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CLÍNICA
ERRNVPHGLFRVRUJ
Volumen 22
2008
Walter Grassi
Dipartimento di Medicina Interna, Clinica Reumatologica,
Universita Politecnica delle Marche, Via Dei Colli 52,
Ospedale «A. Murri», 60135 Jesi (Ancona), Italy
Maurizio Cutolo
Dipartimento di Medicina Interna, Clinica Reumatologica,
Universita di Genova, Viale Benedetto XV, 6, 16132 Genova, Italy
Editores invitados
Edición en español de Best Practice & Research Clinical Rheumatology.
Imaging and Musculoskeletal Conditions, Volume 23, Number 2, April 2009
Revisión científica
Dr. Alberto García Vadillo
Reumatólogo
Médico Adjunto
Hospital Universitario de La Princesa
Profesor Asociado
Universidad Autónoma de Madrid
Advertencia
La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de segu-
ridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clíni-
ca habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda
a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para
comprobar las dosis recomendadas, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones.
Es responsabilidad ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más indicados para
cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores
ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o
propiedades como consecuencia del contenido de esta obra.
El editor
REUMATOLOGÍA
CLÍNICA
Actualización basada en las pruebas de la mejor práctica clínica a lo largo
del espectro de las afecciones osteomusculares
Best Practice & Research Reumatología Clínica mantiene al clínico o al médico en formación
informado de los últimos avances y la práctica recomendada actual en los campos de las
afecciones y la ciencia osteomusculares, campos con un desarrollo muy rápido. La serie
proporciona una actualización continua de la práctica clínica actual. Es una publicación temática
periódica que cubre el espectro de las afecciones osteomusculares. Cada número, centrado en un
tema, contiene unas 200 páginas de artículos prácticos de revisión basada en las pruebas que
integran los resultados de la más reciente investigación original con la práctica y la reflexión
clínicas actuales para proporcionar una actualización continua.
Cada número sigue un abordaje orientado al problema que se ocupa de las cuestiones clave que
se deben tratar, definiendo claramente lo que se sabe y lo que no. Los artículos de revisión
abarcan los aspectos clínicos del diagnóstico, el tratamiento y el manejo del paciente. El manejo se
describe en términos prácticos, de tal forma que se pueda aplicar a cada paciente.
La serie Best Practice & Research Reumatología Clínica proporciona información y opinión
actualizadas y expertas, puesto que cuenta con editores invitados y autores reconocidos por su
experiencia. Esta revisión continua de los temas hace que la serie esté perfectamente diseñada
para la práctica clínica diaria, para las necesidades docentes, así como para mantener el
conocimiento y la competencia.
Director editorial
A. D. Woolf
Duke of Cornwall Rheumatology Unit
Royal Cornwall Hospital
Truro TRI 3LJ
UK
Consejo editorial
G. S. Alarcón, USA M. Dougados, France G. Poór, Hungary
J. Axford, UK R. Handa, India P. L. C. M. van Riel, The
J. W. J. Bijlsma, The J. Kay, USA Netherlands
Netherlands T. Kvien, Norway A. S. Russell, Canada
B. Bresnihan, Ireland E. K. Li, Hong Kong P. Sambrook, Australia
P. M. Brooks, Australia G. M. Mody, South Africa T. Sokka, Finland
M. Cimmino, Italy A. Olivé, Spain H. Zeidler, Germany
J. A. Da Silva, Portugal
Colaboradores
M. BACKHAUS, Berlin, Germany
H. BLIDDAL, Frederiksberg, Denmark
M. BOESEN, Frederiksberg, Denmark
R. CHRISTENSEN, Frederiksberg, Denmark
F. M. CICUTTINI, Victoria, Australia
M. A. CIMMINO, Genova, Italy
M. CUTOLO, Genova, Italy
M. L. DAVIES-TUCK, Victoria, Australia
F. DE LEONARDIS, Ferrara, Italy
U. M. DØHN, Copenhagen, Denmark
W. GRASSI, Jesi (Ancona), Italy
G. HAUGEBERG, Kristiansand S., Norway
O. KUBASSOVA, Leeds, United Kingdom
M. N. LASSERE, Sydney, Australia
D. MCGONAGLE, Galway, Republic of Ireland
C. ORZINCOLO, Faenza, Italy
M. ØSTERGAARD, Copenhagen, Denmark
S. J. PEDERSEN, Copenhagen, Denmark
N. PIPITONE, Reggio Emilia, Italy
C. PIZZORNI, Genova, Italy
N. PRANDINI, Ferrara, Italy
C. SALVARANI, Reggio Emilia, Italy
W. A. SCHMIDT, Berlin, Germany
M. E. SECCHI, Genova, Italy
A. SULLI, Genova, Italy
A. L. TAN, Leeds, UK
A. J. TEICHTAHL, Victoria, Australia
S. TORP-PEDERSEN, Frederiksberg, Denmark
F. TROTTA, Ferrara, Italy
A. E. WLUKA, Victoria, Australia
Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 305
Prefacio
Este número de Best Practice & Research Reumatología Clínica está dedicado por completo
a las pruebas de imagen, una herramienta importante para el diagnóstico de la mayoría de
los trastornos osteomusculares. La radiología tradicional ha sido la piedra angular de las
pruebas de imagen en la reumatología desde la adopción de los rayos X para el diagnóstico
médico en 1895. Las radiografías son esenciales para la demostración inmediata de lesiones
óseas como las erosiones, los quistes, los osteófitos y los sindesmófitos. Debido a su validez
inherente y a su grado de estandarización, la radiología tradicional se ha incluido en los
criterios de la ACR para la clasificación de la artritis reumatoide y en los de la definición de
los FARME, y constituye una guía básica para el seguimiento de la artritis. Pero esta técnica
carece de sensibilidad; en nuestra era de impulso de la investigación en busca de un diag-
nóstico muy temprano, han surgido nuevas técnicas más refinadas y cada vez más popula-
res. En este número se exponen la ecografía (EC), la resonancia magnética (RM) y la tomo-
grafía por emisión de positrones (PET) junto a la densitometría ósea y la capilaroscopia.
Además, se revisa el ámbito actual de técnicas bendecidas por el tiempo, como la radiogra-
fía tradicional y la gammagrafía. Nuestros principales objetivos han sido los siguientes:
• describir los últimos avances en las pruebas de imagen de las enfermedades reumáti-
cas;
• subrayar la contribución de las pruebas de imagen en la definición de la patogenia de
las enfermedades reumáticas;
• proporcionar al reumatólogo en ejercicio el conocimiento básico para seleccionar téc-
nicas de imagen e interpretar sus resultados;
• exponer la función de las pruebas de imagen en el seguimiento de los pacientes.
Aunque algunas de nuestras ideas y el enfoque que aconsejamos en este número podrían
© ELSEVIER. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ser discutibles para algunos de nuestros lectores, esperamos que todos reconozcan nuestro
entusiasmo y dedicación.
Marco A. Cimmino
Walter Grassi
Maurizio Cutolo
Dipartimento di Medicina Interna, Clinica Reumatologica,
Università di Genova, Viale Benedetto XV, 6, 16132 Genova, Italy
Dirección electrónica: cimmino@unige.it (M. A. Cimmino)
Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 307–315
* Autor para correspondencia. Tel.: +39 010 3538905; fax: +39 010 3538638.
Dirección electrónica: cimmino@unige.it (M.A. Cimmino).
308 M. A. Cimmino et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 307–315
A lo largo de los últimos 15 años, los reumatólogos han podido examinar el aspecto
interior de las articulaciones mediante métodos no invasivos. Las técnicas de imagen han
cambiado la práctica reumatológica en cuanto a su abordaje diagnóstico y al conocimien-
to de los mecanismos de la enfermedad. Se han relacionado más estrechamente los sín-
tomas clínicos, los signos de la enfermedad y los hallazgos de la exploración física con su
base anatómica. Los avances en técnicas de imagen han abierto la posibilidad de detectar
pequeños cambios morfológicos y cuantificar con precisión la gravedad de las lesiones.
Por último, el amplio abanico de técnicas de imagen disponibles facilita el diagnóstico
precoz.
Ecografía
La ecografía, gracias a su rápida evolución en los últimos años, cuenta cada vez con más
aplicaciones en el diagnóstico diferencial de las enfermedades reumáticas [1-5]. Además,
ha modificado enormemente la evaluación clínica habitual de los pacientes y se aplica en
una amplia variedad de situaciones educativas, clínicas y de investigación. La revolución
ecográfica llegó a la reumatología a finales de los años ochenta y comienzos de los noventa,
y es probable que continúe. Los equipos de ecografía que proporcionan imágenes en escala
de grises de alta calidad han sido la clave de este progreso. Las técnicas Doppler deben
considerarse también una parte integral del abordaje ecográfico básico en reumatología [6].
Permiten evaluar el flujo sanguíneo en diferentes tejidos (sinovial, tendones y músculos),
y son de utilidad práctica en la detección y monitorización de la inflamación de los tejidos
blandos y de las articulaciones [7]. La ecografía es especialmente útil para descifrar esce-
narios clínicos y radiográficos complejos.
La ecografía es importante para monitorizar la actividad y la progresión de la enferme-
dad [8]. Como herramienta diagnóstica de primera elección, podría sustituir a otros méto-
dos invasivos y caros, acortar la duración de las exploraciones, y mejorar la eficiencia de
las unidades de reumatología [9]. A pesar del indudable potencial, la ecografía no está muy
difundida entre los reumatólogos por diversas razones, como su prolongada curva de apren-
dizaje, la falta de estandarización de la técnica, la variabilidad intra- e interobservador, el
consumo de tiempo y el elevado coste de los equipos de calidad. El grado de variabilidad
inter- e intraoperador en la adquisición de imágenes ecográficas no se ha investigado con
detenimiento, pero es evidente que es necesaria una cuidadosa estandarización al obtener
la imagen. Por ello, la iniciativa OMERACT se ha ocupado recientemente de este punto
crucial, proponiendo definiciones estandarizadas e identificando las necesidades más
urgentes en este campo [10].
Los equipos ecográficos de baja calidad y la falta de formación adecuada son las prin-
cipales causas de error. La infravaloración sistemática de verdaderas lesiones cartilagino-
sas y óseas conduce a la clasificación errónea de pacientes con artritis agresiva precoz, un
grupo que podría beneficiarse del oportuno tratamiento farmacológico. También pueden
producirse casos de sobrevaloración, lo que expone a pacientes con formas leves de artri-
tis a los gastos y los posibles efectos adversos de un tratamiento innecesario.
Resonancia magnética
todos estos casos es idéntico, aunque la base anatómica subyacente sea diferente. El edema
óseo es raro en individuos sanos [12]. Su importancia en la artritis reside en que se trata de
una lesión precoz y potencialmente reversible. El hallazgo de edema óseo dentro de un
contexto clínico es muy sugestivo de artritis y puede tener importancia pronóstica. Por
ejemplo, un ensayo con metotrexato, betametaxona intraarticular y ciclosporina/placebo-
ciclosporina, con el objetivo de inducir remisión en la artritis reumatoide precoz (el estudio
CIMESTRA) demostró que el edema óseo es el factor que mejor predice la progresión radio-
gráfica [13]. De hecho, el índice de edema óseo RAMRIS (rheumatoid arthritis magnetic
resonance imaging score) basal en las articulaciones metacarpofalángicas y muñecas fue el
principal factor predictivo independiente de progresión radiográfica en mano, muñeca y
antepié a los 2 años. Por el contrario, un conjunto de factores pronósticos utilizados habi-
tualmente, como el índice de sinovitis en RM, el índice de erosiones en RM, el DAS28, los
anticuerpos contra el péptido citrulinado cíclico, los epítopos comunes, el tabaco, la edad
y el sexo, no se comportaron como factores de riesgo independientes. En este texto se dis-
cutirán en profundidad las diferentes situaciones en las cuales la evaluación del edema óseo
puede ser útil para el reumatólogo.
Desde que lo publicaran por primera vez Jevtic et al. [14], se ha comprobado que la
inflamación articular es con mayor probabilidad extracapsular en los pacientes con APs,
en quienes se observa claramente entesitis con la RM en las articulaciones sinoviales. La
relación conceptual inicial entre entesitis y sinovitis se explicó por la liberación de media-
dores proinflamatorios en zonas de inserción ósea focal, lo que podría desencadenar una
sinovitis secundaria. La relación inmunopatogénica ente la membrana sinovial y las ente-
sis podría ser más compleja de lo que se creía y podría tener implicaciones mucho más
importantes que el conocimiento de la patogenia de la APs. Esta idea ha sido revisada por
McGonagle et al. en un reciente editorial [15]. Podría existir un vínculo anatómico y bio-
mecánico entre la piel y las entesis que explicaría la afectación de ambas estructuras en la
psoriasis. Precisamente la ecografía es también un método excelente para evaluar el com-
ponente inflamatorio de la psoriasis cutánea pura [16]. Nuevas técnicas de imagen, como
la RM y la ecografía, han resaltado el papel del «complejo sinovio-entésico», resultado
de la integración entre el órgano entésico y una membrana sinovial. El mejor ejemplo es
la entesis del tendón de Aquiles, donde los componentes del órgano entésico son la entesis
propiamente dicha, junto con los fibrocartílagos periósticos y sesamoideos, la bolsa retro-
calcánea que lubrica la entesis con su líquido sinovial, y el vértice de la almohadilla adi-
posa de Kager. Todas estas estructuras, en conjunto, ayudan a distribuir la carga sobre una
superficie amplia, y su lesión podría poner en marcha una inflamación tisular [17].
En la artrosis, la RM podría ser el mejor método para evaluar el volumen del cartílago y
seguir sus variaciones con el tiempo, aunque la técnica está poco estandarizada. Varios
estudios han demostrado que el edema de la médula ósea se asocia con dolor en la gonar-
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trosis [18]. Aunque la artrosis se suele considerar una enfermedad del cartílago y del hueso,
los hallazgos de la RM en la articulación interfalángica distal sugieren que la artrosis gene-
ralizada podría ser fundamentalmente un trastorno de los ligamentos y, en menor grado,
una disfunción de los tendones y las cápsulas articulares [19]. Las anomalías estructurales
más precoces en la artrosis generalizada se observan, mediante RM de alta resolución, en
los ligamentos y los órganos entésicos asociados a ligamentos, donde aparecen cambios
degenerativos. También se ha sospechado la presencia de entesopatía en la gonartrosis,
donde se observan lesiones centrales en la médula ósea, correspondientes a la inserción de
los ligamentos cruzados, asociadas a pérdida del cartílago medial [20]. Estos hallazgos han
cambiado nuestros conocimientos sobre la artrosis y han establecido un vínculo entre los
síntomas y los cambios anatómicos.
En la PMR la localización de la inflamación es elusiva, ya que se han sospechado y, en
cierta medida, demostrado, artritis, vasculitis y afectación muscular [21]. Se ha sugeri-
do que en la artritis periférica de la PMR la inflamación extracapsular es más pronuncia-
da que en la AR, lo que sugiere que en su mecanismo puede estar implicada la ente-
sis [22]. La RM ha ayudado a identificar la sinovitis de las bolsas como una posible
causa importante de dolor e inflamación en la PMR. Se ha demostrado bursitis en las
cinturas escapular y pélvica [23]. En un reciente estudio [24] se hallaron signos de bur-
sitis cervical interespinosa en la RM en todos los pacientes con PMR, frente a menos de la
mitad de los controles. Además, la bursitis cervical moderada a intensa fue significativa-
310 M. A. Cimmino et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 307–315
mente más frecuente en los pacientes con PMR que en los controles. En conjunto, estos
datos indican que en el tejido sinovial extraarticular podría radicar, al menos en parte, la
inflamación en la PMR.
Las nuevas técnicas de imagen pueden ser útiles también en la práctica diaria en el tra-
tamiento del paciente reumático. La aspiración con aguja del líquido sinovial y la inyección
intralesional de diversos compuestos son procedimientos muy comunes en reumatología.
La inyección local de esteroides es relativamente sencilla y rentable, y puede constituir una
alternativa o complemento de la administración sistémica de fármacos. El tratamiento
intraarticular e intralesional suele dirigirse mediante la palpación y referencias óseas. El
tratamiento intralesional convencional a ciegas requiere experiencia y sólo debe ser practi-
cado por personal experimentado, ya que se ha descrito que el 50% de las inyecciones
articulares se aplican en una localización incorrecta [25]. La eficacia y los efectos secunda-
rios de la inyección dependen de la colocación adecuada de la punta de la aguja dentro de
la lesión o junto a ella [26-29]. Hay que tener especial cuidado para evitar el contacto direc-
to de la aguja con nervios, tendones, cartílago articular y vasos sanguíneos. Tanto la propia
aguja como la toxicidad química del fármaco inyectado pueden provocar lesiones.
La inyección intralesional guiada por ecografía es un procedimiento rápido y fiable,
sobre todo en pacientes con artritis, tenosinovitis y bursitis. Tras la localización del obje-
tivo, la aguja se introduce bajo control ecográfico continuo. El control ecográfico es espe-
cialmente útil cuando una acumulación líquida es pequeña o muy profunda, o cuando el
proceso inflamatorio es adyacente a estructuras anatómicas que podrían lesionarse por la
inyección. Aunque los procedimientos guiados mediante ecografía pueden hacer que el
tratamiento intralesional sea más sencillo y seguro [30], se trata de un abordaje todavía
limitado en la práctica reumatológica. Sin embargo, los autores creemos que la sencillez y
fiabilidad de la técnica deberían impulsar la formación ecográfica de los reumatólogos.
Tanto la RM con contraste como la ecografía Doppler pueden evaluar la inflamación de
la membrana sinovial con mayor sensibilidad que la exploración clínica sola, como se
demuestra en muchos apartados de este texto. Estas técnicas resultan útiles para tomar
decisiones terapéuticas en los pacientes con artritis periférica. Aunque la RM sólo se
emplea ocasionalmente con este fin en la práctica clínica, varios ensayos clínicos han
demostrado que podría mejorar el tratamiento y el pronóstico de los pacientes [31]. La
ecografía es más práctica y más sencilla y, al menos en Europa, el número de centros reu-
matológicos con acceso a la ecografía está aumentando con rapidez. Mientras que en las
artritis periféricas la actividad de la enfermedad se determina evaluando la inflamación de
la membrana sinovial, en la EA se evalúa según la presencia y extensión del edema óseo.
Este hallazgo constituye una herramienta diagnóstica y un indicador de la eficacia del
tratamiento [32]. La información sobre la eficacia de un tratamiento farmacológico concre-
to obtenida mediante estas técnicas de imagen puede ayudar a decidir el tratamiento. Dos
meses de tratamiento deberían ser suficientes para juzgar la eficacia de un fármaco y deci-
dir si debe continuarse con él o iniciar un nuevo fármaco. Este abordaje podría reducir el
riesgo de lesiones estructurales articulares provocadas por tratamientos agresivos no jus-
tificados.
La discrepancia entre la aparente remisión clínica y la progresión de la artritis erosiva es
una característica conocida de la AR. Se pueden observar lesiones estructurales sugestivas
de actividad de la enfermedad, incluso en pacientes que cumplen los criterios de remisión.
Las técnicas de imagen han demostrado que la sinovitis puede progresar aunque hayan dis-
minuido los signos clínicos y analíticos de inflamación. Desde otro punto de vista esto cues-
tiona la validez de los métodos actuales para evaluar la remisión clínica. En un reciente
artículo, 107 pacientes con AR en tratamiento con fármacos antirreumáticos modificadores
de la enfermedad, considerados en remisión por parte de sus reumatólogos, presentaban con
frecuencia en la RM sinovitis (96% de los casos) y edema de la médula ósea (46% de los
casos). En el mismo grupo, la ecografía en modo B halló hipertrofia sinovial en el 73% de
los pacientes y la ecografía power-Doppler halló una aumento de la señal en el 43% de los
M. A. Cimmino et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 307–315 311
Información práctica
Programa de investigación
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M. A. Cimmino et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 307–315 315
Palabras clave: Las técnicas de imagen son una de las piedras angulares del
artritis reumatoide diagnóstico y la monitorización de las enfermedades reumáticas.
artrosis En los últimos años, con la aparición de tratamientos muy efica-
espondiloartropatías seronegativas ces, la exigencia de rendimiento técnico sobre las técnicas de
gammagrafía ósea imagen ha aumentado exponencialmente, lo que ha fomentado
radiografía convencional el rápido desarrollo de nuevas tecnologías como la resonancia
técnicas de imagen
magnética (RM) y la ecografía. Tanto en la práctica clínica como
en los ensayos clínicos son necesarias herramientas que detecten
© ELSEVIER. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
* Autor para correspondencia. St. Anna Hospital, University of Ferrara, Corso della Giovecca 203, 44010,
Ferrara, Italy. Tel.: +39 532 236502; fax: +39 532 238532.
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Como sucede con cualquier herramienta diagnóstica, una técnica de imagen se conside-
ra útil para el médico cuando sus resultados aumentan la fiabilidad del diagnóstico y/o dan
lugar a una modificación del manejo del paciente. Durante muchas décadas, la radiografía
convencional (RC) (o rayos X, como la denominó Röntgen) ha sido una herramienta diag-
nóstica muy útil para el reumatólogo, y sigue siendo la técnica más importante y más
empleada para la evaluación de la artritis y trastornos relacionados. Recientemente se han
logrado avances significativos con la introducción de la radiografía digital, gracias a la
mejor resolución del contraste y a las opciones para optimizar la imagen después del pro-
cesado. La gammagrafía ósea (GO) se considera una técnica complementaria útil, capaz de
incrementar la sensibilidad diagnóstica de los hallazgos de la RC.
Tras la aparición de nuevos tratamientos más efectivos y con la conciencia de que la detec-
ción y el tratamiento muy precoces de las artropatías inflamatorias mejora significativamente
la evolución de la enfermedad, ha aumentado mucho la exigencia sobre el rendimiento técni-
co de las técnicas de imagen (y probablemente seguirá aumentando en el futuro cercano), lo
que ha fomentado el desarrollo de nuevas técnicas de imagen capaces de identificar precoz-
mente cambios articulares y más sensibles a cambios, incluso a corto plazo. Estas nuevas
técnicas avanzadas, entre las que destacan la resonancia magnética (RM), la ecografía, la
tomografía computarizada (TC) y la tomografía por emisión de positrones (PET), han mejo-
rado mucho nuestras capacidades diagnósticas y han modificado los abordajes terapéuticos.
El principal problema es que, a pesar de su demostrada mayor sensibilidad en comparación
con técnicas más antiguas, todavía es difícil trasladar el uso de estas técnicas a la práctica
clínica diaria en ausencia de algoritmos ampliamente aceptados y validados.
Dado que la disponibilidad y los costes de las diferentes técnicas de imagen son muy
variables, y teniendo en cuenta que todos ellos presentan ventajas y limitaciones, la decisión
del clínico acerca de qué técnica utilizar debe basarse fundamentalmente en el problema
clínico de cada paciente concreto.
Tabla 1
Principales ventajas y desventajas de la radiografía convencional.
Ventajas Desventajas
Imágenes fáciles de entender por los clínicos Problemas debido a la representación bidimensional
de imágenes tridimensionales
o caras que en general sólo serán practicadas por médicos con experiencia clínica suficien-
te para evaluar los hallazgos clínicos y actuar en función de los resultados de las imágenes»
(fuerza de la recomendación: C). Por tanto, la RC posee un papel claro en el estudio de las
enfermedades esqueléticas y articulares, y en la monitorización y el seguimiento de los
pacientes.
Las aplicaciones más importantes de la RC, sobre todo en las fases iniciales de la enfer-
medad, se resumen más adelante.
Artritis reumatoide
La RC sigue siendo la prueba «de referencia» para la evaluación del daño articular en la
artritis reumatoide (AR) [2] y representa una herramienta útil para el estudio inicial y el
método recomendado para la monitorización de la progresión de las lesiones estructurales
articulares, incluso en la práctica clínica diaria. También se utiliza para evaluar la eficacia
de los tratamientos sometidos a ensayos clínicos. Se han desarrollado muchos sistemas de
puntuación validados que son capaces de detectar efectos.
Las radiografías de manos y pies sirven como documentación previa al tratamiento, ya que
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recen durante los primeros 2 años [4]. Se desarrollan sobre todo en las «áreas desnudas» de
la periferia de las articulaciones (figura 1) y hay que buscarlas tanto en las manos como en
los pies, donde pueden aparecer antes de que la afectación en la mano sea evidente. Se ven
afectadas sobre todo las articulaciones metatarsofalángicas segunda a quinta.
Cuando se detectan al comienzo, las erosiones se correlacionan con un mal resultado
radiográfico y funcional a largo plazo [5,6], y constituyen un marcador pronóstico fiable de
mala evolución. En consecuencia, el aspecto radiográfico influye mucho sobre el tratamien-
to elegido y constituye un fuerte argumento para seleccionar una estrategia terapéutica
precoz agresiva.
Un claro inconveniente de la RC es que no aporta mucha información sobre los cambios
patológicos iniciales en la AR, al presentar una baja sensibilidad para la detección de
manifestaciones precoces de la enfermedad. Varios estudios han evaluado la utilidad
de técnicas más sensibles, como la RM y la ecografía para la detección precoz de signos de
inflamación articular, tomando como referencia la RC. La RC halló una prevalencia de ero-
siones del 8-40% a los 6 meses [4,7-10], y la RM fue de dos a 10 veces más sensible para
detectar erosiones, tanto en fases precoces como más avanzadas. La RM también puede
mostrar cambios erosivos tan sólo unos pocos meses después del inicio de los síntomas,
es decir, 6-12 meses antes de que se visualicen en la radiografía simple [7,11-20].
Figura 1. Artritis reumatoide. Pequeña erosión marginal en una típica «área desnuda» (base de una falange proximal
de la mano).
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Espondiloartropatías seronegativas
gran medida al gran retraso actual del diagnóstico (hasta 9 años). En una cohorte de
pacientes con EA de larga evaluación, a pesar de que el 60% de los sujetos presentaban
signos radiográficos sugestivos de la enfermedad, sólo una minoría presentaban sindesmó-
fitos extendidos a lo largo de múltiples vértebras y ⬍5% presentaban la imagen típica de
las fases avanzadas, en «caña de bambú» [29]. Por otra parte, la determinación de la
sacroilitis en la radiografía anteroposterior de pelvis convencional presenta dificultades
inherentes.
