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Sinopsis
A veces, la persona a quien más amas es la que más te lastima.
Ruedo los ojos y paso las piernas al otro lado. ―Dios no quiera
que un porro se desperdicie. ―Me bajo y me limpio las manos en los
pantalones―.
Este chico es hermoso. Muy bien arreglado, con olor a dinero, luce
como si fuera varios años mayor que yo. Sus ojos se arrugan en las
esquinas cuando me siguen, y sus labios parecen fruncirse, incluso
cuando no lo hacen. Cuando alcanzo uno de los lados del edificio con
vistas a la calle, me inclino y miro los coches debajo, intentando no
parecer impresionada por él. Puedo decir por su corte de cabello que es
el tipo de hombre que impresiona fácilmente a la gente, y me niego a
alimentar su ego. No que él haya hecho algo para hacerme pensar que
tiene uno. Pero está usando una camisa Burberry casual, y no estoy
segura de haber estado alguna vez en el radar de alguien que pudiera
costearse una.
¿Al menos?
―¿Fue un accidente?
Señalo hacia el este. ―¿Ves ese edificio? ¿El que tiene el techo
verde? Asiente.
―¿Quieres decir que se pone peor? Dejo caer la cabeza entre las
manos.
―¿Rose?
Niego. ―Peor.
―¿Violet?
voz baja.
Uno de ellos lo es. Era. ―Mi padre murió esta semana. Me mira.
―Buen intento. No voy a caer en eso.
1
Lily: Lirio, azucena. Bloom: Florecer, brotar
2
Blossom: Flor, florecilla.
―Lo digo en serio. Es por eso que vine aquí esta noche. Creo que
sólo necesitaba llorar un poco.
―¿Cómo?
―No creo que ser un poco cauteloso sea algo negativo ―le
digo―. Las verdades crudas no siempre son agradables.
―¿Sobre qué?
Por su reacción, creo que tal vez no quiera jugar su propio juego.
Suspira pesadamente y se pasa la mano por el pelo. Abre la boca para
hablar, pero luego la cierra de nuevo. Piensa un poco, y luego
finalmente habla―: Vi a un niño morir esta noche. ―Su voz es
abatida―. Tenía sólo cinco años. Él y su hermano pequeño
encontraron un arma en el dormitorio de sus padres. El hermano
menor la sostenía y le disparó por accidente.
―¿Lo hiciste?
Sonríe. ―Absolutamente.
Junto las manos en mi regazo e inhalo una respiración. ―No tenía
ni idea de qué decir. Alrededor de una hora antes del funeral, le dije a
mi madre que no quería hacerlo. Ella dijo que era simple y que mi
padre
habría querido que lo hiciera. Dijo que todo lo que tenía que hacer era
subir al podio y decir las cinco mejores cosas de mi padre. Así que…
eso es exactamente lo que hice.
Miro hacia Ryle y encojo los hombros. ―Eso es. Se sienta. ―¿Qué
quieres decir?
―¿Qué hizo?
Niega con la cabeza. ―Oh, soy demasiado egoísta para tener hijos.
Y definitivamente soy demasiado egoísta como para estar en una
relación.
―Te envidio. Tengo esa idea de que hay un hombre perfecto para
mí. Tiendo a botarlos fácilmente, porque nadie cumple con mis
estándares. Me siento como si estuviera en una búsqueda infinita del
Santo Grial.
―No eres esa clase de chica, ¿eh? ―lo dice con un dejo de
decepción en la voz.
Todo mi cuerpo se pone rígido. Está tan cerca ahora, puedo sentir
el calor de su aliento a través del aire frío. Si tuviera que mirarlo, su
rostro estaría a centímetros del mío. Me niego a mirarlo, porque
probablemente me besaría y no sé absolutamente nada acerca de este
tipo, aparte de un par de verdades crudas. Pero eso no pesa para nada
sobre mi conciencia cuando apoya una mano en mi estómago.
―No sé ―susurro.
2
Lucy, la compañera de habitación a la que le gusta oírse cantar, está
apresurándose alrededor de la sala de estar, recogiendo llaves, zapatos,
un par de gafas de sol. Estoy sentada en el sofá, abriendo cajas de
zapatos llenas de algunas de mis viejas cosas de cuando vivía en casa.
Las agarré esta semana, cuando estuve allí para el funeral de mi padre.
Cierro los ojos. Aquí va otra vez. Cubriendo lo que no quiere ver.
Asumiendo la culpa de algo que ni siquiera hizo. Por supuesto, se
convenció de que me bloqueé ayer, y por eso me negué a hablar. Por
supuesto que lo hizo. Tengo casi decidido decirle que no fue un error. No
me congelé. Simplemente no tenía nada especial que decir sobre el
hombre ordinario que eligió para que fuera mi padre.
