La primera referencia al atletismo como deporte data del 776 a. C., fecha
de realización de los primeros Juegos Olímpicos, en la Antigua Grecia. Se trata de una lista de competidores, todos varones, ganadores de esas competencias realizadas en honor a Zeus. En ese entonces el atletismo se limitaba a una carrera pedestre de 197,27 metros de largo, conocida como stadion, en la que los atletas corrían desnudos. Más adelante surgieron el doble stadion o duálico, la carrera de medio fondo (o hípico), la carrera de fondo (o dólico), y el pentatlón, la disciplina que combinaba la carrera, el salto en largo, el lanzamiento de disco y de jabalina y la lucha. En la Antigua Roma también se practicó el atletismo bajo una forma semejante a la griega y otra más similar a la de los antiguos etruscos. Así se incorporaron nuevas prácticas, como el lanzamiento de martillo y la carrera a campo traviesa. El atletismo se continuó practicando durante la Edad Media y la Edad Moderna, en especial en colegios y universidades de Inglaterra. En la segunda mitad del siglo XIX, el atletismo se extendió a países como Australia, Francia, Bélgica, Alemania y los Estados Unidos. El primer campeonato oficial de atletismo se organizó en 1891 en el Imperio alemán. En aquella época los atletas eran en su mayoría blancos. A partir de 1930 fue aumentando la participación de afro-americanos, y de atletas provenientes de las colonias europeas de Asia, África y Oceanía. Luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, los atletas de los países del bloque socialista participaron activamente en las competiciones de atletismo, ya que los dirigentes de esas naciones, en especial los de la Unión Soviética, querían demostrar al mundo el poderío deportivo que habían alcanzado. Desde la década de 1980 los afroamericanos y los atletas de los países africanos suelen brillar en las competencias internacionales.