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Panorama crítico de la
novela realista-naturalista
española
90
EDITORIAL 4 CASTALIA
LITERATURA Y SOCIEDAD
TITULOS PUBLICADOS
DIRECTOR
ANDRÉS AMORÓS
José Luis Abellán, Emilio Alar eos, Aurora de Albornoz, Jaime Alazraki, EarlAl-
drich, José María Alín, Xesús Alonso Montero, José Luis Alonso de Santos, Carlos
Alvar, Manuel Alvar, Andrés Amorós, Enrique Anderson Imbert, Rene Andioc, José
J. Arrom, Francisco Ayala, MaxAub, Mariano Baquero Goyanes, Giuseppe Belli-
ni, R. Bellveser, Rogelio Blanco, Alberto Blecua, José Manuel Blecua, Andrés
Berlanga, G. Bernus, Laureano Bonet, Jean-Frangois Botrel, Carlos Bousoño,
Antonio Buero Vallejo, Eugenio de Bustos, J. Bustos Tovar, RichardJ. Callan, Jor¬
ge Campos, José Luis Cano, Juan Cano Ballesta, R. Cardona, Helio Carpintero, José
María Castellet, Diego Catalán, Elena Catena, Gabriel Celaya, Ricardo de la
Cierva, Isidor Cónsul, Carlos Galán Cortés, Manuel Criado de Val, J. Cueto, Má¬
xime Chevalier, F.G. Delgado, John Deredita, Florence Delay, Francisco Javier
Diez de Revenga, Manuel Durán, Julio Durán-Cerda, Robert Escarpit, M. Esco¬
bar, Xavier Fábrega, Ángel Raimundo Fernández, José Filgueira Valverde, Mar-
git Frenk Alatorre, Julián Gállego, Agustín García Calvo, Víctor García de la
Concha, Emilio García Gómez, Luciano García Lorenzo, Stephen Gilman, Pere
Gimferrer, Antonio A. Gómez Yebra, Eduardo G. González, Javier Goñi, Alfonso
Grosso, José Luis Guarner, Raúl Guerra Garrido, Ricardo Gallón, Modesto Her-
mida García, Javier Herrero, Miguel Herrero, E. Inman Fox, Robert Jammes, José
María Jover Zamora, Jon Kortazar, Pedro Laín Entralgo, Rafael Lapesa, Feman¬
do Lázaro Carreter, Luis Leal, María Rosa Lida de Malkiel, Francisco López Estra¬
da, E. Lorenzo, Ángel G. Loureiro, Vicente Llorens, José Carlos Mainer, Joaquín
Marco, Tomás Marco, Francisco Marcos Marín, Julián Marías, José María Martí¬
nez Cachero, Eduardo Martínez de Pisón, Marina Mayoral, G. McMurray, Sey-
mour Mentón, Ian Michael, Nicasio Salvador Miguel, José Monleón, María Eula¬
lia Montaner, Martha Morello FrOsch, Enrique Moreno Báez, Antonio Muñoz,
Justo Navarro, Francisco Nieva, Antonio Núñez,Josef Oehrlein, Julio Ortega, Ma¬
ría del Pilar Palomo, RogerM. Reel, Rafael Pérez:de la Dehesa, Miguel Ángel Pé¬
rez Priego, A.C. Picazzo, Jaume Pont, Benjamín Prado, Enrique Pupo-Walker,
Richard M. Reeve, Hugo Rodríguez-Alcalá, Evangelina Rodríguez Cuadros, Julio
Rodríguez-Luis, Emir Rodríguez Monegal, Julio Rodríguez Puértolas, Fanny Ru¬
bio, Serge Salaün, Noel Salomón, Gregorio Salvador, Leda Schiavo, Manuel Se¬
co, Ricardo Senabre, Juan Sentaurens, Alexander Severino, Gonzalo Sobejano,
E.H. Tecglen, Xavier Tusell, P.A. Urbina, Isabel Uría Maqua, Jorge Urrutia, José
Luis Várela, José María Vaz de Soto, Darío Villanueva, Luis Felipe Vivanco, Ángel
Vivas, D A. Yates, Francisco Ynduráin, Anthony N. Zahareas, Alonso Zamora Vi¬
cente, Stanislav Zimic.
ENRIQUE RUBIO CREMADES
Panorama crítico
de la novela
realista-naturalista
española
v |
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EDITORIAL CASTALIA
Copyright © Editorial Castalia, S.A., 2001
Zurbano, 39 - 28010 Madrid - Tel. 91 319 58 57 - Fax 91 310 24 42
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Depósito Legal: M. 1.849-2001
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SUMARIO
7
1
Realismo y naturalismo.
Estudios generales
1
II
12 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
que tuvo Zola en las letras españolas, tal como se puede comprobar a través de las res¬
pectivas colaboraciones, entre otras, de F. Botrel, M. Cristina Carbonell, A. Sotelo, Y. Lis-
sorgues, M. C. Figuerola, C. Patiño, M. L. Sotelo, S. Renard, J. C. Rabaté, D. Thion-So-
riano, E. Medina y A. M.- Reboul. Tres son las coordenadas fundamentales del
contenido de las Actas: Zola a través de la prensa y del público en España, difusión
de sus novelas y resonancia de su obra en los textos españoles. Estudio colectivo que
se cierra con la colaboración de Gonzalo Sobejano —Epílogo en ausencia— y que re¬
sume la línea de investigación de cada ponencia presentada en el congreso.
10 En el reciente estudio llevado a cabo por F. Caudet (1995) se analiza el cor-
pus literario y crítico de Zola engarzado en el marco socio-histórico. Reflexiones so¬
bre el naturalismo francés y español que se perciben claramente en los primeros ca¬
pítulos de su monografía. A través de los estudios dedicados a Zola y a sus teorías,
a la praxis literaria del naturalismo en La Taberna y Nana y al naturalismo social en
Germinal, F. Caudet ha hilvanado concretas reflexiones sobre la obra de Galdós
—El doctor Centeno y Fortunata y Jacinta— y Clarín. Capítulo fundamental para el
estudio del naturalismo en España es el referido a las polémicas literarias.
11 Sería, por ejemplo, la monografía de Darío Villanueva (1992) estructurada,
fundamentalmente, en cinco bloques: el realismo genético, la superación del realis¬
mo formal, fenomenología y pragmática del realismo, el realismo intencional y la
lectura realista. En sus conclusiones y ante la interrogante emitida por Morse Peck-
ham en su artículo *Is the Problem of literary Realism a Pseudoproblem?», Critique.
Studies in Modem Fiction, XII (1970), pp. 95-112, el propio Villanueva responde ne¬
gativamente, pues -se trata de una de las cuestiones centrales de toda teoría litera¬
ria, pues por mucho que nos interese conocer el funcionamiento de la literatura en
sí misma, con la ayuda de los instrumentos analíticos que nos permitan la máxima
fiabilidad científica para la comprensión de sus formas, de su literariedad, nos resis¬
timos a ignorar la evidencia de que esos textos eminentes inciden sobre la realidad,
sobre nuestra realidad- (1992, p. 190). En dichas conclusiones el citado crítico incide,
por un lado, en la importancia de la genética para la comprensión del realismo; por
otro, en la existencia de un lector o una lectura intencionalmente realista.
l8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Bibliografía
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1889)», en Actas (1998), pp 454 464
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g«*rminaliste «1<- la fin <!<• siede», en Saillanl Seríelo Vázquez (1996),
pp 173-185
26 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
29
30 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
epistolario son los siguientes: Alfred Morel-Fatio, Diego de Valencina, Alberto López
Argüello y M. Núñez de Arenas. Se incluye también el Epistolario de las Obras Com¬
pletas (1912). José M.* Castro Calvo (1961) reproduce la totalidad del material utiliza¬
do por Heinermann. En la presente monografía figuran tres sustanciosos capítulos
que actúan como apoyatura al texto: Cecilia Bóhl de Faber como epistógrafa. Datos
de la vida de Cecilia hasta 1849 y Datos de la vida de Hartzenbusch hasta 1849. Al
Epistolario le precede una nota preliminar. Las cartas están acompañadas de un am¬
plio comentario sobre el contenido de las mismas. En las cincuenta y nueve cartas
publicadas se advierte la insistencia con que Fernán Caballero deseaba cultivar esta
amistad, pues comprendía que ésta era una forma primordial de ser lo que más de¬
seaba: alcanzar el éxito como novelista.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 35
el primero, pues fue redactado en alemán, como Sola. Irving recibió una versión
castellana —Historieta traducida del alemán de una joven española— tal vez debi¬
da a doña Frasquita Ruiz de Larrea.
12 Doña Cecilia se siente molesta al verse comparada con Jorge Sand o Ger¬
trudis Gómez de Avellaneda. Aduce que existían profundas diferencias no de cate¬
goría literaria, sino social. Cecilia era pobre. Gertrudis y Carolina Coronado vivían
en la opulencia. Fernán Caballero no podía disimular un rechazo al éxito de sus
compañeras, ni las comparaciones odiosas matizadas por la prensa: -Si los gacetille¬
ros se han querido divertir poniendo en juego el amor propio de tres señoras, creo
que se han llevado chasco, pues yo miro a las dos admirables poetisas con la ad¬
miración que merecen y creo (y de G. Avellaneda creo saberlo) que ellas mirarán
al pintor de costumbres con el aprecio a que es acreedor si no por otra cosa por su
buena intención- (Heinermann, 1944, p. 177). En otras ocasiones confiesa a Latour
40 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
una amplitud no alcanzada por sus padres. Por otro, su ataque al ro¬
manticismo europeo de corte francés, que supone una apertura a
problemas nuevos, desconocidos por aquéllos, que murieron antes
de que adquiriera en España carta de naturaleza la versión francesa
del romanticismo (Herrero, 1963, p- 318). Fernán Caballero intenta
rehabilitar la tradición perdida, la antigua fe y el respeto a las cos¬
tumbres españolas. El materialismo, la incipiente industria, los ade¬
lantos del siglo, serán aspectos que se enfrenten al recogimiento, a la
piedad, al goce del solar familiar, como si lo material se opusiese a lo
espiritual. Materialismo que ha invadido la cultura europea, salvo la
tradicional España que ha sabido aislarse de las corrientes pernicio¬
sas emanadas de la Ilustración francesa y del pragmatismo y utilita¬
rismo anglosajón. Las intervenciones del barón de Moude en La Ga¬
viota y las disquisiciones ilustradas de don Narciso Delgado en Elia
pueden servir de exponente fiel a lo expuesto por Herrero en estas
líneas. El corpus literario de Fernán es, pues, una expresión de la lu¬
cha del esplritualismo contra el materialismo que coincide, por la
noble religión del pueblo español, con una afirmación de su na¬
cionalidad. Para Fernán Caballero —tal como se desprende de la lec¬
tura de La Gaviota— la novela de costumbres debe tener una finali¬
dad clara: la de pintar las costumbres de los distintos países. Es cierto
que en este sentido Fernán Caballero imita a Balzac (Montesinos,
1930), aunque no cabe duda de que la autora está muy lejos de la ac¬
titud neutral y puramente objetiva (Herrero, 1963, p. 321). El cos¬
tumbrismo de Fernán Caballero reproduce en todo su esplendor la
verdad que ama, de ahí la exaltación de los aspectos nobles que en¬
cuentra en su derredor. Un realismo que se dirige fundamentalmen¬
te a pintar o reflejar lo real, pero un realismo matizado, puesto que
al reproducir la realidad, la poetiza.28 Recientes investigaciones co-
29 Tanto la obra dejóse F. Montesinos (1961) comoJ. Herrero (1963) yJ. Ro¬
dríguez Luis (1979a, 1979b) investigan los inicios literarios de Cecilia Bohl de Faber.
El relato Magdalena se escribe según confiesa la autora, alrededor del año 1816 (Pi-
tollet, 1907. p. 287). En 1824 comunica a sus familiares y amigos que está trabajan¬
do sobre relatos infantiles y a principios de 1829 Washington Irving lee en Sevilla la
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 53
primera versión de La familia de Alvareda. Años más tarde, en 1833, el padre de Ce¬
cilia le comunica a un amigo que su hija tiene escritas dos novelas, la anteriormen¬
te citada y Elia. En el año 1835 el periódico dirigido por Eugenio de Ochoa y Fede¬
rico Madrazo publica el relato La madre o el combate de Trafalgar, colaboración
que no fue enviada a El Artista por la autora, sino por uno de sus allegados, quien
escribe una carta protestando de que no fue ella quien envió el relato, pues sabe
que lo que escribe lo hace por mero pasatiempo y sin llamar la atención de nadie,
•pero sobre todo porque tengo por íntimo convencimiento que el círculo que forma
la esfera de una mujer, mientras más estrecho, más adecuado a su felicidad y a la de
las personas que la rodean, y así jamás trataré de ensancharlo, debiendo a este sis¬
tema la felicidad de que he gozado en mi vida- (Montesinos, 1961, p. 144).
30. Tras el cotejo de la carta dirigida a Julius y la nota introductoria que figura
en La familia de Alvareda, J. Herrero llega a la conclusión siguiente: -La primera es,
54 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
sin duda, La familia de Alvareda. que Cecilia ha descrito varias veces como pintura
del pueblo y que, en efecto, siguió a La Gaviota en El Heraldo. La tercera, claro es¬
tá, es Elia, o la España treinta años ha. La segunda no puede ser más que Una en
otra, que, efectivamente, sigue a ambas novelas en El Heraldo y que es una des¬
cripción de la vida de la clase media española* (1963, pp. 314-315).
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 55
7,2 José María de Cossío, «Los toros en la novela», en Los toros. Tratado téc¬
nico e histórico, Madrid, Espasa-Calpe, 1965, vol. III, p. 433, supone que tras el
nombre de Pepe Vera se oculta la figura taurina de José Redondo, alias el Chi¬
clanero, sucesor de Francisco Montes. Natalio Rivas en Semblanzas taurinas,
Madrid, Mediterráneo, s. a., p. 86, describe a Chiclanero de la misma forma que
Fernán a Pepe Vera. Ambos eran orgullosos, vanidosos, entregados a lances amo¬
rosos, gallardos, valerosos, intrépidos y donosos. Tanto el Chiclanero como Pe¬
pe Vera despertarán la admiración del público, convirtiéndose en auténticos ído¬
los populares. Respecto al presente tema José F. Montesinos señala que Fernán
pudo adoptar la perspectiva de un escritor extranjero: -La Gaviota misma tal co¬
mo fue publicada, contiene pasajes numerosos que sólo se explican imaginando
que la autora se dirige a gentes de fuera y trata de hacerles comprender que Es¬
paña es de esta manera o de la otra» (1961, p. 48). El doctor Stein, alterego de
Fernán, abandona la plaza ante el cruento espectáculo. Sus ojos no pueden con¬
templar un episodio de la vida real española, de ahí su huida y su posterior re¬
corrido por la monumental Sevilla. Para un estudio de los toros en la literatura
cfr. la ya citada monografía de Cossío, cuyo contenido abarca desde escenas tau¬
rinas incluidas en Tirant lo Blanch y La Celestina hasta las debidas a Ramón Gó¬
mez de la Serna. Andrés Amorós, -Los toros en la literatura», en Los toros, Madrid,
Espasa-Calpe, 1982, vol. VII, continúa la ingente y erudita obra de Cossío. Andrés
Amorós inicia su recorrido con Toreo de salón y El Gallego y su cuadrilla, de Ca¬
milo José Cela, e incluye relatos debidos, entre otros, a R. García Serrano, Ángel
María de Lera, Elena Quiroga, Jorge Campos, Agustín de Foxá, Ignacio Aldecoa,
Ernest Hemingway, etc. Gerardo Diego dedica dos apartados a la narrativa subti¬
tulados Novela antigua y realista y Novela moderna en Los Toros en España,
obra dirigida por Carlos Orellana y publicada en 3 vols. por Editorial Orel, Ma¬
drid, 1969. En 1959 apareció una antología, Los toros en la literatura española
contemporánea, recopilada por Miguel de Salabert, Madrid, Editorial Taurus. De
gran valor e interés para las relaciones entre la literatura y los toros y para los tau¬
rófilos es la obra de Francisco Carreras Candi, Folklore y Costumbres de España,
Barcelona, Editorial A. Martín, 1931, 3 vols.
INICIOS DE LA NOVELA REALISTA. FERNÁN CABALLERO 57
2.6.1. Ediciones
2.6.2. Epistolario
2.6.3■ Bibliografía
73
74 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
London, 1937; lan Watt, The ríseod the Novel, University of California Press, 1960; R.
D. McMaster, «Dickens, the Dandy and the Savage: A Victorian View of the Roman-
tic», Studiesin the Novel, 1 (1969), pp- 133-146; Joseph T. Flibbert, «Dickens and the
French Debate over Realism: 1838-1856«; Comparative Literature, 1 (1971), pp. 18-
30; Edouard Maynal, LEpoque Réaliste sous leSeconde Empire, París, 1931- Una ac¬
tualizada bibliografía sobre el Realismo la encuentra el lector en Yvan Lissorgues
(1988; 1994, pp. 243-286) y Juan Luis Alborg (1996).
2 Cristina Carbonell señala al respecto lo siguiente: «Esta definición de la nueva
escuela dejaba sentados, pues, dos aspectos diferenciales que, reconocía Revilla, raras
veces brillaban en armonía para conformar el auténtico “género que pudiera
llamarse psicológico y aun psicológico-social”, y que son los que denomina “una con¬
cepción moral y filosófica y una concepción artística". Si la primera de ellas debe tra¬
ducirse en una “profunda e intencionada enseñanza” y la segunda debe aquilatarse
PEDRO ANTONIO DE AI.ARCÓN 75
Cfr. G. Brenan, The Literature of the Spanish People from Román times to
the present day, Cambridge, Cambridge University Press, 1951 [edición en caste¬
llano, Buenos Aires, Losada, 1958]. Ángel Valbuena Prat en su Historia de la Li¬
teratura Española, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1968 (8.* ed. corregida y
aumentada), III, p. 265, titula el capítulo LXVI La novela realista. Alarcón. Vale¬
ra. Pereda. El resto de escritores realistas-naturalistas figuran en un capítulo un
tanto incierto que lleva por título Galdós y el final del siglo xix. Valbuena Prat
considera a Alarcón como escritor integrado plenamente en el realismo, aunque
ciertos relatos, como El final de Norma desprendan un vaho romántico. Para el
mencionado crítico El escándalo, por ejemplo, no debe valorarse como relato ro¬
mántico, tal como afirma Balseiro (1933, pp. 129-133), sino realista, pues el pro¬
ceso psicológico de los personajes, el espacio, el tiempo, el tono de las conver¬
saciones y teorías en general -están más con el positivismo que con el idealismo,
y sobre todo por el arreglo final, análogo al de Pepita Jiménez o a la mayoría de
las novelas de Pereda- (III, p. 277).
8 Holt, Reinehart and Winston, New York, 1963. Se trata de la última edición
de Ángel del Río, revisada y aumentada con respecto a la edición primera,
año 1948. En el cuadro generacional realizado por Angel del Río se añade un co¬
mentario relativo a la novela psicológica, incluyendo en él a Alarcón y a quienes
participaron en esta tendencia: -En la novela psicológica, de análisis, sobresalen
Valera, Clarín y, en menor medida, Alarcón, la Pardo Bazán; en la de tesis o pro¬
blema ideológico con caracteres más abstractos sobre cuestiones religiosas y mo¬
rales, Alarcón en obras como El escándalo, y Pereda; en la novela social, Blasco
Ibáñez- (p. 181).
8o PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
del dualismo a la totalización significativa; pero si bien Pereda arranca del cos¬
tumbrismo, Alarcón se remonta un poco más lejos, puesto que una buena parte
de sus libros están directamente inspirados por el romanticismo. En puridad, se
puede sostener que Alarcón combatió toda su vida contra el realismo totalizador,
aunque para hacerlo, y como veremos, hubo de escribir un auténtico realismo*
(1980, p. 408). Para J. López-Morillas la Revolución de 1868 cambia el panorama de
la novela española, convirtiéndose en el género literario dominante. Sus autores,
comprometidos y adscritos a diversos credos ideológicos la convirtieron en arma
arrojadiza o en fiel reflejo de sus ideas. La novela dejó de ser evasiva y se convierte
en algo inquietante y problemático (1968).
■ Sería, por ejemplo, el caso de Donald Shaw, A Literary History ofSpain.
The Nineteenth Century, London, Ernest Benn Limited, 1972 [Traducción al cas¬
tellano de Elena Calsamiglia, Barcelona, Ariel, 19731- En el citado libro Alarcón fi¬
gura en la prosa post-romántica, pero en el mismo capítulo que escritores adscri¬
tos al costumbrismo romántico —Mesonero Romanos y Estébanez Calderón— y
autores de novelas históricas —López Soler, Espronceda, Martínez de la Rosa, Gil
y Carrasco, entre otros—. Evidentemente el término post-romántico no tiene la
misma equivalencia para la crítica, pues Donald S. Shaw lo utiliza con distinto
significado, sin engarzar a Alarcón en la nómina de autores de la segunda mitad
del siglo xix. Shaw, sin embargo, en capítulos posteriores, al hablar de la Revolu¬
ción del 68 o Septembrina señala que a partir de esta fecha la novela española
sufrió un cambio fundamental, pues se produjo el momento del apogeo de la no¬
vela de tesis: «En la década de 1870 a 1880 aparecieron El Escándalo (1875) y El
Niño de la Bola (1880) de Alarcón; Doña Perfecta (1876), Gloria (1876-1877) y La
familia de León Rock (1878) de Galdós; Los hombre de pro (1872), El buey suelto
(1877), Don Gonzalo González de la Gonzalera (1878) y De tal palo, tal astilla
(1879) de Pereda* (p. 172). Es, en este lugar, la novela de tesis, donde debiera es¬
tar el nombre de Alarcón, habida cuenta que ambas novelas, junto al El sombre¬
ro de tres picos son las más renombradas del escritor. Otro tanto suceda con la
ubicación de Alarcón en Histoire de la littérature espagnole, dirigida porjean Ca-
navaggio, Librairie Arthéme Fayard, 1993 [Traducción al castellano de Juan Big-
nozzi, Barcelona, Editorial Ariel, 19951, pues se le excluye del apartado El flore¬
cimiento de la novela y figura en un cajón de sastre denominado Relatos y novelas
en el que aparecen autores muy anteriores a la generación de Alarcón y obras de
textura típicamente románticas, como las debidas a Agustín Pérez Zaragoza, Ra¬
fael Húmara, Telesforo Trueba y Cossío, Ramón López Soler... Apartado que
incluye epígrafes como Bajo el signo de Walter Scott, Folletines, cuentos y memo¬
rias, El costumbrismo y Hacia la novela realista. En este último Alarcón figura al
lado de José M.1 Carnerero, Larra, Modesto Lafuente, Serafín Estébanez Calde¬
rón Evidentemente, y si tuviésemos que buscarle una ubicación a Alarcón, su
obra estaría mejor junto a un Pereda o Valera que en la relación de escritores cos¬
tumbristas citados.
82 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
20 Cfr. Antonio José López Cruces, Antonio Ledesma Hernández. El libro de los
recuerdos (1856-1922, op. cit.). El manuscrito de estas memorias se tituló inicial¬
mente Mis confesiones o Páginas de mi vida y milagro. En dicha monografía apa¬
recen anécdotas y vivencias personales de Ledesma y Alarcón, como la visita que
ambos realizaron a Zorrilla en Madrid. Cfr. del mismo autor Introducción a la vida y
obra de Antonio Ledesma Hernández (1856-1937), Almería, Instituto de Estudios
Almerienses, Diputación de Almería, 1991.
21 Epistolario que no guarda ninguna relación con la obra literaria de Alarcón.
Son cartas íntimas dirigidas a su sobrino solicitándole pequeños favores relaciona¬
dos con sus preferencias gastronómicas, en consonancia con las cartas de Valera y su
buen amigo el doctor Thebussen. Desde la finca de Valdemoro pedirá Alarcón a Luis
Muñoz el característico y tradicional pescado malagueño y felicitará a éste por su as¬
censo en puestos de la administración.
22 Las cartas de Alarcón a Antoine de Latour (1808-1881) se conservan en el
fondo Morel-Fatio de la Biblioteca de Versalles.
23 La carta de Alarcón coincide con la publicación de El sombrero de tres picos.
Hartzenbusch es el corrector del texto, pues en dicha carta se lee lo siguiente: -Den¬
tro de unos días remitiré a V. un ejemplar de la segunda edición del Sombrero de
mis pecados, y en ella verá V. corregido lo de la Gaceta- (Royo Latorre, p. 7). En la
edición princeps de El sombrero de tres picos Alarcón señala que la Gaceta es una
publicación diaria, craso error, de ahí que en la segunda edición subsane dicho
equívoco: -Una vez por semana (y dos a lo sumo) llegaba el correo de Madrid a la
88 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
abril, apunta las causas que motivaron su cese como escritor (Fuen¬
te Ballesteros, 1993, p. 182).
Biografías, epistolarios,2-5 estudios en general se complemen¬
tan perfectamente, de suerte que en su conjunto proporcionan un
material noticioso de gran valor. Evidentemente no podían faltar
las autobiografías noveladas, tal como ya se ha apuntado en el ca¬
pítulo dedicado a Fernán Caballero. En el caso de Alarcón cabe ci¬
tar la monografía de Julio Romano (1933), biografía y compendio
de todos los episodios más relevantes de su vida, desde su naci¬
miento, niñez y primeros pasos como estudiante de judicatura y
seminarista hasta sus publicaciones en la prensa madrileña, amis¬
tades y publicación de sus obras. La biografía de Julio Romano
[Hipólito Rodríguez de la Peña] se inicia bajo esta sutil forma no¬
velada; sin embargo y conforme se adentra el lector en lo expues¬
to por su autor, se percibe una objetividad y exposición de hechos
que hoy en día han sido constatados. Otro material noticioso rela¬
cionado con la vida de Alarcón se encuentra disperso en su mun¬
do de ficción, en sus novelas. Por ejemplo, El escándalo ha sido
considerado por la crítica como la interpretación y análisis de la
aristocracia y burguesía. Contextos sociales criticados y que evi¬
dencia un cierto autobiografismo (Liberatori, 1981, pp. 124-127).
Carácter biográfico que se proyecta en otras novelas, como en el
caso de El Niño de la Bola a través de Pepito, autorretrato del jo¬
ven Alarcón (Soria, 1951, pp. XXXI-XXXII). Incluso el mismo José
ción pensada y puesta en práctica por los detractores de Alarcón: -El relamido je¬
suitismo, tan peculiar de la prosa de Revilla, pretendiendo justificar la confabula¬
ción de enemigos y resentidos, ofrece clara prueba de que la hubo; de no ser así, no
tendría sentido insinuar que el fracaso de la obra no se debió tanto a sus posibles
defectos como a la hostilidad contra el autor, por motivos sin duda dobles, literarios
y políticos; aunque sobre estos últimos guarde silencio Revilla» (1996, p. 491).
29 Manuel de la Revilla, crítico de Alarcón, es, precisamente, el título del estu¬
dio de Marta Cristina Carbonell (1989, II, pp. 127-148) basado en el análisis de las pu¬
blicaciones periódicas de la época que ofrecen material noticioso sobre las novelas
de Alarcón. Mediante el cotejo de lo aparecido en la Ilustración Española y Ameri¬
cana, Revista Hispanoamericana, Revista Contemporánea, Revista Europea el lector
o estudioso de dicha época percibe las sutiles interpretaciones que sobre El Escán¬
dalo realizaron los más afamados críticos de la época. Revilia no fue, tal como seña¬
la Cristina Carbonell, el crítico más mordaz que tuvo Alarcón, ni el más sagaz, -pero
sí probablemente el más ponderado, hecho que le valió poder escapar de las irre¬
flexivas diatribas que el escritor andaluz lanzara desde la tardía Historia de mis li¬
bros contra todos aquellos “impíos de oficio” que le censuraron abiertamente su
progresiva y teatral radicalización ideológica o que se confabularon pretendida¬
mente en la ya famosa “Conjuración del silencio”: “crítico eminente", “ingenio ma¬
logrado”, “buen psicólogo”, “sabio y acerado escritor" son los calificativos que le
dedica: un auténtico prodigio de tolerancia, a tenor de las puyas violentísimas
que, presumiblemente, dirige a Clarín, pero que van más allá de la simple grati¬
tud por una crítica que se contuvo siempre en los límites de la más absoluta co¬
rrección- (1989, II, p. 147).
94 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
sutiles y nuevas ópticas a fin de ofrecer una visión más objetiva. Así
Estruch Tobella (1991) señala que Alarcón fue uno de los escritores
que más y mejor sintonizó con la evolución política de la burguesía
española del siglo xix, caracterizada por una inmutable indetermi¬
nación entre la revolución y la reacción, entre la oposición o
enfrentamiento con la oligarquía y el temor a las clases populares.
Alarcón, integrado en el proyecto político del justo medio propicia¬
do por O’Donnell, participa con sentida emoción en la guerra de
África de 1859 e ingresa cuatro años más tarde en la Unión Liberal.
Elegido diputado unionista en dos ocasiones se convierte en acti¬
vista del partido. Etapa incierta en acontecimientos políticos y
carente de creación literaria, pues será en 1874, vísperas de la Res¬
tauración, cuando inicie su etapa como novelista. Durante estos
años se opuso a los gobiernos de Miraflores y Narváez, siendo pro¬
cesado y desterrado. En 1864 solicitó el reconocimiento del reino de
Italia pese a la oposición papal. En 1868 apoyó activamente la Re¬
volución, y más tarde volvió a ser elegido diputado en las Constitu¬
yentes, defendiendo la candidatura del duque de Montpensier al
trono de España. Ante toda esa relación el citado crítico Estruch
emite la siguiente interrogante: «¿Está, pues, justificado calificarle de
ultramontano o reaccionario? Alarcón se movió siempre, de forma
activa, militante, en el terreno del liberalismo: radical en 1854, cen¬
trista en 1868, conservador en 1875. Si la comparamos con las tra¬
yectorias políticas de los demás escritores de la promoción de la
Restauración, la suya es una de las más claras y también una de las
más intensas. Y, sobre todo, insistamos, una de las que mejor refle¬
ja la evolución político-ideológica de la burguesía española, la clase
en la que se integró y a la que dirigió sus obras» (1991, p 125).
Emilia Pardo Bazán ya había hecho notar que los verdaderos ul¬
tramontanos no se fiaban con exceso de su supuesta adhesión, juz¬
gándolo más como un oportunista que se acomodaba al devenir his¬
tórico de la España de la segunda mitad del siglo xix. De ahí que doña
Emilia afirme, tal como ya se ha señalado con anterioridad, que Alar¬
cón carecía del temple de los creyentes a puño cerrado. La crítica re¬
ciente ha engarzado todos estos hechos, como en el caso de M.a del
Pilar Palomo que, tras engranar los episodios de la historia de
España con los del propio escritor, afirma lo siguiente: «Así, pues,
Alarcón, en la crisis sociorreligiosa de su momento histórico, tomó
partido desde la forma de comunicación de novela, aunque evi¬
dentemente no podamos tildar su férrea ortodoxia de radicalismo
96 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
recién llegados a las orillas del Manzanares, los individuos de la célebre Colonia grana¬
dina (casi todos hijos pródigos fugados del hogar paterno), no me quedaba ya más
que una alegre memoria, mezclada en lo político con cierto remordimiento, dado que
mis ideas habían cambiado de rumbo, en virtud de mejor apreciación de los hombres
y de las cosas» (Obras Completas, 1943, p. 834).
1,1 El mismo Alarcón en Historia de mis libros en el capítulo XI —Paréntesis—
confiesa públicamente no sólo su lealtad consigo mismo, sino también su estado
anímico y pesar por el cambio que se produce en España durante la segunda mitad
del siglo xix. El texto que a continuación ofrecemos puede leerse también en Pérez
Gutiérrez (1975, p 111): «Yo, en 1874, era el mismo que en 1862; pero España era
muy diferente. En medio estaba toda la Revolución de 1868. Antes de aquella revo¬
lución, ser cristiano católico apostólico romano no implicaba impopularidad a los ojos
de nadie: todo el mundo lo era, o lo parecía: carecíase de libertad o autoridad para de¬
mostrar lo contrario: el descreimiento no militaba públicamente como dogma políti¬
co: ¡había tolerancia en los incrédulos para los creyentes!... Por eso nadie me hizo la
guerra durante mi primera época literaria, aunque todas mis obras respirasen, como
respiraban, espiritualismo, religiosidad, culto a jesús crucificado y a su moral divina.
Pero vino la Revolución: estallaron todas las pretensiones del racionalismo alemán y
todos los rencores contra la Religión cristiana; mientras los conservadores transigía¬
mos en evitación de mayores males, y estampábamos la tolerancia en la Constitución
del Estado, los impíos propasáronse a declarar ex cathedra que las esencias religiosas
eran incompatibles con la libertad y contrarias a la filosofía y a la civilización. “ Todo el
que cree es necesariamente carlistd', fue la extrema fórmula de la impiedad...; y como
al propio tiempo, y por desventura, los partidarios de don Carlos exclamaban: “ Todo
el que no es carlista es necesariamente impío”, aconteció, como natural consecuencia,
que esta execrable consonancia de los radicalismos produjo la más grosera calumnia
y arbitraria condenación para las intenciones de los partidos medios, y aun para las in¬
tenciones de los partidos medios, y aún para las intenciones de aquellos absolutistas
que no amaban precisamente a determinado candidato regio o de aquellos republi¬
canos que no habían renegado de la fe de Cristo. Y aquí tenéis explicado, con toda
claridad, por qué en 1874 me atrajeron la nota de neocatólico, teócrata y oscurantista,
ideas y creencias que nadie apreció de tal modo en 1862, y por qué se me llamaba va¬
riable, apóstata y converso, cuando no era yo, sino las circunstancias, las que habían
cambiado* {ObrasCompletas, 1943, p. 17).
98 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
33 Cabe destacar, por ejemplo, los juicios emitidos por Cecilio Alonso en su aná¬
lisis al Diario de un testigo de la guerra de África. Para el citado crítico Alarcón inten¬
ta borrar del pasado la supuesta leyenda de su irreligiosidad. El Diario le sirve de con¬
fesión íntima para anular un pasado poco ortodoxo y en disonancia con su actual
inclinación política. Alarcón evidencia en el Diario su pleno deseo de integrarse en el
seno de la ideología moderada. Incluso «sus ataques anti-fansaicos reflejan una ocul¬
ta antipatía por los sectores más prácticos —mercantilista— de la misma. Alarcón en
teoría, trata de adjudicarse un desinterés y una pureza de miras no confirmada
posteriormente, si pensamos en los beneficios económicos que le dispensó su
capacidad de adaptación a la sensibilidad conservadora a través de su Diario-
(1971, p. 89). Cecilio Alonso tras analizar diversos puntos o aspectos del Diario
—conformismo religioso, público receptor, capacidad intelectual de Alarcón, su
idealismo, contexto político, comportamiento de la milicia española, el sadismo
refinado en la muerte del contrincante, la euforia triunfalista...— llega a la conclu¬
sión de que el carácter testimonial del Diario «adquiere ciertos matices sumamente
esclarecedores, tanto acerca de las justas proporciones de la campaña militar, como
del útilísimo papel subsidiario en favor de la oligarquía, jugado por el idealismo li¬
terario de Alarcón, como decisivo instrumento enajenador (...] En conjunto, pode¬
mos concluir que ambos libros testimonian [El Romancero de la guerra de Africa,
del marqués de Molins y El Diario, de Alarcón] la última gran orquestación literaria
que, con carácter colectivo, urdió el liberalismo romántico español. En 1860 la frus¬
tración política se ha consumado. A la fe en las grandes frases sucederán oscuros
años de escepticismo y crisis» (1971, p. 101).
34 Los juicios de Ganivet recogidos por M. Baquero Goyanes [ Obras Comple¬
tas de Ángel Ganivet, Madrid, Aguilar, 1962, II, p. 10031, ratifican dicha naturaleza
problemática, a la par que ingeniosa y superior a los compañeros de su generación.
El aludido testimonio se refleja en la carta que el propio A. Ganivet escribe a Fran¬
cisco Navarro Ledesma el 8 de noviembre de 1894, tres años después de muerto. En
ella, tras considerar a Alarcón superior a Pereda y a la altura de Galdós, «mucho más
pensador- que ambos (1973, p. XXVII).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 99
3.4. Novelas
cabo Montesinos en los siguientes términos: -a) una ensoñación romántica de adoles¬
cente; b) la misma cosa frivolizada, ironizada por un post-romántico que no puede re¬
nunciar a lo ya hecho, pero que intuye que el relato, de ingenuidad sobrada e inve¬
rosimilitud risible, se hace tolerable puesto discretamente en solfa por un truchimán
que hable detrás del retablo; c) la misma cosa vuelta a tomar en serio, algo más ento¬
nada y depurada, purgada de algún gracioso disparate- (1977, p. 69).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 103
sos e insiste al igual que Luis Alfonso en la ausencia de doctrinas o teorías filosóficas y
tendenciosas que pudieran empañar al relato (1973, III, p. 1.387). De la misma opinión
sería Galdós, calificando dicho relato con apelativos harto elogiosos. Desde el periódi¬
co La Vanguardia y en nota necrológica testimoniará de nuevo su admiración por El
sombrero de tres picos, pues es -realmente imposible trazar dentro del género a que
pertenece aquella producción algo más fresco, más espontáneo, más seductor, conce¬
bido con más ingenio y escrito con más galanura- (21 de julio de 1891). A. Palacio Val-
dés incide en idénticos planteamientos (1948, II, p. 1.207) y Blanco García tras elogiar
el acierto de Alarcón, entronca El sombrero de tres picos con la antigua novela picares¬
ca (1910, II, p. 458). De obra maestra la califica Andrenio (MCMXXTV, p. 8) o de lo más
delicado y bien concluido que ha producido en nuestros días la literatura española, tal
como señala Manuel de la Revilla, crítico que alude también a las fuentes de El som¬
brero de tres {neos (1883).
44 El romance de El Molinero de Arcos recopilado por Duran (II, 1.356) aparece
impreso numerosísimas veces en los inicios del siglo pasado. Romance tosco en de¬
masía y desmañado, de autor conocido, al menos de nombre, pues al final se lee, y
ello nos da una idea de la entonación de la obra: Y abora Pedro Marín advierte que no
es novela /quepor testigo de vista /pone al ciego de la Peña (Montesinos, 1977, p. 189).
En ediciones de romances de ciego -se alude a otras localizaciones como Jerez de la
Frontera, que coincide con la que las “coplejas populares asaz verdes y hasta colora¬
das" que recuerda Hartzenbusch, o en diversos pueblos extremeños. Alarcón colocara
la acción de su relato en Granada porque de allí era Repela y, en último término, es la
tierra que mejor conoce [...). Así parece localizado en la versión de la Revista Europea.
En las revisiones posteriores, sin embargo, suprimió todas las referencias a la ciudad ci¬
tada de los capítulos III, XTV, XXI, XXVI, XXXVI- (Rubio Jiménez, 1986, pp. 8-29).
45 Martínez Kleiser señala que Alarcón ofreció el asunto de El sombrero de tres
picosa Zorrilla, consciente del tratamiento teatral que dicho tema ofrecía: -Y tuvo la
generosidad de ofrecérselo a Zorrilla para que lo llevase al teatro. Zorrilla le dirigió
una carta el Ia de junio de un año que no consta, diciéndole: “Mi querido Pedro: Ne¬
cesito la carta para la comedia, la cual debo entregar el Ia de Julio: En Jerez de la
Frontera / hay un molinero honrado que ganaba sus sustento con un molino afa¬
mado; / y era casado / con moza / muy primorosa; /y por ser tan bella, /el Corregi¬
dor se enamoró de ella. /La cortejaba, /la festejaba, /hasta que un día/la declaró
el intento / que pretendía (1943, p. XXII). Alarcón ofrecería con anterioridad dicho
tema a su amigo José Joaquín Villanueva, que comenzó a escribir una zarzuela, pe¬
ro falleció sin concluirla. Tras sendas proposiciones no cumplidas, Alarcón decide
llevar a cabo la relación amorosa descrita en £'/ sombrero de tres picos. El episodio
108 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
,H Montes Huidobro señala con razón que -El sombrero de tres picos, este
sombrero que sirve de título no es sólo el vehículo fundamental en la presenta¬
ción del corregidor, sino que Alarcón pretende afianzar su permanencia y con¬
vertirlo en un símbolo con su dimensión histórica" (1971, pp. 11-12). Eva F. Flo-
rensa puntualiza y precisa diversos aspectos relacionados con el simbolismo de
El sombrero de tres picos, pues -convierte a la obra en un documento fiel —den¬
tro de los límites— de la realidad política y social y de la economía y la cultura
de una urbe provinciana sureña en un tiempo concreto: principios del siglo xix-
(1993, p 27). Simbolismo que se hace patente también en la onomástica alarco-
niana, especialmente en las novelas tendenciosas. Simbología en función de la
defensa de unos argumentos que han de sustentar los sentimientos ideológicos
defendidos (Liberatori, 1981, p. 147).
