Está en la página 1de 13
Psicoandlisis y poder * Elsa del Valle Echegaray (A.P.A.); ** Cecilia Moise de Borgnia (A.P.A.) La importancia actual del tema del poder nos estimula a continuar re- flexionando sobre sus articulaciones con el psicoandlisis, ya que su incidencia no es solamente teorética sino que forma parte de nuestra experiencia cotidiana. Estamos expuestos a sus efectos deletéreos tanto en nuestra practica psicoanalitica como en nuestra participacién ciudadana cuando resul- tan preeminentes los intereses autoritarios sobre los democréticos y la palabra dogmatica sobre la palabra dialégica. Frente a la solicitacién de esta urgencia se corre el riesgo de que la presion del tema haga obstdculo al pensamiento psicoanalitico. De abi nuestra propuesta de replantearnos el poder fundamentandolo y arti- culdndolo psicoanaliticamente. Pensar el poder desde el psicoandlisis entrafia una doble dificultad. Se trata de: 1] articular un concepto extraanalitico de base descriptiva con la teorfa psicoanalitica pulsional y el narcisismo; 2] procurar la con- vergencia entre el sujeto y la cultura (poder social) a través de la constitucién del superyé. . Nos ubicaremos a partir de la definicin del poder seguin el dicciona- rio, El poder significa (latin vulgar potere, por posse): tener expeditia la facultad o potencia de hacer una cosa, dominio, facultad y jurisdiccién que uno tiene para mandar 0 ejecu- tar una cosa; =posesién actual 0 tenencia de una cosa; ~caer bajo el poder de... significa estar sujeto a su dominio o volun- tad. En politica: capacidad de ejercer un control imperativo sobre la po- blacién de un territorio determinado, lo que presupone la existencia, en ® Direecién: Jorge Luis Borges 2485, 2° “B", (1425) Capital Federal, R. Argentina, ® Direccién: Avda. Santa Fe 4427, 1 E-mail: ceciliamGeinstein.com.ar “D", (1425) Capital Federal, R. Argentina. 64 E, del Valle Echegaray; C. Moise de Borgnia manos de los detentadores del poder (policfa y ejército), de una fuerza fisica 0 coaccién. La coaccién puede ser también resultado de una presién social difusa encaminada a tener la aceptacién por los individuos de las doctrinas sobre el poder, basadas en el cardcter natural de la obediencia, o bien de la propaganda. En ambos casos (presién social difusa y propaganda) la tradicién y la educacién desempefian un papel fundamental en la con- formacién de la opinién publica y su aceptacién del poder, aunque estos logros sean siempre relativos. (Hasta aqui hemos transcripto lo que extractamos de la Enciclopedia Salvat.) Entonces, hay dos conceptualizaciones distintas, que tienen puntos co- munes de articulacién y también diferencias (del Valle y Moise de Borgnia, 1986). -E] poder como aptitud, capacidad, disponibilidad, facultad de hacer algo. -El poder como dominio ejercido sobre algo o alguien. Ambos enfoques tienen en comiin que nombran o aluden a una facul- tad de realizacién, a una accién posible o actual. El punto de articulacién entre ambos, a nuestro entender, sefiala que en el hombre existe la tendencia a realizar acciones 0 a ejercer facul- tades, que en alguna medida le son necesarias o deseables, y que tender a dominar 0 a vencer los obstaculos que se le opongan, asi sean intrin- secos 0 extrinsecos, y en este tiltimo caso, as{ sean objetos o personas. El poder es en sf, entendido de este modo, un aspecto positive, expan sivo y activo de la personalidad. Pero en el choque contra el obstaculo, suele surgir el impulso a do- minar al otro, a imponerle coercitiva 0 violentamente su voluntad. En l drea del sometimiento y del desconocimiento de la alteridad, en el érea de la violencia y el sojuzgamiento, es donde el poder puede mostrar su rostro siniestro. Aqui se anuda algo especffico que hace a las encruci: jadas del poder y de la erueldad: {los enigmas sutiles y laberinticos del poder que se ejerce sobre el otro, o la inhumana violencia del ultraje a los derechos humanos, se explican s6lo por el ansia de lograr lo que uno se propone, arrasando con todo lo que obstaculice a ese propésito? 