: Reading, Plot and
Identity in La desheredada», Anales Galdosianos, XXIV (1989), pp.
43-52.
-, «For Love and Money: Narrative Economies in Misericordia-, Mó¬
dem Language Notes, 107, 2 (1992), pp. 235-249.
Beardsley, Theodore S., «The Life and Passion of Christ in Galdós’ Mise¬
ricordia-, en J. Schraibman (ed.), Homenaje a Sherman H. Eoff, Ma¬
drid, Castalia, 1970, pp. 39-58.
Behiels, Lieve, «La literatura italiana en Las Tormentas del 48 de Benito
Pérez Galdós», en A. Vilanova (ed.), Actas del X Congreso de la Aso¬
ciación Internacional de Hispanistas, Barcelona, PPU, 1992, II, pp.
1193-1201.
BENITO PÉREZ GALDÓS 387

Belmonte Serrano, José, «Galdós a la luz de las Memorias de Pío Baroja»,


Romance Quarterly, 35, 1 (1988), pp. 67-79-
Belot, Albert, "Realidad. Galdós y “la fábula del adulterio”», Cahiers
du Monde Hispanique et Luso Brasilien Caravelle, 39 (1982),
pp. 81-97.
Beltrán Almería, Luis y Varias García, Juan, -El discurso del personaje
en la novela de Galdós», Revista de Literatura, 106 (1991), pp. 513-
533.
Benardete, Paula Ovadia de, -La estructura operística de Gloria», en
Studies in Honor de M. J. Bernardete (Essays in Hispanic and Sep-
hardic Culture), New York, Las Américas, 1965, pp. 143-165-
Benítez, Rubén, «Genara de Barahona, narradora galdosiana», Hispanic
Review, 53 (1985), pp. 307-322.
-, Cervantes en Galdós, Murcia, Universidad, 1990.
-, La literatura española en la obra de Galdós (Función y sentido de
la intertextualidad), Murcia, Universidad, 1992.
-, «Génesis del cervantismo de Galdós (1865-1876)», en Willem
[19931, pp. 344-360.
Bergmann, Emilie, «“Los sauces llorando a moco y baba": Ekphrasis in
Galdós’ La de Bringas-, Anales Galdosianos, XX (1985), pp. 75-82.
Berkowitz, H. Chonon, Pérez Galdós: Spanisb Liberal Crusader, Madi-
son, University of Wisconsin Press, 1948.
Beser, Sergio, «Dos ejemplos de inversión ideológica en la narrativa de Gal¬
dós: Agustín Caballero y Ramón Villaamil», DHA, 4 (1984), pp. 83-96.
Beverley, John, «“Seeing History”: Reflections on Galdós’ El abuelo»,
Anales Galdosianos, X (1975), pp. 55-60.
-, -Confusio’ (His)Story: Galdós after Liberalism», Anales Galdosia¬
nos, XXI (1986), pp. 69-78.
Beyrie, Jacques, Galdós et son mytbe, Paris, Champion, 1980.
Blanco, Alda, «Dinero, relaciones sociales y significación en Lo prohibi¬
do-, Anales Galdosianos, XVIII (1983), pp. 61-73-
Blanco Aguinaga, Carlos, «On the bird of Fortunata», Anales Galdosia¬
nos, 3 (1968), pp. 13-24.
-, «Historia, reflejo literario y estructura de la novela: el ejemplo de
Torquemada», en Carreira, Cid, Gutiérrez y Rubio (eds.), Homena¬
je a Julio Caro Baroja, Madrid, Centro de Investigaciones Socioló¬
gicas, 1978, pp. 161-176.
-, «Silencios y cambios de rumbo: sobre la determinación histórica
de las ficciones de Galdós», en P. Bly [1988], pp. 187-206.
Blanco Villalba, Carmen, «El narrador de Torquemada en la hoguera de
Benito Pérez Galdós», Revista Canadiense de Estudios Hispánicos,
18, 2 (1994), pp. 151-170.
Bly, Peter A., «Egotism and charity in Marianela», Anales Galdosianos,
7 0972), pp. 49-66.
388 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Bly, Peter A., -The Use od Distance in Galdós’ La de Bringas-, Modern


Language Review, 69 (1974), pp. 88-97.
-, -Fortunata and No. 11, Cava de San Miguel», Hispanófila, 59
(1977), pp. 31-48.
-, "From Disorder to Orden The Pattems of “Arreglar” References in Galdós’
Tormento and La de Bringas-, Neophilologus, 62 (1978a), pp. 392-405.
-, "Sallies and Encounters in Torquemada en la hoguera: Patterns of
Significance», Anales Galdosianos, XIII (1978b), pp. 23-31-
-, «Sex, Egotism and Social Regeneration in Galdós’ El caballero en¬
cantado*, Hispania, 62 (1979), pp. 20-29.
-, «Nazarín: ¿enigma eterno o triunfo del arte galdosiano?, Cuadernos
LLispanoamericanos, 371 (1981), pp. 286-300.
-, Galdós’ novel ofthe historical imagination: a study of the contempo-
rary novéis, Liverpool, Francis Cairns, 1983-
-, «For self or country? Conflicting lesson in the First series of the Episo¬
dios nacionales», Kentucky Romance Quarterly, 31 (1984), pp. 117-
124.
-, «Ripples on the Pond: Interdependent Approaches to the Galdós
Chapter», en Goldman (ed.), Conflicting Realities: Four Readings of a
Chapter by Pérez Galdós, London, Tamesis, 1985, pp. 73-94.
-, Vision and the visual arts in Galdós; a study of the novéis and news-
paper árdeles, Liverpool, Francis Cairns, 1986a.
-, «Las idiosincrasias humanas y la estrategia narrativa en Zumalacá-
rregui-, Anales Galdosianos, XXI (1986b), pp. 95-106.
-, “On Heroes: Galdós and the Ideal of Military Leadership», Revista Ca¬
nadiense de Estudios Hispánicos, 10, 3 (1986c), pp. 339-351.
-, «“Lo acuático” en La de Bringas-, Revista de Estudios Hispánicos, 20,
1 (1986d), pp. 45-57.
-, -La comitiva borbónica en la obra galdosiana: hacia una tipología»,
en A. Kossoff, J. Amor y Vázquez, R. Kossof y G. Ribbans (eds.), Actas
del VIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Ma¬
drid, Itsmo, 1986e, I, pp. 255-262.
-, «Give and Take: Ironic Verbal Echoes in the Last Chapter of Fortunata
y Jacinta-, Crítica Hispánica, 13, 1-2 (1991a), pp. 69-85.
-, -El caballero encantando'. Galdós’ Ironic Review of “Regeneracionis-
tas”, en Clarke y Rodgers [1991b], pp. 85-97.
-, *In the Factory: Description in Galdós», en B. Nelson (ed.), Natura-
lism in the European Novel: New Critical Perspectives, New York, Berg,
1992a, pp. 210-225.
-, «Cafés in Fortunata y Jacinta», en A. Mackenzie y D. Severin (eds.),
Hispanic Studies in Honour of Geoffrey Ribbans, Liverpool, Liverpool
University Press, 1992b, pp. 139-146.
-, "Landscapes and Skyscapes in La familia de León Rocb-, en Willem
[19931, pp. 11-26.
BENITO PÉREZ GALDÓS 389

Bonet, Laureano (ed.), Benito Pérez Galdós. Ensayos de crítica literaria,


Barcelona, Península, 1972a; 1990.
-, De Galdós a Robbé-Grillet, Madrid, Taurus, 1972b.
-, Literatura, regionalismo y lucha de clases (Galdós, Pereda, Narcís
OlleryRamón D. Perés), Barcelona, Universidad, 1983.
-, «Don Elias Orejón, el espía que surgió de la sombra: La Fontana de
Oro-, en Kronik y Turner [1994], pp. 55-65.
Boo, Matilde L., -El abuelo de Galdós (de la novela dialogada al drama)»,
Sin Nombre, 8, 3 (1977), pp. 42-56.
-, «Una nota acerca de Verdaguer y Nazarín», Anales Galdosianos, XIII
(1978), pp. 99-100.
Bordons, Teresa, «Releyendo Tristana», Nueva Revista de Filología Hispá¬
nica, 41, 2 (1993), pp. 471-487.
Boring, P. Z., «The Streets of Madrid as a structuring Device in Fortunata y
Jacinta», Anales Galdosianos, XIII (1978), pp. 13-22.
Bosch, R., «La influencia de Echegaray sobre Torquemada en el Purgato¬
rio, de Galdós-, Revista de Estudios Hispánicos, 1 (1967), pp. 243-253-
-, -La sombra y la psicopatología de Galdós», Anales Galdosianos, VI
(1971), pp. 21-42.
Boudreau, H. L., «Máximo Manso: The molde and the hechura», Anales
Galdosianos, XII (1977), pp. 63-70.
-, «The Salvation of Torquemada: Determinism and Indeterminacy in
the Later Novéis of Galdós», Anales Galdosianos, XV (1980), pp. 113-
128.
Boussagol, G., «Sources et composition de Zumalacárregui•, Bulletin His-
panique, 26 (1924), pp. 241-264.
Braun, Lucille V., «The Novelistic Function of Mauricia la Dura in Gal¬
dós’ Fortunata y Jacinta-, Symposium, 31 (1977), pp. 277-289.
-, «The Epithet “Miau” as Structural ant Thematic Element», Romance
Quarterly, 35, 3 (1988), pp. 307-318.
Bravo Villasante, Carmen, Galdós visto por sí mismo, Madrid, Magisterio
Español, 1970.
-, Galdós, Madrid, Mondadori, 1988.
Bretz, M. L., «The Ironic Vision in Miau-, The American Hispanist, 29
(1978), pp. 16-19-
Brooks, J. L., «The character of Gillermina Pacheco in Fortunata y Jacinta»,
Bulletin of Hispanic Sudies, 38 (1961), pp. 86-94.
Brownlow, Jeanne, Pérez Galdós and theprosaics of allegory, Ann Arbor,
UMI, 1990.
Buard, Marie France, «Les Rapports ville-campagne dans Donna Perfecta
de Pérez Galdós», en Eludes iberiques et latino-americaines, Paris, Be-
lles Lettres, 1983, pp. 65-85.
Buchanan, Luanne, «Theory and Practice of the Dialogue Novel: El abuelo
by Benito Pérez Galdós», Crítica Hispánica, 8, 2 (1986), pp. 121-135.
390 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Buck, Donald C., «Geographical Places. Architectural Spaces, and Gender in


Donna Perfecta?, Romance Languages Annual, 6(1994), pp. 417-421.
Bush, Peter, «Galdós and the French Translation of La campaña del Maes¬
trazgo, Anales Galdosianos, XIV (1979), pp. 119-124.
-, «The craftmanship and literary valué of the bird series of Episodios
nacionales», Anales Galdosianos, 16 (1981), pp. 35-56.
-, «Montes de Oca. «Galdós’ Critique of 1898 Quijotismo, Bulletin of
Hispanic Studies, 6l (1984), pp. 472-482.
Cabezas, J.L. y M. Pérez López, «Toledo y Galdós», Actas[\9T7], pp. 237-244.
Cabrejas, Gabriel, -La de Bringas: historia y sociología», Revista de Estudios
Hispánicos, 17-18 (1990-1991), pp. 65-75-
Cao, Antonio F., -La razón de la sinrazón, última visión de Galdós», en Ac¬
tas l 1990], pp. 19-24.
Cardona, R., «Apostillas a los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós
de Hans Hinterhauser», Anales Galdosianos, 3 (1968), pp. 119-142.
-, «Cervantes y Galdós», Letras de Deusto, 8 (1974), pp. 189-206.
-, «A propósito de Turgeniev y Galdós», Boletín de la Biblioteca Me-
néndez Pelayo, 6l (1985), pp. 201-216.
-, «Mendizábal: grandes esperanzas», en P. Bly [1988], pp. 99-111.
Cardwell, R. A., «Galdós’ early novéis and the segunda manera: A case for
a total view», Renaissance andModern Studies, 15 (1971), pp. 165-172.
-, «Galdós’ Donna Perfecta: Art or Argument?», Anales Galdosianos, Vil
(1972), pp. 29-47.
Carenas, Francisco, «Nazarín, una rebelión eclesial», Papeles de Son Arma-
dans, 75 (1974), pp. 107-120.
Caro Baroja, Julio, «Confrontación literaria o las relaciones de dos novelis¬
tas: Galdós y Baroja», Cuadernos Hispanoamericanos, 265-261 (1972),
pp. 160-168.
Casalduero, Joaquín, Vida y obra de Galdós, Madrid, Gredos, 1943, 1951,
1961, 1970, 1974. [En el presente trabajo citamos por la 4.4 ed. (1974)
corregida y ampliada por el autor].
-, «Historia y novela. Trayectoria de un conflicto», Cuadernos Hispano¬
americanos, 250-252 (1970-1971), pp. 135-142.
-, «Los Episodios nacionales dentro de la unidad de la obra galdosiana»,
en Actas [1977], pp. 135-143.
Cate-Arries, Francie, «El espacio novelesco y la creación simbólica: un es¬
tudio de Halma», Hispanic Journal, 6, 2 (1985), pp. 115-122.
Caudet, Francisco, «José Izquierdo y el cuarto estado en Fortunata y Jacin¬
ta*, en Actas{\996], II, pp.25-30.
-, *Fortunata y Jacinta, el “naturalismo espiritual”, en Kronik y Turner
[1994], pp. 91-104.
Chamberlin, Vernon A., The Importance of Rodrigo Soriano’s Moros y cris¬
tianos in the Creation of Misericordia-, Anales Galdosianos, XIII
(1978), pp. 105-109.
BENITO PÉREZ GALDÓS 391

Chamberlin, Vernon A., «Donna Perfecta-, Galdós’ Reply to Pepita Jimé¬


nez?, Anales Galdosianos, XV (1980), pp. 11-21.
-, «Poor Max’s Windmill: Aquatic Symbolism in Fortunata y Jacinta»,
Hispanic Review, 50, 4 (1982), pp. 427-437.
-, «Idealism versus Reality: Galdós’ Critique of Platonism in Fortunata
y Jacinta», Hispania, 67, 1 (1984a), pp. 43-51.
-, •Tristana: Sonata Form ad Narrative Transformation», Romance
Quarterly, 31, 2 (1984b), pp. 197-205-
-, «Realism and Artistry in Galdós’ Use of Light and Shadow in Trista¬
na», La Chispa’85, pp. 57-64.
-, «The Importance of Goethe’s Die Wahlverwandtschaften in the Crea-
tion of Galdós’ Fortunata y Jacinta», Hispanic Review, 54, 4 (1986),
pp. 443-455.
-, «Aristophanes’ The Birds and the Ornithological Tour de Forcé in
Fortunata y Jacinta», Hispanic Review, 55, 2 (1987a), pp. 165-180.
-, «Juan Valera and Galdós’ Characterization of Juanito Santa Cruz»,
Anales Galdosianos, XII (1987b), pp. 25-31.
-, «“Vamos a ver las fieras”: Animal Imagery and the Protagonist in La
desheredada and Lo prohibido», Anales Galdosianos, XXIII (1988),
pp. 27-33.
-, «Deleitar enseñando: Humor and the Didatic in Galdós’ Misericor¬
dia», Symposium, 48, 3 (1994), pp. 174-183-
Ciplijauskaité, Biruté, «Galdós y los noventayochistas frente a la historia»,
Papeles de Son Armadans, 88(1978), pp. 197-223.
-, «El lenguaje de la rebeldía», en Kronik y Turner [1994], pp. 185-188.
Clarín [Leopoldo Alas], Galdós, Madrid, Renacimiento, 1912; 2.a ed. A. So¬
telo Vázquez, Barcelona, PPU, 1991-
Clarke, Anthony H., «Paisaje interior y paisaje exterior: aspectos de la téc¬
nica descriptiva de Galdós», en Actas [1977], pp. 245-252.
Clavería, Carlos, «Sobre la veta fantástica en la obra de Galdós», Atlante, I,
2 (abril-junio, 1953), pp. 78-86, 136-143-
-, «El pensamiento histórico de Galdós», Revista Nacional de Cultura,
121 (1957), pp. 170-177.
Clémessy, Nelly, «Proceso creativo de Celipín Centeno en Marianela», en
Actas [1990], II, pp. 31-38.
Cohén, Sara E., «Almudena and the Jewish Theme in Misericordia», Anales
Galdosianos, VIII (1973), pp 51-61.
-, «Christians, Jews, and Moors. Galdós’ Search for Valúes in Aita Tet-
tauen and Carlos VI en la Rápita, Symposium, 29 (1975), pp. 84-
102.
Collins, Marsha S., «Sliding into the Vortez: Patterns of Ascent and Descent
in La desheredada», Anales Galdosianos, XXV (1990), pp. 13-23-
-, «Levelling in Galdós’ La desheredada: A Blueprint for Social Chan-
ge?», Neophilologus, 73, 3 (1991), pp. 390-398.
392 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Condé, Lisa P., Stages in the development of afeminist consciousness in Pé¬


rez Galdós (1843-1920), Lewiston, Queenston and Lampeter, The Ed-
win Mellen Press, 1990.
Cordones Cook, Juana María, «Lo prohibido, narrativa narcisista-, Anales
Galdosianos, XXV (1990), pp. 35-43-
Correa, Gustavo, El simbolismo religioso en las novelas de Pérez Galdós,
Madrid, Gredos, 1962.
-, «El sentido de lo hispánico en El caballero encantado de Pérez Galdós
y la Generación del 98», Thesaurus, 18 (1963), pp. 14-28.
-, Realidad, ficción y símbolo en las novelas de Pérez Galdós, Bogotá,
Instituto Caro y Cuervo, 1967.
-, «La conciencia moral en las novelas de Pérez Galdós», Letras de Deus-
to, 8 (1974b), pp. 5-31.
Costa, M. D., «Realidad, ficción y burguesía en El amigo Manso-, Crítica
Hispánica, 16, 2 (1994), pp. 249-264.
Cowes, Hugo W., «Notas sobre la lengua literaria de una novela de Benito
Pérez Galdós», en Schwartz y Lerner (eds.), Homenaje a Ana María
Barrenechea, Madrid, Castalia, 1984, pp. 219-227.
Cruz Giráldez, Miguel, «Realidad y literatura en los Episodios nacionales: el
caso de Amadeo I», en Acto [1990], pp. 351-357.
Cuesta, Leonel-Antonio de la, El audaz: análisis integral, Montevideo, IES,
1973.
Curry, Richard A., «Paralelismo de estructura y tema en Doña Perfecta y Los
Pazos de Ulloa», en Actas [1990], II, pp. 39-48.
Dash, Robert W., «El desdoblamiento de Galdós en Evaristo Feijoo y don
Lope», en Acto [1990], II, pp. 49-56.
Davis, G. A., «Galdós’ El amigo Manso, an experiment in didactic method»,
Bulletin of Hispanic Studies, XXXIX (1962), pp. 16-30.
Delgado, Luisa Elena, «“El interés del relato”: estrategias narrativas en la se¬
rie de Torquemada-, Anales Galdosianos, XXV (1990), pp. 59-67.
-, «“Mas estragos que las revoluciones”: detallando lo femenino en La
de Briagas-, Revista Hispánica Moderna, 48, 1 (1995), pp. 31-42.
-, «Pliegos de (des)cargo: las paradojas discursivas de La incógnita»,
Modern Language Notes, 111,2 (1996), pp. 275-298.
Dendle, Brian J., «Galdós and the Death of Prim», Anales Galdosianos, IV
(1969), pp. 63-71.
-, «The first cordero: El i a and the Episodios nacionales•, Anales Galdo¬
sianos, VII (1972), pp. 103-105.
-, «Point of View in Nazarín. An Appendix to Goldman», Anales Gal¬
dosianos, XIX(1974a), pp. 113-121.
-, «Galdós, Ayguals de Izco and the Hellenic Inspiration of Marianela»,
en R. Weber (ed.), Galdós Studies II, London, Tamesis, 1974b, pp. 1-11.
-, «On the supposed “Naturalism" of Galdós: La desheredada-, Papers
on Romance Literary Relations, (1978), pp. 12-28.
BENITO PÉREZ GALDÓS 393

Dendle, Brian J.,"A Note on the génesis of the Episodios nacionales», Ana¬
les Galdosianos, XV (1980 a), pp. 137-140.
-, Galdós. The Nature thought, Kentucky, University Press, 1980b.
-, «Perspectives of Judgement: A Reexamination of Gloria», Anales Gal¬
dosianos, XV (1980c), pp. 23-43.
-, «Isidora, the Mantillas blancas, and the Attempted Assassination of Al¬
fonso XII», Anales Galdosianos, XVII (1982), pp. 51-54.
-, «Gabriel Araceli and the first series of Episodios nacionales>, Crítica
Hispánica, 7 (1985), pp. 1-8.
-, Galdós. The Early Historícal Novéis, Columbia, University of Missou¬
ri Press, 1986.
-, «Historia y ficción en Trafalgar y en El equipaje del rey José, en Bly
[1988 a], pp. 149-163.
-, «Galdós, Zola y el naturalismo de La desheredada>, en Y. Lissorgues
[1988b], pp. 447-459.
-, •El audaz: historia de un radical de antaño», en Clarke y Rodgers
[1991 a], pp. 42-53-
-, “The Second Republic, the Spanish civil war and the Episodios na¬
cionales», Crítica Hispánica, 13, 1-2 (1991b), pp. 141-155-
-, y Rubio, Jesús, «Galdós y Zaragoza, tres etapas», Turia, 18 (1991c),
pp. 131-139.
-, Galdós y la novela histórica, Ottawa, Dovehouse Editions Cañada,
1992.
-, «Marianela, el descubrimiento del nuevo mundo y las limitaciones
de la ciencia», ínsula, 561 (1993a), pp. 20-30.
-, «Tarts and Angels: The Women in the Fourth Series of Episodios na¬
cionales», en Willem [1993b], pp. 234-248.
Denis, Ward H., Pérez Galdós. A study in characterization. »Episodios na¬
cionales>. First series, Madrid, 1968.
Dérozier, Albert, «El “pueblo” de Pérez Galdós en La Fontana de Oro»,
Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 285-311.
Diez de Revenga, Francisco J. y M.a Josefa, «Realidad y literatura en los Episo¬
dios nacionales; La estafeta romántica-, en Actas [1990], II, pp. 303-312.
Domínguez Jiménez, Josefina, ■Gerona Episodio nacional y Gerona dra¬
ma», en Actas[ 1977], pp. 152-163.
Dorca, Antonio, «Más acá de la metaficción: lo dramático en El amigo Man¬
so, Castilla, 17 (1992), pp. 49-56.
Dowdle, Harold L., «Galdós’ Use of Quijote Motifs in Ángel Guerra-, Ana¬
les Galdosianos, XX (1985), pp. 113-122.
Durand, Frank, «Two problems in Galdós’ Tormento, Modern Language
Notes, 79 (1961), pp. 513-525.
-, «The reality of ¡Ilusión: La desheredada», Modern Language Notes, 89
(1974), pp. 191-201.
Elizalde, Ignacio, Pérez Galdós y su novelística, Deusto, Universidad, 1981.
394 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Elizalde, Ignacio, «Gabriel Araceli y los tipos novelescos de los Episodios


nacionales-, en Acias [1990], II, pp. 359-369-
Elton, Willa H., «Sobre el género de La loca de la casa, de Galdós», Cuader¬
nos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 586-607.
Engler, Kay, «Linguistic Determination of Point de View: La desheredada-,
Anales Galdosianos, V (1970), pp. 67-73-
-, The Structure ofRealism. The «Novelas Contemporáneas- of Benito
Pérez Galdós, Chapel Hill, North Carolina, 1977.
Entenza de Solare, Beatriz, Benito Pérez Galdós, Buenos Aires, Centro Edi¬
tor de América Latina, 1967.
-, «Al margen de Miau: el mundo de la opereta», Bulletin Hispanique,
85, 1-2 (1983), pp. 105-126.
Eoff, Sherman, The Novéis of Pérez Galdós, St. Louis, Washington Univer-
sity Press, 1954.
Escobar, José y Percival, Anthony «Metaficción melodramática en Galdós»,
en Teoría Semiótica, Madrid, CSIC, 1984, H, pp. 363-370.
Escobar Bonilla, María del Prado, «La doble función de un personaje gal-
dosiano», Philologica Canariensia, 0 (1994), pp. 137-150.
Estébanez Calderón, Demetrio, «Doña Perfecta, de Benito Pérez Galdós,
como novela de tesis», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 55
(1979), pp. 107-146.
-, «El lenguaje político de Galdós: “Revolución” y “Restauración” en
FortunatayJacinta y en los Episodios de la última serie», Boletín de la
Biblioteca Menéndez Pelayo, 6l (1985), pp. 259-283-
-, «Isabel II, la de los tristes destinos», en Actas [1990], II, pp. 313-327.
-, «Naturaleza y sociedad: claves para una interpretación de Fortunata
y Jacinta-, en Kronik y Turner [1994], pp. 81-90.
Faus Sevilla, Pilar, La sociedad española del xa en la obra de Pérez Galdós,
Valencia, Imprenta Nacher, 1972
Feal, Gisele, «El doble fracaso de León Roch a la luz de sus sueños», Ana¬
les Galdosianos, XI (1976), pp. 119-127.
Feal-Deibe, Carlos, «Honor y adulterio en RealidadAnales Galdosianos,
XII (1977), pp. 47-62.
Fernández-Cifuentes, Luis, «Entre Gobseck y Torquemada», Anales Galdo¬
sianos, XVII (1982), pp. 71-84.
Ferrer Benimelli, José A., La masonería en los«Episodios nacionales»de Pé¬
rez Galdós, Madrid, FUE, 1982.
Ferreras, Juan I., «Una estructura galdosiana de la novela histórica», en Ac¬
tas [1979], I, pp. 119-127.
Fierro, Carmen Luisa, «Deconstrucción y construcción del discurso realis¬
ta en Fortunata y Jacinta-, Acta Literaria, 8 (1983), pp. 87-98.
Fletcher, Madeleine, The Spanish Historical Novel 1870-1970. A Study of
Ten Spanish Novelists and Their Treatment of the Episodio nacional,
London, Tamesis, 1973-
BENITO PÉREZ GALDÓS 395

Fontanella, Lee, «Doña Perfecta as Historiographic Lesson», Anales Gal-


dosianos, XI (1976), pp. 59-69-
Fradejas Lebrero, José, -Para las fuentes de Galdós», Revista de Literatu¬
ra, IV (1953), pp- 319-344.
Fraile, Medardo, «Una autocorrección y una ironía galdosianas en Miseri¬
cordia, y un posible germen de esta novela», Boletín de la Real Aca¬
demia Española, 231-232 (1984), pp. 277-287.
Frank, Claudine, «Tragic Relief: An Intertextual Reading of Galdós’ Fortu¬
nata y Jacinta and Zola’s La Joie de vivre», Comparative Literature,
43, 3 (1991), pp. 209-229.
Franz, Thomas R., Remaking Reality in Galdós: A Writer’s Interaction
with His Context, Athens, Ohio, Strathmore Press, 1982.
-, «Galdós the Pharmacist: Drugs and the Samaniego Pharmacy in
Fortunta y Jacinta-, Anales Galdosianos, XXII (1987), pp. 35-46.
-, «Who Is Responsible for the “Text” in Galdós’ Tormento?-, Hispa¬
nófila, 34, 2 (1991), pp. 1-13-
Fuentes, Víctor, «La dimensión mítico-simbólica de Fortunata», Anales
Galdosianos, XXII (1987), pp. 47-52.
Gamero y de la Iglesia, Emilio, Galdós y su obra, Madrid, Espasa Calpe,
1934.
García Barrón, Carlos, «Fuentes históricas y literarias de La vuelta al mun¬
do en la Numancia-, Anales Galdosianos, 18 (1983), pp. 111-124.
-, «América en Galdós», Anales de Literatura Española, 5 (1986-1987),
pp. 145-152.
García Lorenzo, Luciano, «Misericordia- de Galdós, Madrid, SGEL, 1975.
García Sánchez, Franklin R., «Ubicación genérica de El caballero encan¬
tado de Galdós», Monographic Revietv, 3 (1987), pp. 71-80.
García Sarriá, F., -Acerca de La desheredada de Benito Pérez Galdós», en
Actas [19771, pp. 414-418.
-, «El plano alegórico de Torquemada en la hoguera-, Anales Galdo¬
sianos, XV (1980), pp. 103-111.
Garrido, J. «Relevancia e interpretación metafórica en Miau de Galdós»,
en Actas[19931, pp 401-412.
Gilman, Stephen, «La palabra hablada y Fortunata y Jacinta-, Nueva Re¬
vista de Filología Hispánica, 15 (1961), pp. 542-560.
-, «Novel and Society: Doña Perfecta-, Anales Galdosianos, XI (1976),
pp. 15-27.
-, * Galdós and the art of the European novel. 1867-1887, Princeton,
University Press, 1981. [Traducción española, Galdós y el arte de la
novela europea, 1867-1887, Madrid, Taurus, 19851.
-, «The fifth Series of Episodios nacionales: memories of remembe-
ring», Bulletin of Hispanic Studies, 63 (1986a), pp. 47-52.
-, *El caballero encantado: Revolution and Dream», Anales Galdosia¬
nos, XXI (1986b), pp. 45-52.
39^ PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Gilman, Stephen, «The Spoken Word and Fortunata y Jacinta», en Laban-


yi (ed.), Modern Literatures in Perspective, London, Longman, 1992,
pp. 57-76.
Gillespie, Gerald, -Reality and Fiction in the Novéis of Galdós», en La-
banyi (ed.), Modern Literatures in Perspective, 1992, pp. 77-102.
Gimeno Casalduero, Joaquín, -La caracterización plástica del personaje
en la obra de Pérez Galdós: del tipo al individuo», Anales Galdosia-
nos, 7 (1972), pp. 19-25.
-, -Los dos desenlaces de La Fontana de Oro: origen y significado»,
Anales Galdosianos, sup. (1978), pp. 55-69.
-, -El terror de 1824. la transfiguración de Romo», en Actas (19791, I,
pp. 135-154.
-, -Galdós y la reaparición de personajes: las Porreno, Garrote y Co¬
letilla», en Johnson y Smith (eds.), Studies in Honor of José Rubia
Barcia, Lincoln, University of Nebraska, 1982, pp. 59-70.
Glannon, Walter, «Charity and Distributive Justice: Misericordia Reexami-
ned», Modern Language Notes, 100, 2 (1985), pp. 247-264.
Glendinning, Nigel, -Psychology and politics in the First Series of the Epi¬
sodios nacionales», en J. E. Varey [1970], pp. 36-61.
Gogorza Fletcher, Madeleine, -Galdós», en The Spanish historical novel:
1970-1970, London, Tamesis Books, 1973, pp. 11-50.
-, -Galdós’ Episodios naiconales, Series I and II: on the intrinsic-ex-
trinsic nature of the historical genre», Anales Galdosianos, 11 (1976),
pp. 103-108.
Gold, Hazel,»Tormento: vivir un dramón, dramatizar una novela», Anales
Galdosianos, XX, 1 (1985), pp. 35-46.
-, The reframming of realism, Durham, Duke University Press, 1993-
Goldin, David, -Calderón, Cervantes and Irony in Tristana», Anales Gal¬
dosianos, XX (1985), pp. 97-106.
Goldman, Peter B., -Galdós and the Aesthetic of Ambiguity: Notes on the
Thematic Structure of Nazarín», Anales Galdosianos, XIX (1974), pp.
99-112.
-, -El trabajo digestivo del espíritu: sobre la estructura de Fortunata y
Jacinta y la función de Segismundo Ballester», Romance Quarterly,
31, 2 (1984), pp. 177-187.
-(ed.), Conjlicting realities. four readings by Pérez Galdós (Fortuna¬
ta y Jacinta, Part. III. CapterlV), London, Tamesis Book, 1985a.
-, -Feijoo and the Failed Revolution: A Dialectical Inquiry into Fortu¬
nata y Jacinta and the Poetics of Ambiguity», en Goldmand [1985b],
pp. 95-145.
-, -Las dos artes y el combinar de la vida: sobre lenguaje, realismo y
realidad en Fortunta y Jacinta», en Actas del III Congreso de la Aso¬
ciación Internacional de Hispanistas, Madrid, Itsmo, 1986, I, pp.
631-636.
BENITO PÉREZ GALDÓS 397

Goldman, Peter B., -“Cada peldaño tenía su historia”: conciencia histórica y


conciencia social en Fortunata y Jacinta-, en Bly [1988], pp. 145-165.
-, «Personajes y transformaciones en Fortunata y Jacinta, Romance
Quarterly, 39, 1 (1992), pp. 61-70.
Gómez Martínez, José Luis, «Galdós y el krausismo español», Nueva Revis¬
ta de Filología Hispánica, 32, 1 (1983), pp. 55-79-
González Herrán, José Manuel, «Un nihilista ruso en la España de la Res¬
tauración: Isaac Pavlovsky y sus relaciones con Galdós, Oller, Pardo
Bazán, Pereda», Anales Galdosianos, XXIII (1988), pp. 83-105.
González Santana, Rosa Delia, «Miss Fly: o el hada redimida», Philologica
Canariensia, 0 (1994), pp. 151-180.
Gordon, M., «“Lo que le falta a un enfermo le sobra a otro”: Galdós Con-
ceptions of Humanity in La desheredada, Anales Galdosianos, XII
(1977), pp. 29-37.
Gullón, Agnes Moncy, «The Bird Motif and the Introductory Motif:
Structure in Fortunata y Jacinta», Anales Galdosianos, IX (1974),
pp. 51-75.
Gullón, Germán, «Unidad de El doctor Centena, Cuadernos Hispanoame¬
ricanos, 250-252 (1971), pp. 579-585.
-, «Tanteos en el arte de novelar, La Fontana de Ora, Cuadernos His¬
panoamericanos, 106 (1976), pp. 374-383.
-, •Tristana: literaturización y estructura novelesca», Hispanic Review,
45 (1977a), pp. 13-27.
-, -La sombra, novela de suspense y novela fantástica», en Acto [1977b],
pp. 351-356.
-, «Problemas del pluralismo crítico. Pérez Galdós: Fortunata y Jacin¬
ta?, Hispanic Review, 49, 2 (1981), pp. 183-195-
—-, «Originalidad y sentido de La deshereda», Anales Galdosianos, XVII
(1982), pp. 39-50.
-, «Narrativizando la historia: La corte de Carlos IV-, Anales Galdosia¬
nos, XIX (1984), pp. 45-52.
-, «La historización de la “nueva” crítica: el caso de Pérez Galdós», en
Actas del VIII Congreso Internacional de Hispanistas, Madrid, Istmo,
1986, pp. 661-669.
-, «“Sustituyendo el azogue del espejo”. La novelización de la ideología
decimonónica en Doña Perfecta?, en Bly [1988], pp. 131-144.
-, «El subtexto de Fortunata y Jacinta», Crítica Hispánica, 13, 1-2
(1991), pp. 99-109.
-, -Fortunata y Jacinta en el vértice de la modernidad», en Kronik y
Turner [1994], pp. 195-209.
Gullón, Ricardo, Galdós, novelista moderno, Madrid, Gredos, 1966; 1973-
-, Técnicas de Galdós, Madrid, Taurus, 1970 a.
-, «La Historia como materia novelable», Anales Galdosianos, 5 (1970b),
p. 23-37.
398 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Gullón, Ricardo,«Doña Perfecta, invención y mito-, Cuadernos Hispanoa¬


mericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 393-414.
-, -Los Episodios: La primera serie», Philological Quarterly, 51 (1972),
pp. 292-312.
-, «Episodios nacionales-. Problemas de estructura», Letras de Deusto, 1
(1974), pp. 33-59.
-, Psicologías del autor y lógica del personaje, Madrid, Taurus, 1979a.
-, -El terror de 1824 de Galdós», en A. Amorós (ed.), El comentario de Tex¬
tos. 3: La novela realista, Madrid, Castalia, 1979b, pp. 143-202.
Gutiérrez Díaz, Bernardo, “Gabriel Araceli como Pablos de Segovia: ecos
del Buscón en Trafalgan, Scriptura, 6-7 (1991), pp. 73-82.
Hac, Eugene, ““Hesperia”: concepto de espiritualidad hispánica. Intento
de análisis de la novela El caballero encantado», en Actas [1977],
pp. 330-335.
Hall, Harold B., «Torquemada: The man and his language-, en Varey [1970],
pp. 136-162.
Hemingway, Maurice, “Narrative Ambiguity and Situational Ethics in La de
Bringa», en Clarke y Rodgers [1991], pp. 15-27.
Hernández Cabrera, Clara Eugenia, "El abuelo y la prensa de su época», en
Acto [1990], II, pp. 395-404.
Herrero, Javier, «La “ominosa década” en los Episodios nacionales>, Anales
Galdosianos, VII (1972), pp. 107-115.
Hinterháuser, Hans, Los -Episodios Nacionales- de Benito Pérez Galdós, Ma¬
drid, Gredos, 1963-
-, «Benito Pérez Galdós: La desheredada-, en Volker (ed.), Derspanis-
cbe Román vom Mittelalter bis zur Gegenwart, Dusseldorf, Schawann
Bagel, 1986, pp. 231-246.
Hoar, Leo J., «Dos de mayo de 1808, dos de septiembre de 1870, por Beni¬
to Pérez Galdós, un cuento extraviado y el posible prototipo de sus
Episodios nacionales», Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252
(1970-1971), pp. 312-339.
-, «More on the pre- (and the post-) History of the Episodios naciona¬
les. Galdós’ Article El dos de Mayo-, Anales Galdosianos, VIII (1973),
pp. 107-120.
Hoddie, James H., «The Génesis of La desheredada: Beethoven, the Picares-
que and Plato», Anales Galdosianos, XTV (1979), pp. 27-50.
-, «Some Observations on the Sources of Galdós’ Gloria-, Revista de Es¬
tudios Hispánicos, 14, 1 (1980), pp. 85-92.
-, «Reexamen de un enigmático texto galdosiano: El doctor Centeno•,
Cuadernos Hispanoamericanos, 521 (1993), pp. 47-67.
Holmberg, Arthur Cari, «Louis Lambert and Maximiliano Rubín: The Inner
Vision and the Outer Man», Hispanic Review, 46 (1978), pp. 119-136.
Hoyle, Alan, -El trasfondo irónico y económico de Miau-, Revista de Li¬
teratura, 105 (1991), pp. 85-102.
BENITO PÉREZ GALDÓS 399

Hoyle, Alan, «Algo más sobre Miau», en Vilanova (e<±), Actas del X Con¬
greso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Barcelona, PPU,
1992, II, pp. 1.303-1.309.
Iglesias, Ángel, «El simbolismo de los nombres en Miau• historia gatuna de
Madrid*, Bulletin Hispanique, 86, 3-4 (1984), pp. 379-402.
Iglesias Feijóo, Luis, «Valle-Inclán y Galdós», Anales de Literatura Española
Contemporánea, VI (1981), pp. 79-104.
Jaffe, Catherine M., «El motivo del espejo en La desheredada», en González
del Valle y Kickel (eds.), SelectedProceedings of the Mid-America Con-
ference on Hispanic Literature, Lincoln, Soc. of Sp. and Sp.-Amer. Su-
dies, 1986, pp. 33-39.
-, «Mothers and Orphans in La desheredada», Confluencia, 5, 2 (1990),
pp. 27-38.
-, «Genre and the Construction of Gender in La desheredada-, Desire
and the Masculine Narrative Gaze*, en López de Martínez (ed.), A Ri¬
cardo Guitón: sus discípulos, Erie, Publicaciones de la Asociación de
Licenciados y Doctores Españoles en Estados Unidos, 1995, pp. 121-
130.
Jagoe, Catherine, -Galdós’ Gloria. A Re-Vision*, Crítica Hispánica, XIII
(1991), pp. 31-43.
-, «Krausism and the Pygmalion Motif in Galdós’ La familia de León
Roch», Romance Quarterly, 39, 1 (1992), pp. 41-52.
-, Amhiguous Angels: Gender in the Novéis of Galdós, Berkeley, Uni-
versity of California, 1994.
Jelelaty, Joseph, -La Fontana de Oro et Eugenie Grandet», en Actas [1977],
pp. 357-366.
Jiménez, José Luis, «Emile Zola et Pérez Galdós», Les Cahiers Naturalistes,
59 (1985), pp. 202-207.
Jover Zamora, José María, «Benito Pérez Galdós: La de los tristes destinos
(capítulos 1 y 2), en El comentario de textos 2: De Galdós a García
Márquez, Madrid, Castalia, 1974, pp. 15-110.
King, Sarah E., «Food Imagery in Fortunata y Jacinta», Anales Galdosianos,
XVIII (1983), pp. 79-88.
Kirby, Harry L., «Religious Symbolism in the Characterizations of Benina
and don Romualdo in Misericordia», Anales Galdosianos, XVIII
(1983), pp. 97-109.
Kirsner, Roben, «Isidora Rufete, desmatrimoniada cien años», La Chispa'81,
pp. 149-156.
-, Veinte años de matrimonio en la novela de Galdós, New York, East-
chester, Elíseo Torres, 1983-
Kronik, John W., «Estructuras dinámicas en Nazarín», Anales Galdosianos,
IX (1974), pp. 81-98.
-, ■El amigo Manso and the game of fictive autonomy», Anales Galdo¬
sianos, XII (1977), pp. 71-94.
400 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Kronik, John W., «Galdós and the grotesque», Anales Galdosianos, XIII
(1978), pp. 39-54.
-, «Misericordia as Metafiction-, en Homenaje a Antonio Sánchez Bar¬
budo, Madison, University of Wisconsin, 1981, pp. 37-50.
-, «Galdosian reflections: Feijoo and the fabrication of Fortunata*, Mó¬
dem Language Notes, 97 (1982), pp. 272-310.
-, «Feijoo and the Fabrication of Fortunata», en Goldman [19851, pp. 39-72.
-, «La Retórica del Realismo: Galdós y Clarín», en Y. Lissorgues [1988],
pp. 47-57.
-, «Narraciones interiores en Fortunata y Jacinta, en G. Gullón (ed.),
Fortunata y Jacinta (1989), pp. 254-274.
-, «Fortunata y la palabra», en Actas [1990], II, pp. 553-565-
-, «Our Friend Manso and the Game of Fictive Autonomy», en Labanyi
[1992], pp. 157-180.
Krow-Lucal, M. G., «The evolution of Encarnation: Guillén in La deshe¬
redada•, Anales Galdosianos, XII (1977), pp. 157-163.
-, «Balzac, Galdós and Phrenology», Anales Galdosianos, XVIII (1983),
pp. 7-14.
Labanyi, Jo, «The Problem of Framing in La de B tingas-, Anales Galdosia¬
nos, XXV (1990), pp. 25-34.
Lakhdari, Sadi, «El fusilamiento de los sargentos del 22 de junio en Ángel
Guerra», en Acto [1990], II, pp. 91-100.
Lambert, A. F., «Galdós and Concha-Ruth Morell», Anales Galdosianos, VIII
(1973), pp. 33-49.
Larrea, E. M., «Épica y novela en Zaragoza», Revista Hispánica Moderna, 30
(1964), pp. 261-270.
Lassaletta, Manuel C., Aportaciones al estudio del lenguaje coloquial gal-
dosiano, Madrid, ínsula, 1974.
Lasry, Anita B., «Artificial Vraisemblance in Galdós’ La desheredada», Mid
Hudson Language Studies, 4 (1981), pp. 119-134.
Latorre Ceresuela, Y., -El arte en Lo prohibido-, en Acto [1995], II, pp 463-
469.
Lemartinel, Jean, «Unas notas acerca de La Fontana de Oro, en Actas
[1977], pp. 367-375.
Letemendía, Emily, «Galdós y Chateaubriand: Los cien mil hijos de San
Luis-, Bulletin of Hispanic Studies, 57 (1980), pp. 309-319.
-, «Galdós and the Spanish romantics: Los apostólicos-, Anales Galdo¬
sianos, XVI (1981), pp. 295-317.
-, «Galdós y los ingleses en la primera serie de los Episodios naciona¬
les-, en Bly [1988], pp. 65-80.
Lewis, Thomas E., -Fortunata y Jacinta-, Galdós and the Production of the
Literary Referent», Modern Language Notes, 96, 2 (1981), pp. 316-339-
Lida, Denah, «De Almudena y su lenguaje», Nueva Revista de Filología His¬
pánica, 15 (1961), pp. 297-308.
BENITO PÉREZ GALDÓS 401

Lida, Denah, *E1 habla de los sefardíes en Galdós», en Weber [1974], pp.
29-33.
Livingstone, León, “The Law of Nature and Women’s Liberation in Trista-
na-, Anales Galdosianos, VII (1972), pp. 93-100.
Llorens, V., «Galdós y la burguesía*, Anales Galdosianos, 3 (1968),
pp. 51-59.
-, «Historia y novela en Galdós*, Cuadernos Hispanoamericanos, 250-
251 (1970-1971), pp. 73-83.
López, Ignacio Javier, Caballero de novela. Ensayo sobre el donjuanismo
en la novela española moderna, 1880-1930, Barcelona, Puvil, 1986 a.
-, «Joaquin Pez en La desheredada¡», Cuadernos Hispanoamericanos,
427 (1986b), pp. 111-121.
-, «Representación y escritura diferente en La desheredada de Galdós»,
Hispanic Review, 56, 4 (1988), pp. 455-481.
-, Realismo ficción. -La desheredada»de Galdós y la novela de su tiem¬
po, Barcelona, PPU, 1989.
-, Galdós, Alarcón y la novela del Ángel caído: contribución a una te¬
oría del realismo español, Madrid, Orígenes, 1990.
-, «Galdós y el arte de la prosa», Crítica Hispánica, 13 (1991), pp. 127-140.
-, Galdós y el arte de la prosa, Barcelona, PPU, 1993-
López, Mariano, «El naturalismo “galdosiano” de La desheredada», en Eber-
sole (ed.), Perspectivas sobre la novela española del siglos x/xy xx, Va¬
lencia, Albatros, 1979, pp. 13-26.
-, «Naturalismo y humanismo en Misericordia», Sin Nombre, 11,1
(1980), pp. 57-68.
López-Baralt, Mercedes, «“Lo que suena tiene su aquel”: la exploración del
insconsciente en Fortunata y Jacinta», Nueva Revista de Filología His¬
pánica, 35, 1 (1987), pp. 151-170.
López Landy, Ricardo, El espacio novelesco en la obra de Galdós, Madrid,
Ediciones de Cultura Hispánica, 1979.
López-Morillas, J., «Historia y novela en el Galdós primerizo: en torno a La
Fontana de Oro-, Revista Hispánica Moderna, 31 (1965), pp. 273-285.
-, «Galdós y el krausismo*, Revista de Occidente, 20 (1968), pp. 331-357.
-, Hacia el 98: literatura, sociedad, ideología, Barcelona, Ariel, 1972.
Lorenzo-Rivero, Luis, «Lo grotesco en Galdós: recurso para la sátira políti¬
ca de los últimos episodios», Estudios Ibero-Americanos, 11 (1985),
pp. 109-123.
López Rubio, José, Pérez Galdós, Madrid, Prensa Española, 1972.
López Sanz, M., Naturalismo y esplritualismo en la novelística de Galdós y
Pardo Bazán, Madrid, Pliegos, 1985.
Lovett, Gabriel H., «Dos visiones del pueblo: El 19 de marzo y el 2 de ma¬
yo de Galdós, en Ebersole, Alba V. (ed ), Perspectivas de la novela. En¬
sayo sobre las novelas españoles de los siglos xixy xx, de distintos auto¬
res, Valencia, Albatros e Hispanófila, 1979a, pp. 27-35.
402 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Lovett, Gabriel H.,«Galdós’ Alleged Francophobia in the Episodios na¬


cionales, Revista de Estudios Hispánicos, 13 (1979b), pp. 115-134.
Lowe, Jennifer, «Galdós’ skill in La desheredada», Iberoromania, 3 (1971),
pp. 142-151.
-, «Galdós’ Use of Time in La de Bringas*, Anales Galdosianos, 15
(1980), pp. 83-88.
-,«Ángel Guerra and Halma: a study of two love relationships», Hispa¬
nófila, 71 (1981), pp. 53-61.
-, «Animal Imagery in Misericordia-, Anales Galdosianos, XVII (1982),
pp. 85-88.
-, «Narrator and Reader in Torquemada en la hoguera: Some Further
Considerations*, Anales Galdosianos, XVIII (1983), pp. 89-95.
-, «Age, illusion and irony in Tris tana, Anales Galdosianos, 20 (1985),
pp. 107-111.
Luengo, Enrique, «El concepto de la novela e historia en Fortunata y Jacin¬
ta de Benito Pérez Galdós», HispanicJournal, 12, 1 (1991), pp. 17-25.
Lugo, Ruth, “Lo parabólico en dos obras galdosianas: La loca de la casa y
La de San Quintín-, Actas [1990), pp. 417-425.
Madariaga de La Campa, Benito, «Resonancias santanderinas en Doña Per¬
fecta, de Galdós», Boletín déla BibliotecaMenéndezPelayo, 61 (1985),
pp. 217-236.
-,«Amadeo I, un episodio de ruptura», en Actas [1990], pp. 371-380.
Madrigal, Dennis, «“Ab ovo usque ad mala”: Fortunata y Jacinta como
banquete literario», La Torre, 30 (1994), pp. 227-237.
Malaret, Nicole, «El bestiario de Miau*, Anales Galdosianos, XXIII (1988),
pp. 47-55.
Martinell, Emma, «Isidora Rufete (La desheredada), a través del entorno
inanimado», Letras de Deusto, 36 (1986), pp. 107-122.
Martínez Umpiérrez, Ela M., «Las ultracorrecciones de Realidad-, en Vila-
nova (ed.), Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de
Hispanistas, Barcelona, PPU, 1992, II, pp. 1355-1364.
Méndez Faith, Teresa, «Del sentimiento caritativo en Marianela y Misericor¬
dia-, Bulletin Hispanique, 84, 3-4 (1982), pp. 420-433-
Menéndez Onrubia, Carmen, «Misericordia y El abuelo, en Actas del VIII
Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Madrid, Its-
mo, 1986, pp. 195-303.
-, «Historia y familia en Fortunata yJacinta*, en Kronik y Turner [1994],
pp. 105-114.
Menéndez Pelayo, Marcelino, Estudios y discursos de crítica histórica y li¬
teraria [Edición Nacional de las Obras Completas de Menéndez Pela¬
yo], Madrid, CSIC, 1942, V, pp. 81-103-
Miller, Stephen, «Villaamil’s Suicide: Action, Character and Motivation in
Miau*, Anales Galdosianos, XIV (1979), pp. 83-96.
-, «In Search of La incógnita: Methodology, Plot and Theory», La Chis-
BENITO PÉREZ GALDÓS 403

pa 81, pp. 219-227.


-, El mundo de Galdós, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1983-
-, •La de Bríngas as Bildungsroman: A Feminist Reading-, Romance
Quarterly, 34, 2 (1987), pp. 189-199-
-, -Introduction to the illustrated fiction on the Generation of 1868», Ro¬
mance Quarterly, 35 (1988), pp. 281-287.
-, -Aspectos del texto gráfico de la edición 1881-1885 de los Episodios
Nacionales¡», en Actas [1990], pp. 329-335.
-, «Iriartian Intertexts to Gabriel Araceli and Comments on the Relation
to Felipe Centeno», en Willem [19931, pp 190-203-
Minter, Gordon, •Halma and the writings of St Agustine», Anales Galdosia-
nos, XIII (1978), pp. 73-97.
-, -The Element of Time in Misericordia», Anales Galdosianos, 20, 2
(1985), pp. 89-109.
Miralles García, Enrique, -La ironía, una clave en las Novelas Contemporá-
neas de Galdós», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LEX (1983),
pp. 227-258.
-, -Espacios narrativos y espacios textuales en los orígenes de la nove¬
la galdosiana», en L'homme et l’espace dans la literature..., Lille, Univ-
sersité de Lille, 1985, pp. 80-94.
Monleón, José B., -La sombra y la incerdidumbre fantástica», Anales Gal¬
dosianos, XXIV (1989), pp. 31-41.
Montero-Paulson, Daría J., La jerarquía femenina en la obra de Pérez Gal¬
dós, Madrid, Pliegos, 1988.
Montes Huidobro, Matías, 'El audaz: desdoblamiento de un ritual sexo-re¬
volucionario», Hispania, 63 (1980), pp. 487-497.
Montesinos, José F., Galdós. Estudios sobre la novela española del xix, Ma¬
drid, Castalia, 1968-1972.
Montesinos, M.* Isabel, -Novelas históricas pre-galdosianas sobre la Gue¬
rra de la Independencia», en Estudios sobre la novela española del si¬
glo xix, Madrid, CSIC, 1977, pp. 11-48.
Mora García, José Luis, Hombre, sociedad y religión en la novelística gal¬
dosiana, Salamanca, Ediciones de la Universidad, 1981.
Moreno Castillo, Gloria, «La unidad de tema en El doctor Centeno, en Ac¬
tas [1977], pp. 382-396.
Morón Arroyo, Ciríaco, •Nazarín y Halma: sentido y unidad», Anales Gal¬
dosianos, II (1967), pp. 67-81.
Moya Jiménez, Virgilio, -Algunos aspectos estructurales en relación con el
narrador de La de Bringas-, Revista de Filología, 3 (1984), pp. 39-46.
Muñiz Muñiz, M.1 Nieves, -Mimesis e romanzo storico: gli Episodios na¬
cionales di Pérez Galdós», Annali dell’Istituto Universitario Oriéntale,
19 (1977), pp. 343-380.
Naharro Calderón, José María, «Galdós y Baroja: caminos intertextuales ha¬
cia la perfección», en Estudios en homenaje a Enrique Ruiz-Fornells,
404 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Erie, Asociación de Licenciados y Doctores Españoles en Estados Uni¬


dos, 1990, pp. 348-445.
Navarro Adriansens, José M., «Registros sociolingüísticos en la caracteriza¬
ción de personajes en Fortunata yJacinta>, en Kronik y Turner [1994],
pp. 127-134.
Navas Ruiz, Ricardo, «Zaragoza: problemas de estructura», Hispania, 55
(1972), pp. 247-255.
Navascués, Miguel, «Patricio Sarmiento: trayectoria de un liberal exaltado en
los Episodios nacionales, HispanicJournal, 4, 2 (1983), pp 135-144.
-, «Liberales y absolutistas: personajes novelescos en la segunda serie
de los Episodios nacionales», Revista de Literatura, 98 (1987a), pp.
491-510.
-, «Religión, amor y diabolismo en Un voluntario realista de Galdós»,
Confluencia, 2, 2 (1987b), pp. 34-40.
Nimetz, Michael, Humor in Galdós. A Study of the »Novelas Comtemporá-
neas-, New Haven and London, Yale University Press, 1968.
Nuez, Sebastián de la, «La sombra, primera novela de Galdós», Letras de
Deusto, IV, 8 (1974), pp. 135-159.
-, «La batalla de Arapiles y su significado en los Episodios Nacionales,
Revista de Filología de la Universidad de la Laguna), 6 y 7 (1987-
1988), pp. 317-333.
O’Brien, MacGregor, «Las religiones de Torquemada», Discurso Literario:
Revista de Temas Hispánicos, 3, 1 (1985), pp. 111-119-
O’Connor, D. J., «Galdós’ first two series of Episodios nacionales as a model for
the realist novel», Revue dHistorie Ecclésiastique, 19, 3 (1985), pp. 97-115.
-, «The Recurrence of Images in Ángel Guerra», Anales Galdosianos,
XXIII (1988), pp. 73-82.
Olalla Real, Ángeles, «Los Episodios nacionales de Galdós y la novela his¬
tórica: la primera serie», en Acto [1990], pp. 757-772.
Ontañón de Lope Blanch, Paciencia, «Algo más sobre Realidad de Gal-
dós», en Vilanova (ed.), Actas del X Congreso de la Asociación Inter¬
nacional de Hispanistas, Barcelona, PPU, 1992, II, pp. 1.375-1-382.
Ordóñez, Elizabeth J., «Revising Realism: Pardo Bazán’s Memorias de un
solterón in Light of Galdós’ Tristana and John Stuart», en Valis y Mai-
ner(eds.), In theFemenineMode. Essays on Hispanic Women Writers,
Lewisburg, London, Buckbell University Press, 1990, pp. 146-163-
-, «Simbolismo en Lo prohibido de Galdós», en Actas Irvine 92, Irvine,
University of California, 1994, V, pp. 264-271.
Ortiz Armengol, José, «Relaciones humanas y literarias: Galdós y Valle-In-
clán», Revista de Occidente, 10-11 (1976), pp. 22-28.
-, «Unos personajes barojianos en los orígenes de Los Episodios Na¬
cionales-, en Acto [1977], pp. 177-185-
Ortiz-Armengol, José, Apuntaciones para -Fortunata y Jacinta-, Madrid,
Universidad Complutense, 1987.
BENITO PÉREZ GALDÓS 405

Ortiz-Armengol, José, «¿Leyó Galdós Crimen y castigó?», en Actas [1990],


II, pp. 123-132.
-, «El oficial don Benito Galdós Medina, emigrado romántico, en la
pluma de su sobrino novelista», ínsula, 561 (1993), pp. 4-6.
-, Vida de Galdós, Barcelona, Crítica, 1996.
Pageaux, Daniel Henri, «Sur quelques “retours a la nature” dans la littera-
ture espagnole fin de siécle», Romantisme, 30 (1980), pp. 49-59-
Palomo, M.* del Pilar, «El artículo costumbrista y La Fontana de Oro», en
Kronik y Turner [1994], pp. 39-54.
Palley, J., «Nazarín y el idiota», ínsula, 258 (1968), p. 3.
Paolini, Gilbert, «Polivalente rebeldía en La desheredada de Benito Pérez
Galdós-, Lingua and Letteratura, 5 (1985), pp. 115-122.
Paradissis, Aristides G., -Una influencia balzaciana en España: Les emplo-
yésconsiderada como una de las fuentes literarias de Miau de Benito
Pérez Galdós», Bulletin Hispanique, 74 (1972), pp. 444-452.
-, «Observaciones sobre la estructura y significado de La Corte de Car¬
los IV», Anales Galdosianos, XIV (1979), pp. 97-102.
Pardo Bazán, Emilia, «Galdós. Ángel Guerra», Nuevo Teatro Crítico, I, 8
(agosto de 1891).
Parker, Alexander A., «Nazarín, or the passion of our Lord Jesús Christ»,
Anales Galdosianos, 2 (1967), pp. 83-100.
Pattison, Walter T., Benito Pérez Galdós and the Creativeprocess, Minnea-
polis, The University of Minnesota Press, 1954.
-, «The prehistory of the Episodios nacionales-, Hispania, 53, 4 (1970),
pp. 857-863.
-, «Verdaguer y Nazarín», Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252
(1970-1971), pp. 537-545.
-, Benito Pérez Galdós, Boston, Twayne, 1975.
-, Etapas preliminares de-Gloria», Barcelona, Puvill, 1979-
-, »La Fontana de Oro: Its Early History», A. G., XV (1985), pp. 5-9.
Penas Varela, Ermitas, «El sistema dialogal galdosiano», Anales Galdosia¬
nos, XX (1985), pp. 11-120.
-, «La ironía galdosiana: apuntes sobre La incógnita y Realidad», Cas¬
tilla, 15 (1990), pp. 161-167.
Penuel, Arnold M., «The Ambiguity of Orozco’s Virtue in Galdós’ La in¬
cógnita and Realidad», Hispania, 53 (1970), pp. 511-418.
Percival, Anthony, «Melodramatic Metafiction in Tormento-, Kentucky Ro¬
mance Quarterly, 31, 2 (1984), pp. 153-160.
-, «Personaje, espacio e ideología en Tristana», en Actas [1990], II, pp.
151-158.
Pérez López, M. y Cabezas García, J. L., «Azorín y Galdós», en Actas[\911],
pp. 305-315.
Pérez Vidal, José, «Acercamiento a La Fontana de Oro-, en Actas [1979a],
I, pp. 202-229.
4°6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Pérez Vidal, José, Canarias en Galdós, Las Palmas, Cabildo Insular de


Gran Canaria, 1979b.
Pérez Vidal, Manuel M., «Azorín y Galdós», en Actos [1977], pp. 305-315.
Petit, Marie-Claire, «La desheredada, ou le procés du reve», Romance
Notes, 9 (1968), pp. 235-243.
-, Galdós et -La Fontana de Oro-: génesé de l’oeuvre d’un romancier,
et les sources balzaciennes de -Fortunata y Jacinta-, Paris, Ediciones
Hispano-Americanas, 1972a.
-—, Lespersonnagesféminins dans les romans de Benito Pérez Galdós,
Lyon, Universidad, 1972b.
Porto, Heriberto del, «La decadencia de la aristocracia y su reflejo en hj
serie Torquemada», en Martín (ed.), Selected Proceedings: 3-2°°
Mountain Interstate Foreign Language Conference, Winston-Salem,
Wake Forest University, 1984, pp. 113-120.
Pozzi, Gabriela, «Tristana y sus lectores (internos y externos)», La Chis¬
pa 89, pp. 239-246.
Porrua, M.a del Carmen,«La función de la ambigüedad en la protagonista
de La desheredada de Galdós», Filología, 20, 1 (1985), pp. 139-151.
Prado Escobar, María del, «Dos personajes de Galdós», en Polo García
(ed.), Estudios dedicados al profesor Mariano Baquero Goyanes,
Murcia, Universidad de Murcia, 1974, pp. 79-89.
Ráfols, Wilfredo de, «El metalenguaje en Galdós», Hispanic Review, 58
(1990), pp. 469-486.
Randolph, E. Dale, «A Source for Maxi Rubín in Fortunata y Jacinta-,
Hispania, 51 (1968), pp. 49-56.
Regalado García, Antonio, Benito Pérez Galdós y la novela histórica
(1968-1912), Madrid, ínsula, 1966.
Ribas Jiménez, Nieves, «Tipología femenina en La de los tristes destinos-,
en Actos [1990], pp. 793-802.
Ribbans, Geoffrey, «El carácter de Mauricia la Dura», en Actas del V Con¬
greso Internacional de Hispanistas, vol. II, Burdeos, Universidad,
1977a, pp. 713-721.
-, «La figura Villaamil en Miau-, en Actas [1977b], pp. 397-413-
-, «“Historia novelada” and “novela histórica”: the use of historical
incidents from the reign of Isabella II in Galdós’ Episodios and no¬
velas contemporáneas-, en John England (ed.), Hispanic Studies in
Honour of Frank Pierce, Sheffield, The University, 1980, pp. 133-
147. Traducción española en Bly [1988], pp. 167-186.
-, «The portrayal of Queen Isabella II in Galdós’ Episodios and nove¬
las contemporáneas-, en Gilbert Paolini (ed.), La Chispa'81, New
Orleans, Tulane University, 1981, pp. 277-286.
-, «La historia como debiera ser: Galdós’ speculations on Nineteenth-
Century Spanish History», Bulletin of Hispanic Studies, 59 (1982),
pp. 267-274,
BENITO PEREZ GALDÓS 407

Ribbans, Geoffrey, «Galdós’ literary presentations of the interegnum,


Reign of Amadeo and the First Republic (1868-1874)», Bulletin of
Hispanic Studies, 63 (1986a), pp. 1-17.
-, »The Restauración in the Novéis and Episodios of Galdós», Anales
Galdosianos, XXI (1986b), pp. 79-93-
-, «Dos paseos de Fortunata por Madrid y su integración dentro de la
estructura de la novela», Hispania, 70, 4 (1987a), pp. 740-745.
-, «Feijoo: policeman, inventor, egotist, failure?», Anales Galdosia¬
nos, XXII (1987b), pp. 71-87.
-, «Doña Perfecta. Yet Another Ending», Modern Language Notes,
105, 2 (1990), pp. 203-225.
-, -Social Document or Narrative Discourse? Some Comments on
Recent Aspects of Galdós Criticism», en Clarke y Rodgers [1991],
pp. 55-83.
-, -The Making of a Minor Character: Galdós’ Plácido Estupiñá», Sym-
posium, 46, 2 (1992), pp. 147-157.
-, History and fiction in Galdós’ narratives, Oxford, Oxford Univer-
sity Press, 1993a.
-, -“Amparando/Desamparando a Amparo”: Some Reflections on El
doctor Centeno y Tormento, Revista Canadiense de Estudios Hispá¬
nicos, 17, 3 (1993b), pp. 495-523.
-, «How Galdós and Baroja Treat History: The Murder of Police-Chief
Chico in 1854», Forumfor Modern Language Studies, 29, 2 (1993c),
pp. 165-174.
-, «Notes on the Narrator in Fortunata y Jacinta-, en Willem [1993d],
pp. 88-104.
-, «Una creación galdosiana —Teresa Villescusa—. Entre la historia y
la ficción», en Villegas (ed.), Actas Irvine-92. Asociación Interna¬
cional de Hispanistas, Irvine, University of California, 1994, II, pp.
113-121.
-, and Varey, John E., Dos novelas de Galdós:«Doña Perfecta-y -For¬
tunata y Jacinta» (Guías de lectura), Madrid, Castalia, 1988.
Ricard, Robert, Galdós et ses romans, Paris, PUF, 1961.
-, Aspects de Galdós, Paris, PUF, 1963.
-, «Reflexiones inconexas entre La loca de la casa de Galdós», en
Schraibman (ed.), Homenaje a Sherman H. Eoff Madrid, Castalia,
1970, pp. 221-235-
-, «Mito, sueño, historia y realidad en Prim», Cuadernos Hispanoa¬
mericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 340-355-
Río, Ángel del, «La significación de La loca de la casa-, Cuadernos Ame¬
ricanos, XXI, 3 (1945). [Reimpreso en Rogers [19731, pp. 321-350].
Risley, William P., «“Narrative Overture” in Galdós’ Early Novelas es¬
pañolas contemporáneas-, Romance Quarterly, 31, 2 (1984), pp.
135-146.
408 panorama crítico de la novela realista-naturalista

Robín, Claire-Nicole, -La de los tristes destinos: un román historique tardif de


Pérez Galdós», Anuales Literaires de L’Université de Besangon, 207
(1977), pp. 211-249.
-, «Une genése des Episodios nacionales (Les articles de “Política inte¬
rior” de Pérez Galdós dans la Revista de España en 1872», Les Langues
Néo-Latines, 224 (1978), pp. 65-80.
-, «Gabriel Araceli, ou l’histoire du román au xixe. Siécle», Les Langues
Néo-Latines, 232 (1980), pp. 75-91.
-, «Nazarín: el problema de la libertad individual en 1895», en Actas
[1990], II, pp. 159-170.
Rodgers, Eamonn, «The Appearance-Reality Contrast in Galdós’ Tormento,
Forumfor Modern Language Studies, 8 (1970), pp. 382-398.
-, «El krausismo, piedra angular en la novelística de Galdós», Boletín de
la Biblioteca Menéndez Pelayo, 62 (1986a), pp. 241-253-
-, «¿Cristal o diamantes? La verdad de la mentira en Misericordia», Ana¬
les Galdosianos, XXI (1986b), pp. 187-194.
-, From Enlightenment to Realism: the novéis of Galdós, Dublin, Jack
Hade, 1987.
• —, «Teoría literaria y filosofía de la historia en el primer Galdós», en Bly
[1988], pp. 35-47.
-, «The unfinished anagnorisis: the illness and death of José María Bue¬
no de Guzmán in Galdós’ Lo prohibido, en Clarke y Rodgers [1991a],
pp. 127-141.
-, «Creative Asynchrony: The Moral Dynamism of Lo prohibido, Crítica
Hispánica, 13, 1-2 (1991), pp. 45-56.
-, «“History as Fiction: Some Observations on a Recent Study of Galdós”
Historical Novel», Bulletin of Hispanic Studies, 72, 3 (1995), pp. 345-
349.
Rodríguez, Alfred, Estudios sobre la novela de Galdós, Madrid, Porrúa, 1978.
-,«Torquemada en la hoguera y los comienzos de la nueva religión en
Galdós», Cuadernos Americanos, 248, 3 (1983), pp. 128-140.
-, «La creatividad de Galdós al comenzar las Novelas contemporáneas:
génesis paródico de La deshereda•, en Actas [1990], pp. 171-178.
-, «“Un Coeur simple” de Flaubert y dos obras maestras españolas: Do¬
ña Berta y Misericordia» Hispanófila, 35, 2 (1992), pp. 25-29.
-, y Linde L. Hidalgo, «Las posible resonancias cervantinas de un título
galdosiano: La desheredada», Anales Galdosianos, XX, 2 (1985), pp.
19-23.
Rodríguez, Rodney T., «El trasfondo económico y moral de La de Bringas-,
Letras de Deusto, 33 (1985), pp. 165-173-
-, «The Reader’s Role in Tormento: A Reconstruction of the Amparo-
Pedro Polo Affair», Anales Galdosianos, XXIV (1989), pp 69-78.
-, «La unidad orgánica de la trilogía Centeno TormentoLa de Bringas-,
en Acias [1990], pp. 179-186.
BENITO PÉREZ GALDÓS 409

Rodríguez Puértolas, Julio, «Galdós y El caballero encantado, Anales Gal-


dosianos, Vil (1972), pp. 117-132.
-, Galdós: burguesía y revolución, Madrid, Turner, 1975.
-, 'La clase dominante y su papel en Fortunata y Jacinta?, en Actas del
VCongreso Internacional de Hispanistas, Bordeaux, PU de Bordeaux,
1977b, pp. 735-742.
-(ed.), Galdós en el centenario de -Fortunata y Jacinta», Madrid, Pren¬
sa Universitaria, 1989-
-, -Fortunata y Jacinta, novela libertaria», en Actas [1990a], pp. 187-196.
-, *Misericordia de Galdós: una novela antiburguesa», en Suárez Gal-
bán (ed.), La ínsula sin nombre: Homenaje a Nilita Vientos Gastón, Jo¬
sé Luis Cano y Enrique Cantío, Madrid, Orígenes, 1990b, pp. 101-114.
-, «“Quien manda, manda”: la ley y el orden en Fortunata y Jacinta?, en
Kronik y Turner [1994], pp. 115-125.
-,«Casandra y la modernidad», en Actas [1995], pp. 511-522.
Rogers, Douglass M. (ed.), Benito Pérez Galdós, Madrid, Taurus, 1973.
-, -Amparo, o la metamorfosis de la heroína galdosiana», Selected Pro-
ceedings of the Mid-America Conference on Hispanic Literature, Lin¬
coln, University of Nebraska Press, 1986, pp. 137-146.
Román, Isabel, La creatividad en el estilo de Galdós, Las Palmas de Gran
Canaria, Ediciones del Cabildo Insular, 1993-
Romero Pérez, Francisco, «The Grandeur of Galdós’ Mauricia la Dura», His¬
panic Journal, 3, 1 (1981), pp. 107-114.
-, *La creación de la grandeza en La desheredada de Pérez Galdós», La
Chsipa ’81, pp. 251-259-
-, «El “mal constitutivo” en Lo prohibido de Pérez Galdós», Romance
Quarterly, 31, 2 (1984), pp. 161-167.
Romero Tobar, Leonardo, 'Galdós y la novela popular», en La novela po¬
pular española del siglo xix, Madrid, Fundación Juan March, 1976, pp.
162-198.
-, -La desheredada en la novela», en Actas [1990], pp. 197-206.
-, «Del Nazarenito a Nazarín», en Actas [1995], II, pp. 471-482.
Rosselli, Ferdinando, -Ángel Guerra, analisi di un fallimento esistenziale»,
Studi deli Istituto Lingüístico, 6 (1983), pp 117-154.
Round, Nicholas G., «Galdós’ Realidad: Novel into Drama», ForumforMó¬
dem Language Studies, 20, 1 (1984), pp. 30-48.
-, 'Villaamil’s Three Lives», Bulletin of Hispanic Studies, 63, 1 (1986),
pp. 19-32.
-, -The Fictional Plenitude of Ángel Guerra», en Clarke y Rodgers
[1991], pp. 143-167.
-, «Rosalía Bringas’ children», Anales Galdosianos, VI (1971), pp. 43-
50.
Rosselli, Ferdinando, ■Tristona: Analisi di un fallimento sociale», Studi
dell Istituto Lingüístico, 5 (1982), pp. 151-189-
4io PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Rosselli, Ferdinando, •Ángel Guerra: Análisis di un fallimento esistenzia-


le», Studi dell'Istituto Lingüístico, 6 (1983), pp. 117-154.
Ruano de la Haza, José M., «The Role of Luisito in Miau», Anales Galdo-
sianos, XIX (1984), pp. 27-43.
Rubio Cremades, E., «Las últimas novelas», en Madrid en Galdós. Galdós
en Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid, 1988, pp. 313-326.
-, «Anotaciones y acotaciones de Azorín a los textos de Galdós-, en
Actas del IX Congreso Internacional de Hispanistas, Frankfurt am
Main, Vervuert Verlag, 1989, pp. 373-382.
-, «El costumbrismo como documentación novelesca en Fortunata y
Jacinta», en Rodríguez Puértolas [19891, pp. 103-110.
Ruiz de La Serna, Enrique y Cruz Quintana, Sebastián, Prehistoria y pro-
tohistoria de Benito Pérez Galdós: contribución a una biografía, Las
Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1973-
Ruiz Ramón, Francisco, Tres personajes galdosianos, Madrid, Revista de
Occidente, 1964.
Russell, Robert H., «La voz narativa en La de Btingas-, Anales Galdosia¬
nos, XXI (1986), pp. 135-140.
Rutherford, John y Fowler, Roger «Story, Character, Setting and Narrative
Mode in Galdós’ El amigo Manso-, en Fowler (ed.), Style and Struc-
ture in Literature. Essays in the New Stylistics, Ithaca, Cornell Uni-
versity Press, 1975, pp. 177-212.
Sánchez, Roberto G., «Artificio y perspectiva en La incógnita y Realidad
de Galdós», Cuadernos Hispanoamericanos, 276 (1973), pp 544-
560.
-, «The Function of Dates and Deadlines in Galdós’ La de Bringas»,
Hispanic Review, 46 (1978), pp. 299-311-
Sánchez Barbudo, Antonio, «Torquemada y la muerte», Anales Galdosia¬
nos, II (1967), pp. 45-52.
Santiañez Tió, Nil, «Poéticas del modernismo: espíritu lúdico y juegos de
lenguaje en La incógnita», Modern Languages Notes, 111, 2 (1996),
pp. 299-326.
Santos Silva, Lorena, «Lo cómico en Torquemada», Papeles de Son Arma-
dans, 84 (1977), pp. 239-254.
Scanlon, Geraldine M., y Jones, R. O., *Miau. prelude to a reassessment»,
Anales Galdosianos, 6 (1971), pp. 53-62.
-, «Religión and Art in Ángel Guerra», Anales Galdosianos, VIII
0973), pp. 99-105.
-, •El doctor Centeno: A Study in Obsolescent Valúes», Bulletin of His¬
panic Studies, 55 (1978), pp. 245-253-
-, «Heroism in Unheroic Sociey: Galdós’ Lo prohibido-, The Modern
Language Review, 79, 4 (1984), pp. 831-845.
Schraibman, Joseph, Dreams in the novéis of Pérez Galdós, New York, His¬
panic Institute, 1960.
BENITO PÉREZ GALDÓS 411

Schraibman, Joseph, -Patria y patriotismo en los Episodios nacionales de


Galdós», Boletín Informativo del Seminario de Derecho Político, 27
(1962), pp. 71-86. '
-, -Espacio histórico/espacio literario en Gerona», The American His-
panist, 12 (1976), pp. 4-7.
-, -Una parodia de una parodia: Juanito Santa Cruz y Moreno Isla»,
Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, 1 (1982), pp. 7-
12.
-, «Torquemada y la Inquisición», Revista Signos. Estudios de Lengua
y Literatura, 31-32 (1992), pp. 167-178
Seco Serrano, C., «Los Episodios Nacionales como fuente histórica», Cua¬
dernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp. 256-285.
Schnepf, Michael A., -History into Fiction: The Political Background to
Galdós’ La desheredada», Letras Peninsulares, 4, 2-3 (1991), pp.
295-306.
Schyfter, Sara E., -The Judaism of Galdós’ Daniel Morton», llispania, 59
(1976), pp. 24-33.
Senabre, Ricardo, -Clarín y Galdós ante el público», en Literatura Popu¬
lar y Proletaria, Sevilla, Universidad, 1986, pp. 141-153-
-, Literatura y público, Madrid, Paraninfo, 1987.
-, -La lengua literaria a finales del siglo xix» en Capítulos de Historia
de la lengua literaria, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1998,
pp. 133-150.
Seybolt, Richard A., «The Function of Imagery in La familia de León
Rocb», Revista de Estudios Hispánicos, 14, 3 (1980), pp. 79-93-
Sherzer, William M., -Death and Succession in the Torquemada Series»,
Anales Galdosianos, XIII (1978), pp. 33-39.
-, -Character creation in Un voluntario realista-. Anales Galdosia¬
nos, 16 (1981), pp. 9-14.
-, -Narrative Play and Social Context in Torquemada en la hoguera-,
Anales Galdosianos, XXIII (1988), pp. 67-72.
Shirley, P. W., -The Narrator/Reader Relationship in Torquemada, or
How to Read a Galdosian Novel», Anales Galdosianos, XX, 2 (1985),
pp. 77-87.
Shoemaker, William H., -Sol y sombra de Giner en Galdós», en Homena¬
je a Rodríguez Moñino, vol. II, Madrid, Castalia, 1966, pp. 213-223.
-, The Novelistic Art of Galdós, Valencia, Albatros, Hispanófila, 1980-
1982, 3 vols.
-, -A Note on Galdós’ Religión in Gloria-, Anales Galdosianos, XI
(1976), pp. 109-118.
-, God’s Role and his Religión in Galdós’ Novéis 1876-1888, Valen¬
cia, Albatros, Hispanófila, 1988.
Silvestri, L., •Marianela di Galdós o l’enigma della bellezza», en Cesare y
Serafín (eds.), El Girador, /-//, Rome, Bulzoni, 1993, pp 945-955.
412 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Sinnigen, John H., «Resistence and Rebellion in Tristana», Modern Lan-


guage Notes, 91 (1976), pp. 277-291.
-, «The Problem of Individual and Social Redemption in Ángel Gue¬
rra», Anales Galdosianos, 12 (1977), pp. 129-140.
-, «Galdós’ Tormento: Political Partisanship/Literary Structures», Ideo-
logies and Literature, 15 (1981), pp. 19-32.
-, «Individuo, clase y sociedad en Fortunata y Jacinta-, en G. Gullón
[1986], pp. 70-93.
-, «Sexo y clase social en Fortunata y Jacinta«, Anales Galdosianos,
XXII (1987), pp. 53-70.
-, -Fortunata y Jacinta y la novela realista: transformación social e
identidad individual”, en Kronik y Turner [1994], pp. 189-192.
Smith, Alan E., «Galdós y Flaubert», Anales Galdosianos, XVIII (1983),
pp. 25-37.
-, «El epílogo a la primera edición de la batalla de los Arapiles», Ana¬
les Galdosianos, XVII (1982), pp. 105-108.
-, «La imaginación galdosiana y la cervantina», en Kronik y Turner
[1994], pp. 163-167.
Smith, Gilbert, «Ficción e historia en la narrativa galdosiana, 1897-1899»,
en Actas [1990], II, pp. 235-240.
-, «From Trafalgar to Cádiz: Galdós, Ortega, and the Hermetic Histo-
rical Novel», La Chispa'95, pp. 357-366.
Smith, Paul C., «Cervantes and Galdós: The Duques and Ido del Sagra¬
rio», Romance Notes, 8 (1966), pp. 47-50.
Smolen, Marian, «Las dos caras de San Sebastián: Hacia un análisis de la
técnica caricaturesca en Misericordia de Benito Pérez Galdós», Ro¬
mances Notes, 21 (1980), pp. 63-67.
Standish, Peter, «Theatricality and Humour: Galdós’ Technique in Doña
Perfecta», Bulletin of Hispanic Studies, 54 (1977), pp. 223-231.
Sobejano, Gonzalo, «Forma literaria y sensibilidad social en La incógni¬
ta y Realidad de Galdós», Revista Hispánica Moderna, 30 (1964),
pp. 89-107. [Reproducido en Forma literaria y sensibilidad social,
Madrid, Gredos, 1967].
-, «Galdós y el vocabulario de los amantes», Anales Galdosianos 1
(1966), pp. 85-100.
-, «Muerte del solitario. Benito Pérez Galdós: Fortunata y Jacinta, en
Amorós (ed.), El comentario de Textos, J: La novela realista, Ma¬
drid, Castalia, 1979, pp. 203-254.
-, «Muerte del solitario», en G. Gullón [1986], pp. 313-352.
-, «El lenguaje de la novela naturalista», en Y. Lissorgues (ed.), Rea¬
lismo y Naturalismo en España, Barcelona, Anthropos, 1988, pp.
583-615.
Sopeña Ibáñez, Federico, Arte y sociedad en Galdós, Madrid, Gredos,
1970.
BENITO PÉREZ GALDÓS 413

Sotelo Vázquez, Adolfo (ed.), Leopoldo Alas "Clarín-, Galdós novelista,


Barcelona, PPU, 1991a.
-, «Clarín en torno a Realidad«, Revista Hispánica Moderna, 44, 1
(1991b), pp. 35-47.
Sotelo Vázquez, M.1 Luisa, «Ángel Guerra- de Benito Pérez Galdós y sus
críticos (1891), Barcelona, PPU, 1990.
Soto, Román, «La formación del héroe (A propósito de los Episodios na¬
cionales)«, Acta Literaria, 6 (1981), pp. 57-78.
Stern, J. P., -Fortunata y Jacinta in the Context of European Realism», en
Kronik y Turner [1994], pp. 17-32.
Tarrío Varela, Anxó, Lectura semiológica de -Fortunata y Jacinta-, Las
Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1982.
Thompson, Currie K., «Galdós’ El amigo Manso and the Engendering of
Knowledge«, Revista de Estudios Hispánicos, 28, 1 (1994), pp. 43-64.
Torres, David, «La fantasía y sus consecuencias en La desheredada-, Bo¬
letín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 52 (1976), pp. 301-307.
-, «Estudio de un personaje galdosiano-, Cuadernos Americanos,
239, 6 (1981), pp. 227-233.
Triviños, Gilberto, Benito Pérez Galdós en la jaula de la epopeya, Barce¬
lona, Ediciones del Malí, 1987.
Truel, Juana, -La huella de Eugenie Grandet en Doña Perfecta-, Sin Nom¬
bre,! , 3 (1976), pp. 105-115.
Troncoso Durán, Dolores, «La unidad de la quinta serie de los Episodios
nacionales-, Revista de Literatura, 48 (1986), pp. 51-74.
Tsuchiya, Akiko, «History as Language in the First Series of the Episodios
nacionales: The Literay Self-Creation of Gabriel Araceli», Anales
Galdosianos, XXIII (1988), pp. 11-25.
-, «Maxi and the Signs of Madness: Reading as Creation in Fortunata y
Jacinta-, Híspante Review, 56, 1 (1988), pp. 53-71.
-, Images of the sign: semiotic consciousness in the novéis of Benito Pé¬
rez Galdós, Columbia, Missouri, University of Missouri Press, 1990.
-, «“Las Micaelas por fuera y por dentro”: Discipline and Revistance in
Fortunata y Jacinta-, en Willem [1993a], pp. 56-71.
-, «The Construction of the Female Body in Galdós’ La de Bringas-, Ro¬
mance Quarterly, 40, 1 (1993b), pp. 35-47.
Turner, Harriet S., «Rhetoric in La sombra: The Author and His Story-, Ana¬
les Galdosianos, 6 (1971), pp. 5-19-
-, «The Control of Confusión and Clarity in El amigo Manso, Anales
Galdosianos, XV (1980), pp. 45-61.
-, «Strategies in Narrative Point of View: On Meaning and Morality in the
Galdós Novel*, en Homenaje a Sánchez Barbudo. Ensayos de literatura
española moderna, Madison, University of Wisconsin, 1981, pp. 61-77.
-, «Family Ties and Tyrannies: A Reassessment of Jacinta*, Hispanic Re¬
view, 51, 1 (1983), pp. 1-22.
414 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Turner, Harriet S., «The shape of deception in Doña Perfecta», Kentucky


Romance Quarterly, 31 (1984), pp. 125-134.
-, «Patterns od Deception in the Galdós Novel», Anales Galdosianos,
XXI (1986), pp. 161-177.
-, «Lazos y tiranías familiares: una reevaluación de Jacinta», en G.
Gullón (1986), pp. 277-298.
-, «Diseño y configuración semántica de la mentira en Miau*, en Ac¬
tas [1990], pp. 241-250.
-, Benito Pérez Galdós. Fortunata and Jacinta, New York, Cam¬
bridge University Press, 1992a.
-, «Metaphor and Metonymy in Galdós and Tolstoy», Hispania, 75, 4
(1992b), pp. 884-896.
-, «Balancing exactitud and belleza: Galdós’ Theoretical Equation
for Realism in Fortunata y Jacinta*, en Willem [1993], pp. 105-120.
Ullman, Pierre L., «Galdós as Psychiatrist in Fortunata y Jacinta*, Ana¬
les Galdosianos, IX (1974), pp. 7-36.
-, «Torquemada? San Eloy o Dagoberto?», Anales Galdosianos, XIII
(1978), pp. 49-58.
-, «A Contrapuntal and Spenglerian Approach to Misericordia*, Hís¬
pame Review, 60, 3 (1992), pp. 321-339.
-, «Las ratas de Gerona y la polisemia quinaria», en Willem [1993],
pp. 222-233.
Urbina, Eduardo, «Mesías y redentores: constante estructural y motivo
temático en Fortunata y Jacinta», Bulletin Hispanique, 83, 3-4
(1981), pp. 379-389.
Urey, Diane F., Galdós and the Irony of Language, Cambridge, Cam¬
bridge University Press, 1982.
-, «Isabel II and historical truth in the fourth series of Galdós’ Episo¬
dios nacionales*, Modern Language Notes, 98 (1983 a), pp. 189-
207.
-, «Linguistic meditation in the Episodios nacionales of Galdós: Ver-
gara*, Philological Quarterly, 62 (1983b), pp. 263-271.
-, «Identities and Differences in the Torquemada Novéis of Galdós»,
Hispanic Review, 53, 1 (1985a), pp. 41-60.
-, «The Confusión and the Fusión of History and Fiction in the Third
Series of Galdós’ Episodios nacionales-, Philological Quarterly, 64,
4 (1985b), pp. 459-473.
-, -The Confusión and the Fusión of History and Fiction in the Third
Series of Galdós’ O’Donnell*, Bulletin of Hispanic Studies, 63 (1986
a), pp. 33-46.
-, Galdós and the irony of language, Cambridge University Press,
1986b.
-, «Ñames for Things: The Discourse of History in Galdós’ O'Don-
nell*, Bulletin of Hispanic Studies, 63, 1 (1986c), pp. 33-46.
BENITO PÉREZ GALDÓS 415

Urey, Diane F., "La revisión como proceso textual en los Episodios na¬
cionales-. el caso de Bodas Reales», en Bly [1988], pp. 113-120.
-, The novel histories of Galdós, Princeton, Princeton University
Press, 1989a.
-, «Galdós’ Creation of a New Reader for Spain throught the First Series
of Episodios nacionales•, Romance Languages Annual, 1 (1989b), pp.
631-638.
-, «A reevaluation of the Episodios nacionales and the Galdós canon»,
Anales Galdosianos, 25 (1990a), pp. 133-136.
-, -Duelling Discourses in Galdós’ Episodios nacionales-, Cádiz», Ro¬
mance Languages Annual, 2 (1990b), pp. 575-581.
-, -La historia y la lengua en la primera serie de los Episodios naciona¬
les de Galdós», en Actas del X Congreso Internacional de Hispanistas,
vol. II, Barcelona, PPU, 1992a, pp. 1.523-1.534.
-, -Identities and Differences in the Torquemada Novéis of Galdós», en
Labanyi [1992b], pp. 181-198.
-, -Resurrection and Reinscription in Bailén», en Willem [1993],
pp. 204-221.
-, «Retelling History and the Battle for Words in Galdós’ La batalla de
los Arapiles», Confluencia, 9, 2 (1994), pp. 52-63.
-, «Representando la historia en La batalla de Arapiles», en Actas
[1995a], pp. 533-542.
-, «“Immaculate Conteptions’ and Other Mysteries in Galdós’ Cádiz»,
Bulletin of Hispanic Studies, 72, 1 (1995b), pp. 41-72.
Urruela, M* Cristina, «Living History in Amadeo I», Romance Languages
Annual, 2 (1990), pp. 582-585.
Utt, Roger L., »Sic vos non vobis- herencia historiográfica y coherencia es¬
tructural de La batalla de Arapiles, en Bly [1988], pp. 81-98.
Valis, Noel M., «El significado del jardín en Doña Perfecta de Galdós», en
Bellini (ed.), Actas del Vil Congreso de la Asociación Internacional de
Hispanistas, Roma, Bulzoni, 1982, pp. 1.031-1.038.
-, «Ait, memory and the human in Galdós’ Tristana», Kentucky Roman¬
ce Quarterly, 31 (1984), pp. 207-220.
-, «Benito Pérez Galdós’ Miau and the Display of Dialectic», Romanic
Review, 77, 4 (1986), pp. 415-427.
-,«Ángel Guerra o la novela monstruo». Revista Hispánica Moderna, 41
(1988), pp. 31-43.
-, «Romanticism, Realism, and the Presence of the Word», en Media,
Consciousness, and Culture: Explorations of Walter Ong ’s Thought,
Newbury Park, Sage, 1991, pp. 90-102.
-, «Fabricating Culture in Cánovas, Modern Language Notes, 107, 2
(1992), pp. 250-273-
Varela, Antonio, «Galdós’ last Episodios nacionales, Híspanla, 70 (1987),
pp. 31-39.
416 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Varela Jácome, Benito, «Bipolarizaciones ideológicas en Gloria de Galdós»,


Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 6l (1985), pp. 237-257.
Varey, John E., «Francisco Bringas: “Nuestro buen Thiers”», en Actas del
II Congreso Internacional de Hispanistas, Nijmegen, Instituto Espa¬
ñol de la Universidad de Nimega, 1967, pp. 679-687.
-(ed.), Galdós Studies, Londres, Tamesis, 1970.
-, «Torquemada and “la lógica”», en Glendinning (ed.), Studies in
Modern Spanish Literature and Art Presented to Helen F. Grant,
London, Tamesis, 1972, pp. 207-221.
-, «Man and nature in Galdós’ Halma-, Anales Galdosianos, XIII
(1978), pp. 59-72.
Vázquez Arjona, Carlos, «Cotejo histórico de cinco Episodios nacionales
de Benito Pérez Galdós», Revue Hispanique, 68 (1926), pp. 321-551.
Vilarós, Teresa M., «Invención, simulacro y violencia en Tristana», en
Willem [19931, pp. 121-137.
Villegas, Juan, «Interpretación mítica de El caballero encantado de Gal¬
dós», Papeles de Son Armadans, 82 (1976), pp. 11-24.
Vivero, Manuel, «Precisar la estructura social de Fortunata y Jacinta»,
Filología, 26, 1-2 (1993), pp. 301-323-
Walton, L. B., Pérez Galdós and the Spanish Novel of Nineteenth Cen-
tury, London and Toronto, J. M. Dent and Sons, 1927.
Weber, Robert, «Galdós’ Preliminary Sketches for Torquemada y San Pe¬
dro, Bulletin of Hispanic Studies, 44 (1967), pp. 16-27.
Wellington, Marie A., «Marianela de Galdós y Diderot», Cuadernos His¬
panoamericanos, 324 (1977), pp. 558-569.
-,«Marianela and La Sympho n ie pasto rale-, Weelington y O’Nan (eds.),
Romance Literary Studies: Homage to Harvey L. Jonhson, Potomac,
Porrua Turanzas, 1979, pp. 161-172.
-, «Galdós’ Gloria and Manzoni’s I promessi spos>, en Gutiérrez de la
Solana y Alba Buffill (eds.), Festschrift José Cid Pérez, New York, Sen¬
da Nueva de Ediciones, 1981, pp. 289-296.
Whiston, James, «The Materialism of Life: Religión in Fortunata y Jacinta»,
Anales Galdosianos, XIV (1979), pp. 65-81.
-, «Determinism and Freedom in Fortunata y Jacinta», Bulletin of His¬
panic Studies, 57 (1980), pp. 113-127.
-, The early stages of composition of Galdós ’ -Lo prohibido-, London, Ta¬
mesis, 1983.
-, «The Struggle for Life in Fortunata y Jacinta-, The Modern Language
Review, 79, 1 (1984a), pp. 77-87.
-, «Two Versions of Trafalgar: Galdós’ Trafalgar i 1873) and Manuel
Marliani’s Combate de Trafalgar (1850)», Forum for Modern Language
Studies, 20, 2 (1984b), pp. 154-164.
-, -Un voluntario realista: The First Part of a Reply to Azcarate’s Minuta de
un testamentó?», Anales Galdosianos, XX, 2 (1985), pp. 129-140.
BENITO PÉREZ GALDÓS 417

Whiston, James, «Una versión primitiva de Lo prohibido de Benito Pérez


Galdós», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 62 (1986), pp. 255-
266.
-, -Historia y proceso creativo en el episodio nacional Un voluntario rea¬
listat-, en Actas [1990a], pp. 337-346.
-, -Ironía y psicología en Lo prohibido de Galdós», Romance Quarterly,
37, 2 (1990b), pp. 199-208.
-, «“Ficción verosímil” and “realidad documentada” in the second series of
Galdós’ Episodios nacionales, en Clarke y Rodgers [1991a], pp. 1-13-
-, -Trabajo y dinero en Lo prohibido-, Crítica Hispánica, 13, 1-2 (1991b),
pp. 57-68.
-, -The Interplay between Author and Narrator in Lo prohibido, en Wi-
llem [1993], pp. 41-55.
Willem, Linda M., «Tuming La incógnita into Realidad: Galdós’ metafictional
magic trick», Modern Language Notes, 105 (1990a), pp. 385-391.
-, «The Narrative Voice Presentation of Rosalía de Bringas in Two Galdo-
sian Novéis», Crítica Hispánica, 12, 1-2 (1990b), pp. 75-87.
-, «The Narrative Premise of Galdós’ Lo prohibido, Romance Quarterly,
38, 2 (1991), pp. 189-196.
-, -A Dickensian Interlude in Galdós’ Rosalía-, Bulletin ofHispanic Stu-
dies, 69, 3 (1992), pp. 239-244.
Wright, Chad C., «The representational qualities of Isidora Rufete’s house and
her son Riquín in Benito Pérez Galdós’ novel La desheredada», Roma-
nischeForschungen, 83 (1971), pp. 230-245.
-, «Artifacts and effigies: the Porreño household revisited», Anales Galdo-
sianos, XIV (1979), pp. 13-26.
-, «Secret Space in Pérez Galdós’ La de Bringas-, Hispanic Review, 50, 1
(1982), pp. 75-86.
-, «“La eterna mascarada hispanomatritense”: Clothing and Society in Tor¬
mento, Anales Galdosianos, 20, 2 (1985), pp. 25-37.
-, -“La conversación de la gente de Orbajosa”: Direct Discourse, Turn An-
cillaries, and the Narrator in Galdós’ Doña Perfecta», Romance Langua-
gesAnnual, 1 (1989), pp. 645-652.
-, -“Un millón de ojos”: Visión, vigilancia y encierro en Doña Perfecta», en
Kronik y Tumer [1994], pp. 151-156.
Yáñez, María Paz, -Autores y lectores de un texto llamado Fortunata», en Vi¬
llegas (ed.), Actas Irvine-92. Asociación Internacional de Hispanistas, Ir-
vine, University of California, 1994, V, pp. 252-263-
Ynduráin, Francisco, Galdós entre la novela y el folletín, Madrid, Taurus, 1970.
-, - El Caballero encantado, en Actas [1977], pp. 336-350.
-, -Galdós y el 98», Eutopías, 3, 1 (1987), pp. 67-78.
-, -La sombra, una intepretación», en Actas [1990], pp. 275-288.
Zahareas, Anthony N., -Galdós’ Doña Perfecta: Fiction, History and Ideo-
logy», Anales Galdosianos, XI (1976), pp. 29-58.
418 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Zambrano, María, La España de Galdós, Madrid, Endymión, 1989.


Zamora, Charles A., "Tiempo cíclico: estructura temporal en Gloria de Gal¬
dós», Híspanla, 46 (1963), pp. 465-470.
Zlotchew, Clark M., “Galdós and mass Psychology», Anales Galdosianos,
12 (1977), pp. 5-19.
-, «The Trojan Horse of Orbajosa», Hispania, 68, 3 (1985a), pp. 461-466.
-, «The Genial Inquisitor of El audaz-, Anales Galdosianos, XX, 1
(1985b), pp. 29-34.
-,«El audaz and the Revolutionless Revolution», en González del Valle
y Nikerl (eds.), Selected Proceedings of the Mid-America Conference
on Hispanic Literature, Lincoln, Soc. of Sp. And Sp-Amer. Studies,
1986, pp. 179-185.
Zviguilsky, Alexandre, ■Tierras vírgenes de Iván Turgéniev (1877) y El
Grande Oriente de Galdós: un estudio comparativo», en Actas [1990],
II, pp. 347-351.
7
La obra novelística de Clarín
7

7.1. Epistolario, su relación con la obra literaria

Las referencias a la vida y obra de Clarín las encuentra el lector


no sólo en los epistolarios o cartas publicadas hasta el momento
presente, sino también en los diversos Corpus epistolares referen¬
tes a escritores pertenecientes a su generación. Incluso, como ten¬
dremos ocasión de comprobar, parte de este material noticioso se
encuentra diseminado en distintos estudios de conjunto dedicados
a Clarín (Cabezas, 1936; Posada, 1946; Gómez-Santos, 1952). De
igual forma existe en el mercado editorial auténticas rarezas biblio¬
gráficas que reúnen la correspondencia de varios corresponsales
de gran trascendencia en el ámbito cultural de la época, como el
llevado a cabo por Adolfo Alas, que recopila un enjundioso episto¬
lario debido a Menéndez Pelayo, Unamuno y Palacio Valdés (1941).
El orden cronológico de publicación de la correspondencia
existente entre Clarín y sus corresponsales se remonta al año 1919,
con la publicación de cartas inéditas de Clarín al obispo de Oviedo
fray Ramón Martínez Vigil (Arboleya, 1919, pp. 328-349). Años más
tarde se da a conocer al público una carta de Alas a Cañete (Cossío,
1930, pp. 253-254). La incuria y el olvido generalizado sobre la obra
clariniana es patente en la primera mitad del presente siglo, pues tan
sólo se publica un artículo debido a Cardenal Iracheta en el que se re¬
cogen seis cartas inéditas de Clarín dirigidas a Emilio Castelar (1948,
pp. 92-96) y varias cartas cuyos emisores y receptores son Menéndez
Pelayo, Unamuno, Palacio Valdés y el propio Clarín. A partir de los
años cincuenta el interés del epistolario clariniano por parte de la críti¬
ca es evidente. Gómez-Santos publica dos cartas del propio Clarín que
guardan estrecha relación con el obispo de Oviedo, fray Ramón Martí¬
nez Vigil (1951), y dos años más tarde aparece el epistolario con Me¬
néndez Pelayo (1953, pp. 109-114).1 La correspondencia de Clarín sin

1 En dicho epistolario se recogen un total de cuatro cartas y una tarjeta de vi¬


sita, sin fecha, en la que se solicita concertar una cita con M. Menéndez Pelayo. El
material noticioso de las cuatro cartas abarca el periodo comprendido entre el 3 de
Febrero de 1886 y el 15 de Julio de 1895. En él se da cuenta de la publicación de Pi¬
pa, -Colección de noveluchas y cuentos- en definición del propio Clarín, y del inicio
de -una cosa que se llama Su único hijo. No sé si coincidiré algo con los tontos cris¬
tianos de algunos rusos que no he leído todavía- (1953, p 112).El resto del

421
422 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

llegar a ser copiosa no es por ello menos relevante, como en el


caso de las cartas dirigidas a Narcís Oller, publicadas en Arcbivum
(1962, pp. 507-526) o a Yxart (Beser, 1960, pp. 385-397). De su corres¬
pondencia con Galdós da probada noticia su principal colectora, So¬
ledad Ortega (1965). Las relaciones entre Valle-I nclán y Alas se perci¬
ben también en las cuatro cartas publicadas por Gamallo Fierros
(1966, pp. 343-366). Dicha correspondencia revela la actitud nada fa¬
vorable de Clarín por la corriente modernista. Aun así Alas se muestra
comprensivo por el entonces joven modernista. Las preocupaciones
de Clarín por el estreno de Teresa se evidencian claramente en el epis¬
tolario publicado por Guastavino (1971, pp. 132-159), colector que re¬
produce parcialmente una carta —de Clarín a Luis Parts— editada por
Clavería (1950, pp. 163-168).* 2 La relación amistosa con compañeros
de claustro —y, al igual que él, ensayistas, novelistas y autores de ex¬
celentes relatos breves— se percibe con claridad en las cartas dirigi¬
das a Rafael Altamira (Martínez Cachero, 1968, pp. 145-176).3 De su
amistad con Sinesio Delgado, director del Madrid Cómico (Botrel,
1979, pp. 124-125) o con Jacinto Octavio Picón tenemos también do¬
cumentación inédita al respecto (Amorós, 1981, pp. 8-20),4 al igual
que en las cartas publicadas por Blanquat y Botrel (1981) referentes a

material nos informa sobre las conferencias en el Ateneo de Madrid y su actitud em¬
prendida ante el rechazo de la Real Academia a la candidatura de Galdós.
2 Guastavino publica un total de diecisiete cartas dirigidas a la insigne actriz
María Guerrero relacionadas con el estreno de la comedia Teresa. En dicho Corpus
se perciben las enormes inquietudes de Clarín por el estreno, -preocupándose por
los actores que han de interpretar la obra, por los más mínimos detalles del atrezzo,
por los cortes que han de practicarse en el texto de su comedia, por la forma en que
hay que interpretar determinadas escenas, por los temores de plagio de otras obras
contemporáneas anteriores a la suya, etc.» (Guastavino, 1971, p. 135). En dicho es-
pistolario se advierte con claridad el entusiasmo de Clarín por Teresa. Su amistad y
admiración por María Guerrero, así como el tono elogioso, ponderativo y admirati¬
vo por figuras conocidas y famosas de la época, como las dirigidas a Echegaray, Ba¬
lan, Picón y Galdós.
3 El conjunto de cartas dadas a la luz pública por el profesor Martínez Cache¬
ro corresponde al periodo comprendido entre los años 1887 a 1897. También se pu¬
blica un artículo de R. Altamira editado en el periódico madrileño La Justicia (1888)
y un prólogo de L. Alas que figura al frente de su libro Mi primera campaña. En su
correspondencia con Rafael Altamira, como la carta fechada en Oviedo, 1 de abril
de 1891, muestra su animadversión contra los obispos, curas y neos.
’ Al final del volumen de cartas editadas por S. Ortega (1965) se ofrece una re¬
lación de cartas no incluidas en esta publicación precedida de una nota en la que se
hace referencia, entre otros aspectos, al material inédito existente en el archivo
perteneciente a la familia Pérez de Ayala: -(...I un grupo de doce cartas de Clarín
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARÍN 423

Fernando Fe y a su yerno Manuel Fernández Lasanta.5 Manuel Fer¬


nández R.] Avello ha dedicado en varias ocasiones especial atención a
la correspondencia existente entre Clarín y Juan Ochoa (1982, pp.
319-324) como prueba evidente de una amistad leal y sincera.'’

a Jacinto Octavio Picón entregadas por Galdós a Ramón Pérez de Ayala en un so¬
bre aparte* (S. Ortega, 1965, pp. 15 y 449). El Corpus epistolar publicado por A.
Amorós consta de doce cartas, fechada la primera el 11 de diciembre de 1884; la
última, el 17 de abril de 1900. Dicho Corpus revela aspectos sumamente intere¬
santes, pues tenemos noticias puntuales sobre la publicación de La Regenta y la
opinión que de ella misma tiene su propio creador: «El defecto es que todos es¬
tán conformes, o los más, en la pesadez, lo largo de la obra y tienen razón. Si la
hubiera escrito con más tiempo y con el borrador de lo escrito ya a la vista hu¬
biera salido más corta, pero según iba escribiendo iba mandando el original y te¬
nía que fiarlo todo a la memoria* (1981, p. 15). En la carta fechada en Oviedo, 21
de mayo de 1885, le comunica que el segundo tomo de La Regenta está termina¬
do -hace ya bastantes días*. El 12 de julio supone Clarín que Jacinto Octavio Pi¬
cón ha recibido ya un ejemplar del segundo tomo de su novela. Con anterioridad
sabemos que dicho volumen estaba sin finalizar —carta del 4 de febrero de
1885—, pues <el final no está materialmente escrito, y estos días estoy ocupado
en escribir un programa para la cátedra de Dcho. Mercantil de Madrid a cuya
oposición tal vez me presente* (Amorós, 1981, p. 12). De gran interés son tam¬
bién las referencias a los periódicos santos de la época —Revista Ibérica, El Glo¬
bo, El Liberal, El Día, La Revista de España, El Imparcial— pues reflejan el pecu¬
liar concepto que de estas publicaciones tenía el propio Clarín. Un nutrido
número de escritores de diversas tendencias literarias e ideológicas figuran en es¬
tas páginas —Campoamor, Carrión, Valera, Galdós, Balart, Castelar...—. Las pala¬
bras de Clarín son, en ocasiones, mordaces y agresivas, al igual que su talante a
la hora de juzgar a determinados escritores: -Ojo con Ortega Munilla, que es un
envidioso, muy embustero y muy falso, y muy ladino y muy vengativo a su mo¬
do. No tengo inconveniente en que Vd. se lo diga de mi parte, y puede añadirle
que tenga cuidado, pues es muy posible que me dé por tomarla con él y no tie¬
ne idea de cómo soy capaz de gastarlas, ni de los elementos que tengo para po¬
nerlo en ridículo... y pegarle si se incomoda* (Amorós, 1981, p. 14). A. Amorós
incluye al final de dicho Corpus epistolar la crítica objetiva, clarificadora y acerta¬
da de Jacinto Octavio Picón sobre La Regenta (1981, p. 20).
s El conjunto total de cartas es de sesenta y cinco, acompañado de una intro¬
ducción y meticulosas notas, un índice e ilustraciones. Dicho material noticioso ha¬
bía sido estudiado con anterioridad por el propio Botrel (1981, pp. 78-82) y Beser,
(1980, pp. 17-30). La correspondencia comprende el periodo 1884-1893. Nueve
años que marcan su asociación con los conocidos editores Fe y Fernández Lasan¬
ta. Relación que se inicia justo en el momento de la publicación de La Regenta por
el editor Daniel Cortezo. Epistolario que revela las angustias, indecisiones y pro¬
blemas económicos. De igual forma se percibe el gradual proceso de creación de
su novela Su único hijo. Dicho material ha sido también fundamental para las in¬
vestigaciones realizadas por C. Richmond en torno a la elaboración de Su único
hijo! 1977, pp. 85-102; 1979).
6 Vid. al respecto Manuel Fernández R. Avello, Vida y obra literaria de Juan
Ochoa Betancourt, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1955-
424 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

No menos interesante es el material publicado por Botrel


(1985, pp. 171-184) relacionado con Luis París. Con su habitual
pulcritud Botrel analiza y anota un conjunto de diez cartas básicas
para el conocimiento del carácter y labor periodística de Clarín. En
el mismo año Martínez Cachero saca a la luz una carta necrológica
que identifica al obispo Benito Sanz Forés con Fortunato Camoirán
y dos cartas inéditas del propio Clarín a El Correo de Asturias, dia¬
rio ovetense que empezó a publicarse a partir de 1890.K Gómez-Ta-
banera y Rodríguez Arrieta publican en la misma década una carta
de Clarín a Francisco Giner de los Ríos (1985, pp. 4Ó7-482).9 Una
visión de conjunto que sintetiza las relaciones de Clarín con Me-
néndez Pelayo la tiene el lector en el trabajo de Serrano-Castilla
(1987, pp. 429-432), basado en el duodécimo volumen del Episto¬
lario de Menéndez Pelayo editado por M. Revuelta Sañudo.10

Las habituales recomendaciones de Clarín a sus interlocutores, sus contra¬


dicciones literarias, noticias sobre el fracaso de Teresa y actitud ante la prensa se re¬
flejan en este epistolario que comprende el periodo 16 de abril de 1892 al 13 de
diciembre de 1895. Para un mejor conocimiento de estos aspectos, vid. Botrel (1985,
pp. 103-120; 1987, pp. 3-24).
8 Surge en dicho periódico una polémica a raíz de la frase utilizada por Clarín en
su artículo necrológico —eterno femenino—. Un suelto anónimo que alude directa¬
mente a Clarín, pese a que no se cita su nombre (Martínez Cachero, 1985, p. 515). Cla¬
rín reaccionó con cierta irritación. En sus dos cartas, fechadas en opinión de Martínez
Cachero el 12 y 13 de noviembre de 1895, responde al director de El Correo de Asturias
lo siguiente: -Muy señor mío: en el número del martes último leo en su ilustrado perió¬
dico un suelto que no me parece de la redacción, en que se alude, evidentemente, a
un artículo apologético que he publicado hace pocos días en El lmparciat pagando tri¬
buto de admiración al inolvidable Sanz y Forés. En este suelto se llama cursi a la teoría
del eternofemenino y se dice que nada tiene que ver con la devoción a la Virgen. Y co¬
mo yo escribo al hablar de lo eterno femenino con motivo de la devoción que Sanz y
Forés consagraba a María, me doy por aludido; pero echo la carga de la responsabili¬
dad sobre quien corresponde... que es nada menos que Goethe (...) quien habla de lo
eterno femenino (das Ewigweibliche) hablando del amor y culto a la Reina de los
Ángeles» (1985, p. 516). Como bien señala Martínez Cachero, este episodio es -un esla¬
bón más, de los menos ruidosos y de los mejor resueltos, en la cadena de hechos in¬
gratos, dolorosos a veces que Leopoldo Alas protagonizó, víctima y victimario según
los casos, durante los años vividos en Oviedo-Vetusta» (1985, p. 518).
9 La extensa carta, fechada en Oviedo el 20 de Octubre de 1887, es un documen¬
to de gran trascendencia para el conocimiento y análisis de las ideas de Clarín respecto
al krausismo. Confesión íntima que se completa con las referencias y visión de com¬
pañeros de generación (Gómez-Tabanera y Rodríguez Arrieta, 1985, pp. 479-480).
111 Es imprescindible el Corpus epistolar editado al cuidado de Revuelta Sañu¬
do. El intercambio de cartas entre Alas y Menéndez Pelayo permite conocer no sólo
el proceso gradual de las publicaciones de ambos, sino también episodios biográfi¬
cos relacionados con la vida académica de don Marcelino, como su elección como
senador por la Universidad de Oviedo. De igual forma a través de este epistolario se
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 425

De idéntico interés es el corpus de cartas inéditas —un total de


diez— de E. Pardo Bazán dirigido a Clarín. Las cartas, fechadas
desde el 22 de Diciembre de 1883 al 5 de Octubre de 1885, son
esenciales para conocer la opinión de doña Emilia respecto a La
Regenta (Gamallo Fierros, 1987, pp. 277-312).* 11 En el epistolario
dirigido a Salvador Rueda se revela un Clarín acuciado por las pri¬
sas y por la necesidad de dinero. Surgen en estas líneas su pensa¬
miento literario y su concepción del arte. La peculiar forma de
redactar sus novelas y opiniones sobre escritores en general, espe¬
cialmente las dedicadas a Pereda, son aspectos detenidamente
expuestos en el espistolario publicado por Martínez Martínez
(1987, pp. 1081-1088).12 Finalmente cabe señalar las cartas de Cla¬
rín dirigidas a Campoamor (Fuente, 1993, pp. 663-681).13

puede reconstruir el talante ideológico de quienes compusieron en su día el claustro de la


Universidad de Oviedo: ■[...] Buylla, decano (republicano); Amandi (profesor filosofía y le¬
tras) carlista; Romea, director escuela Bellas Artes, (ministerial siempre) [...] Losada, con¬
servador catedrático de Latín; Canella, indefinida (...]» (Revuelta Sañudo, 1986, XII, p. 167).
11 Corpus epistolar que cuenta con un excelente aparato crítico, puntuales
notas y comentarios que desvelan la sentida admiración que doña Emilia sintió por
La Regenta. Una prueba evidente es, por ejemplo, la carta fechada en Madrid, el 18
de Abril de 1885: ■[...! Mi opinión acerca de la novela es la de casi todo el mundo:
es soberbia en sus detalles y un poco prolija. Hay un exceso de riqueza de obser¬
vación que para los que tenemos bien regimentado el estómago literario, no mo¬
lesta, y a veces deleita [...] Yo, si me preguntasen que suprimiría allí, confieso que
no sabría qué contestar [...]» (1987, pp. 295-296). Doña Emilia analiza y elogia con
sinceridad las escenas de la comida en casa de los Vegallana, la de la sacristía, la
del magistral con el cura díscolo y pecador. Emite también sutiles juicios sobre el
estilo y la intriga.
12 Extractamos un párrafo harto indicativo sobre la forma de narrar de Clarín:
•[...] Si Vd. viera como escribo yo novelas se espantaría pensando en mi muerte. La
Regenta la he escrito y mandando a Barcelona las cuartillas según iban saliendo y
quedándome yo sin copia ni nada; así, a veces hasta olvidaba el nombre de cosas
y personas [...]■ (1987, p. 1.087). El presente corpus epistolar editado está fechado
en Oviedo, años 1887 y 1888. El colector publica las cuatro cartas dirigidas a Salva¬
dor Rueda. El resto, al igual que las reproducidas, se encuentran en el Legajo 21.327
de la Sn. Mss. de la Biblioteca Nacional. El contenido es el siguiente: una carta (5 de
septiembre de 1887) escrita desde Salinas a don José M.J Esteban, declinando la
oferta que éste le hace para colaborar en su Biblioteca; otra del director de la revis¬
ta Don Quijote (29 de enero de 1889), agradeciéndole la crítica de Mezclilla; otra
desde Oviedo (1 de mayo de 1892) a Antonio Sánchez Román; otra desde Oviedo
(6 de febrero de 1896) a D. M. Alonso Orive, comunicándole que es su obligación
■ser justo, aun con los que le atacan, séanlo o no ellos conmigo». Finalmente, dos car¬
tas, una dirigida a don Femando Soldevilla, y la última al -Amigo Urrutia» (Martínez Mar¬
tínez, 1987, p. 1.088).
13 El propio colector sintetiza con precisión el contenido de las tres cartas de
Clarín enviadas a Campoamor: -Leopoldo Alas es el epistológrafo de los otros tres
426 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Respecto a los estudios de conjunto que aportan material epis¬


tolar podemos citar los debidos a Cabezas (1936), Posada (1946) y
Gómez-Santos (1952). El primero incluye un material epistolar re¬
ferido, especialmente, a Galdós y José Quevedo. Recoge la carta
enviada al obispo de Oviedo, Martínez Vigil. Respecto a Posada es
preciso señalar la ausencia de una metodología clara, capaz de fijar
con precisión los textos de las cartas. Posada teje la biografía de
Alas desde una perspectiva intimista, sugerente y testimonial. Re¬
produce textos de cañas, como las dirigidas a José Quevedo,14 pa¬
ra trazar o perfilar los diversos compoñamientos de Alas. Respecto
a Gómez-Santos el material noticioso apoñado es menos restringi¬
do pues incluye cañas de Clarín a Menéndez Pelayo, Pereda, Pala¬
cio Valdés, Lázaro Galdiano, José Quevedo y Eduardo Serrano,

textos, dos sin fechas pero próximos al 5 de diciembre de 1871, pues los aconteci¬
mientos relatados en las tres cartas son los mismos y en la última consta esta fecha. El
motivo de las misivas no es otro que la petición de Alas a Campoamor para que le ayu¬
de en la colocación de su hermano Adolfo. El culpable de que éste no haya obtenido
un trabajo es Alejandro Pidal y Mon, personaje importante de la vida política asturiana,
cacique regional que gozó tanto de la enemistad de Clarín, como de Campoamor — ta¬
lante liberal de ambos él oponía sus ideas fuertemente conservadoras- (1993, p. 664).
14 García Sarriá reproduce la totalidad del epistolario de Clarín dirigido a José
Quevedo (1975, pp. 241-280). Corpus epistolar citado parcialmente por Posada en
su conocida biografía (1946). El colector tiene en cuenta las indicaciones que contie¬
nen las cartas y los añadidos a lápiz realizados, tal vez, por Posada para la ordena¬
ción cronológica de las mismas. El total de las cartas es de once. De su lectura se
desprende que se trata de un Corpus incompleto, pues García Sarriá señala al res¬
pecto que esta «impresión se halla confirmada por el hecho de que D. Gamallo Fie¬
rros posea, según nos ha dicho, dieciséis cartas de Quevedo a Clarín- (1975, p. 242).
El contenido de las cartas revela la sincera y afectuosa amistad existente entre ambos
corresponsales. Noticias bibliográficas, referencias a compañeros de generación —Va-
lera, Palacio Valdés, Pío Rubín, Galdós, Menéndez Pelayo, etc.— y familiares figuran
en este epistolario. Sus confesiones personales acerca del trato con mujeres y su poca
experiencia con las mismas son, igualmente, confesiones de Clarín a José Quevedo.
Sobre La Regenta y relatos de Clarín encuentra también el lector un material noti¬
cioso de gran relieve. Nos informa de la traducción de La Regenta llevada a cabo
por una editorial francesa y la cantidad económica a percibir (mil francos). Del mis¬
mo modo el epistolario resalta el inteligente análisis que de la novela realiza José
Quevedo. Se trata, en definitiva, del perfecto interlocutor, presto siempre a escuchar
las palabras de Clarín. Epistolario que revela también aspectos poco conocidos, co¬
mo la sensación que embargó a Clarín una vez finalizada La Regenta: -¡Si vieras que
emoción tan extraña fue para mí la de terminar por la primera vez de mi vida (a los
treinta y tres años) una obra de arte! Me parece mentira no tener que fatigarme más
buscando leyes probables de la vida interior, ni raíces de la vida exterior verosími¬
les: aun hoy, cuando me acuerdo de que ya no tengo que traer y llevar las ideas de
Ana Ozores, ni los celos del Magistral, saíto de gusto. En fin eso se acabó- (García
Sarriá, 1975, p. 275).
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 427

entre otros. Reproduce, al igual que J. A. Cabezas, la carta al obis¬


po de Oviedo e incluye un amplio capítulo basado en la corres¬
pondencia de Clarín y Martínez Vigil para trazar la evolución del
pensamiento religioso de Leopoldo Alas (1952, pp. 146-175).

