ISABEL ZÚNICA TEMA 1: PLATÓN.
DUALIDAD DE MUNDOS Y EDUCACIÓN 1
Isabel Zúnica Ramajo, Filosofía II, Tema 1: Platón. Dualidad de mundos y
educación, Murcia 2007.
COMENTARIO DE TEXTO PARA LA SELECTIVIDAD
PLATÓN, La República, libro VII, 514a-518b (trad. M. FernándezGaliano,
Madrid, Alianza, 1998, pp. 368-375).
I. — Y a continuación –seguí–, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la
educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea
provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que
están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar
únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que
arde algo más y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del
cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el
público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
— Ya lo veo –dijo.
— Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos,
cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda
clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén
callados.
— ¡Qué extraña escena describes –dijo– y qué extraños prisioneros!
— Iguales que nosotros –dije–, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa
de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está
frente a ellos?
— ¿Cómo –dijo–, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
— ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
— ¿Qué otra cosa van a ver?
— Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas
sombras que veían pasar ante ellos?
— Forzosamente.
— ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara
alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
— No, ¡por Zeus! –dijo.
— Entonces no hay duda –dije yo– de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las
sombras de los objetos fabricados.
— Es enteramente forzoso –dijo.
Resumen (La naturaleza humana sin educar y sin ciencia)
En este texto, Sócrates describe a su interlocutor una escena mediante la
cual quiere representar, de forma imaginativa, cómo se encuentra el hombre antes
de haber recibido educación y después de haberla recibido.
Los principales elementos de esta escena son: una caverna, unos
prisioneros atados frente a una pared y un fuego a su espalda; entre el fuego y los
prisioneros, un camino bordeado por un tabique; unos hombres transportando
objetos que sobrepasan la altura del tabique; las sombras de los objetos reflejadas
en la pared que está frente a los prisioneros y los ecos de los transportistas.
Su interlocutor se asombra de esa extraña escena y de esos extraños
prisioneros. Sócrates le contesta que esos prisioneros representan a los seres
humanos.
Finalmente, Sócrates destaca de esta escena el que los prisioneros sólo
conocen las sombras que se reflejan en la pared que está frente a ellos y los ecos
de los transportistas.
Análisis y explicación
- El mito en Platón: imágenes literarias para explicar sus ideas.
- Significado del mito de la caverna:
- los efectos de la educación en el alma y la educación del filósofo.
- Principales elementos de este fragmento y su significado:
- caverna: mundo sensible (teoría de las Ideas).
- fuego
- porteadores
- sombras y ecos
- prisioneros: el alma humana, prisionera del cuerpo.
- atados
- sólo conocen sombras y ecos
- Efecto de la educación: capacitar al alma para conocer lo inteligible
Para comprender este texto debemos explicar varias cosas. En primer lugar,
por qué propone imaginar una escena para explicar su idea de los efectos de la
educación en el alma humana.
Platón fue además de un gran filósofo, un gran literato. Le gustaba mucho
utilizar imágenes literarias para explicar sus ideas, especialmente para las más
difíciles. Cuando la inteligencia se quedaba corta, recurría a la imaginación. Lo
que solemos llamar mitos platónicos, en realidad son alegorías, representaciones
simbólicas de ideas abstractas mediante historias ficticias o personajes literarios
inventados por el mismo Platón. Él creó muchos mitos: el de la caverna –que
estamos analizando– el del carro alado, el de Er, el anillo de Giges, el de la
ISABEL ZÚNICA TEMA 1: PLATÓN. DUALIDAD DE MUNDOS Y EDUCACIÓN
Atlántida, etc. Criticaba con frecuencia los mitos tradicionales griegos. porque,
según él, decían muchas mentiras, sin embargo a él le gustaba mucho servirse de
imágenes literarias, de breves historias que ilustraran sus ideas y le ayudaran a
explicarlas mejor. Sus mitos estaban al servicio de la verdad, ayudan a comprender
y a recordar mejor la filosofía platónica.
En el mito de la caverna, Platón representa, mediante unos personajes, su
idea del alma humana, la transformación de ésta mediante la educación,
centrándose especialmente en la educación del filósofo.
Los dos elementos principales de este fragmento del mito de la caverna,
que acabamos de resumir, pienso que son los prisioneros y la caverna (vivienda
subterránea). Para comprender estas imágenes es preciso explicar la concepción de
Platón acerca de la realidad y del hombre.
Su concepción de la realidad está recogida en su teoría de la ideas. Según
Platón, existen dos clases de realidad: el mundo sensible y el mundo inteligible o
mundo de la Ideas Su concepción del mundo sensible coincide básicamente con la
concepción de Heráclito: el mundo sensible es el mundo material, plural, en
continuo cambio. Las Ideas o Formas, por el contrario, son realidades absolutas,
eternas, inmutables, universales, independientes de los fenómenos. Para Platón, la
materia es principio de no ser, por eso, todo lo que el mundo material tiene de
inteligible, de comprensible, deriva de las Formas. De ahí que para Platón las Ideas
constituyen la auténtica realidad, el mundo material no es más que una copia del
mundo inteligible. Platón en este texto da por supuesto que sus interlocutores
conocen y aceptan dicha teoría, por eso estas imágenes están cargadas de la
simbología de esta teoría.
