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CONCEPTO DE CONTRATO.

DIFERENCIA CON LA LEY Y LA SENTENCIA.


CONTRATOS CIVILES Y COMERCIALES

2.1 ENFOQUE LEGAL SOBRE HECHOS Y ACTOS


JURÍDICOS

Nuestra normativa de derecho privado ha fijado la diferencia entre


el hecho, que aparece regulado, y casi definido en el artículo 257
del código unificado, y el acto que se halla en los artículos 258 y
259 del mismo
cuerpo legal.
La ley impide reconocer a cada una de estas figuras por las
resultantes jurídicas que pudieren producir, ya que con ambas se
adquieren. nacen, modifican, transfieren o extinguen derechos y
obligaciones. Sin embargo, el legislador ha puesto cuidado en
incorporar la diferencia entre una y otra dentro de los mismos
artículos.
En el artículo 257, las consecuencias en cuanto al nacimiento,
modificación o extinción de derechos u obligaciones no es
buscada por los que participaron en ella.

En los artículos 258 y 259, los sujetos pueden producir los


mismos efectos que en el mencionado en el párrafo anterior, pero
con la salvedad ete aqui las partes persiguen dicha producción. El
primero de ellos encuadra lo dicho como: "..la acción voluntaria
no prohibida por la ley”. La última disposición citada lo expresa
de la siguiente forma: "El acto jurídico es el acto voluntario lícito
que tiene por fin inmediato”.
El carácter del Código Civil y Comercial trae de esta forma el
elemento intención como imprescindible para la configuración del
acto; y en la concordancia de éste con el discernimiento y la
libertad, el acto va a quedar fijado por la voluntad del sujeto que
lo realiza. Es esta circunstancia volitiva la que va a establecer la
diferencia jurídica entre hecho y acto.
En este último caso, entendemos que el legislador va a otorgar a
las personas la facultad de crear y conservar derechos, cosa que
omitió mencionar, con deficiente criterio jurídico, dado que sólo
crea o conserva derechos aquel que quiere hacerlo; estos dos
conceptos derivan directamente de la voluntad del sujeto.
Tenemos en nuestro derecho el fruto de una vasta concepción de
la teoría de la voluntad, que sigue la línea de pensamiento de
Savigny y Freitas, donde se han hecho espacio diversas figuras
como el testamento, el matrimonio y el contrato, y en el que
seguramente encontrarán lugar en el futuro otros modelos
jurídicos acuñados por el accionar de las per-sonas, que llenen los
requisitos de voluntad y licitud que requiere el acto jurídico.
Es el contrato el acto jurídico bilateral por excelencia. En él las
partes vuelcan sus intenciones individuales, puestas de manifiesto
por actos jurídicos unilaterales llamados oferta y aceptación. Así,
los celebrantes abren un camino de negociación, cuyo destino es
la yuxtaposición de las voluntades de cada sujeto, para formar una
sola en conjunción bilateral que dará inicio al contrato.
Sostenemos entonces que el consentimiento es la consonancia
armónica de la intención de las partes, cuya participación en un
contrato obedece a la decisión libre de cada uno de los
celebrantes.

2.2 CONCEPTO DE CONTRATO

La doctrina tradicional nos tenía acostumbrados a definir los


contratos con la terminología del artículo 1137 del anterior
Código Civil; que rezaba: "Hay contrato cuando varias personas
se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común,
destinada a reglar sus derechos" En realidad, la ley no había
arriesgado definición alguna, porque no es función de la norma
conceptualizar.

El actual Código Civil y Comercial intenta definir al contrato en


el artículo 957, bajo la siguiente letra: "Contrato es el acto
jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o
extinguir relaciones jurídicas patrimoniales".

La opinión, la noción y las conjeturas conforman la tarea


doctrinal.
La legislación se limita a describir conductas, plasmándolas en las
normas como antecedentes prohibidos a través de la sanción, o
permitidos desde el estímulo. El artículo citado, en nuestro
criterio, no hace más que representar, puntualizar y detallar, un
determinado comportamiento humano sin definirlo.

Para individualizar una conceptualización, recurrimos a la ayuda


del maestro Héctor Lafaille, quien en su delicada percepción,
construyó un pensamiento sobre el contrato, que resume todos los
aspectos que lo conforman: "El contrato es un acto jurídico,
bilateral, causado, con contenido patrimonial, que regula los
derechos de las partes”.

Todo pacto es un hecho humano voluntario. A tal circunstancia se


la denomina en derecho privado "acto jurídico". Si la conducta
humana ha alcanzado tal contextura, tenemos por descontado que
es lícita. De lo contrario, si fuese ilícita, representaría un
comportamiento prohibido, y por ello sancionado; por lo tanto, no
sería acto, manteniéndose en el campo de los hechos.

Ahora bien, ¿cuál es el accionar específico de los contratantes?;


las personas, voluntariamente, llegan al contrato para "contraer"
una obligación. Los celebrantes se obligan, porque quieren
hacerlo; se someten a cumplir una prestación dirigida a satisfacer
el derecho de su co-contratante.
Si bien las obligaciones son básicamente tres, dar, hacer y no
hacer; en los pactos, no son lo más relevante. Lo trascendental del
acuerdo es como se da, se hace y no se hace; es la conducta
humana que conforma la manifestación del acto jurídico como tal.

Las obligaciones forjadas en los contratos se efectúan por actos de


disposición, actos de administración y actos de conservación.
Estas son las acciones que el derecho señala como "prestaciones",
y que, en definitiva, van a calificar la diversidad de contrataciones
que pueden verificarse en la realidad.

Por ejemplo; cuando alguien se obliga a dar algo, es fundamental


que el contrato modele la manera en que la entrega se llevará a
cabo en el futuro del evento de celebración. Los participantes del
acto concretan ese hacer, esculpiendo los detalles de la tradición
o, en defecto del proyecto de los sujetos, será la ley la que,
supletoriamente, disponga en forma objetiva, el diagrama de la
conducta.

Es decir, por medio del contrato, se debe constatar en que carácter


se dio. Si se compromete a otorgar algo a cambio de dinero
transmitiendo la titularidad de la cosa dada, el contrato será una
compraventa. Si no se transmite la propiedad, pagando un canon,
será una locación de cosa. Si se entrega el dominio, sin
contraprestación a cambio, será una donación; si no se otorgó la
titularidad, importará un comodato de préstamo; o un depósito si
se proveyó para su guarda; etc.

Con los ejemplos apuntados, intentamos hacer un muestreo de la


importancia de la prestación para calificar el contrato: para
conocor qué clase de pacto han realizado las partes, y a qué se ha
comprometido cada una.
Algunas prestaciones pueden no agotarse inmediatamente, sino
que requieren extenderse en el tiempo por exigencia de un
cumplimien un continuo: Así se ejecutarán una serio de actos,
conducentes todos a un solo objetivo, configurando un
compromiso único. Estás obligaciones , en general , se concretan
por medio de lo que se ha dado en llamar actividad: una serie de
acontecimientos coordinables para una finalidad común y cuya
valoración debe ser hecha autónomamente, o sea, independiente
de la que corresponda a cada uno de los actos individuales,
singularmente considerados. 

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