Devocionales de Adviento Scott Jackson 25 Razones Por Las Que Nació Jesús

25 RAZONES
POR LAS QUE NACIÓ JESÚS

SCOTT JACKSON
25 RAZONES
POR LAS QUE NACIÓ JESÚS
Reflexiones diarias
para celebrar el Adviento
Editorial Autores de Argentina

Scott Jackson
25 razones por las que nació Jesús : reflexiones diarias para celebrar el adviento /
Scott Jackson. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina,
2020.
150 p. ; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-87-0668-9
1. Práctica Religiosa. 2. Jesucristo. 3. Adviento. I. Título.

CDD 232.92
Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com
Mail: info@autoresdeargentina.com
Scott Jackson
©2020 por Gregory Scott Jackson
scottinargentina@gmail.com
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida ni dis-
tribuida de manera alguna ni por ningún medio electrónico o mecánico, incluidos el fotocopiado,
grabación, y cualquier otro sistema de archivo y recuperación de datos, sin el consentimiento
escrito del autor.
Traducción y edición: Daniela Bozian y Sofía Martínez Jackson
Título en inglés: 25 Reason Why Jesus Was Born: Daily Reflections for Celebrating Advent
Diseño de tapa: Erik M. Peterson y Martín Moreda
A menos que se indique lo contrario, todas las citas fueron tomadas de la Santa Biblia, NUEVA
VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.® Usado con permiso
de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
Las citas bíblicas marcadas con la sigla NTV han sido tomadas de la Santa Biblia, Nueva Tra-
ducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usado con permiso de Tyndale House
Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos
los derechos reservados.
Las citas bíblicas marcadas con la sigla RVR1960 han sido tomadas de La Santa Biblia, Versión
Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bí-
blicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la Ame-
rican Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina
A los alumnos del Seminario Bíblico William Carey en
Córdoba, Argentina. El esfuerzo, el sacrificio y la dedicación
que han mostrado para el avance del evangelio en América
Latina son realmente asombrosos. Ustedes son mis héroes
de la fe.
INDICE
Prólogo�� 11
Razón 1: Para ser el último sacrificio�� 13

Razón 2: Para cumplir la ley de manera perfecta�� 17
Razón 3: Para establecer un nuevo pacto�� 21
Razón 4: Para servir a los demás�� 27
Razón 5: Para establecer la paz en la tierra�� 31
Razón 6: Para capacitar a los hombres�� 35
Razón 7: Para enseñarnos a orar�� 39
Razón 8: Para explicar qué es la religión�� 43
Razón 9: Para resistir la tentación�� 47
Razón 10: Para condenar a los falsos maestros�� 51
Razón 11: Para continuar la obra del Espíritu Santo�� 55
Razón 12: Para romper el silencio�� 61
Razón 13: Para hacerse pecado�� 67
Razón 14: Para cumplir la profecía�� 71
Razón 15: Para mostrarnos el camino�� 75
Razón 16: Para reclamar Su derecho al trono�� 79
Razón 17: Para tener victoria sobre la muerte�� 85
Razón 18: Para resucitar de entre los muertos�� 89
Razón 19: Para mostrarnos Su gran amor�� 95
Razón 20: Para rescatarnos�� 101
Razón 21: Para mostrar el poder de Dios�� 107
Razón 22: Para sanar nuestras enfermedades�� 111
Razón 23: Para ser profeta, sacerdote y rey�� 117
Razón 24: Para ser nuestro redentor y salvador�� 121
Razón 25: Para darle toda la gloria a Dios�� 125
Notas�� 129
Reconocimientos�� 133
PRÓLOGO
U na cierta tensión se genera dentro de mí cuando se acerca la

Navidad. Mi lado santo y piadoso desea enfocarse en el motivo
de esta celebración, pero mi realidad carnal a veces logra que mi
alma se distraiga y olvide lo asombroso que fue y es el milagroso na-
cimiento de Cristo. Si eres como yo, alrededor del 27 de diciembre,
te propones, para el año siguiente, tomar con más calma todo este
ajetreo de regalos, decoraciones, festejos de fin de año y cosas «su-
perficiales» que restan valor al verdadero significado de la Navidad.
Sin embargo, cuando llega el año siguiente, continuamos luchando
con todo el estrés de la época, tratando de mantener la mente y el
corazón centrados en lo importante.
No me malinterpretes: no estoy diciendo que está mal decorar,
celebrar ni hacer regalos. De hecho, creo que puede ser muy bueno.
Cuando celebramos eventos especiales, existen tradiciones en torno
a estos que les dan significado. Esto se puede ver desde el principio
de la historia de la humanidad. En la Antigüedad, Dios mismo instó
a los israelitas a celebrar fiestas religiosas importantes con ciertas
comidas, música, actividades y rituales.
En lo personal, creo que el problema con la Navidad es una cues-
tión de prioridades. ¿Acaso las actividades y los rituales tomarán el
control, de manera tal que me hagan olvidar la verdadera motiva-
ción? Entrar en cualquier tienda con ofertas cuando se acercan las
fiestas con toda certeza puede poner a prueba el estado de mi co-
razón. Escuchar a otros discutir, preocuparse o quejarse sobre qué
regalo comprar puede desviar el rumbo de mi corazón: de repente,
11
25 RAZONES POR LAS QUE NACIÓ JESÚS
comienzo a preocuparme por los quehaceres y los compromisos na-

videños en lugar de maravillarme ante el Salvador encarnado, que es
el único regalo que necesito. El mundo inventa un sinfín de distrac-
ciones, pero, en definitiva, no es lo que está fuera lo que determina
si en verdad celebramos la Navidad por lo que esta significa. Dios,
como sabemos, está mucho más interesado en lo que ocurre en el
interior del corazón que en todas las circunstancias que nos rodean.
Cierto año, durante la Navidad, me sentía especialmente distraído
y molesto por las fiestas. Me sentía un hipócrita y no un simple pas-
tor que viene a adorar al Señor Jesús. Para encaminar mi mente y mi
corazón en el sendero correcto, comencé a separar tiempo para re-
flexionar sobre el significado de la Navidad. Me hice estas preguntas:
«¿De qué se trata la Navidad? ¿Por qué Jesús vino a la tierra como un
bebé?». Este libro es el resultado del tiempo que pasé reflexionan-
do sobre estos interrogantes. Estas veinticinco lecturas diarias están
diseñadas para leerlas entre el 1 y el 25 de diciembre, pero puedes
hacerlo en cualquier época del año. En cada lectura, quisiera pedirte
que inviertas más de los pocos minutos que te tomará cada capítulo.
Dedica tiempo a reflexionar personalmente sobre el motivo especial
por el que Jesús nació y busca a Dios en oración.
Espero y deseo que puedas apreciar la encarnación de Jesús, que
entiendas más sobre el motivo por el que vino y que, como resultado,
le rindas tu alabanza y le des toda la gloria que Él merece.
12
Razón 1
PARA SER EL ÚLTIMO

SACRIFICIO
U no de los principales temas a lo largo de toda la Biblia es la

presencia real y física de Dios en la tierra. ¿Cómo es posible
que un ser perfecto y todopoderoso se relacione y habite entre seres
finitos e imperfectos? La respuesta a esa pregunta se encuentra en
el relato bíblico de principio a fin. ¡Qué gran consuelo es saber que
nuestro Dios es bueno y desea estar con nosotros! Él sabe todas las
cosas buenas que puede experimentar el ser humano cuando está en
una relación correcta con Él. Porque Él se acercó a Su pueblo en la
tierra, las personas tienen la posibilidad de conocerlo y comprender
su propósito en la vida, además de muchas otras bendiciones.
En el Antiguo Testamento, antes de que Jesús naciera, Dios eligió
habitar específicamente entre los israelitas y en todo extranjero que
deseara pertenecer al pueblo de Dios. Ser parte del pueblo de Dios
significaba experimentar los favores de vivir en la presencia de Dios.
Él ofrecía guía, protección de los enemigos y hasta comida en algu-
nas ocasiones. Esto explica por qué el mayor castigo para una perso-
na que pecaba era ser exiliado de la comunidad. De hecho, cuando
una persona desobedecía una de las leyes de Dios, era separada de la
comunión con los demás israelitas y, aún peor, quedaba aislada de la
misma presencia de Dios. Este era un castigo muy severo.
13
Aquí es donde entra en escena el sacrificio. Las personas podían

ofrecer sacrificios (mediante la muerte de un animal) para mostrar
que comprendían su culpa delante de Dios y confiaban en Él. De
esta manera, Dios les permitía regresar a la plena comunión con el
resto del pueblo. Los eruditos Raymond Dillar y Tremper Longman
explican la situación con claridad:
Dios es santo y no puede tolerar la presencia de pecado e

impureza. El sacrificio es una forma de volver a hacer puro
lo impío y restaurar la comunión en la presencia de Dios.
Además, permite que las personas impuras, que fueron ex-
pulsadas de la presencia de Dios, regresen una vez más al
campamento, que es el terreno de lo santo.1
El tabernáculo y el templo tenían un significado especial para el

pueblo, ya que allí moraba Dios mismo. En el interior de ellos, había
toda clase de mobiliario que se usaba para las diversas ceremonias re-
ligiosas. Estos eran símbolos e instrumentos para entablar una rela-
ción entre el pueblo y Dios. Quizás el elemento más importante era
el altar. Allí, el Dios santo se encontraba con un pueblo manchado
por el pecado y la desobediencia. El altar era un lugar de constante
movimiento y actividad, ya que los pecadores se acercaban para pre-
sentar sus sacrificios a Dios.
Sin embargo, estos sacrificios no eran perfectos. No podían abo-
lir completamente el pecado y, por lo tanto, el pueblo debía ofrecer
sacrificios una y otra vez. Además, se necesitaban sacerdotes. Estos
actuaban como mediadores entre Dios y el pueblo. Una persona de-
bía llevar su ofrenda al templo y explicar el motivo al sacerdote. La
mayoría de los sacrificios se hacían como restitución por un peca-
do, pero, en algunas ocasiones, se hacían ofrendas como muestra de
agradecimiento. Sea como fuere, el sistema de sacrificios fue útil por
14
PARA SER EL ÚLTIMO SACRIFICIO
un tiempo. No obstante, todo esto fue el anticipo de un sacrificio

más grande y perfecto, el de Jesucristo mismo. Observa los siguien-
tes pasajes:
- Efesios 5:2: «Cristo nos amó y se entregó por nosotros como

ofrenda y sacrificio fragante para Dios».
- Hebreos 9:26: «Al final de los tiempos, se ha presentado una
sola vez y para siempre a fin de acabar con el pecado mediante
el sacrificio de sí mismo».
- Hebreos 10:14: «Porque con un solo sacrificio ha hecho perfec-
tos para siempre a los que está santificando».
- Hebreos 10:18: «Y, cuando estos han sido perdonados, ya no
hace falta otro sacrificio por el pecado».
Estos versículos nos muestran que Jesús se entregó voluntariamen-

te como un sacrificio a Dios por nuestra culpa. Además, señalan que,
como Él fue un sacrificio perfecto, ya no necesitamos el sistema de
sacrificios que consiste en ofrecer animales por el pecado. Después
de la muerte de Jesús, los judíos y los no judíos que comprendieron
que Jesús se ofreció a sí mismo por culpa de sus transgresiones deja-
ron de sacrificar animales sobre el altar porque se dieron cuenta de
que lo único necesario era el sacrificio de Jesús.
¡Cuán grande es el sacrificio que tenemos en Jesús! Por medio de
la fe en Él, somos completamente perdonados de toda nuestra cul-
pa. Nosotros, al igual que los israelitas de la Antigüedad, podemos
disfrutar la presencia plena de Dios entre nosotros cuando recono-
cemos nuestros errores y aceptamos que Él se entregó a sí mismo
por nosotros.
15
Preguntas para reflexionar
• ¿Por qué fue necesario que Jesús se ofreciera como sacrificio?

• ¿Reconozco que necesito a Jesús para tener comunión con Dios?
Lectura para profundizar
Hebreos 10–11.
16
Razón 2
PARA CUMPLIR LA LEY

DE MANERA PERFECTA
E n la lectura de ayer, vimos que Jesús vino al mundo para ser el

último sacrificio. Aprendimos que el sacrificio de Jesús fue el
último porque pudo quitar los pecados del pueblo de verdad. Ahora
deberíamos preguntarnos: «¿Cómo es que la muerte de Jesús logró
esto?». En palabras simples, la respuesta es que Dios demandaba un
sacrificio perfecto. Debido a que ningún animal era perfecto, estos
sacrificios no podían aplacar la ira de Dios y, por lo tanto, no eran lo
suficientemente eficaces. Jesús, en cambio, fue el sacrificio perfecto.
Cuando hablamos de perfecto queremos decir que fue sin pecado.
Jesús nunca desobedeció a Dios.
John Piper plantea la siguiente pregunta: «¿Es la muerte de Jesús
suficiente para limpiar todos nuestros pecados?».2 Esta es su res-
puesta: «Sí, pero solo porque su muerte fue el punto culminante de
una vida sin pecado». No era suficiente que una persona cualquiera
muriera en la cruz; la persona debía haber llevado una vida perfecta
hasta el momento de su muerte. La cuestión es que el requisito de
«perfección» descalifica a todos los seres humanos, excepto a Jesús.
Solo Jesús podía ofrecer el sacrificio perfecto por la humanidad. Ob-
serva estos dos pasajes:
17
- Romanos 5:19: «Porque así como por la desobediencia de un

solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también
por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos».
- Hebreos 4:15: «Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz
de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido
tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin
pecado» (énfasis agregado).
En términos teológicos, describimos lo que Jesús hizo por noso-

tros como una «justicia imputada». En palabras más simples, esto
significa que, cuando confiamos en Jesús como el sacrificio por nues-
tro pecado, Su vida perfecta, sin pecado y completamente justa se
imputa a nuestro favor.
Quizás una analogía ayude a comprender este concepto. Ima-
gina que estás en la escuela, es hora de almorzar y estás comiendo
con tus amigos. Todos tienen mucha sed, ya que, en la clase de
Educación Física que acaba de terminar, jugaron un partido de fút-
bol. Sacas tu botella de agua, y todos tus compañeros la observan
con cara de asco. «¡Uy! ¿Qué le pasó al agua?», dice uno de ellos.
Al ver la botella, te das cuenta de que algo no anda bien. La abres
y, por el olor, decides con absoluta determinación que, a pesar de
la sed que tienes, no llevarás esta agua a tu boca. No hay nada que
puedas hacer para resolver este problema. La botella está tan sucia
que ni siquiera es posible tirar el agua y volverla a llenar con agua
del bebedero de la escuela. Sin embargo, tu amigo de la derecha
propone una solución: «Yo tengo una botella de más. Aquí tienes.
Te doy la mía». Aunque el agua no contaminada era de tu amigo,
ahora es tuya y puedes disfrutarla por completo. Esto ilustra de
manera sencilla lo que significa recibir la pureza de Jesús, con la
excepción de que esto fue mucho más costoso para Él. Para que
nosotros seamos restaurados y considerados sin mancha ante los
ojos de Dios, Jesús tuvo que sufrir y morir.
18
PARA CUMPLIR LA LEY DE MANERA PERFECTA
Por lo tanto, si tú eres creyente (es decir, si has aceptado el sacri-

ficio que Cristo hizo por ti), Dios, a pesar de todos los errores que
hayas cometido, ¡te ve y te declara totalmente santo, limpio y sin
culpa! ¡Ese es un buen motivo para celebrar la Navidad!
• ¿Crees que Jesús llevó una vida perfecta? ¿Por qué sí o por qué
no?
• ¿Dios te considera perfecto? ¿Por qué sí o por qué no? Si crees
que, a pesar de que deseas confiar en Jesús, Dios aún te ve con
imperfecciones, te animo a que hables con un amigo o pastor
cristiano sobre cómo puedes ser libre de la culpa del pecado.
Romanos 3.
19
Razón 3
PARA ESTABLECER
UN NUEVO PACTO
P rácticamente todos podemos afirmar que en nuestros hogares

tenemos ciertas cosas a la vista que son especiales para nosotros.
Muchos de estos objetos nos recuerdan momentos de nuestra vida.
Una fotografía de la familia captura un momento que nos causa or-
gullo y gratitud. El retrato del primer día de escuela nos recuerda
cómo éramos antes y nos permite percibir cuánto hemos crecido. Y
no solo nos gusta exhibir las fotografías, sino también otros objetos.
Quizás hayas enmarcado un diploma o certificado que demuestra el
logro de una cierta meta y el final de una etapa de preparación y es-
fuerzo. O tal vez tengas colgado un mapa que muestra tus viajes o los
lugares en que viviste antes. A lo mejor no tengas un mapa, pero sí
un objeto como una caracola o una pieza de cerámica que trajiste de
un viaje que te marcó. Podría seguir con la lista de posibilidades, pero
el punto es que estoy seguro de que, si visitas la casa de alguna perso-
na, encontrarás objetos conectados a un cierto recuerdo o momento
especial en su vida, cosas que son tesoros de su historia personal.
Ahora bien, sabemos que la vida de una persona es mucho más
que el cúmulo de algunos recuerdos especiales. Los detalles y los
acontecimientos específicos de nuestra historia son imposibles de
contabilizar y de desglosar en un día. Para conocer a alguien real-
21
mente, no basta con tan solo ver el álbum de fotografías de su boda

y su colección de suvenires. Sin embargo, no es por nada que esos
objetos son preciados e importantes.
Dios ha interactuado con la humanidad y Su creación durante
miles de años. La Biblia nos cuenta muchos detalles sobre quién es
Dios y nos muestra que ha estado presente en medio de nosotros
y ha guiado nuestra historia. A lo largo de ese camino, hay varios
puntos memorables, eventos que se destacan por su gran importan-
cia. Al igual que una fotografía familiar nos recuerda un momento
relevante en nuestra vida, hay ciertos pasajes de la Biblia que señalan
un momento significativo en que Dios interactuó con nosotros. Esos
momentos de la historia se llaman pactos. La palabra pacto es un tér-
mino sofisticado que se emplea para hablar de un tratado o acuerdo
formal, como cuando dos socios comerciales o países entablan una
relación vinculante. En el tratado o acuerdo escrito, se explican los
detalles del convenio, las responsabilidades de cada una de las partes
y las consecuencias del incumplimiento.
Los diferentes pactos que Dios hizo con los seres humanos son
importantes porque a menudo tienen implicaciones relevantes a cor-
to y largo plazo. Dios utiliza los pactos para revelar Su carácter y
cumplir Su plan y Su misión. Los pactos contienen instrucciones
para relacionarnos con Dios y disfrutar de Su presencia. Si bien to-
dos los pactos han sido establecidos por la iniciativa y la gracia de
Dios, cada uno de ellos demanda diferentes grados de obediencia
de parte del ser humano. Los pactos que estipulaban que las perso-
nas debían hacer ciertas cosas para cumplir su parte del acuerdo se
llaman «pactos condicionales», mientras que los pactos que depen-
dían completamente de la soberanía de Dios se denominan «pactos
incondicionales».
Los pactos que vemos en el Antiguo Testamento son pasajes es-
peciales de las Escrituras y son hitos que marcan momentos impor-
tantes en la historia.
22
PARA ESTABLECER UN NUEVO PACTO
Este es un breve resumen de los pactos que se hicieron antes del

nacimiento de Jesús:
El pacto adánico (o a veces llamado edénico): Dios les prometió
a Adán, a Eva y a toda su descendencia vida eterna en el paraíso. La
única condición era que Adán y Eva no comieran del fruto del árbol
del conocimiento del bien y del mal. Sin embargo, no cumplieron
con su parte del pacto; por ende, ellos y todos sus descendientes
sufrieron las consecuencias.
El pacto noeico: Dios les prometió a toda la humanidad y a todas
las criaturas del planeta que nunca más volvería a destruir la tierra
con un diluvio.
El pacto abrahámico: Dios le prometió a Abraham una gran can-
tidad de descendientes y una tierra específica para habitar. También le
prometió que, por medio de su familia, bendeciría a todas las demás
naciones. Por su parte, Abraham tuvo que dejar su tierra natal y trasla-
darse a la zona que hoy conocemos como Israel. En este pacto vemos
que Dios quería hacer algo especial para un pueblo específico (los is-
raelitas), pero Su deseo a largo plazo era bendecir a todas las naciones.
El pacto mosaico: Dios prometió varias cosas a los israelitas,
como una tierra, abundante comida, paz con las demás naciones, sa-
lud y bienestar general. Les ordenó que no adoraran a otros dioses.
Si se mantenían fieles a Dios, podían confiar en que Él supliría sus
necesidades; sin embargo, si no lo hacían, Dios no les garantizaba
provisiones constantes. En resumen, podemos decir que Dios se pre-
ocupa por la manera en que Su pueblo lleva adelante la vida y que Él
merece ser honrado con la obediencia.
El pacto davídico: unos mil años antes de que naciera Jesús, el rey
David quiso edificar una «casa» o un templo para Dios. Sin embar-
go, Dios tenía en mente otro plan en relación con este proyecto. Él
reveló que establecería una «casa» o linaje perpetuo para David y le
prometió que uno de sus descendientes sería un Rey cuyo gobierno
no tendría fin.
23
Si estás leyendo este libro y no estás muy familiarizado con estos

