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EL ROL DEL EMPLEADO Y DEL JEFE.

Efesios 6: 5-9 (LBLA)



Siervos , obedeced a vuestros  amos en la tierra[c], con temor y temblor, con[d] la sinceridad de vuestro
[a] [b]

corazón, como a Cristo; 6 no para ser vistos[e], como los que quieren agradar a los hombres, sino como
siervos[f] de Cristo, haciendo de corazón[g] la voluntad de Dios. 7 Servid[h] de buena voluntad, como al Señor y no
a los hombres, 8 sabiendo que cualquier cosa buena que cada uno haga, esto recibirá del Señor, sea siervo [i] o
sea libre. 9 Y vosotros, amos, haced lo mismo con[j] ellos, y dejad las amenazas, sabiendo que el Señor [k] de ellos
y de vosotros está en los cielos, y que para Él no hay acepción de personas.

En este pasaje, Pablo presenta su ilustración final del principio de la sumisión mutua producida por el Espíritu:
“Someteos unos a otros en el temor de Dios” (5:21). Esta vez lo aplica a las relaciones entre siervos y amos,
por extensión, a todas las relaciones entre patrones y empleados.

En nuestro tiempo la lucha entre patrones y empleados a llegado a niveles inmensos. Conflictos constantes
entre trabajadores y los jefes en los que cada lado acusa al otro de egoísmo e insensatez.

Los empleados quieren cargas de trabajo más pequeñas, menos horas, más vacaciones y mayor remuneración
y beneficios. Los patrones quieren más productividad, más ganancias y mayor control.

Ambas partes quieren pagar impuestos más bajos y al mismo tiempo esperan recibir mayor protección del
gobierno y hasta subsidios.

No es difícil ver que el fundamento del problema en ambos lados es la avaricia. El pecado de avaricia es el
combustible básico que alimenta la vida moderna en casi todo el mundo.

Cuando todos quieren tener más, los precios deben subir para pagar salarios y beneficios mayores. Al
aumentar los precios el dinero pierde capacidad de compra y gente sigue exigiendo que se le pague más y que
aumenten las ganancias para compensar la diferencia.

Cuando el gobierno se involucra bastante por medio de diversos subsidios y apoyos, entonces los impuestos,
la deuda de la nación o ambas cosas tienen que subir. Si el gobierno emite más dinero sin respaldo económico,
el valor de su moneda disminuye y la gente quiere otra vez mayores ingresos para compensar la diferencia.

A todo esto, hay que añadir el principio según el cual a medida que aumentan las posesiones aumenta la
codicia, porque la codicia por naturaleza es insaciable. Es muy probable que la sociedad occidental moderna
sea la más codiciosa en la historia de la humanidad. Todo el mundo quiere más por menos.

¿cómo se podrían resolver problemas que parecen tan irreconciliables? Algunas personas abogan por un
sistema de gobierno en la que el gobierno tenga un control total de la economía. Al aumentar la codicia y
también aumenta el egoísmo, puede requerirse mayor control del gobierno para prevenir la anarquía.

Sin embargo, Dios no diseñó la libertad del hombre para que le fuera perjudicial. La diseñó para permitirnos
trabajar y ganarnos la vida, proveer para nuestras familias y prestar servicio a los demás.
El problema es que, al igual que las demás áreas de la vida, la naturaleza depravada del hombre convierte las
provisiones de Dios en instrumentos para lograr fines egoístas. Como sucede con los problemas en las
relaciones entre esposos y esposas y padres e Hijos (Ef. 5:22—6:4), la solución a los problemas en las
relaciones de trabajo debe empezar con la solución de Dios: salvación por medio de Jesucristo y poder para
vivir a través de su Espíritu Santo.

En todos los aspectos de la vida humana el plan de Dios opera con base en la autoridad y la sumisión, y esas
dos columnas son el fundamento para las relaciones de trabajo bíblicas.