En este texto, la caverna representa la realidad que para Platón es la menos
real, el mundo sensible. El texto dice que la caverna está abierta a la luz, al plano
superior de la escena. El mundo exterior a la caverna, donde está la luz, representa
el mundo de las Ideas. Platón representa el mundo sensible como una caverna
porque él concibe la materia como lo ininteligible, lo poco que podamos
comprender de la realidad material será aquello que se relacione con alguna
formalidad, con alguna idea o manera (forma) de ser. En otros fragmentos del
mito, utiliza también la caverna para simbolizar la polis (ciudad estado), el ámbito
donde se desarrolla la vida social humana.
Dentro de la caverna aparece un fuego. Platón explicará posteriormente su
significado. Representa el astro solar, el sol del mundo sensible que proporciona
luz, para conocer sensiblemente la realidad, da energía y vida a los seres de este
mundo. Los porteadores y sus objetos representan los individuos del mundo
sensible, en continuo cambio. Las sombras y los ecos reflejados en la pared, frente
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a los prisioneros, representan el único conocimiento que tienen las personas que no
han recibido el proceso completo de la educación. Dichas personas sólo conocen lo
que ven y lo que oyen, opiniones (doxa, conocimientos subjetivos, sin fundamento
científico).
Platón, después de describir la extraña escena de la caverna, nos dice
explícitamente en este texto que los prisioneros nos representan a nosotros, es
decir, a los seres humanos, en concreto, la naturaleza humana antes de haber
recibido la educación. ¿Por qué utiliza esa imagen? Eso lo comprendemos si
explicamos la concepción platónica del hombre y del alma humana.
Platón tiene también una concepción dualista del hombre. El hombre es el
resultado de la unión accidental de un cuerpo con un alma. No obstante, para
Platón, el hombre es principalmente su alma. El alma a su vez tiene tres partes:
racional, irascible y concupiscible. La racional pertenece al mundo inteligible,
tiene la misma naturaleza que las ideas; la irascible es la fuente de las pasiones
nobles y la concupiscible es la fuente de las pasiones innobles. Las pasiones
derivan de la corporalidad, de ahí que supongan ataduras de las que nos tenemos
que liberar mediante la educación. Por eso, que Platón representa el alma humana
mediante unos prisioneros. El alma, por su vinculación con el cuerpo y con el
mundo sensible, es esclava de las pasiones y de la oscuridad del conocimiento
sensible. Para Platón, sólo la educación puede liberar al alma humana del peso de
las pasiones mediante las virtudes morales, y de la opinión mediante la ciencia
(episteme).
La educación, según Platón, debe proporcionarla el Estado. Todos los
ciudadanos reciben educación, no obstante, a lo largo del proceso educativo se van
realizando sucesivas selecciones en función de las cualidades, y se destina a cada
uno a realizar aquellas funciones para las que están más capacitados. Sólo el
filósofo recibe el proceso completo de la educación que transformará su alma,
haciéndola apta para ascender desde el conocimiento de lo sensible al de lo
inteligible. Y sólo el que conoce lo inteligible, las Ideas y el Bien, puede estar
preparado para dirigir la ciudad.
El conocimiento que los prisioneros tienen –según el texto– de las sombras
y de los ecos representa para Platón el conocimiento que el vulgo tiene del mundo
sensible. Son sombras y ecos, porque, según Platón, la realidad sensible no es más
que una copia de las Ideas del mundo inteligible. Platón llama a ese conocimiento
del vulgo “opinión” (doxa), por contraposición al conocimiento de los filósofos
que es la “ciencia” (episteme). La opinión es un conocimiento de la realidad, pero
sin comprender los fundamentos de dicha realidad.
— Examina, pues –dije–, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si,
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conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse
súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por
causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que
contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más
cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera
mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos?
¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que
entonces se le mostraba?
— Mucho más –dijo.
II. — Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se
escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que estos son realmente
más claros que los que le muestra?
— Así es –dijo.
— Y si se lo llevaran de allí a la fuerza –dije–, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no
le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado,
y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las
cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
— No, no sería capaz –dijo–, al menos por el momento.
— Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más
fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las
aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del
cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es
propio.
— ¿Cómo no?
— Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno
a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y
contemplar.
— Necesariamente –dijo.
— Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y
gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
— Es evidente –dijo– que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
Resumen (El preso liberado, su ascensión desde la caverna al mundo
superior y la contemplación del Bien)
En este fragmento del mito de la caverna, Platón propone imaginar qué
pasaría cuando los presos de su historia fueran liberados y curados de su
ignorancia. Para eso, se centra en uno de ellos que es desatado y obligado a
levantarse.
El proceso de la liberación del preso pasa, según este texto, por cuatro
momentos principales: 1º) El preso es desatado y obligado a mirar detrás de él
hacia los objetos del interior de la caverna hasta que se le obliga a fijar la vista en
la luz misma que hay dentro de la caverna. 2º) Es obligado a subir la áspera y
escarpada subida hacia el exterior de la caverna y, una vez en el exterior, va
acostumbrándose progresivamente a mirar los objetos del mundo superior hasta ser
capaz de mirar directamente al sol. 3º) Finalmente, a partir de la contemplación del
sol comprende que éste es la causa de las estaciones y el autor de todo lo que ven.
