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¿QUÉ ES LA ANTROPOLOGÍA?

ANTROPOLOGÍA

La antropología es una disciplina global, holística y comparativa que trata de explicar las
formas de vida y comportamiento de los diferentes grupos socioculturales antiguos y
modernos.
La antropología general, ante la magnitud y complejidad de su campo de estudio, se fue
fraccionando y especializando en varias áreas de investigación: la antropología física, la
lingüística antropológica, la arqueología y la antropología social o cultural, principalmente. Con
el paso del tiempo, muchos investigadores de estas diferentes especialidades han perdido el
contacto entre sí, a tal grado que incluso algunos han llegado a considerarlas como disciplinas
autónomas. No obstante, afortunadamente existen otros grupos de antropólogos que siguen
acudiendo a la idea original de que la antropología es una ciencia integral.
La Antropología Social es una especialidad que se ha desarrollado y definido de forma
paulatina. El origen del término se puede encontrar en escritos de los antropólogos ingleses de
principio del siglo pasado, quienes trataban de derivar de la antropología general una rama de
estudio que centrara su interés en los aspectos sociales de las culturas “primitivas”
contemporáneas. Durante aquellas primeras décadas se comenzó a manifestar esta corriente,
pero fue hasta finales de la Segunda Guerra Mundial cuando realmente se consolidó como una
ciencia especializada, de alto rigor teórico y empírico, centrada en el estudio de las
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instituciones sociales de las sociedades no industrializadas.
En la actualidad, un antropólogo social estudia la cultura y las instituciones sociales de
los diversos grupos humanos, ya sean estos cazadores-recolectores de África, horticultores de
Sudamérica, campesinos mexicanos, obreros malayos, agentes de bolsa de Wall Street o
chavos banda de cualquier metrópoli. Los antropólogos comúnmente investigan temas
relacionados con las formas de adaptación ecológica, la organización social, los sistemas
económicos, las relaciones políticas, las normas y valores, las creencias religiosas, la
cosmovisión, la mitología, la magia, el arte, etcétera.
Toda esta información no tendría ningún sentido si no estuviera relacionada con una
finalidad: explicar las semejanzas y las diferencias, el cambio y la continuidad en los distintos
sistemas socioculturales. Para el científico social es fundamental el hecho de identificar y
comprender los factores y mecanismos que intervienen en estos fenómenos. Sólo así es
posible explicar por qué los grupos difieren en sus estructuras sociales, en sus creencias y en
sus valores.
Finalmente, es importante señalar que el antropólogo no debe ser un científico o
académico alejado del compromiso social. La vocación antropológica tiene en un principio
cierta dosis de exotismo. Es normal que las personas elijan ejercer esta carrera motivadas por
intereses personales de experimentar vivencias místicas, o con la esperanza de convertirse en
sabios. Pero esta ilusión debe dar paso a un interés más legítimo: la intención de aplicar todos
los esfuerzos al tratamiento de los problemas del mundo moderno. La utilidad de la aportación
antropológica puede manifestarse de diversas maneras, pero la prioridad debe ser la
contribución a esclarecer y proponer soluciones a los problemas de las sociedades en que
vivimos.

Gustavo Marín Guardado


¿QUÉ ES LA ANTROPOLOGÍA?

La Antropología en México

Desde cierto punto de vista, la antropología de México nació con los primeros contactos que
establecieron los invasores europeos con los americanos de la región y se prolongó a lo largo
de los tres siguientes siglos de violenta incorporación de estos últimos a la civilización ibero-
europea y cristiana. En efecto, los relatos de la conquista (de los cuales han sobrevivido casi
sólo los de los vencedores), los reportes de administradores reales y religiosos y las largas
controversias sobre el estatuto humano de los indios sirven hasta el día de hoy para
reconstruir, junto con resultados de las excavaciones arqueológicas, importantes aspectos de
la historia prehispánica del área y de su desarrollo durante la época colonial. Después de haber
alcanzado México su independencia política a comienzos del siglo XIX, estos materiales se
enriquecieron considerablemente: viajeros, extranjeros y nacionales recorren el país y
consignan en cartas, reportes y dibujos sus observaciones; se forman colecciones de
antigüedades y objetos “exóticos”; campañas militares, proyectos de colonización e intentos
de formalizar una administración gubernamental ordenada, generan datos etnográficos de todo
tipo; en diversas regiones del país círculos ilustrados se interesan por los antecedentes
precoloniales. Los “hispanistas” y los “indigenistas” confrontan sus proyectos de nación, y los
conflictos entre Iglesia y Estado, por una parte, y entre las concepciones liberalistas y la
organización indígena aportan cada uno a su manera, datos y reflexiones de tipo etnológico e
histórico.
En 1910, ya en la víspera de la revolución Mexicana, se inauguró en la capital del país
la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americana, copatrocinada por los 2
gobiernos de EUA y de Alemania. Los avatares del periodo revolucionario no permitieron la
sobrevivencia de esta institución y también otros núcleos de enseñanza e investigación de tipo
antropológico fueron gravemente afectados por las convulsiones sociales, políticas y militares
de la segunda década de aquel siglo.

