LA DANZA DEL GALLO Víctor Tenorio García.

Ayacucho 1941
EL sobrino Pablo soltó la noticia a la hora del desayuno. Anoche encontré a tío Amador por
el Jr. 3 Máscaras con un parche en la cabeza, la cara toda arañada y el ánimo por los suelos.
Caminaba cabizbajo y triste, suspirando a los cuatro vientos.
-¡Pobre Amador!, exclamó mamá, ¿qué le habrá sucedido?
El adolescente murmuró, dice que sufrió un pequeño accidente cuando enseñaba una
danza a sus alumnos. Mis hermanas reprimieron a duras penas las carcajadas, dejando sus
tazas y sus panes. Ante mi curiosidad, articularon una respuesta que me dejó perplejo.
—Es muy probable o casi seguro que se debió a...
—... a la ¡danza del gallo! —completó Consuelo a lo dicho por Marisa.
Lo expresado me dejó en una confusión mayor al no hallar sentido en lo dicho y, pensando
en nuestro primo Amador, lo lamenté: ¡Pobre, y él que se cree todo un “cuerazo”! Mi
hermana Marisa, entre risa y risa, aclaró, sus alumnos le dicen “cuero” o “cuerazo” porque
es lo más parecido al pellejo que cubre la carne de los animales.
Ni mamá ni yo podíamos entender esa animadversión contra el primo. Claro que Amador,
en el círculo de amigos y tragos, tenía frases como: el hombre es casado, solo en la casa, pero
soltero en la calle o un “cuero”, es gallo en todos los corrales. Para él, en cuestiones de amor
era infalible la estrategia del matutino cantor: se cocoroquea con dulzura a la susodicha en
los oídos, se le da un par de vueltas con estilo y tas—tas: ¡pollita a la brasa! Por todo eso, a
mi pedido, me contaron lo sucedido.
Ayer a mediodía, regresé a casa en un intermedio entre mis clases; mamá había salido al
mercado, dijo Consuelo. Vine renegando contra los horarios de los exámenes y contra la
angustia de última hora de muchos estudiantes, que pretenden aprobar las asignaturas sin
haber estudiado nada.
Marisa agregó: claro, los días de vagancia y los arrumacos con la parejita y las noches de
discotecas no se pueden resolver con velitas ante ningún santo de los milagros imposibles.
Ni ante San Judas o San Antonio, opinó Pablito; perdón, no dije ninguna mala palabra.
Pero ayer, en casa le esperaba a Consuelo una sorpresa con problema: un gallo destructor. Sí,
un robusto y pedante plumífero se había adueñado de su jardín y desbarataba sus begonias,
pensamientos y gladiolos. Ordenó a gritos a los sobrinos: ¡Boten a ese gallo que está
destrozando mi jardín; debe ser del vecino! Pero antes que repita la orden, el sobrino le
informó: Tío Amador lo ha traído para ti.
—¿Amador?
—Sí, tía.
—¿El primo profesor de danzas?
-¡Ajá!
—¿Para mí?
-¡Ujú!
—¡Qué locura! ¿Por qué? ¡Agarren a ese gallo cochino!
Sin consuelo, Conchito habría desfallecido sobre el sofá, porque el gallo, tras destrozar sus
jazmines, volvía sobre sus pensamientos. Ya casi sin voz, rogaba: ¡Boten a ese gallo
asqueroso! ¡Maten a ese gallo! ¡Pablito, llama por teléfono a tu tío Amador para torcerle el
pescuezo! En eso, como acostumbra decir mamá, “Hablando del rey de Roma...” apareció el
obsequioso tío. Amador cogió al gallo, lo acunó en sus brazos como a un niño: Te pagaré
todos los daños, prima. Repondré todas tus flores. Mejoraré tu jardín, te lo juro; y contó
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toda una radionovela llorona sobre cierta sobrina de su esposa.
Que la pobre era huérfana de padre; que trabaja y estudia la pobrecilla. ¿Quién? ¡La
sobrina de mi esposa! Que se mantenía ella sola, ¿te das cuenta, Concho?, a sus hermanitos y
a su anciana madre, enferma con cáncer terminal. Es huérfana de padre, te dije. ¿Qué más
puedo agregar?; que estudia y trabaja y es una chica de—su—ca—sa.
—Y yo, ¿qué tengo que ver con todo eso? —habría preguntado Consuelo.
—Sé que ella está desaprobada en el último examen del curso de Matemática que lleva
contigo.
Concho miró con rabia al gallo y luego al primo, a punto de estallar con un nuevo ataque
de cólera. Se dominó y adoptando su impersonal seriedad catedrática zanjó la situación.
Jamás había actuado por factores extra académicos; así que llévate ese gallo cochino,
Amador, no lo quiero para nada.
Pero el primo no aflojó: Tú sabes, primita, que, para las gentes de letras, los números son
nuestro coco. ¿No recuerdas que nos ayudabas desde niños, Consuelito? Por algo te llamas
Consuelo, insistió Amador, con las manos juntas en rogativa. En fin, esa chica es la sobrina
más querida de mi esposa.
Cercada por los lazos afectivos de preciada recordación y por el parentesco mencionado,
