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Pr ólogo
por LAUREN CE J. PETER
A veces result a difícil, en el descubrim ient o de un principio, ident ificar exact am ent e
el m om ent o en que se produce la revelación. El Principio de Pet er no ent ró en m i
conciencia com o un relám pago de int uición, sino que llegué a él gradualm ent e, t ras
varios años de observación de la incom pet encia del hom bre. De aquí que m e
parezca adecuado present ar al lect or un relat o hist órico de m i descubrim ient o.
Un ca m in o pa r a ca da u n o
Aunque algunos hom bres t rabaj an de una m anera com pet ent e, he observado a
ot ros que han alcanzado su nivel de com pet encia de una m anera precaria realizan
su t rabaj o deficient em ent e, frust rando a sus com pañeros y erosionando la eficiencia
de la organización. Era lógico llegar a la conclusión de que por cada em pleo que
hubiese en el m undo habría alguien, en algún lugar, que no podría hacerlo. Con el
t iem po y las prom ociones suficient es, ese alguien podría realizar dicho t rabaj o.
Ello no incluía el sim ple error, la equivocación verbal, el error ocasional, que puede
ser un obst áculo para cualquiera de nosot ros. Todos pueden com et er un error. A
t ravés de la Hist oria, hast a los hom bres m ás com pet ent es com et ieron sus
equivocaciones. A la inversa, el incom pet ent e por hábit o puede, por una acción
casual, acert ar a veces. En cam bio, yo invest igaba el subordinado principio que
pudiera explicar por qué t ant os puest os im port ant es son ocupados por individuos
incom pet ent es para desem peñar los deberes y responsabilidades de sus respect ivas
ocupaciones.
D ispa r a t e s e n la cu m br e
La prim era present ación pública del Principio de Pet er se llevó a cabo en un
sem inario, en sept iem bre de 1960, cuando yo hablaba a un grupo de direct ores de
una sociedad docent e de proyect os de invest igación. Com o quiera que cada
part icipant e había expuest o por escrit o una sugerencia acert ada, cada uno de ellos
había sido prem iado con la prom oción al cargo de direct or de uno o m ás proyect os
de invest igación. Algunos de aquellos hom bres t enían habilidades invest igadoras,
pero no eran suficient es para su prom oción a cargos direct ivos. Ot ros eran inept os
para las finalidades de la invest igación, y, en su desesperación, se lim it aban
sim plem ent e a repet ir una y ot ra vez los m ism os ej ercicios est adíst icos.
Cuando m e ent eré de su plan de gast ar el t iem po y el dinero del cont ribuyent e en el
redescubrim ient o de la rueda, decidí explicarles sus com prom isos, int roduciéndolos
en el Principio de Pet er. Su reacción a m i present ación fue una m ezcla de host ilidad
e hilaridad. Un j oven est adíst ico del grupo, en su risa convulsa, cayó lit eralm ent e de
su silla. Luego declararía que su int ensa reacción fue causada por m i hum oríst ica
present ación de unas ideas inj uriosas, m ient ras observaba, sofocado, al direct or de
invest igación del dist rit o.
prot agonist a declam aba su part e de diálogo de espaldas al público y gest iculaba
ent re bast idores. Aquel ex com pet ent e act or había encont rado su nivel de
incom pet encia por t rat ar de ser una m ezcla de act or- product or- direct or. Durant e la
conversación que siguió, Mr. Hull m e convenció de que no haría j ust icia al Principio
de Pet er si lo present aba sólo al escaso y select o público que podía oír m is
conferencias. E insist ió en que debía hacerlo accesible a t odo el m undo en form a de
libro. Adem ás, m e sugirió que, sin publicación ni copyright , cualquiera podría
adscribir su nom bre a m i descubrim ient o. Se acordó una colaboración ent re am bos,
y el m anuscrit o quedó list o en la prim avera de 1965.
Víct im a s de l pr in cipio de Pe t e r
El m anuscrit o definit ivo fue som et ido a los direct ores de algunas de las m ás
im port ant es edit oriales. El prim ero lo devolvió, j unt o con una cart a, que decía: " No
vem os posibilidades com erciales para su obra, y no podem os est im ularlo a que siga
adelant e. Ni siquiera con las vent as int erdivisionales se podría garant izar la
publicación de su obra" . El siguient e edit or escribió: " No debería ust ed t rat ar t an
ligeram ent e un asunt o t an serio" . Ot ro sugirió: " Si ha pret endido ust ed escribir una
com edia, no debería incluir t ant os est udios de casos t rágicos" . Y ot ro dij o:
" Reconsideraré la publicación de la obra si hace ust ed un reaj ust e m ent al y se
decide a redact arla de nuevo en form a de un libro hum oríst ico o de un t rabaj o
cient ífico serio" . Tras cat orce not ificaciones de rechazo, dos años m ás t arde em pecé
a t ener m is dudas acerca de si el m undo est aba preparado para m i descubrim ient o.
A pe qu e ñ a s dosis
Ent onces decidí que si el m undo edit orial no est aba preparado para lanzar m i
t rabaj o en form a de libro, lo m ej or sería int roducir gradualm ent e el Principio de
Pet er en form a de varios art ículos cort os. Mr. Hull escribió un art ículo para la revist a
Esquire, el cuál apareció en el núm ero de diciem bre de 1966. Post eriorm ent e, yo
escribí ot ro, que se publicó en Los Ángeles Tim e el 17 de abril de 1967. La
respuest a a est e art ículo, fue im presionant e. Se recibieron m ás de cuat rocient as
cart as en el espacio de unos m eses. Me llovieron las pet iciones para pronunciar
conferencias y escribir art ículos, pet iciones que procuré com placer en la m edida de
m is posibilidades.
Ve n t a de l Pr in cipio: 1 9 6 8
En m arzo de 1968, el president e de la " William Morrow" m e sondeó acerca de la
posibilidad de hacer un libro del Principio de Pet er. Ent onces desem polvé m i
m anuscrit o y lo puse en m anos del edit or William Morrow.
El libro, lanzado en febrero de 1969, fue t repando gradualm ent e hast a ocupar el
núm ero uno de la list a de los best - seller no lit erarios, lugar en el que se m ant uvo
veint e sem anas. Ha perm anecido en la list a de los best - seller durant e m ás de un
año y se ha t raducido a cat orce, idiom as. Se ha int roducido com o libro de t ext o en
ciert os cursos universit arios y ha sido m at eria de discusión en m uchos sem inarios.
La obra ha inspirado t am bién varios proyect os serios de invest igación acerca de la
validez del Principio. Y t odas las invest igaciones confirm an lo correct o de m is
observaciones.
Com o individuos, t endem os a t repar hacia nuest ros niveles de incom pet encia. Nos
com port am os com o si lo m ej or fuese t repar cada vez m ás arriba, y el result ado lo
t enem os a nuest ro alrededor: las t rágicas víct im as de su irreflexiva escalada.
Vem os a los hom bres en grupos, y a la m ayoría de la raza hum ana pugnando por
alcanzar una m ej or posición com o sobre un m olino de ruedas de escalones
irregulares, escalando con uñas y dient es para aniquilar a la población del m undo,
escalando producción de fuerza y elem ent os, m ient ras se cont am ina el am bient e y
se pert urba el equilibrio ecológico que m ant iene la vida.
Si el hom bre quiere rescat arse a sí m ism o de una fut ura exist encia int olerable,
debe, ant e t odo, ver adónde lo conduce su insensat a escalada. Debe exam inar sus
obj et ivos y com prender que el verdadero progreso se logra m oviéndose hacia
delant e en busca de una m ej or form a de vida, en vez de hacerlo hacia arriba, hacia
la incom pet encia t ot al de la vida. El hom bre debe com prender que la calidad de la
experiencia es m ás im port ant e que la adquisición de inút iles art efact os y posesiones
m at eriales. Debe dar de nuevo significación a la vida y decidir si usará su
int eligencia para la preservación de la raza hum ana y el desarrollo de las
caract eríst icas hum aníst icas del hom bre, o bien si seguirá ut ilizando su pot encial
creador en la escalada hacia una supercolosal t ram pa m ort al.
Ocasionalm ent e, el hom bre capt a un dest ello de su im agen en un espej o, por no
reconocerse inm ediat am ent e a sí m ism o en él, em pieza reír ant es de com prender lo
que est á haciendo. Y en t ales m om ent os es cuando se produce el verdadero
progreso hacia el ent endim ient o. Est e libro t rat a de ser ese espej o.
I n t r odu cción
por RAYM ON D H ULL
Com o escrit or y periodist a, he t enido excepcionales oport unidades de est udiar las
act ividades de la sociedad civilizada. He invest igado y escrit o acerca del Gobierno,
la indust ria, los negocios, la educación y las art es. He hablado, Y escuchado
at ent am ent e, con m iem bros de m uchos oficios y profesiones, con personas de t odas
las clases sociales.
He observado que, con raras excepciones, los hom bres m anej an chapuceram ent e
sus asunt os. Por t odas part es veo incom pet encia puj ant e, incom pet encia t riunfant e.
He vist o un puent e de m il doscient os m et ros de longit ud desplom arse y caer al m ar
porque, pese a repet idas revisiones y verificaciones, alguien había frangollado el
plano de un pilar sust ent ador.
He vist o a urbanist as supervisar el desarrollo de una ciudad en la zona de crecidas
de un gran río, donde es seguro que se verá som et ida a inundaciones periódicas.
No hace m ucho leí la not icia del derrum bam ient o de t res gigant escas forr es
refrigeradoras de una cent ral eléct rica brit ánica: cost aron un m illón de dólares cada
una, pero no eran lo bast ant e sólidas para resist ir un fuert e golpe de vient o.
Observé con int erés que al t erm inarse la const rucción del est adio cubiert o de
béisbol de Houst on, Texas, se descubrió que result aba part icularm ent e inapropiado
para la práct ica de ese deport e: los días de sol, los j ugadores no podían ver la
pelot a al quedar deslum brados por el resplandor de las claraboyas.
Adviert o que los fabricant es de aparat os elect rodom ést icos t ienen por norm a el
est ablecim ient o de delegaciones regionales de servicio, en la expect at iva j ust ificada
por la experiencia, de que m uchos de sus aparat os se est ropeen durant e el plazo de
garant ía.
Habiendo escuchado las quej as de innum erables aut om ovilist as sobre los defect os
hallados en sus coches nuevos, no m e sorprendió ent erarm e de que se ha
com probado que aproxim adam ent e la quint a part e de los aut om óviles producidos
por las principales fábricas en los últ im os años t ienen defect os de fabricación
pot encialm ent e peligrosos.
No quisiera que se m e t om ara por un resent ido ult ra conservador que clam a cont r a
los hom bres y las cosas cont em poráneas sólo porque son cont em poráneos. La
incom pet encia no conoce barreras de t iem po ni de lugar.
Macaulay da una im agen, t om ada de un inform e de Sam uel Pepys, de la Arm ada
brit ánica en 1684. " La adm inist ración naval era un prodigio de despilfarro,
corrupción, ignorancia e indolencia... no podía fiarse de ningún cálculo... no se
cum plía ningún cont rat o... no se ej ercit aba ninguna aut oridad... Algunos de los
nuevos buques de guerra est aban t an podridos que, a m enos que fuesen
rápidam ent e reparados, se hundirían ant es de solt ar am arras. Los m arineros
recibían su paga con t an poca punt ualidad que se daban por cont ent os si
encont raban algún usurero que les com prara sus vales con un cuarent a por cient o
de descuent o. La m ayoría de los navíos en servicio se hallaban al m ando de
hom bres carent es de conocim ient os m arít im os."
Figura 1. En la expect at iva de que m uchos de sus aparat os se est ropeen durant e el
plazo de garant ía
Wellingt on, exam inando la list a de oficiales que le habían sido asignados para la
cam paña de Port ugal de 1810, dij o: " Sólo espero que el enem igo t iem ble com o yo
cuando lea la list a de sus nom bres” .
El general de la Guerra de Secesión am ericana Richard Taylor, hablando de la
bat alla de los Siet e Días, observó- " Los j efes confederados no t enían m ás
conocim ient os sobre la t opografía del t erreno sit uado a un día de m archa de la
ciudad de Richm ond que los que poseían sobre la del África Cent ral” .
Robert E. Lee se lam ent ó am argam ent e en una ocasión:
" No puedo conseguir nunca que se cum plan m is órdenes."
Durant e la m ayor part e de la Segunda Guerra Mundial, las Fuerzas Arm adas
brit ánicas com bat ieron con explosivos m uy inferiores, a igualdad de peso, respect o
a los cont enidos en las bom bas y granadas alem anas. Ya en 1940, los cient íficos
brit ánicos sabían que la económ ica y sencilla adición de un poco de alum inio
pulverizado duplicaría la pot encia de los explosivos exist ent e pero est e conocim ient o
no fue aplicado, hast a finales de 1943.
En la m ism a guerra, el capit án aust raliano de un buque hospit al hizo revisar los
depósit os de agua de la nave después de haberse efect uado det erm inadas
reparaciones, y descubrió que su int erior había sido pint ado con m inio. Todos los
hom bres que se encont raban a bordo se habrían envenenado.
Est as cosas, y cent enares de ot ras parecidas, las he vist o, oído y leído. He acept ado
la universalidad de la incom pet encia.
He dej ado de sorprenderm e cuando un cohet e lunar no consigue despegar del suelo
porque ha sido olvidado algo, porque algo se rom pe, algo no funciona o algo est alla
prem at uram ent e.
Ya no m e dej a at ónit o observar que un consej ero m at rim onial a sueldo del Gobierno
es hom osexual.
Ahora espero que los est adist as se revelen incom pet ent es para cum plir sus
prom esas elect orales. Doy por supuest o que, si hacen algo, probablem ent e ser á
llevar a la práct ica las prom esas de sus adversarios.
Est a incom pet encia ya sería bast ant e enoj osa si se hallara lim it ada a las obras
públicas, la polít ica, los viaj es espaciales y ot ros cam pos igualm ent e vast os y
rem ot os de la act ividad hum ana. Pero no exist e t al lim it ación. Se encuent ra t am bién
a nuest ro lado, const it uyendo un om nipresent e y pest ífero fast idio.
Mient ras escribo est a página, la m uj er del apart am ent o cont iguo est á hablando por
t eléfono. Puedo oír t odas y cada una de sus palabras.
Son las diez de la noche, y el hom bre del apart am ent o vecino del ot ro lado est á
acat arrado y se ha acost ado t em prano. Oigo su t os int erm it ent e. Cuando se da la
vuelt a en la cam a, oigo el chirrido de los m uelles, No vivo en una casa de
huéspedes barat a, ést e es un m oderno y caro bloque de apart am ent os, const ruido
en cem ent o. ¿Qué es lo que falla en la gent e que lo const ruyó?
Él ot ro día, un am igo m ío com pró una sierra para m et ales, la llevó a su casa y
em pezó a cort ar un cerroj o de hierro. A la segunda pasada, la hoj a salt ó se rom pió
la ranura en que est aba encaj ada en la em puñadura, de t al m odo que no pudo
volver a ser ut ilizada.
La sem ana pasada, quise ut ilizar un m agnet ófono en el escenario de la sala de act os
de una escuela superior. No pude conseguir energía eléct rica para hacerlo funcionar.
El encargado del edificio m e dij o que, en el año que llevaba allí, le había sido
im posible encont rar un conm ut ador que diera corrient e a los enchufes del escenario.
Est aba em pezando a pensar que no se hallaban conect ados a la red.
Est a m añana salí a com prar una lám para de m esa. En un gran est ablecim ient o de
m uebles y accesorios encont ré una lám para que m e gust aba. El dependient e iba a
envolvérm ela, pero le pedí que la probara prim ero. ( Me est oy volviendo previsor.)
Evident em ent e, no est aba acost um brado a probar aparat os eléct ricos, porque t ardó
m ucho en encont rar un enchufe. Finalm ent e, enchufó la lám para, ¡y no pudo
encenderla! Probó ot ra lám para del m ism o m odelo, y t am poco se encendió. Toda la
rem esa de lám paras t enía conm ut adores defect uosos. Me m arché.
Recient em ent e, encargué sesent a m et ros cuadrados de fibra de vidrio aislant e para
una casit a de cam po que est oy rest aurando. Perm anecí j unt o al em pleado, para
cerciorarm e de que anot aba correct am ent e la cant idad. ¡En vano! La casa
sum inist radora m e pasó una fact ura por set ent a m et ros cuadrados ¡y despachó
novent a!
La educación, a m enudo t enida com o rem edio para t odos los m ales, no parece
const it uir rem edio para la incom pet encia... En est e t erreno, la incom pet encia llega a
grados ext rem os. Uno de cada t res graduados de escuela superior no sabe leer al
nivel norm al del quint o grado. Es ya habit ual que los colegios universit arios den
lecciones de lect ura a los recién ingresados. En algunos colegios, ¡el veint e por
cient o de los alum nos de nuevo ingreso no saben leer lo suficient em ent e bien com o
para ent ender sus libros de t ext o!
Yo recibo correo de una gran Universidad. Hace quince m eses, cam bié de dom icilio.
Envié a la Universidad el habit ual aviso: m i correo siguió llegando a la dirección
ant igua. Tras dos avisos m ás de cam bio de dom icilio y una llam ada t elefónica,
efect ué una visit a personal. Señalé con el dedo en sus regist ros la dirección ant igua,
dict é la nueva y vi cóm o la anot aba una secret aría. El correo cont inuó llegando a la
ant igua dirección. Hace dos días se produj o una nueva evolución. Recibí una
llam ada t elefónica de la m uj er que m e había sucedido en m i ant iguo apart am ent o y
que, nat uralm ent e, había est ado recibiendo m i correo de la Universidad. Tam bién e
acaba de t rasladarse de dom icilio, ¡y m i correo de la Universidad ha em pezado
ahora a llegar a su nueva dirección!
Com o he dicho llegué a resignarm e a est a om nipresent e incom pet encia. Pensaba,
sin em bargo, que si se pudiera descubrir su causa, t al vez se encont rara un
rem edio. Así, pues, em pecé a hacer pregunt as.
Escuché m uchas t eorías.
Un banquero culpaba a las escuelas: " Hoy día los chiquillos no aprenden m ét odos de
t rabaj o eficaces” .
Un m aest ro culpaba a los polít icos: " Con sem ej ant e falt a de eficiencia en la sede del
Gobierno, ¿qué puede esperarse de los ciudadanos? Adem ás, se oponen a nuest ras
legít im as dem andas de adecuados presupuest os de educación. Si pudiéram os t ener
una com put adora en cada escuela..."
Un at eo culpaba a las I glesias: " ... adorm eciendo al pueblo con sus fábulas de un
m undo m ej or y dist rayendo su at ención de las cosas práct icas... "
Un eclesiást ico culpaba a la Radio, el cine y la t elevisión: " ... m uchas dist racciones
de la vida m oderna han alej ado a las gent es de las enseñanzas m orales de la
I glesia" .
Un sindicalist a culpaba a los em presarios: " ... dem asiado codiciosos para pagar un
salario vit al. Con est e salario de ham bre un hom bre no puede t om arse int erés por
su t rabaj o" .
Un em presario culpaba a los sindicat os: " El obrero ya no se preocupa hoy día..., no
piensa m ás que en aum ent os de salario, vacaciones y pensiones de ret iro” .
Un individualist a dij o que los sist em as de seguridad social engendran una act it ud
general de despreocupación. Una asist ent a social m e dij o que la relaj ación m oral en
el hogar y la disgregación de la fam ilia originan irresponsabilidad en el t rabaj o. Un
psicólogo dij o que la represión t em prana de im pulsos sexuales produce un deseo
subconscient e de hacer las cosas m al, com o expiación por los sent im ient os de
culpabilidad. Un filósofo dij o: " Los hom bres son hum anos; siem pre habrá
accident es” .
Una m ult it ud de explicaciones diferent es, es t an m ala com o la ausencia de t oda
explicación. Em pecé a t ener la im presión de que nunca com prendería a la
incom pet encia.
Ent onces, una noche, en el vest íbulo de un t eat ro, durant e el segundo ent react o de
una obra m ediocrem ent e represent ada, yo est aba refunfuñando cont ra los act ores y
direct ores incom pet ent es y ent ablé conversación con el doct or Laurence J. Pet er, un
cient ífico que ha dedicado m uchos años al est udio de la incom pet encia.
El ent react o fue dem asiado breve para que él hiciera algo m ás que excit ar m i
curiosidad. Después de la función, fui a su casa y perm anecí hast a las t res de la
m adrugada escuchando su lúcida y sorprendent em ent e original exposición de una
t eoría que al fin daba respuest a a m i pregunt a: " ¿Por qué incom pet encia?"
El doct or Pet er exoneraba a Adán, a los agit adores y al accident e, y denunciaba una
caract eríst ica de nuest ra sociedad com o perpet radora, y prem iadora de la
incom pet encia.
¡La incom pet encia explicada! Mi m ent e se ilum inó ant e la idea. Quizás el paso
siguient e fuera la elim inación de la incom pet encia.
Con su caract eríst ica m odest ia, el doct or Pet er se había conform ado hast a el
m om ent o con hablar de su descubrim ient o con unos cuant os am igos y colegas y dar
de vez en cuando alguna conferencia sobre su invest igación. Su vast a colección de
casos de incom pet encia, su brillant e galaxia de t eorías y fórm ulas en t orno a la
incom pet encia, no había aparecido j am ás en let ras de m olde.
