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Año del Bicentenario del Perú: 200 años de Independencia

EL CAMBIO CLIMÁTICO:
SUS CAUSAS, EFECTOS
MEDIOAMBIENTALES Y EN LA
SOCIEDAD
NOMBRE DEL PROYECTO: Crear Tablas de Contenido,
Ilustraciones e Indicé en el tema de mi preferencia

ALUMNO: Alex Ancajima Nima

DOCENTE: Edwar Gonzales Carnero

ESPECIALIDAD: Agronomía y Computación

AÑO:

202
1
INDICE
RESUMEN........................................................................................................................1
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................1
EL CAMBIO CLIMÁTICO..............................................................................................4
EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO...................................................................12
EFECTOS EN EL MEDIO AMBIENTE................................................................14
BIODIVERSIDAD..............................................................................................14
INCENDIOS........................................................................................................16
DESHIELO..........................................................................................................17
SUBIDA DEL MAR...........................................................................................21
DISERTIZACION Y DISERTIFICACION........................................................24
AUMENTO DE TEMPERATURA....................................................................26
FENOMENOS METEROLOGICOS EXTREMOS...........................................27
Sequías, olas de calor, inundaciones y tormentas de nieve.............................27
EFECTOS EN LA SOCIEDAD...............................................................................30
SALUD................................................................................................................31
IMPACTO DE MOGRAFICO............................................................................32
CONFLICTOS....................................................................................................32
AUMENTO DE LA POBREZA.........................................................................32
COSTAS..............................................................................................................32
ALIMENTACION..............................................................................................32
ACCESO AL AGUA..........................................................................................32
ALGUNAS CIFRAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO A NIVEL MUNDIAL..............33
CAUSAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO........................................................................33
CAUSAS NATURALES.............................................................................................34
Movimiento de las placas tectónicas........................................................................34
Cambios en inclinación del eje de la tierra..............................................................35
Erupciones volcánicas..............................................................................................35
Variaciones en la radiación solar.............................................................................36
CAUSAS ANTROPOGÉNICAS................................................................................37
BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................47

grafico 1:ESTADISTICA DE CO2 EN LA ATMOSFERA.............................................6


grafico 2:ESTADISTICA DE CAMBIO DE LAS TEMPERATURAS.........................11

Ilustración 2: FLORA Y FAUNA...................................................................................15


Ilustración 3: BOSQUES.................................................................................................17
Ilustración 4: DESHIELO DE GLACIARES..................................................................21
Ilustración 5: PLAYA CON RIENGO TSUNAMI.........................................................22
Ilustración 6: LA DEGRADACION DEL SUELO.........................................................25
Ilustración 7: PERSONAS RESCANDOSE ANTE LA INTENZA CALOR................27
Ilustración 8: SEQUIA....................................................................................................29
Ilustración 9: LA VIDA EN PELIGRO ANTE LAS OLAS DE CALOR......................31
Ilustración 10: PLACAS TECTONICAS........................................................................34
Ilustración 11: TRANSLACION TERRESTRE.............................................................35
Ilustración 12: VOLCAN................................................................................................36
Ilustración 13: EL SOL...................................................................................................36
Ilustración 14: CONTAMINACION DE LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ................38

Tabla 1: TIPOS DE EMISIONES Y CARACTERISTICAS..........................................42


Tabla 2: CONCENTRACION DE CO2..........................................................................42
RESUMEN
El cambio climático ocupa hoy uno de los primeros lugares entre los problemas que
afectan a la humanidad, por sus efectos medioambientales y, sobre todo, porque su
principal determinante es el incremento de los gases de efecto invernadero, resultantes
de las actividades humanas.
El clima, considerado a escala de media y variabilidad, no de valores puntuales, de
temperatura, vientos y precipitaciones es el resultado de la interacción de la radiación
solar, la órbita terrestre, la latitud, la composición atmosférica, las corrientes oceánicas,
el efecto albedo y, sobre todo, los efectos antropogénicos.
La aceleración del cambio climático en las últimas décadas, resultado del incremento de
gases de efecto invernadero producidos por el uso de combustibles fósiles, es una
realidad social que amenaza gravemente a distintos ecosistemas.
El incremento de la temperatura global ocasionada por el efecto invernadero es
responsable del aumento del nivel del mar, de la disminución de las capas de nieve y
hielo, así como del cambio de tendencia en las precipitaciones y todo ello afectará a los
sistemas naturales vinculados al hielo, a los sistemas hidrológicos y a la calidad de las
aguas, a los sistemas biológicos marinos y de agua dulce y a la productividad agrícola y
forestal.
Estudiar las causas del Cambio Climático y conocer la evolución de sus determinantes,
permite plantear, como hace el IPCC, posibles escenarios de evolución climática general
según factores demográficos, tecnológicos y de consumo energético, y sus efectos tanto
a nivel mundial como en el territorio de la Unión Europea.

INTRODUCCIÓN
El cambio climático, lo mismo que la evolución demográfica, la brecha norte sur o la
globalización, ha accedido a los primeros puestos del ranking de preocupaciones
sociales, a pesar de las incertidumbres, y esto es así porque su principal responsable son
las actividades humanas, por los efectos medioambientales y sobre la salud de la
población y, sobre todo, porque es otra cuestión más de países desarrollados y
subdesarrollados, pobres y ricos, de justicia o de inequidad, de repartir cargas y
esfuerzos, de tensiones entre explotadores de recursos y sociedades explotadas o,
simplemente, de controlar el uso de combustibles y del uso de la tierra y, en resumen, de
actuar con responsabilidad para esta y sucesivas generaciones, cuyo bienestar debe
mejorarse con el desarrollo tecnológico.
El sistema climático es un sistema complejo e interactivo, considerado por la
Convención de las Naciones Unidas de 1992, integrado por atmósfera, hidrosfera,
geosfera, la biosfera y sus interacciones, junto a los distintos ecosistemas en los que
habitan los seres vivos, con todas sus interacciones, positivas y negativas, y sus
consecuencias.
Son sobradamente conocidas las interrelaciones del sistema hidrológico y los ciclos del
agua, con la atmósfera y sus componentes, y la dependencia que de estos dos tienen los
distintos ecosistemas vivos. Las variaciones en uno y otro y, especialmente la variación

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en los componentes atmosféricos, determinan las características del clima y los efectos
de este sobre los seres vivos y la especie humana, en particular. ++
El clima no es un parámetro puntual, sino que se describe en términos de media y
variabilidad a escala de tiempo determinada y estándar de temperatura, precipitaciones y
vientos. El clima evoluciona en el tiempo como consecuencia de factores ajenos al
mismo, como son la latitud geográfica, la altitud, la distancia al mar, las orientaciones
del relieve terrestre respecto al sol, la dirección de los vientos y las corrientes oceánicas.
Estos factores y sus variaciones en el tiempo producen cambios en los elementos
constituyentes del clima, como son temperatura, presión atmosférica, vientos, humedad
y precipitaciones, de forma que las fluctuaciones en el tiempo pueden ser consideradas
como sistemáticas o caóticas.
Las variaciones de temperatura condicionan la presión atmosférica, por las diferencias
de densidad del aire al calentarse o enfriarse y origina zonas ciclónicas, de baja presión
o anticiclónicas, de alta presión. Las diferencias de presión producen los vientos, de
anticiclones a ciclones, y transportan la humedad y las nubes dando lugar a una irregular
repartición de las precipitaciones.
La temperatura de la atmósfera es el resultado de un complejo equilibrio de energía,
debido a las radiaciones solares, a la composición de la atmósfera, a los cambios en los
continentes, a las corrientes oceánicas y a la órbita de la tierra. La rotura de este
equilibrio, ya sea por fuerzas externas al clima, denominadas forzamientos, o por
factores internos, moderadores o amplificadores, ocasionan los cambios climáticos.
La radiación solar es el elemento determinante de la temperatura terrestre y el motor de
todos los fenómenos atmosféricos. Ya Galileo, a partir de 1610 relato la existencia de
manchas solares, y Heinrich Schawe en 1851 describió los ciclos solares de once años y
Maunder describió el Minimo de Maunder, periodo de 1645 a 1715, sin manchas solares
y con menor energía solar. Las variaciones de los campos magnéticos, de los vientos
solares y de la interacción de los rayos cósmicos con partículas atmosféricas forman
núcleos de condensación y modifican el aire y las nubes.
El sol, de acuerdo con la Ley de Wien emite a la tierra radiaciones (342W/ metro
cuadrado) de corta longitud de onda, (máximo 0, 48 nm) del espectro visible o casi
visible, de los que un 31% es directamente reflejado al espacio por las nubes, aerosoles
y atmósfera. El resto es absorbido por la atmósfera y la tierra, que refleja otra pequeña
parte. La tierra, para mantener el equilibrio debe irradiar la misma cantidad y lo hace
con ondas de mayor longitud de onda (10-15 nm) (infrarrojas), siendo una parte de ellas
devuelta a la atmósfera, en un fenómeno de efecto invernadero natural, que sirve para
calentar la superficie de la tierra y hacerla habitable. Si no existiera atmósfera la
temperatura de la tierra no llegaría a alcanzar los -20ºC.
La órbita terrestre, con oscilaciones periódicas, hace variar la cantidad media de
radiaciones que recibe cada hemisferio, ocasionando largos periodos de verano o
invierno (periodos de glaciación e interglaciación). La excentricidad orbital, la precesión
de los equinoccios (cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la
Tierra), y la oblicuidad de la tierra o inclinación del eje terrestre son los responsables de
las variaciones orbitales. Este cambio de dirección es debido a la torsión ejercida por las

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fuerzas de las mareas de la luna y el sol sobre la protuberancia ecuatorial de la Tierra.
Estas fuerzas tienden a llevar el exceso de masa presente en el Ecuador hasta el plano de
la eclíptica.2
Históricamente se atribuye a Hiparco de Nicea el descubrimiento de la precesión de los
equinoccios con una aproximación extraordinaria para la época. Las fechas exactas no
son conocidas, pero las observaciones astronómicas atribuidas a Hiparco por Claudio
Ptolomeo datan del 147 a.C. al 127 a.C. Algunos historiadores sostienen que este
fenómeno ya era conocido, al menos en parte, por los antiguos sabios de la India.
También existen indicios de que Cidenas, astrónomo babilonio hubo advertido de este
desplazamiento ya en el año 340 a.C.
La deriva continental o desplazamiento lento y continuo de los continentes, fue
demostrada por Alfred Lothar Wegener en 1912. Según el autor, a partir de Pangea
(tierra única) y Panthalasa (océano Universal) se originaron a lo largo de millones de
años los continentes y océanos actuales. Esta teoría se sustenta en la actualidad por la
teoría de la Tectónica de las Placas, acuñada en 1960 por Robert Dietz, Maurice
Edwing, y Harry Hess, entre otros.
Wegener justifico su teoría de la deriva continental mediante pruebas geográficas
(similitud de contornos), por pruebas geológicas (similitud de edad de cordilleras y
composición geológica de rocas) y por pruebas paleontológicas (fósiles similares en los
bordes de los nuevos continentes). La aparición de minas de carbón en Svalbard o
Spitsbergen en el Ártico, donde no existen bosques, sugieren que hace millones de años
esa zona debía ser de más baja latitud, clima más templado y susceptible de tener
vegetación arbórea y bosques.
La aparición de la Dorsal Centroamericana, puente entre América del Norte y del Sur
(50.000 años), obligó a que las corrientes de aguas calientes del Caribe y Golfo de
México hacia el pacifico, tuvieran que desviarse hacia las Antillas y la costa Este de
Estados Unidos, ocasionando la Corriente del Golfo, que anteriormente no existía. Esta
nueva corriente ha dado lugar a que el Glaciar escandinavo, que cubría el norte de
Europa en el pleistoceno, se fundiera por la gran cantidad de calor que produce esta
corriente.
La latitud, es responsable de la inclinación de la llegada de los rayos solares y, por tanto,
de las diferencias de duración de la noche y el día y de la variación de la insolación
diaria (por el movimiento de rotación) y estacional (por el movimiento de traslación).
Los cuatro paralelos principales, trópicos y círculos polares, generan grandes zonas
anticiclónicas y depresiones atmosféricas.
La composición atmosférica es factor determinante en el clima, y desde la era industrial
más. Los gases volcánicos, ricos en dióxido de carbono, los gases efecto invernadero
que calientan la atmósfera y el aumento de los óxidos de azufre que actúan como
refrigerantes, condiciona el balance radiactivo de la atmósfera.
La sustitución de los componentes ligeros de la atmósfera primitiva (Hidrógeno
biatómico y Helio), por gases volcánicos y especialmente dióxido de carbono, dio lugar
a una segunda generación atmosférica en la que ganan importancia los gases efecto
invernadero, generadores de calentamiento atmosférico, y al mismo tiempo aumentan

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los óxidos de azufre (SO, SO2 y SO3) y los aerosoles, que actúan como refrigerantes.
La interacción de ambos condiciona el balance radiactivo de la atmósfera.
A la composición actual de la atmósfera contribuyen la fotosíntesis, quimio síntesis
(captadores de carbónico y liberadores de oxigeno), la fotolisis del agua, liberadora de
oxígeno y la fotosíntesis oxigénica de las cianobacterias y sus precursores y también los
plastos, liberadores de oxígeno. Todos ellos dan lugar a la tercera generación
atmosférica, en la que predomina un alto consumo de oxígeno y una alta producción de
carbónico.
Las corrientes oceánicas actúan como factor regulador del clima, moderando la
temperatura de la atmósfera, mediante el traslado de ingentes cantidades de agua y
energía en forma de calor. La corriente del Golfo templa las costas europeas. La ciudad
de Washington, situada en la misma latitud que Sevilla, tiene un clima mucho más frío,
y ello es debido a que no está afectada por la corriente del Golfo, pero sí está sometida a
la corriente Labrador, más fría.

EL CAMBIO CLIMÁTICO
La vida de las distintas especies animales y vegetales sobre la tierra está condicionada
por el permanente equilibrio entre factores muy diversos, entre los que juega un papel
determinante el sistema climático. La influencia del clima, condicionante de las
características básicas de los distintos ecosistemas que conforman nuestro planeta, sobre
la especie humana, tanto desde el punto de vista cuantitativo, expresado en la evolución
demográfica de la población, como cualitativo, manifestado en su contribución al
mantenimiento y mejora de los niveles de salud, e incluso de la distribución geográfica
de la población, es conocido de antiguo.
La influencia del clima en las condiciones medioambientales, en el desarrollo
socioeconómico de las poblaciones y su correspondiente crecimiento demográfico, en
las migraciones forzosas por fenómenos climáticos extremos y los resultados en
mortalidad y mortalidad son fenómenos conocidos a los que las administraciones deben
enfrentarse.
Aunque hace solo unos pocos años que se han activado las alarmas respecto de la
importancia que están adquiriendo el cambio climático y sus determinantes y todas las
organizaciones nacionales e internacionales se hayan puesto manos a la obra para
reducir las emisiones causantes de la degradación de la calidad del aire atmosférico y
del cambio climático, este es un asunto antiguo.
El clima mundial ha permanecido significativamente estable durante los últimos 10.000
años, proporcionando un escenario adecuado para el desarrollo de la especie humana y,
sin embargo, hoy existen claros signos de que el clima está cambiando, y el cambio
climático es uno de los retos más importantes a los que debe enfrentarse una humanidad
globalizada. El grupo intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC)
llega a la conclusión de que el calentamiento global, producido desde mediados del siglo
XX ha sido muy probablemente debido a la influencia humana.