112 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
49 Eva F. Florensa señala lo siguiente: "En primer lugar, el marco “España” po¬
see en la obra un círculo espacial concéntrico interior. Andalucía, y —dentro de és¬
te— otro más ínfimo, una ciudad provinciana que incluye la urbe misma (el corre¬
gimiento), una población anexa (la del alcalde) y un molino entre aquélla y ésta. En
segundo lugar, el tiempo histórico (absolutismo) también debe ser especificado; de
todo el periodo que abarca, Alarcón elige un momento puntual: “era después del 4
y antes del 8”, “supongamos que el de 1805” (...) La elección de estos años concre¬
tos permite a don Pedro Antonio hacer sentir el peligro inminente de la agresión
[amenaza de Napoleón Bonaparte] sin que ésta haya ocurrido todavía ni haya cam¬
biado y desnaturalizado lo viejo y rancio nacional. Por eso España es un Edén, y
también el molino- (1993, p. 29).
50 Oldrich Belic atribuye a El sombrero de tres picos una estructura dramática dis¬
tribuida de una forma idéntica a la comedia clásica (constituida por cinco partes bien
diferenciadas) y configurada por siete capítulos sucesivos. Los siete primeros forman
un todo: exposición inicial de la historia. El autor ofrece todo lo necesario: localiza¬
ción histórica y geográfica, presentación de los personajes y establecimiento de las
perfectas relaciones existentes. Los siete capítulos siguientes, hasta el XIV, contienen
PEDRO ANTONIO DE AIARCÓN H3
51 En un acertado estudio Eva F. Florensa rebate las teorías emitidas por Belic y
seguidores, analizando tanto el estudio de las unidades, argumento, situación como
la disposición del coro, número de actos y estructura del relato (1993, pp. 49-50).
En la época de Alarcón era normal que la novela participara no sólo de lo dra¬
mático, sino también de la épica, tal como señala, por ejemplo M. de la Revilla: -Pe¬
ro si la novela no es un género dramático ni épico, no es posible desconocer que
participa de las condiciones de éstos, pues sus formas narrativas son épicas, y su
fondo es indudablemente dramático. La novela es, por consiguiente, un género épi¬
co-dramático- (1877, p. 419). De todo ello se desprende, como afirma Eva. F. Flo¬
rensa, lo siguiente: -Al reducir, pues, la literatura a las formas teatrales y a la epope¬
ya, Alarcón demuestra su conocimiento de la teoría literaria imperante en su tiempo,
a la vez que nos descubre los hilos que han guiado la composición de su obra. El
sombrero de tres picos es drama, a saber, comedia del Siglo de Oro, y epopeya, es
decir, narración histórica- (1993, p. 50).
52. La utilización de términos dramáticos es frecuente en la novela alarconia-
na, engarzando en sus relatos alusiones propias del género. De hecho, tal como se
comprobará en páginas posteriores, la crítica estudia las novelas de Alarcón en re¬
lación con la alta comedia (López, 1985, pp. 127-215), Baquero Goyanes en El niño
de la Bola y El escándalo (1973, pp. XC-XCVII), Montes en El escándalo (1986, p.
38), López Casanova (1974, pp. 40-42) y Basanta (1989, p. 51) lo llevan a cabo en
torno a la historia del molinero y el corregidor.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 115
3-4.3■ El escándalo
57 La crítica señala al respecto que hay que tomar con extrema cautela las pa¬
labras de Alarcón en Historia de mis libros a la hora de hablar de la reacción de la
crítica y -la guerra del silencio-. Las palabras emitidas por Alarcón respecto a sus no¬
velas que -no han suscitado contradicciones- han sido analizadas hoy en día (Igna¬
cio Javier López, 1989, pp. 179-183; 1991, p. 21).
122 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
SH La crítica olvida con harta frecuencia las diversas tentativas novelescas reali¬
zadas por Alarcón, pues suele abordar asuntos o temas relacionados con El sombrero
de tres picos y El escándalo, o con determinadas narraciones breves. Con razón señala
Ignacio Javier López que al analizar o examinar -la novela del siglo xix se tiende gene¬
ralmente a establecer clasificaciones en función de los rasgos generales del estilo de un
autor dado, olvidando sin embargo las variaciones y, especialmente, las distintas tenta¬
tivas que se dan en el conjunto de la obra de tal autor. Este hecho es particularmente
llamativo en el caso de Alarcón, novelista que es definido en función de la novela de
tesis, en particular El escándalo (1875), en tanto que esta novela permite contrastar al
novelista guadijeño con sus contemporáneos, particularmente con Galdós. Se pierde,
no obstante, la perspectiva de algunos intentos suyos, singularmente originales; tal es
el caso de El Capitán Veneno, novela que ha sido ignorada por la crítica, o que ha si¬
do comúnmente relacionada con El sombrero de tres picos a pesar de algunas diferen¬
cias notables de estilo que existen entre ambas novelas» (1985a, p. 197).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN 123
3-4.6. La Pródiga
novela de Galdós y El capitán, permiten considerar a esta última como ejemplo de no¬
vela nacida contra corriente, en un intento de recuperar una forma tradicional de
novelar que corre peligro de desaparecer a la luz de las nuevas muestras de novela que
aparecen en los años 1880 y 1881* (1985b, p. 235).
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN Í25
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«>*A fcA
4
Juan Valera
4
4.1. Epistolarios
141
142 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
parcial, cuya elaboración viene precisada en palabras del propio DeCoster: «una
bibliografía completa más bien que selecta» (1970, p. 15).La bibliografía anotada
de la correspondencia de Valera (DeCoster, 1995) se complementa con lo publi¬
cado en el año 1970. El plan de la obra la ofrece el mismo crítico: «La primera
consta de seis colecciones generales de cartas dirigidas a varias personas. Hemos
puesto las colecciones en orden cronológico según el año en que fueron publi¬
cadas. La segunda sección está formada por cartas predominantemente destina¬
das a una sola persona. Algunas de estas colecciones las catalogamos bajo el
nombre del principal destinatario, con referencias cruzadas a los destinatarios se¬
cundarios [...] La tercera sección consta de dos cartas con interesantes datos bio¬
gráficos, y la cuarta de cartas dirigidas a oficiales en el Ministerio de Asuntos
Exteriores en Madrid o en las capitales extranjeras donde sirvió Valera» (1995,
p. 234).
3 Pageard toma como fundamento y base a sus interpretaciones cuatro colec¬
ciones: los dos volúmenes de Correspondencia (Obras Completas, 1913), la Corres¬
pondencia de don Juan Valera 1859-1905 (DeCoster, 1956), el Epistolario de Vale¬
ra y Menéndez Pelayo, 1877-1905 (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1946) y
Para un epistolario Valera-Tamayoy Baus (Esquer Torres, 1959, pp. 89-163). La
personalidad de Valera, sus contactos, amistades, viajes, lecturas, impresiones de la
sociedad se percibe con exactitud en todo este conjunto de cartas que se puede pa¬
rangonar con lo mejor de su producción literaria: «II n’est pas excessif de parler d’u-
ne oetivre épistolaire de Valera, comparable á son oeuvre romanesque ou critique
tan par la forme et l’étendue que par l'esprit- (Pageard, 1961, p. 38).
JUAN VALERA 143
Cueto durante su estancia en Rusia al lado del duque de Osuna, misión diplomática
que corresponde al periodo epistolar 1856-1857. Parte de estas cartas habían sido pu¬
blicadas parcialmente en La España, en las fechas 17 y 19 de diciembre de 1856; 4, 11,
14, 21, 23 y 28 de enero de 1857; 14, 18, 20, 21, 22, 24, 25 y 27 de febrero de 1857; 1,
12, 15 y 19 de marzo de 1857. Toda esta correspondencia dirigida a Cueto fue reedita¬
da en tres volúmenes por la editorial Aguado (1950). Una edición reciente y prologada
la encuentra el lector en la recopilación llevada a cabo por A. Cardona (1986). Las car¬
tas muestran el peculiar ingenio de Valera. Las confidencias amorosas, su visión de la
política, diplomáticos, costumbres, galanteos, etc. convierten todo este legado en do¬
cumento imprescindible para el conocimiento de la sociedad española desde una pers¬
pectiva intimista. Las cartas fechadas en Madrid, Nápoles, Lisboa, Río de Janeiro, Ber¬
lín, Varsovia, Petersburgo, Francfort, París... recogen sus impresiones más íntimas. Para
una visión analítica de todo este conjunto de cartas y experiencia como diplomático
puede consultarse los estudios debidos a Azaña (1926), DeCoster (1954, pp. 215-223),
Ombuena (1956, pp. 143-160), Cano (1963), Beladiez (1969), Ibarra (1971, pp. 571-
589), Chalón (1992, pp. 1.229-1-239), Rubio Cremades (1995, pp. 163-171), Serrano
Asenjo (1995, pp. 213-223). En el momento de aparición de dicho Corpus epistolar se
publicó en La Lectura una. extensa reseña (Bender, 1913, pp 130-142).
1 El conjunto total lo ofrece DeCoster en una escueta nota que aparece en la
primera bibliografía crítica (1970, p. 115). Años más tarde reseña todo el epistolario
detallado y con los correspondientes receptores: -Cuarenta y seis cartas a su mujer e
hijos, algunas a otros parientes: sus primos José Alcalá Galiano (14), Salvador Vale¬
ra Freuller (1); muchas cartas a amigos literarios, algunos antiguos: Alarcón (6), Ta-
mayo y Baus (8), Damián Méndez Rayón (1); otros más jóvenes que conoció en los
últimos años de su vida: Mariano Pardo de Figueroa (ElDoctor Tbebusserri) (8), An¬
tonio de Zayas (5), Juan Luis Estelrich (4); a literatos e hispanistas extranjeros: Joa¬
quín Pedro de Oliveira Martins (1), Ernest Merimée (1) y Victoriano Agüeros (3); al
actor Fernando Díaz de Mendoza (1); a amigos diplomáticos y políticos: el marqués
de la Vega de Armijo (8), Carlos Espinosa de los Monteros (2), el duque de la Torre
(1), el barón Jules Greindl (3) y a su tocayo menciano Juan Moreno Güeto (19)* (De¬
Coster, 1995, p. 235).
6 Bravo Villasante analiza los principales episodios biográficos de Valera me¬
diante el material noticioso conocido hasta la fecha de edición de su obra (1959) y
el ofrecido por los nietos de Valera. Episodios relativos a su estancia en Madrid, ga¬
lanteos, amistades, apuros económicos, casamiento, experiencia diplomática, acti¬
vidad política y literaria, etc. configuran la presente biografía valeriana tejida en nu¬
merosas ocasiones mediante el análisis de las veinticuatro cartas inéditas. La mayoría
de ellas van dirigidas a su familia. Se incluye también cartas al Doctor Thebussem,
Victoriano Agüeros, Eugenio Rodríguez Escalera, Juan Moreno Güeto y M. Menén-
dez Pelayo. De este último figuran cinco cartas que no estaban en el Epistolario de
Valera a MenéndezPelayo (Artigas Ferrando y Sáinz Rodríguez, 1946).
JUAN VALERA 145
das a cabo por Sáenz de Tejada (1971), DeCoster (1974, pp. 5-26)
y Galera (1991). La realizada por Sáenz de Tejada comprende el
periodo 1850-1858 y está configurada por un total de cuarenta y
cuatro cartas inéditas de Valera a Estébanez Calderón, y siete del
mismo a Valera. También se incluyen epístolas familiares de Va-
lera —once a su madre, tres a Sofía, una a su hermano y otra a su
padre—. Se trata de un epistolario, tal como señala el colector,
vital, pues figuran confesiones íntimas, personales, de un Valera
que cuenta a su interlocutor lo experimentado y vivido, sin nin¬
gún pudor. Sus andanzas por Lisboa, Brasil, París y Dresde que¬
dan registradas con precisión en dicho epistolario. La colección
editada por DeCoster (1974, pp. 5-26) reproduce diez cartas iné¬
ditas a su madre, siete a su padre y una a su hermana Ramona.
Idéntico carácter familiar presenta la colección reproducida por M.
Galera (1991)7
Frente a esta relación de colecciones generales figura un copio¬
so material epistolar dirigido a personas concretas, a escritores, po¬
líticos, e, incluso, a un determinado familiar. En la bibliografía
—apartado Epistolario— citamos el nombre de los colectores, no el
de los destinatarios, puesto que en estas páginas llevamos a cabo la
relación. Cabe señalar también que algunas cartas aparecen en
18 Paper Relating to the Foreign Relations ofthe United States [1884], Washing¬
ton, Government Printing House, 1885, pp. 502-521. Catorce cartas a Frelinghuysen,
Secretario de Estado; una a William Hunter, Secretario.— Papers Relating to the Fo¬
reign Relations of the United States [1885], Washington, Government Printing House,
1886, pp. 767-782. Tres cartas a Frelinghuysen; siete a Bayard, que le sucedió como
secretario.— Papers Relating to the Foreign Relations of the United States [1886],
Washington, Government Printing House, 1886, pp. 831-832. Tres cartas a Bayard.—
Papers Relating to the Foreign Relations of the United States [1886], Washington, Go¬
vernment Printing House, 1887, pp. 1.003-1.004. Carta a Bayard. Espistolario cuyo
tema esencial lo constituye el problema cubano.
19 La toma de posesión como Ministro Plenipotenciario se llevó a cabo el 28
de marzo de 1881 (Bravo Villasante, 1959, p. 225). A. Navarro publica noventa y un
despachos -—treinta y tres de 1881, veintiocho de 1882 y treinta de 1883— desde su
notificación al gobierno de la toma de posesión hasta el despacho ciento nueve, 31
de julio de 1883, en el que comunica su cese (1995, pp 253-349). El despacho re-
JUAN VALERA 153
I<’ Los estudios de conjunto más conocidos y utilizados por la crítica son los
debidos a Azaña, Bravo Villasante y DeCoster. En lo que respecta a la monografía
debida a Romero Mendoza cabe señalar que, pese a ser un tanto anticuada, no si¬
gue, afortunadamente, el camino de las biografías noveladas que proliferaron en las
décadas de los años treinta y cuarenta. El aparato crítico y el análisis del Corpus li¬
terario de Valera se centran, especialmente, en su labor como humanista y novelis¬
ta. No prescinde del estudio de otros géneros que inciden también plenamente en
Valera, como las páginas dedicadas al teatro, poesía y cuento. La labor periodística
de Valera figura, igualmente, en un lugar privilegiado, pues se citan y analizan las
publicaciones periódicas El Guadalhorce, El Pasatiempo, La Distracción, LaAlham-
bra, La Malva, El Cócora, El Progreso, La Ilustración Española y Americana y El
Centenario. En cada capítulo de la presente monografía aparece un interesante
apéndice bibliográfico.
24 La publicación de Montoto recoge doce artículos sobre Valera, basados en su
mayoría en cartas inéditas en poder de Montoto. La relación es la siguiente: -Valera al
natural- y -Las amarguras de Don Juan- se publicaron en El Sol (13, 16 y 23 de octu¬
bre de 1926). -El veraneo de don Juan Valera- se publicó también en El Sol (11 y 25
de septiembre de 1927). -Las mujeres y las academias-, -Valera y Menéndez Pelayo-,
■Thebussem, Valera y Montoto- en La Epoca (21 de febrero de 193D- -Poesías- apare¬
ció en Semana, XIX (1958). -Principio de un novelista- y -Celos- se publicaron en
Semana, XIV (1953). En la monografía de Montoto figuran también los siguientes ar¬
tículos: -A los hermanos Álvarez Quintero-, -La cuestión de Cuba- y -Carta a Bécquer».
25 El libro de Zamora Romera es un estudio biográfico y crítico. Lo más intere¬
sante corresponde a las ideas estéticas de Valera, aunque también incide en aspectos
ya conocidos referentes a la vida, obra y peculiar talante o personalidad de Valera.
156 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
pp. 93-105; Sánchez Mohedano, 1948; Muñoz Rojas, 1956, pp. 9-22;
DeCoster, 1961, pp. 200-216; Porlán, 1980; Galera, 1989, pp. 9-25).
Idealización de una realidad recreada por un Valera que añora el
tiempo pasado. Vivencias, añoranzas de su juventud en Doña Men¬
tía y en Cabra que cobrarán vida, por ejemplo, en su novela Jua¬
nita la Larga. Un eslabón también fundamental en la vida de Vale¬
ra es la tertulia, foco o punto esencial tanto en el mundo real como
en el de la ficción. En sus novelas, como puede comprobar el lec¬
tor, se engarza admirablemente la tertulia con el hecho narrado
(Palma, 1899, pp. 210-218; Sandoval, 1921; Demidowicz, 1957,
pp. 154-165).
Sus lecturas, su admiración por la novela cervantina en general
y, en particular por el Quijote, se perciben en su mundo de ficción,
pues plasma y recrea episodios cervantinos en sus relatos. Su labor
como cervantista queda perfectamente reflejada en sus estudios
tanto en época temprana —recuérdese el Discurso leído ante la Re¬
al Academia Española el 25 de septiembre de 1864, titulado Sobre el
"Quijote-y sobre las diferentes maneras de comentarle yjuzgarle— co¬
mo en el umbral de su muerte, tal como lo corrobora su discurso aca¬
démico, Consideraciones sobre el *Quijote\ escrito para conmemorar
el tercer aniversario de la publicación de la novela cervantina. Huella
y admiración por Cervantes señalada por la crítica (Airarás, 1947, pp.
236-238; Azorín, 1959; Lott, 1962, pp. 395-401; Montesinos, 1970,
pp. 175-176, pássim; Stag, 1985, pp. 117-126; Bermejo, 1993, pp
91-144).
Aspectos no menos esenciales que los anteriores e impres¬
cindibles para una visión completa de Valera serian los relacio¬
nados con su labor periodística (Botrel, 1978, pp. 71-87) o de crí¬
tica literaria (Fishtine, 1933; DeCoster, 1964, pp. 364-367;
Bermejo, 1968; Mayoral, 1970, pp. 97-103; Chevalier, 1980, pp.
141-155; Ayala, 1996, pp. 87-98). El mundo de la polémica incide
también de forma directa en su propia obra, en sus novelas y en
su credo estético (Vidart, 1876; Pardo Bazán, 1891, pp. 31-53; Ru¬
bio Cremades, 1994, pp. 13 y 15; Marco, 1994, pp. 11-12; Miralles,
1995, pp. 224-238; Fernández, 1997, pp. 149-158). Sus ideas sobre
la novela romántica (Álvarez Barrientos, 1988, pp. 9-16), obras
clásicas del romanticismo español (Ojeda Escudero, 1997, pp.
375-386; Cantizani, 1997, pp. 387-395) y romanticismo en gene¬
ral (Zuleta, 1966, pp. 47-66), revelan, igualmente, el grado
de aceptación o de repulsa de dicha escuela. Necesarios son
JUAN VALERA 159
Pérez Gutiérrez en un lúcido estudio rebate las opiniones emitidas por Aza¬
ña con precisión (1975, p. 22, pássim)—Azaña afirmaba que Valera -no era católico
creyente, ni siquiera cristiano; pero se atuvo públicamente a un catolicismo liberal,
con criterio burgués ilustrado* (1966, p. 932)-—. Pérez Gutiérrez señala que Valera se
opone a todo lo que le parece -desvirtuación del cristianismo, y todas las formas de
desvirtuación lo son por el mismo motivo: por pretender reducir el cristianismo a
una ideología concreta y excluyeme* (1975, p. 32). Para el citado crítico Valera sos¬
tuvo en numerosas ocasiones una ideología católica liberal. Su escepticismo res¬
pecto al catolicismo, tanto desde el punto de vista institucional como dogmático e
histórico, se manifiesta en su correspondencia (Pérez Gutiérrez, 1975, p. 34), aun¬
que con matizaciones: •■[...] Y es que aquellas sumisiones a la fe de sus mayores se
acogieron como lo que eran, actos de oportunidad política. En privado, donjuán
no tenía por qué disimular nada, y nunca lo hizo. Pero sus confesiones de escepti¬
cismo, como toda aseveración suya, se matizan diversamente según sean las perso¬
nas a que van dirigidas* (Montesinos, 1970, p. 91). Tanto Pérez Gutiérrez (1975, pp.
54-55) como Montesinos (1970, pp. 92-93) reproducen una carta de Valera a Gu¬
mersindo Laverde (4 de diciembre de 1867) por considerarla fundamental en este
aspecto. Lo relativo a dicho episodio dice así: •[...] Vd. sabe que yo no soy indife¬
rente en materia de religión. Soy tan apasionado como sujeto a dudas y vacilacio¬
nes, si bien me inclino al deísmo racionalista, al espiritualismo con la creencia en un
Dios personal. Estas cosas, aún en vísperas de casarme y aún en vísperas de morir¬
me, absorben y absorberán siempre mi atención. Creo que tengo, a mi manera, un
espíritu profundamente religioso, si bien cada día me separo más, allá en el fondo
de mi conciencia, de la religión católica. Sólo una revolución completa, una verda¬
dera transformación en el seno de esta religión misma puede llevarme a ella de nue¬
vo. Es más, yo doy por seguro que el porvenir del mundo no es de esta religión, si
no se transforma y rejuvenece. Por lo pronto, se ha divorciado de la civilización: ha
excomulgado el movimiento progresivo de la humanidad [...] Yo además, en lo ex¬
terior, no pienso chocar nunca con las ideas más generales de un pueblo y, así co¬
mo me caso católicamente, haré que mi mujer y mis hijos aparezcan como católicos.
Tal vez importe que haya una religión positiva para los que no filosofan* (Brey de
Rodríguez Moñino, 1984, pp. 172-173).
JUAN VALERA 161
pretende divertir, al igual que en Juanita la Larga: «Si no fuese porque ahora está
muy de moda este género de novelas, copia exacta de la realidad y no creación del
espíritu poético, yo daría poquísimo valor a mi obra. No lo tiene tampoco porque
eleve el alma a superiores esferas, ni porque trate de desmostrar una tesis metafísi¬
ca, psicológica, social, política o religiosa. Juanita la Larga no propende a demos¬
trar ni demuestra cosa alguna. Su mérito, si lo tuviere, ha de estar en que divierta-
(Obras Completas, 1967,1, p. 529).
31 Una visión completa y pormenorizada de Valera y el Naturalismo la en¬
cuentra el lector en la monografía de López Jiménez (1977). Las referencias de Va-
lera al Naturalismo, el estudio sobre El nuevo arte de escribir novelas y la visión o
juicios analíticos emitidos por la crítica desde el último tercio del siglo xix hasta 1977
—fecha de aparición de dicha monografía— serán aspectos fundamentales de la
publicación de López Jiménez.
32 Una actualización y revisión de las ideas estéticas de Juan Valera se encuen¬
tran en los recientes estudios debidos a Abad Nebot (1995, pp. 65-83) y A. Sotelo
(1996, pp. 7-71). Para Valera —según Abad— el arte tiene como objeto la creación
de la belleza, y en lo bello concluyen la verdad y la bondad, lo verdadero y lo au¬
téntico. De igual forma para Valera la originalidad es la expresión natural y sin de¬
formaciones de la individualidad de pensamiento y de elocución. El arte, entera¬
mente libre, produce la belleza y en -la traza de Manuel Kant piensa Valera que lo
estético consiste en la forma de la finalidad sin fin, en conciencia —dicho de otra
manera— de la finalidad sin fin de la forma- (Abad, 1995, p. 82). La preocupación
casi obsesiva de Valera por la estética y preceptiva de la novela es evidente, al igual
que su inquina contra el realismo y naturalismo franceses. Valera se refiere al natu¬
ralismo como -arte nuevo del realismo y moda ridicula y vanidad que han importa¬
do de Francia- (Domínguez Bordona, 1925, p. 238). A. Sotelo analizan en este sen¬
tido los epistolarios y las críticas literarias realizadas por Valera a raíz de
determinadas publicaciones —como la debida a López Bago, La Prostituta—. En
sus conclusiones, Sotelo señala que el moderno realismo, tal como afirma Valera, es
■identificado con el arte de Zola y con los seguidores más radicales de la novela ex¬
perimental en España. Identificación que sigue latente en los Apuntes donde, a me¬
nudo, lee sesgadamente la teoría y poética de Zola, como si de ella sólo pudiesen
surgir pinturas de lo feo y de lo abominable [...)• (1996, p. 25).
JUAN VALERA 163
cuentos, el teatro y las poesías.— Vol. II, 2.a ed., 1949,1..741 pp. Contiene Critica li-
terariay Estudios críticos sobre filosofía y religión.— Vol. III, 2.* ed., 1947,1.478 pp.;
3.* ed., 1958, 1.477 pp. Contiene Correspondencia, Cartas americanas, Otras car¬
tas, Estudios críticos sobre historia y política. Discursos académicos y Miscelánea.
En la edición de las Obras Completas de Aguilar faltan los discursos políticos —tomo
L de la edición de la Alemana—, la traducción de Poesía y arte de los árabes en Espa¬
ña y Sicilia de Schack—tomos LI-LIII de la edición de la Alemana— y los prólogos
de j. Jiménez Serrano a Ensayos poéticos (1844) y de A. Alcalá Galiano a Poesías
(1858) —tomo XVII de la edición Alemana.
36 Obras Completas. Novelas, cuentos y chascarrillos, B. A., Gil, 1944, 2 vols.,
130 pjp.
37 DeCoster reúne todo lo publicado por Valera en periódicos y revistas de la
época. Material no recogido en las anteriores colecciones. De igual forma incluye
manuscritos inéditos que están en posesión de sus herederos. El alcance de esta
obra y la procedencia de todo este Corpus lo señala el propio colector: -Los artícu¬
los que aparecen aquí recorren un periodo de medio siglo, desde “La gruta azul y
una gira en el vapor Colón" que salió en El Heraldo en 1849 hasta “El valor de los li¬
bros” en El Liberal en 1898, aunque la mayoría son de los años 1857-1865, cuando
se dedicaba principalmente al periodismo y a la política y empezaba a ganar fama
como hombre de letras. Hemos encontrado artículos perdidos en las siguientes pu¬
blicaciones periódicas (las fechas que citamos son las de los artículos): El Heraldo
(1849), El Estado (1857 y 1859), El Mundo Pintoresco (1858), La América i 1859),
Crónicas de Ambos Mundos (1860), La Discusión (1860), El Horizonte (1860), El
Progreso (1865), El Eco de París (1866), La Revista de España (1868-1876), Los De¬
bates (1878), El Heraldo de Madrid (1891), El Imparcial (1891), El Centenario
(1892), Revista Política Ibero-Americana (1897) y El Liberal (1898> (1965, pp. 11-
12). DeCoster incluye resúmenes de discursos que Valera pronunció en el Ateneo
de Madrid y en publicaciones periódicas, como las aparecidas en El Globo. Figuran
también en Obras desconocidas prólogos de Valera no recogidos en anteriores
Obras Completas. Autógrafos, novelas inconclusas, poesías, ensayos, artículos per¬
tenecientes al Diccionario enciclopédico hispano-americano, discursos políticos...
figuran en la colección de DeCoster.
3K La relación de colaboraciones de Valera es de distinto significado y al¬
cance. Frente a reseñas críticas de los estrenos teatrales más importantes de la
época —como las piezas Un duelo a muerte, Venganza catalana, No hay peor
cuña, El toque de alba, La escuela de la murmuración— aparecen también es¬
tudios críticos que analizan publicaciones relacionadas con los libros de viaje
—París, Londres y Madrid, de Eugenio de Ochoa— o colecciones de poesías
debidas a uno o varios autores: Poesías de Narciso Campillo, Tertulia literaria.
Colección de poesías selectas leídas en las reuniones semanales celebradas en
casa de don Juan José Bueno, Poesías patrióticas y religiosas, de Clemente
JUAN VALERA 165
42 Por regla general Palacio Valdés analiza con no poco sarcasmo, ironía y bur¬
la los escritos de Valera. Se mofa de sus escasas dotes oratorias y le acusa también
de mentiroso. En lo referente a Pepita Jiménez señalará que el pueblo -jamás verá al
través de las nieblas que flotan sobre su espíritu, jamás ¡legará a descifrar la chara¬
da de su carácter, jamás entenderá esos refinamientos o tiquis miquis (como él los
llamaría) psicológicos con que se complace en amasar su novela. Son muy pocas las
mujeres que han podido dar fin a la lectura de su Pepita Jiménez. Pesada e incom¬
prensible les parece, o cuando más, sólo advierten en ella los rasgos vulgares con
que se disfraza su pensamiento» (1877, pp. 470-472).
JUAN VALERA 169
44 Para C. Martín Gaite, Pepita Jiménez es una novela de celestineo: «Valera co¬
mo apasionado lector de los clásicos que siempre fue, pudo tener presente, al es¬
cribirla, los esquemas literarios del “mediador amoroso” que alcanzan su más in¬
mortal expresión en la obra de Fernando de Rojas. Con la diferencia de que aquel
bebedizo que rindió la voluntad de Melibea, le vino suministrado a la heroína rena¬
centista a través de la persuasión y los “oficios” de un único personaje: la vieja y as¬
tuta Celestina, que no en vano se erige como eje central de la historia. Mientras que
en el caso de Luis de Vargas, los agentes del celestineo que van dando al traste con
su voluntad y su virtud, son múltiples, azarosos y complementarios, le atacan in¬
sensiblemente desde varios frentes que tiene por inocuos y de los que no le cabe
desconfiar- (1977, p. 12). Para Martín Gaite el primer «mediador amoroso- sería la
propia naturaleza, la aparición de la primavera. Los sucesivos mediadores, hasta con¬
tabilizar un total de cinco, serían el propio confesor de Pepita Jiménez, el deán, el pa¬
dre de don Luis y, por último, la criada Antoñona (1977, pp. 12-25).
JUAN VALERA 171
dicho recurso fue una moda literaria que alcanzó gran difusión en
el siglo xviii.4'’ Una técnica, la epistolar «adecuada para una nove¬
la en la que predomina la psicología sobre la acción» (Amorós,
1986, p. 22).
La fortuna, aciertos o desaciertos de Pepita Jiménez en función
de las secuencias temporales (Madlan, 1980-1981, pp. 69-73; Palo¬
mo, 1987, pp. XXVIII-XXXII) o de sus estructuras han sido aspectos
comentados ampliamente por la crítica. Los elogios a la primera es¬
tructura de la novela fueron emitidos tanto en fecha temprana
como en época reciente (Louis-Lande, 1875, p. 476; Azaña, 1971,
p. 224; Montesinos, 1957, p. 113; Martín Gaite, 1982, p. 12; Amo¬
rós, 1986, p. 23). Las voces narrativas de la novela, en especial la
identidad del narrador de Paralipómenos han sido motivo de
debate. La mayoría de los críticos, según Ruano de la Haza (1984,
pp. 325-349), han aceptado la autoría del deán sin comentarios,
como en el caso de Montesinos (1970, pp. 106-107; 117-118); otros
han solucionado el problema llamando al deán el supuesto narra¬
dor (DeCoster, 1974, p. 98). Para otros el editor, responsable de la
publicación del legajo, ha intervenido en su composición, bien in¬
troduciendo palabras o comentarios propios u omitiendo pasaje o
fragmentos del original (Whiston, 1977, p. 21). Ruano de la Haza
considera que el narrador de Paralipómenos no puede ser el deán,
sino don Pedro, personaje perfectamente enterado de todo y cuyo
Lorenzo, 1977, pp. 26-32; Feal, 1984, pp. 473-483; Estébanez Cal¬
derón, 1987, pp. 12-18; Romero Tobar, 1989, pp. 92-93). La conci¬
liación entre el sentimentalismo religioso y el goce de la vida —es¬
piritualizar lo material sin rehusar el amor humano— constituye
también un tema esencial entre los estudios de la novela Pepita
Jiménez (Montesinos, 1970, pp. 91-98; López Morillas, 1972,
pp. 39-40; Pérez Gutiérrez, 1975, p. 53; Gil Cremades, 1982, p.
131; Ruano de la Haza, 1984, pp. 346-347; Amorós, 1986, p. 28; Pa¬
lomo, 1987, p. XV; Estébanez Calderón, 1987, pp. 26-27; Sotelo,
1989, pp. 65-67; Romero Tobar, 1989, pp. 84-95). Las referencias a
los espacios libres que figuran en Pepita Jiménez han sido anali¬
zados por la crítica, pues constituyen un elemento esencial para la
perfecta ejecución de los hechos narrados (Whiston, 1997, pp.
265-273). A tal respecto cabe señalar el sugerente estudio de L. Lit-
vak que concibe la novela como una alegoría de la vida eterna,
cuyo simbolismo y protección vendrían dados por el tratamiento
que Valera lleva a cabo de la palabra griega paradeisos (jardín ce¬
rrado). L. Litvak analiza el tema del jardín neoplatónico en Pepita
Jiménez, expuesto a mutaciones y en consonancia con los aconte¬
cimientos del acontecer novelesco. Al final de la novela, Luis aban¬
dona sus veleidades místicas, se ha casado y su cambio incide de
forma precisa en el jardín, cuya descripción pone punto final a la
novela (Litvak, 1997, p. 35). Amor unido a la naturaleza, locus
amoenus señalado por Valera que representa la nostalgia de un
paraíso perdido y amor unido a la mística. Motivo este último que
subyace en la novela desde una doble óptica, la seria y la burlona
(Amorós, 1997, pp. 47-55). Desde una perspectiva historicista se
ha cuestionado esta armonía o conciliación (Shaw, 1970, pp. 351-
361; García Cruz, 1978, pp. l60-l6l). Las palabras de Tierno Gal-
ván sintetizan esta idea: «El equilibrio de que presumía Valera es
artificioso y tiene el carácter de un encubrimiento de la voluntad
de no compromiso» (1977, p. 117). Encrucijada histórica y estética
en las que incide de forma peculiar el talante optimista de Valera
identificado con el optimismo filosófico del momento. Optimismo
histórico que formará parte del modelo ideológico que el Valera
anterior al año 1880 elabora para el conjunto de su obra que abar¬
ca desde Pepita Jiménez hasta el último relato de su primera etapa
de novelista (Oleza, 1995, p. 116, pássim).
Tanto el lenguaje y el estilo, como las posibles variantes o prés¬
tamos idiomáticos utilizados por Valera en Pepita Jiménez han sido
174 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
1878, pp. 519-523; 593-597). Desde una óptica más crítica fue en¬
juiciada por Revilla, que censuró tanto la textura y construcción de
los personajes femeninos como la actitud del protagonista, el infor¬
tunado doctor Faustino (1878, p. 75, pássirri). Años más tarde, Cla¬
rín refutará desde las páginas de La Opinión los juicios emitidos
por Revilla (1887, pp. 88-89).
La novela que se «erige a medio camino de la fantasía y del
desencanto, y cuyo título mismo apela a un término que ilustró
Balzac —Les illusionsperdues— y que habitó largamente los ver¬
sos de Espronceda» (Mainer, 1991, p. 9) ha sido relacionada tam¬
bién con el Fausto de Goethe, pues el protagonista de la novela
de Valera es, según palabras de su creador, un doctor Fausto en
pequeño, sin magia ya, sin diablo y sin poderes sobrenaturales.
Concomitancias entre Valera y Goethe analizadas por la crítica
(Pabón Suárez de Urbina, 1927, pp. 3-22, 297-321; Camacho,
1932, pp. 227-250; García Morente, 1932, pp. 131-147; Pageard,
1958; Baquero Goyanes, 1969, V, pp. 98-99; DeCoster, 1970,
pp. 22-23) e identificación de su novela con el propósito de
Flaubert en L ’éducation sentimentale, pues ambos novelistas pre¬
tenden reflejar su propia generación (Romero Mendoza, 1940; Mon¬
tesinos, 1970, p. 133; Jiménez Fraud, 1973, pp. 186-190; Mainer,
1991, pp. 10-12 y 27-28).47 El doctor Faustino es un personaje de
'"* La tesis de A. Amorós encaja de forma más sutil con el talante y comporta¬
miento de Valera: -Me parece que en Valera hay una tendencia opuesta: por un la¬
do, a la espiritualización del amor, al platonismo; por otro, a que no se espiritualice
tanto que caiga en la mística, que le parece un egoísmo. Así, pues, su ideal es real¬
mente clásico: Armonía con la Naturaleza. Disfrutar de las cosas alegres de este
mundo. Moderación en todo. Espiritualizar lo material, pero no huir del sano ideal
humano de amor en plenitud, sentimental y físico- (1979, p. 96).
55 Valera no puede evitar ciertos detalles ambientales de clara filiación cos¬
tumbrista. Las digresiones e intercalaciones costumbristas aparecen perfectamente
engarzadas en Doña Luz. El mundo de la tertulia ocupa un lugar privilegiado en la
novela. El paciente, laborioso y sutil análisis psicológico de doña Luz y el padre En¬
rique alcanzan grados de sumo interés en la tertulia. La gradual pasión amorosa, el
desengaño, la amargura, el dolor, se amalgaman en lo más profundo de estos seres
mediante la hábil disposición y utilización de un escenario típicamente valeresco:
*(...) la base costumbrista andaluza, recreada irónicamente; el tema típico de la no¬
vela realista, con el contraste entre las ideas positivistas (don Anselmo) y religiosas
(el Padre Enrique). Recuérdese, por ejemplo, la figura de M. Homais en Madame
Bovary; el escenario colectivo, donde pueden coincidir con naturalidad los diversos
personajes De este modo, a la vez, la tragedia íntima de los protagonistas se desa¬
rrollará —claroscuro típico de Valera— delante de los demás, pero sin que éstos se¬
pan comprenderla- (Amorós, 1979, p. 86).
182 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
57. Luis de Cuenca señala al respecto lo siguiente: -Lo escabroso del asunto
que abunda naturalmente en situaciones y pormenores dificilísimos de referirse de¬
corosamente más que dificultad insuperable es para Valera poderoso estímulo para
lucir sus incomparables dotes de narrador cultísimo que hace, como siempre, ver¬
daderos alardes para vestir con habilidad de la frase la crudeza del concepto» (He¬
raldo de Madrid, 21 de mayo de 1897). Para Fernández Villegas la novela, aunque
un tanto picante, no llega a ofender:«[...] pero los más atrevidos conceptos pierden,
al ser expresados por él, cuanto tienen de bajo o deshonesto y pueden ser leídos,
no sólo sin rubor ni escándalo, sino con regocijo y complacencia por más timoratos
y pudibundos lectores» (La Época, 25 de marzo de 1897). Clarín, tras indicar que la
novela poseía una austeridad propia de la tragedia clásica, niega las afirmaciones de
la crítica que tachan de inmoral la novela. Incluso afirma que Genio y figura es un
■libro de moraleja austera. La moraleja: la mujer deshonesta. .. acaba por tener vida
miserable» (ElImparcial, 5 de abril de 1897). Benavente repite los mismos juicios de
Clarín (Retista Contemporánea, 15 de abril de 1897) y Altamira elogia el valor de las
descripciones y diálogos (Revista Crítica de Historia y Literatura, 1897, pp. 146-148).
Elogios que se repiten en los artículos de Güell y Mercader (El Cojo Ilustrado, 1897, p.
443) y en E. Pardo Bazán. Por ejemplo, doña Emilia insiste en la originalidad de la no¬
vela desde las páginas de La Revue des Revties: -Je me suis attardée á raconter ce román
parce que c’est le plus remarcable parmi les deniers de Valera et qu’il y a dans cette
oeuvre une supériorité d'intention philosophique (...] Nous devons reconnaitre que la
figure trés paiannne et trés moderniste á la fois de la Generosa est une création» (1898,
pp. 381-382).
i86 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
4.6.3■ Morsamor
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Entre el costumbrismo
y la novela regional:
José María de Pereda
5
ZI5
216 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
bloque noticioso de esta monografía debida a L. Bonet. Los desajustes entre el regio¬
nalismo perediano, el creciente catalanismo político —como las susgerencias políticas
implícitas en el discurso de Ramón Picó— y la visión de un Pereda como personifica¬
ción del regionalismo santanderino constituyen, igualmente, un bloque informativo de
sumo interés para el conocimiento del talante ideológico de Pereda. El recorrido por
las tierras de Vic y el Ripollés marcan el punto final de un viaje cuya despedida defini¬
tiva tendrá lugar en el Hotel Falcón, ante lo más granado de la sociedad económica,
política y cultural catalana. A raíz del discurso de despedida de Pereda, Bonet percibe
cuatro rasgos fundamentales: -1) Conciencia perediana del profundo afecto catalán ha¬
cia su persona que, por cierto, podríamos cotejar con algunos textos de sus cartas a Jo¬
sé María Quintanilla, especialmente la fechada el 24 de mayo. 2) Defensa costumbrista
del regionalismo —en plena coincidencia con su discurso ante los Juegos Florales—,
con curiosas metáforas “marinas” que recuerdan la terminología contenida en algunas
páginas de El fin de una raza: Cataluña como “peñasco secular” que resiste los “em¬
bravecidos oleajes” [de la civilización liberal, sin duda] levantados contra la fisonomía
más entrañable de los pueblos. 3) El regionalismo como condición previa para el amor
de la patria común, o España, planteamiento en el que Pereda coincide, por ejemplo,
con el antes citado discurso de Josep Pin i Soler en el Salón de Ciento, o —en un sen¬
tido más doctrinario— con el enfoque tradicionalista de un Torras i Bages quien en La
tradició catalana escribiría que “no és la regió l’enemiga de la patria comuna; al revés,
d’ella rep sa substancia vital”. Y dentro de la atmósfera ideológica —tan lastrada, sin
duda, de ingredientes sentimentales— un ataque implícito al cosmopolitismo [...]. 4) Y,
desde un ángulo subjetivo, es fácil rastrear en las palabras peredianas [...] una cierta
melancolía, acaso algo retórica, sobre la inminente vejez del autor- (1983, pp-184-185).