- Es posible que m i Principio beneficiara a la Hum anidad - dij o Pet er - .- Pero est oy
t erriblem ent e ocupado con la enseñanza y los t rabaj os en colaboración; est án,
luego, las reuniones de los com it és de Facult ad y m i cont inua invest igación. Quizás
algún día clasifique el m at erial y lo prepare para su publicación, pero en los
próxim os diez o quince años, sim plem ent e, no t endré t iem po.
Puse de relieve el peligro de un ret raso excesivo, y al fin el doct or Pet er accedió a
una colaboración: él pondría a m i disposición las not as v el m anuscrit o de su
ext ensa invest igación; yo lo condensaría t odo en un libro. Las páginas que siguen
present an la explicación del profesor Pet er de su Principio, el m ás penet rant e
descubrim ient o social psicológico del siglo.
¿Se at reve ust ed a leerlo?
¿Se at reve ust ed a enfrent arse, en una deslum brant e revelación, a la razón por la
cual las escuelas no ot organ sabiduría, por qué los Gobiernos no pueden m ant ener
el orden, por qué los t ribunales no im part en j ust icia, por qué los planes ut ópicos
nunca engendran ut opías?
No decida a la ligera. La decisión de seguir leyendo es irrevocable. Si lee, j am ás
podrá recuperar su act ual est ado de bienavent urada ignorancia; j am ás volverá a
venerar inconscient em ent e a sus superiores ni a dom inar a sus subordinados.
¡Jam ás! El Principio de Pet er una vez conocido, no puede ser olvidado.
¿Qué gana ust ed con seguir leyendo? Venciendo la incom pet encia en ust ed m ism o,
y com prendiendo la incom pet encia en los dem ás, puede ust ed realizar m ás
fácilm ent e su t rabaj o, conseguir ascensos y ganar m ás dinero. Puede evit ar penosas
enferm edades. Puede convert irse en un conduct or de hom bres. Puede disfrut ar de
su ocio. Puede agradar a sus am igos, confundir a sus enem igos, im presionar a sus
hij os y enriquecer y revit alizar su m at rim onio.
En resum en, est e conocim ient o revolucionará su vida..., quizá la salve.
Así, pues, si t iene ust ed el valor suficient e, cont inúe leyendo, anot e, aprenda de
m em oria y aplique el Principio de Pet er.
Ca pít u lo 1
EL PRI N CI PI O D E PETER
Cuando yo era pequeño, se m e enseñaba que, los hom bres de posición elevada
sabían lo que hacían. Se m e decía: " Pet er, cuant o m ás sepas, m ás lej os llegarás” .
Así, pues, cont inué est udiando hast a graduarm e y, luego, ent ré en el m undo
aferrado firm em ent e a est as ideas y a m i nuevo t ít ulo académ ico. Durant e m i
prim er año de enseñanza, m e sorprendió descubrir que num erosos m aest ros,
direct ores de escuelas, inspect ores e int ervent ores parecían ser indiferent es a sus
responsabilidades profesionales e incom pet ent es para el cum plim ient o de sus
obligaciones. Por ej em plo, la preocupación principal de m i direct or era que t odas las
persianas se hallaran al m ism o nivel, que hubiera silencio en las aulas y que nadie
pisara ni se acercara a los rosales. Las principales preocupaciones del inspect or se
reducían a que ningún grupo m inorit ario, por fanát ico que fuese, result ara j am ás
ofendido, y que t odos los im presos oficiales fueran present ados dent ro del plazo
est ipulado. La educación de los niños parecía est ar m uy alej ada de la m ent e del
adm inist rador.
Al principio pensé que est o se debía a un defect o especial del sist em a escolar en
que yo daba clases, por lo que solicit é ser dest inado a ot ro dist rit o. Cum plim ent é los
im presos especiales, adj unt é los docum ent os exigidos y m e som et í a t odos los
t rám it es burocrát icos. ¡Pocas sem anas después, m e fue devuelt a m i solicit ud con
t odos los docum ent os!
No, no había nada m alo en m is credenciales; los im presos est aban correct am ent e
cum plim ent ados; un sello oficial m ost raba que habían sido recibidos en perfect o
est ado. Pero la cart a que les acom pañaba decía: " Los nuevos reglam ent os
est ablecen que est os im presos no pueden ser acept ados por el Depart am ent o de
Educación a m enos que hayan sido cert ificados en el servicio de Correos para
garant izar su ent rega. Le ruego que vuelva a cursar la docum ent ación al
Depart am ent o, cuidando est a vez de hacerlo por correo cert ificado."
Em pecé a sospechar que el sist em a escolar local no poseía el m onopolio de la
incom pet encia.
Al pasar la vist a en derredor, advert í que en t odas las organizaciones había gran
núm ero de personas que no sabían desem peñar sus com et idos.
Un fe n óm e n o u n ive r sa l
La incom pet encia ocupacional se halla present e en t odas part es. ¿Se ha dado ust ed
cuent a? Probablem ent e, t odos nos hem os dado cuent a.
Vem os polít icos indecisos que se las dan de resuelt os est adist as, y a la " fuent e
aut orizada" que at ribuye su falt a de inform ación a " im ponderables de la sit uación" .
Es ilim it ado el núm ero de funcionarios públicos que son indolent es e insolent es; de
j efes m ilit ares cuya enardecida ret órica queda desm ent ida por su apocado
com port am ient o, y de gobernadores cuyo innat o servilism o les im pide gobernar
realm ent e. En nuest ra sofist icación, nos encogem os virt ualm ent e de hom bros ant e
el clérigo inm oral, el j uez corrom pido, el abogado incoherent e, el escrit or que no
sabe escribir y el profesor de inglés que no sabe pronunciar. En las Universidades
vem os anuncios redact ados por adm inist radores cuyos propios escrit os
adm inist rat ivos result ar lam ent ablem ent e confusos, y lecciones dadas con voz que
es un puro zum bido por inaudibles e incom prensibles profesores.
Viendo incom pet encia en t odos los niveles de t odas las j erarquías, polít icas, legales,
educacionales e indust riales, form ulé la hipót esis de que la causa radicaba en
alguna caract eríst ica int rínseca de las reglas que regían la colocación de los
em pleados. Así com enzó m i reflexivo est udio de las form as en que los em pleados
ascienden a lo largo de una j erarquía y de lo que les sucede después del ascenso.
Para m is dat os cient íficos, fueron recogidos cent enares de casos. He aquí t res
ej em plos t ípicos.
Figura 3. En nuest ra sofist icación, nos encogem os virt ualm ent e de hom bros ant e el
clérigo inm oral.
El superint endent e de obras se j ubiló, y Cort és le sucedió. Cort és cont inuó est ando
de acuerdo con t odo el m undo. Transm it ía a su encargado cualquier sugerencia que
le llegaba desde arriba. Los conflict os de polít ica result ant es, y el cont inuo cam bio
de planes, no t ardaron en desm oralizar al depart am ent o. Llovían las quej as por
1
Se han cam biado algunos nom bres, a fin de prot eger al culpable.
part e del alcalde y los dem ás funcionarios, los cont ribuyent es y el sindicat o de
t rabaj adores.
Cort és cont inua diciendo " sí" a t odo el m undo, y lleva presurosam ent e m ensaj es de
un lado a ot ro ent re sus superiores y sus subordinados. Nom inalm ent e es
superint endent e, pero en realidad hace el t rabaj o de un m ensaj ero. El
depart am ent o de conservación suele cerrar con déficit el presupuest o, y, sin
em bargo, no llega a cum plir su program a de t rabaj o. En re sum en, Cort és, un
encargado com pet ent e, se convirt ió en un superint endent e incom pet ent e.
Si, por el cont rario, Esfera es un j efe de personal incom pet ent e, no obt endrá m ás
ascenso. Ha llegado a lo que yo llam o su " nivel de incom pet encia" . Seguirá donde
se encuent ra hast a el final de su carrera.
Algunos em pleados, com o Elipse y Cubo, alcanzan un nivel de incom pet encia en el
grado m ás baj o, y nunca son ascendidos. Ot ros, com o Esfera ( suponiendo que no
sea un j efe de personal sat isfact orio) , lo alcanzan después de un solo ascenso.
E. Diest ro, el encargado del t aller de reparaciones, alcanzó su nivel de
incom pet encia en el t ercer grado de la j erarquía. El general Buenaguerra alcanzó su
nivel de incom pet encia en la cúspide m ism a de la j erarquía.
De est e m odo, m i análisis de cent enares de casos de incom pet encia ocupacional m e
llevó a form ular El Principio de Pet er:
EN UN A JERARQUÍ A, TOD O
EM PLEAD O TI EN D E A ASCEN D ER
H ASTA SU N I VEL D E I N COM PETEN CI A
¡Est o se r e fie r e a u st e d!
Mi principio es la clave para la com presión de t odos los sist em as j erárquicos y, por
t ant o, para la com prensión de la est ruct ura t oda de la civilización.
Unos cuant os excént ricos t rat an de no verse insert os en j erarquías, pero t odos
cuant os part icipan en el com ercio, la indust ria, el sindicalism o, la polít ica, el
Gobierno, las Fuerzas Arm adas, la religión y la educación se hallan inm ersos en
ellas. Todos se encuent ran regidos por el Principio de Pet er.
Desde luego, m uchos de ellos pueden conseguir uno o dos ascensos, pasando de un
nivel de com pet encia a ot ro nivel superior de com pet encia. Pero la com pet encia en
ese nuevo puest o les califica para ot ro nuevo ascenso. Para cada individuo, para
ust ed, para m í, el ascenso final lo es desde un nivel, de com pet encia a un nivel de
incom pet encia 2
En consecuencia, dado un lapso de t iem po suficient e, y supuest a la exist encia de un
suficient e núm ero de grados en la j erarquía, t odo em pleado asciende a, y
perm anece en, su nivel de incom pet encia. El Corolario de Pet er dice:
Con el t iem po, t odo puest o t iende a ser ocupado por un em pleado que es
incom pet ent e para desem peñar sus obligaciones.
¿Qu ié n h a ce gir a r la s r u e da s?
2
Los fenóm enos de “ sublim ación percucient e” ( al que suele aludirse con la expresión “ ser bot ado hacia arriba” y el
“ arabesco lat eral” no son, com o podría cr eer el observador superficial, excepciones al principio. Son solam ent e
seudo ascensos y serán exam inados en el Capít ulo Tercer o
Nat uralm ent e, rara vez encont rará ust ed un sist em a en el que t odos los em pleados
hayan alcanzado su nivel de incom pet encia. En la m ayoría de los casos, se est á
haciendo algo para cont ribuir a los ost ensibles fines para los que exist e la j erarquía.
Ca pít u lo 2
EL PRI N CI PI O EN ACCI ÓN
Al ocupar el puest o de m aest ra, enseñó exact am ent e lo que le había sido enseñado
a ella. Seguía escrupulosam ent e el libro de t ext o, el plan de est udios y los horarios
de clases.
Su t rabaj o se desarrolla perfect am ent e, salvo cuando no es posible acudir a ninguna
regla o precedent e. Por ej em plo, cuando revent ó una cañería de agua y se inundó el
suelo del aula, la señorit a Fiel cont inuó dando su clase hast a que el direct or ent r ó
apresuradam ent e y rescat ó a los alum nos.
- ¡Señorit a Fiel! clam ó - . ¡En nom bre del superint endent e! Hay diez cent ím et ros de
agua en est a aula. ¿Por qué est án t odavía aquí sus alum nos?
- No he oído la señal de alarm a por la cam pana - replicó ella - . Yo prest o at ención a
esas cosas. Ust ed lo sabe. Est oy segura de que ust ed no ha hecho sonar la
cam pana.
Desconcert ado ant e la fuerza de su cont undent e non sequit ur, el direct or invocó una
disposición del reglam ent o de régim en int erior de la escuela que le ot orgaba
facult ades para adopt ar m edidas de urgencia en una circunst ancia ext raordinaria, y
conduj o a los em papados alum nos fuera del edificio.
Así, pues, aunque nunca infringe una regla ni desobedece una orden, se ve a
m enudo en dificult ades y j am ás obt endrá un ascenso. Com pet ent e com o est udiant e,
ha alcanzando su nivel de incom pet encia com o m aest ra de escuela, Y por
consiguient e seguirá en ese puest o a t odo lo largo de su profesión docent e.
La m a yor ía e le gible
La m ayoría de los m aest ros que com ienzan a ej ercer son m oderadam ent e
com pet ent es o com pet ent es, véase la zona del gráfico com prendida ent re B y D, y
t odos serán elegibles para el ascenso. He aquí uno de est os casos.
Un a de ficie n cia la t e n t e
N. Bofarull había sido un est udiant e com pet ent e y pasó a ser un apreciado profesor
de ciencias. Sus clases t eóricas y práct icas result aban int eresant es. Sus alum nos se
m ost raban cooperadores y m ant enían en orden el laborat orio. El señor Bofarull
carecía de apt it udes para el t rabaj o burocrát ico, pero est a deficiencia se hallaba
com pensada, en opinión de sus superiores, por su éxit o com o m aest ro.
Bofarull fue ascendido a j efe del depart am ent o cient ífico, donde ahora t enía que
cum plim ent ar t odos los pedidos de m at erial de laborat orio y llevar volum inosos
libros- regist ro. ¡Su incom pet encia es evident e! Va ya para t res años que ha pedido
nuevos m echeros " Bunsen" , pero no la t ubería necesaria para la conexión. A m edida
que se det erioran las viej as cañerías, cada vez son m enos los m echeros que pueden
ser ut ilizados, aunque los nuevos se am ont onan en las est ant erías.
Bofarull no es t enido ya en cuent a para un ult erior ascenso. Su puest o definit ivo es
aquel para el que se m uest ra incom pet ent e.
Esca la n do la j e r a r qu ía
B. Rusco había sido un est udiant e com pet ent e, m aest ro y j efe de depart am ent o, y
fue ascendido a subdirect or. En est e puest o se llevaba bien con los m aest ros,
alum nos y padres y era int elect ualm ent e com pet ent e. Obt uvo un nuevo ascenso al
cargo de direct or.
Hast a ent onces, nunca había t rat ado direct am ent e con los m iem bros del Consej o
escolar ni con el inspect or de enseñanza del dist rit o. No t ardó en quedar de
m anifiest o que carecía del t act o y la diplom acia necesarios para t rabaj ar con est os
alt os funcionarios. Hizo esperar al inspect or m ient ras resolvía una disput a ent re dos
niños. Por hacerse cargo de una clase en sust it ución de un m aest ro que est aba
enferm o, no asist ió a una reunión del Com it é de Revisión del plan de est udios
convocada por el subinspect or.
Trabaj aba t an afanosam ent e en la dirección de su escuela que no le quedaban
energías para dirigir las organizaciones de la com unidad. Declinó ofert as para ser
president e de la Asociación de Padres y Maest ros, president e de la Liga para la
Mej ora de la Com unidad y asesor del Com it é Pro decencia en la Lit erat ura.
Su escuela perdió el apoyo de la com unidad, y él cayó en desgracia ant e el
inspect or. Rusco em pezó a ser considerado, por el público y por sus superiores,
com o un direct or incom pet ent e. Cuando el puest o de subinspect or quedó vacant e,
el Consej o escolar rehusó concedérselo a Rusco. Cont inúa, y cont inuará hast a que
se ret ire, frust rado e incom pet ent e com o direct or.
EL AUTÓCRATA.
R. I bast a, t ras dem ost rar su com pet encia com o est udiant il, m aest ro, j efe de
depart am ent o, subdirect or y direct or, fue ascendido a subinspect or.
Ant eriorm ent e, sus obligaciones se habían lim it ado a int erpret ar la polít ica del
Consej o escolar y hacer que fuera llevada a cabo eficazm ent e en su escuela. Ahora,
com o subinspect or, debe part icipar en las discusiones del Consej o sobre la línea a
seguir, ut ilizando procedim ient os dem ocrát icos.
Pero I bast a det est a los procedim ient os dem ocrát icos. I nsist e en su condición de
expert o. Discursea a los m iem bros del Consej o en form a m uy sem ej ant e a com o
discurseaba a sus alum nos cuando era m aest ro. Trat a de dom inar al Consej o com o
dom inaba a los m aest ros cuando era direct or.
El Consej o considera ahora a I bast a un subinspect or incom pet ent e. No obt endrá
m ás ascensos.
PRON TO PAGO.
El señor Gast ón fue un est udiant e com pet ent e. Profesor de lengua inglesa, j efe de
depart am ent o, subdirect or y direct or. Desem peñó luego com pet ent em ent e durant e
seis años el cargo de subinspect or; se m ost ró pat riót ico diplom át ico, afable, y era
bienquist o. Fue ascendido a inspect or. Ent onces se vio obligado a penet rar en el
cam po de las finanzas escolares, en las que no t ardó en encont rarse com plet am ent e
desorient ado.
Desde el principio de su carrera docent e, Gast ón j am ás se había preocupado del
dinero. Su sueldo lo adm inist raba su m uj er. Ella pagaba t odas las fact uras de la
casa y le daba dinero cada sem ana para sus gast os personales.
Figura 6. Se llevaba bien con los m aest ros, alum nos y padres
Se reveló ent onces la incom pet encia de Gast ón en el t erreno de las finanzas.
Com pró gran núm ero de m áquinas de enseñar a una Com pañía de dudosa
solvencia, que quebró sin llegar producir ningún program a para las m áquinas. Dot ó
de aparat os de t elevisión a t odas las escuelas de la ciudad, pese a que los únicos
program as que se recibían en la región correspondían al nivel de la enseñanza
m edia. Gast ón ha encont rado su nivel de incom pet encia.
Ot r o m e ca n ism o de a sce n so
Los ej em plos precedent es son t ípicos de lo que se denom inan " ascensos de
función" . Exist e ot ro m odo de m ovim ient o hacia arriba: el " ascenso de cat egoría" ,
en el que la función se m ant iene sust ancialm ent e idént ica. Es caract eríst ico el caso
de la señorit a Claravoz.
La señorit a Claravoz, que había sido una est udiant e com pet ent e y una excelent e
m aest ra de escuela, fue ascendida a supervisora de enseñanza prim aria. Ahora
t iene que enseñar, no a niños, sino a m aest ros. Sin em bargo, cont inúa ut ilizando las
t écnicas que t an buen result ado le dieron con los niños.
Al dirigirse a los m aest ros, individualm ent e o en grupos, habla clara y lent am ent e.
Em plea preferent em ent e palabras cort as. Explica cada cuest ión varias veces en
form as dist int as, para t ener la seguridad de que es com prendida. Siem pre luce en
su rost ro una radiant e sonrisa.
A los m aest ros les desagrada, lo que llam an su falsa j ovialidad y su act it ud
prot ect ora. Su resent im ient o es t an int enso, que, en vez de procurar llevar a la
práct ica sus sugerencias, se pasan largo rat o ideando excusas para no hacer lo que
ella recom ienda.
La señorit a Claravoz se ha revelado incom pet ent e para com unicarse con los
m aest ros de escuela. Por consiguient e, no es apt a para un ult erior ascenso y
cont inuará, en su nivel de incom pet encia, com o supervisora de enseñanza prim aria.
Se a u st e d e l j u e z
Puede ust ed encont rar ej em plos sim ilares en cualquier j erarquía. Mire a su
alrededor en el lugar donde t rabaj a y fíj ese en las personas que han alcanzado su
nivel de incom pet encia. Verá que en t oda j erarquía la nat a sube hast a que se cort a.
Mírese al espej o y pregúnt ese si...
¡No! Ust ed preferiría pregunt ar: " ¿No hay excepciones al Principio? ¿No cabe
escapar a su funcionam ient o?"
Trat aré de est as cuest iones en los capít ulos siguient es.
Ca pít u lo 3
EXCEPCI ON ES APAREN TES
Muchas personas a las que - m enciono en el Principio de Pet er se niegan a acept arlo.
Buscan ansiosam ent e fallos en m i est ruct ura j erarquiológica, y a veces creen
haberlos encont rado. Por ello, quiero hacer ahora una advert encia: no se dej e
engañar por excepciones aparent es.
Enm ascara el fracaso de su polít ica de ascensos. Adm it ir que Pegot e era
incom pet ent e induciría a los observadores a pensar: «Ant es de conceder a Pegot e
ese últ im o ascenso, Bot ero debía haberse dado cuent a de que no se t rat aba del
hom bre adecuado». Pero una sublim ación percucient e j ust ifica el ascenso ant erior
( a los oj os de los em pleados y los espect adores, no para el j erarquiólogo) .
Refuerza la m oral del personal. Algunos em pleados por lo m enos pensarán: «Si
Pegot e puede conseguir un ascenso, yo t am bién puedo conseguirlo». Una,
sublim ación percucient e sirve de señuelo para m uchos ot ros em pleados.
Mant iene la j erarquía. Aunque Pegot e es incom pet ent e, no debe ser despedido; sin
duda sabe suficient es cosas acerca del negocio de Bot ero com o para ser peligroso
en una j erarquía de la com pet encia.
Un fe n óm e n o fr e cu e n t e
La j erarquiología afirm a que t oda organización florecient e se caract erizará por est a
acum ulación de peso m uert o en el nivel ej ecut ivo, com puest o de sublim ados
percucient es y candidat os pot enciales a la sublim ación percucient e. Una conocida
em presa product ora de aparat os dom ést icos t iene ¡veint it rés vicepresident es!
