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El evangelio de Juan 8,51-59 presenta un diálogo tenso y confrontativo entre Jesús y los

judíos que no creían en él. En esta sección del evangelio, Jesús enfatiza la importancia de su
mensaje y la necesidad de guardar su palabra para tener vida eterna.

Jesús dice en este pasaje: "En verdad, en verdad les digo: Si alguien guarda mi palabra, no
verá la muerte para siempre". Esta afirmación nos recuerda que nuestra obediencia a la
palabra de Jesús es esencial para alcanzar la vida eterna. Jesús nos llama a ser fieles a su
enseñanza, a seguir su ejemplo y a confiar en su promesa, sabiendo que su palabra es la
verdad y la vida.

La respuesta de los judíos a las palabras de Jesús es una señal clara de su incredulidad. Se
burlan de él, lo acusan de ser un demonio y buscan apedrearlo. Esto nos recuerda que la fe en
Jesús y la aceptación de su mensaje no es algo que se dé por sentado. La incredulidad y la
negación de su mensaje son una realidad dolorosa incluso hoy en día.

Finalmente, Jesús revela su verdadera identidad al decir: "Antes de que Abraham naciera, Yo
Soy". Esta afirmación hace referencia al nombre que Dios le dio a Moisés en la zarza ardiente
en Éxodo 3,14. Jesús está reconociendo su divinidad y su unidad con Dios. Esta revelación
provoca una reacción aún más furiosa de los judíos, quienes intentan apedrearlo de nuevo.

En resumen, este pasaje del evangelio nos llama a guardar las palabras de Jesús, a ser fieles a
su enseñanza y a confiar en su promesa de vida eterna. También nos recuerda que la
incredulidad y la negación de su mensaje son una realidad dolorosa incluso hoy en día, pero
que Jesús es verdaderamente Dios y debemos poner nuestra fe en él.

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