La relación de Pereda con el contexto histórico y literario de Cataluña ha sido pun¬
tualmente analizada por la crítica en estas últimas décadas (Fernández Cordero,
1970, pp. 47-55; Gale, 1990).
’ Aseveración emitida por Cabrales Arteaga: -En los inicios de su carrera lite¬
raria Pereda vivió muy de cerca la actividad escénica como espectador entusias¬
mado, crítico teatral de diversos periódicos regionales e incluso autor dramático.
Su reducida producción escénica —prácticamente inédita— apenas ha recibido la
atención de la crítica- (1994, p. 73- Varela Jácome analiza el fracaso de la dramati-
zación de La puchera 11961, pp. 117-123). Benito Madariaga estudia, igualmente,
aspectos puntuales sobre esta faceta poco conocida de Pereda, como el episodio
en el que figura como parte de la comisión encargada de homenajear a Isabel II.
Dicho episodio motivó la presencia de Pereda en los escenarios como autor
teatral (1991, p. 89). Para una completa descripción bibliográfica vid. Clarke
(1974). Vocación teatral manifestada tempranamente por sus biógrafos (Camp,
1937, p. 71, pássim; R. Gullón, 1944, p. 61-66). Ricardo Gullón define atina¬
damente todo este Corpus literario: -Tanteaba en el teatro porque era su gran
afición. Nunca se engañó, sin embargo, respecto a sus posibilidades como drama¬
turgo. Las comedias son poco personales, miméticas, bien diferentes al resto de su
obra- (1944, p. 66). García Castañeda señala que a la vuelta de Madrid (1858) se
despertó su vocación teatral. Su interés por la escena, su amistad con actores y sus
críticas teatrales publicadas en la prensa local son pruebas evidentes de esta tem¬
prana vocación (1992, pp. 22-33).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 219
La ciudad, la gente del mar y la aldea constituyen los núcleos sociales de un estudio
ameno y a la vez riquísimo en documentación. Interesa especialmente al lector o es¬
tudioso de la obra de Pereda las referencias, ofrecidas por García Castañeda, que si¬
túan la producción costumbrista perediana como modelo de una generación cántabra
(1991. pp. 32-33).
8 En una carta fechada en Polanco, 7 de agosto de 1877, le comunica al respecto
lo siguiente: 4..J Salvas las distancias y a propósito de libros, sigo con mi Buey suelto...
haciéndole tirar de la carreta de su vida, que me va pareciendo ya demasiado larga.
Verdaderamente no sé lo que va a salir de esta brega. Trato a la bestia a testarazos; y en
mi afán de no reparar en tropezones y de saltar sobre todo antes que hacer un alto en
el camino, témome a veces que el lector, si a imprimirse llega el libro, piense que está
escrito no con pluma, sino con ahijada' (Clarke, 1991, pp. 228-229). Más adelante, en
carta fechada desde Santander, 22 de marzo de 1877, le vuelve a dar noticias de su
novela (Clarke, 1991, PP- 231-232). En la siguiente carta, Polanco, 29 de mayo de
1878, Pereda comunica a Laverde ciertos aspectos relacionados con El buey suelto:
-Muy querido amigo: en extremo halagüeño fue para mí el contenido de su cariñosa
carta del 4 de abril consagrada exclusivamente a darme su parecer sobre mi último
libro; y, a serle franco, esperaba el reparo que V. me hace a propósito del capítulo XV
de la segunda jornada. La esperaba porque después de escrito juzgué yo de él lo mis¬
mo que V., y constele, que si no le di otro giro fue porque a ello se opusieron Mar¬
celino y otros amigos competentes a quienes se lo leí [...] En Santander se vendieron
400 ejemplares en 15 días, caso inaudito en aquellos anales bibliográficos, y según
222 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
terial -ha deparado la sorpresa de comprobar que las que llegaron a manos de
don Benito diferían bastante de los borradores: los párrafos no coinciden, faltan
frases enteras, abundan las variantes menudas y el tono es menos tajante y con¬
tundente- (1969, p. 94). Como señala Montesinos, sus referencias a dicho epis¬
tolario están sacadas del estudio de Cossío, «de cierto famoso copiador conser¬
vado en la Biblioteca Menénde Pelayo- (1969, p. 94). Huidobro publicó unos
extractos de este material epistolar (1933, pp. 8-30). Shoemaker ha estudiado la
totalidad de los borradores (1966, pp. 131-172) y C. Bravo Villasante ha publica¬
do dicho conjunto de cartas —veintiocho—. La misma Bravo Villasante alude en
su estudio a los trabajos de Cossío y Ortega (1970-1971, p. 9). Armas Ayala se¬
ñala la copiosa correspondencia que Galdós y Pereda mantuvieron a lo largo de
su vida: -Desde 1876 a 1901 dura la correspondencia sostenida entre los dos no¬
velistas. Ciento cuarenta y ocho cartas escribió don José y veintinueve don Be¬
nito, aunque esta última cifra no debe ser la verdadera, pues aún es posible
encontrar alguna más entre los herederos del novelista santanderino» (1977,
pp. 23-33).
1 s A propósito de El sabor de la tierruca, en carta fechada el 6 de marzo de
1881, Pereda le comunica a Galdós el proyecto de su novela: »[...] Tengo, efecti¬
vamente, el proyecto de hacer una noveleja, y aun algunos capítulos escritos, sin
pies ni cabeza. Será aldeana montañesa de pura casta, sin sabios heterodoxos, ni
jóvenes escrupulosas, ni políticas corruptoras. Pura aldea, con sus tipos y resa¬
bios congénitos- (Ortega, 1964, p. 79). En otras cartas, como la fechada el 8 de
noviembre de 1885, le informa del proceso de gestación de La Montálvez (Orte¬
ga , 1964, p. 101). En sucesivas epístolas dirigidas a Galdós se puede percibir el
lento proceso de gestación de su novela La Montálvez (Ortega, 1964, pp. 101,
105, 112, 113). Otro tanto sucede con Peñas arriba, pues del escaso material no¬
ticioso que tenemos sobre esta novela, el presente epistolario revela aspectos
poco conocidos, como el relativo al agradecimiento de Pereda por haberle ofre¬
cido Galdós un artículo en la prensa (Ortega, 1964, p. 172).
226 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
16 Por ejemplo, las primeras noticias que tenemos sobre el propósito de reimpri¬
mir las Escenas Montañesas se encuentran en dicho epistolario (1967, II, p. 617). Res¬
pecto al interés que Pereda muestra sobre los precedentes literarios de la figura del sol¬
terón —tema central de su novela El buey suelto...—, el lector encuentra también
información en dicha colección, al igual que en otros epistolarios ya citados. La carta
que escribe a Gumersindo Laverde es harto elocuente: -Dígame si tiene noticia de al¬
guna obra española por el estilo de Lespetites miséres de la vie conjúgale, pero refirién¬
dose a las del solterón. Ardo mucho ha en deseos de hacer algo en este sentido, pero
temo ser plagiario inconscientemente. Yo no recuerdo ninguna; pero como no me fío
ni de mi memoria ni de mi erudición menguada, acudo a V. y a Marcelino» (Aguilera,
1967, II, p. 617). Párrafo escrito en idénticos términos, tal como señala González He-
rrán (1983, p. 74), a Menéndez Pelayo el 15 de febrero de 1877 (M.a F. de Pereda y E.
Sánchez Reyes, 1953, pp. 20-22). Interesante carta, la dirigida a Menéndez Pelayo, por
el análisis que Pereda realiza sobre Gloria, novela galdosiana que -le mete de patitas en
el lodazal de la novela volteriana» (M.8 F. de Pereda y E. Sánchez Reyes, 1953, p- 21).
Noticias sobre el proceso de gestación de Don Gonzalo González de la Gonzalera
las encuentra también el lector en esta colección llevada a cabo por Aguilera como,
por ejemplo, en la carta fechada el 7 de julio de 1878, (Aguilera, 1967, II, p. 995).
Dicho epistolario puede considerarse modélico en su género. Los índices
que acompañan a la colección de cartas permiten conocer con detenimiento y per¬
fección los más diversos temas vertidos en el epistolario. La disección o vaciado de
dicho epistolario da como resultado los siguientes bloques: Reflejos personales
—Amistades y afectos familiares—, Reflejos sociales, Reflejos políticos, Reflejos cul¬
turales, La Real Academia de la Lengua, Panorama cultural barcelonés en 1892, Pa¬
norama cultural decimonónico santanderino y Reflejos turísticos: visión perediana
de algunas regiones españolas que visitó como curioso viajero. En lo concerniente
al capítulo de amistades cabe reseñar y destacar las aportaciones relacionadas con
Enrique y Marcelino Menéndez Pelayo, Ángel de los Ríos (-Palmerín de Oliva»), Bo-
ris de Tannenberg, Amos de Escalante y E. Pardo Bazán. En lo relativo a las relacio¬
nes personales el material noticioso es, igualmente, de gran valor pues se percibe
con claridad el talante personal de Pereda desde una óptica intimista. Alegrías y sin¬
sabores —suicidio de su hijo Juan Manuel y explosión del -Cabo Machicaco-— con¬
figuran esta etapa de su vida que abarca desde el 21 de marzo de 1885 hasta el 16 de
abril de 1899- El presente epistolario permite conocer los principales acontecimien¬
tos políticos e históricos en general, analizados, por regla general, desde una óptica
mordaz, al igual que determinados asuntos relacionados con su producción novelís¬
tica, como en el caso de la -conspiración del silencio- que rodeó la publicación de su
novela La Montálvez. Su vocación de dramaturgo, su entusiasmo por los actores Ju¬
lián Romea y Ermete, la preferencia o inclinación por un tipo de comedias cuyos
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y I.A NOVELA REGIONAL... Z27
máximos representantes eran los hermanos Quintero, definen con claridad el idea¬
rio estético de Pereda vertido en todo este epistolario.
1H A través del estudio de M. Bensoussan se puede seguir el proceso de la crí¬
tica en relación con sus novelas, como la carta que Pereda escribe a Oller (12 de fe¬
brero de 1884) dándole las gracias por su favorable opinión sobre la novela Pedro
Sánchez (1970, pp. 136 y 139). El comienzo de redacción de Sotileza se puede se¬
guir también gracias a las cartas de Pereda a Oller, como la carta fechada en Po-
íanco el 21 de junio de 1884, pues tras señalar que lleva tres días trabajando en una
nueva novela, Sotileza, le indica que -va saliendo tal cual; pero sospecho, por lo
que voy viendo, que, a todo tirar, saldrá algo que sea a la gente marinera de San¬
tander, lo que El sabor de la tierrucaes a la campesina» (Bensoussan, 1979, p. 144).
Con respecto a su novela La Montálvez, Bensoussan escudriña no sólo el largo pro¬
ceso de redacción, sino también las dudas que el propio Pereda tiene acerca de su
novela (Bensoussan, 1970, pp. 186-187). La puchera, Nubes de estío, Al primer vuelo,
Peñas arriba y Pachín González son frecuentemente citadas en este epistolario. El
proceso de redacción, el interés de la crítica por las novelas peredianas y confesio¬
nes íntimas sobre la actitud adversa de ciertos críticos, son aspectos tratados pun¬
tualmente en el estudio de Bensoussan.
19 Montesinos en la primera edición de su estudio Pereda o la novela idilio,
prescinde, prácticamente, de los epistolarios de Pereda. Los cambios más significati¬
vos de la edición princeps a la segunda edición (1969) se deben a este específico cam¬
po. En esta última edición figura ya el nombre de los colectores de los epistolarios. La
consulta y transcripción de los mismos acompaña e ilustra el estudio de la obra pere-
diana, pues le permiten profundizar y determinar con dicha documentación aspectos
no señalados en la primera edición, como, por ejemplo, gestación de las novelas, el
proceso de redacción de las mismas o las opiniones críticas de sus coetáneos. El ma¬
terial epistolar utilizado por Montesinos en su segunda edición es el siguiente: Cos-
sío (1957), Varela Hervías (1958, pp. 375-331), N. Oller (1962), Ortega (1964). Cabe
añadir el epistolario de Pereda a Laverde, consultado gracias al ofrecimiento de Ro¬
dríguez Moñino e I. Aguilera. Material que puede completarse con los datos que
ofrecen, principalmente, las publicaciones de Montero (1919), Cossío (1934) y
Camp (1937).
20 El mismo Montesinos explica en su Nota a esta edición (1969) la importan¬
cia de todo este material epistolar y las causas que motivan la publicación de dicha
carta: ■(...] Como el más pazguato moralismo fue un rasgo de la época que era
228 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
26 M. Menéndez Pelayo realiza una clara disección entre lo publicado con an¬
terioridad y El buey suelto...: -La segunda época de la vida literaria de Pereda co¬
mienza en 1878, y abarca cinco largas novelas: El buey suelto, Don Gonzalo Gonzá¬
lez de la Gonzalera, De tal palo, tal astilla, El sabor de la tierruca y Pedro Sánchez-
(1941, VI, p. 362).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 233
dicha influencia (Eoff, 1944, pp. 460-466); por otro quienes la consi¬
deran como un antídoto (Menéndez Pelayo, 1941, VI, p. 363) y final¬
mente quienes niegan tal influencia, como en el caso de Montesinos,
que afirma tajantemente lo siguiente: «En realidad de Balzac no tienen
nada, y cuando Pereda los escribía, después de la gran boga de las fi¬
siologías hacia 1840, éstas era ya bien mostrenco, y nada indica hue¬
llas del primer inventor» (1969, p. 57). Fuentes literarias que no sólo
se remontan a la posible incidencia de la obra de Balzac, sino tam¬
bién a otras fuentes cuya procedencia es más remota.29
La tendenciosidad de la novela30 ha sido, en cierto modo, una
rémora con la que ha cargado El buey suelto..., pues este tipo de
libros han debido su éxito a la ligereza de la sátira, sin ninguna
pretensión doctrinal o moral. Evidentemente Montesinos juzga
renuncia al matrimonio pese a que al final del relato contraiga matrimonio in ar¬
tículo mortís con Sólita. Las peripecias que se inician a partir de la segunda jornada
—trasiego continuo de residencias— irán perfilando el carácter de Gedeón que, su¬
mergido en un mundo de incomodidades hospitalarias, renunciará a la idea del ma¬
trimonio. Mas ya en la vejez, y en las puertas de la muerte, contraerá matrimonio
con la que fue su amante. En La Historia del Matrinomio Perico Derretido no pre¬
sentará oposición a la idea del casamiento, por el contrario, verá en él la tabla sal¬
vadora de su anterior vida. Este punto será, pues, disidente al de Gedeón, aunque
los personajes que se mueven en tomo a él son idénticos a los de la novela de Pe¬
reda. Incluso, la propia definición que Flores ofrece del soltero se adecúa perfecta¬
mente a la figura de Gedeón. Historias, en definitiva, tejidas mediante una serie de
cuadros y que guardan estrecha relación. El mismo Menéndez Pelayo, pese a no ci¬
tar a Flores, define con precisión la estructura propia del cuadro de costumbres que
subyace en El buey suelto..., palabras que támbién podrían aplicarse a La Historia
del Matrimonio: «La sobriedad de la acción sólo parecerá pobreza a quien conside¬
re El buey suelto, no como una novela (que no pensó tal cosa el autor), sino como
una serie de cuadros en que extema e internamente se va desarrollando la mala vi¬
da del héroe [...] Como magistrales cuadros de costumbres, léanse sobre todo La pri¬
mera catástrofe, No es casa de huéspedes, Entre Venus y Marte, La tienda de la es¬
quina, Los parientes de Gedeón, sin olvidar el extraño y fantástico capricho de La
gran batalla, cuya ejecución es maravillosa y digna de Goya» (1941, VI, p. 364).
29 Menéndez Pelayo en un alarde de erudición señala las sátiras contra el ma¬
trimonio: «[...] la VI de Juvenal, o livianos cuentos como los que manchan el Asno de
Apuleyo, constituyen el fondo de los fabliaux de la Edad Media y corren en inago¬
table vena a regar los huertos de Boccaccio y de todos los novellieri italianos, tor¬
pemente remedados por los franceses- (1941, VI, p. 362). Hemingway señala que
pues la -historia de Gedeón es patentemente un bildungsroman o novela de apren¬
dizaje, en su forma picaresca- (1990, III, p. 375).
30 González Herrán (1983, pp. 90-93) recoge el testimonio de la crítica coetá¬
nea a la publicación de la novela perediana. La prensa católica aplaudirá la tenden¬
ciosidad de la novela, al igual que Menéndez Pelayo en el Prólogo a las Obras Com¬
pletas (1941, VI, p. 365).
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 235
nadie cree en nada, empezando por los neo-católicos) [...] Su carta no me ha sabido
a Gloria, pero el amargor de ella no es tanto como yo esperaba» (Bravo Villasante,
1970-1971, p. 15).
35 Sería el caso de Pérez Gutiérrez, crítico que analiza puntualmente no sólo el
cruce de estas cartas mantenido entre Pereda y Galdós, sino también el peculiar ta¬
lante ideológico de quienes figuran en la llamada Generación del 68:«[...] Pereda era,
efectivamente, muy de su tiempo, y por ello se distancia de una actitud como la nues¬
tra, que busca afirmarse en lo absoluto divino como dador del sentido y no frente a
cualesquiera ideología que, precisamente por serlo, se desenvuelve en otros planos.
Lo que de paso nos lleva a la siguiente consideración: los escritores que en este ensa¬
yo venimos estudiando, Valera, Alarcón y Pereda, tenían algo en común: su catolicis¬
mo era eminentemente ideológico, solo que en aquél [Galdós] era liberal, y en éstos
conservador. En cambio, Pérez Galdós, ideológicamente liberal, pero no católico, tra¬
tará de instalar su visión del cristianismo más allá y por encima de las contiendas ideo-
lógico-religiosas de su tiempo; razón por la cual era muy improbable que su “huraño
pero buen amigo” Pereda pudiese comprenderle- (1975, pp. 148-149).
36 González Herrán apunta esta posibilidad: *[...] Aún había de publicar Pérez
Galdós otra novela que forzosamente tuvo que influir en la decisión perediana de
contrarrestar su influjo; nos referimos a La familia de León Roch, de la que también
habla Pereda en su correspondencia con el novelista canario y cuyo asunto presenta
muchas semejanzas con De tal palo- (1983, p. 122). J. Rodgers analiza también con
detenimiento todo este proceso relativo a las causas que hicieron posible la gesta¬
ción y publicación de la novela De tal palo, tal astilla. Para el citado crítico si bien
descarta la incidencia de Gloria en la novela de Pereda, insiste en La familia de León
Roch como causa principal que provoca la gestación de De tal palo (199\, IV, p. 358).
Para Rogers las referencias implícitas a la novela La familia de León Roch son más im¬
portantes. La trama básica de De tal palo, tal astilla —la incompatibilidad entre las
creencias de una mujer piadosa católica y el matrimonio con un librepensador— se
identifica plenamente con La familia de León Roch. Es evidente la relación entre Pe¬
reda y Galdós, aunque no por ello dejen de ser harto complejas, pues el propósito de
Pereda no era sólo «el demostrar la tesis contraria sostenida por Galdós sino también
de presentar un cuadro más matizado del catolicismo, y de distinguir claramente
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 239
entre manifestaciones del catolicismo dignas de respeto y otras que serían rechazadas
por cualquier persona inteligente» (Rodgers, 1991, IV, p. 360). Novela, tal como seña¬
la el citado crítico, que debe leerse como fenómeno histórico más que como una obra
de arte, pues refleja, desde una óptica parcial, las diversas tendencias ideológicas de¬
sarrolladas al amparo de la Restauración.
240 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Dicho texto forma parte del articulo En España [II], publicado en el periódi¬
co La Época, 3 de abril de 1883- Se trata de un capítulo más de La cuestión palpi¬
tante que analiza los inicios del realismo español, configurado especialmente por
Mesonero Romanos, Antonio Flores y Larra. Doña Emilia, tras afirmar que dichos
autores inciden directamente en su obra, apunta lo siguiente: «Puédese comparar el
talante de Pereda a un huerto hermoso, bien regado, bien cultivado, oreado por
aromáticas y salubres auras campestres, pero de limitados horizontes; me daré pri¬
sa a explicar esto de los horizontes, no sea que alguien lo entienda de un modo
ofensivo para el simpático escritor. No sé si con deliberado propósito o porque a
ello le obliga el residir donde reside, Pereda se concreta a describir y narrar tipos y
costumbres santanderinas, encerrándose así en breve círculo de asuntos y persona¬
jes. Descuella como pintor de un país determinado, como poeta bucólico de una
campiña siempre igual, y jamás intentó estudiar a fondo los medios civilizados, la
vida moderna en las grandes capitales, vida que le es antipática y de la cual abomi¬
na; por eso califiqué de limitado el horizonte de Pereda, y por eso cumple declarar
que si desde el huerto de Pereda no se descubre extenso panorama, en cambio el
sitio es de lo más ameno, fértil y deleitable que se conoce», La Cuestión Palpitante,
en José Manuel González Herrán (ed.), Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 311-312.
Las citas correspondientes a La Cuestión Palpitante que aparecen en el presente Pa¬
norama Crítico están tomadas de dicha edición crítica y anotada. E. Pardo Bazán
insta a Pereda a que busque nuevos rumbos, pues tiene grandes dotes como escritor
realista, y no cae en el optimismo, a veces empalagoso, de Fernán Caballero o True-
ba (1989, p. 313). Para las relaciones literarias entre ambos autores y la actitud de la
crítica literaria de doña Emilia referida a la obra de Pereda, vid., González Herrán
(1983, pp. 259-287).
Vl Novela, según G. Gullón, cuya relación con las del género picaresco es noto¬
ria. Las concomitancias o similitudes a nivel formal son evidentes, al igual que existe
una fuerte presencia cervantina que inunda e impregna el relato perediano: ■[...] en Pe¬
dro Sánchez quería Pereda reflejar una transición: la del muchacho campesino al hom¬
bre ciudadano, y la de un mundo que, como el de don Quijote representa en sus
244 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
ñalada con anterioridad por Cossío, pues afirmaba que los Episo¬
dios servían de boceto a la novela de Pereda, aunque éste se preo¬
cupase menos del trasfondo histórico y se interesara más por el
carácter moral del personaje. Esto, como apunta Pérez Gutiérrez,
«vuelve más sugestiva la comparación de la ambigüedad liberal de
Pedro Sánchez con el decidido liberalismo de los héroes galdosia-
nos» (1975, p. 164). Punto no menos destacado por la crítica será el
motivo de ilustre tradición literaria menosprecio de corte y alaban¬
za de aldea (Clarke, 1969, pp. 87-110; G. Gullón, 1967, p. 74; Gon¬
zález Herrán, 1995b).
Novela analizada en el contexto del Bildungsroman o novela
de aprendizaje (Pérez Gutiérrez, 1985, pássim y 1992, V, p. 322;
González Herrán, 1990, pp. 23-30) y que representa un cambio de
vertiente: de lo exterior a lo interior. Del mundo que le rodea al
mundo íntimo, de ahí que emita Pérez Gutiérrez la siguiente interro¬
gante: «¿Parecía exageración sostener que Pedro Sánchez es un viaje
al subconsciente de Pereda, con lo que traduciríamos a términos psi-
coanalíticos aquella “salida hacia adentro” tan certeramente señalada
por Clarín? En cualquier caso, con Pedro Sánchez, Pereda se con¬
vierte en personaje de Pereda, que adopta por ello forma autobio¬
gráfica. ¿Para rememorar su temporada de estudiante en Madrid? Es
obvio que no, por más que utilizara una serie de materiales autobio¬
gráficos. Y es evidente que Pedro Sánchez no se parece a José María
de Pereda. Pero ¿no podría ser la otra cara de éste, su cara secreta, re¬
primida? Esa biografía equivocada de Pedro Sánchez, ¿no podría en¬
cubrir una tentación de Pereda, la de haber sido otro?[..] el acierto
de Pereda en Pedro Sánchez radica en cómo logró dar forma litera¬
ria y novelesca a esa ambigüedad que según Jung late en el fondo de
los símbolos de transformación, y que era la misma ambigüedad en
que se debatía el propio inconsciente perediano» (1992, V, p. 348).
5.3-6. Sotileza
44 En la crítica actual persiste esta visión negativa sobre la obra de Pereda. Acti¬
tud que subyace, en líneas generales, a lo largo de la monografía de Montesinos. Así
F. Caudet señala que Pereda reaccionó ante la historia pasada o -hechos consumados-
refugiándose en una visión anacrónica y obsoleta del mundo (1996, p. 22). Desacier¬
tos o reprobaciones que no sólo se proyectan desde el punto de vista ideológico del
autor, sino también estético: -Los problemas que plantea Sotileza, y la novela peredia-
na en general, son, por consiguiente, tanto de carácter estético como ideológico. Aun¬
que, como en tantos otros casos —Alarcón, Palacio Valdés, el padre Coloma, a menu¬
do Valera y la Pardo Bazán— los problemas estéticos de sus obras son consecuencia
directa de unos posicionamientos ideológicos que violentaban la escritura realista. De
ahí que la novela perediana sea, estéticamente, una apuesta arriesgada, de difícil,
cuando no imposible, ejecución- (Caudet, 1996, p. 23). Planteamiento analizado des¬
de otra óptica en el también reciente estudio debido a J. L. Aibotg: -El que la novela
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 249
5.3 ■ 7. La Montálvez
53 8. La Puchera
'll Para Menéndez Pelayo La Puchera reúne las necesarias condiciones para
ser una obra maestra, pues Pereda acertó plenamente en las dos grandes formas del
idilio rústico y del idilio marítimo, circunstancias que no se daban en La Montálvez.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... *55
5.4.3. Epistolario
Oller, Narcís, Memóries literáries. Historia del meus llibres, Barcelona, Ae-
dos, 1962.
Ortega, Soleda (ed.), Cartas a Galdós, Madrid, Revista de Occidente, 1964,
pp. 37-206.
Pereda y Torres-Quevedo, María Fernanda de y Sánchez Reyes, Enrique,
«Epistolario de Pereda y Menéndez Pelayo-, Boletín de la Biblioteca
MenéndezPelayo, XXIX (1953), pp. 207-402. Reimpreso en Santander,
CSIC, 1953- (Las citas que aparecen en el presente estudio correspon¬
den a esta última edición],
Poyán Díaz, Daniel, «Carta de Pereda a Enrique Gaspar», en Enrique Gas¬
par. Medio siglo de teatro español, Madrid, Gredos, 1957, vol. 2, pp.
161-162.
Revuelta Sañudo, Manuel (ed.), Marcelino Menéndez Pelayo. Epistolario,
Madrid, Fundación Universitaria Española, 1982-1987.
Sánchez Reyes, Enrique, «Cartas a Salvador Rueda (1886-1901)», Boletín de la
Biblioteca Menéndez Pelayo, XXXIII (1957), pp. 188-207.
-, «Cartas de Pereda a Palacio Valdés», Boletín de la Biblioteca Menén¬
dez Pelayo, XXXIII (1957), pp. 121-130.
Shoemaker, William H., «Cartas de Pereda a Galdós y ocho borradores»,
Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, XLII (1966), pp. 131-172.
Torres, David, «Trece cartas inéditas de Pereda», Boletín de la Biblioteca
Menéndez Pelayo, LVI (1980), pp. 293-314.
Varela Hervías, Eulogio, «Cartas de Pereda a Mesonero Romanos (1864-
1880)», Bulletin Hispanique, LX (1958), pp. 375-381.
Acedo Castilla, José F., «La tesis política en las novelas de Pereda», Boletín
de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, XIX (1991), pp.
73-90.
Aguinaga Alfonso, Magdalena, «El pensamiento político-social y religioso
de Pereda en los años 1868-1869», Historias de Cantabria, 6 (1993),
pp. 64-78.
-, «Análisis comparativo de A las Indias con El indiano: evolución de
un artículo de costumbres a un cuento», Historias de Cantabria, 7
(1994a), pp. 73-98.
-, El costumbrismo de Pereda: Innovaciones y técnicas narrativas, La
Coruña, Gráfico Galaico, S. A., 1994b. [Kasel-Edition Reichenberger,
1996 (2.* ed.)].
-, El discurso narrativo de Pereda, Santander, Tantín, 1994c.
-, «Los títulos en los artículos de costumbres y en los relatos breves de
Pereda», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXXI (enero-di¬
ciembre 1995), pp. 169-177.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 269
Klibbe, Lawrence H., José María de Pereda, New York, Twayne, 1975.
Le Bouill, Jean, «El propietario ilustrado o patriarca en la obra de Pereda
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raria)», en La cuestión agraria en la España contemporánea, Madrid,
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me motié du XlXe siécle: le village dans l’oeuvre de Pereda», en Tex-
tes et Contexte (XVe Congrés de la Societé des Hispanistes Frangais,
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-, Les tableaux de moeurs et les romans ruraux de José María de Pe¬
reda. (Recherches sur les relations entre le littéraire et le social dans
l’Espagne de la seconde moitié du XlXe. Siécle), Thése pour Le Doc-
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des rapports entre la création litteraire et l’ideologie. Un cas surprise»,
Diálogos Hispánicos de Amsterdam, Rodopi, 4 (1984a), pp. 49-81.
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construction et réception», en L’homme et Tespace dans les littératu-
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1879: Don Gonzalo González de la Gonzalera de Pereda», en J. M.
González Herrán y B. Madariaga de la Campa [19851, pp. 47-89.
Litvak, Lily, «El paisaje en la obra de Pereda», ínsula, 547-548 (1992), pp. 14-
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Lomba y Pedraja, José Ramón, «Don José María de Pereda», Cultura Es¬
pañola, III (1906), pp. 711-725.
López de Abiada, José M., «Las hablas locales montañesas en la obra de
Pereda», en J. M. González Herrán y B. Madariaga de la Campa
[19851, pp. 197-221.
-, «Etnocentrismo, prejuicio y xenofobia en la obra de José María de
Pereda: del regionalismo provinciano al paternalismo localista», Bo¬
letín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXII (1986), pp. 163-187.
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concepto de regeneracionismo en Peñas arriba», en Peñas arriba.
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McGillycuddy, G. V., Pereda. Studies on theSea and the Fisberfolk in tbe
works of José María de Pereda, Würzburg, Mayr, 1936.
Madariaga de la Campa, Benito, Menéndez Pelayo, Pereda y Galdós:
ejemplo de una amistad, Santander, Ediciones Librería Estvdio, 1984.
-, «Ficción y realidad en la obra costumbrista de Pereda», en J. M.
González Herrán y B. Madariaga de la Campa [19851, pp. 23-45-
-, Crónica del regionalismo de Cantabria, Santander, Tantín, 1986.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LA NOVELA REGIONAL... 275
6.1. Epistolarios
281
282 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
buena parte de todo este material epistolar en el que tampoco faltan las relacio¬
nes afectuosas de amigos y compañeros canarios de juventud (S. de la Nuez,
1984, pp. 639-682).
4 Por ejemplo, el 6 de noviembre de 1873 Alarcón escribe a Mesonero una
expresiva carta que finaliza con dicho párrafo: «[...] Muchísimas gracias, mi queri¬
do maestro; muchísimas gracias; y Dios le dé a Vd. vida y salud para escribir y en¬
viarme innumerables obras más, que me sirvan de deleite y modelo como éstas, al
par que sean también gala y ornato de la patria literaria-. El 15 de octubre de 1878
Pereda le anuncia la dedicatoria de Don Gonzalo González de la Gonzalera, lla¬
mándole -mi amigo y maestro-. Galdós le llamaba -mi respetable maestro-, y en su
carta del 18 de mayo de 1875 proclama su -inmensa importancia literaria- como
verdadero creador de la literatura de costumbres y cimentador de la novela espa¬
ñola contemporánea a la cual ha dado los tipos, las costumbres y las localidades-.
Apud. Carlos Seco Serrano (ed.), Obras de don Ramón de Mesonero Romanos, Ma-
drid, BAE, 1967,1, p. XCIII.
5 En la carta del 27 de octubre de 1875 Galdós solicita a Mesonero información
relativa a determinadas épocas de España: •[...] Hallándome ya en lucha, a brazo par-
2.84 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
tido, con las Memorias de un cortesano de 1815, creo que me será imposible
salir adelante si no utilizo sus bondadosos ofrecimientos. Sin más auxilio que los
apuntes que de sus libros he tomado, me encuentro rodeado de oscuridades, y lo
que es peor, expuesto a faltar a la verdad de un modo lamentable. Me tomaré,
pues, la libertad de importunarle a usted, iré a molestarle, deseoso de adquirir no¬
ticias sobre una época tan interesante [...]• (Varela Hervías, 1943, pp. 13-14). Más
adelante, en una carta fechada el 23 de noviembre de 1876, Galdós le indica, en¬
tre otros aspectos, lo siguiente: ■[...] Concluidas las Memorias de un cortesano y
necesitando nueva adquisición de primeras materias para el tomo siguiente, me
tomaré la libertad de molestar a usted otra vez. Desearía mucho copiar versos ale¬
góricos y encomiásticos que se publicaron con motivo de la entrada en Madrid de
Isabel de Braganza, segunda esposa de nuestro Narizotas [Fernando VII]. Aunque
repitió usted alguna de estas composiciones delante de mí, no recuerdo ni un so¬
lo verso de ellas» (Varela Hervías, 1943, p. 17). La desazón de Galdós por el discu¬
rrir de sus Episodios se percibe en varias epístolas en las que concita al anciano
Mesonero nueva información histórica. En la carta de 7 de junio de 1876 le indica
que se halla desorientado -tan lleno de confusiones al tratar de hacer el Grande
Oriente, que no sé cómo voy a salir de este trance masónico... Pero no quiero ma¬
rearle a usted antes de tiempo y me reservo las preguntas e impertinencias para el
día de la lección, que será en lo que queda de semana o en los primeros de la pró¬
xima» (Varela Hervías, 1943, p. 22). Con motivo del episodio nacional El 7 de julio
le señala a Mesonero que se encuentra -más desorientado, más ignorante, más
confuso que nunca. No pasaré, pues, del jueves o viernes sin permitirme ir a su
casa para que su amena conversación de usted me sugiera alguna idea feliz. ¿Có¬
mo era Morillo? ¿Y San Martín? ¿Y don Víctor Sáez, que si bien no figuró hasta el
23, me conviene presentarlo desde ahora...?» (Varela Hervías, 1943, p. 23). Galdós
incluye anexos en su correspondencia demandando copiosa información, como
en la carta de 7 de junio de 1876: "Desearía tener todas las noticias posibles acer¬
ca de la persona y carácter y fisonomía de los personajes siguientes: Romero Al-
puente.— Félix Mejía.— Moreno Guerra.— D. José Manuel Regato.— El Ministro
Feliú.— Copons y Navia.— San Martín [...] ¿Dónde estaba la logia masónica? El
Antiguo Madrid que indica la residencia de ía Asamblea de los Comuneros, creo
que no dice nada de las logias masónicas.— Las noticias de trajes para ambos se¬
xos contenidas en el artículo Fisonomía de nuestra sociedad en 1825, ¿pueden
aplicarse a 1821? Canciones Trágala y el Lairón.— Dónde estaba La Cruz de Mal¬
ta.— Cómo era el uniforme de milicianos en 1821 y 22. El duque del Parque: ¿qué
personaje era éste? ¿cómo era?» (Varela Hervías, 1943, p 22).
BENITO PÉREZ GALDÓS 28 5
analizadas y un índice de autores y títulos. La monografía está referida a las Nótelas Es¬
pañolas Contemporáneas y relacionadas con las novelas de la Primera Epoca. Las pri¬
meras siete secciones llevan la denominación siguiente: Bibliografía, Biografía, Cal¬
dos y sus compañeros, Estudios críticos de carácter general, Artículos, Obras
Completas y fuentes y libros de consulta. La octava, la más amplia, es un estudio pun¬
tual e individual de cada novela, excepto los Episodios Nacionales. Se inicia con el es¬
tudio de El abuelo y termina con Tristana, incluyendo artículos sobre películas basa¬
das en las novelas Nazarín, Tristana y Fortunata yJacinta. Los estudios de lingüística
y estilística se recogen en las secciones novena, décima y undécima. La sección duo¬
décima está dedicada a los Episodios Nacionales, iniciándose el estudio con publica¬
ciones de carácter general y sus respectivas reseñas. Las secciones finales abordan di¬
versas producciones literarias de Galdós: teatro, periodismo, relatos breves, cuentos,
prólogos, crítica literaria y poesía.
" Las aportaciones de A. Percival en el preciso campo de los estudios bibliográ¬
ficos referidos a Galdós son fundamentales, pues figuran tanto los estudios dedicados
a las biografías como a las tendencias de la crítica galdosiana en épocas precisas. Su
mayor aporte se encuentra en su monografía (1985), estructurada en cinco capítulos
—The biographical; Approach; Literary History; Literature and Ideas; Galdós: The
Novéis; Galdós: Drama, Journalism and Other Writings—. Al frente figura un Prefa¬
cio y finaliza con unas Conclusiones, un Apéndice, una Bibliografía selecta y un
índice de obras y autores citados en su monografía.
14 Peter Bly realiza en sucesivos trabajos una exhaustiva recopilación concer¬
niente al periodo correspondiente 1977-1983. El citado crítico inicia su recopilación
bibliográfica como continuación de los estudios ya citados de M. I lernández Suárez
en Anales Galdosianos. El Corpus esencial de dicho material bibliográfico llevado a
cabo por P. Bly recoge los estudios dedicados a las novelas, episodios nacionales y
relatos o colaboraciones periodísticas en general debidas al propio Galdós. El ensa¬
yo y la crítica constituyen los ejes esenciales de dichos trabajos.
14 Las sucesivas aportaciones bibliográficas de J. Simón Díaz se recogen en su
totalidad en Manual de Bibliografía (1980). Las secciones Bibliografía, Ediciones, Ar¬
tículos, Prólogos, Epistolarios, Antologías, Ediciones de conjunto, Miscelánea, Bio¬
grafía, Interpretación y Crítica, Fuentes, Lenguaje, Periodismo, Teatro, Estudios espe¬
cíficos sobre su obra y Relaciones con otros autores, su influencia y difusión
constituyen los ejes esenciales de su estudio. Ree analiza la bibliografía correspon¬
diente al periodo 1990-1993- G. Gullón estudia las teorías de Leopoldo Alas, Me-
néndez Pelayo y J. Casalduero en relación con la obra de Galdós. La crítica y el aná¬
lisis de la obra galdosiana desde el punto de vista de la recepción en un determinado
país han sido objeto de puntuales trabajos (Chamberlin, 1982, pp. 109-115).
BENITO PÉREZ GALDÓS 291
6.3. Manuscritos
ters of the first versión reappear, aithough in greatly altered form, in the final printed
text. Originally Rosalía has a miser únele Hipólito and a crafty aunt Romualda, who
become Don Buenaventura and Doña Serafinita. Don Cayetano disappears in the
person of Rafael del Horro, but this young man takes on the personality of the poli-
tician Carratrapa. Mariano is eliminated except for Gloria’s melancholy remembran-
ce of her dead hermanitos. The printed book contains only three characters of im-
portance, Don Ángel, Esther Spinoza and Caifás, who are not foreshadowed by some
personage of the first versión- (Pattison, 1969, p. 60).
18 El manuscrito de Fortunata y Jacinta está depositado en The Houghton L¡-
brary de la Universidad de Harvard. La signatura del manuscrito es Ms. Spain 93-
65M-171. Consta de tres mil noventa y cinco folios del tamaño de media cuartilla ho¬
landesa de 22 x 15,5 cm. El contenido del códice ha sido analizado por Diane Hy¬
man. En sus estudios la citada investigadora observa que Galdós ha utilizado el re¬
verso de las hojas de una versión previa de la obra. Dicha transcripción ha sido
294 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
redacción «está escrita de una forma rápida, en algunos pasajes podría decirse que
hasta telegráfica, en un lenguaje coloquial, familiar, con todos los descuidos de la
lengua hablada [...J* (1989, p. 6l). El Manuscrito A está incompleto. Quedan dos¬
cientas veintiséis cuartillas tachadas con una equis mayúscula o con líneas dia¬
gonales en distintas direcciones, que se han conservado gracia a que se utiliza¬
ron en el reverso de la cuartilla para redactar el texto de ía segunda y definitiva
versión: el Manuscrito B.