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Las mejores previsiones auguran que con el aumento en las concentraciones de CO 2
atmosférico (de 280 ppm –en la era preindustrial– hasta 387 ppm. en 2008), y de otros
gases de efecto invernadero, la temperatura media mundial podría elevarse entre 1, 8 y 4
grados centígrados (entre 1, 1 y 6, 4 debido al margen de incertidumbre) a lo largo de
este siglo incremento que irá asociado a efectos potenciales en todos los ecosistemas y,
lo que es más importante, tendrá su repercusión en la salud de la humanidad.
El problema del cambio climático ha calado en la cultura occidental y es frecuente la
producción de documentales o películas, de mayor o menor contenido científico o de
ciencia ficción. Son conocidas producciones como “Una verdad incómoda”, de Al Gore;
“La última hora” de Leonardo di Caprio sobre la crisis medioambiental; “El día después
de mañana”, de Rolan Emmerich, producida en el año 2004 utilizando como argumento
el cambio climático o, incluso, el documental de Martin Dunkin, “La gran estafa del
calentamiento global”, del canal 4 de TV del Reino Unido, que cuestiona la influencia
humana y de las emisiones del CO2 en el calentamiento global, y considera que se utiliza
para cobrar más impuestos. También es conocida la novela de Michael Crichton titulada
“Estado de miedo”, sobre estos mismos asuntos.
La climatología, no fue hasta la segunda mitad del siglo XX más que una actividad
científica dedicada a la recogida de datos sobre temperaturas, vientos y precipitaciones,
utilizables para distintas actividades, constituyendo una rama de la meteorología con
funciones científicas poco definidas. Sin embargo, ya en 1930 se descubre una posible
tendencia al calentamiento global, detectado ya a finales del XIX, no relacionado con el
desarrollo industrial, muy pujante en la época, y Milutin Milankovitch publicó datos
sobre variaciones de la órbita terrestre que podían ser una explicación plausible a los
cambios climáticos.
Los primeros indicios de la intervención humana en el cambio climático se remontan a
1938, cuando Guy Stewar Callendar afirmó en una conferencia en la Royal
Meteorological Society de Londres, que estábamos asistiendo a un calentamiento global
cuya principal causa era la quema de combustibles fósiles y el aumento de dióxido de
carbono. Tales hallazgos se fundaron en hallazgos de Joseph Fourier, pionero en el
estudio de los flujos del calor y de John Tyndall que confirmó en 1859 que algunos
gases, como el metano y más tarde el dióxido de carbono, eran opacos a las radiaciones
infrarrojas, “atrapando” las radiaciones, emitidas por la tierra,
El “Efecto invernadero” descrito por Svate Arrehenius en 1896, explicaba el posible
efecto del dióxido de carbono generado por la actividad humana y una de sus
previsiones era que, si se doblaba la cantidad de este gas en la atmósfera, la temperatura
de la tierra subiría entre 5 y 6 grados centígrados. Dadas las incertidumbres existentes y
los defectos del incipiente modelo climático, los científicos concedieron a esta teoría
escasa relevancia hasta 1910.
La meteorología no fue especialmente afectada por el parón de los progresos técnicos
ocasionado por la segunda Guerra Mundial, ya que las predicciones climatológicas
servían de apoyo para la planificación de la actividad bélica y EEUU, aprovechando los
avances tecnológicos y los sistemas de cálculos avanzados, impulsó el estudio del
calentamiento global, basado en las hipótesis de Callender.

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grafico 1:ESTADISTICA DE CO2 EN LA ATMOSFERA

A finales de 1950 Roger Revelle, del Instituto Oceanográfico de Scripps, advirtió


de los posibles efectos de un crecimiento incontrolado del dióxido de carbono y otros
gases reconocidos hoy como de efecto invernadero. La actividad industrial, la guerra
fría, los ensayos nucleares en el Atolón de Bikini y las hipótesis de Revelle de las
limitaciones de los océanos para absorber contaminantes químicos, condujeron a
Charles Keeling a liderar, a partir de 1958, uno de los más importantes avances para
evaluar el calentamiento y su relación con el dióxido de carbono, con las mediciones
realizadas mes a mes, durante dos años (IX-1957 a XI-1959) de la variación de las
concentraciones de dióxido de carbono atmosférico en el Polo Sur y en otros lugares. El
Efecto Keeling daba su nombre al proceso por el que durante el día las hojas toman el
dióxido de carbono de la atmósfera (fotosíntesis), las plantas, animales y microbios del
suelo consumen el carbono en forma de materia orgánica y retornan CO 2 a la atmósfera
durante la respiración. Durante el invierno en el hemisferio norte, la fotosíntesis cesa
cuando muchas plantas pierden sus hojas, pero continúa la respiración. El aumento en
las concentraciones atmosféricas de CO2 durante el invierno se reduce en primavera al
reanudarse la fotosíntesis en un ciclo permanente, reflejado en el gráfico anterior.
En los años 60 del siglo XX se elaboran los primeros modelos matemáticos del clima
aprovechando que los ordenadores facilitan los cálculos y el lanzamiento de los
primeros satélites meteorológicos (en 1960 se lanza el primer TIROS I). Todo ello
facilita el tránsito de la meteorología cuantitativa a la cualitativa.
El primer informe del Club de Roma, presentado por Denns Meadows en 1972, con el
título “Los límites al crecimiento” alerta sobre el creciente uso de combustibles fósiles y
sus efectos medioambientales, utilizando un modelo computacional predictivo. En 1975
surge la primera llamada de atención sobre la contribución de los gases
clorofluorcarbonados (CFC) al efecto invernadero.
En el año 1979 se celebra la Primera Conferencia Internacional sobre el Clima y la
mayor parte de los países desarrollados incorporan a sus agendas la perspectiva de
afrontar un cambio climático derivado de la emisión de gases efecto invernadero,
responsables del calentamiento global. La Academia Nacional de Ciencias de Estados
Unidos valida la teoría de Svate Arrhenius de que, de duplicarse la concentración de

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dióxido de carbono en la atmósfera, causada por la actividad humana, se producirá un
aumento de la temperatura media del planeta entre 1, 5 y 4, 5º C.
En 1988 se crea el IPCC (Intergubernamental Panel on Climate Change), y en 1989 el
Instituto Goddard de Investigaciones espaciales de la NASA ratifica el calentamiento
global y califica a 1988 como el año más caluroso de la década, con incendios que
arrasaron más de tres millones de hectáreas.
Desde 1990 tras el primer informe del IPCC surgen las primeras polémicas sobre la
magnitud del fenómeno y sus posibles causas, auspiciadas por los lobbys de
corporaciones afectada por posibles restricciones del uso de combustibles fósiles. En
1992, se celebra la Cumbre de la Tierra ECO 92, en Río de Janeiro (Brasil), sobre
desarrollo y medio ambiente y Estados Unidos bloquea el posible acuerdo sobre una
posible Convención del cambio climático.
En 1995 se produce un gran desprendimiento de hielo en la Antártica, (85 x 64 km) en
la barrera de hielos Larsen; La década de los años 1990 fue la más calurosa y seca en
África, el año 1998 aparece como el más caluroso de la historia y se muestra el cambio
de los hábitos migratorios de aves e insectos voladores y el régimen de lluvias se han
alterado con los cambios térmicos. El año 2000 se recordará por las olas de calor
registradas en la India, con más de mil muertos, Grecia, Rumania, Turquía y Bulgaria y
en 2003 se produce una mortalidad excesiva de 20.000 personas, casi todas mayores de
70 años, por la ola de calor en Europa (180 personas en un día en Francia). Todos son
acontecimientos relacionados con el cambio climático, y a los que dedicaremos especial
atención al ocuparnos de los efectos sobre la salud del cambio climático.
En diciembre de 1997 se aprueba por 125 países el Protocolo de Kyoto vinculante para
la reducción en el periodo 2008 a 2012 del 5, 2% de las emisiones de gases efecto
invernadero respecto de la situación en 1990. En marzo del año 2001 los Estados
Unidos, los mayores productores de dióxido de carbono, desertan del Protocolo de
Kyoto alegando razones de estado y una injusta e inequitativa repartición de las cargas
del protocolo. Paradójicamente, tras las olas de calor de 2000 y 2003, los Estados
Unidos advierten del peligro del cambio climático para la seguridad Nacional.
Tras las olas de calor de 2000, que causó más de 1000 muertos, y la de 2003 responsable
de una mortalidad añadida de más de 20.000 personas en Europa y el record de registro
de temperaturas altas en el año 2005, científicos de la Universidad de Queen (Ontario,
Canadá) registraron altas temperaturas en el Ártico. El Polo ha perdido un 23% de su
superficie de hielo entre los años 2005 y 2007 y más de un 39% respecto de la media de
los años 1979 – 2000. De continuar así, podría perder todo su hielo en el año 2020.
La celebración el día 22 de abril de 1970 del “Primer día de la Tierra”, supuso un salto
cualitativo muy importante en la consagración del cuidado de la naturaleza como uno de
los principales valores de las sociedades occidentales, que cogió a contrapié a los
movimientos ecologistas, muy enfrascados en la lucha contra las centrales nucleares (la
producción energética más limpia disponible) y muchos de ellos carentes de suficiente
formación científica para liderar la opinión publica respecto del cambio climático y para
saber cuál sería el efecto de ese fenómeno en la vida de las distintas especies y sus
hábitats naturales.

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El cambio climático se ha convertido en una “realidad social” (John R: Searle), con una
aceptación generalizada de que la biosfera corre peligro por el aumento de la
temperatura global y ello nos llevará a una revolución cultural de consecuencias
insospechadas, como ya se está apreciando en el cambio en los hábitos de consumo, y
las grandes inversiones en fuentes de energías, limpias del estigma de los Gases Efecto
Invernadero (GEI). Estos nuevos planteamientos generaran nuevas oportunidades en el
mercado de bienes y servicios, marcados por la innovación científica y tecnológica,
sobre la base de una amplia flexibilidad de adaptación social, económica y política, y la
movilización de recursos financieros.
En la actualidad, el mayor acerbo de literatura científica sobre el clima y el cambio
climático, es la recogida en los distintos informes del IPCC (Panel Internacional contra
el cambio Climático) que, en el año 2007, recibió el premio Nobel de la Paz. Desde el
Tercer informe de evaluación, el conocimiento temporoespacial de los cambios
climáticos ha mejorado por la ampliación y mejora de los conjuntos de datos, por los
avances en los métodos de análisis, por la creciente cobertura geográfica de las
observaciones, por un mayor avance en el conocimiento de las incertidumbres y por una
mayor diversidad de las mediciones.
Entre los diversos conceptos de cambio climático son dos los aceptados con carácter
general, el del Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático (IPCC) y el que
consta en el “Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre cambio Climático”. La
diferencia entre ambos se basa en que el primero se centra en el cambio identificable del
clima, con independencia de que se trate del debido a la variabilidad natural o al
resultante de la actividad humana, y el segundo, se refiere al cambio inducido por la
actividad humana, ya sea directa o indirectamente y que se suma a la variabilidad
natural climática.
El IPCC lo enuncia como un “cambio identificable en el estado del clima, a raíz
de un cambio en el valor medio y/o en la variabilidad de sus propiedades, y que persiste
durante un periodo de tiempo prolongado, cifrado en decenios o periodos más largos,
debido a la variabilidad natural o a la actividad humana”.
Por su parte, el Convenio marco de las Naciones Unidad, lo define como un “cambio
identificable del clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que
altera la composición de la atmósfera mundial, y que se suma a la variabilidad climática
natural, observada en periodos de tiempo comparables”. En los últimos años se han
producido cambios inequívocos en el clima, que se han manifestado a través de
innumerables observaciones en un aumento de la temperatura mundial, en el
calentamiento del mar, en el aumento del nivel de los océanos, en la disminución de las
capas de nieve y hielo y otros cambios que incluyen las variaciones de las
precipitaciones y fenómenos meteorológicos extremos.
El incremento de las temperaturas se está produciendo de forma generalizada, aunque
con mayor intensidad en las zonas septentrionales y sobre todo en la región Ártica. Más
importante que el valor del aumento de la temperatura, lo es su ritmo de crecimiento en
los últimos años. Entre los años 1995 y 2006, la temperatura creció más que desde 1850
y, además, el calentamiento lineal entre 1956 y 2005, fue de 0, 13ºC/10 años, el doble de
lo experimentado entre 1906 y 2005, que fue de 0, 06ºC/10 años. Ese calentamiento es

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superior en las regiones septentrionales siendo en el artículo el doble del promedio
general y, a su vez, la tierra se calienta más que el mar.
El calentamiento del mar, desde 1960, por la incorporación de hasta un 80% de la
energía calorífica incorporada al sistema climático, llega a alcanzar una profundidad de
tres mil metros. Son llamativos los promedios mundiales de aumento del nivel del mar,
coherentes con la dilatación térmica (57%), de la fusión de los glaciares y casquetes
polares (28%) y de la perdida de manto de hielo polar, dentro del margen de
incertidumbre. En el periodo 1961 – 2003 el nivel del mar aumentó 1, 8 mm anuales
mientras que en el periodo 1993-2003 este incremento alcanzó los 3, 1 mm al año.
La disminución de la extensión de la capa de nieve y hielo, concordante con el
calentamiento global evoluciona de forma preocupante desde 1900. El suelo
estacionalmente congelado se reduce un 7% en el hemisferio norte y hasta un 15% en
primavera, pero desde el año 1978 asistimos a una disminución de 2, 7% cada diez años
de los hielos marinos árticos y, en los veranos, esta disminución alcanza el 7,4% cada
década. El permafrost, concepto acuñado por S.W. Muller en 1943, para expresar la
capa permanentemente congelada en el Ártico, que tiene sus expresiones en castellano
(Bryen 1946), también ve aumentar su temperatura un 3% desde 1980. Tanto el
promedio mundial de la temperatura en superficie, el promedio del nivel del mar y la
cubierta de nieve en el hemisferio norte tienen unos valores en comparación con los del
periodo 1961-1990, pero todos ellos sujetos a unos márgenes o intervalos de
incertidumbre.
La evolución de las precipitaciones ha experimentado importantes cambios de tendencia
desde el año 1900, registrándose un incremento de las precipitaciones en ciertas
regiones (Región oriental de América del Norte y Sur, Norte de Europa, Asia Central y
Septentrional) y una disminución de las mismas en el Sahel, sur de Asia, África y el
Mediterráneo. En todo caso es evidente que las superficies afectadas por sequías o grave
escasez de lluvias se ha incrementado desde el año 1970.
Son especialmente llamativos y conocidos por el protagonismo que adquieren en los
medios de comunicación, los episodios de fenómenos meteorológicos extremos, cuya
frecuencia e intensidad ha cambiado de forma significativa en los últimos 50 años.
Utilizando los márgenes de incertidumbre a los que más tarde me referiré, es muy
probable, según las estimaciones del IPCC, que se reduzca la frecuencia de los días y
noches fríos y de escarcha y aumenten los de calor y es probable que las olas de calor
sean más frecuentes en la tierra. También es probable que aumente la proporción de
precipitaciones intensas y que puedan ponerse de manifiesto los efectos de aumento del
nivel del mar en las zonas de mayor riesgo, las más bajas y que en muchas ocasiones se
corresponden con las más pobres. No hay que utilizar incertidumbre ni probabilidades
para afirmar que la actividad ciclónica del Atlántico norte ha aumentado de forma
significativa desde el año 1970.
Si la variabilidad climática regional y la escasez de datos en muchas zonas debidas al
bajo nivel de desarrollo de los países ha sido un obstáculo para conocer la evolución del
clima, la realidad es que desde el año 1970 ha mejorado sensiblemente la calidad de los
datos, la mayor parte de los países se incorporan a las observaciones con métodos