Otras manifestaciones radiográficas de la enfermedad son las erosiones de la superficie
cortical, con esclerosis del hueso subyacente y tumefacción de los tejidos blandos circun-
dantes, en las entesis periféricas. Se trata de expresiones de entesopatía inflamatoria que
constituyen los hallazgos clínicos y patológicos principales de la enfermedad. En la colum-
na vertebral la RC raramente es útil para detectar precozmente estos cambios entesíticos;
de hecho, las erosiones y los espolones sólo son evidentes en fases avanzadas de la enfer-
medad.
Puesto que las EAp afectan sobre todo a adultos jóvenes, resulta obligada la detección
precoz de la enfermedad para tratarla, mejorar su pronóstico y conservar la capacidad labo-
ral. Varios estudios han destacado el valor y han demostrado la superioridad de técnicas de
imagen más modernas, como la TC y la RM, que visualizan alteraciones antes que la
RC [30-34]. La TC es útil en pacientes con radiografía simple sospechosa o dudosa, ya que
identifica fácilmente lesiones típicas. Debido a su mayor sensibilidad, la RM ha desplazado
a otras técnicas de imagen [35,36]. Con todo merecimiento, la aparición de la RM se ha
definido como un hito en la evaluación de las EAp, al permitir un diagnóstico más tempra-
no y mostrar signos objetivos de inflamación activa que no se detectan mediante la evalua-
ción clínica o de laboratorio.
Hasta ahora han sido publicados varios sistemas de puntuación utilizando la RC para
evaluar el efecto del tratamiento sobre la progresión radiográfica, entre ellos los índices del
Bath AS Radiology Index, el Stoke AS Spine Score (SASSS) y el SASSS modifi cado
(m-SASSS) [37]. El m-SASSS se ha recomendado como método de elección en ensayos
clínicos, pero requiere un mínimo de 2 años antes de detectarse cambios significativos.
Este plazo es demasiado largo para utilizarlo en el seguimiento de la progresión de la
enfermedad. Tras la introducción de los agentes bloqueadores del factor de necrosis tumo-
ral alfa (anti-TNF␣), la RM con las secuencias adecuadas y la ecografía power-Doppler de
las entesis parecen las técnicas más adecuadas para evaluar los efectos del tratamiento en
un plazo más breve.
Las guías de referencia de la UE para el diagnóstico por la imagen señalan que en casos
de dolor lumbar bajo no mecánico, una «radiografía simple normal puede ser falsamente
tranquilizadora». En estos casos debe considerarse la RM como prueba de primera línea
(fuerza de la recomendación: B) [1] para la evaluación de la afectación axial. La ecografía
es un método más barato para estudiar la entesitis periférica, ya que es capaz de mostrar
la afectación de las entesis, los tejidos blandos peritendinosos y la distensión de las bolsas
adyacentes por colecciones líquidas. La dactilitis (dedos en «salchicha») es otro signo típico
de las EAp que sólo puede evaluarse adecuadamente mediante ecografía y/o RM.
Se han descrito distintos subtipos de artritis psoriásica (APs). La sacroilitis asimétrica
o unilateral y los parasindesmófitos de los cuerpos vertebrales son manifestaciones axia-
les bien conocidas. En las articulaciones periféricas, los cambios destructivos, asociados
a neoformación ósea reactiva y perióstica, así como la ausencia de osteoporosis, pueden
ayudar a distinguir entre APs y AR en la radiografía simple. La onicoperiostitis asociada
a distrofia ungueal es un rasgo muy típico (figura 2).
El síndrome SAPHO (sinovitis, acné, pustulosis, hiperostosis y osteítis) es una enferme-
dad poco frecuente y cuyo marco nosológico todavía se discute. Aunque se considera rela-
cionado con la familia de las EAp, nuevos hallazgos indican que el síndrome SAPHO podría
ser una osteítis inflamatoria primitiva. Es especialmente interesante su relación con la pso-
riasis y se ha sugerido una posible relación con la APs. La principal localización es la pared
anterior del tórax, y también puede afectar a columna lumbar, cintura pélvica, huesos peri-
féricos y mandíbula. En la RC llaman la atención la osteítis y la hiperostosis de los segmen-
tos esqueléticos afectados, aunque la RC raramente es útil para detectar las fases precoces
de la enfermedad. En la pared torácica anterior las lesiones son difíciles de evaluar sin
utilizar TC, GO y/o RM.
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Figura 2. Artritis psoriásica. Periostitis proliferativa difusa del primer dedo del pie. Presencia concomitante de estre-
chamiento del espacio articular y esclerosis subcondral, sin osteopenia yuxtaarticular. Esta imagen radiográfica suele
asociarse a onicodistrofia de la uña correspondiente.
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Figura 3. Artrosis femororrotuliana (osteófito, asterisco) asociada a hiperostosis idiopática difusa (entesófito, fle-
cha).
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Entre ellas están la gota, la enfermedad por depósitos de pirofosfato cálcico (EDPC) y la
enfermedad por depósitos de hidroxiapatita cálcica. Dado que algunos de estos trastornos
pueden simular otras artropatías inflamatorias o degenerativas crónicas, la RC sigue siendo
muy útil para el diagnóstico diferencial, al mostrar cambios típicos.
En la mayoría de los pacientes, sólo la enfermedad tofácea crónica puede provocar ano-
malías radiográficas permanentes, consistentes en lesiones bien definidas que corresponden
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Figura 4. Hiperostosis esquelética idiopática difusa. Afectación extensa de la columna cervical. Entesófitos profusos
separados de la cara anterior de los cuerpos vertebrales. El espacio del disco intervertebral se encuentra conservado.
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a tofos en tejidos blandos, erosiones marginales o periarticulares con un reborde óseo sobre-
elevado y mineralización ósea relativamente normal. En casos avanzados se observa tam-
bién destrucción ósea extensa, que provoca una artritis gravemente mutilante.
La EDPC se asocia a calcificación de estructuras articulares y periarticulares, especialmen-
te de tejidos con gran cantidad de fibras de colágeno (fibrocartílago de discos y meniscos,
capas superficiales del cartílago hialino y componente fibroso de las cápsulas). La frecuencia
de calcificación demostrable mediante RC es mayor en rodillas, sínfisis del pubis y muñecas.
Por tanto, el cribado perfecto de la enfermedad consiste en una radiografía posteroanterior de
cada una de estas localizaciones. Además, los cambios estructurales en las articulaciones son
tan frecuentes como fuertemente sugestivos. Sin embargo, en la RC, pueden simular artropa-
tías degenerativas que pueden diferenciarse por la distribución articular inusual (es decir,
afectación aislada o más importante del compartimento femororrotuliano de la rodilla) y por
la marcada formación de quistes subcondrales (figura 5).
En la enfermedad por hidroxiapatita los cristales se depositan tanto en estructuras periar-
ticulares como intraarticulares. En fases iniciales las calcificaciones típicas pueden no ser
visibles en la radiografía simple y el único hallazgo puede ser la tumefacción de partes blan-
das. Con el tiempo pueden aparecer en forma de calcificaciones periarticulares o intraarticu-
lares. En exploraciones secuenciales, los depósitos pueden cambiar de forma, aumentar de
tamaño o desaparecer. Los tejidos periarticulares del hombro son la localización más fre-
cuente de depósitos cálcicos de hidroxiapatita.
La gammagrafía ósea (GO) es una técnica de imagen diagnóstica utilizada para evaluar
la distribución de la formación activa de hueso en el organismo. Desde su introducción
hace más de 40 años la GO ha tenido un papel importante en el diagnóstico y la detección
de muchos trastornos reumáticos.
La GO tradicional se basa en las propiedades biológicas de los bisfosfonatos marcados
con tecnecio-99, generalmente difosfonato de metileno, al integrarse en el metabolismo
óseo. Tras su administración intravenosa, el radionúclido se fija al hueso proporcionalmen-
te al metabolismo óseo. El método preferido para practicar la prueba es el multifásico (tres
fases), que evalúa el grado de hiperemia (fase de flujo), el aumento de la permeabilidad
articular (fase de pool sanguíneo) y la presencia de recambio metabólico óseo alterado (fase
de tejido óseo) en momentos diferentes. Mediante todo ello, la GO puede sugerir diferentes
patrones de afectación articular.
La GO es fácilmente disponible, relativamente barata y bien tolerada. Se trata de una prue-
ba muy sensible que permite detectar cambios articulares en fase inicial en muchas enferme-
dades inflamatorias y degenerativas crónicas. Las principales ventajas y limitaciones de la GO
se recogen en la tabla 2.
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Figura 6. Esclerosis sistémica limitada. Acroosteólisis de la cabeza de la falange distal y calcinosis de tejidos
blandos.
328 F. De Leonardis et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 317–335
Tabla 2
Principales ventajas y desventajas de la gammagrafía.
Ventajas Desventajas
La Nuclear Medicine Society lanzó en 2003 unas guías de referencia para la GO [40]
donde se daban unas «indicaciones comunes» para la ejecución de la prueba (tabla 3).
La GO es más útil en las fases iniciales de las artropatías inflamatorias, cuando pueden
verse cambios funcionales pero habitualmente aún no se observan lesiones estructurales en
las radiografías. La GO puede predecir el pronóstico articular mucho antes de que este sea
visible en la radiografía simple. En fases posteriores, una vez producidos los cambios anató-
micos, la GO pierde su ventaja en cuanto a sensibilidad sobre la RC, que permite documen-
tar de forma más específica los signos típicos de la enfermedad. Sin embargo, la GO puede
ser aún útil para evaluar la actividad de la enfermedad y la eficacia del tratamiento.
A continuación se resumen algunas de las indicaciones más útiles de la GO.
Artritis reumatoide
Tabla 3
Indicaciones frecuentes de interés reumatológico de la gammagrafía ósea.
Artritis
Algodistrofia
Infartos óseos
Necrosis avascular
Osteomielitis
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Figura 7. Artritis reumatoide activa. La gammagrafía ósea convencional muestra una distribución simétrica del radio-
bisfosfonato en ambas muñecas/manos (imágenes inferiores) que coincide, en parte, con zonas de aumento aprecia-
ble de perfusión en las imágenes en fase de pool sanguíneo (imágenes superiores).
dirigidos frente a varios antígenos de la superficie de los granulocitos que, tras ser marcados
con tecnecio-99m (99mTc-HIG), se acumulan en las regiones inflamadas.
La gammagrafía con leucocitos radiomarcados se ha revelado como una herramienta
diagnóstica muy útil en la AR. Un estudio demostró que los niveles de fijación de leucocitos
en las articulaciones se correlacionaban con otros índices de la enfermedad, y podrían utili-
zarse para evaluar la respuesta a los tratamientos [48]. Otro estudio comparó la gammagra-
fía con leucocitos radiomarcados y la inmunogammagrafía, y halló que esta última era más
precisa en la evaluación de la sinovitis [49].
El futuro de las técnicas de medicina nuclear para el estudio de la AR se basará, proba-
blemente, en un abordaje específico de imagen molecular. Entre los nuevos trazadores
estudiados con buenos resultados están los anticuerpos monoclonales anti-TNF␣ y los anta-
gonistas del receptor de interleucina-1 radiomarcados [50].
Sacroilitis
Necrosis avascular
Algodistrofia refleja
Enfermedad de Paget
Artritis séptica
Figura 8. Enfermedad de Paget. Gammagrafía ósea tradicional que muestra, a través de una intensa hipercaptación
del radiobisfosfonato, una localización inusual de la enfermedad en el sacro.
tres fases puede detectar cambios patológicos antes de transcurridos 2 días del inicio de los
síntomas [54]. Para aumentar su especificidad y facilitar el diagnóstico diferencial son preferi-
bles la gammagrafía con leucocitos radiomarcados o la inmunogammagrafía que la GO multi-
fase convencional. De este modo aumentan las posibilidades de descartar otras hipótesis diag-
nósticas, y la evaluación de la extensión y la gravedad de la enfermedad es más precisa [55].
Resumen
Todas las técnicas de imagen presentan sus ventajas y sus limitaciones. Por ello, habi-
tualmente es necesario combinar varios métodos para evaluar con precisión determinadas
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cuestiones clínicas. Obviamente no existen reglas sobre qué combinaciones deben escoger-
se. El médico debe tener en cuenta diversas variables, como sospecha clínica, disponibili-
dad de las técnicas, habilidades y experiencia de quienes practican el examen, listas de
espera, exposición a radiación, contraindicaciones específicas, edad del paciente y costes.
A pesar del desarrollo de técnicas más modernas y sensibles, la RC sigue siendo la piedra
angular del diagnóstico por la imagen en reumatología. Esta situación no cambiará en tan-
to en cuanto no se definan y acepten de forma generalizada abordajes normalizados para
las nuevas técnicas. La GO tradicional es aún la prueba de primera elección en un número
limitado de trastornos reumáticos, y es el complemento ideal de otras técnicas en las fases
iniciales de varias artropatías inflamatorias crónicas.
Se están desarrollando nuevas técnicas de medicina nuclear, como la PET, la tomografía
computarizada por emisión de fotón único, la bioluminiscencia y la imagen molecular con
citocinas dirigidas, que pueden llegar a tener un enorme impacto en el estudio de muchas
artropatías inflamatorias crónicas en el futuro.
La RC y la GO todavía juegan un papel importante en la toma de decisiones en la prác-
tica clínica diaria y lo más probable es que sigan haciéndolo durante largo tiempo.
Información práctica
Programa de investigación
• Estudios prospectivos multimodales (RC, GO, RM, TC, ecografía) con muestras amplias
para determinar el rendimiento de cada método para el diagnóstico, la monitorización
y la obtención de información pronóstica sobre las artropatías inflamatorias crónicas
más importantes
• Una mejor estandarización de las indicaciones, la ejecución y la evaluación de las téc-
nicas de imagen osteomuscular
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La base física
El término «ecografía» se explica en parte por sí mismo. Se refiere al sonido que está por
encima del espectro acústico que puede oír un ser humano. Los seres humanos son capaces
de escuchar sonidos de una frecuencia entre 20 hertzios (Hz) y 20.000 Hz. La ecografía
diagnóstica médica aplica frecuencias de 1-25 MHz (1 MHz ⫽ 1.000.000 Hz).
Las ondas sonoras viajan a una velocidad de 1.540 m/s. Esto significa que alcanzan una
distancia de 10 cm en 0,000065 s. En 1 s pueden emitirse aproximadamente 1.000 ondas de
ultrasonidos y recibirlas de un objeto a una distancia de 10 cm de la sonda de ecografía.
La frecuencia (f) y la longitud de onda () son inversamente proporcionales entre sí, es
decir, f ⫽ 1/. Una frecuencia mayor de las ondas de sonido lleva a una menor penetración
pero una mayor resolución de las estructuras. Una frecuencia menor con longitudes de onda
mayores lleva a una mayor penetración en el cuerpo, pero a un descenso de la resolución.
La frontera física para discriminar entre dos interfases dispuestas cerca es una distancia
mínima de más de la mitad de una longitud de onda entre las dos interfases.
Las ondas de ultrasonidos las genera un transductor que consta de un disco con cristales
de circonato titanato de plomo. Estos cristales muestran un efecto piezoeléctrico acentuado.
Transforman los potenciales eléctricos en vibraciones mecánicas y viceversa. Cada vez que
una corriente eléctrica pasa a través de los cristales, el disco genera un pulso ultrasónico.
Por el contrario, cuando el disco recibe una onda de ultrasonidos que vuelve del tejido, se
deformará y generará un voltaje sobre la superficie del transductor. Con el fin de producir
un haz bien dirigido, el disco del transductor se monta al final de un tubo cilíndrico, tam-
bién llamado «sonda». En el otro extremo del tubo se monta material amortiguador para
reducir las ondas ultrasónicas generadas en la zona posterior del disco [1].
Las ondas emitidas están sujetas a transmisión y reflexión. La transmisión se produce
cuando el pulso pasa de un tejido a otro. La reflexión hacia la fuente ocurre cuando se
refleja un pulso de ultrasonidos en un límite. Cuanto más difieren dos tejidos en densidad
entre sí, mayor es el grado de reflexión; cuanto más similares son, mayor es la cantidad de
transmisión. La relación matemática que determina el grado de reflexión y transmisión
viene dada por la velocidad de la onda c y la impedancia acústica específica Z del tejido.
La impedancia del sonido en el aire es baja. Es 10.000 veces mayor en el músculo que en
el aire, y 50.000 veces mayor en el hueso que en aire. Esto hace que el haz de sonido no
penetre en el hueso en absoluto.
El límite entre dos tejidos diferentes se llama «interfase acústica». Hay una interfase
acentuada entre el aire y la piel. Si el transductor se coloca sobre la superficie de la piel sin
un medio de acoplamiento, es decir, gel de ecografía, sólo se transmite el 0,1% del pulso
de ecografía al tejido cutáneo y el 99,9% se refleja desde la superficie de la piel. El gel de
ecografía tiene una impedancia similar a la del tejido humano. Por lo tanto, con el uso del
gel de ecografía o agua, una cantidad mucho mayor de pulsos de ecografía penetra en el
tejido que se explora. Los líquidos, como la sangre, la orina o el líquido sinovial, no reflejan
las ondas sonoras.
Cuando la superficie de un objeto es plana y no hay aire entre la fuente y el objeto, casi
todas las ondas de ultrasonidos se reflejan del objeto en ángulos rectos; los ecos que vuelven
los detecta el transductor. El cristal reconvierte la onda de ultrasonidos que vuelve —con la
misma longitud de onda que la onda emitida— en un potencial electrónico. Después, el
potencial electrónico se convierte por medio de un ordenador en una imagen de ecografía.
El transductor funciona como un receptor de los ecos ecográficos que vuelven alrededor del
99,9% del tiempo. El 0,1% restante del tiempo actúa como un emisor de ondas de sonido.
La tecnología informática convierte la información en imágenes. Por lo tanto, esta técni-
ca se llama a menudo también «ecografía» o «sonografía». Se distingue de los ultrasonidos
terapéuticos por la cantidad de energía, ya que la energía de la ecografía terapéutica es
mucho mayor. Esto lleva a una aplicación considerable de calor en el tejido corporal, y por
lo tanto se usa ampliamente en el tratamiento de las enfermedades reumáticas. La ecografía
diagnóstica también produce calor en el tejido humano, en particular cuando se usa como
ecografía en color o ecografía Doppler de potencia, pero en mucho menor grado. En general,
se supone que la ecografía es segura aunque carecemos de datos a largo plazo en obstetri-
cia [2]. Se ha advertido extensamente a los médicos sobre la exploración del útero con
ecografía Doppler en color en las mujeres embarazadas.
W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355 339
Los ultrasonidos pierden su energía a medida que se propagan a través del tejido. Esta
pérdida de energía se llama «atenuación». Hay tres causas para la atenuación: la difracción,
la dispersión y la absorción. Difracción se refiere a la angulación de las ondas cuando inte-
ractúan con obstáculos a su paso. Dispersión significa que las ondas se ven forzadas a
desviarse por las irregularidades del tejido, como las fluctuaciones de la densidad en los
líquidos y la falta de homogeneidad de los órganos. Absorción significa que la energía acús-
tica se convierte en calor. Un material o superficie que absorbe las ondas sonoras no las
refleja. La absorción de un material dado depende de la frecuencia. La atenuación da lugar
a ecos procedentes de los tejidos profundos que se muestran con una menor intensidad que
los que vuelven de las estructuras superficiales. Una función del sistema de la ecografía
llamada «control de ganancia del tiempo» corrige la atenuación e intensifica técnicamente
los ecos que vuelven de las estructuras más profundas.
Modo A
Es el tipo más sencillo de ecografía. Un solo transductor explora una línea a través del
cuerpo. Junto a esta línea, los ecos se muestran en la pantalla en función de la profundi-
dad. Este modo todavía se usa a veces en oftalmología para determinar distancias en el
ojo.
Modo B
«B» se refiere a «brillo». Es el modo que más se usa en la ecografía osteomuscular. Tam-
bién se llama «ecografía en escala de grises». Una serie de transductores explora simultá-
neamente un plano a través del cuerpo. La información se muestra en forma de imagen de
dos dimensiones en el monitor.
© ELSEVIER. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Modo M
«M» se refiere a movimiento. Este modo se usa más en ecocardiografía para determinar
el movimiento de las estructuras cardíacas. Además, los estudios en modo M pueden mos-
trar el pulso de una arteria. El modo M muestra la profundidad de las interfases productoras
de ecos a lo largo de un eje y el tiempo a lo largo del segundo eje, registrando el movimien-
to de las interfases hacia el transductor y alejándose de él. Las imágenes en modo M pueden
mostrarse en la pantalla al mismo tiempo que las imágenes en modo B.
Modo Doppler
Este modo se aplica al efecto Doppler. El principio de Doppler establece que las ondas
sonoras aumentan de frecuencia cuando se reflejan de los objetos (p. ej., hematíes) que se
acercan hacia el transductor y disminuyen de frecuencia cuando se reflejan de objetos que
se alejan del transductor. Esta información se transforma en sonido. Además, es posible
mostrar curvas de flujo y determinar la dirección del flujo de sangre.
340 W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355
El Doppler de onda continua (CW, del inglés continuous wave) sólo evalúa el flujo sin
proporcionar imágenes anatómicas. Este método detecta toda la información de un eje a
través del cuerpo. La información se convierte en sonido o curvas que se muestran en una
pantalla. El Doppler CW no proporciona información sobre distancias.
El Doppler de onda pulsada es más avanzado que el Doppler CW. Este modo detecta la
información de una región anatómica seleccionada del eje del haz del Doppler. La región
anatómica se selecciona en una imagen en escala de grises o de Doppler en color.
Este modo combina el efecto Doppler con pruebas de imagen en directo. La imagen en
directo se crea por un movimiento rápido del haz de ecografía. La información procedente
de la ecografía Doppler se integra en una imagen en escala de grises en forma de señal en
color. Esta señal indica la dirección del flujo sanguíneo. Las señales rojas indican que se
dirige hacia la sonda de ecografía y las señales azules que el flujo se aleja de la sonda.
Modo dúplex
En este modo se muestra la potencia integrada del Doppler en color. Aumenta la sensi-
bilidad del aparato, en particular en los vasos pequeños y el flujo lento de sangre. La mayo-
ría de los ecógrafos proporciona imágenes unidireccionales con sólo un color, independien-
temente de la dirección del flujo de sangre. Algunos equipos proporcionan información
bidireccional como se describe en la ecografía Doppler en color. La ecografía Doppler de
potencia en reumatología es importante en particular para determinar el flujo sanguíneo
de las articulaciones, en y alrededor de los tendones y en las entesis. La sensibilidad es
mayor usando el modo Doppler de potencia que el modo de Doppler en color en la mayoría
de los ecógrafos. En algunos de ellos no hay gran diferencia [3,4].
Equipo de ecografía
Figura 1. Las características más importantes de un ecógrafo: 1, botón de encendido para encender o apagar el
equipo; 2, sondas (transductores); 3, gel de ecografía; 4, teclado para introducir los datos del paciente y las leyendas
de la imagen; 5, altavoces para la ecografía Doppler; 6, monitor; 7, botones para elegir la sonda y los ajustes;
8, botón de congelación para ver las imágenes congeladas en el documento; 9, bola de seguimiento; 10, botón de
introducción de datos; 11, botones para medidas; 12, botón para brillo en modo B (ganancia); 13, botones para ajus-
tar el brillo (ganancia) en capas diferentes; 14, botón para ajustar la profundidad (penetración); 15, botón para
ajustar la frecuencia media; 16, botones para iniciar y ajustar los modos en color y Doppler; 17, botones para alma-
cenar o imprimir imágenes (no se muestra la impresora); 18, botones del menú y botones para organización de los
archivos.
Las sondas lineales son capaces de cubrir todas las indicaciones de la ecografía osteo-
muscular. Las sondas pueden tener hasta 6 cm o sólo 2 cm de longitud. Las sondas más
© ELSEVIER. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
largas proporcionan una buena visión. Esto se aplica, en particular, a las articulaciones
más grandes como las de la cadera, y a las pruebas de estabilidad, que pueden hacerse, por
ejemplo, en las rodillas y los hombros. Las sondas más cortas se llaman a menudo «palos
de hockey» o sondas de «huella» debido a su forma. En un principio se idearon para explo-
raciones intraquirúrgicas, pero son excelentes para explorar pequeñas estructuras
superficiales y para evaluar regiones que son difíciles de alcanzar, como la determinación
de trastornos en las articulaciones metacarpofalángicas (MCF) en los dedos en martillo.
La sonda curvada tiene forma de curva. Por lo tanto, muestra una región mayor en las
estructuras anatómicas más profundas comparadas con las estructuras anatómicas más
superficiales. Estas sondas se usan sobre todo para la ecografía abdominal. También mejo-
ran la visión de la articulación de la cadera en los pacientes grandes. La mayoría de las
sondas proporciona frecuencias de 2-8 MHz.
La sonda en sector tiene una superficie pequeña que proporciona un ángulo incluso
mayor, es decir, que perfilan una zona incluso mayor en regiones más profundas. Estas
sondas se aplican en la ecocardiogafía y la ecografía transcraneal para explorar los vasos
cerebrales. La sonda pequeña permite el paso por el pequeño espacio intercostal para mos-
trar el corazón que está debajo. Algunos ecografistas han aplicado estas sondas para explo-
rar los meniscos. Sin embargo, la resolución de estas sondas es bastante baja por su fre-
cuencia baja, y la precisión diagnóstica de la ecografía meniscal es mala. La mayoría de las
sondas proporciona frecuencias de 1-4 MHz.
342 W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355
Figura 2. Imagen de las sondas más utilizadas: 1, sonda lineal; 2, sonda curvada; 3, sonda de sector, y 4, sonda de
lapicero.
Las sondas de lapicero se usan en la ecografía Doppler CW para explorar las caracterís-
ticas del flujo vascular, como la determinación de la dirección del flujo en las arterias
supratrocleares antes de una biopsia de arteria temporal con el fin de excluir el flujo cola-
teral a través de las arterias temporales en el caso de una estenosis u oclusión de la arteria
interna.
