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Surfeando el Bardo Thödol (o cómo deslizarse

por las olas luminosas de la muerte)


Si hay un libro que leer antes de morir, ese es 'El Libro Tibetano de los Muertos', precisamente para
saber morir y acabar con la rueda del sufrimiento; una introducción al Bardo Thödol y a la conciencia
de la muerte como llave espiritual
En la historia de la humanidad, la muerte ha sido una una enegía fundamental en el actuar y proceder
común. Símbolo reverso de la vida misma y seductora ilusoriedad del tiempo. La psique humana
parece no entender fácilmente este tema, negar su destino final hacia lo que indudablemente sucederá
es el común denominador.
Si reflexionamos un momento y entramos en contacto con lo que sentimos respecto a las doncellas
nocturnas que abrazarán en un beso nuestro aliento para despojarlo de la carne y transportarnos a su
frío mundo; observaremos que el miedo que surge, profundamente escondido en nuestra psique, hace
su aparición como negación de la inminente verdad. La mente busca distraerse cuando se cuestiona el
fin de la vida, se escabulle abandonando la presencia de la muerte como un tema irresoluto en el
diálogo interno, un tema que dejamos para más tarde, “cuando este cerca quizá lo comprenderé, hoy no
vale la pena”.
Otras culturas han desarrollado una visión mucho mas interesante de la muerte, han roto con esa
barrera tan clara que construimos entre nuestro mundo y el mundo de los muertos.

El Bardo Thödol, o libro Tibetano de los Muertos explica la muerte


y sus transiciones, en las qu se encuentran claves para entender paso a paso la muerte, se aprecia la
llegada sutil de la muerte anunciando su proximidad, transitando en el importante desarrollo que se
enfrenta hasta que el espíritu encuentra el camino a casa.
En el Tíbet existen lamas dedicados a encaminar al que se encuentre cerca o ya inmerso en esta
transición tan importante. El Libro Tibetano de los Muertos identifica 3 diferentes etapas por las que
atravesamos llamadas Bardos, estos Bardos exigen diferentes retos y desalojos de la mente. En este
importante desapego el Lama recuerda al viajero el camino donde deberá soltar los amarres de una
vivencia que ha terminado y los anzuelos que el mismo ancló en este mundo. El sabio de la muerte
también llamado Bardo puede ver en que estado  se encuentra su paciente, conversa con sus mantrams
mientras el sentido del oído aún permanece activo -el ultimo sentido que se pierde-  después se
comunica psíquicamente evaluando su estado y su posición mental.
Para el Bardo Thödol la muerte acontece en consecuencia a nuestras propias acciones, -es el cúmulo del
Karma-,  una acción recíproca de la vida con la muerte, un espejo de nuestras acciones y pensamientos
que se acumulan en su consecuencia final.
Culturas africanas cuentan que el dios de la inmortalidad llegó tarde al encuentro con el hombre, y el
dios de la muerte apareció primero dándole principio y fin a la vida humana. En general la muerte es
vista como un error, un acto malvado de un demonio, o un catastrófico error de la creación.
Para el Bardo, el hombre ha perdido el paraíso enraizándose en las penumbras del sufrimiento por su
propio gusto. Cuando el hombre valora los objetos materiales como elementos superiores a su verdad, y
atesora la posesión de la materia, se aleja del camino espiritual, dando origen al sufrimiento, el paraíso
se pierde en esta escala de valores que se separa de la sencilla naturaleza y la sencillez natural donde
todo es posible. Los objetos no satisfacen al ser, su cuerpo se deteriora al paso del tiempo, la ilusión
poseedora de sí misma cobra fuerza y dominio en la mente que poco percibe  la riqueza del paraíso que
existe en sí mismo; el objeto-tiempo se esfuma encendiendo la era del sufrimiento, el pretexto creciente
de una necesidad que sufre –la perdida de su sí-mismo-paraíso.
El Bardo Thodol explica que para regresar al paraíso  hay que moverse y transformarse; hay cosas tan
profundas y arraigadas que se necesita una mutación que sólo puede proporcionar la muerte. Los
maestros del Bardo alcanzan  profundos estados meditatorios a través  de los cuales pueden entrar al
mundo de la muerte. Ahí, en ese mundo que ellos estudian, la transformación puede dar inicio a una
etapa espiritual diferente. En esos senderos por donde todos cruzamos al morir, se puede observar una
luz que envuelve, es posible sumergirse en esa luz de la muerte y despojarse de aquello que se sabe
inútil, pero sigue pegado a la mente.  Dejar lo que no sirve dando espacio a nuevos elementos de la
conciencia. Los estudiosos del Bardo Thodol logran cambiar su estado mental, desvelando la fantasía
humana y acercándose al encuentro con una realidad superior. Estos exploradores de la muerte están
dispuestos a que muera una parte de ellos y así poder recuperar el nacimiento en la  luminosa inocencia
de su conciencia que integra el paraíso.
Este paraíso, al que se regresa al salir del sufrimiento, está simbolizado por muchas culturas alrededor
del mundo como el sol, la luna, la luz nueva, el túnel de conciencia, un lugar luminoso donde todo se
ve diferente; la clara luz y la paciencia mental sin pensamientos que en armonía clarifica y ilumina la
conciencia humana de quien tiene espíritu para ver.