7.2. Corpus novelístico, repertorios bibliográficos.


Estudios de conjunto

Desde una óptica circunscrita exclusivamente al Corpus literario


de Alas cabe señalar los tempranos trabajos de Martínez Cachero re¬
lativos a los años 1951 y 1952 (1953, pp. 79-112) y publicaciones
sobre Clarín realizadas a mediados del presente siglo (1959, pp. 469-
472). Estudios publicados en estas últimas décadas que ofrecen infor¬
mación bibliográfica sobre Clarín y la cadencia de la mayor o menor
fortuna de su obra es la siguiente: Beser (1968 y 1972, pp. 9-21); Ra¬
mos Gascón (1973); Martínez Cachero (1978); Simón (1980); Lis-
sorgues (1983, pp. 5-45); Turner (1983, pp. 379-402); Sobejano
(1985, pp. 161-206). Referencias bibliográficas las encuentra tam¬
bién el lector en las ediciones críticas y anotadas realizadas en
estos últimos años (Martínez Cachero, 1963 y 1991; Richmond,
1979; Gonzalo Sobejano, 1981c; Baquero Goyanes, 1984; Oleza,
1984, 1990; Durand, 1988; Sanz Villanueva, 1995). Publicaciones
de obligada consulta y eminentemente bibliográficas sobre Clarín
son las debidas a N. Valis (1986)15 y D. Torres (1987).16

15 La bibliografía anotada atañe a la vida y obra de Clarín. El estudio de Valis es¬


tá configurado por dos grandes bloques que recogen tanto la bibliografía existente
de Clarín (primaria) como sobre el propio autor (secundaria). El total de fichas es de
1.748. Monografías individuales y colectivas, folletos, números extraordinarios (mo¬
nográficos), fascículos procedentes de diversas revistas configuran dicha monografía
que incluye también cuatro índices relacionados con los diversos temas tratados. Es¬
critores, investigadores y críticos aludidos figuran, igualmente, en dichos índices. La
lectura de la presente monografía evidencia el silencio y aplauso de la crítica res¬
pecto a la obra clariniana a través del tiempo. La Regenta es, con diferencia, la obra
que mayor número de entradas bibliográficas reúne. Las ausencias bibliográficas
son mínimas. Martínez Cachero realiza un escrupuloso escrutinio del material reu¬
nido por Valis y señala ausencias «diversas en cuanto al prestigio de sus autores, ex¬
tensión, importancia y asunto, casi todas en publicaciones periódicas españolas.
(Otra carencia, que no lo es propiamente, pues nunca debió de entrar en el pro¬
yecto bibliográfico de Valis, ataña a dedicatorias, iconografía (caricaturas, retratos y
fotografías), monumentos y epigrafías [...]• (1988, p. 8).
16 Repertorio configurado por un total de 1.128 fichas de bibliografía secunda¬
ria —se excluye la primaria— sobre Clarín. La monografía está formada por cinco
42-8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

De carácter monográfico y general son los trabajos realizados


por diversos colectores, especialistas clarinianos, que reúnen mate¬
rial noticioso sobre Clarín publicado en diversos medios de investi¬
gación. Volúmenes colectivos de gran ayuda tanto para el lector co¬
mo para el estudioso de su obra (Beser, 1972 y 1982; Botrel, 1972 y
1994; Ramos Gascón, 1973; Martínez Cachero, 1978; Varela Jácome,
1980; Lissorgues, 1980; Zavala, 1982; Durand, 1988; A. Sotelo, 1988).
Respecto a los estudios de conjunto sobre la vida y obra de Cla¬
rín cabe destacar los reunidos en los números monográficos de re¬
vistas literarias. No todo este material figura en el respectivo índice
bibliográfico, pues sólo en función de sus novelas —La Regenta y
Su único hijo— se ha confeccionado dicho apéndice bibliográfico.
En fecha temprana Archivum dedica un número extraordinario a
Clarín (1952). Años más tarde las revistas ínsula (1967 y 1984), Cua¬
dernos del Norte (1981 y 1984), Argumentos (1984), Letras de Deus-
to (1985) y Co-Textos (1989) ofrecen un amplio material sobre la
obra de Clarín, especialmente, sobre su novela La Regenta. No me¬
nos interesantes al respecto son las publicaciones y monografías
que recopilan estudios, comunicaciones y ponencias leídas en con¬
gresos o en seminarios dedicados a Alas. Del contenido de las mis¬
mas se da también noticia en el ya citado apéndice bibliográfico y
se recogen, igualmente, en los diversos apartados dedicados a La
Regenta y Su único hijo. Dicho material es el siguiente: Clarín y
-La Regenta- (1884-1984) (1984), Clarín y su obra. En el centenario
de -La Regenta- (1985), Clarín and his Century (1985), Clarín y -La
Regenta- en su tiempo (1987), Hitos y Mitos de -La Regenta- (1987) y
«Malevolent insemination- and otheressays on Clarín (1992). Las pu¬
blicaciones que analizan tanto la obra de Clarín como la de novelis¬
tas de su generación —nos referimos a los estudios dedicados al
Realismo-Naturalismo— son, igualmente, fiel exponente de la vi¬
gencia de Clarín en estos últimos años: Le Naturalisme dans les litté-
ratures de langues européenes (1983), Narrativa de la Restauración
(1984) y Realismo y Naturalismo en España (1988).
Los estudios debidos a Martínez Cachero (1984b) y Gonzalo
Sobejano (1985) ocupan un lugar privilegiado en esta concisa rela-

bloques. El primero está compuesto por libros y folletos. El segundo por artículos.
El tercero por tesinas y tesis doctorales. El cuarto por reseñas. El quinto presenta un
carácter heterogéneo, pues da cabida a contenidos diversos. Un índice temático y
onomástico acompaña la muy útil bibliografía anotada de D. Torres.
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 429

ción nominativa, pues analizan de forma sutil e inteligente la bio¬


grafía, labor periodística, teatral, novelística y cuentística de Leo¬
poldo Alas.17 Evidentemente existen varias monografías dedicadas
a Clarín no citadas en este epígrafe, pues figuran extractadas, ana¬
lizadas y mencionadas en el análisis a La Regenta y Su único hijo.
Desde una óptica general cabe recordar las correspondientes a Ca¬
bezas (1936), Posada (1946) y Gómez-Santos (1952). Más recientes
serían los estudios debidos a García Sarriá (1975), Lissorgues
(1983), Maresca (1985) y García San Miguel (1987).18
Es frecuente en las bibliografías dedicadas a Clarín el cruce en¬
tre las referencias a sus planteamientos estéticos y su producción
novelística. De igual forma vida y novela se engarzan con frecuen¬
cia en el sentir de la crítica, de ahí la proliferación de ensayos y es¬
tudios en general sobre su polifacética labor periodística y crítica
en general.10 Si excluimos los estudios o trabajos dedicados a su

17 La monografía de Martínez Cachero (1984b) reúne un total de dieciocho tra¬


bajos ya publicados. El primero pertenece al año 1953; el último está fechado en
1984. El titulado -Leopoldo Alas Clarín, desde hoy» (1981) presenta un carácter in¬
troductorio y globalizador, pues trata sobre la actividad crítica, novelística y cuentís¬
tica, sin prescindir de su talante ideológico y político. La primera sección se titula
Biografía y Bibliografía. La segunda, Relaciones literarias y amistosas. La tercera, y
última, Obra literaria. En su conjunto dicha monografía ofrece un material noticioso
de gran valor tanto para el conocimiento de la vida como de la obra en general de
Clarín. Cientificismo, rigor, precisiones oportunas y agudas observaciones se perci¬
ben en este mosaico de críticas. No todos los artículos que configuran el libro del
profesor Martínez Cachero han sido citados en la presente monografía, pues nues¬
tro Panorama crítico se ciñe sólo y exclusivamente al campo de la novela.
18 Conjunto de monografías que analizan tanto el pensamiento y el proceso
evolutivo de Alas, incluido tanto su talante intelectual frente a los cambios que se ope¬
ran en la España de la segunda mitad del siglo xtx (Maresca, 1985) como sus ideas fi¬
losóficas, religiosas, políticas y sociales (San Miguel, 1987). Circunscritos más a la vida
y obra literaria son los estudios debidos a Solís Gutiérrez (1975) y García Sarriá (1975).
19 Cabe recordar los estudios pioneros insertos en Archivum, II (1952) y los de¬
bidos a W. E. Bull, E. Clochiatti, R. Gullón, V. A. Chamberlin y E. Gramberg
publicados en la década de los años cuarenta y cincuenta. Los estudios más significa¬
tivos a partir de los años sesenta son, según el orden cronológico, los siguientes: M.
Fernández Avello, Algo sobre Clarín y sus paliques, Instituto de Estudios Asturianos,
1963; G. Sobejano, -Clarín y la crisis de la crítica satírica», Revista Hispánica
Moderna, XXXI (1965), PP- 399-417; S. Beser y L. Bonet, -índice de colaboraciones de
Lepoldo Alas en la prensa barcelonesa, Archivum, XVI (1966), pp. 157-211; E. Zuleta,
Historia de la crítica española, Madrid, Gredos, 1966, pp. 66-77; S. Beser, Leopoldo
Alas, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968; M. Mayoral, -Clarín y Valera, críticos lite¬
rarios», Revista de Occidente, 82 (1970), pp. 97-103; J- M.a Martínez Cachero (ed.), Pa¬
lique, Barcelona, Labor, 1973; A. Ramos Gascón, ■Clarín». Obra olvidada. Artículos de
crítica, Madrid, Júcar, 1973; S. Saillard, Leopoldo Alas, colaborateur du journal
430 PANORAMA CRI TICO Olí I.A NOVHLA REALISTA-NATURALISTA

producción teatral20 y relatos breves o cuentos21 la relación es co¬


piosísima, al igual que los estudios de la crítica dedicados a novelas

•/:'/ Din-, Toulou.se, Université de Toulouse-Le Mirail, 1973; Y. Lissorgues, Ixiproduc¬


ción periodística de Leopoldo Alas (Clarín), Toulouse, Université de Toulouse-Le Mi-
rail, s. f. 119801; 11. R. Weiner, -Integralismo de Clarín: los intereses ahumadoLos
Cuadernos del Norte, II, 7 (mayo-junio 1981), pp. 84-93; J. M.* Martínez Cachero, «El
crítico Clarín a través de sus comentarios al poeta Emilio Ferrari*, en Homenaje a Jo¬
sé Manuel Blecua, Madrid, Credos, 1983, pp. 433-442 y «La actitud antimodernista del
crítico Clarín», Anales de Literatura Española, 2 (1983), pp. 383-398; G. Sobejano
119851, pp. 11-76; J. M.J Martínez Cachero, «Polémicas y ataques del Clarín crítico», en
Clarín y su obra 11985], pp. 83-102; S. Martín-Gamero (ed), Leopoldo Alas, Juan
Ruiz- (Periódico humorístico), Madrid, Espasa Calpe, 1985; A. Sotelo, «Clarín crítico
de Valera», Cuadernos Hispanoamericanos, 415 (enero, 1985), pp. 37-51 y «Clarín y
la crítica de teatros (dos artículos desconocidos en Faro Moderno, 1899)», Segismun¬
do, 4.3-44 (1986), pp. 223-256; L. Bonet, «La presencia de Clarín en La Ilustración
Gallega y Asturiana: unos textos olvidados», en Hitos y Mitos de -La Regenta- [1987],
pp. 93-107; J. E. Botrel, «Clarín y el Madrid Cómico. Historia de una colaboración
(188.3 1901)», en Clarín y "La Regenta-en su tiempo\ 1987], pp. 3-24; C. Richmond,
Juan Ruteo el vehículo de aprendizaje literario de Leopoldo Alas», Cuadernos His¬
panoamericanos, 448 (octubre 1987), pp. 112-118; A. Vilanova (ed.), Leopoldo Alas.
MezcliUa, Barcelona, Lumen, 1987; A. Sotelo, «La crítica de Clarín a la luz de J. E. Ro¬
dó», Cuadernos Hispanoamericanos, 462 (diciembre 1988), pp. 7-22; R. L. Utt, Textos
V contextos de Clarín. Los artículos de Leopoldo Alas en -El Porvenir»(Madrid, 1HS2),
Madrid, Ediciones Istmo, 1988; A. Vilanova (ed.), Leopoldo Alas. Nueva campaña,
Barcelona, Lumen, 1989; A. Sotelo (ed.), Apolo en Pufos, Barcelona, PPU, 1989; A. Vi¬
lanova (ed.), Leopoldo Alas. Ensayos y revistas, Barcelona, Lumen, 1991.
20 Sobre Teresa puede consultarse la siguiente relación de trabajos: S. Ca¬
líais, -Teresa-, 1895-1896. El año teatral. Crónicas y documentos, Madrid, 1896, pp.
97-104; J. Torrendell, Clarín y su ensayo. Estudio critico, Barcelona, 1895; C. Clave-
ría, »La Teresa de Clarín», ínsula, 76 (1952), p. 1; J. M.a Martínez Cachero, «Noticia del
estreno de Teresa (ensayo dramático en un acto y en prosa, original de D. Leopol¬
do Alas, 1895) y algunas críticas periodísticas», Archivum, XIX (1969), pp. 243-273;
G. Guastavino, «Algo más sobre Clarín y Teresa», Bulletin Hispanique, LXXIII, 1-2
(1971), pp. 1.32-159; L. Romero Tobar (ed.), Teresa, Avecilla, El hombre de los estre¬
nos, Madrid, Castalia, 1976; R. Sánchez, «Clarín y su Teresa y los cómicos», Hispaníc
Reviere, 55 (1987), pp. 463-464.
•!l La bibliografía seleccionada que a continuación se detalla sigue un orden
cronológico y abarca desde mediados de la presente centuria hasta el momento de
la redacción de estas lineas: M. Baquero Goyanes, -Clarín, creador del cuento espa¬
ñol», Cuadernos de Literatura, V (1949), p. 145-169 y El cuento español en el siglo
vtx. Madrid, CSIC, 1949; R. Gullón, -Las novelas cortas de Clarín», Insula. 76 (abril,
1952), p. 3; K. Reiss, «Valoración artística de las narraciones breves de Leopoldo
Alas, “Clarín" desde los puntos de vista estético, técnico y temático», Archivum, V
(1955), pp. 77-126; J, W. Kronik, «lln cuento olvidado de Clarín», Cuadernos His¬
panoamericanos, 1.36 (1961), pp. 27-35; «Censo de personajes en los cuentos de
Clarín», Archivum. XI (1961), pp. 323-406; «lite Funtion of Ñames in the Stories of
Alas», Modern Language Notes, I.XXX (1965), pp. 260-265; L. de los Ríos, Los cuentos
de Clarín. Proyección de una vida, Madrid, Revista de Occidente, 1965; J. W.
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARÍN 431

Kronik, «Unamuno’s Abel Sánchez and Alas’ Benedictino: A Thematic Parallel-, en


G. Bleiberg, E. I. Fox (eds.), Spanish Thought and Letters in the Twentieth Century,
Nashville, Vanderbilt University Press, 1966, pp. 287-297; S. Beser, «En torno a un
cuento olvidado de Leopoldo Alas», Cuadernos Hispanoamericanos, LXXVII, 231
(1969), pp. 526-548; E. García Domínguez, «Los cuentos rurales de Clarín», Archi-
vum, XIX (1969), pp. 221-242; N. G. Round, «The Fictional Integrity of L. Alas’ Su¬
perchería-, Bulletin 0/Hispanic Studies, 47 (1970), pp. 97-116; M. Lorda Alaiz, «Des¬
cripción científica de la obra literaria ¡Adiós, -Cordera-!, BRAE, LII (1972), pp.
503-510; D. M. Rogers, «Donjuán, Donjuanismo, and Death in Clarín», Symposium,
30 (1976), pp. 325-342; C. R. Thompson, «Cervantine Motifs in the Short Stories of
Leopoldo Alas», Revista Hispánica Moderna, X (1976), pp. 391-403; J. Sans, «El per¬
sonaje del intelectual en los cuentos de Leopoldo Alas», Archivum, XXVII-XXVIII
(1977-1978), pp. 71-100; J. M.a Martínez Cachero, «Doña Berta de Rondaliego en Ma¬
drid (Leopoldo Alas: Doña Berta, VIII)», en A. Amorós et. al., El comentario de Tex¬
tos, 3- La novela realista, Madrid, Castalia, 1979, pp. 255-278; M. Baquero Goyanes,
«Los “cuentos largos" de Clarín», Los Cuadernos del Norte, II, 7 (mayo-junio 1981),
pp. 68-71; C. Richmond, «Clarín y el teatro: El cuento de un crítico». Los Cuadernos
del Norte, II (mayo-junio, 1981, pp. 56-67; S. C. Griswold, «Rhetorical Strategies and
Didacticism in Clarin’s Short Fiction», Kentucky Romances Quarterly, 29, 4 (1982),
pp. 423-433; M. La Follette Miller, «Oppositions and Their Subversión in Clarín’s La
rosa de oro-, Modem Language Studies, 12, 3 (1982), pp. 99-109; C. Richmond, «Un
documento (vivo, literario y crítico). Análisis de un cuento de Clarín», Boletín del
Instituto de Estudios Asturianos, 105-106 (1982), pp. 367-384 y (ed.) Leopoldo Alas.
Treinta relatos, Madrid, Espasa Calpe, 1983; N. Valis, «The Presence of Nana in Cla¬
rín’s La mosca sabia-, en G. Paolini (ed.), La Chispa’83, pp. 287-2%; C. Richmond,
•Las dos cajas de Clarín y otros dos relatos de Marsillach. Una fuente literaria desco¬
nocida», Hispanic Review, 52 (1984), pp. 459-475 y «Gérmenes de La Regenta en tres
cuentos de Clarín», Argumentos, VIII, 63-64 (1984), pp. 16-21; G. Sobejano, «Leopol¬
do Alas, maestro de la novela corta y el cuento»1(985], pp. 77-114; C. Richmond,
«Conexiones temáticas y estilísticas entre el libro Pipa y La Regenta de Clarín», en
Clarín y su obra [19851, pp. 229-250; J. Romera Castillo, «Espacio y tiempo, elemen¬
tos connotadores en El dúo de la tos de Clarín», Letras de Deusto, 15, 32 (mayo-agos¬
to, 1985), pp. 199-206; Rafael Rodríguez Marín (ed.), Relatos breves, Madrid, Casta¬
lia, 1986; A. Ezama Gil, «En torno a un cuento olvidado de Clarín: El oso mayor-,
Mester, XVI, 2 (1987), pp. 35-51; P. Inquierdo (ed.), Leopoldo Alas. Adiós Cordera y
los demás son cuentos, Madrid, Anaya, 1987; M. Á. Lozano Marco, «El relato Las dos
cajas en la obra narrativa de Clarín», en Clarín y -La Regenta» en su tiempo [1987],
pp. 859-871; J. M.1 Cachero (ed.), Leopoldo Alas. Cuentos, Barcelona, Plaza y Janes,
1978; D. M. Rogers, «Lenguaje, imagen y proceso mental en el Pipá de Clarín», en Hi¬
tos y Mitos de -la Regenta [1987], pp. 81-85; J. Romera Castillo, «Análisis semiótico de
un cuento de Clarín: El tnejoy la niña-, en Clarín y -La Regenta- en su tiempo [1987],
pp. 897-910; H. Turner, «Dinámica reflexiva en ¡Adiós, CorderaA, en Clarín y -La Re¬
genta- en su tiempo [1987], 910-919; J. M. González Herrán, «Construcción y sentido
de Cuervo-, en Hitos y Mitos de -La Regenta [1987], pp. 86-92; Á. Ezama Gil, «La crítica
de la poesía en verso y un olvidado relato de Clarín», Boletín del Instituto de
Estudios Asturianos, XLH, 127 (1988), pp. 779-803; M. Á. Lozano Marco (ed.), Leopol¬
do Alas, -Clarín-, Las dos cajas, Doña Berta y otros relatos, Alicante, Aguaclara, 1988;
G. Sobejano (ed.), Leopoldo Alas. El Señor y los demás son cuentos, Madrid, Espasa
432 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

inconclusas o fragmentos de novelas22 y aspectos generales sobre


las relaciones profesionales e intelectuales de Clarín con escritores
de la época23 o polémicas literarias que pusieron al descubierto la

Calpe, 1988; F. Durand, «Patrotismo y estética en algunos cuentos de Clarín-, en Ho¬


menaje al profesor Antonio Vilanova [19891, II, pp. 207-217; Y. Lissorgues, -Corrien¬
te, relato inacabado de Clarín», Revista Hispánica Moderna, XLII, 1 (junio, 1989), pp.
31-43 y (ed.) narraciones breves, Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 7-42; C. Rich-
mond (ed.), Leopoldo Alas, -Vario- y varia: Clarín a través de cinco cuentos suyos,
Madrid, Orígenes, 1990; P. P. Viñuales, -Mi entierro de Clarín, un cuento raro», Ana¬
les de Literatura Española, 8 (1992), pp. 193-205; Y. Lissorgues (ed.), Leopoldo Alas
dit Clarín, Le coq de Socrate et autres contes, París, José Corrí, 1992, pp. 9-33; G. So-
bejano (ed.), Cuentos, Madrid, McGraw-Hill-Interamericana de España, 1997 y C.
Richmond (ed ), Cuentos completos, Madrid, Alfaguara, 1998.
22 Desde un orden cronológico, por orden de aparición, serían, por ejemplo,
los estudios debidos a los siguientes críticos: S. Beser,«Sinfonía de dos novela. Frag¬
mento de una novela de Clarín», ínsula, 167 (1960), pp. 1-12; J. M.a Martínez Cache¬
ro, -Dos fragmentos narrativos de Leopoldo Alas», Archivum, XII (1962), pp. 479-
506 [Las vírgenes locas (1886) y Palomares (1887)]; C. Richmond, «A “Peristyle”
without a Roof: Clarín’s Su único hijo and Its Unfinished Trilogy-, en Studies in Ho¬
nor of Ruth Lee Kennedy, Chapel Hill, C. N., 1977, pp. 85-102; N. M. Valis, -A Spanish
Decadent Hero: Clarín’s Antonio Reyes of Una medianía», Modern Language Stu¬
dies, IX, 2 (1979), pp- 53-60; S. Beser, «El lugar de Sinfonía de dos novelas en la
narrativa de Leopoldo Alas», en Hispanic Studies in Honour of Frank Pierce, ed. by
J. England, Sheffiels, 1980, pp. 17-30; N. M. Valis, «Tambor y gaita: Clarín’s Last Pro-
ject?», Romaniche Forschungen, 93 (1981), pp. 397-402; M. Z. Hafter, «A Goncourt
Clue to a Clarín Plot», Comparative Literature Studies, 19, 3 (1982), pp. 319-334; J.
M.a Martínez Cachero, «Noticias de otras novelas largas del autor de La Regenta», Los
Cuadernos del Norte, 23 (enero-febrero, 1984), pp. 87-92.
^ Las concomitancias entre Ega de Queiroz y Clarín, por ejemplo, pueden
percibirse en el estudio de R. M. Fedorchek, «Clarín y Efa de Queiroz», Nueva Revis¬
ta de Filología Histórica, XXVII (1978), pp. 336-345 y Archivum, XX3X-XXX (1979-
1980), pp. 69-82. Respecto a Maupassant y Goncourt cabe citar los trabajos de M.
Giné Janer, «Maupassant y Clarín: Padres e hijos», Anuari di Filología, G, 5 (1994),
pp. 45-52 y N. M. Valis, «Leopoldo Alas y los Goncourt: el alma neurótica», Archi¬
vum, XXVII-XXVIII (1977-1978), pp. 51-63, respectivamente. Las relaciones entre
Clarín y Azorín han sido analizadas tanto en época temprana, como en fecha más
reciente: J. M.a Martínez Cachero, «Clarín y Azorín (Una amistad y un fervor)», Ar¬
chivum, III (1953), pp. 159-180; A. Ramos Gascón, «Relaciones Clarín-Martínez
Ruiz, 1897-1900», Hispanic Review, XLII (1974), pp. 413-426; E. Rubio Cremades,
«Azorín, crítico literario de Leopoldo Alas», Letras de Deusto, XV (1985), pp. 185-198
y «Anotaciones y acotaciones azorinianas a los textos de Clarín», en Clarín y -La Re¬
genta- en su tiempo [1987], pp. 1.089-1097; S. Riopérez y Milá, «Clarín y Azorín: re¬
laciones literarias y personales (nuevas aportaciones documentales)», en Clarín y
•La Regenta»en su tiempo [1987], pp. 201-215. Las concomitancias entre Unamuno y
Clarín —talante, individualismo, aspectos temáticos de sus obras idénticos, etc.— se
pueden percibir con claridad en los siguientes estudios: F. Meregalli, -Clarín- e Una¬
muno, Milano, La Goliardica, 1956; J. W. Kronik, «Unamuno’s Abel Sánchez and Alas’
Benedictino: A Thematic Parallel», en Pensamiento y Letras en la España del Siglo xix.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 433

animadversión de ciertos críticos por la figura de Clarín24 son asun¬


tos tratados y analizados por la crítica actual. La multiplicidad de

Nahsville, Vanderbilt University Press, 1966, pp. 287-297. La temprana obra de llna-
muno en relación con el afamado crítico y novelista Clarín se refleja con claridad en
el estudio de A. Ramos Gascón, -Clarín y el primer Unamuno», Cuadernos Hispano¬
americanos, 263-264 (1972), pp. 489-495; Y. Lissorgues, «Unamuno y Clarín: ¿Una
amistad frustrada?-, Letras de Deusto, XV (1985), pp. 87-101. Para conocer las opinio¬
nes de Clarín sobre el Corpus narrativo de Galdós vid. A. Sotelo, «Clarín en torno a
Realidad(1889), Revista Histórica Moderna, XI.IV, 1 (1991), pp. 35-47. La actitud de
Clarín frente al desastre del 98, su anticipación ideológica, muy próxima a la de los
noventayochistas, puede percibirse en el estudio debido a J. W. Kronik, -La moder¬
nidad de Leopoldo Alas-, Papeles de Son Armadans, XLI (1966), pp. 121-1.34, Una
visión globalizadora y que sintetiza la visión y actitud de Clarín ante los movimien¬
tos estéticos provocados por el cambio generacional la ofrece Martínez Cachero en
su estudio -La actitud antimodernista del crítico Clarín-, Anales de Literatura Espa¬
ñola, 2 (1983), pp. 383-398. Vid también A. Sotelo (ed ), I.eopoldo Alas y elfin de si¬
glo, Barcelona PPU, 1988. Las colaboraciones de Clarín en La Publicidad, diario bar¬
celonés, sus opiniones sobre el separatismo cubano, el republicanismo de Alas y la
gradual evolución hacia un socialismo no marxi.sta ni revolucionario, puede perci¬
birse en el estudio de L. Bonet, «Clarín ante la crisis de 1898-, Revista de Occidente,
XXV (1969), pp. 100-119.
2'* J. M * Martínez Cachero ha estudiado con precisión la figura de periodistas
acérrimos detractores de Clarín en los siguientes trabajos: «Luis Bonafoux y Quinte¬
ro, Aratnís contra Clarín (Historia de una enemistad literaria)-, Revista de Literata
ra, III (1953), pp. 99-112 y -Noticias de tres folletos contra Clarín*, Boletín del Insti¬
tuto de Estudios Asturianos, XIII (1959), pp. 225-244. F,n el primer artículo se aborda
las denuncias realizadas por L. Bonafoux en 1887 referentes a los posibles plagios
existentes en La Regenta. El conjunto de los supuestos plagios es el siguiente: Pri¬
mero: el capítulo XVI de la Regenta en relación con la obra de Flaubcrt —Múdame
Bovary—; segundo, el cuento El diablo en Semana Santa —De Pot-Bouille, de Zo-
la—; tercero, el cuento Zurita, contenido inserto en un pasaje de Múdame Iiovary;
cuarto, el cuento Pipa, de Periquín, relato de Isidro Fernández Flórez \FernanfloA-
En el segundo artículo Martínez Cachero analiza tres folletos-libelos contra Clarín:
Cascotes y machaqueos, Pulverizaciones a Valbuena y a Clarín, por Fray Juan Mi¬
guel o Fray Montero (Juan Fraile Miguélez); El besugo de •Clarín- (1892), por Dioni¬
sio de las I leras (Plácido!; Martingalas de Martinete. La autopsia de Clarín, por Mar¬
tinete (¿Dionisio de las Meras?!. Fn su artículo —«Necrológicas sobre Clarín-, Los
Cuadernos del Norte, II, 7 (1981), pp. 2-7— Martínez Cachero analiza las reacciones
de sus enemigos a raíz de su muerte. Desde las páginas de El Eco Cadítano el cer¬
vantista Ramón León arremeterá también contra Clarín. Vid a tal respecto J. M.‘
Martínez Cachero, -Un ataque a Clarín Seis artículos de Ramón León Máinez*, Re¬
vista de letras [Universidad de Oviedo], XI (1950), pp. 247-27.3. Respecto a la ani¬
madversión de Bonafoux por la figura de Clarín inserta en las respectivas réplicas
publicadas en la prensa periódica es fundamental el estudio de J. F. Botrel, -Últimos
ataques de Bonafoux a Clarín-, Archivum, XVIII (1968), pp. 177-188. Desde una óp¬
tica general, cinscunscrita a las polémicas del último tercio del siglo xix puede con¬
sultarse el artículo de M López, -Los escritores de la Restauración y las polémicas li¬
terarias del siglo xx en España-, Bullelin Hispaniqtie, I.XXXI (1979), pp- 51-74.
434 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

estudios sobre las diversas facetas o aspectos específicos relaciona¬


dos con su vida y obra25 o los estudios sobre aspectos poco cono¬
cidos sobre Clarín, como su producción y visión poética26 comple¬
tan la rica y variada obra de Leopoldo Alas.

25 Diversos aspectos relacionados con la vida académica de Clarín han mereci¬


do la atención de la crítica, como los estudios de S. Saillard, «Documents pour une bio-
graphie. Le dossier universitaire de Clarín á Saragosse-, Les Langues néo-latines, LVU
(1963), pp- 37-61. [Su expediente como catedrático de Economía Política y Estadísti¬
ca]; R. Carnicer, «La etapa de Leopoldo Alas en la Universidad de Zaragoza-, ínsula,
284-285 (1970), p. 27; L. Romero Tobar, -Clarín, catedrático de la Universidad de Za¬
ragoza (El naturalismo y la Mano Negra)-, en Cinco estudios humanísticos para la Uni¬
versidad de Zaragoza en su IVCentenario, Zaragoza, Universidad-Caja de Ahorros de
la Inmaculada, 1983, pp. 119-172; J. L. Guereña, -Clarín en la Extensión Universitaria
ovetense (1898-1901)-, en Clarín y -La Regentea en su tiempo [1987], pp. 155-176. Para
el ideario político y religioso cfr. I. Elizalde, -Ideología religiosa de Clarín-, Letras de
Deusto, XV (1985), pp. 45-68; Y. Lissorgues, Lapenséephilosophique et religieuse de
Leopoldo Alas (Clarín), 1875-1901, París, Editions del CNRS, 1983; Clarín político I,
Barcelona, Lumen, 1989 y Clarín político II, Barcelona, Lumen, 1988; J. F. Botrel
(ed.), Preludios de Clarín, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1972. Desde
el punto de vista crematístico vid. J. F. Botrel, -Producción literaria y rentabilidad: el
caso de Clarín-, en Hommage des hispanistes franjáis á Noel Salomón, Barcelona,
Laia, 1979, pp. 122-128; Clarín y sus editores [sesenta y cinco cartas inéditas de
Leopoldo Alas a Fernando Fe y Manuel Fernández Lasanta]. Edición y notas por J.
Blanquat yj. F. Botrel (1981); «Clarín, el dinero y la literatura-, Los Cuadernos del
Norte, II, 7 (mayo-junio, 1981), pp. 78-82 y -La creación y su función en la obra de
Clarín-, en Clarín y su obra, Barcelana, Universidad, 1985, pp. 103-120. Episodios
como su frustrada oposición en 1882, la reacción del obispo de Oviedo contra Cla¬
rín en 1892 y la animadversión de Antonio García Alix —Ministro de Instrucción Pú¬
blica y Bellas Artes— hacia Clarín son retazos biográficos analizados puntualmente
por J. M.3 Martínez Cachero, -Leopoldo Alas Clarín: sobre tres episodios de su vida-,
en Homenaje al profesor Antonio Vilanova, Barcelona, Universidad, 1989, II, pp.
373-386. El episodio de la cátedra de Derecho Mercantil se refleja en el trabajo de J.
Alejo Rueda Martínez, -Una faceta desconocida en la vida de Clarín: firmante de una
oposición a Cátedra de Derecho Mercantil-, Boletín del Instituto de Estudios Asturia¬
nos, 127 (1988), pp. 693-746. Las reacciones de Clarín y novelistas de su generación
frente al público lector o al espectador han sido también objeto de estudio, tal co¬
mo se aprecia en los artículos de R. Senabre, -Clarín y Galdós ante el público-, en
Literatura Popular y Proletaria, Sevilla, Universidad, 1986, pp. 141-153 y L. Her¬
nández, «Clarín, Galdós y Pardo Bazán frente al teatro de José de Echegaray-, Ana¬
les de Literatura Española, 8 (1992), pp. 95-108. De gran interés es también el estu¬
dio de D. Torres (ed.), Los prólogos de Leopoldo Alas, Madrid, Editorial Playor, 1984,
pues permite al lector tener una idea clara del Clarín lector e intérprete de obras
publicadas en su tiempo, especialmente las debidas a Gómez-Carrillo, E. Pardo
Bazán, B. Pérez Galdós, Balzac, Carlyle, Zola, Tolstoy.
26 Vid., por ejemplo, J. M.3 Martínez Cachero, -Los versos de Leopoldo Alas-,
Archivum, II (1952), pp. 89-111. Estudio que no sólo analiza esta desconocida face¬
ta de Alas, sino que también ofrece el texto de varios poemas inéditos. Parte de es¬
ta vocación juvenil llega incluso a traslucirse en La Regenta, como en el caso del
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 435

En fecha temprana Altamira (1907, pp. 82-99) y Sáinz Rodrí¬


guez (1921) analizaron con precisión el talante ideológico y su
creación literaria, al igual que su pensamiento y actividad académi¬
ca. Personalidad intelectual que ya había sido señalada a raíz de su
muerte (Buylla, 1902, pp. 359-371) o años más tarde, cuando su re¬
cuerdo estaba todavía presente (Arboleya, 1919, pp. 328-349). No
menos emotiva es la reflexión que Azorín realiza con motivo de su
visita a la biblioteca de Clarín (Martínez Cachero, 1978, pp. 60-65).
En un reciente estudio, Juan A. Cabezas rememorará, precisamen¬
te, los últimos años de Clarín (1987, pp. 25-32). A partir de media¬
dos del siglo xx la recuperación de Clarín es tímida pero clara. Vo¬
ces autorizadas, como tendremos ocasión de comprobar en
páginas posteriores, iniciarán la reivindicación de su obra, particu¬
larmente La Regenta. Hoy en día dicha obra no sólo es una de las
piezas maestras de la literatura española, sino también una de las no¬
velas con más proyección en los ámbitos literarios no pertenecientes
a la literatura española. Las traducciones que a diversos lenguas se
han realizado sobre la misma indican con claridad la vigencia e im¬
portancia de la novela de Clarín en dichos ámbitos.

7.3. LA REGENTA

7.3 L. Proceso de redacción. Recepción crítica. Ediciones

El material noticioso sobre la gestación de La Regenta es esca¬


so.27 Por el contrario las referencias a los planes de novelas que

poema La ofrenda cuya segunda y última parte es fiel trasunto de la vocación poé¬
tica que siente Ana Ozores.
' A. Cabezas refiere al respecto que en los -primeros meses de 1880, en que
Clarín se ocupa de la vida ovetense, están tomados los primeros apuntes y trazadas
algunas líneas generales de La Regenta [...!■ (1936, p. 102). En el año 1883 Clarín ini¬
cia el relato. Con la preparación de su primer curso de Derecho Romano, de cuya
cátedra se encarga por Real Orden del 14 de Agosto, Clarín alterna la composición
de su novela. Durante el invierno de 1884 repartirá su actividad entre su cátedra y la
novela. Cuando en junio finaliza la labor docente tiene redactada la mitad del pri¬
mer tomo de La Regenta. En Guimerán continua la redacción de la misma. En el mes
de noviembre Clarín ha finalizado el primer tomo. La muerte de su padre se produ¬
ce, precisamente, en estas fechas. Antes de finalizar el año corrige las pruebas del
primer tomo. En carta a su entrañable amigo Pepín Quevedo, le confiesa lo siguien¬
te: -Tengo la satisfacción de haber terminado a los treinta y tres años una obra de ar¬
te- (Cabezas, 1936, p 136). Clarín los cumplió el 15 de abril de 1885.
436 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

tenía en preparación es copiosísimo. De tales proyectos sólo uno


llegaría a su conclusión: Su único hijo (Beser, 1982, p. 8, pássim.)
Una primera alusión a La Regenta figura en una carta dirigida a Pé¬
rez Galdós (Ortega, 1064, pp. 220-221).28 Las referencias a su no¬
vela son siempre veladas, pues mantuvo en secreto la gestación de
La Regenta, tal como se desprende de una carta que Palacio Valdés
dirige a Clarín (Epistolario, 1941, p. 121). Mutismo que ha sido seña¬
lado recientemente por la crítica (Beser, 1982, pp. 17-23; Tintoré,
1987a, pp. 7-12).
Pereda fue, según Gamallo Fierro, el primero a quien Clarín
comunicó el inicio de una novela llamada La Regenta (carta fecha¬
da el 7 de febrero de 1884). Igualmente le advierte del duro trance
que debe soportar cuando aparezca su relato, pues eran bien co¬
nocidas sus exigencias críticas (20 de agosto de 1983, p. 19). De sus
veleidades narrativas tiene el lector noticias gracias a la correspon¬
dencia existente entre Yxart y E. Pardo Bazán, pues doña Emilia le
comunica el 27 de diciembre de 1883 que «[...] se va a editar una
novela de Clarín. Mucho deseo leerla, a ver si el eximio crítico es
también narrador» (Torres, 1977, p. 394). En una carta del 23 de ju¬
nio de 1884 Pereda ofrece nuevas noticias sobre el proceso de re¬
dacción de La Regenta, pues parte del original obraba ya en poder
de Cortezo a fin de ilustrar la novela (Gamallo Fierros, 1983, p. 17).
En una carta dirigida a José Yxart, director de la revista y colec¬
ción Arte y Letras (28 de octubre de 1887), el propio Clarín alude al
proceso de gestación.29 Por su parte A. Posada insiste en la misma
apreciación que la emitida por Clarín: •<[...] La Regenta se escribió co¬
mo Alas escribía una vez preparado el horno: sin vacilar, sin lucha
aparente de la pluma con el papel, sin tachar ni emborronar lo es-

28 Clarín escribe al respecto lo siguiente: ■[...] No sé si sabe Vd. que yo también


me he metido a escribir una novela, vendida ya (aunque no cobrada) a Cortezo, de
Barcelona. Si no fuera por el contrato, me volvería atrás y no la publicaba: se llama
La Regenta y tiene dos tomos —por exigencias editoriales— [...] No me reconozco
más condiciones que un poco de juicio y alguna observación para cierta clase de fe¬
nómenos sociales y psicológicos, algún que otro rasgo pasable en lo cómico, un po¬
co de escrúpulo en la gramática... y nada más. Me veo pesado, frío, desabrido..., y
en fin ha sido una tontería meterme a escribir novelas» (Ortega, 1964, pp. 220-221).
29 El texto referente a la gestación dice así: -Parezco tardío y premioso en la
novela y es todo lo contrario. La Regenta, que al parecer me llevó tanto tiempo,
la escribí como pocos habrán escrito por lo tocante a la celeridad. Lo que hay es que
dedico muy poco tiempo a la materialidad de escribir; en cambio, allá en mis aden¬
tros, hago sobre cada tema diez o doce que se me olvidan» (Beser, 1960, p. 393).
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 437

crito» (Posada, 1946, p. 165). Rapidez en su redacción y orgullo por


las felicitaciones recibidas en privado. En carta a sus amigos J. Que-
vedo (21 de mayo de 1885) tras aludir al rosario de parabienes que
el primer tomo ha recibido por parte de Castelar, Menéndez Pelayo,
Echegaray, Galdós, Rubín (García Sarriá, 1975, pp. 274-275) señala
la liberación personal que le ha supuesto finalizar su novela.
El epistolario existente entre Clarín y Octavio Picón ofrece un
material noticioso de sumo interés. En una carta fechada el 4 de fe¬
brero de 1885 le comunica a Octavio Picón que «el segundo tomo
tardará un poco en salir, porque el final no está materialmente es¬
crito, y estos días estoy ocupado en escribir un programa para la
cátedra de Dcho. Mercantil de Madrid a cuya oposición tal vez me
presente» (Amorós, 1981, p. 12). En carta fechada el 21 de mayo de
1885 Alas indica a su interlocutor que en «la primera mitad de junio
saldrá de fijo el tomo segundo de La Regenta, que yo terminé hace
ya bastantes días» (Amorós, 1981, p. 14). Respecto a las incorrec¬
ciones cometidas por los impresores, Clarín se queja ante Octavio
Picón. En una carta sin fecha incluye al final de la misma una Ad¬
vertencia en donde se especifica que «130 erratas lleva el tomo [pri¬
mero] por haberse dejado sin corregir con arreglo a mis pruebas»
(Amorós, 1981, p. 12). Es evidente la importancia de los epistolarios
en la reconstrucción del proceso de gestación de La Regenta. In¬
cluso, en los epistolarios citados con anterioridad y pertenecientes
a compañeros de generación encuentra el lector alusiones y noti¬
cias de sumo interés para la reconstrucción del proceso de crea¬
ción de la novela de Leopoldo Alas.
La recepción crítica de la novela ha sido estudiada reciente¬
mente con detenimiento. María J. Tintoré (1987) analiza puntual¬
mente las reacciones de la crítica desde una doble óptica. Por un la¬
do desde la perspectiva de la prensa periódica barcelonesa y
madrileña; por otro, desde la visión íntima, epistolar, basada en las
principales colecciones publicadas hasta el momento presente. Los
temores de Clarín y la animadversión de gacetilleros, periodistas de
la época son aspectos analizados, igualmente, por Tintoré.30 Las

30 Tintoré recoge un total de veinticinco críticas publicadas entre el 31 de ene¬


ro de 1885 y julio de 1901: La Ilustración Ibérica, 31 de enero de 1885; El Día, 15 de
febrero de 1885; El Correo, 26 de enero de 1885 y 15 de marzo de 1885; El Globo, 19
de enero de 1885 y 16 de marzo de 1885; La República, 7 de abril de 1885; El Barce¬
lonés, 17 de julio de 1885; El Progreso, 24 de julio de 1885; Boletín de la Institución
438 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

polémicas literarias surgidas a raíz de la publicación de La Regenta


han sido minuciosamente estudiadas por la crítica ( Vid. nota 24 del
presente capítulo). Martínez Cachero recoge el testimonio de la pren¬
sa periódica ovetense —El Carballón, Tambor y Gaita, El Eco de Astu¬
rias— y el célebre episodio del obsequio —regalo de un ejemplar de
La Regenta— que Clarín hizo a sus veintiocho alumnos de la Facultad
de Derecho (1963, pp. LXXVII-LXXXV). Sergio Beser (1982) incide en
todos estos aspectos, engarzando la opinión crítica vertida en los epis¬
tolarios dedicados a Galdós, Menéndez Pelayo, Quevedo, Yxart..., a fin
de ofrecer un estado puntual de la recepción crítica de la novela y par¬
ticularidades relativas al proceso de creación de La Regenta.
Respecto a las ediciones cabe señalar la desigual cadencia de
publicación. En vida del autor se publicaron tres ediciones de La
Regenta. La primera (1884-1885) se editó en Barcelona, Biblioteca
••Arte y Letras», Daniel Cortezo y Cía. Las ilustraciones se deben a
Juan Llimona y los grabados a Gómez Polo.
En el folletín del periódico barcelonés La Publicidad se publi¬
ca una edición de la misma (entregas correspondientes al periodo
15 de enero de 1894 al 3 de octubre del mismo año). Edición si es
que puede calificarse de tal, considerada por Clarín como una se¬
gunda libranza del texto de Cortezo (Palenque, 1987, p. 70). La edi¬
ción fue un éxito, pues incrementó con creces el número de sus-
criptores.
En mayo de 1901 aparece una nueva edición [la segunda en
los repertorios bibliográficos consultados] revisada por Alas y pro-

Libre de Enseñanza, 31 de agosto de 1885; El Día, 27 de septiembre de 1885; Revista


de España, septiembre-octubre de 1885; La Opinión, 16 de octubre de 1885; Revue
du Monde Latín, septiembre-diciembre de 1885; La Ilustración Ibérica, 26 de diciem¬
bre de 1885; El Globo, 31 de diciembre de 1885; Revue Britannique, V, 1886; La Jus¬
ticia, 11 de abril de 1888; Revista de España, mayo-junio, 1888; La Vanguardia, 12 de
junio de 1895; La Publicidad, 15 de junio de 1895; Arte y Letras, 2 de junio de 1895;
El Imparcial, 14 de junio de 1901; El Diluvio, 16 de junio de 1901; El Imparcial, 16 de
junio de 1901; La Publicidad, 18 de junio de 1901; Nuestro tiempo, julio, 1901. Las
polémicas literarias figuran en el siguiente repertorio bibliográfico: El Globo, 17 de
mayo de 1885; La Opinión, 25 de octubre de 1887; La Opinión, 4 de diciembre de
1887; La Avispa, 11 de abril de 1888; Galicia Humorística, 30 de abril de 1888; La
Opinión, 1 de mayo de 1888; El Globo, 13 de mayo de 1888; La Monarquía, 4 de ju¬
nio de 1888; La Opinión, 12 de junio de 1888; ¿«Vanguardia, 3 de marzo de 1892;
Revista Contemporánea, 87 (1892), pp. 606-628; Las Dominicales del Libre Pensa¬
miento, 24 de mayo de 1895; El Imparcial, 7 de noviembre de 1895; El Heraldo de
Madrid, 17 de octubre de 1895.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 439

logada por Benito Pérez Galdós. Con anterioridad hubo varios pro¬
yectos de publicación, pero la excesiva cantidad exigida por Cla¬
rín, acuciado por problemas económicos, retrasaron el proyecto de
edición (Ortega, 1964, p. 210; Blanquat-Botrel, 1981, p. 20; Palen¬
que, 1987, p. 71). Tras ininterrumpidas gestiones con Fernando Fe
y Fernández Lasanta en 1899 Clarín solicita a Galdós un prólogo
para que figure al frente de su novela, pues «Vd. ha hablado bien
de La Regenta a espaldas del autor, y quiero que conste. Además,
el libro con el prólogo de Vd. se venderá mejor» (Ortega, 1964, p.
209). El prólogo tardó dos años en escribirlo Galdós. Por fin, en
mayo de 1901 aparece la segunda edición —evidenciamos la au¬
sencia de la publicada en La Publicidad por las razones apunta¬
das— en los talleres del conocido editor e impresor Fernando Fe.
En el año 1901 se produce también la muerte de Clarín. La adversa
fortuna crítica de La Regenta es evidente a partir de dicho año. Los
primeros intentos de recuperación se producen en 1952. A partir
de entonces los estudios, ediciones críticas y anotadas surgen con
no poca profusión, tal como ha apreciado recientemente la crítica
(Sobejano, 1985, pp. 161-185).
En el respectivo apartado dedicado a las ediciones de La Re¬
genta figuran un singular grupo con introducciones y anotaciones
(Cabezas, 1947; J. M. Lope-Huberto Batís, 1960; Martínez Cachero,
1963; Ibargüengoitia, 1972; Sobejano, 1976 y 1981c; Baquero Go-
yanes, 1984; Oleza, 1984; Durand, 1988; Gómez-Beser, 1989). Res¬
pecto a las traducciones cabe señalar las realizadas al inglés (John
Rutherforf, 1984), francés (Belot-Bleton-Botrel-Jammes-Lissorgues,
1987) y holandés (Barber van de Pol y M. Steenmeijer, 1997). El to¬
tal de ediciones facsímiles es de tres, realizadas a raíz del centena¬
rio de la publicación de La Regenta, tal como se puede apreciar en
el epígrafe que incluimos en el presente trabajo.
Respecto a los estudios dedicados a dicho corpus editorial la
crítica ha incidido en varios aspectos. Así Sanz Villanueva analiza
la posible existencia de una edición que se situaría entre la princeps
y la prologada por Galdós (1901) tal como dejan entrever el propio
Galdós y Clarín en una carta a su amigo y confidente Adolfo Posada
(1981, p. 174, pássim). Sanz Villanueva sostiene que entre 1884 y
1900 se publicó, probablemente, una edición pirata aunque dicha su¬
posición «no es muy lógica, porque sería pensar en un editor [Cortezo]
a la vez pirata y estulto —cualidades que rara vez coinciden, aunque
no sean infrecuentes por separado—, pues las modificaciones
440 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

descubrirían su malsano propósito. Más fácil es pensar que Clarín


le enviase paulatinamente esas modificaciones (lo hace suponer la
mencionada fe de erratas) y el editor las fuese incorporando me¬
diante nuevas impresiones de los pliegos correspondientes» (1981,
p. 176). Es evidente la existencia de una edición desconocida por la
crítica o al menos no tenida en cuenta en los diversos repertorios bi¬
bliográficos referidos al Corpus literario de Clarín. La suposición de
Sanz Villanueva es cierta y suponemos que se refiere a la edición
publicada en los folletines de La Publicidad.
R. Oteo Sans analiza la edición princeps de La Regenta como re¬
flejo del esteticismo catalán. El estudio de los grabados e ilustracio¬
nes, disposición y formato demuestra que la parte gráfica de La Re¬
genta es una espléndida muestra del esteticismo premodernista
(1987, pp. 195-200). Por su parte Martínez Torrón (1985, pp. 64-74)
analiza el creciente impulso de los estudios sobre La Regenta. Las edi¬
ciones llevadas a cabo por Cabezas (1947), Martínez Cachero (1963),
Gonzalo Sobejano (1981), Baquero Goyanes (1984) y Oleza (1984)
—analizadas por Martínez Torrón— son una prueba evidente de la
vigencia y actualidad de Clarín a raíz del centenario de La Regenta.

73. 2. Definiciones

Desde múltiples perspectivas se ha definido la novela de Cla¬


rín. Sobejano considera el relato de Alas como «novela del roman¬
ticismo de la desilusión» (1985, pp. 120-121),31 el estudio de «una

31 G. Sobejano percibe una serie de tensiones en La Regenta que dan como re¬
sultado tal calificación: «La tensión mantenida en La Regenta entre poesía y prosa,
reflexión y conversación, elegía y sátira, retrato y caricatura, tragedia y comedia, in¬
terioridad y exterioridad, búsqueda personal e inercia masiva, dolor e insensibili¬
dad, soledad y sociedad, hace de aquélla el primer modelo español (en el tiempo y
en densidad y fuerza ejemplar) del tipo denominado por Lukács “novela del ro¬
manticismo de la desilusión” (Desillusionsromantik)» (1985, pp 120-121). Precisa¬
mente para el propio Sobejano la diferencia fundamental entre la novela Madame
Bovaryy La Regenta «consiste en que aquélla es una novela antirromántica sobre el
alma romántica deteriorada, y La Regenta es una novela romántica (sólo naturalista
en procedimientos) contra el mundo antirromántico y en homenaje al alma bella y
buena, derrotada pero inadaptable» (1985, p. 143). Con anterioridad el citado crítico
había señalado que cuatro aspectos del mal signan el mundo de La Regenta: sole¬
dad y corrupción, perversión, condenación: «El mal de la soledad define a Ana Ozo-
res como protagonista de la primera gran novela española del “romanticismo de la
desilusión”- (1981c, p. 55).
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 441

concepción romántica de la vida, pero situada en un marco realis¬


ta, y es este marco el que convierte el libro en novela» (Beser, 1982,
p. 69).32 Novela de la «desilusión romántica» (Roberts, 1968, pp.
196-197) cuyo tema es el de la carga que representa el mundo
material y el fracaso del amor como un medio de liberación (Eoff,
1961). Compleja novela que es, a la vez, sátira extensa y profunda
elegía (Sobejano, 1973, p. 163).
Novela de la voluptuosidad. Una voluptuosidad que invade el li¬
bro de principio a fin (Aranguren, 1976, pp. 184-188). Relato que
puede ser considerado como una autobiografía espiritual de Alas
que refleja el fracaso personal del novelista, especialmente el con¬
cerniente a su vida sentimental, conyugal (Brent, 1951, p. 29). Nove¬
la de la frustración, como los fracasos eróticos de Saturnino Bermú-
dez, de Trifón Cármenes, de las tías y del aya de Ana Ozores; los
fracasos de don Custodio y del mismo Trifón en sus ansias de alcan¬
zar el poder y lo gloria; los fracasos de Ronzal en sus deseos de per¬
tenecer al gran mundo. Junto a esta relación de fracasados incide
Brent en la gran tragedia de Ana y el Magistral, los máximos expo¬
nentes de la frustración total, erótica, social y religiosa (1951, p. 80,
pássim). Novela moral, puesto que el tema central son las conductas
centradas en unos esquemas éticos mantenidos por unos personajes
situados en un tiempo y en un lugar preciso (Bobes, 1985b, p. 20, pás¬
sim). Novela de clave, tal como se puede percibir en diversos estudios
que identifican personajes o episodios reales con los descritos en la
novela (Vida, 1885, pp. 246-248; Santullano, 1951, pp. 267-280; Miran¬
da, 1967; Posada, 1983, pp. 65, 203, 213, pássim; E. Conde [Emilio Cam¬
pos], 1984; Tintoré, 1987a, p. 75, pássim; Martínez Cachero, 1993, pp.
270-276). Obra que ha sido analizada desde la óptica del arte de mirar,
según las teorías de Michel Foucault (Martínez-Carazo, 1993, pp. 29-
39) o desde una nueva perspectiva, la apuntada por M.a del Carmen
Bobes (1985, pp. 22-23) o por Pilar Palomo (1987, p. 873, pássim).33

32 Para Beser el romanticismo de La Regenta se presenta, fundamentalmente,


como un tipo de sentimentalismo y una determinada manera de ser o vivir, y no co¬
mo un mero movimiento literario delimitado históricamente. El citado crítico anali¬
za los arquetipos literarios románticos que subyacen en la novela. Personajes de fic¬
ción cuya textura es puramente romántica, como en el caso de Ana, vista por los
otros personajes como mujer romántica hasta en los rasgos físicos (1982, pp. 59-89).
33 Para M.J del Carmen Bobes La Regenta permite diversas lecturas desde su fi¬
nal abierto en lo humano, aunque cerrado y circular en el tiempo físico: «Clarín ha
hecho una novela radicalmente ambigua y abierta a muy diversas interpretaciones;
442 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

7.3 -3- Contextos y conflictos sociales. La España de la Restauración

Vetusta, como sociedad de transición entre el Antiguo Régimen


y la nueva sociedad burguesa, vive una serie de contradicciones y
luchas internas perfecta y sutilmente observadas por Clarín (Oleza,
1984, p. 45). La novela se sitúa en este sentido como estudio repre¬
sentativo de una sociedad en la que la revolución burguesa se ha
producido dejando prácticamente intactos los cimientos del Anti¬
guo Régimen. Como señala Oleza, todo este contexto histórico pro¬
duce un entramado de conflictos entre las distintas fuerzas en jue¬
go: la Iglesia, la aristocracia, las clases medias —divididas a su vez
en una alta burguesía (en gran parte indiana) que intenta integrar¬
se en la aristocracia y una pequeña burguesía, dominada por la
Iglesia y la aristocracia, que actúa de forma pasiva— y el proleta¬
riado (1984, pp. 45-46). Ficción y realidad se conjugan armoniosa¬
mente bajo una textura puramente histórica, como engarce perfec¬
to con la España de la Restauración (Bécarud, 1963, pp. 49-57; San
Miguel, 1973, pp. 119-263; Aranguren, 1976, p. 179, pássim; Jack-
son, 1977, pp. 287-302; Martínez Cachero, 1985, pp. 163-165, pás¬
sim). Contextos sociales, económicos y culturales que actúan en
La Regenta como claros indicadores de una realidad precisa y
concreta (Brent, 1951, p. 44, pássim; Bécarud, 1963, pp. 49-57;
Eoff, 1965, p. 79, pássim; Arroyo de López-Rey, 1972, p. 328, pás¬
sim; Oleza, 1976, pp. 184-192 y 1984, I, pp. 45-68, II, pp. 31-45;
Aranguren, 1976, pp. 182-184; Jackson, 1977, pp. 287-302; Varela
Jácome, 1980, pp. 78-95; Eberenz, 1985, pp. 65-78; Fortes, 1987,
pp. 445, pássim; Beser, 1989, pp. XXIII-XXIV; Talmor, 1992, pp.
123-129; Martínez Cachero, 1993, pp. 299-300).

es posible que desde la estética de la recepción le espera un gran futuro y se multi¬


pliquen las lecturas posibles. La Regenta presenta un discurso que induce al lector
a una extraña inseguridad de juicio, pero no porque no entienda las referencias, si¬
no porque son tan ricas que no se agotan- (1985, p. 23). Para P. Palomo se trata de
una novela que subsumiría en la palabra arte todas las múltiples perspectivas, todos
los mensajes implícitos o explícitos, todas las posibles claves del mensaje, pues -co¬
mo toda obra de arte, La Regenta es profundamente polisémica y cada lector debe¬
rá terminar su significado de acuerdo con su personal captación del mensaje emiti¬
do. Aunque ello deba hacerlo, naturalmente, sin traicionar, deformar o manipular su
mensaje, y sin ir más allá del signo explícito —o símbolo implícito— que su escri¬
tura nos ofrece- (1987, p. 873).
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 443

Un espacio externo y objetivo (Sánchez, 1981, pp. 28-35; Oleza,


1984, pp. 57-66; Bobes, 1984 y 1985, pp. 196-213; Martínez Cache¬
ro, 1984, pp. 252-257; Beser, 1985) cuya arquitectura y urbanismo
(Morales, 1987, pp. 695-705) posibilitan una clara identificación de
la ciudad recreada literariamente —Vetusta— con la Oviedo real
(Torrente, 1984, pp. 25-28). La casi totalidad de las ediciones críticas
y anotadas, así como los estudios citados en estas líneas inciden en
una específica configuración urbana que delimita con precisión el
mundo de ficción recreado por Clarín (Várela Jácome, 1980, pp. 75-
77).3'* Incluso aspectos concretos de una realidad social, como pue¬
den ser los económicos de Asturias, han sido analizados en función
de La Regenta (Anes, 1985, pp. 159-165; 1987, pp. 997-1.004).35
La existencia de estudios dedicados al embrutecimiento de las
diversas fuerzas sociales que dan vida a La Regenta es evidente en

** Clarín, tal como señala Varela Jácome, “recrea en La Regenta uno de los es¬
pacios urbanos más densos de la novelística española contemporánea. La ciudad de
Vetusta queda configurada ya en el primer capítulo [. . .) Al pasear su anteojo, desde
la atalaya de la torre, el magistral comprueba cómo la zona urbana primitiva que ro¬
dea la catedral se estira hacia el noroeste y el sudeste. En la lente de aumento se
abren patios y jardines, casas viejas y ruinosas, restos de murallas [...] la Encimada,
la Colonia, Campo del Sol y Zona Norte. Esta estructura urbana, en visible panorá¬
mica, se amplía a lo largo de la novela. Se van acumulando elementos arquitectóni¬
cos, secuencias ambientales. Se abren los paseos del bulevar, frecuentados por gen¬
tes de distintos estamentos sociales. Algunas situaciones se centran en el Casino, en
el Coliseo. Podemos desplazarnos a las afueras de la ciudad, en el periplo de algu¬
nos protagonistas- (1980, pp. 75-76).
35 Un clima social presidido por el tedio y el aburrimiento: “Aburrimiento to¬
tal, transgeneracional —“tres generaciones habían bostezado en aquellas salas es¬
trechas y oscuras” del casino—, “aburrimiento heredado" [...] Hay en Vetusta un
aburrimiento general de la ciudad y un particular hastío de Ana [...]• (Aranguren,
1976, p. 183). Vetusta, espacio y personajes, dan vida a un mundo físico y social cu¬
ya ciudad sirve como -marco de la peripecia vital de un pequeño grupo de perso¬
najes, cuyas relaciones marcan la trama argumental de la obra- (Beser, 1989, p.
XXIII). Multiplicidad de ambientes en un mundo social específico: -El ambiente de
la pequeña ciudad lo crean tales personajes. Ambiente vetustense es sinónimo de
algunas cosas ni muy gratas ni, tampoco, muy recomendables. Diríase que toda
mezquindad encuentra allí acomodo propicio y, opuestamente, cualquier aspira¬
ción superior que se salga del rasero común, tendrá vida breve y difícil [...] dentro
del ambiente social y moral vetustense, los lugares —interiores y exteriores, más
o menos reducidos o extensos, cerrados en sí mismos, en su intimidad (un domici¬
lio particular: la casa del Magistral, el caserón de los Ozores pongo por ejemplo)
o abiertos e incluye con proyección más allá, en otro edificio o paraje (así: la Cate¬
dral, prolongada en el palacio episcopal)— en los cuales, de modo evidente y
reiterado, se produce una concentración significativa de la peripecia de la novela-
(Martínez Cachero, 1993, p 292).
444 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

estas últimas décadas. La Iglesia, sus representantes eclesiásticos y


la visión que de los mismos tiene Clarín en su novela aparecen con
cierta propensión en monografías, estudios de conjunto y revistas
especializadas. Retórica y religión (Luxemburg, 1990, pp. 71-89),
ética, heterodoxia y religión (Lissorgues, 1980; 1984, p. 3; 1987a, pp.
237-250; 1987b, pp. 20-31) o la religión y lo civil (Proaño, 1979,
pp. 27-31) han sido aspectos analizados por la crítica. Ideología y
parodia religiosa (Weber, 1966b, pp. 117-136) o la pasión de un
amor sensual y exacerbado que tiene como fundamento estudios
cuyo contenido se centra en el eros y la Iglesia (Nimetz, 1971, pp.
242-253) o la relación con la propia ciudad de Vetusta (Serrano
Poncela, 1988, pp. 141-144) han sido motivos analizados desde dis¬
tintas óptica en estas últimas décadas, incluida su relación con de¬
terminados pasajes de su novela.30 Iglesia y Religión forman, en
definitiva, la base de un relato novelesco cuya estructura está con¬
figurada no sólo por la intrigas internas de la muy jerarquizada Igle¬
sia, sino también por el peso específico que en la misma tiene el
Magistral, don Fermín de Pas, y las veleidades místicas rayanas en
la histeria de Ana Ozores (Tomsich, 1986-1987, pp. 485-517; Lavan-
yi, 1991, pp. 37-46). Iglesia y Religión en La Regenta (Hernández,
1981, pp. 74-78; García de Cortázar, 1985, pp. 25-44) o proyección de
la ideología religiosa de Clarín en su propio mundo de ficción (Arro¬
yo de López Rey, 1972, pp. 328-329; Oleza, 1976, p. 144; Elizalde,
1985, pp. 45-68)37 e importancia del sacramento de la confesión

36 Serían, por ejemplo, las apreciaciones llevadas a cabo por Polo de Bernabé:
•Por otra parte, el tema erótico y de la naturaleza se hallan conectados significativa¬
mente al tema religioso. En el mismo capítulo IX el alma virtuosa se convierte en
una pajarera donde gorjean “alegres los dones del Espíritu Santo”. Ana siente una
misteriosa analogía entre los versos de San Juan y el olor de tomillo. Y en la escena
de la misa del gallo ambos temas aparecen con una connotación irónica al utilizar
Clarín el drama litúrgico como contrapunto de un ambiente cargado de sensualidad
y del vuelo de la fantasía de Ana. El mundo imaginario de La Regenta queda así de¬
terminado por una estructura dramática en la cual el mito y el símbolo subrayan el
“pathos” y la ironía que sirven para plantear la unidad temática: la música callejera
del órgano resta poder a la severidad de la ceremonia religiosa dirigiendo la aten¬
ción del lector a la significación erótica de la situación de Ana* (1988, p. 407).
3" Una síntesis de la actitud de Clarín sobre la religión y sus representantes
eclesiásticos la ofrece J. Arroyo de López-Rey: •[...] Ataca en el clero la hipocresía y
la perfidia (Glocester), la envidia (D. Custodio), la ignorancia (El Deán), la intransi¬
gencia, el fanatismo (D. Fermín). Ataca, sobre todo, al mal clérigo que abusa del
confesionario y desvía a las almas por caminos de falsa religiosidad. Clarín no ataca
la verdadera religión, la fe sincera, las verdaderas, vivas tradiciones. Nos dice en Nue¬
va Campaña que, habiendo tenido por maestros a D. Nicolás Salmerón y a D. Fran-
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 445

(Bauer, 1991, pp. 103-121) completan este mosaico de interpreta¬


ciones que la crítica ha percibido en La Regenta. Clarín, a través de
su novela, nos muestra los múltiples aspectos de su peculiar anti¬
clericalismo, sin respetar siquiera la llamada sociedad de buen to¬
no, al menos en sus elementos más frívolos, pues no se priva de
contar anécdotas sobre la vida privada de los sacerdotes (Becarud,
1964, p. 17, pássim).

7.3-4. Interpretaciones críticas

En el presente apartado se ofrece un panorama crítico de las in¬


terpretaciones realizadas en torno a la novela, especialmente
las referidas a su adscripción naturalista y al capítulo de las influen¬
cias y concomitancias con novelistas y autores de la época. Dicho
material noticioso e interpretativo se refiere, salvo raras excepcio¬
nes, a lo publicado en la segunda mitad de la presente centuria.
Respecto al debatido naturalismo de La Regenta, Ricardo Gullón
señala que se trata de una novela -menos naturalista [...] de lo que es
corriente pensar- (1952, p. 169) y Baquero Goyanes señala también al
respecto que no se trata de una novela exclusivamente naturalista
(1952, pp. 187-216). La crítica ha percibido, igualmente, la carencia
de determinados rasgos naturalistas. J. Arroyo señala ausencias tan
significativas como la del color local o la de alguna descripción eróti¬
ca (1972, pp. 325 y 337). Gramberg apunta que la descripción de am¬
bientes en La Regenta no «es el de la novela naturalista (su primera
función es caracterizar personajes, no influir en ellos» (1978, p. 207).
Baquero estima que, entre otras diferencias que la novela de Alas
presenta con las más decididamente naturalistas, cabría citar, por

cisco Giner, su “constante maestro”, aprendió de ellos “a respetar convicciones”. Lo


que quiere hacer en La Regenta es lo que él llamaba “la operación de la fe ciega”; pe¬
ro no a la manera del teólogo alemán David Strauss (1808-1874), “que no tiene com¬
pasión por el operado", sino a la manera de su admirado Renán, usando “el clorofor¬
mo del arte"» (1972), p. 329). Para Oleza, La Regenta supone una gigantesca
desmitificación religiosa: -La religión, en todos sus aspectos, aparece en la novela
como cosa hecha, creada y mantenida desde aquí, desde la tierra, por hombres cu¬
yas vidas están impregnadas por la presencia de la materia y sus intereses. La nove¬
la no es sólo anticlerical, sino que es mucho más profunda en este aspecto: lo que
se niega es la realidad de la religión fuera de los hombres, más allá de ellos. La reli¬
gión es sobre todo una institución social, apoyada en unos hombres fuertemente
prendidos por los intereses sociales- (1976, p. 144).
446 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

ejemplo, la imprecisión con que se describen las enfermedades que


Ana Ozores padece a lo largo de la obra. El carácter predominante¬
mente nervioso parece explicar sobradamente la ausencia de datos
técnicos y de pormenores fisiológicos (1984, p. 12). Peculiar natura¬
lismo y ausencia de determinados rasgos naturalistas que han provo¬
cado la emisión de una serie de interrogantes sobre la adscripción
plena de la novela a la escuela naturalista (Küpper, 1958). Arquetipo
de novela dialogada (Bauer, 1991, pp. 103-121) e inmersa en un rea¬
lismo psicológico (Roberts, 1968, pp. 189-202) y carente de un natu¬
ralismo no determinista (Bull, 1942, p. 542, pássim; Brent, 1951) son
apreciaciones analizadas por la crítica.38 Relato que puede ser consi¬
derado como una novela psicológica y también como una novela de
testimonio o crítica (Martínez Cachero, 1984, p. 65) cuya característi-

38 Baquero Goyanes en su análisis sobre los elementos que forman el conjunto


de motivos novelescos en La Regenta —la ciudad de Vetusta como fondo de la acción
y como acción misma, el tema del adulterio, evolución religiosa de Ana Ozores y evo¬
lución de la pasión de don Fermín por Ana— no cree que quepa considerar la presión
de la ciudad en el conflicto psicológico-moral de Ana y don Fermín como una presión
de un ambiente de tipo naturalista determinista. El ambiente de Vetusta, apunta Ba¬
quero, condiciona, efectivamente, el mundo moral de los protagonistas que, sin em¬
bargo, siempre tienen un aire de seres dotados de libre albedrío, a despecho de todos
los determinismos imaginables. Si el húmedo y camal paisaje de Galicia arrastra —en
un ardiente estío— a Nucha y Perucho, protagonistas de La Madre Naturaleza, a un in¬
voluntario incesto, en La Regenta la presión de un ambiente es más social que clima¬
tológica, como no podía menos de ocurrir en un relato cuyo escenario es urbano. Si al¬
guna huella determinista cabe percibir en la novela de Clarín ésta ha de ser débil. En el
fatalismo que arrastra a Ana al adulterio entra no sólo la presión de un ambiente del que
ella desearía huir, sino también otras causas ya señaladas con anterioridad (evolución
de la mal orientada religiosidad de Ana, la incidencia del enjambre de personajes se¬
cundarios como piezas claves del desarrollo de los hechos...). Finalmente concluye Ba¬
quero afirmando que la atormentada dimensión ética en que transcurre la peripecia ar-
gumental de La Regenta «sirve para alejarla suficientemente del rígido determinismo
concebido fisiológicamente, según el gusto de esas apuntadas novelas naturalistas del
siglo xix [Madame Bovary, El primo Basilio, Ana KareninaV, (1978, p. 163). Bull (1942,
p. 542) rechaza el determinismo de la novela, al igual que Palls (1988, pp. 150-169),
pues el naturalismo de La Regenta se separaba del francés en el único punto esen¬
cial que separa el naturalismo del realismo. Alas omitía el determinismo científico,
de manera que solo difería del realismo en grado y técnica. En el análisis que Beser
realiza de ambas teorías se explica el peculiar determinismo de La Regenta: «El de¬
terminismo de Zola y seguidores se integraba en el relato a través de un principio
metodológico, la experimentación, que ni Bull ni Palls analizan en Clarín, y es aquí
donde surge la ambigüedad del naturalismo dariniano. Si en sus escritos encontra¬
mos referencias al positivismo, con el rechazo casi constante de esa doctrina como
solidaria del naturalismo, y dedica escasa atención al determinismo, la experimen¬
tación es un concepto aceptado, desarrollado y defendido en varios escritos, inme¬
diatamente anteriores y posteriores a La Regenta- (1982, pp. 43-44).
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 447

ca esencial —realismo irónico (la distancia y el humor)— marca las


lejanías en que se encuentra La Regenta de los métodos descriptivos
del naturalismo zolesco (Serrano Poncela, 1988, p. 40, pássim)?9 No¬
vela cuya finalidad básica es mostrar «desde una óptica naturalista ins¬
tigada por claros resabios del idealismo estético hegeliano y del ri¬
gorismo ético krausista, las causas determinantes del adulterio de una
mujer fundamentalmente buena y honesta, virtuosa y devota» (Vila-
nova, 1987, p. 353). De igual forma La Regenta ha sido considerada
como contrapunto del ensueño y la realidad (Alonso, 1984, pp. 3-9) o
como la «superposición realismo-naturalismo» (Varela Jácome, 1980,
pp. 70-73).
Es evidente que para un sector de la crítica La Regenta ofrece
un textura puramente naturalista en contraposición a específicos
juicios de valor emitidos por determinados analistas de la obra de
Clarín (Palls, 1972, pp. 23-39; Fuentes, 1982, pp. 173-180; Martínez
Torrón, 1982, pp. 257-297; 1987, pp. 587-628).40 La presencia del
romanticismo en La Regenta (Valis, 1979, pp. 40-52; Beser, 1982,

39 El propio Serrano emite la siguiente interrogante: ¿Es La Regenta una no¬


vela realista-naturalista? (1988, p. 139). Si cabe hablar de algún naturalismo en La
Regenta se ha de basar bajo dos cánones establecidos por la propia escuela na¬
turalista: •[...] la interpretación concedida al medio ambiente como determinante
del modo de ser de los sujetos que le habitan (en nuestro caso, Vetusta, determi¬
nando patrones colectivos de conducta) y a los antecedentes psicosomáticos (en
nuestro caso, Ana Ozores). Pero en uno y otro la visión irónica de tales influen¬
cias desdibuja el fatum sociológico o biológico; se hacen menos determinantes»
(1988, pp. 140-141).
30 Martínez Torrón tras apuntar que el análisis social que figura en La Regenta,
aplicado al mundo provinciano español de la época, posee una intencionalidad
ideológica mucho más demoledora que el entretenimiento sensualista zolesco, se¬
ñala que -la obra de Alas significa una aplicación mucho más estricta en algunos as¬
pectos del naturalismo que la de Zola mismo. Las salvedades teóricas que el propio
Clarín hace —referentes a un cierto espiritualismo, que, al mismo tiempo se críti¬
ca—, se encuentra en sus escritos teóricos. La Regenta es una aplicación consciente
de estas concepciones que suponen un análisis racional de la realidad, en una adap¬
tación muy original» (1987, p. 615). La interpretación de La Regenta como expresión
de un fracaso personal (Brent, 1951), además de caer en el biografismo de la crítica
más psicologista y subjetiva, omite el carácter de impersonalidad consustancial al na¬
turalismo. Martínez Torrón disiente de aquellas opiniones que niegan, omiten o po¬
nen en tela de juicio una de las premisas más excluyentes del naturalismo, pues se
■olvida la exigencia de observación minuciosa, del análisis objetivo, que definen [...]
la narrativa naturalista, y, especialmente, de Clarín- (1987, p. 610). En opinión de
Palls La Regenta es una novela naturalista, pero *no desde un punto de vista filosó¬
fico (a menos que la degeneración vetustense se vea como resultado de la influen¬
cia del medio), sino por su técnica estética, que sobrepasa la practicada por los es¬
critores realistas del siglo xix» (1988, p. 169). Para V. Fuentes, tanto La Regenta como
448 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

pp. 59-89) o la ausencia del mismo en su corpus narrativo pertene¬


ciente a la década de los ochenta son aspectos apuntados por la
crítica (García Sarriá, 1975, pp. 89-93). Por ejemplo, Beser señala al
respecto que el Romanticismo se presenta en La Regenta, funda¬
mentalmente, como una determinada forma de sentimentalidad y
manera de ser o vivir, no como un movimiento literario, delimitado
históricamente (1982, p. 60, pássim).
Un capítulo ampliamente debatido por la crítica ha sido el re¬
ferido a las posibles huellas literarias existentes en La Regenta. Ya
ha quedado indicado en páginas anteriores el revuelo literario pro¬
vocado por la publicación de la novela, considerada en su día por
sus detractores como simple remedo de Madame Bovary. Sobre el
muy discutido y comentado asunto de la influencia de Madame
Bovary en La Regenta existe una copiosa bibliografía al respecto
que analiza las concomitancias, analogías o relaciones en general
(Clavería, 1942, pp. 116-125; Laffitte, 1943, pp. 157-163; Melón,
1952, pp. 69-87; Eoff, 1965; Dumitrescu, 1970, pp. 97-109; Ventura,
1970; Weiner, 1976-1977, pp. 65-79; Hatzfeld, 1977, pp. 40-53; So-
bejano, 1981a, pp. 25-29; 1981b, pp. 22-27; 1981c, p. 154; 1985,
pp. 119-120, pássim; Hernández, 1981, pp. 74-78; Gerrard, 1984,
pp. 10-16; Senabre, 1986, pp. 173-184; Toledano, 1987, pp. 779-
793; 1989, pp. 389-397; Núñez et al., 1987, pp. 723-730; Sánchez,
1987, pp. 63-67; Rutherford, 1988, pp. 34-35; Beser, 1989, pp. XVII-
XX; G. Gullón, 1992, pp. 87-88, pássim 41

Fortunata y Jacinta son los máximos exponentes de la novela española moderna y


•además de ser grandes cimas de la novela realista-naturalista del siglo xix, y que en
ella se revela con gran riqueza. Con base a esto, podemos definir el realismo de am¬
bas de realismo integral, entendiendo éste como una forma de representación y ex¬
presión artística que considera al ser humano en función de su condicionamiento
histórico, político-social y fisiológico, pero también a la vez de sus sueños, ensoña¬
ciones y pulsiones subconscientes, que lo llevan a entroncar con el ser arcaico y
primordial- (1989, pp. 43-44).
41 Un trabajo pionero que acepta plenamente la influencia de Madame Bovary
en La Regenta se debe a C. Clavería (1942, pp. 116-125). Para el citado crítico la no¬
vela de Flaubert sirvió a Clarín de excelente documento humano para llevar a cabo
la anatomía espiritual de su personaje central, poniendo a Ana Ozores en la misma
situación que a la heroína de Flaubert. Pero ese valor de -profundísimas cosas- que
emanan de los personajes flaubertianos, incorporado a la experiencia, al recuerdo y
al gran tema literario del adulterio, recreado tanto en la novela francesa como espa¬
ñola, -rodeándolo de la misma poesía, y convirtiéndolo en obra de la fatalidad, no-
hacen desmerecer en nada lo que La Regenta tiene de profundamente original y es-
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 449

pañol. Antes bien, viene a demostrar la congenialidad que existe entre el pensa¬
miento de Clarín y el flaubertismo» (1978, pp. 185-186). Gonzalo Sobejano sintetiza
sutilmente este capítulo de influencias habidas en la novela de Clarín: «La catástrofe
de La Regenta, purificativa por la compasión que suscita, es al mismo tiempo el
triunfo del dolor: Ana Ozores no se mata, como Emma Bovary y Ana Karénina; ni
muere, como Marta Rougon, como Luisa Mendonya (la del primo Basilio) o como
Effi Briest (de Fontane). En las últimas líneas de su historia siente asco Ana, o Alma,
sale del caserón y entra en la catedral no para probar si aún le queda una esperan¬
za, sino para comprobar en lo infinito de su deseo lo irreparable de su desolación»
(1981c, p. 58). G. Sobejano pese a señalar las concomitancias existentes entre Ma-
dame Bovary y La Regenta apunta que le «parece erróneo con todo, aceptar plena¬
mente el bovarysmo de Ana Ozores (como hizo Carlos Clavería), pues tal como lo
definía Jules de Gaultier (“se concevoir autre qu’il n’est”), esto conviene a Emma en
gran parte de su experiencia, pero no a Ana, que, a partir de la muerte de su padre,
renuncia a casi todo lo que de adolescente soñara, y aunque aspire a ser otra, se
convence pronto de que no es posible dentro del mundo en que vive« (1981b, p.
25). Por regla general la crítica en su análisis comparativo entre Madame Bovary y
La Regenta ha desdeñado los pormenores de la novela de Clarín, para centrarse en
los temas esenciales —adulterio, presión ambiental, apetencias románticas de la
mujer y desprecio de la estupidez humana, ruptura entre el ideal y la realidad...—.
Críticos que admitiendo el flaubertismo de Clarín, han destacado sus divergencias.
Sólo Gonzalo Sobejano realiza lo contrario, a fin de señalar las particularidades de
la deuda y demostrar así, con rigor y acierto, la autenticidad de Clarín. Precisiones
puntuales sobre la nula presencia de la novela flaubertiana han sido llevadas a cabo
por R. Senabre. Para el citado crítico La Regenta tiene un origen claramente literario
fundamentado en dos historias básicas. Primero el de la infidelidad conyugal, so¬
brevenida al cabo de un asedio por parte de un experto seductor, don Alvaro Mesía.
Segunda, el relacionado con don Fermín de Pas, Magistral de la catedral y Provisor
en la diócesis de Vetusta. Ambos temas, de honda raigambre en la literatura, inciden
en La Regenta. En el caso de Ana Ozores, adúltera, mujer joven y casada con un
hombre mayor, las fuentes literarias se remontan a los inicios mismos de la literatu¬
ra europea y a épocas más recientes: «Quiere decir esto que nos encontramos ante
la variación de un tema clásico, que se halla en los fabliaux medievales y en nove-
llierí italianos, como Bandello-, que llevó a Cervantes a escribir el Entremés del viejo
celoso y la novela El celoso extremeño, y que sufrió más tarde la inteligente torsión
de Moratín en El viejo y la niña. Es, en efecto, el tema del viejo y la niña el dechado
sobre el que se trenzan los complejos avatares de Ana Ozores, y no la historia de
Emma Bovary, que muy poco o nada tiene que ver» (1986, p. 174). Otro tanto su¬
cede con don Fermín de Pas, pues se trata de un estereotipo literario, aunque re¬
cuerde al sacerdote Ovide Faujas protagonista de La Conquéte de Plassans, de E.
Zola. Es posible que Alas tuviera en cuenta esta novela, aunque cabe recordar, tal
como señala R. Senabre, que el tipo de clérigo dominante y poco virtuoso, lleno de
flaquezas y más próximo a los poderosos que a los humildes, tiene una dilatada tra¬
dición en la novela española decimonónica, especialmente en los relatos de corte
folletinesco. No se olvide, tampoco, concluye R. Senabre, que Clarín, al igual que
Galdós en muchas de sus obras, se propone, entre otros objetivos,dignificar la po¬
bre literatura folletinesca y transformar su rango estético sin prescindir de algunas
de sus aportaciones. Procedimientos, fuentes y recursos literarios que remiten al
450 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Las relaciones o posibles influencias entre La Regenta y L’e-


ducation sentimentale han sido también objeto de estudio (So-
bejano, 1981a, pp. 25-29). Los trabajos comparativos con auto¬
res y novelas clásicas predominan en los repertorios
bibliográficos relacionados con la novela de Clarín. Así, por
ejemplo, las investigaciones que interrelacionan La Regenta con
el Corpus literario de Zola (Rodríguez Bravo, 1985, pp. 179-186;
Gross, 1987, pp. 505-515; Ignacio J. López, 1986, pp. 77-78, pás-
sim; López Jiménez, 1987, pp. 537-547; Martínez Torrón, 1987,
pp. 587-627; Jammes, 1988, pp. 385-399), Efa de Queiroz (Hatz-
feld, 1977, pp. 181-195; Fedorchek, 1978, pp. 336-345; García
Álvarez, 1979, pp. 419-427; Sobejano, 1985, pp. 138-139; Ignacio
J. López, 1986, pp. 77-78; Rodiek, 1988, pp. 275-300; Glen, 1990)
y Merimée (Malcon, 1985, pp. 5-11) son una prueba evidente de
la vigencia de La Regenta en el ámbito de las publicaciones no¬
velísticas europeas. La incidencia que supuso el pensamiento de
Schopenhauer en la gestación y elaboración de La Regenta (So¬
telo, 1996, pp. 13-26), la influencia de Barbey d’Aureville en La
Regenta, autor que tuvo una fuerte presencia en los medios
intelectuales franceses de finales del siglo xix (Ventura Agudiez,
1971, pp. 355-365) o la relación de la novela de Clarín con el
naturalismo francés, mediante el análisis y cotejo de las investi¬
gaciones críticas realizadas en estas últimas décadas sobre La
Regenta y principales novelas pertenecientes al naturalismo
francés, permiten valorar y analizar la obra de Clarín desde una
amplia óptica (Beser, 1982, pp. 38-58).
No menos significativos son los estudios que identifican determi¬
nados aspectos que figuran en el mundo de ficción de La Regenta
con autores clásicos de la literatura española. Destacan, por ejemplo,
los dedicados a la influencia cervantina en La Regenta (Jackson, 1969,
pp. 208-227; Weiner, 1981, p. 90, pássim; Sobejano, 1981c, p. 29, pás¬
sim; Beser, 1982, pp. 83-84, pássim; Baquero Goyanes, 1984, pp. 16-

lector a las obras clásicas de la literatura española. La figura de donjuán (Alvaro Me¬
sial es otro ejemplo de ilustre tradición literaria, al igual que don Víctorque «habla
como los personajes de las comedias del Siglo de Oro- (1986, p. 176). Otro tanto su¬
cede con la mirada del Magistral, de idéntico corte a la de El diablo Cojuelo, de Vé-
lez de Guevara. Se trata, pues, de una novela, La Regenta, que actúa, en opinión de
R. Senabre, como marco receptor de obras clásicas muy anteriores a la de Madame
Bovary.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 451

19; Sánchez, 1987a, pp. 27-39; G. Gullón, 1988, pp. 328-329, pássim;
Sieburth, 1988, pp. 319-329).42 Con razón recuerda Baquero la tan
traída y llevada afirmación —manifestada y sustentada por escri¬
tores tan ilustres como Ortega y Gasset, Francisco Ayala o Lionel
Trilling— de que todas las grandes novelas modernas no son sino
consecuencias del Quijote, variaciones sobre la gran novela cer¬
vantina: *[.. ] en cierto modo [podría] aplicarse al caso de La Re¬
genta, como antes se había aplicado ya a esa especie de “Quijote
con faldas” que era Madame Bovary de Gustave Flaubert» (1984,
p. 16). No menos significativo es el variado mosaico de críticas
que engarzan episodios de La Regenta con La vida es sueño de
Calderón (Bandera, 1971, pp. 638-646; Senabre, 1986, p. 176) o
con el Don Juan Tenorio de Zorrilla (Rogers, 1976, pp. 325-342;
I. J. López, 1986, pp. 90-102; Senabre, 1986, pp. 175-176, pássim,
Rivkin, 1988, pp. 361-362; Mandrell, 1990, pp. 1-28). Motivos tra¬
dicionales, como el asedio al castillo (Blanco Gómez, 1990, pp.
443-453) o la presencia de El barbero de Sevilla y el Fausto como
experiencias operísticas en La Regenta (Baquero, 1984, p. 57, pás¬
sim; Richmond, 1987, pp. 108-119) son aspectos, igualmente, ana¬
lizados por la crítica. Concomitancias también entre La Regenta y

42 H. R. Weiner señala al respecto que el novelista no debe sólo estudiar los


-interiores ahumados- de los grupos de la sociedad, sino también los de individuos
que pueden servir como muestras típicas o atípicas de la sociedad más amplia. Re¬
comienda [Alas] que el autor de novelas adopte una postura superior ideal desde la
cual puede observar a sus personajes. La multiplicidad de perspectivas en las obras
de ficción es una idea que remonta a Cervantes; pero la revolución empezada por
el creador del Quijote no tiene muchos seguidores en España hasta el siglo xix,
cuando los novelistas españoles tienen que reaprender la lección cervantina de ma¬
estros extranjeros. Para G. Sobejano La Regenta es una novela en la que caben mu¬
chas cosas ajenas a la órbita naturalista: -un profundo sentimiento religioso de la vi¬
da y de la relación de Dios con el mundo y las criaturas; una preocupación filosófica
por el sentido de la existencia y la razón del dolor; una dimensión de interioridad
anímica que es algo más que romanticismo, o romanticismo en una acepción supe¬
rior; un contraste todavía cervantino entre poesía y prosa, engaño y desengaño y,
como ya se ha dicho, significado moral hondamente cristiano, sustrato mítico y po¬
deroso simbolismo- (1981c, p. 29). Por su parte Baquero Goyanes señala que las en¬
soñaciones romántico-literarias de Ana Ozores y Emma Bovary -presentan una muy
clara filiación cervantina, en todo lo que atañe a la influencia que ciertas lecturas
—así, Walter Scott en Emma; San Agustín, Chateaubriand y Santa Teresa en Ana—
ejercen sobre la sensibilidad y las reacciones de ambas mujeres. Los conflictos que
una y otra padecen, cada una a su manera, tienen alguna relación con tales lectu¬
ras, por cuanto Emma y Ana perciben un dramático desajuste o discordancia entre
sus ideales y la realidad de su entorno- (1984, p. 16).
452 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

piezas clásicas de la comedia moratiniana, como las relaciones


existentes entre el propio Víctor Quintanar y el tema central de la
obra moratiniana El viejo y la niña (Senabre, 1986, p. 174). Incluso, la
pieza señera de Moratín, El sí de las niñas, ha sido analizada en estre¬
cha interrelación con el capítulo V de La Regenta (Corona Marzol,
1984, pp. 7-23). La importancia del teatro en la sociedad burguesa de
la Restauración y su incidencia en La Regenta es otro de los puntos
destacados por la crítica (Roberto Sánchez, 1969, pp. 491-509).
Capítulo aparte merecen los estudios que analizan tanto las re¬
laciones personales y literarias entre compañeros de la generación
del propio Clarín. Así, por ejemplo, la posible deuda de la novela
de Palacio Valdés, Marta y María (1883) con La Regenta. En el ca¬
so de que tuviese algún efecto en la composición de la novela de
Alas —apunta Sobejano— éste sería de divergencia (1985, p. 140).
De gran relevancia e interés es la relación existente entre La Regenta
y Fortunata yJacinta. Noticias de sumo interés sobre el corpus nove¬
lístico de Clarín y Galdós las encuentra el lector no sólo en los ya
citados epistolarios, sino también en los sucesivos trabajos críticos
publicados, especialmente, en estas últimas décadas (Gilman, 1975,
pp. 438-448; Sobejano, 1983c, p. 20, pássini; 1985, pp. 139-140; Ba-
quero, 1984, pp. 37-41; I. J. López, 1986; Miller, 1987, pp. 134-135;
Fuentes, 1989, pp. 43-56; M.a S. Fernández, 1992, pp. 266-274).43

43 El cervantismo había hecho posible la unión de dos personajes creados por


Galdós y Clarín, pues en opinión de Gilman la deuda de Fortunata para con La Re¬
genta es la forja de personajes quijotescamente incitados y deseosos de lecturas, espe¬
cialmente Maxi Rubín respecto a Ana Ozores es evidente (1973, pp. 438-448). Por su
parte Baquero en su análisis sobre los vaivenes de Ana Ozores y la configuración del
diseño triangular del relato de Clarín como elementos justificativos de la dilatada exten¬
sión de la novela, señala que no es éste el -único caso que nuestra narrativa del siglo xix
ofrece, caracterizado por tal rasgo. Otra gran novela, posiblemente la obra maestra de
Benito Pérez Galdós, más extensa aún que La Regenta, viene a ser también la historia
de un triángulo amoroso en el que, asimismo, las intermitencias —nada proustianas—
del corazón desempeñan una papel importante. Me estoy refiriendo, como tal vez ya
habrá adivinado el lector, a Fortunatayjacinta (1886-87)- (1984, pp. 37-38). I. J. López
en su análisis sobre el donjuanismo en La Regenta establece paralelismos y concomi¬
tancias con la narrativa galdosiana, especialmente con La desheredada, elogiada y en¬
comiada por el propio Clarín. El citado crítico considera el modelo galdosiano como
factor que incide en diversos e importantes aspectos formales de La Regenta, siendo
especialmente fundamental su uso para la presentación de donjuán: •[...] frente a la
visión sublimada que tiene Isidora en La desheredada, el narrador había descrito
la realidad de Pez, presentando dicha descripción como exposición objetiva. El na¬
rrador, por tanto, establecía un contraste irónico entre la opinión del personaje y la su¬
ya propia, procedimiento que se repite en La Regenta- (1986, p. 85).
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 453

7.3-5. Mundo de ficción. Análisis de los personajes

La Regenta recrea un complejo mundo de ficción en el que tie¬


nen cabida personajes de muy diversa categoría social. La nómina
es copiosísima, de ahí la existencia de publicaciones (Argüelles,
1984, pp. 10-18) o ediciones críticas y anotadas que incluyen en su
estudio la relación nominal o individual de personajes que apare¬
cen en La Regenta (Baquero, 1984, pp. 63-117). Desde una pers¬
pectiva general, en el espacio textual, la crítica ha prestado idéntica
atención (Panebianco, 1970, pp. 158-174; Oleza, 1984, pp. 47-55;
Blanco, 1984, pp. 241-249; Elizalde, 1986, pp. 181-186; Saavedra,
1987, pp. 262-275). Destacan también aquellos trabajos que ofre¬
cen una información globalizadora, dedicados al análisis de un
determinado Corpus social, como el eclesiástico (Dendle, 1968,
pp. 41-43; Pérez Gutiérrez, 1975, pp. 296-311; Marcos, 1985, pp.
69-85; Mundi, 1987, pp. 707-722), regional foráneo trasplantado en
el contexto urbano de La Regenta (Montón, 1987, pp. 679-693), ge¬
neral (Mazzeo, 1965, pp. 153-161) o en función de la fluctuación
entre lo real y lo simbólico (Valis, 1988, p. 348, pássim). Visión,
igualmente de la sociedad desde el comportamiento sexual de sus
narradores. En torno a Ana Ozores figura un núcleo social inmerso
en sus obsesiones eróticas, juegos y celestineo que actúa como
provocador de la rotura del código moral (Beser, 1982, p. 55).
El conjunto de estudios dedicados a los héroes de ficción más
relevantes —Ana Ozores, Fermín de Pas, Víctor Quintanar, Alvaro
Mesía—concede a Ana Ozores el verdadero protagonismo. Así, por
ejemplo, se analiza su proyección mística (Sobejano, 1981c, p. 48,
pássim9,44 su falso misticismo (Brent, 1951), su carácter y locura

44 Aspecto en sumo grado importante que permite apreciar la inspiración moral


de la novela. G. Sobejano apunta a tal respecto lo siguiente: -A nadie se le oculta que
Ana Ozores, en la proyección mítica de su necesidad de amar, toma como modelo a
Santa Teresa. Entre el sujeto (Ana) y el objeto de su voluntad (Dios, el Amor) se inter¬
pone como mediador —completando el esquema triangular del deseo, tan lúcida¬
mente examinado por René Girard [Mensonge romantique et vérité romanesque, Pa¬
rís, Grasset, 1961 (Cap. I; -Le désir triangulare»)!— el modelo de Santa Teresa, a quien
Ana imita con fervor: ve en ella su “ídolo”, la declara su “modelo inmortal”, encuentra
lógico haber querido mucho tiempo lo que la Santa había querido también, confia ca¬
riñosamente en su confesor para seguir “a la misma Teresa de Jesús”, atrae a su espo¬
so a la lectura de libros devotos para también en eso imitar a la Santa Devota, “que pu¬
so empeño en traer a mayor piedad a su buen padre”!...]• (1981c, p. 48).
454 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

(Sieburth, 1987, pp. 274-291) o su actitud como marisabidilla y lite¬


rata (Schyfter, 1982, pp. 229-241). El proceso de su seducción (Do-
nahue, 1973, pp. 209-228; Semprún, 1973, pp. 117-133), su carácter
en función de la maternidad (Sánchez, 1989, pp. 597-602) o su
comportamiento analizado desde una perspectiva general (Char-
non-Deutsch, 1987, pp. 69-86; 1989, pp. 395-398) son aspectos des¬
tacados en estas últimas décadas.
La visión de la mujer en los escritos previos a la gestación de La
Regenta (Richmond, 1989, pp. 523-539), sus cambios de personali¬
dad (Proaño, 1974, pp. 115-121) o su visión desde una doble
perspectiva según el concepto clariniano: la negativa —la mujer
vetustense— y la patética —Ana Ozores— (Richmond, 1988,
pp. 341-367) completan la información de anteriores estudios citados.
Una mujer cuyo carácter encaja en lo que Hegel llama “Caracteres
indecisos» (Vilanova, 1984, p. 1, 2 y 13) y fluctúa constantemente
entre un estado de aceptación de su soledad y reiteradas tentativas
de escapar de ellas (Vidal Tibbits, 1992, pp. 1.535-1.542). El proce¬
so de seducción y posterior adulterio es analizado como un pro¬
blema fisiológico y moral (Vilanova, 1985, pp. 95-126). Personaje
que es estudiado también desde las diversas épocas de su vida.
Desde su infancia (Barrera, 1992, pp. 71-105) hasta su engarce con
la sociedad vetustense y la cultura moderna que subyace en dicho
contexto (Arroyo de López-Rey, 1972, pp. 325-339). Ana o la bús¬
queda de la liberación (Aranguren, 1976, pp. 199-205). Histeria,
devaneos místicos como rasgos inherentes a la personalidad de
Ana Ozores o la interpretación de su historia analizada por Clarín
desde el punto de vista científico, con arreglo a las teorías de Le-
grand de Saulle, autor de la difundida obra Les hystériques, étatphi-
sique et mental son aspectos abordados por la crítica (Saillard,
1988, pp. 315-327; 1989, pp. 65-131). Mujer de escaso dominio y
convencida de que tanto Alvaro como don Fermín representan in¬
clinaciones contrarias: don Alvaro, la tentación; don Fermín de Pas,
la salvación (Rutherford, 1988, pp. 117-124, pássim). Mujer que no
llega a alcanzar la madurez y cuyo horizonte es el propio egoísmo
de la infancia. Por ello Ana resulta ser un personaje patético que
calibra los sentimientos de los demás según sus propios deseos y
conveniencias (Bobes, 1985, p. 98, pássim). Heroína de ficción cu¬
yo principal componente es la «búsqueda insaciable de valores, el
anhelo vehemente y porfiado de lo Infinito a prueba de dolor» (So-
bejano, 1985, pp. 141).
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 455

Desde múltiples perspectivas percibe el lector la compleja per¬


sonalidad de Ana Ozores. Su belleza o peculiar forma de sentir,
pensar o actuar serán aspectos que el lector irá percibiendo sutil y
gradualmente gracias a la múltiple visión de los personajes de fic¬
ción. Sus relaciones con don Alvaro o con don Fermín están, igual¬
mente, bajo esta premisa (Bobes, 1985, pp. 95-126).45 Historia de
una mujer cuya familia representa un fiel reflejo del entramado po¬
lítico de la España del siglo xix (Sirera, 1985, p. 751-766). Heroína
de ficción de textura romántica y que evidencia en la novela el pa¬
so del romanticismo al realismo (Blanco de Lalama, 1993, pp. 153-
169). Sus cambios de personalidad, su desdoblamiento y los dos
tipos de sublimación posible que Clarín presta a la Regenta (la re¬
ligión, con los arrebatos místico-pasionales y la poesía con sus
arranques sentimentalistas) son apreciaciones que inducen al lec¬
tor, una vez más, a pensar en el complejo mundo creado por Ana
Ozores (Pelegrín, 1978, pp. 139-166). La Regenta registra no sólo
las violencias psicológicas perpetradas sobre ella misma por su pa¬
dre espiritual, don Fermín de Pas, sino también las insinuaciones
de su grupo, que fomenta el atrevimiento y los avances del don
Juan de Vetusta. Este aspecto, señala la crítica, «revela la moderni¬
dad imaginativa de Alas; pues no se trata de naturalismo [...] Es, so¬
bre todo, testimonio de una radical inconformidad con los modos
sociales. Alas penetra los rincones en sombra, donde brotan los im¬
pulsos y deseos que el personaje trata de vencer y su análisis reve¬
la cómo se combinan la espiritualidad y la sensualidad» (G. Gullón,
1983, pp. 130-131).
Dada la importancia del personaje clariniano la crítica lo ha
analizado desde la perspectiva científica o con arreglo a determi¬
nadas teorías, como el estudio psicoanalítico que Ontañón de Lope
Blanch realiza en torno a la personalidad de Ana (1987) o la se¬
xualidad con arreglo a aplicación de las teorías de Roland Barthes
(Luxemburg, 1988, pp. 559-575). De igual forma se ha estudiado su

45 El seguimiento del comportamiento de Ana queda explícito en palabras de


la propia Bobes Naves: -Ana es un personaje esencialmente móvil, extraña a la so¬
ciedad y, a la vez, centro de las miradas de todos. Sus pasos serán comentados, su
aspecto físico será notado y admirado, su conducta estará sometida a un análisis ri¬
guroso y se desorbitará para bien y para mal. Su carácter extrasocial es tan destaca¬
do que sería posible una interpretación de La Regenta como una secuencia de Fra¬
caso vivida por un héroe que sigue un proceso de integración en unos modos
sociales, en unos cánones de conducta- (1985b, p. 96).
456 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

comportamiento y reacciones desde el punto de vista del método


catártico (Tomsich, 1986-1987, pp. 502-507, pássim). Es evidente la
importancia de Ana Ozores en el mundo de ficción creado por Cla¬
rín, pues su creador le concede una trayectoria esencial, como eje
que articula la mayor parte de la conflictividad social que subyace
en la novela (Oleza, 1984, pp. 47-49, pássim).
Respecto a don Fermín de Pas existe un copioso material noti¬
cioso y crítico. Su codicia y ambición han sido los condicionantes
más repetidos y analizados a raíz de la publicación de Brent (1951).
Su complejo carácter, su ambición y pasión han sido aspectos abor¬
dados y analizados recientemente (A. Gullón, 1990, pp. 155-156).
Considerado como personaje que oscila entre la atracción y la repul¬
sión (Ife, 1970, pp. 273-295) y cuya descripción física está en íntima
relación con el decadentismo (Valis, 1978, pp. 31-36). En don Fermín
la lucha entre el control y el abandono se produce de forma intensa.
Al principio el Magistral aparece como un ser acostumbrado a ejercer
una dominación total sobre sí mismo y sobre Vetusta. Sin embargo,
en el segundo volumen sus relaciones con Ana minan su autocontrol
y el dominio de determinados personajes vetutenses (Rutherford,
1988, pp. 114-115, pássim). La historia de Ana Ozores es más amplia
y completa que la de don Fermín, pues su figura carece de autono¬
mía y no incluye transformaciones mínimas para que pueda ser con¬
siderada como la base de la novela. Sin duda, señala Bobes, «el per¬
sonaje del Magistral es más relevante como unidad paradigmática
que como unidad funcional: es más interesante como figura que por
su función en el conjunto de la historia. La ambigüedad que mantie¬
ne don Fermín entre las funciones de seductor y guardián de Ana es
paralela a la ambigüedad que observamos en su construcción como
personaje» (1985, p. 126).
Don Fermín, figura poderosamente siniestra, cuya pasión
central era, sin duda, la del poderío y la conquista, y su afición
predilecta, desde niño, subir a las alturas, «llegar a lo más alto».
Como señala Araguren «sotana odiada, pero de la que Fermín
permanece hipócritamente revestido» (1976, p. 195). Sacerdote
que parece vivir, en determinados momentos, un desdoblamien¬
to de su personalidad: «el real, que circunstancia y herencia —la
madre— han forjado, y el Fermín, sentimental y emotivo, que ha
despertado Ana, al cual, desde el planteamiento que aquí hace¬
mos, podríamos calificar de “romantizado”» (Beser, 1982, p. 66).
El Magistral como exponente del claro símbolo freudiano que,
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 457

instalado en el campanario de la catedral, escudriña Vetusta (G.


Gullón, 1988, p. 324, pássim).
Don Fermín de Pas es la pieza esencial de la bipolaridad amor di¬
vino-amor humano y el personaje clave en el proceso de una seduc¬
ción, pues La Regenta, en palabras de Varela Jácome, es «la historia de
una doble seducción: el proceso de sumisión religiosa, con intencio¬
nes profanas, y la seducción amorosa planeada, con éxito final, por
Alvaro Mesía» (1980, p. 120). Sacerdote enamorado, arrebatado por la
pasión carnal, que «suministra materiales y posibilidades para efectuar
un estudio muy atractivo para la mentalidad positivista de la segunda
mitad del siglo xdc (Serrano Poncela, 1988, p. 147). Modelo de sober¬
bia y concupiscencia católica (Ortega, 1975, pp. 323-342) que ha sido
sutilmente analizado en relación con el personaje mironiano don Ma¬
gín (Ciplijauskaité, 1982, pp. 307-315). Personaje estudiado en rela¬
ción con la doncella de Ana Ozores, Petra (Lissorgues, 1994, pp. 693-
705). Cabe recordar al respecto que se trata de una mujer que juega un
papel de gran relevancia y que es feliz viviendo una vida plena de in¬
trigas. Ella contará a don Fermín, con fingidas lágrimas, las relaciones
amorosas entre Ana y Mesía, poniéndose de acuerdo con De Pas para
«poner ante los ojos de Quintanar su vergüenza». El inicio de La Re¬
genta, encuadre y escrutinio de la ciudad mediante el catalejo del Ma¬
gistral, sirve a B. Marcos para analizar a don Fermín de Pas en íntima
conexión con las circunstancias históricas y con la postura de Clarín
frente a personas y movimientos ideológicos de la época (1985, pp.
69-85). Personaje ambiguo (Bobes, 1985, pp. 126-140) cuya figura e
inteligencia adquiere una dimensión satánica en un mundo en donde
la moralidad y la práctica religiosa se sostienen gracias a la general es¬
tupidez y superficialidad de la sociedad vetustense (Valis, 1978, pp.
31-36; 1981, pp. 23-106). Ficción y realidad se armonizan para dar co¬
mo resultado la creación de un personaje literario de gran proyección

M’ Las coincidencias de detalle en la presentación de ambos personajes son


numerosas, dándose casi siempre por inversión, tal como apunta Ciplijauskaité, co¬
mo si Miró tuviera en cuenta a don Fermín de Pas al modelar su Magín. La gran di¬
ferencia se percibe al final de ambas novelas [La Regenta y Nuestro Padre San Da¬
niel y en su actitud frente a su estado religioso: -Al enamorarse de Ana el Magistral
maldice más de una vez “la odiosa, la repugnante sotana", se califica de eunuco y
trata de desahogar la sensación de impotencia vistiendo, para sus adentros, su traje
de cazador. Don Magín tras elogiar fervorosamente a Purita, contesta con desenfa¬
do a las insinuaciones del conde de Lóriz: “Llevé siempre la sotana sin sentirla, pe¬
ro ajustada como si fuese mi piel, porque Dios me ha librado de que me pese como
las vestiduras de plomo de los hipócritas de Dante”» (1982, p. 313).
458 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

en la literatura española. Finalmente la crítica ha identificado dicho


personaje con no pocas actitudes, maneras y dotes oratorias del per¬
sonaje real don José María de Cos (Pérez Gutiérrez, 1975, p. 299, pás-
sim; Masip Acevedo, 1984, pp. 845-858; Miravalles, 1987, pp. 649-660).
Los estudios referidos a don Alvaro Mesía y don Víctor no pue¬
den competir con los dedicados a los anteriores personajes desde
un punto de vista cuantitativo. Ya se ha señalado con anterioridad
las posibles huellas literarias de ambos establecidas por la crítica.
En estas líneas cabe señalar la visión de don Alvaro como figura
anacrónica, «tanto en erótica, como en política y aun en los usos
sociales» (Serrano Poncela, 1988, p. 147). Marido y amante han si¬
do estudiados comparativamente en función del episodio en el que
ambos convencen a Ana para que acuda al teatro a ver una repre¬
sentación del Tenorio de Zorrilla. El tedio, la tristeza de Ana, la
conversación de don Alvaro... son aspectos que quedan perfecta¬
mente plasmados en el capítulo XVI de La Regenta (Hart, 1987, pp.
285-291). Don Víctor es incapaz de una emoción verdadera, es un
hombre «atrapado en una red verbal de falsedades». Como señala
G. Gullón, «[...] la mayor barrera entre los esposos es el lenguaje,
obstáculo mayor que la diferencia de edad; no se explica si no que
a Víctor le encienda la lujuria de Petra, la criada, y le dejen frío los
ardorosos besos de su mujer» (1990, p. 77). Su afición a las armas,
a la caza, forma de vestir, apariencia física, porte y maneras en ge¬
neral han sido rasgos que han hecho posible considerar a don Víc¬
tor Quintanar como un claro ejemplo de caracterización cervantina
(Alonso Menéndez y León González, 1987, pp. 385-394).
Don Alvaro Mesía es el corega, la cabeza visible del coro, aun¬
que para Ana Ozores, por visión sublimada, sea figura muy desta¬
cada del mundo que le rodea. Don Alvaro, pese a que sus móviles
son individuales, no será más que un instrumento de Vetusta para
atraer, pasar por el común rasero y anular la personalidad no asi¬
milada de Ana (Alarcos, 1982, pp. 233-235, pássimX47 Casi la totali-

47 Una serie de interrogantes condicionadas por las fuerzas sociales vetustenses


subyace en la novela: «Si don Alvaro es el emisario de Vetusta hacia doña Ana, el pobre
don Santos es el barreno que la ciudad apunta contra don Fermín. Quedan, pues, plan¬
teadas las incógnitas que desarrollará y despejará la segunda parte de la novela: ¿Con¬
seguirá Vetusta, por medio de don Alvaro, conquistar a doña Ana?; ¿conseguirá Vetus¬
ta escapar del dominio del provisor?, ¿el magistral podrá encontrar un “repaire” en su
lucha?, ¿la Regenta logrará llenar su ausencia espiritual de Vetusta con la palabra del
Magistral, o creyendo huir caerá en la común rodera?" (Alarcos Llorach, 1982, p. 234).
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 459

dad del círculo vetustense que rodea a don Alvaro «se presta soli¬
dario a apoyarlo en sus deseos de conquistar a Ana Ozores, bien
resaltando en presencia de ellas las cualidades varoniles del peti¬
metre, bien provocando sus celos, al exagerar sus conquistas don¬
juanescas, o bien favoreciendo por medio de invitaciones el trato
mutuo entre ambos» (Miralles, 1979, p. 169). La presencia de dicha
solidaridad social permite, tal como señala Ignacio J. López, esta¬
blecer una serie de aspectos específicos de don Alvaro, «cuya im¬
portancia estriba en que ayudan a determinar su entidad como per¬
sonaje y, subsiguientemente, le distinguen del tipo genérico de
seductor al darle mayor especifidad» (1986, p. 83). Es consciente
de su dominio en la sociedad de Vetusta y «toma conciencia a cada
paso de lo que otros opinan de él para formar sus estrategias. Así
es como efectúa a la perfección su fríamente calculada seducción
de Ana» (Rutherford, 1988, p. 114). Frente a los personajes nove¬
lescos ambiguos y complejos existen otros apenas esbozados que
participan en la acción por un solo motivo y suelen estar diseñados
con un rasgo dominante. Se trata de los personajes que Foster de¬
nomina «planos». En este sentido cabría interpretar la figura de don
Alvaro Mesía en La Regenta (Bobes, 1985, pp. 141-146).48
Respecto a los personajes restante cabe destacar los estudios
dedicados a Camoirán y Frígilis (Rutherford, 1985, pp. 251-264) co¬
mo representantes de la dualidad intelectualismo-vitalismo. Inclu¬
so, señala Baquero, el obispo de Vetusta es considerado como con¬
trafigura de don Fermín de Pas y Frígilis el genuino representante
de la Naturaleza. Ambos —obispo y rudo cazador— pese a que de¬
sempeñan en la acción papeles aparentemente secundarios, son los
únicos motivos de pureza con los que aliviar el sórdido y mezquino
ambiente de Vetusta (Baquero, 1952, pp. 189-216). Los estudios sobre
Saturnino Bermúdez, prototipo del erudito local y presentado siem¬
pre con rasgos satíricos y burlescos (Tomsich, 1986-1987, p. 501;

,H Don Alvaro está concebido y presentado, tal como señala Bobes, con una
técnica muy diferente a la utilizada para don Fermín del Pas y Ana Ozores, y que es
la habitual para los personajes planos {bello, vanidoso, despreciables desde el pun¬
to de vista moral y grosero en opinión del narrador). «Se aproxima en su forma de
presentación a la que se sigue para don Víctor: el narrador adopta ante ellos una
postura que mantiene a lo largo de la obra (ironía ante la ligereza de don Víctor; de
rechazo ante el calibre moral de don Alvaro). Sin embargo, don Víctor se eleva al fi¬
nal, mientras que don Alvaro permanece en su cobardía, en su falta de responsabi¬
lidad, es decir, en su papel estereotipado de donjuán, como personaje literario que
está extinguiéndose» (Bobes, 1985b, p. 141).
4^0 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Richmond, 1987, pp. 329-352; Rutherford, 1980, p. 30, pássim) o la


función e importancia de las criadas Teresina y Petra (Sobejano,
1983, pp. 519-529) constituyen los bloques temáticos más analizados
por la crítica. De forma aislada destaca la doncella de Ana, Petra,
por su conciencia perversa y maquiavélica (Miralles, 1979, p- 170;
Valis, 1988, pp. 342-344, pássim).
Respecto a Bismarck, Celedonio y Saturnino la crítica ha seña¬
lado su importancia. Ellos son los encargados de presentar a los
protagonistas: Ana Ozores y don Fermín de Pas (Rutherford, 1988,
pp. 57-73). Doña Petronila Rianzares (el Gran Constantino) actúa,
en determinados momentos, como eje esencial de la novela, espe¬
cialmente en las relaciones de Ana y don Fermín. Mujer que recibía
a su mundo devoto en su casa como si estuviera, en palabras del
propio Clarín, «de cumpleaños». La incidencia del salón de doña
Petronila en la propia acción de la novela —escritura, descripción
y relato— (A. Sotelo, 1989, pp. 23-42) y la influencia del personaje
en Ana Ozores —recordemos que Ana intenta ser una Petronila
Rianzares llevando una vida de religiosidad (Oleza, 1984, p. 20)—
son un reflejo de la importancia que los personajes secundarios tie¬
nen en la peripecia argumental. De ahí que dichos personajes no
sean nunca accesorios, pues su «función más general es la de ex¬
presar a través de ellos el espacio novelesco, el ambiente de Vetus¬
ta (Oleza, 1984, p. 80, pássim). Personajes secundarios que han
sido divididos en compartimentos con arreglo a su grado de mal¬
dad, como en el caso de Celedonio, Camila Portocarreño, Escosu-
ra, Petra (Suárez Blanco, 1987, pp. 767-777). Clarín introduce la
imagen paródica del museo como reflejo de las realidades econó¬
micas y psicológicas sobre las cuales se fundamenta la empresa del
coleccionista. Con la creación de diversos personajes secundarios
(el marqués de Vegallana, Amadeo de Bedoya, Saturnino Bermúdez),
Clarín ofrece una nueva elaboración del retrato del coleccionista, fre¬
cuente blanco de la sátira costumbrista (Gold, 1990, p. 47-70; 1992,
pp. 1.285-1.294). Personajes portadores de una terminología cristiana
llamada lujuria (Sobejano, 1981c, pp. 43-45, pássim).49 Mundo de

49 Los ejemplos se prodigan a lo largo de la novela: •[...] La oreja de Obdulia


Fandiño echaba fuego y las mejillas de Visitación parecían brasas cuando una y
otra conversaban sobre proximidades o intimidades entre hombres y hembras
(VII). El guante del canónigo y la liga de seda roja de la criada Petra funcionan co¬
mo reclamos eróticos acá y allá (XVII, XXVIII), y la otra criada, Teresina, solivianta
al sacerdote con sus dengues de beata y su voz gangosa. Para Obdulia la religión
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 461

ficción analizado globalmente (Weiner, 1984, pp. 30-31; Oleza,


1984, pp. 77-86; Rutherford, 1988, pp. 57-73). Personajes de gran
autenticidad impregnados de sutiles conocimientos cuyo resorte
principal se sustenta en los conocimientos referidos a la religión,
ciencia y educación (López Fanego, 1987, pp. 525-536). Incluso, per¬
sonajes de aparición fugaz, (el misterioso obispo de Nauplia), serán
analizados detenidamente como correlatos de individuos reales, co¬
mo la identificación de dicho personaje con el obispo carlista cata¬
lán Daulia (Saillard, 1992, pp. 1.459-1.473). Atención precisa que
no sólo se ciñe a un determinado personaje, sino también a un
concreto pasaje o capítulo.50

era un apretarse y estrujarse en la iglesia (XXIII), para Visitación la lujuria era una
golosina (XVI). Cuando Mesía cuenta en el casino sus aventuras, los contertulios
reflejan en sus ojos brillantes y secos la envidia y la lujuria, “tenias del alma”
(XX). Profesional es la lujuria de Mesía, clandestina la del canónigo, y hasta a la
Regenta la vemos, en sus instantes de menor conciencia, abrazar las almohadas
(VIII), azotarse el cuerpo (XXIII) o devorar, con “hambre atrasada” según la cíni¬
ca observación de su seductor, los placeres tardíos (XXIX> (Sobejano, 1981c,
p. 43)
50 Así, por ejemplo, el escrutinio que don Fermín realiza de la ciudad de Ve¬
tusta a través de su catalejo ha sido ampliamente comentado en estos últimos años
por la crítica (G. Gullón, 1992, pp. 77-82). La escena del banquete (Mazzeo, 1968,
pp. 68-72), el episodio (viaje) de la boda de Clarín y la de la Regenta (Ontañón de
Lope Blanch, 1992, pp. 191-195) y, especialmente, la escena final, la interpreta¬
ción simbólica del beso (Núñez de Villavicencio, 1974, p. 252, pássim; Sobejano,
1981c, p. 47, pássim; Kronik, 1987, pp. 517-524; Valis, 1987, pp. 795-808; Wesse-
ling, 1988, pp. 398-399; Sieburth, 1990, pp. 87-100) son aspectos que, a tenor de
la bibliografía existente, más han llamado la atención de la crítica. Respecto a los
capítulos específicos analizados en estas últimas décadas cabe señalar al respecto
que el V —búsqueda de un marido para Ana— ha sido analizado en relación con
la comedia moratiniana El sí de las niñas (Corona, 1984, pp. 7-23). El capítulo VIII
—presentación de la marquesa de Vegallana, su casa como escenario habitual de
las aventuras amorosas de Mesía— ha sido estudiado por Lorda (1974, pp. 217-
220) y el correspondiente al XI —don Fermín interesado sólo por Ana, doña Pau¬
la y Teresina le atienden, recibimiento de la carta de Ana dirigida al magistral, des¬
confianza de Paula Raíces— por A. Gullón (1987, pp. 76-80). El capítulo XVI
—hechos que corresponden desde el día de Todos los Santos, asedio de Ana por
parte de don Alvaro, hasta la representación del Tenorio de Zorrilla— ha sido ob¬
jeto de especial atención por parte de la crítica (Sobejano, 1973, pp. 126-166; Hart,
1987, pp. 285-291). El último capítulo, el XXX —duelo, muerte de Quintanar, Ana
despreciada, regreso a las prácticas religiosas, el desmayo final y posterior beso
en la boca del acólito Celedonio— ha sido, igualmente, analizado con precisión
por Alarcos (1987, pp. 233-245).
4Ó2 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

73-6. El estilo. Modalidades y estructuras narrativas. La ironía


y la sátira. Tiempo y espacio. Diversas interpretaciones

La bibliografía existente en torno a todos estos aspectos es co¬


piosísima. Respecto al estilo, los estudios más interesantes proceden
a partir de la década de los años sesenta (Montes Huidobro, 1969, pp.
43-59; Núñez de Villavicencio, 1971, pp. 459-469, 1974; Lott, 1973,
pp. 259-273; Aranguren, 1976, pp. 205-211; Hatzfeld, 1977, pp. 40-52;
Rice, 1977, pp. 141-151; 1981, pp. 41-52; C. Martínez, 1987, pp. 549-
567; Rutherford, 1988, pp. 84-85, pássim; G. Gullón, 1992, pp. 85-90).
La modernidad del pensamiento y del estilo de Clarín son aspectos
armonizados por la crítica en sus juicios sobre La Regenta (Alarcos,
1952, pp. 141-160; Baquero, 1952, pp. 187-216; Eoff, 1961, pp. 51-84;
Kronik, 1966, pp. 121-134; Weber, 1966a, pp. 188-199; 1966b, pp.
197-208; Bobes, 1985, p. 372, pássim)?1 Las relaciones narrador-len¬
guaje (Bobes, 1985, pp. 239-316), el lenguaje (Sobejano, 1973, pp.
126-166; Rutherford, 1987, pp. 54-59; 1988, pp. 35-59) y el narrador
(I.J. López, 1986, p. 88, pássim; R. Gullón, 1987, pp. 313-328; Ruther¬
ford, 1988; Beser, 1989, p. XXII, pássim; Lissorgues, 1989, pp. 43-56)
son aspectos que se entrecruzan con frecuencia, percibiéndose, en
dichos estudios, sólo ligeras matizaciones de contenido. No menos
significativas son las específicas referencias a las técnicas narrativas
de La Regenta (Senabre, 1986, pp. 179-184; Bobes, 1989, pp. 319-329)
o a las estructuras narrativas de las mismas. En este último y preci¬
so campo la bilbliografía es no poco profusa (Alarcos, 1952,

’’1 Modernidad en el sentido de que -compartió práctica y puntos de vista de


una generación venidera y de que produjo una obra que ha conservado su significa¬
do para la posteridad» (Kronik, 1966, p. 123). Para el citado crítico la modernidad de
Clarín proviene de su actitud estética, de su angustia personal desarrollada en un am¬
biente poético. Modernidad señalada con precisión por Bobes Naves: -La novela mo¬
derna permite al lector introducirse en la trama, e ir componiendo su propio juego y
su propio juicio acerca de la conducta de los personajes. El perspectivismo, o el ob¬
jetivismo, las distorsiones temporales, y otros recursos, exigen una atención constan¬
te y continua para captar los indicios que mueven y justifican los juicios de valor, y,
en último término, la interpretación de la novela. La Regenta es, en este sentido, un
relato de gran modernidad: introduce al lector en la trama desde una visión irónica,
un tanto distanciada de los personajes y de su peripecia, y suscita una actitud de re¬
chazo, sin imponerla ni reclamarla directamente. No presenta unas conductas que de¬
bamos juzgar con unos cánones éticos, sociales, jurídicos, etc. que se consideren va¬
liosos en la sociedad, y que sirvan de presupuestos a la novela- (1985, p. 372).
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 463

pp. 141-160; Durán, 1963, pp. 324-335; 1964, pp. 86-100; 1987, pp.
54-59 y 1990, pp. 141-154; Weber, 1966a; Sobejano, 1973, pp. 126-
166; Rutherford, 1974; Oleza, 1976 y 1984, pp. 70-77; Varela Jácome,
1981, pp. 96-115; Beser, 1982; G. Gullón, 1983, pp. 123-147; Valis,
1983b, pp. 246-258; Wesseling, 1983, pp. 393-408; Baquero, 1984, pp.
13-15; Bobes, 1985; Polo de Bernabé, 1973, pp. 411-412, pássim; Mar¬
tínez Cachero, 1993, pp. 300-303).52

52 G. Gullón en su análisis sobre las estructuras narrativas de Fortunata y Ja¬


cinta y La Regenta señala al respecto que si la estructura de la novela galdosiana
fuera descrita ■mediante la imagen de unos triángulos cambiantes, la figura adecua¬
da para representar La Regenta sería una pirámide, en cuyo vértice estarían Vetusta
y Ana Ozores. La una es la cumbre, epítome del orden ciudadano de provincias; Ana,
la mujer que se debate entre ser fiel a su pasión o a su deber de mujer casada, que se
comporta como su jerarquía social le asigna» (1983, p. 127). Baquero Goyanes seña¬
la que La Regenta se caracteriza por una estructura sabiamente dramática, por una
técnica presentativa, tanto en lo que concierne a exteriores como a interiores aní¬
micos. Incluso cuenta -de trecho en trecho, con la presencia y la voz de un narrador
que, como señala Hadessah Ruth Weiner “equivale al implied author tratado por
Booth y otros”, un “narrador omnisciente” que se comporta como “ser superior a
sus creaciones de ficción, sobre todo por la variedad de perspectivas y técnicas de
las cuales dispone; y es capaz de conocer al personaje mejor que éste a sí mismo”
(Weiner, 1981, p. 90). La voz de este narrador se deja escuchar en algunas ocasiones
a propósito de determinados hechos o personajes. Por ejemplo, ya en el capítulo I
alude a Frígilis, personaje darwinista que encontraremos más adelante. Otro tanto
se dice en el capítulo II de “don Pompeyo Guimarán, personaje que se encontrará
más adelante”- (1984, pp. 13-14). En opinión de G. Sobejano la estructura «en que se
dispone la trama de la novela confirma ese duelo. Siguiendo la tendencia de la no¬
vela abierta, que fuese, como Clarín decía, “un pedazo de la realidad” (Sermón, 61),
cuando La Regenta principia ya están el sacerdote y el libertino, cada uno a su mo¬
do, enamorados de Ana Ozores, y ésta se siente agobiada por el fardo de los ocho
años de matrimonio infructuoso y acosada por el tedio de la ciudad en que vive pri¬
sionera- (1985, p. 118). En opinión de Polo Bernabé, Clarín usa el teatro y la fábula
como elemento unificador que organiza la fragmentación de los conflictos internos
y externos de la obra: -La representación del drama de Zorrilla, a la que acude la Re¬
genta, es otra superficie reflejante en la que ésta percibe su vida no ya como un con¬
junto de imágenes discontinuas, sino como la lógica discursiva del desarrollo
dramático, rígidamente estructurado en cinco actos, que le acerca ya a la realidad de
su conciencia temporal (duración) y espacial- (1988, pp. 411-412). La estructuración
de la novela fundamentada en el triángulo amoroso constituye para P. Wesseling el
motivo esencial de dicha estructuración: -Su acción está determinada por la compe¬
tencia entre dos hombres de prominencia social, bien parecidos y talentosos, que
buscan disfrutar los favores del parangón local de gracia y belleza. Los primeros
veintiséis capítulos muestran la influencia cada vez mayor de Fermín de Pas sobre
Ana Ozores. Pero cuando parece que ha logrado lo que quería, es rechazado y el
otro contendiente, Alvaro Mesía, se lanza en su campaña de seducción (a la postre
exitosa) que ocupa los capítulos XXVII, XXVIII y XXIX. El capítulo final, el XXX,
contiene el climax y el desenlace- (1988, p. 384).
464 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Las modalidades narrativas (Durand, 1962; 1963, pp. 324-335;


1987, pp. 54-59; 1990, pp. 141-154; Alarcos, 1982, pp. 230-245; Lu¬
na, 1988, pp. 969-976), la focalización y narración en La Regenta
(G. Gullón, 1987, pp. 76-80; 1992, p. 88, pássim), las recurrencias
narrativas (Bobes, 1985, pp. 333-361) y los puntos de vista —tan
abundantes como sutiles, que en ocasiones hacen pensar en las co¬
nocidas y difundidas teorías de Henry James— (Durand, 1982, pp.
247-270; Richmond, 1984, p. 4; Baquero, 1984, pp. 24-26; A. Gu¬
llón, 1987, pp. 76-80; G. Gullón, 1992, pp. 88-90) son temas que
acaparan la atención de la crítica.
Aspectos puntuales analizados son aquellos que se refieren al
tratamiento de la ironía. Desde diversas interpretaciones se ha apli¬
cado el concepto de lo irónico. En ocasiones, desde el punto de
vista ideológico (Hart, 1987, pp. 285-291; Díaz, 1992) o satírico (Ci-
fo, 1985, pp. 13-23; Durand, 1985, pp. 145-162); en otras en íntima
relación con el lenguaje (Bobes, 1985, p. 368) o con el peculiar
-heroísmo» de determinados personajes de La Regenta (Richmond,
1984a, pp. 82-86) y con la ironía y la estética en el estilo (Gramberg,
1958; Oleza, 1984, pp. 86-88; Durand, 1985, pp. 145-162; Ruther-
ford, 1988, pp. 84-88, pássim).53

53 Sutil visión de la ironía aplicada al complejo mundo de La Regenta lo cons¬


tituye el trabajo de Cifo González. Varios episodios o pasajes de La Regenta consti¬
tuyen la esencia de dicho trabajo: presentación irónica y sarcástica de Vetusta; iró¬
nicas miradas y reflexiones relacionadas con la arquitectura y la pintura; ínfulas
literarias y frustraciones amorosas vistas desde la óptica de la ironía; las ironías del
destino y las diversas modalidades irónicas referidas a hechos reales o anecdóticos
desde el punto de vista jocoso (1985, pp. 13-23). Para Bobes Naves en La Regenta
se percibe un lenguaje irónico que pretende una específica reacción del lector ante
determinados personajes, o antes acciones específicas, o simplemente una distancia
artística para ver las cosas desde fuera. Pero además tiene La Regenta un plantea¬
miento irónico que afecta a la trama. La ironía de fondo, «además de remitir a una
actitud del narrador y a una posible reacción condicionada del lector, y además de
originar formas recurrentes en la sintaxis del relato, sirve de recurso de unificación
de la novela» (1985b, p. 368). La vulgarización de lo heroico se percibe, en palabras
de C. Richmond, desde el inicio mismo de la novela: «A base de un contraste entre
el pasado y el presente, la época en que se desarrolla el argumento principal (fina¬
les de la década de 1870) irá surgiendo la desheroificación de esta vieja y cansada
ciudad» (1984, p. 82). La ironía es una manifestación de la distancia que el narrador uti¬
liza para trascender el mundo de sus personajes: «De hecho, en Clarín, se produce de
continuo la tentación de llevar hasta el límite esta distancia, instalando a su narrador en
la omnisciencia absoluta, tan característica del primer realismo francés o de la novela de
tesis española. Sólo a través de esa omnisciencia es posible conseguir el efecto de tota¬
lidad, esa captación simultánea de personajes e historias que la novela realiza» (Oleza,
1984, p. 88).
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 465

Temas fundamentales son, al igual que los anteriores, los concer¬


nientes al espacio de La Regenta (Bobes, 1984b, pp. 51-57; 1985b, pp.
196-216; Oleza, 1984, pp. 57-68; Turner, 1985, pp. 31-42; Doremus,
1988, pp. 335-349; Beser, 1989, pp. XX-XXII; González de Ávüa, 1991,
pp. 23-46), al espacio y objetos (Beser, 1985, pp. 211-228; Fernández
Gutiérrez, 1987, pp. 431-439) o al tiempo, aspecto cuyo tratamiento
suele aparecer tanto en las monografías de conjunto como en estu¬
dios no específicos sobre dicho motivo. De forma concreta, sobre el
tiempo en La Regenta, la crítica ha mostrado una especial atención
(Durand, 1963, pp. 324-335; Arroyo de López-Rey, 1972, p. 324; Ru-
therford, 1974; Alarcos, 1982, pp. 232-245; Wesseling, 1983, p. 385,
pássim-, Bobes, 1984a, pp. 107-120; 1985b, pp. 147-195; 1987, pp.
247-265; Bertrand de Muñoz, 1985, pp. 103-132; Sobejano, 1985,
pp. 118-119, pássim).
En La Regenta se agolpan numerosísimas interpretaciones de
muy diversos contenido. Enfoque heterogéneo que, sin embargo,
tiene un fin común: lectura e interpretación de la novela de Clarín.
Dentro de este completo marco receptor cabe señalar los estudios
dedicados a las referencias musicales (Brent, 1951; Bonet, 1984,
pp. 64-69; Tolivar, 1984, pp. 70-76; Rivkin, 1987a, pp. 68-75),54 pic¬
tóricas (Rivkin, 1987b, pp. 301-302; Rutherford, 1988, pp. 144-147;
Simón, 1989, p. 21-34) o dramáticas —identificada La Regenta con
la esencia misma del teatro— (Custodio, 1987, pp. 265-275). La te¬
mática sexual (Beser, 1982, p. 52, pássim; Rico-Avello, 1985; Sán-
chez-Eppler, 1987, pp. 202-217), la influencia de las lecturas en los
personajes a la hora de tomar sus decisiones (Brent, 1951; Durand,
1964, pp. 86-100), los gérmenes de La Regenta en los cuentos de Cla¬
rín (Richmond, 1985, pp. 229-250; 1986, pp. 499-506) o los procedi¬
mientos utilizados por Clarín para lograr el efecto deshumanizador
en La Regenta mediante la utilización de animales o presentación
de nuevos inventos mecánicos (Ruiz de Garibay, 1987, pp. 661-
677) forman parte de este grupo de diverso contenido. Relación

54 Bonet percibe con claridad la simbiosis entre la literatura y la música en Cla¬


rín: -el asedio de las entrañas psíquicas del hombre, y de ahí la fértil contradicción
en que cae el autor de La Regenta y caerían, en un sentido más radical, los poetas
simbolistas, desgarrados entre la impotencia del lenguaje verbal para capturar fiel¬
mente dichos estados anímicos y su oficio de escritores, es decir, de manipuladores
de la palabra, contradicción que intentan superar en parte mediante esta musicali-
zación de la literatura, lo cual supone la ardua búsqueda de un lenguaje trufado, re¬
pito, de “extrañas figuras" o metáforas- (1985, pp. 123-124).
466 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

que puede hacerse extensiva a otros aspectos, como: el juego de


los sentidos (González Ávila, 1993, pp. 587-602), La Regenta y el
cine,efectos cinematográficos (Baquero, 1984, pp. 30-34; Barba-
chaño, 1984, pp. 77-81; González Herrán, 1987, pp. 467-481), femi¬
nismo (Gerrard, 1984, pp. 10-16; 1987, pp. 91-99; Labanyi, 1991,
pp. 37-46), domesticidad y transgresión (Balzen, 1993, pp. 57-81),
la mujer, su función en La Regenta (Malcón, 1987, pp. 140-146),
asimilación del material científico-médico de la época (Saillard,
1988, pp. 315-327), el humor (Gramberg, 1958; Wiltrout, 1971, p.
244, pássim; Oleza, 1984, pp. 86-87), la función del mar (Barriuso,
1987, pp. 395-411), voyeurísme (G. Gullón, 1988, pp. 323-328;
1990, p. 68; 1992, p. 78, pássim; Charnon-Deutsch, 1989, p. 93-
101), idealismo y materialismo (Ife, 1970, pp. 273-295; Hindson,
1989, pp. 468-473), indianos y gachupines (Baamonde, 1992, pp.
537-543), el tratamiento de lo fantástico (Schwartz, 1993, pp. 97-
108), los aspectos termodinámicos de la alimentación (Larsen,
1992, pp. 169-182; 1994, pp. 73-78), el tratamiento de la gastro¬
nomía tanto para determinadas escenas (Paulino, 1989, pp. 25-39;
Suárez, 1994, pp. 701-709) como para referirse a lo erótico
(Rutherford, 1988, pp. 155-157) desde el punto de vista del apetito-
pasión (Sinclair, 1992, pp. 245-261) o del apetito metafórico
(E. Sánchez, 1981, pp. 28-35) y el análisis de las figuras de la natu¬
raleza —viva y muerta—, su función en los diversos niveles textua¬
les (Yáñez, 1988, pp. 328-340), son temas que indican con claridad
la diversificada línea investigadora en que se encuentran los estu¬
dios sobre La Regenta en estas últimas décadas.