Pero una parte de mí se siente culpable por lo que hice,
específicamente porque no es algo que debería haber hecho en la
presencia de mi madre, así que sólo acepto lo que está haciendo y le
sigo la corriente.
—Está bien, Lily. Tengo que irme, tengo que correr a la oficina de
seguros. Tenemos una reunión sobre las políticas de tu padre. Llámame
mañana, ¿de acuerdo?
Paso las manos sobre ellos. Hay tres en esta caja, pero diría que es
probable que haya ocho o nueve en total. No he leído ninguno desde la
última vez que escribí en ellos.
Querida Ellen,
Antes de contarte lo que pasó hoy, tengo una muy buena idea para un
nuevo segmento en tu programa. Se llama “Ellen en casa”.
Creo que a mucha gente le gustaría verte fuera del trabajo. Siempre me
pregunto cómo eres en casa, cuando sólo están tú y Portia y las cámaras no
están alrededor. Tal vez los productores puedan darle una cámara y, a veces
ella pueda sorprenderte y filmarte haciendo cosas normales, como ver la
televisión o cocinar o jardinería. Ella podría filmarte durante unos segundos
sin que lo sepas y luego podría gritar, “¡Ellen en casa!” y asustarte. Es lo
justo, puesto que amas las travesuras.
La casa ha estado vacía desde que la señora Burleson murió, que fue hace
casi dos años. Sé que ha estado vacía por la ventana de mi habitación con vistas
al patio trasero, y no ha habido una sola alma entrando o saliendo de esa casa
desde que tengo memoria.
Hasta anoche.
De todos modos, era de noche, por lo que noté la luz de forma inmediata.
No era brillante, pero venía de la vieja casa. Parecía más como una vela que
cualquier otra cosa, así que fui a la terraza trasera y encontré los prismáticos
de papá. Intenté ver lo que pasaba allí, pero no pude ver nada. Estaba
demasiado oscuro. Luego, después de un rato, la luz se apagó.
No lo sé. Podría esperar un par de días antes de decir algo y ver si vuelve
a su casa. Puede ser que sólo necesite un descanso de sus padres. El mismo que
me gustaría poder tener a veces.
Lily.
Querida Ellen,
Fue entonces cuando pensé en Atlas, y como era más que probable que
fuera él. No había pensado que, si no tiene acceso a una ducha, probablemente
tampoco tiene comida.
Lily.
Querida Ellen,
Hoy vi tu entrevista con el candidato presidencial Barack Obama. ¿Te
pone nerviosa?
Cuando sus ojos se encontraron con los míos, bajé la mirada a mi regazo
muy rápido. Odio no ser muy segura alrededor de los chicos. Tal vez sea algo
que consiga cuando por fin cumpla dieciséis.
Se sentó a mi lado y dejó caer la mochila entre las piernas. Fue entonces
cuando me di cuenta de lo que Katie hablaba. Como que olía, pero no lo juzgué
por ello.
Negué con la cabeza y miré por la ventana. Pensé que podría levantarse
y encontrar otro asiento en ese punto, puesto que dije que no se lo había
contado a nadie, pero no lo hizo. El autobús hizo algunas paradas, y el hecho
de que todavía estuviera sentado a mi lado me dio un poco de valor, así que
hice mi voz un susurro. —¿Por qué no vives en casa con tus padres?
Fue entonces cuando se levantó. Pensé que me había vuelto loca, pero
luego me di cuenta de que se levantó porque nos encontrábamos en nuestra
parada. Agarré mis cosas y lo seguí fuera del autobús. No intentó ocultar
dónde se dirigía hoy, como siempre lo hace. Normalmente, camina por la calle
y va
alrededor de la manzana, así no lo veo pasar a través de mi patio trasero. Pero
hoy comenzó a caminar hacia el patio conmigo.
Asintió y parecía que estaba a punto de decir algo más, pero no lo hizo.
Sólo asintió de nuevo y comenzó a caminar hacia la casa, sin comida ni
electricidad ni agua.
Ahora, Ellen, sé que lo que hice después fue estúpido, por lo que no
tienes que decirme. Llamé su nombre, y cuando se detuvo y se dio la vuelta, le
dije—: Si te das prisa, puedes tomar una ducha antes de que lleguen a casa.
Durante todo el tiempo que estuvo en la ducha, fui presa del pánico.
Miraba por la ventana y comprobaba por cualquiera de los coches de mis
padres, a pesar de que sabía que pasaría una buena hora antes de llegaran a
casa. Me ponía de los nervios que uno de los vecinos pudiera haberlo visto
entrar, pero la verdad es que no me conocían lo suficientemente bien como
para pensar que tener un visitante sería anormal.
