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Francisco de Quevedo

Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos


(Madrid, 14 de septiembre de 15801 ​-Villanueva de los Infantes, Francisco de Quevedo
Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645) fue un noble, político y
escritor español del Siglo de Oro.

Fue caballero de la Orden de Santiago a partir de 16182 ​ y señor de


Torre de Juan Abad a partir de 1620.3 ​ Junto con Luis de Góngora,
con quien mantuvo una enemistad durante toda su vida, es reconocido
como uno de los más notables poetas de la literatura española.
[cita  requerida] Además de su poesía, fue un prolífico escritor de
narrativa y teatro, así como de textos filosóficos y humanísticos.

Índice
Biografía
Análisis de su obra
Obra
Obra literaria Francisco de Quevedo y Villegas, atribuido actualmente
Poesía a Juan van der Hamen y a Diego Velázquez
Prosa erróneamente en el pasado. Siglo XVII. (Instituto Valencia
Obras satírico-morales de Don Juan, Madrid).
Obras festivas Información personal
Teatro Nombre en Francisco Gómez de Quevedo y
Obra no literaria español Santibáñez Villegas
Obras políticas Nacimiento 14 de septiembre de 1580
Obras ascéticas Madrid, España
Obras filosóficas Fallecimiento 8 de septiembre de 1645
Crítica literaria (64 años)
Obra filológica Villanueva de los Infantes,
Epistolario Ciudad Real, España
Traducciones Nacionalidad Español

Obras perdidas Religión Católico


Lengua
Personaje literario y cinematográfico Castellano
materna
Personaje de las novelas del capitán Alatriste
Familia
Véase también
Padres Pedro Gómez de Quevedo y
Notas y referencias María Gómez de Santibáñez
Bibliografía Esperanza de Aragón
Cónyuge
Enlaces externos Educación
Educado en Universidad Complutense

Biografía Universidad Complutense de


Madrid
Quevedo nació en Madrid, en el seno de una familia de hidalgos Información profesional
provenientes de la aldea de Vejorís (Santiurde de Toranzo), en las Ocupación Escritor, dramaturgo, poeta
montañas de Cantabria.4 5​ ​ Fue bautizado en la parroquia de San Años activo Siglo de Oro
Ginés el 26 de septiembre de 1580. Nació cojo, con ambos pies
deformes y una severa miopía; quizá por ello pasó una infancia Movimiento Conceptismo
solitaria y triste (origen del "desgarrón afectivo" del que habló a su
respecto el crítico Dámaso Alonso)6 ​ en la Villa y Corte, rodeado de Lengua
Castellano
nobles y potentados, ya que sus padres (y algunos otros familiares) literaria
desempeñaban altos cargos en Palacio, soportando las pullas de otros Géneros Poesía, novela, novela
niños y entregándose compulsivamente a la lectura. Su madre, María picaresca y tragedia
de Santibáñez, era dama de la reina, y su padre, Pedro Gómez de
Firma
Quevedo, era el secretario de la hermana del rey Felipe II, María de
Austria, y más tarde lo fue de la reina Ana de Austria, cuarta esposa
del rey Felipe. Pero Quevedo tuvo que superar muy pronto una
amargura mayor al quedarse huérfano de padre a los seis años (1586),
de forma que le nombraron por tutor a un pariente lejano, Agustín de Villanueva; en 1591, además, cuando contaba once
años, falleció su hermano Pedro.

De precoz inteligencia,7 ​ lo llevaron al Colegio Imperial y entre 1596 y 1600 estudió lenguas clásicas, francés, italiano,
filosofía, física, matemáticas y teología en la Universidad de Alcalá, sin llegar a ordenarse.8 ​ El 4 de octubre de 1599 no se
presentó a recoger su título de bachiller, tal vez porque viajó a Sevilla y a Osuna en compañía de don Pedro Téllez Girón,
futuro duque de Osuna; no lo hizo sino hasta el 1 de junio de 1600.

Entre 1601 y 1605 estudia en la Universidad de Valladolid. Es un lugar común que durante la estancia de la Corte en
Valladolid circularon los primeros poemas de Quevedo que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora bajo seudónimo
(Miguel de Musa) o no, y el poeta cordobés detectó con rapidez al joven que minaba su reputación y ganaba fama a su costa,
de forma que decidió atacarlo con una serie de poemas; Quevedo, o alguien que se hacía pasar por él, le contestó, y ese fue el
comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cisne cordobés, quien dejó en estos versos constancia de la
deuda que Quevedo le tenía contraída.9 ​

Musa que sopla y no inspira / y sabe que es lo traidor / poner los dedos mejor /
en mi bolsa que en su lira, / no es de Apolo, que es mentira.

Sí parece que en 1603, habiendo difundido el cisne cordobés sus sátiras sobre los
contaminados y malolientes brazos del río Esgueva que apestaban Valladolid,
Quevedo hizo circular una sátira en que las descalificaba por su mal gusto, grosería y
vocablos deleznables.10 ​

Ya que coplas componéis, / ved que dicen los poetas / que, siendo para secretas
[id est, letrinas], / muy públicas las hacéis. / Cólica diz que tenéis, / pues por la
boca purgáis. / Satírico diz que estáis. / A todos nos dais matraca [id est, broma
sin gracia]: / descubierto habéis la ca ca / con las ca cas que cantáis...

No obstante, Antonio Carreira o Amelia de Paz dudan de que dicha enemistad durase
demasiado y sostienen que esas controversias eran ejercicios habituales en la poesía
barroca; Góngora nunca nombra a Quevedo y las atribuciones de las sátiras a uno y
otro son bastante dudosas; a la muerte de Góngora, Quevedo era un escritor casi Francisco de Quevedo retratado
inédito (pese a lo cual circulaban algo más que muchas copias manuscritas) y, por lo después de ingresar en la Orden de
tanto, según el profesor Antonio Carreira, tal enemistad nunca pudo prolongarse Santiago en 1618 por Francisco
demasiado tiempo más allá del desacuerdo entre el estilo conceptista que asumía Pacheco en su Libro de descripción
Quevedo y el culterano que difundía Góngora, verdadera fuente de la mayor parte de de verdaderos retratos, ilustres y
memorables varones.
estas sátiras y de su extensión en el tiempo,11 ​ cuya pieza más representativa, Aguja
de navegar cultos. Con la receta para hacer "Soledades" en un día (1625), apenas
se entretiene en ataques personales.

En 1605 se publica en Valladolid la antología poética de Pedro Espinosa, Flores de poetas ilustres, entre las que aparecen
dieciocho composiciones de Quevedo; también figuran algunas como poeta anónimo en la Segunda parte del Romancero
general y Flor de diversa poesía (Valladolid, 1605) compilada por Miguel de Madrigal, un estudiante de la universidad; con
esto ya es reconocido como un poeta de primera fila.12 ​

Durante su vida estudiantil, escribió en castellano y bajo anonimato algunos opúsculos burlescos, desvergonzados y de mal
gusto, de los que luego renegaría, pero que entonces lo hicieron muy popular a través de copias manuscritas que terminaron
por abrumar y difamar a su autor, quien se vio obligado a denunciarlas a la Inquisición, no ya para impedir que se
difundieran, sino por evitar también que se hicieran ricos a su costa los impresores que empezaron a difundirlas;
probablemente fueron estos cortos escritos los que transformaron a su autor, andando el tiempo, en un personajillo proverbial
de chistes obs cenos o de mal gusto; algo que se potenció sin duda por su amor de intelectual a los bons mots para épater le
courtisan. El opúsculo más ingenioso y menos procaz es, sin duda, las Cartas del caballero de la Tenaza, donde se hallan
muchos saludables consejos para guardar la mosca y gastar la prosa (h. 1606), en que un hidalgo tacaño ofrece todo tipo de
excusas por escrito para no dar dinero o regalos a su amante. También se aproximó a la prosa escribiendo como juego
cortesano, en el que lo más importante era exhibir ingenio, la primera versión manuscrita de una novela picaresca, La vida
del Buscón, algunos de cuyos pasajes llegan al expresionismo y han pasado a la historia del humor negro; se degrada en esta
obra, escrita bajo el punto de vista de un aristócrata, a un pobre desclasado que termina su carrera de intentos de ascender de
condición social matando a una persona y teniendo que emigrar a América para evitar la persecución. Igualmente por esas
fechas sostiene un muy erudito intercambio epistolar en latín con el humanista Justo Lipsio sobre cuestiones filológicas y
deplorando las guerras que estremecen Europa, según puede verse en el Epistolario reunido por Luis Astrana Marín. En
1601 fallece su madre, María Santibáñez. Hacia 1604 intenta explorar nuevos caminos métricos creando un libro de silvas
que no terminó, a imitación de las de Publio Papinio Estacio, combinando versos de siete y once sílabas libremente. En 1605
fallece su hermana María.13 ​

