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Capitulo 12-

No solo cortinas si no persianas.

El pasillo no era un pasillo, eran las paredes transicionales del cérvix contrayéndose.

Entramos al útero a contra corriente. La gran cama apenas se distinguía, ella era casi un
bulto, como un tumor dentro de su propio útero. Sus hijos al pie de esa cama mirándola
como un ovulo a un espermatozoide o viceversa. No solo cortinas si no persianas abajo,
quizás una nave espacial viajando por lo inverosímil.
- ¿Podrían vivir sin mi? - pregunto como si de pronto un enorme paño se
extendiera hacia el infinito. -Si – respondimos ambos. Recorrimos de vuelta las
húmedas y cálidas murallas, a la salida, el living en el onceavo piso del edificio.

El ascensor bajó varios niveles por debajo del menos uno.

Un gato escudriña un departamento, la pandemia ha hecho que prácticamente


seamos los únicos compañeros. Yo dibujo figuras antropomórficas teniendo sexo.

Una noche miro a la calle y hay una llamativa mancha de petróleo en el asfalto,
el intenso olor se distingue con claridad. Pienso que, como mi gato es negro, esa
mancha podría ser su cuerpo atropellado.

Una mariposa de noche vuela entre miles de mariposas de noche que se acoplan
en el techo de mi pieza. Soy adolescente, llego borracho en la madrugada.

El techo es una masa informe, negra, que se mueve y zumba estrepitosa. Agarro
un cojín de la cama e intento espantarlas. Es inútil. Me desnudo y cubro hasta la cara
bajo la sabana.

Aquella mariposa de noche única, ella sola entre la multitud, no existe.

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