20 Variantes y cambios estilísticos figuran también tanto en el Corpus general
de la novela como en las descripciones referidas a un personaje en concreto. Las di¬
versas variantes de la obra están esbozadas en las cuartillas 11-15. Tratan sobre la
ruptura entre Tristana y Horacio. En todas se percibe con claridad que el pintor Ho¬
racio Díaz ha sido sustituido por una figura ideal. La rivalidad entre don Lope y
Horacio ocupa un lugar privilegiado y genera, al mismo tiempo, enormes posibili¬
dades melodramáticas (Sinnigen, 1992, p. 1.487, pássim).
21 El manuscrito, tal como señala Hernández Cabrera, consta de 348 cuartillas
escritas en forma vertical a excepción de las seis del prólogo, que aparecen escritas
horizontalmente y dobladas por la mitad. En el reverso de la última escribe Pérez
Galdós a su impresor lo siguiente . Ahí va elprologuito. Si ve que ocupa Imuchol más
de lo calculado, compóngalo con letra más chica, porque es difícil reducirlo. A pri¬
mera hora de la tarde iré a dejarlo listo. El manuscrito presenta, a juicio de Hernán¬
dez Cabrera, las siguientes características: a) Ausencia de las cuartillas de la jornada
primera y de la mitad de la segunda. Ésta comienza en la cuartilla 46 que corres¬
ponde a ía página 121 de la edición princeps. B) Muchas de estas cuartillas están es¬
critas también en sus reversos. Uno de ellos, el 10, corresponde a las páginas 10 y
11 de E. C.) Los anversos de las cuartillas constituyen el texto B. A pesar de presen¬
tar un considerable número de correcciones, se acerca mucho a la versión definiti¬
va, es decir a E. Las supresiones, transformaciones, acotaciones, espacios, etc. son
puntualmente analizados en dicho estudio.
296 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
22 Alan Smith en su tesis doctoral (1981) transcribe el autógrafo tal cual apare¬
ce, con todos los errores, tachaduras y correcciones del autor. En su edición crítica
y anotada (1984) no consta el título del manuscrito. Smith sigue la costumbre de
Galdós y denomina Rosalía, en homenaje a la protagonista de la novela. El manus¬
crito se encuentra custodiado en la Biblioteca Nacional. Un total de 695 cuartillas es¬
critas en el revés de los manuscritos de la Segunda Serie de los Episodios Naciona¬
les. Galdós utiliza el revés del manuscrito de Rosalía como provisión de papel para
la escritura de una parte de las novelas de la Segunda Serie. En la tarea de recons¬
trucción, Smith tiene en cuenta los folios autógrafos descubiertos por W. Pattison
(1979). El propio Smith lo explica: -A las hojas descubiertas entonces por mí, cuya
numeración, con importantes lagunas, va de 83 a 1.271, pude incorporar otras 390,
encontradas por él [Pattison] en el revés del manuscrito de Gloria (numeradas con in¬
terrupciones, de 2 a 752) [...] Posteriormente, hallé siete cuartillas más, pero aún fal¬
tan por lo menos 180. Es posible que algunas estén en el revés del manuscrito de Un
faccioso más y algunos frailes menos- (1984, pp. 11-12). Pattison establece la fecha
del manuscrito hacia 1872. El estudio grafológico, su letra relativamente regular, tí¬
pica de la escritura temprana de Galdós, ambientación y aspectos que subyacen
en Gloria permiten una datación más o menos exacta. La acción transcurre en Cas¬
tro Urdíales, en fecha -anterior al verano de 1871, época de la primera visita de don
Benito a esa región. Además el texto menciona la batalla de Sedán (1 de septiembre
de 1870) y donjuán de Gibralfaro [padre de Rosalía! que tiene 70 años, es “de edad
poco menor que la del siglo”. Estas indicaciones señalan el año 1872 como la fecha
probable» (Pattison, 1979, p. 11).
22 Las colaboraciones de la crítica en su estudio sobre las adaptaciones de sus
novelas a la escena o visión de Galdós sobre el teatro y su propia producción son, en
orden cronológico, las siguientes: P. Cabañas, -Cornelia visto por Galdós-, Revista de
Literatura, XXIX (1966), pp. 91-99; G. Sobejano, -Razón y suceso de la dramática
galdosiana-, Anales Galdosianos, V (1970), pp. 39-54; E. I. Fox, -En tomo a Mariu-
cha: Galdós en 1903», Cuadernos Hispanoamericanos, 250-252 (1970-1971), pp.
608-622; R. Sánchez, El teatro en la novela. Galdós y Clarín. Madrid, ínsula, 1974; S.
Finkenthal, -Santa Juana de Castilla: Galdós’ Last Play», Anales Galdosianos. IX
(1974), pp. 125-134 y -The Social Dimensions of Galdós’ Theater», Hispania, 59
BENITO PÉREZ GALDÓS 297
(1976), pp. 442-448; J. C. Mainer, -El teatro de Galdós: símbolo y utopía», en La cri¬
sis de fin de siglo: ideologías y literatura (Estudios en Homenaje a Rafael Pérez de la
Dehesa), Barcelona, Ariel, 1975, pp. 177-212; J. Amor Vázquez, -Galdós, Valle-In-
clán, esperpento», en Actas [1977], pp. 189-200; R. Cardona, -Fuentes históricas de
Santa Juana de Castilla•, ibíd., pp. 462-469; A. Pannaitescu, -Galdós ¿moderno en
sus comedias?-, ibíd., pp. 479-485; S. Finkenthal, -Galdós en el teatro. La reacción
crítica», en H. Finke-Wayne (ed.), Estudios de historia, literatura y arte hispánicos
ofrecidos a Rodrigo A. Molina, Madrid, ínsula, pp. 155-163; G. Sobejano, «Echega-
ray, Galdós y el melodrama», Anales Galdosianos (1978), supp., pp. 19-117; J. Ca-
salduero, -Bárbara», ibíd., pp. 119-126; A. Amorós, «Tres “Casandras”: de Galdós a
Galdós y a Francisco Nieva», en Actas [1980], II, pp. 69-102; I. Rubio, -Galdós y el
melodrama-, Anales Galdosianos, XVI (1981), pp. 57-67; D. Estébanez Calderón, -El
tema del honor calderoniano en el teatro de Galdós», L. García Lorenzo (ed.), Cal¬
derón. Actas del Congreso Internacional sobre Calderón y el teatro español del Siglo
de Oro, Madrid, CSIC, 1983, pp. 1389-1404; D. Lida, -Galdós y el teatro: teoría y prác¬
tica», en Homenaje a Ana María Barrenechea, Madrid, Castalia, 1984, pp. 271-279;
R. G. Sánchez, -Emilio Mario, Galdós y la reforma escénica del xix», Hispanic
Review, LII, 3 (1984), pp. 263-279; S. E. Schyfter, -The Fabrication of History in
Santa Juana de Castilla», Anales Galdosianos, XIX (1984, pp. 53-60); B. J. Dend-
le, -The Estreno of Galdós’ Zaragoza. Its Political Ramifications», Romances
Notes, XXVII, 1 (1985), pp. 62-67; R. G. Sánchez, -Galdós y el oficio teatral: Apun¬
tes sobre La de San Quintín-, Anales Galdosianos, XXI (1986), pp. 195-203; A.
Berenguer, -Galdós y el teatro», en Madrid en Galdós. Galdós en Madrid [1988],
pp. 327-345; C. Méndez Onrubia y J. Ávila Arellano, -Teatro español. Siete meses
de lucha por el arte. Homenaje a los clásicos. En torno a un texto desconocido de
Benito Pérez Galdós», Revista de Literatura, L, 99 (1988), pp. 171-204; M. L. Boo,
•Una nota sobre la caracterización de Víctor en La de San Quintín», Anales
Galdosianos, XXIV (1989), pp. 95-96; M. Bieder, «El sacrificio: tema y recurso
dramático en la obra teatral de Pérez Galdós», en Actas [1990], II, pp. 383-390; J.
Casalduero, -El último teatro de Galdós en su mejor y mayor momento», ibíd., II,
pp. 391-394; L. López-Jiménez, -El estreno de Electra en París», íbíd., II, pp. 405-
416; R. E. Lugo, -Lo parabólico en dos obras galdosianas: La loca de la casa y
La de San Quintín-, ibíd., II, pp. 417-426; C. Méndez Onrubia, -Presencia de Ma¬
ría Guerrero en la obra dramática de Galdós», ibíd., II, pp. 427-434; B. Palomo
Olmos, -De la novela al teatro: modificaciones en las técnicas de introspección»,
ibíd., II, pp. 435-444; R. L. Utt, -La de San Quintín y Casandra, entonces y
ahora», ibíd., II, pp. 459-472; L. P. Conde, Women in the Theatre of Galdós: From
-Realidad- (1892) to •Voluntad• (1895), Lewiston, Mellen, 1990; A. Andreu, -Ma¬
ría Guerrero y el teatro de Benito Pérez Galdós», en L. M. Willen (ed.), A Sesqui-
centennial Tribute to Galdós 1843-1993, Newark, Juan de la Cuesta, 1993, pp. 298-
313; Philologica Canariensia (verano, 1994), pp. 473-479; F. Ynduráin, -Casandra-,
en Actas [1993], I, pp. 883-888; Juan Antonio Ríos, -Pérez Galdós y Arniches»,
ibíd, II, pp. 199-208; C. Méndez Onrubia, «El olvidado teatro de Benito Pérez
Galdós», Insula, XLVIII, 561 (1993), pp. 23-25; L. Hernández, -Electra y su
Máximo: Galdós y la libertad de la mujer en Electra-, Crítica Hispánica, XII, 2
(1994), pp. 307-320; S. de la Nuez, -Santa Juana de Castilla (1918)», Philologi¬
ca Canariensia (verano, 1994), pp. 473-479; F. Ynduráin, -Casandra-, Actas
[19931,1, pp 883-888.
298 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
■K Serían, por ejemplo, los estudios que revelan aspectos biográficos o litera¬
rios en general poco conocidos, como los dedicados a su labor como prologuista,
editor, bibliófilo o poeta y recepción, historia, éxito y venta de sus libros. Cfr. a tal
respecto los siguientes estudios: W. H. Shoemaker, Los prólogos de Galdós, México,
Ediciones Andrea, 1962; A. Armas Ayala, «Galdós editor-, Asomante, XIX, 1 (1963),
pp. 37-51; M* I. García Bolta, Galdós editor. Biblioteca San Quintín, núm. 3, San¬
tander, Ediciones Santander, 1995; H. Chonon Berkowitz, La biblioteca de Benito Pé¬
rez Galdós. Catálogo razonado precedido de un estudio, Las Palmas, Ediciones del
Museo Canario, Imprenta Lezcano, 1951; Alicia G. Andreu, -Biblioteca de Benito Pé¬
rez Galdós-, Romance Quarterly, XXXV, 3 (1988), pp. 367-369; J- M. Alonso García,
-La biblioteca anglo-norteamericana de D. Benito Pérez Galdós-, en Actas [1990],
pp. 489-514; M. Carmen Lafuente Niño y Purificación Castro, Obras de Galdós en la
Biblioteca Llistórica Municipal de Madrid. Edición al cuidado de..., Madrid, Ayunta¬
miento, 1995; Jean Franyois Botrel, -Les Succés d'édition des oeuvres de Benito Pé¬
rez Galdós: Essai de Bibliometrie-, Anales de Literatura Española, 3 (1984), pp. 119-
157; 4 (1985), pp. 29-66. Estudios referidos a la poesía galdosiana y a la actitud del
propio Galdós hacia dicho género cfr. Sebastián de la Nuez, «Galdós y la poesía-, en
Actas MU], pp. 118-131 y Francisco Javier y M.* Josefa Diez de Revenga, -Galdós an¬
te la poesía y los poetas de su siglo. Notas a las series finales de los Episodio», en Ávi¬
la [1989], pp. 145-154.
Vid. a tal respecto, los siguientes estudios sobre la adaptación de la novela
Tristana: Andrés Amorós, - Tris tana, de Galdós a Buñuel-, en Actas [1977], pp. 319-
329; A. Delgado Cabrera, «Galdós y Buñuel-, en Actas [1995], II, pp. 23-33; Christine
Dongan, «Une transcription allegorique de la 2éme. Republique espagnole: Tristana
et le discours libertaire-, Imprente [Montpellier], (1983), pp. 7-20; Víctor Fuentes,
■Buñuel y Galdós: por una visión integral de la realidad-, Cuadernos Hispanoame¬
ricanos, 385 (1982), pp. 150-157; Beth Miller, -From Mistress to Murderess: The
Metamorphosis of Buñuel’s Tristana«, en Beth Miller (ed. and introd.), Women
BENITO PÉREZ GALDÓS 301
pp. 273-285; Araya, 1972, pp. 89-104; Pattison, 1980, pp. 5-9). Nove¬
la analizada en relación a las dos versiones llevadas a cabo por
Galdós —la de 1871 y la denominada vulgata— (Montesinos, 1968, p.
22, pássim, Lemartinel, 1977, pp. 367-375; Gimeno Casalduero, 1978,
pp. 55-69) y en función de sus primeras ideas novelísticas, pues se tra¬
ta de una novela de juventud, iniciada en 1867, a los veinticuatro años
de edad (G. Gullón, 1976, pp. 374-383). Temas y caracterización de los
personajes (Petit, 1972a) analizados de forma específica, como en el
caso de don Benito Galdós Medina, emigrado romántico y sobrino
del novelista (Ortiz-Armengol, 1993, pp. 4-6), don Elias Orejón, ca¬
ricatura política (Gilman, 1985, pp. 46-48, pássim) y el perfecto
confidente o espía, rasgo definitivo de su peculiar forma de compor¬
tamiento (Bonet, 1994, pp. 55-65). El trasiego de personajes en el
mundo de ficción galdosiano ha sido analizado en función de Porre-
ño, Garrote y Coletilla (Gimeno Casalduero, 1982, pp. 59-70) y con
especial detenimiento en la familia de Porreño, mujeres quisquillo¬
sas, insoportables que vivían modestamente en la calle de Belén
(Wright, 1979, pp. 13-26). Finalmente cabe señalar la incidencia de
modelos literarios —tipos y cuadros de costumbres— en el mundo
recreado por Galdós en La Fontana de Oro y en determinadas nove¬
las (Palomo, 1989, pp. 217-238; 1994, pp. 39-54).
6.6.2. La sombra
6.6..Í. El audaz
6.6.5. Gloria
6.6.6. Marianela
tud de los ricos ante la miseria (Casalduero, 1983). Novela que su¬
pone un «intermedio musical» al estar engarzada entre Gloria y La
familia de León Roch (R. Gullón, 1973, p. 73, pássim).
La crítica ha incidido en las posibles fuentes literarias del perso¬
naje de Marianela. Así Montesinos recuerda que fue Clarín el primer
crítico que percibió la semejanza con la Mignon de Goethe (1968,
pp. 235-236). Incluso, el tema de la ceguera ha sido relacionado con
la obra de Gide —La Sinfonía pastoral— (Wellington, 1979, pp.
161-172), aunque no siempre dicha interpretación supusiera el que
Galdós hubiera leído dicha obra (Montesinos, 1968, pp. 240-241). El
análisis de los temas esenciales que aparecen en Marianela —sen¬
timiento de la caridad frente al egoísmo del individuo— se percibe
en los escasos estudios dedicados a la novela de Galdós (Bly, 1972,
pp. 49-66; Méndez-Faith, 1982, pp. 420-433). El estudio en función
del comportamiento de los protagonistas, su idilio, simbolismo, ri¬
validad amorosa y condición social de la heroína como barreras in¬
franqueables que impiden la relación amorosa han sido aspectos
estudiados por la crítica (Álvarez Pérez, 1990, pp. 9-18). Novela en¬
focada desde la óptica de la belleza (Silvestri, 1993, pp. 945-955) e
interrelacionada con la ciencia (Dendle, 1993, pp. 29-30). El ya re¬
ferido trasiego de personajes en el mundo de ficción cobrará gran
importancia en dicho relato, pues surge con gran maestría el inci¬
piente Celipín Centeno, héroe y personaje fundamental en poste¬
riores relatos galdosianos (Clemessy, 1990, pp. 31-38).
Epígrafe que comprende las novelas que han sido rotuladas por
la crítica con el marbete de naturalistas, psicológicas, dramáticas e
idealistas. El enunciado del epígrafe corresponde al propio Galdós,
aunque en su momento se puso en duda dicha calificación, debién¬
dose más a los editores que al propio novelista (Ricard, 1961). Relatos
que figuran con el encabezamiento «Segunda manera», tal como le in¬
dica GaldÓS a Giner de los Ríos (M. B. Cossío, 1920, pp. 254-2^)
La desheredada ha sido calificada como novela pedagógica, al igual
BENITO PÉREZ GALDÓS 321
6.7.1. La desheredada
6.7.4. Tormento
6. 7.5. La de Bringas
6.7.6. Lo prohibido
6.8.1. Miau
6.8.2. La incógnita
6.8.3 Realidad
58 G. Sobejano emite los siguientes juicios: ■(...] Aunque haya una apariencia
de diferenciación, Infante y Equis son, claro está, la misma persona; aquel encar¬
na la porción afectiva e impresionable del autor-testigo; Equis asume el papel, in¬
visible y silencioso, del autor-testigo; que selecciona los documentos aportados y
distingue lo verdadero de lo erróneo- (1967, p. 74). Más adelante, respecto al sig¬
no monologal, Sobejano apunta que la -angustia de no saber la verdad, de igno¬
rar qué resolución admiten los hechos confusos, es la raíz del monólogo, que
arranca de aquella situación en que el individuo ha dejado de sentirse miembro
de una comunidad y, para ver claro y no perderse en la soledad, se desdobla
imaginativamente- (1967, p. 76). Interpretación que aclara determinadas escenas
de Realidad. Para el citado crítico La incógnita -no es relato novelesco de una ac¬
ción: es notificación sentimentalmente templada, de unos hechos- (1967, p. 77).
La importancia de la figura Equis ha sido apuntada por la crítica, como en el es¬
tudio llevado a cabo por R. G. Sánchez: «[...] Equis, el corresponsal y mentor de
Manolo es, nada menos que Galdós. Galdós, que escucha mientras el otro habla
(he aquí el cambio de papeles), que a menudo deniega con la cabeza y se resig¬
na ante el confusionismo del joven. Y es Galdós quien al final selecciona los do¬
cumentos aportados y distingue lo verdadero de lo erróneo; produciendo así la
versión novela que es Realidad» (1973, p- 549). En fecha reciente se ha publica¬
do un trabajo debido a M.1 Paz Yáñez cuyo contenido, entre otros aspectos, se
basa en la revisión emitida por la crítica. Sus conclusiones son las siguientes: -La
. “incógnita”, afecta, pues, tanto al enunciado como a la enunciación. Es la puesta
en evidencia de la imposibilidad de conocer en la vida una única “realidad”, da¬
do que los seres humanos son un conglomerado de ambigüedades, y que sólo se
dejan captar parcialmente, a base de hipótesis que conducen a una “verdad rela¬
tiva”, la única posible, como bien decía don Carlos en La incógnita. Y si no es
posible conocer la verdad absoluta es porque sólo podemos acceder a ella por
medio del lenguaje, tan limitado como antiguo- (1995, p. 101).
BENITO PÉREZ GALDÓS 335
40 Tal es la opinión de Clarín desde las páginas de Los Lunes de El Imparcial (5-
X-1890): «Ángel Guerra es un espiritualista que vive fuera de sí; su ideal no está en él,
está en Leré, su amor, y la religiosidad que este ideal engendra no es un verdadero
338 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
6.8.6. Tristana
misticismo, sino que necesita el alimento del símbolo vivo, la obra nueva. La psicolo¬
gía de Guerra no se estudia dentro de él principalmente, sino en el mundo que le ro¬
dea- (A. Sotelo, 1991, p. 214).
41 Para Ruiz Ramón el protagonista de la novela galdosiana sufre una crisis
espiritual desde el inicio mismo del relato, ocasionada por el desengaño político
vivido a consecuencia de un pronunciamiento militar en el que Ángel Guerra ha
tomado parte activa. El citado crítico realiza un detenido análisis sobre los as¬
pectos concernientes al proceso espiritual del héroe novelesco. Por un lado, la
profunda huella de la infancia —el recuerdo de las cosas perdidas, el autoritaris¬
mo materno y sus consecuencias, la interpretación de los sueños relacionados
con la infancia—; por otro, los factores de la crisis —desengaño político y la ob¬
sesión del homicidio, muerte de la madre, enfermedad y muerte de la hija, el des¬
cubrimiento de Leré, la ruptura con Dulce—, la incidencia de Toledo y las con¬
comitancias entre Ángel Guerra y don Quijote (1964, pp. 11-126). El misticismo
de Leré ocupa en el estudio de Ruiz Ramón un lugar privilegiado, al lado de otras
heroínas de ficción galdosianas. Con precisión se traza los antecedentes y los ras¬
gos más acusados de la personalidad de Leré a fin de explicar la índole de su mis¬
ticismo (1964, pp. 149-266).
BENITO PÉREZ GALDÓS 339
I;( Respecto a la figura del narrador en Tristana, Percival apunta que se tra¬
ta de un -personaje que forma parte del espacio novelesco. Está enterado de to¬
do lo que les pasó a los demás personajes y lo cuenta de una manera directa, iró¬
nica e incluso -—a veces— autoritaria. Es un cronista didáctico que revela sin más
ni más los móviles, las cualidades y la interna economía de los personajes. Nos
informa que “don Lope (...] estimulaba la fácil disposición de la joven para idea¬
lizar las cosas, para verlo todo no como es, o como nos conviene o nos gusta que
sea”. El narrador entonces descubre en Tristana tres tendencias que considera co¬
mo negativas, peligrosas: la idealización, la falsificación y el utopismo. Contra el
libre ejercicio del deseo, opone el poder de la historia, ¡a resistencia de lo real-
(1990, p. 152).
BENITO PÉREZ GALDÓS 341
1 * Para A. del Río la narrativa galdosiana intenta buscar la armonía de los con¬
trarios. Sabe que la alternativa única es la revolución que destruye parte de la vida.
Su espíritu generoso quiere evitarla, pese a estar convencido de que es inevitable.
En el plano estético los deseos de conciliación se traducen en los ensayos de fundir
formas diversas: novela y drama; en el humano y psicológico quiere mostrar cómo
en la vida los seres más opuestos se complementan. Para el citado crítico lo -nuevo,
desde La loca de la casa, es que la ideología conciliadora de Galdós aparece ahora
más clara y que se supedita a ella la concepción y el desarrollo de la obra misma [...]
consideramos La loca de la casa como la obra de Galdós que presenta de una ma¬
nera más simple, casi cabría decir más artificial, el esfuerzo de nuestro gran novelista
por sugerir la posible conciliación de todas las antinomias. A través del drama de Vic¬
toria y de Cruz va a hacemos ver: primero, la lucha; después, la mutua atracción; y, por
último, la unión afectiva de los contrarios- (1973, pp. 324-325).
342 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
45 Del escrutinio que R. Ricard realiza sobre las posibles influencias literarias y
semejanzas con otros relatos se desprende algunos datos ya ofrecidos con anterio¬
ridad por el colector de las obras galdosianas —Sáinz de Robles— -[...1 semejanza
que existe entre el principal personaje masculino, Pepet Cruz, y el usurero Torque-
mada [...] Se trata de hombres groseros y hasta zafios, de humilde origen que alar¬
dean vanidosamente de llanos y de “Uanotes”, ávidos de dinero, que han ganado
una enorme fortuna con su trabajo y con su mañas, y que practican una indiferen¬
cia religiosa rayana en el ateísmo, hasta tal punto que una de las condiciones que se
les impondrá para su casamiento será una devoción a lo menos exterior (...) Seme¬
janza entre la Victoria de La loca de la casa y la Leré de Ángel Guerra, y otra seme¬
janza entre el mismo Ángel Guerra y el enamorado de Victoria, Daniel de Malavella-
(1970, pp. 221-222).
BENITO PÉREZ GALDÓS 343
1980, pp. 233-255).46 Obra que fue juzgada con detenimiento en los
principales periódicos de la época, considerada siempre como nove¬
la y drama de tesis (Hernández Cabrera, 1993, pp. 395-403). A través
del cotejo de las dos versiones la crítica ha analizado las diversas cir¬
cunstancias que inciden en el estilo y forma de describir los hechos,
percibiéndose el paso gradual de la novela dialogada al drama (Boo,
1977, pp. 42-56; Buchanan, 1986, pp. 121-135). Obra que nos pre¬
senta la emoción y el sentimiento de tres tiempos diferentes: el de la
Naturaleza, el de la Historia y el del Hombre. Un mundo de ficción
que representa la decadencia de la aristocracia como clase social y
como clase de gobierno (Casalduero, 1974, pp. 244-245, pássim).
6.9.1. Nazarín
Ruiz Ramón tras señalar que Galdós ha creado una gran novela, pues nos ha
dejado un personaje inolvidable, reprocha a Galdós la falta de una meditación más
profunda sobre «el rico material contenido en Nazarín, profundizar el conflicto plante¬
ado entre el sacerdote y su mundo, adentrarse en la intimidad del personaje, historiar
a más hondo nivel el fracaso del “santo" en la sociedad contemporánea, eliminar todo
lo accesorio para que la novela se convierta en una creación de primera calidad- (1964,
pp. 194195). Kronik en su excelente trabajo sobre las estructuras dinámicas en Na¬
zarín señala, entre otros aspectos, lo siguiente: -La novela, por ser discursiva, es his¬
toria: una sucesión de acontecimientos. Una historia que es varias historias super¬
puestas da entrada a la simultaneidad y a la posibilidad del mito, que es un
movimiento simultáneo hacia el pasado y el futuro. El proceso de mitificación es
una manera de conquistar la restricción temporal que sufre la novela [...] Al tiempo
le sustituye un espacio. Y este espacio, que en la novela de Galdós ocupa Nazarín,
está circunscrito por una estructura dinámica que abarca, encierra y resume todas
las otras: un movimiento circular. Nazarín en total es circular en la trayectoria de su
acción: salida de Madrid y vuelta; búsqueda de la libertad y encuentro del encarce¬
lamiento. La novela se abre y se cierra con una indagación en el proceso creador. La
reanimación de viejos mitos religiosos y literarios es una forma de circularidad-
(1974, p. 95).
',y Para P. Bly los dos —protagonista y narrador— hacen gala de una -confianza
absoluta debida a un egoísmo fundamental, incapaces de rectificar su visión defor¬
madora de la realidad humana cuando se enfrentan con ella y que acaban por con¬
fundirse por completo, llegando a ser meras espectadores momificados de la vida [...]
lo que Galdós quería atacar en Nazarín, poniendo de manifiesto las causas esencial¬
mente morales de los errores cometidos por el narrador, el cura Nazarín y, posible¬
mente, por el lector: la soberbia u oigullo humano, base del egoísmo individual, vicio
contra el cual Galdós fulminaba tantas veces en sus novelas- (1981, pp. 286-287).
BENITO PEREZ GALDOS 345
6.9.2. Halma
6.93■ Misericordia
6.12.1. Ediciones
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416 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
421
422 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
material nos informa sobre las conferencias en el Ateneo de Madrid y su actitud em¬
prendida ante el rechazo de la Real Academia a la candidatura de Galdós.
2 Guastavino publica un total de diecisiete cartas dirigidas a la insigne actriz
María Guerrero relacionadas con el estreno de la comedia Teresa. En dicho Corpus
se perciben las enormes inquietudes de Clarín por el estreno, -preocupándose por
los actores que han de interpretar la obra, por los más mínimos detalles del atrezzo,
por los cortes que han de practicarse en el texto de su comedia, por la forma en que
hay que interpretar determinadas escenas, por los temores de plagio de otras obras
contemporáneas anteriores a la suya, etc.» (Guastavino, 1971, p. 135). En dicho es-
pistolario se advierte con claridad el entusiasmo de Clarín por Teresa. Su amistad y
admiración por María Guerrero, así como el tono elogioso, ponderativo y admirati¬
vo por figuras conocidas y famosas de la época, como las dirigidas a Echegaray, Ba¬
lan, Picón y Galdós.
3 El conjunto de cartas dadas a la luz pública por el profesor Martínez Cache¬
ro corresponde al periodo comprendido entre los años 1887 a 1897. También se pu¬
blica un artículo de R. Altamira editado en el periódico madrileño La Justicia (1888)
y un prólogo de L. Alas que figura al frente de su libro Mi primera campaña. En su
correspondencia con Rafael Altamira, como la carta fechada en Oviedo, 1 de abril
de 1891, muestra su animadversión contra los obispos, curas y neos.
’ Al final del volumen de cartas editadas por S. Ortega (1965) se ofrece una re¬
lación de cartas no incluidas en esta publicación precedida de una nota en la que se
hace referencia, entre otros aspectos, al material inédito existente en el archivo
perteneciente a la familia Pérez de Ayala: -(...I un grupo de doce cartas de Clarín
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARÍN 423
a Jacinto Octavio Picón entregadas por Galdós a Ramón Pérez de Ayala en un so¬
bre aparte* (S. Ortega, 1965, pp. 15 y 449). El Corpus epistolar publicado por A.
Amorós consta de doce cartas, fechada la primera el 11 de diciembre de 1884; la
última, el 17 de abril de 1900. Dicho Corpus revela aspectos sumamente intere¬
santes, pues tenemos noticias puntuales sobre la publicación de La Regenta y la
opinión que de ella misma tiene su propio creador: «El defecto es que todos es¬
tán conformes, o los más, en la pesadez, lo largo de la obra y tienen razón. Si la
hubiera escrito con más tiempo y con el borrador de lo escrito ya a la vista hu¬
biera salido más corta, pero según iba escribiendo iba mandando el original y te¬
nía que fiarlo todo a la memoria* (1981, p. 15). En la carta fechada en Oviedo, 21
de mayo de 1885, le comunica que el segundo tomo de La Regenta está termina¬
do -hace ya bastantes días*. El 12 de julio supone Clarín que Jacinto Octavio Pi¬
cón ha recibido ya un ejemplar del segundo tomo de su novela. Con anterioridad
sabemos que dicho volumen estaba sin finalizar —carta del 4 de febrero de
1885—, pues <el final no está materialmente escrito, y estos días estoy ocupado
en escribir un programa para la cátedra de Dcho. Mercantil de Madrid a cuya
oposición tal vez me presente* (Amorós, 1981, p. 12). De gran interés son tam¬
bién las referencias a los periódicos santos de la época —Revista Ibérica, El Glo¬
bo, El Liberal, El Día, La Revista de España, El Imparcial— pues reflejan el pecu¬
liar concepto que de estas publicaciones tenía el propio Clarín. Un nutrido
número de escritores de diversas tendencias literarias e ideológicas figuran en es¬
tas páginas —Campoamor, Carrión, Valera, Galdós, Balart, Castelar...—. Las pala¬
bras de Clarín son, en ocasiones, mordaces y agresivas, al igual que su talante a
la hora de juzgar a determinados escritores: -Ojo con Ortega Munilla, que es un
envidioso, muy embustero y muy falso, y muy ladino y muy vengativo a su mo¬
do. No tengo inconveniente en que Vd. se lo diga de mi parte, y puede añadirle
que tenga cuidado, pues es muy posible que me dé por tomarla con él y no tie¬
ne idea de cómo soy capaz de gastarlas, ni de los elementos que tengo para po¬
nerlo en ridículo... y pegarle si se incomoda* (Amorós, 1981, p. 14). A. Amorós
incluye al final de dicho Corpus epistolar la crítica objetiva, clarificadora y acerta¬
da de Jacinto Octavio Picón sobre La Regenta (1981, p. 20).
s El conjunto total de cartas es de sesenta y cinco, acompañado de una intro¬
ducción y meticulosas notas, un índice e ilustraciones. Dicho material noticioso ha¬
bía sido estudiado con anterioridad por el propio Botrel (1981, pp. 78-82) y Beser,
(1980, pp. 17-30). La correspondencia comprende el periodo 1884-1893. Nueve
años que marcan su asociación con los conocidos editores Fe y Fernández Lasan¬
ta. Relación que se inicia justo en el momento de la publicación de La Regenta por
el editor Daniel Cortezo. Epistolario que revela las angustias, indecisiones y pro¬
blemas económicos. De igual forma se percibe el gradual proceso de creación de
su novela Su único hijo. Dicho material ha sido también fundamental para las in¬
vestigaciones realizadas por C. Richmond en torno a la elaboración de Su único
hijo! 1977, pp. 85-102; 1979).
6 Vid. al respecto Manuel Fernández R. Avello, Vida y obra literaria de Juan
Ochoa Betancourt, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1955-
424 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
textos, dos sin fechas pero próximos al 5 de diciembre de 1871, pues los aconteci¬
mientos relatados en las tres cartas son los mismos y en la última consta esta fecha. El
motivo de las misivas no es otro que la petición de Alas a Campoamor para que le ayu¬
de en la colocación de su hermano Adolfo. El culpable de que éste no haya obtenido
un trabajo es Alejandro Pidal y Mon, personaje importante de la vida política asturiana,
cacique regional que gozó tanto de la enemistad de Clarín, como de Campoamor — ta¬
lante liberal de ambos él oponía sus ideas fuertemente conservadoras- (1993, p. 664).
14 García Sarriá reproduce la totalidad del epistolario de Clarín dirigido a José
Quevedo (1975, pp. 241-280). Corpus epistolar citado parcialmente por Posada en
su conocida biografía (1946). El colector tiene en cuenta las indicaciones que contie¬
nen las cartas y los añadidos a lápiz realizados, tal vez, por Posada para la ordena¬
ción cronológica de las mismas. El total de las cartas es de once. De su lectura se
desprende que se trata de un Corpus incompleto, pues García Sarriá señala al res¬
pecto que esta «impresión se halla confirmada por el hecho de que D. Gamallo Fie¬
rros posea, según nos ha dicho, dieciséis cartas de Quevedo a Clarín- (1975, p. 242).
El contenido de las cartas revela la sincera y afectuosa amistad existente entre ambos
corresponsales. Noticias bibliográficas, referencias a compañeros de generación —Va-
lera, Palacio Valdés, Pío Rubín, Galdós, Menéndez Pelayo, etc.— y familiares figuran
en este epistolario. Sus confesiones personales acerca del trato con mujeres y su poca
experiencia con las mismas son, igualmente, confesiones de Clarín a José Quevedo.
Sobre La Regenta y relatos de Clarín encuentra también el lector un material noti¬
cioso de gran relieve. Nos informa de la traducción de La Regenta llevada a cabo
por una editorial francesa y la cantidad económica a percibir (mil francos). Del mis¬
mo modo el epistolario resalta el inteligente análisis que de la novela realiza José
Quevedo. Se trata, en definitiva, del perfecto interlocutor, presto siempre a escuchar
las palabras de Clarín. Epistolario que revela también aspectos poco conocidos, co¬
mo la sensación que embargó a Clarín una vez finalizada La Regenta: -¡Si vieras que
emoción tan extraña fue para mí la de terminar por la primera vez de mi vida (a los
treinta y tres años) una obra de arte! Me parece mentira no tener que fatigarme más
buscando leyes probables de la vida interior, ni raíces de la vida exterior verosími¬
les: aun hoy, cuando me acuerdo de que ya no tengo que traer y llevar las ideas de
Ana Ozores, ni los celos del Magistral, saíto de gusto. En fin eso se acabó- (García
Sarriá, 1975, p. 275).
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 427
bloques. El primero está compuesto por libros y folletos. El segundo por artículos.
El tercero por tesinas y tesis doctorales. El cuarto por reseñas. El quinto presenta un
carácter heterogéneo, pues da cabida a contenidos diversos. Un índice temático y
onomástico acompaña la muy útil bibliografía anotada de D. Torres.
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 429
Nahsville, Vanderbilt University Press, 1966, pp. 287-297. La temprana obra de llna-
muno en relación con el afamado crítico y novelista Clarín se refleja con claridad en
el estudio de A. Ramos Gascón, -Clarín y el primer Unamuno», Cuadernos Hispano¬
americanos, 263-264 (1972), pp. 489-495; Y. Lissorgues, «Unamuno y Clarín: ¿Una
amistad frustrada?-, Letras de Deusto, XV (1985), pp. 87-101. Para conocer las opinio¬
nes de Clarín sobre el Corpus narrativo de Galdós vid. A. Sotelo, «Clarín en torno a
Realidad(1889), Revista Histórica Moderna, XI.IV, 1 (1991), pp. 35-47. La actitud de
Clarín frente al desastre del 98, su anticipación ideológica, muy próxima a la de los
noventayochistas, puede percibirse en el estudio debido a J. W. Kronik, -La moder¬
nidad de Leopoldo Alas-, Papeles de Son Armadans, XLI (1966), pp. 121-1.34, Una
visión globalizadora y que sintetiza la visión y actitud de Clarín ante los movimien¬
tos estéticos provocados por el cambio generacional la ofrece Martínez Cachero en
su estudio -La actitud antimodernista del crítico Clarín-, Anales de Literatura Espa¬
ñola, 2 (1983), pp. 383-398. Vid también A. Sotelo (ed ), I.eopoldo Alas y elfin de si¬
glo, Barcelona PPU, 1988. Las colaboraciones de Clarín en La Publicidad, diario bar¬
celonés, sus opiniones sobre el separatismo cubano, el republicanismo de Alas y la
gradual evolución hacia un socialismo no marxi.sta ni revolucionario, puede perci¬
birse en el estudio de L. Bonet, «Clarín ante la crisis de 1898-, Revista de Occidente,
XXV (1969), pp. 100-119.
2'* J. M * Martínez Cachero ha estudiado con precisión la figura de periodistas
acérrimos detractores de Clarín en los siguientes trabajos: «Luis Bonafoux y Quinte¬
ro, Aratnís contra Clarín (Historia de una enemistad literaria)-, Revista de Literata
ra, III (1953), pp. 99-112 y -Noticias de tres folletos contra Clarín*, Boletín del Insti¬
tuto de Estudios Asturianos, XIII (1959), pp. 225-244. F,n el primer artículo se aborda
las denuncias realizadas por L. Bonafoux en 1887 referentes a los posibles plagios
existentes en La Regenta. El conjunto de los supuestos plagios es el siguiente: Pri¬
mero: el capítulo XVI de la Regenta en relación con la obra de Flaubcrt —Múdame
Bovary—; segundo, el cuento El diablo en Semana Santa —De Pot-Bouille, de Zo-
la—; tercero, el cuento Zurita, contenido inserto en un pasaje de Múdame Iiovary;
cuarto, el cuento Pipa, de Periquín, relato de Isidro Fernández Flórez \FernanfloA-
En el segundo artículo Martínez Cachero analiza tres folletos-libelos contra Clarín:
Cascotes y machaqueos, Pulverizaciones a Valbuena y a Clarín, por Fray Juan Mi¬
guel o Fray Montero (Juan Fraile Miguélez); El besugo de •Clarín- (1892), por Dioni¬
sio de las I leras (Plácido!; Martingalas de Martinete. La autopsia de Clarín, por Mar¬
tinete (¿Dionisio de las Meras?!. Fn su artículo —«Necrológicas sobre Clarín-, Los
Cuadernos del Norte, II, 7 (1981), pp. 2-7— Martínez Cachero analiza las reacciones
de sus enemigos a raíz de su muerte. Desde las páginas de El Eco Cadítano el cer¬
vantista Ramón León arremeterá también contra Clarín. Vid a tal respecto J. M.‘
Martínez Cachero, -Un ataque a Clarín Seis artículos de Ramón León Máinez*, Re¬
vista de letras [Universidad de Oviedo], XI (1950), pp. 247-27.3. Respecto a la ani¬
madversión de Bonafoux por la figura de Clarín inserta en las respectivas réplicas
publicadas en la prensa periódica es fundamental el estudio de J. F. Botrel, -Últimos
ataques de Bonafoux a Clarín-, Archivum, XVIII (1968), pp. 177-188. Desde una óp¬
tica general, cinscunscrita a las polémicas del último tercio del siglo xix puede con¬
sultarse el artículo de M López, -Los escritores de la Restauración y las polémicas li¬
terarias del siglo xx en España-, Bullelin Hispaniqtie, I.XXXI (1979), pp- 51-74.
434 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
7.3. LA REGENTA
poema La ofrenda cuya segunda y última parte es fiel trasunto de la vocación poé¬
tica que siente Ana Ozores.