Vuelta la Corte a Madrid, arriba a ella Quevedo en 1606 y reside allí hasta 1611
entregado a las letras; escribe cuatro de sus Sueños, empezando por el "Sueño del
Juicio final", que no llegarán a imprimirse sino en 1627, y diversas sátiras breves en
prosa; obras de erudición bíblica como su comentario Lágrimas de Jeremías
castellanas; una defensa de los estudios humanísticos en España, la España
defendida y una obra política, el Discurso de las privanzas, así como lírica amorosa y
satírica. En 1610, año en que el Duque de Osuna es nombrado virrey de Sicilia, el
dominico Antolín Montojo deniega a Quevedo la autorización para imprimir el Sueño
del Juicio final. En 1611 debe trasladarse a Toledo a causa del pleito que sostiene
contra la Torre de Juan Abad, y allí conoce al padre Juan de Mariana. Se gana la
amistad de Félix Lope de Vega (hay numerosos elogios a Quevedo en los libros de
Rimas del Fénix y Quevedo aprobó las Rimas humanas y divinas, de Tomé de
Burguillos, heterónimo del Fénix), así como de Miguel de Cervantes (se le alaba en
el Viaje del Parnaso, del alcalaíno, y Quevedo corresponde en la Perinola), con
quienes estaba en la Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento; por el
contrario, atacó sin piedad a los dramaturgos Juan Ruiz de Alarcón, cuyos defectos
físicos le hacían gracia (era pelirrojo y jorobado), siendo él mismo deforme, así como Obras de don Francisco de Quevedo
Juan Pérez de Montalbán, hijo de un librero con el que Quevedo tuvo ciertas Villegas, 1699
disputas. Contra este último escribió La Perinola, cruel sátira de su libro misceláneo
Para todos. Sin embargo, el más atacado sin duda fue Luis de Góngora, al que
dirigió una serie de terribles sátiras acusándole de ser un sacerdote indigno, homosexual, escritor sucio y oscuro, entregado a
la baraja e indecente. Quevedo, descaradamente, violentaba la relación metiéndose hasta con su aspecto (como en su sátira A
una nariz, en la que se ensaña con el apéndice nasal de Góngora, pues en la época se creía que el rasgo físico más acusado
de los judíos era ser narigudos). En su descargo, cabe decir que Góngora le correspondió casi con la misma violencia,
tachándole de cojo, borracho ("Francisco de Quebebo"), contrahecho y mal helenista:

Anacreonte español, no hay quien os tope, / que no os diga (con mucha cortesía) / que ya que vuestros pies son de
elegía, / que vuestras suavidades son de arrope.

Los pies de elegía (o "de lejía", por lo caústicos) son desiguales en la poesía latina, pero también nota Góngora la
desigualdad pendular de su inspiración entre la amargura satírica y la dulzura amorosa: ya su discípulo, Juan de Tassis y
Peralta, II conde de Villamediana, también él temible satírico, hizo notar hacia 1620 la mucha distancia que separaba la soez
poesía burlesca de Quevedo y su excelsa poesía amorosa: "El Quevedo: desigualísima bestia: golpes en las nubes y porrazos
en los sótanos".14 ​ Por entonces estrecha una gran amistad con el grande Pedro Téllez-Girón, III.er duque de Osuna, al que
acompañará como secretario a Italia en 1613, desempeñando diversas comisiones para él que le llevaron a Niza y Génova,
aunque no al parecer a Venecia (J. O. Crosby y Carlos Seco han demostrado que no intervino directamente en la Conjuración
de Venecia) y finalmente de vuelta a Madrid, donde se integrará en el entorno del duque de Lerma, siempre con el propósito
de conseguir a su amigo el III.er duque de Osuna el nombramiento de virrey de Nápoles; con ese propósito soborna a
distintos personajes; consigue en efecto la aprobación del Duque de Uceda y del confesor del piadoso rey Felipe III, el
dominico Luis de Aliaga, y al fin logra para él ese cargo el 16 de abril de 1616. Embarca en Cartagena y llega a Nápoles el
12 de septiembre.15 ​

Una vez en Italia, Osuna le encomienda dirigir y organizar la Hacienda del Virreinato. Fue muy bien recibido por la
Academia de los Ociosos, fundada cuatro años antes por el entonces virrey de la ciudad, el conde de Lemos, y cuyo
patrocinio y protección, si bien con menor prestigio, mantuvo el Duque de Osuna asistiendo, acompañado de una numerosa
cohorte de aristócratas y literatos, a las reuniones de la misma en el claustro de San Domenico. A ella se incorporó Quevedo
como un miembro más, entablando una especial amistad con el poeta neolatino Giulio Cesare Stella (1564-1624)16 ​ y
además con el cardenal Doria, Filippo Paruta, Martín Lafarina, Ercole Branchiforte y
Mariano Valguarnera, el cual, a instancias de don Francisco, tradujo al italiano al poeta
griego Anacreonte. Asimismo, en Nápoles, según su biógrafo Pablo Antonio de Tarsia:

Fue tan asistido de los hombres de letras, que no parecía merecer nombre de
entendido quien no se calificaba con la amistad y aprobación de don Francisco, en
quien todos fijaban los ojos admirando su prodigioso ingenio.

Quevedo intentó atraer con fortuna dispar a la Academia a otros autores como Gian
Andrea De Cunzi, Carlos de Eybersbach, Vicente Mariner, Justo Lipsio y Michaël
Kelker, entre otros, manteniendo correspondencia con ellos, y durante su estancia
napolitana desempeñó además otras misiones, algunas relacionadas con el espionaje a la
República de Venecia, aunque no directamente como se ha creído hasta hace poco. En
recompensa por estos servicios, y por recomendación del duque de Osuna, virrey de
Nápoles y Sicilia, Quevedo obtuvo en el hábito de Santiago en 1618,2 3​ ​ lo que celebró
su amigo Stella en su poema del mismo año Ad Don Franciscum Quevedum / comitis
Quevedo y los esqueletos de
Julii Caesaris Stellae ode.
Juan de la Encina y el rey Perico,
Leonaert Bramer, 1659, dibujo a
Pero en ese mismo año cae el grande Osuna; Quevedo lo defiende ante el Consejo de
tinta y aguada gris, Múnich,
Estado en junio de complicidad en la Conjuración de Venecia, pero es arrastrado
Staatliche Graphische
también como uno de sus hombres de confianza y se le destierra (1619-1621, salvo una
Sammlung.
breve prisión en Uclés)15 ​ a la Torre de Juan Abad (Ciudad Real), cuyo señorío había
comprado su madre con todos sus ahorros para él antes de fallecer. Los vecinos del
lugar, sin embargo, no reconocieron esa compra y Quevedo pleiteará interminablemente con el concejo, si bien el pleito
recién se resolverá a su favor tras su muerte, en la persona de su heredero y sobrino Pedro Alderete. Llegado allí a lomos de
su jaca «Scoto», llamada así por lo sutil que era, como cuenta en un romance, y aislado ya de las tormentosas intrigas
cortesanas, a solas con su conciencia, escribirá Quevedo algunas de sus mejores poesías, como el soneto «Retirado a la paz
de estos desiertos...» o «Son las torres de Joray...» y hallará consuelo a sus ambiciones cortesanas y su desgarrón afectivo en
la doctrina estoica de Séneca, cuyas obras estudia y comenta, convirtiéndose en uno de los principales exponentes del
neoestoicismo español. En ese sentido obra también su lectura, traducción y asimilación del estoico Manual de Epicteto, que
venía a consolar su espíritu vehemente:

«No son las cosas mismas / las que al hombre alborotan y le espantan, / sino las opiniones engañosas / que tiene
el hombre de las mismas cosas; / como se ve en la muerte, / que, si con luz de la verdad se advierte, / no es
molesta por sí […] / Son en la muerte duras, / cuando necios tememos padecella, / las opiniones que tenemos
della; / y, siendo esto en la muerte verdad clara / (que es la más formidable y espantosa) / lo propio has de juzgar
de cualquier cosa».17 ​

Completa el número de sus Sueños y redacta tratados políticos como Política de Dios, morales como Virtud militante y dos
sátiras extensas: Discurso de todos los diablos y La hora de todos. Por entonces se publica Venganza de la lengua española
contra el autor de Cuento de cuentos (Huesca, 1626) de un tal Juan Alonso Laureles, probablemente pseudónimo, que ataca
al escritor; ni este ni su entorno responderán, sin embargo.18 ​ Sí tomó parte muy activa en la controversia sobre el patronato
de España con dos obras: Memorial por el patronato de Santiago y Su espada por Santiago, 1628. La cuestión se había
suscitado cuando una reforma del Breviario Romano en el siglo  xvii no citó la predicación y enterramiento de Santiago en
España, lo que provocó un cruce de cartas y presiones que duró treinta y dos años hasta conseguir su revocación; el asunto se
reavivó cuando se pretendió otorgar el patronazgo de España a santa Teresa de Jesús, lo que acabó por convertirse en una
auténtica batalla de intelectuales en pro de una u otro, y Quevedo, siempre misógino,19 ​ se inclinó por el patronato del santo
guerrero Santiago que se apareció en la batalla de Clavijo.

En 1622 había vuelto a ser desterrado brevemente a la Torre, pero la entronización de


Felipe IV supuso para Quevedo el levantamiento de su castigo, la vuelta a la política
y grandes esperanzas ante el nuevo valimiento del conde duque de Olivares, cuya
amistad supo ganarse trabajando como libelista para él. Quevedo acompaña al joven
rey en viajes a Andalucía (1624) y Aragón (1626), algunas de cuyas divertidas
incidencias cuenta en interesantes cartas. El 24 de marzo de 1624 una nota de la
Junta de reformación de costumbres señala que una mujer llamada Ledesma "estaba
amancebada con don Francisco de Quevedo y tienen hijos".15 ​ El 25 de septiembre
muere en prisión don Pedro Téllez-Girón, y Quevedo lo lamenta en unos célebres Convento de San Marcos en León
sonetos.20 ​ En 1627 Quevedo escribe en adulación al Conde-Duque su comedia
Cómo ha de ser el privado. Pero su enfrentamiento con los carmelitas a causa de la
cuestión del patronazgo se vuelve cada vez más virulento; a fines de febrero de 1628 escribe su Memorial por el patronato
de Santiago y se imprime en Madrid con tanto éxito como el Buscón o los Sueños,15 ​ y es de nuevo desterrado a la Torre,
aunque en diciembre le autorizan a volver de nuevo a la Corte; Quevedo intenta congraciarse con el Conde-Duque
dedicándole el 21 de julio de 1629 su edición de las Obras poéticas de fray Luis de León.15 ​ En el prólogo se contiene un
nuevo ataque contra los gongorinos patrocinados por el Duque de Lerma:

En todas lenguas aquellos solos merecieron aclamación universal, que dieron luz a lo oscuro, y facilidad a lo
dificultoso; que oscurecer lo claro, es borrar, y no escribir, y quien habla lo que otros no entienden, primero
confiesa que no entiende lo que habla21 ​

Las reformas económicas del nuevo valido pronto suscitaron oposición, y Quevedo compuso en su defensa, bajo el nombre
de "Licenciado Todosesabe", El chitón de las taravillas (Huesca, enero de 1630). Lope de Vega escribió escandalizado al
Duque de Sessa:

Es lo más satírico y venenoso que se ha escrito desde el principio del mundo, y bastante para matar a la persona
culpada, que lo debía ser mucho, pues dio tal ocasión.

En mayo el libelo fue delatado anónimamente a la Inquisición, aparte de por sedicioso, por "scandaloso, docmatizante,
injurioso, burlador de cosas sagradas". La denuncia incluye también un juicio del anónimo autor, al que identifica a las claras
con Quevedo:

No puede disimularse, porque el stilo del hablar, la indecencia del discurrir, la libertad del satyrizar, la impiedad
del sentir, y la irreverencia del tratar las cosas soberanas y sagradas, dizen manifiestamente que es el mesmo
auctor del Infierno enmendado, del Sueño del juicio, del Infierno del Marqués de Villena en la redoma, de El
alguacil endemoniado y otros muchos.22 ​

La obra fue recogida en ese mismo y año. En 1631 el propio Quevedo denuncia sus obras a la Inquisición, ya que los
libreros habían impreso sin su permiso muchas de sus piezas satíricas que corrían manuscritas haciéndose ricos a su costa. De
esa manera quiso asustarlos y espantarlos y preparar el camino a una edición definitiva de sus obras que nunca llegó a
aparecer. Por otro lado, lleva una vida privada algo desordenada de solterón: fuma mucho, frecuenta las tabernas (Góngora le
achaca ser un borracho consumado y en un poema satírico se le llama don Francisco de Quebebo) y frecuenta los lupanares,
pese a que vive amancebado con la tal Ledesma. Sin embargo, es nombrado incluso secretario del monarca, en 1632, lo que
supuso la cumbre en su carrera cortesana. Era un puesto sujeto a todo tipo de presiones: su amigo, el Duque de Medinaceli,
es hostigado por su mujer para que lo obligue a casarse contra su voluntad con doña Esperanza de Mendoza,23 ​ señora de
Cetina, viuda y con hijos, y el matrimonio, realizado en 1634, apenas dura tres meses. Lleva una activa vida cultural y amista
con el militar y escritor hispanoportugués Francisco Manuel de Melo, con el que intercambia un intenso epistolario; Melo
corresponderá de forma póstuma convirtiéndolo en un personaje de su diálogo Hospital de letras (1657). Se entrega a una
febril actividad creativa y en 1634 publica La cuna y la sepultura y la traducción de La introducción a la vida devota de
Francisco de Sales; de entre 1633 y 1635 datan obras como De los remedios de cualquier fortuna, el Epicteto, Virtud
militante, Las cuatro fantasmas, la segunda parte de Política de Dios, la Visita y anatomía de la cabeza del cardenal
Richelieu o la Carta a Luis XIII.

En 1635 aparece en Valencia el más importante de uno de los numerosos libelos


destinados a difamarle, El tribunal de la justa venganza, erigido contra los escritos de
Francisco de Quevedo, maestro de errores, doctor en desvergüenzas, licenciado en
bufonerías, bachiller en suciedades, catedrático de vicios y protodiablo entre los
hombres, publicado bajo un pseudónimo que tal vez encubre a uno de sus numerosos
enemigos, Luis Pacheco de Narváez. Además, el poeta Juan de Jáuregui escribe un
Memorial a Felipe IV en ese mismo año en que ataca también a Quevedo e imprime
también su comedia El retraído (Barcelona, Sebastián de Comellas, 1635) donde Intriga contra don F.º de Quevedo
atacaba La cuna y la sepultura publicada un año antes. En esta comedia El retraído en los jardines del Palacio del
(esto es, el acogido a sagrado por ser buscado por la justicia civil) el personaje del Buen Retiro (c. 1876) por Antonio
Censor ataca cada uno de los puntos sostenidos por Quevedo en su obra, intentando Pérez Rubio. Óleo sobre lienzo,
demostrar que es hereje, la inspiración diabólica de la obra y su ataque contra los Museo del Prado
privados, a los que considera indignos, condenando su enriquecimiento ilícito; también
le parece que su piedad cristiana es falsa, porque encubre sátira; es más, manipula los
textos que cita; Jáuregui incluso desciende a mencionar sus pleitos con la Torre de Juan Abad (a quien hace personaje de la
obra) y su participación en la conjura de Venecia y menciona su escaso conocimiento del griego; indudablemente, no parece
casual que esta comedia se publicara al mismo tiempo que El tribunal de la justa venganza. Quevedo no se resignó a tanta
infamia: los llamó "doctores sin luz, que dan humo con el pábilo muerto de sus censuras, muerden y no leen". En 1636 se
separa de su mujer, que fallecerá en 1641 y, muy desengañado, escribe su fantasía moral La hora de todos y la Fortuna con
seso.