Para evitar el caos y la anarquía uno debe dirigir y los otros deben seguir. La sumisión mutua que Pablo enseña
con relación a amos y siervos, así como la que debe haber entre esposos y esposas y padres e hijos, se da en el
contexto de los papeles de autoridad diseñados por Dios. de los esposos sobre las esposas, de los padres sobre
los hijos, y de los amos sobre los siervos. Ellos poseen su autoridad como parte de la mayordomía que Dios les
ha asignado, con el fin de ser utilizada para sus propósitos y de acuerdo a sus principios. Su autoridad no es
total ni ilimitada y debe usarse única y exclusivamente para servir a Dios y para servir a aquellos sobre quienes
les ha sido dada la autoridad. Por lo tanto, la sumisión no es de una sola vía, sino que es mutua.

Las instrucciones de Pablo para los amos y esclavos siguen ubicadas en el contexto del hogar. La mayoría de
los negocios en tiempos del Nuevo Testamento eran operados por familias, y por esa razón la mayoría de los
siervos eran parte de una familia extendida. la cabeza de hogar también era la cabeza del negocio o la
actividad económica, y los siervos eran sus empleados.

En este pasaje Pablo continúa tratando los efectos prácticos de la vida llena del Espíritu (5:18), sin los cuales
ninguna de las normas justas de Dios puede ser cumplida ni alcanzada, incluso las que regulan las relaciones
de trabajo. Los versículos 5 al 8 enseñan acerca de la sumisión de los esclavos o los trabajadores, y el versículo
9 enseña acerca de la sumisión de los amos o los patrones.

EL ROL DE LOS EMPLEADOS



Esclavos, obedezcan a sus amos terrenales con profundo respeto y temor. Sírvanlos con sinceridad, tal como
servirían a Cristo. 6 Traten de agradarlos todo el tiempo, no solo cuando ellos los observan. Como esclavos de
Cristo, hagan la voluntad de Dios con todo el corazón. 7 Trabajen con entusiasmo, como si lo hicieran para el
Señor y no para la gente. 8 Recuerden que el Señor recompensará a cada uno de nosotros por el bien que
hagamos, seamos esclavos o libres. (5-8)

Siervos es la traducción del término griego douloi, e indica sujeción y por lo general servidumbre.

En tiempos bíblicos la esclavitud era tan común como sus maltratos. Tanto en las culturas griega y romana, la
mayoría de los esclavos carecían de derechos legales y eran tratados como bienes comerciales.

Los ciudadanos romanos habían llegado a considerar que cualquier clase de trabajo estaba por debajo de su
dignidad, y poco a poco todo el imperio llegó a funcionar con base en la fuerza de los esclavos.

Los esclavos eran comprados, vendidos, canjeados, utilizados y desechados sin consideración alguna, como si
fueran animales o herramientas. Los amos humanitarios eran la excepción y no la norma.
Un escritor romano dividió los instrumentos de la agricultura en tres clases: los articulados, que eran esclavos;
los inarticulados, que eran animales; y los mudos, que eran herramientas y vehículos.

¡Lo único que distinguía a un esclavo de los animales y las herramientas era que podía hablar!

Marco Porcio Catón (234-149 a. C.), conocido como Catón el Viejo, fue un político, escritor y militar romano
dijo: “Los esclavos viejos deberían arrojarse en un basurero, y cuando un esclavo está enfermo no hay que
alimentarlo. No vale la pena gastar dinero en ellos. A los esclavos enfermos hay que desecharlos porque no son
más que herramientas inútiles”. (El material anterior se cita en William Barclay, Series de estudios bíblicos
diarios: las cartas a los gálatas y los efesios [Filadelfia: Westminster, 1958], pp. 212-14.)

Es fácil preguntarnos en este pasaje sobre ¿Por qué la biblia no habla en contra de la esclavitud como tal? Lo
que si Hay que decir es que si habla con claridad en contra de raptar a una persona con el fin de convertirla en
o venderla como esclavo o esclava (Éx. 21:16).

La trata de esclavos en Europa y Norteamérica que duró hasta la segunda mitad del siglo diecinueve, fue por lo
tanto una violación clara de las Escrituras, a pesar de las justificaciones racionales de muchos cristianos que
estuvieron involucrados de una u otra forma en ese comercio perverso.