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Análisis y explicación
- El mito en Platón: imágenes literarias para explicar sus ideas.
- Significado del mito de la caverna:
- los efectos de la educación en el alma y la educación del filósofo.
- Principales elementos de este fragmento y su significado:
- Presos liberados y curados de su ignorancia: el alma humana que
ha recibido la educación.
- Preso liberado y obligado, conforme a naturaleza, a ascender
fuera de la caverna: el filósofo. Los más capacitados deben recibir el
proceso completo de la educación.
- Pasos necesarios para poder conocer la realidad superior: grados
de conocimiento y dialéctica.
- 1º) Opinión (doxa) con dos grados diferentes: eikasía y pistis. - 2º)
Ciencia (episteme) con dos grados: dianoia y nóesis.
- Dialéctica, necesaria para ascender desde las ideas inferiores hasta
la idea de Bien.
Para comprender este texto debemos explicar varias cosas. En primer lugar,
por qué utiliza unos personajes literarios, un mito, para explicar sus ideas.
Platón fue además de un gran filósofo, un gran literato. Le gustaba mucho
utilizar imágenes literarias para explicar sus ideas, especialmente para las más
difíciles. Cuando la inteligencia se quedaba corta, recurría a la imaginación. Lo
que solemos llamar mitos platónicos, en realidad son alegorías, representaciones
simbólicas de ideas abstractas mediante historias ficticias o personajes literarios
inventados por el mismo Platón. Él creó muchos mitos: el de la caverna –que
estamos analizando– el del carro alado, el de Er, el anillo de Giges, el de la
Atlántida, etc. Criticaba con frecuencia los mitos tradicionales griegos porque,
según él, decían muchas mentiras, sin embargo a él le gustaba mucho servirse de
imágenes literarias, de breves historias que ilustraran sus ideas y le ayudaran a
explicarlas mejor. Sus mitos están al servicio de la verdad, ayudan a comprender y
a recordar mejor la filosofía platónica.
En el mito de la caverna, Platón representa, mediante unos personajes, su
idea del alma humana, la transformación de ésta mediante la educación,
centrándose especialmente en la educación del filósofo. En concreto, en este texto,
aparecen varios elementos destacados cuyo significado vamos a explicar a la luz
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de la filosofía platónica.
En primer lugar, nos dice que pensemos qué pasaría cuando los presos de su
caverna “fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia”. En este
mito, Platón simboliza el alma humana antes de ser educada en unos presos atados
de pies y manos desde su infancia. Mediante esa simbología Platón quiere
representar de qué modo el cuerpo es la cárcel del alma. Por nuestra unión con el
cuerpo, el alma está ligada a las pasiones –irascibles y concupiscibles– que nos
empujan desordenadamente hacia las cosas del mundo sensible. Sólo mediante la
educación logramos liberarnos de las pasiones, ordenándolas mediante las
virtudes. Según Platón el alma, mediante la educación puede purificarse gracias a
las virtudes que ordenan las distintas partes del alma: la prudencia ordena la parte
racional, la fortaleza ordena la parte irascible y la templanza, la parte
concupiscible del alma. Sólo así, mediante las virtudes morales, el alma humana
podrá ser justa. La educación también libera al alma de la ignorancia, y para
ejemplificar eso se centra en la educación del filósofo.
El segundo elemento principal de este texto es el preso liberado, que es
“desatado y obligado a levantarse”. Este preso representa dentro de este mito al
filósofo. Éste es el único que va a recibir el proceso completo de la educación que
proporciona el Estado. En la República de Platón, el Estado es el encargado de
proporcionar la educación a todos los ciudadanos desde su infancia. Es un proceso
largo, a través del cual los gobernantes deberán ir seleccionando a los individuos
en función de su capacidad para desempeñar las distintas funciones que hay en la
ciudad. Sólo los más capaces, desde el punto de vista intelectual y moral, recibirán
la educación hasta el final. Esa educación completa –la del filósofo– consiste sobre
todo en capacitarles para ascender desde el conocimiento de las cosas sensibles
hasta el de las inteligibles, es decir, en capacitarle para pasar de la meras opiniones
a la ciencia. De esa forma, la educación transforma el alma humana, y la hace apta
para conocer toda la realidad a la luz de la Ideas.
Ese proceso del conocimiento, con el que culmina la educación de los
mejores ciudadanos (los filósofos), está representado en nuestro texto mediante
varios elementos de la escena. Según Platón, el conocimiento humano pasa por dos
grados: opinión y ciencia. Estos grados están, a su vez, secuenciados de inferior a
superior. Hay dos grados de opinión: imaginación (eikasía) y creencia (pistis); y
dos grados de ciencia (episteme): conocimiento discursivo (dianoia) e intelección
(nóesis). Finalmente, los que ya han alcanzado el grado más alto de conocimiento
(nóesis), necesitan de la dialéctica como método para ir ascendiendo desde las
ideas inferiores hasta las superiores del mundo inteligible. Finalmente, podrán
conocer la idea suprema que, en la República, se identifica con el Bien. Todas
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estas cuestiones aparecen representadas en este texto.
