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Homo aequalis

Génesis y üpogeo
de la ideología económica

Louis Dumont

m TA U R U S
1,

ESTUDIO COMPARATIVO
DE LA IDEOLOGIA MODERNA
Y DEL LUGAR QUE EN ELLA OCUPA
EL PENSAMIENTO ECONOMICO

La tragedit del esplritu mode¡no consiste en que <resolvió el


enigrna del universo>, pero sólo para reemplazatlo por el enigna
de sl mismo.
(Alexandre Kounú, Esadios nwtonianos, p. 43.)

El estudio siguiente se halla determinado en su orientación por la


empresa más ampüa de que forma parte. La idea general de un estudio
de la ideologla moderna nació de mi trabaio anterior de antropología
social. Para ml es su continuación natural, pero desde el Punto de vis-
ta académico es grande la distancia entre la antropologfa y una indaga-
ción que a primera vista incumbe a lo que comrfurmente se llama histo'
ria de las ideas. Por consiguiente, no está fuera de lugar empezar, si
no justificando, sl al menos describiendo este Paso, esta transición, y
catacteÁzando al mismo tiempo la empresa de la que este übro sólo
fepfesenta el primer capltulo.
La transición parecerá inmediatamente menos inveroslmil si se
considera por una parte que las ideas y los valores constituyen un as-
pecto importante de la vida social, y que la antroPologla social es por
otra parte esencialmente comParativa aun cuando no lo sea de modo
expllcito (Dumont, 1964a, pp. 15-16). Durante unos veinte añog me
he dedicado a aplicar los métodos de la antropologla social al estudio
de una sociedad de tipo compleio, hgada a una de las grandes civtbza-
ciones del mundo, la sociedad de la India o, por llamada con arreglo
al rasgo principal de su morfologla, la sociedad de castas. Pues bien,
esta sociedad a4rece, desde el punto de vista de los valores, en impre-
sionante contraste con el tipo moderno de sociedad. Esto es al menos
lo que a fin de cuentas se desprendla de una obra que constituyó la
conclusión de mi estudio y que titulé Homo bierarchicus con obieto de
dar a entender en sutn¿ dos cosas: en primer lugar, que las verdaderas
variedades de hombres que se pueden distinguir en el interior de l¿ es-

1,3
pecie son variedades sociales, y además, que la variedad correspon_ individualistas a causa del acento puesto sobre
diente a la sociedad de castas se caractedza esencialment" po, ,..i .o- trerno de las sociedades
b iflraldad en detrimento de la übertad. Es posible que esta simetda
misión a la jcrarqaía como valor supremo, exactamente en el polo haya sensibilizado especialrnente a un investigador
de iás extremismos
opuesto al igualitarisno que impera, como uno de sus valo¡e. .^rd].r"- la jerarqula india'
fuancés de
les, en nuestras sociedades de tipo moderno.
Insistamos en ello: se trata de valores sociales generales, engloban-
Pero este contraste jenryula,/tgraldad, aunque notable, sólo consti_
tes, que deben distinguirse claramente de la simple presencia de un
tuye una parte de la cuestión. Existe otro contraste, subyacente al pri_
t¡sgo o una idea a un nivel u otro de la sociedad. En un sentido muy
mero y de aplicación más general: la mayor parte de las sociedades va-
arnplio, igualdad y ientgúa se hallan en cierto modo necesariamente
lorizan en ptimer lugar el orden, por consiguiente la conformidad de
combinadas en todo sistema social. Por ejemplo, toda gradación de
cada elemento a su papel en el conjunto, en una palabra la sociedad
statas imphca la igualdad '-al menos a este respecto- en el interior
como un todo; a esta orientación general de valores la llamo <<holis-
áe cada uno de ellos (Talcott Parsons, 1953, n. 1, d. H.H., Homo ltierar-
mo)], con una palabra poco extendida en f¡ancés pero muy corriente
clticus, 7967, p. 322). De ese modo, la igualdad puede hallarse valori-
en inglés. otras sociedades, la nuestra en cualqüér caso, valoran en
zada dentto de ciertos llmites sin que ello impüque el individualismo.
primer lugar al ser humano individual r.r.rtroi ojos cada hombre es
Asl por ejemplo, en la Grecia antigua los ciudadanos eran iguales
una encarnación de la humanidad entera, ^
y como tal es igual a cual- mientras que el acento principal de los valores se situaba sobrc la polis,
quier otto hombre, y libre. Esto es lo que llamo <individuarismo>. En y Aristóteles no encontraba que la esclavitud fuera contraria a la ra-
la concepción holista, las necesidades del hombre como tar son ignora- zón. Ocurre probablemente lo mismo, mutatis matandis, en la civiliza-
das o subordinadas, mientras que por el contrario la concepci¿n'indi- ción isl¿imica; asl parece confirmado para las sociedades de Oriente
vidualista ignora o subordina las necesidades de la sociidad. pues Medio un crltico atento y experto (Yalman, '1,969, p. 125)1.
bien, entre las grandes civilizaciones que el mundo ha conocido, ha
predominado el tipo hoüsta de sociedad. Incluso da la impresión de 1 Segrin Nur YALMAN (1969) las sociedades islámicas del Próximo Oriente son (o
haber sido la rcgla, con la rinica excepción de nuestra civilización mo- e¡an ¿rin recientemente) igualitarias pero no individu¿üstas. Hay que presumir que la
derna y su tipo individualista de sociedad. igualdad no se extendla al'no-musulmá¡: el igualitarismo no estab¿ presente como rül
iQué relación hay entre el contraste hoüsmo/ind.ividuaüsmo y el valor global. No digo esto para negar que la civiüzación islámica pueda aparecer como
contraste iemqula,/igtaldad? En el plano lógico, él holismo impüca un obstáculo a mi generüzación. Se puede decir, bien que se trata sin ninguna duda
la de m c¿so de individualismo a nivel de los valores riltimos, o bien por el contrario qr:e toda
jerarqula y el individuaüsmo impüca la igualdad, pero
en la realidad ni sociedad particular perteneciente a ese compleio de civiüzación será clasificada con lr:zón
todas las sociedades holistas acentúan lajeraryura en idéntico grado, como holista con tal de que se traslade el ¿cento de los valo¡es últimos o esc¡iturales a
ni todas las sociedades indiüduaiistas la iMd;d. Se puede .ot i''br", los pdncipios que pueden abstraerse de la sociedad tal como funciorra, pero entonces
por una sociedad europea -digamos en el siglo xx- podrla también incluirse en la misma
Por una parte, el individualismo no imp[cá rinicamente la
1u1 clase. De hecho, por exigencias de rigor metodológico, deberla haber puesto a prueba mi
igualdad, sino también la libertad; ahora bien, igualdad y übertad no
generaüzación hipotética con este caso evidentemente diffcil. Mi rinica excusa, si algun¡
siempre convergen, y la combinación de ambas vada en una sociedad tengo, estriba en su dificultad para un no especialista, una dificultad b¿sada en gran par-
de este tipo o del otro, Por otra, de manera bastante similar, la jetrr_ te en la impo¡tancia de las va¡i¿ciones en el intedor del complefo, de la que Clifford
qula aparece la mayor parte de las veces lntimamente combinada con Geertz ha presentado un caso extrerno en l¡lam Obsencd (Gnwrz, 1968). Teniendo en
cuenta la insuficiencia de mis conocimientos no quisiera que parezca que me pronmcio
otros elementos. segrin mi anáüsis, la cultura de la Ind.ia se caracterza
definitiv¿mente en la etapa acnral, y debo contentarme con tres observaciones, P¡imera-
por un fenómeno probablemente único: la separación rad"ical entre je- mente, el anáüsis que propongo de la ideologla moderna no depende de la univers¿lidad
rarqufa y poder, que permite a la jerargula apatecer en su forma pura, del holismo en las sociedades compleias no modemas: basta que el tiPo exista para que el
exclusiva y sin mezcla. En definitiva, por su afirmación de la jerarlufa, cont¡aste pueda ser establecido y utilizado; la posible existencia de un tercer tipo compü-
carla sin duda la cuestión, quizá de manera notable, y ya en el texto hago mención al he-
la India se nos muest¡a como el polo extremo de las sociedades holis-
cho de que el esfuerzo acn¡al sólo representa el nmienz! de un estudio comparativo' En
tas. Del mismo modo, la Francia de la Revolución se situada, segrin segundo lugat, el caso aparece mucho menos problemático si se traslada la consideración
Tocqueville, en relación a Inglaterra y a los Estados unidos, en .l"er,- del exclusivo rasgo del <individualismo>, tal como aquf es definido, al modemo complejo