20 en el enfrentamiento con el otro se desencadena algo mas siniestro; una voluntad auténoma de poder, un goce insito en el enfrentamiento letal, algo radical que impone la tensién, y a veces el placer sédico de aplastar al otro? 1. A partir de estas conceptualizaciones podemos apuntar al primer pro- blema mencionado: si es factible articular los dos registros (el del poder ‘orgnia fuerza difusa otrinas o bien ganda) la con- e estos lo que tos co- rise de » hacer facul- a que facul- enders antrin- “sonas. expan- >a do ad. En al grea rar su aeruci- 20s del altraje Jo que s6sito? iestro; niento lico de or pro- poder Psicoandlisis y poder 65 y el del psicoandlisis), que parecen ubicarse en niveles de jerarqufa di- ferente, Si nos apoyamos en algunas de las reflexiones que hace Lacan, en “La agresividad y el psicoandlisis” (1975), podemos extrapolarlas. En efec- to, también el poder, como la agresividad, es la sustanciacién de un atri- buto que caracteriza la condueta individual o social. Es por tanto situable en un registro descriptivo; basta constatarlo en los diferentes items de la definicién de Salvat ya anotada. Aparte, Lucfa Rossi (1984, p. 58) dice: “Habra entonces que hacer virar su sentido, para despojarlo de toda connotacién observacional, descriptiva, fenomenolégiea y ubicarlo en la Iinea de cierta categorizacién psicoanalitica”. Lacan propone hacer este viraje de lo fenomenolégico a lo metapsico- l6gico, pensando la agresividad en relacién con la pulsién de muerte que le es correlativa. Nosotras proponemos una correlacién semejante entre el poder y la pulsién de apoderamiento. De este modo, también el poder se manifiesta en una dimensién de experiencia subjetiva, lo que permi- te remodelar esta nocién para hacerla operativa desde el psicoandlisis; apuntando a la experiencia como capacidad de lograr lo que se apetece © como intencién de dominar y de someter al otro, 0 como desconocimien- to 0 aniquilacién del otro. Respecto a la segunda dificultad anotada (poder social) ensayaremos también en su momento una articulacién metapsicolégica semejante. IL. Proponemos entonces dos hipétesis: 1] Las manifestaciones del poder se originan en la pulsién de apode- ramiento 0 voluntad de poder. 21 La pulsién de apoderamiento se gatilla con la instauracién del nar- cisismo, entendido éste como efecto de la cireulacién libidinal desde el cuerpo a la imagen de sf (Freud, 1911, 1913), que cristaliza en un primer precipitado que es el yo. Esta operacién de catectizacién libidinal pri- maria coincide con la nocién de narcisismo. Al proponer el surgimiento de la pulsién de apoderamiento junto con el narcisismo y por ende con la constitucién del yo, estamos subrayando que el poder se acota en su origen a las pulsiones yoieas de afirmacién y apoderamiento. Habfamos dicho que se pueden diferenciar dos modos de ejercicio de la voluntad de poder: La primera es aquella ligada a las autoafirma- ciones que procuran la expansién narcisista: conquista del objeto, logros personales, acicate de la curiosidad, la indagacién y la creatividad. En suma: autoafirmaciones de un narcisismo de vida, al decir de Green (1986), que permiten la expansién vital del individuo y/o del grupo social. La segunda es aquella conectada con los enfrentamientos narcisistas, propensa a terse de perversas cualificaciones sddicas, 0 viciarse en puro affin de destructividad sobre todo lo que es ajeno y diferente. En defi- 66 E, del Valle Echegaray; C. Moise de Borgnia nitiva, en ambos casos, nosotras proponemos que la pulsién de dominio se conecta con el narcisismo. Freud menciona por primera vez la pulsién de apoderamiento o tenden- cia de dominio en “Tres ensayos” (1905). Desde el comienzo se plantea una paradoja: el contraste entre la seguridad con que instala esta ten- dencia en su bagaje tedrico y la ambigiiedad que resulta de sus vacila- ciones al tratar de ubicarla. En efecto; simultneamente 0 sucesivamente, Freud la va a conside- rarla como: a] una pulsién aut6noma, como la de contemplacién y cruel- dad, que se pondria luego al servicio de la sexualidad, “pero cuyo origen todavia no comprendemos bien”, b) un componente casi biolégico de la pulsién sexual masculina, que en forma de agresién se requiere para la conquista del objeto sexual; ¢] una tendencia propia de la pulsién de autoconservacién, adecuada para la aprehensién del alimento a través del aparato muscular de las mandfbulas; dj una caracteristica dindmi- ca de toda pulsién en la consecucién de su meta. En Juanito (1909), Freud contradice a Adler, que postulaba una pulsién agresiva auténoma, con la que terminaba explicando todas las vicisi- tudes de la vida psiquica. Freud dice: “..me parece que Adler ha hi- postasiado sin razén en una pulsién particular lo que es un carécter universal ¢ insoslayable de todas