En primer lugar, los dos grados de opinión (doxa) están representados por el
conocimiento del preso dentro de la caverna. Es el conocimiento de las cosas de
este mundo, que constantemente nacen y mueren. El grado más bajo de opinión
(eikasía) está representado en el texto en el conocimiento de las sombras y los
ecos, copias de las cosas sensibles. Es el grado más alejado de la verdad. El
siguiente grado de opinión (pistis) se representa en el conocimiento que el preso
liberado tiene de los porteadores y del fuego que está a la espalda de los presos
atados.
En segundo lugar, los dos grados de ciencia (episteme) están representados
en el ascenso del preso por la áspera y escarpada subida y por el conocimiento de
las realidades del mundo superior que, a su vez, simboliza al mundo de las Ideas.
El ascenso representa la dianoia, el “conocimiento discursivo” cuyo objeto son las
entidades matemáticas. Los objetos matemáticos son realidades intermedias entre
las cosas sensibles y las Ideas. Para Platón, la geometría constituía el acceso a
todas las demás ciencias. Se representa mediante un ascenso áspero y escarpado,
puesto que son difíciles. Una vez en el mundo superior –mundo inteligible–, el
alma es capaz de comprender las ideas (nóesis). No puede conocerlas todas de
golpe, sino que tiene que ir acostumbrándose mediante la dialéctica a ir desde las
ideas inferiores a las superiores y viceversa. Por eso representa al preso
conociendo los objetos exteriores primero de noche, luego a la luz del sol y
finalmente contemplando directamente al astro solar.
Así llegamos a la meta de la educación teórica del filósofo que consiste en el
conocimiento del Bien y la comprensión de todo lo que implica dicha idea. En
concreto, entiende que el Bien es el principio ontológico de toda la realidad y
principio epistemológico, cuya luz nos permite comprender tanto lo sensible como
lo inteligible. En textos posteriores, también hablará de su función ética y política,
pues sólo su conocimiento permite orientar la vida privada hacia el bien y dirigir la
vida de la polis hacia la justicia.
— ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos
compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
— Efectivamente.
— Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos
a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles
de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de
profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que
envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir,
que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro
destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
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— Eso es lo que creo yo –dijo–: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
— Ahora fíjate en esto –dije–: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees
que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
— Ciertamente –dijo.
— Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados,
opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad –y no
sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse–, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por
haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante
ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y
hacerles subir?
— Creo que sí –dijo.
Resumen (Comparación de la vida en la caverna y en el mundo superior.
Regreso del preso liberado a la caverna)
En este fragmento del mito de la caverna, aparece el preso, que ha sido
liberado y que ha ascendido al mundo exterior a la caverna, recordando su anterior
vida dentro de la caverna junto con los otros presos. Compara su nueva vida con la
anterior, se considera feliz y compadece a sus antiguos compañeros. Incluso
recordando los premios de aquella antigua vida, se da cuenta de que preferiría
trabajar al servicio de otro hombre, antes que volver allí abajo.
A pesar de esto, el preso vuelve a la caverna, a su antiguo lugar, y resulta
que de nuevo se le oscurece la visión, y resulta que ahora se encuentra torpe al
tener que competir de nuevo con sus antiguos compañeros de cárcel. Ellos lo
encuentran ridículo, no valoran su ascensión al mundo superior e, incluso, si
pudieran lo matarían.
Análisis y explicación
- El mito en Platón: imágenes literarias para explicar sus ideas.
- Significado del mito de la caverna:
- los efectos de la educación en el alma y la educación del filósofo.
- Principales elementos de este fragmento y su significado:
- prisionero liberado compara su vida anterior (caverna) y la actual.
- felicidad en el mundo superior: preferencia por lo intelectual. - compasión
por sus antiguos compañeros de cárcel
- regreso del prisionero liberado a la caverna: dedicación a la política.
- nueva oscuridad: dificultad de resolver cuestiones políticas.
- incomprensión del resto de los prisioneros
Para comprender este texto debemos explicar varias cosas. En primer lugar,
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por qué utiliza unos personajes literarios, un mito, para explicar sus ideas.
Platón fue además de un gran filósofo, un gran literato. Le gustaba mucho
utilizar imágenes literarias para explicar sus ideas, especialmente para las más
difíciles. Cuando la inteligencia se quedaba corta, recurría a la imaginación. Lo
que solemos llamar mitos platónicos, en realidad son alegorías, representaciones
simbólicas de ideas abstractas mediante historias ficticias o personajes literarios
inventados por el mismo Platón. Él creó muchos mitos: el de la caverna –que
estamos analizando– el del carro alado, el de Er, el anillo de Giges, el de la
Atlántida, etc. Criticaba con frecuencia los mitos tradicionales griegos porque,
según él, decían muchas mentiras, sin embargo a él le gustaba mucho servirse de
imágenes literarias, de breves historias que ilustraran sus ideas y le ayudaran a
explicarlas mejor. Sus mitos están al servicio de la verdad, ayudan a comprender y
a recordar mejor la filosofía platónica.