7.4. Su ÚNICO HIJO

7.4.1. Proceso de publicación. Reacción de la crítica

La novela de Clarín, Su único hijo, formaba parte de un am¬


bicioso proyecto novelístico que quedó parcialmente inacabado.
Las primeras noticias a este plan se encuentran en la correspon¬
dencia de Clarín a Narcís Oller (Beser, 1963, pp 507-526).55 Pro-

',s La carta dice así:«[...] Yo ahora tengo entre manos, o mejor en el cartapacio,
porque trabajo ahora muy poco, una novela vendida ya a Fe, que provisionalmente
se titula Una medianía. Pasa en Madrid la acción y se desarrolla en ella parte de la
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 467

ceso de composición y publicación o génesis de la novela basa¬


do siempre en el Corpus epistolar de Clarín (García Sarriá, 1975,
pp. 122-126; Richmond, 1977, pp. 85-102; 1981, pp. 5, 12; Oleza,
1990, pp. 101-119; Martínez Cachero, 1991, pp. 23-25).56 Las

vida literaria. Si se parece a algo es, remotamente, a Charles Demaylli (sic), de los
Goncourt, pero sólo por el asunto. El Juanito Reseco que ha de tener dos tomos y
que, por ahora es mi proyecto predilecto y el más antiguo, también se refiere a la vi¬
da literaria pero trata de más cosas. Dios quiera que cuando se publiquen le parez¬
can a Vd. tan bien como La Regenta. Tengo otros muchos proyectos que se titulan
Bárbara, El Redentor, Su único hijo, Papá o Dios, Palomares, etc. Y todo eso sin sa¬
ber si toco el violín o no metiéndome a novelista- (11 de enero de 1886). El 1 de abril
de 1887 ofrece noticias más puntuales sobre sus proyectos en una carta dirigida a Gal-
dós: -Preparo tres novelas que tienen el lazo común de ser la vida de una especie de
tres mosqueteros psicológicos, como si dejéramos. La primera se llama Una medianía
(Antonio Reyes); la segunda Esperaindeo [...]; la tercera, Juanito Reseco, mi predilecta»
(Ortega, 1964, p. 241). Relación de novelas que figura de nuevo en la carta a Galdós
fechada el 17 de marzo de 1888: «Estoy haciendo de novelista en una novela intitula¬
da Su único hijo que es una especie de introducción para Una medianía. Después irá,
si no lo echo todo a rodar antes, Esperaindeo, novela como si dejéramos protestante
que le dedico a Vd. no por lo que ella valga, sino por el cariño que le tengo al asunto
que es anterior a mis naturalismos» (Ortega, 1964, p. 246). Las referencias a Su único
hijo como introducción a Una medianía se confirman en la carta de Clarín a Oller del
13 de marzo de 1891: "Su tínico hijo saldrá antes de un mes: pero en rigor no es más
que un primer tomo de novelas» (Beser, 1963, p. 522). Sin embargo, el 17 de junio de
1891 le indica a Galdós que Juanito Reseco queda excluida, pues el grupo de nove¬
las queda reducido a tres: Su único hijo, Una medianía y Esperaindeo (Ortega, 1964,
p. 260).
s<> Oleza analiza todo el material correspondiente a la génesis de Su único
hijo. Sus conclusiones son las siguientes: »A partir de marzo de 1888, en efecto,
Clarín se centra en Su único hijo, pero no parece entrar en la fase de redacción
intensiva hasta los primeros meses del 89. Desde entonces hasta el 7 de abril de
1890 Clarín remite unas doscientas cuartillas, un poco más de la mitad de la no¬
vela, negocia con Fernández Lasanta la publicación del fragmento Sinfonía de
dos novelas, y establece el precio definitivo (9.000 reales) de la novela. Pero el
año noventa es de parón en la escritura: su tiempo parece mucho más dedicado
a la corrección de pruebas (incluidas las terceras) de esas doscientas cuartillas,
que a la escritura de otras nuevas. A finales del noventa parece recuperar el rit¬
mo de trabajo y en noviembre de ese año calcula haber enviado unas trescientas
páginas. Entre marzo y mayo del noventa y uno remite el cap. XV (que en mar¬
zo todavía suponía el último) y anuncia el cap. XVI, que entrega antes del 13 de
junio. Ambos capítulos finales suman un total de setenta y cuatro cuartillas (87
páginas, el 20 por ciento del total)* (1990, pp. 109-110). Con razón señala Rich¬
mond el hecho de que la novela fuera escrita a empujones, -hecho que explica¬
ría la diferencia entre los tirones de su argumento y la fluidez de La Regenta,
compuesta sin grandes interrupciones, atestigua la peculiar relación que, en
Leopoldo Alas, existe entre las condiciones prácticas de su vida y su creación ar¬
tística» (1981, p. 12).
468 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

definiciones de la novela las ofrece el propio Clarín. Por ejem¬


plo, la califica de «novela sentimental de buena manera y muy
propia para derramar lágrimas dulces alrededor de la chimenea
de la familia» (Blanquat-Botrel, 1981, p. 14) o como «novela entre
analítica, sentimental y homorística que es una especie de peris¬
tilo (con unidad) de Una medianía (Martínez Cachero, 1991,
p. 24). Sobre la conocida inseguridad de Clarín respecto a sus
nuevas publicaciones y posterior reacción del público y crítica,
como en el caso de Su único hijo, da testimonio el epistolario
entre el propio autor y Galdós, pues la califica de «especie de no-
velucho escrito a tirones y que he terminado, creyendo a ratos
que no es más que juego de adormideras (que no sé si tienen
juego)» (Ortega, 1964, p. 260). Era evidente que la publicación
de La Regenta había levantado grandes expectativas, de ahí su
temor al rechazo de Su único hijo por parte del público y de la
crítica. El mismo editor Lázaro se lo recuerda en una carta fecha¬
da el 13 de Agosto de 1889: «[...] el público siente cierta curiosi¬
dad por ver si se sostiene usted a la altura de La Regenta, o si to¬
davía la supera en mérito la nueva producción. Le auguro a usted
un éxito por esa impaciencia que noto en el público» (Martínez
Cachero, 1993, p. 304). Epistolarios que permiten, incluso, ente¬
rarnos de la deficiente corrección de las galeradas, de ahí las nu¬
merosas erratas y errores cometidos por la imprenta: «En general
están bien, pero se habían comido renglones enteros; y además
avise Vd. que manden pruebas marcadas con claridad, pues al¬
gunas estaban tan borrosas que no se conocía si estaba bien o
mal el texto. Además, las mandan con margen estrechísimo y no
se puede añadir ni corregir bien» (Blanquat-Botrel, 1981, p. 51).
Tras la edición princeps (Madrid, Fernando Fe, 1891), Su único
hijo se publica, como era habitual en la época, en el folletín del pe¬
riódico barcelonés La Publicidad entre el 4 de octubre y el 13 de di¬
ciembre —un total de cincuenta y tres entregas—. Ambas son las
únicas publicadas en vida del autor. En la actualidad existen en el
mercado editorial excelentes ediciones críticas y anotadas (Rich-
mond, 1979; Oleza, 1990; Martínez Cachero, 1991; Muñoz Marqui-
na, 1998). Incluso ha sido traducida al francés en época reciente por
Claude Bleton (Paris, 1990).
Respecto a la acogida por parte de la crítica cabe señalar que
no fue muy benévola con Clarín. Gacetillas críticas, recensiones, jui¬
cios de valor emitidos en diarios y revistas dan probada muestra
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 469

del interés que despertó la novela.’ Conjunto de opiniones que,


salvo contadas ocasiones, fue adverso a Clarín.58 La recepción de la
novela ha sido analizada puntualmente por la crítica (Martínez Ca¬
chero, 1950, p. 247, pássim; Baquero, 1956, p. 33, pássim; Gram-
berg, 1958, p. 195, pássim) y, normalmente, en función de los pro¬
blemas que plantea la propia obra.59

’ Las principales referencias críticas de la época sobre Su único hijo son las si¬
guientes: Heraldo de Madrid, 4-VTI-1891; El Liberal [Madrid], 5-VII-1891; Revista
Contemporánea [Madrid], 30-VII-1891; Emilio Bobadilla, Triquitraques (Críticas de
Fray Candilj, Madrid, Fernando Fe, 1892, pp. 193-214; Baltasar Champasaur, -Su
único hijo, por Leopoldo Alas», Revista Contemporánea, 30-XII-1891, pp. 615-632;
Carlos Mendoza, -Bibliografía: Su único hijo, La Ilustración Ibérica [Barcelona], EX,
núm. 448 (1891), pp. 482-483; Luis París, -Su único hijo, El Cascabel [Madrid], 3-XII-
1891 y 10-XII-1891; Antonio Sánchez Pérez, -Leopoldo Alas Clarín, novelista-, Ma¬
drid Cómico, 22-VIII-1891, p. 6-7 y Zeda [Francisco Fernández Villegas], -Su único
hijo, Revista de España, CXXXV (1891), pp. 498-510.
El mayor exponente de todo el acopio de críticas adversas fue el padre
agustino Blanco García, acérrimo detractor del novelista (1910, II, pp. 546-547).
Desde una óptica distinta juzga Azorín en los albores del siglo xx la novela de Cla¬
rín:*!...] lo más intenso, lo más refinado, lo más intelectual y sensual a la vez que se
ha producido en nuestro siglo xix- (1947, II, p. 479). Azorín mantuvo siempre su ad¬
miración por la obra de Clarín, tal como se percibe en los estudios realizados por J.
M.1 Martínez Cachero (1953), J. M.* Valverde (1971 y 1972), M. M.a Pérez López
(1974), S. Río Pérez (1979) y E. Rubio (1987). La bibliografía azoriniana respecto a la
vida y obra de Clarín es la siguiente: -Asturias», en El paisaje de España visto por los
españoles, Madrid Aguilar, 1947-1954, Obras Completas, III, pp. 1.152-1.158; -Avisos
del Este», en Artículos olvidados deJosé MartínezRuiz, pp. 118-120; -Avisos del Este», El
Progreso, 7-X1-1897; -Avisos del Este», El Progreso, 9-II-1989; -Clarín», en Escritores,
pp. 25-28; -Clarín», Madrid, VI, pp. 222-224; -Clarín», en Varios hombres y alguna
mujer, pp. 142-144; -Clarín en el Ateneo», en Artículos olvidados de Martínez Ruiz,
pp. 121-128; -Clarín y la inteligencia», en Andando y pensando, V, pp. 191-194; -De
la vida de Clarín», en Andando y pensando, V, pp. 195-199; -El homenaje a Clarín»,
en Escritores, pp. 29-34; -El misticismo de Ureña», en Buscapiés, I, pp. 141-145; «La
crítica literaria-, en Ultramarinos, pp. 33-38; -La Teresa de Clarín», La farándula, VII,
pp. 1.163-1 168; -Leopoldo Alas», en Clásicos y modernos, II, pp. 782-789; -Leopoldo
Alas, Clarín-, Literatura I, pp. 229-233; -Los cinco Cánovas», en Escritores, pp. 51-53;
•Los maestros», Madrid, VI, pp. 259-260; -Prólogo a las Páginas escogidas de Clarín,
en A voleo, IX, pp. 1.197-1.204; -Teresa?, en A voleo, IX, pp. 1.204-1.206; -Una lección
de estilo-, en Ejercicios de castellano, pp. 132-135; -Un recuerdo. Clarín», en Tiempos
y cosas, VIII, pp. 187-191.
59 Medio siglo más tarde Azorín señala al respecto que -no sabemos como cla¬
sificar Su único hijo (ABC, 1 de febrero de 1950). Gramberg clasifica las discusiones
y problemas generados por la obra en cuatro grupos: -1. La total ausencia de am-
bientación concreta. 2. El enjuiciamiento satírico del seudo-romanticismo. 3- El trata¬
miento “eufemistico-naturalista” de los personajes. 4. El tema fundamental de la
obra, sobre todo en relación con su desenlace» (1978, pp. 205-206). Respecto a la pri¬
mera cuestión Clocchiatti considera que Alas está -más atento al drama único que se
desarrolla en su novela, a la vida íntima de los personajes» (1949, p. 37). Baquero
470 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

7.4.2. Interpretaciones críticas. Significado de la novela

Los ejes esenciales relativos a la interpretación de Su único hi¬


jo son varios. La afirmación de los valores morales y religiosos
frente a los sociales, la profunda religiosidad y el espiritualismo de
Clarín son aspectos que subyacen en la novela (Lissorgues, 1983).
Parábola de la redención por el hijo de carácter religioso en el sen¬
tido etimológico de la palabra (Valis, 1981)60 o la regeneración del

señala «el deseo de ceñirse a un drama psicológico» (1956, p. 40). Küpper especi¬
fica que La Regenta data del periodo en que Clarín aceptaba y defendía la nove¬
la naturalista, mientras que Su único hijo corresponde a una nueva orientación,
coincidiendo esta novela con declaraciones antinaturalistas en sus artículos de
crítica (1958, p. 167). Por su parte Gramberg señala que tal diferencia con La Re¬
genta se debe a que Clarín opta por suprimir en Su único hijo la descripción par¬
ticularizada, pues «se avendrían mal a la índole caricaturesca de sus personajes»
(1978, p. 207). Respecto al segundo problema, el seudo-romanticismo, Azorín
coloca el momento de la acción entre 1830 y 1840, advirtiendo que la ambienta-
ción temporal es tan vaga como la geográfica (ABC, 1 de febrero de 1950). Ba-
quero no la considera tan imprecisa, y, basándose especialmente en el capítulo
V, sitúa la acción hasta ligeramente después de 1850 (1956, p. 55). Küpper se de¬
cide por el año 1860 (1958, p. 164). Es evidente que para ambos críticos Su úni¬
co hijo representa un ataque contra un tipo de romanticismo falso, provinciano,
decadente, un pseudo-romanticismo. Sin embargo para Gramberg la cronología
es lo de menos, pues «no se trata de una sátira del seudo-romanticismo [...]. Lo
que ataca Clarín es la inautenticidad de cualquier forma de vivir determinada no
por móviles espontáneos internos sino por una fórmula exterior» (1978, pp. 207-
209). Finalmente Sobejano señala al respecto que la novela está -vagamente da¬
tada en un tiempo de seudo-romanticismo epigónico» (1985, p. 150). Para otro
sector de la crítica Bonifacio Reyes lo que rechaza es la vía romántica de realiza¬
ción, no la pseudo-romántica (Bandera, 1969). En Su único hijo Clarín —según
García Sarriá— explica el modo en que Bonis pasa del amor romántico al amor
del hijo. Este Hijo se lo anuncia la voz de Serafina, la pasión, y, al mismo tiempo,
se hace depender su llegada de la renuncia a esa misma pasión. Con ello, -Clarín
había profundizado más que ningún escritor del siglo xix español en el sentido
del romanticismo, llegando por su renuncia a una especie de religiosidad que en
la década de los noventa se afirma en el sentimiento, pero quedándole pendien¬
te la necesidad de una certidumbre racional» (García Sarriá, 1975, pp. 238-239).
En lo concerniente al naturalismo varias son las posturas; por un lado quienes in¬
ciden en la influencia del naturalismo francés (Küpper, 1958); por otro, aquellos
críticos que ven en la novela una sátira al naturalismo (Baquero, 1956). En cuan¬
to al tema, el propio Baquero señala que -la ausencia del hijo como tragedia
esencial y causa de corrupción en la vida de Bonis» (1956, pp. 110-111) constitu¬
ye el tema de Su único hijo.
60 Noel Valis señala al respecto lo siguiente: -The chain of fathers and sons, of
past, present, and future draws Bonis to the roots, to the source of all being. The
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 471

hombre a través del hijo, como una especie de nueva santidad, en


una espiritualidad quijotesca y creadora (Lissorgues, 1982, p. 60,
pássim). Su profunda dimensión psíquica, la grandeza ética y el im¬
pulso poético de Bonifacio Reyes en íntima comunión con el crea¬
dor, que lo eleva desde su mediocridad de hombre gris hasta su
sublimación.61 Personaje —Bonifacio Reyes— descrito varonil¬
mente, aunque «de sensibilidad femenina» (R. Sánchez, 1974, p.
204). Individuo que adopta diversas posturas en la vida, desde sus
infecundas aficiones y gustos hasta la búsqueda de algo superior,
en la regeneración de sí mismo a través del hijo, como si se tratara
de una nueva santidad, en la forja de un nuevo sentimiento de la
vida (Lissorgues, 1982, p. 60, pássim). Persona problemática y en
búsqueda siempre de sí mismo (Lissorgues, 1986, p. 207), despose¬
ído de su propia realidad y convertido en un simple ente de fic¬
ción, en el recuerdo de una realidad frustrada (Bandera, 1969, p.
226, pássim). Su contradicción entre el espíritu y la materia, entre
los sueños románticos y los hábitos burgueses, configuran su pro¬
pia personalidad (Baquero, 1952, p. 62, pássim). Novela cuyas no¬
tas de sentimiento puro evidencian «el cambio personal experi¬
mentado por Clarín durante los cinco años que van de La Regenta
a Su único hijo (Balseiro, 1933, p. 375). Interpretaciones críticas en

paternal quest has brought him to the nucleus of creation. Out of the compre-
hension of fatherhood arises the revelation of infinite creation» (1981, p. 176). Un
análisis de la religiosidad de la novela en su confrontación con el cuento El frío
del Papa lo realiza García Sarriá: «Es necesario explicar el sentido que tiene el
que Bonis venga a ofrecer a la iglesia un hijo que él llama “Jesús” y es la base de
su fe, una fe proclamada a gritos dentro del recinto de la iglesia. Para compren¬
der bien estas páginas finales de Su único hijo, el bautizo del niño y la procla¬
mación de la fe de Bonis, nos parece conveniente referirnos al cuento titulado El
frío del Papa. Este cuento consta de dos partes. En la primera se expresa la situa¬
ción angustiosa en que se halla el protagonista, un ex-filósofo llamado Aurelio
Marco. La segunda parte, evidentemente simbólica, consiste en un sueño de Au¬
relio Marco. En este sueño el ex-filósofo da rienda suelta a la expresión de sus
deseos- (1975, pp. 191-192). Cabe señalar al respecto que en fecha temprana Ba¬
quero ya había destacado este comportamiento del protagonista, pues «Bonis,
como tantos otros personajes de Clarín, y tal vez como el autor mismo, siente la
emoción y la belleza de la liturgia cristiana» (1956. p. 113).
61 Monroe Z. Hafter señala lo siguiente: -Sincerity, simplicity, integrity, per-
ceptivity, good will, these seem to be the hallmarks of heroism which Carlyle inspi-
red in Clarín, a modest and moral conception of greatness which takes its strength
from a searching view of human reality (...]» (1980, p. 329). Teoría, recogida por G.
Sobejano (1985, p. 154), que incide en Su único hijo—el heroísmo como meta ac¬
cesible hasta en el más modesto de los mortales.
472 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

función de la degradación del amor (Várela Jácome, 1974, pp. 202-


205), las necesidades eróticas relacionadas con su afirmación
(Montes Huidobro, 1971, pp. 147-148) o el proceso evolutivo del
protagonista desde el inicio mismo de la novela hasta su final son
aspectos analizados tanto en época temprana como en fechas más
recientes (Bandera, 1969; Montes Huidobro, 1971; R. Sánchez,
1975; Lissorgues, 1982).
La paternidad, real o no, de Bonifacio Reyes ha sido, igual¬
mente, un punto debatido por la crítica,62 no, por el contrario el en¬
garce entre Su único hijo con la trilogía de novelas que debían cons¬
tituir un marco unitario. Su único hijo era el pórtico de un conjunto
de relatos (Beser, 1960, 1980; Gramberg, 1962, 1979; García Sarriá,
1975, pp. 123-126; Richmond, 1977, pp. 85-102, 1982; Valis, 1979;
Hafter, 1982; Villar, 1985, pp. 147-151; Oleza, 1990, pp. 110-118; Mar¬
tínez Cachero, 1991, pp. 42-45).
Puntos de interés son también aquellos que abordan Su único
hijo en relación con La Regenté o analizan la implicación de Cla-

62 Baquero considera que el hijo no es de Bonis, que «Minghetti y no Bonis


debe ser el padre de la criatura lo saben ya el lector y todos los personajes de la
novela mucho antes de que Serafina se lo diga a Bonis en el capítulo final» (1956,
p. 118). Gramberg insiste en la paternidad espiritual, pues en su opinión Alas des¬
poja el tema del amor paternal de su aspecto fisiológico para hacerlo resaltar como
una conquista afectiva de orden enteramente espiritual (1962, pp. 194-199). Weber
señala la imposibilidad de mantener la distinción entre paternidad fisiológica falsa,
y paternidad espiritual, auténtica. En el cotejo que dicho crítico realiza de ambas
novelas de Clarín —La Regenta y Su único hijo— señala que en esta última queda
destruido el único ideal que había quedado en pie en la primera: -la religión del
hogar». Frente a estas opiniones que conceden la paternidad a Minghetti, existen
otras, como la de Bandera (1969, pp. 201-225) que otorgan la paternidad a Bonis.
Las posiciones de Feal Deibe (1974, pp. 255-271), García Sarriá (1975, pp. 205-211)
y Oleza (1990, pp. 60-61) son distintas a las emitidas por los anteriores críticos, pues
inciden básicamente en la incertidumbre. Clarín pretende, precisamente, crear esa
sensación de incertidumbre en el lector.
63 Es el caso, por ejemplo, de J. Oleza que señala al respecto que Su único hi¬
jo representa un cambio respecto a La Regenta, -pero no un cambio que se inscri¬
ba en otra dirección definida, sino un cambio en el que asimilando los elementos
anteriores (profundidad psicológica, atención a lo fisiológico, ironía y mordacidad,
intelectualismo, etc.) los supera por una intensificación curiosísima. La Regenta era
un mundo y unos personajes en lucha contra él. En Su único hijo el mundo no es
ya exterior a los personajes, está dentro de ellos, pero no por eso dejan de luchar.
En La Regenta seres excepcionales luchan contra un mundo vulgar. En Su único hi¬
jo seres vulgares (otro elemento naturalista: la enorme vulgaridad y pequeñez del
mundo descrito) que anhelan ser excepcionales luchan contra su vulgaridad»
(1976, p. 173). Diferencias entre La Regenta y Su úncio hijo establecidas y argu-
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 473

rín en Bonifacio Reyes (Feal, 1974; Rivkin, 1982; Lissorgues, 1986).


La explicación relativa a la apropiación por parte de Bonis del pa¬
pel de madre (Montes Huidobro, 1971) y su procedencia católica
(Feal, 1974, pp. 259-265) matizan aspectos ya señalados con an¬
terioridad.0' La fusión de motivos sensuales y espirituales, la imbri¬
cación de lo erótico y lo religioso (Weber, 1966), su decadentismo
y los arquetipos que se perciben en la configuración de los per¬
sonajes en relación con las nuevas posiciones intelectuales de fin
de siglo (Oleza, 1976, p. 173, pássim; Valis, 1981, pp. 153-168) o la
relación entre el amor pagano y su función en Su único hijo son as¬
pectos específicos estudiados por la crítica. Un mundo de ficción
analizado en su conjunto (G. Gullón, 1976, pp. 144-148; Martínez
Cachero, 1993, pp. 310-313) o de forma específica, como en el ca¬
so de Emma, considerada como un personaje diabólico (Bandera,
pp. 1969-205). Sin embargo, el verdadero protagonista lo constitu¬
ye Bonifacio Reyes, presente siempre en la relación de estudios
anteriormente citados.

mentadas desde un nuevo punto de vista: «La voluntad antirromántica, que en La


Regenta se notaba, pero sólo servía para hacer sentir más intensamente, por con¬
traste, la belleza de la verdad romántica de los protagonistas y de su inventor, ha¬
bría ahora tomado mayor peso en el planteamiento de Su único hijo, novela prota¬
gonizada por un mediocre, emplazada en un lugar indefinido y vagamente datada
en un tiempo seudorromántico epigónico" (Sobejano, 1985, p. 150). Más adelante,
el propio crítico identifica a Ana Ozores con Bonifacio Reyes, pues ambos son per¬
sonajes inadaptados, profesan un romanticismo auténtico (en el caso de Ana) y sen-
timental-novelesco (Bonifacio) y finalizan su andadura novelística de forma muy se¬
mejante: -[...1 padecen una derrota (efectiva en Ana, anunciada en Bonis), pero no
aceptan la realidad que les ha impuesto la derrota, no se allanan al nivel que ella
dicta a la generalidad: se sobreponen y, a su modo, triunfan en sí, librándose de la
nivelación que habría de degradarlos, negándose a la opinión, asiéndose a su orgu¬
llo-(1985, pp. 157-158).
64 La concepción del hijo debe ser llevada a cabo sin mezcla de sensuali¬
dad. Montes Huidobro señala al respecto que en muchas concepciones religiosas
la mujer es portadora del germen del pecado y se acepta como madre sólo en la
medida de un mal necesario. Por ello, Bonis se apropia del papel de Virgen, pa¬
ra no tener que otorgarlo ni a Emma ni a Serafina, y se adueña también de la fun¬
ción espiritual de la madre, pues él será virgen, padre y madre. En plena Anun¬
ciación, él entiende que se tratará de «un hijo suyo y de la voz, esa nueva forma
del Verbo- (1972, pp. 149-209). Feal Deibe insiste en el origen católico, en la idea
de -la concepción del matrimonio como remedio contra la sensualidad, y no co¬
mo lugar donde la sensualidad se manifiesta. El hijo y el tipo de vida familiar que
su presencia introduce, serían el antídoto de la sexualidad violenta, de la pasión
desenfrenada que amenaza con arrollar todo lo que encuentra en su destino-
(1974, pp. 259-265).
474 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Su único hijo ha sido considerada como una obra de moralista


(Pérez Gutiérrez, 1975, pp. 320-322).65 Novela que presenta una
textura próxima a la novela corta66 y unas estructuras en íntima
relación con las ideas musicales de Clarín (Rivkin, 1987a, pp. 68-
75). La influencia y conexión de la novela con las teorías de Scho-
penhauer desde una perspectiva específica o general (Sotelo, 1996,
pp. 13-26) han sido señaladas por la crítica. La parodia como meca¬
nismo estructural (Villar, 1985, pp. 136-138) y la incidencia de varios
elementos en la propia estructura como el tiempo o la cronología
de la acción han sido motivo de especial atención (Varela Jácome,
1974, pp. 192-195; G. Gullón, 1976, pp. 133-144; Richmond, 1979,
pp. XXXV-XLI; Oleza, 1990, pp. 81-90; Martínez Cachero, 1991, pp.
39-40; 1993, pp. 306-307 y 313-315).67 Aspectos como la técnica y el

Para Pérez Gutiérrez Su tínico hijo es obra de moralista, de hombre absorto


ante el espectáculo de la vida misma; y obra de moralista puro, -en el sentido de que
en sus páginas no encontramos ya ni rastro de aquella tendenciosidad tan propia de
los escritores de la época, de un Galdós o de un Pereda, y aun el mismo Clarín
de La Regenta; tendenciosidad que si enriquecía —desde una perspectiva socioló¬
gica— aquella literatura también —y a veces en no pequeña proporción— la lastra¬
ba- (1975, pp. 320-321).
66 G. Sobejano percibe esta aproximación de la obra de Clarín con la novela
corta gracias a una serie de condicionantes: «La presencia del protagonista es casi
constante a través del relato, el cual viene signado por un suceso peregrino: el ad¬
venimiento de la fe creativa en el hijo. Esta elevación desde un romanticismo blan¬
do y mimético (el ridiculizado en tantas impresiones de la pequeña ciudad letárgi¬
ca) hacia un romanticismo superior y salvífico, va desenvolviéndose en escenas y
sumarios a lo largo de los cuales el esperpento del cuadro externo es progresiva¬
mente desplazado por las epifanías o revelaciones de la conciencia del sujeto, cada
vez más abroquelado en su soledad» (Sobejano, 1985, pp. 155-156).
6 La vaguedad temporal ha sido uno de los puntos debatidos por la crítica.
Cronología dispar según hemos podido comprobar en páginas anteriores. C.
Richmond señala que es «sumamente difícil determinar el periodo histórico du¬
rante el cual se desenvuelve la acción- (1979, p. XXXV). Tres periodos figuran en
esta novela, separados entre sí por unos veinte años: el de los antecedentes de la
acción (años cuarenta y cincuenta), el de la acción principal (década de los se¬
tenta) y el del Narrador (a finales de 1880). Predominio, pues, de un sentido va¬
go del tiempo, en el que se abre a su vez un tiempo interior, diferente del crono¬
lógico, al que transgrede continuamente, el tiempo psíquico y personalizado de
Bonifacio Reyes (Richmond, pp. XXXI-XLI). La primera fase de la acción, según
el escrutinio realizado por Oleza en Su único hijo, transcurre en la primera mitad
de los cuarenta (sucesos rememorados en la tienda de Cascos), teniendo en 1846
su fecha límite, pues en dicho año está consumada ya la fuga de Bonifacio y Em-
ma. La huida de ambos «debió ocurrir entre 1844 (año en que fue fundada
la Guardia Civil, que los detuvo) y en 1846, pues Bonis estaba todavía en la ciu¬
dad cuando esa diáspora todavía no se había iniciado. Ahora bien, esos
años son todavía de pleno Romanticismo en España (1990, pp. 84-85).
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARÍN 475

estilo de Su único hijo (Martínez Cachero, 1991, pp. 27-39) o su re¬


lación con Lesensdela vie, de Edouard Rod (Oleza, 1990, p. 127), la
influencia de Flaubert (G. Gullón, 1976, p. 142) y la presencia del
darwinismo (García Sarriá, 1975, pp. 180-184) indican con claridad
las múltiples facetas interpretativas de la crítica en torno a Su único
hijo.

7.5. Noticia bibliográfica

7.5.1. Ediciones

Obras Completas, Madrid, Renacimiento, 1913-29.


Obras Completas, I. Ed. por Santos Sanz Villanueva, Madrid, Turner,
1995. [Reproduce el prólogo de B. Pérez Galdós a la edición de
1901).
La Regenta. Ilustración de Juan Llimona, grabados de Gómez Polo, Barce¬
lona, Biblioteca Arte y Letras, Daniel Cortezo, editor, 1884 y 1885, 2
vols.
La Regenta, Prólogo de Benito Pérez Galdós, Madrid, Tipografía de Fe,
1901.
La Regenta, Barcelona, Editorial Maucci, 1908.
La Regenta, Buenos Aires, Emecé, 1946.

Para Oleza no es correcta la muy extendida idea de que la novela apunta a los años
de un Romanticismo epigonal, pasado y anacrónico. Provinciano sí, tardío en abso¬
luto. Cronología para el citado crítico nada imprecisa, pues *la novela enfoca la su¬
pervivencia de los últimos románticos en medio de la quiebra del Antiguo Régimen
y de la consolidación irreversible de la sociedad positiva. Clarín adopta en la novela
la misma perspectiva que había adoptado muchos años antes, cuando era estudian¬
te en Madrid (...]• (1990, p. 86). Si para definir la estructura se parte de la fábula, se¬
ñala G. Gullón, hallaremos que ésta ofrece una figura bien conocida: la del triángu¬
lo amoroso: -Ese triángulo, que es cuadrángulo vuelve a repetirse en Su único hijo
[anteriormente en La Regenteé, aunque de otra manera: Serafina, Bonifacio y Emma
constituyen el triángulo “legal”; Bonifacio, Serafina y Mochi el triángulo “ilegal”. Se¬
rafina y Mochi no están casados, pero es el amor y no el matrimonio lo que deter¬
mina su relación. En la primera parte de la novela a Emma y a Mochi se les ve
poco, y Minghetti todavía no aparece, ocurriendo un fenómeno semejante al que Ri¬
cardo Gullón [ Técnicas de Galdós, 1970, pp. 137-220] ha estudiado en Fortunata y
Jacinta-, el foco narrativo ilumina primero la relación entre Serafina y Bonifacio, lue¬
go la del matrimonio; sólo más tarde, con luz atenuada (y con referencias por lo ge¬
neral indirectas), la de Minghetti y Emma, que cierra el cuadrángulo, compuesto, en
definitiva, contra toda ley matemática, por tres ángulos que al ajustarse toman aque¬
lla forma; triángulos adyacentes y sucesivos que de algún modo se superponen-
(1976, pp. 141-142).
47^ PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

La Regenta, Madrid, Biblioteca Nueva, 1947. [Obras Selectas. Prólogo de


Juan Antonio Cabezas],
La Regenta. Introducción de J. M. Lope y Huberto Batís, México, UNAM,
1960.
La Presidentessa. Introduzione e traduzione di Flavia Rosa Rossini, Torino,
Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1960.
La Regenta. Edición, introducción y notas de José María Martínez Cachero,
Barcelona, Planeta, 1963-
La Regenta, Madrid, Alianza Editorial, 1966.
La Regenta. Introducción de Jorge Ibargüengoitia, México, Porrúa, 1972.
La Regenta. Edición de John Rutherford, London, Grant and Cutler, 1974.
La Regenta. Edición de Gonzalo Sobejano, Barcelona, Clásicos Hispánicos
Noguer, 1976.
La Regenta. Edición, introducción y notas de Gonzalo Sobejano, Madrid,
Castalia, 1981c.
La Regenta. Prólogo por Pérez Galdós. Gijón, Silverio Cañada, 1982. [(Co¬
lección Facsímil Asturiana). Reproducción facsímil de la edición de
Barcelona, Biblioteca -Arte y Letras», 1884].
La Regenta, Madrid, Júcar, 1983- [Edición Facsimilar 1884-1885].
La Regenta. Edición facsimilar conmemorativa del centenario de su publi¬
cación, Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1984. [Reproduce la edi¬
ción de Barcelona, 1884-1885].
La Regenta. Edición e introducción de Mariano Baquero Goyanes, Madrid,
Espasa Calpe (Selecciones Austral), 1984.
La Regenta, Edición de Juan Oleza, Madrid, Cátedra, 1984.
La Regenta. Trans. John Rutherford, Athens, University of Georgia Press, 1984.
La Regenta, Madrid, Akal, 1986.
Presidentskan. Tr. Peter Landelius, Stockholm, Ardetarkultur, 1986.
La Régente. Trad. de A. Belot, C. Bleton, J.-F. Botrel, R. Jammes. Y. Lissor-
ges coordinateur et introducteur. París, Libraire Arthéme Fayard, 1987.
La Regenta, Bilbao, Papelera Española, 1988.
A Corregedora. Tr. de Joana Moráis Varela, Lisboa, Contexto Editora, 1988.
La Regenta. Edición de Frank Durand, Madrid, Taurus, 1988.
Regentka. Tr. Kalina Carlson, Elzdieta Sklodowska, Warszawa, Panstwowy
Instytut Wydawniczy, 1988.
La Regenta. Madrid, Alianza Editorial, 1989 [Prólogo de Ricardo Gullón].
La Regenta. El diablo en Semana Santa. Edición y notas de José Luis Gó¬
mez. Introducción de Sergio Beser, Barcelona, Planeta, 1989.
La Regenta, Madrid, Arcabus, 1991 -
La Regenta, Barcelona, Ed. Mitre, 1991.
La Regenta, Madrid, Sape (Grandes Maestros), 1992.
La Regenta, Barcelona, Onix, 1992.
La Regenta, Madrid, M. E. Editores, 1993-
La Regenta. Edición de José Ibáñez, Barcelona, Edicomunicación, 1994.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 477

La Regenta, Barcelona, Ediciones Orbis, 1994.


La Regenta, Oviedo, Nobel, 1994.
La Regenta, Barcelona, Librum (Grandes Clásicos), 1994.
La Regenta. Edición de María Sánchez Alfaro, Madrid, Edelsa, 1995.
La Regenta. Prólogo de G. Suárez, Barcelona, Círculo de Lectores, 1995.
La Regenta, Barcelona, Óptima, 1996.
La Regenta, Madrid, Alba Libros, 1996.
La Regenta. Traducción holandesa de Barber Van de Pol y Marten Ste-
enmeijer. Epílogo: Marten Steenmeijer, Amsterdam, Bert Bakker,
1997.
La Regenta. Edición de Víctor Fuentes, Madrid, Ediciones Akal, 1999.
Su único hijo, Madrid, Fernando Fe, 1891.
Su único hijo, La Publicidad (Barcelona), entregas del 14 de octubre al
13 de diciembre de 1900.
Su único hijo, Madrid, Alianza Editorial, 1966.
Su único hijo. Edición e introducción de A. Comas, Barcelona, Taber,
1968.
Su único hijo. Introducción de Bernardo Marqués, La Habana, Editorial
de Arte y Literatura, 1977.
Su único hijo. Edición de C. Richmond, Madrid, Espasa Calpe, 1979.
Su único hijo, Gijón, Júcar, 1984.
Su único hijo. Edición de Juan Oleza, Madrid, Cátedra, 1990.
Son fils unique. Román. Traduit de l’espagnol et prefacé par Claude Ble-
ton, París, A. Fayard, 1990.
Su único hijo. Edición de José M.a Martínez Cachero, Madrid, Taurus,
1991.
Su único hijo, Madrid, M. E. Editores (Clásicos de Siempre), 1994.
Sinfonía de dos novelas. Su único hijo. Edición de Francisco Muñoz Mar-
quina, Madrid, Akal, 1998.

7.5.2. Epistolario

Amorós, Andrés, -Doce cartas inéditas de Clarín a Jacinto Octavio Picón», Los
Cuadernos del Norte, III 7 (mayo-junio 1981), pp. 8-20.
Arboleya Martínez, Maximiliano, «Alma religiosa de Clarín-, datos ínti¬
mos e inéditos-, Revista Quincenal (Barcelona), 6l (10-VII-1919),
pp. 328-349. [Reimpreso, parcialmente, en Martínez Cachero (1978),
pp. 43-591.
Avello, Manuel F[ernández R.], -Carta inédita de Clarín a Juan Ochoa»,
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, XXXVI (1982), pp. 319-
324.
Beser, Sergio, -Siete cartas de Leopoldo Alas a José Yxart-, Archivum, X
(1960), pp. 385-397.
478 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Beser, Sergio, «Documentos clarinianos; I. Seis cartas de Leopoldo Alas a Nar-


cís Oller; II. Una necrología de Leopoldo Alas-, Archivum, XII (1962),
pp. 507-526.
Blanquat, Josette y Botrel, Jean-Franyois, Clarín y sus editores: Sesenta y cin¬
co cartas inéditas de Leopoldo Alas a Fernando Fe y Manuel Fernández
Lasanta (1884-1893), Rennes, Université de Haute-Bretagne, 1981.
Botrel, Jean-Francois, «Producción literaria y rentabilidad: el caso de Clarín»,
en Hommage des Hispanistes Frangais á Noel Salomón, Barcelona, Laia,
1979, pp. 123-133- [Publicación de una carta a Sinesio Delgado].
-, «De periodista a periodista: diez cartas de Clarín a Luis París», Letras de
Deusto, XV (1985), pp. 171-184.
Bravo Villasante, Carmen, Vida y obras de Emilia Pardo Bazán, Madrid, Re¬
vista de Occidente, 1962, p. 137. [Una carta de Clarín a E. Pardo Bazán],
Cardenal Iracheta, Manuel, «Seis cartas inéditas de Clarín a Castelar», Boletín
de la Biblioteca Menéndez Pelayo, XXIX (1948), pp. 92-96.
Clavería, Carlos, «Una nueva carta de Clarín sobre Teresa?, Hispanic Review,
XVIII (1950), pp. 163-168.
Cossío, José María, «Carta a Cañete», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pela¬
yo, XII (1930), pp. 253-254.
«Dos cartas a Segismundo Moret», Biblioteca del Ateneo de Madrid.
Epistolario a Clarín, Prólogo y notas de Adolfo Alas, Madrid, Ediciones Esco¬
rial, 1941.
M. MenéndezPelayo-Leopoldo Alas (Clarín). Epistolario. Prólogo de G. Mara-
ñón... Notas de Adolfo Alas, Madrid, Ediciones Escorial, 1943-
Fuente, Ricardo de la, «Algunas cartas dirigidas a Campoamor (Mesonero Ro¬
manos, Zorrilla, Pardo Bazán, Vico y Clarín)», Boletín del Instituto de Es¬
tudios Asturianos, XLVII, 142 (1993), pp 663-681.
Gamallo Fierros, Dionisio, «Aportaciones al estudio de Valle-Inclán», Revista
de Occidente, XV (1966), pp. 343-366.
-, «Las primeras reacciones de Galdós ante La Regenta<, La voz de Astu¬
rias, Oviedo, 30-VIH y 6, 10, 13 y 27-VTII de 1978. [Reimpreso en M. Pa¬
lenque, 1987, pp. 309-321],
-, «En el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Pereda», La Voz
de Asturias, 20 y 27 de agosto de 1983, pp. 19 y 27, respectivamente. [In¬
tercambio de cartas entre Pereda y Clarín relativas a la publicación de La
Regenta). [Reimpreso, parcialmente, en M. Palenque, 1987, pp. 302-308].
-, -La Regenta a través de cartas inéditas de la Pardo Bazán», en Clarín y
■La Regenta»en su tiempo [1987], pp. 277-312.
García Sarriá, Francisco, «Cartas de Clarín a José Quevedo», en Clarín o la he¬
rejía amorosa, Madrid, Gredos, 1975, pp. 241-280.
Gómez Santos, Marino, «La religiosidad de Leopoldo Alas. Dos cartas del Cla¬
rín íntimo», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, XII (1951), p. 240
y pássim.
Gómez-Tabanera, José M. y Rodríguez Arrieta, Esteban, «La “conversión” de
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARÍN 479

Leopoldo Alas Clarín a Don Francisco Giner (20-X-1887)», Boletín del


Instituto de Estudios Asturianos, XXXIX (1985), pp. 467-482.
Guastavino, Guillermo, "Algo más sobre Clarín y Teresa», Bulletin Hispani-
que, LXXIII, 1-2 (1971), pp. 132-159.
Lissorgues, Yvan, La penséephilosophique et religieuse de Leopoldo Alas (Cla¬
rín) 1875-1901, Paris, CNRS, 1983. [Cartas de Clarín a S. Moret y J. V. de
la Cuesta].
Martínez Cachero, José María (ed.) La Regenta, Barcelona, Planeta, 1963, p.
XXII. [Reproducción parcial de una carta de Clarín a Miguel Morayta
(1896) propiedad de don Paulino Pigón],
-, «Trece cartas inéditas de Leopoldo Alas a Rafael Altamira y otros pape¬
les*, Archivum, XV11I (1968), pp. 145-176.
-, -Un artículo necrológico y dos cartas inéditas de Clarín en 1895*, en Ho¬
menaje a Alvaro Galmés de Fuentes, Madrid, Gredos, 1985,1, pp. 509-518.
-, “Cartas son cartas. Epistolarios de escritores asturianos: el caso de Cla¬
rín*, en Actas 1 Congreso de Bibliografía Asturiana, Oviedo, Principado
de Asturias, Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud,
1992, pp. 400-409.
Martínez Martínez, Marcos G., «Cuatro cartas de Leopoldo Alas a Salvador
Rueda, 1887-1888*, en Clarín y "La Regenta en su tiempo [1987], pp. 1.081-
1.088.
Ortega, Soledad (ed.), Cartas a Galdós, Madrid, Revista de Occidente, 1965.
Revuelta Sañudo, Manuel (ed.), Marcelino Menéndez Pelayo. Epistolario, Ma¬
drid, Fundación Universitaria Española, 1982-1991.
Richmond, Carolyn, *Un nuevo epistolario de Clarín: la elaboración de Su
único hijo-, ínsula, 37, 423 (febrero, 1982), pp. 5, 12.
Rivas Andrés, Victoriano, -Me nacieron en Zamora. Circunstancias y puntua-
lizaciones», en Clarín y "La Regenta* en su tiempo [1987], pp. 227-229.
[Una carta inédita de Clarín a Ramos Camón fechada en Oviedo, 19 de
abril de 1893]*
Rodríguez Moñino, Antonio, *Clarín y Lázaro. Un pleito entre escritor y edi¬
tor (1889-1896)*, Bibliofilia, V (1951), pp. 47-70.
Sánchez Reyes, Enrique, "Centenarios y conmemoraciones. Epistolario con
Menéndez Pelayo*, Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, XXIX
(1953), pp. 109-114.

7.5.J. Repertorios bibliográficos

Botrel, Jean-Franyois, "Clarín*, en F. Rico (ed.), Historia y Crítica de la Li¬


teratura Española, Barcelona, Crítica, 1994, pp. 333-372.
Martínez Cachero, José María, «Adiciones a una bibliografía sobre Leopol¬
do Alas "Clarín*, Archivum, II (1952), pp. 408-420.
48 o PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Martínez Cachero, José María, «Crónica y bibliografía del primer centenario


de Leopoldo Alas: años 1951 y 1952-, Archivum, III, (1953), pp. 79-112.
-, «Bibliografía reciente sobre Clarín-, Boletín del Instituto de Estudios
Asturianos, XIII (1959), pp. 469-472.
Simón Díaz, José, Manual de Bibliografía de la Literatura Española, Ma¬
drid, Credos, 1980, pp. 610-614.
Torres, David, Studies on Clarín: An Annotated Bibliography, Methuen,
N. J.-London, The Scarecrow Press, 1987.
Turner, Harriet S., «Vigencia de Clarín: Vistas retrospectivas en torno a La
Regenta-, Arbor, CXVI, 456 (diciembre, 1983), pp. 379-402. (Reimpre¬
so en F. Durand (ed.), (1988), pp. 69-92.
Valis, Noel, Leopoldo Alas (Clarín) an Annotated bibliography, London,
Grant and Cutler, 1986.

7.5A. Bibliografía

Agudiez, Juan Ventura, Inspiración y estética en -la Regentade -Clarín-,


Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1970.
Alarcos Llorach, Emilio, «Notas a La Regenta*, Archivum, II (1952), pp. 141-
160. [Reimpreso en Ensayos y estudios literarios, Madrid, Júcar, 1976,
pp. 99-118; S. Beser (1982), pp. 225-245; y, parcialmente, en F. Rico
(1982), V, pp. 578-583.
-, «Notas remozadas sobre La Regenta-, Argumentos, VIII, 63-64
(1984), pp. 8-15. [Reimpreso en F. Durand (1988), pp. 313-322.
-, «Del capítulo XXX de La Regenta-, en Clarín y La Regenta en su tiem¬
po (1987), pp. 233-245.
Alonso, Luis Ricardo, -La Regenta: Contrapunto del ensueño y la realidad-,
Los Cuadernos del Norte, 24 (1984), pp. 3-9.
Alonso Menéndez, Soledad y León González, Susana, «Don Víctor Quinta-
nar: un ejemplo de caracterización cervantina», en Clarín y La Regen¬
ta en su tiempo [1987], pp. 385-394.
Altamira, Rafael, «Leopoldo Alas (Fragmento de un estudio): I El literato,
II El profesor-, en Cosas del día, Valencia, Sempere, 1907, pp. 82-99.
[Reimpreso en J. M.a Martínez Cachero (1978), pp. 23-33).
Amorós, Andrés, «Contra Clarín (algunas citas)-, Argumentos, 63-64 (1984),
pp. 48-59.
Anes Álvarez, Rafael, «La economía asturiana en La Regenta-, en Clarín y
La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 997-1.004.
Aranguren, José Luis L., «De La Regenta a Ana Ozores-, en Estudios litera¬
rios, Madrid, Gredos, 1976, pp. 177-211.
Archer, Robert, -La Regenta and the Problematics of Reading-, The Modern
Language Review, LXXXVII, 2 (1992), pp. 352-357.
Archivum, II (1952).
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 4^1

Argüelles, Juan Benito, "Nómina de personajes de La Regenta», Los Cua¬


dernos del Norte, 24 (1984), pp. 10-18.
Argumentas, VIII, 63-64 (1984), pp. 4-66.
Arroyo de López-Rey, Justa, -La Regenta de Clarín: Justicia, verdad, belle¬
za», Homenaje a Joaquín Casalduero, Madrid, Gredos, 1972, pp. 325-
339.
Avrett, Robert, «The Treatment of Satire in the Novéis of Leopoldo Alas
(Clarín)», Hispania, XXIV (1941), pp. 223-230.
Ayuso, José Paulino, -Devorar para ser devorado. Comentario para un ar¬
quetipo en La Regenta», Cuadernos de Investigación Filológica, XV
(1989), pp. 25-39.
Azorín, Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1947-1954.
-, «Una novela», ABC, 1-II-1950.
-, «Una lección de estilo», en Ejercicios de castellano [cap. XXX], Ma¬
drid, Biblioteca Nueva, 1960.
Baamonde Travesó, Gloria, «Indianos y gachupines: Análisis intertextual»,
en Actas del IV Simposio Internacional de la Asociación Española de
Semiótica, Madrid, Visor, 1992, pp. 537-543.
Balzen, Berit, «Domesticidad y transgresión: Madame Bovary, EffiBriesty
La Regenta-, Investigación Franco-Española, 9 (1993), pp 57-81.
Bandera Gómez, Cesáreo, «La sombra de Bonifacio Reyes en Su tínico hi¬
jo-, Bulletin of Hispanic Studies, XLVI (1969), pp. 201-225.
-, «Significación de Clarín en La vida es sueño-, Atlantida, 9, 53 (1971),
pp. 638-646.
Baquero Escudero, Ana L., «Variaciones narrativas en la obra de Clarín», Sa¬
lina, 10 (1996), pp. 148-154.
Baquero Goyanes, Mariano, «Una novela de Clarín: Su único hijo, Anales
de la Universidad de Murcia, X (1951-1952), pp. 125-171. [Reimpreso
en Prosistas Españoles Contemporáneos, Madrid, Rialp, 1956].
-, -Exaltación de lo vital en La Regenta», Archivum, II (1952), pp. 187-
216. [Reimpreso en Prosistas españoles contemporáneos, Madrid,
Rialp, 1956, pp. 127-172 y en J. M.1* Mártinez Cachero (1978), pp. 157-
178],
Barbachano, Carlos, •La Regenta y el cine», Los Cuadernos del Norte, 24
(1984), pp. 77-81.
Barbieri, Marie E., «Romantic Desillusionment in Clarín's Su único hijo and
Flaubert’s L'Education sentimentale, Romance Notes, 29, 3 (1989), pp.
183-190.
Barrera García, Consuelo, «Ana Ozores retorna al tiempo de su infancia»,
Notas y Estudios Filológicos, 7 (1992), pp. 71-105.
-, «Tiempo monumental en La Regenta», Notas y Estudios Filológicos, 8
(1993), pp. 33-55.
Barriuso Fernández, Emilio, »La función del mar en La Regenta», en Clarín
y La Regenta en su tiem[K>, (1987), pp. 395-411.
4*2 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Barroso, Elena, «Kinésica y caracterización corporal como marcas discursi¬


vas en La Regenta», Cauce, 16 (1993), pp. 193-202.
Bauer, Beth Wietelmann, «Novéis in Dialogue Pepita Jiménez and La Re¬
genta», Revista de Estudios Hispánicos, 25, 2 (1991), pp. 103-121.
-, “Confession in La Regenta: The Secular Sacrament», Bulletin 0/Hís¬
pante Studies, LXX, 3 (1993), pp. 313-323
-, «Something Lost: Translation, Transaction and Travesty in Clarín's Su
único hijo, Revista Hispánica Moderna, XLVIU, 1 (1995), pp. 92-105.
Bayle, Fran^ois y Romero Frías, Marina: «Religión y adulterio a través de
los objetos en Madame Bovary y La Regenta», en Y. Lissorgues (1988),
pp. 368-384.
Becarud, Jean, La Regenta de Clarín y la Restauración, Madrid, Taurus
(Cuadernos Taurus), 1965.
Bertrand De Muñoz, Maryse, «Estudio semiológico del tiempo en los capí¬
tulos 3, 4 y 5 de La Regenta», Letras de Deusto, XV (1985), pp. 103-132.
-, «La articulación temporal en La Regenta de Clarín», en Clarín y La Re¬
genta en su tiempo, (1987), pp. 413-420.
Beser Sergio, •‘Sinfonía de dos novelas: fragmentos de una novela de Cla¬
rín», ínsula, 167 (1960), pp. 1 y 2. [Reimpreso en Martínez Cachero
(1978), pp. 238-244],
-, Leopoldo Alas, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968.
-(ed.), Leopoldo Alas. Teoría y crítica de la novela española, Barcelo¬
na, Laia, 1972.
-, «El lugar de Sinfonía dedos novelasen la narrativa de Leopoldo Alas»,
en J. England (ed.), Hispanic Studies in Honourof Frank Pierce, Shef-
field, University of Sheffield, 1980, pp. 17-30.
- (ed.), Clarín y La Regenta, Madrid, Ariel, 1982.
-, «Espacio y objetos en La Regenta», en Clarín y su obra, Barcelona,
Universidad, 1985, pp. 211-228. [Reimpreso en Frank Durand, (1988),
pp. 47-68.
Blanco, Mercedes, «Les personnages dan l’espace textuel (La Regenta)», en
Lepersonnage en question, Toulouse, Universidad, 1984, pp. 241-249.
Blanco De Lalama, María Asunción, «Ana Ozores y La Regenta: del perso¬
naje romántico a la novela naturalista», R1LCE, 9, 2 (1993), pp. 153-169-
Blanco Gómez, Emilio F., «El asedio al castillo: motivo tradicional en La Re¬
genta», Epos, VI (1990), pp. 443-453-
Blanquat, Josette, «L’hommage de Clarín á un prélat asturien», Bulletin His-
panique, LXVIII (1966), pp. 216-252.
Bobes Naves, María del Carmen, «El espacio literario en La Regenta», Ar-
chivum, XXXIII (1983), pp. 117-130.
-, «La Valeur semiotique du temps dan le recit», Kodikas, 7, 1-2 (1984a),
pp. 107-120.
-, «Los espacios novelescos en La Regenta», Los Cuadernos del Norte, 24
(1984b), pp. 51-57.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 483

Bobes Naves, María del Carmen, «Significado y función de los personajes


secundarios [en La Regenta], Argumentos, VIII (1984c), pp. 63-64.
-, •La Regenta desde la estética de la recepción», Letras de Deusto, XV
(1985a), pp. 7-24.
-, Teoría general de la novela: Semiología de •La Regenta-, Madrid, Gre-
dos, 1985b.
-, «Retórica del personaje novelesco», Castilla, 11 (1986), pp. 37-55.
-, «Valor sémico del tiempo en La Regenta», Clarín y La Regenta en su
tiempo [1987], pp. 247-265.
-, «Técnicas narrativas en La Regenta-, efectos especulares», en Varia
Hispánica. Homenaje a Alberto Porqueras Mayo, Kassel, Reichenber-
ger, 1989, pp. 319-329.
Bonafoux, Luis, Yo y el plagiario Clarín (Tiquismiquis de Aramis), Madrid,
Administración, 1888.
Bonet, Laureano, «Temporalidad, memoria y ensueño en la obra de Clarín»,
en Clarín y su obra, (1985), pp. 121-143-
-, -La música como voz callada en La Regenta: un rastreo léxico», Los
Cuadernos del Norte, 23 (1984), pp. 64-69-
Botrel, Jean-Franyois (ed.), Preludios de Clarín, Oviedo, Instituto de Estu¬
dios Asturianos, 1972.
-, «La creación y su función en la obra de Clarín», en Clarín y su obra,
Barcelona, Promociones Universitarias, 1985, pp. 103-119. [Reimpreso,
parcialmente, en F. Rico, (1994), pp. 353-3551-
-, -Clarín y el Madrid Cómico. Historia de una colaboración (1883-
1901)», en Clarín y "La Regenta»en su tiempo, (1987), pp. 3-24.
-, «Le román en Espagne et temp de La Regenta: tendances et statisti-
ques», Co-Textes, 18 (1989), pp. 5-22.
-, «Alquimia y saturación del erotismo en La Regenta*>, en Discurso eró¬
tico y discurso trangresor en la cultura peninsular. Siglos xi al xx, Ma-
dridj Tuero, 1992, pp. 109-128.
-, «Clarín. Romanticismo y realismo», en F. Rico (1994), V, pp. 332-372.
Brent, A., Leopoldo Alas and -La Regenta-. A Study in Nineteentb Century
Spanish Prose Fiction, Columbia, The University of Missouri, 1951-
Buylla, Adolfo, «Necrología y significación de Leopoldo Alas», Anales de la
Universidad de Oviedo, 1 (1902), pp. 359-371.
Cabezas, J. A., -Clarín-el provinciano universal, Madrid, Espasa-Calpe, 1936.
-, «Los últimos años de Clarín», en Clarín y -La Regenta- en su tiempo,
(1987), pp. 25-32.
Cardona-Castro, Ángeles, «Ana Ozores y Effi Briest: un mundo y una épo¬
ca», en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 421-430.
Carlson, Janina, «Siguiendo las huellas de La Regenta», EHASH, II (1992),
pp. 565-372.
Charnon-Deutsch, Lou, «Speech and the Power of Speaking in La Regenta»,
Crítica Hispánica, IX (1987), pp. 69-86.
4^4 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Charnon-Deutsch, Lou, «Voyeurism, Pornography and La Regenta», Mó¬


dem Languages Studies, 19, 4 (1989), pp. 93-101.
-, -La Regenta and the Sutured Subject», Revista de Estudios Hispánicos,
28, 1 (1994), pp. 65-78.
Cifo González, Manuel, «La ironía y la sátira en La Regenta: variantes narrati¬
vas», Cuadernos Hispanoamericanos, 415 (1985), pp. 13-23-
Ciplijauskaité, Biruté, »Don Fermín de Pas, ¿antimodelo de don Magín?»,
Actas del VIL Congreso Internacional de Hispanistas, Roma, Bulzoni
Editore, 1982, pp. 307-315.
Clarín y -La Regenta» (1884-1984), Madrid, Ministerio de Cultura, 1984.
Clarín y«La Regenta»en su tiempo. Actas del Simposio Internacional, Ovie¬
do, Universidad, Ayuntamiento, Consejería de Educación, Cultura y
Deportes, 1987.
Clarín y su obra. En el centenario de -La Regenta»(Barcelona, 1884-1885).
Actas del Simposio Internacional celebrado en Barcelona del 20 al 24
de marzo de 1984. Edición de Antonio Vilanova, Barcelona, Facultad
de Filología, 1985.
Clavería, Carlos, «Flaubert y La Regenta de Clarín», Hispanic Review, X (1942),
pp. 116-125. [Reimpreso en Cinco estudios de literatura española mo¬
derna, Salamanca, Universidad, 1945; J. M.a Martínez Cachero (1978),
pp. 179-193; S. Beser (1982), pp. 163-1831.
Coletes Blanco, Agustín,«Laspra en Su único hijo: un apunte clariniano», Bo¬
letín del Instituto de Estudios Asturianos, XLVII, 142 (1993), pp. 449-464.
-, «De Ana Ozores a Serafina Gorgheggi: en torno a la impronta angé¬
lica en las novelas mayores de Leopoldo Alas Clarín», Boletín del Ins¬
tituto de Estudios Asturianos, 145 (1995), pp. 343-363.
Corona Marzol, Gonzalo, «El capítulo quinto de La Regenta y El sí de las ni¬
ñas-, Revista de Investigación, VIII (1984), pp. 7-23.
Correa, Gustavo, «El Bovarismo y la novela realista española», Anales Gal-
dosianos, XVII (1972), pp. 25-32.
Co-Textes, 18 (noviembre de 1889).
Cuadernos del Norte, Los, II, 7 (mayo-junio, 1981) y V, 23 (enero-febrero,
1984).
Custodio, Alvaro, «El sentido dramático de La Regenta-, en Clarín y La Re¬
genta en su tiempo (1987), pp. 265-275.
Díaz, Luis Felipe, Ironía e ideología en La Regenta de Leopoldo Alas, New
York, American University Studies, 1992.
Diederich, Bettina, Clarín: La Regenta-Ein Babel der Sieben Todsünden,
Bonn, Romanistischer Verlag, 1997.
Donahue, Moraima de S., »La doble seducción de La Regenta-, Papeles de
Son Armadans, 71 (1973), pp. 209-228.
Doremus Sánchez, Elizabeth, *La Regenta as Spatial-Form Narrative: A
Twentieth-Century Perspective», Modern Language Notes, CIII (1988),
pp. 335-349.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 485

Durand, Frank, A Critical Análisis of Leopoldo Alas’ La Regenta (tesis doc¬


toral inédita), University of Michigan, 1962.
-.«Structural Unity in Leopoldo Alas’ La Regenta*, Híspanle Review, XX-
XI (1963), pp. 324-335.
-, ■Characterization in La Regenta Point of View and Theme», Bulletin
of Hispanic Studies, XLI (1964), pp. 86-100. [Reimpreso en S. Beser
(1982), pp. 247-270].
-, «Leopoldo Alas, Clarín: Consistency of Outlook as Critic and Nove¬
lista, Romanic Review, LVI (1965), pp. 37-49. [«Leopoldo Alas, Clarín
Coherencia entre sus ideas críticas y La Regenta-, en Sergio Beser
(1982), pp. 95-1151.
-, «El crimen religioso y ético de Ana Azores», Los Cuadernos del
Norte, 24 (1984), pp. 19-24. [Reimpreso en F. Durand (1988),
pp. 299-3091.
-, «Dimensiones irónicas y estéticas en el estilo de La Regenta*, en Cla¬
rín y su obra, (1985), pp. 145-162.
-, «La estructura de La Regenta y el drama de la interpretación», en Hi¬
tos y Mitos de-La Regenta-, (1987), pp. 54-59-
-(ed.), La Regenta de Leopoldo Alas, Madrid, Taurus, 1988.
-, «Structure and the Drama of Role-Playing in La Regenta», en N. Valis
(1990), pp. 141-154.
Eberenz, Rolf, «Cultura, estética y sociedad en La Regenta de Clarín», Ibero
Romanía, XXI (1985), pp. 65-78.
Elizalde, Ignacio, «Ideología religiosa de Clarín», Letras de Deusto, XV
(1985), pp. 45-68.
-, «Personajes femeninos en la obra de Clarín», Letras de Deusto, XVI
(1986), pp. 181-186.
Eoff, Sherman H., «En busca de un dios de amor: Gustave Flaubert, Leo¬
poldo Alas», en El Pensamiento moderno y la novela española, Barce¬
lona, Seix Barral, 1965, pp. 59-90.
Faliére, Héléne,«Les liaisons dangereuses/ La Regenta: des analogies trou-
blantes», Co-Textes, 18 (1989), pp. 57-63-
Fanego López, Otilia, «En torno a la función de lo francés en La Regenta»,
en Imágenes de Francia en las Letras Hispánicas, Barcelona, PPU,
1989, pp. 155-164.
Feal Deibe, Carlos, «La anunciación a Bonis: análisis de Su único hijo-, Bu¬
lletin of Hispanic Studies, LI (1974), pp. 255-271.
Fedorcheck, Robert M., «Clarín y Eya de Queiroz», Nueva Revista de Filolo¬
gía Hispánica, 27 (1978), pp. 336-345.
Fernández, María Soledad, «Estrategias de poder en el discurso realista: La
Regenta y Fortunata y Jacinta-, Hispania, 75, 2 (1992), pp. 266-274.
Fernández Díaz, María del Carmen, «Posibles huellas de La Princesse de
Cléves en La Regenta», Investigación Franco-Española, 4 (1991), pp
91-98.
4^6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Fernández Gutiérrez, José María, «Función de los objetos de interiores», en


Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 431-439.
Ferreras, Juan Ignacio, «La Regenta ante un nuevo método», en Introduc¬
ción a una sociología de la novela española del siglo xix, Madrid, Edi-
cusa, 1973, pp. 197-223.
Fortes Fernández, José A., «El realismo límite de Clarín. Una lectura de La
Regenta?, en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 441-455.
Fuentes, Víctor, «Los límites del Naturalismo de Clarín en La Regenta?, Ar-
bor, CXI (1982), pp. 173-180.
-, «El realismo integral de La Regenta y Fortunata y Jacinta?, Hispanic
Review, 57, 1(1989), pp. 43-56.
García Álvarez, M.a Teresa Cristina, «Eya de Queiroz y Clarín (cotejo entre
El primo Basilio y La Regenta)?, en Estudios ofrecidos a Emilio Atareos
Llorach, Oviedo, Universidad, 1979, IV, pp. 419-427.
García de Cortázar Ruiz de Aguirre, Fernando, «Iglesia y religión en la Espa¬
ña de La Regenta?, Letras de Deusto, XV (1985), pp. 25-44.
García San Miguel, Luis, El pensamiento de Leopoldo Alas, Madrid, Centro
de Estudios Constitucionales, 1987.
-, De la sociedad aristocrática a la sociedad tradicional, Madrid, Cua¬
dernos para el Diálogo, 1973-
García Sarriá, F., Clarín o la herejía amorosa, Madrid, Gredos, 1975.
-, ?Su único hijo en la obra de Clarín», en Actas del IVCongreso Interna¬
cional de Hispanistas, Salamanca, Universidad, 1982,1, pp. 599-609.
-, «Formas narrativas en España a finales del siglo xix y Su único hijo?,
en Estudios de novela española moderna: texto y subtexto de Galdós a
Guelbenzu, Madrid, Playor, 1987, pp. 36-44.
Gargano, Antonio, «11 “panno grigio” e la “federa di seta”: Noia e amore a
Vetusta», Confronto Letterario, 11, 21 (1994), pp. 129-138.
Gerrard, Lisa, «The feminist Dimensión of La Regenta-, Letras Femeninas,
XIII (1987), pp. 91-99.
Gilman, Stephen, «La novela como diálogo: La regenta y Fortunata y Ja¬
cinta?, Nueva Revista de Filología Hispánica, XXIV (1975), pp. 438-
448.
Giné Janer, Marta, «Radiografía de un ideal: la pasión amorosa de Bonifa¬
cio Reyes», Scriptura, 1 (1986), pp. 15-23.
-,«Una vie y Su único hijo: el porqué de una semejanza», en Imágenes
de Francia en las letras hispánicas, Barcelona, PPU, 1989, pp. 65-75.
Glen, Lee Taylor, Leopoldo Alas y E$a de Queiroz: Estudio comparativo de
La Regenta, O Crime do Padre Amaro y O Primo Bazilio, Ann Arbor,
UMI, 1990.
Gold, Hazel, «Show and tell: from museum to Novel in Clarín’s La Regen¬
ta?, España Contemporánea, III (1990), pp. 47-70.
-, «Literature in a Paralytic Mode: Digression as Transgression in La
Regenta?, Revista Hispánica Moderna, XLVIII, 1 (1995), pp. 54-68.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 487

Gómez Palmeiro, Rosendo, «Minuciosidad y selección en La Regenta», en


Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 457-465.
Gómez-Santos, Marino, Leopoldo Alas -Clarín*. Ensayo bio-bliográfico,
Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1952.
González de Ávila, Manuel, «Notas para el estudio del espacio narrativo
en La Regenta*, Las Nuevas Letras, 277-278 (1991), pp. 23-46.
-, «El juego de los sentidos en La Regenta», Bulletin Hispanique, XCV, 2
(1993), pp. 587-602.
González Herrán, José Manuel, «Lectura cinematográfica de La Regenta»,
en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 467-481.
-, «Una reseña olvidada de Su único hijo de Clarín», Boletín de la Bi¬
blioteca Menéndez Pelayo, LXIII, 1987, pp. 353-363-
González López, Etelvino, Un magistral para la Regenta, Villaviciosa, Aso¬
ciación Amigos del Paisaje de Villaviciosa, 1986.
Gramberg, Eduard J., Fondo y forma del humorismo de Leopoldo Alas -Cla¬
rín-, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1958.
-, -Su único hijo, una novela incomprendida de Leopoldo Alas», Hispa-
nia, XLV (1962), pp. 194-199- [Reimpreso en J. M.4 Martínez Cachero
(1978), pp. 204-211],
Gross Castilla, Amanda, «Lo que La Regenta debe a Emile Zola», en Clarín
y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 505-515.
Guillén, Claudio, «Apuntes para un estudio de la diégesis en La Regenta*,
en Clarín y su obra, (1985), pp. 265-291.
Gullón, Agnes Moncy, «El esperpento romántico en manos de un realista:
Su único hijo-, Río Piedras, 5-6 (1974-1975), pp. 103-112. [Traducido al
inglés en N. Valis (1990), pp. 155-166].
-, «Tratamiento y punto de vista en el capítulo XI de La Regenta», en Hi¬
tos y Mitos de -La Regenta-, (1987), pp. 76-80.
Gullón, Germán, «Invención y reflexividad discursiva en La Regenta», en
La novela como acto imaginativo, Madrid, Taurus, 1983, pp. 123-147.
-, «Clarín o la complejidad narrativa», en El narrador en la novela del
siglo xix, Madrid, Taurus, 1976, pp. 133-148.
-, -Clarín, novelista moderno. Focalización y narración en La Regenta-,
en Hitos y Mitos de -La Regenta-, (1987), pp. 50-53.
-, «Visión y lectura en La Regenta-, en F. Durand (1988), pp. 323-335.
-, La novela del siglo xix.- estudio sobre su evolución formal, Amster-
dam-Atlanta, Editions Rodopi B. V., 1990, pp. 65-79.
-, La novela moderna en España (1885-1902). Los albores de la mo¬
dernidad, Madrid, Taurus, 1992, p. 77-90.
Gullón, Ricardo, «Aspectos de Clarín», Archivum, II (1952), pp. 161-187.
-, «Leopoldo Alas y su lector», en Clarín y La Regenta en su tiempo,
(1987), pp. 313-328.
Hafter, Monroe Z., «Heroism in Alas and Carlyle’s On Ileroes-, Modern
Language Notes, XCV, 2 (1980), pp. 312-334.
488 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Hafter, Monroe Z., -A Goncourt Clue to Clarín Plot>, Comparative Litera-


ture Studies, XIX (1982), pp. 319-334.
Hart, Stephen, «Víctor versus Alvaro in Alas’ La Regenta: An Analysis of a
Scene in Volumen II, Chaper XVT», AUMLA, 68 (1987), pp. 285-291.
Hatzfeld, Helmut, «Two Stylizations of Clerical Tragedy: O Crime do Padre
Amaro (1875) and La Regenta (1884)», en Literary Studies in Honor of
Joseph G. Fucilla, Madrid, Porrúa, 1977, pp. 181-195-
-, «La imitación estilística de Madame Bovary (1857) en La Regenta
(1884)», Thesaurus, XXXII (1977), pp. 40-53.
Hernández, N., «Emma, Ana, and Religión: A Comparative Study of Mada¬
me Bovary and La Regenta», Platte Valley Review, 9 (1981), pp. 74-78.
Hitos y Mitos de *La Regenta», monografías de Los Cuadernos del Norte, 4
(1987).
Ife, B. W., «Idealism and Materialism in Clarín’s La Regenta: Two compa¬
rative studies», Revue de Littérature Comparée, XLIV (1970), pp. 273-
295.
ínsula, 167 (octubre, 1960) y 451 (junio, 1984).
Iranzo, Carmen, «Tres prólogos a La Regenta», Cuadernos Bibliográficos,
10(1983), pp. 3-11.
Jackson, Robert M.,«Cervantismo in the Creative Process of Clarín's La Re¬
genta-, Modern Language Notes, LXXXIV (1969), pp. 208-227.
-, -La Regenta and Contemporary History», Revista de Estudios Hispá¬
nicos, XI (1977), pp. 287-302.
Jammes, Robert, -La Conquéte de Plassans de Émile Zola, hipotexto de La
Regenta-, en Y. Lissorgues (1988), pp. 385-399.
Junceda Avello, E., «Análisis sexológico de la novela de Clarín: Su único
hijo», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, XXXVIII (1984), pp.
187-203.
Kronik, John W., «La modernidad de Leopoldo Alas», Papeles de Son Ar-
madans, XLI (1966), pp. 121-134.
-, «El beso del sapo: Configuraciones grotescas en La Regenta-, Clarín
y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 517-524.
Küpper Werner, Leopoldo Alas «Clarín» und derfranzósische Naturalis-
mus in Spanien, Colonia, Universidad de Colonia, 1958.
Labanyi, Jo, «Mysticism and Hysteria in La Regenta: The Problem of Fema-
le Identity», en Feminist Readings on Spanish and Latin-American,
Lewiston, The Edwin Mellen Press, 1991, pp. 37-46.
Laffitte, George, -Madame Bovary et La Regenta», Bulletin Hispanique,
XLV(1943), pp. 157-163.
Larsen, Kevin S., «On the Paternity of Clarín’s Second Novel: Su único hi¬
jo and Goethe’s Die Wahlverwandtschaften-, Germanisch Romanis-
che Monatsschrift, 40, 4 (1990), pp. 408-421.
-, «Another Guest at Dinner: La Regenta and the Symposium», Revista
Hispánica Moderna, XLV, 2 (1992), pp. 169-180.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 489

Larsen, Kevin S., -Hunger, Heat, and Humiliation Aspects of the Alimen-
tary Thermodynamics of La Regenta», Hispanic Journal, XV, 1
(1994), pp. 73-88.
Le Naturalisme dans les littératures de langues européennes. Actes du Co¬
loque International tenu á l’Université de Nantes 21-23 septembre
1982présentéspar Yves Chevrel, Nantes, Université, 1983-
Letras de Deusto. XV, 32 (mayo-agosto, 1985).
Lissorgues, Yvan, «Idée et réalité dans Su único hijo, de Leopoldo Alas, Cla¬
rín-, Les Langues Néo-latines, LXXVI, 243 (1982), pp. 47-64.
-, La pensée philosopbique et religieuse de Leopoldo Alas (Clarín)
(1885-1901), Paris, CNRS, 1983.
-, -Ética y estética en Su único hijo de Leopoldo Alas, Clarín, en Cla¬
rín y su obra: (1985), pp. 181-210.
-, -Heterodoxia y religiosidad: Leopoldo Alas (Clarín), Unamuno, Ma¬
chado», Cuadernos Hispanoamericanos, 440-441 (1987a), pp. 237-250.
-, -Ética, religión y sentido de lo humano en La Regenta», en Hitos y Mi¬
tos de -La Regenta-, (1987b), pp. 20-31.
-(ed.), Realismo y Naturalismo en España en la segunda mitad del si¬
glo xix, Barcelona, Anthropos, 1988.
-, -Le narrateur dans La Regenta— Notes», Co-Textes, 18 (1989), pp. 43-56.
-, «Le Prétre et la femme: Le Cas du Magistral de La Regenta, Don Fer¬
mín de Pas», en Francis Cerdan (ed.), Hommage a RobertJammes, Tou-
louse, PU du Mirail, 1994, pp. 693-705.
Little, William and Schraibman, Joseph, -Notas sobre el motivo de la pater¬
nidad en Su único hijo de Clarín-, Boletín del Instituto de Estudios As¬
turianos, 93-94 (1978), pp. 21-29.
López, Ignacio Javier, Caballero de novela. Ensayo sobre el donjuanismo
en la novela española moderna, 1880-1930, Barcelona, Puvill Libros,
1986, pp. 73-131.
-, -Clarín y la imaginación literaria romántica», Revista Hispánica Mo¬
derna, 48 (1995), pp. 274-285.
López, M. Berta, -El deseo triangular en La Regenta», Estudios Filológicos,
22 (1987), pp. 59-76.
López Fanego, Otilia, -En torno a La Regenta: tres breves alusiones a tres
temas transcendentales», en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987),
pp. 525-536.
López Jiménez, Luis, -Los personajes de Zola recreados por Clarín», en Cla¬
rín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 537-547.
Lorda Alaiz, F. M., -Morphematique litteraire (sur le chapitre VlIIe de La Re¬
genta de Leopoldo Alas)», en Handelingen van het tweeendertigste Ne-
derlands Filologencongres, Amsterdam, Holland U. P., 1974, pp. 217-
220.
Lott, Robert E., «El estilo directo libre en La Regenta», Romance Notes,
15 (1973), pp. 259-263-
490 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Luna Traill, Elizabeth, «Notas para un posible análisis estructural de La


Regenta de Leopoldo Alas», en Actas del VI Congreso Asociación
Lingüística y Filología, México, Universidad, 1988, pp. 969-976.
Luxemburg, Jan van, «Ana’s Pedestal: A Counterreading of La Regenta-,
Style, 22, 4 (1988), pp. 559-575.
-, La Regenta. Rhetoric and religión», Hispania Journal, XI, 2
(1990), pp. 71-89.
Malcon, Mary Luz, «La Regenta: contrafigura de Carmen», Cuadernos
Hispanoamericanos, 415 (1985), pp. 5-11.
-, «Las mujeres de Vetusta», en Hitos y Mitos de »La Regenta-, (1987),
pp. 140-146.
Mandrell, James, «Malevolent Insemination: Don Juan Tenorio in La Re¬
genta-, en N. Valis (1990), pp. 1-28.
Marcos, Balbino, «El catalejo del magistral de Vetusta», Letras de Deusto,
XV (1985), pp. 69-85.
Maresca, Mariano, Hipótesis sobre Clarín. El pensamiento crítico del re-
formismo español, Granada, Diputación Provincial, 1985.
Martínez Cachero, José María, «Crónica y bibliografía del Primer Cente¬
nario de Leopoldo Alas: años 1951 y 1952», Archivum, III (1953),
pp. 79-112.
-, «Leopoldo Alas narrador (sus cuentos, sus novelas, Su único hijo-,
Estafeta Literaria, 402-404 (1968), pp. 21-26.
-(ed.), Leopoldo Alas -Clarín-, Madrid, Taurus, 1978.
-, -La Regenta y Clarín en sus días: noticias de una crítica negativa»,
ínsula, 451 (1984a), p. 7.
-, Las palabras y los días de Leopoldo Alas. Miscelánea de estudios
sobre -Clarín-, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1984b.
-, «Vetusta: los sendos de una sociedad provinciana», Letras de Deus¬
to, XV (1985), pp. 159-170.
-, «Recepción de La Regenta in vita de Leopoldo Alas», en Clarín y
-La Regenta- en su tiempo, (1987), pp. 71-92.
-, «Clarín», en Ricardo de la Fuente (ed.), Historia de la Literatura
Española, Madrid, Júcar, 1993, pp 189-360.
Martínez Carazo, Cristina, «El acto de mirar en La Regenta de Clarín»,
Hispanic Journal, 3 (1993), pp. 29-39.
-, «Voces y conciencias en Su único hijo, Torre de Papel, 3, 3 (Fall
1993), pp. 21-28.
-, «La huella de lo visual en Su único hijo, de Clarín», Crítica Hispá¬
nica, XVI, 2 (1994), pp. 345-355.
Martínez Fernández, C., «Formación y función de las figuras poéticas en
La Regenta-, en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 549-
567.
Martínez Galán, Rosario, «La descripción del escenario en La Regento, en
Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 569-586.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 491

Martínez Torrón, Diego, -El naturalismo de La Regenta», Cuadernos Hispa¬


noamericanos, 380 (1982), pp. 5-46. [Reimpreso en Estudios de Litera¬
tura Española, Barcelona, Anthropos, 1987, pp. 91-1431.
-, «Ediciones recientes de La Regenta», Cuadernos Hispanoameri¬
canos, 415 (1985), pp. 64-74.
-, «El naturalismo de La Regenta», en Clarín y La Regenta en su tiem¬
po, (1987), pp. 587-628.
Masip Acevedo, Julio, «Alrededor de La Regenta. Don Fermín de Pas y
Don José María de Cos», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos,
XXXVIII (1984), pp. 845-858.
Masip Hidalgo, Antonio, «El deporte y La Regenta*, en Clarín y La Re¬
genta en su tiempo, (1987), pp. 629-648.
Mazzeo, Guido E., «La voluntad ajena en Los Pazos de Ulloa y La Regen¬
ta-, Duquesne Hispanic Review, IV (1965), pp. 153-161.
-, «The Banquet Scene in La Regenta: A Case of Sacrilege», Romance
Notes, 10 (1968), pp. 68-72.
Melón Ruiz de Gordejuela, Santiago, «Clarín y el Bovarysmo», Archivum,
II (1952), pp. 69-87.
Meregalli, Franco, Clarín y Unamuno, Milano, La Goliardica, 1956.
Miller, Stephen, «¿Clarín y/o Galdós?», en Hitos y Mitos de «La Regenta»,
(1987), pp. 134-135.
Miralles, E., La novela española de la Restauración (1875-1885): sus
formas y enunciados narrativos, Barcelona, Puvill.Editor, s. a.,
(1979). '
Miravalles Rodríguez, Luis, «El Magistral de La Regenta, ¿personaje real o
inventado? Paralelismos entre Fermín de Pas y José María de Cos y
Macho>, en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 649-660.
Montero, Juan, «La paternidad equivoca y heroica de Bonifacio Reyes en Su
único hijo de Clarín-, Philologia Hispalensis, III (1989), pp. 189-199.
Montes Huidobro, Matías, «Riqueza estilística de La Regenta», Revista de
Estudios Hispánicos, III (1969), pp. 43-59-
-, Su único hijo: sinfonía avatar de Clarín-, Archivum, XXII (1972),
pp. 149-209.
Montón Puerto, Pedro, «Los personajes aragoneses de La Regenta», en
Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 679-693-
Morales, Ma Cruces, «Crítica de arquitectura y urbanismo en La Regenta■>,
en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 695-705.
Moreno Hernández, Carlos, «Seudorromanticismo y cursilería: Su único
hijo. Letras de Deusto, 45 (1989), pp. 93-103-
Morote, Luis, -La Regento, en S. Beser (1982), pp. 303-309.
Mundi Pedret, Francisco, «Los estamentos eclesiásticos en tiempo de
Clarín-, en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 707-722.
Narrativa de la Restauración. Mesa redonda organizada por el Depar¬
tamento de Literatura de la Universidad de Amsterdam (1 y 2 de
492 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

abril de 1982). Presentación por Manuel L. Abellán, Amsterdam,


Rodopi, 1984.
Nimetz, Michael, «Eros and Ecclesia in Clarín’s Vetusta-, Modern Lan-
guage Notes, LXXXVI (1971), pp. 242-253- [Reimpreso en F. Durand
(1988), pp. 190-2031.
Núñez, Carmen; Saiz, C. y Samlancant, N., »Emma Bovary y Ana Ozores:
Lectura comparada-, en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp.
723-730.
Núñez Rey, Concepción, «La Regenta y O primo Basilio, en Clarín y La Re¬
genta en su tiempo, (1987), pp. 731-750.
Núñez De Villavicencio, Laura, “Reiteración y extremismo en el estilo cre¬
ativo de Clarín», Hispania, LIV (1971), pp. 459-469-
-, La creatividad en el estilo de Leopoldo Alas «Clarín-, Oviedo, IDEA,
1974. [Reimpresas las páginas 173-180 en F. Rico (1982), V, pp. 549-
5971.
Oleza, Juan, «La Regenta y el mundo del joven Clarín-, en Clarín y su obra,
(1985), pp. 163-180.
-, «Su único hijo versus La Regenta: una clave espiritualista-, en Y. Lis-
sorgues (1988), pp. 421-426.
-, «Su único hijo y la disolución de la fábrica naturalista-, ínsula, 514
(1989 a), pp. 27-28.
-, «De novelas y paternidades: Clarín, Bourget, Rod y Margueritte», en
Homenaje al profesor Antonio Vilanova, Barcelona, Universidad,
1989b, II, pp. 473-485
-, «Espiritualismo y fin de siglo: convergencia y divergencia de res¬
puestas», en Imágenes de Francia en las letras hispánicas, Barcelona,
PPU, 1989c, pp. 77-88.
Ontañón De Lope Blanch, Paciencia, «El matrimonio de la Regenta (Un en¬
foque psicoanalítico)», en Homenaje a Alvaro Galmés de Fuentes, Ma¬
drid, Gredos, 1985,1, pp. 531-544.
-, Ana Ozores, La Regenta. Estudio psicoanalítico, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1987.
-, «Dos viajes de boda: el de La Regenta y el de Clarín-, Anuario de Le¬
tras, XXX (1992), pp 191-195.
Ortega, José, «Don Fermín de Pas: un estudio de superbia et concupiscen¬
te catbolicis {La Regenta, de Clarín)», Revista de Estudios Hispánicos,
IX (1975), pp. 323-342. [Reimpreso en F. Durand (1988), pp. 204-219).
Oteo Sans, Ramón, «La primera edición de La Regenta, una muestra biblio¬
gráfica del esteticismo catalán-, en Clarín y La Regenta en su tiempo,
(1987), pp. 195-200.
Palomo, M.a del Pilar, «Las ocultas congruencias clarinianas Hacia un texto
total-, en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 873-896.
Palls, Byron P, «El Naturalismo de La Regenta-, Nueva Revista de Filología
Hispánica, XXI (1972), pp. 23-39.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 493

Panebianco, Candido, «Personaggi e problemática ne La Regenta?, Sicolo-


rum, 23 (1970), pp. 158-174.
Paulino, J., «Devorar para ser devorado. Comentario sobre un arquetipo en
La Regenta de Clarín», Cuadernos de Investigación Filológica, XV, 1, 2
(1989), pp. 25-39.
Pelegrín, Benito, «Doña Ana en la cama, la Regenta en el diván», Cabiers
d’Études Romanes, 5 (1979), pp 139-166. [Reimpreso en F. Durand
(1988), pp. 273-298],
Peña, Vidal, «Algunas noticias de La Regenta?, Los Cuadernos del Norte, II, 7
(mayo-junio 1981), pp. 36-42.
Percival, Anthony, «Sexual Irony and Power in Su único hijo, La Cbispa’83,
New Orleans, Tulane University, 1983, pp. 221-229-
Polo De Bernabé, José M., «Mito y símbolo en la estructuración narrativa de
La Regenta?, Papeles de Son Armadans, LXVIII (1973), pp. 121-140.
[Reimpreso en F. Durand (1988), pp. 401-414],
Posada, Adolfo, Leopoldo Alas, -Clarín?, Oviedo, Imprenta La Cruz, 1946.
-, Fragmentos de unas memorias, Oviedo, Universidad de Oviedo,
1983.
Prenerón Vinche, Paula, El influjo de Sade en Flauberty Clarín, Alicante,
Universidad, 1996.
-, Madame Bovary-La Regenta. Parodia y contraste, Murcia, Universi¬
dad, 1996.
Proaño, Franklin, «Cambios de identidad en Ana Ozores», Nueva Revista de
Filología Hispánica, XXIII (1974), pp. 115-121. [Reimpreso en F. Du¬
rand (1988), pp. 250-257].
-, «Tricotomías del Yo en los personajes de Clarín», Boletín del Instituto
de Estudios Asturianos, XXVIII (1974), pp. 313-321.
-, «Religious and Secular Aspects of Leopoldo Alas, Clarín», University
ofDayton Review, 13, 3 (1979), pp. 27-31.
Ramos Gascón, Antonio (ed.), Clarín, obra olvidada. Artículos de crítica,
Madrid, Júcar, 1973.
Realismo y Naturalismo en España en la segunda mitad del siglo xix. Actas
del Congreso Internacional en la Universidad de Toulouse-le-Mirail
del3 al 5 de noviembre de 1987. Editado por Yvan Lissorgues, Barce¬
lona, Anthropos, 1988.
Resina, Joan Ramón, «Tiempo mítico y “tajada de vida” en Su único hijo,
novela de Clarín», Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 14, 1
(1989, Fall), pp. 95-116.
-, «La ambigüedad temporal en Su único hijo, Nueva Revista de Filolo¬
gía Hispánica, 39, 2 (1991), pp. 1025-1049.
Rice, Miriam W., «Vetusta invertebrada: el particularismo en un contexto as¬
turiano», South Atlantic Bulletin, 42, 2 (1977), pp. 67-75.
-, «The meaning of Metaphor in La Regenta?, Revista de Estudios His¬
pánicos, 11 (1977), pp. 141-151
494 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Rice, Miriam W., «Metaphorical Foreshadowing in La Regenta-, Hispanófi¬


la, LXXI (1981), pp. 41-52.
Richmond, Carolyn, -A “Peristyle” without a Roof: Clarín’s Su único hijo
and Its Unfinished Trilogy", en Studies in Honor of Ruth Lee Kennedy,
Chapel Hill, Estudios de Hispanófila, 1977, pp. 85-102. [Reproducido
en castellano en La Torre. Revista de la Universidad de Puerto Rico,
27, 103-104/105-106 (1979) pp. 113-140.
-, «La ópera como enlace entre dos obras de Clarín: Amoréfurboy Su
único hijo", ínsula, 377 (1978), p. 3-
-, «Un eco de Maupassant en Clarín: el desenlace de Su único hijo,
Los Cuadernos del Norte, 16 (1982), pp. 28-33.
-, «El heroísmo irónico de Vetusta», Los Cuadernos del Norte, V, 23
(1984a), pp. 82-86.
-, «Gérmenes de La Regenta en tres cuentos de Clarín», Argumentos,
VIII (1984b), pp. 16-21. [Reproducido en Actas del VIII Congreso In¬
ternacional de Hispanistas, Madrid, Istmo, 1986, II, pp. 499-506].
—,«La Regenta, mirada y vista», ínsula, 451 (1984c), p. 4. [Reimpreso en
F. Durand (1988), pp. 352-357].
-, «Conexiones temáticas y estilísticas entre el libro Pipá y La Regenta
de Clarín», en Clarín y su obra, (1985), pp. 229-250.
-, «Experiencias operísticas en La Regenta: II barbiere di Siviglia y el
Fausto, en Hitos y Mitos de La Regenta, (1987a), pp. 108-119.
-, «Análisis de un personaje secundario de La Regenta: Don Saturnino
Bermúdez», en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987b), pp. 329-352.
-, «En torno al vacío: la mujer, idea hecha carne de ficción en La Re¬
genta de Clarín», en Y. Lissorgues (1988), pp. 341-367.
-, «Las ideas de Leopoldo Alas Clarín sobre la mujer en sus escritos
previos a La Regenta», en Homenaje al profesor Antonio Vilanova,
Barcelona, Universidad, 1989, II, pp. 523-539.
-, «Los clásicos en la obra de Clarín», en Eugenio Suárez Galbán (ed.),
La ínsula sin nombre: Homenaje a Nilita Vientos Gastón, José Luis
Cano y Enrique Cantío, Madrid, Orígenes, 1990, pp. 115-119.
Rico, Francisco (ed.), Historia y crítica de la Literatura Española. 5/1. Ro¬
manticismo y Realismo. Primer Suplemento, Barcelona, Crítica, 1994,
pp. 333-372.
Rico Avelló, Carlos, «Aspectos psicosexuales en La Regenta-, Boletín del
Instituto de Estudios Asturianos, XXXIX (1985), pp. 841-872.
Rivkin, Laura, Eclectic Naturalism in tbe Novéis of Leopoldo Alas, Clarín
(Tesis inédita), Berkeley, University of California, 1980.
-, «Extranatural Art in Clarín’s Su único hijo-, Modern Language Notes,
XCVII(1982), pp. 311-328.
-, «Melodramatic Plotting in Clarin’s La Regenta-, Kentucky Romance
Quarterly, XXXIII (1986), pp. 191-200. [Reimpreso en F. Durand
(1988), pp. 358-370],
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 495

Rivkin, Laura, *El ideal musical de Clarín”, en Hitos y Mitos de la Regenta,


Oviedo, (1987a), pp. 68-75.
-, »Seeing, painting and picturing in La Regenta», Hispanic Review, LV
(1987b), pp. 301-322.
Roberts, Gemma, «Notas sobre el realismo psicológico de La Regenta-, Ar-
cbivum, XVIII (1968), pp. 189-202. [Reimpreso en J. M4 Martínez Ca¬
chero (1978), pp. 194-203).
Rodiek, Christoph, «Probleme der vergleichenden Rangbestimmung literaris-
cher Werke (Effi Briest, La Regenta, O Primo Basilio)', Neohelicon, 15, 1
(1988), pp. 275-300.
Rodríguez, Alfred y Donahue, D., «The Exceptional Function of Some Ñames
in Su único hijo-, Literary Onomastics Studies, 11 (1984), pp. 197-207.
Rodríguez Bravo, Juan L., -La Regenta y La Conquéte de Plassans: notas
sobre una posible relación», Revista de Literatura, XLVII, 94 (1985),
pp. 179-186.
Rogers, Douglass M., «Donjuán, Donjuanismo and the Death in Clarín», Sym-
posium, 30, 4 (1976), pp. 325-34. [Reimpreso en F. Durand (1988), pp.
93-114).
Rogers, Edith, «Surrogates, parallels, and paraphrasings in La Regenta-, Revis¬
ta de Estudios Hispánicos, XVIII (1984), pp. 87-101.
Rubio Cremades, Enrique, «Anotaciones y acotaciones azorinianas a los textos
de Clarín», en Clarín y -La Regenta- en su tiempo, (1987), pp. 1.089-1097.
Ruiz de Garibay Olaechea y Monreal Huegun, Beatriz, «Humanización y des¬
humanización en La Regenta, en Clarín y La Regenta en su tiempo,
(1987), pp. 661-677.
Rutherford, John, «Fortunato y Frígilis en La Regenta, en Clarín y su obra,
(1985), pp. 251-264.
-, -La heroica ciudad... el desafío del lenguaje de La Regenta, en Hitos y
Mitos de -La Regenta, (1987), pp. 54-59.
-, -La Regenta-y el lector cómplice, Murcia, Universidad, 1988.
-, «On Translating La Regenta Sameness and Otherness», en N. Valis
(1990), pp. 47-66.
Saavedra, Luis, -Clarín-, una interpretación, Madrid, Taurus, 1987.
Saillard, Simone, «La peritonitis de don Víctor y la fiebre histérica de Ana Ozo-
res: dos calas en la documentación médica de Leopoldo Alas novelista»,
en Y. Lissorgues (1988), pp. 315-327.
-, «Ana Ozores, de la mystique á l’hystérie», Co-Textes, 18 (1989), pp. 65-131.
-, «Un figurón político en La Regenta: el misterioso obispo de Nauplia», en
Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanista»,
Barcelona, PPU, 1992, II, pp. 1.459-1.473.
Sáinz Rodríguez, Pedro, «La obra de Clarín», en Evolución de las ideas sobre la
decadencia española, Madrid, Rialp, 1962, pp. 334-429.
Sánchez, Benigno, «Stakes: The sexual vulnerability of the reader in La Re¬
genta-, Romanic Review, LXXVIII (1987), pp. 202-217.
49^ PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Sánchez, Elizabeth, «La dinámica del espacio en La Regenta de Clarín», Los


Cuadernos del Norte, II, 7 (1981), pp. 28-35. [Reimpreso en F. Durand
(1988), pp. 371-382).
-, «From World to Word: Realism and Reflexivity in Don Quijote and La
Regenta», Hispanic Review, 55, 1 (1987a), pp. 27-39.
-, -Más allá del paradigma realista Estrategias subversivas en La Regenta y
Madame Bovary-, en Hitos y Mitos de-La Regenta-, (1987b), pp. 63-67.
[Reproducido en N. Valis (Í990), pp. 101-116).
-, -La Regenta as Spatial-Form Narrative: A Twentieth-Century Pers-
pective», Modern Language Notes, 103, 2 (1988), pp. 335-349-
-, «The Missing Mother: Locating the Feminine Other in La Regenta-,
Romance Language Annual, 1 (1989), pp. 597-602.
-, -La Regenta as Fractal», RJLM, 26 (1992), pp. 251-276.
Sánchez, R. G., «The presence of the theater and the consciousness of thea-
ter in Clarín’s La Regenta-, HR, XXXVII (1969), pp. 491-509.
-, El teatro en la novela: Galdósy Clarín, Madrid, ínsula, 1974.
Sánchez-Siscort, Montserrat, «La música en Su único hijo-, en Hitos y Mitos
de-La Regenta-, (1987), pp. 120-126.
Santullano, L., «Leopoldo Alas. Cincuenta años después», Cuadernos Ame¬
ricanos, LIX, 5 (1951), pp. 267-280.
Sanz Villanueva, Santos, «Ediciones desconocidas de La Regenta-, Cuader¬
nos Hispanoamericanos, CCCLXX (1981), pp. 173-177.
Schwartz, Marcy E., «The Function of the Fantastic in Clarín’s La Regenta-,
Romanic Review, LXXXIV, 4 (1993), pp. 97-108.
Schyfter, S.E., «La loca, la tonta, la literata: Woman’s Destiny in Clarin’s La
Regenta-, in G. Mora, Michigan, Ypsilanti, 1982, pp. 229-241.
Semprúm Donahue, Moraina de, «La doble, seducción de La Regenta-, Ar-
chivum, XXIII (1973), pp. 117-133. [Reimpreso en F. Durand (1988),
pp. 258-272).
Senabre, Ricardo, «Ciencia y literatura en La Regenta-, en Homenaje a En¬
rique Segura Covarsí, Bernardo Muñoz Sánchez y Ricardo Puente
Broncano, Badajoz, Departamento de Publicaciones de la Exma. Di¬
putación, 1986, pp. 173-184.
Serrano Asenjo, José Enrique, «La educación literaria y sentimental del hé¬
roe en Su único hijo-, Boletín del Instituto de Estudios Asturianos,
XLIX, 145 (1995), pp. 89-109.
Serrano Poncela, Segundo, «Un estudio de La Regenta-, Papeles de Son Ar-
madans, XLIV (1967), pp. 10-50. [Reimpreso en Cuadernos Hispano¬
americanos, CLII (1967), pp. 223-241; S. Beser (1982), pp. 137-161; F.
Durand (1988), pp. 129-149).
Sieburth, S. A., «James Joyce and Leopoldo Alas: Pattems of Influence», Re¬
vista Canadiense de Estudios Hispánicos, VII, 3 (1983), pp. 401-406.
-, «Interpreting La Regenta: Coherence vs. Entropy», Modern Language
Notes, 102, 2 (1987), pp. 274-291.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 497

Sieburth, S. A., -La Regenta as Quixotic Novel Imitation and Intertextuality»,


Romance Quarterly, 35, 3 (1988), pp. 319-329.
-, «Kiss and Tell: The Toad in La Regenta», en N. Valis (1990), pp. 87-100.
-, Reading *La Regenta». Duplicitous Discourse and the Entropy of Structu-
re, Purdue, Purdue University Monographs in Romance Languages, 1990.
Simón, Irene, «La figura de la Madona y del Mesías en La Regenta: un estudio
a partir del color», Hispanófila, 32, 3 (1989), pp. 21-34.
Sinclair, Alison, «The Consuming Passion Appetite and Hunger in La Regen¬
ta», Bulletin of Hispanic Studies, LXEX, 3 (1992), pp. 245-261.
Sirera Turo, Josep Lluis, «La historia política de España en el siglo xix vista a
través de una familia: los Ozores de Vetusta», en Clarín y La Regenta en
su tiempo, (1987), pp. 751-766.
Sobejano, Gonzalo, «La inadaptada (Leopoldo Alas, La Regenta, capítulo
XVI)», en A. Amorós (ed.), El Comentario de Textos, Madrid, Castalia,
1973,1, pp. 126-166. [Reimpreso, parcialmente, en S. Beser (1982), pp.
185-224 y F. Rico (1982), V, pp. 584-5891.
-, «De Flaubert a Clarín», Quimera, 5 (1981a), pp. 25-29.
-, -Madame Bovary en La Regenta», Los Cuadernos del Norte, II, 7 (1981b),
pp. 22-27. [Reimpreso en F Durand (1988), pp. 223-2331.
-, «Semblantes de la servidumbre en La Regenta», en Serta Philologica Fer¬
nando Lázaro Carreter, Madrid, Cátedra, 1983, II, pp. 519-529.
-, «Sentimientos sin nombre en La Regenta», ínsula, 451 (1984a), pp. 1 y 6.
-, «El final de La Regenta», ABC (Sábado Cultural), 5 de diciembre
de1984b.
-, «Poesía y prosa en La Regenta», en Clarín y su obra, (1984c), pp. 293-
316.
-, «Clarín y el sentimiento de la Virgen», en Aufstieg und Krise der Ver-
nunft, Festschrift Für Hans Hinterháuser, ed. por M. Rossner y B. Wag-
ner, Viena, H. Bóhlaus, 1984d, pp. 157-172.
-, «Sentimientos sin nombre en La Regenta», ínsula, 451 (junio, 1984e),
págs, 1 y 6.
-, Clarín en su obra ejemplar, Madrid, Castalia, 1985.
-, «La inspiración de Ana Ozores», Anales Galdosianos, XXI (1986), pp.
223-230.
-, «Tres ensayos sobre La Regenta», en Hitos y Mitos de -La Regenta»,
(1987).
-, »La Regenta: de su final a su finalidad», en Homenaje al profesor Anto¬
nio Vilanova, Barcelona, Universidad, 1989, II, pp. 699-724.
Sotelo Vázquez, Adolfo, Leopoldo Alas y elfin de siglo, Barcelona, PPU, 1988.
-, «Escritura, descripción y relato en La Regenta, el salón de doña Pe¬
tronila», Co-Textes, 18 (1989), pp. 23-42.
-, «La descripción como revelación del personaje en la novela rea¬
lista: Ana Ozores y la insignificancia», Letras Peninsulares, II (1989),
pp. 7-18.
498 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Sotelo Vázquez, Adolfo, «Schopenhauer, Zola y Clarín-, Anales de Litera¬


tura Española, 12 (1996), pp. 13-26.
Suárez Blanco, Germán, "Personajes malditos en La Regenta-», en Clarín
y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 767-777.
Suárez Lafuente, María S., «A presupposition of Intertextuality in Clarín’s
La Regenta and Chopin’s The Awakening», Romanic Review, 79, 3
(1988), pp. 492-501.
Suárez Piñera, Rosario, "Algunos recursos e ideas que se desprenden de
una lectura crítica de Su único hijo de Clarín», Archivum, XXIX-XXX
(1979-1980), pp. 59-67.
Suárez Solís, Sara, «Gastronomía en La Regenta», Boletín del Instituto de
Estudios Asturianos, 144 (1994), pp. 701-709.
Tintoré, María José, *La Regenta», de Clarín, y la crítica de su tiempo,
Barcelona, Editorial Lumen, 1987a.
■ ■—, -La Regenta en la prensa de su época», Los Cuadernos del Norte, 40
(1987b), pp. 66-72.
-, -Su único hijo, novela incomprendida», en Homenaje al profesor
Antonio Vilanova, Barcelona, Universidad, 1989, II, pp. 777-797.
Toledano García, María Cruz, «La fustración como característica del bo-
varysmo en La Regenta-, en Clarín y La Regenta en su tiempo,
(1987), pp. 779-793.
-, «Presencia de Flaubert en Leopoldo Alas Clarín-, en Imágenes de
Francia en las Letras Hispánicas, Barcelona, PPU, 1989, pp. 389-397.
Tolivar Alas, Ana Cristina, «La música en La Regenta-, Los Cuadernos del
Norte, 24 (1984), pp. 70-76.
-, «El joven Leopoldo Alas traduce a Racine. Aspectos trágicos en La
Regenta», en Clarín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 1.099-
1.124.
Tomasso, Vincenzo, Clarín nella narrativa spagnola del secondo otto-
cento. Sei studi su Leopoldo Alas, Pisa, Pacini editore, 1973-
Tomsich, M.4 G., «Histeria y narración en La Regenta-, Anales de Litera¬
tura Española. Universidad de Alicante, 5 (1986-1987), pp. 495-517.
Torrente Ballester, Gonzalo, «La verdad como escándalo», Los Cuader¬
nos del Norte, 23 (1984), pp. 25-28.
Torrijos, José María, -La Regenta: claves de lectura en su primer cente¬
nario», Religión y Cultura, XXXI (1985), pp. 359-397.
Turner, Harriet, «Vetusta: espacio-fuerza en La Regenta», en Clarín en su
obra, Barcelona, Universidad, 1985, pp. 31-42.
-, «From the Verbal to the Visual in La Regenta-, en N. Valis (1990),
pp. 67-86.
Ullman, Pierre L., «The Antifeminist Premises of Clarín’s Su único hijo-,
Estudios Ibero-Americanos, 1 (1975), pp. 57-91.
Urey, Diane F., •Rumores estridentes: Ana’s Resonance in Clarín’s La Re¬
genta-, The Modern Language Review, LXXXII (1987), pp. 356-375.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 499

Urey, Diane F., «Writing Ana in Clarín’s La Regenta», en N. Valis (1990), pp.
29-45.
Una Ríos, Paloma, «El entierro civil de La Regenta era el entierro de Ríos-,
Astura, 2 (1984), pp. 65-71.
Valis, Noel M., «Fermín de Pas: Una Flor del Mal clariniana», Explicación de
Textos Literarios, VII, 1 (1978), pp. 31-36.
-, «Romantic Reverberation in La Regenta: Hugo and the Clarinian De¬
cay of Romanticism-, The Comparatist, 3 (1979), pp. 40-52.
-, «The Landscape of the Soul in Clarín and Baudelaire-, Revue de Litté-
rature Comparée, 54 (1980), pp. 17-31
-, The Decadent Vision in Leopoldo Alas: A Study of -La Regenta- and
-Su único hijo-, Baton Rouge, Luisiana State, University Press, 1981.
-, «Dos artículos olvidados sobre La Regenta, de Clarín», Boletín del Ins¬
tituto de Estudios Asturianos, 109-110 (1983a), pp. 625-652.
-, «Order and meaning in Clarín’s La Regenta-, Novel, XVI, 3 (1983b),
pp. 246-258. [Reimpreso en F. Durand (1988), pp. 336-351).
-, «La huella del cardenal Wiseman en España-, Boletín de la Real Aca¬
demia Española, 64, 233 (1984), pp. 423-449.
-, «Sobre la última frase de La Regenta», en Clarín y La Regenta en su
tiempo, (1987), pp. 795-808.
-, «The Perfect Copy: Clarín’s Su único hijo and Flaubertian Connec-
tion-, PMLA, 104, 5 (1989), pp. 856-867. [Reproducido en N. Valis
(1990), pp. 117-140).
-, -El espectro de Clarín-, en Homenaje al profesor Antonio Vilanova,
Barcelona, Universidad de Barcelona, 1989, II, pp. 799-807.
-(ed.), -Malevolent insemination- and other essays on Clarín, Michi¬
gan, Romance Studies, University of Michigan, Ann Arbor, 1990.
-, «On Monstrous Birth: Leopoldo Alas’s La Regenta-, en Naturalism in
the European Novel. New criticalperspectives, New York, Berg, 1992,
pp. 191-209.
Várela Jácome, Benito, Estructuras novelísticas del siglo xa, Barcelona, Au-
bí, 1974, pp. 130-162.
-, Leopoldo Alas Clarín, Madrid, Edaf, 1980.
Ventura Agudiez, Juan, Inspiración y estética en -La Regenta-, de Clarín,
Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1970.
-, «La sensibilidad decadentista de Barbey d’Aureville y algunos temas
de La Regentar, Revista de Occidente, 99 (1971), pp. 355-365.
Vida, Jerónimo, -La Regenta de D. Leopoldo Alas-, Boletín de la Institución
Libre de Enseñanza, 205 (1885), pp 246-248.
Vidal Tibbits, Mercedes, «La dinámica de la soledad de Ana Ozores en
La Regenta-, en Actas del X Congreso Internacional de Hispanistas,
Barcelona, PPU, 1992, pp. 1535-1542.
Vilanova, Antonio, -La Regenta de Clarín y la teoría hegeliana de los carac¬
teres indecisos-, ínsula, 451 (1984), pp. 1 y 12-13-
500 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Vilanova, Antonio, «El adulterio de Anita Ozores como problema fisioló¬


gico y moral», en Clarínysu obra, (1985), pp. 43-82.
-,«“La Regentó’ de Clarín entre la ley natural y el deber moral”, en Cla¬
rín y La Regenta en su tiempo, (1987), pp. 353-383-
Villar Degano, Juan F., «Algunas claves para la lectura de Su único hijo, de
Leopoldo Alas-, Letras de Deusto, XV (1985), pp. 133-156.
Weber, Francés Wyers, «The Dynamics of Motif in Leopoldo Alas’ La Re¬
genta”, Romanic Review, LVII (1966a), pp. 188-199-
-, «Ideology and Religious Parody in the Novéis of Leopoldo Alas-, Bu-
lletin of Hispanic Studies, 43 (1966b), pp. 197-208. [Reimpreso en
S. Beser (1982), pp. 117-136; Reimpreso parcialmente en F. Rico
(1982), V, pp. 590-594).
Weiner, Hadessah Ruth, -Su único hijo. Desequilibrio y exaltación-, Boletín
del Instituto de Estudios Asturianos, 88-89 (1976), pp. 431-447.
-, -La Regenta y Su único hijo: revisión del estilo personal de Clarín», La
Torre, XXIV (1976), pp. 67-83.
-, »Madame Bovary et La Regenta: Etude comparative», Bulletin de la
Societé des Professeurs Frangais en Amerique, New York, 1976-1977,
pp. 65-79-
-, «Integralismo de Clarín: Los interiores ahumados-, Los Cuadernos del
Norte, 7 (1981), pp. 84-93. [Reimpreso en F. Durand (1988), pp. 170-
1891.
-, «Cinco breves apuntaciones sobre La Regenta-, Los Cuadernos del
Norte, 24 (1984), pp. 30-33.
Wesseling, Pieter, «Structure and its Implications in Leopoldo Alas’ La Re¬
genta», Hispanic Review, LI, 4 (1983), pp 393-408. [Reimpreso en F.
Durand (1988), pp. 383-400).
Wiltrout, Ann E., «El cosmos de La Regenta y el mundo de su autor-, Ar-
chivum, XXI, 1971, pp. 47-64. [Reimpreso en F. Durand (1988), pp.
234-249).
Yáñez, María Paz, «Figuras de la naturaleza en La Regenta y su función en
los diferentes niveles textuales-, en Y. Lissorgues (1988), pp. 328-340.
-, «Ana Ozores entre la piel de tigre y el crucifijo-, en Wolfgang Matzat
(Hrsg.). Peripherie und Dialogizitát. Untersuchungen zum realistisch-
naturalistischen Román in Spanien, Sonderdruk, Gunter Narr Verlag
Tübingen, [s. f.), pp. 135-155.
Zavala, Iris M., -Clarín», en Romanticismo y Realismo. F. Rico (ed.), Historia
y Crítica de la Literatura Española, Barcelona, Editorial Crítica, 1982,
V, pp. 563-571.
Emilia Pardo Bazán
*
8

8.1. Estudios de conjunto, epistolarios, cartas-prólogo.


SU RELACIÓN CON EL CORPUS NARRATIVO

Los repertorios bibliográficos evidencian aspectos ciertamente


concluyentes. La preferencia por Los Pazos de Ulloa se manifiesta
de forma temprana, pues tanto críticos como lectores mostraron
su predilección por dicho relato. Como tendremos ocasión de
comprobar en páginas posteriores sus novelas La madre naturale¬
za, La Quimera, La Tribuna e Insolación han ocupado también
un lugar preferente en los estudios pardobazanianos, al igual que
otros géneros o modalidades literarias de la autora —cuentos,1

1 El Corpus bibliográfico relativo a los cuentos es copiosísimo. Pese a que se trata de un


Panorama literario sobre la novela incluimos las entradas bibliográficas más interesantes sobre
modalidades literarias de E. Pardo Bazán referentes a los relatos breves y otros géneros: Nelly
Clémessy, Emilia Pardo Bazán, contesperdues et retrouvés, Thése de Doctorat, Montpellier, 1967-
1968; ibíd., Les Contes d’Emilia Pardo Bazán (Essai de classification), Paris, Centre de Recherches
Hispaniques, Institut d'Études Hispaniques, 1972; ibíd., «Emilia Pardo Bazán et l'art du con¬
te», Annale de la Faculté des Lettres et Sciences Humaines de Nice, 23 de septiembre de 1975, pp.
190-197; ibíd., «Emilia Pardo Bazán et le conte fantastique», Mélanges d la mémoire d’André
Joucla-Ruau, Université de Provence, Editions de l’Université de Provence, I, 1978, pp. 565-
575.— Rolf Eberenz, Semiótica y morfología textual del cuento naturalista. Emilia Pardo Bazán. Le¬
opoldo Alas «Clarín*. Vicente Blasco Ibáñez, Madrid, Gredos, 1988.— Thomas Feeny, «The
Child as Redeemer and Victim in Pardo Bazán’s short Fiction», Revista de Estudios Hispánicos,
XI, 3 (1977), pp. 425-432; ibíd., «Pardo Bazán’s Pessimistic View of Love as Revealed in Cuen¬
tos de Amor*. Hispanófila, 64 (1978), pp. 7-14.— Francisca González-Arias, «La poética de Ga¬
licia en los cuentos de E. Pardo Bazán», en González Herrán (ed.), 1997, pp. 147-169-—José
Manuel González Herrán, «Un texto inédito de Pardo Bazán: ¿El cuento La mina?*, en González
Herrán, 1997, pp. 171-180.— Rafael González Torres, Los cuentos de Emilia Pardo Bazán, Boston,
Florentia Publishers, «Colección Prosistas Puertorriqueños», 1977.— Víctor Infantes, «Deshe¬
redado: un cuento inédito de E. Pardo Bazán», Lucanor (diciembre, 1988), pp. 111-121.— Ke-
vin S. Larsen, «Las cerezas de Vives y Pardo Bazán», Cincinnati Romance Review, 4 (1985), pp.
75-85.— Yolanda Latorre Ceresuela, Las artes en E. Pardo Bazán: cuentos y últimas novelas. Tesis
Doctoral dirigida por el profesor L. Romero Tobar, 1994 (Inédita).— Marina Mayoral, «Emi¬
lia Pardo Bazán: Pena de muerte», e n VV.AA., El comentario de textos. 3. La novela realista, Madrid,
Castalia, 1979, pp. 279-292; ibíd., Introducción, selección, prólogo y notas a E. Pardo Bazán,
Cuentos y novelas de la tierra, Santiago de Compostela, Sálvora, 1984.—Juan Paredes Núñez, Los
cuentos de E. Pardo Bazán, Granada, Universidad, 1979; ibíd., «El cuento policíaco en Emilia
Pardo Bazán», en Estudios sobre Literatura y Arte dedicados al profesor Emilio Orozco Díaz, Granada,
Universidad de Granada, 1979, II, pp. 7-18; ibíd., La realidad gallega en los cuentos de E. Pardo
Bazán (1851-1921), La Coruña, Edicións do Castro, 1983; ibíd., «Los inicios literarios
de una escritora: dos obras desconocidas de E. Pardo Bazán», en Marina Mayoral

503
504 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

teatro,* 2 poesía,3 * crítica literaria—14 no incluidos en este Panorama


literario sobre la novela realista.
Los estudios de conjunto basados tanto en la vida como en la
obra de Emilia Pardo Bazán no son frecuentes.5 Es clásico el debi-

(1989, pp. 175-188); ibt'd., Estudios preliminar, edición, bibliografía, notas y censo de perso¬
najes a E. Pardo Bazán, Cuentos completos, La Coruña, Fundación Pedro Barrió de la Maza, Conde
de Fenosa, 1990.— Cristina Patiño Eirín, «Presencia del relato fantástico de Maupassant en al¬
gunos cuencos de E. Pardo Bazán», Cuadernos de Estudios Gallegos, XLi (1993-1994), pp. 511-
523.— M.‘ Ángeles Quesada Novás, «"Poda, no corta”. Los cuentos Profesiones como reflejo de
un emblema», en González Herrán (1997, pp. 291-306); Alfonso Rey, «El cuento sicológico en
Pardo Bazán», Hispanófila, XX, 59(enero, 1977), pp. 19-30.— CarolineRichardson Durham,
«Subversión in Two Short Stories by Emilia Pardo Bazán», Letras Peninsulares (Spring, 1989),
pp. 55-64.— Robert M. Scari, «El cuento Un destripador de antaño de Emilia Pardo Bazán», Re¬
vista de Literatura, XLIX, 97 (1987), pp. 169-180.— Dolores Troncoso Durán, «La santa de
Kamar, un cuento fin de siglo», en González Herrán (1997, pp. 307-320).
2 Vid. al respecto el reciente estudio debido a Francisco Nieva, «Una mirada sobre el te¬
atro de Emilia Pardo Bazán», en Marina Mayoral (1989, pp. 189-201). Análisis centrado en las
piezas teatrales Verdad, La suerte y Cuesta abajo. De esta última obra Nieva llega a afirmar que
«está mejor pergeñada que cualquier drama de Galdós y es más sobriamente realista que cual¬
quiera de las obras primerizas de Benavente», ibt'd., p. 196. Salvador García Castañeda en su ar¬
tículo «El teatro de Emilia Pardo Bazán: estado de la cuestión», en J. M. González Herrán
(1997, pp. 113-145), ofrece no sólo un cumplido análisis de su producción teatral, sino también
un puntual estudio sobre las circunstancias y causas que incitaron a la autora a escribir su obra
teatral. La actitud de la crítica, las reseñas de la prensa, el comportamiento del público y actores,
son, entre otros aspectos, los puntos analizados por García Castañeda. Sobre este Corpus pardo-
bazaniano. Vid. también los siguientes estudios: Mariano Miguel del Val, «Tentativas dramáti¬
cas de doña Emilia Pardo Bazán», Los novelistas en el teatro, Madrid, Imprenta y Litografía de Ber¬
nardo Rodríguez, 1906, pp. 107-164; John Horace Nunemaker, «Emilia Pardo Bazán as a
Dramatist», Modem Language Quarterly, VI, 2 (June, 1945), pp. 161-166; Mary Lee Bretz, «The
theater of Pardo Bazán and Concha Espina», Estreno, X (1984), pp. 43-45; Leda Schiavo y Ánge¬
la Mañueco, «El teatro de E. Pardo Bazán», Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Le¬
tras y las Artes, III (julio-diciembre 1992), pp. 217-243.
3 Cfr. Maurice Hemingway, «Introducción a la poesía de Emilia Pardo Bazán (Apuntes
para una edición), El Extramundi y los Papeles de Iría Flavia, I, 3 (Otoño, 1995), pp. 53-70; Cris¬
tina Patiño Eirín, «Algunos poemas inéditos de Emilia Pardo Bazán (Nota y Edición)», El Ex¬
tramundi y los Papeles de Iria Flavia, I, 3 (Otoño, 1995), pp. 71-92; Francisco Serrano Castilla,
«Una oda, muy poco conocida, de la Pardo Bazán», Cuadernos de Estudios Gallegos, XXIX
(1954), pp. 103-115.
3 Cfr. Germán Gullón, «Emilia Pardo Bazán, una intelectual liberal (y la crítica litera¬
ria)», en J. M. González Herrán (1997, pp. 180-195) y Pilar Palomo, «Curiosidad intelectual
y eclecticismo crítico en Emilia Pardo Bazán», en M. Mayoral (1989a, pp. 149-162).
3 La autora incluye unos Apuntes autobiográficos al frente de la edición princeps de Los Pa¬
zos de Ulloa (Daniel Cortezo, 1886). Tanto los estudios de conjunto (Bravo Villasante, 1962; E.
Martín, 1962; Osborne, 1964; Clémessy, 1981-1982) como ediciones críticas (M. Mayoral,
1986; N. Clémessy, 1987; M.‘ A. Ayala, 1997) utilizan dicho material vertido por la propia
autora. Como señala reiteradamente la crítica, los Apuntes son una fuente inagotable de noticias,
pues «gracias a ellos el lector conoce las causas o motivaciones que impulsaron a la autora a es¬
cribir un determinado relato. Los problemas sufridos, el estudio pormenorizado de toda una se-
EMILIA PARDO BAZAN 505

do a Bravo Villasante (1962), basado tanto en episodios familiares co¬


mo en su experiencia de escritora. No faltan los comentarios enraiza¬
dos con los movimientos filosóficos e ideológicos o políticos de la
época. De igual forma se ofrece material noticioso sobre la polémica
naturalista, publicación de sus novelas, viajes al extranjero y epistola¬
rio inédito. El esquema seguido por Robert E. Osborne (1964) es de
idéntico corte al realizado por Bravo Villasante, pues comprende
prácticamente los mismos apartados. En su conjunto cabe destacar el
dedicado a las novelas y el ideario estético de la autora. Estudio que
se cierra con un completo apartado bibliográfico que recoge también
un epistolario inédito. Desde el punto de vista de la ficción literaria,
centrados más en su producción que en acontecimientos personales
o familiares, cabe señalar las monografías debidas a E. González Ló¬
pez (1944), M. Baquero Goyanes (1971), W. T. Pattison (1971), B. Vá¬
rela Jácome (1973; 1995), N. Clémessy (1982), M. Hemingway (1983),
D. Henn (1988b), P. González Martínez (1988).
Respecto al epistolario varios son los estudios y publicaciones
que recogen dicha información. La correspondencia de doña Emilia
revela aspectos sumamente interesantes, pues aportan datos referi¬
dos a su peculiar carácter y creatividad literaria. De igual forma su
epistolario contribuye al mejor conocimiento de la época y, especial¬
mente con el que guarda relación con los escritores o novelistas de la
segunda mitad del siglo xix. Por ejemplo, a través de las cartas de
Emilia Pardo Bazán a Clarín se puede conocer el personal juicio de la
autora respecto a La Regenta (Gamallo Fierros, 1987, pp. 277-312).