Un r e su lt a do pa r a dój ico
La «Sociedad de Radiodifusión Ondas al Aire» es fam osa por la fecundidad de su
depart am ent o de producción. Est o ha sido posible gracias a la sublim ación
percucient e. «Ondas al Aire» ha t rasladado a t odo su personal no creador, sobrant e
y no product ivo a un sunt uoso com plej o cent ral que ha cost ado t res m illones de
dólares.
El com plej o cent ral no cont iene cám aras, m icrófonos ni t ransm isores; de hecho, se
halla a m uchos kilóm et ros de dist ancia del est udio m ás cercano. El personal del
com plej o cent ral est á siem pre frenét icam ent e ocupado redact ando inform es,
t razando proyect os y concert ando ent revist as para conferenciar unos con ot ros.
Hace poco, se anunció un reaj ust e de personal t endent e a sist em at izar la act ividad
del cent ro de operaciones. Cuat ro vicepresident es fueron sust it uidos por ocho
vicepresident es y un ayudant e de coordinación adj unt o a la presidencia.
Vem os, pues, que la sublim ación percucient e puede servir ¡para dej ar sit io libre a
los t rabaj adores!
¡suspendido en lo alt o sin una base que lo sost enga! A est a int eresant e sit uación la
denom ino la cúspide flot ant e.
¿Ha t enido ust ed alguna vez una experiencia sim ilar? ¿Se le ha dicho alguna vez-
«No sum inist ram os esa inform ación»? El funcionario sabe la solución a. su
problem a; ust ed sabe que la sabe; pero, por una u ot ra razón, no se la dirá.
Una vez, al ocupar un puest o de profesor en una Universidad, recibí una t arj et a
especial de ident ificación, ext endida por el depart am ent o de personal de la
Universidad, que m e facult aba para cam biar cheques en la librería de la
Universidad. Fui a la librería, m ost ré m i t arj et a y present é un cheque de viaj ero del
«Am erican Express» por valor de veint e dólares.
- Sólo cam biam os cheques de nóm ina y cheques personales - dij o el caj ero de la
librería.
- Pero est o es m ej or que un cheque personal - repliqué- . Es incluso m ej or que un
cheque de nóm ina. Puedo cam biarlo en cualquier est ablecim ient o, aun sin est a
t arj et a especial. Un cheque de viaj ero es t an bueno com o el dinero en m et álico.
- Pero no es un cheque de nóm ina ni un cheque personal - insist ió- el caj ero.
Tras una breve discusión, solicit é hablar con el adm inist rador. Me escuchó
pacient em ent e, pero luego, con expresión dist raída, declaró de m odo t erm inant e:
- No cam biam os cheques de viaj ero.
Habrá ust ed oído hablar de hospit ales que se pasan un t iem po precioso rellenando
m ont ones de im presos ant es de prest ar auxilio a las víct im as de un accident e.
Conocerá ust ed la exist encia de la enferm era que dice: « ¡Despiert e! Es la hora de
t om ar su som nífero.»
Tal vez haya leído en los periódicos el caso del irlandés, Michael Pat rick O'Brien, que
perm aneció durant e once m eses abordo de un barco que hacía el servicio ent re
Hong Kong y Macao. Carecía de los docum ent os precisos para desem barcar en
cualquiera de los dos puert os, y nadie quería expedírselos.
Part icularm ent e ent re funcionarios subalt ernos, no dot ados de facult ades
discrecionales, se observa una preocupación obsesiva por que los im presos sean
cum plim ent ados correct am ent e, sirvan o no esos im presos para algo út il. No se
perm it irá ninguna desviación, por leve que sea, de la rut ina habit ual.
La com pet encia de un em pleado es det erm inada no por los ext raños, sino por su
superior en la j erarquía. Si el superior se encuent ra t odavía en un nivel de
com pet encia, puede valorar a sus subordinados en at ención a la realización de
t rabaj o út il; por ej em plo, el sum inist ro de servicios m édicos o de inform ación, la
producción de salchichas o pat as de m esa, o el logro de los obj et ivos declarados de
la j erarquía. Es decir, valora el result ado.
Pero si el superior ha alcanzado su nivel de incom pet encia, probablem ent e evaluar á
a sus subordinados con arreglo a valores inst it ucionales: Considerará la
com pet encia com o el com port am ient o que secunda las reglas, rit uales y form as del
st at u quo. La diligencia, la pulcrit ud, la cort esía con los superiores, el papeleo
int erno, serán t enidos en gran est im a. En resum en, un funcionario de est e t ipo
valora el t rám it e.
En t ales casos, la consist encia int erna es m ás valorada que el servicio eficient e:
ést a es la I nversión de Pet er. Un aut óm at a profesional puede ser denom inado
t am bién un «inverso de Pet er». Ha invert ido la relación m edios- fines.
Ahora ust ed puede com prender las acciones de los inversos de Pet er ant eriorm ent e
descrit as.
Si el dependient e del est ablecim ient o de vent a de licores se hubiera apresurado a
explicar las reglam ent aciones aduaneras, el viaj ero habría pensado: « ¡Qué
am able! » Pero su superior le habría censurado por infringir una norm a del
depart am ent o. Si el caj ero de la librería hubiera acept ado m i cheque de viaj ero, yo
le habría considerado una persona servicial: el adm inist rador le habría reprendido
por excederse en sus at ribuciones.
El inverso de Pet er, o aut óm at a profesional, t iene, com o hem os vist o, escasa
capacidad de j uicio independient e. Siem pre- obedece, nunca decide. Est o, desde el
punt o de vist a de la j erarquía, es com pet encia, por lo que el inverso de Pet er es
candidat o para el ascenso. Cont inuará ascendiendo hast a que una fat alidad le sit úe
en un puest o en el que t enga que t om ar decisiones. Ent onces encont rará su nivel de
incom pet encia 3 .
Vem os, por t ant o, que el aut om at ism o profesional - por fast idioso que a ust ed le
haya podido parecer- no const it uye, después de t odo, una excepción al Principio de
Pet er. Com o suelo decir a m is discípulos, «la com pet encia, com o la verdad, la
belleza y las lent es de cont act o, est á en el oj o del espect ador».
3
Exist en dos clases de decisiones m enores que a veces he vist o r ealizar a inver sos de Pet er ascendidos:
a) Reforzar el cum plim ient o de las r eglas.
b) Est ablecer nuevas reglas para incluir a un caso m arginal que no encaj a con exact it ud en las reglas ex ist ent es.
Est as acciones sólo sirven par a fort alecer la inversión
La pa r a doj a e x plica da
Est os casos ilust ran el hecho de que, en la m ayoría de las j erarquías, la
supercom pet encia es m ás recusable que la incom pet encia.
La incom pet encia ordinaria, com o hem os vist o, no es causa de despido: es,
sim plem ent e, un obst áculo para el ascenso. La supercom pet encia conduce a
m enudo al despido, porque t rast orna la j erarquía y viola con ello el prim er
m andam ient o de la vida j erárquica: la j erarquía debe ser preservada.
Recordará ust ed que en el Capít ulo Segundo exam iné t res clases de em pleados: los
incom pet ent es, los m oderadam ent e com pet ent es y los com pet ent es. En esa
ocasión, suprim í, en aras de la sencillez, los dos ext rem os de la curva de
dist ribución y om it í dos clases m ás de em pleados. He aquí la curva com plet a:
Figura 8
Los em pleados de las dos clases ext rem as, los súper com pet ent es y los súper
incom pet ent es, se hallan igualm ent e expuest os al despido. Por lo general, son
despedidos poco después de haber sido cont rat ados, y am bos por la m ism a razón:
t ienden a quebrant ar la j erarquía. Est a supresión de ext rem os recibe el nom bre de
Exfoliación j erárquica.
G. Torres, clérigo prot est ant e, m ant enía ideas radicales sobre la nat uraleza de la
Divinidad, la eficacia de los sacram ent os, la segunda venida de Crist o y la vida
fut ura, ideas que se encont raban en violent a oposición con las doct rinas oficiales de
su sect a. Técnicam ent e, Torres era incom pet ent e para proporcionar a sus feligreses
la guía espirit ual que esperaban. Por supuest o, no fue ascendido, aunque conservó
su puest o durant e varios años. Luego escribió un libro en el que condenaba la
recargada j erarquía eclesiást ica y present aba una razonada argum ent ación
propugnando la im posición de im puest os a t odas las iglesias. Pedía que se
ext endiera el reconocim ient o eclesiást ico a problem as sociales t ales com o la
hom osexualidad, el consum o de drogas, las discrim inaciones raciales, et c. Había
pasado, de un salt o, desde la incom pet encia a la súper incom pet encia, y fue
rápidam ent e despedido.
El exfoliado súper incom pet ent e debe t ener dos im port ant es caract eríst icas:
No produce ( result ado) .
No apoya la consist encia int erna de la j erarquía ( t rám it e) .
Figura 9. G. Torres m ant enía ideas radicales acerca de la nat uraleza de la Divinidad.
M é t odo I .P. N º 1
Un em pleado puede ser elim inado o t rasladado m ediant e arabesco lat eral o
sublim ación percucient e para dej ar sit io al int roducido. Me- ' nos usada que el
m ét odo Nº 2, est a t écnica puede originar considerable anim adversión hacia el recién
nom brado.
M é t odo I .P. N º 2
Se crea un nuevo puest o, con una rim bom bant e denom inación, para el int roducido.
4
Para un exam en m ás com plet o del funcionam ient o de las j erarquías baj o un sist em a de clases, véase el Capít ulo
Sépt im o.
Así, pues, los fondos consignados en el presupuest o no habían sido gast ados. Purafé
com prendió que, a m enos que act uara con rapidez, el presupuest o de su
depart am ent o para el año siguient e sufriría una reducción.
Decidió crear un t ercer puest o de direct or adj unt o, cuya m isión sería organizar un
program a de em bellecim ient o y lim pieza de la ciudad.
Para ocuparlo nom bró a P. Fichero, j oven graduado de la Escuela de Adm inist ración
Com ercial de su m ism a Universidad.
Fichero, a su vez, creó once nuevos puest os m ás: un supervisor de recogida de
basura, seis inspect ores de recogida de basura, t res m ecanógrafas y un j efe de
relaciones Públicas.
G. Cast elar, el j efe de relaciones públicas, organizó concursos lit erarios para
escolares y concursos de aleluyas y de cart eles para adult os, y encargó dos
películas, una de propaganda ant ibasura, y la ot ra sobre em bellecim ient o de la
ciudad. Las películas fueron rodadas por un product or independient e que había
est ado con Cast elar y Fichero en la agrupación t eat ral de la Universidad.
Todo salió bien. Purafé excedió las cifras del presupuest o y consiguió que se
asignara un presupuest o superior para el año siguient e.
Su st it u t os m ode r n os de l pa dr e
Hoy en día, son los Gobiernos los que est ablecen la sit uación «en los zapat os del
padre». Se ofrecen subvenciones federales para m uchos nuevos fines, lucha cont ra
la cont am inación del aire, lucha cont ra la pobreza, lucha cont ra el analfabet ism o,
lucha cont ra la soledad, lucha cont ra la ilegit im idad e invest igación sobre el
pot encial recreat ivo de los viaj es int erplanet arios para los cult uralm ent e débiles.
Tan pront o com o es ofrecido el dinero, debe encont rarse una form a de gast arlo. Se
crea un nuevo puest o, coordinador de la lucha cont ra la pobreza, asesor de lect uras,
organizador de proyect os para el bienest ar y la felicidad de los ciudadanos, o lo que
ust ed quiera. Se nom bra a alguien para que ocupe el puest o, para que lleve,
aunque no llene necesariam ent e, los zapat os.
El int roducido puede que resuelva o no el problem a que él debía resolver; eso no
im port a. Lo im port ant e es que pueda y quiera gast ar el dinero.
CON CLUSI ON ES
Las excepciones aparent es no son excepciones. El Principio de Pet er se aplica a
t odos los em pleados de t odas las j erarquías.
Ca pít u lo 4
I M PULSO Y ASCEN SO
Ha vist o ust ed que el Principio de Pet er es inm ut able y universal, pero t al vez desee
saber t odavía cuánt o t iem po t ardará su ascensión j erárquica. Los capít ulos I V y V
cont ribuirán a revelarle est e punt o. Volvam os prim eram ent e nuest ra at ención hacia
le elevación acelerada por m edio del im pulso.
Los em pleados de una j erarquía no se oponen realm ent e a la incom pet encia
( paradoj a de Pet er) : sim plem ent e, m urm uran sobre la incom pet encia para
enm ascarar su envidia a los em pleados que t ienen im pulso.
1 . En cue n t r e u n pa dr in o
Un padrino es una persona que, sit uada por encim a de ust ed en la j erarquía, puede
ayudarle a ascender. A veces, quizá t enga ust ed que pract icar m inuciosas
invest igaciones para averiguar quién t iene y quién no t iene est e poder. Tal vez
piense ust ed que su rit m o de ascenso depende de los buenos o m alos inform es
em it idos sobre ust ed por su superior inm ediat o. Est o puede ser correct o. Pero la
dirección puede saber que su superior inm ediat o se halla ya en su nivel de
incom pet encia, y, por consiguient e, ¡puede conceder poca im port ancia a sus
recom endaciones, sean a no favorables! Así, pues, no sea superficial: ahónde y
encont rará.
2 . M ot ive a l pa dr in o
«Un padrino inm ot ivado no es un padrino.»
Procure que el padrino t enga algo que ganar ayudándole, o algo que perder no
ayudándole, a ascender en la j erarquía.
Mi invest igación ha hallado m uchos ej em plos de est e proceso de m ot ivación, unos
fascinant es, ot ros sórdidos. No los cit aré. Prefiero que est e ext rem o sea una prueba
para el lect or, una prueba que denom ino el Puent e de Pet er. Si no puede ust ed
cruzar baj o él por sí m ism o, es que ha llegado ya a su nivel de incom pet encia, y
ningún consej o m ío puede ayudarle.
3 . Sa lga de de ba j o
4 . Se a fle x ible
Ningún padrino puede hacer m ucho por ust ed. Por poner una analogía, un
m ont añero expert o puede im pulsar a un escalador m ás débil izándolo hast a su
nivel. Ent onces, el que encabeza la cordada necesit a escalar una nueva alt ura ant es
de poder ej ercer m ás im pulso.
Pero si el prim er padrino no puede t repar m ás alt o, ent onces el im pulsado debe
encont rar ot ro padrino que pueda.
Est é, por t ant o, preparado, cuando llegue el m om ent o, a desplazar su fidelidad a
ot ro padrino de rango superior al prim ero.
« ¡No hay m ej or padrino que un nuevo padrino! »
Ca pít u lo 5
EM PUJE Y ASCEN SO
Veam os ahora hast a qué punt o puede result ar afect ado el rit m o de ascenso de un
em pleado por la fuerza del em puj e.
Han exist ido m uchas falsas concesiones sobre el funcionam ient o del em puj e, en
gran part e a causa de la insist encia de Alger 5 en exagerar la eficacia del em puj e
com o m edio de ascenso. Preciso es, en efect o, deplorar el ant icient ífico y
equivocado ardor de la obra de Alger y su ret ardador efect o sobre la ciencia de la
j erarquiología.
Tam bién Peale 6 parece sobreest im ar el efect o del em puj e.
5
Alger, Horat io, Jr. ( 1832- 99. St ruggling Upward, Slow and Sure, y m uchas ot ras obras.
6
Peale, Nor m an V. ( 1898- 19...) ; The Pow er of Posit iv e Thinking, Nuev a York: «Prent ice- Hall», 1952, y m uchas
ot ras obras.
Sign os y sín t om a s de l e m pu j e
El em puj e se m anifiest a a veces en un int erés anorm al por el est udio, la inst rucción
profesional y los cursos de perfeccionam ient o. ( En casos m arginales, y
part icularm ent e en j erarquías pequeñas, est o puede acrecent ar la com pet encia
hast a un punt o en que el ascenso se acelere ligeram ent e. El efect o es im percept ible
en j erarquías grandes, en las que el fact or ant igüedad es m ás fuert e.)
Pe ligr os de l e m pu j e
El est udio y el deseo de m ej ora pueden incluso producir un efect o negat ivo si la
am pliación de zonas de com pet encia da lugar a que el em pleado necesit e un
núm ero m ayor de escalones de ascenso para alcanzar su nivel de incom pet encia.
Supongam os, por ej em plo, que C. Vendoso, un com pet ent e agent e local de vent as
de la «Com pañía de Colchones Buenavilla, S. A.», consiguiera, t ras int enso est udio,
dom inar un idiom a ext ranj ero. Es m uy posible que t uviera ent onces que
desem peñar uno o m ás puest os en la organización de vent as en el ext ranj ero de la
Com pañía, ant es de ser reint egrado a su país y ascendido a su posición final de
incom pet encia com o direct or de vent as. El est udio habría ocasionado un rodeo en el
plan de vuelo de Vendoso.
El ve r e dict o fin a l
A m i j uicio, los efect os posit ivos y negat ivos del est udio y la inst rucción t ienden a
neut ralizarse m ut uam ent e. Est o es aplicable t am bién a ot ras m anifest aciones de
em puj e, t ales com o em pezar t em prano el t rabaj o y abandonarlo t arde. La
adm iración inspirada en algunos colegas por est os sem i m aquiavélicos planes
quedará finalm ent e com pensada por el aborrecim ient o que provoca en ot ros.
Un a qu im e r a pe ligr osa
Exist en dos razones por las que t an frecuent em ent e se sobreest im a el poder del
em puj e. Const it uye la prim era la obsesiva im presión de que una persona que
em puj a con m ás fuerza que el prom edio m erece avanzar a m ás dist ancia y con m ás
velocidad que el prom edio de personas.
Est a im presión carece, desde luego, de base cient ífica: es, sim plem ent e, una
quim era m oralíst ica que yo denom ino el com plej o de Alger 8 .
7
Según la versión de Luis Ast r ana Marín. ( Not a del Traduct or.)
El a spe ct o m é dico
En segundo lugar, a los observadores inexpert os el poder del em puj e puede a veces
parecerles m ás grande de lo que es realm ent e porque m uchas personas con em puj e
m anifiest an el síndrom e de seudo consecución.
Padecen dolencias t ales com o crisis nerviosas, úlceras pépt icas e insom nio. Una
úlcera, el em blem a dist int ivo del éxit o adm inist rat ivo, puede ser solam ent e el
product o de la exist encia de em puj e.
Los colegas que no com prendan la sit uación pueden clasificar a sem ej ant e pacient e
com o un ej em plo del síndrom e de colocación final ( véase el capít ulo XI ) , y pueden
pensar que ha alcanzado la colocación final.
En realidad, est as personas t ienen por delant e varios grados y varios años de
ascenso pot encia] .
8
I bídem
Nunca est é de pie si puede est ar sent ado; nunca cam ine si puede subir a un
vehículo; nunca em puj e si puede im pulsarse.
Ca pít u lo 6
SUBORD I N AD OS Y D I RI GEN TES
¡Bang! ¡Bang!
Una t area urgent e que debo abordar es la dest rucción de varias falacias, que
t odavía subsist en, procedent es de la era pre- cient ífica de la j erarquiología. ¿Qué
podría ser m ás engañoso, por ej em plo, que «nada ent raña t ant o éxit o com o el
éxit o»?
Com o ust ed ya com prende, la j erarquiología dem uest ra claram ent e que nada
ent raña t ant o fracaso com o el éxit o, cuando un em pleado se eleva hast a su nivel de
incom pet encia.
Más adelant e, al t rat ar de la incom pet encia creadora, dem ost raré que nada ent raña
t ant o éxit o com o el fracaso. Pero en est e capít ulo exam inaré especialm ent e el viej o
proverbio:
Est a es una de las falacias t ípicas arraigadas en los círculos adm inist rat ivos. Por
ej em plo, cuando se le pidió a la m adre de George Washingt on que explicara cóm o
había realizado su hij o sus proezas m ilit ares, ella respondió: «Le enseñé a
obedecer.» Am érica fue así obsequiada con un non sequit ur m ás. ¿Cóm o puede
depender la capacidad de dirigir de la capacidad de obedecer? Lo m ism o podría
decirse que la capacidad de flot ar depende de la capacidad de hundirse.
D e ú lt im o m on o a pr im e r o
Tom em os el caso m ás sencillo posible: una j erarquía con dos grados. El em pleado
que dem uest re su capacidad para obedecer órdenes será ascendido al grado en que
su t rabaj o sea dar órdenes.
El m ism o principio se m ant iene en j erarquías m ás com plej as: los subalt ernos
com pet ent es m anifiest an un elevado pot encial de ascenso en los grados inferiores,
pero revelan finalm ent e su incom pet encia com o dirigent es.
Un recient e est udio de fracasos em presariales puso de m anifiest o que el 53 por
cient o de ellos se debían a incom pet encia direct iva. Eran los ant iguos subalt ernos
que int ent aban ser dirigent es.
R. Ruedas era repart idor ciclist a de las «Mensaj erías Mercurio». Ruedas sist em at izó
su t rabaj o de repart o hast a un grado sin precedent es. Por ej em plo, exploró y
levant ó planos de t odos los senderos, callej ones y at aj os t ransit ables de su
t errit orio; cronom et ró m inuciosam ent e los t iem pos de t odos los sem áforos a fin de
poder organizar un plan de rut a con el m ínim o de dem oras.
Figura 11. Ruedas sist em at izó su t rabaj o de repart o hast a un grado sin
precedent es.