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El individuaüsmo tal como acaba de ser definido
de dos o tres caracte'sticas de gran importancia
va acompañ eomo lL forma superior de la riquea en general, mientras que la ri-
rán evidenciados y que conviene introducir
que más
"¿"t^tl
""lo"r^
¡"^"Atliaria .se convierte en una forma inferior, menos peúecta;
i"_:dt"-;;;;:'E" ,ti ."r*.r, se asiste a la emergencia de una categctla de la riqueza
mayorfa de las sociedades, y en primer lugar
riores o, como las llamaÉ cgn más frecuicia,
en las civiüzaciorr..i lirróno^u y relativamente unificada. Unicamente a P^ttk de aquí pue-
nales, las relaciones entre hombres son más
1", *.¡.J"J..;r:il f," h"."rc. wa clata distinción entre lo que llamamos <político> y lo
importan,.., *á, drJ que llamamos <económico>.
Distinción que las sociedades tradiciona-
mente valorizadas que las relaciones entre
hombre, u .or"r. n.,"1 les desconocen'
macla se invierte en el tipo moderno de sociedad,
contrario, las relaciones entre hombres están
á"
"l
q"i"ói] Como recordaba recientemente un historiador de la economía, en el
,"¡"rA"^á"r'"1"il Occidente moderno ha ocurrido que el <soberano (the ruhr) abando-
ciones entre los hombres y las cosas. Marx,
como veremos, ha di nó, vohtntanamente o no, el derecho o la costumbre de disponer sin
esto mismo a su mane¡a. Estrechamente
ügada a esta inversión del más diligencias de la riquieza de sus súMitos> (Landes, 1969, p. 1.6).
modenia rüra nueva concepciorl De hecho, ésta es una condición necesaria de la distinción que tan fa-
T1i1?j1.?,TtT",
la :".l".rociedad
úqueza' En las sociedades.tradicionales
en g"n"r"l, ra riqueza inmo.,r rniüar nos es (cf. H.H., pp. 384-385).
biliaria se distingue con nitidez de la riqueza
ces son una cosa; los bienes muebles,
,io¡iti"ri", bJ bi;;;; Con ello nos acercarnos a la vigorosa demostración por Kad Pola-
el dinero, otra muy distinta. F.n nyi del carácter excepcional de la era moderna en la historia de la hu-
efecto, los derechos sobre la tierr" estár,
imbricados .r, t" o.g"*r-".lli manidad (Tbe Great Transfmmation, 1,957 a). El diberalismo> que ha
sociat los derechos suneriores sobre la tierra
acomp añan alpoder so.: dominado el siglo XIX y las primeras décadas del xx, es decir esencial-
bre los hombres. Eso.'derechos, .r;;;.i;j"
,oiqo.r"r, al impücar mente la doctrina del papel sacrosanto del mercado y sus concomitan-
relaciones entre hombres, son intdnseclmente
superiores a la úqueza tes, reposa sobte una innovación sin precedentes: la separación radical
mobiüaria, despreciada como una simple de los aspectos económicos del tejido social y su construcción en un do-
relación con las cosas. Tam_
bién éste es un punto que Marx p"r.ilio minio autónomo. Lo único que hago, en definitiva, es proponer un
con lhridad. Subraya el ca_
rácter excepcional, éspecialm..rt" * la punto de vista un poco más amplio al tiempo que construyo sobre una
antigtiedad, de las
sociedades comerciantes en las que ;.d;;
la tiqaeza\^bta alcanzadi;;;;: viefa tradición sociológica. En efecto, el contraste holismo/individua-
tuto autónomo: lismo, tal como ha sido desarrollado en mi estudio sin imitáción direc-
La tigueza no apa¡ece como un fin en sl ta o conscientez, carnina en la misma dirección que la distinción de
misma más que en argunos pueblos comercian-
tes"' que viven en los poros del mmdo antiguo Maine entre estatuto y contr¿to, y la de Tónnies entre Gemeinscltafi y
como lo, ¡odto. .r, la sociedad medieval
(cnndrisse, p' 387, sobre ras formaciones Cesellscbaft. Ocurre simplemente que, esta vez, Ia jetargula de los va-
económicas- precapitaristas; la misma
pital, I,cap. fV, sobre el fetichismo d. l"
t , idea: ca-
..."_.f4 lores se sitúa en primer plano, lo cual, según creo, hace el contraste
Con los modernos se produce una revolución más preciso y más útil pan mi propósito. Incluso no es difícil hacer
en este punto: roto el remontar más ardba el origen de esta distinción. Tónnies mismo la ha
lazo entre-la ñqueza inmobiüaria y el poder
soLe los hombres, la ri_
queza mobiliaria adquiere plena autonámIa,
no sólo en sf misma, sino 2
No hago quizá más que retomar ma tendencia anteriormente atestiguada- A pro.
pósito de los escolásticos, Schumpeter menciona (1954, p. 85)
la escuela *iversalista de
de ca¡acte¡lsticas que más aderante se menciona K. Prib¡am y O. Spann, y parece anticipatse al presente estudio:
en er texto. En te¡ce¡ lugat, ha sido
f¡ecuente interrogarse ace¡ca de las diferentes (No pretendo que las categorías miversalista-individualista carezc n
..gJa^'p"r civilizaciones que se han de utilidad para
desarollado baio la égida de dos reügione. "t".
,.h,;;;".;;;uy cercanas la r¡na a la oüa otros fines que los nuestros. Importantes aspectos del pensamiento económico, particu-
el cristianismo y er Islam. rarmente en sus aspectos ético-religiosos, pueden
euizás el.órrt ,"rura u"n"n.i"ao ar situato sobre el tras- quizá describirse con estos medioo>
fondo más ampüo aqrl esbozafo, n" ".t"
""Aq"i., ""* l'"ü. ., punto de vista edoptado
(vease también ibid. p.7g4, n.).
aquf no cabe duda que ¡esulta¡la *.yO:.y
.o.[r*ivo simila¡ , juando encontré este pasaje en Schumpeter no conocla esta escuela de pensamiento
cado ala' India, relativo esta vez,a la ".oao
civiüzación ¡.1¿-i.i .-p.r^ndo por "iq;."d: (ct. sln embargo R. AnoN, 1950). Hay una diferencia esencial: mi enfoque
es pulamente
una indaga-
el te¡reno y culminando con u.a descriptivo, analítico, comprativo, ni dogmático ni normativo. (Cf. más zlnjo, cap.7,
;::*r: "";;;¿;i; h mism¿ con el desar¡Jlo
n. 1).

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expresado de otra forma, al oponer la voluntad esencial o espontánea
generalmente a propósito de ese fenómeno <internacional> o inter-
(IYunwilh) a la voluntad arbitraria o meditada (Ktintilh) (7971, p. 6, societario, insistiendo en su carácter fundamentalmente social (Mauss,
etcétera). La expresión tiene un sabor hegeüano no sólo a causa del 1930, pp. 86 ss., cf. Dumont, 7964 b, p. 92).Pero la <ideologla mo-
acento puesto sobre la voluntad (que recuerda, más cerca de Tónnies, derno es más restringida que la <<civlhzación moderna> en el sentido
a Schopenhauer, y que por lo demás es alemán en general), sino tam- de Mauss, La <ideologfa> en general es bastante semejante a lo que la
bién en su contenido general: el joven Hegel estaba preocupado pot el antropologla americana llama <culturD por oposición a <sociedad>,
contraste entre la participación esponteinea del antiguo ciudadano pero con una importante diferencia. En efecto, para desprender la sig-
griego en la vida de la ciudad, y el aislamiento resultante para el indi- nificación comparativa de la ideologla, es esencial hacedes su sitio a
viduo cristiano de su conquista de la subietividad y la libertad. Y los rasgos sociales no ideológicos que, en la concepción americana,
Roussear¡ decla ya en el Cnfitratr social qtrc el cristiano es mal ciudada- caeúan del lado de la <sociedaó>, fuera por tanto del análisis de la
no, proponiendo en consecuencia una reügión civil. Segrín aqul mis- <culturo. Dicho sea esto a tltulo meramente indicativo, pues en este
mo veremos, si la distinción no es analJticamente atihzada por Marx, trubajo ¡o alcanzarcmos ese nivel de compleiidad (cf. 1967, $ 22,
es porque éste ha escogido considerada como un rasgo patológico al 1 18).
que la revolución proletaria pon&fa fin. De tal forma que, a fin de Una distinción anteriormente formulada (7965, p. 15; 1967, $ 3)
cuentas, también él ofrece un testimonio de tal contradicción. juega un papel central en este estudio, y es preciso reproducida. Co-
Estamos separados de las sociedades tradicionales por lo que yo lla- rrientemente designamos mediante la expresión <hombre individual>
mo la revolución moderna, una reaolución en los aalores que parece ha- (o <individuo>) dos cosas muy diferentes que es absolutamente necesa-
berse producido a lo largo de siglos en el Occidente cristiano. Este he- rio distinguir:
cho constituye el eie de toda comparación de civilizaciones. Casi siem-
1) El sujeto enpírho de \a palabrq el pensamiento, la voluntad, muestra representativa
pre, los intentos de comparación reaüzados hasta hoy estaban centra- de la especie humana, tal como se le encuentra en todas las sociedades.
dos en el caso moderno: ipor qué esta o aquella de las grandes civiliza- 2) El ser moral, indepenüente, autónomo y por ende (esencialmente) no social, tal
ciones no ha desarrollado Ia ciencia de la naturaleza, ola tecnologla, o como se le encuentra ante todo en nuestra ideologla moderna dei hombre y de la socie-
el capitalismo, como la nuestra? Es preciso invertir la pregunta: dad.

icómo y por qué se ha producido ese desarrollo único que llamamos Haremos un esfuerzo para distinguir los dos sentidos del término,
moderno? La tarea comparativa central consiste en dar cuenta del tipo bien escribiendo el <individuo> cuando se trata del segundo sentido,
moderno pafih del tipo tradicional. Por esta nzónla mayor parte de moral, bien utilizando pan el primero, el sentido empfrico, otra ex-
^
nuestro vocabulario moderno resulta inadecuado para fines comparati- presión, como el <<hombre particulaor, el <agente humano particular),
vos, y el modelo comparativo fundamental debe ser no moderno. (A etcétera. Pero en razón mismo de su necesidad, con frecuencia la dis-
un nivel diferente, ino es ésta la nzón de que las Forma¡ elemcntales tinción es en la ptáctica muy diflcil de expresar brevemente en el len-
sean relativamente tan importantes en la obra de Durkheim?) Esta vi- guaje corriente. Por eso mismo, la palabra <individualismo> no debeda
sión de la comparación parecerá sin duda discutible en un primer mo- designar aqul más que la valorización global definida más arriba y
lue
mento; se impone un mlnimo de precisiones antes de defendeda e cotresponde al segundo sentido, al individuo, pero no estoy seguro de
ilustrada. haber evitado todo uso degradado del término que lo acerque al senti-
Llamo <ideologla>> al coniunto de ideas y valoies comunes en una do vago cor¡iente.
sociedad. Como en el mundo moderno hay un conjunto de ideas y de Volvamos ahora a la oposición entre ideologfa moderna e ideologla
valores que es común a numerosas sociedades, palses o naciones, ha- tradicional. iPuede decirse que el nivel del contraste es arbitrario?
blaremos de una <ideologla moderno) en contraste con la ideologla de iNo hay, por ejemplo, entre las ideologlas de la Francia y la Alemania
tal sociedad tradicional (correspondiente, recordémoslo, a una civiliza- modernas tanta distancia como entre las ideologlas trad^icionales de
ción superior). Nos hallamos aquf en el caso en que diferentes socieda- India y ChinaP E incluso, ino difiere tanto China de la India como la
des forman parte de una <civilización> comrín, como Mauss decla muy India de nosotros? Ciertamente hay una d-iferencia ent¡e el caso mo-