las pulsiones, a saber, ‘lo pulsional’ [Triebhaftl, lo esforzante [Dréingend] en ellas, lo que podemos deseribir como la aptitud para dar un envién a la motilidad” (p. 112). En 1930, en “El malestar en la cultura”, reconoce al respecto su deuda con Adler, al aceptar la pulsin de muerte auténoma. Pero a nuestro entender, en ninguna forma se puede confundir la pulsién de muerte con la de apo- deramiento 0 poder, como explicaremos mas adelante. De todos modos, Freud no se ha olvidado de esta pulsién y la reseata en 1924 en “El problema econdmico del masoquismo” “La tarea de la libido es volver inocua esta pulsién destructora [se re- fiere a la pulsién de muerte}; la desempefia desvidndola en buena parte -y muy pronto con la ayuda de un sistema de érgano particular, la musculatura— hacia afuera, dirigiéndola hacia los objetos del mundo exterior. Recibe entonces el nombre de pulsién de destruccién, pulsién de apoderamiento, voluntad de poder. Un sector de esta pulsin es puesto directamente al servicio de la funcién sexual, donde tiene a su. cargo una importante operaci6n. Es el sadismo propiamente dicho” (p. 169). Nosotras pensamos que el concepto de pulsién de apoderamiento me- rece rescatarse. Entre la nivelacién entrépica y la desintegracién de la pulsién de muerte por un lado, y el sadismo sexual con la ligadura li- Jorgnia lominio venden- slantea ta ten- vacila- onside- reruel- origen o dela ‘e para sién de través indmi- oulsién vicisi- ha hi- arécter sional’ scribir 1 1930, Adler, der, en le apo- vescata [se re- a parte lar, Ia nundo vulsion si6n es teasu ho” (p, to me ide la ura li- Psicoandlisis y poder 67 bidinal de la pulsién de muerte por el otro, creemos que existe un campo libre para replantear la pulsién de dominio. No nos conforma tampoco adseribirla a una dicotomia simple de amor y odio en la relacién de objeto, como expresién de las pulsiones de vida y muerte respectivamente. Repetimos entonces que para nosotras la pulsién de dominio proviene del nareisismo. El narcisismo de autoafirmacién o de vida segdin Green (1986) se di- ferencia del narcisismo de muerte, porque mientras el segundo rechaza los objetos, como fuente de excitaciones, el primero aspira a expandirse precisamente a costa de dichos objetos. En el origen es la inercia y el nirvana en términos puramente econmi- cos: la huida del estimulo, displacentero siempre por su irrupcién dese- quilibrante: narcisismo de muerte. Luego, la mente y con ella los apeti- tos despiertan; se da cabida a los movimientos pulsionales (estamos en el reino de la necesidad) y el yo se afirma para la conquista del objeto. Aparece entonces la pulsién de dominio, independiente al principio de lo sexual, 0 mas bien dirfamos sexualmente neutra: narcisismo de vida. Se afirma el poder de la omnipotencia infantil. La omnipotencia se ins- taura por la operacién de supresin de la resistencia del objeto y no por la tentativa de fusién con 61 Pero atin podriamos plantearnos algo més radical, que ya preanun- ciamos al inicio. En este nivel no se tratarfa de someter al otro para satisfacer una necesidad 0 un deseo, sino de someterlo para ser recono- io como Amo. La raiz narcisista de la pulsién de dominio explica estos excesos que van mas alld de la conquista necesaria. Se trata de una lucha a muerte entre dos Yoes, porque la relacién dual es cuestién de vida o muerte: 0 un Yo u otro Yo. Esto lleva a enfrentamientos letales por el reconocimiento y el prestigio (dialéctica del Amo y del esclavo) (Hegel, 1807; Kojéve, 1985) Sobre ese puente articulador nosotras pensamos que la pulsién de do- minio, originada en la pulsién de vida y el narcisismo expansivo, pue- de terminar enganchada y al servicio de la pulsién de muerte o sea, la destruccién. Para que un “Yo” exista, la autonomfa del otro debe desapa- recer. En iltimo término esto puede llevar a la biisqueda de la desapari- cién del otro en tanto diferente. Este desarrollo no corresponde a un enfoque cronol6gico sino metodolé- ggico, pues lo que nos interesa es la discriminacién de distintos niveles yla insercién de la voluntad de poder en el nivel del narcisismo de vida Las determinaciones fundamentales de la voluntad de poder son las siguientes: a] Es expresién del narcisismo de vida, aunque pueda ponerse luego al servicio de la pulsién de muerte 68 E. del Valle Echegaray; C. Moise de Borgnia b] Surge cuando entra en juego el objeto, que permite cualificar el placer. En