concedió. Solo puedo darle una oportunidad para que rinda un nuevo examen; pero todo
dependerá de su rendimiento académico y de nada más. Nunca me vuelvas a pedir algo así y
llévate a ese gallo asqueroso. ¡No quiero ver ese gallo cochino en mi jardín!
Recogió su cartapacio de la mesita de la sala, se acicaló un poco ante el espejo ornamental,
se echó un poco de perfume y salió rumbo a la calle.
Amador ató al gallo de las patas y lo dejó en un rincón del jardín. Cruzó la sala y el
pasadizo lleno de macetas floridas y se fue tras la prima.
Poco después, Amador desde el patio de la institución señaló el corredor del segundo piso:
Esa chica de polo rojo es la sobrina de mi mujer. Se despidió. Montó en su motocicleta y dijo:
no me falles, primita, ¡no me falles! Dejo en tus manos a la pobre sobrina y partió raudo.
Los alumnos suben o bajan por las amplias gradas del moderno edificio de tres pisos.
Recorren con gran prisa los corredores. Consuelo, la profesora de Matemática, miró
nuevamente hacia el corredor y cuando la recomendada volvió el rostro, una pizca de
compasión huyó de sus sentimientos. ¡Con razón el nombre de la chica me pareció familiar!,
se dijo. Esa joven era la misma chica a quien debía tantos colerones. Llegaba siempre tarde a
las clases. Salía antes de la hora y, por último, había llevado a otra persona para que la
suplantase en el examen anterior, y luego lo negó con desparpajo. Todo ello (Consuelo se
sintió asaltada por ciertas dudas), ¿se debería a los problemas familiares y de trabajo que esa
chica afronta? ¡Pobre muchacha, tal vez tenga razón para que esté mal en mi curso, por sus
problemas…!
Su cavilación fue interrumpida por el rostro sonriente de Roberto, el profesor de Lengua
española, ¡todo problema tiene solución en la vida! Y con su siempre seductora sonrisa, en
tono confidencial: Tu curso es muy difícil para los literatos como nosotros. De pronto,
simulando un acto de prestidigitación hizo aparecer una bella rosa amarilla y se la regaló. Y
antes que Consuelo pudiese asimilar la situación, Roberto le presentó su humilde súplica:
Por favor, Consuelito, te ruego que ayudes a mi ahijada en este examen que vas a tomar. Sus
padres son humildes campesinos y ella debe culminar sus estudios para sostener a su familia.
Para Consuelo, resultaban excesivos ruegos en un día; por eso, fastidiada y maquinalmente,
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preguntó:
—¿No se trata de una huérfana cuya madre está con cáncer terminal?
—¡Nooo! —Fue la respuesta—. Sus padres son muy pobres, pero sanos; tú sabes cómo es la
gente del campo.
Y antes que la profesora Consuelo pudiese objetar nada, Roberto, con mucho disimulo,
señaló a la misma joven de polo rojo, sobrina de la esposa de su primo Amador. ¿Esa de
rojo? ¡Sí, esa! Cuando quiso reaccionar con la más rotunda negativa, Roberto ingresaba a un
salón de clases y antes de cerrar la puerta le regaló otra sonrisa, mientras le decía: Cuento
contigo, preciosa.
Pablo terminó su desayuno y luego de pedir permiso para levantarse, dijo: Mis tías
descubrieron el juego de aquella supuesta sobrina del tío Amador.
—¿Supuesta? No entiendo, dije, ¿y la danza del gallo?
Mis hermanas habían olvidado el desayuno por contarlo todo, con pelos y señales.
Consuelo no conocía el nuevo domicilio de Amador en los quintos apurados, según ella;
pero sí nuestra hermana Marisa. Cargando “el cuerpo del delito” y en un taxi se habían ido
allá. Tocaron el timbre y salió Marciana, la esposa de Amador, intrigada al ver a Consuelo
con un gallo entre los brazos ante la puerta de su casa. Lo que ocurrió después, dicen que fue
de película.
¿Quééé? ¿Amador? ¿Este gallo cochino? ¿Una joven estudiante? ¿Mi sobrina? ¿Seguro?
¿Así lo dijo? ¡No puede ser! ¿También el profesor Roberto? Pero no, ¡no puede ser! ¡Yo no
tengo ninguna sobrina en educación superior! Es más, yo no tengo sobrinas, ¡ninguna
sobrina! Marisa susurró al oído de Consuelo: hermanita, creo que amolamos al primo
Amador.
Marciana se quedó pensativa, sin disimular su cólera. Rumiaba su ira en voz alta: Ahora
verá el Amador que se cree un gallo, “un cuero” y que puede cantar en cualquier corral;
debe ser una de sus alumnitas de danzas. Mis hermanas sonríen al terminar su relato a dos
voces.
Dominando su cólera, Marciana nos pidió: Denme ese gallo cochino, primitas. Lo recibió y
tras decirnos gracias, con torcida sonrisa extraterrestre, cerró la puerta, chau. Volvió a
abrirla, asomó la cabeza para guiñarnos: ¡Ya sabrán cómo fue la danza del gallo cochino!
Compilación: Mg. Antonio Remón Tenorio.