El 7 de diciembre de 1639, con motivo de un memorial aparecido bajo la servilleta del rey Sacra, católica, real Majestad...,
donde se denuncia la política del Conde-duque, por el procedimiento de orden reservada se le detuvo en casa del VII duque
de Medinaceli, se confiscaron sus libros y, sin apenas vestirse, es llevado al frío convento de San Marcos en León hasta la
caída del valido y su retirada a Loeches en 1643. Quevedo se quejó de que no se le abrió proceso ni tomó declaración alguna
en la dedicatoria "A Juan Chumacero Carrillo" de su Vida de San Pablo (1644):

Nunca se me hizo cargo ni tomó confesión ni, después de mi soltura, se halló alguna cosa escrita
jurídicamente...15 ​

Este tipo de detenciones se podían hacer mediante el procedimiento del absolutismo conocido como orden reservada.
Quevedo mismo describió cuán dura fue su situación, enfermo como estaba de tuberculosis ósea:

«A 7 de diciembre, víspera de la Concepción de nuestra Señora, a las diez y media de la noche. Fui traído en el
rigor del invierno sin capa y sin una camisa, de sesenta y un años, a este convento Real de San Marcos, donde he
estado todo este tiempo en rigurosísima prisión, enfermo con tres heridas, que con los fríos y la vecindad de un río
que tengo a la cabecera, en tierra donde todo el año es hibierno rigurosísimo, se me han cancerado, y por falta de
cirujano, no sin piedad me las han visto cauterizar con mis manos; tan pobre, que de limosna me han abrigado y
entretenido la vida. El horror de mis trabajos ha espantado a todos».24 ​

En 1972 se demostró por una carta del conde-duque de Olivares al rey Felipe IV, encontrada por su biógrafo J. H. Elliot, que
la acusación que pesaba sobre Quevedo fue hecha por su amigo el duque del Infantado: lo acusaba de ser confidente de los
franceses. Saldría en junio de 1643 y poco después, en septiembre de 1645, murió. En el monasterio de San Marcos
Quevedo se dedicó a la lectura, como cuenta en la Carta moral e instructiva, escrita a su amigo, Adán de la Parra, pintándole
por horas su prisión y la vida que en ella hacía:

Desde las diez a las once rezo algunas devociones, y desde esta hora a la de las doce leo en buenos y malos
autores; porque no hay ningún libro, por despreciable que sea, que no tenga alguna cosa buena, como ni algún
lunar el de mejor nota. Catulo tiene sus errores, Marcus Fabius Quintilianus sus arrogancias, Cicerón algún
absurdo, Séneca bastante confusión; y en fin, Homero sus cegueras, y el satírico Juvenal sus desbarros; sin que le
falten a Egecias algunos conceptos, a Sidonio medianas sutilezas, a Ennodio acierto en algunas comparaciones, y
a Aristarco, con ser tan insulsísimo, propiedad en bastantes ejemplos. De unos y de otros procuro aprovecharme
de los malos para no seguirlos, y de los buenos para procurar imitarlos.

El sospechoso Memorial de la servilleta estaba compuesto de dodecasílabos en pareados. Un verso culto antiguo en una
estrofa popular, de ritmo machacón y sentencioso, nunca usado por Quevedo. Hay, sin embargo, algunos elementos comunes
con el estilo de Quevedo, si bien se renuncia a lo más característico. No se ataca directamente al Conde-duque de Olivares.
El autor se identifica como un pechero y anónimo labrador viejo de Castilla, comido por los impuestos, el derroche de los
nobles y la corrupción en todos los órdenes del gobierno, que pide al Rey que deje de oír la tóxica adulación y se fije en el
pueblo:

Vuestro es el remedio: ponedlo, señor. / Así Dios os haga, de Grande, el Mayor. / Grande sois, Filipo, a manera
de hoyo; / ved esto que digo, en razón lo apoyo: / quien más quita al hoyo, más grande lo hace; / mirad quién lo
ordena, veréis a quien place. / Porque lo demás todo es cumplimiento / de gente civil que vive del viento.25 ​

Quevedo era un escritor satírico, pero él mismo también era objeto de su misma crítica a través de un severo autocastigo
psíquico de raíz religiosa y existencial. Medita profundamente sobre el tiempo y busca el consuelo de la filosofía estoica
leyendo a Zenón de Citio, Epicteto y Séneca; en sus Salmos se encuentra la expresión más acendrada de este anhelo de
pureza espiritual:

Un nuevo corazón, un hombre nuevo / ha menester, señor, el alma mía: / ¡desnúdame de mí, que ser podría / que a
tu piedad pagase lo que debo!...

Pero Quevedo había salido ya del encierro en junio de 1643, achacoso y muy enfermo; tiene a su sobrino Alderete muy
preocupado por su salud; en 1644 publica, no obstante, la Primera parte de la vida de Marco Bruto y La caýda para
levantarse, el ciego para dar la vista, el montante de la Iglesia en la vida de San Pablo Apóstol. Por fin renuncia a la Corte
para retirarse definitivamente en noviembre de ese mismo año a la Torre de Juan Abad. Es en sus cercanías (y tras escribir en
su última carta que «hay cosas que sólo son un nombre y una figura») cuando fallece en el convento de los padres dominicos
de Villanueva de los Infantes, el 8 de septiembre de 1645. Se cuenta que su tumba fue profanada días después por un
caballero que deseaba tener las espuelas de oro con que había sido enterrado y que dicho caballero murió al poco en justo
castigo por tal atrevimiento.26 ​ En 2009, sus restos fueron identificados en la cripta de Santo Tomás de la iglesia de San
Andrés Apóstol de la misma ciudad.27 ​

Sus obras fueron muy mal recogidas y editadas por el humanista José Antonio González de Salas, quien no tiene empacho en
retocar los textos, en 1648: El Parnaso español, monte en dos cumbres, dividido con las nueve Musas castellanas, pero es la
edición más fiable; peor es la edición del sobrino de Quevedo y destinatario de su herencia, Pedro Alderete, en 1670: Las tres
Musas últimas castellanas; en el siglo xx José Manuel Blecua las ha editado con rigor.

En 1663 se imprimió la primera biografía de Francisco de Quevedo, del italiano Pablo Antonio de Tarsia, miembro como
Quevedo de la napolitana Academia de los Ociosos. Toma su información, rica en anécdotas, de su sobrino Alderete, con
quien se entrevistó personalmente en Torre de Juan Abad; posteriormente vendrán las de Aureliano Fernández Guerra en el
siglo xix, donde se le pinta como un hombre de estado, y la de Jauralde Pou (1998) en el siglo xx.