Aunque la esclavitud no es condenada con uniformidad en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, si podemos


ver que, al aplicar sinceramente las verdades del Nuevo Testamento, esto ha llevado a la eliminación total de
ese tipo de maltrato.

Estoy seguro que donde se vive el amor de Cristo en el poder de su Espíritu, es inevitable poder mantener las
barreras y las relaciones injustas.

Una de las razones por la cual cayo la esclavitud al desintegrarse el Imperio Romano, se debido en gran
medida a la influencia del cristianismo. De igual manera, más adelante la trata de esclavos negros fue
eliminada en Europa y Norteamérica debido en gran parte a la predicación poderosa y guiada por el Espíritu y
de hombres cristianos en el gobierno.

La enseñanza del Nuevo Testamento no se enfoca en reformar y reestructurar sistemas políticos humanos,
porque en realidad estos no son nunca la raíz causante de los problemas humanos.

La razón esencial de los verdaderos problemas es el corazón del hombre, que al ser malvado corrompe hasta
los mejores sistemas, pero los corazones renovados mejoran hasta el peor de los sistemas.

Es de esperar que, si los corazones pecaminosos de los hombres no son cambiados, siempre van a encontrar
maneras de oprimir a otros sin importar que exista o no la esclavitud como tal. Esto también lo vemos en los
hogares, si los corazones de las personas no son renovados, no espere que las cosas puedan ser diferentes.

Por otra parte, los creyentes llenos del Espíritu tendrán relaciones justas y armoniosas unos con otros, sin
importar bajo qué sistema tengan que vivir.
Los problemas y las necesidades básicas del ser humano no son políticas, sociales o económicas sino
espirituales, y esa es el área en que Pablo se concentra aquí.

A través de la historia, incluso en nuestro tiempo, la población trabajadora ha sido oprimida y abusada por una
intimidación económica que se equipara a una esclavitud desalmada en la práctica, sin importar en qué
sistema económico, social o político en particular funcione. Por lo tanto, la enseñanza de Pablo se aplica a
todos los dueños y administradores de negocios, y a todos los trabajadores y empleados.

Por cuanto el mandato de la sumisión mutua solo es posible para el creyente lleno del Espíritu, Pablo se dirige
a siervos cristianos, así como más adelante se dirige solo a amos cristianos (v. 9). Les llama a tener la conducta
correcta, la actitud correcta, la motivación y el compromiso correcto que reflejen su relación correcta con Dios
a través de Jesucristo.

LA CONDUCTA CORRECTA

Los siervos reciben el mandato: obedeced a vuestros amos terrenales.

En el griego la palabra obedeced es un imperativo que está en tiempo presente, lo que indica una obediencia
ininterrumpida.

Los creyentes no solo deben obedecer cuando sientan el deseo de hacerlo o cuando sus jefes sean equitativos
y sensatos. Deben obedecer en todas las cosas todo el tiempo, con la única excepción de los casos en que se
les mande hacer algo inmoral, idólatra, blasfemo o cualquier cosa semejante, entendiendo que el creyente a
quien primero obedece es al Señor.

Pedro dijo acerca de los trabajadores del hogar:

1 Pedro 2:18- 20 (LBLA)


18 
Siervos, estad sujetos a vuestros amos con todo respeto, no solo a los que son buenos y afables, sino
también a los que son insoportables[o]. 19 Porque esto halla gracia, si por causa de la conciencia ante Dios,
alguno sobrelleva penalidades sufriendo injustamente.

En tiempos del Nuevo Testamento muchos esclavos se convirtieron en cristianos y por ende llegaron a ser
hijos de Dios y coherederos con Jesucristo. Por lo tanto, muchos siervos cristianos creyeron su servidumbre
terrenal incongruente con su nueva posición delante de Dios.

Los siervos dedujeron que, siendo hijos de Dios mismo, no debían estar sometidos a ningún ser humano, y
mucho menos a un pagano indolente. Creían que siendo miembros del reino de Dios merecían algo más que
la esclavitud que soportaban.