Principios del siglo XX


Desarrollo Nacional y la Cuestión Indígena
La antropología propiamente profesional, en México, se consolida como una disciplina moderna
después de la Revolución. Durante este periodo centró su atención en la situación y
características de los grupos indígenas, mientras que la dilucidación del pasado prehispánico,
especialmente de los grandes centros urbanos ceremoniales, era el foco de atención central de
los trabajos arqueológicos. En ambas áreas de estudio, la investigación científica se hallaba
frecuentemente vinculada con intereses prácticos. En el primer caso, con diversos tipos de
“programas de desarrollo” en las comunidades y regiones estudiadas, en el segundo, con la
reconstrucción parcial de los restos de las antiguas civilizaciones mesoamericanas.

El viraje de los sesenta:


Crítica social, estudios campesinos y crecimiento institucional

Para la década de 1960 la fascinación por la Revolución Cubana, los debates sobre la teoría de
la independencia, la crítica al imperialismo socioeconómico y cultural contribuyeron en todo el
continente a crear un clima de aguda crítica social. La experiencia (muchas veces fomentada
de manera decisiva por los periodos de investigación empírica de la cruda realidad de
explotación y opresión en el campo mexicano) hicieron lo suyo para que en una parte
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significativa de los antropólogos mexicanos –profesionales y estudiantes- se arraigara


fuertemente este espíritu crítico. La represión sangrienta del movimiento estudiantil mexicano
en vísperas de los juegos olímpicos de 1968 constituyó la reacción más feroz de una estructura
política y social globalmente cuestionada, que en lo sucesivo tuvo que idear nuevos
mecanismos para modificarse sin perder el control del país.
Este tipo de factores produjeron finalmente un viraje que afectó significativamente a la
comunidad antropológica establecida y a un porcentaje aún mayor del estudiantado. Como
resultado de ello, la atención principal de sus miembros se dirigía ahora cada vez más hacia la
población rural, especialmente a los pequeños productores parcelarios, tratando de entender
los mecanismos socioeconómicos y estructurales causantes de su situación y el potencial de
cambio con respecto a esta última y a la del país entero.

El pasado más reciente

Dos temas cobraron gran auge paulatinamente. Uno fue la atención a los procesos de
urbanización, que se volvieron cada vez más vertiginosos y conflictivos en todo el país. El otro
fueron las múltiples facetas de la conformación y organización de la clase obrera mexicana:
procesos de trabajo, conflictos sindicales y los modos de vida particulares en la pequeña
industria domiciliaria. En ambos campos de estudio se han acumulado conocimientos
etnográficos importantes y se han aportado planteamientos que son discutidos también por
especialistas de otras disciplinas sociales.
Actualmente, los trabajos antropológicos producidos en el país se ocupan de una amplia
gama de temáticas. Se suman en años recientes la atención a los fenómenos religiosos 3
(principalmente los vinculados con las iglesias cristianas), la situación de las mujeres
(especialmente de las pertenecientes a los estratos en condiciones de vida más precarias), los
procesos de salud-enfermedad, diversos aspectos de la educación formal y determinados
movimientos sociales y políticos. Se estudian procesos de pérdida y reproducción de
identidades no solamente en las comunidades rurales “clásicas”, sino también en relación con
procesos migratorios y la formación de los grandes asentamientos urbanos. La relación
cultura-naturaleza y el debate sobre el patrimonio cultural, empiezan a dar indicios
prometedores para un nuevo reencuentro de la antropología sociocultural con las demás
disciplinas sociales tan necesarias para enriquecer las perspectivas de estudio.

ANTROPOLOGÍA FÍSICA

La antropología física contribuye significativamente al conocimiento de nuestra especie, su


historia, su cultura y su biología. Esta comprensión frecuentemente se ha basado en la
utilización de métodos y técnicas derivadas de otras disciplinas como la biología, arqueología,
geología, paleontología, lingüística, estadística, genética, zoología, etnología, etcétera. Se
puede definir como una disciplina donde confluyen varias ciencias y métodos de estudio
diferentes con un solo fin: comprender la unidad y diversidad de nuestra especie como un
campo de interacción entre lo biológico y lo cultural.
Lo que diferencia a la antropología física de otras disciplinas sociales es que concibe
como objeto de estudio tanto a las interacciones de procesos biológicos y sociales, como a sus
efectos sobre los seres humanos, a nivel de comunidad, de cultura o de especie. Ambos
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aspectos del ser humano son parte de su interés, tanto en el estudio presente como en el
pasado del hombre.
Dentro del amplio campo de la antropología física existen cuatro temas fundamentales.
La evolución humana, pues, nuestro conocimiento como especie, implica una visión
ecológica, por nuestra capacidad de manipular procesos naturales y sociales como ningún otro
animal sobre la Tierra. Para comprender este fenómeno, se deben contemplar varias teorías de
diferentes campos del conocimiento.
El tema de somatología muestra la enorme capacidad plástica que tiene nuestro cuerpo
para responder a las condiciones medioambientales (entre ellas la cultura, por supuesto). Esta
temática también es de particular interés para los arqueólogos, antropólogos y etnólogos cuyo
trabajo los lleva a analizar aquellos aspectos de la cultura con más impacto sobre el soma
humano, tales como la dieta, el trabajo y la cultura material.
El tema de ontogenia se interesa por el estudio del crecimiento, envejecimiento y
diferenciación de los órganos.
El tema de osteología ha llegado a un grado de madurez con las nuevas técnicas que ha
comenzado a desarrollar. Por ejemplo, la posibilidad de extraer el ADN de los huesos y hacer la
diferenciación sexual ya no es un problema, con lo cual será posible conocer el sexo de todos
los individuos de una excavación arqueológica, abriendo así el campo paleodemográfico y de
comportamiento reproductivo en poblaciones antiguas.
La osteología se interesa también por las prácticas funerarias en estas poblaciones
antiguas. En ellas encontramos una cosmovisión particular. Una muestra más de nuestra
unidad y variabilidad como especie.
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ARQUEOLOGÍA

