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INTRODUCCIÓN El páramo es un ecosistema andino tropical frágil que se caracteriza por sus

valles y llanuras accidentados, con una gran cantidad de lagos, turberas y pastizales. Este
ecosistema se extiende por las partes superiores de los Andes septentrionales,
aproximadamente entre el 11° N hasta los 8°S (Buytaert et al. 2006: 54). Se encuentra
principalmente en los países de Colombia, Ecuador, Venezuela y el norte de Perú. En el Perú se
extiende por los departamentos de Piura y Cajamarca; en éste último al territorio
comprendido entre los 6°30’S hasta los 8°30’S entre los 3.100 y los 4.200 msnm, se le conoce
como jalca (Tovar et al. y 356), el cual se distingue del páramo por sus disimilitudes en sus
condiciones ambientales, adaptación de las plantas y composición florística (Sánchez-Vega
2009: 31; Buytaert et al. 2006: 54). La importancia de este ecosistema radica en que constituye
la cabecera de diversas cuencas, y actúa como una suerte de “esponja” o “colchón” de aguas
primigenias que alimentan importantes cuencas orientales y occidentales; esta capacidad se
basa en su cobertura vegetal y la abundante materia orgánica acumulada en el suelo producto
de la lenta descomposición por el clima frío (Bazán 2010: 108). Así las funciones ambientales
que cumplen son como almacenador, regulador y fuente natural de agua (Amijos 2014: 198).
La jalca de Cajamarca en las últimas décadas ha sido escenario de grandes transformaciones en
el uso del suelo, así en el período 1987-2007 se ha registrado una pérdida de la cobertura
natural de 1.5% por año (Tovar et al. 2014). Los mayores cambios se han producido por el
aprovechamiento del espacio para las plantaciones de árboles, en el caso de la granja Porcón,
y para la minería, principalmente la explotación minera Yanacocha. A esto le sigue el avance de
la frontera agropecuaria a pisos ecológicos más altos debido el crecimiento de la industria
láctea y el cambio climático que con el aumento de temperatura genera mejores condiciones
ambientales para esta actividad. La población asentada en la jalca se caracteriza por una baja
calidad de vida respecto al acceso de servicios básicos, además sus actividades productivas
dependen directamente de los servicios ambientales de la jalca; la pérdida de los mismos
genera impactos mayores en su calidad de vida. Por otra parte, en el contexto de cambio
climático la continuidad de los servicios hidrológicos de la jalca plantea mayores retos, dada la
estimación de mayores temperaturas unidas a la incertidumbre de los escenarios climáticos
futuros, generando una situación de inseguridad hídrica y alimentaria. Además, el uso minero
ha implicado nuevas dinámicas económicas, sociales y políticas, que en algunos casos han
resultado en conflictos por los desacuerdos entre actores, sobre los efectos negativos en el
medio ambiente y las inequidades sociales y económicas causadas. Así, el debate sobre
desarrollo sostenible en este ecosistema se ha centrado en responder cuál o cuáles son los
mejores usos de suelo y cómo debe llevarse a cabo.

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