Pablo les dice de la manera más sencilla y rotunda: obedeced. La primera obligación de un cristiano es agradar
a su Señor y ser un testigo fiel para Él.

Y la manera de demostrar esa obediencia al Señor y ser de testimonio, es dar obediencia voluntaria y
dispuesta a las personas las cuales trabajamos, sin importar quiénes sean o cómo sea su carácter personal.
Ser cristiano siempre debe hacer de esa persona un trabajador mejor, más productivo y más aprobado. La
gente no se sentirá inclinada a escuchar el testimonio de un Cristo que realiza un trabajo mediocre y
negligente o que se caracteriza por sus constantes quejas. Si un cristiano halla intolerable una situación
laboral, debería renunciar y buscar otra ocupación, pero mientras esté empleado debería realizar el trabajo lo
mejor que puede.

Algunos cristianos podrían pensar que, si trabajan para un hermano en la fe, no necesitan ser tan cuidadosos y
responsables porque su testimonio ante esa persona es irrelevante teniendo en cuenta de que ya ha creído.

Otros podrían considerar que sus patrones están en la obligación de darles trato preferente porque son
hermanos cristianos.

Lo cierto es que esa manera de pensar es muy carnal y ajena a los principios bíblicos. Pablo escribió:

1 Timoteo 6:1-2 (LBLA)


Todos los que están bajo yugo como esclavos, consideren a sus propios amos como dignos de todo honor,
para que el nombre de Dios y nuestra doctrina no sean blasfemados. 2 Y los que tienen amos que
son creyentes, no les falten el respeto, porque son hermanos, sino sírvanles aún mejor, ya que son creyentes y
amados los que se benefician de su servicio. Enseña y predica[a] estos principios.

Si hemos de ser respetuosos y obedientes con amos incrédulos, ¿cuánto más debemos serlo para con nuestros
hermanos en Cristo?

Un patrón es un patrón, sin importar de quién se trate, y merece el mejor esfuerzo en cualquier trabajo que se
realice para él.

Los creyentes deben de someterse a la autoridad de cualquier persona a quien rindan cuentas. Los pastores y
otros obreros cristianos que laboran en la iglesia no estamos exentos de la aplicación de ese principio. Somos
responsables de someternos a una iglesia, una junta, otro miembro del personal o cualquier otro que ejerza
supervisión sobre nosotros.

Cuando un creyente se sienta al lado de su jefe en un culto de adoración, lo hace como un hermano por
completo igual en Cristo; pero en el trabajo debe someterse a la autoridad de su jefe, porque eso da
testimonio de su sumisión a la autoridad suprema de la Palabra de Dios.

De modo que sin importar que el jefe sea amable o cruel, creyente o pagano, un cristiano debe serle
obediente porque esa es la voluntad de Dios.

Pablo dijo a Tito:

Tito. 2:9-10 (LBLA)



Los esclavos siempre deben obedecer a sus amos y hacer todo lo posible por agradarlos. No deben ser
respondones 10 ni robar, sino demostrar que son buenos y absolutamente dignos de confianza. Entonces harán
que la enseñanza acerca de Dios nuestro Salvador sea atractiva en todos los sentidos.
La manera como un creyente se desempeña en su trabajo se refleja en su Señor, sin importar quién sea su
amo o patrón.

LA ACTITUD CORRECTA

Siervos, obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y temblor

La actitud del creyente al obedecer a su jefe debe darse con temor y temblor.

La idea no es que el creyente deba actuar miedo irracional y cobardía ante su jefe, por el contrario, lo que se le
demanda es que actúe con profundo respeto y con honor.

Si no puede honrar y respetar a su patrón por su propia causa, le respeta por causa del Señor quien ordenó
este mandato de sujeción.

Aunque los hombres abusan terriblemente de esto, el principio de autoridad y sumisión es dado por Dios y
siempre debe ser honrado. Dios ha permitido que los jefes ocupen el lugar que ocupan y que los subordinados
están donde están, y en ese orden de ideas el creyente fiel se somete con disposición, gracia y buena voluntad
bajo la autoridad de quienes el Señor ha designado.