pactos y, tal vez, estás un poco confundido, no te preocupes. Todos
ellos apuntaban a lo que llamamos el nuevo pacto, que es la promesa
de Dios para nosotros por medio de Jesús. Las personas esperaron
este pacto mucho tiempo antes de que Jesús naciera. De hecho, el
nuevo pacto es el mejor y, finalmente, se hizo posible para nosotros
por medio de Jesús.
Meses antes del estreno de una película, los productores difunden
el avance. Este ofrece un breve anticipo de lo que vendrá y nos gene-
ra expectativas sobre la versión final. Dios hizo algo similar con Sus
pactos. Mucho antes de establecer el nuevo pacto con la humani-
dad mediante Jesús, Dios envió mensajeros llamados «profetas» para
que hablaran sobre otro pacto que vendría. Y todas esas pequeñas
imágenes sembraron en muchas personas ansiedad y expectación.
Estos «avances» revelaron que, a través del nuevo pacto, las personas
tendrían la oportunidad de recibir el perdón de todos sus pecados,
conocerían a Dios de manera personal, experimentarían una trans-
formación completa y serían llenos del Espíritu de Dios. El anuncio
de estas inmensas bendiciones hizo que las personas aguardaran el
nuevo pacto de Dios con gran expectativa.
Este nuevo pacto no solo permitió alcanzar bendiciones asombro-
sas, sino que se ofreció gratuitamente a todas las personas. Todos los
pactos de Dios muestran Su gracia, pero el nuevo pacto es la perla
más preciada. Aquí vemos la gracia de Dios en todo su esplendor,
«gracia sobre gracia» ( Juan 1:16). Por lo tanto, no debe sorprender-
nos cuando Hebreos 8 dice claramente que el nuevo pacto que Jesús
estableció es superior a todos los anteriores.
En pocas palabras, estos son los resultados del nuevo pacto: todos
los hombres y todas las mujeres pueden tener una relación correcta
con Dios y experimentar la dicha de Su presencia gracias al sacrificio
de Cristo en la cruz. El ser humano no debe hacer ningún esfuerzo
para participar del nuevo pacto. No existen reglas ni un código de ves-
24
PARA ESTABLECER UN NUEVO PACTO
timenta para participar del banquete de Dios. Solo se necesita confiar

en Cristo (a través de la fe que nos concede Dios) para poder formar
parte de este nuevo pacto con Él.
• ¿Gozan todas las personas de la plenitud de las bendiciones del

nuevo pacto? ¿Por qué sí o por qué no?
• ¿Cómo sabes si formas parte de este nuevo pacto con Dios?
• ¿Por qué el nuevo pacto es superior a los demás?
• ¿Por qué Dios se tomó el trabajo de establecer tantos otros pac-
tos antes de instaurar finalmente el nuevo pacto? ¿Por qué sim-
plemente no comenzó con Jesús?
Hebreos 8–9.
25
Razón 4
PARA SERVIR A LOS DEMÁS
T odos tenemos un conocimiento básico de lo que es el servicio.

Cuando vamos a un restaurante, no tardamos mucho en saber si
nos están brindando un buen servicio o no. Casi todas las empresas
incluyen alguna frase sobre el servicio en su declaración de objetivos.
Si alguien se propone ayudar a personas necesitadas, no le costará
demasiado encontrar «proyectos de servicio» en la comunidad. Tal
vez hayas visto personas que se destacan en el servicio a otros, y ha-
yas intentado observarlas para parecerte más a ellas.
¡Alabado sea Dios si hay una persona en tu vida con estas carac-
terísticas, a quien puedes imitar! Sin embargo, sin Cristo, estaríamos
en oscuridad con respecto al verdadero significado del servicio. Jesús
no participó en algunos proyectos de servicio aquí y allá. No. Él vivió
una vida de servicio a los demás. El servicio era Su estilo de vida, no
un botón que se encendía y se apagaba. Podía hacerlo no solo porque
era Dios encarnado, sino también porque el servicio definía Su exis-
tencia y Su propósito.
En Mateo 20:28 leemos que Jesús dijo que «el Hijo del hombre no
vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate
por muchos». Mientras Cristo vivió en la tierra, parte de Su misión
fue servir. No servía de vez en cuando, sino que el servicio brotaba
de Su misma naturaleza. Además, sirvió tanto a los seres humanos
como a Su Padre celestial. «El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,
27
el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su siervo Jesús» (He-

chos 3:13, énfasis agregado).
Pablo explica que Cristo fue el ejemplo supremo de lo que signi-
fica ser un siervo y, por lo tanto, Él es exaltado sobre todo nombre:
La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús,

quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser
igual a Dios como algo a qué aferrarse.
Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la natu-
raleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.
Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y
se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de
Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo
de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Se-
ñor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:5-11)
Pablo, en su introducción a estos versículos, sugiere que quienes

se confiesan cristianos deben necesariamente ser los mejores sier-
vos del mundo, ya que imitan y siguen a Jesús. Después de todo, el
servicio implica ceder el control de uno mismo y de los propios de-
seos a algo o alguien más. Si servimos a Dios, significa que dejamos
que Él determine las decisiones que tomamos. Si estamos al servicio
del dinero o la fama, eso significa que dejamos que esas cosas con-
trolen nuestros afectos y nuestras acciones. En efecto, es imposible
servir a Dios si nuestras comodidades y nuestra condición social son
más importantes que proclamar el nombre de nuestro Señor (Lucas
16:13). Observa estas otras declaraciones en las que se describe a los
cristianos como siervos:
28
PARA SERVIR A LOS DEMÁS
• Debemos usar todas las bendiciones que Dios nos ha dado para
servir a los demás (1 Pedro 4:10).
• Debemos servir con diligencia (Romanos 12:9-12).
• Debemos servir de buena gana (Efesios 6:7).
• Servir a los demás nace de nuestro amor por ellos (Gálatas 5:13).
Las personas que emprenden grandes cosas para Cristo tienen

una comprensión tan profunda de estas cosas que se definen como
siervos.
Pablo, el apóstol que quizás más hizo por la causa de la extensión
del cristianismo en comparación con otros, a menudo se presentaba
como un «siervo de Cristo» (ver, por ejemplo, los primeros versículos
de Romanos, Filipenses y Tito).
Sin embargo, ¿qué sucede con nosotros? El servicio no nos nace
fácilmente y el título de «siervo» tampoco nos parece uno al cual as-
pirar. Tal vez piensas que servir a Dios parece incómodo o doloroso y,
en el mejor de los casos, implica una lista interminable de cosas que
hacer. Eso es lógico si tu imagen de Dios es la de policía que bus-
ca aplicar multas. Muchas personas sienten que Dios es así. Martín
Lutero, por ejemplo, casi enloquece tratando de servir a un Dios que,
para él, intentaba atraparlo. Con el tiempo, llegó a ver Su abundante
gracia y amor, y así su servicio a Él se transformó de un deber en un
gozo. En esta época navideña, ¿tienes una mente abierta, dispuesta a
cambiar tu comprensión acerca de quién es Jesús?
La belleza del servicio a Dios consiste en que, no solo glorifica a
Dios, sino que también bendice a la persona que sirve. Las personas
a las que considero grandes siervos de Dios también son personas de
abundante paz y alegría. Al igual que Jesús, aman realmente servir
a su Padre celestial. Espero que tú también puedas comprender que
nuestro Dios merece todo servicio.
29
• ¿Cómo calificarías tu servicio a los demás? ¿Lo consideras un

gozo o un deber?
• ¿Crees que el servicio es algo que haces de vez en cuando, o es
un estilo de vida?
• ¿Te consideras un siervo de Dios? ¿Te da gozo ser Su siervo?
Romanos 12.
30
Razón 5
PARA ESTABLECER LA PAZ

EN LA TIERRA
P robablemente te resulte difícil leer los primeros versos de uno

de los villancicos navideños más conocidos sin escuchar su
melodía:
Noche de paz, noche de amor

Todo duerme en derredor
Entre los astros que esparcen su luz
Bella anunciando al niño Jesús
Brilla la estrella de paz
Brilla la estrella de paz
Este reconocido villancico hace hincapié en la paz. ¿Por qué po-

demos decir que el nacimiento de Jesús tiene que ver con la paz? En
pocas palabras, la respuesta es que, sin Cristo, no hay paz verdadera.
Él vino a establecer la paz. Por eso, el profeta Isaías anunció que Je-
sús sería el «Príncipe de Paz» (Isaías 9:6). Esto me lleva a la siguiente
pregunta: si Jesús es el Príncipe de Paz y desea que tengamos paz,
¿por qué hay tan poca paz en el mundo?
Primer motivo: los conflictos son parte de la experiencia humana.
Cada persona es única, al igual que sus preferencias y deseos. Cuando
31
consideramos que nuestros propios deseos son más importantes que

los deseos de los demás, surgen problemas (Santiago 4:1-2). Ade-
más, entre las personas pueden existir sentimientos de superioridad.
Aquellos que conforman un grupo comparten ciertas características
entre sí, mientras que los que pertenecen a otro grupo tienen otras
peculiaridades. A veces, esos grupos se enfocan en las diferencias y
su orgullo los hace sentirse mejores que los demás. Esto produce
discusiones, luchas, conflictos e, incluso, la guerra. Se dice que sole-
mos preguntarle a Dios por qué hay tanto sufrimiento en el mundo,
cuando, en realidad, Dios debería hacernos esa pregunta a nosotros.
Nuestras fallas y propios errores demuestran que nos equivocamos al
señalar a Dios como culpable de los problemas que hay en el mundo.
En Cristo, no hay lugar para el rencor hacia otros ni para el
deseo de hacerles mal. Una de las bellezas del cristianismo es que
nadie es superior ni nadie tiene privilegios. A muchos de los que
vivían en el antiguo Imperio romano les atraía esta característica
de la iglesia. Estaba formada por diferentes tipos de personas que,
supuestamente, se odiaban, pero podían vivir en armonía y amor
gracias a Cristo. En Él, dos grupos opuestos pueden ser uno: Jesús,
quien es nuestra paz, destruye y derriba por completo las paredes
de la hostilidad y división que los separan (Efesios 2:14).
Segundo motivo: solo quienes aceptan la paz de Jesús pueden ex-
perimentar verdadera paz interior. Observa los siguientes versículos
en los que Jesús habla con Sus discípulos:
- Juan 14:27: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a
ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden».
- Juan 16:33: «Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen
paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo
he vencido al mundo».
En estos versículos vemos que Jesús concede paz a quienes lo si-
guen, pero eso no necesariamente garantiza una vida sin problemas.
De hecho, mientras haya pecado en el mundo, habrá problemas y
32
PARA ESTABLECER LA PAZ EN LA TIERRA
falta de sosiego. Sin embargo, si tu vida se caracteriza por la falta de

paz interior, es probable que estés yendo tras los «regalos» que ofrece
el mundo. La búsqueda de lo que este mundo define como exitoso
no conduce a la paz. Acepta, en cambio, el regalo que Jesús te da y
recuerda que Él es un dador muy diferente. Jesús es el dador supre-
mo de la vida y la paz; eso significa que aquellos que lo rechazan no
pueden experimentar la paz que Él da.
Tercero motivo: los planes del Príncipe de Paz todavía no se han
cumplido totalmente. De la misma manera que el Antiguo Testa-
mento nos da anticipos del nuevo pacto y del nacimiento de Jesús,
la Biblia también nos da anticipos de un paraíso que ha de venir. Un
día, cuando Jesús regrese de nuevo a la tierra, no habrá más pecado
y finalmente experimentaremos un mundo con absoluta paz. ¿Cómo
será eso? Si regresamos a los escritos del profeta Isaías, encontramos
una de las visiones más asombrosas del futuro:
El lobo vivirá con el cordero,

el leopardo se echará con el cabrito,
y juntos andarán el ternero y el cachorro de león,
y un niño pequeño los guiará.
La vaca pastará con la osa,
sus crías se echarán juntas,
y el león comerá paja como el buey.
Jugará el niño de pecho
junto a la cueva de la cobra,
y el recién destetado meterá la mano
en el nido de la víbora.
No harán ningún daño ni estrago
en todo mi monte santo
porque rebosará la tierra
con el conocimiento del Señor
como rebosa el mar con las aguas. (Isaías 11:6-9)
33
Los eruditos discuten si Isaías se refiere a un tiempo en el que

esto se cumplirá en la tierra o si solo veremos esto en el cielo nuevo
y la tierra nueva; más allá de ese debate, una cosa es cierta: llegará un
momento en el que Dios pondrá fin a todos los conflictos. Mientras
descansemos en las promesas de Jesús y en Su provisión de todas las
cosas en el presente y en el futuro, podremos disfrutar de verdadera
paz. Por lo tanto, «que gobierne en sus corazones la paz de Cristo»
(Colosenses 3:15).
• ¿Tu vida se caracteriza por la paz? Cuando las personas entran

en tu casa, ¿pueden ver en ti cómo es el Príncipe de Paz? ¿Qué
características te asemejan a Él? ¿Cuáles no se le parecen?
• ¿Hay algo que debas hacer para experimentar la paz que solo
Jesús da? ¿Por qué sí o por qué no?
Salmo 32.
34
Razón 6
PARA CAPACITAR
A LOS HOMBRES
¿C uál fue el principal centro de atención de Jesús durante Sus

tres años de ministerio?
¿Hacer milagros?
¿Predicar el reino de Dios?
¿Otra cosa?
Me atrevo a decir que el enfoque principal de Jesús no fueron

Sus interacciones milagrosas con las personas ni las multitudes. Su
prioridad tampoco fue impartir ciertas enseñanzas o sermones. Más
bien, se centró en capacitar a hombres que, más tarde, cambiarían el
mundo.
Poco tiempo después de encontrarse con Sus discípulos, Jesús les
anunció su nueva profesión: ser pescadores de hombres. Sin embar-
go, Él sabía que no alcanzarían el éxito profesional si no recibían la
capacitación adecuada. ¿Puedes pensar en alguna profesión que no
necesite preparación? Para llevar a cabo el ministerio con éxito, ne-
cesitaban prepararse seriamente.
Jesús fue un seminario andante y presencial para ellos. Todo lo que
Él decía y hacía tenía como objetivo su aprendizaje y su crecimiento.
En algunas de las historias que se relatan en los Evangelios, vemos a
35
Jesús relacionándose con determinadas personas (como, por ejemplo,

la mujer en el pozo, Zaqueo, etc.), pero no nos olvidemos de que
los discípulos también estaban allí, observando y aprendiendo cómo
Jesús ministraba a los demás. Todo lo que ellos necesitaban aprender
no podía ser impartido de la noche a la mañana. Debían aprender
a enseñar, a enfrentar la adversidad, a orar, a escuchar al Espíritu.
Necesitaban entender qué era el reino de Dios y estar convencidos
de que Jesús era el Señor de todo. Uno de mis autores preferidos,
Christopher J. H. Wright, lo describe de la siguiente manera:
[Los discípulos] estaban con Él. Es decir, simplemente

pasaban tiempo con Jesús, aprendiendo de Él, recibien-
do Su instrucción, comprendiendo Su misión e identidad,
asumiendo el costo del discipulado radical, siendo testigos
de Su vida y Su enseñanza, Su muerte y, sobre todo, Su
resurrección. Estos aspectos convirtieron a este grupo de
doce personas en algo único, de manera tal que, cuando
Judas los abandonó, establecieron un criterio de reempla-
zo que incluía los mismos elementos: la persona debía ser
un testigo de Jesús desde los días de Juan el Bautista hasta
la resurrección.3
Jesús sabía que se necesitarían tres años de capacitación. No exis-

ten atajos ni cursos acelerados cuando se trata de prepararse para ser
útiles en el reino de Dios. Vivimos en una época en la que deseamos
todo AHORA. Con frecuencia, me anima escuchar a los jóvenes de-
cir que desean hacer grandes cosas para Dios. Este es un deseo noble,
pero, si no va acompañado de la disposición de pasar un tiempo de
preparación, esta búsqueda suele verse limitada.
La preparación que ofrecía Jesús no solo era instructiva, sino tam-
bién transformadora. Observa este pasaje en Juan 13:12-15:
36
PARA CAPACITAR A LOS HOMBRES
Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y

volvió a su lugar. Entonces les dijo: «¿Entienden lo que he
hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y
dicen bien, porque lo soy. Pues, si yo, el Señor y el Maestro,
les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los
pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para
que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes».
Aquí vemos que Jesús no deseaba que Sus discípulos aprendieran

información sobre el servicio, sino que Su deseo era que se trans-
formaran en siervos. Una cosa es saber; otra es hacer. Hacer es jus-
tamente lo que los discípulos pusieron en práctica cuando Jesús les
dio el siguiente mandamiento: «Vayan y hagan discípulos a todas las
naciones».
Sin los discípulos, el «cristianismo» hubiera sido un movimiento
pasajero. Los Evangelios surgieron de los escritos de los discípulos,
se plantaron nuevas iglesias basadas en sus enseñanzas, nuevas re-
giones conocieron la esperanza gracias a sus viajes y su predicación,
y muchos se convencieron de la veracidad del cristianismo cuando
estos murieron como mártires. No niego que el poder de Dios obró
a través de ellos para hacer esas cosas, pero fueron los discípulos
quienes llevaron a cabo esas acciones.
Arriba mencioné que los discípulos recibieron el llamado a ser
pescadores de hombres. En Hechos, justo antes de ascender al cielo,
Jesús les dijo a Sus discípulos que debían ser Sus testigos, es decir,
debían dar testimonio de Él. ¿No te parece interesante observar que
las primeras y las últimas palabras que Jesús dio a Sus discípulos eran
semejantes a la descripción de un puesto de trabajo? Como ya hemos
visto, cuando Él los llamó, les dijo que serían pescadores de hombres
y, cuando los dejó, les dijo que serían Sus testigos. Esto era más que
un trabajo con una lista de tareas; era la definición de lo que sería su
propósito e identidad.
37
• ¿Te describirías como un pescador de hombres? ¿Un testigo de

Jesús?
• Si tienes en tu corazón el deseo de hacer grandes cosas para
Dios, ¿estás dispuesto a prepararte?
• ¿De quién estás aprendiendo? ¿Hay alguien que esté aprendien-
do de ti?
Juan 15.
38
Razón 7
PARA ENSEÑARNOS A ORAR
L a mayoría de nosotros teníamos un pasatiempo en la infancia.