11
homologados, aumentan el número de estudios y se puede evaluar mejor el
calentamiento global y sus efectos.
De acuerdo con los conocimientos actuales, el 4º informe del IPCC afirma que existe un
alto grado de confianza en que los cambios regionales de la temperatura han producido
efectos discernibles en los distintos sistemas físicos y ecosistemas, entre los que cabe
citar los siguientes:
Los sistemas naturales vinculados al hielo, a la nieve y al terreno congelado se han
afectado, de forma que los glaciares se deshielan y aumenta el número y extensión de
los lagos glaciares, y como consecuencia del deshielo del permafrost, aumenta la
inestabilidad del terreno y puede producir movimientos de tierras, como sucede en las
montañas en las que aumentan los desprendimientos de rocas y el riesgo para las
personas. Los cambios en la biomasa de los ecosistemas de hielo marino en región ártica
y antártica influyen sobre el movimiento de ascenso de predadores en la trama
alimentaria.
También existe un grado de confianza alto en que por efecto del cambio climático y del
calentamiento de la atmósfera, los sistemas hidrológicos sufren importantes cambios,
entre los que cabe señalar, el incremento de las escorrentías hacia los ríos y lagos,
aportando tierras descarnadas por las corrientes. Los deshielos más precoces hacen que
se anticipen las fechas de crecimiento del caudal de primavera de los ríos alimentados
por deshielo de nieve y glaciares etc.
Sin duda, por su impacto sobre la salud de las personas, el efecto más importante es la
alteración de la estructura térmica y de la calidad del agua de los ríos y lagos de
numerosas regiones, cuyo efecto más inmediato se produce, sobre todo, en países menos
desarrollados, donde las instalaciones de potabilización del agua son poco frecuentes y,
como consecuencia directa, las enfermedades de transmisión hídrica se incrementan por
la no potabilidad del agua.
El mayor número de evidencias y la afectación de un mayor número de especies pone de
manifiesto un grado de confianza muy alto en que los sistemas biológicos terrestres
están siendo gravemente afectados. Las observaciones de satélites ponen de manifiesto
en que los procesos primaverales, como el brotar o retoñar de los árboles y plantas se
adelantan en primavera, en determinadas regiones, debido a una prolongación de los
periodos térmicos de crecimiento. Lo mismo ocurre con la migración de las aves y los
procesos de puesta de huevos, sin perjuicio de que algunas aves ya no emigran a zonas
calientes en invierno. También es cada vez más frecuente la migración hacia los polos y
hacia niveles altos del ámbito geográfico, de numerosas especies animales.
Los cambios en los sistemas biológicos marinos y de agua dulce están condicionados
por el incremento de la temperatura del agua y los cambios concomitantes de la cubierta
de hielo, de la salinidad, de los niveles de oxígeno y de la circulación de las propias
aguas. Aunque existen evidencias de la afectación de los arrecifes de coral, no es muy
exacta la delimitación de la responsabilidad del cambio climático y del calentamiento
del agua y la de la sobreexplotación pesquera o la contaminación marina.
Las algas y el zooplancton son elementos esenciales en la cadena trófica y, por eso, su
destrucción por el aumento de la temperatura o por la contaminación supone un grave

12
deterioro del medio natural. Por efecto del calentamiento del agua, el zooplancton y
muchas algas se desplazan a zonas con aguas menos calientes y por eso aumentan en los
lagos y ríos de latitudes altas y por idénticas razones, muchas especies de peces
adelantan sus procesos migratorios a lo largo de los ríos.
Aunque pueden estar produciéndose algún otro tipo de afectación de los entornos
natural y humano, es difícil discernir, como sucede en el caso de los arrecifes de coral,
su causa, por los procesos de adaptación y por la existencia de originan tés no
climáticos.
El aumento de la temperatura ha originado, también cambios en los sistemas agrícolas y
forestales y otras actividades humanas del hemisferio norte, dando lugar a la plantación
temprana de cultivos de primavera y al incremento de los daños causados por plagas e
incendios. A la reducción de las superficies de hielo y nieve en la zona ártica que obliga
a modificar actividades humanas de importante repercusión económica, como son la
caza, cuyos periodos hábiles se acortan, o los viajes de turismo de nieve o de invierno.
Idéntica suerte corren en áreas alpinas de menor altitud los deportes de montaña, que
pueden verse severamente afectados, y otros tantos efectos negativos tienen la perdida
de humedales costeros y manglares.
En la actualidad los científicos disponen de suficiente información, procedente de más
de 29.000 series de observaciones efectuadas en todas las partes del mundo en un
conjunto homologado de 75 estudios y de ellos se deduce que más del 89% de los
cambios observados en ecosistemas son coherentes con los cambios inducidos por el
calentamiento global, y más concretamente los que venimos e numerando, contrastados
científicamente.
A pesar de toda esta disponibilidad de datos y de los adelantos tecnológicos y utilización
de sistemas computarizados de análisis y evaluación de modelos climáticos, la
utilización de los datos, de los indicadores obtenidos y su análisis, puede enfocarse
desde un punto de vista cualitativo o cuantitativo o de la visión de expertos, con el fin de
obtener una visión clara de las incertidumbres. La evaluación cualitativa basada en el
volumen y calidad de las evidencias y del nivel de concordancia (grado de coincidencia
de los conocimientos científicos y una conclusión determinada), llevó al Grupo de
trabajo de IPCC a distinguir entre coincidencia alta, evidencia abundante, evidencia
media o coincidencia media.

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grafico 2:ESTADISTICA DE CAMBIO DE LAS TEMPERATURAS
La evaluación cuantitativa, por su parte, –niveles de confianza de que una
conclusión es correcta– ha permitido al IPCC clasificar las conclusiones en cinco
niveles: Nivel de confianza muy alto (9/10), nivel de confianza alto (8/10), nivel de
confianza medio (5/10), nivel de confianza bajo (2/10) y nivel de confianza muy bajo
(1/10).
Por su parte, las evaluaciones basadas en criterios de expertos y en análisis estadísticos,
permiten clasificar las conclusiones en cuatro grupos: Virtualmente cierto (>99%),
Extremadamente probable (>95%), muy probable (>90%) y probable (>66%). Estas
terminologías son las utilizadas en el momento actual en toda la documentación
científica sobre estas materias.

EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO


Según el informe La Sociedad ante el cambio climático [20], de la Universidad de
Santiago de Compostela, la población española es cada vez más conscientes de que el
cambio climático está ocurriendo. Según el último de los estudios demoscópicos,
basado en 1.300 entrevistas personales por todo el territorio nacional, 9 de cada 10
personas en España ya lo son. Sin embargo, se consideran, también mayoritariamente,
“poco” o “nada informados” en materia de cambio climático, especialmente sobre
aspectos como las medidas de lucha o el impacto de éste en la salud.
Los efectos del cambio climático ya se han acelerado, pero serán mucho peores,
especialmente en los países mediterráneos, donde, en los próximos años, habrá más
episodios de gota fría, mayor escasez de lluvias en verano, más enfermedades
respiratorias, cardiovasculares, y más migraciones, hambrunas y conflictos, según alerta
un reciente estudio internacional realizado por 18 instituciones [21].
El calentamiento del planeta ya está en marcha y en España las señales son inequívocas,
pero nuestro país sigue ocupando la penúltima posición en cuanto a legislación en esta
materia respecto a los países de nuestro entorno, según un estudio realizado por la ONG
Carbon Market Watch [22].
Gran parte de los impactos empiezan a ser identificados y están afectando a los bosques,
a la rica biodiversidad de la que presume España, a los ecosistemas y hábitats terrestres
y marinos, a los cuatro climas diferentes y el variado relieve que hacen de cada rincón
de España un peculiar enclave natural.
La magnitud del problema es tal que el Panel Intergubernamental sobre Cambio
Climático de Naciones Unidas (IPCC) señala que de las especies que se han estudiado,
alrededor del 50% ya se han visto afectadas por el cambio climático, y España no está
ajena a esa problemática [23].
En definitiva, se prevé la posible desaparición de algunas especies, la proliferación de
otras, ya sean autóctonas como alóctonas (de fuera) y muchos sectores económicos se
resentirían, además de aumentar los riesgos para la salud.
Un mayor estrés hídrico, una mayor incidencia de fuegos forestales no solo por su
número, sino por su frecuencia y dimensiones, los cambios en el proceso de
polinización de las plantas, que afecta a los sistemas de reproducción y supervivencia de
los animales y una intensificación

14
de los fenómenos meteorológicos extremos son solo el primer eslabón. Si se altera el
medio ambiente en el que vive y del que vive la sociedad española, el siguiente paso
señala directamente a sus sectores económicos y a la salud de su población.
Los efectos antropogénicos son responsables de la mayor parte del cambio climático,
por la rotura de muchos equilibrios biológicos y energéticos. A pesar del escaso efecto
invernadero de los compuestos habituales de la atmósfera (Nitrógeno: 78%) y
(oxigeno:21%) las actividades humanas (industria, generación de energía con
combustibles fósiles, transporte, agricultura, deforestación etc.), aumentan los Gases de
Efecto Invernadero (GEI), produciendo el calentamiento de la tierra, y la producción de
sulfatos que, actuando como contrapeso, contribuyen a refrigerarla.
La intensidad de las variaciones climáticas se debe, también, a la existencia de sistemas
o mecanismos de retroalimentación (Feed-back) que, de ser positivos, amplifican y, de
ser negativos, neutralizan los efectos de pequeños forzamientos radiactivos. Entre ellos
cabe citar, como ejemplo, el albedo y las nubes.
El efecto Albedo (capa de hielo permanente de la superficie terrestre) tiene
carácter de retroalimentación positiva, aumenta la superficie de reflexión a la atmósfera
de los rayos solares y contribuye a su enfriamiento. Por el contrario, la disminución de
la masa de hielo, permitiría la circulación oceánica, aumentaría la temperatura, se
fundirían más los casquetes polares, disminuiría el albedo y aumentaría la temperatura
terrestre.
Cabe citar, por fin el efecto de sumidero de carbónico. Los océanos, que absorben el
33% del dióxido de carbono atmosférico (Siegenthaler y Sarmiento, 1993), tienen la
función de “estanque” para este gas. La disolución del carbónico, que produce la
acidificación del océano y tanto más cuanto mayor es la temperatura del aire, permite
mantener un equilibrio mar/aire, ya que el carbónico pasa al agua como ión bicarbonato
(Doré 2009); La reacción de carbónico y agua produce acido carbónico que se disocia,
en una reacción reversible en CO3H (-) y H (+) y posteriormente en CO3(-) y 2H (+). La
liberación de estos dos protones cambia el pH del agua y es por eso que el aumento de
CO2 atmosférico acidifica el agua del mar. Este mecanismo sirve para atemperar
algunos cambios atmosféricos ya que el ión carbonato también precipita en piedras y
formaciones calizas, asociado al ión Ca+, pasando a la tierra y más tarde a la atmósfera
en las erupciones volcánicas y por procesos tectónicos.
Teniendo en cuenta que el clima global no existe, siempre se considera el clima desde el
punto de vista zonal o regional o desde el punto de vista local. Incluso se ha llegado a
describir el clima como el “espacio del globo terráqueo comprendido entre dos paralelos
entre los cuales la duración mayor del día mayor del año se diferencia en media hora, lo
que se corresponde con 7, 5º de latitud norte.
Desde Tolomeo, se reconocen siete franjas o zonas climáticas, de latitudes
comprendidas entre la más fría, la boreal y la más cálida o de menor latitud, la
ecuatorial, además de los llamados pisos térmicos, representados por el relieve de la
superficie terrestre, y los forzamientos externos, derivados de las variaciones orbitales
de la tierra o las variaciones solares (tormentas magnéticas, manchas solares o periodos
hiperactivos).

15
En el año 1923 Koppen, en su obra “El clima de la tierra” clasificó los climas en función
de la temperatura, las precipitaciones y la latitud en: cálidos, templados, fríos, polares,
secos e indiferenciados o de alta montaña, estableciendo posteriormente subgrupos en
función de las precipitaciones y considerando también los pisos térmicos, derivados de
la altitud.
Hoy día, con carácter general, y al margen de los microclimas (urbano, de incendios y
de erupciones – nubes de polvo y agua, lluvias torrenciales y tormentas eléctricas), se
distinguen cuatro climas cálidos (ecuatorial, tropical árido, subtropical y desértico o
semidesértico o estepario), y los climas templados, en regiones de latitudes medias,
entre los paralelos 30 y 70, con contrastes estaciónales de temperatura (media de 15ºC),
humedad y dinámica de vientos predominantes del oeste, el subtropical húmedo, el
mediterráneo, el oceánico o atlántico, el continental y los muy fríos.
Desde antiguo y hasta la creación de la Organización Meteorológica Mundial, (WMO),
del Programa de las Naciones Unidas para el Medio ambiente (PNUMA), y a nivel
científico del IPCC (Panel Internacional del Cambio Climático), se han dado muchos
pasos en el estudio de los astros y el clima. Desde Fernando de Medicis, creador de los
observatorios, pasando por Copérnico, con su teoría Heliocéntrica y de Tolomeo,
defensor de la teoría geocéntrica, Galileo Galilei (con su famosa sentencia: “…y sin
embargo se mueve”), Johanes Kepler y el nacimiento del Real Observatorio
Astronómico de Greenwich, se progresó rápidamente hasta llegar al nacimiento del
Boletín Meteorológico Internacional, a partir de los estudios de Urbain Le Veurrier
En España todos los aspectos relacionados con la meteorología, el estudio del clima, su
evolución y su influencia en la naturaleza se estudian por el Instituto Nacional de
Meteorología, creado en el año 1860 y que, en el año 2008, sin necesidad ni fundamento
alguno, pasó a denominarse Agencia Estatal de Meteorología.

EFECTOS EN EL MEDIO AMBIENTE


BIODIVERSIDAD
El cambio climático está afectando a procesos esenciales de muchos organismos, como
el crecimiento, la reproducción y la supervivencia de las primeras fases vitales,
pudiendo llegar a comprometer la viabilidad de algunas poblaciones. Todos estos
cambios provocan también una importante pérdida de biodiversidad y diversidad
genética.
Este año tenía lugar un triste acontecimiento para la biodiversidad planetaria: dos tercios
de la Gran Barrera de Coral australiana ha muerto por el aumento de las temperaturas
generado por el cambio climático. Y es que uno de los efectos más directos del cambio
climático es la desaparición o alteración de los ecosistemas.
Si se sigue con el ritmo actual, especies como el oso pardo podrían enfrentarse a la
completa desaparición, al desaparecer las condiciones climáticas favorables para su
supervivencia. También el alcornoque, materia prima de la industria del corcho y factor
fundamental en la conservación del suelo, podría desaparecer del suroeste de España
hacia mediados de siglo.