rie de tipos que pasarán más tarde a su mundo de ficción, como sucede, por ejemplo, en su no¬
vela La Tribuna. Escenarios, paisajes, vivencias personales traspasan el umbral íntimo, familiar,
para proyectarse en sus relatos de ficción. Sus experiencias e impresiones de viaje cobrarán vida
en Un viaje de novios. La obra de creación parece tener una explicación en estas puntuales notas
ofrecidas a los lectores. Todo es producto de una lenta y pausada elaboración de bocetos y apun¬
tes tomados del natural [...} Gracias a la enriquecedora y prolífica tarea investigadora de estas
tres últimas décadas, el estudioso o lector en general de la obra pardobazaniana puede comple¬
tar, añadir o perfilar todos estos contornos o aspectos personales y literarios insertos en los
Apuntes [...] Sus opiniones vertidas en las citadas notas autobiográficas siguen vigentes, pues
desvelan múltiples aspectos, desde los relacionados con el darwinismo o la polémica naturalis¬
ta hasta su contacto y conocimiento de la literatura europea» (M.‘ A. Ayala, 1997, pp. 16-17).
La inclusión de los Apuntes autobiográficos al frente de Los Pazos de U/toa generó una fuerte polé¬
mica en su época. Detractores fueron M. Menéndez Pelayo (1956, pp. 99-109). Pereda en sus
cartas a Galdós muestra también su animadversión (Ortega, 1964, p. 114). Por el contrario Leo¬
poldo García Ramón, Valera y Clarín mostraron su disconformidad por dichos juicios contra¬
dictorios (M. L. Sotelo, 1990, pp. 65-87; Ayala, 1997, pp. 17-30).
50 6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Las cartas publicadas de doña Emilia se encuentran dispersas en nu¬


merosas publicaciones. Algunas de ellas ofrecen un material poco
conocido como el vertido en la correspondencia con Rafael Altami-
ra, profesor, crítico y novelista que actúa como interlocutor de sus
quejas y preocupaciones por la abolición de la pena de muerte. Gra¬
cias a este epistolario se corrobora el interés que la novelista tuvo en
este sentido, pues gestionó personalmente el indulto de varios reos
(Altamira, 1987, p. 53). Correspondencia, igualmente, con Víctor Ba-
laguer (Díaz Larios, 1988, pp. 205-215),(1 Alejandro Barreiro (Bravo
Villasante, 1962, pp. 272, 274-275, 279-281)7 y Ramón de Campoa-
mor (Fuente Ballesteros, 1993, pp. 663-681)8 que aporta nueva do¬
cumentación concerniente tanto al ámbito familiar como al académico.
Corpus epistolar que abarca una amplia nómina de personas, pues
su correspondencia va dirigida a los siguientes corresponsales: Cá¬
novas del Castillo (Figueroa, 1985), Ferrari (Martínez Cachero, 1947,
pp. 249-256), Edmond de Goncourt (González-Arias, 1989, pp. 438-
446),9 A. González Blanco (Martínez Cachero, 1963, p. 25),

6 El corpus epistolar custodiado en la Biblioteca-Museo que honra su Memoria en Vi-


lanova i La Geltru —Ms. 357, núm. 52, Ms. 359, núm. 52, Ms. 357, núm. 53, Ms. 386,
núm. 13, Ms. 378, núm. l4yMs. 383, núm. 96—comprende, tal como señala Díaz Larios,
«cuatro cartas —tres enviadas desde La Coruña, que guardan entre sí estrecha relación te¬
mática y cronológica; y otra, más breve, desde Madrid—, una nota y nueve cuartillas con el
título “En el Escorial" (sic.), que, por sus tachaduras y correcciones, presumo sean el borra¬
dor de un artículo» (1988, pp. 205-206). Las cartas constituyen —tal como señala su colec¬
tor— el testimonio más antiguo de la relación Pardo Bazán y Balaguer. El intercambio de
obras, la admiración sentida por parte de doña Emilia por Balaguer, su interés por la Renai-
xen<,a y el gradual prestigio que la novelista adquiere en la década de los años ochenta son
aspectos reflejados en este epistolario. De igual forma el análisis de los textos, reproducidos
escrupulosamente por Díaz Larios, revela puntuales aspectos sobre su temperamento y agu¬
deza crítica.
7 Las cartas a Alejandro Barreiro, director de La Voz de Galicia, ofrecen al lector una do¬
ble faceta de la novelista. Por un lado, la mujer, la madre preocupada y, al mismo tiempo, or-
gullosa de la participación de su hijo en la guerra de África, en el Regimiento 28 de Caballería;
por otro, su humor socarrón, su gracejo y donaire al comunicarle a su interlocutor su «vocación
gastronómica» (Bravo Villasante, 1962, pp. 280-281).
8 Material noticioso que se encuentra en la colección de autógrafos «Claudio Rodríguez»,
Biblioteca de don Bartolomé March. La única carta que figura en dicha colección (fechada en Mei-
rás, 5 de septiembre de 1895) está escrita conjuntamente por doña Emilia y su madre. La admira¬
ción de la escritora por Campoamor es evidente (Fuente Ballesteros, 1993, pp. 666-667).
9 El total de cartas publicado por F. González-Arias es de siete. En ellas se percibe el gra¬
dual proceso de amistad entre ambos escritores. En la primera carta —sin fecha alguna— se so¬
licita su autorización para ser recibida por segunda vez pues «c’est assez de tomber la premiére
comme un aerolithe» (1989, p. 438). Las siguientes, escritas al igual que la anterior en francés,
corresponden al periodo 1886-1889, mezclándose en ellas impresiones críticas con noticias
EMILIA PARDO BAZAN 507

A. González de Linares (Faus, 1984, pp. 271-313),10 J. Lázaro Gal-


diano (Pardo Canalís, 1987, pp. 521-524),* 11 Teodoro Llórente (Ríos
de Lampérez), M. Menéndez Pelayo (Sánchez Reyes, 1953, pp. 120-
124; González Herrán, 1986, pp. 325-342; Revuelta Sañudo, 1982-
1989),12 Antonio Machado Álvarez (Gamallo Fierros, 1971), Juan
Montalvo (Montalvo, 1887, pp. 133-145), Narcís Oller (Oller, 1962,
pp. 70-72, 93-101, 122-125; Manent, 1962, p. 21; Mayoral, 1989, pp.
389-410),13 José María de Pereda (González Herrán, 1983, pp. 259-
287; 1986, pp. 325-342),14 Benito Pérez Galdós (Bravo Villasante,

familiares. La lectura de las obras debidas a los hermanos Goncourt, la posibilidad de publicar
sus novelas en español y las gestiones que la propia novelista llevó a cabo con editores e ilustra¬
dores ocupan un lugar preferente en dicho epistolario.
10 Pese a que las cartas abarcan el periodo 1876-1878, por el contexto de las mismas «se
deduce la influencia que González de Linares debió ejercer sobre la futura escritora, desde 1873
a 1875. Precisamente el alejamiento de éste al ser expulsado de su cátedra de Ciencias Natura¬
les de la Universidad de Santiago, en 1875, es el que motiva la sustitución de la relación perso¬
nal por la epistolar» (Faus, 1984, p. 272). Epistolario realmente confidencial, tal como se indi¬
ca en la segunda carta de Emilia Pardo Bazán publicada por P. Faus.
11 Transcripción de una carta fechada en La Coruña, 10 de julio de 1888. En ella figuran no¬
ticias referentes a su hijo Jaime, años más tarde segundo conde de la Torre de Cela, y unas impre¬
siones de viaje relacionadas con su estancia en Barcelona. Igualmente, en dicha carta se evidencia el
interés de doña Emilia por la temporada teatral barcelonesa, en especial por el estreno de obras de¬
bidas a Echegaray. El proceso de publicación de su novela Insolación se puede seguir en esta carta di¬
rigida, precisamente, al «padrino» de la misma, tal como indica la novelista (1987, p. 522).
'* Revuelta Sañudo recoge numerosísimas referencias de diverso contenido en el episto¬
lario existente entre Emilia Pardo Bazán y Marcelino Menéndez Pelayo (1982-1991). Vid. de
dicho colector la entrada bibliográfica correspondiente al apartado Epistolario.
1' El Corpus epistolar publicado por M. Mayoral comprende un total de quince cartas. La
primera fechada el 16 de enero de 1883; la última, el 19 de abril de 1890. En dicho epistolario
doña Emilia emite juicios sobre sus propias novelas y cuentos. La vinculación de ciertos relatos
con sucesos reales o sus intenciones artísticas o literarias relacionadas con determinadas no¬
velas, como en el caso de Un viaje de novios, conceden a este epistolario un gran valor. No menos
interesante es la autocrítica que la autora realiza de La Cuestión Palpitante, más severa que la for¬
mulada por Clarín años más tarde. Como señala M. Mayoral, en las cartas a Narcís Oller «mez¬
cla la Pardo Bazán, como es habitual en su correspondencia amistosa e incluso amorosa, los co¬
mentarios a la actualidad cultural y literaria con noticias de su vida cotidiana y de su trabajo de
escritora. En ellas se debate el tema del uso del catalán como lengua literaria (carta I, III, VIII),
da opiniones sobre la vida de Oller (I, IV, VI), Verdaguer (III), Matheu (IV), Zorrilla (V), Gal¬
dós (VI) o Zola (VII); se comentan noticias y pequeños escándalos literarios (X) y, sobre todo,
doña Emilia habla de sí misma» (1989d, p. 389).
1 1 El colector del epistolario, González Herrán, señala al respecto que dicho material no¬
ticioso corresponde al periodo en que las relaciones entre ambos autores fueron cordiales: «[...}
la carta más antigua de que disponemos está fechada en enero de 1884 [...} la última carta de es¬
ta serie es de octubre de 1890, y es de suponer que la relación epistolar concluyese a principios
de 1891, al menos como correspondencia privada, ya que la polémica que les enfrentó adoptó
en la prensa la forma de cartas abiertas de un autor al otro» (1983, p. 262). En su conjunto, el
508 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

1962; 1971 pp. 199-204; 1975; Pattison, 1973, pp. 23-31; Batlles Ga¬
rrido, 1984, p. 4),15 Manuel Polo y Peyrolón (Lanzuela Corella, 1989,
pp. 271-303),10 Blanca de los Ríos Lampérez (Bravo Villasante, 1962,

material aportado es de gran interés para el conocimiento de la vida, obra y ambientes lite¬
rarios de la autora: «[...} juicios y noticias muy interesantes acerca de La Tribuna, El cisne de
Vilamorta, Los Pazos de Ulloa, Una cristiana, La Prueba; se refiere también a otros aspectos de
su actividad literaria: su opinión sobre las coincidencias arguméntales entre novelas propias
y ajenas, su tarea como crítica. Sus investigaciones eruditas, sus relaciones con escritores ex¬
tranjeros; hay noticias sobre asuntos muy concretos, como los Apuntes autobiográficos que re¬
dactó en 1886 a petición de los editores de Los Pazos, o la puesta en marcha de la revista La
España Moderna, empresa de su amigo Lázaro Galdiano en la que ella colaboró con entusias¬
mo. Hay también confidencias de estética literaria, como las que hace para explicar un cam¬
bio de orientación hacia 1890, y otras de índole más personal, como las que se refieren a las
circunstancias de su vida familiar: las enfermedades o los estudios de sus hijos, la muerte de
su padre» (González Herrán, 1983, pp. 264-265). Cabe señalar también la presencia de car¬
tas cuyo contenido evidencia la admiración de doña Emilia por la obra de Pereda, especial¬
mente por sus obras Pedro Sánchez y Sotileza. Los borradores autógrafos de las dos cartas de
Pereda dirigidas a doña Emdia y publicados por González Herrán se encuentran, tal como
señala su colector, en la Sección de Fondos Modernos de la Biblioteca de Menéndez Pelayo,
de Santander. En dicha sección se conservan dos volúmenes encuadernados que contienen
ciento cinco y ciento treinta y seis borradores autógrafos de cartas de Pereda. Vid. al respec¬
to F. Gutiérrez Iglesias y F. Sáez Picazo, Catálogo de los manuscritos de la Sección de Fondos Mo¬
dernos de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, Santander, Institución Cultural de Canta¬
bria, 1980.
15 Al ya clásico estudio de Bravo Villasante (1962) citado en varias ocasiones habría
que añadir el epistolario amoroso entre doña Emilia y Galdós. La correspondencia parece
datar de 1889 y se inicia desde París. En dicho epistolario amoroso doña Emilia firma en
más de una ocasión con el nombre de Porcia, posible referencia a un personaje femenino de
Shakespeare, y Matilde. A su enamorado Galdós le da el nombre de Selim-Ahdel. Ambos
nombres corresponden a los célebres personajes de la novela Matilde o las cruzadas de Mada-
me Cottin. Las cartas revelan cariño, amor, ternura, pasión. Bravo Villasante comenta un
episodio en la vida de ambos —relativo a la infidelidad amorosa de doña Emilia— que tras¬
vasa el propio umbral de la realidad para convertirse en tema o asunto novelesco. Lance
amoroso que dejó malparado a Galdós: «Lo sucedido en La incógnita y en Realidad tiene una
base real, tan real como lo de Insolación y lo interesante es ver la versión del mismo episodio
desde los dos puntos de vista, el de él y el de ella. Para ella es una historia galante, frívola,
sin trascendencia, hasta epidérmica, divertida; para él es algo trágico, reflexivo, torturante,
que se sublima en comprensión y tolerancia, después de un esfuerzo de autodominio muy
galdosiano. A él le afecta profundamente, aunque lo disculpe y lo perdone; ella lo siente,
pero su vitalidad le impide convertirlo en drama» (Bravo Villasante, 1978, p. 8). Epistola¬
rio, tal como señala Bravo Villasante, que guarda estrecha relación con una parte de sus
novelas. Gracias al mismo se puede analizar con precisión determinados pasajes de sus no¬
velas, como en el caso de las ya citadas y de Tristana, pues son trasunto de lo vertido en di¬
cho epistolario.
16 Manuel Polo fue diputado carlista por la provincia de Valencia con el gobierno de Cá¬
novas y senador por la misma ciudad con los gobiernos de Maura, Canalejas y Dato. Profesor de
Psicología, Lógica y Ética, escritor y crítico mantuvo una correspondencia un tanto irregular con
doña Emilia. Las cinco primeras cartas de M. Polo van de noviembre de 1883 a abril; luego se
EMILIA PARDO BAZÁN 509

pp. 243, 250, 257, 263, 267, 273, 301 y 303),1 Santiago Rusiñol (Bra¬
vo Villasante, 1962, p. 192),18 Miguel de Unamuno (Bravo Villasan-
te, 1962, pp. 285-286, 290-292),19 Luis Vidart (Hemingway, 1986,

produce un salto de los años 1884 a 1886, entre la quinta y sexta carta. Sólo existe una úni¬
ca epístola del año 1886 y dos de 1888. Se produce otro intervalo de tres años hasta la carta
novena, la fechada el 6 de septiembre de 1891. Es evidente que parte de esta corresponden¬
cia se ha perdido pues es muy probable que M. Polo escribiera a la novelista manifestándo¬
le su pésame por la muerte de su padre. No existen tampoco noticias de las cartas que Polo
escribió a E. Pardo Bazán y cuyo conocimiento facilitaría la comprensión completa de lo de¬
tallado en el presente epistolario. En cuanto al contenido del mismo la propia colectora
señala que «son una verdadera exposición de las teorías literarias, ideología política y cre¬
encias religiosas de la escritora, en especial las seis primeras, las escritas entre 1883 y 1886;
además, y como corresponde a sus preferencias en esos años, son una comprobación de su
adhesión a la escuela naturalista, aunque no deje de señalar las diferencias que le separan del
naturalismo de Zola» (Lanzuela, 1989, p. 277).
1 Es curiosa la carta que doña Emilia escribe a Blanca de los Ríos a raíz de la muerte
de Zola (1902) a causa de las emanaciones de una chimenea de carbón: «[...] La muerte de
Zola ha sido insípida. ¡Mire Vd. que calentarse con carbón mineral, la cosa más dañosa, un
escritor abogado del progreso, de la higiene, un naturalista! ¡Yo que sólo acercarme a una
chimenea de carbón me pongo trastornada de jaqueca! ¿¡Dormir así! Vamos, es asombrosa
la inconsecuencia humana» (Bravo Villasante, 1962, p. 247). Epistolario que revela la inci¬
dencia de los estados anímicos de la escritora en su mundo de ficción: «[...] En esta soledad,
mi novela [La Quimera] me hace compañía. Los personajes se agitan en mi cabeza y quieren
remedar la vida, como los homúnculos de Wagner. Hay días en que no distingo lo real de lo
imaginado» (Bravo Villasante, 1962, p. 250). No menos interesante son las cartas cuyos co¬
mentarios inciden en reivindicaciones feministas. Pese al revés sufrido por no ser elegi¬
da para ocupar la Presidencia de la Sección de Literatura del Ateneo (Bravo Villasante,
1962,t>. 257).
1 A la vuelta de una visita al Cau Ferrat, donde ha pasado jornadas imborrables con Gui-
merá y el grupo de Rusiñol, le indica a este último (21 de julio de 1895) que no solamente los
modernistas y partidarios del arte por el arte poseen sueños y luchan contra el positivismo: «So¬
mos tantos los que no nos tenemos por modernistas y vivimos y hemos vivido de esas aspiracio¬
nes. Crea Vd., amigo mío, que para saber lo que es vocación artística, y hasta qué punto puede
dominar y regir la vida entera, hay que haber nacido mujer, y mujer de alguna posición social.
Para el hombre son flores lo que para nosotras son espinas; cada paso hacia el arte, nos cuesta al¬
gún dolor y alguna herida que nos infieren: con cuchillos cachicuernos / o con puñales dorados [...} Le
aseguro a Vd. que la escala que va de la "señorita distinguida" y de familia chapada a la antigua
por los cuatro costados, a artista segura, ya que no de su gloria, de su vocación, es muy mala de
escribir» (Bravo Villasante, 1962, p. 192).
19 En la primera carta de doña Emilia —8 de marzo de 1915— reproducida por Bravo
Villasante se refleja el dolor de la novelista por la muerte de su madre y el agradecimiento a
Unamuno por testimoniarle su pesar. La segunda carta reproducida por Bravo Villasante con¬
tiene un precioso material relativo a los problemas que surgieron a raíz de su nombramiento co¬
mo catedrática de Lenguas Neolatinas de la Universidad Central. Nombramiento que se pro¬
dujo gracias al empeño del entonces ministro de Instrucción Pública. En el material epistolar
reunido en la monografía de Bravo Villasante se percibe también la delicada situación acadé¬
mica de Unamuno debida a motivaciones políticas.
5io PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

pp. 263-273) y José Yxart (1977, pp. 383-409). Desde una amplia
perspectiva, circunscrita a diversos corresponsales, la crítica actual
ha publicado y analizado un epistolario inédito de gran valor (Freire,
1991).20 A la referida relación bibliográfica habría que añadir las car¬
tas-prólogos escritas por doña Emilia. En este sentido cabe señalar
las pertenecientes a sus propias obras o las que figuran al frente de
novelas u obras en general debidas a otros autores (Patiño Eirín,
1995a, pp. 25-28; 1995b, pp. 137-167).21

20 Las cartas publicadas por Ana Freire pertenecen a los fondos de Romero Ortiz. Tal como
señala su colectora la importancia de dicho Corpus no sólo se debe al interés individual de cada car¬
ta, sino también al valor de su conjunto: «Escritores y científicos, personajes de la nobleza y del
clero, periodistas y miembros de la Institución Libre de Enseñanza, españoles y extranjeros, per¬
sonas de las ideologías más diversas se dirigen a doña Emilia, testimoniando las amplias y varia¬
das relaciones que ya había establecido la novelista dentro y fuera de España, en esa etapa tempra¬
na de su vida» (1991, p- 9). El presente material epistolar está fechado entre los años 1878 y
1883. Su contenido es variado. Figuran cartas que son simples acuses de recibo o de reco¬
mendación. La mayoría son de gran interés literario, pues se da noticia de sus publicaciones,
proyectos y datos que atañen a su propia persona. Las novelas Pascual López y Un viaje de no¬
vios son las que mayor número de referencias ofrecen en el presente epistolario. Jaime, San
Francisco de Asís, La Cuestión Palpitante y La Tribuna aparecen también en este epistolario
configurado por un total de cincuenta y seis cartas, algunas de ellas de gran interés tanto
por su contenido como por la relevancia del corresponsal. Destacan en este sentido los nom¬
bres de Giner de los Ríos, Menéndez Pelayo, Ruiz Aguilera, Luis Vidart, Luis Alfonso, Be¬
nito Pérez Galdós, Juan Reina, Jacinto Verdaguer, José Ortega y Munilla, José Zorrilla,
Clarín, Pereda, Narcís Oller y Campoamor, entre otros.
21 Con el enunciado estricto de carta-prólogo encontramos, por ejemplo, las siguientes
referencias: Carta-Prólogo a Manuel Ramírez, Ecos dolientes, Revista de Galicia, 25 de sep¬
tiembre, 1880; Carta-Prólogo a Leopoldo García Ramón, Seres humanos (Estudios de mujer),
Paris, Biblioteca de la Europa y América, 1884, pp. I-IV; Carta-Prólogo a Emilio Bobadi-
11a, Reflejos de Fray Candil, La Habana, La Propaganda Literaria, 1886 [sin numeración
de páginas]; «Dos palabras» a Carolina, Valencia, Poesías, Palencia, Imprenta y Litografía
de Alonso y Menéndez, 1890, pp. VII-XI; «Al lector» a Augusto Vitu, París, Madrid, La
España Editorial, 1890, pp. V-VIII; Carta-Prólogo a Manuel Casas Fernández, Ágape y la re¬
volución priscilianista en el siglo IV, La Coruña, Tipografía de la Casa de Misericordia, 1895,1,
pp. VII-X; Carta al Director de El Álbum Nacional, en Eugenio Rodríguez de la Escalera
(«Monte-Cristo»), Los salones de Madrid [sin editorial], s. a., pp. 11-16; Carta-Prólogo a Lo¬
renzo Prytz, Rara avis, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1900, pp. 7-14; Carta-Prólogo a
Félix Cuquerella, Del amor, Ferrol, Imprenta y Estereotipia de El Correo Gallego, 1905, pp.
5-8; Carta-Prólogo a Vicente Diez de Tejada, Cuentos de Blanco y Negro, Madrid, Biblioteca
«Patria», s. a., pp. VI1-IX; Carta-Preámbulo a Luis Araujo-Costa, El escritor y la literatura
(Apuntes y generalidades), Madrid, Librería de Fernando Fe, 1917, pp. 7-8; Carta-Prólogo a
Ramón Méndez Gaite, Patria y Regionalismo, Madrid, Imprenta Excelsior, 1918 [sin pagi¬
nación].
EMILIA PARDO BAZAN 5H

8.2. Aspectos globales de su obra, clasificación


DE SUS NOVELAS. IDEARIO ESTÉTICO22

La crítica ha incidido en diversos aspectos estéticos y literarios


en general que figuran en el Corpus general de su obra. Frente a as¬
pectos puntuales o específicos que atañen a una determinada no¬
vela, surgen en el panorama crítico editorial numerosos trabajos cir¬
cunscritos a un específico tema. Sería, por ejemplo, los estudios
relacionados con el esteticismo de Emilia Pardo Bazán (González
Blanco, 1908, pp. 155-166; Clémessy, 1971, pp. 129-146; Kronik,
1989, pp. 163-174; Aguinaga, 1990, pp. 71-79) o con las relaciones
entre el naturalismo y el feminismo (Hilton, 1952, pp. 153-164; 1953b,
pp. 40-46; Cook, 1976, pp. 259-265; Bretz, 1977, pp. 195-219; García
Barrabán, 1979, pp. 187-196; Giles, 1980, pp. 356-367; Noia, 1989,
pp. 47-55; García Negro, pp. 56-69; Paredes, 1992, pp. 303-313). Des¬
de una óptica exclusivamente naturalista la crítica ha prestado, igual¬
mente, una especial atención (Torre, 1960, pp. 238-260; González
López, 1976, pp. 62-67; González Herrán, 1989c, pp. 17-18; Heming-
way, 1992, pp. 135-150), al igual que las relaciones entre la propia

22 La obra narrativa de E. Pardo Bazán ha sido dividida de diferentes formas. Dos son
las clasificaciones que mayor incidencia han tenido hasta el momento presente. La primera
se debe a Várela Jácome (1973), crítico que incide en las influencias habidas en su novelís¬
tica, en las vacilaciones estéticas y en los cambios de rumbo que experimenta la propia au¬
tora. En la segunda clasificación de la obra pardobazaniana, realizada por N. Clémessy
(1981), se perciben diversos periodos que reflejan el proceso evolutivo, ideológico y estéti¬
co de la novelista. De esta forma, el primer grupo abarcaría las novelas acordes con la estética
realista-naturalista, desde Un viaje de novios (1882) hasta Insolación y Morriña (1889), pasan¬
do por las novelas naturalistas —La Tribuna (1884), Los Pazos de Ulloa (1886) y La madre
Naturaleza (1887)—. Un segundo grupo o periodo en el que la influencia de Zola tiende a
desaparecer. Surge en esta época un realismo espiritualista en consonancia con la novela ru¬
sa que finaliza, prácticamente, con la publicación de El saludo de las brujas (1897), novela
que presenta, tal como apunta Clémessy, rasgos neorrománticos que preconizan la estética
de fin de siglo. La última etapa estaría fundamentada o enraizada en diversas tendencias
marcadas por el idealismo, el misticismo y su preocupación creciente por el análisis psico¬
lógico. Hemingway (1983) difiere en parte de la división periódica realizada por Clémessy
y centra su atención en la serie de novelas que va desde Los Pazos de Ulloa (1886) hasta Me¬
morias de un setentón (1896) y, a diferencia de Clémessy, sostiene que el acercamiento de do¬
ña Emilia al análisis psicológico de sus personajes se percibe ya en Los Pazos, no sólo desde
Una cristiana. No falta en estas periodizaciones análisis de una determinada época, bien re¬
ferida al primer periodo, el comprendido entre Pacual López (1879) y Morriña (1889) como
en el caso de Henn (1988) o el de J. Gómez, referido en este caso al análisis del último pe¬
riodo de Emilia Pardo Bazán (1996).
512 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

novelista con escritores españoles o extranjeros. Por ejemplo,


serían los estudios que engarzan a doña Emilia con Pereda (Bo-
net, 1997, pp. 41-65), Clarín (Davis, 1971, pp. 378-394), Zorrilla
(Hemingway, 1993b, pp. 133-146), Víctor Balaguer (Díaz Larios,
1988, pp. 205-215), Valle-Inclán (González López, 1986, pp. 212-
216; Ferreiro, 1971, pp. 410-429; Paredes, 1994, pp. 287-295), Zo-
la (Brown, 1936, pp. 273-278; 1937, pp. 243-248; Davis, 1969,
pp. 649-656; González Herrán, 1989a, pp. 31-43; González Arias,
1990, pp. 369-378), Maupassant (Paredes Núñez, 1985, pp. 267-
279) y los hermanos Goncourt (González-Arias, 1984, pp. 409-446).
No faltan tampoco en este panorama crítico el análisis relacionado
con autores clásicos de la literatura española, como en el caso de la
interpretación calderoniana en Pardo Bazán (Rodríguez y Morgan,
1978, pp. 33-37).
El peculiar o personal naturalismo de la autora, entendido co¬
mo movimiento literario que incide más en la forma que en el con¬
tenido, sin alcanzar nunca los límites del determinismo francés se
percibe también en todos estos estudios. Es evidente que el natu¬
ralismo de doña Emilia no reviste los caracteres brutales de Zola, ni
se hace la apología del ciego instinto ni se justifican sus excesos
(Abuín, 1951, pp. 45-54; Bravo Villasante, 1989, pp 73-79; Bretz,
1992). Naturalismo que ha sido identificado con el peculiar catoli¬
cismo de la autora, en contraposición a determinados aspectos del
naturalismo francés incompatibles con su credo ideológico, como
la anulación del elemento espiritual en el ser humano (Hilton,
1954, pp. 3-18; Brown, 1957; Delgado, 1965, pp. 203-204; Davis,
1975, pp. 282-289).
Aspectos puntuales de la crítica inciden también en temas de
gran relevancia, como los referidos a la Institución Libre de Ense¬
ñanza (Schiavo, 1975, pp. 1 y 14; Jongh-Rossell, 1985, pp. 52-60;
Porto Ucha, 1986, pp. 115-121). Desde una óptica circunscrita a
específicos aspectos, la crítica ha incidido en el lenguaje y estilo
(Giles, 1968-1969, pp. 54-58; Rodríguez y Guttmann, 1979), en los
elementos grotescos (Rodríguez y Lefkoff, 1981, pp. 275-281) y en
las descripciones y ambientación gallegas (Francés, 1919, pp. 299-
306; Gómez Morán, 1975, pp. 73-78; Núñez de Villavicencio, 1977,
pp. 21-44). Las técnicas narrativas (Henn, 1988b) e impresionistas
utilizadas en sus novelas ocupan también la atención de la crítica
(Giles, 1962, pp. 304-316), así como la personal plasmación de los
elementos pictóricos que figuran en sus novelas serán motivo de
EMILIA PARDO BAZÁN 513

reciente reflexión (Latorre, 1997, pp. 197-210). Los temas relacio¬


nados con la cinegética (Rodríguez y Fernández, 1990, pp. 89-97) o
con las preocupaciones sociales (Clémessy, 1971, pp. 129-146)
o raciales (Dendle, 1970, pp. 17-31) reflejan con claridad la diversi¬
dad de enfoques que subyacen en los análisis sobre su obra. Cor¬
pus novelístico analizado desde un punto de vista sincrónico, en¬
garzadas en el contexto histórico y social de su época (Correa
Calderón, 1952, pp. 9-56) o en conexión con el lector de la Améri¬
ca hispana (Porrúa, 1992, pp. 1.409-1.420).

8.3. Primeros tanteos novelescos, del romanticismo


AL REALISMO: PASCUAL LÓPEZ, UN VIAJE DE NOVIOS
y EL CISNE DE VILAMORTA

8.3-1. Pascual López. Autobiografía de un estudiante de Medicina

Se publicó por entregas en la Revista de España, entre junio y


septiembre de 1879 (Año XII, tomo 68, núm. 271 [13 de junio], pp.
395-417; núm. 272 [28 de junio], pp. 547-561; Año XIII, tomo 69,
núm. 273 [13 de julio], pp. 119-133; núm. 274 [28 de julio], pp. 235-
272; núm. 275 [13 de agosto], pp. 373-401; núm. 276 [28 de agosto],
pp. 537-553; tomo 70, núm. 277 [13 de septiembre], pp. 110-126 y
núm. 278 [28 de septiembre], pp. 259-274) (González Herrán y Pa-
tiño Eirín, 1996, p. 47). La propia autora ofrece en sus Apuntes au¬
tobiográficos un interesante material noticioso relacionado con la
publicación de dicha novela, reacción de la crítica y motivaciones
personales sobre el estilo de la misma.23
Pascual López debe ser analizada y valorada como fruto de la
doble vocación científica y artística de doña Emilia (González He¬
rrán y Patiño Eirín, 1996, pp. 18-24). Para N. Clémessy la extraordi¬
naria aventura de Pascual López no fue completamente inventada,
pues si bien sigue hábilmente las reglas del relato fantástico, el

21 Apuntes autobiográficos que figuran al frente de la edición princeps de Los Pazos de Ulloa
(Cortezo, 1886). En dichas páginas la autora especifica que una vez finalizada la impresión de
su novela en la Revista Española se llevó a cabo una edición con el mismo formato. Dicha publi¬
cación no agradó a doña Emilia: «Tipográficamente hablando, no han visto más fea cosa los si¬
glos: un libro luengo y achatado como una solía, con cubierta de azul sucio, plagado de erratas,
y por contera hasta equivocada la paginación. Un crítico algo nervioso le pegaría un palo, como
ahora se dice, no más que mirándolo por el forro» (1886, p. 52).
514 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

tema de la narración está -sacado de la actualidad científica» (1981,


p. 219). Novela que para la crítica supone la primera muestra de
una triple actitud estética de la escritora, condicionada por una se¬
rie de circunstancias: las huellas de los escritores románticos, el ai¬
re melancólico de la ciudad compostelana, la picaresca estudiantil,
la lectura de los novelistas del realismo (Pereda, Valera y Galdós),
su viaje por Europa, el contacto con los krausistas y su inclinación
por los temas científicos (Varela Jácome, 1973, p. 17). Novela,
igualmente, que rememora épocas pasadas, nostálgicas, y preco¬
nizan el gusto y la afición por los viejos caserones destartalados
(Bravo Villasante, 1982, pp. 56-57). Pascual López apenas pre¬
senta asomos naturalistas a no ser que el lector quiera verlos en
el excesivo detallismo de ciertas descripciones. El trasiego de
personajes típicamente galdosiano lo inicia doña Emilia en la
presente novela, con la inclusión de un personaje, don Víctor de
la Formoseda, que actuará como precedente inmediato del tipo de
hidalgo arruinado en Los Pazos de Ulloa (Baquero Goyanes, 1969,
p. 116). Novela que ha sido analizada o juzgada en conexión con
la novela picaresca o cervantina (Pattison, 1971, p. 37; Varela Já¬
come, 1973, p. 161; Clémessy, 1981, p. 221; Patiño Eirín, 1995,
pássim) o como sutil sátira a determinadas situaciones propias
de las novelas góticas o de terror (Pattison, 1971, p. 35). Desde
época reciente, el lector dispone de una excelente edición crítica
en donde se analizan puntuales aspectos referidos a los motivos
científicos que aparecen en Pascual López y a los que concier¬
nen a las fuentes literarias, estilísticas y ambientales (González
Herrán y Patiño Eirín, 1996).

8.3-2. Un viaje de novios

Novela que inicia la polémica de la bipolarización realismo-na¬


turalismo y supone el primer esbozo del discutido libro La Cues¬
tión Palpitante (Varela Jácome, 1973, p. 18). Un viaje de nomos ha
sido considerada en estas últimas décadas como verdadera mues¬
tra de narrativa moderna en el sentido estricto de la palabra y su¬
perior desde todos los puntos de vista a Pascual López (Osborne,
1964, p. 15). La crítica ha incidido en las palabras preliminares de
doña Emilia que figuran al frente de su novela, pues manifiestan
con claridad su ideario estético. En el prólogo la autora demuestra
EMILIA PARDO BAZÁN 515

conocer los recursos del naturalismo, pese a que no coincide plena¬


mente en sus planteamientos. Para doña Emilia, la novela debe ser
trasunto de la vida humana, eterna tragicomedia del mundo. Por
eso defiende la tradición realista española (Osborne, 1964, pp. 15-
16; Baquero, 1971, pp. 7-10; Varela Jácome, 1973, pp. 18-19; Clé-
messy, 1981, pp. 221-222).
La novela, pese a ser juzgada en ciertos aspectos negativa¬
mente, fue uno de los relatos más leídos en su época.24 Tanto la
crítica española como extranjera se hicieron eco de la aclimata¬
ción del naturalismo en España gracias a la publicación de Un
viaje de novios (Baquero, 1971, pp. 14-16). La misma autora alu¬
de a dicho juicio en La Cuestión Palpitante (González Herrán,
1989, pp. 140-143). Un viaje de novios fue juzgada temprana¬
mente, como en el caso de Clarín en La literatura en 1881, como
un relato que situaba a su autora «en una posición intermedia,
pues, si bien afirmaba que Pardo Bazán ideológicamente pertenecía
a la tradición, literariamente se encontraba entre los innovadores, y
añadía que Un viaje de novios era el primer libro español, escrito
por persona que profesaba el tradicionalismo, en que no había
el prurito del sermón y de la diatriba contra el libre pensamien¬
to* (Beser, 1968, pp. 301-302).
Para un sector de la crítica Un viaje de novios representa un ca¬
so práctico de la sensibilidad decadentista en la novela realista es¬
pañola (Hemingway, 1988, pp. 226-236). Decadentismo que se re¬
fleja también en sus obras críticas, pues admiraba a genuinos
poetas cuyo decadentismo expresaba de forma sincera sus propios

24 C. Bravo Villasante reproduce una carta de doña Emilia a M. Ménendez Pelayo en


donde se aprecia determinados aspectos censurados por la crítica: «{...] Estaba oyendo, antes de
oírlo, todo lo que Vd. me dice del Viaje de novios. Sospechaba que el género no le había de gus¬
tar a Vd. ni poco ni mucho. Y que las descripciones le parecerían prolijas, acaso impertinentes.
C’est un peu la mode, como dicen nuestros vecinos, describir así; y además yo noto que sirvo para
el caso y que lejos de costarme trabajo, me entretiene tanto esa menudencia de los objetos, esa
pintura detallada, como a Vd. los pormenores de erudición e historia. En cuanto a los galicis¬
mos, cierto los hay, pero yo me veo en el caso del hombre de la fábula que tenía dos amantes y
una le arrancaba los pelos blancos y otra los negros, hasta que entre las dos le dejaron calvo; Cla¬
rín reprueba mis arcaísmos, Vd. mis galicismos, y voy a concluir por no saber cómo hablar. Fue¬
ra de broma, crea Vd. que hoy es un problema escribir novelas modernas sin incurrir en alguna
frase galiparla, porque el lenguaje usual y corriente tiene infinitas» (1962, p. 75). En una en¬
trevista concedida a Cristóbal Castro y publicada en El Gráfico, 20 de julio de 1904, doña Emi¬
lia señala lo siguiente: «Mis libros se venden poco excepto San Francisco de Asís, La Cuestión pal¬
pitante, Un viaje de novios, Los Pazos de Ulloa, Cuentos de amor, De mi tierra, Insolación y Morriña»
(Clémessy, 1981, p. 239).
5i 6 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

sentimientos. De igual forma E. Pardo Bazán elogia en sus trabajos


el elemento religioso que figura en los escritos decadentistas (Kro-
nik, 1966, pp. 418-427; Hemingway, 1988, pp. 228-229). Kronik se¬
ñala que la admiración que la novelista sentía por Gautier refleja su
entusiasmo por un rasgo esencial del decadentismo, «la búsqueda
de lo raro, lo refinado, lo artificial, la expresión de lo que había si¬
do hasta allí inexplicable, el culto de la belleza creada como un me¬
dio de trascender a la naturaleza» (1988, p. 422). Apreciación idénti¬
ca a la señalada por Hemingway, pues afirma que de Gautier y de
los hermanos Goncourt proviene una de las características más sig¬
nificativas de sus primeras novelas: la brillantez de impresiones vi¬
suales y la representación de objetos naturales en términos de obras
de arte o artefactos (Hemingway, 1983). La voz del narrador, la rea¬
parición o trasiego de personajes, el recurso zolesco de la insisten¬
cia en el detalle, la fórmula típicamente naturalista de lo general en
lo particular, las descripciones-inventarios, el dato físico y la inci¬
dencia de efectos románticos engarzados con rasgos típicamente
naturalistas2'1 serán aspectos analizados por la crítica en estas últi¬
mas décadas (Baquero Goyanes, 1971, pp. 17-49; 1986).

8.33• El cisne de Vilamorta

La novela representa una fluctuación, un retroceso tras la pu¬


blicación de su novela naturalista La Tribuna (Baquero Goyanes,
1969, p. 117; Várela Jácome, 1973, p. 22). Novela que incide, en pa¬
labras de la misma autora, en la ambientación de un contexto
específico y en un contenido concreto.2*' Relato que representa un

25 La presencia del tren como marco del episodio no deja de tener una resonancia román¬
tica. Motivo de ilustre tradición literaria que, como bien señala Baquero Goyanes, era caracte¬
rístico en la centuria pasada: «Muy del siglo pasado fue el tema del encuentro en tren o en dili¬
gencia con alguna hermosa desconocida. (Recuérdese El clavo, El abrazo de Vergara, de Alarcón
—doble aspecto, dramático y festivo, del tema— y algún tan conocido poema como El tren ex¬
preso de Campoamor.) El lector de Un viaje de novios podrá advertir, asimismo, que no sólo el te¬
ma, sino hasta el lenguaje empleado por la Pardo Bazán con referencia al tren, se caracteriza por
un cierto tono romántico» (1971, p. 40). El proceso animador de la máquina, los aspectos del
progresismo que subyacen en las descripciones realizadas mediante la óptica del viajero y la di¬
solución de las formas o del panorama en general visto desde la ventanilla del tren no son sino
aspectos comunes a esta época (Litvak, 1991, pp. 212-213).
26 En sus Apuntes autobiográficos especifica los diversos aspectos tratados en sus novelas,
enraizadas en las costumbres, tradiciones y paisaje gallegos: «En Pascual López di alguna idea de
la vida escolar y de la Galicia vieja medioeval, representada por Santiago; en La Tribuna, de la
EMILIA PARDO BAZAN 517

sustancioso avance en el análisis y caracterización psicológica de los


personajes (Hemingway, 1983, p. 15 pássim) y que actúa como en¬
te receptor de diversas tradiciones y modelos literarios (Penas,
1997, p. 285), pues inciden tanto los elementos románticos (Varela
Jácome, 1973, pp. 2-28; Clémessy, 1973, p. 202; Valis, 1986, pp.
298-324) como los realistas-naturalistas (Pattison, 1971, pp. 47-48;
Clémessy, 1988, pp. 37-51; Penas, 1997, p. 286 pássim).

8.4. Novelas naturalistas

Las novelas naturalistas están configuradas por un corpus litera¬


rio específico: La Tribuna (1882), Los Pazos de Ulloa (1886), La Ma¬
dre Naturaleza (1887) y La piedra angular (1891). Dicho conjunto
de obras figura siempre de esta forma en los estudios clásicos de
conjunto referidos a la obra de E. Pardo Bazán (Varela Jácome, 1973,
pp. 47-54; 1978, pp. 22-25).27 La Tribuna es una novela decidida¬
mente naturalista, la más próxima a la manera zolesca (Baquero Go-

Galicia joven, industrial y fabril donde nací. La Coruña; en El Cisne estudié un pueblo peque¬
ño, con sus intrigas, su política menuda; en Bucólica, una aldeana, Graziella en germen, pobre,
ignorante y entregada al instinto; en Los Pazos de Ulloa, la montaña gallega, el caciquismo y la
decadencia de un noble solar. En La Madre Naturaleza doy rienda a mi afición al campo, al te¬
rruño y al paisaje» (1886, p. 81). Novela cuyas connotaciones románticas son de difícil preci¬
sión, tal como afirma en el prólogo que figura al frente de El Cisne de Vilamorta, pues tras recha¬
zar su afiliación al Romanticismo, movimiento literario de casi nula influencia en las
costumbres, según palabras de doña Emilia, señala, sin embargo, que el espíritu romántico sub¬
yace en su novela (1885, p. 7). A tal respecto Sáinz de Robles señala lo siguiente: «En El Cisne de
Vilamorta son románticas las profesiones del protagonista: poeta lírico y pobretón irremediable;
el carácter y los anhelos de la infeliz Nieves, enamorada y mártir; el suicidio de la protagonista;
algunos diálogos, modelos de dulzura y blandura, sin caer en lo artificial {...] Pero todo lo demás,
que es lo más, es francamente naturalista. Leocadia Otero, la maestra de Vilamorta, es un purísimo
espécimen de la naturaleza. Y es Leocadia Otero el personaje mejor dibujado, mejor coloreado,
mejor visto de la novela. Sus relaciones con Segundo García, hambrón y poeta, se pringan de
realismo más crudo. Naturalistas son los retratos del padre de Segundo, de Ramón el confitero,
del escribano Genday, de Carmelo el estanquero, del médico Tropiezo, de Saturnino Agonde...»
(1973, II, p. 198).
2 La constante asimilación de procedimientos naturalistas se percibe claramente a raíz
de la publicación de La Trtbuna. Influencia de motivos zolescos que no sólo se advierte en di¬
cho corpus, sino también en otros relatos: «La nueva estética parece influir en ciertas situacio¬
nes de Un viaje de novios, en la entrega de Maripepa en Bucólica, en el determinismo climático y
ambiental de Insolación. Incluso en una novela llena de resonancias románticas, como Et Cisne de
Vilamorta, aflora cierta delectación por lo monstruoso; resalta, sobre todo, la descripción del en¬
venenamiento de la maestra Leocadia, recuerdo del final de Madame Bovary, acumulación de da¬
tos fisiológicos característica de la fórmula naturalista» (Varela Jácome, 1973, p. 47).
Sl8 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

yanes, 1967, p. 116), cuya observación de la realidad la convierte en


lo que se podría denominar una fisiología socializadora ÍBaquero
Goyanes, 1986, pp. 121-122).28 Pardo Bazán pone en práctica las
ideas que había expresado en La Cuestión Palpitante, adoptando
todos los procedimientos llevados a cabo por los novelistas natura¬
listas franceses (Clémessy, 1981, pp. 222-223). Novela que incide en
diversos aspectos, como los relacionados con la incipiente apari¬
ción del proletariado (Fuentes, 1971, pp. 90-94) o con la realidad
obrera (Sánchez Reboredo, 1979, pp. 567-580). La Tribuna no pue¬
de definirse como un relato social, pues el narrador se interesa más
en presentar las diferencias y características de las clases sociales
más privilegiadas y depauperadas que cuestionar el conflicto e in¬
justo orden social (G. Gullón, 1976, pp. 43-67). Aspectos sociales
que no sólo inciden en La Tribuna, sino también en otras novelas
de indudable filiación realista-naturalista, como La Espuma y El In¬
truso (Miranda, 1987). Los aspectos políticos que inciden en el rela¬
to (Henn, 1984, pp. 77-90) y la realidad obrera como marco propi¬
cio para el análisis de la actitud de Emilia Pardo Bazán (Sánchez
Reboredo, 1979, pp. 567-580) son motivos analizados, igualmente,
por la crítica, pues incurren o confluyen en una específica actitud
de la novelista: la reivindicación de la mujer (Hilton, 1952, pp. 153-
154; Porrúa, 1989, pp. 203-219).

8.4.1. La Tribuna

La Tribuna pese a ser conceptuada como la novela más natura¬


lista de su autora e iniciadora del llamado naturalismo español (Alas,
1885, p. 113; Tannenberg, 1903, p- 305; González Blanco, 1909,
p. 489; Blanco García, 1910, II, p. 539; Brown, 1957, pp. 72 y 83;
Torre, 1960, pp. 245-246; Osborne, 1964, pp. 44 y 47; Entrambasa-
guas, 1967, III, p. 927; Fuentes, 1971, p. 90; Pattison, 1971, pp. 45-46;
Varela Jácome, 1973, p. 48; Clémessy, 1973, p. 201; López Sanz, 1985,

2H A raíz de su publicación la crítica la identificó con el naturalismo propio de la es¬


cuela zolesca, como en las crónicas que aparecen en La Época, 31 de diciembre de 1883, y en
El ¡mparciat, 31 de diciembre de 1883- Pastor Aicart (1886, p. 323) y Blanco García (1910,
II, p. 539) la consideran también como novela completamente naturalista. Clarín (1885, pp.
111-119) la conceptúa de idéntica forma y anima a la autora a que siga y persevere en ese ca¬
mino, al igual que el no menos reputado crítico J. Yxart desde las páginas de La Época, 7 de
enero de 1884.
EMILIA PARDO BAZAN 519

p. 38) es juzgada por la crítica reciente como romántica, de un ro¬


manticismo tardío.29 Novela, cuyo personaje principal, Amparo, pu¬
diera estar inspirado en un modelo real (González Herrán, 1975, pp.
1, 6 y 7). La dialéctica política-amor y el contraste pobreza-riqueza
que sirven de fondo a la acción constituyen el eje esencial de la es¬
tructura novelesca (G. Gullón, 1967, pp. 50-57). Estructura narrativa
que para un cierto sector de la crítica está constituida por cinco epi¬
sodios esenciales: la asfixiante vida suburbana, protagonizada por la
familia de Amparo; la aproximación a la ciudad vieja y a la Pescade¬
ría; la actividad laboral de la protagonista en la fábrica de tabacos; la
efervescencia política de la Revolución de 1868 y la historia de una
seducción amorosa (Várela Jácome, 1978, p. 33).

8.4.2. Los Pazos de Ulloa

La novela va precedida de unos Apuntes autobiográficos que


han sido utilizados desde época temprana por la crítica como
material noticioso de gran importancia para el estudio de deter¬
minados episodios biográficos de doña Emilia (Blanco García,
1910, II, pp. 536-537; Sáinz de Robles, 1947, pp. 9-61; Bravo Vi-
llasante, 1962; Martín, 1962; Osborne, 1964) o para el análisis de

’9 Sería el caso de González Herrán que mediante argumentos distintos a los realizados
con anterioridad (Abuín, 1951, pp. 45-54) liega a dicha conclusión, pues la clasifica como obra
romántica tardía. Tres son los soportes básicos de su teoría: a) Su aparente documentalismo experi¬
mental es más bien pintoresquismo costumbrista: b) La historia que relata, más que tranche de vie (co¬
mo quería Zola) obedece a los esquemas más explotados por el folletín social; c) La autora no
mantiene la imparcialidad y objetividad que demandaba la poética naturalista, sino que, movi¬
da por prejuicios ideológicos e intención docente, hace reiterado uso de la sátira tendenciosa»
(1988, p. 49). Huellas románticas que se perciben también en el nivel estilístico. Para Gonzá¬
lez Herrán los rasgos naturalistas de La Tribuna, tan evidentes como copiosos, no obedecen a un
planteamiento estético coherente, sino acaso a una simple adopción, superficial y no poco gra¬
tuita en ocasiones de determinados gestos —los más llamativos del repertorio— que pudieron
ser tenidos por naturalistas. Es evidente que estamos ante un planteamiento nuevo, original e
interesante, al igual que los juicios emitidos porClémessy y que contrastan con las clásicas opi¬
niones de la crítica anterior: «Cómo enjuiciar pues La Tribuna, como una novela naturalista, se¬
gún lo han afirmado bastantes críticos [...] Personalmente, disiento de tal opinión; tampoco me
satisfacen los calificativos empleados para designar el presunto naturalismo de D.* Emilia: na¬
turalismo atenuado, mitigado, edulcorado. Prefiero hablar de realismo vivificado por el natu¬
ralismo, un realismo nacional que, claro está, sigue ligado al costumbrismo y deja transparen¬
tar algunos resabios románticos. Con todo, de parte de Pardo Bazán La Tribuna representa un
avance notable en el aprendizaje de la novela realista, incluso dentro del molde de la novela de
costumbres, que ella pretendió escribir» (1988, p. 494).
520 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

determinadas obras publicadas hasta el año 1886, fechas de apa¬


rición de la edición princeps de Los Pazos de Ulloa (Mayoral,
1986; Clémessy, 1987, Ayala, 1997). Dichos Apuntes fueron vili¬
pendiados por unos y censurados por otros en el momento de su
aparición.30
El proceso de redacción de Los Pazos de Ulloa fue lento a
juzgar por la correspondencia con Narcís Oller (M.® L. Sotelo,
1990, pp. 65-86; N. Clémessy, pp. 226-227; M.® A. Ayala, 1997,
pp. 17-20).31 Una vez publicada la novela, la crítica reaccionó
favorablemente. Clarín, desde las páginas de la Ilustración Ibérica,
ponderó los aciertos descriptivos y ambientales de la novela, así
como la fuerza, belleza y originalidad de sus personajes, espe¬
cialmente don Julián (29 de enero y 5 de febrero de 1887). Opi¬
niones y juicios elogiosos que se perciben también en las críticas
vertidas por el propio Clarín en las páginas del periódico La Opi¬
nión (7, 18 y 30 de noviembre de 1886). El elogio a la obra de
doña Emilia es unánime. Lorenzo Benito de Endara32 y Luis

Hl Menéndez Pelayo muestra su animadversión por la inclusión de los Apuntes autobio¬


gráficos al frente de la edición de D. Cortezo. Opinión no compartida por J. Valera (Artigas Fe¬
rrando y Sáinz Rodríguez, 1946, p. 315,pássim). Con un tono condescendiente y elogioso juz¬
ga dichos apuntes Clarín desde las páginas del periódico La Opinión en noviembre de 1886. El
crítico L. Benito de Endara pese a elogiar Los Pazos de Ulloa reprueba la inclusión de dichos
Apuntes al frente de su novela (1887, pp. 393-404). Mosaico de opiniones en el que destacan
los juicios emitidos por los novelistas más reputados de la época. El 9 de noviembre de 1886
Pereda escribe a Galdós manifestándole su censura y crítica por la inclusión de los Apuntes (Or¬
tega, 1964, p. 114). En contraposición, el conocido crítico de la Revista Comtemporánea, Leo¬
poldo García Ramón, señala que dicha inclusión ha sido un gran acierto, pues permite al lec¬
tor conocer «moral e intelectualmente» a doña Emilia (M.‘ L. Sotelo, 1990, p. 71).
51 El 7 de julio de 1885 doña Emilia escribe a Narcís Oller que tiene «entre manos» una no¬
vela en la que aparece un sacerdote de distinta catadura al de La Regenta, don Fermín de Pas: «Aho¬
ra, al leer el segundo tomo de La Regenta me he encontrado yo con un cura enamorado de una dama:
esto mismo, aunque en bien distinta forma y modo, danza en la novela que traigo entre manos.
Pues no me arredro; sigo con mi cura, que no siendo copia, tiene que resultar con su cara, la que
Dios le dio y le confirmo el Sr. Obispo» (Oller, 1962, p. 93). La redacción de Los Pazos de Ulloa
fue laboriosa y lenta. Gracias al epistolario de Narcís Oller sabemos que su redacción se llevó
a cabo en Meirás, en el verano de 1885. La Madre Naturaleza, por el contrario tuvo una redac¬
ción más fluida (Oller, 1962, p. 95). A primeros de noviembre de 1886 aparece la primera edi¬
ción de Los Pazos de Ulloa y a comienzos de 1887 la continuación de la misma: La Madre Natu¬
raleza. En la edición princeps de Los Pazos la novela está fechada en París, marzo de 1886, y los
Apuntes autobiográficos en septiembre de 1886, en la Granja de Meirás. Es evidente, tal como se¬
ñala M.‘ Ángeles Ayala, que la novela estaba ya impresa y en espera tan sólo de los Apuntes
(1997.P. 20).
" A Benito de Endara Los Pazos de Ulloa le causa una gran impresión: «{...] he devorado
el libro con verdadera ansia, y que el interés de la narración me ha espoleado de tal forma, que
EMILIA PARDO BAZAN 52!

Vidart33 no escatiman sus elogios. De igual forma, los estudios


de conjunto coetáneos referidos a la novela de la segunda mitad
del siglo xix coinciden en sus juicios, pues la definen de forma
harto elogiosa (Blanco García, 1910, II, pp. 536-544; Fitzmaurice-
Kelly, 1901, p. 534; Andrenio, 1924, p. 81).
El plan narrativo de la novelista tiene como objetivo esencial
destacar un terrible protagonista: la Naturaleza. La relación amoro¬
sa entre Pedro Moscoso y Sabel y las escenas de crudo realismo
que aparecen en Los Pazos, así como la tesis determinista que sub¬
yace en la novela son aspectos destacados por la crítica (Eoff, 1965,
p. 117). La conexión entre La Faute de l’Abbé Mouret de Zola y la
singular interpretación de la pérdida del paraíso en conexión con
dicha novela zolesca han sido motivo de análisis en estas últimas
décadas (Brown, 1957; Osborne, 1964, p. 64, pássim).
Los procedimientos y recursos narrativos ocupan, igualmente,
un lugar privilegiado entre la crítica. El naturalismo para doña Emilia
aparece como una retórica literaria más, y no como una supresión
de todas las anteriores, reemplazadas por una técnica científica, ex¬
perimental, de laboratorio, capaz de aproximar, de fundir vida y li¬
teratura (Baquero Goyanes, 1986, p. 207, pássim). Los datos físicos,
la caracterización fisiológica de los personajes responden al gusto
naturalista, determinando en la novela una clara disección: el tipo
humano identificado con la tierra bárbara y primitiva y el de con¬
textura débil, procedente de la ciudad (Baquero Goyanes, 1986,

sólo la imprescindible necesidad me hacía interrumpir la lectura. Al terminar declaro con


franqueza que me sentí impresionado» (1887, pp. 402-403). Para el citado crítico don Pe¬
dro Moscoso y Primitivo son los máximos exponentes del naturalismo de E. Pardo Bazán,
especialmente el último personaje: «Primitivo es el producto natural de la descomposición
de aquella nobleza, que si en otros tiempos prestó valiosos servicios a la patria constituyen¬
do una fuerza social de gran importancia, vive hoy del recuerdo de lo que fue y es, salvo con-
tadísimas excepciones puramente personales, un obstáculo y un entorpecimiento.para el de¬
sarrollo de los nuevos elementos que informan la vida moderna» (1887, p. 400). Endara
insta a la novelista a que proclame públicamente su adscripción plena al naturalismo. Insis¬
te en el determinismo de Los Pazos y en la imitación y puesta en práctica de las teorías de
Zola.
'' Luis V¡dart señala al respecto que Los Pazos de Ulloa es la mejor novela de doña Emilia, pues
todo es verídico, verdadero, interesante y sentimental, sin necesidad de caer en lo melodramático
y en la sensiblería (1888, p. 30). Mosaico de opiniones idéntico al vertido por Juan Montalvo,
pues señala el acierto del diálogo, lenguaje y verosimilitud de lo narrado (1887, pp. 92-102). No¬
velistas compañeros de generación, como en el caso de Ortega y Munida (1886) o Galdós
(1903, pp 204-205) señalaron los aciertos que subyacen en Los Pazos de Ulloa
522 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

pp. 113-120). La insistencia en el detalle, la animalización, los pro¬


cesos o análisis de una enfermedad, constituyen los elementos bá¬
sicos y fundamentales de la novela de E. Pardo Bazán (Baquero
Goyanes, 1986, pp. 161-180).
La multiplicidad de elementos que configuran Los Pazos de
Ulloa son evidentes. El perspectivismo o el choque de visiones
opuestas refleja el enfrentamiento y la rivalidad de unos personajes
cuyo proceso aparece analizado desde ópticas distintas (Lott, 1969,
pp. 3-12; Valera Jácome, 1973, pp. 87-91; Mayoral, 1986, pp. 44-45;
Clémessy, pp. 61-70; Ayala, 1997, pp. 41-59; Hemingway, 1997, pp.
389-403)- Destaca, por ejemplo, el contraste que se produce en la
forma de conceptuar los hechos o acciones de Nucha tanto en el
Pazo como en Santiago de Compostela. Desde la óptica del sacer¬
dote, Nucha aparece como un ser sublime, excelso, superior. Es
evidente que esta visión posibilita una relación especial entre el sa¬
cerdote y Nucha, de ahí que la crítica analizara dicha relación en el
momento de aparición de Los Pazos de Ulloa, como en el caso de
Clarín.34 Si para un cierto sector de la crítica el verdadero protago-

'1 Desde las páginas de la Ilustración Ibérica Clarín señala las concomitancias existentes en¬
tre La Faute de l'abbé Mouret y Los Pazos de Ulloa. «Puede decirse que todo lo que se refiere a Ju¬
lián está bien pensado, mejor escrito, y sentido con gran delicadeza y fría pasión poética. Con
gracia original ha sabido la autora mostrarnos el amor que inspira Nucha al buen clérigo, sin aso¬
mo de escándalo, ni aun de malicia, sin un grano de mostaza de esa que suele picar más yendo en¬
tre líneas. Nada de esto, no era tal el propósito del artista; se enamora el capellán de Nucha, co¬
mo el abate Mouret de Zola estaba al principio enamorado de la Virgen» (Beser, 1972, p. 286).
Las palabras de Clarín ahondan aún más en el meollo de la cuestión, pues identifica la figura del
sacerdote con el héroe novelesco de Los Pazos de Ulloa, el protagonista indiscutible de un relato
psicológico (Beser, 1972, p. 286). Juicio que ha tenido feliz acogida entre la crítica actual: «Si¬
gue pareciéndome válida una interpretación que tiene origen en el perspicaz atisbo crítico de
Clarín, que defendió en su reseña en dos entregas de La Ilustración Ibérica (enero-febrero
de 1887) que el capellán de los Pazos era el verdadero protagonista, y no la Naturaleza salvaje y
rural o incluso el falso marqués don Pedro Moscoso de Cabreira propuestos desde entonces y
aun hasta hoy por otros comentaristas. Efectivamente, lejos de ser lo que Wolfgang Kaiser de¬
nominaba “novela de espacio”, es decir, de un microcosmos natural, humano y social, que en es¬
te caso sería el de esos enclaves decrépitos, contradictorios y misteriosos constituidos por las
grandes casas señoriales gallegas, Los Pazos de Ulloa me sigue pareciendo un ejemplo arquetípi-
co de “novela de personaje”, y, más concretamente, de bildungsroman, novela de aprendizaje o
formación. En el desarrollo de su anécdota se percibe claramente como sustrato el esquema
mítico de la aventura del héroe, porque la historia nos presentad tránsito de un individuo, Ju¬
lián Álvarez, de la inocencia y el desconocimiento del mundo a la amarga y desencantada
madurez, mediando una penosa serie de pruebas o ritos de iniciación» (Villanueva, 1989,
p. 25). La relación amorosa constituye el eje primordial del relato, el tema esencial de la novela,
pese a la opinión contradictoria de quienes centran la atención en otros motivos (Mayoral, 1986,
p. 71; Clémessy, 1987, p. 80).
EMILIA PARDO BAZAN 523

nista de la novela es el padre Julián, tal como se ha indicado, para


otro el eje esencial de la misma lo constituye la descomposición de
un linaje, de una aristocracia gallega representada con total acierto
en Los Pazos de Ulloa (González López, 1944, pp. 122-123; López-
Sanz, 1978, p. 354; Mateo Diez, 1989, p. 147, pássirrí). Su relación
con la tesis zolesca de los Rougon-Macquart se ha insinuado con
matizaciones,35 aunque el verdadero tema de la novela sea el del
ambiente, el de la tierra, el engarce perfecto entre el paisaje y el ser
humano: «[...] Puede que, sin embargo, resulte más útil enfocar te¬
máticamente la novela desde otro ángulo, reductible también a las
preocupaciones naturalistas. Me refiero a la consideración de Los
Pazos de Ulloa como un estudio de ambiente, en el que el prota¬
gonista fundamental fuera un paisaje bárbaro y violento, el de una
tierra gallega presentada como marco de las más elementales y pri¬
mitivas pasiones» (Baquero Goyanes, 1986, p. 14). Novela cuyo te¬
ma central incide en el ocaso de la aristocracia gallega, al igual que
en la gran novela rusa, leída y admirada por doña Emilia en los
años de aparición de Los Pazos de Ulloa (Pattison, 1971, p. 51, pás-
sim). Relato que también es fiel reflejo del espíritu de clase, condi¬
cionado por la grandeza de sus personajes o por la ruindad y vile¬
za de los mismos (Blanco Amor, 1962, pp. 5-12). Explicaciones e
interpretaciones que enriquecen todo este mosaico de críticas, co¬
mo la sugerente interpretación de D. Villanueva que define o cali¬
fica el relato como «novela de aprendizaje» o «de formación» (1984,
p. 162, pássitn).
Diversos aspectos como la voz del narrador (Ordóñez, 1985,
pp. 121-131; Feal, 1987, pp. 214-221; Villanueva, 1989, pp. 30-32;
Bieder, 1992, pp. 1.203-1.212), las técnicas y estructuras narrativas
(Solanas, 1981, pp. 199-208; Guirk, 1982, pp. 81-86; Mayoral, 1986,
pp. 44-55; 1994, pp. 243-252; Clémessy, 1987, pp. 61-70; Ayala, 1997,

En la mente de Baquero están las teorías emitidas por Blanco García (1910, II, p. 540)
y González López (1944, pp. 122-123). En ellas se alude a la descomposición de los antiguos
organismos sociales, a la decadencia de la aristocracia gallega. La novela, en este sentido vendría
a ser el relato de la degeneración de una progenie, la del solar gallego de los Moscosos, como si
la tesis de los Rougon-Macquart se condensara en un solo volumen. Sin embargo, como señala Ba¬
quero Goyanes, el relato no aborda exclusivamente el análisis de la decadencia de una progenie
—como puede serlo la serie de Zola o, en otro sentido, Los Buddenbrook de Thomas Mann—, pues
«en Los Pazos no hay una gradación prosperidad-descenso-catástrofe final, sino que, desde las
primeras páginas, nos es presentada la mansión de los Moscosos como una ruina, y a sus habi¬
tantes en plena decadencia, acentuada luego en La Madre Naturaleza, donde vuelve a aparecer
envejecido y degenerado D. Pedro, el marqués de Ulloa» (1986, p. 14).
524 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

pp. 41-59) han sido abordadas por la crítica. Respecto a la lengua y el


estilo, la prosa de Los Pazos de Ulloa se encuentra a medio camino de
la sencillez funcional de Galdós y la complejidad estética de Valera
(Mayoral, 1986, p. 59). La crítica ha incidido en el carácter nominal de
su lenguaje, en la presencia de elementos substantivos que provoca
un efecto de firme y sólida construcción (Giles, 1962, pp. 304-316;
Lott, 1969, pp. 3-12). Un lenguaje rico en matices y diversificado, co¬
mo si -diera entrada y cobijo a toda índole de peculiaridad, diferencia
y variedad —individuales, sociales, locales—, pero ¡cuidado!, sin re¬
ducirse a ninguna de ellas» (Guillén, 1989, p. 112). Las resonancias
románticas se perciben también en el estilo, en escenas concretas, co¬
mo el pasaje en el que Nucha llora ante el atribulado sacerdote (Blan¬
co Amor, 1962, pp. 9-10). La crítica evidencia también desmayos en el
estilo de la autora, especialmente los referidos al uso de imágenes y
metáforas (Mayoral, 1986, pp. 61-62). Novela que acumula una
copiosa relación de galleguismos (Casares, 1989, pp. 129-139) y
expresiones coloquiales de indudable acierto, pues se adecúan
perfectamente a la condición social del personaje (Mayoral, 1984, pp.
28-29). Expresiones, giros y variantes idiomáticas que han sido reco¬
gidas recientemente en ediciones anotadas y críticas (Mayoral, 1986;
Clémessy, 1987; Ayala, 1997).
Existe, igualmente, una amplia gama de estudios que inciden
en aspectos específicos de Los Pazos de Ulloa, como el tema del
amor (Mayoral, 1989a, pp. 37-50), el incesto y su interpretación
(Urey, 1987, pp. 117-131), el decadentismo (Madera, 1993, pp.
411-420), el erotismo (Mayoral, 1986b, pp. 127-137) y la reivindi¬
cación feminista (Bretz, 1977, pp. 195-219; Feal, 1987, pp. 214-
221). El humor es otro de los rasgos característicos en el mundo
de ficción pardobazaniano. El tono festivo, distendido, lo perci¬
be el lector en numerosos pasajes, especialmente en aquellos
que tienen como telón de fondo la escena costumbrista.36 El cro-

y’ El humor es un rasgo puntual en la narrativa de doña Emilia. En Los Pazos de Ulloa y


en La Madre Naturaleza se perciben rasgos característicos y propios del naturalismo español,
ausentes de la gran novela francesa de la época. Como señala Clémessy, salvo Daudet, «que no
fue un adepto incondicional a la estética naturalista, el humorismo es casi inexistente en los
grandes representantes del naturalismo. No hay ninguno en los Goncourt, ni tampoco en
Huysmans, y en Zola aparece de modo muy excepcional, hasta el punto de pasar completamen¬
te desapercibido. En cambio, en grandes novelistas realistas españoles como Galdós y Clarín se
señalan ejemplos de humorismo, el primero, por sus rasgos de humorismo entre cervantino y
dickeniano y el segundo, por sus agudezas, a menudo mordaces, y siempre muy sutilmente ela-
EMILIA PARDO BAZÁN 525

matismo inserto en Los Pazos (Mazzeo, 1981, pp. 42-47; Naudin


de Artig, 1981, pp. 42-47), los elementos poéticos e impresionis¬
tas (Cardona Castro, 1989, pp. 379-408) o la persistente insisten¬
cia de elementos pictóricos en su novela constituyen también as¬
pectos esenciales para la crítica (Stanton, 1970, pp. 279-288). Las
escenas de carácter simbólico han sido analizadas con dispar óp¬
tica. En unas ocasiones atendiendo a teorías freudianas (Feal,
1971, pp. 314-327); en otras, prescindiendo de dichas teorías e
interpretaciones psicoanalíticas por considerarlas posteriores a
la aparición de Los Pazos de Ulloa (Mayoral, 1986, p. 66). Las es¬
cenas del sótano, convite de bodas, cacería, micción de la niña,
el jardín de los pazos, el estanque e interiores del solar de don
Pedro Moscoso constituyen los principales focos de atención de
la críticas (Solanas, 1981, pp. 199-208; Mayoral, 1986, pp. 67-70;
R. Gullón, 1989, pp. 12-14).
No menos singular es el mosaico de críticas relativo al pecu¬
liar naturalismo de doña Emilia. Son tópicas ya las afirmaciones
relacionadas con su personal forma de interpretar la doctrina na¬
turalista, de ahí que aparezcan calificativos como naturalismo
católico (Brown, 1957, pp. 98-99) o naturalismo a la española
(Bravo Villasante, 1989, p. 79). Mundo de ficción en el que se
produce una disección y provoca o da entrada a elementos que
se relacionan con el naturalismo de doña Emilia, como la presen¬
cia de lo regionalista (Gerli, 1977, pp. 55-60) o de la corriente
propia del esplritualismo (López-Sanz, 1978, pp. 353-371; 1985).
Dualidades o antítesis, como religión-naturaleza, que evidencian
el peculiar naturalismo que subyace en Los Pazos (Boland, 1981,
pp. 209-215).
Respecto a las influencias, el lector no encuentra en Los Pazos
de Ulloa la veloz andadura de Zola, «sino más bien el ritmo moroso

horadas» (1987, p. 71). Humorismo ausente en los momentos de fuerte tensión dramática, pero
no así en aquellos cuadros o escenas de índole costumbrista como las correspondientes a la festi¬
vidad de Naya o al proceso electoral. Las tertulias y celebraciones en general constituyen el prin¬
cipal punto de atención para producir la hilaridad, como la tertulia de los cazadores en el pazo o
la celebración de la fiesta de Naya. Humor que suele centrarse en un personaje de ilustre tradi¬
ción literaria: el sacerdote (Ayala, 1997, p. 55). La dislocación de términos y la presencia de toda
clase de vulgarismos, variantes idiomáticas y galleguismo (Casares, 1989, pp. 129-139) conce¬
den al relato una tonalidad humorística difícil de superar. De esta forma se produce una variada
gama de matices cuya finalidad suprema es presentar el lado cómico del personaje tratado (De-
Coster, 1966, pp. 125-132; Hemingway, 1983, pp. 34-39).
526 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

y cambiante de Balzac, Flaubert y la narración clásica española


—picaresca o cervantina—; como también otros rasgos de esta tra¬
dición nativa, la personificación de las cosas y de los animales [...]
El colosalismo, la afición a la hipérbole y la reiteración nos retro¬
traen a Victor Hugo y otros románticos» (Guillén, 1989, p. 105). Las
resonancias bíblicas mezcladas con el artificioso mundo pagano se
perciben también en Los Pazos (Baquero, 1986, pp. 49-55), al igual
que el paralelismo existente entre Maupassant —Une vie— y Los
Pazos (DeCoster, 1993, pp- 587-592). La lectura de Los Pazos remi¬
te al lector a escenas inmersas en el mundo de los sueños cuyo
valor simbólico actúa como hecho premonitorio o como refuerzo
de la propia acción (Thompson, 1976, pp. 856-862; Mayoral, 1986,
pp. 86-90; Várela Jácome, 1989, pp. 99-101).3
El estudio referido a personajes concretos y específicos se evi¬
dencia también en las investigaciones publicadas en estas últimas
décadas. Así, por ejemplo, los centrados, principalmente, en don Ju¬
lián (Mayoral, 1986, pp. 70-85; Clémessy, 1989, pp. 51-59; Clarke,
1997, pp. 67-83) y Nucha. Esta última desde una doble perspectiva,
desde la categoría de protagonista (Feal, 1987, pp. 214-221) hasta
la centrada en su maternidad (Charnon-Deutsch, 1981, pp. 73-85).
Personajes secundarios que también tienen un cierto peso especí¬
fico en el transcurso de los hechos están analizados desde el pun¬
to de vista de la relación amorosa (Clémessy, 1982, pp. 623-694;
Mayoral, 1987a, pp. 37-50). El motivo del señorío arrumbado y de¬
crépito se centra no sólo en don Pedro Moscoso, sino también en
la familia Limioso (Mateo Diez, 1989, p. 147, pássirn). Las vaci¬
laciones de doña Emilia en materia científica se proyectarán a tra¬
vés de las peroratas y discursos de don Máximo Juncal (Heming-
way, 1989, pp. 61-72).
La lectura de Los Pazos remite al lector a contextos específicos
de la vida española. El caciquismo, la lucha electoral, el reparto del
«turrón», las manipulaciones y coacciones ejercidas por la oligarquía

' Currie Kerr Thompson analiza la función de los sueños en las novelas de Pardo Bazán,
incluida Los Pazos, desde la óptica de la teorización freudiana (1976, pp. 856-862). M. Mayoral
estudia la presencia y simbología de lo onírico en Los Pazos (1986, pp. 86-90), al igual que Vá¬
rela Jácome, si bien para el citado crítico los sueños tienen un sentido fundamentalmente psico¬
lógico y están vinculados a referentes reales del medio rural. Doña Emilia utiliza un mecanismo
de operación reelaboradora del sueño, relacionado «con percepciones reales, con fuertes impre¬
siones, con los "recuerdos de fantasmas", que, a comienzos del XX tipificará Bergson» (1989, pp.
99-100).
EMILIA PARDO BAZAN 527

o representantes de los grandes partidos políticos asentados en Ma¬


drid y en capitales de provincia son aspectos descritos magistralmen¬
te por E. Pardo Bazán. Las elecciones en el medio rural son referidas
con total perfección. El fracaso o el éxito electoral se engarza en Los
Pazos con la acción principal sin que ésta quede mermada lo más mí¬
nimo, de ahí el interés que la crítica actual ha prestado a todos estos
hechos históricos y sociales (Varela Jácome, 1973, p. 128, pássim; Mi¬
randa, 1982; G. Gullón, 1986-1987, p. 177, pássim; Ayala, 1997, pp.
68-78).
Los Pazos ha sido sometida en estos últimos años a nuevas y
sutiles interpretaciones. A las ya citadas anteriormente, cabe seña¬
lar la mantenida por R. Gullón. En este caso el mencionado crítico
mantiene sus dudas sobre la paternidad de don Pedro respecto a
Perucho (1989, pp. 15-16). Hecho que daría otra dimensión al re¬
lato de doña Emilia. Novela, como bien se ha señalado reciente¬
mente, de encrucijada y en clara respuesta a la profunda crisis que
se produce en las novelas naturalistas francesas, jalonadas por la
publicación de las novelas A Rebours (1884), de Huysmans, y La
7<?rre (1887), de Zola. Entre ambas fechas (simultáneamente a Los
Pazos, Huysmans publica En Rade, novela que evidencia paralelis¬
mos con las de E. Pardo Bazán) habría que situar la novela de do¬
ña Emilia (Villanueva, 1989, pp. 22-23, pássim).

8.4.3. La Madre Naturaleza

Dicha novela ha sido enjuiciada por la crítica como la obra ma¬


estra de E. Pardo Bazán (Sáinz de Robles, 1973,1, p. 286; Heming-
way, 1971, p. 71).38 En época temprana la crítica la definió con ca¬
lificativos harto elogiosos, situándola en una primera etapa de la

M. Hemingway en su análisis sobre Máximo Juncal como representante de la ciencia


humana percibe las vacilaciones de doña Emilia respecto a la ciencia. Como ya sugirió el citado
crítico, la prueba de la hipótesis en la que la novela está basada no conduce necesariamente a la
conclusión final, porque el resultado no depende sólo del efecto determinante del medio am¬
biente (1983, pp. 28-29). Doña Emilia no ha sabido armonizar o conjugar la ciencia y el arte, o
viceversa, sólo en La Madre Naturaleza «supo afrontar las contradicciones en su postura y plas¬
marlas en lo que es, en mi opinión, su primera obra maestra» (1989, p. 71). Sáinz de Robles en
su Prólogo di La Madre Naturaleza (1973,1, p. 286) cree firmemente que se trata de la mejor no¬
vela de doña Emilia. Para unos críticos La Madre Naturaleza alcanza idéntico nivel que Los Pa¬
zos (Osborne, 1964, p. 65); para otros se trata de un relato inferior, no equiparable a Los Pazos
(Pérez Gutiérrez, 1975, p. 358).
528 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

producción novelística de doña Emilia, época naturalista, frente a


la denominada época de espiritualismo místico (Andrenio, 1924, p.
19). Relato que enlaza, por su contenido determinista, con Insola¬
ción (1889), novela corta que viene a ser una variante del mismo
tema (Baquero, 1969, V, p. 118).
La Madre Naturaleza ha sido considerada como una versión
naturalista de un tema literario, clásico en Dafnisy Cloe, y románti¬
co en Pablo y Virginia. De ambas obras se perciben ecos y re¬
ferencias en la de Pardo Bazán (Singer, 1943, pp. 21-43). En varios
pasajes La Madre Naturaleza se aproxima más a la obra de Longo
que a la de Bernardin de Saint-Pierre. El proceso, desarrollo y des¬
cubrimiento de la pasión amorosa entre Perucho y Manuela, mati¬
zado de continuas alusiones sensuales y la deliberada resonancia
pagana se percibe desde el inicio del relato. En la novela de Saint
Pierre, tal como apunta Baquero, no se encuentra nunca una nota
de tan intensa sensualidad como la de esas páginas de La Madre
Naturaleza, pues las preocupaciones filosóficas roussonianas de
Saint-Pierre le hacen dar a su relato un tono muy distinto al de Lon¬
go, por más que de él proceda. Por el contrario, doña Emilia busca
no tanto el matiz sentimental como el fisiológico, el impacto de un
ardiente estío gallego en la sensibilidad de dos adolescentes (1986,
pp. 73-79) Resonancias literarias que no sólo se refieren a los cita¬
dos escritores, sino también a clásicos autores, como en el caso de
la influencia de Virgilio en La Madre Naturaleza (Larsen, 1987, pp.
16-21) o de piezas clásicas pertenecientes al Antiguo Testamento,
como en el caso de Kirby que analiza la presencia del Cantar de los
Cantares en La Madre Naturaleza (1978, pp. 905-911). La inciden¬
cia de La Faute de l’Abbé Mouret en La Madre Naturaleza ha sido
siempre motivo de revisión y análisis en varias épocas del siglo xx
(Brown, 1937, pp. 243-248; Hemingway, 1987, pp. 5-29).39 Las re-

1,9 N. Clémessy señala a tal respecto que doña Emilia plantea con gran claridad el pro¬
blema de la condición humana y la responsabilidad moral, oponiendo la tesis cristiana del libre
albedrío al punto de vista determinista. Si no se hace hincapié en la significación profunda de
la obra —señala Clémessy—, podrá incluso concebirse dudas sobre la ortodoxia de las
concepciones religiosas de doña Emilia: «De hecho, ésta dedica toda la novela a desarrollar una
hipótesis básica, idéntica a la que inspiró a Zola su La Faute de l’Abbé Mouret: si una pareja, jo¬
ven y totalmente inocente vive sin sujeción alguna en el seno de la naturaleza, tarde o tempra¬
no sucumbirá a los deseos carnales» (1981,1, p. 345). Para Clémessy E. Pardo Bazán lleva a ca¬
bo una demostración idéntica a la de Zola, pese a que ambos no adopten exactamente la
conclusión del Génesis, puesto que en las dos novelas el paraíso perdido va unido a la separación
de los amantes (1981,1, p. 345,pássim). Para Brown tanto Zola como E. Pardo Bazán ofrecen
EMILIA PARDO BAZÁN 529

laciones amorosas-incesto que configuran el triángulo amoroso Pe-


rucho-Manuela-Gabriel (López Sanz, 1981b, pp. 79-108; Urey,
1987, pp. 117-131), la relación de don Julián con Nucha y su pecu¬
liar comportamiento ante los hechos acaecidos, así como la inci¬
dencia de las teorías darvinistas en La Madre Naturaleza (Kirby,
1964, pp. 733-737) han sido puntuales aspectos destacados por la
crítica. En este mosaico de opiniones no faltan las interpretaciones
desde el punto de vista social, dentro de un contexto rural en don¬
de se percibe tanto el color local como la depauperada sociedad
gallega del pazo. El arribismo social, la política y el desdén con que
doña Emilia conceptuó la movilidad de las clases sociales serán
motivos destacados, igualmente, por la crítica (Henn, 1984, pp. 77-
99 y 1988, pp. 23-26). Las notas humorísticas que ya habían sido
analizadas en función de Los Pazos de Ulloa se perciben de idénti¬
ca forma en La Madre Naturaleza (DeCoster, 1966, pp. 125-132). El
simbolismo (Osborne, 1964, pp. 67-68), el sensualismo colorista y
el cromatismo subyacen, de igual forma, en la prosa pardobazania-
na. Con razón señala Ignacio J. López que a través de ese sensua¬
lismo colorista E. Pardo Bazán «revela su auténtico virtuosismo esti¬
lístico, ofreciendo al lector descripciones en las que se conjugan
sus dotes de gran observador con una magistral sabiduría lingüísti¬
ca» (1992, p. 44).

8.4.4. La piedra angular

La piedra angular (1891), pese a ser una de las obras más ori¬
ginales que escribió doña Emilia (Osborne, 1964, p. 105), apenas
ha merecido la atención de la crítica.40 La piedra angular cierra el

dos visiones del Géneits y, al mismo tiempo, intentan demostrar una tesis naturalista: la de dos
seres de distinto sexo que viviendo sin ningún tipo de sujeción religiosa o moral en el seno de la
naturaleza acabarán sucumbiendo a sus deseos carnales (1937, pp. 243-248). Hipótesis refuta¬
da más tarde por la crítica al sugerir un cambio en la influencia del idilio romántico, pues será
Pablo y Virginia, de Bernardin de Saint Pierre, la obra que influya en la novela (Singer, 1944,
pp. 31-43; Baquero Goyanes, 1986, pp. 74-79; Clémessy, 1981,1, pp. 245-353).
111 La crítica ha mostrado una disparidad de criterios respecto a la calidad de la novela.
César Barja la conceptúa de escaso valor (1964, p. 310) y Hemingway la sitúa entre las mejores
de su producción novelística (1983). Recientemente se ha analizado La piedra angular desde
una nueva óptica, revalorizándose el relato gracias a los aciertos e innovaciones que doña Emi¬
lia introduce en su novela: «Como consecuencia de la aplicación de un nuevo concepto de do¬
cumentación y de representación, una formalización que puede ser la descripción desaparece, y
530 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

grupo de novelas adscritas a la concepción naturalista (Varela Jáco-


me, 1973, p. 48, pássim).41 Relato que ha podido influir en la obra
Una derrota de los greñudos y en La Conquista de Maya, de Gani-
vet (Osborne, 1964, pp. 107-108). Lo evidente en esta novela es la
preocupación de doña Emilia por los problemas sociales que aque¬
jaron a la España de fin de siglo. No hay que olvidar que la pena de
muerte fue un tema de ardua discusión a finales de la centuria pa¬
sada no sólo en España, sino también en Europa a raíz de las nue¬
vas teorías sobre la criminalidad (Etreros, 1993, pp. 36-37). La teo¬
ría criminológica de Lombroso adquirió su máxima difusión en el
Congreso anual de antropología criminal de París en 1892. Doña
Emilia ofrece en su novela diversos puntos de vista acordes con su
forma de pensar: condena claramente la actitud conservadora,
muestra las ventajas y, al mismo tiempo, los defectos del espíritu
de la criminología positivista para acabar defendiendo su propia
tesis abolicionista (Clémessy, 1982, II, pp. 595-611).
Novela cuyo final obedece al determinismo propio de la nove¬
la naturalista, tal como señala Brown en su estudio sobre la influen¬
cia naturalista en las novelas de doña Emilia (1957, pp. 122-129); sin
embargo, para un específico sector de la crítica, el desenlace de la
intriga está teñido de un romanticismo que tentó a la novelista,
«pues convenía a la estética de la obra, que exigía un final patético
en consonancia con el carácter desolador del drama» (Clémessy,
1982, II, p. 610). En La piedra anguiarse percibe una evolución en
su forma de novelar motivada por la influencia de la narrativa rusa.
Si en un principio dicha apreciación fue señalada por biógrafos y

es sustituida en la construcción de la verosimilitud mediante fundamentos textuales de distin¬


ta índole: por un lado, unos que remiten a los principios clásicos de oralidad, y por otro, la in¬
clusión de elementos simbólicos que nos sitúan en los años finales de siglo. Son tres fundamen¬
talmente los aspectos representativos que cambian: 1) La transposición de lo observado, 2) la
ironía, y 3) la descripción, que son sustituidas respectivamente por 1) la transposición de lo oí¬
do, 2) la parodia, y 3) el simbolismo» (Etreros, 1993, p. 41).
41 Varela Jácome considera la fecha 1891 como punto final de la trayectoria naturalista
de doña Emilia. Naturalismo que está representado en la novela desde diversos niveles semio-
lógicos: «[...] en el drama que se debate en el alma del verdugo, como pugna entre el amor a su
hijo y el religioso respeto a la ley; en el crimen pasional de la mujer del carretero y su amante;
en el desesperado suicidio de Juan Rojo; en el marginado mundo social...» (1973, pp. 52-53).
El ritmo narrativo, la visión del mundo urbano, la estructura cardinal del drama del verdugo,
con la implicación de su hijo Telmo, la intervención del doctor Moragas y la superestructura de
las ideas criminalistas, expuestas en las tertulias del casino, serán los ejes vertebradores y esen¬
ciales de la novela (Varela Jácome, 1973, pp. 110-112).
EMILIA PARDO BAZAN 531

críticos hoy en día dicha hipótesis cobra nuevos visos de realidad


gracias a las aportaciones recientes de la crítica (Etreros, 1993, pp.
31-43). Novela, en definitiva, que supone un nuevo experimento
narrativo y que actúa como ente receptor de las ideas de la propia
novelista. El compromiso testimonial, la representación experimen¬
tal de los barrios marginados, las tensiones del discurso diegético, la
segregación social del personaje Juan Rojo42 y las polémicas de las
doctrinas serán aspectos estudiados recientemente por la crítica (Vá¬
rela Jácome, 1997, pp. 353-375).

8.5. Periodo de basculación estética: insolación,


MORRIÑA, UNA CRISTIANA, LA PRUEBA Y EL CICLO
ADÁN Y EVA

El enunciado que figura al frente representa la evolución gra¬


dual de la novela de E. Pardo Bazán, una «basculación entre proce¬
dimientos románticos, realistas y naturalistas» (Varela Jácome, 1973,
p. 99). Insolación y Morriña son dos historias que se complemen¬
tan y contraponen. La primera ofrece la imagen del amor feliz y
triunfante. La segunda, la de una pasión fatal para los amantes (Clé-
messy, 1981, I, p. 234). La crítica ha incidido en el fondo autobio¬
gráfico de la novela, en la relación existente entre doña Emilia y Lá¬
zaro Galdiano (Oller, 1962, p. 108, pássim; Clémessy, 1981, pp. 235
y 243; Mayoral, 1987, pp. 10-13). En el momento de su aparición
Insolación escandalizó a los sectores más conservadores. Destaca,
por ejemplo, el caso de Pereda (Bravo Villasante, 1962, pp. 158-
159; Clémessy, 1981, pp. 236-237; Mayoral, 1987, pp. 14-15). En un
principio Insolación fue calificada de «boutade pseudoerótica de la
ilustre dama» (Clarín, 11 de mayo, 1889) y más tarde de «antipático

42 Varela Jácome establece una decisiva influencia de Concepción Arenal en la novela


de doña Emilia. Para el mencionado crítico el protagonismo central del verdugo Juan Rojo
se vincula directamente con el ensayo El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución pública de la pe¬
na de muerte publicado en 1867. C. Arenal, opuesta a la pena de muerte, diseña al verdugo con
una serie de rasgos caracterizadores negativos idénticos a los realizados por doña Emilia. Pa¬
ra Concepción Arenal la segregación social que sufre el verdugo repercute en su familia, en
sus hijos. No les queda otra alternativa que aceptar la profesión de su padre y tomar su oficio
o huir avergonzados de su presencia. En La piedra angular, Juan Rojo justifica su profesión,
apoyándose en la ley escrita, salvaguarda jurídica y moral. Pero su drama personal repercute
en su familia; su mujer le abandona y Telmo, su hijo, es menospreciado y apedreado (Varela
Jácome, 1997, pp. 369-370).
532 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

poema de una jamona atrasada de caricias» (Clarín, 9 de noviembre


de 1889). Pese a tales juicios despectivos, el propio Clarín desde las
páginas de Madrid Cómico reconoce ciertos méritos en Insolación
y Morriña, pues admite aciertos en la descripción y en determina¬
das escenas, como las referidas a los sucesos de la romería de San
Isidro (11 de mayo de 1889). Por su parte el crítico Luis Alfonso
censuró desde las páginas de La España la novela Isolación por su
excesiva dependencia de los relatos franceses (2 de diciembre,
1889). Fray Candil desde la revista El Madrid Cómico—artículo re¬
producido en Triquitraques—, se muestra asaz severo con E. Par¬
do Bazán (11 de agosto de 1889). Valera aunque no hizo gala de
una excesiva animadversión en su análisis a la novela Insolación, sí
se mostró severo en sus apreciaciones con respecto a Morriña.
Bien es verdad que elogia el estilo de la autora, pero no por ello
deja de censurar desde las páginas de La España Moderna el exce¬
sivo determinismo que subyace en su novela (1889, pp. 151-158).43
En un sentido bien distinto fue la opinión favorable de Mariano de
Cavia desde el periódico El Heraldo (24 de marzo y 18 de noviem¬
bre de 1889).
La crítica ha emitido una interrogante sobre la adscripción de
Insolación en el corpus de obras naturalistas (DeCoster, 1971-1972,
pp. 87-91). Pese a ello un sector de la crítica la considera naturalis¬
ta, de un naturalismo determinista cuyo eje central nos remite a un

4' Valera finaliza su artículo de la misma forma que lo inicia, pues elogia y censura la
novela de doña Emilia: «Claro está que Morriña es una preciosa novela; que sus pormenores
divierten; que Esclavitud interesa y conmueve; que la autora muestra un talento notabilísi¬
mo en todo, y que vence dificultades no pequeñas; pero este escrúpulo del determinismo fa¬
tal nos acibara el deleite estético que la lectura de Morriña, de otra suerte, produciría sin
mezcla de acíbar» (1889, p. 158). Valera no fue el único crítico que calificó la novela de ex¬
cesivamente determinista. Fray Candil señala al respecto lo siguiente: «Los influjos del sol
fueron la causa de que la Taboada cediese a los antojos carnales de Pacheco. Vemos aquí la
fuerza física [el sol] venciendo la libertad moral, que está por encima de todo, en sentir de
los católicos» (1892, p. 223). En estas últimas décadas la crítica la sitúa como novela natu¬
ralista, relacionándola con La Madre Naturaleza (Pattison, 1971). Baquero Goyanes tam¬
bién la engarza con dicho relato: «[...} hay en La Madre Naturaleza una cierta tendencia ha¬
cia la abstracción genérica, aun cuando ésta aparezca montada sobre el mismo limitado
escenario gallego. Insolación (1889) es una variante del mismo tema. Queda el sol abrasador,
percutiendo en el ardor erótico de un hombre y una mujer, localizados ahora sobre la estam¬
pa madrileña de la romería de San Isidro. Es decir, que en tanto que el tema, el drama de Los
Pazos parece estar indisolublemente unido a un concreto paisaje, la tesis determinista de La
Madre Naturaleza admite esa traslación geográfica que supone transportar un incidente eró¬
tico desde la húmeda tierra gallega a la seca estepa madrileña, manteniendo la presencia del
sol como acicate personal de uno y otro conflicto» (1986, p. 15).
EMILIA PARDO BAZÁN 533

elemento fundamental utilizado por doña Emilia: el sol (Montes


Huidobro, 1971, pp. 70-71, pássim).44 M. Hemingway apunta que lo
realmente importante en la novela no es la demostración de una te¬
sis, sino la sutileza con que la novelista muestra -a respectable ca-
tholic lady attempting to deal with unfamiliar feelings she is not sup-
posed to have» (1983, p. 52). La crítica incide en determinados
aspectos ya señalados en época temprana, como el humor y la sáti¬
ra como elementos esenciales en Insolación (Scari, 1972, pp. 1-14).
La relación de la novela con la crisis de la escuela naturalista (Penas
Varela, 1993-1994, pp. 331-343) o la ausencia del naturalismo en la no¬
vela merced a la presencia de la ironía, el humor y el sentimentalismo
(Scari, 1974-1975, pp. 85-93; 1974, pp. 80-89) son aspectos que com¬
pletan el capítulo de opiniones referido a la ubicación de la novela en
un preciso credo literario. Insolación ha sido también analizada e in¬
terpretada desde el punto de vista feminista, consciente la crítica de
las preocupaciones de E. Pardo Bazán por la reivindicación de la
mujer (Smitdt, 1974, pp. 69-81; Bretz, 1977, pp. 195-219; Giles,
1980, pp. 356-367; Mayoral, 1987, pp. 24-30; Tolliver, 1989, pp.
103-128). El análisis comparativo, las concomitancias y analogías
existentes entre Insolación y Morriña (Scari, 1973, pp. 364-370) o la

44 Montes Huidobro tras considerar la novela Insolación como una de las piezas señeras
de la obra pardobazaniana señala que la autora «ha expresado del mejor modo posible ese jue¬
go de fuerzas: fuerzas deterministas, organismo vivo, razón. Literariamente enriquece su no¬
vela con diferentes tipos de imágenes correspondientes a las diferentes latitudes temáticas.
El sol penetra de forma alcohólica, aniquila la voluntad, y se hace mar, mar que fluye hacia el
objeto amado» (1971, pp. 80-81). Teoría que contrasta con la postulada por DeCoster, pues
dicho crítico percibe grandes diferencias con las novelas claramente naturalistas, como La
Tribuna, Los Pazos de lllloa y La Madre Naturaleza. Por ejemplo, el humor, ausente de dicho
Corpus naturalista, es una pieza clave en Insolación. Había que añadir, en opinión de DeCoster,
el modo especial de tratar las escenas desagradables —la pelea de las mujeres en la feria—, el
costumbrismo innegable y la descripción de la clase aristocrática (1971-1972, pp. 87-91). El
determinismo naturalista ha actuado como elemento distorsionador en la valoración de la
novela. Pattison la considera entre las obras maestras del naturalismo (1971) y Baquero Go-
yanes (1986) incluye Insolación en la etapa naturalista, considerándola una variante del tema
desarrollado en La Madre Naturaleza. Para Onrubia de Mendoza, doña Emilia mantiene una
clara postura determinista (1970, p. 14, pássim). Osborne matiza este peculiar naturalismo
de doña Emilia: «Una de las primeras preguntas que nos plantea esta novela es, desde luego
la siguiente: ¿es naturalismo? Sí, lo es, aunque como casi siempre, de un modo personal. Es
decir, muchos detalles y algunas escenas crudas o violentas. Sin embargo, desde el título has¬
ta el último párrafo, la autora se preocupa por la cuestión del influjo del medio ambiente. No
presenta esta influencia a lo Zola como un poder que no se puede resistir [...] No abunda en
la crudeza de sus colegas transpirenaicos pero la sugestión sexual está siempre latente»
(1964, p. 74).
534 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

correlación entre Insolación y el personaje Gabriel Pardo de la Lage


(Forrest, 1987, pp. 81-89) serán, igualmente, aspectos abordados
por la crítica. Morriña ha sido conceptuada como novela naturalis¬
ta, de un naturalismo atenuado (Scari, 1973, pp. 273-283) que pone
en práctica un regionalismo concreto y específico (Scari, 1973, pp.
47-55). De igual forma ha sido analizada recientemente desde el
punto de vista del lenguaje (Scari, 1980, pp. 310-316) y desde facto¬
res psicológicos y sociales (1981, pp. 133-139). Novela que tiene la
divertida peculiaridad de ser una novela de Madrid sin madrileños.
Como apunta C. Guillén, da autora extrema el procedimiento que
había probado en varias de sus novelas anteriores: el uso del perso¬
naje descentrado, fuera de lugar, dépaysé. Dislocación ésta que de
entrada coloca unas perspectivas críticas en el interior del relato»
(1989, pp. 116-117).
Respecto al resto de las novelas, como en el caso de Una cristia¬
na, La prueba, Adán y Eva y Memorias de un solterón, cabe señalar
la ausencia de estudios específicos y concretos. Las monografías de
conjunto, pese a que las incluyen en sus correspondientes páginas
no las analizan de la misma forma que los anteriores relatos. Una
cristiana y La prueba, dos títulos que en realidad forman un solo li¬
bro, marcan un cambio decisivo en la novelística de E. Pardo Bazán:
«[...] de aquí en adelante ella abandona la escuela naturalista y sigue
nuevas direcciones» (Osbome, 1964, p. 104). El procedimiento auto¬
biográfico de ambas novelas, al igual que el doble autobiografismo
del ciclo Adán y Eva y la novela del ciclo, Memorias de un solterón,
representan en el sentir de la crítica un periodo de basculación esté¬
tica (Várela Jácome, 1973, pp. 97-112). Novelas que forman parte del
segundo periodo de creación, en el que doña Emilia analiza las cos¬
tumbres de la sociedad española de la época. La descripción de las
clases inferiores tiende a desaparecer. Tanto el pueblo llano como el
campesinado, tan queridos por los naturalistas, son suplantados en
este corpus novelístico por los ambientes burgueses. Doña Emilia
engarza sus personajes en un contexto social preciso, el de la clase
media, como en el caso de las novelas publicadas entre 1891 y 1896
—Una cristiana, La prueba, Doña Milagros y Las memorias de un
solterón—. Las dos obras publicadas a finales de siglo manifiestan
también «una evolución a favor de los ambientes más escogidos: en
El niño Guzmán y El saludo de las brujas, doña Emilia aborda deci¬
didamente el género de la novela aristocrática y la descripción del
gran mundo cosmopolita» (Clémessy, 1981,1, p. 257).
EMILIA PARDO BAZÁN 535

8.6. Las últimas novelas: la quimera, la sirena negra


Y DULCE DUEÑO

Se trata de un corpus novelístico cuyo eje vertebrador es la ob¬


sesión y preocupación por el análisis psicológico y por temas refe¬
ridos a la muerte (Osborne, 1964, pp. 115, pássim). Con Una cris¬
tiana y su continuación, La prueba, inicia doña Emilia un nuevo
rumbo espiritualista que continuará en dos nuevas novelas: La Qui¬
mera (1905) y La sirena negra (1908).
La Quimera, excelentemente editada en la década de los no¬
venta (Mayoral, 1991; M.a L. Sotelo, 1992),45 fue calificada tempra¬
namente por la crítica como -la última forma espiritual de la con¬
desa de Pardo Bazán» (Gómez Baquero, 1918, p. 309). En opinión
de la novelista (El Gráfico, 3-IX-1897) La Quimera formaba parte
de un proyecto narrativo, de una trilogía, formada por otros dos re¬
latos: La Esfinge y La Sirena Negra. En la gestación del relato tuvo
una influencia decisiva un tapiz flamenco cuyo motivo central era
la representación medieval de la danza de la muerte (Bravo Villa-
sante, 1962, pp. 267-268). También una antigua leyenda gallega
pudo influir en la gestación de la novela (Clémessy, 1982,1, p. 301).

45 El estudioso de la novela pardobazaniana encuentra en la edición crítica y anotada


de M. Mayoral un copioso material noticioso e interpretativo fundamental para el conoci¬
miento y análisis de La Quimera. Las estructuras novelescas, la construcción de los personajes,
las mujeres y la moral sexual son aspectos analizados con rigor y precisión. Las claves inter¬
pretativas de la novela, así como su posible consideración como novela de clave y su adscrip¬
ción a la novela psicológica son para M. Mayoral parcelas imprescindibles para el análisis e
interpretación de la novela. No faltan en dicha Introducción aspectos tales como la relación
existente entre el espacio y los personajes, principalmente, los referidos a mujeres —Clara
Ayamonte y Madrid, Espina Porcel y París, Ninia Dumbría y Alborada—. Las referencias
temporales, los diferentes tipos de narradores y la caracterización de los personajes mediante
el gradual cambio del lenguaje utilizado por los mismos, como en el caso de Silvio, son as¬
pectos puntualmente analizados por M. Mayoral. La estructura narrativa, la técnica epistolar,
las posibles influencias de Flaubert, la adscripción de La Quimera a la denominada novela aris¬
tocrática, su decadentismo, la estética baudeleriana, los elementos autobiográficos y los mo¬
delos estéticos de finales de siglo que en ella inciden serán aspectos revisados y analizados por
M.' L. Sotelo: «[...} con La Quimera se inaugura, después de tanteos varios, una nueva mane¬
ra de hacer novela acorde con los cánones estéticos del fin de siglo, pero, sobre todo, una no¬
vela que evidencia una narradora que, desde la madurez vital e intelectual, se enfrenta a un
original desdoblamiento autobiográfico [...] a través de dos de los personajes principales de
su novela, a la vez que elabora a través de ellos mismos toda una teorías artística que resume
su trayectoria estética y que pone indirectamente al texto narrativo en contacto con las dife¬
rentes fuentes de que se nutre» (1992, p. 69).
536 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

El texto de La Quimera ha sido considerado como la mejor


obra de doña Emilia (Pattison, 1971, pp. 85) y ha merecido especial
atención por parte de la crítica, revisándose las incorrecciones de
estilo impropias de la nueva estética decadentista de fin de siglo
(Whitaker, 1988). Desde el momento de su publicación la novela
fue considerada, al igual que otros relatos de la época, recuérdese
Pequeneces (Unamuno, 1905), como un relato en clave (Almagro
San Martín, 1954, p. 83). Episodios biográficos, personajes cuya
identificación ofrece visos de una probada existencia real pueblan
estas páginas. Pese a ello, afortunadamente, La Quimera no puede
juzgarse sólo y exclusivamente desde la mayor o menor incidencia
de personas reales en el mundo de ficción, sino por su valor y acier¬
tos literarios.46
La Quimera, novela psicológica que tuvo como punto de parti¬
da el mito de la Quimera, analiza el alma humana y supone un aná¬
lisis de la psicología colectiva, pues el héroe central encarna un mal
de la época, cuyos rasgos figuran tanto en los autores como en los
personajes —relación del protagonista Silvio Lago con otros prota¬
gonistas de la novela romántica o decadente (Sobejano, 1967, p.
183)— cuyo dandismo es un fiel reflejo de la época (Whitaker, 1988,
pp. 34-39). El simbolismo de la Quimera es evidente, pues es ella la
que impulsa al hombre al heroísmo, a las grandes empresas, al
amor. Desaparecida la Quimera desaparece también la ilusión, el
idealismo (Mayoral, 1991, p- 37). Las imágenes perversas de la mu¬
jer—serpiente, vampiro, flores tentadoras, princesas crueles...—
han sido motivo de estudio por parte de la crítica (Wood, 1990, pp.
337-343).
Novela relacionada también con La tentación de San Antonio de
Flaubert (González-Arias, 1985; 1988, pp. 211-216) y con las ideas
del movimiento prerrafaelista en la regeneración del dandy de¬
cadente (Whitaker, 1987, pp. 746-751; 1988, p. 49, pássim). El misti¬
cismo (Aguinaga, 1993) o la moralidad franciscana y la espiritualidad

46 M. Mayoral, en su detenido escrutinio realizado en torno a los personajes que configu¬


ran y dan vida a La Quimera, sintetiza todos estos aspectos: «Si en 1905 el atractivo morboso de
encontrar caras conocidas en la novela no bastaba para mantener el interés del lector, mucho
menos lo mantendría hoy. Desaparecidas las "reinas de la elegancia" y las "esculturales bellezas",
olvidadas las joyas que provocaban la admiración y la envidia de los asistentes a las óperas del
real, arrinconados los peligrosos autos que corrían a treinta kilómetros por hora, enterrados en
suma, los recuerdos galantes de mil novecientos podemos concluir este apartado diciendo que
por fortuna. La Quimera no era sólo ni principalmente una novela en clave» (1991, pp 34-35).
EMILIA PARDO BAZAN 537

como elementos que subyacen en el relato son aspectos reciente¬


mente estudiados (Wood, 1988, pp. 63-69). Su simbolismo (López-
Sanz, p. 189, pássimj, el hedonismo y decadentismo como ejes ver-
tebradores de la novela (Varela Jácome, 1990, pp. 137-147), los
elementos modernistas (Whitaker, 1986, pp. 23-31), el idealismo re¬
ligioso (Clémessy, 1985, pp. 419-429) y el decadentismo finisecular
(Luna Sellés, 1992-1993, pp. 177-220) figuran en este rico mosaico de
opiniones relacionadas con La Quimera. Novela que representa la
última orientación estética de doña Emilia y aporta varias novedades
relativas al tema, la técnica, el trasfondo ideológico y la influencia
del Modernismo y del Simbolismo (Aguinaga Alfonso, 1993, p. 17).'t7
J. Gómez en su estudio sobre el narrador, narratario, focalización y
niveles narrativos en La Quimera, La Sirena Negra y Dulce Dueño
tras señalar y marcar las diferencias existentes entre estas novelas,
encuentra «un elemento común, Dios, que se propone como res¬
puesta a la búsqueda de la felicidad de los tres personajes principa¬
les» (1996, p. 69). El peculiar comportamiento de Silvio Lago, ejem¬
plo de artista que supedita sentimientos y personas a su propósitos
artísticos, y el análisis que doña Emilia llevó a cabo del pintor Joa¬
quín Vaamonde para convertirlo en Silvio Lago serán aspectos fun¬
damentales para un nuevo y sugerente análisis de La Quimera (Ma¬
yoral, 1997, pp. 211-221).48 Novela abierta a nuevas interpretaciones

47 La significación de La Quimera, la posible influencia del prólogo filosófico-literario de


El caballero de las botas azules, de Rosalía de Castro, en la sintonía inicial de La Quimera, el ideal
de Silvio Lago, su vitalismo irracional, su proyección como símbolo del artista decadente de
principios de siglo y el análisis de los comportamientos femeninos como símbolo de las fuerzas
determinantes que pesan sobre el protagonista masculino son aspectos analizados en fecha re¬
ciente (Aguinaga Alonso, 1993). Para M. Aguinaga, tanto Minia Dumbría —portavoz de la fi¬
losofía franciscana, que representa la moderación en el arte—, Clara Ayamonte —símbolo de la
sensibilidad amorosa en un principio y más tarde del misticismo religioso— y Espina Porcel
—tipo de mujer decadente surgida del Modernismo— son tres «personajes egocéntricos que
van en busca de su respectiva quimera; entroncan perfectamente con el gran movimiento indi¬
vidualista de fines del siglo XIX, iniciado por Maurice Barres. Son víctimas de una sociedad de¬
cadente y en su idealismo exaltado, buscan ardientemente goces raros y extraños que colmen su
ideal en crisis, lo mismo que el protagonista de Diario de un enfermo (1901) que busca al lado de
su amada tuberculosa sensaciones extrañas y refinadas ante la proximidad de la muerte» (1993,
pp. 81-82).
48 Tras especificar que el término crueldad se identifica con la forma extrema del egoísmo
que suele producirse en la psicología de los artistas, llevándoles a sacrificar a su arte las personas
que los rodean, concluye M. Mayoral de la siguiente forma: «[...] Crueldad en la figura del pintor
que, despreciando a las mujeres, las utilizó para conseguir fama y dinero; crueldad en el compor¬
tamiento del hombre que se dejó querer o fingió amor sin preocuparse del daño que pudiera ha¬
cer... y crueldad en la escritora que sacrificó al amigo a su arte. Desde el punto de vista moral las
53« PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA RHALISTA-NATURAL1STA

desde aspectos considerados claves, como el referido a la autorrefle-


xividad (Wood, 1997, pp. 378-387).
En La Quimera doña Emilia busca una nueva fórmula novelesca,
más acorde o próxima a la actitud modernista que al naturalismo zo-
lesco. Proximidad que se percibe en el empeño por conseguir estam¬
pas en las que el detallismo tienen una finalidad fundamental: el lo¬
gro de ambientes refinados. Pese a que E. Pardo Bazán mantiene la
técnica naturalista en la relación o inventario de las cosas u objetos,
tiende a un nuevo contenido más artificioso que verosímil, «descrito
con un sentido nuevo de la adjetivación, y con el cromatismo habi¬
tual, tomado en parte de los Goncourt, cuya obra novelesca oscila, al
igual que la de doña Emilia, entre el módulo naturalista y el califica¬
ble de premodernista: japonerías, color, esteticismo decadente, etc.
(Baquero Goyanes, 1986, pp. 201-206).
La Sirena Negra y Dulce Dueño son novelas psicológicas que
intentan penetrar en el fondo del alma (Osborne, 1964, p. 118). La
Sirena Negra ha sido analizada por la crítica desde diversas ópti¬
cas. En unas ocasiones desde el peculiar comportamiento de los
personajes, como la conversión de Gaspar al final de la obra (Wood,
1993, pp. 61-68) o en relación con las obras de tema hagiográfico y
místico en general (P. Sánchez, 1970, pp. 189-197; Hemingway,
1972, pp. 369-382). La función del tiempo (P. Sánchez, 1970, pp.
15-32), la dualidad muerte-renacimiento (Bradford, 1977, pp. 175-
182) y el simbolismo (Giles, 1968, pp. 182-191) serán aspectos que
inciden de forma especial en la propia configuración de la obra, al
igual que las referencias pictóricas relacionadas con el impresio¬
nismo (Jongh-Rossel, 1994, pp. 29-42) y con la estética finisecular
(M.a L. Sotelo, 1992, pp. 415-425).49 Respecto a su última novela

cosas están claras: hay que separar el comportamiento humano de la obra artística. Un artista
puede ser despreciable como persona y eso no invalida ni afecta para nada la calidad de su obra.
El valor literario de La Quimera no es cuestionable, por tanto. Pero sí creo que se puede y hasta
se debe plantear la responsabilidad moral, humana, de un novelista que se posesiona de otra vi¬
da y la manipula si le da la gana» (1997, p. 220).
M.’ L. Sotelo tras percibir el detcrminismo fisiológico que la novelista había puesto en
práctica con anterioridad señala al respecto que “La Sirena Negra se inscribe perfectamente en
la tendencia decadentista y espiritualista que empezó a manifestarse tanto en España como en
Francia a partir de 1890, y cuyas fuentes, más allá de algunas sintonías con Galdós, Valle Inclán
o Unamuno hay que buscarlas —tal como señaló en su espléndido estudio Clémessy— en la li¬
teratura decadente francesa, especialmente a través de la estética baudeleriana y de la poesía
simbolista de Paul Verlaine, poeta favorito de la autora, tal como se patentiza en los volúmenes
críticos dedicados a la Literatura francesa moderna» (1992, p. 421).
EMILIA PARDO BAZÁN 539

larga, Dulce Dueño cabe destacar la edición crítica y anotada de M.


Mayoral (1989).50 Obra considerada como obra maestra (Sáinz de
Robles, 1973, II, pp. 929-930), especialmente el primer capítulo, el
dedicado a Santa Catalina (Osborne, 1964, p. 121).

8.7. Noticia bibliográfica

8.7.1. Ediciones

Obras Completas, Madrid, Imprenta A. Pérez Dubrull, 1891, 43 vols.


Obras Completas, Valladolid, Imprenta Colegio de Santiago, s. a. Id924?].
Obras Completas (Novelasy cuentos). Estudio preliminar, notas y prólogo de
Federico Carlos Sáinz de Robles, Madrid, Aguilar, 1947, 2 vols.
Obras Completas. Introducción bibliográfica, selección de material crítico,
prólogo, clasificación de cuentos, notas y apéndices de Harry Kirby,
Madrid, Aguilar, 1973, 3 vols.
Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina, Revista de Es¬
paña, vol. 68, Año 1879, núm. 271-272.
Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina, Madrid, Tipo¬
grafía Montoya y Cía., 1879.
Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina, Madrid, Ri¬
cardo Fe, 1889.
Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina. Ed. with En-
glish notes and vocabulary, by W. I. Knapp, Boston, Ginn and Co.,
1905.
Pascual López. Autobiografía de un estudiante de Medicina. Edición, In¬
troducción y Notas de José Manuel González Herrán y Cristina Patiño
Eirín, Santiago de Compostela, Ara Solis-Consorcio de Santiago, 1996.
Un viaje de novios, Madrid, Imprenta Manuel Hernández, 1881.
Un maje de novios, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1888.
A Wedding Trip. Translated by Mary J. Serrano, New York, Cassell Publis-
hing Co., 1891.
Un viaje de novios, Buenos Aires,1902.
Un viaje de novios. Novelas, Madrid, Imprenta R. Velasco, 1907.
A Wedding Trip. Translated by Mary J. Serrano, Henneberry, s. a. [Existe
una segunda edición correspondiente al año 1910].
Un viaje de novios, Madrid, Editorial Pueyo, 1919-
Un maje de novios, Barcelona, Ediciones Requena, 1946.

La lección moral de la novela es evidente: «[...] sólo Dios puede saciar el deseo de feli¬
cidad del ser humano, pero tiene una marcado carácter pesimista, que doña Emilia considera
inseparable de la concepción cristiana de la vida» (Mayoral, 1989, p. 40).
540 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Un viaje de novios. Edición, prólogo y notas de Mariano Baquero Goyanes,


Barcelona, Editorial Labor, «Textos Hispánicos Modernos», 1971.
La Tribuna. Novela, Madrid, Alfredo de Carlos Hierro, editor, s.a. [1883]-
La Tribuna, Madrid, Imprenta de Rivadeneyra, s. a. [1892].
La Tribuna, San Petersburgo, Imprenta de A. S. Saouvorin, 1893-
La Tribuna. Introducción de José Hesse, Madrid, Taurus, 1968.
La Tribuna. Edición de Benito Várela Jácome, Madrid, Cátedra, 1975.
El cisne de Vilamorta, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Ricardo Fe,
1885.
El cisne de Vilamorta, Madrid, Compañía Iberoamericana (Fernando Fe
Libr.), 1885.
The swan of Vilamorta. Translated from the Spanish by Mary J. Serrano,
New York, Cassell Publishing Co., 1891-
Shattered Hope: or the swan of Vilamorta. Translated by Mary J. Serrano,
New York, The Mershon Co., 1900.
El cisne de Vilamorta, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicacio¬
nes, 1928.
El cisne de Vilamorta, Madrid, Diana, 1946.
El cisne de Vilamorta, Barcelona, Dima Ediciones, 1968.
Los Pazos de Ulloa. Novela original, precedida de unos apuntes autobio¬
gráficos, Barcelona, Daniel Cortezo y Cía. Editores, 1886.
Los Pazos de Ulloa, Madrid, E. Velasco, s.a. [18911.
The son of the Bondwoman. Translated from the Spanish by Ethel Harriet
Hearn, New York and London, John Lañe Co., 1908 [1907].
Le chateau de Ulloa. Traduit de l’espagnol par A. Fortín, Paris, Hachette,
1910.
Ilcastelo di Ulloa. Romanzo. Traduzione di Silvia Giani, Firenze, A. Salani,
1925.
Los Pazos de Ulloa, Madrid, Viuda de Pueyo, 1930.
Los Pazos de Ulloa, Buenos Aires, Emecé Editores, 1943.
Los Pazos de Ulloa, Barcelona, María Rosa Urraca Pastor (Nacional de Artes
Gráficas), 1944.
Das Gut von Ulloa. Román, Dusseldorf, Uners, von Paula Sacetman,
1946.
Los Pazos de Ulloa, Madrid, Diana Artes Gráficas, s. a.
Los Pazos de Ulloa. Nota preliminar de F. S. R. [Federico Sáinz de Robles],
Madrid, Aguilar, 1948].
Signorotti di Galizia, Milano, Rizzoli Editore [Biblioteca Universale Rizzo-
li], 1961.
Los Pazos de Ulloa, Madrid, Alianza Editorial, 1966.
Los Pazos de Ulloa. Estudio preliminar, bibliografía seleccionada por Ánge¬
les Cardona, Barcelona, Bruguera, 1967.
Los Pazos de Ulloa. Introducción de A. Souto Alabarce, México, Porrúa,
1972.
EMILIA PARDO BAZÁN 541

The son od the Bondwoman, New York, Howard Fertig, 1976.


Conacul din Ulloa. Trad. Domnita Dimitrescu-Sarbu, Bucaresti, Uni-
vers, 1982.
Los Pazos de Ulloa y La Madre Naturaleza. Introducción de Leonardo Ro¬
mero Tobar, en Las mejores novelas de la literatura universal, Siglo
xix. 9- Fernán Caballero, Alarcón, Pardo Bazán, Madrid, Cupsa Edi¬
torial, 1982.
Los Pazos de Ulloa. Introducción y notas de Marina Mayoral, Santiago de
Compostela, Ed. Sálvora, 1984.
Los Pazos de Ulloa. Edición, introducción y notas de Marina Mayoral, Ma¬
drid, Castalia, 1986.
Los Pazos de Ulloa. Edición de Nelly Clémessy, Madrid, Espasa-Calpe, «Clá¬
sicos Castellanos», 1987.
Le Cháteau d’Ulloa. Traduit par Nelly Clémessy, Mayenne, Editions Vivia-
ne Hamy, 1990.
The House of Ulloa. Translated by Paul O’Prey and Lucía Graves, London,
Penguin Classics, 1990.
Los Pazos de Ulloa, Barcelona, Orbis, 1994.
Los Pazos de Ulloa, Madrid, Alba, 1997.
Los Pazos de Ulloa. Edición de M.® de los Ángeles Ayala, Madrid, Cáte¬
dra, 1997.
La Madre Naturaleza. Novela. Segunda parte de Los Pazos de Ulloa, Barce¬
lona, Daniel Cortezo y Cía., 1887.
La Madre Naturaleza, Madrid, Administración, 1892.
La Madre Naturaleza, Madrid, Librería Prieto y Cía., Imprenta R. Velas-
co, 1910.
Mere Nature. Traduit de l’espagnol par J. Demarés de Hill, París, Hachet-
te, 1911.
La Madre Naturaleza, Madrid, Imprenta Helénica, 1928.
La Madre Naturaleza, Buenos Aires, Emecé, 1944.
La Madre Naturaleza, Madrid, Alianza Editorial, 1966.
La Madre Naturaleza. Introducción de Arturo Souto Alabarce, México, Po¬
rrúa, 1986.
La Madre Naturaleza. Edición de Ignacio Javier López, Madrid, Clásicos
Taurus, 1992.
Insolación. Historia amorosa, Barcelona, Imprenta Sucesores de N. Ramí¬
rez y Cía., 1889.
Insolación y Morriña. Dos historias amorosas, Madrid, Pueyo, 1892.
Insolación, Barcelona, Henrich y Cía., 1895.
Insolación, Buenos Aires, La Nación, 1903.
Midsummer Madness. Translated by Amparo Loring, Boston, The C. M.
Clark Publishing, 1907.
Insolación y Morriña, Madrid, V. Prieto, 1911.
Insolación, Barcelona, Reguera, 1944.
542 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Insolación y Morriña, Buenos Aires, Emecé Ed., 1948.


Insolación, Madrid, Diana Artes Gráficas, 1954.
Insolación, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1954.
Insolación. Introducción de José Hesse, Madrid, Taurus, 1970.
Insolación y Morriña, Madrid, Círculo de Amigos de la Historia, 1974.
Insolación, Barcelona, Bruguera, 1981.
Insolación. Introducción de Marina Mayoral, Madrid, Espasa Calpe, «Co¬
lección Austral», 1987.
Insolación, Madrid, SAPE, 1992.
Morriña. Historia amorosa, Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía., 1889.
Morriña (Homesickness). Translated by Mary J. Serrano, New York, Cassell
Publishing Co., 1891.
A Galician girl's romance. Translated by Mary J. Serrano, New York, The
Mershon Co., 1900.
Morriña, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, s. a. [19231.
Morriña, Madrid, Diana Artes Gráficas, 1951.
Morriña. La última fada, Estella, Gráficas Estella, 1972.
Una cristiana. La Prueba, Madrid, La España Editorial, s. a. [18901.
A Cbristian u’oman. Translated from the Spanish by Mary Springer, New
York, Cassell Publishing Co., 1891.
Una cristiana, Madrid, Renacimiento, s. a.
Secret of theyew tree; orA Cbristian Woman. Translated by Mary Springer,
New York, The Mershon Co., 1900.
La piedra angular, Madrid, Imprenta Renacimiento, 1891.
The angular stone. Translated from the Spanish by Mary J. Serrano, New
York, Cassell Publishing Co., 1892.
Der Grundslein. Román, Stuttgart, 1895.
Upelmy Kámen. Spanelsky Napsala. Se svolenin Spisovatelky Prelozil A.
Pikhart, Nakladem, J. Otty y Prazze, 1902.
La piedra angular, Madrid, Diana, 1953.
El tesoro de Gastón. Novela, Barcelona, Tipografía Espasa y Compañía, Jun
Gili Librero, 1897.
Misterio, Madrid, Librería Editorial Bailly-Bailliere e hijos, 1902.
Mystére! Traduit de l’espagnol par Mmes. Maurice Max et Mary Plancke,
París, Imp. du Journal Le Temps, 1913-
La Quimera, La Lectura. Revista de Ciencias y Artes, Madrid, Imprenta de
la Viuda e Hijos de M. Tello. [La Quimera se publicó en veinte entre¬
gas —tomo III, Año 1903— tomo I, Año 1905.
La Quimera. Novela, Madrid, Est. Tip. de Idamor Moreno, 1905.
La Quimera, La Época, Madrid, Imprenta de Hijos y Herederos de Her¬
nández, 1906-1907.
La Quimera, Madrid, Administración, Imprenta La Editora, s. a.
La Quimera, Madrid, Renacimiento, s. a.
La Cbimera, Firenze, A. Salani, 1930.
EMILIA PARDO BAZAN 543

La Quimera. Edición de Marina Mayoral, Madrid, Cátedra, 1991.


La Quimera. Edición de Marisa Sotelo Vázquez, Barcelona, PPU, 1992.
La sirena negra. Novela, Madrid, Tip. Revista de Archivos, 1908.
La sirena negra, Madrid, Renacimiento, Imprenta La Editora, 1914.
La sirena negra, Madrid, Imprenta Diana, 1934.
La sirena negra, Madrid, Aguilar, 1943-
La sirena negra, Madrid, Espasa, 1963-
La sirena negra-La piedra angular, Madrid, Aguilar, -Colección Crisol»,
1961.
La sirena negra en Joaquín de Entrambasaguas (ed.), Las mejores novelas
contemporáneas, Barcelona, Planeta, III, 1970.
La sirena negra e Insolación. Estudio preliminar de José Onrubia de Men¬
doza, Barcelona, Bruguera, 1970.
El saludo de las brujas, Madrid, Imprenta R. Velasco, 1909.
El saludo de las brujas, Madrid, Espasa Calpe, -Colección Austral», 1966.
Dulce dueño, Madrid, Prieto y Cía. (establecimiento tipográfico Campo-
manes), 1911.
Dulce dueño, Madrid, Diana, 1944.
Dulce dueño. Edición de Marina Mayoral, Madrid, Castalia-Instituto de la
Mujer, 1989.
Memorias de un solterón (Ciclo de Adán y Eva), Madrid, Tipografía de
Agustín Avrial, s. a. [1896],
Adam und Eva. Autorisierte Übersetzung aus dem Spanischen von H. Katz
und A. Rudolph, Leipzig, Reclam, 1900.
Memorias de un solterón, Madrid, Prieto, 1911.
La memoire di scápolo. Traduzioni di A. Guffanti, Milano, Ediz. «Delta», 1929.