Com o consecuencia, t odos los días le sobraban dos horas o m ás después de repart ir
t odos los paquet es que t enía que ent regar, y se pasaba el t iem po sent ado en los
cafés, leyendo libros sobre dirección de em presas. Cuando em pezó a reorganizar las
rut as de los dem ás repart idores, fue despedido.
Por el m om ent o, parecía ser un fracasado, un ej em plo del exfoliado j erárquico súper
incom pet ent e, un t est im onio vivo de la t eoría del «pobre- subordinado- pobr e-
dirigent e».
Pero no t ardó en fundar su em presa propia, «Transport es Rápidos Pegaso», y al
cabo de t res años elim inó a Mercurio de la com pet encia.
Vem os, pues, que una com pet encia direct iva excepcional no puede abrirse paso
dent ro de una j erarquía est ablecida. Generalm ent e, se desliga de la j erarquía y
em pieza de nuevo en ot ra part e.
Un a r a r a e x ce pción
En ocasiones, y en circunst ancias especiales, puede ser reconocido el pot encial de
dirección. Por ej em plo, en el cam po de bat alla t odos los oficiales de una
det erm inada unidad result aron m uert os en un at aque noct urno. Un cabo, L. Bravo,
asum ió el m ando, rechazó al enem igo y puso a salvo a sus cam aradas. Fue
ascendido en el m ism o cam po de bat alla.
Bravo no habría conseguido ese ascenso en t iem po de paz: t enía dem asiada
iniciat iva. Fue ascendido sólo porque el sist em a norm al de grados y ant igüedad
había salt ado hecho pedazos, y la j erarquía había quedado dest ruida o
t em poralm ent e suspendida.
Pe r o, ¿y e l Pr in cipio?
Al llegar a est e punt o, t al vez se sient a ust ed desconcert ado y se pregunt e si no
est oy socavando yo m ism o el Principio de Pet er, que est ablece que un em pleado
com pet ent e siem pre es candidat o al ascenso... ¡No exist e ninguna cont radicción!
Com o vim os en el capít ulo I I I , la com pet encia de un em pleado es valorada, no por
observadores desint eresados com o ust ed y com o yo, sino por em presario, o - m ás
probablem ent e en la act ualidad- por ot ros em pleados que ocupan puest os
superiores de la m ism a j erarquía. A sus oj os, el pot encial direct ivo es
insubordinación, y la insubordinación es incom pet encia.
Desde luego, el buen subordinado puede conseguir m uchos ascensos, pero no por
eso puede llegar a ser un buen dirigent e. La m ayoría de las j erarquías se hallan en
la act ualidad t an sobrecargadas de reglas - y t radiciones, y t an const reñidas por
leyes públicas, que ni siquiera los alt os em pleados t ienen que dirigir a nadie a
ninguna part e, en el sent ido de señalar el rum bo y est ablecer el rit m o de m archa.
Sim plem ent e, se lim it an a seguir precedent es, a obedecer reglas y a m overse al
frent e de la m ult it ud. Tales em pleados dirigen t ant o com o pueda dirigir el buque el
t allado m ascarón de su t aj am ar.
Fácil es ver que, en ese m edio am bient e, la aparición de un aut ént ico dirigent e ha
de suscit ar recelo y t em or. Se llam a est o hipersim iofobia ( m iedo del prim er m ono) ,
o, com o m ás correct am ent e lo denom inan los j erarquiólogos avanzados, el com plej o
de hipersim iofobia ( m iedo de que el últ im o m ono llegue a ser el prim ero) .
Ca pít u lo 7
JERARQUI OLOGÍ A Y POLÍ TI CA
I N FORM E PROVI SI ON AL
En t oda crisis polít ica o económ ica, una cosa es segura. Muchos ilust res expert os
prescribirán m uchos rem edios diferent es.
El presupuest o no se nivela; A dice: «Elevad los im puest os». B clam a: «Reducid los
im puest os».
Los inversores ext ranj eros est án perdiendo confianza en el dólar; C solicit a una
polít ica de rest ricción de crédit os, m ient ras que D aboga por la inflación.
Hay dist urbios en las calles. E propone se concedan subvenciones para ayuda de los
pobres; F pide la adopción de m edidas favorables a los ricos.
Ot ra pot encia hace gest os am enazadores. G dice: «Desafiadla». H dice:
«Apaciguadla».
Considerem os dos de las ram as de Gobierno: el Parlam ent o, que crea las leyes, y el
Ej ecut ivo que, por m edio de su ej ércit o de funcionarios, t rat a de hacerlas cum plir.
EL PARLAM EN TO
La m ayoría de los Parlam ent os m odernos, aun en los países no dem ocrát icos, son
elegidos por vot o popular. Cabría pensar que los vot ant es, por su propio int erés,
reconocerían y elegirían a los est adist as m ás com pet ent es para que los
represent asen en la capit al. Esa es, en efect o, la t eoría sim plificada del Gobierno
represent at ivo. En realidad, el proceso es algo m ás com plicado.
En la act ualidad, la polít ica se halla dom inada por el sist em a de part idos. Hay países
que solam ent e t ienen un único part ido oficial; ot ros t ienen dos; ot ros t ienen varios.
El part ido polít ico suele ser ingenuam ent e descrit o com o un grupo de personas de
ideas sem ej ant es que cooperan en prom over sus int ereses com unes. Est o ya no es
válido. Esa función se halla hoy día ent eram ent e desarrollada por los pasillos, y hay
t ant os pasillos com o int ereses especiales.
El part ido polít ico exist e hoy prim ariam ent e com o aparat o para la selección de
candidat os y para conseguir su elección.
Un a r a za a e x t in gu ir
Desde luego, de vez en cuando un candidat o «independient e» result a elegido
gracias a su propio esfuerzo, sin cont ar con el apoyo de ningún part ido. Pero debido
al enorm e gast o de las cam pañas polít icas est e fenóm eno es m uy raro en los niveles
local y regional, y desconocido en las elecciones nacionales. Puede decirse que, en
la polít ica m oderna, com pet e a los part idos la selección de candidat os.
La j e r a r qu ía de l pa r t ido
Todo part ido polít ico, com o cualquier m iem bro de ellos sabe, es una j erarquía.
Ciert o que la m ayoría de sus m iem bros t rabaj an sin percibir rem uneración alguna a
cam bio, y que, incluso, pagan por ese privilegio, pero exist e, no obst ant e, una bien
delineada est ruct ura de grados y un definido sist em a de ascenso de un grado a
ot ro.
He expuest o hast a ahora el Principio de Pet er en su aplicación a los t rabaj adores a
sueldo. A cont inuación verá ust ed que t am bién es válido en est e t ipo de j erarquía.
En un part ido polít ico, com o en una fábrica o en un ej ércit o, la com pet encia en un
grado es requisit o para el ascenso al siguient e. Un com pet ent e capt ador de vot os a
dom icilio result a elegible para el ascenso; puede que se le perm it a organizar un
equipo de capt adores de vot os. El capt ador ineficaz o ant ipát ico cont inúa llam ando a
las puert as y alienando vot ant es.
Un rápido rellenador de sobres puede esperar llegar a j efe de un equipo de
rellenadores de sobres; un incom pet ent e rellenador de sobres cont inuará rellenando
sobres lent a y t orpem ent e, m et iendo dos oct avillas en unos, ninguna en ot ros,
doblándolas m al, dej ándolas caer al suelo, et c., t ant o t iem po com o perm anezca con
el part ido.
Un com pet ent e recaudador de fondos puede ser ascendido a m iem bro del com it é
que designa al candidat o. Aun siendo un buen pedigüeño, t al vez no sea
com pet ent e para j uzgar a los hom bres com o legisladores y t al vez apoye a un
candidat o incom pet ent e.
Aunque la m ayoría de los m iem bros del com it é de designación se com ponga de
com pet ent es j ueces de hom bres, est e com it é seleccionará al candidat o, no por su
pot encial sabiduría com o legislador, ¡sino por su presunt a capacidad para ganar las
elecciones!
Figura 12. En un part ido polít ico la com pet encia en una cat egoría es requisit o para
ser ascendido a la siguient e.
Con el desarrollo de las cam pañas elect rónicas, un part ido puede nom brar com o
candidat o al hom bre que m ej or aspect o ofrezca en la t elevisión. Pero la capacidad
de dar con la ayuda del m aquillaj e y la ilum inación- una im agen at ract iva en una
pant alla fluorescent e, no const it uye garant ía alguna de una com pet ent e act uación
en el Parlam ent o.
Muchos hom bres, baj o los ant iguos y los nuevos sist em as, han dado el paso
ascendent e de candidat o a legislador, sólo para alcanzar su nivel de incom pet encia.
I n com pe t e n cia e n e l Pa r la m e n t o
El parlam ent o m ism o es una j erarquía. Un represent ant e elegido que se revela
incom pet ent e com o parlam ent ario ordinario no obt endrá ningún ascenso.
Pero un legislador ordinario com pet ent e es elegible para ser ascendido a un puest o
de m ayor poder, m iem bro de un im port ant e com it é, president e de com it é o, en
ciert os sist em as, m inist ro del Gobierno. Tam bién en cualquiera de est os grados el
ascendido puede ser incom pet ent e.
Vem os, pues, que el Principio de Pet er cont rola t odo el brazo legislat ivo del
Gobierno, desde el m iem bro m ás hum ilde del part ido hast a los que ocupan los m ás
elevados puest os elect ivos. Cada uno t iende a elevarse hast a su nivel, y cada
puest o t iende, con el t iem po, a ser ocupado por alguien incom pet ent e para
desem peñar sus deberes.
EL EJECUTI VO
Le parecerá ya a ust ed evident e que el Principio se aplica t am bién a la ram a
ej ecut iva: depart am ent os m inist eriales, direcciones generales, agencias y
delegaciones a nivel nacional, regional y local. Todos, desde las fuerzas de Policía
hast a las Fuerzas Arm adas, son rígidas j erarquías de em pleados a sueldo, y t odas
se hallan necesariam ent e sobrecargadas de incom pet ent es que no pueden realizar
su t rabaj o, no pueden ser ascendidos, pero no pueden ser excluidos.
Cualquier Gobierno, sea una dem ocracia, una dict adura o una burocracia com unist a
o de libre em presa, caerá cuando su j erarquía alcance un int olerable est ado de
m adurez9 .
Figura 13
Observará ust ed que evit o la expresión “ clase alt a” ; ese t érm ino t iene
desafort unadas connot aciones. Se le considera generalm ent e referido a una clase
que es dom inant e por razón de nacim ient o arist ocrát ico o noble. Pero m is
conclusiones se aplican t am bién a sist em as en los que la clase dom inant e se halla
separada de la clase subordinada por diferencias de religión, est at ura, raza, idiom a,
dialect o o afiliación polít ica.
9
La eficiencia de una j erarquía es inversam ent e proporcional a su cocient e de m adurez ( CM)
CM = { Nº de em pleados en nivel de incom pet encia x 100} / Nº t ot al de em pleados en la j erarquía.
Evident em ent e, cuando CM sea igual a 100, no se realizar á ningún t rabaj o út il.
No im port a cuál de t odos est os sea el crit erio de Cabezovia: el hecho im port ant e es
que el país t iene una clase dom inant e y una clase subordinada. Est e diagram a
represent a una j erarquía t ípica cabezoviana que t iene la clásica est ruct ura piram idal
de la figura 13.
Los grados inferiores - la zona designada SC- se hallan ocupados por em pleados de
la clase subordinada. Por m uy brillant e que cualquiera de ellos pueda ser, ninguno
es elegible para elevarse por encim a de BC, la barrera de clase.
Los grados superiores, la zona designada DC, se hallan ocupados por em pleados de
la clase dom inant e. No com ienzan sus carreras en la base de la j erarquía, sino en el
nivel de la barrera de clase.
Ahora bien, en la zona SC, es evident e que m uchos em pleados nunca podrán
elevarse a una alt ura suficient e para alcanzar su nivel de incom pet encia, porque ello
se lo im pide la barrera de clase. Pasarán t oda su carrera t rabaj ando en t areas que
son capaces de desem peñar bien. Nadie es ascendido fuera de la zona SC, por lo
que est a zona conserva, y ut iliza cont inuam ent e, a sus em pleados com pet ent es.
Evident em ent e, pues, en los grados inferiores de una j erarquía el m ant enim ient o de
una barrera de clase garant iza un nivel de eficiencia m ayor que el que podría exist ir
sin t al barrera.
Cont em plem os ahora la zona DC, sit uada por encim a de la barrera de clase. Com o
ya hem os vist o, las perspect ivas de un em pleado de alcanzar su nivel de
incom pet encia son direct am ent e proporcionales al núm ero de grados exist ent es en
la j erarquía; cuant os m ás grados, m ás incom pet encia. A t odos los efect os práct icos,
la zona DC form a una j erarquía cerrada de unos pocos grados. Evident em ent e,
pues, m uchos de sus em pleados nunca alcanzarán su nivel de incom pet encia.
Adem ás, la perspect iva de com enzar desde un punt o próxim o a la cúspide de la
pirám ide at raerá a la j erarquía a - un grupo de brillant es em pleados que j am ás
habrían acudido allá si se hubieran vist o obligados a com enzar desde la base.
Exam inem os la sit uación de ot ro m odo. En el capít ulo I X, consideraré los est udios,
de eficiencia y dem ost raré que la única form a eficaz de increm ent ar la eficiencia en
una j erarquía consist e en la infusión de sangre nueva en sus niveles superiores. En
la m ayoría de los sist em as act uales t al infusión t iene lugar a int ervalos, después de
una reorganización, por ej em plo, o en períodos de rápida expansión. Pero en las
j erarquías cabezovianas es un proceso cont inuo: nuevos em pleados est án ent rando
regularm ent e a un alt o nivel, por encim a de la barrera de clase.
Evident em ent e, pues, en las zonas SC y DC, por debaj o y por encim a de la barrer a
de clase, las j erarquías cabezovianas son m ás eficient es que las de una sociedad sin
clases o igualit ario.
Ca pít u lo 8
I N D I CI OS Y PREFI GURACI ON ES
Exist e la cost um bre de adornar t oda obra cient ífica con una bibliografía, una list a de
libros ant eriorm ent e publicados sobre el m ism o t em a. La finalidad de ello t al vez
sea poner a prueba la com pet encia del lect or desplegando ant e él un int im idant e
program a de lect ura; t al vez sea dem ost rar la com pet encia del aut or exhibiendo la
m ont aña de escoria que ha cribado para obt ener una sola pepit a de verdad.
Com o ést e es el prim er libro, no hay ninguna bibliografía form al. Reconozco est a
aparent e falt a de erudición. No soy aficionado al engaño y t engo la firm e creencia
de que el fut uro vindicará m i het erodoxia.
Teniendo present es est as consideraciones, he decidido m encionar algunos aut ores
que, aunque j am ás escribieron sobre est e t em a, podrían haberío hecho si hubieran
pensado en él. Est a es, por t ant o una bibliografía de prot oj erarquiólogos.
Los anónim os aut ores de varios proverbios t uvieron una ciert a int uit iva com prensión
de la t eoría de la incom pet encia.
Yo m ism o, de j oven, frecuent aba ávidam ent e la com pañía de sant os y doct ores, y
oía discusiones sobre est o y aquello: pero j am ás salí por la m ism a puert a por la que
había ent rado.
He m encionado en alguna part e la exist encia de un «inst int o j erárquico» en los
hom bres: su irresist ible propensión a dist ribuirse a sí m ism os por grados. Algunos
crít icos han negado la exist encia de est e inst int o. Sin em bargo, A. Pope lo obser vó
hace m ás de dos siglos e, incluso, vio en él la expresión de un principio divino:
El orden es la prim era ley de los cielos; y, est o adm it ido, algunos son, y deben ser,
m ás grandes que los dem ás. ( Ensayo sobre el hom bre, Epíst ola I V, 11, 49- 50)
Advirt ió perfect am ent e la sat isfacción que se obt iene al hacer com pet ent em ent e el
propio t rabaj o:
Sabe que t odo el bien que los individuos encuent ran, o que Dios y la Nat uraleza
dest inaron a la Hum anidad t odo el placer de la razón t odas las alegrías de los
sent idos, se encierran en t res palabras: Salud, Paz y Com pet encia. ( I bíd., 11, 77-
88)
Pope enuncia uno de los principios clave de la j erarquiología:
En ot ras palabras, un em pleado difícilm ent e se m uest ra cont ent o al perm anecer en
su nivel de com pet encia: insist e en elevarse a un nivel que est á m ás allá de sus
facult ades.
La descripción de S. Sm it h de la incom pet encia ocupacional es t an vívida que ha
quedado com o la base de un cliché:
Si represent am os las diversas funciones a realizar en la vida por aguj eros de form as
diferent es pract icados en una m esa, unos circulares, ot ros t riangulares, ot ros
cuadrados, ot ros oblongos, y las personas que funciones por t rozos de m adera de
form as sim ilares, verem os generalm ent e que la persona t riangular ha penet rado en
el aguj ero cuadrado, la oblonga en el t riangular, y que una persona cuadrada ha
conseguido int roducirse en el aguj ero redondo. El puest o y su t it ular, el act uant e y
lo act uado, raras veces encaj an t an fácilm ent e que podam os decir que est aban casi
hechos el uno para el ot ro. 10
W. I rving señala que «las m ent es obt usas son generalm ent e preferidas para los
cargos públicos, y especialm ent e prom ovidas a ser obj et o de dist inciones
ciudadanas». No com prendía que una m ent e puede m uy bien ser brillant e para un
puest o subordinado, y parecer, no obst ant e, rom a al ser ascendido a un puest o
elevado, del m ism o m odo que una vela puede servir perfect am ent e para ilum inar
una m esa de com edor, pero result a, inadecuada si se la coloca en un post e del
alum brado para ilum inar una encrucij ada de la vía pública.
Karl Marx advirt ió indudablem ent e la exist encia de las j erarquías; no obst ant e,
parecía creer que se hallaban m ant enidas por los capit alist as. Al abogar por una
sociedad no j erárquica, no com prendió, evident em ent e, que el hom bre es
esencialm ent e j erárquico por nat uraleza y debe t ener, y t endrá, j erarquías, sean
pat riarcales, feudales, capit alist as o socialist as. A est e respect o, su perspicacia es
m uy inferior a la de Pope.
Ent onces, con flagrant e inconsist encia, Marx propone, com o principio direct ivo de su
soñada sociedad no j erárquica, «de cada uno según su capacidad, a cada uno según
10
Sm it h, Sydney ( 1771- 1845) . Sket ches of Moral Philosophy, 1850.
sent ían frust radas porque no podían ser hom bres, los hom bres porque no podían
t ener hij os, los niños porque no podían casarse con sus m adres, et c.
Pero Freud se equivocó al pensar que la frust ración proviene del anhelo de un
cam bio a una posición m ás deseable ( hom bres, padre, m arido de la m adre, esposa
del padre, et c.) , en ot ras palabras, de un anhelo de ascenso. La j erarquiología nos
dem uest ra que la frust ración se produce com o result ado de un ascenso.
Est e error de Freud fue consecuencia de su nat uraleza ext rem adam ent e
int rospect ivo: insist ió en est udiar lo que sucedía ( o creía que sucedía) en el int erior
de sus pacient es. La j erarquiología, por el cont rario, est udia lo que sucede fuera del
pacient e, est udia el orden social en que act úa el hom bre y, por t ant o, explica de
m odo realist a la función del hom bre en ese orden. Mient ras Freud dedicó su t iem po
a bucear en los oscuros recovecos del subconscient e, yo he consagrado m is
esfuerzos a exam inar el com port am ient o hum ano observable y m ensurable.
Los psicólogos freudianos, al no est udiar la función del hom bre en la sociedad,
podrían ser com parados con un hom bre que, al ver una com put adora elect rónica,
t rat a de com prenderla m ediant e especulaciones sobre su est ruct ura y su
m ecanism o int ernos, sin t rat ar de averiguar qué uso t enía el inst rum ent o.
No m inim icem os, sin em bargo, la labor pionera de Freud. Aunque erró en m uchas
cosas, descubrió m uchas ot ras. Siem pre m irando dent ro del pacient e, se hizo
fam oso por el vigor de su t eoría de que el hom bre es inconscient e de sus propias
m ot ivaciones, no puede com prender sus propios sent im ient os y, en consecuencia,
no puede esperar aliviar sus propias frust raciones. La t eoría era irrefut able, porque
nadie podría argum ent ar, conscient e y racionalm ent e, sobre la nat uraleza y
cont enido de su inconscient e.
Con un t oque m aest ro de genio profesional, invent ó el psicoanálisis, con el que
afirm aba que sus pacient es podrían llegar a ser conscient es de su inconscient e.
Luego fue dem asiado lej os, se psicoanalizó a sí m ism o y pret endió ser conscient e de
su propio inconscient e. ( Algunos crít icos sugieren ahora que lo único que consiguió
fue hacer a sus pacient es conscient es de su propio - el de Freud- inconscient e.) En
t odo caso, por est e procedim ient o de aut o psicoanálisis, dio una pat ada a la
escalera en que se apoyaban sus pies.
Si Freud hubiera com prendido la j erarquiología, habría evit ado subir ese últ im o
peldaño y nunca habría llegado a su nivel de incom pet encia.
Socavando así la grandiosa est ruct ura que había edificado sobre la im penet rabilidad
del inconscient e, Freud preparaba el cam ino a su gran sucesor, S. Pot t er.
Pot t er, com o Freud, es un psicólogo sat írico ( o un sat írico psicológico) , y puede ser
j ust am ent e colocado al lado de Freud por la agudeza de su observación y su audacia
al crear una pint oresca y m em orable t erm inología para describir claram ent e lo que
veía.