' A. Cabezas refiere al respecto que en los -primeros meses de 1880, en que
Clarín se ocupa de la vida ovetense, están tomados los primeros apuntes y trazadas
algunas líneas generales de La Regenta [...!■ (1936, p. 102). En el año 1883 Clarín ini¬
cia el relato. Con la preparación de su primer curso de Derecho Romano, de cuya
cátedra se encarga por Real Orden del 14 de Agosto, Clarín alterna la composición
de su novela. Durante el invierno de 1884 repartirá su actividad entre su cátedra y la
novela. Cuando en junio finaliza la labor docente tiene redactada la mitad del pri¬
mer tomo de La Regenta. En Guimerán continua la redacción de la misma. En el mes
de noviembre Clarín ha finalizado el primer tomo. La muerte de su padre se produ¬
ce, precisamente, en estas fechas. Antes de finalizar el año corrige las pruebas del
primer tomo. En carta a su entrañable amigo Pepín Quevedo, le confiesa lo siguien¬
te: -Tengo la satisfacción de haber terminado a los treinta y tres años una obra de ar¬
te- (Cabezas, 1936, p 136). Clarín los cumplió el 15 de abril de 1885.
436 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
logada por Benito Pérez Galdós. Con anterioridad hubo varios pro¬
yectos de publicación, pero la excesiva cantidad exigida por Cla¬
rín, acuciado por problemas económicos, retrasaron el proyecto de
edición (Ortega, 1964, p. 210; Blanquat-Botrel, 1981, p. 20; Palen¬
que, 1987, p. 71). Tras ininterrumpidas gestiones con Fernando Fe
y Fernández Lasanta en 1899 Clarín solicita a Galdós un prólogo
para que figure al frente de su novela, pues «Vd. ha hablado bien
de La Regenta a espaldas del autor, y quiero que conste. Además,
el libro con el prólogo de Vd. se venderá mejor» (Ortega, 1964, p.
209). El prólogo tardó dos años en escribirlo Galdós. Por fin, en
mayo de 1901 aparece la segunda edición —evidenciamos la au¬
sencia de la publicada en La Publicidad por las razones apunta¬
das— en los talleres del conocido editor e impresor Fernando Fe.
En el año 1901 se produce también la muerte de Clarín. La adversa
fortuna crítica de La Regenta es evidente a partir de dicho año. Los
primeros intentos de recuperación se producen en 1952. A partir
de entonces los estudios, ediciones críticas y anotadas surgen con
no poca profusión, tal como ha apreciado recientemente la crítica
(Sobejano, 1985, pp. 161-185).
En el respectivo apartado dedicado a las ediciones de La Re¬
genta figuran un singular grupo con introducciones y anotaciones
(Cabezas, 1947; J. M. Lope-Huberto Batís, 1960; Martínez Cachero,
1963; Ibargüengoitia, 1972; Sobejano, 1976 y 1981c; Baquero Go-
yanes, 1984; Oleza, 1984; Durand, 1988; Gómez-Beser, 1989). Res¬
pecto a las traducciones cabe señalar las realizadas al inglés (John
Rutherforf, 1984), francés (Belot-Bleton-Botrel-Jammes-Lissorgues,
1987) y holandés (Barber van de Pol y M. Steenmeijer, 1997). El to¬
tal de ediciones facsímiles es de tres, realizadas a raíz del centena¬
rio de la publicación de La Regenta, tal como se puede apreciar en
el epígrafe que incluimos en el presente trabajo.
Respecto a los estudios dedicados a dicho corpus editorial la
crítica ha incidido en varios aspectos. Así Sanz Villanueva analiza
la posible existencia de una edición que se situaría entre la princeps
y la prologada por Galdós (1901) tal como dejan entrever el propio
Galdós y Clarín en una carta a su amigo y confidente Adolfo Posada
(1981, p. 174, pássim). Sanz Villanueva sostiene que entre 1884 y
1900 se publicó, probablemente, una edición pirata aunque dicha su¬
posición «no es muy lógica, porque sería pensar en un editor [Cortezo]
a la vez pirata y estulto —cualidades que rara vez coinciden, aunque
no sean infrecuentes por separado—, pues las modificaciones
440 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
73. 2. Definiciones
31 G. Sobejano percibe una serie de tensiones en La Regenta que dan como re¬
sultado tal calificación: «La tensión mantenida en La Regenta entre poesía y prosa,
reflexión y conversación, elegía y sátira, retrato y caricatura, tragedia y comedia, in¬
terioridad y exterioridad, búsqueda personal e inercia masiva, dolor e insensibili¬
dad, soledad y sociedad, hace de aquélla el primer modelo español (en el tiempo y
en densidad y fuerza ejemplar) del tipo denominado por Lukács “novela del ro¬
manticismo de la desilusión” (Desillusionsromantik)» (1985, pp 120-121). Precisa¬
mente para el propio Sobejano la diferencia fundamental entre la novela Madame
Bovaryy La Regenta «consiste en que aquélla es una novela antirromántica sobre el
alma romántica deteriorada, y La Regenta es una novela romántica (sólo naturalista
en procedimientos) contra el mundo antirromántico y en homenaje al alma bella y
buena, derrotada pero inadaptable» (1985, p. 143). Con anterioridad el citado crítico
había señalado que cuatro aspectos del mal signan el mundo de La Regenta: sole¬
dad y corrupción, perversión, condenación: «El mal de la soledad define a Ana Ozo-
res como protagonista de la primera gran novela española del “romanticismo de la
desilusión”- (1981c, p. 55).
LA OBRA NOVELISTICA DE CLARIN 441
** Clarín, tal como señala Varela Jácome, “recrea en La Regenta uno de los es¬
pacios urbanos más densos de la novelística española contemporánea. La ciudad de
Vetusta queda configurada ya en el primer capítulo [. . .) Al pasear su anteojo, desde
la atalaya de la torre, el magistral comprueba cómo la zona urbana primitiva que ro¬
dea la catedral se estira hacia el noroeste y el sudeste. En la lente de aumento se
abren patios y jardines, casas viejas y ruinosas, restos de murallas [...] la Encimada,
la Colonia, Campo del Sol y Zona Norte. Esta estructura urbana, en visible panorá¬
mica, se amplía a lo largo de la novela. Se van acumulando elementos arquitectóni¬
cos, secuencias ambientales. Se abren los paseos del bulevar, frecuentados por gen¬
tes de distintos estamentos sociales. Algunas situaciones se centran en el Casino, en
el Coliseo. Podemos desplazarnos a las afueras de la ciudad, en el periplo de algu¬
nos protagonistas- (1980, pp. 75-76).
35 Un clima social presidido por el tedio y el aburrimiento: “Aburrimiento to¬
tal, transgeneracional —“tres generaciones habían bostezado en aquellas salas es¬
trechas y oscuras” del casino—, “aburrimiento heredado" [...] Hay en Vetusta un
aburrimiento general de la ciudad y un particular hastío de Ana [...]• (Aranguren,
1976, p. 183). Vetusta, espacio y personajes, dan vida a un mundo físico y social cu¬
ya ciudad sirve como -marco de la peripecia vital de un pequeño grupo de perso¬
najes, cuyas relaciones marcan la trama argumental de la obra- (Beser, 1989, p.
XXIII). Multiplicidad de ambientes en un mundo social específico: -El ambiente de
la pequeña ciudad lo crean tales personajes. Ambiente vetustense es sinónimo de
algunas cosas ni muy gratas ni, tampoco, muy recomendables. Diríase que toda
mezquindad encuentra allí acomodo propicio y, opuestamente, cualquier aspira¬
ción superior que se salga del rasero común, tendrá vida breve y difícil [...] dentro
del ambiente social y moral vetustense, los lugares —interiores y exteriores, más
o menos reducidos o extensos, cerrados en sí mismos, en su intimidad (un domici¬
lio particular: la casa del Magistral, el caserón de los Ozores pongo por ejemplo)
o abiertos e incluye con proyección más allá, en otro edificio o paraje (así: la Cate¬
dral, prolongada en el palacio episcopal)— en los cuales, de modo evidente y
reiterado, se produce una concentración significativa de la peripecia de la novela-
(Martínez Cachero, 1993, p 292).
444 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
36 Serían, por ejemplo, las apreciaciones llevadas a cabo por Polo de Bernabé:
•Por otra parte, el tema erótico y de la naturaleza se hallan conectados significativa¬
mente al tema religioso. En el mismo capítulo IX el alma virtuosa se convierte en
una pajarera donde gorjean “alegres los dones del Espíritu Santo”. Ana siente una
misteriosa analogía entre los versos de San Juan y el olor de tomillo. Y en la escena
de la misa del gallo ambos temas aparecen con una connotación irónica al utilizar
Clarín el drama litúrgico como contrapunto de un ambiente cargado de sensualidad
y del vuelo de la fantasía de Ana. El mundo imaginario de La Regenta queda así de¬
terminado por una estructura dramática en la cual el mito y el símbolo subrayan el
“pathos” y la ironía que sirven para plantear la unidad temática: la música callejera
del órgano resta poder a la severidad de la ceremonia religiosa dirigiendo la aten¬
ción del lector a la significación erótica de la situación de Ana* (1988, p. 407).
3" Una síntesis de la actitud de Clarín sobre la religión y sus representantes
eclesiásticos la ofrece J. Arroyo de López-Rey: •[...] Ataca en el clero la hipocresía y
la perfidia (Glocester), la envidia (D. Custodio), la ignorancia (El Deán), la intransi¬
gencia, el fanatismo (D. Fermín). Ataca, sobre todo, al mal clérigo que abusa del
confesionario y desvía a las almas por caminos de falsa religiosidad. Clarín no ataca
la verdadera religión, la fe sincera, las verdaderas, vivas tradiciones. Nos dice en Nue¬
va Campaña que, habiendo tenido por maestros a D. Nicolás Salmerón y a D. Fran-
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 445
pañol. Antes bien, viene a demostrar la congenialidad que existe entre el pensa¬
miento de Clarín y el flaubertismo» (1978, pp. 185-186). Gonzalo Sobejano sintetiza
sutilmente este capítulo de influencias habidas en la novela de Clarín: «La catástrofe
de La Regenta, purificativa por la compasión que suscita, es al mismo tiempo el
triunfo del dolor: Ana Ozores no se mata, como Emma Bovary y Ana Karénina; ni
muere, como Marta Rougon, como Luisa Mendonya (la del primo Basilio) o como
Effi Briest (de Fontane). En las últimas líneas de su historia siente asco Ana, o Alma,
sale del caserón y entra en la catedral no para probar si aún le queda una esperan¬
za, sino para comprobar en lo infinito de su deseo lo irreparable de su desolación»
(1981c, p. 58). G. Sobejano pese a señalar las concomitancias existentes entre Ma-
dame Bovary y La Regenta apunta que le «parece erróneo con todo, aceptar plena¬
mente el bovarysmo de Ana Ozores (como hizo Carlos Clavería), pues tal como lo
definía Jules de Gaultier (“se concevoir autre qu’il n’est”), esto conviene a Emma en
gran parte de su experiencia, pero no a Ana, que, a partir de la muerte de su padre,
renuncia a casi todo lo que de adolescente soñara, y aunque aspire a ser otra, se
convence pronto de que no es posible dentro del mundo en que vive« (1981b, p.
25). Por regla general la crítica en su análisis comparativo entre Madame Bovary y
La Regenta ha desdeñado los pormenores de la novela de Clarín, para centrarse en
los temas esenciales —adulterio, presión ambiental, apetencias románticas de la
mujer y desprecio de la estupidez humana, ruptura entre el ideal y la realidad...—.
Críticos que admitiendo el flaubertismo de Clarín, han destacado sus divergencias.
Sólo Gonzalo Sobejano realiza lo contrario, a fin de señalar las particularidades de
la deuda y demostrar así, con rigor y acierto, la autenticidad de Clarín. Precisiones
puntuales sobre la nula presencia de la novela flaubertiana han sido llevadas a cabo
por R. Senabre. Para el citado crítico La Regenta tiene un origen claramente literario
fundamentado en dos historias básicas. Primero el de la infidelidad conyugal, so¬
brevenida al cabo de un asedio por parte de un experto seductor, don Alvaro Mesía.
Segunda, el relacionado con don Fermín de Pas, Magistral de la catedral y Provisor
en la diócesis de Vetusta. Ambos temas, de honda raigambre en la literatura, inciden
en La Regenta. En el caso de Ana Ozores, adúltera, mujer joven y casada con un
hombre mayor, las fuentes literarias se remontan a los inicios mismos de la literatu¬
ra europea y a épocas más recientes: «Quiere decir esto que nos encontramos ante
la variación de un tema clásico, que se halla en los fabliaux medievales y en nove-
llierí italianos, como Bandello-, que llevó a Cervantes a escribir el Entremés del viejo
celoso y la novela El celoso extremeño, y que sufrió más tarde la inteligente torsión
de Moratín en El viejo y la niña. Es, en efecto, el tema del viejo y la niña el dechado
sobre el que se trenzan los complejos avatares de Ana Ozores, y no la historia de
Emma Bovary, que muy poco o nada tiene que ver» (1986, p. 174). Otro tanto su¬
cede con don Fermín de Pas, pues se trata de un estereotipo literario, aunque re¬
cuerde al sacerdote Ovide Faujas protagonista de La Conquéte de Plassans, de E.
Zola. Es posible que Alas tuviera en cuenta esta novela, aunque cabe recordar, tal
como señala R. Senabre, que el tipo de clérigo dominante y poco virtuoso, lleno de
flaquezas y más próximo a los poderosos que a los humildes, tiene una dilatada tra¬
dición en la novela española decimonónica, especialmente en los relatos de corte
folletinesco. No se olvide, tampoco, concluye R. Senabre, que Clarín, al igual que
Galdós en muchas de sus obras, se propone, entre otros objetivos,dignificar la po¬
bre literatura folletinesca y transformar su rango estético sin prescindir de algunas
de sus aportaciones. Procedimientos, fuentes y recursos literarios que remiten al
450 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
lector a las obras clásicas de la literatura española. La figura de donjuán (Alvaro Me¬
sial es otro ejemplo de ilustre tradición literaria, al igual que don Víctorque «habla
como los personajes de las comedias del Siglo de Oro- (1986, p. 176). Otro tanto su¬
cede con la mirada del Magistral, de idéntico corte a la de El diablo Cojuelo, de Vé-
lez de Guevara. Se trata, pues, de una novela, La Regenta, que actúa, en opinión de
R. Senabre, como marco receptor de obras clásicas muy anteriores a la de Madame
Bovary.
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 451
19; Sánchez, 1987a, pp. 27-39; G. Gullón, 1988, pp. 328-329, pássim;
Sieburth, 1988, pp. 319-329).42 Con razón recuerda Baquero la tan
traída y llevada afirmación —manifestada y sustentada por escri¬
tores tan ilustres como Ortega y Gasset, Francisco Ayala o Lionel
Trilling— de que todas las grandes novelas modernas no son sino
consecuencias del Quijote, variaciones sobre la gran novela cer¬
vantina: *[.. ] en cierto modo [podría] aplicarse al caso de La Re¬
genta, como antes se había aplicado ya a esa especie de “Quijote
con faldas” que era Madame Bovary de Gustave Flaubert» (1984,
p. 16). No menos significativo es el variado mosaico de críticas
que engarzan episodios de La Regenta con La vida es sueño de
Calderón (Bandera, 1971, pp. 638-646; Senabre, 1986, p. 176) o
con el Don Juan Tenorio de Zorrilla (Rogers, 1976, pp. 325-342;
I. J. López, 1986, pp. 90-102; Senabre, 1986, pp. 175-176, pássim,
Rivkin, 1988, pp. 361-362; Mandrell, 1990, pp. 1-28). Motivos tra¬
dicionales, como el asedio al castillo (Blanco Gómez, 1990, pp.
443-453) o la presencia de El barbero de Sevilla y el Fausto como
experiencias operísticas en La Regenta (Baquero, 1984, p. 57, pás¬
sim; Richmond, 1987, pp. 108-119) son aspectos, igualmente, ana¬
lizados por la crítica. Concomitancias también entre La Regenta y
dad del círculo vetustense que rodea a don Alvaro «se presta soli¬
dario a apoyarlo en sus deseos de conquistar a Ana Ozores, bien
resaltando en presencia de ellas las cualidades varoniles del peti¬
metre, bien provocando sus celos, al exagerar sus conquistas don¬
juanescas, o bien favoreciendo por medio de invitaciones el trato
mutuo entre ambos» (Miralles, 1979, p. 169). La presencia de dicha
solidaridad social permite, tal como señala Ignacio J. López, esta¬
blecer una serie de aspectos específicos de don Alvaro, «cuya im¬
portancia estriba en que ayudan a determinar su entidad como per¬
sonaje y, subsiguientemente, le distinguen del tipo genérico de
seductor al darle mayor especifidad» (1986, p. 83). Es consciente
de su dominio en la sociedad de Vetusta y «toma conciencia a cada
paso de lo que otros opinan de él para formar sus estrategias. Así
es como efectúa a la perfección su fríamente calculada seducción
de Ana» (Rutherford, 1988, p. 114). Frente a los personajes nove¬
lescos ambiguos y complejos existen otros apenas esbozados que
participan en la acción por un solo motivo y suelen estar diseñados
con un rasgo dominante. Se trata de los personajes que Foster de¬
nomina «planos». En este sentido cabría interpretar la figura de don
Alvaro Mesía en La Regenta (Bobes, 1985, pp. 141-146).48
Respecto a los personajes restante cabe destacar los estudios
dedicados a Camoirán y Frígilis (Rutherford, 1985, pp. 251-264) co¬
mo representantes de la dualidad intelectualismo-vitalismo. Inclu¬
so, señala Baquero, el obispo de Vetusta es considerado como con¬
trafigura de don Fermín de Pas y Frígilis el genuino representante
de la Naturaleza. Ambos —obispo y rudo cazador— pese a que de¬
sempeñan en la acción papeles aparentemente secundarios, son los
únicos motivos de pureza con los que aliviar el sórdido y mezquino
ambiente de Vetusta (Baquero, 1952, pp. 189-216). Los estudios sobre
Saturnino Bermúdez, prototipo del erudito local y presentado siem¬
pre con rasgos satíricos y burlescos (Tomsich, 1986-1987, p. 501;
,H Don Alvaro está concebido y presentado, tal como señala Bobes, con una
técnica muy diferente a la utilizada para don Fermín del Pas y Ana Ozores, y que es
la habitual para los personajes planos {bello, vanidoso, despreciables desde el pun¬
to de vista moral y grosero en opinión del narrador). «Se aproxima en su forma de
presentación a la que se sigue para don Víctor: el narrador adopta ante ellos una
postura que mantiene a lo largo de la obra (ironía ante la ligereza de don Víctor; de
rechazo ante el calibre moral de don Alvaro). Sin embargo, don Víctor se eleva al fi¬
nal, mientras que don Alvaro permanece en su cobardía, en su falta de responsabi¬
lidad, es decir, en su papel estereotipado de donjuán, como personaje literario que
está extinguiéndose» (Bobes, 1985b, p. 141).
4^0 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
era un apretarse y estrujarse en la iglesia (XXIII), para Visitación la lujuria era una
golosina (XVI). Cuando Mesía cuenta en el casino sus aventuras, los contertulios
reflejan en sus ojos brillantes y secos la envidia y la lujuria, “tenias del alma”
(XX). Profesional es la lujuria de Mesía, clandestina la del canónigo, y hasta a la
Regenta la vemos, en sus instantes de menor conciencia, abrazar las almohadas
(VIII), azotarse el cuerpo (XXIII) o devorar, con “hambre atrasada” según la cíni¬
ca observación de su seductor, los placeres tardíos (XXIX> (Sobejano, 1981c,
p. 43)
50 Así, por ejemplo, el escrutinio que don Fermín realiza de la ciudad de Ve¬
tusta a través de su catalejo ha sido ampliamente comentado en estos últimos años
por la crítica (G. Gullón, 1992, pp. 77-82). La escena del banquete (Mazzeo, 1968,
pp. 68-72), el episodio (viaje) de la boda de Clarín y la de la Regenta (Ontañón de
Lope Blanch, 1992, pp. 191-195) y, especialmente, la escena final, la interpreta¬
ción simbólica del beso (Núñez de Villavicencio, 1974, p. 252, pássim; Sobejano,
1981c, p. 47, pássim; Kronik, 1987, pp. 517-524; Valis, 1987, pp. 795-808; Wesse-
ling, 1988, pp. 398-399; Sieburth, 1990, pp. 87-100) son aspectos que, a tenor de
la bibliografía existente, más han llamado la atención de la crítica. Respecto a los
capítulos específicos analizados en estas últimas décadas cabe señalar al respecto
que el V —búsqueda de un marido para Ana— ha sido analizado en relación con
la comedia moratiniana El sí de las niñas (Corona, 1984, pp. 7-23). El capítulo VIII
—presentación de la marquesa de Vegallana, su casa como escenario habitual de
las aventuras amorosas de Mesía— ha sido estudiado por Lorda (1974, pp. 217-
220) y el correspondiente al XI —don Fermín interesado sólo por Ana, doña Pau¬
la y Teresina le atienden, recibimiento de la carta de Ana dirigida al magistral, des¬
confianza de Paula Raíces— por A. Gullón (1987, pp. 76-80). El capítulo XVI
—hechos que corresponden desde el día de Todos los Santos, asedio de Ana por
parte de don Alvaro, hasta la representación del Tenorio de Zorrilla— ha sido ob¬
jeto de especial atención por parte de la crítica (Sobejano, 1973, pp. 126-166; Hart,
1987, pp. 285-291). El último capítulo, el XXX —duelo, muerte de Quintanar, Ana
despreciada, regreso a las prácticas religiosas, el desmayo final y posterior beso
en la boca del acólito Celedonio— ha sido, igualmente, analizado con precisión
por Alarcos (1987, pp. 233-245).
4Ó2 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
pp. 141-160; Durán, 1963, pp. 324-335; 1964, pp. 86-100; 1987, pp.
54-59 y 1990, pp. 141-154; Weber, 1966a; Sobejano, 1973, pp. 126-
166; Rutherford, 1974; Oleza, 1976 y 1984, pp. 70-77; Varela Jácome,
1981, pp. 96-115; Beser, 1982; G. Gullón, 1983, pp. 123-147; Valis,
1983b, pp. 246-258; Wesseling, 1983, pp. 393-408; Baquero, 1984, pp.
13-15; Bobes, 1985; Polo de Bernabé, 1973, pp. 411-412, pássim; Mar¬
tínez Cachero, 1993, pp. 300-303).52
',s La carta dice así:«[...] Yo ahora tengo entre manos, o mejor en el cartapacio,
porque trabajo ahora muy poco, una novela vendida ya a Fe, que provisionalmente
se titula Una medianía. Pasa en Madrid la acción y se desarrolla en ella parte de la
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 467
vida literaria. Si se parece a algo es, remotamente, a Charles Demaylli (sic), de los
Goncourt, pero sólo por el asunto. El Juanito Reseco que ha de tener dos tomos y
que, por ahora es mi proyecto predilecto y el más antiguo, también se refiere a la vi¬
da literaria pero trata de más cosas. Dios quiera que cuando se publiquen le parez¬
can a Vd. tan bien como La Regenta. Tengo otros muchos proyectos que se titulan
Bárbara, El Redentor, Su único hijo, Papá o Dios, Palomares, etc. Y todo eso sin sa¬
ber si toco el violín o no metiéndome a novelista- (11 de enero de 1886). El 1 de abril
de 1887 ofrece noticias más puntuales sobre sus proyectos en una carta dirigida a Gal-
dós: -Preparo tres novelas que tienen el lazo común de ser la vida de una especie de
tres mosqueteros psicológicos, como si dejéramos. La primera se llama Una medianía
(Antonio Reyes); la segunda Esperaindeo [...]; la tercera, Juanito Reseco, mi predilecta»
(Ortega, 1964, p. 241). Relación de novelas que figura de nuevo en la carta a Galdós
fechada el 17 de marzo de 1888: «Estoy haciendo de novelista en una novela intitula¬
da Su único hijo que es una especie de introducción para Una medianía. Después irá,
si no lo echo todo a rodar antes, Esperaindeo, novela como si dejéramos protestante
que le dedico a Vd. no por lo que ella valga, sino por el cariño que le tengo al asunto
que es anterior a mis naturalismos» (Ortega, 1964, p. 246). Las referencias a Su único
hijo como introducción a Una medianía se confirman en la carta de Clarín a Oller del
13 de marzo de 1891: "Su tínico hijo saldrá antes de un mes: pero en rigor no es más
que un primer tomo de novelas» (Beser, 1963, p. 522). Sin embargo, el 17 de junio de
1891 le indica a Galdós que Juanito Reseco queda excluida, pues el grupo de nove¬
las queda reducido a tres: Su único hijo, Una medianía y Esperaindeo (Ortega, 1964,
p. 260).
s<> Oleza analiza todo el material correspondiente a la génesis de Su único
hijo. Sus conclusiones son las siguientes: »A partir de marzo de 1888, en efecto,
Clarín se centra en Su único hijo, pero no parece entrar en la fase de redacción
intensiva hasta los primeros meses del 89. Desde entonces hasta el 7 de abril de
1890 Clarín remite unas doscientas cuartillas, un poco más de la mitad de la no¬
vela, negocia con Fernández Lasanta la publicación del fragmento Sinfonía de
dos novelas, y establece el precio definitivo (9.000 reales) de la novela. Pero el
año noventa es de parón en la escritura: su tiempo parece mucho más dedicado
a la corrección de pruebas (incluidas las terceras) de esas doscientas cuartillas,
que a la escritura de otras nuevas. A finales del noventa parece recuperar el rit¬
mo de trabajo y en noviembre de ese año calcula haber enviado unas trescientas
páginas. Entre marzo y mayo del noventa y uno remite el cap. XV (que en mar¬
zo todavía suponía el último) y anuncia el cap. XVI, que entrega antes del 13 de
junio. Ambos capítulos finales suman un total de setenta y cuatro cuartillas (87
páginas, el 20 por ciento del total)* (1990, pp. 109-110). Con razón señala Rich¬
mond el hecho de que la novela fuera escrita a empujones, -hecho que explica¬
ría la diferencia entre los tirones de su argumento y la fluidez de La Regenta,
compuesta sin grandes interrupciones, atestigua la peculiar relación que, en
Leopoldo Alas, existe entre las condiciones prácticas de su vida y su creación ar¬
tística» (1981, p. 12).
468 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
’ Las principales referencias críticas de la época sobre Su único hijo son las si¬
guientes: Heraldo de Madrid, 4-VTI-1891; El Liberal [Madrid], 5-VII-1891; Revista
Contemporánea [Madrid], 30-VII-1891; Emilio Bobadilla, Triquitraques (Críticas de
Fray Candilj, Madrid, Fernando Fe, 1892, pp. 193-214; Baltasar Champasaur, -Su
único hijo, por Leopoldo Alas», Revista Contemporánea, 30-XII-1891, pp. 615-632;
Carlos Mendoza, -Bibliografía: Su único hijo, La Ilustración Ibérica [Barcelona], EX,
núm. 448 (1891), pp. 482-483; Luis París, -Su único hijo, El Cascabel [Madrid], 3-XII-
1891 y 10-XII-1891; Antonio Sánchez Pérez, -Leopoldo Alas Clarín, novelista-, Ma¬
drid Cómico, 22-VIII-1891, p. 6-7 y Zeda [Francisco Fernández Villegas], -Su único
hijo, Revista de España, CXXXV (1891), pp. 498-510.
El mayor exponente de todo el acopio de críticas adversas fue el padre
agustino Blanco García, acérrimo detractor del novelista (1910, II, pp. 546-547).
Desde una óptica distinta juzga Azorín en los albores del siglo xx la novela de Cla¬
rín:*!...] lo más intenso, lo más refinado, lo más intelectual y sensual a la vez que se
ha producido en nuestro siglo xix- (1947, II, p. 479). Azorín mantuvo siempre su ad¬
miración por la obra de Clarín, tal como se percibe en los estudios realizados por J.
M.1 Martínez Cachero (1953), J. M.* Valverde (1971 y 1972), M. M.a Pérez López
(1974), S. Río Pérez (1979) y E. Rubio (1987). La bibliografía azoriniana respecto a la
vida y obra de Clarín es la siguiente: -Asturias», en El paisaje de España visto por los
españoles, Madrid Aguilar, 1947-1954, Obras Completas, III, pp. 1.152-1.158; -Avisos
del Este», en Artículos olvidados deJosé MartínezRuiz, pp. 118-120; -Avisos del Este», El
Progreso, 7-X1-1897; -Avisos del Este», El Progreso, 9-II-1989; -Clarín», en Escritores,
pp. 25-28; -Clarín», Madrid, VI, pp. 222-224; -Clarín», en Varios hombres y alguna
mujer, pp. 142-144; -Clarín en el Ateneo», en Artículos olvidados de Martínez Ruiz,
pp. 121-128; -Clarín y la inteligencia», en Andando y pensando, V, pp. 191-194; -De
la vida de Clarín», en Andando y pensando, V, pp. 195-199; -El homenaje a Clarín»,
en Escritores, pp. 29-34; -El misticismo de Ureña», en Buscapiés, I, pp. 141-145; «La
crítica literaria-, en Ultramarinos, pp. 33-38; -La Teresa de Clarín», La farándula, VII,
pp. 1.163-1 168; -Leopoldo Alas», en Clásicos y modernos, II, pp. 782-789; -Leopoldo
Alas, Clarín-, Literatura I, pp. 229-233; -Los cinco Cánovas», en Escritores, pp. 51-53;
•Los maestros», Madrid, VI, pp. 259-260; -Prólogo a las Páginas escogidas de Clarín,
en A voleo, IX, pp. 1.197-1.204; -Teresa?, en A voleo, IX, pp. 1.204-1.206; -Una lección
de estilo-, en Ejercicios de castellano, pp. 132-135; -Un recuerdo. Clarín», en Tiempos
y cosas, VIII, pp. 187-191.
59 Medio siglo más tarde Azorín señala al respecto que -no sabemos como cla¬
sificar Su único hijo (ABC, 1 de febrero de 1950). Gramberg clasifica las discusiones
y problemas generados por la obra en cuatro grupos: -1. La total ausencia de am-
bientación concreta. 2. El enjuiciamiento satírico del seudo-romanticismo. 3- El trata¬
miento “eufemistico-naturalista” de los personajes. 4. El tema fundamental de la
obra, sobre todo en relación con su desenlace» (1978, pp. 205-206). Respecto a la pri¬
mera cuestión Clocchiatti considera que Alas está -más atento al drama único que se
desarrolla en su novela, a la vida íntima de los personajes» (1949, p. 37). Baquero
470 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
señala «el deseo de ceñirse a un drama psicológico» (1956, p. 40). Küpper especi¬
fica que La Regenta data del periodo en que Clarín aceptaba y defendía la nove¬
la naturalista, mientras que Su único hijo corresponde a una nueva orientación,
coincidiendo esta novela con declaraciones antinaturalistas en sus artículos de
crítica (1958, p. 167). Por su parte Gramberg señala que tal diferencia con La Re¬
genta se debe a que Clarín opta por suprimir en Su único hijo la descripción par¬
ticularizada, pues «se avendrían mal a la índole caricaturesca de sus personajes»
(1978, p. 207). Respecto al segundo problema, el seudo-romanticismo, Azorín
coloca el momento de la acción entre 1830 y 1840, advirtiendo que la ambienta-
ción temporal es tan vaga como la geográfica (ABC, 1 de febrero de 1950). Ba-
quero no la considera tan imprecisa, y, basándose especialmente en el capítulo
V, sitúa la acción hasta ligeramente después de 1850 (1956, p. 55). Küpper se de¬
cide por el año 1860 (1958, p. 164). Es evidente que para ambos críticos Su úni¬
co hijo representa un ataque contra un tipo de romanticismo falso, provinciano,
decadente, un pseudo-romanticismo. Sin embargo para Gramberg la cronología
es lo de menos, pues «no se trata de una sátira del seudo-romanticismo [...]. Lo
que ataca Clarín es la inautenticidad de cualquier forma de vivir determinada no
por móviles espontáneos internos sino por una fórmula exterior» (1978, pp. 207-
209). Finalmente Sobejano señala al respecto que la novela está -vagamente da¬
tada en un tiempo de seudo-romanticismo epigónico» (1985, p. 150). Para otro
sector de la crítica Bonifacio Reyes lo que rechaza es la vía romántica de realiza¬
ción, no la pseudo-romántica (Bandera, 1969). En Su único hijo Clarín —según
García Sarriá— explica el modo en que Bonis pasa del amor romántico al amor
del hijo. Este Hijo se lo anuncia la voz de Serafina, la pasión, y, al mismo tiempo,
se hace depender su llegada de la renuncia a esa misma pasión. Con ello, -Clarín
había profundizado más que ningún escritor del siglo xix español en el sentido
del romanticismo, llegando por su renuncia a una especie de religiosidad que en
la década de los noventa se afirma en el sentimiento, pero quedándole pendien¬
te la necesidad de una certidumbre racional» (García Sarriá, 1975, pp. 238-239).
En lo concerniente al naturalismo varias son las posturas; por un lado quienes in¬
ciden en la influencia del naturalismo francés (Küpper, 1958); por otro, aquellos
críticos que ven en la novela una sátira al naturalismo (Baquero, 1956). En cuan¬
to al tema, el propio Baquero señala que -la ausencia del hijo como tragedia
esencial y causa de corrupción en la vida de Bonis» (1956, pp. 110-111) constitu¬
ye el tema de Su único hijo.
60 Noel Valis señala al respecto lo siguiente: -The chain of fathers and sons, of
past, present, and future draws Bonis to the roots, to the source of all being. The
LA OBRA NOVELÍSTICA DE CLARÍN 471
paternal quest has brought him to the nucleus of creation. Out of the compre-
hension of fatherhood arises the revelation of infinite creation» (1981, p. 176). Un
análisis de la religiosidad de la novela en su confrontación con el cuento El frío
del Papa lo realiza García Sarriá: «Es necesario explicar el sentido que tiene el
que Bonis venga a ofrecer a la iglesia un hijo que él llama “Jesús” y es la base de
su fe, una fe proclamada a gritos dentro del recinto de la iglesia. Para compren¬
der bien estas páginas finales de Su único hijo, el bautizo del niño y la procla¬
mación de la fe de Bonis, nos parece conveniente referirnos al cuento titulado El
frío del Papa. Este cuento consta de dos partes. En la primera se expresa la situa¬
ción angustiosa en que se halla el protagonista, un ex-filósofo llamado Aurelio
Marco. La segunda parte, evidentemente simbólica, consiste en un sueño de Au¬
relio Marco. En este sueño el ex-filósofo da rienda suelta a la expresión de sus
deseos- (1975, pp. 191-192). Cabe señalar al respecto que en fecha temprana Ba¬
quero ya había destacado este comportamiento del protagonista, pues «Bonis,
como tantos otros personajes de Clarín, y tal vez como el autor mismo, siente la
emoción y la belleza de la liturgia cristiana» (1956. p. 113).
61 Monroe Z. Hafter señala lo siguiente: -Sincerity, simplicity, integrity, per-
ceptivity, good will, these seem to be the hallmarks of heroism which Carlyle inspi-
red in Clarín, a modest and moral conception of greatness which takes its strength
from a searching view of human reality (...]» (1980, p. 329). Teoría, recogida por G.
Sobejano (1985, p. 154), que incide en Su único hijo—el heroísmo como meta ac¬
cesible hasta en el más modesto de los mortales.
472 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
7.5.1. Ediciones
Para Oleza no es correcta la muy extendida idea de que la novela apunta a los años
de un Romanticismo epigonal, pasado y anacrónico. Provinciano sí, tardío en abso¬
luto. Cronología para el citado crítico nada imprecisa, pues *la novela enfoca la su¬
pervivencia de los últimos románticos en medio de la quiebra del Antiguo Régimen
y de la consolidación irreversible de la sociedad positiva. Clarín adopta en la novela
la misma perspectiva que había adoptado muchos años antes, cuando era estudian¬
te en Madrid (...]• (1990, p. 86). Si para definir la estructura se parte de la fábula, se¬
ñala G. Gullón, hallaremos que ésta ofrece una figura bien conocida: la del triángu¬
lo amoroso: -Ese triángulo, que es cuadrángulo vuelve a repetirse en Su único hijo
[anteriormente en La Regenteé, aunque de otra manera: Serafina, Bonifacio y Emma
constituyen el triángulo “legal”; Bonifacio, Serafina y Mochi el triángulo “ilegal”. Se¬
rafina y Mochi no están casados, pero es el amor y no el matrimonio lo que deter¬
mina su relación. En la primera parte de la novela a Emma y a Mochi se les ve
poco, y Minghetti todavía no aparece, ocurriendo un fenómeno semejante al que Ri¬
cardo Gullón [ Técnicas de Galdós, 1970, pp. 137-220] ha estudiado en Fortunata y
Jacinta-, el foco narrativo ilumina primero la relación entre Serafina y Bonifacio, lue¬
go la del matrimonio; sólo más tarde, con luz atenuada (y con referencias por lo ge¬
neral indirectas), la de Minghetti y Emma, que cierra el cuadrángulo, compuesto, en
definitiva, contra toda ley matemática, por tres ángulos que al ajustarse toman aque¬
lla forma; triángulos adyacentes y sucesivos que de algún modo se superponen-
(1976, pp. 141-142).
47^ PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
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503
504 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
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vista de Literatura, XLIX, 97 (1987), pp. 169-180.— Dolores Troncoso Durán, «La santa de
Kamar, un cuento fin de siglo», en González Herrán (1997, pp. 307-320).
2 Vid. al respecto el reciente estudio debido a Francisco Nieva, «Una mirada sobre el te¬
atro de Emilia Pardo Bazán», en Marina Mayoral (1989, pp. 189-201). Análisis centrado en las
piezas teatrales Verdad, La suerte y Cuesta abajo. De esta última obra Nieva llega a afirmar que
«está mejor pergeñada que cualquier drama de Galdós y es más sobriamente realista que cual¬
quiera de las obras primerizas de Benavente», ibt'd., p. 196. Salvador García Castañeda en su ar¬
tículo «El teatro de Emilia Pardo Bazán: estado de la cuestión», en J. M. González Herrán
(1997, pp. 113-145), ofrece no sólo un cumplido análisis de su producción teatral, sino también
un puntual estudio sobre las circunstancias y causas que incitaron a la autora a escribir su obra
teatral. La actitud de la crítica, las reseñas de la prensa, el comportamiento del público y actores,
son, entre otros aspectos, los puntos analizados por García Castañeda. Sobre este Corpus pardo-
bazaniano. Vid. también los siguientes estudios: Mariano Miguel del Val, «Tentativas dramáti¬
cas de doña Emilia Pardo Bazán», Los novelistas en el teatro, Madrid, Imprenta y Litografía de Ber¬
nardo Rodríguez, 1906, pp. 107-164; John Horace Nunemaker, «Emilia Pardo Bazán as a
Dramatist», Modem Language Quarterly, VI, 2 (June, 1945), pp. 161-166; Mary Lee Bretz, «The
theater of Pardo Bazán and Concha Espina», Estreno, X (1984), pp. 43-45; Leda Schiavo y Ánge¬
la Mañueco, «El teatro de E. Pardo Bazán», Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Le¬
tras y las Artes, III (julio-diciembre 1992), pp. 217-243.
3 Cfr. Maurice Hemingway, «Introducción a la poesía de Emilia Pardo Bazán (Apuntes
para una edición), El Extramundi y los Papeles de Iría Flavia, I, 3 (Otoño, 1995), pp. 53-70; Cris¬
tina Patiño Eirín, «Algunos poemas inéditos de Emilia Pardo Bazán (Nota y Edición)», El Ex¬
tramundi y los Papeles de Iria Flavia, I, 3 (Otoño, 1995), pp. 71-92; Francisco Serrano Castilla,
«Una oda, muy poco conocida, de la Pardo Bazán», Cuadernos de Estudios Gallegos, XXIX
(1954), pp. 103-115.
3 Cfr. Germán Gullón, «Emilia Pardo Bazán, una intelectual liberal (y la crítica litera¬
ria)», en J. M. González Herrán (1997, pp. 180-195) y Pilar Palomo, «Curiosidad intelectual
y eclecticismo crítico en Emilia Pardo Bazán», en M. Mayoral (1989a, pp. 149-162).
3 La autora incluye unos Apuntes autobiográficos al frente de la edición princeps de Los Pa¬
zos de Ulloa (Daniel Cortezo, 1886). Tanto los estudios de conjunto (Bravo Villasante, 1962; E.