Análisis de su obra
Lo más original de la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo
barroco y por lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de ingenio
con las palabras mediante el abuso de la anfibología. Amante de la retórica, ensayó a veces un
estilo oratorio lleno de simetrías, antítesis e isocola que lució más que nunca en su Vida de
Marco Bruto. De léxico muy abundante, creó además muchos neologismos por derivación,
composición y estereotipia y, como apercibió Rafael Lapesa en su Historia de la lengua
española (1942), flexibilizó notablemente el mecanismo de la aposición especificativa en
castellano («clérigo cerbatana, zapatos galeones...»), mecanismo que los escritores barrocos
posteriores imitaron de él. En su sátira se acerca a veces a la estética del expresionismo al
degradar a las personas mediante la reificación o cosificación, y la animalización. Se ha
señalado, además, como un rasgo característico de su verso, la esticomitía, esto es, la tendencia a
transformar cada verso en una sentencia de sentido completo, lo cual hace a sus poemas muy
densos de significado, como era prioritario en su poética, radicada en los principios de lo que
más tarde fue denominado conceptismo barroco. Portada del Epicteto y
Phocílides en español
La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero como ya apercibió el con consonantes, de
abate José Marchena sus sátiras están mal dirigidas y, aunque consciente de las causas Francisco de Quevedo;
verdaderas de la decadencia general, es para él más un mero ejercicio de estilo que otra cosa. Se pudo inspirar El gran
vierte contra el bajo pueblo más que contra la nobleza, en lo cual no tuvo el atrevimiento de, por teatro del mundo, auto
ejemplo, el otro gran satírico de su época, Juan de Tassis y Peralta, segundo conde de sacramental de Pedro
Villamediana. Cultivó también una fina lírica cortesana realizando un cancionero petrarquista en Calderón de la Barca.
temas, estilo y tópicos, prácticamente perfecto en técnica y fondo, en torno a la figura de Lisi,
que no hay que identificar como se ha querido con ninguna dama concreta, sino con un
arquetipo quintaesenciado de mujer, al que bautizó también con otros nombres. Destacan sobre todo sus sonetos metafísicos
y sus salmos, donde se expone su más íntimo desconsuelo existencial y su angustia por el paso del tiempo. La visión que da
su filosofía es profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. El cauce preferido para la abundante vena satírica de
que hizo gala es sobre todo el romance, pero también la letrilla («Poderoso caballero es Don Dinero»), vehículo de una
crítica social a la que no se le esconden los motivos más profundos de la decadencia de España, y el soneto. Abominó de la
estética del Culteranismo cuyo principal exponente, Luis de Góngora, fue violentamente atacado por Quevedo en sátiras
personales, si bien llegó con el tiempo a tolerar una estética que se había convertido en general e incluso la cultivó él mismo
de forma meramente testimonial, como dijo Borges, para indicar "que él también sabía jugar a ese juego".28 ​ Sin embargo,
contra la pedantería y obscuridad que le imputaba se propuso también editar las obras de los poetas renacentistas Francisco
de la Torre y fray Luis de León.

La poesía amorosa de Quevedo, considerada la más importante del siglo  xvii, es la producción más paradójica del autor:
misántropo y misógino,19 ​fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió numerosos poemas amorosos (se
conservan más de doscientos), dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el
amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda
descartado. Su obra cumbre en este género es, sin duda, su «Amor constante más allá de la muerte».

Como han señalado los estudiosos del antisemitismo en España, Quevedo fue un feroz antijudío y su judeofobia quedó
reflejada "en todo tipo de escritos, incluyendo sus poemas satíricos" pero fue "en los años de su lucha contra Olivares cuando
escribe sus dos textos antisemitas más importantes": Execración contra los judíos y La Isla de los Monopantos (aunque este
último relato satírico no fue impreso hasta 1650, dentro del libro La Fortuna con seso y la hora de todos).29 ​

En su obra se demuestra su obsesión por defender la hegemonía de la monarquía hispánica en el mundo, integrándose en «...
la tradición del laus Hispaniae, instaurada por San Isidoro y utilizada por el propio Quevedo para tratar de recuperar los
valores que él pensaba, hicieron poderosa a la nación... en su España defendida, alabó la grandeza de sus más prestigiosos
compatriotas, destacando la superioridad española en el campo de las letras, visible en autores como fray Luis de León, Jorge
Manrique o Garcilaso de la Vega, pero también en el arte de la guerra». Javier Martínez-Pinna y Diego Peña.30 ​

Obra

Obra literaria

Poesía

La obra poética de Quevedo, que está constituida por unos 875 poemas, presenta
ejemplos de casi todos los subgéneros de su época: poesía satírico-burlesca, amorosa,
moral e inmoral, una parodia de la poesía heroica (el Poema de las necedades y
locuras de Orlando, no concluido), poemas de circunstancias, descriptivos, religiosos
(entre los cuales destacan sus impresionantes Salmos) y fúnebres. Pero además
incluye poemas metafísicos y filosóficos de carácter neoestoico. Aproximadamente,
un 40 % de sus textos son satíricos; si a ello se le añade el hecho de que muchos de
ellos circularon públicamente en vida del autor a través de copias manuscritas, se
explica la fama de crítico severo y mordaz de su época con que se conoce, en parte, a
Quevedo.

La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la antología conocida


con el nombre de Primera parte de las flores de poetas ilustres de España; incluye Portada calcográfica de El Parnaso
diecisiete poemas. Pero el resto fue publicado en forma póstuma en dos obras: El español, editado en Madrid por Diego
Parnaso español (1648) y Las Tres Musas Últimas Castellanas (1670). También se Díaz de la Carrera, 1648, grabado de
conservan dos manuscritos que coleccionaron sus obras: el llamado Cancionero Juan de Noort sobre una idea del
antequerano y el Cancionero de 1628.31 ​ compilador, Juan Antonio González
de Salas. Doble retrato del escritor,
Quevedo intentó dos veces publicar sus obras poéticas. La primera, en 1613, fue coronado por las Musas y en
consecuencia de una gran crisis espiritual. En la segunda trabajaba cuando le medallón sostenido por un sátiro,
símbolo de la doble inspiración,
sorprendió la muerte.31 ​
sacra y profana.
En 1613 terminó, pero no publicó su Heráclito cristiano, que su autor revisó con el
título de Lágrimas de un penitente. Solo apareció en la edición impresa de 1670,
veinticinco años después de su fallecimiento; allí se incluye el famoso soneto "Miré los muros de la Patria mía", corregido en
la edición póstuma de sus obras.31 ​

El segundo intento dejó los poemas en manos de su amigo José Antonio González de Salas para hacer una edición póstuma,
cuya primera parte salió en Madrid en 1648 con el título de El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las
nueve Musas. Afirmó en ella que había respetado la ordenación que había dejando Quevedo al morir. Era una clasificación
temática en nueve apartados o "Musas". Clío acogía los poemas encomiásticos y dedicatorios a personas pasadas o presentes,
o a ciudades; por ejemplo "Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!", que retrata la decadencia y ruina de la capital del
Imperio romano. Polimnia contiene poemas morales, algunos entre los mejores del autor, como el soneto "¡Ah de la vida...!
¿Nadie me responde?" o la imprescindible Epístola satírica y censoria al Conde Duque de Olivares sobre las costumbres de
los castellanos:

No he de callar, por más que con el dedo, / ya tocando la boca, ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo. /
¿No ha de haber un espíritu valiente? / ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se
siente? / Hoy, sin miedo que libre escandalice / puede hablar el ingenio, asegurado / de que mayor poder le
atemorice [...] / Señor excelentísimo, mi llanto / ya no consiente márgenes ni orillas: / inundación será la de mi
canto. / Ya sumergirse miro mis mejillas, / la vista por dos urnas derramada, / sobre las aras de las dos Castillas...
Se ataca la corrupción individual y colectiva, el lujo, la vanidad, la superficialidad de
las modas femeninas, el culteranismo y en general la decadencia en todos los órdenes
de España. Melpómene se dedica a la poesía fúnebre: epicedios de personajes
célebres. La cuarta musa, Erato, se divide en dos partes, ambas dedicadas a la poesía
amorosa. Partiendo del cancionero petrarquista, Quevedo une el amor y la muerte,
los temas de las dos partes del Canzoniere de Francesco Petrarca, en uno solo. La
segunda parte de esta sección se titula "Canta sola a Lisi", supuesta amante del poeta,
que es en realidad un arquetipo de mujer, y contiene el que acaso sea el mejor soneto
de su autor: "Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el blanco
día..." (Amor constante más allá de la muerte). Las Musas quinta y sexta -Terpsícore Poema ¿Ves, con el oro? (Leiden)
y Talía- se dedican a poemas satíricos y burlescos, bailes y bromas.32 ​

González de Salas murió en 1651 sin publicar la segunda parte, así que el sobrino y heredero de Quevedo Pedro Aldrete o
Alderete, hijo de su hermana Margarita, publicó Las tres Musas últimas castellanas. Segunda cumbre del Parnaso español...
(1670). Fue un editor algo descudidado, porque repitió algunos poemas ya aparecidos en la primera parte e introdujo cierto
desorden, pero siguió el plan de las Musas: Euterpe, la séptima, prolonga el ciclo de poesías amorosas que atañe a Lisi. La
octava, Calíope, encabeza letrillas satíricas y silvas morales, metro este que había introducido antes que el mismo Góngora.
Representan valores típicamente barrocos por su temática sobre el paso del tiempo y la muerte como fin. Destacan las letrillas
"Poderoso caballero es don Dinero", "Solamente un dar me agrada, / que es el dar en no dar nada" o "Es amarga la verdad":

Pues amarga la verdad, / quiero echarla de la boca; / y, si al alma su hiel toca, / esconderla es necedad. / Sépase,
pues: libertad / ha engendrado en mi pereza / la pobreza....