Puede haber sido arte, danza, música, deporte u otras activi-
dades. Yo me incliné por los deportes. Había muchos niños en mi
vecindario, y yo siempre estaba fuera de casa, ya sea atrapando una
pelota de béisbol, arrojando una pelota de fútbol americano o pa-
teando una pelota de fútbol por ahí. Además, participé en algunos
equipos y ligas, y tuve entrenadores que me enseñaron a ser un mejor
jugador. Hablando de fútbol, yo había aprendido a pasar la pelota,
esquivar a los defensores y patear al arco.
Imaginemos por un momento la siguiente situación: ¿qué habría
sucedido si, cuando yo era pequeño, hubiera pasado caminando un
jugador del calibre de Lionel Messi (puedes colocar el nombre de
quien consideres el mejor futbolista de todos los tiempos) mientras
yo pateaba la pelota con mis amigos? ¿Qué habríamos hecho? Proba-
blemente, en primer lugar, habríamos gritado de alegría y le habría-
mos pedido un autógrafo. Pero, si él hubiera estado dispuesto a que-
darse un momento con nosotros, ¿qué crees que habríamos hecho?
Me imagino que le habríamos pedido que nos enseñe a manejar la
pelota como un profesional. ¿Qué mejor que aprender del experto?
Lo mismo sucedió cuando Jesús les enseñó a orar a los discípulos
y a otras personas. Esto no significa que ellos no pudieran orar o no
supieran nada acerca de la oración antes de que Jesús viniera. En la
Biblia, se registran muchas oraciones excelentes antes de que Jesús
39
llegara a la tierra. Los discípulos se dieron cuenta de que el experto

en oración estaba con ellos y, por eso, le preguntaron cómo orar. De-
seaban aprender del mejor. Ya podían orar y, de hecho, lo hacían, pero
deseaban hacerlo con más excelencia. Cuando a Jesús le pidieron que
enseñara sobre la oración, recitó lo que se conoce como el padrenues-
tro. Se encuentra en Mateo 6 y en Lucas 11.
Creo que, si Lionel Messi tuviera unos minutos para enseñarme
cómo patear la pelota, probablemente me daría algunos consejos y
algunas indicaciones para que practique. No se pondría a explicarme
detalles finos que probablemente me serían difíciles de comprender
y recordar. Esto es lo que sucedió con el padrenuestro. Con esa ora-
ción, Jesús no nos enseñó la «oración perfecta», palabra por palabra.
Tampoco buscó darnos una enseñanza exhaustiva sobre la oración.
En mi opinión, lo que quiso fue darnos algunos principios para tener
en cuenta cuando practicamos la disciplina de la oración, cuando
hablamos con Dios mismo.
Veamos algunos de estos principios:
1. Para orar con eficacia, debes saber con quién estás hablando.
Jesús comienza diciendo: «Padre nuestro que estás en el cielo, santi-

ficado sea tu nombre». La palabra cielo incluye la expansión de todo
el universo, y la palabra santificado significa “completamente puro
y separado”. Por lo tanto, cuando oramos, nos dirigimos a un ser
espiritual que es tan vasto y poderoso que el universo no lo puede
contener y, a la vez, completamente puro y distinto de nosotros.
2. Cuando oramos, nos sometemos a los propósitos y al obrar de

Dios.
Jesús continúa diciendo: «Venga tu reino, hágase tu voluntad en la

tierra como en el cielo». Esta frase significa que entendemos que
40
PARA ENSEÑARNOS A ORAR
Dios tiene un proyecto. No se trata de acercarse a Dios en oración

exigiendo que Él se adapte a nuestros planes. Nos sometemos a Sus
propósitos y aceptamos que somos representantes de Su reino.
En un excelente libro que leí acerca de la oración, Praying with
Paul: a Call to Spiritual Reformation [Orando con Pablo: un llamado
a la reforma espiritual], D. A. Carson expresa lo siguiente:
Hermanos en Cristo, es fundamental que en nuestras ora-

ciones haya una visión bíblica. Esta visión abarca quién es
Dios, lo que Él hizo, quiénes somos nosotros, hacia dónde
vamos, lo que debemos valorar y estimar. Esta visión nos
impulsa a un apego más profundo a Jesús, hacia vidas con
perspectiva eterna, hacia un eco afable del clamor cons-
tante de la iglesia: «¡Ven, Señor Jesús!». Esta visión debe
moldear nuestras oraciones, de manera tal que los asun-
tos que más nos preocupan en oración sean aquellos que
más preocupan el corazón de Dios. Entonces, podremos
perseverar en oración, hasta alcanzar la meta que Dios ha
puesto para nosotros.4
3. Está bien pedirle a Dios que supla nuestras necesidades.
Jesús continúa la oración de la siguiente manera: «Danos hoy nues-

tro pan cotidiano». Tenemos necesidades físicas, emocionales y es-
pirituales, y Dios las conoce antes de que se las pidamos. Por lo
tanto, es normal que las presentemos delante de Dios, ya que, al
hacerlo, estamos reconociendo que Él es quien las satisface. Ob-
serva nuevamente estas palabras del libro de D. A. Carson que
mencioné antes: «La oración es más que peticiones; sin embargo,
cualquier oración continua al Dios de la Biblia sin duda incluye
nuestras peticiones».5
41
4. Nuestras oraciones también se deben centrar en la

santificación.
El padrenuestro concluye de la siguiente manera: «Perdónanos nues-

tras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros
deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del malig-
no». En estas líneas, Jesús enfatiza nuestro andar con Dios en obe-
diencia a Él. Nos damos cuenta de que debemos comportarnos «de
una manera digna del evangelio de Cristo» (Filipenses 1:27). Reco-
nocemos que Dios nos guía en nuestra lucha contra el pecado y que
también nos perdona cuando cometemos errores. Y nos regocijamos
porque podemos vivir de forma diferente. Podemos mostrarles a los
demás lo que significa una vida piadosa, pero Dios sabe que, a me-
nudo, luchamos con esto. Tal como Cristo nos enseña, ¿por qué no
volvernos a Dios y pedirle que nos ayude con nuestros defectos y
nuestras luchas diarias?
Antes de cerrar este capítulo, me gustaría mencionar algunos otros pun-
tos sobre la oración, que podemos aprender en otros pasajes de la Biblia.
• Debemos planificar el momento de oración (Marcos 1:35).
• Debemos orar por los demás, incluso por nuestros enemigos
(Mateo 5:44).
• La oración tiene poder (Marcos 9:29).
• ¿De qué manera puedes aplicar algunos de estos consejos en tu

vida de oración?
• ¿Se te ocurren otros pasajes que enseñen más acerca de la oración?
Salmo 86.
42
Razón 8
PARA EXPLICAR
QUÉ ES LA RELIGIÓN
E l templo era un lugar de gran importancia en la vida cultural y

religiosa del pueblo judío. Por eso, uno de los sucesos más trági-
cos de la historia del judaísmo fue la destrucción del templo alrede-
dor del 586 a. C., cuando los babilonios atacaron e invadieron Judá.
Esta tragedia provocó una serie de cambios en la manera en que los
judíos practicaban su religión. Uno de estos fue que abandonaron el
sistema de sacrificios. Con el tiempo, se interesaron cada vez más en
el estudio y la aplicación de la ley.
Si bien el templo se reconstruyó en el 515 a. C., se siguió viendo
un énfasis cada vez mayor en la ley. Según el erudito J. Julius Scott,
había «mayor atención en el significado de la ley en la vida cotidia-
na (…). El término general que se utiliza con más frecuencia para
describir el resultado es “legalismo”. Esta palabra pertenece a una
categoría amplia, un modo de pensamiento general, que popular-
mente se define como “apego estricto y literal a un código legal o
religioso”».6
Bruce Metzger define el «legalismo» como «aquel concepto de
religión que hace que esta consista en la observancia de la ley y pro-
mete la gracia de Dios solo a quienes la practican».7 De hecho, la
mayoría de los estudiosos coinciden en que, durante el tiempo entre
43
el Antiguo y el Nuevo Testamento (aproximadamente entre 400 a.

C. y el año 0), así como en los días de Jesús, el judaísmo rabínico era,
en esencia, legalista, ya que buscaba obtener la salvación y el favor de
Dios mediante la meticulosa observancia de la ley.
Como consecuencia, surgieron diferentes grupos dentro del ju-
daísmo, dado que las personas tenían distintos puntos de vista sobre
la interpretación y la aplicación de la ley. Vemos que Jesús se re-
lacionó con diferentes grupos en el Nuevo Testamento, como, por
ejemplo, los siguientes:
Los escribas: intérpretes profesionales de la ley, que aplicaban la ley
a diversas situaciones legales en los asuntos cotidianos de los judíos.
Los fariseos: el grupo religioso más grande dentro del judaísmo.
El historiador Josefo relata que los fariseos tenían muchas otras en-
señanzas, además de la ley que se detalla en la Biblia. Tanto a unos
como a otros, Jesús los llamó «hipócritas».
Los saduceos: este grupo estaba formado por la élite social y ejer-
cía una gran influencia sobre los rituales del templo y los asuntos
políticos del Estado de Israel. Defendían la interpretación literal de
la ley judía escrita, mientras que los fariseos ponían más énfasis en
las tradiciones orales de la ley.
Los esenios: este grupo no se menciona en la Biblia, pero la his-
toria nos cuenta que, por su interpretación de la ley, practicaban la
pobreza y el ascetismo voluntarios (se separaban del mundo y trata-
ban de evitar todo tipo de placer).
Muchos de los miembros de estos distintos grupos lograban ob-
tener una posición social en la comunidad gracias a su capacidad
para mostrar en qué medida estaban dispuestos a obedecer la ley. En
general, sus motivaciones eran egoístas. Les importaba más aplicar la
ley de forma literal que cumplir con el propósito espiritual de la ley.
Creían que eran mejores que otras personas que no eran como ellos.
Sin embargo, había otros que no pertenecían a ninguna de estas
sectas y no defendían ninguna «corriente» del judaísmo en particu-
44
PARA EXPLICAR QUÉ ES LA RELIGIÓN
lar. Resulta fácil imaginar que estas personas estaban muy confundi-
das respecto de cómo exactamente debían obedecer la ley. Además,
es probable que a veces sufrieran la humillación de estos «religiosos»,
que afirmaban ser mejores que el resto.
Jesús vino a acabar con esta clase de pensamiento y enseñanza.
Las diversas sectas habían subsistido lo suficiente y habían fastidiado
a las personas con reglas por mucho tiempo. Era el momento para
una nueva enseñanza. Una enseñanza que permitiera regresar al cen-
tro de la cuestión. Establecer una religión basada en el cumplimiento
de reglas no era una forma de acercarse a Dios ni ganar Su favor, sino
que, por el contrario, alejaba a las personas aún más de Dios.
En las palabras del pastor Todd Wagner, Jesús vino a recordar-
nos que «la Palabra de Dios no está llena de las reglas de Dios; está
llena de Su amor y de Su intención de rescatarnos, redimirnos y
reconciliarnos».8
Jesús estaba sumamente consternado; estos presuntos líderes «re-
ligiosos» desviaban a las personas con esta religión basada en reglas.
En efecto, Él reservó Sus palabras más severas para estos grupos. En
Mateo 3:7, el Señor llama a los fariseos y a los saduceos «camada
de víboras». Más adelante, en el capítulo 23, vemos que Jesús alude
repetidas veces a su hipocresía. Observa cómo se dirige a ellos en
Mateo 23:27-28:
¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que

son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos,
pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de po-
dredumbre. Así también ustedes, por fuera dan la impresión
de ser justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de
maldad.
Jesús estaba muy enojado, porque Dios se opone a los soberbios.

No podemos gloriarnos y decir que hemos ganado el amor de Dios
45
por nuestras propias fuerzas. Dios nos ama a todos de la misma ma-
nera y ninguno de nosotros merece la medida de amor con la que Él
nos ama.
El Titanic se hundió a más de 600 kilómetros de la costa. Debido a
las gélidas temperaturas, las personas murieron de hipotermia en tan
solo unos minutos. Supongamos que eres uno de aquellos que no se
subió al bote salvavidas y estás tratando de nadar en aguas heladas en
medio de los restos del barco. Piensa lo absurdo y orgulloso que sería
si le dijeras a alguien que no nada tan bien como tú: «¡Ja, ja! ¡Nunca
llegarás a la orilla! ¡Mírame a mí y observa cómo nado! ¡No eres nada
comparado conmigo!». Sería completamente ridículo, ya que, incluso
si nadaras mejor, tus habilidades para la natación no serían suficientes
para salir de la situación. Quizás podrías haberte acercado a la costa
unos 30, 300 o incluso 3000 metros más que los demás, pero tu desti-
no era el mismo que el de todos: terminar muerto en el océano.
Jesús vino a mostrar que la obediencia a las normas no funciona
porque nadie es perfecto. Todos estamos separados de la gloria de
Dios. No podemos ganar el camino al cielo solo porque mostramos
mayor obediencia a las reglas que otras personas. Jesús vino a acabar
con el pensamiento y la enseñanza de los fariseos. Lamentablemente,
2000 años después, muchos todavía piensan que la religión consiste
en una apariencia externa o en el cumplimiento de ciertas reglas.
• ¿En qué formas se parece mi pensamiento al de los fariseos?

• ¿Puedo hacer algo para ganar el acceso al cielo?
• ¿Soy mejor que otros por haber encontrado una religión?
Gálatas 2:16-21.
46
Razón 9
PARA RESISTIR LA TENTACIÓN
E n el capítulo 2, hablé de que Jesús vino a vivir una vida perfecta.

Él obedeció la ley a la perfección, algo que ningún ser humano
pudo ni puede hacer. Era uno con el Padre y sabía que Su propósito
era llevar una vida perfecta para ser un sacrificio perfecto.
Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas relatan un momento
en el que Jesús fue tentado de manera especial. Estos pasajes se co-
nocen como «la tentación de Cristo». Creo que este título es un poco
confuso, ya que, con toda seguridad, Jesús enfrentó muchas tentacio-
nes a lo largo de Su vida. Este no fue el único momento en el que fue
tentado o debió vencer la tentación. No obstante, sería bueno hacer
algunas observaciones sobre el momento en que Cristo estuvo en el
desierto y fue tentado por el diablo.
Como puedes recordar, Jesús fue tentado por Satanás tres veces.
El diablo intentó persuadir a Jesús para que: 1) convirtiera piedras
en pan; 2) pidiera el rescate milagroso de Dios después de saltar de
una cornisa de gran altura; 3) gobernara sobre todos los reinos más
importantes del mundo, y recibiera fama y honor terrenales.
En 1 Juan 2:16, encontramos lo siguiente: «Porque nada de lo
que hay en el mundo—los malos deseos del cuerpo, la codicia de los
ojos y la arrogancia de la vida—proviene del Padre, sino del mundo».
Está claro que el diablo deseaba tentar a Jesús en estos tres niveles.
Tomás de Aquino, uno de los teólogos más influyentes de la his-
toria, expuso sobre la tentación de Cristo en su obra monumental
47
Summa Theologiae. En la tercera sección, afirma que era totalmente

justo y apropiado que Jesús fuera tentado.9
En varias ocasiones, cita Hebreos 14:15, que expresa lo siguiente:
«Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse
de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la
misma manera que nosotros, aunque sin pecado».
Gregorio Magno (quien asumió como papa en 590) declaró: «No
era indigno de nuestro Redentor querer ser tentado, él que había ve-
nido para ser muerto; para que así venciese nuestras tentaciones con
las suyas, tal como aniquiló nuestra muerte con la propia».10
Volviendo a Tomás de Aquino, este señala que algunos pueden lle-
gar a creer que, si una persona es lo suficientemente santa, será librada
de las tentaciones. Aquino refuta esta creencia, declarando que ningu-
na persona puede considerarse lo suficientemente piadosa como para
ser librada de las tentaciones, ya que Cristo, el hombre santo perfecto,
sufrió la tentación.
Con respecto a la tentación de Cristo, muchos también obser-
varon una yuxtaposición entre la victoria de Cristo sobre la tenta-
ción y la caída de Adán cuando fue tentado. Adán vivía en un jardín
perfecto, en armonía con la presencia de Dios, y tenía todo lo que
necesitaba alrededor de él, y, aun así, cayó. Jesús, por el contrario, fue
tentado en las condiciones más severas, en medio de un desierto,
después de 40 días de ayuno, y, aun así, no cedió a la tentación. Pablo
contrapone a Adán y Cristo en Romanos 5:19: «Porque así como por
la desobediencia de uno solo [Adán] muchos fueron constituidos
pecadores, también por la obediencia de uno solo [ Jesús] muchos
serán constituidos justos».
Como mencioné anteriormente, tenemos la certeza de que Jesús
fue tentado de muchas maneras a lo largo de Su vida, además del
momento en el desierto. En Su infancia, no fue ajeno a las tentacio-
nes de los demás niños que vivían en el vecindario.
48
PARA RESISTIR LA TENTACIÓN
Durante Su ministerio, seguramente se vio tentado a golpear a Sus

adversarios que trataban de engañarlo, difamarlo e, incluso, matarlo.
Es probable que haya sentido deseos de pelear o quizás correr y es-
conderse cuando Judas vino con los guardias romanos para arrestarlo.
En vez de escapar del conflicto o enfrentarse a los romanos, o simple-
mente agraviarlos con insultos, sanó la oreja de uno de los guardias.
Pedro le había cortado la oreja. Este, a diferencia de Jesús, cedió a sus
tentaciones y buscó venganza por mano propia. Dejó que sus emocio-
nes y deseos determinaran lo que debía hacer en ese momento.
¡Qué ejemplo maravilloso nos muestra Jesús! Pero no solo nos deja
un buen ejemplo, sino que sabe que necesitamos ayuda sobrenatural
para vencer el mal. Por eso, nos da al Espíritu Santo, quien nos pro-
porciona las herramientas necesarias para experimentar la victoria
y puede también transformar nuestros deseos y nuestros corazones
para que estén en mayor sintonía con la voluntad de Dios. ¡Gracias a
Dios porque Él conoce nuestra lucha contra las tentaciones!
• ¿De qué manera puedes, al igual que Jesús, estar más conectado
con Dios y comprender más sobre tu misión y propósito en la
vida? (Estos dos aspectos fueron de ayuda para Jesús en Su lu-
cha contra la tentación).
• ¿Te ayuda saber que alguien más ha pasado por las mismas
pruebas que tú? ¿Hay alguna persona a quien puedes acudir
para buscar ayuda o cuando atraviesas un momento difícil en
particular?
Santiago 1:12-18.
49
Razón 10
PARA CONDENAR
A LOS FALSOS MAESTROS
S i creciste en los ochenta como yo, es probable que estés fami-

liarizado con la película Karate Kid. En una de las escenas, a
Daniel, el héroe de la historia, lo persiguen sus enemigos. Intenta
correr y escapar, pero, al tratar de saltar por encima de una cerca,
lo atrapan y lo tiran hacia abajo. Algunos comienzan a patearlo y a
golpearlo, mientras que otros se burlan y se ríen de él. Está herido
y ya ha sido derrotado, pero sus enemigos desean hacerle aún más
daño. El líder dice que deben darle un castigo severo y no tener
misericordia de él. Uno de ellos ayuda a sostener a Daniel mientras
el otro intenta impactarlo con una patada voladora, para darle un
golpe final que lo derribe por completo. De manera inesperada,
salta la cerca el mentor de Daniel, el señor Miyagi, quien logra
protegerlo y bloquea la patada justo a tiempo. Luego, los enemigos
de Daniel intentan enfrentar al señor Miyagi, pero todos son de-
rrotados, ya que el señor Miyagi demuestra que sus habilidades son
superiores a las de ellos.
Ahora bien, esta no es la mejor analogía, pero, al menos, nos da
una idea aproximada de lo que sucedió cuando llegó Jesús. El común
de los judíos había sufrido los azotes de los falsos maestros durante
demasiados años. Jesús apareció justo a tiempo. Los supuestos líde-
51
res «religiosos» de aquellos días no solo imponían reglas que los de-
más debían cumplir, sino que además los alejaban de lo que significa
conocer a Dios y seguirlo. Jesús estaba cansado de esto y vino para
hablar con franqueza y claridad en contra de las enseñanzas falsas.
Observa las palabras de Jesús en Mateo 18:6-7:
Pero, si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que

creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una
gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del
mar. ¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la
gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace
pecar a los demás!
Un poco antes, en Mateo 7:15, Jesús dice:
Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfraza-

dos de ovejas, pero por dentro son lobos feroces.
Finalmente, tan solo unos días antes de la muerte de Jesús, vemos

esta escena en Jerusalén:
Llegaron, pues, a Jerusalén. Jesús entró en el templo y co-

menzó a echar de allí a los que compraban y vendían. Vol-
có las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de
los que vendían palomas, y no permitía que nadie atrave-
sara el templo llevando mercancías. También les enseñaba
con estas palabras: «¿No está escrito:
»“Mi casa será llamada

casa de oración para todas las naciones”?
Pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».
52
PARA CONDENAR A LOS FALSOS MAESTROS
Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo oye-

ron y comenzaron a buscar la manera de matarlo, pues le
temían, ya que toda la gente se maravillaba de sus ense-
ñanzas. (Marcos 11:15-18)
Creo que hay algunas razones que explican por qué las multitudes
se maravillaban ante las enseñanzas de Jesús. La primera se relaciona
con el contenido de lo que enseñaba. Las palabras de Jesús provenían
del corazón de Dios mismo y eso hacía que las personas reconocie-
ran su autoridad y veracidad. La segunda, la gente se maravillaba
ante Su método de enseñanza. Nadie se había levantado contra los
falsos maestros como lo había hecho Él. Con toda seguridad, otras
personas se habían dado cuenta de que lo que sucedía en el templo
no estaba bien, pero ninguno había enfrentado el mal con la misma
valentía que Jesús.
Los discípulos, que llevaban a cabo el ministerio de Jesús, tuvieron
que continuar la lucha contra los falsos maestros. Este es un tema
frecuente en Hechos y en las cartas del Nuevo Testamento, por lo
que solo mencionaré dos instancias en esta sección. La primera, en
Gálatas:
No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos

están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergi-
versar el evangelio de Cristo. Pero, aun si alguno de noso-
tros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto
del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!
Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les
anda predicando un evangelio distinto del que recibieron,
¡que caiga bajo maldición! (Gálatas 1:7-9)
La segunda, en la Segunda Carta de Pedro:
53
En el pueblo judío hubo falsos profetas, y también entre

ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente intro-
ducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo
Señor que los rescató. Esto les traerá una pronta destrucción.
Muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas, y por cau-
sa de ellos se difamará el camino de la verdad. Llevados por
la avaricia, estos maestros los explotarán a ustedes con pala-
bras engañosas. Desde hace mucho tiempo su condenación
está preparada y su destrucción los acecha. (2 Pedro 2:1-3)
Tristemente, en la actualidad, aún hay muchas personas que utili-

zan la «religión» como un medio para obtener riqueza, fama y poder
a expensas de otros. No debería sorprendernos, pues siempre han
estado presentes.
Tal vez, nunca nos crucemos con estos líderes religiosos; sin em-
bargo, la vida diaria nos presenta oportunidades para defender la
verdad. Con nuestros labios podemos corregir, enseñar y reprender
usando la verdad de la Escritura. Con nuestras vidas podemos obe-
decer a Dios, aun cuando sea difícil.
¡Señor, que podamos ser faroles de la verdad que brillen en un
mundo de oscuridad!
• ¿Cuándo fue la última vez que tuviste la oportunidad de defen-

der declaraciones falsas?
• ¿Por qué es importante adoptar una postura firme a favor de la
verdad?
Salmo 1.
54
Razón 11
PARA CONTINUAR LA OBRA