Martín, 1962; Osborne, 1964; Clémessy, 1981-1982) como ediciones críticas (M. Mayoral,
1986; N. Clémessy, 1987; M.‘ A. Ayala, 1997) utilizan dicho material vertido por la propia
autora. Como señala reiteradamente la crítica, los Apuntes son una fuente inagotable de noticias,
pues «gracias a ellos el lector conoce las causas o motivaciones que impulsaron a la autora a es¬
cribir un determinado relato. Los problemas sufridos, el estudio pormenorizado de toda una se-
EMILIA PARDO BAZAN 505
rie de tipos que pasarán más tarde a su mundo de ficción, como sucede, por ejemplo, en su no¬
vela La Tribuna. Escenarios, paisajes, vivencias personales traspasan el umbral íntimo, familiar,
para proyectarse en sus relatos de ficción. Sus experiencias e impresiones de viaje cobrarán vida
en Un viaje de novios. La obra de creación parece tener una explicación en estas puntuales notas
ofrecidas a los lectores. Todo es producto de una lenta y pausada elaboración de bocetos y apun¬
tes tomados del natural [...} Gracias a la enriquecedora y prolífica tarea investigadora de estas
tres últimas décadas, el estudioso o lector en general de la obra pardobazaniana puede comple¬
tar, añadir o perfilar todos estos contornos o aspectos personales y literarios insertos en los
Apuntes [...] Sus opiniones vertidas en las citadas notas autobiográficas siguen vigentes, pues
desvelan múltiples aspectos, desde los relacionados con el darwinismo o la polémica naturalis¬
ta hasta su contacto y conocimiento de la literatura europea» (M.‘ A. Ayala, 1997, pp. 16-17).
La inclusión de los Apuntes autobiográficos al frente de Los Pazos de U/toa generó una fuerte polé¬
mica en su época. Detractores fueron M. Menéndez Pelayo (1956, pp. 99-109). Pereda en sus
cartas a Galdós muestra también su animadversión (Ortega, 1964, p. 114). Por el contrario Leo¬
poldo García Ramón, Valera y Clarín mostraron su disconformidad por dichos juicios contra¬
dictorios (M. L. Sotelo, 1990, pp. 65-87; Ayala, 1997, pp. 17-30).
50 6 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
familiares. La lectura de las obras debidas a los hermanos Goncourt, la posibilidad de publicar
sus novelas en español y las gestiones que la propia novelista llevó a cabo con editores e ilustra¬
dores ocupan un lugar preferente en dicho epistolario.
10 Pese a que las cartas abarcan el periodo 1876-1878, por el contexto de las mismas «se
deduce la influencia que González de Linares debió ejercer sobre la futura escritora, desde 1873
a 1875. Precisamente el alejamiento de éste al ser expulsado de su cátedra de Ciencias Natura¬
les de la Universidad de Santiago, en 1875, es el que motiva la sustitución de la relación perso¬
nal por la epistolar» (Faus, 1984, p. 272). Epistolario realmente confidencial, tal como se indi¬
ca en la segunda carta de Emilia Pardo Bazán publicada por P. Faus.
11 Transcripción de una carta fechada en La Coruña, 10 de julio de 1888. En ella figuran no¬
ticias referentes a su hijo Jaime, años más tarde segundo conde de la Torre de Cela, y unas impre¬
siones de viaje relacionadas con su estancia en Barcelona. Igualmente, en dicha carta se evidencia el
interés de doña Emilia por la temporada teatral barcelonesa, en especial por el estreno de obras de¬
bidas a Echegaray. El proceso de publicación de su novela Insolación se puede seguir en esta carta di¬
rigida, precisamente, al «padrino» de la misma, tal como indica la novelista (1987, p. 522).
'* Revuelta Sañudo recoge numerosísimas referencias de diverso contenido en el episto¬
lario existente entre Emilia Pardo Bazán y Marcelino Menéndez Pelayo (1982-1991). Vid. de
dicho colector la entrada bibliográfica correspondiente al apartado Epistolario.
1' El Corpus epistolar publicado por M. Mayoral comprende un total de quince cartas. La
primera fechada el 16 de enero de 1883; la última, el 19 de abril de 1890. En dicho epistolario
doña Emilia emite juicios sobre sus propias novelas y cuentos. La vinculación de ciertos relatos
con sucesos reales o sus intenciones artísticas o literarias relacionadas con determinadas no¬
velas, como en el caso de Un viaje de novios, conceden a este epistolario un gran valor. No menos
interesante es la autocrítica que la autora realiza de La Cuestión Palpitante, más severa que la for¬
mulada por Clarín años más tarde. Como señala M. Mayoral, en las cartas a Narcís Oller «mez¬
cla la Pardo Bazán, como es habitual en su correspondencia amistosa e incluso amorosa, los co¬
mentarios a la actualidad cultural y literaria con noticias de su vida cotidiana y de su trabajo de
escritora. En ellas se debate el tema del uso del catalán como lengua literaria (carta I, III, VIII),
da opiniones sobre la vida de Oller (I, IV, VI), Verdaguer (III), Matheu (IV), Zorrilla (V), Gal¬
dós (VI) o Zola (VII); se comentan noticias y pequeños escándalos literarios (X) y, sobre todo,
doña Emilia habla de sí misma» (1989d, p. 389).
1 1 El colector del epistolario, González Herrán, señala al respecto que dicho material no¬
ticioso corresponde al periodo en que las relaciones entre ambos autores fueron cordiales: «[...}
la carta más antigua de que disponemos está fechada en enero de 1884 [...} la última carta de es¬
ta serie es de octubre de 1890, y es de suponer que la relación epistolar concluyese a principios
de 1891, al menos como correspondencia privada, ya que la polémica que les enfrentó adoptó
en la prensa la forma de cartas abiertas de un autor al otro» (1983, p. 262). En su conjunto, el
508 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
1962; 1971 pp. 199-204; 1975; Pattison, 1973, pp. 23-31; Batlles Ga¬
rrido, 1984, p. 4),15 Manuel Polo y Peyrolón (Lanzuela Corella, 1989,
pp. 271-303),10 Blanca de los Ríos Lampérez (Bravo Villasante, 1962,
material aportado es de gran interés para el conocimiento de la vida, obra y ambientes lite¬
rarios de la autora: «[...} juicios y noticias muy interesantes acerca de La Tribuna, El cisne de
Vilamorta, Los Pazos de Ulloa, Una cristiana, La Prueba; se refiere también a otros aspectos de
su actividad literaria: su opinión sobre las coincidencias arguméntales entre novelas propias
y ajenas, su tarea como crítica. Sus investigaciones eruditas, sus relaciones con escritores ex¬
tranjeros; hay noticias sobre asuntos muy concretos, como los Apuntes autobiográficos que re¬
dactó en 1886 a petición de los editores de Los Pazos, o la puesta en marcha de la revista La
España Moderna, empresa de su amigo Lázaro Galdiano en la que ella colaboró con entusias¬
mo. Hay también confidencias de estética literaria, como las que hace para explicar un cam¬
bio de orientación hacia 1890, y otras de índole más personal, como las que se refieren a las
circunstancias de su vida familiar: las enfermedades o los estudios de sus hijos, la muerte de
su padre» (González Herrán, 1983, pp. 264-265). Cabe señalar también la presencia de car¬
tas cuyo contenido evidencia la admiración de doña Emilia por la obra de Pereda, especial¬
mente por sus obras Pedro Sánchez y Sotileza. Los borradores autógrafos de las dos cartas de
Pereda dirigidas a doña Emdia y publicados por González Herrán se encuentran, tal como
señala su colector, en la Sección de Fondos Modernos de la Biblioteca de Menéndez Pelayo,
de Santander. En dicha sección se conservan dos volúmenes encuadernados que contienen
ciento cinco y ciento treinta y seis borradores autógrafos de cartas de Pereda. Vid. al respec¬
to F. Gutiérrez Iglesias y F. Sáez Picazo, Catálogo de los manuscritos de la Sección de Fondos Mo¬
dernos de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, Santander, Institución Cultural de Canta¬
bria, 1980.
15 Al ya clásico estudio de Bravo Villasante (1962) citado en varias ocasiones habría
que añadir el epistolario amoroso entre doña Emilia y Galdós. La correspondencia parece
datar de 1889 y se inicia desde París. En dicho epistolario amoroso doña Emilia firma en
más de una ocasión con el nombre de Porcia, posible referencia a un personaje femenino de
Shakespeare, y Matilde. A su enamorado Galdós le da el nombre de Selim-Ahdel. Ambos
nombres corresponden a los célebres personajes de la novela Matilde o las cruzadas de Mada-
me Cottin. Las cartas revelan cariño, amor, ternura, pasión. Bravo Villasante comenta un
episodio en la vida de ambos —relativo a la infidelidad amorosa de doña Emilia— que tras¬
vasa el propio umbral de la realidad para convertirse en tema o asunto novelesco. Lance
amoroso que dejó malparado a Galdós: «Lo sucedido en La incógnita y en Realidad tiene una
base real, tan real como lo de Insolación y lo interesante es ver la versión del mismo episodio
desde los dos puntos de vista, el de él y el de ella. Para ella es una historia galante, frívola,
sin trascendencia, hasta epidérmica, divertida; para él es algo trágico, reflexivo, torturante,
que se sublima en comprensión y tolerancia, después de un esfuerzo de autodominio muy
galdosiano. A él le afecta profundamente, aunque lo disculpe y lo perdone; ella lo siente,
pero su vitalidad le impide convertirlo en drama» (Bravo Villasante, 1978, p. 8). Epistola¬
rio, tal como señala Bravo Villasante, que guarda estrecha relación con una parte de sus
novelas. Gracias al mismo se puede analizar con precisión determinados pasajes de sus no¬
velas, como en el caso de las ya citadas y de Tristana, pues son trasunto de lo vertido en di¬
cho epistolario.
16 Manuel Polo fue diputado carlista por la provincia de Valencia con el gobierno de Cá¬
novas y senador por la misma ciudad con los gobiernos de Maura, Canalejas y Dato. Profesor de
Psicología, Lógica y Ética, escritor y crítico mantuvo una correspondencia un tanto irregular con
doña Emilia. Las cinco primeras cartas de M. Polo van de noviembre de 1883 a abril; luego se
EMILIA PARDO BAZÁN 509
pp. 243, 250, 257, 263, 267, 273, 301 y 303),1 Santiago Rusiñol (Bra¬
vo Villasante, 1962, p. 192),18 Miguel de Unamuno (Bravo Villasan-
te, 1962, pp. 285-286, 290-292),19 Luis Vidart (Hemingway, 1986,
produce un salto de los años 1884 a 1886, entre la quinta y sexta carta. Sólo existe una úni¬
ca epístola del año 1886 y dos de 1888. Se produce otro intervalo de tres años hasta la carta
novena, la fechada el 6 de septiembre de 1891. Es evidente que parte de esta corresponden¬
cia se ha perdido pues es muy probable que M. Polo escribiera a la novelista manifestándo¬
le su pésame por la muerte de su padre. No existen tampoco noticias de las cartas que Polo
escribió a E. Pardo Bazán y cuyo conocimiento facilitaría la comprensión completa de lo de¬
tallado en el presente epistolario. En cuanto al contenido del mismo la propia colectora
señala que «son una verdadera exposición de las teorías literarias, ideología política y cre¬
encias religiosas de la escritora, en especial las seis primeras, las escritas entre 1883 y 1886;
además, y como corresponde a sus preferencias en esos años, son una comprobación de su
adhesión a la escuela naturalista, aunque no deje de señalar las diferencias que le separan del
naturalismo de Zola» (Lanzuela, 1989, p. 277).
1 Es curiosa la carta que doña Emilia escribe a Blanca de los Ríos a raíz de la muerte
de Zola (1902) a causa de las emanaciones de una chimenea de carbón: «[...] La muerte de
Zola ha sido insípida. ¡Mire Vd. que calentarse con carbón mineral, la cosa más dañosa, un
escritor abogado del progreso, de la higiene, un naturalista! ¡Yo que sólo acercarme a una
chimenea de carbón me pongo trastornada de jaqueca! ¿¡Dormir así! Vamos, es asombrosa
la inconsecuencia humana» (Bravo Villasante, 1962, p. 247). Epistolario que revela la inci¬
dencia de los estados anímicos de la escritora en su mundo de ficción: «[...] En esta soledad,
mi novela [La Quimera] me hace compañía. Los personajes se agitan en mi cabeza y quieren
remedar la vida, como los homúnculos de Wagner. Hay días en que no distingo lo real de lo
imaginado» (Bravo Villasante, 1962, p. 250). No menos interesante son las cartas cuyos co¬
mentarios inciden en reivindicaciones feministas. Pese al revés sufrido por no ser elegi¬
da para ocupar la Presidencia de la Sección de Literatura del Ateneo (Bravo Villasante,
1962,t>. 257).
1 A la vuelta de una visita al Cau Ferrat, donde ha pasado jornadas imborrables con Gui-
merá y el grupo de Rusiñol, le indica a este último (21 de julio de 1895) que no solamente los
modernistas y partidarios del arte por el arte poseen sueños y luchan contra el positivismo: «So¬
mos tantos los que no nos tenemos por modernistas y vivimos y hemos vivido de esas aspiracio¬
nes. Crea Vd., amigo mío, que para saber lo que es vocación artística, y hasta qué punto puede
dominar y regir la vida entera, hay que haber nacido mujer, y mujer de alguna posición social.
Para el hombre son flores lo que para nosotras son espinas; cada paso hacia el arte, nos cuesta al¬
gún dolor y alguna herida que nos infieren: con cuchillos cachicuernos / o con puñales dorados [...} Le
aseguro a Vd. que la escala que va de la "señorita distinguida" y de familia chapada a la antigua
por los cuatro costados, a artista segura, ya que no de su gloria, de su vocación, es muy mala de
escribir» (Bravo Villasante, 1962, p. 192).
19 En la primera carta de doña Emilia —8 de marzo de 1915— reproducida por Bravo
Villasante se refleja el dolor de la novelista por la muerte de su madre y el agradecimiento a
Unamuno por testimoniarle su pesar. La segunda carta reproducida por Bravo Villasante con¬
tiene un precioso material relativo a los problemas que surgieron a raíz de su nombramiento co¬
mo catedrática de Lenguas Neolatinas de la Universidad Central. Nombramiento que se pro¬
dujo gracias al empeño del entonces ministro de Instrucción Pública. En el material epistolar
reunido en la monografía de Bravo Villasante se percibe también la delicada situación acadé¬
mica de Unamuno debida a motivaciones políticas.
5io PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
pp. 263-273) y José Yxart (1977, pp. 383-409). Desde una amplia
perspectiva, circunscrita a diversos corresponsales, la crítica actual
ha publicado y analizado un epistolario inédito de gran valor (Freire,
1991).20 A la referida relación bibliográfica habría que añadir las car¬
tas-prólogos escritas por doña Emilia. En este sentido cabe señalar
las pertenecientes a sus propias obras o las que figuran al frente de
novelas u obras en general debidas a otros autores (Patiño Eirín,
1995a, pp. 25-28; 1995b, pp. 137-167).21
20 Las cartas publicadas por Ana Freire pertenecen a los fondos de Romero Ortiz. Tal como
señala su colectora la importancia de dicho Corpus no sólo se debe al interés individual de cada car¬
ta, sino también al valor de su conjunto: «Escritores y científicos, personajes de la nobleza y del
clero, periodistas y miembros de la Institución Libre de Enseñanza, españoles y extranjeros, per¬
sonas de las ideologías más diversas se dirigen a doña Emilia, testimoniando las amplias y varia¬
das relaciones que ya había establecido la novelista dentro y fuera de España, en esa etapa tempra¬
na de su vida» (1991, p- 9). El presente material epistolar está fechado entre los años 1878 y
1883. Su contenido es variado. Figuran cartas que son simples acuses de recibo o de reco¬
mendación. La mayoría son de gran interés literario, pues se da noticia de sus publicaciones,
proyectos y datos que atañen a su propia persona. Las novelas Pascual López y Un viaje de no¬
vios son las que mayor número de referencias ofrecen en el presente epistolario. Jaime, San
Francisco de Asís, La Cuestión Palpitante y La Tribuna aparecen también en este epistolario
configurado por un total de cincuenta y seis cartas, algunas de ellas de gran interés tanto
por su contenido como por la relevancia del corresponsal. Destacan en este sentido los nom¬
bres de Giner de los Ríos, Menéndez Pelayo, Ruiz Aguilera, Luis Vidart, Luis Alfonso, Be¬
nito Pérez Galdós, Juan Reina, Jacinto Verdaguer, José Ortega y Munilla, José Zorrilla,
Clarín, Pereda, Narcís Oller y Campoamor, entre otros.
21 Con el enunciado estricto de carta-prólogo encontramos, por ejemplo, las siguientes
referencias: Carta-Prólogo a Manuel Ramírez, Ecos dolientes, Revista de Galicia, 25 de sep¬
tiembre, 1880; Carta-Prólogo a Leopoldo García Ramón, Seres humanos (Estudios de mujer),
Paris, Biblioteca de la Europa y América, 1884, pp. I-IV; Carta-Prólogo a Emilio Bobadi-
11a, Reflejos de Fray Candil, La Habana, La Propaganda Literaria, 1886 [sin numeración
de páginas]; «Dos palabras» a Carolina, Valencia, Poesías, Palencia, Imprenta y Litografía
de Alonso y Menéndez, 1890, pp. VII-XI; «Al lector» a Augusto Vitu, París, Madrid, La
España Editorial, 1890, pp. V-VIII; Carta-Prólogo a Manuel Casas Fernández, Ágape y la re¬
volución priscilianista en el siglo IV, La Coruña, Tipografía de la Casa de Misericordia, 1895,1,
pp. VII-X; Carta al Director de El Álbum Nacional, en Eugenio Rodríguez de la Escalera
(«Monte-Cristo»), Los salones de Madrid [sin editorial], s. a., pp. 11-16; Carta-Prólogo a Lo¬
renzo Prytz, Rara avis, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1900, pp. 7-14; Carta-Prólogo a
Félix Cuquerella, Del amor, Ferrol, Imprenta y Estereotipia de El Correo Gallego, 1905, pp.
5-8; Carta-Prólogo a Vicente Diez de Tejada, Cuentos de Blanco y Negro, Madrid, Biblioteca
«Patria», s. a., pp. VI1-IX; Carta-Preámbulo a Luis Araujo-Costa, El escritor y la literatura
(Apuntes y generalidades), Madrid, Librería de Fernando Fe, 1917, pp. 7-8; Carta-Prólogo a
Ramón Méndez Gaite, Patria y Regionalismo, Madrid, Imprenta Excelsior, 1918 [sin pagi¬
nación].
EMILIA PARDO BAZAN 5H
22 La obra narrativa de E. Pardo Bazán ha sido dividida de diferentes formas. Dos son
las clasificaciones que mayor incidencia han tenido hasta el momento presente. La primera
se debe a Várela Jácome (1973), crítico que incide en las influencias habidas en su novelís¬
tica, en las vacilaciones estéticas y en los cambios de rumbo que experimenta la propia au¬
tora. En la segunda clasificación de la obra pardobazaniana, realizada por N. Clémessy
(1981), se perciben diversos periodos que reflejan el proceso evolutivo, ideológico y estéti¬
co de la novelista. De esta forma, el primer grupo abarcaría las novelas acordes con la estética
realista-naturalista, desde Un viaje de novios (1882) hasta Insolación y Morriña (1889), pasan¬
do por las novelas naturalistas —La Tribuna (1884), Los Pazos de Ulloa (1886) y La madre
Naturaleza (1887)—. Un segundo grupo o periodo en el que la influencia de Zola tiende a
desaparecer. Surge en esta época un realismo espiritualista en consonancia con la novela ru¬
sa que finaliza, prácticamente, con la publicación de El saludo de las brujas (1897), novela
que presenta, tal como apunta Clémessy, rasgos neorrománticos que preconizan la estética
de fin de siglo. La última etapa estaría fundamentada o enraizada en diversas tendencias
marcadas por el idealismo, el misticismo y su preocupación creciente por el análisis psico¬
lógico. Hemingway (1983) difiere en parte de la división periódica realizada por Clémessy
y centra su atención en la serie de novelas que va desde Los Pazos de Ulloa (1886) hasta Me¬
morias de un setentón (1896) y, a diferencia de Clémessy, sostiene que el acercamiento de do¬
ña Emilia al análisis psicológico de sus personajes se percibe ya en Los Pazos, no sólo desde
Una cristiana. No falta en estas periodizaciones análisis de una determinada época, bien re¬
ferida al primer periodo, el comprendido entre Pacual López (1879) y Morriña (1889) como
en el caso de Henn (1988) o el de J. Gómez, referido en este caso al análisis del último pe¬
riodo de Emilia Pardo Bazán (1996).
512 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
21 Apuntes autobiográficos que figuran al frente de la edición princeps de Los Pazos de Ulloa
(Cortezo, 1886). En dichas páginas la autora especifica que una vez finalizada la impresión de
su novela en la Revista Española se llevó a cabo una edición con el mismo formato. Dicha publi¬
cación no agradó a doña Emilia: «Tipográficamente hablando, no han visto más fea cosa los si¬
glos: un libro luengo y achatado como una solía, con cubierta de azul sucio, plagado de erratas,
y por contera hasta equivocada la paginación. Un crítico algo nervioso le pegaría un palo, como
ahora se dice, no más que mirándolo por el forro» (1886, p. 52).
514 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
25 La presencia del tren como marco del episodio no deja de tener una resonancia román¬
tica. Motivo de ilustre tradición literaria que, como bien señala Baquero Goyanes, era caracte¬
rístico en la centuria pasada: «Muy del siglo pasado fue el tema del encuentro en tren o en dili¬
gencia con alguna hermosa desconocida. (Recuérdese El clavo, El abrazo de Vergara, de Alarcón
—doble aspecto, dramático y festivo, del tema— y algún tan conocido poema como El tren ex¬
preso de Campoamor.) El lector de Un viaje de novios podrá advertir, asimismo, que no sólo el te¬
ma, sino hasta el lenguaje empleado por la Pardo Bazán con referencia al tren, se caracteriza por
un cierto tono romántico» (1971, p. 40). El proceso animador de la máquina, los aspectos del
progresismo que subyacen en las descripciones realizadas mediante la óptica del viajero y la di¬
solución de las formas o del panorama en general visto desde la ventanilla del tren no son sino
aspectos comunes a esta época (Litvak, 1991, pp. 212-213).
26 En sus Apuntes autobiográficos especifica los diversos aspectos tratados en sus novelas,
enraizadas en las costumbres, tradiciones y paisaje gallegos: «En Pascual López di alguna idea de
la vida escolar y de la Galicia vieja medioeval, representada por Santiago; en La Tribuna, de la
EMILIA PARDO BAZAN 517
Galicia joven, industrial y fabril donde nací. La Coruña; en El Cisne estudié un pueblo peque¬
ño, con sus intrigas, su política menuda; en Bucólica, una aldeana, Graziella en germen, pobre,
ignorante y entregada al instinto; en Los Pazos de Ulloa, la montaña gallega, el caciquismo y la
decadencia de un noble solar. En La Madre Naturaleza doy rienda a mi afición al campo, al te¬
rruño y al paisaje» (1886, p. 81). Novela cuyas connotaciones románticas son de difícil preci¬
sión, tal como afirma en el prólogo que figura al frente de El Cisne de Vilamorta, pues tras recha¬
zar su afiliación al Romanticismo, movimiento literario de casi nula influencia en las
costumbres, según palabras de doña Emilia, señala, sin embargo, que el espíritu romántico sub¬
yace en su novela (1885, p. 7). A tal respecto Sáinz de Robles señala lo siguiente: «En El Cisne de
Vilamorta son románticas las profesiones del protagonista: poeta lírico y pobretón irremediable;
el carácter y los anhelos de la infeliz Nieves, enamorada y mártir; el suicidio de la protagonista;
algunos diálogos, modelos de dulzura y blandura, sin caer en lo artificial {...] Pero todo lo demás,
que es lo más, es francamente naturalista. Leocadia Otero, la maestra de Vilamorta, es un purísimo
espécimen de la naturaleza. Y es Leocadia Otero el personaje mejor dibujado, mejor coloreado,
mejor visto de la novela. Sus relaciones con Segundo García, hambrón y poeta, se pringan de
realismo más crudo. Naturalistas son los retratos del padre de Segundo, de Ramón el confitero,
del escribano Genday, de Carmelo el estanquero, del médico Tropiezo, de Saturnino Agonde...»
(1973, II, p. 198).
2 La constante asimilación de procedimientos naturalistas se percibe claramente a raíz
de la publicación de La Trtbuna. Influencia de motivos zolescos que no sólo se advierte en di¬
cho corpus, sino también en otros relatos: «La nueva estética parece influir en ciertas situacio¬
nes de Un viaje de novios, en la entrega de Maripepa en Bucólica, en el determinismo climático y
ambiental de Insolación. Incluso en una novela llena de resonancias románticas, como Et Cisne de
Vilamorta, aflora cierta delectación por lo monstruoso; resalta, sobre todo, la descripción del en¬
venenamiento de la maestra Leocadia, recuerdo del final de Madame Bovary, acumulación de da¬
tos fisiológicos característica de la fórmula naturalista» (Varela Jácome, 1973, p. 47).
Sl8 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
8.4.1. La Tribuna
’9 Sería el caso de González Herrán que mediante argumentos distintos a los realizados
con anterioridad (Abuín, 1951, pp. 45-54) liega a dicha conclusión, pues la clasifica como obra
romántica tardía. Tres son los soportes básicos de su teoría: a) Su aparente documentalismo experi¬
mental es más bien pintoresquismo costumbrista: b) La historia que relata, más que tranche de vie (co¬
mo quería Zola) obedece a los esquemas más explotados por el folletín social; c) La autora no
mantiene la imparcialidad y objetividad que demandaba la poética naturalista, sino que, movi¬
da por prejuicios ideológicos e intención docente, hace reiterado uso de la sátira tendenciosa»
(1988, p. 49). Huellas románticas que se perciben también en el nivel estilístico. Para Gonzá¬
lez Herrán los rasgos naturalistas de La Tribuna, tan evidentes como copiosos, no obedecen a un
planteamiento estético coherente, sino acaso a una simple adopción, superficial y no poco gra¬
tuita en ocasiones de determinados gestos —los más llamativos del repertorio— que pudieron
ser tenidos por naturalistas. Es evidente que estamos ante un planteamiento nuevo, original e
interesante, al igual que los juicios emitidos porClémessy y que contrastan con las clásicas opi¬
niones de la crítica anterior: «Cómo enjuiciar pues La Tribuna, como una novela naturalista, se¬
gún lo han afirmado bastantes críticos [...] Personalmente, disiento de tal opinión; tampoco me
satisfacen los calificativos empleados para designar el presunto naturalismo de D.* Emilia: na¬
turalismo atenuado, mitigado, edulcorado. Prefiero hablar de realismo vivificado por el natu¬
ralismo, un realismo nacional que, claro está, sigue ligado al costumbrismo y deja transparen¬
tar algunos resabios románticos. Con todo, de parte de Pardo Bazán La Tribuna representa un
avance notable en el aprendizaje de la novela realista, incluso dentro del molde de la novela de
costumbres, que ella pretendió escribir» (1988, p. 494).
520 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
'1 Desde las páginas de la Ilustración Ibérica Clarín señala las concomitancias existentes en¬
tre La Faute de l'abbé Mouret y Los Pazos de Ulloa. «Puede decirse que todo lo que se refiere a Ju¬
lián está bien pensado, mejor escrito, y sentido con gran delicadeza y fría pasión poética. Con
gracia original ha sabido la autora mostrarnos el amor que inspira Nucha al buen clérigo, sin aso¬
mo de escándalo, ni aun de malicia, sin un grano de mostaza de esa que suele picar más yendo en¬
tre líneas. Nada de esto, no era tal el propósito del artista; se enamora el capellán de Nucha, co¬
mo el abate Mouret de Zola estaba al principio enamorado de la Virgen» (Beser, 1972, p. 286).
Las palabras de Clarín ahondan aún más en el meollo de la cuestión, pues identifica la figura del
sacerdote con el héroe novelesco de Los Pazos de Ulloa, el protagonista indiscutible de un relato
psicológico (Beser, 1972, p. 286). Juicio que ha tenido feliz acogida entre la crítica actual: «Si¬
gue pareciéndome válida una interpretación que tiene origen en el perspicaz atisbo crítico de
Clarín, que defendió en su reseña en dos entregas de La Ilustración Ibérica (enero-febrero
de 1887) que el capellán de los Pazos era el verdadero protagonista, y no la Naturaleza salvaje y
rural o incluso el falso marqués don Pedro Moscoso de Cabreira propuestos desde entonces y
aun hasta hoy por otros comentaristas. Efectivamente, lejos de ser lo que Wolfgang Kaiser de¬
nominaba “novela de espacio”, es decir, de un microcosmos natural, humano y social, que en es¬
te caso sería el de esos enclaves decrépitos, contradictorios y misteriosos constituidos por las
grandes casas señoriales gallegas, Los Pazos de Ulloa me sigue pareciendo un ejemplo arquetípi-
co de “novela de personaje”, y, más concretamente, de bildungsroman, novela de aprendizaje o
formación. En el desarrollo de su anécdota se percibe claramente como sustrato el esquema
mítico de la aventura del héroe, porque la historia nos presentad tránsito de un individuo, Ju¬
lián Álvarez, de la inocencia y el desconocimiento del mundo a la amarga y desencantada
madurez, mediando una penosa serie de pruebas o ritos de iniciación» (Villanueva, 1989,
p. 25). La relación amorosa constituye el eje primordial del relato, el tema esencial de la novela,
pese a la opinión contradictoria de quienes centran la atención en otros motivos (Mayoral, 1986,
p. 71; Clémessy, 1987, p. 80).
EMILIA PARDO BAZAN 523
En la mente de Baquero están las teorías emitidas por Blanco García (1910, II, p. 540)
y González López (1944, pp. 122-123). En ellas se alude a la descomposición de los antiguos
organismos sociales, a la decadencia de la aristocracia gallega. La novela, en este sentido vendría
a ser el relato de la degeneración de una progenie, la del solar gallego de los Moscosos, como si
la tesis de los Rougon-Macquart se condensara en un solo volumen. Sin embargo, como señala Ba¬
quero Goyanes, el relato no aborda exclusivamente el análisis de la decadencia de una progenie
—como puede serlo la serie de Zola o, en otro sentido, Los Buddenbrook de Thomas Mann—, pues
«en Los Pazos no hay una gradación prosperidad-descenso-catástrofe final, sino que, desde las
primeras páginas, nos es presentada la mansión de los Moscosos como una ruina, y a sus habi¬
tantes en plena decadencia, acentuada luego en La Madre Naturaleza, donde vuelve a aparecer
envejecido y degenerado D. Pedro, el marqués de Ulloa» (1986, p. 14).
524 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
horadas» (1987, p. 71). Humorismo ausente en los momentos de fuerte tensión dramática, pero
no así en aquellos cuadros o escenas de índole costumbrista como las correspondientes a la festi¬
vidad de Naya o al proceso electoral. Las tertulias y celebraciones en general constituyen el prin¬
cipal punto de atención para producir la hilaridad, como la tertulia de los cazadores en el pazo o
la celebración de la fiesta de Naya. Humor que suele centrarse en un personaje de ilustre tradi¬
ción literaria: el sacerdote (Ayala, 1997, p. 55). La dislocación de términos y la presencia de toda
clase de vulgarismos, variantes idiomáticas y galleguismo (Casares, 1989, pp. 129-139) conce¬
den al relato una tonalidad humorística difícil de superar. De esta forma se produce una variada
gama de matices cuya finalidad suprema es presentar el lado cómico del personaje tratado (De-
Coster, 1966, pp. 125-132; Hemingway, 1983, pp. 34-39).
526 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
' Currie Kerr Thompson analiza la función de los sueños en las novelas de Pardo Bazán,
incluida Los Pazos, desde la óptica de la teorización freudiana (1976, pp. 856-862). M. Mayoral
estudia la presencia y simbología de lo onírico en Los Pazos (1986, pp. 86-90), al igual que Vá¬
rela Jácome, si bien para el citado crítico los sueños tienen un sentido fundamentalmente psico¬
lógico y están vinculados a referentes reales del medio rural. Doña Emilia utiliza un mecanismo
de operación reelaboradora del sueño, relacionado «con percepciones reales, con fuertes impre¬
siones, con los "recuerdos de fantasmas", que, a comienzos del XX tipificará Bergson» (1989, pp.
99-100).
EMILIA PARDO BAZAN 527
1,9 N. Clémessy señala a tal respecto que doña Emilia plantea con gran claridad el pro¬
blema de la condición humana y la responsabilidad moral, oponiendo la tesis cristiana del libre
albedrío al punto de vista determinista. Si no se hace hincapié en la significación profunda de
la obra —señala Clémessy—, podrá incluso concebirse dudas sobre la ortodoxia de las
concepciones religiosas de doña Emilia: «De hecho, ésta dedica toda la novela a desarrollar una
hipótesis básica, idéntica a la que inspiró a Zola su La Faute de l’Abbé Mouret: si una pareja, jo¬
ven y totalmente inocente vive sin sujeción alguna en el seno de la naturaleza, tarde o tempra¬
no sucumbirá a los deseos carnales» (1981,1, p. 345). Para Clémessy E. Pardo Bazán lleva a ca¬
bo una demostración idéntica a la de Zola, pese a que ambos no adopten exactamente la
conclusión del Génesis, puesto que en las dos novelas el paraíso perdido va unido a la separación
de los amantes (1981,1, p. 345,pássim). Para Brown tanto Zola como E. Pardo Bazán ofrecen
EMILIA PARDO BAZÁN 529
La piedra angular (1891), pese a ser una de las obras más ori¬
ginales que escribió doña Emilia (Osborne, 1964, p. 105), apenas
ha merecido la atención de la crítica.40 La piedra angular cierra el
dos visiones del Géneits y, al mismo tiempo, intentan demostrar una tesis naturalista: la de dos
seres de distinto sexo que viviendo sin ningún tipo de sujeción religiosa o moral en el seno de la
naturaleza acabarán sucumbiendo a sus deseos carnales (1937, pp. 243-248). Hipótesis refuta¬
da más tarde por la crítica al sugerir un cambio en la influencia del idilio romántico, pues será
Pablo y Virginia, de Bernardin de Saint Pierre, la obra que influya en la novela (Singer, 1944,
pp. 31-43; Baquero Goyanes, 1986, pp. 74-79; Clémessy, 1981,1, pp. 245-353).
111 La crítica ha mostrado una disparidad de criterios respecto a la calidad de la novela.
César Barja la conceptúa de escaso valor (1964, p. 310) y Hemingway la sitúa entre las mejores
de su producción novelística (1983). Recientemente se ha analizado La piedra angular desde
una nueva óptica, revalorizándose el relato gracias a los aciertos e innovaciones que doña Emi¬
lia introduce en su novela: «Como consecuencia de la aplicación de un nuevo concepto de do¬
cumentación y de representación, una formalización que puede ser la descripción desaparece, y
530 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
4' Valera finaliza su artículo de la misma forma que lo inicia, pues elogia y censura la
novela de doña Emilia: «Claro está que Morriña es una preciosa novela; que sus pormenores
divierten; que Esclavitud interesa y conmueve; que la autora muestra un talento notabilísi¬
mo en todo, y que vence dificultades no pequeñas; pero este escrúpulo del determinismo fa¬
tal nos acibara el deleite estético que la lectura de Morriña, de otra suerte, produciría sin
mezcla de acíbar» (1889, p. 158). Valera no fue el único crítico que calificó la novela de ex¬
cesivamente determinista. Fray Candil señala al respecto lo siguiente: «Los influjos del sol
fueron la causa de que la Taboada cediese a los antojos carnales de Pacheco. Vemos aquí la
fuerza física [el sol] venciendo la libertad moral, que está por encima de todo, en sentir de
los católicos» (1892, p. 223). En estas últimas décadas la crítica la sitúa como novela natu¬
ralista, relacionándola con La Madre Naturaleza (Pattison, 1971). Baquero Goyanes tam¬
bién la engarza con dicho relato: «[...} hay en La Madre Naturaleza una cierta tendencia ha¬
cia la abstracción genérica, aun cuando ésta aparezca montada sobre el mismo limitado
escenario gallego. Insolación (1889) es una variante del mismo tema. Queda el sol abrasador,
percutiendo en el ardor erótico de un hombre y una mujer, localizados ahora sobre la estam¬
pa madrileña de la romería de San Isidro. Es decir, que en tanto que el tema, el drama de Los
Pazos parece estar indisolublemente unido a un concreto paisaje, la tesis determinista de La
Madre Naturaleza admite esa traslación geográfica que supone transportar un incidente eró¬
tico desde la húmeda tierra gallega a la seca estepa madrileña, manteniendo la presencia del
sol como acicate personal de uno y otro conflicto» (1986, p. 15).
EMILIA PARDO BAZÁN 533
44 Montes Huidobro tras considerar la novela Insolación como una de las piezas señeras
de la obra pardobazaniana señala que la autora «ha expresado del mejor modo posible ese jue¬
go de fuerzas: fuerzas deterministas, organismo vivo, razón. Literariamente enriquece su no¬
vela con diferentes tipos de imágenes correspondientes a las diferentes latitudes temáticas.
El sol penetra de forma alcohólica, aniquila la voluntad, y se hace mar, mar que fluye hacia el
objeto amado» (1971, pp. 80-81). Teoría que contrasta con la postulada por DeCoster, pues
dicho crítico percibe grandes diferencias con las novelas claramente naturalistas, como La
Tribuna, Los Pazos de lllloa y La Madre Naturaleza. Por ejemplo, el humor, ausente de dicho
Corpus naturalista, es una pieza clave en Insolación. Había que añadir, en opinión de DeCoster,
el modo especial de tratar las escenas desagradables —la pelea de las mujeres en la feria—, el
costumbrismo innegable y la descripción de la clase aristocrática (1971-1972, pp. 87-91). El
determinismo naturalista ha actuado como elemento distorsionador en la valoración de la
novela. Pattison la considera entre las obras maestras del naturalismo (1971) y Baquero Go-
yanes (1986) incluye Insolación en la etapa naturalista, considerándola una variante del tema
desarrollado en La Madre Naturaleza. Para Onrubia de Mendoza, doña Emilia mantiene una
clara postura determinista (1970, p. 14, pássim). Osborne matiza este peculiar naturalismo
de doña Emilia: «Una de las primeras preguntas que nos plantea esta novela es, desde luego
la siguiente: ¿es naturalismo? Sí, lo es, aunque como casi siempre, de un modo personal. Es
decir, muchos detalles y algunas escenas crudas o violentas. Sin embargo, desde el título has¬
ta el último párrafo, la autora se preocupa por la cuestión del influjo del medio ambiente. No
presenta esta influencia a lo Zola como un poder que no se puede resistir [...] No abunda en
la crudeza de sus colegas transpirenaicos pero la sugestión sexual está siempre latente»
(1964, p. 74).
534 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
cosas están claras: hay que separar el comportamiento humano de la obra artística. Un artista
puede ser despreciable como persona y eso no invalida ni afecta para nada la calidad de su obra.
El valor literario de La Quimera no es cuestionable, por tanto. Pero sí creo que se puede y hasta
se debe plantear la responsabilidad moral, humana, de un novelista que se posesiona de otra vi¬
da y la manipula si le da la gana» (1997, p. 220).
M.’ L. Sotelo tras percibir el detcrminismo fisiológico que la novelista había puesto en
práctica con anterioridad señala al respecto que “La Sirena Negra se inscribe perfectamente en
la tendencia decadentista y espiritualista que empezó a manifestarse tanto en España como en
Francia a partir de 1890, y cuyas fuentes, más allá de algunas sintonías con Galdós, Valle Inclán
o Unamuno hay que buscarlas —tal como señaló en su espléndido estudio Clémessy— en la li¬
teratura decadente francesa, especialmente a través de la estética baudeleriana y de la poesía
simbolista de Paul Verlaine, poeta favorito de la autora, tal como se patentiza en los volúmenes
críticos dedicados a la Literatura francesa moderna» (1992, p. 421).
EMILIA PARDO BAZÁN 539
8.7.1. Ediciones
La lección moral de la novela es evidente: «[...] sólo Dios puede saciar el deseo de feli¬
cidad del ser humano, pero tiene una marcado carácter pesimista, que doña Emilia considera
inseparable de la concepción cristiana de la vida» (Mayoral, 1989, p. 40).
540 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
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La narrativa naturalista
de Jacinto Octavio Picón,
Luis Coloma y José Ortega Munilla
9
563
564 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
puede unir al emitido por Blanco Garda. Tras los consabidos denuestos lanzados
contra la doctrina naturalista, señala que Picón se ha erigido en paladín de las cau¬
sas perdidas y cada novela suya es «como estrofa suelta de un himno y de una sáti¬
ra: himno al amor sexual, libre, instintivo y desligado de las trabas que lo coartan, y
las instituciones que lo rigen y lo dignifican; sátira contra estas mismas instituciones,
contra su carácter religioso y sobrenatural, y su tendencia represiva y de sacrificio-
(1910, n, p. 545).
3 Valera en La Novela en España —(Contestación al discurso de recepción de don
Jacinto Octavio Picón en la Real Academia Española el 24 de Junio de 1900)— rebate
el testimonio de quienes califican su obra de poco original (1958, III. pp. 1.204-1.205).