Se duda si Quevedo pretendió hacer con ellas una colección independiente. Urania, novena Musa, se dedica a poesía
religiosa, cerrando este volumen. Destacan los "Salmos", en que aparecen nuevas cumbres poéticas del autor:

Bien te veo correr, tiempo ligero / cual por mar ancho despalmada nave / a más volar, como saeta o ave / que
pasa sin dejar rastro o sendero....

Prosa

Obras satírico-morales

Sueños y discursos, compuestos entre 1606 y 1623, circularon


abundantemente manuscritos pero no se imprimieron hasta 1627. Se
trata de cinco narraciones cortas de inspiración lucianesca donde se
pasa revista a diversas costumbres, oficios y personajes populares de
su época. Son, por este orden, El Sueño del Juicio Final (llamado a
partir de la publicación de Juguetes de la niñez, la versión expurgada
de 1631 El sueño de las calaveras), El alguacil endemoniado
(renombrado El alguacil alguacilado), El Sueño del Infierno (esto es,
Las zahúrdas de Plutón en su versión expurgada), El mundo por de
dentro (que mantuvo su nombre siempre) y El Sueño de la Muerte
(conocido como La visita de los chistes).
De la estirpe de los Sueños son dos llamadas «fantasías morales», el
Discurso de todos los diablos y de La hora de todos. Ambas son
también sátiras lucianescas de característico tono jocoserio, aunque en
su factura y creatividad superan a los Sueños:
Discurso de todos los diablos o infierno emendado (1628),
publicado en algunas versiones como El peor escondrijo de la
muerte y, a partir de 1631, en la versión expurgada en la que
aparecen también los cinco Sueños con los títulos cambiados que Edición príncipe de los Sueños y
se enumeran más arriba, con el título de El entremetido y la dueña y discursos, Barcelona, Esteban
el soplón. Es un nuevo breviario del desengaño misantrópico: Liberós, a costa de Juan Sapera,
1627.
Para ser rico, habéis de ser ladrón. Para ser valiente, habéis de ser traidor,
borracho y blasfemo. Para ser casado, habéis de ser cornudo. Si sois pobre,
nadie os conocerá; si sois rico, no conoceréis a nadie. Si uno vive poco, dicen
que se malogra; si vive mucho, dicen que no siente. Si se confiesa cada día,
dicen que es hipócrita; si no se confiesa, es hereje; si es alegre, dicen que es
bufón; si triste, que es enfadoso. Si es cortés, le llaman zalamero; si descortés,
desvergonzado.

La hora de todos y la Fortuna con seso, variación sobre el tema del mundo al revés o adynaton en que
la diosa Fortuna recobra el juicio y da a cada persona lo que realmente merece, provocando tan gran
trastorno y confusión que el padre de los dioses debe volverlo todo a su primitivo desorden, que en
realidad era un orden.

La novela picaresca Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos;


ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, apareció impresa en
Zaragoza en 1626, pero existen tres versiones más de la obra con grandes
divergencias textuales. El problema es complejo, pues todo parece indicar
que Quevedo retocó su obra varias veces. La versión más antigua es el
manuscrito 303 bis (olim Artigas 101) de la Biblioteca de Menéndez Pelayo
a causa del cotejo de las variantes y la manera en que unos testimonios se
agrupan frente a otros. La impresión de 1626 fue asumida, si no
controlada, por Quevedo, según el propio autor declara en su memorial Su Placa dedicada a El Buscón en
espada por Santiago (1628) y la sinceridad de sus palabras es confirmada
Segovia.
por otros datos, así que en realidad no puede sostenerse que se hiciera sin
permiso del autor. Pero esta versión no fue la última, pues don Francisco
volvió sobre ella para retocar algunos pormenores narrativos, amplificar el
retrato satírico de varios personajes secundarios y paliar las expresiones que juzgaron irreverentes o
blasfemas los redactores de dos libelos antiquevedianos, el Memorial enviado a la Inquisición contra los
escritos de Quevedo (1629) y El Tribunal de la Justa Venganza (1635). De estos retoques dan fe los otros
manuscritos. El Buscón es un divertimento en que el autor se complace en ridiculizar los vanos esfuerzos
de ascensión social de un pobre diablo perteneciente al bajo pueblo; para ello exhibe cortesanamente su
ingenio por medio de un brillante estilo conceptista que degrada todo lo que toca cosificándolo o
animalizándolo, utilizando una estética preexpresionista que se aproxima a Goya, Solana y Valle-Inclán y
no retrocediendo ante las gracias más repugnantes. La caracterización apenas existe: se trata solo de un
vehículo para el lucimiento aristocrático del autor.

Obras festivas
Premática y aranceles, hechas por el fiel de las putas, Consejos para
guardar la mosca y gastar la prosa, Premática del tiempo, Capitulaciones
matrimoniales y Capitulaciones de la vida de la Corte son sátiras de los
géneros burocráticos habituales en las cancillerías y que se aplican a
temas grotescos.
Cartas del caballero de la Tenaza (1625), humorística descripción de las
epístolas intercambiadas entre un caballero sumamente tacaño y su
amante, que quiere sacarle dinero por cualquier medio.
Libro de todas las cosas y otras muchas más. Compuesto por el docto y Lutero: asunto tomado de El
experimentado en todas materias. El único maestro malsabidillo. Dirigido a sueño del Infierno de Quevedo
la curiosidad de los entremetidos, a la turbamulta de los habladores, y a la (1858), óleo de Francisco Sans
sonsaca de las viejecitas. Cabot
Gracias y desgracias del ojo del culo. Opúsculo jocoso sobre los placeres
y las dolencias relativos a semejante órgano.

Teatro

No existe un catálogo definitivo de la obra teatral atribuible a Quevedo, y no solo por la dificultad de reconocer su autoría
sino por las dificultades de considerar a algunos textos como teatrales. En cualquier caso, se consideran como seguras y
plenamente teatrales las siguientes obras:33 ​

La comedia Cómo ha de ser el privado


Los entremeses Bárbara, Diego Moreno, La vieja Muñatones, Los enfadosos, La venta, La destreza, La
polilla de Madrid, El marido pantasma, El marión, El caballero de la Tenaza, El niño y Peralvillo de Madrid,
La ropavejera y Los refranes del viejo celoso.
Además, se toman también en consideración diversos fragmentos de comedias perdidas,
alguna loa y diez bailes.