Una mayor frecuencia lleva a una mejor resolución, y una menor frecuencia proporcio-
na una mayor penetración. Hace 10 a 20 años, la sonda lineal de 7,5 MHz era la sonda
estándar para la ecografía osteomuscular ya que presentaba un compromiso entre resolu-
ción y penetración. Ahora, la mayoría de las sondas ofrece un intervalo de frecuencias,
por ejemplo, 10-25 MHz, 8-18 MHz, 5-12 MHz o 3-9 MHz. La figura 3 muestra qué fre-
cuencias son preferibles para evaluar las diferentes regiones articulares. Varias sondas
permiten explorar todas las regiones con una sonda. Las sondas de frecuencia alta pueden
causar problemas de penetración en la articulación de la cadera, en las caras posteriores
de las articulaciones glenohumeral y del tobillo en los pacientes grandes. Por lo tanto,
algunos reumatólogos prefieren trabajar con dos sondas lineales. Nosotros utilizamos una
sonda de frecuencia alta (6-18 MHz) en casi todas las aplicaciones osteomusculares, y
también para explorar las glándulas salivales, las arterias de los dedos de las manos y las
arterias temporales; y una sonda de frecuencia menor (3-9 MHz) para explorar las cade-
ras, las venas de las extremidades inferiores y las arterias del cuello, en particular la zona
proximal de las arterias vertebrales. Además, nosotros también aplicamos la sonda de
frecuencia baja para las caras posteriores de los hombros en los pacientes grandes, y para
mejorar la visión en las pruebas de estabilidad porque es mayor que la sonda de frecuen-
cia alta. Además, es conveniente disponer de una sonda curvada y de una sonda de sector
en el mismo ecógrafo con el fin de proporcionar la ecografía abdominal y la ecocardiogra-
fía para abordar cuestiones médicas que a menudo se plantean en las enfermedades
reumáticas.
W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355 343
1 cm
muñeca dedos de manos, pies
2 cm
hombro, codo, tobillo
3 cm rodilla
4 cm
5 cm
6 cm cadera
7 cm
8 cm
1 3 5 7 10 15 20 MHz
Figura 3. Frecuencias de ecografía esperables para la evaluación de diferentes regiones articulares que se localizan
a diferentes profundidades.
como rupturas o erosiones del manguito de los rotadores, desde una perspectiva diferente.
Además, el médico puede ver las imágenes después de haberlas generado [7,8].No obstan-
te, una de las principales ventajas de la ecografía osteomuscular es su aplicación directa por
el reumatólogo, junto a la anamnesis y la exploración clínica. Además, las sondas 3D son
mucho más pesadas que las sondas bidimensionales modernas. La ecografía 3D en directo
se ha llamado «ecografía cuatridimensional».
Los contrastes de ecografía son microburbujas llenas de gas que se administran por vía
intravenosa. Estas burbujas se destruyen cuando las golpea un haz de ultrasonidos, y pro-
porcionan un alto grado de ecogenicidad cuando este es reflejado. De este modo, el contras-
te de ecografía aumenta la sensibilidad para la detección del flujo sanguíneo sinovial. Per-
mite cuantificar mejor la actividad inflamatoria al estimar los cambios en la intensidad de
la señal. Esta tecnología tiene un particular interés para los estudios clínicos con el fin
de vigilar nuevos fármacos antiinflamatorios en la artritis reumatoide [9,10].
puede comprar, compartir o tomar prestado el equipo. Antes de comprar un ecógrafo hay
que responder varias cuestiones.
En los últimos años se han creado ecógrafos portátiles de calidad creciente. Algunos
aparatos comprenden casi todas las características que se encuentran en los de gama
alta.
El equipo portátil es útil en particular si un médico ejerce en consultas diferentes y
lleva su ecógrafo a diferentes lugares. El equipo portátil se usa en acontecimientos depor-
tivos para diagnosticar lesiones con rapidez. Muchos reumatólogos que trabajan en la
misma institución pueden compartir un ecógrafo que después se traslada a su consulta
respectiva cuando es necesario. Los ecógrafos portátiles se acomodan a consultas peque-
ñas. Pueden tener monitores pequeños, y la posibilidad de sustracción es mayor. No
obstante, un número creciente de reumatólogos usa estos pequeños y muy prácticos apa-
ratos.
Los equipos de ecografía fijos son útiles para médicos que realizan la mayor parte de su
actividad en la misma consulta. Las instituciones grandes ofrecen clínicas de ecografía,
donde diferentes reumatólogos envían a los pacientes a la sala de ecografía. Los monitores
son mayores, y algunas compañías sólo ofrecen equipos de alta calidad junto a ecógrafos
fijos.
Casi todos los médicos llevan un estetoscopio. Sería fantástico que todas las consultas
de reumatólogos estuvieran equipadas con un ecógrafo. Esto es, desde luego, poco realista
desde un punto de vista económico. No obstante, algunos reumatólogos tienen su equipo
en su propia consulta, y otros comparten aparatos. Tienen una sala aparte en su institución
y se trasladan a la sala con su paciente, o tienen un aparato que puede trasladarse a su
consulta. Las instituciones grandes tienen una clínica de ecografía. El ecografista, que es a
menudo un reumatólogo, realiza exploraciones programadas y espontáneas. Colabora con
346 W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355
La ecografía es una técnica de imagen segura para el paciente, pero el ecógrafo puede
sufrir problemas médicos por una postura inadecuada al realizar la ecografía de forma
habitual [11]. El ecografista debe sentarse cómodamente en una silla. Lo ideal es que la silla
gire y disponga de apoyabrazos. El monitor debe estar a nivel de los ojos o por debajo. Debe
ajustarse de forma que tanto el ecografista como el paciente puedan ver la imagen ecográ-
fica. La mano del ecografista que sujeta la sonda debe apoyarse cómodamente en el pacien-
te. Es importante sujetar la sonda con firmeza con los cuatro primeros dedos, y colocar el
quinto dedo y la parte cubital de la mano sobre el paciente. El ecografista debe ser cons-
ciente de apoyar el brazo de forma cómoda para evitar problemas en el manguito de los
rotadores del hombro.
Hay que explorar todas las estructuras anatómicas en dos planos que sean perpendicu-
lares entre sí. Las guías de la EULAR (European League Against Rheumatism) proporcio-
nan posiciones estandarizadas de la sonda [12].Las exploraciones longitudinales al eje del
cuerpo deben mostrar estructuras anatómicas proximales en el lado izquierdo del monitor.
Las estructuras anatómicas distales se muestran en el lado derecho del monitor. Las explo-
raciones transversas muestran estructuras en el lado izquierdo del monitor que se localizan
a la izquierda del ecografista. Las estructuras que se localizan en el lado medial, cubital o
tibial pueden mostrarse en el lado izquierdo del monitor, y las estructuras localizadas en
el lado lateral, radial o peroneo pueden mostrarse en el lado derecho del monitor (figu-
ra 4).
La figura 5 muestra una exploración longitudinal dorsal de una articulación MCF que
muestra estructuras anatómicas importantes. Las estructuras pueden ser isoecoicas respec-
to al tejido graso subcutáneo, hiperecoicas (más brillantes), hipoecoicas (más oscuras) o
anecoicas (negras) [13]. La piel, la grasa y el tejido conjuntivo son heterogéneos. La piel
es hiperecoica, y el tejido conjuntivo es isoecoico. Los tendones muestran un patrón fibrilar
en proyecciones longitudinales (figura 6). Son hiperecoicos si se localizan paralelos a la
sonda, e hipoecoicos cuando no son perpendiculares porque las ondas reflejadas se des-
vían y no llegan al transductor. Este fenómeno se llama «anisotropía» (figura 7) [14]. Los
nervios son hipoecoicos con un aspecto más punteado que los tendones (v. figura 6). El
líquido es anecoico o hipoecoico. La ecografía puede mostrar cantidades fisiológicas de
líquido en articulaciones normales [15], o cantidades patológicas de líquido (derrames) en
articulaciones inflamadas.
La sinovial y las proliferaciones sinoviales son hipoecoicas. El cartílago es hipoecoico o
anecoico. La superficie ósea es hiperecoica. Los transductores que se usan para la ecogra-
fía osteomuscular no muestran estructuras que se localicen por debajo de la superficie
ósea.
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cerca de la sonda
proximal distal
craneal caudal Exploración longitudinal
distal a la sonda
cerca de la sonda
izquierda del ecografista derecha del ecografista
o: o:
medial lateral Exploración transversal
cubital radial
tibial peroneo
distal a la sonda
Piel: hiperecoica
Grasa: isoecoica
Tendón: hiper/hipoecoica
Derrame: anecoico
Hueso: hiperecoico
Cartílago: hipoecoico
Sinovial: hipoecoica
Figura 5. Estructuras anatómicas y su ecogenicidad en una imagen dorsal longitudinal de una articulación metacar-
pofalángica con derrame.
348 W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355
nervio
tendón
nervio
tendón
Figura 6. Nervio mediano y tendón del flexor del dedo en una proyección longitudinal (A) y una proyección trans-
versa (B). El nervio en la proyección longitudinal está engrosado en el síndrome del túnel del carpo.
Las lesiones inflamatorias de las partes blandas son la sinovitis con derrame, la prolife-
ración sinovial, la tenosinovitis con derrame y la proliferación sinovial de la vaina tendino-
Sonda
Ondas de ultrasonido
Tendón
sa, así como la bursitis con derrame o proliferación sinovial. La proliferación sinovial de
una cápsula articular ocurre a menudo en combinación con el derrame inflamatorio. La
combinación de ambas se llama también «sinovitis».
Durante la VII Conferencia de la OMERACT, un grupo internacional de expertos definió
las observaciones ecográficas patológicas como sigue [13].
La tenosinovitis del tendón extensor cubital del carpo es un signo inflamatorio temprano
de artritis reumatoide que puede detectarse fácilmente con ecografía [19]. Además, los pacien-
tes con artritis reumatoide exhiben a menudo una tenosinovitis de los tendones flexores o
extensores de la muñeca y de los dedos (figura 8A). La tenosinovitis del bíceps es una obser-
350 W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355
vación típica en los pacientes con varios trastornos inflamatorios. La tendinitis o entesitis de
los tendones de Aquiles es frecuente en pacientes con espondiloartritis (figura 8B).
Detección de bursitis
Las lesiones óseas erosivas son detectables en algunas articulaciones de la muñeca y de los
dedos en fases más tempranas usando la ecografía que la radiografía tradicional. La clasifica-
ción anatómica exacta de las lesiones óseas en la muñeca es a veces difícil con la ecografía.
Por otra parte, las erosiones pueden detectarse fácilmente por ecografía en las articulaciones
A B
C D
Figura 8. (A) Tenosinovitis. Las flechas muestran líquido alrededor del tendón flexor del dedo. (B) Tendinitis de
Aquiles y bursitis retrocalcánea (flechas). (C) Dos erosiones (flechas) en la cara radial de la articulación metacarpo-
falángica en la artritis reumatoide. (D) Depósito de cristales de pirofosfato de calcio (flecha) en el cartílago del epi-
cóndilo femoral posterior en una proyección longitudinal.
W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355 351
de los dedos, especialmente de la cara radial de la segunda articulación MCF y de la cara cubi-
tal de la quinta articulación MCF (figura 8C) [20]. Los transductores de alta resolución pueden
detectar más lesiones óseas erosivas en las articulaciones IFP que la resonancia magnética de
campo magnético bajo [21,22]. La sinovitis y las erosiones también son evidentes en los dedos
de los pies, en especial en las articulaciones MTF [23]. Muchas otras articulaciones pueden,
por supuesto, explorarse en busca de la presencia de sinovitis con ecografía. Se ven osteófitos
en la artrosis de la rodilla en el cóndilo femoral en una posición flexionada de la rodilla, o en
el espacio articular en forma de pequeña estructura hiperecoica con sombra refleja dorsal. La
ecografía también muestra osteófitos en las pequeñas articulaciones. Puede ser más sensible
que la radiografía tradicional para la detección de osteófitos en las articulaciones de los dedos
de la mano, ya que dibuja más osteófitos que se localizan en la zona dorsal [24].
Al contrario que los cristales de pirofosfato de calcio, los cristales de urato monosódico
se sitúan en la interfase entre el cartílago y la sinovial, en la sinovial o en las partes blandas
que rodean a la articulación como material hiperecoico que puede dar lugar a sombras en
la zona inferior [26] las observaciones son bastantes específicas de la gota.
Síndrome de Sjögren
Fenómeno de Raynaud
Los reumatólogos ven a muchos pacientes con fenómeno de Raynaud. Deben diferenciar
entre el fenómeno de Raynaud primario y secundario. Al contrario de la angiografía, la
ecografía puede identificar las arterias digitales antes y de forma incruenta. La oclusión
aguda de la arteria digital puede darse en la vasculitis, el síndrome antifosfolipídico, la
embolia y la tromboangeítis obliterante. En la esclerosis sistémica, las arterias digitales se
estrechan y ocluyen con más lentitud [29]. Necesitamos una sonda de frecuencia alta que
incluya la ecografía Doppler en color para mostrar las dos arterias digitales palmares pro-
pias que se localizan en la región volar lateral de cada dedo entre las articulaciones MCF e
IFP y entre las articulaciones IFP e interfalángica distal. Además podemos explorar las arte-
rias digitales palmares comunes, el arco palmar superficial y las arterias radial y cubital.
Las arterias cubitales se ocluyen con más frecuencia que las arterias radiales en las enfer-
medades del tejido conjuntivo y las vasculitis [30].
Vasculitis
Resumen
Los transductores generan y emiten ondas de ultrasonidos. Las ondas que se han refle-
jado de límites situados en o entre tejidos vuelven al transductor. Un ordenador convierte
la información de modo que pueda verse en forma de imagen en un monitor. La resolución
W. A. Schmidt, M. Backhaus / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 337–355 353
Información práctica
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Hipócrates
Introducción
menudo una práctica esporádica en lugar de habitual. Las definiciones de «estándar» son
el proceso de medida y la idea de nivel de excelencia.
«Estándar», derivado del francés estaundart (extensión), se define como el ejemplar
autorizado de una unidad de medida o peso; un ejemplar acreditado o reconocido de correc-
ción, perfección o algún grado definitivo de cualquier calidad (1477), un criterio, medida
(1563) o nivel definido de excelencia, consecución, abundancia o similar, o un grado
definido de cualquier calidad, vista como un objeto prescrito de esfuerzo o como la medida
de lo que es adecuado para algún propósito (1711). «Estandarización« es el acto de «estan-
darizar» (1873), que es llevar a un estándar o tamaño, fuerza, forma de construcción,
proporción de ingredientes o similar uniforme [1].
Los estándares se definen por la International Organization of Standardization [2]
como «acuerdos registrados que contienen especificaciones técnicas u otros criterios pre-
cisos que deben usarse de forma coherente como reglas, guías o definiciones de caracte-
rísticas para asegurar que los materiales, productos, servicios o procesos se ajusten a un
propósito». Una revisión de la literatura médica de los últimos decenios demuestra que lo
que ahora se dice sobre los métodos de estandarización, los métodos de medida con el
objetivo de aumentar el conocimiento médico y administrar una asistencia sanitaria eficaz
a los pacientes, ya se había dicho antes, se había dicho bien y se había dicho antes y bien
muchas veces [3-8].
En la especialidad en ciernes de la reumatología, Steinbrocker et al. en la década de los
cuarenta consideraron cuidadosamente muchos aspectos importantes de la medida en las
enfermedades reumáticas [9,10]. Estos aspectos son el problema de la estandarización y la
definición de un caso. Ellos también estudiaron la diferenciación de las múltiples dimensio-
nes de los trastornos reumáticos (marcadores biológicos de la actividad de la enfermedad,
las medidas clínicas del dolor y la tumefacción, el desarrollo de la lesión estructural y el
deterioro funcional), y observaron su variabilidad e interrelaciones, lo que es importante.
Propusieron escalas de daño estructural, deterioro funcional y actividad de la enfermedad
con las que medir la eficacia de las intervenciones terapéuticas. Estos clínicos y científicos
fueron conscientes con entusiasmo de la falibilidad del juicio humano, y su objetivo fue
elaborar un estándar para comunicar la eficacia terapéutica basada en la medida formal. En
este trabajo, ellos no propusieron ir en contra del arte de la medicina ni el espíritu de la
asistencia individualizada.
¿Qué medir?
¿Cómo medir?
Niveles de medida
Los niveles de medida se han definido como nominales, ordinales, de intervalo y rela-
ciones [14]. La distinción es importante porque el nivel de medida suele determinarse por
lo que se está midiendo (físico o intangible) y, a su vez, determina el método estadístico
necesario para el análisis. Algunos métodos estadísticos son más eficientes, y por lo tanto
más poderosos, que otros métodos.
Las variables «llamadas» nominales son variables categóricas como la raza, el sexo, etc.
No tienen una escala dimensional intrínseca. Algunas variables categóricas sólo toman dos
valores y se llaman «dicotómicas» o «binarias». Algunas variables binarias tienen dirección.
Las variables nominales, categóricas, binarias y dicotómicas son variables discretas. Las
medidas ordinales son medidas con posiciones o grados. Toman más de dos valores y tienen
dirección. El intervalo entre posiciones o grados puede no ser igual (como la medida de
Likert de la calidad de vida). Las variables de intervalo son medidas continuas que no tie-
nen intervalos iguales (como la temperatura), y las variables de tipo relación son variables
de intervalo que tienen un verdadero punto cero (como la altura).
mino que raramente se usa. En cambio, los términos «exactitud» y «validez» se usan como
sinónimos de veracidad. Aunque la etimología de estos términos difiere, uno ve su interre-
lación.
«Exactitud» deriva del latín adccurare, que significa cuidarse. En 1662 indicaba conforme
a un estándar o verdad, preciso, correcto [1].
Exactitud se usa en las ciencias físicas como física, química, biología y sus aplicaciones
tecnológicas como una ingeniería. Exactitud [15] es: a) el grado con el que una medida, o
una estimación basada en medidas, representa el valor real; b) el grado de conformidad con
algún estándar reconocido, y c) desde el punto de vista estadístico, la obtención del valor
correcto, de media.
«Validez» procede del francés valide, derivado del latín validus, que significa fuerte.
Validez (1581) fue la cualidad de estar bien fundamentado y ser aplicable al caso o las cir-
cunstancias; solidez y fuerza de (argumento, prueba, autoridad) [1].
Aquí la noción de veracidad es menos explícita. Por lo tanto, validez es la extensión con
la que una medida o método de recogida de datos posee la cualidad de ser sólida o real en la
medida en que puede juzgarse. Una definición típica de medida de la validez es el grado
con el que una medida mide lo que se pretende medir; en qué medida está de acuerdo con
un criterio estándar. La validez se usa extensamente en las ciencias sociales y psicológicas,
y en especial cuando estas ciencias se tocan con la medicina como en el desarrollo de
escalas de síntomas y calidad de vida. Hay varios tipos primarios diferentes de validez
362 M. N. Lassere / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 357–373
(cara, contenido, construcción así como criterio), y pueden distinguirse a su vez como
tipos secundarios (convergente, divergente, concurrente, predictivo). Los diferentes tipos
de validez que se evalúan dependen también de la entidad que se va a medir.
bilidad» que se usa para describir el rendimiento de una prueba diagnóstica. Se usan varios
métodos para evaluar la respuesta a una medida; pero siempre se exige alguna medida
independiente de la respuesta.
Filtro OMERACT
Las pruebas de imagen son una técnica que produce imágenes clínicas para visualizar
tejidos, órganos, estructuras y procesos normales y patológicos, y comprende herramientas
como la radiografía, la RM y la ecografía. Por lo tanto, podría considerarse una ciencia
física, preocupada por las dimensiones físicas y que usa la métrica de las ciencias físicas,
en lugar de construcciones intangibles sobre la salud como el bienestar o la satisfacción.
Aunque estos tejidos pueden visualizarse y debería ser posible medir la anatomía normal o
los trastornos anormales usando unidades científicas como la longitud, el área, el volumen
o la velocidad, los errores de medida aleatorios o sistemáticos asociados pueden producir
resultados peores que los resultados que usan un juicio subjetivo basado en el observador
con una «puntuación» que estima el tamaño y la cuantifica.
Estos juicios basados en el observador se llaman «psicofísicos», y «psicofísica» se refiere a
la percepción y el juicio sobre los fenómenos físicos como el tamaño y la forma. La métrica
proporciona las puntuaciones que pueden ser superiores a las medidas basadas en dimensio-
nes científicas objetivas usando un instrumento de medida como una regla en lugar del ser
humano. La relación entre el juicio psicofísico y el estímulo se expresa como respuesta (jui-
cio) ⫽ k (constante) ⫻ estímulo (nivel de estímulo)b, donde b es el exponente que se sitúa
entre 0,3 y 1,7, dependiendo de la naturaleza del estímulo [16]. Por ejemplo, el exponente de
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juzgar la longitud se acerca a 1 en longitudes de alrededor de 2,5 cm. Las pruebas del empa-
rejamiento de modalidad cruzada han validado las estimaciones numéricas de los juicios
físicos y han demostrado que las estimaciones precisas de los estímulos pueden hacerse sobre
escalas de razones. Por lo tanto, hay un argumento a favor de la evaluación continua de las
medidas científicas y las puntuaciones basadas en juicios en las pruebas de imagen.
Estandarización
La estandarización es necesaria siempre que haya o pueda haber alguna fuente de varia-
bilidad. Los estudios diseñados para demostrar la variabilidad son diferentes a los diseñados
para conseguir la estandarización. En los últimos, el investigador dispone diferentes situa-
ciones para disecar y cuantificar la fuente o fuentes de variabilidad [18-21] y estudia los
métodos para reducirla. Estos estudios están más cerca de capacitar a los estudios de control
que los estudios de veracidad. En general, para optimizar la estandarización es necesario un
proceso iterativo de calibración en una muestra representativa. Una muestra es un subgrupo
selecto de una población [15]. Puede ser aleatoria o no y representativa o no.
La estandarización mejora la eficiencia. Se están desarrollando y evaluando muchos
tratamientos biológicos en ensayos clínicos. La detección de diferencias entre tratamientos
exige mejores medidas del resultado, incluidas las pruebas de medidas de imagen. La falta
de estandarización causa problemas siempre que se intenta reunir datos para un metaaná-
lisis a partir de diferentes fuentes de datos con el fin de detectar efectos terapéuticos peque-
ños o evaluar subgrupos respondedores o efectos pronósticos. Además, en la práctica clíni-
ca, la comparabilidad de los casos individuales aumenta con las medidas estandarizadas.
La necesidad de estandarizar y la necesidad de permitir la innovación en el proceso de
medida no son necesariamente prioridades en competición siempre que se evalúe cualquier
innovación con el estándar en estudios de comparación de métodos.
Las revisiones de la literatura médica en las pruebas de imagen: narrativas frente a sistemáticas
y cuantitativas
por el grupo, y esto generó a su vez más discusiones y una nueva redacción del «grupo
nuclear» [35-38]. También se deliberó sobre otros aspectos como el control de calidad en
profundidad, la generación de películas de referencia, métodos para mejorar la formación
y calibración de los lectores, y una mejor estandarización de las especificaciones para la
adquisición [39].
Aunque se tuvo en cuenta que eran necesarios estudios de validación para determinar el
significado de muchos tipos diferentes de lesiones en la RM, y que eran posibles varios
métodos de validación, se decidió que el grupo de trabajo podría realizar mejor pruebas
multicéntricas de discriminación y viabilidad dejando la agenda de investigación a otros
grupos de investigación. Se ha publicado un atlas de referencia de RA-RMS para facilitar la
estandarización [40]. El atlas incluye una descripción del desarrollo de la RA-RMS así como
una descripción de los fallos del sistema [41]. El atlas también incluye bibliografía a estu-
dios de fiabilidad previos, así como los formularios usados para puntuar las imágenes.
En los últimos 5 años, muchos grupos diferentes han realizado trabajos, individuales y
en colaboración, para estandarizar las medidas del resultado de las pruebas de imagen y en
366 M. N. Lassere / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 357–373
Resumen
Información práctica
Tabla 1
Comunicación de la matriz de las medidas del resultado.
Parte A Parte B
Evaluación del proceso (responder: «sí», «no está claro», «no») Descripción de resultados comunicados
A. 1.1. ¿Está el objetivo de la medida descrito con suficiente detalle para permitirle usar la B.1.i. Describa por qué se desarrolló la medida
medida con confianza? B.1.ii. ¿Cómo se usará la medida (es decir, determinar el estado individual,
evaluar el cambio individual o ambas)?
A. 1.2. ¿Se describieron con claridad los criterios de inclusión y exclusión de los sujetos? B.1.iii. ¿Cuáles son los criterios de inclusión y exclusión de los sujetos diana
del estudio?
A. 1.3. ¿Fueron los «sujetos» estudiados la misma población de sujetos para la aplicación B.1.iv. Si los «sujetos» fueron un sustituto de la población diana, ¿cuáles
clínica de la medida? fueron y cuánto se parecen a la diana? (p. ej., material inorgánico o
material orgánico; tejido seccionado o animal/ser humano completo;
A. 1.4. ¿Fue satisfactoria la descripción de todas las características relevantes de los sujetos animal o ser humano; normal o enfermo; vivo o muerto?)
relevantes?
A. 1.6. ¿Fue representativa la muestra del espectro de categorías que podría encontrarse en la B.1.v. Describa cómo fue de representativa la muestra en cuanto a la edad,
población diana? el sexo, la duración de la enfermedad, la gravedad de la enfermedad
A. 1.7. ¿Fue la población con la que se hizo la comparación satisfactoria para el objetivo del B.1.vi. Describa los criterios de inclusión y exclusión de los sujetos del
estudio? estudio que sirvieron para hacer la comparación
A. 1.8. ¿Se describió con claridad la población con la que se hizo la comparación?
A. 1.9. ¿Hubo una selección (y espectro) apropiada de los sujetos con los que se hizo la
comparación?
A. 1.11. ¿Se proporcionaron valores de referencia o normativos? B.1.vii. Describa los valores de referencia o normativos, cómo se obtuvieron
y cómo están estratificados por cofactores relevantes
M. N. Lassere / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 357–373
A. 1.13. ¿Fue la muestra seleccionada de forma aleatoria a partir de la población diana? B.1.viii. Describa cómo se seleccionó la muestra. ¿Fue una muestra no
aleatoria (correcta, consecutiva) o aleatoria?
A. 1.14. ¿Se describieron todos los aspectos del estudio con suficiente detalle de manera que
otros puedan reproducirlo?
367
Tabla 1 (cont.)