En el mito de la caverna, Platón representa, mediante unos personajes, su
idea del alma humana, la transformación de ésta mediante la educación,
centrándose especialmente en la educación del filósofo. En concreto, en este texto,
aparecen varios elementos, de dicho mito, cuyo significado vamos a explicar a la
luz de la filosofía platónica.
En este texto aparece el preso, que ya ha sido liberado de sus cadenas y ha
ascendido a través de una áspera y escarpada subida al mundo superior a la
caverna, recordando su antigua vida en el interior de la caverna, junto con otros
prisioneros. Platón los representa como prisioneros en una caverna, queriendo
simbolizar a aquellas personas cuya alma es prisionera de sus pasiones y cuyo
conocimiento se limita al conocimiento de lo sensible, desconociendo su
fundamentación científica. En este texto, la caverna simboliza no sólo el mundo
sensible como en otros fragmentos, sino también la polis, el ámbito donde se
desarrolla la vida social humana. La mayoría de las personas viven prisioneras de
sus pasiones y de la ignorancia. Las pasiones, derivadas de la unión del alma con
el cuerpo, y su ignorancia –su falta de ciencia– les impiden relacionarse con la
realidad inteligible. El sabio se da cuenta del poco valor de los honores, riqueza,
fama y todo aquello que puede ofrecerle el mundo de la caverna.
Mediante la educación el alma adquiere las virtudes morales que ordenan el
alma (prudencia, justicia, fortaleza y templanza). La fase más elevada de la
educación –la que sólo recibe el filósofo– es la ciencia. Mediante la ciencia, el
alma se transforma, capacitándose para conocer los objetos matemáticos, las Ideas
del mundo inteligible y sobre todo el Bien. Por todo ello, el prisionero liberado,
que representa al filósofo –educado en la virtud y la ciencia– prefiere dedicarse a
las cuestiones teóricas antes que a los asuntos prácticos. Se da cuenta de la
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superioridad de la vida teórica que le permite comprender la auténtica realidad y el
mundo plural y cambiante. No obstante, su compasión (philía) por sus antiguos
compañeros y su sentido de la justicia le llevan a regresar a la caverna para ayudar
al resto de los prisioneros.
El regreso del filósofo a la caverna, en este texto, representa la
responsabilidad moral y política del filósofo y el papel que Platón asigna al
filósofo en la polis. Para conseguir una polis justa es preciso que gobiernen los
filósofos o que los gobernantes se vuelvan filósofos. El filósofo se debe a la polis.
Gracias a la educación que ha recibido de la polis, ha podido adquirir las virtudes
morales y la ciencia que le han capacitado para dedicarse a las cuestiones más
elevadas, por eso debe contribuir al bien común de la polis, dedicándose a la
resolución de los asuntos públicos.
Sin embargo, la aplicación de su ciencia a las cuestiones empíricas no es
tarea fácil, de ahí la oscuridad que siente cuando pasa de la luz del mundo
III.— Pues bien –dije–, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón! a lo que se ha dicho
antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que
hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de
este, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre,
que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que
a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez
percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que,
mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en la inteligible es ella la soberana y
productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su
vida privada o pública.
— También yo estoy de acuerdo –dijo–, en el grado en que puedo estarlo.
— Pues bien –dije–, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han llegado a ese
punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden siempre a permanecer en las
alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también esto concuerda con la imagen de que se ha
hablado.
— Es natural, desde luego –dijo.
— ¿Y qué? ¿Crees –dije yo– que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las
contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía
mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en
los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas
reflejo, y a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí?
— No es nada extraño –dijo.
— Antes bien –dije–, toda persona razonable debe recordar que son dos las maneras y dos las causas por
las cuales se ofuscan los ojos al pasar de la luz a la tiniebla y al pasar de la tiniebla a la luz. Y una vez ha ya
pensado que también le ocurre lo mismo al alma, no se reirá insensatamente cuando vea a alguna que, por estar
ofuscada, no es capaz de discernir los objetos, sino que averiguará si es que, viniendo de una vida más luminosa,
está cegada por falta de costumbre, o si, al pasar de un mayor ignorancia a una mayor luz, se ha deslumbrado por
el exceso de ésta; y así, considerará dichosa a la primer alma, que de tal manera se conduce y vive, y
compadecerá a la otra, o bien, si quiere reírse de ella, esa su risa será menos ridícula que si se burlara del alma
que desciende de la luz.
— Es muy razonable –asintió– lo que dices.
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exterior (la ciencia) a la oscuridad de la caverna (la resolución de las cuestiones
empíricas propias de la política). Pero para Platón, sólo el filósofo puede dirigir la
polis, ya que sólo él es el que conoce las ideas y especialmente la Idea de Bien.
Sólo el que conoce el Bien puede vivir unido a él en su vida privada, y sólo el que
sabe construir su vida según el bien, puede atreverse a conducir a la ciudad hacia
el bien y la justicia.