DEL ESPÍRITU SANTO
E n el Antiguo Testamento, hay muchas situaciones que nos per-

miten ver al Espíritu Santo en acción. Desde el principio de
la Biblia, vemos que el Espíritu Santo participó en la creación del
universo:
Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un

caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios
se movía sobre la superficie de las aguas. (Génesis 1:1-2)
También se reconoce la intervención del Espíritu en la obra de la

creación en Job 33:4 y Salmos 104:30.
El Antiguo Testamento nos muestra el obrar del Espíritu Santo
en otras formas también:
Capacitó a las personas para tareas específicas:
El Señor habló con Moisés y le dijo: Toma en cuenta que

he escogido a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu
de Judá, y lo he llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría,
inteligencia y capacidad creativa para hacer trabajos artís-
55
ticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras

preciosas, para hacer tallados en madera y para realizar
toda clase de artesanías. (Éxodo 31:1-5)
Otorgó sabiduría y entendimiento sobrenaturales:
Entonces el faraón les preguntó a sus servidores: ¿Podre-

mos encontrar una persona así, en quien repose el espíri-
tu de Dios? Luego le dijo a José: Puesto que Dios te ha
revelado todo esto, no hay nadie más competente y sabio
que tú. Quedarás a cargo de mi palacio, y todo mi pueblo
cumplirá tus órdenes. Solo yo tendré más autoridad que
tú, porque soy el rey. (Génesis 41:38-40)
Reveló profecías:
Saúl se dirigió entonces hacia allá, pero el Espíritu de Dios

vino con poder también sobre él, y Saúl estuvo en trance
profético por todo el camino, hasta llegar a Nayot de Ramá.
(1 Samuel 19:23)
Impartió una fortaleza especial para la guerra:
El Espíritu del Señor vino sobre Otoniel, y así Otoniel se

convirtió en caudillo de Israel y salió a la guerra. El Se-
ñor entregó a Cusán Risatayin, rey de Aram, en manos de
Otoniel, quien prevaleció sobre él. ( Jueces 3:10)
Aunque el Espíritu Santo claramente estaba en acción en los

tiempos del Antiguo Testamento, sabemos que Su ministerio llega-
ría a su alcance máximo recién después de la ascensión de Jesús al
cielo. Anteriormente, vimos que los pactos del Antiguo Testamento
56
PARA CONTINUAR LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
eran buenos, pero el pacto que superó a todos fue el nuevo pacto, el
que Jesús estableció. En el Antiguo Testamento, sí podemos ver el
carácter misericordioso de Dios, pero solo en Jesucristo contempla-
mos la gracia de Dios en su máximo esplendor y plenitud. De la mis-
ma manera, el Espíritu Santo estuvo presente durante los tiempos
del Antiguo Testamento, pero, por medio de Jesús, podemos verlo
en su punto culminante.
Jesús comprendió la importancia fundamental que tendría el
ministerio del Espíritu Santo. Este actuaría en favor de la gloria a
Dios y obraría en las vidas de Sus portadores. En efecto, en Juan
16:7, Jesús hace una declaración profunda a Sus discípulos. Les
dice que la presencia del Espíritu Santo será mejor para ellos que
la de Jesús mismo. El pastor J. D. Greear lo expresa en las siguien-
tes palabras: «Él les dijo que tener al Espíritu Santo en ellos sería
mejor que tener Su presencia física junto a ellos».11
Esto explica la importancia histórica del día de Pentecostés. Mar-
caba el comienzo de una nueva era, una era en la cual la misma pre-
sencia del Espíritu Santo habitaría en el alma del hombre y la mujer.
Observa 2 Corintios 1:21-22: «Dios es el que nos mantiene fir-
mes en Cristo, tanto a nosotros como a ustedes. Él nos ungió, nos
selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón
como garantía de sus promesas».
Y en 1 Corintios 6:19 leemos: «¿Acaso no saben que su cuerpo es
templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibi-
do de parte de Dios?».
Deberíamos maravillarnos ante la realidad de que el Espíritu de
Dios vive en nosotros. Jesús fue llamado Emanuel, que significa
«Dios con nosotros». Pero, con el Espíritu Santo, ¡Dios está dentro
de nosotros! «Oh, maravilla de maravillas, hoy nos ha sido dado el
mismo Espíritu que dio poder a Jesús en Su vida terrenal y en Su
muerte sacrificial. No solo obra en nosotros y por medio de nosotros,
sino que también habita en nosotros».12
57
Sin embargo, el Espíritu Santo no habita en todas las personas

de la tierra. No todos han recibido el perdón de pecados mediante
la fe en Cristo. Dios (y, por consiguiente, el Espíritu Santo) es
perfecto y no puede habitar en lugares profanos y contaminados.
Nuestros corazones necesitan ser lavados y limpiados antes de que
el Espíritu Santo pueda habitar en nosotros. El Espíritu Santo
mismo cumple un rol esencial en nuestra purificación, en nuestra
salvación. Nos convence de pecado y nos capacita para comprender
lo que Jesús hizo por nosotros. Uno de mis pasajes preferidos de
toda la Escritura se encuentra en Tito. Te animo a leerlo atenta-
mente y tomarte un minuto para reflexionar en su significado:
Pero, cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios

nuestro Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras
de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante
el lavamiento de la regeneración y de la renovación por
el Espíritu Santo, el cual fue derramado abundantemente
sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos
a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida
eterna. (Tito 3:4-7)
¡Qué pasaje maravilloso! El rol más importante del Espíritu San-

to es dirigirnos hacia el que puede salvarnos, aquel que nació de
manera milagrosa hace 2000 años.
Existen tantas otras formas en las que el Espíritu Santo ministra
en nosotros y por medio de nosotros para la edificación de Su igle-
sia. Sin embargo, si abordara todas, esta sección se convertiría en
un libro, lo cual sería más extenso de lo que me propuse. No obs-
tante, la obra principal del Espíritu es convencer a las personas de
su condición de culpa ante Dios y, de esta manera, abrir las puertas
hacia una relación con Él.
58
PARA CONTINUAR LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
• Para ti, ¿el Espíritu Santo es una persona o una fuerza?

• ¿Cómo puedes orar más al Espíritu Santo?
• ¿De qué manera el Espíritu Santo te permite acercarte a Jesús?
• ¿De qué manera el Espíritu Santo te capacita para hablar con
otros de Dios o edificar la iglesia de Dios?
Gálatas 5:16-26.
59
Razón 12
PARA ROMPER EL SILENCIO
E l tiempo que transcurre entre los últimos sucesos del Antiguo

Testamento y los primeros acontecimientos del Nuevo Testa-
mento abarca un período de unos 400 años. Al final del Antiguo
Testamento, vemos al pueblo de Israel intentando reconstruir la so-
ciedad después del regreso del exilio. Si vamos al Nuevo Testamento,
encontramos un escenario muy diferente: los judíos están bajo el
gobierno de los romanos, diferentes sectas han surgido dentro de la
comunidad judía, y las sinagogas son un lugar de reunión para fines
religiosos. En realidad, lo que sucede es que, para nosotros, los libros
de Malaquías y Mateo están separados por una vuelta de página y,
con frecuencia, olvidamos lo mucho que son 400 años y todo lo que
ocurrió en esa brecha de tiempo.
El tiempo entre los dos testamentos se suele denominar «período
de silencio» o «años de silencio». Estos términos se utilizan porque no
hubo mensajeros especiales de Dios que proclamaran ser profetas ni
tampoco se escribieron libros bíblicos durante este tiempo. Por lo tanto,
se podría decir que Dios estuvo en silencio por más de 400 años y no
habló por medio de portavoces ni hubo revelaciones específicas que se
registraran como Escritura.
Sin embargo, desde el punto de vista histórico, podemos afirmar
que los años transcurridos entre los testamentos no se caracterizaron
por el silencio.
61
Si consideramos las guerras, tal vez no exista otro intervalo de

tiempo que se compare con lo sucedido entre el año 400 a. C. y el
año 0. Observa algunas de las guerras que tuvieron lugar:
410-340 Segunda guerra siciliana
400-387 Guerra espartano-persa
395-386 Guerra de Corinto
382-379 Guerra olinto-espartana
379-371 Guerra tebana-espartana
370-350 Revuelta de los sátrapas
355-346 Tercera guerra sagrada
340-338 Guerra latina
327-304 Segunda guerra samnita
322-320 Primera guerra de los diádocos
319-316 Segunda guerra de los diádocos
315-311 Tercera guerra de los diádocos
315-307 Tercera guerra siciliana
307-301 Cuarta guerra de los diádocos
306-303 Invasión de India de Seleuco I Nicátor
En esta lista, únicamente se mencionan las guerras que ocurrieron

durante el siglo IV a. C., pero no es siquiera una lista exhaustiva;
¡solo se incluyen algunas de las más importantes! Las batallas por
el poder a lo largo de todo el período intertestamentario (un térmi-
no sofisticado para hablar del período entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento) acabaron con muchos de los imperios más importantes
del mundo: griego, egipcio, cartaginés, seléucida, macedonio y persa.
No cabe duda de que, en esta era, la humanidad se caracterizó por
un anhelo profundo por alcanzar el poder, la fama y la comodidad.
Otro ámbito en que la sociedad demostró su fuerza y poder fue
en el intelectual. Sócrates, Epicurio, Platón, Zenón de Citio (fun-
dador del estoicismo) y Aristóteles vivieron durante esta época y,
evidentemente, tuvieron un gran impacto en el desarrollo de dife-
62
rentes campos de la filosofía. Si por esas casualidades eres profesor

de geometría, debes agradecerle a Euclides por tener trabajo. Él vivió
en el año 300 a. C. y fue el fundador de esa rama de la matemática.
Arquímedes fue otra mente brillante que debemos destacar durante
el período intertestamentario. A este matemático se lo conoce por
ser el primero en calcular el valor de pi.
A pesar de que el mundo iba tras más inteligencia, fama y poder,
aún había conflicto y falta de paz. Los judíos se habían desviado
de sus prácticas religiosas. Estaban cansados de la rotación de los
imperios que los conquistaban. Las naciones estaban en guerra. El
establecimiento de una lengua (griego koiné) y la construcción de
una red de carreteras conectaron al mundo como nunca antes. Final-
mente, había llegado el momento para que Dios rompiera el silencio
y apareciera en escena una vez más. Era el momento perfecto para el
nacimiento milagroso de un bebé.
El primer relato del nacimiento de un bebé en el Nuevo Testa-
mento no es el de Jesús, sino el de Su primo, Juan el Bautista. Sus
padres eran Zacarías y Elizabet. El nombre Zacarías significa ‘Dios
recuerda’ y el nombre Elizabet significa ‘Dios de pacto’ . El nombre
Juan significa ‘Dios es favorable’. ¡Qué manera interesante de rom-
per el silencio del Antiguo Testamento! Dios recuerda que Él es un
Dios de pacto que cumple Sus promesas y actúa con favor.
Juan el Bautista fue el último profeta antes de Cristo y su pro-
pósito fue anunciar que Dios iba a hacer algo totalmente único por
medio de su primo Jesús. Su nacimiento fue solo un pequeño prelu-
dio de lo que sería el verdadero comienzo del Nuevo Testamento: el
nacimiento de Jesucristo. Juan el Bautista fue un llamado a despertar,
a fin de preparar a las personas para la llegada milagrosa de este bebé.
Jesús nació en el momento adecuado, tal como sucede con todos los
planes de Dios, que siempre se cumplen a tiempo.
Esto me recuerda que, antes de eso, Dios también apareció en
escena de forma milagrosa para comenzar la historia de la redención.
63
Esto sucedió en Génesis 12. De Génesis 3 al 11, vemos básicamente

lo que ocurre con la humanidad cuando se le permite actuar por su
cuenta. Fue un tiempo de avance para el ser humano. Sin embargo,
si hablamos de moralidad, se caracterizó por un camino de destruc-
ción. De repente, Dios llama a Abraham y le dice que Él tiene un
plan especial que hará posible que el ser humano salga de esta si-
tuación sombría. Dios haría algo especial no solo con la familia de
Abraham, sino con todas las naciones del mundo. Efectivamente, Él
estaba llevando a cabo la redención de la humanidad.
Con respecto a los planes de Dios que irrumpen el silencio y el lla-
mado de Abraham, Christopher J. H. Wright, en su libro The Mission
of God’s People [La misión del pueblo de Dios] escribe lo siguiente:
Las civilizaciones más grandiosas no pueden resolver los

problemas más profundos del ser humano. La misión de
Dios de bendecir a las naciones tiene que darse con un
inicio nuevo y radical. Requiere un quiebre, un giro drás-
tico en el estado de las cosas, no simplemente un avance
evolutivo de la historia existente.13
Hoy, en la actualidad, puede parecer que Dios está en silencio.

Esto hace que muchas personas se pregunten si Dios realmente obra
en este mundo. Una vez más, estamos envueltos en la búsqueda del
poder, el conocimiento, el dinero. Esta búsqueda, a su vez, lleva a
enfrentamientos y guerras. Ante esta situación, Dios declara:
Que no se gloríe el sabio de su sabiduría,

ni el poderoso de su poder,
ni el rico de su riqueza.
Si alguien ha de gloriarse,
que se gloríe de conocerme
y de comprender que yo soy el Señor,
64
que actúo en la tierra con amor,

con derecho y justicia,
pues es lo que a mí me agrada. ( Jeremías 9:23-24)
¿Conoces a este Dios que vino a la tierra como ser humano?
Puede parecer que está callado, pero está actuando, y puedes escu-
charlo y conocerlo si lees la Biblia.
Volverá a manifestarse de forma milagrosa y todos los ojos estarán
puestos en Él una vez más.
• ¿Ves a Dios en control total de la historia de la humanidad?

• ¿De qué otras maneras Dios usó los acontecimientos del tiempo
entre los testamentos para preparar el escenario del nacimiento
de Jesús?
Lucas 1.
65
Razón 13
PARA HACERSE PECADO
C omo simples seres humanos, batallamos con muchos misterios

en torno a nuestro Dios. No hay respuestas que expliquen de
manera acabada algunos de los misterios que enfrentamos. Esto no
debería sorprendernos cuando tratamos con Dios, nuestro creador.
Porque, si pudiéramos describirlo y comprenderlo en plenitud, en-
tonces Él ya no sería digno de nuestra adoración. Ciertamente, la
grieta que nos separa de Dios es infinitamente más grande que la
que se interpone entre nosotros y las hormigas.
Al menos para mí, la mayoría de las cosas que me desconciertan
son las de naturaleza intelectual. ¿Cómo podemos comprender por
completo que Jesús era tanto Dios como hombre? La Trinidad está
formada por tres personas, pero hay un solo Dios, ¿cómo se explica
esto? ¿Cómo es posible que Dios no tenga principio ni fin? Intenta
reflexionar sobre estos temas por un momento y verás que tu cerebro
entra en combustión.
En esta sección, sin embargo, quiero hablar de un misterio que,
quizás, sea más difícil de entender desde el punto de vista ético y
moral que intelectual. Se trata de un misterio que me deja perplejo
como ningún otro. Aparece explícitamente en el siguiente pasaje:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,

para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
(2 Corintios 5:21, RVR1960).
67
Por muchos pasajes diferentes de la Escritura, sabemos que Cristo

fue el sustituto. Yo merecía ser clavado en la cruz porque soy culpable
de haber pecado contra Dios. Muchos han explicado la sustitución
de Jesús usando el ejemplo de una causa judicial en la que una per-
sona se somete a juicio por un crimen atroz y es declarada culpable.
El juez determina un castigo justo y sentencia al criminal a cadena
perpetua. Sin embargo, el amor del juez es tan infinito que decide
que no quiere que esta persona sufra ese tiempo en prisión, y reci-
be el castigo él mismo. En este ejemplo, observamos un intercam-
bio: una persona que no merecía el castigo recibe el castigo, y una
persona que merece el castigo no recibe el castigo. Claramente, que
Jesús se ofreciera como un sustituto fue un acto de amor y gracia
inconmensurable.
Sin embargo, el versículo que estamos analizando en este momen-
to nos muestra que Su amor fue todavía más profundo, y todavía más
absurdo para nuestra lógica. El versículo dice textualmente lo hizo
pecado. Dios lo convirtió en pecado. Jesús no solo llevó el castigo por
nuestros pecados, sino que también se convirtió en la esencia misma
del pecado.
John Gill, quien fue pastor en el siglo XVIII en la iglesia que
después pastorearía Charles Spurgeon, dijo lo siguiente acerca de 2
Corintios 5:21:
Sin embargo, además de todo esto, se hizo pecado median-

te el acto de la imputación; los pecados de todo Su pueblo
se transfirieron a Él, se cargaron sobre Él y se pusieron a
Su cuenta; Él soportó a Su pueblo y llevó Sus pecados; y, al
tenerlos sobre Él y hacerse cargo de estos y quien respon-
de por ellos también, recibió la justicia de Dios, no solo
como pecador, sino como un cúmulo de pecado.14
68
PARA HACERSE PECADO
Todos los actos perversos contra los niños. Todos los crímenes
motivados por el odio y los prejuicios. Todas las matanzas brutales
de los más desafortunados. Todos los pequeños pecados que parecen
ser no tan dañinos, pero que, no obstante, son actos de desobediencia
y rebelión. Jesús no solo murió por esas acciones… Él se convirtió en
esas acciones. Esto produce cierto desasosiego, pero es verdad. Jesús
vino a hacerse pecado de manera tal que Dios, en Su justicia, pudiera
castigarlo y erradicarlo por completo. Sin lugar a dudas, no existen
palabras que nos ayuden a comprender esto en plenitud; quizás sea
mejor contemplar este misterio en total reverencia.
Cuando algo nos emociona sobremanera o nos sentimos comple-
tamente perplejos ante una situación, a veces la música y la poesía
logran explicar nuestros sentimientos internos con más claridad. Por
eso es que, para finalizar la lectura de hoy, citaré las palabras de este
himno titulado Maravilloso es el gran amor:
Maravilloso es el gran amor

Que Cristo el Salvador derramó en mí;
Siendo rebelde y pecador,
Yo de su muerte causa fui.
¡Grande, sublime, inmensurable amor!
Por mí murió el Salvador.
¡Oh, maravilla de Su amor,
Por mí murió el Salvador!
Él Su celeste hogar abandonó,

Dejando posición, gloria y honor;
De todo ello se despojó
Por rescatar al pecador.
Misericordia inmensa Él mostró;
Su gran amor me alcanzó.
69

En vil prisión mi alma padeció,

Atada en pecado y oscuridad;
Pronto en mi celda resplandeció
La clara luz de Su verdad;
Cristo las férreas cadenas destruyó,
Quedé ya libre, ¡Gloria a Dios!
Hoy ya no temo la condenación;

Jesús es mi Señor, y yo suyo soy.
Vivo en Él que es mi salvación,
Vestido en Su justicia voy.
Libre acceso al Padre gozo ya
Y entrada al trono celestial.
• ¿Qué crees que significa cuando el pasaje dice que Jesús se hizo
pecado por nosotros?
2 Corintios 5.
70
Razón 14
PARA CUMPLIR LA PROFECÍA
C reo que el objetivo principal de la historia de la creación en Gé-

nesis 1 no es ofrecernos información detallada acerca de cómo
Dios creó el mundo (aunque sí podemos extraer algunas conclu-
siones sobre la manera en que lo hizo). El autor tampoco está tan
interesado en relatarnos cuándo Dios creó el mundo. Por el contrario,
el punto principal del primer capítulo es presentarnos los temas más
importantes de la historia: Dios, la humanidad y el mundo creado.
De hecho, si no comprendemos correctamente quién es Dios, quié-
nes somos nosotros, nuestro rol en la historia y nuestra relación con
el mundo, andaremos confundidos y sin un rumbo claro.
En el primer capítulo de la Biblia, es evidente que el autor desea
darnos detalles sobre este gran Dios todopoderoso. Una de las carac-
terísticas que lo distinguen es que Su palabra siempre es verdad. Po-
demos confiar en ella en todo momento y es completamente eficaz.
Esta es una de las cosas más agradables de Dios. En Génesis 1, la
frase «Y dijo Dios» (y variantes similares) se repite diez veces. Tam-
bién se repite la frase «Y así sucedió». Dios dice algo y se hace. Punto.
Observa estos dos versículos que hablan sobre las promesas de
Dios:
- Josué 23:14: «Ustedes bien saben que ninguna de las buenas
promesas del Señor su Dios ha dejado de cumplirse al pie de la
71
letra. Todas se han hecho realidad, pues él no ha faltado a nin-

guna de ellas».
- Salmos 145:13 (NTV): «Tu reino es un reino eterno; tu domi-
nio permanece por todas las edades. Fiel es el Señor a su palabra
y bondadoso en todas sus obras».
Dios no solo cumple Su palabra cuando hace promesas, sino que

también tiene el poder para predecir el futuro. A lo largo de la Es-
critura vemos diferentes profecías. Estas anuncian eventos que suce-
derán en el futuro. Tal vez las profecías más importantes fueron las
que anticiparon el nacimiento y la vida de Jesús siglos antes de que
sucediera.
El Antiguo Testamento contiene muchos pasajes que apuntan
hacia Jesús; algunos son profecías más directas y explícitas, mientras
que otros son referencias más sutiles a Su vida.
Si bien la cantidad exacta de profecías sobre Jesús en el Antiguo
Testamento es motivo de debate, una cosa es cierta: Jesús mismo
explicó a dos de Sus discípulos que todas las secciones del Antiguo
Testamento contenían hechos relacionados con Su vida: «Comen-
zando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refe-
ría a él en todas las Escrituras» (Lucas 24:27).
En el Evangelio de Mateo, resulta evidente que, mientras reu-
nía los eventos para su libro sobre Jesús, el autor identificó muchas
profecías cumplidas. En trece ocasiones diferentes, al escribir sobre
eventos de la vida de Jesús, Mateo usa la siguiente frase: «Todo esto
sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio
del profeta...». Para él, era claro que el Antiguo Testamento había
anunciado algunos de los eventos de la vida de Jesús.
Estas son solo algunas de las numerosas profecías cumplidas sobre
Jesús:
• Jesús sería un descendiente de David (2 Samuel 7:12-13).
• Jesús nacería de una virgen (Isaías 7:14).
72
PARA CUMPLIR LA PROFECÍA
• Jesús nacería en Belén (Miqueas 5:2).