Al igual que Freud, Pot t er observó y clasificó m uchos fenóm enos de frust ración
hum ana. Denom ina a la condición básica de est ar frust rado est ar «hundido», y al
sent im ient o de j úbilo causado por la supresión de la frust ración lo califica de
«ascendido». Da por supuest o que los hom bres t ienen una innat a t endencia a
avanzar de aquel est ado a ést e. La t écnica para hacerlo recibe el nom bre de
«habilidad ascensional».
La diferencia principal ent re los dos hom bres est riba en que Pot t er rechaza la
doct rina de Freud de la m ot ivación inconscient e. Explica el com port am ient o hum ano
en t érm inos de un im pulso conscient e que conduce a superar a los dem ás, a t riunfar
sobre las circunst ancias y result ar, de est e m odo, ascendido. Pot t er repudia t am bién
el dogm a freudiano de que el pacient e frust rado debe recibir ayuda profesional, y
desarrolla una clase de psicología del t ipo «hágalo ust ed m ism o». Enseña varios
t rucos, planes y gam bit os que, adecuadam ent e ut ilizados, perm it irán al pacient e
t ornarse ascendido.
El ascendent e, el vividor, el j ugador, para resum ir las elegant em ent e expresadas
t eorías de Pot t er, est án ut ilizando diversas form as de conduct a recusable para
elevarse a sí m ism os por los grados de las j erarquías sociales, com erciales,
profesionales o deport ivas.
Pot t er escribe t an am enam ent e, que t endem os a pasar por alt o el punt o débil
cent ral de su sist em a: la suposición de que, con sólo aprender suficient es t rucos, el
ascendent e puede cont inuar elevándose y ser perm anent em ent e ascendido.
En realidad, ninguna cant idad de habilidad ascensional puede elevar a un hom br e
por encim a de su nivel de incom pet encia. El único result ado de su t écnica será
ayudarle a llegar ant es a ese nivel que si se hubiera com port ado de ot ro m odo. Y,
una vez allí, se encuent ra en una sit uación de hundim ient o que ninguna t écnica es
capaz de rem ediar.
La felicidad duradera sólo puede obt enerse evit ando el ascenso final, opt ando, en
ciert o m om ent o del avance, por abandonar la t áct ica ascensional y pract icar en su
lugar lo que podría haber llam ado t áct ica de est at ism o. Más adelant e, en el capít ulo
sobre la incom pet encia creadora, indicaré cóm o puede realizarse est o.
Ent ret ant o, debo saludar a Pot t er com o al t eórico verdaderam ent e grande que supo
salvar el abism o exist ent e ent re la ét ica freudiana y el Principio de Pet er.
Figura 14. Ninguna cant idad de habilidad ascensional puede elevar a un hom bre por
encim a de su nivel de incom pet encia
La razón de ello es que Parkinson realizó sus descubrim ient os en las Fuerzas
Arm adas, en las que gozan de firm e arraigo t radiciones y form as de organización
ant icuadas.
La j erarquía feudal no ha desaparecido, ciert am ent e, pero un com plet o sist em a
j erarquiológico debe reconocer t am bién la exist encia de varias ot ras form as
j erárquicas y explicar de est e m odo sus act ividades.
Por ej em plo, la Form ación en T:
Est e diagram a m uest ra claram ent e que una com pañía con t res depart am ent os
fundam ent ales, 23 vicepresident es y un president e no se aj ust a al t radicional
m odelo piram idal.
En est a recient e m odificación, la am plia base de la pirám ide de los em pleados est á
sust it uida por una com put adora.
Muchos depart am ent os est án sost enidos por una sola com put adora, produciendo
una pirám ide invert ida. Una form a sim ilar se produce cuando num erosos ej ecut ivos,
supervisores y personal de vent as est án sost enidos por un proceso de producción
alt am ent e aut om at izado.
Ya he descrit o, en el capít ulo 3, la cúspide flot ant e, una sit uación que exist e cuando
un direct or se halla al frent e de un depart am ent o inexist ent e, o cuando un grupo de
personal es asignado a ot ro depart am ent o, dej ando al adm inist rador en su solit aria
oficina.
I nfort unadam ent e, la invest igación de Parkinson no va suficient em ent e lej os. Ciert o
que el t rabaj o puede ext enderse hast a llenar el t iem po asignado, pero puede
ext enderse m ucho m ás.
Ca pít u lo 9
LA PSI COLOGÍ A D E LA JERARQUI OLOGÍ A
UN ESTUD I O D ESAPASI ON AD O
Debo, ant e t odo, poner de relieve que la j erarquiología es una ciencia social y, com o
t al, em plea en su sist em a de evaluación crit erios obj et ivos, m ás que t érm inos
inyect ados de carga em ocional, com o " gandul" , " parásit o" , " est afador" o " cáncer" .
Pero la cuest ión de la act it ud m ent al int erna es digna de consideración. Mi enfoque
de la ciencia del com port am ient o ha sido el de un observador obj et ivo. Descubrí el
Principio de Pet er m ediant e la observación de la conduct a ext erior, y he huido de la
int rospección y de t oda clase de inferencias respect o a lo que sucede en las m ent es
de los dem ás.
Espe j o, e spe j o, e n la pa r e d
La cuest ión apunt ada es, sin em bargo, int eresant e: " ¿Qué com prensión alcanza el
individuo de su propia incapacidad?" Mis respuest as a est a pregunt a son subj et ivas
y carecen del rigor cient ífico propio de est a obra.
En la m ayoría de los casos he encont rado escasos indicios de que exist iera esa
com prensión. Sin em bargo, unos cuant os casos de m i est udio se hallaban som et idos
a análisis, y m e fue posible obt ener inform es psiquiát ricos. Est os inform es
m ost raron que los pacient es racionalizaban sus dificult ades y culpaban de ellas a
ot ras personas.
Donde se había realizado un profundo análisis, se daba una m ayor acept ación de la
propia personalidad. Sin em bargo, j am ás observé en un individuo ninguna
com prensión del sist em a j erárquico, ni del ascenso com o la causa de la
incom pet encia ocupacional.
Pero Tenaz no podía acept ar la verdad acerca de su propia incom pet encia com o
j efe. Llegó a la conclusión de que los robust os y corpulent os obreros del alm acén le
despreciaban porque su est at ura era de sólo 1,60 m et ros.
Se com pró zapat os de gruesas suelas y adopt ó la cost um bre de llevar som brero en
el alm acén; est o le hacía parecer m ás alt o. Asist ió a un cent ro de cult ura física,
aum ent ó de peso y desarrolló abult ados m úsculos. Pero los alm aceneros no le
obedecían.
Tenaz reflexionaba sin cesar sobre sus deficiencias físicas, desarrolló un int enso
com plej o y, finalm ent e, buscó consej o psiquiát rico.
Durant e el t rat am ient o, el doct or Venado int ent ó ayudar a Tenaz hablándole de
hom bres baj os que habían alcanzado fam a y fort una. Est o deprim ió m ás aún a
Tenaz: ahora se veía a sí m ism o no sólo baj o, sino t am bién fracasado. Dism inuyó
aún m ás su confianza en sí m ism o, y t ornóse m enos com pet ent e com o j efe.
La psiqu ia t r ía , com o e l a m or , n o ba st a
El caso Tenaz dem uest ra que, sin una com prensión del Principio de Pet er, la
psiquiat ría es un grave inconvenient e cuando se int ent a t rat ar problem as derivados
de la incom pet encia ocupacional.
El doct or Venado desvió su at ención a un det alle irrelevant e, la est at ura de Tenaz.
La sit uación de Tenaz era, sim plem ent e, que dent ro de la j erarquía de " I báñez
Herm anos" , había alcanzado su nivel de incom pet encia. Ningún t rat am ient o
psiquiát rico podía alt erar ese hecho.
Pero Tenaz podría haber sido consolado si se le hubiera hecho ver que su
inm ovilización en el puest o de subj efe de alm acén no era un fracaso, sino una
culm inación.
Podría haber sido m ás feliz si hubiera com prendido que el suyo no era un solit ario
ej em plo de desvent ura, sino que t odo el m undo, en t odos los sist em as j erárquicos,
est aba, com o él, baj o el influj o del Principio de Pet er.
Yo creo que la com presión del Principio ayudará al análisis de t odos los casos que
m anifiest an algún grado de incapacidad.
SECCI ÓN PERCEPCI ÓN , ca so N º 2 .
F. Masalt o, com pet ent e subdirect or de escuela en Buenavilla, fue ascendido a
direct or. Ant es de que se t erm inara el curso, se dio cuent a de que era incom pet ent e
para el cargo. Pidió ser descendido. ¡Su solicit ud fue denegada!
Y sigue, desdichado y resent ido, en su nivel de incom pet encia.
las arregló para perder las vent as y los client es. Ángel Varón, un nuevo em pleado
que había conseguido una im presionant e list a de vent as, fue ascendido a direct or de
vent as de dist rit o. Manifest ó m uy escaso int erés por sus vendedores. Sus calculados
y ast ut os m ét odos de t rabaj o han hecho decaer la m oral de sus hom bres.
C. Cierzo com et ía t am bién errores en su t rabaj o adm inist rat ivo. Las dim ensiones y
la t opografía de los dist rit os de vent as no guardaban ninguna relación con las
facilidades de t ransport e, el volum en de t ransacciones ni la experiencia y la
capacidad de los vendedores. Sus I nform es y Mem orias result an incom prensibles, y
su m esa present a un aspect o de com plet o desorden.
Com o predice el Principio de Pet er, su carrera ha avanzado desde la com pet encia a
la incom pet encia.
Obeso y Vasallo encont raron que la organización " El Pingüino" no era m enos
eficient e que la m ayoría de las em presas dedicadas al m ism o ram o de negocios.
Mediant e una discret a invest igación, descubrieron la verdadera razón por la que se
les había encom endado el est udio: varios direct ores consideraban que no podían
influir suficient em ent e en la polít ica a seguir por la em presa.
¿Qué podían hacer Obeso y Vasallo? Supongam os que dij eran: " Caballeros, no hay
nada m al en su em presa. Son ust edes t an eficient es com o sus com pet idores."
Hay buenas razones para creer que Obeso y Vasallo t em ieran ser despedidos en ese
caso. Tal vez pensaran que adquirirían fam a de ser ineficient es expert os
em presariales; sólo conseguirían que el est udio fuese encom endado a una firm a
rival.
Baj o el influj o de esa t ensión em ocional, se sint ieron obligados a decir: " Caballeros,
exist e una insuficiencia de personal, y m uchos de los em pleados act uales est án
desem peñando puest os que no les corresponden. Recom endam os la creación de
varios puest os nuevos y el ascenso de ciert o núm ero de sus em pleados."
Una vez que la organización fue puest a com plet am ent e en m ovim ient o, los
direct ores disident es pudieron colocar o ascender a sus prot egidos t al com o
deseaban, fort aleciendo así su influencia en diversos niveles y en diversos
depart am ent os de la j erarquía. La dirección quedó sat isfecha, y Obeso y Vasallo
recibieron sus honorarios.
11
Un est udio de los exper t os en eficiencia revela que los nom bram ient os de coordinador, los arabescos lat erales y
las sublim aciones percucient es son siem pre acept ables por part e de la dirección.
La única recom endación que realm ent e produce un aum ent o del rendim ient o es:
" Cont rat e m ás em pleados” . En algunos casos, los nuevos cont rat ados realizarán el
t rabaj o que no est á siendo efect uado por los em pleados ant iguos que han alcanzado
su nivel.
El buen asesor de em presas lo sabe, y recom ienda diversos arabescos lat erales y
sublim aciones percucient es de incom pet ent es sit uados en alt os puest os y la
exfoliación j erárquica de los em pleados súper incom pet ent es que ocupan puest os
ínfim os. Los asesores com pet ent es ponen t am bién en práct ica út iles
recom endaciones referent es a reglam ent os de personal, m ét odos de producción,
dinám ica del color, program as de incent ivos, et c., que pueden m ej orar la eficiencia
de los em pleados com pet ent es.
12
Nuest ros ar chivos cont ienen unos cuant os dest acados casos de com pet encia en la cum bre m ult im odal, individuos
que podían est ar en la cum bre de varias j erarquías al m ism o t iem po. A. Einst ein const it uye un ej em plo de est e
fenóm eno. Fue un pensador sum am ent e com pet ent e que dio a la ciencia una t eoría general v especial de la
relat iv idad. Er a t am bién m anifiest o que Einst ein era sum am ent e com pet ent e en el t erreno de las m odas
m asculinas. Su form a de peinado y su despr eocupada m anera de vest ir det er m inaron una t endencia seguida hast a
hoy por los j óvenes. Consider ando lo que, sin esfuerzo, consiguió en el m undo de la m oda- , cabe pregunt arse qué
habría podido conseguir si en realidad se lo hubiera propuest o
He observado que est os com pet ent es en la cum bre se sient en con frecuencia
insat isfechos de perm anecer en su posición de com pet encia. Com o no pueden
elevarse a una posición de incom pet encia - se hallan ya en la cúspide, m anifiest an
una acusada t endencia a pasar a ot ra j erarquía - por ej em plo, del Ej ércit o a la
indust ria, de la polít ica a la educación, del t eat ro a la polít ica, et c. y alcanzar, en el
nuevo m edio am bient e, ese nivel de incom pet encia que no podían encont rar en el
ant iguo. Est o es la incom pet encia com pulsiva.
¿Necesit an hacerlo?
Exist e, de hecho, un m ayor y m ás fascinant e est ím ulo en perm anecer por debaj o
del propio nivel de incom pet encia. Trat aré de est a cuest ión en un capít ulo post erior
Ca pít u lo 1 0
LA ESPI RAL D E PETER
Figura 20. Su salud se quebrant ó al int ent ar com paginar est os códigos
cont rapuest os
Tenía que com placer a los client es m ant eniendo un product o de alt a calidad. Tenía
que com placer a los em pleados pagando buenos salarios y proporcionando
agradables y seguras condiciones de t rabaj o. Tenía que com placer a su com unidad
desem peñando ciert as responsabilidades sociales y fam iliares. Su salud se
quebrant ó al int ent ar com paginar est os códigos cont rapuest os. Ningún aum ent o de
personal ni ningún consej o de relaj ación podían reducir las exigencias del puest o de
prim er ej ecut ivo.
Ca lcu la r la in cógn it a
La recom endación del Consej o de Adm inist ración fue llevada a cabo, y J, Monj e,
com pet ent e ingeniero y aut ént ico genio de las m at em át icas, fue ascendido a
subdirect or general.
Monj e, com pet ent e para t rat ar con cosas, era incom pet ent e en el t rat o con
personas. Carecía de fórm ulas adecuadas que le ayudasen a decidir en cuest iones
de personal. No queriendo act uar sobre la base de dat os incom plet os, aplazaba las
decisiones concernient es a los em pleados hast a que la presión se acent uaba de t al
m odo que t om aba decisiones súbit as y desacert adas. Se recom endó el
nom bram ient o de un j efe de personal que le ayudara.
M e n t e sobr e m a t e r ia
B. Gracia era m uy est im ado por los em pleados y se había dist inguido com o
president e del com it é de relaciones sociales. Ahora, com o supervisor de personal,
se le exige que lleve a la práct ica las decisiones de t ipo polít ico de la dirección. Pero,
com o en realidad no ent iende la polít ica, B. Gracia es ineficaz en est e puest o.
Carece de la capacidad int elect ual necesaria para m anej ar abst racciones y, com o
consecuencia, adopt a decisiones ilógicas. Ha alcanzado su nivel de incom pet encia
por m edio de la insuficiencia int elect ual.
He present ado est e est udio, realizado en la «Com pañía de Fabricación de Cuerdas
de Piano, S. A.», porque ilust ra los cuat ro t ipos fundam ent ales de incom pet encia.
Salust iano Espina fue ascendido m ás allá de su com pet encia física.
Monj e fue ascendido m ás allá de su com pet encia social.
Gust avo Blando fue ascendido m ás allá de su com pet encia em ocional.
Gracia fue ascendido m ás allá de su com pet encia int elect ual.
Un e sfu e r zo va n o
Est e ej em plo, que puede considerarse t ípico, m uest ra que incluso un sincero int ent o
por rem ediar un caso de incom pet encia de alt o nivel es m uy posible que sólo
produzca incom pet encia en m uchos niveles. En t ales circunst ancias, es inevit able la
acum ulación de personal. Cada vez, el núm ero de incom pet ent es aum ent a en t orno
a la espiral de Pet er, y sigue sin producirse ninguna m ej ora de eficiencia.
LA MATEMÁTI CA DE LA I NCOMPETENCI A
I ncom pet encia m ás incom pet encia, igual a incom pet encia
Ca pít u lo 1 1
LA PATOLOGÍ A D EL ÉXI TO
Un pa so a u da z
Debem os avent urarnos ahora en el cam po de la Medicina. Describiré el est ado físico
a que ant es se ha aludido con el nom bre de síndrom e de colocación final.
UN I N FORM E ALARM AN TE ( I )
Com parando las respuest as de los doct ores, encont ré que ent re sus pacient es en
sit uación de «éxit o» eran com unes las siguient es dolencias:
úlceras pépt icas
13
Lo que el sociólogo o el m édico corr ient es llam an «éx it o», el j erarquiólogo lo califica com o colocación final.
Todas est as dolencias son t ípicas del éxit o y pueden present arse sin la exist encia de
ninguna enferm edad orgánica.
Com prendí, y ahora t am bién, ust ed podrá com prenderlo, que esos sínt om as indican
la incom pet encia const it ucional de los pacient es para el nivel de responsabilidad que
han alcanzado.
UN I N FORM E ALARM AN TE ( I I )
Desgraciadam ent e, la profesión m édica no ha reconocido hast a el m om ent o la
exist encia del síndrom e de colocación final. De hecho esa profesión ha m anifest ado
una glacial host ilidad hacia m i aplicación de la j erarquiología a la seudo ciencia de la
diagnosis. ¡Pero la verdad resplandecerá! El t iem po y el crecient em ent e t um ult uoso
orden social arroj arán inevit ablem ent e luz sobre el part icular.
Tr e s e r r or e s m é dicos ( a )
Los pacient es del síndrom e de colocación final racionalizan frecuent em ent e la
sit uación: pret enden que su incom pet encia ocupacional es el result ado de sus
afecciones físicas. «Si lograra librarm e de est as j aquecas, podría concent rarm e en
m i t rabaj o.»
14
Para un m edio infalible de dist inguir el síndrom e de colocación final del síndrom e de seudo consecución,
consúlt ese el capít ulo V.
Est as sugerencias son inút iles. Muchos pacient es con síndrom e de colocación final
se sient en dom inados por la ansiedad porque saben perfect am ent e que est án
haciendo m uy poco t rabaj o út il. No es probable que pongan en práct ica ninguna
sugerencia de que hagan m enos t odavía.
Ot ro sist em a inút il es el de filósofo am ist oso:
Es inút il. El pacient e no puede evit ar «seguir así». Lo único que cam biaría su form a
de vida sería un ascenso, y no lo obt endrá porque ha alcanzado su nivel.
Ot ra clase de consej o m uy ut ilizada es la exhort ación de sacrificio.
Tr e s e r r or e s m é dicos ( b)
Un segundo grupo de m édicos, al no encont rar ninguna lesión orgánica en un
pacient e de síndrom e de colocación final, t rat arán de convencerle de que ¡sus
sínt om as no exist en!
«En realidad, no t iene ust ed nada. Tóm ese est os t ranquilizant es.»
«Dej e de pensar en ust ed m ism o. Esos sínt om as son im aginarios. Son sus nervios.»
Nat uralm ent e, est a clase de consej os no produce ninguna m ej oría duradera. El
pacient e sabe que est á sufriendo, lo adm it a o no el m édico.
Una consecuencia que se da con frecuencia es que el pacient e pierde la fe en el
m édico y acude a ot ro, buscando alguien que «com prenda m ej or su caso». Tal vez
llegue a perder por com plet o la fe en la m edicina ort odoxa y em piece a consult ar a
curanderos seudo m édicos.
Tr e s e r r or e s m é dicos ( c)
Tras el fracaso de la m edicación y la cirugía, se acude a veces a la psicot erapia.
Est a raras veces da result ado, porque no puede producir ningún efect o en la causa
originaria del síndrom e de colocación final, que es la incom pet encia vocacional del
pacient e.
Caract eríst icam ent e, el doct or percibe la incapacidad del pacient e con respect o a su
t rabaj o, y, procura desviar su at ención hacia algo de lo que sea capaz de realizar.
La cuest ión a dest acar es que, aunque sus sínt om as no result aron aliviados, Cubas
había sido t ransform ado de un caso de S.C.F. en relación a su t rabaj o - puest o que
ést e ya no le preocupaba- , ¡en un sim ple caso de síndrom e de seudo consecución
en relación al golf! El t rat am ient o, por t ant o, fue eficaz.
Los m édicos que dan est e t ipo de consej o parecen com prender, aunque vagam ent e,
el papel pat ogénico de la incom pet encia; t rat an de procurar al pacient e una
sensación de com pet encia en un cam po no ocupacional.