16
Pero el aumento de la temperatura hará posible la proliferación de especies exóticas. Al
variar las condiciones climatológicas de cada lugar, muchas especies de otras latitudes
se instalan en diferentes zonas de nuestro país según sus posibilidades de adaptación a
los nuevos parámetros climáticos. Bien es cierto que durante muchos siglos el ser
humano ha transportado especies tanto de manera intencionada como accidental por
todo el globo. Sin embargo, con el cambio climático aquellas que no conseguían
sobrevivir en un medio ambiente inhóspito para sus necesidades, se ven bien adaptadas
para su multiplicación. A la larga, esto supone un empobrecimiento y homogeneización
del conjunto de seres vivos del planeta.
Es el caso de la proliferación de especies como la medusa o el mosquito tigre frente a las
que decrecen, como los caracoles marinos. Estos animales forman sus conchas, su
protección, exclusivamente a partir de carbonato de calcio y la acidificación de los
océanos les impide hacerlo. Así lo constata un artículo publicado en la revista científica
Frontiers in Marine Science. Los caracoles son incapaces de secretar tanto aragonito
como necesitarían al cambiar el PH del agua (debido al aumento de la concentración de
CO2) y la densidad de los esqueletos disminuye, en algunos casos, hasta dejar al
descubierto el cuerpo de estos gasterópodos [25].
Sin llegar al declive en el número, sí se aprecian cambios de comportamiento en
animales como las aves que están modificando sus procesos migratorios tradicionales.
Según la Fundación Migres [26] (organización que contea el paso migratorio de las aves
en el Estrecho desde hace dos decenios) ya existen más de 20 especies de aves de
filiación africana que están colonizando el continente europeo en los últimos decenios,
sobre todo en el sur de la península Ibérica. Ejemplares como el uranio azul, el ratonero
moro, o el buitre moteado, entre otros, prefieren quedarse en nuestro país todo el año.
Como las condiciones durante el invierno son cada vez más benignas, algunas otras,
como las cigüeñas, se quedan en paisajes acostumbrados a las nieves como Alemania o
Polonia.
La posidonia, el organismo vivo más longevo del mundo, está en peligro por diversas
causas, entre ellas el cambio climático, y con ella, un gran ecosistema marino. Las
praderas que forman la Posidonia oceánica conforman un auténtico bosque sumergido y
son el hábitat de más de 1.400 especies de animales y plantas. Bien conservadas, estas
praderas protegen la

17
Ilustración 1: FLORA Y FAUNA

INCENDIOS
En Europa se han quemado más de tres millones de hectáreas de bosque mediterráneo
en los últimos 15 años [30]. Según el estudio Fire-induced deforestation in drought-
prone Mediterranean forests: drivers and unknowns from leaves to communities, de la
Universidad de Lleida con la participación de investigadores de la UNED, el cambio
climático transformará el régimen de incendios en los próximos años, provocando
fenómenos más intensos y una deforestación mayor por la disminución de la capacidad
de recuperación de los bosques mediterráneos.
El aumento de la temperatura media y la disminución de las precipitaciones crearán el
caldo de cultivo ideal para los incendios forestales, especialmente en las zonas de alta
montaña. En los últimos años ya se está apreciando cómo los incendios superan con
mayor frecuencia las 500 hectáreas (los denominados Grandes Incendios Forestales) y
son más virulentos y difíciles de combatir.
El año 2017 superó ya los datos de la media de la última década: mayor número de
incendios forestales, mayor superficie afectada y mayor número de grandes incendios
forestales (superiores a 500 hectáreas). Solo en 2012, se calcinó una mayor extensión,
pero el 2017 es el peor de la última década en el número de grandes incendios, con
56[31].
Además de la alta siniestralidad y la falta de gestión forestal, hay que recordar que la
península Ibérica sufría la peor sequía en los últimos 20 años y un verano con
temperaturas extremas. Además, hay que sumarle que 2015 y 2016 batieron récords de
temperatura en buena parte del planeta, síntoma evidente del cambio climático.
Greenpeace constata un año más que el abandono rural y la falta de gestión forestal
preventiva son el principal problema estructural de gran parte de la superficie forestal
española.
A esto, se añade la interfaz urbana forestal, es decir las viviendas en el medio natural.
La gestión forestal tiene que ir de la mano con la gestión de la planificación urbana,
promoviendo la cultura de lo que es un bosque. En un contexto de cambio climático y

18
de población desligada del bosque, los grandes incendios forestales se han convertido en
una prioridad ambiental y un problema de seguridad nacional de primer nivel.
Y no es exclusivo de nuestro país. El área quemada por los incendios forestales durante
las últimas tres décadas se ha duplicado en todo el oeste americano, quemando más de
40.000 km2, según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of
Sciences.
A lo ancho del planeta, y en nuestra latitud, el cambio climático es una de las
principales causas de los incendios, como consecuencia directa de un descenso
progresivo de las precipitaciones, agostando el suelo. Pero es que, además, explica por
qué los incendios están cambiando, empeorando las condiciones de inicio y de
propagación. Cada vez más convivimos con incendios de alta intensidad que sobrepasan
los esfuerzos de los equipos de extinción. La propia sequía y las temperaturas extremas
modifican la composición de la masa forestal haciendo que arda más rápido y el
abandono de la vegetación genera un escenario perfecto para la propagación.

Ilustración 2: BOSQUES

DESHIELO
En los últimos 30 años se han perdido alrededor de tres cuartas partes del volumen del
hielo en el Ártico, que actúa como espejo rebotando calor solar. Si nos quedamos sin el
hielo marino, así como de agua dulce [33], las consecuencias podrían ser irreversibles.
A medida que los rayos del sol penetren más profundo, el agua se calentará, por lo que
la evaporación del mar será más rápida y aumentarán las precipitaciones. Habría

19
cambios en las corrientes de agua dulce y marinas, así como modificaciones
meteorológicas en todo el mundo. Y, por supuesto, muchos animales y plantas perderán
su hábitat y muchas especies desaparecerán.
Pero el deshielo no es un problema solo del Ártico. En nuestro país también se han
perdido ya más del 80% de los glaciares pirenaicos y para 2050 podrían desaparecer
irreversiblemente. Tesoros naturales como los glaciares de Maladeta, Aneto o Monte
Perdido (Pirineos) están hoy en estado terminal y la opinión pública a veces ni lo sabe
[34]. Según el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), el glaciar de Monte Perdido ha
perdido de media 5 metros de grosor en las últimas décadas, aunque hay puntos en los
que son hasta 14 metros menos. En general el Monte Perdido retrocede un metro al año.
Esto se suma a una pérdida global de unos 50 metros entre 1980 y 2010 en todas las
nieves perpetuas de Pirineos.
De los 52 glaciares que había en 1850 han desaparecido ya 33, la mayoría de ellos
después de 1980[35].
El cambio climático está acabando con los últimos glaciares de España: el último de
Sierra Nevada desapareció completamente en 1995, y las 3.300 hectáreas de lenguas de
hielo que existían a principios del siglo XX en el Pirineo se han reducido a 390, de las
que 211 (el 58%) se sitúan en la vertiente española, según el Atlas del Cambio
Climático del Ministerio de Medio Ambiente [36].
Ese retroceso, que supone que casi el 90% de la extensión de estos últimos ha
desaparecido en apenas un siglo, se ha acelerado desde 1980. “En 1982 los glaciares y
heleros del Pirineo español ocupaban 600 hectáreas, que se han reducido a unas 210 en
2010. Respecto a la cantidad de glaciares, en el momento actual solo persisten 18 de los
34 aparatos glaciares descritos en 1982”, anota el Atlas.
“El resto ha desaparecido. Esta regresión es acorde con la tendencia general mundial”,
añade el estudio, que recuerda cómo “estos aparatos glaciares, junto con un pequeño
núcleo residual (glaciar del Calderone) que se conserva en los Apeninos, constituyen las
reservas de hielo más meridionales de Europa”.
La última prueba de ese retroceso la ha realizado la Confederación Hidrográfica del
Ebro (CHE) en La Maladeta, el tercer glaciar del país en extensión tras los del Aneto y
Monte Perdido. Su informe constata cómo en el último año ha perdido un metro de
espesor, lo que eleva la merma a 20 en un cuarto de siglo -35 en algunas áreas-, periodo
en el que sus 50 hectáreas han quedado reducidas a 23,3. La pérdida de grosor supera
los 2,5 metros en algunas zonas. “En un máximo de 40 años no quedará glaciar”,
pronostica el estudio.

Jordi Camins
Experto en glaciología y miembro del GECCC (Grupo de Expertos en Cambio
Climático de Catalunya)
“Ciertamente, a la ciudadanía le preocupa la desaparición de los glaciares en todo el
planeta y en nuestro caso especialmente en los Pirineos. A nivel global es un hecho

20
trascendental, la pérdida de hielo especialmente en el Ártico se traduce en una
importante disminución de la banquisa (agua de mar congelada), que incide
directamente en el incremento de las temperaturas disminuyendo la capacidad
refrigeradora del Ártico. La radiación solar no es devuelta al espacio por el efecto
albedo del hielo, sino que es absorbida por el océano traduciéndose en un importante
aumento de las temperaturas.
En los Pirineos, la superficie ocupada por los glaciares es ya muy escasa y este efecto es
prácticamente nulo y no influye en el abastecimiento de agua. Sin embargo, sí es
trascendental que la innovación en invierno sea abundante, extensa y permanezca sobre
el suelo el mayor tiempo posible.
Actualmente solo podemos encontrar glaciares en el Pirineo francés y aragonés mientras
que en el Pirineo catalán, andorrano y navarro se han extinguido totalmente.
Entre 1982 y 1985 realicé un inventario completo de los aparatos glaciares de los
Pirineos, con un total de 93. La mitad de ellos fueron catalogados como glaciares (hielo
de origen glaciar con espesor suficiente para fluir-desplazarse por sí mismos por efecto
de la gravedad), y la otra mitad catalogados como heleros (hielo de origen glaciar
estático, sin el espesor necesario para desplazarse).
Al cierre del inventario y catalogación del año 2017, sobrevivían en los Pirineos 24
glaciares y 26 heleros, otros 29 se habían extinguido totalmente y 14 eran residuales.
(Son considerados Residuales los heleros muy deteriorados en los que visualmente ya
no se puede distinguir si el hielo que contienen es de origen glaciar o una simple
recongelación del agua de deshielo. En las condiciones actuales su extinción total se
produce en un período medio de entre tres y siete años). Triste balance para un período
de 35 años.
En octubre de 2017, y en relación al inventario y catalogación del año 2012, tres
aparatos glaciares se habían extinguido, y el deterioro de todos ellos es claramente
evidente.
En las condiciones climáticas actuales la regresión de los glaciares pirenaicos seguirá a
un ritmo contundente. La previsión, según mis cálculos basados en la observación, es
que en el año 2040 no quedará ningún glaciar activo en los Pirineos, únicamente
algunos heleros y restos residuales resistirían otra década para extinguirse totalmente
alrededor del año 2050.
La desaparición de los glaciares Pirenaicos significa en España la constatación de un
proceso, una víctima que representa poco en el cómputo planetario del deshielo global.
Pero es, por supuesto, la pérdida de un elemento distintivo de la alta montaña. Sin
embargo, en otras zonas del planeta muchas comunidades humanas pueden verse
afectadas por el retroceso de los glaciares, por ejemplo, en el Himalaya, ya que
constituyen una fuente imprescindible de abastecimiento de agua a los grandes ríos
asiáticos, de la que dependen sus producciones agrícolas.
De forma muy resumida podríamos indicar que el calentamiento del planeta viene dado
por tres causas, que tienen un peso muy diferente. Dos de ellas son de origen natural y
la tercera humana. La primera tiene su origen en fenómenos cósmicos sobre los que no

21
tenemos control, está relacionada con los movimientos orbitales de nuestro planeta
(Variaciones de Milankovitch) y que genera los ciclos Glaciares e Interglaciares de una
duración aproximada de 100 mil años. La última glaciación se inició hace 85 mil años y
finalizó hace unos 18 mil. Desde entonces vivimos en un período interglaciar cálido en
el que el volumen de hielo en nuestro planeta ha disminuido el 65%.

media del planeta de aproximadamente 1,5 ºC. Al normalizarse la actividad solar se


produce una recuperación de la temperatura desde hace unos 170 años.
La tercera causa tiene su origen en la actividad humana (antrópica), y está relacionada
con la emisión de los gases de efecto invernadero que generan nuestras actividades
(dióxido de carbono, metano, etc.). De manera natural en los ciclos descritos en la
primera causa, la proporción de CO2 en la atmósfera oscila desde las 180 partes por
millón (ppm) en los períodos glaciares a las 280 ppm en los interglaciares cálidos. Ésta
debería ser la proporción actual, sin embargo, a día de hoy y a nivel mundial es de 406
ppm. Parece de sentido común interpretar una agresión evidente si las variaciones
naturales generan modificaciones de 100 ppm en períodos de miles de años, y las
actividades humanas la han incrementado en 125 ppm en un breve intervalo temporal.

La limitada altitud de los Pirineos (máxima de 3.404 m en el Pico de Aneto) en relación


a su ubicación geográfica en el planeta (unos 42 º de latitud norte), representarían en
condiciones normales el límite en que es posible la formación y conservación de los
glaciares. Los efectos del calentamiento global inciden directamente en el límite
altitudinal, de tal forma que en la mayoría de los últimos años al finalizar el verano no
consigue sobrevivir y perpetuarse en los Pirineos nieve de los inviernos anteriores que
es el origen y alimento del hielo glaciar, con lo que la regeneración del hielo es
prácticamente inexistente. Estas condiciones convierten a los Pirineos en la única
cordillera en todo el planeta donde la extinción de su hielo glaciar se producirá en una
única generación, la nuestra. Jamás en la historia ningún grupo humano ha tenido
ocasión de observar, ni la capacidad de documentar y divulgar cómo se desarrolla tan
contundente regresión.
La rapidez del actual deshielo en los Pirineos me induce a pensar que no es posible que
sus glaciares sobrevivieran a los últimos períodos cálidos recientes (Óptimo Climático
Medieval años 900 a 1.300) y que por consiguiente los actuales no serían restos de los
grandes glaciares de la última glaciación, sino que desde su extinción se desarrollaron
de nuevo durante la reciente Pequeña Edad de Hielo. No hemos tenido ocasión de
observarlo, pero probablemente cuando las condiciones son favorables el hielo glaciar
se genera casi tan rápidamente como en la actualidad se extingue.
Pero conocida la evolución de los glaciares pirenaicos, ¿cuál es la evolución de los
glaciares a nivel mundial? Con los matices que implican las diferencias de altitud y de
latitud de las distintas cordilleras del planeta, la regresión es generalizada en todas ellas
(Alpes, Himalaya, Andes… Campos de Hielo Patagónicos), también los glaciares de
zonas árticas se encuentran en claro proceso de deterioro (además de lo que hemos
comentado en relación a la banquisa). Algo diferente es la situación en la Antártida,

22
donde ciertamente existe un proceso de deshielo evidente en las plataformas o barreras
de hielo (lenguas de hielo glaciar que se introducen en el océano), pero donde los
glaciares asentados sobre el continente resisten aún con firmeza.
Que los glaciares antárticos se mantengan en un cierto equilibrio no es una cuestión
menor, ya que contienen el 90% del hielo glaciar de todo el mundo. Para que el proceso
de calentamiento global en el que estamos inmersos no se incremente de manera
definitivamente incontrolable, es de gran importancia que su función refrigeradora,
también global, no sufra alteraciones substanciales.”

S
U
B
I
D
A

Ilustración 3: DESHIELO DE GLACIARES


DEL MAR
Íntimamente ligado al problema del deshielo continental y el aumento de las
temperaturas del agua marina está el de la subida del nivel del mar. En nuestro país, se
espera una subida de entre 10 y 68 cm para final de este mismo siglo. Las zonas más
vulnerables son los deltas y playas. Esto causará pérdidas de un número importante de
playas, sobre todo en el Cantábrico y buena parte de las zonas bajas costeras se
inundarán –deltas del Ebro, Llobregat, Manga del Mar Menor, y costa de Doñana
especialmente–. Muchas playas de Cantabria y del País Vasco podrían quedarse sin
arena. La variación en el flujo del oleaje afectará a las playas de la Costa Brava, las islas
Baleares y el sur de las islas Canarias.
Pero las ciudades también están expuestas a estos cambios. Grandes núcleos habitados
en España se sitúan en las costas, por lo que ciudades como A Coruña, Gijón, San
Sebastián, Barcelona, Valencia o Málaga, por citar tan solo algunas de ellas, se
enfrentarán al hundimiento de parte de su callejero.

