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de manera ilegal, no tenían médicos capacitados para su uso, así que se almacenó en almacén del
hospital.
En 1984 Vicente Sotelo (conserje) Desarma la máquina a martillazos, con el objetivo de venderla
como chatarra, logró obtener la fuente blindada de cobalto 60 (la cual era muy pesada, como de
100 kg), así que le pidió a Ricardo Hernández que lo ayudara a transportarlo a su camioneta, en
dicha camioneta comenzó a dispersarse el cobalto 60.
"La verdad es que nunca nos avisaron que esa máquina tenía contaminación. Había muchas cosas
arrumbadas: aparatos de ventilación, catres y todo eso y, la verdad, ni un solo letrero con una
calavera o algo así", dijo Sotelo Alardín al semanario Proceso en 1984.
Vendieron todo lo obtenido en una chatarrería, en esta utilizaron una máquina magnética para
recoger la chatarra, lo que dispersó partículas de cobalto 60 por toda la materia cercana,
contaminándola.
A la camioneta le robaron la batería, por lo que estuvo estacionada durante 40 días frente a un
parque, luego fue trasladada al frente de la casa de Vicente. (todavía contaminaba)
Se descubrió toda la contaminación por casualidad, un camión que trasladaba acero contaminado
se salió de su ruta y terminó pasando cerca del Laboratorio nacional de los Álamos, en Nuevo
México (USA), aquí hay detectores ya que trabajan con radiación atómica aplicada, por lo que
descubrieron la contaminación y notificaron a las autoridades mexicanas.
La varilla, las bases y la camioneta fueron enterradas en el desierto al sur de Ciudad Juárez, en “La
pedrera”.