Parte A Parte B
Evaluación del proceso (responder: «sí», «no está claro», «no») Descripción de resultados comunicados
A. 1.15. ¿Tuvo el estudio el suficiente tamaño para extraer conclusiones fiables? B.1.ix. Refiera el tamaño total de la muestra y el tamaño de la muestra para
cada espectro de categorías
A. 1.16. ¿Se proporcionó la descripción del desarrollo de la medida? B.1.x. Describa los pasos del desarrollo de la medida
A. 1.18. ¿Se realizaron métodos de estandarización? B.1.xi. Enumere los parámetros de medida y cómo se estandarizaron y
estudiaron
A. 1.19. ¿Fue satisfactoria la descripción de todos los parámetros de medida relevantes,
incluidos todos los componentes del procedimiento y las especificaciones técnicas?
A. 2.2. ¿Estaban estudiados todos los tipos de validez? B.2.i. Enumere los tipos de validez que se estudiaron, cómo se estudiaron,
los resultados y si se demostró que la validez era excelente, buena,
A. 2.3. ¿Se estudió la credibilidad (validez frontal) de la medida? moderada o mala
A. 2.5. ¿Se estudió la validez de la correlación/construcción de la medida estudiada mediante B.2.ii. Describa de manera precisa cómo se determinaron las medidas del
una comparación independiente y a ciegas con otras medidas que reflejan el mismo estudio de una forma independiente y a ciegas
M. N. Lassere / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 357–373
concepto?
A. 2.6. ¿Se estudió la validez del criterio concurrente de la medida mediante una comparación B.2.iii. Si todas las medidas se midieron en las misma unidades y eran
independiente y a ciegas con un estándar de referencia actual? continuas, ¿cuáles fueron los coeficientes de correlación dentro de las
clases (medida relativa del acuerdo), los límites de confianza al 95%
A. 2.7. ¿Se estudió la validez del criterio predictivo de la medida mediante una comparación a del acuerdo (medida absoluta del acuerdo) y el gráfico de la media
ciegas e independiente con un futuro estándar de referencia? frente a la diferencia (o varianza) (medida gráfica del acuerdo)?
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A. 2.8. ¿Fue satisfactorio el diseño del estudio de todos los estudios de validez? B.2.iv. Si las medidas fueron categóricas, ¿cuál fue el estadístico kappa sin
ponderar o ponderado (medida relativa del acuerdo) y el porcentaje
A. 2.9. ¿Fue satisfactoria la conducción del estudio de todos los estudios de validez? de acuerdo sin ponderar y ponderado (medida absoluta del acuerdo),
la sensibilidad, especificidad y el cociente de probabilidades?
A. 2.10. ¿Se describieron y eligieron adecuadamente los métodos estadísticos descritos? B.2.v. Si todas las medidas continuas estaban en unidades diferentes,
¿qué método de regresión se refirió?, ¿qué mostró el análisis de
rendimiento de la prueba (curva ROC)?
NB. Las correlaciones simples (Pearson y Spearman), la prueba de
la t pareada ni la prueba de Wilcoxon para datos emparejados son
estadísticos que demuestren la validez
A. 3.2. ¿Se evaluaron todas las facetas de la veracidad (facetas entre y dentro de técnicas y B.3.i. Enumere los tipos de veracidad que se estudiaron, cómo se
procedimientos, entre ocasiones, dentro de cada observador, entre observadores, otras estudiaron, los resultados y si se demostró que la veracidad fuera
fuentes de variabilidad)? excelente, buena, moderada o mala
A. 3.3. ¿Fue satisfactorio el diseño del estudio? B.3.ii. Describa cómo se determinaron las medidas del estudio de forma
independiente y a ciegas
A. 3.4. ¿Fue satisfactorio el análisis del estudio?
A. 3.5. ¿Los sujetos reflejaban los extremos del espectro de evaluación óptima de la veracidad? B.3.iii. Describa cómo era de representativa y sin sesgos la muestra
A. 3.6. ¿Fue el estudio lo suficientemente grande para llegar a conclusiones fiables? B.3.iv. Si las medidas eran continuas, ¿cuáles fueron los coeficientes de
correlación dentro de cada clase (medida relativa de la veracidad), las
diferencias más pequeñas detectables y los límites del 95% (medida
absoluta de la veracidad) y el gráfico de la media frente a la varianza
(medida gráfica de la veracidad)?
B.3.v. Si las medidas eran categóricas, ¿cuáles fueron los estadísticos kappa
sin ponderar y ponderados (medida relativa de la veracidad) y el
porcentaje de acuerdo sin ponderar y ponderado (medida absoluta de
la veracidad)?
NB. Las correlaciones simples (Pearson y Spearman), la prueba de
la t pareada ni la prueba de Wilcoxon para datos emparejados son
M. N. Lassere / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 357–373
A.4.2. ¿Se evaluó más de un aspecto de la respuesta (diferentes tiempos)? B.4.i. Enumere los tipos de respuesta que se estudiaron, cómo se estudiaron,
los resultados y si se demostró que la respuesta era excelente, buena,
moderada o mala
369
Parte A Parte B
Evaluación del proceso (responder: «sí», «no está claro», «no») Descripción de resultados comunicados
A.4.4. ¿Fue satisfactorio el análisis del estudio? B.4.ii. Describa el comparador externo del cambio (tiempo, tratamiento,
medidas de comparación)
A.4.5. ¿Reflejaban los sujetos la zona media del espectro para la evaluación óptima de la B.4.iii. Describa con precisión cómo se determinaron las medidas del estudio
respuesta? de una forma independiente y a ciegas
A.4.6. ¿Fue el estudio suficientemente grande como para extraer conclusiones fiables? B.4.iv. Describa cómo era de representativa y sin sesgos la muestra
B.4.v. ¿Cuál fue la eficiencia relativa (raíz cuadrada del cociente de los
estadísticos t o z pareados)?
A.5.2. ¿Es fácil la administración? B.5.i. Enumere los tipos de viabilidad que se estudiaron, cómo se
estudiaron, los resultados y si se demostró que la viabilidad fuera
excelente, buena, moderada o mala
A.5.3. ¿Son los costes razonables (directos, indirectos)?
A.6.2. ¿Se ha formalizado la formación y estandarizada? B.6.i. Describa los medios por los que se facilitó una estandarización
adicional
Programa de investigación
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Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 375–400
tomografía computarizada
manifestaciones precoces de la enfermedad como los cambios
inflamatorios de los tejidos blandos (sinovitis, tenosinovitis,
entesitis, etc.) y las fases más precoces de la erosión ósea. Por
el contrario, la resonancia magnética (RM) y la ecografía per-
miten la visualización directa de la inflamación y destrucción
articular, y cuentan con diversas aplicaciones factibles y docu-
mentadas en los pacientes con AR. Este capítulo repasa aspec-
tos clave de la posición actual y los avances recientes más
importantes de las técnicas de diagnóstico por imagen en la
AR. El capítulo realiza una breve exposición sobre rayos X y
tomografía computarizada, y se centra sobre todo en la RM y la
ecografía. Se señalan una serie de recomendaciones para su
uso en los ensayos clínicos y en la práctica clínica.
El método de imagen óptimo en la artritis reumatoide (AR) sería una herramienta sensi-
ble y reproducible para el diagnóstico, la monitorización de la actividad de la enfermedad
y de las lesiones provocadas por ella, y el pronóstico. La radiografía convencional (rayos X),
el método de referencia tradicional para el diagnóstico por imagen en la AR, no puede
detectar manifestaciones precoces de la enfermedad como cambios en los tejidos blandos
o las fases más precoces de erosión ósea [1-3]. Por el contrario, la ecografía y la resonancia
magnética (RM) permiten la visualización directa de cambios inflamatorios y destructivos
precoces en la AR [2-4], por lo que estas técnicas de imagen han despertado especial inte-
rés. Este capítulo repasará los aspectos clave de la posición actual y los avances más recien-
tes de las técnicas de imagen en la AR. El capítulo realiza una breve exposición sobre
rayos X y tomografía computarizada, y se centra sobre todo en la RM y la ecografía.
Radiografía convencional
¿Qué alteraciones?
Los rayos X pueden visualizar erosiones óseas, estrechamiento del espacio articular como
signo indirecto de adelgazamiento del cartílago, osteoporosis yuxtaarticular, quistes y, en
casos graves, subluxaciones articulares, mala alineación y/o anquilosis (figura 1) [1,7].
Los rayos X representan un registro acumulativo integrado en el tiempo de la lesión arti-
cular. La relevancia clínica de una determinación de la lesión estructural articular como la
radiografía depende de su relación con los resultados desde el punto de vista del paciente, es
decir, cómo se siente, su funcionalidad y su supervivencia. Por motivos prácticos estos resul-
tados se expresan en forma de dolor por AR y de incapacidad. En casos precoces, la imagen
radiográfica no concuerda con determinaciones funcionales como la escala Health Assessment
Questionnaire (HAQ), mientras que en casos de enfermedad establecida (duración ⬎5 años),
la lesión radiográfica visualizada en la radiografía se correlaciona significativamente con el
estado funcional y explica aproximadamente el 25% de la incapacidad [8]. Técnicas de ima-
gen más avanzadas, como la RM, pueden detectar manifestaciones de la enfermedad respon-
sables de ⬎25% de la incapacidad del paciente explicada por la radiografía convencional, al
visualizar todas las estructuras implicadas en el proceso patológico de la AR.
Entre las ventajas de la radiografía convencional están su bajo coste, su disponibilidad,
la posibilidad de estandarización y de lectura ciega centralizada, su razonable reproducibi-
lidad y la existencia de métodos de evaluación validados [9]. Entre sus desventajas están la
superposición proyeccional debida a la representación en dos dimensiones de una patología
tridimensional, el uso de radiación ionizante, la relativa insensibilidad para visualizar lesio-
nes óseas precoces y la total insuficiencia para valorar los cambios en los tejidos blandos,
incluida la sinovitis [10-12].
Diagnóstico y pronóstico
Los hallazgos radiográficos típicos forman parte de los criterios de clasificación para la
AR del American College of Rheumatology (ACR) [13]. Las radiografías pueden ser útiles
para diferenciar entre AR y otras patologías articulares como artrosis, artritis psoriásica y
neoplasias.
Las erosiones óseas precoces se correlacionan con mal pronóstico radiográfico y funcio-
nal a largo plazo [14], y la progresión precoz de las erosiones radiográficas se asocia a
incapacidad física en el futuro [15]. En la artritis precoz no diferenciada, la presencia de
erosiones en la radiografía aumenta el riesgo de desarrollar artritis persistente [16]. Sin
embargo, sólo se observan erosiones radiográficas en una minoría de pacientes con AR
precoz, con una prevalencia del 8-40% a los 6 meses [2,17-20], y las radiografías no son
eficaces para identificar a quienes no van a experimentar progresión en el futuro, es decir,
aquellos pacientes que no presentarán lesión articular estructural progresiva (v. sección
sobre RM más adelante) [21].
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Figura 1. Radiografías de manos, muñecas y antepiés. Se trata de proyecciones posteroanterior (manos y muñecas,
arriba) y anteroposterior (pies, abajo), tal como se utilizan para calcular la puntuación de Sharp/van der Heijde. Las
imágenes ilustran varios grados de erosiones y estrechamiento del espacio articular. La puntuación de las erosiones
(E) y del estrechamiento del espacio articular (N) de determinadas articulaciones metacarpofalángicas e interfalángi-
cas proximales (IFP), y de las articulaciones metatarsofalángicas y primera IFP de los pies se anota junto a cada
articulación puntuada.
En la práctica clínica se suele utilizar el método Simple Erosion Narrowing Score, que se
calcula en menos tiempo y se basa en contar las articulaciones con erosiones óseas y las
articulaciones con estrechamiento del espacio articular [27,28].
Tomografía computarizada
¿Qué alteraciones?
La TC es una técnica de imagen radiológica que visualiza con gran resolución los tejidos
calcificados. Se puede considerar el método de referencia para detectar destrucción de teji-
dos calcificados, como sucede en las erosiones óseas de la AR. Utilizando la TC multidetec-
tor con reconstrucción multiplanar es posible visualizar las articulaciones tridimensional-
mente (figuras 2 y 3), mientras que la radiografía convencional es una técnica de proyección
que sólo ofrece una visualización en dos dimensiones de la anatomía tridimensional. Sin
embargo, en comparación con la RM y la ecografía, la TC resulta insuficiente para visualizar
los cambios en los tejidos blandos [29,30].
Estudios recientes han investigado la relación entre los hallazgos de la RM y la ecografía,
en comparación con la técnica de referencia, la TC [30-34]. Se observó una buena concor-
dancia entre la detección de erosiones con la RM y la TC (v. sección sobre RM para más
detalles) [30,31,33,34]. Se ha descrito una gran coincidencia intraobservador en la cuanti-
ficación de los volúmenes de erosión [33,34].
La TC se utiliza raramente en la práctica clínica. Sin embargo, la TC parece ser más
sensible que la RM para visualizar erosiones óseas [30-34] y dado que la dosis de radiación
de una TC de alta resolución de mano/muñeca es igual que la de una radiografía conven-
cional, es decir, limitada, y dado que la exploración es muy breve (aproximadamente 1 min
para la mano y la muñeca), la TC puede tener un potencial aún no explorado como método
de evaluación de lesiones articulares en la AR.
Diagnóstico y pronóstico
Resonancia magnética
¿Qué alteraciones?
A C E
B D F
G I K
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H J L M
Figura 2. Progresión erosiva documentada en la tomografía computarizada (TC) y en la resonancia magnética (RM),
pero no en la radiografía convencional. Las imágenes de TC y RM de la cabeza del quinto metacarpiano a los 0,
(A, B, G, H), 6 (C, D, I, J) y 12 (E, F, K, L) meses muestran el desarrollo de nuevas erosiones óseas (flechas), que no
se aprecian en la radiografía convencional correspondiente a los 12 meses (M). Obsérvese que las imágenes de TC
iniciales y a los 6 meses muestran destrucción progresiva del hueso, aunque no se identifica ninguna interrupción de
la cortical en esta exploración.
A C E
B D F G
Figura 3. Evaluación de erosiones óseas en la segunda articulación metacarpofalángica mediante tomografía computarizada (TC), resonancia magnética (RM), ecografía y radiogra-
fía. Se observa una erosión en la cara radial de la base de la segunda falange (flecha blanca corta) en todas las modalidades, mientras que una erosión en la cara radial de la cabeza
del segundo metacarpiano (flecha blanca larga) sólo se detectó en la TC (A, B: corte coronal y axial), en la RM (C, D: corte coronal y axial) y en la ecografía (E, F: vista longitudinal
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y transversal), pero no en la radiografía convencional (G). Otras erosiones, en las caras cubitales de la base de la falange y de la cabeza metacarpiana (flechas negras) se observaban
en la TC y en la RM, pero no en la ecografía (acceso imposible para la sonda ecográfica) ni en la radiografía. Las imágenes ecográficas se muestran con la superficie radial hacia la
derecha, la porción proximal abajo en (E) y la superficie palmar abajo en (F).
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A D
B C E
Figura 4. Evaluación de la inflamación mediante la resonancia magnética (RM) y la ecografía. (A, B) RM en T1 con supresión grasa de las articulaciones metacarpofalángicas (MCF)
segunda a quinta antes (A) y después (B) de la inyección de contraste con gadolinio. Se observan signos de sinovitis intensa en las articulaciones MCF segunda y tercera. (C) La RM
coronal short tau inversion recovery (STIR) muestra osteítis (edema de médula ósea) en las cabezas del segundo y tercer metacarpianos y en las bases de las falanges correspondien-
tes. La imagen muestra también sinovitis en estas articulaciones. (D, E) Las imágenes ecográficas longitudinales dorsales confirman la sinovitis en ecografía en escala de grises (D)
y power-Doppler (E).
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381
382
B C D
Figura 5. Ecografía y resonancia magnética (RM) de una tenosinovitis. (A, B) Imágenes ecográficas palmar longitudinal (A) y transversal (B) de la tercera articulación metacarpofa-
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lángica donde se observa tenosinovitis con presencia de derrame (flechas largas) y señal power-Doppler (flechas cortas) alrededor del tendón flexor. (C, D) Las imágenes de la
secuencia short tau inversion recovery muestran una señal intensa (flechas) alrededor del mismo tendón flexor, confirmando la tenosinovitis.
M. Østergaard et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 375–400 383
ponden con infiltrados inflamatorios en la médula ósea, es decir, osteítis [40,41]. A diferencia
de las erosiones radiográficas, que reflejan lesiones óseas que ya se han producido, el ede-
ma de la médula ósea parece representar el nexo entre la inflamación articular y la destruc-
ción ósea.
El alto nivel de concordancia (coincidencia en el 77-90% de las localizaciones) para la
detección de erosiones óseas en muñecas y articulaciones MCF de pacientes con AR entre
la RM y la TC, la prueba de referencia para la detección de destrucción ósea (v. figura 3),
demuestra que las erosiones observadas en la RM se corresponden con verdaderas lesiones
óseas [30,31,34].
A B
Figura 6. Resonancia magnética efectuada para evaluar cambios en la osteítis (edema de médula ósea). Imágenes
coronales en secuencia short tau inversion recovery antes (A) y 6 meses después (B) de iniciado el tratamiento con
antifactor de necrosis tumoral. Se observa edema óseo masivo en muchos huesos de la muñeca al comienzo y ausen-
cia de edema óseo a los 6 meses.
con AR [54]. Este método se desarrolló y validó a través de estudios multicéntricos reitera-
dos, auspiciados por la European League Against Rheumatism (EULAR) y utilizando el
sistema OMERACT [53,54,56-58]. Se sugirieron también definiciones por RM consensuadas
de patologías articulares importantes y un conjunto de secuencias de RM básicas [54].
Los índices de erosión OMERACT se correlacionan estrechamente con los volúmenes de
erosión calculados mediante RM y TC [30,34]. Se han descrito buena fiabilidad intralecto-
res, buena fiabilidad interlectores y un alto nivel de sensibilidad ante los cambios para el
sistema RAMRIS, demostrándose que, tras una formación y calibración adecuada de los
lectores, el sistema es adecuado para monitorizar la inflamación y la destrucción articulares
en la AR [59,60]. Se ha desarrollado un atlas con imágenes de RM de referencia de AR para
el sistema EULAR-OMER-ACT que constituye una herramienta fácil de emplear para deter-
minar el índice RAMRIS de actividad y lesiones de AR en imágenes de RM, en comparación
con imágenes de referencia estándar [61].
Haavarsdsholm et al. han publicado recientemente un sistema de puntuación para la
tenosinovitis (v. figura 5) que ha demostrado una alta concordancia intra- e interlector, y
que puede utilizarse para complementar el índice OMERACT [62].
El índice de sinovitis OMERACT es sensible a los cambios que tienen lugar en semanas,
no sólo en meses [63-65]. La RM se utiliza cada vez más en ensayos de agentes biológicos
para determinar cambios en la sinovitis. Diversos estudios han demostrado la eficacia de los
agentes anti-TNF [64-68] y de rituximab [69], pero no la de anakinra [70]. Recientemente,
Haavardsholm et al. publicaron que un índice combinado de sinovitis, tenosinovitis y edema
óseo era más sensible ante los cambios que los biomarcadores convencionales y las determi-
naciones clínicas, y más sensible que los parámetros individuales de RM por separado [71].
Los métodos cuantitativos para evaluar la sinovitis (volúmenes de la membrana sinovial
y tasa de captación de contraste), que han demostrado una estrecha correlación con la
sinovitis histopatológica [36-38] y sensibilidad a los cambios en las rodillas [37,72], apenas
se han utilizado en ensayos clínicos, probablemente por resultar muy laboriosos (sobre todo
los volúmenes) y/o por su limitada reproducibilidad cuando se usan en distintos centros
(sobre todo las tasas de captación de contraste/RM dinámica). Sin embargo, las últimos
M. Østergaard et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 375–400 385
Diagnóstico
Diversos estudios relativamente pequeños (50 pacientes por estudio) han investigado el
valor de la RM en el diagnóstico diferencial [82-86], con resultados ambiguos.
Sugimoto et al. investigaron criterios de RM (sinovitis bilateral en la RM en manos/muñe-
cas) como complemento de los criterios del ACR de 1987 para establecer el diagnóstico de
AR. Al añadir los criterios de RM se obtuvo cierta mejoría de la precisión diagnóstica (94%
frente a 83%) en pacientes con artritis precoz indiferenciada [82]. Esto no se había evaluado
en otros estudios.
En un estudio llevado a cabo por Boutry et al. sobre pacientes con AR, lupus eritemato-
so sistémico y síndrome de Sjögren primario con poliartralgia con afectación de la mano, el
edema óseo en las articulaciones MCF fue mucho más frecuente en los pacientes con AR
(71%) que en los que no tenían AR (5%) [83]. Sin embargo, no se identificó ningún signo
de edema óseo que fuera exclusivo de la AR. Tamai et al. practicaron RM de muñecas y
manos en 80 pacientes con AR precoz (⬍2 años) y 33 pacientes sin AR y señalaron que la
sinovitis simétrica, el edema óseo y la erosión se correlacionaban con el diagnóstico de AR
[85]. Sin embargo, no se había realizado RM previa al diagnóstico y, por tanto, estos dos
estudios no investigaban en realidad el valor de la RM en el diagnóstico diferencial.
386 M. Østergaard et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 375–400
Solau-Gervais et al. estudiaron 30 pacientes con poliartralgia negativa para el péptido citru-
linado anticíclico (anti-CCP) y rigidez matutina, con o sin sinovitis clínica, y sin erosiones
radiográficas [84]. Salvo por un índice de erosiones en MCF OMERACT significativamente
más alto, no se observaron diferencias significativas tras 1 año de seguimiento en las RM de
muñecas/manos entre los pacientes diagnosticados o no de AR por un reumatólogo.
Duer et al. informaron de que, entre 41 pacientes con poliartritis no clasificada a pesar
de haberse llevado a cabo estudios clínicos, bioquímicos y radiológicos, la aplicación de la
RM (muñeca y articulaciones MCF unilaterales) y de la gammagrafía permitió la correcta
clasificación como AR o no AR en 39 de los 41 casos, tomando como referencia los criterios
del ACR de 1987 para el diagnóstico de AR aplicados 2 años después [86].
Tomando como referencia el cumplimiento de los criterios de AR del ACR a los 1-3,5 años
de seguimiento, Narvaez et al. observaron recientemente una sensibilidad del 100% y una
especificidad del 78% al aplicar un criterio de RM [sinovitis y erosiones óseas/edema óseo
en una RMN unilateral de muñeca, MCF e interfalángicas proximales (IFP)] en 40 pacientes
con AR no diferenciada (edad ⬎18 años, afectación simétrica de tres o más áreas articula-
res, duración de la enfermedad ⬎6 semanas y 12 meses, factor reumatoide negativo, ausen-
cia de erosiones en la radiografía), mientras que la sensibilidad y especificidad de los
anticuerpos anti-CCP fueron del 23 y 100%, respectivamente [87].
En conjunto, los estudios anteriores sugieren que la RM podría ser útil para diagnosticar
formas específicas de artritis inflamatoria, incluida la AR, aunque son necesarios estudios
más amplios para llegar a conclusiones definitivas.
Pronóstico
Ecografía
¿Qué alteraciones?
bilidad entre máquinas y entre operadores, por la falta de consenso sobre sistemas de
valoración de la actividad y las lesiones, y por la limitada investigación de los sistemas
disponibles en estudios longitudinales de seguimiento.
La ecografía puede visualizar en la AR cambios inflamatorios y destructivos. Para estu-
diar adecuadamente las articulaciones pequeñas de manos y pies son necesarias sondas de
alta frecuencia. Permite evaluar la sinovitis a través de la detección del engrosamiento de la
membrana sinovial de las articulaciones, bolsas o vainas tendinosas inflamadas en ecogra-
fía en escala de grises (modo B) [3,102] y de la visualización y posible cuantificación del
aumento del flujo sanguíneo sinovial mediante técnicas Doppler [103-110]. En las articula-
ciones de la rodilla y de la cadera se ha hallado que la señal power-Doppler se correlaciona
bien con la evaluación histológica de la densidad microvascular de la membrana sino-
vial [111,112]. No se dispone de datos similares para las articulaciones pequeñas. Sin embar-
go, existe una gran concordancia entre la ecografía y la RM en lo relativo a la detección de
la inflamación sinovial (v. figura 4) [3,12,104,113-117].
La ecografía también puede detectar líquido en articulaciones, bolsas y vainas tendino-
sas [12,118], y puede utilizarse para evaluar la integridad de tendones y ligamentos, así
como para obtener imágenes de inflamaciones entésicas [118-120], por ejemplo en el talón
[121]. Wakefield et al. hallaron recientemente una alta especificidad (0,98) y moderada
sensibilidad (0,15-0,44) para la detección de la tenosinovitis de los dedos, tomando como
referencia la RM [122].
388 M. Østergaard et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 375–400
A B
C D
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E F
G H
Figura 7. Evaluación ecográfica de cambios en la sinovitis. (A-D) Ecografía longitudinal dorsal de la cuarta articula-
ción metacarpofalángica (MCF) antes (A, B) y 12 meses después (C, D) de iniciado el tratamiento con antifactor de
necrosis tumoral (anti-TNF). Se observa mejoría de la sinovitis, determinada por la hipertrofia sinovial en escala
de grises (A, C) y la señal de power-Doppler (B, D). (E-H) Ecografía longitudinal dorsal correspondiente de la tercera
articulación MCF de otro paciente, en el cual la sinovitis se mantuvo sin cambios durante 12 meses de tratamiento
con antiTNF.
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Diagnóstico
Pronóstico
El alto nivel de concordancia entre ecografía y RM para la sinovitis y las erosiones indi-
ca que la ecografía podría ser útil para establecer el pronóstico en la AR.
Sin embargo, según varios estudios, los hallazgos de la RM que mejor predicen lesiones
erosivas en el futuro son la presencia y la extensión del edema de la médula ósea [10,88,89],
que no pueden visualizarse con la ecografía. Por tanto, los datos obtenidos mediante RM
no pueden transferirse directamente a la ecografía.