La arqueología es, en parte, el descubrimiento de los tesoros del pasado, el trabajo meticuloso
del analista científico y el ejercicio de la imaginación creativa. Es fatigarse bajo el sol en una
excavación en el desierto de Irak, y trabajar con esquimales en las nieves de Alaska. Es
sumergirse en busca de navíos españoles hundidos en la costa de Florida, e investigar en las
cloacas del York romano. Pero es también la tarea esmerada de interpretación que nos permite
entender qué significaron estas cosas en la historia de la humanidad. La arqueología es, pues,
tanto una actividad física de campo como una búsqueda intelectual en el estudio o el
laboratorio y esto forma parte de su gran atractivo. La deliciosa mezcla de peligro y labor
detectivesca también la han convertido en el vehículo perfecto para escritores de ficción y
cineastas, desde Agatha Christie con Asesinato en Mesopotamia hasta Steven Spielberg con
Indiana Jones. Por mucho que estas imágenes se alejen de la realidad, captan la verdad
esencial de que la arqueología es una búsqueda excitante ―la búsqueda del conocimiento de
nosotros mismos y del pasado humano―.
Mientras los antropólogos culturales basan sus conclusiones en la experiencia de la vida
real dentro de comunidades contemporáneas, los arqueólogos estudian las sociedades del
pasado, principalmente a través de sus restos materiales ―las construcciones, útiles y demás
artefactos que constituyen lo que se conoce como la cultura material dejada por aquéllas―.
¿QUÉ ES LA ANTROPOLOGÍA?

Pese a todo, una de las tareas más arduas para el arqueólogo en la actualidad, es saber
cómo interpretar la cultura material en términos humanos. ¿Cómo se utilizaron esos
recipientes? ¿Por qué algunas viviendas son circulares y otras cuadradas? Aquí, los métodos de
la arqueología y la etnografía se superponen. En las últimas décadas, los arqueólogos han
desarrollado la etnoarqueología, en la que, al igual que los etnógrafos, viven en comunidades
contemporáneas, pero con el propósito específico de entender como usan la cultura material
dichas sociedades –cómo fabricaban sus útiles y armas, porque constituyen sus asentamientos
donde lo hacen, etcétera.

LINGÜÍSTICA

Muchas han sido las miradas dirigidas al lenguaje desde las distintas disciplinas, pero sólo a
través de la lingüística se le ha considerado de un modo especial: como objeto en sí mismo. Al
proponer el lenguaje como objeto de estudio científico, la lingüística se centra necesariamente 5
en el dominio de la observación y creación metodológica, abandonando cualquier intento de
normar o recomendar determinados comportamientos. Saussure, padre de esta disciplina,
estableció, en el Curso de lingüística general, que la materia de esta ciencia debería estar
constituida por todas las manifestaciones del lenguaje humano, no importando si se trataba de
“buen hablar” o “lenguaje incorrecto”; de tal modo que la tarea de la lingüística consistiría
únicamente en describir y explicar qué es y cómo funciona el lenguaje humano.
Por su parte, debemos admitir que toda lengua, al igual que los seres vivos, está
sometida al cambio. Aspectos sociales, geográficos y psicológicos inciden sobre las lenguas
modificando continuamente sus formas. La pureza lingüística no existe. En cambio, todas
las lenguas poseen un nivel de adecuación que las torna satisfactorias para expresar las
variadas circunstancias de las distintas comunidades humanas; es decir, cualquier lengua
cumple las funciones requeridas por la sociedad que la emplea. El lingüista no tiene, entonces,
por qué privilegiar los modelos o las preferencias lingüísticas de ciertos grupos: su papel es
dar razón de los fenómenos lingüísticos, destacando que cualquier forma de expresiones
indispensable para lograr la comprensión de la totalidad del lenguaje.
El lingüista contemporáneo establece la primacía estructural de la lengua oral y el
fundamento metodológico de su estudio, a partir del hecho de que la oralidad precede a la
escritura.

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