Debe haberse afeitado mientras se hallaba allí, porque parecía más joven
de lo que parecía antes de entrar a la ducha. Tragué saliva y volví a mirar la
mochila, porque me sorprendió lo diferente que parecía. Me aterraba que
pudiera ver mis pensamientos escritos en mi cara.
Miré por la ventana una vez más y le entregué la mochila. —Es posible
que desees salir por la puerta de atrás para que nadie te vea.
—Lily.
Sonrió. Fue la primera vez que me sonreía y tuve un pensamiento
horrible, poco profundo en ese momento. Me preguntaba cómo alguien con una
gran sonrisa podría tener unos padres tan de mierda. Me odié inmediatamente
por pensar eso, porque, por supuesto, los padres deben amar a sus hijos sin
importar lo lindos o feos o flacos o gordos o inteligentes o estúpidos que son.
Pero a veces no se puede controlar dónde va la mente. Sólo tienes que
entrenarla para que no vaya allí.
Bajó la mano y asintió una vez, y luego dijo —Creo que mejor me voy.
Me hice a un lado para que pudiera caminar alrededor de mí. Señaló más
allá de la cocina, preguntando en silencio si ese era el camino hacia la puerta
trasera. Asentí y caminé detrás de él mientras se abría camino por el pasillo.
Cuando llegó a la puerta trasera, lo vi hacer una pausa por un segundo cuando
vio mi dormitorio.
Por supuesto que había oído el término despectivo antes, pero era raro
oír a un adolescente utilizarlo. Lo que es aún más extraño es cómo todo sobre
Atlas parece tan contradictorio. ¿Cómo un tipo que es, obviamente, humilde,
educado, y utiliza palabras como despectivo terminan sin hogar? ¿Cómo
termina cualquier adolescente sin hogar?
Necesito saber, Ellen.
Voy a averiguar qué pasó con él. Sólo tienes que esperar y ver.
Lily
—¿Hola?
—Bueno. Adiós.
3
Seis meses después
—Oh.
—Es…
Dejo caer los brazos en derrota. —¿Crees que esto fue estúpido?
Sonrío. Puedo aceptar eso. —No puedo creer que lo compré sin
preguntarte primero —digo, tomando asiento en la mesa.
—¿Puedo ayudarte?
—Lily.
Miro por encima de su hombro y elevo una ceja. —¿Lo hay? —No
puse un cartel de se necesita ayuda.
—Lily, ¿verdad?
Asiento.
—Alguien me dijo una vez que no hay tal cosa como una mala
persona. Todos somos personas que a veces hacen cosas malas. Eso se
me quedó, porque es tan cierto. Todos tenemos un poco de bien y mal
en nosotros. Quiero hacer ese nuestro tema. En lugar de pintar las
paredes de un color dulce pútrido, lo pintamos de un color púrpura
oscuro con acentos en negro. Y en vez de solamente exhibir las
habituales flores pastel en aburridos jarrones de cristal que hacen que
la gente piense en vida, iremos por lo atrevido. Valiente y audaz.
Colocamos exhibiciones de flores más oscuras envueltas en cosas como
cuero o cadenas plateadas. Y en lugar de ponerlas en jarrones de cristal,
las ponemos en ónix negro o… No sé… Jarrones de terciopelo púrpura
forrados con clavos plateados. Las ideas son infinitas. —Me pongo de
pie de nuevo—. Hay florerías en cada esquina para personas que aman
las flores. Pero ¿qué florería abastece a todas las personas que odian las
flores?
—Exactamente. Ninguna.
Allysa empuja mis hombros hacia atrás hasta que estoy apoyada
en la pared de nuevo. —No, no lo muevas. Espera hasta que lleguen
aquí, ¿de acuerdo?
Tan pronto como mis ojos quedan fijos con los de Ryle, toda su
cara se transforma con una sonrisa. No lo he visto en —Dios, cuánto
tiempo ha pasado—¿seis meses? No puedo decir que no he pensado en él
durante los últimos seis meses, porque lo he hecho unas cuantas veces.
Pero nunca creí que volvería a verlo.
Asiente.
Oh Dios.
Jesús. Tiene que parar de decir cosas como esas. Presiono las
palmas en la mesa y bajo la pierna. —Se acerca otra verdad cruda.
Se inclina contra la mesa junto a mí y dice —Soy todo oídos.
Hago un mohín. —Tu hermano médico dice que tengo que hacer
reposo por unos días.
Nop. No es lo mismo.
—Gracias, Allysa.
4
Tardo media hora en ir del auto hasta el departamento. Llamé a
Lucy dos veces para ver si podía ayudarme, pero no contestó el
teléfono. Cuando logro entrar al departamento, me irrita un poquito
verla acostada en el sofá con el teléfono en la oreja.