Taylor et al. observaron que, en 24 pacientes con AR precoz aleatorizados para recibir
anti-TNF␣ más metotrexato o placebo más metotrexato, el engrosamiento sinovial y el gra-
M. Østergaard et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 375–400 391
En los ensayos clínicos, las técnicas de imagen se utilizan sobre todo para: evaluación
de las lesiones estructurales articulares en los ensayos de fase III/IV sobre la AR; evalua-
ción de la eficacia antiinflamatoria de un nuevo compuesto (estudios de «prueba de con-
cepto»), es decir, como variables de resultados; y para la selección previa de los pacientes
con mayor riesgo de progresar («enriquecimiento»), es decir, como criterio de inclusión en
los estudios.
A partir de todos los datos expuestos, se puede defender el uso de la radiografía conven-
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cional, la RM y la ecografía, tal como se expone en el cuadro «Información práctica» (v. pos-
teriormente), mientras que la TC podría tener potencial, aunque aún no explorado, como
método de monitorización de las lesiones articulares de la AR. Es necesario realizar más
investigaciones sistemáticas en este campo (v. «Programa de investigación»).
Resumen
Dentro del campo del diagnóstico por la imagen en la AR se han producido grandes e
interesantes avances a lo largo de la última década. Aunque la radiografía convencional
sigue siendo la técnica más utilizada para monitorizar la progresión de la enfermedad, otros
métodos ofrecen claras ventajas por ser más sensibles para la detección de manifestaciones
inflamatorias y destructivas de la enfermedad. La RM y la ecografía se utilizan cada vez más
en los ensayos clínicos y en la práctica clínica de la AR. La RM puede visualizar todas las
manifestaciones de la inflamación y la destrucción en los pacientes con AR. Se han docu-
mentado su valor pronóstico independiente y su mayor sensibilidad ante los cambios en
comparación con los métodos convencionales. La ecografía proporciona una evaluación
sensible de la lesión articular y, sobre todo, de la inflamación, y puede ser utilizada por los
propios reumatólogos dentro de su exploración clínica. La TC proporciona imágenes de gran
392 M. Østergaard et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 375–400
resolución de las erosiones y puede ser útil para monitorizar con mayor sensibilidad la
progresión de las erosiones.
En conjunto, estas nuevas técnicas de imagen proporcionan ya importantes ventajas a
los clínicos, como, por ejemplo: detección más sensible de manifestaciones precoces de la
enfermedad; monitorización más sensible de las respuestas a los agentes terapéuticos,
incluido una mejor evaluación del logro de un control óptimo de la enfermedad (remisión);
y un mayor valor pronóstico. Quedan muchas dudas acerca del uso óptimo de estas nuevas
técnicas, por lo que es necesario seguir investigándolas, pero puesto que los avances técni-
cos siguen progresando con rapidez, es de esperar que aumenten también las aplicaciones
clínicas y en investigación de esas modernas técnicas durante la próxima década.
Información práctica
B. En investigación
• Para evaluar los daños estructurales articulares en ensayos en fase III/IV sobre AR:
radiografía convencional, RM
• Para evaluar la eficacia antiinflamatoria de un nuevo compuesto (estudios de «prue-
ba de concepto»): RM, ecografía
• Para la selección previa al ensayo de los pacientes con mayor riesgo de progresión
(«enriquecimiento»): radiografía convencional, RM
Programa de investigación
Es necesario investigar más los siguientes aspectos de las distintas técnicas de imagen:
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* Autor para correspondencia. Academic Unit of Musculoskeletal Disease, Chapel Allerton Hospital,
Chapeltown Road, Leeds, LS7 4SA, UK. Tel.: +44 113 3924884; fax: +44 113 3924991.
Dirección electrónica: d.g.mcgonagle@leeds.ac.uk (D. McGonagle).
402 A. L. Tan, D. McGonagle / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 401–415
Figura 1. Radiografía convencional de la mano derecha de un paciente con artritis psoriásica (APs) donde se obser-
va periostitis o neoformación ósea en la región extracapsular (cabezas de flecha). Estos cambios radiográficos pueden
ayudar a establecer un diagnóstico de APs, pero a menudo faltan al comienzo de la enfermedad.
Sabemos ahora que las entesis no son simplemente inserciones focales, sino que se trata
de auténticos «órganos entésicos» que abarcan prácticamente todo el hueso y los tejidos
blandos adyacentes [21]. El órgano entésico incluye la inserción propiamente dicha, los
fibrocartílagos periósticos y sesamoideos adyacentes, y el hueso subyacente. Estos fibrocar-
tílagos, junto con el fibrocartílago presente en la inserción propiamente dicha, actúan como
defensa antiestrés y brindan al hueso subyacente cierta protección. El papel del hueso tra-
becular subyacente en el funcionamiento normal de la entesis no se ha reconocido hasta
hace poco [22]. Una característica distintiva de la entesitis es el edema de la médula ósea
en la RM, que clásicamente se ha considerado que representaba una osteítis [23]. Esta
reacción de osteítis no se observa en todas las localizaciones de entesitis, por lo que su
ausencia no descarta una patología relacionada con entesitis. También se ha descubierto
que algunas estructuras que no son realmente entesis se comportan como tales debido
a que comparten con ellas características anatómicas, histológicas, biomecánicas y patoló-
gicas [24]. Tales estructuras se han denominado «entesis funcionales» y entre ellas están las
articulaciones sinoviales revestidas por fibrocartílagos, como las sacroilíacas y las acromio-
claviculares [24,25]. También se incluyen tendones de envoltura como los adyacentes a los
maléolos de los tobillos. En la RM, las patologías de todas estas estructuras pueden dar
lugar al mismo patrón perifibrocartilaginoso de edema óseo difuso.
Una segunda observación que se ha efectuado recientemente es que, al igual que el cartíla-
go articular normal, los fibrocartílagos asociados a los órganos entésicos necesitan nutrición y
lubricación [26]. Esto conlleva la necesidad de una sinovial inmediatamente adyacente que
cubra estos requerimientos fisiológicos. La entesis forma una unidad funcional denominada
«complejo sinovial-entésico», como la sinovial de la bolsa retrocalcánea. Esto implica que las
A. L. Tan, D. McGonagle / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 401–415 405
patologías relacionadas con la entesitis pueden estar íntimamente ligadas con la sinovitis sin
que la inserción propiamente dicha muestre necesariamente cambios patológicos. Dado el
grado de afectación de los tejidos blandos, es obvio que la RC no es adecuada para la evalua-
ción de la entesitis precoz. Tanto la RM como la ecografía son comparativamente útiles para
demostrar la entesitis y se han utilizado para diagnosticar e investigar esta patología [27-30].
La entesitis puede afectar a múltiples zonas del organismo y la RM es la técnica de ima-
gen de elección para demostrarla, al proporcionar una resolución adecuada y poder visua-
lizar todas las áreas propensas a la entesitis [31,32]. El aspecto típico de la entesitis en la
RM se ha descrito como cambios inflamatorios de los tejidos blandos que rodean a la cáp-
sula articular y edema de la médula ósea perientésica [29,30]. Las articulaciones estudiadas
habitualmente para detectar signos de entesitis son el talón o tendón de Aquiles, la rodilla
y las articulaciones de los dedos de la mano.
La utilidad de la RM y la ecografía en la entesitis radica en que han demostrado ser más
sensibles que la exploración física para identificar la entesitis [33]. De hecho, la ecografía
puede detectar la entesitis preclínica en pacientes que sólo presentan psoriasis cutánea, lo
que pone de manifiesto la gran sensibilidad de la técnica [34]. Como instrumento clínico, la
ecografía ha demostrado ser capaz de monitorizar las alteraciones de la entesitis [35,36].
Dado que la mayoría de las entesitis detectadas por la ecografía afectan a los miembros infe-
riores [37,38], se ha desarrollado un índice entésico ecográfico para los miembros inferiores
en la EA [39], que puede emplearse para facilitar el diagnóstico y las decisiones terapéuticas
en estos pacientes. Las EspA muestran a menudo una presentación clínica similar a la de la
AR, pero se ha demostrado que la ecografía puede diferenciar entre ambos tipos de artritis
teniendo en cuenta los hallazgos entésicos [38,40]. Además, la ecografía ha logrado diferen-
ciar entre la AR precoz, manifestada en forma de oligoartritis, y la oligoartritis propiamente
dicha, al mostrar la presencia de sinovitis subclínica extensa en la primera [41]. Por tanto, la
ecografía puede ser de gran utilidad diagnóstica para la clasificación de la artritis como de
origen fundamentalmente sinovial o de origen fundamentalmente entésico [1].
La ecografía tiene un papel aún mayor en la investigación para mejorar nuestra compren-
sión de la entesitis. Recientemente, la ecografía ha demostrado que, en la entesis del tendón
de Aquiles, la formación de osteófitos o neoformaciones óseas tiende a ser distal, mientras
que las erosiones tienden a ser más proximales [22]. El mecanismo de esta distribución
topográfica fue explicado por el estudio histológico de muestras de tejidos normales. Allí
donde la tensión es mayor, como sucede en la porción distal del tendón de Aquiles, la den-
sidad de las trabéculas óseas y la neoformación ósea tienden a ser mayores. Por el contrario,
en la porción proximal de esta entesis, las trabéculas óseas son menos densas y se observan
cambios erosivos (figura 2).
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TA
Figura 2. Ecografía del tendón de Aquiles (TA) de un paciente con espondilitis anquilosante, donde se observa ero-
sión en la porción proximal de la entesis (flecha). Se aprecian áreas hipoecoicas dentro del tendón de Aquiles con un
patrón fibrilar irregular. C, calcáneo.
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A B C
Figura 3. Resonancia magnética (RM) de una mujer de 59 años con síndrome SAPHO (sinovitis, acné, pustulosis,
hiperostosis y osteítis), en donde se aprecia afectación llamativa de la articulación manubrioesternal. La paciente
también presentaba síntomas de espondiloartritis (EspA) axial. (A) La RM coronal con supresión grasa del esternón
muestra edema óseo y osteítis (asteriscos). (B) La RM sagital en T1 y (C) la RM con supresión grasa de la columna
lumbar muestran edema óseo en las vértebras (flechas). Obsérvese que la lesión de la segunda columna lumbar
muestra signos de entesitis/osteítis de la placa terminal.
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drome SAPHO, la RM muestra a menudo erosiones de las esquinas vertebrales. Se cree que
esto es debido a una entesitis similar a las lesiones de Romanus de la EspA [52].
Se han desarrollado diversas escalas de puntuación utilizando la RM para diagnosticar
alteraciones raquídeas o monitorizar su tratamiento [54-56]. Se ha demostrado que la pre-
sencia de inflamación de la columna vertebral observada en la RM mejora con agentes
anti-TNF [57-59]. La osteítis/entesitis difusa suele ser tan notoria y extendida que todas las
escalas de puntuación tienen un rendimiento bueno y comparable [60,61].
Más recientemente, la RM dinámica intensificada con contraste y la RM por difusión han
demostrado ser más precisas para monitorizar las alteraciones de la columna vertebral en
la EA que otras secuencias más tradicionales, como la T1-espín eco y la STIR [62], en gran
medida porque aportan más información cuantitativa y funcional sobre la zona de inflama-
ción. Esta técnica puede ser útil en investigación, pero su necesidad en la práctica clínica
aún es dudosa.
Tanto la RM como la ecografía son más sensibles que la exploración clínica y la RC para
obtener imágenes de las articulaciones periféricas en las artritis inflamatorias, y permiten
distinguir entre EspA y AR [33]. Los hallazgos más frecuentes en las articulaciones perifé-
ricas en las EspA, sobre todo en la APs, son la sinovitis, la entesitis y los cambios erosivos.
A diferencia de lo que sucede en la AR, en las EspA se suelen observar cambios extracap-
sulares en las articulaciones periféricas [63].
comprobado que también hay sinovitis y edema tisular difuso. De hecho, la patogenia de
la dactilitis podría explicarse como una consecuencia de la polientesitis en la RM de alta
resolución [25,31].
Con respecto a la población, la RM puede emplearse también para diferenciar entre las
EspA y otras artritis, no sólo sobre la base de la entesitis, sino según los diferentes patrones
de vascularización sinovial. Esto se ha demostrado en la rodilla, donde se ha observado
un ligero aumento de vascularidad en la sinovitis de la EspA, determinada mediante RM
dinámica con contraste, en comparación con la AR [69]. En la RMN de alta resolución, la
afectación de las articulaciones interfalángicas distales (IFD) de la APs mostraba inflama-
ción difusa de los tejidos blandos y del hueso relacionada con polientesitis [70,71]. En
comparación con la artrosis, en la cual se encuentran afectadas estructuras similares, el
grado de inflamación articular es mayor en la APs. Esto ha tenido el efecto paradójico de
que, al mejorar la resolución de la RM, se ha comprobado que artropatías aparentemente
distintas compartían rasgos microanatómicos; por tanto, el diagnóstico clínico seguirá
siendo el más importante.
La RM de las articulaciones periféricas afectadas por la APs permite también monitorizar
los cambios con el tratamiento [61,72,73]. Se han descrito casos de regresión de la sinovitis
y la entesitis. Esta última parece responder especialmente bien al tratamiento con anti-TNF
[74]. Hay planes para desarrollar un sistema de RM para las articulaciones periféricas en la
APs [75].
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Figura 4. Resonancia magnética sagital con supresión grasa de la rodilla de un paciente con espondiloartritis (EspA)
precoz. Se observa entesitis del origen del tendón rotuliano que se manifiesta por osteítis adyacente difusa (flecha).
En las rodillas afectadas por una EspA, esta lesión aparece en el 30-40% de los casos precoces.
Nuevos avances
RM de cuerpo entero
RM de alta resolución
Para comprender mejor las patologías entésicas sería útil conocer la patología de la afectación
de pequeñas articulaciones como la afectación típica de las IFP en la APs. Para ello es necesaria
una técnica de imagen que muestre con suficiente resolución estructuras articulares pequeñas;
con este fin se ha empleado la RM de alta resolución con bobinas de RM de microscopia [70,71].
Mediante esta técnica se ha logrado ver cómo la extensa inflamación de las articulaciones IFP
arranca del órgano entésico y que la uña está estrechamente relacionada con la entesis, algo que
podría explicar la relación entre la psoriasis cutánea y ungueal, y la artritis.
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En general, la mayoría de los aparatos de RM tienen una potencia de campo de 1-1,5 Tesla,
que se considera suficiente para el diagnóstico clínico. Algunos de los inconvenientes de estos
aparatos son su mala accesibilidad y los problemas de claustrofobia por parte de los pacientes.
Los aparatos de RM especialmente diseñados para las extremidades podrían solventar estos
problemas, serían más cómodos para los pacientes, menos caros y no precisarían necesaria-
mente de un operario para manejarlos [85]. Estos aparatos tienden a tener una potencia de
campo menor, que oscila entre 0,2 y 1 Tesla. Como es de esperar, las imágenes de RM
de menor campo presentan una menor resolución, aunque se ha demostrado que son compa-
rables con una potencia de campo «convencional» de 1,5 Tesla en el diagnóstico de inflamación
en las EspA [86]. Sin embargo, estos sistemas no permiten evaluar el esqueleto axial, que
habitualmente está afectado en las EspA. Además, el estudio de las EspA depende en gran
medida de una supresión grasa de alta calidad, para mejorar la visión de la osteítis. En la
experiencia de los autores, los sistemas de bajo campo no han dado buenos resultados en este
contexto [87]. Cada vez se utiliza más la RM de alta potencia de campo (3 Tesla) para estu-
diar la patología osteomuscular. Estos aparatos mejoran el cociente de señal y contraste/
ruido, con lo que mejora la resolución de las imágenes. Los estudios han confirmado que
esta técnica es útil para obtener imágenes del cartílago articular, pero por ahora, que sepa-
mos, no se ha publicado ningún estudio sobre evaluación de la entesitis [88]. Se han inves-
410 A. L. Tan, D. McGonagle / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 401–415
tigado in vivo también mayores potencias de campo y RM ultrapotentes (7-8 Tesla), logran-
do mejor resolución y contraste [89,90]. Esto facilitará el estudio y la comprensión de la
patogénesis anatómica de la artritis, pero es discutible que tales potencias de campo sean
necesarias para la evaluación clínica.
Ecografía
Resumen
Información práctica
Programa de investigación
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Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 417–430
Palabras clave: Las nuevas técnicas de imagen están ampliando las posibili-
artrosis dades de investigar sobre la artrosis y aportando nuevos cono-
radiografía cimientos para entender mejor la patogenia de esta enferme-
radiología dad. Aunque la radiografía de rodilla se utiliza ampliamente
resonancia magnética en estudios epidemiológicos y clínicos para evaluar la patolo-
gía estructural, su utilidad para determinar variables de resul-
tado en la gonartrosis es limitada. En la actualidad se dispone
de otras técnicas de imagen más válidas, fiables y sensibles.
En especial, la resonancia magnética permite visualizar direc-
tamente el cartílago articular y otras estructuras de la articu-
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* Autor para correspondencia. Tel.: +61 3 9903 0555; fax: +61 3 9903 0556.
Dirección electrónica: flavia.cicuttini@med.monash.edu.au (F.M. Cicuttini).
418 A. J. Teichtahl et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 417–430
radiológica del 30% en personas de más de 65 años [2]. La enfermedad se caracteriza radio-
lógicamente por estrechamiento del espacio articular (EEA), osteófitos, quistes subcondra-
les y esclerosis subcondral. A pesar de conocerse estos cambios estructurales, la etiología
de la enfermedad no se ha aclarado. En parte, esto puede deberse a que carecemos de una
prueba sensible para evaluar la gravedad y la progresión de la artrosis.
La radiografía es la prueba de referencia actual para el estudio de la artrosis en el ámbi-
to clínico y epidemiológico, aunque presenta limitaciones importantes. El consenso de
expertos ha propuesto que en ensayos sobre tratamientos que traten de modificar la enfer-
medad debe medirse de alguna manera el cartílago. Lo ideal sería disponer de una técnica
que mida el cartílago de forma válida (es decir, que realmente mida el grosor del cartílago)
y fiable (es decir, que dé el mismo resultado cuando se repita en circunstancias idénti-
cas), y además que sea sensible al cambio (es decir, que detecte cambios anatómicos clí-
nicamente importantes). La radiografía articular no satisface todos estos criterios: simple-
mente mide de forma indirecta el cartílago articular a través de la determinación de la
anchura del espacio articular radiológico. Otra limitación de las radiografías articulares
consiste en que representan las estructuras óseas en forma bidimensional, por lo que no
pueden identificar cambios tridimensionales de las estructuras intra- y extraarticulares,
como el tamaño de los defectos óseos y cartilaginosos, que actualmente se consideran
parte del proceso patológico.
Las técnicas de imagen más modernas, en especial la resonancia magnética (RM), que
permite el estudio tridimensional de la articulación por completo, constituyen una alterna-
tiva cuantitativa a las radiografías en el estudio de la patogenia de la artrosis [4-6]. Los
estudios epidemiológicos que utilizan la RM para examinar la morfología articular están
aportando cada vez más pruebas científicas de que puede existir un espectro continuo que
comienza con la rodilla normal, sigue con la fase preclínica asintomática y culmina con la
gonartrosis clínica [7-10]. Sin embargo, la utilidad de la RM y de otras técnicas de imagen
en la evaluación pronóstica de la gonartrosis se limita a estudios de investigación. El reto
de cara al futuro es la aplicabilidad clínica de estas novedosas técnicas de imagen para
facilitar la identificación precoz de individuos con gonartrosis o riesgo de padecerla, de
modo que pueden identificarse e implementarse las intervenciones adecuadas para reducir
la incidencia de la enfermedad. Este capítulo revisará el uso de diversas técnicas de imagen
en el estudio de la gonartrosis y los nuevos conocimientos sobre la patogenia de la enfer-
medad que se han obtenido con ellas (figura 1).
B
Tejidos blandos:
Músculo
Cartílago articular
Menisco
Ligamentos
Área del hueso tibial
Figura 1. Comparación entre la información obtenida de (A) una radiografía de rodilla y (B) una resonancia magné-
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tica en T1 (sagital).
mediciones del EEA [16]. Los estudios epidemiológicos, al centrar su atención en la presen-
cia de osteófitos, pueden haber infravalorado los hallazgos relacionados con el EEA [17-19].
Por ejemplo, se llegó a la conclusión de que variables como la actividad física podrían per-
judicar a la rodilla, dado que se observó una mayor prevalencia de osteófitos en las rodillas
de los individuos que hacían ejercicio más vigoroso [16]. En el mismo estudio, sin embargo,
la intensidad del EEA era menor en los sujetos que hacían ejercicio que en los controles
menos activos. En conjunto, estos hallazgos en realidad implicarían que la actividad física
beneficia a la rodilla al retrasar el EEA y los osteófitos podrían ser el resultado de fuerzas
de tracción osteomuscular.
El EEA es una variable continua que se ha utilizado como variable de resultado en estu-
dios sobre la progresión de la artrosis [20]. El uso del EEA se basa en la suposición de que
420 A. J. Teichtahl et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 417–430
Resonancia magnética
Aunque la disminución del volumen del cartílago es un signo bien conocido de dege-
neración articular, otras lesiones más precoces del cartílago, a menudo conocidas como
defectos del cartílago, preceden a los cambios radiográficos [48]. Los defectos del cartíla-
go son irregularidades de la superficie, habitualmente lisa, del cartílago articular, que
pueden detectarse y evaluarse mediante la RM. Histológicamente se correlacionan estre-
chamente con la clasificación del cartílago de Mankin [49]. Aunque no se conoce bien la
historia natural de los defectos del cartílago, parecen estar presentes en individuos sin
dolor ni artrosis radiográfica, además de en individuos con artrosis dolorosa y visible en
la radiografía [7,48,50-53].
422 A. J. Teichtahl et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 417–430
Existen cada vez más pruebas de que en individuos asintomáticos la presencia de defectos
del cartílago puede representar una artrosis precoz [54,55]. La presencia de defectos en suje-
tos asintomáticos se ha asociado a una disminución del volumen de cartílago [7,50]. En una
población asintomática estudiada durante 2 años, un aumento del índice de defectos del
cartílago de la rodilla (cambio de ⱖ1) se asoció a tasas más altas de pérdida de volumen en
la rodilla, mientras que una disminución del índice de defectos del cartílago (cambio de ⱕ1)
se asoció a un amento relativo del volumen del cartílago de la rodilla [54,55]. En otra pobla-
ción sana, la presencia de defectos del cartílago femorotibial medial de espesor parcial asin-
tomáticos identificó cuáles de los individuos sanos tenían más probabilidades de perder car-
tílago en sus rodillas en el plazo de 2 años en ausencia de gonartrosis radiográfica [48]. No
se ha estudiado si los individuos asintomáticos con defectos del cartílago de la rodilla presen-
tan un mayor riesgo de desarrollar gonartrosis clínica. No obstante, en sujetos con gonartro-
sis, los defectos del cartílago predicen una pérdida más rápida de cartílago y una progresión
más rápida de la enfermedad [7]. Además, la intensidad de los defectos del cartílago se asocia
también con marcadores de progresión de la enfermedad, entre ellos el riesgo de sustitución
total de la rodilla [56], así como con escalas de dolor y discapacidad [51-53].
Tanto en sujetos sanos como artrósicos, los defectos del cartílago más graves muestran
correlación «dosis-respuesta» con el volumen del cartílago y su pérdida, así como con la
intensidad de la gonartrosis radiográfica [7,48,54-56]. Por tanto, estos datos, obtenidos
mediante el estudio por RM de defectos del cartílago, demuestran que parece existir un
espectro continuo, desde la presencia de defectos del cartílago asintomáticos hasta la gonar-
trosis clínica con indicación de sustitución articular. No obstante, hay que tener en cuenta
que la presencia de defectos del cartílago no implica la aparición o la progresión de la
gonartrosis en todos los sujetos. Todavía no se han caracterizado bien los factores que
inducen y provocan la progresión de los defectos del cartílago.
La RM identifica fácilmente anomalías morfológicas, pero los últimos avances han per-
mitido determinar también mediante RM la composición bioquímica y las propiedades
funcionales de las estructuras articulares. La RM con gadolinio tardía (dGEMRIC, delayed
gadolinium-enhanced MRI of cartilage) se basa en el principio de que tanto el gadolinio, un
agente de contraste para RM, como los glucosaminoglucanos (GAG), el principal proteoglu-
cano del cartílago, presentan carga negativa. Cuando se le permite penetrar en el cartílago,
el gadolinio queda excluido de las regiones ricas en GAG y se realiza un índice de la con-
centración de GAG. Varios estudios que han utilizado la dGEMRIC han observado diferen-
cias en el índice de GAG entre distintos compartimentos de la rodilla [57,58] que pueden
identificar la pérdida de GAG en los pacientes con artrosis precoz [58,59], por lo que la
dGEMRIC podría ser útil para entender mejor la historia natural de la artrosis y los efectos
de las intervenciones. Por ejemplo, un estudio demostró diferencias de concentración de
GAG entre voluntarios que hacían ejercicio y sedentarios a partir de la evaluación de la
dGEMRIC [60], lo cual corrobora otros hallazgos obtenidos recientemente mediante estu-
dios de RM convencional y que demuestran el efecto beneficioso de la actividad física sobre
el cartílago de la rodilla [61]. Además de facilitar una representación de la composición
bioquímica del cartílago, la dGEMRIC puede proporcionar también una evaluación no inva-
siva de las propiedades mecánicas del cartílago, dada la buena correlación entre la dGEMRIC
y las mediciones de la rigidez del cartílago [62].
Aunque el cartílago ha sido el eje principal de los estudios sobre la gonartrosis, otras
estructuras también están implicadas en la patogenia de la enfermedad. La RM muestra
también otras estructuras intra- y extraarticulares. La evaluación aislada del volumen del
cartílago articular, incluso después de ajustar según el tamaño de los huesos, no es proba-
A. J. Teichtahl et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 417–430 423
de la disminución del volumen del cartílago de la rodilla en individuos sin gonartrosis clí-
nica [72]. Esto sugiere que la expansión ósea podría ser un factor importante e indepen-
diente en el inicio de las transformaciones del cartílago. Además, se ha demostrado recien-
temente que una mayor superficie ósea inicial predecía una mayor gravedad de los defectos
del cartílago de la rodilla a los 2 años [48,73].