No obstante, no es tarea fácil, dirigir la polis. El vulgo no comprende al
filósofo. Cuando éste trata de ayudarles y reconducirlos hacia el bien, les molesta,
no comprenden sus argumentos, sus referencias a lo inteligible y, dice Platón, si
pudieran, incluso lo matarían. Muchos han reconocido aquí una clara referencia a
la incomprensión, que padeció su amado maestro Sócrates, que le llevó a la
muerte.
Resumen (Platón explica algunos elementos de su mito)
En este texto, Platón explica el significado de varios elementos de su mito
de la caverna. En concreto, dice que la caverna representa “la región revelada por
la vista”; la luz del fuego de la caverna, “el poder del sol”; la subida del preso
fuera de la caverna y su contemplación de la realidad exterior significan “la
ascensión del alma hasta la región inteligible”.
Después indica que lo último que se percibe es la idea de bien, señala la
importancia de la idea de bien para todo lo demás y enumera las tres
consecuencias derivadas de ese conocimiento.
Finalmente, nos dice que los sabios prefieren la vida del conocimiento antes
que dedicarse a los asuntos cotidianos de la vida y a la vida política. Que el resto
de la personas no los comprenden, porque ven la torpeza con que el sabio se
mueve en los asuntos humanos, pero deberían recapacitar en que hay dos formas
de ofuscación: pasar de las tinieblas a la luz, pero también de la luz a las tinieblas.
Análisis y explicación
- El mito en Platón: imágenes literarias para
explicar sus ideas.
- Significado del mito de la caverna:
- los efectos de la educación en el alma y la
educación del filósofo.
- Principales elementos de este fragmento y su
ISABEL ZÚNICA TEMA 1: PLATÓN. DUALIDAD DE MUNDOS Y EDUCACIÓN
significado:
- explicación de Platón de los siguientes elementos
de su mito:
- la caverna
- la luz del fuego
- subida y contemplación de las cosas de arriba -
conclusiones acerca de la idea del bien:
- es principio formal del mundo sensible
- es principio ontológico y epistemológico
- debe regir la conducta privada y la vida pública
- el malestar de los filósofos en la vida política
- preferencia por la vida teórica antes que por la
pública
- incomprensión del vulgo hacia el filósofo
- dos formas de torpeza: del sabio y del ignorante
Para comprender este texto debemos explicar varias cosas. En primer lugar,
por qué utiliza unos personajes literarios, un mito, para explicar sus ideas.
Platón fue además de un gran filósofo, un gran literato. Le gustaba mucho
utilizar imágenes literarias para explicar sus ideas, especialmente para las más
difíciles. Cuando la inteligencia se quedaba corta, recurría a la imaginación. Lo
que solemos llamar mitos platónicos, en realidad son alegorías, representaciones
simbólicas de ideas abstractas mediante historias ficticias o personajes literarios
inventados por el mismo Platón. Él creó muchos mitos: el de la caverna –que
estamos analizando– el del carro alado, el de Er, el anillo de Giges, el de la
Atlántida, etc. Criticaba con frecuencia los mitos tradicionales griegos porque,
según él, decían muchas mentiras, sin embargo a él le gustaba mucho servirse de
imágenes literarias, de breves historias que ilustraran sus ideas y le ayudaran a
explicarlas mejor. Sus mitos están al servicio de la verdad, ayudan a comprender y
a recordar mejor la filosofía platónica.
En el mito de la caverna, Platón representa, mediante unos personajes, su
idea de la naturaleza humana, la transformación de ésta mediante la educación,
centrándose especialmente en la educación del filósofo. En concreto, en este texto,
aparecen varios elementos, de dicho mito, cuyo significado vamos a explicar a la
luz de la filosofía platónica. El mismo Platón explica en este texto tres de los
elementos de su mito.
La caverna o vivienda prisión, como la llama, representa la región revelada
por la vista, es decir, el mundo sensible que conocemos a través de los sentidos.
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Platón entendía el mundo tal como Heráclito, plural y en continuo cambio.
La luz del interior de la caverna representa, según Platón, el poder del sol,
del astro solar que rige el mundo físico. En el libro VI de la República, cuando la
preguntaron sus discípulos sobre el bien, les contestó que no podía hablarles
directamente del bien, pero sí de su hijo, el sol. Varias veces afirma Platón en la
República que el sol es al mundo sensible lo que el bien al mundo inteligible: da
vida y energía a las realidades sensibles, y proporciona la luz que permite
conocerlas.
La subida del preso liberado al mundo de arriba y la progresiva
contemplación de las cosas del mundo superior representan para Platón la
educación que recibe el filósofo y que le capacita para que su alma pueda conocer
lo inteligible. Platón utiliza siempre los términos de “ascensión”, “mundo
superior”, porque, para él, las cosas inteligibles son más reales que las sensibles.
Las sensibles, en perpetuo cambio, nacen y mueren continuamente, es decir apenas
tienen entidad. En cambio, las realidades inteligibles, las ideas, son universales
(una por cada pluralidad de individuos de una misma clase), eternas e inmutables,
independientes del mundo de los fenómenos y de los hombres. Aunque
desapareciera este mundo, las ideas seguirían existiendo. Las Ideas constituyen la
auténtica realidad, de ellas recibe su entidad el mundo de los fenómenos.