Esta luz-experiencia es narrada también por los cientos de hombres y mujeres que han muerto y
regresado, ellos cuentan sobre ese espacio lumínico abundante en lo que podríamos denominar paraíso,
un mundo sin sufrimiento, el nirvana, la iluminación.
En el Bardo Thödol la luz se expone desde el inicio de las enseñanzas como la luz de la naturaleza
espiritual, su presencia es la señal de que se está conectando con  el hiperespacio del espíritu donde se
encuentran las salidas laberínticas al despertar de la conciencia. También puede ser vista en la
meditación como guía y  presencia que revela el camino. Luz propia, pero que permite el contacto con
la pureza del ser.
Los lamas que ayudan al bien morir y al estudio del Bardo Thödol, recuerdan a sus pacientes lo que
aprendieron en vida. Del poco o mucho estudio sobre el Bardo y la muerte que invirtieron en el
transcurso de su vida, el lama se limita a recordar y guiar sobre algo que debió de ser atendido, si no se
procuró el estudio del Bardo, la tarea será mas difícil, sujeta a miedo e incertidumbres que pueden
dominar la voluntad. El Libro recuerda constantemente que estas enseñanzas preparan la mente en vida,
aclaran que es importante impregnarse de esta información para que se capte en los niveles del
subconsciente, así la muerte y sus transiciones serán recordadas y entendidas como un proceso natural.

