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Capitulo 14-

La metamorfosis

Al despertar una mañana, tras un sueño intranquilo, boca abajo en la cama me


encontré sintiendo dos alas gigantes desprendidas de mi columna. El maullido del gato fue
lo que me despertó. Erizado y encorvado mostraba sus dientes alistándose para arrancar.
Agite inconsciente mis inútiles alas (apenas cabían en la habitación) y el polvo plateado
brillo al ritmo de la luz del semáforo que se traslucía por la cortina. El gato desapareció. La
sequedad en la boca, la piel reseca o más aún resquebrajada, los ojos ardiendo de furor
terminaron por llevar al paroxismo mi pánico. Grite, grite como si un satánico coro emitiera
el clímax de una aberrante farsa.

Me arrope, como quien se envuelve en una frazada, de mis nuevas extremidades y


camine al baño. Blancas baldosas que no sé si esconden o evidencian los excrementos,
espejo pulcro que extraviaste para siempre mi imagen.

Absurdamente el proverbio anuló todo escepticismo. No es que el ver haga creer,


tan solo anula la fantasía y eso, nada más eso, es lo que llamamos realidad: y en esta
inmunda imagen creemos.

Me senté en la taza del wáter a pensar y termine viendo las cosas ligeramente
distintas. Camine al balcón, me detuve en la baranda y liberé mis alas.

De niño, fue imposible no rememorarlo, había hecho algo similar. Me había sentado
al borde de una terraza en una casa con palafitos. Había calculado la distancia que me
separaba del suelo. Balanceaba mis pies en el vacío gozando el desafío personal y en eso la
seducción venció al miedo. En algo la tierra fresca y el pasto aplaco el golpe, me dolieron sí
las muñecas e hice tiras la tela de mis pantalones a la altura de mis rodillas. No llore hasta
que dando un pequeña vuelta hacia la otra cara de la casa, encontré a mi madre en su pieza
y le conté.

Ahora era distinto la posibilidad era, de hecho, la inversa. Sosteniéndome aun por
ella, pasé al otro lado de la baranda, mire los aproximados 5 metros bajo mío y luego al
fulguroso cielo nocturno citadino. Me lancé.

En la noche amigos míos, en la noche todos los gatos son negros salvo el mío,
porque él, él lo es de veras.

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