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Jorge Eduardo Abugarade Dieck

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Ludwig II

A los 19 años, Luis II de Baviera se convirtió en rey de Baviera, él no quería serlo.

No le gustaba su trabajo, por lo que en las reuniones oficiales ordenaba colocar grandes
centros de mesa para no ver a los asistentes y ordenaba a los músicos tocar con un volumen
elevado para no tener que escuchar a nadie.

A medida que aumentaba su odio hacia la vida que llevaba, también crecían las dos grandes
obsesiones en las que se refugiaba; los palacios y las creaciones artísticas de Richard Wagner.

Arruinado tras la creación de palacios imposibles, el monarca pasó sus últimos años inmerso
en sus obsesiones en el precioso Castillo de Neuschwanstein, hasta que sus familiares y los
políticos decidieron darle por loco y destituirle.

Finalmente, le trasladaron a otro castillo en el que falleció en extrañas circunstancias a los tres
días de su llegada.

Los castillos del Rey Ludwig:

Castillo de Neuschwanstein: Conocido a nivel mundial como símbolo de la arquitectura


romántica idealizada, el Castillo de Neuschwanstein es uno de los lugares más fotografiados de
Alemania y uno de los castillos más visitados de Europa. Nacido de los sueños del Rey Loco, el
Castillo de Neuschwanstein fue la fuente de inspiración de Walt Disney para comenzar a
construir su propio sueño.

Palacio de Herrenchiemsee: Localizado en una isla del lago Chiemsee, el Palacio de


Herrenchiemsee es una construcción monumental realizada para cumplir el sueño de Luis II
desde que visitó Versalles por primera vez. Quería un palacio igual y encargó su construcción.
Aunque no llegó a verse acabado, el parecido entre ambas construcciones y sus jardines es
asombroso.

Palacio Linderhof: Construido en uno de los cotos de caza de su padre y con una
clara inspiración en el Palacio de Versalles, el Palacio Linderhof es el más pequeño de la
colección de Luis II de Baviera y el único palacio que llegó a ver terminado. Es el castillo de
menor tamaño

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