Un sign o sin ie st r o
Una últ im a observación acerca del síndrom e de colocación final: t iene una crecient e
im port ancia sociológica, debido a que sus afecciones com ponent es han adquirido un
elevado valor de posición social. Un pacient e de S.C.F. presum irá de sus sínt om as;
dem ost rará una perversa especie de com pet encia para desarrollar una úlcera m ayor
o un at aque cardíaco m ás grave que ninguno de sus am igos. De hecho, es t an
elevado el valor de la posición social del S.C.F. que algunos em pleados que no
t ienen ninguna de sus afecciones llegarán a sim ularlas para crear la im presión de
que han conseguido la colocación final.
Ca pít u lo 1 2
I N D I CI OS N O M ÉD I COS D E COLOCACI ÓN FI N AL
TABULOLOGI A AN ORM AL
Es ést a una im port ant e y significat iva ram a de la j erarquiología.
El em pleado com pet ent e suele t ener sobre su m esa sólo los libros, papeles e
inst rum ent os que necesit a para su t rabaj o. Tras la colocación final, es probable que
el em pleado adopt e alguna organización desacost um brada y alt am ent e significat iva
de su m esa.
Fon ofilia
El em pleado racionaliza su incom pet encia quej ándose de que no puede m ant ener un
cont act o suficient em ent e est recho con sus colegas y sus subordinados. Para
rem ediarlo, inst ala sobre su m esa varios t eléfonos, uno o m ás aparat os de
int ercom unicación provist os de bot ones, luces parpadeant es y alt avoces, así com o
uno o m ás m agnet ófonos. El fonofílico no t arda en desarrollar la cost um bre de
ut ilizar dos o m ás de est as aparat osas m ism o t iem po; ést e es un signo infalible de
fonofilia galopant e. Los casos de est e t ipo degeneran rápidam ent e y, por lo general,
son considerados incurables. ( La fonofilia, dicho sea de paso, se observa en la
act ualidad cada vez con m ás frecuencia ent re m uj eres que han alcanzado su nivel
de incom pet encia com o am as de casa. Es caract eríst ica la inst alación en la cocina
de un com plicado sist em a m icrófono- alt avoz- conm ut ador- t eléfono que le perm it e al
am a de casa m ant enerse en cont act o const ant e, est recho y sim ult áneo con sus
vecinos, su proveedor de com est ibles, su lavandería, su sala de j uegos, su ent rada
t rasera y su m adre.)
Pa pir ofobia
El papirófobo no puede soport ar papeles o libros en su m esa ni, en casos ext rem os,
en ningún lugar de su despacho. Probablem ent e, cada pedazo de papel const it uy e
para él un recordat orio del t rabaj o que no es capaz de hacer: ¡no es ext raño que
aborrezca verlos!
Pero él conviert e su fobia en una virt ud y, «conservando una m esa lim pia», com o lo
llam a, espera crear la im presión de que despacha t odos sus asunt os con increíble
rapidez.
Pa pir om a n ía
La papirom anía, lo cont rario exact am ent e de la papirofobia, hace al em pleado
abarrot ar su m esa con m ont ones de papeles y libros que j am ás usa. Conscient e o
inconscient em ent e, t rat a así de enm ascarar su incom pet encia dando la im presión de
que t iene dem asiado que hacer, m ás de lo que ningún ser hum ano podría realizar.
Ar ch ivofilia
Est am os aquí en presencia de una m anía por la ordenación y clasificación precisa de
papeles, generalm ent e com binada con un m iedo pat ológico a la pérdida de cualquier
docum ent o. Mant eniéndose a sí m ism o ocupado con la reordenación y- revisión de
asunt os pasados, el archivofílico im pide a ot ras personas - y se im pide a sí m ism o-
com prender que est á realizando m uy poco, o nada en absolut o, de im port ancia
act ual. Su obsesión con los archivos fij a de t al m odo su visión en el pasado que sólo
de m ala gana vuelve su at ención al present e.
Ta bu lofobia pr iva t a
Com plet a exclusión de m esas del despacho. Est e sínt om a se observa solam ent e en
los m ás alt os grados j erárquicos.
Au t ocom pa sión
Muchas conversaciones de ej ecut ivos se reducían al relat o, por part e del em pleado
sit uado en un alt o cargo, de quej um brosas hist orias respect o a su sit uación.
Est a aut ocom pasión se com bina generalm ent e con una fuert e t endencia a
rem em orar los «buenos t iem pos», cuando el aut or de las lam ent aciones t rabaj aba
en un puest o de m enos cat egoría, en un nivel de com pet encia.
A est e com binado de em ociones, aut ocom pasión sent im ent al, denigración del
present e e irracional alabanza del pasado, lo denom ino com plej o de los viej os
t iem pos.
Una caract eríst ica int eresant e del com plej o de los viej os t iem pos consist e en que,
aunque el pacient e t ípico pret ende ser un m árt ir en su act ual posición, ¡ni por un
m om ent o sugiere j am ás que ot ro em pleado est aría m ás capacit ado para ocupar su
puest o!
Rigor ca r t is
En em pleados sit uados en el nivel de incom pet encia, he observado a m enudo rigor
cart is, un int erés anorm al en la confección de m apas y diagram as de organización y
funcionam ient o, y una obst inada insist encia en señalar el rum bo de cada fragm ent o
de negocio de acuerdo con las, líneas y las flechas del m apa, independient em ent e
de las dem oras o las pérdidas que puedan derivarse. El pacient e de rigor cart is
exhibirá a m enudo dest acadam ent e sus m apas en las paredes del despacho, y
puede vérsele a veces, olvidado de su t rabaj o, cont em plando adorat ivam ent e a sus
iconos.
El sín dr om e de l va ivé n .
En el síndrom e del vaivén se adviert e una com plet a incapacidad para adopt ar las
decisiones apropiadas al rango del pacient e. Un em pleado de est e t ipo puede
sopesar int erm inable y m inuciosam ent e los pros y los cont ras de una cuest ión, pero
no puede resolverse por un ext rem o o por el ot ro. Racionalizará su inm ovilidad con
graves alusiones al «proceso dem ocrát ico» o a «considerar las cosas con
perspect iva». Generalm ent e, su form a de t rat ar los problem as que llegan hast a él
es dej arlos dorm ir en el lim bo, hast a que algún ot ro t om a una decisión o hast a que
es dem asiado t arde para una solución.
Observo que, m uchas veces, las víct im as del vaivén son t am bién papirófobos, por lo
que t ienen que encont rar algún m edio de desem barazarse de los papeles. Par a
conseguirlo, se suelen ut ilizar las t ransferencias hacia abaj o, hacia arriba y hacia
afuera.
En la t ransferencia hacia abaj o, los papeles son enviados a un subordinado con la
orden: «No m e m aree con sem ej ant es m enudencias». Así, el subordinado se ve
obligado a decidir una cuest ión que est á realm ent e por encim a de su nivel de
responsabilidad.
La t ransferencia hacia arriba requiere ingenio: la víct im a del vaivén debe exam inar
el caso hast a encont rar alguna pequeña cuest ión que se salga de lo ordinario, la
cual j ust ificará rem it ir el asunt o a un nivel superior.
La t ransferencia hacía afuera consist e, sim plem ent e, en reunir un com it é de
personal de igual cat egoría que la víct im a y seguir la decisión de la m ayoría. Una
variant e de est o es el desvío al hom bre de la calle: enviar los papeles a algún ot ro,
que realizará una encuest a para averiguar qué piensa del asunt o el ciudadano
m edio.
Una víct im a del vaivén, que prest aba servicios en la Adm inist ración pública, resolvió
su problem a de una m anera original. Cuando t enía un caso que no podía resolver,
se lim it aba a sacar durant e la noche el expedient e de la oficina y lo dest ruía.
Un ca so clá sico
Shakespeare describe una int eresant e m anifest ación de colocación final; un
prej uicio irracional cont ra subordinados o colegas m ot ivado por algún det alle del
aspect o físico y sin relación ninguna con la realización de su t rabaj o. Pone en boca
de Julio César las palabras siguient es:
Se ha inform ado aut orizadam ent e que Bonapart e, hacia el final de su vida, em pezó
a j uzgar a los hom bres por el t am año de su nariz y que ot orgaba ascensos sólo a
quienes la t uvieran grande.
Algunas víct im as de est a obsesión pueden conect ar sus infundadas aversiones a
insignificancias t ales com o la form a de una barbilla, un acent o regional, el cort e de
una chaquet a o el grosor de un nudo de corbat a. La incom pet encia real o
incom pet encia en el puest o es pasada por alt o. Denom ino a est e prej uicio la
t ransferencia cesariana.
I n e r cia ca r ca j e a n t e
Un indicio seguro de colocación final es la cost um bre de cont ar chist es en vez de ir
al grano.
Est r u ct u r ofilia
La est ruct urofilia consist e en una excesiva preocupación por los edificios - su diseño,
const rucción, m ant enim ient o y reconst rucción- y una crecient e preocupación por el
t rabaj o que se desarrolla, o se supone que se est á desarrollando, dent ro de ellos.
He observado est ruct urofilia en t odos los niveles j erárquicos, pero, indudablem ent e,
alcanza su m ás perfect o desarrollo en los polít icos y los rect ores de Universidades.
En sus m anifest aciones pat ológicas ext rem as ( gargant uam m onum ent alis) llega una
fase en que la víct im a experim ent a una com pulsión a const ruir grandes m ausoleos o
est at uas conm em orat ivas. Los ant iguos egipcios y los m odernos californianos del
Sur parecen haber sufrido en alt o grado est a enferm edad.
Hay quien, erróneam ent e, ha ident ificado la est ruct urofilia con el com plej o de
edificio. Debem os precisar claram ent e la diferencia ent re est a sencilla preocupación
por las est ruct uras y el com plej o de edificio, que im plica un gran núm ero de
act it udes densam ent e int errelacionadas, int erconect adas y com plicadas. El com plej o
de edificio t iende a afect ar a filánt ropos que desean m ej orar la educación, los
servicios sanit arios o la inst rucción religiosa
Figura 22. Un indicio seguro de colocación final es la cost um bre de hacer chist es en
vez de ir al grano.
Consult an a expert os en est as m at erias y encuent ran a t ant os en sus respect ivos
niveles de incom pet encia que result a im posible la form ulación de un program a
posit ivo. Lo único en que coinciden es en const ruir un nuevo edificio.
Frecuent em ent e, el educador, doct or o clérigo asesor, padece est ruct urofilia, y, por
t ant o, su recom endación al donant e es: «Dem e un nuevo edificio». Com it és
parroquiales, j unt as escolares, consej os de fundaciones se encuent ran en la m ism a
sit uación de com plej o. Ven t ant a incom pet encia en las profesiones, que deciden
invert ir en edificios, en vez de hacerlo en personas y en program as. Al igual que
ocurre con ot ros com plej os psicológicos, est o da lugar a un com port am ient o
ext ravagant e.
Cu á l e s cu a l
Generalm ent e, la víct im a de est ruct urofilia t iene una necesidad pat ológica de hacer
const ruir un edificio o m onum ent o que lleve su nom bre, m ient ras que el com plej o
de edificio aflige a los que t rat an de m ej orar la calidad de alguna em presa hum ana,
que acaban lim it ándose solam ent e a levant ar ot ro edificio.
D e scon ce r t a r a l in t e r locu t or
La codigofilia inicial y digit al consist e en una obsesión por hablar con let ras y
núm eros en vez de hacerlo con palabras. Por ej em plo, «F.O.B. est á en N.Y. com o
C.O. del C.M.E. de la U.B. para 802».
Cuando el int erlocut or com prende, si llega a com prenderlo, que Frederick Orville
Blam eswort hy est á en Nueva York com o Coordinador Operat ivo del Cent ro de
Mat erial de Enseñanza de la Universidad de Boondock resolviendo asunt os
referent es a la ley federal 802, ha perdido la oport unidad de observar que quien
hablaba no sabía realm ent e gran cosa. Los codigofílicos consiguen hacer que lo
t rivial parezca im port ant e, que es lo que quieren.
M u ch a s pa la br a s, poca s ide a s
Algunos em pleados, en colocación final, dej an de pensar, o al m enos, reducen
drást icam ent e su act ividad cogit at iva. Para ocult arlo, desarrollan esquem as de
conversación de uso general o, en el caso de figuras públicas, discurso de uso
general. Se com ponen de frases que t engan aire solem ne, pero que son lo
suficient em ent e vagas para ser aplicables a t odas las sit uaciones, cam biando, en
t odo caso, unas pocas palabras cada vez para acom odarse al audit orio de que se
t rat e.
Mi proyect o de invest igación de cest os de papeles y cubos de la basura de
ej ecut ivos15 reveló las siguient es not as, evident em ent e fragm ent os de un borrador
de discurso para t odo uso. Su aut or t iene ya bast ant es problem as sin necesidad de
que dé a conocer su nom bre. Mi finalidad es inst ruir, no hum illar. He aquí sus not as.
Señoras y/ o caballeros:
En est os agit ados t iem pos, const it uye para m í un gran placer hablarles a ust edes
sobre el im port ant e t em a de................................. Es ést a una m at eria en la que
se han realizado ext raordinarios progresos. Nat uralm ent e, y j ust am ent e, nos
sent im os orgullosos de cuánt o hem os conseguido en el ám bit o local, m as no
15
Est e m ét odo de inv est igación ha sido rest ringido. Algunas em presas han inst alado en sus oficinas cubos de
basura cerrados con llave para im pedir la pirat er ía de ideas por part e de los com pet idor es. Una em pr esa de
elim inación de basuras carga diar iam ent e el cont enido de los cubos en un cam ión, donde al inst ant e queda
conver t ido en un polvo grisáceo e inident ificable
debem os om it ir nuest ras palabras de hom enaj e a aquellos individuos y grupos que
han realizado descollant es aport aciones a una m ayor escala, en el plano regional,
nacional y, ¿por qué no decirlo?, t am bién en el plano int ernacional...
Aunque no debem os subest im ar j am ás las m aravillas que pueden ser conseguidas
m ediant e la dedicación, resolución y persist encia personales, sugiero, no obst ant e,
que pecaríam os de presunt uosos si pensáram os que podem os resolver problem as
que han desafiado a los m ej ores cerebros de las generaciones pret érit as y
present es. En conclusión, pues, perm ít anm e declarar, rot unda e inequívocam ent e,
m i post ura. Apoyo firm em ent e el progreso; exij o progreso; ¡espero ver progreso!
Pero lo que deseo y busco es progreso aut ént ico, no sim ples m udanzas y
oscilaciones m ot ivadas por una m era ansia de novedades. Yo sugiero, am igos m íos,
que ese aut ént ico progreso sólo será alcanzado si fij am os nuest ras m ent es,
m ant eniéndolas inconm oviblem ent e fij as, en nuest ra gran herencia hist órica y en
aquellas esplendorosas t radiciones en las que, ahora y siem pre, reposa nuest ra
verdadera fuerza.
Ca pít u lo 1 3
SALUD Y FELI CI D AD EN EL CA CERO
¿POSI BI LI D AD 0 SUEÑ O FAN TÁSTI CO?
Cuando un em pleado alcanza su nivel de incom pet encia ( program a de Pet er) , se
dice que t iene un cocient e de ascenso ( CA) igual a cero 16 . En est e capít ulo expondré
cóm o reaccionan diferent es em pleados ant e est a sit uación.
16
Cocient e de ascenso: expresión num érica de las perspect ivas de ascenso del em pleado. Cuando CA desciende a
cero, se halla com plet am ent e descalificado para el ascenso. El CA se explica ext ensam ent e en El perfil de Pet er , una
m onografía inédit a sobre los aspect os m at em át icos de la incom pet encia.
Té cn ica N º 1 : Pr e pa r a ción pe r pe t u a
Enfrent ado a una t area im port ant e, el em pleado com pet ent e la com ienza,
sim plem ent e. El sust it uidor t al vez prefiera ocuparse en act ividades prelim inares. He
aquí varios m ét odos m uy ut ilizados.
CON FI RM AR LA N ECESI D AD de acción. El verdadero sust it uidor nunca puede
obt ener suficient es pruebas. Su lem a es «m ás vale prevenir que lam ent ar», o
«cuant a m ás prisa, m enos rapidez». Pase suficient e t iem po confirm ando la
necesidad, y la necesidad desaparecerá. ( Prognosis de Pet er.) Por ej em plo, al
organizar la lucha cont ra el ham bre, est udie la necesidad durant e el t iem po
suficient e, ¡y acabará descubriendo que la lucha no es ya necesaria!
ESTUD I AR M ÉTOD OS ALTERN ATI V OS de hacer lo que haya que hacer.
Supongam os que, después de una adecuada invest igación prelim inar, se confirm a la
necesidad. El sust it uidor querrá est ar seguro de que elige el curso de acción m ás
eficient e, por m ucho que sea el t iem po que t arde en encont rarlo. La t écnica de
«m ét odo alt ernat ivo» es en sí m ism a un sust it ut ivo y una form a m enos despavorida
del síndrom e de vaivén.
OBTEN ER CON SEJOS D E EXPERTOS, con obj et o de que el plan finalm ent e elegido
pueda ser llevado a cabo de m odo eficaz. Se const it uirán com it és, y la cuest ión será
rem it ida a est udio. Una variant e de est a t écnica, recurrir a expert os desaparecidos
en vez de vivos, es buscar precedent es.
PRI M ERO LO PRI M ERO. Est a t écnica im plica una m inuciosa, concienzuda y
prolongada at ención a cada fase preparat oria de la acción: la acum ulación de
abundant es reservas de im presos, pert rechos, dinero, et c., a fin de consolidar la
posición present e ant es de iniciar el avance hacia el obj et ivo.
sust it ución, dedicándose con ent usiasm o a la organización int erna de la fábrica y las
oficinas.
Se pasaba el t iem po cerciorándose de que no exist ían fricciones ent re em presa y
t rabaj adores, que las condiciones de t rabaj o eran agradables y que t odos los
em pleados de la fábrica form aban, com o decía él, «una gran fam ilia bien avenida».
Afort unadam ent e para él, Guzm án se había llevado consigo, com o subdirect or, a V.
Vigor, un j oven que no había alcanzado t odavía su nivel de incom pet encia. Gracias
a la enérgica acción de Vigor, la sucursal fue revit alizada y obt uvo unos apreciables
beneficios.
Guzm án recibió los honores y se sint ió orgulloso de su «éxit o». Había sust it uido
apropiadam ent e y alcanzando felicidad con ello.
El lem a para los especialist as en cuest ión m arginal es:
D. Vial era un com pet ent e subdirect or de una escuela elem ent al de Buenavilla, bien
dot ado int elect ualm ent e y que sabía m ant ener la disciplina ent re sus alum nos y la
m oral ent re los m aest ros. Tras el ascenso, encont ró su nivel de incom pet encia com o
direct or: carecía del t act o necesario para t rat ar con las organizaciones de padres de
alum nos, periodist as, con el inspect or de dist rit o de enseñanza elem ent al y con los
m iem bros por elección de la j unt a escolar. Cayó en desgracia con los funcionarios,
y, a los oj os del público, la reput ación de su escuela com enzó a declinar.
Vial acom et ió una ingeniosa especialización m arginal. Desarrolló una preocupación
obsesiva por los problem as de t ráfico hum ano, por los at ascos, am ont onam ient os y
choques causados por el m ovim ient o de alum nos y m aest ros a lo largo de salas,
corredores, recodos y escaleras.
Ut ilizando planos a gran escala del edificio ideó un com plicado sist em a de
circulación. Hizo pint ar rayas y flechas de diversos colores sobre las paredes y los
suelos. I nsist ió en un est rict o cum plim ient o de sus leyes de t ráfico. No se perm it ía a
ningún alum no at ravesar una raya blanca. Supongam os que un m uchacho era
enviado, durant e la clase, desde su aula a ot ra aula sit uada exact am ent e enfrent e,
al ot ro lado del corredor, para llevar un recado. No podía at ravesar la línea que
discurría por el cent ro: t enía que cam inar hast a el ext rem o del corredor, dar la
vuelt a al ext rem o de la línea, y, luego, ret roceder por el ot ro lado.
Vial se pasaba m ucho t iem po m erodeando por el edificio, al acecho de las
violaciones de su sist em a; escribió sobre el part icular num erosos art ículos en
diversas publicaciones profesionales; acom pañó por el edificio a grupos de visit ant es
const it uidos por educadores especialist as m arginales; en la act ualidad se halla
dedicado a la confección de un libro sobre est a cuest ión, ilust rado con abundant es
planos y fot ografías,
Est á at areado y sat isfecho, y goza de perfect a salud, sin el m enor signo del
síndrom e de colocación final. ¡Ot ro t riunfo para la especialización en cuest ión
m arginal!
Té cn ica N º 3 :
La im a ge n su st it u ye a la r e a lida d
La señora Chalán, profesora de m at em át icas de la escuela superior de Buenavilla,
se pasa la m ayor part e de la clase hablando a sus alum nos de lo int eresant e e
im port ant es que son las m at em át icas. Disert a sobre la hist oria, el est ado act ual y la
probable evolución fut ura de las m at em át icas. El verdadero t rabaj o de aprender
m at em át icas se lo encom ienda a los alum nos com o deberes para casa.
Las clases de la señora Chalán son brillant es e int eresant es; la m ayoría de sus
alum nos piensan que es una buena profesora. No progresan m ucho en la
asignat ura, pero creen que ello se debe solam ent e a la dificult ad de la m at eria
La señora Chalán t am bién cree firm em ent e que es una buena profesora; cree que
sólo los celos de ot ros profesores m enos com pet ent es sit uados por encim a de ella
en la j erarquía le im piden el ascenso. Así que va siem pre con un virt uoso aire de
dignidad ofendida.