• Jesús llevaría a cabo Su ministerio en Galilea (Isaías 9:1-2).
• Jesús tendría un precursor ( Juan el Bautista, Isaías 40:3-4).
• Jesús sería despreciado y rechazado (Isaías 53:3).
• Jesús tendría un trono eterno (Daniel 7:13-14).
• Jesús vendría como un rey montado en un asno (Zacarías 9:9).
• Jesús sería abandonado, tendría sed, sería despreciado y Sus ma-
nos y Sus pies serían traspasados (Salmo 22).
• Jesús vencería la muerte (Isaías 25:7-8).
• Jesús establecería un nuevo pacto ( Jeremías 31:31).
Estos son solo algunos ejemplos, y Jesús cumplió todas estas pro-
mesas. ¡Es el único «candidato» que podía llevar a cabo cada una de
estas profecías!
En otras palabras, si miramos el asunto desde un punto de vista
puramente estadístico, es imposible que otra persona pudiera cum-
plir todas estas profecías. Walter Kaiser, uno de los eruditos más
destacados del Antiguo Testamento de nuestros tiempos, tiene in-
teresantes palabras sobre la conexión entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento:
Cuando argumentamos en favor de la presencia del Me-

sías en el Antiguo Testamento, vemos que la relación en-
tre el Antiguo y el Nuevo Testamento muestra una sólida
continuidad y una revelación progresiva. Las semillas fun-
damentales de la doctrina de la persona y la obra de Jesús
florecen y crecen en el Nuevo Testamento. Sin embargo,
en el Antiguo Testamento vemos en forma incipiente esas
semillas que germinarán después. ¡Qué Dios clemente y
revelador, y qué maravilloso regalo de un Salvador que
vino a la tierra una vez, pero regresará nuevamente en toda
Su gloria y plenitud!15
73
Jesús declaró que regresaría una vez más, y hay muchas profecías
que sostienen esta verdad. Sabemos que las palabras de Dios siem-
pre son verdad y que lo que Él anuncia sobre el futuro siempre se
cumple. ¡Qué placer poder descansar en la certeza de nuestro futuro!
• ¿Confías en que Dios siempre es fiel a Su palabra?

• ¿Hay alguna promesa de Dios a la que necesites aferrarte?
• ¿Qué tan fiel eres a tu palabra?
2 Pedro 1:16-21.
74
Razón 15
PARA MOSTRARNOS EL CAMINO
A menudo en la vida nos enfrentamos a situaciones que nos hacen

sentir impotentes. Imagina si te encontraras completamente
perdido. Llegaste a una zona que no conoces y, como dejaste el celu-
lar en casa y no ves a nadie que te pueda ayudar, no tienes manera de
llegar al lugar adonde pensabas ir. Esto es insignificante comparado
con otras situaciones en las que nos sentimos totalmente desam-
parados. Podemos llegar a experimentar confusión, frustración o, lo
que es peor, lastimar a otros y a nosotros mismos si tomamos una
decisión equivocada.
Esta es la esencia del ser humano. Si pensamos en el propósito
de la vida, el destino, o lo que debemos hacer con nuestro tiempo
y nuestros recursos mientras vivimos en esta tierra, a menudo nos
sentimos confundidos. Es difícil andar por la vida sin respuestas a
preguntas fundamentales. Todos nos encontramos en una continua
búsqueda, en un intento de encontrar paz, respuestas y sentido en la
vida.
Sin embargo, no estamos solos en el camino. Tal como el creador
de un objeto conoce a la perfección cómo utilizarlo, Dios es nuestro
creador y sabe lo que es mejor para nosotros. Y no solo es nuestro
creador, sino que también es bueno, por lo que, además de saber qué
nos conviene, diseñó una manera de mostrarnos estas cosas.
Jesús dijo: «El que me ha visto a mí ha visto al Padre» ( Juan 14:9).
75
Y, en Colosenses 2:9, Pablo escribió lo siguiente: «Toda la plenitud

de la divinidad habita en forma corporal en Cristo». Dios envió a
Jesús a esta tierra para que podamos conocerlo, de manera tal que Él
pudiera enseñarnos de qué se trata la vida. Sin Cristo, todos estamos
atrapados en un túnel de oscuridad, en busca de la verdad, pero, en
Él, podemos encontrar la verdad.
Cristo sabía que necesitamos ayuda en esta vida. Sabía que no solo
debía salvarnos y darnos la posibilidad de vivir con Él en el cielo.
No; también necesitamos ayuda mientras transitamos esta vida. Es
cierto que Jesús expresó que Él vino «a buscar y a salvar a los per-
didos», para demostrarnos que necesitamos salvación. Sin embargo,
también hizo declaraciones sobre cómo planeaba ayudarnos en esta
vida. Muchas de estas se presentan usando las palabras «YO SOY».
Observa estas declaraciones:
Yo soy la luz del mundo. ¿Para qué sirve la luz? Ilumina un área
para que las personas puedan ver el camino que deben tomar. El ver-
sículo completo dice lo siguiente: «Una vez más Jesús se dirigió a la
gente, y les dijo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará
en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» ( Juan 8:12). Mientras
transitamos esta vida, si andamos junto a Jesús, nunca estaremos en
completa desesperanza ni total oscuridad.
Yo soy el buen pastor. Jesús utiliza la metáfora de un pastor para
hablar de Su propósito doble de salvarnos de nuestros pecados y
guiarnos en esta vida. En primer lugar, declara que Él entrega Su
vida por las ovejas. Esto hace referencia a que Él sería el verdadero
cordero sacrificial que se ofrecería por nosotros. Luego agrega que
las ovejas hallarán pastos ( Juan 10:9) y que Su deseo es darles vida
en abundancia ( Juan 10:10).
Yo soy el pan de vida. El pan era esencial en la alimentación del
mundo romano de la Antigüedad. Por eso, cuando Jesús dice que Él
es nuestro pan, quiere decir que Él es quien nos sustenta en esta vida.
76
PARA MOSTRARNOS EL CAMINO
Debemos acudir a Él en todo momento. En Él hallaremos lo que

necesitamos espiritualmente para llevar vidas que glorifiquen a Dios.
Yo soy el camino, la verdad y la vida. Jesús no solo nos dirige
en una determinada dirección hacia la verdad y a la vida; ¡Él ES la
vida! El contexto de esta declaración en Juan 14 alude al consuelo de
Dios hacia los discípulos, especialmente mediante el don del Espí-
ritu Santo. Por lo tanto, una vez más, cuando Jesús dice que Él es el
camino, la verdad y la vida, se refiere a Su capacidad para proporcio-
nar una vía para ir al cielo y señalar una senda para vivir en la tierra.
• ¿De qué manera Jesús marca una diferencia en mi vida en este

momento? ¿Es mi fe en Dios y en Jesús algo que solo afecta mi
futuro?
• ¿Qué necesito rendir a Jesús hoy para obedecerle y confiar en
Él?
Salmo 25.
77
Razón 16
PARA RECLAMAR SU DERECHO

AL TRONO
E l acontecimiento conocido simplemente como «La entrada

triunfal» es de gran importancia en la vida de Jesús. Este evento
está documentado en los cuatro Evangelios (Mateo 21:1-11; Marcos
11:1-11; Lucas 19:28-44; Juan 12:12-19). La entrada triunfal de Je-
sús se celebra el Domingo de Ramos, que, como muchos de ustedes
saben, se conmemora exactamente una semana antes del Domingo
de Pascuas. Para reflexionar sobre este evento y extraer algunas con-
clusiones, resulta conveniente comprender el contexto y el trasfondo.
Jesús había desarrollado Su ministerio público durante unos tres
años. Mediante Sus enseñanzas, Sus demostraciones de poder y Sus
interacciones con la audiencia, Su fama se había divulgado más y
más. Al mismo tiempo, también había crecido el odio en los cora-
zones de Sus adversarios. Al principio, se quejaban y discutían con
Él. Con el tiempo, surgieron celos, que luego se convirtieron en un
odio profundo. Ya habían buscado maneras de matarlo, pero ahora
se habían dispuesto a hacerlo, sin importar cómo. Simplemente no
podían tolerar que otra persona tuviera más autoridad y más fama
que ellos.
Jesús había convertido el agua en vino y había provisto suficiente
alimento para más de 5000 personas con tan solo unas rodajas de
79
pan y pescado. Sin embargo, ahora, justo antes del Domingo de

Ramos, iba a llevar a cabo el milagro más espectacular hasta ese
momento: levantar una persona entre los muertos. Su amigo Lázaro
había muerto, y el Señor deseaba devolverle la vida, no solo para el
bien de Lázaro, sino también para que Sus discípulos creyeran en
Él aún más (ver Juan 11:15). Mientras estaban en el desierto, es
evidente que, para los discípulos, pensar en ir a Betania era una idea
totalmente absurda, ya que esta aldea se encontraba justo fuera de
Jerusalén, y ellos sabían que esto era sinónimo de peligro. Cuando
Jesús les dijo que iría, respondieron lo siguiente: «Hace muy poco
los judíos intentaron apedrearte, ¿y todavía quieres volver allá?»
( Juan 11:8). Sin embargo, fue y resucitó a Lázaro entre los muertos.
Puedes imaginar las repercusiones de este acontecimiento: Jesús era
EL tema de conversación del pueblo; estaba en boca de todos y en
la mente de cada uno de ellos, no solo de algunos seguidores o de
Sus adversarios.
Tal vez la mejor descripción de este momento previo a la entrada
triunfal se encuentra en el Evangelio de Juan, donde el capítulo 11
concluye de esta forma:
Faltaba poco para la Pascua judía, así que muchos subie-

ron del campo a Jerusalén para su purificación ceremonial
antes de la Pascua. Andaban buscando a Jesús, y mientras
estaban en el templo comentaban entre sí: “¿Qué les pare-
ce? ¿Acaso no vendrá a la fiesta?”. Por su parte, los jefes de
los sacerdotes y los fariseos habían dado la orden de que,
si alguien llegaba a saber dónde estaba Jesús, debía denun-
ciarlo para que lo arrestaran. ( Juan 11:55-57)
No estamos hablando de cualquier momento: era la fecha de la

celebración de la Pascua, la ceremonia religiosa más importante del
año. Jerusalén estaba repleto de gente que había acudido allí con
80
PARA RECLAMAR SU DERECHO AL TRONO
el fin de participar de esta fiesta obligatoria. Todos esperaban Su

llegada: Sus seguidores cercanos y aliados, los curiosos y los que lo
odiaban. Debía ir a Jerusalén, pero la manera en que lo hizo y cómo
fue recibido hicieron de esto un acontecimiento especial.
Sabemos que Jesús estaba en Betania, una aldea ubicada a unos
tres kilómetros al este de Jerusalén, separada de esta por el Monte
de los Olivos. Les pidió a Sus discípulos que buscaran un asno de-
terminado y se lo trajeran. Luego, lo montó hasta entrar a Jerusalén.
Jesús había caminado miles de kilómetros a lo largo de toda Su vida.
Había ido y venido muchas veces desde la región de Galilea hasta
Jerusalén. Ciertamente, no necesitaba montar un asno para hacer
unos pocos kilómetros, entonces, ¿por qué lo hizo en este momento
en particular?
En primer lugar, las personas comunes principalmente se trasla-
daban caminando, pero, a lo largo de la historia de Israel, los reyes
eran conocidos por usar mulas o asnos (2 Samuel 13:29; 1 Reyes
1:33). En segundo lugar, según el Evangelio de Mateo, «esto sucedió
para que se cumpliera lo dicho por el profeta: Digan a la hija de
Sión: “Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro,
en un burrito, cría de una bestia de carga”» (Mateo 21:4-5, cita de
Zacarías 9:9).
Si analizamos la forma en la que lo recibieron las multitudes, ¡era
como si fuera un rey! Esparcieron ramas de árboles ante Él y tendie-
ron sus mantos sobre el camino delante de Él. Gritaban:
—¡Hosanna!
—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
—¡Bendito el Rey de Israel!
( Juan 12:14)
Citaban las palabras del salmo 118. Este salmo especial formaba
parte de un grupo de salmos conocido como «el Hallel», que abarca
81
los salmos 113 a 118. A menudo se citaban en fiestas judías impor-

tantes, y es muy probable que estos fueran los salmos que Jesús ento-
nó junto a Sus discípulos durante la cena de la Pascua en el aposento
alto, solo unos pocos días después de la entrada triunfal. El tema del
salmo 118 es el poder de Dios para salvar y conquistar. Los judíos
conocían la Biblia y sabían que un descendiente de David vendría
como rey a salvarlos. También sabían que muchos salmos señalaban
eventos del futuro y atribuían este salmo a Jesús. En un comentario
sobre el salmo 118, Charles Spurgeon dice lo siguiente: «Es evidente
que el salmista tuvo una visión profética de nuestro Señor Jesús; las
citas frecuentes de este canto en el Nuevo Testamento no dejan du-
das acerca de esto».16
Pero los judíos esperaban un rey político que los rescatara del go-
bierno romano. Habían sido conquistados por los romanos en el año
63 a. C., y esperaban la manifestación física de un salvador. En ese
momento, al fin estaba en medio de ellos el rey esperado, quien hacía
su entrada en la ciudad principal. Estaban alegres porque, finalmen-
te, serían libres de todos sus opresores. Sin embargo, Jesús no derrocó
al gobierno romano y no liberó al pueblo judío de su control. Como
consecuencia, las multitudes dejaron de seguirlo. Unos días después
de la entrada triunfal, la multitud pedía a gritos que lo ejecutaran.
Solo un pequeño grupo de personas comprendió que Él era un rey
diferente. Según William Lane Craig:
El reino de Dios que Jesús predicó e inauguró no era un

reino político y terrenal, sino el gobierno de Dios en los
corazones de las personas que lo conocen y le sirven. No
obstante, no era el reino esperado o deseado y, por lo tanto,
rechazaron a Jesús como su Señor.17
Jesús no cumple nuestras expectativas en todo momento, pero

esto no significa que Él no sea el Rey.
82
PARA RECLAMAR SU DERECHO AL TRONO
Para concluir, citaré nuevamente a Charles Spurgeon, que habla

de que existe una segunda entrada triunfal, que tendrá lugar en el
futuro:
Sabemos quién es el que viene en el nombre del Señor por

encima de todos los demás. En los días del salmista, Él era
el que vendría, y Él sigue siendo el que vendrá, aunque ya
vino por primera vez. Estamos preparados con nuestros
hosannas para la primera y la segunda venida; en lo más
profundo de nuestras almas lo adoramos con gratitud y
bendecimos Su nombre con gozo inefable.18
• ¿Es Jesús tu Rey espiritual? ¿Formas parte de Su reino?

• ¿Buscas servir al Rey? ¿Le sirves con alegría?
• ¿Cómo actúas cuando el Rey no cumple con tus expectativas?
¿Lo abandonas, como hicieron las multitudes?
Salmo 96.
83
Razón 17
PARA TENER VICTORIA

SOBRE LA MUERTE
C omo muchos de nosotros recordamos, hubo solo una cosa que

Dios le prohibió a Adán en el jardín del Edén: comer del árbol
de la ciencia del bien y el mal. De hecho, Dios dijo: «El día que de él
comas, ciertamente morirás» (Génesis 2:17). Adán supo que la con-
secuencia sería trágica, pero estoy seguro de que no comprendió con
certeza lo que Dios quiso decir. Por un período breve de la historia,
la raza humana vivió libre de los efectos de la muerte y sin saber por
completo lo que significaba morir. Era un concepto extraño.
Cuando Adán y Eva pecaron, recibieron el castigo del cual Dios
les había advertido: la muerte. (Recuerda: en el capítulo 14, vimos
que Dios es siempre fiel a Su palabra). Fue el suceso más trágico de
toda la historia del ser humano y, por esto, a menudo se habla de él
como «la caída». Resulta imposible comprender en su totalidad lo
que sucedió en la caída, pero algo sabemos del tema, ya que el te-
mor de la muerte, la realidad de la muerte y la tristeza de la muerte
nos recuerdan en todo momento que no todo está completamente
bien, y que el mundo no es como debería ser.
A partir de Adán, «la muerte reinó», como dice Pablo (Romanos
5:14,17). Ahora bien, ¿qué significa que la muerte reinó? ¿Y qué es
la muerte en verdad?
85
Que la muerte reina significa que no tenemos poder sobre ella. No

existe una solución y no hay manera de escapar. Es un hecho y una
consecuencia de nuestra desobediencia.
La segunda pregunta requiere una respuesta un poco más extensa.
Creo que hay varias dimensiones diferentes o formas en las que ex-
perimentamos la muerte.
En primer lugar, la muerte es una cuestión física. El cuerpo se
deteriora y sabemos que un día el cuerpo físico morirá. Daremos un
último adiós a todos los que conocemos, ya sea que nosotros mura-
mos o ellos mueran. Asimismo, sufrimos las consecuencias de vivir
en un entorno corrompido y bajo maldición.
En segundo lugar, la muerte es un hecho espiritual. Como muerte
espiritual, se entiende el aislamiento, la lejanía y la separación de
Dios, que es el dador de toda vida y de todo lo bueno. Cuando llega-
mos al mundo, en nuestro estado natural, no podemos disfrutar Su
presencia entre nosotros porque estamos espiritualmente muertos.
Observa la evidencia de lo que sucedió cuando Adán y Eva peca-
ron: se escondieron de Dios, se sintieron avergonzados y culpables,
tuvieron miedo y fueron expulsados del jardín, pues Dios no podía
habitar con seres pecadores. La muerte espiritual produce muerte en
otras dos dimensiones.
Por un lado, la muerte intelectual. Nuestra mente no es capaz de
concentrarse solo en las cosas de Dios. Tenemos un modo de pensar
retorcido. Constantemente, tratamos de racionalizar o poner excusas
ante las conductas inapropiadas. Vemos esto en Adán, cuando acusó
a Eva y a Dios, y dijo que él no tenía nada que ver con lo sucedido.
Por otro lado, la muerte abarca el plano social. Si continúas le-
yendo la historia de Génesis un poco más, encontrarás toda clase
de relatos de males sociales: mentiras, celos, asesinatos, etc. Si no
recuerdas las historias de pecado en el libro de Génesis, solo basta
con abrir el periódico a diario para darte cuenta de que tenemos
graves problemas a nivel social. Christopher J. H. Wright describe
86
PARA TENER VICTORIA SOBRE LA MUERTE
la dimensión social de la muerte de la siguiente manera: «Todas las

relaciones humanas están rotas y alteradas: las relaciones sexuales,
parentales, familiares, sociales, étnicas, internacionales; y el resulta-
do se consolida de forma horizontal mediante la permeabilidad de
relaciones de todas las culturas humanas, y de manera vertical, por
acumulación, a lo largo de todas las generaciones de la historia».19
Sin embargo, llegó el momento de las buenas noticias: Jesús vino
para poner fin a la muerte. Él sabe que, para nosotros, es imposi-
ble derrotarla, y por eso, ¡la venció! Aunque continuamos pecando y
debemos experimentar la muerte física, ¡la muerte ya no es nuestro
destino final y no tiene victoria sobre nosotros! Además, podemos
ser libres de la muerte en su dimensión espiritual, intelectual y so-
cial. Cuando creemos en Cristo, Su Espíritu entra en nosotros y nos
capacita para vivir una vida nueva.
Observa Romanos 8:11: «Y si el Espíritu de aquel que levantó a
Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a
Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales
por medio de su Espíritu, que vive en ustedes».
Los enemigos de Jesús buscaron deshacerse de Él de una vez por
todas. Mandaron a matarlo, pero este fue, al mismo tiempo, el acto
por el cual Jesús obtuvo la victoria final sobre ellos.
Atanasio es uno de mis teólogos preferidos y uno de los mejo-
res teólogos de todos los tiempos. Traté de que mi esposa tuviera
en cuenta este nombre para nuestro hijo, pero esa idea no prosperó.
Concluyo este capítulo con las preciosas palabras de Atanasio en
relación con la victoria de Jesús sobre la muerte:
Él, la Vida de todos, nuestro Señor y Salvador, no coordi-

nó la manera en que iba a morir; de lo contrario, hubiera
parecido que tenía miedo de morir de alguna otra forma.
No. Él aceptó y cargó sobre la cruz una muerte infligida
por otros. Esos otros eran Sus enemigos acérrimos y esa
87
muerte era para ellos supremamente terrible y de ninguna

manera debía ser enfrentada. Lo hizo para que, destruyen-
do aun esta misma muerte, pudieran creer que Él mismo
era la Vida y se reconociera que el poder de la muerte
finalmente se había anulado. Por consiguiente, se produce
una paradoja maravillosa y poderosa, porque la muerte que
ellos pensaron infligirle como desgracia y deshonra se ha
convertido en el glorioso monumento a la derrota de la
muerte.
Usted sabe lo que sucede cuando un gran rey visita una

ciudad importante y reposa en una de las casas: la ciudad
entera se siente honrada, y los enemigos y ladrones no se
le acercan. Lo mismo sucede con el Rey de todo; Él vino
a nuestra nación y habitó en un cuerpo de entre tantos y,
como consecuencia, se desbarataron los planes del enemi-
go contra la humanidad, y cesó la corrupción de la muerte,
que antes los tenía cautivos. Porque la raza humana hu-
biera perecido completamente si el Señor y Salvador de
todos, el Hijo de Dios, no se hubiera manifestado entre
nosotros para acabar con la muerte.20
• ¿Cómo puedes estar seguro de que Jesús te dio la victoria sobre

la muerte?
• ¿De qué manera la victoria sobre la muerte impacta tu estilo de
vida hoy?
Juan 11.
88
Razón 18
PARA RESUCITAR DE ENTRE