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demo y el caso tradicional. Debe ser evidente que, desde (de la ferarqula al holismo, etc.). Es más que pro-
oue en ella proPonga
mente el siglo XVn, Inglaterra, Ftancia y Alemania entre otras, han úable que tentativas
comparativas similares que partieran de la China,
nido una ideologla común. Esto no excluye en modo alguno del Islam, o incluso de la Grecia antigua, iluminadan a su vez ciertos
cias nacionales y, en el interior de cada pals, diferencias sociales, aspecros de nuestra ideologla, que la presente tentativa, fundada sobre
gionales, etc. Bien al contrario, la propia tentativa de esbozar lo La'l¡üa, aun cuando fuera supuestarnente completa y perfecta, deiaía
estas naciones tienen en comrín revela inmediatamente sus di en la sombra.
cias. Lo cual no impide que cada configuración nacional pueda ser Esto por lo que se refiere al lado antropológico. Hay asimismo un
tada como una variante de la ideologla general (cf. poco aspecto en cierta medida inügena: quiero decir, que nuestra indaga-
P. 2s). ción no es completamente inoportuna o inactual desde un punto de
En lo que concierne a la India y China, por no decir nada de la vista interno a la propia ideologla moderna. Se habló mucho hace al-
versidad interna que constituye otro problema, no pretendo que gunos años de un <final de la ideologfa>. Si se me permite pedir pres-
difieran profundamente en su ideologla la una en rclaaó¡ a la tado, después de muchos otros, un término a Thomas Kuhn, yo dirfa
Pero comparadas a nosotros son similares: las ideologlas tradicion más bien que asistimos a una crisis del paradigma ideológico moder-
india, china, japonesa son holistas, mientras que la nuestra es indi no3. Es cierto que la tendencia a ver crisis por todas partes es fuetre
duaüsta. Que sean hoüstas de diferentes maneras no cambia en nada en la ideologla moderna, y que, si hay crisis, no data de ayer; en un
hecho siguiente; la tarca de describir comparativamente estas sentido más amplio, esta crisis es incluso más o menos consustancial
des se veda facilitada si nuestro marco de referencia, que se halla al sistema, hasta el punto de que habrla entre nosotros quienes encon-
completo teñido de individualismo, pudiera ser reemplazado que trarlan en ello una nzón de orgullo. Da la impresión, sin embargo, de
halla por completo teñido de individualismo, pudiera set que la crisis del paradigma en el siglo xx ha conocido recientemente
por otro, construido partir de estas mismas sociedades. Cada vez una intensificación, qrlizá sobre todo una generalización.
^ A nivel de disciplinas doctas, se tiene por lo general la impresión
sacamos a la lvz una idiosincrasia de la mentaüdad modetna, hacemos
un poco menos imposible la comparación universal. de que el hombre moderno, encerrado sobre sl mismo y quizás enga-
En suma, la revolución en los valores de la que ha salido la i ñado por el sentimiento de su superioridad, tiene cierta dificultad en
gla moderna representa el problema central de la comparación entre captar sus propios problemas. El hecho es particularmente llamativo
sociedades, tanto si lo que nos proponemos es describir y en la reflexión. Resulta sorprendente, por ejemplo, descubrir que la
las sociedades tradicionales o civilizaciones superiores -y también necesidad de definir la nación de una manera comparativa apenas ha
sociedades consideradas más simples o culturas arcaicas que son arin et sido sentida. La nación (moderna) sólo se define por lo general en el
objeto más habitual de la antropologla, como sl es situar nuestra interior de las condiciones históricas modernas, tomadas impllcita-
pia sociedad en relación a las otras-. Ambas tareas incumben a la an. mente como evidentes o universales. No se hace ningrín esfuerzo por
tropologla, y de hecho no constituyen más que un¿, pues es claro definirla especfficamente por companción con sociáades o agrupa-
si pudiéramos desarrollar una visión antropológica de nuestra mientos pollticos no modernos, a pesar de que, en nuestros dlasi sean
sociedad la comprensión de las otras se verla grandemente facilitad¿, nrünerosas las sociedades tradicionales de las que se piensa que llevan
puesto que disponddamos de un marco de referencia, de un sistemal camino de convertirse en naciones4.
de coordenadas que ya no seda un préstamo de nuestra menta Más generalmente, la teoda polltica persiste en identificarse con
patticular a¡ excepcional- sino que serfa verdaderamente universal una teoda del <podeor, es decir persiste en tomar un problema menor
(cf. mi artlculo, 1975 a).
He querido, a riesgo de repetirme, recordar aqul la perspectiva ge'
verdad, Th. KuHN ha restdngido el sentido del término en la segunda edi-
neral en que se inserta el presente ensayo. Es y sigue siendo limitador ctón|
^,,l de $cir
Tlte of Scient$c Renlations, i970, pp. 174 ss.
.furuaure
no hay que olvidado, en la medida en que una sola ideologla tradicio- mr ensayo relativo a la India, <Nacionalismo y Comunalismo> en 1967, Apén-
nal, la de la India, le sirve de base, cualquiera que sea la generahzación
di"";:t

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por el problema fundamental, que radica en la relación entre el para emPezaL se puede ya dat wna idea de la clase de renovación
deo y los valores o la ideologla. En efecto, p^rth del momento promete. Si hay, más allá de todas las diferencias,
^ orre l^ cofip^ración
que la ientqúa es desalojada, la subordinación debe ser tr^Yés de estas diferencias mismas, una cierta constancia
como el resultado mecánico de la interacción entre individuos, y la
I más bien
^
r
áe las sociedades humanas, si por otra parte la ideologla moderna es
toridad se degrada en <podeo>, el <<podeo en <influencio, etc. Se ol tan excepcional como hemos dicho, entonces la
cornparativamente
da que esto sólo se produce sobre una base ideológica definida, el ir de esta ideologla debe haber tenido consecuencias invo-
instauración
vidualismo: la especulación polltica se ha encerrado sin saberlo en igualmente sin precedentes. Esto se verifica fácticamente en
luntarias
muros de la ideologfa moderna. Y sin embargo la historia reciente
forma de fenómenos que contradicen los valores vigentes y que' por
ha suministrado una demostración imponente de la vanidad de está a la apercepción intelectual ingenua,
esa raeón, escapan en su esencia
concepción con la tentativa desastrosa de los nazis de fundar el podet
no comPatativa.
únicamente sobre sl mismo. No pienso que el paraleüsmo sea gratütol,
Si, habiendo encontrado en la India holismo y ierarqúa, buscamos
Mientras el pensamiento polltico multiplica los refinamientos e¡il
en qué se convierten en una <civilización> un conjunto de sociedades
este impase, los problemas que sobrecatganra historia de los dos últi.:
qtrc valoriza, en el polo opuesto, el individuo y la igualdad, iqué en-
mos siglos raramente son objeto de una reflexión seria. iEs que las contramos? Encontramos, por ejemplo, un residuo de jerarqufa baio la
guerras' cada vez más totales y universales, las dictaduras y los totali+ forma de desigualdades sociales, y al ser laierarqala como tal impensa-
tarismos -inclüdas sus técnicas de esclavizamiento y aniquilación del ble o tabú entre nosotros, hallamos que se recurre generalmente, p ra
hombr* son las implicaciones necesarias, el acompañamiento inevita. designar ese residuo, a una expresión que evoca la naturaleza inanima-
ble de la democracia moderna? iTenfa razón Tocqueville cuando asig: da y que revela por ende el carácter incomprensible del fenómeno: se
naba condiciones determinadas y llmites precisos a la reahzación del habla de <estratificación sociab>, No es eso todo a este respecto, pues
principio democrático? o aún: iel movimiento internacionaüsta de los encontramos también, por eiemplo, que en una de las sociedades en
trabajadores erropeos ha sido incapaz de extraer las lecciones de su re- cuestión Ia aboüción de la esclavitud produjo en algunas décadas la
doblada de¡rota en 7974 y en 1933? La teorla sociaüsta marxista, a aparición del racismo. He ahl quizás el ejemplo más demostrativo de
cuya renovación o salvación tantos esfuerzos se dedican aquf y aLlá; las consecuencias involuntarias del igualitarismo. En otro lugar he tra-
ipertenece desde este punto de vista al pasado, y por quél Nuestros fi* tado el problema y no lo toco aqul más que de pasada (cf. 1967, Apén-
lósofos descuidan estas cuestiones como descüdan en grrin medida, al dice A). Pero debo sin duda añadir una observación. Primero, que yo
menos en Francia, las propias ciencias sociales. En conjunto, la refle- no digo en modo alguno, como algunos han parecido creer, que más
xión a fondo sobre el mundo moderno, tan intensa en la primera mi- vale Ia jerarqula que la igualdad, o en el caso presente que más vale la
tad del siglo XrX, parece haberse adormecido en los brazoi de confor- esclavitud -que no es por otra parte un asunto puramente jerárquico-
mismos partidistas o degradado en protestas inarticuladas. Incluso la que el racismo. Yo digo rinicamente que los hechos de este tipo indi-
más terrible enfermedad que Europa haya sufrido directamente, el can que la ideolog{a no tiene el poder de transformar la sociedad más
apocaüpsis hitleriano, espera arin, después de treinta años, ser verda. que dentro de ciertos Umites, y que al ignorar esos llmites se producé
derament_e domado en el pensamiento. lo contrario de Io que se ha buscado.
Una de las razones de esta impotencia general es sin duda que no se Tomemos un segundo ejemplo, el de otro fenómeno indeseable y
.
puede mover una masa desde su interior: hace falta un pr¡nto á. srn embargo presente en
nuestro universo moderno: el totalitarismo.
^poyo
en el exterior. Pues bien, la civilización moderna tiene precisamente Razonaremos sobre el caso del nazismo,
la sin preocuparnos de saber si
ventaja única de una información relativamente abundante sobre nu- se puede hablat
de totalitarismo en otros casos. Una dificultad mayor
merosas otras civiüzaciones y culturas: la comparación, he ahl el pun- en la comprensión
del totalitarismo proviene de la tendencia espontá-
to de apoyo: (vernos a nosotros mismos en perspectivo), como propo- nea a considerado
como una forma de hoüsmo: la palabra misma re-
nla ese antropólogo ejemplar, nuestro muy llorado Sir Edu¡ard grr"r* mtte a la totaüdad
social, y la oposición a la democracia tiende a ser
Pritchard, se ha convertido en una necesidad. rnrnediatamente
concebida como oreacción>>, como un retorno al pasa-