23
Durante la segunda mitad del siglo, se estima que más de 200 hectáreas de terreno en la
costa de Bizkaia se encontrarán en riesgo de inundación. Aproximadamente la

Ilustración 4: PLAYA CON RIENGO TSUNAMI

mitad de ese terreno corresponde a núcleos urbanizados, tanto industriales como


residenciales. Algunos estudios indican que el riesgo de inundación en la costa de
Bilbao en el periodo 2050-2100 podría triplicar el esperado a los extremos actuales del
nivel del mar. Bilbao ya ha tomado nota y cuenta con una Oficina contra el Cambio
Climático para prepararse y sensibilizar a sus vecinos.

Jerónimo López
Doctor en Ciencias Geológicas y profesor de Geodinámica Externa de la Universidad
Autónoma de Madrid, ex presidente del Comité Científico Internacional de
Investigación en la Antártida
“La subida del nivel del mar trae consecuencias en las proximidades de las líneas de
costa, porque si sube unos cuantos centímetros pueden llegar a inundarse áreas muy
extensas en zonas con poca pendiente. Pero hay efectos que van más allá de esa línea de
costa, ya que el mar es el nivel de la base de los ríos que acoplan su perfil para llegar
tangentes en su desembocadura. Si hay un aumento del nivel de mar, los ríos tienen más
tendencia a desbordarse y a sedimentar a lo largo de su cuenca tierra adentro, mientras
que profundizan su cauce en las etapas con el nivel del mar más bajo. Por eso cuando
vemos en los ríos terrazas fluviales o encajamientos se debe a cambios pasados del nivel
del mar.

24
En la cuenca mediterránea, la subida del nivel del mar puede potenciar los efectos que
se producen en las situaciones denominadas de “gota fría”, en las que la superficie del
mar asciende por déficit de presión. Como estas situaciones suelen llevar acompañadas
copiosas precipitaciones se ven favorecidos los desbordamientos e inundaciones en la
cuenca baja de los ríos.
La subida del nivel del mar puede tener más implicaciones de las que parece a primera
vista. Por ejemplo, puede favorecer la intrusión de agua marina y la salinización de
acuíferos costeros al subir el nivel y llegar sus efectos más tierra adentro. Problema que
se acrecienta si existe sobreexplotación al haber cada vez más población en zonas
cercanas al mar y ser necesario extraer más agua dulce del subsuelo para
abastecimiento.
También la subida del nivel del mar puede transferir a las costas variaciones en los
procesos erosivos o sedimentarios, con efectos en los puertos y las playas, acrecentados
si además ha habido cambios en las cuencas de los ríos de su entorno.
La evidencia de la subida del nivel del mar la proporcionan las mediciones de los
mareógrafos y de los satélites. Se constata que ésta se ha acelerado en las últimas
décadas y los modelos indican que continuará haciéndolo en el futuro. El cuánto lo haga
dependerá de las medidas que se tomen para frenar el calentamiento global y de lo que
ocurra en los polos. Y es que la subida del nivel del mar se produce por dos efectos: uno
por dilatación térmica de los océanos, si hace más calor se dilata la propia masa marina,
y el otro porque se funde el hielo de los polos.
Va a influir considerablemente el grado en el que se fundan los hielos
fundamentalmente en la Antártida y en Groenlandia. Ya hay datos evidentes de que
Groenlandia está perdiendo muchas gigas toneladas de hielo cada año y aumenta la
acumulación de agua líquida sobre el propio hielo, incluso en altitudes considerables.
En el interior de la isla en el verano se están formando lagos con agua líquida sobre el
hielo por encima de los 2.000 metros de altitud.
Esas aguas generan redes de drenaje y a través de las grietas penetran hacia el interior
de la masa glaciar. De este modo pueden llegar a la base, lubrificar el flujo del hielo y
hacer que se pierda más cantidad de hielo. Si se fundiera todo el hielo que hay en
Groenlandia supondría una subida del nivel del mar de alrededor de unos 6 metros en
todo el mundo. Pero también hay que considerar lo que puede pasar en la Antártida,
donde hay un potencial de pérdida de hielo mucho mayor que en Groenlandia. Ya se
está apreciando una pérdida de masa de hielo sobre todo notable en el sector de la
Antártida Occidental orientado hacia el Pacífico.
Esta pérdida está causada por el aumento de la temperatura en el océano y el efecto de
corrientes de agua más calientes que penetran por debajo de las plataformas de hielo,
que sufren adelgazamiento y en ocasiones roturas y desprendimientos importantes,
como los que han ocurrido estos últimos años.
Las investigaciones recientes consideran muy relevante la llegada de agua marina más
caliente y la pérdida del efecto de freno que se pierde cuando una plataforma de hielo en
la periferia se rompe. La preocupación no es por su aportación directa al aumento del
nivel del mar, que es pequeña, sino por el efecto que tiene la desaparición de las

25
plataformas, cada vez más frecuente en la Antártida, al eliminar el freno de los glaciares
que hay por detrás, que sí están apoyados en el continente y que ven acelerado su flujo y
su contribución a la subida del nivel del mar.
En caso de que estos efectos progresen más allá de un cierto límite, podría llegar a
producirse una pérdida importante de la masa de hielo de la Antártida con los
consiguientes efectos en la subida del nivel del mar en todo el mundo.
Los modelos indican que el nivel del mar seguirá subiendo en los próximos siglos, pero
que los escenarios serán muy diferentes en caso de cumplirse o no los Acuerdos de
París, es decir, si la temperatura media del planeta no sube por encima de los 1,5 ºC a 2
ºC.
Si la temperatura aumenta por encima de esos grados centígrados, los peores escenarios
indican que dentro de tres siglos (hacia el año 2500) las subidas del nivel del mar
podrían llegar a ser de más de 12 metros. Aunque estaríamos hablando de tiempos no
inmediatos, conviene pensar en ello ante la existencia de una población cada vez más
numerosa que va a vivir en las grandes ciudades costeras.
Pero ¿hay una fecha límite de no retorno? La cifra de los Acuerdos climáticos de París
no es una ocurrencia, no es una cifra mágica. Si aumentamos la temperatura media por
encima de los 1,5 ºC a 2 ºC, las consecuencias de la subida del nivel del mar serán
mucho más serias. No hay una fecha límite, pero en la lucha contra el cambio climático
es muy importante lo que se haga en la primera mitad de este siglo”.

DISERTIZACION Y DISERTIFICACION
En este capítulo se habla de desertificación y de desertización, consecuencias del
aumento de las temperaturas por el calentamiento global. Y ambos conceptos hay que
diferenciarlos del fenómeno de la sequía, porque a veces puede dar lugar a confusión.
La sequía es la reducción de agua por debajo de la cantidad normal para un período de
tiempo determinado, la desertificación es un proceso de degradación de un territorio
fértil consecuencia directa de la intervención humana y la desertización es un proceso
natural.
España es un país muy vulnerable a la desertificación. Los paleo ecólogos Joel Guio y
Wolfgang Cramer anunciaron en la revista Science en julio de 2017 la fecha en la que la
mitad de la península Ibérica podría ser como el Sáhara si se sigue aumentando la
temperatura media del planeta: el año 2090. En ese año las comunidades más secas
habrán avanzado desde la esquina suroriental y el desierto se habrá comido la mitad de
la península Ibérica (de Alicante a Lisboa).
En ese escenario la temperatura en Madrid aumentará de 3 a 4 ºC y será igual que en
Casablanca. Guio y Cramer advierten que en el próximo siglo surgirán ecosistemas en la
cuenca mediterránea que no tienen precedente en esta zona en los últimos 10.000 años.
Según los expertos, el 75% del suelo de la Península es susceptible de sufrir
desertificación. Además, un 20% del terreno ya se puede considerar desértico.
De hecho, a día de hoy ya podemos ver las evidencias que confirman esta tendencia
hacia la desertización. Greenpeace recuerda que el cambio climático (subida de

26
temperatura, menor precipitación, mayor riesgo de incendios forestales, etc.) está
acelerando los procesos de pérdida irreparable de suelo.
Como se ha indicado, un tercio de España ya sufre una tasa de desertificación muy alta
y lo peor es que, si no se toman medidas urgentemente, esa superficie árida seguirá
creciendo. De hecho, un 75% del territorio se encuentra en zonas susceptibles de sufrir
desertificación. La sobreexplotación de los recursos hídricos, las malas prácticas
agrarias en zonas de pendiente, el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y la
urbanización irracional resultan también responsables de esta situación.
Un aumento del calentamiento global ocasionaría la pérdida principal de humedales en
aquellos entornos situados alrededor de las ciudades o asentamientos urbanos o
industriales, cuyos contornos han sido rigidizados impidiendo su adaptación. Este es el
caso de la desembocadura del Nervión en Bilbao, la ría de Avilés o la ría de Ferrol [37].
Y para muestra, solo hay que advertir que la reserva hidráulica española se está
convirtiendo en un dato que referencia semanalmente el actual Ministerio de Transición
Ecológica.
Los récords de temperatura son una pista de esta desertización. Por ejemplo, el pasado
12 de julio, la localidad cordobesa de Montoro registró la temperatura más alta de la
historia de España, 47,3 ºC, un dato que se ha ido superando año tras año en los últimos
años y que se espera que continúe hacia un preocupante ascenso.
Es imprescindible cambiar el modo en el que administramos los recursos naturales para
mitigar los efectos de la desertificación y las sequías. Hay que cambiar la política
hidráulica hacia un

Ilustración 5: LA DEGRADACION DEL SUELO

enfoque integrado en la gestión de la demanda, implicando a todos los sectores


demandantes de agua y teniendo en cuenta los caudales ecológicos. Hay que perseguir

27
la sobreexplotación y la contaminación de los recursos hídricos, la proliferación de
pozos ilegales y el mal uso del agua.
También es necesario garantizar una política forestal acorde con las necesidades del país
más árido de Europa, adaptando los ecosistemas forestales a los nuevos escenarios de
cambio climático, evitando la proliferación de viviendas y urbanizaciones en el espacio
forestal y concienciando a la sociedad ante el riesgo que suponen los incendios.
Y junto a estas medidas, mejorar el actual modelo agrícola con una sustancial
disminución de los regadíos intensivos e industriales, favoreciendo la agricultura
familiar con modelos de producción sostenibles.
Y es que este fenómeno traerá consecuencias sin retorno. Por ejemplo, un estudio
realizado por un equipo internacional con participación del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que los árboles más grandes y de
mayor altura serán los más vulnerables a la sequía [38].
Este trabajo ha sido publicado en la revista PNAS. Hasta el momento, la mortalidad
selectiva de los árboles se asociaba al cambio climático. El investigador del CSIC,
Antonio Gazol, sostiene que la investigación “demuestra que este fenómeno es común a
todas las regiones y en todos los bosques puede haber mortalidad por la sequía en
árboles altos que formen vasos grandes”.

AUMENTO DE TEMPERATURA
El aumento de las temperaturas en España es imparable, pero es una consecuencia
compartida con el resto del planeta. Sin embargo, la latitud en la que se sitúa nuestro
país va a ser golpeada especialmente por el calentamiento global con un aumento
significativo de los grados centígrados en las estaciones del año. Esto significa que los
inviernos serán cada vez más suaves y las olas de calor en verano más implacables y
duraderas.
De hecho, el cambio climático provocará en la península Ibérica un ascenso de las
temperaturas. Se prevé que suban hasta 6 ºC en 2100, lo que provocará un incremento
de las condiciones de aridez, así como más eventos extremos de precipitación, según se
desprende del informe Clima en España: Pasado, presente y futuro, elaborado por la red
CLIVAR-España [39].
Para el año 2100 los investigadores pronostican un importante aumento de la
temperatura media estacional en España, que será máximo en el trimestre de junio, julio
y agosto, con 5,41 ºC más de media. De igual forma, se predice un incremento de los
eventos de temperaturas elevadas, superiores a los 30 ºC, especialmente en zonas del sur
peninsular.

28
Este aumento progresivo ha sido especialmente acusado en las tres últimas décadas
(19752005), con una tasa media de calentamiento de unos 0,5 ºC por década. Por

[39] -
TE-IN-SPAIN-Past-Present-and-Future.-Regional-climate-change-assessment-report-2010.pdf

[40]
de Medio Ambiente por comunidades autónomas 2016. -

Ilustración 6: PERSONAS RESCANDOSE ANTE LA INTENZA CALOR


comparar y ver las dimensiones de semejante cifra, supone un 50% por encima de la
media continental en el Ola de calor en verano de 2018. hemisferio norte en ese mismo
periodo y casi el triple de la media global, que no solo se registra Candeleda. Cáceres en
España sino en todo el continente europeo.

FENOMENOS METEROLOGICOS EXTREMOS


Sequías, olas de calor, inundaciones y tormentas de nieve
En los próximos años se oirá con más frecuencia la frase de “qué tiempo tan raro hace”,
una señal inequívoca de que el calentamiento global está alterando las estaciones del
año y las condiciones meteorológicas acostumbradas.
Definitivamente, Europa ha entrado en una era de fenómenos meteorológicos extremos.
En el capítulo 3 del informe especial del IPCC Calentamiento global de 1,5 °C [41], los
científicos advierten de sus impactos. El Mediterráneo se considera un punto caliente
tanto en términos de un mayor calentamiento en comparación con la temperatura global
media como de una disminución de la precipitación media con aumentos sustanciales en
los períodos secos.
Se proyecta que los caudales bajos de los ríos disminuyan en el Mediterráneo con un
aumento del 1,5 °C del calentamiento global, una reducción asociada a los caudales e
inundaciones altas, en gran parte en respuesta a la reducción de la precipitación. La

29
reducción media en la escorrentía anual casi se duplica, de aproximadamente el 9%
(rango probable: 4,5-15,5%) entre 1,5 °C y 17% (rango probable: 8-25%) a 2 °C.
En general, existe una alta relación entre la sequía y la disminución de la disponibilidad
de agua en el Mediterráneo y el sur de Europa especialmente cuando se aumente de 1,5
°C a 2 °C la temperatura media del planeta.
Superar el límite de 1,5 ºC depararía un mayor incremento del calor extremo, las lluvias
torrenciales y la probabilidad de sequías, algo que tendrá un efecto directo sobre la
producción de alimentos, sobre todo en zonas sensibles como el Mediterráneo.
La tropicalización de los océanos conlleva un mayor índice de evaporación y, por tanto,
un aumento de la nubosidad, lo que facilita la formación de fuertes tormentas y otros
fenómenos meteorológicos. Además de las heladas, las olas de frío y de calor o las
sequías e inundaciones son algunas de las variables que irán y han aumentado su
frecuencia y voracidad en los últimos tiempos como consecuencia del cambio climático.
Además, se están intensificando los fenómenos meteorológicos extremos que dejan
imágenes como las de los últimos temporales en el Mediterráneo y en el Cantábrico.
Según María del Carmen Llasat, profesora de Física Aplicada de la Universidad de
Barcelona y coautora del Nature Climate Change [42], va a aumentar el riesgo de las
inundaciones súbitas en el Mediterráneo por los vientos más húmedos y por un mar más
caliente. Habrá más olas de calor o más veranos calurosos con noches tórridas y un
aumento de las precipitaciones de carácter torrencial. Sin embargo, ese riesgo de
inundaciones también está aumentando en el Mediterráneo sobre todo por efectos
relacionados con la intervención humana, como los cambios de usos del suelo, la
ocupación del territorio y la mayor exposición de bienes [43].
También lo advierte la Agencia Europea de Medio Ambiente en un informe en el que se
afirma que las olas de calor, inundaciones, sequías y tormentas serán cada vez más
frecuentes e intensas en todo el continente como resultado del cambio climático.
El sur es un punto crítico y las regiones meridionales ya están registrando un mayor
aumento en las temperaturas máximas, así como menores niveles de precipitaciones y
una disminución del caudal de los ríos.
Desde 1975, la duración de las olas de calor ha ido en aumento en España. En 2015 se
sufrió una ola de calor de 26 días de duración. Si no se reducen las emisiones de gases
de efecto invernadero, en el año 2100 las olas de calor podrían durar hasta tres meses.
De acuerdo con los datos que maneja la Agencia, los fenómenos extremos relacionados
con el clima le están costando a España unos 1.000 millones al año desde 1980. La
sequía es uno de nuestros problemas prioritarios. España es el país más árido de Europa
[44].
Según la ONU, un tercio de su superficie sufre una tasa muy elevada de desertificación
y un 6% de nuestro país ya se ha degradado de forma irreversible. Este año, la sequía se
ha llevado el 40% de la cosecha española de cereal. Un informe del Ministerio de Medio
Ambiente dice que el 80% de España corre el riesgo de convertirse en desierto a lo largo
de este siglo.