A continuación, en este texto, Platón se centra en tres conclusiones que saca
el filósofo después de conocer la idea de bien que es lo último que se conoce en el
mundo inteligible y lo más difícil de conocer. El bien, según Platón posee tres
dimensiones: ontológica, epistemológica y práctica (ético-política).
En primer lugar, comprende que es la “causa de todo lo recto y bello que
hay en todas las cosas”. El bien es la causa ontológica de todo lo que hay. La
materia es eterna, incausada, pero el orden y la inteligibilidad del cosmos necesitan
ser explicadas. Para Platón lo recto y bello de todas las cosas es su inteligibilidad,
su formalidad o lo que es lo mismo, lo que hay de orden en la realidad, sea
sensible o inteligible. Esta cuestión la retomará en el Timeo, introduciendo el
Demiurgo: el Bien y las ideas quedarán como causas formales y el Demiurgo
como principio activo o hacedor de las cosas. Este principio formal será el que
tomará su discípulo Aristóteles para explicar la realidad, aunque con ciertas
diferencias.
En segundo lugar, Platón presenta el bien como un principio epistemológico.
El Bien es fuente de luz, de inteligibilidad, pues las ideas dependen de él, y el
orden e inteligibilidad de las cosas dependen de las ideas.
Nosotros podemos saber qué es esto que vemos, en la medida que es no sólo
materia, sino materia ordenada –configurada– como caballo, hombre o polis. Por
ISABEL ZÚNICA TEMA 1: PLATÓN. DUALIDAD DE MUNDOS Y EDUCACIÓN
eso dice que dicha idea es “productora de luz y conocimiento”.
En tercer lugar, el bien es el principio que debe dirigir la conducta humana,
tanto en la vida privada como en la vida pública. Sin conocer el Bien no es posible
ni actuar bien ni gobernar rectamente la polis. Es por tanto, un principio ético y
político. Platón es un intelectualista moral. Está convencido de que quien conozca
realmente el bien, conducirá su vida según él. Y sólo el que es capaz de vivir en
conformidad con el bien, es decir, llevar una vida moral íntegra, puede atreverse a
gobernar la ciudad, el Estado. Para Platón, la política debe orientarse a la ética. La
principal finalidad de los gobernantes debe ser dirigir la vida de los ciudadanos
hacia la virtud. Y, a su vez, el gobernante no puede llevar una vida moral íntegra, si
no se ocupa de los asuntos públicos, del bien de la polis.
Finalmente, en este texto, Platón pasa explicar por qué lo filósofos prefieren
dedicarse a las cuestiones inteligibles más que a las del mundo empírico y por qué
se sienten incómodos cuando se dedican a los asuntos de la política. En este mito,
Platón presenta dos procesos, uno ascendente: el de la educación y el
conocimiento; y otro descendente: la dedicación a los asuntos públicos. El impulso
que mueve al hombre a ascender es el anhelo (eros) de la verdad, de la belleza y
del bien; el que le lleva descender es la compasión (filía) y el sentido de justicia
hacia los demás hombres y hacia el Estado. El sabio desprecia los honores,
riqueza, fama y todo aquello que puede ofrecerle el mundo de la caverna. Además
será mal recibido por su aparente torpeza y por la resistencia de sus antiguos
compañeros a ser liberados de su ignorancia por el esfuerzo que les supone. Con
esto alude probablemente a su propia experiencia en Sicilia y a la muerte de
Sócrates.
También refleja que existen dos formas de torpeza diferentes: la del
ignorante que tiene que pasar de la oscuridad de lo material a la luz de las ideas y
la del sabio que tiene que descender de la luz de la ciencia a la oscuridad de los
asuntos cotidianos. La vida teórica es superior a la vida práctica, pero el sabio no
debe “quedarse en las nubes”: debe saber gestionar su vida privada (ética) y
dedicarse a la vida pública (política). Saber teórico es superior, pero culmina en el
práctico. esta idea recoge la dimensión moral y ética de la Teoría de las Ideas y la
necesidad de que el filósofo sepa “moverse” en ambos mundos.
Una posible contextualización del mito de la caverna de Platón
El texto que hemos analizado es un fragmento del mito de la caverna, que
pertenece al libro VII del diálogo de Platón llamado República. Este título no se
corresponde con el original griego Politeia, cuya traducción exacta sería Régimen
o gobierno de la polis. El título castellano se debe a la mediación latina Res
publica, término que sí posee el mismo significado que el griego politeia.
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Esta obra se compone de 10 libros. El primero es de redacción temprana,
pero, para el resto, se admite unánimemente que Platón los compuso entre su
primer y segundo viaje a Siracusa (entre los años 388 y el 367). Platón comienza a
escribirlos cuando tiene alrededor de 40 años y los acaba hacia los 50 años.
Coincide con los primeros años del funcionamiento de la Academia.