22 23
que llamaré configuracional, y la tenceta nacional o <subculturab. el artlculo pubücado en cuanto a su punto
Ec nfeciso pues coffegif
dirección histórica es evidente: una transformación profunda ha este defecto inicial no altera la des-
do lugar en la Europa occidental a lo largo de los siglos, siendo su
,-liii¿^, peio afortunadamente
:5t; d.i ptogt.to del individualismo, del nacimiento del Estado y
ñal más espectacular la emergencia de nuevas categodas de del siglo xrl En las primeras etapas
miento, como lo polltico y lo económico, y de las instituciones
\.tl' .urr*oita polftica
^ Partit
pondientes; puede estudiarse la génesis de todo esto. pero los
l- i¿l a lrt,dio es más descriptivo que analltico. El rasgo que más lla-
de vista en cuestión siempre nos son dados como formando parte
YiU'^t"n i1n es la complejidad del proceso de escisiparidad mediante
dominio de la religión, que inicialmente es único y engloba
una configtración sui generis propta de cada autor, de cada escuela, "i "". .f
dencia o pedodo. Estas configuraciones con el verdadero obieto
i}l5 h5 cosas, da origen (con ayuda del derecho) ^ l^ categoíz- nve-
mientras que en el plano de las institucio-
.r". .rp..i"l, de lo polltico'
este estudio, y lo que aqul recibe el nombre de ideologla moderna sus rasgos esenciales de la Iglesia, a la que su-
algo asf como la integral de todas estas configuraciones. En fin,
,r., .i B*u¿o hereda
J"nr" .r, tanto que sociedad global' A lo largo de todo el desarrollo,
estas configuraciones, en seguida se hallan diferencias nacionales 'hzsta la Revolución francesa, la religión ejerce su acción en formas
cadas. Serfa insuficiente decir que la ideologfa moderna se present¿
siempre renovadas: el movimiento conciliar, la Reforma, las gueras
modo dife¡ente en diferentes palses, diferentes culturas, dife
de reiigión, las sectas protestantes' todo contribuye de un modo u otro
lenguas. Hay de hecho subculturas más o menos nacionales,
al nuevo mundo polltico. A fin de cuentas, lo polftico y el Estado re-
inglesa, francesa, alemana, que deben ser consideradas como uari
sultan de una diferenciación. De lo que constitula, bajo la égida de la
(equivalentes) de la ideologla general.
religión y de la Iglesia, la unidad de los valores últimos se ha desgaia-
Hasta aho¡a no he pubücado sobre este tema más que un solo do uri quantum de valores absolutos constituyendo un dominio autó-
sayo de cierta ampütud (en inglés: <The Modern Conception of the nomo. El lector preguntafá Pot qué el trasfondo social está ausente de
dividual>r, 1965). Se trata de un esfuerzo por destacar a grandes este estudio; puede parecer extraño sobre todo que la feudaüdad y las
la génesis de la ideologfa moderna en lo que concierne al indi. Comunas no sean mencionadas; esta cuestión suscita un problema
lo polltico al mismo tiempo que al Estado, desde la Edad Media muy general; más adelante me explicaré. El presente estudio sigue his-
la Revolución francesa y después de ella, aislando algunos estadios tóricamente al que acabo de resumir: del mismo modo que la reügión
aspectos del desarrollo. El trabajo está fundado por una parte en habla dado origen a lo polltico, lo polltico a su vez va a dar origen a lo
generales que ofrecen una visión de conjunto de un dominio dete económico.
nado (Figgis, Gierke, Eüe Halévy) y por otra en imágenes Asl son las cosas desde el punto de vista histórico, o genético, tal y
cas condensadas de obras clásicas (Lniatban, etc.). Este artlculo no como hasta ahora lo he empleado. El punto de vista configuracional es
piraba a ser completo, y adolece de ciertas insuficiencias, la princi de hecho el punto de vista fundamental, pues el todo concreto ele-
de las cuales se halla en el punto de partida. Admitla alU que lá mental a nuestra disposición es la configuración de ideas y valores que
gf^ en holista en santo Tomás de Aquino, lo cual no es cierto encontrarnos en tal texto, tal autor, particular o común, etc. Por esta
que si limitamos la mhada a la comunidad terrestre de los cristi razón, tales configuraciones se hallan persistentemente presentes
en'el
pero no es verdad si lo predicamos de la ideologla en su conjunto. estudio, en forma simplificada o p"r.i"l si es preciso. La
sección 4,
estudio aún inédito de los primeros siglos de la Iglesia ha suministl por eiemplo, trata sobre la
relación, en un¿ obra de Locke, entre lo
más tarde una fórmula general de la ideologfa de la Iglesia través oolftico, Io.económico, la
moraüdad y la religión. Los cambios en es-
Ios siglos (hasta Calvino) que engloba los cambios acaecidos ^ y
tas relaciones
son, al nivel que aquf nos .o.r.I".rr", los hechos históri-
cuenta de su dirección general, en pocas palabras, el indivi cos fundamentales.

cristiano se halla presente desde el origen; la evolución consiste en El.estudio


de las variantes nacionales es r¡n caso particular de com-
movimiento pútb del individualismo-fuera-del-mundo hacia un i
- entre configuraciones diferentes, esta vez en tanto que pfe-
^ li1fon
dominantes
dividuaüsmo-en-el-mundo (y progresivamente tal), proceso durante en tal y ral pafs de modo duradero. Impresion"aá po, t"
cuterencia
cual la comunidad holista misma acaba por desaparecer, o casi. profunda .ntré h, representaciorres frarrclra y alemÁa del