Atlas.
No tengo nada mejor que hacer esta próxima semana ahora que
no puedo trabajar. Bien podría compadecerme de mi pasado mientras
soy forzada a compadecerme de mi presente.
Querida Ellen,
El que hayas sido anfitriona de los Oscar fue lo mejor que pudo pasarle a
la televisión el año pasado. No creo que alguna vez te haya dicho eso. El sketch
de la aspiradora me hizo reír a carcajadas.
Ah, y hoy he reclutado a un nuevo seguidor de Ellen, Atlas. Antes de
que comiences a juzgarme por permitirle entrar a mi casa otra vez, permíteme
explicar cómo ocurrió.
Luego de dejar que tomase una ducha ayer, no volví a verlo anoche. Pero,
esta mañana, volvió a sentarse junto a mí en el bus. Parecía un poco más feliz
que ayer, pues se sentó y en realidad me sonrió.
mochila. —¿Qué?
—Te vi cavar con esa pala el otro día. No estaba muy seguro de si en
realidad tenías herramientas de jardinería, y nadie ocupaba estas, así que…
Atlas se aclaró la garganta y luego, con una voz muy baja, dijo—: Sé que
no es un regalo real. Ni lo compré o algo. Pero… quería darte algo. Ya sabes…
por…
No terminó la oración, de modo que asentí y volví a cerrar la bolsa. —
¿Crees que puedas guardarlas por mí hasta luego de la escuela? No tengo más
espacio en mi casillero.
Atlas se hallaba al frente del bus, de modo que bajó antes que yo. Como
que se quedó de pie en la parada, incómodo, y esperó a que yo bajara. Cuando lo
hice, abrió su mochila y me tendió la bolsa de herramientas. No mencionó la
invitación a ver televisión que le hice esta mañana, así que solo actué como si
fuese un hecho.
Le pregunté si quería algo para beber y respondió que claro. Nos hice
algo para comer y llevé nuestros tragos a la sala de estar. Me senté en el sofá y
él en el sillón de papá. Puse tu programa y eso es todo lo que pasó. No
hablamos mucho, pues adelanté todos los comerciales. Pero sí noté que reía en
los momentos correctos. Creo que la buena sincronización en la comedia es
una de las cosas más importantes en la personalidad de una persona. Cada vez
que rio de tus chistes, me hizo sentir mejor sobre dejarlo entrar a mi casa. No
sé por qué. Quizá porque si es alguien con quien podría entablar amistad, me
sentiría menos culpable.
Lily.
Querida Ellen,
Venga, mujer, ¿repeticiones? ¿Una semana entera de repeticiones?
Comprendo que necesitas tiempo libre, pero permíteme hacer una sugerencia.
En vez de grabar un programa por día, deberías grabar dos. De esa manera,
obtendrás el doble en poco tiempo, y así nunca tendríamos que aguantar
repeticiones.
Papá llegó tarde a casa anoche, lo que significa que fue al bar luego del
trabajo. Lo que significa que, probablemente, va a iniciar una discusión con
mamá. Lo que significa que, quizás, cometerá una estupidez otra vez.
Lo juro, a veces me enfado con ella por quedarse con él. Sé que sólo tengo
quince años y puede que no entienda todas las razones por las que elige
quedarse, pero me rehúso a permitirle que me use como su excusa. No me
importa si es demasiado pobre para dejarlo y que tendríamos que mudarnos a
un apartamento de mierda y tomar sopa de fideos envasados hasta que me
gradúe. Sería mejor que esto.
Lily.
Querida Ellen,
Me dirigí con prisa a la cocina e intenté ayudarla, pero nunca quiere que
la vea así. Le restó importancia haciendo un gesto con la mano y dijo—: Estoy
bien, Lily. Estoy bien; tan solo discutimos por una tontería.
Nos quedamos sentados así por un rato, hasta que vi la luz de mi cuarto
prenderse.
Esto es lo loco de todo, Ellen: como que esperaba que lo hubiese hecho.
Lily.
5
Ryle tenía razón. Solo fueron necesarios unos días para que mi
tobillo se sintiera lo suficientemente mejor para que pudiera caminar de
nuevo. Sin embargo, esperé toda una semana antes de intentar salir de
mi apartamento. Lo último que necesitaba era volverme a lesionar.
Se pasa las manos por la cara y después señala por encima del
hombro. —¿Puedo entrar?
—Soy muy bueno en eso, Lily —dice con una sonrisa—. Apenas
si tendrás que hacer algún trabajo.
Se recuesta sobre los codos. —No eres esa clase de chica, Lily. Y
no soy el tipo de chico que necesita a alguien más de una vez. No
tenemos nada de qué preocuparnos.