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Unidad 3: Parte histórica (Concilio Vaticano II)

3. Génesis de la Constitución Dogmática Lumen Gentium

INTRODUCCIÓN A LUMEN GENTIUM: GÉNESIS Y ESTRUCTURA1

0. Desde el anuncio hasta la inauguración del Concilio

El anuncio de la convocatoria a un nuevo concilio, el 25 de enero de 1959 –a menos de


noventa días de su elección como sucesor de Pío XII–, causó una gran sorpresa como
primera reacción. Entre otras razones, porque dada la avanzada edad de Juan XXIII, se
esperaba que su servicio constituyera un pontificado de transición. Lo inesperado y
sorprendente del anuncio, que habla de un “tiempo de renovación”, se daba en el
contexto de un catolicismo anquilosado en sus certezas. Sobre la originalidad y firmeza
de la decisión de Juan XXIII, se puede leer en su Diario de un alma que: “el concilio
ecuménico es totalmente iniciativa” de este papa. 2 En cuanto a los objetivos del
concilio, el papa habla de una doble celebración: un sínodo diocesano para la urbe y un
concilio general para la Iglesia universal. En unas palabras del 16 de abril de 1959,
puntualiza que se trata de “precisar y distinguir entre aquello que es principio sagrado y
evangelio eterno y aquello que es mudable según los tiempos… Estamos entrando en un
tiempo que podría llamarse de misión universal… –y añade– es necesario hacer nuestra
la recomendación de Jesús de saber distinguir los signos de los tiempos”.3

Entre las notas que distinguieron el anuncio de un concilio “ecuménico” se encuentra en


primer lugar la iniciativa de unidad entre las Iglesias cristianas y el que esta propuesta
viniera acompañada de la idea de cooperación y no de retorno. Segundo, se destaca que
hacia finales de abril Juan XXIII hable de una meta principal del concilio en términos
de “aumentar el compromiso de los cristianos” y luego, en torno a la celebración de
pentecostés, agregue la calificación del concilio como “nuevo pentecostés”. 4 Tercero, se
puede mencionar la decisión de crear una Comisión antepreparatoria (1959-1960), en el
contexto de un largo silencio marcado por la perplejidad y los interrogantes sobre la
iniciativa pontificia, que ayudó a una puesta en marcha del asunto. Esta comisión
cardenalicia tenía como tarea delinear los temas a tratar en el concilio y formular
propuestas para la composición de los órganos que gestionarían la preparación oficial
del concilio.5 Bajo la animación de la Secretaría de estado, la comisión realizó una
consulta universal que marcaba el estilo del concilio; el 14 de julio de 1959 se marcó el
nuevo rumbo con la comunicación de Juan XXIII sobre el nombre de Concilio Vaticano
II que recibiría el evento, distinguiéndose así del Vaticano I. Los resultados de esta
consulta fueron analizados y sintetizados por la comisión, estudiados por Juan XXIII y
preparados en una síntesis final para entregar a las comisiones preparatorias.

1
Apunte de clase elaborado por Dra. V. Azcuy para la materia: Lectura de textos de Eclesiología (cursada
año 2017, UCA Facultad de Teología).
2
Cf. G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), Salamanca, Sígueme, 2005, 20.
3
G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), 20.
4
Las citas están tomadas de G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), 31.
5
Un esbozo de los temas probables del trabajo conciliar señala estos puntos: el apostolado sacerdotal y
laical, la familia, la doctrina sobre la Iglesia, las relaciones Iglesia-Estado, adecuación de la organización
eclesiástica a las exigencias de los tiempos modernos, las misiones, relaciones entre obispos y religiosos,
la doctrina social.
La fase de preparación oficial del concilio (1960-1962) comenzó con una comisión
central y otras diez comisiones encargadas de distintos ámbitos temáticos –presididas
por los cardenales responsables de las congregaciones de la curia– que fueron
nombradas el 5 de junio de 1960. Lo más novedoso con respecto al cuadro institucional
existente fue una comisión sobre el apostolado de los laicos y un Secretariado para la
unión de los cristianos. Por no existir un plan orgánico, el trabajo preparatorio se
fragmentó en diversas temáticas y en los proyectos desarrollados –técnicamente
llamados “esquemas”– prevaleció la opción de presentar las enseñanzas doctrinales y
disciplinares de los últimos pontífices. Como resultado de esta etapa se produjeron más
de 70 proyectos, de diversa envergadura y contenido; entretanto se fueron consolidando
tres características fundamentales: (1) disponibilidad católica para el proceso
ecuménico; (2) “pastoralidad” o búsqueda de fraternidad hacia todos; (3) libertad del
concilio en cuanto a la participación de todos los obispos. Con lentitud, la noticia del
concilio y las fases preparatorias fueron generando un interés creciente y el surgir de
diversos estudios –más allá de la preparación oficial– que fueron direccionando las
mentes y voluntades hacia el magno evento que iba a celebrar la Iglesia universal.