26 27
individuo y de la nación, y habiendo tomado espontáneamente como
punto de partida la variante francesa, la más simple (1965; 7967,In_ coniunto se la iuzgue <verdadera¡> o <falsa>, <racionab o <tradicionab,
<cientlfico> o no, nada tiene que ver con la ¡atutaleza social
de la
troducción), me ha parecido inmediat¿mente necesari o catacterizar ra un eiemplo: que la tierra gha alrededor del sol es una
cosa. Tomemos
va¡iante alemana. De ahf un estudio de la ideologla alemaná del indi- científica, pero la mayor parte de nuestros contemporá-
oroposicjón
viduo, del Estado y delVotk en la literatura de 1710 a 1g30, que espe_
ro pubücar pronto, y del que un primer esbozo ha sido ,".*.rido'.r, i1"* tr admiten sin ser capaces de demostrada. Además, incluso para
los que son caPaces de hacedo, esta proposición forma parte de su
una conferencia (1.977a, pp. 33-35). Tengo en proyecto un estudio si_
concepción del mundo'al mismo tiempo que muchas otras que no son
milar de la vaiante inglesa, en el que el acento se pondtá sobre el lu_
capaces de demostrar. Como tal, se la puede legltimamente tomar
gar o función del empirismo y del utilitarismo. Este último será oca-
como una Parte integrante de la ideologla global, como un elemento
sionalmente canctefazdo in nsn aqul mismo (sección 5). Al estudio
que mantiene ciertas relaciones con otros elementos de la ideologla.
sobre el pensamiento alemán ha seg'ido un trabaio sobre el naciona-
Hay que tener cuidado aqul con una tendencia cientista ampüamente
y, en particular,la IYeltanschauuttg y el antisemitismo del proplo
fismo extendida que embrolla el problema de la relación entre las actividades
Hitler qrre he utilizado poco antes. Aun inédito, y po, compl.tar, e.
cientlficas especializadas, tan desarrolladas en nuestro entomo, y las
un anáüsis configuracional que saca gran provecho del estuiio prece-
formas generales de la conciencia. Ninguna ideologla en su totaüdad
dente. No es que la filosofla alemana explique el fenómeno nazi: el fe-
puede ser considerada <verdaderar¡ o <falsan, pues ninguna forma de
nómeno es esencialmente europeo, moderno, en tanto que enferme_
conciencia es nunca completa, definitiva o absoluta. Marx caracterizó
dg la ideologla moderna; pero no resulta comprensibie al margen
{ad la religión como una forma de conciencia mediante un rodeo (onf ti-
de la forma que adquiere, y esta forma se halla determinada po, h?a_
nen Urnweg) (La cuestión jada, en lYerke, I, p. 353, más adelante, p. 160).
riante alemana de la ideologla moderna. Hoy podemos decir más: todas las formas de conciencia son semeian-
tes en el sentido de que ninguna opera sin una <reiar> a través de la
cual tomamos conciencia de lo dado y al mismo tiempo deiamos de
lado una parte de eso dado. No hay conciencia ürecta y exhaustiva /a
Sin entrar muy a fondo en los problemas de método, es necesario cualquier cosa que sea. En la vida de todos los dlas, sólo llegamos a
ahora que precisemos nuestro objeto: la ideologfa en general, y en par_ hacernos inicialmente conscientes de algo por meüo y a través de
ticular lo que he llamado de modo sucinto la oideologia..orróLi.,,r, la ideología de nuestra sociedad. Todo lo que se puede afttmar sobte la
decir la relación de lo económico como categorf^ con la ideologfa, su ", relación entre lo que nos representamos y lo que (ocurre de hecho>
lugar en ésta. Los dos problemas principales, que probablemen-te es que tal relación es necesaria y que no es una identidad. La cosa es
ha_
brán acudido a la mente del lector, són: iCómo- procedemos para esencial, pues conduce a reconocer entre lo ideológico y lo no'
construir el objeto llamado ideologfa? y ies legftimo y útil ,.para, la ideológico una dualidad que permite evttar a la ve el idealismo (la
ideologla del resto de la realidad social para un-estudio distintoi Nues- idea es todo) y el materialismo (la idea es un epifenómeno) --al precio
tra definición inicial es deliberadamente vaga: llamamos ideologfa al ciertamente de un trabajo sin fin (1967, nota 1.a, etc.). Esta dudidad
coniunto de las ideas y valores -o represent;ciones- comrules en una nos ayuda también a prevenir el relativismo, que derivada la irrealidad
sociedad, o corrientes en un medio social dado. a partir de la diversidad. He hecho mención a la <relatividad sociabr de
No se trata aqul en modo alguno de buscar el establecimiento de la ideología tal como nos es dada. Esta relatividad no es final, pues la
una distinción, más o menos sustancial, entre la ideologla de un lado, comparación la trasciende: nuestra tarea es hacer posible la transición
y la ciencia, la racionalidad, la verdad, la filosofla, de átro. El único intelectual de una ideología a otra, y podemos hacerlo gracias a la tn-
aspecto común a la concepción presente y a la acepción corriente, clusión en nuestra comparación del <residuo> no ideológico, él mismo
más
o menos marxista, del término, es la ¡elatividad social la ideologfa es ¡evelado por el análisis comparativo y sólo por él (1'967, $ 118)' Tal
en cada caso un nnjurto social de representariones es la razón de mi reserva a propósito de la expresión <concepción del
-con seguridÁ un
asunto muy compleje. Que a una representación particular en este mundo>, copiada de aquella l%eltanscbauung (<intuicióo...) tan cargada

28 29
de relativismo que fue adoptada con predilección por
los nazis _< idea en la pluma de David Hume: <Los puntos de
ideología racista negaba por principio la intercomunicabilidad he agú la rnisma más familiares son susceptibles, por esa misma
culturas.
de :;;"" nos resultan
t. IV' p' 199). Me guardaré de llamar
escapársenos> (1875,
De este modo la ideologla de un pals determinado en un i*i^,'0r-
momel a estos Puntos de vista, dado el sentido especial del
dado puede tomarse sin inconveni..,t. .orno algo "Ir.onr.i.n,"s))
que engloba todo
patrimonio intelectual, siempre y cuando en ¿t"soló se inlluyan ,0"-i"". No es diffcil percibir, tras la <libertaó¡ y la <igualdad>, su
del individuo' Casi siempre ocurre lo mismo:
presentaciones sociales y no representaciones
las
,or,rr,o, la valotización
excepcionales o rini se exPresan los predicados, no el suieto' Llegamos a des-
Pero aqul se alberga un problema: nuestro material ,írri."ln"ttt.
está consti
orender éste, es decir, en el caso Presente'
a aislar al individuo como
por textos particulares de autores particulares. iCómo
reconocel
lralor, mediante un doble movimiento: Por una parte, siempre volve-
en cada texto lo que es social y lo que no lo es? La respuesta
en primer lugar en la relación .ntr.iro, diferentes
se rnos a encontrarle en otras partes del mismo camPo ideológico; por
textos. puede otÍa, esta orientación global se nos aparece en contraste con otra: el
rrir que se copien el uno al otro o bien, a la inversa, que no
nada en común. En conjunto, sin embargo, hay representaciones
t€ holismo. Este último, por lo demás, permanece también generaLrlente
f impUcito, y hace falta la penetración del autor de la República para ars-
damentales, configuraciones que son comunes a
un gran nrímero larlo. Más arín, cuando una investigación muy amplia me llevó a pro-
entre ellos. Pueden también estar impllcitas en discusiones
entre poner la jetarqula como principio fundamental de la sociedad de cas-
temporáneos, y aqur tocamos un punto más delicado:
Ia import tas, no traducla una palabra india, por más que la noción estuviera a
relativa. de estas representaciorr., é., la sociedad 'Como
.r, ger..al. fin de cuentas, baio uno u otro aspecto, de modo expllcito o implfcito,
costumbre, en el estudio de las culturas es importanle
desprender omnipresente en la vida india6. Sólo se trata, Pues, con todo esto de
principales ilneas de fwerza, e incluso et raigo predomiiante,
c s^c^r la luz el sujeto implfcito de numerosos predicados patentes,
como Marx decla de los rasgos económicos, .r-.*o
el éter que i ^
de añadir a las representaciones conscientes su relación necesaria pero
toda la escena (citado más adelante página 203),
lo que yo llamo el inexpresada. Dicho sea de paso, el procedimiento es mucho más mo-
pecto (englobante>. Sin embargo, no quisiera mrlljmizar
el problt desto que el consistente en teemplazar el <modelo> inügena por un
que plantea la tentativa de definir la ideología de
una escuela o de <<modelo> que se pretende completamente diferente.
grupo a partir del pensamiento de un filósofo como AI nivel de estas concepciones inexpresadas, pedazos aparentemen-
Locke (más a
lante, sección 4) o a partit de las representaciones te separados de nuestra ideologla muestran su conjunción, y cuanto
de un líder pollti
(como Hitler; en este caso, con la dificultad más amplio es nuestro examen con más claridad aparecen. Consti-
adicional y priÁe.a
distinguir las representaciones auténticamente suyas tuyen las categodas de base, los principios operatorios del <enrejado>
de lus qrr. udop
ba pa* la galeúa). Los dos casos no pueden ser de la conciencia, en resrünen, las coordenadas impUcitas del pensa-
más diferentes en
mismos y en el uso que de ellos hago, pero en miento común.
ambos, lo que me
fuerzo por aprehender es la emergácia o manifestación El mundo moderno se caracteraa en efecto por r¡na paradoja. Por
de una ,

presentación colectivo en el sentido de una una Parte ha desarrollado en gran número los puntos de vista particu- .
relación o de un conj
de relaci_ones. Sea que tales relacion es apafezran lares, Ias actividades y disciplinas especiaüzadas --como por ejemplo Ia
d. modo ...or,
sea que iluminen otras relacion.. o ..pi.r.rrtaciones, consideración económica1 por otra pane, la racionalidad es uno
constituyen, iá los de
gr.in todas las apariencias, una manifesiación
particular 1o. priJ. ,"t, I"Pt:: a los que en principio ,. ,oÁ.t.
y de los que se reclama. Se ha
inicial para nosotros- de un fenómeno verd^á.rumente hslstido en el hecho de que la racionaüdad en cuestión es principal-
ideolágico. ;
Topamos aquí con unaparadoja clásica: los elementos mente un asunto
.. de base de Ia de relación entre medios y fines. No es mucho decir,
ideologla permanecen casi siempre implfcitos.
Las ideas fundamentalesl
son tan evidentes y omnipresentes que no necesitan
ser expresadas: lo, -- caracterlstico que los cdticos más categóricos rrllyan *rclldo el concepto y su
se da por supuesro, constituye lo que se llama
:::T]1
(1964 b, pp. 97-98). Hace poco cité a Mauss acerca
da tradiciór¡¡ construcción,
^^l-.Es
u..s"s
p.ro no É"y"r puesto en cuestión la ubicüdad y la importancia de sus di-
de este punto, ma$ m anif.ri".iones.