Obra no literaria

Obras políticas
España defendida, y los tiempos de ahora, de las calumnias de los
noveleros y sediciosos, más conocida como España defendida..., que
quedó incompleta e inédita, escrita circa 1609 y abandonada
definitivamente en 1612,34 35 ​ ​ fue editada por primera vez en 1916 en el
Boletín de la Real Academia de la Historia por el hispanista Robert Selden
Rose. Es una defensa del mérito del humanismo y las letras españolas
que se anticipa valientemente a la leyenda negra que ya se empezaba a
fraguar, y de la cual cita en especial las obras de Girolamo Benzoni,
Gerardus Mercator y Joseph Justus Scaliger.
Política de Dios, gobierno de Cristo. Su primera parte fue escrita hacia
1617 (en la dedicatoria a Olivares, de 1626, le dice que «es el libro que yo
escribí diez años ha») e impresa en 1626 con el título de Política de Dios,
gobierno de Cristo y tiranía de Satanás. La segunda parte, escrita en torno
a 1635, se publicó en 1655. Las dos partes juntas se publicaron bajo el
epígrafe Política de Dios, gobierno de Cristo, sacada de la Sagrada
Escritura para acierto del Rey y del reino en sus acciones. Se trata de un
híbrido entre dos disciplinas: Teología y Política. Detalle de Lutero: asunto tomado
Mundo caduco y desvaríos de la edad (1621, ed. 1852). de El sueño del infierno de
Quevedo, del pintor catalán
Grandes anales de quince días (1621, ed. 1788), análisis de la transición
entre los reinados de Felipe III y Felipe IV. Francisco Sans Cabot.

Memorial por el patronato de Santiago (1627, ed. 1628).


Lince de Italia y zahorí español (1628, ed. 1852).
El chitón de las tarabillas (1630), impreso muchas veces con el título de
Tira la piedra y esconde la mano. Defiende las disposiciones
económicas del Conde-Duque de Olivares, de quien luego se
distanciaría. Fue denunciado a la Inquisición y recogido ese mismo año.
Execración contra los judíos (1633), alegato antisemita que contiene
una velada acusación contra don Gaspar de Guzmán, conde-duque de
Olivares y valido de Felipe IV.
Carta al serenísimo, muy alto y muy poderoso Luis XIII, rey cristianísimo
de Francia (1635).
Breve compendio de los servicios de Francisco Gómez de Sandoval,
duque de Lerma (1636).
La rebelión de Barcelona ni es por el güevo ni es por el fuero. 1641,
panfleto contra la revuelta catalana de 1640.
Vida de Marco Bruto, 1644, glosa de la vida correspondiente al famoso
asesino de César escrita por Plutarco, escrita con algebraico rigor y una
elevación de estilo conceptista poco menos que inimitable. Así lo
declara uno de sus admiradores, Jorge Luis Borges, copiando este
Estatua de Quevedo en Alcalá de
párrafo retórico:
Henares.

Honraron con unas hojas de laurel una frente; dieron satisfacción con una
insignia en el escudo a un linaje; pagaron grandes y soberanas vitorias con las
aclamaciones de un triunfo; recompensaron vidas casi divinas con una estatua; y
para que no descaeciesen de prerrogativas de tesoro los ramos y las yerbas y el
mármol y las voces, no las permitieron a la pretensión, sino al mérito.36 ​

Obras ascéticas

Vida de Santo Tomás de Villanueva, 1620.37 ​


Providencia de Dios, 1641, tratado contra los ateos que intenta unificar estoicismo y cristianismo.
Vida de San Pablo, 1644.
La constancia y paciencia del santo Job, publicada póstumamente en 1713.

Obras filosóficas
Doctrina moral del conocimiento propio, y del desengaño de las cosas ajenas (Zaragoza, 1630).
La cuna y la sepultura para el conocimiento propio y desengaño de las cosas ajenas (Madrid, 1634), que es
una reescritura de la obra anterior, publicada sin su autorización, en la que amplificó y mejoró
estilísticamente el texto precedente.
Epicteto, y Phocílides en español con consonantes, con el Origen de los estoicos, y su defensa contra
Plutarco, y la Defensa de Epicuro, contra la común opinión (Madrid, 1635).
Las cuatro pestes del mundo y los cuatro fantasmas de la vida (1651).

Crítica literaria

La aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día (1631), satírica embestida contra
los poetas que usan el lenguaje gongorino o culterano.
La culta latiniparla. Cathecismo de vocablos, para instruir á las mugeres Cultas y Hembrilatinas. Lleva un
disparatario como vocabulario para interpretar y traducir las damas jerigonzas que parlan el Alcorán
macarrónico, con el laberinto de las ocho palabras. Compuesto por Aldrobando Anatema Cantacuzano,
graduado en tinieblas, docto á obscuras, natural de las Soledades de Abaxo. Dirigido a Doña Escolástica
Poliantea de Calepino, Señora de Trilingüe y Babilonia (1624), burlesco y misógino manual para hablar en
lenguaje gongorino, a la que corresponde esta graciosa dedicatoria:

Siendo vuestra merced mas conocida por los circunloquios que por los moños de tan lindas sinédoches y
cacofonías, y tan ayrosa de hipérboles y tan nebrisense de palabras que tiene mas nominativos que galanes; y,
siendo la dama de más Arte (de Antonio) que se ha visto, más merlicocayca que Merlín, obligación le corre al más
perito (y no es fruta) de encimarla en los principios inaccesos de otra, si no tan sidérea estimación, aplaudida, si
bien de menos trisulca pena (Plauto sea sordo), dirigiéndola este candil para andar por las prosas lúgubres. Es
vuestra merced adivinanza perene, y tiene enigma lluvia y pueden, á su menor visita, examminar ordenantes. Es
vuestra merced más repetida por su estilo que el susodicho aquel hidalgo que no dexa descansar renglón en los
procesos. Son vuestra merced y la algarabía más parecidas que el freír y el llover. Un papel suyo leímos ayer yo y
un obispo armenio y dos gitanos, y casi un astrólogo y medio doctor: íbamos por él tan á obscuras como si
leyéramos simas, y nos hubimos de matar en un obstáculo y dos naufragantes, que estaban al volver de la hoja.
No bastó construirle ni estudiarle: y así le conjuramos, y á poder de exorcismos se descubrieron dos medios
renglones que iban en hábito de pacubros, y le lanzamos los obsoletos como espíritus. Mil Tucídides eché á
vuestra merced como bendiciones, que discurre tan á matar candelas que la podemos llamar discreta paulina. Si
vuestra merced escribiendo tan a porta inferi acaba de logobrecerse, dirá que su lenguaje está como una boca de
lobo, con tanta propiedad como una mala noche y que no se puede ir por su conversación de vuestra merced sin
linterna. Aurore Dios á vuestra merced, y la saque de Princesa de las tinieblas, que es relativo del demonio, pues
es Príncipe de ellas. Vale en culto, no en testado de escribano. Pridie Idus (ya entiende vuestra merced, y si no,
haga cuenta que se oye)

La Perinola (1633, ed. en 1788), ataque contra el Para todos de Juan Pérez de Montalbán.
Cuento de cuentos (1626), reducción al absurdo de los coloquialismos más vacíos de significado.

Obra filológica
Memorial de don Francisco de Quevedo Villegas dado a la Inquisición General sobre los libros del Monte
Santo de Granada, donde desmonta la impostura de los llamados Plomos del Sacromonte y sugiere que se
destruyan para que no se envíen a Roma y quedar en ridículo ante el papa.

Epistolario

Fue editado por Luis Astrana Marín en 1946, apareciendo en dicho epistolario 43 cartas inéditas de los últimos diez años de
la vida del autor, que le escribió a su amigo Sancho de Sandoval de Beas (Jaén).38 ​

Traducciones
Quevedo frecuentó a humanistas como el distante Justo Lipsio y el más cercano José Antonio González de Salas; ambos le
transmitieron su fervor por Propercio. Como helenista, las traducciones de Quevedo del griego dejan bastante que desear; se
atrevió, sin embargo, a traducir pésimamente a Anacreonte (traducción que circuló manuscrita y no se imprimió en vida de
Quevedo, sino en 1656), al pseudo Focílides y la Vida de Marco Bruto de Plutarco para su Marco Bruto. Mayor mérito
tienen sus Lamentaciones de Jeremías desde el hebreo, o sus versiones de excelente latinista de los satíricos Marcial, Persio y
Juvenal; sus obras están esmaltadas también de reminiscencias de Virgilio, Propercio, Tibulo, Ovidio, Estacio y,
especialmente, Séneca, de cuyas Cartas a Lucilio menciona haber traducido noventa en el prólogo al Marco Bruto, aunque
solo se han conservado once.39 ​ Son, pues, Séneca y los satíricos los autores que más releía y más han impregnado sus
obras; también es grande su erudición en Biblia, aunque prefería indudablemente el Libro de Job, que había traducido uno de
sus modelos, fray Luis de León. También hizo excelentes versiones del italiano y el francés; en esta última lengua, conocía la
obra de líricos como Joachim du Bellay y leía y admiraba la de Montaigne e incluso es posible que tradujese el primer libro
de sus Essais. En su haber se cuentan:

Introducción a la vida devota, de San Francisco de Sales.