Del mismo modo, otro estudio demostró que las extrusiones meniscales al inicio se aso-
ciaban a una mayor pérdida de cartílago de la rodilla a los 2 años en una cohorte sin artro-
sis [72]. Esta asociación parecía ser debida predominantemente a cambios del hueso sub-
condral, lo que indica que la extrusión es sólo uno de los mecanismos que relacionan la
expansión ósea y la pérdida de cartílago. En conjunto, estos datos sugieren que las lesiones
meniscales pueden ser un factor de riesgo de lesión del cartílago de la rodilla y de cambios
estructurales en la articulación.
Lesión ligamentosa
La comprensión del papel de los ligamentos de la rodilla en la historia natural de la
gonartrosis procede en gran medida de estudios sobre la rotura del ligamento cruzado ante-
rior (LCA). Por ejemplo, el 50-70% de los pacientes con rotura completa del LCA y lesiones
asociadas presentan alteraciones radiográficas compatibles con artrosis al cabo de
15-20 años [78]. En la gonartrosis dolorosa, se halló rotura completa del LCA en el 23%
de los casos, frente al 3% en rodillas no dolorosas de edad similar sin antecedentes de
rotura, lo que indica que la rotura del LCA es más frecuente en la gonartrosis sintomática
[79]. Además, en otro estudio reciente, la prevalencia de LMO centrales adyacentes al LCA
era alta y se relacionaba estrechamente con la patología del LCA en pacientes con gonar-
trosis [80]. En otro estudio sobre la laxitud articular, se demostró mayor laxitud varo-valgo
en las rodillas no afectadas de pacientes con gonartrosis unilateral en comparación con
controles de edad superior, lo que apoya la suposición de que parte de la laxitud de la
artrosis puede ser previa a la enfermedad [81].
Cambios sinoviales
Las membranas sinoviales de los pacientes con gonartrosis precoz presentan típicamen-
te cambios inflamatorios crónicos con producción de citocinas proinflamatorias, siendo más
intensos en los pacientes sometidos a cirugía de sustitución articular [82]. Los estudios con
RM han confirmado que el grado de engrosamiento sinovial en pacientes con gonartrosis se
correlaciona con el análisis macroscópico cualitativo y con las manifestaciones microscópi-
cas (células del revestimiento sinovial, depósito de fibrina en la superficie, fibrosis, edema,
congestión e infiltración) [83,84]. En los sujetos con gonartrosis el engrosamiento sinovial
parece ser también un factor determinante del dolor de rodilla, incluso cuando se tiene en
cuenta el grado radiológico de artrosis [85].
Ecografía
Imagen nuclear
Conclusión
Información práctica
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Las técnicas de imagen tienen un papel cada vez más importante en el diagnóstico y la
monitorización de las vasculitis y de la afectación de órganos internos (sobre todo cerebro
y pulmón) por las conectivopatías (CP). Este capítulo presenta los principales hallazgos
realizados mediante técnicas de imagen en las vasculitis y las CP, con especial atención a
la elección e interpretación de cada prueba de imagen en la práctica clínica.
La angitis primaria del sistema nervioso central (APSNC) es una vasculitis poco frecuen-
te limitada al encéfalo y la médula espianal [1]. El diagnóstico de APSNC se basa en la
aparición de un déficit neurológico adquirido, con presencia de signos histológicos o angio-
gráficos de vasculitis, y exclusión de otras causas, como la infección. En una revisión
retrospectiva de 101 pacientes con APSNC, la angiografía cerebral mostró una sensibilidad
del 90% en la detección de cambios compatibles con vasculitis, es decir, estenosis o dilata-
ción segmentaria múltiple lisa de los vasos [1]. Las alteraciones vasculares fueron bilatera-
les en el 93% de los casos. La angiografía por resonancia magnética (ARM), practicada en
32 pacientes, sugería vasculitis en el 59% de los casos, mientras que la resonancia magné-
tica (RM) mostraba hallazgos anormales en el 97% de los casos. En concreto, se observaban
infartos en el 53% de los pacientes (múltiples en el 85% de los casos, con afectación de
ambos hemisferios en un 83% de los casos múltiples) y hemorragias en el 8% de los pacien-
tes. Un tercio de las lesiones cerebrales presentaban realce con gadolinio. Estos hallazgos
indican que la RM es una técnica de detección sistemática útil cuando se sospecha una
APSNC, aunque puede ser necesaria la angiografía, la biopsia, o ambas, para confirmar el
diagnóstico.
La arteritis de células gigantes (ACG) es una vasculitis que afecta a vasos de grande y
mediano calibre, con predilección especial por las arterias craneales [2]. El primer hecho
que tiene lugar en la ACG es una infiltración de la pared vascular por células inflamatorias
con edema asociado, seguido a veces por estenosis o dilatación vascular [3]. La biopsia de
las arterias temporales sigue siendo la prueba de referencia para diagnosticar la ACG. Sin
embargo, en torno al 15% de las biopsias son negativas debido a errores de muestreo o a
que las arterias temporales no se encuentran afectadas [2]. Se ha demostrado afectación de
los grandes vasos, especialmente de la aorta y las arterias que nacen del cayado aórtico
mediante tomografía por emisión de positrones (PET) con 18fluorodesoxiglucosa (18FDG) en
hasta el 83% de los pacientes con AGC no tratada al comienzo de la enfermedad [4]. Sin
embargo, las complicaciones de la afectación de los grandes vasos, como estenosis, aneu-
rismas y disección de la aorta o de sus ramas proximales, sólo aparecen en un tercio de
los pacientes, generalmente años después del comienzo de la enfermedad [5].
La ecografía Doppler-color (EDC) y la RM se han utilizado para documentar inflamación
en las arterias temporales y en los grandes vasos en la ACG. Schmidt et al. demostraron que
el signo más específico (especificidad cercana al 100%) y sensible (sensibilidad del 73%)
de ACG era un engrosamiento mural hipoecogénico concéntrico (signo del «halo»), que
interpretaron como edema de la pared vascular (figura 1) [6]. Por el contrario, las estenosis
y oclusiones, aunque frecuentes (80% de los casos), fueron menos sensibles y específicas
para la ACG. En un estudio del grupo de los autores, un signo del halo positivo alrededor
de las arterias temporales presentó una especificidad del 79%, pero una sensibilidad de tan
sólo el 40% para el diagnóstico de ACG demostrada mediante biopsia [7]. Estudios poste-
riores han atribuido una mayor sensibilidad al signo del halo en la ACG, lo que probable-
mente sea reflejo del efecto de equipos de mayor resolución, mayor habilidad de los eco-
grafistas, o ambas cosas. En un reciente metaanálisis [8] que incluyó todos los estudios
publicados hasta 2004 con más de cinco pacientes y con uso de biopsia o de los criterios de
1990 del American College of Rheumatology (ACR) como referencia, la sensibilidad y espe-
N. Pipitone, C. Salvarani / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 431–447 433
Figura 1. En esta ecografía Doppler de la arteria carótida común izquierda de un paciente con arteritis de grandes
vasos se observa el típico signo del halo (flechas dobles).
cificidad del signo del halo fueron del 69 y del 82%, respectivamente, en comparación con
la biopsia, y del 55 y del 94%, respectivamente, en comparación con los criterios del ACR.
En otras palabras, aunque la sensibilidad de la EDC para la ACG ha aumentado con el tiem-
po, todavía es menor que su especificidad. Por tanto, un signo del halo positivo apoya el
diagnóstico de ACG en presencia de manifestaciones clínicas compatibles, pero la ausencia
del halo no lo descarta.
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Figura 2. Tomografía por emisión de positrones con 18fluorodesoxiglucosa de un paciente con vasculitis de grandes
vasos. Obsérvese la afectación difusa de la aorta, la arteria subclavia y las arterias carótidas de forma bilateral.
(grado 0), menor que la captación hepática (grado 1), igual a la captación hepática (grado 3)
y mayor que la captación hepática (grado 4) [18]. En un estudio sobre 35 pacientes con
ACG, la PET practicada antes y después de la instauración de tratamiento con corticoides
mostró aumento de captación vascular en 29 pacientes (83%), sobre todo en las arterias
subclavias (74%), pero también en la aorta (⬎50%) y hasta las arterias femorales (37%) [4].
Entre las limitaciones de la PET están la falta de visualización de las arterias temporales
debido a su pequeño diámetro y a la elevada captación de FDG por el tejido cerebral adya-
N. Pipitone, C. Salvarani / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 431–447 435
Arteritis de Takayasu
La arteritis de Takayasu (AT) es una vasculitis de grandes vasos que afecta sobre todo a
mujeres jóvenes. La fase inicial de la AT se caracteriza por inflamación de grandes arterias,
mientras que en fases más avanzadas («enfermedad sin pulso»), suelen predominar la este-
nosis y, con menor frecuencia, la dilatación de los vasos. En una revisión sobre 104 pacientes
italianos con AT la estenosis fue la lesión más frecuente, ya que estaba presente en el 93% de
los pacientes, seguida por la oclusión (57%), la dilatación (16%) y aneurismas (7%) [21]. La
mayoría de los pacientes (53%) presentaban lesiones por encima y por debajo del diafragma,
mientras que el 32% sólo mostraban afectación supradiafragmática. La afectación exclusiva
de la aorta abdominal y sus ramas era poco frecuente (7%). En el 44% de los pacientes se
encontraban afectadas las arterias subclavias o axilares de ambos brazos.
Al igual que en el caso de la ACG, la EDC, la RM y la PET han demostrado su importan-
cia en el diagnóstico y, en cierta medida, en la monitorización de la actividad de la enfer-
medad en la AT. La panangiografía ha sido durante largo tiempo la prueba de elección para
documentar la afectación vascular en la AT, aunque no detecta los cambios inflamatorios
precoces (edema parietal) que pueden observarse en la ecografía, la RM y la tomografía
computarizada (TC) [3]. La PET no permite visualizar las estructuras vasculares, pero pue-
de mostrar la extensión y el grado de inflamación con alta sensibilidad [3]. En un estudio
sobre 23 pacientes con AT estudiados mediante ecografía en modo B, la ecografía demostró
ser superior a la angiografía convencional en la detección de vasos afectados [22]. En la
misma línea, otro estudio sobre 30 pacientes con AT comparó la ARM con la angiografía y
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halló que la ARM mostró con precisión el 98% de 330 arterias, aunque siete arterias este-
nóticas fueron erróneamente consideradas ocluidas. La sensibilidad y especificidad de la
ARM en el diagnóstico de la AT fueron ambas del 100% [23]. Por último, en pacientes con
AT, en comparación con la angiografía convencional, la angio-TC ha demostrado una buena
detección de lesiones estenóticas en todos los troncos braquiocefálicos, en 37 de las 40 arte-
rias carótidas comunes y en 33 de las 40 arterias subclavias estudiadas, con sensibilidad y
especificidad del 93 y del 98%, respectivamente [24]. Respecto a la PET, en cinco pacientes
con AT clínicamente activa se observó captación aumentada de 18FDG en todos ellos y en
el 76% de los segmentos vasculares [25]. Por el contrario, sólo se observaron anomalías de
la pared vascular en la RM (engrosamiento y captación de contraste) en el 32% de los vasos
estudiados y no se pudo detectar anomalía alguna con la ARM con contraste [25]. La PET
puede ser positiva en pacientes con AT activa y marcadores inflamatorios normales [26].
Por el contrario, raramente se ha descrito que la PET no haya podido identificar correcta-
mente a pacientes que se considera que presentan enfermedad activa [26].
Se ha propuesto el uso de técnicas de imagen no invasivas, en especial de la EDC, para
monitorizar a los pacientes, en vez de repetir las angiografías [27]. Sin embargo, no siempre
aparecen cambios estructurales en los vasos inflamados y, viceversa, algunos vasos no
afectados pueden desarrollar alteraciones [14,28]. Además, las pruebas de imagen pueden
seguir mostrando cambios inflamatorios a pesar de la remisión clínica [28]. La PET podría
ser una técnica más fiable para vigilar la actividad de la enfermedad [29].
436 N. Pipitone, C. Salvarani / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 431–447
Enfermedad de Adamantiades-Behçet
Enfermedad de Kawasaki
La enfermedad de Kawasaki (EK) es una vasculitis infantil caracterizada por fiebre, conjun-
tivitis, eritema de labios y mucosa oral, y linfadenopatías [36]. La complicación más temida de
la EK es el desarrollo de aneurismas o ectasias vasculares, que se da en alrededor de un quinto
de los niños no tratados [36]. En el pasado era necesario practicar una angiografía coronaria
para diagnosticar los aneurismas, pero la ecocardiografía ha demostrado ser capaz de identificar
los aneurismas coronarios correctamente con sensibilidad y especificidad del 95 y del 99%,
respectivamente, empleando como prueba de referencia la angiografía coronaria [37]. Por tanto,
la American Heart Association recomienda estudiar a los pacientes con EK mediante ecocardio-
grafía en el momento de su presentación, a las 2 semanas y a las 6-8 semanas. Por el contrario,
se ha demostrado que es poco probable que una nueva ecocardiografía practicada 1 año después
del comienzo de la enfermedad revele anomalías arteriales [36]. Puesto que la miocarditis y la
disminución de la contractilidad ventricular son frecuentes en las fases iniciales de la EK, hay
que evaluar también la función ventricular izquierda [36]. En pacientes de mayor tamaño cor-
poral, en quienes la visualización de las arterias coronarias mediante ecocardiografía es más
difícil, deben utilizarse otras técnicas de imagen, como la angiografía o la ARM [36].
Poliarteritis nudosa
Los riñones se encuentran afectados en el 70-80% de los casos, mientras que el tracto gas-
trointestinal, los nervios periféricos y la piel están afectados en alrededor del 50% de
los pacientes. Otros órganos son afectados con menor frecuencia [38]. La angiografía es
todavía la prueba de referencia para diagnosticar la PAN y cuenta con una sensibilidad del
89% y una especificidad del 90% [39]. En una revisión retrospectiva sobre 56 pacientes con
PAN que no presentaban afectación en pruebas de neuroimagen, la angiografía dirigida
según los síntomas de los pacientes descubrió aneurismas en 27 pacientes y ectasia (defi-
nida como una expansión arterial con ⬍50% de aumento del diámetro) en seis pacientes,
mientras que los 22 restantes presentaban lesiones oclusivas. El porcentaje de hallazgos
positivos fue del 100% en la arteria mesentérica inferior y los vasos de la extremidad supe-
rior, del 97% en la arteria mesentérica superior, del 92% en la arteria renal izquierda, del
89% en la arteria hepática, del 87% en la arteria renal derecha y del 75% en los vasos de
los miembros superiores, mientras que otras áreas vasculares mostraban lesiones angiográ-
ficas en ⬍50% de los casos.
Se considera que el hallazgo angiográfico más típico en la PAN es la presencia de múlti-
ples aneurismas pequeños, pero tal como demuestra el estudio anterior, algunos pacientes
pueden presentar solamente lesiones oclusivas. Por el contrario, pueden encontrarse aneu-
rismas en otras enfermedades, como la displasia fibromuscular, la aterosclerosis, infeccio-
nes micóticas y, raramente, en la granulomatosis de Wegener (GW) y en el lupus eritema-
toso sistémico (LES). La aparición de hallazgos angiográficos puede ayudar a realizar el
diagnóstico diferencial. En la displasia fibromuscular, los aneurismas son irregulares y a
menudo muestran un aspecto arrosariado. Los aneurismas de origen aterosclerótico (o con-
génito) no son tan numerosos como los de la PAN y pueden afectar a las arterias renales
principales intraparenquimatosas. Los aneurismas micóticos también aparecen, pero son
menos numerosos que los de la PAN [36].
Granulomatosis de Wegener
los pacientes (bilaterales en el 70%), con un 22% de nódulos o masas que presentaban
cavitación y un 6% espiculación [42]. Se observaron áreas parcheadas de consolidación
en el 30% de los pacientes, predominantemente subpleurales (76% de los casos) y adya-
centes a la pleura, con una imagen en cuña que recuerda a un infarto pulmonar en el 71%
de los pacientes. En 15 pacientes (26%) se observaron áreas de atenuación en vidrio des-
lustrado (AVD), generalmente distribuidas al azar, y se descubrió engrosamiento de las
paredes bronquiales a nivel segmentario y subsegmentario en 32 pacientes (56%). Otros
hallazgos anormales menos frecuentes fueron derrames o irregularidades pleurales y ade-
nopatías. En otra serie de casos de pacientes con GW se han descrito hallazgos simila-
res [43]. La GW debe distinguirse de otras enfermedades granulomatosas que afectan al
pulmón (también deben descartarse causas neoplásicas e infecciosas) (tabla 1).
Histológicamente, los nódulos de la GW están formados por tejido inflamatorio y una
proporción variable de tejido necrótico. Por tanto, estos nódulos suelen disminuir en
tamaño y número con el tratamiento inmunodepresor, y finalmente desaparecen sin dejar
cicatriz en la mayoría de los casos [40]. Los nódulos mayores de 2 cm de diámetro tien-
den a presentar cavitación central, que en ocasiones puede infectarse y mostrar niveles
hidroaéreos característicos [42]. Se cree que las espiculaciones observadas en los nódulos
representan reacciones de cicatrización con fibrosis intersticial y suelen aumentar en los
casos que responden al tratamiento [42]. Las áreas de consolidación y AVD reflejan típi-
camente infiltración inflamatoria y edema [44], pero las lesiones difusas bilaterales deben
438 N. Pipitone, C. Salvarani / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 431–447
hacer sospechar una hemorragia pulmonar. Además, una AVD parcheada puede deberse
a lesión alveolar aguda por ciclofosfamida, así como a neumonía por Pneumocystis jiro-
veci (antiguamente carinii); estas dos patologías pueden ser indistinguibles radiológica-
mente [41].
Síndrome de Churg-Strauss
Tabla 1
Diagnóstico diferencial de los trastornos granulomatosos y vasculíticos que afectan a los pulmones [3,41,42,45,66].
Granulomatosis de Wegener Nódulos subpleurales o difusos (los nódulos grandes se pueden cavitar),
consolidación parcheada y áreas de atenuación en vidrio
infrecuente los nódulos centrolobulillares, sobre todo en las áreas de AVD, pero general-
mente son pequeños (⬍5 mm de diámetro) y sólo excepcionalmente están cavitados [45].
Se cree que estos nódulos representan vasculitis con infiltración celular perivascular. Otros
hallazgos, como la hiperinsuflación y el engrosamiento de las paredes bronquiales, proba-
blemente estén relacionados con el asma.
Poliangitis microscópica
dominante en esta capa) y se supone que se localiza en la submucosa. Pueden ser nece-
sarias técnicas de imagen vasculares, como la angiografía, para llegar a un diagnóstico
más específico.
Tabla 2
Enfermedades que pueden asociarse a hemorragia pulmonar difusa [41,90].
Vasculitis asociada a anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos: poliangitis microscópica (un cuarto de los
casos), granulomatosis de Wegener, síndrome de Churg-Strauss (poco frecuente)
Conectivopatías
Síndrome de Goodpasture
Trastornos de la coagulación
Esclerosis sistémica
El LES es una conectivopatía que puede afectar a la mayor parte de los órganos internos.
Los estudios de imagen son especialmente útiles para estudiar la afectación cerebral y pul-
monar. Las lesiones del SNC en el LES se aprecian mejor en la RM. La afectación medular
por LES suele consistir en una mielitis transversa, que aparece en el 1-2% de todos
los pacientes con LES [59]. Las secuencias de RM ponderadas en T2 (u otras secuencias
capaces de visualizar el edema) muestran edema focal o difuso de la médula espinal afec-
tada [59]. La afectación cerebral por LES es más frecuente; se calcula que su prevalencia es
del 14-80% [60]. La mayoría de las lesiones cerebrales visualizadas en la RM consisten en
pequeñas lesiones focales de la sustancia blanca, hiperintensas en las secuencias pondera-
das en T2 o en las secuencias FLAIR (fluid attenuated inversion recovery), sobre todo en el
área subcortical, especialmente en las regiones frontoparietales [60-62]. La captación de
gadolinio se ha relacionado con la actividad inflamatoria de las lesiones [63]. Es más pro-
bable que aparezcan alteraciones en la RM en las presentaciones neurológicas focales que
en las difusas [63]. Por el contrario, la esclerosis múltiple afecta sobre todo a la zona peri-
ventricular, al cuerpo calloso y al tronco del encéfalo [64]. Sin embargo, en algunos casos
de LES se observan lesiones perivasculares que recuerdan mucho a las de la esclerosis
múltiple [64]. Además, se ha demostrado que los pacientes con LES presentan una dismi-
N. Pipitone, C. Salvarani / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 431–447 441
nución significativa de sustancia blanca y gris en comparación con controles sanos [65]. La
disminución del volumen de sustancia gris y blanca se asoció a anticuerpos antifosfolipídi-
cos positivos y a la duración de la enfermedad, y tendía a progresar con el tiempo [65].
El LES pulmonar puede deberse a diversos trastornos, como infección, derrame pleural,
neumonitis lúpica aguda, embolismo pulmonar, hemorragia alveolar difusa, hipertensión pul-
monar y enfermedad del pulmón encogido [66-69]. La neumonitis lúpica aguda se manifiesta
por infiltrados alveolares y consolidación, a veces asociados a derrame pleural, por lo que a
menudo simula una infección [69,70]. La EPI crónica del LES no difiere de la EPI idiopática,
aunque su evolución suele ser menos grave [70]. La rara «enfermedad del pulmón encogido»
se caracteriza por elevación de los hemidiafragmas y atelectasias basales. Se cree que se debe
a disfunción diafragmática y no denota enfermedad pulmonar parenquimatosa.
Síndrome de Sjögren
La afectación pulmonar en el SS suele ser de tipo EPI. En una revisión retrospectiva sobre
18 pacientes con SS con sospecha de EPI, las radiografías de tórax mostraban infiltrados pul-
monares bilaterales en todos los pacientes, mientras que la TC mostraba diversas alteraciones,
como AVD (89% de los pacientes), consolidación del espacio aéreo (56%) y opacidades reti-
culares (56%) [82]. Se observaban pequeños nódulos de ⬍1 cm de diámetro en el 44% de los
casos, mientras que sólo se observó panalización en el 17% de los pacientes.
Dermatomiositis y polimiositis
Conclusión
Las técnicas de imagen son a menudo útiles, y a veces necesarias, para diagnosticar las
vasculitis y la afectación de órganos internos (fundamentalmente SNC y pulmón) en las CP.
Dado que casi todas las alteraciones observadas no son específicas de ninguna enfermedad
concreta, deben contrastarse con las manifestaciones clínicas de los pacientes y con los
resultados de otras investigaciones para alcanzar un diagnóstico fiable. Las técnicas de
imagen también pueden ayudar al médico a monitorizar la evolución de la enfermedad,
incluida la respuesta al tratamiento. Es necesaria la colaboración estrecha entre clínicos y
radiólogos para tratar adecuadamente a estos pacientes.
Información práctica
• La PET con 18FDG no permite visualizar la pared vascular, pero es muy sensible para
detectar la inflamación de la pared vascular. Resulta especialmente útil para establecer
el diagnóstico y evaluar la extensión de las vasculitis de los grandes vasos, así como
para monitorizar la evolución de la enfermedad
• No todos los vasos con enfermedad activa en las técnicas de imagen desarrollarán
cambios estructurales
• Vasos que no se encuentran afectados según las técnicas de imagen en un momento
dado pueden desarrollar alteraciones en fases más avanzadas
• La TC es el método de elección para demostrar lesiones pulmonares
• La RM es la técnica más adecuada para estudiar la afectación cerebral
• La RM ha obtenido resultados prometedores en la evaluación de la miopatía
Programa de investigación
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Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464
Capilaroscopia
Maurizio Cutolo*, MD, Director, Carmen Pizzorni, MD, Assistant,
Maria Elena Secchi, MD, Postgraduate,
Alberto Sulli, MD, Assistant Professor
Research Laboratories and Clinical Academic Unit of Rheumatology, University of Genova, Viale Benedetto XV,
6, 16132 Genova, Italy
* Autor para correspondencia. Tel.: +39 010 353 7994; fax: +39 010 353 8885.
Dirección electrónica: mcutolo@unige.it (M. Cutolo).
450 M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464
el eje principal de los capilares es paralelo a la superficie cutánea (en otras zonas es per-
pendicular) (figura 1) [14].
Cada sujeto debe permanecer en la habitación donde se va a realizar la prueba durante un
mínimo de 15 min antes de la misma y la temperatura de la habitación debe mantenerse entre
20-22 °C. Deben examinarse los pliegues ungueales de al menos 8 dedos (no se examina el
primer dedo). Los dedos afectados recientemente por traumatismos no se analizan.
En la práctica clínica, los capilares cutáneos se observan generalmente a través de un
microscopio de luz o una microcámara de videocapilaroscopia. Sin embargo, la microscopia
capilar del pliegue ungueal puede practicarse con diversos instrumentos, como un oftalmos-
copio, un dermatoscopio o un estereomicroscopio.
En la actualidad, el análisis videolaparoscópico se considera el método más sofisticado
para investigar la microvascularización y también puede detectar el flujo sanguíneo por los
microvasos. Existen dispositivos de videolaparoscopia de mano más económicos.
Recientemente, el análisis del pliegue ungueal con un dermatoscopio de mano mostró
resultados interesantes, totalmente comparables a los descritos con instrumentos videolapa-
roscópicos más sofisticados [14]. Por regla general deben evaluarse al menos 8 dedos, como
hemos señalado. Sin embargo, las valoraciones morfológicas más precisas suelen ser las
realizadas sobre los dedos cuarto y quinto, debido a la mayor transparencia de la piel en
estos dedos. En general, para detectar cambios capilaroscópicos precoces en las enfermeda-
des autoinmunes del tejido conectivo deben tenerse en cuenta los siguientes parámetros,
según clasificaciones previas: presencia de capilares agrandados y gigantes, microhemorra-
gias, pérdida de capilares, edema, capilares ramificados/densos (angiogenia) y desorganiza-
ción del árbol vascular.
Figura 1. Videocapilaroscopia del pliegue ungueal (Unidad de Génova). Véase texto para más detalles sobre el pro-
cedimiento.