30
España sufre una sequía cada ocho o diez años porque se encuentra en la zona templada
del planeta y bajo la influencia de dos corrientes de aire: una masa de aire frío y húmedo
que viene del Atlántico y una masa de aire caliente y seco de origen africano, según el
informe Agua. La calidad de las aguas en España. Un estudio por cuencas, de
Greenpeace.
“Somos el país con más embalses per cápita del mundo, tenemos más de 1.300 grandes
embalses y ya no se pueden hacer más, a no ser que se construyan en zonas de alto valor
ecológico”, asegura Julio Barea, responsable de la campaña de Aguas de Greenpeace.
“Los efectos de la sequía son cada año son peores, porque ya no es solo un tema
meteorológico, la Península las lleva sufriendo desde hace más de 10.000 años, ahora
además se agudizan por el cambio climático, por lo que van a ser más recurrentes, con
periodos más cortos entre sequías y duración más intensa”.
Algo que corrobora el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio
Ambiente, con la publicación de los años hidrológicos 2013/14, 2014/15 y 2015/16
donde se demuestra que fueron bastante secos en general, especialmente el segundo de
ellos, aunque con una distribución geográfica de las precipitaciones muy desigual.
Un ejemplo claro es el de la cuenca hidrográfica del Segura que atraviesa una de las
sequías más largas de los últimos años, ya que es el cuarto año de aplicación del
Decreto de Sequía y los periodos de escasez anteriores se habían limitado a tres años.
Aunque las lluvias de la primavera de 2018 mejoraron la situación que había, en verano
no llueve, pero la demanda para riego y abastecimiento continúa, por lo que la situación
empeora hasta finales de septiembre, que es final del año hidrológico, y cuando se
espera que comience a llover, en el otoño, eso en el mejor de los casos.
Y la huella del cambio climático también está detrás de las anomalías térmicas del
verano de 2018 en Europa, según ha constatado un equipo de investigación de la
Universidad de Oxford.
Los investigadores compararon dos de las olas de calor más extremas registradas en
Reino Unido, la de 1976 y la del 2018 siendo la primera más “intensa”, pero afectando
solo a ciertas regiones, como el oeste de Europa. La de 2018 sin embargo se extiende
por muchas otras zonas del planeta aparte del noroeste de Europa, mostrando la
tendencia de un planeta en

31

Ilustración 7: SEQUIA
global más cálido. Los investigadores añaden que, a mayor número de zonas
sobrecalentadas, mayor es también la probabilidad de que se produzcan olas de calor.
Y mientras España se abrasa en verano, los inviernos son cada vez más cálidos. Un
estudio del Grupo de Meteorología de la Universidad de Cantabria (UC) “pone en cifras
lo que hasta ahora no pasaba de ser un comentario repetido invierno tras invierno: cada
año nieva menos en el norte de España, sea cual sea la altitud”. Concretamente, un 60%
menos en invierno –ocho días– y un 50% menos en primavera –casi cuatro– que a
principios de siglo.
Así, los entre cinco y ocho millones de litros de nieve que caían en sus cumbres en los
años 60 y 70 se han reducido en la última década a 2,65. Y también llueve un 25%
menos que en los años 50 –de 16 a 12 billones de litros– al mismo tiempo que se
produce un “ligero aumento de la temperatura media, que ha pasado de 5 ºC a más de 8
ºC”.
Ese cuadro ha tenido como consecuencia “una disminución de la nieve acumulada de
hasta un 50%”, según la evaluación que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

EFECTOS EN LA SOCIEDAD
española, incluyendo a las generaciones futuras y su manera de entender y vivir la vida.
No hay duda de que los efectos del cambio climático se sufrirán en todas las esferas de
la vida, y especialmente en la economía
Es por ello necesario abordar el análisis del impacto social del cambio climático de
manera amplia, desde las diferentes realidades que componen las sociedades, de manera
interrelacionada y en clave de cambio social.
El informe especial del IPCC Calentamiento global de 1,5 °C” [45] se toma el
desarrollo sostenible como punto de partida y enfoque para el análisis. Estudia la
interacción entre el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza y la reducción de
la desigualdad, y las acciones climáticas en un mundo más cálido y las conclusiones no
son nada halagüeñas.
En comparación con las condiciones actuales, subir hasta un 1,5 °C del calentamiento
global, plantearía mayores riesgos para erradicar la pobreza, reducir las desigualdades y
asegurar el bienestar humano y de los ecosistemas. Ese límite no se considera “seguro”
para la mayoría de las naciones, comunidades, ecosistemas y sectores, y presenta
riesgos significativos para los sistemas naturales y humanos en comparación con el
calentamiento actual de 1 °C.
Los impactos de 1,5 °C afectarían de manera desproporcionada a las poblaciones
desfavorecidas y vulnerables a través de la inseguridad alimentaria, el aumento de los
precios de los alimentos, la pérdida de ingresos, la pérdida de oportunidades de
subsistencia, los impactos adversos para la salud y los desplazamientos de la población.

32
Se espera que algunos de los peores impactos en el desarrollo sostenible se sientan entre
los medios de vida dependientes de la agricultura y la costa, los pueblos indígenas, los
niños y niñas y las personas ancianas, las personas trabajadoras pobres, habitantes
urbanos pobres de las ciudades africanas, y las personas y los ecosistemas en el Ártico y
los pequeños estados insulares en desarrollo.
España, como uno de los países más vulnerables al cambio climático por su latitud y su
situación geográfica, sufrirá especialmente las consecuencias, y los sectores productivos
de la economía deberán tomar nota de los cambios que se van a producir por el aumento
de las temperaturas. Las olas de calor, la pérdida de biodiversidad, la desertización, los
incendios… el medio ambiente cambiará y esto afectará al mercado de trabajo, al
modelo energético, al de transporte, pero también al de producción y consumo, y en
definitiva al estilo de vida actual.
Porque el cambio climático es, sobre todo, un hecho social, por sus causas sociales y sus
consecuencias sociales. No es un problema solo del medioambiente, por lo que debe ser
resuelto por la sociedad, por los agentes políticos, sociales, económicos y la ciudadanía
en general. El desafío del Cambio Climático es un desafío a todo el modelo productivo
conocido hasta la fecha.
Se requiere una acción humana colectiva para alejar el sistema de la Tierra de un umbral
potencialmente peligroso y estabilizarlo en un estado habitable de tipo interglaciar,
advierte el artículo de PNAS, Trayectorias of the Earth System in the Anthropocene.
Evitar el umbral del 1,5 ºC solo puede lograrse y mantenerse mediante un esfuerzo
coordinado y deliberado de las sociedades humanas para gestionar nuestra relación con
el resto del sistema biológico terráqueo, reconociendo que la humanidad es un
componente integral e interactivo de ese sistema. La humanidad se enfrenta a la
necesidad de tomar decisiones y acciones críticas que podrían influir en nuestro futuro
durante siglos, si no milenios.
Una ambición que necesitará nuevos valores, principios y marcos colectivamente
compartidos, así como educación para apoyar tales cambios. En esencia, una
administración eficaz que abarque todos los ámbitos sociales y económicos es una
condición previa esencial para el desarrollo próspero de las sociedades humanas.

SALUD
Un cambio de temperatura de varios grados puede hacer que la zona templada se haga
más acogedora a la propagación de determinadas enfermedades. De esta manera,
pueden empezar a darse casos de malaria, cólera, dengue u otras enfermedades que
están olvidadas en países desarrollados y en zonas que tradicionalmente han sido más
frías. Así mismo, el calor hace que aumenten las enfermedades cardiovasculares y que

Ilustración 8: LA VIDA EN PELIGRO ANTE LAS OLAS DE CALOR

33
aparezcan muchos más problemas respiratorios como alergias o asma y, lógicamente,
problemas derivados directamente de la contaminación.

IMPACTO DE MOGRAFICO
Está constatado que la creciente aparición de desastres naturales derivados de la
variación en las condiciones del clima aumenta el número de emergencias humanitarias
y por lo tanto desplazamientos de la población afectada

CONFLICTOS
El uso, la explotación o la posesión de los recursos naturales, algunos tan necesarios y
básicos como el agua, pueden desencadenar guerras. Estudios de la ONU muestran que
más del 40% de los conflictos armados internos de los últimos 60 años están vinculados
con los recursos naturales. Con el evidente aumento del impacto de cambio climático en
todas las regiones, los riesgos de conflicto van a continuar creciendo.

AUMENTO DE LA POBREZA
El cambio climático afecta especialmente a la vida de las personas pobres: reduciendo
los rendimientos de los cultivos; destruyendo hogares. Consecuentemente, provoca el
aumento en los precios de los alimentos y crea inseguridad alimentaria. Sus impactos
agraven la pobreza en las zonas más desfavorecidas, pero también se creen nuevos focos
tanto en países desarrollados como en desarrollo.

COSTAS
El aumento del nivel del mar durante el siglo XXI provocará inundaciones y erosión del
litoral. Al mismo tiempo el aumento de la población, el desarrollo económico y la
mayor urbanización atraerán a más personas hacia zonas costeras, con lo que el peligro
será mayor y los costes de adaptación podrían ser determinantes.

ALIMENTACION
El calentamiento global incide gravemente sobre la agricultura y los recursos hídricos, y
puede cambiar la geografía al servicio de la producción de alimentos además de agravar
la disminución de los recursos marinos, menguados ya de por sí por la sobreexplotación
pesquera.

ACCESO AL AGUA
A mayor calentamiento del planeta, mayor escasez de agua. Con el cambio climático
disminuye la calidad del agua bruta, con todo lo que ello conlleva para la higiene, la
producción agrícola y la industria. Además, se generan riesgos para la calidad del agua
potable, agravando los problemas de los millones de personas que ya padecen su
escasez. Los recursos de aguas superficiales y subterráneas renovables se reducirán
significativamente en la mayoría de las regiones subtropicales, lo que intensificará la
competición por el agua entre sectores.
Por tanto, queda patente en dicho informe que muchos de los riesgos son
particularmente problemáticos para los países en una situación más vulnerable
económica, cultural, y políticamente dada su limitada capacidad para afrontar dichas
vicisitudes

34
ALGUNAS CIFRAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO A
NIVEL MUNDIAL

De 1880 a 2017 la temperatura media mundial ha subido y está aumentando a un ritmo


de 0,2 ºC por década

La Organización Meteorológica Mundial ha confirmado que 2017 fue uno de los tres
años

más calurosos
junto a 2016 y 2015– desde que comenzaron los registros en 1880

El año 2017 la Tierra registró una cifra récord de emisiones de

gases de efecto invernadero

De 1901 a 2010, el nivel medio mundial del mar ascendió

19cm
ya que los océanos se expandieron por el aumento de la temperatura y debido al
hielo terrestre derretido por el calentamiento y para el año 2100 se prevé una subida
adicional de 19 a 58 cm

La extensión del hielo marino ártico registró en febrero de 2018 un promedio de

13,95 millones de km2


lo que representa una disminución de la tasa del 13,2% por década, según el Centro
Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC) de la NASA

CAUSAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO


La evolución del clima a lo largo de periodos más o menos largo de años depende de los
efectos de la suma de los originantes naturales y de los derivados de la actividad
humana, o antropogénicos, y especialmente los denominados gases de efecto
invernadero (en adelante GEI).
El análisis de las causas del cambio climático debe considerar, en primer lugar, los
originantes del cambio climático, con especial referencia a los GEI (Gases Efecto
Invernadero), responsables de una cadena de acontecimientos que van desde la emisión
de los mismos, el aumento de su concentración en la atmósfera con el consiguiente
forzamiento radiactivo, y sus consecuencias en forma de respuesta climática
manifestada en cambios así inducidos, tanto en los distintos ecosistemas naturales y

35
gestionados, como en la propia salud del hombre. La sensibilidad climática y los retro
efectos del clima pueden potenciar o reducir el efecto de determinados agentes de
forzamiento radiactivo. A partir de estos datos y, de acuerdo con el modelo de
tratamiento de las incertidumbres, se puede efectuar una atribución de las causas del
cambio climático.

CAUSAS NATURALES
Movimiento de las placas tectónicas
Todas las placas conforman la litosfera, la capa superficial de la Tierra (incluye la
corteza y la parte superior del manto). Las corrientes de las rocas más blandas que
tienen debajo las impulsan como si se tratara de una cinta transportadora en mal estado.
La actividad geológica proviene de la interacción de las placas cuando éstas se acercan
o separan. Ocasiona que emerjan montañas y volcanes, que las masas de tierra se unan o
separen, etcétera. Todo esto influye en la temperatura, las precipitaciones y otros
elementos del clima. El movimiento de las placas crea tres tipos de límites tectónicos:
límites convergentes, donde las placas se acercan unas a otras, límites divergentes,
donde se separan, y límites transformantes, donde las placas se mueven de lado en
relación unas con otras. Por ejemplo, una hipótesis sobre el calentamiento durante el
Cretácico sugiere que los movimientos entre las placas liberaron una alta cantidad de
CO2 en la atmósfera.

Ilustración 9: PLACAS TECTONICAS

Cambios en inclinación del eje de la tierra

36
Como el ángulo de inclinación determina las regiones que reciben mayor o menor
radiación solar durante las estaciones, un cambio supone un elemento que afecta la
distribución de dicha radiación. A causa de los cambios en la inclinación del eje
terrestre se presentan las estaciones del año. Por tanto, no se producen al mismo tiempo
en el hemisferio norte (Boreal) que en el hemisferio sur (Austral), sino que están
invertidos el uno con relación al otro. Mientras la Tierra se mueve con el eje del Polo
norte inclinado hacia el Sol, el del Polo sur lo está en sentido contrario y las regiones del
primero reciben más radiación solar que las del segundo. Posteriormente se invierte este
proceso y son las zonas del hemisferio boreal las que reciben menos calor.

Ilustración 10: TRANSLACION TERRESTRE

Erupciones volcánicas.
Las grandes erupciones explosivas pueden arrojar gases como el dióxido de azufre, el
cual es proclive de ser causa del enfriamiento de la atmósfera inferior; el CO2 liberado
es conocido gas de efecto invernadero. No obstante, aunque las erupciones son factores
que promueven el cambio climático, no son los principales.

37
Ilustración 11: VOLCAN

Variaciones en la radiación solar.


El Sol es fuente de toda la vida que conocemos sobre la Tierra. Su energía es la que
mantiene en funcionamiento a la atmósfera y es el combustible que hace posible el
clima. Su interacción con la inclinación del eje terrestre da lugar a las estaciones. Según
indica Global Climate Change de NASA, sabemos que cambios sutiles en la órbita de la
Tierra alrededor del Sol son los responsables de las idas y venidas de las últimas
glaciaciones.