Un mes antes del inicio del Concilio Vaticano II, Juan XXIII pronunció un
radiomensaje el 11 de septiembre de 1962, en el cual ofrece algunas líneas directrices –
inspiradas posiblemente por escritos del Cardenal Suenens–. La preparación incluyó un
reglamento para poder dar lugar a una asamblea con más de dos mil participantes. 6 Los
proyectos sometidos al examen del concilio se discutirían primero en las
congregaciones generales –realizadas en la basílica de San Pedro– para decidir si habían
de ser presentados o no; si la votación era positiva, se iniciaba el estudio del texto y se
introducían los modos para su enriquecimiento. En términos históricos, “la preparación
del Vaticano II puede considerarse magnífica”. 7 La idea inspiradora de Juan XXIII de
convocar un concilio “nuevo” logró encender un acontecimiento que estuvo marcado
por la perspectiva de la “pastoralidad”, siguiendo a Cristo buen Pastor, en un tiempo de
parálisis y atascamiento del catolicismo. La convocatoria de los por entonces grandes
teólogos de Europa centro-occidental –Chenu y Congar, Schillebeeckx, Rahner,
Ratzinger, De Lubac o Küng– fue sin duda un aporte indispensable para el desarrollo.

1. Génesis de Lumen Gentium: historia de la redacción

El texto de Lumen Gentium y su historia –como cada uno de los demás documentos
conciliares– descubre una parte de este fascinante acontecimiento conciliar y es su
progresivo desarrollo en profundidad y renovación. 8 En la historia de la redacción del
mencionado texto conciliar, se pueden distinguir tres momentos importantes –con sus
proyectos o esquemas correspondientes–, de los cuales se presenta a continuación una
síntesis con sus aspectos más significativos: el proyecto primitivo, el segundo proyecto
y el texto final.9

6
En cuanto a la organización de la asamblea conciliar, el Reglamento preveía dos niveles de trabajo: el
plenario (congregaciones generales) para las discusiones y el de los grupos de trabajo (11 comisiones más
dos órganos técnicos) para la elaboración de los textos de las decisiones. Los trabajos estaban dirigidos
por un Consejo de presidencia, compuesto por cardenales y un secretariado de asistencia.
7
Cf. G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), 43.
8
Para un estudio histórico pormenorizado, se puede consultar G. Alberigo (dir.), Historia del Concilio
Vaticano II, Leuven-Salamanca, Sígueme, 1999/2008 (cinco volúmenes).
9
Cf. G. Philips, La Iglesia y su misterio en el Vaticano II. Historia, texto y comentario "Lumen Gentium",
Barcelona, Herder, 1968, t.1 19-87.
1.1. Proyecto primitivo (1962), que fue presentado en las últimas seis sesiones de la
primera sesión conciliar, entre el 1 y el 8 de diciembre de 1962.
Este proyecto, como otros tantos, fue el fruto de la consulta realizada por Juan XXIII –a
los obispos, las Congregaciones romanas y a las universidades católicas– y el trabajo
posterior de las comisiones preparatorias y una comisión teológica que intentó recoger
los aportes de dicha consulta. El proyecto estaba articulado en 11 capítulos –al que se
sumó un capítulo sobre María que inicialmente había sido propuesto de manera
independiente en la asamblea– y tenía una extensión de 80 páginas.10
Si bien el esquema fue considerado como uno de los mejores entre los aprobados por la
comisión teológica preparatoria y a pesar de la presentación formal que tuvo, recibió
graves objeciones a su redacción y al pensamiento que lo inspiraba.