De los remedios de cualquier fortuna (1638), versión libre de Séneca.
El Rómulo, 1632, del marqués Virgilio Malvezzi.

Obras perdidas
La segunda parte de la Vida de Marco Bruto, mencionada por Quevedo en sus últimas cartas, en 1644.
Historia de don Sebastián, rey de Portugal.
La polilla de las repúblicas.
Historia del año 1631.
Dichos y hechos del Duque de Osuna en Flandes, España, Nápoles y Sicilia.

Personaje literario y cinematográfico


Como prototipo del intelectual cortesano que exhibía su ingenio y con frecuencia le
gustaba escandalizar, Quevedo pasó a la literatura popular como personaje de chistes
con frecuencia groseros, volviéndose personaje de leyendas urbanas como otros
afectos al épater le bourgeois, por ejemplo Camilo José Cela.

Igualmente fue personaje de gran número de piezas teatrales y novelas; durante su


propia vida tuvo que soportar ser blanco de los ataques en la comedia de Juan de
Jáuregui El retraído (1635). Y Diego de Torres Villarroel lo resucitó a principios del
siglo  xviii en sus Sueños morales, visiones y visitas de Torres con Don Francisco de
Quevedo por Madrid, y en el XIX es personaje principal de los dramas ¿Quién es
ella? de Bretón de los Herreros, de La corte del buen Retiro (1.ª y 2.ª partes) y
También los muertos se vengan de Patricio de la Escosura, Don Francisco de
Quevedo (1848) del poeta romántico Eulogio Florentino Sanz, sin duda uno de los
grandes éxitos del drama romántico español; de Una broma de Quevedo y la
zarzuela Cuando ahorcaron a Quevedo, de Luis de Eguílaz; de Una noche y una
aurora de Francisco Botella y Andrés y La boda de Quevedo de Narciso Serra. Ya
en el siglo  xx, protagoniza El caballero de las espuelas de oro, de Alejandro Estatua del monumento a Quevedo
Casona.40 ​ en la glorieta homónima de Madrid
(A. Querol, 1902).
De la misma manera tentó a la novela histórica: en el XIX Francisco José Orellana
escribió Quevedo (1857) y Antonio de San Martín su novela por entregas Aventuras
de don Francisco de Quevedo (1883–1884).

Personaje de las novelas del capitán Alatriste

Francisco de Quevedo es también, junto a otros personajes históricos de la España de Felipe IV, un personaje secundario en
la saga conocida como Las aventuras del capitán Alatriste (1996), de Arturo Pérez-Reverte, y en la película basada en ella,
Alatriste (2006), dirigida por Agustín Díaz Yanes, en donde el personaje de Quevedo es interpretado por el actor Juan
Echanove. En esta obra de ficción, Quevedo es presentado como amigo personal del mal llamado capitán don Diego
Alatriste y Tenorio, veterano de las guerras de Flandes, quien se gana la vida como sicario en el Madrid del siglo  xvii. La
primera aparición de Quevedo se da en el primer título de la saga, El capitán Alatriste (1996), donde es representado como
un hombre ingenioso, apasionado y excelente espadachín, quien regularmente debe hacer uso de la herreruza (espada) para
zanjar los constantes conflictos en los que se involucra, ya sea por los desafortunados versos que dedica a numerosas
personas (incluidas personalidades de renombre), como por aquellos relacionados con su amigo Alatriste.

En términos narrativos, Francisco de Quevedo representa en la obra el contrapunto alegre y desinhibido a la personalidad
reservada y tosca de Alatriste, aportando a la lectura del texto momentos frescos y de un humor elegante e imaginativo,
aunque también cumple el rol de factor determinante en muchos de los sucesos de la obra, especialmente en el segundo
volumen de la saga Limpieza de sangre (1997). Cabe destacar que en la obra como en sus numerosos epílogos, aparecen
algunas obras (mayoritariamente sonetos) que son «atribuidos» a este personaje, entre los que destaca aquel que «Alaba la
virtud militar, en la persona del capitán Alatriste». Este poema, que Quevedo habría dedicado a Alatriste, narra de manera
alegórica la vida y carácter del personaje, loando su valentía y temple.

Véase también
Literatura española
Orden de Santiago
Siglo de Oro
Conceptismo
Luis de Góngora
Barroco

Notas y referencias
8. Fernández-Guerra y Orbe A. Obras de Don
1. «Una carta de Quevedo permite fijar la fecha
Francisco de Quevedo Villegas colección
exacta de su nacimiento» (http://cultura.elpais.com/
completa (tomo 2). Madrid: M. Rivadeneyra; 1859,
cultura/2008/07/31/actualidad/1217455205_85021
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Fundación Francisco de Quevedo. Consultado el 15. José Luis Gómez, op. cit.
27 de diciembre de 2012. 16. La sodalitas entre ambos autores es confirmada a
partir del hallazgo de una oda compuesta en 1618
por Giulio Cesare Stella en la que se congratula 24. Nepomuceno, Miguel Ángel (4 de febrero de 2008).
tanto por la concesión de la Orden de Santiago al «El árbol genealógico de Quevedo ve la luz por
español como por la vuelta de éste a Nápoles (Ad primera vez desde el año 1721» (https://www.diario
Don Franciscum Quevedum / comitis Julii Caesaris deleon.es/articulo/afondo/arbol-genealogico-queve
Stellae ode). La oda, no estudiada hasta el do-ve-luz-primera-vez-ano-1721/20080204000000
momento por la crítica, fue publicada, junto a otros 945892.html). Diario de León. Consultado el 7 de
elogios a Quevedo, en los Opera omnia de Vicente agosto de 2020.
Mariner (Tournay, 1633). Asimismo, dicha relación 25. Se suprimen los leísmos para hacerlo más
se confirma según las noticias aportadas por un comprensible
temprano biógrafo de Quevedo, Pablo Antonio de
Tarsia. Todos estos datos abren nuevas 26. En esta leyenda se inspiró el dramaturgo Alejandro
Casona para escribir su drama El caballero de las
perspectivas sobre la vida de este humanista
espuelas de oro
romano, conocido por ser el segundo poeta
neolatino que compone una epopeya sobre el viaje 27. EFE. «Identifican los restos de Quevedo en una
de Colón, los Columbeidos libri priores duo (1585 parroquia de Villanueva de los Infantes.» 13 de
y 1589). Véase Israel Villalba de la Güida, "Elogios abril de 2007. (http://www.20minutos.es/noticia/222
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Quevedo, Antología poética. Barcelona: Plaza y
Janés, 1984, p. 31. núm. 8 (2004), p. 171 y ss.
40. Cf. Celsa Carmen García Valdés, "Con otra mirada:
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Enlaces externos
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o/) en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
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cisco%20de%20Quevedo&numfields=1&field1Op=AND&exact=true&advanced=true&field1=autor&langua
ge=esEn) en la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España
Web de la Fundación Francisco de Quevedo - Dedicada a la difusión de la vida y obra de Quevedo. (http://
www.franciscodequevedo.org/)
Francisco de Quevedo (https://www.youtube.com/watch?v=EONsiAYjTwM), episodio de la serie de TVE
Paisaje con figuras.
Francisco de Quevedo (https://www.rtve.es/alacarta/audios/musica-antigua/musica-antigua-130115/295090
2/): emisión del 13 de enero del 2015 de Música antigua, programa de Radio Clásica.

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