El Bardo Thödol es un gterma-texto, (texto tesoro), textos antiguos que fueron escondidos para ser
conservados durante tiempos de guerra o inconsciencia, muchos de ellos han sido encontrados en
cuevas o antiguos templos en los Himalayas. Los tibetanos conservan muchos de estos textos-tesoro,
cuya información proviene al menos de hace 3 siglos. Los libros fueron escondidos con la intención de
que en el futuro un ser capaz de comprenderlos los encontrara. Los maestros que han encontrado estos
tesoros, han sido guíados hacia sus escondites por medio de sueños o por información decodificada en
meditaciones. Después de acercarse a esta información, algunos afortunados han seguido exitosamente
la pista de dónde se encuentra el texto físicamente; pero en sueños los guardianes del conocimiento
llamados Dankinis, le revelan el sentido oculto del libro, la información que solo comprenden algunos.
No cualquiera puede encontrar los textos; se esgrimió un potencial mental para ocultarlos de la vista
común, permanecen sólo abiertos a quien tenga la capacidad de descodificarlos. Así, han conservado no
sólo los textos, también conservaran su forma de transmitir el conocimiento, -de manera oral de
maestro a alumno- los libros en sí sólo sirven de guía como una extensión de la memoria, pero no
como  receta.
La muerte es algo que nos atañe y nos corresponde entender, acercarnos a ella y a su conocimiento
puede enriquecer nuestra vida. Es fácil desconectarnos de esta verdad, mientras la vida continúa; nos
alejamos de algo tan certero e importante creando una barrera ilusoria en un mundo fantástico. Los
conceptos humano nos apartan de la realidad terrena-trascendental, de los principios que operan en este
planeta. Los escritores y seguidores del Bardo conocían muy bien estos velos de realidades, y
entendieron lo fundamental que representa develarlos.
La comprensión del Bardo -la muerte- como esencia y remedio del conocimiento, aparta a sus adeptos
de las sufridas creencias, los adentra en la comprensión pura del hombre que se vuelve consciente de su
posición evolutiva, y de los obstáculos personales que hay que superar rompiendo egos.
Como en muchas doctrinas, la muerte desarma las herramientas del ego, para dejar al ser desnudo y sin
personalidad, es ahí donde se puede entender que hay detrás de la ilusión.
En el Libro Tibetano de los muertos “Bardo Thodol” se describen 3 etapas llamadas Bardos y se
clarifican 3 estados mentales en la transición de este camino. En cada Bardo se presenta un reto que
permitirá cruzar al siguiente Bardo y así completar la transición a casa. El Maestro indica al viajero en
dónde se encuentra y lo ubica en su presente, le hace recordar su mortalidad. Con este recuerdo podrá
entender que hay que dejar el mundo de los vivos permitiéndole fluir sin sus posesiones y apegos, para
alcanzar las puertas del otro mundo  donde su nombre y su personalidad no sirven de nada.  Los
Tibetanos describen a su modo esto en su libro de los muertos, vale la pena revisar el texto y analizarlo.
El Bardo Thodol puede leerse en esta página:
http://www.zazen.es/libros/libro%20tibetano%20de%20los%20muertos.pdf
La Muerte ha representado en muchas culturas el sentido de la existencia, recordar su constante
presencia y poder entender así la vida como algo pasajero, ha sido intención y esfuerzo de muchos.
Idolatrada en festividades y personaje principal en distintas disciplinas, sentido supremo en la sutileza
del día a día en ejercicios que permiten entender que todo nace y muere en la consecuencia sublime del
tiempo.  Todos, en ocasiones particulares hemos sentido la presencia de la muerte. La latente y
constante presencia en alguna de sus diferentes manifestaciones, su mutable sentido afecta nuestra
psique mas seguido de lo que imaginamos. Perenne como fortaleza de principio y fin, es ella la que
puede transformar la vida, aliada del hombre que desea cambiar.
La Muerte está presente en esta realidad; no es difícil presenciar su aparición y sus manifestaciones: un
oscuro miedo  palpita en nuestro ser, miedo a uno mismo y al encuentro con ella o con algún ser
inmaterial  que se manifieste en nuestra “realidad”. Ese mundo efímero que esta contactado con el
nuestro, lo hemos negado  pero se aparece para recordarnos que existe mucho más de lo que nuestros
ojos ordinariamente ven.
Un mundo tan complejo y amplio como el nuestro, que esconde todo tipo de manifestaciones de
diversos seres… ese mundo como todo en el universo tiene un sentido en la evolución y por lo tanto
nos corresponde.
¿Por qué no puede ser fascinante la muerte para nosotros? ¿convertirse en una arte? ¿qué secretos
existen en nuestra mente que desatan un miedo incontrolable? ¿existen seres que dominan estos
miedos, y que cultivan la cultura del terror y el sufrimiento? ¿qué se puede hacer cuando uno de estos
seres atenta contra nuestra libertad energética? ¿Se pueden ver?

Continuará.....
http://pijamasurf.com/2011/01/surfeando-el-bardo-thodol-o-como-deslizarse-por-las-olas-luminosas-
de-la-muerte/

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