1. Naturaleza de la Iglesia militante.


2. Miembros de la Iglesia militante y necesidad de la misma para la salvación.
3. El episcopado como grado supremo del sacramento del orden y del sacerdocio.
4. Los obispos residenciales.
5. Los estados de perfección evangélica.
6. Los seglares.
7. El magisterio de la Iglesia.
8. La autoridad y la obediencia en la Iglesia.
9. Las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
10. Obligación que tiene la Iglesia de anunciar el Evangelio a todos los pueblos y en
toda la tierra.
11. El ecumenismo.
12. La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y Madre de los hombres.

En realidad, este primer proyecto sirvió sobre todo para ser criticado y para poner las
bases del segundo esquema. Las críticas más importantes, durante las seis
congregaciones que tuvieron lugar entre el 1 y el 7 de diciembre, fueron las siguientes:
1) que el texto ofrecía más de una yuxtaposición de temas doctrinales que un conjunto
estructurado y 2) que no reflejaba el espíritu dinámico y renovador de Juan XXIII. La
propuesta surgida de la discusión era, en cambio, que el método debía ser pastoral, ya
que la mayoría se oponía a la redacción de dos documentos: uno doctrinal y otro
pastoral.

Esta discusión dio lugar a que surgieran los temas de fondo y en ese contexto el
cardenal belga Suenens –muy cercano a Juan XXIII– presentó un proyecto alternativo
que se resumió en una cuestión central: “Iglesia de Dios ¿qué dices de ti misma? ¿Cuál
es tu profesión de fe sobre tu fe y tu misión?”. La propuesta era un concilio centrado
totalmente en la Iglesia y articulado a partir de dos perspectivas: Ecclesia ad intra
(Iglesia hacia dentro)-Ecclesia ad extra (Iglesia hacia fuera); en la primera se debía
explicar la Iglesia como misterio del Cristo vivo en los fieles (cuerpo místico) y, en la
segunda, una Iglesia renovada pastoralmente en la misión. A su vez el cardenal Montini
–futuro Pablo VI– pensaba que el punto central del concilio debía ser la relación vital
de Cristo con su Iglesia. (…)La impresión general que quedaba era el surgimiento de
un nuevo modo de entender la Iglesia y a la vez quedaban planteados grandes desafíos
para el trabajo que debía continuar en la siguiente sesión, que generaban una cierta
preocupación por la interrupción de nueves meses que se imponía. Dos actos
aclaratorios brindaron serenidad a la asamblea: 1) en las últimas dos sesiones de
10
Cf. G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), 59.
diciembre se distribuyó un fascículo que sintetizaba muchos esquemas preparatorios
ordenando las cuestiones principales y 2) la decisión de Juan XXIII de continuar el
trabajo conciliar durante el período de intercesión, lo que coincidía con el deseo de la
mayoría.11

1.2. La primera intercesión (1962-1963), que estuvo comandada por una comisión de
coordinación con seis cardenales entre los que se encontraba Suenens y a la que, con
posterioridad, Pablo VI agregó a otros tres. El anuncio de la continuidad estaba
motivado por la delicada salud de Juan XXIII, que hacía suponer la dificultad de
retomar la segunda sesión. Quedaba claro que el tema del Concilio sería la Iglesia y se
dieron a circulación los proyectos alternativos elaborados por las escuelas teológicas
más significativas. A fines de febrero se puso el esfuerzo en reelaborar el esquema
preparatorio y no tanto de redactar uno nuevo, en el intento de salvar el trabajo pre-
conciliar, pero el grupo decidió tomar como base el esquema preparado por el belga G.
Philips que comenzaba con las palabras Lumen Gentium.
La muerte de Juan XXIII, el 3 de junio de 1963 que fue el día de pentecostés, conmovió
a la Iglesia y a la humanidad. El breve cónclave del 19 al 21 de ese mismo mes, fue
elegido el arzobispo de Milán, Cardenal Giovanni B. Montini, que tomó el nombre de
Pablo VI y se comprometió a continuar el concilio ecuménico. Se introduce un cambio
fundamental en el Reglamento, consistente en la creación de un colegio de
“moderadores” del concilio –seleccionados de la anterior comisión de coordinación–:
uno, armenio, de la minoría conciliar y tres de cardenales importantes de sedes
europeas. También creó la categoría de “auditores” para que un número de laicos y
anunció que la reforma de la curia sería un asunto de la curia y no del concilio, con lo
cual esperaba aplacar las resistencia que el tema producía.12

