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DISCURSO

Nos encontramos aquí para recordar y rendir homenaje a quien es,


para todos nosotros, sinónimo de aula, de escuela y de educación:
Domingo Faustino Sarmiento.
Y a partir de su figura y de los valores que ésta inspira, resaltar la
tarea de todos y cada uno de los docentes argentinos, que desde
cada aula, día a día, se proponen, como aquel ilustre sanjuanino,
“educar al soberano para engrandecer la Patria”.

Pero también festejamos el día del maestro una de las fechas que
más moviliza afectivamente a los que estamos de este lado del aula

El ser docente va más allá de un trabajo, de un título o de un cargo


y tampoco se agota en la vocación. Es la elección de una forma de
vida que se asume desde la labor diaria, las exigencias, la lucha, el
agotamiento, la esperanza y la alegría de hacer lo que elegimos ser.
Paradójicamente, la sociedad ya no valora como antes la figura del
docente pero sí le exige la mejor formación de las generaciones
futuras. Ante esta situación no hacemos oídos sordos y seguimos
eligiendo vivir de esta manera, siendo docentes buenos, regulares o
excelentes, pero dando día a día lo mejor que tenemos para
contribuir a la formación integral de nuestros alumnos.

Por eso es tan importante la herencia que nos dejó el gran maestro
que, gracias a su iniciativa, nos garantizó a todos el poder tener una
educación de libertad de pensamiento y nos permita elegir y decidir,
expresarnos, informarnos y comunicarnos. ¡Cuantas cosas
importantes! Por suerte su vocación de ser maestro no termina con
la muerte de Domingo Faustino Sarmiento, sino que sigue
creciendo en todos los maestros argentinos que como él, aman la
educación y dedican muchas horas de su vida a sus alumnos.
Para ellos un ¡Muy Feliz Día del Maestro!

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