8.7.2. Epistolario

Rafael Altamira. Alicante-México (1866-1951), Alicante, Instituto de Estu¬


dios -Juan Gil-Albert», Diputación Provincial de Alicante, 1987, p. 53-
Batlles Garrido, Adelina, -Tres cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a Gal-
dós», ínsula, 447 (febrero de 1984), p. 4.
Bravo Villasante, Carmen, Vida y obra de Emilia Pardo Bazán. Corres¬
pondencia amorosa con Pérez Galdós, Madrid, Revista de Occidente,
1963. Reeditada en Madrid, Editorial Magisterio Español, 1973.
-, Emilia Pardo Bazán. Cartas a Benito Pérez Galdós (1889-1890),
Madrid, Turner, 1975.
-Carta al señor don Aureliano J. Pereira sobre un libro Shakespeare-Calde-
rón, La Ilustración Cantábrica, IV (1882), pp. 182-183.
Díaz Latios, Luis F., «Víctor Balaguer/Emilia Pardo Bazán: páginas inéditas»,
Anales de Literatura Española, VI (1988), pp. 205-215.
544 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Faus, Pilar, «Epistolario Emilia Pardo Bazán-Augusto González de Linares


(1876-1878)“, Boletín de la Biblioteca MenéndezPelayo, LX (1984), pp.
271-310.
Figueroa, Agustín de, Epistolario de la Restauración, Madrid, Rialp, 1985.
Freire Arias, Ana M®, Cartas inéditas a Emilia Pardo Bazán (1873-1883), La
Coruña, Fundación «Pedro Barrió de la Maza, conde de Fenosa-, 1991-
Fuente Ballesteros, Ricardo de la, «Algunas cartas dirigidas a Campoamor
(Mesonero Romanos, Zorrilla, Pardo Bazán, Vico y Clarín)», Boletín
del Instituto de Estudios Asturianos, 142 (1993), pp. 663-681.
Gamallo Fierros, Dionisio, «Los grandes servicios de la Pardo Bazán al fol¬
klore. Sus treinta cartas a don Antonio Machado Álvarez (Noviembre
1883-Octubre 1885)», El Progreso, 11 de julio de 1971.
-, «La Regenta, a través de las cartas inéditas de la Pardo Bazán a Cla¬
rín», en Clarín y -La Regenta»en su tiempo. Actas del Simposio Interna¬
cional, Oviedo, 1984, Oviedo, Universidad de Oviedo, Ayuntamiento
de Oviedo y Principado de Asturias, 1987, pp. 277-312.
González-Arias, Francisca, «Emilia Pardo Bazán y los hermanos Goncourt: afi¬
nidades y resonancias», B. II. 91, 2 (juillet-décembre 1989), pp. 438-446.
González Herrán, José Manuel, «Emilia Pardo Bazán y José María de Pere¬
da: algunas cartas inéditas», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo,
LIX (1983), pp. 259-287.
-, «Emilia Pardo Bazán en el Epistolario de Menéndez Pelayo», Cuader¬
nos de Estudios Gallegos, XXXVI, 101 (1986), pp. 325-342.
Hemingway, Maurice J., «Emilia Pardo Bazán, Luis Vidart, and Other Friends:
Eight Unpublished Letters and Two Cards», Anales Galdosianos. [Ho¬
menaje a Rodolfo Cardona], XXI (1986), pp. 263-2731-
Lanzuela Corella, María Luisa, «Cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a Ma¬
nuel Polo y Peyrolón», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXV
(enero-diciembre 1989), pp. 271-303-
Lezcano, Arturo, «Cartas inéditas de la Pardo Bazán a Clarín, según Gamallo
Fierros», La Voz de Galicia, Jueves, 27 de agosto de 1987.
«Literatura y otras hierbas. Cartas al señor don Juan Montalvo», Revista de
España, CXVLI (julio-agosto 1887), pp. 133-145.
Manent, Albert, «Las memorias literarias de Narcís Oller (su epistolario con
Galdós, Pereda, Pardo Bazán, Clarín, Valera...), ínsula, 188-189 (1962).
Martínez Cachero, José María, «La Condesa de Pardo Bazán escribe a un to¬
cayo: el poeta Ferrari (ocho cartas inéditas de doña Emilia)», Revista
Bibliográfica y Documental, I, 2 (1947), pp. 249-256.
-, Andrés González Blanco: una vida para la literatura (1886-1924),
Oviedo, Diputación de Asturias, Instituto de Estudios Asturianos,
1963, p. 25.
Mayoral, Marina, «Cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a Narcís Oller
(1883-1890)», en Homenaje al profesor Antonio Gallego Morell, Gra¬
nada, Universidad de Granada, II, 1989d, pp. 389-410.
EMULA PARDO BAZAN 545

Oller, Narcís, Memóríes literáries. Historia deis meus llibres [1918], Barcelo¬
na, Aedos, 1962, pp. 70-72, 93-101, 122-125-
Pardo Canalís, Enrique, «Una carta de doña Emilia Pardo Bazán a don José
Lázaro Galdiano*, en Varia Bibliográfica. Homenaje a Simón Díaz,
Kassel, Edition Reinsberger, 1987, pp. 521-524.
Pattison, Walter T., «Two Women in the Life od Galdós», Anales Galdosia-
nos, VIII (1973), pp. 23-31.
Revuelta Sañudo, Manuel (ed.), Marcelino Menéndez Pelayo. Epistolario,
Madrid, Fundación Universitaria Española, 23 vols, 1982-1991. Las re¬
ferencias a E. Pardo Bazán son las siguientes I (1982), p. 211; III
(1983), pp. 131, 299, 311, 314; IV (1983), pp. 42, 43, 66, 85, 118, 140,
192, 393; V (1983), pp. 24, 163, 171, 392; VI (1983), pp. 54, 68, 197;
VIII (1984), pp. 218, 258, 302, 337, 342, 349, 420, 434, 496; IX (1985),
pp. 345, 447, 539, 555, 570; X (1986), pp. 128, 529; XI (1986), pp. 69,
83, 94, 97, 205, 243, 277, 283, 304, 538; XII (1986), p. 52; XVII (1988),
pp. 109, 723; XX3I (1990 ), pp. 804, 961, 964; XXIII (1991), p. 311.
Ríos de Lampérez, Blanca de los, «De doña Emilia Pardo Bazán a don Teodo¬
ro Llórente. Evocación de una amistad. Cartas de una mujer que escribía
como un hombre», La Estafeta Literaria, 21 (15 de febrero de 1945), p. 3-
Sánchez Reyes, Enrique, «Emilia Pardo Bazán. Centenarios y Conmemoracio¬
nes*, Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, XXIX (1953), pp. 120-144.
Torres, David, «Veinte cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a José Yxart
(1883-1890)*, Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LUI (1977),
pp. 383-409- [Reproducidas en Cuadernos de Estudios Gallegos, XXXI,
93-94-95 (1978-1980), pp. 423-442].

8.7.3■ Bibliografía

Abuín, P, -El realismo de doña E. Pardo Bazán» en Presencia de Curros y


doña Emilia, Vigo, Ed. Galaxia, 1951, pp. 45-54.
Aguinaga Alfonso, Magdalena, «Código de una nueva estética en la narra¬
tiva pardobazaniana», Pontevedra. Revista de Estudios Provinciais, 6
(1990), pp. 71-79.
-, La Quimera. Orientación hacia el Misticismo, Sada-A Coruña, Edi-
cións do Castro, 1993.
Alas, Leopoldo,«Un viaje de novios, novela de la señora doña Emilia Pardo
Bazán», en La Literatura en 1881, Madrid, A. de Carlos Editor, 1882,
pp. 181-189.
-, Prólogo a E. Pardo Bazán, La cuestión palpitante, (2.a ed.), Madrid,
Imprenta Central, 1883-
-, La Tribuna, novela original por doña Emilia Pardo Bazán», en Ser¬
món perdido, Madrid, Fernando Fe, 1885, pp. 111-119-
546 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Alas, Leopoldo, -El Cisne de Vilamorta-, El Globo, 17 de noviembre de


1885. (Recogido en Nueva Campaña (1885-1886), Madrid, Librería de
Fernando Fe, 1887, pp. 169-174].
-, -Los Pazos de Ulloa, novela original precedida de unos apuntes auto¬
biográficos por Emilia Pardo Bazán», La Opinión, 7, 18 y 30 de no¬
viembre de 1886. (Recogido en Nueva Campaña (1885-1886), Ma¬
drid, Librería de Fernando Fe, 1887, pp. 215-137].
-, -Los Pazos de Ulloa», La Ilustración Ibérica, 213 (29-1-1887), 214 (5-II-
1887).
-, -Morriña (I)» y -Morriña (II)», Madrid Cómico, 9 y 23 de noviembre
de 1889.
-, «Emilia Pardo Bazán y sus últimas obras», en Museum. Folletos Lite¬
rarios, Tomo VII, Madrid, Fernando Fe, 1890, pp. 51-88.
-, «Palique {Laprueba)-, I, II y III, Madrid Cómico, 20, 27 de septiem¬
bre y 25 de octubre de 1890.
-, «Revista Literaria. La piedra angular-. El Imparcial, 29 de febrero de
1892.
Alborg, Juan Luis, «Doña Emilia Pardo Bazán», Lareira, 1 (1952).
Alcalá Galiano, Alvaro,«Dulce Dueño y su autora», La Época, 10 de marzo
de 1911.
Alfonso, Luis, -Insolación», La Época, 3 de abril de 1889.
-, -Morriña, por Emilia Pardo Bazán», La Época, 2 de diciembre de
1889.
-, -Una cristiana. La Prueba-, La Época, 21 y 22 de septiembre de
1890.
Almagro San Martín, Melchor, La pequeña historia. Cincuenta años de vi¬
da española (1880-1930), Madrid, Afrodisio Aguado, 1954.
Anales Galdosianos, Centenario de Fortunata y Jacinta y La madre Natu¬
raleza, XXII (1987).
Azorín, «Avisos del Este», El Progreso, 4 de febrero de 1898.
-, «Charivari en casa de Pardo Bazán», La Campaña, 4 de abril de
1898.
-, «Galicia», en El paisaje de España visto por los españoles, Madrid,
1917, pp. 35-37.
-, -A voleo. La Pardo Bazán», Obras Completas, IX, Madrid, Aguilar,
1954, pp. 1.392-1.395.
-, «Homenaje debido», ABC, 11 de julio de 1962.
Bagno, Vsevolod Evguenevich, Emilia Pardo Bazán i Ruskaya Literatura
b Ispanii (Emilia Pardo Bazán y la Literatura Rusa en España), Le-
ningrado, Editorial Maúka, 1982.
Baguley, David, «Emilia Pardo Bazán et le troisiéme Zola», en Zola y Espa¬
ña. Actas del Coloquio Internacional de Lyon (septiembre, 1996), Si-
mone Saillard, Adolfo Sotelo Vázquez (eds.), Barcelona, Universitat
de Barcelona, 1997, pp. 147-153.
EMILIA PARDO BAZAN 547

Baquero Goyanes, Mariano, La novela naturalista española: Emilia Pardo


Bazán, Murcia, Anales de la Universidad de Murcia, 1955. [Reeditado
por el Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1986].
-, Emilia Pardo Bazán, Madrid, Publicaciones Españolas, 1971.
Barcia Caballero, Juan,«Pascual López. Artículo bibliográfico dedicado a la se¬
ñora doña Emilia Pardo Bazán», -Un viaje de novios, por Emilia Pardo Ba¬
zán» y -San Erancisco de Asís (Siglo xin), por Emilia Pardo
Bazán», en Mesa revuelta. Ensayos literarios, Santiago de Compostela, Im¬
prenta de La Gaceta, 1883, pp. 27-34, 81-100 y 101-112, respectivamente.
Barroso, Fernando J., El Naturalismo en la Pardo Bazán, Madrid, Playor,
1973.
Beser, Sergio, Leopoldo Alas. Crítico literario, Madrid, Gredos, 1968.
Bieder, Maryellen, »The Female Voice: Gender and Genre in La madre Na¬
turaleza-, Anales Galdosianos. Centenario Fortunata y Jacinta. La
madre Naturaleza, 1987, pp. 103-116.
-, «(Sobre el narrador de Los Pazos-, en In the Eeminine Mode, N. M. Va-
lis and C. Maier (eds.), Granbury, NJ Associated UP, 1990.
-, «Between Genre and Gender: Emilia Pardo Bazán y Los Pazos de
Ulloa», en The Eeminine Mode, Lewisburg, Bucknell University Press,
1990, pp. 131-145.
-, -Emilia Pardo Bazán y las literatas, las escritoras españolas del xix y su
literatura», Antonio Vilanova (ed.), Actas delX Congreso de la Asociación
Internacional de Hispanistas, Barcelona, PPU, 1992, pp. 1203-1212.
Blanco Amor, José, -Romanticismo y espíritu de clase en Los Pazos de
Ulloa, Cuadernos Hispanoamericanos, L, 148 (1962), pp. 5-12.
Blanco García, Francisco, La Literatura Española en el Siglo xtx, Madrid,
Sáenz de Jubera, 1910, II, cap. XXIX, pp. 536-544.
Bobadilla, Emilio [Fray Candil], «Apuntes autobiográficos», en Escaramu¬
zas, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1888, pp. 47-54.
-, -Emilia Pardo y E^a de Queiroz», en Capirotazos. (Sátirasy críticas),
Madrid, Librería de Fernando Fe, 1890.
-, Tríquilaques, Madrid, Fernando Fe, 1892, pp. 80-82, 109-113, 215-
225, 133-139.
-, Solfeo (Crítica y sátira), Madrid, Imprenta de Manuel Tello, 1893, pp.
25-32, 54-63, 73-78, 171-182.
Boland, R. C., -The Antithesis between Religión and Nature in Los pazos de
Ulloa; A Different Perspective», Revista Canadiense de Estudios Hispá¬
nicos, V, 2 (1981), pp. 209-215.
Bonet, Laureano, -Madre, madastra naturaleza; Una imagen compartida
entre Pardo Bazán y Pereda», en González Herrán (1997), pp. 41-65-
Bradford, Carole A., -The Treatment of Death and Rebirth in La sirena ne¬
gra», Revista Hispánica Moderna, XXXIX, 19(1977), pp. 175-182.
-, -Alienation and the Dual Personality in the last three Novéis of Emilia
Pardo Bazán-, Revista de Estudios Hispánicos, 12, 3 (1978), pp. 399-417.
54^ PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Bravo Villasante, Carmen, Vida y obra de Emilia Pardo Bazán, Madrid, Revis¬
ta de Occidente, 1962. [Reeditado en Madrid, Editorial Magisterio Espa¬
ñol, 1973, y Emilia Pardo Bazán, Barcelona, Circulo de Lectores, 1971).
-, «El naturalismo a la española de Los Pazos de Ulloa», en Marina Ma¬
yoral (ed.), 1989, pp. 73-79.
Bretz, Mary Lee, «Naturalismo y Feminismo en Emilia Pardo Bazán-, Pape¬
les de Son Armadans, 87, 261 (diciembre, 1977), pp. 195-219.
-, «Masculine and Feminine Chronotypes in Los Pazos de Ulloa*, Letras
Peninsulares, (Spring 1989), pp. 45-54.
-, Voices, Silences and Echoes. A Theory of the Essay and the Critical Re-
ception of Naturalism in Spain, London, Tamesis Book, 1992.
Brown, Donald Fowler, «Pardo Bazán and Zola: Refutation of some Critics-,
Romanic Revieiv, XXVII (1936), pp. 273-278.
-, «Two Naturalistic Versions of Génesis: Zola and Pardo Bazán-, Mó¬
dem Language Notes, LII (1937), pp. 243-248.
-, The Catholic Naturalism of Pardo Bazán, Chapel Hill, University of
North Carolina Press, 1957.
-, «La Condesa de Pardo Bazán y el naturalismo», Hispania, XXXI
(1948), pp. 125-156.
Cardona-Castro, Ángeles, «Elementos poéticos e impresionistas en Los Pa¬
zos de Ulloa*, Cuadernos de Estudios Gallegos, XXXVII, 103 (1989),
pp. 379-401.
Casares, Carlos, «Galleguismos en Los Pazos de Ulloa*, en M. Mayoral (ed.),
1989, pp. 129-139.
Cate-Arries, Francie, «Murderous Impulses and Moral Ambiguity: Emilia
Pardo Bazán’s Crime Stories-, Romance Quarterley, 39, 2 (May 1992),
pp. 205-210.
Clarke, Anthony H., «Viaje y llegada de Julián a los Pazos y otros viajes y lle¬
gadas afines», en González Herrán (1997), pp. 67-83.
Clémessy, Nelly, La Comtesse de Pardo Bazán devant les grandespréoccu-
pationsdeson temps, Bordeaux, Université de Bordeaux, 1956.
-, «Doña Emilia Pardo Bazán y la Real Academia Española-, Anuales de
la Faculté des Lettres dAix-en-Provence, XXXVII (1963), pp. 243-262.
-, «El ideario de doña Emilia Pardo Bazán, sus ideas estéticas, sus pre¬
ocupaciones políticas y sociales-, Revista del Instituto José Cornide de
Estudios Coruñenses, 7 (1971), pp. 7-29-
-, Emilia Pardo Bazán, romanciére (la critique, la théorie, la prati-
que), París, Centre de Recherches Hispaniques, 1973- [Traducido por
Irene Gambra, Emilia Pardo Bazán (De la teoría a la práctica), Ma¬
drid, Fundación Universitaria Española, 1982).
-, «De Emilia Pardo Bazán a Ramón de Valle Inclán á propos de Los
Pazos de Ulloa*, Travaux de l Instituí d 'Etudes Ihériques et Latino-
Americaines, Strasbourg, Université des Sciencies Humaines, 1975,
pp. 129-139.
EMILIA PARDO BAZÁN 549

Clémessy, Nelly, «A propos de Los Pazos de UlloaAnuales de l'Univer-


sité de Besangon, 223 (1979), pp. 47-61.
-, «La composición de Los Pazos de Ulloa-, en Francisco Rico (ed), en
Historia y Crítica de la Literatura Española, V (al cuidado de Iris Za-
vala), Barcelona, Crítica, 1982, pp. 452-462.
-, «En torno al Realismo de El Cisne de Vilamorta de Emilia Pardo Ba-
zán», Iris, 1, (1988a), pp. 37-51.
-, «De La cuestión palpitante a La Tribuna: teoría y praxis de la no¬
vela en Emilia Pardo Bazán-, en Yvan Lissorgues [1988], pp. 485-496.
-, «De Los Pazos de Ulloa a La madre Naturaleza. Don Julián y el te¬
ma del amor prohibido», en Mayoral (1989a), pp. 51-59.
Colahan, Clark y Rodríguez, Alfred, «Lo gótico como fórmula creativa de
Los Pazos de Ulloa-, Modern Philology, (May 1986), pp. 398-404.
Cook, Teresa A., El feminismo en la novela de la Condesa de Pardo Ba¬
zán, La Coruña, Publicaciones de la Diputación Provincial de La Co-
ruña, 1976.
Cornide Ferrant, Enrique, «Emilia Pardo Bazán», en Mujeres estelares en
la cultura gallega, A Coruña, Publicaciones de la Diputación Provin¬
cial de A Coruña, 1993, pp. 247-375.
Correa Calderón, Evaristo, «La Pardo Bazán en su época», en El centena¬
rio de doña Emilia Pardo Bazán, Madrid, Universidad de Madrid,
Facultad de Filosofía y Letras, 1952, pp. 9-56.
Chamberlin, Baltasar, «La piedra angular, por Emilia Pardo Bazán», Re¬
vista de España, XXXIX (marzo-abril 1892), pp. 178-194.
Charnon-Deutsch, Lou, «Bearing Motherhood: Representations of the Ma¬
ternal in Emilia Pardo Bazán’s Los Pazos de Ulloa-, New Hispanisms.
Literature, Culture. Theory, Mark Millington y Paul Julián Smith
(eds.), Ottawa, Dovehouse, 1994, pp. 69-95.
Davis, Gifford, «Catholicism and Naturalism: Pardo Bazán’s Reply to Zo-
la», Modern Language Notes, 90, 2 (marzo 1975), pp. 282-289.
DeCoster, Cyrus C., «Humor in Los Pazos de Ulloa and La madre Natura¬
leza-, en Homenaje a Rodríguez Moñino, I, Madrid, Castalia, 1966,
pp. 125-132.
-, -Pardo Bazán’s Insolación, a Naturalistic Novel?», Romance Notes,
13 (1971-1972), pp. 87-91.
-, «Maupassant’s Une Vie and Pardo Bazán’s Los Pazos de Ulloa: a pos-
sible case of influence», Hispania, 56, 3 (septiembre 1993), pp 587-
592.
-, «Pardo Bazán and Ideological Literature», Romance Quarterly, 40, 4
(Fall 1993), pp. 226-234.
Dendle, Briand J., «The Racial Theories of Emilia Pardo Bazán», Hispanic
Review, 38 (1970), pp. 17-31.
Endara, Lorenzo Benito de, -El Cisne de Vilamorta, Revista Contemporá¬
nea, 15 de julio de 1885, pp. 5-15.
550 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Endara, Lorenzo Benito de, -Los Pazos de Ulloa», Revista Contemporánea,


22 de febrero de 1887, pp. 393-404.
Eoff, Shermann H., «La deificación del proceso inconsciente: Emile Zola,
Emilia Pardo Bazán, Vicente Blasco Ibáñez-, en Pensamiento moder¬
no y la novela española: la repercusión filosófica de la ciencia sobre la
novela, Barcelona, Seix Barral, 1965, pp. 339-378.
Escrivá, A. M., «El conflicto masculino-femenino en Los Pazos de Ulloa y La
madre Naturaleza*, Ariel, 6 (1989), pp. 27-32.
Etreros, Mercedes, «El influjo de la narrativa rusa en doña Emilia Pardo Ba¬
zán. El ejemplo de La piedra angular, Anales de Literatura Española,
9(1993), pp. 31-43.
Feal Deibe, Carlos, «Naturalismo y antinaturalismo en Los Pazos de
Ulloa*, Bulletin of Hispanic Studies, XLVIII (1971), pp. 314-327.
-, «Religión y feminismo en la obra de Emilia Pardo Bazán*, en Home¬
naje a Juan López Morillas, Madrid, Castalia, 1982, pp. 191-207.
-, «La voz femenina en Los Pazos de Ulloa*, Hispania, 70, 2 (mayo
1987), pp. 214-221.
-, «Sobre brujas, dragones, arañas y otras aberraciones en Los Pazos de
Ulloa, España Contemporánea, VII, 1 (1994), pp. 47-68.
Fernández Luján, Juan, «Notas de estudio (Crítica literaria: Un viaje de no¬
vios, Emilia Pardo Bazán* y «Del idealismo al Realismo», en Pardo Ba¬
zán, Valera y Pereda (Estudios críticos, Barcelona, Luis Tasso Editor,
1889, pp. 17-28 y 67-107, respectivamente).
Francés, José, «Les cadres du román espagnol: La Contesse de Pardo Bazán
et ses romans galiciens*, Hispania, II (1919), pp. 298-306.
Forrest, Gene, «Insolación and the Gabriel Pardo de la Lage Controversy»,
Neophilologus, LXXI, 1 (January 1987), pp. 81-89-
Fuentes, Víctor, «La aparición del proletariado en la novelística. Sobre La
Tribuna*, Grial, 37 (1971), pp. 90-94.
García Barrabán, María Guadalupe, «Emilia Pardo Bazán: algo más en tor¬
no a su naturalismo y feminismo», Cuadernos Americanos, XXXVIII, 1
(enero-febrero 1979), pp. 187-196.
García Castañeda, Salvador, «El teatro de Emilia Pardo Bazán: estado de la
cuestión», en González Herrán (1997), pp. 113-145.
García Negro, M.a Pilar, «Pardo Bazán: Feminismo, espíritu de clase, mo-
ralismo», Festa da palabra silenciada, 6 (Outono 1989), pp 56-69-
García Ramón, Leopoldo, ■ Los Pazos de Ulloa*, Revista Contemporánea, 10
de mayo de 1887.
Gerli, Michael E., «A propos of Naturalism and Regionalism in Los Pazos de
Ulloa*, South Atlantic Bulletin, 42, 2 (1977), pp. 55-60.
Giles, Mary E., «Impressionistic Techniques in descriptions by Emi¬
lia Pardo Bazán», Hispanic Review, XXX, 4 (October 1962), pp.
304-316.
-, «Pardo Bazán’s Two Styles», Hispania, 48, 3 (1965), pp 456-462.
EMILIA PARDO BAZAN 551

Giles, Mary E., •Simbolic Imagery in La sirena negra», Papers on Langua-


ge and Literature, 4 (1968), pp. 182-191.
-, -Color Adjectives in Pardo Bazán’s Novéis-, Romance Notes, 10 (1968-
1969), pp. 54-58.
-, -Feminism and the Feminine in Emilia Pardo Bazán’s Novéis-, Hispa-
nia, LXII1 (1980), pp. 356-367.
Goldin, David, -Social and Psychological Determinants in Morriña by Par¬
do Bazán-, Crítica Hispánica, III, 2 (1981), pp. 133-139.
Gómez, Joaquín, Las tres últimas novelas de Emilia Pardo Bazán: un estu¬
dio narratológico, Madrid, Pliegos, 1996.
Gómez de Baquero, Eduardo [Andrenio], «Devaneos literarios. La Quime¬
ra», ElImparcial, 31 de agosto de 1905.
-, »La Quimera, por doña Emilia Pardo Bazán. Crónica literaria-, La Es¬
paña Moderna, octubre de 1905.
-, -La última manera espiritual de la señora Pardo Bazán (Sobre La Qui¬
mera y La sirena negra»), Cultura Española, 10 (1908), pp. 391-404.
-, -Los dos aspectos de Emilia Pardo Bazán-, en De Gallardo a Unamu-
no, Madrid, Espasa Calpe, 1926, pp. 147-159-
González, Bernardo Antonio, -Artistic Unity and Aesthetic Response in Los
Pazos de Ulloa and La madre Naturaleza», Revista Llispánica Moder¬
na, XLII, 1 (1989), pp. 19-30.
González-Arias, Francisca, -La Tribuna de Emilia Pardo Bazán como no¬
vela histórica-, Anales Galdosianos, XIX (1984), pp. 133-140.
-, -Retrato de una novelista: las Memorias y el Epistolario de Emilia Par¬
do Bazán-, Revista José Cornide de Estudios Coruñeses, 22 (1986), pp.
5-21.
-, -Emilia Pardo Bazán and Les Tentations de Saint-Antoine. The Coun-
tess and The Chimera», Hispania, 71, 2 (May 1988), pp. 211-216.
-, -Emilia Pardo Bazán y los hermanos Goncourt: afinidades y resonan¬
cias-, Bulletin Hispanique, XCI (juillet-décembre 1989), pp. 409-446.
-, -Parallels and Parodies: Emilia Pardo Bazán’s Response to Émile Zo-
la (La Tribuna and L Assommoir»), Bulletin of Hispanic Studies, LX-
VIII, 4 (October 1990), pp. 369-378.
-, Portrait of a Woman as Artist. Emilia Pardo Bazán and the Modern
Novel in Trance and Spain, New York, Garland, 1992.
-, -Diario de un viaje: las cartas de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez
Galdós-, en Kronik y Turner (eds.), Textos y contextos de Galdós, Ma¬
drid, Castalia, 1994, pp. 169-175-
González Blanco, Andrés, -La novela naturalista» y -El estilo y la psicología
en las novelas de la Sra. Pardo Bazán-, La Lectura, 86 (febrero de
1908), pp. 155-163 y 163-166, respectivamente.
-, Juicio crítico de la Condesa de Pardo Bazán acerca de su célebres
novelas, Madrid, La Novela Corta, año VI, núm. 286, 4 de junio de
1921.
55* PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

González Herrán, José Manuel, -La Tribuna de E. Pardo Bazán y un posi¬


ble modelo real de su protagonista», ínsula, 346 (septiembre de 1975),
pp. 1, 6 y 7.
-, -La Tribunado Emilia Pardo Bazán, entre romanticismo y realismo», en
Yvan Lissorgues (ed.), Realismo y Naturalismo en España en la segunda
mitad del siglo xix, Barcelona, Anthropos, 1988, pp. 497-512. [Recogido
parcialmente en I. M. Zavala (ed.), Historia y crítica de la Literatura Es¬
pañola, 5/1, Barcelona, Crítica, 1994, pp. 282-286).
-, *Zola y Pardo Bazán: de Les Romanciers Naturalistes a La cuestión
palpitante-, Letras Peninsulares, V, 2.1 (Spring 1989), pp. 31-43-
-, «Emilia Pardo Bazán y el Naturalismo», ínsula, 514 (octubre de 1989),
pp. 17-18.
-, «Trenes en el paisaje (1872-1901). Pérez Galdós, Ortega Munilla, Pardo
Bazán, Pereda, Zola, Alas», en Darío Villanueva y Fernando Cabo Ase-
guinolaza (eds.), Paisaje, Juego y Multilingüismo, X Simposio de la So¬
ciedad Española de Literatura General y Comparada, Universidad de
Santiago de Compostela, 1996,1, pp. 345-358.
-(ed.), Estudios sobre Emilia Pardo Bazán. Ln memoriam Maurice He-
mingway, Universidad de Santiago de Compostela-Consorcio de San¬
tiago de Compostela, 1997.
-, -Emilia Pardo Bazán entre dos siglos», Siglo xix, 4 (1918), pp. 223-233-
-, «Idealismo, positivismo, esplritualismo en la obra de Emilia Pardo Ba¬
zán, en Pensamiento y Literatura en España en el siglo xa. Y.Lissorgues y
G. Sobejano, Coordinadores, Toulouse, Presses Universitaires du Mirail,
1998, pp. 141-148.
González López, Emilio, Emilia Pardo Bazán, novelista de Galicia, New
York, Hispanic Institute in the United States, 1944.
Guillén, Claudio, «Entre la distancia y la ironía: de Los Pazos de Ulloa a In¬
solación>, en Marina Mayoral (coord.), 1989, pp. 103-128.
Gullón, Germán, «Del Naturalismo al Modernismo», en El narrador en la
novela del siglo xa, Madrid, Taurus, 1976, pp. 43-67.
-, «La densidad genérica y la novela del ochocientos: Los Pazos de Ulloa,
de Emilia Pardo Bazán», Anales de Literatura Española, 5 (1986-1987),
pp. 173-188. [Recogido en su libro La novela del XIX estudio sobre su
evolución formal, Amsterdam, Editions Rodolpi B. V., 1990, pp. 81-97).
-, «Emilia Pardo Bazán. Una intelectual liberal (y la crítica literaria)», en
González Herrán (1997), pp. 181-195-
Gullón, Ricardo, «Un pais de lobos», en Mayoral (1989a), pp. 11-16.
Hemingway, Maurice J. D., «The Religious Content of Pardo Bazán’s La si¬
rena negra-, Bulletin of Hispanic Studies, 49 (1972), pp. 369-382.
-, «Grace, Nature, Naturalism, and Pardo Bazán», Forum of Modern
Languages Studies, 16(1980), pp. 341-349-
-, Emilia Pardo Bazán. The Making of a Novelist, Cambridge, Cam¬
bridge University Press, 1983-
EMILIA PARDO BAZÁN 553

Hemingway, Maurice J. D.,«Naturalism and decadence in Zola’s La Paute


de l'Abbé Mouret and Pardo Bazán’s La madre Naturaleza», Revue de
Littérature Comparée, 6l (1987), pp. 5-29-
-, -Sensibilidad decadentista en el realismo español: el caso de Un
viaje de novios», Yvan Lissorgues (ed.), Realismo y Naturalismo en
España en la segunda mitad del siglo xix, Barcelona, Crítica, 1988,
pp. 226-236.
-, -Máximo Juncal, representante de la ciencia humana: Vacilaciones de
doña Emilia-, en Marina Mayoral (coord.), 1989, pp. 61-72.
-, -Emilia Pardo Bazán: Narrative Strategies and the Critique of Natura-
lism-, en Brian Nelson (ed.), Naturalism in the European Novel, New
York/Oxford, Berg, 1992, pp. 135-150.
-, «Emilia Pardo Bazán, Los Pazos de Ulloa: punto de vista y psicología
[1977]*, en González Herrán (1997), pp. 389-403-
Henn, D., -Aspectos políticos de La Tribuna de Emilia Pardo Bazán-, enj. M.
Ruiz Veintemilla (ed.), Estudios dedicados a James Leslie Brooks, Barce¬
lona, Puvill Libros/University of Durham Publications, 1984, pp. 77-90.
-, The Early Pardo Bazán (Theme and Narrative, Technique in the No¬
véis of 1879-89), Liverpool Monographs in Hispanic Studies, Francis
Cairns Ltd., 1988.
Hilton, Ronald, -Pardo Bazán’s analysis of the Social Structure of Spain-,
Bulletin of Hispanic Studies, 29, 115 (enero-marzo 1952), pp. 1-15-
-, «Spanish Preconceptions about France, as revealed in the Works of
Emilia Pardo Bazán-, Bulletin of Hispanic Studies, 30 (1953), pp. 193-204.
-, -Doña Emilia Pardo Bazán Neo-Catholicism and Christian Socialism-,
The Americas, XI (1954), pp. 3-18.
Jongh-Rossel, M.* Elena de, -Pintura y literatura: el impresionismo pictóri¬
co en La sirena negra y La barraca-, Letras Peninsulares, (Spring
1994), pp. 29-42.
Kirby, Harry L., «Pardo Bazán, Darwinism and La madre Naturaleza», Hís¬
panla, XLVI, 4 (1964), pp. 733-737.
-, -Pardo Bazán’s Use of the Cantar de los Cantares in La madre Natu¬
raleza», Hispania, 6l (1978), pp. 905-911.
Kronik, John W., «Entre la ética y la estética: Pardo Bazán ante el decaden¬
tismo francés-, en Mayoral (1989a), pp. 163-174.
Larsen, Kevin S., -Virgilian Resonances in La madre Naturaleza», Hispa¬
nia, 70, 1 (March 1987), pp. 16-21.
Latorre Ceresuela, Yolanda, -El retablo del Cordero Místico de Van Eyck,
símbolo espacio-vital en La Quimera, de Emilia Pardo Bazán-, Cua¬
dernos de Estudios Gallegos, XLI, 106 (1993-1994), pp. 503-510.
-, -Emilia Pardo Bazán hacia el siglo xx: la estetización pictórica-, en
González Herrán (1997), pp. 197-210.
Litvak, Lily, El tiempo de los trenes (El paisaje español en el arte y en la litera¬
tura del realismo. 1849-1918), Barcelona, Editorial del Serbal, 1991
554 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

López Sanz, Mariano, «Naturalismo y Espiritualismo en Los Pazos de


Ulloa», Revista de Estudios Hispánicos, 12 3 (1978a), pp. 353-371.
-, -En torno a la segunda manera de Pardo Bazán: Una cristiana y La
prueba», Hispanófila, 63 (mayo de 1978b), pp. 67-68.
-, «Moral y estética fin de siglo en La Quimera de Pardo Bazán-, Hispa-
nia, 62 (March 1979), pp. 62-70.
-, «Eclecticismo y evolución en la obra de Emilia Pardo Bazán-, Cua¬
dernos Americanos, CCXXXIV (enero-febrero 1981a), pp. 47-63-
-, «A propósito de La madre Naturaleza», Bulletin Hispanique, LXX-
XIII, 1-2 (Janvier-Juin 1981b), pp. 79-108.
-, Naturalismo y espiritualismo en la novelística de Galdós y Pardo-Ba-
zán, Madrid, Pliegos, 1985-
Lott, Robert E., «Observations on the Narrative Method, the Psychology,
and the Style of Los Pazos de Ulloa-, Hispania, LII (1969), pp. 3-12.
Luna Sellés, Carmen, -La Quimera de Emilia Pardo Bazán y el Decadentis¬
mo finisecular», Revista del Instituto José Cornide de Estudios Coruñe¬
ses, XXVII XXVIII (1992-1993), pp. 177-220.
Llacer, Eusebio, «Análisis microestructural de Los Pazos de Ulloa*, Romance
Quarterly, 38 (November 1991), pp. 431-436.
Martín, Elvira, Tres mujeres gallegas del siglo xix: Concepción Arenal, Rosa¬
lía de Castro y Emilia Pardo Bazán, Barcelona, Aedos, 1977 (1.a ed.
1962).
Mateo Diez, Luis, «Una lectura de Los Pazo», en Mayoral (1989a), pp. 141-
148.
Mayoral, Marina (Coord.), Estudios sobre -Los Pazos de Ulloa-, Madrid, Cá¬
tedra-Ministerio de Cultura, 1989a.
-, «Tristana e Feíta Neiras, dos versiones de la mujer independiente-, en
J. Ávila Arellano (ed.), Galdós. Centenario de -Fortunata y Jacinta-,
Madrid, Universidad Complutense, 1989b, pp. 127-136.
-, «Emilia Pardo Bazán ante a moral sexual do seu tempo», Festa da pa¬
labra silenciada, 6 (Outono 1989c), pp. 37-39-
-, «El tema del amor en las novelas de los Pazos-, en Mayoral (1989a),
pp. 37-50.
-, «Notas sobre técnicas narrativas en Los Pazos de Ulloa*, en Homena¬
je a Alonso Zamora Vicente, IV, Madrid, Castalia, 1994, pp. 243-252.
-, -La Quimera, o la crueldad del artista-, en González Herrán (1997),
pp. 211-221.
Mazzeo, Guido, «La voluntad ajena en Los Pazos de Ulloa y La Regenta*,
Duquesne Hispanic Review, 4 (1965), pp 153-161.
-, «Una nueva visión del colorido en Los Pazos de Ulloa de Emilia Par¬
do Bazán-, Romance Notes, 22. 1 (1981), pp. 42-47.
Menéndez Pelayo, Marcelino, «Emilia Pardo Bazán-, en Estudios sobre la
prosa del siglo xix, Nota preliminar y selección por José Vila Selma,
Madrid, CSIC, 1956, pp. 99-109.
EMILIA PARDO BAZAN 555

Miralles, Enrique, -La neutralidad de Pardo Bazán ante el regionalismo galle¬


go: elusión de una polémica», en González Herrán (1997), pp. 223-238.
Miranda, Soledad, *El enfoque de la Pardo Bazán» y -Pardo Bazán: Santia¬
go no cierra España», en Religión y clero en la gran novela española
del siglo xix, Madrid, Ediciones Pegaso, 1982, pp. 95-98 y 159-163, res¬
pectivamente.
-, -Emilia Pardo Bazán o un diagnóstico optimista», en Pluma y altar en
elxix. De Galdósal cura Santa Cruz, Madrid, Ediciones Pegaso, 1983,
pp. 304-313.
Montes Huidobro, Matías, -Emilia Pardo Bazán: niveles técnicos y temáticos
de su determinismo», en XIX: Superficie y fondo del estilo, Estudios de
Hispanófila, Madrid, Castalia, 1971, pp. 69-81.
-, -Corrientes ocultas en Los Pazos de Ulloa», España Contemporánea,
IV, 2 (Otoño 1991), pp. 33-50.
Mulder, Elizabeth, -Emilia Pardo Bazán. Tres aspectos de su novelística»,
Revista José Cornide de Estudios Coruñeses. Homenaje a doña E. Par¬
do Bazán, 7 (1971), pp. 115-127.
Naudin De Hartig, Ana, -Una nueva visión del colorido de Los Pazos de Ulloa
de Emilia Pardo Bazán», Romances Notes, XXII, 1 (1981), pp. 42-47.
Noia, Camino, -Aspectos feministas do pensamento da Pardo Bazán», Res¬
ta da palabra silenciada, 6 (Outono 1989), pp. 47-55.
Núñez de Villavicencio, Laura, -El estilo de la época y la expresión perso¬
nal en las descripciones de Pereda, Pardo Bazán y Palacio Valdés»,
Hispanófila, 60, XX, 5 (mayo 1977), pp. 21-44.
Oleza Simó, Juan, -Emilia Pardo Bazán y la mitología de las fuerzas ele¬
mentales», en La novela del siglo xa. Del parto a la crisis de una ideo¬
logía, Barcelona, Editorial Laia, 1976, pp. 65-87.
Oller, Narcís, Memóires literáries. Hisstória deis meus llibres (1918), Bar¬
celona, Aedos, 1962, pp. 29, 70-72, 75, 76, 77, 78-110, 116, 122-125.
Ordóñez, Elisabeth J., «¿Mi niña? Another Voice in Los Pazos de Ulloa-, Dis¬
curso Literario, 3- 1 (1985), pp. 121-131.
Ortega y Munilla, José, -Los Pazos de Ulloa-, El Imparcial, 27, XII, 1886.
Osborne, Robert E., Emilia Pardo Bazán, su vida y sus obras, México, Edi¬
ciones de Andrea, 1964.
Otis, Laura, -Science and Signification in the Early Writing of Emilia Pardo
Bazán», Revista de Estudios Hispánicos, XXIX, 1 (enero de 1995), pp
73-106.
Palomo, M.J del Pilar, -Curiosidad intelectual y eclecticismo crítico en Emi¬
lia Pardo Bazán», en Mayoral (1989a), pp. 149-162.
Paredes Núñez, Juan, -El feminismo de Emilia Pardo Bazán», Cuadernos de
Estudios Gallegos, XL, 105 (1992), pp. 303-313.
-, -La visión esperpéntica: de “La Pecera” marinedina al “Callejón del
Gato madrileño”», en Homenaje a Alonso Zamora Vicente, Madrid,
Castalia, 1994, IV, pp. 287-295.
55¿> PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Patiño Eirín, Cristina, Los prólogos de Emilia Pardo Bazán (Recopilación,


Edición y Estudio), Memoria de Licenciatura dirigida por el profesor
J. M. González Herrán y leída el 20 de junio de 1994 en la Universi¬
dad de Santiago.
-, La construcción de una teoría de la novela en la obra crítica de
Emilia Pardo Bazán (1866-1921), Tesis doctoral dirigida por el pro¬
fesor J. M. González Herrán y leída en 1995 en la Universidad de
Santiago. [Una segunda versión con el título Poética de la novela en
la obra crítica de Emilia Pardo Bazán, Santiago de Compostela, Uni-
versidade, Servicio de Publicacións e Intercambio Científico, 1998].
-, «Aproximación a los prólogos de Emilia Pardo Bazán», Boletín de la
Biblioteca Menéndez Pelayo, LXXI (enero-diciembre de 1995), pp.
137-167.
-, «Emilia Pardo Bazán y Émile Zola: paisaje y temperamento», en Pai¬
saje, Juego y Multilingüismo, Universidad de Santiago de Composte¬
la, 1996,1, pp. 467-478.
-, «El horizonte modernista: Femeninas de Valle-Inclán y la estética
pardobazaniana de fin de siglo», en Valle-Inclán y el Fin de Siglo,
Universidad de Santiago de Compostela, 1997a, pp. 177-186.
-,«La revolución y la novela en Rusia, de Emilia Pardo Bazán, y Le ro¬
mán russe, de Eugéne-Melchor de Vogüé, en el círculo de la in-
tertextualidad», en González Herrán, (1997), pp. 239-273-
Pattison, Walter T., Emilia Pardo Bazán, New York, Twayne Publishers,
1971.
Penas Várelas, Ermitas, «Insolación de Emilia Pardo Bazán y la crisis del
naturalismo», Letras Peninsulares, 6. 2-3 (Fall 1993-Winter 1993-94),
pp. 331-343.
-, -El Cisne de Vilamorta, de Emilia Pardo Bazán y los modelos litera¬
rios», en González Herrán (1997), pp. 275-290.
Pérez Gutiérrez, Francisco, «Emilia Pardo Bazán», en El problema religio¬
so en la Generación de 1868 (Valera, Alarcón, Pereda, Pérez Gal-
dós, Clarín, Pardo Bazán), Madrid, Taurus, 1975, pp. 339-378.
Pérez Minik, Domingo, «Las novelas de la Condesa de Pardo Bazán: los
injertos naturalistas en España. Estilo y caligrafía. La Tribuna (1882)
[sic]. Los Pazos de UlloaO886). La Quimera (1905)», en Novelistas es¬
pañoles de los siglos xixy xx, Madrid, Guadarrama, 1957, pp. 107-129-
Porrúa, M.4 del Carmen, «Una lectura feminista de La Tribuna de Pardo
Bazán», Nueva Revista de Filología Hispánica, XXXVII, 1 (1989),
pp. 203-219.
Porto Ucha, Ángel, «Doña Emilia y los inicios de la Institución», en La Ins¬
titución Libre de Enseñanza en Galicia, Sada-La Coruña, Edicións
do Castro, 1986, pp. 115-121 y 134-137. (Reproducido en De la Res¬
tauración al exilio (estudios literarios), A Coruña, Edicións do Cas¬
tro, 1997, pp. 11-39).
EMILIA PARDO BAZÁN 557

Quirk, Ronald J., «The Structure of Los Pazos de Ulloa», Hispanic Journal,
4.1 (1982), pp. 81-86.
Raño De Petracchi, Lilia, La Condesa de Pardo Bazán, su vida y su obra,
Buenos Aires, Librería Hachette, 1946.
Reati, Fernando, «Observación y observadores en dos novelas de Emilia
Pardo Bazán», España Contemporánea, I, 2 (Primavera 1988), pp. 33-
48.
Revilla, Manuel de la, ■■Pascual López-, El Heraldo Gallego, 10 de enero de
1880, pp. 6-7.
Rodríguez, Alfred y M - del Rosario C. de Kelly, «El descenso a los infier¬
nos: Tema-imagen de doña Emilia Pardo Bazán», Grial, 49 (1975), pp.
384-389.
-, y Newell Morgan, «A Calderonian Romance in Los Pazos de Ulloa>-,
Romance Notes, 19 (1978), pp. 33-37.
-, y J. Guttmann, «The Stylistic Use of French Sexual Expressions in Par¬
do Bazán’s Los Pazos de Ulloa-, en Perspectivas de la novela, Valencia,
Hispanófila, 1979-
-, y Joan Lefkoff, «An Aesthetic Use of the Grotesque in Emilia Pardo
Bazán’s Los Pazos de Ulloa-, Revista de Estudios Hispánicos, XV, 2 (ma¬
yo 1981), pp. 275-281.
-, y Rosa Fernández, «La función de lo cinegético en Los Pazos de
Ulloa-, Iris, 1 (1988), pp. 61-68.
-, y Socorro Velasquez, «Incest in the Novéis of Emilia Pardo Bazán»,
Iris, 3 (1990), pp. 89-97.
Román Gutiérrez, Isabel, «Emilia Pardo Bazán», en Persona y forma: Una
historia interna de la novela española del siglo xix, Sevilla, Ediciones
Alfar, 1988, II, pp. 182-212.
Rubio Cremades, Enrique, «Anotaciones y acotaciones de Azorín a los tex¬
tos de Emilia Pardo Bazán», en Homenaje al profesor Antonio Vilano-
va, Barcelona, PPU, 1989, II, pp. 579-589.
Sánchez, Porfirio, «La función del tiempo en La sirena negra de Pardo Ba¬
zán-, Papeles de Son Armadans, XV, CLXIC (abril de 1970), pp. 15-32.
-, «La dualidad mística en La sirena negra de Pardo Bazán», Hispania,
2 (May 1970), pp. 189-197.
Sánchez Reboredo, José, «Emilia Pardo Bazán y la realidad obrera. Notas
sobre La Tribuna», Cuadernos Hispanoamericanos, 351 (septiembre
1979), pp. 567-580.
Sandino Carreño, M.a de los Ángeles, La mujer en •Los Pazos de Ulloa-y -La
madre Naturaleza-, Memoria de Investigación dirigida por el profesor
González Herrán y leída en Madrid (UNED) en julio de 1995 (Inédita).
Santiáñez-Tió, Nil, «Una marquesita sandunguera, o el mito del naturalismo
en Insolación-, Revista de Estudios Hispánicos, 23, 2 (1989), pp 119-134.
Saurín de la Iglesia, M.a Rosa, Naturalismo e Storia Regionale. Emilia Par¬
do Bazán, Urbania, Montefeltro Edizioni, 1985.
558 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Scanlon, Geraldine M., «Class and Gender in Pardo Bazán’s La Tribuna-,


Bulletin of Hispanic Studies, LXVII (1990), pp. 137-150.
Scari, Robert, *La sátira y otros efectos humorísticos en Insolación-, Du-
quesne Hispanic Review, XI, 1 (Spring 1972), pp. 1-14.
-, -Insolación y Morriña: Paralelismo y contraste en dos obras de
Emilia Pardo Bazán», Hispania, 56 (May 1973), pp. 364-370.
-, «Insolación y el naturalismo», Sin Nombre, V, 2 (1974), pp. 80-89.
-, -Modalidades de la ironía en Insolación», Revista Hispánica Mo¬
derna, XXXVIII, 3 (1974-75), pp. 85-93.
-, -El Regionalismo de Morriña-, Hispanófila, XIX (May 1976),
pp. 47-55.
-, -Aspectos distintivos del lenguaje de Morriña-, Cuadernos His¬
panoamericanos, 313 (1976), pp. 191-199.
-, Bibliografía descriptiva de estudios críticos sobre la obra de Emilia
Pardo Bazán, Valencia-Chapel Hill, Albatros-Hispanófila, 1982.
Schmidt, Ruth A., -Woman’s Place in the Sun: Feminism in Insolación-,
Revista de Estudios Hispánicos, VII (1974), pp. 69-81.
Simón Palmer, M.4 del Carmen, -Escritoras españolas del siglo xix o el
miedo a la marginación-, Anales de Literatura Española, 2 (1983),
pp. 477-498.
-, -Aportación a la bibliografía de doña Emilia Pardo Bazán», en Do¬
cumentación de las Ciencias de la Información. Estudios en honor
de José Simón Díaz, Madrid, Universidad Complutense, 1986, pp.
45-67. Recogido con modificaciones en Escritoras españolas del si¬
glo xix. Catálogo bio-bibliográfico, Madrid, Castalia, 1991, pp. 473-
507.
Singer, A. E., -The Influence of Paul et Virginie on La madre Naturale¬
za-, West Virginia University Bulletin, 4 (1943), pp. 31-43.
Sobejano, Gonzalo, -Emilia Pardo Bazán», en Nietzscbe en España, Ma¬
drid, Gredos, 1967, pp. 182-186.
Solanas, Juan V., «Estructura y simbolismo en Los Pazos de lllloa-, Hispa¬
nia, 64 (May 1981), pp. 199-208.
Sotelo Vázquez, M.4 Luisa, Las ideas literarias y estéticas de Emilia Pardo
Bazán (1876-1921), Tesis doctoral dirigida por el profesor Antonio
Vilanova y leída en junio de 1988 en la Universidad de Barcelona.
-, -La Quimera de Emilia Pardo Bazán: autobiografía y síntesis ideo-
lógico-estética», en Homenaje a Antonio Vilanova, II, Barcelona,
PPU, 1989, pp. 757-775.
-, -Los Pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán ante la crítica literaria
de su tiempo», Anuarí de Filología, XIII, 1 (1990), pp. 65-87.
-, -La Obra de Emile Zola, modelo literario de La Quimera, de Emi¬
lia Pardo Bazán», en Antonio Vilanova (ed.), Actas del X Congreso
de la Asociación Internacional de Hispanistas, Barcelona, PPU,
1992a, pp. 1499-1514.
EMILIA PARDO BAZAN 559

Sotelo Vázquez, M.a Luisa, ■La sirena negra de Emilia Fardo Bazán y la
estética finisecular-, en G. Oliver, H. Puigdoménech, M. Signan (co-
ords.), Romanticismo y Fin de Siglo, PPU, 1992b, pp. 415-525.
Stanton, Edward, -Los Pazos de Ulloa y la Pintura-, Papeles de Son Arma-
dans, XV, 174 (septiembre 1970), pp. 279-288.
Tannenberg, Boris de, -Emilia Pardo Bazán”, L ’Espagne Littéraire, por-
traits d'hier et d’aujourd ’hui, Paris, Picard, 1903, pp. 299-316.
Tolliver, J., -Narrative Accountability and Ambivalence: Feminine Desire
in Insolación», Revista de Estudios Hispánicos, 23, 2 (1989), pp 103-
128.
Torre, Guillermo de la, «Emilia Pardo Bazán y las cuestiones del natura¬
lismo-, Cuadernos Americanos, CVIII, 2 (marzo de 1960), pp. 238-
260.
Torrico Gil, Ana, Claves de -Los Pazos de Ulloa-, Madrid, Ciclo Editorial,
1990.
Urey, Diane F., -Incest and Interpretation in Los Pazos de Ulloa and La
Madre Naturaleza-, Anales Galdosianos. Centenario -Fortunata y
Jacinta-La Madre Naturaleza-, XXII (1987), pp. 117-131.
Valera, Juan, -Morriña-, La España Moderna, XII (diciembre, 1889), pp
151-158.
Valis, Noel M., -Pardo Bazán’s El Cisne de Vilamorta and the Romantic
Reader-, Modern Language Notes, 101 (March 1986), pp. 298-324.
-, -Confesión y cuerpo en Insolación-, en González Herrán (1997),
pp. 321-351.
Vandivere, Julie, -Rebelión textual: A revolución feminista en Los Pazos
de Ulloa-, Festa da palabra silenciada, 6 (Outono 1989), pp. 6-16.
Varela Jácome, Benito, -Romanticismo en tres novelas de Emilia Pardo
Bazán-, Cuadernos de Estudios Gallegos, 24 (19691, pp. 315-330.
-, Estructuras novelísticas de Pardo Bazán, Anejo XXII de Cuader¬
nos de Estudios Gallegos, Santiago de Compostela, CSIC, 1973.
-, -Proceso evolutivo de la novela española del siglo xix-, en Estruc¬
turas novelísticas del siglo xtx, Barcelona-Gerona, Hijos de José
Bosch, 1974, pp. 9-60.
-, -Técnicas de focalización en Los Pazos de Ulloa-, en Mayoral
(1989a), pp. 81-102.
-, -Hedonismo y decadentismo en La Quimera, de Emilia Pardo Ba¬
zán-, Eros literario, 1990, pp. 137-147.
-, Emilia Pardo Bazán, La Coruña, Vía Láctea Editorial y Ayunta¬
miento de La Coruña, 1995.
-, -El experimento narrativo La piedra angular: naturalismo y doctri¬
nas criminalistas-, en González Herrán (1997), pp. 3532-375.
Velasco Souto, Carlos F., A sociedadegalega da Restauración na obra li¬
teraria de Pardo Bazán f1875-1900), Pontevedra, Artes Gráficas
Pórtela, 1987.
5^0 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Vidart, Luis, «Los Pazos de Ulloa», Revista de España, CXXI (1888), pp.
30-31.
Villanueva Prieto, Darío, «Los Pazos de Ulloa, el Naturalismo y Henry Ja¬
mes», Hispanic Review, 52, 2 (Spring 1984), pp. 121-139- [Incluido en
El polen de las ideas, Barcelona, PPU, 1991, pp. 273-294].
-, -Los Pazos, novela en la encrucijada», en Mayoral [1989a], pp. 17-36.
[Recogido en El polen délas ideas, Barcelona, PPU, 1991, pp. 295-305].
Whitaker, Daniel S., «El cisne y el artista: Elementos del Modernismo en La
Quimera de Emilia Pardo Bazán», Revista José Cornide de Estudios Co¬
ruñeses, 22 (1986), pp. 23-31.
-, *La Quimera of Emilia Pardo Bazán: the Pre-Raphaelite Factor in the
Regeneration of a Decadent Dandy», Hispania, 70 (December 1987),
pp. 746-751.
-, "La Quimera»de Emilia Pardo Bazán y la literatura finisecular, Ma¬
drid, Editorial Pliegos, 1988.
-, «In Pursuit of Perfection: Emilia Pardo Bazán’s Revisions of La Qui¬
mera», Romance Quarterly, 35, 1 (February 1988), pp. 59-66.
-, «Artificial Order: Closure in Pardo Bazán’s Insolación», Romance
Quarterly, 35, 3 (August 1988), pp. 359-365.
-, «Power and Persuasión in Pardo Bazán’s La Tribuna», Hispanic Jour¬
nal, 9, 2 (1988), pp. 71-80.
Wood, Jennifer J., «Quest Narrative as Intertext in Los Pazos de Ulloa», His¬
panic Journal, 9, 2 (1988), pp. 63-69-
-, «Franciscan Morality and Spirituality in Emilia Pardo Bazán’s La Qui¬
mera», Letras Peninsulares, (Spring 1989), pp. 109-121.
-, «Images of feminine Evil in Emilia Pardo Bazán’s La Quimera», Ro¬
mance Quarterly, 37, 3 (August 1990), pp. 337-344.
Wright, Chad C., «Pastel/pastelista/paste/ero un ejemplo de Antanaclasis
(Punning) en La Quimera», en González Herrán (1997), pp. 377-387.
9
La narrativa naturalista
de Jacinto Octavio Picón,
Luis Coloma y José Ortega Munilla
9

9.1. Jacinto octavio picón

9.1.1. Valoración de su obra. Repertorios bibliográficos.


Epistolario

Existe un grupo de novelistas considerados por la crítica co¬


mo «autores naturalistas menores» (Pattison, 1965, pp. 178-183).
En dicho grupo, pese a que su obra tuvo un gran éxito editorial
en su momento, figura Jacinto Octavio Picón. En estas tres últi¬
mas décadas se han publicado dos excelentes ediciones de sus
novelas Dulce y sabrosa (Sobejano, 1976) y La hijastra del amor
(Valis, 1990). Su obra empieza a ser reivindicada por la crítica ac¬
tual, situándole al lado del grupo más representativo de escritores
que figuran en el presente Panorama crítico (Lissorgues, 1994, p.
251, pássim)} Su concepción de la novela y su adscripción al cre¬
do naturalista en una época rica en planteamientos y cambios es¬
téticos provocarían, en su caso, el rechazo de la generación de
escritores noveles (Gutiérrez Díaz-Bernardo, 1982, pp. 253-2Ó8)1 2
en contraste con la opinión expresada por escritores adscritos a la

1 Equiparación con escritores de la generación enjuiciada por G. Sobejano: «Si


Picón no alcanzó la estatura de Valera y Galdós, sus maestros, ni la de Leopoldo
Alas, el novelista cualitativamente más fecundo de la promoción, constituye rique¬
za apreciable junto a otros narradores de la época: Emilia Pardo Bazán, Armando
Palacio Valdés, Luis Coloma y, más próxima a su ideología, José Ortega Munilla, Vi¬
cente Blasco Ibáñez o Felipe Trigo. En la personalidad y en la obra de este escritor
notable se destacan: su liberalismo en todos los órdenes de la proyección humana;
su defensa del amor verdadero a través de un estudio vario y cuidadoso del destino
de la mujer en el seno de la sociedad burguesa; y, en fin, presidiendo un armonio¬
so equilibrio de relato y escena, de explicación y pintura, el realismo de impresión
que inspira su arte narrativo, esforzado en busca de una exquisita percepción del
conjunto y del tono» (1976, p. 13).
2 Sería, por ejemplo, el testimonio de Unamuno, que al analizar el Corpus li¬
terario de A. Palacio Valdés señala que «es hermano en espíritu de Jacinto Octavio
Picón, que tampoco me gusta-, en S. Fernández Larrain (ed.), Cartas inéditas de
Miguel de Unamuno, Madrid, Rodas, 1972, p. 221. Opinión coincidente del asaz
crítico Pío Baroja, escritor que siempre mantuvo una postura reacia con respecto a
la generación anterior, pero, especialmente, con los escritores que constituyen los
epígonos del naturalismo español. Vid. al respecto sus Memorias, Madrid, Mino-
tauro, 1955, p. 527, pássim). Negativo juicio de la generación posterior que se

563
564 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

novela realista.* * 3 Autor analizado, igualmente, en interrelación


con la gran novela de la segunda mitad del siglo xix (Gold, 1980).
La ausencia de estudios referentes a su vida y obra es evidente.
Sólo en función de determinadas personas se puede confeccionar un
exiguo listado de investigadores. Cabe señalaren este sentido la cons¬
tante tarea de N. Valis tanto en los aspectos concernientes a la vida y
obra de Picón (1986) como en los relativos a la bibliografía (1980, pp.
171-209; 1985, pp. 165-171; 1991, pp. 213-214).4 Parte de este material
noticioso, el correspondiente al año 1980, puede cotejarse con el
realizado por Gutiérrez Díaz-Bernardo (1986, pp. 151-157) que anali¬
za su material noticioso y añade nuevas referencias bibliográficas au¬
sentes en este primer trabajo. Respecto al epistolario se evidencia
también la ausencia de estudios. Frente a los referidos a Fernán Ca¬
ballero, Pereda, Galdós, Clarín, Valera, entre otros, la figura de Picón
apenas ha merecido la atención de la crítica en este preciso campo. A
los ya citados epistolarios relacionados con Clarín (Amorós, 1981, pp.
8-20) y Galdós (Nuez y Schraibman, 1967, pp. 157-179), habría que
añadir el publicado por García Mercadal (1964, pp. 28-29) y el
dirigido a M. Menéndez Pelayo (Valis, 1987, pp. 255-309).5

puede unir al emitido por Blanco Garda. Tras los consabidos denuestos lanzados
contra la doctrina naturalista, señala que Picón se ha erigido en paladín de las cau¬
sas perdidas y cada novela suya es «como estrofa suelta de un himno y de una sáti¬
ra: himno al amor sexual, libre, instintivo y desligado de las trabas que lo coartan, y
las instituciones que lo rigen y lo dignifican; sátira contra estas mismas instituciones,
contra su carácter religioso y sobrenatural, y su tendencia represiva y de sacrificio-
(1910, n, p. 545).
3 Valera en La Novela en España —(Contestación al discurso de recepción de don
Jacinto Octavio Picón en la Real Academia Española el 24 de Junio de 1900)— rebate
el testimonio de quienes califican su obra de poco original (1958, III. pp. 1.204-1.205).
4 La monografía de Valis no sólo se limita al estudio de la vida de Picón, sino
también a sus novelas Lázaro, La hijastra del amor, Juan Vulgar, El enemigo. La
honrada, Sacramento, Dulce y sabrosa y Juanita Tenorio. Se incluye en dicho tra¬
bajo una bibliografía selecta en la que figuran diversos apartados concernientes a
las ediciones, correspondencia y bibliografía sobre su vida y obra. Respecto a la in¬
formación bibliográfica, las investigaciones de Valis son básicas y fundamentales
para todo aquel que quiera adentrarse en el complejo mundo de Picón. Sus nove¬
las, cuentos, discursos, epistolarios, prólogos, colaboraciones periodísticas, etc. se
recogen en estas puntuales investigaciones, al igual que los estudios, artículos o
notas gacetilleras referidas a Picón tanto en época reciente como a raíz de la pu¬
blicación de sus obras.
5 El material noticioso publicado por García Mercadal se refiere a una carta fe¬
chada el 9 de enero de 1909 en la que Picón apoya la candidatura de Pérez de Aya-
la a la cátedra de español de la Universidad de Liverpool. En la siguiente carta,
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 565

9.1.2. Novelas

En las valiosas bibliografías sobre Picón publicadas por Valis se


evidencian las diversas facetas literarias del escritor. Actividades
que no sólo se limitan al específico campo de la ficción sino tam¬
bién al teórico. El prólogo de Jacinto Octavio Picón a la novela
Ángel Caído, de Martín Lorenzo Coria, evidencia singulares e inte¬
resantes aspectos relacionados con la escuela naturalista, pudién¬
dose considerar dicho prólogo como un importante documento
naturalista (Bonet, 1989, pp. 73-88).
En el corpus novelístico de Picón se percibe una especial predi¬
lección por la literatura mística, aunque los autores y obras que con
mayor frecuencia figuran en sus páginas son de especie erótica (So-
bejano, 1976, p. 21, pássirri).* * * * * 6 Narrativa que en opinión de la crítica se
identificaba con la obra de Bourget (Azorín, 1959, p. 376) o Maupas-
sant (Peseux-Richard, 1914, p. 527). En su primera novela —Láza¬
ro— se evidencia en Picón la búsqueda del amor verdadero (Sobeja-
no, 1976, pp. 22-23) e interrelación con específicas novelas de Galdós
—Doña Perfecta y Gloria— y Palacio Valdés —Marta y María y La
fe— (Valis, 1986, pp. 38-40, pássim). La tesis que subyace en determi¬
nadas novelas —Lázaro y El enemigo, por ejemplo— se decanta a fa¬
vor del humanitarismo evangélico propiciado, posiblemente, por la

fechada el 27 de febrero de 1909, Picón le perdona a Pérez de Ayala el haberle


criticado una vez en un artículo. En el material epistolar publicado por Noel Va-
lis predominan los asuntos relacionados con la vida cultural y los entresijos de
la política académica. En los trabajos de Valis referidos a los repertorios biblio¬
gráficos el lector y estudioso de la obra y vida de Picón encuentra diversas noti¬
cias relativas a los epistolarios, publicándose, en ocasiones, un determinado
Corpus epistolar perteneciente al Archivo de la familia Díaz-Pérez (1991,
pp. 219-220).
6 G. Sobejano califica las novelas de Picón con los calificativos -de tendencia y
de esperanza- (1976, p. 22) y establece con precisión las fuentes literarias más sig¬
nificativas: •[...] Pero, aparte de que la literatura espiritual, sobre todo la mística, re¬
presenta una inteligencia superior de los afectos y una profunda analítica de las ap¬
titudes del alma, mucho más que una paráfrasis de la fe sometida al dogma, los
autores y obras que con mayor frecuencia aparecen en sus páginas son de especie
erótica (Juan Ruiz, Boccaccio, Celestina, Lozana, leyendas orientales, Dafnisy Cloe
traducido por Valera, Valera mismo), de linaje romántico (Scott, Hugo, Zorrilla, Es-
pronceda, Bécquer) o de filiación liberal (Quintana, Alcalá Galiano, Galdós), ade¬
más de los franceses ya mencionados y dos clásicos españoles a quienes Picón ve¬
neraba: Cervantes y Quevedo» (1976, p. 21).
566 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Minuta de un testamento de Gumersindo de Azcárate (Clémessy,


1979, pp 185-198). La hijastra del amor, La honrada, Dulce y sa¬
brosa, Juanita Tenorio y Sacramento configuran un grupo —«nove¬
las femeninas»— en el que se destaca la defensa de la mujer y la
percepción sutil del alma femenina (Valis, 1990, pp. 22-23, pássim).
Las novelas Dulce y sabrosa, La honrada y Sacramento sirven de
base al desarrollo del tema de -la mal casada» (Clémessy, 1979,
pp. 185-198).
En su conjunto la narrativa de Picón ha sido puntualmente ana¬
lizada por Valis (1986). Su monografía constituye la base de poste¬
riores estudios. El análisis de las estructuras, el estilo, las fuentes lite¬
rarias, concomitancias y analogías en relación con los novelistas de
su época, ideología, historia y motivos que impulsan su obra son as¬
pectos que figuran en dicha monografía. El valor simbólico del per¬
sonaje central de Juan Vulgar actúa, en opinión de Valis, como anti¬
cipo de la llamada Generación del 98 (1981, pp. 69-77). Dulce y
sabrosa es, al igual que Tristana y Doña Berta, un ejemplo claro de
aproximación novelística a la pintura durante el periodo finisecular,
pues en dichos relatos se crea una «iconización de lo femenino» al
convertir a sus protagonistas en objetos de arte (Valis, 1985, pp. 9-
22). Un mundo de objetos cuya plasticidad y rasgos impresionistas
posibilitan la voluptuosidad tan especial y característica de la narra¬
tiva de Picón (Barrero, 1993, pp. 177-191). Un relato que abre la vía
esteticista hacia la novela galante (Barrero, 1993b, pp. 177-191).
Dulce y sabrosa, tal como señala Sobejano, actúa como un ente re¬
ceptor de diversas fuentes de ilustre tradición literaria. La preponde¬
rancia de títulos referidos a la unidad capitular, descubre el empeño
del novelista en hacerse notar como señor del relato, al igual que en el
Quijote. Armoniosa estructura de la acción principal, propia de una
comedia seria, que introduce una segunda acción de parecida seme¬
janza al entremés. Es también, como señala acertadamente Sobejano,
«una historia de seducción y rescate, pero a ese nivel bajamente
sensual, de índole cómica, que el gracioso representa en el teatro ba¬
rroco, o en alguna de las Novelas ejemplares de Cervantes, como La se¬
ñora Cornelia. (A esas Novelas, por ejemplo, Lagitanilla y La fuerza
de la sangre, conducirían otros aspectos de Dulce y sabrosa)' (1976,
pp. 49-50). Novela juzgada por la crítica como la mejor de su produc¬
ción. En los albores del siglo xx Rubén Darío la calificaría como «el más
preciado fruto de su árbol literario» (s. a., p. 97) y Peseux-Richard co¬
mo la mejor obra literaria de su autor, su obra maestra (1914, p. 526).
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 567

9.1-3- Noticia bibliográfica

Ediciones

Obras Completas, Madrid, Victoriano Suárez [Renacimiento, Fortanet], 1909-


1925, 13 vols.
Lázaro. Casi novela, Madrid, Femando Fe, 1882.
La hijastra del amor, Madrid, Establecimiento Tipográfico El Correo,
1884,1887.
La hijastra del amor, México, Eusebio Sánchez, 1898.
La hijastra del amor, Madrid, Folletín de Letras de Molde, 1900.
La hijastra del amor, Madrid, La Novela Ilustrada, 1906.
La hijastra del amor. Edición de Noel Valis, Barcelona, PPU, 1990.
Juan Vulgar, Madrid, Establecimiento Tipográfico de El Correo, 1885.
El enemigo, Madrid, Establecimiento Tipográfico de El Correo, 1887.
La honrada. Novela de costumbres contemporáneas. Ilustraciones de J. L. Pe-
llicer y J. Cuchy, Barcelona, Henrich y Cía., 1890.
Dulce y sabrosa, Madrid, La España Editorial, 1891.
Dulce y sabrosa. Edición de Gonzalo Sobejano, Madrid, Cátedra, 1976.
Novelitas, Madrid, La España Editorial, 1892.
Desencanto, Madrid, Imprenta de José Blass y Cía. {El Cuento Semanal), 1907.
Juanita Tenorio, Madrid, Victoriano Suárez, 1910.
Mujeres, Madrid, Prieto y Cía.., Imprenta de Prudencio Pérez de Velasco, 1911.
Sacramento, Madrid, Prieto y Cía., 1914.

Bibliografía

Azorín, 'Soledades (1898)-, en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1959,1, p.


376, pássim.
Barrero Pérez, Óscar, -Centenario de la publicación de Dulce y sabrosa, de
Jacinto Octavio Picón: ¿Novela antinaturalista?-, Salina, 7 (1993 a), pp.
59-62.
-, 'Dulcey sabrosa de Jacinto Octavio Picón: la vía esteticista hacia la
novela galante-, Cauce, 16 (1993b), pp. 177-191-
Bly, Peter A., -Cómo pintar en la novela la verdad del estío madrileño se¬
gún Picón y Galdós-, Rumbos, 13-14 (1995), pp. 61-74.
Bonet, Laureano, -El naturalismo en España: Un texto olvidado de Jacinto
Octavio Picón-, en Marta Cristina Carbonell (ed.), Homenaje al profesor
Antonio Vilanova, Barcelona, PPU, 1989, II, pp. 73-78.
Clémessy, Nelly, -Román et féminisme au xix6™6 siécle: Le Théme de “la mal
mariée” chez Jacinto Octavio Picón-, en Henry Bonneville (introd.),
568 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Hommage des hispanistes francais a Noel Salomón, Barcelona, Laia,


1979, pp. 185-198.
-, «Lázaro, la primera novela de Jacinto Octavio Picón», Cuadernos
Hispanoamericanos, 319 (1977), pp. 37-48.
Darío, Rubén, «Jacinto Octavio Picón. Cabezas, pensadores y artistas. Polí¬
ticos», en Obras Completas, Madrid, Mundo Latino, s. a., vol. XXII, pp.
87-99.
García Mercadal, J. (ed.), «Una amistad y varias cartas», en AnteAzorín, por
Ramón Pérez de Ayala, Madrid, Biblioteca Nueva, 1964, pp. 28-29-
Gold, Hazel, «M soltera, ni viuda, ni casada: negociación y exclusión en
las novelas femeninas de Jacinto Octavio Picón», Ideologies and Lite-
rature, 4, 17 (1983), pp. 63-77.
González Blanco, Andrés, «Un novelista de la generación gloriosa: Jacinto
Octavio Picón», Nuestro Tiempo, XXIII (1923), pp. 249-262.
González de Amezúa, Agustín, «Apuntes biográficos de Jacinto Octavio Pi¬
cón», en Jacinto Octavio Picón. Obras Completas, Madrid, Renaci¬
miento, 1925, vol. X, pp. VII-XLIV.
Gutiérrez Díaz-Bemardo, Esteban, «Jacinto Octavio Picón en la crítica coe¬
tánea. Aproximación a un narrador olvidado», Anales del Instituto de
Estudios Madrileños, 19 0982), pp. 263-264.
-, «Para la bibliografía de Jacinto Octavio Picón», en Homenaje a Luis
Morales Oliver, Madrid, FUE, 1986, pp. 151-157.
Lissorgues, Yvan, «El Naturalismo y la novela», en Francisco Rico (ed.), His¬
toria y Crítica de la Literatura Española. Romanticismo y Realismo, 1
Suplemento, Barcelona, Crítica, 1994, pp. 243-263-
Mandrell, James, «Forbidden fruit and the Lesson of Picón’s Dulceysabro-
sa>, Letras Peninsulares, 3 (1990), pp. 371-387.
Nuez, Sebastián de la y Joseph Schraibman, Cartas del Archivo de Galdós,
Madrid, Taurus, 1963, pp 157-179.
Peseux-Richard, H., «Un romancier espagnol: Jacinto Octavio Picón», Re-
vue Hispanique, XXX (1914), pp. 515-585-
Revuelta Sañudo, Manuel (ed.), Cartas a Marcelino Menéndez Pelayo. Epis¬
tolario, XHI-XEX, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1987-1989-
Valis, Noel M., «De la educación y la vida privada decimonónica: una carta
desconocida del hijo de Jacinto Octavio Picón», Revista de Archivos, Bi¬
bliotecas y Museos, Madrid, 82 (1979), pp 593-598.
-, «Una primera bibliografía de y sobre Jacinto Octavio Picón», Cuader¬
nos Bibliográficos, 40 (1980), pp. 171-209-
-, «Jacinto Octavio Picón’s Juan Vulgar: An Anticipation of the Generation
of 1898», Anales Galdosianos, XVI (1981), pp. 69-77.
-, «Adiciones a una bibliografía de y sobre Jacinto Octavio Picón», Re¬
vista de Literatura, XLVII, 93 (1985), pp. 165-171.
-, «Novel into Painting: Transition in Spanish Realism», Anales Galdo¬
sianos, XX, 1 (1985), pp. 9-22.
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 569

Valis, Noel M., The Novéis of Jacinto Octavio Picón, Lewisburg, Bucknell
UP, 1986. [Traducción española, Barcelona, Anthropos, 1991].
Valis, Noel M., «Una correspondencia académica: cartas de Jacinto Octavio
Picón a Marcelino Menéndez Pelayo, Boletín de la Biblioteca Menén-
dezPelayo, 63 (1987), pp. 255-309.
-, «Más datos bibliográficos sobre Jacinto Octavio Picón», Revista de Li¬
teratura, LUI, 105 (199D, pp. 213-214.
Zorita, Ángel, «Lázaro y sus parientes literarios», Romance Quarterly, 35, 3
(1988), pp. 289-298.

9.2. Luis coloma

9.2.1. Edición ¿fePequeñeces: Recepción crítica

La obra del padre Coloma apenas ha merecido la atención de


la crítica en estas últimas décadas. Tan sólo Pequeneces ha sido es¬
tudiada en épocas pasadas y en la presente. El resto de su produc¬
ción yace en el más completo olvido. Y ello, a pesar de contar con
la publicación de sus Obras Completasen época temprana. Los ma¬
nuales universitarios olvidan con frecuencia su nombre y, salvo en
contadas ocasiones, su obra ocupa escasa atención. Si el silencio
parece imperar en la época actual, en su momento se convirtió en
una novela de gran éxito, leída, comentada y analizada desde dis¬
par óptica. Al igual que en el caso de Alarcón, Coloma despertó en¬
tre sus coetáneos una viva polémica.
Pequeneces se publica como folletín en la revista El Mensajero del
Corazón de Jesús i Hornedo, 1951, pp. 448-449), entre enero de 1890
y marzo de 1891. A primeros de dicho año aparece la edición en dos
volúmenes.1 Pereda recibe el ejemplar en febrero y promete comen¬
tar la obra en una carta dirigida al propio Coloma (Benítez, 1975, p.
19). El 17 de marzo del mismo año Menéndez Pelayo escribe desde

1 Emilia Pardo Bazán desde las páginas de La Ilustración Artística fija la fecha de
publicación y venta de Pequeneces: ■[...] pues mi juicio literario respecto a Pequeneces
estaba formado desde la segunda quincena de febrero 11891), época en que no se en¬
contraba en las librerías un ejemplar, y sólo conocíamos la obras las contadas personas
a quienes el autor tuvo la bondad de adelantarla» (1973, III, p. 981). »La tercera edición
de Pequeneces (siete mil ejemplares) se vendió antes de terminarse; ni siquiera llegó a
verse en las librerías; desapareció de ellas por arte de birlibirloque, como desaparecen
butacas y palcos de un teatro en noche de interesante estreno arrebatados por los ven¬
dedores; y ya está despachada también antes de salir de las prensas la edición cuarta,
que consta de diez mil. En la actualidad traducen la obra del padre Coloma en París, en
Berlín y en Londres» (. Nuevo Teatro Crítico, núm. 4, abril de 1981).
570 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Madrid a Coloma comentándole sus impresiones sobre Pequene¬


ces} Los juicios emitidos por don Marcelino son, en líneas genera¬
les, laudatorios, pues Pequeneces es una novela redonda, perfecta,
sin fisuras, sólo pequeños defectos que, a su juicio, no actúan
excesivamente en detrimento de la misma: «Defectos tendrá, sin
duda, como toda obra humana. Yo no veo más que algún exceso
de tintas melodramáticas en el carácter del Marqués de Sabadell y
en las aventuras orientales que se le atribuyen; y un poco de pesi¬
mismo, más de moralista que de poeta en el papel atribuido a los
niños, cuya intervención en la novela contrista grandemente el áni¬
mo, sin verdadera emoción estética y no sé yo si con verdadero
efecto moral» (Hornedo, 1956, p. 772).
La novela Pequeneces tuvo una gran difusión no sólo en los ám¬
bitos puramente aristocráticos españoles, sino también en aquellos
sectores identificados con la burguesía o clase media que podían,
mediante la lectura de Pequeneces, conocer los entresijos de la aristo¬
cracia a fin de imitarla o, simplemente, repudiarla. Lo cierto es que en
vida del autor la novela se editó en diez ocasiones (Benítez, 1975, p.
45) y en el año 1927 se publicaba la décimo cuarta edición (Palau,
1950, III, p. 570). Igualmente la novela se tradujo a los pocos años de

1 M. Menéndez Pelayo mostró su admiración por Pequeneces en época tem¬


prana, tal como se desprende de la carta publicada por el padre Hornedo: -Mi esti¬
mado amigo (...) Hace mucho tiempo que no ha llegado a mis manos libro español
de entretenimiento que haya producido en mí tan honda impresión como éste. To¬
dos los tonos del arte están recorridos en él, y todos con igual fortuna: lo cómico y
lo serio, la risa y las lágrimas. Es un cuadro total de la vida aristocrática, con todo el
movimiento, animación y gracia de la vida misma, hecha más intensa por virtud del
arte. Al revés de las novelas que ahora se estilan, y cuyos autores parecen haber
adoptado el aforismo de que la obra de entretenimiento no debe entretener. Peque¬
neces entretiene y conmueve y atrae desde la primera página hasta la última
haciendo pasar al lector por mil contrapuestas impresiones, hasta llegar a la defini¬
tiva, que es la que el autor se ha propuesto dejar clavada en el alma- (1956, p. 772).
Para el padre Hornedo la citada novela presenta aspectos distintos a los desarrolla¬
dos en otros relatos: -Yo no creo que Pequeneces despertase en Menéndez Pelayo
un sentimiento de simpatía, de entusiasmo o de emoción cual Sotileza o La Puche¬
ra. libros de entretenimiento llegados a sus manos hacía pocos años. Son, pues, de
otro género las impresiones producidas en él por Pequeneces, impresiones que son
en buena parte comunes al crítico y al lector vulgar, nacidas de dos grandes exce¬
lencias del verdadero novelista: el poder de interesar y el de crear caracteres. Ambas
excelencias resplandecen en la novela: Pequeneces interesa, entretiene, conmueve.
Los analistas prolijos, el lastre doctrinal, la tendencia científica que convierten la
obra de entretenimiento en obra de estudio, ese arte nuevo de hacer novelas, no es
del agrado de Valera ni de Menéndez Pelayo. La otra excelencia, la creación de ca¬
racteres, brilla, igualmente en Pequeneces- (1956, pp. 768-769).
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 571

su publicación al francés (Lille, 1895) y al holandés (Utrecht, 1896).


Llama también la atención el número de ejemplares correspondientes
a las ediciones, pues se trata de tiradas excepcionales. Blanco García
incide en este aspecto y señala que «la suma total de las cuatro tiradas
asciende a 30.000 ejemplares» (1910, II, p. 467). El crítico y periodista
Luis Alfonso3 escribía, a raíz de la publicación de Pequeneces, lo si¬
guiente: *[...] desde que apareció impreso El escándalo, de Pedro An¬
tonio de Alarcón, es decir, desde hace dieciséis años, no se había pu¬
blicado en Madrid novela que tanto ocupase y preocupase la atención
pública» (21 de marzo de 1891). Juan Valera inicia su artículo sobre
Pequeneces con las siguientes palabras: «Querido y venerado Padre:
No recuerdo a pesar de los muchos años que llevo de vida, éxito tan
extraordinario alcanzado por un libro español como el de la novela
de usted, titulada Pequeneces. Todos la leen, la encomian o discuten
con pasión sobre ella» (1961, II, p. 841). Emilia Pardo Bazán en su ar¬
tículo «La algarada de Pequeneces, publicado en la Ilustración Artísti¬
ca se expresará en idénticos términos (1973, III, pp. 980-981)7 La no¬
vela que convertiría a Coloma en el escritor «más discutido de los
novelistas españoles» en palabras de doña Emilia (1973, III, P- 1436).
Por su parte Clarín, en 1899, en un artículo publicado en La Publici¬
dad, reconocía que «en veinte años sólo un libro se ha leído y co¬
mentado un poco, una novela muy mediana, de clave, de malicia, de
un jesuíta, el Padre Coloma» (Beser, 1968, p. 311).

3 El padre Constancio Eguía publica una carta de Coloma inédita dirigida al


crítico de La Epoca, Luis Alfonso, en donde explica el plan y propósito de la obra.
Tras señalarle que en Madrid hay un lodazal que huele a podrido y actúa como ve¬
nenosa levadura que corrompe la sociedad entera le confiesa lo siguiente: -Y la
conciencia de esta verdad y el conocimiento de aquella injusticia me hicieron con¬
cebir el plan de Pequeneces, con la recta, sana y exclusiva intención de defender a
la sociedad en lo que merecía y atacarla en lo que, a mi juicio, es su pecado capital
y el origen y fuente de todas sus deformidades: la vergonzosa condescendencia pa¬
ra el escandaloso, que liberta el vicio de toda sanción social [...] Ahí tiene usted el
plan y el fin exclusivo de Pequeneces: defender contra el contagio del exiguo nú¬
mero a la inmensa mayoría, y reprochar a ésta su falta de previsión y de prudencia
en no huir del peligro de la lepra... Paralela a esta idea corre por todas las páginas
del libro esta otra, que ha comprendido usted perfectamente: la desventura inmen¬
sa que las culpas de los padres atraen sobre sus hijos inocentes, por el terrible y ló¬
gico encadenamiento de los hechos naturales» (1947, p. XLIV).
3 E. Pardo Bazán ofrece un copioso material referente a los datos de publica¬
ción, polémicas y opiniones sobre Pequeneces tanto en sus artículos -Un jesuíta nove¬
lista: El Padre Luis Coloma» (.Nuevo Teatro Crítico, núm. 4, abril de 1891), -La algarada
de Pequeneces- (ilustración Artística, núm. 488, año 1891) como en estudios más am¬
plios y detallados: El padre Luis Coloma (1908).
572 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Es evidente pues la enorme expectación que levantó la publi¬


cación desde el instante mismo de su publicación en la revista El
Mensajero del Corazón de Jesús, pues el propio Coloma incluye
notas en la propia revista insistiendo que sus «personajes no son
retratos de individuos determinados, sino tipos de caracteres socia¬
les» {El Mensajero, enero de 1891, p. 84). Con anterioridad publica
una nota en la que señala, entre otros aspectos, lo siguiente: «Ad¬
vertimos desde luego al lector que ni éste (el ministro de Ultramar)
ni en ninguno de los personajes que se presentan en los muchos
episodios históricos de esta novela desempeñando cargos oficia¬
les, se ha querido retratar ni aun siquiera aludir a los que realmen¬
te hubieran podido ocupar aquellos cargos en la época a que nos
referimos» {El Mensajero, febrero de 1890, p. 176). La prensa de la
época no se demoró en sus críticas, analizando desde dispar ópti¬
ca Pequeñeces. Su publicación causó un tremendo escándalo a te¬
nor de lo escrito en la prensa del momento {El Heraldo, 18 de abril
de 1891).
Tras el escrutinio’’ y lectura de la prensa el lector puede com¬
probar que son tres los soportes en los que se basa la polémica: los
retratos de las personas conocidas, intencionalidad política y el
contenido moral de Pequeñeces. Así El Siglo Futuro (4 de abril de
1891) realiza un comentario plagado de aciertos, tendente a la
exacta pintura de la sociedad y al fiel reflejo que de la misma reali¬
za Coloma. Se compara al autor con lo más granado de la literatura
española y europea, pues su nombre figura al lado de Galdós, Alar-
cón, Tolstoy y ¿ola. La Época (5 de abril de 1891) señala que Pe¬
queñeces desarrolla un tema palpitante y El Heraldo (9 de abril de
1891), pese a indicar que tiene capítulos excelentes, apunta que la
novela carece de protagonista y argumento. El 10 de abril de 1891
El Siglo Futuro comunica a sus lectores que Pequeñeces está pre¬
sente en las tertulias, reuniones, ateneos y casinos. Incluso, el cita¬
do periódico recoge extractos de artículos y juicios aparecidos en

5 El padre Constancio Eguía Ruiz (1915-1916) tras analizar diversos aspectos de


la vida —infancia, primeros estudios, y vocación literiaria-religiosa de Coloma—
aborda mediante documentación relativa a la época —artículos, ensayos y epistola¬
rios— la obra literaria de Luis Coloma, incluidos los sermones y opúsculos. Al frente
de la edición de sus Obras Completas, incide en el peculiar comportamiento de la
prensa y la incidencia que la novela tuvo en su época, idéntica a la célebre y no me¬
nos conocida Fray Gerundio Campazas, debida también a un jesuíta, el padre Isla
(1947, p. XXXIX).
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICON... 573

otras publicaciones como prueba evidente del éxito de Pequeñe¬


ces. Federico Balart enjuicia positivamente la novela desde las pá¬
ginas de El Imparcial (13 y 20 de abril de 1891), pues la compara
con las debidas a Balzac. La Época, El Heraldo, Los Lunes del Im -
parcial, El Correo, El Día, El Clamor, El Resumen, La Correspon¬
dencia, entre otros periódicos, reflejaron el tono polémico de Pe-
queñeces. Folletos y novelas o relatos en clara reprobación a lo
escrito por Coloma acaparan, igualmente, la atención de la prensa.
Así La Época (28 de mayo de 1891) da noticias de un folleto —Un
libro funesto—, debido a Martínez Barrionuevo, que censura Pe-
queñeces. La Correspondencia de España reseña la novela Menu¬
dencias, de Pascual Millán, que es una réplica de Pequeñeces, re¬
creando una historia cuyos principales personajes son un capitán y
un jesuíta. Novela que -más parece una obrita oportuna a favor de
la corriente favorable de Pequeñeces y deseosa de bogar en su es¬
tela» (Corral, 1988, p. 448). Pequeñeces supone un caso insólito en
los anales de la literatura española y si bien en su época caló pro¬
fundamente en la opinión pública, con el correr de los años per¬
dió vigencia y actualidad. Valera, sagaz crítico y culto como pocos,
supo captar mejor que nadie el valor de la misma y pese a los de¬
fectos que la rodean señalará al respecto lo siguiente: «[...] por lo
menos tanto como la novela, cuyo buen éxito disto yo mucho de
considerar efímero» (1961, II, p. 842).

6 Las opiniones vertidas por José del Corral al respecto, así como el escrutinio
que de la prensa madrileña realiza el citado crítico evidencian este singular éxito de
Pequeneces: -La magnitud de este suceso sobrepasó los medios literarios para aden¬
trarse en la sociedad y en la política, y en todos los círculos, salones, tertulias y reu¬
niones, fueran de la clase social que fueran y del signo político más distinto, se ocu¬
paron de Pequeñeces ahincadamente. Si hemos de creer lo que cuentan los
contemporáneos y lo que se rastrea en los periódicos de su tiempo, fue en su día, y
por mucho tiempo, la gran preocupación y el tema de conversación de los madrile¬
ños de todas las categorías. Periódico hubo que abrió una sección diaria [El Heral¬
do de Madrid, que permaneció viva varias semanas, destinada a recibir las cartas,
opiniones y críticas que le fueran enviadas [...] Algo que hace todavía más curioso
este entusiasmo popular por Pequeñeces es que cuando fue libro en marzo de 1891
la novela no era inédita 1 .1 Lo que no impidió se agotaran, en cuanto salió como li¬
bro, sucesivas ediciones. Pese a todo surgió potente el escándalo literario a que ve¬
nimos refiriéndonos, que llegó hasta el Congreso, en interpelación en la que inter¬
vinieron nada menos que Cándido Nocedal y Francisco Silvela. Y hasta figuró en las
deliberaciones del Consejo de Ministros, que a la sazón presidía don Antonio Cáno¬
vas del Castillo, con Santos Ysasa en la cartera de Fomento, de la que dependía en¬
tonces todo lo relativo a las Artes, y Francisco Silvela en la de Gobernación» (1988,
pp. 443-444).
574 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

9.2.2. Pequeñeces. ¿Novela de clave?

Pequeneces, novela tendenciosa en el sentido fernán-caballe-


resco, describe y analiza la aristocracia española en la época de la
Restauración. El propósito moralizador que impulsó al novelista a
escribir Pequeñeces—análisis de los vicios y lacras de la alta socie¬
dad española— se percibía ya en relatos breves como Polvos y lo¬
dos. La Gorriona. El primer baile. La maledicencia, entre otros.
La identificación del mundo de ficción creado por Coloma con
personajes reales de la época fue un tema que despertó viva pasión
en su momento. En la crítica que E. Pardo Bazán realizó a raíz de
la publicación de Pequeñeces se aprecia el interés de doña Emilia
por la posible identificación de los descrito en la ficción novelesca
y el mundo real: *En estas aventuras políticas de la juventud se en¬
cierra la verdadera clave moral de Pequeñeces, esa clave tan
comentada desde la publicación de la célebre novela» (1973, III, p.
1.437). En el intercambio de cartas entre la novelista y el padre
Coloma se percibe también el interés de ambos por aclarar todo lo
referente a la posible identificación de sus personajes novelescos
con personas reales. A tal respecto el padre Coloma escribe a Par¬
do Bazán lo siguiente: «Cuando estas pinturas honran al retratado,
es lícito; cuando ni le honran ni le perjudican, podrá ser más o me¬
nos prudente u oportuno, pero no lo juzgo culpable; más cuando
le difaman, entonces es absolutamente ilícito y no puede hacerse
sin culpa grave, como con toda difamación sucede. Por aquí pue¬
de usted juzgar cuán lejos habré estado yo de retratar a nadie en
los personajes de mi novela» (Obras Completas, 1942, XIX, p. 36).
El padre Coloma no pudo impedir que Pequeñeces fuera interpre¬
tada como una novela clave, pues tal era como se interpretaba en
las tertulias y corrillos madrileños de la época. En una carta dirigi¬
da al crítico Luis Alfonso se queja amargamente de esta interpreta¬
ción (Obras Completas, 1942, XIX, pp. 29-30). Indignación que per¬
vivió durante toda su vida en su mente, tal como advierte en
Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción
pública del Reverendo P. Luis Coloma (1908, p. 8).
La identificación de los personajes de Pequeñeces con perso¬
nas reales ha sido considerada por la crítica como un aspecto fun¬
damental. En el momento de aparición de la novela las reiterativas
identificaciones supuestas con miembros de la alta sociedad matri-
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICON... 575

tense encresparon los ánimos. Es evidente que con el correr de los


años dichas identificaciones pierden vigencia, pasan a un segundo
plano y se convierten en elementos accesorios que dan paso a lo
que realmente es importante: la calidad literaria del relato. Valera,
miembro de la alta sociedad y conocedor de la misma por sus do¬
tes de analista y fino observador identificó varios personajes, cir¬
cunstancia que le empujó a censurar la novela, pues a su juicio pro¬
vocó la maledicencia (1961, II, p. 842). Valera rebate con su habitual
ironía los postulados tendenciosos de la novela y tras señalar las
inexactitudes, defectos y despropósitos de la misma,7 especifica
las concomitancias existentes entre lo descrito por Coloma en su
novela y el mundo real (1961, II, pp. 841-842). El padre Coloma
mostró su estupefacción ante la interpretación llevada a cabo por
Valera, que el marqués de Butrón era el alter ego del marqués de
Molíns. Coloma en una carta a Emilia Pardo Bazán lo desmiente
(1942, XIX, p. 36). En los círculos madrileños se identificaba al per¬
sonaje Butrón con el marqués de Molíns; sin embargo, en Jerez,
ciudad natal de Coloma, se pensaba que el retratado era el mar¬
qués de Alboloduy, pues ofrecía sus mismos rasgos e historial po¬
lítico. Ante tal posibilidad de modelos el padre Hornedo señala al
respecto que «Coloma tomó algún rasgo de uno y otro para formar
el tipo de político componedor, el que en la hora de las promesas
barre para adentro, ganoso de ampliar la base de su partido, que es
Butrón; mas sin ánimo de retratar a ninguno de los dos» (1951, p.
455). Respecto al personaje Jacobo Sabadell el marqués de Lema lo
identifica con el marqués de Sardoal, pues ambos eran derrocha¬
dores de los bienes de su mujer, infieles a sus esposas y envueltos

Para Valera el principal error de Coloma consiste en su forma de conjugar


o armonizar el género novela con la reflexión moral. De igual forma comparte las
opiniones de E. Pardo Bazán relativas a la crítica social y ética: -Y aquí viene
bien, en mi sentir, el hacer notar el capital error de usted. Ha querido crear algo
del género epiceno, y ha salido del género neutro. Ha pensado usted, novelista y
misionero a la vez, divertir y aterrar; escribir un libro de pasatiempo que fuera
sermón también; una novela-sátira; y las extraordinarias facultades de usted se
han neutralizado; y ha resultado que la novela hubiera sido mejor sin ser sátira; y
la sátira, mejor sin ser novela; y el sermón, retemejor si no hubiera sido ni nove¬
la ni sátira. Yo sigo la opinión de doña Emilia Pardo Bazán, nuestra amiga; y si
dejase a un lado, como ella dice, la diatriba social y moral -aunque gravísima, aje¬
na al arte, y que, a la vuelta de algunos años, nadie tomará en cuenta para apre¬
ciar el mérito artístico de Pequeneces• saludaría también a su autor como a maes¬
tro (...)• (1961, II, pag. 844).
576 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

en tramas y conjuras políticas: que su famosa novela Pequene¬


ces fuese lo que llaman los franceses román a clef, es indudable
que muchos caracteres de la personalidad interesante del marqués
de Sardoal entraron en la novela del marqués de Sabadell» (1927,
II, p. 508). En lo concerniente al famoso periodista de la sociedad
de buen tono —Ramón de Navarrete, Asmodeo—8 se le identifica
con Pedro López (Elizalde, 1991b, pp. 49-52).
No faltan tampoco en Pequeneces la correlación entre ciertos
episodios y lances con lo ocurrido en la realidad, como el episodio
conocido con el nombre Manifestación de las Mantillas y Peinetas.
Es sabido que las damas de la alta sociedad organizaron una mani¬
festación contra el monarca Amadeo de Saboya y su esposa, doña
Victoria, asistiendo al Paseo de la Castellana ataviadas con manti¬
llas y peinetas. Su propósito no era otro que el demostrar su ani¬
madversión al monarca de la casa de Saboya y su apoyo al sucesor
de Isabel II. En Pequeneces se describe la castiza manifestación or¬
ganizada por las damas alfonsinas y la contramanifestación llevada
a cabo por el Gobierno (Hornedo, 1951, pp. 452-454; Corral, 1988,
pp. 448-449). El episodio en el que por voluntad de Alfonso XII se
ve Currita Albornoz obligada a devolver la cruz de dama de honor
de la Reina, Hoyos y Vinent (1931, p. 17) la relaciona con un epi¬
sodio real ocurrido a una grande de España. Todo lo descrito en la
ficción se adecúa perfectamente a la realidad, hasta en los mínimos
detalles (Corral, 1988, pp. 451-452).8 9

8 Cavestani, aunque omite el apellido y el seudónimo, señala al respecto que


un periodista de la llamada sociedad de buen tono cayó en la manía de guardarse
en sus bolsillos los dulces y canapés que le servían, pese a gozar del bienestar que
proporciona el dinero (1917, pp. 57-58). Por el contrario Fernández Almagro reco¬
ge la anécdota que se hizo popular en los ambientes aristocráticos y la identifica con
el periodista Ramón de Navarrete: •[...] del que se decía que forraba de hule los bol¬
sillos de su levita o de su frac para llevarse dulces y golosinas a su casa- (1951, p.
135). En Juanita la Larga Valera rinde homenaje a Asmodeo y lo cita como perfecto
conocedor de los usos y comportamientos propios de la aristocracia.
9 José del Corral incluye otros episodios relacionados con personajes públicos
de la época. Así el gobernador denominado por Currita Albornoz con el nombre de
■el Buey Apis- correspondería a don Manuel Alonso Martínez; el jesuíta confesor
de la aristocracia —Padre Cifuentes— se relacionaría con el del padre S. QSuárez?),
compañero de Coloma, y Pascual Madoz, el célebre colector y autor del Dicciona¬
rio Histórico-Geográfico con uno de los personajes que formaron parte de la Comi¬
sión Oficial de las Cortes enviada a Italia para visitar al duque de Aosta y ofrecerle
la corona de España con el título de Amadeo I.
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 577

9.2.3■ Pensamiento político. El integrismo

Desde época temprana la crítica advirtió el significado político de


Pequeneces. E. Pardo Bazán repara, al igual que Valera,10 en el carác¬
ter populista de Coloma, y percibe un fermento revolucionario en el
episodio de la visita de la condesa Albornoz al colegio y santuario de
Loyola (1973, III, pp. 1.454-1.455). El integrismo —asociación de la
monarquía con las bases populares con casi abstracción de la aristo¬
cracia— está presente en los primeros relatos de Coloma. Como se¬
ñala Rubén Benítez, Coloma tiende a un público de masas y su críti¬
ca a la aristocracia se adecuará al concepto que de la misma tiene el
pueblo: «La aristocracia no cumple, para Coloma, su función social.
Ha desconocido el mandato ético de la consigna nobleza obliga: no
ha sabido defender al trono cuando se hundía, como en 1868, ni mo¬
rir como los reyes en la Francia de 1793 [...] El pueblo verdadero está
en el campo; la nobleza debe volver a sus posesiones campesinas y
no contaminarse en la corte. Hay algo de sueño carlista en esa aso¬
ciación de la aristocracia y el campesinado» (1975, pp. 27-28).
Pardo Bazán afirmaba que Pequeneces era la picota de la Res¬
tauración, y que «la prevaricación esencial de la aristocracia no con¬
siste, para Coloma, en infracciones del Decálogo, sino en la acep¬
tación de la legalidad vigente, de la Restauración, bajel turco con
bandera cristiana* (1891, p. 66). Los reproches a la novela hicieron
mella en el ánimo de Coloma, pues la crítica no supo ver el autén¬
tico sentido que encerraba Pequeneces, ni siquiera el propósito del
propio autor. El padre Hornedo apunta al respecto lo siguiente:
«Coloma no simpatizó nunca con el carlismo, y entre los partidos
alfonsinos de la Restauración tampoco se inclinó al canovista. Por
sus amistades y por su ideario estuvo más próximo a los modera¬
dos. Ni el barrido para adentro, ni la libertad religiosa entraron
nunca en su programa. Y éstos son los defectos, con tan valiente
relieve, destacados en Pequeneces- (1951, p. 145).

10 Valera sintetiza el mosaico de opiniones relativas a la política en el momen¬


to de la publicación de Pequeneces: -Dicen unos: ya que en esta novela se procura
poner en ridículo a los más ilustres alfonsinos y burlarse de los esfuerzos y de la
propaganda que hacían para la Restauración, los jesuítas deben inclinarse al carlis¬
mo, a fin de que se devuelvan los bienes al clero, que fue inocuo despojo, y a fin de
que se quite la libertad religiosa [...] Así, pues, si algún jesuíta es carlista, será por
gusto, y sobre gustos no hay que disputar» (1961, II, p. 851).
57» PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Ignacio Elizalde aborda desde amplias ópticas el sentido y el ma¬


tiz político de la novela de Coloma (1983, 1991b, 1992). Para el padre
Elizalde la polémica surgida en tomo a Pequeñeces adopta una postu¬
ra bicéfala. Por un lado, la novela supone un libelo carlista dirigido
contra la religión; por otro, representa un ataque frontal contra la alta
nobleza madrileña. Ambas suposiciones e interpretaciones realizadas
en el momento de publicación de la novela permanecen, a juicio de
J. Elizalde, sin resolver (1991, p. 40). La intención de Coloma, apunta
Elizalde en sus estudios, no es otra que la de censurar la política de
Cánovas del Castillo, al reunir éste partidos y grupos políticos hasta
entonces enemigos en una agrupación que Coloma juzgaba vergon¬
zosa, pues estaba configurada por grandes señores que habían falta¬
do a todos los deberes de su clase y colaborado con la Revolución.11
La ideología de Coloma estaba representada tanto en el Congreso co¬
mo en el Senado por el grupo parlamentario de Alejandro Pidal
y Mon. La prensa de la época confundía voluntariamente los amigos
políticos de Pidal con los diputados carlistas12 dirigidos por Cándido
Nocedal, designándoles a todos con el nombre de ultramonta¬
nos,13 Rubén Benítez sintetiza el contexto ideológico y literario de

11 La política de Cánovas del Castillo merece el desprecio de Coloma, pues es¬


tá regida por hombres cuya debilidad y egoísmo pueden destruir las tradicionales
estructuras de la Iglesia y el Estado. La antigua monarquía cristiana y los valores tra¬
dicionales de la nobleza están amenazados de muerte por la política canovista (Eli¬
zalde, 1991, pp. 41-42).
12 Los integristas desarrollan ideas de mayor originalidad y no llegan a coinci¬
dir totalmente con el carlismo, al que -consideran también infeccionado por el virus
liberal. El carlismo los separa del seno del tradicionalismo en 1885. Conciben una
sociedad evolucionista, que tiene como base la ley natural y cristiana: se aceptan
cambios en lo político-social siempre que no alteren esa ley fundamental. Lo im¬
portante de la sociedad son las organizaciones primarias, familias, municipalidades,
regiones. En este sentido, suele hablarse de cierta tendencia democrática en el se¬
no del integrismo; populista, mejor dicho, con visos ya de corporativismo. La mo¬
narquía es aceptada como forma de gobierno en cuanto respete la ley fundamental
y las organizaciones primarias. Se trata, pues, de un monarquismo populista que lle¬
ga en algunos a posiciones decididamente revolucionarias, hasta aceptar mejor los
principios del socialismo que los del liberalismo. Se procura volver a la relación mo¬
narca-pueblo sin las clases intermedias, sin la aristocracia, sin la burguesía econó¬
mica, sin los partidos políticos: así se concibe la organización social española antes
de la aparición del liberalismo- (Benítez, 1975, p. 24). Cfr. John N. Schumacher, -In-
tegrism. A Study in Nineteenth-Century Spanish Politic-religious Thought-, The Cat-
holic Historical Review, XLVIII, 3 (1962), pp. 343-364.
13 Benítez (1975, pp. 22-29), Campomar Fornieles (1989, pp. 57-91), Elizalde
(1983, pp. 199-220; 1991b, pp. 37-52) y Gómez Ferrer (1986) han analizado el con¬
texto político que enmarca la peripecia argumental de Pequeñeces. Así, por ejemplo,
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 579

Pequeneces. Para el citado crítico el integrismo, que deriva del tradi¬


cionalismo español en su tendencia más contraria al liberalismo, se
percibe con claridad en el talante ideológico de Aparisi Guijarro y en
Cándido Nocedal, promotor de dicha ideología (1975, p. 23).
Pequeneces refleja la política de la intransigencia tanto en lo
político como en lo moral. Existe una fuerza ética en Pequeneces
que abarca lo personal y lo colectivo. La política de la intransigen¬
cia está simbolizada en María de Villasis y la de la tolerancia en Bu¬
trón. El pensamiento de Coloma en cuestiones políticas se engarza
perfectamente con la acción novelesca de Pequeneces. Sus perso¬
najes más valiosos se refieren a la unidad católica como a una de las
promesas incumplidas de la Restauración. Para Currita Albornoz, el
monarca es sólo un hombre: teme el rechazo del padre Fernández,
piero no la expulsión de la cámara real (Benítez, 1975, p. 25). V. Blas¬
co Ibáñez que convierte a Coloma en personaje de ficción en La ara¬
ña negra, se enfurece con la intransigencia del jesuita. Butrón aglu¬
tina voluntades, asocia liberales, carlistas, alfonsinos; seres puros e
inmorales. Coloma se encrespa ante esa concepción política con
una fuerza que evidencia un resentimiento personal, la decepción
de un espíritu ardiente que aspiraba no sólo a restaurar una rama
de la dinastía borbónica, sino también ideas y creencias insepara¬
bles de la causa alfonsina (Pardo Bazán, 1891, p. 109; Dendle,
1967, pp. 200-203; Benítez, 1975, pp. 25-26).

9.2.4. Pequeñeces. Novela aristocrática

Coloma empieza a escribir Pequeñeces cuando José María de


Pereda le persuade para que escriba un relato extenso que censure

Elizalde señala al respecto las afinidades políticas e ideológicas existentes entre Ale¬
jandro Pidal y Coloma. Ambos habían manifestado su animadversión contra Cánovas
por promover una monarquía constitucionalista y parlamentaria que incorporaba los
principios y métodos instaurados en España por la Revolución del 68. Coloma esta¬
ba enteramente de acuerdo con Pidal en la necesidad de proporcionar los medios
para luchar en favor de un programa que suscribieran todos los católicos auténticos.
Coloma, jesuita y escritor, concibe a tal fin una obra de apostolado con el único ob¬
jetivo de convencer a los extraviados de una clase —la aristócrata— con la que esta¬
ba estrechamente unido. Ante las palabras de Pío EX —La nobleza es un don de Dios
y por esta razón debería ser cuidadosamente preservada— Coloma concibe un rela¬
to —Pequeñeces— en el que se pone de manifiesto su talante ideológico respecto a
la nobleza (1991b, pp. 44-45).
580 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

el comportamiento corrupto e inmoral de la llamada sociedad de


buen tono. El epistolario existente entre el propio autor y críticos o
novelistas de la época revela aspectos referidos a la intención y
propósito del relato (W.AA., 1942, pp. 105-154). Es evidente que
Coloma tenía el propósito de escribir una gran novela sobre la aris¬
tocracia tras los fracasos anteriores. Como señala Elizalde, *LaMon-
tálvezi 1888), de Pereda, extremaba la crítica moral y se perdía en
consideraciones abstractas que no reflejaban el mundo real de los
aristócratas. La Vizcondesa de Armas (1887), del marqués de Fi-
gueroa, nos daba un cuadro excesivamente detallado de la clase
aristocrática, sin ninguna crítica moral. La espuma (1891), de Pala¬
cio Valdés, no salía de un naturalismo artificial y decadente. Colo¬
ma sabe reunir con gran arte la descripción perfecta del mundo
aristocrático, el detalle naturalista y el propósito moralizados
(1991a, p. 38).
Coloma, al contrario que Pereda, tuvo una visión directa de la
sociedad que describe y aunque fustiga sus vicios no sintió adver¬
sión hacia ella. En Pequeneces, considerada como una alegoría ex¬
presionista (Benítez, 1975, p. 35; Elizalde, 1991a, p. 454), los per¬
sonajes simbolizan el estado de decadencia moral de la sociedad
española. Currita Albornoz representa la corrupción y el sensualis¬
mo; Frasquito, el viejo petimetre, es símbolo de la restauración,
pues su cuerpo está restaurado con postizos y afeites. En las pare¬
des y muebles de la mansión de Butrón se evidencia el espíritu de
la Restauración: las viejas virtudes de la nobleza son ahora ruina y
decaimiento. Frente a este desolador panorama descrito como
charca hedionda, cenagal, lodazal, etc. —léxico que nos remite a
La Montálvez— aparece el promontorio de Loyola como tabla de
salvación. Es evidente que Coloma no participa de la visión opti¬
mista e indulgente de Valera (1961, II, pp. 841-856), pues le consi¬
dera pesimista por seguir la novela naturalista. Sin embargo, a juicio
de E. Pardo Bazán y críticos de la época el naturalismo de Coloma
es puramente técnico,1'1 utilizado por Coloma ante la necesidad

14 El historiador Rafael Viesca en su visita a Coloma en agosto de 1891 percibe


esta intención (Elizalde, 1991a, p. 456), al igual que E. Pardo Bazán: -Todo Peque¬
neces —giros del lenguaje, acciones y movimientos de héroes y heroínas, detalles
de indumentaria y mobiliario— revela la maestría del artista familiarizado con el
modelo. Una naturalidad exquisita, un aplomo de buen género (tan diferentes del
azoramiento y disimulado malestar o la familiaridad grosera del intruso) distinguen
a ese fiel, risueño y feroz analista de la alta crema. Desde las primeras páginas se
IA NARRATIVA NATURALISTA l)l) JACINTO OCTAVIO PICÓN... 58l

de ponerse -al corriente de los procedimientos de estos autores


de novela [Dumas, Goncourt, Flaubert, Zola] para ser leído»
(Obras Completas, 1960, p. 1.XI1I). Recalcamiento de tintas ne¬
gras en su celo fustigador y en su retórica de predicador que pro¬
vocaron las críticas de aquellos que se sintieron aludidos en su
novela.
El tema de Pequeneces y, especialmente, el Prólogo que figura al
frente de la novela subyugan a Pereda. El 10 de marzo de 1890 le co¬
menta lo siguiente: «El prólogo es de oro; y no dirá usted que este
dictamen es pura fantasía, si recuerda lo que a mí me aconteció, al
publicarse La Monlálvez, con esas almas pías a quien usted llagela
tan donosamente. Agraviado y todo, no hubiera dicho yo cosas tan
de mi gusto, puesto a decirlas y sabiendo decirlas» (Hornedo, 1960,
p. 254). Las lacras de la sociedad aristocrática descritas por Coloma
reflejan, a juicio del marqués de Figueroa, el citado autor de La Viz¬
condesa de Armas, la pura realidad. Desde las páginas de La España
Moderna escribe lo siguiente: «En Pequeneces, trasunto fiel de la vi¬
da, los Frasquitos y Diógenes, las Pastor y Bara, tipos secundarios,
son tan verdaderos y exactos como los principales» (1891, p. 56). Pa¬
ra el marqués de Figueroa, perfecto conocedor de los entresijos de la
sociedad aristocrática,* 1 ’ Pequeneces es la más exacta y fiel pintura de

advierte que aquello no es naturalismo, ni nada que en ismo termine, sino, casi
siempre, la pura verdad» (1973, III, p. 975). Pese a esta ausencia del naturalismo en
Pequeneces, la crítica la tachó de naturalista, como en el caso de Luis Alfonso: • Pe¬
queneces recuerda más a Zola que a Goldsmith y si el fin es muy religioso, los me¬
dios no pueden ser más profanos (...) Lo que no se explica es cómo el novelista ha
podido escribir tantas y tales crudezas» (La Epoca, ¿i de marzo de 1891). Melchor Pa-
lau, tras señalar el abandono del modelo hasta entonces seguido y en clara alusión a
l emán Caballero, sitúa a Pequeneces dentro del contexto naturalista: -Demoledor,
pesimista, agrio se nos presenta el P. Coloma; como Zola, a quien toma ahora co¬
mo modelo - hasta ciertos límites—, destruye sin reedificar, y pone más energías y
viveza de color para describir a los malos que para hacer agradables a los buenos»
(1890, pp. 22-23), I Halan compara Pequeneces ton las novelas naturalistas france¬
sas, especialmente, con Zola i El Imparcíal, 1.3 «le abril de 1891). Por su parte Patti-
son señala que si bien es patente la relación entre la forma de Coloma y de Zola, na
die, -que sepamos, ha visto el parentesco entre la materia de Coloma, esto es, la
sociedad aristocrática, y la de Bourget y Maupassant» (1965, p. 173).
1' I I marqués de Figueroa tras señalar aspectos relacionados con la ficción y la
realidad, teoriza acerca de la novela aristocrática. El título de su articulo lleva dicho
enunciado, como si de un metagénero se tratara. Novela aristocrática madrileña que
nos llevaría a otros títulos y contenidos, como Insolación y La quimera, de E. Pardo
Hazán o Ui espuma, de A Palacio Valdés. El marqués de Figueroa es consciente dé¬
la dificultad que entraña este tipo de novelas. El mismo reconoce los obstáculos:
582 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

personas y cosas, la más distinguida y propia en su tono y carácter


general que se adecúa con total perfección al modelo de la clase
aristocrática. Pequeneces supone un duro alegato contra un núcleo
social determinado: el aristocrático. La polémica pervivió a lo largo
de su vida. Precisamente, a raíz de su muerte, Antonio Maura recor¬
dará a los miembros de la Real Academia Española el significado y
alcance de Pequeneces:«[...] no fue una peripecia literaria, sino una
sacudida social; el estallido no había ocurrido en campo raso, sino
sobre alfombras mullidas, entre vitrinas llenas de primores y refina¬
mientos; el desconcierto lo desbarató todo; hubo más absorción que
lectura, sin sosegado entender, mal cribados por vituperios y los elo¬
gios, turbada por mucho espacio de tiempo la serenidad para juzgar,
y trabadas entre los conmovidos asistentes polémicas fomentadoras
de la obcecación» (1915, pp. 149-250).

9.2.5. Noticia bibliográfica

Ediciones

Obras Completas, Madrid, Editorial Razón y Fe, Imprenta Sucesores de Ri-


badeneyra, 1940-1942. [Pequeneces en los vols. VII y VIII].
Obras Completas, Madrid, Editorial Razón y Fe, / Bilbao, Editorial El Men¬
sajero del Corazón de Jesús, 1947. [El estudio introductorio corres¬
ponde a Constancio Eguía Ruiz, S. J. Editado en un volumen].

«Toqué prácticamente las dificultades que ahora teorizo, cuando escribí La Viz¬
condesa de Armas, y eso que el temor de dejarme correr por la fácil pendiente de
la murmuración, tan cultivada en los círculos de la Corte, puso tiento en mis ma¬
nos, con lo que recortados los ya escasos vuelos de mi imaginación, hube de
quedar a medio camino» (1891, p. 57). Tras esta digresión analiza desde su expe¬
riencia como escritor y crítico la novela aristocrática: «Así Pereda en La Montál-
vez dando nueva gallarda muestra de sus talentos literarios, hizo una recargada
pintura que podría ser exacta en sus detalles, pero no lo era en su conjunto. Acu¬
muló en una sola figura errores, aberraciones y extravíos, que reunidos raya en
lo inverosímil y sobre todo se salen de lo verdadero. El Sr. Palacio Valdés se equi¬
vocó al escribir novela aristocrática. La misma señora Pardo Bazán, como nove¬
lista, vacila de entrar en ese mundo e hizo sólo ligerísimos tanteos; también trató
de él sólo por incidencia y como de lado el ilustre Galdós. Es muy conocedor del
gran mundo y muy asiduo además en su trato, el ínclito don Juan Valera, pero es¬
te dilettanti de la literatura, este excelso escritor que tanta boga tiene, se ha de¬
jado de escribir novelas, son ya las que escribió novelas de otra etapa; no es pues
esta ocasión de juzgarlas- (1891, p. 58).
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 583

Obras Completas. Estudio biográfico y crítico de Rafael María de Hornedo,


Madrid, Razón y Fe y El Mensajero del Corazón de Jesús, 1960 [Edita¬
do en un volumen].
Pequeneces, Bilbao, El Mensajero del Corazón de Jesús, 1980. [Ediciones
en la presente editorial en los años 1891, 1898, 1904, 1907... La 14.a
edición, Bilbao, Editorial Vasca, 1927].
Pequeneces, Buenos Aires, Emecé, 1946.
Pequeneces. Prólogo de Joaquín Antonio Peñalosa, México, Porrua, 1968.
Pequeneces. Edición de Rubén Benítez, Madrid, Cátedra, 1975-

Bibliografía

Alcalá Galiano, Antonio, -El Padre Coloma», en Figuras excepcionales, Ma¬


drid, 1930, pp. 143-153-
Almagro San Martín, Melchor, La pequeña historia. Cuarenta años de vida es¬
pañola, 1880-1930, Madrid, Ediciones Afrodisio Aguado, 1954.
Balart, Federico, «Pequeñeces-, en Impresiones, Madrid, 1894, pp. 239-262.
Balseiro, José Antonio, -Colonia», en Novelistas españoles modernos, New
York, The MacMillan, Co., 1933, pp. 328-338, 345-346.
Beser, Sergio, Leopoldo Alas, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968.
Blanco García, Francisco, La Literatura Española en el siglo xix, Madrid, Ju-
bera, 1910, II, pp. 463-472.
Bobadilla, Emilio [Fray Candiñ. Críticas instantáneas, I El Padre Coloma y
la aristocracia, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1891 •
Campomar Fornieles, Marta, «Pequeñeces la novela integrista del siglo xix
en su contexto histórico y lingüístico», Incipit, IX (1989), pp. 57-91.
Corral, José del,«Pequeñeces, ¿novela madrileña con clave?, Anales del Ins¬
tituto de Estudios Madrileños, 1988, pp. 443-453-
Cavestany, Genaro, Memorias de un setentón sevillano, Sevilla, Tipografía
Gironés, 1917-1918.
Dendle, Briand J., -Blasco Ibáñez and Coloma’s Pequeñeces-, Romances
Notes, 8 (1967), pp. 200-203.
Eguía Ruiz, Constancio, -El Padre Luis Coloma. Su vocación literaria», Ra¬
zón y Fe, XLII (1915), pp. 513-525; XLIII, pp. 63-76, 190-201, 327-339;
XLIV (1916), pp. 47-60, 326-339, 484-496.
Elizalde, Ignacio, -Pequeñeces de Coloma y su interpretación sociopolíti-
ca», en Actas del Congreso Nacional de Literatura Hispánica (1868-
1898), Santander, 1981, pp. 82-96. [Literaturay espiritualidad, Bilbao,
Universidad de Deusto, 1983, pp 199-220].
-, -Estudio semiótico de la novela Boy, de Coloma», II. Simposio Inter¬
nacional de Semiótica, Oviedo, Universidad, 1988, I, 173-186.
-, -Centenario de Pequeñeces, novela del P. Coloma. Su intención y su
sentido», Razón y Fe, 1.118 (1991a), pp. 448-463-
5^4 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Elizalde, Ignacio, «Centenario de Pequeneces, novela del P. Coloma. Su


sentido político», Actas del Simposio Internacional sobre Clarín y La
Regenta en su tiempo, Oviedo, Universidad, 1987, pp. 1.023-1.037. [Le¬
tras de Deusto, XXI, 51 (1991b), pp. 37-52].
-, Concepción literaria y sociopolítica de la obra de Coloma, Kassel,
Reichenberger, 1992.
Fernández Almagro, Melchor, Cánovas. Su vida y su política, Ediciones de
Ambos Mundos, Madrid, 1951.
Figueroa, marqués de, «La novela aristocrática», La España Moderna, 15 de
septiembre de 1891, pp. 53-65.
Gabriel y Ramírez de Cartagena, A. de, -Aportación a un centenario. Seis
cartas inéditas del P. Coloma», Revista Bibliográfica y Documental, V
(1951), pp. 229-239.
García Carraffa, Alberto y Arturo, Españoles ilustres. El P. Coloma, Madrid,
Imprenta de Juan Pueyo, 1918.
Gómez Ferrer, Guadalupe, «La clase dirigente madrileña en dos novelas de
1890», en Madrid en la sociedad del siglo xix, Madrid, Alfoz, 1986.
Hornedo, Rafael María de, «El escándalo de Pequeñeces en el Centenario de
P. Luis Coloma», RazónyFe, CXLTV (1951), pp. 448-462.
-, «Menéndez y Pelayo y el P. Coloma», Razón y Fe, CLIII (1956), pp.
759-772.
— , «Ideas del Padre Coloma sobre la novela», Razón y Fe, CLXI (1960),
pp. 245-256.
Lema, marqués de, De la Revolución a la Restauración, Madrid, Editorial
Voluntad, 1927.
Maura, Antonio, «El Padre Luis Coloma», Boletín de la Real Academia Espa¬
ñola, II (1915), pp. 245-250.
Molho, Blanca, «El vocabulario político-social del P. Luis Coloma», en L'i-
deologique dans le texte, Toulouse-Le Mirad, Universidad, 1984, pp.
17-24.
Palau, Melchor de, Acontecimientos literarios. Impresiones y notas biblio¬
gráficas, Madrid, 1888-1896.
Pardo Bazán, Emilia, El P. Luis Coloma. Biografía y estudio crítico, Madrid,
1891a. [Reimpreso en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1973, III, pp.
1.436-1.464],
-, «Un jesuíta novelista: El Padre Luis Coloma», Nuestro Teatro Crítico, 4
(1891b). [Reimpreso en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1973, III,
pp. 969-980],
-, «La algarada de Pequeñeces», Ilustración Artística, 488 (1891c).
[Reimpreso en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1973, III, pp. 980-
983).
Sabik, Kazimierz, «La obra del Padre Luis Coloma en Polonia en los años
1884-1903: recepción editorial y crítica», Letras de Deusto, 44 (1989),
pp. 287-297.
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 5^5

Valera, Juan, Pequeneces... Currita Albornoz al P. Luis Coloma, Madrid, 1891


[Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1961, II, pp. 841-856].
W.AA., Relieves y críticas, Madrid, Razón y Fe y El Mensajero del Corazón de
Jesús, 1942, vol. Dü, pp. 105-313. [Se recoge el epistolario de Coloma con
R de G., Luis Alfonso, G. Gómez de Avellaneda, Pereda, Pardo Bazán,
Nocedal y Fray Conrado Muiños. También figuran los juicios críticos so¬
bre Pequeneces debidos a Valera, Pardo Bazán y Constancio Eguía Ruiz].

9.3- José ortega munilla

9.3■ 1 ■ Valoración de su obra

Escritor perteneciente a la denominada generación de la Restau¬


ración, al lado de Pérez Galdós, Alas, Pardo Bazán, Palacio Valdés,
J. O. Picón y José M.a Matheu (Beser, 1968, p. 15). Su obra es hoy
prácticamente desconocida. La ausencia de estudios sobre su obra es
evidente. Sólo en estas últimas décadas se ha publicado una edición
crítica anotada sobre una única novela, Cleopatra Pérez (Ferreras,
1976), esporádicos artículos que analizan comparativamente su no¬
vela Don Juan Solo y La desheredada o la actitud de Ortega Munilla
en el específico campo del naturalismo (I. J. López, 1985, pp. 7-17;
1991, pp. 1.005-1.023) y una monografía sobre sus novelas (Schmidt,
1973). El resto de información se debe buscar en estudios de conjun¬
to y en las críticas coetáneas al autor. Aun así, hoy en día, ni siquiera
aparece su nombre en los principales repertorios bibliográficos sobre
el siglo xix. En época temprana sus novelas fueron consideradas por
Menéndez Pelayo como «pecados de juventud» (Ferreras, 1979, p.
295) y Clarín, desde las páginas de Sermón Perdido le advierte que
debe tomar más en serio la profesión, «estudiar mucho más, imitar
mucho menos y no escribir a destajo» (1885, p. 237). Por regla gene¬
ral, la crítica elogia su labor periodística y crítica, dejando a un lado su
labor creativa, salvo en el caso de Valera que tras analizar las diversas
facetas que concurren en su vida, analiza la totalidad de su corpus li¬
terario, composiciones de viajes, novela corta, cuentos, artículos de
crítica, ideario estético y novelas (1958, III, pp. 1.207-1.217). El tono
elogioso predomina en el análisis de Valera, no así en Blanco García,
pues si bien analiza el conjunto de su obra sin la acritud manifestada
en anteriores ocasiones con escritores adscritos a la escuela naturalis¬
ta, le reprocha la presencia de ciertos pujos de filosofía trascendental
y una cierta manía por el refinamiento del estilo. En su crítica se
586 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

trasluce el olvido que sufre su obra, pues señala que sus narraciones
están «arrumbadas por la indiferencia» (1910, II, p. 530). Escritor de
exagerada palabrería (Baquero, 1969, p. 134) que ofrece un gran in¬
terés para el estudio de las polémicas literarias de la época (Pattison,
1965, pp. 140-143, pássim; Schmidt, 1973, p. 179, pássim).