1.3. Segundo proyecto (1963). Conforme al desarrollo de la primera intercesión, antes


de comenzar la segunda sesión conciliar, la comisión teológica presenta un nuevo
esquema. En lugar de los 12 capítulos del esquema preparatorio, el nuevo contaba con
dos fascículos de dos capítulos cada uno. (…) La ventaja del esquema es que partía del
misterio de la Iglesia, dejando atrás la visión jurídica de la Iglesia como sociedad. El
segundo capítulo intenta retomar las relaciones de la jerarquía con el papado e intenta
superar el aislamiento de éste del resto del colegio episcopal; la perspectiva era
recuperar el significado de la sacramentalidad del episcopado. El capítulo tercero fue el
que sufrió mayores cambios, porque las conversaciones posibilitaron dar lugar al
concepto clave de pueblo de Dios dando prioridad a todos los bautizados. La categoría
de pueblo de Dios, tan importante en el Antiguo Testamento, permitía revalorizar la
característica de itinerancia de la Iglesia en la historia. Y el capítulo cuarto fue dedicado
a la idea de la santidad universal para todos los cristianos.

Primer fascículo.
Sus 47 páginas tienen el contenido siguiente:
 Capítulo I. El misterio de la Iglesia.
 Capítulo II. La estructura jerárquica de la Iglesia y en particular el episcopado.

Segundo fascículo.
Sus 31 páginas se refieren a la materia que queda:
 Capítulo III. El pueblo de Dios y especialmente los seglares.
11
Cf. G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), 61-62.
12
Cf. G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), 70.
 Capítulo IV. La vocación a la santidad en la Iglesia.

El texto se presenta el 30 de septiembre de 1963 y se vota el 1 de octubre (2231 votos a


favor y 43 en contra), con lo cual queda aceptado el texto como base del debate
posterior. En la revisión del texto, el tema que concitó mayores discusiones fue el
correspondiente al capítulo II (…): se debatió acerca de la “consagración episcopal” y
se pidió la explicitación teológica de la función del obispo. El objetivo que se traza es
mostrar el paralelismo entre Pedro y el Papa, y los apóstoles y los obispos, a través de la
transmisión de poder por el rito sacramental. Finalmente, la cuestión sobre el
episcopado quedó encaminada definitivamente.13 Para el capítulo sobre los laicos y su
revalorización, hay unanimidad casi total: la división del capítulo III propuesto
inicialmente constituye la modificación esencial en la estructura del texto sobre la
Iglesia.

Sobre el resto del proyecto, fueron recibidas muchas “emendationes”, 14 entre las cuales
tuvo una importancia decisiva la propuesta de conjunto realizada por el Card. Suenens:
de los capítulos I y III son sacados todos los párrafos que se refieren al pueblo de Dios
en su conjunto. Estos elementos se reúnen en un nuevo desarrollo que se insertará
inmediatamente después de la exposición sobre la Iglesia como misterio y antes de la
descripción de la jerarquía. El capítulo III no hará ya mención de pueblo de Dios en
cuanto tal, sino solamente de sus miembros que están de lleno en el mundo, es decir, los
laicos. Hay que destacar el aporte de Mons. Silva (Chile) por su exposición sobre el
pueblo de Dios y por su moción de incorporar un capítulo sobre santos y otro sobre
María.

Una vez terminada la segunda sesión, se elaboró un tercer esquema que incorporaba dos
nuevos capítulos referentes a la Iglesia celeste de los santos y la Virgen María, tal como
había sido propuesto en el período anterior.

1.4. El texto final (1964), que es votado en la cuarta sesión conciliar. La votación de los
seis primeros capítulos se complica para el capítulo III (jerarquía): los modi suben a
miles, por lo cual se divide el texto en 39 proposiciones, sometidas una a una a
votación. Se elabora a partir de los proyectos de modificación una “nota explicativa
previa” que sintetiza los elementos más significativos. Mientras que la aprobación del
capítulo IV de laicos recibe la mayor cantidad de votos. La votación final es el
21/11/1964 y la constitución dogmática sobre la Iglesia se aprobó por 2147 votos y 4 en
contra, lo cual expresa un consenso casi absoluto (…).

13
Cf. G. Alberigo, Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965), 88.
14
Enmiendas enviadas por escrito a los Padres, antes de la reapertura de los debates.

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