Pero en las últimas décadas hemos asistido a un calentamiento a nivel global con una
velocidad de desarrollo que no se puede relacionar con cambios de órbita de la Tierra, y
son muy grandes como para relacionarlos con el Sol. Nuestra estrella cercana no
siempre brilla al mismo nivel. Su actividad aumenta y se atenúa en ciclos de once años.
Durante cada ciclo, el Sol sufre varios cambios
en su actividad y apariencia. Los niveles de
radiación solar aumentan o disminuyen, al
igual que la cantidad de material que el Sol
expulsa al espacio, el tamaño o la cantidad de
manchas solares y erupciones solares. Estos
cambios tienen una variedad de efectos en el
espacio, en la atmósfera de la Tierra y en la
superficie de la Tierra. El aumento o
disminución de la radiación solar tienen el
Ilustración 12: EL SOL

38
poder de calentar o enfriar más el planeta, si bien el calentamiento global actual no es
resultado directo de las variaciones.

CAUSAS ANTROPOGÉNICAS
Al margen del efecto invernadero natural, al que nos hemos referido, es evidente que
son las actividades humanas las principales responsables de aumento de la
concentración de atmosférica de los gases efecto invernadero (GEI) entre los que
destacan dióxido de carbono, vapor de agua, metano, óxidos de nitrógeno, y productos
halo carbonados, que aportan flúor, cloro y bromo, además de muchos aerosoles. Los
cambios en la corteza terrestre, fundamentalmente relacionados con las actividades
agrícolas, ganaderas y de la explotación de las selvas y los cambios en las radiaciones
solares amplifican los impactos en el sistema climático. Todos ellos, además de ser los
principales factores originantes del cambio climático, condicionan la absorción, la
dispersión y las emisiones de radiaciones de la atmósfera y la corteza terrestre, y como
consecuencia de todo ello se produce una alteración de los balances energéticos de todo
el sistema climático. Está demostrado que el desarrollo socioeconómico, en su más
amplio sentido, la evolución demográfica, las pautas de producción y consumo, los
adelantos tecnológicos y otros factores, son los principales responsables de las
emisiones de GEI y aerosoles a la atmósfera y sus concentraciones en la misma y
consecuentemente originantes del cambio climático. Este se manifiesta en forma de
aumento de la temperatura global, de cambios en las precipitaciones, de elevación del
nivel del mar y de la mayor incidencia de acontecimientos climáticos extremos y todo
ello condiciona los correspondientes impactos en recursos hídricos, ecosistemas,
asentamientos urbanos, seguridad alimentaria y en la salud humana. A partir de ahí se
establece ya un círculo vicioso, puesto que todos estos impactos, a su vez, van a incidir
sobre el desarrollo socioeconómico. Lo más relevante es que ante tal situación, solo
caben dos tipos de acciones, las de las de mitigación cuyo fin es reducir las emisiones
que reducirían el cambio climático y sus correspondientes impactos, o las de adaptación
a los cambios, cuando no puedan evitarse los impactos, minimizando así la
vulnerabilidad.
La medición de la influencia de la emisión de Gases Efecto Invernadero (GEI) en el
calentamiento de la atmósfera se realiza por medio del denominado forzamiento
radiactivo (no radiactivo), como indicador de la influencia de un determinado factor en
el balance energético de la entrada/salida de energía en el sistema tierra-atmósfera. El
calentamiento de la tierra, de los mares y la atmósfera no tiene otro origen más que la
diferencia entre la energía que entra en la atmósfera y en el sistema tierra – océano, y la
que sale de ellos. En general se utiliza como patrón el forzamiento radiactivo por
anhídrido carbónico, expresado en vatios por metro cuadrado.
Al utilizar como referencia el forzamiento radiactivo por carbónico, es necesario
conocer que la emisión de carbónico equivalente es la cantidad de emisión de CO2 que
ocasionaría el mismo forzamiento radiactivo integrado a lo largo del tiempo que una
cantidad emitida de GEI de larga permanencia o mezcla de ellos. Esa medición debe
hacerse en un horizonte temporal dado que, de acuerdo con el Convenio Marco de la
ONU para el cambio climático, se establece en 100 años.

39
De igual forma hay que tener presente que la concentración de carbónico equivalente, es
la concentración de CO2 que ocasionaría el mismo forzamiento radiactivo que una
mezcla dada de este gas y otros agentes de forzamiento.
La concentración atmosférica de GEI (gases efecto invernadero) se han incrementado de
forma notable desde la era industrial (1750), se ha acelerado de forma preocupante a
partir de 1970 y hasta el año 2004, alcanzando una tasa en este último periodo del 70%.
El dióxido de carbono es el GEI mas importante, y el mayor contribuyente al
calentamiento atmosférico. Su emisión se ha incrementado entre 1970 y 2004 en un
80%, pasando de 21 a 30 Gt (Giga toneladas), representando el 77% de todas las
emisiones de GEI. Lo más preocupante es que mientras en el periodo 1970-1994 las

Ilustración 13: CONTAMINACION DE LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ


emisiones de CO2-equivalente se incrementaron a un ritmo de 0,43 giga toneladas por
año, en la década 1995-2004 ese incremento alcanzo las 0,92 giga toneladas anuales.
Desde la era preindustrial, la concentración atmosférica de dióxido de carbono pasó de
280 a 379 ppm. y la de metano que, desde la era industrial hasta 1990, creció
exageradamente, pasando de 715 a 1732 ppm., enlenteciéndose luego su crecimiento,
hasta situarse en el año 2005 en 1.774 ppm. Entre dióxido de carbono y metano
excedieron en el año 2005 los intervalos de valores de los últimos 650.000 años, y estos
dos, junto con los óxidos de nitrógeno exceden en la actualidad, con mucho, los valores
preindustriales. El efecto neto de las actividades humanas desde 1750 ha sido un
incremento de la temperatura con un forzamiento radiactivo neto de 1,6 W/metro
cuadrado.
Las emisiones mundiales anuales de GEI antropógenos han pasado de 24 Giga toneladas
de carbónico equivalente al año en 1970 a 49 en el año 2004, lo que supone un

40
incremento superior al 100%, siendo el CO2 el que representa la mayor proporción.
Según la información publicada por el IPCC en su cuarto informe, el CO2, procedente
de combustibles fósiles representa el 56,6% y el resultante de la deforestación,
degradación de biomasa etc. un 17,3%, de forma que entre ambos acaparan casi el 74%
del total, siguiéndoles en importancia el metano con un 14,3% y, por fin, los derivados
del Nitrógeno con el 7,9% y en proporciones ínfimas (1,1%) los halo carbonados.
Respecto de los sectores económicos responsables de la producción de GEI, la
producción de energía representa un 25,9%, la industria el 19,4%, seguidos de las
actividades silvícolas con el 17,4%, la agricultura con el 13,5% y el transporte, que
produce el 13,1%. Otros sectores económicos tienen efectos menos relevantes (desechos
y aguas de desecho (2,8%) y edificios residenciales y comerciales (7,9%).
El impacto en forzamiento radiactivo del dióxido de carbono aumentó en el periodo
1995-2005 un 20% más que en cualquier decenio de los últimos 200 años, y el
forzamiento radiactivo conjunto de dióxido de carbono, metano y óxidos de nitrógeno se
cifró en 2, 3 W/metro cuadrado, cifra muy probablemente sin precedentes.
Los aerosoles de la atmósfera, especialmente los derivados del azufre, el carbono
orgánico, el carbono negro, los nitratos y el polvo, son otros componentes importantes,
cuyo cambio de concentración es capaz de producir un efecto de enfriamiento, debido al
forzamiento radiactivo negativo (-0, 5 W/metro cuadrado). El forzamiento conjunto
directo de estos aerosoles y del albedo de nubes se sitúa en un -0, 7 W/metro cuadrado
y, además, en su conjunto contribuyen a incrementar las precipitaciones. Los cambios en
la radiación solar, a los que nos referimos brevemente al comienzo de esta exposición,
contrariamente a lo que pudiera pensarse, han causado solo un pequeño forzamiento
radiactivo desde el año 1750, cifrado en 0, 12W/metro cuadrado.
La emisión de Gases de efecto invernadero está directamente relacionada con el
desarrollo económico y social, excepto el metano, y por ello parece procedente hacer
una breve referencia a la distribución regional de las emisiones de GEI, en función de la
población mundial y del PIB de los distintos grupos de países considerados por el
Convenio Marco de la ONU para el cambio climático.
En el año 2004 los países incluidos en el anexo I de Convenio Marco de la ONU para el
Cambio Climático, representaban el 20% de la población Mundial y producían el 57%
del PIB mundial, expresado en PPA (paridad del poder adquisitivo) y, al mismo tiempo,
aportaban el 46% de las emisiones de GEI mundiales. El promedio de emisiones per
cápita es de 16,1 t CO2 – eq. en los países del anexo I. y de 4,2 t CO 2 – eq. en los países
NO anexo I, es decir casi cuatro veces menor.
Los Estados Unidos y Canadá representan el 19, 4% de las emisiones mundiales con
más de 25 toneladas per cápita, con una pequeña proporción de los habitantes
mundiales. Japón, Australia y Nueva Zelanda, producían el 5,2%, próximo a 15 Tm per
cápita y, frente a estos países, en el otro extremo con su 13,1% de emisiones respecto
del total mundial, Asia del Sur tiene ella sola casi un 30% de los habitantes mundiales y
su producción de CO2 equivalente per cápita no alcanza las cinco toneladas.
Si se revisan los datos relativos a la distribución regional de las emisiones de GEI en
función del PIB, expresado en Paridad del Poder Adquisitivo, en dólares USA del año

41
2000, los países del anexo I reúnen el 56,6% del PIB mundial, frente al 43,4% de los
países no anexo I. La cantidad de emisiones expresada en Kg. de CO 2 en los “países no
anexo I” llega a alcanzar casi 2,5 por Dólar USA de PIB, mientras que en Europa no
llega a 0,5 o en los Estados Unidos y Canadá se sitúa en torno a 0,7 kg/ dólar de PIB.
Otro aspecto a considerar es lo que se conoce como sensibilidad climática y retro efecto
del clima. Cuando se produce un forzamiento radiactivo sostenido, que depende de la
emisión de gases efecto invernadero, de las variaciones de la radiación de la corteza
terrestre y del sol y de los aerosoles que se encuentran en la atmósfera, la sensibilidad
climática es el mejor indicador para conocer la respuesta del clima a esos forzamientos.
La sensibilidad climática se define como “el promedio mundial de calentamiento
superficial, en condiciones de equilibrio, por el forzamiento radiactivo que resulta de la
duplicación de las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono”. Lo más
probable es que la sensibilidad climática se encuentre entre 2 y 4, 5º centígrados, siendo
poco probable que sea inferior a 1, 5º y sin que se pueda descartar de forma categórica
que llegue a los 4, 5º.
Los denominados retro efectos del clima pueden contribuir a amplificar o a disminuir la
respuesta a un forzamiento radiactivo dado. Los cambios en la concentración de vapor
de agua en la atmósfera (a pesar de ser un gas de efecto invernadero), es el retro efecto
más importante de cuantos afectan a la sensibilidad climática, teniendo retro efectos
beneficiosos, ya que a medida que aumenta la temperatura de la tierra, también lo hace
la cantidad de agua evaporada en la troposfera, no constituyendo un forzamiento
radiactivo. El retro efecto de las nubes siempre ha sido motivo o fuente de incertidumbre
y el Albedo Mar-hielo, aumenta la respuesta en latitudes altas, entendiendo por albedo el
porcentaje de radiación reflejada sobre la recibida en un sistema determinado.
El calentamiento reduce la incorporación terrestre y oceánica de CO 2 atmosférico y
aumenta las emisiones que subsisten en ella. Este retro efecto positivo del ciclo del
carbono aumenta el forzamiento y cambio climático, originándose un círculo vicioso
que potencia el continuo recalentamiento.
Conocidas las causas más importantes del cambio climático, la sensibilidad climática y
los principales efectos del cambio climático en los sistemas físicos y en los ecosistemas
naturales, es necesario, como hace el IPCC considerar la atribución de causas del
cambio climático, es decir, comprobar si los cambios observados son coherentes en
términos cuantitativos con los forzamientos radiactivos externos o si, por el contrario,
esos cambios son coherentes con otras explicaciones físicas.
El cuarto informe del IPCC expresa con rotunda claridad la alta probabilidad de que el
aumento promedio de las temperaturas desde la mitad del siglo XX, se deba al
incremento de la emisión y concentración de GEI de origen antropogénico y de que el
aumento de temperatura del mar y de la atmósfera, y la disminución de la capa de hielo
no se deban exclusivamente a causas de origen natural.
Respecto al calentamiento general de la atmósfera y el mar, así como a la reducción de
la capa de hielo, es muy probable que no se deba a factores naturales y más si se tiene en
cuenta que solo la acción del forzamiento solar y volcánico, llevarían aparejada una
disminución de la temperatura general y es por eso por lo que se sostiene la probabilidad

42
de que sean forzamientos externos, antropogénicos, sin los cuales se habría producido
ese enfriamiento. También es probable que el aumento de GEI hayan producido “per se”
un calentamiento mayor del observado, puesto que los aerosoles volcánicos y
antropógenos han compensado parte del calentamiento suplementario que debería haber
acaecido.
La comparación entre los cambios de temperatura a escala continental y mundial
observados y los resultados obtenidos mediante modelos climáticos que utilizan
forzamientos naturales solamente, o forzamientos naturales y antropógenos entre los
años 1900 y 2000 ponen de manifiesto que los promedios decenales entre 1905 y 2000
experimentan una tendencia creciente, especialmente marcada a partir de la década de
los años 1950-1960, siendo muy superiores los intervalos obtenidos en distintas
simulaciones cuando se consideran forzamientos naturales y antropógenos, frente a
aquellos en los que solo se consideran los forzamientos naturales.
En todos y cada uno de los continentes la variación de la temperatura es evidente, siendo
más marcada en Europa y menos en Oceanía y en todos ellos se superpone más a los
modelos climáticos realizados con forzamientos naturales y antropógenos, puesto que
las temperaturas observadas incluyen ambos tipos de forzamientos. Lo mismo sucede si,
en vez de a nivel continental, realizamos las comparaciones a nivel mundial, solo tierra
u océano. Por todo ello, el informe del IPCC afirma que es probable que se haya
producido un calentamiento antropógeno importante excluida la Antártida.
De los estudios realizados también parece deducirse que las influencias humanas
discernibles están interviniendo, además, en otros componentes o caracteres del clima,
como son las temperaturas extremas y los vientos. También es probable que el aumento
de las emisiones y consecuente concentración de GEI, además de producir un aumento
de la temperatura media lo hayan hecho de las medias de temperatura de las noches más
cálidas, de las más frías y de los días más fríos y además es más probable que
improbable que haya aumentado y agravado los riesgos de olas de calor.
De los datos conocidos y de las incertidumbres existentes, resulta probable que los
cambios del viento hayan afectado las trayectorias de las tempestades o de los ciclones
extra tropicales y es más probable que improbable que la mayor frecuencia de episodios
de precipitaciones intensas o de aumento de las extensiones afectadas por la sequía,
aparezcan relacionadas con el calentamiento general. También es muy probable que el
calentamiento antropógeno sea responsable del aumento del nivel del mar, del cambio
de los ciclos hidrológicos y del cambio en las pautas de las precipitaciones y, en
conclusión, a pesar de las limitaciones de los análisis efectuados y de la existencia de
incertidumbres en la atribución de la causalidad a la temperatura a las respuestas
naturales.
El estudio de las proyecciones de las emisiones de GEI son muy utilizadas para
establecer conjeturas sobre el cambio climático futuro; sus supuestos básicos respecto de
la evolución demográfica, socioeconómica y del desarrollo tecnológico son el punto de
partida de numerosos estudios sobre la vulnerabilidad del cambio climático y las
evaluaciones de impacto.