Cada creyente debe entender que el lugar donde trabaja ha sido dado por Dios con un propósito, y con mucha
frecuencia ese lugar es prácticamente su campo misionero. Cuando un creyente realiza su trabajo con
responsabilidad y respeto se constituye en un testimonio a los incrédulos, un estímulo y motivo de ánimo para
los creyentes, y un acto de servicio a Dios.

EL COMPROMISO CORRECTO

con la sinceridad de vuestro corazón.

La tercera cualidad de la sumisión adecuada a los amos es la de sinceridad de corazón.

Esto nos indica que el creyente no debe sujetarse y obedecer de manera hipócrita y superficial, sino que su
sujeción y obediencia debe ser genuina e íntegra.

Pablo dijo a los creyentes de Tesalónica:

1 Tesalonicenses 4:10-12 (NTV)


Es más, ustedes ya muestran amor por todos los creyentes[d] en toda Macedonia. Aun así, amados hermanos,
les rogamos que los amen todavía más. 11 Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus
propios asuntos y trabajen con sus manos, tal como los instruimos anteriormente. 12 Entonces aquellos que no
son creyentes respetarán la manera en que ustedes viven, y ustedes no tendrán que depender de otros.
La idea es hacer bien el trabajo que nos es asignado hacer, sin quejarnos, sin hacer alarde y sin criticar el
trabajo de otro ni ser un obstáculo en cualquier otro sentido.

Debemos tener sumo cuidado en ese compromiso que asumimos al sujetarnos en obediencia voluntaria a
nuestros jefes, que debe ser de manera sincera y nada hipócrita, sabiendo que este será testimonio para los
que están a nuestro alrededor dando gloria a Dios en todo.

EL MOTIVO CORRECTO

Siervos, obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y temblor, con la sinceridad de vuestro corazón,
como a Cristo

El interés primordial de un cristiano en cuanto a su trabajo debería ser simplemente hacerlo bien para la gloria
de Dios, como a Cristo.

Siempre que un cristiano es sumiso al Espíritu Santo todos sus logros son ofrecidos a Cristo, porque Cristo es
tanto el origen como el destino final de su obediencia.

El creyente Hace todas las cosas por amor a Cristo, por el poder de Cristo y para la gloria de Cristo.

1 Corintios 10:31
31 
Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
Dios.

El creyente sabe que su sometimiento no es por la calidad de jefe que tiene, ni por la recompensa prometida
de sus superiores, si no que su sometimiento y obediencia es por causa de Cristo.

Cuando cristianos llenos del Espíritu son obedientes con sinceridad y sencillez de corazón a sus patrones como
a Cristo, van a trabajar 6 no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos  de
Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios. 

El creyente fiel no se limita a hacer lo mínimo que requiere su trabajo, ni mucho menos va a trabajar solo
cuando su supervisor u otros trabajadores estén observando.

El creyente no necesita que le vigilen porque siempre hace su trabajo lo mejor que puede, sin importar que
otros le observen.

El creyente no hace un buen trabajo para dejar una buena impresión en otras personas (como los que quieren
agradar a los hombres), o para promover su propio bienestar.

El creyente Trabaja con diligencia porque sabe que hacer esto es la voluntad de Dios y porque es el deseo
sincero de su propio corazón.

Colosenses 3: 23-24 (LBLA)


23 
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, 24 sabiendo que del
Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís.
Esa es la actitud que el cristiano lleno del Espíritu tiene en su trabajo.

Un creyente hace su trabajo con diligencia por causa del Señor con la absoluta certeza de que el bien que cada
uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.

El creyente debe saber que las recompensas de Dios son siempre mejores que las que el hombre pueda dar. Es
posible que un patrón no aprecie o siquiera se entere del buen trabajo que hayamos hecho, quizás porque es
indiferente o porque otro recibe el crédito por lo realizado. Pero Dios sabe y Dios recompensa.

Ninguna cosa buena hecha en su nombre, en el nombre de Cristo y para su gloria puede pasar desapercibida
por Él o quedar sin su aprobación y reconocimiento.

Así que la motivación de un creyente para sujetarse y obedecer a su jefe es porque sirve a Cristo y sabe que
de él espera recompensa.