Este diálogo está considerado como una de las obras cumbre de Platón, tanto
por su riqueza de contenido –aborda numerosos temas: morales, metafísicos,
epistemológicos, sociológicos, educacionales, etc.– como por su extensión. El
mismo Platón lo tenía como su obra central, resumen de sus doctrinas esenciales,
al converger en el mismo las principales líneas de su pensamiento, expuestas en
anteriores diálogos. Aunque, en posteriores diálogos se replanteó y sometió a
crítica algunas de las opiniones en él expuestas.
Pero la República es tenida sobre todo como una obra clásica de teoría
política y de educación. El tema central de esta obra es la justicia y el Estado.
Platón intenta mostrar la necesidad de que tanto el Estado como los individuos
rijan toda su conducta según la justicia (virtud), es decir, según la Idea de Bien,
principio de buen orden para sociedades y ciudadanos, y origen de la felicidad
pública y privada.
Platón intenta esbozar lo que sería una sociedad ideal. Ahora bien, su objeto
de estudio no es el Estado como tal, lo que le preocupa es la polis justa, una
ciudad-estado en la que un hombre justo, un Sócrates, pueda vivir sin temor a que
lo condenen. El punto de partida en la elaboración de su pensamiento político es la
situación en que se encontraban las polis griegas. Platón, que había conocido y
“padecido” diversos regímenes políticos, tiene presente sobre todo la situación de
crisis de la democracia ateniense, que tal y como se encontraba le producía
descontento e insatisfacción. Por eso, este diálogo no es en primer término la
construcción ideal de una sociedad perfecta, sino más bien un tratado de
“medicina” política para su aplicación a los regímenes políticos de su tiempo. El
intento por regenerar la vida política de Grecia fue el objetivo al que dedicó el
máximo esfuerzo durante su vida.
En consecuencia, dicho Estado ideal no es un Estado intemporal, sino en un
contexto concreto: la crisis de la polis griega producida tras la guerra del
Peloponeso. La destrucción de la tradicional clase dominante (la aristocracia) y el
nacimiento de nuevas fuerzas propiciaron la aparición de los sofistas, que
preparaban al nuevo hombre para la vida pública. Platón se opone a la educación
de los sofistas, pues estos hacían hombres inmorales, preparados para el triunfo
social y político en provecho propio, con total olvido del bien común.
Por eso, no puede sorprender que, en una obra de política, ocupe un puesto
ISABEL ZÚNICA TEMA 1: PLATÓN. DUALIDAD DE MUNDOS Y EDUCACIÓN 9
central la paideia (la teoría de la educación). Se ve claramente en el texto que
comentamos que la ascensión desde la caverna a la luz exterior es el
acontecimiento que marca la diferencia entre el hombre justo y el que no lo es: sin
paideia no se puede ser buen ciudadano, hombre justo. Así pues, la importancia de
la paideia no es sorprendente: para un griego, no tiene sentido preguntarse –como
hace algún autor– si el tema del libro es la moral o la política. Tal distinción no
existe en Platón. Ética y política están fundadas al mismo tiempo.
La interrogación principal de Platón es ¿quién puede reformar la polis
injusta? Según Platón, sólo puede realizar tal tarea el que sabe, es decir, el
filósofo. Este es el que puede y debe regir los destinos de la polis. Para eso, debe
recibir una educación adecuada (salir de la caverna) y ayudar a sus conciudadanos
(volver a la caverna).
Para la elaboración de su teoría política, Platón se apoya en una ontología,
una teoría del conocimiento y una ética. Fundamentalmente Platón continúa la
obra de Sócrates: la búsqueda del universal, de la definición, en la que fundar la
ética-política. Ahora bien, la definición no puede ser de la realidad sensible, pues
está en continuo cambio, como sostiene Heráclito, y la definición es inmutable.
De ahí, concluye Platón, tiene que haber algo que sea inmutable y eterno. Eso son
las ideas, que tiene las mismas características del ser de Parménides, excepto que
son muchas. De este modo, Platón elabora una ontología y una gnoseología
paralelas, perfectamente simbolizadas en el mito de la caverna, que hemos
analizado: hay un mundo sensible y cambiante (la caverna con sus sombras),
apenas cognoscible y del que sólo cabe una doxa (las opiniones de los
encadenados); y hay otro mundo inmutable (la luz y objetos fuera de la caverna),
perfectamente cognoscible y objeto de episteme (el saber del que ha salido fuera).
Así pues, la crisis de la polis –la situación de injusticia y descontento–, la
aparición de los sofistas, el nuevo estilo de hombre político y el deseo de Platón de
poner remedio a la crisis general, son el contexto en el que nace este diálogo. Su
solución se apoya en la concepción ético-política de Sócrates, en la búsqueda del
universal, del conocimiento verdadero, que no puede ser de este mundo sensible,
sino del mundo inteligible.
Y todo eso es lo que Platón describe alegóricamente en su mito de la
caverna: la caverna y sus habitantes (la polis y sus ciudadanos), las sombras (los
objetos del mundo sensible), las opiniones de los encadenados (la doxa), la
ascensión del alma hasta el mundo inteligible (la paideia), el mundo exterior (las
ideas), el conocimiento de ese mundo (la episteme) y la vuelta del hombre tras ver
la luz (el filósofo gobernando).