452 M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464
Las asas microvasculares homogéneamente agrandadas (capilares gigantes) son el signo más
precoz y llamativo de FR secundario (figura 3). El agrandamiento muestra una forma caracte-
rística (simétrica) que lo diferencia de los observados en otras patologías, como la diabetes
mellitus y la acrocianosis. Suelen existir también capilares de forma y diámetro normal, junto
con los agrandados o gigantes. Incluso la detección de una única asa con un aumento homogé-
neo de su diámetro ⬎50 m debería considerarse como un posible marcador de microangiopa-
tía relacionada con un trastorno precoz de la familia de la esclerodermia. Se ha sugerido que la
dilatación microvascular (capilares agrandados) representa una respuesta autorreguladora local
frente a la hipoxia tisular [16]. Esta dilatación puede constituir el primer signo de lesión de la
pared vascular y el color rojo intenso se debe al mayor número de eritrocitos.
Microhemorragias
Edema
Figura 2. Patrón capilaroscópico del pliegue ungueal normal, con disposición regular de las asas capilares a lo largo
del lecho ungueal (aumento original 200⫻, M. Cutolo).
M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464 453
Lesión ES precoz
Figura 3. Asas microvasculares homogéneamente agrandadas (capilares gigantes). Obsérvese la típica morfología
simétrica de las ectasias (flecha) por lesión de la pared y fuga de eritrocitos (aumento original 200⫻, M. Cutolo).
Escape de eritrocitos
del vaso lesionado
Lesión ES precoz
Figura 4. Microhemorragias locales. Los eritrocitos escapan de los capilares dañados (aumento original 200⫻,
M. Cutolo).
454 M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464
Figura 5. Aspecto de la imagen capilaroscópica en el fenómeno de Raynaud secundario, caracterizado por el fondo
borroso debido a extravasación de plasma de los vasos lesionados (aumento original 200⫻, M. Cutolo).
Lesión ES precoz
Figura 6. Las papilas dérmicas se observan blancas/amarillentas y a menudo vacías debido al aumento de síntesis
de proteínas de la matriz extracelular con pérdida de capilares concomitante (aumento original 200⫻, M. Cutolo).
M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464 455
La disminución del número de asas (⬍30 en 5 mm en la zona distal del pliegue ungueal)
debería considerarse altamente específica de FR secundario [17]. La pérdida de capilares
puede ser importante para determinar la hipoxia tisular crítica (figura 8). Se ha calculado
que el número de capilares normales puede disminuir a tan sólo el 20% en los pacientes
con ES [19]. La extensa desaparición de capilares puede dar lugar a grandes áreas avascu-
lares de aspecto «seudodesértico» en el lecho ungueal. En pacientes con FR de reciente
inicio, la pérdida capilar rápidamente progresiva puede constituir el primer dato capilaros-
cópico llamativo de ES grave y de destrucción de microvasos. La pérdida progresiva de
capilares se ha asociado con afectación cutánea más extensa y con un peor pronóstico.
Angiogenia intensiva
Figura 7. Angiogenia intensiva en un patrón tardío de esclerosis sistémica (aumento original 200⫻, M. Cutolo).
456 M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464
Figura 8. La disminución del número de asas debería considerarse altamente específica de un fenómeno de Raynaud
secundario y provoca la «desertificación» del lecho ungueal (aumento original 200⫻, M. Cutolo).
Lesión ES precoz
Figura 9. La modificación de la arquitectura normal es el rasgo característico de la esclerosis sistémica (patrón tardío)
y otras conectivopatías autoinmunes (aumento original 200⫻, M. Cutolo).
M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464 457
que en pacientes con FR secundario de reciente aparición, estos cambios pueden ser más
limitados y restringidos a algunos dedos.
Patrón de esclerodermia
NORMAL PRECOZ
ACTIVO TARDÍO
Figura 10. Patrón de esclerodermia: patrones de videocapilaroscopia del pliegue ungueal precoz, activo y tardío
frente a normal. Véase el texto para detalles (aumento original 200⫻, M. Cutob).
458 M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464
estándar (DE) 10 meses]. Es interesante señalar que el 4,6% de estos pacientes habían
presentado un patrón de VCPU normal inicialmente [transición de patrón normal a anóma-
lo observado en una media de 42 meses (DE 30 meses)] y un 10% presentaban cambios
mínimos y no significativos en la microvasculatura entre el FR primario y el FR secunda-
rio [8]. Se llegó a la conclusión de que los pacientes con FR primario deberían ser sometidos
a un análisis capilaroscópico cuidadoso cada 6 meses con el fin de detectar el paso a FR
secundario con la mayor rapidez y fiabilidad posibles.
En la experiencia de los autores, la combinación de la VCPU con la imagen por láser
Doppler es importante para distinguir cuándo la disminución del flujo sanguíneo se debe a
un FR primario o secundario (figura 11) [26,27].
La VCPU tiene valor predictivo. En un estudio amplio reciente, se practicó una VCPU a
1.024 pacientes consecutivos con FR [28]. Posteriormente fueron seguidos, observándose
los signos patológicos en la capilaroscopia del pliegue ungueal en todos los pacientes que
no presentaban signos clínicos ni serológicos de una conectivopatía (CP) en el momento de
realizarse la VCPU.
De 308 pacientes sin signos serológicos ni clínicos de CP pero con FR y otras manifesta-
ciones patológicas en la VCPU sospechosas de CP, se contó con datos de seguimiento de
133 pacientes. Tras un seguimiento medio de 6,5 años (rango, 1-15 años), 109 pacientes
desarrollaron una CP. Veinticuatro pacientes no presentaron ningún signo clínico ni marca-
dores serológicos de una CP tras un seguimiento medio de 8,5 años (rango, 2-15 años).
No se observaron diferencias respecto a la edad, duración del FR o duración del segui-
miento entre los pacientes que desarrollaron una CP y los que no lo hicieron. Se observó
una cantidad significativamente mayor de capilares gigantes, campos avasculares y arqui-
tectura irregular en los pacientes que desarrollaron una CP durante los 6,5 años de segui-
miento. La presencia de capilares gigantes, campos avasculares y arquitectura irregular de
los capilares del pliegue ungueal es predictiva del desarrollo de una CP en los pacientes con
FR [29].
La VCPU posee valor pronóstico incluso en niños. En un reciente estudio para evaluar
el valor pronóstico de los hallazgos capilaroscópicos para el desarrollo de CP en niños y
© ELSEVIER. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Génova
Figura 11. La combinación de videocapilaroscopia del pliegue ungueal con láser Doppler es importante para distin-
guir si el flujo sanguíneo reducido se debe al fenómeno de Raynaud primario o secundario (Unidad Génova).
460 M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464
adolescentes con FR, se estudió un grupo de 250 sujetos (edad media de 15 años) durante
1-6 años a partir de la primera capilaroscopia [29]. De todos los sujetos, sólo 10 (4%)
presentaron cambios capilares sugestivos de enfermedad esclerodermatosa 6 meses antes
de la expresión de una enfermedad concreta: ocho (62%) de ellos desarrollaron trastor-
nos de la familia de la esclerodermia, uno expresó un LES y uno presentó una CP indife-
renciada. Los autores de este estudio llegaron a la conclusión de que no existían cambios
capilares específicos predictivos del desarrollo futuro de LES, AR juvenil o CP indiferen-
ciada en niños y adolescentes con FR. La mayoría de los sujetos del estudio con FR que
desarrollaron estas enfermedades presentaban capilares normales o cambios inespecíficos.
Los niños y adolescentes que desarrollaron trastornos de la familia de la esclerodermia
presentaban cambios capilares esclerodermatoides 6 meses antes de expresar la enferme-
dad, lo que indica que este tipo de alteraciones capilares en niños y adolescentes con FR
se correlacionan estrechamente con el desarrollo de trastornos de la familia de la esclero-
dermia en el futuro.
Recientemente, se ha empleado el análisis mediante VCPU para evaluar los efectos del
trasplante de células madre hemopoyéticas autólogo (TCMHA) en la ES cutánea difusa.
Tres meses después del TCMHA, el patrón de la VCPU cambió de tardío a activo, con fre-
cuentes capilares gigantes y hemorragias, ausencia de áreas avasculares y fenómenos de
angiogenia [30]. Un año después del TCMHA, las alteraciones microvasculares seguían
mostrando un patrón activo. Los resultados indican que el TCMHA con ciclofosfamida a
dosis altas (1 g durante 6 meses) puede impulsar la remodelación vascular, mientras que la
ciclofosfamida sola a dosis más bajas y mantenidas de forma crónica no influye sobre la
microvascularización. Estos resultados aún deben ser confirmados, pero pueden indicar que
el TCMHA podría monitorizarse mediante VCPU para determinar el pronóstico de este tra-
tamiento.
Patrones en otras CP
Se ha descrito un patrón bien definido en pacientes con dermatomiositis [31]. Este patrón,
a menudo asociado a rasgos del patrón esclerodérmico, se manifiesta por la presencia de dos
o más de los siguientes hallazgos en al menos dos dedos: capilares agrandados retorcidos y
hemorragias capilares, agrandamiento de las asas capilares, pérdida de capilares, desorgani-
zación de la distribución normal de los capilares y capilares muy ramificados.
El patrón típico del LES incluye alteraciones morfológicas de las asas capilares, visibili-
dad venular, estancamiento sanguíneo y variabilidad de longitud de las asas capilares, y la
presencia de anomalías capilares importantes parece presagiar un curso clínico más gra-
ve [32,33]. En un estudio reciente se estudiaron 100 pacientes con LES [34]. La capilaros-
copia del pliegue ungueal se consideró anormal según cinco criterios. La distancia interca-
pilar, la anchura capilar y la longitud capilar se registraron mediante videomorfometría en
dos dedos en los 100 pacientes, y en cuatro dedos en 40 de estos pacientes. Tanto la capi-
laroscopia anormal como el patrón seudoesclerodérmico, caracterizado por la presencia de
áreas avasculares y asas agrandadas o gigantes, se asociaron a la presencia de FR aislado o
de anticuerpos anti-U1-RNP, así como a la presencia simultánea de FR y anticuerpos anti-
U1-RNP.
Se observó una asociación negativa entre la presencia de anticuerpos anticardiolipina
(aCL) y el patrón seudoesclerodérmico. Se observaron cifras más altas de grosor capilar,
distancia intercapilar y longitud capilar en los pacientes con FR. Los pacientes que presen-
taban FR y anticuerpos anti-U1-RNP presentaron distancias intercapilares y grosores capi-
lares más altos. Este estudio demostró una asociación significativa entre las alteraciones
capilaroscópicas en el pliegue ungueal y la presencia de FR o anticuerpos anti-U1-RNP
en pacientes con LES. La asociación entre FR, anticuerpos anti-U1-RNP y signos seudoes-
clerodérmicos en la capilaroscopia del pliegue ungueal de pacientes con LES podría indicar
que existe un subgrupo de pacientes con LES que presentan manifestaciones subclínicas
de ES.
Dado que el FR es el síntoma inicial más frecuente en la mayoría de los pacientes con
EMTC, la capilaroscopia permite detectar anomalías microvasculares precoces que son úti-
M. Cutolo et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 449–464 461
tes con artritis asociada a cambios ungueales. Sin embargo, no se observaron diferencias de
las dimensiones capilares entre los pacientes con psoriasis y/o cambios ungueales y los
controles normales. Se han descrito también anomalías capilaroscópicas en la artritis reu-
matoide [41].
Conclusiones
Información práctica
Programa de investigación
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Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482
10
Palabras clave: Las técnicas de imagen son la clave para el análisis objetivo
dGEMRIC de las enfermedades articulares. La radiografía convencional
diagnóstico asistido por ordenador es la técnica de imagen principal en la artrosis y la artritis
ecografía Doppler reumatoide (AR) debido a su accesibilidad, bajo coste y exce-
índice de Kellgren-Lawrence lente reproducibilidad. Además, se ha reunido una experien-
índice de Sharp cia considerable sobre la evaluación de las radiografías con el
© ELSEVIER. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
* Autor para correspondencia. The Parker Institute, Frederiksberg Hospital, DK-2000 Copenhagen F,
Denmark. Tel.: +45 3816 4151; fax: +45 3816 4159.
Dirección electrónica: hb@frh.regionh.dk (H. Bliddal).
466 H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482
Artrosis
Radiografía
rodilla [a través del estrechamiento del espacio articular (EEA) y de la presencia de osteó-
fitos), la asociación entre los hallazgos radiográficos en la artrosis y las manifestaciones
clínicas es pobre, y más de la mitad de los pacientes con signos radiológicos avanzados de
enfermedad no refieren molestias significativas [11].
Las radiografías simples suelen evaluarse mediante el sistema de puntuación de Kellgren
y Lawrence (KL). En 1957, Kellgren y Lawrence fueron los primeros en utilizar los cambios
radiográficos para valorar la gravedad de la artrosis [12]. Desarrollaron el sistema de pun-
tación KL, con cuatro grados de intensidad, basados en los signos radiográficos típicos de
artrosis, incluidos los cambios en el hueso subcondral. Los grados de intensidad de la esca-
la KL en la artrosis de cadera o rodilla son los siguientes:
Ecografía
del cartílago articular femoral, pero prácticamente ninguna del cartílago tibial correspon-
diente.
La mayor resolución de la ecografía se ve contrarrestada en parte por su mala orientación
espacial. Utilizando la técnica convencional a mano libre resulta imposible seleccionar y
comparar planos idénticos en diferentes momentos.
Aunque la ecografía no puede detectar ni graduar todos los aspectos de la enfermedad,
sí resulta útil para la detección y la graduación de la artrosis. Qvistgaard et al. [17] han
desarrollado una escala para la coxartrosis basada en la puntuación de las siguientes alte-
raciones causadas por la artrosis:
No se han desarrollado todavía escalas similares para la rodilla, a pesar de que la rodilla
se adapta mejor a la clasificación en grados que la cadera. Esto se debe a que la articulación
es más superficial y permite el acceso desde todos los lados. En cuanto a la cadera, la eco-
grafía no proporciona fácilmente información sobre el cartílago. Sin embargo, la presencia o
ausencia de osteófitos, la protrusión meniscal, la hipertrofia sinovial y la perfusión, así como
468 H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482
Resonancia magnética
y a los 90-120 min de la administración del Gd-DTPA. Además, la cobertura articular con
la técnica de eco de espín rápido (FSE) se limita a un tiempo razonable (⬍30 min), lo que
hace que las medidas de la relajación T1 sean clínicamente inaceptables. Por último, las
elevadas dosis de Gd-TPA necesarias para el método intravenoso lo convierten en un
procedimiento bastante caro. Esto puede solventarse utilizando gadolinio intraarticu-
lar [33], lo que resulta factible en el caso de que el clínico tenga acceso a inyecciones
guiadas por ecografía.
La radiografía es hoy por hoy la técnica habitual para evaluar la artrosis. Estudios recien-
tes han demostrado que la asociación entre los hallazgos de la radiografía simple en la
artrosis y las manifestaciones clínicas es baja, por lo que es necesario evaluar nuevas téc-
nicas. La ecografía puede ser útil para evaluar los tejidos blandos, pero no el cartílago. La
RM, con su excelente representación de los tejidos blandos, es la mejor técnica no invasiva
disponible en la actualidad para la evaluación de las alteraciones del cartílago. Su aplicabi-
lidad se ve limitada por su coste y es necesario desarrollar métodos de puntuación más
eficientes.
470 H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482
Tabla 1
Propiedades de las técnicas de imagen en la artrosis: valor para los estudios clínicos.
Artritis reumatoide
Radiografía simple
El método de Sharp ha sido modificado por van der Heijde, quien ha desarrollado un
método simplificado para puntuar las radiografías [34]. Otro sistema, el de Larsen, se basa
en la comparación con una serie de placas estándar. Distingue seis estadios, desde el 0
(normal) hasta el 5, que reflejan un deterioro gradual y progresivo, y proporciona una
determinación general de la degeneración articular en 15 articulaciones de la muñeca y
10 articulaciones del pie.
En 1995 Larsen modificó el método para evaluar las radiografías en estudios de larga
duración; las principales diferencias respecto al método original fueron: se eliminaron las
puntuaciones para los pulgares y la primera articulación metatarsofalángica debido a la
frecuente interferencia de cambios degenerativos; se subdividió la muñeca en cuatro cua-
drantes; se eliminó la tumefacción de los tejidos blandos y la osteoporosis, y se distinguió
entre erosiones de diferentes tamaños. La escala va de 0 a 5:
Ecografía
Scheel et al. sugirieron que la sinovitis de las articulaciones de los dedos debe valorarse
en la cara palmar y de forma semicuantitativa en vez de cuantitativa. Recomendaron utili-
zar el método de la «suma de tres dedos» en estudios longitudinales. No se observaron
diferencias entre las distintas articulaciones interfalángicas proximales (IFP) o entre las dife-
rentes articulaciones metacarpofalángicas (MCF) [46]. Los autores llegaron a la conclusión
que todas las articulaciones del mismo grupo en distintos dedos debían tratarse por igual
para los cálculos estadísticos, aunque cada grupo articular en conjunto debería ser consi-
derado por separado.
El punto de corte óptimo calculado para distinguir entre articulaciones sanas y afectadas
fue de 0,6 mm tanto para las articulaciones MCF (sensibilidad del 94%, especificidad del
89%) como para las IFP (sensibilidad del 90%, especificidad del 88%). Otra conclusión fue
que no se hallaron diferencias significativas entre las escalas ecográficas semicuantitativas
y las mediciones ecográficas cuantitativas, lográndose los mejores resultados con el uso de
combinaciones articulares como la «suma de cuatro dedos» (articulaciones MCF e IFP de la
segunda a la cuarta) y la «suma de tres dedos» (articulaciones MCF e IFP de la segunda a
la cuarta).
Ellegaard et al. [47] estudiaron diversas escalas ecográficas en un grupo más amplio de
controles sanos (24 hombres y mujeres de 30 a 54 años de edad). El objetivo de este estudio
era determinar hasta qué punto se visualiza el tejido sinovial en la ecografía en escala de
grises de las articulaciones sanas. Se obtuvieron imágenes de cada persona en 69 posicio-
nes. Las imágenes se puntuaron de 0 a 4 con dos sistemas, definiéndose como normales las
puntuaciones 0-1 y como patológicas las puntuaciones 2-4. En el sistema I sólo se puntua-
ba la sinovial claramente hipoecoica. En el sistema II, la hipoecogenicidad clara no era un
criterio. Con el sistema I, el 89% de las articulaciones obtenían al menos una puntuación
patológica, frente al 95% de las articulaciones con el sistema II. La conclusión de los auto-
res fue que el número de articulaciones sanas que mostraban puntuaciones patológicas con
ambos sistemas de puntuación era inaceptablemente alto, especialmente en los pacientes
más ancianos. Esto indica que muchos de los hallazgos interpretados como patológicos en
los pacientes con AR podrían ser normales.
No todos los investigadores creen que sea posible distinguir entre hipertrofia sinovial y
líquido articular con una precisión aceptable. Algunos centros no intentan hacerlo y clasi-
fican ambos hallazgos como «hipertrofia sinovial».
Este sistema a menudo se considera una escala de sinovitis, algo que no es del todo
exacto, ya que una sinovial engrosada no necesariamente está inflamada. Además, no se ha
definido cuándo un engrosamiento sinovial es patológico y parece que los sistemas de cla-
sificación propuestos dan puntuaciones inaceptablemente altas en sujetos normales [47].
No se han desarrollado sistemas de puntuación para articulaciones más grandes como la
muñeca o la rodilla.
El desarrollo de técnicas Doppler para evaluar el flujo sanguíneo en la sinovial vascula-
rizada, que refleja actividad inflamatoria, ha aumentado el valor diagnóstico de la ecografía
para la detección y la determinación del grado de inflamación sinovial [48,49]. Terslev et
al. demostraron que la ecografía Doppler y la RM con contraste obtienen resultados com-
parables en cuanto a la estimación de la actividad inflamatoria sinovial [45]. La asociación
entre los resultados del Doppler y otras estimaciones de la actividad de la enfermedad,
como el índice de actividad visual, el cuestionario sobre el estado de salud, la duración de
la rigidez matutina, la velocidad de sedimentación eritrocitaria o la proteína C reactiva, es
débil [50]. Sin embargo, la ecografía Doppler se utiliza cada vez más para la detección y la
determinación del grado de inflamación sinovial [49]. La principal ventaja de la ecografía
Doppler para establecer el grado de inflamación es su capacidad de valorar con rapidez
variaciones en la inflamación, así como las respuestas inmediatas al tratamiento. Depen-
diendo de la calidad del equipo, la ecografía Doppler puede detectar parte del flujo sinovial
normal, además del patológico (equipos modernos de alta gama) o, por el contrario, sólo
parte del flujo patológico y nada del normal (equipos de gama media o baja).
La figura 1 ilustra el efecto del machine upgrade. Las imágenes corresponden a vistas
dorsales de la muñeca en un paciente con AR juvenil.
La mayor sensibilidad de la ecografía Doppler con upgrade hace que la articulación radio-
carpiana aparezca más hiperémica a pesar de la reducción de la ganancia Doppler. La frac-
ción de color se eleva del 30 al 91%, por clasificación semicuantitativa de grado 1 a 3 [51] (de
H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482 473
menos de un tercio de la sinovial coloreada a más de dos tercios) o de grado 2 a 3 [52] (con
vasos confluyentes que pasan de cubrir menos de la mitad de la sinovial a más de la mitad).
Debido a la amplia variabilidad de la calidad de los equipos, no existe acuerdo general
sobre cómo definir el flujo en el tejido patológico y sano. En algunos centros, la mera pre-
sencia de actividad Doppler se considera signo de hiperemia, mientras que en otros centros
debe superarse cierto umbral para que la hiperemia se considere patológica.
Se han desarrollado varias escalas de puntuación de las imágenes Doppler. Al igual que
sucede con las escalas en blanco y negro, la mayoría de los sistemas son semicuantitativos
y se dividen en cuatro clases. La clasificación en grados se realiza visualmente y en todos
los sistemas los grados más altos se definen por diferentes porcentajes de sinovial cubierta
por el color.
Parece existir consenso con el siguiente sistema:
Figura 1. Sensibilidad y escala de color del Doppler. Imágenes longitudinales dorsales de la muñeca de un paciente
con AR juvenil, donde se observa el efecto de un machine upgrade. Se mantuvo el transductor inmóvil sobre el pacien-
te mientras se pasaba el cable de una unidad Acuson Sequoia a otra: una con la última optimización y la otra sin ella.
La imagen superior es la obtenida sin upgrade, la imagen central es la misma imagen con el color eliminado y la
imagen inferior es la obtenida con upgrade. En la imagen central se señalan las referencias anatómicas: radio (R y R)
con la zona de crecimiento entre las dos R, hueso semilunar (L), hueso grande (C), tercera articulación carpometa-
carpiana (CMC3), tendón del extensor largo de los dedos (EDL) y membrana sinovial de la articulación radiocarpiana
(línea de puntos).
474 H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482
La sinovial no siempre es fácil de distinguir de los tejidos circundantes; este hecho sólo
se ha puesto a prueba en las articulaciones de los dedos. En general, la clasificación se basa
en las características de la imagen y no en la biología. El tamaño de las clases es descono-
cido y los grados dependen mucho del equipo empleado y de la experiencia del operador.
Un sistema similar pero continuo es el de la fracción de color (FC) [50]. Se visualiza la
sinovial en un ordenador y la FC es el número de píxeles de color dividido por el número
total de píxeles. La FC es una variable continua y teóricamente es más adecuada para mos-
trar diferencias de perfusión sinovial. Una desventaja de la FC es que la disminución del
volumen sinovial (como respuesta al tratamiento) elevará la FC y contrarrestará la dismi-
nución producida por la reducción del flujo.
Varios estudios han investigado la relación entre los signos clínicos tradicionales de
sinovitis y la afectación sinovial según la ecografía, utilizando tanto la hipertrofia sinovial
en escala de grises como los índices Doppler, tanto antes como después de la administración
de contraste [53,54]. Hasta la fecha no se han desarrollado métodos de puntuación estan-
darizados, aunque se han sugerido algunos para la ecografía en escala de grises [57].
El uso de la ecografía Doppler para determinar el grado de artritis no se ha investigado
a fondo, ya que constituye un reto para el examinador debido a los artefactos [49]. Son
necesarias nuevas investigaciones para establecer la calidad de los equipos de ecografía y
los ajustes de los mismos.
Resonancia magnética
OMERACT-RAMRIS
Hace relativamente poco, se puso en marcha el estudio de colaboración sobre la RM
Outcome Measures in Rheumatology (OMERACT) para responder a cuestiones sobre la
lectura de datos en la RM. Para ello, se introdujo un sistema de puntuación evaluado a
través del filtro del OMERACT, denominado «Rheumatoid Arthritis MRI Scoring System»
(OMERACT-RAMRIS) [59]. La sinovitis, el edema de la médula ósea y las erosiones se defi-
nieron y cuantificaron utilizando el atlas de referencia European League Against Rheuma-
tism OMERACT-RAMRIS, que contiene imágenes de referencia estandarizadas de las articu-
laciones MCF y carpianas, criterios para usar las técnicas de exploración y protocolos
detallados [60-62].
Según la escala de puntuación RAMRIS, el grado de sinovitis se clasifica en una escala
de 0 a 3 por cada área articular explorada, según una gradación arbitraria de la sinovitis
[ausencia de sinovitis, leve, moderada y grave (la peor imaginable)]. La sinovitis se valora
en las articulaciones radiocubital distal, radiocarpiana, intercarpiana-carpometacarpiana y
segunda a quinta MCF. Los cambios óseos se evalúan en carpo, radio distal, cúbito distal
y bases metacarpianas. Las erosiones se puntúan de 0 a 10 según intervalos de afectación
del 10% del volumen, y el edema de la médula ósea se puntúa de 0 a 3 según intervalos de
afectación del 33% del volumen. Los huesos largos se puntúan a una profundidad de 1 cm
bajo la superficie articular.
La fiabilidad de esta escala de puntuación ha sido evaluada por múltiples estudios,
encontrándose en todos ellos una baja variación intraobservador y una baja correlación
H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482 475
Determinaciones de volumen
El volumen de la sinovial, de las erosiones óseas, del líquido sinovial y del cartílago se
puede medir directamente, en milímetros cúbicos o cuadrados, en imágenes con o sin con-
traste. Estas determinaciones se correlacionan bien con la actividad de la enfermedad y se
han utilizado como biomarcadores.
El método más directo para calcular el volumen es delinear la anatomía en las imágenes
con contraste y medir el volumen. Otra forma de hacerlo es considerar las imágenes de
sustracción y calcular un número de píxeles cuyo nivel de intensidad supere cierto valor
umbral. Este abordaje exige definir un nivel umbral óptimo y puede introducir contradic-
ciones y subjetividad en la evaluación.