efecto, el placer puede asi desengacharse de la meta econé- mica de la descarga total (equivalente al efecto de la pulsién de muer- te) y modularse con la aparicién de los afectos. La regulacién placer-dis- placer es monddica pues es puramente cuantitativa y corresponde al encierro en que la ménada quiere desconocer la necesidad y el deseo del objeto (narcisismo de muerte, Green, 1986). Cuando el cierre monddico no puede mantenerse y el objeto en sus diversas modalidades se impo- ne (momento anunciado en el infante por la ausencia reiterada del pecho, que le impone el reconocimiento de su exterioridad y alteridad, yrompe la ilusion de completud y plenitud originarias), cuando el objeto nos enfrenta con una alteridad que tiene el poder de hacernos sufrir, necesi- tar y desear, de dejarnos morir, de reconocernos o no en nuestra iden- tidad, entonces el placer y el displacer se liberan de la regulacién econémica y se matizan en las diversas estructuras relacionales, posi- cionales, generadoras de afectos. Pero asf como se dan las estructuras relacionales del deseo, del amor y del odio, existe una estructura afec- tiva relacional primordial, que es la del poder 0 dominio del objeto. Lo caracteristico de esta estructura, como ya dijimos, es que lleva a la ten- dencia a negar la autonomia del objeto. ¢] Se centra alrededor del ejercicio de la actividad y queda cualificada por el placer especifico muscular que permite concretar la expansién nar- cisista del Yo. d] Su conexién con la actividad muscular y con el surgimiento del objeto determina una vinculacion especial que perdurard en todas sus manifes- taciones, con la fase sddico-anal y el sadismo. e] Parece tener un cardcter més primitivo, mas areaico ontogenética- mente que el correspondiente a la pulsién libidinal. ;No estaremos ha blando, en la concepcién de Mc Lean del cerebro trino, como producto de la evoluci6n zoolégica del animal, del nivel mas arcaico, del cerebro reptilico que busca desde la legada de los reptiles al planeta la demarca- cién territorial, la posesién, el dominio frfo ¢ implacable? En el ser hu- mano aparecerfa como la agresividad constitutiva que debe ganar su puesto sobre el otro e imponerse a riesgo de ser él mismo aniquilado (Kohan, 1985). No hay duda de que estas determinaciones bisicas hacen que la pulsién de dominio sea éptima para explicarnos los enfrentamientos de los in- dividuos en el grupo y por ende, para facilitar su indagacién en tod: las encrucijadas del narcisismo. Decimos encrucijadas por su intrincacién en los miltiples niveles posibles de anélisis del poder, en el orden material y cultural, porque repetimos, estamos lejos de plantear un sim. ple reduccionismo psicolégico. wrgnia car el aconé- muer- or-dis- ade al e0 del xddico impo- echo, compe 0 nos ecesi- iden- acion posi- turas afec- to. Lo a ten- ficada onar- objeto nifes- Stica os ha- iducto wrebro aarea- or hu- ar su silado ulsién os in- todas cacién orden asim- Psicoandlisis y poder 69 IIL. Existe otra categorizacién del poder que también entronca con la teorfa psicoanalitica. Nos referimos al poder de la sociedad, de la cul- tura, y la ley. Asi como para la primera dificultad mencionada correlacionamos la nocién descriptiva del poder con la teorfa psicoanalitica a través del con- cepto de la pulsién de dominio, ahora usamos como concepto articulador entre el poder social en términos observacionales y el psicoandlisis la hipétesis de la amenaza de castracién y la consecuente constitucién del superyé, como producto de la elaboracién del complejo de Edipo. Debemos pues distinguir entre el poder del padre de la horda primi- tiva, el padre natural, y el poder del padre cultural interiorizado como supery6. En la figura del padre de la horda Freud nos proporciona un modelo que encarna, como ningiin otro, la voluntad omnimoda del poder. Su cardcter omnipotente y narcisista permite que se lo tome como fi- gura ejemplar de los enfrentamientos letales. El pasaje del poder como pulsién de apoderamiento, al poder de la so- ciedad y de la cultura se instaura -segin Freud en “Totem y tabi” (1913)~ con el asesinato del padre de la horda, la alianza fraterna y la interiorizacién e identificacién con el padre muerto. En cada uno de los sujetos psiquicos, se repite en la infancia el pasaje de la naturaleza a la cultura, tal cual el modelo de “Tétem y tabi” (del Valle, 1991). Asf como entonees, en ese mitico origen, hay un