93-2. Corpus narrativo

El corpus narrativo de Ortega y Munilla se adecúa a la postura


mantenida por la mayoría de los escritores naturalistas españoles,
pues elimina lo soez y entronca con el realismo cervantino y que¬
vedesco (Román Gutiérrez, 1988, II, p. 266). La crítica ha analizado
la actitud de Ortega Munilla respecto al naturalismo (Schmidt, 1973),
especialmente a raíz de las reseñas de Pedro Sánchez debidas a Luis
Alfonso y al propio Ortega Munilla (Pattison, 1965, pp. 105-112).
En el prólogo de sus Relaciones contemporáneas (1919) indica las
fuentes literarias existentes en sus novelas. Dickens, Galdós, Zola,
Hugo, Scott, Poe, Cervantes, Valera, entre otros, son los autores
que tanto en fecha temprana como en época más madura inci¬
dieron en su corpus narrativo. Autor que pertenece de pleno a la
denominada Generación del 68, pues empieza su carrera de no¬
velista cuando sólo cuenta veintidós años (Ferreras, 1976, pp. 16-
18, pássim)} De sus novelas, tal como hemos señalado con an¬
terioridad sólo, Cleopatra Pérez ha merecido la atención de la
crítica, pues el resto de sus novelas yace en un completo olvido.
La lectura de sus novelas constituye hoy en día una tarea harto di¬
fícil a causa de la dificultad de encontrar sus textos literarios, con¬
vertidos, en ocasiones, en auténticas rarezas bibliográficas.1 2

1 Ferreras clasifica su obra novelesca en tres grupos. En el primero —Novelas sen¬


timentales (T879-1880)— figurarían La Cigarra, Lucio Tréllezy Sor Lucila. Relatos me¬
lodramáticos y plenos de notas sentimentales. En segundo lugar el denominado Nove¬
las realistas (1880-1887). Corpus que rompe con la tendencia sentimental y se enmarca
dentro de la tendencia realista-naturalista. Está configurado por las novelas Don Juan
Solo, El tren directo, Orgía de hambre, Cleopatra Pérez e Idilio lúgubre. Un tercer últi¬
mo grupo denominado Novelas de la decadencia y liquidación del realismo en el que
subyacen el idealismo sentimental propio de la época.
2 En el mundo editorial sólo Cleopatra Pérez ha encontrado feliz acogida. No¬
vela que encierra dos mundos -bien diferenciados: de una parte, existe el universo de
la prostituta con todo su séquito de acreedores y parásitos, y del otro, el mundo re¬
coleto, ideal, de la familia Rubín. Entre los dos, uniéndolos en imposible unión, se
encuentra la figura del protagonista Valentín- (Ferreras, 1976, p. 34).
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 587

9.3.3. Noticia bibliográfica

Ediciones

La cigarra, Madrid, 1872 [1879, 1880, 1882 y dos ediciones más sin fecha
de impresión].
Lucio Tréllez. Relación contemporánea, Madrid, 1879-
Lucio Tréllez. Relación contemporánea, Madrid, Talleres de V. H. de Sanz
Calleja, s. a.
El tren directo. Relación contemporánea, Madrid, 1880.
El tren directo. Relación contemporánea, Madrid, Talleres de V. H. de Sanz
Calleja, s. a.
Sor Lucila. Relación contemporánea, continuación de -La Cigarra», Ma¬
drid, 1880.
Sor Lucila. Relación contemporánea, continuación de -La Cigarra- con
ilustraciones de José Pedraza, Madrid, Ricardo Fe, s. a.
Don Juan Solo. Relación contemporánea, Madrid, 1880.
Don Juan Solo. Relación contemporánea, Madrid, Viuda de H. Sanz Calle¬
ja, s. a. [1920],
Elfondo del tonel. Relación contemporánea, Madrid, 1881 [1882].
El Fauno y la Dríada. Relación contemporánea, Sevilla, 1882.
Relaciones contemporáneas, Madrid, 1883-
Pruebas de imprenta, Madrid, 1883-
Cleopatra Pérez. Relación contemporánea, Madrid, 1884.
Cleopatra Pérez. Edición de Juan Ignacio Ferreras, Madrid, Cátedra,
1976.
Orgía de hambre. Novela de costumbres, Madrid y Paris, 1884.
Panza al trote. Apuntes para el boceto de una figura, Madrid, 1885.
Idilio lúgubre. Novela original, Barcelona, 1887.
El paño pardo. Crónica de un villorrio en 1890. Novela, Madrid, Imprenta
J. Puello, 1916.
La señorita de la Cisniega, Barcelona, Gustavo Gili, Tipografía La Acadé¬
mica, 1918.
La gata embotellada, Madrid, Imprenta -Alrededor del Mundo-, 1918.
El Aventurero, Barcelona, Ramón Sopeña, 1922.
Los tres sorianitos... Ilustraciones de Antequera Azpiri, Burgos, Imprenta
de los Hijos de Santiago Rodríguez, 1921.
Chispas del yunque, Madrid, Librería Fe, Imprenta Prensa Española, 1923-
Fretoreto. Cuento de oro y amores, París, Buenos Aires, Imprenta de la Ca¬
sa Editorial Hispano-Americana, s. a.
Esfinges de acero, Barcelona, Ramón Sopeña, impresor, s. a.
La viva y la muerta, Madrid, s. a.
5^8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Giordano, o el cuento de los cinco perros, Madrid, Editorial Compañía Ibe¬


ro-Americana de Publicaciones, s. a. [1930] (La Novela de Hoy, vol. IV).

Bibliografía

Alas, Leopoldo, Sermón Perdido, Madrid, Manuel Fernández Lasanta,


1885.
López, Ignacio Javier, “Ortega Munilla y la doble génesis de La deshereda¬
da¡», Anales Galdosianos, XX, 2 (1985), pp. 7-17.
-, «En torno a la recepción del naturalismo en España: José Ortega Mu¬
nilla, Leopoldo Alas, Tomás Tuero, Luis Alfonso y las reseñas de La
desheredada de Galdós», Nueva Revista de Filología Hispánica, 39, 2
(1991), pp. 105-1023.
Román Gutiérrez, Isabel, Persona y forma: Una historia interna de la no¬
vela española del siglo xix, Sevilla, Ediciones Alfar, 1998.
Schmidt, Ruth, Ortega Munilla y sus novelas, Madrid, Revista de Occiden¬
te, 1973.
Valera, Juan, «La labor literaria de José Ortega Munilla», en Obras Comple¬
tas, Madrid, Aguilar, 1958, III, pp. 1.207-1.217.
El naturalismo radical.
Escritores naturalistas olvidados
10

10.1. Eduardo López bago

10.1.1. Peculiaridades. Valoración crítica

Diversos son los marbetes que figuran al frente de la obra na¬


rrativa de López Bago. Para un sector de la crítica sus novelas re¬
presentan el desplazamiento de las fórmulas realistas-naturalistas a
la llamada literatura decadente, cuyos temas preferentes les con¬
vierten en representantes de la novela erótica (Nora, 1970, I, pp.
383-384, pássini). López Bago figura como portavoz del denomina¬
do naturalismo radical, influyendo decisivamente en un específico
grupo de novelistas.1 Autor combativo, naturalista y de tendencia
«social» (Ferreras, 1979, p. 219) que pretende «mediante el empleo de
un cierto método naturalista aprendido en el Zola más exagerado,
dar categoría de verdad, de base científica, a su visión del mundo
—al tiempo que consigue un efectismo tremendista al gusto de su
público lector» (Lozano, 1986, p. 32)—. Novelista que junto a Sawa
y Zahonero configuran un grupo denominado o rotulado con el
epígrafe «naturalismo erótico». Corpus narrativo de los años ochen¬
ta cuya temática sexual está enfocada desde una óptica asaz sórdi¬
da (Etreros, 1977, pp. 49-131).
Hasta hace escasos años la figura de López Bago estaba ausen¬
te en los principales estudios de conjunto referidos a la novela es¬
pañola de la segunda mitad del siglo xix. Sólo referencias en espe¬
cíficas obras dedicadas al naturalismo aparece el nombre de López

1 Como señala P. Fernández, López Bago influye «sobre un grupo de escritores


como Alejandro Sawa, José Zahonero, Enrique Sánchez Seña, Remigio Vega Armen-
tero, Eugenio Antonio Flores y Joaquín de Arévalo; influencia a la que habría que su¬
mar las notables similitudes entre el Corpus literario legado por estos novelistas y las
obras de José Ortega y Munilla (1856-1922), Leopoldo García-Ramón (n. 1849)
—quien, desde su residencia parisina, redacta una de las novelas españolas más fiel
a los postulados zolescos, Los extranjeros en París (1925), La Nena (1890)— o, entre
otros, los prolíficos Enrique Rodríguez Solís (1843-1925) —autor de Eva. Estudio so¬
cial (1881) y Evangelina. (Historia de tres mujeres) (1883)— y Manuel Martínez Ba-
rrionuevo (1857-1917), creador de La Generala (1886), la serie de diez novelas El de¬
cálogo (1888-1890) o El gran pecado (1894)* (1998, p. 752).

591
592 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Bago en estas últimas décadas (Pattison, 1965, pp. 108-119,136-139,


pássim; López Jiménez, 1977, pág, 24, pássim). Con anterioridad la
crítica había silenciado su nombre." Pattison percibe esta ausencia
de estudios de la crítica afín al Naturalismo e indica en este sentido
que es bien significativo que sus libros no son elogiados ni aun re¬
señados por críticos de autoridad partidarios del movimiento (1965,
p. 138). En la actualidad el panorama crítico sobre las novelas de
López Bago ha cambiado sustancialmente a partir de la década
de los años ochenta. Cabe señalar, en primer lugar, el sólido trabajo de
M. A. Lozano sobre el naturalismo radical de López Bago y aspectos
señalados por la crítica. La denominación «naturalismo erótico» que
figura en determinados estudios se adecúa, en su opinión, a buena
parte del conjunto de novelas publicadas en la década de los años
ochenta, aunque con sutiles matizaciones, pues «si bien la literatura
sexual es la predominante en estos novelistas [López Bago, Sawa y
Zahonero], no es la única; y, por otra parte, convendría, desde el
mismo término empleado, señalar la diferencia existente entre la
peculiar concepción de la vida sexual que aparece en estos autores
y la visión regeneradora y vitalizadora del erotismo que unos años
después encontraremos en Zamacois, Trigo y otros varios novelis¬
tas» (1983, p. 347).
López Bago representa el naturalismo radical, ofensivo, el na¬
turalismo de barricada, plasmación literaria de aquel positivismo
agresivo que a partir de los años ochenta ataca con no poca viru¬
lencia todo aquello que es falsificación social o humana y no se
ajusta a lo dictado por la ciencia y la naturaleza (Lissorgues, 1988,
pp. 236-253). La obra de López Bago está plagada de confusiones:

2 Con razón se lamenta Lissorgues de la ausencia de estudios sobre la realidad


literaria y cultural del último tercio del siglo xix, pese a contar con estudios riguro¬
sos (Pattison, 1965; Etreros, 1977, pp. 49-131). En este sentido el caso de López Ba¬
go y novelistas coetáneos españoles es parejo al de los escritores franceses: -Pasa lo
mismo en todas partes, en Francia, por ejemplo, las grandes “crestas” del naturalis¬
mo (Zola, Huysmans, Daudet) han eclipsado a un importante grupo de novelistas
llamados secundarios [...] Ahora bien, una historia del naturalismo español no pue¬
de ignorar el caso de López Bago (1855-1931), pues es tal vez el único naturalista
consecuente (más que Zola que en cuanto novelista sabe guardar, dentro de su pro¬
yecto, una total libertad creadora e imaginativa). Totalmente amurallado en un po¬
sitivismo cerrado, aplica al pie de la letra la doctrina del maestro Zola, a la cual se
refiere en las declaraciones teóricas [...] López Bago, que califica su naturalismo de
“radical” puede considerarse como el ejemplar representante en España de un posi¬
tivismo fanático y de corto alcance» (1994, p. 250).
EL NATURALISMO RADICAL... 593

«[... confusión entre ciencia y literatura, confusión entre ciencia y


dogmatismo positivista, confusión sobre la literatura a la que se
niega, por tomar la doctrina al pie de la letra, todo lo que hace su
especificidad» (Lissorgues, 1988, p. 249). La tendenciosidad de Ló¬
pez Bago es manifiesta en sus escritos, pues pretende mediante la
utilización «de un cierto método naturalista aprendido en el Zola
más exagerado, dar categoría de verdad, de base científica, a su vi¬
sión del mundo —al tiempo que consigue un efectismo tremendis-
ta al gusto de su público lector» (Lozano, 1986, p. 32). En este mo¬
saico de críticas no faltan las referidas a las teorías naturalistas del
propio López Bago. A las ya señaladas aportaciones de M. A. Loza¬
no, Y. Lissorgues y P. Fernández habría que añadir el estudio de
Gutiérrez Carbajo (1991, pp. 371-391).
La adhesión a los postulados de Zola se convierte en el estan¬
darte del naturalismo radical abanderado por López Bago (Fer¬
nández, 1996, pp. 108-109, pássim). Sus novelas, pese a tener una
gran aceptación en su época, han sido prácticamente olvidadas. La
carencia de ediciones críticas y anotadas es evidente, pues sólo se
ha editado en fecha reciente El cura (Ferreras, 1996). Un estudio
de conjunto lo encuentra el lector en la reciente monografía publi¬
cada por P. Fernández (1993).3 De su producción novelística cabe
destacar su novela La Prostituta, primera parte de la tetralogía for¬
mada por La pálida, La buscona y La querida. Corpus novelístico
enraizado con la Nana, de Zola, y la Safo, de Daudet.

3 Monografía fundamental para los estudiosos de la vida y obra de López Ba¬


go. Sus teorías y novelas se engarzan con los postulados estéticos de la época. La
actividad periodística, el compromiso político y su naturalismo militante configu¬
ran el primer bloque noticioso. El naturalismo radical y el análisis de su ideario es¬
tético, así como la técnica novelesca y la aplicación de la estética de la fealdad y
el cultivo del tremendismo son aspectos que dan sentido al análisis de la novela
médico-social desde el punto de vista teórico y práctico. En el Corpus narrativo de
López Bago se advierte diversos matices de contenido. La prostitución como ma¬
teria novelable, el anticlericalismo militante del naturalismo radical, el interés por
la novela de tradición popular —la novela de la tauromaquia—, la plasmación de
su ideario republicano, el análisis de la reforma penitenciaria y las novelas conce¬
bidas como clara crítica contra las repúblicas hispanoamericanas constituyen los
ejes esenciales del presente estudio. Ño menos interesante y útil es el aparato crí¬
tico que acompaña a las ediciones de sus novelas, la mayoría de ellas pueden
considerarse auténticas rarezas bibliográficas. El material noticioso reunido remi¬
te al lector y estudioso de su obra a diversos campos que configuran el perfil com¬
pleto de López Bago: publicaciones periódicas, colaboraciones en obras colecti¬
vas, prólogos y traducciones.
594 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

10.1.2. Noticia bibliográfica

Ediciones

Los Amores. Obra entretenida, Sevilla, Imprenta de Gironés y Orduña, 1876.


El Periodista. Novela política, Madrid, F. Bueno y Cía., 1884.
La Prostituta. Novela médico-social, Madrid, Juan Muñoz y Cía. Editores, s. a.
[1884],
La Pálida. Novela médico-social. (Segunda parte de -La Prostituta-), Madrid,
Juan Muñoz y Cía., s. a. [18851.
El Cura (Caso de incesto). Novela médico-social, Madrid, Juan Muñoz y Cía.,
s. a. [18851.
El Cura. Edición de Juan Ignacio Ferreras, Madrid, Vosa, 1996.
La Querida. Novela social. (Cuarta y última parte de-La Prostituta-). Ilustra¬
da con el retrato a pluma del autor por Nicolás Mejía, Madrid, Juan Mu¬
ñoz y Cía., s. a. [18851.
El Confesionario (Saritiasis). Novela médico-social (Segunda parte de -El Cu¬
ra-), Madrid, Juan Muñoz Sánchez, s. a. [18851.
Los Asesinos. Novela social, Madrid, Juan Muñoz y Cía, s. a. [1885-1886].
La Monja. Novela médico-social. (Tercera parte de -El Cura-), Madrid, Juan
Muñoz Sánchez, s. a. [18851.
El Hombre-Mono. Novela médico-social, Madrid, 1885.
La Torería. Luis Martínez, el espada (En la plaza). Novela social, Madrid, Li¬
brería de Femando Fe, 1886.
La Mujer Honrada. La Señora de López. Novela social, Madrid, Juan Muñoz
Sánchez, s. a. [1886].
La Mujer Honrada. La soltera (Segundaparte de -La Señora de López-). Nove¬
la social, Madrid, Juan Muñoz y Cía., s. a. [1886].
Carne de Nobles. Novela médico-social, Madrid, Juan Muñoz Sánchez, s. a.
[18871.
La Mujer Honrada. La Desposada (A mory miseria) (Tercera parte de -La Se¬
ñora de López-). Novela médico-social, Madrid, Juan Muñoz Sánchez,
s.a. [18871.
El Preso. La Inquisición Moderna. Estudios de la vida humana en cárceles y
presidios. Novela médico-social, Madrid, Imprenta de José Góngora, s. a.
[18871.
¡Usted no es hombre!, Madrid, F. Bueno, s. a. [18881.
Carambola conyugal, Madrid, F. Bueno, s. a. [1888].
Carne Importada. Novela médico-social. (Costumbres de Buenos Aires. La
Primera parte de -La trata de blancos-, Buenos Aires, La Maravilla Litera¬
ria, s. a. [1891].
El Separatista. Novela médico-social, La Habana, Galería Literaria, 1895.
EL NATURALISMO RADICAL... 595

Bibliografía

Etreros, M., -El naturalismo español en la década de 1881-1891”, en Estudios


sóbrela novela española del siglo xjx, Madrid, CSIC, 1977, pp. 49-131.
Fernández, Pura, Eduardo López Bago y el Naturalismo radical. La novela
y el mercado literario en el siglo xix, Amsterdam, Rodopi, 1995.
-, "Orígenes y difusión del Naturalismo: la especificidad de la práctica
hispana», Revista de Literatura, LVIII, 115 (1996), pp. 107-120.
Gutiérrez Carbajo, Francisco, «Las teorías naturalistas de Alejandro Sawa y
López Bago», Epos, 1 (1991), pp. 371-391.
Jourdan, Pierre, Les manifestations du naturalisme en Espagne: deux ro-
mans de López Bago: El Periodista (1884) y La Prostituta (1884)», Iris,
1 (1988), pp. 69-105.
Lissorgues, Yvan, «El Naturalismo radical: Eduardo López Bago (y Alejan¬
dro Sawa)», en Lissorgues (1988), pp. 237-253-
Lozano Marco, Miguel Ángel, «El Naturalismo radical: Eduardo López Ba¬
go. Un texto desconocido de Alejandro Sawa», Anales de Literatura
Española, 2 (1983), pp. 341-360.
-, «Un aspecto del Naturalismo español: de las novelas médico-sociales
de Eduardo López Bago a Felipe Trigo», Montearabí, 1 (1986), pp. 29-40.
Nora, Eugenio G. de, La novela española contemporánea, Madrid, Gredos,
1970,1, pp. 383-430.

10.2. Alejandro sawa

10.2.1. Ideas literarias. Novelas

Las ideas literarias de López Bago encuentran feliz acogida en las


obras de Alejandro Sawa Martínez (1862-1909). Su producción litera¬
ria es, al igual que la de Ortega Munilla o López Bago, prácticamente
desconocida tanto para el gran público como para el habitual lector
de novelas. Sólo puntuales monografías que en su día fueron la base
fundamental de tesis doctorales o investigaciones académicas rom¬
pen el silencio sobre un grupo de escritores que dan sentido al natu¬
ralismo radical. Respecto a Alejandro Sawa cabe señalar que ha comi¬
do mejor fortuna que el resto de sus coetáneos adscritos a idéntico
credo estético, pues se han editado en estas últimas décadas parte de
su producción novelística —Iluminaciones (Zavala, 1977)' y La mu¬
jer de todo el mundo (Esteban, 1988)—, epistolario, como el relacio

1 Su militancia en el credo naturalista se recoge en el artículo -Juventud


triunfante. Autobiografía. Alejandro Sawa», Alma Española, 3 de enero de 1904,
596 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

nado con Jeanine Poirier (P. Fernández, 1998) y textos de sumo inte¬
rés vinculados a la figura de López Bago y el naturalismo radical (Lo¬
zano, 1983, pp. 351-360; Esteban, 1988).
Las novelas de Sawa están en íntima conexión con el modelo de
novela médico-social iniciado por López Bago. Un tipo de relato que
se adecúa plenamente a los postulados científicos y a la incidencia de
los mismos en las reacciones del ser humano. El análisis de los tipos
psicopáticos en Declaración de un vencido, el estudio del mundo de
ficción en relación con su novela Crimen legal, la incidencia de su re¬
lato Noche en los medios científicos del último tercio del siglo xix y el
estudio de la patología de la mujer en específicos relatos de Sawa
constituyen los ejes esenciales de las investigaciones llevadas a cabo
por G. Paolini (1979, pp. 87-92; 1984a, pp. 47-59; 1984b, pp. 321-338;
1986, pp. 391-399). En sus relatos se percibe también el peculiar ta¬
lante ideológico de Sawa, pues transmite a los lectores una serie de
mensajes cuyo contenido no es otro que el de la necesaria refor¬
ma de la justicia y la crítica a la hipocresía moral y al fanatismo re¬
ligioso. Desde una óptica general, circunscrita a la vida y obra el
estudioso de las novelas de Sawa tiene a su alcance dos mono¬
grafías. La primera se debe a A. Phillips (1976)* 2 y la segunda a

texto recogido más tarde en su novela iluminaciones en la sombra. Prólogo de Rubén


Darío, Madrid, Viuda de Prieto, 1910 y en la edición llevada a cabo por Iris M. Zavala
(1977).
2 Phillips analiza en su monografía diversos periodos biográficos en cone¬
xión con sus inicios literarios, estancias en Madrid y en el extranjero. La parte
fundamental para el estudioso de su narrativa reside en el capítulo -Las novelas
de Alejandro Sawa-. En sus conclusiones Phillips percibe un mundo de ficción
plagado de personajes condenados por leyes fatales e inexorables, predetermi¬
nados por la herencia y las circunstancias. El ser humano queda de esta forma
aprisionado y sin posibilidad alguna de superarse a sí mismo ni de superar su
destino. La filosofía positivista, el determinismo y el extremado son piezas fun¬
damentales de la estética de Sawa. El naturalismo no es la única veta que desta¬
ca en sus relatos, pues el romanticismo asoma con frecuencia en dicho mundo de
ficción. Credos estéticos que lejos de ser incompatibles se complementan y dan
sentido a su obra: -Las novelas de Sawa son, pues, híbridas. Es decir, hay en ellas
un fuerte residuo romántico debido quizá en parte a su temperamento de anda¬
luz, en consonancia con una tendencia natural hacia la exageración o la exalta¬
ción. Los argumentos folletinescos y melodramáticos revelan también sus ante¬
cedentes; un lenguaje con frecuencia declamatorio revela también esa filiación
(...) Al leer a Sawa, uno no deja de sentir vibrar su fuerte personalidad tras las pa¬
labras. Nunca reniega de su herencia romántica y rebelde; se desahoga y derra¬
ma bilis al pintar en cuadros crueles la miseria humana- (Phillips, 1976, p. 187).
Con razón apunta Mainer que Sawa -había sido un naturalista enragéen los años
EL NATURALISMO RADICAL... 597

Correa Ramón (1993).* * 3 Estudios que unidos a los debidos a Pao-


lini y Lozano Marco completan la trayectoria ideológica y literaria
de Alejandro Sawa.

10.3. Escritores naturalistas olvidados

Finalmente cabe señalar la presencia numerosa de obras apare¬


cidas en el último tercio del siglo xix y comienzos del xx que indi¬
can con claridad la vigencia del género novela. Como bien señala
M. Etreros no todas estas novelas que, «con propósito naturalista o
influidas por las doctrinas experimentales, se publican, pueden con¬
siderarse como tales» (1977, p. 91). La relación de novela es copio¬
sísima; destaca, por ejemplo, las debidas al marqués de Figueroa
—El último estudiante (1883), Antonia Fuertes (1885), La vizconde¬
sa de Armas (1887) y Gondary Forteza (1900)—. Autor que pone
en práctica los postulados zolescos (Etreros, 1977, pp. 101-102, pás-
sim). Su nombre figura en la lista de Pattison con el calificativo de
«autores naturalistas menores», al igual que E. Rodríguez Solís, José
Navarrete, José Zahonero, Narciso Oller, Juan García Nieto, Eugenio
Antonio Flores, José de Siles, Leopoldo García Ramón, José M. Ma-
theu, entre otros. Novelistas que pueden ser considerados como au¬
ténticas rarezas bibliográficas, aunque sus novelas e ideario estético
han sido estudiados en estas últimas décadas, como en el caso de
N. Oller (Bonet, 1983), autor de las célebres novelas La Papallona,
Vilaniu y La Locura, esta última editada por Sergio Beser (1986).
Naturalistas moderados, radicales y afines a los postulados zolescos

ochenta, aunque, en realidad, no había desmentido nunca una lejana estirpe ro¬
mántica. Su concepto del tedium vitaeestá entroncando con Rimbaud [...]• (1981,
p. 28).
3 Amelina Correa incide, al igual que Phillips, en los episodios biográficos rela¬
cionados con los primeros contactos naturalistas en el Madrid de los años ochenta, in¬
cluyéndose en esta década la publicación de sus novelas. La segunda época se inicia
con el viaje a París (1890) y los contactos de Sawa con el simbolismo y la figura de Ver-
laine. La tercera y última etapa incluye su regreso a Madrid. En dicha época Sawa lle¬
va a cabo dos adaptaciones teatrales, una narración y la redacción de su obra cumbre:
Iluminaciones en la sombra. La bohemia de fin de siglo, el peculiar naturalismo de
Sawa —más afín al francés y carente de cualquier nota espiritualista—, su tremen¬
dismo y sordidez, anticlericalismo y la no menos peculiar forma de abordar el tema
del erotismo son aspectos analizados en la monografía de A. Correa. Libro que in¬
cluye un estimable apartado documental y bibliográfico de gran utilidad e interés.
598 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

son etiquetas que suelen figurar en las notas gacetilleras de los pe¬
riódicos de la época que analizan el copioso material novelesco pu¬
blicado en estas fechas. Epígonos del realismo-naturalismo español
cuyos máximos representantes serían V. Blasco Ibáñez y A. Palacio
Valdés, novelistas cuya producción novelística alcanzará un éxito
editorial desconocido hasta entonces.

10.4. Noticia bibliográfica

Ediciones

La mujer de todo el mundo, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Ri¬


cardo Fe, 1885.
La mujer de todo el mundo. Edición de J. Esteban, Madrid, Ávila Edito¬
res, 1988.
Crimen legal, Madrid, Biblioteca del Renacimiento Literario, s. f. [1886].
Declaraciones de un vencido, Madrid, Minuesa de los Ríos, editor, 1886.
La sima de Igúzquiza o iluminaciones en la sombra, Madrid, Imprenta
Popular a cargo de Tomás Rey, s. f. [1887].
Iluminaciones en la sombra, Madrid, Viuda de Prieto, 1910.
Iluminaciones en la sombra. Edición de Iris M. Zavala, Madrid, Alham-
bra, 1986.
Criadero de curas, Madrid, Novelas de El Motín, 1888.
La Noche. Novela social, Madrid, Biblioteca del Renacimiento Literario,
s. f. [18881.

Bibliografía

Bonet, Laureano, Literatura, regionalismo y lucha de clases (Galdós, Pere¬


da, Narcís Oller, Ramón D. Perés), Barcelona, Publicacions i edicions
de la Universitat de Barcelona, 1983, pp. 67-115.
Correa Ramón, Amelina, Alejandro Sawa y el Naturalismo literario, Grana¬
da, Universidad, 1993.
Etreros, Mercedes, «El naturalismo español en la década de 1881-1891-, en
Estudios sobre la novela española del siglo xrx, Madrid, CSIC, 1977, pp.
49-131.
Fernández, Pura, «El epistolario de Alejandro Sawa a Jeanne Poirier (1892-
1898)-, Revista de Literatura, LX, 119-120 (1998), pp. 243-262 y 559-588.
Gutiérrez Carbajo, Francisco, -Las teorías naturalistas de Alejandro Sawa y
López Bago-, Epos, 7 (1991), pp 371-391.
EL NATURALISMO RADICAL... 599

Lozano Marcos, Miguel Ángel, -El Naturalismo radical: Eduardo López Ba¬
jo. Un texto desconocido de Alejandro Sawa», Anales de Literatura Es¬
pañola, 2 (1983), pp. 341-360.
Mainer, José-Carlos, La Edad de Plata (1902-193D■ Ensayo de interpreta¬
ción de un proceso cultural, Madrid, Cátedra, 1981.
Paolini, Gilbert, -Tipos psicopáticos en Declaración de un vencido de Ale¬
jandro Sawa», Crítica Hispánica, 1, 1 (1979), pp 87-92.
-, -Alejandro Sawa, Crimen legal y la antropología criminal», Crítica
Hispánica, 6 (1984a), pp. 47-59-
-, 'Noche, novela de Alejandro Sawa en el ambiente científico de la dé¬
cada de 1880», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 60 (1984b),
pp. 321-338.
-, «Ambición, pasión y muerte en una novela de A. Sawa: análisis de la
patología femenil», en Actas de la Asociación internacional de Hispa¬
nistas, Madrid, Itsmo, 1986, pp. 391-399.
Phillips, Alien, Alejandro Sawa. mito y realidad, Madrid, Turner, 1976.
11
El peculiar naturalismo de Armando
Palacio Valdés y los epígonos
del naturalismo español:
Vicente Blasco Ibáñez
11

11.1. Armando palacio valdés

11.1.1. Recepción crítica. Popularidad. Traducciones. El silencio


de la crítica actual

La recogida y análisis de ciatos referentes al éxito y popularidad


de A. Palacio Valdés evidencian el éxito y la enorme difusión de sus
novelas tanto a finales de la centuria pasada como en las primeras
décadas del presente siglo.1 Críticos y novelistas de la época analiza¬
ron desde dispar criterio el corpus general de su obra y su adscrip¬
ción al naturalismo.2 Clarín en época temprana defendió no sólo el

1 El éxito es espectacular. Tal como señala Fernández Cifuentes (1982), las en¬
cuestas realizadas en los años veinte constatan su gran popularidad. Ruiz de la Peña re¬
sume todo este caudal informativo: -El éxito de lectores es, sobre todo, espectacu¬
lar. Rivas Cherif pide en 1925 a escritores de las tertulias madrileñas siete nombres
de novelistas españoles con los que se pueda iniciar a una extranjera culta; reco¬
ge veinticinco respuestas y Palacio Valdés entra en doce de ellas. Prolonga
después la encuesta a doscientas doce personas alejadas de los círculos intelec¬
tuales; Palacio Valdés obtiene 152 puntos, sólo aventajado por Baroja, Blasco Ibá-
ñez, Valle-Inclán y Pérez de Ayala, y por encima de autores como Unamuno, Miró
o Fernández Flórez. En 1927 el periódico El Sol encuesta a quinientas lectoras so¬
bre su novelista preferido: Galdós recoge 120 votos; Cervantes, 111; Concha Espi¬
na, 110; Palacio Valdés, 100; siguen Pérez de Ayala, con 60; Benavente, con 60;
Blasco Ibáñez también con 60; Azorín con 57; Baroja, con 56; Pereda, 54; Rubén
Darío, 50, y así hasta llegar a Ricardo León, con 27. Un año más tarde otro perió¬
dico, El lmparcial, pregunta a setenta lectoras sobre su heroína favorita: 51 votos
van a La hermana San Su ¡pido (1993, p. 30). Encuesta que se ciñe a un público
femenino que, indudablemente, influye en los resultados favorables y en el éxito
del autor. Los recursos propios de la novela sentimental atraen en su momento a
un determinado tipo de lectores, de ahí que el novelista se dirija a -un público fa¬
miliar y, más específicamente, femenino y cuya máxima dignificación se alcanza
en algunas obras de Armando Palacio Valdés» (Senabre, 1986, p. 22).
“ Pattison muestra un cierto estupor ante la actitud adoptada por el propio Pa¬
lacio Valdés en el prólogo de la edición original de Marta y María ( 1883) pues se re¬
conoce discípulo de Emilio Zola. Años más tarde, en el estudio preliminar de sus
LJáginas escocidas recordará esta influencia naturalista en sus relatos iniciales, natu¬
ralismo de agua tibia, en el decir de Luis Alfonso (La Época, 20 de agosto de 1883),
que denota grandes diferencias con el naturalismo zolesco, de ahí que Pattison se¬
ñale al respecto lo siguiente: -Resulta increíble que Palacio Valdés también se clasi¬
ficara a sí mismo entre los naturalistas, porque en el día de hoy solemos recordar so¬
bre todo su personalidad dulce y apacible [...], el llamado naturalismo de Marta y

603
604 panorama crítico de la novela realista-naturalista

buen novelar de su gran amigo Palacio Valdés, sino también su


adscripción al naturalismo. A raíz de los ataques y críticas de Fer-
nanflor, Clarín defiende a Palacio Valdés, situándole en la línea de
Balzac, Stendhal, Flaubert, Goncourt y Zola {ElMundo Moderno, 19
de marzo de 1881). Martínez Cachero (1953, pp. 401-402) ha anali¬
zado los artículos de Clarín referentes a la obra de Palacio Valdés ba¬
sándose en los escritos recogidos en volumen y en el breve comen¬
tario a La hermana San Sulpicio publicado en el Madrid Cómico (11
de mayo de 1889). Pese a la probada amistad existente entre ambos
escritores, se percibe en estos artículos la objetividad propia de Cla¬
rín, censurando, por ejemplo, defectos que afean a su obra —len¬
guaje y composición— o sus opiniones políticas, como la gradual
transigencia con la política canovista mostrada en las reuniones del
Ateneo. Pese a ello, el tono laudatorio emerge con total espontanei¬
dad. Los escritos de sus últimos años dedicados a Palacio Valdés, co¬
mo la crítica a La alegría del capitán Ribot (Imparcial, 9 de abril de
1899), merecen especial atención, pues se percibe en ellos un duro
reproche a la crítica nacional por silenciar su nombre y el éxito que
sus obras alcanzan en el extranjero (Beser, 1968, pp. 307-308). De to¬
do el corpus literario de A. Palacio Valdés merecen especial interés
por parte de Clarín sus novelas Riveritai1887, pp. 187-192, 239-246),
La fe (1892, pp. 371-377), La hermana San Sulpicio {Madrid Cómico,
11 de mayo de 1889), Marta y María y El idilio de un enfermo (1885,
pp. 121-130, 235-248) y Maximina (1889, pp. 207-213).
Juan Valera se muestra parco en sus opiniones críticas. Sólo li¬
geras referencias que el lector encuentra en sus Apuntes sobre el
nuevo arte de escribir novelas. El Gusano de Luz. Novela andaluza
de Salvador Rueda* * * 5 y El progreso en el arte de la palabra. Igual ac-

María tiene poca semejanza al zolaismo puro. Nos parece que Palacio Valdés trata¬
ba de adaptarse a la corriente incluso si para ello había de forzar sus íntimas con¬
vicciones* (1965, pp. 88-89).
5 Valera con su peculiar humor e ironía ofrece el panorama de la novela españo¬
la. Palacio Valdés figura siempre en una especie de cajón de sastre, sin merecer apenas
la atención de Valera, pues no le dedica ni un solo estudio medianamente extenso: *{...]
Como nadie intenta disputarles la capitanía, pondré aquí sus nombres, aunque el po¬
nerlos sea superfluo, pues todo lector los nombrará sin que yo los designe. Son: Pérez
Galdós, Pereda y doña Emilia Pardo Bazán. La hueste que los sigue es bastante nume¬
rosa. Yo no quisiera equivocarme. Mi juicio comparativo puede depender del lugar
desde donde los veo; pero sea como sea, me parece que descuellan en esta hueste,
Alas, Picón, Palacio Valdés, José Navarrete y Ortega y Munilla. Y esto sin hablar de los
novelistas catalanes, cuyo jefe es Narciso Oller* (1961, II, p. 780).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 605

titud adopta en su correspondencia con Menéndez Pelayo, pues


son concisas referencias que denotan si no animadversión, sí cier¬
ta indiferencia.4 Mayor enjundia tienen los tempranos trabajos de
E. Pardo Bazán a raíz de las primeras publicaciones de Palacio
Valdés, como sus estudios referentes a La espuma (1891, pp. 68-
76), La fe (1973, III, pp. 1.034-1.037) y El Maestrante (.1973, III, pp.
1.138-1.141). A tenor de lo publicado por doña Emilia se percibe,
por un lado, una dura crítica a la novela La espuma; por otro, el
elogio, aunque a veces tímido, cuando habla de las novelas La fe y
El Maestrante. Sólo esta última merece el total aplauso5 aunque re¬
proche a Palacio Valdés los errores gramaticales ya usuales en sus
novelas.
Por su parte J. Yxart6 se muestra condescendiente y tolerante en
sus escritos. Tras juzgar el prólogo que figura al frente de la edición

1 Frente a la opinión favorable que Menéndez Pelayo manifiesta a la hora de


hablar de Palacio Valdés, como su interés por el ingreso del mismo en la Real Aca¬
demia Española, Valera muestra siempre alguna excusa. En el Epistolario de Valeray
Menéndez Pelayo se lee lo siguiente: -Si en mi lista no figura Armando Palacio Valdés,
es por que creo que no debemos continuar dando mal ejemplo de elegir a los que no
viven en Madrid» (1946, p. 544).
s En su último artículo dado a la prensa, Emilia Pardo Bazán, sintetiza su pen¬
samiento respecto a las novelas de A. Palacio Valdés. Sólo en su crítica a La fe, pu¬
blicada en el Nuevo Teatro Crítico (189D cambia, ligeramente, de parecer (1973, III,
p. 1.138). En la conclusión de su artículo, E. Pardo Bazán encuentra al auténtico
novelista, al creador y hábil narrador: * El Maestrante agradará, lo repito, porque hay
en él lo que siempre se busca en la novela —después de tanto naturalismo y tanto
verismo y tanta escuela de observación—: drama, lances de amor, una apariencia de
caracteres bastante para excitar piedad o indignación —sentimientos dóciles, que
no suelen dejar de acudir cuando se les llama— y un modo de narrar que no fatiga,
y un estilo llano y bon enfantd\915, III, p. 1.141).
6 Yxart deja bien claro en su artículo (1889, p. 169) que va a actuar con total
imparcialidad en su análisis a la obra de Palacio Valdés, palabras que están motiva¬
das por la amistad que ambos mantuvieron. Cabe recordar a tal respecto la militan-
cia naturalista manifestada desde las páginas de la revista Artes y Letras, en cuyo pri¬
mer número —1.a de julio de 1882— forman la redacción Benito Pérez Galdós,
Leopoldo Alas, Eugenio Sellés, Armando Palacio Valdés y José Yxart. La revista y la
biblioteca Artes y Letras pese a cambiar de propietario —la casa Domenech la ven¬
de en junio de 1883 a la casa editorial de Francisco Pérez Aleviraz— no modifica ni
altera su credo naturalista. Tras confesar el nuevo propietario su interés por el Na¬
turalismo en la advertencia que figura en el número diez —A nuestros lectores— se¬
ñala al respecto que su negocio -no es tan sólo una empresa editorial, una empre¬
sa literaria y artística relacionada estrechamente con el porvenir de la cultura
española (...) Queremos hacer de esta revista el porta-estandarte de este notable mo¬
vimiento literario y artístico de que hablamos, y que de algunos años a esta parte va
operando lentamente en nuestro país- (10 de julio de 1883).
6o 6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

princeps de La hermana San Sulpicio —manifiesto teórico de las


ideas estéticas de Palacio Valdés— analiza la citada novela. Se per¬
cibe en su análisis una serie de dualidades que más tarde serán
resaltadas por la crítica. Duplicidades que lejos de actuar en detri¬
mento de la novela, enriquecen la propia trama argumental, impri¬
miendo un peculiar y característico sello: «Lo patético y lo risible, lo
prosaico y lo noble, lo misterioso y lo trivial, alternan, se cruzan y
confunden, ignoro si de propósito, pero sí como ocurre a la vista de
quien la tiende en derredor, dondequiera que se halle. Por esto,
quizá, la novela es, dejando aparte más altos méritos, de agradabilí¬
sima lectura» (1889, p. 171). Armando Palacio Valdés, al igual que el
resto de los escritores de su generación vivos, aparecen desdeñados
por la crítica y, especialmente, por las nuevas generaciones de es¬
critores, pese a la popularidad adquirida en los años veinte (Ruiz de
la Peña, 1993, p. 31). Andrenio en su clásico estudio (1924, pp. 81-
87) se refiere a él como una gloria pasada, pese a que Palacio Val¬
dés seguía publicando novelas. Recordemos, por ejemplo, los
siguientes títulos: La hija de Natalia (1924), Santa Rogelia (1926),
Los Cármenes de Granada (1927) y Sinfonía pastoral (1931). An¬
drenio da a entender que Palacio Valdés es un escritor que pertene¬
ce al pasado.8 La novela La hija de Natalia publicada en el mismo

La complacencia de Palacio Valdés por las dualidades, por los contrastes, se ad¬
vierte en la elección de los temas novelescos. Con razón Baquero Goyanes señala al
respecto lo siguiente: -En las más características de sus novelas siempre cabe percibir,
con mayor o menor viveza, una polaridad en el tema. En Marta y María (1883) contra¬
pone el autor dos bellos tipos de mujer, la dada a la mística y la entregada a los queha¬
ceres domésticos. Ricardo, novio de María, acaba casándose con Marta al ingresar su
hermana en un convento. En El cuarto poder (1888), con otro sentido, repitió Palacio
Valdés el tema del hombre que equivocó su orientación amorosa frente a dos herma¬
nas. Gonzalo, novio en un principio de Cecilia, rompe con ésta, víctima de la atracción
sensual que emana de Venturita, la que había de ser su cuñada y pasa a ser su mujer.
Es un matrimonio desgraciado que lo lleva después al suicidio. En Los Cármenes de
Granada (1927) insiste Palacio Valdés en el motivo de la vacilación y, al fin, equivoca¬
ción amorosa de un individuo frente a dos mujeres, que aquí ya no son hermanas [...]
Frente a estos casos de dualidad amorosa, cabría recordar otras novelas de Palacio Val¬
dés en las que el efecto de polaridad es aún más intenso. Entre ellas la tan conocida La
herma na Sa n Sulpic io- (1969, V, p. 128).
8 Andrenio parece referirse siempre a un pasado inmediato, pero lejano al
mismo tiempo, pues ofrece una semblanza del autor como si éste hubiera dejado de
escribir novelas, ciñéndose en sus conclusiones a enjuiciar el peculiar naturalismo
del autor: -Tuvo influencia, sí, pero mediata, cernida y modificada al través de nues¬
tros temperamentos y costumbres. Palacio Valdés no es nada zolesco. A quien se
parece algo es a Daudet. Es más natural que naturalista- (1924, p. 87).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 607

año que el estudio de Andrenio «no aporta ningún valor nuevo a su


galería novelesca» (1924, p. 83).
La generación posterior silenciará el nombre de Palacio Valdés,
o aludirá a su figura desde una óptica despectiva. Azorín, por ejem¬
plo, lo elogia muy de pasada en Charivari y lo censura en posterio¬
res trabajos (1903, 1956). Baroja lo describe siempre como hombre
vanidoso, poco amigo de los escritores de su generación9 y que
«aparentaba una bondad y una cordialidad que no tenía; yo, des¬
pués de haberle oído hablar una tarde cuando intentaba leer algo
suyo, me daba la impresión de estar oyéndole hablar, y me parecía
que todas sus frases por piadosas que fueran sonaban a hueco»
(1949, VII, p. 784). Palacio Valdés busca el lado ridículo de las per¬
sonas y de las cosas, analizándolas con un humor asaz satírico que
pone al desnudo las debilidades humanas (Altamira, 1920, pp. 111).
El acendrado dardo de la crítica de A. Palacio Valdés motivó una
serie de prejuicios sobre su persona que distan mucho de ser reali¬
dad. Andrenio lo define como persona soñadora y extrovertida
(1924, p. 83, pássim)10 y la crítica en estas últimas décadas rememo¬
ra su figura con harta benevolencia, como hombre de «personalidad
dulce y apacible» (Pattison, 1965, p. 88). Sin embargo, es evidente en
sus escritos la utilización de recursos humorísticos que nos recuer¬
dan al duro y sarcástico Clarín, sobre todo en su primera etapa nove¬
lística, la comprendida entre los años 1881 y 1893- Con posterioridad, «el
humor de Palacio Valdés se entreverará ciertamente de ese sentimien-

9 Pío Baroja censura sobremanera el juicio emitido por Palacio Valdés referente
a los escritores de su generación. Baroja resume así la reunión con el novelista:«[...] La
segunda parte de la conversación, casi enteramente monólogo de Palacio Valdés, de¬
rivó a comentar la labor de sus colegas, para los que no tuvo ninguna benevolencia.
Según él, la obra de donjuán Valera era como una perita en dulce; Jacinto Octavio Pi¬
cón, como una carretera de la Mancha al sol, sin una mata, sin una fuente que la
refrescara. Esta opinión me dijo que se la había oido a Galdós. Doña Emilia era una
grafómana, que hablaba de lo que no entendía. Sobre Galdós opinó que su obra no
valia nada, y añadió que, con el tiempo, el crítico, al encontrar el montón de sus li¬
bros, les daría un puntapié y vería que dentro no había más que paja. A pesar de que
el juicio suyo era muy adverso para todos sus compañeros, hacía una excepción con
relación a Blasco Ibáñez, a quien consideraba como un gran escritor» (1949, II,
p. 762). Opiniones que contrastan con lo dicho por A. Cruz Rueda en su clásico estu¬
dio (1949, pp. 99-107).
10 En el homenaje celebrado en Oviedo en el año 1906 Palacio Valdés recuer¬
da pasajes infantiles de su Asturias natal. Evocaciones que revelan un carácter nor¬
mal, sin trazas ni rasgos de soberbia tal como señala Baroja. El humor, el peculiar
humor de Palacio Valdés se adecúa, por otro lado, al carácter del asturiano (Fer¬
nández Castañón, 1953, p. 385).
6o8 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

to de piedad, más de acuerdo con la nueva disposición personal, hu¬


mana, del escritor» (Ruiz de la Peña, 1993, p. 37). No faltan las inter¬
pretaciones parciales, adaptadas a un determinado credo ideológico.
Pese a este mosaico de críticas favorables o adversas, la popularidad
de A. Palacio Valdés nunca fue discutida y sí motivo de no pocas en¬
vidias. Popularidad que motivó múltiples traducciones y ediciones
en el extranjero. En los albores del siglo xx Palacio Valdés era consi¬
derado por los hispanistas como el autor más conocido en el extran¬
jero (Fitzmaurice-Kelly, 1901, p. 534).
A pesar del reconocimiento por parte de la crítica de la im¬
portancia de las novelas de Palacio Valdés en el extranjero, muy
pocos han estudiado este aspecto de su obra, aunque sí señala¬
da por la mayoría de los críticos. El primer autor que ofrece no¬
ticias exactas sobre las traducciones de las novelas de Palacio
Valdés es A. Cruz Rueda. Todo el material noticioso que al res¬
pecto ofrece el mencionado crítico es fundamental, pues aporta
noticias sobre ediciones realizadas en el extranjero no señaladas
por los repertorios bibliográficos. Este completo material noti¬
cioso ofrecido por Cruz Rueda se debe, a nuestro juicio, a la
amistad que mantuvo con Palacio Valdés, siendo el novelista el
principal informador de sus traducciones.11
Las primeras traducciones realizadas en vida del autor se re¬
fieren a Marta y María,12 que fue traducida «al francés por Madame

11 La primera edición de Armando Palacio Valdés. Su vida y su obra de


Ángel Cruz Rueda fue llevada a cabo en febrero de 1925. En la segunda edición
(junio de 1949) aparece un nuevo prólogo que incluye una carta escrita por A.
Palacio Valdés dirigida a A. Cruz Rueda. En ella se lee lo siguiente: -Alguna vez
en los periódicos que me envían del extranjero veo, con extremado gusto, men¬
cionado el nombre de usted. Después de mi muerte, reimprimirá usted mi bio¬
grafía- (31 de julio de 1931). A través de la lectura del estudio de Cruz Rueda se
percibe una información privilegiada, muy detallada en ciertos aspectos de la vida
y obra de Palacio Valdés, como en el caso de las puntuales ediciones de sus novelas
realizadas fuera de España, hecho que siempre halagó enormemente al novelista.
De igual forma aparecen en el texto extractos de críticas publicadas en periódicos
extranjeros, algunos de ellos de difícil acceso en el momento que Cruz Rueda re¬
dacta su monografía. Estos aspectos y otros relacionados con episodios biográficos
íntimos posibilitan esta suposición: la entrega de materiales referentes a su vida y
obra por parte de Palacio Valdés a Cruz Rueda. Tal suposición tiene visos de reali¬
dad en opinión de Entrambasaguas: -Su biógrafo mejor, aunque harto panegirista,
don Ángel Cruz Rueda, que le trató muchos años íntimamente hasta su muerte-
(1973, III, p. 28).
12 Palau y Dulcet cita una sola traducción: Martba e María. Romance por Ar¬
mando Palacio Valdés, Porto, 1929 (1959, XII, p. 175). J Simón Díaz incluye también
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 609

Devismes de Saint-Maurice (Le Monde Moderne); al inglés, por mis-


ter Haskell Dole (Nueva York); al ruso, por M. Pawlosky (Diario de
San Petersburgo); al sueco, por A. Hillman (Estocolmo); al checo,
por O. S. Vetti (Praga). Total a cinco idiomas» (Cruz, 1949, p. 98). La
novela El idilio de un enfermo fue traducida al francés por M. Al-
bert Savine (Les Heures du Salón et de l’Atelier) y al checo por M. A.
Pikhart (Cruz, 1949, p. 109).
La denominada novela de costumbres marítimas, José, fue, al
igual que Marta y María, una de las novelas más populares. La in¬
formación aportada por Cruz Rueda es la siguiente: “Se halla tradu¬
cida al francés, por Mlle. Sara Oquendo (Revue de la Mode, París);
al inglés, por C. Smith (Nueva York); al alemán, en Furs Haus; al
holandés, por el ingeniero Hora Adema (Het Nienoes van den Dag,
Amsterdan); al sueco, por A. Hillman (Estocolmo); al checo, por
A. Pikhart (Praga); al portugués, por Cunha e Costa (Revista da Se¬
mana, Río de Janeiro); al danés, por Oskar W. Andersen (Copen¬
hague y Cristiania), y el profesor Mr. Davidson dispuso de una edi¬
ción española con prólogo y notas en inglés para el estudio del
castellano en Inglaterra y Estados Unidos» (Cruz, 1949, pp. 110-
111). Cruz alude en esta referencia a la edición llevada a cabo en
1900 (Palau, 1959, XII, p. 176). J. Simón Díaz señala dos ediciones
más: José. Edited with introduction, notes, exercices and vocabulary
by G. E. Snavely and R. C. Ward, Boston, Allyn and Bacon, 1920, y
José. Edited by J. Cano and E. Cameron, New York, Doubleday, Do¬
ran and Co., 1932. Entrambasaguas13 apunta por su parte dos nue¬
vas ediciones: José. Edition, vocabulary and notes P. F. Hubbard,

una sola traducción de dicha novela al inglés. La referencia es la siguiente: Marta y


María. Edited with introduction, notes, exercices and vocabulary by H. M. Martin,
Boston, Ginn and Co., 1926 (1980, p. 677).
13 Los repertorios bibliográficos sobre la vida y obra de A. Palacio Valdés
debidos a Martínez Cachero (1953, pp. 467-478), Entrambasaguas (1973) y Dend-
le (1993) son los más completos. El primero recoge bibliografía y comentarios
críticos sobre la vida y obra del novelista. Estudio pionero en materia bibliográfi¬
ca dedicado a Palacio Valdés en el I Centenario de su nacimiento. El segundo re¬
coge noticias publicadas en diarios y semanarios españoles tanto de tirada local
como nacional. En nuestra bibliografía hemos realizado una selección de dicho
material, pues la mayor parte de estos estudios tienen una carácter divulgador. La
selección de Dendle es mucho más amplia, pues incluye todos los estudios pu¬
blicados por los hispanistas en estas últimas décadas. Repertorio bibliográfico
útilísimo, consultado e incorporado, en su mayor parte, en nuestro apéndice bi¬
bliográfico.
6lO PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Boston, 1900 y la debida a Harriet de Onís: A new translation of-Jo¬


sé- Barrons, New York, Great Neck, 1961 (1973, III, p. 77). Palau in¬
cluye en su Manual del Librero una edición no anotada en las an¬
teriores monografías: Auswabl ausJosé... herausg. Sophie Barrelet,
Leipzig, B. G. Teubner, 1924.
La novela Riverita fue traducida al francés por Julien Lugol
—Revue Internationale— (Cruz, 1949, p. 115). Palau cita la portu¬
guesa Riverita. Romance de actualidade por A. Palacio Valdés, Por¬
to, 1927 (1959, XII, p. 176) y Simón Díaz incluye en su repertorio la
siguiente edición: Riverita. Edited with introduction, notes, exerci-
ces and vocabulary by J. E. A. Alexis, Lincoln, Midwest Book Co.,
1928 (1980, p. 677).
En lo concerniente a Maximina Cruz Rueda ofrece una edición
realizada en el extranjero que obtuvo un gran éxito editorial: *Ma¬
ximina [se tradujo] al inglés, por mister Haskell Dole (Nueva York)
donde se vendieron más de doscientos mil ejemplares- (1949, p.
115). De El cuarto poder se reseñan las siguientes traducciones:
francesa, realizada por B. d’Etroyat (Le Temps); inglesa, por miss
Racher Challice (Nueva York y Londres); holandesa, por M. Hora
Adema- (Cruz, 1949, p. 116). En relación con La hermana San Sul-
picio, Cruz recoge el siguiente material: -Quince mil ejemplares,
por término medio, de ventas anual indican su difusión en el mun¬
do, y las traducciones: al francés, por Madame Huc (en París, con
prólogo del Académico E. Faguet); al inglés, por mister Haskell
Dole (Nueva York); al holandés, en El Correo de Rotterdam; al sue¬
co por A. Hillman (Estocolmo); al ruso por madame Karminvi (San
Petersburgo) y al italiano por Angelo Norsa, Milán» (1949, p. 117).
Palau, a diferencia de Cruz Rueda que no ofrece ninguna fecha de
las ediciones, indica editorial y fecha de la edición en italiano (Frate-
lli Treves, 1917) y de la francesa (Ollendorff, 1903). Incluso Palau
añade nuevas ediciones: La Hermana San Sulpicio. Edited with in¬
troduction, notes and vocabulary by J. G. Gilí, New York, s.a.; La
soeurSaint-Sulpice. Román traduit de l’espagnol par Mme. Tissier de
Mallerais. Preface de Louis Bertrand, París, Marpon, s.a. (Palau,
1959, XII, p. 177). Simón Díaz cita la llevada a cabo por J. M. Hill,
New York, Heath and Co., 1925 (1980), p. 677) y Entrambasaguas la
edición de Louis Bertrand, Preface a la Soeur Saint-Sulpice. Trad.
de Mme. Tissier de Mallerais, París, 1944 (1973, OI, p. 74).
De la novela La espuma sólo Cruz Rueda elude a ella en una la¬
cónica frase: -[...] fue traducida en Londres por Clara Bell- (1949, p.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 6ll

122). Respecto a La fe señala que se tradujo «al francés por M. Jules


Laborde (París); al inglés por I. Hapgood (Nueva York), y al ale¬
mán, por A. Cronan, Leipzig» (1949, p. 123). Palau sólo cita la edi¬
ción francesa y añade editorial y año: Librairie des «Annales politi-
ques et litteraires», 1910 (1959, XII, p. 177). Respecto a ElMaestrante14
Palau incluye la siguiente edición: Ungrand d’Espagne. Le Maestran¬
te. Román de moeurs espagnoles. Trad. de Faure, París, s. a. (1959,
XII, p. 178). Por su parte Cruz Rueda puntualiza sobre el prólogo
de la misma y añade una edición en inglés: «Por el extranjero cir¬
cula El Maestrante en la traducción francesa dej. Gaure, prologada
por Bordes, y en la inglesa de miss Challice» (1949, p. 124). De El
origen del pensamiento sólo da noticias Cruz Rueda: «Se tradujo al
francés por M. Dax Delime (Revue Britanique) y al inglés por
I. Hapgood (The Cosmopolitan), con ilustraciones de Cabrinety»
(1949, p. 124).
Referente a Los majos de Cádiz, pese a ser considerada por su
autor como la «menos imperfecta» que salió de su pluma, no tuvo la
resonancia deseada. Palau ofrece una sola traducción —Os majos
de Cádiz, Porto, 1927— (1959, XII, p. 177) y Cruz Rueda aporta dos
nuevas ediciones:«[...] traducida al francés por M. A. Glorget (Jour¬
nal des Debats) y al holandés por Mary Hora Adema, Amsterdam»
(1949, p. 127). De La alegría del capitán Ribot sólo ofrece informa¬
ción Palau: La joie du Capitaine Ribot. Traduit par Mme. Camille
Du Val-Aseelin, Paris, Librairie des Annales Politiques et Litteraires,
1909, y Alegría do copitao, romance per don Armando Palacio Val-
dés, Porto, 1927. Finalmente cabe señalar las traducciones realiza¬
das de la novela Tristán o el pesimismo.
Del resto de la producción novelística de Palacio Valdés
—Papeles del doctor Angélico, Años de juventud del doctor Angéli¬
co, La hija de Natalia, Santa Rogelia y Los Cármenes de Grana¬
da— sólo se tradujo Santa Rogelia. Cruz Rueda no dio noticia de
sus traducciones, pues su primera edición de Armando Palacio
Valdés. Su vida y su obra se llevó a cabo en 1925. Evidentemente
no actualizó su estudio en este sentido, de ahí que para ciertos as¬
pectos puntuales nos tengamos que conformar con lo expuesto en

14 Curiosamente esta novela tuvo mayor éxito en el extranjero que en España.


El Maestrante (1893) y sus anteriores novelas han situado el nombre de Palacio Val¬
dés en un lugar señero de la literatura universal, tal como señala el Daily Cbro-
nic (Cruz, 1949, p. 124).
6l2 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

la edición princeps. Palau señala las siguientes: Sainte Rogelie (de la


legende dorée). Traduit de l’espagnol par Mme. Philine Burnet, París,
Pión, 1930; Grzosznicaswiet Lengendy Zlolej, Trad. Anna Szottowa,
1933 y Santa Rogelia. A cura di L. Ambruzzi, Torino, U.T.E.T., 1934.
Recientes investigaciones aportan datos de gran valor a lo
apuntado hasta el momento presente. Por ejemplo Dendle ofrece
las fechas exactas y el proceso de publicación de las novelas de
A. Palacio Valdés publicadas en inglés: «[...] La Espuma, de Arman¬
do Palacio Valdés, fue publicada en Londres por la compañía edi¬
torial William Heinemann a principios de 1891 bajo el título de
Froth (número 6 de la serie Heinemann’s International Library). Un
poco antes, a finales de 1890, la editorial Lovell, Gestefeld and
Company publicó en Nueva York la misma traducción de Clara Bell
bajo el título Scum (Lovell’s Foreing Series, núm. 9), poniendo “Val¬
dés” como autor de la novela» (1993a, p. 303). Las dos ediciones ci¬
tadas llevan al frente una breve introducción insubstancial realiza¬
da por el conocido humanista Edmund Gosse.15
La editorial William Heinemann de Londres publicó en 1894
The Grandee, traducción de El Maestrante realizada por Rachel Cha-
llice (núm. 16 de Heinemann’s International Library). E. Gosse es¬
cribió la introducción de The Grandee (pp. VII-XIV). Según Dend¬
le, la «introducción sigue la de Froth, citando (a veces con errores
de traducción) la noticia bibliográfica enviada por Palacio Valdés
en 1890, con la adición de unas palabras sobre El Maestrante*
(1993a, p. 304). El intercambio de cartas y las noticias que de las
mismas se desprenden, evidencia interés por el éxito comercial de
sus novelas.16

15 Edmund Gosse dirigió la serie Heinemann’s International Library. Bajo su


dirección se realizaron veinte traducciones al inglés de novelas contemporáneas eu¬
ropeas. Cuatro novelas españolas fueron traducidas en dicha editorial: Froth, tra¬
ducción de La espuma de A. Palacio Valdés (núm. 6); Pepita Jiménez, de J. Valera
(núm. 8); Doña Luz, de J. Valera (núm. 12); The Grandee, traducción de El Maes¬
trante, de A. Palacio Valdés (núm. 16). Para un análisis de la vida de Edmund Gos¬
se vid. Ann Thwaite, Edmund Gosse: a Literay Landscape. 1849-1928, Chicago,
University of Chicago Press, 1948.
16 El 14 de julio de 1894, desde París, Palacio Valdés escribe a W. Heinemann lo
siguiente: Cher ami: Je viens d’arriver de Holande et je vous ecris pour vous faire
une proposition. The Cosmopolitan de New York vient, comme vous savez, de pu-
blier mon dernier román El Origen del Pensamiento. L’editeur pretend encore pu-
blier le román en volume, mais il pretend le publier en rentranchant un chapitre
comme il a fait dans la revue. J’ai nié ma permission parce que le chapitre n’a ríen
d’inconvenable. Aiors je les ai demandée fsic.) le prix des clichés et on me repond
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 613

11.1.2. Epistolario

En estas últimas décadas se han publicado numerosos epistola¬


rios de los novelistas adscritos al Realismo-Naturalismo. Sin embargo,
A. Palacio Valdés parece estar ausente o escasamente representado,
pues sólo conocemos seis pequeñas colecciones (Torres, 1981,
p. 263). Evidentemente, en estos últimos años y, especialmente, en
la presente década, el corpus epistolar de dichos novelistas ha ocu¬
pado preferentemente la atención del crítico, tal como se puede
comprobar en los respectivos repertorios bibliográficos. Sin em¬
bargo, en lo concerniente a Palacio Valdés, el resultado es bien dis¬
tinto, pues al ya citado en líneas anteriores, el debido a D. Torres,
sólo cabe señalar el publicado por Brian J. Dendle (1993a). Parte
de este Corpus epistolar debido a Palacio Valdés está dirigido a los
grandes maestros de la novela española: Galdós y Clarín. Leopoldo
Alas fue el receptor de numerosas cartas (A. Alas, 1941) de Arman¬
do Palacio Valdés. En determinadas epístolas se observa claramen¬
te el proceso evolutivo del novelista, su nueva preocupación reli¬
giosa o su peculiar forma de entender o interpretar los hechos
(Alas, 1941, pp. 158-159, pássim; Fernández Castañón, 1953; Gó¬
mez Ferrer, 1987). El Epistolario a Clarín publicado por su hijo en
1941, aunque redactado en plena contienda civil (1938), revela epi¬
sodios de la vida y obra de Armando Palacio Valdés sumamente in-

qu’on me donnera les clichés pour l'Anglaterre et l’Amerique moyennat la som-


me de 250 dollars [...] Dans le cas que vous acceptez j’ecrirais (sic.)á The Cosmo-
politan a fin de qu’ils mettraint (sic.) á votre disposition les clichés moyennant la
somme indiquée» (Dendle, 1993a, p. 313). Heinemann no aceptó la proposición
de Palacio Valdés. El origen del pensamiento, traducido por Isabel F. Hapgood,
traductora también de ¿flFeCNew York, Cassell, 1892) y con ilustraciones dejo-
sé Cabinety se publicó en versión abreviada en la revista The Cosmopolitan Ma-
gazine, 16 (noviembre 1893-abril 1894), pp. 436-458, 542-557, 706-726); 17 (ma¬
yo 1894-octubre 1894), pp. 87-101, 185-202, 335-351, 485-494. La novela sólo se
publicó parcialmente, pues fue amputada de forma aleatoria por los editores. A.
Palacio Valdés exigió que se incluyera una nota en el inicio del capítulo VII para
mostrar su disconformidad con los responsables del periódico: -NOTE.— The
artistic proportions of The Origin ofThought have been somewhat marred by the
necessity whích the Editors of The Cosmopolitan have felt for omitting certain
strongly realistic portions of Señor Valdés’ novel, notwithstanding its evident mo¬
ral purpose. Señor Valdés consents reluctantly to these omissions, and only on
condition of this editorial statement.— Editors», The Cosmopolitan Magazine, 16
(1894), p. 706.
614 panorama crítico de la novela realista-naturalista

teresantes. Se incluye en el mismo comentarios e impresiones de


Adolfo Alas que rebaten ciertos juicios emitidos por la crítica, como
los referidos al análisis que Palacio Valdés realiza sobre el estilo de
Valera o a la ubicación de ciertas novelas de dicho autor, como en
el caso de su novela José. El epistolario comprende un amplio pe¬
riodo que abarca desde el 29 de agosto de 1863 al 3 de enero de
1900. En este material encontramos no sólo noticias y comentarios
sobre las obras de ambos autores, sino también referencias y jui¬
cios críticos sobre el mundo cultural en general (1941, p. 125). Epis¬
tolario que revela también aspectos concernientes al ideario o com¬
portamiento político del autor, como en la carta del 7 de febrero de
1886. No menos expresiva es su abierta animadversión contra la
crítica que censura a Clarín, o a los escritores que forman su círcu¬
lo de amistades, pues considera dichos ataques producto de la en¬
vidia o del desconocimiento total del buen quehacer literario.1
Noticias sobre editores, publicaciones y traducciones de las nove¬
las de ambos autores serán igualmente aspectos comentados con
detenimiento y precisión en el Epistolario de Clarín. El testimonio
de impresiones íntimas se percibe también en el Corpus epistolar
recogido por Martínez Kleiser (1948). Conjunto de cartas que uni¬
do a los trabajos de C. Cienfuegos (1953, pp. 340-359), Fernández
Rodríguez-Avello (1955), S. de la Nuez y J. Schraibman (1967, pp.
103-124) y a los ya citados D. Torres y B. J. Dendle constituyen el
principal material noticioso referido al epistolario.18
Las relaciones de A. Palacio Valdés y Galdós quedan perfecta¬
mente plasmadas en la publicación de S. de la Nuez y J. Schraibman
(1967). A través de todo este epistolario el lector puede conocer los
años decisivos de Palacio Valdés, desde sus inicios como crítico de
periódicos y revistas, hasta su ingreso en la Real Academia Española,
justamente en el año 1906, fecha de la última carta dirigida a Galdós.
A través de esta colección podemos conocer también la elaboración

1 Testimonios contra las críticas adversas a Clarín los encontramos en varias


ocasiones, como en la carta fechada el 10 de marzo de 1886: -El imbécil de Cortún
creo que ha escrito ayer una carta en El Tribuno insultándote. No la he leído, ni
pienso leerla. Te aconsejo que no hagas caso, pero, si se te ocurriera hacerlo, escrí¬
beme, que yo me encargaré del asunto o encabaré a dos personas hábiles, que le
hagan pasar las de Caín, antes de llegar a un lance» (1941, p. 130).
18 La Voz de Avilés, 17 de octubre de 1945, publicó un artículo —-Cartas de don
Armando al fundador del periódico-— en el que se recoge material epistolar dirigi¬
do a Manuel González Wés.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 615

de sus primeras novelas. Así, por ejemplo, Marta y María (1883) lle¬
va los simbólicos nombres sugeridos por Galdós, tal como afirman
los colectores del epistolario (1967, p. 104). Corpus epistolar1 9 que
trasluce diversos aspectos poco conocidos y mal interpretados por
novelistas y críticos de la época —como en el citado caso de Baroja.
No menos interesante es el epistolario publicado por D. Torres,
formado por un total de veinte cartas dirigidas al crítico catalán José
Yxart. Están escritas desde Oviedo, Madrid y Laviana entre junio de
1833 y abril de 1891. Sólo una carta no lleva fecha aunque sí lugar
de emisión: Ateneo de Madrid. El periodo que comprende este epis¬
tolario representa uno de los momentos más interesantes de la obra
literaria del novelista, pues A. Palacio Valdés ha publicado El seño¬
rito Octavio (1881), Marta y María (1883), El idilio de un enfermo
(1884), José (1885), Riverita (1886), Maximina (1887), El cuarto
poderi 1888) y La espuma (1891). Las relaciones amistosas entre Pa¬
lacio Valdés e Yxart se iniciaron en junio de 1883.20 La lectura de
dicho epistolario revela episodios poco conocidos del escritor, es¬
pecialmente aquellos que se relacionan con el proceso de creación,
publicación e ilustración de sus novelas o con la crítica y el mal gus¬
to literario imperante en la época. Respecto a lo publicado por

19 Es curioso señalar, por ejemplo, aquella confesión de Palacio Valdés que di¬
ce preferir su vida familiar, en Oviedo, que ir a la capital, adonde le invita Pérez Gal¬
dós (1967, p. 114). La amistad y admiración de Palacio Valdés por Galdós se evi¬
dencia en época temprana, como en la carta fechada en Pola de Laviana, 6 de agosto
de 1878: *Mi querido amigo y de mi más alta consideración: Aún a riesgo de inte¬
rrumpirle en el comercio deleitable que no dudo habrá establecido ya con la mar y
las Miheras de Ficóbriga [ciudad cantábrica donde sitúa Galdós la acción de Gloria1,
allá va esta epístola que se tornará de un golpe, siendo de un criticastro, a todas las
miserias y penurias de la vida literaria» (S. de la Nuez y J. Schraibman, 1967, pp.
106). Epistolario que revela aspectos sumamente interesantes como su animadver¬
sión al reputado crítico Manuel de la Revilla (carta del 21 de junio de 1879) por su
críticas negativas a raíz de sus iniciales publicaciones. Aspectos relacionados con te¬
mas editoriales (carta del 14 de noviembre de 1880) o recuerdos y vivencias perso¬
nales que desvelan no sólo una profunda amistad, sino también un mutuo y since¬
ro respeto, constituyen, igualmente, aspectos fundamentales de dicho Corpus
epistolar.
20 Desde Oviedo, 23 de junio de 1883, A. Palacio Valdés inicia y finaliza su car¬
ta de la siguiente forma: -He recibido sus atentas cartas y en contestación a ellas de¬
bo manifestarle que tendré mucho gusto en que mi nombre siga figurando como re¬
dactor de la Ilustración Arte y Letras y que le agradezco sus benévolas y corteses
frases en que me lo pide (...) Aprovecho con gusto la ocasión de conocerle episto¬
larmente, ya que de nombre le conozco hace tiempo y me ofrezco a V. como afmo.
amigo y s.s.q.b.s.m.- (1981, pp. 264-265).
6i6 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Dendle (1993a) cabe señalar como puntos primordiales las noticias


inéditas referidas a su novela La espuma y la noticia biográfica que
incluye Gosse en la introducción de la citada novela para su edición
simultánea en España, Inglaterra y Estados Unidos.21
Los estudios sobre la figura de Palacio Valdés son escasos.
Suele citarse ya como clásico el de Cruz Rueda (1949), el único
que aglutina la vida y la obra del autor, desde las referencias a la
familia del escritor, estudios juveniles y su primer viaje a Madrid,
hasta sus inicios como periodista, crítico y novelista. La primera
edición de la obra de Cruz Rueda, publicada en vida del novelis¬
ta, contó con el beneplácito de Palacio Valdés, pues le pidió que
a su muerte pusiera el broche final a su vida y obra. Si prescindi¬
mos del tono panegírico que frecuentemente salpica dicha mo¬
nografía, el estudio de Cruz Rueda es útil por los datos que el
propio Palacio Valdés ofreció a su biógrafo, especialmente los re¬
feridos a ediciones y traducciones de sus obras. Evidentemente,
las noticias referentes a la familia del novelista así como las amis¬
tades y talante ideológico de Palacio Valdés encuentran en esta
monografía un lugar señero.
Entre las obras de carácter biográfico suele citarse la debida a
Antón del Olmet (1912-1922), de carácter periodístico y poco ri¬
guroso en el análisis puntual de las novelas, al igual que la debida
a R. Narbona (1941), que incide en diversos aspectos biográficos y
los ofrece de forma novelada, en la línea de las biografías de los
años veinte y treinta. Narbona incluye textos de novelas, convir¬
tiendo su estudio en una especie de edición antológica precedida
de un extenso prólogo que carece de aparato crítico.22 Vida y obra
desde una óptica general y que incide tanto en la teoría como en

21 En la Brotherton Collection de Leeds University se encuentra el material iné¬


dito publicado por Dendle: diez cartas escritas por Palacio Valdés a Edmund Gosse
y a William Heinemann entre 1890 y 1916. Las siete primeras, escritas entre agosto
de 1890 y octubre de 1891, se refieren a la novela La espuma. La octava carta, sin
fecha, ofrece datos biográficos para la introducción al inglés de la novela EIMaes-
trante. La novena carta es interesante por las noticias sobre su simpatía por los alia-
dófilos: •[...] Esta horrible guerra me ha unido aún más a Inglaterra. Trabajo cuanto
puedo a favor de sus aliados- (Dendle, 1993a. p. 312).
22 Los textos seleccionados y ofrecidos de forma fragmentaria son los siguien¬
tes: Marta y María, El cuarto poder, La hermana San Sulpicio, La Fe, La aldea per¬
dida, Papeles del doctor Angélico, Santa Rogelia, Sinfonía pastoral, Testamento lite¬
rario y Album de un viejo.-Obra postuma. Textos que van precedidos de un breve
comentario personal.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 6l7

las técnicas novelísticas de Armando Palacio Valdés puede consul¬


tarse el libro de Roca Franquesa (1951). Desde una perspectiva ge¬
neral, referida a la obra global del autor y con ciertas limitaciones
interpretativas es el estudio de Ríos (1949). El prólogo de Astrana
(1943) y el estudio preliminar de Entrambasaguas (1973) que prece¬
de a la novela Tristán o el pesimismo, incluyen también referencias
biográficas engarzadas con la gradual publicación de las novelas de
Palacio Valdés. En los estudios de Astrana y de Entrambasaguas
la localización de los textos utilizados brilla por su ausencia,
pues nunca se señala su procedencia, aunque sí, en ocasiones,
se cita a la persona que ha emitido la opinión crítica al respecto.
Episodios biográficos relativos a la niñez de Palacio Valdés en
Avilés y Oviedo, así como sus estudios en el Instituto y amistad
con Tomás Tuero, Pío Rubín y el propio Clarín han sido aspectos
estudiados por Martínez Cachero (1953b). El talante ideológico
también ha sido abordado tanto en época temprana como en fe¬
cha reciente, pues al estudio de Antón del Olmet (1919) habría
que añadir los debidos a Gómez Ferrer (1980a, 1980b, 1983). A.
Palacio Valdés, calificado y catalogado como hombre de dere¬
chas con ribetes de reaccionario, tal como recoge Gómez-Ferrer
(1983, p. 72), fue también encasillado como persona liberal y de¬
mócrata convencido.23
G. Gómez-Ferrer ha analizado desde una perspectiva histori-
cista el comportamiento idelógico de Palacio Valdés, estableciendo
dos etapas distintas: «[...] la primera, que abarcará hasta mediados
de los años noventa, D. Armando aparece como un hombre de
oposición al régimen instaurado por Cánovas; muy influenciado
por la corriente positivista, se identifica con el posibilismo de Cas-
telar aunque se niega a toda intervención en la política; durante la
segunda época mantiene su apoliticismo fundamental, pero sus
novelas, tanto en lo social como en lo religioso, experimentan un
viraje hacia posturas más conservadoras y conformistas» (1983, p.
74). G. Gómez-Ferrer destaca, igualmente, el talante ideológico de

23 En el año 1918 A. Palacio Valdés confiesa a su biógrafo Luis Antón del Olmet
lo siguiente: -Yo soy católico, pero huyo de las pasiones de los católicos, contrarias
enteramente a la doctrina de Jesucristo. Aquí en casa he tenido curas y frailes que vi¬
nieron a sondear mi espíritu y a inclinarme hacia finalidades políticas, que están muy
lejos de mi corazón. No me explico al católico germanófilo. Es una aberración. Y es
que muchos católicos lo son por reaccionarios. Yo por católico soy liberal y republi¬
cano si me aprieta un poco- (1919, p. 164).
6i8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

la segunda época,24 influenciada por la sensibilidad y los gustos


del momento. La aceptación de las nuevas formas estéticas da a
determinadas novelas un carácter simbólico que se manifiesta no
sólo desde una óptica artística, sino a través de mitos y leyendas
que sirven de preámbulo a la ficción novelesca o de clave para en¬
tender su significado, como en el caso, por ejemplo, de La aldea
perdida o Santa Rogelia (1980a, pp. 258-259; 1990, pp. 27-28).

11.1.3■ Épocas. Clasificación de sus novelas. Panorama crítico

La crítica ha incidido en estas últimas décadas en aspectos ten¬


dentes a la clasificación o definición del corpus novelesco de Pala¬
cio Valdés. Un determinado sector engrana o articula sus novelas
con el genuino comportamiento de su Asturias natal. Las actitudes
y comportamientos propios del asturiano —sensibilidad, finura de
espíritu, tolerancia, flexibilidad e insaciable curiosidad— inciden
en sus relatos (Pesseux-Richard, 1918, p. 310; Cabezas, 1953, pp.
413-421), de ahí que se haya identificado como escritor pertene¬
ciente a la llamada narrativa asturiana. Adscripción que se lleva a
cabo no por el mero hecho de describir tipos y escenas de la vida
asturiana, sino «por algo más hondo que afecta no a lo externo
—circunstancial y deformable por el tiempo— sino a la misma ma¬
nera de ser propia de la región, que podríamos llamar alma de ésta»
(Baquero, 1953, p. 83).
La crítica divide el Corpus novelístico de Palacio Valdés con dis¬
par criterio. Así, Roca y Franquesa (1953, pp. 426-458) señala dos
etapas o formas de narrar. ^ La primera estaría configurada por las

24 La influencia de la filosofía positivista en España, así como la quiebra del


positivismo y el comportamiento de la pequeña burguesía en la crisis de fin de siglo
son aspectos que se engarzan con cierta facilidad en el mundo de ficción de A. Pa¬
lacio Valdés. El ruralismo que subyace en las novelas de A. Palacio Valdés y la pe¬
culiar y difícil relación entre la burguesía urbana y burguesía rural serán temas, al
igual que los anteriores, analizados por la crítica actual (Gómez-Ferrer, 1980b, pp.
187-209; 1987, pp. 1.053-1.066).
24 La existencia de estas dos etapas fue señalada en su día por A. González
Blanco, aunque sin los razonamientos aducidos por Roca y Franquesa: -Con La ale¬
gría del capitán Ribotse inicia en Palacio Valdés una nueva era ideológica. Los pro¬
cedimientos siguen siendo los mismos; la técnica, igualmente naturalista, por lo im¬
personal; la forma, idéntica por lo desaliñada y ruda, que a ratos tiene espasmos de
prosa moderna y refinada, en ocasiones vista la cota clásica que la oprime y la
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 619

novelas publicadas hasta el año 1896, fecha de publicación de Los


majos de Cádiz. Para el citado crítico existe en el autor una primera
época o etapa de creación que tiende al realismo y al naturalismo,
con una complacencia manifiesta por ciertos temas y situaciones. La
segunda etapa sería más idealista y depurada, sin que ello suponga
mayor o menor valor literario. Hasta el problema religioso ofrece
aspectos muy distintos en una y otra etapa. Sería interesante
—apunta Roca y Franquesa— un estudio del sacerdote tal como
aparece en determinadas novelas de Palacio Valdés anteriores a
1896, fecha de publicación de Los majos de Cádiz, y tal como apa¬
rece luego. Estudio que podría extenderse a otras figuras «religiosas,
como, por ejemplo, a Godofredo Llot, personaje de El origen del
pensamiento. En Marta y María—señala Roca y Franquesa—, lo
mismo que en La Fe, Palacio Valdés se nos revela como persona de
convicciones religiosas poco sólidas. De igual forma, la morbosa
delectación naturalista, que se inicia en El idilio de un enfermo y se
agudiza luego en El Maestrante, alcanza su culminación en la gale¬
ría de tipos poco gratos de La Espuma. Pero nada mejor nos sirve
para hacer patente la diferencia entre las dos épocas aludidas que el
análisis de un mismo hecho: el adulterio; el de Amalia en El Maes¬
trante y el de Clementina en La Espuma revelan la mayor perver¬
sión, mientras la Elena de Tristán o el pesimismo y la protagonista
de Santa Rogelia, son almas superiores que terminan redimiéndose
a impulsos del remordimiento y de la fe.20

embaraza, y, por lo general, se deja caer lánguida y desmayada con la flojedad y


descuido de la prosa periodística de nuestros días [...] La alegría del capitán Ribot se¬
ñala una reacción espiritualista en el alma del autor, que tiende a cierto cristianismo
renovado y purificado, como el de Tolstoy, con algo de iluminismo apostólico y
mucho de la ternura del Sermón de la Montaña el día que se lee a la luz de la aure¬
ola espiritual de la Gracia» (1909, p. 535).
2 > Roca y Franquesa (1953) señala, igualmente, que existe un proceso de espi¬
ritualización, que si en Galdós o en Pardo Bazán puede obedecer a influencias ex¬
ternas, en Palacio Valdés es resultado de una transformación íntima, de la que el
propio novelista informa a Clarín en carta a raíz de su segundo matrimonio. En con¬
secuencia, puede hablarse de dos época o etapas perfectamente diferenciadas. A la
primera correspondería El señorito Octavio, Marta y María. El idilio de un enfermo.
Riverita, Maximino, La Fe, La Espuma y El Maestrante; a la segunda. La alegría del capi¬
tán Ribot. La aldea perdida. Tristán, La hija de Natalia. Santa Rogelia, Los Cármenes de
Granada y Sinfonía pastoral. El punto de transición estaría señalado por Los majos
de Cádiz, novela que inicia el proceso de espiritualización llevada a cabo por A. Pala¬
cio Valdés. Ruiz de la Peña establece, por el contrario, una división estructurada en
tres compartimentos cuya base sustenta la trayectoria estética de A. Palacio Valdés.
620 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Una segunda clasificación del Corpus novelístico de Palacio


Valdés vendría dada por Entrambasuaguas. El citado crítico esta¬
ble tres etapas: «Con El señorito Octavio inicia Palacio Valdés no
sólo su labor novelística, que tanto ha de mejorar esta obra, sino la
primera etapa de su producción, que concluye con la aparición de
La hermana San Sulpicio (1973, III, p. 34). Tras esta primera épo¬
ca se inicia una segunda etapa novelística que empieza con La es¬
puma y finaliza con La alegría del capitán Ribot. Corpus novelísti¬
co de marcada tendencia naturalista y de creciente pesimismo
(Entrambasaguas, 1973, III, p. 44). La tercera y última etapa es, a
juicio del citado crítico, más equilibrada que las anteriores, de téc¬
nica más depurada y carente de los efectismos puestos en práctica
en las novelas de la segunda época. La aldea perdida —novela
poema en el decir de Palacio Valdés— representa el inicio de este
último periodo (1973, III, pp. 51-52).
Desde el punto de vista de la crítica la narrativa de A. Palacio
Valdés ofrece un desigual interés, pues se percibe notables ausen¬
cias entre los estudios dedicados a sus novelas. Estas carencias de
estudios se refieren, por ejemplo, a las novelas El idilio de un en¬
fermo, El cuarto poder, El origen del pensamiento, Los majos de Cá¬
diz, Papeles del doctor Angélico, Años de juventud del doctor Angé¬
lico, La hija de Natalia, Santa Rogelia, Los Cármenes de Granada y
Sinfonía pastoral.
El señorito Octavio ha. merecido sólo una ligera atención por par¬
te de la crítica, pues se trata de la obra de un principiante (González
Blanco, 1909, pp. 516-517; Cruz Rueda, 1949, p. 93, pássim), pese a
que en dicho relato se perciba al minucioso observador, filósofo y hu¬
morista (Blanco García, 1909, II, p. 532). Lo más generalizado ha sido
calificar a El señorito Octavio de «ensayo estimable», sin alcanzar la
perfección como en su segunda novela, Marta y María (Andrenio,
1924, p. 84). Pese a ser la obra de un principiante El señorito Octavio
«contiene elementos de valor literario —las evocaciones de la triste ju¬
ventud de Laura y de la tertulia de la tienda de don Marcelino—■

Periodización precisa y al mismo tiempo clarificadora, pues destaca, en primer lu¬


gar, un naturalismo matizado que abarca desde la publicación de El señorito Octa-
wo (1881) hasta la aparición de El Muestran te (1893). En una segunda época incidi¬
ría la crisis espiritual, que abarcaría el periodo comprendido entre 1893-1899-
Finalmente, una tercera y última etapa de matiz conservador que se iniciaría en el
año 1900 y finalizaría en 1928 (1993, p. 18-30).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 621

(Dendle, 1987, p. 467). De igual forma se perciben también aspectos


sumamente sugerentes, como el simbolismo que subyace a lo largo
de la novela (Valis, 1980, pp. 317-321). Inicios literarios (1878-1882)
que se adecúan perfectamente al concepto y visión que A. Palacio
Valdés tenía del mundo circundante. Inicios que están en íntima rela¬
ción con sus escritos teóricos y críticos sobre el arte y la literatura (Mi-
11er, 1993, pp. 11-23).
El subtítulo de El señorito Octavio, «sin pensamiento trascen¬
dental», se ha conceptuado como una sutil burla del pensamiento
filosófico krausista o como una denuncia del naturalismo y a la ten-
denciosidad de la novela naturalista (Roca Franquesa, 1953, p.
430). Novela que presenta ciertas concomitancias con las de Gal-
dós, como la semejanza final —recurso epistolar— que existe entre
Doña Perfecta, de Galdós, y El señorito Octavio (Pesseux-Richard,
1918, p. 332).
Pese a ser considerada como una obra menor tanto por parte
de la crítica como en opinión personal de su autor, Palacio Valdés
retocó el texto de la edición de 1881. Revisión y cotejo de edicio¬
nes2 que son hoy en día perceptibles gracias a la inteligente y pa¬
ciente labor de Dendle (1987, pp. 463-474).
Marta y María, segunda obra de A. Palacio Valdés, inicia el ci¬
clo de la denominada novela urbana. En ella se plantea por prime¬
ra vez «el problema del hombre como individuo y como pertene¬
ciente a una sociedad» (M. Pascual Rodríguez, 1976, p. 137). El
grupo de novelas publicado en los años ochenta incorporan, salvo
El idilio de un enfermo y José, los problemas que aquejan a la so-

2 Dendle señala que Palacio Valdés «corrigió con esmero el texto de 1881; ca¬
si no hay páginas que no contengan cambios. Unas trescientas ochenta de estas va¬
riantes textuales son de poca significación (omisión de alguna que otra palabra o
frase, sustitución de palabras o frases por otras de igual sentido, etc.). Sin embargo,
existen gran número de otras variantes de más importancia; éstas no han sido nota¬
das por la crítica [...) Aparte de unas cincuenta y cuatro eliminaciones del yo narra¬
tivo que introduce o se interpola dentro de una frase, hay supresiones bastante sig¬
nificativas de la intervención del autor» (1987, pp. 463-464). Incluso Palacio Valdés
llega a suprimir párrafos enteros en sucesivas ediciones. Por ejemplo en la edición
de 1896 elimina el pasaje en el que el novelista evoca jocosamente la tentación de
introducirse en la obra como pretendiente de Carmen, confundiendo la distinción
entre novela y «realidad*, entre narrador y personaje de ficción. Palacio Valdés su¬
prime también las referencias a escritores y políticos de la época. En la edición de
1896 se eliminan un total de ochenta pasajes que Dendle comenta y analiza deteni¬
damente.
622 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

ciedad española (Gómez-Ferrer, 1983, P- 102). Desde época tem¬


prana28 la crítica destacó la bipolaridad existente en dicho relato
—el amor humano y el amor divino, lo místico y lo práctico— y as¬
pectos que subyacen en la gran novela de la segunda mitad del si¬
glo xix: el falso misticismo, el fanatismo, la intransigencia frente a la
comprensión, solidaridad y sentido común.29 María forma parte de
una selección de personajes caracterizados por un misticismo sal¬
picado de un peculiar cristianismo, como en el caso de Emma Bo-
vary, Ana Ozores, María Egipciaca o la propia Obdulia de su nove¬
la La Fe (Romero Tobar, 1987, pp. 383-393). Novela que al narrar o
describir el fanatismo religioso desde una óptica asaz negativa ha
sido considerada por la crítica como un relato receptor de notas
anticlericales y eróticas. Rasgos que subyacen en el texto de la edi¬
ción princeps (Dendle, 1989, pp. 305-316).
El idilio de un enfermo, Aguas fuertes, José, Riverita, Maximi-
na, El cuarto poder y La hermana San Sulpicio—las denominadas
novela de la fama (Cruz Rueda, 1949, pp. 108-119)— han sido es¬
tudiadas con dispar criterio. De todo este corpus novelístico sólo
José y La hermana San Sulpicio escapan del mutismo de la crítica,
pues del resto de las novelas citadas sólo se conservan breves

28 La novela levantó una acalorada polémica en el momento de su publicación


por su visión y análisis del misticismo exaltado (Pascual Rodríguez, 1976, pp. 74, 138-
139; Gómez-Ferrer, 1983, pp. 388-389). Bauer establece varios puntos de contacto
entre el propio relato y novelas de la segunda mitad del siglo xrx, analizando los có¬
digos literarios y culturales sobre los que se asienta la recreación literaria de los he¬
chos que transcurren en Marta y Maña. Análisis y conclusión que le lleva a especi¬
ficar lo siguiente «[...] esta novela trae al primer plano la unión transgresiva de lo
erótico y lo religioso en el misticismo, para insistir en las violaciones de María con¬
tra un sistema burgués y patriarcal en el que son sagrados los códigos y normas de
la heterosexualidad, el matrimonio, la familia y la honra masculina. Sin embargo, en
la idealización final del matrimonio de María (la hermana de inclinaciones domésti¬
cas), el texto desconstruye la posición antirromántica que adopta en el caso de Ma¬
ría, reconstruyéndose como una novela sentimental burguesa no tan lejos genérica
y emotivamente de las obras que supuestamente alentaron las ilusiones y exagera¬
ciones de la protagonista mística" (1993, p. 25).
29 Novela que fue considerada desde un principio como reflejo de una bipo¬
laridad —amor divino versus amor humano— característica de la época: -Maña y
María representa la lucha entre el idealismo de la virtud y las conveniencias de la
vida práctica, entre la virginidad religiosa y el amor humano, personificados respec¬
tivamente en las dos heroínas de la novela* (Blanco García, 1910, II, p. 532). Por su
lado Andrenio señala que Marta y María, al igual que La fe, siguen la corriente de
la época, pues -se planteaba cuestiones de conciencia religiosa, pero como conflic¬
tos individuales, no como problemas de la Ciudad* (1924, p. 84).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 623

apuntes o escasos estudios. José,i0 según Jorge Campos, es un rela¬


to sencillo desde el punto de vista de la estructura y peripecia
argumental. Un relato cuyo tema desarrolla una intriga amorosa re¬
suelta felizmente. Los elementos costumbristas de la obra, así como
las concomitancias con el naturalismo y el dualismo bondad-mal-
dad son analizados por el citado crítico (1983, pp. 22-44). Riverita y
Maximina fueron relatos entrañables para A. Palacio Valdés, pues
en ellos se perciben experiencias personales que configuran parte
de su propia autobiografía. Novelas que si bien tuvieron un gran
éxito en su época y fueron recomendadas encarecidamente por
críticos y novelistas (Cruz Rueda, 1949, p 114) yacen, salvo en con¬
tadas ocasiones, como en el caso del referido estudio de Dendle
(s.a., pp. 120-124), en el más completo olvido.
La hermana San Sulpicio mereció tempranamente la atención
de la crítica. Ya en el inicio de este capítulo dedicado a la recepción
crítica de las novelas de Palacio Valdés apuntábamos la feliz acogi¬
da que la presente novela tuvo entre la crítica, como en el caso del
artículo de Yxart (1889, pp. 161-171). El mismo Blanco García la
elogia y la censura al mismo tiempo, aunque los juicios favorables,
en su conjunto, prevalecen sobre los negativos, al menos desde el
punto de vista estilístico, no del moral (1910, II, p. 535, pássim).
Andrenio la considera como «la más celebrada de sus obras» (1924,
p. 85). La crítica ha incidido en varios aspectos de La hermana San
Sulpicio. Así, Pageaux destaca factores de tipo romántico, como la

v> El nombre que se da al lugar donde transcurre la novela encubre una loca¬
lidad real, hecho que ha dado lugar a una polémica entre Cudillero y Candas, pue¬
blos asturianos, costeros y vecinos que disputan su adscripción en el citado relato.
Hoy en día se identifica el topónimo de la novela —Rodillero— con Candás. El hijo
de Clarín, Adolfo Alas, rebate a Cruz Rueda que, en la primera edición de su libro
Armando Palacio Valdés. Su vida y su obra (1925), identificaba el topónimo erró¬
neamente: -Porque ha de saber el señor Cruz Rueda, culto e inteligente biógrafo de
Palacio Valdés, que la acción de José —no obstante la consonancia de Rodillero y
Cudillero y lo que don Armando dejó hacer para llevar a la pantalla su famosa no¬
vela— no tiene lugar en Cudillero, sino en Candás; y en Candás era donde el eximio
novelista solía pasar algunos meses de verano, no en Cudillero; y en Candás cono¬
ció a Maximina, que luego fue su dulce, amadísima y malograda esposa (...) Nada
tiene de particular que el Rodillero de José no fuera el Cudillero de Asturias, sino el
Candás del Santísimo Cristo- (1941, pp. 106-117). Cruz Rueda rectifica en la segun¬
da edición de su monografía el error cometido en la primera edición (1949, p. 111).
Clarín proporciona datos al respecto de Candás, pues señala que en dicha localidad
Palacio Valdés conoció a su esposa (Cabal, 1953). Cfr. David Pérez Sierra, Historia
de Candás y del Concejo de Carreño, 1974.
624 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

obsesión del novelista por la presencia y tratamiento del incesto o


las relaciones con los niveles léxicos de los personajes —variantes
y préstamos idiomáticos— (1982, pp. 95-109). El estudio de Hart
aborda no sólo los contenidos románticos de La hermana San Sul-
picio sino también los códigos sociales y jurídicos que inciden en el
mundo de ficción (1993, pp. 36-46). Novela que actúa como ente
receptor de escenas y cuadros de honda raigambre costumbrista
(Altamira, 1920, p. 42; Hart, 1993, p. 41). La hermana San Sulpicio
fue, precisamente, elogiada en la prensa extranjera en el momento
de su aparición por su veta costumbrista y por otros aspectos, co¬
mo los referidos a los lances pintorescos que envuelven la propia
acción (Faguet, 1903, pp. IX-XI).
Frente a este Corpus novelístico se erige otro no menos rico y
complejo concebido y escrito en una etapa reflexiva y serena, de
ahí que biógrafos y críticos distingan una segunda época —la de la
madurez— configurada por las novelas La espuma, La fe, El Maes-
trante, El origen del pensamiento, Los majos de Cádiz y La alegría
del capitán Ribot(Cruz Rueda, 1949, pp. 120-128).
La espuma y La fe fueron consideradas por un sector de la crí¬
tico como «novísimos engendros» escritos de forma impenitente,
rabiosa y pérfida (Blanco García, 1910, II, p. 535). La espuma pu¬
blicada en diciembre de 1890 es, tal vez, la novela más naturalista
del autor y una de las que mejor interpreta la España de la Restau¬
ración.31 Evidentemente La espuma ha sido comparada siempre
con Pequeneces, la novela que mejor describió la aristocracia es¬
pañola de la Restauración. No olvidemos tampoco que La espuma,
por su temática, se inscribe en la llamada novela antiburguesa pro¬
pia del naturalismo (Ferreras, 1973, pp. 114-117).
La fe, novela publicada en 1892, fue, al igual que la anterior
fuertemente atacada en su época. Desde las páginas del periódico La
Época y La España Moderna se censuró el contenido de la misma,

El naturalismo de La espuma, señala Gómez-Ferrer, se percibe desde una do¬


ble óptica, pues tanto las formas de expresión como el contenido de la novela inci¬
den en los rasgos propios del naturalismo (15)90, p. 30). Es evidente que Palacio Val-
dés selecciona una serie de elementos históricos que dan vida a una peripecia
argumental cuyo eje central es la España de la Restauración, una España en la que
confluyen los centros políticos, económicos, administrativos y sociales más impor¬
tantes del Madrid de la época —nobleza, gran burguesía, política, militares y alto cle¬
ro—. Frente a ellos una clase media escasamente representada y un sector parca¬
mente descrito, el popular, que apenas incide en la acción. (Gómez-Ferrer, 1990, p.
60, pássim).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 625

pues se la tachaba de obra inmoral e impía. Clarín salió en defensa


del autor en España (1892, pp. 371-377), al igual que Gastón Des-
champs en Francia, pues tal como recoge Cruz Rueda, el célebre
crítico francés la elogió por su indudable calidad, comparable e inclu¬
so superior en ciertos momentos a la obra del maestro Zola (1949, p.
122). Obra densamente trágica y pesimista (Baquero, 1969, V, p. 127)
que “reencarnó en una ficción literaria un problema autobiográfico
concerniente a su vivencia religiosa en su trayectoria completa» (Mi¬
randa, 1982, p. 109). Crisis religiosa resuelta desde una óptica perso¬
nal y distinta, en líneas generales, a la de sus coetáneos.32
La fe ha sido considerada por la crítica como una de las novelas
más discutidas (Roca Franquesa, 1951, p. 41), enraizada en un medio
ambiente que incide en la conducta moral de los personajes. Des¬
cripción del paisaje visto e interpretado desde una óptica intimista
con tonalidades poéticas (Cabezas, 1953, p. 4l6; Roca Franquesa,
1951, p. 107; Gómez-Ferrer, 1979, p. 56) o como simple marco re¬
ceptor (Narbona, 1941, pp. 9-11). Los estudios de Peter Bly analizan
no sólo las relaciones entre la novela La fe y relatos debidos a Una-
muno —San Manuel Bueno Mártir— (1988) o del propio Galdós
—Ángel Guerra, Nazarín, Halma. ..— (1993a; 1993b), sino también
la incidencia del paisaje en la textura propia de la novela. Como se¬
ñala Bly, la captación que del paisaje realiza Palacio Valdés dista en
gran medida de la realizada por los noventayochistas, aunque la in¬
tuye y se aproxima a ella.33 La búsqueda de posibles concomitancias

32 La comprensión, interpretación y revisión del catolicismo de A. Palacio Val¬


dés son aspectos que no han escapado a la atención de la crítica. Con razón señala
Gómez-Ferrer que Palacio Valdés -sufre también una íntima crisis religiosa que resol¬
verá de manera distinta, orientándose hacia la práctica tradicional, enriquecido por la
especial valoración de la caridad y la sencillez evangélica que nunca abandonó [...]
Además, y esto interesa subrayarlo, la militancia católica de Palacio Valdés no fue
nunca fanática, sino liberadora y abierta. Sentido de Dios y respeto y solidaridad con
el hombre presiden sus actitudes desde el comienzo de su vida al fin. Lo único que
varía, a partir de lo que él llama su “conversión” es el sentido más personal de Dios
a través del Cristo evangélico que se advierte en algunas de sus obras» (1979, p. 254).
33 peter Bly señala al respecto que Palacio Valdés no siente ni describe el paisaje
a la manera de los noventayochistas, pues -no comunica a sus lectores un verdadero
sentimiento íntimo de la naturaleza que debería experimentar el escritor —artista, se¬
gún Azorín, quien dice en La Voluntad: “Un escritor será tanto más artista cuanto me¬
jor sepa interpretar la emoción del paisaje"—. Pero si Palacio Valdés no conoce todavía
esa emoción del paisaje, ni sabe expresarla con las palabras justas, va intuyéndola, por
lo que se lee en La Fe, no sin darse cuenta de las grandes ventajas que puede aportar
al desarrollo de la novelística naturalista, y en particular a la suya» (1993a, p. 95).
6i6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

entre el corpus novelístico de escritores españoles, como la relación


Palacio Valdés-Galdós (Pitollet, 1957, pp. 108-109) o la posible hue¬
lla de escritores ingleses, como en el caso de E. Fielding en el propio
novelista (Fernández Álvarez, 1969, pp 101-108) han sido aspectos
abordados por la crítica.
Es evidente que determinadas novelas apenas han sido analiza¬
das en estas últimas décadas. El Maestrante, novela que narra un
adulterio entre aristócratas, sólo ha merecido la atención de Paolini
(1988, pp. 253-261). En lo referente a La alegría del capitán Ribot ca¬
be destacar las posibles huellas del Quijote en el citado relato (Ba-
lanzat, 1953, pp. 557-560) y el estudio relativo al propio personaje
Ribot (Paolini, 1992, pp. 1.383-1.394). Paolini analiza no sólo el ca¬
rácter mismo de dicho personaje, sino las causas que provocan esa
peculiar alegría del capitán Ribot (1992, pp. 1.383-1.834, pássim).
Las llamadas «novelas morales» —Los majos de Cádiz, Tristán o
el pesimismo y Santa Rogelia— han sido analizadas por Dendle en
conexión con el resto de su propia producción novelística y relatos
debidos a escritores de su propia generación, como en el caso de
Galdós, o novelistas extranjeros.34 De las novelas de la última épo-

34 Para el citado crítico Los majos de Cádiz es la más pensada de las obras de
Palacio Valdés, de un gran equilibrio moral e inmersa en un realismo que nunca al¬
canza tonalidades zolescas. Por el contrario Tristán o el pesimismo es calificada de
forma negativa, pues se trata, según Dendle, de una novela «larga y pesada, sin gran
coherencia de estructura, con personajes sin vida. Tristán o el pesimismo pretende
demostrar una moraleja infantil: que las personas religiosas, optimistas, alegres y ca¬
ritativas tienen más posibilidad de vivir felices que un perturbado mental asesino y
paranoico. Pera demostrar esta perogrullada, Palacio Valdés establece una serie de
contrastes: entre el campo (idílico) y la ciudad (fuente de corrupción); entre el op¬
timismo (rasgo de la gente sana) y el pesimismo (actitud que imposibilita las rela¬
ciones humanas); entre un matrimonio feliz (el cojo Cirilo y la ciega Visita) y una pa¬
reja desgraciada (Tristán Aldama, amargado, cínico, cobarde, agresivo, partidario de
doctrinas búdicas y schopenhauerianas); y entre una mujer profundamente moral
(Clara) y una mujer frívola y adúltera (Elena)- (1993b, pp. 78-79). En lo concernien¬
te a Santa Rogelia sólo señalar que es una novela que describe con gran crudeza la
vida de los campesinos y obreros asturianos, explotados por el sistema capitalista y
caciquil. Palacio Valdés «pinta la vida violenta, empobrecida y ambiente de unos mi¬
neros asturianos y de los presidiarios con la franqueza y el naturalismo de un Zola
[...] El mayor interés de la novela no se encuentra en el realismo de la narración si¬
no más bien en la fina ironía de la presentación de la vida ejemplar de Rogelia. La
descripción cómica de la “familia artística” (los capítulos IV y V de la Tercera Parte)
y de su abuso de la desgraciada Rogelia nos recuerda la exuberancia humorística de
Charles Dickens. Sin embargo, Santa Rogelia nos trae a la mente sobre todo Naza-
rín de Galdós en el retrato hagiográfico y exagerado que hace el narrador de Roge¬
lia en su época de santidad- (Dendle, 1993b, pp. 80-81).
EL PECULIAR NATURALISMO I)E ARMANDO PALACIO VALDÉS... 627

ca —La aldea perdida y Tristán o el pesimismo— cabe señalar y


destacar al mismo tiempo el interés de la crítica por los citados re¬
latos. Así, por ejemplo, La aldea perdida merece tempranamente la
atención de los estudiosos, bien para señalar su trasfondo asturia¬
no (Altamira, 1920, pp. 111-112) o para identificarla como novela
típicamente ruskiniana (Andrenio, 1924, p. 85). Novela que popu¬
larizó su nombre hasta límites insospechados (Cruz Rueda, 1949,
pp. 135-136) pese a publicarse en 1903, -en el contexto de una rá¬
pida floración de la prosa modernista en España (un año antes
veían la luz la Sonata de otoño, de Valle; La voluntad, de Azorín y
las Andanzas y visiones españolas, de Unamuno» (Ruiz de la Peña,
1993, p. 38). Por regla general La aldea perdida ha sido analizada
como un ejemplo característico de la oposición campo-ciudad, co¬
mo una rememoración idílica de su infancia en tierras asturianas
motivada por la Invocación que figura al frente de la novela (Pes-
seux-Richard, 1918; Narbona, 1941, pp. 175-176). Sociedad patriar¬
cal engarzada mediante la perfecta simbiosis de sus miembros y un
contexto —Valle de Laviana— que sufre la degradación por la inva¬
sión minera (Cruz Rueda, 1949, pp. 133-134; García Domínguez,
1968, pp. 201-215). Evidentemente La aldea perdida analizada des¬
de una nueva óptica —en función del modernismo— rompe con
los esquemas interpretativos anteriores y sitúa al relato en un
contexto histórico-literario perfectamente válido (Ruiz de la Peña,
1993, p. 38, pássim). En La aldea perdida están presentes motivacio¬
nes de alcance ideológico (Caudet, 1984, pp. 109-123) que se pro¬
yectan en la peculiar concepción que Palacio Valdés tenía de su clase
social. La mitificación del cacique está realizada contra las expectati¬
vas de un pueblo que intenta salir de la opacidad de una estructura
desfasada y sin futuro para ellos (García Domínguez, 1968, pp. 212-
213) 35 Novela estructurada como si de un ente bicéfalo se tratara. Por
un lado, el eje ideológico manifiesta la suplantación de la agricultura
por la industria; por otro, el eje temático, la historia de los amores de
dos campesinas, Flora y Demetria, con dos lugareños, Jacinto y

v' Para 1 lemingway el talante ideológico expuesto en La aldea¡xirdida se expli¬


ca y se remonta a La espuma, pues presenta -al proletariado industrial como una fuer¬
za diabólica que destruye con violencia la vida campesina, basada, desde luego, en el
orden tradicional- (1993, p. 60). Los elogios a la aldea y los reparos o miedos al pro¬
greso se deben, en opinión de Gómez-Ferrer, a la incoherencia que subyace en esta
generación de intelectuales que configuran la pequeña burguesía y viven la transición
de un siglo a otro (1983, p. 126).
628 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Nolo (Gómez-Ferrer, 1983, p. 123). Evidentemente, como señala


Botrel, Palacio Valdés estaba obsesionado por distanciarse de la
«modernidad» burguesa que puso en funcionamiento la revolución
industrial —y las degradaciones socio-ecológicas que ésta trajo
consigo—, de ahí que erigiera su Arcadia para proyectarla como
un modelo emblemático de concordia y paz (1985, pp. 157-169).
La aldea perdida ha sido considerada como una novela de te¬
sis que intenta exponer un ideario ultramontano a mitad de cami¬
no «entre la nostalgia y la mitificación de una sociedad estamental-
patriarcal en trance de superación. La lamentación de esa pérdida
era, para él y para muchos de sus lectores, lo poético de su texto;
la descripción épica del cronotopo irrecuperable, lo novelesco»
(Caudet, 1993, p. 86). Novela que hace gala de un barniz melodra¬
mático encauzado y descrito al estilo de la novela realista que
refleja un trasfondo clásico que no se limita a resonancias de la
Iliada (Morón, 1993, p. 104). Imágenes de la mitología grecolatina
que estarían en función del propio dramatismo de la novela.30 La
aldea perdida es un documento importante para el análisis del con¬
texto histórico del momento, aunque diferente al resto de las no¬
velas de su época. Las novelas de Baroja, Azorín y luego las de
Unamuno obedecen a nuevas teorías y preocupaciones, mientras
que la novela de Palacio Valdés refleja la teoría narrativa de las ge¬
neraciones precedentes (Medina, 1979).
Del resto de la producción novelística de Palacio Valdés poco
cabe ya señalar. Sólo Tristán o el pesimismo ha sido editada en las
últimas décadas3 (Baquero, 1971; Entrambasaguas, 1973, (2.a ed.)
y analizada conjuntamente con otras novelas del autor o en fun-

36 Morón Arroyo tras señalar las fuentes clásicas de la novela subraya la importancia
de las imágenes tomadas de la mitología griega y latina: «Lo clásico es un trasfondo y un
horizonte que expresa la actitud del autor al dramatizar los dolores de la modernización
de España, la muerte de lo familiar y atopadizo, y el malestar ante la novedad. Entre la
muerte de la campesina Demetria y la muerte simbólica de Deméter hay una importante
diferencia: mientras la responsabilidad de la primera la tiene un individuo, para la segun¬
da no puede asignarse culpa en particular, es el destino de la historia» (1993, p. 105).
3 Ambas ediciones analizan el Corpus literario y la vida del autor. Son estudios
de conjunto documentados, aunque hacen gala, en ocasiones, de una cierta parcia¬
lidad ideológica, como en el caso de Entrambasaguas. La edición de Baquero Go-
yanes es rigurosa y en consonancia con anteriores y posteriores trabajos relaciona¬
dos con la gran novela del siglo xix. A fin de obtener una adecuada y correcta
interpretación de lo que Tristán o el pesimismo significó en la obra total de Palacio
Valdés Baquero examina la imagen que éste se formó del género novela y en qué
medida las suyas se ajustaron o no a la misma. La novela sentimental y la incidencia
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 629

ción de las corrientes ideológicas de la época.38 Es evidente, pues,


que el nombre de Palacio Valdés yace si no en un completo olvido,
si relegado a un segundo plano.

11.1.4. Noticia bibliográfica

Ediciones

Obras Completas, Madrid, V. Suárez, Imprenta de los Hijos de M. G. Her¬


nández y Helénica, 1901-1932, 28 vols.
Nueva edición de Obras Completas de Don Armando Palacio Valdés, Ma¬
drid, Imprenta Helénica, Ediciones Pueyo, 1925-1927, 3 vols.
Obras Completas. Edición y prólogo de Luis Astrana Marín, Madrid, Agui-
lar, 1945.
[Obras en colección sin formar serie de completas]:
José, ¡Solo!, Seducción, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez,
1913, 1921.
Páginas escogidas, Madrid, Saturnino Calleja, Imprenta «Alrededor del
Mundo-, 1917, 1926.
Obras escogidas. Prólogo de L. Astrana Marín, Madrid, Aguilar [Imprenta Al¬
dus, S. A. de Artes Gráficas, Santanderl, 1933, 1942.
El señorito Octavio. Sinfonía Pastoral. José. Prólogo de José del Río, Ma¬
drid, Colección «Condor*, 1940.
Tres novelas andaluzas: La hermana San Sulpicio, Los Cármenes de Gra¬
nada, Los majos de Cádiz. Edición de José Manuel Gómez-Tabanera,
Barcelona, GEA (Anaquel Cultural Asturiano), 1995-

de sus novelas en el público lector, así como los recursos propios del realismo-na¬
turalismo que subyacen en sus novelas son analizados por el citado crítico. Las es¬
tructuras narrativas, los desenlaces novelescos y la incidencia de Schopenhauer en
la presente novela son aspectos estudiados, igualmente, por Baquero Goyanes.
38 Sería, por ejemplo, el caso del estudio de Gómez-Ferrer que analiza la pre¬
sente novela engarzada en un contexto específico: el apoliticismo y la fisiocracia
entre las clases medias españolas de inicios del siglo xx. En lo que respecta a Tris-
tán o el pesimismo, Gómez-Ferrer ejemplifica a través de dicha novela la importan¬
cia que en el mundo de las letras tuvo la doctrina filosófica de Schopenhauer
(1980b, pp. 204-206). La incidencia del medio ambiente en las novelas de Palacio
Valdés es un hecho incuestionable. La fusión entre lo puramente descriptivo, colo¬
rista o característico de una determinada zona geográfica se puede percibir en el
resto de las novelas ambientadas en Andalucía, en los relatos La hermana San Sul¬
picio, Los majos de Cádiz y Los Cármenes de Granada. Trilogía que carece de con¬
notaciones políticas y mitifican el entorno geográfico descrito (Cuenca y Soledad
Miranda, 1992, pp. 176-177).
630 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

El señorito Octavio. Novela, Madrid, Ricardo Fe, 1881.


El señorito Octavio, Madrid, Victoriano Suárez, 1921.
El señorito Octavio. Prólogo de José del Río, Madrid, Colección -Condor»,
1940.
El señorito Octavio, Madrid, Victoriano Suárez, Imprenta Vda. de Juan Pue-
yo, 1943.
El señorito Octavio, Madrid, Fax, Imprenta Bolados y Aguilar, 1947, 1957.
El señorito Octavio, Madrid, Editorial Delgado, Diana Artes Gráficas (s.a.)
Marta y María. Novela de costumbres, original de..., Barcelona, Ilustración
de J. Luis Pellicer, Artes y Letras, 1883.
Marta y María, Madrid, Librería Suárez, Imprenta Helénica, 1920, 1922.
Marta y María, Madrid, Pueyo, 1926.
Marta y María. Novela. Ilustraciones de Dubón, Madrid, Edit. Estampa, Im¬
prenta Sucs. de Rivadeneyra, 1930.
Marta y María, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1940.
Marta y María, Madrid, Imprenta Diana, 1944.
Marta y María. Estudio preliminar y bibliografía de María Martínez del Por¬
tal, Barcelona, Bruguera, 1967.
El idilio de un enfermo. Novela de costumbres, Madrid, Ricardo Fe, 1884.
El idilio de un enfermo, Madrid, Revista Literaria, 1930.
El idilio de un enfermo, Barcelona, Editorial Dídalo, Imprenta Diana, 1933-
El idilio de un enfermo. Edición definitiva, Madrid, Ediciones Fax [Im¬
prenta Bolados y Aguilar], 1946.
José, Madrid, 1885.
José, Buenos Aires, Espasa Calpe, S. A. Cía. General Fabril Financiera, S. A.,
1942.
José, Madrid, Imprenta Diana, 1946.
José. Novela. Edición definitiva, Madrid, Ediciones Fax, 1949.
José, Madrid, Editorial Dolar, 1952.
José (Novela de costumbres marítimas). Edición de Jorge Campos, Madrid,
Cátedra, 1975.
Riverita, Madrid, Manuel G. Hernández, 1886.
Riverita, Madrid, Imprenta Helénica, 1919.
Riverita, Barcelona, Sociedad General de Publicaciones, s. a. [19251.
Riverita, Madrid, Victoriano Suárez, Imprenta Helénica, 1922.
Riverita, Barcelona, Juventud, Imprenta R. Planas, 1934.
Riverita, Madrid, Imprenta Presa Española, s. a.
Riverita, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1941.
Riverita. Novela. Edición definitva, Madrid, Fax, [Imprenta Bolaños y Agui¬
lar], 1951.
Riverita, Madrid, Editorial Dolar, 1952.
Maximina, Madrid, Manuel G. Hernández, 1886, 1887, 1922.
Maximina (Segunda parte de Riverita), Madrid, Imprenta Helénica,
1919, 1920.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 631

Maximina, Madrid, Editorial Argos, Imprenta de Sáez Hnos., 1929-


Maximina, Barcelona, Editorial Juventud, 1934, 1936.
Maximina, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1941.
Maximina, Madrid, Fax [Imprenta Bolados y Aguilar], 1951.
Maximina, Madrid, Imprenta Diana, 1951.
Maximina, Madrid, Editorial Dolar, 1952.
El cuarto poder, Madrid, Ricardo Fe, 1888.
El cuarto poder, Madrid, Imprenta Hijo M. G. Hernández, 1902.
El cuarto poder. Edición de Sergio Beser, Barcelona, Labor (Textos Hispá¬
nicos Modernos), 1974.
El cuarto poder. Edición definitiva, Madrid, Ediciones Fax [Imprenta Bola-
ños y Aguilar], 1946.
La hermana San Sulpicio, Madrid, 1889-
La hermana San Sulpicio, Madrid, Librería Victoriano Suárez, 1914.
La hermana San Sulpicio, Barcelona, Ramón Sopeña, 1918.
La hermana San Sulpicio, Madrid, Imprenta Helénica, 1920.
La hermana San Sulpicio, Madrid, Editorial Pueyo, 1927, 1929, 1934.
La hermana San Sulpicio, Barcelona, Juventud, 1932, 1934.
La hermana San Sulpicio, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Aus¬
tral), 1959.
La hermana San Sulpicio. Nota preliminar de F. Sainz de Robles, Madrid,
Aguilar, 1945, 1950, 1951.
La hermana San Sulpicio, Madrid, Editorial Tesoro, 1952.
La hermana San Sulpicio, Madrid, Dolar, 1952.
La hermana San Sulpicio. Estudio Preliminar y bibliografía seleccionada
por Ángeles Carmona, Barcelona, Bruguera, 1967.
La Espuma. Novela de costumbres contemporáneas, ilustración de M. Alcá¬
zar y José Cuchy, Barcelona, Henrich y Cía., 1890.
La Espuma, Madrid, Imprenta de M. G. Hernández, 1902.
La Espuma, Madrid, Victoriano Suárez, 1922.
La Espuma. Edición, introducción y notas de Guadalupe Gómez-Ferrer
Morant, Madrid, Castalia, 1990.
La Espuna. Edición dej. M. Gómez-Tabanera, Barcelona, GEA (Anaquel
Cultural Asturiano), 1993-
La Fe, Madrid, 1892.
La Fe, Madrid, Victoriano Suárez, 1919, 1926.
La Fe, Barcelona, Ediciones Bistagne, 1947.
La Fe. Edición dej. M. Gómez-Tabanera, Barcelona, GEA (Anaquel Cultu¬
ral Asturiano), 1992.
El origen del pensamiento, Madrid, Imprenta de Hijos de M. G. Hernán¬
dez, 1893.
El origen del pensamiento. Novela, Madrid, Ediciones Fax, 1947.
El origen del pensamiento. Novela, Madrid, Victoriano Suárez, 1954.
El origen del pensamiento. Novela, Madrid, Imprenta Diana, 1957.
6}z PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Los majos de Cádiz, Madrid, Suárez, 1896.


Los majos de Cádiz, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez, 1913-
Los majos de Cádiz, Madrid, Imprenta Helénica, 1921.
Los majos de Cádiz, Madrid, Suárez, 1922.
Los majos de Cádiz, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1940.
La alegría del capitán Ribot, Madrid, Imprenta de los Hijos de M. G. Her¬
nández, 1899.
La alegría del capitán Ribot, Madrid, Librería de Victoriano Suárez, 1923.
La alegría del capitán Ribot, Madrid, Sociedad General de Publicaciones,
1924.
La alegría del capitán Ribot, Barcelona, Editorial Juventud, 1932.
La alegría del capitán Ribot, Madrid, Editorial Dédalo [1940].
La alegría del capitán Ribot, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Aus¬
tral), 1942.
La alegría del capitán Ribot, Madrid, Ediciones Fax, 1950.
La alegría del capitán Ribot, Madrid, Dólar, 1952.
La alegría del capitán Ribot, Barcelona, Talleres Gráficos de la Sociedad
General de Publicaciones [s.a.].
La alegría del capitán Ribot. Estudio preliminar y bibliografía de María
Martínez del Portal y A. Carmona Ristol, Barcelona, Bruguera, 1967.
La aldea perdida. Novela. Poema de costumbres campesinas, Madrid, Edi¬
torial Saturnino Calleja, Imprenta B. Rodríguez, 1909.
La aldea perdida. Novela-poema de costumbres campesinas, Madrid, Im¬
prenta de los Hijos de M. G. Hernández, 1919-
La aldea perdida, Madrid, Editorial Pueyo, 1925.
La aldea perdida, Madrid Editorial Estampa, Imprenta Sucesores de Riva-
deneyra, 1939.
La aldea perdida. Novela. Poema de costumbres campesinas, Madrid, Vic¬
toriano Suárez, 1942.
La aldea perdida, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral), 1943.
La aldea perdida, Madrid, Imprenta Diana, 1947.
La aldea perdida. Edición de María Alonso Cabeza, Barcelona, PPU, 1990.
La aldea perdida. Edición e introducción de Alvaro Ruiz de la Peña, Ma¬
drid, Espasa Calpe (Nueva Colección Austral), 1991
Papeles del Doctor Angélico, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez,
1911.
Papeles del Doctor Angélico. Escenas de la infancia y adolescencia Edi¬
ción definitiva, Madrid, Ediciones Fax, 1946.
Tristán o el pesimismo, Madrid, Imprenta de los Hijos de M. G. Hernández,
1912.
Tristán o el pesimismo, Madrid, Sociedad General de Publicaciones, Im¬
prenta Helénica, 1922.
Tristán o el ¡pesimismo. Edición a cargo de M. Baquero Goyanes, Madrid,
Narcea, 1971.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 633

El Maestrante, Madrid, Imprenta de los Hijos de M. G. Hernández, 1915.