La reproducibilidad de las determinaciones del volumen sinovial ha sido analizada por
varios grupos observando resultados razonables [66,67]. Del mismo modo, las variabilida-
des intra- e interobservador de las escalas OMERACT han sido buenas [68].
Las determinaciones del volumen pueden verse influidas por la dosis del agente de con-
traste y por los parámetros de la adquisición. Tanto el protocolo de adquisición como los
movimientos del paciente durante la prueba pueden influir sobre los planos o bordes tisu-
lares de interés. El procedimiento de delinear el volumen es costoso en tiempo y muy sub-
jetivo.
Algunas de las pruebas más convincentes indican que la DCE-RMI podría ser un mejor
marcador de actividad de la enfermedad que la medición del volumen sinovial [63]. La
DCE-MRI proporciona información sobre vascularización, perfusión y permeabilidad capilar
tisulares, y por tanto permite evaluar el grado de inflamación y la progresión posterior al
tratamiento [63]. En la DCE-RMI el contraste a base de gadolinio es captado preferentemen-
te en zonas de inflamación como la sinovitis y el edema, lo que facilita la distinción entre
los tejidos sanos y perfundidos. Tras la administración intravenosa del agente de contraste
se produce una variación transitoria de la intensidad de señal en la RM. La evaluación de
los cambios de la señal con el tiempo se corresponde con los cambios de la concentración
del agente en los tejidos, que a su vez depende del grado de actividad inflamatoria.
Utilizando esta información sobre el comportamiento de los tejidos, se han desarrollado
diversas escalas de puntuación cuantitativas y cualitativas. Un método simple, pero subje-
tivo, es el «método de la revisión naif», en el cual un observador examina el realce con
contraste secuencialmente en todas las imágenes de la secuencia. Con este método puede
ser difícil detectar pequeñas áreas de realce o áreas de realce ligero (sobre todo en los estu-
dios de la muñeca).
Es preferible un método completamente automatizado para el análisis cuantitativo de los
datos de la DCE-RMI [69,70]. Este método incorpora técnicas de preprocesado eficaz auto-
matizado, que permiten la segmentación de las áreas sin interés, como el fondo y los mar-
cadores, y la alineación eficaz de los volúmenes tridimensionales dentro del estudio
476 H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482
DCE-MRI, reduciendo así los artefactos causados por los movimientos del paciente. Nuevos
estudios determinarán la importancia de la clasificación del comportamiento de las curvas
de la intensidad de señal normalizada frente al tiempo.
La figura 2 muestra una exploración mediante DCE-RMI de la muñeca de un paciente con
AR activa utilizando el método tradicional (sustracción) y el método computarizado de Kubas-
sova et al. [69,70]. Debido a las técnicas de preprocesado aplicadas [69,71], se han reducido
al mínimo los artefactos del realce en los mapas paramétricos construidos con la nueva téc-
nica.
La representación paramétrica de la información consiste básicamente en una agrupa-
ción de la información de un corte temporal en una única imagen. Por tanto, los mapas
paramétricos proporcionan ayuda visual avanzada para la evaluación de la extensión e
intensidad de la enfermedad. Además, simplifica la evaluación de las exploraciones repeti-
das, ya que no es necesario comparar dos conjuntos de datos completos. En su lugar, pue-
den alinearse y evaluarse los mapas correspondientes a los datos. Esto permite representar
incluso ligeros cambios en la situación de un paciente.
Estadísticamente, un conjunto de píxeles que se realzan con el contraste son un buen
indicador de progresión de la enfermedad. Este método proporciona una evaluación numé-
rica que permite tomar con fiabilidad decisiones clínicas y de investigación. La posibilidad
de evaluar los datos adquiridos con los equipos de RM de baja intensidad de campo aumen-
ta aún más la utilidad de este método, ya que este tipo de equipos son más cómodos para
el paciente y su relación costo-eficiencia es mejor que la de los equipos de alta intensidad
de campo. El campo de la DCE-RMI está desarrollándose con gran rapidez. Pueden consul-
tarse más detalles sobre este método en www.image-analysis.org.
A B C D
Figura 2. Resonancia magnética dinámica realzada con contraste de la muñeca en un paciente con artritis reumatoi-
de activa, analizada mediante el método tradicional (sustracción) y un método reciente. (A) Imagen tras el contraste.
(B) Imagen de sustracción (precontraste y poscontraste). (C) Mapa de la captación de Gd-DTPA superpuesto sobre la
imagen anatómica de la muñeca. Las zonas azules del mapa indican tejidos cuyas curvas de intensidad de señal
dinámica frente al tiempo muestran una fase basal, de llegada de contraste, de meseta y de eliminación del contraste.
Las zonas azules corresponden a curvas dinámicas con fase basal, de llegada de contraste y de meseta. Las zonas
rojas constan de fase basal y llegada de contraste. (D) Mapas paramétricos con realce máximo superpuestos sobre la
imagen poscontraste; los valores del estadístico se han normalizado de 0 a 1. El valor más alto se muestra en blanco-
amarillento y los valores más bajos en rojo.
H. Bliddal et al. / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 465–482 477
Tabla 2
Propiedades de las técnicas de imagen en la artritis reumatoide: valor para los estudios clínicos.
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los resultados, por ejemplo, el modelo heurístico [70], se puede conseguir evaluar de forma
semiautomática o totalmente automatizada la actividad de la enfermedad. La ventaja de los
nuevos métodos es que a menudo incluyen técnicas de preprocesado, diseñadas para redu-
cir los artefactos provocados por los movimientos del paciente, y además permiten la extrac-
ción automatizada del tejido de interés y la cuantificación de la actividad de la enfermedad.
Esto asegura una alta sensibilidad y reproducibilidad de los resultados, elimina sesgos
humanos de la evaluación y ahorra tiempo y recursos.
Conclusión
Información práctica
Programa de investigación
• El uso más amplio de las técnicas de imagen en reumatología depende del diagnóstico
asistido por ordenador
• Se están desarrollando algoritmos para la evaluación automática de la RM
• Son precisos estudios que comparen las técnicas de imagen ecográficas y por RM, en
concreto la ecografía Doppler y la RM realzada con contraste
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11
Enfermedad de Paget
Tabla 1
Técnicas de imagen para la evaluación del hueso.
metileno marcado con tecnecio 99m, depende de la actividad metabólica esquelética, por
lo que puede reflejar la actividad y la intensidad de la enfermedad de Paget y es sensible
también para detectar cambios en la actividad de la enfermedad [7-9]. Por tanto, la gam-
magrafía ósea complementa a los marcadores bioquímicos (p. ej., fosfatasa alcalina sérica,
hidroxiprolina urinaria y osteocalcina sérica) en la evaluación del recambio óseo [10].
Ni la gammagrafía ósea ni la radiografía convencional pueden detectar por sí solas todas
las lesiones en la enfermedad de Paget [8,9]. De las dos técnicas, la gammagrafía ósea es
más sensible que la radiografía para la detección de lesiones metabólicamente activas [11].
Sin embargo, las lesiones inactivas o casi inactivas en general sólo pueden detectarse con
la radiografía convencional.
Se ha demostrado que la evaluación cuantitativa de la gammagrafía ósea es útil para
evaluar la efectividad de los tratamientos, sobre todo la de los bisfosfonatos potentes
[10,12,13]. De hecho, pueden observarse signos gammagráficos de actividad pagética en
pacientes con cifras séricas de fosfatasa alcalina normales. Este hecho puede tener conse-
cuencias terapéuticas, ya que no debería desecharse el tratamiento adecuado porque la
fosfatasa alcalina sea normal cuando existen datos gammagráficos de enfermedad de Paget
activa [14].
Osteomalacia y raquitismo
Osteoporosis
Tabla 2
Precisión, menor diferencia detectable (MDD), exactitud y dosis de radiación de varios métodos de determinación
de la densidad ósea. Adaptado de diversas fuentes [28-32].
mineral ósea (DMO) también pueden expresarse en puntuaciones relativas a una población
de referencia, en unidades de desviación estándar (DE), denominadas puntuaciones T
y Z [34]. La puntuación T se define como el número de DE respecto a la media de mujeres
jóvenes que han alcanzado su pico de masa ósea en una población de referencia. La pun-
tuación Z se define como el número de DE respecto a la media de controles de edad y sexo
similares. En 1994, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó unos criterios diag-
nósticos para la osteoporosis en mujeres caucasianas posmenopáusicas a partir de determi-
naciones de densidad ósea mediante DEXA en la cadera expresadas como número de DE en
la puntuación T [35,36]. Este diagnóstico operativo permite clasificar a los individuos en
normales (puntuación T ⬎–1 DE), osteopénicos (puntuación T entre ⱕ–1 DE y ⬎–2,5 DE)
y osteoporóticos (puntuación T ⱕ–2,5). Los valores de referencia adecuados son, por tanto,
básicos para la evaluación clínica de los individuos normales, osteopénicos y osteoporóti-
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cos. Así, una base de datos de referencia con una DMO media alta y/o una DE pequeña
sobreestimaría la proporción de pacientes con osteoporosis en comparación con una base
de datos de referencia con una DMO media más baja y/o una DE mayor [37]. Por todo ello,
es necesaria una población de referencia estándar para el cálculo de las puntuaciones T y Z.
Una serie de expertos [40] realizaron la Third National Health and Nutrition Examination
Survey (NHANES III) [38,39], y tanto la International Osteoporosis Foundation como la
International Society of Clinical Densitometry [41,42] han recomendado su uso como refe-
rencia para el cálculo de las puntuaciones T y Z.
Los criterios de la OMS fueron desarrollados fundamentalmente para su uso en epidemio-
logía descriptiva, pero han logrado gran aceptación y se emplean habitualmente para deter-
minar el umbral de intervención, de tratamiento y de inclusión en ensayos de fármacos, y
también como base para la evaluación de tecnologías sanitarias. Además, al no existir una
definición basada en la DMO para la osteoporosis masculina, la osteoporosis inducida por
corticoesteroides y la osteoporosis inflamatoria, la definición de la OMS se aplica también
por comodidad a estos grupos de pacientes [23,40,43]. Con el desarrollo de nuevas tecnolo-
gías para evaluar la densidad ósea y con la medición de determinaciones en localizaciones
distintas del cuello femoral, ha surgido la tentación de aplicar los mismos criterios diagnós-
ticos de la OMS, con los puntos de corte de T propuestos, para diagnosticar la osteoporosis
con estos métodos. Por tanto, en los últimos años, el valor de los criterios de osteoporosis de
la OMS se ha visto erosionado por el uso creciente de determinaciones óseas periféricas en
488 G. Haugeberg / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 483–495
DEXA
TCC
Se han investigado métodos menos costosos y más cómodos para determinar la masa
ósea que el método de la DEXA central. Se han desarrollado diversos equipos para tomar
determinaciones cuantitativas de huesos periféricos, como la DXR, la EcoC, la TCC perifé-
rica y la DEXA periférica. Se ha demostrado que las determinaciones periféricas de la DMO
se correlacionan tan estrechamente como las centrales con los factores de riesgo clínicos
para osteoporosis [55]. Las determinaciones cuantitativas del hueso periférico pueden ser
útiles para la predicción del riesgo de fracturas en contextos clínicos en los que no se dis-
pone de la DMO, y también para identificar a los pacientes con mayor riesgo de osteoporo-
sis en la cadera o en la columna, mediante DEXA. Recientemente, la UK National Osteopo-
G. Haugeberg / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 483–495 489
rosis Society (NOS) publicó nuevas recomendaciones sobre el uso de dispositivos de DEXA
periférica (pDEXA) en la osteoporosis. Las directrices de la NOS establecen unos umbrales
superiores e inferiores específicos para cada tipo de dispositivo de DEXA periférica. Los
umbrales se definen de modo que los pacientes con osteoporosis de cadera o columna se
identifican con una sensibilidad del 90% y una especificidad del 90%. Utilizando el algo-
ritmo de la NOS, se observó que sólo el 40% de las mujeres integradas en un estudio reque-
rían una exploración con DEXA axial para confirmar el diagnóstico [56]. Un estudio llegó a
la conclusión de que utilizando la DEXA del antebrazo con un umbral modificado de pun-
tuación T de –2,1 se evitaría la necesidad de realizar DEXA de columna y cadera, e identi-
ficaría sólo unos pocos casos menos de fracturas que la DEXA de cadera y columna [57].
La DXR y la EcoC se describen más adelante.
DXR
En la época anterior a la DEXA se empleó ampliamente la radiogrametría, originalmente
propuesta por Barnett y Nordin [58], para determinar de forma cuantitativa el hueso corti-
cal. Se utilizaban los diámetros corticales externo e interno. Se calculaba el índice metacar-
piano, definido como el grosor cortical combinado dividido entre el diámetro cortical exter-
no [59,60]. Posteriormente se ha desarrollado una versión computarizada de la
radiogrametría. Este método, llamado DXR, permite medir el hueso con mayor precisión,
detectando pérdidas de masa ⬍1%, lo que hace que la CXR sea un método interesante para
la evaluación de la masa ósea (v. tabla 2). En las radiografías convencionales o digitalizadas
el ordenador reconoce automáticamente las regiones de interés alrededor de la porción más
estrecha de los metacarpianos segundo, tercero y cuarto. Se mide 118 veces por centímetro
el grosor de la cortical, la anchura del hueso y la porosidad. A partir de estas medidas físi-
cas se calcula una cifra de DMO final que, en promedio, equivale a la medición de la DMO
mediante DEXA [3,29].
Tanto la CMO medida mediante la DXR como la porosidad responden al tratamiento
antirresortivo, por ejemplo con un bisfosfonato [61]. La DXR puede ofrecer, por tanto, una
nueva forma de evaluar los efectos de diferentes pautas terapéuticas antirresortivas utiliza-
dos para prevenir la osteoporosis, ya que la DXR no sólo refleja la densidad ósea, sino
también la porosidad del esqueleto [81].
La DXR ha demostrado ser tan eficaz como la EcoC del calcáneo para identificar la osteo-
porosis en las mujeres posmenopáusicas [62]. La DXR se ha recomendado también como
método útil para la evaluación del futuro riesgo de fracturas, especialmente en pacientes
con una fractura distal del antebrazo. El método puede presentar ventajas sobre las deter-
minaciones periféricas mediante DEXA, ya que podría utilizarse una radiografía convencio-
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nal del antebrazo obtenida al atender la fractura [63]. Los datos indican que la DMO medi-
da mediante DXR es tan útil como otras determinaciones periféricas de la DMO para la
predicción de fracturas de muñeca, de cadera y vertebrales [64].
En la AR, la DXR muestra disminución de la masa ósea local, dependiendo de la inten-
sidad de la AR, y es superior a la EcoC para la evaluación de la osteoporosis [65]. Los datos
observados indican también que la evaluación de los huesos de las manos mediante DXR
puede ser tan útil como la DEXA de cadera y columna vertebral para predecir el riesgo de
fracturas en pacientes con AR [66].
EcoC
En la EcoC se miden la velocidad del sonido (VS, m/s) y la atenuación de los ultrasoni-
dos de banda ancha (AUBA, dB/MHz). Los equipos de EcoC se han desarrollado sobre todo
para estudiar el talón o los dedos, aunque también se han probado para la evaluación de la
cadera [67]. Con el perfeccionamiento tecnológico, por ejemplo, con el procesado de seña-
les basado en ondoletas, las mediciones mediante EcoC en el fémur proximal podrían con-
vertirse en una herramienta clínica útil para evaluar el riesgo de fracturas [68].
Se han observado correlaciones similares con los factores de riesgo de osteoporosis con
la EcoC y la DMO por DEXA [69]. Se ha demostrado que la EcoC del calcáneo es tan útil
490 G. Haugeberg / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 483–495
como la DEXA central para la identificación de mujeres con alto riesgo de fracturas verte-
brales osteoporóticas [70].
El principal ámbito de utilización de la EcoC es la evaluación del riesgo de fracturas y
no el diagnóstico de osteoporosis o la monitorización de la enfermedad [71]. Se ha obser-
vado que la EcoC predice fracturas no vertebrales, entre ellas las de cadera, en los primeros
años de posmenopausia, y en mujeres y varones ancianos, casi tan bien como las determi-
naciones de la DMO de la cadera [72-76]. Se ha demostrado que la EcoC combinada de
múltiples localizaciones mejora la distinción de los pacientes con fractura de cadera [77].
Sin embargo, la determinación combinada con EcoC y DMO por DEXA no son superiores a
cualquiera de ellas por separado.
La EcoC ha despertado interés en el estudio de la osteoporosis inducida por corticoeste-
roides y se ha sugerido que podría proporcionar información sobre la estructura además de
la densidad ósea [78-80]. El interés también se ha debido a los resultados contradictorios
sobre el valor de la DMO como factor de riesgo de fracturas en los pacientes tratados con
corticoesteroides [81-84]. Algunos autores han propuesto la existencia de una calidad ósea
y un umbral de fracturas alterado [81,82], algo que ha sido negado por otros [83,84]. En la
osteoporosis inducida por corticoesteroides, algunos resultados indican que la EcoC aporta
información adicional sobre la estructura ósea, especialmente la AUBA [80]. Estudios pre-
vios han obtenido resultados contradictorios sobre la mejor capacidad discriminatoria de
las medidas de EcoC óseo entre pacientes con AR y controles, en comparación con la den-
sidad ósea medida mediante DEXA [32,85-87]. En uno de estos estudios, el grado de reduc-
ción de las mediciones de la EcoC (VS y AUBA) fue igual al observado en la DEXA de
cadera en pacientes con AR comparados con controles [87]. Sorprendentemente, en este
estudio, sólo la edad, el peso, la positividad del factor reumatoide y la lesión articular se
asociaron de forma independiente con las mediciones mediante EcoC y DEXA del hueso de
la cadera; no se observó asociación alguna con la utilización de prednisolona [87]. En con-
clusión, los resultados de las determinaciones óseas mediante ecografía cuantitativa pare-
cen reflejar principalmente la masa ósea y, por tanto, no aportan ninguna ventaja significa-
tiva sobre la DEXA en la evaluación de la osteoporosis secundaria.
Información práctica
Programa de investigación
sis
• La RM y la TC de alta resolución han aumentado nuestro conocimiento sobre la contri-
bución de la arquitectura del hueso trabecular a la resistencia ósea. Es necesario inves-
tigar más a fondo estas técnicas y su posible utilización clínica
• Es necesario también comprender mejor la influencia de los corticoesteroides y de la
inflamación articular reumática sobre el hueso
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Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 497–504
12
* Autor para correspondencia. Tel.: +39 010 3538905; fax: +39 010 3538638.
Dirección electrónica: cimmino@unige.it (M.A. Cimmino).
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Ecografía
m m
A B
f m f m
C D
Los agentes de contraste y las técnicas de imagen harmónica pueden aumentar las apli-
caciones de la técnica Doppler, ya que ambos aumentan mucho la sensibilidad del flujo en
color [4]. Los agentes de contraste ecográfico, en forma de microburbujas, refuerzan la
dispersión de los reflejos en la sangre y aumentan la sensibilidad del estudio Doppler. Sin
embargo, las ventajas derivadas de la detección de un mayor número de vasos perfundidos
con los agentes de contraste aún no han sido aceptadas unánimemente en la literatura
médica. Esto se explica por la gran sensibilidad de la técnica de Doppler simple (sin con-
traste) en los equipos de ecografía de última generación.
Entre las principales innovaciones de los últimos años en ecografía, la más prometedora
es la ecografía tridimensional (3D) [8]. La revolucionaria ecografía 3D se basa en la adqui-
sición automática de un volumen de ecos mediante la colocación de la sonda en la región
deseada una sola vez [9,10]. Además de cortes, la ecografía 3D produce también cubos de
ecos que se pueden explorar en cualquier plano, incluido el plano coronal, no accesible con
la ecografía tradicional. La ecografía 3D permite la reconstrucción tridimensional, que pue-
de proporcionar información adicional. Las características especiales de la adquisición y
reconstrucción de las imágenes 3D las convierten en el instrumento ideal para evitar las
limitaciones de difusión y fiabilidad inherentes a la ecografía tradicional. El reto para la
ecografía 3D estriba en convertirse en un método sencillo, que pueda aprenderse fácilmen-
te y no dependa del operador. El estudio de una región anatómica mediante ecografía 3D,
aunque sigue estando supeditado al reconocimiento de las referencias tradicionales, reduce
el grado de error inherente a la estandarización de la imagen, ya que la navegación de las
imágenes volumétricas obtenidas a partir de los datos puede realizarse en otro momento, a
conveniencia del operador (figura 2).
Además, la obtención de cortes coronales y la reconstrucción 3D proporcionan una
mayor información, inaccesible con la técnica estándar. En concreto, estas imágenes pue-
den ser de gran utilidad práctica para evaluar la extensión completa de una lesión anatómi-
ca y las relaciones entre las lesiones y los tejidos vecinos. Hay que tener en cuenta que el
operador puede elegir el plano a explorar (longitudinal, transverso o coronal), así como un
número virtualmente infinito de cortes, y comparar automáticamente el aspecto de las
regiones de interés en todos los demás planos. El punto de intersección entre los tres planos
perpendiculares es evidente y facilita una correlación perfecta y simultánea entre las tres
ventanas. La aplicación más prometedora de la ecografía 3D es la monitorización de la
perfusión sinovial con power-Doppler. La ecografía 3D parece ser útil para evaluar la proli-
feración sinovial y permite obtener diversas imágenes estereoscópicas interesantes de las
estructuras sinoviales y de los patrones de proliferación sinovial (desde proliferaciones
simples hasta estructuras vegetantes complejas) [11].
La precisión diagnóstica de la ecografía podría mejorarse combinándola con la tomogra-
fía computarizada (TC) o con la imagen por resonancia magnética (RM). Estas novedosas
© ELSEVIER. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.
f m m
A B
C D
Figura 2. Esta ecografía tridimensional muestra las imágenes longitudinal (A), transversa (B), coronal (C) y la recons-
trucción tridimensional (D) de una articulación metacarpofalángica con sinovitis erosiva en un paciente con artritis
reumatoide. Las flechas señalan la erosión ósea. f, falange proximal; m, cabeza del metacarpiano.
A B C
Figura 3. Ejemplo representativo de imagen de fusión donde se aprecia erosión ósea de la cara dorsal de la cabeza
de un metacarpiano en un paciente con artritis reumatoide. (A) Con la técnica power-Doppler se observa un aumen-
to de perfusión de la proliferación sinovial, especial dentro de la erosión ósea. (B) La imagen de fusión muestra la
superposición de imágenes de ecografía y tomografía computarizada. (C) La tomografía computarizada muestra
erosión ósea que se manifiesta por interrupción de la cortical.
M. A. Cimmino, W. Grassi / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 497–504 501
TA TA
C C
Figura 4. Sonoelastografía axial a través del tendón de Aquiles (TA) donde se observan áreas de pérdida de elastici-
dad patológica (*), de coloración azul, correspondientes a tejido duro. C, calcáneo.
Resonancia magnética
especial importancia en los equipos especializados, que exigen la reposición de los miembros
debido a su limitado campo de visión. Los nuevos agentes de contraste pueden prolongar la
fase vascular. Están compuestos por sustancias que se unen a proteínas y muestran gran afi-
nidad por la albúmina sérica, alta relaxividad in vivo y una vida intravascular prolongada de
60 min o más. El gadofosveset trisódico, el primero de estos nuevos agentes de contraste, se
ha utilizado en la angiografía por resonancia magnética, en donde ha demostrado su superio-
ridad sobre los medios de contraste tradicionales [7]. Es fácil adivinar las posibles aplicaciones
en la obtención de imágenes de la membrana sinovial.
Las radiografías con carga constituyen la técnica habitual para obtener imágenes en la
artrosis de rodilla y, en casos seleccionados, en la evaluación de la columna vertebral. Su
ventaja es que muestran las articulaciones en una situación similar a la vida real, cuando
están sometidas a la gravedad. En esta situación pueden producirse cambios biomecánicos
significativos. Recientemente el concepto de carga se ha ampliado a la RM, con la aparición
de un equipo especializado dotado de una plataforma inclinable que rota junto con el imán
y el paciente desde la posición prono a la posición con carga. Aunque esta técnica no se ha
aplicado aún al estudio de enfermedades reumáticas, podría ser útil para investigar la rodi-
lla artrósica y conocer mejor las posibles causas de dolor (figura 5).
La RM de cuerpo entero evalúa todo el cuerpo en una sola adquisición gracias a una
plataforma móvil y múltiples bobinas. Esta técnica se ha desarrollado fundamentalmente
para la angiografía por resonancia magnética y ha estimulado diversas mejoras técnicas. Los
aparatos de resonancia magnética de última generación deben disponer de todo lo siguien-
te para la realización de una angiorresonancia magnética de cuerpo entero: una camilla con
un rango de movilidad de 200 cm, un diseño integrado para cubrir el cuerpo del paciente
con un gran número de bobinas de radiofrecuencia phased-array de superficie y un gran
número de receptores de radiofrecuencia para asegurar la mayor sensibilidad posible en la
obtención de señales de todo el cuerpo.
Un sistema de radiofrecuencia de este tipo posee 76 bobinas (y hasta 102 en las versiones
más modernas) y 32 canales receptores de radiofrecuencia, con un rango de movilidad de
la camilla de 205 cm, conocido como «total imaging matrix». Los distintos elementos de la
bobina se pueden combinar de modo flexible con los canales receptores disponibles. Al
disponer de bobinas de superficie especialmente diseñadas, adaptadas a la región que inte-
resa estudiar, y de numerosos receptores de radiofrecuencia, este sistema aprovecha toda la
potencialidad del cociente señal/ruido. Entre sus ventajas están un tiempo de adquisición
A B
Figura 5. Resonancia magnética de la rodilla en un paciente con dolor medial de reciente aparición al estar de pie.
Se observa adelgazamiento del cartílago medial, que recubre el hueso subcondral uniformemente, tanto en posición
de decúbito (A) como con carga (B). En (B), obsérvese la subluxación del menisco medial que estira la cápsula y el
ligamento colateral medial (flecha). Esto constituye otra posible causa de dolor.
M. A. Cimmino, W. Grassi / Best Practice & Research Reumatología Clínica 22 (2008) 497–504 503
Información práctica
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