La señora Chalán est á sust it uyendo. Su t écnica no es insólit a, y puede ser ut ilizada
conscient e o inconscient em ent e. La regla es: para obt ener sat isfacción personal,
una onza de im agen vale por una libra de realidad. ( Placebo de Pet er.)
Obsérvese que, aunque est a t écnica proporciona sat isfacción a quien la usa, ¡no
siem pre necesariam ent e sat isface a la persona de quien aquél depende!
El placebo de Pet er es bien com prendido por los polít icos en t odos los niveles.
Hablarán de la im port ancia, la inviolabilidad, la fascinant e hist oria del sist em a
dem ocrát ico ( o del sist em a m onárquico, com unist a, o del sist em a t ribal, según los
casos) , pero poco o nada harán para cum plir los verdaderos deberes de su cargo.
Est a t écnica es m uy ut ilizada t am bién en las art es. A. Fresco, pint or de Buenavilla,
expuso unos cuant os lienzos afort unados, y, luego pareció agot ársele la inspiración
art íst ica. Se dedicó ent onces a dar conferencias sobre el valor del art e. Caso t ípico
es el del escrit or de salón, que se pasa t odo el día sent ado en un café, en su país o
en el ext ranj ero, hablando de la im port ancia de la lit erat ura, de los defect os de
ot ros escrit ores y de las grandes obras que va escribir algún día,
Té cn ica N º 4 : I r r e le va n cia t ot a l
Est a es una t écnica audaz, y a m enudo da result ado por esa m ism a razón.
El preparador perpet uo, el especialist a m arginal y el prom ot or de im ágenes, no
est án, com o hem os vist o, realizando ningún t rabaj o út il, al m enos no el que debían
est ar haciendo, pero hacen, o hablan sobre ello, algo que se halla en ciert o m odo
relacionado con el t rabaj o. A veces, los observadores casuales - incluso sus colegas
no se dan cuent a de que est as personas est án sust it uyendo, en vez de producir
result ados.
Figura 23. Dej ando que el m arido y los hij os cuiden de sí m ism os.
incom pet encia com o esposa y/ o m adre, consiguen una feliz y fruct uosa sust it ución
dedicando t odo su t iem po y sus energías a la irrelevancia t ot al y dej ando que el
m arido y los hij os cuiden de sí m ism os.
Un hist oriador se convirt ió en la m áxim a aut oridad m undial sobre los t reint a
prim eros m inut os de la Reform a.
Varios m édicos se han hecho fam osos est udiando alguna enferm edad de la que
solam ent e exist en t res o cuat ro casos conocidos, m ient ras ot ros se han
especializado en una sola pequeña región del cuerpo.
Un académ ico que es incom pet ent e para com prender el significado y el valor de una
obra lit eraria puede escribir un t rat ado t it ulado Est udio com parado del uso de la
com a en las obras lit erarias de Ot t o Scribbler.
Ca pít u lo 1 4
I N COM PETEN CI A CREAD ORA
Haz siem pre una cosa m enos que las que crees poder hacer.
B. M. Baruch
¿Le parece m i exposición del Principio de Pet er algo sem ej ant e a una filosofía de la
desesperación?
¿Se resist e ust ed a acept ar la idea de que la colocación final, con sus last im osos
sínt om as físicos y psicológicos, deba ser el fin de t oda carrera?
Haciéndom e cargo de est o, quisiera ofrecer al lect or un cuchillo que le perm it a
cort ar est e nudo gordiano filosófico.
«Seguram ent e - quizá diga ust ed- , una persona puede negarse a acept ar el ascenso
y seguir t rabaj ando a gust o en un puest o que puede desem peñar
com pet ent em ent e.»
Un e j e m plo in t e r e sa n t e
La negat iva a acept ar una ofert a de ascenso es conocida con el nom bre de Quit e de
Pet er. Parece m uy fácil, desde luego. Sin em bargo, no he descubiert o m ás que un
solo caso en que fuera em pleado con éxit o.
T. Serrador, carpint ero de la «Com pañía de Vigas de Const rucción», era t an
t rabaj ador, com pet ent e y escrupuloso en su labor que le fue ofrecido varias veces el
puest o de capat az.
Serrador respet aba a su j efe, y le habría gust ado com placerle. Pero era feliz com o
sim ple carpint ero. No t enía preocupaciones: t odos los días, a las cuat ro y m edia de
la t arde, podía olvidarse por com plet o del t rabaj o.
Sabía que, de capat az, se pasaría las t ardes y los fines de sem ana pensando en el
t rabaj o del día siguient e y en el de la sem ana siguient e. Por eso rechazó con
firm eza el ascenso.
Hay que hacer not ar que Serrador era solt ero, no t enía parient es próxim os y sólo
unos pocos am igos. Podía com port arse com o le diera la gana.
plant as y un gran respet o a sus herram ient as. Est aba haciendo lo que m ás le
gust aba: cult ivar la j ardinería.
Era com pet ent e en t odos los aspect os de su t rabaj o, except o en uno: casi siem pre
perdía o t raspapelaba los recibos y not as de ent rega de los art ículos servidos a su
depart am ent o, aunque at endía perfect am ent e los pedidos.
La falt a de not as de ent rega dificult aba la labor del depart am ent o de cont abilidad, y
Verdú fue reprendido varias veces por el adm inist rador. Sus cont est aciones eran
vagas.
«Me parece que he debido de plant ar los papeles j unt o a los arbust os.»
«Quizá se los hayan com ido los rat ones del invernadero.»
Debido a su incom pet encia en el t rabaj o adm inist rat ivo, cuando fue necesario
nom brar un nuevo j efe de los servicios de conservación, Verdú no fue t enido en
consideración para ocupar el puest o.
Me ent revist é varias veces con Verdú. Se m ost ró cort és y cooperador, pero insist ió
en que perdía los docum ent os accident alm ent e. I nt errogué a su m uj er. Me dij o que
Verdú llevaba cuent a det allada de sus operaciones part iculares en m at eria de
j ardinería y que podía calcular el cost e de t odo lo producido en su pat io o en su
invernadero.
¿Un ca so pa r a le lo?
Me ent revist é con M. Revuelt a, j efe de t aller de «Forj as y Fundiciones del Nort e,
S.A.», cuya pequeña oficina present aba siem pre un grot esco desorden. Sin
em bargo, m i est udio de t iem po y funciones reveló que los bam boleant es m ont ones
de ant iguas fact uras y libros de referencia, las caj as de cart ón rebosant es de
m anoseadas hoj as de cont rol, los arm arios llenos de carpet as sin clasificar, y la
colección de planos ya inservibles, suj et os con chinchet as en las paredes, en
realidad no form aban part e de las funciones básicam ent e eficient es de Revuelt a.
Me fue im posible decir si est aba o no ut ilizando conscient em ent e est e desorden para
cam uflar su com pet encia, a fin de evit ar el ascenso, a j efe general de t alleres.
¿Locu r a e n su m é t odo?
J. Reglado era un com pet ent e m aest ro de escuela. Gozaba de una elevada
reput ación profesional, pero nunca le fue ofrecido el cargo de subdirect or. Me
pregunt é por qué, y em pecé a hacer invest igaciones.
Un funcionario m e dij o:
- Reglado olvida hacer efect ivos los cheques de su sueldo. Cada t res m eses,
t enem os que recordarle que nos gust aría que cobrara sus cheques, a fin de t ener
los libros en orden. La verdad es que no puedo com prender a una persona que no
present a al cobro sus cheques.
Cont inué int errogando.
- ¡No, no! No desconfiam os de él - fue la respuest a- . Pero, nat uralm ent e, uno se
pregunt a si t endrá alguna fuent e privada de ingresos.
Pregunt é:
- ¿Sospecha ust ed que podría encont rarse m ezclado en alguna clase de act ividades
ilegales?
- ¡Ni m ucho m enos! No t enem os la m ás m ínim a prueba en cont ra de él. ¡Es un
m aest ro excelent e! ¡Un hom bre bueno! ¡De una reput ación int achable!
Figura 24. ¿Era m era casualidad que Reglado fuera feliz en su puest o de m aest ro?
A pesar de est as prot est as, saqué la conclusión de que la j erarquía no puede confiar
en un hom bre que sabe adm inist rarse t an bien que no se apresura a dirigirse al
Banco para hacer efect ivo o deposit ar el cheque de su sueldo para saldar sus
cuent as pendient es. En resum en, Reglado se ha m anifest ado incom pet ent e para
com port arse com o se espera que se com port e el em pleado t ípico; en consecuencia,
se ha hecho a sí m ism o inelegible para el ascenso.
¿Era m era casualidad que Reglado fuera feliz en su puest o de m aest ro y no deseara
ser ascendido a funciones adm inist rat ivas?
¿Ex ist e u n a pa u t a ?
I nvest igué m uchos casos sim ilares de lo que parecía ser deliberada incom pet encia,
pero nunca pude decidir con seguridad si el com port am ient o era consecuencia de un
plant eam ient o conscient e o de una m ot ivación inconscient e.
Una cosa est aba clara: est os em pleados habían eludido el progreso, no rechazando
el ascenso - ya hem os vist o lo desast roso que est o puede ser- , ¡sino ingeniándoselas
para que nunca les fuera ofrecido el ascenso!
¡EUREKA!
Ést a es una form a infalible de soslayar el ascenso final; ést a es la clave para gozar
de salud y felicidad en el t rabaj o y en la vida privada; ést a es la I ncom pet encia
Creadora.
Un a t é cn ica a cr e dit a da
No im port a si Verdú, Revuelt a, Reglado y ot ros em pleados de posición sim ilar est án
evit ando el ascenso final conscient e o inconscient em ent e. Lo que im port a es que
podem os aprender de ellos cóm o lograr est e obj et ivo vit alm ent e im port ant e.
( «Vit alm ent e im port ant e» no es una figura de dicción: la t écnica correct a puede
salvarle la vida.)
El m ét odo se reduce a lo siguient e: Crear la im presión de que uno ha alcanzado y a
su nivel de incom pet encia.
Se consigue est o m anifest ando uno o m ás de los sínt om as no m édicos de colocación
final.
Verdú, el j ardinero, m anifest aba una form a leve de papirofobia. Revuelt a, el j efe de
t aller, le parecía, a un observador casual, un papiróm ano avanzado. Reglado, el
m aest ro de escuela, dando largas al depósit o de los cheques de su sueldo, m ost raba
una grave, aunque insólit a, form a del síndrom e de vaivén.
La incom pet encia creadora conseguirá result ados ópt im os si elige ust ed una zona de
incom pet encia que no le im pida direct am ent e llevar a cabo las obligaciones
principales de su act ual posición.
D e st a ca r se de los de m á s
Negarse a pagar la cuot a correspondient e de los fondos carit at ivos de la em presa o
del depart am ent o; abst enerse de beber café durant e el período de descanso;
llevarse la com ida a un lugar de t rabaj o en el que t odo el m undo com e fuera; la
insist encia en apagar los radiadores y abrir las vent anas; negar aport aciones a las
colect as para regalos de boda o de j ubilación; un m osaico de dist ant e excent ricidad
( el com plej o de Diógenes) creará la cant idad j ust a de sospecha y desconfianza que
descalifica para el ascenso.
17
Al m enos, cr eo haberlos observado. La caract eríst ica de la perfect a incom pet encia creadora es que nadie, ni
siquiera el j erarquiólogo expert o, puede j am ás est ar seguro de que no es incom pet encia pura y sim ple.
Com plet a el regalo con un insist ent e int errogat orio para ver si el recept or ha leído el
libro y lo que de él ha com prendido. Denom ino a est e oficioso didact icism o el
com plej o de Sócrat es.
Serrador m e inform a de que han cesado las ofert as de ascenso. Nat uralm ent e, m e
sent í un poco decepcionado ant e la sit uación del único ej em plo vivient e de feliz
18
Thoreau, Henr y D. ( 1817- 1862) . Walden, o la vida en los bosques, 1854
quit e de Pet er ( feliz en el sent ido de que había conj urado el ascenso ofrecido sin
hacerle sent irse desgraciado) . Sin em bargo, est a decepción quedó cont rapesada por
el placer de ver una elegant e prueba del hecho de que
Ca pít u lo 1 5
LA EXTEN SI ÓN D ARVI N I AN A
Al exam inar la com pet encia y la incom pet encia hem os t rat ado principalm ent e, hast a
el m om ent o, de problem as vocacionales, de los esfuerzos y las est rat agem as que
los hom bres ut ilizan para ganarse la vida en una sociedad com plej a e
indust rializada.
En est e capít ulo aplicarem os el Principio de Pet er a una m at eria m ás am plia, a la
cuest ión de la com pet encia vit al. ¿Puede la raza hum ana m ant ener su posición, o
progresar, en la j erarquía evolut iva?
alas, colm illos. Pero las m ism as cualidades que al principio aseguraron su ascenso
fueron finalm ent e causa de su incom pet encia. Podríam os decir que la com pet encia
cont iene siem pre la sem illa de la incom pet encia. La vulgar cam pechanía del general
Buenaguerra, la falt a de originalidad de la señorit a Fiel, la dom inant e personalidad
del señor I bast a... ¡ést as fueron las cualidades que les depararon el ascenso: est as
m ism as cualidades t erm inaron im pidiéndoles obt ener nuevos ascensos! Del m ism o
m odo, diversas especies anim ales, t ras dilat ados evos de const ant e ascenso, han
alcanzado los niveles de incom pet encia y han perm anecido est át icas, o han
adquirido súper incom pet encia y se han ext inguido.
Est o m ism o les ha sucedido a m uchas sociedades y civilizaciones hum anas. Algunos
pueblos que florecieron en sit uación colonial, baj o la t ut ela de naciones m ás fuert es,
se han m ost rado incom pet ent es cuando fueron ascendidos al aut ogobierno. Ot ras
naciones que se gobernaban com pet ent em ent e a sí m ism as com o ciudades- est ados,
repúblicas o m onarquías, han result ado incom pet ent es para sobrevivir com o
pot encias im periales. Civilizaciones que prosperaron en la adversidad y en la
penuria se m ost raron incom pet ent es para soport ar las t ensiones del éxit o y la
opulencia.
¿Y la raza hum ana considerada com o un t odo? La int eligencia es la cualidad que ha
conseguido un ascenso t ras ot ro para la Hum anidad. ¿Result ará esa int eligencia un
obst áculo para nuevos ascensos?, ¿Llegará a reducir a la Hum anidad a la condición
de súper incom pet encia ( véase el capít ulo I I I ) y asegurar así su, rápida expulsión
de la j erarquía vit al?
D OS SI GN OS ACI AGOS
1 . Re gr e sión j e r á r qu ica
La sociedad com ienza su t area de m oldear e inst ruir a los nuevos m iem bros de la
raza hum ana por m edio de las escuelas. Ya he exam inado un t ípico sist em a escolar
en cuant o se refiere a los m aest ros que lo com ponen. Considerem os ahora la
escuela en cuant o afect a a los alum nos.
El sist em a escolar t radicional const it uía una pura expresión del Principio de Pet er.
Un alum no era ascendido, grado a grado, hast a que alcanzaba su nivel de
incom pet encia. Se decía ent onces que había «fracasado» en el grado 5, o en el 8 o
en el 11. Tendría que «repet ir el curso»; est o es, t endría que perm anecer en su
nivel de incom pet encia. En algunos casos, debido a que el niño est aba
desarrollándose t odavía m ent alm ent e, su com pet encia int elect ual aum ent aba
durant e el año «repet ido», y quedaba ent onces calificado para un nuevo ascenso. Si
no, volvía a «fracasar» y volvía a «repet ir». ( Es de not ar que est e «fracaso» es lo
m ism o que, en los est udios vocacionales, denom inam os «éxit o» est o es, la
consecución de la colocación final en el nivel de incom pet encia.)
A los funcionarios de la enseñanza no les gust a est e sist em a: piensan que la
acum ulación de est udiant es incom pet ent es rebaj a el nivel m edio de la escuela. Un
direct or m e dij o: «Quisiera poder aprobar a t odos los alum nos t orpes y suspender a
los brillant es.- eso elevaría el nivel, y los cursos m ej orarían. Est a acum ulación de
est udiant es t orpes desacredit a a la escuela al reducir el prom edio de éxit os.»
Una t áct ica t an ext rem osa no será generalm ent e t olerada. Por eso, para evit ar la
acum ulación de incom pet ent es, los direct ores han puest o en práct ica el plan de
ascender a t odos los incom pet ent es y a los com pet ent es. Encuent ran j ust ificación
psicológica a esa polít ica diciendo que ahorra a los est udiant es la penosa
experiencia del fracaso.
Lo que realm ent e est án haciendo es aplicar la sublim ación percucient e a los
est udiant es incom pet ent es.
El result ado de est a sublim ación percucient e en m asa es que la graduación en una
escuela superior represent a ahora t al vez el m ism o nivel de logro académ ico que
represent aba hace unos años el grado 11. Con el t iem po, el valor de la graduación
final irá descendiendo al nivel del ant iguo grado 10, el grado 9 y así sucesivam ent e.
Designo a est e fenóm eno con el nom bre de regresión j erárquica.
Pero ahora no podem os suponer sem ej ant e cosa. El m oderno cert ificado dem uest ra
solam ent e que el alum no fue com pet ent e para resist ir un ciert o núm ero de
escolaridad.
La t it ulación en escuela superior, en ot ro t iem po cert ificado de com pet encia
am pliam ent e acept ado, es ahora sólo un cert ificado de incom pet encia para los bien
rem unerados puest os de m ás responsabilidad 19 .
Ot ro t ant o sucede en el plano universit ario. Los grados de licenciat ura han
descendido en valor. Sólo el doct orado com port a t odavía una not able aura de
com pet encia, pero su valor va m enguando rápidam ent e por la aparición de grados
posdoct orales. ¿Cuánt o t iem po pasará ant es de que t am bién el posdoct orado se
conviert a en un dist int ivo de incom pet encia para m uchos puest os, y sea preciso
pasar por post - post y pos- pos- posdoct orados?
La escalada del esfuerzo educacional acelera el proceso de degradación. Muchas
Universidades, por ej em plo, em plean en la act ualidad el m ism o sist em a alum no-
profesor ( est udiant es vet eranos que enseñan a los m ás j óvenes) que hace cincuent a
años est aba condenado en las escuelas prim arias.
La escalada del esfuerzo en cualquier ot ro cam po produce result ados sem ej ant es.
Baj o el aprem io de obt ener m ás ingenieros, cient íficos, sacerdot es, m aest ros,
aut om óviles, m anzanas, ast ronaut as, o lo que ust ed quiera, y de obt enerlos m ás
rápidam ent e, los niveles de acept ación descienden necesariam ent e: aparece la
regresión j erárquica.
Ust ed, com o consum idor, em presario, art esano o profesor, ve sin duda los
result ados de la regresión j erárquica. Volveré m ás adelant e sobre el t em a para
sugerir los m edios por los que podría cont rolarse.
19
Es de not ar que la regresión j erárquica no es un fenóm eno ent eram ent e m oderno. Hace m uchos años, el sim ple
hecho de saber leer y escr ibir fue considerado por sí solo com o un cert ificado de com pet encia para los puest os m ás
im por t ant es. Se descubr ió ent onces que había un cr ecient e núm ero de necios en est as condiciones, por lo que los
pat ronos com enzaron a elevar sus niveles, quint o grado, oct avo grado, et cét era. Cada uno de est os niveles em pezó
com o cert ificado de com pet encia; cada uno de ellos fue finalm ent e considerado com o cert ificado de incom pet encia.
Una com put adora se rebela ant e cualquier inst rucción poco clara, hace parpadear
sus luces y espera aclaración.
Una com put adora no t iene t act o. No adulará. No discurrirá. No dirá: «Sí, señor; al
inst ant e, señor», a unas inst rucciones equivocadas, y luego m archará y hará lo que
es m ás indicado. Sim plem ent e, seguirá las inst rucciones equivocadas, siem pre que
hayan sido dadas con claridad.
Tr e s obse r va cion e s
La com put adora puede ser incom pet ent e en Si m ism a, est o es, incapaz de realizar y
regular con exact it ud, el t rabaj o para el que fue diseñada. Est a clase de
incom pet encia no puede ser elim inada j am ás, porque el Principio de Pet er es
aplicable en las em presas donde se diseñan y fabrican las com put adoras
Aun cuando sea com pet ent e en sí m ism a, la com put adora am plifica enorm em ent e
los, result ados de la 'incom pet encia de sus propiet arios y operadores.
La com put adora, al igual que un em pleado hum ano, se halla som et ido al Principio
de Pet er. Si al com enzar hace un buen t rabaj o, exist e una fuert e t endencia a
t ram pa m ort al para t oda la raza hum ana. Si cont inuam os proyect ando, invent ando,
const ruyendo y reconst ruyendo febrilm ent e en la dirección seña lada por est e
progreso, alcanzarem os el nivel de incom pet encia vit al t ot al.
Figura 26. Los habit ant es de las ciudades t enían fácil acceso paisaj es rurales de
serena belleza
Ant es de responder a est a cuest ión, pregúnt ese a sí m ism o: « ¿Cuál es la finalidad
( result ado) de la j erarquía hum ana?»
En m i conferencia El dest ino est á ant e nosot ros, digo a m is alum nos: «Si no sabéis
adónde vais, probablem ent e acabaréis en ot ra part e».