30 31
o al menos la cosa presenta otro aspecto: posible en el plano de la
esta racionaüdad no es es deci¡ de la vida económica, su fusión solo es
carnente instrumental, es al mismo
ii.*po especiatizada. Se despür el consenso' * *:":
placer en el interior de cada uno 6onciencia, por la voluntad explícita' 1tt11::"11
han aparecido, mucho menos en
de br;;í;;;;;;ffi,""r;' nivel polltico: únicamente en tanto
que Estado es accesible la socledad
su distribución y su definición como un todo a la conciencia del
tndividuo' Puede extrafrar vet a la
pectiva, que pertenecen más ar orden
de u,
o^ dcl consenso. por .o"ris"i;";;
rr..¡ol;fiffi"al volontad individual, que atomizó la sociedad' convertirse en el instru-
verse un elercicio de prestidigita-
:::^r:.::u:* si queremos concet rnento de la fusión social, y puede
nuestra cultu¡a como rül todo, reencon]tra¡ adelante' p' 156) asl
preciso zambulürnos en el nivel
su sentido global, nos .iun.r, el $ 274 delaFiksofía derecbo (másaborda
del
la cuestión de
de lo inexpresado*v v44Lla'srrLc
exactamerr" c(l .orn" el pasaie del Contrito swial en que se
lo harlamos pafa una cultura menos
<racionab. "o,
..r-Ui*,"" po, decirlo, l^ ¡aturaleza humano (después' *Ui]:
lo. polttico y de lo económico no se tienen "ri no sólo con Rousseau' stno
_j:ú l:1*nici<i1d1
modo alguno por adquiridas, ,ro
O¡. Hág.f se halla aquí en continuidad
pp' 38-59)' y.su
1or,
.bi.;.;;^; acuerdo general. ".
.o. Hobb".., como he subrayado en otro lugar (1965' palabra desig-
que con
f:Ti,1.;"1':jii:
te
trata d.. po,,tg, a" ,,i,t" p",.i"É,
l"i: se
no puede defini¡se ella. misma, sino
sólo por su Iugar en el
;i;l Ert"do es, además de la insiitución polltica
llama sociedad global;
esa
más adelante volve-
to. Ahora bien, las ciencias, ao-o n*or, lo que el sociólogo
157 ss') Evitaremos
,"*poao'I", .r"aio.r.r, ,ro pp'
tran por encima de ellas un todo e*pltcito ,l ,oUi" ello a propósito"de Mur* (sección 7 ' en Iugar de contar con
del que serfan partes: nt aq"t ; .o.rr.rr..rrido bastante extendido
si'
o: gr _o ayudados por la distinción
P^::.1*l 3:.:", "i.i.".i,
"p"i"r_, de tas cienciasl ni.r,.", etiquetas familiares, restituimos'
Lo quehay es, ¿ nivel fáctico,orr".o.*irtá*ir-;ü;;;:a:; individualismolrolismo, la configuración real de las ideas en la obra
*i
5::,: :',"^",:1': .,"1*g"a.a. p,,.,to, de-;t.,; especiales: es p considerada'
saca¡la atal*z a partir de la ideologfa me ha llevado
gl"b^L;;;;";ü:,rj*; Se
Ior
percibirá ahora sin duda la intencióri ma1 que
a
sentido común. de la ciencia' de la fi-
rehusar el distinguir sustancialmente la ideología
Por ejemplo, lo polltico y el Estado nuevo compartimiento-a los que
se definen de diversas *"rr"r"ri losofía, etc.: no se trata de añadir un
por el monopotio ¿. l" io"rr" legltima investigación se sitúa en el extremo
Lj,l1"t:O:l1na1ión,
territorio determinado,
sobre un y, ."ir,""' La vocación de esta
yrj: los casilleros familia-
ry:Lp
pnmera qüzá, se trata de definiciones etc. Excepto ta
^-i;;;;*g., opuesto; consiste en revelar las relaciones entre
de'1a .o*te pof ella ¡¡uDur, res de nuestro sistema de anaqueles mental'
incluso profesional' en re-
están-lejos
están leios de ser
ccr -^,,i-.^r-^¡^^ ¡ ilusión .oil - r"'."u4 misma qu(
que'
equivalentes. La
cubrir, con la determinación insospechada por cada uno de ellos' la
.or,rirr=", ,i..,do el mismo fierza de nuestra cultu-
fl:._.^t_":.:-:
Tomemos un ejemplo seg:lraTenje muy """0"J,"t::il:i.r:l ilfrH unidad del coniunto y las principales líneas de
alejado de la ciencia polltica ra en su relación vital pero implfcita8'
contemporánea, el de ra Filosfiía una distin-
ta de que su Estado es muchl má,
det derccbo dá Heget. Nos damos
cuen, La definición de idllogia qrre adopto reposa asl sobre
como ideologla
q.r. lo qo" ,,oro,ro. Ilamamos asÍ ción no de contenido sinoáe punto de vista' No tomo
contemporánea de lo pomi.oin
.l int"rio, de lo social lo que se rePuta ver'
1,11".10" lo que quedarla después de haber eliminado todo
dera escapar una parte esencial deiEstado socill-
hegeüano. g" .r..,", * dadero, racíonal,científico, sino por el contrario todo lo que es
Hegel' el Indi'idtlo moderno se funde de que hay
en er boti¡izode la sociedad al ni- mente pensado, creldo, actuado,-partiendo de la hipótesis
l.l :::::1".-La,patadoiano .debe
rorpr.rá.r, la reconcitiación de
los contrarios es el quehal' rt"¡i*"1
que' para Hegel, una vez dados ros
Jr.",.ñ#i'il.:""fi'#,:: i 8 En el ptano de las ciencias sociales, he propuesto una especie * tlTl1tTlt"t
ff:*-
Individuos de la *".i.¿"¿.i"rü sentldo mas tuene'
ral preliminar (1911 a,p. 33). Si entendemos estas categorías en su
a la religión y a la sotiedad -habtla
que decir la co-
lo político y lo económico ,.
"P.;
munidad o Ia totalidad socia'|, miuersitarl las primeras representan
la innovación moder-
7 Alll donde ra filosofla responde a la ambición
na, las segundas 1o que en .f subsiste de continuidad con el universo
"rrlrroro -o¿t"o
de se¡ esa ciencia de las ciencias,
las tenemos que ver con una nos el sentido t^es-
construcción personaly ;;;; una doctrina social. iHabrá tradicional. Esta visión ,i"na. p...i."t la vocación de la sociologla en
qüen diga que en el plano de las ciencias ^
J;;;.:;';;iogra esa ciencia general? De tringido del termino: vocación hoista, la única que permite a la sociologla ser
comparatr-
nuevo hay que ¡econocer que en ese
,."tUo .ro t .o.Ji'!r" sino sociologlas. va, es decit fundamental.
"y

32 JJ
una unidad viva en todo esto, escondida bajo nuestras distinciones Por Io demás, tenemos aqul un caso particular de
.io de SchumPeter.
bituales. La ideologfa no es aquf un residuo, es la unidad de la extendido: lo dicho no sólo es sin duda verdadero para
,"- f"n¿-.no
sentación, una unidad que no excluye por lo demás la contradicción
el conflicto.
il. .i.n.i^t en general, sino que puede asimismo decirse del hombre
,iod.rno que sabe lo que-hace (el <análisis>) pero no de lo que trata
Dicho esto, debo en seguida admitir que de hecho utilizo, a nivel 'n^n económico)e. Schumpeter escribe de Adam Smith y de
detalle, en el proceso de construcción de la ideologfa, la distinción "trilo
otros:
acabo de rechazar a nivel global. Si una proposición muy
filosoffa ética y su docttina polltica no e¡an lógicamente
presentada como racional o cientffica, se comprueba i No han acertado a ver que su
para la explicacion de la teaüdad económica tal como es.-. No tenlm aún ma
como tal, es probable que haya sido impuesta por otra especie de oefinentes
LncepciOn clara de los fines distintivos del análisis 1ero, ila tenemos nosotros?...
herencia, y que pueda ser identificada como un aflorar de la red i
lógica subyacente. No podemos contentarnos con calificada de <t La dificultad de la definición se ve aún acrecentada desde un punto
cionab, lo que equivaldrfa más o menos a <no racional>. Pronto de vista comparativo. Asl, los antropólogos tienen una fuerte tenden-
contraremos algunos ejemplos de este procedimiento de investi cia a identificar en todas las sociedades un aspecto económico, pero
que es probablemente indispensable para completar los detalles idónde comienza y dónde termina? En el pasado reciente dos tenden-
mapa ideológico elemento por elemento. No prejuzga la imagen cias se han enfrentado. La tendencia <formalista> define 1o económico
bal. En particular queda abierta la cuestión del desarrollo de lo por su concepto y pretende apücat a las sociedades no modernas sus
fico> a partir de la ideologla general, una cuestión tan propias concepciones de los usos alternativos de recursos escasos, de
que debe reservarse como test final de nuestra indagación. la maximización de la ganancia, etc. La tendencia <sustantiva> alega
Hay otro sentido de la palabra <tideologlo que lamento descü que tal actitud destruye lo que es realmente la economla como dato
pues es interesante para el historiador. Se refiere al caso moderno: objetivo universal, es decir a grandes rasgos las formas y los medios
de subsistencia de los hombres. Situación ejemplar, puesto que el di-
ideologla en este sentido suplanta a la reügión cuando el
vorcio entre el concepto y la cosa demuestra con toda evidencia la
ent2grbert, desencantado o desmistificado, cuando se impone la
inaplicabilidad del punto de vista: lo que tiene un sentido en el mun-
cia de que todo es cognoscible -o que puede haber un
do moderno no lo tiene alll. Karl Polanyi tomó la segunda posición,
<sin rodeosrr. Esta creencia conlleva seguramente consecuencias i
y rechazó lo <económico) en su versión contemporánea pma retener
portantes. (Me refiero a una observación de Frangois Furet que
la <economla>. El lenguafe es incómodo, pero sobre todo la decisión
ba en los revolucionarios franceses.) Perc, lo que ante todo necesito
representa un lamentable paso atrás por pate de un autof a quien
una etiqueta general que sirva p?d:a compata;r el caso moderno, tanto debemos. Es cierto que Polanyi se apresura a añaür,.r, .orr-
cional, en el que la concepción general de los valores no coincide cq formidad con la tesis fundamental de
lo que se llama prina facie religión, y el caso tradicional en el que k su üLro Thc Great Transforma-
Cyr. por oposición a nosotros las otras sociedades no han segre-
coincidencia, y-no he encontrado palabta mejor para ese fin (cf. IgX ':o:
gado los aspectos
económicos, que en ellas se los encuentr a vúca-
a,pp.32-33). I mente mezclados
o embutidos (enbedded) en el tejido social (polanyi,
Apliquemos ahora estas observaciones generales al punto de 1957b, pp.243
ss.).
económico. Se empieza por observar que en apariencia no es fácil hI un punto sobre el que todo el mundo está de acuerdo, es que
nir 1o económico. En su monumental Historia del análisis *^-O
Para.aislar los <fenómenos
económicos) el antropólogo debe desgajar-
Shumpeter no da definición: define el análi¡is económico pero ros del tejido
en que están insertos. y muy bien poide p..r"rrJ qo.
sin más como datos lo que llama los <fenómenos económicos> (l -__
Es diflcil proponer una definición que sea universalmente
la interacción intelectual entre la India y Occidente en el siglo xx, es-
sobre todo si se la quiere poder imputar tanto a los economistas ";,"}:T:d:
4.n,. ¿"'.'""-i^i'T" mtegraba todas las cosas en una forma inalterable, mientras que Occi-
pasado como a los contemporáneos. Por ejemplo, Ricardo cie rüilTi*X seguro de sus principios, pero sin admitir mri.o, p".-
no se ocupaba de <<recursos escaso$). Esa es quizás una razón del ¿;ovimiento

