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Ligirofobia

Voy a contar una historia, en la que el protagonista soy yo, Carlos Salvador, el escenario no es ni
más ni menos que mi hogar, una casita enfrente de una calle la cuál no logro recordar, y la
víctima siendo sencillamente un maleante que solo me quería hacer el mal.

Suelo pasar el día y noche en mi cómoda casa, siguiendo la misma rutina pero con el fin de no
aburrirlos, solo diré que es monótona y repetitiva, pero la peor parte es cuando debo salir a
comprar al mercado o a pagar algo. No sé imaginan el estrés y ansiedad que me invaden cuando
salgo, las miradas que varias personas me suelen dar al caminar, nadie sabe en qué están
pensando o que intenciones tienen, es como si el aire fuera tóxico.

Puede que estén pensando que es una vida solitaria, pero no del todo, hay tres personas a las que
soy capaz de dirigirles la palabra; Maria Dolores, Don Julio, y Ramiro Salvador.

Con la intención de acabar con sus dudas sobre estas personas, les voy a explicar. Dolores es una
vecina que conocí a los días de llegar al pueblo, Ramiro es mi hermano que vive en otra ciudad y
tiene un negocio exitoso pero eso no es relevante para esta historia, por último, el buen Don Julio
era mi compañero en el ejército, nos volvimos amigos cuando tuvimos que escondernos unos
días en una cueva pues el enemigo andaba al acecho.
Don Julio tiene una buena vida, tiene familia, nietos y suele ir a reuniones de ex compañeros. Me
alegro por él pero eso de las parejas nunca me interesó, el amor puede llegar a ser un elemento
que te consume poco a poco, pero esa es solo mi opinión.

Algunos días voy a una panadería, la Villa Suiza, es agradable el ambiente, es cálido, y suelo ir a
tomar algo, pero lo malo es que el camino más corto para llegar que tengo es pasando por el
colegio Real de Colombia. No es que odie a los niños, es solo que no soy capaz de soportar sus
gritos incesantes y agudos.

Suelo pasar los días en un cómodo sofá, pensando y meditando sobre todo. Un día de estos,
alguien tocó la puerta, el corazón se me aceleró y me estaba poniendo pálido pero me calmé al
recordar que Dolores suele visitarme para hablar o dejarme el correo. Al abrir la puerta,
efectivamente era ella.
- Buen día don Carlos, ¿cómo le va?
- Bien, gracias, ¿cuál es el motivo de su visita?
Dije con amargura y desagrado, pero no sé sorprendan, de tal modo le hablo a todos
- Vine a saber cómo se encuentra y a avisarle que está noche van a haber fuegos
artificiales, supongo que tendrá que taparse los oídos, je je.
En ese momento me quedé pálido, cada que lanzaban fuegos artificiales me daban pesadillas por
días. Dolores era amable y divertida, pero no era capaz de entender el terror que me producía la
pirotecnia.

Luego de un rato hablando, después que Dolores se hubiera ido, me dirigí rápido al sofá y traté
de calmar mi excesiva angustia. Dolores me había contado que los fuegos artificiales eran para
celebrar cuando yo, Don Julio y unos compañeros más, habíamos regresado al pueblo, ¿¡Cuál es
el motivo de celebración!?

Me dirigí a la cocina por una taza de té, por alguna razón el té me relaja. Sostuve la pequeña taza
con los tres dedos que me quedaban en la mano, mientras miraba por la ventana en dirección al
parque Villas de Granada, Dolores me dijo que la celebración sería en ese lugar.

Horas después, recibí una llamada, claramente me asusté un poco pero solo era Ramiro.
- Que sucede, a qué se debe la llamada
- De mal humor como siempre Carlos? Je, solo llamaba a decirle que el tribunal está
decidiendo si ejecutar o dejar en libertad a los descarados que enfrentaste años atrás.
- Esos malditos, ¡No deberían seguir con vida!
- Solo queda esperar
Seguimos un rato más la conversación hasta la noche.
Yo me encontraba encerrado en la sala principal viendo fijamente la ventana en dirección al
parque, me quedé pensando en la llamada, esas persona causaron tanto mal que no deberían ser
perdonados, alguien que es malo siempre lo será.