COMPRENSIÓN LECTORA

1.-Cuente la historia con tus propias palabras o secuencialice los sucesos literarios.

Había un señor llamado Amador al que apodaban cuero porque parecía cuero de un animal . este
señor era muy mujeriego que decía el hombre es casado, solo en la casa, pero soltero en la calle o
un “cuero”, es gallo en todos los corrales. Para él, en cuestiones de amor era infalible la estrategia
del matutino cantor: se cocoroquea con dulzura a la susodicha en los oídos, se le da un par de
vueltas con estilo y tas—tas: ¡pollita a la brasa!

El señor Amador dejo el gallo en la casa de su prima este destruyo su jardín, Consuelo molesta le
reclamo y este empezó a hablarle de una supuesta sobrina de su esposa con todo un par de
secuencias sobre padres enfermos y enfermedades terminales por lo que Consuelo lo pensó bien y
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decidió ayudar a la chica de la cual hablaban. Poco después señalo a la chica de polo rojo
poniéndola como sobrina de su mujer de nuevamente.
Cuando Consuelo le tuvo compasión, pero justo cuando iba al salón el Profesor de Lengua
española empezó a simular un acto le dio una rosa amarilla y le rogo por la misma chica, pero con
otra historia poniéndola como su ahijada. Cuando intento reaccionar Roberto le volvió a dar más
suplicas.

Entendió la danza del gallo y en un taxi fue para ir a buscar a Marciana la esposa de Amador. Fue
en ese momento después de que le contaron todo ella dijo que no tenía sobrinas y Marciana
molesta pidió el gallo y con una sonrisa malvada se lo llevo y ya saben como termino.

2.-Anote a los personajes con sus virtudes y defectos. ¿A qué clase social pertenecen los
personajes?

Los sobrinos: no decían lo que sabían de su tío Amador

Amador: Mujeriego
Roberto: Mujeriego
“la sobrina- ahijada”: Deshonesta y mentirosa
Marciana: Buena y Justiciera
Consuelo: Sincera y Bondadosa
Marisa: sincera

3.-Anote los temas de la narración.

Engaños , La mentira .

4.-¿Cree usted que esta historia se dé en la vida real? ¿Por qué?

Si porque hay muchos hombres que no tienen vergüenza en engañar a sus esposas y cuidar a la
amante aun siendo menor apelando por ella y mintiendo.

5.-¿Te gustó la narración? ¿Por qué?

Si , porque Marciana se entero de la verdad

6.-¿Te parece ético, la actitud de Amador? ¿Por qué?

Para nada, siendo un profesor de danzas meterse con una alumna y no solo eso apelar y mentir
sobre ella para que le den una oportunidad metiendo a su esposa me resulta de lo más bajo.

7.-¿Por qué ciertos trabajadores caen al camino vergonzoso de la coima y la corrupción?

Por la ambición y otros como en el caso de Consuelo por compasión.

8.-¿Qué opina de la sentencia: “Acciones, borran pasiones”?

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 Que como dice las acciones de las personas si son malas dejan mucho que desear y te salen la
realidad de como son.

10.-¿Qué le parece la actitud de Consuelo y Marisa?

Buena, Me pareció bien que le dijeran la verdad a la esposa de Amador.

11.-¿Por qué a Amador le decían un “cuero, cuerazo”?

le dicen “cuero” o “cuerazo” porque es lo más parecido al pellejo que cubre la carne de los
animales.

12.-¿Quién era la supuesta sobrina de Amador?

Una de las alumnas de danza de él , la ahijada del profesor Roberto y amante de Amador.

13.-¿Qué cree que ha ocurrido en su hogar del cuerazo Amador?

Que Marciana lo golpeara por lo que le hizo

14.-¿Te parece correcta la actitud de Roberto? ¿Por qué?

No porque también le pidió a Consuelo por la , muchacha que no uso nada de su parte.

15.-Comente crítica y valorativamente la historia narrativa.

La lectura nos deja con la enseñanza de que todo se descubre al final y es muy buena para entender
como terminara Amador con la traición.

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