ElMaestrante. Novela, Barcelona, Sopeña, 1918, 1930, 1935.
El Maestrante, Madrid, Victoriano Suárez, 1923, 1934.
El Maestrante, Madrid, Ediciones Fax, 1948.
El Maestrante, Madrid, Editorial Dolar, 1952.
El Maestrante, Novela, Madrid, Imprenta Diana, 1954.
El Maestrante. Edición de J. M. Gómez-Tabanera, Barcelona, GEA, 1993-
Santa Rogelia (De la leyenda de oro), Madrid, Revista de Archivos, Im¬
prenta Pueyo, 1916.
Santa Rogelia (De la leyenda de oro). Novela, Madrid, Editorial Pueyo, Im¬
prenta Helénica, 1925.
Santa Rogelia (De la leyenda de oro), Madrid, Suárez, 1926.
Santa Rogelia (De la leyenda de oro), Madrid, Ediciones Fax, 1949.
Años de juventud del Doctor Angélico. Nuevos papeles del Dr. Ángel Jimé¬
nez, Madrid, Imprenta Helénica, 1918.
Años de juventud del Doctor Angélico. (Nuevos papeles del Doctor ÁngelJi¬
ménez), Madrid, Victoriano Suárez, 1943.
Años de juventud del Doctor Angélico, Buenos Aires, Espasa Calpe (Colec¬
ción Austral), 1946.
Años de juventud del Doctor Angélico. (Nuevos papeles del Doctor Ángel Ji¬
ménez), Madrid, Ediciones Fax, 1948.
La hija de Natalia. (Últimos días del doctor Angélico), Madrid, Suárez, Im¬
prenta Helénica, 1924.
La hija de Natalia, Madrid, La Novela Española, 1936.
La hija de Natalia, Madrid, Ediciones Fax, 1946.
Los Cármenes de Granada. Novela, Madrid, Librería de Victoriano Suárez,
1927.
Los Cármenes de Granada. Novela, Madrid, Sociedad General de Librería,
1929.
Los Cármenes de Granada, Barcelona, Ediciones Fax, 1946.
Sinfonía Pastoral. Novela de costumbres campesinas, Madrid, Suárez, Im¬
prenta Helénica, 1931 -
Sinfonía Pastoral, Madrid, Juventud, s.a. [19401.
Sinfonía Pastoral, Madrid, Ediciones Fax, 1956.
Sinfonía Pastoral, Madrid, Imprenta Diana, 1953-

Bibliografía

Abad, Carlos María, -Novelistas Católicos. Armando Palacio Valdés', Razón


y Fe, 68 (1924), pp. 45-63-
Alas, Adolfo (ed.), Epistolario a Clarín, Madrid, Ediciones Escorial, 1941,
pp. 113-162.
634 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Alas, Leopoldo, «Marta y María» y *El idilio de un enfermo*, en Sermón per¬


dido, Madrid, Fernando Fe, 1885, pp. 121-130 y 235-248.
-, *Aguas fuertes y Riverita», Nueva Campaña (1885-1886), Madrid,
Fernando Fe, 1887, pp. 139-246.
-, «Riverita», Nueva Campaña (1885-1886), Madrid, 1887, pp. 139-246.
-, «La hermana San Sulpicio», Madrid Cómico, 11 de mayo de 1889.
[Reimpreso en J. M. Cachero, «Clarín, crítico de su amigo Palacio
Valdés», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 1 (1953),
p. 411.
-, «Maximino», Mezclilla, Madrid, 1889, pp. 206-213-
-, «La Fe», en Ensayos y revistas, 1882-1892, Madrid, Manuel Fernández
Lasanta, 1892, pp. 371-377.
Altamira, Rafael, «Palacio Valdés«, en Arte y Realidad, Barcelona, Editorial
Cervantes, 1921, pp. 107-114.
Antón del Olmet, Luis, Los Grandes Españoles, Madrid, Editorial Magna
Iberia, 1912-1922 [vol. XII).
Arboleya Martínez, Maximiliano, Balmes Político. Con prólogo de Arman¬
do Castroviejo y cartas de Fr. Conrado Muiños y don Armando Pala¬
cio Valdés, Barcelona, Librería de don Eugenio Subirana, 1911 •
Armas Ayala, Alfonso, «Armando Palacio Valdés-, en Galdós: Lectura de
una vida, Santa Cruz de Tenerife, Caja General de Ahorros de Cana¬
rias, 1989, pp. 242-251.
Azorín, -Reparos-, Alma Española, 13 de diciembre de 1903.
-, «Réquiem Aetemam-, Escritores, Madrid, Biblioteca Nueva pp. 185-192.
Balanzat, Luisa, «Don Quijote y el Capitán Ribot», Boletín del Instituto de
Estudios Asturianos, VII (1953), pp. 557-560.
Baquero Goyanes, Mariano, «La literatura narrativa asturiana en el siglo xix-,
Revista de la Universidad de Oviedo, (1953), pp. 81-94.
-, «La novela española en la segunda mitad del siglo xix-, en Historia
General de las Literaturas Hispánicas, Barcelona, Vergara, 1958, V,
pp. 126-131.
-, Estudio, notas y comentarios de textos a«Tristán o el pesimismo»de A.
Palacio Valdés, Madrid, Narcea, 1971.
Barberis, P., Palacio Valdés: le román posible. Théories, thémes, techniques,
París, Corti, 1969.
Barbieri, Marie E., «La visión de Armando Palacio Valdés: Unas notas sobre
sus escritos teóricos-, Romance Quarterly, 39 (1992), pp. 81-89-
Baroja, Pío, Memorias. Desde la última vuelta del camino. Obras Completas,
Madrid, Biblioteca Nueva, 1949, III, pp. 762-763, 784, 806.
Bauer, Beth Wietelmann, «Marta y María: misticismo y romanticismo en Pa¬
lacio Valdés-, en Dendle y Miller (1993b), pp. 24-35.
Beardsley, Wilfred. A., «Priesthood and religión in the Novéis of Armando
Palacio Valdés-, Tood Memorial Volumes, Philological Studies, I, New
York, Columbia University Press, 1930, pp. 59-69-
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 635

Beardsley, Wilfred. A., «Certain Considerations Inviting Reappraisal of La


Fe, by Armando Palacio Valdés», Hispania, XVII (1934), pp. 127-138.
Berenguer Carisomo, Arturo, -Armando Palacio Valdés (Esbozo de
su novelística)», en Palacio Valdés. Homenaje en el primer centena¬
rio de su nacimiento, Buenos Aires, Ateneo Jovellanos, 1953, pp.
45-73.
Blanco García, Francisco, La Literatura Española en el siglo xix, Madrid,
Sáenz de Jubera, 1910, II, pp. 532-536.
Blanco Piñán, S., -Cincuenta cartas de Palacio Valdés y un emigrante as¬
turiano en Nueva York», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos,
XXVIII (1947), pp. 33-60.
Bly, Peter, *La fe: Palacio Valdés Looks Back to Alas and Forward to Una-
muno», Romance Quarterly, XXXV, 3 (1988), pp. 339-346.
-, -El paisajismo en La fe de Armando Palacio Valdés», España Con¬
temporánea, VI, 1 (1993), pp. 87-96.
-, *La Fe y Galdós», en B. J. Dendle y S. Miller (eds.), Estudios sobre
Armando Palacio Valdés {1993b), pp. 62-73-
Botrel, Jean-Fran^ois, -Paysages et industrialisation: les visions d’Arman-
do Palacio Valdés dans La Aldea perdida», en L ’bomme et l’espace
dans la littérature, les arts et l’histoire en Espagne et en Amerique
Latine au xixe. Siécle, Université de Lille, 1985, pp. 157-169-
Cabal, Constantino, «Esta vez era un hombre de Laviana», Boletín del Ins¬
tituto de Estudios Asturianos, VII (1953), pp 247-275-
Cabezas, Juan Antonio, -El paisaje asturiano en Palacio Valdés», Boletín
del Instituto de Estudios Asturianos, VII (1953), pp. 413-421.
-, «El paisaje asturiano en Palacio Valdés», Boletín del Instituto de Es¬
tudios Asturianos, VII (1953), pp. 413-421.
Cady, Edwin H., -Armando Palacio Valdés Writes to William Dean Ho-
wells», Symposium, II (1948), pp. 19-37.
Cansinos-Assens, Rafael, -Armando Palacio Valdés», en La Nueva Litera¬
tura, Madrid, IV (1927), pp. 16-27.
Capellán Gonzalo, Ángel, - Williams Dean Howells and Armando Pala¬
cio Valdés: A Literary Friendsbip-, Revista de Estudios Hispánicos,
10(1976), pp. 451-471.
Caravaglios, Beatrice Palumbo, Armando Palacio Valdés, Aquila, Ofici-
ne Tipografiche Aquilane, 1939-
Caudet, Francisco, -Armando Palacio Valdés: Alcance ideológico de La
aldea perdida*. Diálogos Hispánicos, 4 (1984), pp. 109-123.
-, -La aldea perdida (1903), novela de tesis», en Dendle y Miller
[1993b], pp. 85-97.
Cienfuegos, Casimiro, -Del epistolario de Palacio Valdés», Boletín del
Instituto de Estudios Asturianos, VII (1953), pp 340-359-
Cruz Rueda. Ángel, Armando Palacio Valdés. Su vida y su obra, Madrid,
Saeta, 1949-
636 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Cuenca, José Manuel y Soledad Miranda García, -La Andalucía de Ar¬


mando Palacio Valdés», Boletín del Instituto de Estudios Asturia¬
nos, XLVI, 139 (1992), pp. 163-77.
Dendle, Briand J., -Las variantes textuales de El señorito Octavio, de Ar¬
mando Palacio Valdés», Boletín del Instituto de Estudios Asturia¬
nos, XLI, 1987, pp. 463-474.
——,»Covadonga, tres etapas: Un artículo no recogido de Armando Pa¬
lacio Valdés», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, XLII
(1988), pp. 831-835.
-, «Erotismo y anticlericalismo en la primera edición de Marta y Ma¬
ría, de Armando Palacio Valdés», Boletín de la Biblioteca Menén-
dezPelayo, LXV (1989), pp. 305-316.
-, “Riverita-Maximina. Palacio Valdés’ Flawed Bildungsroman», Se-
lected Proceedings of the Pennsylvania..., Pittsburgh, Dept. Of
Mod. Langs., Duquesne Univ. (s. a.), pp. 120-127.
-, «Palacio Valdés, “Un estudiante en Canarias*: A Forgotten Article
of 1883», Anales Galdosianos, XXIX (1989), pp. 97-101.
-, "Los artículos de Armando Palacio Valdés en ABC, 1932-1936»,
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, XLIV (1990), pp. 233-
279.
-, «Armando Palacio Valdés y Francia», Estudios de Investigación
Franco-Española, Córdoba, Universidad, 4 (1991 a), pp.79-90.
-, «Armando Palacio Valdés. The Revista Europea, and the Krausist
Movement», Letras Peninsulares, IV (1991b), pp. 25-33.
-, «Diez cartas inéditas de Armando Palacio Valdés a Edmund Gosse
y a William Fleinemann», Boletín del Instituto de Estudios Asturia¬
nos, XLII (1993 a), pp. 303-313.
-, and Stephen Miller (eds.), Estudios sobre Armando Palacio Val¬
dés, Otowa, Dovehouse Editions Cañada, 1993b.
-, «Tres “novelas morales” de Armando Palacio Valdés: Los majos de
Cádiz, Tristán o el pesimismo y Santa Rogelio», en B. J. Dendle y S.
Miller (eds.), Estudios sobre Armando Palacio Valdés, (1993b), pp.
78-84.
-, and Frederick de Rosset, «Cinco artículos no recogidos de Arman¬
do Palacio Valdés, 1915-1932», en B. J. Dendle y S. Miller (eds.), Es¬
tudios sobre Armando Palacio Valdés, (1993b), pp. 111-126.
-, Spain’s Forgotten Novelist: Armando Palacio Valdés (1853-
1938), London, Associated UP, 1995.
Entrambasaguas, Joaquín de, «Armando Palacio Valdés», en Las mejores
novelas contemporáneas. Con la colaboración de M.a Pilar Palomo,
Barcelona, Planeta, 1973 (3.a ed.), III, pp. 1-79.
Faguet, E., Prefare. Soeur Sant Sulpice, Paris, Paul Ollendor, 1903-
Fernández Almuzara, E., «Palacio Valdés (1853-1938), Razón y Fe, CXIII,
483, (1938), pp. 422-434.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 637

Fernández Álvarez, J., «Un probable eco de Henry Fielding en La Fe de


Armando Palacio Valdés», Filología Moderna, VIII, 33-34 (1969),
pp. 101-108.
Fernández Castañón, Luis, “Homenajes», Boletín del Instituto de Estudios
Asturianos, VII (1953), pp. 369-388.
Fernández Cifuentes, Luis, Teoría y mercado de la novela en España,
Madrid, Gredos, 1982.
Fernández y Rodríguez-Avelló, M., «vida y obra literaria de Juan Ochoa
Betancourt», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 1955, pp.
157-171.
García Blanco, Manuel, «El novelista asturiano Palacio Valdés y Unamu-
no», Archivum, VIII (1958), pp. 1-13.
García Domínguez, Elias, «La sociedad patriarcal en La aldea perdida*, Bo¬
letín del Instituto de Estudios Asturianos, XXII (1968), pp. 201-215.
-, «La tradición literaria asturiana», en El libro de Asturias, Oviedo,
Prensa del Norte, 1970, pp. 334-356.
Gómez de Baquero Eduardo, [Andrenio], El renacimiento de la novela
en el siglo xix, Madrid, Mundo Latino, 1924.
Gómez-Ferrer Morant, Guadalupe, «Armando Palacio Valdés en la tran¬
sición del xix al xx», Revista de la Universidad Complutense de Ma¬
drid, 1980a, pp. 231-260.
-, «Apoliticismo y fisiocracia entre las clases medias españolas de co¬
mienzos del siglo xx», Cuadernos de Historia Moderna y Contempo¬
ránea, Universidad Complutense, Madrid, I (1980b), pp. 187-209-
-, Palacio Valdés y el mundo social de la Restauración, Oviedo,
IDEA, 1983-
-, «Literatura y sociedad: reflejos y actitudes sociales en el mundo de
la Restauración», en Homenaje a José Antonio Maravall, Madrid,
Centro de Investigaciones Sociológicas, 1985, II, pp. 199-213.
-, «La imagen de la mujer en la novela de la Restauración: ocio social
y trabajo doméstico», en Rosa María Capel Martínez (ed.), Mujer y
sociedad en España, Madrid, Ministerio de Cultura, 1986a, pp. 147-
173.
-, La Obra de Armando Palacio Valdés como testimonio histórico de
la España de la Restauración, Madrid, Editorial de la Universidad
Complutense, 1986b, 2 vols.
-, «La clase dirigente madrileña en dos novelas de 1890», en Madrid
en la sociedad del siglo xix-, Madrid, 1986c, pp. 533-556.
-, «Palacio Valdés en los años noventa: la quiebra del positivismo»,
en Clarín y -La Regenta» en su tiempo, Oviedo, Universidad, 1987,
pp. 1053-1066.
González Fernández, José, «Aspectos regionales en Jovellanos, Palacio
Valdés y Clarín», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, XLI
(1987), pp. 433-461.
638 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Goodman, P., «The novelistic style of Palacio Valdés», University of Texas


Bulletin, IX, 1971, pp. 65-89.
Hart, Stephen M., «Deshilando el mundo romántico en La hermana San
Sulpicio, en Dendle y Miller (1993b), pp. 36-46.
Hemingway, Maurice, «Palacio Valdés y la novela aristocrática”, en Dendle y
Miller (1993b), pp. 47-61.
Holt, F. J. T., «Changins Concepts of Reality in the late Nineteenth Century:
a new Look at La hermana San Sulpicio by Armando Palalcio Valdés»,
Lberoromania, 42 (1995), pp. 90-101.
Maeztu, Ramiro de, «Palacio Valdés», Acción, 8 de julio de 1916. [Reimpreso
en Las Letras y la vida en la España de entreguerras, Madrid, Editora
Nacional, 1958, pp. 180-194].
-, «Don Armando o la voluntad», Ahora, 30 de enero de 1931- [Reimpre¬
so en Las Letras y la vida en la España de entreguerras, Madrid, Edito¬
ra Nacional, 1958, pp. 185-189].
Martínez, Emilio, «La Laviana de Palacio Valdés», Boletín del Instituto de Es¬
tudios Asturianos, VII (1953), pp. 279-300.
Martínez Cachero, José María, «Unas cuartillas inéditas del poeta Emilio Fe¬
rrari sobre Los novelistas españoles de Armando Palacio Valdés», Bole¬
tín del Instituto de Estudios Asturianos, VI (1952), pp. 138-140.
-, «40 fichas para una bibliografía “sobre” Armando Palacio Valdés», Bo¬
letín del Instituto de Estudios Asturianos, VII (1953 a), pp. 467-478.
-,«Clarín, crítico de su amigo Palacio Valdés», Boletín del Instituto de Es¬
tudios Asturianos, VII (1953b), pp. 401-412.
Martínez Kleiser, Luis, «Unas cartas íntimas de Palacio Valdés», ABC, 6 de
septiembre de 1948.
Medina, Jeremy T., «Armando Palacio Valdés», en Spanish Realism. The
Theory and Practice of a Concept in the Nineteenth Century, Madrid,
Porrúa Turanzas, 1979.
Melón y Ruiz de Gordejuela, S., «Tipos psico-patológicos en la literatura de
Palacio Valdés», Revista de la Universidad de Oviedo, 1943, pp. 201-228.
Miller, Stephen, «La crítica y teoría socio-literarias de Palacio Valdés en su
evolución creadora entre 1878 y 1882», en Dendle y Miller (1993b), pp.
11-23.
Miranda, Soledad, Religión y clero en la gran novela española del siglo xix,
Madrid, Pegaso, 1982.
Morón Arroyo, Ciríaco, -La aldea perdida entre el pasado y el presente», en
Dendle y Miller (1993b), pp. 98-110.
Narbona, Rafael, Palacio Valdés o la Armonía, Madrid, Victoriano Suárez,
1941.
La Nueva España, 29 de enero de 1988. [Páginas especiales dedicadas a Ar¬
mando Palacio Valdés].
Nuez, Sebastián de la y Joseph Schraibman, Cartas del archivo de Pérez
Galdós, Madrid, Taurus, 1967, pp. 103-124.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 639

O’Connor, D. J., -Filiation, the Eucharist and the Grotesque in Palacio Val-
dés’ La Fe (1892)», Letras Peninsulares, I (1988), pp. 51-69-
-, -Parallel Plots and Fate in Palacio Valdés. El origen del pensamiento, Es¬
paña Contemporánea, III (1990a), pp. 105-115.
-, -Mrs. Humphrey Ward’s Robert Elsmere (1888) and Palacio Valdés’ La Fe
(1892>, Romance Quarterly, 37 (1990b), pp. 331-336.
Pageaux, Daniel Henri, -Éléments pour une lecture de La hermana San Sulpi-
cio, Iberoamérica, 16 (1982), pp. 95-109.
Paolini, Gilbert, “La Psicopatología en la Literatura Italo-española: D’Annuncio
y Palacio Valdés», en Americo Bugliani (ed.), The Two Hesperias. Literary
Studies in Honor of Joseph G. Fucilla, Madrid, Porrúa Turanzas, 1978, pp.
275-289.
-, "Amalia: un caso patológico en El Maestra rito, Boletín de la Biblioteca
Menéndez Pelayo, LXTV, 1988, pp. 253-261.
-, “Palacio Valdés y el naturalismo ideal en La alegría del capitán Ribot’, Le¬
tras Peninsulares, II, 1989, pp. 19-30.
-, -Resonancia armónica del mundo mágico creador del porvenir regene¬
racional en La alegría del capitán Ribot», en Estudios en Homenaje a En¬
rique Ruiz Fomells, Erie, PA. Aldeeu, 1990, pp. 479-485.
-, -La conciencia de Palacio Valdés: El Capitán Ribot», en Actas del X Con¬
greso Internacional de Hispanistas, Barcelona, 1992, pp. 1383-1394. [Bo¬
letín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXX, 1994, pp. 169-1831.
Pardo Bazán, Emilia, - Juicios cortos. La espuma. Un crítico neoclásico. Hispa-
nofilia», Nuevo Teatro Crítico, Año I, 2 (1891 a), pp. 68-76.
-, •La Fe. Novela de Armando Palacio», Nuevo Teatro Crítico, Año I, 13
(1891b). [Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1973, III, pp. 1.034-1037].
-, -El Maestrante-, Nuevo Teatro Crítico, 26 (1893). [Obras Completas, Ma¬
drid, Aguilar, 1973, III, pp 1.138-1.141].
Pascual Rodríguez, Manuel, Armando Palacio Valdés. Teoría y Práctica nove¬
lística, Madrid, SGEL, 1976.
Pesseux-Richard, H., -Armando Palacio Valdés», Revue Hispanique, XLII
(1918), pp. 305^80.
Pitollet, Camille, -Don Armando Palacio Valdés», Bulletin Hispanique, XL
(1938), pp. 201-208.
-, -Recuerdos de Palacio Valdés», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pela¬
yo, XXXIII (1957), pp. 72-120.
Roca y Franquesa, José María, Palacio Valdés. Técnica novelística y credo esté¬
tico, Oviedo, Diputación de Asturias, IDEA, 1951.
-, -La novela de Palacio Valdés: clasificación y análisis», Boletín del Institu¬
to de Estudios Asturianos, VII (1953), pp. 426-458.
-, Clases sociales y tipos representativos en la novelística de Armando Pala¬
cio Valdés, Oviedo, Diputación de Asturias, IDEA, 1980.
Ríos y Ríos, M., Armando Palacio Valdés. Novela, siglo xa, New York, New
York University, 1947.
640 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Romero Tobar, Leonardo, «Hagiografía y narrativa del xix. Pervivencia de


la pecadora arrepentida”, Philologica Hispaniensia in honorem Ma¬
nuel Alvar, Madrid, Gredos, 1987, IV, pp. 383-393-
Sánchez Vicente, Xuan Xosé, «Palacio Valdés, deudor de Xosé Caveda y
Nava», Lletres Asturíanes, 2 (1982), pp. 29-41.
Senabre, Ricardo, Literatura y público, Madrid, Paraninfo, 1987.
Solís Gutiérrez, Jesús A., Las Asturias de Palacio Valdés, Avilés, Gráficas
Carlaga, 1973-
Torres, David, «Del archivo epistolar de Palacio Valdés», Revista de Litera¬
tura, XLIII, 86 (1981), pp. 263-278.
Torres, David, «índice de la revista ilustrada Arte y Letras (Barcelona, 1882-
83)», Hispania, 66 (1983), pp- 345-347.
Trinidad, Francisco, Palacio Valdés y Llaviana. Estudio y antología, Ayun¬
tamiento de Llaviana, 1983-
Valera, Juan, Ecos argentinos (Apuntespara la historia literaria de España en
los últimos años del Siglo xtx), Madrid, Fernando Fe, 1901, pp. 301-311-
-, Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1961, II, p. 780, pássim.
Valis, Noel M., «Palacio Valdés first novel», Romance Notes, XX. 3 (1980),
pp. 317-321.
-, «Una opinión olvidada de Palacio Valdés sobre Benito Pérez Galdós»,
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 82 (1982), pp. 691-714.
Vézinet, F., «Armando Palacio Valdés», en Les maitres du román espagnol
contemporain, Paris, Hachette, 1907, pp. 167-202.
Wells, L. CH., Palacio Valdés. Vision of ivomen in bis novéis and essays, Uni-
versity microfilms international, University Kentucky, 1985-
Wood, Jennifer J., «Armando Palacio Valdés’ La fe: Providential novel», Hís¬
panle Journal, VII (1985), pp. 51-57.
Yxart, José,«La Hermana San Sulpicio por Armando Palacio Valdés», Espa¬
ña Moderna, VI 1889, pp. 161-171.

11.2. Vicente blasco ibáñez

11.2.1. Recepción crítica de sus novelas: un caso singular

De forma sutil y precisa define Andrenio la obra de V. Blasco


Ibáñez con el calificativo de singular, pues se trata del «caso de un es¬
critor que, al alcanzar la fama universal, pierde fama en su patria,
pérdida no cuantitativa, puesto que sus libros siguen imprimiéndose
por millares, por muchos millares, pero sí cualitativa, ya que entre al¬
gunos críticos y literatos de los más modernos no se reconoce, a la
obra de Blasco Ibáñez aquella valoración artística que se le otorgó
generalmente desde el triunfo de las novelas cosmopolitas, hasta Los
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 641

argonautas»(1927, p. 252). Una lectura de los artículos publicados


en la prensa periódica del momento1 indicaría que, pese al gran nú¬
mero de ventas de sus libros,2 Blasco Ibáñez era considerado como
un escritor de brocha gorda. Andrenio que analiza sutilmente este
último aspecto señala varias causas que posibilitan el descrédito de
las novelas de Blasco Ibáñez entre un sector del público: su actitud
aliadófila, la envidia3 y el cambio del gusto literario propiciado por

1 No existe en el mercado editorial una recopilación completa de los artículos


sobre Blasco Ibáñez. La lectura de los mismos daría una imagen distorsionada o
real, según el punto de vista del lector: -Lo que sí poseemos es multitud de notas
sueltas en las que escritores no necesariamente imparciales ante lo que significó,
emiten sus opiniones, a veces con desgarro o con evidente exageración y favoritis¬
mo- (Sarrias, 1978, p. 572). La relación más completa de artículos periodísticos la en¬
cuentra el lector en la obra de J. L. León Roca (1967, pp. 625-660). Es una relación
completísima del eco que tuvo la obra de Blasco Ibáñez entre sus coetáneos. Aun¬
que se trata de un material de carácter divulgador más que crítico es sumamente
interesante, pues nadie, salvo el presente escritor, mereció tanta atención por parte
de la prensa periódica.
■ Pérez de la Dehesa califica a V. Blasco Ibáñez como un caso excepcional,
pese a las cifras astronómicas que percibieron otros novelistas por sus obras: -Feli¬
pe Trigo, que consiguió 5 000 ptas. por la primera edición de Las ingenuas, había
llegado a ganar medio millón en 1910, y para esas fechas Blasco Ibáñez contaba con
ingresos muy considerables (...] En primer lugar, no podemos comparar justamente
la retribución de los escritores ya consagrados de fines del xix. Pero sin embargo, si
calculamos en términos del tiempo transcurrido desde la publicación de la primera
obra importante, podemos concluir que ninguna de las primeras firmas de nuestro
siglo, con la excepción de Blasco Ibáñez, logró superar, y en muchos casos ni si¬
guiera igualar los ingresos de sus antecesores literarios. La causa de ello hay que
buscarla probablemente en el mismo carácter de los libros de modernistas y no-
ventayochistas. La novela realista tuvo el máximo grado de difusión y popularidad
de cualquiera de los géneros literarios modernos. Con su decadencia como forma
dominante a principios de siglo, el público de las nuevas corrientes disminuyó en
notable proporción. Las novelas de Galdós fueron leídas no solamente por las cla¬
ses medias, sino también por grupos no despreciables de artesanos y obreros ilus¬
trados, y ese público siguió leyendo a los continuadores del realismo como Blasco
Ibáñez. Los escritores del 98, tras unos años juveniles en que predicaron un arte po¬
pular, pasaron a crear un tipo de obra que sólo podía ser apreciado por medios de
nivel cultural relativamente alto- (1969, pp. 225-226). Éxito editorial que se percibe
gracias a los índices de venta alcanzados en las primeras décadas del siglo xx. Sus no¬
velas fueron un caso excepcional. La editorial Hernando consiguió pingües benefi¬
cios gracias a la venta de sus novelas (Fernández Cifúentes, 1982). Blasco Ibáñez es,
sin lugar a dudas, un escritor de masas, afirmación que para ciertos críticos tiene con¬
notaciones asaz negativas. M. Llorís (1980, p. 12).
3 Las crítica adversas y la hostilidad manifiesta de un cierto sector del público
y de la crítica tienen su origen en las expresiones o manifestaciones aparatosas de
su triunfo (Andrenio, 1926, p. 256). Evidentemente sus biógrafos tuvieron la culpa
de tal visión, pues describieron hasta la saciedad episodios relacionados con su
642 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

las nuevas corrientes literarias (1926, pp. 158-159). Evidentemente


tampoco estaría ausente su talante político, su militancia republicana
y sus opiniones al respecto difundidas con harta profusión tanto en
sus novelas como en sus discursos parlamentarios.4

forma de dilapidar el dinero y su afán por todo lo relativo a la suntuosidad, como


en el caso de Pitollet (1921). El citado biógrafo de Blasco Ibáñez señaló en su dia
que el novelista le pagó para que escribiera su biografía (1957, pp. 221-365). Fren¬
te a este panegírico que raya casi en lo ridículo se publica el libro de Zamacois
(1910), mucho más objetivo e interesante no sólo por los datos que ofrece del no¬
velista sino también por el retrato que hace de la época. Monografía que analiza las
diferentes épocas del novelista, hasta la denominada etapa de novelas cosmopoli¬
tas. La primera edición de la obra de Zamacois (1910) comprende seis capítulos
dedicados a las novelas regionales, de tesis, arqueológicas y psicológicas. En el
mismo año que falleció Blasco Ibáñez apareció la segunda edición de la obra de
Zamacois, corregida y aumentada con un capítulo más y recuerdos no incluidos en
la edición princeps. Las biografías más interesantes son las debidas a E. Gaseó
(1921, 1925, 1957, 1967) yj. L. León Roca (1967). Del primero cabe señalar que sus
libros se han publicado en distintas editoriales aunque su contenido apenas varía.
Básicamente contienen la misma información. Aporta bibliografía abundante e in¬
teresantísima documentación. La monografía publicada en 1957 supera a la reali¬
zada en 1921. E. Gaseó, amigo de Blasco, según declaración propia, intenta ser
ecuánime en sus estudios. El trabajo debido a León Roca es una seria biografía
sobre Blasco Ibáñez. Bien es verdad que ahonda en aspectos relacionados más
con sus tentativas, procesos y escándalos políticos que con la creación literaria.
El viaje a América, su estancia en Francia y su gran popularidad son aspectos
detenidamente estudiados. León Roca incluye una sección —Apéndices— en la
que reproduce un interesante material: la carta de Blasco Ibáñez a Julio Cejador
y Frauca, el discurso pronunciado en la Casa de España en Manila y una confe¬
rencia pronunciada en la Opera House de dicha capital. La carta a Julio Cejador
—documento interesantísimo para el conocimiento de su ideario estético y
obra— se reproduce también en las Obras Completas (1976, I, pp. 14-20) y en
Tortosa (1977, pp. 493). Ruiz Lasala 0979) reproduce asimismo dicha carta e in¬
ciden en la biografía de Blasco centrada, preferentemente, en su aventura colo¬
nizadora y en su animadversión hacia la Dictadura y la Monarquía. La infancia de
Blasco, sus fracasos y éxitos editorial, así como su labor periodística, aventura en
la Argentina y su estancia en Estados Unidos y en Francia han sido también as¬
pectos divulgados por la crítica (Tortosa, 1977). Para la biografía puede también
consultarse El Caballero Audaz (1924), Juli Just (1929), Esplá (1940), Xandró
(1971), Loubes y León Roca (1972), Tortosa (1972), Cortina (1973), Entrambasa-
guas (1974) y Val (1978). La mayoría de ellos utiliza el estudio debido a Emilio
Gaseó Contell, especialmente Entrambasaguas (1974, II, pp. 1-81). La biografía
de Pilar Tortosa, hija política de Blasco Ibáñez, incluye informaciones inéditas y
completa la realizada por León Roca y la de Just. Alude de forma especial a la vi¬
da de Blasco Ibáñez en su ciudad natal, estructurando la biografía en dos gran¬
des compartimentos: infancia y juventud.
4 El texto del programa electoral de Blasco Ibáñez ha sido reproducido por
León Roca (1967, pp. 244-252). Para un estudio del ideario blasquista cfr. la siguiente bi¬
bliografía: Alfons Cucó, Sobre la ideología blasquista. Un assaig d’aproximació, Valén-
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 643

Las palabras de Andrenio explicarían los prejuicios existentes


entre los componentes de la llamada Generación del 98. Así, Bara¬
ja traza una semblanza del novelista poco afortunada, asaz negati¬
va y plagada de improperios. Incluso le tacha de contradictorio y
mentiroso (1949, VII, p. 869). La actitud de Baraja hacia Blasco Ibá-
ñez es de desprecio. Como político le parece poca cosa y como es¬
critor nada o poco interesante. Valle-Inclán le juzga también de for¬
ma poco benevolente en una entrevista publicada a raíz de la
muerte de Blasco (Informaciones, 28 de enero, 1928). La prensa
periódica documenta con precisión el episodio histórico de la
muerte de Blasco Ibáñez. Tras el cotejo de periódicos y entrevistas
de dispar signo se percibe la dura polémica entre los detractores de
Blasco y los defensores (Lavaud, 1974, pp. 376-390).

cía, Eliseu Climent, 1979; Ramiro Reig Armero, Obrera i ciutadans. Blasquisme i
moviment obrer. Valencia, 1898-1906, Valéncia, Institució Alfons el Magnánim,
1982 y, del mismo autor, Blasquistas y clericales. La lucha por la ciudad en la Va¬
lencia de 1900, Valéncia, Institució Alfons el Magnánim, 1986. En dichos estudios
se abordan temas como ideario socialista, republicanismo, conexiones anarquistas,
modelos sindicales, huelgas obreras, manifestaciones populares de la época, sala¬
rios, jornadas de trabajo, el cooperativismo, cultura obrera y popular, la configura¬
ción del populismo católico, círculos y gremios católicos, configuración de los
ayuntamientos. Desde una perspectiva más general puede consultarse M. Sanchis
Guarner, La Renaixenfa al Pais Valencia, Valéncia, Tres i quatre, 1968. Para el ci¬
tado crítico Blasco Ibáñez simbolizaba al típico burgués agitador que intentaba
compaginar el ideario de la Revolución Francesa con los planteamientos federalis¬
tas inspirado en el modelo de los Estados Unidos. Joan Fuster en Lluis Bernat (ed.),
Caciquisme roig, Valéncia, Institució Alfons el Magnánim, 1984, analiza la figura de
un Blasco Ibáñez mitificado por su partido, pese a tener una mentalidad pequeño-
burguesa tendente a deferir y a mantener las estructuras económicas del Estado,
pues las revueltas blasquistas atacaban sólo conventos, iglesias e imprentas y no
asaltaba bancos o sociedades comerciales. El análisis puntual sobre la ideología
política de Blasco Ibáñez, así como el rescate de artículos dispersos en publicacio¬
nes periódicas de la época, es posible gracias a la labor de Paul Smith. Vid. al
respecto V. Blasco Ibáñez contra la Restauración. Periodismo político, 1895-1904,
Madrid, Ed. Nuestra Cultura, 1978. En la introducción que precede a la recopila¬
ción de textos relativos a la política nacional, Monarquía, República, proletariado,
guerras coloniales y crítica social se incluye una revisión crítica de los estudios
referidos a la ideología política de Blasco Ibáñez. Del mismo autor vid. Los mejores
artículos de Blasco Ibáñez, Valencia, Prometeo, 1982. Las repercusiones de su acti¬
vidad política, así como sus opiniones sobre la Monarquía, la República, el enfren¬
tamiento entre España y Estados Unidos, la independencia de Cuba han sido
también aspectos analizados por la crítica (Conte, 1967, pp. 507-520). El estudio de
sus ideas federalistas enraizadas con publicaciones difusoras de formas culturales
populares no es un hecho aislado en el autor, sino también característico de los
grandes hombres de la Restauración (Mainer, 1981, pp. 60-63).
644 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Azorín no se queda a la zaga, aunque no se muestra tan crítico


como Baroja. En Charivari lo elogia de pasada y en «Reparos» (Al¬
ma española, 13-XII-1903) lo censura. Ambos escritores mantuvie¬
ron cordiales relaciones en Valencia, en la época de estudiantes. In¬
cluso Azorín colaboró en el periódico El Pueblo en su época
revolucionaria y manifestó su entusiasmo en aquella época por la
narrativa breve de Blasco Ibáñez (El País, 14-XII-1896). Las relacio¬
nes se enfriaron a raíz de su evolución política, increpando Blasco
Ibáñez a Azorín desde las páginas de El Pueblo? Sin embargo, con
el correr de los años se atemperó el juicio de Azorín, achacando las
diferencias a sutiles interpretaciones de estética (1995, pp. 95-96).
Azorín especula con la suerte y destino de la obra de V. Blasco
Ibáñez, augurando un futuro halagüeño. A diferencia de las críticas
adversas de la primera mitad del siglo xx, emitidas en su mayoría
por los compañeros de la generación de Azorín, éste supo captar el
verdadero sentido de la obra de Blasco Ibáñez (Riopérez, 1995, pp.
96-97). Evidentemente esta opinión contrasta con los juicios emiti¬
dos por escritores adscritos al naturalismo, como en el caso de Leo¬
poldo Alas, que percibe en las primeras novelas de Blasco cotas de
gran calidad literaria (Beser, 1968, p. 311). Rafael Altamira advirtió
con exactitud la actitud de la crítica de la época, pues Blasco Ibáñez
no se adecuaba a la estética modernista ni a lo exigido por los lec¬
tores más académicos. Para el citado crítico Blasco Ibáñez fue un
caso singular en la historia de la novela española, de ahí su difícil
adscripción entre los componente? de su generación (1920, p. 122).
Frente a esta reacción adversa surgen testimonios de admiración,

5 Blasco Ibáñez escribió una carta en el periódico El Pueblo reprochando el


cambio ideológico de Azorín, carta reproducida en ABC, 9 de marzo de 1915. San¬
tiago Riopérez y Milá, estudioso de la obra de Azorín, sintetiza este episodio: -En
marzo de 1915, Azorín mantiene una polémica, de carácter político, con Blasco Ibá-
ñez, en las páginas del diario ABC; polémica en la que tercia, finalmente, Eugenio
d’Ors. El día 9 del citado mes y año, dicho diario escribía: “Azorín y Blasco Ibáñez
se han encontrado en el terreno de la contienda política: aquél, conservador de
nombre; éste, revolucionario de nombre”. Blasco Ibáñez manifestó: “Los dos nos
conocemos de larga fecha, y estamos convencidos de que nunca pensaremos lo
mismo. Hace muchos años, ¡muchos!, vivíamos en Valencia y colaboraba él en mi
diario El Pueblo [...] Entonces se dio varias veces la satisfacción de asustarme a mí,
tímido burgués, con sus artículos cortos y terribles de propaganda anarquista, cuyos
temas no quiero recordar*, en Azorín íntegro. (Estudio biográfico, crítico, bibliográ¬
fico y antológico), Madrid, Biblioteca Nueva, 1979, p. 482. Cfr. José MA Valverde,
Azorín, Barcelona, Planeta, 1971, pp. 29-31 y Manuel MA Pérez López, Azorín y la
Literatura Española, Universidad de Salamanca, 1974, pp. 203-204.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 645

como en el caso del libro-homenaje publicado al año de su muer¬


te. Publicación en la que aparecen noveles escritores que con el
correr de los años se convertirían en grandes maestros de las letras
españolas.0 La llamada generación del 14 tiene una mayor preocu¬
pación científica por las cosas, son más metodológicos y sistemáti¬
cos, en opinión de Azorín (Fernández Cifuentes, 1982, p. 115).
Es evidente la animadversión de los componentes de la Gene¬
ración del 98 hacia Blasco Ibáñez, pese al éxito de sus novelas. De
igual forma se percibe también la diferencia de criterios en el mo¬
mento de analizar sus novelas. Es imposible reseñar todas las tra¬
ducciones de sus obras, habida cuenta que fueron vertidas, prácti¬
camente, a todos los idiomas. La consulta de dichas traducciones
no es tarea difícil pues figuran en las primeras páginas de sus Obras
Completas publicadas por la editorial Prometeo.7 Incluso dicha edi-

(l El título del mismo es de por sí harto significativo: Los escritores españoles. In


memoriam. Libro-Homenaje al inmortal novelista V. Blasco Ibáñez. La relación de¬
colaboradores es numerosísima. Algunos gozan de reputación como escritores o crí¬
ticos. Otros, por el contrario, son autores noveles. La publicación comprende tres
grandes bloques. En el primero aparece el prólogo y la biografía, capítulos debidos
a Alfredo Muñiz y Eduardo M. del Portillo. Figura también la novela de Blasco Las
Vírgenes locas reproducida manuscritamente por afamados escritores, como, entre
otros, A. Palacio Valdés, R. Pérez de Ayala, J. Camba, E. Gutiérrez Gamero, P. de Ré-
pide, W. Fernández Flórez, E. Marquina, P. Mata, A. Ghiraldo y E. Zamacois. Primera
parte que termina con los juicios críticos de dichos autores sobre la obra de Blasco.
Aparece también una addenda que incluye opiniones críticas debidas a S. Ramón y
Cajal, L. Jiménez Asúa, M. Azaña, R. Menéndez Pidal, J. Bergantín yj. Serrano. En la
segunda parte aparecen diversos epígrafes en los que se analiza la obra y la vida del
autor. En el apartado de novelas figuran las críticas del marqués de Laurencín, R. Pé¬
rez de Ayala, E. Gómez Baquero, T. de Escoriaza, R. Cansinos-Assens, T. Borrás,
J. Francés y C. Juarros. La obra periodística de Blasco es analizada por José Francos
Rodríguez, Francisco Villanueva, Félix Azzati, F. Verdugo, Luis de Oteyza y Andrés
Sabonit. La ideología política la estudia Darío Pérez, Alejandro Lerroux, Rafael Alta-
mira, Roberto Castrovido y Antonio de Lezama. Finalmente aparecen los epígrafes
Blasco Ibáñez y los poetas y Blasco Ibáñez y la juventud literaria. En el tercer y últi¬
mo bloque se incluyen entrevistas, testimonios, autógrafos y una relación de las
obras de V. Blasco Ibáñez.
La editorial Prometeo fue la mejor empresa editorial de Blasco. Tanto él co¬
mo su socio, Francisco Sempere, difundieron en España las obras de los más afa¬
mados escritores europeos y consiguieron altísimos índices de ventas de sus pro¬
pias novelas. El emblema de la editorial era un medallón con la efigie de una dama
griega tocada con el gorro frigio y con la leyenda -Arte y Libertad». Tanto en las pá¬
ginas que preceden a la novela como las que figuran en último lugar, el lector tiene
puntual noticia de las traducciones y obras publicadas por Blasco y autores extran¬
jeros. Los precios eran populares, dirigidos a jornaleros y pequeños comerciantes
(Cfr la tesis de Licenciatura de M. José Fullana Montoro, La Editorial Prometeo.
646 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

torial especifica puntualmente el número de ejemplares vendidos


hasta un determinado y específico año. El éxito fue inusual en los
anales de la novela española, pues del relato Los cuatro jinetes del
Apocalipsis, por ejemplo, se vendieron hasta ciento cuarenta edi¬
ciones en los Estados Unidos.8 La crítica norteamericana equipara¬
ba a Blasco Ibáñez con Zane Grey o Somerset Maugham por el al¬
to índice de ventas de sus libros.9 Las novelas más traducidas y
leídas fueron La barraca, Flor de mayo, Sónnica, La catedral, El In¬
truso, Sangre y arenay Los cuatro jinetes del Apocalipsis}0 En estas

Sociología del libro valenciano a principios del siglo xx. Universidad de Valencia, Fa¬
cultad de Filosofía y Letras, s. a.). M.a José Navarro ofrece también material noticio¬
so al respecto (1994, pp. 53-54).
8 Después de la gira de conferencias por los Estados Unidos, la Universidad de
George Washington le nombra Doctor Honoris Causa en la sesión celebrada el día
25 de marzo de 1920. En su discurso de recepción, William Miller Collier alude en
varias ocasiones a la fama universal de Blasco Ibáñez y a las increíbles cifras de ven¬
ta que sus libros han tenido en el mundo (León Roca, 1967, p. 483, pássim).
9 Cipriano Rivas Cherif publica una encuesta de los autores más vendidos en
Madrid gracias a la información obtenida del librero Meléndez, instalado en la es¬
quina de las calles Arlabán y Cedaceros: >Sin duda el autor que más se vende actual¬
mente es Blasco Ibáñez, y de Blasco, como de todo el mundo, la última obra publi¬
cada es la que por los días de su publicación solicitan más los compradores* {El
Heraldo de Madrid, 23 de marzo de 1928). El mismo Cipriano Rivas Cherif lleva a ca¬
bo una encuesta a fin de conocer -los seis o siete mejores novelistas españoles con¬
temporáneos, representado cada cual en su obra más característica* (-Encuesta so¬
bre la novela*, El Heraldo de Madrid, 10 de diciembre de 1925). El comunicado que
ofrece dicho periódico días más tarde es el siguiente: -Por el voto plural atribuido a
cada opinión, las papeletas remitidas arrojan dos mil ciento cincuenta y seis sufra¬
gios en total, más de la mitad de los cuales, es decir, mil doscientos noventa y siete,
se reparte entre los ocho novelistas con mayor votación a su favor, de esta manera:
votos.— D. Pío Baroja, 209; D. Vicente Blasco Ibáñez, 203; D. Ramón del Valle-In-
clán, 196; D. Ramón Pérez de Ayala, 173; D. Armando Palacio Valdés, 152; D. Miguel
de Unamuno, 136; D. Gabriel Miró, 116; D. Wenceslao Fernández Flórez, 112* {EL
Heraldo de Madrid, 12 de marzo de 1926). J. M. Lavaud tras el estudio y escrutinio de
la prensa utiliza todos estos datos en función de la polémica entre Valle-Indán y las en¬
cuestas llevadas a cabo a raíz de la defunción de Blasco. A fin de analizar el éxito e índi¬
ce de venta de ambos afirma taxativamente y con razón lo siguiente: *Faut-il done aller
jusqu’á parler d’envie ou de jalousie de la part de Valle-Indán qui avait échoué notam-
ment dans ses tentatives d'exploitation terrienne en Galice, et dont les éditions ne furent
jamais des grands succés de librairie. Sur le plan commercial, le succés des romans de
Blasco Ibáñez est indéniable» (1974, p. 388).
10 Gracias al escrutinio de los repertorios bibliográficos (Palau, 1949, II, pp
277-280; Gaseó, 1967, pp. 219-225) y el material noticioso que figura en las edicio¬
nes publicadas por la editorial Prometeo podemos señalar la siguiente relación. De
La barraca cabe destacar las editadas por Hayward Keniston, Paris and New York,
1910; J. G. Undershill, London, Hurst and Brackett, 1919; F. H. Snow and B. M. Me-
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 647

últimas décadas el panorama es bien distinto, tal como apunta J.


Domingo (1968, pp. 5-6). Las causas de esta animadversión* 11 no
sólo están provocadas por las envidias, inquinas de sus coetáneos,
sino también por su militancia como activista revolucionario que
invade el campo de la literatura (Domínguez, 1961).

11.2.2. Clasificación de sus novelas. Etapas. Ideario estético

El propio Blasco Ibáñez en carta a Julio Cejador y Frauca (es¬


crita y fechada en Cap-Ferrat, 6 de mayo de 1918) indica los res¬
pectivos epígrafes, épocas e influencias literarias.12 De igual forma

kota, New York, A. A. Knopf, 1917; Albrecht und Elisabeth von Bebber, Berlin Bü-
chergilde Gutenberg, 1932; C. Hérelle, París, Calman Lévy, editeur, 1901. En lo con¬
cerniente a Flor de mayo puede señalarse la siguiente relación: Trad. da Joaquim
dos Anjos e Mario Salgueiro, Lisboa, «A Editora», 1909; Trad. di C. Beccari, Milano,
1923; Bruno Lindblone, Stockholm, P. A. Norstedt-Sóner, 1925. De Sónnica la
Cortesana cabe señalar las traducciones debidas a Francés Douglas, New York,
1912; London, John Long, Edt., 1920; W. Leyghecker, Berlin, E. Felber, 1914; P. E.
Bosi, Firenze, R. Bemporad e Figli, 1919; Rosalía Guiss Adami, Milano, Biotti, 1930;
Ribeiro de Carvallo e Moraes Rosa, Paris-Lisboa, Alland e Bertrand, 1905; Jean Cara-
yon, Paris, Calmann Lévy, 1923 y 1926. Las más significativas de la novela La
catedral fueron debidas a W. A. Guillespie y Howells, New York, E. P. Duttonand
Co., 1919 y 1923; G. Herelle, Paris, Calmann-Lévy, 1929; Bruno Lindblone, Stock¬
holm, P. A. Norstedt-Sóner, 1924; Ribeiro da Carbalho e Moraes Rosa, Lisboa, -A Edi¬
tora», 1905. En lo concerniente a El Intruso destacan las traducidas por René Lafont,
Paris, Fasquelle, 1912 y G. A. Marolla, Sesto, S. Giovanni, A. Barion, 1933- De
Sangre y arena las debidas a G. Hérelle, Paris, Calmann-Lévy, 1924; Ribeiro da Car-
valho e Moraes Rosa, Lisboa, -A Editora», 1909; Ida Mango, Sesto, S. Giovanni
Madelle, 1915; Bruno Lindblom, Stockholm, P. A., Mortedt-Soner, 1923; Francés
Douglas, Chicago, 1911; W. A. Gallespie, New York, C. P. Dutton and Co., 1919. En
lo referente a Los cuatro jinetes del Apocalipsis cabe destacar las traducciones
realizadas por G. Hérelle, Paris, Calmann-Lévy, 1917; René Lafont, Paris, Flamma-
rion, 1925; Bremester Jordán, New York, E. F, Dutton and Co., 1918; I. Mango, Mila¬
no, Sonzogno, 1918; E. Koert, Berlin, W. J. Mórlins, 1922; Bruno Lindblom, Stock¬
holm, P A. Mortedt-Soner, 1923; Raúl Proen<,a, Lisboa, 1924.
11 Los defectos de Blasco han sido abultados hasta la saciedad. Por el contra¬
rio, sus aciertos han sido ignorados y apagados por las envidias. Se le acusó de ha¬
ber plagiado a Zola, a Flaubert, a D’Annunzio, a Baroja, -cuando lo único que se le
pudiera haber tachado, en todo caso, es de no haber superado a sus modelos. En
cambio, los plagios descarados de otros contemporáneos, como Valle-Inclán o Be-
navente, fueron considerados como livianas travesuras» (Domingo, 1968, p. 5).
12 Carta interesantísima y que constituye una fuente básica tanto para el análisis
de sus novelas como para el conocimiento de su ideario estético e influencias literarias.
Por ejemplo, considera que -la novela es la realidad vista a través de un temperamen¬
to-, aunque también suscribe, como Stendhal, que -una novela es un espejo paseado a
648 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

le comunica las fuentes literarias y credo estético. Carta publicada


en estas últimas décadas y que puede leerse en su totalidad en la
nota biobibliográfica que precede a la edición de sus Obras Com¬
pletas (1976,1, pp. 14-21).
Blasco Ibáñez divide y clasifica «su vida de novelista» —en pro¬
pias palabras del autor— en grupos o series. La primera está confi¬
gurada por las llamadas novelas valencianas (Arrozy tartana, Flor
de Mayo, La barraca, Entre naranjos y Cañas y barro). En ellas, se¬
gún Blasco, está presente la huella de Zola. La segunda época la
denomina social o de tendencia (La catedral, El intruso, La bodega
y La horda), novelas escritas en un momento en que «España esta¬
ba en una situación vergonzosa, y yo ataqué rudamente, pintando
algunas manifiestaciones de la vida soñolienta de nuestro país,
imaginando que esto podía servir de reactivo. Al final de este pe¬
riodo produje La maja desnuda, Sangre y arena y Los muertos
mandan, que forman un grupo aparte» (Obras Completas, 1976, I,
p. 18). La siguiente etapa, constituida por el periplo por tierras ame¬
ricanas, se inicia con su novela Los argonautas, y la cuarta etapa o
cuarto estilo está configurado por las novelas Los cuatro jinetes del
Apocalipsis, Mare Nostrum y Los enemigos de la mujer. Él mismo re¬
conoce su retorno a la primera manera de narrar, la influenciada
por el estilo de Stendhal (Obras Completas, 1976,1, p. 19).
Una clasificación temprana de las novelas de Blasco Ibáñez se de¬
be a Andrenio. Tanto en El Renacimiento de la novela española como
en De Gallardo a Unamuno establece diversos grupos que no difieren
un ápice en su contenido, salvo el orden de la clasificación (1926, pp.
261-262). En materia noticiosa sobre el estilo, fuentes literarias y datos
en general es más interesante el segundo estudio. Andrenio observa
distintas formas de narrar. Las primeras «son las cuatro novelas valen¬
cianas (Arrozy tartana. Flor de Mayo, La barraca y Cañas y barro).
Entre ellas están las dos obras maestras de Blasco. Las últimas citadas.
En estos libros aparece el autor como un novelista local o regional,
como un Pereda de Valencia [...] Vienen después las novelas de las
ciudades: La Catedral (Toledo), El intruso (Bilbao), La bodega (Jerez),
La horda (los arrabales de Madrid). Los muertos mandan, novela de
Baleares, corresponde a este grupo, algo desigual, en el que subsisten
algunas de las cualidades del primero, pero que es menos objetivo y
tiene un marcado sabor polémico del proselitismo político, social [...].
Forman otro grupo las novelas de las profesiones artísticas: Entre na¬
ranjos (novela de cantantes, con cierto tono d’annunziano y con vista
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 649

a Italia, recién visitada por Blasco), La maja desnuda (novela de un


pintor y en general de la “posesión” o embrujamiento del ideal artísti¬
co, de alguna remota relación con L ’Oeuvre), Sangre y arena (novela
de la torería, que, sin lugar a duda, debe a un asunto y a los elementos
varios de lo pintoresco andaluz allí reunidos el haber sido la más di¬
fundida en español después de Los cuatro jinetes del Apocalipsis). En¬
tre naranjos, que tiene su parte valenciana, es, sin duda, la mejor de
este grupo» (1926, pp. 259-260). Tras estos tres grupos, Andrenio esta¬
blece un periodo de transición —marcado por la publicación de Luna
Benamor-— que posibilita la aparición de las «novelas cosmopolitas,
novelas de emigración, de guerra, de medios americanos y de centros
de placer europeos» (1926, p. 260). Grupo configurado por las novelas
Los argonautas (relato de los emigrantes, la vida en un transatlántico);
las dos novelas de la guerra: Los cuatro jinetes del Apocalipsis y Mare
Nostrum (la guerra submarina en el Mediterráneo), Los enemigos de la
mujer{novela de Montecarlo durante la guerra), La tierra de todos (no¬
vela de la colonización en la Patagonia) y La reina Calafia. En un
apartado sin especificar, como en un cajón de sastre, Andrenio inclu¬
ye como novelas extravagantes o novelas sueltas Sónnica la cortesana
(novela histórica del sitio de Sagunto) y El paraíso de las mujeres (no¬
vela al estilo de Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift).
Las clasificaciones realizadas por la crítica tienden a la configu¬
ración ofrecida por Blasco Ibáñez o a la realizada, tempranamente,
por Andrenio,13 Los estudios de conjunto respetan en líneas gene-

lo largo de un camino-. Blasco advierte sutiles matices y llega a señalar lo siguiente: -Pa¬
ra mí, lo importante en un novelista es su temperamento, su personalidad, su modo es¬
pecial y propio de ver la vida. Esto es verdaderamente el estilo de un novelista, aunque
escriba con desaliño. Y como los temperamentos son variadísimos (afortunadamente
para el arte, que no gusta de monotonías y repeticiones), de ahí que yo no crea gran co¬
sa en las clasificaciones, escuelas y encasillados de cierta crítica. Todo el que sea verda¬
deramente novelista, es él y nada más que él- (Obras Completas, 1976,1, p. 14).
La monografía de Pitollet (1921) recoge las clasificaciones relativas a la obra
de Blasco Ibáñez. Títulos que obedecen al criterio del novelista y que Pitollet se li¬
mita a reflejar. Tanto las ediciones críticas recientes de sus novelas (Navarro, 1994,
pp. 67-68) como las Obras Completas siguen, en líneas generales los dicterios
emitidos por Blasco, matizados, como hemos señalado con anterioridad, con las
apreciaciones de Andrenio. La clasificación aparece agrupada de la siguiente forma:
Grupo 1.® Novelas valencianas: Arroz y tartana (1894), Flor de Mayo (1895), La
barraca (1898), Entre naranjos (1900), Sonnica la Cortesana (1901) y Cañas y ba¬
rro (1902).— Grupo 2.® Las novelas de -rebeldía- o sociales: La catedral (1903), El
intruso (1903), La bodega (1905) y La horda (1905).— Grupo 3.® Novelas psicológi¬
cas: La maja desnuda (1906), Sangre y arena (1908), Los muertos mandan (1909) y
6jO PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

rales dichas clasificaciones cíclicas o temáticas (Zamacois, 1910;


León Roca, 1967; Baquero Goyanes, 1969; Xandró, 1971). Martínez
de la Riva (1923) establece una clasificación distinta, sustentada en
las diferentes etapas ideológicas del autor. Desde una perspectiva
basada en las tesis religiosas —anticlericalismo y anarquismo, cen¬
suras a los jesuítas, presencia del suismo en la narrativa de Blasco
Ibañez, gradual acercamiento a los postulados de un cristianismo
fundido en los ideales del socialismo— será analizado el Corpus li¬
terario de Blasco (Dendle, 1968, pp. 45-57).
Es evidente que en las clasificaciones realizadas en torno a la obra
de Blasco Ibáñez se percibe la ausencia de ciertos escritos rechazados
o repudiados por el autor, como su novela La araña negra y relatos
escritos en lengua castellana (Smith, 1976). R. Cortina señala ciertas
ausencias significativas en la carta enviada por Blasco a Cejador, pues
prescinde de su primera producción literaria por considerarla de esca¬
sa calidad (1973, p. 19, pássim). Es perceptible también un cambio en
su forma de narrar, pues a partir de 1903 Blasco Ibáñez suele engarzar
o identificar lo sucedido en su mundo de ficción con el entorno real.
De esta forma lo ficticio identifica y se adecúa al personaje real. Sena-
bre percibe este sutil cambio en las novelas de Blasco Ibáñez: «A par¬
tir de 1903, Blasco ensaya un nuevo camino, iniciado con La catedral
y seguido por La bodega (1904), La borda (1905) y La maja desnuda
(1906). Este es el itinerario anterior a la composición de La voluntad de
vivir. El autor ha abandonado los ambientes rurales valencianos para
iniciar una novela urbana, que se localiza, en los títulos citados, en Je¬
rez, Toledo y Madrid. Y muchos lectores comienzan a ver en estos re¬
latos verdaderos “romans á clef’ cuyos personajes corresponden a in¬
dividuos reales de la ciudad en que se desarrolla la acción. De todos
es sabido, por ejemplo, que el “Isidro Maltrana” de La horda es una
contrafigura de Rafael Urbano, intelectual bohemio y pintoresco del
Madrid finisecular. Encontrar los supuestos modelos reales de los per¬
sonajes que aparecen en La maja desnuda —cierta dama de la aristo-

Luna Benamor (. 1909).— Grupo 4.® Novelas americanas: Los argonautas (1914), La
tierra de todos (1922).— Grupo 5® Las novelas de la guerra: Los cuatro jinetes del
Apocalipsis (1916), Mare Nostrum (1918) y Los enemigos de la mujer (1919).— Gru¬
po 6.® Novelas de exaltación histórica española: El Papa del mar (1925), A los pies de
Venus (1926), En busca del gran Kan (1928) y El caballero de la Virgen (1929).—
Grupo 7.® Novelas de aventuras: El paraíso de las mujeres (1922), La reina Calafla
(1923) y Elfantasma de las alas de oro (1930). En las Obras Completas de Aguilar fi¬
guran dos grupos más —novelas cortas y libros de viajes— y un hipotético tercer
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 651

erada, un conocido médico, el pintor Sorolla, etc.— se convirtió en un


pasatiempo frívolo [...]»(1987, p. 31).

11.2.3- Blasco Ibáñezy la denominada Generación del 98

No es el momento oportuno de incluir opiniones y bibliografía


respecto a la existencia o no del 98 como movimiento generacio¬
nal. Sólo nos limitamos a recoger aquellos estudios que aluden di¬
rectamente a la figura de Blasco como componente de dicha gene¬
ración o como novelista que no participa de sus postulados e
ideario. Baroja declaró siempre la inexistencia de la Generación
del 98, de ahí que afirmara que «una generación que no tiene pun¬
to de vista comunes, ni aspiraciones iguales, ni solidaridad espiri¬
tual, ni siquiera el nexo de la edad, no es generación; por eso la lla¬
mada generación del 98 tiene más carácter de invento que de
hecho real» (1976, V, p. 497). Baroja en Divagaciones apasionadas,
apartado «La supuesta generación de 1898», incluye a Blasco Ibáñez
dentro de esta supuesta generación.14

grupo que podría estar formado por los folletines y narraciones repudiadas por el
autor, aunque a su muerte fueron reimpresas en Madrid y traducidas a varios idio¬
mas. Dicho grupo estaría formado por La araña negra, Romea, el guerrillero, El
conde Garci-Fernández y Fantasías {Obras Completas, 1976,1, p. 13). Sutiles mati-
zaciones inciden también en la clasificación de sus novelas, referidas en esta oca¬
sión a la influencia de diversas corrientes filosóficas, como en el caso de Gonzalo
Sobejano que percibe la influencia de Nietzsche en novelas como El intruso, La bo¬
dega o en Los muertos mandan (1967).
14 Pío Baroja niega la existencia del 98. Para él es sólo un invento de Azorín.
Pese a dichas reticencias la nómina del grupo generacional estaría formada, según
Baroja, de la siguiente forma: -Entre los que comenzábamos por entonces había
hombres de todas las tendencias. Unos, la mayoría, cultivaban lo que se llamaba, y
creo que se sigue llamando, el modernismo; otros se inclinaban a la política o a la
sociología; pero como no había entre nosotros un ideal común, cada uno marchaba
por su lado. Benavente se inspiraba en Shakespeare, en Musset y en los dramatur¬
gos franceses de su tiempo; Valle-Inclán, en Barbey d'Aureville, D'Annunzio y el Ca¬
ballero de Casanova; Unamuno en Carlyle y Kierkegaard; Maeztu, en Nietzsche y
luego en los sociólogos ingleses; Azorín, en Taine, en Flaubert y después en Fran-
cis Jammes; yo dividía mis entusiasmos entre Dickens y Dostoyevski. Respecto a
Blasco Ibáñez, también de nuestro tiempo, a quien no sé por qué no se le ha in¬
cluido en la supuesta generación de 1898, fue un imitador acérrimo de Zola. Por un
capricho de la suerte, o quizá por sus condiciones, Blasco Ibáñez ha sido en el ex¬
tranjero el escritor más representativo de la España actual. A mí, particularmente,
Blasco Ibáñez no me interesa absolutamente nada; pero el hecho de su éxito es in¬
dudable- (1976, V, p. 497).
652 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Existe un mosaico de opiniones acerca de su adscripción o no


pertenencia a la Generación del 98. Para unos es, simplemente, un
escritor realista-naturalista (González Blanco, 1909; Cejador y Frau-
ca, 1918; Entrambasaguas, 1974). Para otros será un escritor con
gran fuerza creadora capaz de adecuar el naturalismo a su peculiar
forma de analizar y ver las cosas, imponiendo en sus novelas un sello
personal (Tovar, 1963; Eoff, 1965; Pérez de la Dehesa, 1969; Pattison,
1965; Ferreras, 1988). Incluso no menos cierto es también las denun¬
cias de tipo social que se perciben en determinados relatos1^ o su ads¬
cripción a unas modalidades novelescas que le aproximan a los
llamados relatos ideológicos y cosmopolitas.16 No faltan opiniones
generalizadas y hasta tópicas que sitúan a Blasco como escritor reza¬
gado del realismo-naturalismo. Planteamiento que requiere matiza-
dones, pues Blasco Ibáñez pese a su deuda con el Naturalismo y su
admiración pública por Víctor Hugo no debe ser considerado como
epígono de dicha escuela, pues adoptó una postura de rebeldía idén¬
tica a los jóvenes del 98. Fue también combatiente político, foribundo
republicano e impulsor en España de la cultura europea finisecular

15 José Carlos Mainer señala el cambio ideológico y el tono distante entre los
escritores pertenecientes al realismo-naturalismo: -A la larga, hubo de surgir, por
tanto, un tono de denuncia entre regionalista y social que cambió el modelo pere-
diano por el modelo de Blasco Ibáñez y que culminó la trayectoria ideológica del
regeneracionismo: piénsese, por ejemplo en los libros castellanos de Julio Senador
o en las novelas de ambiente sevillano de un José Mas- (1981, p. 124).
16 Según el criterio de A. Tovar se perciben diversas modalidades en la forma
de narrar de Blasco Ibáñez, algunas de ellas harto excepcionales por su nula pre¬
sencia en la literatura española: «La verdad es que Blasco Ibáñez, hombre de su
tiempo, novelista que continúa con acento propio la escuela de Pereda, la Pardo
Bazán, Clarín y Galdós, que luego ensaya, parece que con menos fortuna, novelas
ideológicas, y por fin se convierte en un afortunado novelista cosmopolita, el único
que hemos tenido, merece más atención que la que le concedemos- (1963, p. 311).
Veta naturalista que se observa especialmente en las novelas llamadas valencianas o
regionalistas: -[...] En todo caso Blasco continúa cultivando un naturalismo mezclado
con costumbrismo hasta 1902, cuando Cañas y barro marca el punto culminante de
esta tendencia [...]* (Pattison, 1965, p. 169). María José Navarro sintetiza y analiza el
Corpus narrativo de Blasco Ibáñez. El esquema zolesco puesto en práctica en sus
primeras novelas, así como su convivencia con la Generación del 98 y modernistas,
no incidieron de forma absoluta en su forma de pensar y narrar: *(...) Blasco fue atra¬
vesando todas las etapas de la vida literaria del país sin ser asimilado por ningún
programa común, pero compartiendo inclinaciones y preocupaciones, e incluso la
ideología combativa de sus compañeros de generación en aquellos años de la histo¬
ria de España que vivieron, al unísono, comprometiéndose ideológicamente y algu¬
no de ellos incluso con una decidida militancia política, más tarde abandonada-
(1994, p. 65).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 653

merced a las publicaciones y traducciones llevadas a cabo por la edi¬


torial Prometeo (Sobejano, 1967, pp. 430-438).
Si el círculo correspondiente a la llamada Generación del 98
hubiera sido más expansivo en lugar de ser restrictivo «hubiesen
cabido en él otros escritores valiosos y muy valiosos, entre ellos al¬
gunos novelistas del naturalismo y, en primer término, Vicente
Blasco Ibáñez» (Espina, 1968, p. 36). La no adscripción de Blasco a
dicha generación ha ocupado la atención de la crítica.1 De igual
forma para un determinado sector tanto la actitud política e ideoló¬
gica como su perspectiva histórica harían posible la inclusión de
Blasco en la llamada Generación del 98.18 Según Blanco Aguina-
ga, Blasco Ibáñez es, por un lado, contemporáneo de Unamuno,
Azorín y Baroja, y, por otro, «participa con ellos una y otra vez en
las empresas de toma de postura generacional» (1986, p. 53). Es
evidente que el puntual análisis de ciertos comportamientos de
Blasco Ibáñez, como el realizado por Blanco Aguinaga19 revela una

1 Salinas en El concepto de Generación aplicado a la del 98, Madrid, Alianza


Editorial, 1970, descarta a Blasco Ibáñez como miembro de la Generación del 98. Un
sector de la crítica, como en el estudio de Eugenio G. de Nora, La novela española
contemporánea (1898-1927), Madrid, Gredos, 1970,1, pp. 343-344, no alude direc¬
tamente a su no pertenencia a dicha generación, aunque sí indirectamente al incluír¬
sele como epígono del realismo-naturalismo.
18 Los puntos de contacto entre el propio Blasco y la Generación del 98 está
condicionado por su carácter inconformista y visión social del momento histórico
que le correspondió vivir en su juventud:«[...] si Blasco Ibáñez ha sido apartado de
la generación del 98 tal vez ello se deba en gran parte a que así convenía para po¬
der seguir escondiendo las relaciones históricas que aquí venimos estudiando. Por¬
que el hecho es que Blasco Ibáñez, como otros del 98, entendió críticamente la his¬
toria social de España y sobre ello escribió en su juventud con no poca conversión
y energía. Y no sólo —ni principalmente— al nivel de sus novelas “costumbristas”,
sino un interesantísimo ciclo de novelas “sociales” a las que la crítica se refiere siem¬
pre de pasada entre las páginas que comentan sus primeras obras. Se trata de cua¬
tro novelas escritas por los mismos años que La lucha por la vida de Baroja, duran¬
te la que Blasco llamaba su “segunda época”: La catedral(1903), El intruso (1904),
La bodega (1904-1905) y La horda (1905)- (Blanco Aguinaga, 1986, pp. 53-54).
19 El enfoque histórico-social realizado por Blanco Aguinaga no es compartido
por Richard A. Cardwell (1987, p. 312), pues basa la inclusión de Blasco en la Gene¬
ración del 98 a partir de las novelas de la segunda época, dejando fuera las llamadas
novelas valencianas. Carwell no sólo analiza desde otra perspectiva la conexión de
Blasco Ibáñez con los componentes del 98, sino que difiere de los planteamientos re¬
alizados por el mencionado crítico: -Es decir, Blanco Aguinaga es correcto cuando re¬
laciona a Blasco con dicha generación aunque excluye de su examen las novelas va¬
lencianas. Pero su planteamiento socio-político y el de la Historia IHistoria social de
la Literatura Española (en lengua castellana Coordinador Julio Rodríguez Puértolas,
Madrid, Castalia, 1978] son erróneos, porque debajo de la aparente afición por
654 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

honda preocupación por los conflictos sociales. Actitud que se apre¬


cia también en las interpretaciones críticas realizadas en estas últi¬
mas décadas, percibiéndose en dichas críticas la importancia que
el novelista concedía a los problemas de España.20
Es evidente que para la crítica actual el caso de Blasco Ibáñez
no presenta un planteamiento simplista, sino complejo y merece¬
dor de excelentes estudios. J. Oleza percibe diversos matices en el
Corpus narrativo de su obra y en su ideología, enraizados en un es¬
pecífico contexto histórico y en un determinado núcleo social.21
Para Oleza, el planteamiento estético de Blasco Ibáñez está más
próximo al realismo que muere que del noventayochismo que na-

cuestiones radicales se notarán otras preocupaciones que compartió Blasco Ibáñez


con la gente del 98, preocupaciones espirituales y metafísicas que representan la ge-
nuina base sobre la cual debemos juzgar a Blasco y su generación- (1987, p. 316). Pa¬
ra Cardwell las concomitancias entre Blasco, Unamuno, Ganivet, Azorín, entre otros,
vienen dadas por la visión que de la ciudad tenían, pues la civilización, la gran ciudad
era capaz de aniquilar los espíritus de las personas y de reducir sus vidas a una miseria
total. La esclavitud del asalariado y la visión del campesino como persona desarraiga¬
da de su herencia cultural y tradicional serán también aspectos tratados tanto por Blas¬
co como por los escritores anteriormente mencionados (1987, p. 332).
20 Se trata, por ejemplo, de la trama social de los relatos de Blasco Ibáñez —co¬
mo en el caso de Arroz y tartana—, de la propia realidad histórica como eje verte-
brador de su producción novelesca: -Era una realidad social que sólo —y nada me¬
nos— cuarenta años atrás la revolución burguesa había transformado: una multitud
de pequeños grupos urbanos seguían reflejando una Valencia nueva, por supuesto,
pero incrustada de viejas supervivencias en extinción. Esa Valencia de finales de los
ochenta del Ochocientos español había conocido, coparticipado e incluso protago¬
nizado junto con Alcoy los inicios del movimiento obrero español. [...] Y en verdad
compleja era la lectura que de esa trama social ofrecía un cronista esforzado sobre
todo en reflejar con minuciosidad la perentoria inmediatez de una realidad urbana
mediatizada por su compromiso literario, político, vivencial... desde dentro y sincro¬
nizado con esa realidad. Pero sin pretensiones de sociólogo, con una óptica condi¬
cionada tanto por su procedencia social como por la de sus lectores: la pequeña bur¬
guesía radical y sectores del obrerismo republicano- (Sebastiá, 1986, p. 61).
21 La disección que J. Oleza realiza sobre la obra de Blasco Ibáñez sintetiza las
diversas etapas que en él concurren: -La primera sería la correcta ubicación de su
novelística entre las hipótesis de un naturalismo rezagado o de un noventayochis¬
mo atípico [...] La segunda, la delimitación del gesto ideológico que esta obra reali¬
za en la España convulsa de 1880 a 1930. La tercera, que afecta muy especialmente
a la historia interna del País Valenciano, tendría que abordar, como ya se está ha¬
ciendo en los trabajos de A. Cucó, E. Sebastiá, L. Agulló, R. Reig, etc., el papel his¬
tórico del blasquismo y la realización específica de Blasco en la Renaixenya Valen¬
ciana y las posibilidades del proceso de concienciación nacionalitaria a principios
de siglo- (1981, p. 2). De igual forma Blasco Ibáñez utiliza la fórmula naturalista co¬
mo instrumento de combate ideológico (Oleza, 1981, p. 2).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 655

ce, pero «no es menos cierto que los hombres del 98, en esta épo¬
ca [1894-19051, aún no han elaborado y puesto en práctica la esté¬
tica que ha pasado a la historia como noventayochista» (1981, p. 2).
Es evidente, pues, la manifiesta preocupación por parte de Blasco
Ibáñez de los problemas que acucian a España. Preocupación y
análisis de una realidad que supone una ruptura con los tópicos
casticistas de la “inteligencia” restauracionista» (Oleza, 1981, p. 2).

11.2.4. Corpus narrativo

V. Blasco Ibáñez no es hoy en día un autor estudiado. Esporá¬


dicos análisis sobre sus novelas dispersos por la prensa española y,
en menor medida, extranjera, dan a entender la casi nula vigencia
de sus novelas en la época presente. No es, ni será, el primer nove¬
lista que tras un prolongado silencio emerja con pujanza y recobre
el éxito perdido. Es evidente, también, la presencia de monografías
y estudios que intentan reivindicar el buen quehacer literario de
Blasco, aunque la mayoría de ellos insisten en los relatos que confi¬
guran su primer ciclo literario, el denominado novelas valencianas.
La barraca y Cañas y barro son consideradas tempranamente
como lo mejor de su producción novelesca. Sin ningún tipo de em¬
palago se las juzga como las obras maestras de Blasco (Andrenio,
1926, p. 258). Desde múltiples perspectivas se ha abordado su primer
relato, como en el caso del peculiar cromatismo utilizado por Blasco
en su novela o las imágenes referidas a los animales (Chamberlin,
1968, pp. 23-36). Las estructuras de La barraca analizadas desde una
perspectiva totémica, basada en una naturaleza animal y concebida
ya en la mitología como emblema protector del individuo se encuen¬
tra en el estudio de Fox (1992, pp. 275-280). La tendencia a imitar o
mantener formas de vida, costumbres, usos y hábitos arcaicos consti¬
tuyen también materia digna de atención (Gámez, 1975, pp. 221-224).
La crítica en estas últimas décadas ha destacado el compromi¬
so republicano de Blasco en la composición de las novelas valen¬
cianas (Sebastiá, 1966; León Roca, 1967a; Betoret, 1969), así como
la incidencia de un costumbrismo en dicho Corpus novelístico que
revela un perfecto conocimiento de la sociedad rural valenciana22

11 En este sentido cabe señalar el trabajo debido a E. Betoret París (1958). Las
costumbres de Valencia y la relación de las mismas con otras comunidades de
65 6 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

engarzado en la España de la Restauración (Cardwell, 1973; 1987).


Blasco Ibáñez construye un universo novelesco basado en el rigor
histórico.23 No fantasea la realidad y sí, por el contrario, analiza con
la mayor objetividad posible las condiciones sociales de Valencia en
la época de la Restauración y la Regencia. Como bien señala la crítica
en estas últimas décadas el ciclo de las novelas ambientadas en dicho
contexto geográfico y social —Arroz y tartana, Flor de Mayo, La ba¬
rraca, Cañas y barro y Entre naranjos— constituye un documento
sociológico de primera mano, insustituible y único en la literatura es¬
pañola para el conocimiento de las estructuras sociales de Valencia
en la época de la Restauración (Sebastiá, 1966). La barraca es califi¬
cada por Gaseó Contell como la obra maestra del autor, -transida de
“preocupación española” por los problemas sociales del agro valen¬
ciano» (1957, p. 75). El proceso de gestación de La barraca, así como
las fuentes de la misma han sido aspectos analizados por la crítica.24
Es evidente que esta novela es juzgada con no poca frecuencia en re¬
lación con el resto de sus relatos que configuran el grupo denomina¬
do novelas valencianas. En unas ocasiones desde el punto de vista
del paisaje, de la naturaleza como factor determinante en sus rela¬
tos de esta primera época (Lezcano, 1983, pp. 317-318); en otras
desde una óptica ideológica, social, enraizada en unos momentos
de fiebre y violencia (Merimée, 1922, pp. 38-40).

España permiten al autor contrastar las diversas actitudes y usos de la sociedad es¬
pañola. Costumbres ancestrales relacionadas con la religión, agricultura y estaciones
del año son aspectos analizados, igualmente, por Betoret. Curiosas son las costum¬
bres familiares o las relacionadas con los matrimonios y noviazgos. La monografía de
dicho autor ofrece un completo material en el apartado Bibliografía, incluyéndose
en él apartados relacionados con la publicación de sus obras, cuentos y novelas cor¬
tas, viajes, historia, política y crítica, obras repudiadas y producción teatral.
23 José Domingo sintetiza la fidelidad social e histórica realizada por Blasco
en sus novelas valencianas: -Así, desde el vivido y pintoresco cuadro que nos
traza en Arroz y tartana del nacimiento de la burguesía valenciana, pasando por
los diversos grados del proletariado —el marinero del Grao en Flor de Mayo¡ el
de los arrendatarios de la huerta y sus conflictos con los terratenientes en La ba¬
rraca y el del mísero subproletariado de las riberas de la Albufera en Cañas y
barro—, llega en su última novela de este ciclo, Entre naranjos, a pergeñar un
atinado estudio, del mayor valor socio-económico, sobre el caciquismo que ha¬
cía germinar en la ubérrima zona de la Ribera la incipiente riqueza de los naran¬
jales- (1968, p. 6).
■1 El germen de La barraca se encuentra en un cuento que escribió en una
época de persecución. Más tarde le dio la forma definitiva y compuso la novela
(Gaseó Contell, 1957, pp. 76-77). Proceso de composición o redacción analizado,
igualmente, por León Roca (1976, pp. 1-22).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 657

Melchor Fernández Almagro considera el ciclo de novelas re¬


gionales como el más genuino, el más auténtico, capaz de situar a
Blasco Ibáñez en los puestos más relevantes de la novela españo¬
la (1946, p. 1). Para Fernández Almagro, Blasco Ibáñez se erige con
el cetro de la novela pese a vivir los maestros del género.25 De forma
embrionaria se percibe también a finales del siglo xix la aparición de
una nueva generación en la que el novelista sirve de enlace o puen¬
te entre los escritores realistas-naturalistas y los del 98, pues parti¬
cipa de las tendencias e ideario de ambas generaciones.26 Déca¬
das más tarde la crítica incidirá de nuevo en la calidad literaria de
las mismas, en los logros alcanzados por Blasco en su primera
etapa como narrador no superado en su época posterior (Conte,
1967, p. 519).
En lo concerniente a Cañas y barro la crítica ha incidido en as¬
pectos puntuales, describiéndola como prototipo de la novela natu¬
ralista (Sackett, 1977, pp. 103-111) o en función de determinados
personajes de la novela. Así el estudio de Anderson (1990, pp. 125-
13D dedicado al tío Paloma, el viejo pescador que ve como su hijo
se desvía de la tradición familiar, o el peculiar comportamiento api¬
carado de Sangonereta (Anderson, 1990, pp. 77-87). El simbolismo

25 Gracias a la traducción de La barraca al francés por Georges Hérelle, el


público galo conoció y admiró profundamente a Blasco Ibáñez. Jean Vaissiére
(1974, pp. 335-352) analiza todo el proceso que provocó el éxito del novelista en
Francia y corrobora tales asertos con las opiniones vertidas por la prensa francesa
en el momento de aparición de La barraca con el título Terres maudites. Por
ejemplo, Le Journal escribe lo siguiente: -M. Hérelle, l’éminent traducteur de d’An-
nunzio, révéle aujourd'hui au public franjáis les beautés sauvages d’un chef-d’o-
euvre espagnol: Terres maudites, par Blasco-Ibáñez [...] Les scénes pittoresques et
les tableaux dramatiques alternent dans ce román si varié, et le lecteur captivé vit
vraiment au milieu de ces hommes du pays de Valence, aux moeurs rudes, aux
passions violentes, aux vangeances terribles- (7 de febrero de 1902). En
idénticos términos se muestra Le Fígaro, la Revue Bibliographique Berge, La Peti-
te Republique y Le Temps, pues elogian La barraca por su fuerza, colorido y tem¬
ple. Con razón afirma Vaissiére que su primer traductor había difundido no sólo
su obra en Europa, sino también en los Estados Unidos, el principal mercado edi¬
torial de sus novelas: -Les tirage atteints par ce dernier román (fin 1924 plus de
deux millions d'exemplaires vendus rien qu’aux États-Units, dans la traduction an-
glaise. Mais, bien avant sa consécration mondial, l auteur de La barraca avait ac-
quis sa réputation européenne, en bonne part gráce á son traducteur spontané: G.
Hérelle- (1974, pp. 347-348).
26 Blasco Ibáñez es para Fernández Almagro un escritor que no sólo revitaliza
en los albores del siglo las novela naturalista española, sino también partícipe de una
generación, la del 98, por méritos propios (1946, p. 1).
658 PANORAMA CRÍTICO DF. LA NOVF.LA REALISTA-NATURALISTA

y el naturalismo como componentes esenciales de la obra de Blas¬


co han sido estudiados recientemente desde una óptica monográfi¬
ca, referida a Cañas y barro (Sackett, 1977, pp. 103-111) o desde
una visión global, incidiendo en el ciclo compuesto por los cinco
relatos que configuran el grupo de novelas valencianas, como en el
caso de Peyrégne y Villapadierna.2 Entre naranjos,1* relato inclui¬
do en el ciclo de las novelas valencianas, es considerado en fecha
temprana como una proyección de su propia biografía,29 pues se
intercalan experiencias y retazos de su vida (Zamacois, 1910). Entre
naranjos ha sido también considerada como novela fundamen¬
talmente erótica, al igual que La reina Calafia, que marca dentro de
las novelas valencianas «unas características intelectuales que no es¬
tán en las otras» (Entrambasaguas, 1974, II, p. 72). Novela cuyas es¬
tructuras han sido delimitadas y engarzadas desde una perspectiva
intimista y enraizada en un contexto social concreto y específico
(Mas y Mateu, 1997, p. 55). Como señala Pitollet (1921, p. 19, pás-
sim), que recoge el sensualismo dannunziano y lo proyecta a través
de una relación amorosa, las novelas del ciclo valenciano aparecen
ante los ojos del lector como un mosaico costumbrista y social del
que penden reivindicaciones y presiones ambientales fácilmente

27 F,1 análisis del ciclo valenciano parte de una premisa que determina el destino
de los personajes de Blasco: «En cada una de las cinco novelas el destino individual de
los protagonistas se encuentra inferido, determinado o enfrentado con microcosmos
geográficos o socioeconómicos distintos: el del pequeño comercio de la capital en
Arroz y tartana, el de los pescadores del Cabañal en Flor de Mayo, el de los huertanos
de la Alboraya en La barraca, el de la burguesía terrateniente de Alcira en Futre na¬
ranjos y el de los seres anfibios que pueblan los pantanos de la albufera en Cañas y
barro-(1988, pp. 563-564).
28 L. López Jiménez tras analizar las opiniones vertidas por Juan Valera sobre
el naturalismo en la Revista de España (10 de abril de 1887) alude a las posibles
fuentes de Entre naranjos: -Juzgar que había agotado la materia con lo dicho de
Germinal (1885) es una ligereza más de Valera. Zola llevaba entonces escritas ya
trece novelas de la serie Rougon Macquart, que merecían un análisis crítico al hacer
el proceso del Naturalismo. Al menos, de La Carée, de donde muy posiblemente
arranca el tema novelístico del influjo de las plantas en la exaltación del instinto se¬
xual, que ha de llegar a Entre naranjos-(1977, p. 214).
29 Sería, por ejemplo, el episodio que Zamacois recoge del propio Blasco y
que ha sido reproducido en épocas posteriores por la crítica para corroborar esta
presencia del elemento biográfico en Entre naranjos. Gaseó Contell lo incluye en
su monografía: -Blasco Ibáñez había conocido en uno de sus viajes a cierta artista
rusa, cantante de ópera, mujer extraordinaria, hermosa, fuerte, sádica, que recorría
el mundo llevando consigo a una pobre muchacha a quien en sus frecuentes arre¬
batos de malhumor azotaba cruelmente- (1957, pp. 79-80).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 659

identificables con el contexto geográfico descrito (Smith, 1970, pp.


55-56; Iglesias, 1985, pp. 55-67; León Roca, 1986, pp. 35-44). Nove¬
las que intentan aproximar al lector a una realidad concreta y espe¬
cífica. Todo ello a través del estudio e investigación, pues como
bien señala Gómez-Ferrer, Arroz y tartana, supone un «verdadero
archivo histórico- (1984, p. 406). La Valencia de la Restauración apa¬
rece perfectamente determinada en los estudios de Gómez-Ferrer
(1984, 1987), pues Blasco no sólo conjuga y armoniza su propia ex¬
periencia personal en las novelas de este ciclo, sino que también
procura, mediante la captación de la realidad social valenciana,
ofrecer un relato cuyas estructuras obedecen a dicha realidad so¬
cial.30 Arroz y tartana aborda un aspecto esencial: «la deserción de
la pequeña burguesía, hecho que para él ha sido fundamental en la
evolución política de la Valencia de la Restauración» (Gómez-Ferrer,
1984, p. 412). Gracias al análisis de la extracción social que se per¬
cibe en dicha novela, el lector puede conocer desde una triple ver¬
tiente la configuración de una familia valenciana en su vivir cotidia¬
no, mediatizada a través de esa múltiple visión: la preindustrial, el
pequeño comercio y profesiones liberales (Gómez-Ferrer, 1984).
El grupo de las llamadas novelas tendenciosas o sociales, tal
como el propio Blasco definió en su carta a J. Cejador y Frauca31 o

30 Es patente la incidencia del mundo social y político en el Corpus narrati¬


vo de Blasco. Desde una perspectiva histórica la analiza también Aguirre Sirera,
al señalar que en -Arroz y tartana se refleja, genialmente, la Valencia de la
Restauración, de una gran exuberancia burguesa, pero paradójicamente, despro¬
vista de industria. Una burguesía sin proletariado, burguesía agrícola, librecam¬
bista, y auténtico grupo de presión» (1980, p. 115). Para un estudio histórico de
lo descrito por Blasco Ibáñez cfr. los siguientes estudios: Historia de! País Valen¬
ciano. Dirigida por P. Ruiz Torres, Barcelona, Planeta, 1981; C. Ródenas, Banca i
industrializado. El cas valencia IH40-IHHO, Valencia, Eliseu Climent, 1978; E.
Giralt, -Problemas históricos sobre la industrialización valenciana», en Dos estu¬
dios sobre el País Valenciano, Valencia, Alindín, 1978, p. 73 y ss.; T. Carpí, la economía
valenciana: modelos de interpretación, Valencia, Fernando Torres, 1976; T. Simó, Va¬
lencia, centro histórico, guia urbana y de arquitectura. Valencia, Instituto Alfonso el
Magnánimo, 1983; Juli Just (1929) y Sebastiá (1986, pp. 15-36).
31 La carta, reproducida en varios estudios —en el nuestro citamos por las
Obras Completas—, dice al respecto lo siguiente: -Mi segunda época es la de la no¬
vela que podemos llamar social o, mejor, de tendencia: La catedral, El intruso, La
bodega. La horda, etc. [...1 Únicamente haré constar que todo eso lo escribí con sin¬
ceridad y entusiasmo. Acabábamos de sufrir nuestra catástrofe colonial; España es¬
taba en una situación vergonzosa, y yo ataqué rudamente, pintando algunas mani¬
festaciones de la vida soñolienta de nuestro país, imaginando que esto podía servir
de reactivo» (1976,1, p. 18).
66o PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

de «marcado sabor polémico de proselitismo político, social, reli¬


gioso» (Andrenio, 1926, p. 259) exploran la condición social in¬
frahumana y actúan como una nueva forma de entender y analizar
la historia de España a finales del siglo xix: «[...] Habrá que esperar
a fin de siglo y a los noventayochistas para ensanchar y profundi¬
zar el mundo obrero y del hampa, y las tendencias sociales entre
los de abajo y los de arriba: Alejandro Sawa, Felipe Trigo, José Or¬
tega Munilla, Blasco Ibáñez, Baroja y Valle-Inclán, serán los mejo¬
res exponentes (Zavala, 1971, p. 165). La catedral (1903) inicia di¬
cho periodo novelesco y, al igual que Galdós en su novela Ángel
Guerra, Blasco Ibáñez articula su talante ideológico con la ciudad
de Toledo, con su Iglesia Primada como telón de fondo y como tes¬
tigo mudo de un relato anticlerical. Gracias al proceso evolutivo de
su protagonista el lector puede conocer las propias lecturas que
Blasco realizó en su momento: «El protagonista, Gabriel Luna, un
anarquista teórico, rebelde y ateo, expresa muchas ideas del pro¬
pio Blasco. Ofrece interés, a este respecto, la transformación de
Gabriel de seminarista en revolucionario por cuanto nos da un ín¬
dice de posibles lecturas del propio novelista: Schopenhauer, Dar-
win, Büchner, Haeckel, Proudhon, Reclus, Kropotkin, Bakunin»
(Baquero, 1969, V, p. 133).
Las novelas sociales condensan un proceso y momento históri¬
co concreto. Blanco Aguinaga32 incide en este preciso enunciado
como único eje que vertebra la realidad española de la segunda
mitad del siglo xix (1986, p. 6l). Para el citado crítico el ciclo de las
novelas sociales describe la opresión de la sociedad española me¬
diatizada por formas distintas de ejercer la presión y situadas en

32 Blanco Aguinaga investiga las posibles concomitancias existentes entre la


trilogía barojiana de La lucha por la vida y La horda. Imitación, copia, influencia por
parte de Blasco en su mencionada novela fue en su día objeto de estudio. Blanco
Aguinaga analiza puntualmente esta casi inexistente relación: ■(...] Por lo demás hay
diferencias notables entre las dos obras. Así, el personaje principal de La horda no
es como el de la trilogía de Baroja, un golfo que se hace obrero, sino un intelectual
de origen proletario que a pesar de sus ideas vagamente revolucionarias prostituye
su talento y acaba, tras una temporada de bohemia, en la más abyecta miseria; pa¬
rece dominar en La horda una mayor esperanza que en La lucha por la vida (...) A
pesar de estas y otras diferencias de detalle podría de todos modos creerse que
Blasco Ibáñez recibió de Baroja la inspiración para su novela si no fuera porque La
horda es su última novela de un ciclo bien pensado que se inicia en La catedral en
1903, es decir, coincidiendo con el anuncio de publicación (o de preparación) de la
primera parte de La lucha por la vida- (1986, pp. 60-61). Relación o posibles conco¬
mitancias también analizadas por Hermosilla Alvarez (1986, pp. 157-180).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 661

torno a la Corona: la Iglesia, el Ejército y el Capital: «Por ser España


lo que ha sido históricamente, en las dos primeras novelas, La Ca¬
tedral y El intruso, la Iglesia —tradicionalista y adormilada en To¬
ledo, inteligente y moderna en Bilbao— aparece como la principal
opresora. En La bodega la Iglesia es apenas uno de los factores ob¬
jetivos de la opresión. Y en La horda —bajo mundo de la busca, la
bohemia y el proletariado— aunque la Iglesia domina la ciudad
con su presencia, no aparece en la trama —no se le ve— como
enemigo de primera importancia» (Blanco, 1986, p. 6l).
La catedral fue juzgada tempranamente como novela ten¬
denciosa, inmersa en un polémico proselitismo político, social y
religioso. Novela cuyo carácter laico o laicista preside el relato.
Así L. Maury desde las páginas de la Revue Bleue destaca el ca¬
rácter profano de la novela (1907, pp. 95-102). En fechas más
próximas la religiosidad laica del protagonista33 de La catedral
—Gabriel Luna— ha sido analizada desde nuevas ópticas y en
relación con relatos de la época (Miranda, 1982, pp. 59-60; Faria,
1982, pp. 23-32). Novela que utiliza y desarrolla el código del
honor de forma peculiar en el sentir de W. Rubín (1987, p. 192,
pássim).
En las llamadas novelas sociales o novelas de las ciudades, se¬
gún la denominación de Andrenio (1926, p. 258) se percibe una
nueva modalidad narrativa en el quehacer literario de Blasco Ibá-
ñez. La novela urbana considerada como novela clave supone un
cambio de rumbo en sus novelas: «A partir de 1903, Blasco ensaya
un nuevo camino, iniciado con La Catedral y seguido por La bode¬
ga (1904), La horda (905) y La maja desnuda (1906). Este es el iti¬
nerario anterior a la composición de La voluntad de vivir. El autor
ha abandonado los ambientes rurales valencianos para iniciar una
novela urbana, que se localiza, en los títulos citados, en Jerez, To-

33 S. Miranda introduce matizaciones al respecto que difieren de lo emitido


por la crítica: •[...] se nos antoja, más que una contrafigura. Blasco Ibáñez aspiró
con su Gabriel Luna a dar una alternativa del misticismo católico. La vida de su
atrayente personaje bien puede pasar por ser una versión secularizada de Naza-
rín o una réplica de Ángel Guerra como lo fuera el barojiano Fernando Ossorio
de Camino de perfección. La andadura del antiguo seminarista se consumió toda
en la entrega a la noble causa de la utopía de un paraíso terrenal. En dicho per¬
sonaje, que nosotros, de manera opuesta a la generalidad de los críticos, consi¬
deramos modestamente como uno de los mejores delineados por la febril pluma
de Blasco Ibáñez, pretendió censurar el núcleo del planteamiento religioso de la
acracia- (1982, pp. 59-60).
662 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

ledo y Madrid. Y muchos lectores comienzan a ver en estos relatos


verdaderos “romans á clef’ cuyos personajes corresponden a indi¬
viduos reales de la ciudad en que se desarrolla la acción» (Senahre,
1987, p. 31). Ciclo que debía cerrarse con la publicación de su
novela La voluntad de vivir, cuya edición, anunciada para el año
1907, no se llevó a cabo hasta sesenta años más tarde.34
Las llamadas novelas arqueológicas—Sónnica la Cortesana—
o cosmopolitas —Mare Nostrum— obedecen a hechos o circuns¬
tancias bien concretas. Así Sónnica la Cortesana se publica en un
momento de gran revitalización de la novela histórica, al igual que
otros escritores nacidos en la misma época (G. Gullón, 1992, pp.
93-94), influenciados por el éxito de Quo Vadis, de H. Sienkie-
wicz, o de Afrodita, de P. Louys. Cabe pensar que Blasco quedó
impresionado también por la lectura de Salambó, de Flaubert, y
decidiera escribir una novela arqueológica «que le permitiera
ahondar en el más viejo pasado de su tierra; y así lo hizo docu-

34 El testimonio de Libertad Blasco-Ibáñez, hija del novelista, explica las causas


que motivaron la no publicación de La voluntad de vivir. Repudio que guarda estre¬
cha relación con las novelas La horda, La maja desnuda, leídas e interpretadas como
novelas clave: «El público quiso ver en esta obra [La horda] a varios personajes del
Madrid bohemio de entonces. No podemos negar que Blasco Ibáñez, al dar vida a su
protagonista, “Isidro Maltrana”, se inspiró en un conocido escritor de la época; su
nombre: Rafael Urbano [...] Al publicar Blasco Ibáñez, en 1906, su novela La maja
desnuda, sus lectores que ya conocían la personalidad de “Isidro Maltrana”, adivina¬
ron en los personajes de esta obra a gentes de la buena sociedad madrileña. Una se¬
ñora de la aristocracia que ostentaba un título nobiliario y cuya reputación andaba en
lenguas, se creyó ver retratada en la “Conchita Alberca”, sucediendo lo mismo con
un conocido y arrogante médico madrileño. El protagonista de La maja desnuda, el
pintor “Renovales”, es en realidad una mezcla de las vidas de dos grandes y frater¬
nales amigos de Blasco: el pintor Joaquín Sorolla y el escultor Mariano Benlliure [...]
En el año 1907 se anunciaba, en toda la prensa de Madrid y en las librerías de toda
España, la nueva novela de Blasco Ibáñez, titulada La voluntad de vivir. F.I público,
dispuesto a ver en todos los personajes de Blasco seres reales, esperaba impaciente
su publicación- (Obras Completas, 1977, IV, pp. 693-694). Blasco Ibáñez acostum¬
braba, antes de dar al público sus novelas, dar las primicias de las mismas a sus alle¬
gados, para que dieran su opinión. Todos sus amigos —Benlliure, Morote, Sorolla,
Canalejas, Amalio Gimeno, entre otros— identificaron al protagonista con Enrique
Valdivieso, afamado médico e íntimo amigo de Blasco. Pese a no coincidir con tales
argumentaciones, el novelista retiró su obra, mandó quemar la edición entera y se¬
ñaló que se publicara a los diez años de su muerte. Según el testimonio de Libertad
Blasco-Ibáñez, la novela no pudo publicarse hasta el año 1953 (Obras Completas.
1977, IV, p. 695). El caso de Blasco Ibáñez —ofrecer los originales de una novela a
un selecto núcleo de amigos a fin de conocer su reacción crítica— no es un caso
singular pues se da también en autores pertenecientes a diversas épocas históricas
y literarias (Senabre, 1986, pp. 27-46).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 663

mentándose principalmente en el poema de Silvio Itálico sobre


la segunda guerra púnica» (Gaseó, 1957, p. 80). Por el contrario
Mare Nostrum obedece a un hecho histórico concreto, de ahí su
adscripción a un ciclo narrativo cuyo eje vital es la Primera Gue¬
rra Mundial. El talante ideológico de Blasco, su postura ante el
conflicto, los retazos biográficos que subyacen en su obra y
el análisis de la obra misma han sido motivo de atento estudio
por parte de la crítica reciente (Navarro, 1994). El ciclo corres¬
pondiente a las novelas históricas, especialmente El Papa del
Mar y A los pies de Venus, novelas que en realidad forman un
todo unitario, han sido analizadas desde múltiples ópticas, figu¬
rando en un lugar prioritario los aspectos relacionados con la
técnica narrativa, temas y la configuración del espacio y el tiem¬
po en las propias estructuras novelescas (Cortina, 1973).
Cabe señalar, finalmente, diversos aspectos tratados por la
crítica que inciden de forma puntual en aspectos muy concretos,
como la influencia del Impresionismo en Flor de Mayo o su co¬
nexión con la pintura de Sorolla (Gerli, 1986, pp. 155-166). Es¬
cuela pictórica que también incidiría en otras novelas, como en
el caso de La sirena negra o La barraca (Jongh, 1994, pp. 29-42).
La raíz zolesca de sus novelas ha sido, igualmente, determinante
en las investigaciones realizadas en estas últimas décadas (Vays-
siere, 1973, pp. 259-274; López Jiménez, 1977, p. 15; Esteban,
1979-1980, pp. 87-100; Serrano, 1988, pp. 572-582). Las peculia¬
ridades étnicas de los valencianos así como las características
peculiares de sus hábitos o costumbres fueron objeto en su día
de punturales análisis (Gómez Martí, 1931). Peculiaridades que
no sólo se explican por sus usos o formas de entender la vida, sino
también por la forma de proyectarlas a través del lenguaje. El
análisis de los préstamos y variantes idiomáticas, así como la
adecuación del lenguaje a la propia condición del personaje
novelesco han sido aspectos analizados en época reciente en
función de sus novelas El intruso y La bodega (Muñoz Cortés,
1985, pp. 215-224; 1987, pp. 1299-1314). Incluso su talante abier¬
tamente aliodófilo, en contradicción clara al sector germanófilo,
ha motivado el estudio de novelas pertenecientes a ciclo deno¬
minado cosmopolitas, como en el caso de Los cuatro jinetes del
Apocalipsis iWedel, 1993, pp. 57-62). Faltan, en definitiva, aspec¬
tos puntuales de su obra en este mosaico de juicios y opiniones,
especialmente ediciones críticas y epistolarios. El análisis de su
664 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

ideario estético, así como del material disperso en prólogos y pe¬


riódicos de la época ayudarían, igualmente, a formar una com¬
pleta visión de su vida y obra.

11.2.5. Noticia bibliográfica

Ediciones

Obras Completas, Valencia, Editorial Prometeo, 1923-1934, 40 vols.


Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1946, 3 vols.
Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1976 [octava edición-tercera reimpresión],
6 vols.
La araña negra. Notóla ilustradaporEusebio Planas, Barcelona, 1892.
La araña negra, Barcelona, A.T.E., 1975, 2 vols.
Arroz y tartana. Novela, Valencia, Editorial Prometeo (Imprenta -El Pueblo»),
1902, 1925,1941.
Arroz y tartana. Adaptación, Madrid, «La Novela Corta», 29 de junio de 1918.
Arroz y tartana, Barcelona, Planeta, 1958.
Arroz y tartana, Barcelona, Plaza yjanés, 1987 (3* ed. 19951.
Arroz y tartana, Valencia, Vicent García Editores, 1995.
Flor de mayo, Valencia, Biblioteca de «El Pueblo», 1895.
Flor de mayo, Barcelona, Plaza yjanés, 1987 [2.* ed. 1991].
La barraca. Novela, Madrid, Librería Femando Fe, 1889.
La barraca, Valencia, Librería de Francisco Sempere (Imprenta de Enrique
Mirabet). Ilustraciones de A. Fillol, 1901.
La barraca, Valencia, Francisco Sempere y Cía., Editores. Prometeo (Impren¬
ta «El Pueblo»), s. a. (Dicha edición corresponde al año 1912. En la edi¬
ción de 1928 se especifica el número de ejemplares vendidos. En el año
1929 la Editorial Prometeo publica una edición con ilustraciones debidas
a José Benlliure].
La barraca, Barcelona, Círculo de Lectores, 1976.
La barraca, Barcelona, Plaza yjanés, 1991 (5.3 ed. 1994],
La barraca. Ed. de José Mas y M.3 Teresa Mateu, Madrid, Cátedra, 1998.
Entre naranjos. Novela, Valencia, Imprenta de Pascual Sancho, 1900.
Entre naranjos, Valencia, Editorial Sempere (Imprenta de «El Pueblo»), 1901.
Entre naranjos, Madrid, La Novela Ilustrada, s. a. (19061.
Entre naranjos. Edición de Emtrambasaguas, en Las mejores novelas contem¬
poráneas, Barcelona, Planeta, 1958, II, pp. 81-338.
Entre naranjos, en Las mejores novelas contemporáneas. Selección y estudio
de Joaquín Entrambasuaguas. Con la colaboración de Pilar Palomo, Bar¬
celona, 1974, III, pp. 1-340.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 665

Entre naranjos, Barcelona, Círculo de Lectores, 1976.


Entre naranjos, Barcelona, Plaza y Janés, 1988 [3.a ed. 1994].
Entre naranjos. Edición de José Mas y M.a Teresa Mateu, Madrid, Cátedra,
1997.
Sónnica la cortesana. Novela, Valencia, Editorial Sempere y Cía., 1901.
Sónnica la cortesana. Ilustraciones de José Pedraza, Madrid, «La Novela
Ilustrada-, 1902.
Sónnica la cortesana, Barcelona, Plaza yjanés, 1989 [2.a ed. 1991].
Cañas y barro. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía., 1902.
Cañas y barro. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1919.
Cañas y barro, Barcelona, Plaza yjanés, 1988 [4.a ed. 1994],
Cañas y barro, Valencia, Vicent García Editores, 1995.
La Catedral. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía. (Impren¬
ta «El Pueblo»), 1903.
La Catedral. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1925.
La Catedral, Barcelona, Plaza yjanés, 1987 [5.a ed. 19951.
El intruso. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía., 1904.
La borda. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía., 1910.
La borda. Novela, Madrid, «La Novela Corta», 1918.
La bodega. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía., 1905.
La bodega. Intruducción de Isabel Román Gutiérrez, Sevilla, Editoriales
Andaluzas Unidas, 1989-
La bodega, Barcelona, Plaza yjanés, 1993-
La maja desnuda. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía., 1906.
La maja desnuda. Novela, Valencia, Prometeo, 1919, 1925-
La maja desnuda, Santiago de Chile, Editorial La Opinión, s. a.
Sangre y arena. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía., 1908.
Sangre y arena. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1919.
Sangre y arena, Barcelona, Plaza yjanés, 1987 [3.a ed 19931
Sangre y arena, Madrid, Espasa Calpe (Tauromaquia, 33), 1990.
Sangre y arena. Adapt. Raimundo Esquerra, Madrid, Edelsa, 1995.
Los muertos mandan. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía.,
1909.
Los muertos mandan. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1916, 1919.
Luna Benamor. Novela, Valencia, Editorial Francisco Sempere y Cía., 1909.
Los argonautas. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1915.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Novela, Valencia, Editorial Prometeo,
1916, 1917, 1919, 1946.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Barcelona, Plaza yjanés, 1993.
MareNostrum. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1915.
Mare Nostrum, Barcelona, Plaza y Janés, 1993-
Mare Nostrum. Edición, introducción y notas de María José Navarro, Alicante,
Iastituto de Cultura «Juan Gil-Albert» de la Diputación de Alicante, 1994.
Mare Nostrum. Edición de María José Navarro, Madrid, Cátedra, 1998.
666 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Los enemigos de la mujer. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1919.


La tierra de todos. Novela, Valencia, Editorial Prometo, 1922.
El paraíso de las mujeres. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1922.
La reina Calafia. Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1923-
La vuelta al mundo de un novelista, Valencia, Editorial Prometeo, 1924-1925.
El Papa del Mar, Valencia, Editorial Prometeo, 1925.
El Papa del Mar, Barcelona, Plaza yjanés, 1993-
A los pies de Venus (Los Borgia). Novela, Valencia, Editorial Prometeo, 1926.

Bibliografía

Aguirre Sirera, J. L., «Blasco Ibáñez, mito y realidad», Boletín de la Sociedad


Castellonense de Cultura, LVI (abril-junio 1980), pp. 101-125.
Altamira, Rafael, «Blasco Ibáñez, novelista», en Arte y Realidad, Barcelo¬
na, Editorial Cervantes, 1921, pp. 115-130.
Anderson, Christopher L., «Tío Paloma: The Keeper Oíd Golden Age Fía¬
me in Blasco Ibáñez’s Cañas y Barro», Romance Notes, XXXI, 2
(1990), pp. 125-131.
-, «Sangonereta Blasco Ibáñez’s Picaro in Cañas y Barro-, Anales
Galdosianos, XXV (1990), pp. 77-87.
-, «Mythical Resonances and Non-Linear Time in Cañas y Barro-, Le¬
tras Peninsulares, IV, 3 (1991), pp. 381-391.
Azorín, Valencia. Introducción, notas y bibliografía de Santiago Riopé-
rez y Milá, Madrid, Biblioteca Nueva, 1995, pp. 95-97.
Balseiro, José A., «Vicente Blasco Ibáñez», en Blasco Ibáñez, Unamuno,
Valle-Inclán, Baroja. Cuatro individualistas de España, Chapel
Hill, The University of North Carolina Press, 1949, pp. 2-76.
Baroja, Pío, «Blasco Ibáñez», en Obras Completas, Madrid, Biblioteca
Nueva, V, 1976, pp. 976-981.
-, «Galería de tipos de la época», en Obras Completas, Madrid, Bi¬
blioteca Nueva, VII, 1976, pp. 869-874.
Barrera García, Consuelo, -Vivencias americanas de Blasco Ibáñez plasma¬
das en sus novelas», Notas y Estudios Filosóficos, 6 (1991), pp. 45-69.
Beegel, Susan F., -The Undefeated and Sangre y Arena. Hemingway’s
Mano a Mano with Blasco Ibáñez», en Kenneth Rosen (ed ), He-
mingway Repossessed, Westport, Greenwood, 1994, pp. 71-85.
Benaim-Lasry, Anita, El judio como héroe de novela: Humanización del
personaje judio en algunas novelas españolas de los siglo xix y xx,
Madrid, Centro de Estudios Judeo-Cristianos, 1980.
Beser, S. Leopoldo Alas, crítico literario, Madrid, Gredos, 1968.
Betoret-París, Eduardo, El costumbrismo regional en la obra de Blasco
Ibáñez, Valencia, Fomento de Cultura, 1958.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 667

Betoret-París, Eduardo, «Valencian Professional Types in the Works of Vi¬


cente Blasco Ibáñez», Romance Quarterley, 11 (1964), pp. 61-70.
-, «El caso de Blasco Ibáñez», Hispania, 52 (1969), pp. 97-102.
-, «Mito, leyenda e historia en El último león de Blasco Ibáñez», Híspa¬
me Review, 10 (1971), pp. 139-164.
Blanco Aguinaga, Carlos, «Una historia de la revolución española y la no¬
vela de una revuelta andaluza», en Blasco Ibáñez, Valencia, Diputa¬
ción, 1986, pp. 51-74.
Cardwell, Richard A., Blasco Ibáñez«.La barraca», Critical Guides to Spa-
nish Texts, London, Grant and Cutler y Tamesis Book, 1973-
-, «Blasco Ibáñez, la protesta social y la generación del noventa y
ocho: una contribución al debate», Boletín de la Biblioteca Menéndez
Pelayo, LXIII (1987), pp. 311-332.
Carretero y Novillo, José María [El Caballero Audaz\, El novelista que ven¬
dió a su patria o Tartarín revolucionario. Triste historia de actuali¬
dad, Madrid, Renacimiento, 1924.
Cejador y Frauca, Julio, Historia de las Lengua y Literatura castellana,
Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1918.
Chamberlin, Vernon A., «Las imágenes animalistas y el color rojo en La ba¬
rraca». Hispanic Review, 6 (1968), pp. 23-36.
-, «Blasco Ibáñez’s Mistaken Evaluation of Misericordia», Romance
Quarterley, 37, 2 (1990), pp. 209-215.
Conte, Rafael, «Vicente Blasco Ibáñez: lecciones de un centenario», Cua¬
dernos Hispanoamericanos, LXXII (1967), pp. 507-520.
Corbett, Elizabeth, «Un reformador utópico», en Vicente Basco Ibáñez, Va¬
lencia, Diputación, 1986, pp. 153-155.
Cortina Gómez, Rodolfo, Blasco Ibáñez y la novela evocativa:«El Papa del
mar-y-A los pies de Venus-, Madrid, Maisal, 1973-
Cucó, Alfons, Sobre la ideología blasquista, Valéncia, La Unitat, 1979.
Day, A. G. y Knowlton, E., Vicente Blasco Ibáñez, New York, Twayne,
1972.
Dendle, Briand J., «Blasco Ibáñez and Coloma’s Pequeñeces-, Romance
Notes, 8 (1967), pp. 200-203.
-, «La novela española de tesis religiosa: De Unamuno a Miró», Anales
de Filología Hispánica, 4 (1988-1989), pp. 15-26.
-, «Les Ecrivains espagnols et King Albert’s Book, 1914», Les Lettres Ro¬
mances, 42, 3 (1988), pp. 211-217.
Di Salvo, Thomas J., El arte cuentístico de Vicente Blasco Ibáñez, Madrid,
Editorial Pliegos, 1988.
Domingo, J., «Blasco Ibáñez: balance de un centenario», ínsula, 254
(1968), pp. 5-6.
Domínguez Barberá, Martín, El tradicionalismo de un republicano. Tomo
I. Vicente Blasco Ibáñez. Tomo II. La tradición valentina. Tomo III.
Valencia fuera de órbita, Sevilla, Montejurra, 1961-1962.
668 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Espina, Antonio, «Ojeada sobre Blasco Ibáñez», Revista de Occidente, 20


(1968), pp. 50-68.
Esplá, C., Unamuno, Blasco Ibáñez y Sánchez Guerra en Parts. Recuerdos
de un periodista, Buenos Aires, Araujo, 1940.
Esteban, Manuel A., «Zola and Blasco Ibáñez: A New Look», Nineteentb
Century, 8 (1979-1980), pp. 87-100.
Faria, Duarte, «A Figura Romanesca da Catedral em Blasco Ibáñez e Ma¬
nuel Ribeiro», Coloquio Letras, 65 (1982), pp. 23-32.
Fernández, Ángel Raimundo, «Vicente Blasco Ibáñez: La pared?, en Amo-
rós, Andrés (ed.), El comentario de Textos, 3 La novela realista, Ma¬
drid, Castalia, 1979, pp. 293-312.
Fernández Almagro, Melchor, «Blasco Ibáñez y sus Obras Completas«,
ínsula, 11 (1946), p. 1.
Fernández Cifuentes, Luis, Teoría y mercado de la novela en España, Ma¬
drid, Credos, 1982.
Fernández Gutiérrez, José María, «Las entrevistas de El Caballero Audaz
(Blasco Ibáñez)», Anuario de Filología, VII (1981), pp. 329-347.
Ferreras, J. I., La novela en el siglo xx (hasta 1939), Madrid, Taurus, 1988.
Forgues, Roland, «El universo narrativo de las novelas sociales de Vicente
Blasco Ibáñez», Letras de Deusto, VIII, 15 (1978), pp. 69-137.
-, Vicente Blasco Ibáñez, mito y realidad, Barcelona, Biblioteca Uni¬
versitaria Puvill, 1987.
Fox, Arturo A., «Estructuras totémicas en La barraca de Blasco Ibáñez»,
Hispania, 75, 2 (1992), pp. 275-280).
Franz, Thomas R., -Cañasy barro. Génesis and The Oedipal Pharmakos
of Zola», Horizontes, 6l (1987), pp. 13-20.
Gaseó Contell, Emilio, Blasco Ibáñez y su-obra, Valencia, Mediterráneo,
1921.
-, Blasco Ibáñez, París, Agencia Mundial de Librería, 1925-
-, Genio y figura de Blasco Ibáñez, agitador, aventurero y novelista,
Madrid, Afrodisio Aguado, 1957.
Gerli, E. Michael, «Flor de mayo, Sorolla y el impresionismo», en Vicente
Blasco Ibáñez, Valencia, Diputación, 1986, pp. 155-166.
Gómez de Baquero, Eduardo [Andrenio], «El caso de Blasco Ibáñez», en
De Gallardo a Unamuno, Madrid, Imprenta y Editorial Espasa Calpe,
1926.
Gómez-Ferrer Morant, Guadalupe, «El mundo social de Arroz y tarta¬
na. Mentalidad y movilidad sociales en la Valencia de la Restaura¬
ción», Revista Internacional de Sociología, 50 (abril-junio 1984),
pp. 405-441.
-, «Sobre la vida cotidiana en la Valencia de la Restauración: Notas a
Arroz y tartana de Vicente Blasco Ibáñez», en Literatura y Vida Coti¬
diana. Actas de las IVJornadas de Investigación Inter disciplinaria,
Zaragoza, Universidad Autónoma de Madrid, 1987, pp. 291-306.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 669

Gómez Martí, P., Psicología del pueblo valenciano según las novelas de
Blasco Ibáñez, Valencia, Prometeo, 1931 -
Grossi, Gerardo, -Blasco Ibáñez una rilettura possibile? La Fortuna negli
anni Venti-Trenta», Annali Istituto Universitario Oriéntale, XX (1978),
pp. 429-468.
Guenoun, Pierre, -Blasco Ibáñez, la mort et l’au-delá: une letre de l’ecri-
vain á son ami Borel», Ibérica, V (1985), pp. 41-45.
Gullón, G., La novela moderna en España (1885-1902). Madrid, Taurus,
1992.
Guy, Alain, ■Pertsée iberique et finitude: Essais sur le temps et la mort cbez
quelques ecrivains espagnols et portugais contemporains, Toulouse,
Publicaciones de la Universidad de Toulouse-Le Mirail, 1972.
Hermosilla Álvarez, M.* Ángeles, -Sobre imitación literaria: Baraja y Blasco
Ibáñez-, Al/inge, 4 (1986), pp. 157-180.
Hickey, Leo, -Niveles de abstracción en Cañas y barro», Explicación de
Textos Literarios, 13, 1 (1984-1985), pp. 43-51.
Iglesias, C., Blasco Ibáñez. Un novelista para el mundo, Madrid, Silex, 1985.
Jongh, Elena de, -Pintura y literatura: el impresionismo pictórico en
La Sirena negra y La Barraca», Letras Peninsulares, VII, 1 (1994),
pp. 29-42.
Just Gimeno, Juli, Blasco Ibáñez i Valencia, Valencia, Coll Lestel, 1929-
Lacouture, Maryline, -Vicente Blasco Ibáñez y La araña negra (1892) pro¬
ducción folletinesca, literatura de propaganda y realismo», en Realis¬
mo y Naturalismo en España en la segunda mitad del siglo xix, Barce¬
lona, Anthropos, 1988, pp. 553-562.
-, -Eugéne Sue et Vicente Blasco Ibáñez: Le juif eirant (1845) et La Ara¬
ña negra, Recherches et Eludes Comparatistes ¡bero-Frangaises de la
Sobornne Nouvelle, 10 (1988-1989), pp. 85-94.
Landeira Yrago, Xosé, -Galicia e o momento estelar de La Barraca», Grial,
XXXIII (1985), pp. 76-88.
Lavaud, J. M., -Valle-Inclán et la mort de Blasco Ibáñez-, Bulletin Ilispani-
que, 76 (1974), pp. 376-390.
León Roca, José Luis, -Fuentes de inspiración de los cuentos de Vicente
Blasco Ibáñez-, Revista de la Universidad de Litoral, Buenos Aires, 45
(1960), pp. 151-158.
-, Vicente Blasco Ibáñez, Valencia, Prometeo, 1967a.
-, -Cómo escribió Blasco Ibáñez La Barraca», Les Langues Neolatines,
180 (1967b), pp. 1-22.
-, Vicente Blasco Ibáñez política: iperiodisme, Barcelona, Casanova, 1970.
-, Cómo escribió Blasco Ibáñez ~La Barraca-, Valencia, Imprenta J. Ma-
sí Montañana, 1978.
-, Blasco Ibáñez y la Valencia de su tiempo, Valencia, Ayuntamiento, 1978.
-, Vicente Blasco Ibáñez, Valencia, Diputación Provincial de Valencia,
1986.
670 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

León Roca, José Luis, Los amores de Blasco Ibáñez, Valencia, Asociación Cul¬
tural Mare Nostrum, 1992.
Lezcano Zamora, Margarita, «La naturaleza en las novelas del ciclo valenciano
de Vicente Blasco Ibáñez», Cuadernos de Aldeen, 1,2-3 (1983), pp. 317-328.
Llorís, M., «Vicente Blasco Ibáñez o la formación de un escritor de masas»,
ínsula, 407 (1980), pp. 112.
Loubes, Jean Noel y León Roca, José Luis, Vicente Blasco Ibáñez, diputado y
novelista, Toulouse, Universidad, 1972.
Mainer, J. C., La Edad de Plata (1902-1931)■ Ensayo de interpretación de un
proceso cultural, Madrid, Cátedra, 1981.
Martínez de La Riva, Ramón, Blasco Ibáñez: su vida, su obra, su muerte, sus
mejores páginas, Madrid, 1924.
Maury, Lucien, «En la sombra de la catedral», España Moderna, Año 19, 237
(1907), p. 95-102.
Medina Jeremy T., «The Artistry of Blasco Ibáñez’s Cañas y barro-, Hispania,
LX (1977), pp. 275-284.
-, «The Artistry of Blasco Ibáñez Flor de mayo-, Hispania, LXV (1982), pp.
200-211.
-, «Blasco Ibáñez’s Arroz y tartana-, Hispanic Journal, V (1983), pp. 151-
168.
-, «Gibraltar Interlude: The Artistry of Blasco Ibáñez’s: Luna Benamor-,
Hispania, LXXIII (1990), pp. 921-925.
Meliá, José María [Pigmalión], Blasco Ibáñez, novelista y su Universidad popu¬
lar, Valencia, Sucesores de Vives Mora, 1967.
Mérimée, Henri, «Le romancier Blasco Ibáñez et la cité de Valence», Bulletin
Hispanique, XXTV (1922), pp. 261-277. [Reproducido. «El novelista Blasco
Ibáñez y la ciudad de Valencia», en Vicente Blasco Ibáñez, Valencia, Di¬
putación, 1986, pp. 37-50],
Miranda, W., Posición filosófica, religiosa y social en las novelas de tesis de
Blasco Ibáñez, Lugo, Ediciones Celta, 1969.
Muñoz Cortés, Manuel, «Varieda regional, lengua vernácula y conflicto lin¬
güístico en el Bilbao del siglo xix y su función en El intruso de Blasco
Ibáñez», en Misce-lánia Sanchís Guarner, Valencia, 1984, pp. 215-224.
-, «El andalucismo lingüístico en La bodega de Blasco Ibáñez», en Ac¬
tas del I Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española,
Cáceres, Arcos, 1987, pp. 1.299-1.314.
Neuschafer, H. J., «Apuntes para una historia social del naturalismo espa¬
ñol: la imagen del pueblo desde Galdós hasta Blasco Ibáñez», en Ac¬
tas del VI Congreso Internacional de Hispanistas, Toronto, Universi¬
dad, 1980, pp. 519-522.
Nuez, Sebastián de la y Schraibman, Joseph, Cartas del archivo de Galdós,
Madrid, Taurus, 1967, pp. 125-139-
Oleza, Juan, «Blasco Ibáñez, entre el naturalismo y la agitación», ABC [Sá¬
bado Cultural], 7 de febrero de 1981, pp. 1-3.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 6jl

Ouimette, Víctor, «Unamuno, Blasco Ibáñez and España con honra», Bulletin
ofHispanic Studies, 53 (1976), pp. 315-322.
Pattison, W. T., El Naturalismo español, Madrid, Gredos, 1965.
Pérez de la Dehesa, Rafael, «Editoriales e ingresos literarios a principios de si¬
glo», Revista de Occidente, 71 (1969), pp. 217-228.
Peyrégne, Fran^ois y Villapadiema, Maryse, «las novelas valencianas de Blas¬
co Ibáñez: destino y economía», en Y. Lissorgues (1988), pp. 563-571.
Pitollet, Camille, Vicente Blasco Ibáñez: ses romans et le román desa vie, París,
Calmann-Lévy, 1921.
-, Blasco Ibáñez, paisajista, París, Vuibert, 1924.
-, Le véritable Blasco Ibáñez, París, Bresler, 1933-
Pía, Josep, «Blasco Ibáñez a Montecarlo», en Vicente Blasco Ibáñez, Valencia,
Diputación, 1986, pp. 128-144.
Profeti, María Grazia, «Blasco Ibáñez: Letteratura di denuncia o letteratura di
consolazione», Quademi di Lingue e Letterature,XTV (1989), pp. 286-291.
Renard Álvarez, Santiago, La modalización narrativa en las novelas sociales
de Vicente Blasco Ibáñez. Tesis doctoral Universidad de Valencia, 1983
[Inédita].
Rodríguez Cuadros, Evangelina, «Vicente Blasco Ibáñez», en Reichenberger,
Kurt (ed.), Siete siglos de autores españoles, Kassel, Reichenberger, 1991,
pp. 270-273.
Rubin, Walter, «Vicente Blasco Ibáñez y el honor mal entendido. La catedral-,
Revista de Literatura, XLEX (1987), pp. 187-196.
Rubio Cremades, Enrique, «Vicente Blasco Ibáñez. Cuentos valencianos y La
condenada», Romance Quarterly, 36, 3 (1989), pp. 343-351.
-, «Azorín y los epígonos del naturalismo español», Anales Azorinianos, 1
(1999), pp. 157-169.
Ruiz Lasala, Inocencio, Blasco Ibáñez redivivo (Radiografía de un español
universal), Zaragoza, San Francisco, S. A., Española de Artes, 1979.
Sackett, Theodore Alan, «In Search of the Symbolic Structure of Naturalism:
Cañas y barro-, en Vem G. Williamsen and A. F. Michael Atlee, (eds.), Stu¬
dies in Honor of Ruth Lee Kennedy, Chapel Hill, Estudios de Hispanófila,
1977, pp. 103-111.
-, -Blasco Ibáñez y el IV Centenario», Hispania, LXXV, 4 (1992), pp. 897-
905.
Salvo, Tilomas J. di, «El costumbrismo bajo una nueva luz: análisis de El último
león de Blasco Ibáñez», Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, XII
(1988), pp. 317-326.
-, El arte cuentístico de Vicente Blasco Ibáñez, Madrid, Editorial Pliegos,
1988.
Sánchez Imizcoz, Ruth, «Dualidad vida-muerte en Cañas y barro-, Ariel, 5
(1988), pp. 25-29.
Sarrias, Cristóbal, «Blasco Ibáñez, ¿recordarlo o... mejor olvidarlo?, Roma-
niscbe Forschungen, 965 (1978), pp. 572-581.
672 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

Sebastiá Domingo, Enric, Valencia en les novel.les de Blasco Ibáñez. Prole-


tariat i burguesía, Valencia, L’Estel, 1966.
-, «El mercado urbano y su intérprete», en Vicente Blasco Ibáñez, Va¬
lencia, Diputación, 1986, pp. 15-36.
Senabre, Ricardo, Literatura y público, Madrid, Paraninfo, 1987.
Serrano, Carlos, «Naissance d’un populisme: V. Blasco Ibáñez Politique
(1895-1898), Melangesdela Casa de Velázquez, XX (1984), pp. 313-338.
-, «Blasco Ibáñez versus Émile Zola: cuatro jinetes para una derrota
(notas)», en Realismo y Naturalismo en España en la segunda mitad
del siglo xix, Barcelona, Antrhopos, 1988, pp. 572-582.
Smith, Paul, >On Blasco Ibáñez’s Flor de mayo, Symposium, 24 (1970), pp.
55-66.
-, Vicente Blasco Ibáñez. Una nueva introducción a su vida y obra,
Santiago, Editorial Andrés Bello, 1971.
-, «Blasco Ibáñez and Drama», Hispanófila, 46 (1972), pp. 35-40.
-, ««Blasco Ibáñez and the Theme of thejews», Hispania, 56 (1973), pp.
282-294.
-, Vicente Blasco Ibáñez: An Annotated Bibliography, London, Grant
and Cutler, 1976.
-, Vicente Blasco Ibáñez: contra la Restauración (Periodismo político,
1895-1904), Madrid, Nuestra Cultura, 1978.
-(ed ), Los mejores artículos de Blasco Ibáñez, Valencia, Prometeo,
1982.
-, «América en la obra de Blasco Ibáñez», en Vicente Blasco Ibáñez, Va¬
lencia, Diputación, 1986, pp. 113-127.
-, «The Reliable Determinant Alcohol in Blasco Ibáñez’s Valencian
Works», Ideologies and Literature, II (1987), pp. 185-199.
-, «Tres fuentes literarias de Cañas y barro, Romance Notes, XXX
(1989), pp. 161-166.
Sobejano, Gonzalo, Nieztscbe en España, Madrid, Gredos, 1967.
Sosa, Rafael, Vicente Blasco Ibáñez a través de sus cuentos y novelas valen¬
cianas, Madrid, Playor, 1974.
Suárez, Bernardo, «Técnicas impresionistas en las novelas valencianas de
Blasco Ibáñez», en ’lbe Twenty-Seventh Annual Mountain Interstate Eo-
reign Language Conference, Johnson City, University, 1978, pp. 273-279.
-, «La creación artística en La barraca de Blasco Ibáñez», Cuadernos
Hispanoamericanos, 371 (1981), pp. 371-385.
Suris, Andrés, «Los siete pecados personificados en Cañas y barro de Vicente
Blasco Ibáñez», Explicación de Textos Literarios, 2 (1974), pp. 273-277.
Tortosa, Pilar, Tres mujeres en la inda y la obra de Vicente Blasco Ibáñez,
Valencia, Prometeo, 1972.
-, La mejor novela de Blasco Ibáñez: su inda, Valencia, Prometeo, 1977.
Tovar, Antonio, «Blasco Ibáñez y la historia», Papeles de Son Armadans,
XXVIII, 84 (1963), pp. 307-311.
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 673