Evident em ent e, si la finalidad de la j erarquía es t ot al exfoliación hum ana, los
rem edios de Pet er no son necesarios. Pero si querem os sobrevivir, y m ej orar
nuest ra condición, los rem edios de Pet er, que van desde la prevención a la curación,
m ost rarán cóm o hacerlo.
Yo ofrezco:
Profiláct icos de Pet er: m edios para evit ar el ascenso al nivel de incom pet encia.
Paliat ivos de Pet er: para quienes ya han alcanzado su nivel de incom pet encia,
m edios para prolongar la vida y conservar la salud y la felicidad.
Placebos de Pet er: para la supresión de los sínt om as del síndrom e de colocación
final.
Prescripciones de Pet er: m edios de curar las enferm edades del m undo.
El pode r de l pe n sa m ie n t o n e ga t ivo
Encarezco vivam ent e el salut ífero poder del pensam ient o negat ivo. Si Salust iano
Espina hubiera pensado en los aspect os negat ivos del puest o de prim er ej ecut ivo,
¿habría acept ado el ascenso?
Supongam os que hubiera pregunt ado: « ¿Qué pensarán de m í los direct ores? ¿Qué
esperarán m is subordinados? ¿Qué esperará m i m uj er?» Si Espina se hubiera
at enido a los aspect os negat ivos del ascenso, ¿habría det enido el curso de los
sucesos que dest ruyeron su salud?
Desde el punt o de vist a int elect ual era com pet ent e; podría haber acum ulado las
negat ivas, incluyendo el conflict o de códigos ant eriorm ent e descrit o, la m odificación
de relaciones con sus am igos, las presiones para ingresar en el club deport ivo, la
Veam os un ej em plo. En el ám bit o del m undo que habit a, el hom bre ha resuelt o
com pet ent em ent e m uchos problem as de t ransport e. Sin necesidad de invert ir en
ello m ucho t iem po, puede viaj ar a cualquier part e del Globo, sin m ás penalidades ni
peligros de los que soport a al cam inar por las calles de su propia ciudad. ( ¡Con
bast ant e m enos peligro, si da la casualidad de que vive en una gran ciudad! )
Sería de esperar que el ascenso en la j erarquía del viaj e prom oviera al hom bre de
viaj ero t errest re a viaj ero espacial, Pero est o sería pract icar la escalada por la
escalada. El hom bre no t iene ninguna necesidad de explorar personalm ent e la Luna,
Mart e, o Venus Ya ha enviado inst rum ent os de radar, t elevisión y fot ografía que
t ransm it en vívidas descripciones de est os cuerpos celest es. Los inform es
t ransm it idos indican que son lugares inhóspit os.
El hom bre est aría m ucho m ej or sin el ascenso a viaj ero espacial. Pero, com o hem os
vist o, no es cosa fácil rechazar un ascenso. La form a segura, agradable y eficaz es
aparent ar no m erecerlo: est o es incom pet encia creadora.
El hom bre t iene ahora la oport unidad de m anifest ar incom pet encia creadora en est e
cam po de los viaj es espaciales20 .
Tiene la oport unidad de refrenar su peligrosa int eligencia y m ost rar un poco de
saludable incom pet encia.
20
Las av erías, r et rasos y desast res relacionados con los viaj es espaciales indican que las personas que int ervienen
en ellos pueden, de hecho, est ar ej er cit ando incom pet encia creadora, Recalco «pueden», porque la piedra de t oque
de la verdadera incom pet encia creadora consist e en que el observador no puede decir con seguridad si la
incom pet encia es deliberada o no
¿No sería oport uno m anifest ar incom pet encia creadora en est a cuest ión, em plear
deficient em ent e la t écnica creadora y evit ar así el inút il y pot encialm ent e peligroso
ascenso?
D e u st e d de pe n de
Con un poco de reflexión, podrá ust ed encont rar ot ros cam pos en los que cabría
hacer aplicación de est a incom pet encia creadora, de est a hum ildad.
Enfrent ados a la posibilidad de ascenso al nivel de incom pet encia vit al t ot al - por
ej em plo, por la cont am inación at m osférica, la guerra nuclear, el ham bre m undial o
una invasión de bact erias m arcianas, haríam os bien en ut ilizar los profiláct icos de
Pet er.
Si pract icam os el pensam ient o negat ivo y la incom pet encia creadora, y evit am os
con ello dar el paso final, aum ent aría la posibilidad de supervivencia hum ana. Los
profiláct icos de Pet er previenen los ascensos pat ológicos.
ent onces repet ir el t rabaj o del año, preferiblem ent e con hincapié en las cuest iones
que no logró com prender ant es. La experiencia adquirida, su m ayor m adurez y con
suert e una enseñanza m ás com pet ent e, podrían prepararle para el grado 9.
Si no, sus padres difícilm ent e se opondrían a que «ganara» una beca de dos años
en la Academ ia de Am pliación de Est udios.
Finalm ent e, si al llegar a la edad escolar lím it e, el alum no no realizaba m ás
progresos sería recom pensado con un cert ificado por el que se le nom braría
m iem bro honorario vit alicio de la Academ ia de Est udios.
De est e m odo, el arabesco lat eral le dej a a un, lado. No perj udica a la educación de
los alum nos que t odavía est án ascendiendo, y no dism inuye el valor de los grados y
t ít ulos que ést os consiguen.
La t écnica ha dem ost rado su eficacia- con t rabaj adores. ¿Por qué no probarla a gran
escala en el cam po educacional? El paliat ivo de Pet er previene la sublim ación
percucient e.
Todos est os aplicadores del Placebo de Pet er podrían no est ar haciendo m ucho bien,
pero, al m enos, no est arían haciendo ningún daño y no perj udicarían la act ividad de
los m iem bros com pet ent es de las diversas profesiones y oficios. El placebo de Pet er
previene la parálisis profesional.
Ust e d ya se da cu e n t a
El espacio disponible no perm it e insist ir sobre el part icular. Ust ed, com o lect or
reflexivo, podrá ver la aplicación de la prescripción de Pet er 21 en su vida y en su
t rabaj o, y en la vida y el t rabaj o de su ciudad, su país y su planet a.
Convendrá ust ed en que el hom bre no puede conseguir su m ayor realización
buscando la cant idad por la cant idad: la conseguirá m ej orando la calidad de la vida;
en ot ras palabras, evit ando la incom pet encia vit al.
21
Yo he aplicado est o a la educación. ( Véase Prescript ive Teaching, por Laurence J. Pet er, Nueva York : «McGraw -
Hill Book, Co. », 1965.)
LÉXI CO
Adm in ist r ología e fím e r a Una t écnica de sust it ución. Capít ulo 9.
Alivio t e m por a l Result ado del t rat am ient o m édico al síndrom e de colocación final.
Capít ulo 11.
Alt e r n a ción com pu lsiva Una t écnica para desconcert ar a los subordinados. Capít ulo 12.
Ar a be sco la t e r a l Seudo ascenso consist ent e en un nuev o t ít ulo y un nuevo lugar de
t rabaj o. Capít ulo 3.
Ar chivofilia Manía de clasificación de papeles. Capít ulo 12.
Asce n so Movim ient o hacia arriba desde un nivel de com pet encia.
At olla de r o de Pe t e r La sit uación de t ener bloqueado el cam ino del ascenso. Capít ulo 4.
Au t om a t ism o pr ofe sion a l Preocupación obsesiva por las fórm ulas e indiferencia por los
result ados. Capít ulo 3.
Bu e n su bor din a do Supuest am ent e, un buen dirigent e: una falacia. Capít ulo 4
Cir cu m be ndibu s de Pe t e r Circunam bulación secret a o «velada» ( véase el vocablo siguient e) .
Cir cu n a m bula ción de Pe t e r Circunloquio o rodeo en presencia de un supercolocado. Capít ulo
4.
Cocie n t e de a sce n so Expresión num érica de las perspect ivas de ascenso. Capít ulo 13.
Cocie n t e de m a du r e z Medida de la falt a de eficiencia de una j erarquía. Capít ulo 7.
Cocin e r os Los que hacen el caldo, algunos incom pet ent es. Capít ulo 8.
Codigofilia , in icia l y digit a l Hablar con let ras y núm eros en vez de con palabras. Capít ulo 12.
Coloca ción a l a za r Una causa de ret raso en alcanzar el nivel de incom pet encia.
Capít ulo 9.
Com pe t e n cia Capacidad del em pleado, t al com o la m iden sus superiores, para
desem peñar su puest o en la j erarquía. Capít ulo 3.
Com pe t e n cia dir e ct iva Descalificación para el ascenso. Capít ulo VI .
Com pe t e n cia e n la cu m br e Una- rara condición. Capít ulo 9.
Com ple j o de Alge r Una quim era m oralist a acerca del efect o de em puj e sobre el
ascenso. Capít ulo 5.
Com ple j o de e dificio Un com plej o sobre edificios. Capít ulo 12.
Com ple j o de los vie j os t ie m pos Em pequeñecim ient o sent im ent al de las cosas present es y
glorificación de las pasadas- un signo de colocación final. Capít ulo
12.
Com ple j o de h ipe r sim iofobia Miedo sent ido por los superiores cuando un inferior dem uest ra un
fuert e pot encial direct ivo. Capít ulo 6.
Com ple j o de Sócr a t e s Una form a de incom pet encia creadora. Capít ulo 14.
Con ve r sa ción pa r a t odo u so Frases hechas o am biguas. Capít ulo 12.
Coor din a dor Em pleado cuyo com et ido es obt ener com pet encia de los
incom pet ent es. Capít ulo 15.
Cor ola r io de Pe t e r Con el t iem po, t odo puest o de una j er arquía t iende a ser ocupado
por un em pleado que es incom pet ent e para desem peñar sus
obligaciones.
Cú spide flot a n t e Un supervisor sin subordinados. Capít ulo 3.
D e svío a l h om br e de la ca lle Dependencia excesiva respect o de la opinión pública. Capít ulo 12.
Einst e in, Albe r t Mat em át ico e innovador en el t erreno de las m odas m asculinas.
Capít ulo 9.
Ele gible Cualquier em pleado que desem peña com pet ent em ent e sus
obligaciones es elegible para el ascenso.
Espe cia liza ción con ve r ge n t e Una t écnica de sust it ución. Capít ulo 13.
Espe cia liz a ción m a r gin a l Una t écnica de sust it ución. Capít ulo 13.
Espir a l de Pe t e r El rum bo no progresivo seguido por las organizaciones afect adas
de incom pet encia a elevado nivel. Capít ulo 10.
Est a t ism o La oport una r enuncia a la t áct ica ascensional. Capít ulo 8.
Est u dia r m é t odos a lt e r n a t ivos Una t écnica de sust it ución. Capít ulo 13.
Ex ce pcion e s No hay excepciones al Principio de Pet er.
Ex folia ción j e r á r qu ica Elim inación de em pleados súper com pet ent es y súper
incom pet ent es. Capít ulo 3.
É1 1 t o Colocación final en el nivel de incom pet encia. Capít ulo 8.
Fa ct or a n t igü e da d Presión hacia abaj o que se opone al m ovim ient o hacia arriba de
los em pleados com pet ent es. Capít ulo 5.
Fon dos Los que necesit a el profesor Pet er. Capít ulo 7.
Fon ofilia Deseo anorm al de poseer y usar inst rum ent os para la t ransm isión
y grabación de la voz. Capít ulo 12.
Fr a ca so ( a plica do a e scola r e s) Véase «Éxit o».
Ga r ga n t u a m m on u m e n t a lis Síndrom e de gigant esco parque fúnebre, gran m ausoleo y t um ba
enorm e.
Giga n t ism o t a bu la t or io Obsesión por m esas de gr an t am año. Capít ulo 12.
H u m ilda d Una t écnica de incom pet encia creadora. , Capít ulo 15.
I gu a lit a r ism o Sist em a social que asegura el @ m ás fluido y rápido
funcionam ient o del Principio de Pet er. Capít ulo 7
I m pu lsa do Em pleado que t iene im pulso. Capít ulo 4.
I m pu lso Relación de un em pleado - por sangre m at rim onio o am ist ad- con
una persona sit uada por encim a de él. Capít ulo 4.
I n ca pa cida d Una condición ocasionalm ent e com prendida por los em pleados, y
con m ás frecuencia por la j efat ura. Capít ulo 9.
I n com pe t e ncia Cant idad nula: incom pet encia m ás incom pet encia, igual a
incom pet encia. Capít ulo 10.
I n com pe t e n cia com pu lsivo Condición que ost ent an los com pet ent es en la cum bre. ( Véase
«Com pet encia en la cum bre».)
I n com pe t e ncia Aplicación incom pet ent e de las t écnicas de com put adoras, o la
com pu t a dor iza da incom pet encia int rínseca de una com put adora. Capít ulo 15.
I n com pe t e n cia cr e a dor a I ncom pet encia fingida que conj ura el ofrecim ient o de un ascenso
no deseado. Capít ulo 14.
I n e r cia ca r ca j e a n t e Cont ar chist es en vez de t rabaj ar. Capít ulo 12.
I n t e r pr e t a ción pe t e r ia n a Aplicación e la ciencia j erarquiológica a los hechos y ficciones de la
Hist oria. Capít ulo 15.
I n ve r sión de Pe t e r Consist encia int erna, m ás est im ada que la eficiencia. Capít ulo 3.
I n ve r so de Pe t e r Persona para quien los m edios se han convert ido en fines en sí
m ism os. Capít ulo 3.
I r r e le va ncia t ot a l Una t écnica de sust it ución frecuent e en los niveles superiores del
com ercio. Capít ulo 13.
Je r a r qu ía Organización cuyos m iem bros o em pleados se hallan dispuest os
por orden de rango, grado o clase.
Je r a r qu ía k e opsia n a o fe u da l Est ruct ura piram idal con m uchos em pleados de baj a cat egoría y
pocos de alt a. Capít ulo 8.
Je r a r qu iología Ciencia social que est udia las j erarquías, su est ruct ura y su
funcionam ient o, fundam ent o de t odas las ciencias sociales.
Je r a r qu iología com pa r a da Un est udio incom plet o. Capít ulo 7.
Je r a r qu iología u n ive r sa l Un cam po de est udio inexplorado. Capít ulo 7.
La im a ge n su st it u ye a la Una t écnica de sust it ución. Capít ulo 13.
r e a lida d
Lle ga do Que ha alcanzado la colocación final. Capít ulo 3
M a t iz de Pe t e r La diferencia ent re el síndrom e de seudo consecución y el de
colocación final. Capít ulo 5.
N ive l de com pe t e n cia Puest o de una j erarquía en el que un em pleado hace, m ás o
m enos, lo que se espera de él.
N ive l de in com pe t e n cia Puest o de una j erarquía en el que un em pleado es incapaz de
hacer lo que se espera norm alm ent e de él.
Or de n «Prim era ley de los cielos»: base del inst int o j erárquico. Capít ulo
8.
Obt e n e r con se j o de e x pe r t os Una t écnica de sust it ución. Capít ulo 13. -
Pa dr in o El que acelera el ascenso de em pleados sit uados en los escalones
baj os de la j erarquía.
Pa lia t ivos de Pe t e r Alivian los sínt om as de incom pet encia. Capít ulo 15.
Pa pir ofobia Deseo - anorm al de t ener «una m esa lim pia. Capít ulo 12.
Pa pir om a n ía Acum ulación com pulsiva de papeles. Capít ulo 12.
Pa r a doj a de Pe t e r Los em pleados de una j erarquía no se oponen r ealm ent e a la
incom pet encia de sus colegas. Capít ulo 4.
Pa r t ido Organización j erárquica cuya finalidad es seleccionar candidat os
para un cargo polít ico. Capít ulo VI I .
Pe so m u e r t o Acum ulación, en cualquier nivel de una j erarquía, de em pleados
que han alcanzado su nivel de incom pet encia.
Pla ce bo de Pe t e r Una onza de im agen vale por una libra de realidad. Capít ulo 13.
Pla t a for m a de Pe t e r El nivel de incom pet encia.
Pr e scr ipcion e s de Pe t e r Medios para curar las enferm edades de los individuos o del
m undo. Capít ulo 15.
Pr im e r m a n da m ie n t o La j erarquía debe ser preservada.» Capít ulo 3.
Pr im e r o, lo pr im e r o Una t écnica de sust it ución. Capít ulo 13.
Pr in cipio de Pe t e r En una j erar quía, t odo em pleado t iende a ascender hast a su nivel
de incom pet encia.
Pr ofe sión m é dica Un grupo que se m uest r a apát ico y host il hacia la j erarquiología.
Capít ulo 11.
Pr ofilá ct icos de Pe t e r Una onza de prevención. Véase el Capít ulo 15.
Pr ogn osis de Pe t e r Pase suficient e t iem po confirm ando la necesidad, y la necesidad
desaparecer á. Capít ulo 13.
Pr ot e gido Véase «I m pulsado».
Pr oloj e r a r qu iólogos Aut ores que podrían haber cont ribuido al pensam ient o
j erarquiológico. Capít ulo 8.
Pr ove r bios Com o albergues de falacias j erarquiológicas. Capít ulo 8.
Pu e n t e de Pe t e r Una prueba im port ant e: ¿Puede ust ed m ot ivar a su padrino?
Capít ulo 4
Qu it e de Pe t e r Negat iva a un ascenso ofrecido. ( No recom endado.) Capít ulo 14.
Re gr e sión j e r á r qu ica Result ado de ascender a los incom pet ent es j unt o con los
com pet ent es. Capít ulo 15.
Re m e dios de Pe t e r Medios para prevenir la incom pet encia vit al t ot al. Capít ulo 15.
Re su lt a do Realización de t rabaj o út il. Capít ulo 3.
Rigor ca r t is I nt erés anor m al por m apas y planos, con escasa at ención a las
realidades que represent an. Capít ulo 12.
Sa n t os Hom bres buenos, pero polem ist as incom pet ent es. Capít ulo 8
Se cr e t o La esencia, del em puj e. Capít ulo 5.
Sín dr om e de coloca ción fin a l Pat ología relacionada con la colocación en el nivel de
incom pet encia. Capít ulo 11.
N ot a s de la s I lu st r a cion e s
Los aut ores y edit ores de El Principio de Pet er agradecen el perm iso especial
concedido por la dirección de Punch parla reproducir los dibuj os sin los epígrafes
originales. En at ención a los lect ores a quienes pudiera int eresar, adem ás del
nom bre del art ist a y el año de publicación, present am os seguidam ent e el t ext o
com plet o que acom pañaban cada ilust ración al ser publicada.
G. du Maurier ( 1889)
UNA RESPUESTA EMBARAZOSA ( Fig. 2)
Direct or de colegio: - ¡Es vergonzoso! ¡Su herm ano, que es dos años m ás j oven,
sabe m ás gram át ica griega que ust ed!
Alum no t orpe: - Ah, pero m i herm ano no lleva aquí t ant o t iem po com o yo, señor. ¡Es
su prim er año!
G. du Maurier ( 1889)
EXCESO DE CELO ( Fig. 3)
Client e eclesiást ico: - Quiero com prar un bonit o broche de diam ant e para m i cara
m it ad.
Com erciant e dem asiado servicial: - Desde luego, señor. Tenem os j ust am ent e lo que
ust ed desea. Y, si quiere, podem os servirle t am bién algo para su ot ra m it ad.
( No hubo vent a.)
W. Ralst on ( 1871)
PRÁCTI CO ( Fig. 6)
Padre am ant ísim o: Sé que le est á ust é m et iendo gram át ica y j ografía a m i hij o.
Bueno, pues com o no va a ser ni m arino ni cura, ¿pa qué le va ust é a j orobar con
esas gait as? Enséñele cosas que le valgan pa'l com ercio.
G. du Maurier ( 1887)
UN DI A EN EL CAMPO ( Fig. 7)
Tom m y ( que nunca había salido de Whit echapel) : - ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!
Señorit a: - ¿Qué ocurre, Tom m y?
Tom m y: - ¡Pero qué cielo t an grande t ienen aquí, señorit a!
A. C. Corbould ( 1885)
OSADI A ( Fig. 11)
- ¿Le cuido el caballo, señor?
E. T. Reed ( 1892)
ELECCI ON MEDI TADA ( Fig. 12)
Elect or conscient e ( en el colegio elect oral) : - El que yo quiero vot ar es un hom bre
fuert e y calvo, pero ¡que m e ahorque si sé cóm o se llam a!
G. du Maurier ( 1883)
UNA RÉPLI CA OPORTUNA ( Fig. 18)
Señora Mount ioy Belassis ( después de varias colisiones) : ¡Me parece, señor
Rudderford, que se desenvuelve ust ed m ucho m ej or en una em barcación que en
una sala de baile!
Bobby Rudderford ( el fam oso t im onel de Oxford) : - ¡Sí, por Júpit er! ¡y preferiría
pat ronear a ocho hom bres que a una sola m uj er!
E. T. Reed ( 1891)
I MPONI ENDO ORDEN ( Fig. 22)
Juez: - Expulsen a esos abogados. Con sus voces, est án falt ando al orden.
Coro de abogados: - Disculpe Su Señoría. Creíam os que, com o siem pre, eran voces
en el desiert o.
A. C. Corbould ( 1885)
RUS I N URBE ( Fig. 23)
Caballist a elegant e ( recién llegada de provincias, su prim er paseo por Hyde Park) -
¡Sant o cielo, Sam ! ¡No puedes salir conm igo de esa form a! ¿Dónde est án t us bot as
y lo dem ás?
Palafrenero: - No m e las he t raído, señora. Pero no im port a. Aquí no m e conoce
nadie.