Para tratar de aliviar el pensamiento, planeaba tomar una taza de té e irme a descansar, pero ya
no me quedaba y tuve que ir a la panadería.
Tenía prisa de llegar antes del primer fuego artificial por lo tanto tuve que pasar cerca del
colegio, el cual desafortunadamente seguía abierto. Para mi mala suerte, la villa Suiza estaba
cerrada cuando llegué, en la entrada había un letrero que decía "no estamos atendiendo, vuelva
otro día", yo no tenía otro día para aliviar mi preocupación.

Me devolví por el mismo camino, me encontraba desanimado y decepcionado, cuando de repente


escucho un sonido agudo que ensordece, al darme vuelta vi que era la campanilla del colegio real
de Colombia. De la nada, una manada de chicos y jóvenes salieron apresurados pues creo que los
dejaron salir antes de tiempo, el silencio que caracterizaba la calle, se había convertido en el
estorboso ruido de miles de mentes infantiles interactuando entre sí.

Me invadió un terrible pánico cuando me puse a pensar: qué tal si los dejaron salir antes ¡Debido
a un atentado!. Me puse pálido, al volver a la realidad, corrí con todo mi ser directo a mi casa,
todo encajaba, debieron dejar en libertad a los cabrones y ahora buscan atacar mi pueblo en mi
en mi búsqueda.

Al llegar a mi casa, tomé un vaso de agua pues estaba agotado por correr varias cuadras, después
me senté en el cómodo sofá hasta que empezó la "celebración". Los fuegos artificiales estallaron
en el cielo, mientras pensaba en la masacre que debía estar sucediendo, esos pendejos que fueron
al parque, de seguro estaban muertos.
Yo estaba pálido, sudando y con los ojos bien abiertos no me dejaría atrapar tan fácil.

No dormí en toda la noche, los asesinos suelen esperar a que las víctimas estén indefensas, me
mantuve alerta hasta la madrugada, cuando llegó dolores, no parecía herida o traumada eso me
dejó confundido por lo que la deje pasar.
- Cómo le fue el día anterior ¿Sucedió algo?- pregunté
- No, todo normal, tuvieron fuegos artificiales y habían varios puestos de comida
- ¿Segura? e leído que los traumas pueden causar falsos recuerdos
- Estoy bien segura Carlos ¿Por qué, le pasó algo?
- … No, era por curiosidad

Dólares se ofreció para hacernos unos un café para el frío mañanero, mientras tanto yo seguía
confundido, ella estaba completamente bien tras el atentado que debió suceder, me quedé
pensativo en el sofá hasta que se me ocurrió la explicación que concordaba, dolores era una
terrorista y por eso no le hicieron nada.

Eso me dejó en shock porque ella era una infiltrada que conspiraba en mi contra y trató de
engañarme para que fuese al parque, esa desgraciada era una traidora.
Me quedé helado coman sudando coma pálido, y con los ojos bien abiertos, pero a diferencia de
otras veces, me entró una rabia, un coraje en ante aquella desgraciada.

Al llegar a la cocina, dolores estaba en un mesón haciendo el café que debía estar envenenado,
dolores se dio la vuelta con una sonrisa cálida pero yo sabía que era falsa, eso me enojó.
- Hola ya casi está el café
Su voz me hizo recordar la amable forma en la que me trató siempre, eso me hizo sollozar un
poco.
- ¿Qué sucede? Carlos no llore.

Mi nostalgia se fue convirtiendo en ira, mi triste expresión cambió a una de enojo. Sin esperar un
momento más, la agarré del cuello tirándole al frío suelo de la cocina, donde la seguí golpeando
con todas mis fuerzas en la cara, la sangre salpicada por las paredes, lo único en lo que pensaba
era en como ella me engañó todo este tiempo. Después de un rato golpeando la coma el cuerpo
yacía inmóvil y desfigurado en el suelo de la cocina, con un charco de sangre alrededor de la
cabeza, dolores la traidora había muerto.
¡No!…

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