LOS MUERTOS
E l otro día, mi padrastro me contó una historia interesante. Él

trabajó muchos años en diferentes hospitales. Un día iba en el
ascensor con un médico y, para buscar conversación, le preguntó: «¿Ha
salvado usted alguna vida o curado alguna enfermedad en este día?». El
médico le respondió: «No, lo único que hice fue prolongar la muerte».
En el capítulo anterior, vimos que el ser humano tiene un proble-
ma serio llamado «muerte», pero Jesús vino a vencerla. El análisis de
hoy es una continuación o resultado natural de la victoria de Jesús
sobre la muerte, pues Su victoria se hizo evidente cuando se levantó
de los muertos.
Tal vez recuerdes que Lázaro fue otro de los que pudo volver a la
vida después de estar muerto varios días. No obstante, hay dos dife-
rencias principales entre la resurrección de Lázaro y la de Jesús: 1)
Lázaro volvió a morir; 2) Lázaro no resucitó por sus propios medios.
Jesús tuvo el poder para salvarse y Su tumba es la única tumba vacía
en la tierra. Esos hechos nos demuestran que Él es Dios y que tiene
la autoridad final sobre todas las cosas, ¡incluso sobre la muerte!
Tras haber resucitado de los muertos, el Señor recibió un cuerpo
nuevo, un cuerpo glorificado. Se les apareció a los discípulos y a otras
personas y, poco después, ascendió directamente al cielo. A partir de ese
89
momento, se ha dedicado a la tarea de cambiar vidas, aunque no pode-

mos verlo de forma física.
Atanasio recalca que la capacidad de Jesús para obrar en los cora-
zones de las personas demuestra que Él aún está vivo:
Los hombres muertos no pueden tomar medidas efecti-

vas; su poder de influencia sobre otros dura solo hasta la
tumba. Las obras y las acciones que impulsan a otras per-
sonas solo pertenecen a los vivos. Por lo tanto, observa los
hechos en este caso. El Salvador obra con poder entre los
hombres; todos los días persuade de manera invisible a
cientos de personas en todo el mundo (tanto dentro como
fuera del mundo griego) para que acepten Su fe y sean
obedientes a Sus enseñanzas. Ante esta realidad, ¿puede
alguno aún dudar de que Él resucitó y vive o, más bien, de
que Él, en sí mismo, es la Vida? ¿Puede, acaso, un hombre
muerto penetrar en la conciencia del ser humano?21
Jesús, que fue el primero entre los que resucitaron, se convierte en

la fuente de esperanza final para aquellos que creen en Él. Pablo, en
Filipenses 3:20, afirma que «somos ciudadanos del cielo, de donde
anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará
nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, me-
diante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas».
Podemos extraer dos observaciones clave de este pasaje: 1) Dios
resucitará nuestros cuerpos; 2) nuestros cuerpos serán diferentes una
vez que hayamos resucitado.
Pablo, nuevamente, nos garantiza que seremos resucitados en 1
Corintios 6:14: «Con su poder Dios resucitó al Señor, y nos resuci-
tará también a nosotros».
La resurrección fue costosa; costó la muerte de Jesús. Dicho de
otra manera, no habría resurrección si Jesús no hubiera vivido de
90
PARA RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS
manera obediente como ser humano y luego sufrido por nosotros.

La experiencia de la resurrección y la garantía de un lugar en el cielo
no es para todos. Las personas que «cargan la cruz» de Jesús serán
aquellas que resucitarán con Él. Muchos desean recibir los beneficios
del cielo sin ser discípulos de Jesús, pero no existen atajos.
Hay algunos que niegan la resurrección de Cristo por completo.
Tal vez lo hacen porque son conscientes de que, si la resurrección
fuera verdad, entonces el cristianismo debería ser cierto. El Dr.
Gary Habermas, una de las voces líderes en la apologética cristiana,
ha producido numerosos escritos sobre la evidencia de la resurrec-
ción de Jesús. Ofrece una lista de doce acontecimientos históricos
en torno a la resurrección de Jesús. Estos hechos, aceptados incluso
por eruditos escépticos, son los siguientes:
1. Jesús murió como resultado de la crucifixión romana.

2. Jesús fue sepultado, muy probablemente en una tumba privada.
3. Los discípulos sintieron desánimo, desconsuelo y aflicción,
pues perdieron la esperanza.
4. Poco tiempo después del entierro, la tumba de Jesús estaba
vacía.
5. Los discípulos vivieron algunas experiencias que consideraron
como manifestaciones reales del Cristo resucitado.
6. Como resultado de estos acontecimientos, las vidas de los dis-
cípulos fueron transformadas por completo. Incluso, estuvie-
ron dispuestos a morir por su creencia.
7. La noticia de la resurrección se divulgó con prontitud, desde
el comienzo de la historia de la iglesia.
8. El testimonio público y la predicación de los discípulos acerca
de la resurrección tuvo lugar en la ciudad de Jerusalén, donde
habían crucificado y enterrado a Jesús poco antes.
9. El mensaje del evangelio se centró en la predicación de la
muerte y resurrección de Jesús.
91
10. El domingo era el día de reunión y alabanza principal.

11. Jacobo, el hermano de Jesús, quien, antes de este aconteci-
miento era un escéptico, se convirtió en seguidor de Jesús
cuando creyó que también había visto al Jesús resucitado.
12. Unos años después, Pablo también proclamó haber visto al Je-
sús resucitado. Como consecuencia de esa visión, se convierte
al cristianismo.22
El punto número seis es, en mi opinión, un argumento muy

sólido. Todos los discípulos no solo estuvieron dispuestos a morir
en su convicción de que Jesús había resucitado, sino que la gran
mayoría de ellos murió de una manera espantosa a manos de sus
adversarios. Es cierto que algunas personas arriesgan la vida por
algo que creen que es verdad, pero, en realidad, no lo es. Sin em-
bargo, no tiene sentido morir por algo que se sabe que no sucedió.
Los discípulos sabían a ciencia cierta si Jesús había resucitado o
no. Si hubieran sabido que Jesús no había resucitado de los muer-
tos, no habrían arriesgado la vida hasta el punto de la tortura y la
muerte. No habrían sufrido todo eso por algo que sabían que no
era cierto. Sin embargo, la realidad es que sí sabían que Jesús había
resucitado de la muerte y, por eso, estuvieron dispuestos a morir
por esa verdad.
Aunque estos argumentos, y otros más, pueden ayudarte a creer
que la resurrección es verdad, ese no es mi objetivo en este momen-
to. No deseo defender la resurrección, sino, más bien, celebrarla. La
resurrección es un acontecimiento que debe ser celebrado como nin-
gún otro.
Hay muchas canciones que exaltan la resurrección del Señor. Una
de mis preferidas es Solo en Jesús. A continuación, te invito a que
celebres la resurrección leyendo la letra.
92
PARA RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS
Solo en Jesús está mi fe,

mi esperanza y mi canción.
Piedra angular, firme sostén,
Inconmovible en la aflicción,
Cuán grande amor, inmensa paz,
En el temor o adversidad,
Consolador, amigo fiel,
Yo en Su amor me sostendré.
Solo en Jesús, Hijo de Dios,

Quien se humilló por nuestro bien,
Cordero de mi salvación,
Por este mundo herido fue,
En una cruz fue a morir,
Y Dios mostró Su gracia ahí,
Pues mi pecado Él llevó,
En Su aflicción vida me dio.
En un sepulcro, Él yació,
El cuerpo inerte del Señor,
Mas el tercer día llegó,
Resucitó en gloriosa luz,
Y al triunfar sobre el mal,
Perdió el pecado potestad,
De Él suyo soy, Él mío es,
Pues con Su sangre me compró.
Desde el nacer hasta el morir,

Sea el poder de Cristo en mí,
No temeré, seguro estoy,
Mi vida yo a Él le doy,
93
Ningún poder, ningún afán,

De Él me arrebatará,
Hasta que Él venga otra vez,
En Su poder me sostendré.
• ¿Estás seguro de que resucitarás? ¿Cómo puedes estar seguro de

esto?
• ¿Qué «precio» estás pagando en este momento como seguidor
de Cristo?
1 Corintios 15.
94
Razón 19
PARA MOSTRARNOS
SU GRAN AMOR
C omo esposo y padre, he aprendido algunas cosas sobre el amor.

La mayoría de ellas son lecciones que debería haber aprendi-
do antes en la vida, pero a menudo no aprendo lo que debo hasta
que me encuentro en una situación en que no tengo otra opción. Sin
duda, tengo muchísimo más que aprender. En fin, una de las cosas que
he notado es hasta qué punto el amor nos lleva a sacrificar nuestros
propios deseos y priorizar las necesidades de los demás. Si estás casa-
do o tienes hijos, probablemente vengan a tu mente estas situaciones:
ocuparse de un enfermo a altas horas de la madrugada, abandonar o
cambiar los planes a último momento para suplir una necesidad espe-
cial, gastar una gran cantidad de dinero y recursos en cosas que no nos
benefician directamente. Todo esto no debería tomarnos por sorpresa,
ya que, en el famoso capítulo sobre el amor en 1 Corintios, aprende-
mos que el amor no es egoísta y siempre busca cuidar de los demás.
Como cristianos, sabemos con la mente que debemos amar a to-
dos, no solo a nuestros familiares y amigos cercanos. En consecuen-
cia, el sacrificio de nuestro tiempo y energía para los demás debe
ser una característica evidente en nosotros. Sin embargo, sabemos
por experiencia que somos mucho más propensos a hacer grandes
sacrificios por los que más amamos. No es mi intención debatir si
95
existen o no diferentes «grados» de amor, pero sí quisiera compartir

mi conclusión basada en lo que he observado: cuanto más atesoro a
una persona, más probable es que haga actos de amor por ella. En
lo personal, no creo que esto necesariamente sea algo malo, sino que
solo demuestra que no somos capaces de amar a todos de la misma
manera. Nuestro amor tiene un alcance limitado.
Y no solo es limitado en su alcance, sino también en su constancia.
Es imposible amar en todo momento, ya que, muchas veces, toma-
mos decisiones egoístas que no son las mejores para los demás. Si no
estás de acuerdo, prueba este experimento: escoge solo una persona
en el mundo y asume el compromiso de amarla de manera perfecta.
Ya sea tu amigo, tu vecino, tu cónyuge, tu hijo o uno de tus pa-
dres. Tarde o temprano, verás que tu amor no es perfecto y es falible.
Nuestro amor no es perfecto porque nosotros no somos perfectos.
Sin embargo, el amor de Dios sí es perfecto. No tiene principio
ni fin. No tiene un alcance limitado, pues puede llegar a todas las
personas, a todos los seres y a toda Su creación. Es una tragedia
cuando una persona cree que Dios no la ama, o que la ama menos
que a los demás. Él nos ama y busca con desesperación hacer cosas
para nuestro bien. Recuerda: el amor no es egoísta y siempre trata de
proteger a los demás. Dios nos ama sin importar nuestra situación y
desea cuidarnos no solo de otras personas y de peligros en el futuro,
sino también de nuestra propia maldad. Él ama a todos, y Su amor
es tan inigualable que se extiende hacia Sus enemigos. Romanos 5:8
afirma que «Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que
cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros». Él
eligió buscar nuestro bien y derribar la brecha que nos separaba, a
pesar de que nosotros somos los que fallamos.
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigé-

nito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que
tenga vida eterna. ( Juan 3:16, énfasis añadido)
96
PARA MOSTRARNOS SU GRAN AMOR
En los salmos, el adjetivo que más se utiliza para describir el amor

de Dios es «inagotable». Observa dos ejemplos:
- Salmos 13:5 (NTV): «Pero yo confío en tu amor inagotable; me
alegraré porque me has rescatado».
- Salmos 90:14 (NTV): «Sácianos cada mañana con tu amor in-
agotable, para que cantemos de alegría hasta el final de nuestra
vida».
La palabra hebrea que se traduce como «inagotable» a veces apa-
rece como «gran», «fiel» y «misericordioso». Nuestro Dios es grande,
fiel y misericordioso; por eso, Su amor es perfecto.
Asimismo, el amor de Dios no es inconstante. Desde una pers-
pectiva humana, el amor es como un interruptor que puede apa-
garse y encenderse. A veces el interruptor del amor está encendido
y amamos a los demás con sinceridad, mientras que otras veces el
interruptor está apagado y no amamos a otros con sinceridad. Con
Dios, esto es diferente; no se trata de algo que se enciende y se apaga.
El amor no es algo que Dios hace, sino lo que Él es. Dios es amor. No
puede no amar, ya que eso sería contrario a Su propia naturaleza. No
puede amar más, ni tampoco menos. De hecho, Su amor es infinito
porque Él es infinito.
David y otros autores de los salmos comprendieron la magnificen-
cia del amor de Dios; sin embargo, no pudieron ser testigos del acto
de amor más evidente de Dios hacia la humanidad: enviar a Su único
Hijo a favor de nosotros. Este acto de amor se explica cuando con-
sideramos que el amor es capaz de hacer lo imposible para cuidar y
sustentar a los demás. En otras palabras, aunque no podemos enten-
der la magnitud de ese amor y sacrificio, no debería sorprendernos,
porque de eso se trata el amor.
Una de las metas más nobles que podemos ponernos en esta vida
es intentar comprender la grandeza del amor de Dios. Pablo, en Efe-
sios 3:17-18, escribe: «Y pido que, arraigados y cimentados en amor,
puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo,
97
alto y profundo es el amor de Cristo». Una de las mejores maneras de

comenzar esta búsqueda es considerar la vida de Cristo y cómo esta
refleja el amor de Dios. ¿Es posible pensar en la Navidad sin pensar
en el amor de Dios?
A medida que conocemos a Dios y comprendemos el sacrificio de
amor que Él hizo a favor de nosotros, somos llamados a mostrarles
a otros quién es Dios por medio de actos de amor. Si no podemos
amar a los demás, no podemos ser semejantes a Cristo.
Prácticamente, cada carta escrita en el Nuevo Testamento con-
tiene secciones donde se nos anima a perfeccionar aún más la
calidad de amor. Como cristianos, tenemos los siguientes llama-
dos: «ámense los unos a los otros con amor fraternal» (Romanos
12:10); «hagan todo con amor» (1 Corintios 16:14); «den a es-
tos hombres una prueba de su amor» (2 Corintios 8:24); «sírvan-
se unos a otros con amor» (Gálatas 5:13); «sean tolerantes unos
con otros en amor» (Efesios 4:2); «llénenme de alegría teniendo
un mismo parecer, un mismo amor» (Filipenses 2:2); «por enci-
ma de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto» (Co-
losenses 3:14); «que el Señor los lleve a amar como Dios ama»
(2 Tesalonicenses 3:5); «que los creyentes vean en ti un ejemplo a
seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza»
(1 Timoteo 4:12); «esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la
paz» (2 Timoteo 2:22).
Gracias, Dios, por el gran amor que nos mostraste al tomar medi-
das extremas para buscar nuestro bien. Viniste a la tierra por amor.
«Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus
amigos» ( Juan 15:13).
98
PARA MOSTRARNOS SU GRAN AMOR
• ¿De qué manera me relaciono con otras personas? ¿Es mi moti-

vación el amor o existen motivos egoístas detrás de mis acciones?
• Cuando estoy en una gran reunión de personas que no conozco,
¿trato de identificar y acercarme a un tipo de persona en par-
ticular (por su origen étnico, su condición socioeconómica, su
edad, etc.)?
• ¿En qué formas puedo crecer para llegar a comprender más pro-
fundamente el amor de Dios?
• ¿Cómo puedo estar seguro de que Dios me ama?
1 Corintios 13.
99
Razón 20
PARA RESCATARNOS
C uando estuve en los Boy Scouts, pasé una semana completa en

el campamento de verano aprendiendo a ser guardavidas. Co-
mencé a nadar desde chico y siempre me sentí como pez en el agua.
Sin embargo, aprender a rescatar a una persona que se estaba aho-
gando no fue nada fácil. Ya pasaron más de 30 años desde aquella
clase, pero todavía puedo recordarla porque aprendí información
interesante y, además, porque representó un desafío físico para mí.
Aprendí que, para un guardavidas, saltar al agua para salvar a una
persona en situación de ahogo es siempre la última opción: solo
se debe hacer eso cuando se agotaron todas las demás opciones.
Esto explica por qué, normalmente, cuando vas a una piscina pú-
blica o al mar, observas diferentes elementos que pueden usar los
guardavidas, como esas varas largas con un gancho al final, tubos
de rescate, aros salvavidas, etc. Recuerdo que me enseñaron que,
si estábamos en un lugar donde no teníamos herramientas para el
rescate, debíamos ser ingeniosos y usar lo que hubiera a la mano
para tratar de alcanzar a la víctima, incluso, elementos como los
pantalones que llevamos puestos, ya que podrían ayudarnos a lle-
gar hasta la víctima y asistirla. Pero ¿por qué saltar al agua y nadar
directo hasta la persona ahogada es el último recurso? Bueno, una
persona que se está ahogando es una fuerza que debemos tener en
101
cuenta. Por lo general, se trata de alguien que está en pánico, sacu-

diendo los brazos, buscando de dónde agarrarse y sin poder pensar
con claridad. El que se está ahogando puede llegar a hundir a los
nadadores más fuertes y habilidosos debajo del agua, hasta provo-
carles la muerte. Es una tarea de riesgo, y por eso es que el trabajo
de un guardavidas es tan noble.
Si nos trasladamos al plano espiritual, podríamos decir que Je-
sucristo es el más noble de todos los guardavidas. Tal como un
guardavidas generalmente se sienta sobre una plataforma para ver
a todos los bañistas, Cristo, antes de que naciera, estaba en un lugar
perfecto de gloria y amor, junto con el Padre y el Espíritu Santo.
Sin embargo, vio nuestra condición y se dio cuenta de que no po-
díamos salvarnos.
Juan, en su relato sobre Jesús, dice lo siguiente acerca de Él:
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con

Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el prin-
cipio. Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde
al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
( Juan 1:1-2,14)
Es importante recordar que Jesús ya existía antes de Su nacimien-

to en esta tierra. Jesús se encarnó, estuvo dispuesto a dejar el cielo y
enfrentar los peligros de este mundo. ¡Estuvo dispuesto a arriesgarlo
todo con el fin de llevar a cabo el rescate más maravilloso!
Con Dios, no existen las parcialidades; Él demanda lo mismo de
cada persona: justicia absoluta. Debido a que no existe nadie que sea
completamente justo, todos estamos en la misma situación: nos esta-
mos ahogando y necesitamos que alguien nos rescate. Esa es la mala
noticia. No obstante, la buena noticia es que Dios suple Su exigencia.
La entrega de Su único Hijo no solo representó un gran sacrificio,
102
PARA RESCATARNOS
sino que también fue la única manera de rescatarnos, la única forma

de recibir vida. Si nosotros hubiéramos podido salvarnos por nues-
tras propias fuerzas y capacidades, entonces Él no habría necesitado
rescatarnos. De hecho, ningún guardavidas se tiraría al agua para
salvar a una persona si supiera que esta puede llegar a la orilla por
su cuenta.
Observa el siguiente pasaje de Efesios:
En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgre-

siones y pecados, en los cuales andaban conforme a los po-
deres de este mundo. Se conducían según el que gobierna
las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en
los que viven en la desobediencia. En ese tiempo también
todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nues-
tros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia volun-
tad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por
naturaleza objeto de la ira de Dios. Pero Dios, que es rico
en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio
vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en peca-
dos. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! (Efesios 2:1-5)
Antes de obtener la salvación de Jesús, la Biblia dice que estába-

mos «muertos». Esto se debe a que, si Jesús no está en nosotros, esta-
mos separados de Dios y somos esclavos del pecado: el pecado con-
trola nuestra vida. Asimismo, declara que estamos muertos porque
una persona muerta no puede hacer nada para cambiar su situación:
somos totalmente incapaces de salvarnos. Pablo también se refiere a
nuestra incapacidad para salvarnos en Gálatas 2:21: «Si la justicia se
obtuviera mediante la ley [obediencia a las normas], Cristo habría
muerto en vano».
Si alguna vez me estuviera ahogando en el mar y me rescatara
un guardavidas, estoy seguro de que hay algo que haría el resto de
103
mi vida: buscar formas de agradecer y honrar a esa persona. Así es

como buscan vivir quienes han sido rescatados por Jesús: en gratitud
por lo que Él ha hecho y con el deseo de hacer todo lo posible para
honrarlo.
Tal vez sientas que nunca aceptaste la salvación ni la vida que
ofrece Jesús; puedes reconocer tu situación delante de Él. Reconoce
que has pecado y no eres completamente justo, y acepta la provisión
que Él te ofrece como Salvador.
Las siguientes palabras de esta canción que mi hija aprendió en la
Escuela Bíblica de Vacaciones (VBS, en inglés) el año pasado pue-
den ser adecuadas para tu oración:
Señor, aquí estoy. Las olas rugen alrededor de mí.
¡Te necesito, Dios, en este momento! Rescátame; puedo

sentir que el agua sube poco a poco. Rescátame, Jesús.
Rescátame, Señor.
Estoy en las profundidades y no puedo salvarme; solo Tú

puedes ser la ayuda que necesito. Rescátame. Rescátame.
Jesús, rescátame».23
Espero que esta canción te lleve a hacer una oración similar hoy.
Quisiera agregar que en tu oración también le digas al Señor de qué
necesitas ser rescatado. Puede que haya muchas cosas en tu vida que
te hacen sentir como si te estuvieras ahogando, pero no hay motivo
mayor ni más importante por el cual necesitas a Dios que ser salvo
de tu propio pecado.
104
• ¿Sé que Jesús me rescató o siento que me estoy ahogando en el

mar de la vida?
• ¿Entiendo cuál es el motivo por el cual Jesús me salva?
• ¿Estoy llevando una vida de gratitud por lo que Jesús hizo por
mí?
Filipenses 2:5-11.
105
Razón 21
PARA MOSTRAR EL PODER

DE DIOS
C erca del final de su Evangelio, Juan explica a los lectores el pro-

pósito del libro:
Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia

de sus discípulos, las cuales no están registradas en este
libro. Pero estas se han escrito para que ustedes crean que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su
nombre tengan vida. ( Juan 20:30-31)
Sin lugar a dudas, Juan deseaba que toda persona que tomara ese
libro en sus manos creyera en Jesús. Más aún, deseaba que no solo
creyera en Jesús, sino también en que Él era el Mesías (el rey prome-
tido del que hablaba el Antiguo Testamento) y el Hijo de Dios. No
estaba interesado en que los lectores concluyeran en que Jesús era
simplemente una buena persona o un maestro excelente. Tampoco
quería que pensaran que era un gran profeta o alguien que había
venido a establecer una nueva religión.
Juan, al pasar tres años completos con Él, había llegado a esta
conclusión acerca de Su identidad. Él se dio cuenta de que conocer a
107
Jesús y quién era Él producía cambios en todos los aspectos, puesto

que, al creer, la persona experimenta una nueva clase de vida.
Claramente, Juan tenía una gran cantidad de material para elegir
cuando llegó el momento de redactar lo que él deseaba decir sobre
el Señor. Decidió incluir solo algunos de Sus milagros. Echemos un
vistazo a algunas de las señales:
Transformación del agua en vino ( Juan 2:1-11): Jesús no trans-
formó el agua en un vino cualquiera, sino en un vino excelente. Con
esto, se demostró que tenía poder sobre la creación. Tenía la capaci-
dad para hacer cosas nuevas y mejores en calidad.
Destrucción y restauración del cuerpo de Jesús ( Juan 2:13-
25): en un momento de gran actividad y movimiento en el templo
de Jerusalén, Jesús mostró Su enojo porque este se había conver-
tido en un lugar de corrupción cuando, en realidad, debía ser un
lugar donde las personas pudieran conectarse con Dios. Por lo tan-
to, Jesús predice que Su cuerpo (también llamado «templo») sería
destruido, pero que, a su vez, sería levantado y restaurado en tres
días. La predicción de Su propia resurrección revela que Jesús tenía
poder sobre el tiempo.
Sanación del hijo de un funcionario real ( Juan 4:46-54): un
hombre con un cargo político alto tiene un hijo que está enfermo y
a punto de morir. El funcionario parte de su aldea y se dirige hacia
donde está Jesús y le ruega que vaya adonde estaba el niño y lo
sane. Jesús no acude a ver al niño, sino que, al instante, declara que
ya está sano. Esto muestra que Jesús tiene poder sobre el espacio
físico.
Sanación de un inválido ( Juan 5:1-15): Jesús se encuentra con
un hombre que llevaba 38 años sin poder caminar. Él simplemente le
dice al hombre: «Levántate, recoge tu camilla y anda». De inmediato,
el hombre volvió a caminar. En este milagro, Jesús muestra que es
capaz de sanar enfermedades crónicas incurables. También evidencia
que Sus palabras tienen poder.
108
PARA MOSTRAR EL PODER DE DIOS
Alimentación de la multitud ( Juan 6:1-15): este es un mila-

gro muy conocido en el que una gran multitud se había reunido
para escuchar las enseñanzas de Jesús. Sin embargo, la situación
era compleja, pues todos tenían hambre y estaban demasiado lejos
de la aldea como para regresar caminando antes de que oscureciera.
Unos cuantos peces y unas rodajas de pan sirvieron para alimen-
tar a toda la multitud, al menos unas 5000 personas, e, incluso,
sobró comida. Como en el milagro de la conversión del agua en
vino, también en este milagro vemos que Jesús tiene poder sobre
la creación. En el milagro anterior, el énfasis está en el poder de
Jesús para modificar la calidad de los elementos, mientras que, en
este milagro, vemos un énfasis en el poder de Jesús para modificar
la cantidad.
Resurrección de Lázaro ( Juan 11:1-44): Jesús recibe la noticia
de que Su amigo Lázaro había muerto. Al llegar a la aldea donde
vivía Lázaro, Jesús se encuentra con que habían pasado ya cuatro días
desde su entierro. Jesús resucita a Lázaro. Esto muestra que Jesús
tiene poder sobre la vida y la muerte. Sabemos que Jesús volvió a
manifestar este poder cuando resucitó entre los muertos.
En el libro de Juan, también se registran otros milagros, así como
en los demás Evangelios. Con solo considerar los que mencionamos
en esta sección, podemos ver que Jesús tiene poder sobre la creación,
el tiempo, el espacio físico, la vida, la muerte y la enfermedad.
Es interesante notar que Juan utiliza la palabra «señales» para des-
cribir cada uno de los hechos milagrosos de Jesús en vez de hablar
de «milagros». Para Juan, los milagros no eran simplemente simples
trucos o manifestaciones de poder que servían de espectáculo. Eran
indicios que dirigían la atención hacia algo en particular, señales que
actuaban como un marcador que indicaba que Jesús era verdadera-
mente Dios.
Sin embargo, los milagros no fueron las únicas «señales» que Juan
usó para afirmar la identidad de Jesús. A comienzo de su Evangelio,
109
Juan presenta a Juan el Bautista. Los versículos 29-30 del primer

capítulo expresan lo siguiente:
Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y

dijo: ¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo! De este hablaba yo cuando dije: Después de
mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía
antes que yo.
Juan el Bautista mismo fue una señal usada para que las personas
dirigieran la mirada a Jesucristo. Su propósito no fue promocionarse
a sí mismo, sino anunciar la venida del Rey que bajaría desde los
cielos.
De la misma manera, nosotros también somos «señales». Jesús
mismo dijo que otras personas llegarían a conocer a Dios por nuestra
manera de hablar y actuar aquí en la tierra.
• ¿Crees que Jesús tenía poder para hacer milagros?

• ¿De qué manera mi vida puede ser una señal que dirija a otros a
Jesús?
Salmo 66.
110
Razón 22
PARA SANAR NUESTRAS

ENFERMEDADES
Alaba, alma mía, al Señor;

alabe todo mi ser su santo nombre.
Alaba, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él perdona todos tus pecados
y sana todas tus dolencias;
él rescata tu vida del sepulcro
y te cubre de amor y compasión;
él colma de bienes tu vida
y te rejuvenece como a las águilas. (Salmos 103:1-5)
Así comienza mi salmo preferido de las Escrituras. David está re-

flexionando sobre las obras de Dios. ¿Cuáles son? Observa los verbos
de este salmo para encontrar la respuesta. ¡Él perdona, sana, rescata,
cubre y colma de bienes! Por supuesto que hace muchas cosas más,
pero solo pensar en estas produce en David un deseo ferviente de
alabar a Dios. Comprender lo bueno de Dios nos ayuda a tener la
actitud correcta y poner nuestras vidas en la perspectiva adecuada.
Todos somos teólogos. Todos tenemos cierta noción de Dios. La
pregunta es la siguiente: ¿vamos a ser teólogos buenos o malos? Te-
111
ner un conocimiento verdadero de Dios permitirá darle más gloria

y, al mismo tiempo, llevar una vida con más sentido aquí en la tierra.
Por el contrario, tener pensamientos incorrectos acerca de Dios solo
nos conducirá a desviarnos del camino y provocar heridas. De hecho,
como dijo A. W. Tozer: «Lo que viene a la mente cuando pensamos
en Dios es lo más importante acerca de nosotros».24
Desafortunadamente, en la actualidad, muchas personas tienen
una visión distorsionada sobre el versículo que acabo de citar, que
dice: «Dios sana todas tus dolencias». He escuchado a muchos que
enseñan que Dios garantiza la salud, la riqueza y la prosperidad en
esta vida. Si solo tienes suficiente fe, Dios solucionará tus problemas.
O, aún más extremo: si le das dinero a Dios, Él hará un milagro a
cambio. Esta clase de enseñanza es dañina, ya que, no solo es antro-
pocéntrica (centrada en el ser humano), sino que también conduce
a las personas a creer que su fe en Dios no es verdadera si Él no los
sana. Una interpretación correcta de la Escritura nos lleva a las si-
guientes conclusiones:
En primer lugar, no hay ninguna garantía ni promesa de que exis-
te un tiempo limitado para que Dios sane nuestras enfermedades.
Él no prometió sanar todas nuestras enfermedades durante nuestra
vida en este planeta. De hecho, una de las maneras en que Él sana
nuestras enfermedades es cuando permite que el cuerpo deteriorado
muera. Después de la muerte, recibimos cuerpos nuevos glorificados
que no pueden ser afligidos por ninguna enfermedad.
En segundo lugar, lejos de ser el pensamiento más agradable, es que
Dios a veces envía o permite la enfermedad con el fin de cumplir un
propósito más grande en nosotros. Los fundamentos bíblicos para este
argumento se encuentran en Levítico 26:16; Deuteronomio 28:21-22;
2 Crónicas 21:18; 2 Corintios 12:7-8; entre otros.
En tercer lugar, la enfermedad nos permite recordar que no todo
es color de rosas en el mundo, que existen el mal y la oscuridad, y
estas cosas surgen en la creación como resultado de la desobediencia.
112
PARA SANAR NUESTRAS ENFERMEDADES
La caída del hombre significó una catástrofe para toda la creación.

Observa las palabras de Pablo en Romanos:
Considero que en nada se comparan los sufrimientos ac-

tuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros.
La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hi-
jos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no
sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo
dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación
misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza,
para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como

si tuviera dolores de parto. Y no solo ella, sino también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíri-
tu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra
adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro
cuerpo. (Romanos 8:18-23)
En cuarto lugar, nuestra enfermedad espiritual es mayor que nues-

tras enfermedades físicas y mentales. Imagina que te encuentras en
un lugar donde acaba de ocurrir un accidente automovilístico grave.
Ves a un hombre quejándose de que le duele la cabeza. Sin embargo,
no se da cuenta de que tiene lesiones profundas en la pierna y de que
está perdiendo una gran cantidad de sangre. Morirá desangrado si
rápidamente no le haces un torniquete. Sería una tontería si te ocu-
paras primero del dolor de cabeza, con el riesgo de que esta persona
muera, puesto que no estarías atendiendo el problema más urgente
y letal.
Lo mismo sucede con nuestras dolencias físicas. Son reales y nos
afectan en verdad, y Dios se ocupa de ellas, pero Él está infinitamen-
te más interesado en tratar la enfermedad que mayor daño nos causa:
113
la condición espiritual del pecado. Cuando aceptamos a Cristo por

lo que Él es y lo que hizo por nosotros, no solo recibimos perdón de
pecados, sino que nos convertimos en una nueva creación, con un
«nuevo ADN», para decirlo de alguna manera.
Todd Wagner analiza este punto y expresa lo siguiente:
Jesús nunca ofreció ninguna clase de protección con-

tra toda tentación o problema en el futuro, ni siquiera
mientras estaba haciendo un milagro. En ningún lugar
del Nuevo Testamento se recomienda un cierto hechizo
para liberarnos de volver a necesitar intervención alguna
vez. Por el contrario, Cristo, en sus interacciones con las
personas, incluso cuando las salvaba o sanaba de mane-
ra milagrosa, siempre las llamaba a una dependencia más
profunda de Él (…). No le preocupaba solo su condición
actual. Sabía que, si no creían en Él, las dificultades eternas
que vendrían serían muchísimo peores. Por esto es que,
con frecuencia, además de atender sus problemas circuns-
tanciales, también les advertía que debían confiar en Él
para la solución de sus problemas morales.25
La enfermedad del pecado se propaga desenfrenadamente en la

sociedad actual. Si somos honestos, la mayoría de las aflicciones y
luchas que vemos en el presente son el resultado de nuestros propios
actos de maldad. Espero que, como cristianos, podamos ser verdade-
ros agentes de luz en el mundo, llevando un mensaje de esperanza y
sanando a un mundo herido.
114
PARA SANAR NUESTRAS ENFERMEDADES
• ¿Alguna vez pensaste que, si solo tuvieras suficiente fe, Dios po-
dría hacer algo milagroso a tu favor? ¿Continúas pensando de
esa manera? Si tu respuesta es no, ¿qué provocó un cambio en tu
manera de pensar?
• Para ti, ¿es tu enfermedad espiritual mucho más grave que tus
problemas físicos y necesitas ser sanado de ella?
• ¿Cómo puedes ayudar a ser un representante de Dios ante los
demás, una vasija en Sus manos para traer sanación?
Salmo 103.
115
Razón 23
PARA SER PROFETA,

SACERDOTE Y REY
T odas las sociedades, sin importar el tipo de gobierno (demo-

crático, monárquico, socialista, etc.), deben tener personas que
ocupen puestos de liderazgo. Los roles de estos líderes diferenciados
determinan la estructura que define a la sociedad en sí.
Cuando Dios rescató a los israelitas y fueron liberados de la es-
clavitud de Egipto, se convirtieron en una nación nueva, con la ne-
cesidad de crecer rápidamente en términos de estructura política.
Sin lugar a dudas, Dios los ayudó en este proceso. Al instante les dio
leyes, un conjunto de normas y pautas por las cuales regirse. También
sabía que los líderes deberían desempeñar roles específicos y defini-
dos y, para esto, estableció tres clases de oficiales: reyes, profetas y
sacerdotes.
El rey era responsable de mantener la paz dentro y fuera del
dominio. Para esto, debía instaurar el orden en medio de los israe-
litas y proteger a la nación contra enemigos. Al principio, el rey era
Dios. Pero pronto Israel rechazó a Dios como rey. Deseaban tener
un rey de carne y hueso, como las naciones vecinas. Por lo tanto,
Dios permitió que designaran reyes humanos, los cuales demostra-
ron ser desastrosos: el primer rey escogido fue Saúl, que no condujo
al pueblo por el camino correcto. Solo un puñado de los 42 reyes
117
que reinaron lo hicieron con eficiencia, pero, incluso ellos tuvieron

sus defectos.
Antes de que Jesús naciera, Israel necesitaba con urgencia un li-
derazgo eficaz en la sociedad. Como no era un estado libre, no tenía
rey. No había profetas, porque Dios se había cansado de enviar a Sus
mensajeros y de que el pueblo siguiera rechazando el mensaje. La
clase sacerdotal estaba plagada de corrupción.
Así transcurrió la historia durante siglos. En los escritos judíos
entre los años 400 a. C. y 0, se habla mucho acerca del deseo de tener
un rey glorioso, un sacerdote justo y un profeta poderoso.
Sin embargo, Dios tenía Sus planes, tanto para Israel como para
todos los demás grupos de personas del mundo. Él vendría como
rey, profeta y sacerdote. Jesús cumplió todos estos roles. De hecho,
no solo cumplió los tres roles, sino que fue el rey perfecto, el profeta
perfecto y el sacerdote perfecto. Si lo comparamos con los demás
hombres que asumieron estos roles, Él fue superior en los tres as-
pectos. Los reyes, los profetas y los sacerdotes del Antiguo Testa-
mento tuvieron sus defectos, pero Cristo fue intachable. Más aún,
las personas ocuparon estas funciones solo por un tiempo breve,
mientras que Cristo es rey, profeta y sacerdote para siempre.
Él es el rey perfecto porque tiene todo el poder, tanto dentro como
fuera del reinado. Él tiene poder para mantener la unidad de la igle-
sia y conducir a las personas a la salvación y, a la vez, tiene poder
sobre todos nuestros enemigos. Su nombre es Rey de Reyes y Señor
de Señores.
En segundo lugar, en el oficio de profeta, Jesús es superior porque
no se trata de un portavoz elegido por Dios, sino que Él mismo es
Dios. Las palabras que Él pronunciaba provenían directamente de
Dios. Efectivamente, tenía noticias que comunicar: Él estaba esta-
bleciendo un nuevo tipo de reino, que estaba al alcance de todas las
personas. Al igual que con los profetas de la Antigüedad, Jesús tam-
bién fue rechazado por la mayoría.
118
PARA SER PROFETA, SACERDOTE Y REY
Por último, Él es el sacerdote perfecto porque Él anula la brecha

que nos separa de Dios. En 1 Timoteo 2:5 leemos lo siguiente: «Por-
que hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre». Las palabras de 1 Juan 2:1 también son recon-
fortantes: «Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no
pequen. Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a
Jesucristo, el Justo». El pasaje que expresa con mayor claridad la su-
perioridad del sumo sacerdocio de Cristo se encuentra en Hebreos:
Ahora bien, como a aquellos sacerdotes la muerte les im-

pedía seguir ejerciendo sus funciones, ha habido muchos
de ellos; pero, como Jesús permanece para siempre, su sa-
cerdocio es imperecedero. Por eso también puede salvar
por completo a los que por medio de él se acercan a Dios,
ya que vive siempre para interceder por ellos.
Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irrepro-

chable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre
los cielos. A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él
no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por
sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él
ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se
ofreció a sí mismo. De hecho, la ley designa como sumos
sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento, posterior
a la ley, designa al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para
siempre. (Hebreos 7:23-28)
Muchos teólogos a lo largo de la historia han escrito sobre la manera en

que Cristo cumple estos tres roles (Eusebio, Juan Calvino, John Owen,
la Iglesia católica romana, Charles Hodge, Charles Spurgeon, Lewis
Sperry Chafer y Wayne Grudem, por mencionar algunos).
119
Para concluir, comparto las palabras de Charles Spurgeon:
Considera a Jesús en Sus diferentes roles y verás una

variedad maravillosa: Profeta, Sacerdote, Rey, Esposo,
Amigo, Pastor. Considéralo en Su vida, Su muerte, Su
resurrección, Su ascensión, Su segunda venida; observa
Su virtud, Su gentileza, Su valentía, Su autonegación, Su
amor, Su fidelidad, Su verdad, Su justicia; su preciosura es
inconmensurable.26
• Piensa en los roles de profeta, sacerdote y rey. ¿Se te ocurren al-

gunas otras tareas que realizaban estas personas que no se men-
cionaron en la lectura de hoy?
• Reflexiona sobre cómo Jesús actúa a tu favor como rey, profeta y
sacerdote.
Hebreos 5.
120
Razón 24
PARA SER NUESTRO REDENTOR