43
El informe especial IPCC 2000 sobre escenarios de emisiones, conocidos con el término
IEEE los describe agrupados en cuatro familias, A1, A2, B1 y B2, que exploran vías de
desarrollo alternativas incorporando toda una serie de fuerzas condicionantes de carácter
demográfico, socioeconómico y tecnológico, junto con las emisiones de GEI resultantes,
y sin tener en cuenta ninguna política climática más allá de las ya existentes. De esas
cuatro familias se derivan seis grupos de escenarios, tres de ellos dependientes de A1.
(Cuadro 1). La familia A1 presupone un crecimiento económico mundial muy rápido,
un máximo de población mundial hacia mediados del XXI y una rápida introducción de
tecnologías nuevas y más eficientes. En función de tres direcciones alternativas del
cambio tecnológico, esta familia A1 proporciona tres escenarios diferentes: A1F1 con
uso intensivo de combustibles fósiles, A1T, con uso de energías de combustibles no
fósiles y A1B, alternativa de uso equilibrado de combustibles de diversas fuentes. La
familia y el escenario B1 define un mundo convergente, con la misma población
mundial que A1, pero con una evolución más rápida de las estructuras económicas hacia
una economía de servicios y de información; B2 plantea un planeta con una población
intermedia, con crecimiento económico intermedio, más orientado a soluciones locales
para alcanzar la sostenibilidad económica, social y medioambiental. A2 describe un
mundo muy heterogéneo, con crecimiento de población fuerte, desarrollo económico
lento y cambio tecnológico lento.

Tabla 1: TIPOS DE EMISIONES Y CARACTERISTICAS

Familia Crecimiento Población Tecnologías nuevas y


económico mundial eficientes
A1 Muy rápido Máximo en Rápido y eficientes
2050
A1F Intensiva,
Combustibles fósiles
A1T Energía no fósil
A1B Equilibrio de fuentes de
energía
Economía de
Máximo en
servicios e
2050
B1 información
Intermedio
orientado a la
mayor
B2 sostenibilidad Intermedio
A2 Lento Fuerte Cambio tecnológico
lento

44
Tabla 2: CONCENTRACION DE CO2

Concentración Estimación de Cambios de la Aumento


Escenario CO2 eq. por Temperatura nivel del
GEI en 2100 Optima Intervalo posible mar (m).

Concentración Constantes 0, 6 0, 3 - 0, 9 No
2000 disponible
Escenario B1 600 1, 8 1, 1 - 2, 9 0, 18 - 0,
38
Escenario 700 2, 4 1, 4 - 3, 8 0, 20 - 0,
A1T 45
Escenario B2 800 2, 4 1, 4 - 3, 8 0, 20 - 0,
43
Escenario 850 2, 8 1, 7 - 4, 4 0, 21 - 0,
A1B 48
Escenario A2 1.250 3, 4 2, 0 - 5, 4 0, 23 - 0,
51
Escenario 1.550 4 2, 4 - 6, 4 0, 26 - 0,
A1F 59
Fuente: IPCC 2007

De acuerdo con esos criterios, se han realizado estimaciones más fiables de los cambios
climáticos futuros en función de datos disponibles de observaciones directas y
probablemente se están estableciendo intervalos de menor incertidumbre respecto del
calentamiento observado para ciertos escenarios de emisiones. El Cuadro 2 (IPCC 2007)
refleja las proyecciones del calentamiento en superficie y aumento del nivel del mar
promedio para el final del siglo XXI, respecto de la situación de 19801990, y
suponiendo que la concentración de Carbónico equivalente correspondiente al
forzamiento radiactivo calculado por efecto de los GEI y aerosoles en 2100 es del valor
que se expone para cada uno de los escenarios de emisiones.
De los datos del cuadro, hay que destacar que las proyecciones del nivel del mar no
incorporan las incertidumbres del retro efecto clima-ciclo del carbono, ni los efectos
íntegros de los cambios sobre el flujo del manto de hielo por falta de datos científicos
suficientes, aunque sí incorporan los flujos de hielo 1993-2003 para Groenlandia y la
Antártida. Si esta aportación aumentase linealmente con el cambio del promedio
mundial de la temperatura, los tramos superiores del aumento del nivel del mar de la
tabla, podrían incrementarse en 0, 1-0, 2 metros.
Las previsiones de emisiones mundiales de CO2 asociadas a la energía, entre 1900 y
1990, y para los escenarios IE-EE entre 1900 y 2100, representadas en forma de índice
(1900 = 1) ponen de manifiesto un incremento importante en todos los escenarios hasta
el año 2050 y a partir de ese momento los escenarios que controlan el uso de
combustibles fósiles iniciaran una tendencia ligeramente descendente, más marcada en
los escenarios A1T, A1B y B1.

45
Por lo que respecta a las proyecciones de emisiones de dióxido de carbono mundiales en
los distintos escenarios, asociados al cambio de uso de la tierra, los resultados ponen de
manifiesto una reducción de los intervalos máximos a partir de la tercera década del
siglo, mas marcados en A1B, B1 y B2.
Las proyecciones de emisiones de gases efecto invernadero, a pesar de las limitaciones
introducidas por el Protocolo de Kyoto, hasta el año 2100, para los seis escenarios
comentados, ofrecen un panorama bastante poco alentador. Si bien es verdad que la
mayor parte de los países se han comprometido con el protocolo de Kyoto, no es menos
cierto que en este, como en casi todos los tratados internacionales hay países más o
menos cumplidores y países menos rigurosos. Es verdad que el protocolo, por ser países
en desarrollo, deja fuera a grandes productores de GEI como China, La india o Brasil, y
limita, en función de su buena disposición las emisiones de los países más desarrollados.
Estados Unidos renuncia a cumplir los acuerdos del protocolo, si los demás países no
hacen esfuerzos de intensidad similar a la suya. Increíble. La cumbre de Durban,
recientemente celebrada, no ha alumbrado ningún acuerdo positivo, más que volver a
reunirse.
Las emisiones de GEI crecerán desde un 40 a un 110% entre 2000 y 2030, (9, 7 a 36, 7
Gt CO2 -eq) siendo el escenario A2 el de porvenir más incierto, mientras que el A1F1 a
pesar de tener un mayor crecimiento en los próximos 50 años, luego tiende a
estabilizarse o incluso a reducirse. En todo caso, parece que el mantenimiento del uso
preferente de combustibles fósiles será el determinante principal de la evolución de las
emisiones y no parece que la evolución demográfica de la población tenga una
repercusión excesiva, puesto que esta no está directamente ligada al crecimiento
económico de los países en vías de desarrollo. Además, sea cual sea la tasa de cambio
que se escoja para el PIB (tipo de cambio de mercado –TCM– o paridad del poder
adquisitivo –PPA) las proyecciones de las emisiones no resultarán especialmente
afectadas, ya que de haber diferencias serán menores que las incertidumbres que genera
el desarrollo tecnológico, cualitativo o cuantitativo.
Por lo que respecta al calentamiento de la superficie mundial en los escenarios de
emisiones, repetidamente comentados, parece que será desigual, siendo mayor en la
tierra firme en latitudes septentrionales altas y en el escenario A2 y menor en el
escenario B1 y en el océano austral y en el norte del Atlántico norte. El calentamiento
superficial respecto de 1980-1999, en el escenario A2, puede llegar a ser de hasta 7
grados en las zonas más septentrionales y en casi todo el planeta entre 2, 5 y 3, 5 grados,
excepto el atlántico norte y los mares más meridionales. Al finalizar 2029 las
temperaturas podrán subir entre 1 y 2 grados, de acuerdo con la escala, en las tierras de
latitud norte y menos en el pacifico occidental. Similar evolución de la temperatura
puede producirse en los escenarios A1B, que correspondía a un acelerado crecimiento
económico, a un máximo de habitantes a mitad de siglo y una aplicación tecnológica
rápida y un uso equilibrado de combustibles fósiles y alternativos y en el escenario B1,
que se corresponde con un modelo convergente, con una población similar a la A1 y una
rápida evolución de su economía hacia los servicios y la información, superando la
industrial. Por eso parece que el deterioro ambiental sería menor.

46
Como ya hemos comentado es probable que las olas de calor aumenten, y lo mismo
sucederá con las precipitaciones, aunque de forma irregularmente repartida y de
acontecimientos extremos. La mayor probabilidad es que aumenten cuantitativamente
las precipitaciones en latitudes altas, reduciéndose en la mayor parte de las regiones
subtropicales. Las previsiones de cambios en las precipitaciones, expresados en valores
porcentuales, para el periodo 2009-2099, respecto del periodo 1980-1999, muestran un
incremento de las lluvias en otoño e invierno en las zonas más septentrionales donde
pueden subir un 20%, mientras que, en las zonas de latitudes más bajas por encima del
ecuador, especialmente en África occidental, mediterráneo y en oriente medio pueden
reducirse en más de un 20%. En las épocas de primavera y sobre todo verano, las
previsiones de precipitaciones, se comprueba que la situación más grave puede
plantearse en el sur de Europa y en el norte de África, y de menor intensidad en América
Central y parte de América del Sur.
Las variaciones en la temperatura atmosférica y la circulación océano atmósfera,
condicionaran profundas modificaciones en el comportamiento de los vientos futuros,
con importantes cambios de presión y ciclones tropicales más intensos, con vientos más
fuertes y precipitaciones más intensas. La trayectoria de los ciclones o de las
tempestades extra tropicales, también denominados de latitud media, progresara hacia
los polos con cambios en las pautas de comportamiento de vientos, presiones y
temperaturas. El fenómeno denominado “ciclogénesis explosiva”, que produce ciclones
que circulan afectando al occidente europeo, podrán verse incrementados. El ciclón
KIRIN, ocurrido en febrero de 2010, afectó a la parte más occidental de nuestro país, lo
mismo que el ciclón Klaus, ocurrido el 23-24 de febrero de 2009, afectando a Galicia.
El aumento de la población, el desarrollo económico, los usos de la tierra y la
urbanización aumentarán el estrés sobre los recursos hídricos y la afectación de las
masas de nieve y hielo pondrán en riesgo la disponibilidad de agua dulce y el potencial
hidroeléctrico, alterando la estacionalidad de los flujos. Los cambios de las
precipitaciones y la temperatura inducen cambios en las escorrentías, que,
previsiblemente, aumentarán entre un 10 y un 40% en latitudes superiores y áreas
tropicales pluviales y disminuiría entre un 10 y un 30% en regiones secas de latitudes
medias. Es previsible que las zonas semiáridas del mediterráneo, del oeste de Estados
Unidos, el sur de África o el nordeste del Brasil, padecerán una disminución de los
recursos hídricos, por efecto del cambio climático. En todo caso, parece, que los
impactos negativos de los cambios climáticos sobre los sistemas de agua dulce
superaran con creces a los beneficios posibles.
Si se cumplen las previsiones de evolución en el siglo XXI de temperatura,
precipitaciones y vientos la desertificación será, previsiblemente muy alta, en el
occidente de Estados Unidos, las zonas próximas al ecuador y al Sahara, así como los
países subsaharianos y una zona del oriente medio y del sur de Asia y la región
mediterránea.
Sin embargo, no todas las regiones son igualmente vulnerables al cambio climático,
entendiendo por tal “El grado en que los sistemas son susceptibles a los impactos
adversos, e incapaces de hacerles frente”. Una amplia franja de terreno en Europa, por

47
encima del Mediterráneo muestra menor vulnerabilidad, y lo mismo ocurre con la costa
oriental de Estadios Unidos y Canadá y la mitad noroccidental de Sudamérica.
De acuerdo con el nivel de conocimientos actuales, existe una alta probabilidad de que
la resiliencia de muchos ecosistemas se vea superada por una combinación de cambios
climáticos y otras perturbaciones asociadas (inundaciones, sequías etc.) y otros
elementos como sobreexplotación de recursos, mal uso de la tierra, contaminación etc.
De mantenerse la incorporación neta de GEI y sobre todo carbónico a la atmósfera
podría producirse la perdida de entre un 20 y un 30% de especies, si la temperatura sube
entre 1, 5 y 2, 5 grados; podrán alterarse la estructura y función de muchos ecosistemas,
interacciones ecológicas con grave repercusión en la biodiversidad, cuando la
temperatura se eleve más de 2, 5 grados.
La productividad de los cultivos aumentará ligeramente en latitudes altas o medias, para
aumentos de temperatura entre 1 y 3 grados, mientras que en las regiones secas y
tropicales la productividad de los cultivos disminuirá con el riesgo de reaparición de
hambrunas. Consecuencia de ello sería un incremento del potencial de producción
alimentaria mundial, si el promedio local de temperatura aumentara 13ªC, aunque si la
temperatura es mayor, disminuiría.
Las costas estarán expuestas a mayores riesgos, y a la erosión por aumento del nivel del
mar, efecto que aumentará por la presión humana sobre las zonas costeras. Hasta 2080,
millones de personas de zonas costeras padecerán anualmente inundaciones, afectándose
más las deltas de baja altura y alta densidad demográfica de Asia y África. Las
sociedades más vulnerables son las situadas en llanuras costeras y planicies fluviales y
aquellas cuya economía está vinculada a recursos sensibles al clima, además de las
situadas en áreas propensas a acontecimientos meteorológicos extremos, 76y mas donde
los procesos de urbanización son rápidos. Las comunidades más pobres serán más
vulnerables y tanto cuanto más se encuentren en zonas de riesgo.
Todas estas previsiones, aun considerando las numerosas incertidumbres que hemos
comentado podrán tener su impacto en los territorios de la Unión Europea. La Agencia
Europea del Medio Ambiente (AEMA), resumía en el año 2010 los efectos previsibles
de los cambios de temperatura, precipitaciones, escorrentías, vientos y demás elementos
del clima en el ámbito geográfico de los Estados Miembros.
En la zona mediterránea, la característica básica será el aumento de la sequía y la
disminución de las precipitaciones, con sus consecuencias hidrológicas, sobre
abastecimientos, cultivos, incendios, energía hidroeléctrica, olas de calor, enfermedades
vectoriales, pérdida de turismo estival y riesgo de desertificación. En los mares
europeos, el aumento de las temperaturas superficiales producirá un aumento del
fitoplancton, desplazamiento de especies hacia el norte y riesgo para la población
piscícola, sin perjuicio del aumento de nivel del mar y riesgo en zonas bajas. En la
Europa noroccidental, todas las consecuencias serán las derivadas del aumento de las
precipitaciones (aumento del caudal de los ríos, llegada de nuevas especies piscícolas,
riesgo de inundaciones costera etc.) En el Ártico, la perdida de placa de hielo en general
y en Groenlandia, en particular, conllevara un deterioro de la biodiversidad. En la
Europa septentrional, el aumento de las precipitaciones y la perdida de nieve y hielo,
aumentará el caudal de los ríos, elevará la producción de energía hidroeléctrica, podrá

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ocasionar daños por tormentas invernales, y por el incremento de temperatura crecerán
más los bosques, habrá mejores cosechas y mejorará el turismo estival. En las zonas de
montaña, la disminución del permafrost, el aumento fuerte de la temperara, la pérdida de
masa glaciar, llevaran consigo la reducción del turismo de nieve, el mayor riesgo de
erosión del suelo, y desprendimientos de rocas y deslizamientos de montañas. En la
Europa central y oriental, crecerán los riesgos de acontecimientos extremos, con más
inundaciones en invierno y más calor en verano, menos estabilidad de los bosques y
variabilidad en la producción agrícola.
Las consecuencias, acreditadas en las numerosas investigaciones efectuadas, que el
cambio climático está produciendo sobre todos los ecosistemas en general y sobre la
salud humana en particular, a pesar de todas las incertidumbres que hemos comentado,
plantea un importante desafío en una sociedad globalizada y exige la colaboración de
todos los gobiernos, organizaciones y ciudadanos, adoptando una actitud beligerante
ante estos hechos y poniendo en marcha las medidas de mitigación posibles con la
tecnología actual, para reducir los daños y de adaptación ante los riesgos que no puedan
evitarse.

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