padre om- nipotente, idealizado, que impone la prohibicién y que en cuanto tal repite su primitiva arbitrariedad y su imaginaria violencia con la ame- naza de castracién. Un padre que enearna una ley que aparentemente 41 mismo decreta. Asf también el nifio repite la violencia imaginaria del asesinato del padre, promovido por la rivalidad y la envidia, el odio y la admiracién. La identificacién primaria que ya, como toda identificacién, lleva en su germen la ambivalencia, adquiere la manifiesta hostilidad de la riva- lidad edfpica y culmina en una identificacién, esta vez secundaria, que busca remplazar al padre y ocupar su lugar (Freud, 1921), Asf también como en la historia mitica, con este acto de canibalismo imaginario del padre natural, el sujeto cae en la trampa de su propia ambivalencia. La identificacin internaliza las prohibiciones, prescrip- ciones y normas del padre, y este padre interiorizado como superyé se evidencia més eficaz y poderoso que el padre externo, con lo cual sur- gen en el nifio, como antes en la humanidad, la ley, la moral y la con- ciencia social (Freud 1913). Porque este punto de inflexién es el punto clave de la culturalizacién. La conciencia moral —los padres internalizados~ impone una ley que ha transformado al padre natural en padre cultural. En el encadena- miento social, el padre, aun sin proponérselo, no ha sido sino un intér- 70 E, del Valle Echegaray; C. Moise de Borgnia prete de la ley social. De modo que el nifio, sin saberlo, no ha incorpo- rado al padre natural sino al padre cultural, y aquella ley frente a la que quiso rebelarse buscando identificarse con é1 no solo se ha hecho en él ley moral sino también ley social. En efecto, el supery6 es en esencia ya de por sf un superyé cultural, pues no son las figuras concretas de los padres las que se internalizan, sino el supery6 de los mismos como representantes del sistema cultural imperante (Freud, 1933). La conciencia moral termina siendo el aspec- to interiorizado de la eritica social. Se ha anudado asf el pacto entre el individuo y la sociedad. Junto con la aceptacién de la Ley se produce la cafda de la omnipotencia narcisista E] padre dejé de ser para el nifio el modelo del padre primordial, arque- tipo de arbitrariedad, creador de la ley que él impone, para devenir un padre mortal, portador y representante de una ley social a la que él tam- bién est sujeto (Rosolato, 1969). Este sometimiento del sujeto a la cultura es fundante de una construe- cién subjetiva que se forma en el interior de las estructuras existentes de relaciones sociales y culturales (Elliott, 1992). Ese pasaje obligado socializa al sujeto, instaura una represién que hace surgir al deseo in consciente, permite el quiebre narcisista y representa, con la aceptacién de la castracién simbélica, la entrada en el orden simbdlico. Si este pasaje fracasa, el asesinato imaginario del padre, como fruto de un enfrentamiento narcisista, se opone a la figura del padre mortal como sostenedor de la ley, y perpetiia especularmente la intrincacién del narcisismo con la voluntad de poder. Es aqui donde tocamos los marge nes del exceso mencionado al hablar de la dialéctica del Amo y el es clavo, asf como las fronteras de la paranoia. La idealizacién masiva anhe- lada y proyectada en el otro implica la irrupcién de la agresividad, cuyo punto de mira es la aniquilacién y la muerte. Pero no podemos olvidar que aun en los casos favorables de consti- tucién del supery6 como poder de la cultura interiorizada, ésta instan- cia represora nacié en el sujeto de un conflicto ambivalente entre el amor y el odio. Mientras la libido sirve de apoyatura para la identificacién, Ja pulsién de muerte deflexionada se acantona en el superyé y explic el carécter tandtico de su rigurosidad (Freud, 1923). Precisamente apunta Freud que son dos las dimensiones de la agresi vidad primaria en la generacién del supery6: 1] la agresién del poder simbélico del Padre, en la medida en que el infante se siente amena- zado por la violencia de la prohibicién paterna que se respalda en una amenaza de castracién; 2] la agresién del propio nifio hacia el padre, que después se desplazara sobre toda prohibicién simbélica. El superyé contiene todos los elementos de agresién y odio que el sujeto humano criginariamente dirigié hacia la amenaza paterna de castra- orgnia corpo- eala hecho Itural, alizan, altural aspee- ito con sisista, arque- nir un 1 