Trau, Aida E., Arte y música en las novelas de Blasco Ibáñez, Potomac,
Maryland Humanística, 1994.
-, -Beethoven y La catedral de Blasco Ibáñez», MIFLCReview, 4 (1994),
pp. 91-94.
Val, Ricardo de, Blasco Ibáñez en el tiempo, Valencia, Imprenta Nácher,
1978.
Vayssiere, Jean, «Émile Zola presenté par Blasco Ibáñez dans El Pueblo
(1897-1903)», en Recberches sur le monde bispanique au dix-neuvié-
mesiécle, París, Eds. Universitaires, 1973, pp. 259-274.
-, ■La barraca devient Terres maudites: La France decouvre l’oeuvre de
Blasco Ibáñez grace a la traduction», Bulletin Hispanique, 76 (1974),
pp. 335-348.
-, -L’Affaire Dreyfus á Valence: Blasco Ibáñez», Les Cahiers Naturalistes,
51 (1977), pp. 97-108.
-, «L’homme et la mer dans les premiers romans de Blasco Ibáñez», en
L’homme et l'espace dans la literature..., Lille, Université de Lille, 1985,
pp. 64-79.
-, «Chili 1909: Un exemple de phenomene Blasco Ibáñez», Iris, 2 (1986),
pp. 207-232.
Vickers, Peter, "Vicente Blasco Ibáñez: literatura e ideología», en Siete te¬
mas sobre Historia Contemporánea del País Valenciano, Valencia,
Universidad, 1977, pp. 189-198.
-, «El romanticismo ¿revolucionario? de un jacobino tardío», en Vicente
Blasco Ibáñez, Valencia, Diputación, 1986, pp. 95-111.
W.AA., Blasco Ibáñez, la aventura del triunfo. 1807-1928, Valencia, Di¬
putación, 1986.
W.AA., Los escritores españoles. In Memoriam. Libro-Homenaje al inmor¬
tal novelista Vicente Blasco Ibáñez, Valencia, Prometeo, 1929-
Wedel, Alfred R., -La germanofobia de Vicente Blasco Ibáñez en Los cuatro
jinetes del Apocalipsis-, Revista de Filología y Lingüística de la Univer¬
sidad de Costa Rica, XIX, 2 (1993), pp. 57-62.
Xandró, Mauricio, Blasco Ibáñez, Madrid, EPESA, 1971.
Zamacois, Eduardo, Mis contemporáneos, Madrid, Librería Sucesores de
Hernando, 1910.
Zavala, Iris M., Ideología y política en la novela española del xix, Salaman¬
ca, Anaya, 1971.
.
INDICE ONOMASTICO

Abad, Carlos María, 633 Albaladejo, Tomás, 21


Abad Nebot, Francisco, 162, 163, Albéniz, Isaac, 146, 154
197 Albert Galera, Josefina, 299
Abraham, P., 14 Alberti, Rafael, 126, 189, 367
Abrahamson, Marsha, 161, 197 Alboloduy, Marqués de, 575
Abuín, Pedro, 512, 519, 545 Alborg, Juan Luis, 18, 19, 20, 21,
Acedo Castilla, José F., 217, 268 40,41,44,50,51,58,64,74,77,
Acosta de Hess, Josefina, 307, 384 81,83, 84, 86, 92, 96, 118, 130,
Agudiez, Juan Ventura, 480 216, 235, 236, 238, 241,247, 248,
Agüeros, Victoriano, 144, 154, 249, 251, 254, 257, 261, 269, 546
184 Aldaraca, Bridget, 308, 325, 326,
Aguilaz, Luis de, 60 384
Aguilera y Santiago, Ignacio, 226, Alcalá Galiano, Alvaro, 546
227, 235, 266 Alcalá Galiano, Antonio, 30, 31,
Aguiló, Tomás, 33 32, 565, 583
Aguinaga Alfonso, Magdalena, Alcalá Galiano, Dolores, 151, 154
159, 197, 217, 220, 268, 511, Alcalá Galiano, José, 144, 147,
536,537,545 154,182, 184, 193
Aguirre Sirera, José Luis, 659, 666 Alcalá Galiano, José, 152
Aguiló, L., 654 Alcalá Galiano, Sofía, 145
Aicardo, José Manuel, 269 Alcalá y Tienda, Antonio, 154
Akers, John, 269 Alcina Franch, Juan, 57, 61
Álamo, Néstor, 375 Aldecoa, Ignacio, 56
Alaoui, Setti, 17, 21 Alfonso XII, 576
Alarcón, Pedro Antonio de, 14,18, Alfonso, Luis, 105, 107, 174, 197,
45, 7M 37, 144, 154, 22 i, 238, 242, 255, 259, 510, 532, 546,
248, 283, 556, 569, 571, 572 571, 574, 581, 585, 586, 603
Alarcón Benito, Juan, 190 Allegra, Giovanni, 186, 269
Alarcos Llorach, Emilio, 458, 461, Alien, Kupert C., 346, 384
462, 464, 465, 480 Almagro San Martín, Melchor, 58,
Alas, Adolfo, 478, 613, 614, 623, 536, 546
633 Almela Boix, Margarita, 159, 165,
Alas, Leopoldo. Vid. Clarín 189, 197

675
676 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Almendros, Herminio, 355 Antón del Olmet, Luis, 6l6, 617,


Alonso, Amado, 301, 384 634
Alonso, Cecilio, 98, 130 Anzoátegui, Ignacio B., 198
Alonso, Corina, 307, 384 Aparici Llanas, María Pilar, 146,
Alonso, Dámaso, 14 193, 306, 385
Alonso, Luis Ricardo, 447, 480 Aparisi y Guijarro, Antonio, 29,
Alonso Cabeza, María, 632 62, 579
Alonso Calvo, Miguel, 197 Appendini, Guadalupe, 282, 376
Alonso Cortés, Narciso, 269 Apuleyo, 187, 234
Alonso García, J. M., 285, 300, 375 Ara Torralba, Juan Carlos, 170,
Alonso Martínez, Manuel, 576 198
Alonso Menéndez, Soledad, 458, Aranguren, José Luis L., 441, 442,
480 454, 456, 462, 480
Alfaro, Gustavo, 316, 384 Araujo-Costa, Luis, 11, 188, 510
Alfieri, J. J., 340, 384 Araya, Guillermo, 315, 385
Altamira, Rafael, 12, 21, 118, 130, Arboleda, Joseph, l6l, 198
185, 197, 422, 435, 480, 506, Arboleya Martínez, Maximiliano,
543, 607, 624, 627, 634, 644, 421, 435, 477, 634
645, 666 Arbolí, Servando, 154
Althaus, Clemente, 165 Archer, Robert, 480
Alvar López, Manuel, 384 Arco Hermoso, Marqués de, 39
Álvarez Barrientos, Joaquín, 158, Aréas de Delavat, Isabel, 154
197 Arenal, Concepción, 531
Álvarez Pérez, Guzmán, 319, 384 Arencibia, Yolanda, 292, 307, 309,
Álvarez Quintero, Joaquín y Sera¬ 313, 351, 373, 382, 385
fín, 155, 227, 283, 286, 379, 433 Ares Montes, J., 198
Amor Vázquez, José, 297, 385, Arévalo, Joaquín de, 591
388 Argente del Castillo Ocaña, Con¬
Amorós, Andrés, 56, 69, 159, l6l, cepción, 183, 184, 198
171, 173, 180, 181, 190, 198, Argüelles, Juan Benito, 453, 481
297, 300, 326, 385, 397, 422, Ariza, Manuel, 198
423, 431, 437, 477, 480, 564, Armas Ayala, Alfonso, 225, 266,
668 298, 300, 303, 363, 376, 385,
Anderson, Cristopher, 657, 666 634
Anderson, Farris, 305, 340, 384 Armistead, Samuel G., 108, 130
Andrade-Alfieri, Graciela, 351, 384 Arnaiz, Palmira, 385
Andreu, Alicia G., 285, 297, 300, Arrarás, Joaquín, 158, 198
306, 325, 332, 340, 376, 384, Arróm de Ayala, Antonio, 30, 33,
385 35, 39
Anes Álvarez, Rafael, 443, 480 Arroyo de López-Rey, Justa, 442,
Ángeles, José, 349, 385 444, 445, 454, 465, 481
Antañón, Juana de, 128 Artigas Ferrando, Miguel, 89, 142,
Antón del Olmet, Fernando, 143 144, 146, 148, 161, 168, 176,
ÍNDICE ONOMÁSTICO 677

178, 180, 182, 193, 217, 223, Baamonde Travesó, Gloria, 466,
267, 269,277, 520 481
Asenjo Sedaño, Carlos, 121, 130 Bacarisse, Salvador, 386
Asensio, José María, 31, 38, 64 Bacigalupo, M. F., 199
Asís Garrote, María Dolores, 385 Badello, 449
Assardo, R. M., 332, 385 Baena, Enrique, 163, 199
Astrana Marín, Luis, 617, 629 Bagno, Vsevolod E., 546
Asún, Raquel, 15, 20 Baguley, David, 546
Atkinson, William C., 99, 104, 130 Baker, Edward, 384
Aub, Max, 354 Bakunin, Mijail, 660
Auerbach, Erich, 16, 21 Balaguer, Víctor, 52, 506, 512
Austin, Karen, 315, 360, 385 Balanzat, Luisa, 626, 634
Avalle-Arce, Diana P. de, 349 Balart, Federico, 422, 573, 581
Avalle-Arce, Juan Bautista, 186, Ballantine, Margaret Ann, 299
192, 313, 385, 386 Balmes, Jaime, 29
Avello, Manuel FlErnández R.], Balseiro, José Antonio, 64, 78, 79,
429,477 131, 269, 471
Ávila Arellano, Julián, 297, 299, Balzac, Honoré de, 18, 50, 55,
301, 308, 309, 379, 382, 385 175, 222, 233, 234, 243, 256,
Aviles, Enrique, 332, 386 294, 332, 350, 434, 526, 604
Avrett, Robert, 481 Balzen, Berit, 466, 481
Ayala, Francisco, 13, 21, 339, 386, Bandera Gómez, Cesáreo, 451,
451 470, 471, 473, 481
Ayala, María de Los Ángeles, 49, Baquero Escudero, Ana Luisa,
158, 198, 298, 330, 386, 504, 121, 131, 253, 269, 325, 386,
505, 520, 522, 523, 524, 525, 387, 481
527,541 Baquero Goyanes, Mariano, 20,
Ayguals de Izco, Wenceslao, 34, 21, 43, 45, 64, 76, 77, 78, 86, 90,
349 97, 98, 102, 103, 111, 113, 114,
Ayuso, José Paulino, 481 117, 118, 119, 125, 128, 131,
Azaña, Manuel, 11, 142, 144, 151, 175, 176, 238, 386, 427, 430,
155, 156, 157, 160, 162, 166, 431, 439, 440, 445, 446, 450,
167, 169, 170, 171, 172, 176, 451, 452, 453, 459, 462, 463,
189, 198, 645 464, 466, 469, 471, 472, 476,
Azcárate, Gumersindo, 566 481, 514, 515, 516, 517, 518,
Azorín [José Martínez Ruiz], 11, 521, 523, 526, 528, 529, 532,
47, 50,64,75,99,100,130, 131, 533, 538, 540, 547, 586, 606,
156, 157, 158, 159, 162, 174, 618, 625, 628, 629, 632, 634,
198, 199, 269, 349, 378, 432, 650, 660
435, 469, 470, 481, 546, 565, Barrachano, Carlos, 467, 481
568, 603, 607, 627, 628, 634, Barberá Quiles, Margarita, 358
644, 645, 651, 653, 666 Barberis, Marie E., 634
Azzati, Félix, 645 Barbey D’aurevilly, J-A., 651
678 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Barbieri, Francisco Asenjo, 87, 88, Belmonte Serrano, José, 349, 386
146, 154 Belot, Albert, 335, 387, 476
Barbieri, Marie E., 481 Beltrán Almería, Luis, 387
Barcia Caballero, Juan, 546 Beltrán de Heredia, Pablo, 217,
Barco, Pablo del, 185, 199 270
Barja, César, 529 Benaim-Lasry, Anita, 666
Baroja, Pío, 286, 349, 378, 386, Benavente, Jacinto, 185, 504,603,
563, 603, 607, 615, 628, 646, 651
647, 651, 653, 660, 666 Benicio, Alejandro, 31
Barr, Lois Baer, 336, 346, 386 Benicio Navarro, Felipe, 231
Barrantes, Vicente, 29, 33, 35, 44, Benítez, Rubén, 64, 308, 349, 387,
45 570, 577, 578, 579, 580, 583
Barreiro, Alejandro, 506 Benítez Claros, Rafael, 199
Barrera García, Consuelo, 454, Benlliure, 662
481,666 Bensoussan, A., 131
Barrera López, José María, 178, Bensoussan, Mathilde, 222, 224,
199 226, 227, 246, 251, 254, 255,
Barrero Pérez, Óscar, 567, 568 257, 259, 260, 262, 267
Barres, Maurice, 537 Berenguer, Ángel, 297
Barriuso Fernández, Emilio, 466, Berenguer Carisomo, Arturo, 635
481 Bergamín, José, 645
Barroso, Elena, 482 Bergmann, Emilie, 326, 387
Barroso, Fernando J., 131, 547 Berkowith, H. Chonon, 286, 289,
Barthes, Roland, 455 298,300, 301,319,330, 376, 387
Bassagoda, Roger, 63 Bermejo Marcos, Manuel, 11,158,
Basanta, Ángel, 113, 114, 127 159, 163, 193,199
Bataillon, Marcel, 159, 199 Bermúdez de Castro, Salvador, 34
Batlles Garrido, Adelina, 282, Bernard, Claude, 11, 256
376, 508, 543 Berrien, William, 65
Bauer, Beth-Wietelmann, 199, Bertrand de Muñoz, Maryse, 465,
321, 346, 386, 445, 446, 482 482
Bayard, Thomas Francis, 152 Beser, Sergio, 12, 92, 106, 128,
Bayle, Franfois, 482 131, 159, 199, 270, 325, 332,
Beardsley, Theodore, 347, 386 335, 387, 422, 423, 427, 428,
Beardsley, Wilfred A., 634, 635 429, 431, 432, 436, 438, 439,
Becarud, Jean, 442, 445, 482 441, 442, 443, 447, 450, 453,
Bécquer, Gustavo Adolfo, 155, 456, 462, 463, 465, 466, 472,
565 477, 482, 485, 491, 515, 522,
Beder, J., 144, 193 547, 571, 583, 585, 597, 604,
Beegel, Susan F., 666 631, 644, 666
Behiels, Lieve, 386 Betoret-París, Eduardo, 655, 666
Beladiez, Emilio, 144, 193 Beverley, John, 311, 384, 387
Belic, Oldrich, 112, 114, 131 Bemadete, Paula Ovadia, 318, 387
ÍNDICE ONOMÁSTICO 679

Berra, Camillo, 362 Boisvert, Georges, 147, 193


Beyrie, Jacques, 15, 21, 302, 387 Boland, R. C., 525, 547
Bianchini, Andreina, 199 Bóhl de Faber, Cecilia. Vid. Fer¬
Bieder, Maryellen, 297, 349, 523, nán Caballero
547 Bóhl de Faber, Juan Nicolás, 31,
Blanco, Aida, 328, 358, 387 32, 37, 41
Blanco, Mercedes, 482 Bonafoux, Luis, 100, 285, 433,
Blanco Aguinaga, Carlos, 327, 483
358, 387, 653, 660, 66l, 667 Bonaparte, Napoleón, 112
Blanco Amor, José, 523, 524, 547 Bonet, Laureano, 11, 21, 22, 103,
Blanco de Lalama, María Asun¬ 110, 112, 115, 127, 131, 216,
ción, 455, 482 217, 218, 231, 237, 242, 249,
Blanco García, Francisco, 11, 20, 251, 252, 253, 254, 255, 256,
21, 46, 75, 102, 107, 131, 162, 265, 270, 305, 315, 389, 429,
178, 215, 224, 236, 301, 469, 430, 465, 483, 512, 547, 565,
518, 519, 521, 523, 547, 564, 567, 597, 598
571, 583, 585, 620, 622, 623, Bonneau-Avenant, Conde, 38
624, 635 Bonilla y San Martín, Adolfo, 88,
Blanco Gómez, Emilio F., 451, 108, 131
453,482 Boo, Matilde L., 287, 296, 297,
Blanco Villalba, Carmen, 336, 387 299, 343, 349, 373, 376, 389
Blanquat, Josette, 282, 376, 422, Bordons, Teresa, 340, 389
434, 439, 468, 478, 482 Boring, Phillis Zatlin, 329, 389
Blasco, Eusebio, 87, 88 Borja Pavón, Francisco de, 87, 88
Blasco-Ibáñez, Libertad, 662 Borrás, Tomás, 645
Blasco Ibáñez, Vicente, 14, 79, Bosch, Rafael, 315, 336, 389
80, 82, 286, 563, 579, 598, 603, Botrel, Jean Fran^ois, 15, 17, 18,
607, 640-673 22, 131,156, 158,199, 300, 422,
Blecua, José Manuel, 262, 267, 423, 424, 428, 430, 432, 434,
379 439, 468, 476, 477, 478, 483,
Bleton, Claude, 439, 468, 476 635
Bly, Peter A., 290, 301, 307, 308, Bourget, Paul, 565, 581
309, 311, 313, 316, 319, 320, Boudreau, Harold L., 324, 389
325, 326, 329, 330, 344, 348, Bourland, Benjamín P., 126
349, 350, 358, 361, 381, 382, Boussagol, Gabriel, 389
387, 388, 397, 400, 408, 415, Boyer, Charles, 209
567, 625, 635 Bradford, Carole A., 538, 547
Bobadilla, Emilio [Fray Candil, Bransby, Carlos, 42
11,162, 199,469,510, 547, 583 Braun, Lucille, 330, 332, 349, 389
Bobes Naves, María del Carmen, Bravo, Juan, 36
441, 443, 455, 456, 457, 459, Bravo Villasante, Carmen, 11, 57,
462, 463, 464, 482, 483 61, 127, 129, 142, 144, 145, 148,
Boccaccio, 108, 235, 565 149, 151, 152, 155, 163, 167,
68o ÍNDICE ONOMÁSTICO

179, 180, 181, 182, 185, 200, Cabezas García, José Luis, 310,
222, 225, 235, 238, 282, 287, 390, 405
339, 376, 389, 478, 504, 506, Cabo Aseguinolaza, Fernando,
507, 508, 509, 512, 514, 515, 552
519, 525, 531, 535, 543, 548 Cabrales Arteaga, José Manuel,
Brenan, Gerald, 79 219,270
Brent, Albert, 441, 442, 446, 447, Cabré, Rosa, 285, 377
453, 456, 465, 483 Cabrejas, Gabriel, 326, 390
Bretón de Los Herreros, Manuel, Cacho Viu, Vicente, 161, 194
38 Cadalso, José de, 49
Bretz, Mary Lee, 17, 22, 332, 389, Cady, Edwin H., 635
504, 511, 512, 524, 533, 548 Caldera, Ermanno, 32, 51, 65
Brey de Rodríguez Moñino, Ma¬ Calvo Carilla, José Luis, 124, 125,
ría, 147,160,167,177,178,179, 131
193 Calvo y Teruel, José, 132
Brohan, Magdalena, 157 Camba, Julio, 645
Brooks.J. L., 389 Camp, Jean, 217, 218, 219, 227,
Brown, Donald Fowler, 512, 518, 231, 251, 255, 259, 260, 270
521, 525, 528, 529, 530, 548 Campillo, Narciso, 36, 46, 154,
Brown, Reginald F., 43, 65, 377 164, 182
Brownlow, Jeanne, 336, 389 Campoamor, Ramón de, 143,154,
Brunetiére, Ferdinand, 177, 200, 229, 423, 425, 426, 478, 506,
227 510, 516
Buard, Marie France, 317, 389 Campomar Fornieles, Marta, 576,
Buchanan, Luanne,343, 389 583
Büchner, Ludwig, 660 Camporredondo, Pedro Santiago,
Buck, Donald C., 317, 390 277
Buckley, Ramón, 270 Campos, Jorge, 56, 101, 109, 127,
Bueno, Juan José, 165 128, 623, 630
Bull, W. E., 446, 429 Camacho Padilla, José Manuel,
Buñuel, 300, 301, 338 175,299
Bush, Peter, 313, 390 Canalejas, Francisco de Paula,
Buylla, Adolfo, 435, 483 508, 662
Canals, Salvador, 430
Cabal, Constantino, 623, 635 Canavaggio, Jean, 81
Caballero, Fernán, 14, 18, 27-70, Cano, José Luis, 144, 157, 200
45, 75, 82, 84, 89, 100, 105, 224, Cánovas del Castillo, Antonio,
243, 310, 564, 581 506, 573, 578, 617
Cabello López, José, 146, 149, 154 Cansinos-Assens, Rafael, 635, 645
Cabañas, Pablo, 296 Cantizani, 158
Cabezas, Juan Antonio, 421, 426, Cantos Casenave, María, 65, 200
427, 429, 434, 439, 440, 483, Cañete, Manuel, 29, 33, 34, 154,
618, 625, 635 421,478
ÍNDICE ONOMÁSTICO 68l

Cañizal, Luis, 377 Cáseda Teresa, Jesús, 47, 65


Cao, Antonio F., 390 Castañedo, 277
Capellán Gonzalo, Ángel, 635 Castelar, Emilio, 29, 44, 45, 421,
Carabias, Josefina, 156, 200 423, 437, 478, 617
Caramillos, 29 Castillo, Rafael, 65
Caravaglios, Beatrice Palumbo, Castillo y Soriano, José del, 146,
635 154
Cardín, Alberto, 194 Castro, Cristóbal, 154, 515
Cardona, Francesc, 356, 364 Castro, Francisca de, 30
Cardona, María de, 144, 194 Castro, Francisco de Paula, 44, 45
Cardona-Castro, Ángeles, 523, Castro, Pedro de, 108
540, 548 Castro, Purificación, 300
Cardenal Iracheta, Manuel, 478 Castro, Rosalía de, 82
Cardona, Rodolfo, 292, 297, 299, Castro Calvo, José María, 30, 34,
301, 308, 317, 350, 351, 355, 39, 44, 47, 58, 59
373, 383, 390, 544 Castro Orozco, José de, 85
Cardwell, Richard A., 317, 390, Castro Serrrano, José de, 85
653, 656, 667 Catalina, Mariano, 84, 85, 94, 96,
Carlson, Janina, 483 132
Carlyle, Thomas, 434, 653 Cate-Arries, Francie, 132, 161,
Carmona, Ángeles, 631, 632 167, 200, 346, 390, 548
Carnerero, José María, 81 Cattaneo, María Teresa, 32
Carnero, Guillermo, 19, 31, 32, 65 Caudet, Francisco, 15, 17, 20, 22,
Carenas, Francisco, 345, 390 192, 248, 249, 250, 263, 328,
Carnicer, Ramón, 434 329,330,358,390,627,628,635
Caro, Miguel Antonio, 277 Cavanilles, Antonio, 34, 48, 59
Caro Baroja, Julio, 349, 390 Cavaleri, Juan Bautista, 31, 32
Carpí, T., 659 Cavia, Mariano de, 261, 277, 532
Can-acedo, Daniel, 217, 258, 260, Cejador y Frauca, Julio, 11, 301,
270 642, 647, 650, 651, 659, 667
Carreras Candi, Francisco, 56 Cervantes, Miguel de, 43, 105,
Carretero y Novillo, José María, 109, 145, 158, 168, 345, 349,
667 449, 451, 565, 566, 586, 603
Cardón, Manuel, 423 Chamberlin, Baltasar, 549,655,667
Casa, Frank P., 184, 200 Chamberlin, Vernon A., 147, 159,
Casalduero, Joaquín, 238, 239, 174, 194, 200, 290, 317, 321,
249, 250, 263, 270, 290, 297, 329, 330, 332, 340, 347, 349,
301, 302, 310, 318, 319, 323, 351, 381, 390, 391, 429
331, 333, 334, 335, 337, 339, Champasaur, Baltasar, 469
342, 343, 345, 346, 381, 390 Charnon-Deutsch, Lou, 20, 22,
Casares, Carlos, 524, 525, 548 200, 271, 454, 466, 483, 484,
Casas Fernández, Manuel, 510 526, 549
Cáscales Muñoz, José, 85, 132 Charro Hidalgo, A., 250, 251
682 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Chasca, Edmound de, 109, 110, Cobián, Lorenza, 282, 376


126,132 Coe, Ada M., 377
Chateaubriand, Fran^ois-August- Cohén, J. M„ 314, 359
René, 350, 451 Cohén, Sara E., 347, 391
Chevalier, Máxime, 65, 158, 172, Colaham, Clark, 549
200 Coletes Blanco, Agustín, 484
Chevrel, Yves, 14, 16, 22 Colina Rodríguez, Luz, 271
Chiareno, Osvaldo, 194 Collier, William Miller, 646
Churchill, Randolph, 26l Collins, Marsha S., 321, 391
Cienfuegos, Casimiro, 614, 635 Coloma, Luis, 29, 31, 37, 45, 65,
Cifo González, Manuel, 464, 484 82, 83, 222, 223, 248, 255, 257,
Ciplijauskaité, Biruté, 15, 22, 65, 267, 563, 569-585
391, 457, 484 Comas, Antonio, 477
Clarín, 11, 12, 14, 15, 17, 73, 75, Condé, Lisa P„ 296, 297, 308, 374,
79,80, 82,83, 89,91,92,93,99, 392
100, 104, 106, 119, 120, 130, Constant, Benjamín, 109, 125
154, 159, 162, 168, 174, 177, Comte, Auguste, 11, 256
178, 185, 197, 209, 216, 224, Conte, Rafael, 657, 667
233, 235, 236, 239, 240, 242, Cook, Teresa A., 511, 549
245, 247, 253, 255, 258, 259, Cooper, Fenimore, 43
260, 269, 281, 290, 300, 301, Corbera Fradera, Carolina, 65
319, 322, 334, 343, 345, 391, Corbett, Elizabeth, 667
400, 419-500, 505, 510, 512, Cordones Cook, Juana María,
515, 518, 520, 522, 524, 531, 328, 392
532, 544, 545, 546, 564, 585, Cornejo, Antonio, 149
588, 603, 604, 605, 607, 613, Cornide Ferrant, Enrique, 549
614, 617, 619, 623, 625, 634, Corona Marzol, Gonzalo, 452,
644, 652 461, 484
Clarke, Anthony H., 214, 216, Coronado, Carolina, 34, 39, 40
218, 221, 229, 235, 239, 240, Corral, José del, 573, 576, 583
241, 242, 245, 246, 247, 251, Correa, Gustavo, 303, 304, 318,
253, 255, 257, 258, 260, 261, 319, 323, 324, 327, 332, 333,
262, 263, 267, 271, 309, 316, 335, 336, 337, 344, 346, 348,
381, 383, 388, 391, 393, 408, 392, 484
526, 548 Correa Calderón, Evaristo, 11,
Clavería, Carlos, 174, 200, 391, 163, 513,549
422, 448, 449, 478, 484 Correa Ramón, Amelina, 184,
Clémessy, Nelly, 14, 22, 319, 391, 200, 597, 598
503,504,511,513,515,517,518, Cortés, Donoso, 167
520, 522, 523, 524, 525, 528, 529, Cortezo, Daniel, 423, 438, 439,
530, 531,534,535, 537, 538,541, 504, 520
548, 549, 566, 568 Corrí, José, 432
Clochiatti, Emilio, 429 Corrí, Valentina, 65
ÍNDICE ONOMÁSTICO 683

Cortina Gómez, Rodolfo, 642, Dacarrete, Ángel María, 149, 154


650, 662, 667 D’annunzio, Gabriele, 647, 651
Cortón, Antonio, 253 Darío, Rubén, 11, 146, 154, 377,
Cos, José María de, 458 566, 568, 596, 603
Cossío, José María de, 56, 215, Darwin, Charles, 11, 256, 332, 660
217, 224, 225, 227, 238, 240, Dash, Robert W., 330, 392
243, 245, 257, 258, 259, 260, Dato, Eduardo, 508
262, 263, 264, 265, 267, 271, Daudet, Alphonse, 350, 524, 592,
277,287, 421, 478 593,606
Cossío, Manuel Bartolomé, 282, Davies, Gareth A., 323, 392
320, 377 Davis, Gifford, 22, 512, 549
Costa, Joaquín, 282, 285, 286, 379 DeCoster, Cyrus C., 86, 102, 103,
Costa, M. D., 392 120,121,125,132,141,142,143,
Cotarelo, Emilio, 289, 381 144,145,146,147,148,149,151,
Cottin, Madame, 508 152,155,156,157,158,164,165,
Cowes, Hugo W., 352, 392 171,174,175,176,179,180,182,
Cristina Carbonell, Marta, 17, 74, 183,184,185,186,189,191,192,
93, 132, 201 193,194, 201,525,526, 529, 532,
Cruz Casado, Antonio, 188, 201 533, 549
Cruz Giráldez, Miguel, 392 Delavat Aréas, Dolores, 151, 154
Cruz Quintana, Sebastián, 302, Delgado, Narciso, 50
410 Delgado, María Rosa, 512
Cruz Rueda, Ángel, 607, 608, 609, Delgado, Luisa Elena, 326, 336,
610, 611, 616, 620, 622, 623, 392
624, 625, 627, 635 Delgado, Sinesio, 422, 478
Cubría Sainz, F., 277 Delgado Cabrera, A., 300
Cucó, Alfons, 642, 654, 667 Demidowicz, John P., 148, 158,
Cuenca, Luis de, 185 194
Cuenca Toribio, José Manuel, Dendle, BrianJ., 20, 22, 59, 65, 80,
157, 201,311,629, 635 99, 118, 119, 132, 238, 297, 298,
Cuesta, José V. de la, 479 299, 306, 307, 310, 311, 312,
Cuesta, Leonel-Antonio de la, 314, 316, 318, 319, 320, 321,
353, 392 322, 345, 349, 377, 453, 513,
Cueto, Leopoldo Augusto [Mar¬ 549, 579, 583, 609, 612, 613,
qués de Valmar], 33, 34, 143, 614, 6l6, 621, 622, 626, 636,
144,151,154, 157 650, 667
Cuevas, Cristóbal, 166, 190, 201, Denis, Ward H., 304, 393
202, 206, 209 Dérozier, Albert, 393
Cuevas, Jesús de las, 63 Deschamps, Gastón, 625
Cuquerella, Félix, 510 Deyermond, A. D., 356
Curry, Richard A., 349, 392 Díaz, Luis Felipe, 464, 484
Custodio, Alvaro, 465, 484 Díaz, Mariano, 143, 154
Cvitanovic, Dinko, 189 Díaz Larios, Luis F., 506, 512, 543
684 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Díaz de Mendoza, Fernando, 283, Durán, Agustín, 34, 51, 107, 108
377, 378 Durand, Frank, 159, 170, 172,
Díaz de Mendoza, Mariano, 154 202, 321, 322, 393, 427, 428,
Díaz-Peterson, Rosendo, 201 432, 439, 463, 464, 465, 476,
Dickens, Charles, 255, 256, 350, 480, 482, 485, 487, 492, 493,
586, 626, 652 494, 495, 496, 497, 499, 500
Diderot, Denis, 350 Duranty, Edmond, 73
Diederich, Bettina, 484 Durham, Carolina Richardson, 504
Diego, Gerardo, 56
Diez Borque, José María, 80 Eberenz, Rolf, 442, 485, 503
Diez Echarri, Emiliano, 80 Ebersole, Alba V., 22
Diez de Revenga, Francisco Ja¬ E<ja de Queiroz, José María, 432,
vier, 16, 22, 300, 313, 393 450
Diez de Revenga, María Josefa, Echanove, Jaime de, 157, 194
300.313.393 Echegaray, José, 178, 297, 422,
Diez de Tejada, Vicente, 510 434, 437
Dorca, Antonio, 324, 393 Edmond, 16
Domínguez Barberá, Martín, 667 Eguía Ruiz, Constancio, 571, 582,
Domínguez Bordona, Jesús, 146, 583
157, 162, 194 Eguilaz, Luis de, 29, 48
Domínguez Jiménez, Josefina, Elizalde, Ignacio, 306, 393, 394,
311.393 434, 444, 453, 485, 576, 578,
Domínguez Sio, María Jesús, 161, 579, 580, 583, 584
201 Ellis, Havelock, 162, 202
Domínguez Iglesias, Magdalena, Elton, Willa H., 341, 394
65 Encina, Juan del, 347
Domingo, José, 647, 656, 667 Endara, Lorenzo Benito, 520, 521,
Donahue, Moraima, 484 549
Donoso Cortés, José, 29 Engler, Kay, 305, 394
Doremus Sánchez, Elizabeth, Entenza de Solare, Beatriz Elena,
465, 484 127, 266, 292, 294, 304, 332,
Doreste, Ventura, 283, 377 374,394
Doreste Silva, Luis, 377 Entrambasaguas, Joaquín, 142,
D’Ors, Eugenio, 644 163, 182, 192, 231, 260, 266,
Dostoievski, 351, 651 271, 347, 362, 381, 518, 609,
Dowdle, Harold L., 349, 393 610, 617, 620, 628, 636, 642,
Drochon, PierreJ., 160, 169, 201 652, 658, 664
Duarte Berrocal, María Isabel, Eoff, Sherman H., 22, 187, 202,
159, 188, 201 234, 247, 271, 272, 289, 301,
Duchet, M., 147, 194 302, 317, 331, 394, 441, 442,
Dumas, Alejandro, 53, 581 448, 462, 485, 521, 549, 550,
Dumas, Auguste, 42, 43, 61, 63 652
Dumitrescu, D., 448 Escalante, Amos de, 52, 226, 229
ÍNDICE ONOMÁSTICO 685

Escalante, Juan, 30 Fe, Fernando, 146, 147, 154, 466,


Escobar, José, 32, 304, 394 423, 449
Escobar Bonilla, María del Prado, Feal, Gisele, 320, 394
325, 382 Feal-Deibe, Carlos, 120, 132, 335,
Escoriaza, T. de, 645 394, 473, 485, 523, 524, 525,
Escosura, Patricio, 30 550
Escrivá, A. M., 550 Fedorcheck, Roben M., 432, 450,
España, Gabriel R., 154 485
Espina, Antonio, 653, 668 Feeny, Thomas, 272, 503
Espina, Concha, 504, 603 Fernán Núñez, Conde de [Francis¬
Espinosa de Los Monteros, Car¬ co Gutiérrez de los Ríos], 148
los, 144, 154, 184 Fernández, Ángel Raimundo, 668
Esplá, C., 642, 668 Fernández, María Soledad, 452,
Espronceda, José, 32, 81, 175, 565 485
Esquer Torres, Ramón, 132, 142, Fernández, Pura, 158, 202, 591,
149, 194 593, 595, 596, 598
Esteban, J., 595, 598 Fernández, Rosa, 513, 557
Esteban, Manuel A., 663, 668 Fernández Almagro, Melchor,
Esteban Soler, Hipólito, 132 584, 657, 668
Estébanez Calderón, Demetrio, Fernández Almuzara, E., 636
57, 62, 173, 174, 190, 237, 259, Fernández Álvarez, J., 626, 636
260, 261, 262, 266, 297, 298, Fernández Castañón, Luis, 607,
313, 316, 320, 329, 352, 394 613, 637
Estébanez Calderón, Serafín, 81, Fernández-Cordero y Azorín,
141, 143, 145, 151, 154 Concepción, 217, 218, 222,
Estelrich,J. Luis, 144, 154 224, 226, 237, 238, 239, 241,
Estévez Molinero, Ángel, 159, 202 251, 253, 254, 255, 258, 259,
Estil.Les Farré, Juan Emilio, 202 260, 261, 262, 267, 272
Estrella Gutiérrez, Fermín, 189, Fernández Cifuentes, Luis, 20, 23,
356, 364 299, 350, 394, 603, 636, 641,
Estruch Tobella, Joan, 82, 95, 125, 645
132 Fernández Díaz, María del Car¬
Etienvre, Franyois, 287, 378 men, 485
Etreros, Mercedes, 20, 23, 530, Fernández Espino, José, 33, 60
531, 550, 591, 592, 597, 598 Fernández Flores, Isidro [Fernán-
Ezama Gil, Ángeles, 143, 185, flor), 433, 603, 645, 646
186, 202, 296, 374, 431 Fernández y González, Manuel,
85, 224
Faguet, E., 624, 636 Fernández Gutiérrez, José Ma, 465,
Faliére, Héléne, 485 485,668
Fanego López, Otilia, 485 Fernández Jiménez, José, 85
Faria, Duarte, 661, 668 Fernández Larrain, Sergio, 563
Faus, Pilar, 305, 394, 507, 544 Fernández Lasanta, Manuel, 423
686 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Fernández Luján.Juan, 11, 272, 550 Ford, J. O., 129


Fernández de Los Ríos, Ángel, 34 Ford Bacigalupo, Mario, 272
Fernández Rodríguez-Avelló, Ma¬ Forgues, Roland, 668
nuel, 152,194, 378, 614,637 Forrest, Gene, 534, 550
Fernández Segura, Francisco, 100, Fortes Fernández, José Antonio,
132 442, 486
Fernández Soto, 159 Forteza, Guillermo, 33
Fernández de Velasco, Fernando, Foscolo, Hugo, 170
242 Foucault, Michel, 441
Fernández Villegas, Francisco [Ze¬ Foulché-Delbosc, Raimond, 108,
da1, 185, 469 133
Ferrari, Emilio, 506 Fowler, Roger, 410
Ferrer Benimelli, José, A., 306, 394 Fox, Arturo A., 655, 668
Ferrer del Río, Antonio, 154 Fox, Inman, 283, 296, 378, 431
Ferreras, Juan Ignacio, 20, 23, 80, Foxá, Agustín de, 56
132, 188, 202, 366, 394, 486, 585, Fradejas Lebrero, José, 65, 347,
586, 587, 591, 593, 594,624,652, 395
668 Fraile, Medardo, 347, 395
Fielding, Heniy, 43, 626 France, Anatole, 350
Fierro, Carmen Luisa, 330, 394 Francés, José, 512, 550, 645
Figueroa, Agustín, 157, 194, 378, Francisco, Antonio de, 160, 202
506, 544 Francos Rodríguez, José, 645
Figueroa, Marqués de, 65, 580, 581, Frank, Claudine, 350, 395
584, 597 Franz, Thomas R., 202, 306, 325,
Figuerola, M. C., 17 330, 395, 668
Finkenthal, S., 297 Freire, Ana, 195, 208, 282, 378,
Fiore, Robert L., 133 510, 544
Fishtine, Edith, 11, 142, 158, 162, Freling Huysen, Frederick T., 152
202 Freuller, José, 150, 151, 154
Fitzmaurice-Kelly, J., 76, 301, 521, Fucelli, Antonia, 133
608 Fullana Montoro, M. José, 645
Flaubert, Gustave, 175, 350, 433, Fuente Ballesteros, Ricardo de la,
448, 449,451,475, 526, 536, 581, 36, 65, 78, 86, 88, 89, 133, 425,
604, 647, 651, 662 478, 490, 506, 544
Fletcher, Madeleine, 310, 394 Fuentes, Víctor, 47, 66, 301, 329,
Flibbert, Joseph T., 74 378, 395, 447, 452, 486, 518,
Flitter, Derek William, 65 550
Florensa, Eva F„ 111, 112,114,115, Fuentes Gutiérrez, María Dolores,
128, 132, 133 183, 205
Flores, Antonio, 48, 49, 233, 243 Fuster, Joan, 643
Flores, Eugenio Antonio, 591, 597
Fontanella, Lee, 210, 292, 316, Gabino, Juan Pedro, 202
317, 395 Gabriel y Ruiz de Apodaca, Fer-
ÍNDICE ONOMÁSTICO 687

nando, 37, 38, 40, 63, 66 García Domínguez, Elias, 431, 627,
Gala, Periquito de la, 145, 186 637
Galdiano, Lázaro, 426 García y García de Castro, Rafael,
Gale, Judith E., 272 160, 202
Galeote, Manuel, 202 García González, Francisco, 220,
Galera Sánchez, Matilde, 145, 272
148, 149, 151, 152, 157, 158, García Lara, Femando, 133
172 194, 195, 202 García López, José, 80
Gallego Morell, Antonio, 159, García Lorenzo, Luciano E., 172,
183,203, 544 173,190, 289, 297,305, 362, 381,
Gallego Roca, Miguel, 85, 133 395
Gamallo Fierros, Dionisio, 116, García Martín, J. L., 143, 195
195, 422, 425, 426, 436, 478, García Mercadal, José, 564, 568
507, 544 García Morente, Manuel, 175
Gamero y de la Iglesia, Emilio, García Negro, María Pilar, 511, 550
301, 395 García de Quevedo, Heriberto,
Gámez, Juan, 655 143, 154
Gandarias, Teodosia, 282, 379 García Ramón, Leopoldo, 505,
Ganivet, Ángel, 98, 267, 653 520, 550
Gaos, Vicente, 108, 109, 110, 111, García San Miguel, Luis, 429, 442,
112, 113, 115, 127, 133 486
Garagorri, Paulino, 192 García Sánchez, Franklin R., 395
Garaudy, R., 14 García Sarriá, Francisco, 321, 336,
García, Miguel Ángel, 163, 203 395, 426, 429,437,448,467,471,
García Álvarez, María Teresa Cris¬ 472,475, 486
tina, 450, 486 García Serrano, Rafael, 56
García Barragán, María Guadalu¬ García Tassara, Gabriel, 34, 143,
pe, 511, 550 154
García Barrón, Carlos, 313, 373, García Velloso, Enrique, 377
395 García Villalta, José, 109
García Blanco, Manuel, 618, 637 Gargano, Antonio, 486
García Bolta, María Isabel, 301 Garrido, J., 332, 395
García Carraffa, Alberto y Arturo, Garza Castillo, Jorge, 364
584 Gaseó Contel, Emilio, 642, 646,
García Castañeda, Salvador, 216, 656, 658, 662, 668
218, 220, 221, 222, 229, 230, Gautier, Teófilo, 516
267, 272, 299, 504, 550 Gayangos, Pascual de, 14
García Cruz, Arturo, 159, 160, Gayoso, Josefa, 229
163, 173, 203 Gerrard, Lisa, 448, 466, 486
García de Cortázar, Fernando, Gerli, Michael, 525, 550, 663, 668
444,486 Ghiraldo, Alberto, 645
García de la Concha, Víctor, 18, Gide, 319
19, 23 Gil, Joaquín, 125
688 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Gil, José R., 292, 374 272, 286, 301, 343, 521, 528,
Gil y Carrasco, Enrique, 81 535, 551, 606, 607, 620, 622,
Gil Cremades, Juan José, 167, 627, 637, 640, 641, 645, 648,
173, 203 649, 655, 660, 661, 668
Giles, Mary E., 511, 512, 524, 533, Gómez Carrillo, Enrique, 154,
538, 550 286,434
Gilman, Stephen, 293, 298, 307, Gómez-Ferrer Morant, Guadalupe,
314, 315, 316, 317, 329, 330, 579, 584, 617,618, 622,624, 625,
351, 395, 396, 452, 486 627, 628, 629, 631, 637, 659, 668
Giménez, Enrique, 134 Gómez Martí, Pedro, 663, 669
Giménez Caballero, Ernesto, 160, Gómez Martínez, José Luis, 397
203 Gómez Palmeiro, Rosendo, 127,
Gimeno Casalduero, Joaquín, 487
315,337, 396 Gómez-Santos, Marino, 421, 429,
Giménez-Serrano, José, 85 478, 487
Gimeno, Amalio, 662 Gómez de la Serna, Ramón, 56
Giné Janer, Marta, 486 Gómez-Tabanera, José Manuel,
Giner de los Ríos, Francisco, 13, 424, 478, 629, 631,633
301,320, 424, 445, 478 Gómez Yebra, Antonio A., 159,
Giralt, Emili, 659 203
Girard, René, 453 Goncourt, Edmond y Jules, 16,
Glannon, Walter, 396 18,432,467,506,507,512, 516,
Glascock, C. C., 11 524, 538, 581, 604
Glen, Lee Taylor, 450, 486 Góngora y Ayustante, Manuel,
Glendinning, Nigel, 396, 415 115,133
Godoy Gallardo, Eduardo, 14, 23 González, Bernardo Antonio, 551
Goethe, JohannW., 175,186,319, González de Amezúa, Agustín, 568
351 González-Arias, Francisca, 282,
Gogorza Fletcher, Madeleine, 396 378, 503, 512, 536, 551
Gold, Hazel, 309, 325, 329, 336, González Araúzo, Ángel, 282, 378
383, 396, 460, 486,564,568 González Blanco, Andrés, 11, 20,
Goldin, David, 349, 396, 551 23, 80, 133, 506, 511, 518, 551,
Goldman, Peter B., 309, 330, 344, 568, 620, 652.
345, 351, 383, 396 González Catilleno, M. José, 66
Goldsmith, Oliver 43, 581 González Carvajal y Velasco, Mi¬
Gómez, Joaquín, 511, 537, 551 guel, 30, 31
Gómez, José Luis, 439, 476 González de Ávila, Manuel, 465,
Goméz, Rafael, 272 466, 487
Gómez de Avellaneda, Gertrudis, González de Linares, Augusto,
34, 39, 585 507, 544
Gómez de Baquero, Eduardo [An- González Fernández, José, 637
drenicü, 20, 23, 75, 79, 100, 107, González López, Emilio, 80, 511,
124, 133, 186, 203, 215, 236, 512,523,552
ÍNDICE ONOMÁSTICO 689

González López, Etelvino, 487 Gubernatis, Angelo de, 154


González Román, Gonzalo, 157, Güell,José, 185
203 Guenoun, Pierre, 668
González Ruiz, Nicolás, 66 Guereña, Jean L., 434
González Santana, Rosa Delia, Guerrero, María, 283, 297, 378,
397 422
González Sen-ano, Urbano, 12, 23 Guerrero de Escalante, Elisa, 30,
González Torres, Rafael, 503 31
González Troyano, Alberto, 56, Guerrero de Escalante, Juan, 30
66, 143, 195 Guillard, A., 42, 61
González Wés, Armando, 614 Guillén, Claudio, 487, 524, 526,
Goodman, P., 638 534,552
Gordon, Michael, 321, 360, 397 Guillespie, Gerald, 349, 396
Gosse, Edmund, 612, 616, 636 Guillet, Joseph E., 108, 133
Goya, Francisco de, 234 Guimerá Estévanez, Ángel, 285
González Herrán, José Manuel, Guimerá Peraza, Marcos, 282, 378
11, 216, 217, 219, 220, 221, 222, Guisselbrecht, A., 14
224, 226, 228, 231, 233, 234, Gullón, Agnes Moncy, 329, 397,
235, 236, 238, 239, 240, 241, 456,461, 464, 487
242, 243, 244, 245, 246, 247, Gullón, Germán, 20, 23, 59, 66,
250, 251, 254, 255, 256, 257, 82,116, 120, 125, 133, 170, 172,
258, 259, 260, 26l, 262, 263, 183, 187, 216, 243, 244, 245,
264, 265, 266, 267, 272, 273, 246, 249, 250, 265, 273, 290,
277, 351, 397, 431, 466, 487, 291, 310, 312, 315, 316, 317,
503, 504, 507, 511, 512, 513, 322, 323, 324, 326, 330, 339,
514, 515, 519, 534, 544, 547, 347, 358, 381, 383, 397, 412,
548, 550, 552, 553, 554, 555, 448, 451, 455, 457, 458, 461,
556, 557, 559 462, 463, 464, 466, 473, 474,
Gracia Boix, Rafael, 195 475, 487, 504 518, 519, 527,
Graell Vázquez, María Cristina, 552, 662, 669
159,203 Gullón, Ricardo, 159, 203, 217,
Gramberg, Eduard J., 429, 445, 218, 224, 243, 251, 258, 260,
466, 469, 470, 472, 487 273, 303, 312, 314, 316, 318,
Granata de Egues, Gladys, 290, 381 319, 323, 326, 327, 329, 331,
Grebonícková, Ruena, 354 332, 333, 337, 358, 359, 360,
Greindl, Jules, 144, 154 397, 398, 429, 430, 445, 462,
Grey, Zane, 646 476, 487, 525,527, 552
Griswold, Susan C., 431 Gutiérrez, Belén, 203
Groeneboer, Roelof. G., 359 Gutiérrez, Fernando, 191, 359
Gross Castilla, Amanda, 450, 487 Gutiérrez Abascal, José [Kasabal1,
Grossi, Gerardo, 669 260
Guastavino, Guillermo, 422, 430, Gutiérrez Carbajo, Francisco,
478 593, 595, 598
690 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Gutiérrez Díaz-Bernardo, Este¬ Hernández, Nicolás, 434, 444,


ban, 349, 398, 563, 564, 568 448
Gutiérrez Flórez, Fabián, 78, 103, Hernández Alfonso, Luis, 62
134 Hernández Cabrera, Clara Eugenia,
Gutiérrez Gamero, E., 645 295, 342, 343, 363, 374, 398
Gutiérrez Iglesias-Sáez Picazo, F., Hernández Sánchez, Eulalia, 119,
246 134
Guttmann.J., 512, 557 Hernández Suárez, Manuel, 288,
Guy, Alain, 669 378, 381
Guzmán, Lila W., 371 Herrera, Fernando de, 182
Herrero, Javier, 31, 32, 37, 39, 40,
Hac, Eugene, 348, 398 41,49, 50,51,52, 53, 59,66,67,
Haeckel, Ernet Heinrich, 660 310
Hafter, Monroe Z., 120, 134, 432, Herzberger, David K., 273
471,472 Hespelt, E. Hermán, 31, 38,42, 53,
Hall, Harold B., 336, 398 57, 58, 62, 66, 67, 86, 126, 134
Hamel, Ángela, 38, 66 Hesse, José, 540
Hamilton, C., 126 Heyse, Paul, 38, 67
Hart, Stephen, 458, 461, 464, 488, Hibbs-Lissorgues, Solange, 15,
624, 638 20, 23
Hartzenbusch, Juan Eugenio, 29, Hickey, Leo, 669
34, 58, 59, 87, 233 Hilton, Ronald, 511, 512, 518, 553
Hatzfeld, Helmut, 273, 448, 450, Hindson, Jean, 466
462, 488 Hinterháuser, Hans, 304, 310, 398
Havelloc, Ellis, 11 Hoar, LeoJ., 310, 398
Hegel, George Wilhelm Fridrich, Hoddie, James H., 318, 325, 398
302, 454 Hoffman, Ernest Theodor Ama-
Heinemann, William, 612, 6l6, deus, 187
636 Holmberg, Arthur Cari, 350, 398
Heinermann, Theodor, 30, 33, 34, Holt, F. J. T., 637
35, 38, 39, 48, 58, 59, 66 Hooc, David, 109, 110, 115, 134
Hemingway, Ernest, 56 Hornedo, Rafael María de, 569,
Hemingway, MauriceJ., 233, 234, 570, 576, 577, 581, 584
235, 263, 326, 398, 504, 509, Horrent, Jules, 67
511, 512, 515, 516, 517, 522, Howells, William Dean, 154
525, 526, 527, 528, 529, 533, Hoyle, Alan, 332, 398, 399
538, 544, 552, 553, 627, 638 Hoyos y Vinent, Antonio de, 576
Hendrix, W. Samuel, 42, 62 Hoz, Pedro de la, 34
Henn, David, 511, 512, 518, 529, Hübner Teichgráber, Daniel, 170,
553 198
Hermosilla Álvarez, María Ánge¬ Huerta Viñas, Fernando, 62
les, 660, 669 Hugo, Víctor, 187, 526, 565, 586,
Hernández, L., 297 652
ÍNDICE ONOMÁSTICO 691

Huidobro, Eduardo de, 215, 220, Jones, C. A., 331, 374


223, 225, 259, 267, 273, 277 Jourdan, Pierre, 595
Húmara, Rafael, 81 Jover Zamora, José M-, 337, 399
Hunter, William, 152 Juan y Llovera, Carmen, 146, 149,
Huysmans, Joris Karl, 524, 527, 195
592 Juarros, C., 645
Hyman, Diane Beth, 293, 294, 374 Juderías, Julián, 147, 195
Jules, 16
Ibáñez Campos, José, 190, 192, Junceda Avello, E., 488
476 Jung, Charles G., 183, 245
Ibargüengoitia, Jorge, 439, 476 Jurestchke, Hans, 11, 162, 204
Ibarra, Fernando, 144, 157, 203 Just Gimeno, Juli, 642, 659, 669
Ibsen, Henrik, 339
Ife, Barry W„ 456, 466, 488 Kant, Immanuel, 162
Iglesias, Ángel, 332, 399 Kierkegaard, Soren, 651
Iglesias, Concepción, 658, 669 King, Sarah E., 329, 399
Iglesias Feijóo, Luis, 349, 398, 399 Kirby, Harry L., 346, 399, 528,
Infantes, Víctor, 503 529, 539, 553
Iribarren, Fermín de, 33 Kirkpatrick, Susan, 55, 56, 67
Irving, Robert L., 163, 203 Kirsner, Robert, 307, 399
Irving, Washington, 38, 39, 52, 53, Klein, Carol E., 204
57, 58 Klibbe, Lawrence, 54, 58, 59, 67,
Isabel II, 218, 576 217, 235, 273
Isasa, Santos, 573 Kreiten, W., 38, 67
Izquierdo, Luis, 128 Kressner, A., 42
Kronik, John W., 15, 23, 291, 298,
Jackson, Robert M., 442, 450, 488 299, 301, 308, 309, 323, 324,
Jaffe, Catherine M., 321, 322, 399 330, 344, 346, 347, 374, 378,
Jagoe, Catherine, 308, 318, 399 381, 383, 394, 397, 399, 400,
Jakobson, Román, 14 404, 412, 417, 430, 431, 432,
Jammes, Francis, 651 433, 461, 463, 488, 511, 516,
Jammes, Robert, 439, 450, 488 551, 553
Jareño, Ernesto, 62 Kropotkin, 660
Jelelaty, Joseph, 350, 399 Krow-Lucal, Martha G., 321, 322,
Jiménez, José Luis, 399 350, 400
Jiménez Asúa, L., 645 Krynen, Jean, l6l, 174, 186, 204
Jiménez Fraud, Alberto, 111, 159, Küpper, Werner, 446, 470, 488
175, 185, 187, 203
Jiménez Martos, Luis, 160, 204 la Follette Miller, M. 431
Jiménez Serrano, J., 164 Labanyi, Jo, 326, 383, 400, 466,
Jongh-Rossel, Elena M. de, 282, 488
378, 512, 538, 553, 663, 669 Lacouture, Maryline, 669
Johnson, Roberta, 12 Laffitte, George, 448, 488
692 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Lafuente, Modesto, 29, 81 León, Ricardo, 286, 603


Lafuente Niño, María del Carmen, León y Castillo, F. de, 281, 282,
300 377,379
Lakhdari, Sadi, 337, 400 León González, Susana, 458, 480
Lamartinel, Jean, 86, 87, 134, 195 León Roca, José Luis, 641, 642,
Lambert, A. F., 339, 400 650, 655, 656, 658, 669, 670
Landeira Yrago, Xosé, 669 León Sánchez, M., 85
Langa Laorga, María Alicia, 67 Lera, Ángel María de, 56
Larra, Mariano José de, 49, 81, Lerroux, Alejandro, 645
243 Letemendía, Emily, 312, 350, 400
Lanzuela Corella, María Luisa, Lewis, Thomas E., 329, 400
228, 267, 508, 509, 544 Lezama, Antonio, 645
Lapuyade, Lorenzo, 377 Lezcano Zamora, Margarita, 656,
Larrea, Elba M., 311, 400 670
Larsen, Kevin S., 134, 147, 154, Liberatori, Filomena, 79, 86, 89,
204, 466, 488, 503, 528, 553 111, 120, 121, 134
Lassaleta, Manuel C., 305, 351, Lida, Clara E., 299
400 Lida, Denah, 297, 351, 352, 400,
Latorre Ceresuela, Yolanda, 400, 401
513, 553 Linares de la Puente y Apece-
Latour, Antoine Tenant de, 30, 34, chea, Alejandro, 30
35, 38, 39, 43, 53, 55, 67, 68, 87 Lissorgues, Yvan, 15, 16, 17, 19,
Lavaud, Jean Marie, 646, 669 23, 24, 74, 549, 551, 552, 563,
Laverde, Gumersindo, 147, 154, 568, 592, 593, 594
160, 167, 177, 178, 179, 221, Little, William, 489
225, 226, 227, 229, 233, 235, Litvak, Lily, 20, 24, 173, 187, 204,
239, 241, 242, 246, 247, 251, 253 219, 220, 273, 516, 553
Lavigne, Germond, 31, 38, 68 Livingstone, León, 340, 401
Lázaro Carreter, Fernando, 13, 14, Llacer, Eusebio, 554
23 Llorens, Vicente, 32, 301, 401
Lázaro Galdiano, Enrique, 507, Llórente, Teodoro, 154, 507
508,514 Lloris, Manuel, 11, 159, 163, 641,
Le Bouill, Jean, 219, 261, 272, 273 670
Leander-Starr, 6l Llull, Ramón, 76
Léeoste, M., 126 Lomba y Pedraja, José Ramón, 274
Ledesma Hernández, Antonio, Lombroso, Cesare, 346, 530
85, 86, 87 Longo,528
Lefkoff, Joan, 512, 557 Lope,J. M.,439, 476
Lema, Marqués de, 584 López, Ignacio Javier, 24, 114,
Lemartinel, Jean, 315, 400 121, 122, 123, 124, 134, 308,
Lemcke, L. G., 42, 61 322, 331, 401, 450, 451, 452,
León, Fray Luis de, 261 459, 462, 489, 529, 541, 585,
León, María Teresa, 366, 368 588
ÍNDICE ONOMÁSTICO 6 93

López, M. Berta, 489 Louis-Lande, T., 171, 204


López, Mariano, 321, 401 Lovett, Gabriel H., 311, 312, 401,
López de Abiada, José M., 219, 402
220, 236, 257, 274 Lowe, Jennifer, 322, 326, 336,
López Aranda, Ricardo, 358 337, 340, 347, 401
López de Argüello, Alberto, 33, Lozano Guirao, Pilar, 149, 195
34, 44, 45, 63 Lozano Marco, Miguel Ángel,
López de Ayala, Adelardo, 35, 431, 591, 592, 593, 595, 596,
154 597, 599
López Bago, Eduardo, 14, 162, Luengo, Enrique, 402
591-595, 596 Lukacs, George, 14, 440
López Baralt, Mercedes, 293, 308, Lugo, Ruth, 297, 329, 342, 402
330, 374, 401 Luna Sellés, Carmen, 537, 554
López Casanova, Arcadio, 111, Luna Traill, Elisabeth, 464, 490
113, 114, 115, 127 Luque de Blas, Diego, 52
López Cruces, Antonio, 85, 87 Luxemburg, Jan Van, 444, 455,
López Estrada, Francisco, 68, 195 490
López Fanego, Otilia, 46l, 489 Lynch, Hannah, 229, 230
López Jiménez, Luis, 11, 14, 24,
159, 162, 204, 297, 350, 378, Machado Álvarez, Antonio, 507,
450, 489, 592, 658, 663 544
López Landy, Ricardo, 305, 401 Madariaga de la Campa, Benito,
López Martínez, María Isabel, 216, 217, 218, 219, 222, 246,
119, 134 262, 265, 266, 274, 277, 303,
López Morillas, Francés M., 314, 314,317, 402
320, 360, 401 Madland, Helga Stipa, 171, 204
López Morillas, Juan, 52, 68, 80, Madoz, Pascual, 576
173,550 Madrazo, Pedro, 29, 33, 154
López Pinillos, José, 285 Madrazo, Federico, 53
López Rubio, José, 302, 401 Madrigal, Dennis, 329, 402
López Sanz, Mariano, 14, 24, 307, Maeztu, Ramiro de, 286, 638, 651
347, 401, 518, 523, 525, 529, Mainer, José Carlos, 20, 24, 174,
537, 554 175, 176, 191, 297, 404, 599,
López Soler, Ramón, 49, 81 643, 652, 670
Lorda Alaiz, M., 431, 489 Malaret, Nicole, 332, 402
Lorente, Antonio, 208 Malats, Joaquín, 283, 379
Lorenzo Coria, Martín, 565 Malcon, Mary Luz, 450, 466, 490
Lorenzo-Rivero, Luis, 401 Maldonado y Macamaz, Joaquín,
Losada, Elias de, 147, 154 45
Lott, Robert E., 158,159,169, 172, Mancini, Guido, 134
174, 190, 204, 462, 489, 522, Mandrell, James, 451, 490, 568
524, 554 Manent, Albert, 507, 544
Loubes, Jean Noel, 670 Manguel, Alberto, 127
694 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Manier, M. J., 68 Martínez de la Riva, Ramón, 650,


Mansberger Amorós, Roberto, 670
163,204 Martínez de la Rosa, Francisco, 81
Manzoni, Alessandro, 351 Martínez del Portal, María, 6l,
Mañueco, Ángela, 504 630, 632
Marban, J. A., 188, 204 Martínez Fernández, Celso, 462,
Marcháis, A., 42, 60 490
Marco, Joaquín, 158, 205 Martínez Galán, Rosario, 490
Marcos, Balbino, 453, 457, 490 Martínez Kleiser, Luis, 84, 85, 86,
Marcus, Roxanne B., 172, 183, 88, 90, 97, 99, 101, 105, 107,
204, 205 110, 116, 120, 134, 195, 614,
Maresca, Mariano, 429, 490 638
Marey, Jean, 359 Martínez Martínez, Marcos G.,
Marichalar, Antonio, 157, 205 425, 479
Mariño, Victoriano, 36 Martínez Torrón, Diego, 440, 447,
Mario, Emilio, 285 450, 491
Marivaux, Pierre Carlet de Cham- Martínez Umpiérrez, Ela Ma, 283,
blain de, 109 293, 360, 374, 378, 402
Márquez Villanueva, Francisco, Martínez Vigil, Ramón, 421, 426,
293, 294, 374 427
Marquina, Eduardo, 645 Mas, Jaime, 190
Marrast, Robert, 32, 355 Mas, José, 658, 664
Martín, Elvira, 504, 519, 554 Masip Acevedo, Julio, 458, 491
Martín Gaite, Carmen, 170, 171, Masip Hidalgo, Antonio, 491
190 Mastrangelo, Giulia, 134
Martín-Gamero, Sofía, 430 Mata, Pedro, 645
Martín Vázquez, Olga, 191 Mateo Diez, Luis, 523, 526, 554
Martinell, Emma, 402 Mateu, María Teresa, 658, 664
Martínez, Emilio, 638 Matheu, José Ma, 507, 597
Martínez Barrionuevo, Manuel, Matorras, Rosa, 230, 267
573, 591 Maugham, Somerset, 646
Martínez Cachero, José María, 20, Maupassant, Guy de, 432, 512,
92, 116, 124, 134,422,423,427, 526, 581
428, 429, 430, 431, 432, 433, Maura, Antonio, 11, 282, 379,
434, 435, 438, 439, 440, 441, 508, 582, 584
442, 443, 446, 463, 467, 468, Maury, Lucien, 661, 670
469, 472, 473, 474, 475, 476, Maynal, Edouard, 74
477, 479, 480, 481, 482, 484, Mayoral, Marina, 158, 205, 429,
487, 494, 506, 507, 544, 604, 503, 504, 507, 520, 522, 524,
609,618,638 525, 526, 531, 533, 535, 536,
Martínez Campos, Arsenio, 149 537, 539, 541, 542, 543, 544,
Martínez Carazo, Cristina, 441, 548, 549, 552, 554, 555, 559
490 Mazade, Charles de, 38, 68
ÍNDICE ONOMÁSTICO 695

Mazo, Cipriano del, 101 Menéndez Pidal, Ramón, 262,


Mazzara, Richard A., 135 275,645
Mazzei, Pilade, 159, 205 Meregalli, Franco, 432, 491
Mazzeo, Guido E., 453, 46l, 491, Mérimée, Ernest, 144, 148, 154
525,554 Mérimée, Henri, 656, 670
McClendon, Barnett A., 98, 135 Mérimée, Prosper, 56, 109, 159,
McCurdy, G. Grant, 174, 204 450
McGillycuddy, G. V., 274 Mesía Coello, Alonso, 143
McMaster, R. D., 74 Mesía de la Cerda, Alonso, 151,
Medina, Encarnación, 17 154
Medina, Jeremy T., 14, 24, 113, Mesonero Romanos, Ramón de,
115, 135, 275, 628, 638, 670 44,46, 48,51,81,225, 233, 235,
Medina, Vicente, 154 243, 283, 284, 285, 298, 301,
Melgares, Fidel, 253 380, 478, 544
Meliá, José Ma, 670 Miguel del Val, Mariano, 504
Melián Lafinur, Alvaro, 207 Miquel y Badía, Francisco, 88
Mélida, Arturo, 285, 379 Milá y Fontanals, Manuel, 165, 242
Melón y Ruiz de Gordejuela, San¬ Millán, Pascual, 573
tiago, 448, 491, 638 Miller, Beth, 301
Méndez Faith, Teresa, 402 Miller, Stephen, 24, 275, 292, 307,
Méndez Gaite, Ramón, 510 311, 326, 332, 336, 349, 374,
Méndez Núñez, Casto, 36 402, 403, 452, 491,636, 638
Méndez Rayón, Damián, 144, 154 Minter, Gordon, 346, 403
Méndez Vigo, Felipe, 154 Miñambre Sánchez, Nicolás, 127
Mendizábal, Juan Álvarez, 52 Miraflores, Marqués de, 95
Mendoza, Elisa, 284 Miralles, Agustín, 287
Menéndez Onrubia, Carmen, Miralles, Enrique, 20, 24, 25, 157,
283, 297, 329, 362, 378, 402 158, 174, 187, 205, 235, 236,
Menéndez Pelayo, Enrique, 215, 237, 249, 263, 265, 266, 275,
226 357, 403, 459, 491,555
Menéndez Pelayo, Marcelino, 13, Miralles Torres, Agustín, 377
14, 89, 144, 147, 148, 154, 155, Miranda, W., 66l, 670
156, 159, 161, 168, 178, 179, Miranda García, Soledad, 20, 24,
180, 182, 215, 216, 217, 220, 59,135,168, 527,555, 625,629,
222, 223, 224, 225, 226, 227, 638
228, 229, 232, 233, 234, 235, Miravalles Rodríguez, Luis, 458,
239, 240, 242, 245, 246, 247, 491
248, 251, 253, 254, 255, 257, Miró, Gabriel, 603, 646, 667
258, 259, 260, 262, 263, 275, Mitterand, Henry, 11, 16, 24
277, 281, 285, 286, 290, 301, Molho, Blanca, 584
328, 402, 421, 424, 426, 437, Moliere, Jean Baptiste Poquelin,
438, 478, 479, 504, 507, 510, 109
515, 554, 564, 569, 570, 605 Molina, José Luis, 143, 195
696 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Molins, Marqués de [Vid. Roca de Montpensier, Duque de, 31, 33,


Togores] 39, 95
Monleón, José B., 315, 403 Mora, José Joaquín de, 30, 32, 34,
Montalvo, Juan, 146, 154, 507, 53
544 Mora García, José Luis, 306, 403
Montero, José, 217, 224, 227, 251, Morawski, S., 14
260, 277 Morales, María Cruces, 443, 491
Montero, Juan, 491 Moratín, Leandro Fernández de,
Montero-Paulson, Daría J., 307, 403 114
Montes, Francisco, 56 Morel-Fatio, Alfred, 34, 35, 38, 40,
Montes Bordajandi, Juan Bautista, 64, 68, 87, 148, 154, 285, 36l
83, 114, 117, 118, 127, 128, 135 Morell, Concha-Ruth, 282, 380
Montes Huidobro, Matías, 111, Morely Navarro, Esther, 183, 205
135, 159, 183, 205, 275, 316, Moreno Alonso, Manuel, 157, 205
403, 462, 472, 473, 491, 533, Moreno Castillo, Gloria, 403
555 Moreno Durán, Teodomiro [El
Montesinos, José Fjernández], 11, Bachiller de Estepa], 154
18, 20, 24, 36, 39, 40, 41, 44, 48, Moreno Fabro, María del Espíritu
50,51,52, 53, 54, 56, 58, 59, 63, Santo, 30
68, 76, 77, 78, 84, 85, 86, 90, 98, Moreno Güeto, Juan, 144, 147,
99, 101, 102, 107, 110,111,112, 148, 154, 180, 182, 184
116, 117, 118, 119, 120, 122, Moreno Hernández, Carlos, 491
125, 135, 155, 158, 159, 160, Moreno Hurtado, Antonio, 205
161, 163, 167, 169, 171, 172, Moreno Ruiz, F., 149, 150, 154
173, 175, 178, 179, 180, 182, Moret, Segismundo, 478, 479
183, 184, 185, 186, 205, 224, Morgan, Newell, 512
225, 226, 227, 234, 235, 236, Morón Arroyo, Ciríaco, 345, 403,
237, 238, 239, 240, 241, 244, 628, 638
246, 247, 248, 249, 251, 254, Morote, Luis, 662
257, 258, 259, 260, 26l, 267, Morphy, Guillermo, 154
275, 285, 287, 299, 301, 302, Moya Jimenéz, Virgilio, 326, 403
315, 316, 318, 319, 320, 321, Muiños Sáenz, Conrado, 301, 585
323, 324, 325, 327, 378, 403 Mulder, Elizabeth, 555
Montesinos, María Isabel, 23, 403 Mulvihill, Edward R., 359
Montesquieu, Charles de Secon- Mundi Pedret, Francisco, 453, 491
dat de, 170 Muñiz, Alfredo, 645
Montoliu, Manuel, 129 Muñiz Muñiz, María Nieves, 403
Montón Puerto, Pedro, 453, 491 Muñoz, Juan, 86
Montoto, Santiago, 31, 32, 33, 35, Muñoz, Luis, 87
39, 42, 55, 64, 68, 149, 154, 155, Muñoz Cortés, Manuel, 663, 670
205 Muñoz Marquina, Francisco, 128,
Montoya Ramírez, María Isabel, 468, 477
205 Muñoz Reinoso, Francisco, 154
ÍNDICE ONOMÁSTICO 697

Muñoz Rojas, José Antonio, 157, Noia, Camino, 511, 555


172, 206 Noguera, J., 166
Musset, Alfred de, 651 Nora, Eugenio de, 591, 595, 653
Nordau, Max, 346
Naharro Calderón, José Ma, 349, Novalis, 187
403 Nuez Caballero, Sebastián de la,
Narbona, Rafael, 625, 627, 638 282, 283, 285, 286, 297, 299,
Narváez, Ramón María, 95 300, 315, 323, 378, 379, 381,
Narváez, María Teresa, 282, 378 404, 564, 568, 614, 615, 638,
Naudin de Hartig, Ana, 525, 555 670
Navarrete, José, 167, 597, 604 Nunemaker, John Horace, 504
Navarrete, Ramón de [Asmodeo], Núñez, Carmen, 448, 492
576 Núñez de Arce, Gaspar, 146, 154,
Navarro, Ana, 143, 147, 153, 154, 229
166,172,174,190,195,196, 205 Núñez de Arenas, M., 34, 64
Navarro, María José, 645, 649, Núñez de Villavicencio, Laura,
652,663,665 275,461,462, 492,512, 555
Navarro Adriaensens, José M., Núñez Rey, Concepción, 492
352, 404
Navarro González, Alberto, 68, O’Brien, MacGregor, 336, 404
103, 104, 130, 363 Ocano, Armando, 78, 86, 135
Navarro Ledesma, Francisco, 98, Ocaña Vergara, José Ma, 206
285,380 Ocharán Mazas, Luis de, 174, 206
Navarro Sierra, Juan, 143, 154 Ochoa, Eugenio de, 29, 30, 31,
Navajas, Gonzalo, 206 34, 43, 48, 53, 59, 68, 164
Navas, Conde de las [Juan Gual- Ochoa Betancourt, Juan, 378, 423
berto López Valdemoro], 148, O’Connor, D. J., 311, 337, 404,
154, 206 639
Navas Ruiz, Ricardo, 311, 404 O’Donnell, Leopoldo, 95
Navascués, Miguel, 312, 313, 404 Ogilvie, Guillermo, 129
Nelson, Briand, 17, 24, 552 O’Hara, Edgar, 109, 135
Nelson, Thomas, 362 Ojeda Escudero, Pedro, 158
Ñervo, Amado, 286 Olalla Real, Ángeles, 404
Neuschafer, H. J., 670 Oleza, Juan, 19, 20, 24, 80, 163,
Newark, Juan de la Cuesta, 297 172, 173, 174, 206, 219, 252,
Nimetz, Michael, 289, 304, 404, 275, 427, 439, 441, 442, 443,
444, 492 444, 445, 453, 456, 460, 461,
Nietzsche, Friedrich, 558, 650, 463, 464, 465, 466, 467, 468,
651 472, 473, 474, 476, 477, 492,
Nieva, Francisco, 297, 385, 504 555, 654, 655, 670
Nocedal, Cándido, 29, 33, 48, Oliu, 311
573, 578, 579, 585 Oliveira Martins, Joaquín Pedro,
Nocedal, Ramón, 242 144, 196
698 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Oliveira Martins, Pedro de, 154, Osuna, Duque de, 144


187 Oteo Sans, Ramón, 440, 492
Oliver, Walter, 299 Otis, Laura, 555
Oller, Narcís, 154, 196, 224, 227, Ouimette, Víctor, 671
246, 251, 254, 255, 257, 259, Outzen, Gerda, 262, 276
260, 262, 268, 285, 380, 389, Oyoqui, Emilio, 63
422, 466, 467, 478, 507, 510,
520, 531, 544, 555, 597, 604 Pabón Suárez de Urbina, 175
Olson, Paul P, 68 Pageard, Robert, 142, 175,193, 206
Ombuena, José, 144, 196 Pageaux, Daniel Henri, 349, 405,
Ontañón de Lope Blanch, Pacien¬ 623, 639
cia, 206, 327, 404, 455, 492 Pagés, Alain, 16, 25
Onrubia de Mendoza, José, 533, Pagés, Aniceto de, 154
543 Pagés Rangel, Roxana, 143, 196,
Opiso, Alfredo, 157 206
Ordóñez, ElizabethJ., 349, 404, Palacio, Manuel del, 85
555 Palacio Valdés, Armando, 14, 44,
Orellana, Carlos, 56 46, 68, 73, 75, 79, 80, 83, 91, 92,
Orive, Alonso, 425 93, 104, 105, 107, 135, 161, 162,
Ortega, José, 457, 492 168, 174, 206, 224, 225, 240,
Ortega, Soledad, 149, 196, 221, 248, 250, 286, 421, 426, 436,
222, 225, 227, 235, 238, 239, 452, 555, 563, 565, 580, 581,
241, 245, 251, 252, 255, 259, 585, 598, 601-640, 645, 646
260, 262, 268, 285, 286, 379, Palau y Dulcet, Antonio, 30, 68,
422, 423, 436, 439, 467, 468, 135, 581, 584,608, 610, 611
479, 520 Palenque, Marta, 19, 438, 439,
Ortega y Gasset, José, 13, 14, 451 478
Ortega y Munilla, José, 12, 92, Palladi, Lucía, 156, 157
246, 259, 281, 379, 511, 521, Pallares Arteta, Leónidas, 154
555, 563, 585-588, 591, 595, Palley, Julián, 345, 405
604, 660 Palls, Byron P., 447, 492
Ortiga, Ramalho, 375 Palma, Angélica, 37, 68, 379
Ortiz Armengol, Pedro, 303, 307, Palma, Ricardo, 154, 158, 196,
315,328,349,351,353, 358,404 206, 285, 379, 380
Ortiz de la Torre, Alfonso, 215, Palma Huguet, Laura M4, 207
230, 267, 277 Palomo, María del Pilar, 80, 95,
Osborne, Juan, 33 129, 170, 172, 173, 190, 266,
Osborne, Robert E., 504, 514, 298, 299, 315, 330, 344, 362,
515, 518, 519, 521, 523, 527, 441,442, 492, 504, 554,664
529, 530, 533, 534, 535, 538, Palomo Olmos, B., 297
539, 555 Panebianco, Cándido, 453, 493
Osborne, Tomás, 30 Paolini, Gilbert, 207, 321, 404,
Ossorio, Ángel, 366 406, 596, 599, 626, 639
ÍNDICE ONOMÁSTICO 699

Par, Alfonso, 32 Pavlovsky, Isaac, 351


Paradissis, Arístides G., 332, 350, Pavón, Francisco de Borja, 146,154
405 Peckham, Morse, 17
Pardo Bazán, Emilia, 11, 12, 14, 17, Pedraza, África, 196
25, 46, 73, 74, 75, 78, 79, 80, 82, Peers, Allison E., 76
83,84,85,86,92,94,95,96,102, Pelegrín, Benito, 455, 493
104,105,106,107,110,120,135, Pélissier, Aimable Jean Jacques
158, 162, 168, 174, 185, 207, 215, [Duque de Malakof), 154
224, 226, 227, 228, 229, 242, 243, Pélissier, Luisa, 151, 154
248, 257, 258, 259, 275, 281, 282, Penas Varela, Ermitas, 333, 352,
328, 329, 349, 376, 378,405,425, 405, 517, 533, 556
434,436, 501-560,563, 569, 571, Penedo, Fr. M., 196
574, 575, 577, 579, 580, 584, 585, Penny, Ralph, 220, 275
604, 605,607,619, 639, 652 Penuel, Arnold, 333, 405
Pardo Canalís, Enrique, 90, 135, Peña, Vidal, 493
507, 545 Peñarrubia, Gerardo, 285
Paredes Núñez, Juan, 503, 511, Percival, Anthony, 290, 325, 340,
512,555 381, 394, 405, 493
Pareja, Alvaro y Adela, 33 Pereda, José María, 18, 73, 75, 79,
París, Luis, 423, 469, 478 80, 81, 82, 83, 92, 98, l6l, 213-

Parker, Alexander A., 331, 344, 277, 281, 283, 285, 286, 349,
345, 405 376, 380, 389, 425, 426, 436,
Parts, Luis, 422 478, 504, 507, 510, 512, 514,
Pascual Martínez, Pedro, 25 520, 555, 556, 564, 580, 581,
Pascual Rodríguez, Manuel, 621, 582, 585, 603, 604, 652
622, 639 Pereda y Torres Quevedo, María
Pastor Aicart,J. B., 518 Fernanda, 221, 222, 223, 224,
Pastor Díaz, Nicomedes, 87, 99, 226, 242, 246, 247, 251, 254,
116 257, 259, 260, 262, 268
Pastrana, Mercedes, 31 Pérez-Bustamante Mourier, Ana
Pastrana Seik, José, 30, 31 Sofía, 183, 207
Pastrana y Romero, Matilde, 30, 31 Pérez de Ayala, Ramón, 285, 286,
Patino Eirín, Cristina, 17, 504, 380, 422, 423, 565, 603, 645,
510, 513, 514, 539, 555, 556 646
Pattison, WalterT., 11, 12, 13, 25, Pérez de la Dehesa, Rafael, 282,
82, 136, 163, 282, 289, 292, 296, 379, 641, 652, 671
299, 302, 315, 360, 374, 405, Pérez de Luque, C., 276
508, 514, 517, 518, 523, 536, Pérez de Meca y Mellado, 36
545, 556, 563, 586, 592, 597, Pérez Delgado, Rafael, 147
603, 607, 652, 671 Pérez Dubrull, A., 91
Paulino Ayuso, José, 467, 493 Pérez Galdós, Benito, 14, 15, 17,
Pavía, Salvador, 127 46, 59,73,75,79,80,81,82,83,
Pavía y Lacy, Luis, 149 92, 94, 98, 104, 107, 120, 123,
700 ÍNDICE ONOMÁSTICO

124, 149, 154, 159, 174, 203, Pikhart, Antonín, 154


215, 216, 217, 224, 225, 229, Pin y Soler, Joaquín, 218
233, 235, 236, 237, 238, 239, Pineda Novo, Daniel, 68, 196
240, 241, 242, 246, 248, 251, Piñero Valverde, María de la Con¬
252, 258, 259, 260, 262, 264, cepción, 157, 207
279-418, 423, 426, 434, 436, Pitollet, Camille, 32, 38, 52, 53, 62,
438, 439, 449, 452, 467, 468, 69, 626, 639, 641, 649, 658,671
504, 507, 508, 510, 514, 520, Pía, Josep, 671
521, 524, 538, 543, 545, 551, Place, Edwin B., 108, 136
553, 556, 563, 564, 565, 572, Placer, Carlos, 33
582, 585, 586, 603, 604, 605, Planells Bardají, Antonio, 31
607, 613, 614, 615, 619, 621, Poe, Edgar Alian, 586
625, 626, 641, 652, 660, 670 Poirier, Jeanine, 596
Pérez Grandallana, Francisco, 30 Pol, Barber Van de, 439, 477
Pérez Gutiérrez, Francisco, 20, Polo de Bernabé, José M., 444,
25, 81, 86, 87, 96, 98, 99, 118, 463,493
119, 136, 160, 169, 173, 182, Polo y Peyrolón, Manuel, 228,
235, 243, 244, 245, 260, 263, 508,544
276, 338, 453, 458, 473, 527, Polt, John H. R., 207
556 Porlán, Rafael, 158, 172, 207
Pérez López, Manuel María, 310, Porrua, María del Carmen, 321,
349, 390, 405, 469, 645 406, 513, 518, 556
Pérez Minik, Domingo, 556 Porter, Phoebe, 379
Pérez Sierra, David, 623 Portillo, Eduardo M. del, 645
Pérez Vidal, José, 405 Pórtl, Klaus, 207
Pérez Vidal, Manuel M., 303, 405 Porto, Heriberto del, 336, 405
Pérez Zaragoza, Agustín, 81 Porto Ucha, Ángel, 512, 556
Perugini, Carla, 68 Posada, Adolfo, 421, 426, 429,
Peseux-Richard, H., 566, 568, 436, 437, 439, 441,493
618, 621, 627, 639 Powers, Harriet B., 120, 136
Petit, Marie-Claire, 305, 315, 321, Poyán Díaz, Daniel, 224, 260, 268
322, 406 Pozos, 32
Peyrégne, Frangois, 658, 671 Pozzi, Gabriela, 20, 25, 207, 340,
Phillips, Alien, 596, 599 406
Pi y Margall, Francisco, 261 Praag, J. A. Van, 108, 136
Picar, Manuel, 376 Prado Escobar, María del, 406
Picatoste, Felipe, 154 Prieto, Melquíades, 128
Picoche, Jean-Louis, 109, 136 Proaño, Franklin, 444, 454, 493
Picón, Jacinto Octavio, 92, 286, Profeti, María Grazia, 671
422, 423, 437, 477, 561-569, Proudhon, 660
604, 607 Prytz, Lorenzo, 510
Pidal y Mon, Alejandro, 426, 578, Puente Apecechea, Fermín, 35, 36
579 Pueyo Casaus, María del Pilar, 207
ÍNDICE ONOMÁSTICO 701

Qualia, Charles B., 69, 276 Reina, Juan, 510


Quesada Novás, Ma Ángeles, 504 Reiss, Katherine, 430
Quesnel, Leo, 177 Rembrandt, Harmensz Van Rijn, 73
Quevedo, Francisco de, 45, 109, Renard Álvarez, Santiago, 17, 671
349 Répide, Pedro de, 645
Quevedo, José, 426, 435, 437, Resina, Joan Ramón, 207, 493
438, 565 Revilla, Manuel de la, 11, 12, 74,
Quintana, Manuel José, 565 75, 91, 92, 93, 107, 114, 120,
Quintanilla, José María [Pedro 136, 168, 175, 178, 207, 208,
Sánchez], 215, 218, 226, 251, 556, 615
253, 254, 255, 256, 258, 260, Revuelta, Luisa, 159, 208
277 Revuelta Sañudo, Manuel, 228,
Quintanilla, Sinforoso [Fabio Ló- 235, 239, 268, 424, 479, 507,
pez], 259 545
Quintero, Serafín y Alvaro, 227, Rey, Alfonso, 504
286,433 Rey Hazas, Antonio, 237, 259,
Quirk, RonaldJ., 557 260, 261, 266
Quiroga, Elena, 56 Riaño y Montero, Juan Facundo,
143
Rabaté, Jean-Claude, 17 Ribas Jiménez, Nieves, 406
Raffa, P., 14 Ribbans, Geoffrey, 293, 294, 307,
Ráfols, Wilfredo, 351, 352, 406 308, 311, 313, 317, 325, 328,
Ramírez, Manuel, 510 329, 330, 332, 349, 358, 364,
Ramírez de Las Casas, Luis, 154 374, 388, 406, 407
Ramón Sales, Elisa, 134 Ricard, Robert, 282, 304, 320, 324,
Ramón y Cajal, Santiago, 645 342, 379, 388, 407
Ramos Carrión, Miguel, 479 Rice, Miriam W., 462, 493, 494
Ramos Gascón, Antonio, 427, Richmond, Carolyn, 423, 427,
428, 429, 432, 433, 493 430, 431, 432, 451, 454, 460,
Ramos, Juan de la Cruz, 220, 276 464, 465, 467, 468, 472, 474,
Randolph, David-Allen, 69 477,479, 494
Randolph, E. Dale, 330, 406 Rico, Francisco, 69, 211, 381, 382,
Raño de Petracchi, Lilia, 557 479, 480, 483, 492, 494, 497,
Rapahél, Suzane, 339, 360 500
Ras, Matilde, 379 Rico Avelló, Carlos, 465, 494
Reati, Fernando, 557 Río, Ángel del, 79, 288, 301, 341,
Reboul, Anne-Marie, 17 360, 362, 382, 407
Reclus, Elíseo, 660 Río, José Antonio del, 277
Redondo, José [Chiclanero], 56 Río, José del, 629
Ree, Heilette Van, 290, 382 Riopérez y Milá, Santiago, 432,
Regalado García, Antonio, 304, 469, 644, 666
406 Ríos, Ángel de [Palmerín de Oli¬
Reig Armero, Ramiro, 642, 654 va], 226
702 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Ríos, Laura de los, 430 Rodríguez de la Peña, Hipólito


Ríos Carratalá, Juan Antonio, 16, [Julio Romano], 37, 69, 78, 85,
25, 134, 301 89, 134
Ríos de Lampérez, Blanca, 507, Rodríguez Escalera, Eugenio,
508, 545 144, 155, 510
Ríos y Ríos, M., 617, 639 Rodríguez-Luis, Julio, 31, 52, 54,
Risley, William R, 322, 408 55, 57, 58, 59, 60, 6l, 62, 69
Rivas, Duque de, 48, 156, 186 Rodríguez Marín, Francisco, 196
Rivas, Natalio, 56, 149 Rodríguez Marín, Rafael, 16, 20,
Rivas Andrés, Victoriano, 479 25, 80, 106, 128, 136, 183, 208,
Rivas Cherif, Cipriano, 603, 646 431
Rivers, Elias Lynch, 353 Rodríguez Moñino, Antonio, 147,
Rivkin, Laura, 451, 465, 474, 494, 227, 479
495 Rodríguez Mourelo, José, 155
Robbe-Grillet, Alain, 14 Rodríguez Porrero, 88
Roberts, Gemma, 441, 446, 495 Rodríguez Puértolas, Julio, 83,
Robin, Claire-Nicole, 159, 208, 291, 305, 309, 329, 346, 347,
321,345, 408 348, 363, 364, 382, 383, 409,
Roca de Togores, Mariano, 34,98, 653
575 Rodríguez Sánchez, Tomás, 127
Roca Franquesa, José M4, 159, Rodríguez Solís, Enrique, 591,
208, 617, 618, 619, 621, 625, 597
639 Rogers, Douglass M., 291, 299,
Rodenas, C., 659 310, 322, 325, 336, 409, 431,
Rodgers, Eamonn J., 222, 238, 451,495
239, 263, 307, 311, 321, 323, Rogers, Edith, 495
325, 328, 332, 346, 381, 383, Román Gutiérrez, Isabel, 20, 25,
388, 393, 398, 407, 408 409, 557, 586, 588, 665
Rodiek, Cristoph, 450, 495 Romea y Ermete, Julián, 227
Rodríguez, Alfred, 69, 208, 276, Romera, José, 208
289, 305, 328, 348, 351, 408, Romera Castillo, José, 431
495, 512, 513, 549, 557 Romero Mendoza, Pedro, 11, 142,
Rodríguez, RodneyT., 208, 324, 155,163, 175, 179, 208
325, 326, 408, 409 Romero Ortiz, Antonio, 510
Rodríguez Alvareda, José, 155 Romero Pérez, Francisco, 327,
Rodríguez Arrieta, José María, 330, 409
424, 478 Romero Robledo, Francisco, 282
Rodríguez Bravo, Juan L., 450, Romero Tobar, Leonardo, 18, 19,
495 20, 23, 25, 136, 143, 150, 152,
Rodríguez Cuadros, Evangelina, 153, 156, 166, 170, 172, 173,
671 174, 186, 188, 190, 196, 208,
Rodríguez de Bedía, Evaristo, 276, 322, 345, 409, 430, 434,
215, 277 503, 541,622, 640
ÍNDICE ONOMÁSTICO 703

Ronconi, Jorge, 87, 88 Ruiz-Fornells, Enrique, 289, 382,


Ros, Félix, 191, 359 403
Ros de Olano, Antonio, 30 Ruiz Lasala, Inocencio, 642, 671
Rosal, Fernando del, 11 Ruiz Mas, José, 209
Rose, Selden, 360 Ruiz Molinero, J., 127
Rosselli, Ferdinando, 11, 12, 25, Ruiz Orsatti, Ricardo, 282
337,340, 410 Ruiz Ramón, Francisco, 303, 338,
Rosset, Frederik de, 636 344,410
Round, Nicholas G„ 25, 327, 332, Ruiz Torres, P., 659
333, 337, 409, 431 Ruiz y Contreras, Luis, 253, 255
Rousseau, Jean-Jacques, 170 Rupe, CaroleJ., 169, 184, 209
Royo Latorre, María Dolores, 86, Rusiñol, Santiago, 509
87, 119, 136 Russell, Robert H., 326, 333, 357,
Rozas, Juan Manuel, 26l, 276 410
Ruano de la Haza, José María, Rutherford, John, 324, 410, 439,
171, 173, 208, 333, 410 448,454,456,459,460,461,462,
Rubia Barcia, José, 12 463, 464, 465, 466, 476, 495
Rubín, Pío, 426, 437, 617
Rubín, Walter, 66l, 671 Saavedra, Luis, 453, 495
Rubio, Isaac, 297 Saboya, Amadeo de, 87, 576, 577
Rubio Cremades, Enrique, 25, 47, Sabik, Kazimierz, 69, 584
49, 57,61,69,90, 121, 134, 136, Sackett, Theodore Alan, 276, 289,
141, 157, 158, 159, 172, 181, 382, 657, 671
182, 184, 185, 188, 190, 192, Sáez de Melgar, Faustina, 34
197, 199, 201, 204, 205, 206, Sáez Picazo, F., 508
208, 209, 210, 298, 299, 330, Sáenz de Tejada Benvenuti, Car¬
348, 349, 410, 432, 469, 495, los, 141,145,151,152, 156,196
557, 671 Sagaró Faci, Matilde, 209
Rubio Jiménez, Jesús, 107, 122, Saillard, Simone, 16, 25, 429, 434,
127, 129, 393 454, 461, 466, 495, 546
Rubió y Lluch, Antonio, 253 Sáinz de Robles, Federico Carlos,
Rueda, Salvador, 225, 277, 286, 425 12, 128,163, 342, 352, 357, 359,
Rueda Martínez, Alejo, 434 360, 361, 363, 517, 519, 527,
Ruiz Aguilera, Ventura, 349, 510 539, 540, 631
Ruiz Cano, Bernardo, 182, 209 Sáinz Rodríguez, Pedro, 89, 142,
Ruiz de Garibay Olaechea, Bea¬ 144, 147, 148, 161, 168, 176,
triz, 465,495 178, 180, 182, 193, 223, 435,
Ruiz de la Peña, Alvaro, 540, 546, 495, 520
586,603,606,607,620,627,632 Sáiz, Carmen, 490
Ruiz de la Serna, Enrique, 303, Salabert, Miguel de, 56
410 Salas Barbadillo, Alonso Jeróni¬
Ruiz de Larrea, Francisca, 31, 32, mo, 141
37, 39, 41 Salinas, Pedro, 653
704 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Salmerón, Nicolás, 445 Sardá, Juan, 251


Salomón, Noel, 285, 380 Sarrias, Cristóbal, 671
Salvo, Thomas J. Di, 671 Saurín de la Iglesia, M* Rosa, 557
Samlancant, Neus, 492 Savine, Albert, 177
Samper, 44, 45 Sawa, Alejandro, 591, 592, 595-
San Agustín, 346, 451 599,660
Sánchez, Elizabeth, 443, 448, 451, Sbarbi, José María, 174, 209
454, 466, 495 Scanlon, Geraldine M., 325, 328,
Sánchez, José, 35, 64 331,337,410, 557
Sánchez, Porfirio, 538, 557 Scari, Robert M., 504, 533, 534,
Sánchez, Roberto G., 296, 297, 558
333, 334, 359, 410, 430, 452, Schaller Cuenca, Pilar, 69
471, 472, 496 Schelegel, August W., 51
Sánchez Alfaro, María, 477 Schiavo, Leda, 504, 512
Sánchez Barbudo, Antonio, 410 Schiller, Friedrich, 51
Sánchez-Eppler, Benigno, 465 Schmidt, Julius, 38, 69
Sánchez Imizcoz, Ruth, 209, 671 Schmidt, Ruth A., 282, 285, 380,
Sánchez Mohedano, Gregorio, 533, 558, 585, 586, 588
157, 209 Schnepf, Michael A., 292, 293,
Sánchez Ocaña, J., 163 295, 321,374,375,411
Sánchez Pérez, Antonio, 469 Schopenhauer, Arthur, 474, 628,
Sánchez Reboredo, José, 518, 557 651, 660
Sánchez Reyes, Enrique, 221, Schraibman, Joseph, 284, 285,
222, 223, 224, 226, 242, 246, 286, 287, 289, 299, 304, 311,
247, 251, 254, 257, 259, 260, 330, 380, 411, 489, 564, 568,
262, 268, 276, 277, 479, 507, 614, 615
545 Schwartz, Marcy E., 466, 496
Sánchez Román, Antonio, 425 Schyfter, Sara E., 297, 318,454,497
Sánchez-Siscort, Montserrat, 496 Scott, Walter, 81, 451, 565, 586
Sánchez Vicente, Xuan Xosé, 639 Sebastiá Domingo, Enríe, 654,
Sanchis Guarner, Manuel, 643 655, 656, 658, 672
Sand, George, 39, 40, 43, 187 Sebold, Russell P., 69
Sandino Carreño, M* de los Ánge¬ Sellés, Eugenio, 605
les, 557 Sempere, Francisco, 645
Sanies Martínez, R., 36, 64 Semprún Donahue, Moraima de,
Santa, Ángels, 309, 383 454, 496
Santiáñez Tió, Nil, 257, 276, 410 Senabre, Ricardo, 20, 25, 171, 209,
Santos Silva, Lorena, 336, 410 346, 351, 363, 411, 434, 448,
Santullano, L., 441, 496 449, 450, 451, 452, 462, 496,
Sanz Agüero, Marcos, 190, 192 603,639, 650, 651,661,672
Sanz Forés, Benito, 424 Senador, Julio, 652
Sanz Villanueva, Santos, 427, 439, Sepúlveda, Ricardo, 36
440, 475, 496 Serrano, Eduardo, 426
ÍNDICE ONOMÁSTICO 705

Serrano, Carlos, 663, 672 Smith, Alan E., 291, 296, 299, 349,
Serrano, J., 645 350, 363, 375, 412
Serrrano Asenjo, José Enrique, Smith, Gilbert, 313, 346, 380, 412
143, 144, 147, 196, 496 Smith, Paul, 12, 209, 349, 412,
Serrano Castilla, Francisco, 504 643, 650, 658, 672
Serrano Poncela, Segundo, 444, Smolen, Marian, 347, 412
447,457,458, 496 Sobejano, Gonzalo, 16, 17, 20, 25,
Serrano Puente, F., 209 136, 296, 297, 329, 333, 334,
Serrano y Sanz, Manuel, 196 351, 352, 412, 427, 428, 429,
Servein, Carmen, 209 430, 431, 439, 440, 441, 448,
Servén Diez, Carmen, 276 449, 450, 451, 452, 453, 454,
Sevilla Pérez, Alberto, 285, 377 460, 461, 462, 463, 465, 473,
Seybolt, Richard A., 320, 411 474, 476, 497, 536, 558, 563,
Shakespeare, William, 508, 651 565, 566, 567, 650, 652, 672
Shaw, Donald L., 81, 238, 277 Sobejano Morán, Antonio, 113,
Sherzer, William M., 312, 336, 411 136
Shirley, Paula W., 336, 411 Soca, Juan, 209
Shivers, George R., 136 Solanas, Juan, 523, 525, 558
Shoemaker, William H., 94, 136, Solano, Ramón de, 215, 261, 277
225, 268, 285, 287, 289, 299, Soldevilla, Fernando, 425
300, 306, 307, 315, 318, 323, Solís Gutiérrez, Jesús Andrés,
380,382, 411 429, 640
Siboni, Luis, 184, 209 Sopeña Ibáñez, Federico, 305,
Sieburth, Stephanie A., 451, 454, 337, 412
461,496 Sorbolevski, Sergio, 155
Sierra, Justo, 285, 380 Soria, Francisco, 19
Silvela, Francisco, 573 Soria Ortega, Andrés, 78, 85, 90,
Silverman, Joseph G., 108, 135 102, 110, 119, 120, 121, 127,
Silvestri, Laura, 319, 411 136, 137
Simó, T., 659 Soriano, Rodrigo, 347
Simón, Irene, 465, 497 Sorolla, Joaquín, 651, 662, 663
Simón Cabarga, José, 265, 276 Sosa, Rafael, 672
Simón Díaz, José, 35, 64, 136, Sotelo Vázquez, Adolfo, 16, 17,
196, 290, 382, 427, 480, 544, 25,132,159,162,163, 173,190,
608, 610 209, 210, 328, 335, 338, 343,
Simón Palmer, María del Carmen, 345, 358, 412, 413, 428, 430,
20, 25, 58, 69, 558 433, 451, 460, 474, 497, 546
Sinclair, Alison, 466, 497 Sotelo Vázquez, M* Luisa, 17,
Singer, A. E., 528, 529, 558 328, 358, 413, 505, 520, 535,
Sinnigen, John H., 295, 325, 328, 538, 558
329, 340,411,412 Soto, Román, 412
Sinués, María Pilar, 44, 45 Souto Alabarce, Arturo, 540, 541
Sirera Turo, Josep Lluis, 455, 497 Srsen, Bárbara, 277
yo6 ÍNDICE ONOMÁSTICO

Stag, Geoffrey, 158, 210 Tietz, Manfred, 69


Standish, Peter, 316, 412 Tintoré, María José, 434, 437, 438,
Stanton, Edward, 525, 558 441, 498
Steenmeijer, Marten, 439, 477 Toledano García, María Cruz,
Stern, J. P.,412 448, 498
Stendal [Henry Beyle], 57, 604, Toledano Molina, Juana, 183, 210
647 Tolivar Alas, Ana Cristina, 465,
Strauss, David, 445 498
Suárez, Bernardo, 672 Tolliver, Joyce, 533, 558
Suárez, Gonzalo, 476 Tolosa Latour, Manuel, 284, 285,
Suárez, Victoriano, 91 286, 380
Suárez Blanco, Germán, 460, 498 Tolstoy, Leiv Nikolaevich, 261,
Suárez Cortina, Manuel, 276 351,434, 572, 619
Suárez Lafuente, María S., 466, 497 Tomsich, María Giovanna, 444,
Suárez Solís, Sara, 498 458.498
Suris, Andrés, 672 Torre, Duque de la [Francisco Se¬
Swift, Jonathan, 649 rrano y Domínguez], 155
Torre, Guillermo de, 365, 511,
Taine, Hippolyte, 11, 18, 256, 651 518,558
Tamasso, Vicenzo de, 78, 132, 498 Torredenll, J., 430
Tamayo y Baus, Manuel, 121, Torrente Ballester, Gonzalo, 11,
142, 144, 149, 155 443.498
Tannenberg, Boris, 226, 277, 520, Torres, David, 268, 321, 330, 382,
558 413, 427, 428, 434, 480, 545,
Tarrió Varela, Anxó, 306, 412 613, 614, 615, 639, 640
Taylor, 53 Torres, Mary Ellen, 228, 255, 256,
Tello, M., 163 257, 258, 259, 268
Teodorov, 103 Torres Pou.Joan, 210
Teresa, Santa, 451,453 Torrijos, José M4, 498
Thebussen, Dr. [Mariano Pardo Tortosa, Pilar, 642, 672
de Figueroa], 87, 144, 147, 148, Tovar, Antonio, 652, 672
149, 154, 155, 184 Trapiello, Andrés, 359
Thion-Soriano, Dolores, 17, 25 Trau, Aida E., 673
Thompson, Currie Kerr, 324, 412, Trigo, Felipe, 563, 592, 641, 660
431, 526 Trilling, Lionel, 451
Thomy, Michéle, 285, 380 Trimble, Robert G., 170, 210
Thuiller, Emilio, 377 Trinidad, Francisco, 640
Thurston-Griswold, Henry-Char- Triviños, Gilberto, 305, 410
les, 163, 183, 188, 210 Troncoso Durán, Dolores, 314,
Thwaite, Ann, 612 364, 365, 413, 504
Ticknor, George, 14 Trueba, Antonio, 233, 243
Tierno Galván, Enrique, 173, 181, Trueba y Cossío, Telesforo, 30, 81
210 Truel, Juana, 350, 413
ÍNDICE ONOMÁSTICO 707

Tsuchiya, Akiko, 308, 326, 329, 79,81,82 83, 84, 86,87, 89, 92,
330, 333, 413 94, 99, 105, 106, 110, 120, 137,
Tuero, Tomás, 617 139-211, 238, 248, 281, 284,
Turgéniev, Iván Sergeievich, 351 285, 286, 391, 423, 426, 504,
Turner, Harriet, 14, 210, 298, 299, 514, 520, 524, 532, 556, 559,
308, 309, 315, 316, 324, 329, 564, 565, 571, 573, 575, 576,
330, 332, 351, 374, 378, 394, 577, 580, 582, 585, 586, 588,
397, 402, 404, 409, 412, 413, 604, 605, 607, 612, 614,658
414, 427, 431, 465, 480, 498 Valera, Sofía, 151, 155
Valera Aceituno, Joaquín, 152, 155
Uchard, 157 Valera Alcalá Galiano, Ramona,
Ullman, Fierre L., 312, 330, 336, 155
347, 414, 498 Valera Delavat, Carlos, 145, 155
Unamuno, Miguel de, 285, 286, Valera Delavat, Carmen, 155
322, 323, 378, 379, 380, 421, Valera Delavat, Luis, 145,147,155
432, 433, 509, 536, 538, 563, Valera Freuller, Salvador, 144,
603, 627, 628, 646, 654, 653, 152,155
667, 670 Valera y Sánchez Ocaña, Carmen,
Urbano, Rafael, 651 188
Urbina, Eduardo, 329, 414 Valera y Viaña, José, 155
Urbina, Pedro Antonio, 115, 128, Valis, Noel M., 70, 183, 210, 219,
129 232, 263, 277, 314, 332, 337,
Urey, Diane F., 307,311, 312, 313, 339, 340, 350, 404, 415, 427,
314, 327, 333, 336, 349, 351, 431, 432, 447, 453, 456, 457,
352, 414, 415, 498, 524, 529, 460, 461, 463, 470, 472, 473,
559 480, 487, 490, 495, 499, 547,
Uría Ríos, Paloma, 499 559, 564, 565, 566, 567, 568,
Uñarte, Fernando, 189 569, 621, 640
Urraca Pastor, María Rosa, 540 Vallecillo López, José, 210
Urruela, María Cristina, 314, 415 Valle-Inclán, Ramón María del,
Utt, Roger L„ 297, 299, 312, 329, 111, 286, 349, 442, 478, 512,
415,430 538, 556, 603, 646, 647, 651,
660, 669
Val, Ricardo de, 642, 673 Valverde, José Ma, 644
Valbuena Briones, Ángel, 157, Vandivere, Julie, 559
210 Varela, Antonio, 314, 415
Valbuena Prat, Ángel, 79 Varela, José Luis, 70
Valdivieso, Enrique, 662 Varela, Lorenzo, 367
Valencina, Diego de, 30, 31, 34, Varela Hervías, Eulogio, 221, 225,
37, 48, 55, 59, 69 227, 235, 268, 283, 284,380
Valera, Agustín, 151 Varela Iglesias, Fernando, 210
Valera, Juan, 11, 14, 26, 29, 36, Varela Jácome, Benito, 47, 181,
40,44, 45, 46, 54,70,73,74,75, 192, 210, 218, 318, 277, 415,
708 ÍNDICE ONOMÁSTICO

428,442,443, 447,463,472,474, Vidart, Luis, 12, 158, 167, 210, 211,


499,511,514, 515,516,517,518, 253, 509, 510, 521, 559
519, 522, 526, 527, 530, 531, 534, Viesca, Rafael, 580
537, 540, 559 Vilanova, Antonio, 132, 299, 386,
Varey, John E., 250, 277, 307, 309, 398, 402, 430, 447, 454, 484,
326, 327, 346,355, 356, 382, 383, 492, 494, 497, 498, 499, 547,
407, 416 557, 558, 567
Vargas, Calixto, 155 Vilarós, Teresa M., 340, 416
Vargas y Ponce, José de, 32 Villanueva, Darío, 17, 26, 174,
Vasileva-Shvede, O. K., 197 246, 277, 522, 523, 527, 552, 559
Vayo, Estanislao de Cosca, 170 Villanueva, Francisco, 645
Vayssiere, Jean, 657, 663, 672, 673 Villanueva, José Joaquín, 107
Vázquez, Mariano, 85 Villapadiema, Maryse, 658, 670
Vázquez, Mary S., 17, 26 Villa-Urrutia, Marqués de, 157,
Vázquez Arjona, Carlos, 416 211
Vázquez-Dodero, José Luis, 197 Villar Degano, Juan, F., 472, 499
Vázquez Romero, José, l6l, 210 Villegas, Juan, 4l6
Vega, Ventura de la, 123, 149, 155 Viñaza, Conde de la [Cipriano
Vega Armentero, Remigio, 591 Muñoz del Manzano], 155
Vega de Armijo, Marqués de la Viduales, P. P, 432
[Antonio Aguilar Correa], 144, Virgilio, 528
152 Vitis, M. A. de, 189
Velarde, Julia, 33 Vivero, Manuel, 329, 415
Velarde, Miguel, 33
Velasco Souto, Carlos F., 559 Wagg, D. R., 220, 277
Velasques, Socorro, 557 Walton, L. B., 301, 416
Vélez de Guevara, Luis, 141, 450 Warim, J. 177
Ventura Agudiez, Juan, 448, 450, Weber, Francés Wyers, 444, 473,
499 500
Verdaguer, Jacinto, 349, 507, 510 Weber, Robert J., 293, 331, 336,
Verdugo, F., 645 359, 375, 392, 4l6, 462, 463
Veret, L., 42, 6l Wedel, Alfred R., 663, 673
Verlaine, Paul, 538, 597 Weinburg, Bernard, 73
Vézinet, F., 640 Weiner, Hadessah Ruth, 430, 448,
Vial, Federico, 258, 277 450, 451,461,463, 500
Vicente de Cuéllar, María Dolores, Weisinger, Mina Lee, 42
159 Wellec, R., 12, 26
Vicetto, Benito, 52 Wellington, Marie A., 319, 350,
Vickers, Peter, 673 351,416
Vico, Antonio, 285, 478, 544 Wells, L. Ch., 640
Vida, Jerónimo, 441, 499 Wesseling, Pieter, 461, 463, 465,
Vidal Alcover, Jaime, 192 500
Vidal Tibbits, Mercedes, 454, 499 Whinslow, Richard W., 137
ÍNDICE ONOMÁSTICO 709

Whiston, James, 137, 171, 173, Zahonero, 591, 592, 597


211, 294, 312, 328, 329, 330, Zamacois, Eduardo, 592, 641,
375, 416, 417 642, 645, 650, 658, 673
Whitaker, Daniel S., 536, 537, Zambrano, María, 417
559, 560 Zamora, Charles A., 318, 417
Willem, Linda M., 291, 299, 309, Zamora Romera, Alfonso, 1, 155,
325, 328, 333, 350, 375, 388, 211
393, 403, 407, 413, 417 Zamora Vicente, Alonso, 554, 555
Williams, Stanley T., 38, 67, 70 Zappino, A. de, 42, 60
Wiltrout, Ann E., 466, 500 Zavala, Iris M., 20, 26, 47, 48, 52,
Wolf, Adolf, 38, 70 55, 59, 73, 141, 163, 211, 291,
Wolf, Ferdinand, 38, 70 299, 382, 428, 500, 595, 596,
Wood, J. J., 536, 537, 538, 560, 548, 551, 660, 673
640 Zejalbo Martín, Joaquín, 172, 211
Woodbridge, Hensley C., 289, 382 Zdenc, Hampejs, 196
Wright, Chad C., 315, 317, 325, Zlotchew, Clark M., 316, 418
326, 417, 560 Zola, Émile, 11, 12, 16, 17, 18,
19, 78, 159, 162, 174, 256, 350,
Xandró, Mauricio, 650, 673 378, 399, 434, 446, 449, 450,
Ximénez de Sandoval, Felipe, 507, 509, 511, 512, 521, 522,
282, 380 523, 524, 525, 528, 533, 548,
551, 556, 572, 581, 586, 591,
Yáñez, María Paz, 70, 334, 417, 592, 593, 603, 604, 625, 626,
466, 500 647, 648, 650, 658, 667, 671,
Yebes, Condesa de, 149, 197 672
Yndurain, Francisco, 305, 315, Zorita, Ángel, 569
316,348,417 Zorrilla, José, 34, 51, 87, 107, 108,
Yxart, José, 228, 253, 255, 256, 195, 224, 451, 461, 463, 478,
257, 258, 259, 285, 377, 422, 507, 510, 512, 544, 565
436, 438, 477, 510, 545, 605, Zuleta, Emilia de, 11, 158, 429
615, 623, 640 Zulueta, Carmen, 283, 285, 380
Zulueta, Cristóbal, 32
Zahareas, Anthony N., 316, 317, Zviguilsky, Alexandre, 351, 418
417
ÍNDICE

1. Realismo y naturalismo. Estudios generales. Bibliografía . 9

2. Inicios de la novela realista. Fernán Caballero . 27


2.1. Epistolario: su relación con el corpus novelístico.
Valoración crítica . 29
2.2. Estudios generales. 36
2.3. Corpus narrativo: ediciones, traducciones y recep¬
ción crítica de sus novelas. 41
2.4. El realismo de Fernán Caballero. Valoración e inter¬
pretaciones críticas. 47
2.5. Proceso de redacción y publicación de sus novelas . 52
2.6. Noticia bibliográfica . 60
2.6.1. Ediciones . 60
2.6.2. Epistolario. 63
2.6.3- Bibliografía . 64

3. Pedro Antonio de Alarcón . 71


31. Situación de Alarcón en el panorama literario del
siglo xix . 73
3.2. Estudios de conjunto. Epistolarios y su relación con
el corpus novelístico . 84
3 3. Publicación y recepción crítica de sus novelas. La
crítica hostil. Los apologistas. La evolución ideoló¬
gica alarconiana . 90
3.4. Novelas . 101
3.4.1. El final de Norma . 101
3.4.2. El sombrero de tres picos. Género al que per¬
tenece. Fuentes literarias de El sombrero de
tres picos. Honor, honra y comicidad. El espa¬
cio y tiempo. Estructura y presencia de las for¬
mas dramáticas en El sombrero de tres picos .. 104
711
712 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

3.4.3. El escándalo. Proceso de redacción. Reali¬


dad y ficción. La estructura y la «unidad de
tiempo- en El escándalo. El escándalo.- Ten-
denciosidad e interpretaciones . 115
3.4.4. El Niño de la Bola: Proceso de redacción. Éxito
editorial. 120
3.4.5. El Capitán Veneno. 121
3.4.6. La Pródiga . 124
3.5. Noticia bibliográfica . 125
3.5.1. Ediciones . 125
3 5.2. Bibliografía . 130
4. JuanValera . 139
4.1. Epistolarios . 141
4.2. Estudios de conjunto. 155
4.3. Ideología e ideario estético. 160
4.4. Novelas. Ediciones. Estudios . 163
4.5. Novelas de la primera época
4.5.1. Pepita Jiménez . 165
4.5.2. Las ilusiones del doctor Faustino. 174
4.5.3. El Comendador Mendoza y
Pasarse de listo. 176
4.5.4. Doña Luz. 179
4.6. Novelas de la última época . 182
4.6.1. Juanita la Larga. 182
4.6.2. Genio y figura . 184
4.6.3. Morsamor. 186
4.7. Noticia bibliográfica . 188
4.7.1. Principales ediciones de las obras . 188
4.7.2. Principales ediciones de sus novelas. 189
4.7.3. Estudios bibliográficos . 193
4.7.4. Epistolario . 193
4.7.5. Bibliografía . 197
5. Entre el costumbrismo y la novela regional: José María
de Pereda. 213
5.1. Noticia bio-bibliográfica. Publicación de sus nove¬
las. Estudios de conjunto. Motivos esenciales que
subyacen en sus relatos. 215
5 2. Espistolarios. Su incidencia en el corpus novelístico. 221
ÍNDICE 713

53. Novelas. Recepción crítica. Análisis . 230


5.3.1. El buey suelto . 232
5.3.2. Don Gonzalo González de la Gonzalera. 235
5.3.3. De tal palo, tal astilla. 237
5.3.4. El sabor de la tierruca. 239
5-3-5- Pedro Sánchez. 241
5.3-6. Sotileza. 245
5.3.7. LaMontálvez. 250
5.3 8. La Puchera. 254
5.3.9. Nubes de estío. 257
5.3-10. Al primer vuelo. 258
5.3.11. Peñas arriba . 259
5.3.12. Pachín González. 262
5.4. Noticia bibliográfica . 263
5.4.1. Obras completas. 263
5 4.2. Novelas. Ediciones . 264
5.4.3. Epistolario . 266
5.4.4. Bibliografía general. 268

6. Benito Pérez Galdós . 279


6.1. Epistolarios . 281
6.2. Repertorios bibliográficos . 288
6.3- Manuscritos . 291
6.4. Estudios de conjunto: monografías, obras generales
y volúmenes colectivos. 296
6.5. Episodios nacionales. 310
6.6. Novelas españolas de la primera época. 314
6.6.1. La Fontana de Oro. 314
6.6.2. La sombra. 315
6.6.3. El audaz. 316
6.6.4. Doña Perfecta. 316
6.6.5. Gloria . 318
6.6.6. Marianela. 318
6.6.7. La familia de León Roch . 319
6.7. Novelas españolas contemporáneas. Primeras nove¬
las de -la segunda manera de novelar- . 320
6.7.1. La desheredada . 321
6.7.2. El amigo Manso. 322
6.7.3. El doctor Centeno. 324
714 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

6.7.4. Tormento. 325


6.7.5. La de Bringas. 326
6.7.6. Lo prohibido. 327
6.7.7. Fortunata y Jacinta . 328
6.8. Las grandes novelas . 330
6.8.1. Miau. 331
6.8.2. La incógnita. 333
6.8.3. Realidad. 334
6.8.4. El ciclo Torquemada. 335
6.8.5. Ángel Guerra . 336
6.8.6. Tristana. 338
6.9. Las últimas novelas: Novelas dramáticas . 341
6.91. Nazarín . 343
6.9 2. Halma . 345
6.9 3. Misericordia. 346
6.9 4. El caballero encantado y
La razón de la sin razón . 347
6.10. Influencias literarias . 348
6.10.1. Presencia e influencia de novelas y escrito¬
res españoles en el Corpus novelístico galdo-
siano. 348
6.10.2. Influencia extranjeras . 350
6.11. El lenguaje de la novela galdosiana . 351
6.12. Noticia bibliográfica . 352
6.12.1. Ediciones.... 352
6.12.2. Manuscritos. 373
6.12.3. Epistolario. 375
6.12.4. Repertorios bibliográficos . 381
6.12.5. Volúmenes colectivos. Actas, homenajes, nú¬
meros monográficos . 380
6.12.6. Bibliografía . 382

7. La obra novelística de Clarín . 419


7.1. Epistolario. Su relación con la obra literaria . 421
7.2. Corpus novelístico. Repertorios bibliográficos. Estu¬
dios de conjunto. 427
7.3. La Regenta . 435
7.31. Proceso de redacción. Recepción crítica. Edi¬
ciones . 435
ÍNDICE 715

7.3 2. Definiciones. 440


7.3.3- Contextos y conflictos sociales. La España de
La Restauración. 442
7.3 4. Interpretaciones críticas . 445
7.3.5. Mundo de ficción. Análisis de los personajes . 453
7.3- 6. El estilo. Modalidades y estructuras narrativas.
La ironía y la sátira. Tiempo y espacio. Diver¬
sas interpretaciones . 462
7.4. Su único hijo . 466
7.4.1. Proceso de publicación. Reacción de la crítica . 466
7.4.2. Interpretaciones críticas. Significado de la no¬
vela . 470
7.5. Noticia bibliográfica . 475
7.5.1. Ediciones . 475
7.5.2. Epistolario . 477
7.5.3. Estudios y repertorios bibliográficos . 479
7.5 4. Bibliografía . 481

8. Emilia Pardo Bazán . 501


8.1. Estudios de conjunto. Epistolarios. Cartas-prólogo.
Su relación con el Corpus narrativo . 503
8.2. Aspectos globales de su obra. Clasificación de sus
novelas. Ideario estético . 511
8.3- Primeros tanteos narrativos. Del Romanticismo
al Realismo. 513
8.3- 1 • Pascual López. Autobiografía de un estudian¬
te de Medicina. 513
8.32. Un viaje de novios. 514
8.3 3. El cisne de Vilamorta. 516
8.4. Novelas naturalistas. 517
8.4.1. La Tribuna . 518
8.4.2. Los Pazos de Ulloa . 519
8.4.3. La Madre Naturaleza. 527
8.4.4. La piedra angular. 529
8.5. Periodo de basculación estética. Insolación, Morri¬
ña, Una cristiana. La prueba y el ciclo Adan y Eva . 531
8.6. Las últimas novelas. La Quimera, La sirena negra y
Dulce dueño. 535
8.7. Noticia bibliográfica . 539
8.7.1. Ediciones . 539
716 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA

8.7.2. Epistolario . 543


8.7.3. Bibliografía . 545

9. La narrativa naturalista de Jacinto Octavio Picón, Luis Co¬


loma y José Ortega Munilla . 561
9.1. Jacinto Octavio Picón. 563
9.1.1. Valoración de su obra. Repertorios bibliográfi¬
cos. Epistolario . 563
9.1.2. Novelas . 565
9.1.3- Noticia bibliográfica. Ediciones. Bibliografía .. 567
9.2. Luis Coloma. 569
9.2.1. Edición de Pequeneces-, Recepción crítica . 569
9-2.2. Pequeneces. ¿Novela de clave? . 574
9.2.3- Pensamiento político. El integrismo . 577
9.2.4. Pequeneces. Novela aristocrática . 579
9.2.5. Noticia bibliográfica. Ediciones. Bibliografía .. 582
9 3. José Ortega Munilla. 585
9.3.1. Valoración de su obra. 585
9.3 2. Corpus narrativo . 586
9.3 3. Noticia bibliográfica. Ediciones. Bibliografía .. 587

10. El Naturalismo radical. Escritores naturalistas olvidados


10.1. Eduardo López Bago. 589
10.1.1. Peculiaridades. Valoración crítica . 591
10.1.2. Noticia bibliográfica. Ediciones. Bibliografía 591
10.2. Alejandro Sawa. 594
10.2.1. Ideas literarias. Novelas. 595
10.3. Escritores naturalistas olvidados . 597
10.4. Noticia bibliográfica. Ediciones. Bibliografía . 598

11. El peculiar naturalismo de Armando Palacio Valdés y


los epígonos del naturalismo español: Vicente Blasco
Ibáñez . 601
11.1. Armando Palacio Valdés . 603
11.1.1. Recepción crítica. Popularidad. Traduccio¬
nes. El silencio de la critica actual . 603
11.1.2. Epistolario . 613
11.1.3. Épocas. Clasificación de sus novelas. Pano¬
rama crítico. 618
11.1.4. Noticia bibliográfica. Ediciones. Bibliografía 629
REALISMO Y NATURALISMO. ESTUDIOS GENERALES 7l7

11.2. Vicente Blasco Ibáñez. 640


11.2.1. Recepción crítica de sus novelas: un caso sin¬
gular . 640
11.2.2. Clasificación de sus novelas. Etapas. Idea¬
rio estético . 647
11.2.3. Blasco Ibáñez y la denominada Genera¬
ción del 98 . 651
11.2.4. Corpus narrativo . 655
11.2.5. Noticia bibliográfica. Ediciones. Bibliografía 664
ESTE LIBRO
SE TERMINÓ DE IMPRIMIR
EL DÍA 27 DE ENERO DE 2001
DATE DUE
DATE DE RETOUR

APR 0 8 2002
TAtr6~ff7JIJIT
36. N. Salomón: Lo villano en el teatro del Siglo de Oro
37. J.M. Martínez Cachero: La novela española entre
1936-1980
38. R. Jammes: La obra poética de D. Luis de Góngora
39. M.E. Montaner: Gabriel García Márquez: Guía para
la lectura de Cien años de soledad
40. FJ. Diez de Revenga: Panorama crítico de la generación
de 1927
41. Varios: Letras españolas 1976-1986
42. R.L. Nicholas: Unamuno, narrador
43. R. Andioc: Teatro y sociedad en el Madrid del siglo xvin
44. Varios: Letras españolas. 1987
45. G. Ribbans y J. E. Varey: Dos novelas de Galdós: Doña
Perfecta y Fortunata y Jacinta
46. M. Baquero Goyanes: Estructuras de la novela actual
47. E.F. Stanton: Hemingway en España
48. V. Llorens: El romanticismo español
49. Varios: Letras españolas. 1988
50. A.G. Loureiro: Mentira y seducción. La Trilogía
Fantástica de Torrente Ballester
51. Varios: Letras españolas. 1989
52. E. Inman Fox: Azorín: Guía de la obra completa
53. S. Zimic: El teatro de Cervantes
54. J. Oehrlein: El actor en el teatro español del Siglo de Oro
56. L. Romero Tobar: Panorama crítico del romanticismo
español
57. E. Pupo-Walker: El cuento hispanoamericano
58. P.W. Silver: Luis Cernuda, el poeta en su leyenda
59. J.M. Martínez Cachero: La novela española entre
1936 y el fin de siglo
60. G. Bellini: Nueva historia de la literatura
hispanoamericana
61. J.L. Alonso de Santos: La escritura dramática
62. E. Rodríguez Cuadros: La técnica del actor español
en el Barroco: Hipótesis y documentos
63.1. Uría: Panorama crítico del mester de clerecía
64. J.M. López de Abiada, L. Martínez de Mingo, J. Pérez
Escohotado: Poemas memorables
65. A. Amorós: Momentos mágicos de la literatura
66. A. Amorós, J.M. Diez Borque: Historia de los
espectáculos en España
67. J.M. Ruano de la Haza: La puesta en escena en los
teatros comerciales del Siglo de Oro
68. G. García Valdecasas: La adulteración de
La Celestina
Este nuevo Panorama crítico supone una revisión y
sistematización de los estudios dedicados a la novela
realista-naturalista española. Los debates sobre la
estética realista, epistolarios, ediciones, autógrafos y
repertorios bibliográficos, entre otros múltiples aspectos,
constituyen los ejes esenciales de este libro. Desde los
inicios de la novela realista hasta el naturalismo radical
existe un amplísimo Corpus narrativo que emerge con
peculiar estilo y dispar ideología. Los debates de la crítica
sobre la incidencia o pertenencia de específicos autores a
esas corrientes literarias, así como los diversos enfoques
de la crítica sobre la gran novela de la segunda mitad del
siglo xix son igualmente objeto de reflexión y estudio.

LITERATURA Y SOCIEDAD

Enrique Rubio Cremades es Catedrático de Literatura


Española en la Universidad de Alicante. Su línea de
investigación está centrada en la prosa de los siglos xix y
xx. Ha publicado en revistas especializadas notables
trabajos sobre Larra, Alarcón, Valera, Galdós y Azorín,
entre otros, así como ediciones críticas y anotadas de
algunas de las principales obras de esos autores. Y es
autor de Costumbrismo y folletín. Vida y obra de A. Flores.

ISBN 84-7039-869-5

9 788470 398698

También podría gustarte