4 La monografía de Valis no sólo se limita al estudio de la vida de Picón, sino
también a sus novelas Lázaro, La hijastra del amor, Juan Vulgar, El enemigo. La
honrada, Sacramento, Dulce y sabrosa y Juanita Tenorio. Se incluye en dicho tra¬
bajo una bibliografía selecta en la que figuran diversos apartados concernientes a
las ediciones, correspondencia y bibliografía sobre su vida y obra. Respecto a la in¬
formación bibliográfica, las investigaciones de Valis son básicas y fundamentales
para todo aquel que quiera adentrarse en el complejo mundo de Picón. Sus nove¬
las, cuentos, discursos, epistolarios, prólogos, colaboraciones periodísticas, etc. se
recogen en estas puntuales investigaciones, al igual que los estudios, artículos o
notas gacetilleras referidas a Picón tanto en época reciente como a raíz de la pu¬
blicación de sus obras.
5 El material noticioso publicado por García Mercadal se refiere a una carta fe¬
chada el 9 de enero de 1909 en la que Picón apoya la candidatura de Pérez de Aya-
la a la cátedra de español de la Universidad de Liverpool. En la siguiente carta,
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 565
9.1.2. Novelas
Ediciones
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(1988), pp. 289-298.
1 Emilia Pardo Bazán desde las páginas de La Ilustración Artística fija la fecha de
publicación y venta de Pequeneces: ■[...] pues mi juicio literario respecto a Pequeneces
estaba formado desde la segunda quincena de febrero 11891), época en que no se en¬
contraba en las librerías un ejemplar, y sólo conocíamos la obras las contadas personas
a quienes el autor tuvo la bondad de adelantarla» (1973, III, p. 981). »La tercera edición
de Pequeneces (siete mil ejemplares) se vendió antes de terminarse; ni siquiera llegó a
verse en las librerías; desapareció de ellas por arte de birlibirloque, como desaparecen
butacas y palcos de un teatro en noche de interesante estreno arrebatados por los ven¬
dedores; y ya está despachada también antes de salir de las prensas la edición cuarta,
que consta de diez mil. En la actualidad traducen la obra del padre Coloma en París, en
Berlín y en Londres» (. Nuevo Teatro Crítico, núm. 4, abril de 1981).
570 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
6 Las opiniones vertidas por José del Corral al respecto, así como el escrutinio
que de la prensa madrileña realiza el citado crítico evidencian este singular éxito de
Pequeneces: -La magnitud de este suceso sobrepasó los medios literarios para aden¬
trarse en la sociedad y en la política, y en todos los círculos, salones, tertulias y reu¬
niones, fueran de la clase social que fueran y del signo político más distinto, se ocu¬
paron de Pequeñeces ahincadamente. Si hemos de creer lo que cuentan los
contemporáneos y lo que se rastrea en los periódicos de su tiempo, fue en su día, y
por mucho tiempo, la gran preocupación y el tema de conversación de los madrile¬
ños de todas las categorías. Periódico hubo que abrió una sección diaria [El Heral¬
do de Madrid, que permaneció viva varias semanas, destinada a recibir las cartas,
opiniones y críticas que le fueran enviadas [...] Algo que hace todavía más curioso
este entusiasmo popular por Pequeñeces es que cuando fue libro en marzo de 1891
la novela no era inédita 1 .1 Lo que no impidió se agotaran, en cuanto salió como li¬
bro, sucesivas ediciones. Pese a todo surgió potente el escándalo literario a que ve¬
nimos refiriéndonos, que llegó hasta el Congreso, en interpelación en la que inter¬
vinieron nada menos que Cándido Nocedal y Francisco Silvela. Y hasta figuró en las
deliberaciones del Consejo de Ministros, que a la sazón presidía don Antonio Cáno¬
vas del Castillo, con Santos Ysasa en la cartera de Fomento, de la que dependía en¬
tonces todo lo relativo a las Artes, y Francisco Silvela en la de Gobernación» (1988,
pp. 443-444).
574 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Elizalde señala al respecto las afinidades políticas e ideológicas existentes entre Ale¬
jandro Pidal y Coloma. Ambos habían manifestado su animadversión contra Cánovas
por promover una monarquía constitucionalista y parlamentaria que incorporaba los
principios y métodos instaurados en España por la Revolución del 68. Coloma esta¬
ba enteramente de acuerdo con Pidal en la necesidad de proporcionar los medios
para luchar en favor de un programa que suscribieran todos los católicos auténticos.
Coloma, jesuita y escritor, concibe a tal fin una obra de apostolado con el único ob¬
jetivo de convencer a los extraviados de una clase —la aristócrata— con la que esta¬
ba estrechamente unido. Ante las palabras de Pío EX —La nobleza es un don de Dios
y por esta razón debería ser cuidadosamente preservada— Coloma concibe un rela¬
to —Pequeñeces— en el que se pone de manifiesto su talante ideológico respecto a
la nobleza (1991b, pp. 44-45).
580 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
advierte que aquello no es naturalismo, ni nada que en ismo termine, sino, casi
siempre, la pura verdad» (1973, III, p. 975). Pese a esta ausencia del naturalismo en
Pequeneces, la crítica la tachó de naturalista, como en el caso de Luis Alfonso: • Pe¬
queneces recuerda más a Zola que a Goldsmith y si el fin es muy religioso, los me¬
dios no pueden ser más profanos (...) Lo que no se explica es cómo el novelista ha
podido escribir tantas y tales crudezas» (La Epoca, ¿i de marzo de 1891). Melchor Pa-
lau, tras señalar el abandono del modelo hasta entonces seguido y en clara alusión a
l emán Caballero, sitúa a Pequeneces dentro del contexto naturalista: -Demoledor,
pesimista, agrio se nos presenta el P. Coloma; como Zola, a quien toma ahora co¬
mo modelo - hasta ciertos límites—, destruye sin reedificar, y pone más energías y
viveza de color para describir a los malos que para hacer agradables a los buenos»
(1890, pp. 22-23), I Halan compara Pequeneces ton las novelas naturalistas france¬
sas, especialmente, con Zola i El Imparcíal, 1.3 «le abril de 1891). Por su parte Patti-
son señala que si bien es patente la relación entre la forma de Coloma y de Zola, na
die, -que sepamos, ha visto el parentesco entre la materia de Coloma, esto es, la
sociedad aristocrática, y la de Bourget y Maupassant» (1965, p. 173).
1' I I marqués de Figueroa tras señalar aspectos relacionados con la ficción y la
realidad, teoriza acerca de la novela aristocrática. El título de su articulo lleva dicho
enunciado, como si de un metagénero se tratara. Novela aristocrática madrileña que
nos llevaría a otros títulos y contenidos, como Insolación y La quimera, de E. Pardo
Hazán o Ui espuma, de A Palacio Valdés. El marqués de Figueroa es consciente dé¬
la dificultad que entraña este tipo de novelas. El mismo reconoce los obstáculos:
582 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Ediciones
«Toqué prácticamente las dificultades que ahora teorizo, cuando escribí La Viz¬
condesa de Armas, y eso que el temor de dejarme correr por la fácil pendiente de
la murmuración, tan cultivada en los círculos de la Corte, puso tiento en mis ma¬
nos, con lo que recortados los ya escasos vuelos de mi imaginación, hube de
quedar a medio camino» (1891, p. 57). Tras esta digresión analiza desde su expe¬
riencia como escritor y crítico la novela aristocrática: «Así Pereda en La Montál-
vez dando nueva gallarda muestra de sus talentos literarios, hizo una recargada
pintura que podría ser exacta en sus detalles, pero no lo era en su conjunto. Acu¬
muló en una sola figura errores, aberraciones y extravíos, que reunidos raya en
lo inverosímil y sobre todo se salen de lo verdadero. El Sr. Palacio Valdés se equi¬
vocó al escribir novela aristocrática. La misma señora Pardo Bazán, como nove¬
lista, vacila de entrar en ese mundo e hizo sólo ligerísimos tanteos; también trató
de él sólo por incidencia y como de lado el ilustre Galdós. Es muy conocedor del
gran mundo y muy asiduo además en su trato, el ínclito don Juan Valera, pero es¬
te dilettanti de la literatura, este excelso escritor que tanta boga tiene, se ha de¬
jado de escribir novelas, son ya las que escribió novelas de otra etapa; no es pues
esta ocasión de juzgarlas- (1891, p. 58).
LA NARRATIVA NATURALISTA DE JACINTO OCTAVIO PICÓN... 583
Bibliografía
trasluce el olvido que sufre su obra, pues señala que sus narraciones
están «arrumbadas por la indiferencia» (1910, II, p. 530). Escritor de
exagerada palabrería (Baquero, 1969, p. 134) que ofrece un gran in¬
terés para el estudio de las polémicas literarias de la época (Pattison,
1965, pp. 140-143, pássim; Schmidt, 1973, p. 179, pássim).
Ediciones
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Lucio Tréllez. Relación contemporánea, Madrid, Talleres de V. H. de Sanz
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El tren directo. Relación contemporánea, Madrid, 1880.
El tren directo. Relación contemporánea, Madrid, Talleres de V. H. de Sanz
Calleja, s. a.
Sor Lucila. Relación contemporánea, continuación de -La Cigarra», Ma¬
drid, 1880.
Sor Lucila. Relación contemporánea, continuación de -La Cigarra- con
ilustraciones de José Pedraza, Madrid, Ricardo Fe, s. a.
Don Juan Solo. Relación contemporánea, Madrid, 1880.
Don Juan Solo. Relación contemporánea, Madrid, Viuda de H. Sanz Calle¬
ja, s. a. [1920],
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Fretoreto. Cuento de oro y amores, París, Buenos Aires, Imprenta de la Ca¬
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Esfinges de acero, Barcelona, Ramón Sopeña, impresor, s. a.
La viva y la muerta, Madrid, s. a.
5^8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Bibliografía
591
592 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Ediciones
Bibliografía
nado con Jeanine Poirier (P. Fernández, 1998) y textos de sumo inte¬
rés vinculados a la figura de López Bago y el naturalismo radical (Lo¬
zano, 1983, pp. 351-360; Esteban, 1988).
Las novelas de Sawa están en íntima conexión con el modelo de
novela médico-social iniciado por López Bago. Un tipo de relato que
se adecúa plenamente a los postulados científicos y a la incidencia de
los mismos en las reacciones del ser humano. El análisis de los tipos
psicopáticos en Declaración de un vencido, el estudio del mundo de
ficción en relación con su novela Crimen legal, la incidencia de su re¬
lato Noche en los medios científicos del último tercio del siglo xix y el
estudio de la patología de la mujer en específicos relatos de Sawa
constituyen los ejes esenciales de las investigaciones llevadas a cabo
por G. Paolini (1979, pp. 87-92; 1984a, pp. 47-59; 1984b, pp. 321-338;
1986, pp. 391-399). En sus relatos se percibe también el peculiar ta¬
lante ideológico de Sawa, pues transmite a los lectores una serie de
mensajes cuyo contenido no es otro que el de la necesaria refor¬
ma de la justicia y la crítica a la hipocresía moral y al fanatismo re¬
ligioso. Desde una óptica general, circunscrita a la vida y obra el
estudioso de las novelas de Sawa tiene a su alcance dos mono¬
grafías. La primera se debe a A. Phillips (1976)* 2 y la segunda a
ochenta, aunque, en realidad, no había desmentido nunca una lejana estirpe ro¬
mántica. Su concepto del tedium vitaeestá entroncando con Rimbaud [...]• (1981,
p. 28).
3 Amelina Correa incide, al igual que Phillips, en los episodios biográficos rela¬
cionados con los primeros contactos naturalistas en el Madrid de los años ochenta, in¬
cluyéndose en esta década la publicación de sus novelas. La segunda época se inicia
con el viaje a París (1890) y los contactos de Sawa con el simbolismo y la figura de Ver-
laine. La tercera y última etapa incluye su regreso a Madrid. En dicha época Sawa lle¬
va a cabo dos adaptaciones teatrales, una narración y la redacción de su obra cumbre:
Iluminaciones en la sombra. La bohemia de fin de siglo, el peculiar naturalismo de
Sawa —más afín al francés y carente de cualquier nota espiritualista—, su tremen¬
dismo y sordidez, anticlericalismo y la no menos peculiar forma de abordar el tema
del erotismo son aspectos analizados en la monografía de A. Correa. Libro que in¬
cluye un estimable apartado documental y bibliográfico de gran utilidad e interés.
598 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
son etiquetas que suelen figurar en las notas gacetilleras de los pe¬
riódicos de la época que analizan el copioso material novelesco pu¬
blicado en estas fechas. Epígonos del realismo-naturalismo español
cuyos máximos representantes serían V. Blasco Ibáñez y A. Palacio
Valdés, novelistas cuya producción novelística alcanzará un éxito
editorial desconocido hasta entonces.
Ediciones
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jo. Un texto desconocido de Alejandro Sawa», Anales de Literatura Es¬
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jandro Sawa», Crítica Hispánica, 1, 1 (1979), pp 87-92.
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Hispánica, 6 (1984a), pp. 47-59-
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cada de 1880», Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 60 (1984b),
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patología femenil», en Actas de la Asociación internacional de Hispa¬
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Phillips, Alien, Alejandro Sawa. mito y realidad, Madrid, Turner, 1976.
11
El peculiar naturalismo de Armando
Palacio Valdés y los epígonos
del naturalismo español:
Vicente Blasco Ibáñez
11
1 El éxito es espectacular. Tal como señala Fernández Cifuentes (1982), las en¬
cuestas realizadas en los años veinte constatan su gran popularidad. Ruiz de la Peña re¬
sume todo este caudal informativo: -El éxito de lectores es, sobre todo, espectacu¬
lar. Rivas Cherif pide en 1925 a escritores de las tertulias madrileñas siete nombres
de novelistas españoles con los que se pueda iniciar a una extranjera culta; reco¬
ge veinticinco respuestas y Palacio Valdés entra en doce de ellas. Prolonga
después la encuesta a doscientas doce personas alejadas de los círculos intelec¬
tuales; Palacio Valdés obtiene 152 puntos, sólo aventajado por Baroja, Blasco Ibá-
ñez, Valle-Inclán y Pérez de Ayala, y por encima de autores como Unamuno, Miró
o Fernández Flórez. En 1927 el periódico El Sol encuesta a quinientas lectoras so¬
bre su novelista preferido: Galdós recoge 120 votos; Cervantes, 111; Concha Espi¬
na, 110; Palacio Valdés, 100; siguen Pérez de Ayala, con 60; Benavente, con 60;
Blasco Ibáñez también con 60; Azorín con 57; Baroja, con 56; Pereda, 54; Rubén
Darío, 50, y así hasta llegar a Ricardo León, con 27. Un año más tarde otro perió¬
dico, El lmparcial, pregunta a setenta lectoras sobre su heroína favorita: 51 votos
van a La hermana San Su ¡pido (1993, p. 30). Encuesta que se ciñe a un público
femenino que, indudablemente, influye en los resultados favorables y en el éxito
del autor. Los recursos propios de la novela sentimental atraen en su momento a
un determinado tipo de lectores, de ahí que el novelista se dirija a -un público fa¬
miliar y, más específicamente, femenino y cuya máxima dignificación se alcanza
en algunas obras de Armando Palacio Valdés» (Senabre, 1986, p. 22).
“ Pattison muestra un cierto estupor ante la actitud adoptada por el propio Pa¬
lacio Valdés en el prólogo de la edición original de Marta y María ( 1883) pues se re¬
conoce discípulo de Emilio Zola. Años más tarde, en el estudio preliminar de sus
LJáginas escocidas recordará esta influencia naturalista en sus relatos iniciales, natu¬
ralismo de agua tibia, en el decir de Luis Alfonso (La Época, 20 de agosto de 1883),
que denota grandes diferencias con el naturalismo zolesco, de ahí que Pattison se¬
ñale al respecto lo siguiente: -Resulta increíble que Palacio Valdés también se clasi¬
ficara a sí mismo entre los naturalistas, porque en el día de hoy solemos recordar so¬
bre todo su personalidad dulce y apacible [...], el llamado naturalismo de Marta y
603
604 panorama crítico de la novela realista-naturalista
María tiene poca semejanza al zolaismo puro. Nos parece que Palacio Valdés trata¬
ba de adaptarse a la corriente incluso si para ello había de forzar sus íntimas con¬
vicciones* (1965, pp. 88-89).
5 Valera con su peculiar humor e ironía ofrece el panorama de la novela españo¬
la. Palacio Valdés figura siempre en una especie de cajón de sastre, sin merecer apenas
la atención de Valera, pues no le dedica ni un solo estudio medianamente extenso: *{...]
Como nadie intenta disputarles la capitanía, pondré aquí sus nombres, aunque el po¬
nerlos sea superfluo, pues todo lector los nombrará sin que yo los designe. Son: Pérez
Galdós, Pereda y doña Emilia Pardo Bazán. La hueste que los sigue es bastante nume¬
rosa. Yo no quisiera equivocarme. Mi juicio comparativo puede depender del lugar
desde donde los veo; pero sea como sea, me parece que descuellan en esta hueste,
Alas, Picón, Palacio Valdés, José Navarrete y Ortega y Munilla. Y esto sin hablar de los
novelistas catalanes, cuyo jefe es Narciso Oller* (1961, II, p. 780).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 605
La complacencia de Palacio Valdés por las dualidades, por los contrastes, se ad¬
vierte en la elección de los temas novelescos. Con razón Baquero Goyanes señala al
respecto lo siguiente: -En las más características de sus novelas siempre cabe percibir,
con mayor o menor viveza, una polaridad en el tema. En Marta y María (1883) contra¬
pone el autor dos bellos tipos de mujer, la dada a la mística y la entregada a los queha¬
ceres domésticos. Ricardo, novio de María, acaba casándose con Marta al ingresar su
hermana en un convento. En El cuarto poder (1888), con otro sentido, repitió Palacio
Valdés el tema del hombre que equivocó su orientación amorosa frente a dos herma¬
nas. Gonzalo, novio en un principio de Cecilia, rompe con ésta, víctima de la atracción
sensual que emana de Venturita, la que había de ser su cuñada y pasa a ser su mujer.
Es un matrimonio desgraciado que lo lleva después al suicidio. En Los Cármenes de
Granada (1927) insiste Palacio Valdés en el motivo de la vacilación y, al fin, equivoca¬
ción amorosa de un individuo frente a dos mujeres, que aquí ya no son hermanas [...]
Frente a estos casos de dualidad amorosa, cabría recordar otras novelas de Palacio Val¬
dés en las que el efecto de polaridad es aún más intenso. Entre ellas la tan conocida La
herma na Sa n Sulpic io- (1969, V, p. 128).
8 Andrenio parece referirse siempre a un pasado inmediato, pero lejano al
mismo tiempo, pues ofrece una semblanza del autor como si éste hubiera dejado de
escribir novelas, ciñéndose en sus conclusiones a enjuiciar el peculiar naturalismo
del autor: -Tuvo influencia, sí, pero mediata, cernida y modificada al través de nues¬
tros temperamentos y costumbres. Palacio Valdés no es nada zolesco. A quien se
parece algo es a Daudet. Es más natural que naturalista- (1924, p. 87).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 607
9 Pío Baroja censura sobremanera el juicio emitido por Palacio Valdés referente
a los escritores de su generación. Baroja resume así la reunión con el novelista:«[...] La
segunda parte de la conversación, casi enteramente monólogo de Palacio Valdés, de¬
rivó a comentar la labor de sus colegas, para los que no tuvo ninguna benevolencia.
Según él, la obra de donjuán Valera era como una perita en dulce; Jacinto Octavio Pi¬
cón, como una carretera de la Mancha al sol, sin una mata, sin una fuente que la
refrescara. Esta opinión me dijo que se la había oido a Galdós. Doña Emilia era una
grafómana, que hablaba de lo que no entendía. Sobre Galdós opinó que su obra no
valia nada, y añadió que, con el tiempo, el crítico, al encontrar el montón de sus li¬
bros, les daría un puntapié y vería que dentro no había más que paja. A pesar de que
el juicio suyo era muy adverso para todos sus compañeros, hacía una excepción con
relación a Blasco Ibáñez, a quien consideraba como un gran escritor» (1949, II,
p. 762). Opiniones que contrastan con lo dicho por A. Cruz Rueda en su clásico estu¬
dio (1949, pp. 99-107).
10 En el homenaje celebrado en Oviedo en el año 1906 Palacio Valdés recuer¬
da pasajes infantiles de su Asturias natal. Evocaciones que revelan un carácter nor¬
mal, sin trazas ni rasgos de soberbia tal como señala Baroja. El humor, el peculiar
humor de Palacio Valdés se adecúa, por otro lado, al carácter del asturiano (Fer¬
nández Castañón, 1953, p. 385).
6o8 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
11.1.2. Epistolario
de sus primeras novelas. Así, por ejemplo, Marta y María (1883) lle¬
va los simbólicos nombres sugeridos por Galdós, tal como afirman
los colectores del epistolario (1967, p. 104). Corpus epistolar1 9 que
trasluce diversos aspectos poco conocidos y mal interpretados por
novelistas y críticos de la época —como en el citado caso de Baroja.
No menos interesante es el epistolario publicado por D. Torres,
formado por un total de veinte cartas dirigidas al crítico catalán José
Yxart. Están escritas desde Oviedo, Madrid y Laviana entre junio de
1833 y abril de 1891. Sólo una carta no lleva fecha aunque sí lugar
de emisión: Ateneo de Madrid. El periodo que comprende este epis¬
tolario representa uno de los momentos más interesantes de la obra
literaria del novelista, pues A. Palacio Valdés ha publicado El seño¬
rito Octavio (1881), Marta y María (1883), El idilio de un enfermo
(1884), José (1885), Riverita (1886), Maximina (1887), El cuarto
poderi 1888) y La espuma (1891). Las relaciones amistosas entre Pa¬
lacio Valdés e Yxart se iniciaron en junio de 1883.20 La lectura de
dicho epistolario revela episodios poco conocidos del escritor, es¬
pecialmente aquellos que se relacionan con el proceso de creación,
publicación e ilustración de sus novelas o con la crítica y el mal gus¬
to literario imperante en la época. Respecto a lo publicado por
19 Es curioso señalar, por ejemplo, aquella confesión de Palacio Valdés que di¬
ce preferir su vida familiar, en Oviedo, que ir a la capital, adonde le invita Pérez Gal¬
dós (1967, p. 114). La amistad y admiración de Palacio Valdés por Galdós se evi¬
dencia en época temprana, como en la carta fechada en Pola de Laviana, 6 de agosto
de 1878: *Mi querido amigo y de mi más alta consideración: Aún a riesgo de inte¬
rrumpirle en el comercio deleitable que no dudo habrá establecido ya con la mar y
las Miheras de Ficóbriga [ciudad cantábrica donde sitúa Galdós la acción de Gloria1,
allá va esta epístola que se tornará de un golpe, siendo de un criticastro, a todas las
miserias y penurias de la vida literaria» (S. de la Nuez y J. Schraibman, 1967, pp.
106). Epistolario que revela aspectos sumamente interesantes como su animadver¬
sión al reputado crítico Manuel de la Revilla (carta del 21 de junio de 1879) por su
críticas negativas a raíz de sus iniciales publicaciones. Aspectos relacionados con te¬
mas editoriales (carta del 14 de noviembre de 1880) o recuerdos y vivencias perso¬
nales que desvelan no sólo una profunda amistad, sino también un mutuo y since¬
ro respeto, constituyen, igualmente, aspectos fundamentales de dicho Corpus
epistolar.
20 Desde Oviedo, 23 de junio de 1883, A. Palacio Valdés inicia y finaliza su car¬
ta de la siguiente forma: -He recibido sus atentas cartas y en contestación a ellas de¬
bo manifestarle que tendré mucho gusto en que mi nombre siga figurando como re¬
dactor de la Ilustración Arte y Letras y que le agradezco sus benévolas y corteses
frases en que me lo pide (...) Aprovecho con gusto la ocasión de conocerle episto¬
larmente, ya que de nombre le conozco hace tiempo y me ofrezco a V. como afmo.
amigo y s.s.q.b.s.m.- (1981, pp. 264-265).
6i6 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
23 En el año 1918 A. Palacio Valdés confiesa a su biógrafo Luis Antón del Olmet
lo siguiente: -Yo soy católico, pero huyo de las pasiones de los católicos, contrarias
enteramente a la doctrina de Jesucristo. Aquí en casa he tenido curas y frailes que vi¬
nieron a sondear mi espíritu y a inclinarme hacia finalidades políticas, que están muy
lejos de mi corazón. No me explico al católico germanófilo. Es una aberración. Y es
que muchos católicos lo son por reaccionarios. Yo por católico soy liberal y republi¬
cano si me aprieta un poco- (1919, p. 164).
6i8 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
2 Dendle señala que Palacio Valdés «corrigió con esmero el texto de 1881; ca¬
si no hay páginas que no contengan cambios. Unas trescientas ochenta de estas va¬
riantes textuales son de poca significación (omisión de alguna que otra palabra o
frase, sustitución de palabras o frases por otras de igual sentido, etc.). Sin embargo,
existen gran número de otras variantes de más importancia; éstas no han sido nota¬
das por la crítica [...) Aparte de unas cincuenta y cuatro eliminaciones del yo narra¬
tivo que introduce o se interpola dentro de una frase, hay supresiones bastante sig¬
nificativas de la intervención del autor» (1987, pp. 463-464). Incluso Palacio Valdés
llega a suprimir párrafos enteros en sucesivas ediciones. Por ejemplo en la edición
de 1896 elimina el pasaje en el que el novelista evoca jocosamente la tentación de
introducirse en la obra como pretendiente de Carmen, confundiendo la distinción
entre novela y «realidad*, entre narrador y personaje de ficción. Palacio Valdés su¬
prime también las referencias a escritores y políticos de la época. En la edición de
1896 se eliminan un total de ochenta pasajes que Dendle comenta y analiza deteni¬
damente.
622 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
v> El nombre que se da al lugar donde transcurre la novela encubre una loca¬
lidad real, hecho que ha dado lugar a una polémica entre Cudillero y Candas, pue¬
blos asturianos, costeros y vecinos que disputan su adscripción en el citado relato.
Hoy en día se identifica el topónimo de la novela —Rodillero— con Candás. El hijo
de Clarín, Adolfo Alas, rebate a Cruz Rueda que, en la primera edición de su libro
Armando Palacio Valdés. Su vida y su obra (1925), identificaba el topónimo erró¬
neamente: -Porque ha de saber el señor Cruz Rueda, culto e inteligente biógrafo de
Palacio Valdés, que la acción de José —no obstante la consonancia de Rodillero y
Cudillero y lo que don Armando dejó hacer para llevar a la pantalla su famosa no¬
vela— no tiene lugar en Cudillero, sino en Candás; y en Candás era donde el eximio
novelista solía pasar algunos meses de verano, no en Cudillero; y en Candás cono¬
ció a Maximina, que luego fue su dulce, amadísima y malograda esposa (...) Nada
tiene de particular que el Rodillero de José no fuera el Cudillero de Asturias, sino el
Candás del Santísimo Cristo- (1941, pp. 106-117). Cruz Rueda rectifica en la segun¬
da edición de su monografía el error cometido en la primera edición (1949, p. 111).
Clarín proporciona datos al respecto de Candás, pues señala que en dicha localidad
Palacio Valdés conoció a su esposa (Cabal, 1953). Cfr. David Pérez Sierra, Historia
de Candás y del Concejo de Carreño, 1974.
624 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
34 Para el citado crítico Los majos de Cádiz es la más pensada de las obras de
Palacio Valdés, de un gran equilibrio moral e inmersa en un realismo que nunca al¬
canza tonalidades zolescas. Por el contrario Tristán o el pesimismo es calificada de
forma negativa, pues se trata, según Dendle, de una novela «larga y pesada, sin gran
coherencia de estructura, con personajes sin vida. Tristán o el pesimismo pretende
demostrar una moraleja infantil: que las personas religiosas, optimistas, alegres y ca¬
ritativas tienen más posibilidad de vivir felices que un perturbado mental asesino y
paranoico. Pera demostrar esta perogrullada, Palacio Valdés establece una serie de
contrastes: entre el campo (idílico) y la ciudad (fuente de corrupción); entre el op¬
timismo (rasgo de la gente sana) y el pesimismo (actitud que imposibilita las rela¬
ciones humanas); entre un matrimonio feliz (el cojo Cirilo y la ciega Visita) y una pa¬
reja desgraciada (Tristán Aldama, amargado, cínico, cobarde, agresivo, partidario de
doctrinas búdicas y schopenhauerianas); y entre una mujer profundamente moral
(Clara) y una mujer frívola y adúltera (Elena)- (1993b, pp. 78-79). En lo concernien¬
te a Santa Rogelia sólo señalar que es una novela que describe con gran crudeza la
vida de los campesinos y obreros asturianos, explotados por el sistema capitalista y
caciquil. Palacio Valdés «pinta la vida violenta, empobrecida y ambiente de unos mi¬
neros asturianos y de los presidiarios con la franqueza y el naturalismo de un Zola
[...] El mayor interés de la novela no se encuentra en el realismo de la narración si¬
no más bien en la fina ironía de la presentación de la vida ejemplar de Rogelia. La
descripción cómica de la “familia artística” (los capítulos IV y V de la Tercera Parte)
y de su abuso de la desgraciada Rogelia nos recuerda la exuberancia humorística de
Charles Dickens. Sin embargo, Santa Rogelia nos trae a la mente sobre todo Naza-
rín de Galdós en el retrato hagiográfico y exagerado que hace el narrador de Roge¬
lia en su época de santidad- (Dendle, 1993b, pp. 80-81).
EL PECULIAR NATURALISMO I)E ARMANDO PALACIO VALDÉS... 627
36 Morón Arroyo tras señalar las fuentes clásicas de la novela subraya la importancia
de las imágenes tomadas de la mitología griega y latina: «Lo clásico es un trasfondo y un
horizonte que expresa la actitud del autor al dramatizar los dolores de la modernización
de España, la muerte de lo familiar y atopadizo, y el malestar ante la novedad. Entre la
muerte de la campesina Demetria y la muerte simbólica de Deméter hay una importante
diferencia: mientras la responsabilidad de la primera la tiene un individuo, para la segun¬
da no puede asignarse culpa en particular, es el destino de la historia» (1993, p. 105).
3 Ambas ediciones analizan el Corpus literario y la vida del autor. Son estudios
de conjunto documentados, aunque hacen gala, en ocasiones, de una cierta parcia¬
lidad ideológica, como en el caso de Entrambasaguas. La edición de Baquero Go-
yanes es rigurosa y en consonancia con anteriores y posteriores trabajos relaciona¬
dos con la gran novela del siglo xix. A fin de obtener una adecuada y correcta
interpretación de lo que Tristán o el pesimismo significó en la obra total de Palacio
Valdés Baquero examina la imagen que éste se formó del género novela y en qué
medida las suyas se ajustaron o no a la misma. La novela sentimental y la incidencia
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 629
Ediciones
de sus novelas en el público lector, así como los recursos propios del realismo-na¬
turalismo que subyacen en sus novelas son analizados por el citado crítico. Las es¬
tructuras narrativas, los desenlaces novelescos y la incidencia de Schopenhauer en
la presente novela son aspectos estudiados, igualmente, por Baquero Goyanes.
38 Sería, por ejemplo, el caso del estudio de Gómez-Ferrer que analiza la pre¬
sente novela engarzada en un contexto específico: el apoliticismo y la fisiocracia
entre las clases medias españolas de inicios del siglo xx. En lo que respecta a Tris-
tán o el pesimismo, Gómez-Ferrer ejemplifica a través de dicha novela la importan¬
cia que en el mundo de las letras tuvo la doctrina filosófica de Schopenhauer
(1980b, pp. 204-206). La incidencia del medio ambiente en las novelas de Palacio
Valdés es un hecho incuestionable. La fusión entre lo puramente descriptivo, colo¬
rista o característico de una determinada zona geográfica se puede percibir en el
resto de las novelas ambientadas en Andalucía, en los relatos La hermana San Sul¬
picio, Los majos de Cádiz y Los Cármenes de Granada. Trilogía que carece de con¬
notaciones políticas y mitifican el entorno geográfico descrito (Cuenca y Soledad
Miranda, 1992, pp. 176-177).
630 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
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1982 y, del mismo autor, Blasquistas y clericales. La lucha por la ciudad en la Va¬
lencia de 1900, Valéncia, Institució Alfons el Magnánim, 1986. En dichos estudios
se abordan temas como ideario socialista, republicanismo, conexiones anarquistas,
modelos sindicales, huelgas obreras, manifestaciones populares de la época, sala¬
rios, jornadas de trabajo, el cooperativismo, cultura obrera y popular, la configura¬
ción del populismo católico, círculos y gremios católicos, configuración de los
ayuntamientos. Desde una perspectiva más general puede consultarse M. Sanchis
Guarner, La Renaixenfa al Pais Valencia, Valéncia, Tres i quatre, 1968. Para el ci¬
tado crítico Blasco Ibáñez simbolizaba al típico burgués agitador que intentaba
compaginar el ideario de la Revolución Francesa con los planteamientos federalis¬
tas inspirado en el modelo de los Estados Unidos. Joan Fuster en Lluis Bernat (ed.),
Caciquisme roig, Valéncia, Institució Alfons el Magnánim, 1984, analiza la figura de
un Blasco Ibáñez mitificado por su partido, pese a tener una mentalidad pequeño-
burguesa tendente a deferir y a mantener las estructuras económicas del Estado,
pues las revueltas blasquistas atacaban sólo conventos, iglesias e imprentas y no
asaltaba bancos o sociedades comerciales. El análisis puntual sobre la ideología
política de Blasco Ibáñez, así como el rescate de artículos dispersos en publicacio¬
nes periódicas de la época, es posible gracias a la labor de Paul Smith. Vid. al
respecto V. Blasco Ibáñez contra la Restauración. Periodismo político, 1895-1904,
Madrid, Ed. Nuestra Cultura, 1978. En la introducción que precede a la recopila¬
ción de textos relativos a la política nacional, Monarquía, República, proletariado,
guerras coloniales y crítica social se incluye una revisión crítica de los estudios
referidos a la ideología política de Blasco Ibáñez. Del mismo autor vid. Los mejores
artículos de Blasco Ibáñez, Valencia, Prometeo, 1982. Las repercusiones de su acti¬
vidad política, así como sus opiniones sobre la Monarquía, la República, el enfren¬
tamiento entre España y Estados Unidos, la independencia de Cuba han sido
también aspectos analizados por la crítica (Conte, 1967, pp. 507-520). El estudio de
sus ideas federalistas enraizadas con publicaciones difusoras de formas culturales
populares no es un hecho aislado en el autor, sino también característico de los
grandes hombres de la Restauración (Mainer, 1981, pp. 60-63).
644 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Sociología del libro valenciano a principios del siglo xx. Universidad de Valencia, Fa¬
cultad de Filosofía y Letras, s. a.). M.a José Navarro ofrece también material noticio¬
so al respecto (1994, pp. 53-54).
8 Después de la gira de conferencias por los Estados Unidos, la Universidad de
George Washington le nombra Doctor Honoris Causa en la sesión celebrada el día
25 de marzo de 1920. En su discurso de recepción, William Miller Collier alude en
varias ocasiones a la fama universal de Blasco Ibáñez y a las increíbles cifras de ven¬
ta que sus libros han tenido en el mundo (León Roca, 1967, p. 483, pássim).
9 Cipriano Rivas Cherif publica una encuesta de los autores más vendidos en
Madrid gracias a la información obtenida del librero Meléndez, instalado en la es¬
quina de las calles Arlabán y Cedaceros: >Sin duda el autor que más se vende actual¬
mente es Blasco Ibáñez, y de Blasco, como de todo el mundo, la última obra publi¬
cada es la que por los días de su publicación solicitan más los compradores* {El
Heraldo de Madrid, 23 de marzo de 1928). El mismo Cipriano Rivas Cherif lleva a ca¬
bo una encuesta a fin de conocer -los seis o siete mejores novelistas españoles con¬
temporáneos, representado cada cual en su obra más característica* (-Encuesta so¬
bre la novela*, El Heraldo de Madrid, 10 de diciembre de 1925). El comunicado que
ofrece dicho periódico días más tarde es el siguiente: -Por el voto plural atribuido a
cada opinión, las papeletas remitidas arrojan dos mil ciento cincuenta y seis sufra¬
gios en total, más de la mitad de los cuales, es decir, mil doscientos noventa y siete,
se reparte entre los ocho novelistas con mayor votación a su favor, de esta manera:
votos.— D. Pío Baroja, 209; D. Vicente Blasco Ibáñez, 203; D. Ramón del Valle-In-
clán, 196; D. Ramón Pérez de Ayala, 173; D. Armando Palacio Valdés, 152; D. Miguel
de Unamuno, 136; D. Gabriel Miró, 116; D. Wenceslao Fernández Flórez, 112* {EL
Heraldo de Madrid, 12 de marzo de 1926). J. M. Lavaud tras el estudio y escrutinio de
la prensa utiliza todos estos datos en función de la polémica entre Valle-Indán y las en¬
cuestas llevadas a cabo a raíz de la defunción de Blasco. A fin de analizar el éxito e índi¬
ce de venta de ambos afirma taxativamente y con razón lo siguiente: *Faut-il done aller
jusqu’á parler d’envie ou de jalousie de la part de Valle-Indán qui avait échoué notam-
ment dans ses tentatives d'exploitation terrienne en Galice, et dont les éditions ne furent
jamais des grands succés de librairie. Sur le plan commercial, le succés des romans de
Blasco Ibáñez est indéniable» (1974, p. 388).
10 Gracias al escrutinio de los repertorios bibliográficos (Palau, 1949, II, pp
277-280; Gaseó, 1967, pp. 219-225) y el material noticioso que figura en las edicio¬
nes publicadas por la editorial Prometeo podemos señalar la siguiente relación. De
La barraca cabe destacar las editadas por Hayward Keniston, Paris and New York,
1910; J. G. Undershill, London, Hurst and Brackett, 1919; F. H. Snow and B. M. Me-
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 647
kota, New York, A. A. Knopf, 1917; Albrecht und Elisabeth von Bebber, Berlin Bü-
chergilde Gutenberg, 1932; C. Hérelle, París, Calman Lévy, editeur, 1901. En lo con¬
cerniente a Flor de mayo puede señalarse la siguiente relación: Trad. da Joaquim
dos Anjos e Mario Salgueiro, Lisboa, «A Editora», 1909; Trad. di C. Beccari, Milano,
1923; Bruno Lindblone, Stockholm, P. A. Norstedt-Sóner, 1925. De Sónnica la
Cortesana cabe señalar las traducciones debidas a Francés Douglas, New York,
1912; London, John Long, Edt., 1920; W. Leyghecker, Berlin, E. Felber, 1914; P. E.
Bosi, Firenze, R. Bemporad e Figli, 1919; Rosalía Guiss Adami, Milano, Biotti, 1930;
Ribeiro de Carvallo e Moraes Rosa, Paris-Lisboa, Alland e Bertrand, 1905; Jean Cara-
yon, Paris, Calmann Lévy, 1923 y 1926. Las más significativas de la novela La
catedral fueron debidas a W. A. Guillespie y Howells, New York, E. P. Duttonand
Co., 1919 y 1923; G. Herelle, Paris, Calmann-Lévy, 1929; Bruno Lindblone, Stock¬
holm, P. A. Norstedt-Sóner, 1924; Ribeiro da Carbalho e Moraes Rosa, Lisboa, -A Edi¬
tora», 1905. En lo concerniente a El Intruso destacan las traducidas por René Lafont,
Paris, Fasquelle, 1912 y G. A. Marolla, Sesto, S. Giovanni, A. Barion, 1933- De
Sangre y arena las debidas a G. Hérelle, Paris, Calmann-Lévy, 1924; Ribeiro da Car-
valho e Moraes Rosa, Lisboa, -A Editora», 1909; Ida Mango, Sesto, S. Giovanni
Madelle, 1915; Bruno Lindblom, Stockholm, P. A., Mortedt-Soner, 1923; Francés
Douglas, Chicago, 1911; W. A. Gallespie, New York, C. P. Dutton and Co., 1919. En
lo referente a Los cuatro jinetes del Apocalipsis cabe destacar las traducciones
realizadas por G. Hérelle, Paris, Calmann-Lévy, 1917; René Lafont, Paris, Flamma-
rion, 1925; Bremester Jordán, New York, E. F, Dutton and Co., 1918; I. Mango, Mila¬
no, Sonzogno, 1918; E. Koert, Berlin, W. J. Mórlins, 1922; Bruno Lindblom, Stock¬
holm, P A. Mortedt-Soner, 1923; Raúl Proen<,a, Lisboa, 1924.
11 Los defectos de Blasco han sido abultados hasta la saciedad. Por el contra¬
rio, sus aciertos han sido ignorados y apagados por las envidias. Se le acusó de ha¬
ber plagiado a Zola, a Flaubert, a D’Annunzio, a Baroja, -cuando lo único que se le
pudiera haber tachado, en todo caso, es de no haber superado a sus modelos. En
cambio, los plagios descarados de otros contemporáneos, como Valle-Inclán o Be-
navente, fueron considerados como livianas travesuras» (Domingo, 1968, p. 5).
12 Carta interesantísima y que constituye una fuente básica tanto para el análisis
de sus novelas como para el conocimiento de su ideario estético e influencias literarias.