tam- astrne- tentes lligado 300 i sujeto vastra- Psicoandlisis y poder 7 cién, fuente de todos los tabties sociales y prohibiciones culturales. Ahora esa agresiGn se ha interiorizado y se hace sédica E] superyé como encarnacién de la ley llega a dominar y a reprimir en grado sorprendente los afanes del sujeto individual. Adems, el superyé es una instancia muy poderosa, no sélo por haberse desarrollado entre las peripecias de la sexualidad y la agresién, sino también porque nuestra relacién con la autoridad interesa a la primera identificacién importante y la mas duradera. La subjetividad se forma en el interior de las estructuras existentes de relaciones sociales y culturales. La introyeccién de prohibiciones cul- turales es resultado de las primeras elecciones de objeto del ello, sus- tituidas por una identificacién secundaria (supery6), de soporte libidinal Los sujetos humanos no solamente se rebelan contra la ley, sino que también se identifican con ella, y en parte la desean. Este “disimulo” del inconsciente es importantisimo para reproducir y mantener el po- der social (Elliott, 1992). ‘Ya que dicho poder se torna més eficaz, en su tarea de sometimiento y represién, si logra detectar dichos deseos inconscientes y transmitir- los como parte integrante de las prohibiciones a imponer en el conte- nido y significacién de las leyes. Esta serfa una comprensién profunda que el psicoanilisis aportarfa a la explicacién de las dificultades socia- les, para el cambio. Otra de las fuentes que propicia el sometimiento es el masoquismo del yo como contrapartida del sadismo del supery6, y la necesidad de cas- tigo 0 sentimiento de culpa; asf como los procesos de idealizacién que proyectan, sobre la figura del lider, la imagen idealizada del padre. Todos estos fenémenos pueden dar cuenta de la obediencia y sumisién del in- dividuo frente a lo social y a las dificultades en discernir entre discipli- na y obediencia, y entre integracién a la cultura y responsabilidad de los actos. IV. Podriamos entonces, con las dos acepciones descriptas sobre la con- cepeién del poder, describir sus formas de expresién en lo individual y en lo social: al poder creador como potencialidad y eficacia; b] voluntad de dominio como desconocimiento de la alteridad; c] poder identificatorio tanto en una construecién subjetiva como en la pertenencia a un grupo social; d] poder sustentado en los aspectos de dominacién y represién social, que se apoyan en el encubrimiento inconsciente del deseo de sumisién del sujeto. En definitiva, ereemos que a partir de los primeros impulsos autoafir- mativos del yo, el largo recorrido de la pulsién de dominio puede Tlevar- 72 BE, del Valle Echegaray; C. Moise de Borgnia nos hasta los mismos confines de la pulsién de muerte, de la cual quiso eseapar. Por otro lado, también creemos en un largo recorrido del poder cul- tural, que desde la socializacién del sujeto con la amenaza de castra- cién y la constitucién del supery6, puede llevar al sometimiento y a la represién social despéticos apoyados en los mismas fuentes inconscien- tes del deseo y del supery6. Esta mirada bif’sica sobre la problemética del poder nos plantea el desafio de preguntarnos si en el escalonamiento descripto ~desde 1a vo- luntad de poder hasta los enfrentamiento letales narcisistas, y desde la culturalizacién hasta la sujecién represora que va més alld del dome- fiamiento instintivo- podriamos buscar un ajuste, que nos oriente, una indueci6n reciproca, un punto de inflexién, sobre sus interrelaciones. En la escena de despliegue del poder, la represin de la pulsin de apoderamiento, la caida del narcisismo, la aceptacién de la castracién simbélica, la entrada en el discurso y la cultura, conlleva una arbitraric- dad estructural. En las cadenas generacionales y en la culturalizacién, {eusnto del poder instintivo que debemos resignar nos es devuelto por rebote desde el adentro de la Ley? La promesa simbélica que por eseneia nos aleja de lo pulsional {no nos hace reencontrar una vez més, pero ahora como prenda de culturaliza- cién, que lega desde la sociedad, la misma violencia y dominio que crefa- mos superar? (Freud, 1931, 1933). Resumen En el trabajo enfocamos la problemética del poder desde su articulacién con la teor psicoanalitica y desde la eonvergeneia de sus manifestaciones en el sujeto y en la so. ciedad (poder social de la cultura) Respecto al ejercicio del poder en el sujeto hipostasiamos