34 35
dicha tarea es un tanto arriesgada, incluso destructiva. Es
mente diffcil f por añadidura vano- separar los aspectos políti ,roilo de la ctencia económica en sus comienzos, tal y como se ve en
económicos. No hay en ello nada de sorprendente, puesto que I obra magistral de Schumpeter ( 1 954).
varemos en nuestfa propia cultura la emergencia muy reciente En ausencia de esta Historia del análisis económico, la indagación pre-
no habda podido ser emprendida. Como lo indi-
punto de,vista económico desde el intetior del punto de vista sente probablemente
y como insiste el autor en varias ocasiones, Schumpeter se
Distinguir de modo cada vez más estricto, como algunos ca el tltúlo
no del pensamiento económico entero, sino
ocupa exclusivalnente,
una (antropologla político> y una (antropología económicar> ca¡ece'l
sentido para el progreso del conocimiento, significa únicamente ,iniiamente de lo que en este pensamiento puede ser considera-
a la tendencia moderna a una compartimientación y especializaci do como cientlfico. Sw Historia criba, por asf decido, el grano cientlfi-
crecientes, mientras que la inspiración antropológica consiste muy co de la paia no cientffica -y bajo este ángulo será aqul nuestro apoyo
el contrario en religar, ien re-anir! principal-. El resultado de esta concienzuda encuesta fundada en toda
Deberla ser evidente que no hay nada que se parezc^a:ufla una vida de estudio y una inmensa erudición no es únicamente que
mía en la realidad exterior, hasta el momento en que construimos hay mucha pala al lado del grano. La sucesión histórica muestra, no
objeto. Una vez hecho esto, podemos descubrir en todas partes en un crecimiento regular, sino un gran desorden y las más sorprenden-
tes discontinuidades en puntos decisivos. Schumpeter no se cansa
guna medida aspectos más o menos correspondientes que en
nunca de subrayar estas irregularidades: cómo adquisiciones y descu-
rigor debiéramos llamar <cuasi económicos> o <virtualmente
brimientos tempranamente hechos han permanecido durante largo
cos>. Naturalmente deben ser estudiados, pero la restricción (
tiempo con letra muerta o han sido despreciados por la corriente prin-
es importante para el caso: el lugar de tales aspectos en el coniuntci
cipal, y han tenido que ser redescubiertos mucho más tarde (como la
es el mismo aqtly alIá, y esto es esencial a su naturaleza comparati
utilidad marginal en Galiani, Daniel Bernoülli, etc., 1954, pp.
Ahora, si el objeto, la <economla>, es una construcción, y si la
300-305, 1054); cómo l¿s obras que han tenido mayor influencia no
plina particular que lo construye no puede decimos cómo lo
eran las más sugestivas o las más cientlficas (Adam Smith); cómo vlas
no puede darnos la esencia de lo económico, las pruaposiciones de fecundas y desarrollos sanos han tenido inexplicablemente que ser
sobre las que es construido, entonces no es preciso encontrarlas
conscientemente abandonados o anulados durante un tiempo; cuán
relación entre el pensamiento económico1 k idnlogía global, es deck en el
extraño aparece retrospectivamente el codeo ricardiano> que domina
gar de lo económico en la configuración ideológica generallO. Dada el perlodo clásico (aun cuando segrín Schumpeter
la influencia de Ri-
primacla del punto de vista económico en el mundo moderno, es cardo ha sido menos amplia entre los especialistas
ingleses de lo que
tural suponer que tal perspectiva debe hallarse profundamente enrá con frecuencia se admite). Schumpeter
expresa su extrañeza, casi sé
da en la constitución mental del hombre moderno, que debe dirfa, su consternación,
ante todo .ro io explica, y en el fondo no
pan él implicaciones particulares no desprovistas de significaci puede explicarlo ".to; suponÉ el punto
porque su investigación de vista eco-
pero que son susceptibles de escapársele como nos decla Hume. nomrco como alEo dado
y se sitúa a sl misma er el interior de ese punto
Encontraremos que la manera como se construye la realidad que de vista.
reputa externa, objetiva, y que recibe el nombre de <economla>, se alguien que se mantenga en el exterior puede intentar mostrar
lla regida por condicionamientos internos a la ideologla general; t ^-Sóloeste punto
:^o.r:to de vista particular ha accediio a la existencia. En
aplicación de este aserto que podría servir para verificarlo indiret este sentido, Ia Hi¡toria de
Schumpeter soücita un complemento del
mente serla esclarecer el curso extraordinariamente desigual del
se intenta, cualquiera que pueda ser la desproporción de
lf^::..aqul
'unocrmientos entre los do, én extensio^n y en mérito. Si tomamos la

;::Ttl* económica como parte integrante de la ideologla, no pre-


10 Aún es preciso que estemos equipados para identificar
esta relación. Es la
ractónlz que nos lo debe permitir. No obstante, como nuestro equipamiento Para empezar si una proposición económica daáa.. ,r.rd"-
vo es incompleto, puede ocurrir que sólo incompletamente descubramos la relación
il:'"'1t():
'"ra o talsa, sino únicamente cómo-es pensada,
raclón quiero decir en qué re-
buscamos. En ese sentido la cuestión deberá continuar abierta. con otras proposiciones
-bien sean interiores o exteriores al
36
JI
discurso económico-, y particularmente en qué relación no t¿índose de nuestra propla cultura, es no sólo posible sino útil11. Aislar
con proposiciones no económicas. Puede entonces ocurrir que la nuestra ideologla es una condición sine qila nott para trascendeda, pues
posición dada aparczca como fuertemente fundada en sus relaci ella es el vehlculo espontáneo de nuestro pensamipnto, y en ella per-
intra-ideológicas mientras que se halla débilmente fundad¿ en su rnaneceremos encerrados tanto tiempo como tardemos en tomada por
rencia objetiva. Después de todo, esto no debeda sorprendet, objeto de nuestra reflexión.
que la economla como ciencia no se ha desarrollado en el vacfo, si Asl el tan conocido debate sobre la anterioridad relativa de la innova-
en un campo en que se hallaban presentes representaciones no cien ción ideológica y la innovación exterior, como el del huevo y la gallina,
ficas, de sentido comrin. Encontraremos que la relación va más lej ese debate fastidioso y estéril penr¡anece interior a la ideologla.
pues la persp€ctiva económica se desarrolló de hecho a partir de un ejemplo ilustrará el hecho: la tendencia general entre nosotros
pulsión ideológica que doblegó poderosamente su curso' al menos es aceptar, aunque no sea más que como uft esquema famiüar y útil,
los estadios iniciales. En otros términos, el obieto cientlfico no era algo parecido a la construcción marxista infraestructura/superestruc_
cil de construir, y los vagabundeos de sus constructores muestran' tura: en un polo la vida material y las relaciones de subsi'stencia, en el
es preciso hacedo, que no se trataba solamente de registrar un otro todo lo demás, o sea el resto de las relaciones sociales, incluidas
exterior. las relaciones pollticas, la reügión, el arte y la ideologla en general
A la inversa, esta investigación ilustra sobre la ideologla -estando el primer polo dotado, al menos de manera hipotétlca, de
Por anticipar: la econornJa rePosa sobre un iuicio de valor, sobre una eficiencia causal preeminente-. Este modo de ver es parte inte-
jeiarqula impllcita; la categoda supone la exclusión o la subordi grante de una fuerte tendencia ideológica contemporánea: es asl como
de cualquier otra cosa. En otros términos, aprendemos qué tipo la mayor parte de nuestros contemporáneos gustan fepfesent¿fse las
<<rodeo> realizamos cuando creemos simplemente <estudiar la cosas en una primera aproximación. Al decir esto, no tomo posición
mla>. en cuanto a la verdad o la falsedad de ninguna de las afirmaciones
de
Llegado a este punto, el lector más paciente, el que ha conteni este tipo. Sin embargo, bien puede decirse, y supongo que
un especia_
hasta aqul su irritación, alzatá -supongo- los hombros y lista en ciencia social puede gozar del p.*i.o á"
qrre tdes
<Todo esto es un puro sin-sentido. El hecho primero es el ext ^firo'"¡o,
proposiciones son con frecuencia falsas y pueden incluso
ser riconoci-
nario desarrollo económico que nos rodea y domina nuestras vidas; dT:*" tales sin que el hecho tenga un impacto notable sobte la vi_
primacla de la perspectiva económica no es otra cosa que la talidad de la creencia general. por poner un e¡emplo
de peso, sostengo
de este hecho en el pensamiento comrín.D Con toda seguridad, que la revolución industrial, en el continente
erropeo y en particuúr
una relación entre los dos planos, aun cuando sea menos simple dq en Francia, es corrientemente antefechada
en sus diversas fases y as_
que ese lector supone. De hecho, plantea una terrible cuestión a la
no puedo escapar por más tiempo: ien qué medida es legltimo, y' crfticaversaba en primer lugar sobre la división (no crftica y definitiva)
extraer la ideologla de su contexto, estudiada separadamente sin ,"-ll] baio nuestras ¡ríbricas famiüa¡es (polttica, económica, etc.¡
de los
i'll].:.:-.:.ides
* Knight, 1967, pp. 37-38). En el plano icf. Oe .
mar en consideración sus concomitancias? Proceder de ese modo ::'_:i -"tódológi.o reclamaba U jiri¡r,a¿.r-
no sólo ir contra corriente de la práctica habitual, sino apartars€'l :,')::,11'c.'ideológicos
y no ideológicos (1967, S 22, g 118; 1970, pp. 154_156) en la
una orientación acetca de los fines y los medios de la ciencia -".p"lógica
"J,:t:':::
asf como en una perspectiva comparat.iva. M. L-t..rgo ár, e[o
'¡ucnüas se trate de una sociedad extraniera y
de una compraración global. En lfecto, no
de la historia, que cuenta con el ampüo acuerdo de nuestros
i.j^l:* aspirar a descubri¡ una ideologfa e*traniera .in .irnt.n"r una ¡eración suficien-
contemporáneos. Además, aislar asl una Parte de la reaüdad social
;;;:'":::,*"h" con el comportamiento observado, pues estadamos demasiado expues_
en aparente contradicción con la inspiración antropológica, y con h.J:'T:.*casoerrores si no concediétamos todo su peso al conftol por lo que oocurie de
en favor de una perspectiva holista, de es compleramente diferente en nuestro propio univetso intelectual
propro y repetido .i^i.':::, gue y so-
^Ieg^toque yo sea el último en poder o.rrrr_', .:"
es posrble p¡oponerse volver expllcito lo que se oculta
medi¿nte una com_
modo que puede parecer
il"ijl y, ideologfa diferente, dando por supuesto, como más adelante se dice,
me en r¡n tal eiercicio sin contradicción. En reaüdad, la ruPtura
o* patciú: ta separación erectuada es útil'
propongo se halla en el extremo opuesto de las que he criticado, y ';*ü."*.i3il"',i,'j:ifJ..:#,H:oTÍi
38 39
Pectos en unos treinta c
t"f L^ tentativ^ se ümitaba originariamente a la génesis del
cación mate¡i,u,,; ;;1"',:J,::Ti
general, distinta de la lir
ftr fr:tH,.".'"t T; e[os resultan.
lll"^-l"rto económico a pattit del siglo X\rII a través de los fisiócra-
(y Ricardo), es decir a la emergencia por separa-
ca. Er prejüc.
*."*"i'lT;1':l.l'?
un caso de creencia enrúzadi,
frT: illfl::"l.,:l f"ir"^
t-11.'"
Adam Smith
¿if.r."ciación del punto de vista fluevo. Observé entonces que
d.
glés, lo cual indica una situación
rirlrfr¡;kk;g";;;;:::: Marx habfa sido pfecisamente el inverso: habla reintegra-
."rr,i"i
.o- .i'r*uonde la ideolr li ."-i"" de
moderna. Como tal, es una parte de vista asf creado -?ero esta vez en posición dominante-
de nuest¡o ob. Oo J Ou"r"
No radica ahí rinicamente su contribución
li, i."n*ración general.pues
1''*::::''*::':.;*iTü,ili.n:?'i:iJ¿L?.:,H:
riamente a un prejuicio emparentado.o.r.l
p....á;.fi?il"J +¿l v coffio se nos apafece, esa ha sido a lo largo de toda su obra
en este terreno: remodelar la
teriales o extraideológicos
no son los más f¿ciles de reconocer; ,l inr.rr.l¿n afrmada, el fin perseguido
el contrario. La discusión continúa ,obr" *rm"rosas muy polltica <burguesar> de acuerdo con la imagen global que se
e imrn,to "Áno^i^
t..ú" del destino del hombre. Vela así volver a cerrarse el
cuestiones de hecho, el
v no_especiru"".r*.,*á."" ir¡fu
;:"ffiY
un acuerdo, aunque sea poco duradero, clrculo elegantemente: podla seguir el crecimiento del fenómeno des-
*^::.1":3]t.gia., ^
pueda basarse. Puede par:Tr en et
exrraño, pero es ,ia",}iffi:hT; de el grano hasta el árbol, desde su nacimiento a su apogeo, su esplen-
rdea relativamente cierta de do, o ,r, triunfo. Más comunmente qüzás el liberaüsmo económico
la Nqueza i lo, noAna de Adam
del estado de Inglatera
Smith sea considerado como la cima de la ideologla económica (cf. Polanyi,
en 1776,'anÁa. ,"
fJliao,".
mientras que el an"list" puede 1g57). Pero queda en él un elemento de ümitación: el homo oeconomict¿s