EL ROL DE LOS PATRONES

 9 Y vosotros, amos, haced lo mismo con[j] ellos, y dejad las amenazas, sabiendo que el Señor [k] de ellos y de
vosotros está en los cielos, y que para Él no hay acepción de personas. (6:9)

Los comentarios finales de Pablo acerca de la sumisión mutua de los creyentes llenos del Espíritu están
dirigidos a amos, y por extensión, a patrones cristianos de todo tipo. Su actitud hacia sus trabajadores debe
ser básicamente la misma que los trabajadores deberían tener hacia ellos: haced con ellos lo mismo.

La relación de un patrón cristiano con sus empleados debería tener la misma motivación y meta que la
relación de un trabajador cristiano con su patrón: el deseo de obedecer y agradar al Señor.

Un patrón debe usar su autoridad “como al Señor”, así como los trabajadores deben someterse a la autoridad
“como al Señor”.

El trabajo principal de un patrón cristiano, así como el trabajo principal de un empleado cristiano, es hacer la
voluntad de Dios y manifestar la semejanza a Cristo en todo lo que hace.

El jefe Creyente Toma decisiones de negocios primero que todo con base en las normas divinas de justicia,
rectitud, verdad y honestidad, procurando manifestar la naturaleza y voluntad de su Padre celestial en todas
las cosas que hace.

El trato del jefe creyente con sus empleados se basa en el bienestar y los mejores intereses de ellos, así como
los del negocio. Les trata con justicia porque esa es la voluntad del Señor. Les trata con respeto porque al
hacerlo respeta y honra al Señor.

El patrón lleno del Espíritu se asegura de dejar las amenazas, se abstiene de hacer alarde de su poder y no lo
impone a la fuerza sobre aquellos que están bajo su supervisión. Nunca es abusivo ni desconsiderado. Se da
cuenta de que su propia autoridad, aunque es dada por Dios, tiene un carácter estrictamente funcional y
temporal.
El patrón creyente Sabe que él y sus trabajadores por igual están bajo la autoridad suprema de Dios, que el
Señor de ellos y suyo no está en la tierra sino en los cielos. El patrón cristiano fiel sabe que es un consiervo de
Jesucristo al lado de sus empleados, y rinde cuentas al mismo Amo y Señor.

También sabe que delante de Dios no es más importante o digno en sí mismo que el más pequeño de sus
empleados, porque para él no hay acepción de personas (cp. Hch. 10:34; Ro. 2:11; Stg. 2:9). Tampoco juega
con favoritismos porque Dios no tiene favoritos.

La imparcialidad de Dios es la verdad con que Pablo termina su discurso acerca de “someteos unos a otros en
el temor de Dios” (5:21). Los creyentes llenos del Espíritu, bien sean esposos o esposas, padres o hijos,
patrones o empleados, deben tratarse unos a otros en sumisión mutua porque son amados por igual, cuidados
por igual, y están subordinados por igual a un Señor común, su Salvador y Señor, Jesucristo.

Conclusión:
Me hago la pregunta ¿Qué pasaría en nuestra sociedad si todos viviéramos bajo estos principios plasmados
en su palabra? ¿Qué efectos tendríamos en toda la sociedad y los cambios que se ejercerían?

Creo que miles y miles tomarían más enserio el evangelio que predicamos, y es posible que muchos vengan al
evangelio por el buen testimonio de creyentes fieles en sus empresas y labores.

Como también creo que se produciría un impacto social y económico en nuestro país. Si miran los países
europeos que abrasaron la reforma protestante son los más prósperos y esto debido seguir estos principios de
ética laboral plasmado en la palabra de Dios.

Creo que todos somos llamados a evaluar nuestra vida laboral, este es un llamado para saber cuál es nuestra
conducta, actitud, compromiso y motivo en nuestras relaciones laborales. ¿Las estamos llevando sabiendo
que ellas están agradando a Dios?

Estamos actuando con excelencia en nuestras relaciones laborales, debemos representar a Cristo
correctamente incluso en nuestras relaciones laborales.

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