su origen en la pulsién de apoderamiento o voluntad de poder (primera hipstesis) y proponemos que ésta se gatilla a partir del narcisismo con Ia constitueién del yo (segunda hipdtesis). Enfatizamos asi Ia relacién entre la voluntad del poder y las tendencias afirmati vas, expansivas del yo (nareisismo de vida) para la conquisia del espacio y del objeto, Sefialamos también que en sus excesos, en el enfrentamiento narcisista con el otro, esta pulsién puede quedar al servicio de la pulsién de muerte en sus afanes de desconocimiento y aniquilacién del otro en tanto diferente. Respecto al poder de Ia sociedad, seguimos su interiorizaci6n a través de la cons- titucién del superyé, y nos preguntamos por la ocurrencia de diversos motivos que cexplican la rigurosidad tanatica del superyo y sus éxitos en el domeftamiento del sujeto para su integracién en la cultura. Aguf también sefalamos el riesgo de los excesos cuando la represién social usa la artimaia de los ecos que se despiertan en el sujeto por el propio deseo inconsciente de sometimiento al padre. Borgnia al quiso der cul cast oyala onset intea el ela vo. wsde la I dome: ite, un ciones. sion de sbracién sitraries izacion, alto por jnonos raliza- la teoria on Ta s0- a cons- vos que al sujeto 1 sujeto Psicoandllisis y poder 73 Finalmente sefialamos cémo, presos de las redes de su ambivalencia, los sujetos pa- recen suftir desde el afuera la misma violencia que lograron resignar en sf mismos. DescRiP10RES: PODER / PULSION DE DOMINIO / NARCISISMO / CULTURA / SUPERYO Résumé PSYCHANALYSE ET POUVOIR Dans ce travail nous abordons la problématique du pouvoir du point de vue de son articulation avec la théorie psychanalytique et de la convergence des manifestations chez le sujet et dans la sociéte( pouvoir social de la culture). En ce qui concerne Vexercice du pouvoir chez le sujet, nous supposons que son origine se trouve dans la pulsion dappropriation ou volonté de pouvoir ( premiére hypothese) fet nous supposons que eelle-ci est déclenchée & partir du narcissisme au moment de In constitution du moi (seconde hypothese). De cette fagon, nous mettons en valeur Ie rapport entre la volonté du pouvoir et les tendances affirmatives, expansives du moi (narcissisme de vio) on vue de la conquéte de espace et de l'objet. Nous soulignons en outre que, exagérée, dans Vafirontement narvissique avee 'autre, cette pulsion peut se trouver au service de la pulsion de mort due & la méconnaissance et & Yanéantisement de Vautre en tant que différent. Pour ce qui est dx pouvoir de Ia société nous poursuivons sun intériorisation au moyen de Ja constitution du surmoi et nous nous interrogeons & propos de Vavenement de différentes raisons qui expliqunt la rigueur de Thanatos concernant le surmoi et son suceés dans la maitrise du sujet pour quill s'itdgre a la culture. Ici nous signalons aussi le risque des abus lorsque la répression sociale fait appel a la ruse des échos qui s'éveillent chez Ie sujet cause de son propre désir inconscient de soumission au pere. Enfin, nous signalons comment, étant prisonniers dans le filet de leur ambivalence, les sujets semblent souffrir du dehors In méme violence quils ont réussi a résigner en eux-mémes, ‘Summary PSYCHOANALYSIS AND POWER ‘The authors focus on the problem of power in relation to psychoanalytic theory, based on the convergence between its manifestations in the subject and in society (the social power of culture). ‘Concerning the exercise of power in the subject, they offer two hypotheses: 1) it originates in the drive for mastery or the will for power; 2) it is triggered by narcissism when the ego is constituted. ‘They emphasize the relation between the will for power and the affirmative and expansive tendencies of the ego (erotie narcissism) to conquer space and the object. 