.,,_U:-.::.:.-"encia, naturalmente
frir por su insuficient. cono.imie.r,;deü;; no subordina los otros aspectos del hombre, y no posee la ambición
.i-rurt. to que'o del hombre de Marx. No hay ninguna conüadicción técnica al itinera-
Í1,1::',:.-]11?,:"
objeto: la relación ' 0..,".,J3" ::rT::;il::
r--- --v rvrlv¡rLLe c¡Llclarnentr : rio desde Smith y Ricardo a Marx. En su momento designaré este li-
___-. del
__, n
u€ostunlento económico con la ideologfa
_^r Dr ^- ; naje simplemente como los <primeros clásicos>; la expresión es arbi-
,o ,.:i un cuadro sociorog?co
lll;J,.i1i",1:
pleto, :::j:1':, 1":"n.
sino un cuadro parcial.oy" .*r'n.JJTffi"#;?::¡; traria, y el estudio no pretende cubrir un corte cronológico en la his-
esta razón fuera. de atcÁce. toria del pensamiento económico: se concentra en la relación entre la
:?::::ri,f: Tal será nuestro <rodeo>. ideología global y la economla, y es selectiva en lo que concierne tanto
primera vista, el rcchazo de la
dimensiá" parece
rter vna pérdida """i¿."lo,gica
de sustancia. pero este empobrecimiento a los temas como a los autores.
pensa en alguna medida mediante se ,
Es eso lo que hace a este libro, como decla en el prólogo, tan dife-
comparativa que viene a teemplazat
h ,aq,ri.i.io., de una dimr rente a un tnbqo antropológico, y es eso lo que soücita un control se-
t" p..r.rri. en forma de al veto. Este control es inicialmente tarea del autor, pero es Preciso tam-
conceptos simples ya senaladoi. "
bién que se ponga al lector en condiciones de formar su propia opi-
a la co¡clusión de este estudio
*:
Y:*:":,"r,.,1fi:g: coniunto para presen.
;i;.;;;;"" ffi;i;::'
e intentar q". v¡ ¡vLLUr uu ra
nión; se ha puesto en ello todo el cuidado posible, a expensas quizá de
:i::1.::p:11"
entrada. Si al final hem,
cs proyectado alguna luz sobre
recnacr la Ligereza y la elegancia. Además, el autor no es economista --estaría
6Á--^*:^.,. la historia fuera de lugar ttatat estadios más avanzados de la ciencia económicaj,
fT,:,"i:"::,l1fl*,
el
si hemos*".r"i" *r*L"Xüffiil,
puzzle desarticulado,. en el amasijo se halla por ello expuesto al error y debe actuar de forma que todas las
proposiciones más o menos técnicas que aventure puedan ser fácil-
propia "O^r.rrr.i"],:'Tffi;:
si hemos .n.u*udt
l::iti ¡uitura, ese desar¡ollo mente verificadas por los especialistas: el origen o la derivación de es-
!:::::)y^ relación intetigible
zactones superiores, entonces
.o. .l .*ro _;#:i"iffI
ru Lv[rult
uc tas proposiciones
será expHcitol2.
la perspectiva estará justificada.

12
En las citas Ia traducción será üteral, aun a riesgo de incorrección, siempre que
ahora lo que vendrá a continuación, una parcela
de sentido purezc en juego; se recurrirá raramente a las traducciones exis-
,Esb31aré insistiendo en los Il- tentes, aunque
mrtes del estudio y en las precauciones sean fomalmente más bdll¿ntes. En cu¿nto a los límites de la etudición,
y.^lu.;;';;;il&;J;; se tendrá
una idea por la bibüografía, que se ha querido más biefl restrictiva.

40
41
Todas las principales obras generales consultadas, excepto Ia
ria del ¿nílisi¡ de Schumpeter, tr^tan de lo económico en su
intelectu¿I. Han formado mi comprensión o confirmado mi cami
fu: Tk Political Ehnent in tlte Deaelopment of Econonic Tlteory de
nu Myrdal (1929), el largo ensayo de Thorstein Veblen titulado ¿
Preconceptions of Economics Science>, pubücado originalmente
1899-1900 y recogido en su übro Tbe Place of Sciena in Moden Ciú,
tiat (1919), y la obra de James Bonar, Philwopfu and Political
(1927). Sólo tardlamente he tenido acceso a algunas de las obras de
cob Viner: en las notas se hará referencia a ellas. Lafornación del tt
ulisaofluófa de Elie Hatéry (1901-1904) toca de modo i
nuestro tema. Es el tipo de libro sobre el que rePosa toda la
ción sobre la ideologla moderna.
Es necesaria una exposición general y sumaria; la he redu'
mlnimo, prefiriendo por razones metodológicas y de otro tipo
el desarollo en algunos puntos monográficos --en los que
que el antropologo recuPere sus ventaias-. Algunos
textos han s
iogiaor pot su interés y su pertinenctay ban sido estudiados de
raielativamente profunda. Estas monograflas vaÁan mucho en
sión y en dimensión, estrín resPectivamente consagradas a lc
Tr¿tados ¡ibre el gobierno ciait de I-acke, a la Fábula de las abejas de
deville, a la teoúa del valor en Adam Smith, y finalmente a
te*os de Marx tomados sobre todo de sus primetas obras.
apnas mencionado; un estudio de sus teodas del valor y de la1
en relación con las de Marx ha sido necesario pero no se ha
inr

4"r.

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