Por ejemplo, considera que -la novela es la realidad vista a través de un temperamen¬
to-, aunque también suscribe, como Stendhal, que -una novela es un espejo paseado a
648 PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
lo largo de un camino-. Blasco advierte sutiles matices y llega a señalar lo siguiente: -Pa¬
ra mí, lo importante en un novelista es su temperamento, su personalidad, su modo es¬
pecial y propio de ver la vida. Esto es verdaderamente el estilo de un novelista, aunque
escriba con desaliño. Y como los temperamentos son variadísimos (afortunadamente
para el arte, que no gusta de monotonías y repeticiones), de ahí que yo no crea gran co¬
sa en las clasificaciones, escuelas y encasillados de cierta crítica. Todo el que sea verda¬
deramente novelista, es él y nada más que él- (Obras Completas, 1976,1, p. 14).
La monografía de Pitollet (1921) recoge las clasificaciones relativas a la obra
de Blasco Ibáñez. Títulos que obedecen al criterio del novelista y que Pitollet se li¬
mita a reflejar. Tanto las ediciones críticas recientes de sus novelas (Navarro, 1994,
pp. 67-68) como las Obras Completas siguen, en líneas generales los dicterios
emitidos por Blasco, matizados, como hemos señalado con anterioridad, con las
apreciaciones de Andrenio. La clasificación aparece agrupada de la siguiente forma:
Grupo 1.® Novelas valencianas: Arroz y tartana (1894), Flor de Mayo (1895), La
barraca (1898), Entre naranjos (1900), Sonnica la Cortesana (1901) y Cañas y ba¬
rro (1902).— Grupo 2.® Las novelas de -rebeldía- o sociales: La catedral (1903), El
intruso (1903), La bodega (1905) y La horda (1905).— Grupo 3.® Novelas psicológi¬
cas: La maja desnuda (1906), Sangre y arena (1908), Los muertos mandan (1909) y
6jO PANORAMA CRÍTICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
Luna Benamor (. 1909).— Grupo 4.® Novelas americanas: Los argonautas (1914), La
tierra de todos (1922).— Grupo 5® Las novelas de la guerra: Los cuatro jinetes del
Apocalipsis (1916), Mare Nostrum (1918) y Los enemigos de la mujer (1919).— Gru¬
po 6.® Novelas de exaltación histórica española: El Papa del mar (1925), A los pies de
Venus (1926), En busca del gran Kan (1928) y El caballero de la Virgen (1929).—
Grupo 7.® Novelas de aventuras: El paraíso de las mujeres (1922), La reina Calafla
(1923) y Elfantasma de las alas de oro (1930). En las Obras Completas de Aguilar fi¬
guran dos grupos más —novelas cortas y libros de viajes— y un hipotético tercer
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 651
grupo que podría estar formado por los folletines y narraciones repudiadas por el
autor, aunque a su muerte fueron reimpresas en Madrid y traducidas a varios idio¬
mas. Dicho grupo estaría formado por La araña negra, Romea, el guerrillero, El
conde Garci-Fernández y Fantasías {Obras Completas, 1976,1, p. 13). Sutiles mati-
zaciones inciden también en la clasificación de sus novelas, referidas en esta oca¬
sión a la influencia de diversas corrientes filosóficas, como en el caso de Gonzalo
Sobejano que percibe la influencia de Nietzsche en novelas como El intruso, La bo¬
dega o en Los muertos mandan (1967).
14 Pío Baroja niega la existencia del 98. Para él es sólo un invento de Azorín.
Pese a dichas reticencias la nómina del grupo generacional estaría formada, según
Baroja, de la siguiente forma: -Entre los que comenzábamos por entonces había
hombres de todas las tendencias. Unos, la mayoría, cultivaban lo que se llamaba, y
creo que se sigue llamando, el modernismo; otros se inclinaban a la política o a la
sociología; pero como no había entre nosotros un ideal común, cada uno marchaba
por su lado. Benavente se inspiraba en Shakespeare, en Musset y en los dramatur¬
gos franceses de su tiempo; Valle-Inclán, en Barbey d'Aureville, D'Annunzio y el Ca¬
ballero de Casanova; Unamuno en Carlyle y Kierkegaard; Maeztu, en Nietzsche y
luego en los sociólogos ingleses; Azorín, en Taine, en Flaubert y después en Fran-
cis Jammes; yo dividía mis entusiasmos entre Dickens y Dostoyevski. Respecto a
Blasco Ibáñez, también de nuestro tiempo, a quien no sé por qué no se le ha in¬
cluido en la supuesta generación de 1898, fue un imitador acérrimo de Zola. Por un
capricho de la suerte, o quizá por sus condiciones, Blasco Ibáñez ha sido en el ex¬
tranjero el escritor más representativo de la España actual. A mí, particularmente,
Blasco Ibáñez no me interesa absolutamente nada; pero el hecho de su éxito es in¬
dudable- (1976, V, p. 497).
652 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
15 José Carlos Mainer señala el cambio ideológico y el tono distante entre los
escritores pertenecientes al realismo-naturalismo: -A la larga, hubo de surgir, por
tanto, un tono de denuncia entre regionalista y social que cambió el modelo pere-
diano por el modelo de Blasco Ibáñez y que culminó la trayectoria ideológica del
regeneracionismo: piénsese, por ejemplo en los libros castellanos de Julio Senador
o en las novelas de ambiente sevillano de un José Mas- (1981, p. 124).
16 Según el criterio de A. Tovar se perciben diversas modalidades en la forma
de narrar de Blasco Ibáñez, algunas de ellas harto excepcionales por su nula pre¬
sencia en la literatura española: «La verdad es que Blasco Ibáñez, hombre de su
tiempo, novelista que continúa con acento propio la escuela de Pereda, la Pardo
Bazán, Clarín y Galdós, que luego ensaya, parece que con menos fortuna, novelas
ideológicas, y por fin se convierte en un afortunado novelista cosmopolita, el único
que hemos tenido, merece más atención que la que le concedemos- (1963, p. 311).
Veta naturalista que se observa especialmente en las novelas llamadas valencianas o
regionalistas: -[...] En todo caso Blasco continúa cultivando un naturalismo mezclado
con costumbrismo hasta 1902, cuando Cañas y barro marca el punto culminante de
esta tendencia [...]* (Pattison, 1965, p. 169). María José Navarro sintetiza y analiza el
Corpus narrativo de Blasco Ibáñez. El esquema zolesco puesto en práctica en sus
primeras novelas, así como su convivencia con la Generación del 98 y modernistas,
no incidieron de forma absoluta en su forma de pensar y narrar: *(...) Blasco fue atra¬
vesando todas las etapas de la vida literaria del país sin ser asimilado por ningún
programa común, pero compartiendo inclinaciones y preocupaciones, e incluso la
ideología combativa de sus compañeros de generación en aquellos años de la histo¬
ria de España que vivieron, al unísono, comprometiéndose ideológicamente y algu¬
no de ellos incluso con una decidida militancia política, más tarde abandonada-
(1994, p. 65).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 653
ce, pero «no es menos cierto que los hombres del 98, en esta épo¬
ca [1894-19051, aún no han elaborado y puesto en práctica la esté¬
tica que ha pasado a la historia como noventayochista» (1981, p. 2).
Es evidente, pues, la manifiesta preocupación por parte de Blasco
Ibáñez de los problemas que acucian a España. Preocupación y
análisis de una realidad que supone una ruptura con los tópicos
casticistas de la “inteligencia” restauracionista» (Oleza, 1981, p. 2).
11 En este sentido cabe señalar el trabajo debido a E. Betoret París (1958). Las
costumbres de Valencia y la relación de las mismas con otras comunidades de
65 6 PANORAMA CRITICO DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA
España permiten al autor contrastar las diversas actitudes y usos de la sociedad es¬
pañola. Costumbres ancestrales relacionadas con la religión, agricultura y estaciones
del año son aspectos analizados, igualmente, por Betoret. Curiosas son las costum¬
bres familiares o las relacionadas con los matrimonios y noviazgos. La monografía de
dicho autor ofrece un completo material en el apartado Bibliografía, incluyéndose
en él apartados relacionados con la publicación de sus obras, cuentos y novelas cor¬
tas, viajes, historia, política y crítica, obras repudiadas y producción teatral.
23 José Domingo sintetiza la fidelidad social e histórica realizada por Blasco
en sus novelas valencianas: -Así, desde el vivido y pintoresco cuadro que nos
traza en Arroz y tartana del nacimiento de la burguesía valenciana, pasando por
los diversos grados del proletariado —el marinero del Grao en Flor de Mayo¡ el
de los arrendatarios de la huerta y sus conflictos con los terratenientes en La ba¬
rraca y el del mísero subproletariado de las riberas de la Albufera en Cañas y
barro—, llega en su última novela de este ciclo, Entre naranjos, a pergeñar un
atinado estudio, del mayor valor socio-económico, sobre el caciquismo que ha¬
cía germinar en la ubérrima zona de la Ribera la incipiente riqueza de los naran¬
jales- (1968, p. 6).
■1 El germen de La barraca se encuentra en un cuento que escribió en una
época de persecución. Más tarde le dio la forma definitiva y compuso la novela
(Gaseó Contell, 1957, pp. 76-77). Proceso de composición o redacción analizado,
igualmente, por León Roca (1976, pp. 1-22).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 657
27 F,1 análisis del ciclo valenciano parte de una premisa que determina el destino
de los personajes de Blasco: «En cada una de las cinco novelas el destino individual de
los protagonistas se encuentra inferido, determinado o enfrentado con microcosmos
geográficos o socioeconómicos distintos: el del pequeño comercio de la capital en
Arroz y tartana, el de los pescadores del Cabañal en Flor de Mayo, el de los huertanos
de la Alboraya en La barraca, el de la burguesía terrateniente de Alcira en Futre na¬
ranjos y el de los seres anfibios que pueblan los pantanos de la albufera en Cañas y
barro-(1988, pp. 563-564).
28 L. López Jiménez tras analizar las opiniones vertidas por Juan Valera sobre
el naturalismo en la Revista de España (10 de abril de 1887) alude a las posibles
fuentes de Entre naranjos: -Juzgar que había agotado la materia con lo dicho de
Germinal (1885) es una ligereza más de Valera. Zola llevaba entonces escritas ya
trece novelas de la serie Rougon Macquart, que merecían un análisis crítico al hacer
el proceso del Naturalismo. Al menos, de La Carée, de donde muy posiblemente
arranca el tema novelístico del influjo de las plantas en la exaltación del instinto se¬
xual, que ha de llegar a Entre naranjos-(1977, p. 214).
29 Sería, por ejemplo, el episodio que Zamacois recoge del propio Blasco y
que ha sido reproducido en épocas posteriores por la crítica para corroborar esta
presencia del elemento biográfico en Entre naranjos. Gaseó Contell lo incluye en
su monografía: -Blasco Ibáñez había conocido en uno de sus viajes a cierta artista
rusa, cantante de ópera, mujer extraordinaria, hermosa, fuerte, sádica, que recorría
el mundo llevando consigo a una pobre muchacha a quien en sus frecuentes arre¬
batos de malhumor azotaba cruelmente- (1957, pp. 79-80).
EL PECULIAR NATURALISMO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS... 659
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.
INDICE ONOMASTICO
675
676 ÍNDICE ONOMÁSTICO
178, 180, 182, 193, 217, 223, Baamonde Travesó, Gloria, 466,
267, 269,277, 520 481
Asenjo Sedaño, Carlos, 121, 130 Bacarisse, Salvador, 386
Asensio, José María, 31, 38, 64 Bacigalupo, M. F., 199
Asís Garrote, María Dolores, 385 Badello, 449
Assardo, R. M., 332, 385 Baena, Enrique, 163, 199
Astrana Marín, Luis, 617, 629 Bagno, Vsevolod E., 546
Asún, Raquel, 15, 20 Baguley, David, 546
Atkinson, William C., 99, 104, 130 Baker, Edward, 384
Aub, Max, 354 Bakunin, Mijail, 660
Auerbach, Erich, 16, 21 Balaguer, Víctor, 52, 506, 512
Austin, Karen, 315, 360, 385 Balanzat, Luisa, 626, 634
Avalle-Arce, Diana P. de, 349 Balart, Federico, 422, 573, 581
Avalle-Arce, Juan Bautista, 186, Ballantine, Margaret Ann, 299
192, 313, 385, 386 Balmes, Jaime, 29
Avello, Manuel FlErnández R.], Balseiro, José Antonio, 64, 78, 79,
429,477 131, 269, 471
Ávila Arellano, Julián, 297, 299, Balzac, Honoré de, 18, 50, 55,
301, 308, 309, 379, 382, 385 175, 222, 233, 234, 243, 256,
Aviles, Enrique, 332, 386 294, 332, 350, 434, 526, 604
Avrett, Robert, 481 Balzen, Berit, 466, 481
Ayala, Francisco, 13, 21, 339, 386, Bandera Gómez, Cesáreo, 451,
451 470, 471, 473, 481
Ayala, María de Los Ángeles, 49, Baquero Escudero, Ana Luisa,
158, 198, 298, 330, 386, 504, 121, 131, 253, 269, 325, 386,
505, 520, 522, 523, 524, 525, 387, 481
527,541 Baquero Goyanes, Mariano, 20,
Ayguals de Izco, Wenceslao, 34, 21, 43, 45, 64, 76, 77, 78, 86, 90,
349 97, 98, 102, 103, 111, 113, 114,
Ayuso, José Paulino, 481 117, 118, 119, 125, 128, 131,
Azaña, Manuel, 11, 142, 144, 151, 175, 176, 238, 386, 427, 430,
155, 156, 157, 160, 162, 166, 431, 439, 440, 445, 446, 450,
167, 169, 170, 171, 172, 176, 451, 452, 453, 459, 462, 463,
189, 198, 645 464, 466, 469, 471, 472, 476,
Azcárate, Gumersindo, 566 481, 514, 515, 516, 517, 518,
Azorín [José Martínez Ruiz], 11, 521, 523, 526, 528, 529, 532,
47, 50,64,75,99,100,130, 131, 533, 538, 540, 547, 586, 606,
156, 157, 158, 159, 162, 174, 618, 625, 628, 629, 632, 634,
198, 199, 269, 349, 378, 432, 650, 660
435, 469, 470, 481, 546, 565, Barrachano, Carlos, 467, 481
568, 603, 607, 627, 628, 634, Barberá Quiles, Margarita, 358
644, 645, 651, 653, 666 Barberis, Marie E., 634
Azzati, Félix, 645 Barbey D’aurevilly, J-A., 651
678 ÍNDICE ONOMÁSTICO
Barbieri, Francisco Asenjo, 87, 88, Belmonte Serrano, José, 349, 386
146, 154 Belot, Albert, 335, 387, 476
Barbieri, Marie E., 481 Beltrán Almería, Luis, 387
Barcia Caballero, Juan, 546 Beltrán de Heredia, Pablo, 217,
Barco, Pablo del, 185, 199 270
Barja, César, 529 Benaim-Lasry, Anita, 666
Baroja, Pío, 286, 349, 378, 386, Benavente, Jacinto, 185, 504,603,
563, 603, 607, 615, 628, 646, 651
647, 651, 653, 660, 666 Benicio, Alejandro, 31
Barr, Lois Baer, 336, 346, 386 Benicio Navarro, Felipe, 231
Barrantes, Vicente, 29, 33, 35, 44, Benítez, Rubén, 64, 308, 349, 387,
45 570, 577, 578, 579, 580, 583
Barreiro, Alejandro, 506 Benítez Claros, Rafael, 199
Barrera García, Consuelo, 454, Benlliure, 662
481,666 Bensoussan, A., 131
Barrera López, José María, 178, Bensoussan, Mathilde, 222, 224,
199 226, 227, 246, 251, 254, 255,
Barrero Pérez, Óscar, 567, 568 257, 259, 260, 262, 267
Barres, Maurice, 537 Berenguer, Ángel, 297
Barriuso Fernández, Emilio, 466, Berenguer Carisomo, Arturo, 635
481 Bergamín, José, 645
Barroso, Elena, 482 Bergmann, Emilie, 326, 387
Barroso, Fernando J., 131, 547 Berkowith, H. Chonon, 286, 289,
Barthes, Roland, 455 298,300, 301,319,330, 376, 387
Bassagoda, Roger, 63 Bermejo Marcos, Manuel, 11,158,
Basanta, Ángel, 113, 114, 127 159, 163, 193,199
Bataillon, Marcel, 159, 199 Bermúdez de Castro, Salvador, 34
Batlles Garrido, Adelina, 282, Bernard, Claude, 11, 256
376, 508, 543 Berrien, William, 65
Bauer, Beth-Wietelmann, 199, Bertrand de Muñoz, Maryse, 465,
321, 346, 386, 445, 446, 482 482
Bayard, Thomas Francis, 152 Beser, Sergio, 12, 92, 106, 128,
Bayle, Franfois, 482 131, 159, 199, 270, 325, 332,
Beardsley, Theodore, 347, 386 335, 387, 422, 423, 427, 428,
Beardsley, Wilfred A., 634, 635 429, 431, 432, 436, 438, 439,
Becarud, Jean, 442, 445, 482 441, 442, 443, 447, 450, 453,
Bécquer, Gustavo Adolfo, 155, 456, 462, 463, 465, 466, 472,
565 477, 482, 485, 491, 515, 522,
Beder, J., 144, 193 547, 571, 583, 585, 597, 604,
Beegel, Susan F., 666 631, 644, 666
Behiels, Lieve, 386 Betoret-París, Eduardo, 655, 666
Beladiez, Emilio, 144, 193 Beverley, John, 311, 384, 387
Belic, Oldrich, 112, 114, 131 Bemadete, Paula Ovadia, 318, 387
ÍNDICE ONOMÁSTICO 679
179, 180, 181, 182, 185, 200, Cabezas García, José Luis, 310,
222, 225, 235, 238, 282, 287, 390, 405
339, 376, 389, 478, 504, 506, Cabo Aseguinolaza, Fernando,
507, 508, 509, 512, 514, 515, 552
519, 525, 531, 535, 543, 548 Cabrales Arteaga, José Manuel,
Brenan, Gerald, 79 219,270
Brent, Albert, 441, 442, 446, 447, Cabré, Rosa, 285, 377
453, 456, 465, 483 Cabrejas, Gabriel, 326, 390
Bretón de Los Herreros, Manuel, Cacho Viu, Vicente, 161, 194
38 Cadalso, José de, 49
Bretz, Mary Lee, 17, 22, 332, 389, Cady, Edwin H., 635
504, 511, 512, 524, 533, 548 Caldera, Ermanno, 32, 51, 65
Brey de Rodríguez Moñino, Ma¬ Calvo Carilla, José Luis, 124, 125,
ría, 147,160,167,177,178,179, 131
193 Calvo y Teruel, José, 132
Brohan, Magdalena, 157 Camba, Julio, 645
Brooks.J. L., 389 Camp, Jean, 217, 218, 219, 227,
Brown, Donald Fowler, 512, 518, 231, 251, 255, 259, 260, 270
521, 525, 528, 529, 530, 548 Campillo, Narciso, 36, 46, 154,
Brown, Reginald F., 43, 65, 377 164, 182
Brownlow, Jeanne, 336, 389 Campoamor, Ramón de, 143,154,
Brunetiére, Ferdinand, 177, 200, 229, 423, 425, 426, 478, 506,
227 510, 516
Buard, Marie France, 317, 389 Campomar Fornieles, Marta, 576,
Buchanan, Luanne,343, 389 583
Büchner, Ludwig, 660 Camporredondo, Pedro Santiago,
Buck, Donald C., 317, 390 277
Buckley, Ramón, 270 Campos, Jorge, 56, 101, 109, 127,
Bueno, Juan José, 165 128, 623, 630
Bull, W. E., 446, 429 Camacho Padilla, José Manuel,
Buñuel, 300, 301, 338 175,299
Bush, Peter, 313, 390 Canalejas, Francisco de Paula,
Buylla, Adolfo, 435, 483 508, 662
Canals, Salvador, 430
Cabal, Constantino, 623, 635 Canavaggio, Jean, 81
Caballero, Fernán, 14, 18, 27-70, Cano, José Luis, 144, 157, 200
45, 75, 82, 84, 89, 100, 105, 224, Cánovas del Castillo, Antonio,
243, 310, 564, 581 506, 573, 578, 617
Cabello López, José, 146, 149, 154 Cansinos-Assens, Rafael, 635, 645
Cabañas, Pablo, 296 Cantizani, 158
Cabezas, Juan Antonio, 421, 426, Cantos Casenave, María, 65, 200
427, 429, 434, 439, 440, 483, Cañete, Manuel, 29, 33, 34, 154,
618, 625, 635 421,478
ÍNDICE ONOMÁSTICO 68l
Díaz de Mendoza, Fernando, 283, Durán, Agustín, 34, 51, 107, 108
377, 378 Durand, Frank, 159, 170, 172,
Díaz de Mendoza, Mariano, 154 202, 321, 322, 393, 427, 428,
Díaz-Peterson, Rosendo, 201 432, 439, 463, 464, 465, 476,
Dickens, Charles, 255, 256, 350, 480, 482, 485, 487, 492, 493,
586, 626, 652 494, 495, 496, 497, 499, 500
Diderot, Denis, 350 Duranty, Edmond, 73
Diederich, Bettina, 484 Durham, Carolina Richardson, 504
Diego, Gerardo, 56
Diez Borque, José María, 80 Eberenz, Rolf, 442, 485, 503
Diez Echarri, Emiliano, 80 Ebersole, Alba V., 22
Diez de Revenga, Francisco Ja¬ E<ja de Queiroz, José María, 432,
vier, 16, 22, 300, 313, 393 450
Diez de Revenga, María Josefa, Echanove, Jaime de, 157, 194
300.313.393 Echegaray, José, 178, 297, 422,
Diez de Tejada, Vicente, 510 434, 437
Dorca, Antonio, 324, 393 Edmond, 16
Domínguez Barberá, Martín, 667 Eguía Ruiz, Constancio, 571, 582,
Domínguez Bordona, Jesús, 146, 583
157, 162, 194 Eguilaz, Luis de, 29, 48
Domínguez Jiménez, Josefina, Elizalde, Ignacio, 306, 393, 394,
311.393 434, 444, 453, 485, 576, 578,
Domínguez Sio, María Jesús, 161, 579, 580, 583, 584
201 Ellis, Havelock, 162, 202
Domínguez Iglesias, Magdalena, Elton, Willa H., 341, 394
65 Encina, Juan del, 347
Domingo, José, 647, 656, 667 Endara, Lorenzo Benito, 520, 521,
Donahue, Moraima, 484 549
Donoso Cortés, José, 29 Engler, Kay, 305, 394
Doremus Sánchez, Elizabeth, Entenza de Solare, Beatriz Elena,
465, 484 127, 266, 292, 294, 304, 332,
Doreste, Ventura, 283, 377 374,394
Doreste Silva, Luis, 377 Entrambasaguas, Joaquín, 142,
D’Ors, Eugenio, 644 163, 182, 192, 231, 260, 266,
Dostoievski, 351, 651 271, 347, 362, 381, 518, 609,
Dowdle, Harold L., 349, 393 610, 617, 620, 628, 636, 642,
Drochon, PierreJ., 160, 169, 201 652, 658, 664
Duarte Berrocal, María Isabel, Eoff, Sherman H., 22, 187, 202,
159, 188, 201 234, 247, 271, 272, 289, 301,
Duchet, M., 147, 194 302, 317, 331, 394, 441, 442,
Dumas, Alejandro, 53, 581 448, 462, 485, 521, 549, 550,
Dumas, Auguste, 42, 43, 61, 63 652
Dumitrescu, D., 448 Escalante, Amos de, 52, 226, 229
ÍNDICE ONOMÁSTICO 685
nando, 37, 38, 40, 63, 66 García Domínguez, Elias, 431, 627,
Gala, Periquito de la, 145, 186 637
Galdiano, Lázaro, 426 García y García de Castro, Rafael,
Gale, Judith E., 272 160, 202
Galeote, Manuel, 202 García González, Francisco, 220,
Galera Sánchez, Matilde, 145, 272
148, 149, 151, 152, 157, 158, García Lara, Femando, 133
172 194, 195, 202 García López, José, 80
Gallego Morell, Antonio, 159, García Lorenzo, Luciano E., 172,
183,203, 544 173,190, 289, 297,305, 362, 381,
Gallego Roca, Miguel, 85, 133 395
Gamallo Fierros, Dionisio, 116, García Martín, J. L., 143, 195
195, 422, 425, 426, 436, 478, García Mercadal, José, 564, 568
507, 544 García Morente, Manuel, 175
Gamero y de la Iglesia, Emilio, García Negro, María Pilar, 511, 550
301, 395 García de Quevedo, Heriberto,
Gámez, Juan, 655 143, 154
Gandarias, Teodosia, 282, 379 García Ramón, Leopoldo, 505,
Ganivet, Ángel, 98, 267, 653 520, 550
Gaos, Vicente, 108, 109, 110, 111, García San Miguel, Luis, 429, 442,
112, 113, 115, 127, 133 486
Garagorri, Paulino, 192 García Sánchez, Franklin R., 395
Garaudy, R., 14 García Sarriá, Francisco, 321, 336,
García, Miguel Ángel, 163, 203 395, 426, 429,437,448,467,471,
García Álvarez, María Teresa Cris¬ 472,475, 486
tina, 450, 486 García Serrano, Rafael, 56
García Barragán, María Guadalu¬ García Tassara, Gabriel, 34, 143,
pe, 511, 550 154
García Barrón, Carlos, 313, 373, García Velloso, Enrique, 377
395 García Villalta, José, 109
García Blanco, Manuel, 618, 637 Gargano, Antonio, 486
García Bolta, María Isabel, 301 Garrido, J., 332, 395
García Carraffa, Alberto y Arturo, Garza Castillo, Jorge, 364
584 Gaseó Contel, Emilio, 642, 646,
García Castañeda, Salvador, 216, 656, 658, 662, 668
218, 220, 221, 222, 229, 230, Gautier, Teófilo, 516
267, 272, 299, 504, 550 Gayangos, Pascual de, 14
García Cruz, Arturo, 159, 160, Gayoso, Josefa, 229
163, 173, 203 Gerrard, Lisa, 448, 466, 486
García de Cortázar, Fernando, Gerli, Michael, 525, 550, 663, 668
444,486 Ghiraldo, Alberto, 645
García de la Concha, Víctor, 18, Gide, 319
19, 23 Gil, Joaquín, 125
688 ÍNDICE ONOMÁSTICO
Gil, José R., 292, 374 272, 286, 301, 343, 521, 528,
Gil y Carrasco, Enrique, 81 535, 551, 606, 607, 620, 622,
Gil Cremades, Juan José, 167, 627, 637, 640, 641, 645, 648,
173, 203 649, 655, 660, 661, 668
Giles, Mary E., 511, 512, 524, 533, Gómez Carrillo, Enrique, 154,
538, 550 286,434
Gilman, Stephen, 293, 298, 307, Gómez-Ferrer Morant, Guadalupe,
314, 315, 316, 317, 329, 330, 579, 584, 617,618, 622,624, 625,
351, 395, 396, 452, 486 627, 628, 629, 631, 637, 659, 668
Giménez, Enrique, 134 Gómez Martí, Pedro, 663, 669
Giménez Caballero, Ernesto, 160, Gómez Martínez, José Luis, 397
203 Gómez Palmeiro, Rosendo, 127,
Gimeno Casalduero, Joaquín, 487
315,337, 396 Gómez-Santos, Marino, 421, 429,
Giménez-Serrano, José, 85 478, 487
Gimeno, Amalio, 662 Gómez de la Serna, Ramón, 56
Giné Janer, Marta, 486 Gómez-Tabanera, José Manuel,
Giner de los Ríos, Francisco, 13, 424, 478, 629, 631,633
301,320, 424, 445, 478 Gómez Yebra, Antonio A., 159,
Giralt, Emili, 659 203
Girard, René, 453 Goncourt, Edmond y Jules, 16,
Glannon, Walter, 396 18,432,467,506,507,512, 516,
Glascock, C. C., 11 524, 538, 581, 604
Glen, Lee Taylor, 450, 486 Góngora y Ayustante, Manuel,
Glendinning, Nigel, 396, 415 115,133
Godoy Gallardo, Eduardo, 14, 23 González, Bernardo Antonio, 551
Goethe, JohannW., 175,186,319, González de Amezúa, Agustín, 568
351 González-Arias, Francisca, 282,
Gogorza Fletcher, Madeleine, 396 378, 503, 512, 536, 551
Gold, Hazel, 309, 325, 329, 336, González Araúzo, Ángel, 282, 378
383, 396, 460, 486,564,568 González Blanco, Andrés, 11, 20,
Goldin, David, 349, 396, 551 23, 80, 133, 506, 511, 518, 551,
Goldman, Peter B., 309, 330, 344, 568, 620, 652.
345, 351, 383, 396 González Catilleno, M. José, 66
Goldsmith, Oliver 43, 581 González Carvajal y Velasco, Mi¬
Gómez, Joaquín, 511, 537, 551 guel, 30, 31
Gómez, José Luis, 439, 476 González de Ávila, Manuel, 465,
Goméz, Rafael, 272 466, 487
Gómez de Avellaneda, Gertrudis, González de Linares, Augusto,
34, 39, 585 507, 544
Gómez de Baquero, Eduardo [An- González Fernández, José, 637
drenicü, 20, 23, 75, 79, 100, 107, González López, Emilio, 80, 511,
124, 133, 186, 203, 215, 236, 512,523,552
ÍNDICE ONOMÁSTICO 689
Parker, Alexander A., 331, 344, 277, 281, 283, 285, 286, 349,
345, 405 376, 380, 389, 425, 426, 436,
Parts, Luis, 422 478, 504, 507, 510, 512, 514,
Pascual Martínez, Pedro, 25 520, 555, 556, 564, 580, 581,
Pascual Rodríguez, Manuel, 621, 582, 585, 603, 604, 652
622, 639 Pereda y Torres Quevedo, María
Pastor Aicart,J. B., 518 Fernanda, 221, 222, 223, 224,
Pastor Díaz, Nicomedes, 87, 99, 226, 242, 246, 247, 251, 254,
116 257, 259, 260, 262, 268
Pastrana, Mercedes, 31 Pérez-Bustamante Mourier, Ana
Pastrana Seik, José, 30, 31 Sofía, 183, 207
Pastrana y Romero, Matilde, 30, 31 Pérez de Ayala, Ramón, 285, 286,
Patino Eirín, Cristina, 17, 504, 380, 422, 423, 565, 603, 645,
510, 513, 514, 539, 555, 556 646
Pattison, WalterT., 11, 12, 13, 25, Pérez de la Dehesa, Rafael, 282,
82, 136, 163, 282, 289, 292, 296, 379, 641, 652, 671
299, 302, 315, 360, 374, 405, Pérez de Luque, C., 276
508, 514, 517, 518, 523, 536, Pérez de Meca y Mellado, 36
545, 556, 563, 586, 592, 597, Pérez Delgado, Rafael, 147
603, 607, 652, 671 Pérez Dubrull, A., 91
Paulino Ayuso, José, 467, 493 Pérez Galdós, Benito, 14, 15, 17,
Pavía, Salvador, 127 46, 59,73,75,79,80,81,82,83,
Pavía y Lacy, Luis, 149 92, 94, 98, 104, 107, 120, 123,
700 ÍNDICE ONOMÁSTICO
Serrano, Carlos, 663, 672 Smith, Alan E., 291, 296, 299, 349,
Serrano, J., 645 350, 363, 375, 412
Serrrano Asenjo, José Enrique, Smith, Gilbert, 313, 346, 380, 412
143, 144, 147, 196, 496 Smith, Paul, 12, 209, 349, 412,
Serrano Castilla, Francisco, 504 643, 650, 658, 672
Serrano Poncela, Segundo, 444, Smolen, Marian, 347, 412
447,457,458, 496 Sobejano, Gonzalo, 16, 17, 20, 25,
Serrano Puente, F., 209 136, 296, 297, 329, 333, 334,
Serrano y Sanz, Manuel, 196 351, 352, 412, 427, 428, 429,
Servein, Carmen, 209 430, 431, 439, 440, 441, 448,
Servén Diez, Carmen, 276 449, 450, 451, 452, 453, 454,
Sevilla Pérez, Alberto, 285, 377 460, 461, 462, 463, 465, 473,
Seybolt, Richard A., 320, 411 474, 476, 497, 536, 558, 563,
Shakespeare, William, 508, 651 565, 566, 567, 650, 652, 672
Shaw, Donald L., 81, 238, 277 Sobejano Morán, Antonio, 113,
Sherzer, William M., 312, 336, 411 136
Shirley, Paula W., 336, 411 Soca, Juan, 209
Shivers, George R., 136 Solanas, Juan, 523, 525, 558
Shoemaker, William H., 94, 136, Solano, Ramón de, 215, 261, 277
225, 268, 285, 287, 289, 299, Soldevilla, Fernando, 425
300, 306, 307, 315, 318, 323, Solís Gutiérrez, Jesús Andrés,
380,382, 411 429, 640
Siboni, Luis, 184, 209 Sopeña Ibáñez, Federico, 305,
Sieburth, Stephanie A., 451, 454, 337, 412
461,496 Sorbolevski, Sergio, 155
Sierra, Justo, 285, 380 Soria, Francisco, 19
Silvela, Francisco, 573 Soria Ortega, Andrés, 78, 85, 90,
Silverman, Joseph G., 108, 135 102, 110, 119, 120, 121, 127,
Silvestri, Laura, 319, 411 136, 137
Simó, T., 659 Soriano, Rodrigo, 347
Simón, Irene, 465, 497 Sorolla, Joaquín, 651, 662, 663
Simón Cabarga, José, 265, 276 Sosa, Rafael, 672
Simón Díaz, José, 35, 64, 136, Sotelo Vázquez, Adolfo, 16, 17,
196, 290, 382, 427, 480, 544, 25,132,159,162,163, 173,190,
608, 610 209, 210, 328, 335, 338, 343,
Simón Palmer, María del Carmen, 345, 358, 412, 413, 428, 430,
20, 25, 58, 69, 558 433, 451, 460, 474, 497, 546
Sinclair, Alison, 466, 497 Sotelo Vázquez, M* Luisa, 17,
Singer, A. E., 528, 529, 558 328, 358, 413, 505, 520, 535,
Sinnigen, John H., 295, 325, 328, 538, 558
329, 340,411,412 Soto, Román, 412
Sinués, María Pilar, 44, 45 Souto Alabarce, Arturo, 540, 541
Sirera Turo, Josep Lluis, 455, 497 Srsen, Bárbara, 277
yo6 ÍNDICE ONOMÁSTICO
Tsuchiya, Akiko, 308, 326, 329, 79,81,82 83, 84, 86,87, 89, 92,
330, 333, 413 94, 99, 105, 106, 110, 120, 137,
Tuero, Tomás, 617 139-211, 238, 248, 281, 284,
Turgéniev, Iván Sergeievich, 351 285, 286, 391, 423, 426, 504,
Turner, Harriet, 14, 210, 298, 299, 514, 520, 524, 532, 556, 559,
308, 309, 315, 316, 324, 329, 564, 565, 571, 573, 575, 576,
330, 332, 351, 374, 378, 394, 577, 580, 582, 585, 586, 588,
397, 402, 404, 409, 412, 413, 604, 605, 607, 612, 614,658
414, 427, 431, 465, 480, 498 Valera, Sofía, 151, 155
Valera Aceituno, Joaquín, 152, 155
Uchard, 157 Valera Alcalá Galiano, Ramona,
Ullman, Fierre L., 312, 330, 336, 155
347, 414, 498 Valera Delavat, Carlos, 145, 155
Unamuno, Miguel de, 285, 286, Valera Delavat, Carmen, 155
322, 323, 378, 379, 380, 421, Valera Delavat, Luis, 145,147,155
432, 433, 509, 536, 538, 563, Valera Freuller, Salvador, 144,
603, 627, 628, 646, 654, 653, 152,155
667, 670 Valera y Sánchez Ocaña, Carmen,
Urbano, Rafael, 651 188
Urbina, Eduardo, 329, 414 Valera y Viaña, José, 155
Urbina, Pedro Antonio, 115, 128, Valis, Noel M., 70, 183, 210, 219,
129 232, 263, 277, 314, 332, 337,
Urey, Diane F., 307,311, 312, 313, 339, 340, 350, 404, 415, 427,
314, 327, 333, 336, 349, 351, 431, 432, 447, 453, 456, 457,
352, 414, 415, 498, 524, 529, 460, 461, 463, 470, 472, 473,
559 480, 487, 490, 495, 499, 547,
Uría Ríos, Paloma, 499 559, 564, 565, 566, 567, 568,
Uñarte, Fernando, 189 569, 621, 640
Urraca Pastor, María Rosa, 540 Vallecillo López, José, 210
Urruela, María Cristina, 314, 415 Valle-Inclán, Ramón María del,
Utt, Roger L„ 297, 299, 312, 329, 111, 286, 349, 442, 478, 512,
415,430 538, 556, 603, 646, 647, 651,
660, 669
Val, Ricardo de, 642, 673 Valverde, José Ma, 644
Valbuena Briones, Ángel, 157, Vandivere, Julie, 559
210 Varela, Antonio, 314, 415
Valbuena Prat, Ángel, 79 Varela, José Luis, 70
Valdivieso, Enrique, 662 Varela, Lorenzo, 367
Valencina, Diego de, 30, 31, 34, Varela Hervías, Eulogio, 221, 225,
37, 48, 55, 59, 69 227, 235, 268, 283, 284,380
Valera, Agustín, 151 Varela Iglesias, Fernando, 210
Valera, Juan, 11, 14, 26, 29, 36, Varela Jácome, Benito, 47, 181,
40,44, 45, 46, 54,70,73,74,75, 192, 210, 218, 318, 277, 415,
708 ÍNDICE ONOMÁSTICO
APR 0 8 2002
TAtr6~ff7JIJIT
36. N. Salomón: Lo villano en el teatro del Siglo de Oro
37. J.M. Martínez Cachero: La novela española entre
1936-1980
38. R. Jammes: La obra poética de D. Luis de Góngora
39. M.E. Montaner: Gabriel García Márquez: Guía para
la lectura de Cien años de soledad
40. FJ. Diez de Revenga: Panorama crítico de la generación
de 1927
41. Varios: Letras españolas 1976-1986
42. R.L. Nicholas: Unamuno, narrador
43. R. Andioc: Teatro y sociedad en el Madrid del siglo xvin
44. Varios: Letras españolas. 1987
45. G. Ribbans y J. E. Varey: Dos novelas de Galdós: Doña
Perfecta y Fortunata y Jacinta
46. M. Baquero Goyanes: Estructuras de la novela actual
47. E.F. Stanton: Hemingway en España
48. V. Llorens: El romanticismo español
49. Varios: Letras españolas. 1988
50. A.G. Loureiro: Mentira y seducción. La Trilogía
Fantástica de Torrente Ballester
51. Varios: Letras españolas. 1989
52. E. Inman Fox: Azorín: Guía de la obra completa
53. S. Zimic: El teatro de Cervantes
54. J. Oehrlein: El actor en el teatro español del Siglo de Oro
56. L. Romero Tobar: Panorama crítico del romanticismo
español
57. E. Pupo-Walker: El cuento hispanoamericano
58. P.W. Silver: Luis Cernuda, el poeta en su leyenda
59. J.M. Martínez Cachero: La novela española entre
1936 y el fin de siglo
60. G. Bellini: Nueva historia de la literatura
hispanoamericana
61. J.L. Alonso de Santos: La escritura dramática
62. E. Rodríguez Cuadros: La técnica del actor español
en el Barroco: Hipótesis y documentos
63.1. Uría: Panorama crítico del mester de clerecía
64. J.M. López de Abiada, L. Martínez de Mingo, J. Pérez
Escohotado: Poemas memorables
65. A. Amorós: Momentos mágicos de la literatura
66. A. Amorós, J.M. Diez Borque: Historia de los
espectáculos en España
67. J.M. Ruano de la Haza: La puesta en escena en los
teatros comerciales del Siglo de Oro
68. G. García Valdecasas: La adulteración de
La Celestina
Este nuevo Panorama crítico supone una revisión y
sistematización de los estudios dedicados a la novela
realista-naturalista española. Los debates sobre la
estética realista, epistolarios, ediciones, autógrafos y
repertorios bibliográficos, entre otros múltiples aspectos,
constituyen los ejes esenciales de este libro. Desde los
inicios de la novela realista hasta el naturalismo radical
existe un amplísimo Corpus narrativo que emerge con
peculiar estilo y dispar ideología. Los debates de la crítica
sobre la incidencia o pertenencia de específicos autores a
esas corrientes literarias, así como los diversos enfoques
de la crítica sobre la gran novela de la segunda mitad del
siglo xix son igualmente objeto de reflexión y estudio.
LITERATURA Y SOCIEDAD
ISBN 84-7039-869-5
9 788470 398698