74 E, del Valle Echegaray; C. Moise de Borgnia ‘They also point out its excesses: in the narcissistic confrontation with the other, this Grive may be placed at the service of the death drive in its eagerness to ignore and to annihilate the other because the other is different. As for the power of society, the authors trace its interiorization through the constitution of the superego, and question the occurrence of diverse motives that explain the thanatie rigorousness of the superego and its successes in the domestication of ‘the subject for the latter's integration into culture. They also point out the risk of excesses when social repression uses the subterfuge of the echoes awakened in the subject by his own unconscious desire for submission to the father. Finally, they point out how, ensnared in the nets of ambivalence, these subjects seem to suffer, from the exterior, the same violence they were able to give up within themselves, Resumo PSICANALISE E PODER No trabalho tratamos a problemiitica do poder desde sua articulagio com a teoria psicanalitica e desde a convergéncia de suas manifestagdes no sujeito e na sociedade (poder social da cultura). ‘No tocante ao exercicio do poder no sujeito, hipostasia-se a sua origem na pulsao pela posse ou vontade de poder (I* hipétese) e propomos que ela é engatilhada a partir do narcisismo com a constituigao do ego (2 hipstese). Por couseguinte, colocamos a énfase na relagio entre a vontade do poder © as tendéncias afirmativas, expansivas do ego (narcisismo de vida), para a conquista do cespago e do objeto, Assinalamos, entretanto, que nos seus excescos, no enfrentamento nareisico com o outro, essa pulsio pode ficar a servigo da pulsio de morte nas suas ansias de desconhecimento ¢ aniquilagao do outro, sempre que diferente. No que diz respeito ao poder da sociedade, seguimos a sua interiorizagdo através da constituigao do superego, perguntando-nos pela ocorréneia de diversos motivos que explicam a rigorosidade tanatica do superego e dos sous éxitos na domesticacao do sujeito para sua integragao na cultura. Aqui também assinalamos o riseo dos excessos quando a repressio social usa a artimanha dos ecos que sao acordados no sujeito pelo proprio desejo inconsciente de submissa0 a0 pai Finalmente apontamos como, pelo fato de estarem presos nas redes da sua ambivaléncia, os sujeitos parecom sofrer desde fora a mesma violéncia que conseguiram resignar em si préprios, iografi del Valle Behogaray, E.: “La agresidn en Psicoan: Congreso. “La agresion’. APA. 1985. is", Panel. XXIV Simposium y XIV —: "Sexo y poder". IV Congreso Latinoamericano de Sociologia y Educacién Sexual, FLASS.EE,, Buenos Aires, 1988, —: “La articulacién entre el individuo y la sociedad. Importancia del lenguaje”. 37° Congreso de API, Buenos Aires, 1991, Rev. nz psicoanAussis, XLVI, 1, 1991. R K Yesumo PODER 8 teorin reiedade 4 pulse partir ler © as usta do tamento através ivos que ‘ago do sito pelo da sua eguiram ografia ny XIV Sexual, aie’. 37° 1991. Psicoandlisis y poder 75 - y Moise de Borgnia, C.: “Psicoandlisis y poder”. XVI Congreso Latinoamericano de Psicoandlisis. FEPAL. México, 1986. Eliott, A. Teoria social y psicoandlisis en transicién. Sujeto y sociedad de Freud a Kristeva. Amorrortu, Buenos Aires, 1995. Proud, 8. (1905): “Tres ensayos de teoria sexual”, A. E., VIL (1909): “Anélisis de la fobia de un nifio de cinco afios" (caso Juanito), A. E., X. (1911) “Sobre un caso de paranoia descrito autobiograficamente” (caso Schreber), ALE, XI (1913-14): “Totem y Tabu. A. E., XI. — (1921); “Psicologia de las masas y anélisis del yo”. A. E., XVIIL — (1923): “Bl yo y el ello”. A. E., XIX, — (1924): “El problema econémico del masoquismo”. A. E., XIX. — (1980): “El malestar en Ia cultura’, A. E., XXL (1983a [1932)): Conferencia 31°: “La descomposicién de la personalidad psiquica”, en Nuevas conferencias de introduecién al psicoandlisis. A. E., XXIL — (1933) (1982): “zPor qué la guerra?” (Binstoin y Freud). A. E., XXI Green, André: Nareisismo de vida, narcisismo de muerte, Amorrortu, Buenos Aires, 19886, Hegel, Georg W. F. (1807): Phiinomenologie des Geistes. Hoffineiste, Alemania. 1937. Kohan, Haydée: “Warusir Krieg (medio siglo después). Hacia una comprensién de lo relativo al territorio, el espacio, el saber y el poder.” XXIV Simposium y XIV Congreso. “La agresion’. APA. 1985. Kojéve, Alexander: La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel, La Pléyade, Buenos Aires, 1985, Lacan, J.: “La agresividad en psicoandlisis", en Escritos. II, Siglo XI, Buenos Aires, 1995. Moise de Borgnia, Cecilia: “Un estudio sobre el pensamiento dogmatico”. AE.A.P.G., 1988. —: “Reflexién sobre nuestros malestares”. XIX Congreso Latinoamericano de Psicoa- nalisis, “Malestar en el Psicoandlisis”. FEPAL, 1992. Uruguay. Rosolato, Guy: Ensayos sobre lo simbélico, Anagrama, Barcelona, 1974. Rossi, Lucia: “Comentario de ‘La agresividad en psicoandlisis’, de Lacan’, en Lecturas de Lacan, Lugar, Buenos Aires, 1984, Salvat. Enciclopedia, tomo X, Barcelona, 1978.

También podría gustarte