Y SALVADOR
A lo largo de esta serie de reflexiones hemos intentado respon-

der la siguiente pregunta: ¿por qué nació Jesús? Básicamente,
estamos haciendo la misma pregunta que muchos cristianos tienen
en mente durante la Navidad: ¿cuál es el verdadero significado de la
Navidad?
Las fiestas navideñas a menudo pueden ser sinónimo de estrés, ya
que vienen acompañadas de fiestas y reuniones de fin de año, deco-
raciones, la compra de regalos, la costumbre de envolverlos, etc. Con
frecuencia, este trajín hace que sea difícil enfocarse en el verdadero
significado de la Navidad. Por desgracia, diría que, para muchas per-
sonas, la época navideña suele ser una pequeña imagen de lo que su
vida es en verdad. No solo esta época, sino toda su vida, se centra en
correr de acá para allá, participar de actividades y hacer lo que todo el
mundo hace, perdiendo de vista las cosas de Dios y lo que Él desea.
Asimismo, hay algo más que forma parte de las fiestas de fin de
año, y son todas las películas, los programas y los espectáculos típi-
cos de la época. Mi favorito entre ellos es el programa La Navidad
de Charlie Brown. A medida que se desarrolla la trama, el grado de
frustración de Charlie Brown aumenta cada vez más, hasta que, fi-
nalmente, les grita a todos los que están allí con él: «¿No hay nadie
121
que sepa el significado de la Navidad?». Su amigo Linus responde de

manera admirable.
Lo que hace esta respuesta tan grandiosa es que cita directamente
un pasaje de la Biblia (Lucas 2:8-14). Dios mismo nos enseñó el sig-
nificado de la Navidad, el motivo del nacimiento de Jesús. Si deseamos
comprender por qué Jesús vino a la tierra, la mejor manera de hacerlo
es leer la Biblia. Esta fue mi intención al analizar todas las razones que
hemos estudiado hasta este momento. Ya hemos considerado algunos
pasajes de la Biblia, pero veamos algunos más en esta sección.
- Romanos 3:23-24: «Pues todos han pecado y están privados

de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratui-
tamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó».
- Efesios 1:7: «En él tenemos la redención mediante su sangre,

el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la
gracia».
- Colosenses 1:13-14: «Él nos libró del dominio de la oscuridad

y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos
redención, el perdón de pecados».
Estos pasajes hablan de Jesús como nuestro redentor. Desde la caí-

da, Dios ha estado involucrado en la redención de la humanidad. El
acto más importante de redención antes de que Jesús viniera a la tierra
fue cuando Dios liberó a los israelitas de la mano de los egipcios, bajo
quienes eran esclavos. Los israelitas estaban atravesando momentos
de miseria, y Dios se manifestó con poder y los rescató. Este aconte-
cimiento fue de gran importancia, tanto es así que los israelitas insti-
tuyeron una celebración anual con el fin de conmemorar lo que Dios
había hecho. Jesús murió precisamente durante esta festividad. En Él,
vemos el acto de redención final de Dios.
122
PARA SER NUESTRO REDENTOR Y SALVADOR
Jesús mismo dijo que Él vino a la tierra «para dar su vida en rescate
por muchos» (Mateo 20:28). La palabra que Él utiliza para «rescate»
es el término griego lytron, que es la raíz de la palabra que se traduce
como «redención» en los tres pasajes mencionados anteriormente.
Se empleaba con frecuencia para hablar del acto de liberar a un
esclavo, ya que, para hacerlo, era necesario pagar un rescate. Cris-
to es nuestro redentor: Él pagó el precio para librarnos de nuestra
condición natural de pecadores y del castigo que merecíamos por el
pecado. Debido a que somos salvos por la obra redentora de Cristo,
los términos «redención» y «salvación» se usan frecuentemente con
el mismo significado. ¡Fuimos redimidos y salvados por Jesús!
Recuerda: es de suma importancia que comprendas de qué nos
redimió y salvó. Si pensamos que Jesús nos salvará de todos los pro-
blemas, estamos equivocados. Debemos entender nuestra condición
de pecado y que somos culpables delante de Él. Solo así podremos
comprender de qué nos salvó y por qué necesitamos redención.
H. B. Charles observa que, cuando Jesús vino a esta tierra, muchas per-
sonas «esperaban un rey que sería un líder político y restablecería a Israel
no solo como estado libre e independiente, sino también en su condición
social, como una gran nación entre muchas del mundo». No fueron ca-
paces de reconocer su mayor necesidad y, en vez de esto, se centraron en
lo que ellos deseaban.
Continúa:
Dios sabía que lo que ellos deseaban no era lo que necesi-

taban. Lo mismo ocurre en la actualidad. Si necesitáramos
dinero, si ese fuera nuestro problema más grande, Dios
hubiera enviado un economista. Si nuestro problema más
grande fuera la educación, Dios hubiera enviado un pro-
fesor. Si nuestro problema más grande fuera el gobierno,
Dios hubiera enviado un líder político. Si nuestro proble-
ma más grande fuera la enfermedad, Dios hubiera enviado
123
un médico. Si nuestro problema más grande fuera la ima-

gen personal, Dios hubiera enviado un asesor o terapeuta.
Sin embargo, el problema más grande del mundo es el
pecado, por eso Dios envió un salvador. Somos pecado-
res con la necesidad de salvación; no podemos salvarnos
a nosotros mismos, pero Dios es poderoso para hacerlo.27
• Cuando deseas conocer la verdad sobre un asunto, ¿la buscas en

la Palabra de Dios o acudes a otra fuente?
• ¿Cuáles son las creencias actuales en el mundo sobre el motivo
de la venida de Jesús?
Juan 1.
124
Razón 25
PARA DARLE TODA LA GLORIA

A DIOS
T al vez el villancico navideño más conocido de todos es Venid,

fieles todos. Un fragmento de esta canción expresa lo siguiente:
Cantad jubilosas
célicas criaturas
resuene en los cielos
con nuestra canción.
Al Dios bondadoso
Gloria en las alturas.
Venid y adoremos
Venid y adoremos
Venid y adoremos
a Cristo, el Señor.
El centro y el fundamento de estas palabras son la gloria de Dios.

Al pensar en la gloria de Dios que rodea los acontecimientos del
nacimiento de Jesús, viene a mi mente una canción navideña más
reciente llamada Gloria en las alturas:
125
¡Aleluya, gloria en las alturas!

¡Paz aquí en la tierra! El Salvador nació
¡Aleluya, gloria en las alturas!
¡Gozo a las naciones! Cristo es Señor.
La palabra gloria tiene estos significados: 1) alto grado de renom-

bre u honor que se obtiene por haber alcanzado logros destacados;
2) magnificencia o gran belleza.
A lo largo de todo este estudio, hemos visto el alto grado de re-
nombre que tiene Jesús. Sin lugar a dudas, merece el honor por todas
las cosas que Él ha logrado. Él ha hecho cosas maravillosas y su na-
turaleza emana gran magnificencia y belleza. ¡Esto es porque Él fue,
es y será siempre Dios! Dios demanda y merece gloria.
Hemos visto que Jesús nos rescata de la muerte y nos da vida. Nos
guía hacia la santidad y el bienestar. Él cumplió todas las profecías
del Antiguo Testamento; efectivamente, Él era el Mesías del que
hablaban las Escrituras del Antiguo Testamento. Él es el último y
perfecto rey, profeta y sacerdote. No encontrarás a nadie con tanta
gentileza para servir a los demás, tanta autoridad para enseñar re-
ligión, tan poderoso en obras y en milagros, ni más amoroso en Su
sacrificio por el bien de los demás. En la actualidad, por medio de Su
Espíritu, continúa llevando adelante la tarea de transformar vidas.
Abraham Kuyper tenía razón cuando dijo: «No existe ni un centí-
metro cuadrado en todo el dominio de nuestra existencia humana el
cual Cristo, que es Soberano sobre todo, no reclame como Suyo».28
Como seres humanos, nos toca experimentar y ser testigos de mu-
chas cosas. En ocasiones, cuando tenemos la oportunidad de ver un
desempeño increíble de algún deporte, probar una comida excepcio-
nal o escuchar música de una persona talentosa, con frecuencia lo
describimos como algo «asombroso». Sin embargo, esas cosas solo
nos inspiran por un momento. Déjame decirte que solo Dios es real-
126
PARA DARLE TODA LA GLORIA A DIOS
mente asombroso. Porque, si las cosas de este mundo nos asombran,

¿cuánto más debería dejarnos pasmados el Creador de este mundo?
Si has estado leyendo estas veinticinco razones con el fin de pre-
pararte para el Adviento, la lectura de hoy corresponde al día de
celebración de la Navidad. Es mi deseo que hoy puedas adorarlo
por quién Él es y espero que estos estudios te hayan ayudado a ver
la gloria y la alabanza que Él merece. Si no estás leyendo esto en el
día de Navidad, esta también es mi esperanza, ya que Cristo desea
que le rindas tu adoración todos los días.
Se dice que todo lo bueno termina. No estoy de acuerdo. Si es
bueno, que dure para siempre. Si es muy bueno, debe durar para
siempre. Este libro está por terminar, pero espero que, para ti, sea
simplemente un comienzo. Puedes pasar toda tu vida buscando más
razones y tratando de comprender con mayor claridad el motivo del
nacimiento de Jesús. Esto te llevará a entender a Dios y producirá
grandes resultados en tu vida, en el presente y en el futuro.
Para finalizar este libro, las palabras de Atanasio escritas hace más
de 1700 años en su libro La encarnación del Verbo resultan más ade-
cuadas que las mías:
Son tantos los méritos del Salvador como resultado de Su

encarnación que intentar enumerarlos es como contem-
plar el mar abierto y tratar de contar las olas. Es imposible
seguir todas las olas con nuestros propios ojos; si inten-
tamos hacerlo, el movimiento continuo termina confun-
diendo nuestros sentidos. De la misma manera, si desea-
mos considerar todos los méritos de Cristo en el cuerpo, es
imposible, ni siquiera enumerándolos, ya que las cosas que
trascienden nuestra comprensión siempre son más que las
que creemos haber entendido. Como no podemos hablar
con propiedad ni siquiera de una parte de Su obra, sería
127
mejor si no habláramos de ninguna parte de ella. Porque,

de hecho, todos los aspectos de ella son maravillosos, y
donde sea que el hombre ponga su mirada, verá la divi-
nidad del Verbo y quedará completamente enamorado.29
Soli deo Gloria.

Amén.
• Después de leer este libro, ¿me siento más conectado con Dios?
¿Por qué?
• ¿De qué maneras específicas puedo seguir celebrando la Navidad
y el nacimiento de Jesús en las semanas y los meses próximos?
Lee la historia del nacimiento de Jesús en Lucas 2.
128
NOTAS
1. Tremper Longman III and Raymond Dillard, An Introduction

to the Old Testament, segunda edición. (Grand Rapids, MI:
Zondervan, 2006), 86.
2. John Piper, “The Sufficiency of Christ’s Obedience in His
Life and Death” Desiring God website, se accedió el 24
de mayo de 2019. https://www.desiringgod.org/articles/
the-sufficiency-of-christs-obedience-in-his-life-and-death
3. Christopher J. H. Wright, The Mission of God’s People: A Bi-
blical Theology of the Church’s Mission (Grand Rapids, MI:
Zondervan, 2010), 212.
4. D. A. Carson, Praying with Paul: a Call to Spiritual Reforma-
tion, segunda edición (Grand Rapids, MI: Baker Publishing,
2014), 43.
5. Ibidem, página 14.
6. J. Julius Scott, Jewish Backgrounds of the New Testament
(Grand Rapids, MI: Baker Books, 2000), edición Kindle, ubica-
ción 1842.
7. Bruce Metzger, The New Testament: Its Background, Growth,
and Content (Nashville, TN: Abingdon Press, 2003), 50.
8. Todd Wagner Come and See: Everything You Ever Wanted in
the One Place You Would Never Look (Colorado Springs, CO:
David Cook, 2017), 37.
9. Thomas Aquinis, Summa Theologiae. Sección 3, pregunta 41. Se
accedió en línea el 13 de mayo de 2019. http://www.newadvent.
org/summa/4041.htm
10. Gregorio Magno, citado por Tomás de Aquino, Summa Theo-
129
logiae. Sección 3, pregunta 41. Accessed online on May 13th,

2019. http://www.newadvent.org/summa/4041.htm
11. JD Greer, “What’s Better Than Jesus Beside You,” Desiring God,
se accedió el 13 de mayo de 2019. https://www.desiringgod.org/
articles/whats-better-than-jesus-beside-you
12. David Mathis “We believe in the Holy Spirit,” Desiring God,
se accedió el 13 de mayo de 2019. https://www.desiringgod.org/
articles/we-believe-in-the-holy-spirit
13. Wright, 78.
14. John Gill, John Gill’s Exposition of the Bible, 2 Corintios 5:21.
Sitio web de BibleStudyTools.com, se accedió el 29 de febre-
ro de 2020. https://www.biblestudytools.com/commentaries/
gills-exposition-of-the-bible/2-corinthians-5-21.html
15. Walter Kaiser “Jesus in the Old Testament,” sitio web del Se-
minario Teológico Gordon Conwell, se accedió el 13 de mayo
de 2019. https://www.gordonconwell.edu/resources/Jes-
us-in-the-Old-Testament.cfm
16. Charles Spurgeon, Spurgeon’s Classics: The Treasury of David
and Morning & Evening; Daily Readings. Charles Spurgeon
and First Rate Publishers, versión Kindle, ubicación 98732.
17. William Lane Craig “The Triumphal Entry,” Reasonable
Faith, se accedió el 13 de mayo de 2019, https://www.reaso-
nablefaith.org/writings/popular-writings/jesus-of-nazareth/
the-triumphal-entry/
18. Spurgeon, ubicación 99178.
19. Wright, página 40.
20. Athanasius, On the Incarnation, Christian Classics Ethereal Li-
brary. Libro en PDF. Capítulo 4, sección 24, página 19, con acce-
so el 13 de mayo de 2019. https://www.ccel.org/ccel/athanasius/
incarnation.pdf
21. Athanasius, página 23.
130
NOTAS
22. Gary R. Habermas, “Evidence for the Historical Jesus: Is the

Jesus of History the Christ of Faith?”. Disponible de manera
gratuita desde la página www.garyhabermas.com/evidence
23. “Rescue Me” Castaway Sing & Play Music CD. Shipwrecked
VBS. 2018.
24. A. W. Tozer, Knowledge of the Holy, Bibliotech Press, 2016. pá-
gina 1.
25. Wagner, página 287.
26. Spurgeon, ubicación 143035.
27. HB Charles, “The Gospel and the Future of Missions,” (charla
proporcionada en la Preconferencia de la Convención Bautista
del Sur el 9 de junio de 2018 en Dallas, Texas). Video en línea en
la página https://vimeo.com/277505643
28. Abraham Kuyper, cita del discurso inaugural de Kuyper en la
dedicación de Free University. Encontrado en Abraham Kuyper:
A Centennial Reader, ed. James D. Bratt (Grand Rapids, MI:
Eerdmans, 1998), 488.
29. Athanasius, páginas 43-44.
131
RECONOCIMIENTOS
Q uisiera agradecer a las maravillosas iglesias locales en las que

tuve el privilegio de participar en el transcurso de mi vida. To-
das ellas me moldearon como persona, formaron mi teología y forta-
lecieron mi cosmovisión cristiana. Si bien ninguna gran iglesia local
depende simplemente de los esfuerzos humanos, quisiera mencionar
de manera especial a los pastores principales: Neil Ashcraft (Sco-
field Memorial Bible Church, Dallas, Texas), Brian Fisher (Grace
Bible Church, College Station, Texas), Todd Wagner (Watermark
Community Church, Dallas, Texas) y Sam Masters (Iglesia Bíblica
Bautista Centro Crecer, Córdoba, Argentina).
Estas son otras personas que han tenido una gran influencia en
mi vida iluminando el camino: David Fulfer, un verdadero evange-
lista que sembró en mí la pasión por el evangelismo; Tommy Nelson
(Denton Bible Church), cuya vida da testimonio de que la enseñan-
za de la Biblia nunca debe ser aburrida; Bill Victor (Missouri Bap-
tist Convention), mi profesor, mi mentor y mi amigo. Bill tiene un
profundo conocimiento teológico y, además, tiene un gran corazón
de servicio. Ha sido un honor trabajar con él en el desarrollo de pro-
yectos para las iglesias de la Argentina y en la capacitación de futuros
líderes de iglesias en América Latina. Don Dinnerville, un amigo
que nunca se niega a tener una conversación profunda ni a divertirse
con un juego de mesa. Finalmente, mi esposa Sofía y mis hijos, que
me apoyan en todas las metas que me propongo.
133

Devocionales de Adviento Scott Jackson 25 Razones Por Las Que Nació Jesús

Cargado por

Información del documento

Título original

Derechos de autor

Formatos disponibles

Compartir este documento

Compartir o incrustar documentos

Opciones para compartir

¿Le pareció útil este documento?

¿Este contenido es inapropiado?

Copyright:

Formatos disponibles

Devocionales de Adviento Scott Jackson 25 Razones Por Las Que Nació Jesús

Cargado por

Copyright:

Formatos disponibles

25 RAZONES

POR LAS QUE NACIÓ JESÚS

Editorial Autores de Argentina

1. Práctica Religiosa. 2. Jesucristo. 3. Adviento. I. Título.

Editorial Autores de Argentina

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Razón 1: Para ser el último sacrificio������������������������������������������������������� 13

U na cierta tensión se genera dentro de mí cuando se acerca la

comienzo a preocuparme por los quehaceres y los compromisos na-

PARA SER EL ÚLTIMO

U no de los principales temas a lo largo de toda la Biblia es la

Aquí es donde entra en escena el sacrificio. Las personas podían

Dios es santo y no puede tolerar la presencia de pecado e

El tabernáculo y el templo tenían un significado especial para el

un tiempo. No obstante, todo esto fue el anticipo de un sacrificio

- Efesios 5:2: «Cristo nos amó y se entregó por nosotros como

Estos versículos nos muestran que Jesús se entregó voluntariamen-

Preguntas para reflexionar

• ¿Por qué fue necesario que Jesús se ofreciera como sacrificio?

Lectura para profundizar

PARA CUMPLIR LA LEY

E n la lectura de ayer, vimos que Jesús vino al mundo para ser el

- Romanos 5:19: «Porque así como por la desobediencia de un

En términos teológicos, describimos lo que Jesús hizo por noso-

Por lo tanto, si tú eres creyente (es decir, si has aceptado el sacri-

Preguntas para reflexionar

Lectura para profundizar

P rácticamente todos podemos afirmar que en nuestros hogares

mente, no basta con tan solo ver el álbum de fotografías de su boda

Este es un breve resumen de los pactos que se hicieron antes del

Si estás leyendo este libro y no estás muy familiarizado con estos

timenta para participar del banquete de Dios. Solo se necesita confiar

Preguntas para reflexionar

• ¿Gozan todas las personas de la plenitud de las bendiciones del

Lectura para profundizar

PARA SERVIR A LOS DEMÁS

T odos tenemos un conocimiento básico de lo que es el servicio.

el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su siervo Jesús» (He-

La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús,

Pablo, en su introducción a estos versículos, sugiere que quienes

Las personas que emprenden grandes cosas para Cristo tienen

Preguntas para reflexionar

• ¿Cómo calificarías tu servicio a los demás? ¿Lo consideras un

Lectura para profundizar

PARA ESTABLECER LA PAZ

P robablemente te resulte difícil leer los primeros versos de uno

Noche de paz, noche de amor

Este reconocido villancico hace hincapié en la paz. ¿Por qué po-

consideramos que nuestros propios deseos son más importantes que

falta de sosiego. Sin embargo, si tu vida se caracteriza por la falta de

El lobo vivirá con el cordero,

Los eruditos discuten si Isaías se refiere a un tiempo en el que

Preguntas para reflexionar

• ¿Tu vida se caracteriza por la paz? Cuando las personas entran

Lectura para profundizar

¿C uál fue el principal centro de atención de Jesús durante Sus

Me atrevo a decir que el enfoque principal de Jesús no fueron

Jesús relacionándose con determinadas personas (como, por ejemplo,

[Los discípulos] estaban con Él. Es decir, simplemente

Jesús sabía que se necesitarían tres años de capacitación. No exis-

Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y

Aquí vemos que Jesús no deseaba que Sus discípulos aprendieran

Preguntas para reflexionar

Razón 1: Para ser el último sacrificio�� 13